Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 6

LA POESÍA DE RUBÉN DARÍO

INFLUENCIAS 
Paúl Verlaine, una influencia decisiva en la poesía de Rubén Darío. Para la
formación poética de Rubén Darío fue determinante la influencia de la poesía
francesa. En primer lugar, los románticos, y muy especialmente Víctor Hugo.
Más adelante, y con carácter decisivo, llega la influencia de los parnasianos:
Théophile Gautier, Catulle Mendès, y José María de Heredia. Y, por último, lo
que termina por definir la estética dariana es su admiración por los
simbolistas, y entre ellos, por encima de cualquier otro autor, Paúl
Verlaine.14 Recapitulando su trayectoria poética en el poema inicial de
Cantos de vida y esperanza (1905), el propio Darío sintetiza sus principales
influencias afirmando que fue "con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo".
Muy ilustrativo para conocer los gustos literarios de Darío resulta el volumen
Los raros, que publicó el mismo año que Prosas profanas, dedicado a glosar
brevemente a algunos escritores e intelectuales hacía los que sentía una
profunda admiración. Entre los seleccionados están Edgar Allan Poe, Villiers
de l'Isle Adam, Léon Bloy, Paúl Verlaine, Lautréamont, Eugenio de Castro y
José Martí. El predominio de la cultura francesa es más que evidente. Darío
escribió: "El Modernismo no es otra cosa que el verso y la prosa castellanos
pasados por el fino tamiz del buen verso y de la buena prosa franceses".
No quiere esto decir, sin embargo, que la literatura en español no haya
tenido importancia en su obra. Dejando aparte su época inicial, anterior a
Azul..., en la cual su poesía es en gran medida deudora de los grandes
nombres de la poesía española del siglo XIX, como Núñez de Arce y
Campoamor, Darío fue un gran admirador de Bécquer. Los temas españoles
están muy presentes en su producción ya desde Prosas profanas (1896) y,
muy especialmente, desde su segundo viaje a España, en 1899. Consciente
de la decadencia de lo español tanto en la política como en el arte
(preocupación que compartió con la llamada Generación del 98 española), se
inspira con frecuencia en personajes y elementos del pasado. Así ocurre, por
ejemplo, en su "Letanía de nuestro señor Don Quijote", poema incluido en
Cantos de vida y esperanza (1905), en el que se exalta el idealismo de Don
Quijote.
En cuanto a los autores de otras lenguas, debe mencionarse la profunda
admiración que sentía por tres autores estadounidenses: Emerson, Poe y
Whitman. 

EVOLUCIÓN 
La evolución poética de Rubén Darío está jalonada por la publicación de los
libros en los que la crítica ha reconocido sus obras fundamentales: Azul...
(1888), Prosas profanas y otros poemas (1896) y Cantos de vida y
esperanza (1905). 
Antes de Azul... Darío escribió tres libros y gran número de poemas sueltos,
que constituyen lo que se ha dado en denominar su "prehistoria literaria". Los
libros son Epístolas y poemas (escrito en 1885, pero no publicado hasta
1888, con el título de Primeras notas), Rimas (1887) y Abrojos (1887). En la
primera de estas obras es patente la huella de sus lecturas de clásicos
españoles, así como la impronta de Víctor Hugo. La métrica es clásica
(décimas, romances, estancias, tercetos encadenados, en versos
predominantemente heptasílabos, octosílabos y endecasílabos) y el tono
predominantemente romántico. Las epístolas, de influencia neoclásica, van
dirigidas a autores como Ricardo Contreras, Juan Montalvo, Emilio Ferrari y
Víctor Hugo. 
En Abrojos, publicado ya en Chile, la influencia más acusada es la del
español Ramón de Campoamor. En cuanto a Rimas, publicado también en
Chile y en el mismo año, fue escrito para un concurso de composiciones a
imitación de las Rimas de Bécquer, por lo que no es extraño que su tono
intimista sea muy similar al de las composiciones del poeta sevillano. Consta
de solo catorce poemas, de tono amoroso, cuyos procedimientos expresivos
(estrofas de pie quebrado, anáforas, antítesis, etc.) son característicamente
becquerianos.

