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El juicio es un acto mental complejo que implica vincular dos conceptos mediante una proposición para atribuirles una relación. Los juicios se expresan a través de proposiciones que pueden clasificarse según su cantidad, cualidad, propiedad, relación, modalidad e inteligibilidad. Existen diferentes tipos de relaciones lógicas entre proposiciones como la oposición, conversión e inferencia. El razonamiento deductivo parte de juicios primeros como los principios de no contradicción, identidad, tercero excluido y razón suf
Descripción original:
Descripcion e informe de lectura sobre el juicio en logica formal
El juicio es un acto mental complejo que implica vincular dos conceptos mediante una proposición para atribuirles una relación. Los juicios se expresan a través de proposiciones que pueden clasificarse según su cantidad, cualidad, propiedad, relación, modalidad e inteligibilidad. Existen diferentes tipos de relaciones lógicas entre proposiciones como la oposición, conversión e inferencia. El razonamiento deductivo parte de juicios primeros como los principios de no contradicción, identidad, tercero excluido y razón suf
El juicio es un acto mental complejo que implica vincular dos conceptos mediante una proposición para atribuirles una relación. Los juicios se expresan a través de proposiciones que pueden clasificarse según su cantidad, cualidad, propiedad, relación, modalidad e inteligibilidad. Existen diferentes tipos de relaciones lógicas entre proposiciones como la oposición, conversión e inferencia. El razonamiento deductivo parte de juicios primeros como los principios de no contradicción, identidad, tercero excluido y razón suf
Héctor López Bello, MANUAL DE LÓGICA FORMAL PARA SU EMPLEO PRÁCTICO EN
EL DERECHO: Capítulo VI, Lógica del Juicio
EL JUICIO El acto de juzgar es un acto simple e indivisible en la comprensión hacia el raciocinio pleno. Pero el hecho de que sea un acto simple no significa que sea un acto sencillo de la mente, al contrario; juzgar implica un acto complejo de la mente, ya que esta construye una proposición entre dos conceptos, pues la comprensión “se mueve” entre esos dos términos hacia una relación mutua entre ellos por medio de una vinculación racional. La diferencia entre la idea simple: “persona honrada”, y el juicio: “esta persona es honrada”, se da en que en la primera no se afirma ni se niega algo, sencillamente se enuncia; en cambio, en el juicio ya hay una verdadera atribución de sentido, pues existe una vinculación entre dos ideas que, teniendo una acepción propia, se les dota de significación operativa al vincularlas mediante una proposición. Por eso, también se dice que el juicio es la operación mental mediante la cual se afirma o se niega la existencia o la característica de las cosas. El juicio se estructura de manera que encontramos un sujeto (término que recibe la atribución; es decir, es el objeto del juicio al que le conviene lo que se le predica), predicado (lo que se atribuye al sujeto, afirmando o negando algo; es la conveniencia del sujeto) y una cópula: la estructura verbal que vincula al sujeto y al predicado, establece que, lo que se atribuye predicativamente es o no propio al sujeto (verbo ser). Es necesario distinguir el concepto “sujeto del juicio” del concepto “objeto del juicio”. El objeto del juicio es aquello que se afirma o se niega en el juicio; en cambio, el sujeto del juicio es el concepto de la cosa acerca de la cual se afirma o se niega algo. Por ejemplo, si decimos el juicio: “esta persona es honrada, honesta y leal”, el sujeto surge del concepto “persona”, pero el objeto del juicio que emitimos no es el concepto de ley, sino las características propias de la persona. En este ejemplo, el sujeto del juicio (concepto) es la idea de persona; en el juicio, nuestra mente predica algo sobre esa idea o concepto de persona para atribuirle una significación (lo cual es el objeto del juicio) y dicha predicación es señalar cuáles son sus características propias. Las distintas proposiciones por las cuales se enuncian los juicios, pueden clasificarse atendiendo a múltiples criterios: según la cantidad, esto es, atendiendo la extensión del sujeto con relación del predicado (universales, particulares, singulares); según la cualidad, se refiere a la cópula, la cual afirma o niega la atribución (afirmativos, negativos); según la propiedad, se aplican atendiendo a su adecuación o no a la realidad