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Héctor López Bello, MANUAL DE LÓGICA FORMAL PARA SU EMPLEO PRÁCTICO EN

EL DERECHO: Capítulo VI, Lógica del Juicio


EL JUICIO
El acto de juzgar es un acto simple e indivisible en la comprensión hacia el raciocinio pleno.
Pero el hecho de que sea un acto simple no significa que sea un acto sencillo de la mente, al
contrario; juzgar implica un acto complejo de la mente, ya que esta construye una proposición
entre dos conceptos, pues la comprensión “se mueve” entre esos dos términos hacia una relación
mutua entre ellos por medio de una vinculación racional.
La diferencia entre la idea simple: “persona honrada”, y el juicio: “esta persona es honrada”,
se da en que en la primera no se afirma ni se niega algo, sencillamente se enuncia; en cambio, en
el juicio ya hay una verdadera atribución de sentido, pues existe una vinculación entre dos ideas
que, teniendo una acepción propia, se les dota de significación operativa al vincularlas mediante
una proposición. Por eso, también se dice que el juicio es la operación mental mediante la cual se
afirma o se niega la existencia o la característica de las cosas. El juicio se estructura de manera
que encontramos un sujeto (término que recibe la atribución; es decir, es el objeto del juicio al
que le conviene lo que se le predica), predicado (lo que se atribuye al sujeto, afirmando o
negando algo; es la conveniencia del sujeto) y una cópula: la estructura verbal que vincula al
sujeto y al predicado, establece que, lo que se atribuye predicativamente es o no propio al sujeto
(verbo ser). Es necesario distinguir el concepto “sujeto del juicio” del concepto “objeto del
juicio”. El objeto del juicio es aquello que se afirma o se niega en el juicio; en cambio, el sujeto
del juicio es el concepto de la cosa acerca de la cual se afirma o se niega algo. Por ejemplo, si
decimos el juicio: “esta persona es honrada, honesta y leal”, el sujeto surge del concepto
“persona”, pero el objeto del juicio que emitimos no es el concepto de ley, sino las características
propias de la persona. En este ejemplo, el sujeto del juicio (concepto) es la idea de persona; en el
juicio, nuestra mente predica algo sobre esa idea o concepto de persona para atribuirle una
significación (lo cual es el objeto del juicio) y dicha predicación es señalar cuáles son sus
características propias.
Las distintas proposiciones por las cuales se enuncian los juicios, pueden clasificarse
atendiendo a múltiples criterios: según la cantidad, esto es, atendiendo la extensión del sujeto con
relación del predicado (universales, particulares, singulares); según la cualidad, se refiere a la
cópula, la cual afirma o niega la atribución (afirmativos, negativos); según la propiedad, se
aplican atendiendo a su adecuación o no a la realidad a la que enuncian (verdaderos, falsos);
según la relación, las proposiciones se dividen de acuerdo a cómo se relacionan el sujeto y el
predicado entre sí y las consecuencias que de dicha relación se derivan (categóricos, hipotéticos,
disyuntivos); según su modalidad, se refiere al modo o manera en la que se relacionan el sujeto y
el predicado (necesarios, posibles, contingentes); según su inteligibilidad, estas proposiciones se
identifican por la capacidad de ser comprendidas (analíticos, sintéticos). Todo juicio,
recapitulando, se expresa mediante una proposición. Observando que la proposición simple es la
que afirma o niega una atribución; por eso se dice que, en este sentido, la proposición es
categórica, es decir, que afirma o niega algo sin ninguna restricción. De esta forma, la
proposición categórica se distingue atendiendo a su cualidad y a su cantidad. Las proposiciones
categóricas solo pueden tener tres tipos de oposiciones lógicas: *Contradicción: surge cuando,
de entre dos proposiciones, una es universal y la otra particular; una es afirmativa y la otra
necesariamente negativa, con el mismo sujeto y predicado. Tienen igual cantidad y cualidad.
*Contrariedad: Se da esta oposición cuando hay dos proposiciones universales, de las cuales,
una es afirmativa y la otra es negativa. Tienen igual cantidad (ambas son universales), pero
difieren en la cualidad (una es afirmativa y la otra negativa). *Subcontrariedad: Es la oposición
de contrariedad que se da entre dos proposiciones particulares, siendo una negativa y la otra
afirmativa. Tienen la misma cantidad, pero difieren en cuanto a cualidad. *Subalternidad: Son
las proposiciones opuestas que tienen diferente cantidad, pero tienen la misma cualidad.
La forma de razonar en cuanto a los juicios ayuda a entender que además de la oposición
existe otro tipo de relación lógica posible entre las proposiciones, mediante la conversión, esto
es, cambiando o convirtiendo al sujeto por el predicado. La utilidad de la conversión consiste en
poder determinar la validez del sentido de una proposición cualquiera, conservando dicho
sentido al intercambiar los términos. Existen tres tipos de conversión: a) simple (Consiste en el
simple intercambio del sujeto con el predicado de una proposición, sin que ello altere el sentido
de verdad); b) accidental (Consiste en el intercambio de sujeto y predicado, reduciendo, además,
la extensión del sujeto de universal a particular, pero conservando la misma cualidad) y; c) por
contraposición. Cuando razonamos, realizamos un ejercicio mental de inferencia, es decir,
obtenemos una respuesta o un conocimiento por el que concluimos una consecuencia. Así
entonces, “inferir” significa el procedimiento mental mediante el cual, a partir de una o más
proposiciones, se obtiene una conclusión. El juicio es la base de la inferencia. Hay dos tipos de
inferencias: Inferencia mediata. Es aquella donde se obtiene un conocimiento nuevo a partir de
dos o más proposiciones previamente conocidas. Inferencia inmediata. Es aquella donde se
obtiene una nueva proposición a partir de otra proposición previamente dada sin la necesidad de
emplear un tercer término. Inferir no significa enunciar el juicio que aparece inmediatamente en
la mente producto de otra proposición, todo lo contrario, implica realizar una ilación lógica en
base a la proposición dada para que el resultado de dicho vínculo sea coherente en cuanto a
sentido y verdad. El razonamiento será la vía más idónea para llegar al auténtico conocimiento
pues, mediante la vinculación de dos juicios conocidos, deducimos una conclusión. Pero para
que el razonamiento opere de forma adecuada en su itinerario hacia el auténtico conocimiento, es
evidente que debe partir de juicios plenamente demostrados, que sean del todo evidentes por sí
mismos; ese tipo de juicios son los llamados primeros principios: Principio de no contradicción,
significa que es imposible afirmar y negar un mismo predicado a un mismo sujeto, al mismo
tiempo y bajo el mismo aspecto. Esto implica que, dos proposiciones contradictorias no pueden
ser, a la vez, verdaderas. Principio de identidad, implica que cuando en el juicio, el concepto del
sujeto es idéntico al concepto del predicado, el juicio es necesariamente verdadero. Principio del
tercero excluido, una cosa, o es o no es; no cabe una tercera posición. Principio de razón
suficiente, todo juicio pretende ser verdadero; sin esa pretensión no hay juicio.

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