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Máxima eficacia

Brian Tracy

Máxima eficacia
Un sistema integral de planificación que le permitirá potenciar
todas sus capacidades

Argentina - Chile - Colombia - España


Estados Unidos - México - Perú - Uruguay
Título original: Focal Point. A Proven System to Simplify Your Life, Double Your Productivity,
and Achieve All Your Goals
Editor original: AMACOM, American Management Association
Traducción: Óscar L. Molina S.
Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la
autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas
en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o
procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la
distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.
© 2002 by Brian Tracy
Copyright: Focal Point: A Proven System to Simplify Your Life, Double Your Productivity and
Achieve All Your Goals.
Copyright © 2002 Brian Tracy. Published by AMACOM, a division of American
Management Association, International, New York, Alls Rights Reserved
Published by arrangement with HarperCollins Leadership, a division of HarperCollins Focus,
LLC.
© de la traducción by Óscar L. Molina S.
© 2003 by Ediciones Urano, S.A.U.
Plaza de los Reyes Magos, 8, piso 1.º C y D – 28007 Madrid
www.empresaactiva.com
www.edicionesurano.com
ISBN: 978-84-18480-67-6
Fotocomposición: Ediciones Urano, S.A.U.
Dedico este libro a mi amigo y socio Vic Conant, un hombre
refinado, un apoyo tremendo en los buenos y los malos tiempos y una
fuente inagotable de optimismo, inteligencia y sentido común.
Índice

Introducción
1. Despliega todo tu potencial
2. Duplica tu productividad
3. Simplifica tu vida
4. Explota tu recurso más precioso
5. Practica la planificación estratégica personal
6. Enriquece tu negocio y tu carrera
7. Mejora tu vida familiar y personal
8. Consigue independencia económica
9. Goza de una salud y de una condición física soberbias
10. Sé todo lo que eres capaz de ser
11. Marca la diferencia en tu comunidad
12. Desarrollo espiritual y paz interior
Epílogo: Siete lecciones para el siglo XXI
Máxima Eficacia: Programa Máxima Eficacia de «coaching»
y «mentoring»
Apéndice: Lista de Valores
Lecturas recomendadas
Máxima eficacia
Introducción

En cierta ocasión se produjo un importante problema técnico en una


central de energía nuclear. El fallo provocó la disminución de la
generación de energía y redujo el rendimiento de la central.
Los ingenieros, por más que lo intentaban, no conseguían identificar
ni resolver el problema. Contrataron entonces a uno de los mejores
expertos de la nación en centrales de energía e ingeniería nucleares para
que indagara dónde estaba el fallo. Llegó el experto, se puso una bata
blanca, cogió su carpeta y empezó a trabajar. Durante dos días examinó
el lugar y estudió los centenares de diales e indicadores de la sala de
control, tomó notas e hizo cálculos.
Al final del segundo día, sacó un rotulador negro del bolsillo, trepó a
una escalera y dibujó una gran «X» en uno de los manómetros.
«Aquí está el problema —explicó—. Reparen y reemplacen el aparato
conectado a este contador y se resolverá el problema.»
Se quitó entonces la bata blanca, se marchó al aeropuerto y voló a
casa. Los ingenieros desmontaron el aparato y descubrieron que sin
duda allí estaba la causa del problema. Lo repararon enseguida y la
planta recuperó toda su capacidad.
Una semana más tarde, el gerente de la planta recibió la factura del
experto: diez mil dólares por «servicios prestados».
Al gerente de la planta le sorprendió que la factura fuera tan
abultada, aunque se trataba de una empresa que manejaba miles de
millones de dólares y el problema les había costado una enorme
cantidad de dinero en capacidad perdida de generación. Después de
todo, razonaba, el experto había llegado, se había quedado un par de
días, había escrito una «X» negra en uno de los contadores y de
inmediato había regresado a casa. Diez mil dólares parecían unos
honorarios algo altos por un trabajo tan sencillo.
El gerente de la planta escribió entonces al experto: «Hemos recibido
su factura. ¿Podría hacernos el favor de desglosarla y precisar cada
cargo? Al parecer, usted se limitó a dibujar una ‘X’ en un manómetro.
Diez mil dólares parece una cantidad excesiva por un trabajo tan
sencillo».
Algunos días más tarde, el gerente de la planta recibió una nueva
factura del experto. Decía: «Por colocar una ‘X’ en un manómetro: un
dólar. Por saber en qué manómetro colocarla: nueve mil novecientos
noventa y nueve dólares».
Este sencillo relato ilustra el principio más importante del éxito, del
logro y de la felicidad en la vida. Saber dónde poner la «X» en cada
parte de la vida es el elemento crucial de todo lo que consigas.
Esta «X» es tu punto de Máxima Eficacia. Es lo que puedes hacer en
un área, en cualquier momento, para lograr el mejor resultado posible.
Tu capacidad para elegir el momento, el lugar y la actividad adecuados
para colocar la «X» tendrá un impacto mayor en tu vida que cualquier
otro factor.
Con este libro aprenderás un proceso probado, práctico y poderoso
que podrás aplicar a cualquier faceta de tu vida para lograr los mejores
resultados de una manera más rápida y fácil de lo que nunca
imaginaste. Del mismo modo que los rayos del sol, concentrados por
una lente de aumento, pueden provocar un calor intenso y desencadenar
un fuego, tu inteligencia y tus capacidades, enfocadas y concentradas en
unas cuantas actividades clave te pueden capacitar para lograr mucho
más y en mucho menos tiempo que una persona normal. Del mismo
modo que la energía concentrada de un rayo láser penetra el acero, tu
capacidad para escoger los elementos vitales de cualquier situación te
permitirá rendir a un nivel extraordinario en todo tipo de tareas.
Este libro responde algunas de las preguntas clave que es probable
que te hagas habitualmente: «¿Cómo puedo controlar mi tiempo y mi
vida? ¿Cómo puedo lograr el máximo de éxito en mi carrera y al mismo
tiempo gozar de un equilibrio en mis relaciones y en mi vida privada?
¿Cómo puedo tenerlo todo y al mismo tiempo ser feliz y sentirme
realizado?»
Tal vez vivimos los mejores tiempos de la historia. Nunca antes ha
habido más oportunidades ni posibilidades para que más gente logre
una porción mayor de sus objetivos. El nivel de riqueza nunca ha sido
más alto ni mayor la expectativa de vida ni más grande la cantidad de
opciones disponibles, y la situación del mundo, en términos de paz y
prosperidad, nunca ha sido más estable.
Mientras, la explosión de conocimientos y tecnologías de estos
últimos años, combinada con la creciente competitividad en todos los
campos, ha acelerado el ritmo de los cambios. Cada vez más hay
demasiado que hacer y demasiado poco tiempo para hacerlo. Parece que
las responsabilidades y las obligaciones se acumulan, y que no hay
horas suficientes al cabo del día.
Es posible que ganes más dinero y lo hagas mejor que nunca. Pero a
menudo te sientes abrumado por las exigencias del trabajo y de la vida
personal. Quizás estés trabajando hoy más duro que nunca y, sin
embargo, obtienes menos satisfacción y disfrutas menos. Este libro te da
la solución para estos desafíos inevitables de la vida moderna.
Máxima Eficacia se apoya en más de veinticinco años de experiencia
personal en los negocios. Al conocimiento de primera mano hay que
añadir una amplia investigación de los hábitos y conductas de los
hombres y mujeres que logran mucho más que los ciudadanos medios
en la vida personal y empresaria. Máxima Eficacia empieza con una
pregunta: «¿Por qué hay personas que tienen más éxito y son más
eficaces que otras?».
Máxima Eficacia contesta esta cuestión. Este libro explica por qué y
cómo algunas personas logran más en cada una de las áreas importantes
de su vida. Te muestra cómo puedes conseguir más en el trabajo y, al
mismo tiempo, contar con más tiempo para tus actividades privadas.
Esta obra es una síntesis de las mejores ideas y estrategias de gestión
personal que nunca se han reunido en un solo lugar, en un plan de fácil
utilización. Máxima Eficacia te muestra cómo organizar y simplificar la
vida en las siete áreas críticas que son esenciales para gozar de un
equilibrio completo y de paz espiritual.
Aprenderás aquí a desarrollar objetivos y planes en cada una de las
áreas que te importan. Aprenderás cómo establecer claras prioridades
entre las exigencias que se disputan tu tiempo. Aprenderás cómo
centrarte con decisión en lo único que puedes hacer en un momento
dado para conseguir los mejores resultados posibles en esa área.
Aprenderás dónde poner la «X» en tu vida, minuto a minuto y hora tras
hora.
El concepto central de Máxima Eficacia es la claridad. En las páginas
que siguen, aprenderás a obtener claridad acerca de quién eres y qué
quieres verdaderamente. Aprenderás a alcanzar tus objetivos más
importantes con más rapidez y facilidad de lo que hoy imaginas.
Aprenderás a detectar y utilizar tus poderes personales a un nivel más
alto que nunca.
Los resultados que obtienen nuestros clientes al aplicar estas
estrategias a su vida y al trabajo suelen ser asombrosos. Quienes
participan en nuestros programas y quienes aplican estos principios han
informado de una rápida mejoría en todas las áreas. Con frecuencia han
duplicado sus ingresos, han reducido la cantidad de horas semanales de
trabajo, han logrado el control de su tiempo y de su vida, y han
mejorado notoriamente la calidad de sus relaciones con la familia y con
otras personas.
Todas las grandes verdades son sencillas. El poder de Máxima
Eficacia consiste en enseñarte una serie de verdades intemporales que en
el curso de todas las épocas han sido descubiertas y vueltas a descubrir
por gente eficaz y feliz. Aprenderás un modo nuevo de pensar sobre ti
mismo y sobre tu mundo. Aprenderás a responder la pregunta: «¿Qué
quiero hacer en realidad con mi vida?».
Básicamente, sólo hay cuatro cosas diferentes que puedes hacer para
llegar a mejorar la calidad de tu vida y de tu trabajo:
1. Puedes dedicarte más a ciertas cosas. Puedes dedicarte más a las
cosas que más te importan y que más te recompensan y
satisfacen.
2. Puedes dedicarte menos a ciertas cosas. Puedes decidir, por
propia voluntad, dedicarte menos o dejar actividades o
conductas que no te ayudan tanto como otras o que pueden
perjudicarte en el logro de las cosas que quieres.
3. Puedes empezar a hacer cosas que hoy no haces. Elegir otras
cosas, aprender nuevas habilidades, empezar otros proyectos o
actividades o cambiar por completo la manera de enfocar tu
trabajo o tu vida personal.
4. Puedes dejar de hacer algunas cosas. Tomar distancia y evaluar
tu vida con nuevos ojos. Tal vez entonces decidas no continuar
con actividades y conductas que ya no son coherentes con lo que
quieres ni con adónde quieres ir.

En las páginas que siguen aprenderás a pensar como piensa la gente más
eficaz y a actuar como actúa la gente más eficaz. Aprenderás a
desarrollar tu propio plan para lograr resultados rápidos en cada
aspecto que te importe de tu vida. Aprenderás a conseguir más en los
próximos dos años de lo que la mayoría de la gente consigue en toda la
vida.
Casi no hay límites para lo que puedes ser o tener cuando aplicas el
proceso Máxima Eficacia a tu vida.
1
Despliega todo tu potencial
TODO GRAN HOMBRE HA SIDO GRANDE Y TODO HOMBRE EXITOSO HA TENIDO ÉXITO EN LA MEDIDA EN
QUE HA CONCENTRADO SUS ENERGÍAS EN UN SOLO CANAL.

—ORISON SWETT MARDEN

Puedes mejorar sustancialmente la calidad general de tu vida mucho


más rápido de lo que te parece posible. Sólo necesitas el deseo de
cambiar, la decisión de actuar, la disciplina para practicar los nuevos
comportamientos que has elegido y la voluntad de perseverar hasta
lograr los resultados deseados.
Ésta es una historia que ilustra lo anterior. Un ejecutivo de una
empresa de seguros, inscrito en mi programa avanzado de coaching y
mentoring, estaba trabajando seis o siete días por semana, diez o doce
horas diarias y hacía más de cuatro años que no tenía vacaciones
cuando empezó el programa. Ganaba más de cien mil dólares anuales,
pero estaba en mal estado físico, sufría de sobrepeso, vivía bastante
estresado y de ningún modo satisfecho con su vida. Se sentía abrumado
por el exceso de trabajo y la falta de tiempo. Esperaba, como mínimo,
que este programa le proporcionara algunas técnicas nuevas de gestión
del tiempo que pudiera utilizar para aumentar su productividad y
controlar su vida.
Desde el primer día aprendió y aplicó el proceso Máxima eficacia.
Paso a paso, analizó cada parte de su trabajo y de su vida personal.
Identificó las áreas donde obtenía los mejores resultados y ganaba más
dinero. Al mismo tiempo, identificó aquéllas que le consumían una
enorme cantidad de tiempo y que contribuían muy poco a sus
verdaderos objetivos. Hizo una lista de todo lo que hacía y después
aplicó la pregunta de pensamiento cero a cada una de sus actividades:
«Sabiendo lo que ahora sé, si no estuviera haciendo esto, ¿lo empezaría
a hacer hoy?».
Cayó en la cuenta casi de inmediato de que estaba comprometido en
una enorme cantidad de actividades y que había aceptado
responsabilidades en el curso de los años que contribuían muy poco a su
vida y a sus verdaderos objetivos. Entonces estableció nuevos objetivos
para su trabajo y su familia, para su salud, su situación financiera y su
vida en general. Comparó lo que estaba haciendo con estos objetivos.
Decidió dedicarse más a algunas cosas y menos a otras, y empezar a
hacer ciertas cosas y dejar de hacer otras.
Ese ejecutivo tenía una maravillosa cualidad, que poseen todos los
hombres y mujeres eficaces que conozco. Era capaz de tomar distancia,
analizar su vida, tomar decisiones precisas y actuar conforme a esas
decisiones. El resultado fue que al cabo de tres meses había disminuido
su semana de trabajo de siete a cinco días, centraba sus esfuerzos al 20
por ciento más valioso de sus clientes y organizaba sus actividades para
adquirir más clientes de esa categoría. Al mismo tiempo, empezó a
reducir la cantidad de tiempo que dedicaba al 80 por ciento de sus
clientes que contribuía con sólo el 20 por ciento de sus ingresos, lo cual
le permitió ocupar más tiempo con los clientes que le aportaban la
mayor parte de sus ingresos.
Con el trabajo ya simplificado y acotado, pudo enfocar de otro modo
su vida familiar. Empezó a pasar más tiempo con su mujer y sus hijos.
En primer lugar, se las arreglaron para salir un fin de semana de
vacaciones, algo que no habían hecho en cuatro años. Pocas semanas
más tarde, se marcharon toda una semana. Al cabo de seis meses, ya se
permitía irse una semana de vacaciones con su familia una vez al mes.
Mientras, como se concentró en sus clientes más valiosos, al cabo de
un año sus ingresos habían aumentado en más de un 300 por ciento.
Hacía ejercicio con regularidad y perdió diez kilos. Al hacer menos
cosas pero de mayor valor e interrumpir actividades de menor valor,
mejoró sustancialmente la calidad de su vida en todas las áreas y en sólo
pocos meses.
Esta historia no es única. La he oído cientos de veces en todo el país y
en todo el mundo. Tan pronto como la gente empieza a aplicar estos
principios a sus actividades diarias, los resultados suelen ser milagrosos.
Personas que se sorprenden incluso por las increíbles diferencias que
aportan y por la rapidez con que les cambia la vida para mejor. Y lo
que esas personas han hecho también lo puedes hacer tú.
Duplica tus ingresos, duplica tu tiempo libre
Al aplicar el proceso de Máxima eficacia a tu vida podrás duplicar tus
ingresos y duplicar tu tiempo libre. Mucha gente consigue este doble
objetivo en menos de treinta días.
Muchas personas reaccionan con escepticismo cuando oyen hablar en
estos términos. No creen que sea posible duplicar simultáneamente los
ingresos y el tiempo libre. La mayoría de la gente está atrapada en un
antiguo paradigma: cree que el único modo de ganar más dinero
consiste en aumentar la cantidad de trabajo que hace o la cantidad de
horas diarias que trabaja. De hecho, mucha gente se siente culpable si
no trabaja casi hasta extenuarse la mayor parte del tiempo. Pero éste es
un viejo modo de pensar que conduce de manera inevitable a una
situación física, emocional y espiritual sin salida.
El mundo ha cambiado radicalmente y debemos cambiar con él. En
menos de dos generaciones hemos pasado de la era industrial a la era de
los servicios y a la era de la información. En ésta, el conocimiento se ha
convertido en el recurso primordial y en el factor más importante de
producción. Hemos pasado de la era de la capacidad manual a la era de
la capacidad intelectual. En esta nueva era ya no hay recompensas por
las horas que inviertes, sino por lo que inviertes en esas horas.
Peter Drucker llama a esta época la era del trabajador del saber.
Nuestra manera de pensar y de obtener resultados es completamente
diferente a como era antes. Hoy se paga por resultados, no por
actividades. Se paga más por resultados que por aportar trabajo o por la
cantidad de horas que se trabaja. Las recompensas se establecen según
la calidad y la cantidad de los resultados que se consiguen en cada área
de responsabilidad. Este cambio en el paradigma del trabajo abre
ilimitadas oportunidades a la gente creativa que lo reconoce y lo
aprovecha.

Duplica tu valor, duplica tus ingresos


¿Te gustaría duplicar tus ingresos? ¡Por supuesto que sí! La única
pregunta es: ¿Cómo puedo hacerlo? Ésta es una manera sencilla, de
funcionamiento casi garantizado.
En primer lugar, identifica las cosas que haces y que aportan el mayor
valor a tu compañía y a ti mismo. La regla del 80/20 dice que el 20 por
ciento de tus tareas contribuye con el 80 por ciento o más del valor de
todas las cosas que haces. ¿Qué actividades constituyen ese 20 por
ciento que aportan, o pueden aportar, el 80 por ciento o más del valor
de tu trabajo?
Sea cual sea la respuesta, de ahora en adelante decide ocupar más
tiempo en hacer más de esas tareas que aportan más valor y te permiten
conseguir los mejores resultados posibles.
En segundo lugar, identifica las actividades de ese 80 por ciento de
menor valor, esas tareas que te consumen tiempo y contribuyen muy
poco a tus resultados. Decide disminuir, delegar y eliminar cuantas te
sea posible y tan rápido como puedas.
Y en brevísimo tiempo, si te obligas a la disciplina de prácticar de este
sencillo enfoque, aumentarán tus resultados y recompensas. Y si
perseveras en este modo de trabajar, te volverás más y más productivo.
Conseguirás más y más. Tu productividad, tu rendimiento y tus
resultados y, finalmente, tu remuneración, aumentarán y se duplicarán.
Empezarás a completar más tareas de mayor valor. Tu aportación
será más valiosa. La gente que más te puede ayudar en tu carrera te
respetará y estimará mucho más. Te pagarán mejor porque el valor de
tu trabajo será mayor que el de otros que ocupan la mayor parte de su
tiempo en actividades de valor menor. Como conseguirás hacer el doble
de cosas en la misma cantidad de tiempo, podrás aumentar o incluso
duplicar tu tiempo libre sin perder productividad. Te cambiará toda la
vida para mejor.

De ti depende
Poner en práctica esta sencilla fórmula es fundamentalmente una
cuestión de decisión personal. Depende de ti. Nadie puede tomar esta
decisión por ti y nadie la puede llevar a la práctica excepto tú.
Entre las opciones personales más importantes está la de asumir plena
responsabilidad por todo lo que eres y por todo lo que puedes llegar a
ser. Éste es el gran punto de inflexión en la vida. La aceptación de la
propia responsabilidad distingue a la persona superior de la persona
promedio. La responsabilidad personal es el rasgo preeminente del
liderazgo y la fuente del alto rendimiento de toda persona en cualquier
situación.
Aceptar la completa responsabilidad de la propia vida significa que te
niegas a disculparte o a culpar a otros por cualquier cosa que no te
satisfaga en la vida. Desde este momento te niegas a criticar a nadie por
la razón que sea. Te niegas a quejarte por tu situación o por lo que te ha
sucedido en el pasado. Eliminas todos los «si hubiera…» y todos los
«qué habría sucedido si…» y te concentras en lo que verdaderamente
quieres y en adónde quieres llegar.
Esta decisión de aceptar la completa responsabilidad por ti mismo y
por tu vida y tus resultados, sin excusas, es absolutamente esencial si
deseas duplicar tus ingresos y tu tiempo libre. En lo sucesivo, sin que
importe qué suceda, declara «soy responsable».
Si ningún aspecto de tu vida te satisface, di «soy responsable» y
ocúpate de cambiarlos. Si algo resulta mal, asume la responsabilidad y
empieza a buscar la solución. Si no te satisfacen tus ingresos actuales,
asume la responsabilidad y empieza a hacer las cosas necesarias para
aumentarlos. Si no te satisface el tiempo que pasas con tu familia,
asume la responsabilidad por ello y empieza a hacer algo al respecto.
Cuando aceptas la responsabilidad, te sientes personalmente
poderoso. Aceptar que eres responsable te da una tremenda sensación
de control sobre ti mismo y sobre tu vida. Cuanta más responsabilidad
aceptes, más confianza y energía obtendrás. Cuanta más
responsabilidad aceptes, más competente y capaz te sentirás.
La aceptación de responsabilidades es la base de una alta autoestima,
del respeto hacia uno mismo y del orgullo personal. La aceptación de la
responsabilidad personal está en el núcleo de la personalidad de
cualquier hombre o mujer sobresaliente.
En cambio, si te excusas, culpas a otro, te quejas o criticas, estás
renunciando al poder. Te debilitas y debilitas tu resolución. Entregas el
control de tus emociones a los demás y a las situaciones o de las cuales
te quejas.
No evitarás tu responsabilidad si intentas traspasarla a otras
personas. Sigues siendo responsable. Pero pierdes el control sobre la
propia vida. Empiezas a sentirte víctima, a considerarte una víctima; te
vuelves pasivo y resignado, y no fuerte y activo. En lugar de sentir que
estás en lo más alto del mundo, sentirás que el mundo está encima de ti.
Este modo de pensar te llevará a un callejón sin salida del que no hay
modo de escapar. A ese lugar hay que negarse a viajar.

Considérate empleado de ti mismo


Cuando aceptas la plena responsabilidad de tu vida, empiezas a
considerarte tu propio patrón, sin que importe quién firma el cheque
mensual. Te ves a ti mismo como presidente de tu propia empresa
personal. Te consideras el empresario que encabeza una compañía con
un solo empleado: tú mismo. Te ves como responsable de la venta de un
producto —tus servicios personales— en un mercado competitivo. Te
consideras completamente responsable de cada elemento de tu trabajo,
de la producción, del control de calidad, de la formación, del desarrollo,
de la comunicación, de la estrategia, de la mejora de la productividad y
de las finanzas. Te niegas a las excusas. Entonces progresas.
Tu empresa personal, o cualquier empresa, puede aumentar sus
ganancias en uno o más de tres modos. Primero, la empresa puede
aumentar las ventas y los ingresos y mantener constantes los costes.
Segundo, la empresa puede disminuir los costes y mantener constantes
las ventas y los ingresos. Tercero, la empresa puede hacer algo
completamente distinto, de modo que una o varias de las variaciones
anteriores sean posibles. Como presidente de tu propia empresa
dispones de estas tres opciones.
Mediante el proceso Máxima eficacia identificas las pocas cosas que
puedes hacer que son más valiosas e importantes que todas las demás.
Después te disciplinas para concentrar toda tu energía y tu atención en
esas tareas específicas. Y dices «no» a cualquier actividad o solicitud de
tu tiempo que no sea coherente con el trabajo más valioso que estés
haciendo en ese momento. Eres responsable.

Aquello en lo que te concentras prospera


La vida es el estudio de la atención. Allí adonde va tu atención, allí va
tu corazón. Tu capacidad para apartar la atención de actividades de
menor valor y dirigirla a actividades de mayor valor es básica para
alcanzar lo que te propongas en la vida.
En 1928, en la central eléctrica Hawthorne de General Electric, un
grupo de expertos en productividad realizaron una serie de pruebas
para aumentar el rendimiento de los trabajadores, basada en la
variación de las condiciones de trabajo y del entorno de la central.
Los investigadores seleccionaron un grupo de mujeres que trabajaban
en una línea de producción ensamblando motores. Explicaron a las
mujeres que iban a realizar una serie de pruebas para dar con la mejor
combinación de condiciones de trabajo y conseguir así la mayor
productividad con el menor número de errores. Habían escogido a esas
mujeres para que fueran los sujetos del experimento.
Para empezar, dotaron el área de producción de más luz. Al cabo de
un par de días, aumentó la producción y disminuyeron los fallos. Los
investigadores estaban felices con estos resultados.
Entonces bajaron la luminosidad para verificar las diferencias. Pero
les sorprendió comprobar que la producción volvía a subir.
Experimentaron entonces con otras condiciones de trabajo.
Aumentaron y disminuyeron el nivel de ruido. Aumentaron y
disminuyeron la temperatura del lugar. Alteraron la disposición de los
asientos y el orden de trabajo de las empleadas. Pero en todos los casos
aumentó la productividad. Los investigadores estaban desconcertados.
Finalmente, formaron un «grupo focal» con las trabajadoras y les
explicaron lo que había sucedido. Les preguntaron: «¿Por qué creen que
ha aumentado la producción independientemente de los cambios en las
condiciones de trabajo?».
La respuesta que obtuvieron fue sorprendente. Las participantes
dijeron a los investigadores que nunca antes las habían escogido para
nada y que siempre las habían tratado como simples trabajadoras de la
fábrica. Su autoestima y el respeto hacia sí mismas había aumentado
cuando las eligieron como sujetos de ese experimento. Se habían sentido
mejor consigo mismas. Se sentían más importantes. Y el resultado fue
que hicieron el trabajo mejor que nunca. Cada cambio de las
condiciones de trabajo les recordaba que las habían escogido
especialmente para ese estudio. Trabajaron más duro y mejor. Y
aumentó su productividad.
Este hallazgo en la central eléctrica Hawthorne inició la revolución
gerencial que ha cambiado el mundo del trabajo tal como lo conocemos
hoy. El descubrimiento de la influencia de los factores psicológicos en la
producción condujo a los hallazgos de investigadores de la
administración de empresas como Maslow, McGregor, Herzberg,
Drucker y muchos otros. En la actualidad, miles de las mejores mentes
del mundo se dedican a mejorar los factores psicológicos que
contribuyen a una mayor productividad y a la mejoría de todo tipo de
situación laboral.

La mejoría es automática
Lo que han descubierto los psicólogos y otros especialistas es que cada
acto de observación de una conducta tiende a cambiar para mejor esa
conducta. Éste es uno de los mayores hallazgos en la comprensión del
rendimiento personal. Este descubrimiento crucial contiene la clave para
mejorar sustancialmente la calidad de cualquier área de la vida.
A veces pregunto lo siguiente a los que asisten a un seminario:
«Imaginen que hay varios investigadores de la universidad local en esta
habitación. Imaginen también que los investigadores les observan y que
escribirán un informe sobre cómo toman notas durante el seminario.
¿Tendrá esto algún efecto en su capacidad de tomar notas?».
Todo el mundo sonríe y acepta que si supiera que se está observando
y evaluando cuidadosamente su capacidad de tomar notas, prestaría
mucho más atención al modo como lo hace. Estarían mucho más
atentos y lo harían mucho mejor que si nadie los observara.
Este punto es sencillo, pero profundo e importante. Si te observas
cuando te entregas a una actividad cualquiera, prestarás más atención a
esa actividad y la harás mejor. Cuando prestas atención a cualquier
elemento de tu conducta, tiendes a rendir en esa área mejor que si no le
prestaras atención o que si no pensaras en ella en absoluto.
El poder del proceso Máxima eficacia es que aprendes a identificar las
acciones y conductas más vitales en cada área, en aquellas que te
pueden conceder las mejores recompensas y mejores resultados en el
menor lapso. Si te concentras conscientemente en esas áreas, tu
rendimiento será cada vez mejor. Este proceso de mejora continua
sucederá naturalmente y con facilidad porque ya has puesto una «X» en
la conducta importante.

La ley de los beneficios crecientes


En otras palabras, la ley de los beneficios crecientes, que se aplica a tu
utilización del proceso de Máxima Eficacia, viene a ser lo opuesto a la
ley de los beneficios decrecientes. La ley de beneficios crecientes dice
que cuanto más te centres en las pocas cosas que representan el uso más
valioso de tu tiempo, mejor serás en cada una de esas actividades y
dedicarás menos tiempo a cada una de ellas. Aumentarán tus beneficios
en relación al esfuerzo y la energía empleados. Ésta es otra clave para
duplicar tus ingresos y tu tiempo ​libre.

La curva de eficiencia
La curva de eficiencia explica por qué algunas personas ganan varias
veces más que otras en el mismo campo. También explica por qué
algunas empresas producen mucho más de un producto u ofrecen un
servicio con un alto estándar de calidad y a menor precio que otras. De
este modo trasladan sus menores costes de producción a sus clientes,
venden a menor precio, superan a sus competidores y por lo tanto
aumentan su cuota de mercado y sus ganancias. Esta curva de eficiencia
también es clave para tu éxito (ver figura 1.1).
Esta curva parece una pista de esquí que avanza de izquierda a
derecha. Cuando empiezas un nuevo trabajo o actividad, por lo general
tienes que invertir bastante tiempo y esfuerzo para conseguir resultados.
Es la fase de aprendizaje. Pero si insistes, finalmente serás mejor y mejor
en esa tarea particular. A medida que mejoras, empiezas a avanzar y a
descender por la curva y ocupas menos y menos tiempo para conseguir
la misma calidad y cantidad de resultados. Por fin, llegas a un punto en
que puedes producir en una hora lo que una persona nueva tardaría
varias horas. Mientras, la calidad de tu trabajo es igual o mejor que la
de la persona de menor experiencia, que ocupa muchas más horas en
hacer lo mismo.

Tus hábitos deciden tu destino


Tus hábitos determinan casi todo lo que haces. Me arriesgaría a decir
que el 95 por ciento. Desde que te levantas por la mañana hasta que te
acuestas a dormir por la noche, tus hábitos controlan y dictan las
palabras que dices, las cosas que haces y la manera como reaccionas y
respondes. La gente exitosa y feliz tiene buenos hábitos que potencian la
vida. La gente que fracasa y no es feliz tiene hábitos que la perjudican y
refrenan.
Afortunadamente, todos los hábitos se pueden aprender y se
aprenden. Puedes aprender cualquier hábito que consideres deseable o
necesario si estás dispuesto a trabajar en ello duro y durante cierto
tiempo.
Un hábito se puede definir como una respuesta automática o
condicionada a un estímulo. Un hábito, bueno o malo, es algo que haces
de manera natural y con facilidad, sin pensarlo ni esforzarte. Una vez
desarrollado, el hábito adquiere un impulso propio y controla tus
respuestas y tu conducta ante los acontecimientos de tu mundo. Una vez
formado, un hábito permanece. Sólo se lo puede reemplazar por uno
nuevo y mejor. Formamos nuestros hábitos y después ellos nos forman.
Goethe, el filósofo alemán, escribió: «Todo es difícil antes de ser
fácil». Es posible que necesites mucha disciplina para desarrollar nuevos
hábitos de pensamiento y conducta. Pero una vez los hayas
incorporado, te permitirán realizar mucho más con menos esfuerzo.
Cuesta desarrollar buenos hábitos, pero es fácil vivir con ellos; no
cuesta mucho desarrollar malos hábitos, pero es difícil vivir con ellos.
Los hábitos que tienes y los hábitos que te tienen decidirán casi todo lo
que logres o no puedas lograr.
Tu trabajo consiste en formar buenos hábitos y dejar que ellos te
guíen. Al mismo tiempo, debes trabajar concienzudamente para
eliminar los malos hábitos y liberarte de sus negativas consecuencias.
Más adelante hablaremos sobre cómo puedes identificar los hábitos que
más te ayudarán y sobre cómo los puedes desarrollar de la manera más
rápida.

La fórmula del Gran Slam


La fórmula del Gran Slam, en el proceso de Máxima eficacia, tiene
cuatro partes: simplificación, afianzamiento, aceleración y
multiplicación. La fórmula del Gran Slam es otra clave para duplicar tus
ingresos y tu tiempo libre.

Simplificar
La primera letra del acrónimo Slam procede de simplificar. Para lograr
un mejor control de tu tiempo, duplicar tus ingresos y aumentar de
manera sustancial la calidad de tu vida personal, tienes que aprender a
simplificar todo lo que haces. Tienes que reducir y eliminar
continuamente las actividades que te ocupen mucho tiempo y
contribuyan muy poco a tus objetivos.
Simplifica tu tiempo y tu vida haciendo la menor cantidad de cosas de
poco valor que te sea posible. Esto liberará más tiempo para que hagas
las pocas cosas que en verdad importan. Para simplificarte la vida, la
estrategia de pensamiento de base cero es uno de los recursos más
poderosos que puedes aprender y aplicar regularmente.
Así funciona. Pregúntate: «¿Hay algo de lo que hago ahora que,
sabiendo lo que ahora sé, no haría si empezara de nuevo?».
¿Hay alguna relación personal o de negocios que no continuarías hoy
si tuvieras que empezar de nuevo? ¿Hay algún producto, servicio,
proceso o gasto de tiempo o de dinero, en tu trabajo o negocio, que,
sabiendo lo que ahora sabes, no harías hoy si empezaras de nuevo?
Si tu respuesta es «sí», entonces la siguiente pregunta es: «¿Qué debo
hacer para salir de esta situación lo antes posible?».
Si estás haciendo algo que no volverías a hacer hoy, sabiendo lo que
ya sabes, esta actividad es candidata para dedicarle menos tiempo o
para o eliminarla. Interrumpir sólo una actividad o apartarse de una
persona que ya no pertenece a tu vida puede simplificarte
sustancialmente la vida, a veces de un día para otro.
Pregúntate una y otra vez si hay algo a lo que puedas dedicarte más o
menos, empezar a hacer o dejar de hacer. Son preguntas para responder
cada día. Son claves importantes de simplificación. El capítulo tres se
ocupa exclusiva y detalladamente del proceso de simplificación.

Apalancamiento
La segunda letra del acrónimo Slam procede del término inglés leverage,
que equivale a ‘apalancamiento’ o afianzamiento. El apalancamiento
sirve para rendir al máximo. Puedes afianzar tu fuerza y tus capacidades
para lograr más de lo que creías posible. El filósofo griego Arquímedes
dijo una vez: «Dadme una palanca y un punto de apoyo y moveré el
mundo». Este principio también se aplica a ti.
Hay siete formas de afianzamiento que puedes desarrollar. Están al
alcance de la mano, basta preguntar por ellas.
El conocimiento de otras personas
La primera forma de afianzamiento reside en los conocimientos de los
demás. Un fragmento clave de conocimiento aplicado a tu situación
puede modificar extraordinariamente tus resultados. Esto te puede
ahorrar una cantidad enorme de dinero y muchas horas, incluso
semanas y meses de trabajo duro. Por esta razón, la gente exitosa es
como una antena de radar que constantemente explora el horizonte de
su vida en busca de libros, revistas, grabaciones, artículos y conferencias
que le aporten ideas e intuiciones que pueda utilizar para conseguir más
rápido sus objetivos.
La energía de otras personas
Ésta es la segunda forma de afianzamiento. La gente altamente eficaz
siempre busca maneras de delegar y entregar a terceros actividades de
menor valor para así contar con más tiempo para hacer las pocas cosas
que le rinden más. ¿Cómo puedes usar la energía de otras personas para
ser más eficaz y productivo?
El dinero de otras personas
Ésta es la tercera forma de afianzamiento. Tu capacidad para pedir
prestado y aprovechar los recursos financieros de otras personas te
puede capacitar para lograr cosas extraordinarias que no te serían
posibles si tuvieras que pagar por ellas con tus propios recursos.
Siempre deberías buscar oportunidades para pedir prestado e invertir
dinero y conseguir un beneficio que supere el coste de ese dinero.
Los éxitos de otras personas
Ésta es la cuarta forma de afianzamiento. Puedes mejorar
sustancialmente la calidad de tus resultados estudiando los éxitos de
otras personas y otras empresas. La gente exitosa ha pagado con
frecuencia un alto precio, en dinero y emociones, en dificultades y
decepciones, para lograr un objetivo determinado. Si estudias sus éxitos
y aprendes de sus experiencias, a menudo te ahorrarás una cantidad
enorme de tiempo y problemas.
Los fracasos de otras personas
La quinta forma de afianzamiento son los fracasos de otras personas.
Benjamín Franklin dijo una vez: «El hombre puede comprar su
sabiduría o pedirla prestada. Si la compra, pagará el precio completo en
tiempo personal y dinero. Si la pide prestada, capitalizará las lecciones
aprendidas de los fracasos de otros».
Muchos de los grandes éxitos de la historia han surgido como
resultado de un estudio cuidadoso de los fracasos de otras personas en
campos iguales o semejantes al propio y de haber aprendido de ellos.
¿Qué o quién ha fracasado en tu campo para que puedas aprender de
ello?
Las ideas de otras personas
Ésta es la sexta forma de afianzamiento. Todo lo que necesitas para
empezar a hacer fortuna es una buena idea. Cuanto más leas, aprendas,
converses y experimentes, más probabilidades tendrás de dar con una
idea que, combinada con tus propias capacidades y recursos, te
proporcionará un gran éxito en tu campo.
Los contactos de otras personas
La séptima forma de afianzamiento son los contactos o la credibilidad
de otras personas. Las personas que conoces a su vez conocen a muchas
otras personas y muchas te pueden servir de ayuda. ¿A quién conoces
que te pueda abrir puertas o presentarte a la gente adecuada? ¿A quién
conoces que te pueda ayudar a conseguir más rápido tus objetivos?
Presentarte ante una sola persona clave te puede cambiar por completo
la dirección de la vida.

