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¿Qué es un haiku?

Un haiku es una composición poética japonesa tradicional.

Los haikus son poemas extremadamente breves y están


formados (en su versión japonesa) por un total de 17 sílabas
distribuidas en tres versos de 5, 7 y 5 sílabas
respectivamente.

Originariamente el haiku se conocía como hokku y era el


patrón de composición utilizado en un tipo de poema más
extenso denominada renga. Cuando este patrón empezó a
utilizarse como unidad independiente, adquirió el nombre de
haiku.

La temática tradicional del haiku es el entorno natural y suele


estar ligada al paso de las estaciones. Sin embargo, su
característica más singular (al margen de la extensión) es la
costumbre de construirlos en base a dos imágenes o ideas
que el autor quiere relacionar.

¿Puedes identificar estas dos ideas en el siguiente ejemplo?

Flores de cerezo en el cielo oscuro entre ellas la melancolía


floreceMatsuo Bashō

¿Quién fue Matsuo Bashō?


Matsuo Bashō vivió en el siglo XVII y es, probablemente, el
poeta japonés mejor conocido en occidente.

Hijo de un samurái de bajo rango, nació cerca de Ueno y


algunos biógrafos cuentan que fue cocinero de profesión. Ya
desde joven cultivó la poesía y a lo largo de su vida adquirió
una fama notable.
Su obra incluye diversos géneros poéticos pero sus haikus
son las composiciones más conocidas.

Bashō fue uno de los primeros en dignificar el haiku como


forma poética ya que en su época escribirlos se consideraba
más bien una actividad social. Lo cual, dicho de paso, da que
pensar sobre la “progresión” de las actividades sociales a lo
largo de los siglos...

Cómo leer haikus


Como cualquier composición poética, pero tal vez aún más
debido a su extrema brevedad, los haikus necesitan ser
leídos con detenimiento, degustando las palabras, casi
cerrando los ojos para captar mejor su sabor.

Los haikus suelen ser composiciones muy visuales y los


apreciarás mucho mejor si dedicas algo de tiempo a imaginar
las escenas que sugieren.

A pesar de la niebla es bello el Monte Fuji


Los nombres propios tienen una fuerza especial. Al leer el
nombre del nombre del Monte Fuji, cualquier lector que lo
conozca recordará inevitablemente su forma cónica y la nieve
en la cima.

Esa forma y esa nieve están en el haiku, aunque Bashō no lo


diga.

Cuanto más concreta es una palabra (y un nombre propio es


el sumo de la concreción) más información contiene. No es lo
mismo hablar de un edificio, que de una catedral, que de
Notre-Dame.

Usa palabras concretas. Dirás mucho más con mucho menos.


Lluvia de flores Un cuervo busca en vano su nido
¡Cuánto movimiento!

¿Puedes verlo?

Centenares de flores caen del cerezo y un cuervo (que no


encuentra su nido) revolotea a su alrededor.

Al nombrar dos hechos inconclusos (la lluvia que sigue


cayendo y el cuervo que aún no ha encontrado el nido),
Bashō nos obliga a imaginar una escena en movimiento.

Las palabras, estáticas en apariencia, crean movimiento en la


imaginación siempre que nombran una situación que implica
movimiento. Tan simple como eso.

No desaproveches este recurso, hará que la experiencia de


lectura de tu historia sea mucho más intensa.

De frente a las azaleas una mujer prepara bacalao seco


Este Haiku destaca por el contraste entre las dos imágenes
que lo forman: la delicadeza de la mujer frente a las azaleas y
la dureza de la preparación del bacalao.

El contraste es un recurso interesante ya que, al colocar codo


con codo un elemento y su contrario, ayuda al lector a percibir
de un modo más vivo las diferencias entre ambos.

El contraste puede ser útil, por ejemplo, para evidenciar las


ironías y contradicciones de la realidad. Como en este
pequeño verso:

En la blanca arena griega, descansan los turistas y


desembarcan los inmigrantes.
UN VIEJO ESTANQUE.

SE ZAMBULLE UN RANA

RUIDO DE AGUA

Este es el haiku más conocido de todos (no solo de Matsuo


Bashō sino también de cualquier otro autor) y lo usaré para
hablar de los denostados adjetivos.

Sin duda habrás oído que abusar de los adjetivos diluye tu


prosa y que deberías esforzarte en evitarlos. Y es cierto, pero
esto no implica que no debas usarlos nunca.

Este haiku demuestra que un adjetivo bien usado puede ser


muy eficaz. Prueba, si no, a releer el poema sin la palabra
"viejo".

El estanque necesita ser "viejo" para crear el ambiente


estancado y lleno de hojarasca en el que medran las ranas.
En este caso, el adjetivo resulta clave para crear la
atmosfera.

Cuando escribas, ten un ojo puesto en tus adjetivos. Si tu


texto podría funcionar si ellos, elimínalos sin piedad. Pero si
un adjetivo, o incluso una serie de ellos, lo enriquecen, no
tengas reparo en conservarlos.

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