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HISTORIA

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LITERATURA
ESPAÑOLA
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Biblioteca de
RUSSELL P- SEBOLD
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HISTORIA
DE L A L I T E R A T U R A

Permiso de The Hispànic Society of America


ESPAÑOLA

POR
M. ROMERA-NAVARRO, P h .D.
CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD DE PENSILVANIA

D . C. H E A T H Y C O M P A Ñ I A
BOSTON NUEVA YORK CHICAGO
ATLANTA SAN FRANCISCO DALLAS
LONDRES
\

AL LECTOR

N ada tengo que decirte, lector, que tú mismo no puedas averi­


guar naturalm ente en el curso de estas lecturas. Echarás de ver
que a cada una de las épocas principales precede un bosquejo
del desarrollo histórico, político y artístico, como fondo del cuadro
literario. Útil me ha parecido, asimismo, al tra ta r de libros es­
pecialmente valiosos, la exposición sucinta de sus m aterias y la
transcripción de pasajes significativos; éstos proceden de la edi­
ción más autorizada, excepto m uy pocos casos, sin im portancia,
en que me fué inaccesible; y, para conveniencia y guía del lector,
C o p y r i g h t , 1928, se indica tam bién la edición más m oderna y m anejable del mismo
By D. C. H eath a n d C o m pa n y texto. Insisto en lo esencial, y descarto lo m uy accesorio. Por
3J 7 ello se encontrarán aquí algunos estudios bastante completos de
las grandes figuras de nuestra literatura. He puesto tam bién la
m ira en un punto esencial y, a mi parecer, descuidadísimo hasta
ahora: la presentación ordenada, clara y precisa del desenvol­
vimiento de cada uno de los géneros literarios, que es lo substan­
tivo y propiam ente histórico. Conságrase la atención debida a la
im portante literatura del siglo x x , pasada en silencio (o algo peor)
en los m anuales literarios. Claro está que en cada período cabría
incluir muchos nombres m ás de escritores, pero creo que dentro del
orden, extensión y carácter de la presente obra se hallarán a todos
los que en ella deben estar.
M e he abstenido de tom ar resuelto partido en las controversias
no dilucidadas al presente; pero al tocar cualquier punto en que
varíen las opiniones, las expongo concisamente. Cito a las auto­
ridades sólo cuando el peso de su autoridad va acompañado del
razonamiento, o m ejor dicho, cuando su opinión representa el
PRINTEDIN U.S.A. común sentir de los demás eruditos en la m ateria; las citas de
críticos extranjeros, las doy siempre en castellano. Y en todo
caso puntualizo con título, lugar, fecha y página su procedencia,
así como la fuente de los demás datos recogidos en el presente
libro. P ara componerlo se ha consultado y tenido en cuenta (en
iii
IV AL LECTOR

biografía, bibliografía y crítica) todo lo im portante, autorizado y


más reciente en cada m ateria.
He procurado, en la crítica, la m ayor objetividad posible. E n
la valoración de libros y autores, creo haber procedido con cir­
cunspección y de una m anera precisa y concreta. Hallo igual
desequilibrio y mal gusto en los críticos que se incendian en lla­
m aradas de entusiasmo, como en los sistem áticam ente descontenta­ IND IC E
dizos y negativos: a los autores, que, al ñn, son criaturas, se les PÁGINAS
puede m atar por exceso de calor y por exceso de frío. Ni la CAPÍTULOS
exuberancia fastidiosa de los primeros, a quienes habría que re­ I. I ntroducción : la raza y la lengua . . .
cordarles a menudo, como Sancho a Don Quijote, que no se tra ta 1. La España primitiva: iberos y celtas; aporta­
ciones de fenicios y griegos. 2. La España romana:
de gigantes sino de molinos de viento; ni el despego de los segun­ su influjo político y espiritual en el imperio; origen
dos, que parecen m irar a los genios creadores cual autorcillos de de la lengua española. 3. Época visigoda: cultura,
poco más o menos, como si el crítico y el lector pudieran hacer otro los grandes escritores hispano-cristianos. 4. Domi­
nación árabe: influencia lingüística; civilización his-
tanto, y aun el doble. Libre de todo prejuicio político, religioso pano-arábiga. 5. La España independiente: su des­
o literario, he tratado de comprender a los autores (y de presentar­ arrollo territorial y político. 6. La lengua española, su
los) dentro de su propia época, gustos y tendencia; pongo de evolución; su primer monumento literario.
relieve los méritos, y marco los defectos, indiferente a la dirección
que sigan, erudita o popular, religiosa o descreída, clásica, rom án­ PARTE PRIMERA.— ORIGENES DE LA LITERATURA
tica o m odernista; ni defender ni atacar tendencias de ningún ESPAÑOLA: SIGLOS X II Y X III
género: m ostrar la belleza dondequiera que se encuentre; la crítica
ha de ser, ante todo, comprensión. II. P oesía épica .......................................................... ^
Y ahora, cuatro palabras más. Por muchos favores y lectura 1. Orígenes de la epopeya; los juglares. 2. El Cid
de partes del m anuscrito, quedo reconocido m uy especialmente a histórico y legendario. 3. Poema del Cid: compo­
sición, asunto y crítica; exactitud geográfica, valor
los señores D. IVIilton A. Buchanan, catedrático de la Universidad histórico y literario; intensamente humano y real,
de Toronto, y D. H ayw ard Keniston, de la Universidad de concisión y energía del lenguaje. 4. Poema de Fernán
Chicago; D. Américo Castro, mi buen amigo de siempre, cate­ González: su carácter. 5. Cantares de gesta prosifica-
dos en las Crónicas: leyenda de Los Siete Infantes de
drático de la Universidad de M adrid; D. Francisco Rodríguez Lara: composición y asunto.
M arín, venerable e ilustre director de la Biblioteca Nacional, y su
vice-director D. Alvaro Gil Albacete; y por la lectura de todo
el manuscrito y no menos valiosas enmiendas, a los señores D. I II. P oesía narrativa y l í r i c a ............................... 22
Rodolfo Schevill y D. Elijah C. Hills, catedráticos de la Uni­ I. E l mester de clerecía: sus orígenes, sus reglas;
intención didáctica. 1. Gonzalo de Berceo: sus obras;
versidad de California; D. Alejandro Green, erudito editor de esta ingenuidad, sencillez y realismo. 2. Libro de Alexan­
serie, y su coeditor D. José Padín; D. Hugo Alberto Rennert, mi dre: falta de unidad del estilo, prolijidad, bellezas
amado m aestro, y D. Jaim e P. W ickersham Crawford, amigo aisladas. 3. Libro de Apolonio: estilo personal del
tam bién generoso y excelente a cuya crítica deben mucho las poeta.
II. Orígenes de la lírica. 1. La razón de amor: su
páginas del presente libro. asunto. 2. Escuela gallegoportuguesa. 3. Cantigas
M. R .-N . de Santa María, de Alfonso X : sentimiento lírico,
fervor religioso, riqueza métrica.
V
In d i c e In d i c e Vil
VI
CAPÍTULO S PÁG IN AS CAPÍTULOS PÁGINAS

IV. L a pr o sa .................................................................. 33 romances. 4. El marqués de Santillana: su Proemio


e carta; los poemas alegóricos; los doctrinales; los
1. Nacimiento de la prosa literaria. 2. Alfonso X el sonetos; las serranillas. 5. Juan de Mena; la Coro­
Sabio: sus desventuras políticas; sus afortunadas em­ nación; el Laberinto de Fortuna; aspiraciones artís­
presas literarias. 3. Las Siste Partidas: naturaleza ticas de Mena. 6. Gómez Manrique. 7. Jorge
e importancia de esta obra. 4. La Primera Crónica Manrique: poesías amorosas; su obra maestra, Co­
general: materiales; unidad de plan, coordinación de plas por la muerte de su padre. 8. Rodrigo de Cota:
fuentes, sentido artístico. 5. El apólogo: Libro de Diálogo entre el amor y un viejo. 9. El Cancionero
Kalila et Digma: su contenido e influencia. 6. Pri­ general, de Hernando del Castillo. 10. Poesía popu­
mera novela castellana: Historia del Caballero Cifar: lar: los romances: su origen, clasificación y carácter.
asunto y crítica.

PARTE SEGUNDA—ÉPOCA DIDÁCTICA: SIGLO XIV V III. LA NARRACIÓN H ISTÓ RIC A ....................................... 83
1. Crónica de don Juan II: su progreso hacia el
V. Obras en p r o s a ..................................................... 43 relato artístico. 2. Crónica de don Alvaro de Luna:
interés y emoción dramática. 3. Fernán Pérez de
1. Generalidades sobre la literatura del siglo xiv: Guzmán, renovador de la historia y maestro de la
decadencia de la epopeya y del mester de clerecía, prosa: Mar de historias; mérito singular de Las
tendencia satírica y moralizadora, independencia lite­ generaciones, semblanzas y obras; Loores de los claros
raria y nota personal. 2. La prosa recreativa y didác­ varones de España, poema histórico. 4. Alfonso Fer­
tica: el Infante don Juan Manuel: examen del Libro nández de Palència, censor inexorable en las Décadas;
del caballero y del escudero y del Libro de los estados. otras obras suyas. 5. Hernando del Pulgar: Crónica
3. Libro del Conde Lucanor: progreso del diálogo y de los Reyes Católicos, imparcial y elocuente; Libro
eficacia del lenguaje. 4. La narración histórica; valor de los claros varones de Castilla; sus Letras.
de las Crónicas. 5. El Canciller Pero López de Ayala:
sus Crónicas: adelanto que representan; orden, vera­
cidad, gusto literario. 6. El Rimado de Palacio com­ IX . E scritores d id á c t ic o s ........................................ 91
pleta la visión histórica de las Crónicas.
1. Enrique de Villena: su pintoresca personalidad;
VI. L a poesía : E l A rcipreste de H ita . . . . 50 Los doce trabajos de Hércules y Arte cisoria. 2. El
Arcipreste de Talayera: El Corbacho: su contenido;
1. Libro de buen amor: noticias biográficas que importancia que tiene como documento de las cos­
contiene; proemio. 2. Asunto del poema; aven­ tumbres; las mujeres vistas por el Arcipreste; intro­
turas del arcipreste en la ciudad; el arcipreste en ducción del habla popular en la prosa literaria. 3. El
las montañas, y sus cuadros de la naturaleza; la bata­ bachiller Alfonso de la Torre; la Visión delectable:
lla de doña Cuaresma y don Carnal; el tipo de Trota­ carácter alegórico: su valor como lengua científica.
conventos. 3. Materiales y carácter del poema; ri­
queza de géneros poéticos y formas métricas; viveza,
ironía y realismo. X La novela ............................................................. 97
1. La novela de caballerías: sus orígenes en la de­
PARTE TERCERA.— ÉPOCA DE TRANSICIÓN: SIGLO XV cadencia de la poesía épica. 2. El Amadís de Gaula:
noticias anteriores a la primera edición conocida; su
Y COMIENZOS DEL XVI argumento y su trascendencia como modelo. 3. La
novela sentimental: características; El siervo libre de
V II. L a poesía culta y la p o p u l a r ...................... 59 Amor. 4. Diego de San Pedro: la Cárcel de Amor: su
1. Observaciones generales sobre esta época; los al­ asunto y valor literario. 5. La Cuestión de Amor.
bores del Renacimiento. 2. El Cancionero de Baena: 6. La novela dramática: La Celestina: su compo­
Alvarez de Villasandino, Imperial, Paez de Ribera y sición y primeras ediciones; argumento e impresión
Baena. 3. El Cancionero de Stúñiga: Carvajal y sus crítica.
v iii In d i c e In d i c e IX

CAPÍTULOS PÁGINAS CAPÍTULOS p á g in a s

XI. Orígenes del teatro .......................................108 2. San Juan de la Cruz: característica que le dis­
tingue de fray Luis; su método; reseña de sus obras
1. Representaciones en la Edad Media: misterios espirituales; sublimidad y afectuosa ternura
y juegos de escarnio: el Auto de los Reyes Magos.
2. Juan del Encina, fundador del teatro español:
examen de sus Églogas y Representaciones; resumen XV. P oesía histórica y n a r r a t i v a ..................... 158
sobre la significación de su obra. 3. Lucas Fernández: 1. Fernando de Herrera; poesías amorosas; He­
Farsas o églogas; progreso del drama religioso. 4. Gil rrera, cantor de la patria: Por la victoria de Lepanto,
Vicente: superioridad de su teatro; la Comedia del Por la pérdida del rey don Sebastián y Al santo rey don
viudo. 5. Torres Naharro: la Propaladla: proemio Fernando; otros versos heroicos; reminiscencias bíbli­
crítico; asunto de sus comedias; Comedia Himenea, cas, entonación grandilocuente y majestad. 2. Poe­
la mejor del primitivo teatro español; contribución del mas de varios autores. 3. Alonso de Ereilla: La
autor al desarrollo del drama. Araucana: su asunto; fidelidad histórica; irregu­
laridad; descripciones de batallas, comparaciones,
pinturas de la naturaleza; energía, elocuencia y ta­
PARTE CUARTA.— ÉPOCA CLÁSICA: SIGLOS XVI Y XVII lento descriptivo
X II. Caracteres g e n e r a l e s .......................................123 XVI. P rosa d id á c t ic a ................................................... 168
I. El Renacimiento: espíritu crítico y científico. 1. Juan de Valdés: Diálogo de Mercurio y Carón:
II. El imperio español: sus dominios; su significación su asunto y carácter; Diálogo de la lengua: espíritu
espiritual. III. Aspectos de la civilización española: progresivo que lo informa. 2. Antonio de Guevara:
1. La cultura. 2. La filosofía y la historia. 3. Las el Marco Aurelio y el Menosprecio de corte; método y
artes. 4. Las letras: la poesía. 5. La prosa didác­ estilo de Guevara. 3. Otros prosistas: Pérez de Oliva,
tica. 6. La novela. 7. El teatro. Villalón y Antonio Pérez. 4. Prosa historial: Zu­
rita, Ambrosio de Morales y los cronistas de Indias.
X III. P oesía lírica (Primer período)........................131 5. Hurtado de Mendoza, historiador: su Guerra de
Granada. 6. Juan de Mariana: sus ideas; Historia
1. En vísperas de la evolución. 2. Juan Boscán: de España: su estilo.
sus ensayos en la métrica italiana; introducción del
endecasílabo; valor y significación de su obra poética.
3. Garcilaso de la Vega: noticias biográficas; examen XV II. P rosa m í s t ic a ....................................................... 180
de sus poemas; resumen y crítica. 4. Triunfo de las 1. La mística y la ascética. 2. Los maestros: Juan
innovaciones. 5. Cristóbal de Castillejo: sus ataques de Ávila, Malón de Chaide y Juan de los Ángeles.
contra la nueva escuela; poesías serias y burlescas. 3. Santa Teresa de Jesús: personalidad y biografía;
6. Hurtado de Mendoza: poemas al modo italiano sus libros: Las Moradas: las poesías; examen crítico
y al modo tradicional castellano. 7. Gutierre de de la obra literaria de Santa Teresa. 4. Fray Luis de
Cetina, el poeta del amor. 8. Baltasar del Alcázar, Granada: sus ideas sobre el conocimiento y la fe; la
maestro del género festivo. 9. Francisco de Figueroa: Guía de pecadores y la Introducción del símbolo de la
delicadeza y primor de sus composiciones. fe; estilo de fray Luis.

XIV. P oesía m íst ic a ........................................................147 X V III. T eatro anterior a L ope de V ega . . . . 194
1. Fray Luis de León: Los Nombres de Cristo: 1. El drama religioso: la Tragedia Josefina de Car­
contenido; La perfecta casada, conforme al concepto vajal. 2. Sánchez de Badajoz: su Recopilación en
tradicional; poesías de fray Luis: ansia de paz y des­ metro. 3. El drama profano: Lope de Rueda, actor
precio del mundo en Qué descansada vida, anhelos del cómico; sus Comedias y Coloquios; los Pasos: asuntos
alma por volar a la región inmortal en Noche serena, y carácter; los discípulos de Rueda: Alonso de la Vega
y por descubrir el misterio de la naturaleza en la oda y Timoneda. 4. Los trágicos: Juan de la Cueva: sus
A Felipe Ruiz; idealidad, concentración del pensa­ nuevas ideas; Comedias y tragedias. 5. Rey de Artieda
miento y clásica sencillez; serenidad de su obra. y Cristóbal de Virués; progresos del arte dramático.
In d i c e In d i c e XI
X
CAPÍTULOS PAGINAS CAPÍTULO S PÁG IN AS

X IX . N o v e l a de caballerías, pastoril e X X II. P oesía lírica (Segundo p e r ío d o ) .....................273


H I S T Ó R I C A ................................................................ 204 1. Luis de Góngora: su carácter; naturalidad, dis­
tinción y brillantez en la poesía popular; el poeta
1. Novela de caballerías: serie de los Amadises;
satírico; ligera afectación del estilo en los sonetos y
serie de los Palmerines; los moralistas contra los ca­
balleros andantes. 2. Novela pastoril: antecedentes canciones heroicas; el poeta culterano: Panegírico al
del género; la Diana de Montemayor: su asunto e duque de Lerma; Fábula de Polifemo y Galatea: defec­
tos y bellezas; las Soledades, consagración de la nueva
importancia. 3. Otras novelas pastoriles: la Diana
escuela; naturaleza del culteranismo; sus antece­
enamorada, de Gil Polo, la mejor en trozos poéticos;
El Pastor de Füida, de Gálvez de Montalván; el dentes y trascendencia. 2. El conceptismo: su sig­
Siglo de oro, de Balbuena, superior en las descrip­ nificación; Alonso de Ledesma y su obra. 3. La
corriente clásica: Lupercio y Bartolomé Leonardo
ciones de la naturaleza; crítica de este género nove­ de Argensola: pureza de dicción y perfecta lucidez.
lesco, y su decadencia. 4. Novela histórica: Historia 4. Rodrigo Caro: su canción A las ruinas de Itálica.
del Abencerraje y la hermosa Jarifa, primoroso cuento 5. Autores varios: Villamediana, Jáuregui, Espi­
de amores y guerra; Guerras civiles de Granada, de
Pérez de Hita, la obra maestra del género. nosa, etc.

X X III. Quevedo ..................................................................285


1. Biografía: actividades políticas, destierro y pri­
X X . La novela picaresca ....................................... sión. 2. Obras políticas: la Política de Dios y la Vida
1. Caracteres de este género novelesco; el picaro, de Marco Bruto. 3. Obras morales y filosóficas: De
sus cualidades y concepto de la vida; antecedentes. los remedios de cualquier fortuna, La cuna y la sepul­
2. Lazarillo de Tormes: asunto y crítica. 3. Mateo tura,\a Providencia de Dios, etc. 4. Las poesías: prin­
Alemán: el Guzmán de Alfarache: sus aventuras; cipales poemas; versos satíricos y jocosos. 5. Obras
análisis de esta novela. 4. La Pícara Justina, de festivas: Pragmáticas, Cartas del Caballero de la Te­
estilo culterano. 5. El Pasajero de Suárez de Figue- naza, y otros opúsculos. 6. Novela picaresca: Vida
roa. 6. Vicente Espinel y su Marcos de Obregón. del Buscón: su asunto y significación. 7. Sátiras lite­
7. Alonso, mozo de muchos amos: características. rarias: Cuento de cuentos, La Perinola, etc. 8. Obras
8. Otras novelas picarescas: El viaje entretenido de satírico-morales: Los Sueños. 9. Resumen crítico.
Rojas, La hija de Celestina de Salas Barbadillo, La
Garduña de Sevilla de Castillo Solórzano, y Esteba- XX IV . E l teatro : L ope de V e g a ............................... 305
nillo González, que representa la decadencia del género.
1. Biografía de Lope de Vega: estudios y amores;
soldado y sacerdote; su compleja personalidad; su
fama. 2. Lope, prosista: La Arcadia, novela pastoril.
3. La Dorotea, y sus méritos. 4. El poeta narrativo:
X X I. C ervantes ............................................................. La hermosura de Angélica y otros poemas. 5. El poeta
1. Biografía: soldado en Italia, cautivo en Argel, lírico: sonetos, canciones y romances. 6. Lope, autor
empleado administrativo, pobre siempre. 2. Cer­ dramático: su fecundidad. 7. Piezas religiosas: autos
vantes, poeta: composiciones sueltas y Viaje del y comedias de santos. 8. Las comedias profanas:
Parnaso; juicio crítico. 3. El autor dramático: El asunto de las principales. 9. Dramas y tragedias: El
trato de Argel y La Numancia; importancia de esta mejor alcalde, el rey y otras obras maestras. 10. Exa­
tragedia. 4. Las Ocho comedias, mediocres. 5. Les men crítico del arte de Lope: el fundador del drama
Entremeses: su mérito particular. 6. El novelista: nacional; sus teorías y su práctica dramática; carac­
La Galatea, obra pastoril. 7. Las Novelas Ejemplares: terísticas de su teatro. 11. El arte escénico en tiempos
su variedad y progreso en el arte narrativo. 8. La de Lope de Vega.
obra maestra: Don Quijote: su composición y asunto.
9. Los personajes del Quijote. 10. Elementos, valor X X V . T irso de M olina .....................................................329
literario y fama. 11. El último libro: Persiles y Sigis­ 1. Datos biográficos: sacerdote virtuoso y poeta
mundo: su argumento y carácter. satírico. 2. Su defensa de la comedia nueva. 3. Tea­
In d i c e In d i c e x iii
xn
PÁGINAS CAPÍTU LO S PÁ G IN A S
CAPÍTULOS
tro religioso: El condenado por desconfiado, el mejor X X IX . P rosistas del siglo x v i i ................................... 403
drama teológico español. 4. Las comedias: El ver­ 1. Moneada y Meló, historiadores; Zayas y Soto-
gonzoso en palacio. 5. Otras comedias principales, y mayor, novelista; Zabaleta, costumbrista; Nierem-
argumento de algunas de ellas. 6. Marta la Piadosa. berg, Agreda, y Molinos, escritores ascéticos; Nicolás
su asunto y carácter. 7. Dramas y tragedias: La Antonio, bibliógrafo. 2. Saavedra Fajardo; sus Em­
prudencia en la mujer, el mejor drama histórico de la presas políticas; asunto y carácter de la República
época clásica. 8. El Burlador de Sevilla. su argu- literaria. 3. Baltasar Gracián: noticia biográfica;
mento; importancia de esta creación. 9. Resumen obras principales: El Héroe, El Político, El Discreto,
crítico. etc.; El Criticón: naturaleza de esta obra maestra;
crítica de Gracián. 4. Solís y Rivadeneyra: poeta y
dramaturgo; el historiador: Historia de la conquista
XX V I. Ruiz de A larcón ..................................................... de Méjico, sus méritos y defectos.
1. Apuntes biográficos: su carácter. 2. Dramas y
tragedias: Los pechos privilegiados, drama heroico; El PARTE QUINTA — DECADENCIA DE LAS LETRAS: SIGLO
tejedor de Segovia, drama novelesco, y otros menos im­
portantes. 3. Comedias de carácter : No hay mal que XVIII Y COMIENZOS DEL XIX
por bien no venga y El examen de maridos. originalidad
y mérito de sus protagonistas; noticia de otras come­ XXX. La erudición y la c r ít ic a ............................... 419
dias. 4. Las paredes oyen: su asunto y valor. 5. La 1. Noticia preliminar: la decadencia de España.
verdad sospechosa: el argumento y el protagonista de 2. Nueva política: reorganización y cultura. 3. El
esta obra maestra. 6. Examen crítico del teatro de influjo francés. 4. La erudición: Feijóo y sus obras.
Alarcón 5. Historiadores: Flórez, Campomanes, Masdeu, etc.
6. La investigación y crítica literarias: examen de la
Poética de Luzán; opiniones de Nasarre y de Mon-
X X V II. D ramáticos p r i n c i p a l e s .................................. tiano; la Retórica de Mayáns; los trabajos de Tomás
1. Guillén de Castro: sus comedias; Las mocedades Antonio Sánchez, Cerdá y Rico, y Capmany.
del Cid: su argumento. 2. Vélez de Guevara: el pro­
sista de El diablo cojuelo; obras teatrales: Reinar X X X I. L iteratura d r a m á t ic a ....................................... 427
después de morir. 3. Pérez de Montalbán: piezas
ligeras: La doncella de labor y La toqucra vizcaína; 1. Zamora y Cañizares, últimos representantes de
dramas: Los amantes de Teruel. 4. Rojas: comedias la escuela de Calderón. 2. La imitación francesa: pri­
de enredo y de caracteres; la comedia de figurón. meras manifestaciones; la Hormesinda de N. F. de
Entre bobos anda el juego; dramas: Del rey abajo, Moratín; principales tragedias del mismo estilo; Gar­
ninguno. 5. Moreto: piezas más importantes; obras cía de la Huerta y su Raquel. 3. El gusto nacional:
maestras: El lindo don Diego y El desdén con el desdén. representación de los clásicos; los refundidores, Tri­
6. Otros dramáticos. gueros, Dionisio Solís, y Comella. 4. Ramón de la
Cruz: su teatro castizo y popular; obras varias;
los Sainetes. 5. González del Castillo, sainetista.
X X V III. C alderón de la Ba r c a ................................... 6. L. F. de Moratín: La comedia nueva y El sí de las
1. Noticia biográfica: soldado y sacerdote. 2. Va­ niñas; caracteres de su teatro; obras líricas, satíricas
rios géneros dramáticos: entremeses, zarzuelas, come­ y eruditas.
dias mitológicas y novelescas. 3. Autos sacramentales.
4. Dramas religiosos: El mágico prodigioso, El prín­ X X X II. L a prosa literaria . ............................................ 439
cipe constante y La devoción de la Cruz. 5. Comedias 1. Torres y Villarroel: su originalidad y rareza; su
de capa y espada. 6. Comedias filosóficas: _La vida Vida. 2. Cadalso, precursor del Romanticismo; las
es sueño: su asunto y valor. 7. Dramas históricos. Noches lúgubres; obras satíricas. 3. Jovellanos, polí­
8. El alcalde de Zalamea, obra maestra. 9. Dramas de
grafo: valor de su prosa. 4. Forner, prosista y poeta
celos: El médico de su honra, A secreto agravio, secreta satírico: sus Exequias de la lengua castellana. 5. La
venganza, etc. 10. Crítica de su teatro.
ÍNDICE xv
XIV In d i c e
CAPÍTULOS PÁGINAS
CAPÍTULOS PÁGINAS
El diablo mundo. 8. La Gómez de Avellaneda, poetisa
novela: los autores principales, Gutiérrez de Vegas, y prosista. 9. Zorrilla: versos líricos; leyendas y tra­
Montegón, Arezana, etc. 6. El Padre Isla: el gerun- diciones; Cantos del trovador y Granada; el autor
dismo en la oratoria sagrada; Fray Gerundio de Cam- dramático: Don Juan Tenorio. 10. Otros poetas:
pazas, novela satírica: sus méritos. Arólas, Pastor Díaz, etc.
X X X III. L a p o e s í a .................................................................448 XXXVI. L a prosa del r o m a n t ic is m o .......................... 500
1. Corrientes poéticas importantes. 2. N. F. de I. La novela: corrientes inglesa y francesa. 1. Los
Moratín: romances moriscos y caballerescos; la Fiesta primeros novelistas románticos: Trueba y Cossío,
de toros en Madrid; poesías varias. 3. Iglesias: ana­ López Soler, Escosura, etc. 2. Gil y Carrasco: el
creónticas y romances; letrillas satíricas y epigramas. poeta y el novelista: El Señor de Bembibre. 3. Nava­
4. Fray Diego González: traducción de himnos; odas rro Villoslada: sus novelas históricas. 4. Fernández
morales; poesías festivas. 5. Iriarte: sus Fábulas lite­ y González, el más fecundo novelista español. II. Es­
rarias. 6. Samaniego: sus Fábulas morales. 7. Me- critores de costumbres: 1. Larra: obras dramáticas;
léndez Valdés: versos de la primera época, amorosos El doncel de don Enrique el Doliente; críticas literarias;
y bucólicos; poemas de la segunda época, de tendencia sátiras políticas; artículos de costumbres. 2. Esté-
filosófica y humanitaria. 8. Cienfuegos, precursor del banez Calderón: Escenas andaluzas. 3. Mesonero
Romanticismo: poesías amatorias y filosófico-senti- Romanos: El antiguo Madrid; artículos de costum­
mentales. 9. Quintana, clasicista y cantor de la pa­ bres madrileñas; refundiciones y críticas del teatro
tria. 10. Juan Nicasio Gallego: sus odas y elegías, antiguo. III. Escritores didácticos. IV. Bibliógrafos
de corte clásico. y eruditos.

XX XV II. E l teatro m o d e r n o ........................................... 511


PARTE SEXTA.— RENACIMIENTO DE LA LITERATURA:
SIGLO XIX 1. La comedia: Gorostiza, Arenas y Ventura de
la Vega. 2. Bretón de los Herreros: los varios géneros
que cultivó; comedias importantes; caracteres de su
XXXIV. Caracteres g e n e r a l e s ....................................... 467
teatro. 3. La comedia de transición y la moderna.
1. Política y cultura; el lento progreso de la nación. 4. López de Ayala: obras principales; su arte. 5. Ta-
2. Las artes: corrientes principales en la pintura; su mayo: tragedias, dramas y comedias de tesis; Un
notable renacimiento; otras manifestaciones artísti­ drama nuevo. 6. Echegaray: obras famosas; cuali­
cas. 3. Las letras: el período romántico; caracteres dades de su teatro. 7. Escuela de Echegaray: dramas
del romanticismo. 4. El período realista; el realismo de Sellés, Cano, Feliu y Codina, y Dicenta. 8. Gui­
como reacción y evolución de los movimientos lite­ merà: sus dramas aldeanos. 9. Comedias ligeras,
rarios precedentes; el renacimiento de la novela; los sainetes y zarzuelas: Ricardo de la Vega, Javier de
nuevos géneros dramáticos; el naturalismo; carac­ Burgos, Miguel Echegaray, etc.
teres de la poesía en este período.
XX XV III. L a lírica moderna ........................................... 530
XXXV. E l romanticismo: teatro y poesía . . . . 474 1. Generalidades. 2. Campoamor: noticia biográ­
1. Desarrollo del romanticismo en España. 2. Mar­ fica; obras en prosa, y poesías de la juventud; poemas
tínez de la Rosa: poesías y dramas; La conjuración de extensos: Colón, El drama universal, etc.; las Dolaras;
Venecia. 3. El Duque de Rivas: obras de su pri­ Pequeños poemas y Humoradas; crítica. 3. Bécquer:
mera época; producciones románticas de la segunda su vida y carácter; las Leyendas; las Rimas, historia
época: El moro expósito; Don Alvaro; los Romances espiritual del poeta; crítica. 4. Núñez de Arce, po­
históricos. 4. García Gutiérrez: obras teatrales: El lítico y poeta; sus producciones dramáticas; los Gritos
Trovador. 5. Hartzenbusch: el erudito; el drama­ del combate; poemas filosóficos: Raimundo Lulio, La
turgo: Los amantes de Teruel. 6. Autores varios. visión de fray Martín, etc.; poesías varias; crítica.
7. Espronceda: su biografía; principales poesías líri­ 5. Otros poetas principales: Ruiz Aguilera, Selgas,
cas; poemas extensos: El estudiante de Salamanca y Querol, Balart, etc.
XVI In d i c e ÍNDICE XVII

CAPÍTULOS PÁG IN AS CAPÍTULOS PÁGINAS

X X X IX . L a novela r e a l i s t a ........................................... 550 renovador de los estudios de la épica castellana.


3. Menéndez y Pelayo, historiador de la filosofía, de
1. El renacimiento de la novela. 2. Fernán Ca­ la ciencia y de la literatura hispánicas, poeta, crítico y
ballero: La Gaviota, y su significación; La familia maestro de lá erudición. 4. Los cervantistas: Asen­
de Alvareda, Clemencia, etc.; carácter de su obra. sio, Vidart, Máinez y otros. II. Críticos menores:
3. Alarcón: los libros de viajes; El sombrero de tres Cañete, y Revilla. III. Los historiadores: Vicente de
picos; El Escándalo, El Liño de la Bola, y varias la Fuente, Castelar, Modesto Lafuente, y Altamira.
novelas más del mismo autor; las Novelas corlas; IV. La crítica histórica: 1. Joaquín Costa y la im­
juicio crítico sobre Alarcón. 4. Valera: sus poesías; portancia de su obra. 2. Ganivet: Idearium español
el crítico literario; el novelista: Pepita Jiménez: su y El porvenir de España. V. Los arabistas: Eguílaz,
asunto y valor psicológico; otras novelas principales: Saavedra, F. Fernández y González, etc.
El comendador Mendoza, Doña Luz, etc.; ideas y estilo
de Valera.
PARTE SÉPTIMA.— LA LITERATURA EN EL SIGLO XX
XL. LOS MAESTROS DE LA NOVELA: PEREDA Y
G a l d ó s ................................................................. 566 X L III. Los p o e t a s ............................................................. 615
I. Pereda. 1. Cuentos y cuadros de costumbres. 1. Noticia preliminar: el modernismo; Rubén
2. Novelas de la primera época. 3. Sotileza, epopeya Darío, príncipe de la lírica hispana. 2. Rueda, co­
de la gente de mar. 4. Novelas de la corte, de la pro­ lorista y vehemente. 3. Gabriel y Galán, el de los
vincia y de la aldea. 5. Peñas arriba, obra maestra. campos castellanos. 4. Villaespesa, poeta oriental.
6. Crítica de Pereda. II. Pérez Galdós: el hom­ 5. Juan R. Jiménez, el modernista. 6. A. Machado,
bre. 1. Novelas históricas; los Episodios nacionales. sobrio y filosófico. 7. M. Machado: obras líricas y
2. Novelas de tesis religiosa. 3. Novela sentimental: cantares populares. 8. Mesa, cantor de la Sierra.
Marianela. 4. Novelas de observación. 5. Novelas 9. Díez-Canedo, exquisito y melancólico. 10. Otros
de significación ideal y simbólica. 6. El teatro de líricos principales: Carrere, Sandoval, Rey Soto, etc.
Galdós: Realidad y el drama moderno; dramas sim­ 11. Los poetas festivos: Carlos Luis de Cuenca, Si-
bólicos: El Abuelo, obra definitiva. 7. La ideología y nesio Delgado, etc.
el arte de Galdós.
XLIV. Los DRAMATURGOS. ................................................ 633
X LI. N ovelistas principales ................................... 587
1. Orientaciones dramáticas. 2. Benavente: obras
1. Pardo Bazán: sus trabajos de crítica; sus cuen­ no dramáticas; comedias de la aristocracia y de la
tos; las novelas: Los Pazos de Ulloa, Insolación, La burguesía madrileña; comedias cosmopolitas; Los in­
Sirena negra, etc.; la Pardo Bazán y el naturalismo; tereses creados; teatro infantil; dramas rurales. 3. Li­
crítica. 2. Leopoldo Alas, crítico, cuentista y nove­ nares Rivas: fondo satírico y humanitario. 4. Los
lista: La Regenta. 3. El Padre Coloma: la sátira de Quint’eros: el sainete y la comedia humorístico-senti-
la aristocracia y Pequeneces. 4. J. Octavio Picón: mental. 5. Martínez Sierra: tono realista y poético.
novelas principales; cuentos; críticas de arte. 5. Pa­ 6. Marquina: el teatro poético y legendario. 7. Va­
lacio Valdés: volúmenes de crítica; las primeras nove­ rios autores dramáticos: López Pinillos, Oliver, Fer­
las; La Hermana San Sulpicio, y otras obras; La nández Ardavín, etc. 8. Los sainetistas.
alegría del capitán Ribot, y libros posteriores; crítica
de Valdés. 6. Autores varios: Ortega Munilla, Ma-
theu, Pérez Nieva, etc. XLV. Los NOVELISTAS.................................................... 650
1. Aspectos dominantes. 2. Blasco Ibáñez: nove­
X L II. L a erudición y la crítica en la segunda
las valencianas; de tendencia social; de costumbres
españolas; de la guerra; de ambiente europeo y ame­
MITAD DEL SIGLO................................................604 ricano. 3. Trigo y la novela erótica. 4. Valle-Inclán,
I. Bibliógrafos y eruditos: 1. La Barrera, A. Fer- subjetivo y refinado. 5. Baroja: las trilogías; las
nández-Guerra, Gayangos, etc. 2. Milá y Fontanals, Memorias de un hombre de acción. 6. Ricardo León,
xviii In d i c e
CAPÍTULOS PÁGINAS
el novelista poeta. 7. Pérez de Ayala, profundo e
irónico. 8. Novelistas importantes: Concha Espina,
López de Haro, Insúa, etc.

XLVI. E nsayistas, críticos y e r u d i t o s ................. 670


I. Los ensayistas. 1. Unamuno: el novelista; el
poeta; el pensador. 2. Azorín: sus novelas; los en­
sayos sobre Castilla; los ensayos de crítica literaria.
3. Ortega y Gasset: sus ensayos filosófico-literarios.
4. Salaverría: su obra y su visión normal. 5. Pro­
sistas varios. II. Los críticos literarios. III. Los
investigadores: 1. Rodríguez Marín. 2. Cotarelo.
3. Menéndez Pidal. 4. Bonilla. 5. Otros eruditos
principales: Paz y Mélia, Serrano y Sanz, Cejador,
Puyol y Alonso, Américo Castro, etc.

Í ndice alfabético ....................................................................685

N o t a b e n e . Abreviaturas especiales: B .A .E ., Biblio­ H I S T O R I A D E LA L I T E R A T U R A


teca de Autores Españoles (Rivadeneyra), Madrid, 1846- ESPAÑOLA
1880. N. B. A. E., Nueva Biblioteca de Autores Españoles
(Bailly-Bailliere), Madrid, 1905 — (en publicación).
CAPÍTULO I

INTRODUCCIÓN: LA RAZA Y LA LENGUA


1. La España primitiva: iberos y celtas; aportaciones de fenicios y
griegos. 2. La España romana: su influjo político y espiritual en el
imperio; origen de la lengua española. 3. Época visigoda: cultura; los
grandes escritores hispano-cristianos. 4. Dominación árabe: influencia
lingüística; civilización hispano-arábiga. 5. La España independiente:
su desarrollo territorial y político. 6. La lengua española: su evolu­
ción; su primer monumento literario.

1. L a E spaña primitiva . L os primitivos pobladores de la


Península fueron los iberos. Hacia fines del siglo vi antes de la
era cristiana, los celtas invadieron a la Península. Los iberos
habían penetrado por el sur; los celtas bajaron del norte, por los
Pirineos. No eran éstos de mediana estatura y morenos como los
iberos, sino altos y rubios. Ambos pueblos llegaron a fundirse en
las mesetas centrales, dando origen a la raza celtíbera; mas en el
norte y el oeste quedaron predominando los celtas, y en el este y
el sur los iberos.
Las tribus del norte eran de costumbres semisalvajes, y más
civilizadas las otras a medida que se descendía hacia el sur. Los
vestigios de su arte muestran que estos primitivos pobladores
llegaron a alcanzar cierto desarrollo en la escultura, orfebrería y
cerámica. El mejor ejemplo de la escultura ibérica que se con­
serva, la muestra más notable de su arte, es un busto de mujer,
excelentemente esculpido, La dama de Elche, hallado en 1897 en
los alrededores del pueblo de este nombre: su semblante estoico,
grave y enigmático puede ser símbolo de España.
Desde tiempos remotos, los fenicios habían establecido colonias
o factorías en todas las costas de la península ibérica, excepto la
del norte. Aunque eran mercaderes que iban a hacer su negocio,
y nada más, su cultura superior había de influir sobre la de los
peninsulares. Los fenicios introdujeron su escritura y el uso de
la moneda, y les enseñaron el arte de trabajar los metales y la
fabricación de tejidos.
3
4 INTRODUCCIÓN LA RAZA Y LA LENGUA 5

Otro pueblo emprendedor y mercantil había establecido tam ­ recibió tantos honores y privilegios, ni se identificó tanto con la im­
bién factorías en la costa mediterránea de la Península: el pueblo perial ciudad, hasta el punto de decirse que España fué más romana
griego. Su influjo fué mucho mayor. Los fenicios se limitaban a que la misma Roma. El primer extranjero que alcanzó la dignidad
mantener relaciones comerciales con los naturales; los griegos se de cónsul en Roma fué Cornelio Balbo, hispano de Cádiz; el
identificaban con ellos, viviendo en más estrecha comunicación, y primer extranjero que rigió los destinos del mundo, otro famoso
por su índole y procedimientos disfrutaban de la amistad y sim­ español, el emperador Trajano, de Itálica. Hispanos, o de sangre
patía de los peninsulares. Aprendieron mucho de los griegos en hispana, fueron varios de sus más grandes emperadores, como
el orden político, y la forma mitológica del paganismo helénico Trajano, Adriano, Marco Aurelio y Teodosio el Grande; hispanos
quedó impresa en sus ideas religiosas. Contribuyen los colonos también muchos de sus mejores retóricos, poetas, filósofos y
griegos a difundir el conocimiento de la agricultura, y a la creación maestros. « Desde la m uerte de Ovidio [(año 17] — escribe el
de escuelas o academias. Y tanto en arquitectura como en artes historiador inglés Burke — hasta la muerte de Marcial [año 102 ?]
industriales, particularmente en la cerámica, ejercieron una acción no hay un solo autor latino de primera categoría que no proceda
bienhechora. de España. » 2 El mejor tratadista latino de agricultura es Co-
lumela, de Cádiz; el mejor retórico es Quintiliano, de Calahorra;
2. L a E spaña romana. En el siglo n i antes de Jesucristo, los el primer geógrafo es Pomponio Mela, de Algeciras; e hispanos,
romanos invadieron a la Península. Fué uno de los primeros entre otros, son tam bién los Sénecas, de Córdoba, el poeta satírico
territorios europeos al que llevaron sus armas, y el último que Marcial, de Bilbilis (Calatayud), el poeta épico Lucano, de Cór­
sometieron al yugo de la imperial ciudad: por más de dos siglos doba, y el ya citado filósofo y emperador Marco Aurelio. Tal fué
tuvieron que combatir para dominarlo. Pero luego, la dominación la grandeza de España, que un autorizado tratadista inglés, Hume,
fué tan completa, que las ideas, lengua y costumbres romanas se ha podido afirmar que « en todas las cosas, excepto en el nombre,
difundieron por todas partes, y reemplazaron a las antiguas. España, la hija, fué más grande que Roma, la madre, desde la
Los legionarios, al volver de la guerra de la Hispania (España), muerte de Domiciano [año 96] hasta la muerte de Marco Aurelio
hablaban sin duda de las muchas riquezas que encerraba, de sus [año 180] ».3 Y durante sesenta años, de los ochenta de mayor
minas de plata y oro, de sus campos feraces, de su suave clima, de paz, bienestar y poderío que tuvo el imperio romano, éste y el
la hermosura de su cielo. Los graves autores romanos también mundo estuvieron regidos por emperadores españoles.
ponderaban todo ello en subidos términos. Y una considerable Hemos dicho que los peninsulares dejaron sus lenguas gradual­
parte de la población romana, viendo en España un vellocino de mente, para hablar la de los legionarios y colonos romanos. Se
oro, acá vino a establecerse. La región meridional, la de clima olvidaron las antiguas, y se habló la nueva, el latín vulgar, el
más templado y mayores bellezas naturales, la más rica, y la de mismo que, evolucionando en el curso del tiempo, origina la
población más culta y hospitalaria, les atrajo especialmente. lengua castellana o española. Procede ésta, por consiguiente, no
Itálica (cerca de Sevilla), Córdoba, Cádiz y Cartagena figuraron de latín literario, sino del latín hablado por el pueblo romano, de
después entre las más prósperas, nobles y populosas del imperio. estructura sintáctica menos compleja. Las palabras ibéricas que
Algunas de tales ciudades, como Cádiz, competían con las de se incorporaron al latín vulgar de la Península debieron de ser
Italia en el número de caballeros romanos que en ellas residían.1 pocas, y en todo caso, son hoy de difícil identificación.4 Y aun el
El influjo de España en la cultura romana, durante los dos caudal de voces de origen griego (en artes, religión, ciencias), no
primeros siglos de nuestra era, fué mayor que el de todas las procede del influjo pre-romano de las colonias o factorías griegas
restantes provincias del imperio juntas. España era la más prós­ establecidas en la Península: son los mismos vocablos que ya
pera y culta provincia de Roma. Ninguna suministró tanto oro habían entrado en el latín y que, latinizados, pasaron con esta
al tesoro de Roma, ni tantos soldados a sus legiones; ninguna lengua a la España romana.
INTRODUCCION LA RAZA Y LA LENGUA 7
6

3. É poca visigoda. El imperio romano había sido atacado en la raza española; pero bastante menor de lo que a primera
varias veces, desde el siglo m , por los bárbaros del norte. Dos vista pueda parecer, ya que la población invasora era relativa­
siglos más tarde, cayó en su poder el imperio. Tres razas inva­ mente pequeña. Hubo también un influjo lingüístico: no sólo
dieron a la península ibérica: los suevos, los alanos y los vándalos, dejaron los mozárabes su lengua por el árabe en varias comarcas
que se extendieron por toda ella con empuje irresistible. Poco (Sevilla, por ejemplo), sino que después quedaron incorporados
después, en el año 414, otro pueblo gótico, el visigodo, conquistó a definitivamente a la lengua española varios centenares de voces
España. E ra el más avanzado de todos los teutónicos; los visi­ arábigas, pertenecientes en su mayoría al tecnicismo de las in­
godos, que habían vivido en comunicación con los romanos, en dustrias y de la administración.9
ocasiones como aliados, pero las más veces como adversarios, eran Con la fundación del califato de Córdoba (758), dicha ciudad
civilizados y profesaban ya el cristianismo. se convirtió en el centro intelectual de la España mahometana.
D urante la dominación visigoda (siglos v -v n ), las escuelas ofi­ Dos siglos más tarde lo era de casi toda la Europa occidental.
ciales desaparecieron, siendo substituidas por las escuelas de las Cuando el resto del Continente se hallaba en las tinieblas del
iglesias y monasterios. La cultura vino a ser patrimonio del fanatismo, del despotismo' y la incultura, la España árabe, en
clero. Casi todos los intelectuales renombrados fueron sacerdotes, particular Córdoba, mantenía encendida la antorcha de la más
como Juvenco , el primer poeta latino en cuya obra se funden la alta civilización. E n la Europa cristiana la controversia escolás­
inspiración cristiana y la cultura clásica, Orosio, el primer histo­ tica entre el nominalismo (para el cual los géneros y las especies
riador entre los hispano-cristianos, y San I sidoro de S evilla no tienen una realidad objetiva, y no existen sino de nombre) y
(570?-636), uno de los más eminentes humanistas europeos de la el realismo (que considera las ideas generales como seres reales),
Edad Media: sus trabajos históricos, científicos y literarios re­ era una querella casi estéril; pues, mientras tanto, en Córdoba se
sumen la enciclopedia medieval.4*6 Sólo otro escritor de aquella cultivaba la filosofía griega: Averroes (1126-1198), el más grande
edad ha logrado tan grande admiración en los tiempos modernos: de los filósofos hispano-árabes, difundía los principios aristoté­
P rudencio (¿ 348—410?), uno de los mayores poetas cristianos, y licos, y tratab a de armonizar la ciencia y la religión; y M aimóni-
el mejor desde luego entre los latino-españoles.6 des (1135-1204), el mayor pensador hispano-judío, anticipando
La lengua de los invasores germánicos no sólo no operó cambio las luces del Renacimiento, aplicaba la filosofía aristotélica a la
alguno en el latín peninsular, sino que fué reemplazada por él en­ interpretación de la Biblia y del Talmud, y en su racionalismo
teramente hacia fines del siglo vil. Se cree que el centenar de teológico, en su método exegético, era el precursor de Spinoza.10
voces germánicas incorporadas al español estaban ya latinizadas Y hebreos y árabes españoles brillaban en todos los ramos de la
antes de la invasión, pues casi todas ellas son comunes a los ciencia, en las artes, en la elocuencia, en la poesía.11
idiomas neolatinos.7
5. L a E spaña independiente . L os restos dispersos del ejér­
4. D ominación árabe . Se verificó la invasión árabe en el cito visigodo, al tiempo de la invasión árabe, y la parte de po­
año 711. En rápida conquista, los guerreros africanos se apode­ blación que no quiso acatar el dominio de los musulmanes, se
raron de casi todo el territorio, excepto el extremo norte (Astu­ refugiaron e'n Asturias. Unidos en la hora del peligro, desapare­
rias). La población cristiana conservó bajo el dominio musulmán cieron las diferencias de raza que hasta entonces había existido
sus propiedades, sus leyes y jueces, sus iglesias y sacerdotes; entre hispano-romanos y visigodos: ya no eran sino españoles.
una pequeña parte se convirtió al islamismo (los muladles).8 La Asturias, independiente y bajo el gobierno de Pelayo, el caudillo
convivencia de los conquistadores y de los mozárabes (los cristia­ elegido por los refugiados, inauguró la guerra de la reconquista,
nos sometidos que conservaron su religión), y los frecuentes en­ siete años después de la invasión: dióse la primera batalla por la
laces entre unos y otros, tuvo que ejercer alguna influencia étnica patria y por la fe, la batalla de Covadonga, en el año 718.
8 INTRODUCCIÓN LA R A Z A Y LA LENGUA 9

La frontera del territorio cristiano y del territorio ocupado por En el reinado de Fernando I II el Santo (1217-1252), el latín
los moros fué desde entonces continuo campo de batalla. Los fué reemplazado, como lengua oficial, por el castellano, que es el
ejércitos cristianos empujaron hacia el sur lentamente la frontera que se usa entonces en las escrituras notariales privadas y en los
enemiga. A medida que avanzaba la Reconquista se formaban diplomas reales; el latín « se reserva ya sólo para los privilegios
nuevos estados cristianos: León, Galicia, Navarra, Castilla, Ara­ más solemnes ».17 Y en el reinado de su sucesor Alfonso X el
gón, el condado de Cataluña. Para el año 1248 Castilla había Sabio (1252-1284), vemos empleado el castellano en la redacción
ensanchado sus fronteras por todo el sur, y sólo retenían los de obras científicas. Poseía ya el idioma un completo desarrollo,
moros en su poder el reino de Granada (que comprendía también aunque la construcción sintáctica, con su inhábil yuxtaposición de
las actuales provincias de Málaga y Almería),12 reconquistado dos cláusulas, careciese todavía de la soltura y gracia del español
siglos y medio más tarde. moderno.
Los árabes y judíos que quedaban ahora bajo la soberanía de
[1] V. Estrabón, Descripción de Iberia, trad. Antonio Blázquez, Madrid,
los cristianos, adoptaron sus costumbres y lengua; escribían 1900.
también en castellano, pero usando letras arábigas o hebraicas: [2] Ulick Ralph Burke, A History of Spain, London, 1900, t. I, p. 37; V.
tal es el carácter de la literatura aljamiada, que tiene por obra E. Spencer Bouchier, Spain under the Roman Empire, Oxford, 1914; Antonio
principal la Historia de Yúçuf o Poema de José (s. x m o xiv), de de Ballesteros y Beretta, Historia de España y su influencia en la Historia
312 estrofas, sobre la leyenda del hijo del patriarca Jacob, ven­ Universal, Barcelona, 1918-22,1 .1; Charles E. Chapman, A History of Spain,
New York, 1922 (compendio de la Historia de España y de la civilización
dido por sus hermanos.13 española de Rafael Altamira, Barcelona, 1909-1911); sobre períodos o ma­
terias particulares, consúltese R. Ballester y Castell, Bibliografía de la His­
6. L a lengua española . El latín vulgar se desenvolvió den­ toria de España, Gerona, 1921.
tro de España, por motivos geográficos e históricos, en varias [3] Martin Hume, The Spanish People, New York, 1901, p. 36.
[4] V. R. Menéndez Pidal, Gramática histórica española (3ra. ed.), Madrid,
lenguas: las tres principales son el castellano, en el centro, el
1914, págs. 13-14; Manuel Gómez-Moreno, Sobre los iberos y su lengua, en
catalán, en el este, y el gallego (o gallegoportugués hasta el s. xv), Homenaje a Menéndez Pidal, Madrid, 1925, t. III, págs. 475-499.
en el oeste. El castellano fué extendiéndose hacia el sur, a medida [5] V. C. H. Beeson, Isidor-Studien, München, 1913; N. Prados Salmerón,
que Castilla ensanchaba su territorio en la Reconquista. Vino a San Isidoro, Madrid, 1915.
ser así el idioma hablado por el mayor grupo de población, y, con [6] V. A. Tonna Barthet, Prudencio, en La Ciudad de Dios, ts. LVII-LVIII.
[7] V. Menéndez Pidal, op. cit., págs. 16-18.
la asimilación de otros dialectos peninsulares, el idioma predomi­
[8] V. M. Asín Palacios, La indiferencia religiosa en la España musulmana,
nante: el que se llevó a las tierras descubiertas y colonizadas más en Cultura Española (1907), págs. 297-310.
tarde por los españoles, el idioma en que está escrita la principal [9] V. R. Dozy et W. H. Engelmann, Glossaire des mots espagnols derives de
literatura de España. Por todo ello, desde la Edad Media se han l’arabe (2da. ed.), Leyden, 1869; Leopoldo de Eguílaz y Yanguas, Glosario
usado indistintamente los nombres de lengua castellana o lengua etimológico de las palabras españolas de origen oriental, Granada, 1886.
[10] V. A. Bonilla y San Martín, Historia de la filosofía española, Madrid,
española.M 1908-1911, t. II, siglos vii-xn, musulmanes y judíos; Louis G. Lévy, Maimo-
A partir de los primeros años del siglo ix, pueden hallarse al­ nide, Paris, 1911.
gunas trazas de la lengua vulgar o española en documentos ofi­ [11] V. R. Dozy, Spanish Islam: A History of the Moslems in Spain, London,
ciales.15 El primero en que se hace expresa referencia a ella como 1913 (trad. española en Colección Universal Calpe, Madrid, 1920); J. Amador
independiente del latín híbrido (la lengua literaria) es un edicto de los Ríos, Historia social, política y religiosa de los judíos en España y Portugal,
Madrid, 1875.
real del año 844. Del siglo x se conservan varios documentos en
[12] V . Roger B. Merriman, The Rise of the Spanish Empire in the Oíd
que abundan las palabras españolas. Y en el siglo x ii , aparte mu­ World and the New, t. I (New York, 1918), p. 84.
chas escrituras en este idioma,16 tenemos su más antiguo monu­ [13] Ed. Menéndez Pidal, en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos,
mento literario: el Poema del Cid (hacia 1140). t. VII; ed. B.A.E., t. LVII; V. J. Saraoühandy, Remarques sur le Po'eme de
10 INTRODUCCIÓN

YúçuJ, en Bulletin hispanique, t. VI; Eduardo Saavedra, Discurso (sobre


literatura aljamiada), en Memorias de la Real Academia Española, t. VI,
P. Gil, J. Ribera y M. Sánchez, Textos aljamiados, Zaragoza, 1888.
[14] V. Menéndez Pidal, La lengua española, en Hispania (Stanford Uni-
versity), t. I, págs. 1-14.
[15] V. J. D. M. Ford, Oíd Spanish Readings, Boston, 1911.
[16] V. Menéndez Pidal, Documentos lingüísticos de España, t. I (Madrid,
1919).»
[17] Id., ibid., t. I, p. 12; V. Menéndez Pidal, Orígenes del español: estado
lingüístico de la península ibérica hasta el siglo xi, Madrid, 1926.

I. — O R I G E N E S DE LA LITERATURA
ESPAÑOLA (SIGLOS XII Y XIII)
CAPÍTULO II

POESÍA ÉPICA
1. Orígenes de la epopeya; los juglares. 2. El Cid histórico y legen­
dario. 3. Poema del Cid: composición, asunto y crítica; exactitud
geográfica, valor histórico y literario; intensamente humano y real, con­
cisión y energía del lenguaje. 4. Poema de Fernán González: su
carácter. 5. Cantares de gesta prosificados en las Crónicas: leyenda
de Los Siete Infantes de Lara: composición y asunto.
1. Orígenes de la epopeya . Con las dominaciones visigoda
y musulmana, referidas en el capítulo anterior, está relacionado
un punto oscuro de nuestra historia literaria: el origen de la
epopeya castellana. El pueblo visigodo, como los demás ger­
manos, celebraba con cantos sus tradiciones guerreras, la vida y
las hazañas de sus héroes. E sta costumbre suya arraigó en la
Península.1 Los cantores populares de Castilla, llamados juglares,
compusieron relatos en verso sobre las proezas de los caudillos
famosos, que luego cantaban en la plaza pública, en los mesones
o en el palacio de los nobles.2 Y por ser cantados, estos primitivos
poemas heroicos recibieron el nombre de cantares de gesta, que
quiere decir, cantares de hazañas. Sobre ellos debió de influir una
poesía épica romanceada cultivada en Andalucía en los siglos ix
y x.3 Y a este temprano influjo hay que agregar otro posterior
de la epopeya francesa.4

2. E l C id histórico y legendario. En la lucha épica que


los españoles sostuvieron en cuatro mil campos de batalla para
reconquistar la Península del poder sarraceno, se destaca un cau­
dillo invicto que fué, y continúa siendo en la memoria de las
gentes, el mayor héroe nacional: Rodrigo Díaz de Vivar, llamado
El Cid Campeador. Había nacido cerca de Burgos, en la aldea
de Vivar, hacia el año 1040. Conforme a la historia, fué duro,
avaro y sin escrúpulos, como lo fueron los príncipes cristianos de
su tiempo. En la leyenda fué modelo de generosidad e hidalguía.
Mas en ambas, en la leyenda y en la historia, hombre de tan po-
13
14 ORÍGENES DE LA LITERATURA

deroso carácter, de tan audaces y afortunadas empresas, de tan


heroica naturaleza que no tuvo par. Su popularidad se justifica,
no sólo por aquellas cualidades viriles poseídas en grado eminente, .» ■
sino también por haber sido el campeón de las libertades popu­
lares frente a los monarcas, el que desdeña y humilla su soberanía
cuando la razón le asiste, y protege al pueblo. Las hazañas del
Cid llenan la historia medieval de España, y su figura, ensalzada - T :~ ro^vuL
por la imaginación del pueblo y por la inspiración de los juglares,
es la de un caballero sin miedo y sin tacha, el campeón de la
libertad y de la fe, el terror de toda la morisma, el héroe nacional. & GW
¡fín a n iA I a xicn X t
3. P oema del C id . El período de las grandes hazañas de este
héroe constituye el asunto del Cantar de M ío Cid o Poema del Cid,
la obra literaria más antigua que se conserva en lengua castellana.
r p c n ^ d ós£ V na. ^ ^ *****
Fué escrito hacia el año 1140, cuando aun estaban frescos los
m w
laureles del Cid, y se ignora quién fuese su autor. Perdido el
original primitivo, la única copia que se guarda hoy es la que
hizo un tal Pedro Abad en el año 1307. Este códice, al que faltan
una hoja en el comienzo y dos en el interior, tiene 3,730 versos.

Según el poema y la historia, el Cid era un noble de la corte del rey ■á’fm ”v o *a h , .ú a e f i m * A b d k a XAa s tíx r *
Alfonso VI de Castilla. Acusado ante el monarca por cortesanos envi­
diosos, nuestro caudillo fué condenado al destierro. El primer Cantar atd fcfc a„u ¿A
del poema —- de los tres Cantares o partes en que está dividido — em­ 3 * t *Sc hür U * ^
pieza describiendo su partida de Vivar, camino del destierro, con sesenta
vasallos que se destierran con él voluntariamente. Al pasar por Burgos,
la gente sale a verlo y llora su desgracia, exclamando:
* * f w*P«**<e e n 7 ^ A
« ¡ Dios, qué buen vassallo, si oviesse a buen señor !»6

Pero como el rey había conminado con sevensimas penas a quien diese ■Ct a a i tkSa
acogida al Cid o le prestase el menor auxilio, nadie se atrevió a hospe­
darle en su casa, y el desterrado se vió obligado a acampar fuera de la
ciudad. El Cid, empobrecido, se vale de la astucia para lograr un prés­
tamo de ciertos judíos: les ofrece como garantía dos arcas llenas de oro,
que en realidad no contienen sino arena, con la condición de que no han
de abrirlas durante un año; el Cid espera poder devolverles el préstamo
Permiso de The Hispànic Society of America
antes de que se cumpla este plazo. Bien provisto con el dinero de los
judíos, se dirige al monasterio de Cardeña para despedirse de su mujer M a n u s c r i t o d e l P o e m a d e l C id

y de sus dos hijas, aun niñas, que allí están refugiadas. Folio 2 r., versos 50-73
Por dondequiera que pasa, « vánssele acogiendo yentesb de todas
“ oviesse (hubiese), tuviese. b ventes, gentes.
POESIA EPICA 15

partes »,6 que quieren seguirle en el destierro. Entra el Cid con su


hueste en el reino moro de Toledo y principia la campaña militar. Ca­
mina de triunfo en triunfo, y la fama de sus victorias y de las riquezas
que conquista le atrae nuevos secuaces, hasta formar un considerable
ejército.
En el segundo Cantar culmina la triunfal carrera del Cid con la con­
quista de la gran ciudad mora de Valencia. Luego, previo permiso del
rey castellano, van a reunírsele allí su mujer y sus hijas. A partir de
este instante, el poema relata la vida familiar del Cid al par que su vida
militar. Sus riquezas han despertado la codicia de dos nobles de Carrión,
que aspiran a participar de ellas casándose con las hijas del Cid. El rey,
que favorece este proyecto matrimonial, concierta para tratar de él una
entrevista con el Cid. La entrevista se celebra a orillas del río Tajo:
De un día es llegado antesc el rey don Alfons.
Quando vieron que venie el buen Campeador,
reçebir lo salen con tan grand onor.
Don lo ovo a ojo d el que en buen ora naçió,
a todos los sos« estar ! los mandó,
si non o a estos cavalleros que querie de coraçón.
Con unos quinze a tierras firió,4
commo lo comidia * el que en buen ora naçió;
los inojos» e las manos en tierra los fincó,4
las yerbas del campo a dientes las tomó/
llorando de los ojos, tanto avié11 el gozo mayor;
así sabe dar omildança m a Alfons so n señor.7

El rey, conmovido por la lealtad del Cid, le levanta solemnemente el


destierro y le pide sus hijas en matrimonio para los nobles de Carrión.
El Cid accede a la petición y regresa con éstos a Valencia, donde se cele­
bran las bodas con soberana pompa y regocijo.
El tercer Cantar, « bien cerca de dos años » después de terminar el
Cantar anterior, se abre con el relato de un episodio en la corte del Cid,
en Valencia, que pone de manifiesto la cobardía de los nobles de Carrión.
Sigue luego la llegada del rey Búcar de Marruecos con poderoso ejército
para reconquistar a Valencia, y establece su campamento en las afueras de
la ciudad. Las tropas del Cid atacan al enemigo; a la cabeza, combate
el obispo don Jerome:
e De un día . . ., Un 4 a tierras firió, echó mordió (en señal de
día antes ha llegado. pie a tierra. sumisión).
d Don lo ovo a ojo, 1 comidia, había dis­ 11avié (había), tenía.
Cuando lo tuvo a la vista. puesto. m omildança, acata­
e sos, suyos. 7 inojos, hinojos. miento.
1 estar, detenerse. 4 fincó, hincó. ” so, su: véase aclara­
a si non, excepto. 1a dientes las tomó, las ción lingüística, pág. 21.
16 ORIGENES DE LA LITERATURA POESIA EPICA 17
Ensayavas n el obispo, ¡ Dios, qué bien lidiava !
Cid sigue ignorando, conciben un odio mortal contra éste y contra sus
Dos mató con lança e çinco con el espada.
Moros son muchos, derredor le çercavan, hijas. Disponen un plan de venganza, y para ejecutarlo parten de
dávanle grandes colpes, mas nol falssan0 las armas. Valencia con ellas, despidiéndoles el Cid con amor, honores y riquezas.
El que en buen ora nasco * los ojos le fincava, Ya de camino, al llegar al robledal de Corpes, los nobles de Carrión pro­
enbraçó « el escudo e abaxó el asta/ curan quedarse a solas con sus esposas en lo más espeso del bosque, y
aguijó a Bavieca, el cavallo que bien anda, tras desnudarlas, las azotan con correas y las golpean con las espuelas:
ívalos a ferirrr de coraçón e de alma . . . 8
¡ Cuál ventura serie esta, si ploguiesse al Criador,
que assomasse essora di el Çid Campeador !10
Sigue una animada descripción de la destrucción del campamento moro
y de la persecución del enemigo. El Cid se dirige al rey Búcar, que huye exclama el anónimo juglar. Allí quedan las hijas del Cid abandonadas,
hacia el mar: desmayadas y cubiertas de sangre, mientras los de Carrión
((Acá toma, B úcar! venist dalent m ar/ Por los montes doee ivan, ellos ívanse alabando:
»veerte as con el Çid, el de la barba grant/ <( De nuestros casamientos agora// somos vengados . . . »u
«saludar nos hemos amos, e tajaremos amiztat».“
Repuso Búcar al Çid: « Confonda Dios tal am iztad! Descubierta su felonía, se celebra un duelo judicial en el que son ven­
«Espada tienes en mano e veot aguijar/ cidos y convictos. Y las hijas del Cid contraen nuevas bodas con los
«así commo semeja, en mí la quieres ensayar.
«Mas si el cavallo non estropieça o comigo non cade/
infantes de Navarra y Aragón. Con esto acaba el poema:
«non te juntarás comigo fata* dentro en la mar. » Estas son las nuevas de mió Çid el Campeador;
Aquí respuso mió Çid: «Esto non será verdad.» en este logar se acaba esta razón.»»12
Buen cavallo tiene Búcar e grandes saltos fa z /
mas Bavieca el de mió Çid aleançàndolo va. El fondo del poema es histórico, la descripción de lugares y
Alcançólo el Çid a Búcar a tres braças del mar, cuanto constituye la geografía del poema, de gran exactitud. A
arriba alçó Colada/ un grant colpe dádol ha,
las carbonclas aa del yelmo tollidas gelas h a /5 los elementos históricos o tradicionales, ha añadido el juglar un
cortól el yelmo e, librado todo lo al/» episodio sobrenatural, la aparición de un ángel cuando el Cid va
fata la pintura el espada llegado ha . . . 9 camino del destierro, y varios episodios ficticios. Comprende el
Poema del Cid una perfecta síntesis del alma castellana y de las
En esta batalla, victoriosa para el Cid, sus yernos proceden con co­ costumbres rudas y guerreras de la época: allí está descrito, junto
bardía. Pero los caudillos del Cid, para ahorrarle el dolor y la vergüenza, a las perfidias y heroicidades del campo de batalla, el ambiente
le dicen por el contrario que aquéllos se han batido valerosamente.
patriarcal de la familia castellana, cuya serenidad viene a romper
Cuando el Cid, en el colmo de la gloria guerrera y de la dicha familiar,
sueña con mayores empresas, un acontecimiento viene a tornar en hondo una brutal felonía; allí tienen sincera expresión la entereza del
dolor su alegría. Los yernos, afrentados por su propia cobardía, que el carácter castellano, y su llaneza; su amor a la libertad, a la patria
y a la religión; su piedad activa y batalladora; su profundo sen­
* Ensayavas, acometía. “ saludar nos hemos z Colada, una de las timiento de la dignidad humana; su espíritu aventurero; su leal­
0 nol falssan, no le amos, e tajaremos amiztat, dos espadas famosas del
rompen. <( nos besaremos (ambos) Cid (la otra es Tizón o tad al monarca, que no excluye la protesta enérgica contra sus
v nasco, nació. y pactaremos amistad ». Tizona). arbitrariedades; allí tienen expresión, en suma, el alma toda y los
« enbraçó, embrazó. v veot aguijar, véote ““ carbonclas, rubíes
picar (al caballo). (que adornaban el yelmo).
ideales de aquel pueblo castellano. La robusta savia popular vi­
r asta, lanza.
rr ferir, herir. w non estropieça . . ., 55 tollidas gelas ha, se vifica el poema entero. Los tipos son intensamente humanos; las
“ venist dalent mar, no tropieza o no cae las ha arrancado (roto). descripciones, rápidas y concretas. En el relato de los aconteci-
(que) viniste de allende el conmigo. cc librado . . rajado
mar (de África). x fata, hasta. todo lo demás. essora, entonces. ^ agora, ahora.
' grant, grande. v faz (hace), da. ee do, donde. 00 razón, composición (poema).
18 ORIGENES DE LA LITERATURA POESIA ÉPICA 19

mientos, el poeta camina derecho a su objeto, sin detenerse en a las Crónicas medievales. Una de las más importantes leyendas
pueriles embellecimientos. Las comparaciones son gráficas; el es la de Los Siete Infantes de Lara, sobre las rivalidades y ven­
rudo lenguaje, de eficacísima concisión y energía. Juntam ente ganzas de los miembros de una familia castellana de fines del
con la Candón de Rolando, francesa, y los Nibelungos, alemana, es siglo x. Debió de componerse el cantar en la centuria siguiente,
el Poema del Cid una de las tres grandes epopeyas de la Edad o tal vez en la duodécima; fué refundido en la primera Crónica
Media.13 general, de Alfonso el Sabio (s. x iii ); y ha venido a ser recons­
tituido en parte por Menéndez Pidal en 1896.19
4. P oema de F ernán G onzález. Soberbia figura de la Re­
conquista es asimismo la del conde Fernán González (m. 970), He aquí un ligero esbozo de esta leyenda histérico-tradicional, que tanto
fundador de la independencia de Castilla en el siglo x. Los can­ se ha utilizado en la poesía y en el drama. Con ocasión de la boda de
Ruy Yelázquez con doña Lambra de Bureba, emparentada con el conde
tares de gesta sobre el héroe fueron refundidos en una versión
de Castilla Fernán González, se celebran grandes fiestas en Burgos. A
erudita, hecha probablemente por un monje del monasterio de
ellas asisten los siete Infantes de Lara, sobrinos del novio. Habiendo
San Pedro de Arlanza, poco antes del año 1236: titúlase Poema surgido una disputa, el menor de los Infantes da muerte a cierto caba­
de Fernán González. Es el relato de las extraordinarias empresas llero, primo de la novia. Se aprestan a la lucha ambos bandos, pero por
guerreras de este conde que extendió las tierras de Castilla de « un mediación del conde de Castilla y de Gonzalo Gustioz, padre de los
pequenno rincón » a un vasto reino: Infantes, se logra la reconciliación. Algún tiempo después, doña Lambra
Nunca fue en el mundo otro tal cavallero, hace que un criado suyo afrente al menor de los Infantes, a quienes
éste fué de los moros un mortal omiçero; hh guarda rencor. Los hermanos matan entonces al criado ofensor, sin sal­
dizienle por sus lides el buitre carniçero.14 varle el haberse acogido bajo el manto de su señora, cuyas vestiduras
quedan manchadas de sangre. Ruy Yelázquez, incitado a la venganza
Para ensanchar su Castilla, luchaba contra los moros, y para por doña Lambra, urde una traición que tiene por consecuencia el cau­
defender su independencia, tiverio de Gonzalo Gustioz en la corte de Almanzor, rey moro de Cór­
Mantovo siempre guerra con los reyes d’Espanna; doba, y la muerte de los siete Infantes, los cuales son descabezados « a
non daba más por ellos que por una castanna.“ 15 oio de so ” tio Roy Blasquez, el traidor ».20 Sus cabezas fueron llevadas
a Córdoba, y presentadas al padre. Al reconocerlas éste, tras grandes
Y siempre victorioso de todos sus enemigos, porque
muestras de dolor, « tomaba las cabeças una a una . . . e contaba de los
Quiso Dios al buen conde esta graçia fazer, infantes todos los buenos fechos que fizieran ».21 Apiadado de su des­
que moros nin cristianos non le podian vençer.16 ventura, Almanzor le puso en libertad. Pasaron bastantes años, y al
Un autorizado crítico ha puntualizado con acierto que « el in­ cabo de ellos, Mudarra González—-hijo bastardo que Gonzalo Gustioz
terés del poema descansa en su marcial espíritu y en su carácter había tenido con la hermana de Almanzor, en los días del cautiverio —
fué a Castilla para vengar al padre y a los Infantes, dando muerte en
de obra que se halla a m itad de camino entre la epopeya popular
desafío a Ruy Velázquez y haciendo quemar viva a doña Lambra.
y la artística ».17
Tal como se refiere en la primera Crónica general, dominan en
5. C antares de gesta prosificados : Los Siete I nfantes
esta trágica leyenda las mismas notas de exactitud geográfica, so­
de Lara . N o fueron el Poema del Cid y el Poema de Fernán Gon­
briedad en la invención y vigoroso realismo del Cantar de Mió Cid.
zález las únicas epopeyas castellanas de aquellos siglos. Exis­
tieron otras, que no se han conservado, como El cantar de Zamora, ’’ a oio de so, ante los ojos de su.
que un erudito de nuestros días ha tratado de reconstituir.18 Las D I V. L ’Épopée castillane à travers la littérature espagnole, par R. Menéndez
leyendas de tales cantares de gesta fueron incorporadas, en prosa, Pidal, trad. Henri Mérimée, París, 1910, págs. 13-26 (ed. castellana, Madrid,
1918).
^ omiçero, homicida. 11 caslanna, castaña.
20 ORÍGENES DE LA L I T E R A T U R A POESIA EPICA 21

