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ELIANA MALDONADO CANO

PÁJAROS QUE NO EXISTEN


ELIANA
MALDONADO
CANO
Eliana Maldonado Cano

(Medellín, Colombia)

Es poeta, narradora, ingeniera, docente universitaria y candidata a


doctora en Literatura con una tesis sobre las poéticas quechuas en
la obra de José María Arguedas. Como poeta se ha interesado por
temas como el cuerpo y el erotismo, la ciudad y sus contrastes y la
búsqueda del sujeto en su camino hacia otras geografías, como puede
verse en sus poemarios: Bajo la Piel (2007), Lunas de Sombra (2010),
Hacia el Pacífico (2015), Cartografía de la lluvia (2016), y El pozo de
la infancia (2018), en el que presenta un camino hacia el origen a
través de múltiples memorias. Su primer libro de narrativa se titula
Aquellas mujeres en miniatura (2019) en el que continua la línea
de memoria, ahora sobre la violencia contra la mujer. Otras obras
publicadas se encuentran inmersas en Ellas escriben en Medellín
(2007), Poesía colombiana del siglo XX escrita por mujeres, (2014)
e Historias que no son cuento: experiencias de lectura y escritura de
Medellín (2014).
Pájaros que no existen
©Eliana Maldonado Cano
©Festival Internacional Primavera Poética

Municipalidad de Lima Festival Internacional Primavera Poética

Juan Pablo de la Guerra de Urioste Harold Alva Viale


Gerente de Educación y Deportes Presidente de la Organización

Doris Renata Teodori de la Puente Comité Consultivo


Asesora de Educación Carlos Ernesto García (El Salvador)
Roberto Arizmendi (México)
Alex Winder Alejandro Vargas Omar Aramayo (Perú)
Jefe del Programa Lima Lee Leopoldo Castilla (Argentina)
Omar Lara (Chile)
Concepto de portada:
Melissa Pérez Director Cultural
Sixto Sarmiento Chipana
Diseño y diagramación:
Leonardo Enrique Collas Alegría Asesor de comunicaciones
Luis Miguel Cangalaya
Editado por la Municipalidad de Lima
Jr. Buenaventura Aguirre 395.
Jirón de la Unión 300, Lima Of.: K. Barranco, Lima.
www.munlima.gob.pe https:/web.facebook.com/fipperu2019/

Lima, 2020

Esta publicación es un esfuerzo entre la Municipalidad de Lima y Primavera Poéica


para las ediciones de la colección del Programa Lima Lee.
Presentación

La Municipalidad de Lima, a través del programa


“Lima Lee”, apunta a generar múltiples puentes para
que el ciudadano acceda al libro y establezca, a partir
de ello, una fructífera relación con el conocimiento, con
la creatividad, con los valores y con el saber en general,
que lo haga aún más sensible al rol que tiene con su
entorno y con la sociedad.

La democratización del libro y lectura son temas


primordiales de esta gestión municipal; con ello
buscamos, en principio, confrontar las conocidas
brechas que separan al potencial lector de la biblioteca
física o virtual. Los tiempos actuales nos plantean
nuevos retos, que estamos enfrentando hoy mismo
como país, pero también oportunidades para lograr
ese acercamiento anhelado con el libro que nos lleve
a desterrar los bajísimos niveles de lectura que tiene
nuestro país.

La pandemia del denominado Covid-19 nos plantea


una reformulación de nuestros hábitos, pero, también,
una revaloración de la vida misma como espacio de
interacción social y desarrollo personal; y la cultura
de la mano con el libro y la lectura deben estar en esa
agenda que tenemos todos en el futuro más cercano.

En ese sentido, en la línea editorial del programa, se


elaboró la colección “Lima Lee”, títulos con contenido
amigable y cálido que permiten el encuentro con el
conocimiento. Estos libros reúnen la literatura de
autores peruanos y escritores universales.

El programa “Lima Lee” de la Municipalidad de


Lima tiene el agrado de entregar estas publicaciones a
los vecinos de la ciudad con la finalidad de fomentar
ese maravilloso y gratificante encuentro con el libro y
la buena lectura que nos hemos propuesto impulsar
firmemente en el marco del Bicentenario de la
Independencia del Perú.

