Notas Egw 2T 2020 PDF
Notas Egw 2T 2020 PDF
ELENA G. DE WHITE
PARA LAS LECCIONES DE LA
ESCUELA SABÁTICA
Título del original en inglés: E. G. White Notes for the Sabbath School Lessons.
Contenido
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2. El origen y la naturaleza de la Biblia (4 – 10 de abril). . . . .
La singularidad
de la Biblia
Sábado de tarde, 28 de marzo
Los males que han ido penetrando gradualmente entre nosotros han
apartado imperceptiblemente a las personas y las iglesias de la reveren-
cia a Dios, y las han privado del poder que él desea darles.
Hermanos míos, dejemos que la Palabra de Dios se destaque tal
cual es. No se atreva la sabiduría humana a disminuir la fuerza de una
sola declaración de las Escrituras. La solemne denuncia que hay en el
Apocalipsis debe ser una advertencia contra una actitud tal. En nombre
de mi Maestro, os ruego: “Quita tus zapatos de tus pies, porque el lugar
en que tú estás, tierra santa es”. Éxodo 3: 5 —Testimonios para la igle-
sia, t. 5, p. 665.
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Pocos son los que atesoran las palabras de Cristo en su corazón, y que
las ponen en práctica en la vida.
Al ser recibidas, las verdades de la Biblia enaltecerán la mente
y el alma. Si se apreciara debidamente la Palabra de Dios, jóvenes y
ancianos poseerían una rectitud interior y una fuerza de principios que
los capacitarían para resistir la tentación…
Dediquen el pensamiento, la aptitud y el ejercicio de un cerebro
perspicaz al estudio de los pensamientos de Dios. Estudien, no la
filosofía de las conjeturas humanas, sino la filosofía de Aquel que es
la verdad. Ninguna otra literatura puede compararse con esta en valor
—El ministerio de curación, pp. 364, 365.
Al venir a morar con nosotros, Jesús iba a revelar a Dios tanto a los
hombres como a los ángeles. Él era la Palabra de Dios: el pensamiento
de Dios hecho audible. En su oración por sus discípulos, dice: “Yo les
he manifestado tu nombre —misericordioso y piadoso; tardo para la ira,
y grande en benignidad y verdad—, para que el amor con que me has
amado, esté en ellos, y yo en ellos”. Pero no solo para sus hijos nacidos
en la tierra fue dada esta revelación. Nuestro pequeño mundo es un
libro de texto para el universo. El maravilloso y misericordioso propósi-
to de Dios, el misterio del amor redentor, es el tema en el cual “desean
mirar los ángeles”, y será su estudio a través de los siglos sin fin. Tanto
los redimidos como los seres que nunca cayeron hallarán en la cruz de
Cristo su ciencia y su canción. Se verá que la gloria que resplandece en
el rostro de Jesús es la gloria del amor abnegado. A la luz del Calvario,
se verá que la ley del renunciamiento por amor es la ley de la vida para
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la tierra y el cielo; que el amor que “no busca lo suyo” tiene su fuente en
el corazón de Dios; y que en el Manso y Humilde se manifiesta el carác-
ter de Aquel que mora en la luz inaccesible al hombre —El Deseado de
todas las gentes, p. 11.
Lucas, el autor del libro de los Hechos, y Teófilo, a quien está diri-
gido, habían disfrutado de un grato compañerismo. Teófilo había reci-
bido muchas instrucciones y gran discernimiento espiritual de Lucas.
Este había sido el maestro de Teófilo, y aún sentía la responsabilidad de
dirigirlo e instruirlo, de sostenerlo y protegerlo en su obra.
La costumbre de ese tiempo era que el autor enviara su manuscri-
to a alguien para que lo examinara y criticara. Lucas eligió a Teófilo,
como a un hombre en quien tenía confianza, para que hiciera esa impor-
tante obra. Primero dirige la atención de Teófilo al registro de la vida
de Cristo tal como se presenta en el Evangelio de Lucas, que el mismo
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autor también había dirigido a Teófilo [se cita Hechos 1: 1-5]… Las
enseñanzas de Cristo debían ser preservadas en manuscritos y libros
—Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista
del séptimo día, t. 6, p. 1051.
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Escrituras del Antiguo Testamento había de ofrecerse a sí mismo como
sacrificio en favor de la especie caída, cumpliendo así todos los requeri-
mientos de la ley quebrantada. En él los sacrificios típicos iban a encon-
trar la realidad prefigurada, y su muerte de cruz iba a darle significado
a toda la economía judía —Los hechos de los apóstoles, pp. 184, 185.
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hombres, pero pierde el tiempo. Ejercitan su facultad de ridiculizar aun
en la Biblia. Llegan al punto de convertirse en burladores, y quedarían
asombrados si usted les expusiera esto desde ese punto de vista.
Hermanos, aferraos a vuestra Biblia, a lo que dice, y terminad con
vuestra crítica en cuanto a su validez, y obedeced la Palabra, y ningu-
no de vosotros se perderá. El ingenio de los hombres se ha ejercitado
durante siglos para medir la Palabra de Dios por su mente finita y
comprensión limitada. Si el Señor, el Autor de los oráculos vivientes,
descorriera la cortina y revelara su sabiduría y su gloria delante de
ellos, quedarían reducidos a la nada y exclamarían como Isaías: “Siendo
hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene
labios inmundos, han visto mis ojos al Rey”. Isaías 6: 5 —Mensajes
selectos, t 1, p. 20.
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ante ellos y confesó su transgresión. Manifestó su arrepentimiento e
hizo un pacto para guardar los estatutos del Señor con todo su corazón.
Josías no descansó hasta que el pueblo hizo todo lo que podía para
retornar de su apostasía y servir al Dios viviente —Reflejemos a Jesús,
p. 49.
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Lección 2
El origen
y la naturaleza
de la Biblia
Sábado de tarde, 4 de abril
Los fariseos de los días de Cristo cerraron los ojos para no ver y
los oídos para no oír, y en esa forma, la verdad no les pudo llegar al
corazón. Habían de sufrir el castigo por su ignorancia voluntaria y la
ceguera que se imponían a sí mismos. Pero Cristo enseñó a sus discípu-
los que ellos habían de abrir su mente a la instrucción y habían de estar
listos para creer. Pronunció una bendición sobre ellos porque vieron y
oyeron con ojos y oídos creyentes…
Solo es un verdadero estudiante el que recibe las Escrituras como
la voz de Dios que le habla. Tiembla ante la Palabra; porque para él es
una viviente realidad. Abre su entendimiento y corazón para recibirla.
Oyentes tales eran Cornelio y sus amigos, que dijeron al apóstol Pedro:
“Ahora pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para
oír todo lo que Dios te ha mandado”. Hechos 10: 33.
El conocimiento de la verdad depende no tanto de la fuerza inte-
lectual como de la pureza de propósito, la sencillez de una fe ferviente
y confiada. Los ángeles de Dios se acercan a los que con humildad de
corazón buscan la dirección divina. Se les da el Espíritu Santo para
abrirles los ricos tesoros de la verdad —Palabras de vida del gran
Maestro, p. 39.
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Dediquemos más tiempo al estudio de la Biblia. No entendemos
la Palabra como deberíamos. El libro del Apocalipsis se inicia con una
orden a entender la instrucción que contiene. “Bienaventurado el que
lee, y los que oyen las palabras de esta profecía—declara Dios—, y
guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”. Cuando
como pueblo comprendamos lo que significa este libro para nosotros,
se verá entre nosotros un gran reavivamiento. No entendemos plena-
mente las lecciones que enseña, a pesar del mandato que nos fue dado
de escudriñarlo y estudiarlo —Testimonios para los ministros, p. 113.
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exalta la razón humana por sobre la divina. ¿Puedo hablar claramente
y dar un testimonio definido? Si la Palabra de Dios hubiera sido consi-
derada como siempre lo debió ser, como la voz de Dios que habla a los
hombres, la fuente de toda sabiduría, de toda verdad, de la más elevada
educación, los niños, jóvenes y padres habrían hecho de ella no sola-
mente motivo de su estudio, sino su maestra y su guía…
La Biblia es el libro de texto, y debería ser estudiada diligentemen-
te, no como se lee cualquier libro. Debe ser para nosotros el libro que
satisface las necesidades del alma. Este libro hará sabio para la salva-
ción al hombre que lo estudie y lo obedezca. Así como el alimento no
puede nutrir el cuerpo a menos que se lo coma y se lo digiera, tampoco
puede la Palabra del Dios vivo satisfacer el alma a menos que se la
reciba como Maestra de un sistema de educación superior, que está por
encima de todo artificio humano; a menos que sus principios sean obe-
decidos porque son la sabiduría de Dios —Cada día con Dios, p. 125.
