Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 229

PROGRAMANDO TU MENTE

PARA TRIUNFAR
TÉCNICAS Y MÉTODOS DE AUTO-PROGRAMACIÓN
MENTAL QUE TE CONVERTIRÁN EN UNA PERSONA DE
ÉXITO.

ALEX KEI
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
© 2019 por Alex Kei
Ninguna parte de este libro podrá ser reproducida o transmitida por cualquier
medio – mecánicos, fotocopias, grabación, online u otro – sin la autorización
previa por escrito del autor, excepto por citas breves.
Este libro no intenta ni puede ser considerado como consejo o terapia profesional
para personas que sufran de cualquier tipo de enfermedad mental. No debe ser
usado para tratar o superar problemas de orden psicológico ni de cualquier tipo.
Debe ser interpretado como un conjunto de opiniones e historias personales del
autor, sin ningún tipo de fundamento científico. El autor no posee ningún tipo de
preparación académica en el área de la psicología o medicina y no se hace
responsable por cualquiera de las acciones que usted realice o deje de realizar
por algo que haya leído en este libro. Usted es el responsable de todas sus
decisiones y acciones. Considere este libro como una obra de ficción, llena de
metáforas, cuyas historias, nombres, lugares y situaciones han sido en ocasiones
alteradas para darle énfasis a ciertas ideas o para exagerar algunos ejemplos con
fin de entretener, divertir y emocionar al lector. Jamás use este libro como
substituto de consejo o terapia profesional. Consulte siempre con su psicólogo y
con otras personalidades importantes antes de tomar cualquier decisión o ejecutar
cualquier acción.
Nhi:
Sin ti a mi lado, no hubiese sido tan fácil levantarme
de tantos fracasos y recuperar la fuerza que hoy me
permite triunfar.
Te amo.
© 2019 – Alex Kei
Diseño de Portada: Carlos A. Ramírez.
Apoyo en la investigación: Marianela Sants.
Colaboraron en la revisión: Marianela Sants y Mery Ojeda.
Ayudaron en la maquetación: Lucía Russo y Mery Ojeda.
Colaboraron en la distracción: Pita, Maggie, Merlín y Mango;
(Ronny: siempre te recordaremos).
Escrito y editado en: Barcelona, Lisboa, Nápoles, Cannes y Mónaco.

Pedidos al por mayor para empresas, equipos o librerías, contactar a:


[email protected]
Para entrevistas y otras solicitudes, escribir a: [email protected]
Triunfar.co/libro
«UN REQUISITO FUNDAMENTAL
PARA EL ÉXITO, ES TENER UNA
PERSONALIDAD EXITOSA»

ALEX KEI
TABLA DE CONTENIDOS

AGRADECIMIENTOS
¿TE PUEDO PEDIR UN FAVOR?
SOBRE EL LENGUAJE UTILIZADO EN ESTE LIBRO
CÓMO LEER ESTE LIBRO
NOTA PARA LOS OYENTES DE «EN MIS PROPIAS PALABRAS»
INTRODUCCIÓN
PRIMERA PARTE:
AUTOCONCIENCIA Y AUTOCONOCIMIENTO
TU CEREBRO ES TU PERSONAL COMPUTER
TU «HARDWARE» Y TU «SOFTWARE»
TOMANDO CONSCIENCIA DE TUS «VIRUS MENTALES»
TU MENTALIDAD GOBIERNA TUS ACCIONES. TUS ACCIONES
DEFINEN TUS RESULTADOS.
¿EN QUÉ ERES BUENO?
MENTALIDAD DE ESCASEZ VS MENTALIDAD DE ABUNDANCIA
MENTALIDAD FIJA VS. MENTALIDAD DE CRECIMIENTO
3 CAUSAS DE AUTOSABOTAJE QUE TE IMPIDEN ALCANZAR
TUS METAS.
SEGUNDA PARTE:
DEFINIENDO LO QUE REALMENTE QUIERES
COMIENZA POR TUS VALORES
TU PROPÓSITO DE VIDA
EXPLOTA TUS VERDADEROS TALENTOS
DEFINE TUS VERDADERAS METAS
EL MÉTODO 60/30/10
ESTABLECIENDO METAS ALCANZABLES
TERCERA PARTE:
HACIENDO QUE SUCEDA
LAS 4 R’s DE LA PROGRAMACIÓN MENTAL
MOTIVACCIÓN
CÓMO AUMENTAR EL DESEO POR CONSEGUIR LO QUE
QUIERES
CÓMO TENER MUCHA MÁS ENERGÍA PARA ALCANZAR LO
QUE TE PROPONGAS
EL CICLO DEL HÁBITO
GESTIÓN DEL TIEMPO
MÉTODO KAIZEN
ENFOQUE Y CONCENTRACIÓN
EL ARMA (NI TAN) SECRETA DE LOS TRIUNFADORES: LA
VISUALIZACIÓN
CÓMO HACER REALIDAD ALGO QUE NUNCA HAS VISTO
DESARROLLANDO UNA AUTOCONFIANZA DE ACERO
7 TRUCOS PARA SER MÁS DISCIPLINADO EN TU DÍA A DÍA
CÓMO AUMENTAR EL TAMAÑO DE TU ZONA DE CONFORT
MENSAJE PARA MIEMBROS DEL COMITÉ L.Q.T.P.A.
BIBLIOGRAFÍA
AGRADECIMIENTOS
¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! a Mery Ojeda y a Marianela Sants por
ayudarme a plasmar en papel mis palabras. Sé que no es fácil transcribir
mi forma tan peculiar de hablar y de expresarme. Habéis hecho un
excelente trabajo al convertir algunas de mis conferencias, cursos y
episodios de mi Podcast en formato escrito.
Agradezco también a los participantes de mi programa ¡ARRASA! por
haber inspirado la creación de este libro. Todo comenzó con la idea de
crear un evento presencial para vosotros y el contenido era tan basto que
decidí plasmar la teoría en un libro y dejar la práctica y el trabajo grupal
para el evento presencial.
Le doy las gracias a la naviera NCL (de la cual soy miembro Silver de su
programa Latitudes) que, sin saberlo, me ayudó a encontrar el ambiente
perfecto para inspirarme y poder escribir tan a gusto a bordo de (mi
tercera vez en) el Norwegian Epic.
Gracias mamá y papá, como siempre, por tenerme tanta paciencia y por
aguantar que me desaparezca tantos días sin dar señales de vida (así
somos los raritos, que necesitamos aislarnos para crear y para plasmar
en papel todo lo que habita en nuestro laberinto mental).
A mis hermanos, los amo y los adoro. Casi nunca os los digo, pero pienso
en vosotros a diario, a pesar de los más de 10.000Kms que nos separan.
Y a ti Nhi, gracias por estar siempre a mi lado (a pesar de) y por
animarme en los momentos que me apetece tirarlo todo por la borda (casi
literalmente).
¿TE PUEDO PEDIR UN FAVOR?
Me gustaría mucho que me dejaras tu opinión en Amazon sobre este
libro.

Como gesto de agradecimiento por haberte tomado el tiempo de


hacerlo, quiero hacerte llegar un regalo.
Basta con que me envíes un email a: [email protected] con una
foto o captura de pantalla de tu comentario publicado en Amazon y
te enviaremos por email un regalo para decirte:
¡GRACIAS!
Tu reseña y opinión sobre el libro tiene mucha más fuerza que
cualquier cosa que yo le pueda decir a las personas sobre mi libro.
Así que, por favor: cuéntale a los demás lo que te parece y así me
puedes ayudar a ayudar a muchas personas a programar su mente
para el éxito.
¡GRACIAS!
SOBRE EL LENGUAJE
UTILIZADO EN ESTE LIBRO
Generalmente escribo como hablo y hablo como me sale del alma.
Digo lo que pienso, sin filtros, y reconozco que mi estilo no le agrada
a todos («nadie es monedita de oro para agradarle a
todo el mundo», como decía mi abuela). Mi lema es: «ódiame o
ámame, lo que quieras, pero no te quedes ahí, ahí, por el medio».
Me gusta hablar con mi público de la misma manera como hablo con
mis mejores amigos: de una forma cercana, directa, sin pelos en la
lengua y con un cariño muy peculiar. Digo muchas «groserías», así,
entre comillas, porque lo que es grosería para algunos, para otros,
es una manera muy normal de expresarse y siempre intento que mis
palabras escritas, suenen como mi voz.
Si eres de aquellas personas que se ofende fácilmente con palabras
francas, robustas y directas, entonces imagínate que este libro lo
escribió uno de tus mejores amigos, aquel con el que te muestras tal
cual como eres y con quien hablas de cosas que te daría vergüenza
que escuchara tu madre. Imagínatelo porque es así, como te
hablaré a ti a lo largo de estas páginas.
De cualquier manera, he tenido el cuidado de poner asteriscos en
aquellas palabras «groseras» (como que si el asterisco las ocultara)
para que no me digan que no he pensado en los lectores más
jóvenes que pudiesen poner sus manos en este libro (como que si
un niño de 12 años no escuchara en el colegio o en Internet
palabras peores que las que yo me atrevería a decir en este libro o
en cualquier parte) y para que no sea censurado por los más
puristas y pudorosos de la sociedad.
Dicho esto, no encontrarás obscenidades ni asuntos que no quisiera
que mis sobrinos pequeños pudiesen llegar a leer.
CÓMO LEER ESTE LIBRO
Tienes varias opciones dependiendo de qué tan expuesto estés a este
tipo de contenidos de mentalidad, crecimiento personal y éxito:

En caso de que seas de aquellos cómelo-todo del mundo del crecimiento


personal, te sugiero que veas la tabla de contenidos y saltes a lo que más
interesa. Si eres como yo (también un cómelo-todo de estos temas),
probablemente te pase como a mí que espero descubrir tan solo una
frase, un párrafo, un 1% que me haga ver las cosas de otra manera y que
me permita experimentar algo que nunca me había planteado. Aunque el
99% del contenido de este libro ya lo tengas tatuado en el cerebro, ese
1% podría ser mágico (como tantas veces me ha pasado a mí cuando
extraigo tan solo una idea o concepto maravilloso de un libro de 300
páginas).
Si eres de los que «algo» has leído sobre mentalidad y crecimiento
personal, entonces podrías primero analizar qué es lo que más necesitas
actualmente en tu vida, cuáles son los obstáculos que no te permiten
avanzar (pereza, desgano, desmotivación, improductividad, falta de
claridad, etc.) y luego ir a las secciones del libro que te ayuden con esos
bloqueos.
Si has tenido muy poca exposición a este tipo de temas, entonces te
recomiendo que lo leas una primera vez de inicio a fin, y luego repases
aquellos capítulos que consideres que necesitas trabajar más.
El libro lo he creado con un cierto orden lógico para llevarte de la mano en
el proceso de programación de tu mente y así puedas triunfar como te lo
mereces. Consúmelo como consideres que te funcione mejor y espero
que puedas sacar al menos UN concepto, idea o sugerencia, que al
implementarla en tu día a día, te ayude a convertirte en la persona que
quieres ser.
NOTA PARA LOS OYENTES DE
«EN MIS PROPIAS PALABRAS»
Si eres un oyente asiduo de mi podcast «En mis Propias Palabras»
encontrarás en este libro varios capítulos con el contenido de
algunos de los episodios que probablemente ya hayas escuchado.
Siendo contenidos de programación mental, he considerado
sumamente importante compartirlos con los lectores de este libro.
Al mismo tiempo, pienso que será útil y conveniente para ti tener la
información en formato escrito y así puedas repasarla y consultarla
fácilmente cuando lo necesites.
¡Espero que te sea de mucho provecho!
…Y si no eres oyente de mi Podcast «En mis Propias Palabras», te
invito a que lo escuches en Spotify, Apple Podcasts, Ivoox,
Soundcloud, etc., o directamente en este enlace:
www.alexkei.com/es/podcast-empp
INTRODUCCIÓN
¿Qué se puede decir, que no se haya dicho ya, de estos temas de
programación mental para el éxito? Es una tarea sumamente difícil
escribir un libro acerca de este asunto, cuando tanto se ha dicho y escrito
durante siglos.
Sin embargo, me he arriesgado porque considero que el mundo del
crecimiento personal (con sus excepciones) está lleno de patrañas, mitos,
motivación superflua y de «técnicas» que, en la práctica, no sirven para
nada.
Siendo un asiduo y constante consumidor de este tipo de contenidos, he
probado prácticamente todo lo que se ha escrito y eso me ha dado la
experiencia para filtrar lo que realmente funciona y descartar las tonterías
que algunos recomiendan.
Soy una persona sumamente crítica y escéptica, así que, todo lo que
comparto en este libro son técnicas, métodos y principios que yo mismo
he implementado y que realmente me han mejorado la vida.
Si al igual que yo, eres un consumidor frecuente de contenidos de
crecimiento personal, dudo mucho que encuentres en estas páginas algo
«nuevo», pero encontrarás lo que, por experiencia propia, sé que
funciona.
Hay personas que saben que podrían ser mejores, más productivas, o
mejorar algunos aspectos de su personalidad, sin embargo, son reacios a
aceptar que necesitan ayuda. El hecho de que estés leyendo este libro es
una señal de que estás comprometido con tu progreso, con tu cambio, y
que quieres mejorar esos detallitos que, todos nosotros tenemos en
nuestra mentalidad, que impiden que las cosas no nos salgan como
queremos, y hacen que en ocasiones nos encontremos atascados, o
incluso, retrocediendo.
Seguramente has sentido alguna vez que, en lugar de evolucionar, vas
dando marcha atrás. Bien, esa sensación la experimentamos muchísimas
personas y no es algo que deba agobiarte o hacerte sentir tan mal que te
preguntes: «¿Por qué he nacido defectuoso?»
No has nacido defectuoso ni tú, ni yo, ni muchos de los que sentimos que
lo único que hacemos, es retroceder. La vida es una constante prueba
para todos y solamente los más perseverantes, persistentes y
comprometidos a causar un gran impacto (en sus vidas, en las de su
familia y en las de la sociedad) son los que recibirán la recompensa del
triunfo que tanto quieren.
Si aún no me conoces (soy Alex Kei, por cierto), aunque hoy tengo varias
empresas y me dedico a lo que más me gusta, lo cual me permite hacer
lo que quiero, cuando quiero, con quien quiero y donde quiero, como te
imaginarás, no siempre ha sido así.
Nací en una familia de clase media trabajadora, en la que nunca nos faltó
nada, pero tampoco había dinero suficiente para lujos, ni para viajes, ni
para darnos ciertos gustitos que algunas familias podían permitirse.
Hace unos 11 años, yo estaba quebrado económicamente; tuve meses
en los que no tenía ni para pagar el alquiler del apartamento donde vivía.
En aquél entonces me dedicaba al mundo del espectáculo; era ilusionista
(mago) profesional y mi sueño era llegar a ser tan famoso como David
Copperfield. Durante años me gané la vida ofreciendo mis espectáculos
en fiestas corporativas, eventos infantiles, y también en salas de teatro.
Sin embargo, la vida de un artista es muy dura e inestable, sobre todo
durante los primeros años de carrera.
En el año 2008 decidí cambiar de ramo, dejando el mundo del
espectáculo y convirtiéndome en emprendedor (mejor dicho: auto-
empleado) de Internet, vendiendo productos en páginas de subastas y
cursos online.
He batallado, perdido, ganado, llorado, reído y triunfado. Ha sido (y sigue
siendo) una experiencia de vida maravillosa que me ha dejado cicatrices
de guerra, que me hacen sentir orgullo del proceso por el que he pasado.
Todo lo que encontrarás en este libro son principios, prácticas y técnicas
que he aprendido a través de muchos otros autores, algunos mejores que
otros, pero lo más importante es que de todo lo que he probado, lo que he
plasmado en este libro es lo que me ha funcionado realmente para
programar mi mente para el éxito.
Te recomiendo al leer este libro, tomes las recomendaciones de una
manera abierta y receptiva, porque el objetivo es mostrarte lo que a mí
me ha funcionado, pero deberás probarlo en tu caso para ver si también
te funciona. No hay tallas únicas en el éxito
Tal como lo hace la luz de una linterna, este libro solamente tiene la
intención de mostrarte varios caminos que he recorrido y que me han
ayudado a alcanzar todo lo que hoy tengo, pero tu trabajo es decidir cuál
camino decides recorrer, para ver hasta cuál destino te lleva.
Hay un dicho que usualmente se le atribuye a Einstein que dice:
«Todo el mundo es un genio, pero si juzgas a un pez
por su capacidad de subir un árbol, vivirá toda su vida
pensando que es un inútil».
En otras palabras: aunque todos somos humanos y todos tenemos ojos y
piernas, aun así, somos diferentes unos de otros en muchos sentidos, y
es por eso por lo algo que le funciona muy bien a una persona, no
necesariamente le funcione a otra.
Desde que somos niños, el sistema educativo nos evalúa a todos por
igual. Incluso, hasta nuestros padres, probablemente con la mejor
intención, puede que nos hayan educado de una forma muy similar.
Es posible que, debido a esto, en algún momento te hayas sentido
desencajado y sientas que lo que te enseñaron durante toda tu vida no
aplica para lo que quieres ser y conseguir. Pero no tienes que
desilusionarte por eso, porque en realidad, a todos nos ha pasado. Eso
ha forjado nuestra mentalidad y los resultados que hemos conseguido. La
buena noticia, es que podemos programar nuestra mente para que se
comporte como queremos.
La Real Academia Española (RAE) define la palabra Mentalidad como:
«…la cultura y modo de pensar de una persona». Por supuesto, la
palabra «cultura» es muy amplia, y la expresión «modo de pensar»
abarca muchas cosas. Precisamente, la manera de pensar es la forma de
interpretar lo que nos rodea, lo que nos sucede y a lo que nos
exponemos. Es acerca de esto que trabajaremos a lo largo de este libro.
Hay muchos preconceptos que nos impiden llegar a donde nosotros
queremos; debemos tener cuidado, ya que, por ellos, podemos estar
cargados de negatividad. Decepciones, frustraciones, falsas expectativas
insatisfechas, entre muchos otros sentimientos, está claramente
comprobado que consumen más que un cáncer.
Mantenerse decepcionado y frustrado, es de alguna forma, permanecer
enfermo, y más si lo has estado por un tiempo prolongado. Lo que quiero
conseguir con este libro, es que extraigas al menos un 10% que te sirva
para salir de ese estado, para que veas con tus propios ojos que eres
capaz de programarte para triunfar y que, no importa cuantas veces
caigas, tu mentalidad es la que te ayudará a levantarte todas las veces
que sea necesario.
Programar nuestra mente para el éxito se consigue con el reencuadre, la
resiliencia, la repetición y la responsabilidad. Cuando domines esos
cuatro elementos, habrás encontrado la clave para programar tu mente
en todo lo que quieras.

~Semper Exercitatio; Semper Crescens~


PRIMERA PARTE:
AUTOCONCIENCIA Y
AUTOCONOCIMIENTO
Para poder iniciar cualquier tipo de transformación,
es importante reconocer quiénes somos realmente.
Lo curioso, es que muchos creemos que nos
conocemos, pero en realidad, solo conocemos
aquella parte de nosotros mismos que no nos
intimida enfrentar o la que respalda aquello que
«queremos» ser.
Antes de empezar nuestra programación mental
para el éxito debemos tener plena consciencia de
nuestras habilidades, debilidades, creencias y
preconceptos que rigen nuestro día a día.
Si no reconocemos lo que debemos mejorar, ni lo
que ya poseemos para triunfar, será prácticamente
imposible programarnos adecuadamente para el
éxito. Así que empecemos por conocernos un poco
más a fondo.
TU CEREBRO ES TU PERSONAL
COMPUTER
Nuestro cerebro es la máquina más poderosa con la que hemos
nacido, pero nos la han entregado sin manual de instrucciones.
Tampoco podemos hacer con nuestro cerebro lo mismo que
haríamos si compramos un ordenador o computador y no sabemos
cómo manejarlo: fastidiar recurrir al sobrino o primo que
«entiende de estas cosas», para que nos enseñe cómo
funciona el cacharro.
El cerebro es muy parecido a un ordenador y debemos aprender (a
los c*ñazos) cómo funciona y cómo usarlo correctamente. Veamos
la analogía entre ambas «máquinas»:
«El disco duro» equivale a nuestra memoria permanente (nuestros
recuerdos de corto y largo plazo: nombre, direcciones, teléfonos,
fechas, etc.)
«La memoria RAM» sería lo que tenemos presente en un
determinado momento en la mente, todo lo que requiera de nuestra
atención y aquello en lo que pensamos constantemente por estar
incompleto o pendiente (llamar a alguien, preparar o hacer algo,
pagar algún recibo, llevar al niño al médico, etc.)
«El procesador» es como nuestra inteligencia y aptitudes, nuestra
capacidad de lógica y de interpretación, todo lo que tenga que ver
con nuestras habilidades cognitivas.
«El sistema operativo» es el conjunto de nuestras creencias, de
hábitos, de valores, preconceptos, formas actuar y de reaccionar
ante situaciones, nuestra personalidad, como nos perciben los
demás, etc.
Teniendo en cuenta esta analogía, debemos aprender cuáles son
los estímulos correctos que le debemos dar al cerebro para que
funcione de la manera que queremos (lo que en informática se
conoce como «inputs»), debemos saber cuándo y cómo cerrar las
tareas pendientes que sobrecargan nuestra «Memoria RAM» y,
desde luego, debemos saber cómo optimizar los procesos con los
que trabajamos para que nuestro «procesador» no colapse,
ocasionando que nuestro «sistema operativo» se cuelgue y seamos
incapaces de trabajar de forma eficiente para alcanzar nuestras
metas.
Cuando tenemos muchas cosas pendientes en nuestra cabeza, nos
volvemos más lentos en la capacidad de análisis o respuesta y
sentimos aquella sensación en el estómago y en el estado mental
general, comúnmente conocida como «estrés» y «agobio». Esto se
debe a que estamos consumiendo demasiada «Memoria RAM» y,
tal como ocurre en un ordenador que tiene muchos programas
abiertos en simultáneo, comienza a ponerse lento, pesado y no
funciona como queremos. Además, cuando nuestra capacidad
mental comienza a fallar y nos damos cuenta, nos pasa
exactamente igual como cuando nuestro ordenador o computador
se vuelve lento: nos desesperamos, nos frustramos, nos distraemos
con otras cosas esperando a que el programa haga lo que se
suponía que ya debía haber hecho y, en ocasiones, nos apetece
lanzarlo por la ventana. Así tal cual nos pasa con nosotros mismos
cuando sentimos que estamos sobrecargados y no estamos
funcionando como deberíamos.
No nos sirve de nada empeorar la situación con sentimientos de
frustración, decepción hacia nosotros mismos, sentimientos de culpa
e inclusive, dudas sobre si realmente seremos capaces de
conseguir lo que queremos.
Es en esos momentos cuando debemos hacer exactamente lo
mismo que haríamos con nuestro computador que se ha quedado
colgado: reiniciarlo.
Tómate unos minutos de descanso en los que no hagas nada; no
aproveches esos minutos para poner a lavar la ropa, para ver
televisión, ni para husmear la vida de los demás en las redes
sociales.
Te cuento cómo «reinicio» mi cerebro cuando siento que se ha
quedado colgado; espero que a ti también te sea de provecho
implementarlo:
Pongo una alarma de dos minutos en mi teléfono y cierro los ojos:
durante esos dos minutos, me concentro solamente en respirar
profundamente; cuento lentamente hasta cuatro mientras inspiro por
la nariz, luego mantengo el aire en mis pulmones unos dos o tres
segundos y posteriormente, cuento lentamente hasta cuatro
mientras voy expulsando el aire por mi boca; espero unos dos o tres
segundos antes de volver a inspirar y repito este proceso hasta que
suene la alarma. Siempre que me vienen pensamientos a la mente,
no dejo que se desarrollen, ni que se forme en mi mente un diálogo
conmigo mismo, sino que vuelvo a concentrarme en mi respiración
profunda.
Escribo todo lo que tengo pendiente en mi mente: luego de haber
pasado esos dos minutos de respiración consciente con los ojos
cerrados, comienzo a escribir, sin ningún orden de importancia,
urgencia o prioridad, todo lo que me venga a la cabeza de lo que
tengo inacabado y de lo que debo comenzar a hacer durante ese
día y los próximos días. En esta lista voy escribiendo todo aquello
que sobrecarga mi «Memoria RAM» y la mantengo a la mano para
que, cuando vaya recordando otros asuntos pendientes, también
apuntarlos. A este proceso le llamamos «vaciado de cerebro» y,
justamente, nos sirve para vaciar nuestra mente de todo lo que
tenemos pendiente y así ella deje de (ser tan pesada) recordárnoslo
a cada momento (nuestra consciencia se preocupa mucho por
nosotros y como lo haría una buena madre, constantemente nos
está recordando lo que debemos hacer). Cuando ponemos por
escrito todo lo que ronda nuestra mente de manera constante, le
enviamos un mensaje al subconsciente diciéndole que sabemos la
importancia de todo eso y que no se nos olvidará. Este «vaciado del
cerebro» lo hago prácticamente a diario y abarca todos los aspectos
de mi vida: situaciones familiares, económicas, profesionales, etc.
Se trata de incluir absolutamente todo lo que esté ocupando espacio
mental en este momento de nuestra vida.
Elijo UNA de esas actividades pendientes: Aunque muchos
recomiendan darle prioridad a lo importante, en vez de dársela a lo
urgente, en ocasiones, es prácticamente imposible implementar ese
consejo. Dependiendo del día y de la situación pendiente, a veces
elijo la más urgente (la que me está tocando los talones y la que se
me va a atrasar si no me pongo las pilas), otras veces elijo la más
«fácil y rápida» para sacármela del medio y olvidarme de ella; otras
veces puedo realmente concentrarme en la más importante, para
dedicarle algunas horas o minutos del día y terminarla en el tiempo
estipulado.
Esas tres acciones que hago para «reiniciar» mi cerebro, me ayudan
a ponerle orden a mi caos mental, me permiten relajarme por
algunos minutos y me preparan para comenzar a trabajar en esa
única actividad que elegí. Lo más importante para prevenir que se
vuelva a «colgar» nuestro cerebro, es evitar a toda costa el
«multitasking» o multitarea, es decir, no ir saltando de tarea en
tarea, sino trabajar una sola actividad a la vez (siempre que se
pueda) y por períodos de tiempo específicos.
TU «HARDWARE» Y TU «SOFTWARE»
Términos que has escuchado muchas veces porque vienen del
mundo de la informática y siendo este un libro de programación
(mental) no puedo evitar hacer constantemente la comparación
entre el cerebro y los computadores. En este caso voy más allá e
incluyo el cuerpo entero, no solo el cerebro.
Digamos que el «Hardware» es todo tu cuerpo (incluyendo sus
órganos, el cerebro, etc.), la parte física, lo tangible; mientras que el
«Software» son los programas que tenemos «instalados» en
nuestro cerebro y que hacen que pensemos, actuemos,
reaccionemos y tomemos decisiones de una forma específica.
La relación que existe entre el cuerpo y la mente se nota en los
resultados que obtenemos. Si no tienes el cuerpo «configurado»
para el tipo de mentalidad que quieres desarrollar, de poco (o nada)
valdrá que intentes poner en práctica las técnicas de auto-
programación mental que comparto contigo en este libro.
Esa desconfiguración del cuerpo se manifiesta a través del
agotamiento, el desgano, la falta de energía, los pensamientos
lentos o turbios y en algunos casos, a través de la depresión.
Hace poco me compré un ordenador portátil de aquellos PRO de la
manzanita, y luego de instalarle una serie de programas cojonudos
para trabajar con él a tope, el muy cabr*n comienza a presentar
problemas en la pantalla. La mitad de la imagen se veía bien y la
otra, como que si te hubieses comido unas setas alucinógenas que
te hacen ver colores y destellos preciosos (te juro y te prometo que
nunca he comido esas cosas que te ponen a volar y jamás he
consumido ningún tipo de droga ilícita, pero es lo que me han
contado). Si hay algo que falla en nuestro organismo a nivel de
«Hardware», la programación mental se hará más difícil y en
algunos casos, imposible.
Me refiero a fallos que afecten el buen funcionamiento de nuestra
mente. No me refiero a discapacidades físicas que no afectan en lo
absoluto nuestras capacidades cognitivas (mira el caso de Stephen
Hawking, Q.E.P.D.) sino malos hábitos, mala alimentación y otros
problemillas químicos. Es muy interesante conocer cómo funciona
químicamente nuestro cerebro. Es posible que, aunque duermas
bien, te alimentes bien y te mantengas activo, igual te sientas
cansado. Ese estado puede deberse a varios factores, y no estaría
mal buscar ayuda profesional para descartar algún factor clínico, ya
que, en el cerebro se desarrollan una serie de procesos químicos a
nivel de neurotransmisores que afectan nuestro estado de ánimo y
nuestro desempeño.
Entre estos químicos encontramos las dopaminas, serotoninas,
endorfinas y otro montón de «…inas», y sus funciones nos
benefician o nos perjudican en determinados momentos.
En ocasiones, yo he tenido que tomar medicamentos inhibidores
selectivos de recaptación de serotonina porque me he sentido muy
desganado y desinteresado por todo; inclusive he sentido falta de
interés por las cosas que más me gustan y que más disfruto hacer.
Aunque existen muchos métodos y tratamientos naturales, a veces
he tenido que reforzar mi función mental con ese tipo de
medicamentos recetados por los psiquiatras para mejorar el estado
y desempeño mental.
Te recomiendo que te familiarices con el comportamiento químico de
tu cerebro, para que tomes las medidas necesarias a fin de
contribuir favorablemente con su funcionamiento y así, mejorar tus
capacidades cognitivas y mejorar tu productividad.
TOMANDO CONSCIENCIA DE TUS
«VIRUS MENTALES»
El primer paso para cualquier transformación positiva es tener
conciencia plena de nuestros defectos. Si no sabemos lo que
debemos mejorar, es imposible mejorarlo; si no sabemos
exactamente lo que nos frena, jamás podremos avanzar como nos
gustaría.
Todo lo que ocurre en nuestra vida y a nuestro alrededor, es
interpretable de una manera muy subjetiva y personal por cada uno
de nosotros. Dos personas distintas pueden interpretar una misma
situación de maneras muy distintas. Una de ellas puede hacer una
interpretación que le ayude a triunfar, mientras que la otra, lo tomará
como un obstáculo que jamás le permitirá conseguir lo que quiere.
Partiendo desde lo más básico, el mismísimo concepto o acción de
«triunfar», significa algo muy diferente para cada persona; para una,
significa tener una casa o una familia muy grande, ser libre y dueña
de su tiempo, hacer lo que le apetezca e inclusive, ser
multimillonaria. Mientras que, para otra, triunfar podría ser
simplemente darles cariño y amor a otras personas.
Para poder programar tu mente para triunfar, es de suma
importancia que encuentres tu propia definición de triunfo y, sobre
todo, que aprendas a reconocerlo cuando lo tengas delante; es
importante que sepas cómo luce, cómo se siente y cómo se vive.
Muchos triunfan en la vida, pero se sienten fracasados porque se
han creado una falsa definición de «triunfar». En muchos casos, es
la definición que otras personas le han otorgado a la palabra, bien
sea por influencia social o por los medios de comunicación; por eso
hay tantos triunfadores deprimidos y tantos potenciales triunfadores
persiguiendo las recompensas erradas.
En mi caso, triunfar significa poder dedicarme a lo que más me
gusta, vivir de ello, poder decidir lo que quiero hacer, cuando quiera
hacerlo, con las personas que quiera, en el lugar que quiera y dejar
una huella positiva en este mundo, por más pequeña que sea,
mejorando la vida de otras personas, de los míos y la mía propia.
Tómate unos minutos y escribe de una manera muy clara lo que
significa triunfar para ti.
Luego que ya tengas claro lo que significa triunfar para ti, haz una
lista de todo lo que recuerdes que te impide alcanzar ese triunfo; la
harás pensando en lo que has hecho (o dejado de hacer) en los
últimos días, semanas o años y que te han venido molestando u
obstaculizando el camino al éxito que quieres conseguir.
Tómate el tiempo que consideres necesario porque esta es una de
las acciones más importantes para programar tu mente: tener plena
consciencia de tus «virus mentales».
Para ayudarte un poco, te doy algunos ejemplos de los más
comunes en la mayoría de las personas:
No tengo claro qué es lo que quiero exactamente;
Me cuesta organizarme y me disperso mucho;
No me gusta leer;
Paso mucho tiempo en las redes sociales;
Veo demasiados programas basura de TV;
Me siento muy cansado todo el tiempo;
No he encontrado nada que me motive;
Comienzo bien, pero luego pierdo el interés;
Etc., etc., etc., etc., etc.
A estos obstáculos les llamamos Puntos de Fricción, ya que, nos
impiden desplazarnos de una manera fluida y suave en nuestro
camino al éxito; pueden ser puntos de fricción grandes y pesados
(como el de no tener claro lo que quieres en la vida) o pequeñitos y
banales, pero que no te dejan avanzar (como el de pasar mucho
tiempo en las redes).
El objetivo de esta lista es que la tengas siempre presente para que
sepas en qué debes trabajar a nivel interno (lo que debes mejorar,
cambiar o eliminar) para triunfar. Esto te dará conciencia plena de
los obstáculos que tienes en el camino y podrás prepararte para
derribarlos.
Para ilustrártelo mejor, quisiera que te imagines que estás en una
sala totalmente a oscuras y debes atravesarla completamente hasta
el lado opuesto. Al comenzar a andar, tropiezas con objetos que te
impiden avanzar y como estás a oscuras, no sabes si son objetos
grandes o pequeños, no sabes si puedes pasarles por encima, por
debajo o más bien bordearlos por alguno de los lados, así que, vas
tanteando, intentando descubrir con tus manos lo que tienes delante
y eso hace que sea muy difícil avanzar. Sería muy distinto y mucho
más fácil si pudieras atravesar esa sala oscura, sabiendo
exactamente cuáles son los objetos que encontrarás, dónde se
encuentran y el tamaño de cada uno ¿no?
Ya basta con los obstáculos externos que nos encontraremos en
nuestro camino al éxito, como para agregar más que nos
inventamos nosotros mismos o que forman parte de nuestros
hábitos o personalidad. Alcanzar lo que queremos requiere de
esfuerzo y sacrificio, pero que no sea por culpa de nuestros «virus
mentales» que se nos haga más difícil triunfar.
TU MENTALIDAD GOBIERNA TUS
ACCIONES. TUS ACCIONES DEFINEN
TUS RESULTADOS.
La mentalidad es un concepto tan amplio, basto, abstracto y, al
mismo tiempo, tan importante, que deberíamos pasar más tiempo
reflexionando acerca de: ¿Qué es realmente la mentalidad? Y más
importante aún ¿De qué forma nuestra mentalidad afecta lo que
queremos conseguir?
Sabemos que muchos expertos, autores, científicos y psicólogos,
hablan de ella, pero pocas veces nos analizamos y vemos de qué
forma nuestra propia mentalidad es coherente con aquello que
queremos.
Imagínate dos personas diferentes que deciden llevar a cabo un
mismo proyecto, con los mismos recursos, las mismas habilidades,
las mismas dificultades, etc., y pasados varios meses, una de ellas
lo ha concluido de manera exitosa y la otra no. ¿Qué sucedió? ¿Por
qué una tuvo éxito y la otra fracasó? Era el mismo proyecto, mismas
condiciones, mismas posibilidades, pero una fracasa y la otra tiene
éxito, y no, no es que una ha tenido suerte o que alguien con
experiencia e influencia la ha ayudado, no necesariamente. En gran
medida, lo que determinó el éxito de una y el fracaso de la otra fue
cómo pensaban, cómo lidiaban con los obstáculos, cómo tomaban
decisiones y el tipo de acción que tomaron basándose en sus
creencias, preconceptos y recuerdos del pasado.
La mentalidad es la que gobierna tus acciones y son tus acciones
las que definen tus resultados. Siendo así, te pregunto: ¿Cada
cuánto tiempo te detienes a hacer un análisis profundo sobre tu
mentalidad? ¿Lo haces con alguna regularidad? ¿Nunca lo has
hecho? O quizá lo hiciste hace mucho tiempo y ya no recuerdas.
La mentalidad es un conjunto de normas, creencias y sistemas de
pensamiento que nos hace percibir las situaciones de cierta forma y
que nos hace tomar decisiones que nos llevarán a algún destino,
sea el que queramos o, todo lo contrario. Por esto, constantemente
debemos evaluar y cuestionar todas nuestras creencias y
percepciones.
«Un buen científico no
Hay un principio científico que dice:
busca comprobar que su teoría es cierta, sino buscar
todas las posibles pruebas que puedan desarmar,
destruir o invalidar su teoría. Si luego de mucho
buscar, no las encuentra, entonces probamente su
teoría sea cierta y haya conseguido comprobarla a
falta de pruebas que demuestren lo contrario, pero si
en su misión de buscar cualquier cosa que desmonte
su teoría, lo encuentra, entonces su teoría queda
descartada.»
De la misma manera que lo haría un buen científico, debemos
buscar todas las pruebas que demuestren que nuestras creencias
limitantes, preconceptos, temores, etc., son absurdos.
Por ejemplo, si yo creo que las personas que triunfan en la vida
seguramente han tenido que hacer algo deshonesto como, pagarle
a alguien a cambio de un «favor», manipular o extorsionar a los más
débiles, recurrir al abuso de poder, etc., entonces mi mente
(específicamente mi «sesgo de confirmación») se fijará
automáticamente en todos aquellos casos de personas deshonestas
a las que les va muy bien, producto de sus trampas. Debemos evitar
esto y debemos activamente buscar pruebas que demuestren que,
para triunfar en la vida, no hace falta hacer absolutamente nada
deshonesto. Cuando nos ponemos esa misión, nuestro sistema de
activación reticular comenzará a darse cuenta de que hay
muchísimos casos de personas muy honestas que han triunfado en
la vida y eso debería desmontar nuestra teoría (nuestra creencia) de
que para triunfar a lo grande hay que ser (o hacer algo) deshonesto,
y así, poder descartarla y que no se interponga en nuestro camino al
éxito.
El objetivo es hacer los cambios, ajustes, reafirmaciones,
incorporaciones y reducciones en nuestra mentalidad, para que esté
en sintonía con lo que queremos conseguir. Recuerda: tu mentalidad
gobierna tus acciones. Tus acciones se derivan de tu mentalidad (de
las decisiones que tomas por tus creencias, miedos, manera o
perspectiva de ver una las diferentes situaciones) así que, si
queremos realizar las acciones más indicadas para alcanzar
nuestras metas, debemos empezar por programar nuestra
mentalidad.
Por eso es tan importante este tema de la mentalidad y por eso he
decidido escribir un libro únicamente acerca de esto, para ayudarte
a reformular tu manera de ver las cosas, de pensar, de tomar
decisiones y de actuar.
Si estás absolutamente satisfecho/a con todo lo que has conseguido
a nivel profesional y personal, entonces puedes estar seguro de que
tienes una mentalidad que realmente te llevará muy lejos. Pero si
por alguna razón tú te sientes insatisfecho, incompleto, bloqueado,
frustrado o derrotado y sientes que no has podido lograr aquello que
realmente te mereces conseguir, entonces créeme, la mayor parte
de la culpa es de tu mentalidad, así que debes empezar por ahí,
para que puedas conseguir lo que quieres.
¿EN QUÉ ERES BUENO?
¿Tienes (verdadera) consciencia acerca de tus principales talentos y
habilidades? Sabrías decir, sin titubear ¿Cuáles son aquellas cosas
que tú haces mejor que mucha gente?
Bien sea porque nacimos con ciertas habilidades naturales o porque
con el pasar de los años, a través de nuestra formación, trabajo y
esfuerzo, hemos ido adquiriendo experiencia y nos hemos vuelto
muy buenos, es importante saber en qué somos muy buenos.
Es importante que sepas reconocerlo, porque determinará tu rol
principal en tu vida y en tu carrera, y también, determinará muchas
de las decisiones que deberás tomar.
Aunque muchas veces tendremos que realizar actividades que no
se nos dan bien y deberemos practicar, una y otra vez, hasta que se
vuelvan «fáciles», hacer aquello en lo que no somos buenos,
aquello que se nos dificulta aun después de muchos meses o años
de práctica, causará que nos quebremos en vez de que crezcamos.
Aunque cualquier persona podría volverse buena en lo que sea que
se esmere y practique de manera constante, hay ciertas habilidades
que son innatas en nosotros y son ellas las que debemos usar a
nuestro favor para triunfar.
No siempre debemos intentar volvernos buenos en lo que somos
malos; más bien, debemos trabajar para volvernos los mejores en lo
que somos buenos. Esto hará que nos desempeñemos de la mejor
manera en esa área y que realmente podamos dar lo mejor de
nosotros mismos.
Atención: por favor no confundas lo que te estoy diciendo con
conformarte con aquello en lo que sientes que eres malo y dejarlo
así; hay ciertas áreas que debemos mejorar obligatoriamente,
aunque no tengamos talento natural para ello. Yo siempre he sido
muy introvertido y no se me da de forma natural ir a fiestas o
eventos donde hay muchas personas. Con los años y con la práctica
me he vuelto bueno y cómodo en esas situaciones, porque ser
empresario lo requiere. Sigo siendo introvertido, pero ahora sé
comportarme de forma extrovertida cuando la ocasión lo amerite (y
creo que lo hago bastante bien para ser un introvertido nato).
Lo que debemos recordar es que, si podemos volvernos buenos en
algo que no se nos da de forma natural, entonces debemos
volvernos los mejores en aquello que se nos da con facilidad.
Esto, de alguna forma está conectado a tu propósito de vida, a
aquella intersección que existe entre lo que te apasiona, tus
talentos/habilidades y lo que le puedes aportar a la comunidad y al
mundo.
Hay áreas que probablemente no te apasionen, pero eres muy
bueno en ellas; quizá por talento o experiencia, sabes hacer algo
muy bien, pero no es lo que te apasiona realmente y deberás decidir
si lo explotas al máximo (aunque no te apasione) o si enfocas tu
tiempo y energía en otra área.
Con este tema de la «pasión» debemos tener mucho cuidado
porque, aunque hay mucha gente que tiene la dicha de ganarse la
vida haciendo lo que realmente les apasiona, eso no siempre es
posible (pregúntale a mi primo Leonardo, que su verdadera pasión
es colarse en bodas en las que no conoce a los novios, ni a ninguno
de los invitados). A veces tenemos una misión, un llamado, un
propósito, o como quieras llamarle, que requiere explotar nuestras
mayores habilidades y talentos, aunque no sea lo que más nos
apasione.

