(2012) La Familia y Los Trastornos de La Conducta Alimentaria. Estructura Familiar y Riesgo
(2012) La Familia y Los Trastornos de La Conducta Alimentaria. Estructura Familiar y Riesgo
TESIS DOCTORAL
Directores de la Tesis:
Dr. D. Jesús J. de la Gándara Martín
Dra. Dña. M. Isabel García Alonso
Que presenta D. MANUEL MATEOS AGUT ha sido realizado bajo nuestra dirección y
supervisión y reúne, a nuestro juicio, los méritos suficientes de originalidad y rigor para que
el autor pueda optar con ella al título de Doctor.
Fdo.: Dr. D. Jesús J. de la Gándara Martín Fdo.: Dra. Mª Isabel García Alonso
Antes que el lector pueda introducirse en estas páginas no puedo dejar de agradecer y
de dejar constancia de todo lo que deben a las personas que han sido la fuente en que he
bebido (los autores que se citan en la bibliografía, y otros que no están y quizás no
recuerdo, pero que han determinado mi forma de pensar); a las que me guiaron y
estuvieron allí cuando les necesité, (mis directores de Tesis Isabel García y Jesús de la
Gándara); a todos mis compañeros, que hicieron posible que este proyecto sea una
realidad, con sus ideas y aportaciones, con su trabajo de campo, sus revisiones,
correcciones y aliento o exigencia, pues vencieron mi pereza y desorientación, (me
refiero a Ana Martínez, Esther Martín, Teresa García, María Victoria Cueva, las
personas que trabajan en la URTA, (Nuria Español, Erica García y Carmen Juarros),
Honorio Hernández; y sobre todo, a quienes doblegaron todas las dificultades del día a
día, Beatriz Sanz, Isabel Vegas y Carlota Sebastián. Por fin, ¡claro!, a mi familia, mi
mujer y mis hijos que aguantaron mis ausencias sin poner trabas y animándome, y a mi
padre que también cumple a mi lado su sueño.
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Índice
ÍNDICE
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
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Índice
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
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Índice
GRÁFICOS
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
TABLAS
TABLA 1 ESPECTRO NARCISISTA. ELABORACIÓN PROPIA SOBRE EL TEXTO DE REICH (1993) ............................................ 25
TABLA 2 MODERNIDAD/POSTMODERNIDAD. ELABORACIÓN PROPIA .......................................................................... 28
TABLA 3 CARACTERÍSTICAS DE LA SOCIEDAD VICTORIANA Y DE LA SOCIEDAD ACTUAL SEGÚN LOWEN (1985) ELABORACIÓN
PROPIA SOBRE TEXTO DE LOWEN (1985) .................................................................................................... 29
TABLA 4 REALIDAD FAMILIAR............................................................................................................................. 46
TABLA 5 TIPOS DE FAMILIAS ESPAÑOLAS INE 2004 ............................................................................................... 60
TABLA 6 FRATRIA ............................................................................................................................................ 61
TABLA 7 CAMBIOS EN LA FAMILIA ESPAÑOLA. FUENTE INE 2004............................................................................. 62
TABLA 8 MODELO EDUCATIVO ........................................................................................................................... 63
TABLA 9 IMPLICACIÓN DE LOS PADRES EN LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS. ...................................................................... 64
TABLA 10 IMPLICACIÓN DE LOS PADRES EN EL CUIDADO DE SUS HIJOS. ....................................................................... 64
TABLA 11 LUGAR EN EL QUE COMEN LOS PADRES CON UN TRABAJO REMUNERADO EN UN DÍA LABORABLE......................... 65
TABLA 12 DISTRIBUCIÓN DE LOS PADRES SEGÚN SU ESTILO EDUCATIVO ...................................................................... 68
TABLA 13 FUNCIONAMIENTO FAMILIAR ............................................................................................................... 71
TABLA 14 CRITERIOS DIAGNÓSTICOS DSM-IV-TR PARA LA ANOREXIA NERVIOSA ......................................................... 73
TABLA 15 CRITERIOS DIAGNÓSTICOS DSM-IV-TR PARA LA BULIMIA NERVIOSA ........................................................... 73
TABLA 16 CRITERIOS DIAGNÓSTICOS DSM-IV PARA TRASTORNO DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA NO ESPECIFICADO. .......... 74
TABLA 17 CAMBIOS EPIDEMIOLÓGICOS DESDE 1980.............................................................................................. 77
TABLA 18 SEIS ESTADIOS QUE DESEMBOCAN EN LA CONDUCTA ANORÉXICA, ADAPTADO DE SELVINI. ELABORACIÓN PROPIA.104
TABLA 19 TIPOS Y SUBTIPOS DE TCA ................................................................................................................. 131
TABLA 20 EDAD ............................................................................................................................................ 132
TABLA 21 SEXO............................................................................................................................................. 132
TABLA 22 NÚMERO DE HERMANOS................................................................................................................... 133
TABLA 23 SIGNIFICACIÓN NÚMERO DE HERMANOS ............................................................................................. 133
TABLA 24 ORDEN EN LA FRATRÍA...................................................................................................................... 133
TABLA 25 ÍNDICE DE PARENTESCO ..................................................................................................................... 133
TABLA 26 ANTECEDENTES FAMILIARES DE ENFERMEDADES SOMÁTICAS ................................................................... 134
TABLA 27 ANTECEDENTES PSIQUIÁTRICOS FAMILIARES ......................................................................................... 136
TABLA 28 ANTECEDENTES FAMILIARES CONOCIDOS DE TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS (ÍNDICE PARENTESCO) ..................... 136
TABLA 29 ANTECEDENTES PSIQUIÁTRICOS FAMILIARES ......................................................................................... 137
TABLA 30 ANTECEDENTES FAMILIARES SOSPECHADOS DE TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS (ÍNDICE PARENTESCO).................. 137
TABLA 31 ABUSOS SEXUALES ........................................................................................................................... 138
TABLA 32 SIGNIFICACIÓN DE LA TABLA ABUSOS SEXUALES ...................................................................................... 138
TABLA 33 NACIMIENTO TRAS DUELO/ PERDIDA ................................................................................................... 139
TABLA 34 ACTITUDES DE LA MADRE .................................................................................................................. 140
TABLA 35 ACTITUDES DEL PADRE ...................................................................................................................... 141
TABLA 36 COMUNICACIÓN.............................................................................................................................. 142
TABLA 37 ESTRUCTURA FAMILIAR ..................................................................................................................... 143
TABLA 38 ACTITUDES DE LA MADRE .................................................................................................................. 144
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Índice
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
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Introducción y planteamiento
CAPÍTULO 1
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
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Introducción y planteamiento
Por otra parte, las personas que trabajamos en el Hospital de Día desarrollamos muchas
funciones que, salvando las diferencias obvias, son las que se ejercen en una familia.
Por tanto el equipo-profesional no puede evitar pasar por los conflictos y dificultades de
un equipo-familia, pues los pacientes tienden a vincularse con nosotros de la misma
forma a como lo hacen con sus padres y hermanos, buscando respuestas e interacciones
similares a las que encontraron en su casa, así que con frecuencia nos sorprendemos
actuando de forma parecida a como lo hacen las familias de los adolescentes con
anorexia o con bulimia.
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Esta observación, me llevó a incluir una mayor presencia de las familias en nuestro
programa, a través de su participación en grupos y consultas, y desde entonces son
numerosas las preguntas que me hago:
Y secundariamente:
¿Cómo son los vínculos en esas familias?, ¿Cómo apoyan esas familias a sus
miembros?, ¿Cuáles son sus límites? y ¿cómo influyen estos en su conducta?, ¿Cómo se
ejerce el liderazgo en esas familias?, ¿Cómo es la relación afectiva entre los padres?,
¿Cuál es la distancia a la que se sitúan los hijos de sus padres?, ¿Cómo expresan sus
demandas y expectativas?, ¿Tienen capacidad para resolver los problemas que se les
presentan?, ¿Cómo se organizan las comidas en esas familias?
Como vemos, todas estas preguntas se refieren a aspectos que tienen que ver no sólo
con cómo entendemos el trastorno, sino también con su manejo clínico. Pero se nos
plantea la duda sobre cuáles de estas preguntas son prioritarias y cuales secundarias o
accesorias, o también cómo se relacionan entre sí y con la patología.
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Introducción y planteamiento
Responder a estas preguntas, analizando una serie grande de casos, permitiría al clínico
saber dónde debe incidir en sus relaciones terapéuticas, qué modelo de autoridad debe
ejercer, y qué forma de relación debe establecer con ellos para favorecer el cambio.
Además, esta tarea tendría un interés extraclínico, de carácter social, pues responde a la
incógnita sobre qué modelos familiares pueden influir en la forma en que se presentan
estos trastornos, orientaría a las familias hacia una organización y un desarrollo más
armónico y adaptativo.
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
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Conceptualización teórica
CAPÍTULO 2
CONCEPTUALIZACIÓN TEÓRICA
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
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Conceptualización teórica
1. INTRODUCCIÓN
Esta concepción enfermiza de la psicología, como las dos caras de una moneda, nos
ofrece simultáneamente una parte benigna, y la otra perversa, si no formalmente, si en la
formulación cotidiana, jurídica, política y social. Por una parte, el concepto de
enfermedad desculpabiliza al sufriente, que deja de ser el que elige o causa sus
vivencias y conductas desadaptadas (ahora consecuencia de un proceso morboso), y le
ofrece una forma de sentirse que puede favorecer su actitud hacia el cambio por medio
de la colaboración con el médico. Por otra, y al mismo tiempo, se convierte en la
justificación para el abandono de la responsabilidad individual y provee a personas con
déficit de identidad y en situación anómica de una pseudoidentidad que acaba
atrapándoles en un sentido de sí mismos estéril (como ocurre en las drogodependencias,
en los trastornos de la conducta alimentaria y en otros trastornos mentales). Esta
perversión se ha apoderado de muchos aspectos de nuestra vida en sociedad por el
debilitamiento de la autoridad y el relativismo propio de la posmodernidad que ha
impregnado toda nuestra cotidianidad, especialmente desde finales de los años sesenta
del siglo XX y durante las dos últimas décadas.
Apoya este planteamiento una ingente investigación, de la que solo apuntaré algunos
estudios relevantes. Cronológicamente, y tras la segunda guerra mundial, surgió un gran
interés por los fenómenos sociales y grupales, de forma que numerosos investigadores
como Asch (1951, 1956, 1961), Allen (1965, 1975), Crutchfield (1955), Festinger
(1957), Milgran (1984) o Sherif (1984), por solo citar a unos pocos, demostraron cuanto
influye el contexto social en nuestras conductas y nuestro pensamiento, hasta el extremo
de adaptar nuestros principios morales a nuestras necesidades de sumisión y aceptación
por el grupo social, e incluso a cambiar nuestras sensopercepciones.
Basten solo algunos de los ejemplos de las evidencias recogidas por Gabbard (2000). En
primer lugar, los rigurosos estudios genéticos han fracasado a la hora de encontrar
patrones mendelianos en el origen de las enfermedades mentales mayores, que en este
ámbito parecen obedecer a modelos de penetrancia incompleta o expresión variable, lo
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Conceptualización teórica
que sugeriría que el ambiente y los factores del desarrollo interactúan con los genes, de
manera que, una vez que un gen se ha activado por procesos de desarrollo celular, su
expresión estará regulada por señales del ambiente (Hyman, 1999). Esta relación
bidireccional cerebro-ambiente queda reflejada también en el trabajo de Reiss (1995)
que observó como el ambiente familiar no compartido determina cual de dos gemelos
enfermará, y lleva a pensar que la respuesta de los padres determina la lectura del
genoma, al mismo tiempo que la genética del bebé determina la relación que los padres
establecen con él.
En esta misma dirección, Kandel (1979, 1983, 1998) y Greenough (1987), pudieron
demostrar cómo la experiencia y el contacto con el entorno se traduce en el cerebro en
nuevas conexiones sinápticas, de forma que la corteza cerebral, el circuito límbico y el
sistema nervioso autónomo se enlazan siguiendo la regla de neuronas que disparan
juntas, se enlazan juntas, formando circuitos que determinan las experiencias y
viceversa (Schatz, 1992). Una evidencia clarificadora en este sentido es la aportada por
Yeh (1996), quien encuentra que, al menos en especies inferiores, un mismo
neurotrasmisor (la serotonina) regula conductas opuestas según el lugar que el individuo
ocupe en la escala social (sumisión, o agresividad), pudiendo cambiar de dirección de la
acción serotoninérgica si el individuo escala en la posición social o si desciende. Suomi
(1991) ha demostrado en monos Rhesus que cambios en las relaciones interpersonales
(crianza insegura, separación, refuerzo en grupo de iguales, presencia de madre
sustituta) producen cambios bioquímicos duraderos que se traducen en cambios
conductuales.
Por tanto, el análisis de estas observaciones hace aún más relevante, si cabe, el papel
primordial de la familia como ente generador, modelador y transmisor del contexto
social, al tiempo que podemos ver cómo los elementos antes enunciados confluyen en
un fenómeno socio-psico-patológico que ha cobrado creciente importancia en las
últimas cuatro décadas. Me refiero a los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA),
paradigma de la forma de enfermar posmoderna, que son entre otras cosas el fracaso de
una individuación profundamente ligada a la compulsión al consumo, al culto a lo
efímero y a la imagen externa (de la Gándara 2011). Por tanto, un enfermar social, de
los otros, con los otros y para los otros, ante los que no es posible presentarse, ni
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
tampoco poseerlos, ni separarse de ellos de una forma gozosa o satisfactoria, tan solo
consumirlos.
Como fenómeno social que atañe a aspectos primarios de la vida, entre los que están la
alimentación o la propia imagen, quedaría desprovisto de sentido si no entendemos su
dimensión familiar, que es un secreto a voces que necesita ser públicamente desvelado.
Con toda modestia, este trabajo busca indagar en la familia y su contexto social para
comprender un poco más cuales son las implicaciones de la familia en esta
psicopatología.
Como ya apuntaba anteriormente, la sociedad occidental a partir de los años sesenta del
siglo anterior sufrió una serie de cambios en su estructura, pensamiento y organización
de profunda importancia, que aunque venían gestándose desde el principio del siglo,
comienzan entonces a tener su representación evidente en la vida cotidiana las personas.
Cambios en los valores culturales, en la concepción del entorno y del conocimiento, en
el rol de los jóvenes y sobre todo de la mujer, que traen consigo una nueva sociedad.
En 1985, en una contribución muy lúcida al análisis de estos cambios sociales y de los
observados en su práctica clínica como psicoanalista, Alexander Lowen publicó el libro
Narcisismo (una enfermedad de nuestro tiempo), en el que afirmaba que la sociedad
victoriana imperante hasta los años 60, de funcionamiento histérico, y caracterizada por
la vivencia de la angustia, comenzaba a transformarse en una sociedad con un
funcionamiento narcisista, donde predominan los aspectos depresivo-melancólicos.
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Conceptualización teórica
Cuando Freud introdujo en 1914 el concepto de narcisismo quería describir una de las
formas de relación de objeto libidinal. Para Freud (1905) las primeras experiencias de
satisfacción de las necesidades de conservación suelen tener la consecuencia de que el
niño ame a la madre que le cuida, y la hace el objeto de sus pulsiones libidinales, de su
energía amorosa. Posteriormente, en el proceso de maduración y desarrollo psico-
sexual, el niño elegirá otros objetos libidinales, y cuando tras convertir al padre del
mismo sexo en objeto de rivalidad y temor (Complejo de Edipo) se somete a los
dictados de la realidad, al menos en parte, renuncia a su madre y quedará liberado para
establecer nuevas relaciones de pareja, que estarán determinadas por cómo se resolvió
ese conflicto con la realidad (López 1989).
Someterse a la realidad no solo supone el miedo al castigo, sino que implica hacerse
consciente de las consecuencias de nuestras elecciones y acciones. Además, la forma en
que se haya resuelto este conflicto determinará en el futuro la forma de relacionarnos
con el entorno y con los otros, incluidas las relaciones de pareja.
Otra forma de relación posible es aquella en la que tras las primeras experiencias de
satisfacción de las necesidades de conservación el niño no ama a su madre, sino que se
ama a sí mismo en la madre que le alimenta y en el padre que le protege. Estas personas
en el futuro no elegirán con el modelo de su madre los objetos de amor, sino que el
modelo será su propia persona, buscaran en el otro lo que son, lo que han sido, lo que
querrían ser (Freud 1914). Paradójicamente, es una forma de relación en la que el otro
no existe, y tampoco puede devolver nada que permita la construcción del Yo, que solo
puede hacerse con los otros, en el intercambio. Entonces, esta deriva hacia el narcisismo
vacía a la persona, que queda profundamente desvalorizada ante la imposibilidad de
sentir el amor de los otros y un ideal inalcanzable (Manzano, Palacio y Zilkha, 2003).
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
En una persona que se identifica con una imagen idealizada de sí mismo, pero que
para poder sostener esta identificación tiene que negar los sentimientos que
contradicen esa representación, pagando, como resultado, el precio de quedar
desconectado de su Yo verdadero.
En una persona que vive su cuerpo como un instrumento de su mente, pero que al no
conectarse con los sentimientos que proceden de su cuerpo, pierde el sentido del Yo,
al menos en la parte de éste que deriva de los sentimientos corporales, y su vida se
vacía y pierde significado.
En una persona que es eficaz en la tarea, pero que al tener un gran vacío interior no
puede obtener una satisfacción duradera.
Desde nuestro punto de vista, se trata de aquella persona que, sabiendo que nunca
llegará a ser querida por el mero hecho de ser, busca en el éxito un reflejo del amor. Sin
embargo, por la propia naturaleza efímera del éxito, nunca puede obtener una
satisfacción duradera que le de ese reconocimiento, y por tanto se ve arrastrada a la
búsqueda continua, sin fin, de aquello que le haga brillar por un rato, como los fuegos
de artificio, iluminando momentáneamente la oscuridad en que se siente, aunque sea a
costa de utilizar a los otros para tal fin.
y el Objeto Ideal la parte del objeto despojada de todo lo malo que amenaza al Yo, y las
partes de éste que contienen el instinto de muerte (Laplanche-Pontalis, 1987).
Luego, y según las dificultades que presente ese Yo para adaptarse a su realidad, el
narcisista tendrá más o menos fantasías de grandeza, mayor o menor contacto con los
propios sentimientos, mayor o menor sentido de sí mismo y contacto con la realidad.
Por tanto, según el grado de desarrollo del Yo, la personalidad de estos sujetos podrá
situarse en un punto concreto de una hipotética dimensión que describe lo que en 1933
Reich (1965) denominó el Espectro Narcisista y que discurre entre el Carácter Fálico
Narcisista y la Personalidad Paranoide, pasando por el Carácter Narcisista y la
Personalidad Psicopática, según se expone en la secuencia de la tabla que sigue.
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
desarrollo, y con ello, la esperanza de un futuro mejor. Sobre este pensamiento nacieron
todas las corrientes políticas modernas, desde el liberalismo hasta el marxismo, la actual
democracia y los derechos humanos.
Esta ausencia de una autoridad última de la que emanaba una verdad única despertó la
duda y comenzaron a disgregarse las creencias que antes organizaban a los grupos
sociales, dando paso a la emergencia de la individualidad que ahora se impone al grupo,
y así se comenzó a criticar el carácter etnocéntrico y autoritario-patriarcal basado en la
primacía de la cultura europea de la ilustración, que dejaba de ser funcional en una
sociedad abierta en la que ahora conviven diversas culturas. Esto sólo pudo ocurrir en el
contexto del bienestar económico y social que se desarrolló tras la segunda guerra
mundial, principalmente en Europa y América, escenario en el que las personas podían
disfrutar de una seguridad que ha permitido a los individuos alejarse de las familias
amplias, obtener bienes para saciar sus deseos, viajar masivamente y atraer una potente
inmigración procedente de otras culturas para cubrir las nuevas necesidades que se
crean.
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Conceptualización teórica
Pluralismo y diversidad.
El lenguaje crea la verdad. Puesto que no puede haber ningún pensamiento sin
lenguaje, el lenguaje determina el pensamiento.
Esta falta de certeza trae consigo la renuncia a las utopías y a la idea de progreso,
produciendo un gran desencanto que se traduce en que:
o Sólo es real lo que aparece en los medios de comunicación, lo demás no existe para
la sociedad.
o Al negarse la muerte, está presente en todas partes (por ejemplo, culto y derecho a la
salud).
o La fe en la razón y la ciencia, se sustituye por el culto a la tecnología.
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
De acuerdo con lo anterior, pero desde su visión psicoanalítica, Lowen (2000) considera
que la sociedad moderna se caracterizaba por tener una estructura rígida, en la que se
profesaba un gran respeto a la autoridad, y donde los límites eran considerados
necesarios, y por tanto se mostraban siempre con claridad, siendo sancionadas,
generalmente, las transgresiones a esos límites. Eran valores propios de esa sociedad
moderna el respeto de uno mismo, la riqueza de lo humano, la dignidad y la integridad.
Se trataba pues, de una sociedad con un estilo de vida determinado por las “rectas
costumbres” y una moral religiosa, en la que la muerte estaba presente, y con una moral
sexual donde predominaban la represión y la conformidad, por lo que se fomentaba el
amor sin sexo. El superyo era estricto, y por tanto, eran frecuentes los sentimientos de
culpa. Se enfatizaban los sentimientos, que eran considerados de gran importancia
personal, pero se restringía su expresión social. Todas estas características se traducían
en una sociedad ansiosa, formada por personas hipersensibles, que exageraban sus
sentimientos, y aquejadas de culpa, ansiedad, fobias y obsesiones.
MODERNIDAD POSMODERNIDAD
Período histórico Renacimiento – S.XX Mediados S. XX – Actualidad
Ilustración Teoría de la Relatividad
Hitos fundamentales Método Científico Mecánica cuántica
Principio de la Incertidumbre de Heisenberg
Ciencia y Razón Relativismo Epistemológico
Análisis Sistemático de la Realidad Preeminencia de los fragmentos sobre la
totalidad
Aproximación a la realidad Empirismo Histórico (Reconstruye Imposibilidad de construir grandes relatos y el
el pasado a través de los pasado, (Los documentos son
documentos) interpretaciones)
Interés por la grandes naciones Interés por las minorías
Valores Objetivos Relativismo (Creencia de que nada es
absolutamente malo o bueno)
Certeza de causalidad Ausencia de culpa causal
Moral
Importancia de la Esencia Realce de la Apariencia
Evolución y Progreso Incertidumbre (Ruptura de la linealidad
temporal)
Etnocentrismo y autoritarismo Multiculturalismo y Feminismo
patriarcal
Concepción cultural Primacía de la cultura Europea Globalización
Uniformidad cultural Pluralidad cultural
Organización social Cohesión social Pérdida de la cohesión social
Tono emocional Ansioso Melancólico o nostálgico
Tabla 2 Modernidad/postmodernidad. Elaboración propia
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Conceptualización teórica
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
La conclusión de este análisis es por tanto que la posmodernidad nos ha traído una
sociedad depresiva con una organización narcisista, que ha superando algunos
conflictos de la estructura anterior, pero que nos plantea otros nuevos.
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Conceptualización teórica
Estos cambios de modelo cultural han generado numerosas críticas y controversias, una
de las más recientes enfrenta en Francia las posiciones de Hervé Juvin y de Gilles
Lipovetsky (2011). En esta discusión el primero se muestra muy pesimista ante el
futuro, pues entiende que la cultura era el medio de distanciarse, de juzgar y de saber
decir no. Juvin entiende que en el mundo posmoderno la cultura global sustituye las
preguntas por la acción, lo que impide la distancia y el juicio, quedando la sociedad a
merced de la tecnología, el dinero, la globalización y la inmigración que amenazan las
identidades culturales necesarias para la vertebración social. El segundo, sin negar la
tesis anterior, ve en la globalización tecnológica y capitalista la expansión global de los
derechos humanos y de la perspectiva ecológica que harán sostenible la economía de
mercado globalizada. Para Lipovetsky si hay un rasgo que caracteriza la posmodernidad
es el triunfo del individualismo, y la gran aportación de Occidente no habría consistido
en la imposición de su modelo cultural a otras civilizaciones, sino en la difusión de
valores universales, como la racionalidad científica, el cálculo económico y los
derechos individuales.
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Marina observa que las familias posmodernas están en recombinación casi permanente,
lo que exige a los niños que crecen en ellas la necesidad de adaptarse continuamente a
un medio muy cambiante que les impone someterse a las modas. De estas familias, que
ha denominado mercuriales, surgen, sobre todo, individuos sin capacidad de reacción y
escasa capacidad de crítica, pero con una inmensa capacidad para adaptarse, que ha
llamado individuos ameboides. Frente al Yo fuerte de la modernidad, en que el
individuo era libre y decidía racionalmente su conducta, ha surgido un sujeto frágil, que
se adapta muy bien a todos los avatares pero con una enorme inestabilidad y, puesto que
no tiene una estructura personal sino que es un conjunto de relaciones, su suerte está a
merced de éstas (Marina 2003).
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Conceptualización teórica
Lo que no queda resuelto con ese espacio neutral es que, aunque se borre el conflicto de
la conciencia, no hace desaparecer el conflicto, y la visión de la realidad queda
determinada por lo que está ausente, que no puede estar presente, y que por tanto es un
filtro de lo que puede y no puede ver nuestra mirada. Dicho de otra forma, es el núcleo
traumático el que distorsiona la perspectiva que los miembros del grupo tienen de los
objetos y las situaciones. El efecto de este trauma negado podemos verlo en cómo la
negación de la muerte en nuestra sociedad actual se traduce en la extensión del culto y
el derecho a la salud y a no sufrir dolor, a la eterna juventud o a la belleza perfecta y al
éxito, aun a costa de perder grados importantes de intimidad y de libertad, y para vivir
muchas veces una vida estéril. En este ejemplo podemos ver claramente cómo lo real es
el trauma, que ha quedado ausente, y no sus efectos, y si lo llevamos al campo de la
anorexia mental nos ilustra sobre la manera en que lo simbólico ha cobrado carácter de
realidad.
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
3. LA FAMILIA
"La familia, constituida por una unión más o menos duradera y socialmente aprobada de
un hombre, una mujer y los hijos de ambos, es un fenómeno que podemos encontrar en
todas las sociedades humanas, incluso en aquellas cuyas costumbres sexuales y
educativas son radicalmente distintas a las nuestras" (Lévi-Strauss, 1974, p.3). Sin
embargo, y a pesar de esta rotunda afirmación, no es fácil establecer un concepto de lo
que es la familia, pues sus límites con otras instituciones como el matrimonio o la
sociedad son difusos y se confunden, además estas instituciones cambian
constantemente adaptándose a los cambios en la naturaleza y a los movimientos
históricos que afectan a la demografía, a la economía o a la cultura.
Por otra parte, el concepto de familia puede estudiarse desde distintos ámbitos y puntos
de vista, el jurídico, el educativo, el sociológico o el biológico, el antropológico o el
religioso, etc., que son diferentes formas de ver a la familia y que nos dan distintas
ideas, aunque complementarias, sobre cómo son las relaciones de los miembros de la
familia entre sí, y cuál es el lugar que cada uno de ellos ocupa en esa interacción y con
las otras familias, desde esa visión particular.
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Conceptualización teórica
2) Estar formado por el marido, la esposa y los hijos nacidos del matrimonio, aunque
otros parientes pueden encontrar su lugar cerca del grupo nuclear.
3) Que los miembros de la familia estén unidos por a) lazos legales, b) derechos y
obligaciones económicas, religiosas y de otro tipo y e) una red precisa de derechos y
prohibiciones sexuales, más una cantidad variable y diversa de sentimientos
psicológicos tales como amor, afecto, respeto, temor, etc."
Sin embargo, tras tan solo 40 años, esta definición debería ser revisada, pues aunque no
podemos decir que hayan desaparecido los vínculos que se crean entre las familias de
origen cuando dos personas se unen, el matrimonio, ha dejado de ser una condición
necesaria, como podemos observar en el creciente número de familias que se han ido
estableciendo en nuestra sociedad al margen de ese contrato. De hecho, el propio autor
Lévi-Strauss (1974) señalaba entonces que cuando a la familia el grupo social le
concede un reducido valor funcional tienden a desaparecer incluso por debajo del nivel
del tipo conyugal, y por el contrario, sí recibe gran valor funcional existe muy por
encima del nivel conyugal.
Para aclarar algo más esta confusión podemos ver cuáles son las dimensiones
descriptivas que se han utilizado en los últimos años en las distintas investigaciones
para tratar de definir a la familia, y que han sido resumidas por Simón (1988):
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
biológica (personas que tienen hijos o hermanos vs. personas que sostienen relaciones
mediadas por lazos de parentesco)
Las cuatro primeras dimensiones delimitan quiénes componen la familia y cuáles son
sus derechos, "quiénes somos", las seis siguientes hablan de lo que se intercambia en la
familia, "lo que ocurre por dentro de la familia", y las dos últimas su función social.
Todas estas dimensiones están presentes en los distintos grupos familiares y las
personas deben internalizarlas para lograr el objetivo de individualizarse. Además
determinan la representación que de la familia se hace cada miembro, representación
que no es estática y va cambiando a medida que avanza su proceso evolutivo.
36
Conceptualización teórica
Atendiendo a las distintas funciones que ha asumido la familia en los distintos períodos
históricos, y que ha ido perdiendo o de las que se ha ido desprendiendo (la instrucción
se ha entregado a la escuela; la producción la industria; el cuidado de los mayores se
delega en instituciones; el tiempo libre …), Barbagelata y Rodríguez (1995) consideran
que la función con mayúsculas de la familia, que ningún otro sistema social puede hacer
suya, es dotar de identidad a sus miembros. Identidad entendida como ese ser alguien
que permanece constante a pesar de los cambios físicos, emocionales, de forma de
pensar o relacionales, esto es, aquello que hace que podamos percibirnos y que se nos
perciba con continuidad y coherencia (Simon, 1988).
Aquí se reúnen dos posturas que se sitúan aparentemente en dos polos opuestos, la que
pone acento en lo social y la que lo pone en el individuo, pues solo gracias al anclaje
que supone la familia permite la existencia de la cultura constituyente imprescindible
para que emerjan sociedad e individuo.