Tomo la Biblia tal como es, como la Palabra Inspirada. Creo en sus
declaraciones: en una Biblia completa. Se levantan hombres que pien-
san que encuentran algo para criticar en la Palabra de Dios. Lo exhiben
delante de otros como una evidencia de sabiduría superior. Muchos de
esos hombres son inteligentes y eruditos; tienen elocuencia y talento, y
toda la obra de la vida [de ellos] es intranquilizar las mentes en cuanto
a la inspiración de las Escrituras. Influyen en muchos para que tengan
la misma opinión de ellos. Y la misma obra se propaga de uno a otro,
tal como Satanás quiere que sea, hasta que podamos ver el pleno sig-
nificado de las palabras de Cristo: “Cuando venga el Hijo del hombre,
¿hallará fe en la tierra?” Lucas 18: 8.
Hermanos, no se ocupe ninguna mente ni mano en criticar la
Biblia. Esa es una obra que Satanás se deleita en que alguien la haga,
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pero no es una obra que el Señor nos ha indicado hacer —Mensajes
selectos, t. 1, pp. 19, 20.
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Mandamientos, no habría habido necesidad de las instrucciones adicio-
nales que se le dieron a Moisés —Historia de los patriarcas y profetas,
pp. 379, 380.
El Hijo de Dios se humilló para levantar al caído. Por ello dejó los
mundos celestiales que no han conocido el pecado, los noventa y nueve
que le amaban, y vino a esta tierra para ser “herido por nuestras rebe-
liones”, y “molido por nuestros pecados”. Isaías 53: 5. Fue hecho, en
todas las cosas, semejante a sus hermanos. Se revistió de carne humana
igualándose a nosotros.
Él sabía lo que significaba tener hambre, sed y cansancio. Fue
sustentado por el alimento y refrigerado por el sueño. Fue un extranje-
ro y advenedizo sobre la tierra —en el mundo, pero no del mundo—.
Tentado y probado como lo son los hombres de la actualidad, vivió,
sin embargo, una vida libre del pecado. Lleno de ternura, compasión,
simpatía, siempre considerado con los demás, representó el carácter de
Dios. “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros… lleno
de gracia y de verdad”. Juan 1: 14 —Los hechos de los apóstoles, pp.
376, 377.
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disminuyó ni murió; esto habría sido imposible. Cristo, el inmaculado,
salvará a cada hijo e hija de Adán que acepte la salvación que se le
ofrece, que consienta en convertirse en hijo o hija de Dios. El Salvador
ha comprado a la raza caída con su propia sangre.
Este es un gran misterio, un misterio que no será comprendido
plena y completamente, en toda su grandeza, hasta que los redimidos
sean trasladados. Entonces se comprenderán el poder, la grandeza y la
eficacia de la dádiva de Dios para el hombre —Exaltad a Jesús, p. 70.
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poder de Jehová, que se darían cuenta de su propia pequeñez y se con-
tentarían con lo que fue revelado para ellos y sus hijos —El conflicto
de los siglos, p. 513.
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Lección 3
Cómo consideraban
la Bilia Jesús
y los apóstoles
Sábado de tarde, 11 de abril
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Esto airó aun más a los fariseos. No solo había violado la ley, a
juicio de ellos, sino que al llamar a Dios “mi Padre”, se había declarado
igual a Dios. Juan 5: 18.
Toda la nación judía llamaba a Dios su Padre, y por lo tanto no se
habrían enfurecido si Cristo hubiese dicho tener esa misma relación con
Dios. Pero le acusaron de blasfemia, con lo cual demostraron entender
que él hacía este aserto en su sentido más elevado.
Estos adversarios de Cristo no tenían argumento con que hacer
frente a las verdades que presentaba a su conciencia. Lo único que
podían citar eran sus costumbres y tradiciones, y estas parecían débiles
cuando se comparaban con los argumentos que Jesús había sacado de la
Palabra de Dios —El Deseado de todas las gentes, p. 178.
Satanás lanzó ataques más poderosos contra Cristo que los que
nunca lanzará contra nosotros. Del triunfo de Cristo o de él dependían
consecuencias mucho más importantes. Si Cristo resistía sus más pode-
rosas tentaciones, y Satanás no podía obtener éxito en su intento de
inducirlo a pecar, sabría que había perdido su poder y que finalmente
sería castigado con eterna destrucción. Por lo tanto Satanás obró con
mucho poder para inducir a Cristo a cometer un acto erróneo, porque
entonces obtendría ventaja sobre él… Nunca podéis ser tentados en
forma tan decidida y cruel como lo fue nuestro Salvador. Satanás estuvo
en su senda en cada momento…
El Salvador venció para mostrarle al ser humano cómo puede
vencer. Cristo venció todas las tentaciones de Satanás con la Palabra
de Dios. Confiando en las promesas de Dios, recibió poder para obe-
decer los mandamientos de Dios, y el tentador no pudo obtener ventaja
—Dios nos cuida, p. 25.
Cristo vino a este mundo para mostrarnos lo que Dios puede hacer
y lo que nosotros podemos hacer en cooperación con Dios. Fue al
desierto en la carne humana para ser tentado por el enemigo. Sabe lo
que es tener hambre y sed. Conoce las debilidades y flaquezas de la
carne. Fue tentado en todo como nosotros somos tentados.
Nuestro rescate ha sido pagado por nuestro Salvador. Nadie
necesita estar esclavizado por Satanás. Cristo está ante nosotros como
nuestro ejemplo divino, nuestro ayudador todopoderoso. Hemos sido
comprados por un precio que es imposible de calcular. ¿Quién puede
medir la bondad y misericordia del amor redentor? —Comentarios de
Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día,
t. 6, p. 1074.
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podemos pedir grandes cosas, y de acuerdo con nuestra fe nos serán
concedidas… Si humillamos nuestros corazones delante de Dios; si
buscamos morar en Cristo, tendremos una experiencia más santa y
elevada…
La verdadera fe consiste en hacer precisamente las cosas que Dios
ha ordenado, no las que no ha mandado. Los frutos de la fe son la jus-
ticia, la verdad y la misericordia. Necesitamos caminar a la luz de la
Ley de Dios; y entonces las buenas obras serán el fruto de nuestra fe,
los resultados de un corazón renovado cada día —Alza tus ojos, p. 344.
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Su misión era “magnificar la ley y engrandecerla”. Debía enseñar
la espiritualidad de la ley, presentar sus principios de vasto alcance y
explicar claramente su vigencia perpetua…
“Hasta que pasen el cielo y la tierra —dijo Jesús—, ni una jota
ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”. Por
su propia obediencia a la ley, Jesús atestiguó su carácter inalterable y
demostró que con su gracia puede obedecerla perfectamente todo hijo
e hija de Adán. En el monte declaró que ni la jota más insignifican-
te* desaparecería de la ley hasta que todo se hubiera cumplido, a saber:
todas las cosas que afectan a la raza humana, todo lo que se refiere al
plan de redención. No enseña que la ley haya de ser abrogada alguna
vez, sino que, a fin de que nadie suponga que era su misión abrogar
los preceptos de la ley, dirige el ojo al más lejano confín del horizonte
del hombre y nos asegura que hasta que se llegue a ese punto, la ley
conservará su autoridad. Mientras perduren los cielos y la tierra, los
principios sagrados de la ley de Dios permanecerán. Su justicia, “como
los montes de Dios”, (Salmos 36: 6) continuará, cual una fuente de ben-
dición que envía arroyos para refrescar la tierra —El discurso maestro
de Jesucristo, pp. 46, 47.
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El Salvador no había venido para poner a un lado lo que los patriar-
cas y profetas habían dicho; porque él mismo había hablado mediante
esos hombres representativos. Todas las verdades de la Palabra de Dios
provenían de él. Estas gemas inestimables habían sido puestas en engas-
tes falsos. Su preciosa luz había sido empleada para servir al error. Dios
deseaba que fuesen sacadas de su marco de error, y puestas en el de la
verdad. Esta obra podía ser hecha únicamente por una mano divina.
Por su relación con el error, la verdad había estado sirviendo la causa
del enemigo de Dios y del hombre. Cristo había venido para colocarla
donde glorificase a Dios y obrase la salvación de la humanidad —El
Deseado de todas las gentes, p. 254.
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ró que las verdades del Antiguo Testamento son tan valiosas como las
del Nuevo. Cristo fue el Redentor del hombre en el principio del mundo
en igual grado en que lo es hoy. Antes de revestir él su divinidad de
humanidad y venir a nuestro mundo, el mensaje evangélico fue dado
por Adán, Set, Enoc, Matusalén y Noé. Abraham en Canaán y Lot
en Sodoma llevaron el mensaje, y de generación en generación fieles
mensajeros proclamaron a Aquel que había de venir. Los ritos del siste-
ma de culto judío fueron establecidos por Cristo mismo. Él fue el fun-
dador de su sistema de sacrificios, la gran realidad simbolizada por todo
su servicio religioso. La sangre que se vertía al ofrecerse los sacrificios
señalaba el sacrificio del Cordero de Dios. Todos los sacrificios simbó-
licos se cumplieron en él.