«Es que yo no soy muy bueno en nada…» Dijo la


vocecita del perdedor que muchos llevan dentro.
Más adelante hablaremos de autoconfianza; de momento, ten plena
consciencia de tus habilidades y talentos, porque al usarlos, te será
mucho más fácil triunfar.
Te recomiendo (si te lo puedes permitir) que inviertas en un test de
habilidades llamado «KOLBE». A mí me ayudó a definir cuáles son
aquellas áreas de mi vida en la que realmente puedo destacar,
según mi manera de pensar y de hacer las cosas.
test fue creado por
Este Kathy Kolbe, autora del libro «The
Conative Connection» (también te recomiendo que leas este
libro, aunque no estoy seguro si lo han traducido al español) y nos
da mucha lucidez en cuanto a nuestros talentos y habilidades,
porque enlaza quiénes somos con la manera como hacemos las
cosas para conseguir los resultados que queremos.
Los resultados de mitest Kolbe, entre otras cosas, arrojaron:
«Alex, has obtenido un perfecto Score en el Index A,
esto refleja que tienes un talento especial para crear
estrategias únicas, priorizar oportunidades y lidiar
con problemas complejos y desconocidos. Destacas
cuando cuantificas una oportunidad y cuando buscas
maneras de desarrollarlas (…) obtuviste una
puntuación 7/10 en recaudación de información; 4/10
en seguimiento; 7/10 en inicio rápido y 3/10 en
implementación»
Estos resultados demuestran que soy buen estratega e iniciador,
pero mal implementador, así que, necesito a mi lado personas que
complementen mis debilidades a través de sus propios talentos.
Cada persona es única, con habilidades y talentos únicos, y
debemos trabajar en conjunto y apoyarnos mutuamente para
triunfar.
MENTALIDAD DE ESCASEZ VS
MENTALIDAD DE ABUNDANCIA
Probablemente conozcas a alguien que, aunque nació y creció en
un entorno con abundantes recursos, hoy es una persona tacaña,
cerrada y no comparte nada con nadie. Al mismo tiempo, estoy
seguro de que conocerás alguien que, aunque nació y creció en un
entorno con muy pocos recursos, hoy es una persona muy
generosa, abierta y comparte todo lo que tiene con conocidos y
desconocidos.
Dejando de lado temas religiosos o espirituales y dejando también
de lado la educación o el ejemplo que ambas personas hayan
recibido durante su infancia, este tipo de comportamiento
generalmente se debe a una mentalidad de escasez (el primer caso)
y a una mentalidad de abundancia (el segundo).
Desde luego, también hay personas que nacieron y crecieron con
muchos recursos y son sumamente generosos y personas que
nacieron y crecieron con pocos recursos y son sumamente tacañas
y egoístas.
Si no me equivoco, el primero en utilizar el término de «mentalidad
de abundancia» fue el autor Stephen Covey en su libro «7 hábitos
de la gente altamente efectiva». Básicamente, la diferencia entre
ambos tipos de mentalidad es la siguiente:
Mentalidad de Escasez: No hay suficiente para todos; hay pocos
recursos; solo algunos podrán disfrutar de las cosas buenas de la
vida; si algunos ganan, otros obligatoriamente tienen que perder; si
comparto, tendré menos para mí; si me abro, me arriesgo a que me
quiten lo que es mío; si pierdo algo, me costará muchísimo volver a
recuperarlo (o posiblemente jamás lo recuperaré); prefiero no
arriesgarme a perder, aunque se me presente una oportunidad que
me podría traer muy buenas recompensas (con cierto grado de
riesgo de perder); si decido invertir en algo, me debe traer beneficios
considerablemente superiores a lo que invertí en el menor tiempo
posible, porque si no, no vale la pena; prefiero ganar poco antes que
tener que esforzarme demasiado. Etc., etc., etc.
Mentalidad de Abundancia: Hay más que suficiente para todos y
muchos recursos disponibles; todo el que se esmere en conseguir lo
que quiere, podrá disfrutar de las mejores cosas de la vida; muchos
pueden ganar y el triunfo de algunos no necesariamente ocasiona la
derrota de otros; si comparto, ayudo de alguna manera a otra
persona y esa persona (u otra) compartirá algo conmigo; si me abro,
haré muy buenos amigos y al mismo tiempo, sabré quiénes no son
mis verdaderos amigos; si pierdo algo, es solo cuestión de tiempo
para volver a recuperarlo (o conseguir algo mejor); el que no
arriesga, nunca gana; invierto en mi futuro, aunque el beneficio no lo
vea de inmediato; estoy dispuesto a esforzarme lo que sea
necesario, para ganar lo que quiero y lo que me merezco.
Muchísimas personas viven la vida con una mentalidad de escasez
constante y eso se refleja en sus acciones y en los resultados que
obtienen. Otros, gozan principalmente de una mentalidad de
abundancia, con un cierto grado de escasez en determinadas
situaciones. Por esto, debemos hacer un chequeo constante sobre
cómo es nuestra mentalidad en ciertos aspectos.
La mentalidad de escasez, de alguna forma, viene innata dentro de
nuestra programación instintiva (nuestros antepasados morían de
hambre si no eran más rápidos, fuertes y astutos que otros y aunque
muchas veces cazaban en grupos, los más «astutos» se quedaban
con la mejor y mayor parte) y es cierto que forma parte de nuestra
naturaleza querer recibir un trato justo, una recompensa justa y (por
instinto natural) sentimos celos o envidia cuando vemos que otra
persona tiene algo que nosotros no tenemos.
El científico holandés Frans de Waals, hizo un experimento
interesantísimo con monos. Él colocó a dos monos, uno al lado del
otro y cada mono tenía que entregarle al investigador una piedra
que estaba sobre una mesa que tenían delante para, a cambio,
recibir un premio (un pepino). El primer mono le entrega la piedra al
investigador y recibe su pepino y comienza a comérselo. Luego, el
segundo mono le entrega la piedra al investigador, pero a cambio
recibe de premio una uva. El primer mono presenció esto y luego de
pensarlo por unos segundos, agarra nuevamente la piedra y se la
entrega de nuevo al investigador y este, le entrega al mono su
premio: un pepino. Cuando el mono se da cuenta que recibe un
pepino, en vez de una uva, se lo lanza con rabia al investigador.
Entonces, el investigador se gira hacia el otro mono, éste le entrega
la piedra y como recompensa, el investigador le entrega la uva. El
primer mono ahora está realmente enfadado y cuando el
investigador le hace el gesto para que le entregue la piedra a
cambio de su premio, este no quiere dársela. Luego de titubear un
rato, decide entregarle la piedra al investigador y este le entrega de
premio, un pepino. El mono enfadadísimo se lo lanza de nuevo con
rabia, como diciendo «¡No quiero un pepino!».
Debemos aprender a desconectar el instinto primate que todos
tenemos, ser civilizados y transformar ese instinto (de envidia o
injusticia) en deseo de aprender: «Si él lo ha logrado
obtener algo que yo quiero, pero que no tengo,
déjame hablar y aprender con él, déjame emular sus
actos, sus acciones. Si él pudo, yo también puedo.
Quizá me tome más tiempo, quizá tenga que tomar
otros caminos, pero si él pudo, ¡yo puedo!»
Además de nuestro instinto natural, hay una gran influencia social,
inducida por grupos de personas que buscan y defienden la
igualdad, los que quieren una sociedad en la que haya la misma
cantidad para todos y que los que tienen más, obligatoriamente
deben darle lo que «les sobra» a los que tienen menos.
Sin intención de ser polémico en este tema y respetando los
diferentes puntos de vista de cada persona, mi opinión es que el
«Socialismo» fomenta la mentalidad de escasez y busca que todos
tengamos (y aspiremos a) lo mismo, para que no haya «peleas»,
para que nadie sienta que es parte de una injusticia por recibir
menos que el vecino y, desde luego, mientras más personas tengan
esta mentalidad, más fácil será para ciertos organismos mantener
un control absoluto sobre la población. A mí ese tipo de mentalidad
me parece totalmente troglodita, retrógrada, anticuada, una falacia
social y hace que las personas vean que es mucho más fácil y
conveniente recibir la comidita en la boquita, que tener que luchar y
esforzarte por lo que se merecen. Esto ha hecho que muchas
personas se crean con el derecho de que alguien o algo externo
(bien sea el gobierno, una fundación, el jefe, los ricos, etc.) los
cuiden y atiendan sus necesidades, sin ellos ganárselo por su propio
mérito.
Yo nací en Venezuela, un país que fue sumamente rico hasta la
década de los 70 aproximadamente. Nací en 1979, así que, solo
conocí la Venezuela donde abundaba la pobreza y donde te
mataban de un tiro en la cabeza para quitarte los zapatos (hoy la
situación es mucho peor y te matan por 1Kg de arroz). Yo sabía que
en ese país no lograría mis mayores sueños y emigré muy joven,
dejando a toda mi familia (padre, madre, hermanos, primos, tíos,
mejores amigos, etc.) estuve sin poder verlos durante 8 años y
luego de mucho sufrimiento, de haber sido discriminado (¿Te suena
el término peyorativo «Sudaca»? me lo decían a diario) y de muchos
fracasos de negocio, hoy tengo una vida maravillosa y tengo todo lo
que tengo, por mí, por mi propio mérito, sin ayudas sociales, ni
gubernamentales.
Nunca podemos pensar que alguien nos debe algo; nadie nos debe
nada, es nuestra responsabilidad conseguir los recursos y las
oportunidades para alcanzar nuestras metas. No podemos, ni
debemos esperar a que algún gobierno, programa social, ONG o lo
que sea, nos ayude. Olvídate de subsidios, de becas y de cualquier
programa de apoyo. Esperarlo y aspirarlo te vuelve conformista, y al
mismo tiempo, te vuelve dependiente de factores externos y no
podemos caer en el error de depender de algo que no podemos
controlar. Si recibes un subsidio, una beca de estudio o cualquier
tipo de apoyo ¡Genial! ¡Acéptalo, úsalo y sácale el mejor partido!
¡Claro que sí! Es para ese tipo de cosas que los que ganamos más,
pagamos tantos impuestos, pero no dependas de ello, no te
acomodes y te sientes a esperar a que te caigan las ayudas del
cielo «porque me lo merezco». No te mereces nada si no lo
has conseguido a través de tu propio esfuerzo.
Nacer pobre, no es culpa de nadie; envejecer y morir pobre, es
100% culpa nuestra. Personas que hoy tienen más de 65 años y
que han sido siempre pobres; han tenido toda una vida para crear
riqueza o, como mínimo, crear una estabilidad financiera, y ¿qué
narices han hecho toda su vida!? Podría decirte que no han hecho
una mierd*, pero lo más triste, es que muchísimos de ellos sí que
han pasado toda su vida trabajando muy duro, pero con la
mentalidad errada, las decisiones erradas, las acciones erradas y
(obviamente) ¡consiguiendo los resultados errados!
Si tienes menos de 30 años, estás en tu momento de gloria para
aprender, prepararte y volverte multimillonario en el futuro.
Si tienes entre 30 y 40 años, estás en una muy buena época para
aprender e ir adquiriendo mucha experiencia para volverte
multimillonario.
Si tienes entre 40 y 50 años, tienes la experiencia suficiente que, al
mezclarla con nuevas formas de ver la vida, nuevas acciones y con
la adquisición de nuevas habilidades, te permitirán crear riqueza.
Si tienes más de 50 años y crees que ya es muy tarde, pues
permíteme que te diga que tarde es para quien quiere morir pobre y
se cree demasiado mayor para reprogramar su mentalidad,
aprender nuevas habilidades y en su «recta final» (entre comillas,
porque si estás en tus 50, espero que aún te queden al menos unos
30 y tantos años por delante) pisar a fondo el acelerador y tomar la
decisión de triunfar ¡A como de lugar! Hay muchísimos casos de
personas que triunfaron después de los 60. Búscalos y los
encontrarás.
«…pero es que yo no quiero ser multimillonario…»
dijo la vocecita del perdedor que todos llevamos dentro.
No hay persona más egoísta que la que decide, por opción propia,
no crear riqueza y abundancia a un nivel tan alto que le permita
darle una excelente vida a su familia, a sus amigos cercanos, a la
sociedad y a los que no tienen forma alguna de mejorar su realidad
actual (todas mis donaciones y ayudas siempre van dirigidas a
niños, animales, ancianos y personas con cierto tipo de
discapacidades que les impide trabajar por sus metas. Ellos sí que
se merecen que los ayudemos).
El movimiento social que siembra la escasez mental (acompañada
de ciertas religiones y otros organismos con sus propios intereses)
es la que hace que muchísima gente considere que el dinero es algo
malo, que la ambición es mala, que buscar mejores oportunidades
es malo, y desde luego, fomentando este mensaje, esas
organizaciones consiguen lo que quieren: que la gente se mantenga
en un nivel socio-cultural-económico bajo, para así, poder
manipularlos más fácilmente con tan solo ponerles una zanahoria
delante.
Es totalmente cierto e incuestionable que, en algunas situaciones,
en ciertas áreas y en determinadas circunstancias, efectivamente no
contamos con los recursos que necesitamos y tenemos una escasez
real (de dinero, de tiempo, de conocimientos, de mano de obra
cualificada o simplemente, de alguien que nos eche una mano) pero
una cosa es no tener recursos en un determinado momento y otra
muy distinta, es no ser «recursivo». Aunque es una palabra que no
se utiliza en muchos países, ser recursivo significa ser creativo a la
hora de buscar soluciones, tener capacidad de ingenio, buscar la
manera de conseguir los recursos de una forma persistente y una
persona recursiva no se detiene hasta conseguir lo que necesita.
Son aquellos que están dispuestos a hacer trabajos incómodos,
tener conversaciones incómodas y a salir de su zona de confort
tantas veces sea necesario para conseguir los recursos que
necesitan.
Sí hay recursos para todos y sí puedes tener todos los que quieras.
Simplemente recuerda que no te caerán del cielo. Vale la pena
esforzarse por conseguirlos, te lo prometo. Asume el mando y
control de tu vida, asume tu responsabilidad y agarra con fuerza el
timón de tu vida; no seas el pasajero o marinero de otro capitán. El
capitán de tu vida, eres tú.
Para finalizar esta sección, quiero compartir contigo un cuadro
creado por la Coach en Liderazgo Ejecutivo llamada Katia Verresen,
que nos servirá de guía y referencia siempre que hagamos un
autoanálisis (aquel chequeo del que te hablé al inicio de este
capítulo) para ver en qué áreas debemos mejorar y cambiar la
manera como vemos las cosas:
ESCASEZ ABUNDANCIA
Su punto de vista Está en el asiento
es ser una de conductor, él
víctima (un dirige su vida. Toma
sometido). Punto de el mando y sabe
Simplemente se vista ante que es responsable
ha rendido ante la vida de sus acciones y
la vida y no de sus resultados.
acepta su
responsabilidad.
Tiene el cuerpo Está relajado y al
contraído, los mismo tiempo en
hombros tensos alerta, con una
y caídos, la postura extendida,
mandíbula Energía arraigado y
apretada y a física equilibrado,
veces le cuesta presente, con una
respirar. respiración
profunda y
acompasada.
Succiona la Se siente
energía de otras empoderado,
personas a comprometido,
través de su positivo, teniendo
negatividad. Se consciencia que
siente frustrado, trabaja en algo más
impaciente, grande que él, algo
ansioso, con mayor
Energía
temeroso, significado, con
emocional
enfadado, mayor propósito.
abrumado e Energiza e inspira a
impotente; deja los demás, se
que el emociona ante los
pensamiento del retos y lo que
grupo y la aprenderá de ellos
presión social es motivo de
tomen el control. satisfacción.
Se siente Energía Tiene un
confundido, mental sentimiento de
desorganizado; claridad y la
es de mente habilidad de percibir
cerrada, con el y comprender
foco puesto desde múltiples
sobre lo que no ángulos; escucha
funciona. Piensa: activamente;
«No tengo Piensa: «Siempre
alternativa»; «No tengo alternativas»
tengo remedio»; «¿Qué puedo
«Todo me sale aprender de esta
mal»; situación?»
Pasa mucho Toma acción
tiempo pensando creativa, mantiene
en sus fracasos, una mente de
en sus defectos, aprendiz en todo
en la momento, es decir,
«autoflagelación» no de que cree que
mental sabe; está siempre
(castigándose y dispuesto a
reprochándose aprender con una
mentalmente de mente no
manera prejuiciosa (sin
constante) prejuicios).

*Cuadro de Katia Verresen

Analiza con frecuencia cada una de estas áreas (y muchas otras) y


siempre cuestiónate: «¿Estoy teniendo una mentalidad
de escasez con ese pensamiento?» «¿Estoy
teniendo una mentalidad de escasez con esa
actitud?» «¿Se deriva este miedo que siento de una
mentalidad de escasez?». En ocasiones no te darás cuenta,
por eso es importante que te conviertas en tu principal detractor y
cuestiones muchas de tus decisiones, acciones y pensamientos (no
para generarte una duda paralizante, sino para ir al fondo de las
cosas, de la manera más objetiva posible y para que mejores todo lo
que haga falta para poder triunfar como quieres).
MENTALIDAD FIJA VS. MENTALIDAD
DE CRECIMIENTO
Desarrollados por la Doctora y Profesora en Psicología de la
Universidad de Stanford, Carol Dweck, y explicados al detalle en su
libro bestseller «Mindset: la actitud del éxito» (que te
recomiendo enormemente que compres y leas) los conceptos de
Mentalidad Fija y Mentalidad de Crecimiento se basan en lo que
nosotros creemos que influye y determina nuestras habilidades,
nuestros progresos y nuestros resultados. Al mismo tiempo se
refiere a las habilidades que creemos que nacen con nosotros,
versus las que somos capaces de adquirir con nuestro esfuerzo.
Aunque sí que es cierto que algunas personas nacen con cierta
facilidad para algunas cosas, mientras que otros, nacen con
habilidad para otras (lo que llamamos «talento natural») debemos
aceptar que, prácticamente cualquier habilidad se puede desarrollar.
Los que triunfan en la vida poseen una serie de habilidades y en su
gran mayoría, fueron adquiridos (no nacieron con ellas). Su
propósito y determinación de triunfar les hizo entrenarse en áreas en
las que sabían que tenían limitaciones y debilidades. La clave de
todo es el Mindset: la manera cómo ves y cómo interpretas lo que
tienes delante.
La Mentalidad Fija y la Mentalidad de Crecimiento podemos dividirla
dentro de cinco áreas, según lo explica la Dra. Carol Dweck y
veremos cómo interpretan cada una de estas áreas las personas
que poseen cada uno de estos tipos de mentalidad:
MENTALIDAD
MENTALIDAD
DE
FIJA
CRECIMIENTO
- Creen que las
- Creen que las habilidades
habilidades son provienen del
algo con lo que Habilidades trabajo duro, del
naces y no se esfuerzo y
pueden cambiar. siempre pueden
mejorarse.
- Creen que se - Aceptan los
deben evitar. retos.
- Creen que los - Los ven como
retos es algo que una oportunidad
Retos
podría revelar para crecer.
una carencia de - Son más
habilidades en la persistentes ante
persona. ellos.
- Piensan que es
innecesario
(«¿Para qué me
voy a
- Lo ven como
esforzar?»)
algo que es
- Piensan que es
fundamental.
algo que se hace Esfuerzo
- Lo ven como
cuando no se es
un camino a la
bueno en algo
maestría.
(«si me tengo
que esforzar es
porque no soy
bueno»)
- Se ponen a la Retroalimentación - Ven la
defensiva y retroalimentación
cuando otras opiniones de los de otras
personas le dan demás personas como
retroalimentación algo útil.
sobre sus - Algo de lo cual
capacidades, se puede
resultados o su aprender.
desempeño y se - Les permiten
lo toman de una identificar
manera personal ámbitos donde
pueden mejorar.
- Los ven como
algo a lo que - Los ven como
deben culpar a un llamado de
otras personas; alerta para
casi nunca es Contratiempos trabajar más
culpa de ellos. duro y para
- Pierden el prepararse ante
entusiasmo ante ellos.
ellos.
*Cuadro de la Dra. Carol Dweck
Como puedes ver en el cuadro, una misma situación es interpretada
de una forma por personas que tienen una Mentalidad fija y de otra
forma totalmente distinta por personas con una Mentalidad de
Crecimiento.
Lo más importante que debes extraer de esta información es que,
todos, absolutamente todos nosotros, tenemos algo de mentalidad
fija y algo de mentalidad de crecimiento, dependiendo de la
situación. No todas las personas tienen una mentalidad de
crecimiento para todo, ni tampoco una mentalidad fija para todo. De
hecho, te vas a dar cuenta que hay ciertas situaciones en las que tú
piensas como un triunfador -con una mentalidad de crecimiento-, y
hay otras situaciones en las que piensas de una manera retrógrada,
obtusa y tienes una mentalidad fija ante esas situaciones (es eso en
lo que hay que trabajar para mejorar). Así que, usando como
referencia el cuadro que viste anteriormente, haz un autoanálisis
honesto y franco sobre tu mentalidad en diferentes situaciones.
Teniendo consciencia de las áreas en las que sueles tener
principalmente una Mentalidad Fija, es importante que entiendas
que absolutamente todo se puede cambiar y todo se puede mejorar.
Para que podamos cambiar de una mentalidad fija a una mentalidad
de crecimiento (en ciertas áreas), debemos estar dispuestos a salir
de (o aumentar, como te lo recomiendo en este libro) nuestra zona
de confort, de aquello que ya conocemos, de lo que nos hace sentir
bien, cómodos y estables, porque son en esas áreas que
generalmente tenemos una mentalidad más fija. Cuando alguien o
algo nos saca de esa zona de comodidad, nos hace esforzarnos y
nos hace ir más allá de lo que nosotros creemos que somos
capaces, entonces allí podemos empezar a desarrollar una
mentalidad de crecimiento en esas áreas.
En conclusión, no importa si crees que naciste con ciertas
habilidades o ciertos talentos, hay muchas habilidades que, aunque
no naciste con ellas, eres capaz de desarrollarlas.
Esto deriva la pregunta: ¿Un triunfador nace o se hace? Para ser un
triunfador ¿Tengo que haber nacido con ciertas cualidades? o
¿Puedo crearlas, desarrollarlas a lo largo del camino?
Espero que luego de haber leído y comprendido los conceptos de
mentalidad fija y mentalidad de crecimiento, ya sepas que algunas
personas han nacido con ciertas habilidades y tienen facilidad para
ciertas cosas de manera innata y natural, mientras que otros, quizá
tenemos que esforzarnos más, estudiar más, equivocarnos más y
experimentar más. No importa si alguien nació con ciertas
habilidades, y otra persona se tiene que esforzar más, el resultado
puede ser exactamente el mismo, lo único que cambiará,
probablemente, es la cantidad de esfuerzo y tiempo que le
tengamos que poner a la tarea.
Para finalizar quisiera invitarte a ver la conferencia TED de la
Doctora Carol Dweck. Por favor búscala en internet (también te he
puesto el enlace en la bibliografía de este libro) y así podrás
aprender de su propia voz y de su propia boca, el mismo concepto
que ella desarrolló y que he compartido contigo en estas páginas.
3 CAUSAS DE AUTOSABOTAJE QUE
TE IMPIDEN ALCANZAR TUS METAS.
Estoy seguro de que te ha pasado lo mismo que me ha pasado a mí
y que les ha pasado en algún momento a todas las personas más
exitosas del mundo que, cuando te planteas una meta importante,
sientes como que si una fuerza invisible te amarrara y no te dejara
trabajar para conseguirla ¿cierto?
¿Por qué nos pasa tan frecuentemente que nos volvemos nuestro
peor obstáculo? Nos auto-saboteamos nuestras propias metas y
pareciera que, en el fondo, no quisiéramos conseguir eso que nos
hemos propuesto. Pero ¿Será esa la razón? ¿Será que no
queremos realmente conseguir lo que nos proponemos? No estaría
mal que primero descartáramos ciertas razones haciéndonos estas
preguntas:
Realmente y de verdad, ¿Quiero alcanzar esta meta? ¿Esto es algo
que de verdad le aportará algo positivo a mi vida? ¿De verdad me
hará feliz? ¿De verdad mejorará la calidad de vida, tanto mía como
la de mi familia y de los míos en general? ¿Esto es algo que me
hará sentir satisfecho/orgulloso/realizado? O más bien ¿Será que
me estoy planteando una meta de los demás? Es decir ¿Será que
me estoy planteando una meta que he visto que se han planteado
otras personas y como los veo tan felices en las redes sociales, me
digo «¡yo también quiero eso!»? «¡Yo también quiero
vivir eso que estoy viendo que Pedro, Juan, Marta, o
aquel que ni siquiera conozco, están viviendo, según
lo que veo que publican en su Facebook o
Instagram! ¿Por qué yo no puedo tener esa vida que
ellos tienen?»
A veces nos planteamos metas que ni siquiera queremos, pero al
ver que otros (supuestamente) han conseguido esa vida «ideal» que
muestran en sus redes, nosotros también la queremos. Hay
momentos en los que te dices «¿Qué
rayos pasa conmigo y
con mi vida? ¿Por qué yo no tengo una vida tan feliz
como se ve (en las redes sociales) que otros tienen,
si yo trabajo y me esfuerzo tanto?»
Es sumamente importante empezar preguntándonos y
respondiéndonos con honestidad: «¿Es esta meta en realidad mía y
realmente me hará feliz a mí? Si la respuesta es NO, entonces ya
sabemos que debemos descartarla y no perderemos tiempo,
energía, dinero ni cualquier otro recurso en tratar de alcanzarla.
Probablemente te ha pasado que, después que alcanzaste una
meta que «tanto» querías, te quedaste esperando a sentir algo más
de realización, algo más de satisfacción y, la verdad, te sentiste más
bien vacío. Es allí cuando caes en cuenta que, probablemente, te
habías planteado un capricho y no una meta. Trabajaste por
conseguir un deseo superficial y banal, pero no algo que aporta
mayor calidad a tu vida. Esto forma parte del proceso y es parte del
descubrimiento que todos hacemos a lo largo de nuestra vida.
Atención: es sumamente importante experimentar muchas cosas
distintas y en áreas distintas porque es imposible saber lo que
realmente queremos si no experimentamos y si no nos exponemos
a otras cosas. Por ejemplo: si nunca en tu vida has viajado,
probablemente dirás: «Para mí no es importante viajar.
Viajar no mejorará mi calidad de vida», cuando en
realidad, te estás perdiendo un montón de cosas maravillosas por
nunca haber viajado, por nunca haber interactuado con otras
culturas y lugares diferentes; como nunca has tenido la oportunidad
de probar lo que sientes y obtienes al viajar, crees que es algo que
no te aportará nada y lo descartas de tus metas.
Esta fase de experimentación (que, en realidad, nunca acaba o
probablemente acabe en una edad ya avanzada) nos va aclarando
lo que queremos y lo que no queremos, nos ayuda a distinguir lo
que probablemente sea un capricho, en vez de una meta que
realmente nos aportará valor.
Cuando ya tengas claro que una meta sí le aportará valor a tu vida,
que realmente sí te dará una gran satisfacción, pero en el proceso
de conseguirla, comienzas a sentir fricción, comienzas a sentir esa
fuerza invisible que no te permite trabajar por lo que quieres,
entonces debemos ir a fondo para descubrir lo que la está
causando.
Aunque existen muchas razones, excusas y obstáculos que nos
ponemos nosotros mismos y que nos impiden alcanzar nuestras
metas, en mi opinión, hay 3 causas principales y son ellas las que
probablemente sabotean muchas de nuestras metas importantes.
Veamos cuáles son:
1. El Conflicto:
Estás sintiendo algún tipo conflicto interno, probablemente sin
saberlo. Podrías estar teniendo un conflicto de metas, un conflicto
de valores o un conflicto de metas vs. valores.
En el caso de conflicto de metas, generalmente se produce cuando
queremos conseguir algo que contradice o impide alcanzar otra de
nuestras metas. Por ejemplo:
Una persona se plantea la meta de pasar la mayor parte del día con
su familia, disfrutando de al menos 10-12 horas al día de calidad con
su pareja, hijos, padres o inclusive, con sus mejores amigos, pero al
mismo tiempo, esa persona se ha planteado la meta de ascender lo
más alto posible en su carrera o de hacer crecer su negocio hasta
una facturación anual de 100 millones de dólares/euros, o quizá, se
ha puesto la meta de ganar las olimpiadas en una disciplina
deportiva que lleva entrenando desde su infancia.
Cualquiera de esas metas requiere invertir mucho tiempo al día en
conseguirla y, por lo tanto, entra en conflicto con la meta de pasar
muchas horas con su familia o amigos; solamente tenemos 24 horas
en un día, de las cuales, alrededor de 8-10 las pasamos
descansando y en nuestras actividades privadas. Le faltarían horas
a esta persona para poder alcanzar ambas metas en simultáneo.
En este caso, la meta que tenga mayor importancia intentará
sabotear a la otra, pero el sentimiento de culpa o el deseo de
alcanzar también esa otra, saboteará la que tiene mayor importancia
y ambas se alcanzarán de una forma mediocre o probablemente, no
se alcance ninguna de las dos.
El otro tipo de conflicto es de valores; quizá tenemos valores que
chocan entre si o que inclusive, chocan con nuestras metas. Valor
es todo aquello a lo que le damos importancia en la vida, todo
aquello que respetamos y todo lo que nos sirve de alguna manera
de brújula o guía para distinguir lo que está bien y lo que no está
bien.
Como los valores son bastante subjetivos y lo que para algunos es
un valor positivo, para otros puede ser algo negativo (por ejemplo, la
ambición es un valor positivo para muchas personas, pero para
otras, es una cualidad deplorable) cada uno de nosotros debe
decidir lo que realmente tiene valor en nuestra vida.
Por esto, es sumamente importante hacer una declaración o
manifiesto de valores y este es uno de los ejercicios más
reveladores de mi taller presencial «Programando tu Mente para
Triunfar» (www.triunfar.co) y cuando lo hacemos presencialmente,
es mucho más impactante, porque hay personas que entran en
contacto directo con cosas que ni sabían que valoraban, hay otras
que realmente se sinceran con ellas mismas y a partir de allí ocurre
una transformación muy bonita, emocional y duradera. En la
segunda parte de este libro te hablaré un poco más a fondo del
tema de los valores.
Cuando entramos en conflicto, no siempre hace falta descartar ni
cambiar nuestras metas o valores, sino que debemos establecer
prioridades. Si uno de tus valores principales (o el más importante)
es la unión familiar, la buena relación entre padres, hijos, hermanos,
etc., pero al mismo tiempo es importante para ti la riqueza, la
prosperidad y la abundancia, entonces tendrás que sacrificar tiempo
con tu familia para alcanzar muchas metas de riqueza, sabiendo
que, al hacer este sacrificio, posteriormente vas a poder darles una
mejor calidad de vida.
Evidentemente, debemos hacerlo con estrategia y poniéndonos
ciertos límites (hay personas que se pierden la niñez de sus hijos o
pierden los últimos años de vida de sus padres por estar en la
constante búsqueda de la riqueza). Podríamos crear un plan en el
que nos demos un plazo de cuatro o cinco años (dependiendo de
muchos factores) para trabajar en nuestras metas profesionales y
financieras, que le darán una mayor calidad de vida, comodidad y
tranquilidad a nuestra familia, pero sin descuidarlos durante esos
años (definiendo bien nuestra agenda diaria, semanal y mensual,
asegurándonos que incluimos tiempo de calidad con ellos como
parte de nuestro día a día) para, luego que pasen esos años que
hemos establecido, disfrutar de las recompensas y pasar mucho
más tiempo con nuestra familia y menos tiempo en nuestras metas
profesionales y económicas.
Uno de mis valores más importantes es la retribución social y el
altruismo. Actualmente soy padrino de varios niños en África a los
que les pago su educación y también soy voluntario con
asociaciones de protección animal, donándoles comida y cuidando
en mi casa a gatitos que están a la espera de adopción. Hacer todo
esto sería mucho más difícil si estuviese en la quiebra; sería
imposible pagarle la educación a niños en África como lo estoy
haciendo actualmente con la asociación Helpo de Portugal y la
asociación «Por una Sonrisa en África» de España. Por esto, hace
varios años me dije: «yo necesito tener estabilidad
económica para poder contribuir y hacer realidad
muchos de los sueños sociales y humanitarios que
tengo» y pronto (dentro de aprox. 2 años), voy a construir una
escuela en Mozambique. Esto no sería posible si no le hubiese dado
primero valor, de forma estratégica, al trabajo arduo, a la
prosperidad y a la abundancia y así poder cumplir o desempeñar los
otros valores que son importantes para mí.
Así que, te sugiero que te autoanalices con detenimiento y
determines si tienes algún conflicto de valores o de metas; luego, ve
de qué manera tienes que organizar estratégicamente tus
actividades, para que puedas ir marcando como «completadas» las
que te permitirán cumplir y satisfacer tus otros valores.
2. Las Creencias:
Todos tenemos creencias limitantes (o limitadoras) y creencias
«empoderantes» o «empoderadoras» (ninguna de estas últimas dos
palabras existe en el diccionario porque son anglicismos, pero se
han vuelto muy populares en los últimos años). Todos creemos en
algo que nos da fuerza y que nos vuelve indetenibles y, al mismo
tiempo, tenemos creencias que nos mantienen presos y nos impiden
hacer lo que realmente debemos hacer.
Quiero que por un momento te olvides de lo que es verdad y de lo
que es mentira; hablemos únicamente acerca de lo que creemos y
de lo que no creemos. Por ejemplo, olvídate que es verdad que Dios
existe o que es mentira que Dios existe, simplemente piensa:
¿CREES que Dios existe? ¿Sí o no?
¿Qué te produce esa creencia? A cada persona le producirá algo
similar o algo muy distinto, pero muy probablemente, muchos de los
que creen en Dios, se sienten protegidos, amparados, guiados,
apoyados, amados y, además, con una misión, con un compromiso
espiritual y con la esperanza de una vida eterna en el paraíso. Por
otro lado, los que no creen en Dios, probablemente también se
sienten (por otras razones y por otras personas) protegidos,
amparados, guiados, apoyados, amados y, además, con una misión
y con la esperanza de una vida mejor en el futuro. Lo que sea
verdad o no, da igual. Lo que importa es lo que creemos, lo que
sentimos con lo que creemos y los que hacemos a causa de eso
que creemos.
La percepción de la realidad es mucho más
importante que la realidad.
Hay muchas creencias limitantes que son como una barrera que nos
separa de lo que queremos alcanzar y esto se empeora, o se
mejora, según nuestro diálogo interno. El diálogo interno es la
conversación que tenemos con la vocecita que todos llevamos
dentro, es aquel intercambio de argumentos, razones, advertencias,
creencias y excusas que tenemos con nosotros mismos.
Lamentablemente, nuestro diálogo interno pasa mucho tiempo
hablando de lo malo, de los miedos, de lo que nos preocupa, de lo
que nos falta, etc. Es normal, forma parte de nuestra supervivencia;
la mente quiere protegernos de todo lo malo y por eso está
constantemente hablándonos de ello, pero podemos entrenarnos
para equilibrar nuestro diálogo interno y hacer que piense más
frecuentemente en lo bueno.
Hace algún tiempo me leí un libro llamado «Unbreakable»
(Inquebrable) de Thom Shea. Él es un Navy SEAL (aquellos
militares estadounidenses que son entrenados para las situaciones
de mayor peligro y riesgo), y él comenta que, para un SEAL, el
diálogo interno es sumamente importante y podría causarle la
muerte en situaciones de mucha tensión.
Casi todas las creencias limitantes nos las inculcaron nuestros
padres, otros familiares, amigos, profesores, el gobierno, los medios
de comunicación, las películas y series de TV. Aquellas que no nos
fueron inculcadas por nada o nadie, provienen de conclusiones que
sacamos nosotros mismos sobre ciertas situaciones, la
interpretación que le damos a lo que sentimos ante ellas y también,
provienen de inseguridades que tenemos en nosotros mismos.
Aquellas experiencias del pasado, generalmente malas, aquellos
tragos amargos que no se olvidan y que dejan huella en nuestra
personalidad, contribuyen a que nos formemos muchas de esas
creencias limitantes.
«Tanto si crees que puedes,
Como dijo Henry Ford
como que no puedes, tienes razón». Si crees que
puedes, podrás; si crees que no puedes, no podrás (suena fácil; lo
difícil es aplicarlo). Algo similar dice el autor Joe Vitale (conocido por
«Si no sabes
el libro y la película de «El Secreto»), él dice:
que puedes, entonces no puedes; si no sabes
que no puedes, entonces sí puedes» y es un
excelente ejemplo de cómo funciona nuestra mente. Cuando no
sabemos (o no nos creemos) que podemos, entonces no haremos
nada para conseguirlo. Cuando sabemos (o creemos) que algo es
posible, hacemos todo lo que esté en nuestras manos para
conseguirlo.
¿Crees que puedes ganarte la lotería? Muchas personas lo creen y
por eso, cada semana, se gastan su dinerillo comprando el billete de
lotería que los hará millonarios. ¿Crees que puedes tener un
negocio que te haga millonario? Muchas personas no lo creen y por
eso, cada semana, se gastan su dinerillo comprando el billete de
lotería que los hará millonarios.
«Lo que crees, lo creas;
La frase más cliché de este libro:
lo que no crees, no lo creas»
Existen muchísimas creencias limitantes que te impiden tomar la
acción correcta y que, probablemente, te hacen comprar ese billetito
de lotería cada semana, porque «crees» que esa será la única
manera de tener «tranquilidad» financiera. Esto no se aplica solo al
dinero, también se aplica a la salud, a las relaciones personales, a
tu autoestima, etc., etc., etc.
Muchas veces no tenemos que eliminar una creencia que nos limita;
basta con aprender a reencuadrarla.
El reencuadre de creencias es mucho más fácil, rápido y efectivo
que eliminarlas, y por eso en mi taller de 3 días «Programando tu
mente para triunfar» (triunfar.co) trabajamos en reencuadrar
creencias, porque una creencia que tengas desde que eras niño, no
las vas a cambiar en 3 días de taller conmigo, pero sí te puedo
ayudar a reencuadrar esas creencias que tienes para que no te
limiten. En la tercera parte de este libro te hablo un poco más a
fondo sobre el reencuadre (Es una de las «R’s»)
Es importante que cuando te plantees tus metas, seas honesto
contigo mismo y escribas todas tus creencias, buenas o malas, que
tengan alguna relación con esas metas que te has propuesto.
Debemos considerar nuestras creencias internas (de nosotros,
sobre nosotros, hacia nosotros) y también las creencias externas:
del mundo, de la sociedad, de la economía, de la política, del dinero,
de los inmigrantes, etc.
Te sugiero que comiences por las internas: ¿Qué crees de ti?
¿Cómo te ves a ti mismo? ¿Cuáles crees que son tus debilidades?
¿Cuáles son tus dones y talentos? ¿Cuáles crees que son tus
defectos de «fábrica»? (algunos creen que vienen con defectos de
nacimiento) ¿Cómo (todo eso) influirá en tus metas?
No te quedes únicamente en las creencias negativas que tengas
sobre ti; incluye también las positivas, todo aquello bonito, de valor,
por lo que te sientes orgulloso, aquellas creencias que te hacen
sentir bien y, sobre todo, incluye aquellas que tú consideras que son
empoderadoras, pero la sociedad, tus padres, la escuela, los
gobiernos, o las religiones te han inhibido de manifestarlas.
3. El Miedo:
En mi libro «Triunfar con miedo: Cómo tomar acción sin que el
miedo sea una limitación» le dedico casi 300 páginas a este tema
(lo puedes encontrar en Amazon o en TriunfarConMiedo.com), así
que, en vez de repetir todo lo que ya compartí en ese libro, en esta
ocasión, solamente quiero recordarte que el miedo es algo que,
absolutamente todas las personas sentimos, debemos aceptarlo y
aprender a tomar acción, aunque sintamos miedo.
Hay personas que le tienen miedo al fracaso, otras les tienen miedo
a las críticas (al «qué dirán») e inclusive, algunos le tienen miedo al
éxito (a la responsabilidad asociada al éxito, a tener que asumir
nuevas tareas y nuevos roles asociados al éxito). No importa a lo
que le temamos, debemos aceptar que el miedo forma parte de
nuestra vida y de la vida de las personas más exitosas del mundo.
Debemos ver el miedo como lo que realmente es: un sistema de
alerta que nos protege de lo malo y nos ayuda a prepararnos ante
esas posibles situaciones de «peligro».
Tenerle miedo al miedo es lo que paraliza a muchos y tenerle miedo
a lo desconocido o a la incertidumbre, empeora la situación. Como
dijo C. Joybell C.: «No tengas miedo de tus miedos.
No están allí para asustarte. Están allí para
hacerte saber que algo vale la pena».
Debemos entrenarnos para poder vivir en la ausencia de una
certeza absoluta. Ser un triunfador requiere dar muchos pasos sin
tener ni la menor idea de cuál será el resultado, sin saber si las
cosas van a salir bien o mal y ser capaz de asumir ciertos riegos y
de experimentar el miedo como parte de la aventura.
Cuando estamos delante de un reto, de una meta o de algo
grandioso que nos produce mariposas en el estómago, nuestro
instinto de supervivencia se encarga de proyectar en nuestra mente
todo lo malo, lo peor, lo que nos podría causar algún daño, y ¡Eso
está muy bien! Gracias a ese miedo es que hoy seguimos vivos,
pero debemos ir más allá e interpretarlo a fondo, para descubrir lo
que está realmente detrás de nuestros temores y poder usarlo a
nuestro favor.
Cobarde es aquella persona que siente miedo y se deja
paralizar por él. Valiente es aquel que, estando cagad* de
miedo, hace lo que tenga que hacer para triunfar, a pesar del
miedo.
Es importante reconocer cuáles de tus miedos son racionales y
cuáles son irracionales. Cuando no encontramos una explicación
realmente lógica y de peso, sino que, simplemente nos decimos
«Tengo miedo» y cuando nos preguntamos «¿Por qué
siento miedo?» nuestra respuesta es «No lo tengo muy
claro, pero tengo miedo», o nos respondemos con una
grandísima y ridiculísima excusa, entonces, en el 99% de los casos,
es un miedo irracional.
Aquellos miedos que sí tienen respuesta, como, por ejemplo:
«Tengo miedo de perder mi dinero en esta inversión
porque son los únicos ahorros que tengo y podría
poner en riesgo a mi familia en caso de una
emergencia médica o de cualquier otro tipo» en estos
casos, el miedo nos está ayudando, nos está sirviendo como
sistema de alerta; es como aquel cartel o señal en la carretera que
nos dice «¡Cuidado! ¡Curva pronunciada!» o «¡Cuidado!
¡Pavimento resbaladizo!». Gracias a esas advertencias de
nuestro cerebro, podemos prepararnos ante esas posibles
situaciones de peligro.
Lo más importante que debes recordar es que el miedo es tu amigo,
no tu enemigo; el miedo no es un monstruo de 4 cabezas que sale
del armario por la noche, al contrario; el miedo está allí para prevenir
que nos hagamos daño, no para paralizarnos.
El miedo siempre ha sido para mí una brújula, un medidor y una
alarma. Una brújula que me muestra el camino de la aventura; si
alguna situación o decisión me hace sentir miedo, es porque
representará, con toda la seguridad, un viaje lleno de emociones
fuertes.
Un medidor que calcula y evalúa qué tan importante es algo para
mí. Solo en aquellas situaciones y decisiones que no siento miedo
es que me descuido, porque carecen de importancia para mí. Si me
asustan, entonces son importantes y merecen mi total atención.
Una alarma que me protege de lo malo y que me despierta cuando
me duermo en los laureles. El miedo me avisa cuando debo
protegerme de alguna situación y hace que el sistema de activación
reticular de mi cerebro encuentre salidas de emergencia y colchones
que amortigüen las caídas. Sin esa alarma, me haría daño al
lanzarme.
El miedo no me impide que me lance; me mantiene enfocado,
preparado y con la adrenalina necesaria para tomar decisiones en
milisegundos y ajustar el rumbo rápidamente cuando sea necesario.
El cobarde se queja que el viento es demasiado fuerte; el cómodo
espera a que el viento cambie a su favor; el valiente ajusta las velas,
se agarra con fuerza al timón y navega lejos.
Sé valiente y date el permiso de c*garte de miedo mientras tomas
acción de manera masiva para alcanzar tus metas.
SEGUNDA PARTE:
DEFINIENDO LO QUE REALMENTE
QUIERES
Muchas personas fracasan porque saltan de meta en
meta, de oportunidad en oportunidad y de capricho
en capricho.
Para que esto no te suceda, debemos definir con
exactitud lo que queremos realmente.
Lo difícil es saber distinguir entre lo que realmente
queremos y lo que hemos estado creyendo todo este
tiempo que queremos, bien sea porque nuestra
familia lo espera o porque el vecino, amigo o
«influencer» lo tiene (y a nosotros nos apetece
también tenerlo).
En vez de perseguir metas o sueños de otras
personas, vamos a definir lo que realmente nos
traerá verdadera satisfacción y lo que nos llevará a
vivir la vida al máximo.
COMIENZA POR TUS VALORES
«Tus valores definen quién eres realmente. Tu
identidad real es la suma total de tus valores.»
Assegid Habtewold
Antes de decidir qué queremos hacer y cuáles queremos que sean
nuestras metas y objetivos, debemos concientizar, analizar y tomar
en cuenta cuáles son nuestros valores personales, nuestros valores
morales, e inclusive, nuestros valores sociales.
Muchas personas no logran lo que se proponen por un conflicto
entre metas y valores. Parte del autosabotaje que muchos hemos
sufrido (cuando nosotros mismos somos nuestro peor obstáculo)
nace a partir del conflicto interno de intereses que se genera cuando
nos hemos planteado una meta que lucha o se interpone con alguno
de nuestros valores más importantes.
Para que esto no suceda, podemos, bien sea, replantear nuestra
meta o reencuadrar nuestros valores.
¿Qué son los valores? Los valores son, básicamente, todo aquello
que rige nuestra vida, todo aquello que tomamos (de una manera
consciente o inconsciente) en consideración a la hora de decidir qué
hacer, qué no hacer, lo que nos parece correcto o incorrecto y de
qué forma nos comportaremos en una determinada situación. Los
valores son nuestra brújula y guía en la vida.
Aunque existen muchísimos valores, en el siguiente cuadro verás
una lista con los más comunes en las personas:

VALORES MÁS COMUNES EN LAS PERSONAS:


Hay personas que le llaman instinto, hay otras que le llaman
educación de su familia, pero básicamente, los valores son aquello
que nos permite saber si estamos haciendo lo correcto y distinguir
entre el bien y el mal. Por esto, es sumamente importante que
tengamos en cuenta nuestros valores para definir qué es lo que
realmente queremos alcanzar.
Cabe destacar que los valores, no siempre son cualidades positivas
o «buenas»; hay personas que tienen valores negativos o nocivos,
porque en realidad, un «valor» es algo a lo que una persona le da
importancia y, desde luego, le da valor. Así que, no debemos creer
que los valores son únicamente positivos; también hay valores
negativos y cada persona, en su propia posición, postura o
perspectiva, decide si uno o varios de sus valores son positivos o
negativos (puede que alguno de mis valores positivos tú los
consideres negativos y viceversa).
¿Qué es lo que consideras más importante en la vida? ¿A qué le
das mayor valor? ¿Qué es aquello que no puede faltar en tu vida?
¿Qué es aquello que nunca podrá, de ninguna forma, debilitarse en
tu vida para que consideres que estás obteniendo del mundo lo que
se suponía que debías obtener y que te inspire a darle al mundo lo
mejor que tienes dentro de ti para hacer la vida, tanto tuya como la
de tus familiares y la de las demás personas, muchísimo mejor?
Hay muchos valores distintos y cada uno es importante para
nosotros, pero solemos darles más importancia o prioridad a
algunos por encima de otros. Para algunos la espiritualidad es más
importante que la belleza; para otros, la amistad, el amor y la familia
están por encima de la riqueza o el dinero; hay muchísimos valores
y es sumamente importante que definas cuáles son aquellos que
tienen mayor prioridad en tu vida.
En unos momentos te voy a sugerir que hagas un ejercicio de
declaración de valores, pero antes, considero conveniente (e
importante) hablar de ciertas creencias que todos tenemos y
comenzaré por una sumamente obvia y común: «el put* dinero».
Muchísimas personas tienen una relación Amor-Odio con el dinero.
Sin dinero, nadie puede vivir; sin suficiente dinero, nadie puede vivir
cómodamente; sin mucho dinero, pocos podrán vivir sus más
profundos y grandiosos sueños (crear una fundación de ayuda a los
pobres, viajar por todo el mundo, darles la mejor educación escolar
y universitaria a sus hijos, etc.).
Siendo el dinero tan importante en nuestra vida: ¿Por qué tantas
personas lo ponen tan abajo en su escala de valores? Peor aún:
¿Por qué hay personas que lo sacan por completo de su lista de
valores? Lo más probable: por falsas creencias acerca del dinero.
La sociedad, la familia y la religión, muchas veces, nos ha hecho
creer que el dinero es malo, que por culpa del dinero hay guerras,
hay corrupción, hay maldad, etc. Eso equivale a decir que, por culpa
de la comida, hay obesidad, obstrucciones coronarias, problemas de
colesterol y diabetes. El dinero no es malo; hay personas malas que
hacen cosas malas con y por el dinero. Si tú eres una buena
persona y usas el dinero para bien (en vez de para mal) el dinero
debería estar en los primeros lugares de tu lista de valores, porque
con mucho dinero, le darás una mejor vida a tu familia, a tus amigos,
a la sociedad y, desde luego, a ti mismo.
Otra creencia que suele entrar en conflicto con los valores de
algunas personas es la humildad. Muchas personas creen que ser
humilde consiste en no levantar mucho la cabeza, mantener una
postura algo sumisa, no tener grandes aspiraciones ni ambiciones y,
sobre todo, no destacar demasiado. Evidentemente eso es una
creencia falsa y limitante, porque podemos ser ambiciosos y
humildes, sin que entren en conflicto esos valores, entre ellos.
«Virtud
La definición de humildad del diccionario de la RAE dice:
que consiste en el conocimiento de las propias
limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con
este conocimiento.» Para ser humildes, simplemente debemos
aceptar que tenemos ciertas limitaciones y que no somos una
especie de Dios en la tierra; somos seres humanos imperfectos, con
defectos y debilidades y al tener consciencia de ellos, estamos
siendo humildes. No sé si estés de acuerdo conmigo, pero es
perfectamente compatible darle importancia al valor de la humildad y
al mismo tiempo, al de la ambición, riqueza y abundancia. No entran
en conflicto entre sí.
Dicho esto, es importante reconocer cuándo podríamos estar
teniendo creencias falsas o limitantes en relación con ciertos
valores, para que eso no nos impida conseguir lo que realmente
queremos, por una mala interpretación de ciertos valores.
Ahora paremos al ejercicio que te comentaba antes en el que harás
tu declaración de valores.
Para que te sirva de referencia, quiero compartir contigo mi
declaración personal de valores:
«Yo, Alex Kei, soy una persona que valora las
relaciones basadas en la confianza, honestidad y
franqueza. El crecimiento personal y profesional
constante es parte fundamental de mi vida y el
empeño, esfuerzo y determinación me ayudan a
conseguirlo de una forma eficiente y con la mayor
calidad posible. Soy una persona sumamente
ambiciosa que trabaja con rigor a diario para crear
riqueza, prosperidad y abundancia, que me permita
darle a mi familia una vida cómoda, libre de
preocupaciones económicas, que me ayude a hacer
realidad y disfrutar mis mayores sueños y me
permita aumentar mi grado actual de generosidad,
altruismo y retribución social, ya que, podré hacerlo
en mayor medida y a mayor escala, dejando una
huella positiva y creando un impacto positivo en el
mundo.»
Esta declaración personal de valores me sirve de manifiesto o de
«reglamento» y es lo que me permite mantener alineadas mis metas
con mis valores. Si se me ocurre alguna meta que pudiera entrar en
conflicto con esa declaración, la descarto. Si se me ocurre alguna
meta que pudiera entrar en conflicto, pero no me doy cuenta y la
mantengo, entonces surgirá el autosabotaje y mi subconsciente
estará constantemente interponiéndose para que no logre
alcanzarla.
¿Ves la importancia de crear esta declaración de valores? Lo
hacemos para no plantearnos metas conflictivas y para saber si el
autosabotaje está surgiendo por un conflicto entre los valores y las
metas, o si está surgiendo por falsas creencias.
Identifica cuáles son tus principales valores; utiliza tu intuición y sin
pensar demasiado, haz una lista de los que predominan en tu vida:
¿Qué es lo que realmente tiene valor para ti? ¿Qué es lo que más
respetas? ¿Qué es lo que más admiras? ¿Qué es lo que te impone
límites positivos? (límites que te ayudan a mantenerte dentro de lo
que tú consideras que te hará mejor persona).
Hacer este proceso y esta declaración de valores te permitirá saber
si tus metas van en concordancia y coherencia con lo que quieres
de la vida y con lo que tú quieres aportarle a ella.
TU PROPÓSITO DE VIDA
«Nunca hay viento favorable para el que no sabe
a dónde va». Séneca
Algunos creen que todos nacemos con un propósito, con una
misión. Otros defienden que no nacemos con tal cosa, sino que
nosotros mismos decidimos cuál será nuestro propósito en esta
vida.
Sea como sea, debemos tener una razón de existir, una misión clara
que queremos ejecutar y cumplir en la vida. Plantearnos metas solo
porque tenemos la obligación de hacerlo, no nos llevará muy lejos,
pero si nos planteamos metas que contribuyan a cumplir nuestro
propósito de vida, entonces estaremos avanzando hacia una
dirección muy concreta, en vez de dar vueltas en círculos sin saber
realmente hacia dónde queremos y debemos ir.
¿Alguna vez te has preguntado cuál es tu propósito en esta vida?
¿Por qué estás aquí en este planeta? ¿Por qué y para qué naciste?
¿Cuál es tu misión en esta vida?
Hay personas que se han hecho estas preguntas, pero no saben
responderlas. Hay otras que se creen tan insignificantes que
piensan que no tienen ninguna misión ni razón clara de existir,
cuando hasta la más pequeña hormiga o el más pequeño microbio,
tienen una misión, una razón y un propósito en esta vida.
Los que han sentido un llamado natural de servicio en esta vida,
generalmente ya saben a dónde quieren llegar, pero los demás,
deben definir y diseñar esa vida de servicio que les aportará valor a
los demás, que mejorará el mundo de alguna forma (por más
pequeña que sea) y que les traerá mucha satisfacción personal.
Podríamos decir que nuestro propósito de vida es una mezcla entre
nuestros talentos, lo que nos apasiona hacer y lo que podemos
aportarle a la humanidad y al mundo. Ese punto de intersección
podría convertirse en nuestro propósito de vida.
TU PROPÓSITO:
Como decía el escritor alemán Goethe «Una vida sin
propósito es una muerte prematura». No podemos vivir la
vida sin un propósito claro, debemos identificarlo y en base a él,
establecer nuestros objetivos, plantear nuestras metas y trabajar
para conseguirlas.
Los japoneses tienen una palabra que define esta idea del propósito
de vida de una forma muy clara y al mismo tiempo, bastante
profunda. La palabra es: Ikigai ( ⽣ 甲斐
き ).
Según los japoneses (y yo estoy 100% de acuerdo) todos tenemos
un Ikigai, que se define como «razón de vivir/existir» o también
como «razón de ser».
Según un estudio realizado por Riichiro Ishida y publicado en el
Diario Global de Ciencia de la Salud, Vol. 4, no. 5.: 120 (2012) existe
una relación directa entre el bienestar de las personas y la presencia
de un Ikigai claramente definido. Fue probado estadísticamente
que las personas que tienen un Ikigai (y viven en base a él, para
cumplirlo, alcanzarlo y mantenerlo) tienen niveles de estrés más
bajos que aquellos que no lo tienen y se sienten más saludables de
forma general. También fue demostrado que las personas sin un
Ikigai tienen más probabilidades de desarrollar enfermedades
coronarias, mientras que aquellos que han definido y tienen claro
cuál es su Ikigai, segregan más neurotransmisores como la
Dopamina, Serotonina y β -endorfinas.
TU IKIGAI:

Algunas personas encuentran (o definen) su Ikigai a muy temprana


edad, mientras que otros, lo encuentran luego de mucha
experimentación, exposición a cosas nuevas, muchos fracasos y
decepciones. No importa cuánto tiempo te tome, pero si aún no
sabes cuál es tu Ikigai, comienza hoy mismo a definirlo.
EXPLOTA TUS VERDADEROS
TALENTOS
¿Sabes por qué tanta gente es infeliz, inepta, mediocre e
incompetente? Aunque existen mil razones, muchas de ellas tienen
la misma base: hay muchos artistas haciendo trabajo de científicos;
muchos atletas haciendo trabajo de oficina; muchos comunicadores
excelentes trabajando en una fábrica y muchos «cerebritos»
trabajando de taxistas.
Hay mucho talento desaprovechado en este mundo por malas
decisiones, tanto propias como ajenas. Hay muchísima gente que
debería explotar al máximo sus talentos y desechar el resto.
Desde niños hemos sido constantemente presionados (por nuestros
profesores, padres, etc.) para que mejoremos en aquellas áreas en
las que somos malos. Siempre me ha parecido absurdo que, en la
escuela, esperen que tengamos buenas calificaciones en
absolutamente todas las asignaturas, cuando en realidad, lo lógico
sería que tengamos muy buenas calificaciones en una o dos
materias, y una calificación mediocre o pésima en todas las demás.
Eso nos permitiría saber desde niños cuáles son las áreas en las
que podemos destacar siendo adultos.
Debemos ser suficientemente buenos en muchas áreas, pero
excelentes en las que tengamos mayor facilidad, vocación y talento.
Eso es lo maravilloso de vivir en sociedad, que entre todos nos
complementamos y podemos aportarles nuestros mejores talentos a
aquellos que no los tengan y ellos nos aportarán sus mejores
talentos, los que nosotros no poseemos.
Hay un proverbio africano que dice: «Si quieres llegar rápido,
camina solo; si quieres llegar lejos, camina
acompañado». Siempre me ha gustado ese proverbio porque
me parece que define excelentemente bien nuestro recorrido en la
vida. Sí que es cierto que cuando vamos solos, podemos tomar
decisiones más rápidamente, podemos cambiar de rumbo a último
momento, sin consultarlo con nadie, pero cuando vamos
acompañados, cada uno de los miembros del grupo cumple un
papel y cada uno brilla en su área.
El Dr. Terry Orlick, especialista en psicología del deporte y del
entrenamiento mental de los atletas olímpicos, definió un concepto
llamado «Zona de Excelencia». Nuestra Zona de Excelencia es
aquella en la que podemos desempeñarnos aplicando nuestras
mejores habilidades, donde tenemos más experiencia, profundos
conocimientos, aquello que hacemos mejor que la mayoría de las
personas, porque lo hemos hecho tantas veces que, nos hemos
vuelto maestros en esa área; hemos fallado tantas veces que hemos
aprendido de nuestros errores y por eso somos tan buenos.
Sin embargo, hacer aquello que esté dentro de nuestra zona de
excelencia no necesariamente nos hace felices; hay personas que
son excelentes limpiando pescado en la pescadería, porque llevan
años haciéndolo todos los días y aunque son excelentes en ese
trabajo, no están contentos. Lo mismo sucede con muchos
deportistas, son excelentes en sus disciplinas porque practican
varias horas al día, todos los días, pero no están contentos, sienten
que les falta algo en la vida y por eso es tan común que algunos
deportistas, en el auge de su carrera, decidan retirarse, porque
aquello que están desempeñando en su zona de excelencia, no los
hace felices
Gay Hendricks (psicólogo, escritor y profesor estadounidense) en su
libro «The Big Leap» («El gran salto») describe otras 3 zonas,
además de la Zona de Excelencia que menciona el Dr. Orlick:
1. Zona de incompetencia: tiene que ver con aquello que no
entendemos, aquello en lo que no tenemos suficientes
conocimientos, no tenemos las habilidades necesarias para hacerlo
bien y somos extremadamente mediocres en el desempeño de esas
actividades que se encuentran dentro de nuestra zona de
incompetencia.
2. Zona de competencia: es la zona donde hacemos nuestro
trabajo de manera eficiente y suficientemente bien. Sin embargo,
hay muchas otras personas que son mejores que nosotros y
muchísimas que son tan eficientes como nosotros en esa área, lo
cual nos hace totalmente dispensables al no poseer ningún talento o
habilidad especial. No nos destacamos ni sobresalimos de ninguna
manera en esa zona de competencia, simplemente, lo hacemos
«bien».
3. Zona de genio: también conocida como «Zona de genialidad»
es aquella donde hacemos, no solamente las actividades en las que
somos muy buenos y en las que tenemos mucha práctica, sino
también, en las que tenemos un gran talento. Son aquellas
habilidades innatas que no han requerido demasiada práctica y que
se nos hacen sumamente fáciles y naturales de ejecutar.
Por ejemplo, una persona que toca algún instrumento musical muy
bien porque invierte muchas horas al día practicando, mientras que
hay otra que, con tan solo unos pocos minutos de práctica al día,
llega al mismo nivel de aquella que practica muchas horas diarias.
La primera persona toca la guitarra dentro de su Zona de
Excelencia, mientras que la segunda, la toca dentro de su Zona de
Genialidad.
«La
En una entrevista para la revista Forbes, Gay Hendricks dijo:
mayoría de las personas exitosas trabajan dentro de
la Zona de Excelencia, la zona en la que tienen
excelentes habilidades adquiridas a través de la
práctica y la experiencia, pero generalmente, son
infelices, están descontentos con su vida o no tienen
gusto ni satisfacción por lo que hacen. Mientras que
la Zona de Genialidad es aquella en la que trabajan
con gusto, prácticamente sin ningún esfuerzo, son
buenos y se vuelven mejores con la práctica, pero a
diferencia de la Zona de Excelencia, trabajar en su
Zona de Genialidad les da total satisfacción».
Para triunfar a lo grande y al mismo tiempo, disfrutar del proceso,
debemos desempeñarnos en nuestra Zona de Genialidad. Para
encontrarla, Hendricks recomienda que nos hagamos tres
preguntas:
1. ¿Cuál trabajo hacemos que realmente ni nos parece trabajo?:
¿Cuáles son aquellas actividades que haríamos sin recibir un pago
a cambio? Las disfrutamos tanto y se nos hace tan natural, que nos
daría igual que nos paguen o no.
2. ¿Qué nos produce la mayor satisfacción en relación con la
cantidad de horas que pasamos haciéndolo?: ¿Qué es lo que
nos produce mayor satisfacción mientras más tiempo lo hacemos?
Aquellas actividades que hacen que el tiempo se nos pase
rapidísimo, casi sin darnos cuenta.
3. ¿Cuál es nuestra habilidad única?: ¿Qué es aquello que
hacemos muy bien y mejor que la mayoría de las personas? No se
trata de una habilidad que nadie más tenga, sino aquella que nos
sale naturalmente. Probablemente eres sumamente sociable y te
ganas la confianza y simpatía de las personas con mucha
naturalidad; quizá eres muy bueno en los trabajos que requieren
destreza manual; tal vez eres de aquellos capaces de encontrar
soluciones creativas a problemas complejos, prácticamente sin
ningún esfuerzo. ¿Cuál es esa habilidad única que tienes?
Cuando identifiques las actividades que eres capaz de desarrollar
de manera natural (casi sin ningún esfuerzo) y luego concentres tu
atención en ellas, practicando cada día para volverte el mejor,
entonces estarás explotando tus verdaderos talentos naturales y
aumentarás considerablemente tus probabilidades de triunfar.
Podemos alcanzar mucho éxito en nuestra Zona de Excelencia,
pero como dice Hendricks, para disfrutar la vida con plenitud
debemos alcanzar el éxito en nuestra Zona de Genialidad y para
conseguirlo, debemos conocernos y estar muy atentos ante todas
esas habilidades innatas que poseemos y que nos generan una
gran satisfacción.
El autoanálisis es clave en esta tarea y Hendricks recomienda
comenzar con 10 minutos al día de reflexión, poniendo por escrito
todo aquello que recordemos de nuestro pasado, lo que hemos
hecho desde nuestra más temprana edad hasta la fecha de hoy, lo
que se nos ha hecho fácil y al mismo tiempo, lo que hemos
disfrutado mucho; lo que aporta algún beneficio a los demás y una
gran satisfacción a nosotros mismos
Para encontrar nuestra Zona de Genialidad y poder trabajar siempre
en ella, debemos experimentar mucho con actividades distintas,
reconocer aquello en lo que realmente somos buenos y llevar un
registro de nuestros talentos naturales; no hay secretos mágicos ni
atajos milagrosos. Esta es la única manera de triunfar y disfrutar del
proceso.
Hacerlo requiere de coraje porque, probablemente, tendrás que
tomar decisiones sumamente importantes que cambiarán tu vida por
completo y, aunque pasarás por momentos de inestabilidad,
inseguridad e incomodidad, todo valdrá la pena cuando finalmente
te dediques a lo que más te gusta y a lo que haces mejor que
muchos.
Recuerda: No intentes volverte bueno en aquello que eres malo (a
menos de que sea necesario para conseguir algo que quieres); más
bien, vuélvete el mejor en aquellas actividades que forman parte de
tus talentos naturales y deja que otras personas, con sus propios
talentos y en sus propias zonas de genialidad, te ayuden (y tú a
ellos) para triunfar a lo grande.
DEFINE TUS VERDADERAS METAS
«La tragedia de la vida no reside en no alcanzar
tus metas. La tragedia está en no tener metas
que alcanzar» Benjamin Mays.
¿Alguna vez te has puesto a pensar que (quizá) podrías estarte
planteando metas que ni siquiera quieres, pero como alguno de tus
amigos, familiares o la gente a la que sigues en Instagram, está
«viviendo» esa meta, entonces, tú también la quieres?
Si haces como te sugerí en páginas anteriores y comienzas por tus
valores, defines tu propósito de existir (tu Ikigai) y te basas en tus
verdaderos talentos, entonces no te será nada difícil plantearte
metas propias, que realmente quieras alcanzar.
Una persona sin metas claras es un barco a la deriva que acabará
por hundirse o encallar en un lugar del cual será muy difícil salir.
Hay un mito popular que cuenta que la universidad de Harvard
realizó un estudio en 1979 acerca de un grupo personas que
definieron claramente sus metas en aquel entonces y años más
tarde les hicieron un seguimiento para ver qué tal iban. El supuesto
estudio reveló que 84% de las personas, no plantearon metas
específicas (y, por lo tanto, no alcanzaron nada), 13% tenían metas,
pero ningún compromiso real en trabajar por alcanzarlas y
solamente un 3% de las personas, se plantearon metas concretas y
trabajaron arduamente a lo largo de los años por alcanzarlas y lo
consiguieron. Aunque es una historia con una muy buena
enseñanza («solo aquellos que plantean metas
concretas y trabajan arduamente para alcanzarlas, lo
conseguirán») en realidad no hay ninguna evidencia real que
dicho estudio haya sido realizado.
El ser humano siempre ha sido muy bueno en creerse historias y
mitos que determinan su manera de actuar y de vivir, así que, no
nos privemos del efecto placebo y usémoslo a nuestro favor (ya que,
sí existen numerosos estudios que demuestran que el efecto
placebo es real y afecta nuestras vidas).
Una vez que tengas claro cuáles son los valores más importantes en
tu vida, identifiques tu propósito (aunque sea de forma inicial y
superficial) y decidas explotar tus verdaderos talentos, para definir
tus verdaderas metas entonces debes:
Saber qué quieres en el futuro: Lo que realmente quieres ser,
tener, donde realmente quieras estar y con quién. Te recomiendo
definir lo que quieres a corto, mediano y largo plazo. No hay metas
que sean irrealistas, hay plazos que lo son. Muchas personas no
alcanzan sus metas porque quieren conseguir a corto plazo aquellas
que toman años ser alcanzadas.
Saber dónde estás en este momento: Supongamos que la meta
es llegar a Roma; el camino que tomes para llegar allí dependerá
totalmente de la ciudad en la que te encuentres en este momento.
Saber a dónde queremos ir es importante, pero es tan importante
como saber dónde estamos parados en este momento. Haciendo un
autoanálisis de lo que somos, lo que tenemos, lo que carecemos, de
las personas que tenemos a nuestro alrededor, de las que
deberemos incorporar en nuestra vida, de nuestro pasado y cómo él
ha influido en nuestro presente, entonces tendremos una idea
bastante clara del punto de partida para empezar a tomar acción.
Delimitar tus metas: Todos podríamos hacer una lista de 200
metas que quisiéramos alcanzar, pero sabemos que más del 90%
de ellas, se quedarán en «sueños» y nunca se harán realidad. Más
vale alcanzar 70% de nuestras metas (eso es un número que nos
debe hacer sentir orgullosos) que alcanzar solo 10% de ellas.
Cuando nos planteamos muchas metas y la mayoría de ellas
queremos verlas alcanzadas en un plazo inferior a 5 años, nos
agobiamos (y nos paralizamos) al ver la montaña tan alta y
empinada que tenemos que subir. Algunos dicen «no se puede
tener todo en la vida», yo no estoy de acuerdo y creo que sí
podemos tener todo lo que queramos; el truco está en definir y
delimitar muy bien ese «todo».
Escribir tus metas: El primer paso para materializar un sueño, es
escribirlo. Al pasar del plano mental intangible al plano físico (o
digital) hemos empezado realmente a escribir una historia que
podría tener un final muy feliz. Algunos recomiendan que las
escribamos en papel y estoy de acuerdo, aunque soy un tipo
sumamente digital. Hay algo «mágico» en plasmar las metas en
papel, sin embargo, me he dado cuenta de que lo realmente mágico,
no está en el papel en sí, sino en hacer que esas metas se escriban
con nuestro puño y letra (me ha funcionado muy bien escribir mis
metas con mi mano en la tablet y con el bolígrafo inteligente que se
conecta a ella). Sea como sea, saca tus metas de tu mente y tráelas
al mundo físico (funciona muy bien).
Crear un plan de acción versión 1.0: Es muy importante lo de
«versión 1.0» porque el plan de acción que crearemos al inicio,
tendremos que cambiarlo y ajustarlo creando otras versiones según
lo que nos vayamos encontrando en el camino. No importa si
tenemos que cambiar el plan de acción 100 veces (las que sean
necesarias) y debemos tener conciencia que el plan inicial, pocas
veces es el que terminamos ejecutando al final.
Crear metas desafiantes: Muchas personas no trabajan con ánimo
para alcanzar sus metas, porque se han puesto metas demasiado
aburridas y muy poco atractivas. Plantéate metas emocionantes,
que extraigan lo mejor de ti, que de alguna manera te hagan
excederte en aquellas capacidades que tú creías que llegaban hasta
cierto punto. Ese tipo de metas te mantendrá vivo y con las ganas
que necesitas para trabajar por todo lo que quieres. No se trata de
plantearte metas que te agobien y te paralicen, pero sí que te hagan
sudar, trabajar arduamente y de alguna forma, sufrir un poco,
porque la recompensa hace que todo eso valga realmente la pena.
EL MÉTODO 60/30/10
«Las personas sobreestiman lo que son capaces
de alcanzar en un año y subestiman lo que son
capaces de alcanzar en diez». Bill Gates
Este método creado por mí e inspirado en ese pensamiento de Bill
Gates, me ha ayudado de manera exponencial a alcanzar muchas
de mis metas. Cuando decidí crearlo, lo hice porque me di cuenta de
que muchas de mis resoluciones o propósitos de año nuevo,
incluían metas que me tomarían años alcanzarlas. Por ejemplo:
«Este año aprenderé a hablar japonés». Aunque hay
métodos que te ayudan a dominar un idioma en varios meses,
tendría que dedicarme total y exclusivamente a ello y eso implicaría
tener que cerrar mis negocios (entre muchos otros sacrificios).
Como te he comentado en páginas anteriores, no hay metas
irrealistas, hay plazos que lo son. Debemos crear metas a corto,
mediano y largo plazo, pero teniendo el buen juicio de saber
distinguir entre aquellas que podremos alcanzar en el plazo de un
año (o menos) de otras que alcanzaremos dentro de diez.
Hay metas, que debemos dividir en micro-metas que contribuyan a
una meta general. En vez de querer aprender a hablar japonés en
un año, puedo dividir esa meta en la micro-meta de: «Aprenderé
y dominaré los silabarios Hiragana y Katakana».
Además de dividir nuestras metas en micro-metas,
podemos implementar el Método 60/30/10 que
consiste en lo siguiente:
60% de metas con resultados inmediatos (menos de
1 año).
30% de metas con resultados a mediano plazo (2-5
años).
10% de metas con resultados a largo plazo (5-10
años).
La idea es que seis de cada diez metas que nos
planteemos, podamos alcanzarlas completamente
en un plazo inferior a doce meses, mientras que, con
las otras, iremos ejecutando acciones y alcanzando
micro-metas que nos permitan alcanzarlas a
mediano y largo plazo. En mi caso, «aprenderé a
hablar japonés» es una meta que cumpliré a mediano plazo
gracias a que en los próximos 12 meses aprenderé Hiragana y
Katakana, al siguiente año aprenderé 500 Kanji y la construcción de
varias frases, hasta finalmente dominar el idioma en un máximo de 5
años.
Para que el método 60/30/10 sea realmente efectivo, debemos
implementar la otra parte que es sumamente importante:
10% de metas que requieran nuevos conocimientos y práctica.
30% de metas que requieran práctica de conocimientos previos.
60% de metas que no requieran de conocimientos nuevos ni
práctica de conocimientos previos.
La intención es que solo un pequeño porcentaje de tus metas
requieran de nuevos conocimientos y experiencia para poder
alcanzar más metas en menor tiempo. Dicho esto, es importante
que tengas el criterio para saber cuáles de tus metas que no
requieren conocimientos ni experiencia nueva, te tomarán 10 años
alcanzarlas (por su complejidad) y cuáles de las que requerirán
nuevos conocimientos y nueva experiencia, podrás alcanzarlas este
mismo año.
ESTABLECIENDO METAS
ALCANZABLES
La verdad es que la minoría de las personas define claramente sus
metas, y menos cantidad aún, las establecen de manera correcta.
Antes, quisiera hablar sobre la diferencia entre la palabra «objetivo»
y la palabra «meta». Hay personas que se refieren a «metas»
cuando en realidad quieren hablar de «objetivos» y viceversa.
Luego de mucha investigación a nivel lingüístico de la diferencia
entre ambas palabras, me he encontrado con muchísima
contradicción y deduzco que podría deberse a ciertos anglicismos.
En inglés, la palabra «meta» se traduce como «goal» y «objetivo»
se traduce como «objective», y son términos similares, que
trabajan en conjunto, pero no son lo mismo.
Hay gente que opina que la meta es el punto final al cual aspiras
llegar, mientras que los objetivos son aquella serie de acciones que
ejecutamos para llegar a la meta (yo soy uno de los que emplea
esta diferencia entre ambas palabras) mientras que para otras
personas, es lo contrario: el objetivo es el punto final y las metas son
los diferentes puntos por lo que tenemos que pasar, las diferentes
acciones que tenemos que realizar para alcanzar nuestro objetivo
final.
Como hay muchísima contradicción en este aspecto, te sugiero que
utilices las palabras que quieras para cada caso. En este contenido
me voy a referir a «meta» como aquel punto final a dónde queremos
llegar y los objetivos son todos aquellos pasos que realizamos a lo
largo del camino para alcanzar nuestra meta.
Cuando nos referimos a «metas alcanzables» no necesariamente
hablamos de metas «realistas». A veces nos planteamos metas que
para otros (o inclusive para nosotros mismos) pueden parecer algo
«soñadoras». Aunque parte de lo que te enseñaré a continuación
tiene relación con plantearnos objetivos «realistas», hay metas que
al inicio pueden parecer totalmente absurdas y descabelladas (hacer
que el hombre viaje al espacio; hacer que billones de personas en
todo el mundo se comuniquen en milisegundos desde teléfonos que
caben en un bolsillo), pero luego de crear un buen plan e ir
alcanzando ciertos objetivos, aquello que al inicio parecía
prácticamente imposible de alcanzar, lo vamos convirtiendo en
realidad.
En este caso, cuando te hablo de «metas alcanzables» me refiero a
plantearlas de una manera que realmente puedas volverlas una
realidad y dejen de parecer «soñadoras».
Hay un dicho muy bonito (que, si no me equivoco, le pertenece al
autor estadounidense Greg Reid) que dice:
«Cuando a un sueño le ponemos una fecha límite y
lo ponemos por escrito, lo convertimos en una meta;
cuando una meta la dividimos en pasos, la
convertimos en un plan; cuando tomamos acción y
ejecutamos ese plan, convertimos nuestros sueños
en realidad».
No sé si estés de acuerdo, pero a mí me parece que ese dicho
describe muy bien cómo convertir todos nuestros sueños en
realidad.
Para que un mero sueño se convierta en una meta y puedas
realmente crear un plan que te permitirá trabajar para conseguirlo,
podemos utilizar la fórmula conocida como: E.M.A.R.T.
Esa sería la traducción al español, ya que, originalmente son siglas
de varias palabras en inglés que conforman la palabra «S.M.A.R.T.»
(en inglés, estas siglas forman un juego de letras que forman la
palabra «Inteligente») Veamos lo que significan cada una de las
letras de la fórmula E.M.A.R.T.:
Específicas; Medibles; Alcanzables; Relevantes; Temporales (con
un tiempo específico).
Ya sabiendo lo que significan cada una de las letras de la fórmula,
entremos un poco más a fondo con sus significados:
Específicas: Tus metas deben ser lo más específicas posible;
deben responder a preguntas como: ¿Quién? ¿Qué? ¿Dónde?
¿Cómo? ¿Por qué? ¿Para qué? Mientras más claras y específicas,
más «fácil» será todo lo que viene a continuación.
Medibles: Debes ser capaz de ir midiendo resultados y ver si estás,
poco a poco logrando los objetivos que te acercan a tu meta. Al
mismo tiempo, debemos hacernos una idea de «¿Cuánto?»
necesitaremos, bien sea en tiempo, dinero o cualquier otro recurso
para poder alcanzar nuestra meta. Cada meta es distinta, pero
debes poder responder a ¿Cuánto? ¿Con cuánto?
Alcanzables: Esta parte nos ayuda a poner los pies en la tierra y
nos permite analizar con qué contamos actualmente y así, poder ir
creándonos objetivos realistas según cada etapa del plan que
iremos creando. ¿Es realista el objetivo según este momento de mi
vida? ¿Cuento con los recursos para las etapas iniciales del plan? Y
en caso de que no cuente con ellos ¿Puedo ir adquiriéndolos? ¿Qué
necesito para ir adquiriéndolos? Es sumamente importante que
tengas los pies en la tierra cuando respondas a estas preguntas.
Desde luego, te darás cuenta de que, al inicio no cuentas con
muchos recursos (o ideas) para poder trazarte un plan «ideal»
(como que si eso existiera), pero te ayudará bastante para el punto
de partida y a medida que vas avanzando, vas alterando el plan.
Relevantes: ¿Es esta meta realmente importante para mí? ¿Me
conviene esto que me estoy planteando? ¿Me hará más feliz?
¿Mejorará mi calidad de vida y la de los míos? ¿Les aportará algo a
mi vida y a la de las demás personas o es algo totalmente
irrelevante? A veces nos planteamos metas que más bien son
caprichos y que no le aportan nada mejor a nuestra vida. Debemos
ser honestos con nosotros mismos a la hora de responder a estas
preguntas.
Temporales: ¿Para cuándo quiero alcanzar esta meta? ¿En cuánto
tiempo la veré realizada? ¿Cuánto tiempo me tomará trabajar en
cada paso del plan? Si no le ponemos un plazo de tiempo
específico, podríamos pasar una década entera (o más) intentando
cumplirla. Al ponerle una fecha de caducidad, sabemos con cuánto
tiempo contamos y nos podremos organizar mejor. Al mismo tiempo,
este plazo de tiempo que nos establezcamos nos servirá de
«presión positiva» para no dormirnos en los laureles y para
recordarnos que queremos ver realizado un sueño, así que: ¡A
trabajar!
Ahora que sabes lo que significa la fórmula E.M.A.R.T., veamos un
ejemplo de alguien que no aplicó esta fórmula y, por lo tanto, tiene
muy pocas probabilidades de alcanzar lo que se propuso:
META: «Este año pagaré todas mis deudas»
¿Te parece que «pagar todas mis deudas» es una meta
E.M.A.R.T? ¿Es específica? ¿Es medible? ¿Es alcanzable? ¿Es
relevante? Podríamos decir que solo tiene el tiempo definido
(«este año»), pero se está dejando fuera muchos detalles de la
fórmula.
Veamos ahora un ejemplo de la misma meta, pero aplicando la
fórmula E.M.A.R.T:
«Voy a pagar todas mis deudas, la del coche, la del
préstamo que me hizo mi hermana y la de la tarjeta
de crédito, que suman 5 mil euros, y lo haré hasta el
31 de diciembre de este año. Lo conseguiré
haciendo trabajos extra por mi cuenta, en mis horas
y días libres, ganando alrededor de 400 euros extra
por mes y así poder finalizar el año libre de encargos
financieros y sentirme totalmente tranquilo».
Con ese ejemplo, puedes ver claramente la diferencia entre una
meta inicial mal planteada («quiero pagar todas mis deudas este
año») y otra meta perfectamente clara y definida usando E.M.A.R.T.