[2] V. R. Menéndez Pidal, Poesía juglaresca y juglares, Madrid, 1924. París, 1900, págs. 215-251; H. Morí, Aus Dichtung und Sprache der Romanen,
[3] V. Julián Ribera y Tarragó, Huellas que aparecen en los -primitivos his­ Strassburg, 1903, págs. 55-100.
toriadores musulmanes de la Península de una poesía épica romanceada que
debió florecer en Andalucía en los siglos ix y x (discurso de recepción en la A claración lingüística . — En las citas de textos antiguos, en estos
Real Academia de la Historia), Madrid, 1915. primeros capítulos, téngase en cuenta particularmente el empleo frecuente de
[4] V. R. Menéndez Pidal, L’Épopée, etc., págs. 10-13. las letras siguientes por sus correspondientes modernas:
[5] Poema de Mío Cid, ed. Menéndez Pidal (Clásicos Castellanos), Madrid,
1913, verso 20. Para estudio del texto, consúltese, de dicho editor, el Cantar b por u: cibdad, ciudad, i por j: párelo, parejo.
de Mío Cid: texto, gramática y vocabulario (3 vols.), Madrid, 1908-1911; ed. c ” g: colpe, golpe. nn ” ñ: montanna, montaña.
Archer M. Huntington, con traducción inglesa en verso, New York, 1897- ç ” c: encerrado, encerrado. o ’’ u: sospiro, suspiro.
1903; V. R. Selden Rose and L. Bacon, The Lay of the Cid (estimable trad. ç ” z: loçano, lozano. r ” l: temprado, templado.
en verso), Berkeley, 1919; útil será para muchos el Poema de Mío Cid, puesto f ” h: fierro, hierro. x ” j: dixo, dijo,
en romanee vulgar y lenguaje moderno por Pedro Salinas, Madrid, 1926. g ” h: agora, ahora. z ” c: quinze, quince.
[6] Verso 403.
[7] Id. 2013-2024. Frecuentísima es, también, la omisión de la h: omme, omne, orne, hombre;
[8] Id. 2388-2395. ora, hora; onrrado, honrado; aver, haber.
[9] Id. 2409-2424.
[10] Id. 2741-2742.
[11] Id. 2757-2758.
[12] Id. 3729-3730.
[13] V. M. Milá y Fontanals, De la poesía heroico-popular castellana, Barce­
lona, 1874; Menéndez Pidal, Poema de Mío Cid y otros monumentos primitivos
de la poesía española, Madrid, 1919; ídem, El Poema del Cid y las Cró­
nicas generales, en Revue hispanique, t. V, págs. 435-469; J. Puyol y Alonso,
E l« Cid » de Dozy, en Revue hispanique, t. X XIII, págs. 424r476; H. R. Lang,
Notes on the Metre of the Poem of the Cid, en The Romànic Review, ts. V (págs.
1-30 y 295-349), VIII (págs. 241-278 y 401-433) y IX (págs. 48-95); ídem,
Contributions to the Restoration of the Poema del Cid, en Revue hispanique,
t. LXVI, págs. 1-509; Menéndez Pidal, Poesía popular y romancero, en Revista
de Filología Española, t. I, págs. 357-377; Julio Cejador, El Cantar de Mío Cid
y la epopeya castellana, en Revue hispanique, t. XLIX, págs. 1-310.
[14] Poema de Fernán González: texto crítico, con introducción, notas y
glosario por C. Carroll Marden, Baltimore, 1904, p. 25.
[15] Ibid., p. 26.
[16] Ibid., p. 109.
[17] J. Fitzmaurice-Kelly, Historia de la literatura española, Madrid, 1921,
p. 26; V. F. Hanssen, Sobre el metro del Poema de Fernán González, en Anales
de la Universidad de Chile, t. CXV, págs. 63-89; Menéndez Pidal, Notas para
el Romancero del Conde Fernán González, en Homenaje a Menéndez y Pelayo,
t. I, págs. 429-507.
[18] J. Puyol y Alonso, en el Cantar de gesta de Don Sancho I I de Castilla,
Madrid, 1911; V. George Tyler Northup, An Introduction to Spanish Litera-
ture, Chicago, 1925, págs. 37-42.
[19] Menéndez Pidal, La leyenda de los Infantes de Lara, Madrid, 1896.
[20] Id., ibid., p. 235.
[21] Id., ibid., p. 237; V. Gastón Paris, Poemes et légendes du moyen age,

IHMWHiHmHmiuniilinrmini i ....... ttti— ~


POESÍA NARRATIVA Y LIRICA 23

Se ve que llama a esta versificación cuaderna vía; que los versos


son de catorce sílabas, con acento prosódico en la sexta; y que
los cuatro versos de cada estrofa tienen la misma rima. La nove­
CAPITULO III
dad no consiste en el número de sílabas, puesto que en el Poema
POESÍA NARRATIVA Y LÍRICA del Cid, que como sabemos es de juglaría, predominan los versos
de catorce sílabas también. Lo verdaderamente nuevo, pues, es
I. El mester de clerecía: sus orígenes, sus reglas; intendón di­ la estructura de la estrofa, que tiene cuatro versos, y la rima
dáctica. 1. Gonzalo de Berceo: sus obras; ingenuidad, sendllez y aconsonantada. Se envanece el poeta de su mester fermoso sujeto
realismo. 2. Libro de Alexandre: falta de unidad del estilo, prolijidad,
bellezas aisladas. 3. Libro de Apolonio: estilo personal del poeta.
a reglas, que non es de joglarla; y en efecto, junto a la descuidada
II. Orígenes de la lírica. 1. La razón de amor: su asunto. 2. Es­ versificación del Poema del Cid, se nota la versificación relativa­
cuela gallegoportuguesa. 3. Cantigas de Santa María, de Alfonso X: mente esmerada de los poemas del mester de clerecía, aunque en
sentimiento lírico, fervor religioso, riqueza métrica. los códices, por motivos sin duda ajenos a la voluntad del poeta,
I. E l mester d e clerecía. Lqs caballeros de la Edad abunden los versos imperfectos. ¿ Por qué les parecería a los
Media, que tan valerosamente hemos visto figurar en los cantares poetas de aquel siglo arte hermoso el de la cuaderna vía, y a los
de gesta, no se preocupaban mucho de la poesía ni del saber. No críticos modernos tan pesado y monótono? Tal vez porque no se
estaban por perder el tiempo en largos estudios ni en amenidades suele tener hoy en cuenta la gran variedad fonética que podía in­
poéticas. Toda su atención y energía estaban concentradas en la troducir el poeta mediante el empleo de los acentos secundarios.3
política activa o en los campos de batalla. Si durante las comidas En cuanto al fondo, el mester de clerecía es un género de poesía
acostumbraban a escuchar alguna lectura, no era de versos, sino didáctica, fruto de la erudición latino-eclesiástica. Para difundir
relatos guerreros o la Biblia. El estudio y la sabiduría se habían entre el pueblo el conocimiento de la vida de los santos y otros
retraído a los monasterios. Por esto la palabra clérigo era sinó­ temas sagrados, los clérigos versificaron en « román paladino, —
nima de letrado, hombre culto. Y cuando a principios del siglo en el cual suele el pueblo fablar a su vecino », es decir, en lengua
x n i surgió una escuela de poesía erudita, de los monasterios había vulgar. El asunto no es siempre religioso, ni cristianos siquiera
de surgir naturalmente. Casi todos sus cultivadores fueron clé­ sus héroes. En algunos poemas está tomado de la historia an­
rigos, y la nueva escuela recibió el nombre de mester de clerecía, tigua (Libro de Alexandre), de leyendas novelescas {Libro de
que vale tanto como arte de los clérigos o arte culto. Apolonio), o de la épica popular castellana {Poema de Fernán
En el Libro de Apolonio el poeta declara que desea « componer González). En todos ellos, sin embargo, se hace alarde de la
un romance de nueva maestría i»,1 es decir, una historia en el erudición eclesiástica y se tiende a edificar las almas con ejemplos
nuevo arte de versificar. ¿ En qué consistía este nuevo arte ? El de virtud o con prolijas digresiones devotas. La originalidad del
desconocido autor del Libro de Alexandre es quien con mayor pre­ asunto, por lo general, es nula. Los mismos poetas suelen de­
clarar que no hacen sino referir lo que ya estaba escrito, y en
cisión lo define en los versos siguientes:
algunos casos mencionan las fuentes precisas del poema; « la
Mester trago fermoso, non es de foglaria; “ mayor parte de ellos parecen haber hecho más estimación y alarde
mester es sen peccado, ca es de clerezia:b
de su doctrina que de su ingenio ».4
fablar curso rimado por la quaderna via,c
a síllavas cuntadas, ca es grant maestría.^ 2 De carácter narrativo es esta poesía, aunque abundan los epi­
sodios líricos. En conjunto, es bien prosaica, a trechos pura prosa
° mester (ministerio), defecto; ca, pues; de clere­ d a síllavas cuntadas, con la falsa vestidura poética de la versificación. La llama de la
arte; trago, traigo\dejogla- zia (de clérigo), culto. con igual número de
c curso rimado (modo sílabas (en todas las
inspiración no los ilumina y caldea sino rara vez. La narración
ria (de juglaría), popular.
b sen, sin; peccado, rimado), con rima. líneas). suele ser prolija, cansada. Las descripciones tienen la buena cua­
22
24 ORÍGENES DE LA LITERATURA POESIA NARRATIVA Y LIRICA 25

lidad de la sencillez, pero les falta la cualidad no menos indispen­ Daban olor sobeio h las flores bien olientes,
refrescaban en omne las caras e las mientes,*
sable de la emoción íntima. La atmósfera es bastante fría.
manaban cada canto ’ fuentes claras corrientes,
Carecen, pues, de originalidad, de fragancia y de buen gusto. Y en verano bien frías, en ivierno calientes.
todo esto, no colocándonos en nuestro punto de vista moderno, sino
en relación con las otras manifestaciones poéticas de aquellos siglos. La verdura del prado, la olor de las flores,
las sombras de los árbores de temprados k sabores
1. G onzalo de B erceo. Al mester de clerecía pertenece el refrescáronme todo, e perdí los sudores:
primer poeta en lengua castellana cuyo nombre se conserva, Gon­ podrie vevir el omne con aquellos olores.
zalo de Berceo (¿ 1180-1247?), clérigo del monasterio benedictino Nunqua trobé en sieglo logar1tan deleitoso,
de San Millán de la Cogolla, donde se había educado en su niñez. nin sombra tan temprada, ni olor tan sabroso.
Descargué mi ropiella por yacer más vicioso/'
Todos sus poemas, que suman en total más de trece mil versos, póseme a la sombra de un árbor fermoso.
son de asunto devoto: sobre las vidas de Santo Domingo de Silos, Yaciendo a la sombra perdí todos cuidados,
de San Millán, y de Santa Oria; tres sobre la Virgen; otros sobre odí sonosm de aves dulces e modulados:
El martirio de San Lorenzo, El sacrificio de la misa y Los signos nunqua udieron omnes BOrganos más temprados,
nin que formar pudiessen sones más acordados.
que aparecerán antes del Juicio; además de tres himnos que se le
atribuyen. Se conocen las fuentes de los poemas de Berceo,
Los omnes e las aves cuantas acaecien,”
señaladas algunas por él mismo, y otras por los investigadores levaban 0 de las flores cuantas levar querien;
modernos. Però si los temas no son originales, ni pueden serlo mas mengua en el prado ninguna non facien:1*
por su índole, Berceo supo tratarlos con inventiva, adornándolos por una que levaban, tres e cuatro nacisn . . .6
con detalles poéticos.
Este poema de los Milagros de Nuestra Señora, colección de
Entre los pasajes de mayor interés y movimiento, figuran: la
leyendas devotas para mostrar el sublime amor de la Virgen, y su
visión beatífica de las tres coronas, en la Vida de Santo Domingo
milagrosa intercesión en favor de los pecadores, es la obra más
de Silos, y en el mismo poema, la vigorosa escena en que el santo,
extensa e importante de Berceo. Cada leyenda está desarrollada
en presencia del rey, se niega a darle el subsidio que éste le pide
de modo graduado y artístico hasta llegar al desenlace, con ver­
para una empresa guerrera; las inspiradas visiones místicas de
dadero sentido dramático. La ingenuidad con que el poeta re­
que está llena la Vida de Santa Oria; la animada y pintoresca
lata la intervención divina en los actos de la vida ordinaria, como
descripción de la batalla de Simancas, en la Vida de San Millán
cosa corriente, tiene su encanto. E n medio de las visiones más
de la Cogolla; la sombría y solemne predicción del juicio final, en
fantásticas, el poeta tiene siempre rasgos de un realismo seductor.
el poema de Los signos que aparecerán antes del Juicio; y la in­
En la Vida de Santa Oria, escrita por Berceo en la ancianidad, la
troducción alegórica a los Milagros de Nuestra Señora, en la cual
santa se siente llevada al cielo en un transporte místico, y el poeta
traza un hermoso cuadro de la naturaleza y nos hace evocar el
pinta el regocijo que en la mansión celeste causa a todos la
perfume de las flores, la música de las aves y las fuentes, la ale­
llegada de la serranilla Oria; luego, al despertar del místico
gría apacible de aquel verde prado. Ha sido celebrado unánime­
ensueño:
mente como uno de los mejores pasajes:
h sobeio (sobrado), muy encontré; en sieglo (siglo), n udieron omnes, oyeron
. . . Yendo en romería, caeeíe en un prado grande. en el mundo; logar, lugar. los hombres.
verde e bien sençido/ de flores bien poblado, 1mientes, mentes. 11ropiella (ropilla), ” acaecien, aparecían.
logar eobdiciaduero pora omne » cansado. 7 canto, piedra. hatillo; vicioso (regalado), 0 levaban (llevaban), co­
k árbores, árboles; tem­ a gusto. gían.
« caecí, fui a parar. 0 eobdiciaduero, apetecible; prados, templados. m odí, oí; sonos (soni­ p ninguna non Sacien,
f sençido, oloroso. pora, para; omne, hombre. 1nunqua, nunca; trobé, dos), canto (s). ninguna hacían.
26 ORÍGENES DE LA LITERATURA POESIA NARRATIVA Y LIRICA 27

Abrió ella los ojos, cató 8 enderredor, 3. L ibro de A polonio. De autor también desconocido, y del
non vido a los mártires, ovor muy mal sabor . . .6
mismo siglo, es el Libro de Apolonio, la otra producción impor­
E n este último poema, y en el Duelo de la Virgen el día de la tante del mester de clerecía que nos faltaba por mencionar. Es
Pasión de su Hijo, es donde hallará el lector los vuelos líricos más el relato — en poco más de dos mil seiscientos versos — de las
altos y conmovedores del poeta. complicadas aventuras de Apolonio, rey de Tiro, a las que vienen
Se habrá visto por lo que queda dicho, que Gonzalo de Berceo luego a enlazarse las aventuras más inverisímiles aún de su hija
no es un gran poeta. Le falta potente fantasía soñadora. Por lo Tarsiana.
común sus versos son prosaicos. Mas a veces, tras larga sucesión
Al ausentarse Apolonio del reino, deja la niña al cuidado de Dionisia;
de estrofas vulgares, enardecido el ánimo del poeta por el fervor
impulsada ésta por una mala pasión, manda asesinar a Tarsiana, que, al
místico, nos sorprende con un arranque intensamente poético; o, punto de irse a consumar el crimen, es robada por piratas y vendida como
dejándose llevar de su temperamento realista, nos agrada con esclava; para proporcionarle dinero a su dueño, canta y baila en los
alguna descripción apropiada y bella de la naturaleza. Es in­ lugares públicos:
genuo, sencillo y efusivo. Tiene sus grandes títulos en haber sido: Luego el otro día, de buena madrugada,
a) el mayor innovador de su siglo en la poesía; 6) el que con­ levantóse la dueña ricamente adobada,8
tribuyó principalmente a dar al castellano la forma y carácter de priso una viola ‘ buena e bien temprada,
lengua poética. e salió al mercado violar por soldada.”
Començó unos viesos e unos sones * tales
2. L ibro de Alexandre . Equivocadamente se le ha atri­ que traien grant dulçor e eran naturales.
buido a Gonzalo de Berceo el Libro de Alexandre, escrito por otro Finchiense * de omnes a priesa los portales,
poeta erudito del siglo x iii , acaso Juan Lorenzo Segura, clérigo de non les cabie en las plagas, subiense a los poyales.10
Astorga.7 Este largo poema, de más de diez mil versos, tiene por
Tras diez años de ausencia, al regresar Apolonio a su reino, Dionisia
asunto las empresas legendarias de Alejandro Magno, rey de le hace creer en la muerte de Tarsiana. Cierto día, a fin de distraer el
Macedonia y Grecia, tales como se hallan referidas particular­ dolor del rey, le llevan a palacio la famosa juglaresa para que cante y
mente en dos poemas medievales, uno latino y el otro francés. baile, y entonces, en una escena de positiva emoción dramática, se re­
En algunos pasajes, conserva el estilo conciso y alegórico del libro conocen padre e hija.
latino; y en otros, el estilo difuso, con tendencia a lo maravi­
El asunto procede de una novela griega que, por intermedio de
lloso, del poema francés.8 El autor despliega su erudición his­
su traducción latina, pasó a las literaturas europeas. El autor
tórica y eclesiástica, no pequeña para su tiempo, y a fin de hacer
español desarrolló el asunto con verdadero instinto poético, con
ameno el relato, lo interrumpe con digresiones afortunadas por lo
estilo robusto y personal; y se halla libre este poema de los lu­
común, aunque, en ocasiones, largas y pesadas, como la del sitio
gares comunes tan característicos del mester de clerecía.11
y destrucción de Troya. No está libre, por supuesto, de los
graciosos anacronismos frecuentes en la literatura medieval, y así II. Orígenes de la lírica. Todo induce a creer que la
vemos a la madre de Aquiles escondiendo a este en un convento poesía popular nació con la lengua castellana. Se conservan ves­
de monjas. Contiene algunas lozanas descripciones, como la del tigios de una lírica andaluza, de origen popular y luego cultivada
mes de mayo, que empieza así: por los escritores, anterior al siglo xi.12 En la crónica del reinado
El mes era de mayo, el tiempo glorioso, de Alfonso V II el Emperador, primera m itad del siglo x ii , se hallan
cuando fazen las aves un solaz deleitoso. 8 adobada, compues­ u violar, (a) tocar la ción; sones (sonidos),
Son cubiertos los prados de vestido fermoso, ta. vihuela; soldada (paga), tonos.
da sospiros la dueña,rr la que non ha esposo . . .° *priso, tomó; viola, dinero. wFinchiense (henchían­
i cató, miró. r ovo (hubo), tuvo. rr dueña (dama), mujer. vihuela. v viesos (versos), can­ se), llenábanse.
ORÍGENES DE LA LITERATURA POESÍA NARRATIVA Y LÍRICA 29
28

repetidas alusiones a los cantos de carácter lírico del pueblo cas­ venzal, que era hermana de la suya; y el otro centro, más impor­
tellano. Existió, pues, esta poesía coetánea a la primitiva épica tante, en el noroeste, « en los reinos de Galicia y Portugal, donde
del Poema del Cid. « Pero nada de cierto sabemos, porque la no es de dudar que el ejercicio de estas ciencias, más que en nin­
pérdida de la lírica más antigua castellana es casi completa, y gunas otras regiones y provincias de España, se acostumbró »,16
apenas podemos presumirla atendiendo a derivaciones y reflejos cuyos poetas escribieron en su propia lengua gallegoportuguesa.
escasos, relativamente tardíos. »13 Por hallarse este idioma más adelantado en su desarrollo que el
castellano, y por parecerle a los poetas del resto de la Península
1. L a razón de amor. El poema lírico castellano más an­ más apropiado por su dulzura y armonía en la expresión de los
tiguo que se conserva es La razón de amor, de principios del siglo afectos, fué el idioma de la poesía lírica en toda España, con la
xiii. En esta breve composición, de autor ignorado, se relata el excepción ya señalada de Cataluña. Su dominio se extiende desde
encuentro de cierto enamoradizo escolar con una bellísima don­ el año 1200 hasta el 1350.16 Casi toda la producción que se con­
cella, en un prado de tantas y hermosas flores, serva de este período está compilada en colecciones o cancioneros
que sólx nombrar no las sabria, gallegoportugueses, siendo los tres principales el Cancionero de
mas el olor que d’i ixia » Ajuda, el más antiguo y fiel a los modelos provenzales, el Can­
a omne muerto ressuçetaria.14 cionero de la Biblioteca Vaticana y el Cancionero Colocci-Brancuti,
que en forma y espíritu muestran una tendencia más popular y
Al encuentro, descrito con graciosa naturalidad, sigue un diá­ regional.17
logo con mutuas declaraciones de amor, y pronto llega la penosa
separación, no sin que la doncella tranquilice antes al galán ase­
3. C antigas de Santa M aría . La producción más notable
gurándole la fidelidad de su pasión, pues de autor castellano, en lengua gallega, es la colección de Cantigas
no vos eamiaxe2 por un emperador. de Santa María, escritas con toda probabilidad por Alfonso X el
Sabio (1220?-1284), rey de Castilla. Contiene más de cuatro­
A continuación de este relato, v a en el mismo códice, sin so­ cientas composiciones. Al final de cada grupo de nueve poemas
lución de continuidad, una disputa entre el agua y el vino. Se de carácter narrativo, sobre casos milagrosos de la Virgen, hay
han considerado como dos poemas distintos; pero en realidad hay una verdadera cantiga o canto lírico en loor de Nuestra Señora
enlace entre ellos, pues desde el comienzo de La razón de amor ya por su hermosura, o por sus mercedes con las criaturas, o por las
se prepara la situación para Los denuestos del agua y el vino. maravillas que mediante su intercesión obra el Señor, etc. La
2. E scuela gallegoportuguesa. Aparte algunas raras com­ mayoría, de estas leyendas piadosas proceden de compilaciones
posiciones, y los pasajes líricos contenidos en los poemas narra­ medievales, fondo común de donde los poetas sacaban sin timidez
tivos, la casi totalidad de textos líricos de los primitivos poetas sus materiales. Muchas estaban ya difundidas en las literaturas
españoles están escritos en lengua gallega o portuguesa, lengua europeas, incluso en la castellana; algunas las tomó el poeta de
común entonces a los reinos de Galicia y Portugal. la tradición española; otros milagros eran nuevos, del tiempo de
Al influjo de la escuela de los trovadores, que alcanzó su apogeo Alfonso X, y varios hasta sucedidos dentro de su misma familia.
en la segunda m itad del siglo xii en el mediodía de Francia, y Están concebidas las Cantigas en un amplio y liberal espíritu.
aprovechando los elementos de la poesía popular indígena, se for­ El rey poeta, al recoger las milagrosas leyendas de la Virgen, no
maron dos centros de poesía lírica en la península ibérica: uno en desecha ni las de asunto más escandaloso, como la de aquella
el nordeste, donde los poetas catalanes escribieron en lengua pro- viuda romana que se consuela de la muerte de su marido con el
amor incestuoso de su propio hijo y es salvada luego del suplicio
x sól.. . no, ni siquiera. 2 eamiaxe (cambiase),
y d'i ixia, de allí salía. cambiaría. por la intercesión de la Virgen.18 En el tratamiento, el poeta
30 ORÍGENES DE LA LITERATURA POESIA NARRATIVA Y LIRICA 31

procede con idéntico desenfado y con excesiva indulgencia para pasaje citado y de algunos fragmentos más de Berceo, por Longfellow y otros
los pecados. Mas su fervor religioso resalta sobre las mayores poetas, se hallarán en The Poets and Poetry of Europe, Philadelphia, 1845, así
crudezas. Es tan sinceramente piadoso como realista. Su sen­ como también en Hispànic Anthology: Poems Translated frorn the Spanish by
English and North American Poets, collected and arranged by Thomas Walsh
cillez candorosa todo lo purifica. Es, en verdad, el místico ca­ (Hispànic Society of America), New York-London, 1920; ediciones modernas
ballero y trovador de Santa María. de una o varias obras de Berceo, La vida de Santo Domingo de Silos (ed. J. D.
T rata las leyendas con sentido artístico, como genuino poeta, Fitz-Gerald, en Bibl. de l’École des Hautes Études, París, 1904), El Sacrificio
sin mezclar con el arte las lecciones de teología y moral de los de la Misa (ed. A. G. Solalinde, Madrid, 1913), Gonzalo de Berceo: Prosas
escritores del mester de clerecía. Comparado con estos prolijos (ed. A. Álvarez de la Villa, con todas las obras del poeta menos Milagros de
Nuestra Señora, en Bibl. económica de clásicos castellanos, París, sin fecha);
predecesores, posee Alfonso X una sobriedad de expresión, una V. R. Lanchetas, Gramática y vocabulario de las obras de Gonzalo de Berceo,
justeza bien característica. Al elemento narrativo de los poemas Madrid, 1900; F. Hanssen, Notas a la Vida de Santo Domingo de Silos, en
del mester de clerecía, agregó el elemento lírico copiosamente, Anales de la Univ. de Chile, t. CXX, págs. 715-763; G. Cirot, L ’expression
llevando a cabo la fusión de ambos. Brilla su delicado senti­ dans G. de B., en Revista de Filología Española, t. IX, págs. 154-170; R.
miento lírico en los himnos en loor de la Virgen, y en las plegarias, Becker, Gonzalo de Berceos Milagros und ihre Grundlagen, Strassburg, 1910.
[6] B.A.E., t. LVII, p. 141.
donde implora con unción su maternal auxilio. Bello, entre otros, [7] V. Menéndez Pidal, Poesía juglaresca y juglares, Madrid, 1924, p. 355;
es el himno en que, saludando la venida del mes de mayo, hace el M. Maclas, Juan Lorenzo Segura y el Poema de Alexandre, Orense, 1913.
poeta sus peticiones a Nuestra Señora.19 [8] V. Menéndez y Pelayo, op. cit., t. II, p. Ixviii.
Rica es la variedad de formas artísticas que emplea. En cuanto [9] Citamos ahora por la ed. Morel-Fatio (p. 242), cuyas variantes en este
a la métrica y estructura de las estrofas, contienen las Cantigas pasaje son más bellas.
[10] Ed. Marden, p. 50.
todo el caudal de las escuelas gallegoportuguesa y provenzal, y [11] Marden, t. I, p. lvii.
aun aparecen extremadas las combinaciones y rimas artificiosas. [12] V. J. Ribera y Tarragó, El Cancionero de Abencuzman (discurso de
Como las cantigas, conforme su nombre indica, eran apropiadas .recepción en la Academia Española), Madrid, 1912.
para el canto, cada una de ellas va acompañada en esta colección [13] Menéndez Pidal, La primitiva poesía lírica española, en Estudios lite­
rarios, Madrid, 1920, p. 300.
de la notación musical.20 [14] Texto y estudio, de Menéndez Pidal, en Revue hispanique, t. XIII,
Bastarían las Cantigas de Santa María para consagrar el nombre págs. 608-618.
de Alfonso X. Sin embargo, en sus grandes títulos de prosista y [15] Proemio e Carta del Marqués de Santillana a D. Pedro, Condestable
magna empresa enciclopédica estriba principal y justamente su de Portugal, en 1499, en la ed. de sus Obras publicadas por J. Amador de los
importancia en la historia literaria. Y de ello trataremos en el Ríos, Madrid, 1852, p. 12; Proemio, ed. Luigi Sorrento, en Revue hispanique,
t. LV; V. H. R. Lang, The Relations of the Earliest Portuguese Lyric School
capítulo siguiente.123*5 with the Troubadours and Trouvères, en The Modern Language Notes, t. X,
columnas 207-231; J. Ribera y Tarragó, La música andaluza medieval en las
[1] Libro de Apolonio: Part I, Text and Introduction (Baltimore, 1917); canciones de trovadores, troveros y minnesinger, Madrid, 1924-25.
Part II, Grammar, Notes and Vocabulary (Prineeton, 1922), by C. Carroll [16] V. Cancionero gallego-castelhano, ed. H. R. Lang, New York, 1902, p. xi.
Marden, t. I, p. 1. [17] Canzioneiro da Ajuda, ed. C. Michaélis de Vasconcellos, Halle, 1904;
[2] El Libro de Alexandre (MS. de Madrid), ed. B.A.E., t. LVII, p. 147. Cancioneiro portuguez da Vaticana, ed. Th. Braga, Lisboa, 1878; Canzoniere
Para estudio del texto, consúltese ed. Morel-Fatio (MS. de París) en Gesell- portoghese Colocci-Brancuti, ed. E. G. Molteni, Halle, 1880; V. Eugenio Ló-
schaftfür romanische Literatur, t. X (Dresden, 1906). pez-Aydillo, Los cancioneros gallego-portugueses como fuentes históricas, en
[3] V. Versification of the Cuaderna Via, as Found in Berceo’s « Vida de Revue hispanique, t. LVII, págs. 315-619.
Santo Domingo de Silos », by J. D. Fitz-Gerald, New York, 1905, p. 39. [18] Cantiga XVII, ed. Real Academia Esp., con estudio del Marqués de
[4(] Menéndez y Pelayo, Antología de poetas líricos castellanos, Madrid, 1890- Valmar (2 vols.), Madrid, 1889.
1908, t. II, p. xl. [19] Cantiga no numerada, ed. cit., t. I, págs. 599-600.
[5] Berceo: Milagros de Nuestra Señora, ed. A. G. Solalinde (Clásicos Cas­ [20] Hay estudio sobre La música de las Cantigas: su origen y naturaleza,
tellanos), Madrid, 1922, págs. 1-4; ed. B.A.E., t. LVII; versión inglesa del con reproducciones fotográficas del texto y transcripción moderna, por J.
CAPITULO IV

LA PR O SA
1. Nacimiento de la prosa literaria. 2. Alfonso X el Sabio: sus des­
venturas políticas; sus afortunadas empresas literarias. 3. Las Siete
Partidas: naturaleza e importancia de esta obra. 4. La Primera Cró­
nica general: materiales; unidad de plan, coordinación de fuentes,
sentido artístico. 5. El apólogo: Libro de Kalila et Digma: su con­
tenido e influencia. 6. Primera novela castellana: Historia del Ca­
ballero Cifar: asunto y crítica.
1. N a c im ie n t o d e l a p r o sa l it e r a r ia . Consérvanse docu­
mentos eclesiásticos y legales, anteriores al siglo xm , escritos en
lengua castellana. Pero hasta llegar al reinado de Fernando I II
el Santo (1217-1252), no empezó a tener la prosa verdadero cul­
tivo literario. Este monarca y los príncipes de su familia mos­
traron singular curiosidad e interés por las letras. Fruto de su
personal iniciativa fue la traducción de varias obras didácticas o
legales en lengua vulgar. Entre las principales^producciones de
dicho reinado figuran los tres Anales toledanos, que relatan acon­
tecimientos desde Cristo hasta el tiempo de Fernando III, en el
mismo estilo seco, desaliñado y a menudo incoherente de los croni­
cones latinomedievales; varias compilaciones de máximas polí­
tico-morales sacadas del latín, del árabe y del hebreo, como el
Libro de los doce sabios y las Flores de Filosofía; la refundición en.
lengua castellana del Fuero Juzgo (1241), código legal de mucho
valor en la historia del Derecho español; y las versiones de al­
gunas colecciones de fábulas orientales, como el Libro de Kalila
et Digma (1251), el Libro de los engaños e los asayamientos de las
mugeres (1253) y probablemente la leyenda de Barlaam et Josaphat.

2. A lfo n so X e l S a b io . En el reinado de Alfonso X, que


sucede a su padre en 1252, se imprimió vital desarrollo al cultivo
literario de la prosa. Contaba Alfonso treinta años de edad al
ocupar el trono. Abrigaba entonces, y así continuó abrigando en
su largo reinado, ambiciosos proyectos. Era su ardiente deseo
33
LA PROSA 35
34 ORÍGENES DE LA LITERATURA

llevar la guerra a África, y allí destruir el poder musulmán. Las siguieron hasta llegar a la de mero pasatiempo titulada Libro de
turbulencias y rebeliones de la nobleza castellana, que aspiraba a ajedrez, empezado en la última parte de su reinado, mencionaremos
mayores privilegios en detrimento del poder real, y las guerras de las dos más importantes: Las Siete Partidas y la Crónica general.
Italia, y contra Inglaterra y Portugal, le impidieron a Alfonso
realizar aquel proyecto cuantas veces intentó llevarlo a cabo. 3. L as S ie t e P a r t id a s . Este código, así llamado por el nú­
Fracasaron igualmente sus ambiciones imperiales, pretendiendo mero de partes en que está dividido, se considera como la enci­
para sí o para miembros de su familia, por derechos de sucesión, clopedia jurídica más notable que produjo la Edad Media.2 El
la corona de varios reinos extranjeros; en particular, y por largos objeto capital de Alfonso era coordinar, unificar, las diversas y
años, la corona de Alemania. Fué constante en sus proyectos, contradictorias disposiciones legales del reino. Se determinan con
pero careció tal vez de energía para ejecutarlos. Faltóle además minuciosidad en Las Siete Partidas no sólo los puntos de derecho
el apoyo del pueblo castellano en sus pretensiones imperiales; político, civil, mercantil, eclesiástico y penal, sino además los
faltóle asimismo la lealtad y adhesión de la nobleza en el gobierno deberes todos del hombre con sus semejantes, con Dios y con el
interior del reino. Y aun sus hermanos y su propio hijo se le soberano. Al par que establece preceptos legales, y fija su apli­
pusieron en frente más de una vez. Todo ello, unido a pertinaz cación práctica, estudia sus orígenes y fundamentos, apoyándolos
mala fortuna, acarreó el fracaso de su política interior y extranjera. en la autoridad de los libros sagrados y en las máximas de los filó­
Su .gloria no está en la política, sino en la historia literaria y sofos y moralistas. Forma, pues, un cuerpo legal cuyos preceptos"
científica; gloria que le ha valido a Alfonso el sobrenombre de el están razonados, y esto con tanto sentido práctico y filosófico
Sabio. Congregó en torno suyo a los varones de mayor ciencia, como erudición. Su importancia estriba en los motivos siguientes:
sin mirar su raza ni credo religioso, fuesen cristianos, mahome­ a) desde el punto de vista legislativo, es la fuente del Derecho
tanos o hebreos. Y con su colaboración llevó a feliz término español moderno; b) en lo histórico, es el documento más valioso
aquellas extraordinarias empresas literarias de su reinado, que y completo que tenemos para el conocimiento de la sociedad
pueden sintetizarse en estas dos ideas: organizar los conoci­ medieval; c) en cuanto a la lengua, por tratar todos los aspectos
mientos científicos de la época, y darlos a conocer al pueblo de las relaciones humanas, contiene un caudal inmenso de voca­
castellano en su propia lengua. Bajo su personal dirección se com­ bulario; d) literariamente, aunque el estilo no tiene unidad como
pilaron o se escribieron veintitantas obras en materias de Derecho, obra de distintas manos, puede decirse que brilla en su conjunto
Astronomía, Historia, Ciencias naturales, etc. Parece indudable por la rica variedad sintáctica y por el colorido y propiedad de la
que Alfonso intervino directamente en la composición de tales expresión, alcanzando a veces una delicada gracia y fluidez
obras, discutiendo con sus colaboradores sobre los materiales que admirables.
habían de aprovecharse, fijando el plan, designando quien había
4. L a C r ó n ic a g e n e r a l . Esta historia de España, comen­
de redactarlas, dirigiendo a sus colaboradores en la composición,
y revisando después los trabajos terminados. Al corregir, cuidaba zada haoia 1270, es una vasta compilación que abarca desde la
particularmente del lenguaje y del estilo; en el prólogo del Libro más remota antigüedad del mundo hasta la muerte de Fernando III
de la Esfera se consigna que el rey enmendó por sí mismo las el Santo (1252).3 En el prólogo se declara que Alfonso el Sabio
frases que no le parecieron « en castellano derecho, et puso las mandó « ayuntar cuantos libros pudimos auer de istorias en que
otras que entendió que compilan s.1 alguna cosa contassen de los fechos d’E spanna», y sigue una
En el mismo año que ocupó el trono, principióse a trabajar en enumeración de varias de las obras que sirvieron para su compo­
las Tablas alfonsinas, astronómicas, y en los Libros del saber de sición.4 Los materiales proceden de historias y poemas romanos,
Astronomía, que corrigen muchos errores del sistema hasta en­ latinomedievales y árabes; también se recogen, prosificándolos,
tonces conocido. De las producciones de todo género que les los cantares de gesta castellanos, cuyas formas métricas y tono
LA P R O S A 37
36 ORÍGENES DE LA L I T E R A T U R A
estudio, palaciana 0 en palabra, complida de todo bien; non a tierra en el
poético se traslucen en muchos pasajes de la Crónica. En unas
mundo que la semeie h en abondança, nin se eguale ninguna a ella en
partes la traducción de los textos es literal, y en otras aparecen fortalezas, et pocas a en el mundo tan grandes como ella. Espanna, sobre
ampliados o resumidos. Mas en todo caso, se echa de ver en esta todas, es adelantada en grandez,* et más que todas preciada por lealtad.
compilación un notable adelanto del concepto de la historia y del ¡ Ay Espanna !, non a lengua nin engennoi que pueda contar tu bien . . . »°
estilo. Se la llama hoy Primera Crónica general para distinguirla
de las posteriores. El sabio monarca quiso completar su labor en este campo con
La superioridad de la Crónica general sobre las compilaciones una historia universal, la Grande e General Estoria, que se con­
más antiguas, y sus grandes méritos, se deben a las cualidades serva sin terminar e inédita, verdadera enciclopedia de la anti­
que siguen: a) el plan es mucho más vasto, tiene unidad y es güedad, de enorme extensión.
ordenado; b) se coordinan las fuentes cronológicas y narrativas; 5. E l a p ó l o g o : L ib r o d e K a l il a e t D ig m a . El género lite­
c) se fusionan, concertándolos, los elementos históricos y épicos, rario del apólogo o fábula tiene su origen y superior desarrollo en
y se da a este elemento popular y tradicional su verdadero valor; las literaturas orientales. Se caracteriza por la tendencia didác­
d) se inspira en cierto sentido literario, « sometiendo los textos tica, en forma de ejemplos, presentados de modo ameno y re­
que le sirven de fuente a una amplificación, sin otro objeto que el creativo, y cuyos personajes suelen ser animales. Por medio de
de hacer más animado el relato . . . Además de la ampli cación las traducciones árabes, el apólogo pasó a la literatura castellana.
decorativa, la hallamos otras veces retórica, de discursos y elo­ El primer libro de fábulas y cuentos orientales en lengua caste­
gios, de reflexiones moralizadoras . . . »;5 e) y es, finalmente, la llana, y el más imita,do después, es el Libro de Kalila et Digma,
primera historia general de un pueblo moderno escrita en lengua vertido del árabe por mandato de Alfonso el Sabio en 1251.7 El
vulgar. Digno de notarse es, asimismo, la circunstancia de que, título está tomado del tercer cuento, el mejor y más extenso de
al incorporar los cantares de gesta, se llama la atención en re­ todos ellos, que trata de las intrigas de dos lobos cervales, Kalila
petidas ocasiones sobre hechos relatados por aquéllas que « non y Digma, en la corte del león, rey de los animales. Envidiosos de
podían seer »; no obstante, los compiladores muestran a menudo la privanza del toro, confidente y ministro del león, le hacen pasar
excesiva credulidad. por traidor a los ojos de éste. El toro es condenado a muerte.
Parece indudable que toda la segunda m itad de la Crónica Probada luego la falsedad y malas artes de Digma, es sentenciado
general fué compuesta en el reinado de Sancho IV, hijo y sucesor por el león a que lo maten « con fambre e con set, et murió mala
de Alfonso el Sabio. De la primera parte, la de lenguaje más muerte en la cárcel». Es este libro una colección de fábulas lige­
arcaico, trasladaremos a continuación unos cuantos párrafos del ramente enlazadas. El fondo de muchas de ellas no es nada mo-
loor de España, que los compiladores tomaron del cronicón latino ralizador. « En la fábula ha predominado desde sus más remotos
de Lucas de Tuy (m. 1249): orígenes cierto sentido utilitario, un concepto de la vida muy poco
desinteresado y que concede más de lo justo a la astucia y a la
« Pues esta Espanna que dezimos, tal es como el parayso de Dios, ca
m aña.»8 El Libro de Kalila et Digma influyó de modo capital en
riégase con cinco ríos cabdales “ que son Ebro, Duero, Taio, Guadal-
quiuil, Guadiana; e cada uno dellos tiene entre sí et ell otro grandes
la prosa del siglo siguiente. En su estilo, forma y carácter se ins­
montannas et tierras; e los ualles 6 et los llanos son grandes et anchos, et piraron las primeras obras castellanas originales de tendencia
por la bondad de la tierra et ell humor de los ríos lieuanc muchos fructos ejemplar y recreativa.
et son ahondados d . . . Espanna, sobre todas, es engennosa, atreuuda * 6. H is t o r ia d e l C a b a l l e r o C if a r . Esta novela, la primera
et mucho esforçada en lid, ligera en aífán, leal al sennor, affincada1 en original en lengua castellana, debió de escribirse entre 1299 y
° cabdales (caudales), c lieuan (llevan), pro- * engennosa, ingeniosa; 0 palaciana, cortés. 1 grandez, grandeza.
caudalosos. ducen. atreuuda, atrevida.
h semeie, asemeje. 1 engenno, ingenio.
6 ualles, valles. d ahondados, abundantes. 1 affincada, firme.
38 ORÍGENES DE LA L I T E R A T U R A LA P R O S A 39

1303.9 Se desconoce al autor, aunque por su familiaridad con las milagros, de la novela bizantina. Toda la segunda parte es de
Sagradas Escrituras, alarde de erudición e insistente nota mo- índole didáctica, un tratado político-moral en que Cifar corrobora
ralizadora, debió de ser clérigo; se ha supuesto, sin fundamento sus consejos con apólogos y anécdotas. La tercera, tanto por el
bastante, que era toledano el clérigo. tipo de Roboan, dotado de la juventud, virtudes y encantos per­
sonales del caballero andante, como por la idealidad que inspira
Cifar es valeroso caballero en la corte de cierto rey de la India. Cor­
sus aventuras, por sus amores y encantamientos, es la parte más
tesanos celosos inducen al rey a prescindir en sus guerras de la ayuda de
Cifar. Y éste, sintiéndose humillado, abandona el reino en compañía de
típicamente caballeresca de esta novela.
su esposa Grima y de sus dos hijos pequeños. Un secreto guarda este El autor ha sacado sus materiales de las fuentes más diversas,
caballero, el de su linaje real. Siendo niño había oído decir a su abuelo popularizadas casi todas ellas en la literatura medieval. Crea­
que descendían de reyes, y por las maldades de cierto antecesor habían ción enteramente original, genuinamente española, es la del Ri­
perdido el trono y también la gracia de Dios. En efecto, una desventura baldo, escudero del caballero Cifar. En el Ribaldo está esbozado
persigue a Cifar: no hay bestia que no se le muera antes de los diez días el tipo del escudero alegre y práctico (junto al triste y soñador
de poseerla. Si un trono se perdió por la maldad, le había dicho el abuelo, caballero), socarrón y, aunque sencillo, con un fondo de malicia
otro podría ganarse por la virtud y el esfuerzo. Y el caballero Cifar en­ y sabiduría popular, que suele declarar en refranes; que ama tier­
carna los ideales de valor, piedad y justicia, « e por las hazañosas cosas namente a su caballero andante y, sin entender sus ideales, por
et dignas de admiración que hizo, en las cuales creían las gentes que Dios
amor le sigue. Se comprenderá el valor de la Historia del Caballero
le ayudaba, llamáronle el Caballero de Dios, el cual no menos fué te­
Cifar teniendo en cuenta: a) que es la primera novela, original en
meroso de Dios et obediente a sus mandamientos que esforçado en las
cosas de la caballería, e amador de verdad y de justicia ».10 Las heroicas castellano; 6) que figura entre las más antiguas novelas de ca­
aventuras de Cifar culminan con su triunfo sobre el enemigo del rey de ballerías de fecha conocida en Europa; c) que en ella se presenta
Mentón, a cuya muerte, acaecida poco después, nuestro caballero le por vez primera, y con fisonomía bien marcada, el prototipo de
sucede en el trono. una de las creaciones inmortales de la literatura universal, el pro­
En esta primera parte de la novela se refiere además la desaparición de totipo de Sancho Panza.
los dos hijos de Cifar, robado el uno por una leona, extraviado el otro en
[1] Incluida en Libros del Saber de Astronomia, ed. M. Rico y Sinobas (5
una ciudad, y también, largamente, las aventuras de su esposa Grima,
vols.), Madrid, 1863-67; V. F. Hanssen, Estudios ortográficos sobre la Astro­
robada por piratas. Por intercesión del poder divino, que obra varios nomía del rei don Alfonso X , en Anales de la Univ. de Chile, t. XCI, págs. 281—
milagros, Cifar, ya rey, se ve reunido con su esposa e hijos. 312; A. G. Solalinde, Intervención de Alfonso X en la redacción de sus obras,
Los cincuenta y tres capítulos de la segunda parte contienen los con­ en Rev. de Filología Esp., t. II, págs. 283-288.
sejos y enseñanzas que Cifar da a sus hijos sobre las responsabilidades y [2] Las Siete Partidas, ed. Real Acad. de la Historia (3 vols.), Madrid, 1807;
deberes del perfecto caballero y del monarca sabio y justo. La narración, V. F. Martínez Marina, Ensayo histórico-crítico sobre la legislación . . . especial­
interrumpida al terminar la primera parte, se reanuda en la tercera con mente sobre el código de Las Siete Partidas, Madrid, 1834.
las aventuras de Roboan, el segundo hijo de Cifar. El príncipe, seguido [3] Primera Crónica General, ed. Menéndez Pidal, en N.B.A.E., t. V.
de trescientos caballeros del reino, sale en busca de aventuras, « a probar [4] Ibid., p. 4.
[5] Menéndez Pidal, La Crónica general, en Estudios literarios, Madrid, 1922,
las cosas del mundo » ,u Por sus grandes cualidades, llega a ser el favorito
p. 242.
de un emperador, quien a su fallecimiento sin sucesión, le deja a Roboan
[6] Ed. cit., p. 311.
el imperio. [7] Ed. J. Alemany y Bolufer, Madrid, 1915; ed. B.A.E., t. LI.
[8] Menéndez y Pelayo, Orígenes de la novela, en N.B.A.E., t. I, p. xxi.
En la composición de esta obra entran elementos de diferente [9] V. Charles P. Wagner, The Sources of « El Cavallero Cifar », en Revue
naturaleza y procedencia. En la primera parte, las aventuras de hispanique, t. X, p. 10.
[10] Historia del Cavallero Cifar, ed. H. Michelant, en Bibliothek des Litte-
Cifar son las propias de un libro de caballerías; las de su esposa raríschen Vereins in Stuttgart (Tübingen), t. CXII, p. 1.
Grima son las aventuras fantásticas, con piratas, naufragios y [11] Ibid., p. 175.
i

II. — É P O C A D I D Á C T I C A
(SIGLO XIV)
CAPÍTULO V

OBRAS EN PROSA
1. Generalidades sobre la literatura del siglo xiv: decadencia de la epo­
peya y del mester de clerecía, tendencia satírica y moralizadora, inde­
pendencia literaria y nota personal. 2. La prosa recreativa y didáctica:
el Infante don Juan Manuel: examen del Libro del caballero y del es­
cudero y del Libro de los estados. 3. Libro del Conde Lucanor: pro­
greso del diálogo y eficacia del lenguaje. 4. La narración histórica;
valor de las Crónicas. 5. El Canciller Pero López de Ayala: sus
Crónicas: adelanto que representan; orden, veracidad, gusto literario.
6. El Rimado de Palacio completa la visión histórica de las Crónicas.
1. G e n e r a l id a d e s . N o puede considerarse el siglo xiv como
un siglo de grandes escritores. Tres hay que dan una nota per­
sonal inconfundible, y tienen positiva importancia en la historia
literaria: D. Juan Manuel en la prosa recreativa y didáctica, el
Arcipreste de Hita en la materia y forma poéticas, y Pero López
de Ayala en la narración histórica. Hablaremos de cada uno de
ellos en breve. Pero hemos de hacer antes algunas observaciones
generales sobre la literatura de este siglo.
Aparecen en él las últimas manifestaciones del mester de clerecía
con el Libro de miseria de homne — entre otras obras —, en el cual
resume un clérigo ignorado textos bíblicos y profanos sobre las
miserias hum anas;1 y las últimas manifestaciones también del
mester de juglaría con el Poema de Alfonso Onceno,2 sobre las em­
presas heroicas de dicho rey de Castilla (1311-1350) contra los
reinos moros de Andalucía, y con el poema perdido, pero prosifi-
cado en la Crónica general de 1344, sobre la juventud del Cid.
Existe refundición de la redacción primitiva del poema en un
manuscrito del siglo xv; refundición cuyo largo título se suele
abreviar con el de E l Cantar de Rodrigo o Las mocedades del Cid.3
La figura tan real y humana del caudillo castellano en la primitiva
epopeya del Cantar de M ió Cid, se transforma en héroe novelesco
en el poema refundido en E l Cantar de Rodrigo, que marca el punto
final de la decadencia de la epopeya; su importancia es grande,
sin embargo, por haber sido la fuente de las numerosas produc-
43
44 EPOCA DIDACTICA OBRAS EN PROSA 45

ciones modernas sobre el Cid en la literatura española y en la de caballería, sobre el mayor pesar y el mayor placer, sobre el
extranjera. paraíso, el infierno, los elementos, los planetas, las aves, etc. Es
La influencia francesa, que se había mostrado particularmente una especie de tratado didáctico, con ligerísimo elemento novelís­
en el mester de clerecía, disminuye rápidamente en el curso de tico al principio; apenas hay diálogo, pues el escudero sólo pre­
este siglo; y en su lugar, y junto a lo típico castellano, se inicia gunta o habla en cuatro o cinco pasajes del libro. Está inspirada
levemente la influencia clásicolatina en la narración histórica esta obra en el Libre del orde de Cavalleria del mallorquino R a i ­
(Crónicas del Canciller Pero López de Ayala). Toman carta de mundo L u l io (1235-1315), uno de los mayores sabios de España
naturaleza en las letras castellanas: la ironía, en la prosa, en la Edad Media.
con el Conde Lucanor, y la sátira, en bl vérso, con el Libro Mayor tentativa de empleo del diálogo se encuentra en el Libro
de buen amor; y ambas, juntamente con la tendencia moraliza- de los estados (1330), que está dividido en dos libros o partes: « el
dora, se enseñorean de la literatura de este siglo y del siguiente. primer libro fabla de los estados de los legos, et el segundo fabla
Entre las obras de índole moral y filosófica, corresponde lugar de de los estados de los clérigos; et el primero ha cient capítulos, et
distinción a los Proverbios morales (de 1350 a 1369),2*4*de Sem Tob, el segundo ha cincuenta capítulos ». Está compuesto « en manera
también llamado Santob, primer judío que escribió en castellano, de preguntas et de repuestas que facían entre sí un rey et un
y cuya obra, en verso, introduce un nuevo género: la poesía sen­ infante, su fijo, et un caballero que crió al infante, et un filósofo ».8
tenciosa o epigramática. Constituye un completo cuadro de los estados y clases de la so­
En conjunto, cabe decir que se acentúa la nota de nacionalidad, ciedad del siglo xiv.
de castellanismo, en el fondo y en la forma; especialmente en la
poesía, pues los temas galantes de la escuela gallegoportuguesa 3. L ib r o d e l C o n d e L u c a n o r . En los dos libros arriba men­
van cediendo lugar a los filosóficos y morales, fruto genuino del cionados no hay verdadero diálogo, sino largas explicaciones de
grave espíritu castellano; la lírica popular inicia su entrada en la uno de los personajes, apenas interrumpidas por su oyente. Donde
literatura, con los cantares serranos y los cantares de ciegos del el diálogo apunta ya con cierta naturalidad es en el Libro del Conde
Arcipreste de Hita; y la lengua de Castilla acaba por reemplazar Lucanor (1335), la obra maestra de D. Juan Manuel y de la prosa
al gallegoportugués como lengua poética. castellana de aquel siglo. Su fin didáctico es bien patente en todas
las páginas; expresamente declara ya su autor en el prólogo que
2. L a p r o sa r e c r e a t iv a y d id á c t ic a : D on J u a n M a n u e l . lo escribió « deseando que los ornes fiziesen en este mundo tales
De espíritu turbulento y batallador era el Infante D. Juan Manuel obras que les fuessen aprovechosas de las onrras et de las faziendas
(1282-1348), sobrino de Alfonso el Sabio. Mezclóse en las más et de sus estados, et fuessen más allegados a la carrera por que
graves intrigas de la corte castellana, guerreó mucho contra los pudiessen salvar las almas. E t puso en él los enxienplos más
moros, y en más de una ocasión, negando obediencia al rey Al­ aprovechosos que él sopo . . . » 7 Consta de cincuenta y un capí­
fonso X I de Castilla, y aliándose con los moros de Granada, le tulos, llamados ejemplos, y tres breves capítulos más llamados
combatió vigorosamente. Amante de las letras, halló tiempo de partes. Está escrito en forma de conversaciones que el conde
cultivarlas en medio de su agitada existencia. Varias de sus obras Lucanor tiene con su consejero Patronio: el conde le consulta
se han perdido, algunas poéticas. De las que se conservan, citare­ acerca de casos de moral social o de política, y Patronio le responde
mos las mejores. con un cuentecillo, un apólogo, una alegoría o una parábola. Todos
En el Libro del caballero y del escudero? de fecha ignorada, cierto los ejemplos tienen una terminación que apenas varía de la que a
caballero anciano da explicaciones y consejos a un escudero — continuación presentamos como muestra, excepto en el verso
hecho más tarde caballero por el rey — sobre cuál es el más pareado, que encierra en cada caso la enseñanza o lección moral
honrado estado en este mundo (el de caballero), sobre la orden que del ejemplo se deduce:

SH n o n
m m
46 EPOCA DIDACTICA OBRAS EN PROSA 47

« E al conde plogo ®mucho deste consejo que Patronio le dió, et fízolo la primera mitad del siglo xiv. Son relatos escuetos, a trechos
a s í . . . E t porque don Johan se pagó b deste exienplo, fízolo poner en este desordenados e incoherentes, y siempre laudatorios para los
libro et fizo estos viesos 0 que dizen así: monarcas.
No comas siempre lo que as ganado,
bive tal vida que mueras onrrado. » 8 5. P e r o L ó pez d e A y a l a . Junto a dichas crónicas, ofrecen
un progreso considerable las escritas por el Canciller Pero López
Es una variada, rica e interesantísima colección de temas pro­ de Ayala (1332-1407), sobre los reinados de Pedro I, Enrique II,
cedentes de las literaturas orientales, de la clásica grecorromana Juan I y la mayor parte del reinado de Enrique III; cubren desde
y de la historia española, tratados con fuerte individualidad de el año 1350 al 1396. El Canciller estuvo al servicio de estos cuatro
estilo. El Conde Lucanor representa un adelanto sobre la prosa monarcas, y desempeñó papel principalísimo en las rivalidades y
anterior: posee mayor riqueza de modos de expresión; la frase turbulencias de dichos reinados. Como cronista, narra de manera
se acopla con más naturalidad y concisión a las ideas; atento el ordenada y clara, es verídico e imparcial. Por lo común se ciñe
autor a acumular en ella « trabazón lógica y fuerza didáctica, se como los cronistas anteriores al relato escueto y minucioso de los
detiene en desarrollar los sentimientos que pone en juego, se hechos, pero en ocasiones se detiene a preparar una situación, un
esmera en preparar las situaciones a que la narración conduce, acontecimiento notable, con sentido dramático, y le da animación
pero en cambio, mira con manifiesto desvío la ornamentación al relato, poniendo discursos en labios de los personajes, cuya
externa del relato »;9 el diálogo comienza a articularse, y la ex­ psicología penetra y declara con maestría, atribuyéndoles cartas
presión, más intencionada, « sabe lograr ya efectos más variados, que se cambian entre ellos, con observaciones y juicios profundos
entre los que sobresale la ironía »;10 el estilo es más claro, personal sobre los acontecimientos.
y elegante. La mejor de tales crónicas es la del reinado de D. Pedro I,
apellidado por unos el Cruel y por otros el Justiciero, y al cual nos
4. L a n a r r a c ió n h is t ó r ic a . La prosa castellana, durante los describe su presente historiador en los términos siguientes:
siglos medievales, se ejercita principalmente en la narración
histórica. Larga es la lista de las crónicas: hay crónicas generales « E fué el rey don Pedro asaz d grande de cuerpo, e blanco e rubio, e
de España, crónicas de cada reinado, crónicas de la vida de per­ ceceaba un poco en la fabla. Era muy cazador de aves. Fué muy so-
fridor de trabajos. Era muy temprado e bien acostumbrado en el comer
sonajes ilustres, y también de sucesos particulares. Su interés es
e beber; dormía poco, e amó muchas mujeres. Fué muy trabajador en
grande para el conocimiento de aquellos siglos, así como para el
guerra; fué cobdicioso de allegar tesoros e joyas . . . E mató muchos en
estudio del desarrollo de la lengua y del estilo. En las crónicas su regno/ por lo cual le vino todo el daño que avedes oído. Por ende/
de López de Ayala y en algunas del siglo xv, hay páginas de diremos aquí lo que dixo el profeta David: Agora los reyes aprended, e
agradable lectura, y aun elocuentes y dramáticas; pero hasta sed castigados todos los que juzgades el mundo: ca" grand juicio e mara­
fines del siglo xvi, no hallará el lector moderno ninguna narración villoso fué éste, e muy espantable. »11
histórica cuya amenidad, arte y sostenido interés, conviden a su
entera lectura. 6. E l R imado d e P a l a c io . El severo ..Canciller fué, además
Hemos hablado ya de la primera Crónica general, de Alfonso el de cronista, censor satírico en verso. Su principal obra poética
Sabio, y añadiremos ahora que de ella salieron varias refundiciones está contenida en el Rimado de Palacio, que tiene no menos valor
y crónicas desglosadas, diferentes entre sí. Llegaba aquélla hasta que sus Crónicas para el conocimiento de aquel siglo. Los poemas
el año 1252, en que muere Fernando III. Las crónicas de los tres de esta colección — donde se halla empleada por última vez la
reinados siguientes fueron escritas, por orden de Alfonso XI, en cuaderna vía — pertenecen a épocas diversas de la agitada y
“ plogo (plugo), agradó. b pagó, complació. c viesos, versos. d asaz, bastante. 6 regno, reino. ^ Por ende, por eso. 0 ca, pues.
48 EPOCA DIDACTICA OBRAS EN PROSA 49

dramática existencia del Canciller, según los ocios de sus graves Don Juan Manuels, Halle, 1880; F. Donne, Syntaktische Bemerkungen zu
Don Juan Manuels Schriften, Jena, 1891.
ocupaciones se lo iban permitiendo. Tal vez compuso la mayor [11] Ed. B.A.E., t. LXVI, p. 593. Las otras tres Crónicas de López de
parte de ellos después de caer prisionero de los portugueses en la Ayala, en B.A.E., t. LXVIII.
batalla de Aljubarrota (1385), cuando estaba en una jaula de [12] Poesías del Canciller Pero López de Ayala, ed. A. F. Kuersteiner, en
hierro, o como él dice: Bibliotheca hispánica, ts. XXI-XXII, New York, 1920: cita en t. XXI, p. 31;
V. M. Díaz de Areaya, El Gran Canciller D. Pero López de Ayala: su estirpe,
en fierros et cadenas, et en cárcel ençerrado. su cuna, vida y obras, Vitoria, 1900.