Cristo, tal como fue manifestado por los patriarcas, simbolizado
en el servicio expiatorio, pintado en la ley y revelado por los profetas,
constituye las riquezas del Antiguo Testamento. Cristo en su vida, en su
muerte y en su resurrección, Cristo tal como lo manifiesta el Espíritu
Santo, constituye los tesoros del Nuevo Testamento. Nuestro Salvador,
el resplandor de la gloria del Padre, pertenece tanto al Viejo como al
Nuevo Testamento —Palabras de vida del gran Maestro, p. 97.
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mos hemos oído, y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del
mundo, el Cristo”.
Los samaritanos creían que el Mesías había de venir como
Redentor, no solo de los judíos, sino del mundo. El Espíritu Santo, por
medio de Moisés, lo había anunciado como profeta enviado de Dios.
Por medio de Jacob, se había declarado que todas las gentes se congre-
garían alrededor suyo; y por medio de Abraham, que todas las naciones
de la tierra serían benditas en él. En estos pasajes basaba su fe en el
Mesías la gente de Samaria, El hecho de que los judíos habían inter-
pretado erróneamente a los profetas ulteriores, atribuyendo al primer
advenimiento la gloria de la segunda venida de Cristo, había inducido a
los samaritanos a descartar todos los escritos sagrados excepto aquellos
que habían sido dados por medio de Moisés. Pero como el Salvador
desechaba estas falsas interpretaciones, muchos aceptaron las profecías
ulteriores y las palabras de Cristo mismo acerca del reino de Dios —El
Deseado de todas las gentes, pp. 163, 164.
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Lección 4
La Biblia: fuente
autoritativa de
nuestra teología
Sábado de tarde, 18 de abril
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nios de sus propios corazones crueles y egoístas. Sin embargo, en su
misericordia, Dios no los raía de la existencia. Se proponía darles la
oportunidad de conocerle mediante su iglesia. Quería que los principios
revelados por su pueblo fuesen el medio de restaurar la imagen moral
de Dios en el hombre.
La ley de Dios debía ser exaltada, su autoridad mantenida; y esta
obra grande y noble fue confiada a la casa de Israel. Dios la separó del
mundo para poder entregarle un cometido sagrado. La hizo depositaria
de su ley y quiso conservar por su medio el conocimiento de sí mismo
entre los hombres. Así debía brillar la luz del cielo sobre un mundo
envuelto en tinieblas y debía oírse una voz que suplicara a todos los
pueblos que se apartasen de la idolatría para servir al Dios viviente
—Profetas y reyes, p. 11.
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La tradición conservadora recibida de hombres educados y de
escritos de grandes hombres del pasado no son en lo mínimo una guía
segura para nosotros en estos últimos días; porque la gran batalla que
está delante de nosotros es de tal naturaleza como el mundo nunca ha
visto. Los hermanos que en el pasado no han hecho su parte en esta
obra, deben actuar con una precaución mucho mayor en relación a lo
que aceptan y a lo que rechazan; necesitan profundizar mucho más de
lo que les permitiría su conocimiento espiritual limitado o de lo que sus
hábitos y opiniones presentes los guiarían a hacer. Todo esto necesita
ser reformado —El ministerio médico, p. 128.
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Dios, no puede revelar el carácter de Dios en su perfección moral. Pero
Cristo vino como un Salvador personal para el mundo. Representó a un
Dios personal. Como un Salvador personal, ascendió a lo alto y vendrá
otra vez como ascendió al cielo: como Salvador personal —Mensajes
selectos, t. 1, p. 347.
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experiencia le indicará la conducta más prudente que se haya de seguir
en las circunstancias existentes. Sucede a menudo que las costumbres y
el clima de un país crean un estado de cosas que no se toleraría en otro.
Deben hacerse cambios para beneficio de la obra, pero no es prudente
ser demasiado abrupto.
No se susciten controversias por cosas triviales. El espíritu de
amor y la gracia de Cristo ligarán corazón con corazón, si los hombres
quieren abrir las ventanas del alma a los cielos, y cerrarlas a la tierra
—Obreros evangélicos, pp. 483, 484.
Nunca necesitamos una relación más íntima con Dios como hoy
día. Uno de los mayores peligros que acosan al pueblo de Dios siempre
ha sido el conformarse con las máximas y las costumbres mundanas.
Los jóvenes especialmente están en constante peligro. Los padres y
las madres debieran estar en guardia contra las artimañas de Satanás.
Mientras él procura efectuar la ruina de sus hijos, no se engañen los
padres a sí mismos pensando que no hay un peligro particular. No den
pensamiento y cuidado a las cosas de este mundo al paso que descuiden
los intereses más elevados y eternos de sus hijos —Conducción del
niño, pp. 443, 444.
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Miércoles, 22 de abril: La razón
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Jueves, 23 de abril: La Biblia
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en toda su pureza… Mediante las obras maravillosas de Dios, se move-
rán montañas de dificultades y se las arrojará al mar —Cada día con
Dios, p. 193.
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Lección 5
Solo la Biblia:
Sola Scriptura
Sábado de tarde, 25 de abril
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La Biblia contiene los principios que cimientan la verdadera gran-
deza, la verdadera prosperidad, se trate del individuo o del país. La
nación que permite la libre circulación de las Escrituras brinda oportu-
nidades para que la mente de la gente se desarrolle y amplíe. La lectura
de las Escrituras hace brillar la luz en medio de las tinieblas. Cuando se
escudriña la Palabra de Dios, se encuentran verdades vivificadoras. En
la vida de aquellos que siguen sus enseñanzas habrá una corriente invi-
sible de felicidad que beneficiará a todos aquellos con quienes lleguen
a relacionarse —Dios nos cuida, p. 42.
35
El maestro de verdad puede impartir eficazmente aquello que
él mismo conoce por experiencia. Cristo enseñaba la verdad porque él
mismo era la verdad. Su propio pensamiento, su carácter, la experien-
cia de su vida, se personificaban en su enseñanza. Así también con sus
siervos: los que enseñan la Palabra deben hacerla suya por experiencia
personal. Deben saber lo que es tener a Cristo para ellos mismos como
sabiduría y justicia y santificación y redención —Consejos para los
maestros, pp. 419, 420.
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tos y principios, que son más preciosos que el oro, para incorporarlos a
nuestro diario vivir —Cada día con Dios, p. 252.
El Creador de todas las ideas puede impresionar a diferentes men-
tes con el mismo pensamiento, pero cada una puede expresarlo de una
manera diferente, y sin embargo sin contradicción. El hecho de que
existan esas diferencias no debiera dejarnos perplejos o confundidos.
Es muy raro que dos personas vean y expresen la verdad de la misma
manera. Cada una se ocupa de puntos particulares que su idiosincrasia
y educación la capacitan para apreciar. La luz solar que cae sobre dife-
rentes objetos, les da matices diferentes —Mensajes selectos, t. 1, p. 25.
37
Si la mente se dedica a la tarea de estudiar la Biblia, la compren-
sión se fortalece y se perfeccionan las facultades del raciocinio. Con el
estudio de las Escrituras, la mente se expande y se equilibra más que si
se dedicara a obtener información de libros que no tienen relación con
la Biblia —Consejos para los maestros, p. 437.
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Las mentes humanas sin la ayuda especial del Espíritu de Dios
considerarán que muchas cosas de la Biblia son muy difíciles de com-
prender, porque les falta esclarecimiento divino. Los hombres no deben
ocuparse de la Palabra de Dios ensalzando su propia manera de obrar, o
su propia voluntad, o sus propias ideas, sino deben ocuparse de ella con
un espíritu dócil, humilde y santo —Comentarios de Elena G. de White
en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, p. 931.
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verdades atañen a nuestros intereses presentes y eternos. La Biblia
descuella entre los libros, y su estudio tiene un valor superior al de otra
literatura para dar vigor y expansión a la mente. Pablo dice: “Procura
con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene
de qué avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad”… Toda
Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir,
para corregir, para instituir en justicia, para que el hombre de Dios sea
perfecto, enteramente instruido para toda buena obra” —La educación
cristiana, p. 54.
Vi que Dios sabía que Satanás iba a ensayar todas sus artes para
destruir al hombre. Por esto había hecho escribir su Palabra y presen-
tado sus propósitos acerca de la raza humana con tanta claridad que
los más débiles no necesitasen errar. Después de haber dado su Palabra
al hombre, la había preservado cuidadosamente de la destrucción por
Satanás y sus ángeles, o por cualquiera de sus agentes o representantes.