Aceleración
La tercera letra de la fórmula del Gran Slam procede de aceleración.
Hoy, en nuestra sociedad, hay una necesidad increíble de velocidad.
Todo el mundo es impaciente. Todo el mundo quiere todo para ayer,
aunque no supiera hasta hoy que lo quería. Todo aquel que es capaz de
satisfacer rápidamente las necesidades de otras personas avanzará
rápidamente a la primera línea. Trata siempre de hacer las cosas más
rápido para la gente y clientes claves en tu vida.
Multiplicación
La cuarta letra de Slam es una M, que viene de multiplicación. La
manera básica de multiplicarte consiste en organizarte y trabajar con
otras personas cuyas capacidades y habilidades complementen las tuyas.
Un buen administrador se convierte en signo de multiplicación si
coordina el trabajo de diferentes personas para que los resultados del
equipo sean mucho mayores que la suma del resultado individual de
cada uno de los individuos del equipo. El administrador eficaz crea un
clima de alto rendimiento y consigue un rendimiento extraordinario de
gente común y corriente. Tu capacidad para reunir un equipo de gente
excelente y después ayudarlo a cumplir tareas importantes es clave para
tu éxito a largo plazo. Es la clave para que te multipliques y
multipliques tus capacidades.

Duplica tu tiempo libre


Para duplicar tu tiempo libre necesitas el poder de decisión más que otra
cualidad o atributo. Tu capacidad para decidir que quieres disponer de
tiempo libre y para mantener esa decisión es la clave para duplicar tu
tiempo libre y ocupar más tiempo en tus relaciones personales.
Mucha gente está convencida de que tiene tanto que hacer que en
realidad no tiene la opción de disponer de tiempo libre. Así, se suele
creer que se debe sacrificar la vida personal por el trabajo. Pero esto casi
nunca es verdad.
No creo que sea exagerado afirmar que un 80 por ciento del tiempo
de una persona en el trabajo se ocupa en actividades que contribuyen
muy poco al trabajo por el cual se paga a esa persona. La mitad del
tiempo de trabajo de una persona es sencillamente tiempo perdido. Se
consume en relaciones sociales ociosas con colegas, llamadas telefónicas
personales e intereses personales. El tiempo es devorado en los retrasos
al entrar y por salir antes de hora, y en dedicar momentos prolongados
al café y al almuerzo.
El tiempo duro se impone al tiempo relajado. En otras palabras, si
pierdes el tiempo en el trabajo, conversando o realizando actividades de
escaso valor, tus tareas no desaparecen. Siguen ahí. Aún hay que
hacerlas. Y si las postergas o las dejas a medias, empezarán a crecer
como una avalancha al acecho. El trabajo pendiente empieza a copar las
otras actividades. Y el tiempo duro del trabajo fundamental termina por
suprimir el tiempo relajado de la vida hogareña y del ocio.
Consideremos la historia de la niña que le pregunta a su madre:
«Mamá, ¿por qué papá trae a casa un maletín lleno de trabajo todas las
tardes y trabaja por la noche y nunca tiene tiempo para nosotras?».
La madre contesta: «Tienes que comprenderlo, querida. Papá no
puede terminar su trabajo en la oficina. Por eso lo trae a casa y trabaja
por la noche».
La niña mira a su madre y le dice: «¿Y por qué entonces no le ponen
en una clase inferior?».
La mayoría de la gente que no dedica tiempo suficiente a su familia y
a las actividades personales ha caído en el mal hábito de trabajar de
manera ineficaz e ineficiente durante la jornada. Hacen cada vez menos
en cada vez más tiempo. Conversan con sus colegas y trabajan en tareas
de poco valor. Mientras, los trabajos decisivos, de los cuales depende su
carrera, les provocan un estrés enorme y la sensación de que se los
presiona y de que trabajan en exceso.
Una ventaja que tiene la gente muy productiva sobre la gente
promedio es que ha aprendido a pensar y a actuar con mayor eficacia. Y
cualquier cosa que haya hecho o haga cualquiera también la puedes
hacer tú, con práctica.

Seis pasos para duplicar tus ingresos y tu tiempo libre


1. Identifica las pocas tareas que más contribuyen al mayor valor
de tu trabajo. Piensa cuidadosamente acerca de él, háblalo con
tu jefe y tus compañeros. Identifica tus ta​reas claves con
absoluta claridad para que sepas sin la sombra de una duda lo
que puedes hacer para que tu contribución sea la mayor.
2. Identifica las tareas rutinarias y las actividades que consumen
mucho tiempo pero contribuyen poco o nada a tus objetivos a
largo plazo en el trabajo. Empieza hoy mismo a delegar esas
tareas a otros, una por una. Elimínalas definitivamente apenas
puedas. Cede a terceros todo lo que pueda ser hecho por otros o
por otra empresa. Reduce la cantidad de tiempo que ocupas en
actividades de escaso valor y alto consumo de tiempo. Sé
inflexible e interrumpe tareas y actividades que tengan poca
importancia.
3. Utiliza la fórmula del Gran Slam para aumentar sustancialmente
tu rendimiento y tus resultados. Simplifica, afianza, acelera y
multiplica tus talentos y tus capacidades por medio de los
demás.
4. Decide hoy mismo tomarte por lo menos un día completo cada
semana fuera del trabajo para dedicar tu tiempo exclusivamente
a tus asuntos personales. Durante este tiempo rechaza cualquier
cosa relacionada con tu trabajo. No leas, no llames por teléfono,
no revises la correspondencia ni trabajes en el ordenador ni
hagas nada vinculado con tu trabajo. Deja que tu cerebro se
recargue y rejuvenezca centrando tu atención en algo distinto al
trabajo que haces durante la semana.
5. Una vez que te encuentres cómodo con un día libre a la semana,
amplía tu tiempo libre a dos días, a todo el fin de semana, cada
semana. Empieza a programar vacaciones de tres días cada tres
meses y finalmente cada dos meses. Empieza a programar dos a
cuatro semanas de vacaciones por año. Reorganízate la vida
para que el tiempo libre se convierta en una prioridad.
Cuanto más logres tener tu tiempo y tu vida bajo control, más
harás y más disfrutarás de tu trabajo. Cuanto más hagas, más
tiempo libre tendrás. Y si tienes más tiempo libre estarás más
descansado. Si estás más descansado estarás más alerta y serás
más productivo en el trabajo y así podrás hacer y terminar más
cosas.
6. Empieza hoy mismo a prestar más atención a las cosas que
haces. Sé más consciente de ti mismo y de tus actos. Piensa
cuidadosamente tus tareas antes de empezarlas. Identifica las
tareas más importantes y concéntrate con decisión en ellas. El
mero acto de pensar en tus actividades antes de empezarlas
desarrollará en ti hábitos nuevos de pensamiento y de acción
que te proporcionarán niveles más altos de productividad y
rendimiento. Te asombrará cómo mejorará cada aspecto de tu
vida. Y esto sucederá más rápido de lo que imaginas.
2
Duplica tu productividad
EL PRIMER REQUISITO DEL ÉXITO ES TENER LA CAPACIDAD DE APLICAR TUS ENERGÍAS FÍSICAS
Y MENTALES A UN SOLO PROBLEMA SIN CANSARTE.

—THOMAS EDISON

El proceso Máxima eficacia te muestra cómo duplicar tus ingresos y tu


tiempo libre al mismo tiempo. Ambas cosas son deseables y necesarias.
Conseguirlo no sólo es posible, sino también sorprendentemente simple
si sabes cómo. Conseguirás estos dos objetivos cuando cambies el modo
de pensar y hagas lo que tienes que hacer en el trabajo y en la vida
personal.
La fórmula que necesitas para duplicar tu productividad es fácil de
explicar, pero llevarla a la práctica cuesta trabajo y requiere decisión. Es
sencillamente ésta: realiza más y más tareas de alto valor y delega,
posterga, entrega a terceros y elimina las tareas de menor valor.
El punto de partida es siempre pensar acuciosamente el trabajo antes
de empezarlo. Tu primera responsabilidad, la tarea básica de un
trabajador consciente, es decidir qué tienes que hacer. Cuanto más
preciso seas acerca del «qué», más productivo serás cuando empieces
con el «cómo» y el «cuándo».

Cinco preguntas para un rendimiento superior


Hay cinco preguntas que te tienes que hacer regularmente si quieres
rendir al máximo:
1. ¿Qué estoy tratando de hacer? Define el objetivo ideal o el
resultado por el cual estás luchando, y hazlo antes de empezar.
Si trabajas con otros, asegúrate de que todos tienen clarísimo el
resultado deseado antes de que nadie empiece a trabajar.
2. ¿Cómo estoy tratando de hacerlo? Asegúrate de que éste es el
mejor modo. Pregúntate si hay otro. Permanece siempre abierto
a la posibilidad de que tal vez te estés equivocando. Piensa a
conciencia y analiza tu planteamiento para asegurarte de que
efectivamente se trata del mejor modo de encarar tu objetivo.
3. ¿Cuáles son mis suposiciones? ¿Estás suponiendo algo sobre el
mercado, las acciones o el rendimiento de otra gente, los
motivos de los principales participantes o sobre el resultado de
sucesos futuros? Recuerda que, como escribió Alec Mackenzie,
experto en gestión del tiempo, «las suposiciones erróneas están
en la raíz de la mayoría de los fracasos».
4. ¿Y si mis suposiciones son erróneas? ¿Qué sucede si lo que
creías verdadero resulta que no lo es? Quizás estás negociando
con alguien y esa persona sólo utiliza la negociación contigo
para conseguir un mejor precio o un contrato con un tercero.
Tienes que estar siempre dispuesto a poner en duda incluso tus
suposiciones más firmes.
5. ¿De qué otro modo debería actuar si mis suposiciones fueran
erróneas? ¿Qué harías si este planteamiento fracasara
completamente? ¿Cuáles son tus alternativas? Si no lo estuvieras
haciendo de este modo, ¿empezarías todo de nuevo? Siempre
debes estar dispuesto a preguntarte cómo podrías conseguir de
otra manera los mismos resultados.

La claridad es la clave
La claridad lo es todo. Para rendir a tu mejor nivel y duplicar tu
productividad, debes tener absolutamente claro lo que quieres
conseguir. E identificar e insistir entonces en el mejor modo de
conseguirlo. Tienes que estar abierto a nueva información, dispuesto a
aceptar críticas y correcciones, a abandonar un modo de trabajo y a
concentrarte en otro si las circunstancias lo aconsejan. Y te debes mover
con rapidez.
Según informes del Menninger Institute, de Kansas City, la
flexibilidad es la cualidad más importante que puedes desarrollar para
sobrevivir y moverte en el siglo XXI. La flexibilidad supone apertura,
receptividad y la disposición para probar nuevos métodos y técnicas. La
flexibilidad implica la práctica continua del pensamiento de base cero.
Un modo de lograr mayor flexibilidad es apartar del camino el ego.
Distánciate de la situación. Ocúpate más del qué está bien que del quién
tiene razón. Tu única pregunta debe ser: «¿Esto funciona?».
Cada vez que tropieces con resistencia o estrés en el transcurso de
determinada acción, toma distancia y cuestiona tus métodos.
Pregúntate: «¿De qué otra manera podemos encarar esto?». Manténte
abierto a todas las posibilidades, incluso a la de abandonar el objetivo o
el proyecto.

Aumenta tu productividad
El punto de partida para lograr una mayor productividad es tener los
objetivos claros. Para que un objetivo sea eficaz para guiar la conducta,
tiene que ser específico y mensurable. Tiene que ser creíble y alcanzable.
Debe ponerse por escrito y tener un plazo para alcanzarlo. Cuanto más
claros sean tus objetivos, más podrás concretar en la práctica y lo harás
con mayor prontitud.
La segunda clave de la alta productividad son los planes de acción
claros y escritos. Por cada minuto que dediques a la planificación te
ahorrarás diez minutos en la ejecución.
Haz una lista de cada paso de la tarea, día a día, antes de empezar.
Trabaja siempre a partir de esa lista. Piensa sobre papel. El trabajo a
partir de una lista te mantendrá centrado y te proporcionará un informe
visual de los logros. El mero hecho de escribir una lista y remitirse
constantemente a ella debería aumentar la productividad por lo menos
un 25 por ciento desde el principio.
Tercero: establece prioridades en tu lista. Piensa bien tu lista antes de
empezar la primera tarea. Utiliza continuamente la regla del 80/20.
Identifica el 20 por ciento de actividades de tu lista que pueden
significar el 80 por ciento del valor de toda ella. Empieza tu trabajo con
los asuntos del 20 por ciento principal y deja los otros para después.
La medida más importante de la importancia o valor de cualquier
tarea son las consecuencias potenciales de hacerla o de no hacerla. Una
tarea o actividad importante tiene consecuencias significativas. Una
tarea no importante tiene pocas o ninguna consecuencia.
Terminar un encargo importante para tu jefe o para un cliente de
primera línea es prioritario porque las consecuencias de no hacerlo
pueden ser significativas. Almorzar con un colega es una actividad de
poco valor, porque las consecuencias de hacerlo o de no hacerlo son
insignificantes.

Utiliza diariamente el método ABCDE


Utiliza el método ABCDE para establecer prioridades. Pon una de esas
letras delante de cada tarea de tu lista de trabajos antes de empezar.
Una tarea «A» es algo importante. Algo que debes hacer, algo que
implica consecuencias significativas si lo haces o si dejas de
hacerlo. Si tienes más de una tarea «A», organízalas como A-1, A-
2, A-3, etcétera, en orden de importancia.
Una tarea «B» es algo que deberías hacer. Hay consecuencias si la
haces o no la haces, pero no son tan importantes como en una
tarea «A». Nunca trabajes en una tarea «B» si te queda pendiente
una tarea «A». Niégate a trabajar en una prioridad menor si hay
una mayor a la espera.
Una tarea «C» es algo que sería agradable hacer, pero que carece
de consecuencias. Por ejemplo, leer el periódico, beber un café con
un colega o llamar a casa para saber qué habrá para la cena son
tareas «C». No aportan nada ni a tu trabajo ni a tu éxito. Nunca
te dediques a una tarea «C» si hay una tarea «B» pendiente.
Una tarea «D» es aquella que puedes delegar a otra persona. La
regla es que deberías delegar todo lo que es posible que haga otra
persona para disponer de más tiempo para hacer lo que sólo tú
puedes hacer.
Pregúntate: «¿Qué puedo hacer solamente yo y, si lo hago bien,
resultará ventajoso para mi empresa?». Delega cuanto puedas para
que puedas dedicar más tiempo a la tarea que responda a esta
pregunta, la tarea que verdaderamente puede marcar la diferencia.
Una tarea «E» es algo que puedes sencillamente eliminar. Hacerla
o no hacerla carece de consecuencias. Tal vez sea algo que en el
pasado tuvo alguna importancia, pero que si ahora interrumpes no
tendrá consecuencia alguna ni en tu trabajo ni en tu futuro.

Distingue lo urgente de lo importante


Otro modo de establecer prioridades antes de empezar es distinguir lo
urgente de lo importante. Una tarea urgente es algo que parece
apremiante, como una llamada telefónica o una emergencia. Una tarea
importante es algo que tendrá serias consecuencias si se hace o no se
hace (ver figura 2-1).

Algo que es tanto urgente como importante es una tarea que tienes
«encima». Es algo que tienes que hacer de inmediato. Tu trabajo
puede depender de ello. Las consecuencias de no realizar a tiempo
una tarea urgente e importante pueden ser graves. Este tipo de
tarea siempre está relacionado con demandas externas y con otra
gente. La mayoría de la gente dedica su tiempo a este tipo de
trabajo, al urgente e importante.
Las tareas que son importantes pero no urgentes suelen ser las que
puedes aplazar por un tiempo. Son también aquellas que suelen
tener mayores consecuencias, positivas o negativas, a largo plazo.
Por ejemplo, escribir un informe clave, continuar un estudio,
pasar tiempo con los hijos cuando están creciendo e incluso hacer
ejercicio para mantenerse en forma son tareas importantes, pero
no urgentes. Puedes postergarlas y a menudo lo haces. Pero es
posible que tengan consecuencias significativas, positivas o
negativas, a largo plazo.
Estas tareas y actividades te pueden dar un tremendo impulso y
permitir que te multipliques y multipliques tus esfuerzos. Cuanto
más tiempo ocupes en tareas importantes aunque no urgentes, más
eficaz y productivo serás a largo plazo.
Entre las tareas urgentes pero no importantes se incluyen las
llamadas telefónicas, atender a compañeros que quieren charlar
contigo, ocuparse de la correspondencia que acaba de llegar. Estas
tareas parecen apremiantes, pero no son importantes en términos
de sus consecuencias. Muchas personas ocupan una enormidad de
tiempo en cosas que son urgentes, pero no importantes. Parecen
muy ocupadas, se suelen engañar creyendo que hacen algo de
valor, aunque esto pocas veces sea cierto.
Las tareas que no son ni importantes ni urgentes por lo general
son una pérdida de tiempo, sobre todo si te apartan de actividades
más productivas. Mucha gente dedica la mitad de su tiempo a
hacer cosas que no son ni importantes ni urgentes. Es gente que
comete el error de creer que hace algo de provecho sólo porque
está en el trabajo cuando lo hace.
Un punto básico para alcanzar una alta productividad consiste en
centrarse en completar todas las tareas urgentes e importantes y, a
continuación, dedicarse a aquellas que son importantes, pero no
urgentes. Para ello, debes delegar, diferir, postergar e interrumpir las
demás. Debes disciplinarte para dejar de hacer cosas urgentes pero no
importantes y las que no son ni urgentes ni importantes.
Tres preguntas para alcanzar
la alta productividad
1. Pregúntate una y otra vez: «¿Cuáles son mis actividades de
mayor valor?». ¿Cuáles son las cosas que haces y que aportan
más valor a tu trabajo?
2. Pregúntate: «¿Por qué estoy en nómina?». ¿Exactamente por
qué te han contratado, para cumplir qué en términos de
resultados mensurables?
3. E insiste: «¿Cuál es el uso más valioso de mi tiempo en este
momento?». Ésta es la pregunta clave para la gestión de tu
tiempo. Tienes que hacerte esta pregunta cada hora, cada día.
Sea cual sea la respuesta, deberías trabajar en esa tarea la mayor
parte del tiempo, si no todo el tiempo.
Una vez que hayas pensado exhaustivamente acerca de tu trabajo y
decidido cuál es tu tarea más valiosa, debes disciplinarte para empezarla
de inmediato y continuar con ella hasta que esté completa.
Cuando te concentras con decisión en una única tarea, sin diversión ni
distracción, la harás más rápido que si la empezaras y la dejaras y
volvieras después a ella, para volver a interrumpirla hasta empezarla
una vez más. Puedes reducir la cantidad de tiempo que dedicas a una
tarea importante en un 80 por ciento si sencillamente te niegas a hacer
otra cosa mientras no la hayas terminado.

Siete claves para una productividad más alta


Éstas son siete maneras adicionales de incrementar tu productividad, tu
rendimiento y tus resultados, solo o en combinación con otros.
1. Trabaja más duro en lo que haces. Cuando trabajes, trabaja
todo el tiempo que trabajas. No pierdas el tiempo. No
consideres tu lugar de trabajo como un lugar donde conversar
con los amigos. Más bien al contrario, cuando llegues a trabajar
baja la cabeza y trabaja a pleno todo el día. Esta mera práctica
te permitirá duplicar tu productividad.
2. Trabaja más rápido. Desarrolla un «sentido de urgencia». Ponte
manos a la obra. No pierdas tiempo. Desarrolla y mantiene un
ritmo veloz en tu trabajo y tus actividades. Muévete con
decisión y mayor rapidez de tarea en tarea. Te sorprenderá lo
que lograrás hacer si decides mantener el ritmo en todo lo que
haces.
3. Trabaja en las actividades de mayor valor. Recuerda que la
cantidad de horas que trabajas no es tan importante como el
valor de las tareas que terminas y la calidad y cantidad de
resultados que logras. Cuanto más tiempo ocupes en tareas de
mayor valor, mayores resultados obtendrás de cada hora que
emplees.
4. Haz aquellas cosas que haces mejor. Cuando trabajas en tareas
para las que estás especialmente capacitado y en las cuales tienes
experiencia, puedes lograr mucho más en menos tiempo de lo
que lograría una persona sin experiencia. Además, trabaja para
mejorar en las cosas más importantes que haces. Nada
aumentará más rápido la calidad y cantidad de tus resultados
que lograr excelencia en el desempeño de las tareas más
importantes que se esperan de ti.
5. Aúna tus tareas. Realiza actividades semejantes al mismo
tiempo. Si escribes todas tus cartas, completas todos tus
informes de gastos o preparas todas tus propuestas al mismo
tiempo, serás más rápido y mejor en cada tarea. Te desplazarás
más rápido en la curva de aprendizaje. Cada tarea posterior te
ocupará menos tiempo. Puedes reducir la cantidad de tiempo
que dedicas a una tarea particular hasta en un 80 por ciento si
haces varias tareas semejantes una después de la otra.
6. Simplifica tu trabajo para que resulte más fácil hacerlo. Unifica
varias partes de tu trabajo en una tarea única de modo que haya
menos pasos. Y elimina definitivamente las tareas de menor
valor.
7. Prolonga tus horas de trabajo. A pesar de lo dicho en otro lugar
acerca del tiempo libre, es verdad que serás más productivo si
empiezas un poco más temprano y permaneces hasta un poco
más tarde. Si empiezas el día más temprano que la persona
promedio, te adelantarás a la peor hora del tránsito. Si te quedas
un poco más tarde, volverás a casa después de la peor hora de
tránsito. Si haces ambas cosas, puedes añadir dos o tres horas a
tu día de trabajo productivo sin afectar verdaderamente tu estilo
de vida. Estas horas extra es todo lo que necesitas para
convertirte en uno de los más productivos y mejor pagados en tu
campo.

La carrera está en marcha


Compite contigo mismo para averiguar cuánto de alto valor puedes
hacer cada día. Convierte esta práctica en un juego. Establece
programas y fechas tope para ti mismo y compite por esas fechas tope.
Averigua si puedes conseguir más y más en menos y menos tiempo.
Constrúyete una visión de ti mismo como persona altamente
productiva. Piensa en los momentos en que has sido más productivo en
la vida, más eficaz y eficiente. Piensa en las situaciones en que hiciste lo
adecuado en el momento correcto, en que conseguías mucho en muy
poco tiempo. Te sentías magníficamente. Te encontrabas en un estado
mágico de fluidez y te sentías feliz y exaltado.
Proyéctate ahora cinco años en el futuro e imagina que ya eres una de
las personas más productivas en tu campo. ¿Qué aspecto tendrás?
¿Cómo estarás trabajando? ¿En qué estarás trabajando? ¿En qué
principios orientadores de rendimiento personal te basarás? ¿Cómo te
describirá la gente en términos del modo como trabajas? Deja que tu
visión del futuro guíe tu desempeño actual.
Cuando tengas una visión clara de tu futuro ideal, pon una «X» en la
imagen específica de ti mismo que más te gusta. Visualízala
continuamente y contémplate como si ya fueras esa persona. Recuerda
que la persona que ves es la persona que serás. Mantén esa imagen en la
mente hasta que te hayas convertido de verdad en esa persona.
Con esta visión ideal ya definida, establece objetivos específicos para
ti mismo por lo que respecta a tu vida laboral. Imagina que tienes la
capacidad de producir la calidad o cantidad de trabajo que deseas.
¿Cómo serían? ¿Cuáles son los objetivos específicos de tu trabajo y tu
vida personal?
La motivación incluye motivos. Debes ser claro acerca de por qué
haces lo que estás haciendo. ¿Por qué trabajas tan duro? ¿Qué quieres
lograr verdaderamente? ¿Cuál es el modo más rápido y directo de llegar
desde donde estás a dónde quieres ir?
¿Qué conocimientos y habilidades adicionales necesitas para duplicar
tu productividad y rendir del mejor modo? Conviértete en un experto en
la gestión del tiempo. Lee los libros, escucha cursos en cintas de audio y
practica, practica, practica hasta que seas una de las personas más
productivas en tu negocio.
¿Qué hábitos y conductas te ayudarían más para desarrollar o
aumentar tu productividad? Concéntrate en de​sarrollar los hábitos de
orientación por resultados, puntos de interés, concentración, disciplina
y persistencia. Son motivadores e impulsores internos de alto
rendimiento.
Mi principio favorito de organización para la alta productividad es el
del manejo único, en el cual te concentras resueltamente en una cosa, en
la más importante, todo el día. Una vez que has programado en ti
mismo este hábito de trabajo te sorprenderá lo que lograrás hacer.
Los hábitos cotidianos de planificar, establecer prioridades y empezar
entonces con la tarea de mayor valor quizá te ayuden más que cualquier
otra cosa en la gestión del tiempo. Puedes desarrollar estos hábitos
practicándolos una y otra vez hasta que se tornen automáticos.
¿Qué actividades diarias debes practicar para asegurarte un
rendimiento óptimo? Mantén una lista de control de principios de
gestión del tiempo y revísala con regularidad. Asegúrate de que trabajas
siempre para dar a tu tiempo el mayor valor posible.
Finalmente, ¿a qué acción te comprometes como resultado de lo que
acabas de aprender? ¿Qué acción específica vas a llevar a cabo para
aumentar tu productividad, tu eficacia y tus resultados? Sea cual sea,
¡realízala ahora!

Hacia una filosofía del tiempo


La gestión del tiempo es en realidad la gestión de la vida, la gestión
personal, la gestión de uno mismo. La gente que se valora en mucho
distribuye cuidadosamente su tiempo. Piensa mucho el uso que da a su
tiempo. Si amas tu vida, amas cada minuto de ella. Te cuidas mucho de
malgastar o perder cualquiera de los preciosos minutos y horas de cada
día.
Las personas eficaces planifican su tiempo en segmentos muy
ajustados. Piensan en términos de bloques de diez o quince minutos.
Planifican cada día en detalle, con antelación. Hacen que cada minuto
cuente. El resultado: logran mucho más que la persona promedio y se
sienten mucho mejor consigo mismas.
Cuando empiezas a gestionar tu tiempo y tu vida con más cuidado,
empiezas a dar más valor a cada minuto y cada hora. Empiezas a darte
más valor a ti mismo y a tu vida. Cuanto mejor gestionas tu tiempo,
más te gustas y te respetas. Y cuanto más te gustas y te respetas, mejor
gestionas tu tiempo. Cada aspecto refuerza al otro.
La ley del resultado creciente es tu amiga. Cuanto más utilices y
practiques estos principios de gestión del tiempo, más y mejor
trabajarán para ti. Obtendrás más y mejores resultados. Verás una
mejora continua de tu eficacia y de tus resultados. Y al cabo de pocos
días o semanas te sorprenderá lo productivo que eres.
3
Simplifica tu vida
COMPLICAR LAS COSAS ES UNA TAREA FÁCIL, PERO SIMPLIFICARLAS ES UNA TAREA COMPLEJA.

—LEY DE MEYER

Éste es un tiempo maravilloso para vivir. La increíble velocidad del


cambio que estamos experimentando crea más oportunidades y
posibilidades que nunca. Tienes hoy más opciones en más áreas que
nunca antes y las opciones a nuestro alcance aumentan cada día y cada
mes.
Al mismo tiempo, te abruman más tareas y más responsabilidades de
las que nunca has tenido. Te agobian trabajos que necesitas terminar,
libros y revistas que tienes que leer, gente que necesitas encontrar,
proyectos que necesitas empezar o completar, objetivos que quieres
lograr. Y como en una cadena de producción que nunca se detiene, los
trabajos siguen llegando, uno tras otro, con demasiada rapidez para que
consigas dominarlos todos.
Estás ante un dilema. Quieres ejercer todo tu potencial y lograr todo
lo que es posible para ti en el trabajo. Quieres ganar la mayor cantidad
de dinero en el menor tiempo posible. Quieres alcanzar el éxito en tu
carrera. Pero al mismo tiempo no quieres sacrificar tu vida familiar, tus
amistades, tu salud o las actividades personales que te resultan tan
importantes.
Quieres todo. Quieres mayores logros por una parte y por la otra más
equilibrio y sencillez.
La buena noticia es que miles de hombres y mujeres felices y exitosos
han descubierto métodos, técnicas y estrategias que hacen posible todo
eso. Y lo que otros han logrado, por la razón que sea, también lo
puedes conseguir tú.
Una madre soltera de mi Programa de Coaching Avanzado ganaba
poco más de 30.000 dólares al año cuando empezó a aplicar a su
trabajo y a su vida los principios que aquí se exponen. Trabajaba entre
setenta y ochenta horas a la semana y estaba completamente abrumada
por la necesidad de tener éxito en su carrera y al mismo tiempo pasar
suficiente tiempo con su hija.
Al cabo de cinco años, aumentó sus ingresos a más de 300.000
dólares al año y disminuyó su horario semanal a treinta y ocho horas.
Su fórmula fue sencilla. Se decidió a mejorar en las dos o tres
actividades que más valor aportaban a su trabajo. Delegó, entregó a
terceros y eliminó todo lo demás. Hoy efectúa muchas menos tareas,
pero el valor de esas tareas es diez veces mayor que el total de sus
resultados de cinco años antes.
El punto de partida de la simplificación es que reduzcas la cantidad de
cosas que haces en tu trabajo y en tu vida personal. Puedes controlar tu
tiempo sólo en la medida en que interrumpas tareas que tienen poco
valor para ti. Debes dejar de hacer algunas de las cosas a que te habías
acostumbrado en el curso de los años. Hasta puede que debas dejar de
hacer cosas que haces bien y con las que disfrutas.
Como resultado de muchos años de estudio y práctica, he
desarrollado lo que llamo la «ley de la complejidad». Cuando aplicas
esta ley de la complejidad a la gestión del tiempo y a la simplificación,
inmediatamente simplificarás tu vida, aumentarás tu rendimiento y
empezarás a gozar más con cada cosa que hagas.
La ley de la complejidad dice que el nivel de complejidad de una tarea
es igual al cuadrado del número de pasos en esa tarea. La complejidad
se puede definir como el potencial para aumentar costes, aumentar el
tiempo o aumentar los errores.
Por ejemplo, una tarea simple es algo que haces tú mismo. Si decides
hacer una llamada telefónica personal, sólo hay un paso. La tarea tiene
un factor uno de complejidad; uno al cuadrado es lo mismo que uno
por uno, así que el nivel de complejidad de una tarea simple e individual
es uno. Coges el teléfono, haces la llamada y cuelgas el teléfono.
Sin embargo, si pides a alguien que haga una llamada telefónica en tu
nombre, añades un paso al proceso. El nivel de complejidad aumenta al
cuadrado de dos, es decir, a cuatro.
Esto significa que el aumento potencial en tiempo, coste y errores o
malos entendidos ha aumentado de uno (un solo paso) a cuatro (dos
pasos), un salto enorme en el potencial para el incremento de tiempo,
costes y errores.
Supongamos ahora que pides a alguien que pida a un tercero que
haga la llamada por ti. Ahora tienes tres pasos. Esto te da un nivel de
complejidad de tres al cuadrado, es decir, nueve.
La posibilidad de más tiempo, más gasto y más malos entendidos o
errores ahora ha saltado de un nivel de complejidad uno, si haces la
llamada tú mismo, a un nivel de complejidad nueve si pides a otra
persona que encargue esa llamada a un tercero.
Una actividad con cuatro pasos tiene un nivel de complejidad de
cuatro al cuadrado, o dieciséis. Esto supone un potencial mayor de
incremento de coste, tiempo y complejidad. Una tarea con cinco pasos
tiene un nivel de cinco al cuadrado, es decir, de veinticinco. Una
actividad con diez pasos tiene un nivel de complejidad de diez al
cuadrado, es decir, de cien.
Esto significa que el nivel de complejidad aumenta exponencialmente
a medida que la cantidad de pasos aumenta aritméticamente. El nivel de
complejidad también decrece exponencialmente a medida que eliminas
pasos en el proceso (ver figura 3-1).

La ley de la complejidad muestra que puedes simplicar de manera


sustancial tu vida si buscas continuamente distintas modalidades de
reducir la cantidad de pasos necesarios para completar una tarea.
Una importante compañía de seguros tenía un problema. Cuando la
empresa recibía una solicitud de seguro de vida tardaba seis semanas en
aprobarla o rechazarla. A esas alturas, el posible cliente a menudo
perdía el interés y recurría a otra compañía.
La compañía de seguros contrató a un consultor que aplicó la teoría
de la complejidad al procedimiento de aprobación de una solicitud de
seguro de vida. Descubrió que el formulario pasaba por veintidós
manos diferentes. Cada persona lo revisaba y aprobaba una parte de la
solicitud antes de que ésta llegara al despacho de la persona que
adoptaba la decisión final. El proceso completo tardaba seis semanas.
Pero la cantidad real de tiempo que se ocupaba en esa solicitud no
excedía a una hora.
Provista de esta información, la compañía de seguros simplificó
drásticamente el procedimiento. Asignaron los primeros veintiún pasos
a una sola persona. La segunda persona se limitaba a comprobar la
revisión que había hecho la primera. El resultado fue que redujeron el
tiempo de resolución de seis semanas a veinticuatro horas. El negocio de
los reaseguros aumentó en más de mil millones de dólares.
El departamento de créditos hipotecarios del Citibank de Nueva York
hizo algo semejante. Debido a la cantidad de pasos requeridos para su
aprobación, desde que se recibía una solicitud de crédito hipotecario
hasta que se aprobaba se tardaba entre cinco y seis semanas. Y a esas
alturas el posible comprador de una casa había recurrido a otra
institución.
Gracias a la reducción de la cantidad de pasos en el procedimiento de
aprobación, el Citibank redujo el tiempo de decisión de seis semanas a
veinticuatro horas. El resultado de esta increíble velocidad fue que se
convirtió en la entidad de crédito hipotecario preferida entre todas las
instituciones financieras y aumentó su cartera de hipotecas en cientos de
millones de dólares sin disminuir la calidad.

Las siete «R» de la simplificación


Utiliza uno o más de estos pasos para simplificar y racionalizar cada
área de tu vida personal o de trabajo.
La primera R es repensar. Cada vez que te encuentres abrumado
porque tienes demasiado trabajo y poco tiempo, deténte un
momento y piensa acerca de él. Toma distancia y pregúntate:
«¿No habrá un modo mejor?».
Sobre todo si te encuentras con alguna clase de resistencia, te
enfrentas al estrés o a dificultades de cualquier clase, deja de
apremiarte. Adopta el punto de vista de un consultor externo.
Imagina que te han traído para evaluar tu propia situación y que
debes aconsejarte cómo manejarla. Permanece abierto y receptivo.
Disponte a considerar que tu enfoque actual tal vez sea
equivocado.
La segunda R es reevaluar. Cuando obtengas nueva información,
detén el reloj, como si pidieras tiempo muerto en un encuentro
deportivo, y reevalúa la situación basándote en cómo está en ese
momento. Jack Welch, presidente de General Electric, lo denomina
«principio de realidad».
El principio de realidad requiere que seas completamente honesto
contigo mismo y que te ocupes de la situación tomando como base
la realidad del momento, y no en cómo te gustaría que fuera ni en
cómo fue en el pasado.
Jack Welch empieza cada discusión o evaluación de un problema
con esta pregunta: «¿Cuál es la realidad?». Tam​bién tú tienes que
hacerlo. En el Diccionario del Diablo, Ambrose Bierce escribió:
«El fanatismo consiste en redoblar los esfuerzos cuando se ha
olvidado el objetivo». No dejes que te ocurra.
La tercera R es reorganizar. El propósito de la reorganización de
tu vida o de tu trabajo es asegurar un mayor nivel de resultados a
partir de la misma aportación en cantidad y calidad. En tiempos
de cambios rápidos y de turbulencias, tienes que reorganizarte
continuamente. Como ha dicho hace poco un ejecutivo de alta
tecnología, «en este negocio tienes que arrojar por la ventana
todas tus suposiciones cada tres semanas».
Prepárate para reorganizar tu lugar de trabajo. Prepárate para
reorganizar tu programa diario de trabajo. Prepárate para
reorganizar el orden y la prioridad de tus actividades. Permanece
abierto a la posibilidad de que siempre haya un modo mejor de
hacer el trabajo, distinto al que utilizas hoy. No dejes de buscar
ese modo mejor.
La cuarta R es reestructurar. Con la reestructuración canalizas
más tiempo, energía, dinero y recursos en el 20 por ciento de las
actividades que te proporcionan la mayoría de los ingresos y las
mayores ganancias. Las empresas se reestructuran dedicando más
recursos a los productos, servicios y actividades que más valoran
sus clientes. Al tiempo que delegan, entregan a terceros y eliminan
actividades que no generan ingresos y que a los clientes tienen sin
cuidado. Cuando reestructuras tus propias actividades, diriges y
rediriges continuamente tu tiempo y tus energías a aquellas pocas
cosas que haces que te proporcionan la mayoría de los beneficios.
Te concentras resueltamente en tus tareas más valiosas.
La reingeniería es la quinta clave de la simplificación. Ésta es una
de las prácticas más poderosas para simplificar el trabajo y la vida
personal. En la reingeniería te centras por completo en mejorar los
procedimientos. Buscas constantemente modalidades nuevas,
mejores, más rápidas y más baratas y fáciles para realizar las
tareas y conseguir el resultado deseado.