Describe, además de « los fechos del Palacio » que dan nombre


al libro, los acontecimientos, tipos y costumbres de su tiempo.
Severísimo censor, flagela con igual violencia satírica a los merca­
deres ladrones, que tienen las tiendas oscuras al vender, y luego
abren las ventanas al contar el dinero; a los validos del monarca,
que forman « cofradía con todos los diablos »; al bajo clero, igno­
rante, codicioso, malvado:

Si estos son ministros, sonlo de Satanás,


ca nunca buenas obras tú fazer les verás.12

Ningún tipo de la sociedad, desde el papa y el rey hasta el


último menestral, se libra de las sátiras de este reprensor de las
costumbres: su musa indignada carga de negros colores aquel
cuadro social de su tiempo.1

[1] Ed. Miguel Artigas, en Boletín de la Biblioteca Menéndez Pélayo, San­


tander, 1920.
[2] Poema de Alfonso Onceno, ed. B.A.E., t. LVII, págs. 477-551.
[3] El Cantar de Rodrigo, ed. B. P. Bourland, en Revue hispanique, t. XXIV,
págs. 310-357; V. Menéndez y Pelayo, Tratado de los romances viejos, Madrid,
1903, t. I, págs. 337-345; Menéndez Pidal, Poema de Mío Cid y otros monu­
mentos primitivos de la poesía española, Madrid, 1919, págs. 247-297.
[4] Proverbios morales, ed. B.A.E., t. LVII, págs. 331-372; V. L. Stein,
Untersuchungen über die Proverbios Morales von Santob de Carrion, Berlin,
1900; Menéndez y Pelayo, Antología de poetas líricos, t. III, págs. cxxiv-
cxxxvi.
[5] Libro del caballero y del escudero, ed. B.A.E., t. LI, págs. 234-257; ed.
S. Gráfenberg, en Romanische Forschungen, t. VII.
[6] Ed. B.A.E., t. LI, p. 278.
[7] El Libro de los Enxiemplos del Conde Lucanor, etc., ed. Hermann Knust,
Leipzig, 1900, p. 1.
[8] Ibid., p. 93.
[9] Menéndez Pidal, Antología de prosistas castellanos, Madrid, 1917, p. 29.
[10] Id., ibid., p. 30; V. G. Baist, Alter und Textüberlieferung dcr Schriften
CAPITULO VI

LA POESÍA: EL ARCIPRESTE DE HITA


1. Libro de buen amor: noticias biográficas que contiene; proemio.
2. Asunto del poema; aventuras del arcipreste en la dudad; el ard-
preste en las montañas, y sus cuadros de la naturaleza; la batalla de
doña Cuaresma y don Carnal; el tipo de Trotaconventos. 3. Mate­
riales y carácter del poema; riqueza de géneros poéticos y formas
métricas; viveza, ironía y realismo.
1. L ib r o d e b u e n a m o r . La obra capital del siglo xiv es el
poema de más de siete mil versos conocido por el título de Libro
de buen amor, del A r c ip r e s t e d e H it a . Dispersas andan por todo
el libro las pocas noticias que del autor tenemos: su nombre (Juan m u í f r t tV* Khf*jk
Ruiz), su cargo de arcipreste de Hita, provincia de Guadalajara, Ajkla: fAf* <£¡»m

el lugar de su nacimiento o de su residencia temporal (Alcalá


de Henares), algo de sus viajes, y la fecha en que acabó de com­
poner el libro (1330 en un manuscrito, 1343 en otro), y, según
agrega el copista, estando preso en Toledo por mandato del arzo­
bispo. También hace su autorretrato, por boca de Trotacon­
ventos: corpulento, la cabeza grande, los ojos pequeñillos bajo
cejas espesas y negras como el carbón, la nariz larga, grande
también la boca, los labios gruesos, corto y robusto el cuello, el
andar sosegado, buen músico y alegre enamorado.1
Empieza el poeta su Libro de buen amor, es decir, del amor de
Dios, con unas estrofas de invocación al Señor, pidiéndole bendi­
ción y gracia. Manifiesta luego en el proemio, escrito en prosa,
que aspirando nada menos que a la salvación del alma, compuso
su libro en bien del prójimo; que en él se trata d e « algunas maneras
Y '*r(*
e maestrías e sotilezas engañosas del loco amor del mundo », amor XA-f s
que el autor reprueba. Pero como el pecar es cosa humana, «si
algunos (lo que non los consejo) quisieran usar del loco amor,
J l W -C 4 U f U M f y t
o 9* n ¿«r* »»¿7» -cfii-íKi |*
aquí fallarán algunas maneras para ello ».2 Y en este tono de
desconcertante franqueza se halla escrita toda la obra. Permiso de The Hispànic Society of America

2. A su n to La narración propiamente novelesca,


d el po em a .
Libro de buen amor: manuscrito de Salamanca (1343)
de novela picaresca en verso, comienza con el primer amor de un Folio 1 r.
arcipreste (que bien se ve que es el de Hita) a quien la pasión
50
LA P O E S Í A 51

amorosa le quema « cuerpo e alm a». Recházale la amada, y


el arcipreste, descorazonado, reflexiona sobre las vanidades del
mundo. Pero pronto, recobrando la jovialidad y el ímpetu amo­
roso, emprende dos nuevas conquistas, nada afortunadas. A cada
derrota, el arcipreste torna la mirada al cielo, se siente arrepentido
y devoto, razona acerca de las miserias de la vida y cree por un
momento que el único amor verdadero es el amor de Dios. Su
fervor y filosofía son sofocados al punto por una explosión de
epicúrea alegría de vivir.
Una noche, a raíz del tercer fracaso, que tenía entre místico y encole­
rizado al arcipreste, se le presenta su vecino don Amor, el vecino de su
alma, con el cual entabla acalorada disputa: échale en cara sus men­
tidas promesas y los males que acarrea al mundo; respóndele el lindo
don Amor muy dulcemente, defendiéndose y dando al arcipreste lecciones
sabias sobre el amor, sobre el tipo de mujer que debe elegir el buen ama­
dor, y sobre el modo de cortejarla.
Enamorado ahora de cierta doña Endrina, la más apetitosa viuda de
la ciudad, el arcipreste solicita el auxilio de doña Venus, esposa de don
Amor, la cual le contesta con discretas advertencias relativas al arte y
ciencia amatoria. Es de notable movimiento y colorido la llegada de
doña Endrina a la plaza, y su entrevista con el arcipreste:
¡ Ay Dios, e cuán fermosa viene doña Endrina por la plaça!
¡ qué talle, qué donaire, qué alto cuello de garça!
¡qué cabellos, qué boquilla, qué color, qué buen andança!
Con saetas de amor fiere cuando los sus ojos alça.3
El arcipreste, siguiendo un consejo de doña Venus, escoge a cierta
vieja llamada Trotaconventos, « artera e maestra e de mucho saber »,
para que le sirva de mediadora en sus amores. Con tan valioso auxiliar
empiezan los triunfos del arcipreste. Logra la astuta vieja cumplido
éxito en sus gestiones: el arcipreste goza con doña Endrina la apetecida
felicidad. Y entonces vemos a este primitivo poeta pintar con sor­
prendente delicadeza las ternuras del amor.
La repentina muerte de su amante le deja al arcipreste desolado y
enfermo. Pero no hay que compadecerle demasiado. Su pesimismo filo­
sófico y devota exaltación serán ahora tan fugaces como en otras oca­
siones: su fuerte naturaleza y desenfrenada alegría de vivir ganarán
pronto la partida. Márchase de excursión a las montañas, y no le faltan
allá aventuras que le consuelen con las serranas. Y el amor que profesa
a la naturaleza y el conocimiento que de ella posee, le hacen trazar aquí
cuadros breves en que nos da con maravillosa fuerza las sensaciones del
campo, la visión de sus rústicos pobladores y de sus apacibles delicias.
LA P O E S I A 53
52 ÉPOCA DIDÁCTICA
Llora amargamente a su honrada servidora, y le escribe un lauda­
Tanto valen estas descripciones como sus cuadros de costumbres de la
torio epitafio sobre la tumba: ni frente a la muerte pierde el Arcipreste
ciudad. Es siempre el Arcipreste de Hita, en todas partes, un profundo
de Hita su gesto burlón. Puede llorarla también como artista, porque
observador de la naturaleza en sus más variados aspectos. Y con los
Trotaconventos es su más fuerte creación. Tenía este tipo de alcahueta
cantares serranos de esta parte del libro, llenos de espontánea y seductora
ciertos vagos antecedentes en las literaturas antiguas, y aun en la cas­
sencillez, introduce en nuestra literatura la lírica popular.4
tellana, pero es el Arcipreste de Hita quien fija de modo definitivo su
De las pintorescas aventuras con las serranas, pasa a cantar los loores
fisonomía: servidora del amor, tiene su parroquia entre clérigos y ga­
de la Virgen y a relatar la Pasión de Nuestro Señor. De vuelta ya en la
lanes enamoradizos, y a todos sirve por codicia pero con protestas de
ciudad, próximo el miércoles de ceniza, doña Cuaresma envía al arcipreste
desinterés; zalamera y beata, visita iglesias y conventos, y entra en las
un cartel de desafío para don Carnal. Llega el día de la batalla, el primero
casas con pretexto de negociar en joyas o paños, mas en realidad para
de la cuaresma. Un ejército de gallinas, perdices, conejos, cabritos,
ponerse al habla con las doncellas, conquistar con hechizos su voluntad,
faisanes, etc., sigue a don Carnal; otro ejército de pescados, de sardinas,
y perderlas: este tipo, que alcanzará toda su grandeza humana y dia­
jibias, anguilas, camarones, etc., sigue las banderas de doña Cuaresma.
bólica siglo y medio más tarde, en La Celestina, y entonces entrará de
Detallada es la enumeración de estos guerreros, de su jerarquía militar,
lleno en la literatura universal, es la creación del Arcipreste de Hita.6
de sus particulares habilidades, del orden de los escuadrones. Las dos
Después del epitafio en honor de la vieja perversa, el arcipreste pasa a
huestes enemigas toman posiciones, y se entabla al fin la lucha tremenda,
declarar beatíficamente cuáles son las armas que todo cristiano debe
que el poeta narra con todos sus particulares incidentes y episodios
emplear para vencer al demonio, al mundo y la carne. A renglón seguido,
heroicos, lleno de épica gravedad. Queda vencido el ejército de don
nos enseña picarescamente las deliciosas propiedades de las mujeres
Carnal, y éste malherido. Pero pasadas las siete semanas de abstinencia,
pequeñas:
los dos emperadores del mundo, don Carnal y don Amor, regresan triun­
Como en chica rosa está mucho color,
falmente entre las aclamaciones de clérigos y legos, de frailes y monjas, en oro muy poco grand preçio e grand valor;
de dueñas y juglares, que habían salido a recibirles. como en poco blasmo b yase grand buen olor,
A continuación del admirable poema burlesco, viene una descripción así en dueña chica yase muy grand sabor.
bellísima de los meses y estaciones del año.
El arcipreste, que ha recurrido nuevamente a los servicios de Trota­
Chica es la calandria, e chico el roisiñor,
conventos, continúa sus empresas amorosas; y después de una dama que
pero más dulçe canta que otra ave mayor:
vió haciendo oración le llega su turno a una monja, cuyas apropiadas la muger que es chica, por eso es mejor,
cualidades para el amor ensalza Trotaconventos: entre otras cosas, con doñeoc es más dulçe que açúcar nin flor .. ,7
porque ni se casan ni rompen el secreto. El tipo del galán de monjas,
que aparece aquí por vez primera, ha de figurar repetidamente en la Con la llegada de marzo y primaveral renacimiento de la naturaleza,
literatura de la época clásica española. el arcipreste siente deseos de nuevas aventuras:
Y de una monja, pasa a enamorar a una mora. En este punto, la
útil Trotaconventos hace su tránsito a mejor vida. Larga y declamatoria Pues que ya non tenia mensajera fiel,
lamentación del arcipreste sobre la muerte que le ha arrebatado a su tomé por mandadero un rapaz traynel/
« leal vieja » : Hurón avia por nombre, apostado doncel;
¡Ay mi Trotaconventos, mi leal verdadera! ¡sinon por catorce cosas, nunca vi mejor qu’é l!.. ,8

Cierto en paraíso estás tú asentada, Este gracioso tipo, que, aparte ser borracho, jugador. ladrón, sucio.
con dos mártires debes estar acompañada . . . .perezoso, etc, (hasta, catorce defectos capitales), era persona excelente.
.sólo aparece un instante en el poema, pero bastan las pocas_Jíne%s_en que
Dueñas, non me rebtedes “ nin me llamades mozuelo,
que si a vos sirviera, vos habriades della duelo, lo retrata el arcipreste y el brevísimo v divertido diálogo entre los dos.
llorariedes por ella, por su sotil anzuelo, para que su figura resalte de cuerpo entero. El fracaso de tal mensajero
que cuantas siguia, todas iban por el suelo .. .6 b blasmo, bálsamo. • c doñeo, halago(s). d traynel, criado (de rufián).
“ rebtedes (retéis), acuséis.
54 ÉPOCA DIDACTICA LA P O E S I A 55

en el único encargo amoroso que le hace el arcipreste, es tal vez lo que aristofanesco hasta el sublime, y casi todas las formas métricas
decide a éste a poner fin a sus empresas. Y termina el poema, que hasta entonces conocidas: todo ello se encuentra en la obra de
aquel Arcipreste de Hita que, como solitario gigante de la poesía,
de la santidat mucha es bien grand liçionario,6
mas de juego e de burla es chico breviario, se destaca en la perspectiva literaria de la Edad Media. « La
ingeniosa fantasía —■afirma el crítico alemán Guillermo Volk
con una súplica del poeta a los lectores. (Clarus) —, la viveza de los pensamientos, la notable exactitud
Yo un gualardón f vos pido: que por Dios, en romería, en la pintura de caracteres y costumbres, la movilidad encantadora,
digades un Pater noster por mí e Ave María* el interés que comunica al desarrollo de la acción, el justo colorido,
el poderoso tratamiento del apólogo y la ironía profunda e in­
3. M a t e r ia l e s y ca rá cter d e l po e m a . Las aventuras del comparable, que a nadie perdona, incluso a sí mismo: elévanle
arcipreste, relatadas del modo más picaresco que imaginarse puede, no sólo sobre el Infante don Juan Manuel y otros primitivos poetas
constituyen el hilo novelesco. Pero éste se halla constantemente españoles, sino en general sobre casi todos los poetas medievales.»13
interrumpido con episodios, con digresiones morales y ascéticas,
con anécdotas, con gran número de apólogos, con cantigas y [1] Coplas 1485-1489.
[2] Libro de buen amor, ed. Julio Cejador (Clásicos Castellanos), Madrid,
loores de la Virgen, con sátiras, como la de las propiedades del
1913, t. I, págs. 11-12; para estudio del texto, consúltese la ed. paleogràfica
dinero, con poemas burlescos, con descripciones, como la brillante de Jean Ducamin, en Bibliotheque Méridionale, Première Série, t. VI (Tou-
de la tienda de don Amor. Las aventuras del arcipreste tienen louse, 1901).
sin duda un fondo autobiográfico. Alrededor de ellas, el poeta [3] Copla 653.
ha entretejido los más variados temas, unos de su propia invención, [4] V. F. Hanssen, Los metros de los cantares de Juan Ruiz, en Anales de la
Univ. de Chile, t. CX, págs. 161-220.
y otros tomados de cuantas fuentes le han parecido bien: apólogos
[5] Coplas 1569-1573.
de procedencia oriental, o de Esopo, cuentos o episodios de la [6] V. A. Bonilla y San Martín, Antecedentes del tipo celestinesco en la lite­
literatura clásica, latinomedieval y francesa; reminiscencias hay ratura latina, en Revue hispanique, t. XV, págs. 372-386; H. Petriconi,
asimismo de Berceo, del Poema de Alexandre, del Libro deApolonio, Trotaconventos, Celestina, Gerarda, en Die neueren Sprachen, t. XXXII, págs.
y en particular del Arte de amar de Ovidio y del Pamphilus de 232-239.
[7] Coplas 1612-1614; versión inglesa por Longfellow (véase cap. III,
Amore, poema dramático latino del siglo x ii .10 El Arcipreste de nota 5).
Hita fundió con genio potente los materiales propios y ajenos, y [8] Copla 1619.
los viejos cobraron nueva vida al toque de su pluma; residuos de [9] Id. 1632-1633.
bajo metal, los transformó en oro p uro;11 tal es la originalidad [10] Para las fuentes literarias, consúltese J. Puyol y Alonso, El Arcipreste
de su tratamiento «y tales los detalles que añade tomados de de Hita: estudio crítico, Madrid, 1906, p. 157 y sigts.; Menéndez y Pelayo,
Antología de poetas líricos castellanos, t. III, págs. lxxvi-cii; O. Tacke,
las costumbres de su tiempo, que en ocasiones hace perder hasta
Die Fabeln des Erzpriesters von Hita im Rahmen der mittelalterlichen Fabel-
el rastro de los originales ».12 . literatur, en Romanische Forschungen, t. XXXI, págs. 550-705; R. Schevill,
Es el Libro de buen amor un vasto panorama satírico de la Ovid and the Renascence in Spain, Berkeley, 1913, págs. 28-54.
sociedad medieval, de la. farsa, del mundo con todos sus devaneos [11] Fitzmaurice-Kelly, Chapters on Spanish Literature, London, 1908, p. 48.
v locuras: farsa en la cual desempeña el Arcipreste de Hita un [12] Menéndez y Pelayo, loe. cit., p. lxxxvi.
[13] Ludwig Clarus, Darstellung der spanischen Literatur im Mittelalter,
papel muy a su gusto. En torno aTóTHÓspersonajes centrales del
Mainz, 1846, p. 399.
poema, se'müeve "y*vive la muchedumbre española del siglo xiv.
Literariamente, todos los elementos de la poesía medieval, todos
los géneros poéticos, desde el devoto hasta el erótico, desde el
e liçionario (leccionario), tratado. f (jualai'dón, galardón.
I II — ÉPOCA DE T R A N S IC IÓ N
(SIGLO XV Y COMIENZOS DEL XVI)
________________ ;

CAPITULO VII

LA POESÍA CULTA Y LA POPULAR


1. Observaciones generales sobre esta época; los albores del Renaci­
miento. 2. El Cancionero de Baena: Álvarez de Villasandino,
Imperial, Paez de Ribera y Baena. 3. El Cancionero de Stúñiga:
Carvajal y sus romances. 4. El marqués de Santillana: su Proemio
e carta; los poemas alegóricos; los doctrinales; los sonetos; las
serranillas. 5. Jium de Mena: la Coronación; el Laberinto de
Fortuna; aspiraciones artísticas de Mena. 6. Gómez Manrique.
7. Jorge Manrique: poesías amorosas; su obra maestra, Coplas por la
muerte de su padre. 8. Rodrigo de Cota: Diálogo entre el amor y
un viejo. 9. El Cancionero general, de Hernando del Castillo.
10. Poesía popular: los romances: su origen, clasificación y carácter.
1. O b se r v a c io n e s g e n e r a l e s . Época de transición de la
literatura medieval a la moderna, es el siglo xv y comienzos del
xvi. En literatura y en política, en arquitectura, en invenciones y
descubrimientos, estamos en los albores del Renacimiento español.
Cuál sea la significación de éste, lo veremos más adelante. Baste
por ahora anticipar que el Renacimiento es la transición del mundo
medieval al mundo moderno, y que su primera manifestación fué
el estudio de las letras y artes clásicas en la Italia del siglo xiv.
Dentro de la presente época de nuestro estudio, se realizan
algunas de las invenciones y descubrimientos que habían de con­
tribuir de modo capital a aquella transformación: la invención de
la imprenta (hacia 1442), establecida en España en 1474 (o tal vez
antes, en 1472);1 el descubrimiento de América (1492), el de la
nueva ruta marítima al Asia, doblando por el cabo de Buena
Esperanza (1497-98), y el primer viaje alrededor de la tierra
(1519-22). Grandes cambios empiezan también a operarse en la
organización política y social, con el fortalecimiento del poder real,
la desaparición paulatina del régimen feudal, el desarrollo súbito
del comercio y el establecimiento del industrialismo moderno.
Hemos de llamar la atención sobre un particular reinado de este
período, el reinado de los Reyes Católicos (1474-1516), uno de los
más trascendentales de la historia española: llévase a cabo la
59

'
60 ÈPOCA DE TRANSICIÓN POESIA CULTA Y POPULAR 61

unidad nacional con la reconquista de Granada (1492), se descubre La historia logra un superior desarrollo: se empieza a concebir
el Nuevo Mundo, inaugurándose su exploración y civilización, y como ciencia (materiales auténticos, usados con sentido crítico,
se echan los cimientos de la organización social y política de la análisis de los hechos, proceso psicológico de los personajes, im­
España moderna. Inicióse entonces el estudio de las humanidades, parcialidad en los juicios), y también como verdadero arte (interés
se tradujeron al castellano las principales obras de los clásicos en el relato, presentación dramática de episodios importantes,
latinos,2 estudiáronse las lenguas y literaturas de los pueblos anti­ estilo esmerado). Puede advertirse en las Crónicas de este período
guos, y un afán de aprender se apoderó de la nobleza castellana; un gran paso hacia la historia concienzuda y artística.
sobresaliendo como la más alta figura de aquel incipiente renaci­ En general, el didacticismo, las frías alegorías morales de la
miento de la cultura clásica, A n t o n io d e N e b r ija (o L e b r ija ) literatura medieval, su estrecho criterio estético, van siendo
(1441-1522), príncipe de los latinistas y gramáticos españoles, reemplazados gradualmente por un interés vivo en el mundo que
entre cuyas obras, sobre los más variados temas del saber, men­ nos rodea, por su interpretación realista, por una cierta libertad
cionaremos la Gramática sobre la lengua castellana (1492), la en el arte, por la expresión íntima y personal del escritor. Los
primera gramática científica de una lengua moderna.3 Se aumen­ grandes asuntos comienzan a ser ya el hombre y el mundo, como
tan entonces también los centros de enseñanza; inaugúranse vivientes realidades.
grandes obras de arquitectura, apuntando ya el estilo grecolatino
del Renacimiento; principian a acudir a España los sabios y 2. E l C a n c io n e r o d e B a e n a . Una considerable parte de las
artistas extranjeros, y salen de ella, para proseguir sus estudios poesías cortesanas o cultas de los siglos xiv y xv fueron reunidas
en Italia, los artistas españoles. en compilaciones llamadas Cancioneros. Al establecerse la im­
En literatura, de la interpretación de los misterios sagrados en prenta en España, se publicaron algunos de ellos; otros han sido
los templos, se pasa a la interpretación dramática de la vida en el impresos en nuestro tiempo; y algunos, los menos valiosos pro­
palacio de los nobles, con la aparición del teatro profano (1492). bablemente, continúan todavía en forma manuscrita.
Al par que la novela de caballerías, con todo el aparato exterior, Entre los más importantes figura el Cancionero deCRaenq. Fue
fantástico, supersticioso, medieval, se cultiva la novela sentimental recopilado por Juan Alfonso de Baena hacia 1445, para « alegrar
(predominio del elemento íntimo, psicológico) y la novela semi- e servir» al rey don Juan II de Castilla.4 Contiene quinientas
realista (pasión sincera y trágica, parcial pintura de la verdad setenta y seis composiciones, pertenecientes a la segunda mitad del
cotidiana). Se tiende a observar y presentar la realidad, con siglo xiv y primera del xv. En este Cancionero, que es de época de
cierto sentido satírico, en la prosa literaria (El Corbacho), en la transición, está representada la escuela gallegoportuguesa por los
novela (La Celestina) y en el drama (teatro de Torres Naharro), y poetas más antiguos, y la-escuela alegórica italiana por los más
se introduce en estos géneros el habla popular. modernos. Hay muestras de todos los géneros: composiciones
La poesía evoluciona igualmente: a la corriente lírica medieval, amorosas, místicas, burlescas, morales, políticas, satíricas, pero
se une el influjo de los clásicos latinos y la imitación de los grandes puede decirse que en cantidad y valor dominan las de carácter
maestros italianos, con tendencia bien marcada a renovar el léxico político y las satíricas.
y la métrica (Imperial, Santillana y Mena). Aparecen los De los cincuenta y cuatro poetas que en él figuran, mencionare­
romances, y su nota popular, nacional, se da también tímidamente mos ahora a Am ^ nao^I ív ajiezd ^ (¿ 1350-1428 ?),
en la poesía culta, con villancicos, cantarcillos, serranillas, etc., cuyas poesías llenan un tercio del Cancionero. A pesar de los
hasta entonces desdeñados como vulgares por los poetas cortesanos. grandes elogios que le dedica el compilador, Yillasandino no
La grave poesía de fondo filosófico y moral, y la realista y regocijada pasaba de ser un buen versificador, con fácil y expresivo manejo
sátira, política predominan sobre las antiguas frivolidades ama­ del lenguaje. Es superficial y, a menudo, obsceno. Profesional de
torias y sobre las composiciones de asunto devoto. la poesía, vivió de ella, escribiendo los versos que le encargaban,
62 ÉPOCA DE TRANSICIÓN POESÍA CULTA Y POPULAR 63

fuesen para una fiesta religiosa, o para ensalzar la belleza de una Así tengo esto por çierto probado,
ca yo lo conozco al que ha conteçido.
manceba, o para difamar a una honesta dama; y asi, junto a El pobre non tiene parientes ni amigos,
las composiciones devotas, se encuentran otras eróticas e infa­ donaire nin seso, esfuerço e sentido,
mes. e por la probeza le son enemigos
Mucho más consciente de su arte, y superior poeta, es F ran- los suyos mesmos por veerlo caído:
OTsep IjyrppRTATi. iniciador de la alegoría dantesca en España. En todos lo tienen por desconoçido
e non se les miembra “ del tiempo pasado,
casi todos sus poemas, sean morales (el Decir a las Siete Virtudes), si algúnt benefiçio ovieron cobrado
amorosos (el Deár a Estrella Diana, pidiéndole armas), o políticos de aquellos de quien él ha despendido .. ,7
(la Visión de los Siete Planetas), emplea la alegoría. En el primero
de los citados, el más extenso y celebrado de todos los suyos, el Describe en otro poema las enfermedades, los achaques de la
poeta encuentra en el jardín donde se finge perdido a un vejez, las angustias del destierro, para terminar declarando que el
peor de los males para destruir el cuerpo del hombre es la pobreza.
hombre:
Y en una tercera composición de variaciones sobre el mismo tema,
Era en vista benigno e suave, traía un libro de poca escriptura pero que nunca pierden interés por la fuerte personalidad del poeta,
e en color era la su vestidura escripto todo con oro muy fino, tras enumerar las mayores amarguras, agrega:
çenisa o tierra que seca se cave; e començaba: En medio del camino.
barba e cabello albo sin mesura: e del laurel, corona e çentura.5 Yo me vi solo en bravas montanas,
anduve en la mar tormenta corriendo,
sin vela, sin remos, en ondas extrañas
Es Dante, que, tomando de la mano a nuestro autor, le conduce diversos peligros e miedo sofriendo,
por entre rosales a la contemplación de las siete estrellas o virtudes tormentos crueles e penas veyendo
que alumbran al mundo. Al acabar la visión, el poeta despierta y a vista de ojos6 sin comparaçión:
se halla con la Divina Comedia en la mano. Y de ella, en realidad, con todo no iguala tal tribulaçión
a la del pobre que muere viviendo .. .8
sacó los materiales para componer su Decir a las Siete Virtudes.
La visión es inspirada; algunos versos, como traducidos literal­ El compilador del Cancionero también incluyó algunas poesías
mente del modelo, poseen extraordinaria belleza. Se le reconoce suyas. Baena es uno de tantos versificadores de su tiempo,
a Imperial el mérito de haber comprendido e interpretado ad­ semejante a su predilecto Villasandino en el ingenio procaz, burlón
mirablemente a Dante, y de haber combinado con verdadero ins­ y obsceno. No ha faltado quien elogiara con calor la composición
tinto poético los elementos alegóricos ajenos. El endecasílabo, de Baena que principia así:
que Imperial fué el primero en emplear en castellano, no se Para rey tan excelente pertenesce tal presente . . ¡
aclimató por entonces, pero su introducción de la alegoría dan­
dirigida a don Juan II, y no incluida en el Cancionero.9 En este
tesca sí fructificó copiosamente.
Aventajó a casi todos los poetas del Cancionero, en originalidad largo poema, de cerca de cuatrocientos versos, pinta la cizaña que
y realismo, R uy P aez de R ibera, « vecino de Sevilla, el cual era siembran los nobles con sus ambiciones, las luchas civiles, los males
omme muy sabio, entendido, e todas las cosas qu’él ordenó e fizo todos del reino, y valiente y acertadamente se atreve a dar con­
sejos al monarca. No está exento de valor como documento
fueron bien fechas e bien apuntadas », conforme declara su com­
histórico, pero como obra poética es monótono, vulgar, pesado,
pilador.6 Era descendiente de una familia ilustre, conoció el
bienestar de la riqueza, y después vino a caer en la mayor miseria. y desde luego muy inferior a las famosas Coplas de Mingo Revulgo
Y el dolor de la pobreza le arrancó los acentos más personales y (1464), de autor anónimo, donde dos pastores discurren también
enérgicos. Es el tema de la mayoría de sus composiciones. Pinta sobre los males de la nación.10
en una de ellas los males de la pobreza, no olvidando consignar: ° se les miembra, se acuerdan. b veyendo a vista de ojos, viendo bien cerca.
64 ÉPOCA DE TRANSICIÓN POESIA CULTA Y POPULAR 65

Recordaremos, finalmente, entre los poetas del Cancionero, a jÉfc 4. E l M arqués de Santillana . En la delicadeza del senti-
M acías el E namorado (m. 1390?), más célebre que por sus ^rn ien to lírico y en buen gusto, superó a casi todos sus contemporá­
versos, por la leyenda de su vida de fiel amador y por su muerte en neos el muy magnífico señor don I ñigo López de M endoza,
circunstancias románticas, a manos de un marido celoso, cuya j (1398-1458),^primer marqués de Santillana. Ganóles también en
leyenda se convierte despues en materia literaria para muchos ^ la comprensión del Renacimiento. Sin ser sabio humanista, tuvo
poetas, dramaturgos y novelistas (Santillana, Mena, Sánchez de fina percepción del valor de los clásicos y se asimiló de ellos bas­
Badajoz, Gregorio Silvestre, Lope de Vega, etc.). tantes elementos de cultura, llegando a atisbar « algo del sentido
3. E l C ancionero - de Stttñiga. Este cancionero fué así estético de la antigüedad pagana ».14 Representa más claramente
llamado por pertenecer a L ope de Stúñiga las dos primeras com­ que ningún otro poeta de su siglo la transición deLRenacimiento:
posiciones de la colección. Es posterior al de Baena en unos pocos en su obra se juntan la corriente de la lírica medieval (concepto
años solamente. Casi todos los poemas que contiene fueron es­ platónico del amor, galantería caballeresca, fervor religioso), el
critos por los caballeros y poetas del sequito de Alfonso V de influjo de filósofos e historiadores^ clásicos (estoicismo pagano,
Aragón, que conquistó a Nápoles en 1443, y allí estableció su amplitud de la frase y estudiada elegancia en la prosa), y la
corte. El Cancionero debió de prepararse hacia 1458, en la ciudad imitación de los poetas italianos (visiones alegóricas, alardes
de Nápoles. No se ha impreso hasta 1872.11 Lo más digno de de erudición mitológica, empleo del soneto), con muchas re­
notarse es el hecho de contener algunas composiciones en el metro miniscencias de Dante, Petrarca y Boccaccio. Tanto por estas
y estilo de la poesía popular, como villancicos, serranillas y roman­ dos últimas influencias como por su curiosidad intelectual, espíritu
ces, pues hasta entonces los poetas cultos habían despreciado, crítico, tendencia a renovar el léxico y la métrica, y por su cultivo
como vulgares, dichos géneros. El autor representado con mayor de la poesía popular, el marqués de Santillana es el más claro
número de poesías, con cerca de la mitad, y el que a todas luces precursor de la poesía moderna.
sobresale es Carvajal (o Carvajales). Suyos son los dos De su espíritu crítico tenemos una muestra en el Proemio e
romances de la colección: en uno, Retraída estaba la reina, pone en carta que, acompañando sus poesías, mandó al condestable don
labios de ésta una sentida lamentación por la ausencia del rey Pedro de Portugal, primer esbozo de historia y crítica literarias
(Alfonso V de Aragón); en el otro, mejor, el poeta llora sus propias en castellano (1449). En dicho Proemio,'" señala la poesía galle?
tristezas al verse separado de la mujer amada: goportuguesa como madre de la lírica peninsular; habla con el
. . . Visitaré yo los lugares Por aquí se paseaba,
desdén entonces comente —■que él no mostró en la práctica —
do mi sennoríac estaba, aquí la vide tal día, de la poesía popular ; pasa en silencio la primitiva épica castellana,
besaré la cruda tierra aquí comigo fablaba, tal viz_por desconocerla; y confiesa preferir las obras italianas a
que su sennora pisaba aquí llorando et sospirando las francesas, por ser aquéllas « de más altos engenios, e adórnanlas
et diré triste de mí: nús males le recontaba . . -12 e compónenlas de fermosas e pelegrinas estorias ».16
Bellas son también sus serranillas. Véase un trozo: Entre sus poemas alegóricos está la (7om,ediAa^deJPcmza,. con
Veniendo de la cam panna/ oios 1 verdes et rasgados, manifiesto influjo de Petrarca. Versa sobre la batalla naval de la
ya el sol se retraya, dientes blancos et pareios; isla de Ponza (1435), en la cual fueron derrotados y hechos pri­
vi pastora muy loçana, guirlanda traya de rama, sioneros, por la armada genovesa, Alfonso V de Aragón y sus
que su ganado recogía. cantando alegre venía,
e si bien era villana,
hermanos el rey de Navarra y el infante don Enrique. A la
Cabellos rubios pintados,
los beçose gordos,, bermeios, fija de algo « parescía .. -13 descripción de la batalla, contenida en una epístola, preceden y
siguen varias visiones alegóricas; de brillante inspiración es la
c sennoría, señoría. t oios, ojos.
>fija de algo (fijadalgo), última, cuando después de sabido por las reinas el resultado desas­
rt campanna (campaña), campo.
c beços, labios. dama de buen linaje. troso del encuentro naval, se presenta la Fortuna a consolarlas
ÉPOCA DE T R A N SIC IO N POESIA CULTA Y P O PU LA R 67
66

y predecirles la futura libertad de los príncipes, con los honores conciencia y de la razón. En estilo aun más grave y sentencioso
grandezas que el porvenir les reserva. están versificados los Proverbios, sobre diferentes temas morales;
En otro poema también alegórico, El infierno de los enamorados, comentó después algunos de ellos, en prosa, el mismo Santillana,
la diosa Fortuna se lleva al poeta, como robado, a una selva en las Glosas que « fiço a los sus Proverbios de gloriosa dotrina e
situada en altísima montaña, poblada de animales feroces; vencido fructuosa enseflança ».18
su terror por el cansancio y el sueño, se queda dormido. Al Fué el marqués de Santillana el primero en escribir sonetos en
despertar con el alba, caminando perdido por la selva, se le aparece nuestra lengua, en número de cuarenta y dos. La mitad de ellos
un caballero de notable hermosura, Hipólito, el casto amigo y son amatorios, reflejando el Canzoniere de Petrarca en los asuntos,
protegido de Diana, que le conduce como guía al infierno de los ideas y expresiones sueltas; mas en el fondo, nuestro autor con­
enamorados, para que el poeta, servidor ferviente de Venus, con­ tinúa siendo más bien poeta de la escuela gallegoportuguesa
temple el fin que les espera a el y a todos los amadores. Allí, (concepto ideal del amor, lírico y exquisito arte sin calor humano)
en aquel extraño castillo rodeado de fuego y humo, los ve quemán­ que petrarquista (sincera pasión amorosa, humana y viva
dose en incesante lumbre que les sale del lado del corazón. Al realidad poética).
adoptar la alegoría del Infierno de Dante, le ha tomado también Lo mejor de su lírica son las composiciones de inspiración y
al gran poeta italiano no pocos pensamientos, como este famosí­ metro castizamente españoles: canciones, decires, villancicos y
serranillas. En ellas es donde revela Santillana verdaderos afectos
simo:
La mayor cuita que haber es membrarse h del plaçer poéticos. Considérese la lozanía y colorido descriptivo del lindo
puede ningún amador, en el tiempo del dolor . . P decir que empieza así:
Yo, mirando una ribera, un orne que cortesano
f Tiene el marqués de Santillana varios poemas de tendencia vi venir por un grand llano páresela en su manera . ..
didáctica. En el Doctrinal de 'privados, «fecho a la muerte del
Maestre de Sanctiago don Alvaro de L una», el desventurado o el animado y perfecto cuadro del villancico cuyas primeras
favorito del rey don Juan II, ya en el cadalso, a punto de ser de­ líneas son:
capitado, torna la mirada hacia el pasado y reflexiona sobre la
Por una gentil floresta vide tres damas fermosas
fragilidad de todas las grandezas de este «mundo malo, mundo de lindas flores e rosas, que de amores han requesta . . .
falso », confiesa luego sus faltas de hombre y de gobernante, dirige
consejos de rectitud, justicia y templanza a los privados de los Algunas de las diez serranillas del marqués son las más celebradas
reyes: « Lo que non fice, fac e t.. .»; y termina solicitando arre­ que tenemos en castellano, y merecidamente por la íntima evoca­
pentido el perdón del cielo. En las confesiones que pone en ción del escenario campestre, por la fina gracia del asunto y por
boca de don Alvaro de Luna, el marqués se muestra su implacable el primor de los detalles. Júzguese de todo ello en la famosa
enemigo. serranilla de la vaquera de la Finojosa:
Arte más sereno, e igualmente profundo, hallara el lector en
Moça tan fermosa
El diálogo de Bias contra Fortuna, sobre las glorias y miserias del non vi en la frontera,
mundo. En vano trata la Fortuna de someter al filósofo Bias a su como una vaquera
jurisdicción, pintándole las ventajas de la riqueza, de los honoies, de la Finojosa .. ,19
del poder, pues el sabio sigue desdeñándolas; y en la acalorada
querella entre los dos, queda triunfante el filosofo, que, contento 5. J u a n de M e n a . Ni procer, ni guerrero, ni político, Juan de
en su pobreza, para ser dichoso solo atiende a los dictados de la Mena (1411-1456) se entregó por entero al cultivo de la poesía,
h membrarse, acordarse. sin aspirar a otra perfección que la de su arte, ni a otra gloria que
EPOCA DE TRANSICION POESIA CULTA Y POPULAR 69
68

la literaria. Compuso canciones amorosas, decires, versos jocosos particular planeta: el círculo de Diana, morada de los castos y de los
fieles esposos; el de Mercurio, de los avaros venales; el de Venus,
y satíricos, por el estilo de los que entonces se escribían. Pero,
para los que sintieron el fuego de ilícitos amores; el de Febo, para los
artista reflexivo y ambicioso, dotado de vasta cultura, el poeta sabios y artistas; el de Marte, círculo de los héroes muertos en defensa
cordobés quiso levantar a mayores alturas la poesía española. Y, de la patria, y debajo, los que sufriendo el influjo nefasto del planeta,
abandonando los temas menores, compuso largos poemas alegóri­ sostuvieron guerras injustas; el de Júpiter, ocupado por los príncipes
cos, en los cuales procuró la mayor dignidad en el asunto y~éñ~el consagrados al bien público, y al pie, sus enemigos; el de Saturno, retiro
estilo. de los gobernantes celosos, imparciales y justicieros. Cuando el poeta,
En el poema de la Coronación, el autor se encuentra perdido en tras esta larga visión, se dispone a interrogar a su guía sobre la tercera
una selva « muy brava », no menos oscura y terrible que la de la rueda, la del futuro, inmóvil y cubierta:
Divina Comedia, y allí, desde la ribera, contempla los tormentos la mi guiadora fuyó de mis manos,
de los condenados en el profundo y negro río del infierno. As­ fuyeron las ruedas e cuerpos humanos.23
ciende por la selva al monte Parnaso, donde las Musas se disponen Juan de Mena debe al Paraíso de la Divina Comedia la concep­
a celebrar gran fiesta, y presencia la coronación de un poeta digno ción de los siete círculos, pero en los episodios e ideas no sigue a
del laurel de la inmortalidad: el poeta es su ilustre amigo el Dante, sino, en algunos pasajes, a Virgilio y Lucano.24 Hay
marqués de Santillana.20 vaguedad en la mecánica de las ruedas y los círculos, excesiva
Particular atención merece el Laberinto de Fortuna, escrito en erudición tal vez en todo el poema, alegorías oscuras, sombras
1444, la obra maestra de Juan de Mena que su 'primer impresor que se desvanecen sin dejarnos la más leve impresión en el ánimo.
publicó con el título de Las trescientas, aunque el número de Mas hay, también, episodios de notable hermosura, como el de los
octavas sólo es de 297. El antiguo impresor, al darle tal título, conjuros de la maga, imitado de Lucano, el de la muerte del conde
hizo cierta justicia a la métrica del poema; pues en él Mena con­ de Niebla, el del llanto de la madre de Dávalos ante el cadáver de
sagró el verso de arte mayor (tipo más corriente: 12 sílabas, éste, etc. En el círculo de Marte es donde el autor, de inspiración
cesura después de la sexta), que reinó hasta que el endecasílabo eminentemente patriótica, tras presentar fríamente a los héroes
italiano vino a reemplazarlo cerca de un siglo más tarde.21 de la antigüedad, canta con acentos intensamente épicos la glo­
En el Laberinto, el poeta, que ha invocado a la Fortuna para que le ria de los guerreros de su patria. Es sin duda la mejor parte del
muestre el retiro desde donde rige al mundo, se siente arrebatado en el poema, la que tiene verdadero movimiento y emoción; entonces
carro de Belona, diosa de la guerra, que le transporta a una desierta se hace digno intérprete de los sentimientos de su pueblo, y con voz
llanura; en medio de ella está el palacio de la veleidosa señora de los poderosa los proclama, como al predicar la guerra contra el infiel:
mortales, la Fortuna. Allí se le aparece una hermosísima doncella, la ¡ Oh virtuosa, magnífica guerra,
Providencia, que le servirá desde ahora de guía y consejera. Dentro ya en ti las querellas volverse debían,
del cristalino palacio, divisa nuestro poeta el panorama entero del uni­ en ti do los nuestros, muriendo, vivían
verso. Atraída su atención por la Providencia, se fija en tres ruedas por gloria en los çielos e fama en la tierra,
que hay del lado derecho: dos, la del pasado y la del porvenir, firmes e en do la lança cruel nunca yerra,
inmóviles; la tercera, del tiempo presente, en incesante girar. Y debajo nin teme la sangre verter de parientes!
¡ Revoca concordes a ti nuestras gentes
de las tres, vese
de tales quistiones e tanta desferra! *'26
caída por tierra gente infinita,
que había en la frente cada cual escrita Un generoso aliento patriótico vivifica el poema: bélico en
el nombre e la suerte por donde passaba.22 muchos pasajes, cívico en otros donde, descubriendo las faltas de
En cada una de las ruedas hay siete círculos — cuya disposición, así la nobleza y del clero de su tiempo y recordando los virtuosos
como la de las ruedas, el poeta no explica—, sometidos al influjo de su 1 desferra, discordia,.
70 ÉPOCA DE TRANSICIÓN POESÍA CULTA Y POPULAR 71

ejemplos de los predecesores, señala insistente el buen camino a fuerza de las cosas eternas. El tono profundo, casi solemne, está
los gobernantes y al rey don Juan II, a quien el poema está dirigido. aliviado por el suave eco de lozanas comparaciones e imágenes:
Dignas de singular aprecio fueron las aspiraciones artísticas Oh tú, en amor hermano, que vicios, bienes, honores
de Juan de Mena, pero no le acompañó siempre el acierto en su nasoido para morir, que procuras,
ejecución. Eligió asuntos elevados, los trató con una amplitud y pues lo no puedes fuir, pássanse como frescuras
grandeza hasta entonces desconocidas en la poesía erudita caste­ el tiempo de tu vivir de las flores !25
no lo despiendas' en vano;
llana; quiso moldear el lenguaje poético, enriqueciéndolo con voces
nuevas y expresivas, que se incorporaron definitivamente a Entre sus numerosas composiciones de tendencia doctrinal, se
nuestra lengua, pero introdujo asimismo un caudal de palabras cuentan igualmente las llamadas Coplas del mal gobierno de Toledo
tomadas del latín, del francés y del italiano que no se entienden (o Exclamación y querella de la gobernación), que por los buenos
en castellano, y que, en vez de belleza, dan un tono de oscuridad conceptos, y estilo llano y sentencioso de los refranes, fueron muy
y rareza al poema. Quiso dar, y desde luego dió, novedad al populares en su tiempo. Más conocida es hoy la inscripción que,
estilo, y se excedió en las metáforas atrevidas y en las trasposiciones siendo corregidor de Toledo, hizo grabar en la escalera de las Casas
violentas de la frase; quiso darle majestad, y cayo en la hin­ Consistoriales:
chazón y énfasis grandilocuente de su admirado Lucano — hijo Nobles, discretos varones
de Córdoba, como él — y en el artificio enigmático que siglo y que gobernáis a Toledo . . .
medio después había de caracterizar a otro cordobés glorioso,
Aunque sólo sea para recordar el título, debemos mencionar aquí
Luis de Góngora. un poema de sentida y serena inspiración, el de la Consolación,
dirigido por Gómez Manrique a su mujer con motivo de <clas
6. G ómez M anrique. Continuador de la tendencia doc­
muertes de aquel hijo, y hija, que Nuestro Señor nos llevó en
trinal del marqués de Santillana, del tono grave y austero, es_su
espacio de cuatro meses ».28 Además de los versos líricos y didác­
sobrino Gómez Manrique (¿1415-1490?). Sobre las composi­
ticos, escribió un pequeño drama litúrgico, La representación deL
ciones galantes, por lo común triviales, sobre las de asunto jocoso,
nacimiento de Nuestro Señor, representado a mediados del siglo
de poca agudeza, y las alegóricas, demasiado frías, descuellan
xv en el monasterio de Calabazanos.29
notablemente sus poesías de índole moral, y las de carácter
político. « Tomada en conjunto su obra lírica y didáctica, Gómez
7. Jorge M anrique. Digno miembro de la familia de los
Manrique es el primer poeta de su siglo, a excepción del marqués
Manriques y Santillanas, de aquella familia ilustre de estadistas,
de Santillana y de Juan de Mena, i)26 Buen modelo del género
cardenales y guerreros, de eruditos y poetas, que trazaron con la
didáctico son las Coplas para el señor Diego Arias de Ávila, conta­
pluma y con la espada algunas de las páginas más brillantes del
dor mayor y favorito de Enrique IV, escritas por Gómez Manrique
siglo xv, fué el poeta Jorge Manrique (14407-1479). Del mismo
— que hacía o había hecho importante papel en la política del
temple heroico que todos ellos, en plena juventud, cayó nuestro
reino — cuando, libre ya de esperanza y de miedo, nada esperaba
poeta mortalmente herido en el campo de batalla. Y al vestirle
ganar ni perder; cuando aleccionado por la experiencia, miraba
sus familiares para la final jornada, «le hallaron en el seno unas
con frialdad los favores de la fortuna. Lección de filosofía moral,
coplas que comenzaba a hacer contra el mundo »,30 en las cuales
con sanos consejos políticos, es este poema. Considera el poeta
había dado expresión al mismo dolorido desengaño de la vida que
lo transitorio de las grandezas humanas, valiéndose de ejemplos
inspiraron las otras Coplas suyas famosas.
sacados de la historia, y de reflexiones morales: son los lugares
Había compuesto Jorge Manrique breves poemas galantes, al
comunes de la sabiduría de todos los tiempos, pero por eso mismo
tienen aquí, con estilo sentencioso y enérgico, la verdad y la >desciendas (expendas), gastes.
72 ÉPOCA DE TRANSICIÓN POESÍA CULTA Y P OPU LA R 73

modo cortesano, que le muestran sólo como uno de tantos poetas ¿ Qué se fizo el rey don Juan ?
los infantes de Aragón,
agudos y esmerados de los Cancioneros: versos a la amada ausente,
¿ qué se ficieron ?
canciones en que se declara herido de amor, glosas, como aquella ¿ Qué fué de tanto galán ?
hecha a su propio mote siempre amar y amor seguir, acrósticos con ¿ qué fué de tanta invención
el nombre de la mujer adorada, sencillas alegorías, como la del como truxieron ? . ..
Castillo de Amor. No faltan lindas estrofas en estas composiciones, Y haciendo más vivo aún el ejemplo, describe el fausto de la corte de
pero ellas solas no hubieran bastado para darle un puesto distin­ Enrique IV, muerto el año anterior (1475), sus galas y riquezas, que,
guido en la historia literaria. Mas cierto día del año 1476 el poeta siendo casi de ayer, habían ya pasado como el rocío de los prados; re­
sintió desgarrada el alma por un suceso real y doloroso, la muerte cuerda el caso del condestable don Alvaro de Luna, fresco aun en la
de su padre, aquel gran señor Maestre de Santiago, vencedor en memoria de sus contemporáneos, que de la cumbre de la fama y de la
veinticuatro batallas, terror de la morisma: y entonces Manrique privanza real había caído a los pies del verdugo; y recuerda a los demás
prorrumpe en un himno funeral que le coloca a la cabeza de los potentados, cuyas claras hazañas, huestes innumerables, sumo poder e
poetas de su tiempo: las Coplas por la muerte de su padre, la elegía inexpugnables castillos ¿ de qué les sirvieron, si la muerte airada vino y
y poema moral más hermoso que tenemos en lengua castellana. todo lo pasó con su flecha y todo lo consumió en su fragua ? . . . Y entre
los fuertes y virtuosos varones, ¿ quién no alabará las glorias del maestre
Se abre el poema con esos avisos del saber y la experiencia de todos don Rodrigo Manrique ?
los siglos sobre la fragilidad de la existencia humana y el poderío de la
muerte; el ánimo del poeta está sereno y melancólico, la versificación va ¡ Qué amigo de sus amigos, ¡ Qué seso para discretos,
qué señor para criados qué gracia para donosos,
moldeándose con lento y graduado movimiento:
y parientes! qué razón-!.
Recuerde el alma dormida, ¡ qué enemigo de enemigos, ¡ Qué benigno a los subjetos,
avive el seso y despierte, qué maestro de esforçados y a los bravos y dañosos
contemplando y valientes! un león ! . . .
como se passa la vida,
como se viene la muerte Pasa a relatar con sobria dignidad los méritos y proezas del gran
tan callando .. .31 maestre de Santiago, hasta que en la villa de Ocaña vino la Muerte a
Un resplandor místico ilumina la mente del poeta y, con la mirada llamar a su puerta, para invitarle a dejar el mundo engañoso y mostrar
fija en el cielo, reflexiona sobre la brevedad de esta jornada en el camino su corazón de acero en este trance. No es la visión macabra de la muerte,
del mundo, que andamos y corremos con mucho afán por conseguir lo sino la dulce y serena visión del alma de un justo que se liberta.
que, apenas conseguido, hemos de perder: Grave melancolía alienta en todo el poema. La fe religiosa es la
Decidme, la fermosura, que mantiene al alma en vivo consuelo. Los pensamientos del
la gentil frescura y tez poeta, sus reflexiones acerca de la fugacidad y vacío de las cosas
de la cara,
la color y la blancura, terrenas, sus conceptos sobre la vida y la muerte, eran en su
cuando viene la vejez, tiempo, y lo han sido siempre, lugares comunes en la literatura, y
¿ cuál se para . ..? los sentimientos que inspiran son universales: pero fué Jorge
El linaje ilustre, la riqueza, los honores, los bienes todos de la fortuna Manrique quien les dió perfecta y definitiva expresión literaria en
pasan deprisa y se desvanecen como en un sueño; casi no hemos llegado estrofas que se van sucediendo con la más pausada y noble majes­
a tocar los placeres y delicias, cuando ya caemos con ellos en la celada tad, con una cadencia solemne y profunda que suena, en verdad,
de la muerte. ¿ Qué queda de los reyes poderosos que tanto sonaron en a bronce de campanas. Las Coplas de Manrique, que así se
las historias antiguas ? Y viniendo más cerca, a los tiempos mismos del llaman por antonomasia a las cuarenta de esta composición, han
poeta: sido elogiadas por todos, en todo tiempo glosadas, a todos han con-
74 EPOCA DE T R A N S I C I O N POESÍA CULTA Y POPU LA R 75

movido; tradujéronse a otras lenguas — y ninguna versión tan dor, en su prólogo, que durante veinte años venía buscando
admirable como la de Longfellow —,32 fueron puestas en música, «con la más diligencia que pude, todas las obras que desde Juan
y, como merecían, impresas en letras de oro han sido en nuestro de Mena acá se escribieron, o a mi noticia pudieron venir, de los
siglo'. Jamás el sentimiento de un poeta se identificó más íntima­ auctores que en este género de escribir auctoridad tienen en
mente con el sentimiento de todos los hombres, ni jamás tuvo el nuestro tiempo ».34 Contenía la edición príncipe 1,033 composi­
dolor filial un eco más perdurable en la poesía y en los corazones. ciones, y fué repetidas veces reimpresa y adicionada en el curso del
siglo xvi. Sirvió, pues, de base a los demás Cancioneros que
8. R odrigo de C ota. De tanta naturalidad humana como
vinieron después, incluso el de Fernández de Costantina, que hasta
vivacidad es el Diálogo entre el amor y un viejo, de poco más de
hace poco se consideraba anterior.35
seiscientos versos, compuesto antes de 1495 por Rodrigo de Cota,
Además de estos y otros Cancioneros generales, que contienen
judío converso, delicado poeta, persona nada grata ni a los hebreos
producciones de muchos poetas, se compusieron, con las obras de
ni a los cristianos de su tiempo.
uno solo, gran número de Cancioneros particulares, como el de
En el Diálogo, cierto viejo, escarmentado por las amarguras del amor, Juan del Encina (1496).
vive retirado en una pobre choza. El Amor se le aparece, seguido de sus
ministros, y éste, « humildemente procediendo, y el viejo en áspera 10. P oesía popular: los romances. Estos poemas cortos
manera replicando », discuten acerca de la pasión amorosa. Pinta el y populares, por lo común épico-líricos, cuya rica variedad no
Amor todas sus dulzuras y perfecciones; replica el viejo, con todos sus
puede encerrarse dentro de una definición exacta, son men­
tormentos, perfidias y desengaños. Y prosigue el diálogo, animado y
cionados por primera vez en el proemio que ya conocemos del
brillante, hasta que el viejo, entusiasmado al cabo por las delicias del
amor y fascinado por halagadoras promesas de nueva juventud, exclama marqués de Santillana (1449), en el cual alude a los que « sin
con arrebato: ningún orden, regla ni cuento, façen estos romanges e cantares, de
que las gentes de baxa e servil condición se alegra ».36 Se cree que
Vente a mí, muy dulce Amor, Viejo . Siento rabia matadora,
los romances viejos, en la forma que todavía se conservan, per­
vente a mí, braços abiertos ! placer lleno de cuidado;
Ves aquí tu servidor, siento fuego muy crescido, tenecen a las postrimerías del siglo xiv o, en todo caso, al siglo
hecho siervo, de señor, siento mal y no lo veo; xv; fueron impresos a principios del xvi.
sin tener tus dones ciertos. sin rotura estó herido, Hasta fecha relativamente reciente (1874), los eruditos habían
Amor. Hete aquí bien abraçado: no te quiero ver partido, sostenido la opinión de que los romances fueron la primera manifes­
dime, ¿ qué sientes agora ? ni apartado de desseo . . . 33
tación de la epopeya castellana; y que luego, recogiéndolos y
Y entonces el cruel diosecillo se burla del sobrexcitado anciano,
fundiendo los del mismo tema, los escritores cultos de los siglos
echándole en cara todos los defectos y fealdades de su vejez. xii y xin compusieron los largos cantares de gesta. Esta opinión
es compartida aún por algunos respetables eruditos. El criterio
Es un diálogo de estructura dramática, de fondo muy humano, más generalizado es el que defiende que los romances primitivos
de acción movida e interesante. La versificación, flúida, perfecta. no son más que fragmentos desgajados de los antiguos cantares
En la mezcla de elementos líricos y dramáticos, anuncia ya las de gesta.37 « Los oyentes de una larga recitación épica — afirma
églogas de Juan del Encina, a las cuales probablemente precedió Menéndez Pidal — se encariñaban con algún episodio más feliz,
el Diálogo entre el amor y un viejo.9 haciéndolo repetir a fuerza de aplausos, y luego que el juglar
acababa su largo canto, se dispersaban llevando en su memoria
9. E l Cancionero general. Completa el cuadro de la aquellos versos repetidos, que luego ellos propagaban por todas
poesía erudita anterior al siglo xvi el Cancionero general (1511) partes.»38 Y así, mientras los poemas épicos se perdían, estos
publicado por H ernando del Castillo. Manifiesta el compila- trozos se conservaban por la tradición oral.
POESÍA CULTA Y P OPU LA R 77
76 EPOCA DE T R A N S I C I O N
Como lo oyera Rodrigo, — en hito los ha mirado:
Ambas teorías nos parecen plausibles en lo que contienen de con alta y soberbia voz — de esta manera ha hablado:
afirmativo: los romances pudieron preceder en algunos casos a — Si hay alguno entre vosotros, — su pariente o adeudado,
los largos cantares de gesta, y aquellos del mismo tema ser re­ que le pese de su muerte, — salga luego a demandallo,
fundidos en éstos; unos pocos romances viejos son fragmentos de yo se lo defenderé — quiera a pie, quiera a caballo. —
las antiguas epopeyas; la mayoría de ellos pudieron muy bien Todos responden a una: — Demándelo su pecado .. .
ser creación original.
Los romances viejos se caracterizan por su objetividad, tono Al llegar ante el rey, todos se apean de sus cabalgaduras para besarle
épico y lacónica energía: el anónimo poeta de tales cantares apenas la mano, menos Rodrigo, que se considera agraviado por el rey. Al fin,
describe por lo común el fondo escénico, ni deja tampoco traslucir obedeciendo la orden de su padre, Rodrigo desciende:
sus personales impresiones. Los clasificaremos en tres grupos Ya se apeaba Rodrigo — para al rey besar la mano;
generales: histórico-legendarios, fronterizos y novelescos. al hincar de la rodilla, —■el estoque se ha arrancado.
Versan algunos romances del primer grupo sobre la tradicional Espantóse de esto el rey, — y dijo como turbado:
leyenda del rey don Rodrigo y la perdición de España, que en —■Quítate, Rodrigo, a llá , — quítateme allá, diablo,
que tienes el gesto de hombre, — y los hechos de león bravo. —
síntesis es como sigue: el conde don Julián, gobernador del ex­ Como Rodrigo esto oyó, — apriesa pide el caballo:
tremo sudoeste de la península en tiempos del último rey godo con una voz alterada, — contra el rey así ha hablado:
(don Rodrigo), tenía una hija de peregrina hermosura y virtud al — Por besar mano de rey — no me tengo por honrado;
servicio de la reina; el rey, enamorado de la doncella y rechazado porque la besó mi padre — me tengo por afrentado. —
por ella, abusó de su honor; y entonces el padre se vengó abriendo En diciendo estas palabras — salido se ha del palacio:
consigo se los tornaba — los trescientos hijosdalgo . . .
las puertas de España a los sarracenos, que la invadieron (711).39
Versan otros romances sobre Bernardo del Carpió, personaje
fabuloso y supuesto vencedor de Rolando, héroe de la epopeya Los romances fronterizos, que relatan hechos, no históricos en­
francesa, en Roncesvalles (garganta de los Pirineos), donde fué tonces, sino contemporáneos, tienen por tema los episodios de la
derrotada por los vascones la retaguardia del ejército de Carlo- lucha entre moros y cristianos en la frontera del reino moro de
magno (778); sobre el conde Fernán González, libertador de Granada, al cual había quedado reducido el dominio musulmán en
Castilla, y algunos de sus sucesores; sobre los Infantes de Lara, la Península en el siglo xv. Es la poesía que brota al mismo calor
cuya leyenda conocemos; sobre El Cid, derivados tal vez de las de los acontecimientos: desafíos entre caballeros moros y cristia­
Crónicas y del Cantar de Rodrigo; y tienen por tema, finalmente, nos, escaramuzas, emboscadas, toma o pérdida de villas fronterizas,
otros episodios verdaderos o imaginarios de la tradición nacional. muerte de algún valiente caballero a manos del enemigo, aislados
Como muestra, citaremos uno de la juventud del Cid, indiscutible­ episodios heroicos. De este tipo de romances, es famosísimo el
mente romance viejo y de los más admirables: que comienza así:
Cabalga Diego Laínez — al buen rey besar la mano; ¡ Abenamar, Abenamar, — moro de la morería,
consigo se los llevaba — los trescientos hijosdalgo. el día que tú naciste •— grandes señales había!
Entre ellos iba Rodrigo — el soberbio castellano .. ,40 Estaba la mar en calma, — la luna estaba crecida:
moro que en tal signo nace, — no debe decir mentira . . . 41
Sigue el contraste entre los caballeros, vestidos con sus galas de fiesta,
y Rodrigo, armado de punta en blanco.
Sigue una breve descripción de los palacios de la Alhambra, en forma
Andando por su camino, — unos con otros hablando,
de respuestas que el moro da a las preguntas del caballero cristiano; y
allegados son a Burgos; — con el rey se han encontrado.
Los que vienen con el rey •— entre sí van razonando: termina el romance con la personificación de Granada como novia, a la
unos lo dicen de quedo, — otros lo van preguntando: cual habla el rey don Juan II, que ante ella se encontraba (1431):
—■Aquí viene entre esta gente — quien mató al conde Lozano.
78 EPOCA DE T R A N S I C I O N POESIA CULTA Y P OPU LA R 79

— Si tú quisieses, Granada, — contigo me casaría; Habrá notado el lector que el verso de los romances viejos era de
daréte en arras y dote — a Córdoba y a Sevilla.
— Casada soy, rey don Juan, — casada soy, que no viuda:
diez y seis sílabas (dividido en dos hemistiquios: 8 + 8), de uni­
el moro que a mí me tiene, — muy grande bien me quería. forme asonancia. Los que se compusieron después, imitándolos,
son de ocho sílabas, rimando los versos pares (2, 4, 6, etc.), y
El tratamiento de los romances novelescos, de fondo sentimental, quedando libres los versos impares (1, 3, 5, etc.). En realidad, el
difiere de la sencillez y tono épico de los romances históricos y pie del metro es el mismo: el octosílabo. Así, por ejemplo, el
fronterizos. Algunos asuntos están tomados de la mitología y de romance viejo que principia:
la leyenda clásica o medieval. En este grupo de los novelescos Afuera, afuera, Rodrigo, — el soberbio castellano,
cabe incluir los romances moriscos, en los cuales se evoca la vida y accordársete debría — de aquel tiempo ya pasado
civilización del pueblo musulmán de la Península: sus fiestas y cuando fuiste caballero — en el altar de Santiago,
cuando el rey fué tu padrino, — tú, Rodrigo, el ahijado:
torneos, sus costumbres y trajes, sus sentimientos e ideas, refle­
mi padre te dió las armas, —•mi madre te dió el caballo,
jando el brillante colorido y el sentido predominantemente lírico yo te calcé las espuelas — porque fueses más honrado .. .,43
de la poesía oriental, como en el romance de Moriana, de singular
belleza dramática, cuyos primeros versos dicen de este modo: separando los dos hemistiquios en líneas diferentes, quedará en
esta forma:
Moriana en un castillo — juega con el moro Galván; Afuera, afuera, Rodrigo,
juegan los dos a las tablas — por mayor placer tomar. el soberbio castellano,
Cada vez que el moro pierde — bien perdía una cibdad; accordársete debría
cuando Moriana pierde — la mano le da a besar . . ,42 de aquel tiempo ya pasado
cuando fuiste caballero
En este primer romance, de los tres que versan sobre Moriana, en el altar de Santiago . ..
es donde se encuentran las líneas tan conocidas:
Mis arreos son las armas, — mi descanso el pelear, En esta última disposición — como se escriben los romances
mi cama, las duras peñas, — mi dormir, siempre velar. desde el siglo xvi — han sido también impresos por algunos
editores los romances viejos.
Los romances viejos se empezaron a imprimir en pliegos sueltos El romance es el metro y género más castizo de la poesía es­
a principios del siglo xvi, alcanzando extraordinaria difusión entre pañola; y por su gran riqueza y mérito, figura entre los más im­
todas las clases de la sociedad española; y a partir del año 1550, portantes. En cuanto al Romancero popular, uno de los productos
fueron reunidos muchos de ellos en colecciones que se designan más originales y fuertes del pueblo español, bien merece el conocido
hoy con el nombre genérico de Romanceros, elogio de Hegel: « bella y seductora corona poética, que nosotros
Los eruditos de la segunda mitad del siglo xvi, ciñéndose al los modernos podemos poner junto a lo más maravilloso que
relato de la Crónica general de España (impresa en 1541), metri­ produjo la clásica antigüedad d.44
ficaron algunos de sus episodios al modo de los romances viejos, y Entre los escritores extranjeros en cuyas obras se encuentran
así nacieron los romances eruditos, que se caracterizan por su más ecos del Romancero, figuran Víctor Hugo (particularmente en
prosaísmo y falta de real nervio épico. Y, más adelante, veremos Les Orientales),45 Leconte de Lisie (L’accident de don Iñigo, La téte
como desde fines del siglo xvi, los poetas cultos escriben romances du Comte, Ximena, etc.), Herder (v.gr., Der Cid y Stimmen der
en que el tema histórico o sentimental es adornado con detalles y Vólker in Liedern), Roberto Southey (Rodericlc, the Last of the
bellezas retóricas de su libre inspiración: tales son los romances Goths, La Cava, King Ramiro, etc.), y Washington írving (The
artísticos, que se han cultivado sin interrupción hasta nuestros Legend of Don Roderick, Legend of the Subjugation of Spain,
propios días. Legend of Count Julián, The Legend of Pelayo, etc.). Entre sus
80 E P O C A DE T R A N S I C I O N P O E S ÍA CULTA Y POPULAR 81

traductores en lengua inglesa,46 citaremos a Southey, lord Byron, [21] V. Foulché-Delbosc, Étude sur le Laberinto de Juan de Mena, en Revue
Tomás Pierce, J. H. Frere, Longfellow, y sobre todo, J. G. Lock- hispanique, t. IX, p. 81 y sigts.; Morel-Fatio, L’arte mayor et Vhendecasyllabe
hart, cuya colección de Ancient Spanish Ballads, Historical and dans la poésie castillane du x v ‘ si'ede et du commencement du x v i‘ si'ecle, en
Romania, t. XXIII, págs. 209-231.
Romàntic (2da. ed., 1840) es la más completa en lengua inglesa.
[22] Ed. cit., p. 158.
[23] Id., p. 182; ed. suelta de El Laberinto de la Fortuna, por Foulché-
[1] V. Conrado Haebler, Bibliografía ibérica del siglo xv: enumeración de
todos los libros im-presos en España y Portugal, La Haya —Leipzig, 1903-1917. Delbosc, Macón, 1904. _ . . .
[24] V. Menéndez y Pelayo, Antología, t. V, p. clxxiv; Sanvisenti, op. cit.,
[2] V. Menéndez y Pelayo, Bibliografía hispano-latina clásica: códices,
págs. 106-120; C. R. Post, The Sources 0} Juan de Mena, en The Romanic
ediciones, comentarios, traducciones, estudios críticos, imitaciones y reminis­
cencias; influencia de cada uno de los clásicos latinos en la literatura española, Review, t. III, p. 223 y sigts.
Madrid, 1902 [sólo llega, por orden alfabético, hasta Cicerón]. [25] Ed. cit., p. 167.
[3] V. P. Lemus y Rubio, El Maestro Elio Antonio de Lebrixa, en Revue [26] Menéndez y Pelayo, Antología, t. VI, p. lix.
[27] Cancionero castellano del siglo xv (loe. cit.), t. XXII, p. 87.
hispanique, ts. XXII (págs. 459-508) y XXIX (págs. 13-120).
[4] El Cancionero de J. A. de Baena, con notas y comentarios, ed. Pedro [28] Ibid., p. 15.
José Pidal, Madrid, 1851. [29] Ibid., págs. 53-56.
[30] J. Amador de los Ríos, Historia crítica de la literatura española, t. VII,
[5] Ibid., p. 246; V. M. Chaves, Micer Francisco Imperial: apuntes bio-
p. 117; V. J. Nieto, Estudio biográfico de Jorge Manrique e influencia de su
bibliográficos, Sevilla, 1899; P. Savj-Lopez, Un imitatore spagnuolo di Dante
obra en la literatura española, Madrid, 1902.
nel’ 400, en Giornale Dantesco, t. III, págs. 465-469.
[31] Ed., con las demás poesías de Manrique, en Cancicnero castellano del
[6] Ed. P. J. Pidal, p. 293.
siglo x v (loe. cit.), t. XXII, p. 228; Poesías, ed. Colección Diamante, Barce­
[7] Ibid., p. 308.
[8] Ibid., p. 320. lona, 1912.
[9] Ed. Menéndez y Pelayo, en Antología de poetas líricos castellanos, t. II, [32] V. cap. III, nota 5.
[33] Cancionero castellano, etc., t. XXII, p. 586.
págs. 215-262.
[34] Cancionero general de Hernando del Castillo, ed. J . A. Balenchana
[10] Id., ibid., t. III, págs. 5-20.
(Sociedad de bibliófilos españoles), Madrid, 1882, t. I, p. 1.
[11] Ed. Marqués de la Fuensanta del Valle y J. Sancho Rayón, en Colección
[35] Cancionero de Juan Fernández de Costantina, ed. Foulché-Delbosc
de libros españoles raros o curiosos, t. IV (1872).
(Soc. de biblióf. españoles), Madrid, 1914.
[12] Ibid., p. 364.
[36] Obras, p. 7.
[13] Ibid., p. 378. [37] V. Milá y Fontanals, De la poesía heroico-popular castellana, Barcelona,
[14] Vicente García de Diego, Marqués de Santillana: Canciones y decires
1874; Menéndez y Pelayo, Tratado de los romances viejos¡, en Antología de
(Clásicos Castellanos), Madrid, 1913, p. xxxi.
poetas líricos castellanos, ts. XI— XII; Menéndez Pidal, L Épopée castillane à
[15] Obras de don Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, con vida
travers la littérature espagnole, trad. Henri Merimée, París, 1910; ídem, El
del autor, notas y comentarios, por J. Amador de los Ríos, Madrid, 1852;
Romancero español (The Hispànic Society of America), New York, 1910,
Proemio, ed. Luigi Sorrento, en Reme hispanique, t. LV.
ídem, Poesía popular y poesía tradicional en la literatura española, Oxford,
[16] Obras, ed. cit., p. 9. 1922; Foulché-Delbosc, Essai sur les origines du Romancero: Prélude, París,
[17] V. Joseph Seronde, Dante and the French Influence on the Marques de
1914; Julio Cejador, El Cantar de Mío Cid y la epopeya castellana, en Revue
Santillana, en The Romànic Review, t. VII, págs. 203-208; Bernardo San-
hispanique, t. XLIX, págs. 1-310; consúltese la nueva teoría de Joseph Bédier
visenti, I primi influssi di Dante, del Petrarca e del Boccaccio sulla ktteratura
sobre el origen de las epopeyas en Les légendes épiques, París, 1914-21.
spagnuola, Milano, 1902, págs. 127-196; Chandler R. Post, Medioeval Spanish
[38] Menéndez Pidal, El Romancero español, págs. 10-11; V., del mismo
Allegory, Cambridge (EE. UU.) and London, 1915.
autor, Poesía juglaresca y juglares, Madrid, 1924.
[18] Ed. cit., p. 69. [39] V. Menéndez Pidal, El Rey Rodrigo en la literatura, en Boletín de la
[19] Ésta y las demás poesías de Santillana se encuentran también en
Real Academia Española, ts. XI (págs. 157-197, 251-286, 349-387 y 519-
Cancionero castellano del siglo xv, ed. Foulché-Delbosc, en N.B.A.E., t. XIX,
585) y XII (págs. 5-38 y 192-216).
págs. 449-575; ed. Bonilla y San Martín, Antología de poetas de los siglos x m
[40] Menéndez y Pelayo, Antología, t. VIII, p. 56; la más extensa colección
al xv, Madrid, 1917. de romances es la de Durán, en B.A.E., ts. X y XVI; la más selecta, la de
[20] Ed., con las demás obras poéticas de Mena, en Cancionero castellano
Wolf, Primavera y flor de romances, Berlín, 1856; Spanish Ballads: romances
del siglo x v (loe. cit.), págs. 120-221.
82 E P O C A DE T R A N S I C I O N

escogidos, ed. escolar, with notes and vocabulary by S. Griswold Morley, New
York, 1911.
[41] Antologia, t. VIII, p. 154.
[42] Ibid., p. 235.
[43] Ibid., p. 69.
[44] Georg W. F. Hegel’s Werke, t. X, parte 3ra. (Aesthetik), Berlín, 1838, CAPÍTULO VIII
p. 408.
[45] V. G. Le Gentil, Victor Hugo et la littérature espagnole, en Bulletin LA NARRACIÓN HISTÓRICA
hispanique, 1.1, págs. 149-195; E. Martinenche, L’histoire de l’influence
espagnole sur la littérature française: l’Espagne et le romantisme français,
1. Crónica de don Juan II: su progreso hada el relato artístico.
París, 1922. 2. Crónica de don Alvaro de Luna: interés y emodón dramática.
[46] V. Erasmo Buceta, Traducciones inglesas de romances en el primer tercio
3. Fernán Pérez de Guzmán, renovador de la historia y maestro de la
del siglo xix, en Revue hispanique, t. LXII, págs. 459-554.
prosa: Mar de historias; mérito singular de Las generaciones, sem­
blanzas y obras; Loores de los claros varones de España, poema
histórico. 4. Alfonso Fernández de Palenda, censor inexorable en las
Décadas; otras obras suyas. 5. Hernando del Pulgar: Crónica de
los Reyes Católicos, impardal y elocuente; Libro de los claros varones
de Castilla; sus Letras.
1. Crónica de don Juan II. La narración histórica logra
superior desarrollo en el siglo xv. Se empieza entonces a concebir
la historia como ciencia y como arte literario. El cronista no se
contenta con relatar los hechos, sino que procura hacerlo con
cierta imparcialidad, interés y elegancia. La Crónica de don
Juan II, por ejemplo, representa un adelanto sobre las crónicas
de López de Ayala, no sólo en la forma, sino también en el trata­
miento de la materia; en cuanto a ésta, las cartas y órdenes
reales son auténticas, mientras que las cartas de López de Ayala
fueron inventadas por él para dar expresión a sus propios juicios
y a su interpretación de los hechos.
La primera parte de la extensa Crónica de don Juan I I es
atribuida a Alvar García de Santa M aría (m. 1460); el autor
del resto de la crónica permanece enteramente ignorado. Es un
relato verídico y minucioso de aquel agitadisimo reinado. El
cronista no falta a la verdad, ni al decoro que a sí mismo se debe,
pero al narrar los excesos de la corte, al hablar de aquel apocado
monarca, lo hace con una moderación demasiado discreta. Aun­
que no hay ningún bosquejo notable de personajes, ni descrip­
ciones llenas de colorido — excepto la del suplicio del condes­
table —, en el conjunto de las cualidades de fondo y de estilo
señala esta crónica un buen paso hacia la historia concienzuda y
artística. Expresivo es el retrato que presenta del rey don Juan I I :
83
LA N A R R A C I O N HISTORICA 85
84 É POCA DE TRANSICION

« Fué este ilustrísimo rey de grande y hermoso cuerpo, blanco y colo­ apología hecha por un admirador incondicional del condestable:
rado mesuradamente, de presencia muy real; tenía los cabellos de color es apasionado en su interpretación de los hechos, pero su interpre­
de avellana mucho madura, la nariz un poco alta, los ojos entre verdes y tación es sincera; y si alguna vez, aunque rara, cree verdadera
azules; inclinaba un poco la cabeza .. . Era hombre muy trayente, muy cualquier circunstancia desfavorable al condestable, no la oculta
franco e muy gracioso, muy devoto, muy esforzado; dábase mucho a ni trata de falsearla. El autor puede equivocarse, y en realidad
leer libros de filósofos e poetas . . . Tenía muchas gracias naturales, era se equivoca a menudo, al juzgar los actos de don Alvaro, pero los
gran músico, tañía e cantaba e trovaba e danzaba muy bien . . . » 1 juicios son sinceros: es que no ve sus inconcebibles abusos del
Este bosquejo coincide con el hecho por Pérez de Guzmán en poder y su desmedida codicia, verdaderas causas que, provocando
las Generaciones y semblanzas, obra de la cual hablaremos en breve. el odio mortal de los adversarios, le llevaron a la ruina y la
La diferencia estriba en que el cronista, no queriendo hablar mal muerte.
del rey, ni faltar tampoco a la verdad con un elogio que no merecía, El entusiasmo que despliega el cronista al celebrar las dotes del
se abstiene de referirse a sus dotes de gobernante; en tanto que condestable, que en realidad fueron extraordinarias, y su violenta
Pérez de Guzmán prosigue el retrato, agregando que don Juan II indignación al acusar a los enemigos, son los principales resortes
era muy defectuoso en las virtudes necesarias a todo hombre y de la vida de esta crónica y los que hacen centellear su lenguaje,
principalmente a un soberano, pues hasta darle honda emoción. De las acusaciones no se libra ni el
monarca mismo, a quien dirige este apostrofe por su ingratitud:
« auiendo todas las gracias susodichas, nunca una ora sola quiso entender
nin trabajar en el regimiento del reino . . . mas dexaua el cargo de todo «¡ Oh, alto rey de Castilla ! ¿ Qué faces ? Condenas a muerte al más
ello al su condestable...: que yo non sé cuál destas dos cosas es de leal servidor que jamás oviste, ni habrás, nin se falla “ . . . ¿ Sentencias
mayor admiración, o la condición del rey o el poder del condestable . . . » 2 debe morir el que por servicio tuyo tovo en nada muchas veces el su
vivir ? . . . » 3
2. C rónica d e don A lvaro d e L u n a . ¿ Quién era aquel
poderoso condestable de don Juan II, del cual tanto hemos oído El notable capítulo en que relata la muerte del condestable,
hablar a sus contemporáneos ? Al relato de su vida está dedicada « del mejor caballero que en todas las Españas ovo en su tiempo, e
la mejor crónica particular del siglo xv, la Crónica de don Alvaro mayor señor sin corona », transpira conmovedor sentimiento:
de Luna, condestable de, los reinos de Castilla y León, de autor
ignorado. Como el condestable intervino en los principales « La trompeta suena con doloroso e triste e desplascible son. El prego­
sucesos militares y políticos del reinado de don Juan II, la crónica nero comienza su mentiroso pregon . . . Cabalgo, pues, el bueno e biena­
de aquél y la de éste son substancialmente iguales. venturado Maestro en su muía, con aquel gesto, e con aquel semblante,
El cronista de don Alvaro, que debió de ser un servidor o amigo e con aquel sosiego que solía cabalgar los passados tiempos de su ledab
íntimo, sigue paso a paso su vida y refiere minuciosamente sus e risueña fortuna. La muía cubierta de luto, e el con una capa larga
costumbres y habilidades, su conducta en los campos de batalla y negra . .. e guíanlo al cadalso. E desque c fue llegado a el, descabalgo
« avisado modo de guerrear », sus arengas, su actividad y pericia de la mula, e subió sin empacho alguno por los escalones del tal cadalso;
e después que fué subido encima, e se vido allí adonde la alombra d estaba
política, y todo cuanto, grande o pequeño, a su persona concernía.
tendida, tomó un sombrero que traía en su cabeza, e echólo a uno de
La narración de las rivalidades de la corte, de sus intrigas y per­ aquellos pajes suyos . . . E el mismo bienaventurado Maestre se adereszo
fidias, los acontecimientos tan varios y contrarios en la existencia los pliegues de la ropa que levaba vestida. . . E dende,e encomendando
del protagonista, que acaba por verse' conducido de los peldaños su ánima a Dios, apartóle el verdugo la cabeza de los hombros . . . » 4
del trono al patíbulo, y el calor con que el cronista relata todo
ello, dan a este libro mucha animación e interés dramático; “falla, halla. “desque (desde que), d alombra, alfombra.
interés realzado por las excelentes cualidades del estilo. Es la &leda, alegre. ya que. e dende (de allí), después.
86 EPOCA DE TRANSICION LA N A R R A C I Ó N HISTÓRICA 87