Jorge Muñoz Wells


Alcalde de Lima
PÁJAROS QUE NO EXISTEN
I

Miro al cielo,
no hay respuesta a las preguntas enunciadas,
no hay pájaros, ni plumas, ni nubes,
solo un cielo de verano azul descolorido.
La mirada de los otros, desde las ventanas, critica mi osadía.
Me siento en el asfalto donde antes corría ella, donde
saltaba él.
Hoy solo estoy aquí frente al cielo que calla,
obviando a los que cierran las cortinas.

Escucho pájaros que no veo; aletean,


me persiguen hace semanas con letanías que no entiendo.
No hay respuestas arriba, no.
Ni abajo ni aquí ni en mí.

Corro como en sueños pesada y lenta,


aterrorizada por la tristeza, la pregunta y el miedo de si esto
o aquello se aferrará a mis huesos hasta hacerme morir.

Miro al cielo,
No hay respuestas,
Solo un azul descolorido de verano..

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II

Estoy habitada por un grito,


por la noche sale revoloteando,
buscando con sus garras algo para amar.

Silvia Plath

Estoy habitada por un grito,


voz cansada que desea el acto atento.
Me posee en las noches calmas,
y aturde las vísceras que a esa hora descansan de mí.

Estoy habitada por la queja,


que ronronea con la gata y se lame las heridas.
La queja, la pobrecita queja,
insaciable, inamovible.
Cinco mil, leo hoy en la internet, noventa más que ayer,
¿pero eso acaso significa algo si todos los míos siguen
aquí?

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Estoy habitada por la pérdida que ya solo es melancolía.
Pérdida de ella, de él y de mí.
Se marcharon o no pudieron volver, da lo mismo.
El avión en el que venían nunca partió,
así que caminan otras calles y observan otro cielo que
no es este,
pero es el mismo aire infecto.

Un desaliento, profundo, doloroso


no me permite levantarme y las estrellas se opacan
y las mariposas no son más que luces fugaces,
aleteos innecesarios,
colores perdidos en mi noche.
Estoy habitada por un grito profundo y potente
que se quedó entre los huesos del tórax y duele.
Un grito sordo, un grito agudo y lento.
Como el ahogo a las dos de la madrugada
cuando trato de preguntar a quien no está
¿volverás?

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III

No anticipes la muerte, dolor.


No me cuentes cómo será la pobreza de luz.
No me hables del hambre, de las mismas cuatro paredes y
el café frío de ayer, pues hoy no hay azúcar para endulzarlo.
No anticipes el silencio,
la voz que no grita ni se queja.
¿Madre, estás bien?
No tosas, no vomites, no te vuelques.
Quiero pensar que es otra cosa, no te enfermes.

No anticipes la soledad, dolor.


El no encontrar ojos que me reconozcan y den vida
en el reflejo de la pupila.
No encontrarla allí en su cama mirándome, me aterra,
me enferma que me diga quedamente que no importa,
que está vieja y ya le toca a ella.

Muerte que buscas, husmeas, ronroneas.


Muerte que subyuga la promesa que le hice aquel amante.
Muerte trunca que persigue mis ganas de estar entre las olas
y la arena del sur.

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Llévame a mí, no a ella. Déjala que vea las ciudades que yo
ya he visto,
que camine el mundo nuevo que se gesta.

Me doblo,
Me siento enferma,
vomito también yo.
Segura de lo inaplazable,
pero sin fecha de partida.

Muerte tacita que suspira


escondida bajo tierra.
No te anticipes.
No.

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IV

Traigo arqueada la espalda.


Me pesa el hijo que se fue una mañana sin sol,
sin saludar, sin aferrarse,
sin elegirme.
Solo marchó al mundo de abajo
para seguir jugando con las almas
que no llegaron a nombrarse.
Quizá fue mejor así,
este aire infecto le habría carcomido las entrañas.
Para qué traerlo a un mundo en el que el otro es amenaza.
Se marchó con buen viento y buena mar le digo al aire,
mientras abrazo el espacio vacío de mi abdomen.

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V

Estos oídos escuchan la voz que tu garganta emula.


No son ciertas las frases que me dices cuando hablas de
eternidad y lo sé.
Repaso desde lejos con el dedo índice tus labios
no entiendes que acepto la mentira de eternidad.
Me acerco.
Me rechazas dulcemente.
«Recuerda no debes tocarme», dices.
No importa ya.
Te beso.

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VI

Ha llegado una carta,


No entiendo cómo los difuntos escriben
y van al correo a poner el sello, pero lo logran.