Seis modalidades de reingeniería para tu vida y tu trabajo


Reúne varias tareas en una sola.
Asigna varias tareas a una sola persona en lugar de dispersarlas entre varias
personas. Esto se llama compresión del trabajo por expansión de la
responsabilidad.
Cede a terceros determinadas tareas y haz que las hagan otras personas o
empresas especializadas en el área del caso.
Delega tareas a otras personas o a otros departamentos.
Elimina definitivamente algunas tareas si compruebas que ya no son necesarias o
esenciales para el producto terminado.
Cambia el orden en que se realizan las tareas con el fin de reducir los atascos y
aumentar la eficiencia.
Revisa continuamente cualquier tarea compleja que conste de varios pasos y busca
modos de aplicar una reingeniería que la simplifique para que se pueda realizar más
rápido y con mayor eficiencia.
Para empezar la reingeniería de tu trabajo haz una lista de todos los
pasos de un determinado procedimiento de trabajo, desde el principio
hasta el final. Establece entonces el objetivo de reducir la cantidad de
pasos de la lista en un treinta por ciento. Te sorprenderá la facilidad
con que completas esta tarea la primera vez que la hagas.
La sexta R en la simplificación es reinventar. En este caso, te re-
creas por completo. En tiempos de rápidos cambios, deberías
reinventarte y reinventar tu trabajo cada seis o doce meses.
Practica continuamente el pensamiento de base cero. No dejes de
preguntarte: «¿Si no lo estuviera haciendo así, sabiendo lo que
ahora sé, lo empezaría de nuevo del mismo modo?»
Imagina que estás empezando de nuevo tu trabajo o tu carrera.
¿Hay alguna cosa a la que te dedicarías más? ¿Hay alguna cosa a
la que te dedicarías menos? ¿Hay algo que empezarías a hacer y
que ahora no estás haciendo? ¿Hay algo que dejarías de hacer?
Vas a tener una variedad de trabajos y de cargos diferentes en el
curso de la vida. Sigue mirando más adelante y piensa en lo que te
gustaría hacer. Pregúntate: «¿Cuál va a ser mi próximo trabajo?».
¿Cuál te gustaría que fuera?
Y después pregúntate: «¿Cómo va a ser mi próxima carrera?».
¿Cómo te gustaría que fuera? Si no te haces estas preguntas ni las
contestas por ti mismo, tal vez alguien las conteste por ti.
La séptima R en la simplificación es recuperar el control. En este
paso, estableces nuevos objetivos y creas nuevos planes. Tomas
nuevas decisiones y te comprometes en nuevas acciones. Asumes
completa responsabilidad y te haces cargo de tu vida. No esperas
que te sucedan cosas buenas. Te pones en marcha y haces que te
sucedan. Te haces cargo de tu tiempo y de tu vida.

Identifica tus valores


En el Proceso Máxima eficacia el primer paso para simplificar tu vida es
determinar tus valores. ¿Qué es importante para ti? ¿Cuáles son los
valores o principios unificadores que te importan más en relación con tu
vida personal?
Algunas cosas que podrías valorar son la paz, la sencillez, la
tranquilidad, la complacencia, la satisfacción, la felicidad, el amor y la
alegría. Selecciona los cinco valores que te importan más y organízalos
por prioridad (ver el Apéndice).

Crea tu visión futura ideal


Crea una visión de ti mismo en el futuro, basándote en tus valores,
como si tu vida fuera ideal en todos los sentidos. Imagina que no tienes
limitaciones. Imagina que puedes diseñar tu estilo ideal de vida y tu
calendario ideal. ¿Qué aspecto tendrían?

Define tus objetivos


Aclarados los valores y la visión, puedes establecer objetivos específicos
que simplifiquen tu vida. Tu capacidad para optar entre alternativas y
después adoptar decisiones firmes es la herramienta más poderosa que
tienes para lograr cualquier cosa que verdaderamente quieras. Si por
alguna razón tu situación actual no te satisface, puedes hacer nuevas
elecciones y tomar nuevas decisiones acerca de lo que exactamente
quieres y ponerte manos a la obra para concretarlo en la realidad.
Practica «idealizaciones» todo el tiempo. Recuerda los momentos
felices de tu propia vida y los tiempos más organizados y productivos de
tu vida laboral e imagina cómo puedes recrear esos tiempos en el futuro.
Pregúntate: «Si sólo contara con seis meses más, ¿cómo cambiaría mi
vida?».
Si sólo te quedara un breve lapso en la Tierra, ¿qué harías más y qué
menos? ¿Qué empezarías a hacer y qué dejarías de hacer? ¿A qué te
integrarías o de qué te retirarías? ¿Cómo pasarías tu tiempo y con
quién?
Si hoy fueras económicamente independiente, ¿qué actividades de tu
vida interrumpirías para siempre? ¿Qué pasos darías de inmediato para
simplificar tu vida y aumentar tu paz y tu felicidad?
¿Cuál es tu punto de Máxima eficacia en relación con tus valores, tu
visión y objetivos? ¿Dónde pondrías la «X» en tu trabajo o vida
personal para obtener el mayor impacto inmediato? ¿Qué deberías
hacer o dejar de hacer inmediatamente?

Aprende a decir no
¿Qué hábitos o conductas deberías practicar para simplificar tu vida y
mantenerla simplificada? Quizás el mejor hábito que podrías desarrollar
sería decir «no» a cualquier exigencia de tiempo que no sea coherente
con lo que más quieres en la vida.
La palabra «no» es una de las más poderosas que nunca aprenderás.
Di sencillamente «no» a toda petición o demanda que no esté asociada
a un alto valor de tu tiempo. Y di «sí» a las actividades con las que
verdaderamente dis​frutas.

Seis maneras de simplificar tu vida día a día


Empieza hoy a simplificar tu trabajo y tu vida personal. Establece esto
como un objetivo, haz un plan y trabaja todos los días en la
simplificación. Estas son algunas maneras de empezar.
1. Limpia el desorden en tu vida. Despeja completamente tu lugar
de trabajo antes de empezar a trabajar. Aunque tengas que dejar
cosas en el suelo, sólo debes tener sobre el escritorio una sola
tarea cada vez.
2. Revisa tus carpetas de materiales de consulta o lectura con una
bolsa de basura en la mano y empieza a tirar cosas. Hay mucho
que ya no tiene valor. Cualquier revista de hace más de seis
meses es basura. Cualquier información que obtengas en otra
parte es basura. La mayoría de los materiales que se apartan
para los archivos no se vuelven a mirar nunca. Hay almacenes
llenos de archivos muertos que finalmente habrá que tirar. Hay
casas, oficinas y escritorios con montones de material que nunca
volverá a mirar un ojo humano.
3. Para aumentar el espacio respirable de tu vida, trata de apartar
algunas cosas. Resiste la tentación de encender la radio en casa o
en el coche. No enciendas la televisión cuando te levantas o
cuando llegas a casa. Créate períodos de silencio en la vida para
que tu mente se relaje y funcione mejor.
Una gran ventaja de dejar atrás algunos hábitos es que pasarás
más tiempo en abierta conversación con tu familia y tus amigos.
Tan pronto enciendes la televisión o la radio toda comunicación
se interrumpe. Puedes mejorar mucho la calidad de tu vida
sencillamente desarrollando el hábito de omitir algunas cosas.
Mucha gente se ha liberado por completo de sus aparatos de
televisión o los ha trasladado a una habitación separada. Están
asombrados de la gran mejoría que ha generado en la calidad de
su vida personal.
4. Revisa el coche, los armarios y el garaje y líbrate de todo lo que
esté pasado de moda, sea obsoleto, innecesario o no se pueda
reparar. Libérate de la mentalidad de «coleccionista» que mucha
gente ha aprendido de sus padres. Regala cosas a la gente
necesitada. Mantén tu vida limpia y sencilla, refinada y elegante.
5. Practica diariamente la soledad. Tómate de treinta a sesenta
minutos, cada día, para sentarte en silencio contigo mismo.
Permite que tu mente se relaje. Respira hondo y deja que tu
mente flote, divague de tema en tema, sin presión ni dirección.
La práctica diaria de la soledad te puede cambiar la vida. Toda
persona que alguna vez ha aceptado este consejo y ha empezado
a practicar la soledad se ha sorprendido por el mejoramiento
general de la calidad de su vida. A veces, en soledad, surgirán
ideas e intuiciones tan profundas y poderosas que te pueden
cambiar por completo la dirección de la carrera o de la vida
personal. Inténtalo un par de veces y observa.
6. Comprométete en una acción específica teniendo en cuenta lo
que has aprendido en este capítulo. Haz algo. Cualquier cosa.
Pero actúa de inmediato para empezar a simplificar tu vida.
Cuando hayas emprendido la primera acción, automáticamente
seguirás con otra y tras otra. Y al cabo de muy poco tiempo
tendrás tu vida completamente bajo control.
4
Explota tu recurso más precioso
EL ÉXITO CONSISTE EN DIRIGIR EL PODER DE TODO LO QUE ERES HACIA LO QUE DESEAS
ARDIENTEMENTE LOGRAR.

—WILFERD A. PETERSON

La capacidad de pensar es tu recurso más precioso. Tu capacidad para


decidir y actuar determina todo lo que te sucede. Y tu capacidad para
elegir tus propios pensamientos y reacciones es lo único sobre lo cual
tienes control absoluto.
Bob Silver tenía treinta y dos años y vivía en Chicago, Illinois. Un año
después de asistir a uno de mis seminarios se puso en contacto conmigo
y me contó una historia notable sobre cómo le había cambiado la vida
en los últimos doce meses.
Antes del seminario era un hombre obeso, pasaba de un trabajo a
otro, se había casado y divorciado dos veces y estaba muy endeudado.
Era extremadamente negativo y solía ponerse furioso con aquellos que
creía formaban parte del «sistema». Estaba convencido de que las cartas
se habían barajado en contra de él. La vida era injusta. Se consideraba
una víctima de una racha de mala suerte. Creía que todos sus
problemas, así como los problemas de la sociedad en general, eran culpa
de aquella gente a la que le iba mejor que a él.
Vino a mi seminario con reticencia, porque un amigo le regaló una
invitación e insistió en que asistiera. Se sentó allí con los brazos
cruzados, cabizbajo, básicamente impermeable a esos «asuntos
motivadores» que sabía que eran falsos e inútiles.
En su carta me decía que algo que yo había dicho le alcanzó la mente
como un trueno, hizo que se irguiera en el asiento y le cambió
completamente las ideas. Y lo que dije fue: «Estás donde estás y eres
como eres por ti mismo y por nada más. La naturaleza es neutral. La
naturaleza no se ocupa de nadie. Si haces lo que hace otra gente exitosa
gozarás de los mismos resultados y recompensas. Y si no lo haces, no
será así».
Es probable que hayas escuchado este pensamiento muchas veces y de
diversos modos. Para él fue un acontecimiento de los que cambian la
vida. En un instante cayó en la cuenta de que muy dentro en su corazón
deseaba ser feliz y tener éxito. Quería que los demás le valoraran y
respetaran. También vio con claridad, por primera vez, que debido a su
actitud se estaba saboteando involuntariamente a sí mismo en cada
situación en que intervenía.
Salió del seminario decidido a cambiar su pensamiento y su conducta.
Un año más tarde su vida había dado un vuelco. Tenía un buen trabajo
y le habían promovido dos veces. Había perdido diez kilos. Se había
vuelto a casar, vivía feliz en un nuevo apartamento. Se sentía
estupendamente y empezaba con entusiasmo cada día tanto en casa
como en el trabajo. Era un hombre nuevo.
¿Qué había ocurrido? Había descubierto la gran verdad que se ha
descubierto y vuelto a descubrir en el curso de la historia. Tu recurso
más precioso es la mente. Tu capacidad para pensar, planificar, decidir
y actuar es la fuerza más poderosa para el bien en tu vida. Este poder es
el punto de partida en cada cosa buena que te ocurre. Todo tu mundo
cambia cuando tomas el control de tu pensamiento.
Hemos entrado en lo que Harlow Shapley, de la Universidad de
Harvard, llama la era Psicozoica, o era de la mente. Tu mente es tan
poderosa que si se la dirige adecuadamente te puede conceder casi
cualquier cosa que desees en la vida. Hay en ti depósitos intactos de un
potencial tan grande que no podrás hacer, en toda la vida, ni siquiera
una pequeña fracción de lo que verdaderamente eres capaz de hacer.

El punto de inflexión
Empecé la vida con pocas ventajas, trabajando en tareas pesadas, estuve
desempleado hasta cinco meses en un año. Mi educación fue bastante
limitada, tenía poca experiencia y pocos contactos. Un día me empecé a
preguntar: «¿Por qué hay personas más exitosas que otras?».
La búsqueda de la respuesta a esa pregunta me ha dominado y
dirigido la vida desde los diecinueve años. Mi primer gran
descubrimiento fue el principio aristotélico de la causalidad. Hoy lo
llamamos ley de causa y efecto. En términos bíblicos es la ley de
sembrar y cosechar. Sir Isaac Newton la llamaba la ley de la acción y la
reacción. Es la gran ley de la civilización occidental. Está detrás de más
de dos mil años de progresos en ciencia, medicina, tecnología y
empresa.
La ley de la causa y efecto dice que por cada efecto hay una o varias
causas específicas. Esta ley dice que cada cosa sucede por alguna razón.
Dice que el éxito, en los negocios o en la vida personal, no es un
accidente. Que el fracaso no es un accidente. Estos hechos se explican
por relaciones específicas de causa-efecto.
En su forma más simple, la ley de causa y efecto explica que si quieres
obtener un efecto determinado en la vida sencillamente tienes que saber
qué hay detrás de él y encontrar a alguien que en algún momento lo
obtuvo. Averiguar qué hizo esa persona para conseguir el efecto que
deseas. Se trata, entonces, de hacer las mismas cosas que esa persona
hizo. Si haces las mismas cosas que hacen otras personas exitosas,
finalmente obtendrás los mismos resultados que ellos. No es un milagro.
Es la ley que se cumple.
Este descubrimiento estalló en mi mente cuando tenía veintitrés años,
tal como estalló en la mente de Bob Silver en Chicago. ¡Imagínate!
Puedes ser, puedes tener o hacer lo que quieras en la vida si
sencillamente averiguas cómo lo consiguió antes otra gente y haces
entonces lo mismo. Seas alto o bajo, joven o viejo, negro o blanco,
hombre o mujer, educado o iletrado, emigrante reciente o autóctono de
tu región, si haces lo que hace otra gente exitosa, finalmente obtendrás
los mismos resultados que ellos están consiguiendo. Depende por
completo de ti.
El filósofo Bertrand Russell escribió: «La mejor prueba de que algo se
puede hacer es que otros ya lo han hecho».
Abraham Lincoln escribió: «Que algunos hayan tenido mucho éxito
prueba que otros también lo pueden tener».
La apertura mental y la disposición para revisar el propio
pensamiento ante informaciones nuevas te pueden conceder tremendas
ventajas para tener éxito en un mundo que cambia rápidamente.
Cuando aprendí esta ley, no la puse en duda. Sencillamente la acepté
como verdadera y la apliqué con audacia a todo lo que he intentado.
Llevar a la práctica el principio
Cuando me he ocupado de ventas, he investigado y aplicado toda la
información sobre métodos y técnicas de venta que pude aprender de
vendedores exitosos. Y han funcionado. En ningún momento he estado
entre los mejores vendedores de mi organización.
Cuando me ocupé de la gestión de ventas, aprendí todo lo que pude
acerca de la dirección de vendedores. Al cabo de un año tenía noventa y
cinco trabajando para mí, a cada uno de los cuales había reclutado y
entrenado personalmente.
Cuando pasé a la gestión de bienes raíces, leí más de veinte libros
sobre el tema, incluyendo cómo localizar propiedades, cómo organizar
la financiación y cómo desarrollar, alquilar y vender bienes inmuebles.
Durante cinco años compré, vendí, desarrollé, alquilé y parcelé
propiedades industriales, comerciales y residenciales por un valor de
más de 50 millones de dólares.
A menudo, cuando explico el principio de causa y efecto, la gente lo
desdeña por demasiado simplista para aplicarlo a su propia situación,
pero los principios más poderosos suelen ser los más simples. Por eso el
éxito y el logro son posibles casi para cualquiera.
Éste es mi gran descubrimiento. Aprendí que la aplicación más
importante de la ley de causa y efecto es que los pensamientos son
causas y las condiciones son efectos.
Dicho de otro modo, el pensamiento es creativo. Tus pensamientos
son las causas que crean las condiciones de tu vida. Todo lo que hoy
tienes en la vida lo has atraído hacia ti por el modo como piensas.
Puedes cambiar tu vida porque puedes cambiar la manera de pensar. La
razón por la cual algunas personas tienen más éxito que otras es simple.
La gente exitosa piensa de manera diferente a la gente que no lo es. Y si
desarrollas las modalidades de pensamiento de la gente exitosa muy
pronto disfrutarás de los resultados de que gozan los exitosos.

El mayor de los descubrimientos


La aplicación más poderosa de la ley de causa y efecto es ésta: Te
conviertes en aquello en que más tiempo piensas.
¡Qué idea! Algunas de las mentes más grandes de la historia han
quedado admirados ante este pensamiento: te conviertes en aquello en
que más tiempo piensas.
En la película Firefox, protagonizada por Clint Eastwood, el
argumento gira en torno a un nuevo avión ruso de combate tan
avanzado que es controlado por la mente del piloto. Los pensamientos
del piloto determinan la dirección y el comportamiento del avión, que se
desplazaba a tremenda velocidad. El personaje de Clint Eastwood
hablaba inglés y ruso con fluidez. Mientras escapaba con el avión, tenía
que recordar continuamente que debía pensar en ruso, idioma con el
que habían programado al avión.
Tu mente es lo mismo. La dirección de tu vida y todo lo que te sucede
está determinado por tu modo de pensar, por los pensamientos que se
desarrollan en tu mente, positivos o negativos, constructivos o críticos.
La buena noticia es que si cambias tus pensamientos cambiarás tu vida.
De hecho, todos los grandes cambios de tu vida empiezan con un
cambio de tu pensamiento de una manera específica, para mejor o para
peor.

Piensa como ganador


En el curso de los años se ha preguntado a miles de personas en qué
piensan la mayor parte del tiempo.
Las respuestas tienden a ser las mismas en todo el mundo. La gente
exitosa piensa la mayor parte del tiempo en lo que desean y en cómo
obtenerlo. Como resultado de este foco mental, estas personas
consiguen mucho más que la persona promedio, aunque no hayan
empezado con ninguna ventaja particular.
La gente que no tiene éxito, en cambio, tiende a pensar y a hablar la
mayor parte del tiempo sobre lo que no desea. Piensan y hablan casi
siempre de aquellos que les molestan o de quienes creen culpables de sus
problemas. No comprenden por qué su vida no mejora, a pesar de que
trabajan tanto como los demás. Caen en el hábito de pensar y hablar
cada vez más acerca de sus problemas y de quienes creen culpables de
tenerlos, y con ello empeoran la situación.
Martin Seligman, de la universidad de Pennsylvania, ha organizado
entrevistas con más de 350.000 hombres y mujeres en un periodo de
veinte años para averiguar lo que piensan la mayor parte del tiempo.
Resumió sus hallazgos en el best-seller Learned Optimism.
Seligman descubrió que la cualidad predominante de la gente exitosa
es el optimismo. La gente exitosa se muestra mucho más optimista la
mayor parte del tiempo que la gente promedio. Tienen una actitud
mental positiva hacia sí mismos y hacia los demás.
Tu nivel de optimismo es el mejor indicador de lo feliz, saludable, rico
y longevo que serás. Cuanto más optimista y positivo seas, más energía
y entusiasmo tendrás. Gozarás de un sistema inmune más fuerte y
resistente a la enfermedad y a la infección. Muy pocas veces caerás
enfermo. Necesitarás menos horas de sueño y dispondrás de más
energía mental y física durante el día.
Cuanto más optimista seas, más creativo serás. Constantemente
tendrás ideas nuevas y descubrirás nuevas posibilidades que te ayudarán
a avanzar más rápido hacia tus objetivos, hacia los objetivos en que
piensas la mayor parte del tiempo.
Tu decisión de ser una persona más optimista en cada aspecto de tu
vida te ayudará más que cualquier otra cualidad a asegurarte éxito y
felicidad.
El proceso de Máxima eficacia requiere que continuamente pongas
una «X» en el pensamiento o actividad que más te puede ayudar en
cualquier momento dado. Como regla general, tu trabajo es mantener
optimista y positivo el pensamiento la mayor parte del tiempo. Al
principio esto tal vez te resulte difícil, pero, como cualquier hábito,
puedes desarrollarlo mediante la repetición. Si practicas pensar y
responder con optimismo la mayor parte del tiempo, esta actitud
positiva muy pronto se convertirá en una respuesta condicionada.
Finalmente notarás que reaccionas y respondes de manera positiva y
optimista durante todo el día.
El buen estado mental y el buen estado físico son semejantes en
algunos sentidos. Si quieres estar físicamente bien, tienes que trabajar tu
físico. Tienes que ejercitar las diferentes zonas de tu cuerpo y recurrir a
un buen entrenamiento para asegurarte un máximo de rendimiento de
pies a cabeza.
Si vas a un gimnasio y le dices al entrenador que quieres estar en
buena condición física, te enseñará a usar una serie de ejercicios en un
orden determinado para alcanzar un buen nivel de salud que podrás
mantener en el tiempo.
Tu optimismo puede equipararse a tu buen estado mental. Esta forma
de salud mental se puede desarrollar practicando ejercicios mentales
específicos, una y otra vez, hasta que respondas automáticamente de
manera positiva y constructiva a cualquier cosa que te suceda.

El programa de siete puntos para un buen estado mental


Hay siete ejercicios mentales, o modos de pensar, que puedes aprender y
practicar todos los días para convertirte en una persona más positiva,
confiada y optimista. Cuanto más pienses de este modo, mejor te
sentirás, más logros alcanzarás y lo harás más rápido y con mayor
facilidad.

Piensa en el futuro
La primera y más importante actitud que puedes practicar para obtener
lo más posible de ti mismo es la orientación al futuro. La orientación al
futuro es otra de las características más comunes de la gente exitosa,
especialmente de hombres y mujeres que asumen posiciones de liderazgo
y responsabilidad tanto en el trabajo, como en la sociedad y la vida
personal.
En 3.300 estudios de liderazgo que buscan la cualidad común que han
poseído los líderes en todas las épocas, los investigadores descubrieron
que la única cualidad que te​nían en común todos los sujetos era la
visión. Los líderes tienen visión. Los que no son líderes no la tienen. Los
líderes tienen una visión de un mejor futuro para sí mismos, sus familias
y sus organizaciones. Pueden ver anticipadamente un futuro ideal. Y
entonces trabajan para convertirlo en rea​lidad.
La gente orientada al futuro piensa en el futuro la mayor parte del
tiempo. Piensan adónde van a ir más que en dónde han estado. Piensan
en lo que es posible en los meses y años por venir más que en el pasado,
que no se puede cambiar.
Por desgracia, es probable que menos del diez por ciento de las
personas de nuestra sociedad esté genuinamente orientada al futuro. La
vasta mayoría está ocupada ante todo en el presente y en la gratificación
inmediata de cada día o en el pasado y lo que ya le ha sucedido.
¿Cómo se puede saber si una persona está orientada al futuro?
Sencillamente preguntándole: «Si tu vida fuera perfecta dentro de cinco
años, ¿qué aspecto tendría?». También te puedes hacer esta pregunta a
ti mismo.
La gente orientada al futuro tiene una respuesta inmediata para esa
pregunta. La gente orientada al futuro piensa mucho en el futuro y en
cómo será cuando llegue. La gente orientada al futuro es muy clara
acerca de cómo quiere que sea su vida al cabo de cinco años. La gente
orientada al futuro te puede decir lo que quiere y qué está haciendo al
respecto. Te pueden decir hacia dónde se dirige y por qué quiere llegar
ahí. Tienen una clara imagen mental de lo que desea para su trabajo,
sus ingresos, su familia, su estilo de vida, su salud y su nivel de logro en
los años por venir.
La gente orientada al presente y al pasado propende a ser vaga e
imprecisa acerca del futuro. Pocas veces piensa en esto con detalle. A
menudo se ofende si le pides que describa sus objetivos para el futuro.
En este sentido, la claridad es terriblemente importante. La gente
exitosa tiene muy claro quién es, qué quiere y cómo va a obtenerlo. La
gente que no tiene éxito suele mostrarse insegura y confusa acerca de
quién es, qué quiere y hacia dónde se dirige.
Un ejercicio poderoso que puedes practicar para enriquecer tu
pensamiento y acelerar tus resultados se llama idealización. En la
idealización imaginas continuamente un desenlace perfecto para
cualquier situación de tu vida. Te proyectas adelante tres o cuatro años,
o incluso más, y creas un cuadro mental de la clase de vida y de las
perspectivas profesionales que serían ideales para ti en todo sentido.
Deja que la mente fluya con toda libertad mientras visualizas e
idealizas un futuro perfecto. Imagina que en ese momento no hay
limitación alguna para lo que puedes ser, hacer o tener.
Imagina que cuentas con el conocimiento y la experien​cia que
necesitas. Imagina que tienes todo el dinero y los recursos que necesitas.
Imagina que tienes todos los amigos y contactos que deseas. Imagina
que todas las oportunidades y posibilidades están abiertas para ti.
Imagina que si puedes soñar esto, también lo puedes hacer.
Elabora una lista con tus sueños. Escribe todo lo que te gustaría tener
en la vida y en el trabajo alguna vez, como si el mero hecho de tenerlos
claros garantizara tus objetivos.
Si estás casado, siéntate con tu pareja a hacer esa lista. Pregunta:
«¿Qué haríamos, cómo nos cambiaría la vida si ganáramos diez
millones de dólares mañana?».
Si tuvieras todo el tiempo y el dinero que deseas y pudieras ser o hacer
cualquier cosa en la vida, ¿qué querrías verdaderamente? Cuanto más
claro seas al describir tu futuro ideal, más probable será que,
efectivamente, crees para ti ese futuro, y, por lo general, de manera más
rápida de lo que imaginas ahora. Sin embargo, no puedes dar en un
blanco que no ves. La claridad es esencial.
Créate una visión a cinco años vista
El experto en empresas Peter Drucker escribió: «Sobreestimamos en
mucho lo que podemos hacer en un año, pero subestimamos lo que
podemos hacer en cinco años».
Cuando dirijo ejercicios de planificación estratégica para
corporaciones, siempre comienzo con este ejercicio. Pido a los ejecutivos
que imaginen que su empresa es perfecta dentro de cinco años. Les pido
que imaginen que se va a escribir un reportaje sobre la empresa y que
será publicado en un periódico de alcance nacional. Les pregunto:
«¿Cómo describirían esta empresa si fuera la mejor de su tipo?».
Nos ponemos entonces a escribir las respuestas a esta pregunta en
papeles o en la pizarra. Solemos generar unas veinte o treinta
descripciones ideales de la empresa dentro de cinco años. Luego
discutimos y damos prioridad a las respuestas. Decidimos cuáles son
más importantes y cuáles menos. Determinamos qué son aportaciones y
qué resultados, cuáles son causas y cuáles efectos. Finalmente nos
ponemos de acuerdo en las tres o cuatro visiones ideales más
importantes que esa empresa puede concretar al cabo de cinco años.
Con está afirmación de una visión ya aclarada, empezamos a establecer
estrategias preguntando «cómo».
«Cómo» es una de las palabras más importantes y potentes que
puedes aprender y aplicar a cualquier situación de tu vida. Una vez que
cuentas con una visión clara de lo que quieres, la única pregunta que te
haces es «¿cómo conseguirlo?».
La pregunta cómo te obliga a ser positivo y a orientarte al futuro. La
palabra «cómo» dispara la creatividad en ti y en los demás. El uso
habitual de esta palabra es como apretar el acelerador de la mente y
revitalizar el motor del genio personal. Cuanto más te preguntes
«¿cómo?» ante cualquier cuestión, objetivo o sueño, más intuiciones e
ideas tendrás para convertir tus visiones en realidades.
La mejor noticia de todas es que cuando piensas en el futuro y piensas
en cómo convertir tu futuro ideal en realidad habitual, te vuelves más
optimista y positivo en el presente. Experimentas más energía y
entusiasmo. Sientes una sensación potenciada de confianza y poder
personal. Te encuentras más motivado y comprometido. Te comunicas
con mayor claridad y eficacia.
Un grupo de personas unidas en torno de una visión común, con el
compromiso total de convertirla en realidad, pueden formar el núcleo
de un poderoso equipo o empresa. Esta visión del futuro motiva e
inspira a la gente para rendir mucho más que antes. Esta imagen o
cuadro ideal sirve de guía y de mecanismo de dirección para las
decisiones personales y empresariales.
Haz una prueba cada día
En cierto sentido toda la vida es una prueba. Las vicisitudes y hechos
inesperados de cada día te ponen a prueba constantemente. Tu manera
de responder al mundo que te rodea es la manera como encaras y pasas
esas pruebas.
Quizá la mayor prueba de todas es tu capacidad para pensar y hablar
acerca del futuro, acerca de lo que quieres, acerca de adónde vas. Esto
tiene que ser el punto de Máxima Eficacia de tu pensamiento. Ésta es la
«X» que decide la dirección de tu vida. Éste es el examen que apruebas
o suspendes dependiendo de lo que optes por pensar la mayor parte del
tiempo.

Piensa en tus objetivos


La segunda actitud de la gente muy exitosa consiste en orientarse hacia
un objetivo. La gente de éxito piensa la mayor parte del tiempo en sus
objetivos y en cómo lograrlos. La gente que no tiene éxito piensa la
mayor parte del tiempo en sus problemas, critica, se queja y se excusa.
La orientación al futuro se ocupa de tu visión ideal a largo plazo. La
orientación al objetivo es más precisa. Concretas tu visión y la
conviertes en acciones y medidas específicas y tangibles que puedes
ejecutar de inmediato. Henry David Thoreau lo dijo con acierto: «¿Has
construido castillos en el aire? Bien, es allí donde los debes construir.
Ahora ponte a trabajar y construye los cimientos debajo de ellos».
Tres por ciento: esa es, aproximadamente, la cantidad de adultos que
pone por escrito sus objetivos. El otro 97 por ciento tiene deseos,
esperanzas y fantasías. La gente sin objetivos está condenada para
siempre a trabajar para gente que tiene objetivos.
La clave para establecer objetivos es pensar por escrito. Los hombres
y mujeres exitosos piensan pluma en mano; no así la gente que no tiene
éxito. Si escribes las cosas, las materializas ante tus ojos. Se vuelven
tangibles y concretas. Se convierten en susceptibles de manipulación
positiva y de acción definida. Los objetivos escritos activan la mente
positiva y te proporcionan energías. Los objetivos escritos liberan
poderes en tu interior que pueden haber dormido en su ausencia. El acto
de escribirlos aumenta enormemente la posibilidad de que logres tus
objetivos.
Establecer objetivos es una tarea sencilla. Es una habilidad precisa que
puedes aprender con la práctica. Una vez hayas dominado el proceso y
la práctica de establecer objetivos, podrás pisar el acelerador de tu vida
y progresar en uno o dos años más que en los últimos diez.
Cuando hayas determinado tus objetivos y los hayas puesto por
escrito, piensa en ellos todo el tiempo, mañana, tarde y noche. Y
pregúntate solamente «¿cómo?». ¿Cómo los puedes lograr? «Y si…» ya
no es una pregunta para ti.

Siete pasos para establecer objetivos


Ésta es una fórmula sencilla para establecer y lograr objetivos que puedes utilizar para
el resto de tu carrera:
1. Decide exactamente qué quieres en cada área de tu vida. La mayoría nunca
lo hace. La claridad es esencial.
2. Escríbelo con claridad y concreción. Haz que sea mensurable. Un ejemplo:
Aumentar mis ingresos un 50 por ciento en los próximos dos años. Un
objetivo que no está por escrito es mera fantasía. Carece de energía.
3. Establece una fecha tope para tu objetivo y, si es necesario, establece fechas
tope secundarias. Tu subconsciente se esfuerza si hay objetivos con límite de
tiempo. Por ejemplo: Conseguiré la mitad de mi objetivo de ingresos dentro
de once meses y la otra mitad dentro de dos años.
4. Haz una lista de todo lo que tendrás que hacer para lograr tu objetivo.
Agrega a tu lista lo que quieras mientras piensas en nuevas actividades y
tareas. Continúa agregando a tu lista hasta que esté completa.
5. Organiza tu lista para elaborar un plan. Piensa en qué necesitas hacer
primero y qué después. Decide lo que debes hacer y en qué orden. Trabaja
en tu plan hasta que esté completo.
6. Empieza a actuar conforme a tu plan inmediatamente. Haz algo, haz cualquier
cosa, pero empieza. Es asombroso cuánta gente fracasa porque no actúa
conforme a sus objetivos y planes.
7. Resuelve hacer algo cada día que te acerque a tu objetivo principal,
cualquiera que sea en ese momento. Esta disciplina de hacer algo cada día te
permitirá desarrollar y mantener el impulso. La acción diaria aumenta tu
decisión y te da energías. Esta única resolución, la acción diaria, te puede
cambiar por completo la vida.

Comprométete con la excelencia


La tercera actitud para el éxito es la orientarse hacia la excelencia. La
gente exitosa, por definición, es muy buena en lo que hace. También
tienes que llegar a ser muy bueno en tu trabajo. Comprométete con la
excelencia en tu trabajo. Decide hoy mismo ser uno del diez por ciento
superior en tu profesión, sin que importe el esfuerzo y sacrificio que
debas haces ni el tiempo que tardes en lograrlo.
Durante muchos años, debido a mis escasos antecedentes y a mi baja
autoestima, creí que nunca podría ser bueno en nada. Incluso si en
ocasiones hacía bien las cosas, lo atribuía a la suerte o a coincidencias.
A menudo me sentía como un impostor cuando la gente me felicitaba
por haber hecho algo bien. Entonces, a los veintiocho años, tuve una
revelación que me cambió la vida. También puede cambiar la tuya.
Comprendí que todos los que están en el diez por ciento superior de
su profesión tienen que haber empezado en alguna parte, y que la
mayoría lo ha hecho en el 10 por ciento inferior. Descubrí que
cualquiera que hoy lo hace bien, en cualquier área, alguna vez rindió
pobremente en comparación con lo que hace hoy. También caí en la
cuenta de que quien hoy es líder en su profesión u ocupación en una
época ni siquiera estaba en esa profesión u ocupación.
La vida se parece bastante a la cola en un bufé libre. La vida es un
autoservicio. Nadie te trae el plato. No te puedes sentar a la mesa y
esgrimir cuchillo y tenedor a la espera de que llegue el camarero. Tienes
que levantarte, aceptar la responsabilidad y servirte tu mismo.
Si quieres llegar al frente de la cola de la cafetería, hay dos pasos
necesarios. Primero, ponte en la cola. Adopta la decisión de ser
excelente en lo que haces y enseguida ponte en la cola. Y desde ese
momento haz cada día algo por mejorar.
En segundo lugar, permanece en la cola. No hagas un intento
ocasional de mejora personal si después te vas a ir a ver la televisión.
Ponte en la fila y permanece allí. Coloca un pie delante del otro y
avanza. Aprende y practica cosas nuevas cada día. No dejes de avanzar.
Nunca pierdas el impulso.
La buena noticia es que la fila de la cafetería de la vida nunca
concluye. Permanece disponible las veinticuatro horas del día.
Cualquiera puede ponerse en la cola y continuar en ella. Cualquiera
puede decidir ser el mejor en su campo y empezar a trabajar conforme a
ese objetivo.
No importa cuánto se tarde. Si te mantienes en la fila, si persistes en
ser un poco mejor cada día, nada ni nadie, excepto tú mismo, te puede
impedir llegar finalmente al frente. Nadie a excepción de ti mismo te
puede impedir llegar al 10 por ciento superior en tu campo. Depende
por completo de ti. Puedes ser tu mejor amigo o tu peor enemigo, según
las decisiones que tomes o dejes de tomar.
Tu vida cambiará por completo cuando seas excelente en lo que
haces. Aumentarán en gran medida tu autoestima, el respeto por ti
mismo y tu orgullo. Te sentirás magníficamente contigo mismo. La
gente que te rodea te respetará y admirará.
Ésta es la pregunta clave de la máxima eficacia: «¿Exactamente qué
habilidad, si la desarrollas y conduces a la excelencia, te ayudará más en
tu carrera?»
Allí debes poner la «X» de tu desarrollo personal y profesional. En
esto piensas y de esto hablas la mayor parte del tiempo. A esto te
dedicas todo el día.
Nada te ayudará más a concretar tu visión y conseguir tus objetivos
con mayor rapidez que ser excelente en la cosa más importante que
puedes hacer en tu trabajo. Y casi siempre sabrás qué es.
Cualquiera que sea la habilidad más importante que deseas,
determínala como objetivo, ponla por escrito, haz con ella un plan y
trabaja en ella todos los días. Dentro de una semana, un mes o un año
mirarás a tu alrededor y quedarás asombrado por el progreso que has
logrado en la vida y en el trabajo.