Mientras que otros libros podían ser destruídos, este había de ser inmor-
tal. Y al acercarse el fin del tiempo, cuando los engaños de Satanás
aumentarían, iba a multiplicarse de tal manera que todos los que lo
deseasen pudiesen obtener un ejemplar, y si querían, podían armarse
contra los engaños y los prodigios mentirosos de Satanás.
Vi que Dios había guardado en forma especial la Biblia; sin embar-
go, cuando los ejemplares de ella eran pocos, hubo sabios que en al-
gunos casos cambiaron las palabras, pensando que estaban haciendo
más claro su sentido, cuando en realidad estaban confundiendo lo que
era claro e inclinándolo hacia sus opiniones establecidas, que eran
gobernadas por la tradición. Pero vi que la Palabra de Dios, en conjunto,
es una cadena perfecta, de la cual una porción se vincula con la otra y
la explica. Los verdaderos buscadores de la verdad no necesitan errar;
porque no solo es la Palabra de Dios clara y sencilla al presentar el
camino de la vida, sino que el Espíritu Santo es dado como guía para
comprender el camino de la vida en ella revelado —Primeros escritos,
pp. 220, 221.
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Viernes, 1 de mayo: Para estudiar y meditar
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Lección 6
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que decirles. Al sentarse el humilde indagador de la verdad a los pies
de Jesús para aprender de él, la Palabra le da entendimiento. Cristo dice
a los que son demasiado sabios en su propio concepto para estudiar
la Biblia: “Si quieren hacerse sabios para la salvación, deben hacerse
mansos y humildes de corazón”.
No lean la Palabra a la luz de opiniones anteriores; investíguenla,
en cambio, cuidadosamente y con oración, con una mente libre de pre-
juicios. Si al leerla se produce la convicción, y ven que las opiniones
que han acariciado no están en armonía con la Palabra, no traten de
hacer concordar la Palabra con esas opiniones. Hagan concordar sus
opiniones con la Palabra. No permitan que lo que han creído o practica-
do en lo pasado gobierne el entendimiento. Abran los ojos de su mente
para contemplar maravillas en la ley. Descubran lo que está escrito, y
después afirmen sus pies en la Roca eterna —Mensajes para los jóve-
nes, pp. 183, 184.
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y belleza. Una iluminación divina se derramaba sobre las enseñanzas
de las Escrituras del Antiguo Testamento. Los multilaterales temas de
la verdad se destacaban con una nueva luz —El Deseado de todas las
gentes, p. 113.
Muchos se figuran que para alcanzar a las clases altas, hay que
adoptar un modo de vivir y un método de trabajo adecuado a los gustos
desdeñosos de ellas. Consideran de suma importancia cierta apariencia
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de fortuna, los costosos edificios, trajes y atavíos, el ambiente imponen-
te, la conformidad con las costumbres mundanas y la urbanidad artifi-
ciosa de las clases altas, así como su cultura clásica y lenguaje refinado.
Esto es un error. El modo mundano de proceder para alcanzar las clases
altas no es el modo de proceder de Dios. Lo que surtirá efecto en esta
tarea es la presentación del evangelio de Cristo de un modo consecuente
y abnegado —El ministerio de curación, p. 164.
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El Señor ha presentado ante mí que aquellos que, en alguna medida,
han estado cegados por el enemigo y no se han restaurado plenamente
de la trampa de Satanás, estarán en peligro porque no pueden discernir
la luz del cielo, y estarán inclinados a aceptar una falsedad. Esto afec-
tará todo el contenido de sus pensamientos, sus decisiones, sus asun-
tos, sus consejos. Las evidencias que Dios ha dado no los convencen
porque han cegado sus propios ojos al escoger las tinieblas antes que
la luz. Después dan origen a algo que llaman luz, la que el Señor llama
teas, que ellos mismos encendieron y por las cuales dirigen sus pasos.
Declara el Señor: “¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye
la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en
el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios. He aquí que todos vosotros
encendéis fuego, y os rodeáis de teas; andad a la luz de vuestro fuego, y
de las teas que encendisteis. De mi mano os vendrá esto; en dolor seréis
sepultados”. Dijo Jesús: “Para juicio he venido yo a este mundo; para
que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados”. “Yo, la luz, he
venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en
tinieblas —Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico
adventista del séptimo día, t. 4, pp. 1168, 1196.
Los casamientos mixtos del pueblo con otras naciones habían con-
tribuido a la corrupción del idioma hebreo, y los que hablaban necesita-
ban poner mucho cuidado para explicar la ley en el lenguaje del pueblo,
a fin de que todos la comprendiesen. Algunos de los sacerdotes y levitas
cooperaban con Esdras para explicar los principios de la ley. “Leían en
el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que
entendiesen la lectura”…
Día tras día, al escuchar las palabras de la ley, el pueblo se había
convencido de sus transgresiones y de los pecados que había cometido
la nación en generaciones anteriores. Vieron que, por el hecho de que
se habían apartado de Dios, él les había retirado su cuidado protector
y los hijos de Abraham habían sido dispersados en tierras extrañas; y
resolvieron procurar su misericordia y comprometerse a andar en sus
mandamientos. Antes de tomar parte en este servicio solemne, cele-
brado el segundo día después de terminada la fiesta de las cabañas, se
separaron de los paganos que había entre ellos.
Cuando el pueblo se postró delante de Jehová, confesando sus
pecados y pidiendo perdón, sus dirigentes le alentaron a creer que Dios,
según su promesa, oía sus oraciones. No solo debían lamentarse y llo-
rar, arrepentidos, sino también creer que Dios los perdonaba. Debían
demostrar su fe recordando sus misericordias y alabándole por su bon-
dad. Dijeron esos instructores: “Levantáos, bendecid a Jehová vuestro
Dios desde el siglo hasta el siglo” —Profetas y reyes, pp. 489-491.
47
Individualmente, necesitamos prestar atención a un “así dice
Jehová”, como nunca lo hemos hecho antes. Hay hombres que son
desleales a Dios, que profanan su santo día de reposo, que quieren
hallar dificultades en las declaraciones más sencillas de la Palabra, que
pervierten el verdadero significado de las Escrituras y que, al mismo
tiempo, hacen esfuerzos desesperados para armonizar su desobediencia
con las Escrituras. Pero la Palabra condena tales prácticas, así como
condenó a los escribas y fariseos en los días de Cristo. Necesitamos
saber qué es verdad. ¿Lo haremos como lo hicieron los fariseos? ¿Nos
apartaremos del más grande Maestro que el mundo jamás haya conoci-
do, para volvernos a las tradiciones, máximas y dichos de los hombres?
—Mensajes selectos, t. 1, p. 251.
48
Lección 7
Idiomas, texto
y contexto
Sábado de tarde, 9 de mayo
49
nalidades, son mayores que en los días de los israelitas. Las rutas de
viaje se han multiplicado mil veces. Dios ha preparado admirablemente
el camino. Tenemos a nuestra disposición los beneficios de la imprenta.
Tenemos Biblias y publicaciones en diversos idiomas que explican la
verdad para este tiempo, que pueden llevarse con rapidez a todos los
países del mundo.
Los cristianos que viven en los grandes centros comerciales y
turísticos tienen oportunidades especiales. Los creyentes que moran en
estas ciudades pueden trabajar para Dios en el vecindario de sus hoga-
res —Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 99.
50
comprensión de las verdades de la Biblia, estarán mejor preparados para
ocupar posiciones de confianza. Serán fortalecidos contra las tentacio-
nes que los acecharán a diestra y siniestra. Tal como Daniel, si ellos han
sido bastante instruidos y consagrados, podrán ser llamados a cumplir
responsabilidades importantes. Daniel fue un estadista fiel en la corte de
Babilonia, porque amaba, reverenciaba y confiaba en Dios. En medio
de la tentación y el peligro fue preservado por el poder de Dios. Leemos
que Dios le otorgó a Daniel sabiduría y lo dotó de entendimiento.
Aquellos que obtienen un conocimiento de la voluntad de Dios y
practican los preceptos de su palabra serán hallados fieles en cualquier
posición de confianza en que se los coloque. Padres, considerad esto,
y colocad a vuestros hijos en un lugar donde les serán inculcados los
principios de la verdad; donde se hará todo esfuerzo a fin de ayudarlos
a mantener su consagración si ya están convertidos; y donde, si aún
no se han convertido, serán influidos para llegar a ser hijos de Dios,
y así capacitarlos para que salgan a alcanzar a otros para la verdad
—Fundamentals of Christian Education, pp. 204, 205.