Y pocos párrafos después, añade: En la primera edición de Mar de historias, hecha en 1512, des­
pués de las dos partes registradas en el índice, aparece el libro
« Mandóle matar su muy amado e muy obedescido señor el rey, el cual
en lo mandando matar, se puede con verdad descir se mató a sí mismo; de Las generaciones, semblanzas y obras de contemporáneos del
ca s no duró después de su muerte si non sólo un año e cincuenta días, autor, que se viene considerando como tercera parte del Mar de
los cuales todos se debe por cierto afirmar que le fueron días de dolor e historias, aunque por su originalidad y superior estilo, difiere con­
de trabajo; ca muchas veces se falló muy arrepiso/ e lo fallaron e lo siderablemente de las otras dos partes: éstas parecen ensayos de un
vieron los suyos llorar con mucha amargura por la muerte de su leal aficionado que se ejercita en el cultivo de la historia, y obra maestra
Maestre . . . E algunos fueron que dixeron, que sólo el royente gusano de de un historiador ya formado es Las generaciones, semblanzas y
su consciencia fue aquel que lo mató, trayéndole a continua memoria la obras. Es su libro más notable, por la valiosa información que con­
grand crueldad de que usó contra el su muy leal sobre los leales . . . »* tiene y por su mérito literario. Reunía Pérez de Guzmán las dos
La erudición clásica que matiza a la crónica, y sus abundantes cualidades que él señalaba como necesarias para escribir una his­
máximas políticas y morales, le dan a pesar del carácter apologé­ toria: «La primera, que el estoriador sea discreto e sabio, e aya
tico, un tono grave y levantado. Este famoso caballero de los buena retórica para poner la estoria en fermoso e alto estilo . . . La
grandes y tristes destinos que muere en el cadalso de Valladolid segunda, que él sea presente a los principales e notables abtos h de
(1453), don Alvaro de Luna, escribió, además de versos galantes, guerra e de paz . . . » 9 Las semblanzas de lo físico y lo moral de
un libro muy celebrado, el Libro de las claras e virtuosas mujeres.6 sus más ilustres coetáneos están trazadas con perfecta técnica.
A veces, el lenguaje reviste singular fuerza pictórica, como al
3. F e r n á n P é r e z d e G u zm á n . En. sus dotes de prosista, decir del cardenal Frías que « en su fabla e meneo de su cuerpo e
estriba la particular importancia de Fernán Pérez de Guzmán gesto e en la mansedumbre e dulzura de sus palabras, tanto parecía
(¿ 1376-1460?) en la historia literaria. De ilustre familia cas­ muger como ombre ».10 Su comentario, siempre franco, está
tellana, tras haber ejercitado su valor en la guerra y figurado con discretamente expresado, como al manifestar que el canciller
alto honor en la corte, se retiró en la plenitud de la edad viril al Pero López de Ayala « amó mucho mugeres, más que a tan sabio
campo, que ya no abandonó en el resto de su larga existencia. Allí cauallero como él se conuenía ».u Con frecuencia hace alguna
se dedicó al cultivo de las letras. atinada generalización histórica: cuando declara, por ejemplo, a
Fué uno de los mejores maestros de la prosa en su siglo, « y uno propósito del conde de Castro, que «non solamente este notable
de los primeros analistas y observadores de la naturaleza moral, cauallero se perdió en estos mouimientos de Castilla, mas otros
que, mediante esta observación, renovaron la historia, haciéndola muchoi grandes e medianos estados se perdieron: que Castilla
pasar del estado de crónica al de estudio psicológico que princi­ mejor es para ganar de nueuo que para conseruar lo ganado: que
palmente ha tenido en los tiempos modernos ».7 Su colección de muchas vezes los que ella fizo, ella mesma los desface ».12 De
biografías titulada Mar de historias, según el índice de materias carne y hueso son estos retratos; con el original a la vista, los
que la encabeza, consta de dos partes: la primera trata de célebres pintó el autor concisa y valientemente, sin perdonar un rasgo
emperadores, como Alejandro Magno, de filósofos, como Pitá- esencial, personificándolos bien, haciéndoles destacarse como en
goras; la segunda parte, de hombres eminentes por su virtud, relieve: se les ve en cuerpo y alma. Y las referencias de otros
como San Francisco, y también de sabios, como Filón, « e de los escritores de aquel tiempo comprueban la imparcialidad y severa
libros que ficieron »; en ambas, asimismo, de « grandes y esforza­ rectitud con que están trazadas estas Semblanzas del austero y
dos caballeros ».8 Algunas biografías son extensas e interesantes, filosófico Fernán Pérez de Guzmán.
como la de Julio César; otras, brevísimas e insignificantes, como Fué además poeta, y como tal, no hay que juzgarle por las com­
la del conde de Campania. posiciones juveniles, de tono amatorio y galante compiladas en el
7 ca, pues. ®arrepiso, arrepentido. h abtos, (autos), actos. *' mucho, muy.
ÉPOCA DE TRANSICIÓN LA N A R R A C I Ó N HISTORICA 89

Cancionero de Baena, sino por su obra poética más extensa y 5. H ernando d el P u lg a r . Como cronista oficial de los reyes,
característica de pensador estoico, de moralista cristiano, que, y por orden suya, compuso Hernando del Pulgar (1436-¿1493?)
habiendo conocido directamente los altos honores de la tierra, la Crónica de los Reyes Católicos. Fué testigo de vista de los
tiene bien vista su fugacidad, y pone el pensamiento en Dios. En sucesos más salientes, e hizo su relato con mayor conciencia y
ocasiones, su inspiración se remonta brillantemente al tocar la serenidad que los cronistas oficiales que le habían precedido.
cuerda patriótica, al evocar las grandes figuras de la historia na­ Literariamente, la crónica está llena de pasajes elocuentes, como
cional, como en algunos pasajes sobresalientes del poema Loores de la briosa arenga dirigida a los toledanos que pone en labios de
los claros varones de España. Gómez Manrique; y el autor ha sazonado el relato con recuerdos
4. A lfonso F er n á n d ez d e P a l è n c ia . De las catorce obras de sus lecturas clásicas, con reflexiones morales hechas sin pedan­
que escribió Alfonso Fernández de Palència (1423-1492), la tería, al correr de la pluma.
mayoría de carácter histórico y en latín, sólo unas pocas se con­ En el Libro de los claros varones de Castilla (1486), Hernando del
servan. Principales entre ellas son el Universal vocabulario en Pulgar continúa Las generaciones de Pérez de Guzmán, a las cuales
latín y en romance (1490) y, sobre todo, la intitulada Décadas, es aquel libro muy semejante en naturaleza y estilo. Forma una
escrita en latín y traducida al castellano en nuestros días.13 Es galería de veinticuatro bosquejos biográficos de sus más eminentes
esta última obra una imparcial narración de los sucesos de España contemporáneos. Pinta el autor con viveza, con rápidas pincela­
desde el año 1440 hasta el 1477, en la cual se ponen al descubierto, das, y sus juicios tienen la moderación y dignidad propias de un
sin nada velar, los errores, arbitrariedades y aun crímenes de los libro dedicado a la reina, a la gran reina Isabel de Castilla.10 No
nobles, de los eclesiásticos y de las autoridades, los excesos del hay que establecer comparaciones entre los Claros varones y las
poder y la general corrupción de aquella sociedad. Habrá quienes Generaciones: ambas obras se leen con igual provecho, por la
disientan del severo criterio de Fernández de Palència, censor información que contienen, con igual deleite, por su ai te clásico y
inexorable en las Décadas, « pero no podrán negar la importancia, brillante.
el interés y la amenidad de una obra tan diferente de la monotonía, No es posible pasar en silencio las Letras de Hernando del Pulgar,
sequedad y panegíricos de las crónicas antiguas ».14 Y, en efecto, colección de treinta y dos cartas, relativas a asuntos políticos o
las Décadas están inspiradas en el mismo espíritu, al par profundo familiares; son modelos del género epistolar, por la naturalidad y
y ameno, que brilla en las mejores crónicas del siglo; el autor pene­ elegancia con que están redactadas. Recordaremos la dirigida
tra en la intimidad de los hechos, analiza y comenta sus causas, a cierto caballero, que empieza de este modo:
su significación y consecuencias, y sabe relatar agradablemente. « Mandáis que os escriba mi parescer cerca del casamiento que se trata
Recordaremos, de paso, dos obras suyas de índole didáctica: de vuestro sobrino. Ciertamente, señor, las cosas que suelen acaescer en
La guerra y batalla campal de los perros contra los lobos (1456), bajo los casamientos son tan varias e tanto fuera del pensamiento de los
cuya ficción literaria se encierra al parecer alusiones a personajes hombres, que no sé quién ose dar en ellas su parescer determinado, en
y acontecimientos del lamentable reinado de don Juan II; y el especial porque si la cosa sucede bien no es agradecido el consejo, e si
Tratado de la perfección del triunfo militar (1459), otra ficción acude mal es reprendido el consejero . . . »16
que entraña, igualmente, sentido oculto y alegórico, donde vemos
al Ejercicio, varón natural de España, recorrer varias provincias [1] Crónica de don Juan II, en B.A.E., t. LXVIII, pags. 692-093.
[2] Fernán Pérez de Guzmán: Generaciones y semblanzas, ed. J. Domínguez
del reino, pasando luego a tierras de Francia e Italia, y en todas Bordona (Clásicos Castellanos), Madrid, 1924, págs. 123-127; ed. B.A.E.,
partes conversa con individuos de diferentes clases sociales, y con t. LXVIII.
ellos discute puntos de moral y de política; contiene este libro [3] Crónica de don Alvaro de Luna . . ., publicada por D. Josef Miguel de
curiosas, útiles, noticias sobre el estado social y político de la Flores, Madrid, 1784, p. 374; V. L. de Corral, Don Alvaro de Luna según
España de su tiempo. testimonios inéditos de la época, Valladolid, 1915.
90 EPOCA DE TRANSICION

[4] Crónica, págs. 378-380.


[5] Ibid., págs. 381-382.
[6] Ed. Menéndez y Pelayo (Sociedad de biblióf. españoles), Madrid, 1891;
ed. M. Castillo, Toledo-Madrid, 1909; V. Th. de Puymaigre, La cour litté-
raire de don Juan II, roí de Castille, Paris, 1873.
[7] Menéndez y Pelayo, Antología, t. V, p. li; V. Foulché-Delbosc, Étude CAPÍTULO IX
bibliographique sur Fernán Pérez de Guzmán, en Revue hispanique, t. XVI,
págs. 26-55. ESCRITORES DIDÁCTICOS
[8] Ed. Foulché-Delbosc, en Revue hispanique, t. XXVIII, págs. 442-622.
[9] Ed. Domínguez Bordona, p. 5. 1. Enrique de Villena: su pintoresca personalidad; Los doce tra­
[10] Ibid., p. 116. bajos de Hércules y Arte cisoria. 2. El Arcipreste de Talavera: El
[11] Ibid., p. 41. Corbacho: su contenido; importancia que tiene como documento de
[12] Ibid., p. 90. las costumbres; las mujeres vistas por el Arcipreste; introducción del
[13] Trad. Paz y Mélia con el título de Crónica de Enrique IV, Madrid, habla popular en la prosa literaria. 3. El bachiller Alfonso de la
1904-1912 (5 vols.). Torre: la Visión delectable: carácter alegórico: su valor como lengua
[14] Paz y Mélia, El Cronista A lonso de Palència: su vida y obras, Madrid, científica.
1914, p. lxvi.
[15] Fernando del Pulgar: Claros varones de Castilla, ed. J. Domínguez 1. E n r iq u e d e V il l e n a . El personaje más fantástico y
Bordona (Clásicos Castellanos), Madrid, 1923. pintoresco de nuestra historia literaria es, sin duda, don Enrique
[16] Letras, en B.A.E., t. XIII, págs. 55-56; la Crónica, en B.A.E., t. LXX. de Villena (1384-1434), tanto, que los escritores que después de
él vinieron le han asignado papel principal en sus obras de magia.
Tuvo en su tiempo reputación de sabio y de brujo, y la posteridad
le ha conservado piadosamente la de brujo, discutiéndole la de
sabio. Su contemporáneo Fernán Pérez de Guzmán nos lo
describe « pequeño de cuerpo e grueso, el rostro blanco y colorado »,
más inclinado a las ciencias que a los negocios del mundo, maravi­
llosamente inhábil en el manejo de su casa y hacienda, sutil poeta,
gran historiador y muy sabio, al par que entregado a las viles artes
de adivinar e interpretar sueños. Y así, aunque descendiente de
las casas reales de Aragón y de Castilla, por su extraño carácter y
aficiones a las artes mágicas,« fué habido en pequeña reputación de
los reyes de su tiempo, y en poca reverencia de los caballeros ».1
Al morir Villena, su biblioteca fué quemada por orden del rey.
Más importante que las disertaciones sobre el mal de ojo, es su
libro de Los doce trabajos de Hércules, tentativa de novela mitoló­
gica, con fin didáctico, pues cada uno de los trabajos o ejemplos va
seguido de una exposición del significado alegórico y de la en­
señanza moral que de él se deduce. Y mayor novedad e interés
tiene para los lectores de hoy otro libro de Villena, de materia nada
literaria, el conocido bajo el título de Arte cisoria, manual en
veinte capítulos acerca de la manera de servir la mesa de los
príncipes y grandes señores, de comer y comportarse en ella.
91
92 É P O C A DE T R A N S I C I Ó N ESCRI TO RES DIDÁCTICOS 93

Contiene un caudal de curiosas noticias que no se encuentran en ¡os ademanes, los gestos de las mujeres, para reproducir pintores­
ninguna otra obra de aquel tiempo. De los gustos gastronómicos camente la locuacidad femenina, la vehemencia de su lenguaje,
de Villena nos da también noticia Pérez de Guzmán, y bien se sus frases entrecortadas por la cólera o la emoción, sus exclama­
manifiesta la importancia que aquél concedía a la materia en la ciones, sus gritos y protestas: léase, por ejemplo, la larga lamen­
gravedad y detalle con que la trata. Éste es el libro de cocina más tación de una mujer sobre cierto huevo que se perdió, y, si no,
antiguo que se conoce.2 Y suyas son igualmente la primera ver­ aquella citada por todos los críticos sobre la gallina rubia:
sión de la Eneida en lengua vulgar y la primera traducción caste­
«Item si una gallina pierden, van de casa en casa conturbando toda la
llana de la Divina Comedia, las dos en hinchada y difusa prosa vecindad. « ¿ Do mi gallina la rubia, de la calzaa bermeja, o la de la
poética. cresta partida, cenicienta escura, cuello de pavo, con la calza morada,
ponedora de huevos? ¿Quién me la furto? Furtada sea su vida.
2. E l A r c ipr e s t e d e T a la v er a . Inéditas permanecen toda­ ¿ Quién menos me fizob de ella ? Menos se le tornen los días de la vida.
vía las Vidas de San Isidoro y San Ildefonso, y la historia de Mala landre,' dolor de costado, rabia mortal comiese con ella, nunca otra
España denominada Atalaya de las Crónicas, de A lfonso M ar ­ coma, comida mala comiese, amén. ¡ Ay gallina mía, tan rubia!, un
t ín e z d e T oledo (¿ 1398-M 70?), Arcipreste de Talavera. El huevo me dabas tú cada día; aojada te tenía d el que te comió, asechán­
libro que le ha dado fama es uno que el autor tuvo el capricho de dote estaba el traidor; desfecho le vea de su casa a quien te me comió;
dejar sin bautismo, agregando «sea por nombre llamado Arci­ comido le vea yo de perros aína,' cedo ¡ sea; véanlo mis ojos, e non se
preste de Talavera». Fué compuesto por el Arcipreste « en edad tarde . . . ¿ Dónde estades, mozas ?, mal dolor vos fiera. ¿ Non podéis
responder ? — Señora. — Ha, agora, landre que te fiera, y ¿ dónde es­
suya de cuarenta años », y lo acabó en 1438.3 Los editores antiguos
tabas?, di, non te duele a ti así como a mí. Pues corre en un punto,
le dieron diferentes títulos: entre ellos, Reprobación del amor Juanilla, ve a casa de mi comadre, dile si vieron una gallina rubia de una
mundano, sacado del primer capítulo, y El Corbacho, tomado de calza bermeja. Marica, anda, ve a casa de mi vecina, verás si pasó allá
II Corbaccio (el azote), sátira de Boccaccio contra las mujeres, la mi gallina rubia. Perico, ve en un salto al vicario del arzobispo que
aunque poco o nada tienen en común ambas obras.4 te dé una carta de descomunión que muera maldito e descomulgado el
Está dividida la del Arcipreste en cuatro partes: versa la primera traidor malo que me la comió . . . » 5
sobre la « reprobación del loco amor », y males que de él se siguen;
en la segunda, describe con minuciosidad y ensañamiento «los Y en estos términos sigue la violenta lamentación, hasta ter­
vicios e tachas e malas condiciones de las malas e viciosas mu­ minar con una invocación al Señor para que castigue al malvado
jeres»; con pretendida imparcialidad, indulgente en el fondo, que le robó su gallina rubia: « e de cuantos milagros has fecho en
habla en la tercera parte de « las complixiones de los hombres, este mundo, faz agora éste porque sea sonado ».
cuáles son et qué virtud tienen para amar y ser amados»; la Despliega el Arcipreste asombrosa familiaridad con los atavíos,
cuarta es una impugnación de «la común manera de fablar de modas y adornos femeninos. Abre sus arcas, y nos refiere con
los fados, ventura, fortuna, signos et planetas . . . » La parte más indiscreta minuciosidad hasta los más recónditos secretos: afeites
importante literariamente, y la que ha dado significación al libro, y perfumes, la goma para asentar el cabello, las pinzas de plata
es la segunda, donde cada defecto femenino (la terquedad, la para arrancarse algún pelillo fuera de lugar, los ungüentos para
murmuración, la coquetería, etc.) está ilustrado con ejemplos de cada parte del cuerpo, explicándonos hasta la composición y
palpitante realismo. excelencias de tales ungüentos.0 Tan ricas son en esta materia las
El Arcipreste de Talavera es un curioso observador de las descripciones de El Corbacho, que hay que considerarlo como el
costumbres. Su mirada es penetrante, y luego posee destreza
« calza, pata. ' landre, tumor. ' aína (aprisa), pronto.
técnica para hacernos ver lo que él tiene visto. Raro es su talento, b menos me fizo, me d aojada te tenía, mal * cedo, al instante,
en particular, para describir con trazos de la pluma el movimiento, privó. de ojo te había hecho.
ESCRITORES DIDACTICOS 95
94 EPOCA DE T R A N S I C I O N

documento más valioso para la historia de la indumentaria y artes habla por su cuenta emplea el estilo elegante que estaba en boga:
femeninas en el siglo xv. Pero, a trechos, tanta acumulación de no son raros entonces los latinismos, el hipérbaton, la semilicaden-
pormenores acaba por fatigar, como cuando pinta cierta dama cia, la reiteración.9 Mas en boca de los personajes, pone el lenguaje
que salió de paseo un domingo de Pascua.7 llano, vivo, elíptico, del pueblo, sus frasecillas vulgares y sus
Los prejuicios que abrigaba el Arcipreste contra las mujeres, refranes. Con ello debemos al Arcipreste de Talavera la novedad
parecen haber aguzado su visión. Las conocía bien, pero como un notable de haber introducido el habla popular en la prosa litera­
enemigo. Explícitamente admite que hay mujeres buenas, claro ria: en lo cual, como en otras cosas, había de imitarle después el
está, pero en esta satírica reprensión de El Corbacho sólo habla de genial autor de La Celestina.
las malas mujeres, haciendo constante presión en el ánimo del
3. A lfonso d e la T o r r e . Este bachiller, del que poco o casi
hombre para ponerle en guardia, porque « quien de sus fechos se
apartare e más las olvidare, vivirá más en seguro: desto yo le nada se sabe, compuso hacia 1440, a ruegos del preceptor del
aseguro ».8 El Arcipreste no ve en las mujeres sino seres mez­ príncipe de Viana, un tratado didáctico: Vision delcctable de la
quinos y ridículos. Pero su psicología de la mujer es demasiado filosofía y de las artes liberales, destinado a la enseñanza del joven
elemental y mordaz. Aunque buen pintor de las realidades príncipe. Declara el autor en el prólogo que se hallaba meditando
sensibles, está lejos de poseer aquella íntima comprensión del otro sobre la composición del libro, cuando «los sentidos corporales
Arcipreste, el de Hita, su poderosa intuición para leer en las almas. fueron vencidos de un muy pesado et muy fuerte sueño, do me
Le falta igualmente la justeza de éste. El de Talavera deforma pareció claramente haber visto todas las siguientes cosas ».10 Y
las mujeres hasta la caricatura, y parece ignorar las fuentes de la sigue una visión en la que se manifiesta por medio de alegorías
ternura y del amor, que se albergan en el pecho de todas ellas, los males del mundo y se trata sucesivamente de la gramática,
buenas o malas. No tiene, pues, para las flaquezas femeninas la la lógica, la retórica, la aritmética, la geometría, la música; se
indulgente simpatía del Arcipreste de Hita, ni su trascendental refieren los coloquios entre personajes simbólicos, como la Sabi­
ironía: es puramente descriptivo y exterior, mientras el de Hita duría, la Razón, la Naturaleza, que dan voz al pensamiento del
es tan íntimo y analítico como descriptivo. autor. Todo aquel alarde de ciencia viene a derivar a la con­
En lo que sí parecen ambos Arciprestes de la misma familia es clusión de que la suma sabiduría y bienaventuranza están en el
en el genio alegre y malicioso, en la llama de pasión, en el tono conocimiento de Dios y en la práctica de las virtudes. Para dar
burlón, en la facultad de apoderarse de las formas, del color y del idea de la significación alegórica de este libro, copiaremos a
movimiento y trasladarlos directamente, con arte impresionista, continuación un pasaje en que se describe la Lógica:
a las páginas del libro; en su inconsecuencia y cínica franqueza «Andada la segunda jornada, llegaron, ya gran pieza a subidos en el
(respecto al de Talavera, véase en particular el epílogo de su libro); monte, a un valle de gente muy engañosa et astuta a primera cara, et de
y se asemejan, finalmente, los dos Arciprestes en hacernos dudar que eran entrados, eran muy agradables de conversación, aunque siempre
de la sinceridad de su propósito moralizador. eran un poco litigiosos; e vista una casa en medio del valle, ocurrieron h a
Hemos afirmado que las descripciones de El Corbacho suelen ella, do hallaron la señora de aquella tierra, la cual era una doncella que
hacerse pesadas; también lo son bastantes monólogos y diálogos. bien parecía en su disposición de cara que había gastado velando gran
El autor es exuberante, prolijo, cuando da rienda suelta a sus multitud de candelas, y esto demostraban los ojos, et la blancura et
personales observaciones. En cambio, tiene mucha sequedad en amarillez de su gesto en la faz. Las junturas de los dedos tanto eran de
el relato de las anécdotas ajenas que intercala en su obra; tan delgadas, que no se hallaba ahí vestigio alguno de carne; los cabellos,
aunque fuesen en forma conveniente de longura, et color asaz agradable,
seco y frío, que el más brillante cuentecillo lo convierte a veces en
con la imaginación que tenía, habíase olvidado de peinarlos et distin-
literatura muerta.
i pieza, trecho. hocurrieron, concurrieron.
En este libro hay, no uno sino dos estilos. Cuando el autor
96 ÉPOCA DE TRANSICIÓN

guirlos por orden; y en la mano derecha tema un manojo de flores et un


título en letras griegas, que decían así: Verum et falsum; en la siniestra
tenía un muy ponzoñoso scorpion. E a muchos, mientra se deleitaban
en mirar la diversidad de las flores et olerías, no era vacua t la otra mano
de inferir nocimiento 3et gran daño . . . » 11
CAPITULO X
Este libro es un compendio de los conocimientos corrientes en
las enciclopedias medievales.12 Y aunque la ficción que emplea el LA NOVELA
autor no está exenta de ingenio, lo importante en Visión delectable 1. La novela de caballerías: sus orígenes en la decadencia de la poesía
es, a pesar de los abundantes latinismos, la forma literaria y el épica. 2. El Amadís de Gaula: noticias anteriores a la primera edi­
rico lenguaje científico. ción conocida; su argumento y su trascendencia como modelo. 3. La
novela sentimental: características; El siervo libre de Amor. 4. Diego
* vacua . . . de, ociosa .. . en. 3 nocimiento, detrimento. de San Pedro: la Cárcel de Amor: su asunto y valor literario. 5. La
Cuestión de Amor. 6. La novela dramática: La Celestina: su com­
[1] Generaciones y semblanzas, en B.A.E., t. LXVIII, p. 710. Hay estudio posición y primeras ediciones; argumento e impresión crítica.
sobre Don Enrique de Villena, por Emilio Cotarelo y Morí, Madrid, 1896.
1. L a n o v e l a d e c a b a l l e r í a s . L os orígenes de la literatura
[2] El arte cisoria, ed. F. B. Navarro, Madrid-Barcelona, 1879.
[3] Arcipreste de Talavera (Conacho o Reprobación del amor mundano), por caballeresca están enlazados con la epica extranjera. La poesía
el bachiller Alfonso Martínez de Toledo: ed. Pérez Pastor (Soc. de bibliófilos épica castellana, por su verdad histórica, rigor geográfico y atmós­
españoles), Madrid, 1901, p. 1. fera realista, no podía servir de fuente a la novela de caballerías,
[4] F. Menéndez y Pelayo, Orígenes de la novela, en N.B.A.E., t. I, p. donde la geografía es imaginaria, embrollada la cronología, capital
cxviii. el elemento maravilloso y completamente distinto todo el mundo
[5] Ed. cit., págs. 118-120.
[6] Ibid., págs. 129-132 y 135-136. de las ideas y sentimientos. Su fuente es la materia épica del
[7] Ibid., págs. 124-125. ciclo carolingio (relativo a Carlomagno y los doce pares de Francia)
[8] Ibid., p. 180. y del ciclo bretón (relativo al legendario rey Artús de la Gran
[9] V. Menéndez Pidal, Antología de prosistas castellanos, Madrid, 1917, Bretaña, el encantador Merlín y los caballeros de la Tabla Re­
págs. 47-50; Arnald Steiger, Contribución al estudio del vocabulario del donda). La literatura caballeresca — ha dicho el maestro Menén­
« Corbacho », en Boletín de la Real Acad. Española, ts. IX y X.
[10] Visión delectable, en B.A.E., t. XXXVI, p. 340. dez y Pelayo — no fué más que una prolongación o degeneración
[11] Ibid., págs. 343-344. de esta poesía, que en la época de su decadencia, « cuando las
[12] V. J. P. Wickersham Crawford, The Vision Delectable of Alfonso de la narraciones no se componían ya para ser cantadas, sino para ser
Torre, en The Rornanic Review, t. IV, págs. 58-75. leídas», se escribió en prosa.1 Los héroes y temas de aquella
épica extranjera eran ya conocidos en España en el siglo xm , y
alcanzaron más tarde considerable popularidad, traduciéndose al
castellano algunas novelas del ciclo carolingio a fines del siglo xiv
y durante el xv.

2. E l A madís d e G a u l a . La más antigua novela de caba­


llerías española, aunque no de tipo puro, es el Caballero Cifar, que
ya hemos examinado. La mejor y más famosa, dentro o fuera de
España, es el Amadís de Gaula, que sirvió de modelo a la larguísima
serie de novelas de este género que se escribieron en el siglo xvi.2
97
98 EPOCA DE TRANSICION

Se ignora la fecha de su primitiva redacción. García de Castro-


xeriz aludía en su versión de Regimiento de los principes (Sevilla, n^raumcto&el p;(mer auto befta comeóla.
1350) a las maravillas que se contaban del caballero Amadís.3 ¿IMrtxa /Calido
En cuanto a la novela, está mencionada por varios escritores de la
segunda mitad del siglo xiv: el canciller López de Ayala, en el
Rimado de Palacio, declara haber leído en su juventud el Amadís
de Gaula, entre otros «libros de devaneos »; por uno de los poetas
más antiguos del Cancionero de Baena (Pero Ferrús, que escribía
en 1379) sabemos que en su tiempo constaba de tres libros o
partes.4
¿ En qué lengua fué hecha la primitiva redacción del Amadís de
Gaula? Tal vez en portugués, probablemente en castellano.6
Lo cierto es que el caballero Amadís y su libro fueron conocidos
en España un siglo antes de ser mencionados en Portugal o en
cualquiera otro país, y que no poseemos ninguna edición o manus­
crito anterior al texto castellano de la edición de Zaragoza de
IBntráoo £ a ü fto vna fcmerta empoe d
1508, que por cierto no contiene ni un solo lusitanismo. Esta
vn falcon (upo fallo p a ílDelibea oe cu
edición consta de los tres antiguos libros o partes, corregidos y
po amo? p?efo coméçole oe l?ablar:oeIa
enmendados por Garcí Rodríguez de Montalvo, regidor de Medina
qual rígo:ofaméte oefpeoioo: fue para
fu cafamup fangudiaoo.Ipablo con vn
del Campo, que encontró los originales « corruptos e compuestos
criaoo fu vo llamado femp:onío. el qual oefpuee oe
en antiguo estilo, por falta de diferentes escriptores », y un cuarto
muchas rabonee le enoereço a vna vieía Hamaca cele
libro que se supone de su propia invención. Amaten cupa cafa rema el mefmo criaoo vna enamo
Por la ausencia de toda base nacional y legendaria, «no es ni raoa llamaba elicíatla ciuai vmíéoo fem.pnto a cafa O
castellano ni portugués, ni de ninguna otra parte de España: es celedmacóelnegocfooe fu amo tema a otro confp
una creación enteramente artificial, que pudo aparecer en cual­ gollamaoocrítotalqual efconoieró.Cntre tanto q
quier país y que se desarrolla en un mundo enteramente fantástico. jemp:onto ella negoctáoo con celellína: calido eda
No es obra nacional, es obra humana, y en esto consiste el principal rajonanoocó otro criaoo furo po? nób?eparmeno:
secreto de su popularidad sin ejemplo. Pero salta a la vista que el qual ra5onamiéto cura fada q llega Sem p:onío
su autor estaba muy versado en la literatura caballeresca de la t celedina a cafa oe calido. ISarmeno fue conofcioo
materia de Bretaña .. . Todos los nombres de lugares y personas oe celedínatla qualmucfco le Oíje oeloe fecfcoe z co¿
tienen este sello exótico . . . Si de los nombres pasamos a la fábula, __________________________ a i.
la imitación de los poemas del ciclo de Artús es patente desde los
primeros capítulos ».6 Pero estas imitaciones de pormenor «no
tocan al pensamiento generador de la obra ni a su estructura Permiso de The Hispànic Society of America
orgánica ».7 La C e l e s t i n a : e d ic ió n d e 1499
Trataremos de dar una idea del argumento de esta voluminosa y com­ Folio 1 r.
plicada novela. «No muchos años después de la pasión de nuestro re­
dentor e salvador Jesucristo »— empieza el famoso libro —, hubo un rey
cristiano en la Pequeña Bretaña.8 Tenía una hija bellísima, llamada
LA N O V E L A 99

Elisena, que había desdeñado a cuantos grandes príncipes solicitaran su


mano. Pero cierto día conoce en la corte de su padre a Perión, rey de
Gaula, y de su mutuo amor nace un hijo. Elisena, para ocultar este
fruto ilegítimo de la pasión, lo manda depositar en un arca, con un anillo
y una espada de Perión, y prendido al cuello de la tierna criatura un
pergamino que dice: Este es Amadís Sin-tiempo, fijo de rey? Echaron el
arca al río que pasaba junto al palacio, arrastrada por la corriente llegó
pronto al mar, donde fué hallada por el caballero Gandales que nave­
gaba con rumbo a Escocia; recogió éste a Amadís y lo adoptó por hijo.
Cierto día que el caballero cabalgaba por el campo tuvo un sorprendente
encuentro con Urganda la Desconocida — encantadora asi llamada « por­
que muchas veces se transformaba y desconocía »—, que le predijo que
el Doncel del Mar, nuestro Amadís, sería el más virtuoso y valiente ca­
ballero de su tiempo, el más leal amador, el que ella siempre protegería.
El rey Languines, hallándose de visita en el castillo de Gandales, se
prendó de la hermosura y gracia de Amadís y, con permiso del caballero,
se lo llevó a su corte. Allí conoce Amadís, que terna entonces doce años,
a la princesa Oriana, de diez años, hija del rey de la Gran Bretaña, « la
más hermosa criatura que nunca se vió: tanto que ésta fué la que Sin-
par se llamó, porque en su tiempo ninguna hubo que igual le fuese ».10
Enamoráronse el uno del otro « en tal guisa, que una hora nunca de amar
se dejaron », pero sin osar manifestarse su profunda y secreta pasión más
que con la mirada. Pasa el tiempo, Amadís es armado caballero, y tras
declararle su amor a Oriana, y aceptarlo ella por su caballero, parte a
recorrer el mundo en busca de aventuras para conquistar gloria y fama.
Casi al principio de sus aventuras, Amadís da muerte en singular
combate al pérfido rey Abies, que guerreaba injustamente contra el rey
Perión. Cuando se le agasaja en la corte de éste, Amadís es reconocido
por Perión y Elisena, que ya se habían casado. Parte de nuevo Amadís
en busca de aventuras, tan numerosas como extraordinarias, a cuyo relato
va también unido el de las aventuras, independientes, de su hermano
Galaor, otro notable caballero andante, protegido como Amadís por la
poderosa Urganda la Desconocida. « Grandes y temerosas aventuras de
gigantes hasta aquel plinto invencibles, de tiranos domados, de princesas
y doncellas rescatadas del poder de pérfidos opresores; altas y nunca
imaginadas empresas, a cuyo logro oponen todas sus artes malévolos en­
cantadores, entre los cuales figura en primer término el vengativo Ar-
chalaus . . . ; sorprendentes peripecias, que ya elevan hasta el solio a los
paladines, ya los sujetan a las terribles pruebas de la ínsula Firme y de
la Peña Pobre; batallas, desafíos, favores y desdenes, que ora levantan
a los caballeros al colmo de la felicidad, ora los hunden en mortal tristeza
y amargura: he aquí los obstáculos que se oponen al logro pacífico de
los amores de Amadís y de Oriana, y que llevándole . . . por las regiones
É P O C A DE TRANSICIÓN LA N O V E L A 101
100

de Francia, Inglaterra, Alemania, Grecia, Romania, Turquía y otras Inspirada en la Fiamvietta de aquel célebre autor, está la más
imaginarias, subliman su valor y lealtad, haciéndole al cabo digno de la antigua novela sentimental que tenemos en castellano, El siervo
hija del rey Lisuarte (Oriana). Con el casamiento del héroe principal y libre de Amor, escrita por J u a n R odríg uez d e la C amara (tam­
la destrucción de los encantamientos que habían acibarado hasta aquel bién llamado d e l P adrón , por ser ésta su villa natal). Floreció en
instante su vida, termina, pues, la Historia del esforzado e virtuoso caballero la primera mitad de dicho siglo. La novela está dividida en tres
Amadís de Gaula, tal como ha llegado a nuestros días en el lenguaje de
partes, que corresponden alegóricamente: al corazón, la del
Castilla. »u (i tiempo que bien amó y fué am ado»; al libre albedrío, la del
<(tiempo que bien amó y fué desamado »; y al entendimiento, la
Por lo notable de la concepción, interés de la mayoría de las del «tiempo que no amó ni fué amado ».12 Es el relato de unos
aventuras, brillante presentación de los episodios fantásticos, y amores del autor con cierta dama de la corte de Castilla, de feliz
arte en el relato, el Amadís de Gaula se difundió por todas partes comienzo y desventurado remate, los cuales tuvieron al parecer
y sirvió de modelo a cuantas novelas caballerescas se escribieron algún fundamento histórico. Al elemento pasional y autobio­
después en España o fuera de ella; juntamente con aquellas cuali­ gráfico de El siervo libre de Amor se une el elemento ficticio y
dades, la excelencia de su estilo y lenguaje ha sido elogiada uná­ caballeresco de un breve cuento que le añadió, titulado Historia
nimemente en todo tiempo; y su viva y poética exaltación del de los dos amadores Ardalier y Liesa.
valor, la lealtad y el amor seducirán siempre a los espíritus. Debe
leerse en particular, de la primera parte, el capítulo acerca de los 4. D ieg o d e S an P e d r o . Junto a aquel y otros ensayos de
amores infantiles de Amadís y Oriana, y ceremonia de armarle novela sentimental, descuella como la principal obra del género
caballero (iv); « de cómo Amadís fué encantado por Arcalaus la Cárcel de Amor (1492), del bachiller Diego de San Pedro.
porque quiso sacar de prisión a la dueña Grindalaya e otros, e Guarda estrecha semejanza en el asunto, desarrollo y aun en los
cómo escapó de los encantamientos que Arcalaus le había hecho » conceptos del prólogo, con el Tratado de amores de Amalle y
(xix); el combate singular entre Amadís y Galaor, sin conocerse Lucenda, del mismo escritor, publicado un año antes.13
(xxii); de la segunda parte, el capítulo en que Amadís, dejando
las armas y cambiando de nombre, se retira a hacer penitencia de El asunto del renombrado librito Cárcel de Amor es como sigue: El
amor en la Peña Pobre (v); la prueba de los leales amadores en autor, al regresar de una guerra, se extravía en las montañas de Sierra
Morena, y allá encuentra a un caballero de feroz presencia, que es el
la ínsula Firme (xx); y de la tercera parte, el capítulo relativo a
Deseo, oficial de la cárcel del amor: « Llevaba en la mano izquierda un
la maravillosa lucha de Amadís contra la diabolica bestia llamada
escudo de acero muy fuerte, y en la derecha una imagen femenil entallada
Endriago, en la ínsula del Diablo (xi).3 en una piedra muy clara, la cual era de tan extrema hermosura que me
turbaba la vista. Salían de ella diversos rayos de fuego que llevaba en­
3. L a n o v e l a s e n t i m e n t a l . Desde mediados del siglo xv cendido el cuerpo de un hombre que el caballero forciblemente llevaba
cultivóse la novela sentimental en España. Conserva algunos tras sí. El cual, con un lastimado gemido, de rato en rato decía: « En
elementos de los libros de caballerías, pues los personajes suelen mi fe, se sufre todo ». Y como emparejó conmigo, díjome con mortal
angustia: « Caminante, por Dios te pido que me sigas y me ayudes en
ser también valerosos caballeros que toman parte en guerras y
tan gran cuita ».14
torneos, realizan empresas extraordinarias y salvan a sus damas Apiadado de su desgracia, el autor les sigue y llega a la cárcel del
x de grandes peligros; pero el elemento exterior, y el maravilloso, amor, castillo de extraña arquitectura, tan alto que parecía tocar el
son menores; lo importante y característico de la novela senti­ cielo. Todo en este castillo encantado es simbólico y maravilloso. En
mental es el elemento íntimo, afectivo y pasional. Nació ésta al una oscura torre, alumbrada sólo « por un claro resplandor que le salía
influjo de la novela italiana. Las escritas por Boccaccio fueron al preso del corazón », está el triste Leriano, amante de la princesa Lau­
muy leídas e imitadas por los prosistas españoles del siglo xv. __ , reola de Macedonia. Por su pasión se ve encerrado en la cárcel del
102 EPOCA DE T R A N S I C I O N LA N O V E L A 103

amor, cuyo simbolismo le explica al autor. Éste, por encargo de Leriano, Vertida a las demás lenguas de Europa, la Cárcel de Amor alcanzó
va a contar sus torturas a Laureola, y logra establecer correspondencia en toda ella mucha circulación y aun seguían apareciendo ediciones
epistolar entre los amantes. Al cabo, Leriano se presenta en la corte. alemanas en 1675.
A causa de las maquinaciones de su envidioso rival Persio, la princesa
es encerrada en un castillo. Leriano se bate con Persio, y le vence. Pero 5. L a C u e s t ió n d e am or . De autor anónimo es la Cuestión
el último, sobornando testigos falsos que juran haber visto a los amantes de amor de dos enamorados (1513?), en la que discuten sobre cuál
«en lugares sospechosos y en tiempos deshonestos », logra que el rey de ellos tiene mayor motivo de tristeza, el uno por no ser co­
condene a muerte a su hija. Leriano, después de matar a Persio, liberta rrespondido, el otro por haberse muerto su amada. Más importante
a la princesa, y con ella se refugia en una fortaleza; ayudado de fuerza
que sus ingeniosas disertaciones, es la pintura minuciosa y llena
armada, se defiende contra las tropas reales, hasta que el monarca, in­
formado de la falsedad.de la acusación, perdona a los amantes. Mas de colorido de los amores, deportes y fiestas (interrumpidos brusca
entonces Laureola, enojada por todos los males que ha sufrido a causa de y trágicamente por la guerra) de la sociedad cortesana de Nápoles,
los requerimientos amorosos de Leriano, le prohibe presentarse ante ella. capital entonces del virreinato español.17
Leriano, desesperado, se deja morir de hambre.
6. L a novela d ra m ática : L a C e l e s t in a . Novela dramática
(y la que inaugura este nuevo género) por estar escrita en forma
El asunto no está desarrollado con habilidad. Las epístolas que
dialogada del principio al fin, aunque no representable, es La
se cambian entre los amantes, así como la extravagante apología
Celestina, una de las grandes obras maestras de la literatura
que Leriano hace de las mujeres, contienen frías sutilezas metafí­
española. Sobre la fecha de su composición difieren las opiniones:
sicas. Sin embargo, en estas páginas, como en toda la obra, se
para unos, ha de fijarse varios años antes de la rendición de
revela un intento psicológico de analizar el amor, y se ve latir una
Granada (1492), y para otros, pocos años después. En la edición
pasión verdadera. El estilo es por lo común demasiado retórico y
de 1499, la más antigua conocida, llevaba con toda probabilidad
declamatorio, pero encuéntranse algunos pasajes de sentida
el título de Comedia de Calisto y Melibea (fáltale la página titular
naturalidad y fuerza, como aquel en que la madre de Leriano,
al único ejemplar que se conserva), y consta de diez y seis autos o
viéndole en el lecho de muerte, se refiere con llanto a sus presagios:
actos.18 La edición de 1501, de Sevilla, con dicho título e igual
«Acaescíame muchas veces, cuando más la fuerza del sueño me vencía, número de actos, contiene una carta-prólogo en que se atribuye el
recordar con un temblor súpito que hasta la mañana me duraba. Otras primer acto de la obra a cierto « antiguo a u to r» y unos versos
veces, cuando en mi oratorio me hallaba, rezando por tu salud, desfa­ acrósticos en que se declara que el bachiller Fernando de Rojas
llecido el corazón, me cobría de un sudor frío, en manera que dende a acabó de escribirla, es decir, que añadió los quince actos restantes.
gran pieza tornaba en acuerdo. Hasta los animales me certificaban tu La opinión más generalizada es que este bachiller, judío converso
mal: saliendo un día. de mi cámara, vínose un can para mí y dió tan que aun vivía en marzo de 1538, fué el autor de los diez y seis
grandes aullidos, que así me cortó el cuerpo y la habla que de aquel lugar actos. En la edición sevillana de 1502 el libro aparece impreso
no podía moverme. Y con estas cosas daba más crédito a mi sospecha con el título de Tragicomedia de Calisto y Melibea y contiene cinco
que a tus mensajeros, y por satisfacerme acordé de venir a verte: donde
actos más interpolados, esto es, veintiún actos. Según ciertos
hallo cierta la fe que di a los agüeros. »15
críticos, fueron agregados por el mismo autor; a juicio de otros,
son de diferente mano.19 En las ediciones posteriores a 1519,
Pertenécele a Diego de San Pedro, en medio de su inexperiencia,
lleva por título La .Celestina, empleado desde dicho año en las
« el mérito de haber buscado con tenacidad, y encontrado algunas
traducciones italianas y en las reimpresiones españolas.
veces, la expresión patética, creando un tipo de prosa novelesca
en que lo declamatorio anda extrañamente mezclado con lo natural Tiene por argumento los amores de Calisto y Melibea. Es él mozo
y afectuoso. Este tipo persistió aún en los maestros . . . ».16 de nobles prendas y linaje, algo ingenuo, con más imaginación que ex­
104 ÉPOCA DE T R A N S I C I Ó N LA N O V E L A 105

periencia del mundo; y es ella doncella de alta y serenísima sangre, muy Calis. — Señora, Sosia es aquel que da voces. Déjame ir a valerle,
vivaz, grave, dulce, y en medio de su candor dotada está de espléndida no le maten, que no está sino un pajecico con él. Dame presto mi capa,
pasión y heroica naturaleza. Por casualidad se conocen los amantes en que está debajo de ti.
la huerta de Melibea: la llama del amor ha prendido en un instante en el M elib . — ¡ Oh, triste de mi ventura! No vayas allá sin tus corazas;
corazón de Calisto. Para ganarse el afecto de Melibea, nuestro galán, tórnate a armar.
aconsejado por su criado Sempronio, se vale de una «vieja barbuda que Calis. — Señora, lo que no hace espada y capa y corazón, no lo hacen
se dice Celestina, hechicera, astuta, sagaz en cuantas maldadas hay » ;20 corazas y capacete y cobardía.22
beata, codiciosa y bebedora también lo es, y en ella han clavado sus garras Calisto, al descender por una escala que ha colgado del muro de la
los siete pecados capitales. Así, escuchándola, podrá exclamar luego huerta, pone el pie en el vacío, cae y se mata. Melibea, con grandes mues­
Melibea: «No me maravillo, que un solo maestro de vicios dicen que tras de dolor, se retira a su aposento. Ningún consuelo basta a calmarle
basta para corromper un gran pueblo. »21 Con notable efecto cómico, el dolor. Finalmente, en su desesperación, se arroja desde lo alto de una
Calisto cae de rodillas ante la barbuda tercerona, implorando su ayuda torre o azotea de la casa, matándose.
y buena voluntad.
Valiéndose de un pretexto, la Celestina se presenta en casa de Melibea. Entre los escritores que mayor o menor influencia literaria han
Al quedarse sola con ella trata de captarse su simpatía con alabanzas, ejercido sobre el autor de La Celestina se señalan Plauto yTerencio,
antes de declararle el verdadero objeto de la visita. Los términos vagos, Petrarca, Diego de San Pedro y los Arciprestes de Hita y Tala-
deliberadamente ambiguos, que emplea antes de exponer resueltamente vera.23 Un mérito literario e histórico de supremo valor, entre otros
su embajada, causan confusión, aunque no recelo, en el ánimo de Melibea. muchos, tiene esta obra: la fusión del más puro idealismo y del
No bien ha acabado de manifestar aquélla su pensamiento, cuando la más crudo y bajo naturalismo que encierra la vida. Hasta en­
doncella replica con la más profunda indignación, con amenazas coléricas. tonces estos dos aspectos no se habían presentado juntos en la
Mientras dura la tormenta, la astuta Celestina no replica sino entre
prosa castellana. Aquí ya, junto a Melibea, esa poética figura de
dientes, disculpándose luego con ser sólo mensajera. La doncella, como
sangre joven y ardorosa, encendida por la ofensa, prosigue con inventivas, mujer que con tanta reverencia traza el autor, vemos la ende­
rápida, centelleante. La Celestina ni se amilana por ello ni pierde su moniada y tremenda Celestina: las dos tan humanas, tan vivas
confianza en la victoria final. Y en efecto, en la segunda entrevista que realidades. Junto al noble y confiado Calisto, sus pérfidos criados;
celebran, la Celestina logra que Melibea conceda una cita al galán. La junto a los amores románticos de Calisto y Melibea, los carnales
pérfida vieja ha conquistado para el amor el corazón de la cándida amoríos de Pármeno y Areusa; a continuación de una escena llena
Melibea. de elevación y espiritualidad, otra en que tenemos ante los ojos
La primera entrevista entre Calisto y Melibea se limita a la declara­ un cuadro de malas costumbres en toda su crudeza; y casi al
ción de amor, y a la promesa que ella le hace de tener libre entrada en mismo tiempo escuchamos el lenguaje pulido, retórico, del caba­
la casa la noche siguiente. Pármeno y Sempronio, criados de Calisto, llero Calisto y el lenguaje bárbaramente popular y refranero de la
que desde el principio estaban de acuerdo con la Celestina para com­
Celestina; los dulces coloquios de los amantes, y las brutales
partirse las ganancias que ésta le sacara a su señor, le piden su parte a la
reyertas de Areusa y Centurio. Son los dos polos del mundo de
vieja; ella se excusa de dársela, riñen, y acaban los criados por matar
a Celestina, y ellos son, a su vez, cogidos y ajusticiados. Dos amigas y los sentimientos y de las costumbres que aquí, como en la vida, se
protegidas de Celestina se proponen vengar su muerte en la persona de han juntado y por primera vez entran enlazados en la prosa
Calisto. literaria.
La última entrevista de los enamorados, en el huerto de Melibea, está Fuera del Quijote, no hay en toda la literatura española una
revestida de admirable poesía. De subito va a tener tragico desenlace. novela que la aventaje ni siquiera la iguale. Y sólo con el triunfo
Dos pajes de Calisto, que vigilan en la calle, son asaltados por enemigos, del libro de Cervantes puede compararse el que obtuvo La Celestina
y dan voces: dentro de España; alcanzó ésta hasta sesenta y seis ediciones
españolas dentro del siglo xvi. Se tradujo al italiano (1506),
106 E P O C A DE T R A N S I C I O N LA N O V E L A 107

alemán (1520), francés (1527), inglés (1530), siendo el primer libro y San Martín, Anales de la literatura española, Madrid, 1904; Foulché-
Delbosc, Observations sur La Celestina, en Revue hispanique, ts. VII (págs.
español traducido en esta última lengua. Aparecieron numerosas
28-80) y IX (págs. 171-199); Julio Cejador, Introducción a ed. de La Celestina
imitaciones, algunos poetas la pusieron en verso, otros la llevaron (Clásicos Castellanos), Madrid, 1913; R. E. House, The Present Status of the
al teatro, y su fama e influjo literario no ha menguado, sino crecido, Problem of Authorship of the « Celestina », en Philological Quarterly, t. II,
en el curso del tiempo;24 en nuestros propios días inspira, entre págs. 38-47; ídem, Notes on the Authorship of the (( Celestina », en Philological
otras obras, el hermoso drama lírico La Celestina (1914) del Quarterly, t. III, págs. 81-91.
[20] Ed. Cejador, t. I, p. 58.
maestro Felipe Pedrell.
[21] Id., ibid., p. 184.
[22] Id., t. II, págs. 197-198.
[1] Menéndez y Pelayo, Orígenes de la novela, en N.B.A.E., t. I, págs. [23] V. F. Castro Guisasola, Observaciones sobre las fuentes literarias de « La
cxxvi-exxvii. Celestina », Madrid, 1924.
[2] V. Pascual de Gayangos, Catálogo razonado de los libros de caballerías, [24] V. H. Petriconi, Trotaconventos, Celestina, Gerardo, en Die neueren
en B.A.E., t. XL, págs. lxiii-lxxxvii; H. Vaganay, Amadis en français: Sprachen, t. XXXII; Menéndez y Pelayo, op. dt., passim; G. Reynier, Le
Essai de bibliographie et d’iconographie, Firenze, 1906; ídem, Les romans de roman réaliste au x v i p siede, Paris, 1914.
chevalerie italiens d’inspiration espagnole, en La Bibliofília (Firenze), ts. IX-
XVII; E. Baret, De I’Amadis de Gaule et de son influence sur les mceurs et la
littérature au x v ie et au x v ile si'ecle, Paris, 1873; H. Thomas, The Romance
of Amadis o} Gaide, London, 1912; ídem, Spanish and Portuguese Romances
of Chivalry, London, 1920.
[3] V. Foulché-Delbosc, La plus ándeme menlion d’Amadis, en Revue his-
panique, t. XV, p. 815.
[4] V. G. S. Williams, The Amadis Question, en Revue hispanique, t. XXI,
págs. 1-5.
[5] V. Menéndez y Pelayo, Orígenes, págs. cciv-ccxxiii; G. S. Williams,
op. dt., págs. 5-40.
[6] Menéndez y Pelayo, op. dt,. p. ccxv; V. W. J. Entwistle, The Arthurian
Legend in the Literatures of the Spanish Peninsula, London, 1925
[7] Menéndez y Pelayo, op. cit., p. ccxvi.
[8] Amadis de Gaula, ed. B.A.E., t. XL, p. 1.
[9] Ibid., p. 5.
[10] Ibid., p. 10.
[11] J. Amador de los Ríos, Historia crítica de la literatura española, t. V,
págs. 94-95.
[12] Ed. Obras de Juan Rodríguez de la Cámara (o del Padrón), por A. Paz
y Mélia (Soc. de biblióf. españoles), Madrid, 1884; V. P. J. Pidal, Vida del
trovador Juan Rodríguez del Padrón, en Estudios literarios, Madrid, 1890, págs.
7-37; P. Atanasio López, La literatura crítico-histórica y el trovador Juan
Rodríguez de la Cámara o del Padrón, Santiago, 1918.
[13] Ed. Foulché-Delbosc, en Revue hispanique, t. XXV, págs. 229-282.
[14] Ed. Foulché-Delbosc, en Bibliotheca hispánica, t. XV, págs. 6-7.
[15] Id., ibid., p. 83.
[16] Menéndez y Pelayo, Orígenes, p. cccxxiv.
[17] La Questión de Amor, ed. Menéndez y Pelayo, en N.B.A.E., t. VII.
[18] Facsímile por The Hispànic Society of America, New York, 1909.
[19] V. Haebler, Bemerkungen zur Celestina, en Revue hispanique, t. IX,
págs. 139-170; Menéndez y Pelayo, Orígenes, t. III, págs. i-clix; A. Bonilla
ORIGENES DEL TEATRO 109

del Encina, pues a partir de fines del siglo xm su historia está


envuelta en casi completa oscuridad.4

2. J uan d e l E n c in a . El primer autor dramático es Juan del


CAPITULO XI Encina (¿ 1468-1529?), justamente calificado de «patriarca del
teatro español» por la significación y trascendencia de su labor.
ORÍGENES DEL TEATRO Después de haber sido corista en la catedral de Salamanca, y
estudiante en aquella famosa Universidad, entró al servicio del
1. Representaciones en la Edad Media: misterios y juegos de escarnio: duque de Alba, en 1492, como músico y poeta de su séquito.6 Y
el Auto de los Reyes Magos. 2. Juan del Encina, fundador del teatro en la nochebuena de dicho año fué cuando se representaron sus
es-pañol: examen de sus Églogas y Representaciones; resumen sobre
la significación de su obra. 3. Lucas Fernández: Farsas o églogas; dos primeras églogas en el palacio del duque, en Alba de Tormes.
progreso del drama religioso. 4. Gil Vicente: superioridad de su ¿ Cómo tuvo lugar esta primera función del teatro español ?
teatro; la Comedia del viudo. 5. Torres Naharro: la Propaladla: El autor lo declara en la exposición del argumento que precede a
proemio crítico; asunto de sus comedias; Comedia Himenea, la mejor la primera égloga, sin duda así denominada por figurar pastores
del primitivo teatro español; contribución del autor al desarrollo del en ella:
drama.
1. R epr e se n t a c io n e s e n la E dad M e d ia . Durante aquella « Égloga representada en la noche de Navidad de nuestro Salvador:
adonde se introducen dos pastores», y uno de ellos «entró primero en
edad existió en España, como en el resto de Europa, la representa­
la sala adonde estaban el duque y la duquesa oyendo maitines, y en
ción dramática de pasajes bíblicos en los templos, con ocasión de nombre de Juan del Encina llegó a presentar cien coplas de aquella fiesta
ciertas festividades religiosas. Estas piezas litúrgicas se llaman a la señora duquesa. Y otro pastor, llamado Mateo, entró después de
autos o misterios. La más antigua en castellano, y una de las esto », entablándose entre los dos una graciosa disputa en rudo lenguaje
primeras en lengua moderna, es el Auto de los Reyes Magos, del campesino.6 El fondo de la pieza es el elogio de los duques. Sirve de
cual se conserva un fragmento en cierto códice de fines del siglo introducción a la segunda égloga, «representada en la mesma noche de
xii o de principios del siguiente.1 Aunque estas representaciones Navidad», en la cual cuatro pastores celebran con todo regocijo el
litúrgicas debieron de estar muy difundidas, ninguna otra posee­ nacimiento del Señor y, cantando un villancico, se encaminan hacia
mos que preceda a La representación del nacimiento de Nuestro Belén para adorarlo.
Señor, de Gómez Manrique, representada a mediados del siglo
xv en el convento de monjas de Calabazanos.2 Son dos sencillos y breves diálogos, sin acción dramática, que
Al par que aquéllas, se daban también representaciones burles­ sólo distraen por los dichos ingeniosos de los naturalísimos pastores.
cas, llamadas farsas o juegos de escarnio, no sólo fuera de la iglesia, En el Cancionero de las obras de Encina, impreso en 1496, a
sino dentro de ella igualmente, porque «el santo amor de Dios, dichas églogas siguen dos Representaciones: una sobre «la pasión
que hoy se revela en actos de respeto, inclinábase entonces con de nuestro Redentor, adonde se introducen dos ermitaños y una
preferencia a desahogos de filial e ilimitada confianza ».3 Dichas mujer llamada Verónica, que hablan de su preciosa pasión y
farsas, cuya índole sólo podemos conjeturar por documentos muerte . . . » ; y otra sobre «la santísima resurrección de Cristo »,
medievales, pues ninguna se conserva, son el vago antecedente del en la cual, ante el sepulcro vacío del Redentor, cuentan sus discí­
teatro profano posterior. pulos como se les apareció. Ambas, de índole puramente devota
No hay datos que permitan fijar la época en que el drama y con muy escasa acción, fueron representadas en 1493 o 1494;
litúrgico o los juegos de escarnio alcanzaron su mayor desenvolvi­ constituyen un esbozo del drama religioso que más tarde veremos
miento, ni el estado en que ambos se encontraban al aparecer Juan culminar en los autos sacramentales del siglo de oro.
108 •
110 ÉPOCA DE T R A N S I C I Ó N ORIGENES DEL TEATRO 111

Las églogas numeradas 5 y 6 en el Cancionero, representadas en se ha venido cultivando hasta nuestros propios días. Por la in­
un martes de carnaval (año 1494, probablemente), son de asunto corrección del lenguaje, se ha supuesto que esta divertida piececilla
festivo y profano, entre pastores. De asunto enteramente profano, debió de ser una de las primeras del autor.7
asimismo, y superiores, son las églogas 7 y 8. A partir del año 1500, Juan del Encina hizo varias visitas a
Roma. En un documento de fines de 1502 se le describe como
En la égloga 7 (año 1494), una pastora « que yendo cantando con su
ganado, entró en la sala adonde el duque y la duquesa estaban », es
« clérigo salmantino, bachiller, familiar de Su Santidad y residente
requerida de amores por un pastor y por un caballero, surge el inevitable en la curia romana ».8 Y precisamente en aquella ciudad se repre­
altercado, y la linda zagala elige al caballero, « que se tornó pastor por sentó el año 1513, en la residencia del cardenal Arborea, una obra
ella». de Encina, que suponemos sería la Égloga de Plácida y Vitoriano.
La acción de la égloga 8, con los mismos personajes, tiene lugar un Ni ésta, ni la bella Égloga de Cristino y Febea, fueron incluidas en
año más tarde (1495): el caballero, cansado de la vida bucólica, desea las ediciones del Cancionero. La primera entraña sin duda el
regresar a su palacio con la pastora, e invita al antiguo contrincante máximo desenvolvimiento que logró el teatro de Encina. Hasta
para que les acompañe; éste accede al cabo, adoptando aires de gran ahora sólo hemos visto en sus obras elemento religioso, lírico y
señor, con el consiguiente efecto cómico. cómico, pero apenas elemento propiamente teatral. No hay en
ellas conflicto exterior ni fuerzas espirituales puestas en acción,
Por su más compleja estructura, mayor interés y superior aunque se indican en dos o tres piezas. Mas en la Égloga de
manejo del diálogo, dichas églogas muestran considerable pro­ Plácida y Vitoriano, trató de hacer Encina obra de mayores
greso sobre las anteriores; en ambas se presiente ya la futura vuelos: es mucho más extensa que cualquiera de las otras, con
comedia de costumbres. mayor número de personajes (nueve), y en ella entran el elemento
En la edición de 1507 del Cancionero aparecen dos piezas nuevas: sentimental, el picaresco — derivado de La Celestina — el ale­
la conocida con el titulo de Égloga de las grandes lluvias, porque górico y el cómico; vemos aquí dos personajes centrales en
de las famosas de aquel año de su representación (1498) hablan quienes concentrar la atención, análisis de una pasión y la pre­
cuatro pastores, es semejante a la segunda égloga de Navidad, sentación de sus efectos, pero el progreso de esa pasión, lo subs­
pero con predominio del elemento humorístico y profano; y el tantivo, lo propiamente dramático, falta en esta égloga como
Triunfo del Amor, que, si bien es una brillante alegoría, no ofrece en las demás; el autor nos presenta sus efectos, sin su desarrollo,
adelanto alguno en la labor dramática de Encina. La edición de a modo de salto de la exposición al desenlace. Tiene escenas bien
1509 del Cancionero contiene dos piezas más que merecen par­ dramatizadas, como la de los fingidos amores entre Vitoriano y
ticular atención. La Égloga de tres pastores, cuyo protagonista Flugencia, algún gracioso diálogo cómico de los pastores Gil y
se suicida, desesperado por la indiferencia de su amada, revela un Pascual, y pasajes armoniosamente versificados, como el del
paso más hacia el verdadero drama por el plan, desarrollo del elogio que Vitoriano hace de su amada Plácida, antes de que ella
argumento y tratamiento del amor como pasión sincera. Los se suicide por considerarse abandonada:
breves y sencillos cuadros anteriores aparecen aquí ensanchados.
Esta pieza, escrita entre 1507 y 1509, después de haber estado el ¡ Oh qué glorioso mirar ! y euán prima en el vestir!
¡ qué lindeza en el reír, ¡ Cuán humana,
autor en Roma, es la primera suya que muestra el influjo italiano;
qué gentil aire en andar, cuán generosa y cuán llana!
es también la más antigua tragedia del teatro español. Y el qué discreta en el hablar, No hay quien lo pueda decir . . .9
Auto del repelón, sobre las pesadas bromas que unos estudiantes
.—i
gastan a dos pastores que han ido al mercado de la ciudad, es la Todas las piezas del teatro de Encina están en verso, y casi todas
primitiva manifestación del género cómico que, con el nombre de terminan con un villancico o cantarcillo de amores, cuya música él
vaso en el siglo xvi, entremés en el xvn, y sainete en los posteriores, compuso, acompañados de danza.10 En esta combinación de
112 EPOCA DE T R A N S I C I Ó N ORIGENES DEL TEATRO 113
diálogo, canto y baile está el germen de la zarzuela, creada después por modelo a Juan del Encina, como en el monólogo del vaquero,
por Calderón, y que florece copiosamente en nuestro tiempo. «la primera cosa que el autor hizo y que en Portugal se repre­
Resumiendo: a) Encina secularizó el drama; b) todas sus piezas sentó » (1502), conforme se declara en la exposición del argu­
fueron representadas en el palacio de los nobles, pero no ante el mento.13 Más tarde, impulsado por su propio genio creador,
pueblo; c) en casi todas, los personajes son pastores, y auténticos produjo obras que señalan un progreso sobre las de Encina y Lucas
en sentimientos y lenguaje; d) su inspiración es popular, y por lo Fernández, en la invención, en el arte de la trama y en la variedad
tanto nacional y realista; e) sus representaciones profanas superan de asuntos, incidentes y personajes; estos últimos se encuentran
grandemente a las devotas; /) el elemento lírico y el cómico pre­ también mejor caracterizados, aunque no se destacan todavía
dominan en absoluto sobre el dramático; g) cada nueva obra suya con verdadero relieve. Y les superó, sobre todo, en el ambiente
significa por lo común un progreso sobre las precedentes; h) en su poético de sus creaciones. Su Don Duardos y Amadís de Gaula
teatro están bosquejados los principales géneros dramáticos que son las primeras comedias basadas en libros de caballerías; y
después se han cultivado. Comedia Rubena, la primera de magia. « Los defectos de su obra
demuestran que su teatro, sin ser incipiente, dista bastante de la
3. L ucas F ernández . Contemporáneo de Encina, y su primer perfección; las transiciones escénicas suelen ser bruscas, y el
discípulo, fué Lucas Fernández (1474?-1542), del cual se con­ estilo no es, ni con mucho, tan suelto, elegante y armonioso como
serva un volumen de seis Farsas o églogas, publicado en 1514.11 el del mismo Encina, resultando inferior en el estilo castellano al
Son muy semejantes en su naturaleza a las del maestro, y los portugués . .. Ahora bien, ni en Juan del Encina ni en Lucas
personajes, pastores también, hablan un lenguaje más grosero que Fernández encontramos caracteres; todo lo más que en sus obras
los de aquél. Se diferencian en ser más extensas y en su inferior se observa, son situaciones más o menos sencillas, más o menos
cualidad poética. Es digno de notarse que en las tres de asunto poéticas, rara vez dramáticas. Pero en Gil Vicente la pintura de
profano el autor emplea el título de comedia y farsa o cuasi caracteres apunta ya, y por eso su teatro es de mayor importancia
comedia. No representan ningún adelanto sobre las de Encina. histórica que el de aquéllos . . . » 14
En cambio, Lucas Fernández le aventaja en las otras tres piezas Su mejor pieza en idioma castellano tal vez sea la Comedia del
de tema sagrado: dos sobre el nacimiento del Señor, y otra sobre viudo (1514), de un viudo reciente a quien no hay reflexiones que
su pasión. Están mejor planeadas, el sentimiento de unción que alivien su triste ánimo, ni los piadosos consuelos de un sacerdote,
en ellas alienta es más caluroso, y mayor el interés dramático; ni la relación que un compadre mal casado le hace de sus tremendas
muy pronunciada es su tendencia didáctica, aunque sería excesivo desventuras matrimoniales:
afirmar que hay en ellas más teología que arte.
Tiene el viudo dos hijas bellísimas, y cierto caballero extranjero,
sintiéndose perdidamente enamorado de ellas, se disfraza y entra como
4. G il Vicen te . Aunque de nacionalidad portuguesa, Gil
criado al servicio del viudo; corteja a las dos muchachas al mismo tiempo,
Vicente (¿ 1470-1539 ?) entra en la historia literaria de España por singular caso de amor:
las numerosas obras que compuso en castellano. De sus cuarenta
Dos saetas en mí siento,
y tres piezas dramáticas, once están enteramente en aquella lengua, y me hirieron:
doce en portugués, y en las restantes unos personajes hablan en ¡ Ay, que juntos dos amores
castellano y otros en portugués. Debido a una serie de enlaces en un solo pensamiento
matrimoniales entre los príncipes de ambos reinos, la lengua de no se vieron 1.. ,16
Castilla estaba de moda en la corte de Lisboa, y los poetas cor­ En tan apurado trance, pues las damas desean saber por cuál de ellas
tesanos de allá escribían en una o en otra casi indistintamente.12 se decide, pide consejo a uno de los espectadores — al príncipe don Juan,
En los comienzos de su carrera dramática, Gil Vicente tomó que estaba presente—, el cual juzga que debe casarse con la mayor. En
114 ÉPOCA DE T R A N S I C I Ó N
ORÍGENES DEL TEATRO 115
esto se presenta un hermano del caballero, que en su busca andaba, y
creerle: Comedia Serafina no es de asunto verdadero, ni de color
enamorado de la hermana menor, pide su mano, y la pieza acaba en
doble matrimonio. de verdad. Es una admirable bufonada, donde el protagonista al
verse casado con dos mujeres no piensa en otra solución para salir
Tiene pasajes de delicada ironía, otros de mucho efecto cómico, del paso que matar a una de ellas, y precisamente a la mujer
cuando el compadre del viudo retrata a su temible mujer, y son de legal e inocente; solución que le parece de perlas a su confesor,
encantador lirismo las declaraciones amorosas del caballero y sus quien se dispone a consolar a la futura víctima y ayudarla a bien
diálogos con las dos muchachas. morir; y ésta, Orfea, se resigna al sacrificio lindamente, y cuanto
se le ocurre en su último instante es pedirle al marido que le levante
5. T o rres N a h a rro . Fruto de una verdadera concepción
un mausoleo. Y para mayor efecto cómico, el autor maneja casi
dramática, es la labor de Bartolomé de Torres Naharro (m.
tantas lenguas como personajes: tres hablan en castellano, dos
1531?). Trae a la escena argumentos propiamente teatrales:
en valenciano, el fraile y su fámulo en latín macarrónico, y otros
trae pasiones y acontecimientos, y un soplo creador que nos hace
dos personajes en italiano. Menéndez y Pelayo, con su perspicacia
asistir al espectáculo de la vida. Soldado probablemente en la
de siempre, vió el fuerte de esta comedia al manifestar que « aun­
juventud, clérigo después, estableció su residencia en Roma hacia
que sea la más informe y menos clásica de las piezas de Torres
el año 1512, y más tarde pasó a Nápoles.
Naharro, es también la que indica mayor fuerza cómica y una
^ Imprimióse en esta ciudad, en 1517, un volumen suyo de come­
fantasía más libre, que llega hasta burlarse de sus propias crea­
dias y poesías líricas, titulado Propaladla.0 En el proemio,Torres
Naharro es el primer escritor español que da reglas sobre el arte ciones ».17
De carácter semirromántico, semiburlesco, es la Comedia
dramático. Este rasgo es significativo: revela que el autor era
Aquilana, que parece más que nada una discreta parodia de las
lo que hoy suele denominarse artista consciente, reflexivo. Expresa
novelas caballerescas y sentimentales, con un rey que jura y
allí que « comedia no es otra cosa sino un artificio ingenioso de
perjura como cualquier gañán, miente con majestuoso desenfado
/ notables, y finalmente alegres acontecimientos, por "personas
y trata de persuadir al médico Esculapio para que preste su mujer
disputado». Opina que la comedia debe tener cinco jornadas
al jardinero Aquilano, que está enfermo de mal de amores, ofre­
o actos, división que, juntamente con el nombre de jornada,
ciendo pagarle por el piadoso sacrificio. Aquilano es, en realidad,
prevaleció por cerca de un siglo en el teatro español. « El número
príncipe extranjero que, por amor a la hija del rey, se ha disfrazado
de las personas que se han de introducir, es mi voto que no deben
de hortelano: quiere conquistar el corazón de la dama por la sola
ser tan pocas que parezca la fiesta sorda, ni tantas que engendren
fuerza del amor. La bella infanta es ejemplo de la más perfecta
confusión», es decir, de seis a doce. En cuanto a los géneros de
bobería sentimental. Son, ella y él, dos caricaturas excelentes de
comedia, le parece que bastarían dos, comedía a notíá a (la de
los enamorados románticos. En bellas imágenes, supera a las
costumbres) y comedia a fantasía (la de intriga novelesca).16
demás comedias de nuestro autor.
' Ño siempre anduvo de acuerdo, en la práctica, con sus teorías.
En Comedia Jacinta, con largas disertaciones sobre las durezas
Afirma en el proemio que es decoro en la comedia « una justa y
del destino, Torres Naharro les pone a los personajes su bonete
decente continuación de la materia . . .», y en Comedia Trofea —
de teólogo y moralista, haciendo que esta comedia aventaje a las
representada ante el papa León X en 1512—intercala dos jornadas
otras en profundidad de conceptos. La Comedia Tinelaria tiene
sin relación con el asunto. Dice igualmente que comedias a
por asunto las escenas del tinello o cocina de un cardenal romano,
fantasía son « de cosa fantástica o fingida, que tenga color de
donde la servidumbre roba a su señor, llena la tripa y se embriaga
verdad aunque no lo sea, como Serafina Mas no hay que
hasta reventar, mientras que los pobres que dependen de la caridad
<*Propaladla, según el autor, quiere significar primeras cosas de Palas, o de aquél se mueren de hambre. Es un cuadro satírico de pene­
sea, los primeros frutos de su musa. trante observación, de plástica fuerza realista. Aunque inferior,
116 E P O C A DE T R A N S I C I O N ORÍGENES DEL TEATRO 117