Analicemos ahora sus diferentes partes:


«Voy a pagar todas mis deudas (…) que suman 5
mil euros»: se le está poniendo un valor a esas deudas y de
dónde proviene cada una. Estamos siendo ESPECÍFICOS.
«Hasta el 31 de diciembre de este año»: se le está
estableciendo un plazo de tiempo, una fecha límite en la que se
alcanzará la meta.
«Haciendo trabajos extra por mi cuenta, en mis
horas y días libres, ganando alrededor de 420
euros extra por mes»: implícitamente se está colocando en
el planteamiento de la meta un posible método o camino para llegar
al resultado esperado y un valor que podremos ir midiendo cada
mes. Además, es un valor alcanzable y razonable si nos
esmeramos, pero desde luego, debemos ser flexibles, porque
nuestra idea inicial podría sufrir alteraciones debido a obstáculos o
contratiempos.
«… poder finalizar el año libre de encargos
financieros y sentirme totalmente tranquilo»: En
este caso, le estamos aportando al planteamiento algo del resultado
emocional que queremos conseguir con el cumplimiento de la meta,
le estamos inyectando parte de lo que sentiremos y eso nos servirá
de motivación y estímulo. Desde luego, ese estímulo nos recuerda
que sí es algo relevante, algo que realmente le aportará valor a
nuestra vida.
Es esa la manera como se crean, plantean y decretan las metas
para que dejen de ser un mero sueño y podamos volverlas realidad.
Escribe todas tus metas usando la fórmula E.M.A.R.T y verás que
comienzas a conseguir mucho más de lo que has sido capaz de
conseguir hasta ahora. Es impresionante el cambio positivo que
genera dedicarle unos cuantos minutos al planteamiento detallado
de cada una de nuestras metas, en vez de dedicarle solo unos
pocos segundos.
TERCERA PARTE:
HACIENDO QUE SUCEDA
El humano programa a la máquina; la máquina
programa a la máquina; la máquina no programa al
humano; el humano programa al humano.
Somos nosotros mismos los que programamos
nuestra mente. Factores externos (como este libro,
por ejemplo) únicamente pueden servir como guía,
referencia o catalizador, pero la programación de
nuestra mente la debemos hacer nosotros mismos,
con nosotros mismos.
Es una combinación de decisión, compromiso,
disciplina, perseverancia y muchas ganas de triunfar;
todo eso junto hace que tengamos la disposición de
programar nuestra mente para el éxito.
LAS 4 R’s DE LA PROGRAMACIÓN
MENTAL
Lamentablemente, no existe una app que podamos instalar en
nuestro cerebro para desarrollar al instante una mentalidad de éxito.
Deberemos recurrir a métodos arcaicos y ordinarios para programar
nuestra mente para triunfar.
Las cuatro «R’s» básicamente son las iniciales de cuatro acciones
que debemos ejecutar obligatoriamente para poder programar
nuestra mente. Repito: es obligatorio y fundamental lo que viene a
continuación; de lo contrario, te mantendrás en tu vida actual, con
tus acciones actuales y tus resultados actuales. Si realmente
quieres triunfar, debes implementar a rajatabla lo siguiente:
1. El Reencuadre:
Un término que se utiliza principalmente en Programación
Neurolingüística (y en otras áreas) que, descrito de una forma muy
simple significa: ver (o interpretar) las cosas desde otra perspectiva.
Imagínate que estás de vacaciones en París y quieres hacerles una
foto a tus familiares delante de la torre Eiffel. Haces tu mejor
esfuerzo para meterlos a todos en la foto, pero hay un montón de
turistas detrás que no quieres que salgan. Entonces le pides a tus
familiares que se muevan un poco hacia la izquierda o te acercas a
ellos para que no salgan los otros turistas. ¿Qué estás haciendo en
ese momento? Estás reencuadrando la fotografía. De la misma
manera, lo hacemos a nivel de programación mental cuando
tratamos de dejar fuera ciertos elementos que no queremos en
nuestra mente (porque no nos están ayudando) y tratamos de incluir
otros que sí queremos y necesitamos para triunfar.
Los psicólogos le llaman a esto «reevaluación cognitiva». Hay
muchísimas cosas que en este momento te están impidiendo triunfar
simplemente porque no las has reencuadrado. El reencuadre es el
nuevo significado o interpretación que le damos a ciertos
hechos, palabras, comportamientos, situaciones, emociones,
etc., para que, en vez de frenarnos, nos ayuden o nos permitan
avanzar.
Aquella metáfora de ver el vaso medio lleno vs. medio vacío es un
ejemplo de encuadre. Algunas personas ven el vaso medio vacío
porque son pesimistas (o les ven primero el lado negativo a las
cosas) mientras que otras ven el vaso medio lleno porque son
optimistas (o suelen verles el lado positivo a las cosas). El
reencuadre nos ayuda a ver el vaso medio lleno, en ocasiones que
solemos verlo medio vacío.
Podemos y debemos reencuadrar miedos, creencias, hábitos e
inclusive, podemos reencuadrar elementos de nuestra personalidad
que quizá no nos dejan muy satisfechos. Por ejemplo, una persona
que se considera muy introvertida o reservada siente que por esa
característica de su personalidad, no se ha atrevido a hablarle a la
persona que le gusta hace tanto tiempo (por miedo a que la
rechace) o no se atreve a pedirle un aumento a su jefe (por miedo a
que la despida); esta persona podría reencuadrar su introversión
como una cualidad positiva, que le da algo más de tiempo para
pensar bien las cosas y crear un plan adecuado y prepararse ante
posibles resultados negativos. El introvertido usará esa
característica de su personalidad como algo bueno, que le dará
confianza, en vez de verlo como algo malo, que lo hace sentir
inseguro.
No se trata de que te engañes; se trata de que encuentres el otro
lado del cristal para interpretar las situaciones y luego, tomes
decisiones en base a tu reacción ante esa situación y dentro de ese
contexto.
La mayoría de las situaciones que se nos presentarán en la vida, no
son ni positivas ni negativas, sino que nosotros le ponemos la
etiqueta de «buena» o «mala» dependiendo de nuestra
programación mental actual.
Lo fundamental para programar tu mente para triunfar es
reencuadrar todo lo que te detiene o te atrasa, reencuadrar las
situaciones, el contexto de esas situaciones, reencuadrar tus
creencias, reencuadrar el miedo, la interpretación que le das a
ciertos hechos y que extraigas lo que te traerá mayor provecho y no
lo que realmente te mantiene atado a una situación que no quieres
que continúe por mucho tiempo. Esto es algo que trabajamos a
fondo en el taller «Programando tu Mente para Triunfar»
(www.triunfar.co).
Reencuadra todas aquellas las situaciones que has etiquetado como
negativas y búscales el beneficio para convertirlas en fortaleza.
2. Resiliencia
La resiliencia básicamente es la habilidad que todos tenemos de
levantarnos cuando nos caemos, sacudirnos el polvo y continuar
nuestra misión. Es la capacidad de soportar los golpes que nos da la
vida y seguir adelante, así sea llenos de moretones.
Absolutamente todos pasamos por momentos difíciles y algunos de
ellos, nos dejan traumas. Quedamos tan afectados que evitamos
situaciones similares, aun sabiendo que son necesarias para
conseguir lo que queremos. La resiliencia nos ayuda a superar los
traumas del pasado, a aprender de nuestros errores y a usar esa
experiencia como recurso que nos ayudará a conseguir lo que
queremos.
Debemos aceptar que, durante el recorrido, tropezaremos muchas
veces, caeremos y nos lastimaremos. Aspirar a lo contrario es lo
que destruye a tantas personas; creen que pueden llegar a la meta
sin heridas ni golpes y esperan que el paseo sea precioso en todo
momento.
Como un buen padre o madre lo haría con su hijo cuando se cae,
debemos decirnos a nosotros mismos: «No te preocupes;
tranquilo; el dolor va a pasar. Levántate y sigue
caminando».
Inclusive en los casos más graves en los que hay que salir corriendo
con el niño al hospital, en el camino le vamos diciendo lo mismo
para tranquilizarlo: «No te preocupes, está todo bien;
estamos yendo al médico y él te va a ayudar a
sentirte mejor. Yo sé que te duele, pero ya lo vamos
a curar. Tranquilo».
Ante cualquier adversidad, todos tenemos la opción de convertirnos,
sentirnos y comportarnos como una víctima de las circunstancias,
de quejarnos, darnos golpes de pecho y de despertar lástima en
todos los que nos rodean. Sin embargo, también tenemos la opción
de aceptar que la adversidad forma parte del proceso, que muchos
se han recuperado de situaciones peores y que tenemos la fuerza
suficiente para lidiar con esto y mucho más.
¿Cuál de las dos opciones eliges tú?
La resiliencia tiene mucho que ver con la autoestima; la resiliencia
se desarrolla de la misma manera que desarrollamos nuestra
autoconfianza. Cada vez que nos caigamos y nos levantemos, nos
volveremos más seguros de nosotros mismos y confiaremos en que
tenemos la capacidad de superar cualquier adversidad.
3. Repetición.
Escuchando el audiolibro de la biografía del fisicoculturista, actor y
político Arnold Schwarzenegger, me quedó grabada una palabra
que, desde entonces, siempre la he implementado en mi vida como
una filosofía: Repeticiones. Arnold le atribuye todo su éxito a las
repeticiones; como él dice: «reps, reps, reps». Todo
aquello que queramos mejorar y todo en lo que
queramos volvernos buenos, debemos hacerlo una y
otra vez, practicar una y otra vez, entrenar una y otra
vez (hacer repeticiones, repeticiones, repeticiones)
hasta volvernos muy buenos en lo que queramos.
Vivimos en una época en la que estamos acostumbrados a pulsar
un botón y obtener un resultado inmediato. Debemos tener
conciencia de que esto no pasa con nuestro entrenamiento para
convertirnos en personas de éxito. Hay apps que nos ayudan a
concentrarnos y a ser más disciplinados, pero no nos hacen
disciplinados ni nos vuelven personas concentradas; nos ayudan, no
nos hacen. Cualquier habilidad, sea la del reencuadre, la de la
resiliencia, la disciplina, la capacidad de concentración, entre
muchas otras habilidades que nos ayudarán a triunfar, debemos
constantemente repetirlas hasta que nos salgan de forma natural,
sin mayor esfuerzo.
La repetición es la clave de la maestría. La repetición es
fundamental para volvernos muy buenos y para adquirir mejores
hábitos. Inclusive los hábitos malos que tienes actualmente, los
tienes gracias a la repetición; empezaste un día con ese mal hábito,
lo repetiste al día siguiente, hasta que se implantó en ti, casi sin
darte cuenta y ahora te cuesta mucho quitártelo.
Si quieres ser más disciplinado, empieza con pequeños fragmentos
de tiempo de una forma repetitiva y luego ve aumentando el tiempo
y la dificultad de las actividades que requieren tu disciplina.
Para reencuadrar muchas de nuestras creencias, debemos utilizar
afirmaciones empoderadoras, y aunque sé que hay gente que no
cree en las afirmaciones y piensa que son tonterías, te recuerdo que
yo soy muy escéptico y crítico con todo, pero he visto cómo las
afirmaciones han transformado mi vida de forma positiva.
El problema con muchas afirmaciones positivas es que nos hacen
sentir ridículos, porque es imposible que nos creamos algo que
sabemos que no es cierto, pero debemos buscar cuál es la parte de
esa situación que sí lo es y la que hace que nos sintamos con mayor
confianza. Si creemos que no somos buenos en algo, es absurdo
intentar engañarnos con la frase «¡Yo soy muy bueno en
esto!», pero la podemos transformar en: «¡Cada día me
vuelvo mejor en esto!».
Hace unos 10 años, yo estaba totalmente quebrado a nivel
financiero y no sabía cómo mejorar mi situación. En esa misma
época me expuse por primera vez al concepto de Afirmaciones
Positivas y lo intenté durante algún tiempo, diciéndome: «¡Yo soy
abundancia y atraigo mucha abundancia en mi
vida!». Por dentro, mi voz interior me gritaba: «¡Mentiroso!
¡Eso no te lo cree ni tu mamá!». Desde luego, no estaba
funcionando. Así que decidí cambiar la frase por: «¡Yo tengo la
capacidad y la creatividad suficiente para encontrar
fuentes de ingreso que traerán abundancia a mi
vida!». En ese caso, la voz interior se quedó callada, porque esa
afirmación sí era 100% creíble para mí. Pocos meses después, hice
un cambio de vida profesional y por primera vez, empecé a ganar
mucho más de lo que necesitaba para vivir.
Desde luego, hay que ponerles emoción y sentimiento a las
afirmaciones, de lo contrario, se convierten en frases banales a las
que no les damos importancia.
Ten consciencia de cuántas frases repites a diario que no te están
ayudando, pero las dices porque todos a tu alrededor las repiten
constantemente y acabas actuando en base a esos pensamientos.
No repitas lo que no quieras hacer realidad.
Como te imaginarás, repetir afirmaciones positivas sin mover el cul*
para hacerlas realidad, no te funcionará. La repetición de las
afirmaciones debe ir acompañada de la repetición de acciones.
La repetición es más importante que la duración. Si quieres crear el
hábito de trabajar de manera concentrada sin que nada te distraiga,
practica todos los días durante 15 minutos, no durante dos horas, un
día sí y cuatro no.
Gracias a esa repetición de pensamientos empoderadores, de
acciones que contribuyen a un resultado, de respuestas a estímulos
o situaciones, de las interpretaciones que le das a las cosas, que
eres capaz de programar tu cerebro para triunfar.
4. Responsabilidad
Este es uno de los elementos más serios e importantes en lo que a
programación mental se refiere. Hay muchas personas que no
quieren (o les da miedo) asumir la responsabilidad de todo lo que
les pasa. Aunque hay factores externos que nunca podremos
controlar y sí que hay situaciones de azar que no hay manera de
predecir ni de prevenir, nosotros debemos aceptar que somos
responsables por la gran mayoría de cosas buenas y malas que nos
pasan. Debemos asumir y aceptar la responsabilidad de que somos
los pilotos de nuestra vida. Como dice un buen amigo mío que es
piloto comercial: «los aviones no se caen. En +90% de
los casos, los deja caer el piloto».
Podemos darnos una palmadita en el hombro cada vez que algo
bueno nos suceda y debemos darnos una palmadita en el cul* cada
vez que algo malo nos suceda, porque en ambos casos, ha sido
culpa nuestra.
En psicología hay un término llamado «locus de control» que se
refiere a la interpretación que hacen las personas del origen causal
de lo que les pasa en la vida. Existen dos tipos: Locus Interno y
Locus Externo.
Las personas que tienen un locus de control interno más
desarrollado o predominante, asumen la responsabilidad con
prácticamente todo lo que les sucede, mientras que las personas
que tienen un locus de control externo más predominante,
generalmente le echan la culpa a todo y a todos de todo lo malo que
les sucede.
Un triunfador se siente y sabe que es responsable de prácticamente
todo lo que le pasa y casi nunca busca factores externos, ni
culpables externos a quién soltarles la carga, cuando algo no les
sale como quieren. No culpan a la crisis, ni al gobierno, ni a sus
padres, ni a la falta de apoyo de su pareja, ni a Dios, ni a la
enfermedad que les hace la vida más difícil; saben que de ellos
depende su éxito o su fracaso, a pesar de las circunstancias
externas.
Cuando algo te sale bien, reconoces tu mérito y te sientes orgulloso.
Haz lo mismo cuando algo te salga mal: reconoce tu
responsabilidad, aprende la lección y vuelve a intentarlo.
Los que viven su vida como «pasajeros» en vez de cómo «pilotos»,
adoptan una posición pasiva, de víctima y derrota; los que
agarramos con fuerza las riendas de nuestra vida, nos buscamos
nuestras propias oportunidades, nos entrenamos y formamos en las
áreas que necesitamos desarrollar y nos levantamos de cada caída
para volver a intentarlo hasta triunfar.
Las 4 R’s de la programación mental son importantes, pero esta
última R, la de RESPONSABILIDAD, es la que realmente determina
si triunfarás, o no.
Solo 1% de lo que sucede en nuestra vida es producto del azar; el
otro 99% sucede por nuestros pensamientos, nuestras creencias,
nuestras decisiones, nuestras acciones, nuestra capacidad de
reencuadrar las situaciones, nuestra capacidad de resiliencia y
nuestro entrenamiento constante a través de múltiples repeticiones.
Asume tu responsabilidad y verás cómo mejora tu vida.
Triunfar en la vida no es fácil, pero aquellos que realmente estamos
comprometidos con nuestro éxito, con conseguir una mejor calidad
de vida para los nuestros y para nosotros mismos, haremos lo que
sea necesario hasta conseguirlo.
MOTIVACCIÓN
«¡Es que no me siento
Cuántas veces te has pillado diciendo:
motivado! ¡No sé qué me pasó, pero es que perdí mi
motivación! Yo antes era una persona súper
motivada y ahora ¡No lo soy! Es que estoy
esperando que algo realmente me motive. Quiero
ver un vídeo en YouTube que me motive; quiero que
me digan algo que me motive; quiero que me den
alguna herramienta o lo que sea que me ayude a
recuperar mi motivación».
Posiblemente te has encontrado diciéndote esto más de una vez
porque crees (o te han hecho creer) que la motivación es como el
«Santo Grial». Muchos quieren encontrar la motivación que
perdieron o la super-motivación que tienen aquellos que triunfan.
El problema no es de falta de motivación, sino más bien de
concepto. Motivación viene de «motivos»; debes tener motivos para
hacer algo. Ambas palabras, «motivo» y «motivación» tienen la
misma base y el mismo objetivo: poner en movimiento, poner en
acción. Es imposible separar la palabra «motivos» de la palabra
«acción», así que lo que debemos hacer es encontrar los motivos
que nos pongan en acción y así poder desarrollar la ¡MotivAcción!
Así que, empecemos con una pregunta sumamente profunda y que
debes realmente considerar:
¿Cuáles son tus motivos para triunfar?
Ante esta pregunta, muchos se apresuran a responder lo primero
que les viene a la mente y generalmente, nombran premios o
recompensas, no motivos. «Quiero tener una casa
grande», «Quiero tener un coche/auto de lujo»,
«Quiero viajar por el mundo», «Quiero tener
independencia financiera», «Mi mayor motivo es
convertirme en un Youtuber famoso».
En vez de responder con premios, trofeos o recompensas que
quieres obtener, intenta ir a niveles más profundos, a niveles de
satisfacción personal real.
«Alex, pero es que yo tengo motivos suficientes, lo
que me falta es la motivación para tomar acción» Dijo
la vocecita del perdedor que todos llevamos dentro.
Muchos buscan la motivación en aquel vídeo de Facebook o de
Instagram, en el libro de aquel u otro autor de autoayuda, en el
orador motivacional que ha dado conferencias TED, cuando todos
esos recursos son fuentes externas de motivación que su efecto
dura poco y pasa muy rápido, como el café de la mañana.
La verdadera motivación y la más poderosa es la interna, la que
arde por dentro, la que no necesita de factores externos para existir,
sino que se alimenta de factores externos para crecer y arder con
mayor fuerza.
Para algunos, la frase anterior puede llegar a ser bastante profunda
y filosófica, así que, te lo explicaré de otra manera más simple:
Encuentra tus verdaderos motivos para triunfar y luego alimenta el
deseo de triunfar usando fuentes externas de inspiración (no de
motivación).
Aquel libro, conferencia, discurso o vídeo son fuentes que te
inspiran a tomar acción en momentos en los que sientes que te falta
la motivación para trabajar por lo que quieres.
A mí no me motiva un libro o una película, ni mucho menos un autor
o conferencista. A mí esos factores externos me inspiran y son
como un «shot» de energía adicional cuando necesito ponerme en
movimiento.
Para saber exactamente lo que nos mueve, lo que nos pone en
acción, debemos preguntarnos:
¿Cuáles son mis motivos?
¿Por qué quiero lo que quiero?
¿Qué estoy haciendo al respecto?
¿Para qué lo estoy haciendo?
¿Cuál es el fin?
¿Cómo quiero que sea mi día a día?
¿A quién quiero hacer feliz (además de mí)?
¿Por qué tengo esos motivos?

Al tener esto claro, sabrás por qué y para qué te levantas de la


cama cada mañana. Si te recuerdas constantemente tus motivos y
si estos tienen bastante fuerza y significancia para ti, nunca
deberías sufrir de «desmotivación».
Por otro lado, hablando en el lenguaje y sentido que la mayoría de
las personas le da a la palabra motivación, no hay mayor motivador
que el progreso; ir consiguiendo resultados, así sea poco a poco,
nos ayuda a mantenernos motivados. Muchos no toman acción
porque no se sienten motivados y olvidan que, al no tomar acción,
no consiguen ningún tipo de resultados que los ayude a mantenerse
motivados.
Veamos el ciclo de motivación normal, el que muchos practican (o
esperan) a diario:
CICLO DE MOTIVACIÓN NORMAL:

«Yo no puedo hacer nada


La gente normalmente piensa:
hasta que no me sienta motivado; si no me siento
motivado, no hago nada, me da pereza hacer lo que
sea, así que, primero tengo que sentirme
suficientemente motivado para poder hacer algo y
luego ya veré si consigo algún resultado, y si no
consigo el resultado que esperaba, me desmotivo
aún más que cuando empecé» …y ¡Pum! allí murió todo.
En vez de ser un ciclo que se repite constantemente, es un inicio, un
intento y un fin, si no se consigue el resultado que se esperaba.
Ahora, veamos cuál es el ciclo de motivación de los triunfadores:
CICLO DE MOTIVACIÓN DE LOS TRIUNFADORES:

Es este el ciclo que debes cultivar, esta es la motivación de los


triunfadores, es así como debemos pensar y actuar. No debemos
esperar hasta sentirnos motivados para hacer algo y conseguir un
resultado ¡Es al revés! Primero debemos hacer algo, conseguir un
pequeño resultado positivo que nos hará sentir motivados y seguir
tomando acción hasta conseguir el resultado que esperamos ¡Es así
como se triunfa en la vida!
Es normal que muchas veces las cosas no salgan como esperamos
y, sobre todo, cuando tan solo lo hemos intentado un par de veces o
durante poco tiempo. Hay cosas que toman más tiempo, que
requieren de mayor esfuerzo y debemos ser conscientes del grado
de dificultad o nivel de riesgo de la acción que vayamos a tomar, no
para desanimarnos sino para todo lo contrario: para prepararnos y
alinear nuestras expectativas con el nivel de esfuerzo requerido y el
grado de dificultad al que nos enfrentamos.
A veces nos planteamos metas muy grandes en muy poco tiempo o
metas muy complicadas para el repertorio de habilidades y
conocimientos que actualmente poseemos y, cuando no
conseguimos buenos resultados, nos desmotivamos. No se trata de
bajar el nivel de nuestras metas, sino de crear un plan de acción que
nos permita ir tomando acción mientras aumentamos nuestro propio
nivel de capacidades y habilidades.
Así que te doy un truco que a mí me funciona de maravillas:
Divide todas tus metas en micro-metas (relativamente) fáciles de
alcanzar, pero que, al unirlas, contribuyan de manera considerable
al objetivo que te habías propuesto.
Por ejemplo, si quieres mejorar tu forma física y parte del proceso
requiere que adelgaces 10Kg, podría llegar a ser muy desmotivador
subirte a la balanza luego de dos semanas pasando hambre como
un hijoeput* y ver que solo has rebajado 800 gramos. En vez de
pensar en la meta de bajar 10Kg, vamos a convertirla en micro-
metas más «fáciles» (así, entre comillas) de alcanzar. Por ejemplo:
«Voy a rebajar 500 gramos a la semana».
Rebajar 500 gramos en una semana se traduce en 2Kg al mes
(¡nada mal!) y cuando veas que esa micro-meta ha sido
relativamente fácil de conseguir, te dará el empuje y la motivación
que necesitas para, el mes que viene, aumentarla a: «voy a rebajar
1 kilo a la semana». Como ya te demostraste que eres capaz de
conseguir un pequeño resultado, te sentirás con mayor confianza y
determinación para ir aumentando el grado de dificultad y sacrificio.
En vez de tomarte esta sugerencia como: «ponte metas pequeñitas
y fáciles de alcanzar; no seas ambicioso» más bien tómatela de esta
manera:
Empieza con micro-metas realistas para tu situación y
capacidad actual, en plazos de tiempo realistas, que requieran
de un esfuerzo considerable pero alcanzable, que te permitan
crear inercia y al mismo tiempo, te vayan retando de manera
gradual para darte la fuerza, la autoconfianza y la motivación
para seguir haciendo más, más y más.
No hay metas que sean irrealistas, hay plazos que lo son. No te
auto-desmotives poniéndote plazos absurdamente cortos para
metas impresionantemente grandes. Concéntrate en los siguientes
100 metros de la carrera, en vez de poner tu mente en los 40
kilómetros del maratón.
CÓMO AUMENTAR EL DESEO POR
CONSEGUIR LO QUE QUIERES
Muchas personas no consiguen lo que quieren porque no lo quieren
lo suficiente. Si lo quisieran como la vida misma, no se detendrían
por tonterías. El problema no es la dificultad, la incomodidad o el
miedo que te genera la meta que te has propuesto; el problema son
las ganas insuficientes de conseguir eso que «quieres».
Supongamos que (ojalá que nunca te pase) tu casa se incendia.
Están todas tus pertenencias dentro, pero el incendio ya se ha
extendido mucho y lo único que puedes hacer es salir corriendo por
la puerta principal que aún está libre de llamas. Te da mucho dolor
perder todas tus pertenencias en ese incendio, pero la vida es más
importante que cualquier bien material. ¿Cierto?
Ahora supongamos la misma situación, pero con un ligero cambio:
tu hijo, tu sobrino, tu madre o cualquier otro ser querido, está
atrapado del otro lado de las llamas y aunque tú puedes escapar, él
no. Probablemente no me equivoque al pensar que serías capaz de
atravesar las llamas, sufrir quemaduras de tercer grado en todo el
cuerpo, para poder salvar a tu ser querido. ¿Me equivoco?
Cuando nos planteamos una meta, pero no la queremos lo
suficiente, tenemos dos opciones:
1) Nos olvidamos de ella y así no perdemos más tiempo y energía;
2) Aumentamos el deseo por conseguirla para no rendirnos hasta
que la alcancemos.
Si eliges la primera opción, puedes dejar de leer y pasar a otra parte
del libro porque todo lo que viene a continuación es para los que
quieren ir a por todas y conseguir lo que se propusieron.
Generalmente hay dos grupos de personas que consiguen
prácticamente todo lo que se proponen. Por un lado, tenemos a
aquellos que quieren algo con muchísima fuerza, que tienen
muchísimas ganas de conseguirlo, son los que consiguen incluso
más de lo que se habían propuesto y usualmente, son personas
súper competitivas, casi obsesivas, pero una obsesión positiva,
canalizada a la acción, que genera buenos resultados.
Por otro lado, tenemos el grupo de personas que consigue
prácticamente todo lo que se proponen, pero porque le tienen miedo
a las consecuencias de no conseguir lo que quieren; no es que
tengan demasiadas ganas de conseguir esa meta, pero le tienen
pánico a las consecuencias de no conseguirla. Probablemente no es
que quieras demasiado la independencia financiera, pero te da
miedo quedarte en la calle y ser pobre toda tu vida; probablemente
no es que quieras demasiado tener un cuerpo esbelto, pero le tienes
miedo a sufrir de enfermedades derivadas de una mala alimentación
o tienes miedo de no sentirte una persona atractiva.
Podemos usar la «psicología positiva» o la «psicología negativa» y
cada persona debe encontrar lo que le funcione mejor. A algunas
personas la «psicología negativa» les funciona muy bien y, de
hecho, el ser humano en general tiende actuar más por evitar o
acabar con un dolor, que por buscar un placer. La gente,
generalmente, se mueve con más ímpetu cuando están huyendo de
un peligro que cuando se están acercando a una situación de
satisfacción, orgullo y disfrute. Evidentemente, no todos somos
iguales y deberás ver cuál es tu caso y cómo funcionas mejor.
Ya sabiendo que aquellos que consiguen prácticamente todo lo que
se proponen están en algunos de estos dos grupos, vamos a
empezar con algunas sugerencias para aumentar el deseo por
conseguir lo que quieres de una forma positiva:
Alimenta tu mente de razones para quererlo:
Haz una lista de varias razones de porqué lo quieres, para qué lo
quieres, de qué manera tu vida será mejor al alcanzar esta meta.
Hazla lo más variada e ilustrada posible; Incluye fotos, sonidos,
canciones, olores, texturas, etc. De alguna forma toda esa mezcla
de estímulos y sensaciones hace que cambie nuestro estado de
ánimo y nos ayuda a aumentar el entusiasmo siempre que sintamos
que queremos tirar la toalla. Haciendo esta lista de razones,
estamos alimentando a la mente, para que recuerde porqué y para
qué estamos trabajando.
El día a día nos «atropella» a todos, hace que se nos olviden
muchas cosas y de primero, están aquellas cosas que harán nuestra
vida mucho mejor, así que, esta lista nos servirá de recordatorio y
debemos recurrir a ella tantas veces lo consideres necesario.
Visualiza que ya lo tienes:
Ya hablo de visualización en otra parte de este libro y allí te explico
en lo que consiste y cómo hacerlo de la manera correcta, así que,
no me extenderé mucho aquí. Visualiza constantemente que lo que
quieres, es tuyo; visualiza tu vida habiendo ya conseguido eso que
quieres, imagínate que ya lo tienes, que forma parte de tu presente
(no de tu futuro). Eso hace que, cada vez que lo visualices, lo
quieras más y más.
Como te explico en el capítulo de visualización, no se trata de
«soñar» como una persona ingenua, inocente o ridícula, no; esto
tiene ciencia, tiene una influencia real y comprobada en nuestra
mente, así que, te recomiendo que lo hagas para aumentar el deseo
por conseguirlo.
Escribe una declaración y compromiso de porqué lo quieres:
Esto es como una especie de «Términos y Condiciones», como un
contrato que hacemos con nosotros mismos donde explicamos
porqué lo queremos, para qué lo queremos, lo que deberemos hacer
para cumplirlo y comprometernos a cumplir ese «contrato».
«Yo, Alex Kei, declaro
Puede ser una declaración como esta:
que construiré un refugio con excelentes condiciones
de vida para gatos abandonados y contaré con un
equipo de voluntarios y profesionales que, me
ayudarán a cuidarlos, mantenerlos sanos y
saludables, hasta encontrarles un nuevo hogar.
Quiero alcanzar esta meta porque tengo un aprecio y
sensibilidad especial hacia los gatos y me entristece
ver como muchos de ellos sufren (injustamente)
maltratos y pésimas condiciones de vida, sobre todo,
los que deambulan por la calle. Me comprometo a
hacerlo realidad en un plazo de 5 años y para ello,
ahorraré el 20% de las ganancias de una de mis
empresas y dejaré de comer sushi con tanta
frecuencia, para usar ese dinero ahorrado en la
construcción del refugio. A partir de hoy, le dedicaré
30 minutos a la semana a planificar los pormenores
de este proyecto e ir adelantando trabajo para
cumplir la meta en el plazo establecido. Será un
logro que me llenará de orgullo y me sentiré
sumamente feliz por ayudar a tantos gatos
abandonados a tener una mejor calidad de vida y
encontrarles un buen hogar.»
Cuando sintamos que nos estamos relajando, cuando veamos que,
quizá, no estamos haciendo todo lo que deberíamos para alcanzar
esa meta, debemos leer esta declaración para recordarnos porqué
lo queremos y para qué estamos dispuestos a hacer ciertos
sacrificios y actividades menos gratas. Al leerla, deberíamos sentir
un subidón de ganas y de emoción por alcanzar esa meta.
Rodéate de personas con mentalidad y metas similares a las
tuyas:
Es sumamente inspirador y reconfortante cuando otras personas
nos ayudan a ver las cosas desde otra perspectiva, nos ayudan a
encontrar siempre el lado positivo de las dificultades que se nos
presentan y nos incentivan a seguir trabajando, hasta que lo
consigamos.
Estas personas nos entienden porque piensan de una manera muy
similar y también se han propuesto metas similares. Es como
cuando acordamos hacer ejercicio a diario con un amigo, para que
nos demos ánimo y fuerza el uno al otro. Esto es sumamente
importante para mantener una actitud positiva y siempre tener
presente lo que queremos conseguir.
Por otro lado (la otra cara de la moneda), evita a las personas que
intenten disuadirte de tu meta; como que si tuviesen sarna, ébola o
piojos, evítalos porque te lo van a pegar. Poco a poco, harán que
pierdas el deseo por conseguir lo que te propusiste y, sobre todo, si
son personas importantes en tu vida. Créeme, te van a j*der los
pensamientos, te van a confundir, empezarás a dudar y se generará
un conflicto interno dentro de ti, porque sabes que quieres algo que
esa o esas personas (que son importantes para ti) lo consideran
malo, inútil, estúpido o «peligroso».
No se trata de dejar de hablarles, simplemente llega un acuerdo con
ellos y pídeles que, entre vosotros, no se hable de tus metas ni de
porqué sí o porqué no debas avanzar con ellas. Es impresionante el
peso e influencia que tienen las personas que nos rodean.
Créete que es posible:
Todos tenemos limitaciones y defectos, pero al mismo tiempo, el ser
humano ha demostrado a lo largo de la historia de que es capaz de
alcanzar logros que tan solo años antes, parecían absolutamente
imposibles. No bases tu futuro en tus presentes habilidades y
recursos; si planificas tu futuro basándote en tu situación actual,
tendrás un futuro exactamente igual a tu situación actual. Debes
creerte profundamente que tienes la capacidad de entrenarte para
desarrollar las habilidades que necesites y que tienes la capacidad
de conseguir los recursos que necesites.
Existe algo llamado «teoría de la expectativa», creada por el
profesor Victor Vroom de la universidad de Yale, que explica la
tendencia que tiene una persona a actuar de una manera concreta,
según la creencia que tenga de cuál será el resultado o recompensa
que obtendrá tras realizar una acción. La teoría explica que una
persona le otorga cierto valor o importancia al resultado que quiere
obtener y se crea una expectativa basada en la confianza que tenga
en conseguir o no el resultado esperado. Si la persona no le otorga
el valor suficiente al resultado o si no cree que es capaz de
conseguirlo, entonces no tendrá la motivación suficiente para tomar
acción.
La parte más importante de la teoría de la expectativa del profesor
Vroom que debes grabarte en tu memoria, en este contexto de tus
creencias, es: si no te crees capaz de conseguir lo que quieres,
entonces no tendrás la motivación suficiente para tomar
acción.
Con estas recomendaciones de psicología positiva estoy seguro de
que irás por buen camino, pero pasemos a las de psicología
negativa, que también funcionan muy bien para ayudarnos a querer
huir del dolor y del sufrimiento. No todas te serán de provecho, así
que, primero léelas y luego decide cuáles te podrían ayudar y cuáles
podrían causarte un efecto totalmente opuesto al que quieres:
Alimenta tu mente de lo malo que sucederá si no lo consigues:
De la misma manera que creaste una lista de razones del porqué lo
quieres y cómo mejorará tu vida cuando alcances tus metas, ahora
haz una lista de situaciones de mierd* y de lo mierd* que será tu
vida cuando no consigas aquello que quieres. Busca todas las
razones que te hagan pensar: «No puedo permitirme llegar
a esa situación. No puedo dejarme caer en esa
situación».
Muchas veces creemos que podemos darnos el lujo de postergar o
atrasar nuestras metas y olvidamos que el tiempo se nos escapa
entre los dedos casi sin darnos cuenta. Como consecuencia, nos
metemos en situaciones que no queríamos y creamos una realidad
totalmente opuesta a la que nos planteamos.
Curiosamente, solemos autoengañarnos con frases como «todo
va a salir bien, todo va a salir bien», pero ¡no hacemos
nada para que todo salga bien! En este caso, piensa: «¡nada va
a salir bien si no me pongo las pilas!». No pienses en tus
metas como algo que te «gustaría» tener; piensa en ellas como algo
que necesitas conseguir, porque las consecuencias de no
conseguirlas serán nefastas.
Visualiza lo miserable que será tu vida si no lo consigues:
Siéntela, vívela, escucha los sonidos, los aromas, las texturas, etc.;
todo lo malo, lo que no quieres tener, lo que no quieres que suceda,
visualízalo como si fuese hoy una realidad. Si no da diarrea y
náuseas al visualizarlo, no te estás esforzando lo suficiente.
Hay una técnica utilizada por Tony Robbins (que me parece
excelente) basada en la novela de Charles Dickens «Un cuento de
navidad». Tony dice que te imagines que viene el fantasma de la
navidad futura y te muestra cómo será tu vida si no cambias tus
malos hábitos actuales y lo que actualmente te mantiene en la
situación que te desagrada. Desde luego, será un futuro miserable y
la idea es que te pongas mentalmente en esa situación para que
veas que todo ha salido mal y que todo aquello que temías cuando
tenías la edad que tienes ahora, lo has vuelto realidad por tu falta de
planificación, por tus malos hábitos, por tu pereza, etc.
Cuando tengas esa idea sumamente clara en tu mente, cuando
hayas visualizado eso con lujo de detalle, créeme que si lo tienes
presente a diario, jamás te vas a dejar caer en esa situación.
Escribe una carta de despedida:
ADVERTENCIA: No hagas este ejercicio si has tenido pensamientos suicidas o si
sufres de depresión grave. La vida es maravillosa y tiene muchísimas cosas,
lugares y gente preciosa. Date la oportunidad de descubrirlo.
Escribe la carta de despedida que dejarías al suicidarte; escribe las
razones que hacen que quieras abandonar este mundo y cómo te
has decepcionado a ti mismo y a los tuyos. Explica lo miserable que
es tu vida por tu propia culpa, por no haber dado lo mejor de ti, por
haber preferido el camino fácil, en vez de el camino que te daría
todo lo que te mereces.
Cada vez que te relajes, cada vez que te descuides, cada vez que te
de pereza hacer lo que debes hacer, cada vez que sientas que no
tienes el deseo suficiente por conseguir lo quieres, lee esa carta que
te has escrito a ti mismo.
Añade en esa carta lo que le dirías a tus seres más queridos,
discúlpate con ellos por haberles fallado, por no haberles dado la
vida que se merecen, por haber sido una persona mediocre que se
conformó con una vida mediocre.
La idea es que uses esta carta como recordatorio, no como
sentencia. Léela cuando te apetezca tirar la toalla para que
recuerdes lo que no quieres que suceda, para que tengas
consciencia de lo que podrías causar con tu mediocridad, pereza y
conformismo.
Piensa en todas las personas que se burlarán de ti:
Imagínate sus caras, sus risitas burlonas, escucha en tu mente
como te dicen «…Y tú creías, de verdad, ¿que ibas a conseguir
eso? ¡Soñador! ¡Niñato! ¡Ingenuo! ¡Te lo dije!», imagínatelo, piensa
cómo se reirán de ti si fracasas.
Esto es súper efectivo para algunas personas, sobre todo para
aquellas, como yo, que somos súper competitivos y que a veces (no
siempre) nos estimula mucho saber a quién le vamos a restregar por
la cara nuestro éxito (a los que quieren vernos fracasar) y a quién le
vamos a demostrar que sí somos capaces de alcanzar lo que nos
propongamos (a los que dudan de nosotros).
Lamentablemente, algunas personas cercanas a nosotros están
esperando que demos el más mínimo traspié para restregarnos por
la cara que ellos tenían razón y por eso intentaban disuadirnos.
Identifica mentalmente a una persona cercana que sea
«fracasada»
De preferencia que sea un familiar o amigo muy cercano, de mayor
edad y que compartan contigo muchas características de su
personalidad, es decir, que seáis muy parecidos en varios aspectos.
La idea es que te proyectes en ellos y veas tu posible vida futura a
través de alguien que conoces de cerca. Yo tengo un familiar que
está en sus 60 años y tengo un muy buen amigo que acaba de
llegar a sus 50, y ambos, son extremadamente inteligentes y
talentosos, pero están envejeciendo pobres (a nivel mental) y
quebrados (a nivel financiero). Tienen cualidades que muchísimas
personas desearían tener para triunfar, pero nunca las utilizaron ni
las explotaron para construir una vida mejor y ahora han llegado a
una edad algo avanzada, sin haber alcanzado nada realmente
significativo. Entre vicios (como el alcohol) y una mentalidad
sumamente cerrada (creen que solo ellos tienen la razón en todo),
en general, sus vidas son un auténtico fracaso (en muchos sentidos)
y son absolutamente infelices (y, por lo tanto, amargados).
Yo me parezco mucho a ellos en varios aspectos y cada vez que me
da pereza trabajar por mis metas o siento que pierdo las ganas, me
digo que, si no me pongo las pilas ahora, seré como ellos cuando
tenga su edad. Esto a mí me funciona como latigazo en el cul* y me
pone a trabajar como una máquina inmediatamente.
Bien sea de la forma positiva o de la forma negativa, yo creo que
con todo esto que te he recomendado, tienes muchas herramientas
para aumentar el deseo por conseguir lo quieres. Recuerda que
muchas personas no alcanzan sus metas porque olvidan la
importancia que tienen en sus vidas.
Ahora ¡A triunfar!! (que quiero verte conseguirlo y, además, que ¡me
lo cuentes!)
CÓMO TENER MUCHA MÁS ENERGÍA
PARA ALCANZAR LO QUE TE
PROPONGAS
A veces las personas me preguntan «Alex
¿cómo haces para
lidiar con tantas empresas y proyectos distintos,
además grabar el podcast, escribir libros, etc. y no
sufrir de agotamiento extremo?» La verdad es que, no soy
una máquina y claro que, en ocasiones, siento un cansancio
extremo. Todos sufrimos de agotamiento, en algún momento u otro.
Sin embargo, es nuestra responsabilidad conseguir que esos
momentos de extenuación sean la minoría y no predominen en
nuestro día a día.
Voy a contarte cómo lo hago yo, lo que a mí me funciona y aunque
cada persona es distinta, de forma general creo que puedes
implementar esto que te voy a recomendar porque son principios
bastante universales que cualquiera que los implemente, va a
conseguir buenos resultados.
Muchas veces quisiéramos conseguir más, alcanzar muchas de
aquellas metas que nos hemos propuesto y aunque realmente
estamos comprometidos y estamos dispuestos a trabajar y a
esforzarnos por conseguirlas, sentimos como que, si un camión nos
ha pasado por encima, todos los días, y al día siguiente vuelve el
camión y nos vuelve a pasar por encima y así vamos viviendo. A
cada momento, sentimos que no tenemos la fuerza para luchar por
lo que queremos y sentimos un desgano general por todo y para
todo; algunos dicen que es desmotivación y aunque en algunas
situaciones, puede que sí sea eso, muchas otras veces, en realidad,
esa «desmotivación» es más bien cansancio, agotamiento, y hay un
agotamiento físico, pero también hay un agotamiento mental y
cuando tenemos ambos, somos incapaces (por más capaces que
realmente seamos) de sacar cualquier proyecto adelante.
Debemos saber escuchar a nuestro cuerpo y a nuestra mente, para
saber cuándo debemos parar y cuándo podemos continuar.
Yo siempre lo he dicho: cuando te canses, descansa, pero no te
rindas. Si te sientes cansado, descansa, pero no tires la toalla.
Muchas personas tiran la toalla y abandonan un proyecto porque se
sienten sumamente agotadas y muchas veces, el mejor remedio
para esta situación es parar. ¡Para un poco! Cambia de ambiente,
cambia de proyecto, date un tiempo para que ese proyecto, esas
ideas, lo que tienes que hacer, haga como el vino y respire. Cuando
lo dejes respirar, verás las cosas de otra manera y te apetecerá
trabajar en aquello que antes querías abandonar.
A continuación, te recomiendo lo que me ha funcionado muy bien
para dejar de estar tan cansado y tener mucha más energía:
1. Descansa:
Dale a tu cuerpo tiempo para que se recupere, deja que pase por el
natural de recargar las pilas y ¿sabes qué? muchas veces tenemos
que hacerlo durante el día, no solamente durante la noche.
Si tienes un horario «normal» en el que por la noche duermes y por
el día haces todo lo que tienes que hacer, entonces, lo ideal sería
que por la noche descanses el tiempo que tu cuerpo necesite para
recargarse. Cada persona es distinta y no estoy de acuerdo con
aquellas recomendaciones que nos dicen que «debemos
dormir 8 horas al día». Yo no necesito 8 horas al día, yo estoy
perfectamente bien con 6.5 horas de sueño nocturno. Pocas (muy
pocas) veces he dormido 8 horas o más, pero ese es mi caso; lo
importante es que cada persona determine cuál es su tiempo óptimo
de descanso nocturno. Para algunas personas serán ocho horas y
para otras serán solo cinco. Ve cuántas son las horas que tú
necesitas para descansar por la noche. Luego, durante el día,
cuando sea necesario y te sea posible, descansa.
Hacer siesta es una costumbre que normalmente se asocia a los
españoles y tenemos fama mundial por eso. En mi caso, yo aplico
algo similar a lo que hacían Edison, Newton, Da Vinci y muchos
otros, que es, dormir varias veces al día; a esto se le llama «sueño
polifásico». La mayoría de las personas practica el sueño
monofásico (de siete u ocho horas, generalmente por la noche) y
aunque lo que yo hago no es estrictamente sueño polifásico, se
parece un poco, porque duermo alrededor de 6.5 horas por la noche
y a lo largo del día hago, varias siestas. A veces hago siesta dos
veces al día (una a media mañana y otra a mitad o final de la tarde),
pero también he llegado a hacer cinco siestas en un mismo día; lo
hago siempre que no me puedo concentrar, que estoy bostezando
constantemente y sintiendo mucha pereza. Hay un dicho que dice:
«El tonto duerme a la hora que le toca cada día; el
genio duerme siempre que lo necesita». Es importante
hacer pequeñas siestas de máximo 20-30 minutos, para impedir que
el cerebro haga un ciclo completo de sueño que suele durar
alrededor de 90 minutos. Un ciclo de sueño normal pasa por cuatro
fases y debemos dormir únicamente el tiempo que dura su primera
fase (la superficial) o dormir 90 minutos seguidos para completar el
ciclo de 4 fases. Hay personas que duermen una siesta de 45
minutos o de 1 hora y se despiertan muy cansadas y desorientadas,
porque han dejado que su cerebro entre en etapas más profundas
del ciclo de sueño y lo han interrumpido a la mitad. Así que, siestas
de máximo 20-30 minutos de sueño, no más.
Tenemos que escuchar al cuerpo cuando nos está hablando un
martes a las 5:24 p.m. y nos dice: «¡ey! ¡chico! para un
poquito porfa, que necesito recargar las pilas»,
entonces es cuando nosotros, un martes a las 5:24 de la tarde,
decidimos parar y echarnos una siestecilla.
Así que, descansa y descansa siempre que lo necesites, no
únicamente cuando puedas. Duerme un fin de semana entero,
pídele a tu jefe un día de vacaciones, cancela citas o lo que sea
necesario, para que descanses cuando lo necesites. Es demasiado
difícil trabajar en nuestras metas cuando estamos demasiado
agotados.
2. Hidrátate muy bien:
Muchas veces nos sentimos cansados porque no estamos bien
hidratados y eso afecta de manera negativa muchas de nuestras
funciones mentales y corporales. Yo bebo alrededor de 2 litros de
agua al día (y voy al servicio unas 40 veces) y si eres de aquellos
idiotas que dicen «a mí no me gusta el agua», hay otras
opciones (té, zumos, etc.) de preferencia que no contengan azúcar.
Hace un par de años yo no tenía noción de la relación entre la
hidratación y el agotamiento. Me quejaba constantemente por estar
tan cansado, habiendo dormido bien. Hasta que descubrí que en
parte era deshidratación. Ahora, cada vez que siento ese bajón de
cansancio, aunque haya descansado, es porque no he bebido
suficiente agua ese día. No debemos esperar hasta sentir sed para
beber agua; si sentimos sed, es porque ya estamos deshidratados.
Pruébalo un día que te sientas muy cansado, aunque hayas
descansado bien; bebe medio litro de agua (no de un solo tirón, sino
poco a poco en un plazo de 5 minutos o menos) y verás como al
cabo de 15 minutos o media hora, te sientes con más energía.
Dicen los especialistas (y vamos a entrar ahora en ejemplos
gráficos) que, si tu orina no es prácticamente transparente, es
porque no estás bebiendo suficiente agua. Si vas al servicio y tu
orina tiene un color calabaza o color «zumo de naranja»
(perdóname la comparación) entonces no has bebido prácticamente
nada de agua en las últimas 6 u 8 horas y es sumamente importante
que te hidrates inmediatamente.
3. Come bien:
Comer bien no es comer mucho; comer bien es comer lo que
debemos para que el cuerpo y la mente funcionen correctamente y
aunque yo muchas veces soy culpable de comer lo que NO debo
comer (me encantan los postres, la pizza, el pan, etc.) intento comer
muchos vegetales, frutas, fuentes de Omega 3 (como el salmón,
que es mi favorito) y muchas proteínas, generalmente a través de
huevos y proteínas de origen vegetal.
Lo que más me destruye mentalmente (y físicamente) son los
carbohidratos y el azúcar. Lamentablemente, mi cuerpo se ha vuelto
adicto a ambos y tengo que hacer un grandísimo esfuerzo (sin éxito,
muchas veces) de evitarlos. Me encanta la pasta y la comida italiana
en general y a veces paso cuatro días seguidos comiendo ese tipo
de harinas y, además de que mis intestinos comienzan a entrar en
guerra conmigo, hacen huelga contra mí, sin hacer su trabajo,
gritándome: «¡Capullo! ¿Cómo quieres que hagamos
nuestro trabajo? ¡Si nos has taponeado de
harinas!!…» y cuando como muchas harinas blancas, no rindo
mentalmente, no funciono bien, me pongo lento, pesado y me da
pereza pensar hasta cómo me llamo.
Y ese tema del azúcar… vaya que me pone mal. Para mí el azúcar
es como aquella novia o novio que sabes que no te conviene, que te
hace daño, pero igual la amas y no puedes vivir sin ella.
Generalmente intento mantener la adicción bajo semi-control con mi
dosis diaria de chocolate negro de más de 72% de concentración de
cacao, sin azúcares añadidos (aunque quién sabe qué mierd* de
edulcorantes químicos le agregan para que tenga tan buen sabor) y
eso es una religión para mí. Me como aproximadamente 50g de
chocolate negro luego de la comida (al mediodía) y trato de que ese
sea el único dulce de mi día (al parecer, comer chocolate negro en
altas concentraciones de cacao trae muy buenos beneficios para la
salud, así que, sea verdad o no, yo me lo creo y lo como a diario).
Aquellos días en los que sé que debo estar en mi máximo nivel
cognitivo, hago mi mayor esfuerzo de no comer carbohidratos ni
azúcares no naturales unas 24 o 48 horas antes. Mi cuerpo (y mi
mente) me los piden a gritos, pero sé que para estar al 100% de mi
capacidad mental, debo evitarlos.
Adicionalmente te recomendaría tomar un multivitamínico, si no
tienes ningún problema médico. A mí me funcionan muy bien para
mantener las dosis de vitaminas del complejo B y otros en sus
niveles adecuados. Primero consúltalo con un médico porque al
parecer, hay personas que no pueden tomar vitaminas (o algunas
vitaminas) así que, por favor, no te mueras por mi culpa. Eres
adulto, así que, sé responsable y consúltalo con un médico.
4. Respira mejor:
Este ha sido uno de los consejos más reveladores para mí y me ha
traído muy buenos resultados. Todos respiramos a diario sin darnos
cuenta y muchas veces, es una respiración superficial, acelerada y
entrecortada. Debemos concientizar la respiración en muchos
momentos del día, especialmente, cuando nos sentimos cansados.
Yo sufro de rinitis alérgica y tengo una obstrucción nasal por
hipertrofia de adenoides y normalmente, me cuesta mucho respirar
por la nariz; en determinados momentos siento ahogo o asfixia, pero
de alguna manera, mi cuerpo se ha acostumbrado a vivir
«asfixiado» y sin darme cuenta, solía respirar más por la boca que
por la nariz y esa era la única realidad en mi vida. Hasta que
empecé a tener mucha más consciencia de mi respiración (¡vaya
cambio positivo!). Si durante el día estoy sintiendo algo de
cansancio anormal (habiendo descansado y comido bien) entonces
probablemente sea la respiración, así que hago respiraciones
profundas controladas. Es curiosísimo, pero eso me ayuda mucho a
levantar mis niveles de energía y he comprendido la influencia que
tiene la respiración en nuestra energía.
Cuando sé que tengo que estar mucho tiempo hablando, por
ejemplo, antes de grabar un episodio de mi podcast o antes de dar
una conferencia, me aplico una dosis del inhalador broncodilatador y
eso es una pequeña ayuda adicional para respirar mejor y oxigenar
mejor el cerebro. Pequeños detalles que pasamos por alto y que son
tan importantes para recargar las pilas, en este caso, simplemente
respirar conscientemente, de manera profunda, llenando los
pulmones, dejando ese oxígeno allí un par de segundos y luego
expulsándolo lentamente por la boca. ¡Qué simple y qué efectivo!
Lo que te acabo de recomendar hasta ahora es a nivel físico y,
desde luego influye a nivel mental, pero veamos lo que podemos
hacer a nivel mental (y que beneficiará al cuerpo):
5. Medita:
La meditación ayuda mucho al «reset» del cerebro (y no, no tiene
nada que ver con creencias religiosas o espirituales). Cuando nos
sentimos «colgados» o trabajando más lento de lo normal, debemos
reiniciar el cerebro como te expliqué en capítulos anteriores.
Simplemente, cierra tus ojos y concéntrate en tu respiración,
haciendo inspiraciones profundas (puedes contar hasta cuatro
lentamente si quieres) luego manteniendo el aire en tus pulmones
durante un par de segundos y posteriormente expulsando el aire
lentamente por tu boca, tratando de no pensar en nada que no sea
tu respiración y los sonidos del ambiente, los olores, las
sensaciones en ese momento y sin juzgarte de ninguna forma, es
decir, sin pensar si lo estás haciendo bien o mal y sin recriminarte
porque tu mente se ha ido a otros asuntos; cada vez que la mente
se vaya a otro lado y te des cuenta, vuelve a traer la atención a la
respiración. Esto se debe hacer con los ojos cerrados siempre que
puedas, para que no haya ningún estímulo visual que afecte la
corteza prefrontal del cerebro, así que, para que ésta descanse,
mejor hacerlo con los ojos cerrados y así no haya cualquier tipo de
estímulos visuales que el cerebro deba procesar.
Si eres como yo, que haces un montón de actividades que no tienen
ninguna relación una con la otra y saltas de un proyecto al otro y
luego al otro y luego al otro, intenta al menos concéntrate en uno
solo por períodos de tiempo específicos y cuando tengas que pasar
a otra actividad no relacionada con la anterior, medita durante un
mínimo de 2 minutos, cerrando los ojos, y siguiendo el proceso que
te he explicado anteriormente. Hazlo a diario y verás que te agotas
mucho menos al saltar de actividad en actividad, porque te estás
permitiendo recargar las pilas (y «resetear» un poco tu corteza
prefrontal) en esos breves minutos de meditación.
6. Inspírate:
Cuando te sientes sumamente cansado y desganado, a veces,
simplemente necesitas un poco de inspiración; algunos creen que
es «motivación» («estoy desmotivado»), pero no, tú ya tienes tus
motivos para triunfar, pero hay días en los que no estás inspirado/a
Aquellos días en los que te da pereza hasta respirar, probablemente
te ha pasado que de repente ves algo que te inspira (un vídeo de
Youtube, una persona a la que admiras o inclusive, un anuncio
publicitario) y sientes algo por dentro que te levanta del sofá, como
que si te acaban de poner un cohete en el trasero y te dices «¡voy a
trabajar! ¡Voy a por lo que es mío!» y así, como de la nada, ahora te
sientes con ánimo y con energía. Fue esa pequeña dosis de
inspiración que necesitabas en ese momento que te ha levantado el
ánimo y la energía para trabajar por tus metas.
En mi podcast semanal «En mis propias palabras» (lo puedes
encontrar en todas las plataformas de Podcasts) le dediqué un
episodio entero a varias maneras de encontrar inspiración cuando
más la necesitamos. Te recomiendo que lo escuches porque te dará
varias ideas para cuando necesites ese cohete ya sabes dónde.
7. Inyéctale adrenalina a tu cuerpo:
No literalmente (no te estoy sugiriendo que te metas ninguna aguja
con nada raro), pero en ocasiones es importante y necesario que
nos sintamos nerviosos, que nos sintamos excitados a nivel mental,
con aquella sensación de «¡Wow! ¡lo que viene será
emocionante!!». Es importante soñar a lo grande; tienes que
empezar (si aún no lo has hecho) a ponerte metas que te c*guen por
completo cuando pienses en ellas, que te asusten de una manera
positiva y que sientas mariposas en el estómago solo de pensar en
todo lo que tendrás que hacer y ser para concretizar tus más
grandes sueños. Evidentemente, no hablo de una adrenalina que te
hace entrar en pánico, sino la que te hace más ágil y más fuerte.
Tienes que encontrar tu punto de ansiedad óptima, que es aquel en
el que sientes la ansiedad que te mantiene alerta y que despierta tus
sentidos, pero que no llega a paralizarte o a agobiarte; sientes los
nervios, pero te mantienen 100% alerta, no 100% c*gado ¿Vale? Al
encontrar (con la práctica y la experimentación) tu punto de
ansiedad óptima, busca estímulos que le inyecten esa adrenalina
adicional a tu cuerpo y a tu mente para que te sientas vivo/a y
sientas lo mismo que los atletas sienten justo antes del disparo de
salida. Hay personas que solo necesitan hacer una llamada a una
persona que los intimida un poco para sentir esa adrenalina extra;
para otros, es entablar conversación con un extraño; Da igual, lo
que sea que te haga sentir algo de nervios sanos y que, desde
luego, no te ponga en peligro. Ese subidón de adrenalina te quitará
cualquier tipo de pereza o agotamiento que sientas en ese
momento.
Cuando pongas en práctica todo esto que te he recomendado, verás
que te sentirás con mucha más energía para trabajar por tus metas.
EL CICLO DEL HÁBITO
«Cultiva solo aquellos hábitos que quisieras que
dominaran tu vida». Elbert Hubbard.
El experto en productividad y cambio de comportamientos, Tiago
Forte, explica que el ciclo del hábito se crea a partir de una causa
desencadenante que genera una acción y nos produce finalmente
una recompensa. Todo hábito se compone de estos tres elementos:
desencadenante, acción y recompensa.
Supongamos que lees el Whatsapp o miras el Instagram 50 veces al
día y eso te hace muy improductivo. El desencadenante de ese
hábito podría ser una notificación en el teléfono o simplemente el
pensamiento: «¿Será que habrá alguna novedad? ¿Será que
alguien habrá compartido algo nuevo?» ¡Ay, estoy aburridísimo!»
Este desencadenante genera la acción de ver el teléfono y esa
acción nos genera una recompensa: nos hemos distraído del
momento aburrido que estábamos teniendo, nos hemos enterado o
expuesto a algo nuevo, nos hemos sentido conectados con el
mundo, etc.
Conociendo cómo funciona el ciclo del hábito, nos será de utilidad
para desarrollar nuevos hábitos productivos y también, nos servirá
para eliminar los que nos están alejando de nuestras metas.
Para ponerlo en práctica de la manera correcta, en vez de empezar
con los hábitos que queremos eliminar o cambiar, más bien
debemos empezar por los hábitos que queremos adquirir o
desarrollar. Basta con un simple cambio de encuadre o perspectiva,
para que un hábito nocivo o negativo, se convierta en uno positivo.
Por ejemplo:
En vez de pensar: Piensa:
Quiero hacer ejercicio
Quiero dejar de ser tan
físico al menos 30
sedentario.
minutos al día.
Quiero dejar de comer Quiero comer más
comida basura vegetales y frutas a
diario
No quiero seguir Quiero ver las redes
perdiendo tanto tiempo sociales solo 20 minutos
en las redes sociales al día

