Bendiciones Patriarcales

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Bendiciones Patriarcales

Por el élder James E. Faust


Del Consejo de los Doce

Cada vez que leemos nuestra bendición patriarcal, nuestro


testimonio puede fortalecerse aún más y nuestra vida puede
adquirir un mayor propósito.
La bendición patriarcal es un privilegio único y extraordinario que pueden reci-
bir aquellos miembros fieles de la Iglesia que tienen la madurez suficiente como
para comprender la naturaleza y la importancia de dichas bendiciones. Estas
bendiciones privilegiadas constituyen un testimonio poderoso de la misión del
Salvador y de su propósito de darnos a cada uno de nosotros la oportunidad de
ganar la exaltación. Al igual que muchas otras bendiciones, las bendiciones
patriarcales deben ser solicitadas por la persona o la familia de quien la desea,
sobre quienes recae la responsabilidad de recibirla.

Cada vez que leemos nuestra bendición patriarcal, nuestro testimonio puede
fortalecerse aún más y nuestra vida puede adquirir un mayor propósito. Debido
a su propia naturaleza, todas las bendiciones dependen del grado de fidelidad de
las personas que las reciben y están basadas en ciertas condiciones, sea que
éstas se mencionen o no cuando se les otorgan a la persona dichas bendiciones.

En la actualidad tenemos muchas estacas de Sión en muchos de los países del


mundo, y en la mayoría de ellas hay por lo menos un patriarca, privilegio que,
debido al crecimiento de la Iglesia, permite que cientos de personas en muchas
tierras reciban sus bendiciones patriarcales.

Los patriarcas
Deseo rendir tributo a estos hombres fieles que han sido ordenados a este gran
llamamiento y quienes, en la mayoría de los casos, se cuentan entre los más
humildes y fieles de todos nuestros hermanos. La dignidad de la vida de estos
hombres escogidos les permite recibir la inspiración de los cielos. Los patriarcas
tienen el privilegio de dar bendiciones directamente en lugar de simplemente
solicitarlas para que le sean otorgadas al individuo; ellos están autorizados para
hablar por el Señor. El oficio de patriarca es uno de los oficios más importantes
en el Sacerdocio de Melquisedec, y su función es la de bendecir, no la de
administrar ni de aconsejar. Este es un llamamiento sagrado que, por lo general,
lo desempeñan los patriarcas por el resto de su vida. Nuestros patriarcas se
dedican totalmente a desempeñar su llamamiento y hacen todo lo posible por
vivir una vida fiel y digna para asegurarse de que cada bendición sea inspirada.
La bendición
Bajo la inspiración del Espíritu Santo, el patriarca declara el linaje de la persona
que recibe la bendición y añade bendiciones, dones espirituales, promesas,
consejos, exhortaciones y advertencias que él se siente inspirado a dar. Es, en
resumen, una declaración profética.
Las bendiciones patriarcales deben leerse frecuentemente y con espíritu de
humildad y devoción. Son muy personales, pero pueden compartirse con los
miembros de la familia. Son guías sagradas de consejo, promesas e información
que provienen del Señor. Sin embargo, nadie debe esperar que las bendiciones
den en forma detallada todos los acontecimientos que sucederán durante la vida
o que sean la solución a todos nuestros problemas. Si en una bendición se omite
un acontecimiento muy importante en la vida, tal como una misión o el
matrimonio, eso no quiere decir que la persona no recibirá dichas bendiciones.
Mi propia bendición patriarcal es corta y tal vez sólo ocupe tres cuartas partes
de una página. Sin embargo, ha sido para mí muy completa, adecuada y
perfecta.
El presidente Heber J. Grant nos dice que su bendición patriarcal no fue muy
larga: “El patriarca puso sus manos sobre mi cabeza y me confirió una bendición
cortita que podía incluirse en menos de una página escrita a máquina. Sin
embargo, esa bendición ha predicho mi vida hasta el momento presente.”
(James R. Clark, comp., Messages of the First Presidency of The Church of Jesus
Christ of Latter-day Saints, Salt Lake City, Bookcraft, 1965-76, 5:152.)

¿Cuándo se cumplen las bendiciones patriarcales?


El élder John A. Widtsoe dijo lo siguiente: “Se debe tener en cuenta que el
cumplimiento de las promesas hechas puede realizarse en esta vida o en la
venidera. En ocasiones, la fe de algunos se ha visto en peligro debido a que
bendiciones que se les habían prometido no se han cumplido en esta vida. Lo
que han olvidado es que en el evangelio, la vida con todas sus actividades
continúa para siempre y que las labores terrenales pueden también continuar en
el cielo. Además, el dador de todas las bendiciones, el Señor, se reserva el
derecho de hacer que estas bendiciones se cumplan en nuestra vida en una
forma que satisfaga sus propósitos divinos. Tanto nosotros como nuestras
bendiciones dependen del Señor; sin embargo, hay un testimonio que todos
conocemos, el cual dice que cuando se obedece una ley, las bendiciones
prometidas se cumplirán.” (John A. Widtsoe, Evidences and Reconciliations,
Salt Lake City, Bookcraft, 1960, pág. 323.)
Este principio quedó muy bien ilustrado en la bendición patriarcal de mi padre,
pues a él se le había dicho en su bendición que sería bendecido con “muchas
hijas hermosas”. El y mi madre tuvieron solamente cinco hijos varones, pero por
supuesto trataron a las esposas de sus hijos como si fueran sus propias hijas.
Durante el verano pasado, cuando todos los de la familia nos reunimos, pude
contemplar a las nietas de mi padre ir de un lugar a otro, ayudando, preparando
los alimentos, cuidando a los niños y a los ancianos, y en ese momento
comprendí que la bendición de mi padre se había cumplido literalmente, que él
en verdad tiene muchas hijas hermosas. El patriarca que le dio la bendición a mi
padre tenía la visión espiritual de ver más allá de esta vida; en ese momento la
línea que divide esta vida de la eternidad había desaparecido. Es el Señor y no el
patriarca el dador de toda bendición. Dios conoce nuestra alma y también
nuestras debilidades y fortalezas; El conoce nuestra capacidad y nuestro
potencial. Nuestras bendiciones patriarcales nos muestran lo que el Señor
espera de nosotros y nos ayudan a ver nuestro propio potencial. Pueden darnos
ánimo en los momentos de desaliento, fortalecernos cuando sentimos temor,
consolarnos durante las horas de tristeza, darnos valor con nuestros momentos
de angustia y alentarnos cuando estamos espiritualmente débiles.