51
hasta el Calvario? Si Cristo está en nosotros, la esperanza de gloria,
caminaremos como él lo hizo; imitaremos su vida de sacrificio para
bendecir a los demás; beberemos de su copa y seremos bautizados de
su bautismo; daremos la bienvenida a una vida de devoción, pruebas, y
abnegación por causa de Cristo. Por más sacrificios que hagamos para
obtenerlo, el Cielo será demasiado barato —Testimonios para la iglesia,
t. 2, pp. 67, 68.
52
Cuántos se aferran tenazmente a lo que creen que es dignidad, y
que solo es estima propia. Los tales tratan de honrarse a sí mismos, en
vez de esperar con humildad de corazón que Cristo los honre. En la
conversación, más tiempo se pasa hablando del yo que exaltando las
riquezas de la gracia de Cristo…
La verdadera santidad y humildad son inseparables. Mientras más
cerca esté el alma de Dios, más completamente se humillará y someterá.
Cuando Job oyó la voz del Señor desde el torbellino, exclamó: “Me
aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza”. Job 42: 6. . .
El que capta un destello del incomparable amor de Cristo, regis-
tra todas las otras cosas como pérdida, y considera al Señor como el
principal entre diez mil, y todo él codiciable. Cuando los serafines
y querubines contemplan a Cristo, cubren su rostro con sus alas. No
despliegan su perfección y belleza en la presencia de la gloria de su
Señor. ¡Cuán impropio es, pues, que los hombres se exalten a sí mis-
mos! Deberían, más bien, ser revestidos de humildad, cesar toda lucha
por la supremacía, y aprender lo que significa ser manso y humilde de
corazón. El que contempla la gloria y el amor infinito de Dios tendrá
un concepto humilde de sí mismo; y contemplando el carácter de Dios,
será transformado a su divina imagen —That I May Know Him, p. 175;
parcialmente en A fin de conocerle, p. 176.
53
hasta el período del advenimiento de Cristo a la tierra. Y a fin de elevar
al hombre caído, Cristo debía alcanzarlo donde estaba. Él tomó la natu-
raleza humana y llevó las debilidades y la degeneración del hombre. El
que no conoció pecado, llegó a ser pecado por nosotros. Se humilló a
sí mismo hasta las profundidades más hondas del infortunio humano
a fin de poder estar calificado para llegar hasta el hombre y elevarlo
de la degradación en que el pecado lo había sumergido —Mensajes
selectos, t. 1, pp. 314, 315.
54
Presentada por diversas personalidades, la verdad aparece en sus
variados aspectos. Un escritor percibe con más fuerza cierta parte del
asunto; comprende los puntos que armonizan con su experiencia o con
sus facultades de percepción y apreciación; otro nota más bien otro
aspecto del mismo asunto; y cada cual, bajo la dirección del Espíritu
Santo, presenta lo que ha quedado inculcado con más fuerza en su pro-
pia mente. De aquí que encontremos en cada cual un aspecto diferente
de la verdad, pero perfecta armonía entre todos ellos. Y las verdades
así reveladas se unen en perfecto conjunto, adecuado para satisfacer las
necesidades de los hombres en todas las circunstancias de la vida —El
conflicto de los siglos, p. 10.
55
Lección 8
La creación:
el Génesis como pilar,
parte 1
Sábado de tarde, 16 de mayo
56
hombre creado del polvo de la tierra, había infundido vida al paralítico
moribundo. Y el mismo poder que dio vida al cuerpo, había renovado el
corazón. El que en la creación “dijo, y fue hecho”, “mandó, y existió”,
(Salmo 33: 9) había infundido por su palabra vida al alma muerta en
delitoss y pecados. La curación del cuerpo era una evidencia del poder
que había renovado el corazón. Cristo ordenó al paralítico que se levan-
tase y anduviese, “para que sepáis —dijo— que el Hijo del hombre
tiene potestad en la tierra de perdonar pecados” …
Jesús vino para “deshacer las obras del diablo”. “En él estaba la
vida”, y él dice: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la ten-
gan en abundancia”. Él es un “espíritu vivificante”. 1 Juan 3: 8; Juan
1: 4; 10: 10; 1 Corintios 15: 45. Y tiene todavía el mismo poder vivifi-
cante que, mientras estaba en la tierra, sanaba a los enfermos y perdona-
ba al pecador —El Deseado de todas las gentes, pp. 235, 236.
57
ahora. El aire era puro y saludable, y la tierra parecía un noble palacio.
Los ángeles se regocijaban al contemplar las admirables y hermosas
obras de Dios —Exaltad a Jesús, p. 41.
58
Podemos saber con seguridad que la venida del Señor está cer-
cana. “El cielo y la tierra pasarán —dice—, mas mis palabras no
pasarán”.
Cristo va a venir en las nubes y con grande gloria. Le acompaña-
rá una multitud de ángeles resplandecientes. Vendrá para resucitar a
los muertos y para transformar a los santos vivos de gloria en gloria.
Vendrá para honrar a los que le amaron y guardaron sus mandamientos,
y para llevarlos consigo. No los ha olvidado ni tampoco ha olvidado
su promesa. Volverán a unirse los eslabones de la familia. Cuando
miramos a nuestros muertos, podemos pensar en la mañana en que la
trompeta de Dios resonará, cuando “los muertos serán levantados sin
corrupción, y nosotros seremos transformados”. 1 Corintios 15: 52.
Aun un poco más, y veremos al Rey en su hermosura. Un poco más, y
enjugará toda lágrima de nuestros ojos. Un poco más, y nos presentará
“delante de su gloria irreprensibles, con grande alegría”. Judas 1: 24.
Por lo tanto, cuando dio las señales de su venida, dijo: “Cuando estas
cosas comenzaren a hacerse, mirad, y levantad vuestras cabezas, porque
vuestra redención está cerca” —El Deseado de todas las gentes, p. 586.
59
en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día
de reposo y lo santificó”. Éxodo 28: 8-11. Esta razón resulta hermosa
y convincente únicamente cuando comprendemos que el registro de la
creación habla de días literales.
Los primeros seis días de cada semana nos fueron dados para
trabajar, porque Dios empleó el mismo período de la primera semana
en la obra de la creación. Apartó el séptimo día para que fuera un día
de reposo, en conmemoración de su propio descanso durante el mismo
período, después de terminar la obra de la creación en seis días —Ser
semejante a Jesús, p. 149.
60
Dios celebró la primera boda. De manera que la institución del
matrimonio tiene como su autor al Creador del universo. “Honroso es
en todos el matrimonio”. Fue una de las primeras dádivas de Dios al
hombre, y es una de las dos instituciones que, después de la caída, llevó
Adán consigo al salir del paraíso. Cuando se reconocen y obedecen los
principios divinos en esta materia, el matrimonio es una bendición:
salvaguarda la felicidad y la pureza de la raza, satisface las necesidades
sociales del hombre y eleva su naturaleza física, intelectual y moral…
Cristo honró también las relaciones matrimoniales al hacerlas sím-
bolo de su unión con los redimidos. Él es el Esposo, y la esposa es la
iglesia, de la cual, como escogida por él, dice: “Toda tú eres hermosa,
amiga mía, y en ti no hay mancha” —El hogar cristiano, pp. 21, 22.
61
Las nuevas de la caída del hombre se difundieron por el cielo.
Toda arpa calló. Los ángeles, entristecidos, se sacaron las coronas de la
cabeza. Todo el cielo estaba en agitación. Se celebró una consulta para
decidir qué debía hacerse con la pareja culpable. Los ángeles temían
que extendieran la mano y comieran del árbol de la vida, y llegasen
a ser pecadores inmortales; pero Dios dijo que expulsaría del huerto
a los transgresores. Fueron enviados inmediatamente ángeles para
impedir el acceso al árbol de la vida. Satanás había estudiado y trazado
su plan para que Adán y Eva desobedeciesen a Dios, fueran objeto
de su desaprobación, y luego participasen del árbol de la vida, a fin de
que pudiesen vivir para siempre en el pecado y la desobediencia, y así
el pecado se inmortalizaría. Pero fueron enviados santos ángeles para
que los expulsasen del huerto, y les impidiesen acercarse al árbol de la
vida. Cada uno de estos poderosos ángeles tenía en su mano derecha
algo que tenía apariencia de una espada deslumbrante —Primeros
escritos, p. 148.
62
Lección 9
La creación:
el Génesis como pilar,
parte 2
Sábado de tarde, 23 de mayo
63
Estas personas [que no creen el relato de Génesis] han perdido la
sencillez de la fe. Debería existir una fe arraigada en la divina auto-
ridad de la Santa Palabra de Dios. La Sagrada Escritura no se ha de
juzgar de acuerdo con las ideas científicas de los hombres. La sabiduría
humana es una guía en la cual no se puede confiar. Los escépticos que
leen la Sagrada Escritura para poder sutilizar acerca de ella, pueden,
mediante una comprensión imperfecta de la ciencia o de la revelación,
sostener que encuentran contradicciones entre una y otra; pero cuando
se entienden correctamente, se las nota en perfecta armonía. Moisés
escribió bajo la dirección del Espíritu de Dios; y una teoría geológica
correcta no presentará descubrimientos que no puedan conciliarse con
los asertos así inspirados. Toda verdad, ya sea en la naturaleza o en la
revelación, es consecuente consigo misma en todas sus manifestaciones
—Patriarcas y profetas, pp. 105, 106.