a la que enuncian (verdaderos, falsos); según la relación, las proposiciones se dividen de acuerdo a cómo se relacionan el sujeto y el predicado entre sí y las consecuencias que de dicha relación se derivan (categóricos, hipotéticos, disyuntivos); según su modalidad, se refiere al modo o manera en la que se relacionan el sujeto y el predicado (necesarios, posibles, contingentes); según su inteligibilidad, estas proposiciones se identifican por la capacidad de ser comprendidas (analíticos, sintéticos). Todo juicio, recapitulando, se expresa mediante una proposición. Observando que la proposición simple es la que afirma o niega una atribución; por eso se dice que, en este sentido, la proposición es categórica, es decir, que afirma o niega algo sin ninguna restricción. De esta forma, la proposición categórica se distingue atendiendo a su cualidad y a su cantidad. Las proposiciones categóricas solo pueden tener tres tipos de oposiciones lógicas: *Contradicción: surge cuando, de entre dos proposiciones, una es universal y la otra particular; una es afirmativa y la otra necesariamente negativa, con el mismo sujeto y predicado. Tienen igual cantidad y cualidad. *Contrariedad: Se da esta oposición cuando hay dos proposiciones universales, de las cuales, una es afirmativa y la otra es negativa. Tienen igual cantidad (ambas son universales), pero difieren en la cualidad (una es afirmativa y la otra negativa). *Subcontrariedad: Es la oposición de contrariedad que se da entre dos proposiciones particulares, siendo una negativa y la otra afirmativa. Tienen la misma cantidad, pero difieren en cuanto a cualidad. *Subalternidad: Son las proposiciones opuestas que tienen diferente cantidad, pero tienen la misma cualidad. La forma de razonar en cuanto a los juicios ayuda a entender que además de la oposición existe otro tipo de relación lógica posible entre las proposiciones, mediante la conversión, esto es, cambiando o convirtiendo al sujeto por el predicado. La utilidad de la conversión consiste en poder determinar la validez del sentido de una proposición cualquiera, conservando dicho sentido al intercambiar los términos. Existen tres tipos de conversión: a) simple (Consiste en el simple intercambio del sujeto con el predicado de una proposición, sin que ello altere el sentido de verdad); b) accidental (Consiste en el intercambio de sujeto y predicado, reduciendo, además, la extensión del sujeto de universal a particular, pero conservando la misma cualidad) y; c) por contraposición. Cuando razonamos, realizamos un ejercicio mental de inferencia, es decir, obtenemos una respuesta o un conocimiento por el que concluimos una consecuencia. Así entonces, “inferir” significa el procedimiento mental mediante el cual, a partir de una o más proposiciones, se obtiene una conclusión. El juicio es la base de la inferencia. Hay dos tipos de inferencias: Inferencia mediata. Es aquella donde se obtiene un conocimiento nuevo a partir de dos o más proposiciones previamente conocidas. Inferencia inmediata. Es aquella donde se obtiene una nueva proposición a partir de otra proposición previamente dada sin la necesidad de emplear un tercer término. Inferir no significa enunciar el juicio que aparece inmediatamente en la mente producto de otra proposición, todo lo contrario, implica realizar una ilación lógica en base a la proposición dada para que el resultado de dicho vínculo sea coherente en cuanto a sentido y verdad. El razonamiento será la vía más idónea para llegar al auténtico conocimiento pues, mediante la vinculación de dos juicios conocidos, deducimos una conclusión. Pero para que el razonamiento opere de forma adecuada en su itinerario hacia el auténtico conocimiento, es evidente que debe partir de juicios plenamente demostrados, que sean del todo evidentes por sí mismos; ese tipo de juicios son los llamados primeros principios: Principio de no contradicción, significa que es imposible afirmar y negar un mismo predicado a un mismo sujeto, al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto. Esto implica que, dos proposiciones contradictorias no pueden ser, a la vez, verdaderas. Principio de identidad, implica que cuando en el juicio, el concepto del sujeto es idéntico al concepto del predicado, el juicio es necesariamente verdadero. Principio del tercero excluido, una cosa, o es o no es; no cabe una tercera posición. Principio de razón suficiente, todo juicio pretende ser verdadero; sin esa pretensión no hay juicio.