Céntrate en los resultados


La cuarta actitud que necesitas para desarrollar tu optimismo y lograr
un rendimiento personal notable es la orientación al resultado. Las
personas exitosas siempre piensan en los resultados que de ellas se
esperan, y constantemente escriben, planifican y establecen prioridades
en sus tareas más importantes.
La orientación al resultado es una parte crucial del proceso de
Máxima eficacia. En la orientación al resultado haces una lista de todo
lo que tienes que hacer antes de empezar. Organizas tu lista según las
prioridades y el valor. Seleccionas la cosa más importante que puedes
hacer y en​seguida te concentras con decisión en completar esa tarea.
Perseveras sin diversión ni distracción hasta que la has completado.
La intensa orientación al resultado va de la mano con una alta
productividad, una gran realización y un alto rendimiento. La
orientación al resultado se basa en que te preguntes y respondas cuatro
cuestiones una y otra vez, cada minuto y cada hora de cada día.
1. ¿Cuáles son mis actividades de mayor valor? ¿Cuáles son las
cosas que haces que aportan más valor a tu trabajo? Si no estás
seguro, haz una lista de todas tus ​tareas y responsabilidades y
preséntalas a tu jefe. Coméntalo con tus compañeros. Tienes que
tener absoluta claridad acerca de los resultados más importantes
que se esperan de ti. Recuerda: El peor uso del tiempo es hacer
muy bien lo que no hay ninguna necesidad de hacer.
2. ¿Cuáles son mis áreas de resultados clave? ¿Cuáles son los
resultados que absoluta y positivamente tienes que conseguir de
manera excelente para cumplir con tus responsabilidades y con
tu trabajo? En cualquier trabajo muy pocas veces hay más de
cinco o seis resultados clave. Tu primera responsabilidad
consiste en identificar estos resultados clave y establecer
estándares de realización en cada área de resultados. Entonces te
puedes dedicar cada día de trabajo a lograr esos estándares. Se
puede cumplir lo que se puede medir. Si no puedes medirlo no lo
puedes controlar.
3. ¿Qué puedo hacer yo, y solamente yo, que, de hacerlo bien,
marcará una verdadera diferencia en mi empresa? Sólo hay una
respuesta a esta pregunta en cada momento. Éste es un trabajo
que tú, y sólo tú, puedes hacer. Si no lo haces, nadie lo hará.
Nadie puede hacerlo por ti. Pero si lo haces, y lo haces bien,
significará una aportación significativa para tu empresa y tu
carrera. ¿Qué es?
4. ¿Cuál es el uso más valioso de mi tiempo? Ésta es la pregunta
más importante en la gestión del tiempo. Debes preguntártelo y
responderte cada hora de cada día. ¿Cuál es el mejor uso de tu
tiempo en este momento? Preguntar y responder esta pregunta
es la clave de la máxima realización. Cualquiera que sea tu
respuesta, asegúrate de que trabajas en esa tarea particular cada
minuto de cada hora. Comparada con esta tarea, cualquier otra
cosa es una relativa pérdida de tiempo.
En última instancia, obtener resultados lo es todo. La calidad y la
cantidad de tus resultados determinan la calidad y la cantidad de tus
recompensas. El proceso Máxima eficacia exige que continuamente
pongas una «X» en la tarea o actividad más valiosa e importante. Y que
entonces te disciplines y trabajes resueltamente en esa tarea hasta que
esté terminada.
Concéntrate en las soluciones
La quinta actitud para el optimismo y el alto rendimiento es la
orientación a las soluciones, de modo que piensa la mayor parte del
tiempo en la solución del problema. Piensa en lo que puedes hacer y
cómo puede resolverse el problema en vez de en qué ha sucedido y
quién es el culpable.
La gente que no tiene éxito piensa y habla la mayor parte del tiempo
acerca de sus problemas. Cuanto más pienses y hables acerca de tus
problemas, más negativo, pesimista y molesto serás. Pero te vuelves
positivo, creativo y optimista cuando piensas y hablas acerca de
soluciones.
La vida es una continua sucesión de problemas. Nunca terminan.
Llegan como las olas del océano, uno tras otro. Por otra parte, si vives
una vida normal y ocupada, probablemente tendrás una crisis de algún
tipo cada dos o tres meses. Lo único que de verdad importa es la
eficacia de tu respuesta cuando las cosas van mal.
Tu capacidad para resolver problemas determina en gran medida tu
éxito y tus ingresos. Esta capacidad determina hasta dónde llegas y la
altura a que llegas en la vida. No importa qué título haya en tu tarjeta:
puedes tacharlo y poner encima «solucionador de problemas». Eso eres.
Eso es lo que haces todo el día. La única pregunta es: «¿Eres lo bastante
bueno para resolver problemas?».
La gente muy exitosa resuelve grandes problemas. La gente que no
tiene éxito resuelve problemas pequeños o ningún problema. Y cuanto
mayores y más difíciles sean los problemas que resuelves, mayores y
más importantes serán los problemas que te entregarán para resolver.
La clave para convertirse en excelente solucionador de problemas es
pensar y hablar la mayor parte del tiempo acerca de soluciones posibles.
Cada vez que algo sale mal, resiste la tentación de enfadarte, culpar a
otros o disculparte. Pregunta, en cambio, cosas como éstas: «¿Cuál es la
solución? ¿Qué hacemos ahora? ¿Cuál es el próximo paso? ¿Cómo
resolvemos este problema? ¿Cómo limitamos el daño? ¿Cómo podemos
evitar que esto se repita? ¿Adónde vamos ahora?».
La buena noticia es que mientras más te centres en soluciones, mejor
serás para descubrir soluciones mejores y más complejas. Serás más
creativo y eficaz en todo lo que haces si la mayor parte del tiempo
enfocas tu atención en las soluciones. La mente te funcionará a un nivel
más alto.
Éste es uno de los descubrimientos decisivos de la fisiología del
cerebro. Una persona verdaderamente eficaz es la que ha desarrollado
una capacidad maravillosa para responder de manera constructiva a los
problemas inevitables y a las dificultades de la vida diaria. También
tiene que ser un objetivo tuyo. Piensa todo el día en soluciones.

Dedícate a aprender toda la vida


La sexta actitud de la gente optimista es la orientación al crecimiento.
Esto es: Tu vida mejora sólo si tú mejoras.
La gente orientada al crecimiento está comprometida consigo misma y
con su futuro. Anhela aprender y practicar ideas nuevas, intuiciones,
técnicas, métodos y estrategias. Tiene hambre de nueva información.
Como una esponja, absorbe todo lo que puede de cada fuente que la
rodea.
Pat Riley, entrenador de baloncesto, escribió: «Si no mejoras es que
estás empeorando».
Tienes enormes reservas de capacidad mental que nunca has utilizado.
Tienes la capacidad de aprender y ser excelente en más áreas de las que
nunca has soñado. Pero la mente es como un músculo. Si no la usas, la
pierdes, por lo menos temporalmente.
El futuro pertenece al competente. El futuro pertenece en el siglo XXI
al omnicompetente. El futuro pertenece a gente que es muy buena en lo
que hace y que mejora cada día.
Para ganar más debes aprender más. Tienes que agregar más valor.
Tienes que desarrollar la capacidad de hacer aportaciones mejores y
más importantes. Debes preguntarte, cada día: «¿Qué puedo hacer para
aumentar hoy mi valor para la compañía?».
Es una práctica poderosa que te puede situar en la cumbre de tu
campo y hacer que alcances el éxito en todo lo que emprendas. Invierte
el 3 por ciento de tus ingresos en ti mismo durante el resto de tu vida.
Esta fórmula del 3 por ciento es milagrosa. Por cada dólar que inviertas
en tu mente para mejorar en lo que haces, al final ganarás diez, veinte,
treinta, cincuenta y a veces hasta cien en ingresos personales.
Muchos de mis estudiantes me han contado que han invertido en un
libro o programa de audio que les ha reportado mil veces, dos mil veces
e incluso cinco mil veces su costo en menos de un año. Un padre de dos
hijos, de treinta y cinco años y con sólo ocho años de educación formal,
que trabajaba fuera de casa, se compró un programa de audio por
sesenta dolares porque pensó que le ayudaría en sus negocios. En los
diez meses siguientes aumentó sus ingresos de 30.000 a 304.000
dólares. El desarrollo personal verdaderamente puede ayudarte.
Tú eres tu más valioso bien. Tu capacidad para pensar bien y con
eficacia depende de la calidad y cantidad de conocimientos y de ideas
con que cuentes. Continuamente tienes que alimentar tu mente para
desarrollar tu potencial. Debes optimizar continuamente tus
capacidades para pensar y rendir en un nivel más alto.
Ésta es una fórmula sencilla para tener éxito durante toda la vida y
que puede hacerte rico: invierte cada año en tu mente lo mismo que
inviertes en tu automóvil.
Si inviertes tanto dinero cada año para optimizar tus habilidades y
capacidades como gastas para mantener en funcionamiento tu
automóvil, te puedes convertir en una de las personas más competentes
y mejor pagadas de Estados Unidos e incluso del mundo.
Las tres claves para la orientación al crecimiento son sencillas.
Primero: lee cada día una hora o más acerca de asuntos de tu campo. La
gente mejor pagada de Estados Unidos lee dos o tres horas diarias para
mantenerse al día y mejorar la mente. Pero bastará que leas sólo una
hora diaria un buen libro que te ayude a mejorar en tu trabajo.
Segundo: escucha programas de audio en tu coche, cuando haces
ejercicio o cuando paseas o viajas. El automovilista promedio pasa en su
coche entre 500 y 1.000 horas cada año. Si escuchas programas de
formación mientras conduces de un lugar a otro, puedes lograr algo
equivalente a la asistencia completa a un curso universitario. Esta sola
práctica puede hacer de ti una de las personas mejor informadas y mejor
pagadas en tu campo.
Tercero: asiste a todo curso o seminario que encuentres, aunque
tengas que pagar mucho y viajar lejos. Infinidad de profesionales muy
bien pagados me han contado que el punto de inflexión de su vida
ocurrió cuando se sacrificaron para asistir a un seminario donde
aprendieron algo que les cambió para siempre el modo de pensar.
Jubílate diez años antes
Hace algunos años, mi dentista hizo un gran sacrificio de tiempo y
dinero para asistir a una conferencia internacional en Hong Kong. En
una de las sesiones aprendió una técnica de cirugía dental cosmética que
se acababa de desarrollar. De inmediato empezó a usarla en sus
pacientes, incluso en mí. Muy pronto se hizo famoso por su
especialización. Pacientes, incluso otros dentistas, venían de lejos a
tratarse con él.
Cinco años más tarde vendió su consulta y se retiró convertido en
multimillonario a los cincuenta y un años. Nunca ha vuelto a trabajar.
Vive en una hermosa casa con vistas al mar y disfruta de una vida
maravillosa. Me dijo que un descubrimiento científico le había
convertido en uno de los dentistas mejor pagados y de mayor éxito de
su generación.
Si crees en ti y en tu futuro, invertirás en ti y en tus capacidades. Lo
contrario también es cierto. Mientras más inviertas en ti, más creerás en
ti. Lo uno refuerza lo otro.
Piensa cada día en el tema más importante que puedes aprender para
ayudarte a conseguir tu objetivo más importante. Pon una «X» en esa
área particular de conocimiento o habilidad. Piensa en ello y estudia
cada día. Trabaja continuamente en aprender en esa área. Trabaja en ti
como si todo tu futuro dependiera de ello, porque así es.

¡Hazlo ahora!
La séptima actitud de la gente mejor pagada en cada campo es la
orientación a la acción. Decide hoy mismo desarrollar un sentido de
urgencia en tu trabajo. Sería una exageración decir que más del dos por
ciento de los adultos que trabajan poseen un sentido de urgencia, y es
esta insignificante minoría la que se alza finalmente a la cima de cada
campo de actividad.
Todo el mundo tiene prisa, todo el mundo es impaciente. Por esta
razón, la gente suele equiparar velocidad y calidad. Si actúas rápido
cuando necesitan o preguntan algo, suponen automáticamente que tu
trabajo es mejor o de mayor valor que el de alguien que se mueve con
más lentitud. Si te mueves rápido ganas un margen de competencia.
Decide moverte rápido cuando se presenta la oportunidad o la
necesidad. Desarrolla y mantén un ritmo veloz en tu trabajo. Mantén el
pie en el acelerador de tu propio potencial. Sé un blanco móvil.
Cuanto más rápido te muevas, más energía tendrás. Cuan​to más
rápido te muevas, más experiencia obtendrás. Cuanta más experiencia
tengas, más rápido aprenderás. Cuanto más rápido aprendas, mejor
serás. Y cuanto mejor seas, mejor te pagarán y más rápido te
ascenderán.
Cuanto más rápido te muevas, mayor será tu autoestima, más te
respetarás y mayor será tu orgullo. Cuanto más rápido te muevas, más
te respetará y valorará la gente que te rodea. Cuanto más rápido te
muevas, mejor será la calidad de tu vida en casi cualquier área.

Para recapitular: recuerda que serás aquello en que más pienses la


mayor parte del tiempo. La gente exitosa, feliz y bien pagada piensa y
habla la mayor parte del tiempo sobre lo que quiere y sobre cómo
obtenerlo.
La gente exitosa piensa en el futuro. Idealiza, visualiza e imagina qué
aspecto tendrá su futuro. Y entonces trabaja para concretar sus visiones
en la realidad.
La gente muy productiva se orienta con intensidad hacia objetivos.
Decide lo que quiere, lo pone por escrito, establece una fecha límite,
elabora un plan y trabaja en ello cada día.
La gente mejor pagada está orientada a la excelencia. Es muy buena
en lo que hace y mejora en todo momento. Se dedica a trabajar
precisamente en el área de capacidades que más puede ayudarla a dar lo
mejor de sí en su trabajo.
La gente más exitosa está orientada a resultados. Se centra con
intensidad en obtener los resultados más importantes que se esperan de
su trabajo. Continuamente está aumentando su valor porque hace más y
más cosas de mayor y mayor importancia.
La gente optimista está intensamente orientada a las soluciones.
Piensa más en soluciones que en problemas. Mantienen la mente
positiva, creativa y dirigida hacia adelante porque siempre buscan
modos de solucionar problemas en lugar de culpar a alguien por ellos. Y
cuanto mayores sean los problemas por resolver, mayores serán los
problemas que se les entrega para resolver.
El factor multiplicador que hace funcionar todas las orientaciones es
la orientación al crecimiento. Tú eres tu recurso más precioso. Eres tu
bien más valioso. Cuanto más inviertas en ti, mayor será tu recompensa
en dinero y satisfacción. Desarróllate en todo momento, día tras día,
exactamente como si estuvieras en una competición y corrieras el riesgo
de perder.
Finalmente, oriéntate a la acción en tu trabajo y en tu vida personal.
Supera las indecisiones y empieza de inmediato con tus tareas clave.
Repítete una y otra vez: «¡Hazlo ahora! ¡Hazlo ahora!».
Si ejerces un completo control de tu mente y mantienes centrado el
pensamiento exactamente en las cosas que quieres y en cómo
conseguirlas, avanzarás más rápido y con mayor seguridad que
haciendo cualquier otra cosa.
5
Practica la planificación estratégica
personal
NADA PROPORCIONARÁ MÁS PODER A TU VIDA QUE LA CONCENTRACIÓN DE TODAS TUS ENERGÍAS
EN UN CONJUNTO LIMITADO DE BLANCOS.

—NIDO QUBEIN

Como expuse en capítulos anteriores, tu capacidad de pensar,


planificar, decidir y actuar determina el curso de tu vida. Cuanto mejor
seas en cada área, mejor será cada parte de tu vida y más rápido
conseguirás tus objetivos.
La planificación estratégica personal es la herramienta que usas para
ir de dondequiera que estés a donde quieras ir. La diferencia entre seguir
la planificación estratégica personal como parte central de tu vida y
dejar que tu vida ocurra sencillamente sin un plan equivaldría a la que
hay entre conducir un automóvil y montar en bicicleta. Ambos
vehículos te llevarán del punto A al punto B, pero el automóvil, el plan
estratégico personal, te llevará allí mucho más rápido y con mayor
facilidad.
Afortunadamente, la planificación estratégica personal es una manera
sistemática de pensar y actuar. Así que se se puede aprender, como se
aprende a mecanografiar o a conducir un vehículo. Esta habilidad clave
tiene muchos elementos diferentes, pero con la práctica puedes
incorporarla a tu ritmo de pensamiento y actuar estratégicamente el
resto de tu vida. Cuando lo consigas, tu vida y tu carrera se dispararán
como un cohete.

Los beneficios de una buena estrategia


Hace algunos años me invitaron a realizar un seminario de dos días de
planificación estratégica para un grupo de ejecutivos de una joven y
dinámica empresa de la Bolsa de Nueva York. Esta compañía había
crecido fundamentalmente por la ambición y el impulso de sus mejores
administradores. La empresa estaba aumentando velozmente su
participación en el mercado y los administradores estaban muy
motivados por el potencial de altos ingresos personales.
Ninguno de ellos, ni el presidente de la compañía, había hecho jamás
una planificación estratégica. En ese momento, su volumen de negocio
anual era de unos 75 millones de dolares. Su objetivo para el año
siguiente, un objetivo flexible, era alcanzar los 100 millones.
La mayoría de la gente clave aún no había cumplido treinta años de
edad. Eran bastante escépticos acerca de la idea de la planificación
estratégica. Creían que era fundamentalmente una pérdida de tiempo.
Al cabo, razonaban, sabían lo que tenían que hacer y creían que hacían
un buen trabajo.
Durante dos días les ayudé a preguntar y responder una serie de
cuestiones acerca de sí mismos, su negocio, su mercado y su futuro. A
medida que se enfrentaban a las preguntas y discutían entre ellos,
fueron descubriendo muy pronto que habían tenido éxito sobre todo
por una cuestión de suerte, de energía y de un buen mercado. De modo
que se pusieron a trabajar en serio en la planificación estratégica y
formularon un preciso conjunto de objetivos y de planes para el año
siguiente.
El resultado fue asombroso. En lugar de aumentar su volumen de
negocio de 75 a 100 millones, lo que la mayoría había considerado
optimista, llegaron a los 125 millones en un plazo de doce meses. Más
tarde me dijeron que atribuían todo ese éxito a los dos días que
pasamos juntos haciendo planificación estratégica.

La planificación estratégica ahorra tiempo y dinero


La razón por la cual la planificación estratégica ayuda tanto es que te
ahorra una cantidad enorme de tiempo y dinero. Cuando te planteas las
preguntas y conceptos clave de la estrategia, muy pronto te encuentras
haciendo más y más de las tareas más importantes que te pueden
acercar a los objetivos clave. Al mismo tiempo, haces menos y menos
cosas de las que no te ayudan. Haces más cosas bien y menos cosas mal.
Estableces metas específicas para la empresa y para cada uno en ella.
Aumentas en mucho tu capacidad para medir y hacer el seguimiento de
los resultados. Avanzas por la pista rápida en tu trabajo y en general en
tu vida.
El propósito de la planificación estratégica corporativa es aumentar el
rendimiento del capital neto. Capital neto se define como la cantidad de
dinero de los accionistas invertido y trabajando en la empresa. La
finalidad de la planificación estratégica en la empresa es reorganizar y
reestructurar las actividades de la corporación para conseguir una
calidad y cantidad mayores de resultados respecto de lo envertido en
ella, mejorar la rentabilidad.
En términos generales, el objetivo de la planificación estratégica es
permitir que la empresa utilice a su gente y recursos con mayor eficacia.
La empresa funcionará entonces mejor que antes. Superará el
rendimiento de la competencia. Esta mejoría se puede medir en términos
de ventas más altas, mayor participación en el mercado, mejor
rentabilidad, rendimiento más alto de los bienes invertidos y mejor
posicionamiento para el futuro.

El diseño de tu vida y de tu carrera


La planificación estratégica personal se parece mucho a la planificación
estratégica corporativa. Sin embargo, en lugar del rendimiento sobre el
capital neto, la planificación estratégica personal apunta a aumentar el
rendimiento de la energía que utilizas. Dicho de otro modo, aumentar el
rendimiento de la vida.
El capital neto de una empresa se mide en términos de capital
financiero. Tu capital neto personal, en cambio, se mide en términos de
tu propio capital humano.
Tu capital neto personal se compone de las energías mentales,
emocionales y físicas que tienes que invertir en tu carrera. Tu objetivo
debería ser obtener el mayor rendimiento posible de la inversión de ti
mismo en todo lo que haces. Lo bien que te inviertas determinará tus
ingresos. Éste es el punto de Máxima Eficacia de la planificación
estratégica personal.
Será el momento de recuperar tu plan estratégico cuando ya no
obtengas los resultados que quieres de tu trabajo o de tu vida. Sentirte
frustrado o insatisfecho suele ser un indicio de que debes sentarte y
hacerte unas buenas y duras preguntas. Si experimentas resistencias o
estrés o crees que trabajas más y más duro sólo para sentir que obtienes
menos y menos recompensa, debes distanciarte y considerar la revisión
de tu estrategia.

La curva sigmoidea
La vida avanza en ciclos regulares, como las estaciones. La mayoría de
las actividades humanas sigue lo que se llama la curva sigmoidea. Esta
curva es como la letra S recostada. Toda nueva iniciativa comienza en el
punto más alto de la S, a la izquierda, declina mientras avanza por la
fase de aprendizaje, se eleva mientras avanza por la fase de crecimiento,
se nivela en la cima y después vuelve a declinar (ver figura 5-1).

La curva sigmoidea se aplica a ciclos de productos y servicios, a


relaciones personales y profesionales, a carreras, ciclos de vida
corporativa e incluso a la historia de naciones e imperios.
Conviene que tomes distancia e identifiques dónde está hoy cada
aspecto de tu vida en la curva sigmoidea. ¿Estás en la fase I, la de
aprendizaje? ¿Estás en la fase II, la de crecimiento? ¿O estás en la fase
III, la de decadencia?
En la fase I estás extraordinariamente ocupado, te enfrentas a desafíos
y dificultades, aprendes y pruebas cosas nuevas mientras luchas por
obtener resultados, sobre todo económicos. En la fase II, la de
crecimiento, estás en un estado de alta energía y exaltación, la empresa
crece y las ventas aumentan, y surgen toda clase de posibilidades nuevas
por todas partes. En la fase III, la excitación comienza a menguar en tu
empresa o en tu carrera. Vendes menos productos o servicios o tus
resultados o recompensas son menores. El margen de ganancias es
menor y cuesta más alcanzarlo. Hay la vaga sensación de «¿eso es
todo?».

Siete preguntas acerca de la planificación estratégica


En la planificación estratégica hay siete preguntas clave tanto para ti
como para tu empresa. Son preguntas que necesitas hacerte y responder
una y otra vez en el curso de tu carrera. Algunas veces una respuesta
nueva a cualquiera de estas preguntas puede cambiar drásticamente la
dirección de tu negocio y de tu vida. El conocimiento que obtendrás al
hacerte continuamente estas preguntas te puede llevar a establecer
nuevos objetivos y nuevos puntos focales para tu futuro.

Define con claridad tu empresa o tu carrera


La primera y más importante pregunta es: «¿En qué negocio estoy?».
¿En qué negocio estás verdaderamente? Define tu empresa en términos
de lo que haces para tu cliente o tu empresa. Amplía la definición de tu
negocio para que sea lo más extensa posible. Nunca te satisfagas con la
primera respuesta.
Por ejemplo, se decía que el negocio de los ferrocarriles consistía en
mover gente y carga por las vías. En realidad, se trataba del negocio del
transporte. Por ignorar las otras posibilidades de transporte que se
estaban desarrollando, como camiones, autobuses, barcos y aviones,
muchas empresas de ferrocarriles quedaron fuera del negocio.
Muchas empresas de Internet se definían como proveedoras de
información libre para atraer la mayor cantidad de ojos que fuera
posible. En realidad, Internet es un canal de comunicación y
distribución que se debe enfocar en la venta de productos o servicios
para obtener ganancias, como cualquier otro negocio. Este fracaso en la
definición exacta del negocio ha llevado a la pérdida de muchos miles
de millones de dólares invertidos en el mercado.
Define tu negocio en términos del efecto que tus productos o servicios
tienen en la vida o en el trabajo de otra gente y de otras organizaciones.
Del mismo modo, define tu trabajo personal en términos del efecto que
tienes en la gente con la que y para quien trabajas.
Una vez hayas decidido claramente en qué negocio estás, aplica el
pensamiento de base cero a tus actividades y pregunta: «Sabiendo lo
que ahora sé, ¿hay algo que esté haciendo ahora y que no haría de
nuevo si tuviera que empezar otra vez?».
Como dice Peter Drucker, «planificar para mañana significa
desprenderse del ayer. Antes de que puedas hacer algo nuevo, tienes que
dejar de hacer algo viejo».
Crear el futuro significa dejar atrás el pasado. Pregúntate
continuamente: «¿Qué actividades tengo que reducir, interrumpir o
sencillamente evitar según la verdadera situación de hoy?».

Piensa en el futuro
La siguiente pregunta es: «¿En qué negocio estaré si las cosas continúan
como hoy?».
Si no cambias, ¿qué estarás haciendo dentro de un año, dentro de dos
años, dentro de cinco años? ¿Es una estrategia inteligente concentrar en
la misma línea los negocios o deberías pensar en cambiar de algún
modo?
¿En qué negocio deberías estar? Para determinar el negocio en que
deberías estar, el trabajo que deberías hacer en algún momento del
futuro, mírate a ti mismo, mira tus talentos, tus capacidades, tus
ambiciones, tus energías y especialmente los deseos de tu corazón.
¿En qué negocio podrías estar? Si vas a cambiar drásticamente tu
nivel de conocimiento y tus capacidades, tus productos o servicios, tu
industria o mercado, ¿en qué negocio podrías introducirte si de verdad
quisieras? ¿Qué cambios tendrías que hacer ahora para crear el negocio
del futuro? ¿Qué cambios tendrías que hacer en lo personal para
convertirte en la persona que pueda vivir la vida y hacer el trabajo que
en realidad le gustaría hacer algún día en el futuro?

Identifica tus clientes


La tercera pregunta es: «¿Quién es mi cliente?». ¿A quién tengo que
satisfacer para sobrevivir y progresar en mi profesión? Por supuesto, tu
primer cliente es tu jefe, la persona que firma el cheque de tu
remuneración. Tu principal trabajo es asegurarte de que satisfaces sus
necesidades esenciales. ¿Sabes cuáles son?
Puedes definir como cliente aquel que depende de ti para su éxito y
aquel de quien dependes para tu éxito. Según esta definición, tus
compañeros y tu equipo también son tus clientes. Cualquiera de tu
entorno a quien ayudes o que te ayude es en cierto sentido tu cliente.
¿Quién es tu cliente externo, el que usa lo que produces? Éste es el
punto clave del éxito en los negocios. Tu capacidad para identificar con
exactitud el cliente externo cuya satisfacción determina tu éxito en tu
carrera es crucial para todo elemento de la planificación estratégica.
¿Qué valora tu cliente? ¿Qué beneficios específicos obtiene tu cliente
por usar tus productos o servicios? ¿Qué quiere y necesita tu cliente de
ti para estar completamente satisfecho? ¿Cómo mejora tu producto o
servicio su vida y su trabajo?
Al siglo XXI se lo ha llamado el siglo del cliente. El cliente es el rey o la
reina. Tu capacidad para identificar y satisfacer a tus clientes clave es
determinante para tu éxito y tus recompensas en la vida.
¿Quién será en el futuro tu cliente si continúan las tendencias
actuales? ¿Quién debería ser tu cliente si quieres llegar a la cima en tu
profesión? ¿Quién podría ser tu cliente si cambias tu oferta de
productos o servicios? ¿Cómo puedes mejorar tu conocimiento y
capacidades para satisfacer a ese cliente?

Suprime clientes
¿Hay en tu negocio clientes con los cuales, sabiendo lo que ahora sabes,
ya no seguirías trabajando hoy? La respuesta honesta a esta pregunta es
esencial para que te liberes y liberes a tu empresa de alguna de las
decisiones del pasado.
Muchas compañías están hoy analizando e identificando las
cualidades y características de sus mejores clientes. Y entonces los
clasifican en segmentos de clientes de alto valor y de bajo valor. Al
hacerlo así, pueden dedicar más tiempo y atención a sus clientes de alto
valor y a adquirir otros como ellos. Simultáneamente, ocupan menos
tiempo en sus clientes de menos valor y en muchos casos les empujan a
hacer negocios con otras empresas.
No hace mucho, un amigo, un empresario de éxito, aplicó la regla del
80/20 a su cuenta de clientes. Determinó que el 20 por ciento de sus
clientes aportaba el 80 por ciento del volumen de ventas y el 80 por
ciento de las ganancias. Decidió «despedir» al 80 por ciento de sus
clientes que aportaba el 20 por ciento o menos de sus ingresos. Uno por
uno los envió a otras empresas que consideró que les atenderían mejor.
Y entonces enfocó toda su atención en sus clientes de mayor valor. Al
cabo de un año, duplicó su negocio y sus ingresos personales.
¿Funcionará esta estrategia contigo?

Identifica tu área de excelencia


La cuarta pregunta es: «¿Qué hago especialmente bien?». ¿Cuál es tu
área de excelencia, tu área superior? ¿En qué eres mejor que otras
personas de tu profesión?
Ésta es una pregunta vital en planificación estratégica personal. Sólo
tendrás verdadero éxito en la medida en que seas excelente en la parte
más importante de tu trabajo. Una de tus principales responsabilidades
en la vida es seleccionar el área de excelencia que puede tener el mayor
impacto positivo en tu carrera y en tus ingresos, y enseguida volcar todo
el corazón para ser muy pero que muy bueno en esa área.
Gary Hamel, en Compitiendo por el futuro, señala que las mejores
empresas son las que elaboran proyectos a cinco años vista e identifican
las competencias cruciales que necesitarán en ese momento para
dominar en su campo. Implementan entonces un plan de desarrollo para
asegurarse que cuentan con esas competencias cruciales cuando llegue
ese futuro.
También deberías seguir esa estrategia. ¿Cuáles son las competencias
cruciales que necesitarás para estar en el 10 por ciento superior de tu
profesión dentro de tres o cinco años? ¿Cómo difieren de tus actuales
competencias? ¿Qué puedes hacer hoy para empezar a desarrollar esas
habilidades y capacidades adicionales? Sean cuales sean las
competencias que necesites para ser el mejor, establécelas como
objetivos, haz un plan y empieza a desarrollarlas cada día.

Céntrate en tus actividades de mayor valor


Ésta es la quinta pregunta en la planificación estratégica personal:
«¿Cuáles de mis actividades constituyen del 10 al 20 por ciento que, en
conjunto, significan del 80 al 90 por ciento de mis resultados?». ¿Cuáles
son la tareas que haces hoy y que te proporcionan los más altos
rendimientos y recompensas en relación con el coste y el esfuerzo de
desempeñarlas? ¿Cómo te puedes organizar la vida y el trabajo para que
hagas más y más de esas actividades de mayor valor? (Ver figura 5-2).

Suprime los obstáculos clave


La sexta pregunta en la planificación estratégica personal es: «¿Cuáles
son los obstáculos cruciales en mi capacidad para lograr mis
objetivos?».
En todo trabajo o proceso de producción hay una serie de pasos entre
el lugar donde estás hoy y el resultado que quieres obtener mañana.
Uno de esos pasos son siempre los obstáculos o atascos que determinan
la velocidad con que completas el proceso y consigues tu objetivo (ver
figura 5-3).

Por ejemplo, entre tu casa y la oficina tal vez exista un tramo de


carretera que a veces esté congestionado. Antes y después de esa parte la
ruta está despejada. Pero si hay un atasco en esa parte, tal vez sea el
obstáculo principal que determina el tiempo que tardas en cubrir toda la
distancia.
Si tu objetivo es duplicar tus ingresos, lo primero que hay que hacer es
identificar los diferentes pasos que debes dar para llegar desde los
ingresos que tienes hoy hasta el ingreso que quieres. Examina entonces
esos pasos y determina qué paso es el factor que limita y decide la
velocidad con que lograrás tu objetivo de ingresos.
Pregúntate: «¿Por qué no he logrado mi objetivo todavía?».
Si quieres duplicar tus ingresos, ¿por qué ya no estás ganando el
doble? Si quieres pasar más tiempo con tu familia o tus amigos, ¿por
qué no lo estás haciendo ahora? Con frecuencia, si te obligas a
desarrollar las respuestas a estas preguntas podrás visualizar los
obstáculos cruciales que te frenan.
Éste es un punto importante. Apostaría que el 80 por ciento de todos
los obstáculos que hoy te impiden alcanzar tus más queridos objetivos
está en tu interior. Sólo el 20 por ciento es externo. En cierto sentido, el
80 por ciento de las razones de que tu empresa no esté logrando sus
objetivos está dentro de la empresa. El 80 por ciento de las razones por
las que no ganas más dinero o no dispones de más tiempo libre está
dentro de ti. Los mayores obstáculos suelen estar en tus propios hábitos,
tus creencias, tus actitudes, tus opiniones, tus capacidades y tus
habilidades.
Si quieres lograr grandes cosas, empieza siempre contigo mismo y
trabaja a partir de allí. Pregúntate: ¿Qué hay en mí que me frena? Te
controlas. Puedes tener un efecto enorme en lo que haces personalmente
o en lo que no haces. Pero sólo tienes una influencia mínima en factores
externos y en otra gente. Siempre empieza por ti mismo.

Opta por la acción


La séptima pregunta en la planificación estratégica personal es: «¿Qué
acción específica o qué acciones voy a iniciar de inmediato en función
de mis respuestas a estas preguntas?». El propósito de la planificación y
el pensamiento estratégico es elegir las acciones que vas a iniciar para
conseguir resultados diferentes de los que hoy estás logrando. ¿Cuáles
son?

Precisa el foco
Éstas son varias preguntas adicionales que deberías hacerte y contestar
periódicamente como parte de tu planificación estratégica personal:
Si agitaras una varita mágica y tuvieras lo que quisieras en
cualquier aspecto de tu vida, ¿de qué se trataría?
Si pudieras diseñar tu estilo de vida perfecto para todos los días,
¿qué aspecto tendría?
Si pudieras crear un calendario perfecto, ¿cómo pasarías cada día,
cada semana, cada mes, cada año?
¿Cómo cambiarías tu vida si recibieras un millón de dólares en
efectivo? ¿Qué sería lo primero que harías?
¿Con qué aspectos de tu trabajo disfrutas más y cuáles haces
mejor? ¿En que destacas? ¿Qué tipo de actividades te hacen más
feliz?
¿Qué harías, cómo pasarías el tiempo si supieras hoy que sólo te
quedan seis meses de vida?
¿Qué única gran cosa te atreverías a soñar si supieras que no
podrías fracasar? Si tuvieras absolutamente garantizado el éxito en
algún objetivo preciso, pequeño o grande, a corto o largo plazo,
¿cuál sería?
Si te haces estas preguntas y las contestas con honestidad, aumentarás
drásticamente tu conciencia de quién eres y qué quieres. Sin duda
hallarás cosas que estás haciendo ahora y que tienes que dejar de hacer
tan pronto puedas. Además, te darás cuenta de que hay cosas que
deberías estar haciendo más y actividades que deberías estar
empezando.
El proceso de planificación estratégica personal de Máxima eficacia te
divide la vida en siete áreas. Esto te permite aclarar qué quieres en cada
área y lo que tienes que hacer para obtener lo que quieres. Las siete
áreas de la vida son las siguientes:
1. Negocios y profesión: ¿Cómo llegar a ser extremadamente
exitoso y a estar satisfecho y cómo llegar a la cima en tu campo?
2. Familia y vida personal: ¿Cómo lograr un equilibrio entre el
éxito externo y tus relaciones personales?
3. Dinero e inversiones: ¿Cómo controlar tu vida financiera y
conseguir independencia económica?
4. Salud y buen estado físico: ¿Cómo alcanzar y mantener altos
niveles de salud, energía y bienestar general?
5. Crecimiento y desarrollo personal: ¿Cómo identificar y adquirir
el conocimiento clave y las habilidades necesarias para vivir una
vida extraordinaria?
6. Actividades sociales y comunitarias: ¿Cómo estructurar tu vida
para dejar tu sello en el mundo, para dejar un legado
perdurable?
7. Desarrollo espiritual y paz interior: ¿Cómo organizar tu vida
interior y tu pensamiento para que realices plena​mente tu
potencial como ser humano?
Califícate en cada área, en una escala de uno a diez; el 1 es la más
baja y el 10 la más alta. Descubrirás que la mayor parte de tu estrés e
infelicidad proviene del área en que te has calificado peor. Una vez
hayas identificado esta área, podrás determinar los pasos específicos que
necesitas dar para controlarla.

El Proceso Máxima Eficacia


El Proceso Máxima Eficacia se desarrolla a partir de siete pasos en cada
área. Estos siete pasos forman un sistema de planificación estratégica
personal que te permite determinar dónde poner la «X» en cada parte
de tu vida. Son los siguientes:
1. Valores: ¿Cuáles son los valores, virtudes, cualidades y
características que más te importan en cada área de tu vida?
2. Visión: Si tu vida fuera perfecta en esta área dentro de cinco
años, ¿cómo sería?
3. Objetivos: ¿Qué objetivos específicos debes lograr para cumplir
con tu visión futura en esa área?
4. Conocimiento y habilidades: ¿En qué áreas tendrás que
destacarte en el futuro para conseguir tus objetivos y completar
tu visión?
5. Hábitos: ¿Qué hábitos específicos de pensamiento y acción
necesitas para ser una persona capaz de alcanzar los objetivos
que te has marcado?
6. Actividades diarias: ¿Qué actividades específicas tienes que
ejecutar cada día para asegurarte de que eres la persona que
quieres llegar a ser y alcanzar los objetivos que te has
propuesto?
7. Acciones: ¿Qué acción específica o qué acciones vas a
emprender inmediatamente para empezar a concretar tu visión
ideal futura?
En el resto de este libro nos ocuparemos en detalle de cada una de
estas preguntas y de cada una de las áreas. Paso a paso comprobarás
con absoluta claridad qué quieres en cada parte de tu vida. Aprenderás
a establecer prioridades claras en cada categoría. Identificarás acciones
específicas que puedes emprender de inmediato para concretar cambios
poderosos y positivos en tu vida.
La calidad de tu pensamiento determina la calidad de tu vida. Cuanto
mejores sean las preguntas que te haces, mejores respuestas obtendrás
de ellas. Y a medida que mejores la calidad de tu pensamiento, la
calidad de todo lo que haces mejorará al mismo tiempo. Y como no hay
límites para mejorar la calidad de tu pensamiento, tampoco habrá un
límite para mejorar tu vida.
La ley de correspondencia dice que tu mundo exterior siempre será un
reflejo de tu mundo interior. Para cambiar cualquier cosa en tu mundo
exterior, debes empezar cambiando lo que acontece en tu mundo
interior.
Cuanto más claro tengas quién eres, qué quieres y qué tienes que
hacer para conseguirlo, más rápido avanzarás. Conseguirás mucho más
y tu vida será mejor en cada área.
6
Enriquece tu negocio y tu carrera
PUEDES HACER TODO LO QUE DESEES, TENER TODO LO QUE DESEES TENER Y SER TODO LO QUE DESEES
SER.

