Enseñar A Leer
Enseñar A Leer
La lectura de
ficción
enseña a
leer POR MARCELA CASTRO
PARA ESTA INVESTIGADORA CATALANA, QUE HA ESTUDIADO LA INCIDENCIA DE LA LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL
EN EL DESARROLLO DE HABILIDADES LECTORAS, LA EDUCACIÓN LITERARIA ES FUNDAMENTAL PARA LA FORMACIÓN DE
LECTORES COMPETENTES, Y LA EXPERIENCIA DE LEER ES UNA ESPECIE DE DERECHO QUE HAY QUE PROPORCIONAR A
TODOS.
TERESA COLOMER
es doctora en Ciencias de la Educación y licenciada en Filología románica
hispánica y Filología catalana. Actualmente, dirige el doctorado de Didáctica de la
Lengua y la Literatura en la Universidad Autónoma de Barcelona, donde es
profesora. En 1990, obtuvo el premio de pedagogía "Rosa Sensat" por su obra
(en colaboración con Anna Camps) Enseñar a leer, enseñar a comprender.
Además, ha coordinado y publicado diversas obras sobre la enseñanza de la
lectura y la literatura, entre ellas, La formación del lector literario, en la que se
analizan los diversos enfoques que distintas disciplinas han desarrollado acerca
de literatura infantil y juvenil, y las características de esa literatura en la
actualidad.
Sí. Hay que proporcionar a todos los niños y las niñas la experiencia de leer. Y
eso a menudo no es espontáneo, no más que su interés por aprender a dar
volteretas en el área de gimnasia o a entonar una melodía en la de música.
Siempre hay una tensión entre la dificultad y el interés de cualquier actividad, y
obligar (en el sentido de "hay que hacer esto") es uno de los métodos que los
adultos utilizamos para enseñar. Los niños lo saben y es una de las expectativas
que consideran normales en el contexto escolar.
Y no. Obligar es un instrumento, pero no es el único, ni siquiera el principal.
Evidentemente, es mejor "seducir" que obligar. Cuanto más compartida y
socializada es la lectura en un aula, menos hay que recurrir a la prescripción. Por
otra parte, pueden negociarse los límites: "Hay que leer un libro de la biblioteca,
pero el que se quiera"; "Se puede devolver sin haberlo terminado, pero se tienen
que haber leído tantas páginas"; "Tienes que leer un rato cada noche, pero lo
haremos juntos"; "Tú lees tres líneas seguidas y yo te leo las tres siguientes".
Los estudios sobre hábitos de lectura muestran una relación evidente entre
nivel de escolarización y lectura. Sin embargo, también nos dicen que la afición a
la lectura tiene mucho que ver con el contexto familiar y la socialización a lo
La lectura es un reto para toda la sociedad. Nos jugamos mucho en ello, pero
también hay que ser conscientes de que ninguna sociedad hasta ahora había
puesto el listón tan alto en la necesidad de formación de sus ciudadanos. Por eso
se necesita la acción de todos, desde la promoción y la creación de
infraestructuras por parte del Estado hasta la implicación de las familias o la
comunidad. En lo que respecta a la capacidad de leer textos no literarios y de
saber cuándo y cómo usarlos, es evidente que implica a los docentes de todas las
disciplinas. Precisamente, intentando comprender los enunciados de los
problemas matemáticos o las instrucciones de un experimento de química, o bien
buscando información para un trabajo sobre ciencias sociales, los alumnos
enfrentan la lectura de textos informativos o prescriptivos en "situación real", es
decir, con un sentido evidente para su esfuerzo. Todos los docentes deberían
saber el tipo de dificultades "lingüísticas" que ello implica y cómo ayudar a los
alumnos a entender los textos que les ofrecen. Sus alumnos progresarían más y
ellos se sentirían más gratificados y menos impotentes que cuando solo pueden
quejarse al profesor de Lengua.
Los docentes tienen que estar tan preparados como sea posible con respecto a
la situación de la ciencia en sus áreas. Otra cosa es la relación entre los avances
disciplinares y la selección de los conocimientos escolares. Creo que en la década
de los setenta aprendimos que no es posible el pasaje directo, después del
desastre de las aplicaciones estructurales, generativas o semióticas en el área de
Lengua. También he visto manuales escolares que enseñan a los alumnos cómo
funciona el acto lector y qué procesos mentales implica o las fases de escritura.
No tiene ningún sentido. La didáctica debe considerar qué instrumentos, de los
ofrecidos por la teoría, resultan más rentables para ayudar a la escuela en su
objetivo final de formar "lectores conscientes". El problema es que el sistema
educativo siempre tiende a la reproducción y la tentación es enseñar lo que se
sabe, sin darse el trabajo de reconvertirlo en lo que puede ser útil y necesario
para lo que se desea conseguir.
Esa es una parte esencial de la educación literaria. Los niños y las niñas saben
muy pronto que los libros tienen "título", que cuento y poema son dos cosas
distintas y que en los cuentos hay "personajes". Algún día sabrán de la "intriga"
o de la "parodia". Explicitar las cosas da instrumentos para enjuiciarlas,
entenderlas, expresarlas, compartirlas con los demás, acceder a sus
interpretaciones. Si no se puede hablar sobre las lecturas, la interpretación no
progresa porque nos hallamos ante un aprendizaje social y afectivo. Los libros
hacen una parte del trabajo y "se aprende a leer, leyendo". Pero si se habla
sobre lo leído se aprende más, más rápidamente y hay más oportunidades de
que lo hagan "todos" los niños y las niñas. También los adultos interpretamos de
forma más compleja nuestras lecturas si las contrastamos con los demás. Por
eso leemos críticas literarias o formamos tertulias y clubes de lectores. En estos
momentos está en auge la investigación sobre las mejores formas de hablar
sobre los libros con niños y niñas. Formas que impidan que el docente
monopolice la interpretación sin permitir el ejercicio del razonamiento o que
ayuden a poner en circulación el metalenguaje literario, por ejemplo. En ese
sentido, las experiencias de los docentes y de los padres y las madres que
comparten la lectura de cuentos con sus hijos son también una muy buena
brújula para saber cómo hablar sobre los libros. Hay una experiencia social
acumulada sobre la forma de mirar y leer juntos los cuentos, de disfrutar
conjuntamente las canciones y juegos del folclore oral, etcétera. El análisis de lo
que está funcionando en esas situaciones permite obtener muchas conclusiones
útiles para la escuela.