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Para el psicoanálisis el sujeto construye esa ficción para figurarse la prohibición del
goce incestuoso endogámico, necesaria para que la familia transmita sus ideales, las
identificaciones sexuales y los significados que permiten que el individuo se construya a
través de la renuncia en la resolución del Complejo de Edipo, que contiene un deseo,
una prohibición, y como consecuencia de esta, una satisfacción sustitutiva. Quedan aquí
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Conceptualización teórica
Lacan (1978), ya en otro tiempo y ante una nueva familia, certificó que con el amor
romántico murió la familia y triunfó el matrimonio al fusionarse ambas instituciones,
resultando una institución más pequeña, aunque más compleja. Entiende que el padre ya
no lo es de la familia, ni de la parentela ni de la procreación, sino del matrimonio, y lo
que une a la familia es ese secreto del que todos participan, me refiero a cómo se
satisfacen el padre y la madre. Desde ese punto de vista, la familia para cada individuo
es esa ficción sobre cómo encontró el gozo, sobre cómo lo perdió y lo sustituyó, y
también sobre cómo lo pidió, y con qué lenguaje. En consecuencia surge una lengua
familiar única para cada familia, que solo tiene una única traducción. (Lijtinstens,
2006).
Posteriormente han surgido otros modelos teóricos que ayudan a entender a la familia,
de entre ellos, los que han tenido más repercusión, pueden ser agrupados en función de
si piensan a las familias como una interacción, como una construcción social o como un
sistema (Iturrieta, 2001).
Entre las teorías que entienden la familia como una interacción, los partidarios del
interaccionismo simbólico, de las teorías del intercambio social y las teorías del
conflicto, se sirven de la analogía de la familia como grupo social, y explican la
dinámica relacional entre sus miembros, los procesos de percepción mutua y de
atribución de significados, y el análisis de las relaciones familiares, en términos de coste
y beneficios en los casos de transacciones o crisis.
39
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Para la teoría del intercambio social de Thibaut y Kelley (1959) y Homans (1974) los
individuos que mantienen una relación social se aportan beneficios mutuos. En la
relación familiar los cónyuges intentan obtener el mayor número de recompensas,
disminuyendo al mínimo los costes, para así disfrutar unas relaciones satisfactorias. En
este sentido, Gouldner (1960) afirma que cuando un cónyuge beneficia al otro, el
receptor debe facilitar otro beneficio de “valor” equivalente (regla de la reciprocidad)
facilitando la simetría en las relaciones. Si uno de los cónyuges no responde
recíprocamente, la relación solo persistirá si la sociedad contempla esa falta de
reciprocidad como legítima, o si la persona en situación de inferioridad acepta su
dependencia.
Lewis y Duncan (1991) creen que los factores que favorecen la calidad de las relaciones
conyugales son la interacción frecuente, la comunicación efectiva y la solución de
problemas, los roles complementarios, la percepción de rasgos comunes y recompensas,
el afecto, el amor y el respeto compartidos
40
Conceptualización teórica
La teoría de campo de Kurt Lewin (1951) plantea la necesidad de superar el estudio del
individuo aislado al margen del entorno. Para él la persona y su entorno han de
entenderse como una constelación de variables interdependientes, cuya totalidad
constituye un campo. La descripción del campo ha de realizarla el propio individuo que
participa en él, ya que cada persona percibe el campo de manera diferente, teniendo en
cuenta los factores físicos o materiales, los factores sociales y los factores psicológicos.
Los campos psicológicos tienen tres características: la fuerza (tendencia a actuar en una
dirección), la posición (el estatus de una persona respecto al de las otras), y la potencia
(el peso relativo de un área del campo respecto a otras). Los campos vitales evolucionan
con el desarrollo de las personas, ganando en diferenciación, organización y fluidez.
Desde este punto de vista, las familias, en tanto que grupos, son entidades en sí mismas,
con características particulares y únicas que las hacen diferentes de los individuos de las
que están compuestas, de forma que los actos de cada individuo en particular deben
explicarse a partir de la naturaleza de las fuerzas sociales, esto es, del campo al que el
individuo está expuesto. Lewin (1935) entendía que el individuo tiene también
capacidad de influir en el grupo, pero que todos los miembros de ese grupo forman una
Gestalt o un todo.
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
La teoría General de los Sistemas parte de la idea de que todo organismo es un sistema,
en el que sus elementos están ordenados dinámicamente, estableciendo interacciones
recíprocas que pueden obedecer a un orden o a un proceso determinado, pero que
incluso, aún en el caso de que esa relación fuera azarosa, inevitablemente se producirá
la organización por conglomeración. La actividad interactiva de los sistemas vivos
provoca situaciones de inestabilidad, que les hace buscar una nueva dinámica que a su
vez traerá nueva inestabilidad y así sucesivamente (Minuchin y Fishman, 1999). Como
42
Conceptualización teórica
43
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
9. Ciclo vital: el curso vital de las familias evoluciona a través de una secuencia de
etapas bastante universal a pesar de las diferencias culturales. En ella se observan
períodos de equilibrio, adaptación; desequilibrio y cambio.
Este sistema es capaz de determinar las respuestas de sus miembros a través de los
estímulos originados en el interior y desde el exterior, que busca un equilibrio entre las
expectativas y deseos de sus miembros (individuales o de todo el grupo), y las
expresadas por la sociedad (Bertalanffy, 1971; Minuchin, 1999). De esta manera, el
individuo a través de su acción tiene el poder de alterar el contexto, al tiempo que la
experiencia interior del propio individuo cambia cuando lo hace el contexto en el que
vive, de forma que el individuo participa en reciprocidad con el ambiente y ambos se
influyen entre sí (modelo de circularidad causa-efecto).
La familia es posible gracias a que tiene una mínima organización que le permite
cumplir su función protectora y socializadora (Barbagelata, 1995). Esta estructura es el
44
Conceptualización teórica
marco o las reglas de juego que ordenan y organizan las diferentes unidades que
componen el sistema familiar, indicando las pautas de interacción entre sus miembros y
con los otros sistemas (Minuchin y Fishman, 1999).
La estructura real y la estructura creída se apoyan y sé justifican entre sí, de forma que
todo cambio en la estructura de la familia modificará su visión del mundo, y todo
cambio en la visión del mundo sustentada por la familia será seguido por un cambio en
la estructura (Minuchin, 1984).
Estas creencias o Esquemas cognitivos se van actualizando de forma creativa por los
propios miembros de la familia a partir de los hechos y las interacciones construyendo
significados nuevos que dan sentido al mundo que les rodea y a lo que les sucede, para
organizar las tareas evolutivas. Son peculiares de cada familia y determinan su manera
de entender la realidad, existiendo tantos como familias haya (Dallos, 1996). Estos
nuevos significados van conformando una filosofía que da coherencia a la vida familiar,
45
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Caillé (1990) entiende que la realidad familiar se sustenta sobre dos aspectos: el mítico
y el fenomenológico.
Esquemas cognitivos: son pautas de adaptación, mitos, creencias y expectativas transmitidas de una generación a
otra, que legitiman o validan la organización familiar.
La estructura real y la estructura creída se apoyan y sé justifican entre sí, organizando las tareas evolutivas,
actualizándose ante los nuevos retos.
El mito familiar da un significado a lo que ocurre, que es compartido por todos los miembros de la familia, y
determina la interacción entre ellos.
El aquí y ahora de toda interacción se encuentra en la intersección de la historia pasada y la organización presente.
Tabla 4 Realidad Familiar.
46
Conceptualización teórica
díada madre-hijo, etc.) es un todo y una parte al mismo tiempo. Cada individuo
pertenece a diferentes subsistemas en los que posee distintos niveles de poder y en
los que aprende habilidades diferentes para competir con los demás, siendo un todo
y una parte al mismo tiempo (Minuchin, 1999; Minuchin y Fishman, 1999). Los
subsistemas suelen estar ordenados en posiciones jerárquicas, o en virtud de una
realidad funcional. (Minuchin, 1984)
Fronteras o Límites: Los límites son las reglas de participación, funcionan como
líneas de demarcación y lugares de intercambio de comunicación entre dos sistemas
o subsistemas (Ochoa de Alda, 1995), de esta forma es visible la distancia y los
puntos de contacto entre ellos. En el vínculo entre dos personas hay un flujo de
información de uno a otro, responsabilidades que deben ser asumidas por cada uno,
e información que no se transmite por carecer de interés para el otro o por no
desearlo. La función de los límites es definir quiénes participan en una actividad o
de una información y de qué manera. Las Fronteras o límites son imprescindibles
para que los miembros de la familia se desarrollen, se diferencien y la adquieran una
identidad (Minuchin, 1978).
Jerarquía: son las reglas de poder y determina quien tiene lo ostenta, cuales son las
responsabilidades y cuáles son las diferencias de conocimiento o de habilidades
entre los miembros de la familia.
Alianzas: son la unión de dos o más personas en pro de realizar una actividad o
compartir un interés común. De forma automática, cuando dos o más personas se
unen, se separan de los otros, y esta separación protege el desarrollo de las funciones
de los subsistemas de fratría o parentales, favoreciendo la autonomía y evitando las
coaliciones transgeneracionales.
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Los límites, y las jerarquías, son los ejes sobre los que se ha construido el modelo
estructural, que pone el acento en la organización jerárquica del sistema familiar y en la
descripción de las distintas estructuras de comunicación que conllevan los tipos de
límites (Ochoa de Alda, 1995).
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Conceptualización teórica
Las familias están cambiando, no porque antes no existieran otros tipos de familias
diferentes a la nuclear tradicional, sino porque, en primer lugar, la creciente aparición de
nuevas situaciones y elecciones familiares, hace que observemos en las últimas décadas
una gran diversidad de organizaciones familiares: familias divididas en virtud de
separaciones y divorcios, de hogares reconstituidos en los que conviven los hijos de los
unos, de los otros y de ambos, las parejas que eligen no tener hijos, las familias de
homosexuales o familias monoparentales por elección; y en segundo, porque subyace
un cambio de filosofía que modifica la distribución de los roles, las funciones, la
comunicación o las jerarquías, esto es su estructura. Es este un fenómeno propio de la
Post-modernidad que se encuentra estrechamente vinculado, entre otras cosas, con la
economía dominante.
Sin negar la importancia que otras culturas puedan haber tenido en la antigüedad, para
Occidente fueron fundamentales las tradiciones griega, romana y judeo-cristiana en las
que predominaron los valores utilidad y santidad. Estas tradiciones se caracterizaron por
la actividad agrícola-ganadera, que exige el asentamiento permanente de los sujetos en
un territorio, que se organizan en lo que hoy conocemos como familia patriarcal para
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Para que la tierra pudiera ser trabajada entonces, la actividad agrícola requería de grupos
humanos extensos que se organizaban entorno a un jefe y dueño que fuera capaz de
mantener la integridad de la hacienda sin sufrir divisiones que alteraran la producción,
este patriarca era elegido según ciertas reglas hereditarias fijas. La familia así entendida
es un grupo numeroso que no se organiza solo en torno a los vínculos de sangre, en la
familia patriarcal las personas podían llamarse parientes cuando tenían los mismos
dioses, el mismo hogar y la misma comida fúnebre, y en ella los esclavos y los clientes
se consideraban también miembros de la familia. El elemento determinante era la
religión doméstica y el patriarca era el jefe religioso, el dueño y el juez de la familia.
Era una pequeña sociedad organizada que tenía su jefe y su gobierno.
En este contexto, la familia y el matrimonio servía a las necesidades del grupo más
amplio, pues convertía a los extraños en parientes y las relaciones de cooperación se
extendían más allá de la familia inmediata, creando redes extensas de parientes políticos
y se ocupaba de funciones tan importantes como obtener el sustento, siendo el lugar del
trabajo, de la educación y la principal fuente de seguridad social, cuidados médicos y
seguro contra el desempleo (Coontz, 2006). Por tanto, el matrimonio, no era cosa de
dos, sino que habitualmente los parientes, los vecinos y otras personas ajenas a la
familia, como jueces, sacerdotes y funcionarios del gobierno, participaban en las
negociaciones, pues lo que se jugaba en este compromiso era muy serio y no era
cuestión de dejarlo en manos del amor.
Más adelante, la gran inseguridad que supuso la edad media para la población, hizo que
buscaran protección, en la Iglesia y en el Feudalismo. Los individuos buscaron refugio
en los poderosos, de forma que los pobres y débiles entregaron sus propiedades a
cambio de seguridad. La familia medieval siguió teniendo una estructura patriarcal
dedicada a la actividad agrícola, formada por muchos miembros que compartían
múltiples lazos, y en la que el hombre seguía siendo el jefe y su mujer y sus hijos sus
subordinados. La estructura no difería de la greco-romana (Ariès, 1991), y el
fundamento de la sociedad familiar siguió siendo el derecho de primogenitura, que al
50
Conceptualización teórica
transmitir los bienes familiares al hijo mayor evitaba la partición del patrimonio
(Mizrahi, 2001).
El final de la Edad Media traería cambios importantes para todos los aspectos de la vida
en Occidente. Durante los siglos XI, XII, y XIII comenzó a gestarse el capitalismo, y
con él llegó un orden totalmente nuevo (Coontz, 2006).
3. el liberalismo: propugnó la libertad económica regida por las reglas del mercado,
teoría que terminará triunfando, junto con la clase social que la asume como forma
de vida: la burguesía.
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Revolución Francesa, que representan una emergente cultura individualista que confía
en la razón humana y en la posibilidad de que el individuo controle su propio destino
fueron extendiéndose, haciéndose imparables con llegada de la Revolución Industrial,
que cambió por completo la organización del trabajo. La producción masiva de objetos
y productos en el mercado creó nuevas necesidades en las familias que requerían de
ingresos adicionales, y la solución fue el trabajo asalariado de los hijos que emigraban a
las zonas urbanas absorbidos por la propia industria, y que enviaban parte de su salario
a sus familias de origen. Este sistema solo sirvió para mantener por un tiempo el antiguo
modo de vida, ese vínculo de responsabilidad se fue debilitando, y los hijos, que
salieron de casa con la intención de regresar, descubrieron una libertad que nunca
soñaron, dejaron de mandar dinero y no regresaron, acabando así con el modelo
patriarcal (Jelin, 1994).
La nueva familia nuclear, que se va desarrollando desde finales del siglo XVIII y hasta
las décadas de 1950 y 1960, se tuvo que adaptar a las necesidades de la sociedad
industrial reduciéndose, ya solo la formaran padres e hijos. Su fuente de ingresos no
estará ya en el hogar, sino en las industrias, y por la aceptación del ideal burgués, el
marido desempeñará tareas remuneradas fuera de su casa, siendo el único o principal
sostén familiar, mientras que la mujer se retiraba de lo profesional para dedicarse a la
organización del consumo, las labores domésticas y la atención y la educación de sus
hijos. En esta división funcional de la pareja matrimonial el hombre siguió detentando
el poder dentro de la familia, siguió siendo el jefe y su mujer y sus hijos sus
subordinados.
Ravioli (2005) piensa que las tensiones entre socialismo y liberalismo manifiestan en lo
familiar las tensiones entre la familia patriarcal (socialista) y la familia nuclear (liberal),
que desembocará en la diversidad familiar de nuestro tiempo, y que encuentra su
máxima expresión en la familia monoparental individualista La posmodernidad
terminará por demostrarnos que es el liberalismo (y su consiguiente individualismo) el
que ha triunfado.
Pero la familia nuclear, desde su nacimiento tenía un trasfondo filosófico que trasciende
lo puramente económico, aunque necesita de unas condiciones que lo permitan. La gran
revolución que introduce se encuentra en los ideales de la libertad individual y la radical
52
Conceptualización teórica
idea de que el amor debería ser la razón central del matrimonio y el compañerismo su
objetivo básico, de forma que los jóvenes deberían tener la libertad de elegir a su
compañero o su compañera sobre la base del amor. Coontz (2006) nos recuerda que
hasta finales del siglo XVIII la mayor parte de las sociedades del mundo no podían
dejar una institución económica y política tan trascendente en manos de la libre elección
de dos individuos que basaran su decisión en algo tan irracional y transitorio como el
amor. Esta forma de organizar las uniones contenía en sí misma el germen de la
inestabilidad que pudo observarse en distintos períodos desde entonces a nuestros días,
pues el vínculo que mantenía unidas a sus partes es optativo y frágil.
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Cada vez se parece más lo que hacen el hombre y la mujer, y esto ocurre, primero
porque con el nuevo estilo de vida consumista un salario no es suficiente, y las parejas
pueden decidir si tienen hijos o no desde que apareció la píldora anticonceptiva. Los
hijos que antes estaban subordinados a sus padre, a los que debían respeto y obediencia,
y que estaban obligados a contribuir al mantenimiento de la casa, ahora tienen una gran
autonomía, en parte por el cambio ideológico, pero también porque muchos aun
viviendo en la casa de los padres trabajan como asalariados fuera del hogar (Jelin,
1994).
Equiparados el padre con la madre por un lado, y los hijos con aquellos por otro, las
relaciones interpersonales se basan de forma casi exclusiva en el afecto. Antes, las
divisiones funcionales hacían a los sujetos mucho más dependientes entre sí, la mujer
necesitaba el ingreso aportado por el hombre; el hombre que la mujer llevara a cabo las
tareas domésticas para poder salir a trabajar. Al desactivarse ésta interdependencia, se
superponen los roles masculino y femenino, y el matrimonio desprovisto en gran
medida de contenido erótico, se reemplaza por la pareja conyugal igual ante la ley, y
unida por el vínculo amoroso. Así, los vínculos son menos estrechos y más frágiles,
aunque posiblemente más sinceros que antes, y las formas de familia más diversas y
cambiantes (coparental, matrifocal, monoparental y homoparental) (Ciuro, 1991).
54
Conceptualización teórica
Beck (1998) en la libertad romántica: para él los matrimonios que perduran lo hacen
porque ellos lo eligen, y ellos mismos se dan sus normas sin someterse a influencias
ajenas.
El nuevo rol de la mujer, trabajadora y madre, cada vez más en igualdad con el varón, y
en ocasiones en una posición de superioridad, se traduce cada vez más en una lucha
entre los esposos por conseguir ser el elegido del hijo. Al faltar la distancia necesaria
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
para ejercer la autoridad, los padres sienten más dolor que el propio niño en sus tímidos
intentos de aplicar algún castigo, emergiendo adolescentes a los que nadie ha puesto
límites. Esto se ve tremendamente favorecido por la reducción dramática que han tenido
las familias en los últimos años, pues la presencia de hermanos establecía métodos
enérgicos para restringir la expresión de los deseos, que ejercía un importante
contrapeso facilitador de la autoridad de los padres.
Pero Cyrulnik llega más lejos en su percepción del cambio familiar, para él la muerte
del pater familia provoca una inversión de la deuda vital, ahora, ya no es el niño quien
debe la vida a los padres, es él, por el contrario, quien da sentido a la pareja parental, y
los valores familiares se ponen marcha entorno al pequeño. Hoy, a diferencia de lo que
ocurría hace dos generaciones, las mujeres no quieren dar un hijo a sus maridos, quieren
dar un padre a su hijo, y este cambio de premisa, tiene dos dramáticas consecuencias,
pues pone el mundo al revés. En primer lugar, ya no es el padre quien designa lo
prohibido, por el contrario, es el niño, quien por el hecho de nacer, impide a los padres
que se separen (Hurstel, 2004). Y en segundo lugar, este hijo idolatrado queda atrapado
en esa idealización sobreprotectora y con una inmensa carga de responsabilidad, sin
poder alejarse de unos padres, que ante sus intentos de individualización se ven
amenazados por una relación matrimonial vacía de sentido. El resultado son bebés
gigantes de narcisismo hipertrofiado.
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Conceptualización teórica
Las manifestaciones clínicas que trae esta transformación cultural cuando se encarna en
los individuos, con sus nuevos valores y reglas de interrelación, son, sobre todo, la
anorexia nerviosa, las toxicomanías, el trastorno de pánico, la depresión, la violencia, el
fracaso escolar, el TDH, etc., son los “nuevos síntomas” Matilla, 2007).
Construir una identidad implica una elección, y con ella una renuncia, pues para ser algo
hay que dejar de ser todo y tomar un camino supone renunciar a todos los otros posibles
e imaginados. Esa identidad nos distingue, nos dirige y nos contiene, permitiéndonos
diferir la satisfacción, esto es, construye el yo. Pero cuando el individuo está vacío, sin
referencias ni un sentido que le permita soportar el dolor y la frustración de no poder
satisfacer los deseos, necesita abrazarse a alguna forma de identidad que, evitando la
57
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
58
Conceptualización teórica
Pérdida del tradicional control social sobre los proyectos de vida individuales,
Nuevas formas de convivencia (las parejas de hecho, las parejas homosexuales o las
parejas de fin de semana)
Emerge un nuevo pacto conyugal (Rousel, 1989) que trae consigo una nueva familia
negociadora: negociadora de los roles de género entre los cónyuges, negociadora de
las normas y ámbitos de libertad individual que regulan su convivencia, que concilia
los intereses y visiones diferentes en las relaciones entre padres e hijos, y en la que la
autoridad del padre ya no es la última palabra y la norma a seguir.
Esta “familia negociadora” no es sino una manifestación más del proceso general de
individualización que se produce aceleradamente en las últimas décadas desde la
segunda mitad del siglo XX, esto es, del mayor protagonismo que la cultura actual
concede a las opciones y decisiones individuales frente a las normas sociales, en
ámbitos tales como la profesión, la política y la vida familiar (Beck, 1997). La familia
negociadora es fruto, de la posmodernización de la vida familiar, y en ella las personas
construyen su vida sin la necesidad de someterse a tradiciones o imposiciones
culturales, pero tienen mayor incertidumbre y menor seguridad.
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
El Informe del Instituto Nacional de Estadística del año 2004 muestra que la familia
nuclear tradicional sigue siendo la mayoritaria en la sociedad española actual (padre y
madre con o sin hijos), en torno al 80% de los hogares, y un 7% está formado por
familias monoparentales.
Sin embargo, entre los años 1995 y 2005, disminuyó el nº total de matrimonios
(218.121 a 208.146), en favor de los matrimonios civiles (20,89% al 39,01%) y los que
se hicieron entre nacionales y extranjeros (10,81%). Se duplicó el nº de interrupciones
del embarazo en todos los grupos de edades de las madres (41.910 a 91.664), y en los
diferentes estados civiles. Y según indica el mismo estudio, también se dobló el número
de hijos nacidos fuera del matrimonio 11,7-21,4%, dato que lleva a Elzo (2006) a la
conclusión de que la perdurabilidad y el deseo de mantener la familia tradicional se está
divorciando de la procreación.
El tamaño medio de la familia Española es cada vez más reducido, y ha pasado de ser de
4 miembros en 1970 a 3 en 2001. No obstante, tras unos años de importante descenso de
la natalidad, la fecundidad de las mujeres españolas ha crecido ligeramente en los
últimos años, y no solo a costa de la migración.
Las madres empiezan a tener hijos cuando son más mayores (de 27 a 29 años) y los
nacimientos de hijos primogénitos tienen cada vez más peso en el número total de
nacidos.
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Conceptualización teórica
Tabla 6 Fratria
La familia no solo es más pequeña, sino que, es cada vez más heterogénea, y así vemos
que las parejas con hijos dependientes, que en 1988 eran el 66% de todos los hogares,
en 2001 solo son el 54%. Esta progresiva transformación, nos va acercando a la
estructura de los países de nuestro entono, y tiene como fundamento los cambios
poblacionales y las nuevas situaciones sociales a que da lugar la individuación:
envejecimiento de la población,
mayor número de familias monoparentales (la compuesta por una mujer con sus hijos,
ha crecido en los últimos censos un 41%)
61
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
En consonancia con el aumento de la renta, los hogares españoles están también cada
vez mejor equipados. En la gran mayoría de las familias cada hijo tiene una habitación
propia, el 99 % de ellas tienen televisión, y en dos de cada tres domicilios hay más de
una, e incluso en el 25% hay más de dos para evitar los conflictos entre hermanos.
62
Conceptualización teórica
Lo cierto es que estos márgenes de libertad amplios hacen que los hijos, a edades cada
vez más tempranas, cuestionen las normas establecidas por los padres, y que cada vez
haya más familias en las que los padres se sienten incapaces de controlar a sus hijos.
Así, en la encuesta sobre las relaciones padres-hijos (Meil, 2005), el 87% se muestran
de acuerdo con que en general, los hijos hoy en día están demasiado consentidos, pero
al mismo tiempo, el 90% consideran que «para el bienestar de la familia, es mejor
negociar con los hijos.
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
La educación de los hijos: en torno a una cuarta parte de los padres de familias
negociadoras y un 40% de los de familias tradicionales se desentienden de la
educación.
El cuidado de los hijos: se realiza de forma más o menos igualitaria tanto en las
familias modernas, como en las tradicionales. Para Meil (2006), el rol del padre
(varón) protector y cuidador no está ligado a la incorporación de la madre al mercado
de trabajo, sino a una nueva concepción emergente de la paternidad mucho más
participativa, en la que el cuidado de los hijos ha pasado a formar parte de la
definición social de lo que es un buen padre o un padre responsable. Y ello no sólo
como manifestación de responsabilidad, sino como fuente de identidad, gratificación y
felicidad.
La realización de las tareas domésticas: En las familias en las que ambos cónyuges
trabajan fuera del hogar, el reparto más o menos igualitario apenas llega a un tercio
(Meil, 2005b). Los datos recogidos por el INE (2004) en la Encuesta sobre Empleo
del Tiempo, sobre los padres con hijos dependientes indicaban que los varones
dedican una media (incluidas vacaciones y fines de semana) de 2 horas 14 minutos
64
Conceptualización teórica
por día al trabajo doméstico y al cuidado de familiares, mientras que las mujeres
dedican 5 horas. En cuanto a los hijos, algo más del 50% de los varones dedican algún
tiempo a las tareas del hogar, mientras que la proporción de hijas que ayudan es muy
superior (76% de las que tienen entre 10 y 18 años).
Así las cosas, encontramos que el 90% de los jóvenes de 14 a 25 años consideraron que
su madre les había dedicado suficiente tiempo, independientemente del estatus laboral
que tuviera o si pertenecían a familias monoparentales o biparentales, y el 72% decían
lo mismo sobre su padre (Meil, 2005).
Esta enunciada cercanía de los padres tiene su contrapartida en la figura de los padres
varones ausentes, de los que un 65% eran separados o divorciados, pero el 21% vivían
en casa, y con el hecho de que un tercio de los padres y una quinta parte de las madres
comen fuera de casa los días laborables, cifras que se elevan un 10% en las familias que
viven en ciudades grandes.
Lugar en el que comen los padres con un trabajo remunerado en un día laborable
Municipio ↓10.000 Hab. 10.001 - 100.000 Hab. 100.001 - 500.000 Hab ↑500.000 Hab. Total
Padres
• En casa 70 % 67 % 69 % 57 % 67 %
• Fuera de casa 30 % 33 % 31 % 43 % 33 %
Madres
• En casa 83 % 81 % 78 % 72 % 79 %
• Fuera de casa 17 % 19 % 22 % 28 % 21 %
Tabla 11 Lugar en el que comen los padres con un trabajo remunerado en un día laborable.
7.4. Ocio
Si nos referimos a los hijos, vemos que las calles han dejado de ser lugar de juego y
reunión de los niños, y pasan el tiempo de ocio en torno a los juegos informáticos o la
TV (media anual de 2 horas diarias), especialmente entre semana y durante el curso
escolar, y que el ocio del fin de semana deja de vivirse en familia a edades cada vez más
tempranas. Son los hijos de las familias monoparentales y de las tradicionales los que
empiezan a emanciparse antes, mientras que en las familias en las que ambos padres
trabajan, tienden a hacerlo más tarde, sin embargo a los 13 años los adolescentes ya
viven el ocio con sus iguales.
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
En las encuestas del INJUVE (2002-2005) se observa que el control que se ejercía sobre
las niñas, frente a la libertad de los varones para salir con los amigos, ha ido
desapareciendo, aunque las chicas aún tienen que seguir volviendo a casa más pronto,
tienen que dar más explicaciones y se sienten mucho más controladas por los padres que
sus hermanos.
Los contactos entre los miembros de la red familiar en España son muy frecuentes en
casi todas las fases del ciclo familiar (Meil, 2004) y la inmensa mayoría de la población
valora positivamente o muy positivamente sus relaciones con los demás miembros de la
familia. Sirva de muestra que, en la encuesta de Meil (2000), los padres con hijos a
cargo valoraban sus relaciones con sus propios padres (los abuelos) con una nota de 8’7,
y no es extraño, pues en muchas ocasiones ejercen de padres durante la semana.
La educación de los hijos es una de las funciones sociales básicas que cumplen las
familias en todas las sociedades. Las dos dimensiones más importantes en las relaciones
entre padres e hijos son el control y el apoyo. El control es la conducta de los padres
hacia los hijos que intenta dirigir sus comportamientos de una manera deseable para los
padres, mientras que el apoyo se refiere a la conducta de los padres orientada a que los
hijos se sientan confortables en su presencia y se sientan básicamente aceptados como
personas (Musitu, 1988), estas dimensiones son previas a la educación y determinan el
sentido de esta. El término educación engloba la instrucción y la transmisión de
determinados valores y actitudes hacia la vida y las relaciones con los demás. Es lo que
en ciencias sociales se denomina la socialización (interiorización de la cultura y la
sociedad).
Por «valor» suele entenderse en sociología la creencia o convicción acerca de que algo
es bueno o malo, mejor o peor que otra cosa. Los valores se transmiten a través de las
respuestas y de los propios comportamientos y actitudes de los padres, pero también de
las conductas que promueven en los hijos.
Los valores más frecuentemente citados (8/10) por los padres españoles de ambos
sexos, y de edades comprendidas entre 30 y 50 años, son:
66
Conceptualización teórica
la responsabilidad
Estos valores hacen referencia, sobre todo, a las características de cómo deben ser las
relaciones con las demás personas para garantizar una convivencia armónica y
satisfactoria para todos.
El 81% de los padres afirmaron que sus hijos iban a continuar estudiando y ello les
parecía, al 98%, una buena decisión, pero solo el 45% de ellos vigilan sus estudios casi
todos los días, el 11% lo hacía «de vez en cuando», mientras que el 33% cree que no
hace falta. Igual de sintomático es que el 4% confesaron que no podían, unos porque no
tenían tiempo, otros porque su hijo/a se negaba.
Cuando los hijos fracasan en sus tareas, el 65% de los padres negocian, tratando de
hacer ver a los hijos la inaceptabilidad del resultado y se sopesan o discuten distintas
alternativas para buscar una solución, el 16% les da un sermón, y frente a las
generaciones de padres anteriores, solo el 13% les recriminan y castigan.
La solución mayoritaria aportada por los padres corresponde, por tanto, al modelo de
familia negociadora y a la convicción subyacente de que las normas, valores y
comportamientos deseados se inducen mejor a través de la discusión, concienciación e
67
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
implicación de los hijos en las decisiones que les afectan que no a través de otros
medios (Meil, 2005).