cuadro de costumbres es también la Comedia Soldadesca, en la festivo y plebeyo, tiene positiva importancia en la dramática
cual vemos un abigarrado y pintoresco grupo de reclutas del española. Es el primer paralelo o parodia entre los amoríos de los
ejército pontificio, que despliegan su espíritu enamoradizo, burlón sirvientes y los amores de los amos: parodia que en el siglo de oro,
y pendenciero. El autor ha copiado la verdad humana con pincel y después hasta nuestro tiempo, ha de figurar como elemento
de trazos enérgicos, y con tan absoluta fidelidad que, juntando a cómico en casi todas las comedias de capa y espada. En esto se
gentes de diversas tierras, le hace a cada uno hablar en su propia manifiesta igualmente el genio creador de Torres Naharro: en
lengua. vez de buscar el efecto cómico en el lenguaje o en la situación por
Entre las producciones dramáticas de Torres Naharro se destaca sí sola, lo busca en el contraste con la acción principal; lo que
Comedia Himeneo, la pieza más acabada y primorosa del primitivo además de producir el efecto cómico deseado contribuye, con
teatro español. En realidad, para hallar algo que pueda comparár­ mayor significación, valor y enlace, a realzar el idealismo de los
sele hay que aguardar hasta la aparición del arte de Lope de Vega. protagonistas. Torres Naharro, menor poeta que Gil Vicente,
El progreso técnico de esta comedia, evidente en todo, se muestra pero que en todo cala mucho más hondo que éste y Encina, nos
asimismo en la exposición.18 Desde el primer diálogo, se da clara da la nota cómica que brota del contraste entre la poesía y la
cuenta el espectador del asunto de la comedia, de la hora y del prosa de la vida. No es ya la escena festiva que puede considerarse
lugar de la escena. Himeneo acaba de encontrar casualmente una como un paso intercalado para aliviar la gravedad del asunto
dama en la calle, y de ella se enamora: he aquí el asunto. El principal y dar descanso a la efusión de los afectos, y que en nada
galán se propone hablarla, procurando eludir la presencia del avanza la acción, sino que la parodia de Himeneo está enla­
hermano de la dama: he aquí, con la prevista oposición de éste, zada con aquél como parte del conjunto. Torres Naharro es el
el conflicto. Ambos van acompañados de criados enamoradizos padre del humorismo en la escena española. Las crudas bufonadas
y pendencieros: he aquí las figuras de la parodia, y su probable de los pastores de Encina se han tornado en fina crítica humorís­
índole. La comedia se deriva derechamente de La Celestina.19 tica en labios de los criados de Torres Naharro. En las églogas
Bien lejos está de ser mera adaptación escénica, pero argumento, de aquél hay exageración cómica; en las comedias de éste, inter­
personajes y episodios, con leves variantes, son los mismos. pretación humorística. Es un humorismo de superior categoría,
Comunes son el pensamiento capital, el carácter de los personajes porque es más honda la observación, y más universal. Detrás de
y los resortes que les mueven a obrar. La primera entrevista de los las ironías y sátiras del autor de la Propaladia hay una filosofía
amantes, en ambas obras, se limita a la declaración de amor y a moral, un sentido ético, una personalidad.
obtener la promesa, que las damas conceden a los galanes, de tener Cabe afirmar que en la historia del teatro español no existe una
libre entrada en la casa la siguiente noche: si bien la gentil y producción que por sí sola represente tan considerable avance en
plácida belleza de la primera entrevista de Febea e Himeneo, con el progreso dramático como la Himeneo. Y no es sólo por su
serenata, corresponde más bien a la segunda, tan maravillosamente armonía de composición, sentido escénico, acción viva e intere­
poética, entre Calisto y Melibea en La Celestina. En el desenlace sante: es que, además, esta comedia no conserva en su factura,
es donde ambas difieren: una catástrofe en La Celestina; una aparte los villancicos, ninguna nota del brevísimo teatro anterior.
solución en Comedia Himeneo, pues cuando el hermano de Febea En todo, es su arte fino y novel. Dentro del teatro de aquel
va a darle a ésta la muerte por el deshonor en que ha incurrido, se ingenioso autor, sólo hay otra obra que pueda emparejarse con la
presenta Himeneo a pedir su mano, y en matrimonio termina la Himenea, y es la Comedia Calamita, que supera aquélla en copia
comedia felizmente. de caracteres, episodios y movimiento escénico, y le es inferior en
La escena del criado Boreas y la doncella Doresta en la jornada regularidad, elevación y finura.
tercera, que viene a ser calcada reproducción del diálogo amoroso Con excepción de la Trofeo, sin embargo, revelan todas las
entre Himeneo y Febea, pero en tono más bajo, naturalmente comedias de Torres Naharro una concepción dramática y empleo
118 ÉPOCA DE T R A N S I C I O N ORIGENES DEL TEATRO 119

de recursos escénicos que solamente en Gil Vicente apuntan una [10] V. Cancionero musical de los siglos x v y xvi, ed. F. A. Barbieri, Madrid,
década después: 20 mayor coherencia orgánica, más profundo y 19°4.
sutil conocimiento de la naturaleza humana que sus predecesores [11] Farsas y églogas al modo y estilo pastoril y castellano, fechas por Lucas
Fernández, ed. Real Academia Española, Madrid, 1867 (con prólogo de
y contemporáneos, una vena satírica no más casta, pero sí mucho M. Cañete); V. R. Espinosa Maeso, Ensayo biográfico del Maestro Lucas
más fina y trascendental; y personajes que son y obran como Fernández (14.749-1542), en Boletín de la Real Acad. Esp., t. X, págs. 567-603.
personas reales, de esas que caminan de la cuna al sepulcro. [12] V. Aubrey F. G. Bell, Gil Vicente, Oxford, 1921.
Agregaremos, en resumen, que Torres Naharro aportó las [13] Obras de Gil Vicente, ed. Mendes dos Remédios, Coimbra, 1907-14,
siguientes contribuciones al desarrollo del drama: a) el plan t. III, p. 7; V. A. B. Freire, Vida e obras de Gil Vicente, Oporto, 1920.
[14] Bonilla y San Martín, Las Bacantes o del origen del teatro, Madrid,
meditado y lógicamente seguido; b) los primeros modelos de la
1921, págs. 114-115.
comedia de intriga, de la comedia de costumbres y de la comedia [15] Ed. cit., t. III, p. 137.
romántica; c) el proceso psicológico de los caracteres; d) el real [16] Propaladla de Bartolomé de Torres Naharro, ed. M. Cañete y M. Me­
interés humano en la acción dramática; e) el verdadero humorismo néndez y Pelayo, Madrid, 1880-1900, t. I, págs. 9—10.
en la escena; /) la introducción del tipo del gracioso y de la graciosa, [17] Idem (Estudio preliminar), t. II, p. 155.
[18] V. mi Estudio de la Comedia Himeneo de Torres Naharro, en The Ro­
que serán luego indispensables en el sistema dramático de Lope de
mànic Review, t. XII, págs. 50-72.
Vega y demás autores de la época clásica; g) la primera presenta­ [19] Ibid., págs. 65-72.
ción del concepto del honor femenino, como resorte dramático, [20] Ibid., p. 52, nota 6.
que después reaparecerá a menudo en el teatro de los grandes
maestros; h) el empleo de un prólogo cómico y la división en
cinco jornadas, que prevalecieron hasta fines del siglo xvi; i)
en conjunto, el influjo de su teatro, combinado con elementos de
La Celestina, fué luego capital durante aquel siglo en las comedias
realistas.

[1] Auto de los Reyes Magos, ed. Menéndez Pidal, en Revista de Archivos,
etc., t. IV, págs. 455-462; ed. A. M. Espinosa, en The Romànic Review, t. VI,
págs. 380-385.
[2] La representación del Nacimiento de Nuestro Señor, ed. Foulché-Delbosc,
en Cancionero castellano del siglo xv, en N.B.A.E., t. XXII, págs. 53-56.
[3] González Pedroso, Autos sacramentales desde su origen hasta fines del
siglo xvn, en B.A.E., t. LVIII, p. ix.
[4] V. J. P. Wickersham Crawford, Spanish Drama Before Lope de Vega
(Publications of the University of Pennsylvania), Philadelphia, 1922, págs.
11-19; sobre orígenes del teatro, consúltese la Bibliografía de dicho libro
(p. 183 y sigts.).
[5] V. Ricardo Espinosa Maeso, Nuevos datos biográficos de Juan del Encina,
en Boletín de la Real Acad. Española, t. VIII, págs. 640-656.
[6] Teatro completo de Juan del Encina, ed. Real Academia Española,
Madrid, 1893, p. 3.
[7] V. Emilio Cotarelo y Morí, Estudios de historia literaria de España,
Madrid, 1901, p. 167.
[8] V. J. P. Wickersham Crawford, op. cit., p. 28.
[9] Ed. cit., p. 294.
IV , — ÉPO CA CLÁSICA
(SIGLOS X V I Y X V II )
CAPITULO XII

CARACTERES GENERALES
I. El Renacimiento: espíritu critico y científico. II. El imperio es­
pañol: sus dominios; su significación espiritual. III. Aspectos de la
civilización española: 1. La cultura. 2. La filosofía y la historia.
3. Las artes. 4. Las letras: la poesía. 5. La prosa didáctica. 6. La
novela. 7. El teatro.
I . E l R e n a c i m i e n t o . El Renacimiento, cuyas principales
causas y manifestaciones quedan apuntadas en un capítulo an­
terior, alcanza la plenitud de su desarrollo en España dentro de
los siglos xvi y xvii. El nuevo espíritu crítico somete a revisión los
valores espirituales de la Edad Media. La ignorancia deja de
ser santa, la belleza deja de ser pecado; en el arte, se presentan
ya, no sólo temas religiosos, sino los más variados aspectos de la
naturaleza y de la vida. La curiosidad intelectual substituye
paulatinamente al espíritu ascético medieval. La cultura no es
ya patrimonio exclusivo de una clase privilegiada, sino que, en
mayor o menor grado, se difunde a todas las esferas de la sociedad.
Con el vivo sentimiento de la dignidad humana, que despierta, y
de la importancia social del individuo, se reafirman sus derechos
frente a la antigua omnipotencia del señor feudal y de la clerecía.
Un nuevo espíritu se va forjando, una nueva concepción del hom­
bre y del mundo. La filosofía busca sus materiales de especulación
en el ser humano y en los fenómenos del mundo sensible. Los
métodos de observación y de análisis dan nacimiento a las ciencias
naturales, a la astronomía, la anatomía, la fisiología, la medicina.
La política y la historia empiezan a ser concebidas como ramas de
la ciencia. El mismo espíritu científico se aplica a las artes, a las
lenguas, a la literatura. Y todas estas manifestaciones se reflejarán
vivamente en la historia literaria.
II. E l i m p e r i o e s p a ñ o l . Desde fines del siglo xv los estados
independientes de la España cristiana estaban fundidos en uno
solo. Con el triunfo definitivo sobre los árabes y expulsión de los
123
124 EPOCA CLÁSICA CARACTERES GENERALES 125

judíos (1492) se consolidó la unidad territorial, política y religiosa a la cual siguieron otras en varias partes de la Península. En 1620,
de la nación española. El apogeo del imperio español puede el español Juan Pablo Bonet había publicado el primer libro que
señalarse hacia el año 1587. Al año siguiente, con la destrucción se conoce para la enseñanza de los sordomudos.
de la Armada, principian los desastres militares, y el imperio Además de aquellos centros docentes, florecían otros de diversos
marcha hacia su ocaso. Fue tal imperio, por su extensión terri­ grados, costeados por los municipios, por las órdenes religiosas,
torial, el mayor que registra la historia: abarcaba, además del y muchos también por particulares, cuyo número pasaba de 4,000
presente territorio nacional, las posesiones de Cerdeña y Sicilia en el año de 1619. Estableciéronse numerosos museos y biblio­
la mitad meridional de Italia; el Rosellón, el Artois, el Charoláis tecas: entre éstas, dos famosísimas, la del Escorial y la llamada
y el Franco-Condado, en Francia; Luxemburgo, Bélgica y Colombina, fundada por el hijo del inmortal Colón. Organizá­
Holanda; el noroeste y el oeste del continente africano, América, ronse los archivos de documentos públicos, siendo el principal el
y el archipiélago filipino y otras islas en Oceania. Pero en la Archivo de Simancas. Y si con todo ello se atendía al orden
historia representa una grandeza mayor aún que su grandeza intelectual, tampoco se descuidaba el benéfico, creándose mani­
territorial: la grandeza espiritual de un pueblo que se desangra comios, hospitales militares, hospicios, etc.
voluntaria y heroicamente por mantener la unidad religiosa de
Europa, que vence decisivamente a los turcos, poderosos enemigos 2. L a filo so fía y la h ist o r ia . Copiosa e importante es la
de la cristiandad, e impide la difusión del protestantismo a los labor de los pensadores españoles de la época clásica en el campo
países latinos, y que, finalmente, lleva a cabo la empresa inmortal de la especulación filosófica. Sobre todos ellos se alza el humanista
de explorar, conquistar, cristianizar y civilizar a todo un nuevo J uan L u is V iv es (1492-1540), catedrático de la Universidad de
mundo. América.1 Estas notas del espíritu nacional y religioso Oxford, una de las grandes figuras del Renacimiento, dentro o
aparecerán hondamente impresas en la literatura de la época. fuera de España: su espíritu crítico e innovador se manifiesta en
casi todas las esferas del saber humano, particularmente en filo­
III. A s p e c t o s d e l a c i v i l i z a c i ó n e s p a ñ o l a : 1 . L a c u l t u r a . sofía, historia, pedagogía y estética; en muchas de sus doctrinas
En el siglo xvi se crean muchas nuevas Universidades, y alcanzan está considerado como un precursor de Descartes, Bacon, Locke
éstas su mayor desenvolvimiento: para el año de 1619 existían y Kant.4 Como una lista de nombres, por esplendorosos que
treinta y dos.- Famosa en toda Europa y principal entre las sean, nada dirían al lector, y espacio no tenemos para entrar en
españolas era la Universidad de Salamanca, por el prestigio de su detalles, nos limitaremos a recordar a M elchor C ano (1509—
facultad, compuesta de los sabios españoles más eminentes de 1560), el primero entre los ortodoxos en basar la enseñanza teo­
aquel tiempo, y por el gran número de sus estudiantes: en el lógica sobre el estudio de las fuentes del conocimiento, y D ieg o
curso de 1566 a 1567, se matricularon en ella 7,832 escolares.3 R uiz d e M ontoya (1563-1632), el fundador de la teología posi­
Llegó a competir con la de Salamanca, la Universidad de Alcalá tiva. El producto más original de los filósofos españoles fué, en
de Henares, fundada por el insigne Cardenal Cisneros en 1508, y conjunto, la filosofía mística católica, que trata de armonizar
cuya facultad produjo la obra magna del Renacimiento español, la creencia y el conocimiento, la fe y la ciencia, y cuyas carac­
la Biblia poliglota complutense, la primera edición crítica y políglota terísticas eminentes son el realismo ■ — presentando toda especu­
de la Biblia que se publicó (1522), con textos griego, latino, he­ lación en relación con la vida práctica — y el análisis psicológico.
breo, caldeo, vocabularios y gramática hebrea. Existían asimismo Los más ilustres representantes de esta nueva escuela filosófica y
escuelas científicas y técnicas. Se organizó la enseñanza primaria teológica fueron los jesuítas Luis M olina (1536-1600) y F ran ­
y gratuita (s. xvi), cuando aun era desconocida en el resto del cisco S uarez (1548-1617), gloria de la filosofía éste y el más
Continente. Fué también en España, y a mediados del mismo insigne de los teólogos españoles.5
feiglo, donde se fundó la primera escuela de sordomudos, en Oña, En el terreno de la ciencia histórica, son los tratadistas españoles
126 ÉPOCA CLÁSICA

del siglo xvi (v. gr., Luis Vives) quienes primero concibieron la
Historia tal como hoy se entiende, esto es, como interpretación
psicológica de las costumbres, del ambiente, de los hechos de la
vida social, juntamente con las manifestaciones intelectuales,
frente al concepto que entonces se tenía de la Historia como
narración meramente política, religiosa y militar. Aquí, como en
teología y literatura mística, vemos esa particular consideración
del aspecto psicológico que caracteriza a los pensadores españoles.
Y precursor es uno de ellos, Juan Huarte de San Juan (¿ 1530-
1591?), de la moderna psicología experimental y de la frenopatía,
en su Examen de ingenios para las ciencias (1575).6

3. Las artes. Extraordinario fué el florecimiento de las bellas


artes en la época clásica, en particular de la arquitectura, escul­
tura y pintura. A fines del siglo xv habían empezado a tomar
vuelo las artes españoles. De la Edad Media sólo un legado
artístico recibió la España moderna, el de la arquitectura gótica,
con las insignes catedrales, y el de la arquitectura hispanoarábiga,
con los alcázares y mezquitas. Tanto la arquitectura como la
escultura de la Edad Media presentan el sello de los varios in­
flujos extranjeros. En el reinado de los Reyes Católicos es cuando
principian a desarrollarse con carácter propio, originándose en
ambas artes el estilo llamado plateresco, de mucha finura y abun­
dancia en los detalles decorativos. En arquitectura, el estilo
gótico y el plateresco fueron reemplazados a mediados del siglo xvi
por el sencillo y austero del Renacimiento español, cuyo más
sobresaliente arquitecto, entre varios famosos, fué Juan de
H errera (1530-1597).7 La escultura de la época clásica re­
presenta una fusión de la gótica y de la italiana, pero perfecta­
mente caracterizada por la gravedad e instinto dramático de los
artistas españoles: Alonso de B erruguete (1480-1561),8 Juan
Martínez M ontañés (1580-1649) y Alonso Cano (1601-1667)
son los tres mayores escultores de aquel tiempo.
La política militar española mantenía a la Península en estrecha
comunicación con los Países Bajos y con Italia. Los artistas de
España principiaron por imitar a los flamencos e italianos. Mas
los ideales del pueblo español eran demasiado nacionales para que
su arte se sometiese al influjo del elemento extranjero. Su indi­
vidualismo, su fe ardiente, su realismo, rasgos acentuados del
CARACTERES GENERALES 127

carácter de la raza, acabaron por imprimirse profundamente en


las artes. En general, la pintura de los clásicos españoles no posee
el realismo simbólico de la escuela flamenca, ni el puro idealismo
italiano, sino que realista, o más bien naturalista en la fidelidad
y firmeza del dibujo, es idealista por su sentido místico. Siglo de
oro de la pintura fué el xvn. En él florecieron los representantes
más ilustres de las tres escuelas españolas: R ibera (1588-1656),
de la escuela valenciana, que prefiere los temas religiosos y los
trata con crudeza naturalista; V elázquez (1599-1660), de la es­
cuela de Castilla, sobria en el uso de colores; y M urillo (1618—
1682), de la escuela sevillana, opulenta en el colorido.9

4. Las letras: la poesía. El influjo de la poesía italiana, ya


iniciado en el siglo xv, es decisivo en la lírica castellana de la
primera parte del siglo xvi, con la introducción del verso ende­
casílabo (el soneto, la canción de estancia larga y el terceto, por
Boscán, y la octava rima y el verso suelto, por Garcilaso), que se
incorpora permanentemente a la métrica nacional. En la orien­
tación ideológica, en el contenido, influyen también poderosa­
mente Petrarca, Tasso y Ariosto.
Brillan en la segunda mitad del siglo la poesía mística (cuyos
grandes maestros son fray Luis de León y San Juan de la Cruz),
la poesía histórica y narrativa (Herrera, Ercilla) y la poesía lírica
en general (Cetina, Figueroa, Góngora, Lope de Vega).
A principios del siglo xvii, un nuevo movimiento artístico, acau­
dillado por Góngora, aspira a elevar el tono de la poesía, ilustrán­
dola con erudición y conceptos peregrinos, y tratando de formar
un lenguaje poético distinto de la prosa, con arcaísmos, neologis­
mos, abuso de metáforas, antítesis y demás figuras retóricas: el
culteranismo. Pero al mismo tiempo, otros escritores, enemigos
de tal movimiento, cultivan la poesía con clásica pureza y ele­
gancia (los Argensolas, Lope de Vega, Quevedo).

5. La prosa didáctica. La prosa literaria brilla formada ya


con toda su robustez, gracia y flexibilidad en la primera mitad del
siglo xvi (traducción de El Cortesano por Boscán, Diálogos de
Valdés). Junto a esta corriente de la prosa de elegantísima sen­
cillez, vemos algunas muestras del estilo amanerado, aparatoso,
o de preciosismo literario, que inicia Guevara. En el mismo siglo
128 ÉPOCA CLÁSICA CARACTERES GENERALES 129

abundan los tratadistas de historia (cronistas de Indias), se inicia Tornes (1554). Este último género novelesco es el que acaba por
su cultivo artístico (Hurtado de Mendoza), y compone casi toda prevalecer sobre los demás, y dentro del cual tenemos algunas de
su obra el más eminente de los historiadores españoles (Mariana). las mayores producciones del siglo xvn (Guzmán de Alfarache,
También culmina entonces la literatura mística y ascética, uno Rinconete y Cortadillo, Marcos de Obregón, Vida del Buscón). El
de los departamentos más originales y brillantes de la filosofía y inmortal Cervantes viene a ensanchar en los primeros años de
del arte español. aquel siglo las fronteras de la novela con nuevos tipos (novelas
En el reinado de Carlos V (1516-1556) predomina el espíritu de carácter, de costumbres, filosófica, de crítica social, en las
crítico y satírico, sobre todo la sátira clerical. Es el período de Novelas ejemplares), y a fusionar en un libro, Don Quijote, todos
lucha entre el clasicismo pagano del Renacimiento y el naciona­ los anteriores géneros novelescos que se mantenían independientes:
lismo español y cristiano. En el reinado de Felipe II (1556-1598), el caballeresco, el pastoril, el sentimental, el picaresco.
cumplida la reforma de las costumbres eclesiásticas (Concilio de
Trento, 1545-1563), aquel espíritu satírico desaparece, y la nota 7. E l teatro. El drama se desarrolla lenta y débilmente en
de gravedad literaria es casi general. En la contienda del reinado el siglo xvi, con varias pero flojas corrientes dramáticas: églogas
anterior entre el clasicismo pagano y el nacionalismo cristiano, pastoriles del corte de las de Encina, comedias en que se com­
éste queda dueño del campo; y la literatura presenta ya los bina el influjo de Torres Naharro y La Celestina, comedias imi­
caracteres definitivos del siglo de oro, es decir, el realismo, patente tadas de los italianos, pequeñas tragedias inspiradas en los
aun en los más antiguos monumentos literarios de España, el clásicos latinos, piezas religiosas. Hacia fines del siglo, cobra algún
nacionalismo, sobremanera evidente en el drama, la libertad artís­ impulso con Juan de la Cueva y Cervantes. De toda aquella
tica, con absoluta independencia del arte clásico o exótico, y la producción, bien pocas son las obras de mérito positivo (Comedia
nota popular y cristiana. Himenea, que ya conocemos, la Tragedia Josefina de Carvajal, los
El género satírico-moral, iniciado por Valdés (Diálogo de Mer­ pasos de Rueda, La Numancia de Cervantes). En la última dé­
curio y Carón), aunque en realidad había tenido ya un precedente cada del siglo, aparece Lope de Vega, y aprovechando los ensayos
notable (El Corbacho) en el siglo xiv, culmina magistralmente en el anteriores e introduciendo innovaciones, con el soplo de su genio
siglo xvn (Los Sueños, El Criticón). Dentro de este siglo aparece el da un súbito e inesperado esplendor al teatro con la comedia nueva;
conceptismo en la prosa, con su extremada concisión, frases elíp­ es él quien crea y fija las normas definitivas del drama español,
ticas, sutilezas, juegos de palabras y de ideas, cuyos supremos en espíritu, orientación, pormenores y carácter (realista en el
representantes son Quevedo y Gracián. fondo y en los detalles al reflejar la vida y la naturaleza, román­
tico al prescindir de los moldes y preceptos de los clásicos greco-
6. L a novela. Durante la primera parte del siglo xvi pre­ latinos). Y en esta empresa gloriosa le acompañan, o le siguen,
domina con imperio absoluto la novela de caballerías (Amadís de Tirso de Molina, grande sobre todo en la creación de caracteres,
Gaula y sus innumerables continuaciones e imitaciones), de estilo en el primor de los detalles, en la musa cómica y en el manejo de
popular y descuidado, salvo alguna excepción brillante. Florece la lengua, y Calderón, el mayor de todos en lo simbólico y pro­
luego, como producto extremadamente refinado y literario, la fundo, y en la intensidad trágica. Son los tres genios creadores
novela pastoril, que cultivada por los grandes escritores (Monte- del teatro español. Lugar inmediato a ellos corresponde a otros
mayor, Polo, Cervantes, Lope de Vega), se mantiene hasta prin­ tres grandes talentos dramáticos: Ruiz' de Alarcón, insuperable
cipios del siglo xvn. Tiene algún desarrollo la novela histórica en la comedia de carácter o psicológica, en el pensamiento moral
(■Guerras civiles de Granada), y desde la segunda mitad del xvi y en el refinado gusto; Rojas, creador de la comedia de figurón
goza de especial favor la novela picaresca, origen de la novela (de protagonista ridículo o extravagante), insigne poeta cómico,
moderna de costumbres, cuyo primer modelo es el Lazarillo de muy original en la concepción de asuntos y tipos; y Moreto,
130 EPOCA CLASICA

maestro en la pintura de los afectos naturales, en el análisis y


desarrollo de las pasiones, y en la técnica teatral.

[1] V. E. G. Bourne, Spain in America, New York-London, 1904; Charles CAPITULO XIII
Fleteher Lummis, The Spanish Pioneers, Chicago, 1893 (versión española,
Los exploradores españoles del siglo xvi, Barcelona, 1922).
[2] V. Vicente de la Fuente, Historia de las Universidades, colegios y demás
POESÍA LÍRICA
establecimientos de enseñanza en España, Madrid, 1884-89.
(P rimer P eríodo)
[3] V. E. Esperabé Arteaga, Historia de la Universidad de Salamanca,
Salamanca, 1914-17. 1. En vísperas de la evolución. 2. Juan Boscán: sus ensayos en la
[4] Vives: Tratado del alma, trad. del latín por José Ontañón, Madrid, 1916; métrica italiana; introducción del endecasílabo; valor y significación de
Diálogos, ed. C. Coret, Madrid, 1919; V. Bonilla y San Martín, Luis Vives su obra poética. 3. Garcilaso de la Vega: noticias biográficas; examen
y la filosofía del Renacimiento, Madrid, 1903; F. Watson, Luis Vives (1492- de sus poemas; resumen y crítica. 4. Triunfo de las innovaciones.
I 54 O), Oxford, 1922; ídem, Vives and the Renascence Education of Women, 5. Cristóbal de Castillejo: sus ataques contra la nueva escuela; poesías
London, 1912. serias y burlescas. 6. Hurtado de Mendoza: poemas al modo italiano
[5] V. Rafael Conde y Luque, Francisco Suárez, Madrid, 1914. y al modo tradicional castellano. 7. Gutierre de Cetina, el poeta del
[6] Ed. Obras escogidas de filosófos, en B.A.E., t. LXV, págs. 403-520; V. amor. 8. Baltasar de Alcázar, maestro del génerofestivo. 9. Francisco
J. M. Guardia, Philosophes espagnols: J. Huarte, en Reme philosophique, t. de Figueroa: delicadeza y primor de sus composiciones.
XXX, págs. 248-294; Rafael Salillas, Un gran inspirador de Cervantes: el
Dr. Juan Huarte y su « Examen de ingenios », Madrid, 1905; sobre la cultura 1. E n vísperas de la evolución. A principios del siglo xvi,
científica de España en el siglo xvi y sus grandes aportaciones al progreso de toda la Europa culta estaba deslumbrada por los resplandores del
las ciencias, consúltese Antonio Hernández Morejón, Historia bibliográfica de Renacimiento italiano: todas las miradas tornábanse hacia Italia,
la Medicina española, Madrid, 1842; Manuel Colmeiro, Biblioteca de los la gran maestra entonces de las letras y de las artes.1 El influjo
economistas españoles de los siglos x n , x v ii y xvm , Madrid, 1880; Rafael de
Ureña, Historia de la literatura jurídica española, Madrid, 1906; Felipe de Dante y Petrarca se venía haciendo sentir en España, como
Picatoste y Rodríguez, Apuntes para una biblioteca científica española del hemos visto, desde mediados del siglo xv. Y aun la métrica
siglo xvi, Madrid, 1891; A. Vallín, Cultura científica de España en el siglo italiana había sido ya empleada por el marqués de Santillana en
xvi (Real Academia de Ciencias), Madrid, 1893; Menéndez y Pelayo, La sus « sonetos fechos al itálico modo », aunque esta innovación no
ciencia española, Madrid, 1887-88, t. III.
fructificó por entonces. Los poetas, si bien influidos algunos por
[7] V. Arthur G. Byne and Mildred Stapley, Spanish Architecture of the Six-
teenth Century, New York, 1917. los maestros italianos en el asunto y tratamiento alegórico, con­
[8] V. R. de Orueta, Berruguete y su obra, Madrid, 1917. tinuaron cultivando con predilección casi exclusiva el verso dode­
[9] V. Charles H. Caffm, The Story of Spanish Painting, New York, 1910; casílabo, consagrado por Juan de Mena, y el verso octosílabo.
preciosa colección de reproducciones de cuadros y monumentos, con estudios Pero ahora veremos el impulso rápido y poderoso que la poesía
críticos, forman los tomitos de El Arte en España (Comisaría regia del turismo italiana, en orientación ideológica y en formas métricas, estaba
y cultura artística), Editorial Thomas, Barcelona (s.a.).
llamada a ejercer en la lírica castellana.
2. Juan B oscán. El 10 de marzo de 1526 tuvo lugar un so­
lemne acontecimiento en la ciudad de Sevilla: el matrimonio del
emperador Carlos V con doña Isabel de Portugal. En el mes de
junio, a causa del excesivo calor, los reyes se trasladaron al palacio
de la Alhambra, en Granada, lugar ideal en los meses del estío,
cuando los brillantes rayos del sol están refrescados por la brisa
de la vecina Sierra Nevada. Allí residió la corte varios meses.
131
132 ÉPOCA CLÁSICA POESÍA LÍRICA 133

Por las frondosas alamedas de la Alhambra pasearían juntos más embargo, a falta de capacidad ni a ignorancia, sino a haber usado
de una vez, platicando de letras y arte, dos caballeros de la corte: «las licencias permitidas y consagradas en la redondilla penin­
Andrea Navagero, embajador de Venecia, y Juan Boscán (1490?- sular ».6 En esto hay que pensar con él, que « en todas las artes,
1542), ayo de un joven que más tarde había de ser famosísimo los primeros hacen harto en empezar ».6 Y más que los defectos,
duque de Alba. Y tratando cierto día de « cosas de ingenio y de sorprenden la fluidez, gallardía y destreza de algunas estrofas,
letras», el embajador invito a su amigo Boscán, ya conocido como la siguiente del poema alegórico sobre el templo del amor,
poeta entre los buenos ingenios, a escribir en castellano versos al titulado Octava rima:
estilo italiano, y aun insistió y le rogó que lo hiciese. «Partíme
pocos días después para mi casa'— escribe Boscán—, y con la Amor es voluntad dulce y sabrosa,
que todo corazón duro enternece;
largueza y soledad del camino, discurriendo por diversas cosas, el amor es el alma en toda cosa,
fui a dar muchas veces en lo que Navagero me había dicho; y por quien remoza el mundo y reverdece;
así comencé a tentar este género de verso. »2 Se refiere al verso el fin de todos en amor reposa,
endecasílabo. Halló al principio alguna dificultad, pero después, en él todo comienza y permanece,
deste mundo y del otro la gran traza:
pareciéndole que le salía bien, fué poco a poco metiéndose con
con sus brazos amor toda la abraza.7
calor en ello. «Mas esto no bastara a hacerme pasar muy ade­
lante, si Garcilaso con su juicio — el cual, no solamente en mi El mérito singularísimo de este « gentil caballero de Barce­
opinión, mas en la de todo el mundo, ha sido tenido por regla lona », está en haber comprendido antes que nadie la necesidad
cierta — no me confirmara en esta mi demanda. »3 de renovar la poesía frívola y adocenada que vemos en los Can­
Y así, de modo sencillo, por una conversación entre literatos, cioneros de su tiempo, y en proponerse levantar su tono con la
surge la reforma más trascendental de la métrica española: la imitación de la alta lírica del Renacimiento italiano. Tuvo, ade­
introducción del verso endecasílabo y de algunas principales más, la suerte de encontrar «un colaborador de genio, y no solo
formas estróficas: el soneto, la canción de estancia larga y el triunfó con él, sino que participa en cierta medida de su gloria ».8
terceto, por Boscán, la octava rima y el verso suelto, por Garcilaso.4 Y agregaremos que, si como versificador fué mediano, como
Fuera de Italia, fué Boscán el primero en seguir la tradición y maestro de la prosa es de los m'ayores de su siglo en la traducción
escuela de Petrarca, su principal modelo. Pero el petrarquismo que hizo de II Cortegiano de Castiglione.9
de Boscán no pasa de ser puramente exterior y formal. Jamás *
apuntan en sus poemas ni la emoción ni el colorido del gran 3. Gakcilaso de la Vega. El colaborador de genio de Boscán
maestro italiano. No sólo era enorme la diferencia de talla de que aclimató sus innovaciones en la poesía castellana e introdujo
ambos poetas, sino diferente además su temperamento poético. otras fué su amigo Garcilaso de la Vega (1501 ?—1536). Descen­
Boscán es más intelectual y abstracto que emocional y pintoresco. diente de una de las más ilustres familias del reino, Garcilaso
Su estilo, también, es demasiado llano; a menudo, trivial o pro­ recibió en su juventud la educación propia de un perfecto ca­
saico. Sólo de vez en cuando logra dar la nota de delicada ter­ ballero de la corte: música, equitación, manejo de las armas,
nura, como en los dos sonetos que compuso a la muerte de su instrucción en la lengua y literatura latinas, que llegaron a serle
entrañable amigo Garcilaso, y sólo a veces acierta con la expresión familiares. En 1520 entró al servicio del emperador Carlos V,
enérgica, como al describir su vida familiar en el campo. Por lo acompañándole en varios viajes al extranjero, y bajo cuyas
común es tan frío y seco en el tratamiento, como pobre en la gloriosas banderas peleó valientemente. Contrajo matrimonio con
inventiva. En cuanto a la versificación, parece casi natural que, una noble dama de la corte en 1525. Fué probablemente un en­
empleando un metro que no le era familiar, resulte inarmónica e lace de conveniencia, favorecido por el emperador.10 Lo cierto es
imperfecta. Algunos de sus defectos métricos no son debidos, sin que Garcilaso jamás alude, en los poemas, a su esposa. Entre
134 EPOCA CLASICA POESÍA LÍRICA 135

las damas que vinieron al siguiente año en el séquito de doña La Égloga primera, dedicada al virrey de Nápoles, su constante
Isabel de Portugal, con ocasión de su boda con el emperador, protector, tiene por asunto el dulce lamentar de dos pastores: el
figuraba una de peregrina belleza y encanto, doña Isabel Freire. uno, por no ser correspondido en amor, y el otro por la muerte de
Enamoróse de ella Garcilaso y, a pesar de su yugo matrimonial, su amada. Está en estrofas de catorce versos, de siete y once
alimentó una vaga esperanza de ser correspondido. Y cuando, sílabas, combinados en la forma que se verá. Es sin disputa la
dos o tres años más tarde, la espiritual dama portuguesa se casó composición más notable de Garcilaso, la más rica en senti­
con don Antonio de Fonseca el Gordo, nuestro poeta sintió toda mientos, la más perfecta. Escrita probablemente, como ya hemos
la amargura de su imposible amor. apuntado, a la muerte de doña Isabel Freire, el poeta da ex­
En 1530 fue enviado como embajador extraordinario a la corte presión a aquel amor suyo sin ventura, a aquella tristeza de vivir
de Francia. Al siguiente año, por haber intervenido en la boda tan dulcemente reflejada en casi todos sus poemas. Es el eco
de un sobrino suyo, desaprobada por Garlos V, perdió el favor doliente de su amor irrealizable, de un ansia de abandono de esta
imperial. Habiéndole llevado consigo el duque de Alba a Ratis- vida para unirse con la amada « en otros valles floridos y som­
bona, donde estaba el emperador, Garcilaso fué desterrado a cierta bríos », en eterna unión de las almas. Evoca el poeta el breve
isla del Danubio, y después a Ñapóles, que era entonces capital tiempo de su puro idilio, y las confidencias son tímidas, veladas:
del virreinato español. íntimo amigo del virrey, Garcilaso figuró Corrientes aguas puras, cristalinas,
allí en la sociedad más distinguida y trabó amistad con los prin­ árboles que os estáis mirando en ellas,
cipales poetas y humanistas de aquella ciudad, donde brillaba en verde prado de fresca sombra lleno,
todo su esplendor el Renacimiento. De estas amistades nos ha aves que aquí sembráis vuestras querellas,
yedra que por los árboles caminas,
dejado afectuosa memoria en varias poesías. Hallándose en
torciendo el paso por su verde seno:
Nápoles recibió la noticia de la muerte prematura de doña Isabel yo me vi tan ajeno
Freire, ocurrida probablemente a principios de 1533. Y entonces del grave mal que siento,
fué cuando debió de componer su mejor obra, la Égloga 'primera. que de puro contento
Famoso era Garcilaso por su valor en las acciones de guerra, con vuestra soledad me recreaba,
donde con dulce sueño reposaba
tanto como por el buen juicio y autoridad entre los literatos,
o con el pensamiento discurría,
famoso hasta por su varonil presencia. La guerra, la política y por donde no hallaba
el amor llenaron su breve existencia. Brilló por su ingenio y sino memorias llenas de alegría .. ,u
donaire en la corte del emperador, y con igual habilidad que
tañía el arpa o la vihuela en las fiestas cortesanas, manejaba De mérito desigual es la Égloga segunda, la composición más
las armas en los torneos y en el campo de batalla. Amaba el extensa de Garcilaso. La mayor parte de ella está destinada a
peligro, y en él pereció, al lanzarse temerariamente sin casco y narrar, por medio de brillante visión alegórica, la historia y las
coraza al asalto de una torre francesa en el otoño de 1536. glorias de la casa de los duques de Alba. Tiene en su estructura,
Como no se cuidó de recoger y publicar sus versos, perdiéronse en su diálogo, algo de poema dramático. Escrita en varios metros
los que escribiera en italiano, y sólo se conservan de los castellanos y formas estróficas, casi la tercera parte está en endecasílabos con
una epístola, dos elegías, tres églogas, cinco odas o canciones, rima interior, ensayo que no llegó a prosperar en la poesía cas­
treinta y ocho sonetos, y algunas composiciones menores (ocho tellana:
coplas) escritas en sus primeros tiempos al estilo tradicional cas­ Los montes Pirineos (que se estima
tellano. Imprimiéronse la mayor parte de ellas, juntamente con de abajo que la cima está en el cielo,
los versos de Boscán, en 1543, y se editaron después innumerables y desde arriba el suelo en el infierno)
veces. en medio del invierno atravesaba .. ,12
136 EPOCA CLASICA POESIA LIRICA 137

En la Égloga tercera tenemos el primer ensayo, admirable, de Petrarca, Ariosto, Fracastoro y Bernardo Tasso. Conviene tener
versificación en octava rima. Sobresale la descripción de un en cuenta que « la imitación, para los literatos del Renacimiento,
ameno prado, donde varias ninfas bordan en delicadas telas, con era la suprema prueba del genio », no sólo por patentizar la fami­
hilos de oro, episodios de la mitología, como el de Dafne perse­ liaridad del escritor con los grandes maestros, sino también por
guida por Apolo y transformada en laurel, el de Adonis muerto infundir nueva vida, con nuevas formas, a los magníficos materiales
por el jabalí: viejos.14 Para ser elegía, tiene la primera escasa emoción, pero es
perfecta en todo lo que significa técnica: selección de materiales
Cerca del Tajo en soledad amena
y pensamientos, arte en su disposición, equilibrio de los varios
de verdes sauces hay una espesura,
toda de yedra revestida y llena, elementos, suavidad en las transiciones, propiedad y pureza en
que por el tronco va hasta el altura, la dicción, destreza en la versificación. Si esta elegía representa
y así la teje arriba y encadena, el caso de mayor imitación hecha por Garcilaso, la Elegía segunda,
que el sol no halla paso a la verdura; escrita desde Sicilia a su amigo Boscán, « puede considerarse como
el agua baña el prado, con sonido
alegrando la yerba y el oido.
el mejor testimonio de su poder para la composición original. En
Con tanta mansedumbre el cristalino realidad — continúa diciendo Keniston —, ninguna de sus com­
Tajo en aquella parte caminaba, posiciones es tan rica en la revelación de su personalidad, ninguna
que pudieron los ojos el camino se aproxima tanto a nuestra concepción moderna de la indivi­
determinar apenas que llevaba. dualidad poética ».15 Escrita en 1535, nos muestra al poeta en­
Peinando sus cabellos de oro fino,
una ninfa, del agua, do moraba,
cendido en nueva pasión amorosa por cierta sirena de Nápoles,
la cabeza sacó, y el prado ameno lleno de angustia, de temores y de celos; en toda ella campea
vido de flores y de sombra lleno. desolador pesimismo, ansia del descanso, ansia de la muerte, que
Movióla el sitio umbroso, el manso viento, será e l « postrimero beneficio ».16
el suave olor de aquel florido suelo. La Epístola, dirigida también a Boscán, desde la ciudad donde
Las aves en el fresco apartamiento
vió descansar del trabajoso vuelo. nació y reposan las cenizas de Laura, « claro fuego del Petrarca »,
Secaba entonces el terreno aliento es decir, desde Aviñón (y no Vaucluse), ofrece la novedad de ser
el sol, subido en la mitad del cielo. la primera composición escrita en verso suelto, el unico en que
En el silencio sólo se escuchaba Garcilaso no logró clásica perfección.
un susurro de abejas que sonaba . . . 13 De las cinco Canciones u odas, en estrofas de diferente exten­
sión, de versos de siete y once sdabas, con combinaciones y rimas
En las anteriores estrofas, así como en otros pasajes, reveló variadas, merece particular consideración la Canción quinta. Fué
Garcilaso su fino sentimiento de la naturaleza, y casi fué el dirigida «A la flor de Gnido », una dama bellísima del barrio de
único que se adelantó a fray Luis de León en percibir y expresar Gnido, en Nápoles, para persuadirla a manifestarse menos esquiva
la poesía íntima de los campos, de los árboles, del cielo, de las con un cortejante suyo, amigo del poeta: le describe las tristezas
aguas corrientes. Su visión de la naturaleza, igual que había de del amante caballero, y acaba recordándole el caso de la ninfa
ser la de fray Luis, es tan suave como idealizada, y llena de se­ que, en castigo de su desamor, fué convertida por los dioses en
ductora gracia. duro mármol. Es de las más bellas y celebradas poesías de Gar­
Las dos Elegías están en tercetos. La primera, dedicada « Al cilaso. Contiene otra innovación métrica, casi tan importante
duque de Alba en la muerte de don Bernardino de Toledo, su como la de la octava rima: la lira, estrofa de cinco versos, con
hermano », es clásica en su atmósfera y en sus reminiscencias de líneas de siete y once sílabas, en la siguiente disposición:
Horacio y Virgilio, unidas a otras reminiscencias e imitaciones de
138 EPOCA CLASICA POESÍA LÍBICA 139

Si de mi baja lira 4. T riunfo de las innovaciones. El genio de Garcilaso se


tanto pudiese el són que un momento
aplacase la ira
impuso. Y con su obra poética, juzgada por todos como perfecto
del animoso viento modelo del arte, se impuso igualmente la nueva orientación. La
y la furia del mar y el movimiento .. ,17 mayoría de los poetas no tardaron mucho en seguir sus huellas,
cultivando el endecasílabo. Algunos se mostraron reacios y bur­
Si apartamos un grupo de sonetos, en elogio de algún amigo, lones al principio, como Gregorio Silvestre, mas acabaron por
lamentando una partida, relatando algún acontecimiento, y otro entrar en la general corriente. Y apenas si se cuenta nadie más
grupo de composiciones de puro arte intelectual, sin nota sub­ que Castillejo, entre los poetas de renombre, que continuaran
jetiva y de escasa emoción, el resto de la obra poética de Gar- escribiendo exclusivamente en los tradicionales metros y formas
cilaso, es decir, la mayor parte de ella, es un eco sincero y doliente estróficas: letrillas, romances, quintillas, redondillas, etc. « Des­
de su corazón enamorado. Su amor por doña Isabel Freire era pués que Garcilaso de la Vega y Juan Boscán trajeron a nuestra
profundo y humano. «Ella no es una vaga creación de la fan­ lengua la medida del verso toscano — escribía Hozes, en 1554 —,
tasía del poeta, sino una mujer de carne y hueso, ardientemente han perdido con muchos tanto crédito todas las cosas hechas o
deseada, por cima de todo, como el hombre desea a la mujer. Y traducidas en cualquier género de verso de los que antes en
aunque ese deseo no llegó nunca a realizarse, y aun tal vez por España se usaban, que a veces casi ninguno las quiere ver, siendo
eso mismo, arde en sus versos a ella consagrados una intensidad algunas, como es notorio, de mucho precio. »19 En cambio, García
jamás desfallecida, que impresiona como el dulce canto de la Matamoros había escrito el año anterior (1553) que « en los oídos
alondra a la hora del crepúsculo. »18 No hay que buscar en sus de algunos suenan mejor los versos de los antiguos y también
poesías la nota fogosa: Garcilaso se queja del amor y de la vida aquellos romances viejos .. . que celebran tan sabrosamente los
dulce y blandamente. No hay que buscar tampoco la nota humo­ amores, hazañas y victorias de nuestros antepasados ».20 Reviste
rística: la proverbial gravedad del carácter de Garcilaso se refleja interés la afirmación de Hozes en cuanto pone de manifiesto el
en sus poemas, llenos de sinceridad y melancolía. Ningún eco rápido triunfo de la nueva escuela; pero es evidentemente exa­
tampoco del campo de batalla, aunque escribió algunas composi­ gerada, puesto que en la obra de los principales poetas de aquel
ciones, como la égloga tercera probablemente, «entre las armas tiempo vemos figurar, junto a las composiciones al modo italiano,
del sangriento Marte ». En aquel siglo de héroes, y fuélo Garcilaso otras en metros castellanos.
tanto como el primero, su alma de poeta no latió al unísono con el Puede decirse que treinta años después de la muerte de Garci­
alma de su raza. Mentira parece que viviera « tomando ora la laso, los metros italianos y los antiguos castellanos formaban
espada, ora la plum a», y no dejara en los versos un solo matiz juntos el caudal poético de España. Los literatos cultivaban
del sentimiento nacional, un solo eco del fragor del combate. Casi ambos, eligiendo en cada caso el metro y forma estrófica que
toda su obra es subjetiva, de veladas confidencias íntimas, de mejor se adaptaban a su tema particular. No podía ocurrir de
suaves y melancólicos lamentos. otra manera: las innovaciones de Boscán y Garcilaso representa­
El genio poético, el certero instinto del ritmo, el completo domi­ ban un enriquecimiento de la poética española. No se trataba de
nio de la métrica italiana y del idioma castellano, le permitieron reemplazar, como de hecho no se reemplazaron, los antiguos metros
manejar con maestría jamás superada después las nuevas formas. en que se había vaciado el espíritu nacional, sino de aumentar su
La lengua de Castilla fué en sus versos un instrumento maravi­ tesoro con nuevas formas.
llosamente flexible y musical. Y los poemas de Garcilaso poseen
hoy la misma juventud y encanto que tanto celebraron sus con­ 5. Cristóbal de Castillejo. Hubo sin embargo un poeta,
temporáneos y sucesores, la eterna juventud y encanto de la Cristóbal de Castillejo (1490?-1550), que fundándose en supuesta
belleza. En la suprema magia del estilo, sólo Góngora le iguala. incompatibilidad entre la métrica italiana y el idioma castellano,
POESÍA LÍRICA 141
140 EPOCA CLASICA
Castillejo residió en Austria gran parte de su vida, siendo por
atacó burlonamente a los innovadores. Se fundaba también, no
mucho tiempo secretario del rey don Fernando de Austria, her­
menos erradamente, en la oscuridad y artificio de éstos; errada­
mano de Carlos V. En la edad madura, cerca de los cuarenta
mente, decimos, porque tal oscuridad y artificio — cuestión de
individuos, y no de escuelas — se hallan asimismo en las poesías, años de edad, ya ordenado sacerdote, se enamoró de Ana de
Schaumburg, muchacha de quince años, de la nobleza vienesa.23
escritas conforme al molde tradicional, de los Cancioneros.
Hay algo de conmovedor en los acentos, llenos de ternura, de este
Los señalados ataques de Castillejo están contenidos en los
poemas Contra los encarecimientos de las coplas españolas que tratan amor irrealizable.
Un grupo de los poemas de Castillejo versa sobre sus tristezas,
de amores y Contra los que dejan los metros castellanos y siguen los
su soledad lejos de la patria, sus angustias amorosas, sus desen­
italianos. Hállanse los dos en versos octosílabos, pero en el se­
gundo intercala además tres sonetos y una octava rima, acaso gaños por la ingratitud de los hombres, sus enfermedades y sufri­
mientos físicos. En una composición, se querella contra la Fortuna,
para mostrar que sus censuras no procedían de incapacidad para
que tan mal le había tratado; en el Diálogo entre el autor y su
cultivar los metros italianos. Uno de los sonetos dará idea del
tono festivo de sus ataques: pluma, lamenta el dolor de haber servido al poderoso, sin medrar
en su servicio; y en el Diálogo y discurso de la vida de corte, su
Garcilaso y Boscán, siendo llegados más extenso poema, también da expresión al mismo sentimiento,
al lugar donde están los trovadores y enumera larga y detalladamente las injusticias, las miserias, que
que en esta nuestra lengua y sus primores se sufren bajo el dorado techo del palacio de los reyes. En estos
fueron en este siglo señalados, y en otros poemas, como Diálogo entre Memoria y Olvido y Diá­
los unos a los otros alterados
logo entre la Verdad y la Lisonja, marca la nota de su descontento
se miran, demudadas las colores,
temiéndose que fuesen corredores de los hombres y de la vida. En ocasiones, como si la religión no
o espías o enemigos desmandados; bastara a consolarle, los versos están henchidos de una desespe­
y juzgando primero por el traje, ración sorda, irremediable.
pareciéronles ser, como debía, Y a pesar de todo ello, lo característico de este poeta que re­
gentiles españoles caballeros:
niega del mundo, es el género satírico y el jocoso. En ellos aven­
y oyéndoles hablar nuevo lenguaje,
mezclado de extranjera poesía, tajó a la mayoría de los contemporáneos. Ve las cosas en toda
con ojos los miraban de extranjeros.21 su cruda verdad. Las describe en el aspecto cómico, con detalles
realistas. Y su lenguaje es entonces familiar, recio, pintoresco.
En los temas satíricos, la mordacidad y licencia del fraile Casti­
Era Castillejo un fraile bien amigo del mundo y de la carne.
llejo apenas tienen igual. En el Diálogo que habla de las condi­
Cultivaba temas morales y devotos, y de ellos, dando un salto,
ciones de las mujeres, entre Alitio, que dice mal de ellas, y Fileno,
pasaba a los temas amorosos y satíricos. Entre sus obras serias,
que las defiende, después de un ataque general a todo el sexo,
se distingue sobremanera el poema titulado Sueño, en el que de­
aquél pasa feroz revista a las casadas, las doncellas, las monjas,
clara a una dama el delicioso sueño de amor que había tenido
las viudas. . . La defensa que de ellas hace Fileno es bastante
cierto día del mes de mayo, hasta que la voz de sus tormentos le
floja; los ataques de su interlocutor, casi formidables. Los cuen-
vino a despertar y se halló cautivo en áspera montaña, de donde
tecillos que Alitio refiere poseen viveza tan admirable como
sólo la muerte podría libertarle:
extremada es su picardía. Pero dejemos esta composición y ven­
Yo, señora, me soñaba gamos a citar un pasaje del poema festivo sobre la transformación
un sueño que no debiera .. .a de un vizcaíno, gran bebedor de vino, en mosquito:
142 EPOCA CLASICA POESIA LIRICA 143

. . . En fin, bebió sus alhajas Este hijo es Adonis, que las ninfas se encargan de criar. Viene luego
hasta no dejar ninguna, el relato de los amores de Adonis y Venus. La diosa le cuenta un día
consumidas una a una la fábula que sigue: Atalanta era una doncella de milagrosa hermosura
al olor de las tinajas. y ligereza; habiéndole anunciado Apolo un tenebroso destino si contraía
Y demás de eso, bebió matrimonio, la doncella desafiaba a sus cortejantes a correr con ella,
todo cuanto pudo haber, siendo su mano el premio de la victoria, si alguno de ellos le ganaba en
hasta el cuero en que paró; la carrera, y la muerte el castigo de su segura derrota; a todos los venció,
que cosa no le quedó,
excepto a Hipómenes, que arrojó en el curso de la carrera tres manzanas
sino el alma, que beber .. .24
de oro que le había dado su protectora Venus, y que Atalanta se detuvo
Reminiscencias de Castillejo se encuentran en las obras de dos a recoger. Termina el poema con la muerte de Adonis, atacado por
poetas franceses de aquel tiempo: Voiture y Chapelain. furioso jabalí, y con el divino llanto de la diosa.
Hurtado de Mendoza cultivó los metros tradicionales con maes­
6. H urtado de M endoza. En los últimos versos de su prin­ tría, y sólo elegantemente los italianos. Sus redondillas encanta­
cipal ataque contra los innovadores, Castillejo nombra entre ellos, ban a Lope de Vega: entre las mejores merecen figurar las del
junto a Garcilaso y Boscán, a don Diego Hurtado de Mendoza poema sobre los pastores Blas y Costanza.28
(1503-1575), que por su linaje y talentos desempeñó los más altos En los escritos satíricos, en verso y en prosa, el respetable
cargos de la diplomacia en los reinados de Carlos V y Felipe II.25 embajador, « alegre entre los alegres, docto entre los doctos, y
Y desplegó casi tanta actividad en el campo de las letras, de la valeroso entre los esforzados»,29 derrochó muchísima sal, y
historia, de la erudición, como en la esfera de la política inter­ bastante pimienta. Algunas de sus sátiras y versos burlescos, la
nacional. Brilló particularmente en la prosa histórica, por su mayoría escritos en tercetos, son de tan chispeante gracia como
V Guerra de Granada, la historia más artística que tenemos en lengua atrevidísima expresión.
española.26
Casi la mitad de su producción poética, y aun algo más, está 7. Gutierre de Cetina. Familiarizado estaba Gutierre de
hecha conforme al modelo de los italianos. Junto a numerosas Cetina (¿ 1518-1554?), como todos los grandes poetas de aquel
canciones, elegías y epístolas, descuella la Fábula de Adonis, tiempo, con los clásicos latinos y con los maestros italianos. Peí o
Hipómenes y Atalanta: el que mayor influjo ejerció en su obra fue el valenciano Ausias
March (1379?—1459), sincero poeta del amor, como también lo
. . . En el mar, donde el sol resplandecer fué Cetina.30 Y el amor, en sus variadas fases y tonos, es el mo­
se vee primero con dorada lumbre,
y por las bajas ondas extender tivo de casi la totalidad de las composiciones de Gutierre de
los rayos de templada mansedumbre; Cetina, aunque todavía no sabemos hasta qué punto tienen valor
donde suele dejar ya de correr autobiográfico.31 Sus versos estan llenos de claridad y ternuia.
la rosada mañana en alta cumbre, La manera es escogida, elegante, exquisita, sobre todo en los
y tornarse al acostumbrado lecho, sonetos — de los cuales escribió mas de doscientos y en los
con rostro tierno y delicado pecho:
Arabia la felice, allí bañada madrigales, nuevo género creado por él. Léase el madrigal famoso:
del manso mar, contino reverdece; Ojos claros, serenos,
do el dulce fresco y la calor templada si de un dulce mirar sois alabados,
se mezclan por la tierra que florece ¿ por qué, si me miráis, miráis airados ?
con el bálsamo y casia delicada, Si cuando más piadosos,
y mirra, cuyo olor nunca perece, más bellos parecéis a aquel que os mira,
Mirra que, enamorada de su padre, no me miréis con ira,
fué de su mismo hijo hermana y madre . . . ” porque no parezcáis menos hermosos.
144 ÉPOCA CLÁSICA POESÍA LÍRICA 145
¡ Ay, tormentos rabiosos !. ..
Ojos claros, serenos, Del primor de sus sonetos, júzguese por el dedicado A los ojos
ya que así me miráis, miradme al menos.32 de una dama, cuya idea bellísima y poetica, cuyas frases felices,
no parece que se puedan superar en el pequeño compás de un
8. B altasar del Alcázar. Epigramático como Marcial,
soneto:
del cual era muy aficionado, Baltasar del Alcázar (1530-1606) Como se viese Amor desnudo y tierno,
sobresale en el género festivo. Es un verdadero epicúreo que canta temblando el triste va buscando un día
y siente como nadie la alegría de vivir, los placeres de la mesa donde escaparse de la nieve fría
bien provista y del vinillo de su tierra sevillana. Su vena poética y el hielo mitigar del recio invierno.
Mas como vido ° el resplandor eterno
halla siempre la frase más directa y efectiva. En cuanto al estilo, que de la hermosa Fili allí se vía:b
tiene composiciones que desafían el más minucioso análisis. De « Lumbre debe de haber aquí », decía;
la pluma de Alcázar salió uno de los mejores modelos del género y entrando, busca a su dolor gobierno.
festivo, La cena jocosa: Tocó en el seno el niño y dióle enojos,
que estaba frío más que nieve el seno,
El poeta se dispone a relatar un cuentecillo, pero, atraído por las y el corazón, que es piedra, mal le trata;
delicias de la cena, se olvida del cuento, y se entusiasma con el vino, huyó del corazón, fuése a los ojos,
cuya sola falta es acabarse por la prisa con que se bebe, considerando y como vió lugar tan dulce y bueno,
gran consuelo tener la taberna por vecina: allí quiso vivir, y de allí mata.35
Si es o no invención moderna, pero delicada fué “ vido, v ió. b vía, veía.
vive Dios, que no lo sé, la invención de la taberna .. ,33
[1] V. Benedetto Croce, La Spagna nella vita italiana durante la Rinascenza,
Prosigue la cena, y el poeta bebe y come, charlando con locuacidad y
alegría de las excelencias de los platos que le sirven, especialmente de la Barí, 1917.
[2] Las obras de Juan Boscán, ed. William I. Knapp, Madrid, 1875, p. 169.
morcilla, gran señora digna de veneración, hasta que el corazón le revienta
[3] Ibid., p. 170.
de placer y pierde la noción de la realidad. [4] Y . Hayward Keniston, Gardlaso de la Vega: A Critical Study of His
Life and Works (The Hispànic Society of America), New York, 1922, págs.
9. F rancisco de F igueroa. Igualmente admirable que el
331-332.
realismo, lleno de sol y de risas, de Alcázar, es el simbolismo [5] C. Michaélis de Vasconcellcs, Poesías de Francisco de Sá de Miranda,
soñador de Francisco de Figueroa (1536—¿1617 ?), dechado de Halle, 1885, p. exvii.
delicadeza poética en sus producciones amorosas y pastoriles: [6] Las obras de Juan Boscán, p. 173.
la égloga de Tirsi, -pastor del más famoso ño , por ejemplo, en [7] Ibid., p. 443.
[8] Menéndez y Pelayo, Antelogia, t. XIII, p. 379; este volumen está
la cual fué el primero que dominó con absoluta maestría el verso consagrado al estudio de Boscán y de sus innovaciones métricas; V. Keniston,
suelto. En la canción Sale la aurora . . . , bordó en oro los más op. cit., págs. 277-346.
sutiles y gallardos conceptos sobre la tierna pastorcilla a cuya [9] Ed. El Cortesano, en Libros de antaño, t. III (Madrid, 1873).
sola presencia « arde de amor la tierra, el aire y cielo »: [10] Keniston, op. cit., págs. 67-68.
[11] Gardlaso de la Vega: Works, A Critical Text vrith a Bibliography, edited
Sale la aurora de su fértil manto, by Hayward Keniston (The Hispànic Society of America), New York, 1925,
rosas suaves esparciendo y flores; p. 90; Gardlaso: Obras ed. T. Navarro Tomás (Clásicos Castellanos), Madrid,
pintando el cielo va de mil colores, 1911; V. Eugenio Mele, Las poesías latinas de Gardlaso de la Vega y su per­
y la tierra otro tanto,
manenda en Italia, en Bulletin hispanique, ts. XXY (págs. 108-148 y 361-370)
cuando la tierna pastorcilla mía,
lumbre y gloria del día, y XXVI (págs. 35-51).
[12] Ed. Keniston, p. 164.
no sin astucia y arte,
[13] Ibid., págs. 186-187.
de su dichoso albergue alegre parte .. ,3<
[14] Keniston, A Critical Study, págs. 230-231.
146 É POC A CLÁSICA

[15] Id., ibid., p. 232.