Azul... (1888), considerado el libro inaugural del Modernismo


hispanoamericano, recoge tanto relatos en prosa como poemas, cuya
variedad métrica llamó la atención de la crítica. Presenta ya algunas
preocupaciones características de Darío, como la expresión de su
insatisfacción ante la sociedad burguesa (véase, por ejemplo, el relato "El rey
burgués"). En 1890 vio la luz una segunda edición del libro, aumentada con
nuevos textos, entre los cuales una serie de sonetos en alejandrinos.
La etapa de plenitud del Modernismo y de la obra poética dariana la marca el
libro Prosas profanas y otros poemas, colección de poemas en las que la
presencia de lo erótico es más importante, y del que no está ausente la
preocupación por temas esotéricos (como en el largo poema "Coloquio de los
centauros"). En este libro está ya toda la imaginería exótica propia de la
poética dariana: la Francia del siglo XVIII, la Italia y la España medievales, la
mitología griega, etc.
En 1905, Darío publicó Cantos de vida y esperanza, que anuncia una línea
más intimista y reflexiva dentro de su producción, sin renunciar a los temas
que se han convertido en señas de identidad del Modernismo. Al mismo
tiempo, aparece en su obra la poesía cívica, con poemas como "A
Roosevelt", una línea que se acentuará en El canto errante (1907) y en
Canto a la Argentina y otros poemas (1914). El sesgo intimista de su obra se
acentúa, en cambio, en Poema del otoño y otros poemas (1910), en que se
muestra una sencillez formal sorprendente en su obra.
No todos los poemas de Darío fueron recogidos en libros en vida del poeta.
Muchos de ellos, aparecidos únicamente en publicaciones periódicas, fueron
recopilados después de su muerte. 

RECURSOS FORMALES 
MÉTRICA 
Darío hizo suyo el lema de su admirado Paúl Verlaine: "De la musique avant
toute chose". Para él, como para todos los modernistas, la poesía era, ante
todo, música. De ahí que concediese una enorme importancia al ritmo. Su
obra supuso una auténtica revolución en la métrica castellana. Junto a los
metros tradicionales basados en el octosílabo y el endecasílabo, Darío
empleó profusamente versos apenas empleados con anterioridad, o ya en
desuso, como el eneasílabo, el dodecasílabo y el alejandrino, enriqueciendo
la poesía en lengua castellana con nuevas posibilidades rítmicas.
Aunque existen ejemplos anteriores de utilización del verso alejandrino en la
poesía castellana del siglo XIX, el hallazgo de Darío consistió en liberar este
verso de la rígida correspondencia hasta entonces existente entre la
estructura sintáctica del verso y su división métrica en dos hemistiquios,
recurriendo a varios tipos de encabalgamiento. En los poemas de Darío, la
cesura entre los dos hemistiquios se encuentra a veces entre un artículo y un
nombre, entre este último y el adjetivo que lo acompaña, o incluso en el
interior de una misma palabra.17 Darío adaptó este verso a estrofas y
poemas estróficos para las que tradicionalmente se empleaba el
endecasílabo, tales como el cuarteto, el sexteto y el soneto.
Rubén Darío es sin duda el mayor y mejor exponente de la adaptación de los
ritmos de las literaturas clásicas (grecorromanas) a la lírica hispánica. Estos
ritmos se basan en el contraste de vocales tónicas y átonas, y por ello en la
cantidad silábica. Recordemos que en el latín la tónica no se marca como en
español con un golpe de voz más fuerte, sino con un alargamiento de la
vocal. Rubén cultivará los ritmos tradicionales (yámbico y trocaico como
binarios, y dactílico, anfibráquico y anapéstico como ternarios), también
forjará sus propios ritmos cuaternarios e innovará juntando en un mismo
verso ritmos binarios y ternarios.
LÉXICO
Darío destaca por la renovación del lenguaje poético, visible en el léxico
utilizado en sus poemas. Gran parte del vocabulario poético de Rubén Darío
está encaminado a la creación de efectos exotistas. Destacan campos
semánticos que connotan refinamiento, como el de las flores ("jazmines",
"nelumbos", "dalias", "crisantemos", "lotos", "magnolias", etc.), el de las
piedras preciosas ("ágata", "rubí", "topacio", "esmeralda", "diamante",
"gema"), el de los materiales de lujo ("seda", "porcelana", "mármol", "armiño",
"alabastro"), el de los animales exóticos ("cisne", "papemores",
"bulbules"18 ), o el de la música ("lira", "violoncelo", "clave", "arpegio", etc.).
Con frecuencia se encuentran en su obra cultismos procedentes del latín o
del griego ("canéfora", "liróforo", "hipsípila"), e incluso neologismos creados
por el propio autor ("canallocracia", "pitagorizar"). Recurre con frecuencia a
personajes y elementos propios de la mitología griega y latina (Afrodita o
Venus, muchas veces designada por sus epítetos "Anadiomena" o "Cipris",
Pan, Orfeo, Apolo, Pegaso, etc.), y a nombres de lugares exóticos (Hircania,
Ormuz, etc.). 
FIGURAS RETÓRICAS 
Una de las figuras retóricas clave en la obra de Darío es la sinestesia,
mediante la cual se logra asociar sensaciones propias de distintos sentidos:
especialmente la vista (la pintura) y el oído (la música).
En relación con la pintura, hay en la poesía de Darío un gran interés por el
color: el efecto cromático se logra no solo mediante la adjetivación, a
menudo inusual (para el color blanco, por ejemplo, se utilizan adjetivos como
"albo", "ebúrneo", "cándido", "lilial" e incluso "eucarístico"), sino mediante la
comparación con objetos de este color. En el poema "Blasón", por ejemplo, la
blancura del cisne se le compara sucesivamente a la del lino, la rosa blanca,
el cordero y el armiño. Uno de los mejores ejemplos de este interés de Darío
por lograr efectos cromáticos es su Sinfonía en Gris Mayor, incluida en
Prosas profanas: 
Tanta importancia como la sinestesia tiene en la poesía de Darío la
metáfora. 