Estos padres dialogantes, piensan que es conveniente incluir a los hijos en todas las
decisiones importantes de la familia y no simplemente hacerles partícipes de las
decisiones que ellos toman. (Meil, 2005). Sin embargo, un tercio de los padres se
identifica con la afirmación de que los padres deben tomar las decisiones y los hijos
obedecerlas.
Los padres varones se consideran en su gran mayoría poco o nada estrictos, incluso en
mayor proporción que las mujeres (dato confirmado por el 70% de sus esposas), y son
más partidarios de aplicar premios y más reacios a los castigos.
Se acercan afectivamente a sus hijos, aunque den menos besos y caricias, especialmente
en público, esto es, los padres son tan expresivos como las madres y tan poco
instrumentales como éstas (Elzo, 2006). No obstante, muchos hijos siguen viendo a los
padres como disciplinadores y a las madres como comprensivas y aliadas en la
búsqueda de espacios de autonomía.
Como ya dijimos anteriormente, en conjunto aparecen las madres mejor valoradas que
los padres, independientemente del sexo del hijo entrevistado. No obstante, la mayoría
68
Conceptualización teórica
de los jóvenes, sobre todo cuando ya han pasado la adolescencia, tienden a ver a su
padre poco o nada estricto, y las diferencias de valoración de los padres y madres no son
tan marcadas (INJUVE, 2002).
En cuanto a la educación de los hijos, las familias nucleares han ido cediendo la función
de educar, depositándola en la escuela, en los abuelos, o simplemente no ejerciéndola.
En este sentido, es de reseñar, que los padres con estudios universitarios, son mayoría
en los grupos menos implicados en la crianza de sus hijos. El modo de socialización de
los adolescentes se realiza básicamente desde la experimentación grupal con otros
adolescentes, y no desde lo trasmitido por otras instancias históricas de socialización,
como la familia, la escuela, las iglesias, los partidos políticos y los medios de
comunicación social.
Familia Nominal: 43%. Tienen de familia solo el nombre. En su seno hay una
situación de coexistencia pacífica. No hay conflictos en casa porque los padres han
decidido que no les haya. Se fundan en el laissez faire, laissez passer. Cada cónyuge
acusa al otro de no ocuparse de los hijos, y ambos acusan de lo mismo a la escuela.
Familia conflictiva: 15%. Hijos y padres están enfrentados por la incapacidad de estos
para asumir la separación de los hijos. La socializaciación es una contrasocialización,
los hijos adoptan valores antitéticos a los de los padres.
69
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
entre 18-24 años está de acuerdo con la idea de que trabajar en casa llena tanto como
trabajar por un salario (Elzo, 2000)
Familia Adaptativa: 18%. Busca acomodo a las nuevas condiciones y a los nuevos
roles del hombre y la mujer, reconociendo el creciente protagonismo de los hijos que
piden autonomía nómica (su propio universo de valores) y libertad y disfrute del
tiempo libre, así como el acompañamiento discreto de los padres. Hay buena
comunicación entre padres e hijos, con voluntad de ser una familia educadora, abierta
al exterior, no exenta de conflictos, a veces graves. Los roles y estatus están claros, las
responsabilidades también, aunque en revisión continua. Es la familia de la
negociación.
Analizando estas proporciones, Elzo entiende que el 60% de nuestras familias tienen
muy escasa capacidad educadora, y solo el 40% parecen tener competencia en este
sentido.
Los resultados indicaron que los más insatisfechos eran aquellos que tenían
desencuentros con su madre, seguidos y por este orden, por los que los tenían con el
padre, por los que pertenecían a familias que no tenían valores firmes y, por último, los
que vivían en familias monoparentales.
70
Conceptualización teórica
La insatisfacción también se relacionó con unos padres nada afectuosos o con unas
madres poco cariñosas, también era más acusada cuando los niños recibían premios
materiales en vez de verbales y afectivos, o cuando ambos padres no se implicaban en la
disciplina del hogar. Sin embargo, cuando ambos padres tenían relaciones afectuosas
entre sí, la insatisfacción disminuía.
71
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Los trastornos de la conducta alimentaria (en adelante TCAs) no son algo nuevo,
contamos con numerosas descripciones en el mundo antiguo de conductas parecidas a
lo que hoy entendemos como Bulimia Nerviosa (BN), pero sobre todo, nos han llegado
casos bien documentados de algunos individuos desde el siglo XIV (Bell, 1985), en los
que, a pesar de que esos sujetos dieran diferente significado a su conducta, hoy, con los
criterios diagnósticos que utilizamos, serían diagnosticados de Anorexia Nerviosa (AN)
o Bulimia. Por tanto, los TCAs vienen de largo, las descripciones clínicas proliferaron
desde finales del siglo XIX sin una clara definición, lo que le lleva 1962 a Bruch a
plantear la necesidad de establecer unos criterios diagnósticos para la AN que no se
definen hasta 1970, y no es hasta 1980 con la DSM-III, cuando queda delimitada la BN.
Queremos señalar, que aunque no siempre se tenga en cuenta, los TCAs son entidades o
síndromes y no enfermedades específicas con una causa, curso y patología comunes, y
por tanto, se clasifican en base a un conjunto de síntomas psicológicos y fisiológicos
que interaccionan entre sí. Esta diferencia entre síndrome y enfermedad da lugar a
numerosas confusiones, incluso en la literatura especializada.
72
Conceptualización teórica
clasificaciones incluyen una tercera categoría para aquellos TCAs que no cumplan
alguno de los criterios de AN y BN.
73
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Basta mirar las hemerotecas para observar que los TCAs se han convertido en un
creciente problema social, que en lo que se refiere a la salud mental ha sustituido a lo
que en las décadas de los años 70 y 80 del pasado siglo fueron las toxicomanías. Para
hacernos una idea de su dimensión, podemos ver que, tan sólo en EEUU, cerca de 8
millones de adolescentes y jóvenes presentan síntomas de trastornos de la alimentación;
de éstos, el 90 % son mujeres, y el 75 % son adolescentes (Fosson, 1987; Higgs, 1989).
En este mismo país, cumplen criterios para el diagnóstico de AN y BN, según los
describe el Manual Estadístico de Enfermedades Mentales de la Sociedad Psiquiátrica
Americana (DSM) en su 4ª Revisión, aproximadamente 1,2 millones de mujeres
(Gambill, 1998).
Sin embargo, esto no fue siempre así, numerosos estudios han informado de un aumento
alarmante de los TCAs, AN y BN durante las últimas décadas, entre la población de los
países desarrollados, principalmente entre las mujeres adolescentes y las adultas jóvenes
(Scheinberg, 1992; Szabo y Tury, 1994; Felker y Stivers, 1994; Guerro, 2002). La
incidencia entre las mujeres de entre 20 a 30 años se habría multiplicado por 3 en los
últimos 40 años (Pawluck y Gorey, 1998), y también se habría constatado un aumento
notable de los ingresos hospitalarios entre 1970 y 199l (Munk Jorgensen, 1995).
74
Conceptualización teórica
Ante estos datos podríamos preguntarnos si nos encontramos ante una epidemia de
TCAS. Es este un tema controvertido, pues, mientras unos autores ven en los cambios
epidemiológicos los elementos de una epidemia (Palmer, 1990); Lucas, 1991), otros
(Devaud, 1995; Steiner y Lock, 1998; Hsu, 1980) dudan que estemos asistiendo
realmente a un verdadero incremento en las tasas de incidencia (aparición de nuevos
casos en un período de tiempo) y prevalencia (número de casos presentes en un grupo
en un espacio de tiempo) de los TCAs.
75
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
(7,2/100.000/año en 1985 frente a 15,2 en 1989) (Hall y Hay, 1991; Hoek, 1995;
Turnbull, 1996).
Si, por otra parte, analizamos la prevalencia, la AN había disminuido entre 1982 y 1992
(Heatherton, 1995), mientras que el conjunto de TCAs, en los últimos 30 años se ha
multiplicado por 30 (Gotestam y Agras, 1995). Nuevamente encontramos que la
población de más edad tenía tasas de prevalencia a lo largo de la vida muy inferiores a
las de la población más joven.
Por tanto, y siguiendo a Livianos y Rojo-Moreno (2001), podemos concluir que aunque
hasta los ochenta los estudios retrospectivos afirmaban que la incidencia de la AN había
aumentado, desde 1990, con diseños más estrictamente definidos, no demuestran el
carácter epidémico de los TCAs. La incidencia global de los mismos no se ha
multiplicado, y AN y BN se mantienen estables, aunque las formas atípicas podrían
estar creciendo (Devaud, 1995, Brenner y Piazza, 1995).
Para dar una explicación a estos datos, Lucas en1992 propone la existencia de dos tipos
de AN:
AN tipo II, de gravedad más moderada, con curso más benigno y mejor respuesta al
tratamiento, en la que las influencias ambientales y los precipitantes tienen una gran
importancia. Estas formas moderadas serían las que han aumentado en los últimos
años, y en otros períodos históricos como resultado de las presiones socioculturales.
Preguntándonos por los otros cambios se han dado en la epidemiología de los TCAs, los
estudios indican que:
76
Conceptualización teórica
(1974); Fitchter (1982); Morgan y Mayberry (1983); Turón (1992), sin embargo, en
las últimas décadas comienza a observarse a edades más tempranas (12-15 años
45% de los casos), manteniéndose en cifras bajas el debut de la enfermedad después
de los 25 años (Turón y cols., 1992).
2. Hasta la década de los 80, numerosos autores encontraban que las pacientes con AN
procedían de clases sociales elevadas, (Bruch, 1966; Crisp, 1976; Morgan y Russell,
1975; Jones, 1980; Crisp y Toms, 1972; Steinhausen, 1983), sin embargo, esta
distinción empieza a desaparecer, de forma que los nuevos estudios reflejan una
distribución similar para las distintas clases sociales en las sociedades desarrolladas
(Garner y Garfinkel, 1982; Kalucy, 1977; Turón, 1992). Esta variación podría
deberse a una menor distancia entre las clases sociales, a un mayor acceso a los
servicios sanitarios de las personas con menos nivel socioeconómico o atribuirse a
la generalización de las actitudes de los niños hacia la comida, la sexualidad, la
imagen corporal y el peso (Leichner y Gertler, 1988).
• Los TCA se han multiplicado por 30 sobre todo por las formas atípicas
• La edad de inicio ha descendido (12-15 años)
• Igual distribución en las distintas clases sociales
Tabla 17 Cambios epidemiológicos desde 1980.
3. Necesidades sociales.
En este sentido, Turón (1992) señala, que la población joven del mundo occidental
tiende a homogeneizarse al recibir similar formación escolar, al extenderse iguales
77
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
intereses culturales y tener las necesidades básicas cubiertas. El culto a la imagen que se
ha ido asentando en nuestras sociedades ha adquirido la categoría de una cultura del
cuerpo basada en el deseo de perder peso y ser siempre jóvenes y bellos moviliza
grandes intereses económicos (Martínez, 1993), y como resultado gran parte de nuestra
población femenina tiene actitudes anormales frente a la alimentación (Toro, 1989).
Que estas actitudes se sustentarían, en parte, en los insistentes mensajes que trasmiten
los medios de comunicación, lo apoya el hecho de que las pacientes con TCA dedicaban
más horas diarias a verla, y sus compras estaban más influenciadas por los comerciales
que las de su grupo de control en el estudio de Verri et al. (1997).
Para ilustrar cómo el hecho social puede precipitar un cambio, al menos cuantitativo, en
la psicopatología, se expone aquí el trabajo experimental de Hamilton y Waller (1993)
en el que mostraron imágenes neutras e imágenes de modelos de revistas de moda a un
grupo de mujeres con AN o BN y a un grupo control. El resultado fue que las pacientes
con TCA presentaron un incremento del 25 % en la distorsión de su imagen corporal
tras la visión de fotografías de modelos con respecto a la visión de fotografías neutras.
Los cambios en los TCAs, a lo largo de los años, no sólo se han producido en su
epidemiología, también en sus manifestaciones clínicas, lo que ha generado
controversia en cuanto a cómo son entendidos.
Los criterios hoy más aceptados por los clínicos para definir la Anorexia Nerviosa son:
78
Conceptualización teórica
Autores como Lasègue (1873), Gull (1874) e incluso algunos posteriores como Janet
(1965), no detectaron la preocupación por el peso en sus pacientes, solo en los años 50
del siglo XX, cuando aspirar a tener un cuerpo delgado se hizo una norma social,
comenzó a aparecer este síntoma de forma generalizada en las historias clínicas. Este es
un importante cambio en la fenomenología que diferencia a las anoréxicas del siglo XIX
de las de la segunda mitad del siglo XX y el actual. Además, la incidencia de la AN,
como ya se señaló anteriormente, experimentó un aumento importante a partir de los
años 60, que se ha atribuido a factores psicosociales. Y para complicar aún más las
cosas, la BN irrumpe como categoría diagnóstica, a partir de 1980, llegando a duplicar
la incidencia de la AN.
Para aclarar este enigma, Russell (2003) intenta distinguir que es lo esencial en los
TCAs de aquello que los modula o acompaña, y nos recuerda que Laségue y Gull
utilizaron un enfoque medico-clínico para definir la AN al observar que algunas
características se daban con tal regularidad, que podían tener la categoría de criterios
diagnósticos, y por tanto, en su ausencia el diagnóstico debía ser cuestionado. Por su
parte, aquellas características menos constantes y que varían con el paso del tiempo, no
podían ser consideradas criterios para definir ese diagnóstico. Dado que los TCAs
comprenden características que se dan de forma regular y otras que cambian, Rusell
(2003) concluye que el modelo médico-clínico presenta una descripción incompleta del
fenómeno y debe ser completado con un enfoque socio-cultural, para lo que rescata el
concepto de Patoplastia, señalando que dicho término se refiere a los factores causales
que constituyen y conforman la estructura de un trastorno, influyendo no solo en el
contenido de la enfermedad, sino en su forma. Para él, deben ser distinguidos de las
causas fundamentales de la enfermedad, aunque debe tenerse en cuenta que ejercen una
tendencia predisponerte hacia un trastorno dado, en este caso los TCAs, y moderan o
frenan el desarrollo de ese trastorno, a la vez que pueden actuar como agentes
desencadenantes.
79
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Familiares
Socioculturales
Esta complejidad quizás se deba a una mirada demasiado cercana del fenómeno, y una
visión social de lo corporal podría ampliar el campo, a veces reducido de lo clínico, que
nos lleva a ver siempre al individuo como si pudiera existir aislado. Antón y Damiano
(2010) en su trabajo “El malestar de los Cuerpos” señalan que la tradición filosófica
antigua percibía el cuerpo como la cárcel del alma, aquello corrompible y sucio cuyo
80
Conceptualización teórica
destino inexorable era la muerte y, no es hasta el final del siglo XIX cuando el cuerpo
comenzó a considerarse el territorio estable del sujeto, donde reside la subjetividad y la
racionalidad. En ese mismo momento fue blanco de políticas públicas. En palabra de
estos autores, el cuerpo es expropiado de la vida privada y expuesto como objeto
público.
Abundando en el hecho social del cuerpo, Elias (1995) nos recuerda que las sensaciones
y las emociones no son inmediatas, sino que son el producto de una larga producción
social que termina inscribiéndose en los individuos. La vergüenza y el pudor, entre otras
sensaciones y emociones, son una construcción social, procesos de los cuales todos
forman parte, pero nadie domina (Antón y Damiano, 2010).
81
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Es una observación repetida que las pacientes con TCAs provienen de familias en las
que hay más miembros con TCAs. Las personas nacidas en esas familias tienen una
posibilidad de padecer el trastorno entre un 7 y un 12% superior al de la población
general (Gerson, 1984; Kasset, 1989; Lilenfeld, 1998; Strober, 1990; Strober, 2000).
Este riesgo sería especialmente elevado en el caso de la AN, mientras que la BN tendría
una mayor carga sociocultural (Chinchilla, 1994; Sánchez Planell, 1997; Bousoño,
1994). También se ha observado una mayor frecuencia de trastornos obsesivo
compulsivos de la personalidad (Lilenfeld, 1998) y trastornos del espectro obsesivo
compulsivo (TOC y trastornos por tic), que se ha relacionado con la mayor presencia en
las familias con TCA del rasgo compulsividad (Bellodi, 2001). Lo cierto es que la
búsqueda de marcadores genéticos no ha dado ningún resultado definitivo, aunque se
han encontrado algunas relaciones con el cromosoma 1, que tiene genes para el receptor
serotoninérgico 1D y para el receptor opiáceo delta (Grice, 2002), y con otras regiones
de los cromosomas 2 y 13 (Halmi, 2001) .
El mayor apoyo de una base genética para cualquier trastorno lo aportan los estudios de
gemelos. En este sentido Holland (1998) encontró una concordancia 9 veces mayor
entre gemelos monocigóticos que entre los dicigóticos para la AN. Posteriormente, se
ha estimado que la varianza del riesgo de sufrir un TCA o alguno de sus síntomas
(restricción alimentaria, insatisfacción corporal o preocupación por el peso y la comida)
estaría entre el 30% y el 80% (Holland, 1988; Treasure, 1989; Kendler, 1991;
Rutherford, 1993; Wade, 2000; Bulik, 2000; Klump, 2000; Klump, 2001; Koortegaard,
2001). Estos datos, aunque con intervalos de confianza muy amplios, apuntarían hacia
82
Conceptualización teórica
Diversos estudios han podido comprobar, que frente a la población general, los
pacientes con TCA tenían más frecuentemente antecedentes de haber sufrido
infecciones víricas intrauterinas (Eagles, 2001), prematuridad, especialmente si el bebé
tenía al nacimiento un peso menor al esperable para la fase de gestación alcanzada, o de
ser el gemelo con mayor peso, haber sufrido cefalohematoma, (Cnattingius, 1999;
Foley, 2001), y más adelante, maltrato físico y abuso sexual (Fairburn, 1999; Karwautz,
2001).
Se ha observado que el 54% de las pacientes con AN tienen una deficiencia de zinc,
aunque no se ha podido aclarar si es debida a una alteración de la absorción o a la baja
ingesta (Humphries, 1989).
Keys (1950) estudió los efectos del hambre en la conducta de 36 sujetos a los que
mantuvo durante 6 meses con una dieta estricta aunque rodeados de alimentos. Tras
83
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
varias semanas de restricción alimentaria dejaron de preocuparse por otras cosas que no
fuera la comida, éste era su principal tema de conversación, coleccionaban recetas,
dedicaban mucho tiempo a cocinar y a planificar las comidas, bebían más café, té y
otros líquidos, masticaban más chicle y fumaban más. Cuando terminaron la dieta,
algunos sentían mucha hambre tras una comida normal, y llegaban a darse atracones.
También se apreciaron cambios en la personalidad de esos sujetos, que se volvieron
irritables, ansiosos, introvertidos y egocéntricos, tenían dificultades para concentrarse y
para dormir, su humor era lábil y bajo, y se mostraban indecisos, con pensamiento
obsesivo y conductas compulsivas y sin interés sexual. Este cuadro recuerda mucho a la
evolución de muchas ANs.
8.3.1.6. Neuroimagen
84
Conceptualización teórica
Por fin, la resonancia magnética cerebral nos ha permitido observar que las pacientes
con AN tenían un: aumento de tamaño de los ventrículos laterales y una dilatación de
los surcos corticales y del cerebelo que persisten tras el tratamiento (Kingston, 1996).
85
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
86
Conceptualización teórica
Diversas alteraciones endocrinas se han encontado en los TCAs, por una parte, Young
(1991) señala el poder anorexígeno de los estrógenos en la etiología de la AN y sugiere
87
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Por otra parte, se ha podido apreciar en algunos casos una reducción del volumen de la
glándula tiroides, sin embargo, no es necesaria esta atrofia para que muchas pacientes
con anorexia tengan una disminución de las concentraciones de T3 y/o T4 sin respuesta
compensadora de la TSH. Warren (1999) entiende que estos cambios buscan evitar el
gasto energético en períodos de restricción alimentaria.
Otras observaciones de este orden son que el 50% de las pacientes con AN tienen un
aumento de GH (hormona del crecimiento), pero sin la clónica esperable, (Herzog y
Copeland, 1985) y un aumento del cortisol basal con el ritmo circadiano conservado y
sin clínica de hiperfunción cortical, lo que indica una resistencia al cortisol en estas
pacientes (Stoving, 1999).
Se ha podido observar que los pacientes con AN tienen una mayor sensación de
saciedad subjetiva (Robinson, 1989), salivan menos en respuesta a estímulos olfativos
de los alimentos (LeGoff, 1988) y un retraso del vaciamiento gástrico (Robinson, 1988).
Estos hechos contribuirían a que en ellos se produjera una pérdida del valor como
recompensa de la comida que adquiriría características fóbicas (Channon, 1988; Ellison,
1998; Leonard, 1998; Gordon, 2001).
En estos cambios, que afectan a la regulación del apetito estarían implicadas también la
regulación de la insulina, la leptina, la grelina y la hormona del crecimiento (Uhe, 1992;
Chinchilla, 1994; Lear, 1999; Nakai, 1999; Baranowska, 2000; Monteleone, 2000;
Brown, 2001).
88
Conceptualización teórica
3.- Abuso de alcohol y otras sustancias: es muy frecuente entre las familias de
pacientes con BN (Woodside, 1993; Schmidt, 1997; Fairburn, 1999; Moorhead,
2003). Sánchez Planell, (1997) considera a la dependencia de sustancias y a la
89
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
5.- Los trastornos alimentarios también son frecuentes entre las familias con un
miembro con TCA, y estarían presentes en aproximadamente un 40% de los
parientes de primer y segundo grado (Theander, 1970; Crisp, 1974; Kalucy,
1977; Strober, 1985; Woodside et al., 1993; Moorhead, 2003; Ochoa de Alda et
al., 2006).
6.- Los abusos sexuales en algún integrante de estas familias también son frecuentes
en estas familias (Woodside et al., 1993)
8.3.3. Comorbilidad
El 50% de los TCAs presentan un trastorno comórbido, siendo los más frecuentes los
trastornos afectivos (Chinchilla, 1994) que llega a darse en el 25 % de los casos
(depresión mayor y distímia), pero también se suelen encontrar trastornos de ansiedad
(ansiedad de separación, trastornos de pánico, ansiedad generalizada y agorafobia)
(Kendler, 1991; Chinchilla, 1994; Garfinkel, 1995) y adicciones (Chinchilla, 1994).
90
Conceptualización teórica
influencia en el curso del trastorno. Se ha estimado que entre un 21% - 93% de estos
pacientes presentarían un trastorno de la personalidad (Rosevinge, 2000; Garner, 1980),
y que los TCAs de tipo compulsivo/purgativo tienden a tener más de un diagnóstico,
entre los que suelen estar los del clúster B (Trastorno límite de la Personalidad y
Trastorno Histriónico) (Braun, 1994; Wonderlich, 1994; Herzog, 1998).
Algunos de estos trastornos son debidos a la fase aguda del trastorno (desnutrición,
compulsividad) (Fahy, 1993), sin embargo, en torno al 27% de ellos mantenían estos
rasgos a largo plazo, lo que indicaría la existencia de un patrón de personalidad estable
e independiente de la severidad del TCA (Wonderlich, 1994; Garner, 1989; Herzog,
1998; Casper, 1986, Dancynger, 1997, Muller, 2001).
91
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Los estilos de crianza han sido señalados como factores que influían en la aparición o el
curso de los TCAs. Para acotar estos estilos Baumrind (1973, 1989) describió cuatro
dimensiones de la crianza: afecto-hostilidad; comunicación; exigencias de madurez y
control, y en función de éstas, tres tipos de crianza: autoritaria (control sin afecto);
democrática (guía afectuosa) y permisiva. Más adelante, MacCoby y Martin (1983), con
tan solo dos dimensiones (control y afecto) definieron cuatro estilos educativos en
función de sus posibles combinaciones: autoritario; democrático; indulgente e
indiferente.
En los estudios realizados con estas dimensiones en las familias con un miembro con
TCA, comparadas con familias sin TCA, se ha visto que las madres puntúan más en
control (Suzuki, 1994, Cava, 2003), en rechazo y en sobreprotección (Cava, 2003), y
menos en afecto (Tiger, 1989; Suzuki, 1994; Palmer, 1998; Cava, 2003), lo que las
describe como madres sobreprotectoras y con poco afecto. Mientras que los padres
puntuaban menos en cuidado (Suzuki 1994) y más en rechazo (Cava, 2003). Pero lo
más interesante del trabajo de Cava, Rojo y Livianos (2003) es que la presencia de
rechazo paterno multiplica por un 14,7 el riesgo de que una adolescente tenga un TCA,
seguido en importancia por el afecto materno. Estos resultados señalan la gran
importancia que tendría la figura paterna en el desarrollo psicosocial de los hijos.
92
Conceptualización teórica
Estas proyecciones, son vivencias negadas, que al ser depositadas en sus hijos actúan
dominando su conducta, sus emociones, y la relación entre ambos, con el fin de
satisfacer a esos padres carenciados.
8.3.5. Personalidad
La personalidad de los pacientes anoréxicos ha sido descrita por los siguientes rasgos:
93
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Si tenemos en cuenta que unos son introvertidos, controlados mientras otros son
extrovertidos e impulsivos, que unos tienden a la obsesividad y a la persistencia,
mientras los otros se fatigan con facilidad y son más despreocupados, podríamos pensar
que estas dimensiones no caracterizan a los TCAs, sino a sus subtipos, si bien muchos
de ellos debutan con AN y luego continúan como BN, hecho que confunde aún más el
campo de estudio. Pero podríamos enfatizar que lo que les hace iguales, en cuanto a la
personalidad, son los temores de separación e individualización, la dependencia del
refuerzo, las actitudes competitivas y una búsqueda de ideales elevados, además de una
gran sensibilidad ante la aprobación o la negación ajena y la propensión a la
autorreferencia.
Los TCAs han sido considerados trastornos asociados a los valores sociales y culturales
(Chinchilla, 2002), propios de los países industrializados con un alto nivel de desarrollo
94
Conceptualización teórica
social y fundamentalmente con las mujeres en un intervalo de edad entre los 12 y los 25
años (Clarke y Palmer, 1983; Davies y Furham, 1986; Leichner et al., 1986; Toro y
Vilardell, 1987), aunque luego hemos podido observar cómo se extendían a otros
lugares.
Todas las culturas dan un significado a la comida y al hecho de comer, que obviamente
es algo más que alimentarse. Además, todas las culturas tienen sus patrones de belleza
propios que vienen dados por las características sociales y los valores morales de cada
época. Estos patrones se convierten en un ideal para los individuos y aquellos cuyas
características encarnan este modelo gozan de admiración, de aceptación y se
autoevalúan positivamente, mientras que aquellos que se alejan del mismo padecen
rechazo y baja autoestima, sobre todo en una sociedad que, como la nuestra, utiliza el
cuerpo como medio de diferenciación social y la delgadez como sinónimo de éxito,
poder y valía (Garner y Garfinkel, 1980; Nagel, 1992; Toro, 1996; Chinchilla, 2002).
Las mujeres, en mayor medida que los varones, se identifican con su cuerpo ya desde
tempranas edades, especialmente en la adolescencia en la que prima la pertenencia al
grupo y se interiorizan las normas de éste (Chinchilla, 2002). El punto de vista del
grupo está influido por los medios de comunicación y la moda que conforman las
tendencias sociales a las que están sometidos los individuos (Cathcart y Gumper, 1983;
Meyers y Biocca, 1992), de entre las que actualmente están aquellas que bajo el pretexto
de la salud favorecen el adelgazamiento (Martínez, 1993).
La decisión de adelgazar es la puerta de entrada a los TCAs y esta decisión está influida
por factores personales, familiares y sociales (Toro, 1996). Una razón muy utilizada es
la idea de que si se controla el aspecto, se pueden controlar los problemas (Silverstein,
1986). Sin embargo, tan sólo el 1 o 2% de jóvenes sometidos a la acción de los factores
socio-culturales desarrollan y sufren TCAs, luego parece evidente que se necesita una
predisposición personal y otros factores desencadenantes o patógenos para que se haga
95
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
presente este trastorno (Garner y Garfinkel, 1980; Fallon, 1990; Mazur, 1996;
Chinchilla, 2002).
Por lo que hoy sabemos, ni los factores socioculturales en general, ni los relacionados
con los medios de comunicación (publicidad, productos) influyen de forma
determinante en la decisión de adelgazar, de manera que desde el punto de vista de los
factores socioculturales, no hay diferencias en el comportamiento de las personas con
TCA y la población sana. En este sentido parece tener más influencia la ubicación de la
persona en el contexto y el éxito personal en el mismo (Carrillo, 2003).
Asumiendo este modelo, pero teniendo en cuenta que una misma realidad puede tener
niveles de análisis distintos, que vienen determinados por el dominio desde el cual se
observa y del nivel que se va a observar, Ferrer y Casto (2003) entienden que las ANs y
por extensión los TCAs, tendrían un nivel fisiológico-orgánico, otro intrasubjetivo, y en
los niveles relacionales, el familiar y el cultural o social. En función de estas distintas
realidades realizan una clasificación etiopatogénica en niveles de realidad
complementarios que permite entender las distintas ANs y planificar diferentes
intervenciones para cada una de ellas:
96
Conceptualización teórica
97
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
a.- Por un lado, son frecuentes los antecedentes de patología psiquiátrica entre los
miembros de las familias de los pacientes con TCA.
Ya hemos visto que los trastornos afectivos se encuentran en mayor proporción que
en las familias que tienen otra patología mental o las que no tienen antecedentes
psiquiátricos. También el alcoholismo y abuso de sustancias La preocupación por el
peso es una característica común entre estas madres, que presionan a sus hijos, para
que controlen el peso y que a menudo tienen también un TCA. Son madres que
suelen tener rasgos de personalidad que las hacen fuertes, rígidas y dominantes,
al tiempo que poco cálidas (Woldt, 2010) con elevados niveles de
perfeccionismo
Los autores que apuntan en la dirección de la causalidad, señalan una relación del
paciente con su madre caracterizada por la sobreprotección, las necesidades de
aprobación, la desconfianza interpersonal y o un estilo negativo de atención (Shomaker,
2009, Amianto, 2010), lo que indicaría un apego materno ambivalente e inseguro,
cuando no rechazante (Swanson, 2010). Para McDermott (2010) estos sentimientos
negativos y la ansiedad materna persistente durante los primeros años de vida del niño
estarían relacionados con la aparición de los TCAs. Es tal la importancia que otorgan
algunos autores a esta relación que Toro (2004) llega a afirmar que ni en su experiencia
98
Conceptualización teórica
Sin embargo, esta causalidad unidireccional otorgada a la figura materna sería una
visión incompleta e injusta del fenómeno, pues, a mi juicio, no es posible entender la
maternidad sin el necesario correlato de la paternidad, que son partes de un mismo
hecho y por tanto no pueden ser separadas. Una disfunción en la maternidad sólo es
posible si la paternidad no ejerce su función niveladora, de manera que más que hablar
de disfunción materna, deberíamos referirnos a una disfunción parental.