64
El apóstol Pablo, al escribir movido por el Espíritu Santo, declara
de Cristo que “en él fueron creadas todas las cosas… y para él. Y él es
antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”. Colosenses
1: 16, 17. La mano que sostiene los mundos en el espacio, la mano que
mantiene en su disposición ordenada y actividad incansable todas las
cosas en el universo de Dios, es la mano que fue clavada en la cruz por
nosotros —La educación, pp. 131, 132.
Dios invita a los hombres para que contemplen los cielos. Vedlo en
las maravillas de los cielos estrellados. [Se cita Isaías 40: 26.] No solo
debemos contemplar los cielos; debemos considerar las obras de Dios.
Él quiere que estudiemos las obras de lo infinito y que por ese estudio
aprendamos a amarlo, reverenciarlo y obedecerlo. Los cielos y la tierra,
con sus tesoros, deben enseñar las lecciones del amor, el cuidado y el
poder de Dios —Comentarios de Elena G. de White en Comentario
bíblico adventista del séptimo día, t. 4, p. 1167.
65
Las obras de su creación en los sucesivos días recibieron el califi-
cativo de bueno, pero del hombre, formado a la imagen de su Creador,
se dijo que era “bueno en gran manera”. Génesis 1: 31. Ninguna otra
criatura de Dios ha recibido tantas muestras de su amor. Cuando el
pecado lo echó todo a perder, Dios dio a su Hijo amado para redimir la
raza caída. Su voluntad era que no pereciesen por sus pecados, sino que
viviesen para usar sus facultades bendiciendo al mundo y honrando a
su Creador. Los cristianos profesos que no viven para beneficio de los
demás y siguen su propia y perversa voluntad en lugar de la de Dios,
el Maestro los llamará para que le rindan cuentas por el mal uso de las
bendiciones que les ha dado —Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 555.
Antes del diluvio, Dios mandó a Noé que diese aviso al mundo,
para que los hombres fuesen llevados al arrepentimiento, y para que
así escapasen a la destrucción. A medida que se aproxima el momento
de la segunda venida de Cristo, el Señor envía a sus siervos al mundo
con una amonestación para que los hombres se preparen para ese gran
acontecimiento. Multitudes de personas han vivido violando la ley de
Dios, y ahora, con toda misericordia, las llama para que obedezcan sus
sagrados preceptos. A todos los que abandonen sus pecados mediante
el arrepentimiento para con Dios y la fe en Cristo, se les ofrece perdón
—Historia de los patriarcas y profetas, p. 91.
66
sus tradiciones. Los sofismas referentes a que el mundo ha sido creado
en un período indefinido de tiempo son uno de los engaños satánicos.
Dios habla a la familia humana en lenguaje que esta puede comprender.
Él no deja el tema tan indefinido que los seres humanos puedan aco-
modarlo a sus teorías —Testimonios para los ministros, pp. 135, 136.
67
Los patriarcas desde Adán hasta Noé, con pocas excepciones,
vivieron casi mil años. Desde entonces el promedio de la vida ha estado
decreciendo.
En el tiempo de la primera venida de Cristo, la raza humana había
degenerado tanto, que no solamente ancianos, sino también personas
de edad media y jóvenes eran llevados desde todas las ciudades al
Salvador, para ser sanados de sus enfermedades. Muchos trabajaban
bajo una increíble carga de miseria.
La violación de las leyes físicas, con su consecuente sufrimiento y
su muerte prematura, ha prevalecido por tanto tiempo, que estos resul-
tados se consideran como la suerte común de la humanidad; pero Dios
no creó a la raza en una condición tan débil. Este estado de cosas no
es obra de la Providencia, sino del hombre. Es el producto de hábitos
erróneos: es la consecuencia de violar las leyes que Dios ha formula-
do para gobernar la existencia del hombre. Una transgresión continua
de las leyes naturales es una transgresión continua de la ley de Dios
—Consejos sobre el régimen alimenticio, pp. 140.
68
da de los salvos; y recordad que será más gloriosa que cuanto pueda
figurarse la más brillante imaginación. En los variados dones de Dios
en la naturaleza no vemos sino el reflejo más pálido de su gloria. Está
escrito: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, y que jamás entraron en
pensamiento humano, las cosas grandes que ha preparado Dios para los
que le aman”. 1 Corintios 2: 9.
El poeta y el naturalista tienen muchas cosas que decir acerca de
la naturaleza, pero es el creyente quien más goza de la belleza de la
tierra, porque reconoce la obra de las manos de su Padre y percibe su
amor, en la flor, el arbusto y el árbol. Nadie que no los mire como una
expresión del amor de Dios al hombre puede apreciar plenamente la
significación de la colina, del valle, del río y del mar —El camino a
Cristo, pp. 86, 87.
69
Lección 10
La Biblia
como historia
Sábado de tarde, 30 de mayo
70
verdad. Jesús ve su ley rechazada, su amor despreciado, sus embajado-
res tratados con indiferencia. Él habló por sus misericordias, pero estas
no han sido reconocidas; él dirigió advertencias, pero estas no han sido
escuchadas. Los atrios del templo del alma humana han sido trocados
en lugares de tráfico profano. El egoísmo, la envidia, el orgullo y la
malicia son las cosas que se cultivan…
Los que creen esa palabra tal como se expresa son ridiculizados.
Existe un desprecio cada vez mayor por la ley y el orden, y se debe
directamente a una violación de las órdenes de Jehová.
Jehová grabó sus Diez Mandamientos en tablas de piedra, a fin de
que todos los habitantes de la tierra pudiesen comprender su carácter
eterno e inmutable —Exaltad a Jesús, p. 135.
71
de Dios. De todas las promesas que contiene su Palabra, es uno de
los testimonios más poderosos en favor de la fidelidad, la justicia y la
misericordia del pacto de Dios…
Grandes y gloriosas fueron las promesas hechas a David y a su
casa. Eran promesas que señalaban hacia el futuro, hacia las edades
eternas, y encontraron la plenitud de su cumplimiento en Cristo. El
Señor declaró:
“Juré a David mi siervo, diciendo: …Mi mano será firme con él, mi
brazo también lo fortificará… Y mi verdad y mi misericordia serán con
él; y en mi nombre será ensalzado su cuerno. Asimismo pondré su mano
en la mar, y en los ríos su diestra. Él me llamará: Mi padre eres tú, mi
Dios, y la roca de mi salud. Yo también le pondré por primogénito, alto
sobre los reyes de la tierra. Para siempre le conservaré mi misericordia;
y mi alianza será firme con él. Y pondré su simiente para siempre, y su
trono como los días de los cielos”. Salmos 89: 3, 21-29 —Historia de
los patriarcas y profetas, pp. 818, 819.
72
hay peligros en vuestro camino”. Él sabe que hay pruebas y peligros, y
nos trata con franqueza. No se propone sacar a su pueblo de en medio
de este mundo de pecado y maldad, pero le ofrece un refugio que nunca
falla. Su oración por sus discípulos fue: “No ruego que los quites del
mundo, sino que los guardes del mal”. “En el mundo —dice— tendréis
tribulación; pero tened buen ánimo; yo he vencido al mundo”. Juan
17: 15; 16: 3 3 —El camino a Cristo, pp. 122, 123.
73
mayor cantidad de bien de que somos capaces. Por lo tanto, es pro-
vechosamente empleado el tiempo que se destina al establecimiento
y la preservación de una sólida salud física y mental. No podemos
permitirnos empequeñecer o dañar una sola función, de la mente o del
cuerpo por el trabajo excesivo o por el abuso de cualquier parte de la
maquinaria viviente. Tan ciertamente como lo hagamos, sufriremos las
consecuencias —Conducción del niño, p. 395.
74
Caifás… pertenecía a los saduceos, algunos de los cuales eran
ahora los más encarnizados enemigos de Jesús. Él mismo, aunque care-
cía de fuerza de carácter, era tan severo, despiadado e inescrupuloso
como Annás. No dejaría sin probar medio alguno de destruir a Jesús…
Caifás había considerado a Jesús como su rival. La avidez con que
el pueblo oía al Salvador y la aparente disposición de muchos a aceptar
sus enseñanzas, habían despertado los acerbos celos del sumo sacerdo-
te. Pero al mirar Caifás al preso, le embargó la admiración por su porte
noble y digno. Sintió la convicción de que este hombre era de filiación
divina. Al instante siguiente desterró despectivamente este pensa-
miento. Inmediatamente dejó oír su voz en tonos burlones y altaneros,
exigiendo que Jesús realizase uno de sus grandes milagros delante de
ellos. Pero sus palabras cayeron en los oídos del Salvador como si no
las hubiese percibido —El Deseado de todas las gentes, p. 651.