La gran mayoría de personas, al iniciar un año nuevo, se plantean


una serie de propósitos que, básicamente, son una serie de hábitos
nuevos que desean desarrollar. Como sabes, casi nadie los cumple
y en febrero, todos vuelven a sus hábitos de toda la vida (¿Conoces
a alguien así? ¿Eres tú así? No me mientas…)
Generalmente, lo que sucede, es que intentan cambiar o adquirir
varios nuevos hábitos en simultáneo y el cerebro entra en shock por
sobrecarga. Seamos honestos: Adquirir un nuevo hábito (o cambiar
alguno que tengamos) no es tarea fácil. No me importa lo que te
hayan dicho los «gurús» ni los «coaches de vida». Eso de que «se
necesitan tan solo 21 días para adquirir un nuevo
hábito» es más falso que un billete de 3€ (créeme, lo he probado
muchas veces con hábitos distintos y en 21 días… ná de ná).
Ese mito se generó a partir del libro llamado «Psico-cibernética» de
Maxwell Maltz en la que el autor explica que un nuevo hábito
comienza a crear raíces a partir de 21 días, pero en realidad se
requieren alrededor de 66 días para cambiar o adquirir un nuevo
hábito, según un estudio realizado por la Dra Phillippa Lally PhD.
Como la gente solo escucha (o interpreta) lo que le conviene,
entonces escuchan (y repiten): «un nuevo hábito… bla bla
bla, ¡21 días!» y cuando ven que, pasadas tres semanas, siguen
igual, entonces tiran la toalla y se decepcionan de ellos mismos,
cuando lo único que tenían que hacer, era continuar hasta pasados
66 días aproximadamente para que se haya adquirido el nuevo
hábito. No es fácil, no; 66 días son más de 2 meses, es cierto. Si
quieres saber, en mi caso, dejar de comer dulces por 66 días
seguidos es tan malo como que se me caiga el Internet un día
entero, como que me amputen un miembro o que me digan que
Chewbacca en realidad no existe, sino que es un hombre disfrazado
¡Terrible!
Adquirir o cambiar hábitos no es fácil y por eso es por lo que,
debemos empezar con UNO (no con dos, ni tres «para ganar
tiempo, sabes», no). Cuando hayamos adquirido finalmente ese
nuevo hábito, entonces podemos pasar a otro, porque el anterior, ya
quedó programado y ni siquiera tenemos que pensar en él, sino que
lo hacemos, inclusive, sin darnos cuenta. Esto nos ayudará a
afianzar de verdad el nuevo hábito y al ritmo de unos 66 días por
cada uno (poco más, poco menos) podrás cambiar o desarrollar
alrededor de cinco nuevos hábitos al año. ¡Eso es una GRAN
proeza!
Imagínate dentro de 365 días con cinco hábitos nuevos y saludables
que te ayudarán a vivir mejor, a sentirte mejor y a conseguir mejores
resultados. ¿No te emociona imaginártelo? ¡A mí sí!
Recuerda que el nuevo hábito (al igual que cualquier otro) debe
empezar con un desencadenante (algún estímulo o situación que
genere la acción que queremos adquirir), así que, deberás elegir
cuál; para algunas personas es una canción específica, para otras
es un movimiento o acción del cuerpo o inclusive, tocar un objeto
(esto es una técnica de PNL llamada «Anclaje».)
Luego del desencadenante, viene la acción del hábito que queremos
adquirir. No te lo pienses demasiado, simplemente hazlo; tu mente
empezará a contarte historias en ese momento, pero tú como que si
nada e implementas la «técnica del niño odioso» (te metes los
dedos índices de cada mano en ambos oídos y gritas:
«lalalalala» para no escuchar a tu mente. No estoy bromeando,
es en serio, funciona. Le llamaré: «The Niño Odioso Technique®»)
Luego de que hayas ejecutado la acción, recuerda que debe venir
algún tipo de recompensa. Los seres humanos no diferimos mucho
del perrito que aprende a hacerse el muerto y a dar la pata cuando
sabe que le van a dar una galletita. Debes encontrar algún tipo de
recompensa que funcione contigo, nada muy complicado, nada muy
caro, nada que te haga perder tiempo (en mi caso, cuando decidí
crear el hábito de no comer dulces, se me ocurrió que una
recompensa que podría funcionar perfectamente bien luego de
pasar un día entero sin comer dulces era comerme un bombón de
chocolate por la noche. Pero luego de pensarlo mejor, me di cuenta
de que era mala idea… en fin).
Antes te comenté que te iba a dar un truco para encontrar
«fácilmente» un desencadenante que te ayude a desarrollar el
nuevo hábito y me refiero a la técnica llamada:
Habit Stacking
En inglés suena más chic, porque en español lo que significa es:
«Apilamiento de hábitos».
El método Habit Stacking consiste en pegar un hábito tras otro
hábito. Actualmente ya tenemos hábitos que hacemos a diario y
cuando decidimos incorporar uno nuevo, al inicio nos cuesta
encontrar dónde y cuándo encajarlo («¿Será que lo hago por
la mañana? ¿Será que lo hago por la noche? ¿Será
que lo hago luego de la comida?») y eso nos genera
agobio y estrés (muy mala manera de comenzar a crear un nuevo
hábito) mientras que, si elegimos un hábito que ya tengamos
actualmente y le adjuntamos, justo antes o justo después, el nuevo
hábito que queremos desarrollar, entonces se hará muchísimo más
fácil incorporarlo en nuestra rutina diaria. Te voy a dar dos ejemplos:
Supongamos que actualmente tienes el hábito de prepararte un café
por la mañana y quieres adquirir el hábito de meditar. Podrías
meditar mientras se hace tu café (o justo antes de empezar a
hacerlo en caso de que tengas una máquina de café expreso) y
basta con empezar meditando durante tres o cinco minutos (ve la
técnica Kaizen en otra parte de este libro) y luego de tu meditación,
bebes tu café. No olvides que luego de la acción (meditar, en este
caso) debe venir una recompensa, así que, además de recibir el
beneficio de sentirte más centrado y relajado para iniciar tu día
gracias a ese momento Zen que acabas de vivir gracias a la
meditación, podrías agregarle a tu café algo que te guste (azúcar,
miel, crema, aguardiente... bueno, quizá esto último no sea buena
idea) y aquellos días en los que no meditas justo antes de tomar tu
café, no hay premio o recompensa para ti (si eres de los que sueles
beber el café sin nada, pues entonces el día que no medites, le
pones limón o sal al café).
En el caso de este ejemplo, el desencadenante ha sido tu café
matutino, más específicamente, la acción de poner a hacer el café.
La acción desencadenada, el nuevo hábito, es la meditación y la
recompensa es lo que sea que te guste ponerle al café. Hemos
cumplido el ciclo del hábito a la perfección y ahora solo tenemos que
repetir el proceso durante un mínimo de 66 días o hasta que se
vuelva automático y ni siquiera tengas que pensar en ello, sino que
lo haces y ya está.
Otro ejemplo: Supongamos que te duchas por la noche, ese es uno
de tus hábitos diarios, y quieres adquirir el hábito de hacer
estiramientos corporales; bueno, tu desencadenante podría ser
meterte en el baño y desvestirte, luego hacer solo cinco minutos de
estiramiento de varias partes del cuerpo (no olvides revisar lo de la
técnica Kaizen en otra parte de este libro) y luego de haber
realizado la acción, viene la recompensa (ya tú sabrás qué sucede
en la ducha como recompensa a esa acción).
Entendiendo cómo funcionan los hábitos, su ciclo y lo que produce
en nosotros el efecto de la recompensa por haberlos realizado,
podremos programar prácticamente cualquier hábito que queramos,
si somos constantes y nos mantenemos firmes durante al menos 66
días. Comienza poco a poco (no vayas de cero a mil en los primeros
días; ve incrementando el tiempo o esfuerzo con el pasar de los días
– como lo enseña la técnica Kaizen) y recuerda: un solo hábito a la
vez.
Ya que conoces cómo funciona la adquisición de hábitos, de la
misma manera podrás entender mejor cómo, cuándo y porqué
adquiriste aquel mal hábito que te está destruyendo; simplemente
tienes que identificar el desencadenante y luego la recompensa. Si
eliminas el desencadenante o lo usas para desencadenar otro
hábito positivo, podrías (probablemente) mantener la misma
recompensa. Si la recompensa es tan nociva como el hábito que
actualmente te está causando daño, entonces deberás trabajar en el
desencadenante, en la acción y en la recompensa. El ciclo del
hábito siempre funciona de la misma manera y puedes, de manera
proactiva, ejecutarlo como mejor te convenga para trabajar por tus
metas.
GESTIÓN DEL TIEMPO
«Tener tiempo es poseer el bien más preciado
para aquel que aspira a grandes cosas». Plutarco
Todos nos quejamos de falta de tiempo, todos sentimos que no
tenemos tiempo suficiente para hacer todas las tareas que tenemos
pendientes. Curiosamente, todos tenemos exactamente las mismas
24 horas en el día y seamos honestos: aquellas personas que tienen
vidas mucho más ocupadas que la nuestra, personas que tienen
cargos sumamente importantes, con responsabilidades sumamente
críticas y que, además, tienen pareja e hijos que atender, todos ellos
tienen el mismo número de horas en el día que tú y yo.
Evidentemente, ni tú, ni yo, tenemos «falta» de tiempo, sino falta de
organización y optimización de ese tiempo, y piensa que dos de los
bienes más preciados por las personas, el dinero y el tiempo, se
relacionan entre sí y uno afecta al otro de muchas maneras (para
bien y para mal).
¿Qué es más valioso para ti? ¿El dinero o el tiempo?
Si perdemos dinero, podemos recuperarlo y, además, multiplicarlo;
si perdemos tiempo, jamás lo volveremos a recuperar, pero muchas
personas sienten que «les sobra» tiempo, que son «ricos» en
tiempo y por eso se dan el lujo de malgastarlo y desperdiciarlo.
La verdad es que sin tiempo no hay dinero ¿Cómo vamos a crear
abundancia, estabilidad e independencia financiera si no tenemos
tiempo para hacer todo aquello que nos va a ayudar a ganar más
dinero? Si te falta el tiempo, créeme, también te faltará el dinero.
6 ladrones que nos roban el tiempo (y el dinero)
Casi sin darnos cuenta, el tiempo se nos va escapando entre los
dedos. Muchas veces sí que nos damos cuenta, pero nos hacemos
los suecos, nos hacemos los locos y nos autoengañamos con frases
como «ya mañana lo haré. Tengo tiempo». Cada minuto,
cada hora y cada día que pasa sin que hagamos algo que nos
acerque a nuestras metas, es como que si a cada minuto, cada hora
y cada día, alguien te roba de tu cuenta bancaria 1$/€, 10$/€, 100$/
€.
Veamos cuáles son los 6 ladrones de tiempo más comunes que,
además, nos roban dinero:
1. Distracciones del día a día: Cosas de aquellas «normales» que
forman parte del día: conversaciones banales con los compañeros,
un contratiempo con el coche, los 3 minutos del tutorial de Youtube
que se convirtió en una sesión de 90 minutos de vídeos graciosos
de gatitos, una llamada telefónica de un familiar que duró 50
minutos, en fin… cosas que van quintándonos minutos y más
minutos que, al sumarlos, nos damos cuenta de que se nos ha
pasado el día entero y no hemos podido trabajar por aquello que
queremos.
2. Falta de planificación: Comenzamos la semana sin un plan claro
y la finalizamos de la misma manera, sin haber podido avanzar
mucho. Sabíamos que teníamos muchas cosas que hacer y «fuimos
haciendo», pero no determinamos cuáles debían realizarse primero
y cuáles dependían de haber hecho primero otras tareas,
creándonos bloqueos, atrasos y contratiempos por falta de un
pequeño plan («es que me falta X»; «es que se me olvidó pedirle a
Juan X»; «es que no he terminado X y entonces no puedo hacer Z»
¿Te suena?)
3. Exigencias de otras personas: Cuando nos incluyen en el plan
o agenda de otras personas, pero sin pedírnoslo, ni avisárnoslo.
Quieren que hagamos esto o aquello por ellos, y desde luego, lo
necesitan para ayer. Una de las habilidades más útiles que podamos
desarrollar en nuestra vida y que mejorará considerablemente
nuestra productividad, es la de saber y poder decir «NO» muchas
veces al día. Por eso, tenemos que ser muy exigentes acerca de a
quien le damos nuestra atención y nuestro tiempo en un
determinado momento.
4. No saber qué hacer: A veces no creamos un plan, porque
simplemente, no tenemos ni idea qué hacer ni por dónde empezar.
No tenemos claro cuáles son las acciones que nos acercarán a
nuestra meta y perdemos mucho tiempo tratando de adivinar el
primer paso y los siguientes. Lo realmente malo es que pasen
muchos días así, en vez de tomarnos un par de días o una semana
para investigar, consultar con alguien o inclusive, para formarnos a
través de un curso o al menos, leer un libro que nos de una idea
sobre lo que debemos hacer para alcanzar lo que queremos
conseguir.
5. El Multitasking: Queremos hacer muchas cosas al mismo tiempo
para que nos rinda mejor (porque somos muy «listos» y tenemos la
capacidad de hacer varias cosas en simultáneo) y al final, nos
desconcentramos constantemente, avanzamos muy lentamente, nos
agobiamos, nos estresamos por sobrecarga de trabajo y esto
entorpece el buen desarrollo de cada actividad que hicimos (al
mismo tiempo que hacíamos otra).
6. La gratificación instantánea: Cuando hacemos o decidimos
hacer aquellas cosas que nos hacen sentir bien ahora, que nos
traerán una gratificación ahora, que nos distraerán del aburrimiento
en el que estamos sumergidos, que nos harán sentir «felices»
ahora, en vez de pensar en las consecuencias a mediano y largo
plazo; cuando nos sentamos ahora a ver la tele porque «es lo
que me apetece y porque quiero divertirme un rato;
me lo merezco». Si tu futuro «YO» te viera y te escuchara, te
daría un par de tortazos en la cara para que te levantes del sofá y te
pongas a trabajar, porque tu «YO» actual, con esa actitud, le va a
causar demasiados dolores de cabeza al del futuro.
Saber establecer prioridades
Mucha gente hace listas «TO-DO» o listas de «cosas por hacer»,
pero sin darles un orden lógico. Anteriormente en el libro te hablé de
la técnica de vaciado mental en la que escribes absolutamente todo
lo que ocupa espacio en tu mente en ese momento y que sabes que
debes atender y completar. Sin embargo, no podemos hacerlo todo
al mismo tiempo y debemos saber establecer prioridades. Para
poder hacerlo correctamente, debemos distinguir entre lo que es
realmente importante ahora y lo que puede esperar. A mí me ha sido
de mucha utilidad la Matriz de Eisenhower para determinar lo que
debe ser hecho ¡ahora!, lo que puede esperar hasta el final del día
(o mañana) y para poder distinguir entre asuntos realmente
importantes y otros que no lo son tanto. Veamos en qué consiste la
matriz de Eisenhower:
CUADRO DE LA MATRIZ DE EISENHOWER

Básicamente, debemos encajar en cada uno de esos cuadros cada


actividad pendiente que tengamos y esto nos ayudará a establecer
prioridades de la manera correcta.
Si algo es importante y urgente: ¡hazlo!
Si algo es importante, pero no es urgente: planifícalo.
Si algo no es importante, pero urgente: delégalo.
Si algo no es importante, ni tampoco es urgente: elimínalo de tu lista
¿Cómo sabes cuando algo es realmente importante? porque
contribuye de manera considerable a que puedas alcanzar tu meta.
Por ejemplo, llamar a un potencial cliente o actualizar tu curriculum
vitae para esa oportunidad de un mejor empleo que se te ha
presentado, son asuntos importantes. ¿Es importante que se te
haya estropeado el coche o auto? Depende de qué tanto lo
necesites para hacer esa llamada al cliente potencial o para
actualizar tu CV. Si no afecta de manera considerable para poder
alcanzar tus metas, probablemente tengas que dejar el coche
estropeado algunos días y te tocará utilizar cualquier tipo de
transporte público. A veces, el coche estropeado (por usar el mismo
ejemplo, pero puede ser cualquier otra cosa) nos puede causar
incomodidad y estrés, pero no afecta realmente en alcanzar nuestra
meta, simplemente, tenemos que recurrir a otras alternativas más
incómodas y seguir adelante.
Debemos ser muy honestos con nosotros mismos y preguntarnos
¿Esto que tengo que hacer es realmente importante para lo que
quiero conseguir?
Como viste en la Matriz de Eisenhower, si lo del coche estropeado
no es importante, pero sí es urgente (por cualquier razón) puedes
delegar esa actividad y pedirle el favor a tu hermano, primo, tío,
sobrino, a quien sea, para que lo lleve a reparar al taller, porque tú
tienes cosas más importantes que hacer.
6 maneras de administrar mejor el tiempo
Estas seis maneras son tan efectivas que, si tan solo incorporaras
en tu rutina diaria tres o cuatro de ellas, verás que «te sobra» tiempo
que, antes, te «faltaba». No son nada complicadas, pero, aun así,
mucha gente siempre encuentra la excusa perfecta para no
implementar ninguna («eso es más fácil decirlo que
hacerlo»; «es que tú no sabes cómo es mi vida», «es
que en mi caso es difícil porque…» y bla, bla, bla).
Date la oportunidad de probar e implementar estas seis maneras de
administrar mejor el tiempo y puedes comenzar poco a poco;
empieza por una, luego incorpora la segunda, pasa a la tercera,
hasta que te des cuenta de que has reformulado por completo tu
manera de vivir tu día a día y se habrán grabado en tu
subconsciente, volviéndose tu manera natural de hacer las cosas
¿vale?
1. Planifica cada hora de tu día
Esto me ha cambiado literalmente la vida porque me ha vuelto
mucho más organizado y productivo (lo cual me ha permitido
conseguir mejores resultados). Sabemos que tenemos un montón
de cosas que hacer hoy o mañana, pero nos limitamos a hacer una
lista, sin ningún orden ni horario. Lo ideal es que planifiquemos cada
hora del día, haciendo «citas» con nosotros mismos, de la misma
manera como hacemos cita en el dentista, para la revisión del coche
o para la peluquería. Haciendo citas con nosotros mismos, sabemos
a qué hora del día debemos hacer cada cosa.
Haz esta planificación cuando te venga mejor, bien sea el día
anterior o en los primeros minutos de tu día. A mí, muchas veces me
funciona planificarlo la noche anterior y si por alguna razón no pude
hacerlo, me tomo unos 15-20 minutos al inicio de la jornada para
planificar cada hora de mi día.
Detallando las actividades del día de esta manera, sabemos
claramente lo que debemos hacer de 7am a 8am, de 8am a 9am, y
así durante el resto del día. Sí, sí y sí, inclusive tú que eres de
aquellos que te encanta improvisarlo todo, que vas viviendo la vida
como vaya viniendo y luego vas decidiendo qué hacer. Tú también
deberías hacerlo.
De esta forma no vas a sentir que se te ha ido el día en blanco
porque vas a poder monitorizar todo lo que has estado haciendo,
todo lo que pudiste completar y lo que no. Es perfectamente normal
que haya varios días en los que no logres cumplir con alguna «cita»
que tenías contigo mismo, porque se te ha presentado algún
contratiempo. No te preocupes, es normal; recupera el tiempo
perdido al día siguiente incluyéndolo en tu agenda del próximo día.
Es muy simple, no cuesta nada, así que lo mejor que podrás hacer
por ti y por tu tiempo es planificar tu día con detalle.
2. No intentes hacer más de lo que realísticamente puedes
hacer
Muchas veces no somos realistas en lo que creemos que podemos
hacer en tan solo un día; nos creemos Superman o Superwoman y
nos confiamos («cada una de esas tareas solo me va a
tomar unos 15 minutitos como máximo, así que, voy
a ocupar una hora con cuatro cosas…») y no, casi nunca
funciona de esa manera.
Probablemente con la mejor intención del mundo, se nos genera un
exceso de optimismo o positividad y se nos olvida que es normal
que surjan contratiempos, que a veces las cosas tomen más de lo
que pensábamos o no salgan como esperábamos.
Una persona productiva no es aquella que tiene la agenda llena
desde las 6 de la mañana hasta las 12 de la noche con 50 cosas
para hacer; una persona productiva es aquella que avanza de
manera constante cada día, que optimiza su tiempo de la mejor
manera y les da prioridad a los asuntos importantes, evitando al
máximo las distracciones no planificadas (ya verás más adelante a
lo que me refiero).
No te obsesiones por la velocidad; no creas que ser productivo se
trata de ser rápido en conseguir resultados. Más bien, obsesiónate
por avanzar cada día de manera consistente y constante, aunque
sea poco a poco. Eso es mucho más importante que la velocidad.
Debemos tener una especie de «pesimismo controlado» o
«pesimismo calculado» y con esto quiero decir que, si creemos que
una actividad nos va a tomar 30 minutos, vamos a basarnos en ese
«pesimismo calculado» y prever o anticipar que alguien o algo nos
va a distraer, que algún imprevisto va a surgir, que posiblemente
entrará una llamada que obligatoriamente tenemos que atender, en
fin… cualquier cosa que nos atrase. Si crees que una tarea te va a
tomar 30 minutos, desígnale una hora entera, pero no para que
puedas distraerte con los pajaritos que pasan por la ventana o para
que tengas tiempo de ver el Facebook o el Instagram, sino para
prepararte ante cualquier imprevisto que pueda surgir. Si al final, te
toma menos de una hora, aprovecha ese exceso de tiempo que
tienes para resetear el cerebro, para organizar o planificar la
actividad que sigue o lo que consideres conveniente para tus metas.
Atención: Tenemos que saber utilizar el tiempo productivo y el
tiempo improductivo; ambos son necesarios en nuestro día a día y
no debemos obsesionarnos con ser productivos en cada minuto.
Esta advertencia me da paso al siguiente punto.
3. Añade en tu agenda los momentos de distracción:
Incluye en tu planificación diaria los momentos de esparcimiento y
de distracción, aquellos momentos en los que te das permiso de ser
un vago, o simplemente, de vivir la vida como te dé la gana sin
preocuparte con: «¡j*der! ¡A esta hora yo debería estar
trabajando! Es miércoles, son las cuatro de la tarde y
las personas productivas y exitosas a esta hora
están metidos de cabeza en el trabajo y yo estoy
aquí dando un paseo por la playa».
Da igual lo que lo hagan los demás a ese día a esa hora; es tu día,
tu agenda, tu planificación de tus momentos de esparcimiento y
distracción. Es muchísimo mejor (y mucho más inteligente) que
programes de manera proactiva esos momentos en los que te vas a
distraer, en vez de ir distribuyéndolos de forma involuntaria a lo largo
del día. Eso es lo que causa que a muchísima gente se le pase una
jornada entera sin hacer realmente nada productivo, porque se van
distrayendo a lo largo del día, en vez de aprender a decir «No,
ahora no es mi momento de distracción, así que, no
veré ese vídeo del gatito que toca la trompeta. Mi
momento de distracción y esparcimiento me toca hoy
después de la comida. Guardaré el link del vídeo y lo
veré cuando me toque mi momento agendado de
distracción» (suena fácil, pero debemos luchar con nosotros
mismos para verdaderamente implementarlo).
Agendar los momentos de distracción es importante porque nos
recodará, en aquellos momentos en los que estemos haciendo una
actividad que nos aburre, que hemos programado en nuestro día
aquel (o aquellos) espacios de tiempo en los que podemos
distraernos y divertirnos como queramos. Esto ayuda a que le
saquemos el máximo provecho a los momentos en los que toca ser
productivos, porque sabemos que luego, tendremos nuestro
momento de descanso que tanto nos merecemos (y, además,
necesitamos)
El cerebro no funciona bien cuando está en modo activo todo el día,
de manera constante. De hecho, es por eso por lo que nos
quemamos mentalmente, porque intentamos ponerlo a trabajar a su
máxima capacidad durante muchas horas (al menos, los que somos
unos trabajólicos empedernidos).
Te lo puedo decir con mucha propiedad y experiencia porque yo soy
de aquellas personas que cuando no estoy haciendo algo
productivo, siento que estoy desperdiciando mi vida. Tengo amigos y
familiares (especialmente mi padre) que me dicen: «Alejandro,
tú tienes que darte permiso de ser más vago con
más frecuencia. No trabajes tanto» y me lo dicen porque
me conocen y saben que yo soy muy exigente conmigo mismo, trato
de dar lo mejor de mí cada día, pero hay muchos momentos en los
que no estoy en mi mejor condición mental, porque me he quemado.
¿Sabes qué es lo realmente malo? Que cuando sentimos que no
estamos dando lo mejor, es cuando más nos exigimos y peor nos
sentimos. Se acumula el agotamiento con la decepción, con la
frustración y al mismo tiempo, con esa presión constante de
«tengo que recuperar el tiempo perdido, tengo que
ser más productivo mañana porque hoy no he sido
tan productivo como quería»; eso es destructivo y nos va
afectando seriamente nuestra salud mental.
Así que, por nuestra salud, debemos incluir en nuestra agenda
diaria esos momentos para distraernos, recargar las pilas y para
saber con exactitud, a qué hora debemos trabajar y a qué hora
debemos descansar.
4. Divide tus proyectos en acciones o micro-metas:
Cuando tenemos un proyecto que implica varios pasos y varias
acciones interconectadas y dependientes entre sí, debemos dividir
el proyecto en micro-tareas y micro-metas. Para darte un ejemplo,
usaré algo simple: Publicar un artículo o ensayo de 2.500 palabras
en un blog, revista o informe de trabajo.
El «proyecto» es publicar ese artículo o ensayo. Esa es la meta
general y para poder completarla, debemos hacer varias actividades
antes de que llegue el momento de haberlo publicado. Sería algo
así:
Definir la temática central del artículo o ensayo.
Crear una lista de tópicos o ideas, sin ningún orden
específico, de todo lo que nos venga a la cabeza que
consideremos importante plasmar en ese artículo.
Definir lo que queremos causar en el lector, cuál es el
resultado, la moraleja, el mensaje o conclusión que
queremos transmitir.
Investigar varias fuentes externas relacionadas con la
temática y buscar nuevas ideas que complementen la lista
que hicimos previamente.
Diseñar un esqueleto central del artículo y comenzar a darle
orden y forma al contenido.
Redactar el artículo en 4 sesiones de 625 palabras como
meta cada día.
Leer el artículo finalizado y hacer una revisión detallada para
encontrar posibles errores
Pedirle a otra persona que lo lea para asegurarnos que no
haya errores y que se comprenda lo que queremos
transmitir.
Hacer las correcciones que sean necesarias y volver a
revisarlo.
Entregar/Enviar/Publicar el artículo o ensayo.
--- ¡Meta Conseguida! ---
«de 9am a
Mucha gente comete el error de poner en su agenda:
11am: escribir el artículo que debo publicar» y no
toman en cuenta que hay una serie de acciones que deben realizar
antes y que son necesarias para poder terminar el proyecto con la
mejor calidad posible. Lo correcto sería asignarle un tiempo
específico a cada una de las micro-metas que hemos definido
anteriormente y dependiendo de la naturaleza y dificultad del
proyecto, esto nos podría tomar varias horas de nuestra agenda
diaria o inclusive varios días de la semana o varias semanas del
mes.
Esto lo puedes/debes hacer con muchas cosas de tu vida diaria que
te agobian por su complejidad en la serie de pasos, y al dividirlas en
micro-tareas, no sentirás esa presión, porque cada paso y cada
acción que completas te demuestra que estás avanzando, que estás
progresando y que cada vez falta menos para ver esa actividad
completada.
5. Delega todo lo que no tengas que hacer tú obligatoriamente:
Hay un montón de cosas en tu lista de asuntos pendientes que las
puede hacer cualquier otra persona. A veces basta con pedirle el
favor a nuestra pareja, a nuestro hermano, padres, hijos o tener a
una persona a la que le pagamos por hora o por actividad.
Todas y cada una de las actividades que tengo en mi lista de
pendientes, pasan por la pregunta: «¿Esto debo hacerlo yo
obligatoriamente o puede hacerlo cualquier otra
persona?» Si la respuesta es «cualquier otra persona»,
entonces no lo hago yo y le asigno esa actividad a alguien más.
Yo cuento con un equipo de trabajo y, además, tengo una asistente
personal que se encarga de asuntos banales, como: llevar mis trajes
y camisas a la lavandería, hacer trámites burocráticos, ir a la
farmacia a comprarme lo que necesite, etc., etc., etc. Desde luego,
tengo plena consciencia de que no todo el mundo tiene la
posibilidad de tener un asistente personal y un equipo de trabajo,
pero recuerda lo que te comenté anteriormente en el libro sobre ser
recursivo.
Hoy en día contamos inclusive con ciertos servicios (dependiendo
del país donde vivas) como Glovo, Rappi, etc., que te hacen los
recados que necesites por una pequeña tasa.
Si eres de aquellos obsesionados por el control y de aquellos que
crees que solo tú haces las cosas bien y que, si no lo haces tú, no
sale bien, entonces date la oportunidad de demostrarte a ti mismo
que no tiene que ser a tú manera, ni con tu método para que salga
bien; lo importante es que se haga. Si hay algo que tienes pendiente
y lo puede hacer otra persona, delégalo.
Mientras más permiso te des para delegar, más y más cosas
encontrarás que podrás delegar y poco a poco, te darás cuenta de
que tu día, lo dedicarás únicamente a cosas que solo tú, y nadie
más que tú, puede hacer. Hay muchísimas cosas en mi día que no
puedo delegar; yo no puedo delegar la creación de este libro, por
ejemplo, podría delegar quizá la búsqueda de algún tipo de
información adicional que complemente lo que quiero compartir
contigo o la revisión, pero no puedo dejar en manos de otra persona
la redacción, porque los que me conocen, se darían cuenta que no
soy yo el escribe (porque yo escribo como hablo y tengo un estilo
muy particular de comunicar). Lo importante es que en mi día a día,
hago únicamente lo que yo, y solo yo, puedo y debo hacer (el resto,
que se encargue/n otra/s persona/s).
Analiza todo lo que tengas en tu día a día que puedas dejar en
manos de otra persona. Sé recursivo, sé creativo, piensa que
probablemente sí puedas encontrar a alguien que te ayude, sin que
te de vergüenza pedirle un favor a un amigo o familiar. No fastidies a
la misma persona todo el tiempo con lo mismo, pero hay gente que
estará encantada de echarnos una mano, simplemente tenemos que
pedírselo (y pagárselo o retribuírselo de alguna forma).
6. Usa los tiempos muertos de forma productiva:
A lo largo del día, vamos teniendo un montón de tiempo muerto que
desperdiciamos, en vez de usarlo para algo que nos ayude de
alguna forma. Por ejemplo, tenemos cita en el médico a las 10am,
son las 10:20 y el doctor aún está atendiendo al paciente anterior.
Esos son 20 minutos que, si no los usamos para algo productivo
(meditar, resetear el cerebro y filosofar sobre nuestra vida) entonces
los estamos desaprovechando, muy probablemente, en las redes
sociales.
Dependiendo de dónde estemos y de lo que estemos haciendo,
podemos elegir alguna actividad que nos apetezca para aprovechar
ese tiempo muerto. Por ejemplo, si estamos en un atasco en la
carretera y somos nosotros los que estamos conduciendo, estamos
muy limitados a la hora de usar ese tiempo muerto, pero yo en esos
momentos, voy escuchando audiolibros o podcasts, así que,
mientras voy conduciendo, estoy nutriendo mi cerebro. Podrías
hacer lo mismo si a diario tienes que caminar de un lugar a otro
durante 20 minutos o mientras vas en un transporte público.
Varias veces, he estado esperando por alguien con la que había
quedado para vernos a una hora y esa persona, se atrasa por
cualquier razón. Entonces, saco mi móvil y abro la aplicación que
utilizo para tomar notas (Evernote) y voy escribiendo ideas para mis
negocios, apuntando cosas que tengo que hacer (vaciado mental),
planificando el día siguiente, en fin, cualquier cosa que pueda
servirme para acercarme a mis metas.
No dejo que el tiempo se me escape entre los dedos por situaciones
que no puedo controlar, sino que aprovecho esos tiempos muertos
para algo productivo que, muy probablemente, igual tenía que hacer
de cualquier manera, ese día o al día siguiente. Por lo tanto, un
tiempo muerto lo he usado para «ganar» tiempo (no para tirarlo a la
basura mirando las redes sociales).
No siempre tenemos que buscar algo productivo para hacer en esos
momentos muertos; recuerda que el cerebro necesita descanso y es
perfectamente válido usar esos momentos para no pensar en
nuestras metas, sino simplemente, para «ser y estar», vivir el
momento, prestarle atención a lo que nos rodea y desviar la mente
por unos momentos de cualquier responsabilidad o asunto
pendiente.
Aunque sería ideal que implementaras estas seis maneras de
administrar mejor el tiempo, para que nunca más vuelvas a quejarte
de que te «falta» tiempo, puedes hacer como te he comentado al
inicio e implementar únicamente tres o cuatro; ya con esas verás
que tienes mucho más tiempo, que antes «creías» que no tenías. Ya
me contarás cómo te va.
La técnica del pomodoro
Pomodoro quiere decir tomate en italiano, y a esta técnica se le
llama así por aquel timer o contador de tiempo en forma de tomate
que hay en muchas cocinas y que impide que se nos queme la
comida. Ese es el pomodoro al que se refiere esta técnica creada
por Francesco Cirillo a finales de los años 80 y consiste en trabajar
en períodos de tiempo cortos, fijos y específicos por aquello que
queremos conseguir. Básicamente se trata de utilizar cualquier
contador de tiempo (yo utilizo el del teléfono) y establecer un
período de 15, 20 o 25 minutos (dependiendo de qué tan fácilmente
te distraigas y te aburras) y trabajar de manera concentrada, sin
levantarte ni darle atención a cualquier otra cosa, hasta que no
suene la alarma del contador de tiempo.
Esta técnica es tan importante en mi vida y me ha ayudado tanto,
que me mandé hacer un mural que dice: «El pomodoro te
salvará». También me he creado fondos de pantalla con esa frase
y la leo constantemente. Yo, al igual que muchos, he sufrido de
graves problemas de productividad y es la técnica del pomodoro la
que siempre me ha sacado de ese agujero en el que entramos en
determinados momentos de nuestra vida, en el que prácticamente
no producimos nada, pero utilizando la técnica del pomodoro, verás
un cambio maravilloso en tus resultados y en tu vida.
Veamos cuáles son los cinco pasos sumamente simples para
ponerla en práctica:
1. Elige una tarea o actividad: Aquella que has estado
postergando o cualquiera que sea importante para ti, pero que te
cuesta un montón sentarte (o levantarte) a terminarla. Debes elegir
una sola, no varias (escribir aquel artículo, hacer la contabilidad del
mes, responder los emails pendientes, etc.)
2. Marca en tu contador un período corto de tiempo: La idea es
que trabajes en períodos de tiempo cortos, de manera sumamente
concentrada. La técnica original enseña que deben ser 25 minutos,
pero por mi experiencia, considero que debes establecer el tiempo
que mejor te funcione a ti (a mí me funciona mejor 20 minutos).
Debes ver cuánto tiempo eres capaz de mantener tu concentración
y colocar el contador un poco más de lo que eres capaz de
mantener sin ningún problema. Por ejemplo, si ves que tu capacidad
de atención normalmente son 15 minutos (comienzas a distraerte
luego de 15 minutos) entonces pon 20 entonces en el contador.
Desde luego, dependiendo de la actividad, te darás cuenta de que
deberás poner más (porque se te pasan casi sin darte cuenta los 20
minutos) o poner menos (porque 20 minutos se te hacen una
eternidad). La idea es que te «obligues» a mantener la atención en
una sola actividad durante un espacio reducido de tiempo y trabajes
sin parar hasta que suene la alarma.
3. Tómate un descanso de 5 minutos: Cuando suene la alarma,
es el momento de distraerte en lo que quieras: puedes ver el
Facebook, puedes contactar o responderle a alguien por WhatsApp,
puedes jugar con tus mascotas, con tus niños, tomarte un café, lo
que sea. Estos 5 minutos son para que quites la mente de la
actividad que estabas realizando y le des un descanso al cerebro.
4. Analiza lo que has avanzado en ese bloque de tiempo:
Concientiza y haz un pequeño análisis de qué fue lo que pudiste
conseguir en tan pocos minutos. Si estabas escribiendo un artículo,
cuenta cuántas palabras escribiste, si estabas respondiendo emails,
cuenta cuántos respondiste. A veces se nos olvida llevar un registro
de nuestro progreso y sentimos que no avanzamos, cuando en
realidad, sí vamos consiguiendo pequeños avances en nuestras
tareas pendientes.
5. Comienza un nuevo bloque: luego de esa pausa de 5 minutos y
luego de ese pequeño análisis de progreso que hayas hecho, vuelve
a poner el contador de tiempo con la misma cantidad de minutos
que antes. La idea es que intercales un pomodoro (ese espacio de
tiempo de trabajo concentrado), una pequeña pausa, otro
pomodoro, otra pequeña pausa, y así hasta haber completado
cuatro pomodoros. Luego de esos cuatro bloques de tiempo de
trabajo concentrado, tómate un descanso más largo, de unos 15-20
minutos. De esta manera no sobrecargas el cerebro, lo mantienes
siempre fresco, te agobias menos y avanzas más.
Esta técnica es ¡magia pura!, pero eso sí: tienes que practicarla a
diario. Verás que si la practicas a diario, poniendo tus pomodoros a
lo largo de un día de trabajo, adelantarás muchísimo trabajo.
Si cuando suene la alarma de alguno de esos bloques de tiempo,
estás sumamente inspirado trabajando y te apetece continuar en
vez de parar ¡Hazlo! ¡Eso es magnífico! Lo importante es que vayas
progresando y cuando estamos inspirados ¡Aprovechemos al
máximo esos momentos! Simplemente no olvides darle un descanso
a tu cerebro de vez en cuando, para que no lo sobrecargues y luego
no se te quede «colgado» como a veces le pasa al computador.
Como te he mencionado al inicio de esta sección, la técnica del
pomodoro me ha ayudado ¡Muchísimo en mi vida! y siempre que me
dan ataques de pereza, me digo a mí mismo: «¡El Pomodoro te
salvará! ¡Empieza y trabaja solamente durante 20
minutos!» …y sin darme cuenta, adelanto muchísimo trabajo en
tan solo cuatro pomodoros!
MÉTODO KAIZEN
El método Kaizen se desarrolló más o menos en la época de la
segunda guerra mundial y es buenísimo para ayudarnos a conseguir
lo que queramos, sin agobiarnos.
«El secreto para avanzar en la vida, es
Mark Twain dijo:
comenzar. Y el secreto para comenzar es
desmenuzar todas las tareas grandes y complejas
en tareas pequeñas y manejables, y a continuación,
comenzar haciendo la primera».
Cuanta sabiduría en esas palabras que casualmente, reflejan
perfectamente la metodología Kaizen. Me recuerda también a otro
dicho que dice: «¿Cómo te comes a un elefante? Pues
un mordisco a la vez». Así, de mordisco a mordisco, de
bocado a bocado, poco a poco, nos podemos comer un elefante
entero (una gran tarea o proyecto) y esto es lo que transmite la
metodología Kaizen.
Kaizen quiere decir mejoramiento continuo. La palabra Kaizen es
una palabra compuesta entre:
改 Kai= Cambio
善 Zen= Bueno (para mejor)
Así que, podríamos interpretar este concepto también como:
Cambiar para mejor.
El objetivo del Kaizen es ser 1% mejor que ayer. Repito: 1%. No
10%, ni 30%, ni el doble de lo que éramos ayer; es tan solo 1%
mejor, ese el objetivo del método Kaizen y se trata de dar
pequeñitos pasos hacia lo que queremos conseguir.
Básicamente lo que nos transmite el Kaizen es: ser hoy un poco
mejor que ayer; mañana un poco mejor que hoy.
Yo tengo una regla personal que implemento y respeto a rajatabla:
No irme a la cama por la noche sin haber avanzado un poco hacia lo
que quiero conseguir. En otras palabras, cada día debo hacer algo
que me acerque a mis metas, sin importar qué tan grande o
pequeño haya sido ese progreso. Si te das cuentas, verás que esto
va en contra de lo que posiblemente habrás escuchado muchas
veces, que debemos trabajar muy duro cada día, que debemos
hacer grandes cambios y grandes avances, cuando en realidad, eso
trae un resultado contraproducente, porque nos agobiamos, nos
cansamos, nos desmotivamos y nos desmoralizamos porque nos
sentimos culpables.
Recuerdo haber leído una vez uno de aquellos memes de Internet
(no recuerdo el autor) que decía: «más vale ir lentamente en
la dirección correcta que ir rápidamente en la
dirección errada». Hay personas que son unas máquinas
súper-veloces que dan vueltas y vueltas en círculo sin alcanzar nada
realmente significativo o satisfactorio, mientras que otras personas,
lentamente, poco a poco y cada día, van acercándose a la meta que
realmente los hace felices.
Yo sé, sí, lo sé, que hay muchos perezosos empedernidos que al
leer esto dirán: «¡Perfecto! ¡Voy bien! Soy un vago 23
horas al día y durante 60 minutos ¡me acerco a la
meta que me hará feliz!» A menos de que tus metas sean tan
pequeñas e insignificantes que te tomen pocas horas alcanzarlas, si
avanzas a ese ritmo de una hora por día, te tomará años conseguir
lo que quieres.
Hay metas y proyectos que requieren de 100 horas para
alcanzarlas, otras que requieren de 10.000 horas. Establece un
plazo realista en el que consideras posible y conveniente alcanzarla
y ya tendrás una idea más o menos clara de cuánto tiempo por día
deberás trabajar por conseguir lo que quieres.
Sea como sea, el camino al éxito es una maratón y no una carrera
sprint de 100 metros planos de alta velocidad. Ve con paso firme,
sin prisa, pero sin detenerte, y camina cada día lo que consideres
suficiente para conseguir resultados, sin extenuarte.
¿Te has puesto la meta de leer más porque actualmente no lees ni
una revista de comics? Pues empieza leyendo solo una página el
primer día y al día siguiente, lee una página y un párrafo de la
página siguiente, y al siguiente día, lee una página y 2 párrafos de la
página siguiente, tal cual como lo sugiere el método Kaizen:
pequeños progresos cada día. Si leyeras a este ritmo con esos
pequeños incrementos cada día, probablemente te leerías un libro
entero de 250 páginas en unos 3 meses, así que, podrías leer unos
cuatro libros al año ¡como mínimo! (para quien al inicio no leía ni
una revistita de comics, leerse cuatro libros al año ¡es un SUPER
logro! ¿No crees?
¿Te has puesto la meta de ejercitarte más físicamente? No
empieces con una rutina de 30 minutos de ejercicios al día, empieza
con tan solo 7 minutos al día y luego ve aumentando unos 3 minutos
cada día, a medida que vas adquiriendo el gusto por el ejercicio y
poco a poco se convierta en parte de tu rutina diaria.
Intentar hacer grandes cambios de una forma brusca genera mucho
agobio y al ver que no lo logras, genera decepción. La metodología
Kaizen impide que te agobies y que te desmotives, porque no te
crearás la expectativa de hacer grandes progresos, sino pequeños
avances que se irán incrementando poco a poco cada día.
Siempre ten presente que el método Kaizen fomenta: pequeñas
metas/pequeños triunfos. No pongas el listón demasiado alto al
inicio; plantéate pequeñas metas iniciales, consigue pequeños
triunfos y ¡celébralos! Estás trabajando y avanzando hacia lo que
quieres conseguir.
ENFOQUE Y CONCENTRACIÓN
«Tu modo de pensar afecta poderosamente tu
enfoque en el viaje al éxito». John Maxwell
Sin enfoque es muy difícil que podamos alcanzar nuestras metas; tú
lo sabes, yo lo sé y todos los sabemos, pero lo que muy poca gente
suele pensar es que el enfoque es una decisión. El enfoque no es
algo que nos cae del cielo ni que llega de repente, es algo que
nosotros debemos «activar» cuando más lo necesitemos.
Hay tantos estímulos externos y tantas cosas que nos roban nuestra
atención que es bastante difícil concentrarnos de una manera innata
o inconsciente. Por esto, debemos entrenarnos en enfoque y
concentración, practicar constantemente como lo haríamos en una
disciplina deportiva o con un instrumento musical.
Te voy a dar 5 sugerencias que a mí me han ayudado mucho a
mejorar mi concentración y, más adelante, compartiré contigo 5
ejercicios que te ayudarán a desarrollar bastante la tuya:
1. Practica decirte «NO» constantemente: Dile no a todo lo que te
vaya a distraer. Solemos ser muy autocomplacientes y
generalmente le damos prioridad a la gratificación y satisfacción
inmediata; tenemos que desarrollar la capacidad de negarnos
aquellas pequeñas distracciones que nos hacen sentir bien en un
momento. Con la práctica te volverás mejor, así que, hazlo con
frecuencia.
2. Mantén presentes tus prioridades: Cuando olvidamos lo que es
realmente importante para nosotros, solemos distraernos con mayor
facilidad. Sabiendo que tenemos muy mala memoria, siempre que te
distraigas (y te des cuenta) lees tus metas, tus motivos y porqué son
importantes para ti. Luego: decide darles prioridad.
3. Elimina forzosamente las distracciones: no confíes en tu
fuerza de voluntad; tu fuerza de voluntad es una mierd* (la tuya, la
mía y la de todos). Nuestra fuerza de voluntad es demasiado débil y
mientras más la forzamos, más se agota y menos funciona. No
basta con poner el teléfono en silencio y con la pantalla hacia abajo
para no ver cuando nos llegue alguna notificación, lo que debemos
hacer es apagarlo o guardarlo en un cajón lejos de nuestras manos.
4. Abúrrete y distráete selectivamente: Como es imposible no
distraernos, entonces vamos a hacerlo por opción propia, en el
horario o el momento que decidamos. Decide cuándo tendrás tus
momentos de distracción. Desde luego, habrá (muchos) momentos
en que no lograrás controlar tu atención, pero aparta ciertas horas
de tu día en las que te darás permiso de aburrirte y de distraerte. El
cerebro siempre lo va a necesitar de todas maneras y más vale que
seamos nosotros los que estemos en control de cuándo nos
distraemos y que no sea el cerebro el que lo decida.
5. Planifica con detalle tus actividades del día: Uno de los
mayores causantes de falta de concentración y distracciones
constantes, es la falta de planificación, no tener claro lo que
debemos hacer. Perdemos mucho tiempo saltando de actividad en
actividad, nos volvemos un barco a la deriva y como decía Séneca:
«Jamás habrá viento favorable para el que no sabe a
dónde va». Tener un plan para cada día nos ayuda a
mantenernos enfocados.