En esta dirección, Fassimo (2008) encontró que los padres de pacientes con TCA tenían
una baja autodirección en el cuestionario del temperamento y el carácter (TCI) de
Cloninger (1993), lo que indicaría que en ellos predominaban los sentimientos de
inferioridad y baja autoestima, las dudas sobre su identidad o propósitos y tendían a
culpar a otros de sus problemas. Esto indica que son personas con altas posibilidades de
presentar un trastorno de la personalidad y tendencia a ser inmaduros o con
características infantiles, siendo su conducta a menudo reactiva, dependiente y con
pocos recursos. En este mismo trabajo observa además que los padres de mujeres con
AN tipo restrictivo tenían una alta evitación del riesgo, también en el TCI, lo que
indicaría que su comportamiento se caracteriza por la inhibición o supresión de
conductas (conducta de evitación pasiva), predominando el cuidado pesimista, la cautela
y, en general, el miedo a la incertidumbre, la timidez ante los extraños, el pesimismo y
la fatigabilidad. Esto indicaría que son personas con rasgos neuróticos. Pero quizás lo
más interesante del trabajo de Fassimo es que estas dimensiones del TCI de los padres
correlacionaban con la personalidad y la psicopatología de sus hijas, aunque el autor
reconoce que estos hallazgos no explican todos los fenómenos implicados.
99
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Esta combinación de madres que buscan estar delgadas y con sentimientos de ineficacia
e inseguridad social, y padres perfeccionistas se traduciría en un autoconcepto
desvalorizante, y TCA a largo plazo (Allen, 2009; Canals, 2009; Quiles Marcos, 2009).
Otros autores entienden las alteraciones familiares como una acomodación al TCA
(Sim, 2009). Así Espíndola (2009) encuentra en los sentimientos de impotencia el
origen de los cambios en la comunicación, actitudes y conductas familiares, mientras
que Fox (2009) llega a la conclusión de que el TCA funciona como un inhibidor
emocional evitando la expresión de la ira y el disgusto tan frecuente e intenso entre
estos pacientes.
Sin embargo, son muchas las familias en las que encontramos una alta expresividad
emocional, elemento que para Weisbuch (2010) es predictor de conductas alimentarias
poco saludables y restrictivas. Estos niveles de expresividad emocional serían diferentes
de los que encontramos en familias de pacientes esquizofrénicos y tendrían gran
similitud con los que vemos en las familias con depresivos (Zabala, 2009).
Aunque se manifieste de muy diferentes modos, en general son descritas como familias
convencionales (Trojovsky, 1995), pero están unidas por un funcionamiento patológico,
que busca obstinadamente evitar conflictos internos, sosteniendo las apariencias a
cualquier precio para mostrarse como familias perfectas (Rausch y Bay, 1997). Este
aparentemente buen funcionamiento impide y esconde la incapacidad para enfrentarse al
mundo de estas pacientes (Bruch, 1966), cuya relación temprana con sus padres se ha
regido por una atención y cuidados esmerados que buscaban satisfacer las necesidades
de los padres y no los deseos del niño. Para estos padres, el crecimiento y desarrollo no
es un logro del hijo, sino propio (Rauch, 1997).
Así pues, existe una gran diversidad de patrones de interacción entre estas familias
(Yager, 1982; Espina, 1995; Toro, 2004;), aunque existe una tendencia a que se rijan
por una mayor proporción de normas que en las que no hay TCA (Gillett, 2009).
Además, los pacientes percibían poca satisfacción con el apoyo familiar (Limbert,
2010), ya que describían tener relaciones familiares frías y sin sentimientos validados de
amor en comparación con las del grupo de control (Fäldt Ciccolo, 2008).
100
Conceptualización teórica
Los trastornos en el ambiente familiar se asocian con pesos más bajos (Finzer,
1998).
Los dos autores que han sido capaces de construir un modelo completo capaz de
describir un conjunto de interacciones coherentes que tengan potencialidad para que se
desarrolle y se mantenga un TCA, son Minuchin y Selvini, ambos desde la observación
y el intento de construir una terapia familiar eficaz. Dado el interés que han suscitado
estos modelos paso a describirlos:
101
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
4. Evitación del conflicto: son familias que presentan un umbral muy bajo de
tolerancia al conflicto, y para evitarlo, ponen en marcha una serie de
mecanismos que ocultan el desacuerdo para que no estalle abiertamente. En este
proceso la paciente (anoréxica y bulímica) juega un rol central al focalizar toda
la atención en sí misma y convertirse en el nexo de todas las relaciones.
102
Conceptualización teórica
En esta relación la madre se apodera de su hija, pero a la vez necesita que esta se sienta
satisfecha para confirmar que es una madre perfecta, mientras que el padre, cuya
función normalizadora y saludable sería separarlas, se siente incapaz de imponer esos
límites, ya sea por su inconsistencia o por su rigidez y paranoidismo, y deja a la hija
prisionera de la ambivalencia materna. Luego, al llegar a la adolescencia los intentos de
la niña por hacerse autónoma son abortados por los padres, que buscan evitar que su
unión deje de tener sentido.
En la Tabla 18 podemos observar las siguientes etapas por las que pasan estas familias,
según el modelo de Selvini, y cómo son las relaciones entre los miembros de la familia
hasta desembocar en el establecimiento del TCA como mantenedor de la homeostasis
familiar.
103
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Y aunque a primera vista estas familias no tienen alteraciones importantes, se guían por
valores sociales tradicionales y tienen un estable y aceptable estatus social, en ellas las
relaciones paterno-maternales se caracterizan por la alta actuación y la pseudo-
solidaridad, (Gensicke, 1979). También en la línea del modelo de Selvini la relación
104
Conceptualización teórica
el 75% de los padres eran autoritarios y dominantes vs. el 17% de padres débiles
y pasivos.
Ahora bien, ¿el conflicto es igual para todos los tipos de Trastornos de la Alimentación?
La pregunta no tiene fácil respuesta, pues aunque para Wilson (1982) el conflicto
emocional es el mismo en la AN y BN, Di Pentima (1998) considera que el lazo
familiar es más adecuado cuando la clínica es del tipo AN-R que cuando es de ANcp.
Wilson (1982) entiende que la clínica es distinta por la diferente estructura del carácter
de unas y otras pacientes, mientras que Di Pentima (1989) cree que la diferente
sintomatología obedece una diferente estructura y dinámica familiar.
Mientras que las pacientes con AN suelen tener familias con relaciones estrechas
aunque problemáticas, y sienten su cuerpo bajo el control de sus padres introyectados de
una forma intrusiva y no empática, las BN suelen proceder de familias distantes y
conflictivas, con unos padres negligentes y rechazantes, que pasan por una adolescencia
difícil en la que han existido serias dificultades para resolver sus problemas de
dependencia y separación (Laliberte, 1999).
105
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Algunos autores señalan que las bulímicas toman el cuerpo como objeto transicional en
él expresan la ambivalencia que sienten hacia sus padres y hacia lo que de ellos reciben,
(la comida buena y la comida mala) o hacia el propio yo identificado con ellos.
Una función primordial de la familia es trasmitir los valores socioculturales del entorno
en que se desarrollan las personas, pues estos valores regulan la conducta y permiten la
adaptación social. En este sentido los padres, aunque no solo ellos, transmiten, a través
de la propia conducta y el pensamiento, a sus hijos una visión de cómo deben ser las
relaciones interpersonales, de que es lo deseable y lo reprobable, además de una manera
de razonar y una visión de la vida y las cosas, pero también una idea de lo que el propio
hijo es, de lo que es deseable y de lo que es reprobable en él.
También los padres, como integrantes de la cultura, trasmiten a sus hijos las presiones
que ellos reciben de los modelos socioculturales sobre el desarrollo de la insatisfacción
corporal y las preocupaciones por comer (Rodgers, 2009). Y lo hacen a través de las
normas, del aprendizaje social o del modelado de sus propias actitudes. Toro (2004)
resalta el hecho de que a muy corta edad, los niños se conducen alimentariamente de
una manera muy similar a sus padres.
106
Conceptualización teórica
Esta transmisión familiar es muy compleja y los estudios que han intentado
comprenderla señalan que depende de múltiples factores tales como el control
alimentario y del peso corporal, la presencia de síntomas en la familia, así como la
presión social hacia la delgadez, las burlas y las criticas referentes al peso, que se
asocian comúnmente al desarrollo de sintomatología de TCA en los hijos desde muy
temprana edad (Levine et al., 1994; Thelen et Cornier, 1995; Edmund et Hill, 1999;
Fairburn et al., 1999; Jacobi, et al., 2001).
Si repasamos los factores antes señalados, encontramos que cuando existe un miembro
de la familia haciendo dieta, existen muchas posibilidades de que además observemos
actitudes anormales hacia la alimentación en esa familia (Pike, 1991; Bilali, 2010).
También que la presencia de antecedentes de TCAs entre los padres o hermanos
diferencia claramente a las mujeres con TCA de las que no lo han desarrollado
(Moorhead et al., 2003), y es mucho más probable la aparición del trastorno y mayor la
magnitud de la sintomatología medida con el Eating Attitudes Test (EAT) de Garner,
1979 (Ochoa de Alda, Espina y Ortego, 2006).
Recordemos que los padres de pacientes con TCA presentan más problemas de peso y
preocupación por la comida que los de familias sin TCA (Crisp, Harding & McGuiness,
1974) y que específicamente, los padres de pacientes con anorexia tienen más
insatisfacción con su cuerpo, más preocupación por el peso y siguen con más frecuencia
dietas restrictivas (Kalucy, 1977).
107
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
misma línea, Reba-Harrelson (2009) ha encontrado que las madres que padecen BN y
trastorno por atracón tienen estilos restrictivos de alimentación y más hijos con
problemas alimentarios que las madres que no tienen TCA, aunque la presión que hacen
sobre sus hijos para que coman no es diferente entre ambos grupos. De entre la
descendencia de estas madres con TCA, las que se sienten más insatisfechas con su
cuerpo son las hijas mayores (Jacobi, 2008).
Es de reseñar que entre los estudios revisados no encontramos ninguno realizado sobre
población de varones, quizás porque la menor incidencia de los TCAs entre ellos
despierte menor interés, y por tanto, no tenemos datos sobre cómo se identifican ese
grupo de pacientes.
Thelen y Cornier (1995) fueron los primeros en sugerir que la presión de los padres
sobre sus hijas para controlar el peso, se asociaba con el desarrollo de sintomatología de
TCA desde muy temprana edad (9 y 10 años). Confirmando lo anterior, Edmund y Hill
(1999) encontraron que la mayoría de los niños y niñas que hacen dieta alrededor de los
12 años están bajo el control alimentario de sus padres. Esta conducta es tan común, que
el 45% de las adolescentes son animadas por sus madres para que sigan dieta (Neumark-
Sztainer, 2010).
En resumen, ser mujer y ser percibida con sobrepeso por uno de los padres es el
predictor más fuerte de TCA en los modelos multivariados. También el índice de masa
corporal materno, los problemas sociales, bajo nivel social relacionada con la
108
Conceptualización teórica
Distintos autores han confirmado que hay diferencias en los comportamientos, actitudes
y creencias sobre los alimentos entre las madres de los adolescentes con y sin trastornos
de la alimentación (Cordella, 2009), y que cuando la alimentación es saludable hay
menos TCA (Krug, 2009), mientras que las experiencias negativas familiares
relacionados con la alimentación se asocian con un riesgo mayor de que aparezcan
(Kluck, 2008). En cuanto a los subtipos de TCA no se diferenciaban en el
comportamiento alimentario (Krug, 2009).
La comida en familia, además de ser el lugar de la expresión del afecto que expresa la
madre por medio de sus guisos, es el lugar de encuentro, donde todos los miembros
tienen que presentarse ante los otros, donde la información es trasmitida a todos, y en
ese sentido opera como el espacio integrador, el que da sentido a la experiencia grupal
en la familia tradicional. Sin embargo, en los últimos años, y sobre todo con la
incorporación masiva de la mujer al mercado laboral, es cada vez más frecuente que
cada uno coma por su cuenta, quedando las comidas familiares reservadas solo a los
fines de semana, cuando esto es posible.
Esta forma de comer fuera del entorno familiar (en guarderías, colegios, menús del día),
cuando no de forma anárquica, y el dar una importancia excesiva a los alimentos parece
representar un factor de riesgo en la aparición de los TCA, mientras que la alta
frecuencia de comidas en familia, de forma estructurada, en un ambiente positivo,
disminuye el riego de aparición de TCA (Pike, 1991; Mellin, 2004; Neumark-Sztainer,
2004; Krug, 2009; Neumark-Sztainer, 2009, Haines, 2010).
109
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
10. RECAPITULACIÓN
En las páginas anteriores hemos podido ver como la interrelación genético ambiental es
continua y está influida por las fuerzas del grupo social, que además tienen una
importancia determinante en la construcción mental de lo que vivimos como realidad, y
por tanto, de cómo respondemos a esta y como la construimos.
110
Conceptualización teórica
Siguiendo con la familia, cuando estos padres no son capaces de disfrutar el uno del
otro en reciprocidad, y la prohibición del incesto no es diáfana, los significados que se
construyen y la comunicación afectiva se hacen ambiguos, quedando mermada la
familia en su capacidad para solucionar los problemas. Y se da la circunstancia de que
es precisamente el significado que cada uno de los hijos da a estos elementos (goce de
los padres, prohibición del incesto, mito familiar y capacidad de resolución de
problemas), sobre lo que construye la estructura de su personalidad, que a su vez es el
reflejo de la estructura familiar y del lugar que cada uno ocupa en ella. De entre esos
hijos, algunos, predominantemente mujeres, con alguna disposición, que han realizado
vínculos inseguros, y que se identifican con ideales de éxito y belleza, se debatirán entre
sus deseos de autonomía y sus necesidades de control, simbolizando esta incertidumbre
en un TCA. Unos ejercerán un control obsesivo y rígido de sus rudimentaria
arquitectura yoica (AN), y otros, al fracasar en sus intentos de mantener ese control,
entrarán en un vertiginoso ciclo de control-descontrol (BN), que se perpetua cuando
aparecen los cambios fisiológicos secundarios a esa conducta alimentaria y la
acomodación familiar a esos cambios.
Se ha podido observar que la insatisfacción de los hijos es mayor cuando en sus familias
hay una falta de modelos y valores claros y una gran la permisividad, y sobre todo
cuando les falta la seguridad de que su familia se mantendrá unida, cundo perciben que
no son queridos o sienten la ausencia de uno de sus padres, que por otra parte han
111
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
dejado mayoritariamente de comer con ellos. Esta insatisfacción es frecuente entre los
TCAs que perciben a sus madres como controladoras pero no afectivas, y como
rechazantes al tiempo que sobreprotectoras, sin verse rescatadas por sus padres varones,
de los que a menudo también sufren rechazo. Esta constelación daría lugar a
personalidades sensitivas, controladoras o desbordadas que confunden su cuerpo con el
objeto incorporado (la madre), del que solo introyectan sus aspectos malos y
desvalorizantes, quedando condenadas a una lucha para separarlo de sí.
En fin, todos estos hechos podrían estar implícitos en la estructura familiar, que es la
responsable de regular las comunicaciones y las conductas, ya que hemos podido
identificar muchos de sus elementos implicados en el desarrollo de los TCAs (los que se
refieren a jerarquías, límites, comunicación afectiva, alianzas y coaliciones), y podría
representar el excremento y el humus de los conflictos no resueltos por la cultura
posmoderna, los relativos a la individuación-grupalidad. Por ello, identificar las
diferentes estructuras de estas familias, y en qué se distinguen de las que no muestran
estos síntomas, es la tarea que tratamos de abordar en siguientes capítulos.
112
Diseño de la Investigación
CAPÍTULO 3
DISEÑO DE LA INVESTIGACIÓN
Di
113
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
114
Diseño de la Investigación
1. INTRODUCCIÓN
A lo largo del presente trabajo hemos descrito los principales hallazgos científicos sobre
los cambios sociales acontecidos desde mediados del siglo pasado y que han supuesto
cambios radicales en la concepción de la familia y la estructuración de las personas.
Hemos expuesto, asimismo, los conocimientos actuales sobre lo que se ha dado en
llamar trastornos de la conducta alimentaria, que son un complejo fenómeno que reúne
aspectos biológicos relacionados con la herencia genética que se cruzan con aspectos
del desarrollo psicosexual y social y que surgen en un contexto familiar que, según las
diferentes estructuras que lo determinan, en un determinado momento del desarrollo
puede concretarse en una forma de TCA. Toda la información antes presentada justifica
estudiar mejor algunas características de la estructura de las familias, analizando si
diferencian a las familias que tienen un TCA entre sus miembros de las que no los
tienen. Además, aunque algunos autores han intentado estudiar la estructura de las
familias con TCA, no hemos encontrado en los trabajos revisados estudios con grupo de
control ni series grandes de casos.
2. OBJETIVOS
El objetivo principal es determinar la relación existente entre las diferentes estructuras
familiares y los trastornos de la conducta alimentaria.
115
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
3. HIPÓTESIS
De acuerdo con lo que se ha expuesto en la fundamentación teórica, y en función de los
objetivos que nos proponemos, pensamos que la estructura familiar tiene un peso
decisivo en los TCA. Por ello, consideramos que pueden existir diferencias entre el
grupo de estudio y el grupo control respecto a las variables que recogemos en el
cuestionario. De forma concreta nuestras hipótesis de partida son dos:
- Hipótesis Primera
Las familias con algún miembro con TCA tienen una estructura diferente de las familias
sin TCA.
116
Diseño de la Investigación
- Hipótesis Segunda
117
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
4. METODOLOGIA
Este estudio utiliza un diseño descriptivo, comparativo y analítico, que consideramos
apropiado para investigar las asociaciones de las distintas variables que la investigación
plantea.
Con el fin de determinar la relación existente en las diferentes familias y los trastornos
de la conducta alimentaria, y distinguir qué elementos de su estructura influyen en que
en una familia exista un TCA nos propusimos, en primer lugar, obtener, de forma
sistemática, datos de una muestra de familias en las que ningún miembro con relación
de parentesco de primer grado hubiera padecido TCA, que actuaría como Grupo
Control, y otra muestra de familias en las que algún miembro, en el mismo grado de
parentesco, hubiera recibido un diagnóstico de TCA, que actuaría como grupo de
estudio.
118
Diseño de la Investigación
119
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
• Comunicación
• Cómo se aplica la norma, también con tres categorías: Rígida (el líder no
modifica la norma a pesar de las circunstancias); Flexible (el líder flexibiliza
la norma en función de las circunstancias); Imprevisible (el líder modifica la
norma de forma inesperada e imprevisible).
120
Diseño de la Investigación
norma). No hay consecuencias (no hay efectos inmediatos, aunque los pueda
haber a largo plazo).
• Control de los padres sobre la conducta de sus hijos, con tres estilos:
Controlador (excesivo control, agobiantes, sobre-protectores, arropan
excesiva e innecesariamente a los hijos); Cercano (control adecuado. Están
pendientes, pero respetando las decisiones responsables y propias de los
otros) y Distante/Alejado (bajo control, se mantienen ajenos a las
necesidades de los hijos).
• Alianzas: Son la unión de dos o más personas en pro de realizar una actividad o
compartir un interés común. Se valora la presencia o ausencia y en su caso con
quién.
3. Otras variables:
121
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
• Qué padre se preocupa más por su imagen, Con las dos únicas
posibilidades, el padre o la madre.
4.2. Muestras
Muestra 1 casual o incidental. en la que hemos seleccionado directa e
intencionadamente los participantes, en nuestro caso, este grupo de estudio está
compuesto por todas las familias nucleares (135) que acudieron a tratamiento al
Hospital de Día del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Burgos y de la
Unidad Regional de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (URTA) durante el
período de reclutamiento, y que cumplían los criterios de selección que en los párrafos
siguientes se detallan.
122
Diseño de la Investigación
Las familias que conformaron la muestra 1 tienen entre sus miembros algún paciente
diagnosticado/a de TCA (Anorexia Nerviosa, Bulimia Nerviosa o Trastorno de la
Conducta Alimentaria no Especificado) según criterios DSM IV-TR, con una edad
comprendida entre los 14 y los 26 años; que viven en el núcleo familiar de origen; que
pertenecen a una familia biparental y con un número de hijos entre uno y tres.
Nº de
Extraídas de:
Familias
Muestra 1. Familias en las que alguno de sus Unidad Regional de los Trastornos de la
miembros de primer grado ha sido Conducta Alimentaria (URTA) y del
135
diagnosticado de un trastorno de conducta Hospital de Día del servicio de Psiquiatría
alimentaria TCA del Hospital Universitario de Burgos.
Muestra 2. Familias en las que ninguno de sus
miembros de primer grado ha sido
Centros Educativos e Institutos de la
diagnosticado de trastorno de conducta 135
Ciudad de Burgos
alimentaria TCA ni de ningún otro trastorno
mental.
Muestra Total 270
123
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Una vez construidos los ítems se realizó una guía de como realizar las encuestas con
indicaciones precisas que orientaban a los entrevistadores con el fin de que evaluaran
cada ítem de forma similar y que los resultados recogidos pudieran ser fácilmente
clasificables y coherentes.
• Datos Sociodemográficos
• Antecedentes
• Estructura
• Subsistema:
124
Diseño de la Investigación
• Comunicación
• Expresión emocional
• Límites:
• Capacidad de afrontamiento
• Alianzas
• Coaliciones
• Otras variables:
Se remitió una carta a las direcciones de los centros educativos de la Ciudad de Burgos,
en los que se obtuvo la muestra 2, de control para obtener su colaboración, que permitió
el envío de otra carta a todos los familiares de los alumnos de estos centros que cursaran
125
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
estudios en las edades comprendidas en los criterios de inclusión para concretar las
entrevistas (Anexo II).
126
Diseño de la Investigación
lo que se prolongó el período de recogida de datos. Con este proceder, se obtuvieron las
familias necesarias y fueron eliminadas de la muestra inicial aquellas que hacían
diferentes ambas muestras.
Las dudas que surgieron a lo largo del desarrollo de las entrevistas fueron resueltas en
un grupo de trabajo formado por los 4 entrevistadores y el doctorando que actuó como
coordinador de dicho grupo. Cuando fue necesario se requirió la opinión de los
directores de la tesis.
127
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
grupo de estudio con el grupo control. Por lo que se realizaron análisis para contrastar la
posible diferencia de distribución en los dos grupos entre las distintas variables que
definían la estructura familiar. Esto se realizó a través de tablas de contingencia y los
estadísticos asociados correspondientes: chi-cuadrado. El nivel de significación de todos
los test se estableció en α = 0.05. Además, con las variables que resultaron diferentes
significativamente se construyó un modelo de regresión logística para explicar la
relación entre la estructura familiar y la probabilidad de padecer la enfermedad.
4.5. Cronograma
24 2 3 1 15 6
meses meses meses mes meses meses
Revisión bibliográfica y redacción del marco teórico X X
Diseño del estudio X X
Elaboración del cuestionario, consentimiento X X
informado y envío de cartas para los centros educativos
y las familias
Entrenamiento entrevistadores X
Reclutamiento de casos y entrevistas. Inclusión en la X
base de datos
Análisis de datos X
Conclusiones, discusión, redacción X
128
Resultados
CAPÍTULO 4
RESULTADOS
129
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
130
Resultados
La muestra total estudiada está formada por 270 participantes que constituyen dos
grupos; un grupo de estudio formado por 135 familias (50%) que padecen algún
trastorno de la conducta alimentaria y un grupo de control1 formado por 135 personas
(50%) que no sufren trastornos mentales entre los miembros de la familia nuclear.
Dentro del grupo de estudio 79 casos padecen anorexia nerviosa; 28 bulimia nerviosa y
otros 28 trastornos de la conducta alimentaria no especificado.
Variables N %
Tipo de TCA
1.- Anorexia 79 58,5 %
2.- Bulimia 28 20,7 %
3.- TCA no especificado 28 20,7 %
Subtipo de TCA
1.- Anorexia purgativa 47 34,8 %
2.- Anorexia restrictiva 33 24,4 %
3.- Bulimia purgativa 26 19,3 %
4 - Bulimia no purgativa 3 2,2 %
5.- TCA NE purgativo 15 11,1 %
6 - TCA NE no purgativo 8 5,9 %
7.- TCA NE restrictivo 3 2,2 %
Tabla 19 Tipos y subtipos de TCA
1
En adelante utilizaremos las iniciales GE para referirnos al Grupo de Estudio y GC para referirnos al
Grupo de Control.
131
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
El GE tiene una media de edad de 19,79 años, no diferente desde el punto de vista
estadístico, de la del GC (19,22 años). Tampoco hay diferencias significativas en cuanto
al género (6 varones y 129 mujeres en cada uno de los dos grupos).
Edad
GE GC Prueba
N Media DT N Media DT Signif
Edad 135 19,79 3,493 135 19,22 3,626 NS
Chi2 16,600
P 0,165
Tabla 20 Edad
Sexo
GE GC
Varones Mujeres Varones Mujeres
Sexo 6 129 6 129
Tabla 21 Sexo
GE GC
Número de Hermanos N % N %
1 11 8,1% 17 12,6%
2 74 54,8% 84 62,2%
3 39 28,9% 30 22,2%
4 11 8,1% 4 3,0%
Tabla 22 Número de hermanos.
GE GC
N Media DT N Media DT Signif
Total NS
135 2,37 0,751 135 2,16 0,668 Chi2 6,359
P 0,095
Tabla 23 Significación Número de Hermanos
GE GC
Orden en la Fratría N % N % Signif
1º 62 45,9 % 77 57,0 %
2º 55 40,7 % 47 34,8 % NS
3º 11 8,1 % 10 7,4 % Chi2 6,794
4º 8 5,2 % 7 ,7 % P 0,079
135 100,0 % 135 100,0 %
Tabla 24 Orden en la Fratría
Paciente 5
Padres 4
Hermanos 3
Abuelos 3
Tíos 2
Bisabuelos 2
Primo 1
Tío abuelo 1
Primo de los padres 0,5
Tabla 25 índice de parentesco
133
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
• Cáncer,
• Infarto de miocardio,
• Enfermedades degenerativas (que conllevan pérdida de función),
• Enfermedades autoinmunes (que requirieran de muchos cuidados),
• Enfermedades crónicas (que implicaran cuidados a largo plazo, pero con
limitación leve) u otras enfermedades.
GE GC Prueba
N Media DT N Media DT Signif
A. F. Cáncer 13 4,08 1,382 88 4,47 2,430 NS
A. F. Infarto de miocardio 5 3,60 0,894 22 3,41 1,681 NS
A. F. Enfermed. Degenerativas 5 4,40 2,074 5 2,40 1,342 NS
A. F. Enfermedades autoinmunes 5 4,20 0,447 11 4,45 2,945 NS
A. F. Enfermedades crónicas 16 5,19 1,721 13 4,38 2,902 NS
Tabla 26 Antecedentes Familiares de Enfermedades Somáticas
Utilizando el mismo criterio para valorar el peso de los antecedentes familiares que en
la variable anterior, se clasifican los trastornos mentales en función de las siguientes
categorías:
134
Resultados
135
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
AF de TDAH. No hay sujetos con este tipo de antecedentes en el GC, por lo que no se
puede computar el índice elaborado. Procediendo como en la variable trastornos de
ansiedad, la Chi2 será igualmente significativa (Chi2 6,14; P 0,013) lo que quiere decir
lo mismo; que hay más antecedentes de este tipo de lo esperado en el GE (6 casos; 4,4%
del grupo) y menos de los esperados en el GC (0). El índice de valoración alcanza una
puntuación de 3,33 en este GE.
GE GC Total
Variable N % N % N %
T. del desarrollo/ R.M. 2 1,5% 6 4,4% 8 3,0%
Demencia 3 2,2% 24 17,8% 27 10%
Alcoholismo 17 12,6% 8 5,9% 25 9,3%
Drogadicción 8 5,9% 6 4,4% 14 5,2%
Psicosis 9 6,7% 9 6,7% 18 6,7%
Afectividad 49 36,3% 38 28,1% 87 32,2%
Ansiedad 12 8,9% 0 0,0% 12 4,5%
TCA 14 10,4% 5 3,7% 19 7,0%
Ludopatía 2 1,5% 2 1,5% 4 1,5%
Personalidad 13 9,6% 4 3.0% 17 6,35
TDAH 4 3,0% 0 0,0% 4 1,5%
Tabla 27 Antecedentes Psiquiátricos Familiares
GE GC Prueba; Signif.
Variables N Media DT N Media DT
136
Resultados
GE GC Total
Variable N % N % N %
T. del desarrollo/ R.M. 0 0,0% 0 0,0% 0 0,0%
Demencia 0 0,0% 0 0,0% 0 0,0%
Alcoholismo 2 1,5% 9 6,7% 11 4,1%
Drogadicción 0 0,0% 0 0,0% 0 0,0%
Psicosis 3 2,2% 1 0,7% 4 1,5%
Afectividad 8 5,9% 15 11,1% 23 8,5%
Ansiedad 2 1,5% 3 2,2% 5 1,9%
TCA 2 1,5% 12 8,9% 14 5,2%
Ludopatía 0 0,0% 0 0,0% 0 0,0%
Personalidad 5 3,7% 1 7.0% 6 2,2%
TDAH 0 0,0% 0 0,0% 4 1,5%
Tabla 29 Antecedentes Psiquiátricos Familiares
GE GC Prueba; Signif.
