Frenemies With Benefits
Frenemies With Benefits
©Kelly Myers
AMIGOS Y ENEMIGOS
Serie Buscando amor, 1
Título original: Frenemies with Benefits
Traductora: Beatriz Gómez
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes,
queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita del copyright, la
reproducción total o parcial de esta obra por cualquier método o procedimiento, así
como su alquiler o préstamo público.
Gracias por comprar este ebook.
Índic e
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Epílogo
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Notas
Prólogo
Junio, 2009
—Gracias.
—No es mi ex —digo.
—Vale, no sé cómo llamarlo. —Elena se acerca y me da
una palmadita en la mano—. ¿Fue incómodo?
—¿Saliste huyendo?
—Me lo imagino.
Elena se ríe.
—Supongo que me siento mal si su padre lo arrastró a algo
en lo que no quería involucrarse. Era muy joven.
—Estoy herido.
—Vivirás.
En la parte de atrás de mi cabeza, sé que es extraño que
haya aparecido aquí. Tal vez solo quiere ponerse al día, pero
aun así, podría haberme enviado un correo electrónico.
Aunque lo más seguro es que solo tenga el antiguo. De todos
modos, ¿quién aparece de casualidad en el lugar donde
trabajas? No es el comportamiento apropiado de un exnovio.
Y ni siquiera es un ex real.
—Ojalá.
Yo también me río. Solo Zach O’Malley podía hacerme
reír sobre mi juventud. Solo él.
—Hola —le digo—. Mi amiga cree que tus casas del lago
son muy chic, ¿puedes conseguirle un trato?
—Para una amiga tuya, seguro que puedo ofrecerle un
buen trato.
Sonrío y suelto el aliento, que se convierte en una nube
blanca en el aire frío.
—¿Pero qué hay del trabajo en sí? —Hay una línea entre
sus cejas.
—Soy buena en eso.
Yo resoplo.
—¿Es que sabes cómo sería una cita conmigo? —Me dejo
caer en el sofá y me siento de cuclillas. Zach hace lo mismo,
con un movimiento fluido. Me maravilla su habilidad para
parecer siempre tan confiado y tranquilo. Levanta las cejas
para pedirme que me explique.
—Lo sé —susurro.
—Beatrice. —Se inclina hacia adelante y me da un suave
beso en la boca—. Dime lo que deseas.
—Sé que será una sorpresa para ti que tenga un amigo con
un trabajo de verdad. —Zach habla en tono de broma, pero
hay algo afilado en sus palabras. Me está probando de alguna
manera, tratando de medir lo que realmente pienso de él.
—Está bien.
Me giro para mirar por la ventanilla. Se acabó la sensación
vertiginosa de las bromas y la camaradería. Ni siquiera tengo
ese hormigueo de lujuria que he estado sintiendo desde el
viernes.
Nada mata el buen humor como mi madre, Claire Dobbs.
Trato de apartarla de mi mente. Me apresuro a pensar en algo
ligero e ingenioso que decir. Alguna broma, incluso algo cursi,
pero me quedo en blanco. Nunca pude bromear sobre mi
madre. Ni sobre el tipo que la dejó embarazada a los dieciséis
años, ni sobre las arrugas que se formaron alrededor de sus
ojos verdes, tan parecidos a los míos, cuando apenas tenía
veinte años.
Así que los fantasmas están afuera. Tengo que decirle que
se acabó, y también podría pronunciar algunas palabras duras
mientras lo hago.
Siento una punzada de arrepentimiento mientras busco su
número en mi teléfono. Realmente pensé que tal vez podría
haber sacado algo bueno de esto.
Me siento en un banco contra la pared. Un flujo constante
de gente pasa a toda prisa, a almorzar o de compras. Nadie se
va a detener para espiarme.
Hago clic en su nombre y me pongo el teléfono en la oreja.
Lo coge enseguida. Es un alivio. No quiero dejar un
mensaje en el contestador. Quiero oír su voz cuando le diga
que he descubierto su pequeño y sucio secreto.
—Hola, ¿qué pasa? —Está afuera, en algún lugar, puedo
escuchar el viento y el ruido del tráfico.
—No mucho —le digo—. ¿Qué estás haciendo?
—Estoy en un sitio —dice Zach.
Giro mi boca en una sonrisa letal.
—¿En serio? ¿Estás seguro de que no estás con mi madre?
Silencio total. Se sorprende de que yo lo sepa. Bien.
Lo miro sorprendida.
—No es lo mismo.
Considero la situación.
Mi exnovio vuelve a mi vida, me da una noche increíble de
sexo, y luego me hace pensar que tal vez podríamos tener una
aventura divertida, solo que resulta que está confabulado con
mi madre y también tal vez trafica con drogas. ¿Se puede
considerar esto una emergencia?
Es un debate difícil, plagado de medias verdades y grandes
sospechas. Porque Zach podría ser perfectamente inocente. O
tan inocente como un tipo duro de mala vida pueda serlo.
Podría estar siendo sincero, y eso es lo que yo desearía.
Mi instinto me dice que solo lo es en parte. No sé el grado
de intimidad que tendrá con mi madre. No sé el motivo por el
que entregó a Finn. Tal vez lo hizo para hacerse con el control
del negocio.
Estoy tentada a encender mi ordenador y buscar en
Internet.
—Pareces angustiada.
Marianne se burla.
—No mucho.
Intento forzar la oleada de felicidad, pero no lo consigo.