—ROBERT COLLIER

Hubo un tiempo en que la gente crecía, conseguía un trabajo y, con


escasas variantes, trabajaba en él el resto de la vida. Pero ese tiempo
terminó para siempre.
Según los expertos, la persona que hoy empieza a trabajar tendrá, por
término medio, catorce trabajos de jornada completa, cada uno de los
cuales durará dos años o más, y cinco carreras en campos o negocios
completamente distintos. Según un estudio citado en la revista Fortune
no hace mucho, el 42 por ciento de la fuerza laboral está constituida
por «agentes libres». Son trabajadores eventuales, que se moverán de
empresa en empresa en el transcurso de su carrera.
Más de un millón de negocios empiezan cada año en Estados Unidos.
Se suman a los más de veinte millones de negocios que ya existen. Por
otra parte, cientos de miles de nuevas sociedades, empresas conjuntas y
otras de un solo propietario se forman cada año. Decenas de miles de
nuevos productos, procesos y servicios se incorporan a un mercado ya
superpoblado. Millones de personas ascienden, descienden o cambian
de trabajo, de empresa o de profesión. El ritmo de cambio, crecimiento
y de expansión de oportunidades nunca ha sido mayor y en cualquier
caso continúa aumentando cada año.
Estas son tres predicciones para ti: en primer lugar, en tu campo,
cualquiera que sea, habrá más cambios el año próximo que en todos los
años anteriores. En segundo lugar, habrá más competencia que nunca
en tu profesión. Y, en tercer lugar, habrá más oportunidades que nunca,
pero serán distintas a las actuales y en áreas diferentes de las que
esperas o supones.
Dentro de los próximos dos años, un 72 por ciento de la gente que
hoy trabaja lo hará en un trabajo diferente como resultado de la
increíble velocidad del cambio, el aumento de la competencia y la
explosión de oportunidades. Para un 50 por ciento de la gente que hoy
trabaja éste es el primer año de su actual empleo. Sea lo que sea lo que
hagas, tus responsabilidades y resultados de trabajo probablemente han
cambiado drásticamente en los últimos meses y continuarán cambiando.
Andrew Grove, presidente de Intel Corporation, escribió
recientemente que uno de los cambios más profundos de la última
década es que cada persona es hoy el arquitecto de su propia carrera.
Ya no puedes esperar que una corporación se haga cargo de ti ni que se
haga cargo a largo plazo del éxito de tu vida laboral. Tienes que pensar
y actuar por ti mismo.
Como dijimos en el capítulo uno, eres el presidente de tu propia
empresa de servicios. Trabajas siempre para ti mismo sin que importe
quién firma el cheque de tu remuneración. El mayor error que puedes
cometer es pensar alguna vez que trabajas para alguien que no seas tú
mismo. La clave de tu éxito es que te consideres, hagas lo que hagas, un
actor independiente. Tendrás que buscar siempre la manera de añadir
valor a tu trabajo. Todos los días. Eres responsable de ti mismo.
La sensación de control es la clave de una actitud mental positiva y de
la sensación de poder personal. Cuando asumes completa
responsabilidad sobre tu propia vida, tomas control de tu destino y te
sientes magnífico contigo mismo. Te sientes más fuerte, más confiado y
más poderoso. Te conviertes en dueño de las circunstancias, ya no eres
víctima de ellas.
La principal responsabilidad contigo mismo es diseñar tu futuro
conforme lo que quieres que sea. La claridad es esencial. El mero acto
de definir lo que quieres y lo que tienes que hacer para lograrlo aumenta
drásticamente la probabilidad de que alcances tus objetivos exactamente
como los imaginaste y dentro del calendario previsto.
El proceso Máxima Eficacia te ayuda a identificar con exactitud lo
que más te importa. Te ayuda a identificar lo que necesitas hacer para
lograr tus objetivos más importantes. Te capacita para determinar los
pasos que debes seguir para dirigirte desde donde estás hasta donde
quieres llegar.
Determina tus valores en el negocio y la carrera
El punto de partida del éxito en los negocios, tanto para individuos
como para organizaciones, consiste en determinar los valores.
Determinar los valores es un ejercicio que te capacita para averiguar qué
principios te importan y en qué orden. Después puedes construir tu
carrera sobre las bases de esos valores.
La gente se siente más feliz y más realizada cuando su vida es
coherente con sus valores más altos y sus íntimas convicciones. La gente
que sabe rendir tiene claro lo que cree y sostiene y no se aparta de esos
valores.
La gente que no es feliz y no rinde en el trabajo suele ser imprecisa o
confusa acerca de sus valores y con frecuencia los transgrede.
Tú vives desde dentro hacia afuera. El núcleo de tu ser se compone de
tus más profundas creencias acerca de lo que es correcto y bueno en la
condición humana. Tus valores determinan tus emociones, tus
motivaciones y las respuestas que das al mundo que te rodea. Tus
valores determinan qué gente te gusta, a quién amas, por quién te
sientes atraído, con quién te gusta convivir o trabajar. Tus valores
determinan las actividades con las que más disfrutas y en qué tipo de
trabajo vas a destacarte.
Te identificas con más fuerza con la gente cuyos valores son
coherentes con los tuyos. Te enamoras de una persona que tiene los
mismos valores que tú. Disfrutas trabajando en una empresa y con
gente que comparte tus valores. Te sientes feliz y satisfecho si adviertes
que en el mundo que te rodea se refuerzan los valores que estimas. Te
sientes frustrado y molesto si se violan tus valores.
Estrés y tristeza surgen cuando vulneras tus valores en algún
momento de tu vida. La mayoría de los problemas de relación giran en
torno a un conflicto de valores. Las relaciones felices son aquellas en las
que dos o más personas comparten los mismos valores y les dan la
misma importancia. Puedes resolver la mayor parte de tus problemas si
recuperas los valores que más te importan.
Tus valores están organizados en una jerarquía. Tienes valores
situados más arriba y otros más abajo. Tienes un valor primordial, un
valor secundario, uno en tercer lugar, etc.
Demuestras tus valores con tu conducta. No es lo que dices, sino lo
que haces lo que te muestra a ti y al mundo que te rodea lo que
verdaderamente crees. Una persona no puede ser una cosa externamente
y otra en su interior.
Siempre sacrificarás un valor de orden inferior por uno de orden
superior cuando te veas forzado a elegir entre ellos. Manifiestas tu
verdadero carácter cuando te encuentras bajo presión. Cuando estás
presionado escoges el valor que más estimas. Demuestras quién eres por
dentro cuando te ves forzado a decidir en el mundo externo.
Por ejemplo, imagina dos personas con el mismo conjunto de valores,
acerca de la familia, la salud y el éxito profesional. Sin embargo, el
orden de los valores de John es diferente del de Jim. El valor primordial
de John es la familia. Después de su familia viene la salud y en tercer
lugar el éxito profesional.
Jim tiene los mismos valores, pero en otro orden. Jim valora primero
su carrera, después su familia y por último la salud.
¿Hay alguna diferencia entre John y Jim? ¿Hay una gran diferencia o
ésta es pequeña? ¿A cuál de estas personas te gustaría tener como
amigo? Si en una reunión social te presentan a estas dos personas,
¿podrás saber quién es quién según su conversación y su
comportamiento?
La respuesta es clara. La elección de valores que hace una persona
determina su carácter y su personalidad. En general, determina sus
prioridades y elecciones. Dicta su conversación y sus intereses. Los
valores de una persona determinan lo que hará y lo que no hará. El
orden de los valores de una persona es el factor crítico en la
conformación de su destino.
Los valores se reflejan en la conducta de una persona que se ve
obligada a decidir. Cualquiera puede manifestar altos y nobles valores
cuando nada hay en juego. Pero cuando hay un precio que pagar, un
sacrificio que hacer o una disciplina que seguir, la gente manifiesta su
verdadera índole y sus verdaderas creencias.
Por supuesto, como expusimos en el capítulo dos, las tareas
importantes y urgentes tienen prioridad máxima. Por ejemplo, el
hombre que valora más su familia que su carrera preferirá faltar a una
cena familiar si se presenta una reunión profesional muy importante; o
una mujer que valora su carrera más que su salud buscará tiempo para
tratarse un problema médico apremiante. Sus valores no han cambiado,
pero sus acciones reflejan la urgencia y la importancia de los sucesos de
su vida.
Desarrollas tus valores pronto como resultado de las influencias de tu
entorno. Si creces con buenos modelos, desarrollarás valores que
potenciarán la vida y te ayudarán a ser una persona exitosa y feliz. Si
creces sin modelos y sin una guía basada en valores, puedes llegar a la
madurez sin tener nada o muy poco en qué creer o que sostener.
A veces a tus valores se los llama principios de organización. Son los
estándares según los cuales juzgas tu comportamiento y el de los demás.
Son las reglas que sigues cuando tomas una decisión. Si tienes claros tus
valores y su orden de prioridad, te será mucho más fácil decidir en los
momentos críticos de tu vida.
Tuve como cliente un gran consorcio de empresas que estaba
desarrollando una división de telecomunicaciones. Lo primero que
hicieron fue pasar varias semanas para discutir sus valores y desarrollar
una declaración acerca de la misión de esta nueva división. Una vez
definidos sus valores, se pusieron de acuerdo acerca del significado de
esos valores y acerca de la manera como los usarían para guiar su
comportamiento.
Cada vez que los administradores o los ejecutivos de la compañía
tenían una pregunta o un problema, cogían una tarjeta plastificada que
contenía sus valores y discutían el problema con la tarjeta a la vista. Se
preguntaban: «Según este valor, ¿cómo debemos encarar esta
situación?». Continuaban así con sus valores, usando esas definiciones
como base para la discusión y la toma de decisiones.
Interesante: la compañía empezó con una idea y un capital inicial en
una industria altamente competitiva y resultó un gran éxito comercial.
La empresa continúa creciendo y es muy rentable. Todo el mundo vive y
conoce allí sus valores. Todo el que trabaja en la compañía está feliz, es
entusiasta y se siente muy motivado. Los valores marcan la diferencia.

¿Cuáles son tus valores? ¿En qué crees? ¿Qué defiendes? ¿Qué no
toleras? ¿Cuáles son tus más íntimas convicciones y tus principios de
organización? La exactitud con que contestes estas preguntas
determinará en gran medida tu felicidad y el éxito de tu carrera.
Revisa la lista de valores en el apéndice de este libro y selecciona los
tres o cuatro que mejor representen lo que crees correct, bueno y
verdadero para tu trabajo y tu negocio. Valores que puedes escoger para
tu carrera pueden ser integridad, fiabilidad, calidad, excelencia, trabajo
duro y servicio al cliente. Examina tu conducta actual para averiguar si
es coherente con los valores que declaras. Decide qué harás en el futuro
para asegurar que tus acciones son coherentes con los valores que
consideras más importantes.
Selecciona el valor que crees más importante en tu vida laboral.
Conviértelo en punto clave de tu conducta y de tu toma de decisiones.
Decide ser coherente con ese valor en todo lo que digas y hagas. Nunca
te permitas una excepción. Deja que ese valor sea la luz que te guíe para
que dentro de unos años la gente hable de ti y de ese valor en una
misma frase.

Aclara tu visión profesional y la de tu negocio


La segunda parte del proceso Máxima Eficacia es proyectar y
desarrollar una visión clara de tu vida ideal de trabajo dentro de cinco
años. Imagina que dentro de cinco años todo es perfecto y que tu vida
laboral es ideal en todo sentido. Tu visión debe ser coherente con tus
valores. Responde estas preguntas:
¿Qué aspecto tiene tu trabajo ideal o tu posición?
¿Qué haces la mayor parte del tiempo?
¿Cuánto ganas?
¿Con qué clase de personas estás trabajando?
¿Qué nivel de responsabilidad has asumido?
¿En qué tipo de empresa o industria estás trabajando?
¿Qué dicen y piensan de ti tus colegas?
Practica este viaje de ida y vuelta al futuro. Proyéctate cinco años en
el tiempo y después regresa mentalmente donde estás hoy. Imagina los
pasos que deberás dar para convertir en realidad tu visión del futuro.
Este ejercicio de proyectarse y después retroceder al presente es
extremadamente poderoso para aclarar lo que quieres y lo que tendrás
que hacer para conseguirlo.

¿Cuál es tu misión?
Cuando tengas una visión, el siguiente paso es desarrollar una misión
para tu carrera. Una misión es la descripción ideal de lo que quieres
lograr en tu carrera en los años por venir. Una misión es algo factible y
mensurable. Una clara declaración de misión, que gire en torno a tus
valores, tiene que ser suficiente para que un tercero pueda decir que has
cumplido tu misión.
Una declaración de misión puede ser muy breve e ir directamente al
grano. La declaración de misión de AT&T fue durante muchos años:
«Dar acceso telefónico a todos los norteamericanos». La declaración de
misión de la Coca-Cola Company es: «¡Derrota a Pepsi!». La
declaración de misión de la Pepsi-Cola Company es: «¡Derrota a
Coke!».
Quizá la más famosa declaración de misión del siglo XX estaba
contenida en las órdenes que el general George C. Marshall dio al
general Dwight D. Eisenhower cuando asumió el mando de las fuerzas
aliadas en la Segunda Guerra Mundial: «Vaya a Londres. Invada
Europa. Derrote a los alemanes».
La declaración de misión de tu carrera personal debe ser algo como
esto: «Partiendo de mis valores de integridad, calidad y servicio al
cliente, mi misión es hacerme cargo de mis clientes mejor que nadie.
Como resultado, ganaré más de 100.000 dólares al año y figuraré
habitualmente entre el 10 por ciento de lo mejor de mi campo de
actividades».

¿Cuál es tu propósito?
El propósito de tu carrera procede de tus valores, de tu visión y de tu
misión. Tu propósito es la razón por la cual haces lo que haces. Es la
razón por la que te levantas temprano por la mañana. Tu propósito es
la razón por la que trabajas en esta tarea precisa o en esta industria
precisa en primer lugar. Tu propósito es lo que da significado a tu
trabajo y a tu vida.
Tanto la misión como el propósito de tu trabajo se definen en
términos de mejorar y potenciar la vida y trabajo de otras personas en
algún sentido. Tu misión y propósito siempre se definen en términos de
una contribución externa. Tu misión y tu propósito describen la
diferencia que quieres establecer en el mundo como resultado de quién
eres y qué haces. Explican tu oferta de valores tanto personalmente
como en el negocio.
Una vez hayas determinado tus valores, tu visión, tu mi​sión y tu
propósito, organiza tu vida laboral para vivir coherentemente cada hora
de cada día. Si de verdad vives con coherencia con lo mejor que hay en
ti, la gente que te rodea sabrá cuáles son tus valores, tu visión, tu misión
y tu propósito sin que tengas que explicarlo.
Una pregunta: según tu conducta actual, si algún investigador
preguntara a tus colegas cuáles creen que son tus valores, tu visión, tu
misión y tu propósito, ¿qué crees que contestarían? En otras palabras,
¿qué crees que otras personas piensan y dicen de ti cuando no estás
presente? ¿Cómo juzga la gente que trabaja contigo y te trata
cotidianamente la calidad de tu carácter y los valores según los cuales
vives? Éstas son algunas de las preguntas más importantes que te puedes
hacer. Y las respuestas no se pueden dejar al azar.

Establece objetivos para tu negocio y tu carrera


Tus objetivos son las metas mensurables que debes alcanzar para
cumplir tu misión y tu propósito y concretar tu visión. Son los blancos a
que apuntas. ¿Cuáles son los objetivos de tu trabajo y tu carrera?
Tus objetivos deben ser claros, estar escritos y ser específicos. Deben
ser creíbles y alcanzables. Deben estar acompañados por planes escritos
y calendarios que fijen su cumplimiento. Debes trabajar en ellos todos
los días.
Cada objetivo debe incluir baremos o puntos de referencia. Estas
cifras te permitirán determinar con claridad si te acercas a tus objetivos
o te alejas de ellos.
Ese baremo puede ser una cifra clave de algún tipo que te proporcione
algún indicio del rendimiento o la eficacia en un área particular. En
cualquier parte de tu vida necesitas de estas medidas para evaluar lo
bien que lo estás haciendo. Tus medidas te sirven de tarjeta de
resultados que te indica el éxito o fracaso de tus actividades. La elección
de un estándar específico de desempeño se convierte en punto clave
primordial de tu carrera.
Una medida obvia, o punto clave, es la cantidad que ganas al año.
Otra es la tasa de incremento de tu remuneración, año a año. Otro
baremo puede ser la frecuencia con que te han ascendido en los dos
últimos años. Otro puede ser tu posición relativa en comparación con
otros de tu mismo campo de actividades.
Muchos profesionales independientes utilizan una referencia horaria
como factor crítico de éxito según el cual evalúan su rendimiento y su
eficacia. La cantidad que ganan por hora, y la frecuencia con que ganan
esa cantidad, es un indicador de lo bien que lo están haciendo en
muchos otros aspectos de su carrera.
¿Cuáles son tus estándares clave de desempeño dentro de tu trabajo?
¿Cómo mides cada día, cada mes o cada año tu éxito?
Si estableces objetivos claros los debes poner por escrito, debes hacer
planes para lograrlos y trabajarlos cada día. Asegúrate de contar con
una referencia clara de tu progreso, a la cual te puedas referir
regularmente. Esto se convierte en tu punto clave. Allí marcas la «X» de
tu vida laboral.

Mejora el conocimiento y la especialización de tu negocio


y de tu carrera
¿Qué conocimientos o habilidades adicionales necesitarás para lograr
tus objetivos y concretar tu visión? Recuerda que empeoras si no
mejoras. ¿Cuáles son las competencias cruciales que tendrás que
desarrollar si quieres liderar tu campo en los años por venir? ¿Cómo
proyectas adquirir esas competencias decisivas?

Cuatro claves para el éxito en la profesión


Éstas son cuatro claves para tener éxito en la tarea de hacerte más
valioso, de venderte con más eficacia y avanzar más rápido en tu
profesión: especialización, diferenciación, segmentación y
concentración.
1. Especialización es tu capacidad para encauzar tus talentos y
capacidades en un área vital que tiene un valor mensurable para
tu compañía o para tus clientes. La selección de un área de
especialización es un determinante crucial de tu éxito a largo
plazo. ¿Cuál es la tuya?
2. Diferenciación cómo te distingues de los demás por tu
rendimiento superior en una o más áreas. Tu capacidad para
diferenciarte apoyado en la alta calidad de tu trabajo es quizás el
punto clave más importante de tu carrera. Del mismo modo que
una empresa debe tener un área de excelencia o ventaja
competitiva para sobrevivir y mejorar, también tú debes tener
una. ¿Cuál es?
Si se preguntara a tus clientes y compañeros cuál es tu área de
excelencia, ¿qué dirían de ti? ¿En qué aspectos de tu trabajo
sobresales? ¿Qué haces mejor que todos los demás? ¿En qué te
desempeñas con un alto nivel de eficacia?
Si todavía no tienes un área propia de excelencia, debes
empezar de inmediato a desarrollar una. Considera tanto tus
capacidades como las necesidades de tu empresa o de tus
clientes. ¿Cuál debería ser? ¿Cuál podría ser? ¿Cuál es tu plan
para sobresalir en lo que haces? ¿Y cómo medirás tu nivel de
excelencia en un área particular de conocimiento o especialidad?
Esta medida se convierte en tu estándar de desempeño, en tu
punto clave. Allí marcas la «X» de tu carrera. Allí enfocas la
atención.
Ser excelente en un área básica te ayudará más a progresar en
tu carrera que quizás cualquier decisión que tomes o acción que
realices.
3. Segmentación es la capacidad para determinar las personas y
organizaciones que en tu vida laboral pueden beneficiar más y
con mayor velocidad tu desempeño en un área particular.
Cuando segmentas, defines con claridad tu mejor cliente y
después resuelves satisfacer a ese cliente particular más que a
cualquier otro.
Con frecuencia es posible que cambies completamente la
dirección de tu negocio o de tu carrera si cambias la definición
del cliente en el que te vas a centrar en el futuro.
4. Concentración es tu capacidad para centrarte con decisión en el
servicio de tu segmento específico de mercado con productos y
servicios que son excelentes para ese individuo u organización.
Estas cuatro estrategias —especialización, diferenciación,
segmentación y concentración— son los puntos focales esenciales para
conseguir resultados extraordinarios en tu empresa y en tu carrera.
Pregúntate: «¿Qué habilidad precisa, si la has desarrollado de manera
excelente, podría tener el mayor efecto positivo en tu carrera?». Sea cual
sea tu respuesta a esta pregunta, escríbela como objetivo, establece una
fecha límite, haz un plan y empieza a trabajar para crecer en esa área
hasta que la domines. Ésta es la verdadera clave del éxito en la
profesión.

Desarrolla hábitos ganadores en el negocio


y en la profesión
Primero debes dar forma a tus hábitos y después tus hábitos te darán
forma a ti. ¿Qué hábitos específicos de pensamiento y acción te pueden
ayudar a dar lo mejor de ti y a ser excelente en tu campo?
El desarrollo de nuevos hábitos es una responsabilidad que se debe
cultivar continuamente en la vida adulta. Es demasiado importante para
dejarla al azar. Debes decidir tú.
Todo el mundo tiene sus hábitos. Por desgracia, muchos de esos
hábitos son malos, no ayudan especialmente ni potencian la vida, por
ejemplo, dejar las cosas para más tarde o comer en exceso.
Tu trabajo consiste en desarrollar hábitos en cada área de tu vida,
hábitos que te permitan mejorar poco a poco. Y tus hábitos pueden
estar muy bien controlados por ti.
Algunos de los hábitos de la gente muy eficaz son la puntualidad, la
buena gestión del tiempo, la disciplina, la resuelta concentración, la
finalización de las tareas, la seriedad. Todos son hábitos que puedes
desarrollar, gracias a la repetición, y que te ayudarán a progresar más
rápidamente. Has de ser muy consciente de los hábitos que más te
ayudarían.
La buena noticia es que toda actividad que repites y repites se
convierte finalmente en un nuevo hábito. Puedes desarrollar cualquier
hábito que consideres conveniente o necesario. Si practicas una
conducta hasta que se torna automática, puedes configurar realmente tu
carácter y tu personalidad.
En psicología existe una ley de reversibilidad que se fundamenta en el
principio de «actúa como si». William James, de Harvard, la formula
así: «Si sientes de cierta manera, actuarás de manera coherente con esa
sensación. Pero si, al mismo tiempo, actúas como si ya tuvieras el hábito
que deseas, la acción misma, repetida con suficiente frecuencia,
desarrollará en tu interior el hábito coherente con ella».
Para desarrollar el hábito que deseas sólo necesitas actuar en
cualquier ocasión como si ya tuvieras ese hábito. Al hacerlo,
desarrollarás gradualmente el hábito en ti mismo, acto por acto, hasta
que se convierta en rasgo permanente de tu personalidad. Si tomas el
control del proceso de desarrollo de nuevos patrones de hábitos, tomas
el control de tu futuro.
Tu trabajo es seleccionar una conducta que sea coherente con el
hábito más importante que puedas desarrollar, poner una «X» en esa
conducta y practicar cada día hasta que eso sea para ti tan natural como
respirar.

Crea tu programa diario de actividades en tu negocio y


carrera
El gran muro que separa la persona que tiene éxito de aquella que no lo
tiene es la orientación a la acción. Hablar no cuesta nada: la acción lo es
todo. Selecciona la actividad precisa que puedes hacer cada día y que te
resulte más conveniente para lograr tu objetivo más importante.
Siempre hay una actividad precisa que puedes practicar y que es más
valiosa que ninguna otra.
Manténte en camino, preguntándote continuamente: «¿Cuáles son
mis actividades de mayor valor? ¿Por qué estoy en la nómina? ¿Para qué
se me ha contratado exactamente? ¿Qué puedo hacer yo, y nadie más
que yo, que esté bien hecho y que marque una verdadera diferencia?
¿Cuál es el uso más valioso de mi tiempo en este momento?».
Utiliza estas preguntas como punto clave para lograr y mantener altos
niveles de profesionalidad y productividad.

Elige tu compromiso de acción para tu negocio y tu


carrera
El elemento final del proceso Máxima Eficacia para asegurarte de que
alcanzas los objetivos de tu carrera es comprometerte con la acción.
¿Qué acción específica emprenderás como resultado de las respuestas a
las preguntas de este capítulo?
En última instancia, la persona que emprende una sola acción como
resultado de una nueva idea o intuición es mucho más valiosa que la
persona que aprende cientos de ideas pero no hace nada.

Pensamiento sin límites


Las oportunidades y posibilidades disponibles en tu carrera
prácticamente no tienen límites. Hay más de 100.000 categorías de
trabajo sólo en Estados Unidos y esta cantidad se está multiplicando
con cada aumento nuevo de información y cada progreso tecnológico.
No hay límites para lo que puedes conseguir si desarrollas absoluta
claridad acerca de quién eres y qué quieres y te entregas de corazón a
hacer tu trabajo mejor que cualquier otra persona. Este compromiso te
abrirá infinidad de puertas y oportunidades.
7
Mejora tu vida familiar y personal
NINGÚN ÉXITO EN LA VIDA PÚBLICA COMPENSA EL FRACASO EN CASA.

–BENJAMIN DISRAELI

La felicidad en la vida depende en gran medida de las buenas relaciones


con otras personas, tanto de tu familia como en el ámbito de las
relaciones y el laboral. La obra de Daniel Goleman y de otros acerca de
la inteligencia emocional sugiere que tus habilidades sociales influyen
más en tu éxito que la combinación de tu capacidad intelectual, tu
educación y tu experiencia.
Por lo tanto te debes a ti mismo convertirte en experto en relaciones
públicas, ser una persona competente y capacitada para la interacción
con los demás.
Por fortuna, las habilidades sociales están a tu alcance y las puedes
aprender. Y dentro de un rango bastante amplio, puedes desarrollar un
tipo de personalidad agradable que potenciará drásticamente la calidad
de tu vida familiar y personal.
En el proceso Máxima Eficacia, piensas detalladamente quién eres y
qué te importa en relación con otras personas. Tomas entonces
decisiones claras en áreas específicas y te comprometes a actuar
basándote en esas decisiones. Te disciplinas entonces para vivir
coherentemente con las decisiones y compromisos que has adquirido.

Determina tus valores familiares y personales


¿Cuáles son tus valores en relación con tu familia y otra gente
importante en tu vida? ¿Cuáles son tus principios unificadores? ¿Qué
defiendes en tus relaciones? ¿Cuál crees que es el comportamiento
adecuado en el trato con los demás? ¿Qué te parece más importante en
el carácter y la conducta tanto de ti mismo como de otros cuando tratas
con otra gente?
Cuando tratas a otras personas de un modo que refleje tus valores
más altos, puedes sentirlo en tu interior. Te sientes más feliz y confiado.
Experimentas niveles más altos de autoestima y de respeto por ti mismo.
Sientes más paz y satisfacción. Y así vives y trabajas en mayor armonía
con la gente que te rodea. Si vives de manera coherente con tus valores,
cada aspecto de tu vida personal fluye con mayor suavidad.
Te he pedido antes que consideres lo que harías, cómo pasarías el
tiempo, si hoy supieras que sólo te quedan seis meses de vida.
Al parecer, aquellas personas a las que se hace esta pregunta la
responden de un modo semejante. Todas dicen que pasarían el mayor
tiempo posible con la gente que más aman y que más les importa. Todo
pensamiento de objetivos materiales o financieros parece evaporarse en
un instante cuando sabes que no estarás disponible mucho tiempo más.
F. Scott Fitzgerald escribió una vez: «La señal de una mente de primer
orden es la capacidad de mantener dos ideas contradictorias al mismo
tiempo y, a pesar de ello, no perder la capacidad de funcionar».
Uno de los ejercicios de las enseñanzas Zen es imaginar una vida de
cien años mientras se espera morir en un plazo de veinticuatro horas.
Tu capacidad para elaborar simultáneamente estos dos pensamientos te
capacita para centrarte con mayor claridad y calma en el presente.
El mejor modo de vivir en casa con tu familia es equilibrar esos dos
pensamientos, el de una vida prolongada y el de morir en un futuro
inminente. Si mantienes simultáneamente esos dos pensamientos,
tratarás a las personas de manera diferente y mejor. Este acto de
equilibrio mental mejorará de inmediato la calidad de tus relaciones con
la gente que tienes más cerca.
Tus valores se expresan en tus conductas, sobre todo cuando estás
presionado o expuesto a tentaciones. Dices y haces cosas
completamente inesperadas cuando estás cansado, irritable, en tensión,
asustado, en un punto bajo de tu vida. Entonces sueles expresar valores
y creencias que no sabías que tuvieras.
Selecciona tres o cuatro valores en el apéndice. Algunos valores que
puedes elegir para guiar tus relaciones pueden ser amor, paciencia,
bondad, sinceridad, seriedad, compasión, respeto y aliento.
Si los miembros de tu familia fueran entrevistados y se les preguntara
por ellos, ¿qué dirían? ¿Y a qué conclusión llegarían los miembros de tu
familia acerca de tus valores fundamentales según el modo como les
tratas la mayor parte del tiempo?
Cuando me casé, elegí el valor amor incondicional co​mo principio de
organización de todas mis relaciones familiares. Durante más de veinte
años de matrimonio jamás me he desviado de este valor básico con mi
esposa y mis cuatro hijos. Si preguntaras a cualquier miembro de mi
familia acerca de mis valores para con ellos, te diría que sobre cualquier
otra cosa, les amo incondicionalmente el 100 por ciento del tiempo.
Además practico la veracidad, la seriedad, el respeto y la paciencia.
De ningún modo soy perfecto, pero la decisión que tomé hace mucho
tiempo de vivir estos valores con mi familia ha sido una de las
elecciones más importantes que he hecho.
Escoge los valores en los que creas con más fuerza. Define esos
valores en términos de los comportamientos que expresarán esos
valores. Decide tratar a todos los miembros de tu familia de tal modo
que, posteriormente, sean capaces de identificar esos valores aunque
nunca les hayas hablado de ellos.
Sobre todo, pon una «X» en el más importante de tus valores, en
aquel que puede tener un impacto más positivo en tus relaciones.
Mantén con firmeza ese valor en todas tus interacciones con las
personas que te rodean. Nunca te desvíes ni seas transigente. Practica
ese valor hasta que te resulte automático y fácil. Puede ser uno de los
puntos focales más importantes de tu vida.

Aclara tu visión familiar y personal


Proyéctate cinco años en el futuro. Con tus valores claros, define tu
visión ideal para tu familia y tu vida personal. Imagina que tu vida
personal es perfecta en todo sentido. ¿Qué aspecto tendrá? ¿Cómo te
sentirás acerca de ti mismo y de la gente más cercana? ¿Qué estarás
haciendo cada día? ¿Cómo vivirás tu vida y como la vivirán aquellos
que tendrás más cerca?
Éstas son algunas preguntas para cuando regreses de esa proyección al
futuro:
¿Cuál sería el perfecto estilo de vida de tu familia? Si pudieras
diseñar un estilo de vida que fuera perfecto en todo sentido, ¿qué
aspecto tendría?
¿Qué clase de ambiente de vida y de hogar te gustaría ofrecer y
crear para tu familia?
¿Qué clase de experiencias te gustaría disfrutar en tu vida familiar?
Imagina que no tienes limitaciones. Imagina que pudieras hacer
cualquier cosa con las personas que amas. ¿Qué te gustaría hacer
de una manera distinta a la actual?
¿Qué clase de objetos te gustaría obtener para tu familia? ¿Qué
clase de beneficios materiales te gustaría proporcionarles?
¿Cuánto tiempo, cuántos días o semanas te gustaría pasar con tu
familia y tus amigos cada año, en largos fines de semanas o en
largas vacaciones?
¿Qué clase de relación te gustaría tener con cada miembro de tu
familia y con quienes están más cerca de ti?
¿Qué clase de educación u oportunidades quieres ofrecer a tus
hijos?
Si hoy gozaras de independencia económica, ¿qué cambios harías
en tu familia y en tu vida personal?
¿Qué gran cosa te atreverías a soñar para tu familia si te
garantizaran completamente el éxito?
Crea una declaración de misión para guiarte y dirigirte y guiar y
dirigir la conducta de tu familia de ti hacia ellos y de ellos hacia ti. No
tiene que ser complicada. Una sencilla declaración familiar de misión
podría ser algo como esto: «La misión de nuestra familia es crear un
entorno amable donde cada persona se sienta segura, respetada y libre
para desarrollar su potencial individual y llegar a ser todo lo que pueda
llegar a ser».
Tu declaración de misión puede ser breve o larga, sencilla o compleja.
Lo principal es que toda la familia participe en ella, se ponga de acuerdo
y la comparta. Después serás responsable de repetir y confirmar
regularmente esta declaración de misión. Tienes que ser un modelo y
vivir la declaración de misión en todo lo que digas y hagas.
Selecciona un punto clave, una acción o comportamiento con el cual
puedas practicar de manera coherente para demostrar tu compromiso
con la misión. Puede ser la práctica de la paciencia, de escuchar, alentar
y amar sin condiciones. Si insistes en este comportamiento, te
asegurarás de que se adhiera a los otros valores y se cumpla con la
declaración de misión.

Establece objetivos para tu vida familiar y personal


Decide específicamente qué quieres lograr de verdad en tu vida familiar.
Es una parte clave del proceso Máxima Eficacia. Cuanto más claro seas
acerca de las cosas que de verdad quieres, más rápido las incorporarás a
tu vida. La gente más feliz pasa gran parte del tiempo pensando en lo
que quieren ser, tener y hacer. El resultado es que su vida es mucho más
interesante, excitante y gozosa que la de la gente que sólo deja que
pasen los días sin una idea clara de adónde quiere ir ni por qué.
Puedes establecer objetivos tangibles e intangibles para tu familia y
otras relaciones personales. Los objetivos tangibles se refieren a casas,
automóviles, bicicletas, barcos, ropa y otros bienes materiales. Los
objetivos tangibles son importantes. Debes conceder bastante atención a
este tipo de objetivos que quieres para ti mismo y para los que amas.
Los objetivos intangibles son cualitativos. Se refieren al tiempo con tu
familia y amigos, a las vacaciones, a paseos, a la calidad de vida, a la
salud y a la seguridad de la casa y el bienestar de cada persona. Los
objetivos intangibles tienen que ver con las sensaciones y las emociones
y, por lo tanto, son más importantes e inmediatos que los objetivos
tangibles.
Recuerda que los baremos son las medidas que utilizas para
determinar cuán cerca estás de conseguir tus distintos objetivos. Si no
puedes medirlo, tampoco podrás manejarlo ni mejorar. Lo que se mide
se hace. Cuanto más específico seas acerca de los factores cruciales de
éxito en cada aspecto de tu vida personal, más probable será que
conviertas tu vida personal en algo verdaderamente extraordinario.
Objetivos tangibles
Algunos de los factores cruciales de éxito tangible que puedes usar son:
¿Cuál es el tamaño y la disposición actuales de tu casa? ¿Te
gustaría cambiarla o mejorarla de algún modo? Si es así, ¿cómo?
¿Hasta qué punto estás satisfecho con la economía de casa? ¿Qué
mejoras te gustaría hacer en los meses o años por venir?
¿En qué estado están los seguros de tu familia? ¿Tienes un seguro
de vida suficiente? ¿Un seguro de salud? ¿Un seguro contra
accidentes? ¿Un seguro para tu automóvil? ¿Un seguro por
incapacidad? ¿Qué cambios o añadidos deberías efectuar?
¿Estás preparado para los gastos de educación de tus hijos?
¿Cuánto vas a necesitar? ¿Qué acciones deberías emprender ahora
mismo para contar con recursos suficientes para este efecto?
¿Estás satisfecho con los otros elementos materiales de tu vida, con
tu coche, los muebles, la ropa y los electrodomésticos? ¿Qué te
gustaría cambiar, mejorar o tener en mayor cantidad?
Determina lo que verdaderamente quieres en cada una de estas áreas.
Convierte cada una de estas cosas en un objetivo, haz un plan y empieza
a trabajar en él. Establece estándares de medida o baremos para cada
objetivo y luego compara tu progreso con las medidas, y hazlo
regularmente. Te sorprenderá lo mucho que consigues si tus metas son
claras y mides el progreso que realizas hacia ellas.