Variables N Media DT N Media DT
137
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
NO % SI %
Anorexia Nerviosa Restrictiva 32 25,8% 2 18,2%
Anorexia Nerviosa Purgativa 39 31,5% 6 54,5%
Bulimia Nerviosa No Purgativa 3 2,4% 0 0,0%
Bulimia Nerviosa Purgativa 24 19,3% 2 18,2%
TCA NO Especificado No Purgativo 11 8,9% 0 0,0%
TCA NO Especificado Purgativo 15 12,1% 1 9,1%
Total 11 8,2%
Tabla 31 Abusos sexuales
NO % SI % Sign
TCA NO Purgativo 46 37,1% 2 18,2% NS
TCA Purgativo 62,9% 81.8% Chi2 1,578
78 9
P 0,209
Tabla 32 Significación de la tabla abusos sexuales
Las diferencias entre el GE y el grupo control en esta variable no son significativas, tal
y como se expone en la siguiente tabla:
138
Resultados
3. ESTRUCTURA FAMILIAR
139
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
GE GC Prueba
Variables (N y %) (N y %) Significación
Dedicación
Exclusiva 58 (43,0) 59 (43,7) NS
Conciliación 66 (48,9) 70 (51,9)
Escasa 11 (08,1) 6 (04,4)
Distanciamiento
Complaciente 81 (60,0) 50 (37,0) Chi2 32,36
Responsable 38 (28,1) 82 (60,7) P 0,000
Egoísta 16 (11,9) 3 (2,2)
Vínculo
Excesivo 60 (44,4) 36 (26,7) Chi2 31,14
Adecuado 47 (34,8) 91 (67,4) P 0,000
Bajo 28 (20,7) 8 (5,9)
De igual manera que con las madres, clasificamos a los padres en función de las cuatro
variables (Dedicación, Distancia y Vínculo) y sus subgrupos. Los resultados son los
siguientes:
Dedicación del padre al cuidado de sus hijos Los padres tienen en ambos grupos una
dedicación mayoritariamente conciliadora de su trabajo con la atención a sus hijos o
escasa. En este sentido se comportan de forma muy similar. No hay diferencias entre
ambos grupos en la dedicación del padre. (Tabla 35).
Vínculo. Forma de relación afectiva del padre hacia el joven. Hay diferencias
estadísticamente significativas (Chi2 21,98; p 0,000): En el GE está representado en
140
Resultados
GE GC Prueba
Variables (N y %) (N y %) Significación
Dedicación
Exclusiva 3 (02,2) 1 (00,7) NS
Conciliación 84 (62,2) 72 (53,3)
Escasa 48 (35,6) 62 (45,9)
Distanciamiento
Complaciente 38 (28,1) 16 (11,9) Chi2 26,93
Responsable 47 (34,8) 89 (65,9) P 0,000
Egoísta 50 (37,0) 30 (22,2)
Vínculo
Excesivo 18 (13,3) 12 (08,9) Chi2 21,98
Adecuado 54 (40,0) 92 (68,1) P 0,000
Bajo 63 (46,7) 31 (23,0)
3.1.3. Comunicación
Relación afectiva de los padres. Hay diferencias significativas (Chi2 34,67; p 0,000): En
el GE están representados en exceso, con respecto al GC, el enfrentamiento y la relación
afectiva “distante” de los padres y está poco representada la relación “óptima”. Mientras
que en el GC sucede el contrario: escasamente representadas las opciones
“enfrentamiento” y “distante” y representada en exceso la relación “óptima” (Tabla 36).
141
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
GE GC Prueba
Variables (N y %) (N y %) Significación
Expresión emocional
Alta 72 (53,3) 26 (19,3) Chi2 52,16
Baja 49 (36,3) 107 (79,3) P 0,000
Muy baja 14 (10,4) 2 (01,5)
3.2. Jerarquía
Cómo se crea la norma. Estilo del líder de la familia, efectividad del liderazgo (creación
de la norma). Hay diferencias entre los grupos (Chi2 35,41; p 0,000): El estilo
“anárquico” está representado en exceso en el GE y escasamente representado en el GC.
El estilo “democrático” está representado en exceso en el GC y escasamente
representado en el GE. El estilo “autoritario” es comparable en los dos grupos (Tabla
37).
Aplicación de la norma. Hay diferencias entre los dos grupos (Chi2 64,42; p 0,000): En
el GE, aunque predomina la aplicación flexible de la norma (42,2%) la suma de la
forma “imprevisible” y en menor proporción la “rígida” representan a 58,8% de la
muestra, mientras que el GC predomina la “flexible” y están escasamente representadas
la “imprevisible” y la “rígida” (Tabla 37).
Sanción de la norma. Ambos grupos puntuaban de forma similar en la forma que tienen
de sancionar las normas que se dan, si bien es algo más frecuente la sanción “flexible”
(40,7% vs. 28,1%) en el GC y la forma de sanción “sin consecuencias” (29,6% vs.
142
Resultados
GE GC Prueba
Variables (N y %) (N y %) Significación
Liderazgo
Padre 26 (19,3) 19 (14,1) Chi2 22,00
Madre 60 (44,4) 79 (58,5) P 0,000
Los dos 21 (15,6) 32 (23,7)
Ninguno 28 (20,7) 5 (03,7)
Aplicación norma
Rígido 26 (19,3) 9 (06,7) Chi2 64,42
Flexible 57 (42,2) 119 (88,1) P 0,000
Imprevisible 52 (38,5) 7 (05,2)
Sanción norma
Rígido 23 (17,0) 21 (15,6) NS
Flexible 38 (28,1) 55 (40,7)
Imprevisible 19 (14,1) 17 (12,6)
Sin consecuencias 57 (42,2) 40 (29,6)
3.3. Límites
Control del Padre sobre el joven. Hay diferencias significativas (Chi2 7,46; p 0,024): En
el GE están representados en exceso los padres distantes con respecto al GC, y en
defecto los “cercanos” mientras que en el GC ocurre lo contrario: en exceso los
cercanos y en defecto los distantes (Tabla 38).
143
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
GE GC Prueba
Variables (N y %) (N y %) Significación
Control Materno
Controladora 63 (46,7) 52 (38,5) Chi2 25,39
Cercana 48 (35,6) 80 (59,3) P 0,000
Distante 24 (17,8) 3 (2,2)
Control Paterno
Controlador 26 (19,3) 21 (15,6) Chi2 7,46
Cercano 45 (33,3) 67 (49,6) P 0,015
Distante 64 (47,4) 47 (34,8)
Afrontamiento
Falta percepción problema 44 (32,6) 3 (02,2) Chi2 57,20
Percepción de habilidades 64 (47,4) 119 (88,1) P 0,000
Percep. de falta habilidades 27 (20,0) 13 (09,6)
3.4. Alianzas
Se recodifican las alianzas del paciente con otros miembros de la familia en a) con la
madre, b) con el padre, c) con hermanos y d) con otros. En estas condiciones son
significativamente distintas en los grupos de estudio y control (Chi2 22,58; P 0,000): En
el GE menos de los esperados tienen alianzas con hermanos y con otros. Lo contrario
sucede en el GC, más de los esperados tienen alianzas con hermanos y con otros.
También en el GE más de los esperados tienen alianzas con la madre y más de los
esperados no tienen alianzas. La situación complementaria se da en el GC (Tabla 39).
144
Resultados
GE GC Prueba
Variables (N y %) (N y %) Significación
Del paciente
No tienen 79 (58,5) 59 (43,7) Chi2 22,58
Con la madre 38 (28,1) 26 (19,3) P 0,000
Con el padre 7 (05,2) 10 (07,4)
Con hermanos 9 (06,7) 28 (20,7)
Con otros (tíos, primos…) 2 (01,5) 12 (08,9)
Del hermano/a
No tienen 126 (93,3) 114 (84,4) Chi2 9,81
Con la madre 6 (04,4) 16 (11,9) P 0,020
Con el padre 1 (00,7) 5 (03,7)
Con hermanos 2 (01,5) 0 (00,0)
De otros
No tienen 134 (99,3) 129 (95,6) NS (P 0,056)
Padre-Madre 1 (00,7) 6 (04,4)
Tabla 39 Alianzas
3.5. Coaliciones
Las coaliciones del paciente son distintas para los dos grupos (haciendo la misma
observación sobre la validez). Apuntarían a que en el GE abundan más de lo esperado
las coaliciones con la madre mientras que en el GC están escasamente representadas
(Tabla 40).
145
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
GE GC Prueba
Variables (N y %) (N y %) Significación
Del paciente
No tienen 115 (85,2) 134 (99,3) Chi2 19,45
Con la madre 16 (11,9) 0 (00,0) P 0,000
Con el padre 3 (02,2) 1 (00,7)
Con hermano mismo sexo 1 (00,7) 0 (00,0)
Del hermano/a
No tienen 131 (97,0) 135 (100,0) NS
Con la madre 1 (00,7) 0 (00,0)
Con otros 3 (02,2) 0 (00,0)
Tabla 40 Coaliciones
146
Resultados
GE GC Prueba
Variables (N y %) (N y %) Significación
Organización comidas
Excesiva 14 (10,4) 7 (05,2) Chi2 43,82
Adecuada 72 (53,3) 120 (88,9) P 0,000
Nula 49 (36,3) 8 (05,9)
Preocupación imagen
Alta/ Excesiva 26 (19,3) 38 (28,1) Chi2 84,28
Intermedia 31 (23,0) 88 (65,2) P 0,000
Escasa 78 (57,8) 9 (06,7)
147
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
148
Resultados
TIPO DE TCA
Organización Anorexia Bulimia TCE NE
de las comidas N (%) N (%) N (%) Prueba; Signif.
Excesiva 12 (15,2) 1 (03,6) 1 (03,6) Chi2 16,00
Adecuada 47 (59,5) 16 (57,1) 9 (32,1) P 0,003
Nula 20 (25,3) 11 (39,3) 18 (64,3)
Tabla 43 Organización de las comidas según tipo de TCA
Si hacemos intervenir todas las variables que han resultado ser significativamente
distintas en un grupo y otro (actitudes maternas –distanciamiento, vínculo y control- y
paternas -distanciamiento, vínculo y control-; jerarquías –liderazgo, estilo del líder,
aplicación de la norma, capacidad de afrontamiento-; organización de las comidas,
preocupación por la dieta, preocupación por la imagen, expresión emocional y relación
afectiva de los padres; dejamos fuera alianzas y coaliciones por ser poco manejables),
y construimos un modelo de regresión logística en busca de factores que puedan
pronosticarnos un TCA, siguiendo un método de selección de variables “por pasos
adelante condicional” según la significación de los coeficientes de regresión y con
criterio de entrada para los pasos de 0,1 y de salida 0,2, el programa estadístico acaba
incluyendo en seis pasos las variables aplicación de la norma, capacidad de
afrontamiento, preocupación por la dieta, preocupación por la imagen, quien se
preocupa por la imagen y expresión emocional y elimina todas las demás.
149
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Pronosticado
Porcentaje
GRUPOS EN ESTUDIO correcto
GC GE
Observado
GRUPOS EN ESTUDIO GC 122 13 90,4
GE 22 113 83,7
Porcentaje global 87,0
a El valor de corte es ,500
Tabla 45 De clasificación (a). Regresión logística sobre TCA si/no
150
Resultados
sea el “padre” y que la preocupación por la imagen sea “alta”. En la columna Exp B” de
la tabla podemos ver la cantidad del efecto protector o de riesgo. Los valores mayores
de 1 serían de riesgo y los menores de 1 de protección.
Hemos derivado variables dicotómicas para estudiar por separado cada uno de los
trastornos de la alimentación (anorexia si/ no; bulimia si/ no; TCA NE si/ no; TCA
purgativo si/ no y TCA no purgativo o restrictivo si/ no) y hemos computado
regresiones logísticas por el mismo procedimiento que el descrito anteriormente con el
fin de analizar si en cada uno de ellos implicaban mayor riesgo otras variables distintas.
Los resultados aparecen en las tablas que aparecen a continuación.
151
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Pronosticado
ANOREXIA Porcentaje correcto
Observado NO SI
ANOREXIA NO 168 23 88,0
SI 36 43 54,4
Porcentaje global 78,1
a El valor de corte es ,500
Tabla 47 de clasificación (a). Regresión logística sobre anorexia si/no
Tabla de clasificación(a)
Pronosticado
BULIMIA Porcentaje correcto
Observado NO SI
BULIMIA NO 239 3 98,8
SI 25 3 10,7
Porcentaje global 89,6
a El valor de corte es ,500
Tabla 49 de clasificación(a). Regresión logística sobre bulimia si/no
152
Resultados
Para el TCA NE el modelo de regresión logística selecciona tres variables (Tabla 50);
creación de la norma, aplicación de la norma y organización de las comidas. La
primera se porta como factor de riesgo en su categoría “autoritario” (4,2 veces más
riesgo que la categoría de referencia (democrático); la segunda (aplicación de la norma)
igualmente como factor de riesgo en su categoría “rígido” (hasta 4 veces más) en
relación a “flexible” y la tercera (organización de las comidas) igualmente como factor
de riesgo en su categorías “nula” (6,1 veces más) con relación a la referencia
“adecuada”. El modelo clasificaría un 90,4% de los sujetos.
Pronosticado
TCA NE Porcentaje correcto
Observado NO SI
TCA NE NO 242 0 100,0
SI 26 2 7,1
Porcentaje global 90,4
a El valor de corte es ,500
Tabla 51 de clasificación(a) regresión logística sobre TCA en si/no
153
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Pronosticado
TIPO PURGATIVO Porcentaje correcto
Observado NO SI
TIPO PURGATIVO NO 167 16 91,3
SI 47 40 46,0
Porcentaje global 76,7
a El valor de corte es ,500
Tabla 53 de clasificación(a). Regresión logística sobre TCA purgativo si/no
154
Resultados
Pronosticado
TIPO RESTRICTIVO Porcentaje correcto
Observado NO SI
TIPO RESTRICTIVO NO 209 13 94,1
SI 35 13 27,1
Porcentaje global 82,2
a El valor de corte es ,500
Tabla 55 de clasificación(a). Regresión logística sobre TCA no purgativo o restrictivo si/no
155
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
156
Discusión
CAPÍTULO 5
DISCUSIÓN
157
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
158
Discusión
El análisis de los resultados ofrece numerosas diferencias entre los dos grupos
familiares que componen el GE y el GC. Muchas de ellas son esperadas en el sentido de
que ya han sido observadas en la literatura científica consultada cuando emprendimos
esta tarea, otras no han confirmado las conclusiones de esos autores y algunas nos han
sorprendido. Para una mayor claridad hemos considerado más oportuno en esta
discusión analizar cada una de las variables por separado, siguiendo el orden en que se
realizó en el protocolo.
En una primera aproximación podemos afirmar que ambos grupos de familias son
dispares y representan distintos modelos estructurales familiares, que como es de
esperar, conviven en nuestro medio social. Entre ellos hay algunas estructuras que son
funcionales y otras que lo son menos, y de estas algunas pueden ser creadoras de
patología. Sin embargo, todas estas estructuras se encuentran tanto en el grupo de
familias de estudio como en el de control, aunque ninguna de este último ha producido
sintomatología ni diagnósticos entre los miembros de la familia nuclear, al menos hasta
la actualidad, pues esa es la condición para poder formar parte de ese grupo. Este hecho
indica la complejidad de una tarea en la que además de la gran cantidad de fenómenos
familiares que se observan y lo sutiles que son, es difícil separarlos de los numerosos
elementos extrafamiliares que pueden influir en la aparición y el mantenimiento de estos
trastornos tal y como pudimos analizar en el capítulo dedicado a la etiopatogenia.
Entonces, la primera idea que toma cuerpo es que la estructura familiar tiene una gran
importancia en el desarrollo de las personas, pues determina cómo sus miembros se
representan el mundo y las relaciones interpersonales. Representación que puede
traducirse, en el caso del individuo, en que éste haga una introyección de objetos
persecutorios, y en el del grupo familiar, en que sus miembros compartan una realidad
enloquecedora establecida sobre unos vínculos que a veces, y por alguna razón, atrapan,
mientras que en otras, por diferentes causas, no lo hacen. En consecuencia, vemos que
hay estructuras que son un factor necesario para crear patología, aunque no suficiente, y
se requerirán otros factores extrafamiliares para que aparezca el trastorno. Por otra
159
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Otra idea que va creciendo es que en los dos grupos de familias analizadas se reflejan
las características propias de la posmodernidad. Siendo familias en las que predomina el
individualismo y donde las relaciones que se establecen entre sus miembros tienden a la
horizontalidad y a la cercanía. Con la incorporación de las madres al mercado laboral
los valores tradiciones y la autoridad se ha ido debilitando, y el liderazgo del padre ha
sido cedido a la madre. Estos cambios de roles dan lugar a unos padres desorientados
por la ambivalencia que sienten hacia el rol que desempeñan, produciéndose un
aumento en las exigencias individuales y familiares, un mayor narcisismo y por
consiguiente más sentimientos depresivos.
Junto a estas características, que impregnan a todas estas familias, se encuentran otras
estructuras que conservan algunos elementos de la familia patriarcal, pero que se
encuentran desautorizadas por la realidad social compartida para ejercer los valores más
adaptativos que conservan.
Pasamos a continuación a discutir los resultados que hemos obtenido, analizando cada
variable por separado.
1. VARIABLES DEMOGRÁFICAS
160
Discusión
Es de reseñar que nuestro GE está compuesto por menos varones de los esperados según
la literatura consultada, 4,44% vs 10% (Fosson, 1987, Higgs, 1989), lo cual puede
deberse a las características propias de nuestro medio, un núcleo urbano mediano, con
costumbres arraigadas de tendencia conservadora y donde existe un moderado-alto
control social.
Las familias con un solo hijo en nuestro estudio suponen el 19% frente al 38% del
existente en la población española. Esta diferencia debe ser atribuida a que en el diseño
del estudio excluimos a aquellas familias con solo un hijo que aún no ha llegado a
cumplir 14 años. Este grupo en la pirámide poblacional española supone entorno al
15%, de forma que si comparamos nuestras familias con las de la población general
excluyendo ese rango de edad los porcentajes se acercan notablemente: 19% vs. 23%.
Hasta aquí nuestras familias son representativas de la población española, sin embargo,
las familias con 2 hijos del GE son el 54% frente al 45,5% la población española, y las
familias de 3 y 4 miembros el 38,05% a diferencia del 16,5% que notifica el Instituto
Nacional de Estadística (INE).
161
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Estos datos indican que las familias estudiadas tienen un mayor número de miembros de
lo esperable con respecto a la composición de la población española según datos del
INE. Más de un tercio son familias numerosas, y esto es más del doble que en la
sociedad en la que estamos insertados. Ahora bien, los casos del GE son todos los que
se admitieron a tratamiento por TCA en atención especializada en la Provincia de
Burgos durante el período de observación y, aunque no podamos excluir otras razones
que justifique esta diferencia (que los pacientes de familias de menor tamaño no acudan
a tratamiento, o no sean derivados a psiquiatría por una menor gravedad u otras causas),
muchos de ellos proceden de famillas numerosas de 3 o más hijos. Este último
planteamiento no ha podido ser contrastado por no haber datos en la literatura revisada
que lo apoyen o contradigan.
2. Antecedentes familiares
Los antecedentes psiquiátricos en la familia también han sido señalados, ya como causa,
o bien como favorecedores de los TCA. Minuchin (1978) observó que entre las familias
con TCA, se dan principalmente, los trastornos afectivos en las madres, y el
alcoholismo, drogadicción, obesidad y/o presencia de abuso sexual en algún otro
integrante de la familia. Apoyando estos datos, Sayin (2004) apunta a la presencia de
unos padres inestables emocionalmente y unas madres dependientes. También se ha
señalado que un 60% de las madres de anoréxicas tenían antecedentes de amenazas y
tentativas de suicidio, y con mucha frecuencia episodios depresivos durante la lactancia
de la hija pre-anoréxica, que podría haber impedido la empatía necesaria entre la niña y
su madre (Selvini, 1999).
Todo ello encaja bien en las teorías psicodinámicas, desde ese punto de vista, la función
materna, se realizaría a través de cinco acciones-actitudes: acoger al bebé, reconocerle
como distinto, disfrutar con él, valorarle y nutrirle. Estas acciones se pueden llevar a
cabo con cierto grado de maduración de la madre y la presencia de un padre capaz de
dar seguridad y garantizar, en un segundo momento, la necesaria separación madre-hijo.
En los TCAs, al igual que en otras patologías de la identidad, esta madre y su función
habría sido mal introyectadas, de manera que una identificación persecutoria o
163
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
negligente con esa figura materna, tendría como consecuencia que en el futuro, cuando
la preTCA tenga que afrontar aquellas situaciones de la vida en las que tiene que poner
en marcha esa función materna para adaptarse no podrá sentirse acogida ni reconocida,
tampoco se sentirá valiosa, y se representará a sí misma como un cuerpo, excluyendo
toda otra cualidad que no sea esa insatisfactoria corporeidad, ni tampoco podrá
alimentarse de los nutrientes ni de las experiencias, las cuales son vividas como
amenazantes o excesivamente exigentes.
Todo ello indica que las familias del GE tienen una mayor carga patológica en el ámbito
psiquiátrico que las controles, tanto si tomamos como referencia el número de casos en
la familia, como si evaluamos el grado de parentesco (3.67 vs. 2,1) tomando la media de
los índices de cercanía que elaboramos tal y como se explicó en el capítulo de
resultados.
Los cinco trastornos más frecuentes entre los familiares del grupo TCA frente al GC son
los trastornos afectivos (36,3% vs. 28,1%), seguidos del alcoholismo (12,6% vs. 5,9),
los TCA (10,4% vs. 3,7%), los Trastornos de la Personalidad (9,6 vs. 3,0% ), y
Trastornos de Ansiedad (8,9% vs. 0,0%). Estos datos son coincidentes con los
encontrados en nuestra revisión para los trastornos afectivos (Theander, 1970, Woodsi-
de, 1993; Chinchilla, 1994; Bousoño, 1994; Schmidt, 1997; Fairburn, 1999; Schmidt,
1999; Moorhead, 2003), para los trastornos de ansiedad (Kasset, 1989; Halmi, 1991;
Halmi, 2001) y para los TCAs (Theander, 1970; Crisp, 1974; Kalucy, 1977; Strober,
1985; Woodside, 1993; Moorhead, 2003; Ochoa de Alda, 2006).
164
Discusión
Pero si lo que tenemos en cuenta es el índice de cercanía tienen más peso los Trastornos
de la Personalidad, seguidos de la Ludopatía, el Alcoholismo, los Trastornos de
Ansiedad, los Trastornos Afectivos, mientras que los TCAs ocupan el noveno lugar en
el GE.
GE GC
Índice de Índice de
Antecedente N Cercanía Antecedente N Cercanía
1 T. Personalidad 14 5,21 1 Alcoholismo 8 3,38
2 Ludopatía 2 5 2 Demencia 24 3,33
3 Alcoholismo 18 4,67 3 Ludopatía 2 3
4 Ansiedad 13 4,15 4 Drogadicción 6 2,83
5 Afectividad 49 4,06 5 T. Personalidad 4 2,75
6 T. del desarrollo/ R.M. 2 3,5 6 Afectividad 38 2,71
7 TDAH 6 3,33 7 Psicosis 9 2,11
8 Demencia 3 3 8 T. del desarrollo/ R.M. 6 2
9 TCA 16 2,75 9 TCA 6 1,33
10 Drogadicción 8 2,5 10 Ansiedad 0 ….
11 Psicosis 9 2,22 11 TDAH 0 …
Tabla 57 Peso de los antecedentes psiquiátricos familiares según índice de cercanía
Esta tabla ilustra como los índices de cercanía son muy superiores en el GE comparados
con los del GC, además hay grandes diferencias en el peso de los diferentes trastornos,
así y aunque los del área de la afectividad son los más numerosos, si atendemos a la
cercanía, pasan a un quinto y a un sexto puesto entre las familias del GE y el GC
respectivamente. Sin embargo, los trastornos de la personalidad y la trastornos por
dependencia (alcoholismo, ludopatía), siendo menos numerosos, afectan a personas más
cercanas en el entorno familiar de los sujetos de nuestro GE.
Los TCAs se han situado en noveno lugar en la tabla 57, siendo mucho más frecuentes y
con el doble de puntuación en el índice de cercanía entre las familias del GE en
comparación con el GC
165
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Son datos difíciles de interpretar, pero podría indicar que la crianza en el contexto de
unas relaciones rígidas o inseguras podría tener una influencia en el desarrollo de los
TCAs, que vendría dado por la mayor presencia de trastornos de la identidad en las
personas más cercanas, pero al mismo tiempo hacen referencia a un entorno depresivo.
166
Discusión
167
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
100
80
60
40
Porcen ta je
20
0
NO SI
ABUSOS SEXUALES
Este dato confirma que los abusos sexuales son más frecuentes entre la población TCA,
y que aunque las muestras de pacientes restrictivas y purgativas son diferentes en
número, (65,2% vs. 34,8%) se dan más entre las formas purgativas, existiendo
diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupo.
Si tenemos en cuenta, más allá del simbolismo sexual que sugiere el vómito o la
inanición, que las formas purgativas se encuentran con más frecuencia entre las familias
más desestructuradas, podríamos afirmar que los abusos sexuales son menos frecuentes
en las familias estructuradas (GC y otras), algo frecuentes en las familias rígidas o semi-
estructuradas (restrictivas) y con más frecuencia entre las familias desestructuradas
(purgativas).
168
Discusión
5. ESTRUCTURA FAMILIAR
5.1. Subsistema
Como hemos visto, el clima familiar es para algunos autores el principal predictór de los
TCA, y ha sido descrito como el resultado de familias unidas patológicamente,
evitadoras de conflictos y temerosas de un mundo exterior ante el que guardan las
apariencias, pero que son incómodas para los que las habitan pues están centradas en la
discrepancia con la paciente (Weinreich, 1985; Scheff, 1989; Trojovsky, 1995;
Wewetzer, 1996; Laliberte, 1999). En palabras de Minuchin son familias caracterizadas
por el aglutinamiento, la sobreprotección, la rigidez y la evitación del conflicto, que
consiguen mantenerse unidas gracias a que la paciente ocupa el rol central (Onnis,
1990).
Para analizar estos aspectos, en nuestro estudio se trató de evaluar las relaciones de los
padres con sus hijas pacientes, clasificándolas en función de la dedicación que tenían, la
169
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Como luego veremos, no parece ser que el hecho de que la madre trabaje o no, o esté
más o menos tiempo dedicada a los hijos, proteja de que aparezca un TCA, sino, más
bien, el cómo ejerce su función.
170
Discusión
En este apartado hemos querido evaluar en qué lugar del orden de prioridades de las
madres se encuentran la relación con sus hijos, pero la ausencia de datos numéricos en
la literatura revisada nos impide comparar nuestros resultados con otros estudios, por lo
que nos atendremos solo a los datos que hemos obtenido. Existen diferencias
estadísticamente significativas entre las familias TCAs y las del GC. Entre las primeras
predomina la actitud “complaciente” (60% vs 37%), entendida esta como un estilo
pasivo, que rechaza y delega sus propios deseos y necesidades en pos de satisfacer los
de los demás y “egoísta” (11,9 vs. 2,2) que engloba a las madres que imponen sus
deseos sin tener en cuenta las necesidades de los otros, a diferencia de las madres del
GC, que muestran una actitud “responsable” (en la que tienen en cuenta las necesidades
de su familia, a la vez que las propias, atendiendo al interés del grupo familiar). La falta
del reconocimiento de la diferencia entre el hijo y sí misma entre las madres del GE
queda reflejada en estos dos tercios de madres “complacientes”, que apuntan ya a su
dificultad para marcar límites en la educación de sus hijos. No es desdeñable tampoco
ese tercio de madres “complacientes” del GC que podría indicar la pérdida de prestigio
de la autoridad en la sociedad de consumo posmodernista, si bien, no tenemos datos
sobre cómo se comportaban en este sentido las madres durante la primera mitad del
siglo pasado.
En nuestro estudio la forma de vincularse de las madres de pacientes con TCA se define
mayoritariamente como “excesiva” (con ansiedad de separación, dependencia diádica
madre-hija, basada en vínculos inseguros) y “baja” (con vínculos ambivalentes y poco
afecto), frente a la actitud “adecuada” (vínculos seguros) que es más frecuente entre las
madres del GC.
171
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
entregarse, y que desde esa seguridad se aventura a explorar y a interactuar sin miedo
buscando lo que desea, confiada en que su conducta depende fundamentalmente de sí
misma y de su propio esfuerzo e iniciativa, sintiéndose libre al elegir sin excesiva
necesidad de competir o de ser reconocido y sin temor a compartir o a ponerse en el
lugar del otro, de forma que las experiencias se incorporan como parte del propio
repertorio sin vergüenza de sí.
Como vemos, en el grupo de madres que pertenecen a una familia sin trastornos
psiquiátricos entre los miembros de su familia nuclear predomina una forma de
vinculación que hemos denominado “segura” (67,4%), sin embargo entre ellas también
encontramos las formas de vinculación “excesiva” y “baja” (26,7% y 5,9%
respectivamente), lo que indicaría que algún factor propio del niño o de la relación
padre-hijo u otras influencias como las del orden social etc., pueden influir en desarrollo
de la patología o como en el caso de este 32,6% de familias atenuando el riesgo de
padecerlas.
Es de reseñar que la relación padre-hijo tiende a ser minimizada, sin embargo cuando
tratamos sobre un grupo de pacientes con conflictos del orden histérico-narcisista
estaríamos cometiendo un grave error dada la importancia que tiene.
Como ya señalamos anteriormente una madre poco cariñosa es entre las posibles causas
de insatisfacción de los adolescentes con su familia la que tiene mayor peso (Chamblás,
2000), y las madres de TCAs han sido descritas como sobreprotectoras, sobreimplicadas
y muy dependientes, con dificultades de separación y falta de límites (Sayin, 2004) o
fuertes, rígidas y dominantes, pero al mismo tiempo poco cálidas (Selvini, 1999). Esta
ambivalencia, mezcla de escaso afecto, si no rechazo, con sobreprotección (Steiger,
1989; Onnis, 1990; Suzuki, 1994; Palmer, 1998; Cava, 2003; McDermott, 2010;
Swanson, 2010), daría lugar a una relación del paciente con su madre caracterizada por
172
Discusión
Este patrón diádico de relación madre-hijo también está presente en el 65,1% de las
madres de familias con TCAs (44,4% vinculación “excesiva” y 20,7% “baja”). En
nuestros resultados el 34,8%, de estas familias no tienen ese tipo de vínculo, pues se
trata de madres que se vinculaban desde una relación segura y de reconocimiento del
otro, dicho de otra manera, un tercio de las madres de TCAs tienen una vinculación
“adecuada” y esta relación no puede proteger a sus hijas de sufrir el trastorno. Esta
conclusión abunda en la idea de que no podemos simplificar un fenómeno tan complejo.
173
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
El tiempo dedicado por los padres al cuidado de sus hijos siempre ha sido menor que el
que han empleado las madres, y esto se refleja en las familias que hemos estudiado.