[16] A Critical Text, p. 71.
[17] Ibid., p. 42.
[18] Keniston, A Critical Study, p. 202.
[19] V. Menéndez y Pelayo,' loe. cit., p. 383.
[20] Id., ibid., p. 399. CAPITULO XIV
[21] Poesías de Cristóbal de Castillejo, ed. B.A.E., t. XXXII, págs. 157-
158; V. Diálogo de mujeres, ed. Ludwig Pfandl, en Reme hispanique, t. LII; POESÍA MÍSTICA
Cristóbal de Castillejo, Obras, I: Sermón de amores. Diálogo de mujeres, ed.
J. Domínguez Bordona (Clásicos Castellanos), Madrid, 1926. 1. Fray Luis de León: Los Nombres de Cristo: contenido; La perfecta
[22] Poesías, p. 133. casada, conforme al concepto tradicional; poesías de fray Luis: ansia
[23] Clara E. Nicolay, The Life and Works of Cristóbal de Castillejo (Publi- de paz y desprecio del mundo en Qué descansada vida, anhelos del alma
cations of the University of Pennsylvania), Philadelphia, 1910, págs. 31-32. por volar a la región inmortal en Noche serena, y por descubrir el mis­
[24] Poesías, p. 173; V. J. Domínguez Bordona, Cuatro notas sobre Cristóbal terio de la naturaleza en la oda A Felipe Ruiz; idealidad, concentración
de Castillejo, en Homenaje a Menéndez Pidal, t. III, págs. 545-549. del pensamiento y clásica sencillez; serenidad de su obra. 2. San Juan
[25] V. Eloy Señán y Alonso, D. Diego Hurtado de Mendoza: Apuntes de la Cruz: característica que le distingue de fray Luis; su método;
biográfico-críticos, Jerez de la Frontera, 1886; J. Fesenmair, Don Diego Hurtado reseña de sus obras espirituales; sublimidad y afectuosa ternura.
de Mendoza: ein spanischer Humanist des 16. Jahrhunderts, München, 1882-
84; Foulché-Delbosc, Un point contesté de la vie de D. Diego Hurtado de Men­ 1. Fray Luis de León. Copiosísimo es el caudal de la poesía
doza, en Reme hispanique, t. II, págs. 208-303. sagrada, devota y mística. Apenas hay poeta de la época clásica,
[26] V. cap. XVI. incluyendo a los más significados por sus composiciones burlescas
[27] Obras poéticas de D. Diego Hurtado de Mendoza, ed. W. I. Knapp y satíricas, que no nos haya dejado alguna sobresaliente muestra
(Libros raros o curiosos), Madrid, 1877, págs. 234-235. de estos géneros. Pero los dos grandes maestros, los que cultivaron
[28] Ibid., págs. 487-489.
[29] V. Francisco A. de Icaza, Gutierre de Cetina y Juan de la Cueva, en con casi exclusiva predilección el tema de la unión mística del
Boletín de la Real Acad. Española, t. III, p. 327, nota. alma con Dios, son fray Luis de León y San Juan de la Cruz.
[30] V. Alfred M. Withers, The Sources of the Poetry of Gutierre de Cetina Era fray Luis de León (1528 ?-1591) hombre en extremo silen­
(Publications of the University of Pennsylvania), Philadelphia, 1923, págs. cioso y melancólico, « el hombre más callado que sea conocido »/
87-88. tanto que, según él confiesa, apenas si conocía íntimamente
[31] V. Icaza, loe. cit., p. 328; Withers, op. cit., p. 89.
[32] Obras de Gutierre de Cetina, ed. J. Hazañas y la Rúa, Sevilla, 1895, a diez personas en Castilla la Vieja, en la cual había vivido
t. I p. 3; V. Julio Cejador, El madrigal de Cetina, en Reme hispanique, desde su temprana juventud.2 En la Universidad de Salamanca,
t. LVII, págs. 108-114. donde había ingresado como escolar, enseñaba ahora como maes­
[33] Poesías de Baltasar del Alcázar, ed. Francisco Rodríguez Marín, Madrid, tro. Ardía entonces la Universidad en acaloradas discusiones
1910; ed. B.A.E., ts. XXI, XXXII, XXXV y XLII. sobre los métodos de interpretación de los textos bíblicos, en en­
[34] B.A.E., t. XLII, p. 507; Obras (facsímile ed. 1626, por Archer M.
Huntington), New York, 1903; Poésies inèdites de Francisco de Figueroa, ed. conadas rivalidades académicas y personales. Y fray Luis, por
Foulché-Delbosc, en Revue hispanique, t. XXV, págs. 317-344; V. A. Lacalle su apasionado carácter, por su impulsiva vehemencia, se creó
Fernández, Varias composiciones inéditas de F. de Figueroa (( El Divino », enemigos mortales. Acusáronle de haber sostenido opiniones
precedidas de un estudio bio-bibliográfico, en Revista crítica hispano-americana nada ortodoxas, y víctima de la «envidia emponzoñada, del en­
(Madrid), t. V, págs. 122-147. gaño agudo y de la lengua fementida », conforme él declara, fue
[35] Boletín de la Real Acad. Española, t. II, p. 474, con las Observaciones
sobre las poesías de Francisco de Figueroa de Menéndez Pidal, págs. 302-340 procesado por la Inquisición y puesto en prisión.
y 453-469. Entre los principales cargos que se le hacían, figuraba el de
haber atacado la autoridad de la Vulgata — la versión latina de la
Biblia — por las faltas de traducción que contenía. Esto era
147
148 EPOCA CLASICA

cierto, pero la crítica de la Vulgata no constituía un delito ni iba


contra la ortodoxia. La falta de fray Luis se reducía a una impru­
dencia peligrosa al hacer dicha crítica públicamente, en su clase
universitaria y fuera de ella. Durante el proceso se le acusó
también de haber vertido al castellano el Cantar de los cantares
atribuido a Salomón, cuando estaba prohibida por la iglesia y
por las leyes del reino la lectura de libros sagrados en lengua
vulgar.3 Habíalo hecho fray Luis a ruegos de una monja que no
sabía latín, agregando breves comentarios para aclarar la ver­
dadera inteligencia del Cantar. No estaba destinada a la publi­
cidad, pero un familiar del poeta, sin conocimiento suyo, la copió,
y entregó la copia a otras personas, con lo cual se multiplicó la
versión.4
Absuelto por el tribunal de la Inquisición, tras un proceso que
había durado cerca de cinco años, fray Luis de León pudo al cabo
abandonar la cárcel de Valladolid; y el día 29 de diciembre de
1576, a las tres de la tarde, hizo su entrada triunfal en Salamanca,
« con atabales, trompetas y gran acompañamiento de caballeros
y maestros», no quedando «persona ni en la Universidad ni en
la ciudad que no le saliese a recibir ».8 A fines del siguiente mes
reanudaba su magisterio en la Universidad y, según la tradición,
cuando todos esperaban escuchar de sus labios alguna referencia
a la larga y forzada ausencia, principió su conferencia con la
frase: Dicebamus hesterna die . . . (decíamos ayer .. ,).6
En las tinieblas y soledad de la cárcel, fray Luis principió a
escribir el más notable de sus libros en prosa, Los Nombres de
Cristo, monumento de exégesis y sabiduría donde estudia en forma
dialogada el significado de los nombres simbólicos que se dan a
Cristo en la Sagrada Escritura, tales como los de Pastor, Brazo de
Dios, Principe de la Paz, etc. ¿ Cómo se desarrollan estos diálogos ?
Tres agustinos están en La Flecha, que tal es el nombre de la granja
que la orden posee en las afueras de Salamanca; descienden a la huerta,
bien poblada de árboles, que hacen deleite a la vista, y tras pasearse por
ella gozando de su frescura y apacible encanto, en esta mañana de junio,
se sientan a la sombra de unas parras junto a la corriente de una pequeña
fuente,7 y entablan el primer diálogo. Conviene tomar nota de una
frase. Sabino, el más joven de los tres interlocutores, confiesa sonriendo
que él, como los pájaros, en viendo lo verde, desea cantar o hablar; pero
que hay algunos a quien la vista del campo los hace enmudecer, y debe
P O E S I A MI S T I C A 149

de ser esto condición de espíritus profundos. Marcelo, que es el propio


fray Luis, dándose por aludido, le contesta que « no es alteza de entendi­
miento, como dais a entender por lisonjearme o por consolarme, sino
cualidad de edad y humores diferentes, que nos predominan y se des­
piertan con esta vista, en vosde sangre, °yen mí de melancolía ».8 Y esta me­
lancolía de fray Luis la veremos profundamente impresa en su obra poética.
Los Nombres de Cristo no es sólo obra de teólogo y filósofo,
sino también de literato por el juego que en ella tiene la imagina­
ción, por la hermosura de las comparaciones, por sus descripciones
tan animadas, poéticas y exactas al pintar los blandos rumores del
alba, la fragancia de los campos, las voluptuosidades de los días
fulgurantes del estío. Y en esa particular consideración que le
merece el elemento artístico — uso del diálogo, descripciones del
escenario, imágenes poéticas, acompañando la belleza del lenguaje
al pensamiento filosófico —, estriba el influjo de Platón en la
obra de fray Luis.
Las dos primeras partes del libro — de las tres que lo componen
— se imprimieron en 1583. Y en el mismo volumen, aunque con
paginación independiente, se publicó también La perfecta casada.9
Trata aquí, con sencillez y belleza, de los deberes de la mujer en el
estado de matrimonio. Conoce bien la psicología de la mujer, está
al corriente de sus atavíos, le da consejos muy sensatos y ridiculiza
con gracia a las que descuidan sus obligaciones domésticas para
« calentar el suelo de la iglesia tarde y m añana», por ejemplo,
alabando a la que por sus virtudes atrae juntamente los ojos y los
corazones de todos. Es este libro una admirable guía para la
casada, pero algunas páginas se resienten del pobrísimo concepto
que el autor tiene de la mujer.
A ruegos de una persona amiga y sin propósito de publicarlas,
recogió fray Luis sus poesías, agrupándolas en tres secciones:
poemas originales, traducciones de poetas clásicos, y versiones de
la Biblia. Doctísimo en las lenguas y literaturas latina, griega y
hebrea, sus traducciones son fieles, guardando cuanto es posible,
como él apetecía, las figuras del original, sus modalidades espiri­
tuales; y con todo, de tanta espontaneidad de estilo y elegancia
como si hubieran nacido en castellano.10 Su versión del Cantar de
los cantares, en particular, es una maravilla de fidelidad, perfec­
ción y hermosura.
“ [humores] de sangre, de temperamento sanguíneo.
150 EPOCA CLASICA POESIA MISTICA 151

Hablemos de las poesías originales. Se echa de ver primero que Contempla el poeta el gran concierto de los astros, el maravilloso
cada poema es una especie de meditación espiritual, sublime por espectáculo del cielo, símbolo de la paz, del contento, de la inmensa
la elevación del pensamiento, siempre puesto en Dios. Y ese hermosura de la vida eterna:
contenido está vaciado en un vaso de oro purísimo, en un lenguaje ¿ Quién es el que esto mira,
noble, sencillo y musical. y precia la bajeza de la tierra,
Existía en el alma melancólica de fray Luis un ansia de paz, de y no gime y suspira
descanso, que le lleva a cantar las excelencias de la vida retirada por romper lo que encierra
el alma, y de estos bienes la destierra ?
en el campo, como en la oda Qué descansada vida, una de las pri­
meras que escribió, hacia 1557111
En su oda A Felipe Ruiz da voz al mismo anhelo místico de
. . . Vivir quiero conmigo, volar de la prisión del suelo a la región inmortal. Pero agrega una
gozar quiero del bien que debo al cielo, nueva nota. No es ya sólo el ansia de descanso y goce de la her­
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo, mosura de la vida eterna. Es también el deseo de hallar allí el
de odio, de esperanza y de recelo . . . 12 secreto de la humana existencia y descubrir los misterios de la
naturaleza, por qué tiembla la tierra, por qué los mares se embrave­
Pero no le basta el retiro del campo, lejos de las tempestades y cen, cómo se verifican los movimientos celestes:
vivos afanes del mundo. Un desdén completo siente por las cosas
Quién rige las estrellas
de la tierra. El alma, penetrada de su alto destino, anhela romper veré, y quién las enciende con hermosas
su destierro en esta baja cárcel del mundo, libertarse y alcanzar y eficaces centellas . . .
la alta región para la cual fué nacida, su propia patria divina. Así
en la oda Noche serena, escrita hacia 1571, el poeta contempla el Nada halla en la tierra que no evoque en el alma el recuerdo de
cielo iluminado con el resplandor de las estrellas, y luego mira su origen divino, de su presente destierro y de su final destino.
hacia el suelo, Cuanto encierra el mundo, levanta el pensamiento a Dios. En
de noche rodeado, su oda a la música de un dulce amigo, A Francisco de Salinas:
en sueño y en olvido sepultado.
El aire se serena,
El amor y la pena despiertan en su pecho un ansia ardiente: y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
Morada de grandeza, 1a. música extremada
templo de claridad y hermosura, por vuestra sabia mano gobernada,
mi alma que a tu alteza a cuyo són divino,
nació, ¿ qué desventura el alma, que en olvido está sumida,
la tiene en esta cárcel baja, oscura ? torna a cobrar el tino
y memoria perdida
En este breve tránsito del mundo, el hombre, olvidado de su alto t de su origen primera esclarecida . ..
destino, entregado al sueño de la vida, sigue vanas sombras, mientras el
cielo dando vueltas le va hurtando las cortas horas del vivir:
Toda la obra poética de fray Luis, que tan impetuoso era y tan
¡ Ay ! despertad, mortales, . enérgica y apasionadamente intervino en las luchas académicas,
mirad con atención a vuestro daño: respira sin embargo serenidad absoluta. Dió perfecta expresión a
las almas inmortales,
hechas a bien tamaño,
la quietud contemplativa, al recogimiento espiritual. Y su divina
¿ podrán vivir de sombra, y sólo engaño ? unción puede decirse que culmina en la oda En la Ascensión:
152 EPOCA CLASICA POES ÍA MÍSTICA 153

¿ Y dejas, Pastor santo, Este río famoso apostrofa al rey don Rodrigo, que está holgando en la
tu grey en este valle hondo, escuro, ribera con la hermosa Cava, le predice la invasión árabe y ruina de
con soledad y llanto, España, animándole a partir para oponerse a.las huestes enemigas:
y tú, rompiendo el puro ¡ Acude, corre, vuela,
aire, te vas al inmortal seguro ? . . . traspasa el alta sierra, ocupa el llano,
no perdones la espuela,
Tan incomparable como la melodía de los versos, es la sencillez, no des paz a la mano,
esa clásica sencillez que producen la moderación, el buen gusto y menea fulminante el hierro insano ! . . .
la técnica perfecta. Daba fray Luis todo su valor a la forma. En Los poemas de fray Luis de León muestran hasta qué alturas
verso y en prosa era escritor reflexivo, esmerado, que seleccionaba puede alzarse un poeta en sublime concepción, en concisión y
los pensamientos, los vocablos, la disposición de la frase, como acendrado gusto. Afirmaba Menéndez y Pelayo que desde el
artífice que labrase en oro. No obstante, jamás se trasluce el Renacimiento hasta nuestros días nadie se ha acercado, al menos
esfuerzo. Las ideas, las imágenes, las líneas, fluyen y corren como entre los poetas del mundo latino, a fray Luis en sobriedad, pureza,
las aguas de un manantial. arte de las transiciones, grandes líneas y rapidez lírica, corriendo
Junto a la nobleza de las concepciones y tono elevado, merecen sobre sus reminiscencias de griegos, latinos e italianos «juvenil
señalarse sus descripciones. Bella es la de la tempestad, en la aliento de vida que lo transfigura y remoza todo ».13 Es en todo,
oda A Felipe Ruiz: en espíritu y forma, el Horacio cristiano.
¿No ves, cuando acontece 2. San Juan de la Cruz. En fray Luis de León, se ha dicho,
turbarse el aire todo en el verano . . .? vemos al hombre encendido en el fuego del amor divino, pero unido
aún a ese mundo cuyos lazos anhela romper; en San Juan de la
Fray Luis de León es uno de los primeros poetas modernos que Cruz «no vemos ya más que una parte del hombre, el alma ».14
se ponen en comunicación con la tierra madre y se detienen a Aquél, cuando escribe, quiere libertarse de la materia; éste parece
contemplar sus bellezas: es el intérprete soberano del cielo y de la ya emancipado de ella. La existencia de San Juan de la Cruz
tierra, de las plantas y de los astros, tanto en prosa como en verso. (1542-1591) está iluminada por éxtasis y milagros. Era todavía
La religión, el arte y la naturaleza aparecen fundidos en su obra niño, apenas contaba cinco años, cuando se sentía objeto de espe­
con sublime consorcio. Su presentación de la naturaleza, minu­ ciales favores del cielo. « Un día — declara él — estaba junto a un
ciosa y plástica cuando escribe en prosa, es por lo común genérica pozo sin brocal con otros niños. Caí en el calor del juego dentro
e idealizada en sus versos. El campo de fray Luis está como en­ del pozo, y obtuve el auxilio de la Virgen: se me apareció, me dió
vuelto en una niebla poética, porque omite los detalles concretos. la mano y me sostuvo sobre las aguas hasta que vinieron por mí
Véase, por ejemplo, la descripción del huerto de La Flecha, que los que tuvieron noticia de mi desventura por mis asustados com­
es de las más precisas, en la oda Qué descansada vida: pañeros. Temprano, muy temprano le debí yo a la Virgen todo
Del monte en la ladera el amor de que es capaz mi alma. »16
por mi mano plantado tengo un huerto .. . Fué filósofo sobresaliente de la mística y poeta de angélica dul­
zura. El método que sigue en las obras espirituales es concentrar
Aunque fray Luis parece desligado casi siempre de los aconte­ la substancia de sus ideas místicas en unas cuantas estrofas, las
cimientos políticos de su tiempo, de las tradiciones de la raza y de cuales después glosa y explica, estrofa por estrofa, verso por verso,
todo interés humano (como fuente de inspiración poética), tiene concepto por concepto, en una prosa cuyas profundas especula­
no obstante una composición patriótica notable por la viveza y ciones filosóficas están adornadas de imágenes de vehemente
rapidez lírica con que las estrofas se suceden: la Profecía del Tajo: poesía.
154 EPOCA CLASICA POESÍA MÍSTICA 155

La Subida del Monte Carmelo trata de la noche oscura de los La Esposa (el alma), herida de amor, va por montañas y valles en
sentidos y de los daños que hacen al alma, de cómo venciendo busca del Esposo. Por todas partes pregunta, a los bosques y prados, si
éstos y guiándose de la fe se ha de subir hasta la cumbre de aquel lo han visto pasar:
monte simbólico, es decir, hasta el alto estado de perfección de la Mil gracias derramando,
unión del alma con el Hijo de Dios. Idéntico es el tema de la pasó por estos sotos con presura,
y yéndolos mirando,
Noche oscura del alma. Son dos tratados filosóficos, bastante ex­ con sola su figura
tenso el primero. Y en ambos glosa las ocho estrofas de una can­ vestidos los dejó de hermosura . . . ,n
ción « en que canta el alma la dichosa ventura que tuvo en pasar
por la oscura noche de la fe, en desnudez y purgación suya, a la le contestan las criaturas. Continúa desolada en busca del Amado,
unión del Amado »: clamando por su presencia, hasta encontrarlo junto a una cristalina
fuente, en las riberas de un florido prado; y ya en posesión del Esposo,
En una noche oscura,
se entrega el alma al amor beatífico de la contemplación.
con ansias en amores inflamada,
¡ oh, dichosa ventura!,
Este poema de cuarenta estrofas es sencillamente sublime, y los
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.. .16 cuarenta capítulos de comentario en prosa tienen toda la profun­
didad y elevación del gran filósofo místico. Verso y prosa im­
El alma, « estando ya esta casa de la sensualidad sosegada, esto es, presionan por sus ideas, por su afectuosa ternura, por el brío de las
mortificadas sus pasiones, apagadas sus codicias, y los apetitos sosegados
comparaciones, que tanto resplandor y hermosura dan a la doc­
y adormidos », va guiada por la fe:
trina.
En la noche dichosa, En la Llama de amor viva,« sintiéndose ya el alma toda inflamada
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
en la divina unión . . ., dice con gran deseo a la llama (que es el
sin otra luz ni guía Espíritu Santo), que rompa ya la vida mortal en aquel dulce
sino la que en el corazón ardía . . . encuentro»:
¡ Oh, llama de amor viva,
Y esa luz del corazón, que es amor y fe, conduce el alma junto al que tiernamente hieres
Amado, hasta realizarse su mística unión: de mi alma en el más profundo centro !,
En mi pecho florido, pues ya no eres esquiva,
que entero para él solo se guardaba, acaba ya, si quieres,
allí quedó dormido, rompe la tela de este dulce encuentro . . .
yo le regalaba
y el ventalleb de cedros aire daba. « Nadie ha analizado mejor que él — escribe un ilustre teólogo
francés — las ideas más sutiles, ni ha sacado con mayor precisión
Quedóme y olvidéme, las consecuencias . . . Tres características poseen las obras de
el rostro recliné sobre el Amado, San Juan de la Cruz: a) una lógica de las más precisas; 6) un
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado, espíritu esclarecido por las luces divinas; c) y un don de enseñanza
entre las azucenas olvidado. que no se desmiente en ninguna p arte.»18 En ocasiones, porque
su pensamiento se remonta a la región de las ideas puras, o porque
En el Cántico espiritual entre el alma y Cristo, su esposo, señala su fantasía vuela libremente por los espacios de la alegoría, adolece
el camino que sigue el alma desde que comienza a servir a Dios de oscuridad. Ya nos dice en el prólogo de Subida del Monte
hasta llegar al último y perfecto estado de la unión espiritual: Carmelo: « Y por cuanto esta doctrina es de la noche oscura, por
6 ventalle, abanico. donde el alma ha de ir a Dios, no se maraville el lector si le pare-
POESIA MISTICA 157
156 EPOCA CLASICA
[18] Berthier, (Euvres de Sainte Thérese suivies des auvres .. .de S. Jean
ciese algo oscura. »19 Su frecuente falta de transparencia no pro­ de la Croix . .., Paris, 1859, t. III, págs. 375 y 400; V. R. Encinas y López
cede del lenguaje ni del estilo, sino de la honda significación de Espinosa, La poesía de San Juan de la Cruz, Valencia, 1905; M. Domín­
bíblica de las alegorías; entonces las frases tienen la misma ma­ guez Berrueta, El mistidsmo de San Juan de la Cruz en sus poesías, Madrid,
jestad y el mismo hechizo misterioso de las parábolas de la Sagrada 1894; Arthur Symons, The Poetry of Santa Teresa and San Juan de la Cruz
[que contiene algunas de sus mejores versiones en lengua inglesa], en Con-
Escritura. Pero pronto, con nuevos símiles e imágenes tomados
temporary Review, t. LXXV, págs. 524-551; Jean Baruzi, Saint Jean de la
siempre del mundo sensible, vuelve a lucir la claridad. Croix et le probl'eme de l’experiénce mystique, París, 1924; ídem, Aphorismes de
Este poeta no se parece a nadie, ni de nadie tiene reminiscencias, Saint Jean de la Croix, Bordeaux-Paris, 1924.
excepto de los profetas bíblicos: sus dulces ojos, de mirar cansados [19] Ed. B.A.E., p. 4.
no están en los libros ni en el mundo, sino clavados en el cielo.
[1] V. Fitzmaurice-Kelly, Fray Luis de León: A Biographical Fragment,
Oxford, 1921; Adolphe Coster, Luis de León (1528-1591), en Revue hispanique,
ts. L ili (págs. 1-468) y L1V (págs. 1-346); A. F. G. Bell, Luis de León: A
Study of the Spanish Renaissance, Oxford, 1925.
[2] V. A. Coster, Notes pour une édition des poésies de Luis de León, en
Revue hispanique, t. XLVI, p. 236.
[3] V. P. Fr. Luis G. Alonso Getino, Vida y procesos del Maestro Fr. Luis
de León, Salamanca, 1907, págs. 392-407.
[4] V. Alonso Getino, op. cit., págs. 398-399.
[5] V. F. Blanco García, Fray Luis de León, Madrid, 1904, págs. 205-206.
[6] V. De los Nombres de Cristo, ed. Federico de Onís (Clásicos Castellanos),
Madrid, 1914-21, t. I, p. x; Fitzmaurice-Kelly, op. dt., págs. 147-150.
[7] Ed. dt., t. I, págs. 21-22; ed. Casa Calleja, Madrid, 1917; ed. B.A.E.,
t. XXXVII; The Ñames of Christ. Readings from “Nombres de Cristo.”
Translated from the Spanish by a Benedictine of Stanbrook, London, 1926.
[8] Ed. Onís, t. I, p. 22.
[9] La perfecta casada, ed. Bonilla y San Martín, Madrid, 1917; ed. Eliza-
beth Wallace, Chicago, 1903; ed. B.A.E., t. XXXVII.
[10] V. Menéndez y Pelayo, Horado en España (2da. ed.) Madrid, 1885, t.
I, págs. 11-24.
[11] V. A. Coster, Notes, etc., p. 230.
[12] Ed. F. de Onís, en su estudio Sobre la trasmisión de la obra literaria de
Fray Luis de León, en Revista de Filología Española, t. II; Poesías originales,
ed. F. de Onís, San José (Costa Rica), 1920; Obras de Fray Luis de León
(verso y prosa), ed. A. Merino (2da. ed.), Madrid, 1885; ed. B.A.E., ts.
XXXV, XXXVII, LUI, LXI y LXII; V. Aubrey F. G. Bell, Notes on
Luis de León’s Lyrics, en The Modern Language Review, t. XXI, págs. 168-177.
[13] Menéndez y Pelayo, De la poesía mística, en Estudios de crítica literaria
(Ira. serie), Madrid, 1893, t. I, p. 51.
[14] B.A.E., t. XXVII, p. xv.
[15] Ibid., p. v.
[16] Obras de San Juan de la Cruz, ed. B.A.E., t. XXVII, p. 1; Obras, ed.
R. P. Gerardo de San Juan de la Cruz, Madrid, 1912-14.
[17] San Juan de la Cruz: El cántico espiritual, ed. M. Martínez Burgos
(Clásicos Castellanos), Madrid, 1924, p. 10.
POESÍA HISTÓRICA Y NARRATIVA 159

Petrarca. Jamás evoca más deleites que los del espíritu: para
Herrera están en el gozo de los ojos y del alma, en la contemplación
de la belleza corporal y en la admiración de las virtudes de la
amada. A menudo, su platonismo se inclina hacia lo místico,
CAPITULO XV aspirando a la unión espiritual: así, al pedirle que acoja blanda­
mente un suspiro, añade:
POESÍA HISTÓRICA Y NARRATIVA
Con él mi alma, en el celeste fuego
1. Fernando de Herrera; poesías amorosas; Herrera, cantor de la pa­ vuestro abrasada, viene y se transforma
tria: Por la victoria de Lepanto, Por la pérdida del rey don Sebastián en la belleza vuestra soberana.3
y Al santo rey don Fernando; otros versos heroicos; reminiscencias
bíblicas, entonación grandilocuente y majestad. 2. Poemas de varios En los ojos de ella está el reflejo divino. Y al contemplar su
autores. 3. Alonso de Ercilla: La Araucana: su asunto; fidelidad hermosura se levanta el ánimo del poeta a la consideración de la
histórica; irregularidad; descripciones de batallas, comparaciones, pin­ hermosura inmortal:
turas de la naturaleza; energía, elocuencia y talento descriptivo.
Que yo en esa belleza que contemplo
1. F ernando de H errera . Varón grave y retraído fué (aunque a mi flaca vista ofende y cubre),
Fernando de Herrera (1534-1597), cantor de las glorias mili­ la inmensa busco, y voy siguiendo al cielo.4
tares de la España imperial. Era humilde beneficiado en una
iglesia parroquial de Sevilla, su ciudad natal, cuando frisando Convoca al aura y los astros para que juzguen al par de los
apenas en los treinta y cinco años de edad, llamábanle sus con­ encantos de la mujer amada y de su ingratitud, en el siguiente
temporáneos Herrera el Divino. soneto:
Rojo sol, que con hacha luminosa
Los motivos poéticos de Herrera son el amor y la patria. Sus cobras el purpúreo y alto cielo,
composiciones amatorias tienen un fondo real, la desgraciada ¿ hallaste tal belleza en todo el suelo,
pasión del poeta, que nunca llegó a ordenarse de sacerdote, por que iguale a mi serena Luz dichosa ?
cierta dama bellísima, doña Leonor de Milán, esposa del conde de Aura süave, blanda y amorosa
Gelves; amor fervoroso que al parecer tuvo secreta correspon­ que nos halagas con tu fresco vuelo,
cuando se cubre del dorado velo
dencia en el corazón de la dama.1 Mas la porfía amorosa del poeta mi Luz, ¿ tocaste trenza más hermosa ?
fué vana ante la entereza y dignidad de la condesa. Aquellos Luna, honor de la noche, ilustre coro
ojos de esmeralda prometían « mil bienes, sin dar uno »: de las errantes lumbres y fijadas,
¿ consideraste tales dos estrellas ? . . .
Sombras fueron de bien las que yo tuve, Sol puro, aura, luna, llamas de oro,
oscuras sombras en la Luz más clara.. ,2 ¿ oístes vos mis penas nunca usadas ?
¿ vistes Luz más ingrata a mis querellas ? 6
Y con la mortal llaga de continuo abierta, resignado a veces,
ilusionado otras, rebelándose algunas contra la dulce tiranía, Nótese la abundancia de epítetos e imágenes, característica de
cantó Herrera sus amores. Su pasión fué un secreto para los Herrera. Tuvo especial esmero en el lenguaje, cuidando de elegir
contemporáneos. Apenas si hubo entre ellos quien identificara vocablos significativos, propios y elegantes. Cuando le parecía
con la condesa de Gelves la mujer que bajo varios nombres poéti­ conveniente, empleaba voces arcaicas o forjaba otras nuevas;
cos, generalmente el de Luz, cantaba el poeta con tan melancólica procuraba siempre el colorido y fuerza de la frase, la armonía
y constante devoción. imitativa, el valor musical del verso. Con pasión por la forma,
Su amor era platónico, y su maestro en la poesía amatoria, anduvo siempre a caza de nuevos modos de hermosura poética,
158
160 ÉPO C A C L Á SIC A POESÍA HISTÓRICA Y NARRATIVA 161

mostrando constante preocupación por darle al idioma riqueza y ceptuando la Canción a don Juan de Austria por la victoria al­
dignidad. canzada en 1571 contra los moriscos de las Alpujarras, que está
La religión, como asunto, apenas tiene representación en la obra escrita en liras.
de Herrera. La naturaleza, tampoco. Este último sentimiento En la Canción por la victoria de Lepanto, entona un himno al
es secundario y levísimo en sus poemas. Las flores y los campos, triunfo que las armas cristianas, acaudilladas por don Juan de
el cielo y las puestas de sol, o cualquiera de los otros aspectos Austria, obtuvieron sobre los turcos en la decisiva batalla naval
seductores de la naturaleza, no son nunca objeto de una detenida del golfo de Lepanto (1571), descrita también minuciosamente por
pintura. De todo ello se sirve para las imágenes y comparaciones, el mismo Herrera con ardiente prosa en la Relación de la guerra de
pero no para la descripción. « Para él, como para todo hombre del Chipre? Se abre aquella oda con la invocación solemne:
siglo xvi, la naturaleza no ofrece interés más que en cuanto está Cantemos al Señor, que en la llanura
relacionada con el hombre, rey de la creación, al cual se encuentra venció del mar al enemigo fiero.
subordinada; su lugar en la poesía es secundario: ella no suministra Tú, Dios de las batallas, tú eres diestra,
más que un adorno, no un asunto.»6 En los poemas amorosos, salud y gloria nuestra.
Tú rompiste las fuerzas y la dura
Herrera es poeta todo subjetivo; el mundo exterior no le interesa.
frente de Faraón, feroz guerrero.
Cuando pinta un paisaje, como fondo de sus sentimientos, es un Sus escogidos príncipes cubrieron
paisaje imaginario, reflejo de su propio estado de ánimo. Así, los abissos “ del mar, y descendieron
porque tiene el corazón lleno de angustias de amor, convierte el cual piedra en el profundo; y tu ira luego
suave y risueño panorama de Gelves — residencia de doña Leonor, los tragó, como arista seca el fuego .. .9
a legua y media de Sevilla — en desierto de abrojos y espinas, y En las veintiuna estrofas de esta canción, ha intercalado el
las pequeñas colinas en gigantescas montañas: poeta pensamientos y frases de la Biblia. Y nos impresiona su
Por un camino, solo, al sol abierto, lectura con la misma inspiración potente, con el mismo tono ma­
de espinas y de abrojos mal sembrado, jestuoso y sombrío de los profetas bíblicos.
el tardo paso muevo y voy cansado .. .7 De solemne grandeza es asimismo la Canción por la pérdida del
rey don Sebastián, elegía en honor de este monarca portugués
En general, su tendencia a la pintura de lo fuerte, de lo gran­ muerto heroicamente en la derrota de Alcazarquivir, al tratar de
dioso, le lleva a preferir el aspecto irritado, abrupto e imponente arrebatarle al poder musulmán el norte de África (1578). A esta
de la naturaleza, la fragosa e inaccesible cumbre, el fiero torbellino, sangrienta derrota, en la cual pereció con el rey la flor de la no­
la selva hórrida y desierta, el bramido de las olas. La dulzura de bleza portuguesa, dedicó Herrera además tres sonetos. La canción,
Garcilaso se torna, con Herrera, en energía; la serena visión de esmaltada igualmente con pensamientos bíblicos, principia así:
fray Luis de León, en vehemente y dramática.
Voz de dolor, y canto de gemido,
Lo verdaderamente notable y característico de la labor de y espíritu de miedo, envuelto en ira,
Herrera el Divino, en lo que aventajó a todos, es en la expresión hagan principio acerbo a la memoria
del sentimiento patriótico. Posee entonces nuestro poeta aquellos de aquel día fatal aborrecido
nervios y músculos que él había echado de menos en sus prede­ que Lusitania mísera suspira,
cesores. Penetrado de la grandeza del imperio de Felipe II y de desnuda de valor, falta de gloria .. .10
sus altos destinos en el mundo, lleno de orgullo por los triunfos de Describe más adelante la destrucción del ejército lusitano, y
las armas españolas, supo celebrarlos con toda energía y majestad. en la siguiente estrofa, de las ocho que componen esta elegía,
La oda o canción era, según él, la más noble forma poética. Y alcanza el estilo del poeta toda su entonación grandilocuente.
éste es el tipo de sus mejores composiciones patrióticas, ex­ ° abissos, abismos,
162 EPOCA CLASICA POESÍA HISTÓRICA Y NARRATIVA 163

¿ Son éstos, por ventura, los famosos, Y el soneto a la muerte prematura de don Juan de Austria
los fuertes y belígeros varones (1578), en que pide que se esculpan en el sepulcro del héroe, como
que conturbaron con furor la tierra, blasón, las ciudades conquistadas al enemigo:
que sacudieron reinos poderosos,
que domaron las hórridas naciones, Pongan en tu sepulcro, ¡ oh flor de España !,
que pusieron desierto en cruda guerra la virtud militar y la victoria . . ,u
cuanto enfrena y encierra
el mar Indo, y feroces destruyeron Ostentó Herrera toda la magnificencia de la lengua española,
grandes ciudades ? ¿ dó la valentía ? que tanto encarece en sus Anotaciones a las obras de Garcilasso
¿ cómo así se acabaron, y perdieron de la Vega (1580).16 Y la entonación grandilocuente, llena de
tanto heroico valor en sólo un día,
pompa y majestad, ha caracterizado su estilo, llamado herreriano
y lejos de su patria derribados,
no fueron justamente sepultados ? . . . e imitado por otros poetas. « Nunca se aparta de mis ojos Fer­
nando de Herrera, por tantas causas divino — escribía Lope de
Vega —. Sus sonetos y canciones son el más verdadero arte de
La Canción al santo rey don Fernando fué escrita hacia 1579,
cuando los restos del monarca fueron trasladados a la nueva capilla poesía. »16
real de Sevilla. Es un himno de glorificación de aquel príncipe 2. P oemas de varios autores. Al calor de las grandes
guerrero y santo, por su «justicia, piedad, valor eterno ». Cita­ empresas guerreras y religiosas del imperio español, se encendió en
remos la estrofa cuya lectura hizo prorrumpir a Lope de Vega aquel siglo el numen de los poetas para celebrar las glorias de la
en la conocida exclamación: « Aquí no excede ninguna lengua a patria. No faltaron, pues, poetas épicos, pero ninguno de ellos
la nuestra, perdonen la griega y latina. »n alcanzó el alto rango de los líricos y dramaturgos. Revelaron
más talento de concepción y de ejecución que fantasía soñadora.
Cubrió el sagrado Betis de florida
púrpura y blandas esmeraldas llena Sus poemas, con elemento histórico prevaleciendo, son más bien
y tiernas perlas la ribera ondosa, narrativos que épicos. Merecen especial mención La Austriada
y al cielo alzó la barba revestida (1584), de Juan R ufo, crónica poética en veinticuatro cantos de
de verde musgo, removió en la arena las afortunadas empresas militares de don Juan de Austria; El
el movible cristal de la sombrosa Monserrate (1588), de Cristóbal de 'Virúes, en veinte cantos,
gruta y la faz honrosa,
de juncos, cañas y coral ornada, sobre la leyenda del ermitaño Garin y su fundación de dicho san­
tendió los cuernos húmidos, creciendo tuario; la Jerusalén conquistada (1609), de Lope de Vega, cuyo
la abundosa corriente dilatada, asunto no es en realidad la conquista de la ciudad santa sino la
su imperio en el Océano extendiendo, tercera cruzada, sin éxito, dirigida por Ricardo Corazón de León a
que al cerco de la tierra en vario lustre fines del siglo xn; y El Bernardo (1624), de B ernardo de Bal-
de soberbia corona hace ilustre .. ,12
buena, que narra la legendaria vida y hazañas de Bernardo del
Carpió, el supuesto vencedor de Rolando en Roncesvalles, poema
Recordaremos también entre sus versos heroicos, los tres sonetos que duplica en extensión al más largo de todos ellos, y de muy
dedicados a don Alvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, famoso superior fantasía, arte descriptivo y armoniosa versificación:
caudillo de la armada española que asistió a la victoria de Lepanto tales son los más célebres poemas históricos y narrativos del
y a la expedición de Túnez: siglo áureo.17 Sobre ellos descuella La Araucana de Ercilla.
Verás la tierra presa, el mar sangriento, 3. Alonso de E rcilla . A los veintidós años de edad, soñando
y al nombre de Bazán temblar medroso
el corazón más bravo y arrogante .. ,13 con memorables empresas, Alonso de Ercilla (1533-1594) se
164 ÉPOCA CLÁSICA POESÍA HISTÓRICA Y NARRATIVA 165

embarcó para las tierras del Nuevo Mundo. Guerreó contra los Quebrantada su unidad con largas digresiones ajenas al principal
indomables indígenas del Arauco, pequeña provincia meridional asunto y lugar de la acción, el poema adolece de irregularidad.
de Chile. Sobresalientes son las descripciones de batallas, cuyo fragor se
percibe. El poeta las ha presenciado, tomado parte en ellas, y
« Y cierto, es cosa de admiración— escribe en el prólogo de La Arau­ las ha trasladado al papel en el mismo campo de batalla, « en la
cana— que, no poseyendo los araucanos más de veinte leguas de tér­ misma guerra y en los mismos pasos y sitios — conforme él dice,
mino . . . , con puro valor y porfiada determinación, hayan redimido y
respecto de la primera parte —, escribiendo muchas veces en
sustentado su libertad, derramando en sacrificio de ella tanta sangre, así
suya como de españoles, que con verdad se puede decir haber pocos lu­
cuero por falta de papel, y en pedazos de cartas, algunos tan
gares que no estén de ella teñidos y poblados de huesos . . . Y es tanta pequeños que apenas cabían seis versos, que no me costó después
la falta de gente, por la mucha que ha muerto en esta demanda, que para poco trabajo juntarlos ».20 Por la noche ponía en verso los acon­
hacer más cuerpo y henchir los escuadrones, vienen también las mujeres tecimientos del día:
a la guerra, y peleando algunas veces como varones, se entregan con gran En el silencio de la noche oscura,
ánimo a la muerte. Todo esto he querido traer para prueba y en abono en medio del reposo de la gente,
del valor de estas gentes, digno de mayor loor del que yo le podré dar queriendo proseguir con mi escritura .. -21
con mis versos. »18
Es también digno de particular nota su poder en la creación de
personajes heroicos plenos de animación, la rica fantasía en las
Esta encarnizada contienda entre españoles y araucanos cons­
imágenes y la entonación marcial y rotunda. «Tres cosas hay,
tituye, pues, el asunto de La Araucana, poema heroico en treinta
capitales todas, en que Ercilla no cede a ningún otro narrador
y siete cantos, que es lo único que se conserva de la labor poética
poético de los tiempos modernos: la creación de caracteres . . . ;
de Ercilla. Consta de tres partes, publicadas en distintas fechas
las descripciones de batallas y encuentros personales en que
(1569-78-89). En la segunda y tercera partes enlaza con el
probablemente no ha tenido rival después de Homero, las cuales
asunto principal, en forma de sueños y visiones, los grandes hechos
se admiran una tras otra y no son idénticas nunca, a pesar de su
de la historia española contemporánea ocurridos en Europa, como
extraordinario número; las comparaciones tan felices, tan ex­
las batallas de San Quintín (1557) y de Lepanto (1571) y la con­
presivas, tan varias y ricas, tomadas con predilección del orden
quista de Portugal (1578).
zoológico, como en la epopeya primitiva. . . »22 Léase, entre las
Ábrese el poema con la pintura del escenario, donde « sólo domina el innumerables comparaciones coloristas y vigorosas, la siguiente:
iracundo M arte», y de las costumbres y vida de los actores, « soberbios, Como el aliento y fuerzas van faltando
cielo y tierra despreciando ». Sigue luego una breve noticia de los con­ a dos valientes toros animosos,
quistadores primitivos de aquel territorio, Almagro y Valdivia, la sub­ cuando en la fiera lucha porfiando
siguiente rebelión de los araucanos y el relato de batallas campales, se muestran igualmente poderosos,
negociaciones, conspiraciones y encuentros personales. Para aliviar la que se van poco a poco retirando
monotonía de la sucesión continuada de acontecimientos militares, inter­ rostro a rostro con pasos perezosos,
cala el poeta amores románticos, como los de Glaura y Cariolano, epi­ cubiertos de un humor y espeso aliento,
sodios maravillosos y recuerdos mitológicos, como la historia de Dido, y esparcen con los pies la arena al viento;
los dos puestos así se retiraron,
que, a petición de unos soldados, refiere Ercilla.
sin sangre y sin vigor, desalentados,
El fondo del poema es de inusitada fidelidad histórica. Bien declara
que jamás las espaldas se mostraron .. ,23
el autor:
es relación sin corromper, sacada En el canto treinta y cinco, abundan las pinturas concisas y
de la verdad, cortada a su medida.19 gráficas de la naturaleza. Feliz por la idea de asociación es la
EPOCA CLASICA POESÍA HISTÓRICA Y NARRATIVA 167
166

siguiente, del canto segundo, cuando los caciques se someten a 2-3; ed. B.A.E., t. XVII; facsímile de ed. príncipe por A. M. Huntington
(The Hispànic Society of America), New York, 1902-1903.
una prueba de resistencia física para que el vencedor sea el cau­ [19] Ed. Real Academia, t. I, p. 10.
dillo del ejército: [20] Ibid., págs. 1-2.
La luna su salida provechosa [21] Ibid., t. II, p. 40.
por un espacio largo dilataba: [22] Menéndez y Pelayo, Antología de poetas hispano-americanos, Madrid,
al fin turbia, encendida y perezosa, 1895, t. IV, págs. xii-xiii.
de rostro y luz escasa se mostraba: [23] Ed. Real Academia, t. I, p. 86.
paróse al medio curso más hermosa [24] Ibid., p. 42.
a ver la extraña prueba en qué paraba; [25] Jean Dueamin, L’Araucana, Paris, 1900, p. lxix.
y viéndola en el punto y ser primero
se derribó en el ártico hemisferio . .
Lo que falta a Ercilla es ternura y gracia: todo es vehemencia y
energía en su obra. Ahora bien, en arte narrativo, en elocuencia,
en talento descriptivo, no hay poeta que le aventaje. « LTn pintor
podría sin esfuerzo trasladar al lienzo las escenas que el escri­
tor evoca. Algunas parecen cinceladas o esculpidas, tal es su
relieve. »25
[1] V. F. Rodríguez Marín, El Divino Herrera y la Condesa de Gelves, Madrid,
1911.
[2] Femando de Herrera: Poesías, ed. García de Diego (Clásicos Castellanos),
Madrid, 1914, p. 262; ed. B.A.E., t. XXXII.
[3] Ed. García de Diego, p. 94.
[4] Ibid., p. 118.
[5] Ibid., págs. 66-66; traducción inglesa de este y otros sonetos de Herrera,
con la de poemas de grandes poetas españoles e hispanoamericanos, se en­
contrará en Hispànic Anthology, ed. Thomas Walsh (véase cap. III, nota 5).
[6] Adolphe Coster, Fernando de Herrera {El Divino), Paris, 1908, p. 269.
[7] Ed. cit., p. 114.
[8] Relación de la guerra de Chipre y suceso de la batalla de Lepanto, en
Documentos inéditos para la Historia de España, t. XXI, págs. 242-382.
[9] Ed. cit., p. 25.
[10] Ibid., págs. 80-81.
[11] B.A.E., t. XXXVIII, p. 140.
[12] Ed. cit., págs. 203-204.
[13] Ibid., p. 178.
[14] Ibid., págs. 206-207.
[15] Garcilaso de la Vega: Las Églogas, con las anotaciones de Herrera
(Biblioteca económica de clásicos castellanos), París, s.a., p. 157.
[16] B.A.E., t. XXXVIII, p. 141.
[17] La Austriada, ed. B.A.E., t. XXIX; El Monserrate, ed. B.A.E., t.
XVII; Jerusalén conquistada, ed. B.A.E., t. XXXVIII; El Bernardo, ed.
B.A.E., t. XVII.
[18] La Araucana, ed. Real Academia Española, Madrid, 1866, t. I, págs.
M m im

PROSA DIDACTICA 169


desde el año 1521 hasta los desafíos de los reyes de Francia e
Inglaterra hechos al emperador en el año 1528 . . . La causa
principal que me movió a escribir este diálogo fué deseo de mani­
festar la justicia del emperador y la iniquidad de aquellos que lo
desafiaron. »4
CAPITULO XYI Tan interesantes como los diálogos entre Mercurio y Caronte
PROSA DIDÀCTICA sobre los acontecimientos históricos, son los que el barquero man­
tiene con las ánimas que embarca en su nave, con rumbo al in­
1. Juan de Valdés: Diálogo de Mercurio y Carón: su asunto y fierno : un fraile predicador que había fingido santidad sin tenerla,
carácter; Diálogo de la lengua: espíritu progresivo gue lo informa. el consejero de un rey, adulador y holgazán, un duque, un obispo,
2. Antonio de Guevara: el Marco Aurelio y el Menosprecio de corte; un cardenal, una monja, un consejero inglés, un monarca, un
método y estilo de Guevara. 3. Otros prosistas: Pérez de Oliva, Villa­
lón y Antonio Pérez. 4. Prosa historial: Zurita, Ambrosio de Mo­
secretario del rey de Francia, un sacerdote y un teólogo. La lista
rales y los cronistas de Indias. 5. Hurtado de Mendoza, historiador: no es muy larga, pero sí muy sabrosa. Cada uno de ellos responde
su Guerra de Granada. 6. Juan de Mariana: sus ideas; Historia de a las preguntas de Caronte, contando algo de su vida y dejando
España: su estilo. ver sus ideas, sentimientos y conducta. Las observaciones de
1. Juan de Valdés. La conmoción causada por el protes­ Caronte son tan juiciosas como irónicas y joviales. En el segundo
tantismo en la nación española, no hizo más que robustecer la fe libro — de los dos que tiene esta obra —-, vuelven a reanudar su
católica: el pueblo español entero, el ejército, los fundadores de diálogo Mercurio y Caronte, al pie de una montaña. Varias
nuevas órdenes religiosas, los teólogos, los diplomáticos, comba­ ánimas que por ella ascienden al cielo (un casado, un rey, un obispo,
tieron la Reforma en el campo de batalla o en el terreno de las un predicador, un cardenal, un fraile, una casada y una monja)
ideas. Hubo, sin embargo, algunos núcleos pequeños de partidarios dialogan con Mercurio sobre las acciones que les han conducido
de las nuevas doctrinas al principio de la Reforma1: denunciados por aquel camino de bienaventuranza.
muy pronto, fueron castigados por la Inquisición. Entre los que « El ingenio, la gracia y la amenidad rebosan en él, y bien puede
partieron de España, debido tal vez a las persecuciones, está el decirse que nada hay mejor escrito en castellano durante el reinado
humanista Juan de Valdés (m. 1541). Parece haber sido uno de de Carlos V, fuera de la traducción del Cortesano, de Boscán. La
los primeros españoles en inclinarse hacia la Reforma, aunque con lengua brilla del todo formada, robusta, flexible y jugosa, sin
ciertas modalidades espirituales que, más bien que prosélito de afectación ni pompa vana, pero al mismo tiempo sin sequedad ni
Lutero, le hacen nuevo reformador religioso en sus Ciento diez dureza, y con toda la noble y majestuosa serenidad de las lenguas
consideraciones divinas.2 Pasó a Italia en 1531, y allá residió los clásicas.»5 Entre los conceptos satíricos del chispeante diálogo,
últimos años de vida; en su casa de Nápoles explicaba doctrinas hay atisbos geniales en materias serias, como el del pacto social
ascéticas que le ganaron numerosos discípulos y afiliados entre la por ejemplo, cuando escribe: «hay pacto entre el príncipe y el
aristocracia de la ciudad. pueblo; que si tú no haces lo que debes con tus súbditos, tampoco
Juan de Valdés compuso dos libros de importancia para la son ellos obligados a hacer lo que deben contigo ».6
historia literaria: el Diálogo de Mercurio y Carón, que sin nombre Si en el libro anterior se muestra Juan de Valdés como el más
de autor apareció en 1528 (y algunos atribuyen a su hermano natural y fino prosista del siglo xvi, en el Diálogo de la lengua
Alfonso de Valdés, m. 1532),8 y el Diálogo de la lengua, escrito brilla, además, como excelente crítico literario. Sus interlocutores
hacia 1535 e impreso por primera vez en 1737. El primero es una son dos españoles y dos italianos que discuten con viveza, con
sátira política y social, « en que allende de muchas cosas graciosas donaire, sobre el origen y carácter de la lengua castellana. En la
y de buena doctrina, se cuenta lo que ha acaescido en la guerra materia lingüística, lo que nos sorprende es, no los errores, natu-
168
170 ÉPOCA CLÁSICA PROSA DIDÁCTICA 171

rales cuando aun no había nacido la filología, sino los grandes <( Después acá que saqué a luz mi muy famoso libro de Marco Aurelio
aciertos: la doctrina conciliadora de la etimología y del uso, — decía con natural franqueza en el prólogo-dedicatoria al rey de Portu­
cuando todos desdeñaban éste, la importancia que daba a los gal—, he compuesto y traducido otros libros y tratados; mas yo afirmo
y confieso que en ninguno he fatigado tanto mi juicio, ni me he aprove­
refranes como elemento esencial de la lengua, y no pocas conjeturas
chado tanto de mi memoria, ni he adelgazado tanto mi pluma, ni he
que han sido después acreditadas por los filólogos. Su criterio
pulido tanto mi lengua ni aun he usado tanto de elegancia, como ha
del estilo representa un siglo de adelanto sobre su tiempo: sido en esta obra de Vuestra Alteza . . . »12
« Para deciros la verdad, muy pocas cosas observo, porque el estilo
que tengo me es natural, y sin afectación ninguna escribo como hablo,
El libro entero se halla dedicado a presentar el contraste que
solamente tengo cuidado de usar de vocablos que signifiquen bien lo que ofrece la vida de la corte, con su bullicio, ambiciones, falsías e
quiero decir, y dígolo cuanto más llanamente me es posible, porque, a mi inquietudes, respecto de la vida apacible, laboriosa y saludable
parecer, en ninguna lengua está bien la afectación.»7 de la aldea, donde los hombres disfrutan de abundancia y de
libertad. «No tiene poca bienaventuranza el que vive contento
Esto, que parecerá hoy lugar común de la estilística, era gran­
en el aldea . . . »13 Y termina declarando, con juegos de palabras
dísima novedad en el siglo xvi. Valdés examinó, además, con
e ironía, los males del mundo, no ya de la corte solamente. Remi­
notable acierto algunos libros, como La Celestina, y varios autores,
niscencias de este libro se hallan en algunas composiciones del
como Juan de Mena: sus opiniones son las mismas, en sustancia, poeta inglés Enrique Vaughan, y sus huellas son bien manifiestas
que emite la crítica sabia en nuestros propios días. Su sólo yerro
en Le courtisan retiré (1574) de La Taille.
consiste en rebajar al eminente Antonio de Nebrija, cuya autoridad Las Epístolas familiares de Guevara, sobre asuntos diversos,
de gramático le encoleriza, llegando a decir que escribió el vocabu­
constituyen un modelo de la prosa esmerada y literaria de su
lario o Interpretación de las palabras castellanas en lengua latina
siglo;14 no pocos pasajes de esta obra se apropiaron Brantome y
(1495 ?) «con tan poco cuidado, que parece haberlo escrito por
Montaigne.
burla ».8 En todos los libros, exceptuando los devotos, el dignísimo obispo
2. Antonio de Guevara. Valdés, modelo de elegante sen­ Guevara emplea el elemento ficticio con tal gravedad, entreteje
cillez en el estilo, no aplaudía sin duda el gusto retórico de su tan libremente las verdades históricas con las invenciones de su
contemporáneo fray Antonio de Guevara (1480 ?—1545), predi­ propia cosecha, que las verdades llegan a parecer mentiras, y las
cador y cronista del emperador Carlos V.9 El más famoso de sus mentiras verdades. Miente mucho, pero con muchísimo donaire
libros es el Reloj de príncipes o Marco Aurelio, cuya primera edi­ y elocuencia. Cuando necesita leyes de la antigüedad que jamás
ción autorizada es de 1529.10 Forma una biografía novelesca del existieron, las inventa con el mayor desenfado. Si se le ocurre
emperador y filósofo romano, al cual presenta como espejo de una buena anécdota, la encaja al autor que bien le parece; y si es
príncipes en virtud y sabiduría. « La aparición de este su primer necesario inventar asimismo autor a quien atribuírsela, lo inventa.
libro fué uno de los grandes acontecimientos literarios de aquella Tampoco se desvela en ocasiones ni por la cronología ni por la
corte y de aquel siglo . . . »n Se tradujo a casi todos los idiomas, geografía.
incluso el armenio en 1738. Y no obstante, por sus grandes dotes de pensador y de literato,
Superior, no obstante, al Marco Aurelio, y a la compilación - su celebridad traspuso merecidamente las fronteras. Aquella
biográfica de los emperadores romanos desde Trajano hasta Ale­ mezcla suya de erudición e imaginación, de hondura filosófica y
jandro titulada Década de Césares (1539), ha parecido en nuestro ligereza irónica, la excelencia de sus máximas morales y políticas,
tiempo el Menosprecio de corte y alabanza de aldea (1539), tratado el estilo sentencioso unas veces, casi siempre retórico y brillante,
de moral mundana. Este libro, de valor permanente, era el pre­ cautivó los espíritus por cerca de un siglo en todas partes. Hasta
dilecto también de Guevara: lo que resulta grave defecto de su estilo, para el lector moderno,
PROSA DIDÁCTICA 173
172 É POC A CLÁSICA

el amaneramiento (trasposiciones, antítesis, similicadencias, rej (1575) y en su continuación de La crónica general de España (1574-
truécanos), fue entonces apreciado como resplandeciente novedad. 1586),20 cuyos cinco primeros libros, que llegan hasta la época
Grande fué el renombre de Guevara en Inglaterra, donde la imita­ romana, bastante novelescos, habían sido ya escritos por F lorián
ción de sus obras contribuyó a originar el eufuísmo, el estilo amane­ de Ocampo (m. 1555).21

rado de los ingleses de aquel tiempo.16 Durante todo el siglo xvi no cesan de escribirse relaciones y
crónicas sobre las exploraciones y conquistas del Nuevo Mundo,
3. Otros prosistas. Entre los buenos prosistas de este o de las Indias, como entonces se decía. Entre los historiadores de
período ha de mencionarse también al maestro H ernán P érez de Indias de primer orden descuella el P. Bartolomé de las Casas
Oliva (1494 ?—1531), humanista y poeta, refundidor de Sófocles, (1474-1566), llamado el P rotector de I ndias por su ferviente
Eurípides y Plauto, y especialmente celebrado por sus Diálogos;16 y celo en favor de los indígenas, autor de muchas obras, en parti­
al polígrafo Cristóbal de Villalón (m. hacia 1559), gran viajero, cular de una notable y voluminosa Historia de las Indias que abarca
tan independiente como mordaz en sus escritos, cuyas aventuras, desde el descubrimiento hasta el año 1520.22 Gonzalo F ernández
cautiverio en Constantinopla y tribulaciones, refiere en forma de Oviedo (1478-1557), uno de los conquistadores, compuso la
dialogada y pintoresca en el Viaje de Turquía; aquí nos informa Historia general y natural de las Indias; la primera parte se
con todos sus pormenores, no faltos a veces de picardía, de las imprimió en 1535 y las dos siguientes han permanecido inéditas
costumbres y creencias del pueblo turco. Su obra maestra es El hasta mediados del siglo xix; es obra de útilísimas noticias, pero
Crotalon,a escrito pocos años antes de su muerte; consta de diez desordenada en la exposición y de estilo descuidado.23 Le aven­
y nueve capítulos y es una sátira mordaz de la sociedad contem­ tajó en método, arte y sentido crítico la Historia general de las
poránea a la manera de su modelo Luciano, con abundantes ele­ Indias (1552) de F rancisco López de Gómara (1512—¿ 1557?),
mentos novelescos.17 capellán de Hernán Cortés; admirador apasionado del gran
Estilista muy superior a Villalón fué Antonio P érez (1540- hombre, presentó la conquista de Méjico, a la cual está dedicada
1611), célebre secretario de Felipe II. Interesantes son las la segunda parte, como fruto del genio y de la energía personales
Relaciones (1598) en que trata de justificar hábilmente su conducta de Cortés, sin reconocer los debidos lauros a sus compañeros de
política, de tono elevado y a menudo sentencioso. En Norte de la conquista.24 Y para remediar la injusticia, uno de ellos, el
príncipes expone sus doctrinas y enseñanzas políticas. Las capitán B ernal D íaz del Castillo (1492—¿ 1581 ?), escribió la
Cartas de este astuto y genial cortesano serían modelos perfectos Verdadera historia de la conquista de la Nueva España, no impresa
del género epistolar si no mostraran algunas cierta afectación hasta 1632; está hecha con imparcialidad, con ruda franqueza y
conceptuosa.18 desaliño; la vida del campamento y las costumbres indígenas se
hallan descritas de modo gráfico y animado.26 La misma energía
4. P rosa historial. El primer historiador español verda­ y sencillez, pero estilo mucho más culto, se observa en los escritos
deramente moderno, que investiga en los archivos, reúne colec­ del gran protagonista de aquellas empresas, H ernán Cortés
ción de documentos originales, selecciona sus materiales con (1485-1547), cuyos estudios e ilustración le permitieron manejar
espíritu crítico y los aprovecha con método y rigor científico es la pluma tan bien como la espada; sus Cartas y relaciones oficiales
Jerónimo Zurita (1512-1580), secretario de Felipe II, en sus al emperador Carlos V están consideradas como modelo en su
Anales de la Corona de Aragón (1562-1579), que abarca la historia género.28 Mencionaremos, en fin, a F rancisco Cervantes de
de este reino desde sus orígenes (s. ix) hasta 1516.19 No menos Salazar (15147-1575) que, entre otras muchas obras, compuso
verídico, imparcial y ordenado historiador fué Ambrosio de M o­ una importantísima Crónica de la Nueva España,27 y a E l Inca
rales (1513-1591) en Las antigüedades de las ciudades de España Garcilaso de la Vega (1540-1615), pariente del poeta de este
crotalon, de crótalo, especie de castañuelas o sonajero. nombre e hijo de una princesa india, que sobresale en los Co­
PROSA DIDÁCTICA 175
174 ÉPOCA CLÁSICA

mentarios reales que tratan del origen de los Incas, donde además entre los que miraban, nietos y descendientes de los muertos, o personas
que por oídas conocían ya los lugares desdichados . . . »82
de riquísimo caudal de leyendas y tradiciones peruanas, tenemos
una visión más real que fantástica de la pintoresca civilización
6. J uan de El más grande de los historiadores
M a r ia n a .
antigua del imperio de los incas.28
españoles es el Padre Juan de Mariana (1535 ?—1624), de la
5. H urtado d e M endoza , histo ria d o r . El cultivo artístico Compañía de los jesuítas. Fué también uno de los pensadores
de la historia, que había dado algunas muestras aisladas en el más avanzados de su época; en algunas materias, el defensor de
siglo xv, vino a reanudarlo hacia mediados del siguiente, don principios liberales que tardaron dos siglos en ser reconocidos.
Diego Hurtado de Mendoza. Su personalidad y labor poética En el terreno científico, hasta cierto punto igualmente en el reli­
quedan ya esbozadas en capítulo precedente.29 Como historiador gioso, proclamó la soberanía de la razón y protestó enérgicamente
y prosista le corresponde aquí lugar eminente por su Guerra de contra la intolerancia. « No, no merecéis que nadie os oiga ni os
Granada, «la primera historia que se escribió en español según las siga en tan errada v ía », apostrofaba a quienes combatían a los
rigurosas leyes que prescribieron los críticos ».30 No fué impresa protestantes por medio de la violencia: había que derrotarlos
hasta 1627, cincuenta y dos años después de muerto el autor. con la sola fuerza del razonamiento.33 En política, defendió la
Versa dicha historia sobre el levantamiento de los moriscos soberanía del pueblo y, adelantándose a Rousseau, desarrolló la
del reino de Granada y guerra que contra ellos mantuvieron, hasta doctrina del pacto social en De rege et regis institutione: «Todo
dominarlos, los ejércitos de Felipe II: « parte de la cual yo vi — poder que no descansa en la justicia no es un poder legítimo; y es
escribe —, y parte entendí de personas que en ella pusieron las de todo punto indudable que no descansa en ella el que no ha
manos y el entendimiento ».31 Aunque relata hechos coetáneos recibido su existencia del pueblo o no ha sido, a lo menos, san­
y en ellos figuran personas que le eran conocidas, y aun parientes, cionado por el pueblo.» Los reyes deben saber «que son sólo
Hurtado de Mendoza posee en sumo grado el don de la impar­ depositarios del poder que ejercen, que no lo tienen sino por la
cialidad; con« voluntad libre y lejos de todas las cosas de odio o de voluntad de sus súbditos ».34 Tal era el lenguaje que se permitía
amor », como él afirma, escribió la Guerra de Granada. a un jesuíta español, en aquella España inquisitorial y monárquica.
Describe el ambiente y las costumbres de la época; adorna la En economía política, apuntó el P. Mariana el principio sostenido
narración con la pintura del paisaje y con el retrato de los pro­ por nuestros socialistas actuales, de que solamente el trabajo
tagonistas; pone en sus labios arengas y discursos; emite apre­ continuado legitima la posesión del suelo. Hasta en su concepto
ciaciones sobre sus móviles y sus acciones; y formula graves del ejército impera la libertad, queriéndolo compuesto de hombres
reflexiones y comentarios. Parécese a los dos modelos que se libres, y no de soldados mercenarios.
propuso seguir, a Salustio en la elegante retórica, a Tácito en la Trabajó el P. Mariana en componer la Historia de España, su
energía: a los dos, en la condensación nerviosa del pensamiento. obra maestra, los treinta o cuarenta últimos años de su existencia.
Sabe darnos siempre la sensación vivida del lugar, de los hechos La publicó primero en latín (1592) y luego, muy corregida y
y de las almas. En sus guerreros vemos centellear el espíritu y la aumentada, en español (1601), ampliándola aun más en sucesivas
mirada, en los combates. Hurtado de Mendoza es un literato de ediciones. Abraza desde los oscuros principios de la España
cuerpo entero: el lenguaje, hermoso y de poderosa eficacia. Véase primitiva hasta la muerte de Fernando el Católico (1516). No se
por ejemplo, aquel notable relato de la llegada de tropas al lugar atrevió a pasar más adelante «por no lastimar a algunos si se
donde en otros tiempos había sufrido cruel derrota el ejército decía verdad, ni faltar al deber si la disimulaba ».35 No se propuso
cristiano, que principia así: hacer la historia con entero rigor científico, porque si se hubiera
detenido a comprobar cada hecho, nunca hubiera podido aca­
« Comenzaron a subir la sierra, donde se decía que los cuerpos habían
quedado sin sepultura; triste y aborrecible vista y memoria. Había barla. Su intención era poner en buen orden y estilo los materiales
176 ÉPOCA CLÁSICA PROSA DIDACTICA 177

que otros habían recogido: aunque a veces se remonta también a solemnes, el lenguaje adquiere majestad. Y en el estilo, en
las fuentes originales.36 Entre los hechos históricos da cabida a la amplitud y en la sabiduría, la Historia de España del P . Maria­
tradiciones y leyendas que pertenecen a los dominios de la fábula, na es hasta ahora «el más digno monumento en honor de la
pero advirtiéndolo así por lo común. Razona mucho, porque historia y tradiciones españolas, como lo es Tito Livio de las
tenía la mente preñada de ideas filosóficas y políticas. Por todo romanas ».43
ello, participa este libro de las cualidades de la severa historia, de
la crónica legendaria y de la filosofía de la historia: es ameno,
[1] V. E. Boehmer, Spanish Reformen, Strassburg-London, 1874.
grave y profundo. Mariana gustaba de dar a su lenguaje, de gran [2] V. Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, Madrid,
pureza, cierto ligero color arcaico: « como otros se tiñen las barbas 1880-82, ts. II (págs. 149-206) y III (págs. 843-848); M. Carrasco, Alfonso
por parecer mozos, él por hacerse viejo ».37 Ofrece su manera de et Juan de Valdés: leur me et leurs écrits religieux, Genéve, 1880; J. Heep,
escribir considerable variedad de tonos, conforme lo pide la ma­ Juan de Valdés in sdnem Verhaltnis zu Erasmus und dem Humanismus,
teria: su estilo se puede calificar, más que nada, de oportuno. A Leipzig, 1909.
[3] V. M. Bataillon, Alonso de Valdés, auteur du « Diálogo de Mercurio y
veces la frase es corta: declara una idea principal, y luego la Carón », en Homenaje a Menéndez Pidal, Madrid, 1925, t. I, págs. 403— 415;
razona en cláusulas breves que se suceden rápidamente: Cotarelo y Morí, Una opinión nueva acerca del autor del (( Diálogo de la len~
« Los más de los soldados, perdida la esperanza de salir con la de­ gua », en Boletín de la Real Acad. Española, ts. V (págs. 121-150), VI (págs.
473-523 y 671-698) y VII (págs. 10-46, 158-197 y 269-289).
manda, trataban de desemparar los reales.® Parecíales corrían igual
[4 ] Diálogo de Mercurio y Carón, ed. Boehmer, en Romanische Studien, t. VI,
peligro, ora los reyes pasasen adelante, ora volviesen atrás; lo uno daría
p.l.
muestra de temeridad, lo otro sería cosa afrentosa. Pom'an mala voz en [5] Menéndez y Pelayo, op. dt., t. II, p. 163.
la empresa: cundía el miedo por todo el campo. »38 [6] Diálogo de Mercurio y Carón, ed. Boehmer, p. 78.
[7] Diálogo de la lengua, ed. Boehmer, loe. dt., p. 402; ed. manual de
Otras veces, particularmente en las epístolas y arengas, tiene
J. Moreno Villa, Madrid, 1919.
abundancia y cierta amplitud retórica: [8] Ed. dt., p. 343.
« Al salir el sol, formaron sus escuadrones de ambas partes y ani­ [9] V. Pené Costes, Antonio de Guevara, en Bulletin hispanique, ts. XXV
maron a sus soldados a la batalla. Don Enrique6 habló a los suyos en (págs. 305-360) y XXVI (págs. 193-208); ídem, Antonio de Guevara: su vie;
esta sustancia: « Este día, valerosos compañeros, nos ha de dar riquezas, son oeuvre, Bordeaux-Paris, 1925-26.
[10] V. Foulché-Delbosc, Bibliographie de Guevara, en Revue hispanique,
honra y reino, o nos lo ha de quitar. No nos puede suceder mal, porque
t. XXXIII, págs. 377-382.
de cualquiera manera que nos avenga, seremos bien librados: con la [11] Menéndez y Pelayo, Orígenes de la novela, en N.B.A.E., t. I, p.
muerte, saldremos de tan inmensos e intolerables afanes como padece­ ccclxvi.
mos; con la victoria, daremos principio a la libertad y descanso que [12] Menospredo de corte y alabanza de aldea, ed. M. Martínez de Burgos
tanto tiempo ha deseamos. No podemos entretenernos ya más; si no (Clásicos Castellanos), Madrid, 1915, p. 42.
matamos a nuestro enemigo, él nos ha de hacer perecer de tal género de [13] Ibid., p. 108.
muerte, que la tendremos por dichosa y dulce si fuere ordinaria, y no con [14] Epístolas familiares, ed. B.A.E., t. XIII, págs. 77-228.
crueles y bárbaros tormentos. La naturaleza nos hizo gracia de la vida, [15] V. J. Garrett Underhill, Spanish Uterature in the England of the Tudors,
con un necesario tributo, que es la muerte; ésta no se puede excusar, New York, 1899, págs. 65-84; Menéndez y Pelayo, Orígenes, págs.
ccelxxiii-ccclxxiv; K. N. Colvile, The Diall of Princes, by Guevara, trans-
empero los tormentos, las deshonras, afrentas e injurias evitarálas vuestro
lated by Sir Thomas North (London, 1919), Introduction, págs. xxx-xl,
esfuerzo y valor . . . »38 Fitzmaurice-Kelly, The Relations Between Spanish and English Uterature,
Cuando el asunto lo permite, hay llaneza en la expresión, sin Liverpool, 1910; L. Clément, Antoine de Guevara: ses ledeurs et ses imitateurs
frangais au xvr- siecle, en Revue d’histoire littéraire de la France, Oct. 1900.
desdeñarse las frasecillas y voces populares. En los momentos [16] Diálogo de la dignidad del hombre, ed. B.A.E., t. LXV, págs. 385-396;
° los [ campamentos] reales. V. Ricardo Espinosa Maeso, El maestro Fernán Pérez de Oliva, en Salamanca,
b Don Enrique de Trastamara, hermano de Pedro I de Castilla (s. xiv). en Boletín de la Real Acad. Esp., t. XIII, págs. 433-473.
178 ÉPOCA CLÁSICA PROSA DIDACTICA 179