75
se fijan en él, allí hay fe, fe que obra por el amor y purifica el alma.
Mediante esta fe el corazón se renueva conforme a la imagen de Dios
—La fe por la cual vivo, p. 92.
76
Lección 11
La Biblia
y la profecía
Sábado de tarde, 6 de junio
77
Los que con irrisión dijeron: “Confió en Dios: líbrele ahora si le quiere:
porque ha dicho: Soy Hijo de Dios”, no pensaron que su testimonio
repercutiría a través de los siglos. Pero aunque fueron dichas en son de
burla, estas palabras indujeron a los hombres a escudriñar las Escrituras
como nunca lo habían hecho antes. Hombres sabios oyeron, escudriña-
ron, reflexionaron y oraron. Hubo quienes no descansaron hasta que,
por la comparación de un pasaje de la Escritura con otro, vieron el
significado de la misión de Cristo —El Deseado de todas las gentes,
pp. 696, 697.
78
resar a cada mente y atraer cada corazón. Sus páginas encierran historia
antiquísima; biografías fieles a la vida; principios de gobierno para regir
al estado y gobernar la casa, principios que la sabiduría humana nunca
ha conseguido igualar. Contiene la más profunda filosofía, la poesía
más dulce y sublime, apasionada y patética. Los escritos de la Biblia,
aun considerados de esta manera, son inconmensurablemente superio-
res en valor a las producciones de cualquier autor humano, pero consi-
derados en su relación con su gran pensamiento central, son de alcance
infinitamente más amplio, de valor infinitamente mayor. Desde este
punto de vista, cada tema adquiere nuevo significado. En las verdades
más sencillamente enunciadas se encierran principios tan altos como el
cielo, y que abarcan la eternidad —La educación, p. 125.
79
de que él nos abra nuestro entendimiento para comprender las verdades
que nos fueron traídas del cielo! —La edificación del carácter, p. 48.
80
El papado es precisamente lo que la profecía declaró que sería: la
apostasía de los postreros días. 2 Tesalonicenses 2: 3, 4. Forma parte
de su política asumir el carácter que le permita realizar mejor sus fines;
pero bajo la apariencia variable del camaleón oculta el mismo veneno
de la serpiente —El conflicto de los siglos, p. 558.
81
Este ministerio siguió efectuándose durante dieciocho siglos en
el primer departamento del Santuario. La sangre de Cristo, ofrecida
en beneficio de los creyentes arrepentidos, les aseguraba perdón y
aceptación cerca del Padre, pero no obstante sus pecados permanecían
inscritos en los libros de registro. Como en el servicio típico había una
obra de expiación al fin del año, así también, antes de que la obra de
Cristo para la redención de los hombres se complete, queda por hacer
una obra de expiación para quitar el pecado del Santuario. Este es el
servicio que empezó cuando terminaron los 2.300 días. Entonces, así
como lo había anunciado Daniel el profeta, nuestro Sumo Sacerdote
entró en el Lugar Santísimo, para cumplir la última parte de su solemne
obra: la purificación del Santuario…
Así como la purificación típica de lo terrenal se efectuaba quitan-
do los pecados con los cuales había sido contaminado, así también la
purificación real de lo celestial debe efectuarse quitando o borrando los
pecados registrados en el cielo. Pero antes de que esto pueda cumplirse
deben examinarse los registros para determinar quiénes son los que,
por su arrepentimiento del pecado y su fe en Cristo, tienen derecho
a los beneficios de la expiación cumplida por él. La purificación del
Santuario implica, por lo tanto, una obra de investigación, una obra de
juicio. Esta obra debe realizarse antes de que venga Cristo para redimir
a su pueblo, pues cuando venga, su galardón está con él, para que pueda
otorgar la recompensa a cada uno según haya sido su obra. Apocalipsis
22: 12 —El conflicto de los siglos, pp. 415, 416.
82
El Santuario terrenal construido por Moisés por orden de Dios de
acuerdo con el modelo que se le mostró en el Monte, era “símbolo para
el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios”;
que sus dos lugares santos eran “figuras de las cosas celestiales”; que
Cristo, nuestro gran sumo sacerdote, es “ministro del santuario y de
aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre”; y
que “no entró Cristo en el Santuario hecho de mano, figura del verda-
dero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante
Dios”. Hebreos 9: 9, 23; 8: 2; 9: 24 —La historia de la redención,
pp. 394, 395.
83
Lección 12
Cómo abordar
pasajes difíciles
Sábado de tarde, 13 de junio
84
Algunos de los que enseñan la verdad presente tienen tan deficiente
conocimiento de la Biblia que les es difícil citar un texto de la Escritura
correctamente de memoria. Al cometer las torpes equivocaciones en
que incurren, pecan contra Dios. Tuercen las Escrituras, y hacen decir a
la Biblia cosas que no están escritas en ella.
Algunos piensan que la educación o un conocimiento cabal de las
Escrituras son de poca importancia con tal que uno tenga el Espíritu.
Pero Dios no manda nunca su Espíritu para sancionar la ignorancia.
Él puede compadecerse y bendecir a aquellos que están de tal modo
situados que les es imposible educarse, y lo hace; hasta condesciende a
veces a hacer perfecta su fuerza en la debilidad de ellos. Pero es deber
de los tales estudiar la Palabra de Dios. La falta de conocimiento de
las ciencias no es excusa alguna para descuidar el estudio de la Biblia;
porque las palabras de la inspiración son tan claras que aun los que no
tienen letras pueden comprenderlas —Obreros evangélicos, p. 111, 112.
85
Satanás es hábil para sugerir dudas e idear objeciones al testimonio
directo que Dios envía, y muchos piensan que es una virtud, un indicio
de inteligencia en ellos el ser incrédulos y presentar dudas. Los que
desean dudar, tendrán abundante ocasión para ello. Dios no se propone
evitarnos toda oportunidad de ser incrédulos. Él da evidencias, que
deben ser investigadas cuidadosamente con mente humilde y espíritu
susceptible de ser enseñado; y todos deben decidir por el peso de la evi-
dencia”. “Dios da suficiente evidencia para que pueda creer el espíritu
sincero; pero el que se aparta del peso de la evidencia porque hay unas
pocas cosas que su entendimiento finito no puede aclarar, será dejado
en la atmósfera fría y helada de la incredulidad y de la duda, y perderá
su fe” —Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 633.
86
La claridad de nuestra visión de la verdad será proporcional a nues-
tra comprensión de la Palabra de Dios. Quien presta cuidadosa y devota
atención a las Escrituras, obtendrá una comprensión clara y un juicio
sólido, como si al volverse a Dios hubiera alcanzado un grado más alto
de inteligencia…
No es seguro para nosotros alejarnos de las Sagradas Escrituras, y
hacer únicamente una lectura casual de sus páginas sagradas… Ceñid la
mente a la elevada tarea que ha sido puesta delante de ella, y estudiad
con un decidido interés, para que podáis entender la verdad divina.
Aquellos que hacen esto, quedarán sorprendidos de encontrar lo que la
mente puede lograr…
La mente debe ser refrenada y no se le debe permitir que divague.
Debería ser adiestrada para espaciarse en las Escrituras y en temas
nobles y elevados. Porciones de las Escrituras, aun capítulos enteros,
pueden ser memorizados a fin de repetirlos cuando Satanás venga con
sus tentaciones. El capítulo 58 de Isaías es útil para este propósito.
Construya un muro para el alma con las restricciones e instrucciones
dadas por la inspiración del Espíritu de Dios —Mente, carácter y per-
sonalidad, t. 1, p. 97, 98.
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sujeta a la debilidad y flaqueza de la humanidad. Si no queremos que las
Escrituras queden veladas para nuestro entendimiento, de manera que
no podamos comprender las más claras verdades, debemos tener la sen-
cillez y fe de un niñito, estar listos para aprender y solicitar la ayuda del
Espíritu Santo. Un sentido del poder y la sabiduría de Dios y de nuestra
incapacidad para comprender su grandeza, debe inspirarnos humildad,
y debemos abrir su Palabra con tanta reverencia como si entráramos en
su presencia. Cuando acudimos a la Biblia, la razón debe reconocer una
autoridad superior a ella, y el corazón y el intelecto deben inclinarse
ante el gran YO SOY.