Entre los padres la dedicación “exclusiva” a los hijos es residual (2,2% GE y 0,7% GC)
174
Discusión
frente a las madres que es cerca de la mitad. Estas cifras se invierten en el subgrupo con
dedicación “escasa” que es residual para las madres y que en los padres se da en un
35,6% entre el GE y 45,9% entre el GC. Nótese que son más los padres que dedican
poco tiempo a sus hijos en el GC que en el GE, y aunque las diferencias no sean
estadísticamente significativas, esta diferencia de un 10% indicaría que, frente a la idea
que se ha ido generalizando en las generaciones más jóvenes de que un buen padre solo
lo es cuando dedica mucho tiempo a sus hijos, lo importante no es el cuánto, sino el
cómo se realiza esa función.
No obstante, nuestros datos confirmaban la idea de que los padres cada vez se
incorporan más al cuidado de sus hijos, pues más de la mitad de ellos concilian
razonablemente su trabajo con el cuidado de estos (62,2% GE y 45,9% CG),
probablemente como consecuencia de la incorporación de las mujeres al mundo laboral
en igualdad con los varones.
Como las madres, la actitud de los padres del GE era mayoritariamente “complaciente”
y “egoísta” (28,1% y 37% respectivamente), aunque, como era de esperar, las madres de
ambos grupos estudiados son en mayor proporción “complacientes” y los padres más
“egoístas”, posiblemente como consecuencia, por una parte de los diferentes patrones
educacionales que aún se aplican a ambos sexos (difíciles de cambiar debido a la
preferencia edípica que por el varón siente la madre y la posibilidad de embarazo a
pesar de los métodos anticonceptivos), y por otra, por la mayor distancia a la que se
sitúan algunos padres, que les permite aplicar la norma sin sentir el castigo o la
privación en la propia piel. Estos resultados son coincidentes con los encontrados por
Suzuki (1994) o Sayin (2004) que describían a los padres como distantes, inestables
emocionalmente y con rasgos narcisistas.
175
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
La vinculación padre-hijo es siempre más compleja pues pasa por distintas vicisitudes
que en los tiempos posmodernos son más difíciles de encarar, dado el debilitamiento
social a que está sometida la función que tradicionalmente se le atribuía, pero que en
algunas de sus partes sigue siendo imprescindible para estructurar la salud mental de su
prole.
En los primeros momentos de la vida del bebé, el padre no existe como hecho
psicológico, siendo su figura asimilada a la madre. Solo con la llegada del conflicto
edípico aparece como rival u objeto de deseo, y es entonces cuando es representado
como el mensajero de la realidad. Se impone el mundo tridimensional de lo real y de las
consecuencias sobre el mundo diádico del deseo, y por primera vez es vivido como
padre, con la función inexcusable de separar al hijo de su madre. Difícil y contradictoria
tarea, pero fundamental, pues gracias a ella se introyectan las normas y sus
consecuencias internas, los valores y el ideal del yo, tan conflictivos para nuestros
pacientes con TCAs.
Así, vemos que aunque en la satisfacción de los adolescentes con su ambiente familiar
el afecto de los padres ocupa un segundo lugar, por detrás del de las madres, como
resultado de una cercanía que es prioritaria para que éstas puedan cumplir su función
(Chamblás, 2000), también hay un período del desarrollo en el que el niño-adolescente
necesita al padre lejos, fuerte y temido para crecer y estructurarse como ser social.
Este segundo lugar en el afecto puede dar lugar en la sociedad posmoderna a una gran
ambivalencia con el rol que se otorga a los padres tras perder estos la compensación que
suponía poseer el lugar del poder, faltos ya de las idealizaciones que permitía la
distancia.
176
Discusión
Curiosamente, apenas difieren las cifras con las que obtuvimos de las madres, excepto
en la forma de vinculación “baja” que es más frecuente entre las madres del GE
(20,7%), y superior a la de los padres de este mismo grupo (13,3%) y a la de ambos del
GC (5,9% Madres vs. 8,95 Padres)
Si atendemos a estos datos, la vinculación “baja”, que tal y como la definimos implica
rechazo del padre hacía el hijo parece tener, al menos en los TCAs, una influencia
mucho más determinante que el rechazo de la madre. Si tenemos en cuenta el modelo
antes descrito por Selvini, en el que la hija se vuelve hacia el padre ante el conflicto
conyugal, no es extraño que este rechazo paterno multiplique por un 14,7 el riesgo de
que una adolescente tenga un TCA (Cava, 2003). En él se conjuran la devaluación de lo
materno, (capacidad de ser acogido y reconocido, capacidad de disfrutar y explorar,
capacidad de alimentarse con la comida y las experiencias), que es previa y una
ambivalencia hacia lo paterno (normas que no protegen sino que persiguen, un amor
defraudado que se trasforma en un deseo de satisfacer inalcanzable y una exigencia sin
límite). La traducción clínica de estos movimientos en los TCAs sería del orden de lo
Histriónico-Narcisista: deseo rechazado y vacío interior, incapacidad de disfrutar del
alimento y de los otros a los que no se puede poseer, solo devorar y/o expulsar, de
sentirse reconocido, rechazo del cuerpo, de sí mismo y de las relaciones sexuales.
Desde este punto de vista, y a semejanza del modelo de Ferrer y Castro (2003) que
clasifican los TCAs según su origen, en endocrinos, intrapsíquicos, familiares y
sociales, en el plano del desarrollo psico-sexual nosotros podemos postular la existencia
de tres tipos de TCAs desde el punto de vista familiar:
177
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
2.- Superyoico-Restrictivo, que emerge del fallido vínculo padre-hijo de carácter más
edípico, y en el que habría una regresión a funcionamientos obsesivos.
En nuestro estudio, encontramos que la Expresión Emocional oscila entre los extremos
altos, (altas expectativas, altas exigencias, idealización, críticas frecuentes), el 53,3 %
de las familias, y muy bajo (ausencia de expectativas por desapego, ausencia de
exigencias), 10,4%, mientras que en el GC predominan unas expectativas más realistas
hacia sus miembros (“baja” 79,3% de las familias).
Estos datos indican que la comunicación familiar es muy difícil en 2/3 de las familias
con TCA, con un patrón de alta exigencia, que no tiene en cuenta las limitaciones o
dificultades personales de sus miembros o los ignora. En cualquiera de los dos casos,
esta conducta provoca un tipo de relación en los hijos de búsqueda de aprobación y por
tanto de dependencia que luego se acompañará de hostilidad. Si este rechazo en forma
de críticas y exigencias es puesto en el cuerpo de la niña con rechazo a su aspecto tendrá
un valor específico en la aparición del trastorno.
178
Discusión
Es obvio que una buena relación entre los padres es la mayor fuente de estabilidad y
seguridad familiar, factor necesario, aunque no suficiente, para el crecimiento de sus
hijos. Una relación positiva, además de facilitar la comunicación, es el terreno adecuado
para idealizar al otro miembro de la pareja que entonces será visto por los hijos como
alguien valioso y contribuirá a que al hacer suyos a los padres el hijo también se sienta
en valor (Chamblás, 2000).
Entre las familias que estudiamos, frente a la buena relación que presentan los padres
del GC, en las familias con TCA predomina el enfrentamiento o la relación distante (de
evitación del conflicto a costa de la renuncia al afecto y a la comunicación). Lo que
179
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
apoya la idea de Selvini (1991) de que las familias en que aparece una Anorexia
Nerviosa están formadas por parejas frágiles.
Como ya vimos, la estructura implica una organización y la constituyen las reglas que
ordenan y organizan las unidades que componen el sistema familiar, regulando las
pautas de interacción intrafamiliares y con los otros sistemas. Por tanto la estructura
determina el pensamiento, las interacciones y también las emociones de los miembros
de la familia, y regulan su funcionamiento global, pues predicen su forma de entender
las cosas y lo que es posible y no lo es, dotándoles de una identidad y una realidad. La
forman los subsistemas, los límites, las jerarquías, las alianzas y las coaliciones. En las
180
Discusión
siguientes líneas discutiremos los resultados obtenidos sobre las jerarquías y sobre como
gestionan los límites las familias de nuestras muestras.
En la actualidad, entre las familias españolas el 78% de los padres y 82% de las madres
se identifica con un modelo igualitario de pareja, en el que ambos trabajan y se reparten
las tareas del hogar, el cuidado y la educación de los hijos (Meil, 2005, 2006). Sin
embargo una cosa es el ideal asumido por el grupo social, otra la percepción de la
realidad y otra distinta es la percibida por un observador externo. Como hemos visto, en
nuestro estudio los entrevistadores apreciaron una realidad menos igualitaria, sobre todo
por la falta de compromiso de muchos varones. También hemos señalado las
dificultades del padre destronado para asumir su nuevo rol menos idealizado, más
comprometido con las tareas cotidianas y con menos poder. Lo cierto es que, más allá
de aquel ideal social del padre todo poderoso de tiempos pretéritos, no contamos con
datos que describan la realidad sobre quien ostentaba un liderazgo familiar que, en todo
caso, se sustenta siempre en la idealización que la madre haga del padre, pues, al menos
tradicionalmente es ella quien ha trasmitido lo que es el padre a los hijos. Parece lógico
entonces que ante esta equiparación de la tarea, esta idealización haya hecho descender
varios peldaños a ese padre idealizado que tiene que aprender a compartir su liderazgo.
Coincidiendo con esa previsión, hemos encontrado que de las 135 familias que
componen nuestro GC solo el 14,1% atribuyen el liderazgo familiar al padre, mientras
que el 58,5% se lo otorgan a la madre. La supuesta igualdad solo es válida para el
23,7% de las familias y un 3,7% residual a ninguno de los dos.
Las familias del GE son diferentes estadísticamente a las del GC y algo más
tradicionales, entre ellas el 19,3% dan el liderazgo al padre, y solo el 44,4% a la madre.
El modelo posmoderno aquí desciende al 15,6%, y como era de esperar, en este grupo
las familias sin líder, esto es, las menos estructuradas, son el 20,7%.
181
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
A la luz de este último dato, habría que reflexionar entorno a la idea de que el estilo de
liderazgo autoritario no siempre es rechazable, pues si bien el modelo democrático
debería facilitar un ejercicio responsable de nuestra conducta, cuando no se acompaña
de valores claros y consecuencias proporcionadas a nuestros actos, produce una
tendencia a la infantilización y a la justificación. Un estilo autoritario acompañado de
afecto y valores bien definidos en el final de la infancia y principio de la adolescencia
puede convertirse en una guía afectuosa muy estructurante, siempre que esta manera de
dirigir se vaya adecuando al proceso madurativo familiar y finalmente alcance la
autonomía individual y la democratización familiar. En este sentido es pertinente
recordar que Chamblás (2000) no encontró asociación entre el autoritarismo y la
insatisfacción familiar en los jóvenes, aunque los que vivían en un medio democrático
se sintieran más cómodos en sus casas.
Si miramos a la clínica, vemos que las familias con TCA se caracterizan por tener más
normas que las otras familias (Gillett, 2009), además los estilos de crianza más
autoritarios y permisivos se asociaban con más gravedad en los trastornos (Kuba, 2001;
Haycraft, 2009; Bonenberger, 1988), fiel reflejo de lo encontrado en nuestros grupos en
estudio.
¿Pero quién ejerce este estilo de liderazgo? Las madres en el GC son más
“democráticas” (69,9% vs. 36,8% “autoritarias”), mientras que en el GE se distribuyen
por tercios en los tres estilos autoritario-democrático-anárquico. Si analizamos a los
padres, en torno al 50% de ambos grupos adoptan un estilo “autoritario”, mientras que
182
Discusión
el 40% es “democrático” y muy rara vez el anárquico. Cuando lo ejercen ambos suele
ser “democrático”, aunque un tercio se muestran “autoritarios”.
Por tanto, estos datos reflejan que los padres, cuando ejercen el liderazgo, no eluden su
ejercicio y lo ejercen de forma democrática y autoritaria en proporciones parecidas. Sin
embargo las madres, aunque tienden a ser democráticas, una de cada tres se mantiene
en posiciones autoritarias y, entre las familias con patología, en igual proporción hacen
dejación de sus funciones. Cuando el liderazgo es compartido suele ser “democrático”.
Existe una clara diferencia en cómo se aplica la norma entre las familias del GE y del
GC. Estas últimas mayoritariamente lo hacen de una forma “flexible”, adecuándose al
individuo y sus circunstancias. En el GE menos de la mitad se muestran “flexibles”,
siendo frecuentes los estilos “imprevisible” (38,5) y “rígido” (19,3%).
Y no es extraño, pues las familias tienen una función de nutrir con afecto y otra
normativa que deben ser consistentes para que sea posible el crecimiento y la
individuación de sus miembros (Stierlin, 1984; Díaz Usandivaras, 1996). Un modelo
muy rígido aprieta como un corsé y puede impedir el crecimiento, pero unas normas
cambiantes e imprevisibles desorientan e impiden tomar una dirección en el desarrollo,
de forma que el mundo es vivido como poco seguro y predecible deteniéndose la
individuación y provocando patología.
183
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Este hallazgo indica dos cosas, por una parte que nuestra población no difiere de la
española, y por otra que en el castigo o en las consecuencias no debe estar aquello que
hace que una persona presente un TCA. Los resultados no apuntan hacia un modelo
educativo basado en el modelado y la sanción, sino a otro más cercano a los conflictos
afectivos.
Meil (2006) ya nos había dicho que el 74% de los padres españoles eran poco estrictos,
y que solo el 8% eran partidarios del castigo, y Elzo (2000) que el 43% de las familias
de nuestro país solo tienen de familia el nombre, por eso no es extraño que el 42% de
las familias del GC y el 56,3% de las del GEs no sancionen o sean imprevisibles en el
castigo de las faltas.
Esta actitud parece ser contraria a los intereses de los adolescentes que muestran más
insatisfacción familiar cuando los padres no se implicaban en la disciplina del hogar y
sobre todo cuando las normas y su sanción son imprevisibles (Chamblás, 2000).
184
Discusión
100 50
80 40
60 30
40 20
Porcentaje
Porcentaje
20 10
GE GC
Liderazgo no se ejerce liderazgo compartido por los dos padres
No hay diferencias en el sexo de los líderes cuando lo asume uno de
los dos
Estilo del líder (creación de la “anárquico” “democrático”
norma) estilo “autoritario” es comparable en los dos grupos
Aplicación de la norma “imprevisible” y en menor “flexible”
proporción “rígida”
Sanción de la norma No hay diferencias
Tabla 59 Jerarquía
5.3. Límites
La manera que tienen estas madres de ejercer el control es diferente en ambos grupos de
familias. En el GE, el 46,7% de ellas tienen una actitud “controladora” (excesivo
control, agobiante, sobreprotección que arropa excesiva e innecesariamente a los hijos),
y el 17,8% de la actitud “distante/alejada” (de bajo control, mantenerse ajena a las
necesidades de los hijos) frente al 35,6% de control “cercano” (control “adecuado”,
estar pendiente, pero respetando las decisiones responsables y propias de los otros).
Estos datos coinciden con los encontrados por Suzuki (1994) y Cava (2003),
185
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Las cifras se invierten en el caso del GC donde dos tercios ejercen el control “cercano”
y solo uno tiene una actitud “controladora”. Además, en este grupo el control materno
“distante” o “negligente” de la conducta de sus hijos prácticamente es residual (2,2%),
lo que resalta la importancia de la presencia materna, incluso cuando ésta no es de la
forma más adecuada, como factor de protección para la aparición de un TCA. Sin
embargo su sola presencia tampoco es suficiente, pues un tercio de nuestros TCAs
tienen una madre que ejerce un control “cercano”.
El control sobre la conducta de sus hijos parece ser la principal función que tenían
asignada los padres, además de la de ser el sustento familiar en las generaciones
anteriores. En los tiempos posmodernos esta función paterna ha cambiado y parecen
asumir un rol más de mediador y negociador. En nuestro GC solo la mitad de los padres
ejercen un control “cercano” sobre sus hijos, mientras un tercio se mantienen
“distantes”, la sexta parte restante actuaba de forma “controladora”.
Por su parte las familias con TCA se diferenciaron estadísticamente de las del GC, aquí
las cifras se invierten y el control paterno es “distante” en la mitad de la muestra
(47,4%), mientras solo un tercio ejerce un control “cercano” y el 19,3% restante era
excesivamente vigilante.
El comportamiento de los padres difiere en ambos grupos de las madres, las cuales están
mucho más “cercanas” que los padres, sobre todo en el GC, aunque sea chocando con
sus hijos.
186
Discusión
Las familias de nuestro grupo TCA son familias en las que se evitan los problemas, por
no tener habilidades de resolución para afrontarlos o simplemente por no ser conscientes
de su existencia, mientras que las familias del GC mayoritariamente tienen habilidades
de resolución de problemas.
En este sentido, los resultados son coherentes con los encontrados por Dare (1994) que
define a las familias con TCA como familias psicosomaticas: evitadoras de conflictos y
con “baja” expresividad emocional.
187
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
100
80
60
40
GRUPOS EN ESTUDIO
Porcentaje
20
GRUPO CONTROL
0 GRUPO DE ESTUDIO
No Perc Probl No Perc de Habilid
Perc de Habilidades
CAPACIDAD DE AFRONTAMIENTO
5.4. Alianzas
Las alianzas en la familia son entendidas como la unión de dos o más personas en pro
de realizar una actividad o compartir un interés común. De forma automática, cuando se
unen, se separan de los otros, esta separación protege el desarrollo de las funciones de
los subsistemas de fratría o conyugal, favorece la autonomía y evita las coaliciones
transgeneracionales.
Por tanto, las alianzas son sobre todo funcionales cuando ocurren entre miembros del
mismo subsistema familiar, por lo que supone de diferenciación de estos, y son el
vehículo de la individuación de sus miembros, de forma que cuando se da una alianza
188
Discusión
entre los padres, se alejan de sus hijos, permitiendo que estos puedan separarse
emocionalmente de sus padres. De la misma manera, la alianza entre hermanos se opone
a los padres, permitiendo el crecimiento. Las alianzas entre miembros de diferentes
subsistemas, por ejemplo, madre e hija, corren el peligro de no ser funcionales,
tendiendo a convertirse en coaliciones que impiden el crecimiento.
En nuestro GE, las alianzas madre-hija se dan en un 28,1% de los casos y son más
frecuentes que en el GC (19,3%), mientras que las alianzas padre-hijo, por el contrario,
son ligeramente más frecuentes en el GC. Pero lo que es muy significativo, y al hilo de
lo expresado en el párrafo anterior, es la gran diferencia en el número de alianzas entre
miembros de los subsistemas detectado entre ambos grupos, éste es mucho más
frecuente en el GC (25,1%) que en el grupo de familias con TCA (7,43%). Además, las
alianzas intersubsistemas también son más frecuentes en el GE (33,3% GE vs. 26,7%
GC). Este hecho indica la existencia de una organización en el grupo TCA que favorece
poco la separación de los padres, y la individuación y la asunción de responsabilidades
por parte de sus miembros.
5.5 Coaliciones
189
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Selvini (1991) ha propuesto una tipología para las familias con un miembro con
Anorexia nerviosa en función de las coaliciones que la niña anoréxica establece o no
con sus padres y determinan su estructura:
• Familia Tipo B: vínculo privilegiado con el padre que es rechazado por la madre.
Por tanto las Coaliciones son siempre indeseables, y en nuestras familias encontramos
diferencias estadísticamente significativas entre las del GC y las del GE. En el primero
las coaliciones son muy escasas (0,7%), mientras que entre las familias con TCA
ascendía al 14,8%, de las cuales un 11,9% son con la madre, cifra sensiblemente inferior
al 33,3% de Bonenberger (1988), que podrán encajar en el tipo A de Selvini (1991),
mientras que las alianza con el padre, del tipo B de Selvini sólo suponen un 2,2%.
A la luz de estos resultados, podemos decir que aunque estas coaliciones pueden ser un
factor importante en la génesis de algunos TCA solo están presentes en 1/7 de las
familias que hemos estudiado.
Grupo Experimental GC
Alianzas Más frecuente
Coaliciones con la Madre Más frecuente
Tabla 63Alianzas y coaliciones
190
Discusión
A pesar de lo dicho, hoy, por distintas razones, estos encuentros familiares se hacen
cada vez más excepcionales, y para ver la magnitud del fenómeno baste el dato de que
en torno al 33% de los padres y el 22% de las madres con un trabajo remunerado comen
fuera de casa en los días laborables, cifra que en las grandes ciudades llega al 43% para
los padres y al 28% para las madres (Meil, 2006), de forma que las comidas familiares
se han ido reduciendo a los fines de semana en el mejor de los casos y solo mientras los
hijos no son autónomos.
Lo cierto es que los dos grupos de familias de nuestro estudio se comportaban de forma
diferente, en el sentido de lo afirmado por los autores antes reseñados. Por un lado el
88,9% de las familias del GC tienen lo que hemos llamado una organización “adecuada”
de las comidas (ambiente relajado, la familia come junta, representando la comida un
momento de encuentro familiar). Por otro, en las familias del GE la organización
“adecuada” solo se da en 53,3% de la muestra, mientras que la “nula” organización de las
comidas se da en un 36,6% (entendida como: familias que no comen juntas, con TV
puesta, sin comunicación ni diálogo, ni un menú común para todos) y la “excesiva”
(excesivo control y organización materna durante las comidas, existe tensión durante la
191
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
comida por el cómo comer) en el 10,4%, lo que indica que el 46,7% de estas familias
tienen una conducta de riesgo.
140
120
100
80
60
40
GRUPOS EN ESTUDIO
Frecuencia
20
GRUPO CONTROL
0 GRUPO DE ESTUDIO
Excesiva Nula
Adecuada
ORGANIZACIÓN COMIDAS
Como hemos podido ver, los padres modelan la conducta alimentaria de sus hijos desde
una edad muy precoz (Toro, 2004), y los comportamientos, y creencias sobre los
alimentos es diferente entre las madres de hijos con TCA que entre las que no los tienen
(Cordella, 2009), quizás, porque aquellas tienen más problemas de peso y esto les
provoque más preocupación por la comida (Crisp, 1974; Kalucy, 1977; Minuchin, 1978;
Schwarz, 1997).
192
Discusión
También hemos visto que las madres preocupadas por el peso se convierten en un factor
de riesgo para que uno de sus hijos padezca un TCA (Pike, 1991; Levine, 1994;
Eisenberg, 1999; Smolak, 1999; Stice, 1999; Jacobi, 2001; Story, 2003; Mellin, 2004;
Allen, 2009; Canals, 2009; Tremblay, 2009; Reba-Harrelson, 2009; Tremblay, 2009;
Woldt 2010; CU, A VH, Cm B, RO., 2011), que es mayor si se asocia con rasgos
perfeccionistas en los padres (Woodside, 1993; Allen, 2009; Canals, 2009; Quiles
Marcos, 2009), pues las percepciones de estos sobre el peso de sus hijos son más
poderosas que el peso objetivo del cuerpo del niño para predecir el desarrollo de
trastornos de la alimentación (Allen, 2009). Estas presiones para que los hijos estén
delgados (Thelen y Corner, 1995; Edmund y Hill, 1999; Rodgers, 2009; Woldt, 2010),
siguiendo dietas lo sufren el 45% de las adolescentes, pero además el 58% reciben
críticas y burlas que se convierten en uno de los factores más poderosos para que se
inicien las conductas anormales en relación con la alimentación (Neumark-Sztainer,
2010).
Sin embargo, y frente a lo esperable, los padres de nuestros pacientes presentan una
preocupación por la dieta y la imagen corporal “escasa” (40% y 57,8% respectivamente),
predominando las familias en las que ninguno de los padres está interesado o preocupado
por su imagen o por lo que se come (53%). Este escaso interés puede reflejar el
alejamiento afectivo en que se encuentran. La “excesiva” preocupación por la dieta y la
imagen sólo se encuentra en aproximadamente un 20% de estas familias y corresponde
casi exclusivamente a las madres (31,9%), ya que solo un 3% de los padres muestra un
interés significativo por este tema y “ninguno de los dos” en el 53% de estas familias.
193
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
preocupadas por su imagen (42,5%), aunque también los padres muestran un interés
significativo en el 14,8%. Solo el 20% de estas familias parecen mantenerse
despreocupados por su imagen.
Gráfico 16 Preocupación de los Padres por su Imagen y qué Padre se precupa por la Imagen
GE GC
Organización de las Comidas “nula” y “excesiva” “adecuada”
Preocupación de los Padres por la Dieta “escasa” “intermedia”
Alimentaria
Preocupación de los Padres Por La Imagen “escasa” “intermedia”
Qué Padre se Preocupa Más por su Imagen ninguno “el padre” y “los dos”
Tabla 64 Otras variables relacionadas
194
Discusión
Sin embargo los pacientes con un TCA NE proceden de familias donde es más frecuente
que la aplicación de las normas se haga de manera imprevisible y se dé una mala o nula
organización a la hora de las comidas. En cambio, en las familias de los pacientes con
AN es poco frecuente que tanto la aplicación de la norma como su sanción sean
imprevisibles, mas bien, se sanciona de forma rígida, y apenas se da una organización
“nula” a la hora de las comidas. Por último, las familias de los pacientes con BN rara
vez se comportan de forma rígida a la hora de sancionar las normas.
En este sentido, Wilson (1982) y Di Pentima (1998) coinciden en señalar que el hecho
de que el lazo familiar sea más adecuado entre las AN-R que entre las ANcp y que estas
diferencias existían al comienzo de la anorexia, previo a cualquier efecto posible de la
terapia, lo que sugiere que su estructura está determinada por una diferente dinámica
familiar
195
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
En los resultados analizados en las páginas anteriores hemos podido reconocer que entre
las familias de nuestros pacientes hay dos de las características encontradas por
Minuchin: aglutinamiento caracterizado por la sobreprotección y la ausencia de límites
interpersonales, y en el polo opuesto otro perfil familiar caracterizado por el abandono
afectivo, donde los padres se mantienen centrados en sus propias necesidades y relegan
las de sus hijos con los que tienen un vínculo de baja intensidad y escaso control
materno de su conducta. En cualquier caso, podemos observar una mayor presencia de
las madres, muchas de las cuales tienen dificultad para reconocer a sus hijos como
distintos de sí mismas, y a unos padres distantes y poco comprometidos, similares a los
descritos en la literatura científica.
Hasta ahora hemos analizado por separado la relación de padres y madres con sus hijos,
sin embargo, la acción conjunta de ambos puede en unos casos agravar las diferencias
de las características del funcionamiento de uno de ellos en particular o neutralizarlas,
dando como resultado una familia funcional para el desarrollo psico-sexual de sus hijos
o no.
Entonces surge la pregunta, ¿cómo interactúan entre sí estas variables que describen la
relación padres-hijo, y cuál es el resultado de la unión de estos padres en el
funcionamiento familiar?, la respuesta no es fácil pues el análisis se hace más complejo.
Las variables de nuestro cuestionario que describen cómo es la relación entre los padres
y sus hijos, desde el punto de vista de la actitud de aquellos, son Dedicación, Distancia,
Vínculo y Control. Y dado que en cada padre y cada madre el resultado de la suma de
estas variables se concretaría en un estilo particular de ejercer la función paterna o
materna que sería más o menos eficiente para el funcionamiento familiar, optamos por
crear una nueva variable resultado de la suma de las cuatro enunciadas (Dedicación,
Distancia, Vínculo y Control) que describiera esa funcionalidad. El análisis de las
combinaciones de las cuatro variables con sus correspondientes tres categorías en los
196
Discusión
Esta variedad de estilos produce una gran dispersión de datos, por lo que los
reagrupamos en otros tres según la capacidad funcional que atribuimos a cada uno de
estos estilos. La forma en que definimos esta capacidad para desempeñar su función se
hace asignando a cada una de las categorías de cada variable un valor entre 3
posibilidades –1, 0 y +1. Consideramos valores positivos a aquellas categorías de la
actitud de los padres y madres que predominan en el GC, que en su conjunto reúnen una
organización más funcional y no han dado sintomatología psiquiátrica. Los valores
negativos se asignan a las categorías predominantes en el GE, menos estructurado y con
patología. Y el valor 0 a aquellas categorías en las que no hay diferencias significativas
entre ambos grupos.
Exclusiva 0
Dedicación Conciliación 0
Escasa -1
complaciente -1
Distanciamiento Responsable 1
Egoísta -1
Excesivo -1
Vínculo Adecuado 1
Bajo -1
Controladora 0
Control Cercano 1
Distante -1
Tabla 66 Índice de Funcionalidad
197
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Como decíamos antes, al estudiar las distintas categorías que componen las variables
que describen cómo era la relación entre los padres y sus hijos en su conjunto
encontramos 41 estilos de funcionamiento materno que agrupamos a través del índice de
funcionalidad en tres categorías (Funcional, Suficiente y Negligente, a continuación
describimos los 41 estilos:
198
Discusión
clasificación en la que resultó que el 57% de las madres del GE son definidas como
Negligentes frente a solo el 14,8% de las del GC, mientras que el 67,4% de las madres
de este último grupo son definidas como Funcionales frente al 32,6% del GE como
GE GC Total
N % GC % Total % Sign.
1 Funcional 44 32,6 91 67,4 135 50,0
2 Suficiente 14 10,4 24 17,8 38 14,1 Chi2
3 Negligente 77 57,0 20 14,8 97 35,9 52,489
Total 135 100 135 100 270 100 P 0,000
Tabla 68 Funcionalidad Materna
Como podemos ver, las madres de ambos grupos son en su conjunto diferentes,
199
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
De igual manera a como hemos hecho con las madres clasificamos a los padres en
función de las distintas categorías de las variables Dedicación + Distancia + Vínculo +
Control, obteniendo 45 estilos diferentes que también reagrupados por medio del Índice
de Funcionalidad en tres nuevas categorías (Funcional, Suficiente y Negligente) como
se expone en la tabla siguiente:
200
Discusión
Los 45 estilos paternos reagrupados resultan ser Negligentes en el 51,9% de los casos
del GE frente al 34,4% del GC, e inversamente, el 64,4% de los padres del GC son
Funcionales frente al 38,5% de los del GE. Vemos que nuevamente las familias de
GE GC Total
N % GC % Total % Sign.
1 Funcional 52 38,5 87 64,4 139 51,5
2 Suficiente 13 9,6 25 18,5 38 14,1 Chi2
3 Negligente 70 51,9 23 17,0 97 34,4 36,355
Total 135 100 135 100 270 100 P 0,000
Tabla 70 Funcionalidad Paterna
201
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Una vez definidos los padres y las madres como funcionales, suficientes y negligentes
por separado valoramos conjuntamente la funcionalidad de ambos padres, ya que las
deficiencias de uno de los padres podrían verse compensadas por la funcionalidad del
otro y viceversa. Cuando valoramos el padre o la madre como funcionales les
asignamos el valor +1, si los valoramos como Suficiente les damos el valor 0 y si ha
sido Negligente, el valor –1. La suma de estos valores determina la funcionalidad
parental.