Objetivos intangibles
Una vez hayas establecido tus objetivos tangibles, puedes establecer los
intangibles. Tal vez sean mucho más importantes que los objetivos
materiales que puedes tocar y medir.
El tiempo es el factor crítico de éxito en todas las relaciones. La
calidad de toda relación esta directamente relacionada con la cantidad
de tiempo que inviertes en ella. Demuestras la importancia que una
persona tiene para ti por la cantidad de tiempo que le dedicas.
Puedes mejorar drásticamente la calidad de una relación invirtiendo
más y más tiempo en esa relación. Éste es el objetivo intangible clave.
Éstas son algunas preguntas para ti:
¿Cuánto tiempo dedicas diariamente a tu mujer o marido o a tu
compañero o compañera? ¿Cuánto tiempo te gustaría dedicarle?
¿Cuánto tiempo pasas diariamente con cada uno de tus hijos?
¿Cuánto tiempo te gustaría pasar?
¿Cuánto tiempo pasas diariamente con tus amigos? ¿Cuánto te
gustaría pasar?
¿Cuántos días tienes libres para tu familia y amigos cada semana?
¿Cuántos fines de semana tienes disponibles para tu mujer o tu
marido cada año?
¿Cuántas semanas de vacaciones tienes con tu familia cada año?
¿Con qué frecuencia cenas con toda tu familia?
¿Cómo empiezas el día con cada uno de los miembros de tu
familia?
¿Qué te gustaría tener verdaderamente en tu familia o en tus
relaciones personales que hoy no tienes?
¿Cómo calificarías la calidad de tu comunicación con los que
amas? ¿Cómo te calificarían ellos?
Si tu vida familiar y personal fuera ideal en todo sentido, ¿en qué
se diferenciarían de la vida actual?
Determina en cada caso cómo podrías medir un cambio en la
situación. ¿Qué tendría que suceder? ¿Qué aspecto tendría? ¿Cómo
podrías afirmar que ha sucedido efectivamente un cambio?
Selecciona un punto clave único y concentra toda la atención en
mejorar en esa área en particular. Mientras te centras en un cambio
mensurable, casi de inmediato empezarán a haber mejoras en otras
áreas.
Mejora tus habilidades de relación familiar y personal
Tu vida mejora sólo cuando tú mejoras. ¿Qué conocimientos y
habilidades adicionales necesitas para mejorar la calidad de tu vida
personal? ¿Qué temas debes dominar para mejorar tus relaciones con tu
familia y tus amigos?
Hace unos años, Bárbara, mi mujer, y yo decidimos aprender a
esquiar para contar con un punto clave familiar en nuestras vacaciones
de invierno. Fue una maravillosa decisión que ha tenido un impacto
increíblemente positivo en nuestra vida familiar. Nos ha dado algo que
todos podemos compartir.
En el curso de los años hemos pasado por el proceso de comprar y
mejorar nuestra ropa y nuestros equipos de esquí. Toda la familia ha
aprendido a esquiar y nuestros hijos son expertos deportistas. Los niños
han conocido gente durante las vacaciones y han ampliado su círculo de
amistades. El tiempo libre nos ha permitido disfrutar de muchas horas
de conversación y vida en común, cosa que no habría sido posible en
medio del ajetreo de la vida diaria, los colegios y el trabajo.
Es muy fácil caer en la rutina en cualquier área de la vida, incluso en
la vida familiar. Para contrarrestar esta tendencia tienes que tratar de
romper continuamente la zona de comodidad. Oblígate a hacer e
intentar cosas nuevas. Ve a lugares diferentes. Inicia nuevas actividades.
Nunca te permitas la complacencia ni te des por satisfecho, no hagas
siempre las mismas cosas año tras año.

Desarrolla hábitos ganadores en la vida familiar


y personal
Piensa detalladamente e identifica los hábitos y comportamientos
adicionales que te ayudarán a enriquecer y mejorar la calidad de tus
relaciones personales. Quizá debas aprender a escuchar mejor o a hacer
mejores preguntas. A lo mejor necesites ser más paciente o interesarte de
manera más genuina por las actividades de tu familia o amigos. Quizá
debas ser más previsor y tener más disciplina para definir un tiempo
libre de trabajo para dedicarlo a actividades familiares.
Selecciona un hábito o comportamiento específico que te convenga
desarrollar y pon una «X» en esa conducta.

Crea tu programa diario de actividad personal y familiar


Escoge cosas específicas que puedes hacer cada día para mejorar tus
relaciones personales. A veces los cambios pequeños pueden provocar
grandes diferencias.
Algunas de las cosas más importantes y apreciadas que haces por
miembros de tu familia son cosas que ellos pueden hacer fácilmente por
sí mismos. Ayudar a quienes amas en pequeñas tareas es un modo
maravilloso de decirles cuán importantes son ellos para ti.
Tratar a cada miembro de la familia como si él o ella fuera la persona
más importante del mundo es un modo maravilloso de construir
autoestima y sentimientos de valor personal. Decirles cada día cuánto
los amas puede tener un efecto maravilloso en la imagen que tienen de sí
mismos y en la confianza que tienen en sí mismos.
Selecciona una sola actividad que vayas a practicar para mejorar tus
relaciones personales. Y entonces disciplínate para entregarte
reiteradamente a esa actividad hasta que se convierta en un hábito.

Cuatro preguntas clave


Éste es un ejercicio para ti. Siéntate con quienes amas y hazles estas cuatro preguntas.
Disponte a escuchar algunas respuestas interesantes.
1. ¿Hay algo de lo que he hecho hoy que te gustaría que hiciera más a menudo?
2. ¿Hay algo de lo que he hecho hoy que te gustaría que hiciera con menos
frecuencia?
3. ¿Hay algo que no haya hecho y que te gustaría que empezara a hacer ahora?
4. ¿Hay algo de lo que estoy haciendo que te gustaría que no volviera a hacer?
Puede que te sorprendan las respuestas a estas preguntas. Sean cuales sean, resiste la
tentación de discutir o defenderte. Escucha en silencio y con atención. Pídeles
ejemplos concretos que te ayuden a comprender. Agradéceles su aportación y sus
ideas. Llévate contigo las respuestas y luego piénsalas despacio y evalúalas.
Soy un orador muy ocupado que da conferencias y viaja por todo el país. Hace
algunos años, dedicaba los sábados o domingos a dar conferencias en la costa este y
pasaba lejos de casa hasta dos semanas seguidas.
Finalmente, mi mujer hizo que me sentara y me dijo que no quería que siguiera
trabajando los fines de semana. Mi primera reacción fue de rechazo y desacuerdo.
Discutí y protesté. Traté de explicarle la importancia que tenía que continuara
aceptando compromisos cualquier día de la semana.
Pero cuanto más lo pensaba más me convencía de que ella tenía razón. Estar de
viaje y lejos de la familia distorsionaba mis prioridades. A partir de entonces me negué
a trabajar los fines de semana. En estos momentos estoy en casa con mi familia casi
todos los fines de semana. Esto ha mejorado drásti camente la calidad de nuestra vida
familiar y en realidad no ha perjudicado mi negocio.
Las buenas relaciones personales se caracterizan por la apertura a las aportaciones y
a las ideas de cada persona. Si recuerdas esto, te resultará mucho más fácil hacer los
ajustes necesarios para unas relaciones felices y saludables.

Construir y mantener buenas relaciones


Éstas son algunas ideas que te pueden ayudar a potenciar la calidad de
tu vida familiar:
Recuerda lo que es verdaderamente importante en tu vida. Sitúa
tus relaciones delante de todo lo demás. Convierte las necesidades
de los que amas en las primeras prioridades de tu vida. Haz todos
los ajustes o sacrificios en tu vida profesinal que sean necesarios
para acomodar esas relaciones.
Mientras trabajas, ocupa tu tiempo en trabajar. No pierdas el
tiempo. Recuerda que cualquier tiempo que pierdas en tu trabajo
al final deberás sustraerlo al que dedicas a tu familia si llevas
trabajo a casa.
Recuerda que en tu vida hay dos tipos de tiempo: hay el tiempo de
trabajo, que se mide según resultados y productividad, y hay el
tiempo personal, que se mide en términos de amor y satisfacción.
La ley dice que lo que cuenta es la calidad del tiempo de trabajo
y lo que importa es la cantidad de tiempo en casa.
Si mejoras la calidad de tu tiempo de trabajo, te concentras
resueltamente en tus tareas de mayor valor y consigues que se
hagan rápido y bien, reducirás el tiempo que ocupas en el trabajo
y aumentará el tiempo disponible para tu vida personal.
En casa necesitas de lapsos de tiempo prolongados y no
interrumpidos para construir y mantener relaciones de alta
calidad. El amor, los afectos y la confianza no se pueden
precipitar. Cuanto más tiempo inviertas en las relaciones con la
gente que te importa en la vida, con mayor calidad de vida en
todas las áreas contarás.
Recuerda que el tiempo que pasas ante el televisor, leyendo el
periódico o trabajando en tu ordenador no cuenta para la gente
que amas. La interacción, no el mero paso del tiempo en un mismo
lugar, es lo que construye las relaciones.
Crea, deliberadamente, porciones de tiempo para la gente que
amas. Crea bloques de treinta, sesenta y noventa minutos en los
cuales puedas interactuar con cada uno y cara a cara.
Sal de compras y a pasear con tu familia. Viaja a un restaurante
lejano o a un hotel de vacaciones con tu mujer. Y si conduces el
automóvil, no enciendas la radio. Un coche sin música es una de
las cámaras móviles de comunicación mejores que existen. Te
sorprenderán las maravillosas conversaciones que puedes tener en
un automóvil silencioso.
Planifica tus vacaciones con antelación. Prográmalas al detalle.
Paga por adelantado. Y hazlo de manera que no te puedan
devolver el dinero adelantado. Entonces disciplínate para contar
con ese tiempo libre pase lo que pase. El tiempo que pases de
vacaciones con los que amas incluye los recuerdos más felices e
importantes de vuestra vida en común. Tu trabajo es crear tantas
oportunidades como puedas para que ocurran esas felices
experiencias y se puedan desarrollar esos recuerdos.
Recuerda que para hacer más de algo debes hacer menos de otra
cosa. Para pasar más tiempo con la gente que amas, debes hacer
menos de otra cosa.
Antes de dedicarte a cualquier tarea, pregúntate: «¿Qué tendré
que dejar de hacer si hago esto?». Compara el valor de una
actividad con el valor de la otra. Tu capacidad para hacer buenas
elecciones sobre cómo ocupar el tiempo determina en gran medida
la calidad de tu vida.
Adquiere un compromiso de acción para la vida familiar y
personal
Adquiere un compromiso específico de acción basado en lo que acabas
de leer y en las preguntas que acabas de contestar. Haz algo. Cualquier
cosa. Pero ponte en acción de inmediato para mejorar la calidad de tus
relaciones personales. Y después haz algo todos los días para progresar
hacia los objetivos más importantes que te has fijado para tus
relaciones.
Si te dedicas a crear y mantener una vida personal maravillosa,
mejorará la calidad de las demás áreas de tu vida. Serás más feliz,
saludable y productivo y estarás más descansado y relajado.
Experimentarás mayor felicidad y satisfacción en casa y serás mucho
más eficaz y capaz cuando regreses al trabajo.
8
Consigue independencia económica
EL PENSAMIENTO ES LA FUENTE DE TODA RIQUEZA, DE TODO ÉXITO, DE TODA GANANCIA MATERIAL,
DE TODOS LOS GRANDES DESCUBRIMIENTOS E INVENCIONES, DE TODOS LOS LOGROS.

—CLAUDE M. BRISTOL

Uno de los participantes en mis seminarios me dijo una vez: «Con el


dinero ocurre como con la comida. Cuando tienes bastante, ya no
piensas en él. Pero cuando careces de él, no puedes pensar en otra
cosa».
Hay gente que cita mal la Biblia y dice que el dinero es la raíz de
todos los males. Pero la Biblia dice, en realidad, que el amor al dinero es
la raíz de todos los males.
Sin embargo, sería más exacto decir que la falta de dinero es la raíz de
todos los males. Muy pocos problemas se deben a tener demasiado
dinero. Los problemas que afectan la vida, la salud y las emociones de
la gente casi siempre están causados por el hecho que se tiene
demasiado poco dinero.
Vivimos en la época más próspera de la historia de la humanidad.
Más gente que nunca consigue hoy a mayor velocidad independencia
económica y se convierte en millonaria. La mayoría de los millonarios
que se han hecho a sí mismos e incluso los que tienen miles de millones
lo han conseguido en una sola generación. Han empezado su vida
laboral con casi nada y han ganado todo desde el primer dólar.
Una de las responsabilidades primordiales que tienes contigo mismo y
con la gente que te rodea en la vida es conseguir independencia
económica, alcanzar el punto en que ya no tienes que preocuparte por el
dinero. El que tanta gente haya pasado de la pobreza a la riqueza en
una sola generación constituye una prueba suficiente de que también lo
puedes hacer tú. Sólo tienes que aprender la manera.
Reunir un millón de dólares es más sencillo de lo que mucha gente
cree. Si sólo ahorras 100 dólares al mes todos los años desde los 20
hasta los 65, e inviertes ese dinero en fondos de inversión bien
administrados de la bolsa norteamericana, ganarás un 10,8 por ciento al
año sobre tu inversión. Con esa tasa, 100 dólares al mes equivaldrán a
más de 1.200.000 dólares cuando te retires.
¿Entonces por qué no todos se convierten en millonarios en el curso
de su vida laboral? Hay tres razones principales. Primero, a nadie se le
ocurre que eso sea posible. Nadie se ha dado cuenta de que
efectivamente se puede lograr si se quiere. El resultado es que la gente
renuncia a intentarlo antes de empezar.
En segundo lugar, si a la gente no se le ocurre que es posible, jamás
adopta la decisión firme e inequívoca de ahorrar e invertir regularmente
en el curso de su vida laboral. Espera y desea e intenta empezar, pero
nunca toma la necesaria decisión que conduce a la acción.
En tercer lugar, si la gente piensa en ello y toma esa decisión, la
posterga. Un mes tras otro y un año tras otro posterga el comienzo de
ese programa de ahorro e inversión hasta que es demasiado tarde.
La gente que tiene mayor éxito financiero en cualquier sociedad es
aquella que posee una perspectiva a largo plazo. Es aquella que
desarrolla un horizonte a largo plazo en el tiempo. Piensa y planifica a
diez, veinte e incluso a cuarenta años vista en el futuro. Se organiza las
actividades diarias y semanales de tal modo que todo es coherente con
los objetivos a largo plazo que quiere lograr. Esto vale especialmente en
el caso de la independencia económica.
Todo el mundo, incluso tú mismo, tiene una serie de objetivos que
pueden ser claros o confusos. Estos objetivos están organizados en una
jerarquía. Cada uno de tus objetivos está ordenado, conscientemente o
no, del más importante al menos importante. Están organizados a partir
de los objetivos más intensamente deseados hasta los menos deseados,
hasta aquellos que quizá te gustaría lograr algún día, pero que en
realidad no te importan tanto.
Puedes cambiar toda tu vida si cambias el orden de prioridades y de
importancia de tus objetivos. La razón por la cual la gente no consigue
independencia económica es porque, si bien eso es un objetivo, no es un
objetivo primordial. Es apenas uno entre muchos en los cuales piensa de
vez en cuando. Y cuando llega el momento de actuar, otros objetivos
adquieren prioridad.
Sólo cuando tomas tu objetivo de independencia económica y lo
sitúas en la cima de tu jerarquía de valores empiezas a tener bajo
control tu vida económica. Mientras la independencia económica se
encuentre confundida entre todos tus otros objetivos nunca darás los
pasos necesarios para ser rico.
Recuerda que te convertirás en aquello en que pienses la mayor parte
del tiempo.
Thomas Stanley, en The Millionaire Next Door, cita las miles de
entrevistas que han conducido a los investigadores a establecer que los
millonarios que se hicieron a sí mismos piensan la mayor parte del
tiempo acerca de la independencia económica. Se organizan la vida en
torno del ahorro y la acumulación. Piensan cómo pueden adquirir y
ganar más y en cómo pueden invertir y sacar provecho de sus ahorros.
Esto no quiere decir que no estén orientados a la familia. De hecho, la
mayoría de estos millonarios sitúa a la familia en la cima misma de su
jerarquía de valores. Pero esto significa que el ahorro, las inversiones, el
gasto controlado y la frugalidad son principios organizadores centrales
de su vida financiera.
Lo más probable es que no ganes la lotería. Ningún pariente lejano te
va a legar un montón de dinero cuando muera. No vas a descubrir oro
ni a obtener un éxito inesperado en la bolsa. El único modo de que
logres independencia económica es ahorrando e invirtiendo tu dinero
mes tras mes y año tras año hasta que tengas tanto que nunca más
debas preocuparte de él.

Determina tus valores financieros


Tus valores en relación con el dinero son fuerzas motivadoras
importantes en tu vida. Determinan tus preferencias financieras, tus
decisiones y acciones, tus emociones y respuestas. Afectan cada decisión
que adoptes con relación a ganancias, ahorros e inversiones. Tus valores
económicos son los impulsores y determinantes cruciales de cuanto
hagas en relación con el dinero.
¿Cuáles son tus valores personales en relación con el dinero? ¿Qué
significa el dinero para ti? ¿Qué piensas de la gente financieramente
exitosa? ¿Cuál es tu actitud hacia la riqueza y la opulencia? En
particular, ¿qué piensas de ti mismo en relación con tu capacidad para
ser económicamente exitoso?
La mayoría de la gente piensa que el dinero equivale a libertad, uno
de los más altos valores humanos. Significa la capacidad de ser y hacer
lo que quieras y de comprar las cosas que necesitas sin preocuparte del
coste. La libertad es una poderosa fuerza impulsora, que ha
determinado el curso de la historia. ¿Es uno de tus valores?
Para mucha gente, algunos de los valores relacionados con el dinero
son la seguridad, la independencia, el éxito, el estatus, la aventura e
incluso el amor, sobre todo el amor y el respeto de los demás. ¿Cuáles
son tus valores en relación con el dinero?
Éste es un punto importante. Si valoras negativamente el dinero, esto
te puede sabotear la vida entera. Por ejemplo, si piensas que tener
dinero es en algún sentido un error, o que la gente económicamente
exitosa es de algún modo mala o deshonesta, crearás un campo de
fuerzas negativo alrededor de ti que te apartará del éxito económico por
más que luches por conseguirlo.
Una de las cosas más inteligentes que puedes hacer el resto de tu vida
es admirar, respetar y observar a la gente que ha logrado éxito
financiero. Porque siempre te mueves en la dirección de lo que más
admiras y respetas. Cuanto más admires y respetes el éxito financiero,
más probable será que hagas las mismas cosas que hace la gente
financieramente exitosa. Al final te convertirás tú mismo en la clase de
persona que logra el éxito financiero.

Aclara tu visión financiera


¿Qué visión tienes del dinero y de tu futuro financiero? Proyéctate
cinco, diez, veinte años en el futuro. Imagina que tu vida financiera es
perfecta en todo sentido. Crea un claro cuadro mental de tu distante
futuro financiero como si todos tus sueños económicos se hubieran
cumplido. ¿Qué aspecto tiene?
¿Cuánto te gustaría tener cuando te retires o dejes de trabajar? ¿Qué
estilo de vida te gustaría llevar en ese momento? ¿Cuánto tendrías que
ahorrar e invertir cada mes y cada año para lograr tus objetivos
económicos a largo plazo? Éstas son preguntas que la gente no suele
hacerse ni responderse.
Barbara D’Angelis formula esta maravillosa pregunta: «¿Cuándo
sabrás que tienes bastante y qué harás entonces?».
Imagina que no tienes limitaciones para conseguir a largo plazo la
independencia económica que desees. Imagina que cuentas con todo el
tiempo y con todos los recursos que necesitas. Imagina que cuentas con
todos los conocimientos y toda la experiencia que necesitas. Imagina
que tienes todos los contactos y todas las oportunidades necesarios. Si
pudieras diseñar tu vida financiera para que fuera perfecta en todo
sentido, ¿qué aspecto tendría?
Imagina que has conseguido reunir diez millones. ¿Qué harías, cómo
cambiarías tu vida si contaras con completa independencia económica?
Haz una lista de sueños acerca de cada cosa que querrías en la vida, de
las tangibles e intangibles, si contaras con todo el dinero que podrías
necesitar.
Cuanto mayor sea tu claridad en relación con tu futuro financiero a
largo plazo, más rápidamente atraerás la gente y los recursos que
necesites para lograrlo en la vida y con mayor rapidez concretarás tu
visión.

Establece objetivos para tus finanzas


¿Cuáles son tus objetivos económicos? ¿Cuáles son los más importantes
entre ellos? ¿Cuál es tu punto clave financiero? ¿Dónde dibujas la «X»
de tu vida financiera?
En general, debes tener cuatro objetivos financieros: ganar lo más que
puedas, gastar lo menos que puedas, ahorrar e invertir lo más que
puedas y protegerte contra reveses y procesos judiciales inesperados.
Conseguir estos objetivos es algo que puedes controlar muy bien. Son
asuntos de decisión personal, no casuales.
Hay algunos baremos que puedes usar para determinar lo bien que lo
estás haciendo. Cuanto más claros tengas estos baremos, más probable
será que alcances los objetivos económicos que te has propuesto.

Preguntas para crear tu futuro financiero


¿Cuánto quieres ganar este año?
¿Cuánto quieres ganar el año que viene?
¿Cuánto quieres estar ganando dentro de cinco años?
¿Cuánto quieres tener cuanto te retires?
¿Cuánto tendrás que ahorrar e invertir cada año para lograr ese objetivo
financiero?
¿Cuál es tu plan para adquirir esa cantidad de dinero?
¿Qué tienes que hacer primero? ¿Y qué tienes que hacer en segundo lugar?
¿Qué necesitas hacer cada día, cada semana, cada mes para lograr tus objetivos
económicos a largo plazo?
¿Dónde dibujas la «X» de tu vida financiera? ¿Cuál es tu punto focal?

Para empezar, calcula tu patrimonio financiero actual. Suma todos tus


bienes a valor de mercado y después resta todas tus deudas y
compromisos. Determina el valor de todo ello en dólares como si
tuvieras que vender todo hoy mismo para convertirlo en dinero en
efectivo. Esta puede ser una experiencia de las que te abren los ojos.
¿Qué cantidad estás ahorrando e invirtiendo mensualmente?
¿Qué porcentaje de tus ingresos ahorras?
¿Cuánto gastas durante un mes?
¿Cuánto gastas al año?
¿Cuántos años llevas trabajando, y cuánto, en promedio, has
conseguido acumular cada año?
Quizás el mejor baremo que puedes utilizar, si la independencia
económica es tu objetivo, es determinar cuánto dinero necesitarás cada
mes, cada año, para vivir cómodamente, y después calcular cuánto
tiempo podrías sostener tu actual estilo de vida conforme a tus ahorros
actuales. Esto se llama tu tasa de agotamiento. Es un cálculo del tiempo
que puedes sobrevivir con lo que has acumulado hasta ahora. Es la
mejor medida de tu salud financiera global.
La mayor parte de la gente tiene una tasa de alcance de menos de un
mes. Mucha gente con altos ingresos está sólo a dos meses de quedarse
sin vivienda. Gastan todo lo que ganan y algo más. Si se interrumpieran
sus ingresos durante un tiempo, se encontrarían en una situación
desesperada.
Establece objetivos claros y metas financieras para cada aspecto de tu
vida financiera, tanto a corto como a largo plazo. Examina cada gasto
de tu vida personal y busca medios para disminuir lo que gastas al mes.
Establece el objetivo de recortar tus gastos en un 10 o 20 por ciento en
los próximos noventa días. Convierte el control de gastos y costes en
una parte regular de tu vida, sin que importe cuanto ganes.

Optimiza tus conocimientos y habilidades financieras


¿Qué otros conocimientos y habilidades necesitas para lograr tus
objetivos financieros? ¿Qué habilidades y capacidades necesitas para
tener los mayores ingresos posibles y finalmente conseguir
independencia económica? El tema del dinero es complejo, pero tienes
que dominarlo si de verdad quieres tener bajo control tu vida financiera.
El multimillonario medio que se ha hecho a sí mismo ocupa de veinte
a treinta horas mensuales estudiando el tema del dinero y
administrando cuidadosamente sus finanzas. Por otra parte, el
ciudadano medio ocupa mensualmente alrededor de un diez por ciento
de ese tiempo pensando en su futuro económico y la mayor parte sólo
pagando cuentas y controlando su talonario de cheques. Como te
conviertes en lo que piensas la mayor parte del tiempo, mientras más
tiempo emplees pensando en tu dinero mejor lo vas a administrar.
El primer conocimiento que necesitarás para conseguir independencia
económica es el de exactamente cuánto gastas cada mes y cuánto tienes.
Para tener tus asuntos económicos bajo control, debes empezar por
estudiar y evaluar con cuidado cada gasto antes de hacerlo. Debes
mantener una lista de cada dólar que gastas y analizarla
periódicamente. Cuanta más atención prestes a tus gastos diarios, más
perspicaz te volverás acerca del dinero que pasa por tus manos.

Quebranta la ley
La ley de Parkinson dice que los gastos siempre crecen hasta alcanzar a
los ingresos. Cuanto más ganes más gastarás. Aunque dupliques o
tripliques tus ingresos, duplicarás o triplicarás también tus gastos y
finalmente no estarás en mejores condiciones financieras.
El éxito financiero proviene de quebrantar la ley de Parkinson. El
éxito financiero sólo es posible si te niegas a permitir que tus gastos
aumenten al mismo ritmo de tus ingresos.
Ésta es una norma que casi te garantizará que te hagas rico en el curso
de tu vida laboral: ahorra e invierte el 50 por ciento de cada aumento de
salario que obtengas; y hazlo durante el resto de tu carrera.
Puedes utilizar el otro 50 por ciento de aumento en mejorar tu
estándar de vida. Pero decide hoy mismo ahorrar la mitad de cada
aumento durante el resto de tu carrera. Esta sola disciplina te asegurará
independencia financiera, y probablemente años antes de lo que esperas.
Hay una fórmula sencilla de seis palabras para el éxito financiero:
gasta menos de lo que ganas. Gasta menos de lo que ganas y después
ahorra e invierte el saldo. Esta fórmula te puede hacer rico.

Las habilidades monetarias se pueden aprender


Identifica las habilidades específicas que necesitas para lograr
independencia económica. Una habilidad que necesitas es conocimientos
sólidos acerca del dinero y las finanzas. Lee los mejores libros y revistas
sobre el tema. Asiste a buenos seminarios sobre planificación
económica. Pide consejo a personas financieramente exitosas. Aprende
todo lo que puedas acerca de cómo se adquiere, acumula y protege el
dinero. No dejes nada al azar.
Sobre todo, examina las actividades de tu trabajo con cuidado y
determina exactamente qué te significa más dinero en lo que haces.
Aplica todos los días la regla del 80/20 a tu trabajo. Identifica el 20 por
ciento de tus tareas que significan el 80 por ciento del valor de cuanto
haces. Decide enfocar más y más la atención en ser mejor y mejor en las
pocas actividades que para ti valen más que el resto.
El éxito financiero proviene de la creación de valor. Creas valor en el
trabajo que haces. Creas valor en los productos y servicios que generas
y vendes junto con otros. Cuanto más valor añadas, mayor será tu
propio valor personal y mayores las recompensas que recibas.
Cada día debes buscar modalidades para añadir más valor. Siempre
debes buscar caminos para servir mejor a tu empresa y a tus clientes,
para servirles más rápido, barato y convenientemente.

Desarrolla hábitos financieros ganadores


Hay ciertos hábitos y comportamientos que conducen inevitablemente
al éxito financiero. El primero y más importante hábito es que primero
te pagues a ti mismo. Como escribió George Clason en su clásico The
Richest Man in Babylon: «Debes guardar una parte de todo lo que
ganas».
Págate primero. Tu objetivo es ahorrar finalmente del 10 al 20 por
ciento de tus ingresos. Debes apartar esa cantidad periódicamente,
invertirla con ayuda de expertos y dejar que aumente con el tiempo.
Si no puedes ahorrar el 10 por ciento de tus ingresos, empieza
ahorrando el 1 por ciento. Empieza a ahorrar y a invertir incluso antes
de pagar tus deudas. Empieza por apartar dinero antes de pagar las
cantidades que debes. Esto es muy importante.
Si desarrollas el hábito de ahorrar cierto porcentaje de lo que ganas
con cada mensualidad, finalmente cambiarás por completo tu actitud
hacia ti mismo y el dinero. En un lapso muy breve te sentirás cómodo
viviendo con el porcentaje que te queda para gastar. Mientras, podrás ir
pagando tus deudas una tras otra. Dentro de uno o dos años ya no
tendrás deudas y aumentarán rápidamente tu cuenta bancaria y tu
cartera de inversiones.
La clave para el éxito financiero a largo plazo en la bolsa siempre se
ha fundado en el doble milagro del interés compuesto y del valor medio
del dólar. Albert Einstein llamaba la octava maravilla del mundo al
interés compuesto. Si apartas un poco de dinero y lo dejas crecer mes a
mes y año tras año, finalmente se convertirá en una suma enorme.
El valor medio del dólar en la bolsa se refiere a que inviertes una
cantidad específica de dinero cada mes y cada año. A veces inviertes
cuando el mercado está caro, a veces cuando ha bajado. Pero el precio
medio de tus acciones termina siendo menor y tu tasa de crecimiento
mayor y más predecible que si siempre tratas de comprar en el momento
que te parece oportuno.
Peter Lynch, exitoso administrador del Fidelity Magellan Mutual
Fund, escribe: «Lo que decide el éxito a largo plazo no es la
oportunidad en el mercado, sino el tiempo en el mercado».
El hábito más importante que puedes desarrollar para conseguir
independencia económica es el de la sobriedad. Considera
cuidadosamente cada gasto antes de efectuarlo. Si es posible, posterga
una gran compra un día, una semana, un mes e incluso más tiempo.
Tómate ese tiempo para pensarlo antes de comprometerte. Cuando
postergas la decisión de una compra grande durante un tiempo, a
menudo no compras.
Quizás el hábito más conveniente es aprender a disfrutar del ahorro y
la inversión. La mayoría de la gente relaciona el ahorro con sacrificio,
dolor, restricciones, privaciones. Por eso la mayoría no ahorra. Están
equivocados.
La gente financieramente exitosa goza ahorrando e invirtiendo.
Gozan al no gastar y apartar dinero para más adelante. Gozan con la
creciente sensación de libertad económica que les concede el ahorro
regular.
Cuando empiezas a estudiar cualquier oportunidad de apartar dinero,
cambias por completo tu actitud hacia el dinero y las inversiones.
Empiezas a obtener un placer y una satisfacción tremendos al ver crecer
con el tiempo tus ahorros e inversiones.

Créate un programa diario de actividad financiera


Hay cuatro actividades que puedes efectuar cada día para lograr
independencia financiera.
1. Evalúa cuidadosamente cada gasto antes de hacerlo. Pospón
todo gasto que puedas retrasar. Déjalo para después y quizá no
lo hagas.
2. Establece objetivos y metas claros para las cantidades que
pretendes ganar y mantener. Compara tus resultados con esas
metas cada semana y cada mes. Lo que se mide se hace.
3. Busca modos de reducir tus gastos mensuales y ahorra el dinero.
Suprime todos los gastos no esenciales. Pregúntate
continuamente: «¿De verdad necesito esto?». Decide reducir los
gastos mensuales tanto como puedas y tan rápido como puedas.
Cada dólar que ahorres de tus gastos mensuales es un dólar
adicional que puedes poner en tu cuenta de libertad financiera.
4. Aprovecha toda posible oportunidad de aumentar tu valor o tu
capacidad para ganar. Busca medios para maximizar tus
conocimientos y habilidades. Concéntrate en mejorar en las
actividades que aportan más a tu empresa y a ti mismo. Pon el
foco en hacer más y ahorrar más cada día.

Adquiere un compromiso de acción financiera


Selecciona por lo menos una acción que puedas realizar inmediatamente
y que empiece a moverte hacia la independencia económica.
Esta actividad puede ser tan sencilla como abrir una nueva cuenta
bancaria donde deposites un porcentaje específico de cada pago que
recibas de hoy en adelante. Y puede ser tan compleja como sentarte a
escribir un completo plan financiero para toda tu vida.
El éxito financiero se puede predecir. Nunca te ha resultado más
factible ganar y guardar más dinero que hoy. Hay cientos de miles de
millonarios que se hicieron a sí mismos y todos empezaron sin nada y
utilizaron las prácticas y procesos que he descrito en este capítulo. Si tu
objetivo es ser uno de ellos, empieza ahora.
9
Goza de una salud y de una condición
física soberbias
LOS PENSAMIENTOS CONDUCEN A PROPÓSITOS, LOS PROPÓSITOS PASAN A ACCIONES, LAS ACCIONES
FORMAN HÁBITOS, LOS HÁBITOS DECIDEN EL CARÁCTER Y EL CARÁCTER DETERMINA NUESTRO DESTINO.

—TRYON EDWARDS

Decide hoy que vivirás hasta los ochenta o noventa años. Decide que
bailarás en la boda de tus nietos y que te sentirás estupendamente todos
los días de tu vida desde este momento en adelante.
En términos de salud y de longevidad éste es el tiempo más
maravilloso de la historia humana. Nunca había sido posible vivir más
tiempo ni vivir mejor.
En 1901 la expectativa media de vida era de menos de cincuenta años.
En el 2001 es de setenta y siete, y aumenta cada año. Uno de los grupos
de población que aumenta con mayor rapidez en nuestra sociedad es la
gente que tiene más de ochenta, noventa e incluso más de cien años. Tu
objetivo debe ser vivir tanto como ellos.
Tus intenciones futuras, tus visiones y objetivos a largo plazo tienen
un impacto crucial en tus decisiones y acciones actuales. A veces
pregunto a los que asisten a mis seminarios: «¿Cuántos años habéis
decidido vivir?».
La mayoría se sorprende con la pregunta. Por lo general, a la gente no
le gusta pensar demasiado acerca del hecho de que no va a vivir para
siempre. Posterga entonces todo pensamiento acerca de una larga vida.
Cuando hago esta pregunta, la mayoría responde con una mezcla de
confusión e incomodidad.
Sin embargo, si dices que quieres vivir hasta los ochenta, ya tienes un
punto clave. Tienes un lugar donde poner la «X» en tu vida. Ahora
puedes examinar cada parte de tu vida física para averiguar si la manera
como vives ahora te puede llevar hasta los ochenta años.
Una de las cosas más inteligentes que puedes hacer, ahora mismo, es
interrumpir cualquier cosa que interfiera con la posibilidad de una vida
larga y saludable. Si interrumpes algunas cosas perjudiciales y empiezas
otras que te ayudan, cambiarás drásticamente tu salud en muy poco
tiempo.
Recuerda que hay cuatro maneras de cambiar: puedes hacer más de
algunas cosas, puedes hacer menos de otras cosas, puedes empezar a
hacer algo que no has hecho antes y puedes dejar de hacer algo que no
te ayuda ni sirve para que consigas tus objetivos.
A largo plazo, eres libre para elegir qué haces o qué no haces. Tú
mandas. Eres responsable. En términos de salud física, estás donde estás
y eres lo que eres fundamentalmente por decisiones que tú mismo has
tomado.

Determina tus valores de salud y de estado físico


¿Cuáles son tus valores en relación con el estado físico y el bienestar?
¿Cuánto te importa la salud física? ¿A qué altura está en tu jerarquía de
importancia? ¿Qué piensas acerca del bienestar físico y cuán a menudo
lo haces de ese modo?
Te conviertes en aquello en que piensas la mayor parte del tiempo.
Las personas en buenas condiciones físicas y saludables piensan en la
salud y en la condición física la mayor parte del tiempo. Piensan en el
bienestar físico mañana, tarde y noche. Organizan toda su vida en torno
de los comportamientos y actividades específicas que les aseguren vivir
una vida larga y feliz. También deberías hacerlo tú.
La buena salud es algo que la mayoría da por descontado hasta que la
pierde. La mayoría de la gente no piensa en su salud hasta que tiene una
enfermedad o un accidente que la obliga a pensar casi exclusivamente
en su salud.
Empieza por aclarar tus valores en esta área. Algunos de los valores
vinculados con la salud son la felicidad, la energía, la belleza, la
disciplina, el autocontrol, la tenacidad y la buena forma física. ¿Cuál de
todos estos valores te resulta más atractivo? Selecciona entre tres y cinco
valores en el Apéndice y organízalos en tu orden personal de
prioridades.
¿Qué valor te importa más? ¿Cuál es el segundo? ¿Y el tercero?
Etcétera. La motivación requiere de un motivo, y cuanto más claro seas
en relación con tu salud y tu bienestar, más fácil te resultará tomar las
decisiones y hacer los sacrificios necesarios para tener una vida larga y
feliz.

Aclara tu visión de la salud y de las condiciones físicas


¿Cuál es tu visión a largo plazo de tu salud? Proyéctate cinco o diez
años en el futuro. Si tu salud fuera entonces perfecta en todo sentido,
¿qué aspecto tendrías? ¿Cómo te sentirías?
Haz tu propia lista de sueños. Descríbete y describe un estilo de vida
perfecto para ti en términos de salud y condiciones físicas. ¿Cuánto
pesarías? ¿Cuánto tiempo dedicarías a hacer ejercicio? ¿Cuántas horas
dormirías cada noche? ¿A qué hora te acostarías y te levantarías? ¿A
qué tipo de actividad física te dedicarías regularmente? Si tu vida física
fuera perfecta en todo sentido, ¿qué estarías haciendo y cómo lo estarías
haciendo?

Establece objetivos para tu salud y tu condición física


Establece objetivos específicos para los niveles que deseas de aptitud
física, salud y bienestar. Para establecer objetivos apropiados, debes
seleccionar los factores y los baremos de éxito que se vinculan a la salud
y a la condición física. Haz un análisis completo de ti mismo en la
actualidad. Sé perfectamente honesto contigo. Crea un punto de
referencia con el que comparar tu progreso. Pregúntate lo siguiente:
¿Cuánto pesas?
¿Cuántas horas duermes cada noche?
¿Cuánto mides de cintura?
¿Haces ejercicio a menudo cada semana?
¿Cuántos minutos al día empleas en ejercicios?
¿Cuánto comes?
¿Cuán nutritiva es tu dieta?
¿Cuánto alcohol bebes diaria y semanalmente?
¿A qué hora te acuestas por la noche? ¿A qué hora te levantas por
la mañana?
¿Cómo calificarías tu salud en una escala de 1 a 10?
Cualquiera de estas cuestiones puede ser el punto clave de tu objetivo
de conseguir niveles soberbios de salud y condición física. En mi caso,
he decidido que la medida de mi cintura es el lugar donde pongo la «X»
de mi vida. Todo lo que hago o dejo de hacer en relación con la dieta, el
ejercicio, el sueño y la aptitud física general se puede medir fácilmente
según las dimensiones de mi cintura en cualquier momento dado. Éste
es mi punto clave personal, porque me proporciona una medida rápida
de éxito en todas las otras áreas. ¿Cuál es el tuyo?