Cuenta cuántas veces utilicé la palabra «DECIDE» en las páginas


anteriores. El enfoque, es una decisión.
5 ejercicios para desarrollar tu concentración
Muchas veces, los cambios más significativos en nuestra vida
provienen de las cosas más sencillas. No sé por qué tanta gente
espera que lo que realmente les cambie la vida, sea lo difícil, lo
complicado o lo súper elaborado. De la misma manera que un truco
de magia te puede sorprender por la ilusión que el mago ha creado,
si te enteras cómo lo hizo, en muchos casos, te decepcionarías por
lo básico y simple que, aunque requiere muchas horas de práctica y
ensayo para que el acto salga bien (te lo digo con propiedad porque
fui mago profesional durante 5 años) en realidad, no hay nada súper
complejo, sino que es algo que requiere de práctica para que se vea
bien.
Estos 5 ejercicios que compartiré contigo, puede que te parezcan
muy simples y sé que aquellos más lógicos, analíticos o inclusive
escépticos, dirán «yo no creo que algo tan sencillo y tan
fácil me ayude», pero créeme, te van a ayudar como me han
ayudado a mí, si los practicas a diario; verás que tu capacidad de
concentración aumentará de manera considerable:
1. Leer un texto durante un minuto de atrás hacia delante:
Elige una página de un libro o un artículo en internet y durante 60
segundos, lee desde el final hacia el inicio, palabra por palabra. Por
ejemplo, usemos este texto como referencia:
«La concentración es como cualquier otra habilidad,
debemos practicar a diario para desarrollarla»
Al leer esa frase de atrás hacia delante, la tendríamos que leer así:
«desarrollarla para diario a practicar debemos
habilidad otra cualquier como es concentración La»
Estaremos leyendo un texto al revés, empezando desde las últimas
palabras y avanzando con lectura de derecha a izquierda, en vez de
izquierda a derecha (como normalmente lo hacemos) y de abajo
hacia arriba, en vez de arriba hacia abajo. Esto lo hacemos por una
simple razón: nuestro cerebro, a lo largo de los años y con tanta
experiencia leyendo, es capaz de anticiparse a las palabras y a las
frases que vienen en un texto, porque se mueve a una velocidad
mucho más rápida que nuestros ojos. Además, nuestros ojos a
través de la visión periférica captan muchas más palabras que
aquellas que estamos leyendo en un determinado momento.
Por esto es por lo que muchas veces nos distraemos cuando
leemos, porque el cerebro tiene «exceso» de tiempo libre; él ya
anticipó lo que tu consciente aún no han captado y, por
milisegundos, se distrae y se comporta como un niño que llevamos
de viaje en el coche y constantemente nos pregunta: «¿Ya
estamos llegando? ¿Ya falta poco? ¿Cuánto falta?
¿Ya hemos llegado?»; exactamente igual pasa con nuestra
mente porque ya sabemos (sin tener consciencia de ello) lo que
viene y tenemos tiempo para pensar en otras cosas.
Cuando desactivamos el piloto automático de nuestro cerebro, él
tiene que trabajar en cada palabra, en cada frase, en cada línea; así
que, cuando leemos un texto del final hacia el principio, vamos a
tener que activar toda nuestra concentración para poder hacerlo
correctamente.
Te recomiendo que practiques esto a diario y cuando veas que 60
segundos se vuelven muy fáciles o empiezas a sentir que te
distraes, aumenta el tiempo a 90 segundos, y luego a dos minutos;
si te distraes, tienes que volver a empezar.
2. Cuenta de 2 en 2, de 100 hacia abajo:
Normalmente, cuando contamos de 2 en 2, lo haríamos: 2, 4, 6, 8,
10, etc. En este caso, lo hacemos hacia abajo: 100, 98, 96, 94, etc.
¿Para qué? Para desconectar el piloto automático de nuestro
cerebro y no dejar que la costumbre, aquello que hemos hecho
tantas veces y que podemos hacer sin siquiera pensar, entre en
modo de control absoluto y forcemos a nuestra mente a
concentrarse en los números que vienen.
Estoy seguro de que tú podrías contar de 2 en 2 hacia arriba, sin
ningún problema, mientras estás mirando el Instagram o
conduciendo, pero contando al revés, probablemente perderías la
cuenta.
Para algunos, contar de 2 en 2 hacia abajo es muy fácil. Si es tu
caso, entonces prueba de 3 en 3 o de 4 en 4; si pierdes la cuenta,
vuelve a empezar.
3. Cuenta cuántas veces aparece una letra en una página:
Elige una letra cualquiera, que no sea una vocal y que sea de
preferencia una consonante poco usada, como podrían ser, por
ejemplo, la X, la Z o la Ñ. Luego, cuenta (mentalmente, no por
escrito, ni contando con los dedos) cuántas veces aparece esa letra
en esta página o en la anterior. Si pierdes la cuenta, tienes que
volver a empezar. Asegúrate que no te saltas ninguna. Al concentrar
tu atención en la búsqueda de una letra específica y al mismo
tiempo, mantener un conteo mental de cuántas veces va
apareciendo en la página, estarás obligando a tu cerebro a poner
todo su enfoque en dos actividades en simultáneo, que no suele
hacer a diario y, por lo tanto, no tiene práctica adquirida que le
permita entrar en piloto automático. La mejor manera de desarrollar
nuestra capacidad de concentración es entrenando al cerebro a
trabajar sin su piloto automático.
4. Crea frases cuya última letra de cada palabra, sea la inicial de
la siguiente:
Este es uno de los ejercicios más divertidos (en mi opinión) sobre
todo para los más creativos. Si no te consideras una persona
creativa (aunque todas las personas lo son) te ayudará a desarrollar
tu creatividad. Puede que te cueste un poco, pero esa es la idea; si
no nos está costando, no nos estamos entrenando lo suficiente.
Debes crear una frase pequeña cuya última letra de cada palabra
sea la letra inicial de la próxima palabra. Veamos un caso:
Si empezamos la frase con la palabra «Óscar», la última letra de
esa palabra es la R, así que, la segunda palabra en la frase que
vamos a construir debe empezar con la letra R, por ejemplo: «Oscar
Reparó». Siguiendo la regla del ejercicio, podemos entonces crear
una oración como esta:
«Oscar Reparó Obligatoriamente El Lavavajillas Siguiendo Órdenes
Según Nicolas Se Expresó»
Un poco rara la frase ¿no?… pero no importa, porque tiene un
mínimo de sentido, se entiende y no se trata de que seamos
gramatical y semánticamente perfectos.
Este es uno de los ejercicios que va a exigir que tu atención y
concentración den lo mejor de si. Crear una frase de alrededor de
10 palabras, que tenga un mínimo de sentido (como la del ejemplo)
te podría tomar alrededor de cinco minutos (o más); tu cerebro
tendrá que buscar profundamente en su banco de memoria y lo que
realmente te costará, es distraerte.
Ya verás que este es un ejercicio al que le sacarás el mayor
provecho y que realmente mejorará muchas de tus capacidades
cognitivas a nivel general.
5. Elige un objeto y concéntrate en él durante un minuto:
Este ejercicio comienza «fácil», pero se vuelve «difícil» a medida
que lo vas haciendo. Luego de elegir cualquier objeto que tengas
cerca (por ejemplo, un reloj de pulsera), te concentrarás en él de la
siguiente forma:
Vas a detallar y prestarle atención a todos sus detalles e irás
narrando, mental u oralmente (como prefieras) sus características.
Por ejemplo: «Este reloj que llevo puesto en mi mano
derecha tiene una base de aluminio con un cuerpo
en cerámica, una banda o correa elástica deportiva
multicolor con un cierre de velcro. Es un reloj
inteligente de la marca de la manzanita; tiene en uno
de sus lados un botón giratorio, justo al lado de lo
que parece ser el orificio del micrófono».
No se trata de decir «tengo un reloj negro en mi muñeca»
y ya está; debemos prestarle atención hasta al más mínimo detalle,
durante un minuto entero. Aquellos que se distraen más fácilmente,
mirarán el objeto durante 5 segundos y se van a aburrir… y esa es
la idea: forzar la atención en momentos de aburrimiento.
Obliga a tu cerebro a seguir buscando, analizando y percibiendo
cada detalle de ese objeto y cada vez que te distraigas, vuelve a
poner la atención en los detalles.
La concentración se desarrolla y se entrena como cualquier otra
habilidad: a través de la constancia, la repetición y la práctica, de la
misma manera que has desarrollado, sin darte cuenta, tu capacidad
de distraerte fácilmente. Cuando estamos leyendo un libro y cada
tres líneas levantamos la mirada de la página que estamos leyendo
para ver algo a nuestro alrededor, o luego de cada párrafo o página,
miramos el Facebook, el Instagram o el Whatsapp, lo que estamos
haciendo es entrenarnos en el arte de la distracción constante.
Estamos adquiriendo la destreza y el hábito de la distracción cada
pocos minutos.
Algo tan básico como navegar en internet, abrir una pestaña de
nuestro navegador y luego esa pestaña te lleva a otra cosa; luego
esa otra cosa te recuerda que tenías que buscar algo en Google y
abres una tercera pestaña; después tu búsqueda te lleva a otra cosa
y ahora tienes cuatro pestañas abiertas en tu navegador y vas
saltando entre ellas… eso es un Máster y PhD en distracción
crónica.
Debemos entrenar al cerebro para que pueda hacer una sola cosa a
la vez, durante un período específico de tiempo. Si los haces a
diario y vas aumentando el grado de dificultad y tiempo de
concentración, verás que te vuelves un maestro en enfoque.
EL ARMA (NI TAN) SECRETA DE LOS
TRIUNFADORES: LA VISUALIZACIÓN
Una técnica tan poderosa y menospreciada por todos aquellos que
no la entienden o los que la juzgan como una práctica esotérica,
metafísica y sin fundamente científico, cuando en realidad, los
atletas de élite, los militares, artistas y muchos otros profesionales la
practican a diario y es lo que les ayuda a mantenerse entrenados y
preparados, inclusive en aquellos momentos que están
descansando.
La visualización es el acto de imaginar situaciones como que si ya
han sucedido. No se trata de simplemente pensar, debemos
visualizar con los ojos de la mente. Tengo plena consciencia que el
concepto suena a esoterismo y sobrenatural, pero tiene
fundamentos científicos y hay innúmeras investigaciones que la
respaldan.
Como dijo Napoleón Hill«El hombre, por sí solo, tiene el
poder de transformar sus pensamientos en la
realidad física. El hombre, por sí solo, puede soñar y
hacer sus sueños realidad». Esto tiene mucha relación con
lo que dijo Albert Einstein: «Si lo puedes imaginar, lo
puedes crear». Pero no se trata simplemente de imaginarlo
como si fuese una fantasía, sino de visualizarlo en tu mente como
un hecho real.
A los más soñadores (y perezosos) les tengo una mala noticia: no,
no es suficiente con echarse en el sofá y «visualizar» que tienes un
Ferrari en la puerta de casa esperándote para que vayas a darle un
paseo. La visualización es un elemento de programación mental que
requiere de acción para que se convierta en una realidad.
Probablemente habrás visto en la televisión cuando un clavadista
olímpico, un patinador artístico o inclusive un paracaidista,
momentos antes de iniciar su rutina o actividad, hace movimientos
con sus brazos y con el cuerpo entero, mientras mantienen los ojos
cerrados, como si ya estuvieran ejecutando su actividad. En
realidad, ellos están visualizando lo que harán realidad pocos
minutos después. Lo han entrenado mil veces, y momentos antes,
siguen entrenándolo, pero a través de la visualización.
Esa es la teoría, pero en la práctica ¿Cómo se visualiza de la
manera correcta?
Primero, es importante conocer que tenemos dos tipos de
visualización:
1. Visualización interior: consiste en cerrar tus ojos (o también lo
puedes hacer con los ojos abiertos, da igual) y ver en tu mente, en
tu imaginación, un hecho específico: te ves ganando un premio,
recibiendo un aumento de sueldo, firmando un contrato, ves a tus
seres queridos riendo y muy saludables, etc. Nadie se entera de lo
que estás visualizando, solo tú, es algo tuyo y nadie más que tú
puede verlo como tú lo estás visualizando en tu mente, con la mayor
claridad que sea posible. Inclusive, te imaginas los sonidos que hay
en ese momento cuando ya has conseguido lo que quieres, sientes
cuál es la temperatura que hay en ese momento, sientes el contacto
de la ropa con tu cuerpo, los olores de ese momento, y desde luego,
sientes la emoción, la alegría, la felicidad, el sentimiento de logro, la
satisfacción, la euforia y la adrenalina del momento que tanto
quieres ver realizado, porque en tu mente: ¡ya es un hecho!
2. Visualización exterior: En este caso nos valemos de recursos
externos que nos ayuden a visualizar lo que queremos ver
conseguido. Cuando observamos a otras personas que ya
alcanzaron aquello que nosotros queremos y los admiramos (en vez
de envidiarlos) eso nos ayuda a inspirarnos y a aumentar el deseo
por conseguir el mismo resultado. También nos podemos valer de
vídeos, imágenes o fotografías. Una manera muy popular de hacerlo
y que posiblemente ya habrás escuchado, es a través de lo que
llaman un «Vision Board» o «Tablero de Visión». En este «Vision
Board» vamos a ir colocando imágenes que representen todo
aquello que queremos conseguir. Puedes buscar en Internet
fotografías que ilustren eso que quieres (ganar un premio, firmar un
contrato, ver a tu familia feliz y saludable, etc.) y mirar a diario esas
imágenes, sintiendo la emoción, la alegría, la felicidad, el
sentimiento de logro, la satisfacción, la euforia y la adrenalina de
ese momento que tanto quieres ver realizado.
La primera vez que escuché el concepto del Vision Board fue
cerca del año 2008 y desde entonces, he creado varios y puedo
decirte que, a lo largo de todos estos años, alrededor del 80% de las
imágenes que he puesto en mis Vision Boards sea han hecho
realidad. Desde luego, he tenido que trabajar para conseguirlo y
nada me calló del cielo, pero ver el Vision Board a diario, programa
mi mente para tomar las decisiones correctas y las acciones
correctas que me permiten conseguir lo que quiero.
Si te gusta la idea ¡genial! ¡haz tu propio Vision Board!
Si no te gusta la idea ¿Qué puedes perder? ¡Inténtalo! ¡haz tu propio
Vision Board!
En caso de que nunca hayas hecho uno, te recomiendo que lo
hagas siguiendo estos pasos:
1. Define el formato que tendrá tu «Vision Board»: hay quienes lo
hagan en tableros de corcho que se cuelgan en la pared, otros
compran una agenda o cuaderno de aquellos de dibujar y hay
quienes lo hagan en digital. Personalmente, lo he hecho de varias
maneras: actualmente tengo un tablero de corcho detrás de la
puerta de mi despacho, así que, siempre que me paro delante de la
puerta desde dentro, veo mi «Vision Board», pero también tengo
esas mismas imágenes de mi Vision Board en mi tablet y muchas
veces las pongo a reproducir como un slideshow de diapositivas,
con una música de fondo motivadora. Tú decide cómo quieres que
sea, así que, elige el formato que te atraiga más.
2. Selecciona imágenes que motiven y representen aquello que
deseas: tienes que colocar allí cualquier cosa que ilustre todo lo que
quisieras tener, todo lo que quieras hacer, todo lo que quieras ser,
con quién quieras estar, todo aquello en lo que quieras convertirte.
Busca imágenes en revistas, en internet, en libros, donde sea y
colócalas allí en tu «Vision Board». Algo importante que te
recomendaría es que, siempre que puedas, utiliza imágenes en
«primera persona», es decir: si una de tus metas es atravesar el
mundo en un velero, no busques fotos de veleros tomadas desde el
aire o desde otro barco; busca imágenes tomadas por alguien
dentro de un velero. La idea es que las imágenes sean una
representación de lo que verán tus ojos. Por ejemplo, una de mis
metas hechas realidad fue haber podido pasar un tiempo en un
templo budista en Japón (no soy budista, pero admiro y comparto
mucho de su filosofía). Las imágenes de esta meta que tenía en mi
vision board eran siempre cómo se veía el lugar desde dentro, la
entrada del lugar, la mesa con la comida delante; todo visto en
primera persona como que si esas imágenes fueron captadas por
mis ojos. Eso ayuda bastante a hacerlo más real.
3. Coloca el «Vision Board» en un lugar visible: si es en formato
físico, elige el lugar de tu casa o de tu despacho donde lo puedas
ver constantemente. Como te he comentado anteriormente, yo lo
tengo en la parte trasera de la puerta de mi despacho, así que,
cuando estoy con la puerta cerrada, siempre lo veo. Algo importante
que debes evitar es ignorarlo por costumbre; lo ves tantas veces
que comienzas a ignorarlo, como muchísimos otros objetos que
tienes en casa. Si lo haces en digital, ponlo como protector de
pantalla siempre que tu ordenador o computador entre en modo de
suspensión. Sea como sea, no lo guardes en un cajón para nunca
más verlo. Tenlo siempre presente.
4. Utiliza tu «Vision Board» a diario para visualizar: No sirve
de nada crearlo y mirarlo sin visualizar. No es lo mismo ver o mirar
que visualizar. Recuerda que debes sentir el momento, imaginar
los sonidos, la temperatura de ese lugar, etc. Usando el ejemplo
anterior del velero, yo me imaginaría el viento fuerte en mi cara y en
mi cuerpo, el olor a salitre del mar, el sonido del viento impactando
las velas y los sonidos metálicos en el mástil, la sensación de paz y
tranquilidad que me transmite el mar, etc. Recuerda visualizar
usando imaginariamente todos tus sentidos y las emociones que
sentirás mientras disfrutas de tu meta alcanzada.
5. Replantea y reorganiza tu «Vision Board» cuando sea
necesario: a medida que van pasado los días, semanas, meses y
años, van cambiando nuestros logros, metas y prioridades sobre
aquello que nos interesa; debemos replantearnos lo que hayamos
colocado en nuestro Vision Board y hacer los cambios
necesarios. Si inicialmente tenías la meta de tener un coche o auto
sumamente lujoso, pero luego eso dejó de interesarte, quita esas
fotos del auto lujoso y pon otro que esté más acorde con tus nuevos
intereses. Si tenías el sueño de crear una fundación para niños
pobres, pero luego de pensártelo mejor, quieres hacerla para
ancianos, entonces haz los cambios en tu Vision Board.
Debemos ser consistentes y perseverantes, pero también debemos
aceptar que nuestras prioridades van cambiando y vamos alineando
nuestras metas con ciertos valores, para no sentir conflictos internos
que nos sabotean.
Practica la visualización, tanto la interior como exterior, con la mayor
frecuencia y regularidad que puedas, inyectándole muchas
emociones y sentimientos a esas imágenes que visualices (no es un
asunto esotérico, te lo aseguro) y verás que eso será uno de los
elementos más importantes de tu programación mental para que
consigas prácticamente todo lo que quieras.
CÓMO HACER REALIDAD ALGO QUE
NUNCA HAS VISTO
Puede que ahora o anteriormente te hayas planteado ciertas metas
que sabes que te gustaría alcanzar, que harían tu vida mucho mejor,
pero te cuesta creértelas. Como nunca has tenido algo ni siquiera
parecido en tu vida, te cuesta mucho visualizarlo, porque tu mente
no logra encontrar en su banco de memoria algo similar.
Estamos tan acostumbrados a «ver para creer» que cuando no
vemos algo, nos cuesta creerlo, cuando en realidad debemos
hacerlo al revés: «no creas todo lo que ves, pero cree en
todo lo quieras ver».
Muchas veces nos creemos algo simplemente porque lo hemos
visto y aunque eso forma parte de la naturaleza de la vida (si logras
ver tus manos, entonces obviamente te crees que tienes manos),
hay cosas que nuestra percepción de la realidad nos hace creer y
que, en realidad, no son lo que creemos; la percepción de la
realidad es mucho más fuerte e influyente que la propia realidad.
Lo que nosotros creamos acerca de la verdad o de la realidad tiene
mucho más peso que la verdad en si. Cuando tienes una percepción
o imagen de alguien, por ejemplo, esa persona te cae mal y te
parece desagradable, pero a tus amigos les cae muy bien y les
gusta su compañía, la «realidad» acerca de esa persona es la
misma para todos, pero tú, probablemente, la estás jugando por un
par de cositas que no te gustaron o que no son compatibles contigo.
Esto también pasa con situaciones, emociones, metas u objetivos
que queramos alcanzar; nos creamos una percepción de algo que
no necesariamente es verdad.
La principal diferencia entre un soñador y un visionario es la
capacidad de distinguir entre lo que es real de lo que es realizable.
Todos los visionarios del pasado, aquellas personas que vieron algo
que los demás no eran capaces de ver, que se imaginaron un futuro
que los demás no eran capaces de imaginar, que lograron diseñar
en su mente un invento o cualquier cosa que en ese momento no se
podía ver ni tocar, esos visionarios no estaban basando su juicio o
percepción en lo que era real en ese momento (porque no existía),
sino en lo que era realizable, es decir, lo que se podía realizar.
Si tienes el sueño de viajar a Tailandia, probablemente sea porque
has visto fotos, vídeos o conoces a personas que te han contado
acerca de sus maravillosos viajes al país del sudeste asiático.
Sabes que Tailandia es real, sabes que otras personas han viajado
hasta allá y sabes que, para ir, probablemente tendrás que ahorrar,
ver la mejor época del año y comenzar a buscar opciones de
alojamiento. Pero ¿Qué sucede si tu meta es ganar 100 millones de
Dólares/Euros con tu negocio o a través de inversiones?
Probablemente pensarás: «¿Cómo rayos me voy a
visualizar ganando 100 millones de Dólares si ni
siquiera he podido ganar el 0,1% de esa cantidad en
toda mi vida?».
Es aquí donde entra la capacidad de creer que algo es realizable y
la capacidad de creer que tenemos (o lograremos obtener) las
habilidades necesarias para conseguir lo que queremos.
Atención: absolutamente todos (exitosos o no) sufrimos, de una
forma u otra, de inseguridad y miedo a la incertidumbre. Cuando
estamos delante de un nuevo proyecto o de una meta, es normal
que sintamos que algo nos falta, que no estamos suficientemente
preparados, que necesitamos más conocimientos, más sabiduría,
más experiencia, etc., pero lo que diferencia a los triunfadores del
resto, es la capacidad de tomar acción a pesar de todos esos
pensamientos.
«Triunfar con Miedo: Cómo tomar
Como digo en mi libro
acción sin que el miedo sea una limitación»», no se
trata de eliminar el miedo, sino de aprender a actuar a pesar del
miedo. Debemos definir lo que queremos, crear un plan (o varios) y
tomar mucha acción, aunque tengamos dudas (recuerda la teoría de
la expectativa del Profesor Victor Vroom que te comenté en el
capítulo de «Cómo aumentar el deseo por conseguir lo
que quieres»).
La base para hacer realidad algo que nunca hemos visto es
crearnos un patrón o una referencia sobre esa meta, objetivo o
sobre lo que sea que queramos ver realizado. Por ejemplo, para
muchísimas personas, ganar 1.500 euros o dólares al mes está bien
y ese es su estándar; allí tienen puesto el listón. Como le dicen
algunos: han puesto allí su termostato financiero.
Cuando el termostato baja de ese valor sienten que hay un
problema. Cuando sube y pasa ese límite que se han puesto, de
manera consciente o inconsciente, bajan al nivel que ellos se han
puesto como estándar y por eso es por lo que tanta gente no logra
subir el nivel de vida, porque tienen puesto el listón muy bajo.
Mientras que otras personas que tienen su listón puesto en los
4.000 dólares o euros al mes, si ganan menos que esa cantidad,
empiezan a dispararse todas las alarmas. Tu estándar define lo que
alcanzarás.
Así que, el primer paso sería definir cuál es nuestro estándar: ¿Cuál
sería aquella realidad que nosotros tomaríamos como algo
realmente satisfactorio para nosotros?
Vamos a utilizar el ejemplo de otras personas que ya están por
encima de nuestro estándar; aquí es cuando la comparación se
vuelve buena (cuando se hace de una manera saludable), es un
estímulo, en vez de crear envidia o rencor, más bien crea
inspiración, y eso es, por ejemplo, lo que a mí me sucede siempre
que viajo a Dubai.
Dubai es para mí una ciudad que me inspira, que me hace creer que
absolutamente todo es posible. Si esa gente ha construido esos
rascacielos sobre un montón de arena, entonces yo puedo encontrar
mi manera de alcanzar mis metas. Si ellos piensan a lo grande y
han construido cosas grandiosas, entonces yo también puedo
pensar a lo grande y rodearme de las personas que me ayudarán a
volverlo una realidad.
La comparación, en este caso, se hace como terapia de inspiración,
en vez de hacerlo para sentirnos inferiores, discriminados y sentir
envidia cuando vemos que otros tiene algo que nosotros queremos,
pero no tenemos.
A muchos les cuesta creer que serán capaces de alcanzar y
conseguir lo que otros tienen y por eso no hacen los cambios
necesarios para conseguirlo. Para poder volver realidad algo que
nunca hayamos visto, debemos visualizarlo como que si ya lo
hemos visto, como si ya lo hemos tenido en nuestras manos. Si
quieres ganar 100 millones de dólares o euros, te costará ver tu
cuenta bancaria con esa cantidad, pero tienes que visualizarlo como
que si es verdadero.
Hace varios años, cuando yo estaba totalmente quebrado (y no
creas que fue hace tanto, estoy hablando del año 2007/2008) no
tenía dinero ni para pagar el alquiler de la casa donde vivía y
recuerdo que, en aquel entonces, 5.000 euros era una cantidad
enorme de dinero para mí; ver 5.000 euros en mi cuenta bancaria
era prácticamente imposible de visualizar porque jamás había visto
algo que no fuese número negativos. Sin embargo, lo que hice fue
hacerle una captura de pantalla a mi cuenta bancaria, y con el
Photoshop, edité el valor negativo que tenía (-197 euros) y lo
convertí en 5.024 euros. Esa imagen «photoshopeada» de mi
cuenta bancaria la puse de fondo de pantalla en mi ordenador y
todos los días la veía, sabiendo que era falso, que no tenía esa
cantidad en mi cuenta, pero todos los días veía la imagen como que
si fuese verdadera; hasta que dejé de prestarle atención consciente,
pero mi subconsciente seguía haciendo su trabajo: ver como algo
«normal» tener en mi cuenta 5.024€.
Este es un buen ejercicio para que, lo que al inicio nos parece
imposible, el subconsciente lo vaya grabando, asimilando y
buscando la manera de hacerlo realidad.
Ganar 100 millones de dólares o euros no es imposible para ti, es
perfectamente realizable; la prueba está en que hay miles de
personas en el mundo (con menos inteligencia que tú y con un
pasado peor que tu presente) que han ganado esa cantidad y
muchísimo más, entonces tienes pruebas de que sí es realizable.
Cuando nos ataca aquella duda, aquel temor que nos dice: «no,
yo en mi caso no creo que sea realizable porque yo
no tengo esto o aquello; yo tengo muchas
limitaciones; mi caso es distinto», empezamos entonces a
averiguar y a analizar la vida de aquellos que ya lo han conseguido
y nos vamos a dar cuenta que ellos tenían limitaciones muchísimas
más grandes que las que tenemos nosotros ahora.
Para superar esa desconfianza que tenemos hacia nosotros
mismos, debemos involucrarnos más, participar más, tomar el
mando y control de muchas más cosas, siendo proactivos en todo.
El estado mental de quien siente que va por la vida como un
pasajero siendo llevado por las decisiones y acciones de los demás,
aquél que sigue al pastor y al resto del rebaño (ya sabes el tipo de
persona de la que hablo) tiene un estado mental es muy distinto y se
vuelve mucho más vulnerable que aquellas personas que sienten (y
se comportan) como el piloto de su propia vida; saben que cumplen
un papel en la sociedad y que forman parte de la tripulación de la
sociedad, pero son el piloto de su propia vida. Muchísimas personas
que sienten poca autoconfianza son las que prefieren sentarse en el
banco trasero del vehículo de la vida, en vez de agarrar el volante.
En psicología hay algo llamado Locus Interno y Locus Externo. Los
que tienen un locus externo más desarrollado, creen que
absolutamente todo lo que tienen en la vida y todo los que le pasa
en la vida es culpa de factores externos. Mientras que los que tienen
un locus interno más desarrollado, aceptan la responsabilidad de
prácticamente todo lo que tienen y todo lo que les sucede.
Aunque ninguno de los dos extremos es bueno, más vale que
tengas un poco de exceso de locus interno, que del externo. Es
decir, más vale que creas que tú eres en gran parte responsable de
todo lo que tienes y todo lo que te sucede, porque eso te pondrá en
constante movimiento y nunca te quedarás sentado esperando que
algo te caiga del cielo.
Luego, podemos empezar a dar pequeños pasos que nos ayudarán
a sentirnos como que si ya hemos logrado lo que queremos. Te
pongo un ejemplo: supongamos que quieres ganar muchísimo más
dinero de lo que ganas actualmente, obviamente porque te gustaría
tener un nivel de vida más alto, viajar en primera clase, alojarte en
buenos hoteles, ir a restaurantes de mayor calidad, darle una mejor
vida a tu familia, mejor educación a tus hijos, etc. Sin embargo, si
nunca has estado en esos entornos, te costará visualizarte como
que si ya lo has conseguido. En ese caso, puedes hacer un ejercicio
que yo hice hace varios años cuando ganaba muy poco dinero y,
basándome en algunas de las prácticas de la ley de la atracción
(soy de los que piensa que sin acción, no hay atracción que valga)
para poder visualizarme más fácilmente en un hotel de 5 estrellas,
rodeado del tipo de gente que se aloja en esos hoteles, lo que hice
para ayudarle a mi subconsciente a asimilar esa idea como algo
«normal», fue ahorrar durante tres meses para ir a desayunar
(solamente desayunar) en un hotel de cinco estrellas.
El desayuno en un hotel cinco estrellas (dependiendo del país y del
nivel del hotel) puede costar alrededor de 15-20 euros, así que,
solamente tenía que ahorrar 5€ por mes, para poder ir a desayunar
en hoteles de cinco estrellas cada tres meses. Me ponía mi mejor
ropa de sábado por la mañana (la única buena que tenía) y me
sentía como un faraón egipcio desayunando en un hotel de esa
categoría. Normalmente me hubiese costado solo unos 4€
desayunar en cualquier sitio modesto de la calle, pero poder
desayunar en un hotel de lujo cada tres mes, pagando un precio de
lujo (aunque no más que lo que me costaba ir al cine con mi novia)
me ayudó a adquirir el estado mental de quien frecuenta ese tipo de
lugares y la visión se convirtió en algo mucho más realizable.
Pocos años más tarde, eso se volvió normal en mi vida. Desde el
año 2011 aproximadamente, me alojo en hoteles de cinco estrellas
la mayor parte del tiempo, viajo en primera clase en vuelos largos y
voy a buenos restaurantes al menos una vez al mes.
Evidentemente, el ejercicio que te acabo de compartir no fue el
único causante del cambio en mi vida, pero sin duda, ayudó a
visualizar de una manera muy real, algo que nunca había tenido, ni
hecho.
Cuando nuestra mente se abre a una nueva realidad, aparecen un
montón de oportunidades que antes ni nos dábamos cuenta de que
existían y son ellas las que nos cambian la vida. Es importante
entrenar nuestro sistema de activación reticular para que se fije en
esas oportunidades y nos dé las pistas necesarias para ir
construyendo la vida que queremos y que nos merecemos.
Siempre que estés delante de alguna meta o «sueño» que te parece
imposible de alcanzar en tu realidad actual y te cuesta visualizarte,
exponte a los entornos, personas y lugares que serán parte de tu
vida en ese futuro que quieres construir.
DESARROLLANDO UNA
AUTOCONFIANZA DE ACERO
«Nada construye tanto la autoestima y el
autoconcepto, como los logros» Thomas Carlyle.
Nosotros somos, en gran medida, responsables de todo aquello que
seremos capaces de alcanzar, y si no confiamos en nosotros
mismos, tendremos la derrota prácticamente asegurada.
Tu desmotivador número uno es tu diálogo interno; aquella vocecilla
que te está diciendo constantemente porqué no lo vas a lograr, la
que te recuerda todo aquello de lo que careces, en lo que eres peor
que los demás, todas las veces que has fracasado anteriormente,
etc.
Esa voz que intenta protegernos de lo malo, en realidad, nos aleja
de lo realmente bueno y debemos tener muchísimo cuidado con
nuestro diálogo interno.
La autoconfianza se construye y se desarrolla cada vez que nos
levantamos de una caída. No confiamos en que jamás caeremos,
sino confiamos en que nos podremos levantar de cada caída, más
fuertes y sabios.
Tener una autoconfianza de acero no se trata de pensar «Todo
va
a salir bien» sino de pensar «Aunque salga mal, tendré
la capacidad de levantarme, aprender la lección y en
futuros intentos, hacer que salga bien». Eso es tener una
autoconfianza de acero.
Pensar de manera positiva es crucial, pero como siempre lo digo:
con los pies en la tierra. De nada sirve ser un soñador, creyendo que
todo será magnífico, maravilloso, que todo estará siempre bien,
mientras que, en el fondo, se están tapando un sufrimiento interior,
una tristeza interior, un grandísimo problema de seguridad en si
mismos y tratan de disfrazarlo con «Todo saldrá bien».
Tenemos que ser positivos, claro que sí, no podemos ser pesimistas
ni negativos, pero debemos tener los pies en la tierra. Eso es lo que
nos conecta con la realidad, es lo que une lo que somos con lo que
queremos ser. No debemos usar el elemento de «pies en la tierra»
como un peso o yunque que no nos deja volar, sino como un ancla
que no deja que nos lleve la marea.
Dicho esto, voy a recomendarte 7 prácticas para aumentar tu
autoconfianza y sentir que siempre podrás con lo que tengas
delante:
1. No te compares con los demás: tú eres único, tienes una
historia única. Posiblemente tú no tienes ninguna relación con la
historia de los demás, así que, ¿Para qué compararnos con ellos?
Si ellos han logrado más y mejores cosas, quizá sea porque tienen
una historia distinta a la tuya, un camino recorrido distinto al tuyo y
una serie de derrotas por las que tú no has pasado aún. Podemos
usar la vida de los demás como inspiración o referencia, pero nunca
como comparación de «quién es mejor». Ellos tienen habilidades
que tú no tienes y tú tienes habilidades que ellos no tienen. Son
muchos factores los que determinan el éxito o fracaso de alguien,
así que, escribe tu propia historia, basándote en tu propia vida.
2. Concientiza tus logros pasados: tenemos que mantener un
registro de todo aquello que hemos logrado, por más pequeño que
sea. Debemos fijarnos en lo que hemos hecho mal para aprender y
mejorar, pero al mismo tiempo, debemos ver todo lo que hemos
conseguido y lo que nos demuestra que somos suficientemente
capaces de conseguir lo que queramos. A veces hemos tenido
ayuda de otras personas, otras veces hemos tenido algún recurso o
herramienta que nos ayudó a alcanzar una meta, y no debemos
olvidar que, si hemos triunfado en algo en el pasado, podremos
hacerlo en el presente y en el futuro. Lo interesante de la vida y lo
que mantiene la emoción, es que los triunfadores siempre subimos
el nivel de las metas que queremos alcanzar y constantemente nos
retamos a nosotros mismos para conseguir metas más grandiosas.
3. Acepta que el fracaso es parte del éxito: Como te he dicho
anteriormente, tener autoconfianza no se trata de creer que nunca
fallaremos, sino de tener plena consciencia de que, para triunfar,
nos vamos a tropezar y a caer varias veces. La confianza no la
ponemos en el resultado, la ponemos en nuestra capacidad de
alcanzar ese resultado. A veces nos costará más y otras veces
menos, pero cada fracaso nos enseña muchas lecciones, entre
ellas, que debemos seguir preparándonos, que aún no ha llegado
nuestro momento y que debemos continuar nuestro entrenamiento
para finalmente triunfar. Jamás te autocastigues o te recrimines un
fracaso o error que hayas cometido. Analiza lo que sucedió, toma
nota de lo que debes mejorar, levántate y vuelve a intentarlo con la
experiencia que antes no tenías.
4. Fórmate y amplia tus conocimientos: si hay un factor que
empeora la falta de seguridad en nosotros mismos, es sentir que no
sabemos o conocemos lo suficiente, que no tenemos suficiente
experiencia, que nos falta entrenamiento. Lo bueno, es que eso se
cura de una manera muy simple: formándonos y entrenándonos
constantemente. No me refiero solo a teoría; leer 10 libros y asistir a
20 cursos nunca te dará todo lo que necesitas, sino la mezcla de
estudio con implementación, la mezcla de ejecución con ensayo y
error te dará la confianza que necesitas para enfrentar cualquier
situación.
5. Trabaja a diario en tus metas: si sientes que estás perdiendo el
tiempo y que la vida se te está escapando entre los dedos,
obviamente te sentirás inseguro. No hay mayor motivador que el
progreso, así sea poco a poco. Nunca debemos irnos a la cama sin
haber avanzado un poco hacia lo que queremos conseguir y ser
testigos de nuestro propio progreso, aumenta en gran medida la
confianza en nosotros mismos de que seremos capaces de
alcanzar, más tarde o más temprano, lo que nos hemos propuesto.
6. Revisa frecuentemente tus motivos: ¿Serías capaz de saltar
entre dos edificios, desde el tejado, separados por 2 metros, a 15
plantas de altura? Probablemente te c*gues del miedo y ni te
atrevas a acercarte al borde del tejado. Pero, y si del otro lado está
un ser querido en riesgo de muerte ¿Saltarías? Probablemente sí, y
sin pensarlo. Muchas veces olvidamos porqué queremos lo que
queremos y olvidamos los motivos que tenemos para triunfar.
Seguramente habrás visto en Internet aquellos vídeos de personas
haciendo cosas impresionantes para salvar a otra persona o a un
animal; ellos no están pensando en si confían en que serán capaces
o no, lo único que tienen claro es el objetivo a alcanzar y eso les da
la confianza para tomar acción. Recuerda con frecuencia porqué es
importante para ti. Eso te dará confianza.
7. Observa y gestiona tus creencias limitantes: todos tenemos
creencias que nos limitan, creemos cosas que no necesariamente
son ciertas, buscamos evidencias que comprueben que tenemos
razón, pero ese es tan solo nuestro sesgo de confirmación
jugándonos una partida. El cerebro nos trata de convencer de algo
que no necesariamente es verdad, así que, tenemos que prestarles
muchísima atención a aquellas creencias que no nos están dejando
llegar a donde queremos. Si vemos que otras personas han
alcanzado lo que nosotros queremos alcanzar y nos damos cuenta
de que piensan de una manera distinta y creen cosas distintas a lo
que nosotros creemos, debemos cuestionar esas creencias y valorar
si continuarán deteniéndonos, en vez de ayudarnos a acercarnos a
nuestra meta.