[17] Viaje de Turquía, ed. N.B.A.E., t. II; ed. A. G. Solalinde, Madrid, [36] V. Georges Cirot, Mariana, historien, Bordeaux-Paris, 1905, págs.
1920; El Crotalón, ed. N.B.A.E., t. VII; V. A. F. de Ieaza, Cervantes y los 303-316.
orígenes de El Crotalón, en Boletín de la Real Academia Española, t. IV, págs. [37] Saavedra Fajardo, República literaria, ed. B.A.E., t. XXV, p. 398.
32^16. [38] Loe. cit., p. 337.
[18] Cartas, ed. B.A.E., t. XIII; V. Morel-Fatio, L’Espagne au xvi° et [39] Ibid., p. 518.
au x v n e siecle, Heilbronn, 1878, págs. 257-314; Julia Fitzmaurice-Kelly, [40] Menéndez Pidal, Antología de prosistas castellanos, Madrid, 1917, p. 179.
Antonio Pérez, Oxford, 1922.
[19] V. G. Castellano, Crónica de la Corona de Aragón (extraída de los Anales
de Zurita), Zaragoza, 1918; Conde de la Vinaza, Discurso (Real Academia de
la Historia), Madrid, 1904.
[20] Obras, Madrid, 1791-92; V. Enrique Redel, Ambrosio Morales: estudio
biográfico, Córdoba, 1909.
[21] V. M. Bataillon, Sur Florian Docampo, en Bulletin hispanique, t. XXV,
págs. 33-58; Cotarelo y Mori, Varias noticias nuevas acerca de Florión de
Ocampo, en Boletín de la Real Acad. Esp., t. XIII, págs. 259-268.
[22] Ed. N.B.A.E., t. XIII, págs. 1-704; Colección de tratados: 1552-1558,
ed. Emilio Ravignani, Buenos Aires, 1924; 7. A. M. Fabié, Vida y escritos
de don Fray Bartolomé de las Casas, Madrid, 1879; Francis A. MacNutt,
Bartholomew de las Casas: His Life, His Apostolate and His Wriiings, New
York-London, 1909.
[23] Ed. J. Amador de los Ríos, Madrid, 1851-55.
[24] Ed. B.A.E., t. XXII.
[25] Ed. B.A.E., t. XXVI; ed. Genaro García, México, 1904; 7. R. B.
Cunninghame Graham, Bernal Díaz del Castillo, London, 1915.
[26] Ed. Pascual de Gayangos, París, 1866; 7. Francis A. MacNutt,
Letters of Cortes .. .to the Emperor Charles V. Translated and Edited vrith a
Biographical Introduciion and Notes, New York and London, 1908.
[27] Crónica de la Nueva España, ed. M. Magallón, Madrid, 1914; 7. J.
García Icazbalceta, Obras, México, 1897, t. IV, págs. 17-52.
[28] Comentarios Reales, ed. H. H. Urteaga (pról. de J. de la Riva Agüero),
Lima, 1918; 7. Julia Fitzmaurice-Kelly, El Inca Garcilasso de la Vega,
Oxford, 1921.
[29] 7. cap. XIII y bibliografía en aquella nota 25.
[30] 7. Foulché-Delbosc, Étude sur la <( Guerra de Granada », en Revue his­
panique, t. I, págs. 101-165; ídem, Vauthenticité de la « Guerra de Granada »,
en Revue hispanique, t. XXXV, págs. 476-538.
[31] Ed. B.A.E., t. XXI, p. 68; ed. A. Hámel, Bielefeld und Leipzig,
1923.
[32] Ed. B.A.E., p. 118.
[33] Obras del Padre Mariana, ed. B.A.E., t. XXX, p. xi.
[34] 7. Ad. Franck, Réformateurs et publicistes de l’Europe, Paris, 1881,
t. II, págs. 52-85; P. U. González de la Calle, Ideas político-morales del
P. Juan de Mariana, en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, ts. XXIX
(págs. 388-406), XXX (págs. 46-60 y 201-228), XXXI (págs. 242-262),
XXXII (págs. 400-419) y XL (págs. 130-287).
[35] Loe. cit., p. lii.
PROSA MÍSTICA 181

en sus páginas. Ni son desaliñados tratados didácticos, sino


obras de arte, por el juego que en ellos tiene la fantasía, por su
sentido dramático algunas veces con el empleo del diálogo, por
los hermosos símiles, pintorescas comparaciones y brillantes
CAPÍTULO XVII alegorías: cualidades artísticas que les dan a estos libros tanta
importancia para la historia literaria, como importancia tienen
PROSA MÍSTICA para la teología mística. Y algunos, como las Obras espirituales
de San Juan de la Cruz y Los nombres de Cristo de fray Luis de
1. La mística y la ascética. 2. Los maestros: Juan de Ávila, Malón de León, ya estudiados, y Las Moradas de Santa Teresa e Introduc­
Chaide y Juan délos Ángeles. 3. Santa Teresa de Jesús: personalidad
ción del símbolo de la fe de fray Luis de Granada, por su valor
y biografía; sus libros: Las Moradas: las poesías; examen crítico déla
obra literaria de Santa Teresa. 4. Fray Luis de Granada: sus ideas estético, son obras maestras del habla y la literatura española.
sobre el conocimiento y la fe; la Guía de pecadores y la Introducción
del ámbolo de la fe; estilo de fray Luis. 2. Los m aestros . El ilustre bibliógrafo Nicolás Antonio
registra en su Bibliotheca Hispana (1672-1696) más de cuatro mil
1. L a mística y la ascética . Uno de los departamentos más
escritores españoles de la mística. Conforme al plan que seguimos,
ricos de la literatura y del pensamiento filosófico español es este
sólo cabe citar a los grandes maestros. Entre ellos figura el beato
de la prosa mística. En lenguaje estricto, la mística estudia las
J uan d e A vila (1500-1569), llamado el A póstol de Andalucía
relaciones del alma con Dios, y la ascética enseña a las criaturas
por la elocuencia y notable eficacia de su predicación. Obra
el camino de la virtud y de la dicha por medio de la abnegación,
maestra suya es el Epistolario espiritual para todos estados, colec­
del amor y del sacrificio. Pero ambas se hallan de tal modo entre­
ción de cartas dirigidas a caballeros, damas de la corte, sacerdotes,
lazadas en las obras que examinaremos, que bien pueden incluirse
doncellas, religiosas, etc., a los cuales resuelve consultas o aconseja
éstas bajo el nombre más genérico de prosa mística.
en materias espirituales.1 Al explicar los principios de la caridad y
Vemos, pues, que además del conocimiento de la verdad divina,
del amor, ejes de su doctrina, al hacer un llamamiento a la espiri­
se pretende en estos libros darnos a conocer el alma humana, y
tualidad contra los peligros del mundo, al tratar de la dignidad
aun la naturaleza externa, en relación con el Creador. El respeto a
del sacerdocio o de cualquiera otra de las múltiples materias de
la ciencia y al ejercicio de la razón, característico de los místicos
este epistolario, pone la misma elocuencia vehemente y fecunda
españoles, está sintetizado en las hermosas palabras de San Juan
de la Cruz: «más vale un pensamiento del hombre que todo el de sus sermones.
Superior estilista era el agustino fray P edro M alón d e C haide
mundo». Al propio tiempo que a la inteligencia, estos libros se
(1530 ?—1596), que fué de los primeros en enaltecer y emplear la
dirigen al corazón; así es que todo su contenido podría resumirse
lengua española, en vez de la latina, en el tratamiento de temas
en dos palabras: conocimiento y amor. No se había profundizado
religiosos y en formular el derecho de la poesía a desarrollar moti­
tanto en Europa, anteriormente, en el análisis de las pasiones: los
vos sagrados. Su Libro de la conversión de la Magdalena es bri­
místicos españoles tuvieron parte principal en el descubrimiento
llantísima paráfrasis del Evangelio sobre la vida de pecadora, de
de un nuevo mundo, el mundo psicológico. Sus libros, de otro
penitente, y de gracia de la Magdalena.2 Las poesías que inter­
lado, no se hallan compuestos de puras abstracciones. En ellos
cala en el texto, especialmente la oda en que la Magdalena arre­
se ve siempre la mirada fija en la moral, en las costumbres, en
pentida expresa su amor al Salvador del mundo, después de la
la vida activa y corriente. Lo más humano de la flaca naturaleza
Resurrección, cblocan a Malón de Chaide entre los mayores poetas
y lo más sublime del espíritu en su ansia del inmortal seguro,
contenido está en ellos. No son tampoco libros tristes, sino que de la mística.
Menos metafísico en el estudio de las pasiones es fray J u a n de
una alegría interior, un calor humano, un dulce consuelo alienta
180
182 EPOCA CLASICA PROSA MÍSTICA 183

los Á n g e les (1536 ?—1609), el psicólogo y moralista del amor. La sobre su muía « como si fuera en coche ». La madurez de su juicio
obra suya que más interés despierta es la Lucha espiritual y amo­ y capacidad para los negocios, a todos admiraba. Era la conver­
rosa entre Dios y el alma, donde dentro del cuadro del amor divino sación de Teresa alegre y graciosa, llena de santa y apacible
da entrada al análisis del amor humano en todos sus aspectos, libertad: de cualquier cosa que se hablara « salía muy bien, y
desde el carnal hasta el amor a la patria.3 Más bien que por la entretenía maravillosamente a todas las personas que la oían ».5 En
originalidad de su doctrina, se distingue fray Juan de los Ángeles hacer cumplir las reglas de su orden era inflexible, pero gustaba al
por la admirable alianza de la erudición, del análisis de las facul­ propio tiempo de ver a sus monjitas gozar del santo esparcimiento,
tades del alma, y de la perfecta lucidez.4 y ella misma hacía coplas para que las cantasen, cuando corres­
pondía. Amábanla las monjas, los superiores y cuantas personas
3. Santa T er esa d e J e s ú s . Entre los cultivadores de la la trataban, «porque tenía gracia particular para atraer a sí los
mística se destaca con sobresaliente originalidad T er esa d e corazones ».6 Finalmente, en el rostro, en la conversación, y en
C eped a y A humada (1515-1582), que tal es el nombre de familia las obras, el cielo la había dotado de una soberana gracia y sim­
de Santa Teresa de Jesús. Pertenecía a noble estirpe castellana. patía. Y en abnegación, fervor y grandes virtudes, era la santa
En su niñez dió muestras de precocísima sensibilidad e imagina­ mujer de los éxtasis, de las revelaciones, de las profecías, que había
ción; tendría siete años de edad cuando soñando con grandes de merecer ser canonizada cuarenta años después de su muerte,
empresas evangélicas se escapó de su casa con el propósito de en 1622.
irse a «tierra de moros », y allá sufrir el martirio: el fervor heroico Casi todos sus libros los compuso Santa Teresa por mandato del
de aquel gran siglo parecía prender aún en los más tiernos cora­ confesor o del superior. « ¿ Para qué quieren que escriba ? — res­
zones. Profesó Teresa en un convento de carmelitas de Ávila, pondía ella —. Escriban los letrados que han estudiado, que yo
su ciudad natal, en 1534. Queriendo, años después, restituir a su soy una tonta y no sabré lo que me digo: pondré un vocablo por
primitiva austeridad la disciplina de la Orden del Carmelo, fundó otro, con que haré daño. Hartos libros hay de cosas de oración.
la nueva orden de carmelitas descalzos (1562). Encontró su Por amor de Dios que me dejen hilar mi rueca y seguir mi coro y
reforma todo género de obstáculos y sufrió la madre Teresa toda oficios religiosos, como las demás hermanas, que no soy para
suerte de injurias, burlas y calumnias. Pero tras su rostro de escribir, ni tengo salud, ni cabeza para ello. »7 Pero le mandaban
«inefable ternura» alentaba tal energía varonil que, a pesar de escribir y hubo de obedecer: la obediencia daba fuerzas, le había
tenacísima hostilidad, dejó a su muerte fundados diez y siete dicho Jesucristo.
conventos de monjas descalzas. Colaboró en tal obra San Juan Recordaremos algunas de las obras principales. El Libro de las
de la Cruz, el sublime poeta, que fundaba al mismo tiempo los misericordias de Dios, más conocido por el título de Vida de Santa
monasterios de varones de la orden reformada. Teresa, es una autobiografía espiritual, la historia de su alma desde
Era Santa Teresa de buena estatura y muy gallarda, el rostro que tuvo uso de razón hasta la fecha en que concluyó el libro (1566).
redondo y lleno, la tez blanca, los ojos negros, vivos y graciosos. De manera incidental, y sólo para explicar estados de conciencia,
Fué hermosa en su juventud, y aun ya en la ancianidad, cuando alude a hechos y casos de su vida exterior. Es una confesión
estaba en oración, se le encendía el rostro y parecía hermosísima. íntima, con candor y sinceridad admirables, de las crisis de su
Sus contemporáneos coinciden en notar la gracia de los ojos de espíritu, de las alternativas de intenso fervor y tibieza en los
Teresa, la gracia de los tres lunares que tenía en el semblante, la primeros tiempos de su profesión, con declaración de los favores
gracia de sus labios: la gracia que resplandecía en toda su per­ sobrenaturales que había recibido. El origen y desarrollo de los
sona. Grande era su maestría en los bordados y labores de mano, sentimientos, los fenómenos de la conciencia, los analiza con pers­
rara su habilidad en el juego del ajedrez, y suma destreza era la picacia y claridad maravillosas.
suya en montar a caballo: en la vejez, iba tan segura y bizarra La historia de las fundaciones de sus conventos y, por consi-
184 ÉPOCA CLÁSICA PROSA MÍSTICA 185

guíente, la historia de la vida exterior de la santa, se encuentra en taño de la oración del padrenuestro. Al trazar el camino para
su Libro de las fundaciones. Con las noticias entremezcla consejos acercarse al ideal de perfección religiosa, lo hace con ideas precisas,
y avisos prácticos y espirituales para las monjas. Tiene este libro con ejemplos concretos, vehemente unas veces al formular pensa­
encantadora animación e interés: al par que se admira la sagaci­ mientos elevados, de modo llano y afectuoso al descender a ciertas
dad y dotes ejecutivas de aquella mujer extraordinaria, cómo fue menudencias de la vida ordinaria.
realizando gradualmente su magna empresa de fundadora, se El último libro que escribió Teresa de Jesús es El castillo in­
recrea el espíritu con pormenores curiosos, con graciosas anéc­ terior, comúnmente llamado Las Moradas. Refiere el padre Yepes “
dotas, con rasgos de brillante agudeza y jovialidad. Porque entre que hablando un día con ella, le escuchó cosas tan admirables que
las materias graves, y aun penosas, no se desdeña de recordar tal «me parecía que me hablaba un ángel ».9 Entre otras cosas le
cual episodio familiar y divertido. Cuenta, por ejemplo, cómo se dijo la madre Teresa que en la víspera de la Santísima Trinidad,
quedó una noche sola con otra monja en la casa donde iba a pensando qué tema escogería para escribir un libro que le habían
fundar un convento: mandado hacer, el de Las Moradas, cumplióle Dios este deseo y le
dió el asunto para el libro: «mostróle un globo hermosísimo de
« Quedémonos la noche de Todos Santos mi compañera y yo sola. Yo cristal, a manera de castillo, con siete moradas, y en la séptima,
os digo, hermanas, que cuando me acuerda el miedo de mi compañera que estaba en el centro, al Rey de la gloria con grandísimo res­
que era María del Sacramento, una monja de más edad que yo, harto
plandor que ilustraba y hermoseaba aquellas moradas hasta la
sierva de Dios, que me da gana de reír. . . Cerrémonos en una pieza
cerca, y tanta más luz participaban cuanto más se acercaban al
donde estaba paja, que era lo primero que yo proveía para fundar la
casa; porque teniéndola, no nos faltaba cama: en ella dormimos esa centro . . . Estando ella admirada de esta hermosura, que con la
noche con unas dos mantas que nos prestaron . . . Como mi compañera gracia de Dios mora en las almas, súbitamente despareció la luz y,
se vió cerrada en aquella pieza, parece se sosegó algo . . . , aunque no sin ausentarse el Rey de la gloria de aquella morada, el cristal se
hacía sino mirar a una parte y a otra, todavía con temores. Yo la dije, puso y cubrió de oscuridad y quedó feo como carbón, y con un
¿ qué miraba, pues allí no podía entrar nadie? Díjome: Madre, estoy hedor insufrible, y las cosas ponzoñosas que estaban fuera de la
pensando, si ahora me muriese yo aquí, ¿ qué haríades vos sola ? cerca, con licencia de entrar en el castillo. »10 Esta visión, pues, le
«Aquello, si fuera, me parecía recia cosa: hízome pensar un poco en sirvió de tema para componer Las Moradas.
ello, y aun haber miedo, porque siempre los cuerpos muertos, aunque yo Considera nuestra alma como un castillo de diamante o de muy
no lo hé [miedo'], me enflaquecen el corazón, aunque no esté sola. Y claro cristal, donde hay muchos aposentos o moradas; el engaste
como el doblar de las campanas ayudaba, que como he dicho era noche
o la cerca del castillo es el cuerpo. En el centro de esas moradas
de las Ánimas, buen principio llevaba el demonio para hacernos perder
el pensamiento con niñerías: cuando entiende que de él no se ha miedo,
está la principal, « adonde pasan las cosas de mucho secreto entre
busca otros rodeos. Yo la dije:
Dios y el alma ».u De ahí se irradia la hermosura y resplandor,
«— Hermana, de que eso sea, pensaré lo que he de hacer; ahora dé­ que es la gracia divina; y se mudan en oscuridad y fealdad por el
jeme dormir. »s pecado; entrar en el castillo es entrar en sí mismo.12
Las siete moradas del castillo interior son los siete grados de
Aparte el asunto, y la graciosa manera de relatarlo, tal es el oración, por los cuales entramos en nosotros mismos, en el espíritu,
estilo familiar de Santa Teresa. en ese « diminuto cielo interno en que el alma halla a su Creador »,
Guía espiritual destinada a sus monjas es el Camino de perfec­ y nos vamos allegando a él, hasta la perfecta unión en la séptima
ción, sobre los bienes de la pobreza, el modo de hacer oración, el morada. Es, por tanto, el libro de Las Moradas una guía para la
amor que deben profesarse unas a otras, sobre la virtud de la oración y la vida espiritual: el de mayor profundidad y hermosura
humildad, «reina de las virtudes», sobre la mortificación y la que escribió la santa.
contemplación. Termina con una bellísima exposición y comen- ° San Juan de la Cruz, cuyos apellidos eran Yepes y Alvarez.
PROSA MÍSTICA 187
186 ÈPOCA CLASICA
Nadie, como Teresa de Jesús, supo levantar los ojos al cielo,
Compuso Teresa de Jesús algunas poesías. De las veintiocho
y luego descender a las menudencias de la vida corriente y mo­
que llevan su nombre, nada más que siete son de indudable auten­
liente: en su existencia dió muestras del sentido práctico de una
ticidad. Entre las ciertamente suyas, la más larga e inspirada es
mujer de negocios y de mucho mundo, y de la sublimidad mística
la glosa, en trece estrofas, al Vivo sin vivir en mi ..
que le condujo a los éxtasis. Admiraba el saber y las letras, que
« Estando en la fundación de Salamanca, pasado el primer año de eran« gran cosa para todo ».16 Y siempre pondera el conocimiento
aquella fundación — escribía el P. Yepes—, cantaron una Pascua un de nuestra propia alma, la virtud consciente y activa, teniendo
cantar que dice: por mayor merced del Señor «un día de propio y humilde cono­
Véante mis ojos, véante mis ojos, cimiento, que nos haya costado muchas aflicciones y trabajos, que
dulce Jesús bueno, y muera yo luego. muchos de oración ».17 Para ella, el aprovechamiento del alma
« Con estas coplas, como le tocaron en lo vivo, porque le tocaron en la estaba, más que en meditar mucho, en obrar mucho.18 « Para esto
muerte, que ella tanto deseaba para ver a Dios, quedó tan sin sentido, es la oración, hijas mías, de esto sirve este matrimonio espiritual:
que la hubieron de llevar como muerta a la celda y acostarla . . . Estando de que nazcan siempre obras, obras. »19
en estos ímpetus, hizo la Santa unas coplas, nacidas de la fuerza del fuego Solía sentarse a escribir después de haber recibido la comunión,
que en sí tenía, significando su llaga y su sentimiento. »13 «y el calor interno que penetraba entonces sus entrañas era el
He aquí la primera estrofa: que movía su mente y encendía su corazón y guiaba su pluma ».20
Escribía velocísimamente, sin detenerse a pensar, sin borrar ni
Vivo sin vivir en mí, hace a Dios ser mi cautivo,
y tan alta vida espero, y libre mi corazón: corregir, con el rostro encendido, en una exaltación sagrada; y
que muero porque no muero. mas causa en mí tal pasión luego, cuando le leían sus escritos, se extrañaba ella de que sin
Aquesta divina unión ver a Dios mi prisionero, haberse detenido a pensar le salieran con tanto concierto, y más
del amor con que yo vivo, que muero porque no muero siendo materias de tal elevación. De aquí, la espontaneidad sin
Se le ha atribuido a Santa Teresa, así como también a otros igual de sus escritos, el vivísimo ardor de su palabra, que prende
escritores místicos (San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, en los corazones, el sabor de sinceridad candorosa y efusiva de
Pedro de los Reyes, etc.), el soneto A Cristo crucificado: en cuanto salió de su pluma. Cuando nos dice que antes pasaría mil
realidad, no se sabe quién fuera el autor. Pero los sentimientos muertes, que mentir, nos sorprende su dicho como cosa inesperada,
de ese soneto único en belleza y emoción cristiana, en cualquier porque la constante sinceridad de sus palabras se ve y se siente.
caso, son peculiares de Teresa de Jesús: « ¡ Oh Señor y Dios mío, qué grandes son tus grandezas! Y
andamos acá como unos pastorcillos bobos, que nos parece que
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
alcanzamos algo de Yos, y debe ser tanto como nonada, pues en
ni me mueve el infierno tan temido nosotros mismos están grandes secretos que no entendemos. »21
para dejar por eso de ofenderte. Por eso invoca la luz del cielo para decir algo de provecho a sus
Tú me mueves, Señor; muéveme el verte monjitas. Y sabe que el cielo le ayuda. Decía fray Luis de León
clavado en una cruz y escarnecido, que siempre que leía los escritos de la santa se admiraba de nuevo :
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte. «en muchas partes de ellos, me parece que no es ingenio de hombre
Muéveme, al fin, tu amor, y en tal manera, el que oigo; y no dudo sino que hablaba el Espíritu Santo en ella,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara, en muchos lugares, y que le regía la pluma y la mano, que así lo
y aunque no hubiera infierno, te temiera. manifiesta la luz que pone en las cosas oscuras, y el fuego que en­
No me tienes que dar porque te quiera: ciende con sus palabras en el corazón que las lee ».22 La sagacidad
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.15
de ella en la observación psicológica es admirable: analiza las
ÉPOCA CLÁSICA PROSA MÍSTICA 189
188

facultades del alma, describe los fenómenos místicos, con una lu­ 4. Fray Luis d e Granada. Hijo de una lavandera del con­
cidez infinitamente mayor que los demás escritores místicos o que vento de dominicos de Santa Cruz (Granada), Luis d e Sarria
los modernos psicólogos. A veces, llegando a punto abstracto y (1504-1588), que éste era su apellido, profesó en dicho monasterio
de difícil comprensión, exclama con sencilla ingenuidad: « ¡Válame el año 1525. Llegó a obtener celebridad grandísima como escritor
Dios, en lo que me he metido! a23 Pero luego, valiéndose de com­ religioso y como orador sagrado. Fué el predicador más sabio y
paraciones e imágenes vivientes, aclara lo más sutil y lo llena todo elocuente del siglo xvi. Su oratoria era al propio tiempo razona­
de luz; véase, por ejemplo, en el principio del capítulo tercero, dora y afectiva; tenía la voz clara, suave, y exhortando a la
Moradas cuartas, cómo da forma concreta e inteligible a la noción conversión le «salían las palabras todas amorosas, abrasadas y
más abstrusa. penetrantes, con que movía los más duros corazones ».29 Residía
El lenguaje de Teresa de Jesús es el lenguaje familiar de las per­ en Lisboa cuando Felipe II, que visitó la ciudad, quiso escuchar
sonas cultas de su época. Escribe como habla. Para quienes la un sermón a tan insigne teólogo y predicador: « por ser tarde —
conocían, leer sus escritos era tanto como escucharla conversar. manifestaba luego a sus hijas en carta del 4 de julio de 1581 —,
Posee las mismas cualidades del lenguaje oral lleno de viveza: no tengo tiempo de deciros más, sino que ayer predicó aquí en la
supresión frecuente de relativos y partículas que han de enlazar capilla fray Luis de Granada, y muy bien, aunque es muy viejo y
las cláusulas; trasposición de palabras; expresiones y giros co­ sin dientes ».30
rrientes en el lenguaje hablado; largos incisos que la desvían de la En sus obras, es más ascético que místico, es decir, director de
idea principal, hasta hacerla exclamar una vez, ya no sé lo que almas más bien que espíritu contemplativo. Fray Luis conside­
decía .. .24 Todo ello, sin embargo, le da al estilo de Teresa viva­ raba una necesidad añadir a la fe el conocimiento, para que la
cidad, soltura y gracia singulares. Emplea con frecuencia los razón no fuese nunca esclava de la carne: había que facilitar a las
diminutivos, que colorean de cierta ternura y encanto a su len­ inteligencias la comprensión de las verdades religiosas, instruir a
guaje, particularmente cuando habla con amor de los seres pe­ los creyentes en los modos de meditar y de orar con provecho,
queños de la creación, o cuando compara el alma a una palomita o suministrar a todos las pruebas de la existencia de Dios con la
mariposilla: « ¿adonde irá la probrecica? »25 Formula el deseo fuerza del razonamiento. Pero como los ojos de la inteligencia
del alma por volar a la región inmortal y exclama: « ¡ Oh, pobre sin el auxilio de la fe pueden ser ciegos para las cosas divinas, hay
mariposilla, atada con tantas cadenas, que no te dejen volar lo que despertar esa llama de la creencia y dirigirse tanto al juicio
que querrías!»26 Otras veces recurre a comparaciones tan como al corazón. Lo que importa, desde luego, es conocer a Dios,
exactas y enérgicas como al pintar la extrema flaqueza de San y sólo a Dios, pero para conocerlo es preciso conocerse a sí mismo.
Pedro de Alcántara, « que no parecía sino hecho de raíces de Y esto es lo que fray Luis hace, darnos a conocer la criatura hu­
árboles ».27 Como su lenguaje e ideas parecen brotar cual una mana como un psicólogo, darnos a conocer la obra del universo
sola llama, hay maravillosa correspondencia entre el tema y el como un sabio, probarnos la omnipotencia, la hermosura y la
estilo: familiar cuando habla a sus monjas, fervoroso y encendido bondad del Creador, y enseñarnos a amarle. Es tan lúcido en la
si habla al Señor, gráfico y pintoresco cuando describe lugares o interpretación de los misterios de la fe como profundo en todas las
relata sus viajes. materias, tan persuasivo en sus exhortaciones a la virtud como
Leyendo, finalmente, el Libro de las fundaciones y las cuatro­ penetrante en el análisis de la naturaleza humana. Se podría
cientas nueve Cartas28 que de ella se conservan, asómbrase uno componer un tomo voluminoso y bellísimo con los pensamientos
de la entereza, iniciativas y dotes ejecutivas de aquella mujer de fray Luis sobre la vida y el hombre, sobre este hombre que no
extraordinaria; en el Camino de perfección vemos las luces y divina funda la dicha en la posesión de los bienes, sino en la realización de
gracia de la maestra espiritual; y en Las Moradas, el genio más sus deseos.
original, claro y sublime que ha hablado de Dios y del alma. De los muchos libros de fray Luis de Granada, dos son especial­
PROSA MISTICA 191
190 ÉPOCA CLÁSICA

mente famosos en la cristiandad: la Guía de pecadores (lo67) y cielo »; y con el dulce y blando ruido de la noche sosegada, ante
la Introducción del símbolo de la fe (1582-1585). Dedicó el piimero el espectáculo sublime del firmamento cuajado de estrellas,
al rey Felipe II: joya tan valiosa era digna de tal príncipe. Está « arróllase dentro de sí el ánima, y comienza a dormir aquel sueñe
dividido el libro en tres partes. Se declaran los frutos espirituales velador de quien se dice: yo duermo, y vela mi corazón». Así
de la virtud, y también las ventajas que ofrece a los ojos del mundo, nos habla en la Introducción del símbolo de la fe, donde discurre, en
en la primera parte. En la segunda, se dan los avisos y reglas los veintidós capítulos primeros, acerca de la esencia y de los
que el hombre tiene que seguir para ser virtuoso, las maneras de fenómenos de los astros, de los elementos, de las plantas, de los
combatir la soberbia, la avaricia, la envidia y cuantos pecados o animales, cuyas propiedades particulares señala con la minuciosi­
imperfecciones nos apartan de la senda del bien. Aquella parte dad del sabio, con el primor del artista, con la elevación del místico
del libro es para que queramos ser virtuosos; esta otra, para que descubre en el universo la sabiduría y omnipotencia del que
que sepamos serlo. Mas como no basta justificar una causa sino lo creó, el reflejo de su hermosura, y la bondad y providencia que
se deshacen las razones contrarias, «para esto sirve la tercera lo gobierna. En el resto de esta obra magna de la Introducción del
parte de este libro, en la cual se responde a todas las excusas que símbolo de la fe, con cerca de doscientos capítulos, trata de los
los hombres viciosos suelen alegar para dar de mano a la virtud ».' misterios de la fe y penetra en el mundo intelectual, en el mundo
El autor procura acomodarse en el estilo a toda clase de personas, moral y en el mundo físico.
religiosas o mundanas, para que a todos aproveche su lectura. Fray Luis de Granada, al mostrar por ejemplo las hermosuras
Persuade con juicio excelente, con suave palabra, sin increpaciones del cielo, lo hace con poesía y elevación; si el asunto pide sencillez,
violentas al dirigirse a los pecadores. Es amable y filosófico es su estilo llano y preciso, como al desmenuzar una granada
consejero, tan prudente, tan oportuno como elocuente. Con para señalar el arte que en ella puso el Señor.33 Desde el estilo
frecuencia, agita el corazón y arrebata la fantasía. La Guía de llano, fray Luis recorre toda la escala, hasta el estilo magnífico
pecadores ha circulado por todas partes, logrando una popularidad y sublime por la altura del pensamiento, la pompa de la frase y la
sólo igualada, en la literatura religiosa de Europa, por la Imitación rotundidad del período, que tanto recuerda a San Agustín. En sus
de Cristo que se atribuye a Kempis. plegarias y oraciones es donde más emplea la forma retórica:
Amante de la soledad del campo, fray Luis tenía la costumbre
de pasarse muchas horas todos los días en las praderas y bosque- « Tarde os temí, majestad infinita; tarde os conocí, hermosura antigua;
cilios cercanos al monasterio, empleándolos en la oración, en la tarde os amé, bondad sempiterna. Buscábaos yo, descanso mío, y rio os
meditación o en el estudio del gran libro de las criaturas, la natu­ hallaba, porque no os sabía buscar. Buscábaos en estas cosas exteriores,
y vos morábades en las interiores. Rodeaba todos los barrios y plazas
raleza. Sensible a todas sus hermosuras, las estudió con amor y
del mundo, y en ninguna cosa hallaba el descanso que buscaba, porque
vino al conocimiento inmediato de las plantas, frutos y flores, de
buscaba fuera de mí lo que estaba dentro de mí. Pregunté a la tierra si
los seres vivos, de los fenómenos del universo. El mundo visible por ventura era ella mi Dios, y respondióme: Búscale sobre mí, porque
es un espejo puesto delante de nuestros ojos para que en él con­ no soy tu Dios . . . Pregunté a todas las criaturas, y respondiéronme a
templemos la hermosura y perfección del Creador, «un grande y grandes voces: El que a todos nos hizo, ése es tu verdadero Dios y Señor.
maravilloso libro que vos, Señor, escribistes y ofrecistes a los ojos ¿ Dónde está mi Dios ? Respondedme, ¿ dónde lo buscaré ?, mostrád­
de todas las naciones . .., para que en él estudiasen todos, y cono­ mele. En todo lugar está tu Dios, búscalo dentro de ti: el cielo hinche, y
ciesen quien vos érades ».32 Si contempla el resplandor de los la tierra, y también tu corazón. Volviéndome pues a mi corazón, comencé
cielos en noche serena, ve en ellos un espejo de la gloria del Señor, a decir a mi Dios: ¿ Cómo pudistes entrar aquí, Señor Dios mío ? ¿ Por
unos presentes y dones que el Esposo ofrece a su esposa el alma qué puerta entrastes, dulce amor mío ? . . . ¿ Adónde estábades, esperanza
«para enamorarla y entretenerla hasta el día que se hayan de mía?, preguntóle, y respondióme: Sube a lo más alto de tu corazón, y ahí
tomar las manos y celebrarse aquel eterno casamiento en el hallarás a Dios. »34
PROSA MISTICA 193
192 ÉPOCA CLÁSICA

El estilo corriente de fray Luis de Granada se caracteriza por [14] Ibid., p. 509; V. nuestro cap. XIV, nota 18.
[15] Este soneto se encontrará en cualquier antología, v. gr., Las cien mejo­
el período amplio, sonoro y rotundo. Fué de los escritores del res poesías líricas de la lengua castellana, escogidas por Menéndez y Pelayo,
siglo xvi que más contribuyeron a fijar el período castellano, London-Glasgow, 1908, p. 67; trad. inglesa de Thomas Walsh, To Christ
«determinando sus dimensiones, proporcionando simétricamente Crucified, en Hispànic Anthology, págs. 261-262 (véase cap. III, nota 5);
sus miembros, y dándole sonoras terminaciones y caídas. . . Su V. R. Foulché-Delbosc, Revue hispanique, ts. II (págs. 120-145) y VI (págs.
método general consiste en interpolar diestramente los períodos 56-57). „ ,
[16] Las Moradas, ed. Navarro Tomás, p. 68; V. Gastón Etchegoyen,
breves con los largos, evitando de este modo el fastidio consi­ L’amour dirnn: essai sur les sources de Sainte Thérbse, Bordeaux-Paris, 1923.
guiente a una simétrica y artificiosa regularidad. Cuando quiere [17] Escritos, p. 189.
dar movimiento a su estilo, esta interpolación observa un aumento [18] Ibid., p. 187.
progresivo, correspondiente al aumento de la persuasión, la cual [19] Las Moradas, p. 304.
adquiere más fuerza a medida que se acumulan las razones, y que [20] Miguel Mir, Santa Teresa, t. I, p. 665.
[21] Las Moradas, págs. 79-80.
se siente el efecto de las primeras ».35 Se cuidó con el mismo es­ [22] Escritos, p. 19.
mero de la propiedad y pureza del lenguaje, absteniéndose de [23] Las Moradas, p. 76.
emplear muchas palabras exóticas, rudas o triviales que eran [24] Ibid., p. 47.
corrientes en aquella época. Resaltan en su estilo, finalmente, la [25] Ibid., p. 119.
[26] Ibid., p. 206.
gravedad y la claridad.
[27] Escritos, p. 84.
[28] Cartas, ed. B.A.E., t. LV.
[1] Epistolario espiritual, cd. V. García de Diego (Clásicos Castellanos), [29] V. Obras de Fray Luis de Granada, ed. B.A.E., t. VI, p. xv; Obras,
Madrid, 1912; ed. B.A.E., t. XIII, págs. 295-646; Las obras del Beato Juan también, en ts. VIII y XI; Fr. J. Cuervo, Biografía de Fray Luis de Granada,
de Ávila, ed. J. Fernández Montaña, Madrid, 1901; V. A. Catalán Latorre, Madrid, 1895.
El Beato Juan de Ávila: su tiempo, su vida y sus escritos, y la literatura mística [30] V. Ángel Salcedo Ruiz, La Literatura Española, Madrid, 1915-17,
en España, Zaragoza, 1894. t. II, p. 499.
[2] La conversión de la Magdalena, ed. B.A.E., t. XXVII; V. P. J. Pidal, [31] Guía de pecadores, ed. B.A.E., t. VI, p. 14.
Estudios literarios, Madrid, 1890, t. II, págs. 143-175. [32] Introducción del símbolo de la fe, ed. B.A.E., t. VI, p. 186.
[3] Obras, ed. Fr. Jaime Sala, en N.B.A.E., ts. XX y XXIV. [33] Ibid., págs. 208-209.
[4] V. P. Rousselot, Los místicos españoles, trad. P. TJmbert, Barcelona, [34] Adiciones al Memorial de la vida cristiana, ed. B.A.E., t. VIII, p. 493.
1907,1.1, p. 127; Menéndez y Pelayo, Historia de las ideas estéticas en España [35] José Joaquín de Mora, B.A.E., t. VI, págs. vii y xxxi.
(2da! ed.), Madrid, 1896, t. III, págs. 131-136; Edgar Allison Peers, Spanish
Mystidsm: A Preliminary Survey, London, 1924; P. Antonio Torró, Fray
Juan de los Ángeles, místico-psicólogo (1S36I-1609), Barcelona, 1925.
[5] V. Sania Teresa de Jesús: su vida, su espíritu, sus fundaciones, por
D. Miguel Mir, Madrid, 1912, t. I, p. 675; estudio breve y ameno, Santa
Teresa de Jesús, por José María de Salaverría, Madrid, 1922; en inglés, Santa
Teresa: Her Life and Times, by R. G. Cunninghame Graham, London, 1894.
[6] V. Miguel Mir, op. cit., t. I, p. 675.
[7] Id., t. II, p. 445.
[8] Escritos de Santa Teresa, ed. B.A.E., t. LUI, p. 212.
[9] Ibid., p. 406.
[10] Ibid., p. 406.
[11] Las Moradas, ed. T. Navarro Tomás (Clásicos Castellanos), Madrid,
1916, p. 7.
[12] Ibid., págs. 6-10.
[13] Escritos, p. 509.
TEATRO ANTERIOR A LOPE DE V E G A 195

hay de intensa verdad humana, como la venta de José, las lamen­


taciones del patriarca por la pérdida de su hijo, la declaración
amorosa de Zenobia, la interpretación de los sueños del Faraón.
Tiene situaciones que revelan habilidad nada común en aquel siglo,
CAPITULO XVIII para el manejo de los resortes teatrales. Los caracteres aparecen
con propiedad y vida; y el contraste entre algunos, como José,
TEATRO ANTERIOR A LOPE DE VEGA
personificación de la castidad, de la humildad, y Zenobia, sensual y
1. El drama religioso: la Tragedia Josefina de Carvajal. 2. Sánchez arrogante, está marcado vigorosamente. La expresión de los
de Badajoz: su Recopilación en metro. 3. El drama profano: Lope de impulsos y movimientos del corazón es sencilla, clara y convin­
Rueda, actor cómico; sus Comedias y Coloquios; los Pasos: asuntos y cente. Toda la tragedia patentiza inspiración y buen gusto.
carácter: los discípulos de Rueda: Alonso de la Vega y Timoneda. 4.
Hasta el decoro con que se presentan ciertos episodios, cuando
Los trágicos: Juan de la Cueva: sus nuevas ideas; Comedias y trage­
dias. 5. Rey de Artieda y Cristóbal deVirués; progresos del arte dramá­ Zenobia por ejemplo descubre sus deseos apasionados a José,
tico. muestra la superioridad de esta producción sobre las otras de su
tiempo. Es, en fin, la Tragedia Josefina de Carvajal la mejor
1. E l drama relig io so . Después de Torres Naharro, figura
pieza religiosa del siglo xvi.
sobresaliente de principios del siglo xvi, la literatura dramática
fué desarrollándose lenta y débilmente. La poesía lírica, la prosa 2. S ánchez d e B adajoz . Al género religioso pertenecen tam­
didáctica y la novela alcanzan la plenitud de su desenvolvimiento bién la mayoría de las piezas dramáticas de Diego Sánchez de
dentro del mismo siglo xvi; el drama, en el siglo siguiente con Badajoz, impresas hacia 1554, cuatro o cinco años después de su
Lope de Vega — el primero de los maestros clásicos del teatro muerte. De las veintiocho piezas, publicadas bajo el título común
español — y con sus eminentes contemporáneos y sucesores. de Recopilación en metro, nada más que cinco son de asunto pro­
En el teatro anterior a Lope de Vega hay algunas obras de fano; las restantes son de dogmas, o fundadas en la historia
relativa importancia, y tres autores dramáticos de significativa sagrada o en leyendas de santos.2 No representan las ultimas nin­
personalidad, prescindiendo ahora de los primitivos: aquellos tres gún progreso especial en la historia del teatro, pero sí son de notar
son Lope de Rueda, Juan de la Cueva y Miguel de Cervantes. las escenas cómicas intercaladas en estas obras serias: escenas
De las varias corrientes dramáticas del siglo, una de las más cómicas desenvueltas con cierta unidad independiente, en las
considerables está formada por las piezas de asunto sagrado. cuales se ha visto el primer germen del paso, que más tarde había
Pequeña obra maestra de este genero es la Tragedia Josefina de de perfeccionar Lope de Rueda.3 Es digna de particular mención
M icael d e C arvajal , escrita probablemente antes de 1523.1 El la Farsa de la hechicera de Sánchez de Badajoz una de las cinco
asunto fué tomado del Antiguo Testamento: es la historia de piezas profanas —, divertida parodia de los amores arcádicos,
José, hijo del patriarca Jacob, desde el momento en que la envidia hecha con acierto satírico.
se apodera de sus hermanos y lo venden a los mercaderes, hasta la
3. E l drama pro fan o . En el teatro de asunto profano,
llegada del anciano patriarca a Egipto, donde encuentra a José
aparte las comedias imitadas de los italianos o de los latinos, insig­
revestido de suma autoridad en la corte del Faraón. Está dividida
nificantes en número y calidad, vemos predominar dos escuelas:
en cuatro actos, de muy variable extensión, pues el último es más
la de églogas pastoriles, del mismo corte que las de Encina, y de
del doble de cualquiera de los otros tres. Cada acto concluye
escaso mérito, y la escuela realista de Torres Naharro, que sus
con un coro de tres doncellas, que resumen la moralidad que se
sucesores combinaron con elementos de La Celestina, como el
infiere de lo representado, siguiendo al coro una canción o un
mismo había hecho en la Comedia Himenea. Pertenece a esta
villancico. orientación realista la Comedia Tidea de F rancisco de las N atas ,
La exposición de la fábula es natural y equilibrada. Escenas
194
ÉPOCA CLÁSICA TEATRO ANTERIOR A LOPE DE V E G A 197
196

impresa en 1550.4 El autor, fácil versificador, no verdadero poeta, más el adorno de las comedias, y mudó el costal de vestidos en cofres y
es diestro en el enredo y en la ejecución. Esta comedia ofrece baúles; sacó la música, que antes cantaba detrás de la manta, al teatro
público; quitó las barbas de los farsantes, que hasta entonces jamás
asimismo interés por fundirse en ella el influjo de La Celestina, el
ninguno representaba sin barba postiza, y hizo que todos representasen a
del teatro de Torres Naharro y el de las Églogas de Encina. cureña rasa,6 si no era los que habían de representar los viejos o otras
No se conoce ningún documento que atestigüe la existencia de figuras que pidiesen mudanza de rostro; inventó tramoyas, nubes, truenos
compañías de cómicos, con representaciones públicas y retribuidas, y relámpagos, desafíos y batallas; pero esto no llegó al sublime punto en
a principios del siglo xvi. Pero lo cierto es que para el año de que está agora. »7
1534 debían de ser frecuentes las representaciones públicas, pues
en un edicto del emperador, de dicho año, restringiendo el lujo Además de actor cómico excelente, fué Lope de Rueda autor
excesivo en el vestir, se incluía a «los comediantes, hombres y dramático. Tenemos cinco comedias suyas, dos coloquios pas­
mujeres, músicos y las demás personas que asisten a las come­ toriles y siete pasos sueltos, con algunos otros de difícil identi­
dias ».s Consérvanse los nombres de algunos de estos cómicos de ficación. En dichas comedias y coloquios se encuentran además
principios del siglo, pero el primero en lograr fama fué L ope de otros catorce pasos intercalados. Con excepción de una comedia
R ueda (m. 1565). Cervantes, que en su adolescencia le había y de un paso, las demás piezas están escritas en prosa: fué el
visto representar, le recordaba muchos años después como « varón primero en emplear la prosa en el teatro, en lo cual muy pocos le
insigne en la representación y en el entendimiento ».6 siguieron. El asunto de sus comedias está derivado, imitado o
En la época de Lope de Rueda, director ya de una compañía traducido libremente, de obras italianas, que la crítica ha señalado.8
dramática en 1551, no existían teatros: las funciones se daban en Una de ellas, la Armelina, es comedia de magia y de aventuras
un patio o en el fondo de una calle sin salida, llamado corral, o imposibles, con varios personajes mitológicos y conjuros absurdos,
en la plaza pública. Cervantes escribía en 1615, respecto de Lope que le dan aire de parodia; no sabría uno distinguir en ella lo
de Rueda y sus representaciones, lo que sigue: serio de lo jocoso.9 Las otras cuatro son comedias de enredo, y la
más aceptable de todas es la comedia de Los engañados, fundada
« En el tiempo de este célebre español, todos los aparatos de un autor
en la semejanza física de dos hermanos de sexo diferente. Tiene
de comedias “ se encerraban en un costal, y se cifraban en cuatro pellicos
blancos guarnecidos de guadamecí dorado, y en cuatro barbas y cabelleras, gracia y nos gusta. Los dos coloquios pastoriles son del mismo
y cuatro cayados, poco más o menos. Las comedias eran unos coloquios corte y estilo que las comedias, sin otra diferencia que justifique
como églogas entre dos o tres pastores y alguna pastora; aderezábanlas y el título que ser pastores los personajes: unos pastores que hablan
dilatábanlas con dos o tres entremeses, ya de negra, ya de rufián, ya de el lenguaje desdichadamente ampuloso de los arcádicos. En nin­
bobo, y ya de vizcaíno: que todas estas cuatro figuras hacía el tal Lope guna de estas obras brilla Lope de Rueda por la inventiva, ni poi
con la mayor excelencia y propiedad que pudiera imaginarse. No había en el arte de composición, ni por el buen gusto. Jamás acierta en
aquel tiempo tramoyas, ni desafíos de moros y cristianos, a pie ni a ca­ una escena romántica, ni en la pintura de caracteres que no sean
ballo; no había figura que saliese o pareciese salir del centro de la tierra del bajo pueblo, ni en el lenguaje elevado. Los episodios cómicos
por lo hueco del teatro, al cual componían cuatro bancos en cuadro y
únicamente tienen valor.
cuatro o seis tablas encima, con que se levantaba del suelo cuatro palmos;
La justa celebridad de Lope de Rueda, como autor dramático,
ni menos bajaban del cielo nubes con ángeles o con almas. El adorno del
teatro era una manta vieja tirada con dos cordeles de una parte a otra,
descansa exclusivamente en las piececillas breves, modelos de
que hacía lo que llaman vestuario, detrás de la cual estaban los musicos, naturalidad y humorismo, que él nombró pasos. Precedían a la
cantando sin guitarra algún romance antiguo . . . representación de una comedia, o se ponían entre los actos de
<( Sucedió a Lope de Rueda, Navarro, natural de Toledo, el cual fué ella. El paso es un cuadro episódico y realista, de índole cómica,
famoso en hacer la figura de un rufián cobarde; éste levantó algún tanto 6 a cureña rasa, sin abrigo ni defensa, que aquí quiere decir sin nada postizo en el
° autor do comedias, director de una compañía dramática. semblante.
198 EPOCA CLASICA TEATRO ANTERIOR A LOPE DE VEGA 199

entre personas humildes. Cualquier insignificante suceso de la M e n c i g ü e l a . — A como mandáreis, madre.


vida ordinaria le puede servir de tema: una disputa matrimonial; Á g u e d a . — A dos reales castellanos.
T oruvio. — ¿ Cómo a dos reales castellanos? Yo os prometo que si
la situación embarazosa de un estudiante, que después de haber
no hacéis lo que yo os mando, que os tengo de dar más de doscientos
convidado a cierto amigo, no teniendo dinero, se finge enfermo
correonazos. ¿ A cómo has de pedir ?
para salir del compromiso; la astuta manera con que dos bribones
M e n c i g ü e l a . — A como decís vos, padre.
se apoderan de la comida de un bobo, mientras éste les escucha T oruvio. — A catorce o quince dineros.
con la boca abierta las maravillas del país de Jauja, donde se atan M encigüela. — Así lo haré, padre.
los perros con longaniza; la burla algo pesada que cierta mujer Á g u e d a . — ¿ Cómo « así lo haré, padre »? Tomad, tomad, haced lo
gasta al marido, simulando enfermedad, para distraerse a sus que yo os mando.
anchas con el amante, mientras aquél sale en busca del médico; T oruvio. — Dejad la muchacha.
y otros sucesos por el estilo. M e n c i g ü e l a . — ¡ Ay, madre! ¡ ay, padre, que me mata!

El paso de Las aceitunas está considerado no sólo superior a Aloja. — ¿ Qué es esto, vecinos ? ¿ Por qué maltratáis así la mucha­
todos los demás de Rueda, sino la mejor pieza en un acto del cha?
Á g u e d a . — ¡ Ay, señor! Este mal hombre que me quiere dar las
siglo xvi.10 Léase el trozo siguiente:
cosas a menos precio y quiere echar a perder mi casa: ¡ unas aceitunas
Águeda. — Marido, ¿ no sabéis lo que he pensado ? Que aquel renuevo que son como nueces!
de aceitunas que plantásteis hoy, que de aquí a seis o siete años llevará T oruvio. — Yo juro a los huesos de mi linaje que no son ni aun como
cuatro o cinco fanegas de aceitunas; y que poniendo plantas acá y plantas piñones.
acullá, de aquí a veinticinco o treinta años, tendréis un olivar hecho y Á g u e d a . — ¡ Sí son!
derecho. T oruvio. — ¡ No son!11
T oruvio. — Eso es la verdad, mujer, que no puede dejar de ser lindo.
Á gueda. — Mirad, marido: ¿ sabéis qué he pensado ? Que yo cogeré El valor excepcional de estas piececillas está .en la fidelidad de la
la aceituna y vos la acarrearéis con el asnillo, y Mencigüela la venderá pintura, en la viveza del diálogo, en la gracia de los dichos y situa­
en la plaza. Y mira, muchacha, que te mando que no me des menos el ciones. La impresión es enérgica. Aquellos hombres y mujeres
celemín de a dos reales castellanos.0 son gente viva: el rufián cobarde, el lacayo maldiciente, la negra
T oruvio. — ¿ Cómo a dos reales castellanos ? . . . tonta y bonachona, el morisco con su jerga ininteligible, el doctor-
cilio pedante, el aldeano socarrón, la gitana de sutiles artes, el
Y se enzarzarán en una áspera disputa sobre el precio a que se
vejete malhumorado e impertinente. El tipo que más reproduce
ha de vender las aceitunas, que acaban de plantar, dentro de
es el del bobo, en toda su rica variedad. Respecto del lenguaje,
veinticinco o treinta años: los pasos encierran un tesoro de voces, frases y modismos popu­
Á gueda. — Ahora no me quebréis la cabeza. Mira, muchacha, que lares. El estilo de Lope de Rueda, en los pasos, es la perfección
te mando que no las des menos el celemín de a dos reales castellanos. misma en propiedad y justeza.
T oruvio. — ¿ Cómo a dos reales castellanos? Ven acá, muchacha:
Uno de los cómicos de la compañía de Rueda, A lonso de la
¿ a cómo has de pedir ?
V ega (m. hacia 1565), cultivó también la comedia a la manera de
M encigüela. — A como quisiéreis, padre.
su maestro, sobresaliendo en la Comedia de la Duquesa de la
T oruvio. — A catorce o quince dineros.
M encigüela. — Así lo haré, padre. Rosa}2 que, dentro de su pequeño compás, les recordará a los lec­
Águeda. — ¿ Cómo « así lo haré, padre »? Ven acá, muchacha: ¿ a tores ingleses el supremo Ivanhoe de Wálter Scott.
cómo has de pedir ? Las obras de Rueda y Vega fueron editadas por el librero valen­
ciano J uan d e T imoneda (m. 1583), que escribió sus pasos y
0 real castellano, moneda de plata que valla unos veintitrés dineros, o sean
veinticinco céntimos de peseta. comedias, poco originales o brillantes, y las colecciones de anéc­
200 EPOCA CLASICA T E A T R O A N T E R I O R A LO PE DE V EG A 201

dotas y cuentos, más celebradas de lo que se merecen, El sobremesa amorosos del decenviro Apio Claudio, fué sentenciada a la escla­
y alivio de caminantes (1563), El buen aviso y portacuentos (1564) y vitud; su padre, el centurión Virginio, la mató por su propia
El patrañuelo (1576).13 mano antes que dejarla vender como esclava. Andando el tiempo
un dramaturgo del siglo xix (Tamayo y Baus) producirá la obra
4. Los t r á g i c o s : Juan be la Cueva. En el último tercio maestra sobre este tema.
del siglo, Juan de la Cueva (¿1550-1610?) introdujo la materia
épica nacional en el teatro, es decir, tomó de las leyendas históricas 5. R ey de Artieda y Cristóbal de Virués. Muy semejante
los asuntos de tres dramas: Muerte del rey don Sancho y reto de al teatro de la Cueva, es el de Andrés Rey de Artieda (1549-1613),
Zamora, Los Siete Infantes de Lara, y la Libertad de España por de quien sólo se conserva un drama: Los amantes, impreso en
Bernardo del Carpió. Se aprovechó también del riquísimo caudal 1581.16 Es la historia romántica de los dos amantes de Teruel,
de los romances viejos, adaptando algunos de ellos en estas come­ que perseguidos por la adversidad, se libran de ella por medio de
dias. Dió preceptos para la composición dramática, en su Ejem­ la muerte. El mismo asunto ha sido llevado después a la escena
plar poético, y fué el primero en defender «la ingeniosa fábula de repetidas veces. Rey de Artieda sabe dar con el lenguaje de las
España», los temas nacionales, como materia dramática, y el pasiones. Tiene las buenas cualidades poéticas de Juan de la
primero en predicar y practicar el abandono de las unidades Cueva, y le aventaja, además, en la conexión de las escenas y en
clásicas de tiempo y lugar, la fusión de lo trágico y lo cómico, y la sobriedad.
el empleo de variedad de versos en las comedias: todo ello son Contemporáneo de ambos es el capitán Cristóbal de Virués,
novedades que veremos prevalecer luego en el teatro de los grandes autor del poema El Monserrate, ya citado.17 Los cinco dramas
maestros. Desde este punto de vista, le corresponde a Juan de la contenidos en sus Obras trágicas y líricas fueron escritos probable­
Cueva un lugar de honor en la historia del drama. mente entre 1580 y 1585: son cinco verdaderos melodramas,
Conocemos catorce comedias y tragedias suyas, publicadas en cargados de muertes y fieros males, cuyos protagonistas encuen­
1583.14 Poseen cualidades poéticas, animación y brillantez. Pero tran la muerte inevitablemente en el último acto. El Atila furioso,
todas patentizan una falta absoluta de moderación y de buen gusto. con sus cincuenta y tantos personajes, es un museo de horrores.
Las escenas, además, se suceden sin el debido enlace; los episodios Y, no obstante, Virués tiene rasgos de indisputable talento en la
se acumulan arbitrariamente; los personajes son figurones que el tragedia Elisa Dido, reina de Cartago, que después de sacrificar
autor mueve a su antojo; en boca del verdugo y de la alcahueta su amor a los deberes del patriotismo, se da la muerte; algunas
pone versos tan pomposos como en labios del rey: todos hablan escenas, como la del templo de Júpiter en que la reina para evitar
en el mismo lenguaje sonoro y brillante, a menudo declamatorio. la destrucción de Cartago acepta la mano de su enemigo, y el
La variedad de épocas y de lugares que se juntan en ciertos dramas desenlace, tienen poesía y grandeza dramática.
suyos, y la mescolanza de costumbres de diversos pueblos, harán Superior, en conjunto, a estas y a las demás producciones de la
perder el tino a cualquier lector moderno. Abusa del elemento escuela de Juan de la Cueva, es La Numancia de Cervantes, que
fantástico, con espectros y diablos, y de la violencia física, con pertenece a la misma época. Hablaremos de ella más adelante, al
suplicios y crímenes, como en El príncipe tirano. « Escenas nota­ tratar de la obra entera del Príncipe de los Ingenios.
bles, de esas que, separadas del conjunto, llenan plenamente y Con Juan de la Cueva, Rey de Artieda, Virués, Cervantes y
encantan a la par por la energía y elevación del estilo, no faltan demás dramaturgos del estilo trágico, inmediatos predecesores de
en ninguna de sus piezas; pero ninguna de éstas puede llamarse Lope de Vega, se da un paso grande en el desarrollo de la literatura
drama verdadero. »15 La obra de exposición más regular y dramática. «Hay más originalidad en el argumento; mayor
apropiadamente dramática es La muerte de Virginia, joven grandeza en los pensamientos; más elevación y elegancia en el
plebeya romana que, habiendo desdeñado los requerimientos lenguaje. El artista dramático ha llegado a adquirir conciencia
202 EPOCA CLASICA TEATRO ANTERIOR A LOPE DE VEGA 203

V. E. Walberg, Juan de la Cueva et son « Exemplar poético », en Acta Univer­


de su misión y de sus medios; ha empezado a escudriñar el ri­
sitatis Lundensis (Lund, 1904), t. XXXIX.
quísimo fondo de la tradición nacional. El pellico del pastor se [15] Conde de Schack, Historia de la literatura y del arte dramático en España,
ha trocado en el manto del príncipe; los infantiles desatinos del trad. Eduardo de Mir, Madrid, 1885, t. I, p. 436.
bobo se han convertido en las ingeniosidades y bellaquerías del [16] Los Amantes, ed. F. Carreres y Vallo, Valencia, 1908.
gracioso; los amores son más refinados; las pasiones, más hondas [17] Cap. XV.
[18] Bonilla y San Martín, Las Bacantes o del origen del teatro, Madrid, 1921,
y vibrantes. »18 Pero todavía hay una respetable distancia de ese
p. 148; V. Cotarelo y Mori, Teatro español anterior a Lope de Vega: catálogo
teatro al teatro del siglo de oro. Y esta distancia la salvó de re­ de obras dramáticas impresas pero no conoddas hasta el presente, Madrid, 1902;
pente el genio de Lope de Vega. Sus predecesores habían echado Narciso Díaz de Escobar, Anales del teatro español anteriores al año 1550,
las bases, pero él fué quien levantó el edificio y coronó la obra. Madrid, 1910; ídem, Anales de la escena española correspondientes a los años
1551 a 1580, Madrid, 1910; S. Griswold Morley, Strophes in the Spanish
Drama before Lope de Vega, en Homenaje a Menéndez Pidal, 1.1, págs. 505-531;
[1] Tragedia llamada Josefina, ed. Manuel Cañete (Sociedad de bibliófilos W. S. Hendrix, Some Native Comic Types in the Early Spanish Drama, Co­
españoles), Madrid, 1870; V. estudio en Teatro es-pañol del siglo xvi, por lumbus (Ohio), 1922.
Manuel Cañete, Madrid, 1885, págs. 107-212.
[2] Recopilación en metro, ed. V. Barrantes, Madrid, 1882-86; V. estudio
en El Bachiller Diego Sánchez de Badajoz, por J. López Prudencio, Madrid,
1915.
[3] J. P. Wickersham Crawford, Spanish Drama Before Lope de Vega (Publi-
cations of the University of Pennsylvania), Philadelphia, 1922, p. 54.
[4] Comedia llamada Tidea, ed. U. Cronan, en Teatro español del siglo x v i
(Sociedad de bibliófilos madrileños), Madrid, 1913, t. I; V. mi estudio sobre
la Tidea, en Modern Philology, t. XIX, págs. 187-198.
[5] V. Crawford, op. dt., p. 112.
[6] Obras completas de Cervantes: Comedias y entremeses, ed. Schevill y Bo­
nilla, Madrid, 1915, t. I, p. 5; V. S. Salazar, Lope de Rueda y su teatro, Ha­
bana, 1911; Creizenach-Hámel, Geschichte des neueren Dramas, t. III (Halle,
1923), págs. 77-87.
[7] Ed. Schevill y Bonilla, loe. dt., págs. 6-7.
[8] V. Cotarelo y Mori, Obras de Lope de Rueda, Madrid, 1908, t. I, págs.
lv-lxxvii; Crawford, op. dt., págs. 111-117; A. L. Stiefel, Lope de Rueda und
das ilalienische Lustspiel, en Zdtschrift für romanische Philologie, t. XV, págs.
183-216 y 318-343.
[9] Lope de Rueda: Teatro (Comedia Eufemia, Comedia Armelina y El
Deldtoso), ed. J. Moreno Villa (Clásicos Castellanos), Madrid, 1924.
[10] V. Crawford, op. dt., p. 133.
[11] Obras de Lope de Rueda, ed. Cotarelo, t. II, págs. 219-222.
[12] Tres comedias, ed. Menéndez y Pelayo, Halle, 1905; V. Crawford,
op. dt., págs. 125-126.
[13] Obras completas, ed. Menéndez y Pelayo, Valencia, 1911; El buen aviso
y portacuentos, ed. R. Schevill, en Revue hispanique, t. XXIV, págs. 171-254;
El patrañuelo y El sobremesa, etc., ed. B.A.E., t. III, págs. 129-164 y 169-177;
V. Menéndez y Pelayo, Orígenes, t. VII, págs. xli-lviii.
[14] Comedias y tragedias, ed. F. A. de Icaza (Soc. bibliófilos españoles),
Madrid, 1917; Juan de la Cueva: El Infamador, Los Siete Infantes de Lara y
el Ejemplar poético, ed. F. A. de Icaza (Clásicos Castellanos), Madrid, 1924;
V A R I OS G É N E R O S N O V E L E S C O S 205

razones que no las entendería el mismo Aristóteles «si resucitara


para sólo ello», eran las novelas de F eliciano d e S il v a ; 3
escribió una, en particular, el Amadís de Grecia (1530), nieto de
Amadís de Gaula, que tiene interés por presentar, con los amores
de Darinel y Silva, el primer bosquejo episódico de la novela pas­
CAPITULO XIX toril. Interesa igualmente por combinar elementos épicos con los
caballerescos, el Don Clarisel de las Flores, de J erónimo d e U rrea
NOVELA DE CABALLERIAS, PASTORIL (1513—¿ 1574 ?); aunque uno de los mejores libros caballerescos, en
E HISTÓRICA riqueza de fantasía y estilo, ha permanecido inédito hasta 1879,
1. Novela de caballerías: serie de los Amadises; serie de los Palme- año en que se publicó sólo la primera parte.4
rines; los moralistas contra los caballeros andantes. 2. Novela pastoril: Junto al linaje de los Amadises figura el de los Palmerines,
antecedentes del género; la Diana de Montemayor: su asunto e impor­ bastante menos dilatado e importante. El primero de éstos es el
tancia. 3. Otras novelas pastoriles: la Diana enamorada, de Gil Polo, Palmerín de Oliva (1511), de autor desconocido, imitación servil
la mejor en trozos poéticos; El Pastor de Fílida, de Gálvez de Montalván; del Amadls de Gaula; y el mejor, por su unidad, desarrollo ex­
la Arcadia, de Lope de Vega; el Siglo de oro, de Balbuena, superior en
celente y episodios de singular belleza, es el Palmerín de Inglaterra
las descripciones de la naturaleza; critica de este género novelesco, y su
decadencia. 4. Novela histórica: Historia del Abencerraje y la (1547), del portugués F rancisco d e M oraes , cuya versión
hermosa Jarifa, primoroso cuento de amores y guerra; Guerras civiles castellana se publicó veinte años antes que el texto portugués.5
de Granada, de Pérez de Hita, la obra maestra del género. Y tampoco pertenece a la literatura castellana, sino a la catalana,
1. N ovela d e caballerías . Durante la mayor parte del
otra de las más notables novelas de caballerías, Tirant lo Blanch
siglo xvi, gozaron las novelas de caballerías de extremada popu­ (1490), cuyas tres primeras partes fueron escritas por J ohanot
M artorell , y la cuarta por M a r tí J ohán d e G a lb a ; la versión
laridad. Su exaltación del valor, de la lealtad y del amor encajaba
bien en los ideales de la época, y muy del gusto de aquellas castellana es de 1515.6
gentes era la acción de tales novelas, repleta de fantásticas aven­ Cervantes hizo justa crítica de casi todos estos libros de ca­
turas y de episodios extraordinarios. ballerías, al decir que son « en el estilo duros; en las hazañas, in­
Del primero y mejor modelo, el Amadls de Gaula, ya mencionado, creíbles . . . ; en las cortesías, mal mirados; largos en las batallas,
salieron innumerables imitaciones, «continuaciones inútiles y necios en las razones, disparatados en los viajes y, finalmente,
fastidiosas, cada vez más extravagantes en nombres, personajes ajenos de todo discreto artificio, y por esto dignos de ser desterra­
y acontecimientos, pero con una extravagancia fría y sin arte, que dos de la república cristiana . . . »7 No llegaron a desterrarse de
ni siquiera arguye riqueza de invención, puesto que todos estos ella, como el autor de Don Quijote deseaba, pero los moralistas
libros se parecen mortalmente unos a otros »J Al hacer el escru­ tuvieron declarada guerra a muerte a los caballeros andantes
tinio de la biblioteca de Don Quijote, el primer libro de caballerías durante todo el siglo xvi, por considerarlos inmorales y de pésima
que el cura condena a las llamas es Las Sergas de Esplandián influencia sobre la juventud de ambos sexos. Habían ganado a
(1510), de R odríguez d e M ontalvo probablemente, llamas bien medias la batalla, pues desde 1531 estaba prohibida la remesa de
merecidas por las fatigosas y desordenadas sergas ° del caballero tales libros a América, porque como se consigna en el real decreto,
Esplandián, hijo de Amadís; pero libro que sobresale por el estilo su lectura era « mal ejercicio para los indios ».8 Se aspiraba a más
todavía: los procuradores de las cortes de Valladolid (1555)
entre los de su género.2
Las novelas predilectas de Don Quijote, y las que más debieron solicitaron del rey que prohibiera la impresión de libros de ca­
de contribuir a hacerle perder el juicio, por aquellas intrincadas ballerías, y que se recogieran y quemasen los ya publicados. Fué
en vano: la opinión pública favorecía a los caballeros andantes.
“ sergas, hechos o cuadros (de la vida de Esplandián).
204
206 ÉPOCA CLÁSICA VARIOS G ÉNE R OS N OVELESCOS 207