SÍMBOLOS 
El símbolo más característico de la poesía de Darío es el cisne, identificado
con el Modernismo hasta el punto de que cuando el poeta mexicano Enrique
González Martínez quiso derogar esta estética lo hizo con un poema en el
que exhortaba a "torcerle el cuello al cisne".19 La presencia del cisne es
obsesiva en la obra de Darío, desde Prosas profanas, donde el autor le
dedica los poemas "Blasón" y "El cisne", hasta Cantos de vida y esperanza,
una de cuyas secciones se titula también "Los cisnes". Salinas explica la
connotación erótica del cisne, en relación con el mito, al que Darío se refiere
en varias ocasiones, de Júpiter y Leda.20 Sin embargo, se trata de un
símbolo ambivalente, que en ocasiones funciona como emblema de la
belleza y otras simboliza al propio poeta. 
El cisne no es el único símbolo que aparece en la poesía de Rubén Darío. El
centauro, en poemas como el "Coloquio de los centauros", en Prosas
profanas, expresa la dualidad alma-cuerpo a través de su naturaleza medio
humana medio animal. Gran contenido simbólico tienen también su poesía
imágenes espaciales, como los parques y jardines, imagen de la vida interior
del poeta, y la torre, símbolo de su aislamiento en un mundo hostil. Se han
estudiado en su poesía otros muchos símbolos, como el color azul, la
mariposa o el pavo real. 

PABLO NERUDA
Información general
Pablo Neruda, poeta chileno, nacido en 1904 y fallecido en 1973, es uno de
los creadores literarios más importantes de América Latina. Etapas en su
poesía Su obra literaria presenta, simplificando, tres etapas:
1. La primera etapa corresponde a sus obras Crepusculario (1920-1923), El
hondero entusiasta (1923, publicado diez años más tarde) y Veinte poemas
de amor y una canción desesperada (1924), en las que recibe distintamente
influencias del modernismo de Darío y en particular del poeta uruguayo
Sabat Ercasty.
2. La segunda etapa la abre su obra Tentativa del hombre infinito (1925). En
esta etapa recibe influencias del surrealismo europeo, que fue el movimiento
artístico más influyente en América en las décadas de 1920 y 1930. Los
surrealistas valorizaron lo irracional y el inconsciente en la producción
artística. La obra más representativa de este período es Residencia en la
tierra (publicada en tres partes, entre 1925 y 1935 aproximadamente).
3. La tercera etapa de la poesía de Neruda se identifica con el Canto general
(publicado en 1950) y las Odas elementales (1954-1957). Esta etapa tiene
como característica esencial la de ser una poesía comprometida, de
denuncia política y social. Neruda se compromete con la causa de los
marginados de América Latina y su poesía expresa la injusticia social y el
dolor del hombre en sus condiciones indignas de existencia (hay que tener
presente que Neruda ocupó cargos diplomáticos y políticos; adhirió incluso al
Partido Comunista de su país por el que fue candidato a la presidencia para
las elecciones de 1971, renunciando a favor de la postulación de Salvador
Allende, presidente constitucional de Chile asesinado por los militares
golpistas en el año 1973).

En torno a las Odas elementales


Las Odas corresponden, por lo tanto, a la tercera etapa. A fines de 1952,
comienza a escribir un ciclo compuesto por: Odas elementales, Nuevas odas
elementales y Tercer libro de las Odas. La “oda”, palabra griega que
originariamente significa canto, aludía en la antigüedad tanto a sencillas
canciones de tema amoroso como a las elogiosas o reflexivas composiciones
dedicadas a personalidades destacadas; modernamente designa la
composición lírica personal de alguna extensión y tono elevado, cualquiera
que sea el asunto. Neruda canta a la materia elemental que son personas,
oficios, objetos, vegetaciones, animales, alimentos, flores, pájaros, árboles,
etc., mediante una actitud descriptiva en la que lo elemental no es solo la
materia sino también la lengua y la estructura de los poemas que se
simplifican acortándose el verso, haciéndose más sencillo y natural el
lenguaje. Hay que observar en estas odas una actitud de entrega y de unión
profunda con la tierra y con todo lo que habita en ella. El propio Neruda dice
que las Odas elementales son una larga historia de este tiempo y de las
cosas. Neruda es un poeta que absorbe, no conceptual sino físicamente la
realidad del mundo. Cada vez veo menos ideas en torno mío y más cuerpos,
sol y sudor, declara en sus memorias. Se ha dicho que cada poemario
parece un almacén de cosas, un listado de cosas. Neruda supo recuperar la
belleza del mundo cotidiano, convirtiéndose en el gran educador de nuestra
mirada, por cuanto nos ayuda a descubrir la imagen desgastada de las
cosas.

También podría gustarte