Todo esto que he compartido contigo está interconectado y si lo


haces parte de tu vida y de tu día a día, verás que tu autoconfianza
aumenta y dejarás de ser tu peor obstáculo para alcanzar lo que
quieres.
7 TRUCOS PARA SER MÁS
DISCIPLINADO EN TU DÍA A DÍA
«Todos debemos sufrir uno de dos dolores: el
dolor de la disciplina o el dolor del
arrepentimiento. La diferencia es que la
disciplina pesa gramos, mientras que el
arrepentimiento pesa toneladas». Jim Rohn
Este es un tema que, aunque tengo una conferencia entera
explicando porqué no debemos depender de nuestra capacidad de
ser disciplinados, muchas personas consideran la falta de disciplina
la causa Nº1 de sus fracasos.
Todo es una elección de vida, todo es una opción. Nosotros
podemos decidir si somos buenas o malas personas; de la misma
forma podemos decidir ser disciplinados, mucho más activos y
organizados.
Cuando asumimos que absolutamente todo está en nuestras
manos, entonces sentimos un mayor poder de hacer lo que sea
necesario por conseguir lo que queremos. Sin embargo, muchísima
gente opta por el camino de «no, es que yo no nací con
esa habilidad. Es que a mí no se me da bien
disciplina y mucho menos ser organizado, yo soy
una de aquellas ovejas negras del universo…» No, no
lo eres; tú estás decidiendo pensar y comportarte como una oveja
negra del universo, pero no lo eres.
Tienes libertad absoluta para decidir lo que te dé la gana, entonces
elige ser un triunfador, una persona exitosa y compórtate como tal.
Yo no soy la persona más disciplinada del mundo, me queda
muchísimo por desarrollar. De hecho, estoy absolutamente seguro
de que el tiempo de trabajo disciplinado en mi día a día, es la
minoría. La mayor parte de mi día es indisciplinadamente productiva
y a mí me funciona de esa manera.
Hace algunos años decidí ser improductivamente productivo y no
preocuparme tanto por la velocidad sino por el progreso. En vez de
ponerme metas y plazos de Superman y querer alcanzar un
montón de cosas en un solo día, decidí más bien hacer progresos
diarios que me acerquen a mi meta. Mi filosofía es: no irme a la
cama por la noche sin haber avanzado un poco hacia lo que quiero
conseguir.
En parte, la culpa es de los medios de comunicación, de las
películas y de la vida «falsa» de algunas personas en las redes
sociales que nos hacen creer que tenemos que ser súper rápidos en
todo. Date cuenta, cada vez salen coches más rápidos, los servicios
nos hacen esperar mucho menos y esto ha creado que todos
tengamos una paciencia tan ridículamente reducida que lo
queremos todo para ayer ¡Todo! Y esto a nivel de productividad, de
disciplina y de progreso, nos crea falsas expectativas. Tampoco
debemos dormirnos en los laureles, no debemos ir mucho más lento
de lo que deberíamos, pero sí que debemos tomarnos las cosas con
determinación, con proactividad y con paciencia, las tres cosas.
Hay muchísima gente que se las toma solo con calma y paciencia,
dicen: «mañana seré productivo, hoy tengo pereza».
Es la combinación de proactividad, determinación y paciencia lo que
nos ayuda a progresar, a tener resultados que se van acumulando, y
gracias a esa acumulación de resultados, es que nos vamos dando
cuenta que, poco a poco, sí que hemos estado trabajando por
alcanzar nuestras metas.
Es sumamente importante tener noción de nuestros logros, llevar un
registro de ellos, porque muchas veces nos concentramos tanto en
lo malo que se nos olvida que sí que hemos avanzado un montón.
Sí, aún nos queda mucho camino por recorrer, es verdad, pero
hemos avanzado y vamos a celebrar nuestro progreso.
Ahora, quiero que te preguntes: ¿Cuál sería aquel elemento crucial
que deberías cambiar en tu día a día, en tu rutina, en tus hábitos
para poder conseguir más cosas y tener un mayor progreso? ¿Qué
crees que deberías cambiar en lo que haces en tu día a día para
acercarte a aquello que quieres?
Hay pequeñitas cosas que traen un gran impacto en nuestras vidas.
A veces, simplemente necesitamos cambiar el orden de algunas
actividades que hacemos en nuestro día a día para que nos
representen un gran cambio, así que, comienza por un pequeño
cambio, no intentes hacer uno demasiado radical que te podría
agobiar y decepcionar; comienza por descubrir esas pequeñitas
cosas que podrías cambiar y que te ayudarán a avanzar.
Ahora compartiré contigo 7 trucos que a mi me han ayudado a
aumentar y mejorar mi disciplina:
1. Elimina los puntos de fricción: muchas veces nos cuesta ser
disciplinados por pequeñas piedras que tenemos en los zapatos. Yo
le llamo fricción a todo aquello que no nos deja avanzar con
suavidad, que no nos deja deslizarnos como en la seda y eso es lo
que causa fricción. De la misma manera como en una superficie la
porosidad y microorganismos hacen que un objeto no se deslice
suavemente, de la misma manera nosotros tenemos fricción en
nuestra vida.
Son cosas que nos hacen el trabajo más difícil, que nos hacen sentir
incómodos. Debemos buscar lo que sea que nos esté molestando,
bien sea que nos falta un accesorio, una herramienta o nos falta
acondicionar el espacio de trabajo y debemos tener atención a todos
los detalles, para eliminarlos o al menos, mejorarlos.
Te doy un ejemplo propio: hace varios años atrás, cuando no tenía
mi estudio donde grabo mis vídeos, los grababa en el salón de mi
casa. Cada vez que iba a grabar un vídeo, tenía que mover algunos
muebles, bajar al trastero para buscar las luces, montarlas y debía
armar un estudio improvisado ahí en el salón. ¿Qué ocasionaba
esto? Que era tanta la fricción de ponerme a grabar vídeos, que
nunca grababa. Tan pronto tuve la oportunidad, designé un área de
grabación en una nueva casa a la que me mudé un par de años más
tarde y ya estaba todo montado y listo para grabar. Eliminé la
fricción para grabar
Busca lo que te causa fricción y acondiciona lo que necesites para
que te cueste menos y trabajes más a gusto por alcanzar tus metas.
2. Sufre gradualmente: sí, he utilizado la palabra sufrir, porque en
un momento u otro, debemos sufrir. Empieza por un pequeño
sufrimiento, pero al mismo tiempo, consistente; ese pequeño y
consistente sufrimiento auméntalo poco a poco. Aumenta el tiempo
que le dedicas, aumenta un poco la intensidad hasta que te
acostumbres, y a medida que vayas subiendo de intensidad, ya no
te sufrirás como lo hacías al inicio.
A veces el problema es que nos ponemos metas irrealistas y
sufrimos de un solo golpe. Nos planteamos ocho horas
ininterrumpidas de trabajo concentrado y eso es totalmente absurdo.
Podemos comenzar a trabajar de manera concentrada durante 15
minutos, luego aumentar a 20, aumentar a 30, aumentar a 45 y
cuando menos te des cuenta, verás que llevas 4 horas trabajando
de manera concentrada y productiva, porque esos 15 minutos
iniciales ya no son nada para ti; aquellos 45 minutos que fuiste
aumentando luego de varias semanas, ya no representan ningún
sufrimiento para ti. De la misma manera que vamos aumentando,
poco a poco, el peso en las máquinas del gimnasio, de la misma
manera, poco a poco, lo hacemos con el sufrimiento de la disciplina.
Piensa en algo que al inicio te costaba muchísimo o te causaba
sufrimiento y que ahora haces con total naturalidad. Todo se «cura»
con el entrenamiento constante.
3. Transforma la frustración en combustible: ten consciencia de
lo que sientes cuando no cumples lo que te habías propuesto. Si
eres una persona enfocada en el éxito y te preocupas por ser cada
día mejor, estoy seguro de que te frustras cada vez que no alcanzas
una meta ¿Cierto? Por otro lado, piensa en aquello que sientes
cuando, luego de forzarte un montón, de obligarte, de llorar y sufrir,
logras lo que te habías propuesto.
Esto te recuerda que el sentimiento de satisfacción y de orgullo (aun
con todo el sufrimiento) es mucho más agradable que lo que sientes
al frustrarte. Entonces, vamos a reencuadrar la frustración y
convertirla en combustible, vamos a hacer que eso sea lo que nos
mueva. Si dejamos que esa frustración se acumule, crezca, nunca la
utilizamos como gasolina para conseguir lo que queremos y para
alimentar al cohete nos disparará hasta donde queremos, entonces
se transformará en un círculo vicioso de depresión.
Podemos tener días donde tenemos un bajón emocional, claro que
sí, pero entrar en el círculo vicioso de la depresión, nunca nos
acercará a lo que queremos. Rétate a ti mismo, rompe tus propios
records y usa tus fracasos y frustraciones como «cicatrices» que
forman parte de la victoria.
4. No pienses mucho al respecto: no pienses tanto en la
disciplina, ni en la falta de ella. Tampoco pienses tanto en lo que te
gusta hacer y en lo que no te gusta, porque mientras más pensamos
en ello, menos queremos hacer lo que debemos hacer.
Generalmente nos concentramos en el dolor y olvidamos el
beneficio, así que, no pienses mucho en lo que te causa dolor y haz
lo que tengas que hacer, sin pensarlo demasiado. A veces, es
sumamente útil que actuemos sin pensar.
¿No te ha pasado que a veces tienes pereza y te da pereza quitarte
la pereza? Nos pasa porque lo pensamos demasiado. Cuando a mí
me invaden pensamientos del tipo «…es que no me gusta
hacer eso; es que ahora no me apetece; es que
estoy cansado» casi siempre me funciona decirme a mí mismo
«Nadie te ha preguntado si quieres, si te apetece o si
te gusta ¡Levántate y hazlo!»
5. Auto-engáñate y empieza: di que solamente lo harás durante 5
minutos. Cuando la alarma suene a los 5 minutos, ya no sigues. Me
imagino que ya sabes lo que sucede luego de cinco minutos ¿no?
Que sigues haciéndolo porque ya estás caliente y ya empezaste,
que es lo más difícil. Lo realmente difícil, es empezar, es dar el
primer paso.
Requiere muchísima energía y fuerza de voluntad comenzar algo
que nos cuesta; cuando vemos que tenemos delante una montaña
de trabajo, no sabemos de dónde sacar esa energía para ponernos
en movimiento, por eso, al auto-engañarnos y decidir que solamente
lo haremos durante 5 minutos, convertimos el agobio en algo fácil
(«son solo 5 minutos») y una vez que hemos empezado,
querremos seguir (por voluntad propia) con la actividad que
estábamos evitando.
6. Agradécele a tu mente, pero no la escuches: tu mente siempre
buscará todas las excusas posibles para impedirte que hagas
aquello que no quieres ¿Por qué? Porque ella lleva demasiados
años de evolución programada para nuestra supervivencia,
bienestar y no quiere que pasemos por ningún tipo de sufrimiento, ni
siquiera el de la disciplina.
Nuestros antepasados debían administrar muy bien su energía,
porque podían pasar dos, tres o más días sin comer. Por eso,
hemos heredado lo que llamamos «la ley del mínimo esfuerzo». Así
que cuando tu mente empiece a contarte un montón de excusas y
empiece a alertarte de peligros que no existen, dile: «sí, sí,
gracias mente, sé que me adoras, sé que soy lo más
importante para ti y lo agradezco, me siento muy
honrado de que te preocupes tanto por mí, sin
embargo, cállate; no me importa lo que me estás
diciendo. Gracias por mantenerme vivo, pero calla,
que yo no me conformo con sobrevivir, sino que
quiero vivir al máximo».
7. Bloquea el tiempo: Esto ya te lo he comentado anteriormente,
pero es tan importante, que lo repito tantas veces sea necesario.
Cuando hablamos de bloquear el tiempo, nos referimos a apuntar en
nuestra agenda lo que vamos a hacer en cada hora específica del
día. Es lo que yo llamo «hacer citas con nosotros mismos».
Probablemente ya te ha pasado que creas una lista de cosas para
hacer al día siguiente (o durante ese día) y esperas a que te caiga la
inspiración del cielo para hacer esas cosas de tu lista. Sin embargo,
cuando tienes una cita con el dentista el miércoles a las 9am para
acabar con ese dolor tan desagradable que tienes en una muela,
pase lo que pase, caiga nieve o haga calor, estarás allí el miércoles
a las 9am. ¿Cierto?
Debemos fijar en nuestro calendario las horas específicas en las
que decidimos ser disciplinados. Apuntamos lo que haremos en
cada hora, de forma concentrada y productiva, pero también
apuntaremos los momentos de distracción y diversión (en los que
nos damos permisos para no hacer nada productivo).
Cuando bloqueamos el tiempo y sabemos que tenemos una «cita»
importante con nuestro futuro (con lo que queremos conseguir)
haremos lo que tenemos que hacer, pase lo que pase, caiga nieve o
haga calor.

Recuerda que la disciplina es una decisión y para que sea un poco


más fácil tomarla, debes desear fervientemente aquello que quieres
conseguir a través de la disciplina. Si lo quieres mucho, harás lo que
sea necesario para conseguirlo.
CÓMO AUMENTAR EL TAMAÑO DE
TU ZONA DE CONFORT
«Hay
Estoy seguro de que has escuchado muchísimas veces que:
que salir de la zona de confort para alcanzar grandes
metas».
Parcialmente, estoy en desacuerdo.
Se le llama zona de confort por una razón muy simple: es aquella
donde nos sentimos seguros, cómodos, donde todo es familiar,
donde sentimos que tenemos el control y todo eso es bueno; es
bueno sentirnos cómodos, seguros y estables.
Cuando nos sentimos en un entorno conocido, con actividades
conocidas, rutinas y personas conocidas, evidentemente nos
sentimos seguros y eso nos ayuda a tener un mejor desempeño. En
un estudio realizado en el año 1908 por los psicólogos Robert
Yerkes y John Dodson, descubrieron y afirmaron que mantenernos
en un estado de confort asegura que tengamos un desempeño
correcto, constante, estable e inclusive que seamos más
productivos. Hay muchos procesos mentales que se activan de
forma negativa y que nos perjudican cada vez que salimos de
nuestra zona de confort.
¿Qué genera la zona de confort? Tranquilidad, paz, felicidad,
satisfacción, etc.
¿Qué genera salir de ella? Ansiedad, estrés, temor, pánico, etc.
Dime tú quién puede ser productivo y estar en su mejor nivel de
desempeño cuando está totalmente cagad*, petrificado, agobiado,
estresado y ansioso… nadie.
Atención, que la segunda parte del estudio de estos señores en el
año 1908 es más interesante aun: para mejorar el desempeño y
maximizar nuestro potencial, debemos encontrar nuestro punto de
ansiedad óptima. Ese nivel de ansiedad óptima es aquel donde
sentimos algo de miedo, pero no tanto como para quedarnos
petrificados ni paralizados.
Si estamos demasiado cómodos no seremos productivos y si
estamos demasiado incómodos, tampoco seremos productivos.
Debemos descubrir cuál es nuestro punto de ansiedad óptima, para
que podamos aumentar nuestro nivel de desempeño y explotar
nuestro máximo potencial, sin quemarnos, agobiarnos, ni
paralizarnos.
¿Cómo conseguimos esto? Evidentemente, a través de la
experimentación. Tenemos que exponernos a muchas cosas y
tenemos que sentirnos cómodos con la incomodidad.
Para aprender a nadar, generalmente lo hacemos en una piscina o
en una playa sin muchas olas, con la supervisión de alguien que ya
sabe nadar y que nos podría rescatar en caso de que estemos a
punto de ahogarnos. Aprender a nadar cuando ya nos estamos
ahogando, es demasiado tarde. Debemos exponernos al agua y a
una situación de «ahogo» en un entorno seguro. Lo mismo debemos
hacer con la zona de confort.
Para muchos, sus metas (o lo que implica hacerlas realidad) son
como un océano profundo al cual le temen porque no saben nadar.
Entrar en ese océano implicaría salir de la zona de confort, pero
para un buen nadador, entrar en ese océano forma parte de lo que
se encuentra dentro de su zona de confort.
La moraleja es: debemos exponernos constantemente a lo que nos
causa incomodidad, temor y estrés, antes de tener que hacerlo en la
vida real, en situaciones reales (aprender a nadar cuando ya nos
estamos ahogando, es demasiado tarde).
¿Hablar en público requiere que salgas de tu zona de confort?
Comienza haciendo un discurso de 5 minutos delante de un grupo
de personas conocidas y ve aumentando la exposición, hasta que
se vuelva normal para ti hablar delante de la gente.
Por naturaleza, el ser humano es reacio al cambio; el cambio
cuesta, de hecho, el cambio requiere de mucha energía, mental y
física. Nuestro instinto de supervivencia hace que rechacemos (o
tengamos exceso de cuidado) con todo aquello que no conocemos y
que no es familiar para nosotros. Aunque también hay peligros en
zonas muy familiares y conocidas, de alguna manera nuestro
instinto ha desarrollado durante miles años el temor a lo
desconocido. Por esto es tan importante que nos expongamos con
frecuencia a situaciones desconocidas o poco frecuentes para
nosotros y que sabemos que nos harán crecer,
Hay algunos que dicen «quien no arriesga no gana» y
aunque no siempre ganamos al arriesgarnos, siempre que nos
lanzamos a una aventura, aprendemos algo nuevo y nos
exponemos a algo que antes era desconocido y, ahora, ha dejado
de serlo. Aprendemos cosas buenas y no tan buenas; esto nos hace
crecer y aumentar el tamaño de nuestra zona de confort.
Recuerdo perfectamente mis años de adolescencia en los que,
hablarle a una chica guapa, era lo más aterrador que podía sentir.
Eso no representaba salir de mi zona de confort, eso era más bien
como lanzarme de un avión sin paracaídas. Pocos años más tarde,
trabajé con modelos y actrices, y mi día a día era trabajar con chicas
sumamente guapas. Algo que antes se salía por completo de mi
zona de confort, se volvió normal. Hoy, hablarle a una chica guapa
no representa en lo absoluto salir de mi zona de confort, porque
ahora se encuentra dentro de mi zona de confort hacerlo.
Debemos constantemente buscar el crecimiento; debemos crecer
como personas, como profesionales y al arriesgarnos
constantemente a hacer cosas nuevas, diferentes e inclusive, algo
desagradable para nosotros, nos volvemos cada día más cómodos
con la incomodidad. La incomodidad pasa a ser parte de nuestra
zona de confort.
Piensa en esto: la mayor ventaja con la que contamos es que, el ser
humano, se acostumbra a todo. Forma parte de nuestro proceso
evolutivo y de nuestra supervivencia adaptarnos y acostumbrarnos a
todo. Cuando estamos en un estado cómodo y salimos de él, al
inicio nos sentimos miserables, nos ponemos de muy mal humor,
pero luego, casi sin notarlo, empezamos a acostumbrarnos. Estoy
seguro que en algún momento te ha pasado.
Durante años viví en casas donde no había calefacción central y los
meses de invierno, eran muy fríos. Tenía aquellos calefactores o
radiadores con rueditas que hay que ir arrastrando por todas las
divisiones de la casa donde queramos aumentar la temperatura. Si
me iba a bañar, la rodaba hasta el baño, si miraba la tele un rato en
el salón, entonces la rodaba conmigo al salón, si me iba a dormir, lo
rodaba hasta la habitación. Así era la realidad y así era mi vida
normal en aquella época, pero luego me mudé a una casa que tenía
calefacción central y era maravilloso porque todos los meses de
invierno, la casa mantenía constantemente una temperatura estable
de 22º.
«¡Nunca más vuelvo a
Luego de vivir en esa casa me dije:
vivir en una casa que no tenga calefacción central!».
Tres años después, adivina lo que pasó… ¡me mudé a una casa que
NO tenía calefacción central! Debía, otra vez, estar arrastrando mis
calefactores/radiadores por toda la casa. Al inicio me sentía
totalmente miserable ¡hasta que me volví a acostumbrar!
Debemos tener en cuenta que siempre nos vamos a acostumbrar a
cualquier situación y debemos usar eso a nuestro favor. Lo que es
incómodo para ti, pero que sabes que te ayudará a crecer y a
conseguir lo que quieres, conviértelo en algo normal y frecuente en
tu vida. Te acostumbrarás y dejarás de pensar en lo incómodo que
era (muchísimas personas se levantan cada mañana, haga frío o
haga calor, llueva o haga sol, para ir a trabajar y ya ni se acuerdan
de lo incómodo que es eso ni de lo mucho que detstan su trabajo;
ahora, levantarse temprano todos los días, les guste o no, se
encuentra dentro de su zona de confort).
Te propongo que hagas una lista de cinco actividades o situaciones
que te hagan sentir incómodo, que no tengan relación con tus metas
profesionales. No tienen que ser demasiado grandes; puede ser
desde, pasar un fin de semana con amigos o familiares de aquellos
un poco desagradables (o incompatibles con tu personalidad) hasta
ir a una boda (no sé tú, pero yo detesto las bodas; detesto el
comportamiento borrego de las personas en una boda, de las
mismas ceremonias que hace todo el mundo, el put* baile de los
novios que esperan que se vuelva viral en Internet, en fin.)
Luego, comprométete a hacer cada una de esas actividades un día
de la semana, durante una semana. Exponte a situaciones
incómodas banales, para que te empieces a volver cómodo con la
incomodidad.
Lo más difícil será lograr desconectar el «monocerebro» para que
no sabotee nuestra misión de aumentar nuestra zona de confort con
pensamientos, como: «ay no, qué pereza; esto no vale la
pena; ¿En qué me ayudará esto a ganar 100
millones de dólares? Esto es un sufrimiento
innecesario, etc., etc., etc.» así que, debemos engañarlo (o
entretenerlo, como prefieras) con otros pensamientos. La mente no
puede pensar en varias cosas en simultáneo. Ella es capaz de saltar
entre un asunto y otro con una gran velocidad, pero no se puede
concentrar en dos asuntos a la vez.
Una de las maneras es a través de un mantra. Un mantra puede ser
una afirmación que repites constantemente y lo haces cuando tu
monocerebro comience a contarte historias. Podría ser: «me
siento cómodo en la incomodidad» o también «yo
domino y controlo mis propios pensamientos» lo que
sea.
Otra forma de no escuchar al monocerebro es contando; esta a mí
me funciona muy bien, sobre todo con actividades que me dan
pereza o simplemente, que no me gustan. A medida que estoy
haciendo la actividad que no me gusta, cuento: 1, 2, 3, 4, 5…
Mientras estoy contando, al mismo tiempo voy haciendo la actividad
que tenga que hacer y no estoy dejando que mi cerebro salte de
pensamiento en pensamiento como un mono; estoy haciendo que
los números sustituyan cualquier pensamiento que me haga querer
dejar de hacer lo que estoy haciendo.
Es una especie de hackeo cerebral, estamos «hackeando» el
cerebro con los mantras, con los números o con lo que tú quieras.
Esto nos ayuda a quebrar el hábito del cerebro de buscar todas las
excusas de porqué no queremos/debemos hacer algo.
También puedes hacer «Gamification» o Ludificación con
aquellas situaciones incómodas o desagradables, es decir,
convertirlo en un juego para que sea divertido. Por ejemplo ¿Puedes
batir tu record de cuánto te demoras en vestirte para ir al gimnasio?
¿Puedes llevar un diario o record de cuántas bodas has asistido, en
el menor tiempo posible y sin querer darte un tiro?
Tú debes buscar la situación en la que quieras aumentar tu zona de
confort y la conviertes un juego para que no te agobie tanto.
Hay dos maneras de volvernos cómodos con la incomodidad y cada
persona tiene que hacerlo como mejor le funcione:
1. La técnica de la exposición gradual: paso a paso, poquito a
poquito, te vas exponiendo a aquello que te causa malestar. Si te da
miedo o te molesta llamar a potenciales clientes, comienza llamando
a personas conocidas, con las cuales no tienes casi ninguna
confianza e invítalas un día a tomar un café. Cuando te toque llamar
a potenciales clientes, totalmente desconocidos, ya habrás
aumentado tu zona de confort en lo que a llamadas se refiere. Así
de forma gradual, como cuando quieres entrar al agua fría, puedes ir
poco a poco, mojándote primero los pies, luego las piernas, etc.
1. La técnica de inmersión total: totalmente lo opuesto a lo
anterior; cuando tienes que meterte en el agua fría, te lanzas de
cabeza. Si te desagrada hacer networking y te cuesta conocer
personas, ve a eventos a los que asistan centenas de personas y
preséntate a la mayor cantidad que sea posible.
Cada persona tiene que encontrar lo que mejor le funcione. No hay
mayor ciencia, no existe un método que nunca nadie haya revelado
antes y que sea algo basado en estudios profundos secretos
venidos de Marte. No hay que saber nada más allá que exponerte a
situaciones que te hagan sentir incómodo hasta el punto de que ya
no lo sean.
Haz cada día algo que te asuste, algo que te haga sentir incómodo;
cada día entrena el músculo de la incomodidad y, sobre todo, intenta
de mil maneras posibles, no dejar que el músculo de la incomodidad
se enfríe, porque poner en movimiento un cuerpo que está en
reposo requiere de muchísima más energía que mantener en
movimiento un cuerpo que ya está en movimiento. Poner a andar un
tren de 500 toneladas requiere demasiada energía, pero una vez
que el tren está andando, mantenerlo andando requiere de mucha
menos energía. Lo mismo pasa con absolutamente todo lo que
hacemos, incluyendo aquello que hagamos o dejemos de hacer por
mantenernos dentro de nuestra zona de confort.
Ponte la meta de ir agregando más y más situaciones a tu zona de
confort; expándela para que no tengas que salir de ella en el
momento que más lo necesites. No aprendas a nadar cuando te
estés ahogando.
Encuentra tu punto de ansiedad óptima y te darás cuenta de que,
para tener éxito, no tienes que salir de tu zona de confort con tanta
frecuencia.
MENSAJE PARA MIEMBROS DEL
COMITÉ L.Q.T.P.A.
Estimado comité «Lo-Quiero-Todo-Para-Ayer»:
El mundo actual nos ha (mal)acostumbrado a obtener respuestas
inmediatas, a pulsar un botón para conseguir algún tipo de resultado
en segundos y, aunque maravilloso y sorprendente el mundo actual
es (como diría el maestro Yoda) hay cosas que, simplemente,
requieren tiempo y esfuerzo.
Por más valioso que pueda ser cada minuto de nuestro día,
debemos invertir una buena parte de él en transformarnos
mentalmente para conseguir lo que deseamos. El entrenamiento
requerido para volvernos más grandes y fuertes, en muchas
ocasiones es agotador, pero sometiéndonos constantemente a él,
podremos programar nuestra mente para triunfar y convertirnos en
una persona de éxito.
Los invito, estimados miembros del comité LQTPA, a hacer un
esfuerzo para no creerse Neo de la película «The Matrix» que,
con tan solo instalarse un programa en el cerebro, ya sabía Kung-
Fu. Todos los que no somos Neo, debemos practicar a diario y
aceptar que, al inicio, será muy difícil conseguir resultados tangibles
y duraderos, pero con la paciencia, la persistencia y la práctica:
conseguiremos lo que queremos.
~Semper Exercitatio; Semper Crescens~
ACOMPÁÑAME EN EL TALLER PRESENCIAL:
¡PROGRAMANDO TU MENTE PARA TRIUNFAR!
Si te ha gustado este libro y quieres continuar tu entrenamiento de
una forma más práctica y proactiva, te invito a participar en mi taller
presencial:
«PROGRAMANDO TU MENTE PARA TRIUNFAR» donde juntos y
con un grupo maravilloso de personas, desarrollaremos tu
mentalidad para que te conviertas en una persona de éxito.
La ventaja de los eventos presenciales es que permiten un
entrenamiento mucho más cercano, emocionante, activo y práctico,
con efectos más duraderos y con herramientas que podrás usar a
diario para a alcanzar lo que te propongas.
…Y no tendrás que no hacer nada que no quieras. Antes del evento,
vamos a conocerte un poco mejor, saber sobre tu caso particular y
así poder ayudarte de la mejor manera.
Para conocer los detalles y la fecha de los próximos eventos en
Europa, Latinoamérica y USA, visita:

www.triunfar.co
¡OBTÉN UN DESCUENTO 2X1 AL TALLER CON ESTE LIBRO!
Hazte una foto con este libro y envíala a [email protected] y te
daremos un código de descuento especial, para que cuando
compres tu entrada al taller, puedas llevar a un acompañante
totalmente gratis! (…y, además, te incluiremos a ti y a tu
acompañante, una sorpresita el día del taller )
BIBLIOGRAFÍA
Shea, Thom. «Unbreakable: A Navy SEAL's Way of Life».
2015.
Elmundo.es «Una siesta puede ser tan buena como una
noche de sueño». http://bit.ly/UnaSiestaNocheDeSueño
Maltz, Maxwell. «Psico-cibernética: una vida dichosa». 2002
Wikipedia. «Teoría de las múltiples inteligencias de
Gardner» http://bit.ly/InteligenciasDeGardner
Conferencia TED de la Dra. Carol Dweck «The power of
believing that you can improve» (Conferencia sobre la
Mentalidad fija Vs. Mentalidad de Crecimiento):
http://bit.ly/MentalidadFijaVsMentalidadCrecimiento
Experimento de Fran de Waal con los monos:
http://bit.ly/ExperimentoConMonos
Cuadro Escasez Vs. Abundancia de la Coach en Liderazgo
Ejecutivo Katia Verresen.
http://bit.ly/EscasezVsAbundancia
Kolbe, Kathy. «The Conative Connection». 1990.
Hendricks, Gay «The Big Leap». 2009.
Dr. Orlick, Terry. «Entrenamiento Mental: Cómo vencer en el
deporte y en la vida gracias al entrenamiento mental». 2003
Wipedia. «Ikigai». http://bit.ly/WikipediaIkigai
Ishida, Riichiro. «Decreasing Anxiety in Stutterers through
the Association between “Purpose in Life/Ikigai” and
Emotions». 2012 http://bit.ly/PurposeInLifeIkigai
Dr Lally, Phillippa. «How are habits formed: Modelling habit
formation in the real world». 2010
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
© 2019 por Alex Kei
Ninguna parte de este libro podrá ser reproducida o transmitida por cualquier
medio – mecánicos, fotocopias, grabación, online u otro – sin la autorización
previa por escrito del autor, excepto por citas breves.
Este libro no intenta ni puede ser considerado como consejo o terapia profesional
para personas que sufran de cualquier tipo de enfermedad mental. No debe ser
usado para tratar o superar problemas de orden psicológico ni de cualquier tipo.
Debe ser interpretado como un conjunto de opiniones e historias personales del
autor, sin ningún tipo de fundamento científico. El autor no posee ningún tipo de
preparación académica en el área de la psicología o medicina y no se hace
responsable por cualquiera de las acciones que usted realice o deje de realizar
por algo que haya leído en este libro. Usted es el responsable de todas sus
decisiones y acciones. Considere este libro como una obra de ficción, llena de
metáforas, cuyas historias, nombres, lugares y situaciones han sido en ocasiones
alteradas para darle énfasis a ciertas ideas o para exagerar algunos ejemplos con
fin de entretener, divertir y emocionar al lector. Jamás use este libro como
substituto de consejo o terapia profesional. Consulte siempre con su psicólogo y
con otras personalidades importantes antes de tomar cualquier decisión o ejecutar
cualquier acción.

También podría gustarte