202
Discusión
Distribuidas de esta manera, sólo el 22,2% de las parejas de padres del GE resultan
Funcionales frente 66,7 de las del GC. Otro 32,6% del GE tienen una capacidad
Suficiente frente al 23,7% del GC, y el 45,2% del GE son clasificadas como
Negligentes frente al 9,6% del GC. Las diferencias entre ambos grupos son
estadísticamente significativas.
GE GC
N % N % Sign.
Funcional 30 22,2 90 66,7
Suficiente 44 32,6 32 23,7 Chi2 63,030
Negligente 61 45,2 13 9,6 P 0,000
Total 135 100 135 100
Tabla 72 Funcionalidad parental I
Desde este punto de vista, un 54,2% de las familias con TCA tienen alguna capacidad
funcional frente al 90,4% de las del GC.
203
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
bien es algo mayor la de las madres en el GC y de los padres en el GE. Además, cuando
por sus cónyuges Funcionales. Esto supone el 22,2% de la muestra total. La división
GE GC
N % N %
Madres Negligentes + Padres Funcionales 21 15,6% 12 8,9%
Padres Negligentes + Madres Funcionales 15 11,1% 12 8,9%
Tabla 74 Compensación funcionalidad
Crear la variable funcionalidad parental nos permite analizar otros aspectos importantes
como la influencia del liderazgo en la capacidad funcional de las familias. Las familias
del GE y del GC son diferentes en lo que se refiere al liderazgo (Chi2 74,752; P ,000) (para
determinar esta diferencia hemos creado una nueva variable que resume Funcionalidad
Parental y Jerarquía, lo que hace posible analizar las diferencias entre el GE y GC en
204
Discusión
GE GC
Funcional Suficiente Negligente Funcional Suficiente Negligente
N % N % N % N % N % N %
Padre 8 30,8% 15 57,7% 3 11,5% 12 63,2% 5 26,3% 2 10,5%
Madre 10 16,7% 20 33,3% 30 50,0% 52 65,8% 20 25,3% 7 8,9%
Los Dos 10 47,6% 4 19,0% 7 33,3% 25 78,1% 5 15,6% 2 6,3%
Ninguno 2 7,1% 5 17,9% 21 75,0% 1 20,0% 2 40,0% 2 40,0%
Total 30 22,2% 44 32,6% 61 45,2% 90 66,7% 32 23,7% 13 9,6%
Sig. Chi2 31,715 Chi2 9,123
P ,000 P ,167
Sig. Chi2 31,715
P ,000
Tabla 75 Funcionalidad parental y liderazgo
Sin embargo, en el GE, las diferencias entre los subgrupos son significativas. Desde un
punto de vista numérico se aprecia una clara presencia de familias Negligentes en las
que el liderazgo lo ejerce la madre (10 veces más que cuando lo hacía el padre), seguido
por la ausencia de liderazgo. En cuanto a las familias con suficiente funcionalidad
predomina el liderazgo paterno y en las funcionales el compartido por ambos padres.
Estos datos apoyan el modelo psicodinámico que atribuye al padre la función de separar
a los hijos de su madre, para que ambos puedan salir de una forma psicológica de
relacionarse basada en el deseo e introducir en sus vivencias la realidad que conlleva
responsabilidad sobre los actos y sus consecuencias. Sin embargo, esta observación no
implica necesariamente una supremacía del modelo jerárquico sobre el horizontal, sino
que indica que este último es mucho más exigente para sus integrantes y la estructura,
pues cambios en sus reglas lo hacen virar a posiciones jerárquicas o lo convierten en
más disfuncional.
En este sentido, en ambos grupos hay más familias funcionales cuando el liderazgo lo
ejercen ambos padres, probablemente debido a que el liderazgo compartido exige un
205
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
mayor número de acuerdos, ceder a los deseos individuales, una mayor comunicación y
un buen clima y afecto entre los miembros de la pareja.
200 300
200
100
LIDERAZGO LIDERAZGO
100
NINGUNO NINGUNO
Porcentaje
MADRE MADRE
0 PADRE 0 PADRE
Funcional Suficiente Negligente Funcional Suficiente Negligente
GE GC
Func Sufic Neglig Func Sufic Neglig
N % N % N % N % N % N %
Autoritario
8 26,7% 17 38,6% 14 23,0% 20 22,2% 14 43,8% 4 30,8%
Democrático
17 56,7% 17 38,6% 9 14,8% 63 70,0% 15 46,9% 5 38,5%
Anárquico
5 16,7% 10 22,7% 38 62,3% 7 7,8% 3 9,4% 4 30,8%
Total 30 44 61 90 32 13
100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0%
2
Sig. Chi 29,486 Chi2 13,045
P ,000 P ,011
Sig. Chi2 70,333
P ,000
Tabla 76 Funcionalidad parental y estilo de liderazgo
206
Discusión
140 200
120
100
80
100
60
Porcentaje
Porcentaje
20
Democrático Democrático
0 Autoriario 0 Autoriario
Funcional Negligente Funcional Negligente
Suficiente Suficiente
GE GC
Func Sufic Neglig Func Sufic Neglig
N % N % N % Total N % N % N % Total
Autoritario 8 20,5% 17 43,6% 14 35,9% 100% 20 52,6% 14 36,8% 4 36,8% 100%
Democrático 17 39,5% 17 39,5% 9 20,9% 100% 63 75,9% 15 18,1% 5 18,1% 100%
Anárquico 5 9,4% 10 18,9% 38 71,7% 100% 7 50,0% 3 21,4% 4 21,4% 100%
2 2
Chi 29,486 Chi 13,045
Sig P ,000 P ,011
207
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
120 200
100
80
60 100
Negligente Negligente
Porcentaje
Porcentaje
20
Suficiente Suficiente
0 Funcional 0 Funcional
Autoriario Anárquico Autoriario Anárquico
Democrático Democrático
Si nos atenemos a cómo se aplica la norma, vemos que las familias funcionales son
este grupo podría ser excesiva. En este caso hay diferencias tanto entre los grupos como
GE GC
Func Sufic Neglig Func Sufic Neglig
N % N % N % N % N % N %
Rígido 6 20,0% 11 25,0% 9 14,8% 5 5,6% 3 9,4% 1 7,7%
Flexible 21 70,0% 19 43,2% 17 27,9% 83 92,2% 27 84,4% 9 69,2%
Imprevisible 3 10,0% 14 31,8% 35 57,4% 2 2,2% 2 6,3% 3 23,1%
Total 30 100% 44 100% 61 100% 90 100% 32 100% 13 100%
Sig. Chi2 22,352 Chi2 10,908
P ,000 P ,028
Chi2 88,024
P ,000
Tabla 78 Funcionalidad parental y aplicación de la norma
208
Discusión
140 200
120
100
80
100
60
Porcentaje
20
FLEXIBLE FLEXIBLE
0 RIGIDO 0 RIGIDO
Funcional Negligente Funcional Negligente
Suficiente Suficiente
¿Pero cómo sancionan la norma las familias según sea su funcionalidad? Una lectura
vertical de los datos de la tabla 79 nos muestra que las familias funcionales y con
GE, entre las familias negligentes, la cifra alcanza el 60,7%. No obstante, si observamos
las frecuencias, vemos que en el GC estos porcentajes son engañosos, pues el total de
GE GC
Func Sufic Neglig Func Sufic Neglig
N % N % N % N % N % N %
Rígido 6 20,0% 11 25,0% 4 6,6% 19 21,1% 3 9,4% 1 7,7%
Flexible 12 40,0% 14 31,8% 12 19,7% 39 43,3% 13 40,6% 3 23,1%
Imprevisible 5 16,7% 6 13,6% 8 13,1% 5 5,6% 8 25,0% 4 30,8%
Sin consecuencias 7 23,3% 13 29,5% 37 60,7 27 30,0% 8 25,0% 5 30,8%
Total 30 100% 44 100% 61 100% 90 100% 32 100% 13 100%
2 2
Sig. Chi 18,652 Chi 15,230
P ,005 P ,019
Chi2 71,818
P ,000
Tabla 79 Funcionalidad parental y sanción de la norma
209
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
120 120
100 100
80 80
60 60
Negligente Negligente
Porcentaje
Porcentaje
20 20
Suficiente Suficiente
0 Funcional 0 Funcional
Rígido Imprevisible Rígido Imprevisible
Flexible Sin Consecuenc Flexible Sin Consecuenc
según cómo sancionan sus normas (lo que supone una lectura horizontal de los datos de
la tabla 80), encontramos que entre las familias del GC que no imponen consecuencias a
los saltos de la norma, el 67,5% de ellas han sido clasificadas como funcionales, son un
total de 27 familias, lo que supone un 20% de las familias de ese grupo. Este hecho
parece un síntoma social, pues solo puede ser explicado si entendemos que la sanción se
GE GC
Func Sufic Neglig Func Sufic Neglig
N % N % N % N % N % N %
Rígido 6 28,6% 11 52,4% 4 19,0% 19 82,6% 3 13,0% 1 4,3%
Flexible 12 31,6% 14 36,8% 12 31,6% 39 70,9% 13 23,6% 3 5,5%
Imprevisible 5 26,3% 6 31,6% 8 42,1% 5 29,4% 8 47,1% 4 23,5%
Sin consecuencias 7 12,3% 13 22,8% 37 64,9% 27 67,5% 8 20,0% 5 12,5%
2 2
Sig. Chi 18,652 Chi 15,230
P ,005 P ,019
Chi2 71,818
P ,000
Tabla 80 Sanción de la norma y funcionalidad parental
210
Discusión
200 300
200
100
SANCIÓN DE LA NORMA SANCIÓN DE LA NORMA
IMPREVISIBLE IMPREVISIBLE
Porcentaje
Porcentaje
FLEXIBLE FLEXIBLE
0 RIGIDO 0 RIGIDO
Funcional Negligente Funcional Negligente
Suficiente Suficiente
Por fin, encontramos que entre las familias funcionales la relación afectiva de los
padres es mejor que en las otras, en las que se va deteriorando a medida que la
GE GC
Func Sufic Neglig Func Sufic Neglig
N % N % N % N % N % N %
Optima 26 86,7% 3 56,8% 1 31,1% 78 86,7% 26 81,3% 9 69,2%
Distante 3 10,0% 10 22,7% 9 39,3% 10 11,1% 4 12,5% 4 30,8%
Enfrentamiento 1 3,3% 24 20,5% 18 29,5% 2 2,2% 2 6,3% 0 0,0%
211
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
200 300
200
100
Negligente Negligente
Porcentaje
Porcentaje
Suficiente Suficiente
0 Funcional 0 Funcional
OPTIMA ENFRENTAMIENTO OPTIMA ENFRENTAMIENTO
DISTANTE DISTANTE
De igual forma, en las familias funcionales las expectativas y demandas hacia sus
miembros son más ajustadas a las capacidades reales de cada uno de ellos (“baja”
GE GC
Func Sufic Neglig Func Sufic Neglig
N % N % N % N % N % N %
Alta 8 26,7% 24 54,5% 40 65,6% 16 17,8% 8 25,0% 2 15,4%
Baja 20 66,7% 18 40,9% 11 18,0% 74 82,2% 22 68,8% 11 84,6%
Muy Baja 2 2,0% 2 4,5% 10 16,4% 0 0,0% 2 6,3% 0 0,0%
212
Discusión
160 300
140
120
200
100
80
60
Funcionalidad Parent 100 Funcionalidad Parent
40
Negligente Negligente
Porcentaje
Porcentaje
20 Suficiente Suficiente
0 Funcional 0 Funcional
ALTA MUY BAJA ALTA MUY BAJA
BAJA BAJA
GE GC
Func Sufic Neglig Func Sufic Neglig
N % N % N % N % N % N %
Falta de Percepción 4 13,3% 13 29,5% 27 44,3% 2 2,2% 1 3,1% 0 0,0%
Percepción de Habilidades 21 83,3% 24 54,5% 15 24,6% 82 91,1% 27 84,4% 10 76,9%
Percepción de Falta
de Habilidades 1 3,3% 7 15,9% 19 31,1% 6 6,7% 4 12,5% 3 23,1%
200 300
200
100
Negligente Negligente
Porcentaje
Porcentaje
Suficiente Suficiente
0 Funcional 0 Funcional
Falta de Habil No Perc Habil Falta de Habil No Perc Habil
Percep Habil Percep Habil
213
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
GE GC
Capacidad Funcional Las madres Funcionales del GC son el doble que las del GE
Los padres Funcionales son el doble en el GC que en el GE y los Negligentes
el doble en el GE que en GC
Solo la mitad de las familias del GE tienen alguna capacidad funcional frente
al 90% de las del GC
Gracias a que se produce una compensación de las deficiencias de uno de los
padres por el otro el 22,2% de las familias mantienen su capacidad funcional
Liderazgo En todos los grupos predomina con gran diferencia el liderazgo de la madre,
seguido por el de ambos progenitores y luego por el padre
Materno en F. Negligentes No diferencias
Más funcionales cuando el liderazgo es compartido
Estilo de Liderazgo Las funcionales son democráticas y las Negligentes anárquicas
Existen familias disfuncionales tanto si el estilo de liderazgo es anárquico,
autoritario o democrático, y en todas ellas se puede dar patología
Aplicación de la Norma Las Familias Funcionales son flexibles, las Negligentes imprevisibles
Sanción de la Norma Las Familias Funcionales aplican la norma de forma flexible, las negligentes
no aplican consecuencias
El 64,9% de las familias negligentes El 20% de las familias Funcionales
No impone consecuencias al salto de No impone consecuencias al salto de
la norma la norma
Relación Afectiva entre En las familias funcionales la relación afectiva de los padres era mejor
los Padres
Expresión Emocional Baja en familias Funcionales, alta en las No Funcionales
Capacidad de Mayor percepción de habilidades para afrontar los problemas en función de la
Afrontamiento funcionalidad familiar
Tabla 84 Capacidad funcional de los Padres y Jerarquía (Resumen)
214
Discusión
De igual manera a como hicimos con los patrones de relación de los padres hacia los
hijos intentamos ver como se comportaban las cuatro variables de la jerarquía
estudiadas hasta ahora cuando se analizaban conjuntamente creando una nueva variable
que las resumiera. Para ello hemos evaluado las 14 categorías que conforman las
variables Liderazgo, Estilo del líder (creación de la norma), Aplicación de la norma y
Sanción de la norma, resultando 58 tipos de estructuras. Esta dispersión de datos impide
el análisis de los resultados, por lo que de la misma manera que hicimos con la
funcionalidad parental asignamos a cada una de las categorías que forman esas variables
un valor de entre +1, 0 y –1 según su capacidad funcional.
Liderazgo Padre 0
Madre 0
Los dos 0
Ninguno -1
Autoritario 1
Estilo del liderazgo
(creación de la norma) Democrático 1
Anárquico -1
Rígido -1
Aplicación de la norma
Flexible 1
Imprevisible -1
Rígido -1
215
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Horizontal Funcional 1
Horizontal No Funcional 2
Vertical Funcional 3
Vertical No Funcional 4
Tabla 87 Clasificación familiar
Creación de la Aplicación de la
Liderazgo Norma Norma Sanción de la Norma Estilo de Estructura
Padre Autoritario Rígido Rígido 1 Vertical No Funcional -1
Padre Autoritario Rígido Imprevisible 2 Vertical No Funcional -1
Padre Autoritario Rígido Sin consecuencias 3 Vertical No Funcional -1
Padre Autoritario Flexible Rígido 4 Vertical Funcional 1
Padre Autoritario Flexible Flexible 5 Vertical Funcional 3
Padre Autoritario Flexible Sin consecuencias 6 Vertical Funcional 1
Padre Autoritario Imprevisible Imprevisible 7 Vertical No Funcional -1
Padre Autoritario Imprevisible Sin consecuencias 8 Vertical No Funcional -1
Padre Democrático Flexible Rígido 9 Vertical Funcional 1
Padre Democrático Flexible Flexible 10 Vertical Funcional 3
Padre Democrático Flexible Sin consecuencias 11 Vertical Funcional 1
Padre Anárquico Rígido Imprevisible 12 Vertical No Funcional -3
Padre Anárquico Imprevisible Rígido 13 Vertical No Funcional -3
Madre Autoritario Rígido Rígido 14 Vertical No Funcional -1
Madre Autoritario Rígido Flexible 15 Vertical No Funcional -1
Madre Autoritario Rígido Imprevisible 16 Vertical No Funcional -1
Madre Autoritario Flexible Rígido 17 Vertical Funcional 1
Madre Autoritario Flexible Flexible 18 Vertical Funcional 3
Madre Autoritario Flexible Imprevisible 19 Vertical Funcional 1
Madre Autoritario Flexible Sin consecuencias 20 Vertical Funcional 1
Madre Autoritario Imprevisible Sin consecuencias 21 Vertical No Funcional -1
Madre Democrático Rígido Rígido 22 Vertical No Funcional -1
Madre Democrático Flexible Rígido 23 Vertical Funcional 1
Madre Democrático Flexible Flexible 24 Vertical Funcional 3
Madre Democrático Flexible Imprevisible 25 Vertical Funcional 1
Madre Democrático Flexible Sin consecuencias 26 Vertical Funcional 1
Madre Democrático Imprevisible Flexible 27 Vertical Funcional 1
216
Discusión
Los resultados indican que 36,3% de las familias del GE eran horizontales y el 64,5%
tenían carácter vertical, mientras que en el GC estas últimas llegaban al 72,6%. Según
este análisis, solo un tercio de las familias tienen un liderazgo compartido y son más
frecuentes en el GE que en el de control, en las que el liderazgo está más personalizado
y más definido.
GE GC Sign.
N % N %
Horizontal Funcional 11 8,1 27 20,0
Vertical Funcional 44 32,6 84 62,2 Chi2 49,270
Horizontal No Funcional 38 28,1 10 7,4 P 0,000
Vertical No Funcional 42 31,9 14 10,4
Total 135 100,0 135 100,0
Tabla 89 % Según la Funcionalidad de la Estructura Familiar
217
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Es de reseñar que solo el 36,2% de las familias del GC son horizontales y un 7,4% son
Horizontales No funcionales, justo lo contrario que en el GE donde las No funcionales
son el 28,1%. Las familias verticales No funcionales suponen el 31,9% de las familias
del GE (la mitad de las verticales), mientras que en el GC el 10,4%.
70
60
50
40
30
20
GRUPOS EN ESTUDIO
Porcentaje
10
GRUPO CONTROL
0 GRUPO DE ESTUDIO
Hor Func HorNoFunc
Vert Func VertNoFunc
En conjunto podemos resumir que predominan en ambos grupos las familias con
liderazgo unipersonal (solo 1/3 son horizontales), que son más numerosas entre las
funcionales que las horizontales (63,4,5% GE y 72,6% GC vs 36,2% GE vs 31,8% GC).
Probablemente esto no es debido a que en sí mismas sean mejores unas estructuras que
otras, sino que la estructura horizontal requiere de un clima más favorable para ser
eficaz (buena relación afectiva padre-madre y acuerdo entre ambos a la hora de crear,
aplicar y sancionar la norma). Como ya hemos detectado, el malestar de los padres les
sitúa más lejos y menos comprometidos con la familia, lo que hace que el padre ceda el
liderazgo a la madre, por su ausencia en muchas ocasiones, y que cuando éste se
comparte se produzcan numerosas contradicciones que impiden aplicar la norma y sus
sanciones.
218
Discusión
219
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Estos resultados indican que en ambos grupos las estructuras más funcionales son en
primer lugar las Horizontales Funcionales, seguidas de las Verticales Funcionales a
notable distancia las Verticales No Funcionales, y en último lugar las Horizontales No
Funcionales.
Podremos comprender estas tablas concluiyendo que estas diferencias son debidas a que
en las familias no funcionales son más anarquicas, nadie ejerce la función normativa en
la familia y se presenta mayor ambivalencia madre-hijo.
220
Discusión
Si hacemos un análisis general, vemos que son muy escasas las madres que no dedican
tiempo a sus hijos, menos de un 5% de todas las madres estudiadas, y si nos fijamos en
el GC vemos que las familias más numerosas son las familias verticales Funcionales en
las que las madres concilian su trabajo, y en proporción parecida, las que se dedicaban
de forma “exclusiva” al cuidado de sus hijos, lo que indica que una gran cantidad de
madres concilian trabajo con el liderazgo de sus casas (1/2 del total) sin que la familia
se resienta en su funcionalidad.
Dedicación de la Madre
Horizontal No
Horizontal Funcional Vertical Funcional Vertical No Funcional
Funcional
G.E. G.C. G.E. G.C. G.E. G.C. G.E. G.C.
N % N % N % N % N % N % N % N %
Exclusiva 5 45,5 10 37,0 22 50,0 39 46,4 10 26,3 6 60,0 21 50,0 4 28,6
Conciliación 6 47,7 16 59,3 21 47,7 41 48,8 22 57,9 3 30,0 17 40,5 10 71,4
Escasa 0 0,0 1 3,7 1 2,3 4 4,8 6 15,8 1 10,0 4 9,5 0 0,0
Sig. 2
Chi 56,188
GE vs GC P 0,000
Tabla 90 Funcionalidad de jerarquía familiar y actitud materna
221
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
300 300
200 200
Horizon No Funcional
Porcentaje
Horizon No Funcional
Porcentaje
Distancia de la Madre
Horizontal No
Horizontal Funcional Vertical Funcional Vertical No Funcional
Funcional
G.E. G.C. G.E. G.C. G.E. G.C. G.E. G.C.
N % N % N % N % N % N % N % N %
Complacient 7 63,6 5 18,5 28 63,6 32 38,1 21 55,3 5 50,0 25 59,5 8 57,1
e
Responsable 4 36,4 20 74,1 16 36,4 52 61,9 7 18,4 4 40,0 11 26,2 6 42,9
Egoísta 0 0,0 2 7,4 0 0,0 0 0,0 10 26,3 1 10,0 6 14,3 0 0,0
2
Sig. Chi 67,023
GE vs GC P 0,000
Tabla 91 Funcionalidad de la jerarquía familiar y distancia de la madre
222
Discusión
300 300
200 200
Porcentaje
Porcentaje
En cualquier caso, podemos ver que los vínculos “excesivos” son el doble de frecuentes
en las estructuras de liderazgo unipersonal No funcionales, mientras que el vínculo
“bajo” en la horizontal No funcional
Vínculo Materno
Horizontal No
Horizontal Funcional Vertical Funcional Vertical No Funcional
Funcional
G.E. G.C. G.E. G.C. G.E. G.C. G.E. G.C.
N % N % N % N % N % N % N % N %
Excesivo 3 27,3 7 25,9 22 50,0 23 27,4 12 31,6 2 20,0 23 54,8 4 28,6
Adecuado 8 72,7 19 70,4 20 45,5 59 70,2 10 26,3 4 40,0 9 21,4 9 64,3
Bajo 0 0,0 1 3,7 2 4,5 2 2,4 16 42,1 4 40,0 10 23,8 1 7,1
Sig. Chi2 63,431
GE vs GC P 0,000
Tabla 92 Funcionalidad de la jerarquía familiar y vínculo materno
223
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
200 300
200
100
Func Estruc Familiar Func Estruc Familiar
Porcentaje
Patriarcal Funcional Patriarcal Funcional
Una vista general de la Tabla 93 indica que el control materno excesivo se da más en las
estructuras verticales, aunque sean funcionales, y menos en las estructuras horizontales
No funcionales.
Control Materno
Horizontal No
Horizontal Funcional Vertical Funcional Vertical No Funcional
Funcional
G.E. G.C. G.E. G.C. G.E. G.C. G.E. G.C.
N % N % N % N % N % N % N % N %
Controladora 3 27,3 7 25,9 21 47,7 38 45,2 16 42,1 2 20,0 23 54,8 5 35,7
Cercana 7 63,6 20 74,1 20 45,5 46 54,8 10 26,3 5 50,0 11 26,2 9 64,3
Distante 1 9,1 0 0,0 3 6,8 0 0,0 12 31,6 3 30,0 8 19,0 0 0,0
Sig. Chi2 64,652
GE vs GC P 0,000
Tabla 93 Funcionalidad de la jerarquía familiar y control materno
224
Discusión
200
300
200
100
Func Estruc Familiar Func Estruc Familiar
Horizon No Funcional
Porcentaje
Horizon No Funcional
Porcentaje
Patriarcal Funcional Patriarcal Funcional
En el GE los padres con “escasa” dedicación a sus hijos los encontramos sobre todo en
las estructuras jerárquicas no funcionales y en la vertical Funcional, lo que coincide con
el hecho de que esas familias están mayoritariamente lideradas por la madre, lo que
sitúa al padre en una posición periférica.
225
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
300 300
200 200
Porcentaje
Patriarcal Funcional Patriarcal Funcional
Por otra parte, los padres “responsables” se encuentran sobre todo entre las familias
verticales, pero también están presentes entre todos los grupos.
226
Discusión
200 300
200
100
Func Estruc Familiar Func Estruc Familiar
Porcentaje
Patriarcal Funcional Patriarcal Funcional
227
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
vinculación “baja” está presente también en todos los subgrupos, aunque en mucha
menor medida y la “excesiva” está ausente en las familias no Funcionales.
200 300
200
100
Func Estruc Familiar Func Estruc Familiar
Porcentaje
Patriarcal Funcional Patriarcal Funcional
En lo que se refiere al GE todos los tipos de control están representados en todos los
subgrupos funcionales, pero el control paterno “distante” es el más frecuente en las
familias no Funcionales y en las verticales Funcionales, aunque las familias Funcionales
tienen padres que ejercen un control más “cercano”.
Control Paterno
Horizontal No
Horizontal Funcional Vertical Funcional Vertical No Funcional
Funcional
G.E. G.C. G.E. G.C. G.E. G.C. G.E. G.C.
N % N % N % N % N % N % N % N %
228
Discusión
200 200
100 100
Func Estruc Familiar Funcionalidad de la
Horizon No Funcional
Porcentaje
Horiz No Funcional
Porcentaje
Patriarcal Funcional Patriarcal Funcional
Los padres ejercen el liderazgo en las familias con estructura vertical solo en
aproximadamente una cuarta parte de estas, independientemente de si son funcionales o
no. Las estructuras horizontales funcionales se caracterizan al 100% por compartir el
liderazgo ambos padres, mientras que en las horizontales no funcionales son 1/4 y hay
un predominio de las familias sin líder. Por su parte, en las verticales tanto funcionales
como No funcionales el liderazgo es predominantemente materno.
En el GE observamos que aunque en todas las familias Horizontales Funcionales el
liderazgo lo comparten ambos padres, en las familias Horizontales No Funcionales
predomina la falta de liderazgo frente a un menor número de familias en las que lo
ejercen ambos, probablemente desde una postura de enfrentamiento. Las familias
verticales, tanto funcionales como No funcionales, están lideradas sobre todo por las
madres en una proporción de 2/1.
Liderazgo
Horizontal No
Horizontal Funcional Vertical Funcional Vertical No Funcional
Funcional
G.E. G.C. G.E. G.C. G.E. G.C. G.E. G.C.
N % N % N % N % N % N % N % N %
229
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
En el GC se ve que, de forma similar al GE, las familias verticales son lideradas por las
madres, aunque en mayor medida.
De la tabla 98 puede concluirse que las familias sin líder no son funcionales, tanto si
observamos el GE como si miramos al GC.
160 160
140 140
120 120
100 100
80 80
Func Estruc Familiar Func Estruc Familiar
60 60
Patriar No Funcional Patriar No Funcional
40 40
Horizon No Funcional Horizon No Funcional
Porcentaje
Porcentaje
LIDERAZGO LIDERAZGO
También es de destacar que no hay ningún caso de “muy baja” expresión emocional en
el grupo Horizontal funcional que implique un alejamiento y desinterés por los
miembros de la familia que sin embargo se hacen presentes y van aumentando en las
familias Verticales, Horizontales No Funcionales y verticales No Funcionales, por ese
orden.
230
Discusión
Expresión Emocional
Horizontal No
Horizontal Funcional Vertical Funcional Vertical No Funcional
Funcional
G.E. G.C. G.E. G.C. G.E. G.C. G.E. G.C.
N % N % N % N % N % N % N % N %
400
300
300
200
200
Func Estruc Familiar Func Estruc Familiar
100
Horizon No Funcional
Porcentaje
Horizon No Funcional
Porcentaje
La relación afectiva de los padres es mucho mejor en las estructuras funcionales, pero
especialmente en la horizontal. Así en el GE las familias Horizontales Funcionales se
caracterizan por la “óptima” relación parental, quizás porque una estructura de estas
características es muy exigente con la comunicación padre-madre. La estructura
Vertical Funcional también está formada predominantemente por padres bien avenidos,
pero parece soportar mejor el enfrentamiento y la distancia que las familias No
Funcionales, en las que los estilos de relación se distribuyen de forma similar.
231
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
miento
Sig. Chi2 60,701
GE vs GC P ,000
Por su parte en el GC predomina la buena relación parental que es mejor en las familias
Funcionales que en las que no lo son.
300
400
300
200
200
Func Estruc Familiar Func Estruc Familiar
Horizon No Funcional
Porcentaje
Por tanto las estructuras horizontales han de ser más exigentes con todos sus miembros
para ser funcionales, y se resienten más cuando fallan algunos de sus elementos, pero
también son más satisfactorias para todos.
232
Discusión
Las Familias Horizontales Funcionales son las que tienen una mayor
capacidad funcional, seguidas de las Verticales Funcionales, las Verticales
No Funcionales y las Horizontales No Funcionales, por ese orden.
233
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
234
Discusión
Los factores protectores ejercen su función de diversas maneras, por un lado pueden
reducir directamente la disfunción, por otro interactuar con los factores de riesgo
interrumpiendo sus efectos al romper la cadena por la que actúan, o pueden impedir la
existencia de factores de riesgo (Crago, 2001).
Hemos hecho este análisis en tres fases, primero viendo cómo se comporta el grupo
TCA en su conjunto, para luego estudiar por separado los tres subgrupos de TCA y por
fin comparamos los TCA purgativos con los No Purgativos.
De entre todas las variables analizadas, los Factores que se comportan como Protectores
o como de Riesgo para la aparición de un TCA se resumen en las tablas que se muestran
a continuación.
Los datos ponen de relieve que familias rígidas, con normas caprichosas y expectativas
poco realistas hacia sus miembros, sin empatía, con una actitud de negación de sus
problemas, y con unos padres que o bien se preocupan en exceso o se desinteresan de lo
que comen sus hijos o de cómo son vistos por los demás, reúnen demasiadas
posibilidades de que se dé un TCA en ellas.