Rompo el sobre y en realidad es su letra, cursiva como la


mía,
grande en las vocales, redondeada y llena de gente en las
consonantes,
inclinada a la derecha y llena de puntitos sobre las «íes».

Qué le habrá dicho el hombre de la oficina de correos,


¿Comprendería que sus pies flotaban mientras la atendía?

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VII

He sobrevivido a dos guerras


Pero no he salido intacta.
Una bomba destruyó mi mano derecha y escribo con
lentitud esta página.
Una bala atravesó ambos pies y estoy sentada.
Se llevaron todo y a todos los que contaron una, dos,
cien veces para estar seguros.
He sobrevivido a cada guerra que trae el día
y sigo aquí sentada,
con la esperanza de que nadie dispare contra mi cara las
gotas de su garganta.

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VIII

Camino tras camino, pero sin regreso.

Szimborska

Ella decía que iba por un laberinto,


Que a veces subía o bajaba y no lo sabía bien.

Ella me dijo que izquierda o derecha eran lo mismo,


El mundo un espacio hambriento lleno de voces nada más.

Camino tras camino sin regreso.


Presente perpetuo entre las paredes de hiedra
que me separan de ese otro aquí.

Aquí solo hay lugares imposibles que suben y bajan


a la vez,
Aquí, siempre aquí.
¿Allí?, ¿dónde?

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IX

Mis pasos recorren los puntos de un triángulo isósceles


y no soy capaz de romper esta horrible
repetición involuntaria del destino.

A veces me detengo en las aristas a mirar al vacío


y abajo solo hay círculos o hexágonos con otros seres
que, como yo, ingenuos,
creen que avanzan en esas figuras viciosas.

Solo la espiral que se mueve sobre mi cabeza


lleva a los sin nombre a algún lugar, en cajas de cartón
en vez de pino.
Pero aún tengo siete letras que me llaman
y no puedo saltar.

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X

Entonces viene el pájaro rojo otra vez a mi ventana


a decirme que hay que cortar las alas
a las sombras con las que camino.

Llama a la puerta con su pico rozando apenas la madera


para que yo escuche, pero no lo veo.

Viene el pájaro rojo.

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XI

Estas aquí, entiendo que hace mucho debí marcharme,


pero la puerta se ha cerrado y la rabia, la pena y el dolor
se quedaron con nosotros.

¿Cuándo libres?
¿Cuándo pájaros con alas para seguir el camino trunco?
¿Cuándo la palabra nos liberará de esta cordialidad
deshonesta
para soportar el estar juntos a kilómetros de distancia?

Estas aquí, estoy aquí,


Estoy aquí pensando si debemos hablar
y volver a empezar.
Pero ¿empezar cómo, dónde,
con qué amor y con qué ganas cuando todo se muere?

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XII

Nadie en la calle,
Un tapabocas, que encontré en la cesta de la
basura del edificio de vidrios azules, me protege.
Le puse jabón en la noche y ahora lo porto
como escudo para que no me detengan y me envíen a
ningún lugar.
«Señor, no puedo irme». Le replico.
Muero de hambre allá sin la renta
o muero de tos aquí en el intento.
«No me obligues a irme a donde no hay pan,
luz, agua, ni techo que me proteja».
Le miro.
Espero.
Espera.

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XIII

La ventana se cerró.
Sigo en el asfalto.
No hay francotiradores en la terraza de la casa vecina,
solo besos en el aire
y cantos de pájaros que no existen.

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XIV

Cientos de pies marchan en este gusano


de personas que se mueven hacia los vagones.
Recuerdo un libro sobre la Segunda Guerra Mundial.
Recuerdo haber caminado entre las barracas y llorado.
Repito los nombres,
recuerdo las pipas, el cabello, los niños…
No vamos hacia Treblinka, no.
Pero sí hacia nuestro propio, creado
y aceptado espacio de confinamiento.

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XV

Cuando despierto y revivo,


prolongo el momento de la mañana en el que el agua,
demasiado caliente quema la piel.
Me gusta observar cómo se enrojece y a veces arde.
Me hace sentir viva ese pequeño desmán,
esparzo el jabón y olfateo el olor a azahares, a lima
mientras la espiral de agua y espuma se fugan bajo mis
pies.
Prolongo la soledad creada entre el agua y yo,
entre el jabón y yo,
entre las manos y yo.
He cortado el cabello
y siento como corre el agua por el cuello,
la espalda.