Maximiza tus conocimientos y tus habilidades en salud y


condición física
Identifica los conocimientos y habilidades que vas a necesitar para
conseguir y mantener una salud física soberbia. La razón por la cual la
mayoría de la gente no aprende ni crece en un área dada es que supone
que ya sabe todo lo que necesita saber. Hacen la peligrosa suposición de
que su conocimiento personal es todo el conocimiento que existe sobre
un tema particular. El resultado es que no hacen el menor esfuerzo por
aprender y aplicar algo nuevo. Esta actitud les impide aprender y crecer.
Una de las cosas más inteligentes que puedes hacer es comenzar con la
suposición de que hay un montón de cosas que no conoces en un área
importante de tu vida. Por un momento supón que mucho de lo que
sabes es impreciso o incompleto. Conviértete en un estudiante. Sé como
un niño, abierto a todo tipo de ideas, informaciones e influencias.
Acércate al área de la salud y de la condición física como si hubiera
habido descubrimientos increíbles, lo que es verdad, y como si
cualquiera de esas grandes ideas pudiera tener un impacto crucial en el
tiempo que vivirás y en lo bien que te puedes sentir contigo mismo.
Por ejemplo, no hace mucho recibí una carta de uno de los graduados
en mis seminarios. Había cambiado de carrera, maximizado sus
habilidades, triplicado sus ingresos y se había convertido en millonario
en menos de diez años. Pero no había conseguido liberarse de unos siete
kilos de sobrepeso.
Pero un día, mientras escuchaba uno de mis programas de audio,
comprendió la importancia de eliminar la harina blanca, el azúcar y la
sal de la dieta. Nunca se le había ocurrido antes y decidió intentarlo.
Perdió los siete kilos en menos de siete meses. Me escribía para
contarme que esa pérdida de peso le había cambiado la vida. Se sentía
mejor consigo mismo, tenía más energía y dormía mejor por la noche.
Se veía mejor y sentía más confianza en su trabajo y en toda interacción
con otras personas. Estaba asombrado y encantado con que un solo
fragmento de información le hubiera capacitado para lograr un objetivo
de salud que había mantenido durante casi diez años.
Hay habilidades para la salud y la condición física que puedes
aprender para asegurarte una vida larga, esbelta, saludable y físicamente
apta. Hay miles de libros y artículos sobre el tema. Puedes incorporarte
a un club de salud y empezar con un plan de ejercicios físicos. Puedes
tomar lecciones de yoga y aprender a hacer estiramientos y mejorar tu
salud global. Puedes aprender gimnasia aeróbica o practicar alguna otra
rutina de acondicionamiento físico. Puedes aprender un nuevo deporte o
empezar a correr o nadar. Puedes asistir a clases de nutrición y cocina
en una clínica o escuela local.
En cualquier caso debes dar por supuesto que hay ideas y métodos
maravillosos que están a tu alcance y que te pueden ayudar a mejorar
drásticamente tu salud y tu bienestar. Conviértete en un estudiante
permanente de las mejores ideas para una larga vida.

Desarrolla hábitos ganadores de salud y condición física


El desarrollo de nuevos hábitos y comportamientos es básico en el
proceso Máxima Eficacia. Para conseguir una salud y una condición
física soberbias hay cosas específicas que puedes hacer cada día para
promover una vida larga y feliz. Tu objetivo es aprenderlas y
practicarlas hasta que sean automáticas.
La buena noticia es que hay decenas de miles de hombres y mujeres
que han sido entrevistados y observados durante diez, veinte y treinta
años para determinar exactamente qué comportamientos llevan a los
más altos niveles de salud y bienestar. Ahora sabemos qué hacer y qué
no hacer.

Siete secretos de la salud perfecta


El primer secreto de la salud, la felicidad y la longevidad es conseguir y
mantener el peso adecuado. Tu médico te puede ayudar a determinar tu
peso ideal o puedes hacerte una idea general en los cuadros de altura y
peso. Estar gordo es uno de los principales problemas de salud. Más de
50 millones de norteamericanos han sido clasificados oficialmente como
obesos. Esto significa que están un 20 por ciento por encima del peso
ideal.
Hay una fórmula sencilla, de seis palabras, para el control de peso:
come menos y haz más ejercicio.
El otro día me encontré con un amigo que había perdido más de diez
kilos después estar obeso durante varios años. Le pregunté por su
secreto. Me dijo, con una gran sonrisa: «Hice un descubrimiento
asombroso. Descubrí que nunca me engorda aquello que no como».
Cada año, cientos de miles de personas pierden peso y no vuelven a
ganarlo. También tú puedes. Establece tu peso ideal como objetivo, haz
un plan y trabaja en él todos los días. No te desvíes del plan ni te
permitas excepciones hasta que alcances tu peso ideal. Y entonces
dedícate a mantener ese peso ideal el resto de tu vida.
El segundo secreto de la salud soberbia es seguir una dieta adecuada.
Cuando los investigadores examinaron la dieta de atletas olímpicos de
120 países descubrieron que todas esas dietas de alto rendimiento tenían
tres cosas en común:
Los atletas comían una amplia variedad de alimentos para recibir
el espectro completo de nutrientes.
Comían carne magra rica en proteínas, como la del pescado, el
pollo y el cerdo o la carne de alta calidad. Algunos eran
vegetarianos que comían alimentos a base de soja, pero todos
evitaban los alimentos con grasa.
Bebían mucha agua. Necesitas alrededor de cuatro litros de agua
al día para expulsar las toxinas de tu cuerpo y mantenerlo en buen
estado de funcionamiento.
La clave de una dieta excelente es bastante sencilla. Come más frutas
y vegetales. Come carnes magras, Come muchos cereales, como pan de
trigo integral y galletas de salvado. Bebe mucha agua, por lo menos un
vaso cada hora. Y evita el azúcar, la sal y los productos de harina
refinada.
El tercer secreto de la salud soberbia es el ejercicio apropiado. El ideal
es que ejercites cada articulación de tu cuerpo cada día, aunque lo hagas
apenas unos minutos por la mañana, haciendo estiramientos y
calentando los músculos. Deberías hacer ejercicio de tres a cinco veces
por semana durante treinta o sesenta minutos cada vez. Uno de los
mejores puntos focales para la salud física es establecer el objetivo de
hacer ejercicio de 200 a 300 minutos a la semana. Y controla
cuidadosamente la cantidad de minutos que haces ejercicio cada día
para estar seguro de que cumples la meta.
Puedes llegar a 200 o 300 minutos de ejercicio semanal caminando,
montando en bicicleta, corriendo, nadando o trabajando con diversos
tipos de equipo en casa o en el gimnasio. Puedes cumplir con tu cuota
de horas y minutos en una máquina para caminar o en una bicicleta
estática.
Mucha gente dice que no tiene tiempo para hacer ejercicios
regularmente. Sin embargo, los estudios muestran que cuanto más
ejercicio físico haces diaria o semanalmente de más energía dispones.
Cuantos más ejercicio hagas, menos sueño necesitarás y más perspicaz y
preciso serás en el trabajo y más productivo serás en cualquier cosa que
hagas. Invertir tiempo en hacer ejercicios regularmente te recompensa
con un desempeño mejor y una vida más larga.
El cuarto secreto de la salud soberbia es el descanso y la relajación
adecuados. No debería sorprenderte saber que la mayoría de la gente
que trabaja duerme poco y funciona cada día en una verdadera bruma.
Necesitas de siete a ocho horas de sueño cada noche para funcionar
bien. En tiempos de estrés o de exceso de trabajo necesitas todavía más.
No te engañes a ti mismo.
Déjate por lo menos un día libre por cada semana de trabajo. Y ese
día disciplínate para no hacer absolutamente nada relacionado con el
trabajo. Relájate por completo. Niégate a leer, a hacer llamadas
telefónicas, a trabajar en el ordenador o a ponerte al día en tus
obligaciones y responsabilidades. Sal a pasear, mira televisión, ve al cine
o a cenar afuera. Pero por lo menos un día a la semana no hagas
absolutamente nada de tu trabajo.
Organiza vacaciones breves de dos o tres días tan a menudo como
puedas, una vez al mes si es posible. Y durante ese lapso no te lleves
ningún trabajo contigo. Sólo relájate, haz ejercicios, duerme y pasa el
tiempo con la gente que te importa en la vida.
Además, debes tener vacaciones de una, dos o tres semanas cada año,
durante las cuales sólo descansarás y te rejuvenecerás. Cuanto más
descansado estés, más alerta, agudo, brillante y productivo estarás
después en tu trabajo y en todas las otras áreas de tu vida. Harás mucho
más si te concedes más tiempo libre.
El quinto secreto de la salud soberbia es tomar los suplementos
nutricionales y para la dieta apropiados. Empecé a estudiar nutrición a
los veintiún años. Me sorprendió descubrir que la mayoría de los
alimentos que hoy comemos no incluyen suficientes vitaminas,
minerales y aminoácidos para un rendimiento máximo.
Hay gente que dice que puedes obtener todos los nutrientes que
necesitas si sencillamente sigues una dieta equilibrada. Pero los expertos
afirman que necesitarías comer por lo menos siete kilos de alimentos
cada día para obtener todos los nutrientes que necesitas para una salud
óptima.
Conversa con tu médico acerca de nutrición y suplementos. Lee
acerca de salud y nutrición. Toma suplementos equilibrados de
vitaminas y minerales. A veces, si tu cuerpo lo necesita, añadir un solo
elemento como hierro, selenio o cromo puede ejercer un efecto
transformador en tu salud y tu bienestar.
Actualmente disponemos de los mejores suplementos jamás
fabricados, que han sido desarrollados por los mejores expertos en
bioquímica y nutrición. Haz tu propia investigación, selecciona la
combinación que más te convenga y empieza a incorporar los
suplementos que necesitas para funcionar del mejor modo posible.
El sexto secreto de la salud soberbia es dejar de fumar. Fumar quizá
sea lo peor que le puedes hacer a tu cuerpo. El cigarrillo se ha vinculado
con treinta y dos enfermedades diferentes, que van desde cánceres de la
nariz, garganta, laringe, pulmones, esófago y estómago hasta
arteriosclerosis, enfermedades cardíacas, disminución del
funcionamiento cerebral, osteoporosis y gingivitis, deterioro del tejido
de las encías, mal aliento y caries.
El séptimo secreto de la salud soberbia es reducir o eliminar el
consumo de alcohol. Una enorme cantidad de problemas físicos,
mentales y sociales provienen del excesivo consumo de alcohol:
discusiones familiares, accidentes de tránsito, cirrosis del hígado, daño
cerebral y diversas otras enfermedades.
Los antiguos griegos tenían un dicho: «Moderación en todo». Es un
consejo maravilloso no sólo para el consumo de alcohol, sino para
cualquier aspecto de tu régimen de salud.

Créate tu programa diario de salud y aptitud física


Escoge las actividades diarias a las que te vas a comprometer para
lograr y mantener altos niveles de salud y bienestar. Escríbelas; haz un
programa y un plan. Pon la salud y la condición física en tu agenda
diaria, tal como haces con una cita con un cliente importante. Traslada
la salud y la condición física a un nivel más alto en tu jerarquía de
valores y objetivos. Deja de lado otras actividades y posterga o suprime
actividades de menor valor para disponer de más tiempo para ti mismo.
Ésta un área en que nunca debes postergar nada.

Adquiere tu compromiso de acción para la salud y la


condición física
¿Qué compromiso de acción adquirirás hoy para empezar a moverte
hacia soberbios niveles de bienestar físico? Sea lo que sea, decide
hacerlo hoy mismo. Empieza el juego. Pon el balón en movimiento.
Inicia un programa para toda la vida de salud y excelente condición
física.
10
Sé todo lo que eres capaz de ser
EL POTENCIAL DE LA PERSONA MEDIA ES COMO UN GRAN OCÉANO VIRGEN, COMO UN CONTINENTE
INEXPLORADO, UN MUNDO DE POSIBILIDADES A LA ESPERA DE SER LIBERADAS Y ENCAUZADAS HACIA UN
GRAN BIEN.

—BRIAN TRACY

Mi primer trabajo después de dejar el colegio sin haberme graduado fue


lavar platos en la cocina de un hotel pequeño. Éste fue el primero de
una serie de esforzados trabajos —amontonar troncos en un aserradero,
cavar pozos, trabajar en granjas o ranchos, poner tuercas a unas piezas
en una línea de producción— que me ocuparon los primeros años de mi
carrera.
El punto de inflexión de mi vida llegó cuando descubrí la ley de causa
y efecto, la gran ley del universo y del destino humano. Aprendí que
todo acontece por una razón. Descubrí que el éxito no es un accidente.
Y que tampoco el fracaso lo es. También descubrí que la gente exitosa
en un área suele ser la que ha aprendido la relación de causa y efecto
entre lo que quiere y cómo obtener lo que quiere. Se trata entonces de
hacer reiteradamente lo que otra gente exitosa ha hecho antes en esa
área particular hasta conseguir los mismos resultados. Esta intuición
cambió mi vida.
Nadie es mejor que tú ni nadie es más listo que tú. Puede que lo sean
en algunos sentidos, por lo menos de momento. Si alguien lo está
haciendo hoy mejor que tú, probablemente será porque él o ella ha
descubierto antes que tú la relación de causa y efecto. Y cualquier cosa
que haya hecho otro, dentro de ciertos límites, también la puedes hacer
tú. El que alguien haya logrado un objetivo que vale la pena es la mejor
prueba de que tú también lo puedes lograr.
Mucha gente se engaña a sí misma pensando que puede hacer lo que
hacen algunos fracasados y, al mismo tiempo, por una especie de
milagro, obtener los resultados que consigue la gente de éxito. Aún
peor: piensan que pueden hacer poco o nada en absoluto y que gracias a
un golpe de suerte se resolverán todos sus problemas y se harán realidad
todos sus sueños. Pero así no funciona el mundo.
Wolfgang von Goethe escribió una vez: «Para tener más, primero
debes ser más». Para lograr más en el mundo exterior, debes trabajar en
tu mundo interior, en el desarrollo de ti mismo. No hay atajos que
funcionen para siempre. No hay otro modo.
El desarrollo personal y profesional es la herramienta más poderosa
que puedes utilizar para conseguir cualquier objetivo que te hayas
propuesto. Te puedes desplazar desde cualquier lugar donde estés hasta
dondequiera que desees ir si aprendes cómo otros lo han hecho antes
que tú y sigues después el camino que ellos ya recorrieron.
Se suele decir que la persona promedio sólo utiliza el 10 por ciento de
su potencial. Según estudios efectuados en el Brain Institute de la
Universidad de Stanford, esa proporción en la actualidad se acerca más
al 2 por ciento. Por término medio, la gente tiene reservas enormes que
habitualmente no utiliza. La naturaleza es muy generosa. Entrega a cada
persona una abundancia de capacidades y de posibilidades cuya mayor
parte en el curso de la vida la gente ni siquiera detecta.
Si utilizaras sólo un pequeño porcentaje adicional de tus capacidades
innatas, es probable que duplicaras o tripiclaras tu rendimiento. Podrías
lograr cosas que superan en mucho lo que has hecho hasta ahora.
Podrías estar más sano, ser más feliz y más próspero de lo que nunca
has imaginado.
Abraham Maslow decía que la historia de la raza humana es la de
hombres y mujeres que «se han vendido por menos de lo que valen». La
mayoría de la gente se contenta con mucho menos de lo que es capaz.
La mayoría de la gente crea toda suerte de justificaciones y
racionalizaciones para justificar un pobre rendimiento. Se convence o se
deja convencer, casi sin pruebas, de que carece del potencial o de la
capacidad de otros que lo hacen mejor. Se contenta con una existencia
mediocre en lugar de dedicarse a romper sus grilletes mentales y escapar
de su propia cárcel mental.
Cuando contemplas a una persona como Arnold Schwarzenegger, no
desdeñas su desarrollo muscular atribuyéndolo a la suerte o a la
genética. Sabes que ha trabajado muchos años e invertido miles de
horas para desarrollarse físicamente.
Pero todo el mundo empieza con una estructura muscular muy
semejante a la que poseía Arnold Schwarzenegger cuando era un
delgado adolescente que vivía cerca de Graz, Austria. La única
diferencia es que Arnold Schwarzenegger ha desarrollado los músculos y
la persona promedio no lo hace.
La mayoría de la gente es muy parecida en términos de capacidad y
potencial mental. Todos tenemos la misma estructura cerebral. Todos
tenemos una diversidad de talentos y capacidades. Algunas personas
comienzan con mayores ventajas naturales y con mejores dotes
personales, pero por término medio cada persona tiene la capacidad de
desarrollarse mucho más allá de lo que ha conseguido hasta el
momento.

Determina tus valores de crecimiento y desarrollo


personal
Para concretar el potencial completo de crecimiento y desarrollo
personal, empieza con tus valores tal cual se aplican a tus propias
capacidades. Como sabes, tus valores se expresan en tus palabras y
acciones. Puedes decir cuáles son tus valores si observas lo que haces y
cómo respondes al mundo que te rodea. Tus valores son las causas
básicas de tus motivaciones y tus comportamientos.
Puedes valorar algunas cosas en relación con tu crecimiento y tu
excelencia personales, con tu puesta al día, con tu educación, con tus
habilidades, tus logros y tu control personal. Mi valor primordial, en
términos de desarrollo personal, se puede resumir en realizar mi
potencial completo.
Creo que cada persona posee el potencial para hacer algo maravilloso
con su vida. Creo que dentro de cada persona hay un gigante a la espera
de manifestarse. Creo que cada persona puede hacer mucho más de lo
que ha hecho hasta ahora sólo si aprende cómo hacerlo. Ése es mi valor
fundamental. ¿Cuál es el tuyo?

Aclara tu visión de crecimiento y desarrollo personales


Crea una visión a largo plazo en el área del crecimiento personal.
Proyéctate unos cinco o diez años en el futuro e imagina que te has
desarrollado plenamente en toda área importante de tu vida. Idealiza y
considérate sobresaliente en todo sentido. Rechaza comprometer tus
sueños personales.
¿Qué nivel de capacidad o de habilidad tendrías en tu campo? ¿Qué
nivel de estatus y prestigio habrías logrado como resultado de tu
magnífico desempeño en lo que haces? ¿Qué clase de trabajo estarías
haciendo y a qué nivel lo estarías efectuando? ¿Cómo te sentirías y qué
pensarías de ti como resultado de ser uno de los mejores en lo que
haces? Si no tuvieras limitación alguna, ¿cuál sería tu visión acerca de
cómo te debes desarrollar en los meses y años por venir?

Establece objetivos para tu desarrollo y crecimiento


personales
Ahora toma tu visión y cristalízala en objetivos específicos. Éste es un
buen modo de comenzar. Coge un papel y escribe diez objetivos que te
gustaría lograr en el área de desarrollo personal y profesional durante
los meses y años por venir. Escribe en tiempo presente, exactamente
como si ya fueras la persona que quieres ser. Determina con exactitud lo
que quieres ser capaz de hacer. Decide en qué te quieres convertir.
Describe con lujo de detalles qué aspecto tendrás cuando seas de verdad
excelente en tu campo y en tu vida personal.
Revisa después esta lista de diez objetivos y selecciona uno que, si lo
logras, tendría el mayor impacto positivo en tu vida y en tu carrera.
Rodea este objetivo con un círculo y traslada este objetivo a otro papel.
Crea un programa para lograr este objetivo. Establece fechas límite
para lograr ciertos hitos. Y también establece fechas límite secundarias.
Haz una lista de todo lo que se te ocurra que tendrás que hacer para
conseguir excelencia personal en esa área. Organiza tu lista en un plan
estableciendo prioridades para cada uno de los puntos. Reúne los libros,
materiales, equipo y otros recursos que necesitarás para empezar a
trabajar en ti y en tu objetivo.
Emprende de inmediato una acción por lo menos en un punto de tu
plan y pon en marcha el proceso. Decide hacer algo cada día hasta que
tengas éxito en esa área. Nunca interrumpas tu trabajo sobre ti mismo
hasta que te conviertas en la clase de persona que idealmente te gustaría
ser.
El actor Jim Carrey, cuando estaba empezando, tuvo una visión y un
objetivo: cobraría 10 millones de dólares por actuar en una película. Se
extendió un cheque a sí mismo por esa cantidad y lo llevaba siempre
consigo. Lo miraba muchas veces y nunca dejó de creer en su capacidad
para ganar diez millones por una sola película.
Reconocer y creer en su talento no era suficiente, sin embargo.
Trabajó en su arte. Aceptaba cualquier papel que podía conseguir y se
entregaba de corazón a desempeñar ese papel del mejor modo que
podía. Desarrolló su capacidad para hablar, dramatizar y divertir.
Aumentaba continuamente el rango de su desempeño. Tomó todas las
lecciones que pudo y estudió cada aspecto de la actuación profesional y
así aprendió también de la gente que le ro​deaba.
Al cabo de años de duro trabajo, su sueño finalmente se hizo realidad.
Recibió 10 millones por su papel de Joker en Batman Forever. Antes de
cumplir cuarenta años ganaba 20 millones de dólares por película; hace
una o dos por año. Hoy es uno de los actores más exitosos de
Holywood e incluso del mundo, porque tuvo una visión y un sueño
claros y nunca los perdió de vista. Y lo más importante: continuó
trabajando en sí mismo y en su arte hasta que fue la clase de actor que
vale 20 millones por película.

Maximiza tus conocimientos y habilidades personales


Establece baremos específicos para cada uno de tus objetivos. Si tu
objetivo es sobresalir en tu campo, determina cómo sabrás cuándo lo
has logrado. Decide cómo puedes medir tu progreso y evaluar tu éxito.
Quizá puedes usar como baremo la cantidad de horas que cada semana
estudias en tu campo. Quizás puedan ser los libros que lees o la
cantidad de programas de audio que escuchas. Tal vez puedas medir tu
progreso según la cantidad de citas que consigues o la cantidad de
ventas que haces debido a tu creciente habilidad.
Compárate regularmente con ese baremo. Cuanto más preciso sea ese
baremo y más atención le prestes, mejor serás en esa área y harás
mayores progresos.
Éstas son algunas preguntas clave que te puedes hacer y contestar:
¿Qué conocimientos adicionales necesitas para ser el mejor en tu
campo?
¿Qué habilidades adicionales tienes que adquirir para hacer tu
trabajo de manera excelente?
¿Qué temas necesitas estudiar y dominar?
¿Qué habilidades tienes que mejorar para que tu trabajo o tu
carrera sean los mejores?
¿Cuáles son las áreas de resultados clave en tu trabajo? ¿En qué
debes ser excelente para poder ser el líder en tu campo?
¿Cuáles son tus competencias fundamentales en la actualidad y
cuáles, nuevas, debes desarrollar para ser excelente en tu campo en
el futuro?
¿Cuál es tu plan para sobresalir en esas habilidades cruciales?
¿Cuál es tu plan para adquirir esas habilidades cruciales?
¿Qué habilidad o capacidad, si las desarrollas y la practicas de
manera excelente, tendría el mayor impacto positivo en tu vida y
en tu carrera?
Primero determinas tus valores, tu visión, tus objetivos y el
conocimiento y habilidades que necesitarás para lograrlos. Escoge
entonces las modalidades según las cuales vas a medir tu progreso.
Después haz algo cada día, algo que te mejore en algún sentido. Leer,
asistir a cursos, escuchar programas de audio, practicar nuevas
habilidades, y no dejes nunca de mejorar.

Desarrolla hábitos ganadores de crecimiento y desarrollo


Selecciona los hábitos y comportamientos específicos que necesitarás
para practicar cada día tu conversión en la persona que quieres ser.
Pueden ser los hábitos de claridad, planificación, rigor, estudio, trabajo
duro, determinación y perseverancia.
Quizá la cualidad más importante para el éxito sea la disciplina
personal. Elbert Hubbard, escritor del siglo XX, definía así la disciplina
personal: «La capacidad de hacer lo que debes hacer cuando debes
hacerlo y tengas o no ganas de hacerlo».
Napoleon Hill, conocido por su obra Think and Grow Rich, llamaba
la disciplina personal «la llave maestra de la riqueza».
Cada día y cada hora de cada día debes practicar disciplina personal.
Debes ordenarte hacer lo que es correcto, necesario e importante o
terminarás haciendo lo que es divertido, fácil y nada importante. La
disciplina personal es la cualidad que te capacita para que escojas la
tarea más importante, tengas o no tengas ganas, y continuarla hasta
terminarla. La disciplina personal es una cualidad indispensable de
todos los hombres y todas las mujeres de alto desempeño.

Crea tu programa diario de actividades de desarrollo y


crecimiento personales
Hay siete disciplinas que tienes que desarrollar si quieres lograr todo lo
que es posible para ti. Puedes aprender estas disciplinas gracias a la
práctica de la repetición hasta que te resulten automáticas.
1. Establecimiento diario de objetivos: Todas las mañanas ocupa
de tres a cinco minutos a escribir los principales diez objetivos
de tu agenda; hazlo en tiempo presente. Al escribir tus diez
objetivos al comienzo de cada día, los programas
profundamente en el subconsciente. Esta escritura cotidiana de
objetivos activará tus poderes mentales. Estimulará tu mente y te
tornará más alerta. Durante el día verás oportunidades y
posibilidades para avanzar con mayor prontitud hacia tus
objetivos.
2. Planificación y organización diarias: Ocupa unos pocos
minutos, de preferencia la noche anterior, para planificar la
actividad del día siguiente. Trabaja siempre a partir de una lista.
Piensa siempre sobre un papel. Ésta es una de las disciplinas más
importantes y efectivas para todo alto desempeño.
3. Establecimiento diario de prioridades: La esencia de toda
gestión del tiempo, de la gestión personal y de la gestión de la
vida está contenida en tu capacidad de establecer prioridades
apropiadas en el uso de tu tiempo. Utiliza los métodos descritos
en el capítulo dos para seleccionar la tarea más valiosa e
importante que puedas hacer y empieza a trabajar de inmediato
en esa tarea. Esto es esencial para el alto desempeño.
4. Concentración diaria en tus actividades de mayor valor: Tu
capacidad para trabajar resueltamente en tu tarea más
importante contribuirá tanto como cualquier otra disciplina que
desarrolles para lograr el éxito.
5. Ejercicio y nutrición adecuada cada día: Tu salud es más
importante que cualquier otra cosa. Si te disciplinas para hacer
ejercicio regularmente y comer con cuidado, gozarás de los
niveles más altos de salud y condición física.
6. Crecimiento y aprendizaje diarios: Tu mente es como un
músculo. Si no la usas la pierdes. El aprendizaje continuo es
requisito de éxito en cualquier campo.
7. Tiempo diario para la gente que te importa en la vida: Las
relaciones lo son todo. Asegúrate de que mientras subes la
escalera del éxito no te apoyas en el edificio equivocado. Date
tiempo para tus relaciones cada día, por más ocupado que te
encuentres.
Estas siete disciplinas aseguran un rendimiento al más alto nivel y la
obtención de la mayor satisfacción y los mejores resultados en todo
aquello que hagas.

La fórmula del 1.000 por ciento


Hay una fórmula sencilla, práctica y probada de desarrollo personal que
puedes utilizar para duplicar tus ingresos en los años por venir. Es una
fórmula que desarrollé muy pronto en mi carrera, que demostró ser
eficaz y que he entregado a miles de personas. La única queja que he
recibido contra esa fórmula es que es muy conservadora.
La mayoría de la gente que la utiliza cada día informa de una
extraordinaria mejoría en la vida. Los cambios ocurren muy pronto, a
menudo en un par de días. Compruébalo por ti mismo.
La fórmula del 1.000 por ciento se basa en la ley de la mejora
progresiva. Dice: «Metro a metro es duro, pero centímetro a centímetro
es pan comido».
No importa lo ilusionado o decidido que estés, el progreso llega
lentamente. Te ha costado toda la vida llegar a ser el que eres ahora. Y
convertirte en alguien diferente supone un período de trabajo duro y de
determinación. No solemos hacer cambios significativos y duraderos en
un segundo. Todo cambio permanente es progresivo, se consolida en un
largo período. Este tipo de cambio requiere paciencia y disciplina. Y
sólo este tipo de cambio vale verdaderamente la pena y permanece.
Ésta es una pregunta para ti: ¿Puedes aumentar tu productividad y tu
desempeño generales en un 0,1 por ciento en las próximas 24 horas?
En otras palabras, ¿podrías ser un milésimo (0,1 por ciento) más
productivo en las próximas veinticuatro horas si realmente lo quisieras?
La verdad es que podrías ser un 0,1 por ciento más productivo ahora
mismo, en un par de minutos, si solo trabajaras en una sola tarea de
alto valor.
Si establece objetivos y prioridades y se enfoca en actividades de alto
valor, cualquiera puede aumentar su productividad y su desempeño
generales en una milésima en un plazo de veinticuatro horas. Mucha
gente puede duplicar o triplicar su productividad general en veinticuatro
horas si de verdad lo quiere.
Si lees, estudias y maximizas continuamente tus habilidades, si aclaras
y vuelves a aclarar tus objetivos, estableces mejores y más definidas
prioridades y te enfocas poco a poco en tareas más valiosas, podrás
aumentar tu productividad y tu desempeño en un 0,1 por ciento cada
día, día tras día, indefinidamente.
Debido a la ley de rendimiento creciente presentada en el capítulo
uno, cada esfuerzo que haces para ser más productivo en un área tiende
a mejorar tu desempeño al mismo tiempo en las demás áreas. Obtendrás
mejores y mejores resultados, en menos tiempo, cuanto más practiques.
Si te vuelves un 0,1 por ciento más productivo cada día, cinco días
por semana, al final de la semana serás un 0,5 por ciento más
productivo. Al cabo de cuatro semanas serás un 2 por ciento más
productivo (4 x 0,5 = 2). Al cabo de cincuenta y dos semanas serás un
26 por ciento más productivo de lo que eras al comienzo del año (13 x
2 = 26).
Entonces comienza a trabajar el efecto compuesto de nuevos
conocimientos y habilidades. Cualquier mejora en cualquier parte de tu
trabajo afecta al mismo tiempo a otras partes de tu trabajo. Y a medida
que mejore la gestión de tu tiempo, serás más productivo con tus
proveedores y clientes; y a medida que seas más productivo, serás
también más competente y eficaz en otros aspectos de tu negocio. Cada
mejora conduce a otras mejoras.
Si eres un 26 por ciento más productivo en el curso de un año y
continúas mejorando a razón de un 0,1 por ciento diario, cinco días por
semana, duplicarás tu productividad, tu desempeño y tu rendimiento en
2,7 años. Si continúas aprendiendo, creciendo y siendo más eficiente y
eficaz, la mejora anual del 26 por ciento, acumulada al cabo de diez
años, tendrá como resultado un aumento del 1.004 por ciento en tu
productividad general.
Como vivimos en una sociedad basada en los méritos, a medida que
aumente tu capacidad para aportar valor, también aumentará la
cantidad que ganas. Si mejoras tu desempeño global en un 1.004 por
ciento, finalmente tus ingresos subirán para equipararse al valor de tu
aporte.
Muchos estudiantes han vuelto a mí después de cuatro, cinco o seis
años y me han dicho que lograron aumentar sus ingresos en un 1.000
por ciento en unos pocos años con la práctica de esta fórmula. En cada
caso les sorprendió la velocidad con que habían progresado hasta la
cima de sus campos gracias a la simple acción de efectuar pequeñas
mejoras paso a paso cada día.
Estos son los siete pasos de la fórmula del 1.000 por ciento que te
ayudarán a ser mejor en un 0,1 por ciento cada día, en un 0,5 por
ciento cada semana, en un 2 por ciento cada mes y en un 26 por ciento
cada año.
Levántate dos horas antes de tu primera cita y lee durante una
hora temas de tu profesión. Esto se llama la hora de oro, y
establece el tono del resto del día. No enciendas la televisión, deja
a un lado el periódico. Invierte los primeros sesenta minutos en ti y
en tu mente. Esta primera hora es el timón de tu día.
Vuelve a escribir y revisa tus principales objetivos cada día, antes
de empezar. Ocupa unos pocos minutos para escribir tus objetivos
en una pequeña libreta, en presente, como si ya los hubieras
conseguido. Esto te programa el subconsciente para estar alerta a
las oportunidades de lograr tus objetivos en el curso del día.
Planifica cada día con anticipación. La noche anterior haz una
lista de todo lo que tienes que hacer, antes de terminar tu jornada
de trabajo o antes de acostarte. Esto permite que tu subconsciente
siga trabajando en tu lista mientras duermes. A menudo, al
despertar, tendrás ideas e intuiciones que permitirán que alcances
tus objetivos más rápido y con mayor eficacia.
Concéntrate siempre en el uso más valioso de tu tiempo.
Selecciona la tarea que puede tener el mayor impacto positivo en
tu vida laboral y empieza de inmediato con esa tarea por la
mañana.
Escucha programas educacionales de audio en el coche. Convierte
tu coche en un aula móvil, en una universidad sobre ruedas. Esta
actividad es tan poderosa que ella sola te puede dar el 1.000 por
ciento de aumento en los años por venir.
Haz dos preguntas después de cada experiencia. Estas preguntas te
capacitan para aprender y crecer con mayor rapidez a partir de
todo lo que te suceda: ¿Qué hice bien? ¿Qué debería hacer de otro
modo?
Según la ley de concentración, todo aquello en lo que te
entretengas a pensar crecerá en tu experiencia. Todo aquello a lo
que prestes atención aumentará en tu vida. Todo aquello en que lo
te centres, tenderá a funcionar mejor. Cuando analizas cada
experiencia y preguntas «qué hice bien» y «qué debería hacer de
otro modo», te programas para desempeñarte aún mejor en cada
experiencia subsiguiente. Estas preguntas te capacitan para extraer
la cantidad máxima de lecciones de cada cosa que hagas. Te
capacitan para aprender a un ritmo acelerado.
La mejor noticia es que cuando te centras en lo que hiciste bien y
en lo que harías de otro modo tu mente se torna positiva,
productiva y creativa. Te sientes más motivado y con más ganas de
probar cosas nuevas. Y es más probable que apliques las
intuiciones provenientes de tus experiencias previas.
El séptimo y último ingrediente de la fórmula del 1.000 por ciento
es que trates a cualquiera que conozcas como si fuera un cliente
millonario. Trata a la gente con quien trabajas del mismo modo
como tratarías a un valioso cliente de tu empresa. Trata a cada
cliente potencial como si esa persona ya hubiera gastado un millón
de dólares en productos o servicios de tu empresa y pensara volver
a hacerlo. Trata también a la gente de tu casa como si fuera la
gente que más valoras en el mundo, porque así es.

Adquiere tu compromiso de acción para el crecimiento y


desarrollo personal
Eres tu recurso más precioso. Tu capacidad de obtener ganancias es tu
bien más valioso. Invierte cada día en mejorar como persona y en
aumentar tu capacidad para ganar todavía más. La mayoría de la gente
que hoy gana 250.000 dólares empezó ganando 25.000 o menos.
Decide trabajar en ti hasta el punto en que puedas lograr cada
objetivo financiero y personal que te hayas establecido y de este modo
llegar a ser todo lo que eres capaz de ser.
11
Marca la diferencia en tu comunidad
LO MEJOR DE DAR DE UNO MISMO ES QUE LO QUE OBTENEMOS ES SIEMPRE MEJOR QUE LO QUE DIMOS.
LA REACCIÓN SIEMPRE ES MAYOR QUE LA ACCIÓN.

—ORISON SWETT MARDEN

Has nacido para hacer algo maravilloso con tu vida. Nunca hubo ni
jamás habrá alguien como tú. Eres único. Tu combinación especial de
talentos, capacidades, emociones, ideas, actitudes y filosofía te tornan
distinto de todos los otros seres que han vivido.
Tienes extraordinarios talentos y capacidades potenciales que no
utilizas. Tienes un cerebro increíble, compuesto por cien mil millones de
células. Cada una de estas células está conectada e interconectada con
otras veinte mil. La combinación posible de pensamientos e ideas que
puedes tener es mayor que la cantidad de moléculas en el universo
conocido. ¡Eres verdaderamente extraordinario!
Una de las preguntas más importantes que te puedes hacer y contestar
es ésta: «¿En qué me quiero distinguir en la vida?».
¿En qué te quieres hacer famoso? ¿Cómo quieres que la gente hable
de ti cuanto te hayas marchado? ¿Qué clase de huella quieres dejar en el
mundo? ¿Qué quieres hacer que mejore la vida de otra gente?
En sus escritos, Peter Drucker habla de un profesor que aconsejaba a
sus alumnos que empezaran a pensar en el legado que deseaban dejar
cuando murieran. Aunque los estudiantes aún eran adolescentes, les
decía que era tiempo de empezar a pensar en dejar un legado.
Diez años después, en una reunión de ese curso, Drucker se encontró
con algunos de sus alumnos. Y había sucedido que unos pocos habían
considerado con seriedad ese mensaje y empezado a pensar en un legado
cuando comenzaron su carrera. Y descubrió que esos estudiantes habían
logrado un éxito mucho más importante en su carrera que los que no
habían pensado mucho en la idea de dejar un legado.
Esos jóvenes se veían a sí mismos y el mundo de un modo distinto.
Sentían más autoestima y respeto por sí mismos. Eran más serios y
estaban más seguros de sí mismos. La idea de dejar un legado había
influido en su pensamiento y afectado su capacidad de decisión durante
varios años.
¿Qué clase de legado quieres dejar? Stephen Covey, en su best-seller
Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, dice que los cuatro grandes
objetivos de la vida son «vivir, amar, aprender y dejar un legado».
Parece que la mayoría de los grandes hombres y mujeres de la historia
han pensado bastante en la aportación que querían hacer a la sociedad.
Peter Daniels, un hombre de negocios australiano, leyó más de 500
biografías y autobiografías de hombres y mujeres famosos. Descubrió
que esos hombres y mujeres tenían una cosa en común. La llamó un
«sentido del destino».
En toda la historia, los hombres y mujeres que han dejado una
verdadera huella en sus sociedades han creído que su vida tenía un
significado especial. Creían que estaban en la Tierra para hacer algo
grande que beneficiara a la humanidad.
Albert Schweitzer fue uno de los mayores benefactores de la historia.
A los treinta años, a fines del siglo XIX, era el mejor organista intérprete
de Bach en Europa. Era el equivalente de una superestrella musical de
hoy. Se presentaba en las grandes salas de conciertos de las grandes
capitales de Europa, le respetaban y tenía mucho éxito.
Y, sin embargo, a los treinta años empezó a pensar en hacer algo más
con su vida. En esa época, a finales del siglo XIX, empezaba a conocerse
África. En los periódicos y revistas había numerosos relatos acerca de
los sufrimientos y privaciones de la población nativa.
Albert Schweitzer decidió ser médico misionero. Volvió a la escuela y
dedicó ocho años de su vida a obtener un título en medicina tropical.
Para reunir dinero, daba conciertos. A los 38 años, cargó sus equipos
médicos en un barco y zarpó hacia África. Trasladó el equipo a un
pequeño bote y subió por el río Oogoouè hasta una aldea de chozas
llamada Lambarene. Allí instaló su tienda y empezó a trabajar.
Cincuenta y tres años más tarde, cuando murió, a los 91, su aldea
hospital contaba con 1.500 personas, tenía cuarenta médicos y
especialistas de todos los rincones del mundo. A diez años de su muerte,
en el mundo había más hospitales con su nombre que con el de
cualquier otra persona. Ha dejado un legado que durará cien años y
quizá para siempre.
La madre Teresa, de las misioneras de la caridad de Calcuta, también
ha sido una gran benefactora de su época. Dedicó toda su vida a
trabajar con los pobres y enfermos de la India. Su mensaje de amor y
aceptación incondicionales ha tenido un efecto profundo en cuantos la
conocieron y en los millones que sólo la conocieron por lecturas o por
televisión. Era una persona admirable. Ha dejado un legado
extraordinario que aún perdura.