Bendiciones de padre
El élder John A. Widtsoe declaró: “Todo padre cuyos hijos hayan nacido bajo el
convenio es para ellos un patriarca y tiene el derecho de bendecir a su
posteridad por la autoridad del sacerdocio que posee”. (Evidences and
Reconciliations, pág. 321.)
La Primera Presidencia ha hecho la siguiente declaración; “Indiscutiblemente
debemos poner nuevo y adicional hincapié en el papel que corresponde al padre
en el otorgamiento de bendiciones a sus hijos. Pensamos que debemos, por lo
general, dejar a los patriarcas así ordenados en las estacas la responsabilidad de
pronunciar el linaje en lo que se refiere a una bendición patriarcal oficial. No
obstante, podemos dar margen para que cualquier padre de familia que se
sienta inspirado a pronunciar el linaje dentro de una bendición paternal pueda
hacerlo sin impedimento.

“Debemos instar y estimular a los padres de familia para que den bendiciones
paternales a sus hijos en ocasiones tales como la partida de ellos al servicio
militar, a la universidad, o a una misión o cualquier otra ocasión que lo amerite.

“La bendición paternal puede asentarse en los registros personales de la familia,


mas no en los archivos de la Iglesia.” (Manual general de Instrucciones, No. 21,
Latinoamérica y España, págs. 60-61.)

Adopción en la casa de Israel


Muchos de los que no son de la simiente de una de las tribus específicas de
Jacob están llegando a la Iglesia en esta época. Nadie debe pensar que por el
hecho de no pertenecer al linaje de Israel se le nieguen ninguna de las
bendiciones que le corresponden.
El apóstol Pablo hizo repetidas referencias a la adopción en la casa de Israel por
medio de la fe;

“Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el


Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no
es de él.” (Romanos 8:9.)

Y de nuevo dijo:

“Que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloría, el pacto, la


promulgación de la ley, el culto y las promesas.” (Romanos 9:4.)

El rey Benjamín se refiere a los fieles como a la “progenie de Cristo, hijos e hijas
de él”, siendo de esa manera “engendrados espiritualmente… por medio de la
fe”, llegando de esa forma por medio de un nacimiento espiritual a pertenecer a
la familia de Cristo. (Mosíah 5:7.)
No importa si las bendiciones de la casa de Israel se reciben por medio del linaje
o del espíritu de adopción. El élder John A. Widtsoe declaró: “No importa sí el
linaje es un linaje de sangre o de adopción”. (John A. Widtsoe, Evidences and
Reconciliations, pág. 322.)

El libro de Abraham dice: “Y las bendeciré mediante tu nombre; pues cuantos


reciban este evangelio serán llamados por tu nombre; y serán considerados
como tú descendencia, y se levantarán y te bendecirán como padre de ellos”
(Abraham 2:10).

El profeta José Smith enseñó que “al descender el Espíritu Santo sobre uno que
es de la descendencia literal de Abraham, viene con calma y serenidad…
mientras que el efecto del Espíritu Santo en un gentil es purgar la sangre vieja y
convertirlo efectivamente en descendiente de Abraham. Él hombre en quien no
hay (físicamente) la sangre de Abraham debe sufrir una creación nueva por
medio del Espíritu Santo.” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 177.)

¿Qué sucederá si no permanecemos en el camino que el Señor nos ha trazado y


al que se nos asignara antes de que fueran puestos los cimientos de este mundo?
De la misma forma en que el Señor le dijo a Pablo, vosotros sois instrumentos
escogidos para llevar su nombre “en presencia de los gentiles, y de reyes, y de
los hijos de Israel” (Hechos 9:15). Esforzaos por ser dignos de recibir las
bendiciones pronunciadas sobre vuestra cabeza por los patriarcas y por vuestro
propio padre.

Yo recibí mi propia bendición patriarcal cuando apenas tenía doce años de edad,
y fue en esa corta bendición que aprendí algo sobre mis responsabilidades y
labores que tenía que desempeñar para ayudar en el establecimiento del Reino.

Es mi oración que todos podamos vivir dignamente para poder lograr que se
cumplan las bendiciones que nos prometió el Señor por medio de nuestros
padres, en su calidad de patriarca del hogar, y también por medio de los
patriarcas ordenados, y que nos esforcemos para que todo lo que hagamos sea
con el propósito de que estas grandes promesas se cumplan.

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