Progresaremos en el verdadero conocimiento espiritual tan solo
en la medida en que comprendamos nuestra propia pequeñez y nues-
tra entera dependencia de Dios; pero todos los que acudan a la Biblia
con un espíritu dispuesto a ser enseñado y a orar, para estudiar sus
declaraciones como Palabra de Dios, recibirán iluminación divina. Hay
muchas cosas aparentemente difíciles u oscuras, que Dios hará claras y
sencillas para los que traten así de comprenderlas —Testimonios para
la iglesia, t. 5, pp. 658, 659.
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propio entendimiento. Van a la fuente de la luz, Aquel que inspiró las
Escrituras, y con humildad de corazón piden sabiduría a Dios, y la reci-
ben. Hay minas de verdad que ha de descubrir todavía el investigador
ferviente. Cristo representó la verdad por un tesoro oculto en un campo.
No está en la misma superficie; debemos cavar para encontrarla. Pero
nuestro éxito en esto no depende tanto de nuestra capacidad intelectual
como de nuestra humildad de corazón y de una fe que se vale de la
ayuda divina —Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 659.
89
que los oriente. Nunca codicien lo que el Señor prohíbe en su Palabra,
y traten de hacer siempre aquello que su Palabra requiere. “Escudriñad
las escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida
eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”. Juan 5: 39 —Alzad
los ojos, p. 85.
90
Lección 13
Cómo vivir
de acuerdo con
la Palabra de Dios
Sábado de tarde, 20 de junio
Los que no solo oyen sino que hacen las palabras de Cristo ponen
de manifiesto en el carácter la operación del Espíritu Santo. El resulta-
do de la obra interna del Espíritu Santo se demuestra en la conducta
externa. La vida del cristiano se oculta con Cristo en Dios, y Dios reco-
noce a los que son suyos declarando: “Vosotros sois mis testigos”. Ellos
testifican que el poder divino está influyendo en su corazón y dando
forma a su conducta. Sus obras dan evidencia de que el Espíritu está
actuando en el hombre interior; los que se relacionan con ellos están
convencidos de que tienen a Cristo como su modelo.
Los que están en relación con Dios son canales del poder de su Santo
Espíritu… La vida interior se manifiesta por la conducta —In Heavenly
Places, p. 22; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 24.
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Muchos que invocan el nombre de Cristo caminan a la luz de las
chispas de su propio fuego, en lugar de seguir tras las pisadas de su pro-
feso Maestro. No representan el mismo carácter que Cristo representaba
mediante su amor puro y sincero hacia Dios, y su amor para el hombre
caído. No aceptan a Dios al pie de la letra, ni identifican sus intereses
con Jesucristo. No forman el hábito de tener comunión con Jesús, de
tomarlo como su guía y consejero, y por lo tanto, no aprenden el oficio
de vivir una vida cristiana bien definida.
Los que no se conforman con escuchar las palabras de Cristo,
sino que las ponen en práctica, ponen de manifiesto el carácter de la
operación del Espíritu Santo. El resultado de la operación interna del
Espíritu de Dios se revela en la conducta exterior. La vida del cristiano
está escondida con Cristo en Dios… Sus obras revelan que el Espíritu
influye sobre el hombre interior; los que se asocian con ellos se con-
vencen de que han elegido a Jesucristo como su modelo —Exaltad a
Jesús, p. 118.
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Nuestros corazones necesitan ser plenamente consagrados a Dios.
No tratemos de hacer las cosas a nuestro modo. Dios nos ha dado su ver-
dad para santificar, refinar y ennoblecer plenamente al hombre —Cada
día con Dios, p. 63.
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Cristo es el ejemplo para todos los cristianos. Cuando la tentación
les asalte o se les disputen sus derechos, deben sobrellevarlo paciente-
mente. No se han de considerar con derecho a pedir al Señor que ostente
su poder para darles la victoria sobre sus enemigos, a menos que por ello
Dios haya de recibir honra y gloria. Si Jesús se hubiese arrojado al suelo
desde las almenas del templo, no hubiera glorificado con ello a su Padre,
porque nadie sino Satanás y los ángeles de Dios habrían presenciado
aquel acto. Y hubiera sido tentar a Dios para que desplegase su poder
ante su más acerbo enemigo. Hubiera sido mostrarse condescendiente
con aquel a quien Jesús había venido a vencer —Primeros escritos,
p. 156.
Cristo declaró que las verdades del Antiguo Testamento son tan
valiosas como las del Nuevo. Cristo fue el Redentor del hombre en el
principio del mundo en igual grado en que lo es hoy. Antes de revestir
él su divinidad de humanidad y venir a nuestro mundo, el mensaje
evangélico fue dado por Adán, Set, Enoc, Matusalén y Noé. Abraham
en Canaán y Lot en Sodoma llevaron el mensaje, y de generación en
generación fieles mensajeros proclamaron a Aquel que había de venir…
Cuando Cristo deseó revelar a sus discípulos la verdad de su resu-
rrección, comenzó “desde Moisés, y de todos los profetas”, y “declará-
bales en todas las Escrituras lo que de él decían”. Lucas 24: 27. Pero
es la luz que brilla en el nuevo desarrollo de la verdad la que glorifica
lo viejo. Aquel que rechaza o descuida lo nuevo no posee realmente lo
viejo. Para él la verdad pierde su poder vital y llega a ser solamente una
forma muerta —Exaltad a Jesús, p. 300.
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la imagen de Dios en todo el género humano.
Sin embargo, nos es posible ver todo lo que podemos soportar
de la compasión divina. Esta se descubre al alma humilde y contrita.
Entenderemos la compasión de Dios en la misma proporción en que
apreciamos su sacrificio por nosotros. Al estudiar la Palabra de Dios
con humildad de corazón, el grandioso tema de la redención se abrirá a
nuestra investigación. Aumentará en brillo mientras lo contemplemos; y
mientras aspiremos a entenderlo, su altura y profundidad irán continua-
mente en aumento.
Nuestra vida ha de estar unida con la de Cristo; hemos de recibir
constantemente de él, participando de él, el pan vivo que descendió del
cielo, bebiendo de una fuente siempre fresca, que siempre ofrece sus
abundantes tesoros. Si mantenemos al Señor constantemente delante
de nosotros, permitiendo que nuestros corazones expresen el agradeci-
miento y la alabanza a él debidos, tendremos una frescura perdurable
en nuestra vida religiosa. Nuestras oraciones tomarán la forma de una
conversación con Dios, como si habláramos con un amigo. Él nos dirá
personalmente sus misterios. A menudo nos vendrá un dulce y gozoso
sentimiento de la presencia de Jesús. A menudo nuestros corazones
arderán dentro de nosotros mientras él se acerque para ponerse en comu-
nión con nosotros como lo hizo con Enoc. Cuando esta es en verdad la
experiencia del cristiano, se ven en su vida una sencillez, una humildad,
una mansedumbre y bondad de corazón que muestran a todo aquel con
quien se relacione que ha estado con Jesús y aprendido de él —Palabras
de vida del gran Maestro, pp. 99, 100.
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mi yugo sobre vosotros, y… hallaréis descanso”. Mateo 11: 29. El cora-
zón que más plenamente descansa en Cristo es el más ardiente y activo
en el trabajo para él —El camino a Cristo, pp. 70, 71.
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lugar aislado, meditando, escudriñando las Escrituras u orando. De estas horas de
quietud, volvía a su casa para reanudar sus deberes y para dar un ejemplo de trabajo
paciente —El Deseado de todas las gentes, p. 69.
Cualquiera que sea vuestra disposición, Dios puede amoldarla de tal manera que
llegue a ser mansa y semejante a la de Cristo. Por el ejercicio de una fe viva podemos
separarnos de todo lo que no esté de acuerdo con la voluntad de Dios, y así poner el
cielo en nuestra vida terrenal. Haciendo esto, tendremos alegría a cada paso. Cuando
el enemigo procure envolver con tinieblas el alma, cantemos y hablemos con fe, y
encontraremos que cantando y hablando habremos pasado a la luz.
Somos nosotros los que nos abrimos las esclusas de la desgracia o las del gozo.
Si permitimos que las dificultades y trivialidades de la tierra embarguen nuestros pen-
samientos, nuestro corazón se llenará de incredulidad, lobreguez y presentimientos.
Si fijamos nuestros afectos en las cosas de lo alto, la voz de Jesús hablará a nuestro
corazón, las murmuraciones cesarán, y los pensamientos afligentes se transformarán
en alabanzas a nuestro Redentor. Los que se espacian en las grandes misericordias de
Dios, y que no se olvidan de sus beneficios menores, se ceñirán de alegría, y habrá en
su corazón melodías para el Señor. Entonces disfrutarán de su trabajo. Permanecerán
firmes en sus puestos del deber. Tendrán un genio plácido, un espíritu confiado
—Consejos para los maestros, p. 222.