Determina tus valores humanitarios


Para dejar un legado y marcar la diferencia en la vida de tu comunidad
empieza por tus valores. Pueden ser espirituales, económicos, sociales,
personales, humanos o cualesquiera que consideres importantes o
relevantes para la condición humana. Te pueden motivar el amor, la
compasión, la libertad, la fe, la bondad, la simpatía, el coraje, la
generosidad. ¿Qué te mueve emocionalmente a darte a ti mismo o dar
de tus recursos?
Observa tu comunidad y tu nación. ¿Qué causas, organizaciones,
movimientos o escuelas de creencias te atraen? ¿Qué clase de aportación
te gustaría hacer en tu vida? Si fueras extraordinariamente rico, ¿a qué
causa contribuirías? ¿Qué cambios beneficiosos para otras personas te
gustaría ver en tu sociedad?
Bill y Melissa Gates, de Microsoft, han formado la fundación Bill y
Melissa Gates, dotada con 40 mil millones. Un punto clave de sus
actividades caritativas es la vacunación contra enfermedades infantiles
peligrosas de todo el mundo, sobre todo en los países subdesarrollados.
Han decidido que un modo de marcar la diferencia en el mundo es
asegurarse de que esos niños vivan hasta la edad adulta para que
puedan ser miembros activos de sus comunidades.
Mucha gente contribuye con su tiempo y su dinero a las actividades
de su iglesia. Otros se dedican a dejar su huella en política o economía.
Muchos hombres y mujeres se entregan a mejorar las oportunidades
educacionales de los niños o a alfabetizar adultos. Algunas personas se
dedican al medio ambiente o al control de la natalidad.
La pasión parece el factor que toda esa gente tiene en común. La
gente que establece una diferencia significativa en su mundo parece
abrigar una gran pasión por lo que hace y por aquello a lo que se
dedica. A menudo es gente dispuesta a sufrir tremendas privaciones y a
hacer increíbles sacrificios para promover sus ideales. Personas que
creen profundamente en la rectitud y bondad de lo que sostienen y están
dispuestos a llegar muy lejos en la promoción de su causa.
Escribió una vez Heródoto: «Toda la vida es acción y pasión. No
comprometerse en las acciones y pasiones de tu tiempo es correr el
riesgo de no vivir».
¿Cuál es tu pasión? ¿Qué necesidades y problemas de tu sociedad te
importan de verdad? ¿Qué te atrae e interesa naturalmente? ¿En qué
clase de asuntos te encuentras discutiendo, conversando y debatiendo?
¿En qué áreas sientes que sabes lo que hay que hacer o no hay que
hacer?
Víctor Frankl, fundador de la logoterapia y autor del libro El hombre
en busca de sentido, sobrevivió a los campos nazis de exterminio en la
Segunda Guerra Mundial. En ese tiempo tuvo una profunda revelación.
Advirtió que la fuerza impulsora más fuerte de la psique humana es la
necesidad de sentido y propósito, el deseo intenso de dedicarse a algo
más allá de uno mismo. Frankl llegó a la conclusión de que cada
persona necesita ser capaz de entregarse a una causa mayor que ella.
Cada uno de nosotros necesita dedicarse a algo que beneficie a otra
persona en algún sentido. Necesitamos superarnos a nosotros mismos,
alzarnos sobre nosotros mismos y poner el corazón en algo que marque
una diferencia en el mundo y en la vida de otras personas.

Aclara tu visión de un mundo perfecto


¿Cuál es tu visión de un mundo perfecto? Si el mundo fuera ideal en un
área que te importa mucho, ¿qué aspecto tendría? Imagina que puedes
esgrimir una varita mágica y producir la situación perfecta. ¿Qué
aspecto tendría?
Cuando trabajaba con un comité en Washington que se había
formado por encargo del Congreso para desarrollar soluciones a un
desconcertante problema nacional, empezamos con una pregunta
sencilla: «Si tuviéramos éxito y se atendiera a todas nuestras
recomendaciones, ¿qué aspecto tendría Estados Unidos dentro de cinco
o diez años?».
Ocupamos varias horas imaginando un Estados Unidos ideal en todo
sentido. Después discutimos y votamos para decidir qué elementos de
esa visión eran los más importantes. Organizamos esos elementos
ideales en términos de prioridades, de mayor a menor importancia. Al
final del proceso contábamos con una visión común acerca de en qué
estábamos trabajando. Entonces volvimos a trabajar en el problema,
elaboramos una serie de ponderadas recomendaciones y conclusiones y
entregamos el informe al Congreso. Resultó un tremendo éxito.
Cuando trabajo con organizaciones sin ánimo de lucro, siempre
comenzamos con una declaración de visión. En ella preguntamos:
«¿Cuál es nuestra misión?».
Preguntamos: «Si tuviéramos completo éxito en lograr nuestra misión,
¿cómo lo sabríamos? ¿Qué aspecto tendría? ¿Qué sucedería? ¿Qué
objetivos deberíamos lograr para terminar los trabajos de esta comisión
y volver a casa satisfechos por haber tenido éxito?».
Observa tu sociedad. Hay muchas organizaciones sin fines de lucro
que apuntan a lograr diversos objetivos sociales y que necesitan de tu
ayuda. No cometas el error de postergar tu compromiso hasta que
tengas mucho dinero. Invierte tu tiempo y energía hasta que estés en
condiciones de invertir tu dinero en la organización en la cual crees.
Entrega tiempo y emociones a una causa que consideres importante
hoy. Haz de esta práctica de aportar una parte regular de tu vida.

Establece objetivos para tu aportación benéfica


¿Cuáles son tus objetivos para el tipo y nivel de aportación que quieres
hacer a la sociedad? Si tienes una cantidad ilimitada de dinero, qué te
gustaríaquerrías hacer o lograr con ese dinero en términos de mejorar tu
sociedad o tu comunidad? ¿Cómo medirías el éxito?
Andrew Carnegie, el gran magnate del acero, que empezó sin un
centavo como trabajador en una planta de acero de Pittsburgh, vendió
sus intereses en el acero en 1895 por 595 millones de dólares en una
época en que no se pagaba impuestos por los ingresos personales.
Durante toda la vida tuvo una filosofía sencilla. Pasar la primera
parte de su vida ganando mucho dinero y la segunda parte regalándolo
todo. Era famoso por haber dicho «el que muere rico, muere
deshonrado».
Construyó bibliotecas y organizó fundaciones para que la gente
pudiera aprender lo que necesitaba para tener éxito y ser feliz. Había
regalado casi todo su dinero cuando murió. En la actualidad, las
fundaciones Carnegie y las bibliotecas que llevan su nombre constituyen
un magnífico homenaje a uno de los más grandes hombres de negocios
y filántropos de la historia de América.
John D. Rockefeller, que fue el hombre más rico del mundo, empezó
como un empleado que ganaba 3,75 dólares a la semana. Incluso con
ese salario tan pequeño, daba el 50 por ciento a su iglesia cada semana
para ayudar a otras personas.
Pasaron los años. Cuando tenía cincuenta y dos ya era
extraordinariamente rico, quizás el hombre más rico del mundo.
También estaba muy enfermo y los médicos le dijeron que moriría al
cabo de un año.
Recordó sus primeros años y el placer que sentía al ayudar a su
iglesia. Decidió que dedicaría el último año de su vida a donar su
dinero. Vendió la mitad de sus acciones de la Standard Oil Company y
empezó a financiar buenas causas por todo el país.
Sucedió algo increíble. Cuanto más dinero donaba, mejor se sentía.
Mejoró su salud. Se acabó su enfermedad. Se recuperó completamente.
Vivió hasta los 91 años, gozando siempre de excelente salud.
Había donado millones de dólares cuando murió. Mientras, el valor
bursátil de la Standard Oil no había dejado de aumentar. Al morir era
más rico que cuando estaba en el lecho de muerte tantos años antes.

Sé un sabio y experto donante


¿Qué conocimientos y habilidades adicionales necesitas para marcar la
diferencia en tu comunidad? El dinero que se dona al azar suele servir
de poco. El dinero que aporta un donante informado suele ser más
eficaz para conseguir importantes objetivos sociales.
Es probable que hayas oído alguna vez aquello de que conviene
«investigar antes de invertir». También deberías investigar antes de
aportar tiempo o recursos a una buena causa. Haz tu trabajo. Investiga
las organizaciones a las cuales estás pensando contribuir. Asegúrate de
que el dinero que donas se va a gastar en una buena causa y no en
salarios, beneficios y otros gastos de quienes recaudan fondos.
Si vas a trabajar personalmente en una obra de caridad determinada,
identifica las habilidades más importantes que necesitas desarrollar para
maximizar el valor del tiempo que donas. Mucha gente considera que
sus actividades caritativas son una oportunidad para el crecimiento y el
desarrollo personales. Del mismo modo que se comprometen a ser
mejores y mejores en su trabajo, también se comprometen a ser mejores
y mejores para hacer contribuciones valiosas de su tiempo y esfuerzo a
causas que valgan la pena.
Durante miles de años se ha abogado por el principio del diezmo, es
decir, donar el 10 por ciento de los ingresos a una causa que valga la
pena. Mucha gente cree que el diezmo desata un torrente de beneficios,
financieros y de otra clase, en tu vida. Pero el diezmo también se puede
referir a la cantidad de tiempo que empleas en tu comunidad. Darte a ti
mismo con frecuencia es más importante que dar dinero. Lo mejor es
una combinación de las dos cosas, pero si tus recursos son limitados,
contribuye entonces con tu tiempo a las causas en las que crees.

Desarrolla los hábitos y cualidades que necesitas


Identifica los hábitos específicos que te van a capacitar para efectuar
una contribución significativa a tu sociedad. Puede que quieras
desarrollar los hábitos de disciplina personal, abnegación, diligencia,
sabiduría, previsión, paciencia y humildad. Es sorprendente lo que
puedes lograr que se haga si a nadie le importa quién obtiene el crédito.

Crea tu programa diario de contribución social


¿A qué actividades diarias te vas a entregar si quieres contribuir a
causas que valgan la pena? ¿Qué harás regularmente para estar seguro
de que haces una aportación genuina a la calidad de tu comunidad?
¿Asistirás a reuniones? ¿Harás llamadas telefónicas? ¿Escribirás cartas?
¿Ayudarás en la iglesia, en comités y equipos vecinales?
Se suele decir que cuanto más te entregas tú mismo sin esperar
recompensa, más recompensas te llegarán desde los orígenes menos
esperados.
Cuando te dedicas a servir a otros, a trabajar por una causa mayor
que tú mismo, recibes profundos beneficios emocionales y espirituales
que serán mayores y más importantes que cualquier recompensa
material que puedas imaginar.
Uno de los grandes secretos del éxito es hacer siempre lo que te gusta
hacer. A ti te corresponde hallar algo que te fascine y te atraiga. Puedes
entonces poner en ello todas tus energías para hacerlo extremadamente
bien.
Cuando hallas una causa que verdaderamente te importa y empiezas a
poner tu corazón en ella y marcas la diferencia en tu comunidad, te
sientes muy bien contigo mismo, feliz y satisfecho. Te sientes valioso e
importante para ti y para el mundo. Implicas más y más de tu potencial
y llegas a estar más cerca de lo que verdaderamente eres. Te acercas a
una posición de verdadero liderazgo.

Respalda tus buenas intenciones con buenas acciones


Decide ahora mismo establecer un compromiso específico de acción
para hacer algo que marque una diferencia. Puede ser algo tan sencillo
como una contribución económica a una organización o una causa en la
que creas. Puede ser llamar a un individuo o a una organización y
ofrecer tus servicios. Puede ser el establecimiento de un objetivo para
hacer algo que tenga un impacto profundo en la gente en el futuro. Sea
lo que sea, hazlo ahora.
12
Desarrollo espiritual y paz interior
SÓLO SE VE CORRECTAMENTE CON LOS OJOS DEL CORAZÓN: LO ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS.

—ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY

El desarrollo y la comprensión espirituales han sido los objetivos de


grandes personalidades en la historia. En todas las culturas, sociedades
y civilizaciones, las tradiciones espirituales han surgido y se han
desarrollado espontáneamente sin que hubiera en ello aportaciones o
influencias externas, a menudo a muchos miles de kilómetros de
distancia.
Al parecer todos tenemos el deseo de conectarnos con algo más alto y
mayor que nosotros. Este impulso interior parece surgir de manera
natural, normal, a menudo sin que haya ni guía ni instrucción. Los
grandes místicos y maestros espirituales de la historia humana son
aquellos que han surgido para enseñar a la gente cómo pueden
satisfacer de mejor manera este anhelo espiritual.
La cuestión del desarrollo espiritual es compleja y discutible. Cada
persona que cree en una fe o una inclinación religiosa suele estar
convencida de que sus ideas acerca de Dios o de un poder superior son
correctas y que todas las demás están equivocadas en alguna medida.
Las guerras religiosas han sido algunas de las más terribles de la
historia y se han librado por diferencias de dogma, doctrina o
interpretación. Como la mayoría de las religiones enseña que Dios es un
Dios de amor, compasión y comprensión, resulta a veces sorprendente
contemplar lo que se ha hecho y continúa haciéndose en nombre de
Dios.
Hace más de treinta años que estudio tradiciones espirituales. Creo
que el desarrollo espiritual es la forma más alta y más importante de
desarrollo que puede intentar una persona. Correctamente entendido, el
desarrollo espiritual es la clave de la paz, la prosperidad, la felicidad y la
plenitud personales.
Aproximadamente en el año 325 a. de C., Aristóteles escribió su Ética
a Nicómaco, una de las más agudas explicaciones de la condición
humana. Comienza con la observación de que el común denominador
de la humanidad es el deseo de ser feliz. Concluye que la pregunta de
cómo conseguir la felicidad es la pregunta fundamental de la filosofía.
Sigmund Freud presentó en 1895, en Viena, su teoría del
psicoanálisis. Su conclusión fundamental deriva directamente de la de
Aristóteles, de más de dos mil años antes. La llamó principio de placer.
Freud enseñó que los seres humanos están motivados para dirigirse
hacia el placer y para evitar el dolor, para moverse hacia la comodidad
y apartarse de la incomodidad física, emocional, económica o de
cualquier tipo.
Los economistas y psicólogos modernos están de acuerdo en que toda
acción humana está estimulada por algún tipo de insatisfacción. Sin ella
no ocurre acción alguna. La persona permanece contenta y satisfecha.
Las fuerzas impulsoras primarias de la conducta humana empiezan
con el descontento, la insatisfacción, la incomodidad o la infelicidad. La
acción llega cuando la persona percibe que hay un estado o condición
mejor donde es posible aliviar ese descontento o infelicidad. La persona
actúa entonces para alcanzar ese objetivo. La acción tiene éxito o
fracasa. Pero toda conducta humana apunta a lograr un estado más alto
de felicidad que el vigente en el momento.

El bien humano más alto


El bien humano más alto es la paz mental. De hecho, puedes medir el
éxito de tu vida en cualquier momento según tu nivel de felicidad y paz
mental, según lo bien que te sientes contigo mismo y con el mundo.
La paz mental sólo es posible cuando te sientes completamente
satisfecho y contento en tu interior. La paz mental llega cuando sigues
tu intuición, tu voz interior y haces y dices las cosas que sientes que son
correctas para ti.
Nadie puede determinar qué podrá hacer feliz a otra persona. Como
cada persona es única, cada una tiene necesidades y deseos diferentes y
está motivada por diferentes objetivos y resultados. Sólo cada cual
puede decidir por sí y para sí lo que le hace feliz. Y cada uno de
nosotros puede decidir lo que le hace feliz sólo si escucha la voz interior
y sigue su guía y sus indicaciones.
Todas las tradiciones religiosas parecen tener en común una serie de
sencillos principios. El primer principio es que hay un poder superior o
ser que nos ama, nos conoce, nos comprende y quiere lo mejor para
nosotros.
No importa cómo se lo llame. Consuela creer y aceptar que hay un
gran poder en el universo al cual podemos acudir y que desea nuestro
bien y nos guía para hacer y decir las cosas correctas si escuchamos esa
voz interior.
La intuición es uno de los grandes dones de la humanidad. Todo gran
pensador se ha asombrado ante este poder maravilloso. Y cuanto más
atención prestes a tus intuiciones, mayores y más exactas resultarán.
Cuanto más escuches tu voz interior, más fuerte y clara será para
guiarte a tomar las decisiones adecuadas en cada área de tu vida.

La práctica de la soledad
Una de las grandes prácticas espirituales es la de la soledad y la
contemplación. Mucha gente jamás ha intentado la práctica de la
soledad, pero se trata de una experiencia extraordinariamente positiva.
Blaise Pascal, el filósofo y matemático francés, escribió: «Casi todos los
problemas de la humanidad provienen de la incapacidad de la persona
de permanecer sola con ella misma durante cierto tiempo en una
habitación».
Si alguna vez deseas una respuesta a una pregunta, una solución para
cualquier dilema o la resolución de cualquier dificultad, practica la
soledad. Siéntate en silencio contigo, sin ruidos ni distracciones, durante
sesenta minutos. Se ha dicho que los hombres y las mujeres empiezan a
ser grandes cuando pasan un tiempo solos consigo mismos escuchando
sus voces interiores.
La mente se te aclara durante esos períodos de soledad. Después de
unos treinta minutos de contemplación en silencio, te sentirás en calma
y relajado. Te sentirás feliz y en paz. Te sentirás uno con el universo. Y
entonces, en algún momento, mientras estás sentado allí, te empezarán a
fluir ideas e intuiciones por la mente.
Cualquiera que sea tu situación actual, la respuesta correcta te llegará
exactamente en el momento adecuado y en la forma adecuada. Cuando
sales de tu período de soledad y emprendes una acción afirmado en la
respuesta, hallarás que es exactamente lo que había que hacer. Ésta es la
culminación de la percepción espiritual y de la conexión espiritual.

La regla de oro
Otro principio que las tradiciones espirituales tienen en común es la
regla de oro: haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti. Fue
una persona sabia la que escribió: «Puede que exista un principio mejor
que la regla de oro para la vida humana, pero nadie lo ha descubierto
todavía».
Las grandes verdades de la vida son sencillas. Es asombrosa la
cantidad de problemas personales y sociales que se podrían resolver si
todos decidieran tratar a los demás como les gustaría ser tratados,
escuchar a los demás como querrían que les escucharan, vender sus
productos y servicios tal como les gustaría que se los vendieran a ellos,
ser amables y respetuosos con los demás como querrían que fueran
amables y respetuosos con ellos, ser pacientes y comprensivos con los
demás cuando cometen errores como querrían que fueran ellos
pacientes y comprensivos con sus errores.

La máxima universal
Immanuel Kant, el filósofo alemán, fue quien mejor ha articulado otro
principio común a las tradiciones religiosas. Lo llamó la máxima
universal: «Vive tu vida como si cada uno de tus actos se fuera a
convertir en ley universal».
¡Una idea asombrosa! Imagina que todo el mundo viviera y se
comportara como si todos los demás fueran a hacer exactamente lo que
ellos hacen. Imagina que todo el mundo tratara a los demás
exactamente de la manera como los tratas tú.
Esta máxima universal es una guía tremenda para el comportamiento
individual. No daña a nadie y nos ayuda a todos. Requiere veracidad,
honestidad y justicia. La máxima universal requiere que nos tratemos
todos del mismo modo. Vivir según la máxima universal requiere la
máxima disciplina personal y espiritual.

Cuatro grandes preguntas


Éstas son cuatro preguntas que puedes hacerte y contestar regularmente.
Te ayudan a incorporar la máxima universal a tu vida.
1. ¿Qué clase de mundo tendríamos si todos fueran en él tal como
yo soy? Se podría resolver la mayoría de los problemas actuales
del mundo si todos pudieran decir que éste sería un mundo
mejor si cada uno se comportara como ellos lo hacen.
2. ¿Qué clase de país sería mi país si todos fueran en él como yo
soy? La mayoría de nuestros problemas sociales y políticos son
el resultado directo de la negativa de las personas a hacerse esta
pregunta sobre sí mismos, sobre los demás y sobre el país.
3. ¿Qué clase de empresa sería mi empresa si todos fueran en ella
tal como yo soy? Ésta es una de las mejores preguntas para crear
un magnífico ambiente de trabajo. Cuanta más gente haya en
una empresa que responda positivamente a esta pregunta, mejor
será esa empresa en todo sentido.
4. ¿Qué clase de familia sería la mía si todos fueran en ella tal
como yo soy? Imagina que todos en tu familia se trataran unos a
otros tal como tú les tratas. ¿Qué clase de familia sería?
Cada uno de nosotros es un proyecto en marcha. Cada uno tiene un
largo camino por delante. Cada uno tiene amplio espacio para mejorar.
En cada uno de nosotros hay muchas cosas que podemos hacer para ser
mejores seres humanos y mejores miembros de la sociedad. Plantearnos
regularmente estas cuatro preguntas nos da una guía e intuiciones sobre
los cambios y mejoras específicos que podemos hacer.

Determina tus valores espirituales


¿Cuáles son tus valores en relación con el desarrollo espiritual? ¿Crees
en los valores de paz, alegría, amor, compasión, perdón, control de uno
mismo, fe, esperanza, felicidad y plenitud personal?
Selecciona en el apéndice los valores que creas más importantes.
Organiza tus valores por prioridad, desde los más importantes hasta los
menos importantes. Pon una «X» en tu valor más importante y después
empieza a pensar cómo lo puedes expresar con mayor frecuencia en tus
palabras y acciones.
Disciplínate para vivir tu vida en armonía con tu valor espiritual más
importante. Cada vez que te apartes de él, rectifica y vuelve a vivir
conforme a ese valor. Con el tiempo quedará programado en tu
subconsciente. Y surgirá de ti como una parte permanente de tu
personalidad. Y transformarás efectivamente tu carácter. Serás una
persona mejor en todo el sentido de la palabra.

Aclara tu visión espiritual


¿Cuál es tu visión de una paz interior completa? Si tu vida interior fuera
perfecta en todo sentido y te sintieras completamente feliz y realizado,
¿cómo estarías viviendo tu vida?
Recuerda los momentos más felices de tu vida. Piensa en los instantes
en que te sentías más alegre y en paz. ¿Qué sucedía entonces? ¿Con
quién estabas? ¿Qué hacías? ¿Cuáles han sido tus experiencias más
gozosas en la vida? ¿Qué podrías hacer para crear una situación en la
cual pudieras volver a gozar de esas felices experiencias el año próximo?
¿Cuál debiera ser tu punto clave? ¿Qué cambio o decisión precisa
podrías hacer que te acercara con mayor rapidez a un nivel superior de
desarrollo espiritual e interior, a un nivel más alto de felicidad y paz?
Practica el pensamiento de base cero. Observa tu vida y pregúntate si
hay algo que hoy haces y que, sabiendo lo que ahora sabes, no volverías
a hacer.
¿Hay alguna relación, personal o profesional, que no volverías a
establecer si tuvieras que empezar de nuevo? ¿Hay alguna parte de tus
negocios, cualquier producto, servicio, proceso o actividad que hoy no
volverías a empezar sabiendo lo que ahora sabes?
¿Hay alguna inversión o pérdida de tiempo, de emociones, energías o
dinero que hoy no efectuarías de nuevo sabiendo lo que ahora sabes?
A veces la decisión de interrumpir algo que estás haciendo y que ya no
es fuente de alegría ni de felicidad en tu vida te puede entregar más paz
y satisfacción que ninguna otra cosa. Y por lo general sabes de qué se
trata.
La única pregunta cuya respuesta importa es si tienes el coraje y el
carácter para emprender la acción que sabes que necesitas emprender.

Establece tus objetivos espirituales


¿Cuáles son tus objetivos de desarrollo interior y espiritual? ¿Qué pasos
específicos y mensurables puedes dar para lograr niveles más altos de
felicidad y de satisfacción personal? ¿Qué puedes hacer hoy para
eliminar de tu vida la gente, las fuerzas y las influencias que amenazan
tu felicidad y tu paz interior?
Recuerda que sólo hay cuatro maneras de generar los cambios que
deseas. Puedes hacer más de algunas cosas o hacer menos de otras.
Puedes empezar a hacer algo o dejar de hacer algo definitivamente.
¿Qué harás?

Desarrolla nuevos hábitos espirituales


¿Qué hábitos y comportamientos necesitas desarrollar para ser una
persona más feliz y disfrutar de mayor paz interior en todo lo que
haces?
Mucha gente desarrolla el hábito de leer acerca de asuntos espirituales
todas la mañanas y pensar cómo pueden poner en práctica durante el
día lo que leyeron. Otros desarrollan el hábito de la soledad cotidiana.
Otros desarrollan el de asistir a la iglesia. Un hábito espiritual es donar
tu tiempo para trabajar con personas menos afortunadas que tú. Pasar
tiempo con personas espiritualmente desarrolladas es otro gran hábito
que te ayudará a crecer espiritualmente.

Crea tu propio programa diario de actividad espiritual


Identifica las actividades diarias que puedes empezar a practicar para
aumentar tus niveles de desarrollo espiritual y paz interior. Hagas lo
que hagas, todo lo que repitas se convertirá finalmente en un hábito
nuevo. ¿Cuáles son las actividades específicas que te gustaría convertir
en hábitos?

Adquiere tu compromiso de acción espiritual


A continuación comprométete en una acción específica. Escoge un paso
que darás hoy para empezar a acercarte a niveles más altos de
desarrollo espiritual y paz interior. Empieza a hacer algo o deja de hacer
algo. Toma una decisión de algún tipo y después actúa conforme a esa
decisión.
Determina tu punto clave. Pon una «X» en la decisión o actividad que
tenga mayor impacto positivo e inmediato en tu nivel de felicidad
personal y alegría interior.

El camino al desarrollo espiritual


Quizás el más importante principio espiritual sea una confianza
inquebrantable en el universo y en la bondad de un poder o ser
superior.
Busca el bien en cada situación. Busca algo beneficioso que te reporte
todo revés o dificultad. Ten una fe completa en que cuanto te sucede es
por una razón buena. Lo que te suceda en este momento por lo general
te ayudará a tener más éxito y a ser más feliz en el futuro si estás
dispuesto a aprender de ello.
Norman Vincent Peale solía decir: «Cuando Dios te quiere entregar
un regalo, suele envolverlo con un problema. Cuanto mayor sea el
regalo que te quiera enviar Dios, más grande será el problema con el
que lo envolverá».
En un proyecto en el que se realizaban entrevistas a cientos de los
hombres y mujeres más exitosos de nuestra época, los investigadores
descubrieron que todos tenían una cosa en común. Todos creían que en
cada dificultad y problema que afrontaban había algo bueno o
beneficioso que podían aprovechar.
Busca la lección valiosa en cada dificultad. Ten una fe total en que
hay una inteligencia divina que se preocupa por ti y te guía paso a paso.
Si empiezas a practicar este modo de pensar, te sorprenderá todo lo
maravilloso que te acontece.
Identifica el mayor problema que hoy tengas. Estudia el problema e
imagina que se te ha enviado para enseñarte algo que necesitas conocer.
Imagina que este problema se ha construido para que contenga una o
más lecciones valiosas que necesitas imperiosamente aprender para
poder avanzar hacia el siguiente nivel de éxito y felicidad.
Todos los grandes hombres y mujeres que he conocido son personas
de fe. Tienen una confianza absoluta en que todo ocurre por su bien,
aunque no lo adviertan en un momento dado. Creen que cada revés
guarda un beneficio o una oportunidad en su seno. Confían plenamente
en que todo sucede como debería y que al final todo va a resultar bien.
Y pocas veces quedan decepcionados.

No hay finalidad más alta


El desarrollo espiritual y la paz interior son los más altos bienes y
beneficios del hombre. El desarrollo espiritual potencia tu vida y te llena
de alegría y satisfacción. Te hace feliz y y te concede un placer
tremendo. Y lo mejor de todo: está disponible para cualquiera y es
gratis.
Desarrollar la espiritualidad y disfrutar de paz interior sencillamente
significa vivir en la verdad contigo mismo y con todos los que te rodean.
El desarrollo espiritual significa confiar en el universo para que te guíe y
dirija tus pasos. El desarrollo espiritual significa darse tiempo cada día
para sentarse en silencio con uno mismo y escuchar la pequeña y
silenciosa voz interior. El desarrollo espiritual significa seguir la guía de
tu intuición y creer que todo funciona para mejor.
Cuando empiezas a vivir en la verdad contigo mismo y con los demás
y confías en tu voz interior, tu vida se convertirá en algo
verdaderamente maravilloso e inspirador. Y conseguirlo depende por
completo de ti.
Epílogo
Siete lecciones para el siglo XXI

He aquí siete lecciones para tener éxito en el siglo XXI. Son algunas de
las ideas más importantes que he aprendido en más de treinta años de
trabajo estudiando a gente exitosa.
1. Tu vida mejora sólo si tú mejoras. El mundo que te rodea
siempre será reflejo de tu mundo interior. Si quieres mejorar la
calidad de tu mundo exterior, debes trabajar en ti mismo. Y
como no hay límites en lo que puedes mejorar, tampoco hay
límites para la mejora de tu vida.
2. No importa de dónde provengas; importa adónde vas. Nunca
permitas que sucesos del pasado te frenen o hagan retroceder.
Decide mantenerte enfocado en el futuro y en adónde vas. Y
como sólo la imaginación te limita el futuro, en realidad no hay
límites para lo que puedes lograr en los meses y años por venir.
3. Todo lo digno de hacerse bien es digno de hacerse
imperfectamente al principio. Todo es difícil antes de ser fácil.
Una razón primordial por la cual la gente no advierte su pleno
potencial es que cuando intenta algo nuevo y no funciona
perfectamente la primera vez, lo deja y vuelve a su anterior y
bajo nivel de resultados. Todo lo digno de hacerse bien es digno
de hacerse imperfectamente en un principio, y suele ser digno de
hacerse imperfectamente varias veces antes de que lo domines.
4. Sólo eres tan libre como tus opciones, como las alternativas
bien desarrolladas que tienes disponibles. Uno de los mayores
bienes humanos es la libertad personal, y tus opciones
determinan en gran medida tu libertad. Cuantas más opciones
tengas, de más libertad y confianza en ti mismo disfrutarás.
Deberías desarrollar continuamente nuevas opciones durante tu
carrera. Nunca deposites todas tus esperanzas de éxito en una
sola posibilidad.
5. Dentro de cada problema o dificultad que experimentes hay la
semilla de una ventaja o beneficio mayores o equivalentes.
Busca el bien en cada problema. Busca la lección valiosa en cada
adversidad o inconveniente. Busca algo que puedas ganar en
cada dificultad y siempre lo encontrarás.
6. Puedes aprender cualquier cosa que necesites aprender para
alcanzar cualquier objetivo que establezcas para ti mismo. Eres
un organismo que aprende. Todo aquello que otro haya
aprendido, dentro de lo razonable, también lo puedes aprender
tú. Puedes adquirir cualquier conocimiento y desarrollar
cualquier habilidad que necesites para llegar a la cima en tu
campo.
7. Los únicos límites para lo que puedes hacer o ser son los límites
que aceptes en tu propia mente. Como dijo Shakespeare: «Nada
es, pero el pensamiento lo hace ser». Y Henry Ford:
«Probablemente tengas razón tanto si crees que puedes hacer
algo como si crees que no puedes hacerlo».
Tienes en ti, en este instante, todos los talentos y las capacidades que
podrías querer o necesitar para lograr cualquier objetivo o sueño que te
hayas marcado. Sólo hay una pregunta que tienes que responder
siempre: «¿Cuánto lo deseo realmente?».
Si en verdad deseas algo y estás dispuesto a persistir en ello el tiempo
necesario, nada puede impedir que lo consigas.
¡Buena suerte!
Máxima Eficacia
Programa Máxima Eficacia de «coaching»
y «mentoring»

Brian Tracy ofrece un programa personal de realización de metas en San


Diego, destinado a empresarios exitosos, profesionales independientes y
vendedores de primera línea. Los participantes aprenden a aplicar el
proceso Máxima Eficacia a cada aspecto de su trabajo y de su vida
personal.
Los participantes aprenden un proceso de planificación estratégica
personal que, paso a paso, les capacita para tomar el control de su
tiempo y de su vida. Durante el programa, los participantes se reúnen
un día completo cada tres meses con Brian Tracy. En estas sesiones
aprenden a duplicar sus ingresos y su tiempo libre.
Identifican aquello que más les gusta hacer y aprenden a ser mejores
en sus actividades más rentables. Los participantes aprenden a delegar,
reducir, eliminar y abandonar todas las tareas con las que no disfrutan
ni les benefician. Aprenden a identificar sus talentos y a utilizar
palancas y concentración para avanzar a la cima en su profesión.
Para mayor información acerca del Coaching and Mentoring
Program, visite la página http://www.briantracy.com, llame al 858-481-
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Beach, CA, 92075, Estados Unidos de América.
Apéndice
Lista de Valores

Actualización
Adaptabilidad
Afecto
Agradecimiento
Alegría
Alerta
Aliento
Alimentación
Amabilidad
Ambición
Amenidad
Amistad
Amor
Amplitud de miras
Aprendizaje
Aptitud física
Asertividad
Atrevimiento
Autenticidad
Aventura
Belleza
Bondad
Buena disposición
Buen humor
Calidad
Calidez
Calma
Capacidad
Carrera
Celo
Compasión
Competencia
Comprensión
Confianza
Conocimiento
Consideración
Contribución
Control de uno mismo
Cooperación
Coraje
Cortesía
Creatividad
Crecimiento
Cuidado
Determinación
Diligencia
Dinamismo
Disciplina
Dominio de sí
Educación
Eficacia
Empresa
Energía
Entusiasmo
Equilibrio
Escrupulosidad
Especialización
Esperanza
Estatus
Exactitud
Excelencia
Éxito
Fe
Felicidad
Fiabilidad
Flexibilidad
Foco
Formalidad
Fortaleza
Generosidad
Gentileza
Gozo
Habilidad
Honestidad
Humildad
Imaginación
Imparcialidad
Independencia
Iniciativa
Ingenio
Innovación
Integridad
Jovialidad
Juventud
Lealtad
Libertad
Liderazgo
Logro
Madurez
Método
Meticulosidad
Modestia
Naturalidad
Optimismo
Organización
Originalidad
Paciencia
Paz
Pensamiento claro
Perdón
Perseverancia
Plenitud
Plenitud personal
Posesividad
Precisión
Profesionalidad
Progreso
Prosperidad
Puntualidad
Rapidez
Resolución
Respeto
Responsabilidad
Rigor
Sabiduría
Salud
Satisfacción
Seguridad
Sencillez
Sensibilidad
Sentido práctico
Servicio al cliente
Simpatía
Sinceridad
Singularidad
Sociabilidad
Tacto
Talento
Tenacidad
Tolerancia
Trabajo duro
Trabajo en equipo
Tranquilidad
Valor
Veracidad
Versatilidad
Victoria
Vigor
Voluntad
Lecturas recomendadas

Caplan. Robert S., y David P. Norton, The Balanced Score Card,


Harvard Business School Press, 1996.
Covey, Stephen, Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, Paidós,
Barcelona, 1996.
Covey, Stephen, Primero lo primero, Paidós, Barcelona, 1997.
De Angelis, Barbara, Cómo hacer el amor toda la vida a la misma
persona, Plaza & Janés, Barcelona 1994.
—, Pregúntaselo a Bárbara, Plaza & Janés, Barcelona 1997.
Drucker, Peter, Essential Drucker: In One Volume, the Best of Sixty
Years of Pter Drucker’s Essential Writings on Management, Nueva
York, Harperbusiness, 2001.
—, Management Challenges of the 21st. Century, Nueva York,
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