235
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
El desinterés por lo que comen los hijos se ha mostrado como el principal factor de
riesgo para un TCA (multiplica el riesgo en un 43,7 el riesgo), y posiblemente expresa
el desinterés afectivo, el desorden y la desatención que implica una despreocupación por
si el niño come o no lo hace y la falta de encuentro interpersonal. Como respuesta el
niño rechazará a los padres y al veneno que ellos traen, al tiempo que le atrapa. Otra
alternativa es llenar el vacío de afecto con algo que inicialmente pudo ser bueno, como
la comida que es engullida con necesidad y voracidad para luego ser expulsada.
En el otro extremo, el control anal del niño sore los padres o la preocupación “excesiva”
por la dieta (3,2 veces más riesgo) que facilitará la identificación de los hijos con unos
padres demasiado preocupados, que probablemente atesoran sentimientos de culpa por
las respuestas de desagrado o los intentos de separación de sus niños, convirtiendo el
conflicto de la individuación en un conflicto nutricional que también trasforma el goce
oral en un suplicio de envenenamiento o en una voracidad destructiva.
En el segundo lugar de riesgo se sitúa la falta de interés de los padres por su propia
imagen (24,6 veces más riesgo), que podría indicar un descuido que es rechazado por
los hijos avergonzados ante su imagen social, y que lleva implícita en los hijos la
vivencia del abandono.
Los otros factores de riesgo de presentar un TCA que encontramos, son la aplicación
“rígida” e “imprevisible” de la norma (9 y 4,7 más frecuente respectivamente), el
afrontamiento basado en la falta de reconocimiento de los problemas (8,5 más riesgo) y
la alta expresión emocional (6,9 veces más) hacen referencia a familias poco
confortables, que desorientan y donde hay poca empatía, exigencias excesivas y
vivencias de rechazo. Parecen ser familias psicosomáticas y poco estructuradas.
Más difíciles de interpretar son los factores de protección que se han obtenido en este
análisis, que son la “alta” preocupación de los padres por la imagen y sobre todo del
padre (3,2 y 3,82 menos riesgo respectivamente). En nuestro GC se encuentra una
mayor preocupación por la imagen que en el GE, en el que es mayoritariamente
“escasa”, lo que podría ser un factor o artefacto de distorsión estadística que da lugar a
un resultado inesperado, de difícil comprensión y que en posteriores estudios habrá que
seguir estudiando.
236
Discusión
Para la Anorexia Nerviosa hemos encontrado tres factores que elevan el riesgo de
padecer el trastorno, en primer lugar la aplicación “rígida” de la norma aumenta hasta
en 5,8 veces más el riesgo que cuando la aplicación es “flexible”, en segundo, la “alta”
expresión emocional aumenta el riesgo en hasta 3,1 veces más que si es “baja”, y una
organización “excesiva” de las comidas hasta 4,1 veces más que si la organización es
“adecuada”.
Estos resultados parecen una descripción de la anoréxica misma, rigidez, muchas veces
deshumanizada, exigencia y críticas nada realistas y un comer excesivamente
estructurado, sin disfrute y lleno de reglas. No tenemos datos para formarnos un juicio
sobre si la propia anorexia se apodera de los otros miembros de la familia
(principalmente los padres) y comienzan a comportarse así en respuesta a las conductas
de la anoréxica, de la misma manera que una persona paranoica con su desconfianza
provoca las críticas y el rechazo de sus vecinos, o si esta conducta familiar, existente
antes de la aparición de los síntomas, atrapa al miembro más histérico-narcisista de la
familia y pone en marcha el trastorno. De cualquier manera, si estas tres características
se dan simultáneamente estamos viendo el retrato familiar de la anorexia.
En todo caso, y aunque se den por separado estas conductas darían lugar a un
funcionamiento de falta de empatía o de altas expectativas y exigencias poco ajustadas a
las posibilidades reales, con críticas frecuentes, o a una falta de disfrute, primero del
alimento, que luego se extenderá a cualquier goce, en el que el sujeto pasa de ser actor a
ser su propio observador ensimismado y sin poder mirar hacia fuera de sí, atrapado en
237
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
continuas evaluaciones de su estar, de sus actos, o los de los demás en relación con sigo
mismo.
Si miramos a los estudios consultados vemos que Bonenberger (1988) encontró que un
75% de los padres de pacientes con AN son autoritarios y dominantes frente al 17%
padres débiles y pasivos, lo que podría encajar bien con nuestros resultados.
No obstante no podemos negar la contradicción intrínseca que hay entre estos dos
factores de prevención, pues la organización “nula” de las comidas la definimos como:
familias que no comen juntas, con la TV puesta, sin comunicación ni diálogo y la falta
de un menú común para todos, funcionamiento que no parece muy estructurante y que
encaja mal con un funcionamiento autoritario funcional. Tampoco este resultado tiene
coherencia con el análisis por separado de esa variable, en la que el 88,9% de las
familias del GC tienen lo que hemos llamado una organización “adecuada” de las
comidas, en una proporción claramente superior a las del GC. Quizás obedezca a un
atefacto o distorsión estadística debida a la excesiva representación de familias con
“nula” organización en el GE (N = 49) y “escasa” en el GC (N = 8).
con respecto a las familias que perciben que tienen habilidades sociales para afrontar
las dificultades. Tanto la expresión emocional “muy baja” o “muy alta” hacen 6,6 y 2,1
veces más frecuentes, respectivamente, el riesgo que existe cuando la expresión
emocional es “baja”. También, la “alta” y “escasa” preocupación de los padres por la
imagen corporal hace que también se multiplique por 3,4 y 3,6 respectivamente el
riesgo con referencia a la preocupación “intermedia”.
Si analizamos por separado estos factores vemos que cuando las expectativas que
tenemos puestas en los hijos y las exigencias se ajustan de forma realista a sus
posibilidades, con críticas respetuosas y constructivas, esta relación podría tener un
efecto protector de que apareciera una BN en la familia. Sin embargo, unas altas
expectativas aunque poco realistas, con crítica poco empática, o en el otro extremo, la
ausencia de expectativas, el desinterés, la falta de conflicto por falta de afecto deberían
no ser el mejor ambiente para crecer y terreno para la aparición del trastorno en la
familia, como parecen indicar nuestros resultados. Vendría a ilustrar que es mejor
recibir atención, aunque sea desaprobadora y agresiva, que sentirse no visto por los
otros.
Por otra parte, las familias con BN parecen ser negadoras de conflictos, esto es, familias
con rasgos psicosomáticos (Minuchin, 1978), que atrapan los conflictos en el cuerpo sin
darles una salida de orden simbólico que permita hacerlos propios, entenderlos y
planificar nuevas respuestas.
En cuanto al último punto, las personas adaptadas deberían tener una moderada
preocupación por su cuerpo y su imagen, no solo para mantener un estado de salud
razonablemente satisfactorio, sino para ser aceptados socialmente y desarrollar las
mejores oportunidades que, no solo en la época posmoderna, tienen los que ostentan una
buena imagen. Los padres son modelos que suelen introyectarse muy pronto, por ello
no es de extrañar que el que tengan una alta o baja preocupación, ya sea por la cercanía
sintomatológica a los TCAs o por rechazo o desatención, se convierta en factor de
riesgo. En cualquier caso, este conjunto de factores hace referencia a familias
incompetentes.
239
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
La rigidez familiar que Kuba (2001) encontró entre los bulímicos parece encajar más
bien con la descripción que hemos hecho para la AN, aunque la tendencia a la negación
y en algunos casos a la alta expresividad emocional no excluye que estas familias no se
caractericen por la rigidez.
El análisis sólo reconoce un factor de protección de padecer una BN que a priori nos
parece desconcertante, se refiere a la percepción de falta de habilidades sociales que es
definida como aquella situación en la que los padres tienen conciencia de las situaciones
problemáticas, pero se sienten desbordados y creen no poseer estrategias para resolver
los problemas y no saben cómo actuar. Este resultado solo podría ser entendido
pensando en que esta conciencia de incapacidad impulsaría a estas familias a buscar
ayuda, o que nuevamente sea un artefacto distorsionante como consecuencia del escaso
número de casos en el GE y a un excesivo número de casos en el GC (3 vs. 44)
En conjunto estos 3 factores de riesgo sugieren el retrato a una familia rígida y distante,
poco afectiva, en la que los padres, las pocas veces que aparecen, tratan de
tranquilizarse dando golpes en la mesa para imponer algún orden.
240
Discusión
Por fin, hemos querido evaluar si hay algunos factores de riesgo o de protección
específicos para los trastornos que tienen características purgativas y también para sus
complementarios, pues esta característica supone un estado de la personalidad
diferencial dado que implica aspectos como la impulsividad que está muy influenciada
por el entorno, sobre todo de tipo afectivo.
Factores Protectores para TCA Purgativo Factores de Riesgo para TCA Purgativo
• La preocupación por la dieta “intermedia” en • aplicación de la norma “rígido” (5,3 veces más)
el caso de que quien se preocupe por la • aplicación de la norma “imprevisible” (4,1 veces
imagen sea el padre. más)
• preocupación por la dieta “excesiva” (2,4 veces
más)
• preocupación por la dieta “escasa” (5,7 veces
más)
Tabla 106 Factores protectores y de riesgo para un TCA purgativo
Estas familias parecen presentar una escasa flexibilidad para adaptarse a los cambios y
estar en uno de los extremos que van de la pérdida de distancias interpersonales al
desinterés.
241
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Factores Protectores para TCA No Purgativo o Factores de Riesgo para TCA No Purgativo o
Restrictivo Restrictivo
• distancia del padre “complaciente” (2,7 veces más
riesgo)
• organización de las comidas “excesiva” (6,8 veces
más)
• preocupación por la imagen escasa (hasta 9,1 veces
más riesgo)
Tabla 107 Factores protectores y de riesgo para un TCA no purgativo o restrictivo
Estos resultados parecen tener relación con las características propias de este tipo de
pacientes que suelen tener un Yo más controlador y obsesivo, que responde mal a la alta
presión, y tiende a oponerse ante el control de los otros de forma pasivo agresiva. La
complacencia paterna probablemente surja de la evitación del conflicto que expresa el
rechazo por la preocupación “escasa” de los padres por su imagen.
Si tratamos de resumir todo lo dicho en este apartado podemos decir que el principal
factor de riesgo de padecer un TCA, es y con mucho, el desinterés de los padres por
como comen sus hijos seguido por la “escasa” preocupación de los padres por la
imagen, pero creemos que esta actitud de los padres no puede tener un gran impacto si
242
Discusión
no se dan a un tiempo otros factores, y así hemos visto que las familias con riesgo de
padecer un trastorno de la conducta alimentaria tienen las siguientes características:
Para el TCA en general: familias rígidas, imprevisibles, exigentes de forma poco realista
e intrusivas o desinteresadas por sus miembros, que no reconocen sus problemas y con
unos padres que dan o mucha o poca importancia a la dieta, y que no se preocupan por
su imagen.
Los factores protectores de tener un TCA que hemos encontrado son la preocupación
del padre o la de ambos padres por la imagen, para la Anorexia Nerviosa la “nula”
organización de las comidas, en la Bulimia Nerviosa la percepción de falta de
habilidades de sociales y para los trastornos purgativos la preocupación “excesiva” e
243
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
“intermedia” por la dieta. Todos ellos harían referencia a la importancia de que los
padres estén presentes, que no pegados, y creen un entorno seguro durante la crianza, y
es que como hemos ido viendo a medida que iban apareciendo los resultados, esto es lo
que diferencia, en gran medida, a las familias del GE y a las del GC.
¿Pero cómo salir airosos de este conflicto, cómo recuperar la coherencia de épocas
pretéritas sin renunciar a la valiosa libertad, cómo conservar la individuación
conquistada sin renunciar a la colectividad?
Los resultados sugieren líneas de intervención social y con familias que pueden
desarrollarse en el ámbito comunitario y educativo que además pueden prevenir los
trastornos de la conducta alimentaria.
De las familias estudiadas, las más funcionales son las que hemos dado en llamar
Horizontales Funcionales, caracterizadas por el compromiso y sus valores igualitarios,
son familias que necesariamente han conseguido afrontar el conflicto narcisista y el
padre ha podido introducirse en el poderoso vínculo madre-hijo o la madre ha superado
la rivalidad de su hija, construyendo una colectividad que ni excluye ni impide las
necesidades de crecimiento individual, aceptando a cada uno por lo que es y no por el
éxito conseguido.
Nuestro estudio indica que la mayor parte de las familias biparentales de nuestro
entorno, sobre todo aquellas con patología, a pesar de los cambios sociales que hemos
244
Discusión
También hemos podido aclarar que aunque en nuestro medio se han ido extendiendo
algunas creencias sobre la causa o influencias en los trastornos mentales y en particular
en los TCAs, no tienen influencia decisiva en su aparición o mantenimiento:
El tiempo que dedican los padres al cuidado de sus hijos. Su mera presencia
no es suficiente para que proteja o retrase la edad de aparición del TCA, debe
ir acompañada de una forma determinada de estar y una forma de
relacionarse que de seguridad.
No obstante, y aunque este estudio muestre diferencias entre las familias nucleares en
las que uno de sus miembros sufre un TCA y las que no tenían patología, no puede
determinar si estas características son propias y definitorias de las familias con TCA o si
también se dan en las que tienen miembros con otras patologías. Para aclararlo la
investigación debería extenderse a las familias en las que hay otros trastornos.
Otra limitación de este estudio es que por razones de claridad, y dada la complejidad
que supone el estudio de las familias, solo se incluyeron familias biparentales a pesar de
la creciente variedad de modelos familiares que podemos encontrar en los momentos
245
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
actuales. Aún así, la mayoría de las familias del GE y las del GC ostentan las
características típicas de la posmodernidad:
liderazgo de la madre
Es una opinión compartida por muchos autores que los psicofármacos actuales tienen
una eficacia escasa, habiéndose constatado que en la AN no actúan sobre factores
etiológicos o lo hacen de forma indirecta, y el uso que podemos hacer de los fármacos
en este tipo de pacientes es obtener beneficios de sus efectos secundarios o tratar los
síntomas de otros trastornos asociados: psicosis, depresión, ansiedad o TOC. (Advocat,
1995, Kotler, 2000, Pederson, 2003, Kaplan, 2003, Roerig, 2005, Claudino, 2006).
También en la BN, aunque los resultados son más fructíferos, los estudios concluyen
que su eficacia sigue siendo limitada (Chinchilla, 1993, Kruger, 2000, Mitchell, 2001).
En consecuencia, desarrollar estrategias terapéuticas para intervenir sobre las estructuras
familiares, mejorando la comunicación, favoreciendo liderazgos más definidos y menos
ambivalentes, con un estilo democrático y una presencia de los padres que implique
aceptación, pero que ponga límites firmes, administrados teniendo en cuenta las
circunstancias, y organizando de forma adecuada los espacios para las comidas, tendrá
un fuerte impacto en el desarrollo, el curso y el mantenimiento de los TCA
246
Conclusiones
CAPÍTULO 6
CONCLUSIONES
247
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
248
Conclusiones
CONCLUSIONES
1. Se detectan diferencias estadísticamente significativas en la estructura de las
familias del grupo de estudio (GE) y grupo control (GC) que influyen en la
aparición y características de las patologías estudiadas, aunque estas
discrepancias no parecen ser causa obligada para la aparición de dichos
trastornos.
2. Más concretamente las familias del GE difieren de las del GC en los siguientes
aspectos:
Las relaciones afectivas entre los padres son más distantes o confrontadas.
Ambos padres tienen actitudes hacia sus hijos más complacientes y egoístas,
con vínculos ambivalentes y poco afectuosos y, en el caso de las madres, con
más ansiedad de separación y dependencia diádica.
Las expectativas de los padres hacia sus hijos están más polarizadas: o son
exigentes y poco realistas o se despreocupan y los abandonan.
Una cuarta parte de las parejas de padres está compuesta por un miembro
negligente y por otro funcional que compensa la funcionalidad de la pareja.
Las familias con TCA son más negligentes que las del GC
Las familias más funcionales son las que tienen unos padres que mantienen
una buena relación afectiva y unas expectativas realistas hacia sus hijos, se
organizan democráticamente, y son flexibles en la aplicación y sanción de la
norma.
Los padres de los GE y GC en cambio son más parecidos entre sí que las
madres de amos grupos, todos dedican poco tiempo a sus hijos excepto los
de las familias horizontales funcionales, que se manifiestan más
responsables.
250
Conclusiones
7. A modo de síntesis, se puede asegurar que las familias con riesgo de que
aparezca un TCA tienen las siguientes características:
Según el tipo de de trastorno, las familias con AN son más consistentes que las
que tienen BN, representando dos polos opuestos: Las primeras son rígidas,
exigentes y preocupadas por la dieta. A las segundas les importa más la imagen,
son más inestables, se desentienden de los problemas y pasan de las exigencias
poco realistas al desinterés por sus miembros.
251
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
252
Referencias bibliográficas
CAPÍTULO 7
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
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280
Anexos
ANEXOS
281
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
282
Anexos
¿Tiene algún familiar con enfermedad grave o que haya fallecido? (incluir también a los padres)
¿Tiene algún familiar con enfermedad psiquiátrica diagnosticada? (no olvidar TCA, alcoholismo, drogas,
suicidio, etc.?
¿Tiene algún familiar con enfermedad psiquiátrica sospechada, aunque sin diagnosticar? (no olvidar
TCA, alcoholismo, drogas, suicidio, etc.?
4) Nacimiento de la joven durante un duelo o tras pérdida reciente (factor estresante perinatal, duelo o
acontecimientos traumáticos que pueden afectar a la madre en la crianza del niño).
Sí / No / Se desconoce
(Especificar: fallecimiento familiar, ingreso en hospital o enfermedades graves de familiares
directos/amigos, ruina de tipo económico o laboral, divorcio o separación, otros)
¿Cómo fue el embarazo de su hijo? ¿Hubo algún problema de tipo económico, laboral, separación,
enfermedad, muerte, etc. de algún familiar, cuando nació su hijo o en los primeros años de vida de su
hijo? Si lo sabes, ¿cómo fue el embarazo de tu madre contigo?
ESTRUCTURA FAMILIAR
a) Relaciones entre los miembros del subsistema
ACTITUD MATERNA
6) La DEDICACIÓN de la madre al cuidado de sus hijos es:
1. Exclusiva
2. Conciliación familia-trabajo (conciliación de la vida laboral y familiar, la preocupación por los hijos
es prioritaria)
3. Escasa (se implica o dedica más tiempo a otras ocupaciones que a los hijos).
¿Quién recoge a los niños del colegio?. ¿Quién cocina?. ¿Quién va a las reuniones de padres, al
médico, quién está pendiente de las tareas con su hija?. ¿Cómo se organizan en las tareas domésticas
y relativas a la educación de su hija?. ¿Quién juega mas con los hijos?
¿A la hora de planear el tiempo libre cuales son sus prioridades? .¿Cómo se toma la decisión sobre cuál
es la hora a la que tienen que volver a casa sus hijos en el fin de semana?. A la hora de comprar ropa a
sus hijos, ¿qué criterios utiliza? (lo que más le gusta a su hijo, lo que es útil, quién decide)
¿Cómo reacciona cuando su hijo suspende?
283
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
¿Cuánto tiempo está con su hija?. ¿Cómo es la comunicación con su hija?. ¿De qué habla con su hija?. ¿Discute
mucho con ella?. ¿Cómo expresa el afecto a su hija: con gestos, de forma verbal, van del brazo por la calle, le da
caricias físicas o verbales: “que guapa estás”, “te quiero”). Cuando está su hija fuera, ¿necesita llamarle con
mucha frecuencia?. ¿Quiere que su hija se independice lo antes posible o preferiría tenerla en casa cuánto más
tiempo, mejor?.
ACTITUD PATERNA
9) La DEDICACIÓN del padre al cuidado de sus hijos, es:
1. Exclusiva
2. Conciliación familia-trabajo (conciliación de la vida laboral y familiar, la preocupación por los hijos es
prioritaria)
3. Escasa (se implica o dedica más tiempo a otras ocupaciones que a los hijos)
(como en la pregunta nº 5)
(como en la pregunta nº 6)
11) VÍNCULO PATERNO. Forma de relación afectiva del padre hacia el joven
1. Excesiva (Ansiedad de separación, dependencia diádica madre-hija, vínculos inseguros)
2. Adecuada (vínculos seguros)
3. Baja (vínculos ambivalentes, poco afecto)
(como en la pregunta nº 7)
12) EXPRESIÓN EMOCIONAL (expectativas por parte de los padres a nivel de estudios, carreras, comportamiento,
etc. de los hijos)
1. Alta (altas expectativas, altas exigencias, idealización, críticas frecuentes).
2. Baja (expectativas más realistas).
3. Muy baja (ausencia de expectativas por desapego, ausencia de exigencias)
¿Qué espera de su hija a nivel de estudios, amigos, relaciones afectivas, comportamiento en casa, etc.? ¿Podría
decir que su hija le ha defraudado, que no ha cumplido las expectativas que tenía de ella? ¿Crees que te exigen
demasiado? ¿Crees que te han exigido / te exigen menos de lo que deberían?
¿Cómo podría definir la relación con su marido?. ¿Tu crees que tus padres se quieren?. ¿Se llevan bien?.
¿Discuten mucho y con frecuencia?. ¿Comparten hobbies y tiempo de ocio juntos?.¿Está usted enamorada de su
marido?. ¿Se siente querida por su marido?. ¿Cree que él está enamorado de usted?.
284
Anexos
b) Jerarquía
15) Cómo se crea la norma. Estilo del líder de la familia, efectividad del liderazgo.
1. Autoritario (poder centralizado en una persona; toma las decisiones y todas las normas deben pasear por el
líder. Los demás se someten a ellas).
2. Democrático (importa la opinión de todos, se negocian las normas).
3. Anárquico (sin normas o si se ponen, no se hacen cumplir. Cada uno hace lo que quiere).
¿Cómo se toma la decisión sobre la hora a la que tienen que volver a casa los hijos el fin de semana?. ¿Cómo se
toman otras decisiones importantes de la familia?. ¿Tenéis en cuenta formalmente la opinión de todos, incluidos
los hijos?. ¿Habláis con vuestra hija, le preguntáis, le escucháis?. Y en consecuencia, ¿decidís?. ¿Vuestra hija
puede discutir la decisión?
16) Cómo se aplica la norma: (cómo se deben hacer las cosas: horarios, estudios, sexualidad, pareja, etc)
1. Rígidos: el líder no modifica la norma a pesar de las circunstancias.
2. Flexibles: el líder flexibiliza la norma en función de las circunstancias.
3. Imprevisibles: el líder modifica la norma de forma inesperada e imprevisible.
¿Tu padre o madre modifica las normas de salir, comer, traer amigos a casa, etc. dependiendo de las
circunstancias especiales o siempre se han de cumplir las mismas normas y de la misma forma?.
¿Tu padre/madre cambia de criterio respecto a las normas sin causa aparente, según “el día que le pilles”?.
17) Cómo se sanciona la norma. CÓMO SE ESTABLECEN LOS LÍMITES FAMILIARES. (¿Qué ocurre cuando los
hijos no cumplen la norma?):
1. Rígidos / inflexible: siempre que se incumple la norma, hay consecuencias.
2. Flexibles : en la aplicación de la sanción, se tiene en cuenta las circunstancias.
3. Imprevisibles: a veces hay sanción, otras no, independientemente de las circunstancias que rodean el
incumplimiento de la norma.
4. No hay consecuencias: no hay consecuencias inmediatas, aunque lo pueda haber a largo plazo.
Cuando su hija no cumple la norma establecida ¿siempre impone los mismos castigos y de la misma forma o
varían en función de otras razones, de circunstancias atenuantes, del día, del humor con que le pille, etc.?
Cuando no cumples la norma, ¿qué ocurre: siempre hay el mismo castigo, depende de las circunstancias o
depende de cómo le pilles a tu padre/madre?
c) Límites
¿Está muy pendiente de su hija en relación a la tarea, lavarse los dientes, abrigo/ropa, con quién va, ordenar la
habitación?. ¿Es muy reiterativa en sus consejos, ordenes, advertencias?
285
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
20) Capacidad de afrontamiento. Eficacia percibida de los padres ante un problema o conflicto familiar (notas,
estudios, amigos, relaciones familiares, vacaciones, carreras de los hijos, etc.)
1. Falta de percepción del problema: No se tiene conciencia de la situación problemática.
2. Percepción de habilidades sociales. Se tiene conciencia del problema y los padres consideran que son
capaces de resolver el problema y de que poseen estrategias para lograr la solución más eficaz.
3. Percepción de falta de habilidades sociales. Los padres tienen conciencia de la situación problemática, pero
se sienten desbordados y creen no poseer estrategias para resolver el problema, no se sabe cómo actuar.
¿Vd. Cree que se da cuenta cuándo su hija o en la familia existen problemas o en muchas ocasiones, no se da
cuenta del problema hasta que es muy tarde?
Ante un problema o conflicto familiar, ¿usted considera que tiene capacidad y habilidad para afrontar el
problema?. ¿Cómo se enfrenta al problema?. ¿Qué estrategias utiliza para resolver el problema?
d) Alianzas y Coaliciones
21) Alianzas: unión de dos o más personas en pro de realizar una actividad o compartir un interés común, lo que
supone una separación de los otros que protege el desarrollo de las funciones de los subsistemas de fratría o
parentales, favorece la autonomía y evita las coaliciones transgeneracionales.
22) Coaliciones: se constituyen por dos individuos generalmente de distinta generación, unidos contra un tercero.
Movimiento regresivo para la familia.
OTRAS VARIABLES
23) Organización a la hora de las comidas:
1. Nula: familias que no comen juntas, con TV puesta, sin comunicación ni diálogo, ni un menú común para todos.
2. Adecuada: ambiente relajado, la familia come junta. La comida representa un momento de encuentro familiar.
3. Excesiva: excesivo control y organización materna durante las comidas. Existe tensión en la comida por el
cómo comer.
A la hora de elaborar los menús, ¿qué criterio utiliza usted? (lo que es sano, dieta variada, lo que adelgaza, lo que
engorda, lo que quiere el hijo, lo más cómodo, encargan los menús, comen fuera, etc.)
25) Preocupación por la imagen, por parte de los padres (importancia que dan los padres a su imagen corporal)
1. Alta / excesiva.
2. Intermedia.
3. Escasa.
¿Se preocupan ustedes mucho por su imagen corporal, su apariencia externa? ¿Son tus padres muy presumidos?
286
Anexos
Estimados Srs.:
El centro escolar de su hija ha sido seleccionado para participar en un estudio denominado “Estructura
familiar y Trastornos de la Conducta Alimentaría”. Este proyecto de investigación está coordinado
por el Dr. Manuel Mateos Agut (Centro de Día del Servicio de Psiquiatría del Hospital “Divino Valles”
de Burgos) y ha sido financiado por la Junta de Castilla y León y la Obra Social de Caja de Burgos.
La investigación, que ha de llevarse a cabo en la provincia de Burgos, tiene como objetivo principal
DETERMINAR LA RELACIÓN ENTRE LAS ESTRUCTURAS FAMILIARES Y LOS
TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA, para así poder prevenir la aparición de dichos
trastornos y dotarnos de nuevas estrategias para intervenir durante el desarrollo, curso y mantenimiento de
la anorexia y bulimia, no solo desde el sistema sanitario, sino también desde el educativo y social.
Para llevar a cabo con éxito este proyecto y obtener resultados que permitan abordar la prevención y el
tratamiento de los Trastornos de la Conducta Alimentaría es imprescindible la colaboración de familias
definidas por las siguientes características:
Solicitamos por tanto su colaboración en esta fase del proyecto de recogida de datos mediante la respuesta
a un cuestionario que un miembro del equipo investigador aplicará a la adolescente y a uno o ambos
padres.
Si desean más información, pueden hacerlo poniéndose en contacto con el personal del equipo
investigador en el Centro de Día del Hospital “Divino Valles” (tfno.: 947 235011- ext. 3138).
Valoramos el tiempo y esfuerzo que supone aceptar participar en esta investigación, de indudable
repercusión social y cuyos mayores beneficiados serán las personas aquejadas de anorexia o bulimia y las
adolescentes con peligro de caer en estas graves enfermedades.
Nombre de la alumna…………………………………………………………………………
Nombre del padre / madre…………………………………………………………………….
Teléfono………………………
Edad de la alumna……………
287
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
288
Anexos
CONSENTIMIENTO INFORMADO
El Servicio de Psiquiatría del Hospital Divino Valles está llevando a cabo un estudio sobre la
"Relación entre la estructura familiar y los trastornos de la conducta alimentaria y su
influencia en la clínica" al que le invitamos a participar. En este estudio intervienen pacientes y
familiares del Servicio de Psiquiatría (Unidad de trastornos de la alimentación) y una muestra
de familias obtenidas de la población general.
El objetivo del estudio es determinar la relación existente entre las diferentes estructuras
familiares y los trastornos de la conducta alimentaria.
Para llevar a cabo el estudio, se han diseñado unos cuestionarios que aplicará una psicóloga del
equipo investigador a uno o ambos progenitores y a su hijo/a (con edad comprendida entre 14
y 26 años) de las familias colaboradoras, que permitirán extraer la información necesaria para
obtener las conclusiones del estudio.
Usted es quien decide si quiere o no participar. Si decide participar en el estudio, le pedirán que
firme este consentimiento informado.
289
La Familia y los Trastornos de la Conducta Alimentaria
De acuerdo con la Ley 15/1999 de Protección de Datos de Carácter Personal, al firmar este
documento, usted da su consentimiento al Médico del Estudio y a su personal para que obtengan
y procesen sus datos personales y otros sobre su salud o afecciones físicas o mentales y
cualquier otra información personal obtenida durante su participación en el estudio o como
resultado de cualquier valoración de seguimiento.
El equipo investigador utilizará sus datos personales para administrar y llevar a cabo el ensayo,
la investigación y los análisis estadísticos.
Tiene el derecho de exigir el acceso a la información sobre cualquiera de sus datos personales.
También tendrá el derecho a exigir que se corrija cualquier error o se cancelen sus datos
personales. Por favor tenga en cuenta que es posible que se publiquen los resultados del estudio
en la literatura médica, pero no se revelara su identidad.
Cuando tenga preguntas acerca del estudio, por favor contacte con:
290
Anexos
Título del estudio: Relación entre la estructura familiar y los trastornos de la conducta
alimentaria y su influencia en la clínica. .
Residente en ___________________________________________________________
1) cuando quiera
Autorizo que mis datos del estudio (y los de mi hijo/a), sean procesados y revisados como se
describe en el consentimiento.
Fecha: ________________________________________________________
291