Al salir, enciendo un cigarrillo, bebo café amargo y


tibio.
Alrededor, nadie. Nada.
Todos marcharon a sus casas,
No necesitan de mis cuidados.
Tengo la certidumbre que existo porque bebo y trago.

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Porque me ahogo un poco y toso.
Observo a través de la ventana,
Un pájaro bebe agua azucarada
y escucho cómo existe y danza donde yo no habito.

26
XVI

Me veo asaltada por la memoria de otros


y viene a mí un abuelo que en una roca tallada revuelve
hojas de coca.
Alguien recuerda por mí y ahora una mujer corta el
cordón umbilical
y lo siembra en la tierra.
Siento los dedos húmedos y la sangre que escurre.
Observo, sé que bajo el árbol de papaya ella escarba.
Una brisa amazónica acuna los árboles y entonces ella
da de mamar a su hijo mientras
un pájaro azul pasa,
-Se llamará «mar», dice mientras observa.
Alguien recuerda por mí y veo en el vacío un río
cristalino que baja caudaloso.
Cierro los ojos para sentirme río.

27
XVII

Llueve,
el agua discurre a lo largo de los arroyos de mi cuerpo.
La Nevsky está sola,
ni siquiera el hombre del Café Griego danza en la
entrada.
Los almacenes de baratijas y muñecas han cerrado.
Sigo terca calle abajo hacia el Hermitage.
Solo tengo unas horas y sé que no me dejarán pasar,
pues
no soy mujer abrigo ni mujer historia.
Solo soy lluvia que discurre calle abajo en una ciudad
que no
es mía, una ciudad gris
enladrillada de nubes
y unos pocos copos de nieve.

28
XVIII

Cada día una lucha, un robo, una violación,


Cada día un grito, una golpiza, un atentado terrorista.
Nosotros aquí, sentados a la mesa con
el café humeante leemos y escuchamos.
Todos cuentan, suman, restan.
Eso somos, operaciones matemáticas nada más.
Para que quede claro que nunca pondremos
término al terror,
seguimos escuchando y escribiendo sobre lo malo.
Nunca terminará la ira, la rabia es necesaria para el hombre
que en su afán de nutrirse de la maldad y la locura
continúa la tragedia que es teatro.
Sigue la radio…
Otra niña perdida, otro niño violado,
otra persona con hambre y nos queda claro,
muy claro que el poder es arbitrario
y nos condena a repetir,
a repetir lo malo,
lo desdichado,
lo despótico,
lo trágico.

29
XIX

El texto del espectáculo ha sido escrito.


Lo corrigieron cinco veces para que a todos
nos quedara bien claro que
había que dejarnos llevar por el camino trunco.
La televisión presenta las normas, los pasos a seguir
que elegimos y entonces sucede que otro niño,
otra niña, otra abuela han sido vulnerados.
Pero todo está bien.
El texto del espectáculo quedó bien escrito.
Tras la tragedia de los hombres chicos están
los grandes que juegan a ser niños con nosotros.

30
XX

Hemos perdido la desgarradora evidencia


de la vida exterior.
Ahora estamos sumergidos entre máquinas
y nubes que no existen,
pero en las que la vida se desarrolla y emerge.
Recuerdo haber visto alguna vez un gran árbol
en medio de un claro.
Un coleóptero danzaba cerca y molestaba mis oídos.
Dos mariposas jugaban en una flor.
Las raíces se extendían tan lejos
que nunca caminaba con los pies derechos.
No entiendo cuándo fue que perdimos la evidencia
de la vida exterior y nos sentamos cómodamente
en sillas confortables frente a pantallas
que diseñan el mundo que no queremos.

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XXI

Siempre es difícil hurgar el pasado,


Es fastidioso entender por qué hice aquello en vez de esto.
Es difícil juzgar el beso que no di, la mano que
nunca estire o el abrazo que necesitándolo mi vecina no
cobijó su espalda.

Siempre es difícil hurgar el pasado, entender al otro


y pensar que no era por nosotros por quien danzaba
su baile de humano por primera vez,
aquel con el que hablaba.

Ahora bien,
Resulta que no es necesario hurgar.
Ya está en un canasto pesado bien tejido en nuestra
espalda.
Ahora sigamos creando futuros de pájaros que no existen
en momentos que esbozamos con las manos.

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