Me sentía un poco sola, y ahora él está aquí. Eso significa
algo, ¿verdad?
Agarro mis llaves y abro la puerta. Me recuerdo a mí
misma la necesidad de controlar los impulsos.
Entonces cuelgo.
Capítulo 19
Me encojo de hombros.
—¿Las dos cosas?
Zoe hace una pausa mientras llega nuestra comida. Ambas
nos lanzamos sobre ella.
—Ah, estoy tan hambrienta… —digo mientras doy mi
primer mordisco.
Zoe asiente con la cabeza.
—¿Qué?
—Si tuvieras que elegir, ¿es más bien una conexión o más
bien una cita?
Por eso está tan preocupada por mí y por Zach. Ella siente
lo peligroso y desagradable que me resulta ahondar en mi
pasado.
—Gracias.
Suena el silbato para anunciar el inicio del segundo
tiempo, y me despido con rapidez para unirme a mi equipo.
Ya no me siento tan agresiva. La adrenalina sigue ahí, pero
me hace sentir ligera y enérgica. Cada vez que recibo la pelota,
trato de hacer algo asombroso para impresionarlo. Y no puedo
dejar de mirar en su dirección. Tiene una gran sonrisa en su
rostro y comienza a conversar con la novia de Tony. Incluso
cuando está hablando con ella, mantiene sus ojos en mí.
—Ya no —afirma.
Zach me sonríe.
—¿Cómo lo sabes?
Me sonríe.
Sonrío con fuerza contra su pecho. Tal vez sea mejor que
la terapia.
Empiezo a alejarme. Todo el llanto después del partido de
fútbol y el día en el trabajo me ha dejado más que exhausta.
Me duermo en sus brazos, y solo me despierto cuando
siento que me llevan a la cama.
—Si vas a ser tan fácil de aplacar, supongo que tendré que
hacerte llorar más.
Me besa en los labios, justo cuando dejo mi taza de café,
como si fuera lo más normal del mundo. Actúa como si fuera
una mañana normal. Me doy cuenta de entrada que quiero que
sea una mañana normal. Quiero despertarme y beber mi café
con él.
—¿Realmente quieres?
Asiento con la cabeza, y no es una actuación. Tengo
curiosidad por su trabajo desde que vi su página web. Me
parece muy interesante que un tipo como Zach, que creció tan
lejos de una casa lujosa, se dedique a construirlas.
Será difícil estar con alguien que esté tan familiarizado con
mi pasado. No estoy acostumbrada a que alguien sepa de todos
los rincones más oscuros de mi vida. Pero anoche me
demostró que estar con él tiene sus ventajas. Es mucho más
fácil hablar de cosas difíciles con Zach. Escucha lo que digo,
pero también entiende lo que no puedo decir. Podría ser
maravilloso tenerlo a mi lado en los altibajos.
Elena suspira.
—¿Te ha dicho alguien alguna vez que eres increíblemente
buena en minimizar tu dolor?
Me encojo de hombros.
—No digas eso. —Me quedo con los pies bien plantados
en el suelo. Así puedo sentirme bajo control. Tal vez para
poder correr si lo necesito. Siempre seré la chica que tiene un
ojo puesto en la salida, pero si alguien puede entender eso, es
Zach.
—Es verdad, o lo era en aquel entonces. —Zach me dedica
una sonrisa de pena—. Yo era un problema, pero sabía que tú
eras buena. Y no quería que te absorbiera como a mí.
Zach se inclina hacia adelante y apoya sus codos en las
rodillas. Su cabello cae hacia adelante alrededor de sus orejas.
Por fin nos dormimos con las piernas enredadas entre sí.
Es la primera vez en diez años que estoy en Torrins
después de las ocho de la noche. Cuando visito a mi abuela,
siempre me voy poco después de la puesta de sol.
Capítulo 28
Han pasado casi diez años. Siento que debería darle más
importancia a este momento. Tal vez debería estar llorando. Lo
he hecho mucho últimamente, de todos modos.
—Soy Beatrice.
—Oh, Bea, cariño, ¿cómo estás? —Puedo escuchar
algunas lágrimas atrapadas en su garganta. Mi madre siempre
tuvo todas sus emociones burbujeando cerca de la superficie.
—Estoy bien. —Me aclaro la voz. No siento necesidad de
impresionarla con mi encanto o ingenio, pero ahora me
pregunto por qué no preparé al menos un borrador de lo que
quería decir—. Sé que has estado intentando contactar
conmigo, y todavía no estoy segura de si quiero hablar
contigo.
Mis amigas quieren que vaya a pasar el rato con ellas para
reconfortarme y darme su amor y afecto. Zoe promete traer un
buen vino, y Marianne me dice que cantará su última canción
original. Elena dice que solo quiere abrazarme.
Les recuerdo que solo fue una llamada de cinco minutos, y
me voy a casa.
Zach está esperando fuera de mi edificio cuando llego.
Intento acercarme a él, tranquila y serena, pero no lo consigo.
Empiezo a correr para poder saltar a sus brazos. Me levanta en
volandas y me hace girar. Cuando me deja de nuevo en el
suelo, me río.
—Obviamente necesitamos establecer algunas cosas —
dice.
Lo miro con una falsa mirada inocente.
Zach se ríe.
—¿No lo haces?
—¡Déjame preguntarte!
—Mi respuesta es sí —digo—. Ahora muéstrame la
chimenea.