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ANTES DE BEHAIM: LOS GLOBOS TERRÁQUEOS EN EL SIGLO XV*

Patrick Gautier Dalché

Porque es el primero en conservarse, porque es un acierto técnico, y debido a que


está fechado el mismo año del primer viaje de Colón, el globo de Martin Behaim es muy
famoso. ¿Significa esto que surgió de repente, sin haber sido precedido por otros ensayos
menos completos? Esto es poco probable; desde las obras clásicas y ya antiguas de Fiorini-
Giinther y Stevenson, se han aportado varios testimonios indirectos de la existencia de
globos terráqueos fabricados a lo largo del siglo XV, incluyendo algunos muy
recientemente. Yo deseo limitarme a establecer hechos y completar esta lista de globos
terráqueos del siglo XV conocidos a partir de fuentes textuales, persiguiendo un triple
objetivo, con miras a aclarar la cuestión del origen medieval de estos objetos. En primer
lugar, conviene eliminar ciertos testimonios iconográficos que ciertamente no se refieren a
globos terráqueos, si por esta expresión entendemos la representación "realista" (es decir,
con una estructura correspondiente a la realidad topográfica) de lo ecuménico sobre una
superficie esférica. Por lo tanto, también es importante señalar con la mayor precisión
posible, a pesar de la naturaleza incompleta de las fuentes, la naturaleza exacta de las
representaciones geográficas que portan los globos. Finalmente, esta prehistoria tendría
poco interés si su estudio no se centrara en las razones que motivaron a sus creadores, lo
que obviamente implica caracterizar en la medida de lo posible los círculos intelectuales de
los que proceden y los fines que han asignado a sus construcciones. Pero primero
comenzaré examinando rápidamente la cuestión de si estos globos terráqueos del siglo XV
tenían antecedentes antiguos o medievales.

1. ¿Antecedentes antiguos y medievales?

Dejemos de lado la iconografía principalmente simbólica de las pinturas, mosaicos


y monedas que representan exclusivamente la esfera celeste. En la Antigüedad existían dos
tipos de modelos del universo donde podría aparecer el globo terrestre: la esfera armilar y
la esfera planetaria. El modelo más simple es el de la esfera armilar, compuesta
esencialmente por los círculos fundamentales de la esfera celeste, en cuyo centro puede
haber una bola que representa la tierra. Así, el tratado De astronomia de Higinio (nacido
después de Cristo) se interpretó como las instrucciones para el uso de tal dispositivo.
Geminos (siglo I a. C.) lo describió en su Introducción a los fenómenos, entre otros
instrumentos, considerados comunes, utilizados para demostraciones de astronomía. Un
mosaico en la Casa di Leda en Solunto, cerca de Palermo, representa una esfera armilar con
una bola en su centro que representa la tierra. Pero se podría objetar que como
representación, la esfera armilar, cuyo objetivo es hacer que los fenómenos celestes sean
más fácilmente comprensibles no tiene nada que ver con el globo terráqueo. De hecho,
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Patrick Gautier Dalché, «Avant Behaim: les globes terrestres au XV e siècle» en Médiévales 58, printemps
2010, p. 43-61. Traducido del francés por Miguel Ángel Ochoa.
algunas de las observaciones que permite, como la esfera local y la duración de los días de
solsticio, ambas variables según la latitud y la inclinación del horizonte, se relacionan
directamente con la superficie terrestre. Por tanto, es concebible que la bola ubicada en el
centro de las armillas incluyera elementos que ayuden a visualizar los efectos de la
variación de latitud, sobre todo las cinco zonas climáticas separadas por los círculos polares
y tropicales, así como los siete climas en los que lo ecuménico estaba dividido. Las esferas
terrestres a menudo son presentadas como objetos comunes en la antigüedad.

Conclusión

Las esferas destinadas a visualizar los efectos sobre la tierra de los fenómenos
celestes ya existían en la Antigüedad, sin poder considerarlas como verdaderos globos
terráqueos. Solo unas pocas representaciones en planta han perpetuado su forma en la Edad
Media. A principios del siglo XV es cuando reaparecieron objetos que pueden comenzar a
ser calificados de esta manera, realizados por astrónomos/astrólogos que han sido de los
primeros estudiosos en interesarse por los contenidos científicos y técnicos de la Geografía
de Ptolomeo, recientemente traducido en Florencia. Estos primeros globos debían distinguir
la superficie de la tierra solo de manera somera o esquemática. Pero, como lo muestra la
descripción de Fridericus, las posibilidades "prácticas" de medición exacta de las distancias
que ofrece la tridimensionalidad de la representación no tardaron en ser percibidas.
Indudablemente, no es una coincidencia que los primeros globos verdaderos, con
una imagen "realista" ptolemaica de lo ecuménico, fueran obra de un alemán que trabajaba
en Italia, Nicolaus Germanus, cuyo primer globo conocido data de 1477: este personaje, tal
vez de Ulm o Alemania del Sur (¿Nuremberg?), tanto astrólogo como cartógrafo, ha podido
beneficiarse del intenso trabajo de reflexión teórica sobre los diferentes modos de
representación cartográfica que se habían desarrollado en Alemania tras la recepción de
Geografía. Estos globos despertaron la atención de varios gobernantes o miembros de la
aristocracia cuyas relaciones con los humanistas que se habían sensibilizado a las diversas
teorías entonces en discusión sobre el alcance de lo ecuménico. Las relaciones entre la
tierra habitada y el agua, su extensión en longitud y latitud, se hizo más fácilmente
perceptible. También es cierto que todos estos objetos fueron concebidos y utilizados en el
marco de prácticas y reflexiones astrológicas, tanto en su vertiente cosmográfica como
geográfica. Este seguirá siendo el caso en el siglo XVI, como lo demuestra en particular la
obra de Gemma Fricius.
La novedad funcional de estos verdaderos globos terráqueos era doble. Por un lado,
el hecho de representar la tierra y el cielo mediante objetos de idéntico tamaño reflejando
una relación diferente, donde la tierra ya no se encontraba en una situación subordinada
sino que constituía un objeto en sí mismo, sobre el cual ejercer una reflexión autónoma.
Ellos permitieron por otra parte una visión de toda la tierra y ya no se limitaron a lo
ecuménico. Con la proliferación de globos terráqueos en Italia a finales del siglo XV y a
principios del XVI, el globo de Behaim y las obras alemanas no son casos aislados, estos
dos fenómenos de empoderamiento y de ampliación de la mirada geográfica han jugado un
cierto papel en las transformaciones de la percepción del mundo.

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