Y los predicadores hubieron de contentarse entonces con escribir lamentaciones y alabanzas. Y esta combinación de la prosa y el
desdichados Libros de caballerías a lo divino, en cuyas extrava­ verso es seguida en la Diana y en cuantas imitaciones de ambas
gantes alegorías Cristo o algún santo batallador hace de caballero novelas se hicieron en Europa. La obra de Montemayor aventaja
andante. a la Arcadia en interés narrativo, mas le es grandemente inferior
La difusión del género caballeresco no se limitó a España. Las en el sentimiento de la naturaleza.
novelas españolas más importantes fueron traducidas a otras
lenguas e imitadas hasta mucho después de haberse olvidado en la « En los campos de la principal y antigua ciudad de León, riberas del
Península. En cuanto a la obra maestra del género, todavía río Ezla — comienza el primero de Los siete libros de la Diana —, hubo
una pastora llamada Diana, cuya hermosura fué extremadísima sobre to­
daba tema de inspiración en el siglo xix como lo manifiesta el
das las de su tiempo. Ésta quiso y fué querida en extremo de un pastor
poema de Amadís (1887), del Conde de Gobineau.
llamado Sireno: en cuyos amores hubo toda la limpieza y honestidad
posible.»10 Ausentóse Sireno del país y, al regresar al cabo de un año,
2. N ovela pastoril . A mediados del siglo xvi, principió encontró casada a la pastora. Todo en aquellos campos le recuerda a
a florecer la novela pastoril, que versa sobre los amores idílicos Sireno los dulces momentos de su amor: los árboles en cuya corteza
de fingidos pastores; y en la cual suele ser todo — el asunto, el está su nombre enlazado con el de la amada, la fuente junto a la cual se
escenario, los personajes y el lenguaje — un mero artificio literario. habían jurado eterna fidelidad . . . Una voz le distrae ahora de su pena:
La más antigua y renombrada es la Diana de J orge de M onte- es la voz de Silvano, otro desdeñado amante de Diana, que se aproxima
mayor (1520?— 1561), que se supone publicada en 1559. De cantando tristezas de amor. Los antiguos rivales, unidos ahora por el
origen portugués y músico de profesión, Montemayor residió en mismo dolor, se extienden en reflexiones y lamentaciones — en prosa y
España desde su juventud, y en castellano escribió sus poesías y verso —• sobre la ingratitud de Diana. La pastora Selvagia les consuela y
les relata su propia historia, larga historia de una pasión que había tenido
obras en prosa. Aunque buen poeta, brilló principalmente como
principio en las fiestas que los pastores consagraban a Minerva en el
prosista. Su mejor obra es la Diana. suntuoso templo de la diosa junto al Duero, y que tuvo fin desgraciado.
Como inmediato antecedente de este género novelesco, cabe Los tres pastores se encaminan juntos al prado de los laureles, y allí,
señalar la égloga pastoril del primitivo teatro español. Otro escondidos entre unos árboles, « vieron sobre las doradas flores asentadas
antecedente son algunos libros de caballerías: en Don Florisel de tres ninfas, tan hermosas, que parescía haber en ellas dado la naturaleza
Niquea, de Feliciano de Silva, cuyas dos primeras partes apare­ clara muestra de lo que puede ».u Las ninfas narran largamente, en
cieron en 1532, vemos al protagonista disfrazarse de pastor, en bellas canciones, los pasados amores de Sireno y Diana hasta el tiempo
sus amores con Silvia; y en la cuarta parte (1551) de dicha novela, de su separación. Al alejarse luego las ninfas, fueron asaltadas por tres
se encuentra una égloga entre dos pastores y varios certámenes salvajes; acudieron nuestros pastores en su auxilio, y llevaban la peor
poéticos al estilo de los que había de introducir después Monte- parte en la lucha, cuando de repente surgió una pastora de maravillosa
mayor en su Diana* La fuente de inspiración de Montemayor no hermosura y fuerza que dió muerte a los salvajes. Esta pastora se llama
Felismena, y requerida por la compañía, cuenta la historia de sus amores
fué, sin embargo, la sencilla égloga dramática ni las novelas de
con el caballero don Félix, que es en resumen como sigue: obligado el
caballerías, sino la Arcadia (1481) del escritor italiano Jacobo caballero a trasladarse a la corte de Portugal, por orden de su padre,
Sannazaro, que es a su vez una imitación y mosaico de los bu­ allá se fué más tarde Felismena, disfrazada de hombre; habiendo averi­
cólicos griegos y latinos, en particular de los Idilios de Teócrito guado que Félix le era infiel, entró a su servicio como paje, con el nombre
y de las Églogas de Virgilio; la obra de Sannazaro fué traducida de Valerio; el caballero, sin reconocerla, le hizo confidente de sus amores
al castellano en 1547. Fué España el primer país extranjero donde con la dama Celia; ésta se enamoró entonces del gallardo paje y, no pu-
se imitó la Arcadia, y donde con mayor copia y arte floreció la diendo ser naturalmente correspondida de él, cayó enferma y murió de
novela pastoril. En la obra de Sannazaro vemos empleada la mal de amores; Félix desapareció de la corte, y Felismena lleva ya dos
prosa en la narración y descripciones, y el verso en las súplicas, años en su busca cuando la vemos con los pastores.
EPOCA CLASICA VARIOS GENEROS NOVELESCOS 209
208
Al acabar Felismena su relato, se dirigen todos al templo de Diana, fiestas en las obras maestras del género en Inglaterra y Francia,
para que la sabia Felicia ponga remedio a sus males. En el camino se la Arcadia (1590), de Sir Philip Sidney, y la Astrée (1610-1619),
encuentran con la pastora Belisa. También cuenta otra triste historia de de Honoré d’Urfé; y tal vez la historia de Félix y Felismena
amor: cortejada por el pastor Arsenio, viejo y viudo, enamoróse ella del sugiriese a Shakespeare el argumento de Los dos hidalgos de
hijo de éste, llamado Arsileo; una noche que los dos jóvenes se entrevis­ VeronaS13
taron, Arsenio dió muerte a su rival, y al descubrir que era su propio hijo,
se suicidó; desde entonces, Belisa vaga por los campos deseando sólo la
3. O teas novelas pa st o e il e s . Sucedió con la novela pas­
muerte. Tras lamentar su suerte y derramar copiosas lágrimas los pas­
toril lo mismo que con la caballeresca: que el primer libro fue
tores invitan a Belisa a que les acompañe al templo de Diana. Allí les
recibe amorosamente la sabia Felicia. Sigue una descripción del interior
digno de fama, pero los siguientes representan una decadencia, en
del suntuoso edificio y tras muchos agasajos, músicas y danzas, se celebra vez de un progreso. Entre las numerosas continuaciones o imi­
un espléndido festín. taciones de la novela de Montemayor, mencionaremos la Diana
(Después de la muerte de Montemayor, se insertó en este lugar la his­ enamorada (1564), de G a spa b G il P olo (m. 1591), buen poeta
toria de Abindarráez y Jarija, que no le pertenece, y de la cual hablaremos lírico; en ella, conforme declara el autor, se encuentran «prose­
al fin del presente capítulo.) guidas y rematadas las historias que Jorge de Montemayor dejó por
Viene luego la cura de los desgraciados amantes. Felicia les da a beber acabar, y muchas añadidas ».14 Acogiéronla sus contemporáneos
un licor encantado, que los deja adormecidos. Cuando la maga calcula con caluroso elogio, y medio siglo después aun la juzgaba Cer­
que el licor ha hecho su efecto, los despierta tocándoles en la cabeza con vantes digna de guardarse «como si fuera del mismo Apolo».
un libro mágico. Al despertar, todos han olvidado ya sus antiguos amores.
En conjunto, es inferior a la Diana de Montemayor, pero la supera
Y ahora empieza un nuevo idilio entre Silvano y Selvagia. Vuelven éstos
en los versos. Así como la de Montemayor es la novela pastoril
a su tierra, en compañía de Sireno. En el camino se encuentran a Diana,
junto a la fuente de los Alisos, que está cantando en dulces endechas sus de prosa más bella, la de Gil Polo es la mejor en trozos poéticos;
penas de amor, su desventurado enlace con el pastor Delio. Sus lamentos celebradísima es la canción que comienza así:
no despiertan la menor emoción en el corazón de los antiguos amantes. En el campo venturoso, Galatea, desdeñosa
Siguen nuevos episodios. Felismena da con don Félix casualmente, le donde con clara corriente del dolor que a Licio daña,
salva la vida y le perdona su infidelidad. Una ninfa, mensajera de Felicia, Guadalavïar hermoso, iba alegre y bulliciosa
le suministra un licor encantado a Félix, para que se cure del recuerdo de dejando el suelo abundoso, por la ribera arenosa,
Celia, y otro licor a Felismena para que recobre su antiguo amor por el da tributo al mar potente, que el mar con sus ondas baña
caballero.
Al fin, todos los amantes de la novela vuelven a reunirse en el templo de La Diana enamorada aventaja también a todas las demás imi­
Diana. Allí están igualmente Belisa y Arsileo, el cual no había muerto, taciones en interés narrativo y lógico desarrollo de la acción.
como antes se creyera: toda la escena de su muerte había sido obra de un En este mundo arcádico forjado por la fantasía del novelista,
nigromante, desdeñado por Belisa, que había querido vengarse de ella, la fábula suele estar mal tramada e interrumpida con largos episo­
conjurando dos espíritus que representaran a Arsenio y Arsileo. Y en el dios que nos hacen perder de vista, a menudo, el hilo principal.
templo de Diana fueron todos desposados « con gran regocijo y fiesta de Semejante confusión, agravada con la mezcla de mitología griega e
todas las ninfas y de la sabia Felicia, a la cual no ayudó poco Sireno con historia española, se hallará en El pastor de Fllida (1582), de
su venida, aunque de ella se le siguió lo que en la segunda parte de este
Luis G álvez d e M ontalvo (¿1549-1591?), novela que posee
libro se contará, juntamente con el suceso del pastor, y pastora portu­
indudables bellezas de estilo. Sus pastores son los más falsos pas­
guesa, Danteo y Duarda ».12
tores del mundo bucólico, del todo cumplidos cortesanos. De
No llegó a escribir Montemayor esta segunda parte que anuncia. ° En La Diana tienen, además, su fuente Félismétie de Hardy y Les charmes de
Fue traducida la Diana a varios idiomas, y sus huellas son mani­ Félicie de Montauban.
210 ÉPOCA CLÁSICA VARIOS GÉNEROS NOVELESCOS 211

mucho primor son los versos menores, como las redondillas que las amarillas ciruelas, de que todo el campo estaba cuajado: los ramos,
canta Siralvo a los ojos verdes, rasgados, de su pastora: que apenas podían sustentar la demasiada carga de su íruta; y nosotros,
entre tanta diversidad de frescuras, todo lo gozábamos y por todo dábamos
Fílida, tus ojos bellos muy más fácil que alabados gracias a su divino hacedor . . . »19
el que se atreve a mirallos, le será morir por ellos .. .16
La técnica novelística es la misma en todas ellas, conforme al
Casi todos los autores de estas novelas dan a entender en el patrón de la Diana de Montemayor. No hay que buscarles origi­
prólogo lo que Cervantes declara explícitamente en el suyo de nalidad: los temas apenas varían visiblemente, los campos son
La Galatea (1585): « que muchos de los disfrazados pastores de los mismos; y los pastores, ya canten junto a la fuente de los
ella lo eran sólo en el hábito ».17 En cuanto al asunto y estilo, Alisos, en Diana, o junto al arroyo de las Palmas, en La Galatea,
suelen consistir todas las del género en «cosas soñadas y bien son los mismos disfrazados pastores con nombres parecidos. Aun­
escritas». No todo es cosa soñada, sin embargo, en la Arcadia que estas novelas, como pura obra de arte, están mejor escritas
(1598) de Lope de Vega, pues según él, era «historia verdadera, que las novelas folletinescas llamadas de caballerías, tienen ambos
que yo no pude adornar con más fábulas que las poéticas ».18 géneros en común: el reino de lo improbable, y sin derroche de
Teniendo el campo por escenario, cabía esperar cuando menos fantasía; un concepto platónico del amor, que los caballeros
que las novelas pastoriles reflejaran siquiera la verdad de la natu­ conquistaban por medio de fabulosas hazañas, y los pastores con
raleza. Pues ni ésta tiene apropiada expresión. Aquellos campos versos y suspiros; e igual carencia de emoción y humorismo.
que nos describen son tan falsos como los pastores que allá se Estos caballeros y pastores son la más triste gente del mundo. No
pasan la existencia, olvidados del ganado, especulando sobreda obstante, y aparte otros méritos ya señalados, tuvieron ambos
metafísica del amor, derramando lágrimas, confiando sus amorosas géneros de novela el mérito de contribuir de modo capital al des­
cuitas en acordadas endechas al río, al monte, al prado, al cielo arrollo del estilo en la prosa castellana, «y la fácil y elegante
estrellado. Escribióse, no obstante, una novela pastoril donde la dicción de Cervantes se debe en no pequeña medida al influjo de
naturaleza está vista y descrita con poética exactitud: el Siglo de la novela pastoril, que se hizo sentir aun en el drama ».20 Por
oro, en las selvas de Enfile (1608), de B ernardo de B albuena último, cualquiera que sea nuestro gusto y moderna concepción
(1568-1627), excelente poeta además, que ya hemos mencionado del arte, no debemos perder de vista, al juzgar el género pastoril,
entre los épicos. En su visión del paisaje, Balbuena supera a los que sus producciones « embelesaron a generaciones cultísimas, que
demás autores del género. En las églogas en verso que esta novela sentían profundamente el arte, y envolvieron los espíritus en una
contiene, también puede competir con todos ellos. Y su prosa, atmósfera serena y luminosa, mientras el estrépito de las armas
sin estar libre de artificio, es algo más llana y expresiva. Léase resonaba por todos los ámbitos de Europa. Los mas grandes
la siguiente descripción, que da buena idea de sus cualidades: poetas, Shakespeare, Milton, Lope, Cervantes, pagaron tributo
«Todos en torno de la cristalina fuente nos sentamos, gozando las
a la pastoral en una forma o en otra. »21
maravillas que en el tendido llano se mostraban; y lo que sobre todo mayor En los albores del siglo x v ii , la novela caballeresca había casi
deleite ponía era el agradable ruido con que los altivos álamos, silbando en desaparecido, y a poco murió igualmente la pastoril, cuya última
ellos un delgado viento, sobre nuestras cabezas se movían, cuajados sus muestra es Los pastores del Betis (1633) de G onzalo d e Saavedra .
tembladores ramos de pintadas avecillas que con sus no aprendidos can­ La novela picaresca y, sobre todo, el teatro sepultaron en el olvido
tares trabajaban de remedar los nuestros, donde la solitaria tortolilla con a pastores arcádicos y a caballeros andantes.
tristes arrullos vieras llorar su perdida compañía, o al amoroso ruiseñor
recontar la no olvidada injuria del fementido Tereo. ..: todo olía a 4. N ovela histórica . Otro género que tuvo algún cultivo,
verano, todo prometía un año fértil y abundoso: olía el romero, el tomillo, no mucho, fué la novela histórica. Su antecedente es la Crónica
las rosas, el azahar y los preciosos jazmines: olían las tiernas manzanas y sarracina o Crónica del rey don Rodrigo con la destrucción de Es­
212 ÈPOCA CLÁSICA VARIOS GÉNEROS NOVELESCOS 213

paña, la primera novela histórica española, escrita por P edro d e de Lindaraja hermosa y el valeroso Gazul), junto a las perfidias
C orral hacia 1443. Hubo de pasar un siglo antes que apareciese sangrientas de los tres pretendientes que dentro de la ciudad
la verdadera joya de la novela histórica de asunto hispanomorisco, sitiada se disputaban su « mando, cetro y corona »; los valientes
sobre los amores de Abindarráez y Jarifa, cuya única versión encuentros entre caballeros moros y cristianos en la vega grana­
conocida es la Historia del Abencerraje y la hermosa Jarija, que se dina, y las proezas con que unos y otros rivalizaban. Las descrip­
halla en el Inventario (1565) de A ntonio d e V illegas (m. hacia ciones están llenas de vida y esplendor. Entre las muchas que
1575): su fecha de composición es incierta; su autor, ignorado. pudieran citarse, léase la del torneo entre Abencerrajes y Zegries
Fué insertada en la Diana de Montemayor, después de la muerte en la plaza de Bibarrambla.24
de éste. Pérez de Hita, que había residido, y tal vez nacido, en la pro­
Es un primoroso cuento de amores y guerra, en que el alcaide de vincia de Murcia, limítrofe al reino de Granada, y que después
una fortaleza cristiana (Rodrigo de Narváez, personaje histórico) y militó en la guerra contra los moriscos granadinos, tuvo ocasión de
el ilustre caballero moro que aquél ha hecho prisionero (Abin­ estudiar las costumbres, ideas y tradiciones del pueblo que pin­
darráez), rivalizan en lealtad, caballerosidad y gentileza: el taba. Es indudable, sin embargo, que lo idealizó, reflejando el
alcaide, permitiendo a Abindarráez abandonar la prisión para ambiente poético y caballeresco de los romances moriscos, que a
visitar en tierra mora a su dama y desposarse con ella secreta­ menudo intercala o amplifica en prosa. Su estilo posee tanta
mente; Abindarráez, cumpliendo su palabra de regresar a los fluidez como riqueza el lenguaje, interés la dramática narración, y
tres días a su prisión. El cuento termina felizmente, con el opulencia el colorido de sus descripciones. Conforme a Menéndez
perdón del padre de Jarifa por la boda secreta y con la libertad de y Pelayo, en el color local de esta novela hay de todo, verdadero
Abindarráez. La figura de ambos caudillos enemigos está reves­ y falso: estos moros galantes, románticos y caballerescos son
tida de tanto valor y gallardía, que de los dos puede decirse lo convencionales en gran parte. « Pero en la novedad de su primera
que Jarifa sólo dice del alcaide, que « quien pensare vencer a aparición resultaban muy bizarros y galanes; respondían a una
Rodrigo de Narváez en armas y cortesías, pensará mal ».22 generosa idealización que el pueblo vencedor hacía de sus antiguos
La obra maestra en el campo de la novela histórica son las dominadores . . .; y el éxito coronó de tal modo el tipo creado por
Guerras aviles de Granada, de G in é s P érez d e H ita (¿ 1544— Ginés Pérez de Hita y por los autores de romances moriscos, que
1619?), publicada en dos partes: la primera en 1595, y la segunda se impuso a la fantasía universal, y hoy mismo, a pesar de todos los
probablemente en 1604.23 El asunto de la primera parte queda trabajos de los arabistas, es todavía el único que conocen y aceptan
bien aclarado con el título que tenía la edición príncipe: Historia las gentes de mundo y de cultura media en España y en Europa .. .
de los bandos de Zegries y Abencerrajes, caballeros moros de Granada, Una obra como la de Hita, que con tal fuerza ha hablado a la
de las civiles guerras que hubo en ella, y batallas particulares que hubo imaginación de los hombres por más de tres centurias y ha trazado
en la vega entre moros y cristianos, hasta que el rey Don Fernando V tal surco en la literatura universal, por fuerza ha de tener condi­
la ganó. . . Es el relato novelesco de los acontecimientos que ciones de primer orden. La vitalidad épica, que en muchas partes
tuvieron lugar en Granada durante los últimos meses que prece­ conserva; la hábil e ingeniosa mezcla de la poesía y de la prosa,
dieron al de enero de 1492, en que la ciudad se rindió a las armas que en otras novelas es tan violenta y aquí parece naturalísima;
cristianas. Presenta al propio tiempo el animado cuadro de la el prestigio de los nombres y de los recuerdos tradicionales,
vida granadina, el esplendor de la corte mora, sus torneos y fiestas, vivos aún en el corazón de nuestro pueblo; la creación de carac­
las rebeldías de la nobleza y los tumultos del pueblo; las rivalidades teres, si no muy variados, interesantes siempre y simpáticos; la
de las familias principales, sus traiciones y crímenes (como la animación, viveza y gracia de las descripciones, aunque no libres
matanza de los treinta y seis Abencerrajes en el palacio de la de cierta monotonía, así en lo bélico como en lo galante; la hidal­
Alhambra); los poéticos amores de caballeros y damas (como los guía y nobleza de los afectos; el espíritu de tolerancia y humanidad
214 É P O CA CLÁSI CA VA RI OS G É N E R O S N O V E L E S C O S 215

con los enemigos; la discreta cortesía de los razonamientos; lo Shakespeare), en Homenaje a Menéndez Pidal, 1. 1, págs. 225-253; T. P. Harri-
son, Concerning “Two Gentlemen of Varona” and Montemayor’s “Diana, en
abundante y pintoresco del estilo, hacen de las Guerras civiles de
Modern Language Notes, t. XLI, págs. 251-252.
Granada una de las lecturas más sabrosas que en nuestra litera­ [14] La Diana enamorada, ed. Menéndez y Pelayo, en N.B.A.E., t. VII.
tura novelesca pueden encontrarse. »25 La trascendente influencia [15] Ibid., p. 368.
de esta primera parte llega hasta el siglo xix (Chateaubriand, en ri6] El pastor de Fílida, ed. Menéndez y Pelayo, en N.B.A.E., t. VII, p. 462.
Les aventures du dernier Abencérage, Washington írving, en A [17] Obras completas de Cervantes: La Galatea, ed. Schevill y Bonilla y San
Martín, t. I (Madrid, 1914), p. 1; ed. B.A.E., t. I; véase cap. XXI del
Chronicle of the Conquest of Granada, etc.).
presente libro.
La segunda parte de las Guerras civiles de Granada tiene por [18] Ed. B.A.E., t. XXXVIII; véase cap. XXIV del presente libro.
asunto la rebelión de los moriscos, que aconteció más de medio [19] Siglo de oro, en las selvas de Erífile y Grandeza mejicana, ed. Real Aca­
siglo después de la reconquista de aquella ciudad. Es, en realidad, demia Española, Madrid, 1821, p. 211; V. M. Fernández Juncos, D. Bernardo
una obra aparte, no sólo por tratarse de personajes y aconte­ de Balbuena, obispo de Puerto Rico: estudio biográfico y crítico, San Juan de
Puerto Rico, 1884.
cimientos distintos, sino también por su carácter literario: mientras
[20] Rennert, op. cit., p. 214.
la primera parte constituye una verdadera novela histórica, con [21] Menéndez y Pelayo, Orígenes, t. I, p. edxii.
libre vuelo de la' fantasía, la segunda es sólo una crónica más o [22] Ed. B.A.E., t. III, p. 512; ed. G. Le Strange, Cambridge, 1924; V.
menos fiel y adornada. De la diferente aceptación que ambas H. Mérimée, El Abencerraje d’apres l’Inventario et la Diana, en Bulletin his-
tuvieron dará idea el hecho de que la primera parte se reimprimió panique, t. XXI, págs. 143-166; J. P. Wickersham Crawford, Un episodio de
« El Abencerraje » y una novela de Ser Giovanni, en Revista de Filología Española,
más de treinta y dos veces, antes de terminar el siglo xvn; y la t. X, págs. 281-287; George Irving Dale, The Date of Antonio de Villegas’
segunda, no alcanzó más de cuatro o cinco reimpresiones.201 Death, en Modern Languages Notes, t. XXXVI, págs. 334-337.
[23] V. N. Acero y Abad, Ginés Pérez de Hita: estudio biográfico y bibliográ­
[1] Menéndez y Pelayo, Orígenes de la novela, en N.B.A.E., 1.1, p. eelviii. fico, Madrid, 1888; C. Pérez Pastor, Bibliografía madrileña, t. III, p. 450.
[2] Ed. B.A.E., t. XL. [24] Ed. B.A.E., t. III, págs. 525-526; ed. P. Blanchard-Demouge, Madrid,
[3] F. Cotarelo y Morí, Nuevas noticias biográficas de Feliciano de Silva, 1913-15.
Madrid, 1926. [25] Menéndez y Pelayo, Orígenes, 1.1, págs. ccclxxxvi-ccclxxxvii.
[4] Primera parte del Libro del invencible caballero Don Clarisel de las Flores [26] V. Menéndez y Pelayo, op. cit., t. I, p. ccclxxxix, nota.
y de Austrasia (Sociedad de bibliófilos andaluces), Sevilla, 1879.
[5] Ed. Bonilla y San Martín, en N.B.A.E., t. XI; V. William E. Purser,
Palmerin of England, Dublin-London, 1904; H. Thomas, Spanish and Portu-
guese Romances of Chivalry, London, 1920.
[6] Facsímile de ed. valenciana de 1490 por The Hispànic Society of America,
New York, 1904; V. J. Givanel Mas, La novela caballeresca española: estudio
crítico de «’ Tirant lo Blanch », Madrid, 1912; ídem, El « Tirant lo Blanch »
i D. Quijote de la Mancha, Barcelona, 1922; J. A. Vaeth, Tirant lo Blanch,
New York, 1918.
[7] Don Quijote, Parte I, cap. XLVII.
[8] Rodríguez Marín, El « Quijote » y Don Quijote en América, Madrid, 1911,
p. 16.
[9] V. Hugo A. Rennert, The Spanish Pastoral Romances (Publications of the
University of Pennsylvania), Philadelphia, 1912, p. 12.
[10] Los siete libros de la Diana, ed. Menéndez y Pelayo, en N.B.A.E.,
t. VII, p. 252.
[11] Ibid., p. 269.
[12] Ibid., p. 336.
[13] V. H. Thomas, Shakespeare y Espuria. (Influencia de España en
LA N O V E L A P I C A E E S C A 217

Alfarache, cree en la predestinación, y, como Don Pablos, entiende


que la Fortuna gobierna y rige el mundo ».4 Con una inconsis­
tencia tal vez humana y natural, es una mezcla de astuto ingenioso
CAPÍTULO XX y de bobo perdido;6 y así le vemos unas veces salir victorioso con
sus sutiles artes, y otras quedar hecho una víctima por excesiva
LA NOVELA PICARESCA credulidad o inexperiencia: burlador unas veces, es también a
menudo burlado, casi siempre por mujeres. Es hábil para apo­
1. Caracteres de este género novelesco; el picaro, sus cualidades y con­
cepto de la vida; antecedentes. 2. Lazarillo de Tormes: asunto y derarse de lo ajeno, sin violencia, mediante alguna graciosa estra­
crítica. 3. Mateo Alemán: el Guzmán de Alfarache: sus aventuras; tagema; a la violencia no recurre jamás, porque le sobra tanto
análisis de esta novela. 4. La Pícara Justina, de estilo culterano. buen humor, como resolución le falta para las actitudes trágicas.6
5. El Pasajero de Svárez de Figumoa. 6. Vicente Espinel y su Perezoso y amante de su gloriosa libertad, no se somete a la servi­
Marcos de Obregón. 7. Alonso, mozo de muchos amos: caracterís­ dumbre del trabajo sino cuando el hambre le aprieta, y en ninguna
ticas. 8. Otras novelas picarescas: El viaje entretenido de Rojas, La
hija de Celestina de Salas Barbadillo, La Garduña de Sevilla de ocupación dura mucho: una de las notas tradicionales del picaro
Castillo Solórzano, y Estebanillo González, que representa la decadencia es ser mozo de muchos amos. Sus engaños no nacen de una per­
del género. versión nativa del espíritu, sino de las privaciones de la pobreza.7
Aunque nada moral, suele hacerse simpático por sus rasgos hu­
1. Caracteres de este género novelesco. Frente a las
manitarios, su fondo de creyente, su franqueza y estoicismo, sus
idealizaciones y fantasías de la novela caballeresca y de la novela
divertidas travesuras e invariable buen humor: vemos en él,
pastoril, se presenta la realidad viva en la novela picaresca. En­
más que otra cosa, un producto irresponsable del ambiente y de
traña ésta una reacción contra los libros de caballerías, y el amor,
las circunstancias.
asunto principal en las otras novelas, apenas tiene entrada en la
La España del siglo xvi y principios del xvii, junto a su grandeza
picaresca. El picaro, amante sobremanera de la libertad, y aco­
política, magnas empresas y prodigioso dinamismo espiritual,
sado siempre por el hambre, no tiene tiempo ni gusto para pensar
nos ofrece también el cuadro de una muchedumbre de vagos y
sino raramente en las mujeres. En este género novelesco un
aventureros. Los seis aventureros de España — se titula un libro
picaro — nombre que aparece usado por primera vez en una
de aquel tiempo —, y cómo el uno va a las Indias, y el otro a Italia,
obra de 1548 —• o una picara, como la Justina, nos relata en forma
y el otro a Flandes, y el otro está preso, y él otro anda entre pleitos,
autobiográfica sus aventuras, retratando de paso satíricamente la
y el otro entra en religión. E como en España no hay más gente
sociedad contemporánea;1 en raras excepciones, como La hija
de estas seis personas sobredichas.8 Esta muchedumbre de aven­
de Celestina, se hace el relato en tercera persona. Desfila así
tureros y vagos, y los clérigos nada castos, la clase media indo­
ante nuestros ojos una serie de tipos, de cuadros y episodios, cuya
lente, pobre, orgullosa, y la corrupción administrativa, habían
unidad está mantenida por el carácter picaresco de los lances y
de inspirar una fuerte corriente de literatura reformista. En
por ser uno mismo el protagonista de todos ellos. La literatura
opinión de algunos críticos, la novela picaresca tendía también a
picaresca se halla determinada además por el fondo, por las ideas,
esto, a corregir las costumbres. Esta opinión puede aceptarse o
« por la filosofía que de ella se desprende ».2 El picaro, envuelto
rechazarse con casi igual fundamento. Claro es que la novela
en su rota capa de filósofo cínico, se burla de las leyes y de las con­
picaresca, al ridiculizar los vicios sociales, ponía de manifiesto la
veniencias sociales; ni se cuida de la honra ni hay cosa que le
necesidad de corregirlos. Pero creemos que tales novelas, con
afrente; de nada se avergüenza, porque padece hambre, y « nunca
excepción acaso del Guzmán de Alfarache, no tuvieron otro objeto
pudieron ser amigos la hambre y la vergüenza ».3 Ante el dolor,
que distraer y regocijar a los lectores, siendo cosa de puro entre­
mantiene un impasible estoicismo, « no llora jamás, ni se altera en
tenimiento, sin tendencia alguna trascendental y moralizadora.
demasía por los sucesos de la vida, porque, como Guzmán de
216
ÉPOCA CLÁSICA LA N O V E L A PICARESCA 219
218
La novela picaresca tiene, por supuesto, algunos antecedentes. como dice su autor; esto es, en estilo llano, sin pretensiones litera­
No hay necesidad de remontarse a la venerable antigüedad en rias, en un lenguaje natural y corriente que posee la espontaneidad
busca de vagos precedentes. La forma autobiográfica, las con­ y viveza de la conversación. No se puede decir que el Lazarillo

fesiones cínicas del protagonista, la pintura de la cruda y baja sea el tipo más puro de la prosa castellana del género familiar en
realidad, la observación irónica, el carácter episódico de las el siglo xvi, como lo son las Epístolas de Antonio de Guevara
aventuras: todo ello se encuentra ya en el Libro de buen amor y las Cartas de Santa Teresa de Jesús; es el tipo del lenguaje

del Arcipreste de Hita. Pero además de faltarle otros elemen­ popular más expresivo y vigoroso.
tos que integran la novela picaresca, ni aquella obra está en Lázaro es un muchacho nacido en cierto molino del río Tormes. Por
prosa ni el protagonista es un picaro. El empleo del lenguaje ladrón, sufrió el padre persecución de justicia y destierro; por ladrona,
popular se halla en muchos pasajes de El Corbacho del Arcipreste fué azotada la madre; por ladrón, acabó en la horca el amante de ésta:
de Talavera, así como en La Celestina; y en esta última, tanto como lindezas todas de su linaje que refiere Lázaro sin pena ni gloria, como la
en el obscenísimo pero notable libro de La lozana andaluza (1528)J cosa más natural del mundo. Encomendóle su madre a un pordiosero
de Francisco Delicado (donde precisamente se menciona a Laza­ ciego, para que le sirviera de guía. Dejemos ahora la palabra al chico.
rillo), se ve también al bajo mundo social intensamente descrito. «Salimos de Salamanca, y llegando a la puente, está a la entrada de
Otro'antecedente son los diálogos satíricos de costumbres y tipos ella un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme
de la sociedad, escritos en la primera mitad del siglo xvi, como el que llegase cerca del animal, y allí puesto, me dijo:
Diálogo de Mercurio y Carón (1528) de Juan de Valdés. «— Lázaro, llega el oído a este toro, y oirás gran ruido dentro de él.
«Yo simplemente llegué, creyendo ser asi; y como sintió que tenía la
2. Lazarillo de T ormes. El primer modelo de la novela cabeza par de la piedra, afirmó recio la mano y dióme una gran calabazada
picaresca, origen de la novela moderna de costumbres, es La vida en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada,
de Lazarillo de Tormes. Las más antiguas ediciones conocidas son y dijome:
las tres que se publicaron dentro del mismo año de 1554, en Alcalá ((_ Necio, aprende que el mozo del ciego un punto ha de saber más
de Henares, Burgos y Amberes, las cuales suponen la existencia que el diablo.
(i Y rió mucho la burla. Parescióme que en aquel instante desperté de
de otra edición anterior.10 Por una alusión al final del libro, no
la simpleza en que como niño dormido estaba. Dije entre mi. « I erdad
parece que su redacción sea anterior a 1539. Dichas ediciones dice éste, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar
aparecieron sin nombre de autor. Se le ha atribuido esta famosa cómo me sepa valer. »13
novela a varios escritores, en particular a don Diego Hurtado de
Mendoza. Se ha supuesto también que fuese autobiografía real Era el mendigo un águila del oficio, y con sus artes « ganaba más en un
mes que cien ciegos en un año », pero tan mezquino y avaro que mataba
de un picaro.11 Pero ninguna de estas atribuciones puede acep­
de hambre a Lazarillo. A falta de oro o plata que darle, le daba muchos
tarse, aunque tampoco quepa rechazar resueltamente la más
consejos y le adiestraba en la carrera del vivir. También le daba tantos
reciente en favor de Sebastián de Orozco, poeta toledano del palos como consejos, y Lazarillo resolvió al cabo abandonar su compañía,
siglo xvi.12 Lo cierto es que Lazarillo figuraba ya como personaje no sin gastarle antes una broma por el estilo de las que él había sufrido a
del folklore. sus manos: de cuya broma feroz, quedó el ciego con la cabeza hendida y
Hállase dividida La vida de Lazarillo de Tornes en siete tratados medio muerto. Gran maestro tuvo Lázaro, gran discípulo salió él.
o capítulos.0 Por su breve extensión, es más bien cuento, que no­ Entró luego al servicio de un clérigo. « Escapé del trueno y di en el
vela. Está escrita en forma autobiográfica, y en « grosero estilo », relámpago », porque el ciego, con haber sido la avaricia misma, resultaba
liberal como un príncipe comparado con el nuevo amo. « Toma, come,
<■ De la suma brevedad de algunos de estos siete tratados se han inferido con­
triunfa, que para ti es el mundo. Mejor vida tienes que el papa», le
secuencias que nos parecen de todo punto inaceptables, pues la división y títulos
de los tratados son arbitrarios y hechos por mano ajena. decía socarronamente el clérigo, dándole a roer unos huesos pelados. Al
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fin de tres semanas, el muchacho no se podía tener en pie de pura debilidad: Lázaro con su chispa y viveza habituales. Pasó con él hartas fatigas, y
derechamente se iba a la sepultura. Las mañas de que se valió para hurtar pasólas más tarde con su siguiente amo, un maestro de pintar panderos.
al clérigo los pocos alimentos que en el arca tenía encerrados, están des­ Hasta aquí, el Lazarillo de Tomes es la novela del hambre. El primer
critas con la suma gracia y concisión que todos sus demás trances y escalón de la buena fortuna lo subió nuestro picaro al entrar al servicio
aventuras. El clérigo, al darse cuenta de los hurtos, le tomó de la mano y de un capellán. Fuéle tan bien, que al cabo de cuatro años pudo ahorrar
sacándole a la puerta de la calle, le dijo: para vestirse « en hábito de hombre de bien ».
No era Lazarillo hombre de valor, ni lo fueron sus descendientes, y por
«— Lázaro, de hoy más, eres tuyo y no mío; busca amo, y vete con Dios, eso duró poco su colocación con un alguacil, pareciéndole el oficio peli­
que yo no quiero en mi compañía tan diligente servidor; no es posible sino groso. Y entonces logró el cargo de pregonero en Toledo, y se dejó casar
que hayas sido mozo de ciego. con la criada del arcipreste de San Salvador. Con tal cargo — el más vil
«Y santiguándose de mí como si yo estuviera endemoniado, se torna a después del cargo de verdugo — y gozando del favor que a su mujer dis­
meter en casa y cierra su puerta. »14 pensaba el arcipreste, Lázaro termina el relato declarándose en la cumbre
El chico fué de mal en peor, pues si el mendigo le había matado de de toda buena fortuna!
hambre, y el clérigo le había casi enterrado, su nuevo dueño, un escudero,
no sólo dejó de mantenerlo, sino que Lázaro hubo de mantenerlo a él El triunfo de este libro fué inmediato y universal: se tradujo al
pordioseando. Este triste escudero, que andaba con el estómago vacío y francés (1561), holandés (1579), inglés (1586), alemán (1617),
con la cabeza llena de humos, había abandonado su tierra por « cuestiones italiano (1622), y hasta al latín (1623 ó 1652).18 Sorprendió y en­
de honra », es decir, por no tener que quitarse el bonete ante un vecino cantó a los lectores, dentro y fuera de España, por su novedad:
que era reacio en quitarse el suyo para contestarle al saludo. Lazarillo en asunto, caracteres y lenguaje, era la realidad humana que en­
juzgaba absurda la conducta de su señor en éste y en los demás puntos de traba en la literatura. Se popularizaron sus anécdotas, y algunas
honor, « pero se inclinaba ante su superioridad moral: él percibía oscura­
frases se convirtieron en proverbios; el mismo nombre de Laza­
mente que su señor pertenecía a otra raza, que hablaba un lenguaje inin­
teligible y ciertamente insensato, pero mucho más hermoso que el suyo ».15 rillo vino a emplearse como apelativo del muchacho que guía a
Y Lazarillo le toma cariño al bueno del escudero, que tras pasarse el día un ciego. Y su influjo, como modelo de un nuevo género nove­
sin haber comido mas que un mendrugo de pan, salía luego de paseo con lesco, trascendió a las literaturas europeas. « Era posible — es­
un palillo de dientes en los labios, muy estirada su persona, haciendo con cribe Chandler — que independientemente del influjo español
el cuerpo y la cabeza muy gallardos meneos, con tan gentil semblante y entraran en el mundo literario los picaros, que siempre han exis­
continente qué quien no le conociera le tomaría por muy cercano pariente tido en la realidad, y siempre interesan; pero, con rarísimas ex­
de algún título de Castilla.16 Está retratado el tipo del escudero, como cepciones, aquellos que representan algo en la historia de la novela
todos los que desfilan por las páginas del libro, con tanta ironía como pro­ tienen un innegable parentesco con los picaros de España. »19
funda intención; pero en las palabras de Lázaro hay, además, algo de
afectuoso respeto por su pobre amo. Este capítulo es sin duda el más
3. Mateo Alemán. Pasaron bastantes años antes de que
admirable de todo el libro.
Fué su cuarto amo un fraile de la Merced, al cual presenta de cuerpo saliera a luz otra novela picaresca digna de figurar junto a su
entero en cuatro pinceladas: modelo: esa nueva obra es el Guzmán de Alfarache, cuya primera
parte se publicó en 1599. En menos de cinco años, alcanzó
«Gran enemigo del coro y de comer en el convento, perdido por andar
fuera, amicísimo de negocios seglares y visitar, tanto, que pienso que rom­ veintinueve ediciones.20 La segunda parte apareció en 1604. El
pía él más zapatos que todo el convento. Éste me dio los primeros za­ autor de este libro notable era el sevillano Mateo Alemán (1547-
patos que rompí en mi vida, mas no me duraron ocho días, ni yo pude ¿ 1614?), que después de haber cursado los estudios de Medicina,
con su trote durar más. Y por esto, y por otras cosülas que no digo, salí se pasó la vida ocupado en negociar asuntos ajenos, interviniendo
de él. »17 en compras, subastas y contratos, establecido unas veces en
Sirvió luego a un buldero de «muy sutiles invenciones », referidas por Sevilla, y otras en Madrid, yendo de acá para allá en el tráfago
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de sus humildes negocios. Agitada existencia fue la suya, siempre entró al servicio de un cocinero, a quien hurtaba cuanto podía, pero pro­
enredado en deudas y en amores. Y por deudas fue metido en la curando agradarle en lo demás.
cárcel de Sevilla en 1580. Volvió a verse en ella por igual causa « Perdíme con las malas compañías . . . Cuando comencé a servir, pro­
en 1602, en los mismos días acaso que allí estaba preso Cervantes. curaba trabajar y dar gusto; después los malos amigos me perdieron dulce­
Ya viejo, a los sesenta años, vino a dar con sus huesos y con su mente. La ociosidad ayudó gran parte, y aun fué la causa de todos mis
carga de tristezas y desengaños en las Indias, « refugio y amparo daños. »25
— conforme a Cervantes — de los desesperados de España », bus­ Descubiertos sus hurtos, es despedido. Poco después roba a un espe­
cando la protección de un cercano pariente que tenía en Méjico ciero mil quinientos reales y se marcha de la corte. En Toledo se viste
muy galán y trata de amores con dos cortesanas, que le sacan el dinero,
(1608). «Y podremos decir de él — escribía un contempo­
dejándolo burlado. Entonces da al diablo el amor y sus enredos y parte
ráneo —, no haber soldado más pobre, ánimo más rico ni vida hacia el pueblo de Almagro; allí se alista en una compañía de soldados
más inquieta con trabajos, que la suya, por haber estimado en más destinada a Italia, se gasta el dinero con el capitán, y queda de asistente
filosofar pobremente, que interesar adulando. »21 suyo. En Barcelona, puerto de embarque de la compañía, hurta a un
El Guzmán de Alfarache, su obra principal, es la autobiografía de platero por medio de ingeniosa estratagema. Al desembarcar en Génova,
un picaro: el capitán, que ha cobrado miedo a las travesuras de Guzmán, le despide.
Guzmán empieza, como Lazarillo, presentando su nada limpio pasaporte Sin dinero y sin saber la lengua, busca el amparo de los parientes de su
al lector: lugar de nacimiento, Sevilla; padre, un aventurero genovés que padre, a cuyas manos sufre burla cruel, y luego pasa a Roma. Aquí
se establece en dicha ciudad como negociante ladrón; madre, una aven­ ingresa en la cofradía de mendigos y nos da a conocer sus ingeniosos
turera del amor, mantenida por cierto caballero viejo y rico. De la unión estatutos.
ilegítima de ambos aventureros, nace Guzmanillo. Muerto el padre y el A un cardenal que se apiadó de él, y le tomó de paje, hurtóle Guzmán
viejo rico, sobreviene la pobreza. Guzmán, ya mozuelo, se escapa de su cuanto pudo; se entregó al juego, y fué despachado. Entró a servir en­
casa: huye de la miseria y busca las novedades del mundo. Aunque mal tonces al embajador de Francia, haciendo sus delicias como gracioso.
criado, tiene confianza en Dios y en las buenas gentes. Cierta dama romana, a quien Guzmán solicitaba para su enamoradizo
En una venta del camino sufre el primer engaño: la ventera le da a señor, se burló del picaro metiéndole en el sucio corral de la casa, donde se
comer una tortilla de huevos que estaban a .punto de transformarse en pasó una noche entera de lluvia torrencial. Otra ridicula aventura que
pollos; el chico se la come, « aunque verdaderamente sentía crujir entre le acaeció a causa de la misma dama, y es la más extensa y divertida del
los dientes los tiernecitos huesos de los sin ventura pollos, que era hacerme libro, se difundió por toda Roma; y Guzmán que, a diferencia de otros
como cosquillas en las encías ».22 En compañía de un arriero y dos clérigos, picaros, temía el ridículo, se marchó corrido de vergüenza a Florencia.
llega al pueblo de Cantillana, donde sufre nuevo engaño y le roban la De paso por Siena, le robaron los baúles; en Florencia se le acabó el
capa, refiriendo todo ello con muy graciosas circunstancias. Continúa su dinero; y en Bolonia, tratando de que la justicia encarcelara al ladrón de
camino en la misma compañía, cuando unos cuadrilleros, confundiendo a los baúles, el propio Guzmán resultó el encarcelado.
Guzmán con un paje que perseguían,'le aporrean despiadadamente hasta Después de abandonar la cárcel, juega y gana, se va a Milán y allí estafa
descubrirse el error. Desde Cazalla prosigue solo su marcha hacia Ma­ a un mercader; con bastante dinero, pasa a Genova, roba a los parientes
drid. Traspasado de hambre, robado, engañado y apaleado injustamente, que tan mala broma le habían gastado, y se embarca para España. Más
principia a pensar en que tiene que aguzar el ingenio para vivir. Sirve de tarde, ya camino de Madrid, se detiene en Zaragoza, donde una mozuela
mozo en una venta del camino, y cuenta las tretas y los hurtos del picaro le saca los cuartos nada limpiamente: en materias de amor, el picaro
ventero. Llega al fin a Madrid, dispuesto a trabajar honradamente. continúa tan confiado e inexperto. En Madrid se hace negociante de
Como va sucio y roto, nadie quiere tomarle a su servicio. «Viéndome joyas, edifica una casa, y contrae matrimonio. La dicha y las riquezas
perdido, comencé a tratar el oficio de la florida picardía. »23 Juntóse con le duran poco; su mujer, despilfarradora y sin juicio, y los malos negocios,
otros picaros, y fuése adiestrando en el oficio de la picardía. Y tan a gusto le tienen en continuo sobresalto. Guzmán trata bien a su media costilla,
estaba en su gloriosa libertad, que « no trocara esta vida de picaro por la pero ella le convierte la existencia en purgatorio; al cabo de siete años
mejor que tuvieron mis pasados ».24 Persuadido al cabo por cierto amigo, de matrimonio, la díscola e insensata mujer « se fué al infierno ».
LA N O V E L A PICARESCA 225
224 ÉPOCA CLASICA

Guzmán, ya viudo, vendió la casa y marchó a Alcalá para estudiar las galeras. El picaro Guzmán es mucho más persona que Laza­
teología y hacerse sacerdote, medio de asegurarse el puchero para el resto rillo. Éste era un gracioso muchacho, sin sentido moral, que sólo
de sus días. Llevaba varios años de estudios aprovechados, cuando saltó pensaba en satisfacer el hambre, y todo lo demás le era indife­
de bachiller en teología a « maestro de amor profano »: se había enamorado rente. Guzmán es más observador, más razonador y más apasio­
perdidamente de una linda mocita que ansiaba marido, y se casaron. nado. Guzmán es devoto: « Ya sabes mis flaquezas. Quiero que
Trasladada su residencia a Madrid, Guzmán se dió vida de príncipe gracias sepas que con todas ellas, nunca perdí algún día de rezar el rosario
a la hermosura de la consorte. Pero como todos los negocios tienen su entero, con otras devociones.»27 Guzmán se indigna ante la injus­
quiebra, el bondadoso marido y la fácil hermosa fueron desterrados por ticia ajena, aunque él mismo llegue a pecar en todo mucho más
escandalosos. En Sevilla, su mujer se escapó con un capitán de galeras,
de lo que Lazarillo jamás pensara. Es capaz de enamorarse
llevándose de paso las joyas y el dinero.
perdidamente de una mujer, como de la mocita de Alcalá. Guz­
Solo, pobre, Guzmán se dedica a hurtar; le atrapa la justicia, y es
sentenciado a galeras. Los feroces tratamientos que sufre en aquella mán tiene el sentimiento de la patria: « ¡Ah, ah España, amada pa­
espantosa vida de los forzados — descrita con singular colorido y emo- tria, custodia verdadera de la fe, téngate Dios de su mano . . . ! »28
ción_ acaban por domar su espíritu; y enfermo, cansado de luchar, sin Tiene sentido de responsabilidad, se da cuenta de que está en el
esperanzas, se arrepiente de la pasada existencia y eleva el pensamiento mal camino, y aun a veces se toma la molestia de justificarse ante
a Dios: el lector. Guzmán, aunque diga que no quiere tener honra, ni
verla, tiene vergüenza; y por vergüenza de una ridicula aventura,
« Dile gracias entre mí a solas, pedíle que me tuviese de su mano, cómo
más no le ofendiese. Porque verdaderamente ya estaba tan diferente del sacrifica su empleo en casa del embajador y sale de Roma.
que fui, que antes creyera dejarme hacer cien mil pedazos, que cometer el El panorama social del Guzmán de Alfarache es infinitamente
más ligero crimen del mundo. »26 más vasto y complejo que el de Lazarillo de Tormes. Con Guzmán
visitamos gran parte de España y de Italia, y le vemos codearse
Habiendo descubierto una conspiración de los otros galeotes para
con gentes de toda clase y condición, desde el picaro y el mendigo
apoderarse de la nave, el capitán de ella le promete a Guzmán la libertad.
hasta el cardenal y el embajador. Los cuadros de costumbres son
Y con el anuncio de una tercera parte — que no llegó a escribirse — ter­
variados y numerosos. Los males que describe no son ya sólo el
mina la novela.
hambre y la avaricia, sino los muchos que el mundo encierra: la
En el largo relato de las aventuras de Guzmán de Alfarache, hay rapacidad de los mesoneros, la hipocresía de los mendigos, los
intercaladas varias novelas cortas y buen número de anécdotas. latrocinios de los mercaderes, la torpeza de los jueces, la incompe­
Contiene además disertaciones morales, de tanta extensión, que tencia de los funcionarios, etc. Dura es el alma de toda esta
en varios capítulos ocupan más espacio que la narración novelesca. muchedumbre de personajes, sin un destello apenas de afectuosi­
Son tales digresiones de positivo interés para el estudio de la psico­ dad o ternura. Menos duro que casi todos ellos, y mucho más
logía nacional, y de notable agudeza, originalidad y sustanciosa divertido, es el picaro.
doctrina; publicadas aparte, constituirían un ameno y excelente La novela atesora gracia e inventiva. Pero le falta aquella
tratado de filosofía moral, pero intercaladas en la novela, reducen encantadora ligereza y rebosante alegría de vivir que resplandecen
el interés de ésta y malogran su efecto artístico. Curioso en todo en las páginas del Lazarillo de Tormes. El Guzmán de Alfarache, a
caso es el contraste entre la gravedad y sentido etico de dichos pesar de sus carcajadas, es un libro lleno de amargura, infinita­
comentarios v las cínicas desvergüenzas y sutiles artes de aquel mente triste. El autor, en su vida de necesidades y sinsabores,
mundo de aventureros. ha conocido lo más negro del mundo. Y lo ha descrito sin cólera,
El carácter de Guzmán está desarrollado con toda amplitud, pero con pesimismo y amarga resignación. El lenguaje no es popu­
desde que abandona su casa con confianza en Dios y en las buenas lar como en el Lazarillo, sino literario, y tan natural, castizo y ele­
gentes, hasta que, resbalando por la pendiente del vicio, acaba en gante que sólo Cervantes pudo manejarlo con superior maestría.
ÉPOCA CLÁSICA LA N O V E L A PICARESCA 227
226

4. La P ícara Justina. Esta novela, que termina al tiempo rasgos incomparables de costumbres, lea El Pasajero, en el cual,
que Justina se casó « con don Picaro Guzmán de Alfarache », fué sin embargo, lo más interesante de estudiar que yo encuentro es el
compuesta por el médico toledano F rancisco López de Úbeda.29 carácter mismo del autor, público maldiciente, envidioso universal
El título de la primera edición (1605) es bastante expresivo: Libro de los aplausos ajenos, tipo del misántropo y excéntrico, que se
de entretenimiento de la Pícara Justina, en el cual, debajo de gra­ destaca del cuadro de la literatura del siglo xvii, tan alegre, tan
ciosos discursos, se encierran provechosos avisos. Al fin de cada confiada y tan simpática. »34
número verás un discurso que te muestre cómo te has de aprovechar
6. Vicente E spinel. Otra gran obra de la literatura picaresca
de esta lectura para huir los engaños que hoy día se usan. . . Con­
tiene asimismo algunos versos, colocados por lo común al princi­ es La vida del escudero Marcos de Obregón (1618). Su autor, el
pio de los capítulos. Abunda la sátira clerical, aunque en el capellán Vicente Espinel (1551-1624), fué además buen músico y
aprovechamiento con que termina cada subdivisión de capítulo, se poeta; como músico añadió la quinta cuerda a la guitarra, y
desvirtúa la sátira con reflexiones morales. En la catedral de como poeta inventó la décima o espinela (diez versos de ocho
León, por ejemplo, Justina se divierte a costa de los clérigos, y sílabas: abbaaccddc). Cobró fama de hombre áspero, desordenado
dice cosas tan desvergonzadas, que no pueden repetirse; luego, y bohemio. Y todas estas cualidades salen a relucir juntamente
en el aprovechamiento se lee lo siguiente: « Personas mal inten­ en la carta que le escribió Lope de Vega al duque de Sesa (1617),
cionadas son como arañas, que de la flor sacan veneno; y así recomendándole a nuestro capellán: « merece Espinel que vuestra
Justina de las fiestas santas no se aprovechaba sino para decir excelencia le honre por hombre insigne en el verso latino y caste­
llano, fuera de haber sido único en la música; que su condición no
malicias impertinentes. »30
Posee esta novela más agudeza satírica que invención. El será ya áspera, pues la que más lo ha sido en el mundo se tiempla
estilo se caracteriza por los juegos de palabras, conceptos extrava­ con los años o se disminuye con la flaqueza ».35 Espinel corrió
gantes y afectación erudita. Se ha considerado como la piimera mucho mundo en su larga vida aventurera, cultivó la amistad de
muestra de culteranismo y conceptismo en la prosa castellana, grandes señores, fué escudero del conde de Lemos, viose cautivo
y se ha indicado su probable influjo en el Tristram Shandy de de los piratas berberiscos, luchó como soldado en Italia, y tras
una juventud azarosa, y no sin escándalos, se hizo sacerdote.
Sterne.
De la rica cosecha de la experiencia personal, de su observación
5. E l Pasajero. El poeta y prosista Cristóbal Suárez de de los varios casos y tipos del alto y bajo mundo, y de su fértil
F igueroa (¿ 1571-1645?) publicó su libro El Pasajero, adverten­ fantasía, sacó el material de las tres relaciones, o partes, que com­
cias útilísimas a la vida humana en 1617. Está escrito en foima de ponen el Marcos de Obregón. Es un escudero pobre, ya viejo y
diálogos entre cuatro pasajeros que «partieron de Madrid a cansado, que desea relatarnos su vida con brevedad y honestidad:
Barcelona para embarcarse a Italia, cuatro entre quien el camino, « mostrar en mis infortunios y adversidades cuánto importa a los
sin conocerse, trabó amistad y correspondencia ».31 Charlan sobie escuderos pobres, o poco hacendados, saber romper por las difi­
diversos temas y cada uno cuenta algo de su vida, mas o menos cultades del mundo, y oponer el pecho a los peligros del tiempo y
picaresca. Créese que, en parte, es autobiografía del autor. la fortuna . . . »36 Su aspiración, pues, es enseñar deleitando.
Conforme a la opinión de un crítico, debe figurar entre las obras Nuestro viejo escudero entra a servir al doctor Sagredo y a su esposa
maestras de la literatura picaresca.32 A juicio de otro, es el mejor doña Mergelina. El doctor es « el más desazonado colérico del mundo »,
documento quizás que poseemos para estudiar la sociedad española y su esposa, gallarda y enamoradiza mujer. Marcos evita que la dama sea
de principios del siglo xvn.33 « Quien busque noticias de apacible descubierta por el marido en cierta aventura galante, tan festiva como
curiosidad — afirmaba Menéndez y Pelayo , sátiras tan crueles picaresca, con un mocito barbero, buen cantador y guitarrista. Vive con
como ingeniosas, gran repertorio de frases venenosas y felices, el alma en un hilo, hasta que abandona el servicio del doctor.
LA N O VE L A P I C A R E S C A 229
228 EPOCA CLASICA

Después de haber pasado hambre en casa de un gentilhombre, se en­ rostros al cielo; eché de ver la tempestad que amenazaba al día, dime
cuentra con cierto ermitaño, antiguo camarada suyo en las guerras. Y a priesa por volver presto. »38
ruegos de éste, refiere toda su historia: sus aventuras de estudiante, yendo El lenguaje es apropiado y corriente: « Escribíle en lenguaje
y viniendo de Ronda a Salamanca; su época de vagabundo por tierras de
fácil y claro, por no poner en cuidado al lector para entenderlo. »39
Vizcaya y Aragón, con dos desafortunados lances amorosos; sus servicios
de escudero con el conde de Lemos, en Valladolid; el encierro en una El estilo, natural y agradable.
bodeguilla, por las lindas manos de cierta vengativa mujer, y su cómica La obra más perfecta del género picaresco en Francia, el Gil
escapatoria, en Sevilla; su partida para Italia y cautividad en Argel, Blas de Santillana de Le Sage, debe más a la novela de Espinel que
donde sirve a un renegado cuya hija se enamora de Marcos; la larga serie a las otras obras españolas que el francés también aprovechó:0 la
de aventuras en Italia, hasta Que vuelto a España sirve a un gran señor anécdota del prólogo; la de don Gabriel Zapata cuando les des­
y acaba injustamente en la cárcel; su viaje por Andalucía, y caída en pertaron para un desafío a las seis de la mañana; el tipo del doctor
poder de bandidos que le meten en una cueva. Aquí halla a otro prisionero, Sagredo, y la aventura galante de su mujer; la burla de las lisonjas
el doctor Sagredo, que le cuenta su propia historia desde que se separaron: en el mesón de Córdoba; la treta para descubrir el robo del tesoro
el doctor se había embarcado con su mujer en la expedición enviada por del virrey de Argel; la estafa de Marcos por la buscona Camila, y
Felipe II al estrecho de Magallanes; en la costa de América, naufragó el el ardid de aquél para desquitarse, etc.40
barco, pasaron a otra nave de la flota, y después de seis meses de navegar
a merced de las corrientes, con las velas destrozadas, fueron a dar en una
7. A l o n so , mozo d e m u c h o s am o s . Esta novela, titulada
isla habitada por gigantes monstruosos; lucharon contra ellos los espa­
ñoles, y pudieron escapar al fin. De vuelta a España, fué su nave atacada también El donado hablador, fué compuesta por J er ó n im o d e
por piratas argelinos, y finalmente se veía ahora prisionero de estos ban­ A lcalá Y á ñ ez (1563-1632), médico segoviano. Se publicó en dos
didos, en la cueva. De ella salen libres Marcos y el doctor Sagredo gracias partes: en 1624 la primera, y la segunda en 1626. Aunque escrita
a la astucia de doña Mergelina, que anda disfrazada de paje. Termina en forma de diálogo, es verdadera autobiografía porque Alonso
la novela con algunas consideraciones sobre la insigne virtud de la pa­ habla largamente, sin más que cortas interrupciones de su inter­
ciencia. locutor.
Esta novela encierra considerable caudal autobiográfico. Es­ Alonso, donado (lego) de un convento, cuenta al vicario de la orden, y
pinel no era un picaro, pero Marcos de Obregon tampoco realiza luego a un cura, los sucesos de su vida, los trabajos que pasó con los muchos
ningún acto reprobable, sino en legítima defensa: tan buena per­ amos que había tenido: un tío suyo, cura de aldea y muy avariento; un
sona es, que apenas parece picaro. Hay varios episodios en la capitán brutal; un sacristán colérico e irreverente; un matrimonio joven y
mal avenido, sin prudencia, amor ni dinero; un alcalde de Córdoba, ancho
novela que también se encuentran en la vida del autor, y algunas
de conciencia y de buen humor, que le reía las gracias a Alonso, pero no le
circunstancias por las que el autor y el protagonista resultan ser pagaba sueldo; un médico muy hinchado de ciencia que señalaba no sólo
una misma persona. La acción es más rápida que en el Guzmán de el día, sino la hora y el minuto en que había de morir el enfermo; una
Alfarache, y las digresiones morales mucho más breves. Contiene viuda de Valencia, cuya casa era «la misma miseria y desdicha». Al
curiosas anécdotas referentes a hombres notables de aquel tiempo, servicio de un alguacil mayor, pasó a Méjico aspirando a enriquecerse,
como la de don Fernando de Toledo,« que por discretísimas trave­ con tan mala fortuna que tuvo que regresar a Sevilla más pobre que había
suras que hizo le llamaron el Picaro ».37 Las aventuras están ° El Gil Blas de Le Sage es un magistral mosaico de tipos, cuentos, anécdotas y
hábilmente narradas: algunas, de modo excelente. Descuella el episodios de obras españolas. La crítica ha especificado los pasajes tomados de
autor como observador atento de la naturaleza: las siguientes obras, o inspirados en ellas: Marcos de Obregón de Espinel, Guz­
mán de Alfarache de Alemán, Vida de Estebanillo González, Casarse por vengarse
« El día amaneció claro, y el sol grande y de color amarillazo. Fuera de de Rojas Zorrilla, Los empeños del mentir de A. Hurtado de Mendoza, Más puede
esto, en un rebaño de ovejas que encontré cerca de la puente, vi que los amor que la sangre, La niña de los embustes y Aventuras del Bachiller Trapaza de
Castillo Solórzano, y Todo es enredos amor . . . de Figueroa y Córdoba.
carneros se topaban unos con otros, y de cuando en cuando alzaban los
LA N O V E L A PICARESCA 231
230 ÉPOCA CLÁSICA

salido. Se acomodó luego con el director de cierta compañía dramática; se dice en el prólogo, acaba merecidamente en el patíbulo.43 Parte
íué mozo en un convento de monjas, cuya virtud ensalza; vivió despues en estilo autobiográfico, y parte en el narrativo, merece especial
entre gitanos; y se casó en Zaragoza con cierta « viuda, vieja y con dos elogio esta novela por su unidad, interés y la pureza de su estilo.
hijos mayores que su padre », la cual le hizo purgar a Alonso todas sus Aprovechóla a conciencia Scarron para su Hypocrites y se obser­
culpas, y las ajenas. Muerta la mujer, Alonso se fué a Lisboa y entró de van sus huellas en el Tartuffe de Moliére.
mayordomo en casa de cierto caballero portugués que tenía una hija de Autor de novelas del género fué, igualmente, A lo n so d e C a s ­
pocos años y menos sesos, metida en locos amoríos; sirvió más tarde a un t illo S olórzano (¿ 1584-1647 ?), que también figuró entre los
pintorcillo de mala muerte; y tras acomodarse sucesivamente con un dramaturgos. Su principal novela es La Garduña de Sevilla y
cardador de lanas y con un mercader, se hizo al fin ermitaño. anzuelo de las bolsas (1642), historia de una picara llamada Rufina,
Bien descritos están el carácter y las costumbres de cada uno de «moza libre y liviana . . . , dada a tan proterva inclinación, que
sus amos, los lances que presenció o que a él mismo le ocurrieron, no había bolsa reclusa ni caudal guardado contra las ganzúas de
y las ventajas e inconvenientes de los oficios y profesiones. Se sus cautelas y llaves maestras de sus astucias o.44 Es una de las
intercalan a menudo felices anécdotas, fábulas y razonamientos novelas de mayor ingenio, justa observación y esmerado arte.a
morales. Característica de Alonso es la de consejero y repiensoi Citaremos, para terminar, un libro de autor desconocido, la
de sus amos, pero sus juiciosos avisos de nada servían: Vida y hechos de Estebanillo González (1646), el más cobarde y
bebedor de todos los picaros; también el más andariego, pues
« Los unos se enfadaban de mis razones, y en lugar de darme las gracias
por los avisos, me volvían malas palabras, y la de menos ofensa era la de recorre media Europa:
habladorcilio, palabrero de poco seso y menos asiento, dándome en cara con
las casas que había mudado; que verdaderamente no podía saber quien «Aquí hallará el curioso lector — anuncia el prólogo — dichos agudos;
había sido el cronista de mi vida y milagros, o yo quién era lo debía de el soldado, batallas campales y viajes a Levante; el amante, enredos
traer escrito en la frente, pues en cualquier ciudad que llegaba luego me amorosos; el alegre, diversidad de chanzas y variedad de burlas; el
decían: Alonso, el mozo de muchos amos ...)) melancólico, epitafios fúnebres. . . ; el poeta, compostura nueva y romances
ridículos; el recogido en su albergue, las flores de la fullería, las leyes de la
8. O t r a s n o v e l a s p ic a r e s c a s . Prescindiendo de algunas
gente del hampa, las preeminencias de los picaros. . . , y finalmente, los
novelas picarescas que serán examinadas más adelante, al pre­ prodigios de mi vida, que ha tenido más vueltas y revueltas que el la­
sentar en conjunto la obra literaria del respectivo autor, haremos berinto de Creta. »45
referencia aquí a varias otras importantes.
En El viaje entretenido (1603), del_ cómico A g u s t ín d e R o ja s
Efectivamente, de todo ello se verán muestras en esta novela;
(1572—¿ 1612?), se relata algo de la vida del autor y de tres com­ lo que le falta es plan, observación del mundo que rodea a Este­
pañeros, todos cómicos apicarados, y se tocan « diversas materias
banillo, buen gusto y habilidad narrativa. Representa ya la
de curiosidad, ingenio y entretenimiento ».4* Está en forma de
decadencia de la literatura picaresca en la época clásica, cuya
diálogo, con muchos pasajes en verso, y el interlocutor Rojas es última manifestación es Periquillo el de las gallineras (1668) de
el que lleva la voz cantante. Contiene este libro interesantes
F ra ncisco S a n t o s .
noticias acerca de las «ocho maneras de compañías y represen­
tantes », con otras materias del teatro. a Imitadas de obras de Castillo Solórzano son las que siguen: de El mayorazgo
A lo n so d e S a l a s B a r b a d il l o (1581-1635) escribió numerosas figura, Los alivios de Casandra y El marqués del Cigarral, respectivamente, L'héri-
tier ridicule, ou la dame intéressée, Le roman comique y Dom Japhet d'Arménie
obras en prosa y en verso. Entre sus varias novelas satíricas (debiendo esta última más aun a Entre bobos anda el juego de Rojas Zorrilla), de
y picarescas sobresale La hija de Celestina o La ingeniosa Elena Scarron; de La garduña de Sevilla, La dame d'intrigue, de Chappuzeau, y (com­
(1612), mujer hermosa, astuta y perversa que después de mostrar binada con Las arpías de Madrid del mismo autor) Le marquis ridicule, ou la com-
cumplidamente «lo que ejecuta la malicia de este tiempo », como tesse faite à la háte, de Scarron. Véase la nota en pág. 229.
232 ÉPOCA CLÁSICA LA N O V E L A PICARESCA 233

[1] V. Morel-Fatio, Vie de Lazarille de Tornes, Paris, 1886, p. ii; Fonger de [25] Ibid., 2, NI.
Haan, An Outtíne of the History of the Novela Picaresca in Spain, The Hague- [26] Segunda parte de Guzmán de Alfarache, 3, IX.
New York, 1903, p. 8; Bonilla y San Martín, Etimología de « picaro », en [27] Primera parte, 2, III.
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, t. V, págs. 374-378; F. de Haan, [28] Ibid., 3, V.
Picaros y ganapanes, en Homenaje a Menéndez y Pelayo, Madrid, 1899, t. II, [29] V. Foulché-Delbosc, L'auteur de la Pícara Justina, en Revue hispanique,
págs. 149-190. t. X, págs. 236-241.
[2] Bonilla y San Martín, La vida de Lazarillo de Tornes, Madrid, 1915, [30] La Pícara Justina, ed. B.A.E., t. XXXIII, p. 105; ed., con glosario,
p. xi. Puyol y Alonso (Bibliófilos madrileños), Madrid, 1912.
[3] Guzmán de Alfarache, Parte I, libro 2, cap. II. [31] El Pasajero, ed. Rodríguez Marín (Biblioteca Renacimiento), Madrid,
[4] Bonilla y San Martín, Historia de la filosofía española, Madrid, 1911, 1913, p. xv.
t. I, p. 159. [32] F. de Haan, op. cit., págs. 28-29.
[5] Henry Butler Clarke, The Spanish Rogue-Story (Novela de Picaros), en [33] J. P. Wickersham Crawford, The Life and Works of Cristóbal Suárez de
Studies in European Literature: Taylorian Lectures (1889-1899), Oxford, 1900, Figueroa (Pubhcations of the University of Pennsylvania), Philadelphia, 1907,
p. 331. p. 95.
[6] F. Wadleigh Chandler, Romances of Roguery: The Picaresque Novel in [34] Historia de las ideas estéticas en España (2da. ed.), Madrid, 1896,
Spain, New York, 1899, p. 48. t. III, págs. 419-420.
[7] Rafael Salillas, El delincuente español: Hampa (Antropología picaresca), [35] V ■J. Ibero Rivas y Canfranc, Ultimos amores de Lope de Vega Carpió,
Madrid, 1898, p. 70; V. Mireya Suárez, La novela picaresca y el picaro en la Madrid, 1876, p. 65.
literatura española, Madrid, s.a. (1926?) [36] Espinel: Vida de Marcos de Obregón, ed. Samuel Gili y Gaya (Clásicos
[8] V. Rodríguez Marín, Discurso leído ante la Real Academia Española (27 Castellanos), Madrid, 1922-23, t. I, p. 43; ed. B.A.E., t. XVIII.
de octubre de 1907). [37] Ed. Gili y Gaya, t. I, p. 49.
[9] Retrato de la Lozana Andaluza, ed. Eduardo María de Segovia, Madrid, [38] Ibid., p. 154.
1916. [39] Ibid., t. II, p. 341.
[10] 7. Foulché-Delbosc, Remarques sur Lazarille de Tornes, en Revue his- [40] V. Léo Claretie, Lesage romancier, Paris, 1890, págs. 250-261; Gustav
panique, t. VII, p. 81 y sigts. Haack, Untersuchungen zur Quellenkunde von Lesages « Gil Blas de Santillane »,
[11] Fonger de Haan, An Outline, etc., p. 13. Kiel, 1896; F. Brunetiére, L i question de Gil Blas, en Ilistoire et littércture,
[12] Julio Cejador, La vida de Lazarillo de Tormes (Clásicos Castellanos), ed. París, 1891, t. II, págs. 235-269; J. Juderías, Los orígenes del « Gil Blas de
anotada, Madrid, 1914, págs. 43-68. Smtillana », en La Lectura, 1916, t. II, págs. 47-56.
[13] La vida de Lazarillo de Tormes: Restitución de la edición príncipe, por [41] El donado hablador Alonso, mozo de muchos amos, ed. B.A.E., t. XVIII,
R. Foulché-Delbosc, en Bibliotheca hispánica, t. III, p. 6; ed. B.A.E., t. III. p. 572.
[14] Tratado II. [42] El viaje entretenido, ed. N.B.A.E., t. XXI, p. 460; ed. Bonilla y San
[15] Arvéde Barine, Les gueux d’Espagne: Lazarillo de Termes, en Revue Martín, Madrid, 1901; V. G. Cirot, Valeur littéraire du « Viaje entretenido »,
des Deux Mondes (15 avril 1888), t. LXXXVI, p. 892. en Balletin hispanique, t. XXV, págs. 198-211.
[16] Tratado III. [43] La hija de Celestina o La ingeniosa Elena, ed. N.B.A.E., t. XVII;
[17] Id., IV. Salas Barbadillo: La peregrinación sabia y el sagaz Estado, marido examinado,
[18] La última y mejor versión inglesa es The Life of Lazarillo de Tomes ed. F. A. de Icaza (Clásicos Castellanos), Madrid, 1924; Obras, con importante
and his Fortunes and Adversities, by Louis How, with an introdudion and notes introducción bio-bibliográfica, ed. Cotarelo y Morí, Madrid, 1907-1909; V.
by Charles Philip Wagner, New York, 1917. Pérez Pastor, Bibliografía madrileña, t. III, págs. 466-469; E. B. Place, Salas
[19] Chandler, op. cit., p. 397. Barbadillo, Satirist, en The Romànic Review, t. XVII, págs. 230-242.
[20] V. Foulché-Delbosc, Bibliographie de Mateo Alemán, en Revue his­ [44] Castillo Solórzano: La Garduña de Sevilla y anzuelo de las bolsas, ed.
panique, t. XLII, p. 553. F. Ruiz Morcuende (Clásicos Castellanos), Madrid, 1922, págs. 23-24; ed.
[21] Elogio del alférez Luis de Valdés, en Guzmán de Alfarache, ed. Julio B.A.E., t. XXXIII; obras de Castillo Solórzano editadas por Cotarelo y
Cejador (Biblioteca Renacimiento), Madrid, 1913, t. II, p. 16; ed. B.A.E., Morí, en Madrid, La niña de los embustes (1906), Noches de placer (1906),
t. III. Las harpías en Madrid y Tiempo de regoájo (1907), Tardes entretenidas (1908)
[22] Primera parte de Guzmán de Alfarache, libro 1, cap. III. y Jornadas alegres (1909).
[23] Ibid., libro 2, cap. II. [45] Vida y hechos de Estebanillo González, ed. B.A.E., t. XXXIII, p. 286;
[24] Ibid., 2, II. V. E. Gossart, Les espagnols en Flandre, Bruxelles, 1914, págs. 245-296.
CAPITULO XXI

CERVANTES
1. Biografía: soldado en Italia, cautivo en Argel, empleado adminis­
trativo, pobre siempre. 2. Cervantes, poeta: composiciones sueltas y
Viaje del Parnaso; juicio crítico. 3. El autor dramático: El trato de
Argel y La Numancia; importancia de esta tragedia. 4. Las Ocho
comedias, mediocres. 5. Los Entremeses: su mérito particular. 6. El
novelista: La Galatea, obra pastoril. 7. Las Novelas Ejemplares:
su variedad y progreso en el arte narrativo. 8. La obra maestra: Don
Quijote: su composición y asunto. 9. Los personajes del Quijote.
10. Elementos, valor literario y fama. 11. El último libro: Persiles
y Sigismunda: su argumento y carácter.
1. B io g r a f ía . El domingo 9 de octubre de 1547 fué bautizado
en la iglesia de Santa María la Mayor, en Alcalá de Henares, un
niño que había de llenar el mundo más tarde con la gloria de su
nombre: M ig u e l d e C e r v a n t e s . Se ignora el día de su nacimien­
to, aunque debió de ser el 29 de septiembre, festividad de San
Miguel. Era hijo de un oscuro cirujano, sin bienes de fortuna. De
la niñez y primera juventud de Cervantes apenas se sabe nada con
certeza, hasta 1569, en que publicó cuatro breves poesías y un
maestro de escuela madrileño le llamaba, en el mismo volumen,
« nuestro caro y amado discípulo ».
En diciembre de dicho año le hallamos en Roma, al servicio
probablemente del cardenal Acquaviva. Y en el otoño del si­
guiente se alistó en la milicia. Asistió como simple soldado a la
batalla naval de Lepanto (7 de octubre de 1571), y aunque en­
fermo y ardiendo en fiebre, tomó parte en ella contra los ruegos
de sus compañeros, porque «más quería morir peleando por Dios
e por su rey, que no meterse so ° cubierta «-1 Y peleó valerosa­
mente, recibiendo dos heridas en el pecho, y otra que le dejó
inutilizada la mano izquierda, « para mayor gloria de la diestra ».
Después de haber hecho otras campañas militares, como la
conquista de Túnez, nuestro soldado se embarcó con rumbo a
España (1575). Llevaba en su poder cartas de recomendación de
° so, bajo.
234
CERVANTES 235
D. Juan de Austria y del duque de Sesa, apoyando su pretensión de
que el rey le nombrara capitán de alguna de las compañías que se
organizaban con destino a Italia, «pues era hombre de méritos y
servicios». Atacada su nave por galeras berberiscas, Cervantes
fue hecho prisionero y llevado a Argel, donde permaneció cautivo
cinco años. Repetidas veces intentó fugarse, consiguiendo sólo
agravar el rigor de su cautiverio. Y en más de una ocasión expuso
su vida voluntariamente por salvar las de otros cautivos cristianos,
comprometidos en las tentativas de evasión: todos le admiraban,
según consta en documentos, por su discreción, valor y nobleza.
Fué rescatado al fin en septiembre de 1580.
Cervantes había sentido siempre particular predilección por el
cultivo de las letras, aunque las circunstancias le hubieran llevado
al campo de batalla. Dedicóse a ellas por entero hacia 1582,
residiendo en Madrid, y compuso hasta «veinte comedias o
treinta» antes de 1587, al parecer bien acogidas por el público.
Entre tanto, seguía con dificultades económicas: en 1583 tuvo que
empeñar « cinco paños de tafetán amarillos y colorados . . . por
treinta ducados »°, que no pudo sacar del empeño en dos años.2
Contrajo matrimonio por entonces con Catalina de Salazar, diez y
ocho años menor que él, de escasa hacienda; no tuvieron hijos, y
vivieron alejados la mayor parte del tiempo.
Salió la primera novela de Cervantes, La Galatea, en 1585. Y a
fines del mismo año se encontraba en Sevilla, ocupado en la agencia
de negocios ajenos aunque sin abandonar del todo sus tareas
literarias. Desde 1587 hasta 1597 estuvo empleado en comi­
siones de la Hacienda pública por los pueblos de Andalucía,
acaparando aceite, trigo y cebada para la armada y el ejército:
tenía que bregar con contribuyentes, alcaldes y arrieros, y fué
un período de inquietudes y disgustos. Ganaba buen sueldo, de
diez a diez y seis reales diarios (que representaban lo que hoy
veinticinco o treinta y tantas pesetas), pero ni lo cobraba con
regularidad ni, al parecer, llegó jamás a cobrarlo entero; en
a ducado, moneda de oro hasta fines del siglo xvi, que valía unas siete pesetas;
en el siglo xvn, era una moneda imaginaria o cantidad, equivalente a once reales
de vellón, o sean dos pesetas y setenta y cinco céntimos. Téngase en cuenta que,
a pesar de lo que se lee en el Tesoro de Covarrubias y en el Diccionario de Autori­
dades, no siempre de acuerdo, reina hoy bastante incertidumbre acerca del valor
de las antiguas monedas españolas, por falta de un estudio que las precise en
cada período.
ÉPOCA CLASICA CERVANTES 237
236

1590, año en que solicitó en vano uno de los empleos vacantes boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino
seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen corres­
en América, necesitó tela para un traje, y tuvo que comprarla
pondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande,
fiada. Por irregularidades en las cuentas de un subordinado
ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena, algo cargado de
suyo, fué Cervantes sentenciado a pena de prisión en 1592; y espaldas, y no muy ligero de pies . . . Llámase comúnmente Miguel de
vióse de nuevo en la cárcel, en 1597, por haber confiado el dinero Cervantes Saavedra. »4
de sus recaudaciones a cierto banquero que después quebró. Por
atrasos en las cuentas, que no pudo abonar de momento, fué con­ El apellido Saavedra se lo añadía Cervantes no sabemos por
denado a la cárcel una tercera vez en Sevilla el año 1602. Lo cierto qué: acaso porque, al parecer, lo había usado también algunas
es que un individuo sin escrúpulos pudiera haber hecho lucrativo veces su padre. Afirma pocas líneas después que, aunque tar­
el empleo, y Cervantes salió de él tan pobre como había entrado. tamudo, no lo será para decir verdades. No debió de ser muy
Podría acaso haber dicho lo que su buen Sancho, al abandonar el pronunciado tal defecto físico, pues alguno de sus compañeros de
gobierno de la villa de los duques: « que saliendo yo desnudo, como cautiverio le elogia por la palabra elocuente.
salgo, no es menester otra señal para dar a entender que he gober­ Cervantes se encontraba muy enfermo en marzo de 1616, y
nado como un ángel ».3 Pero aquellas andanzas por los pueblos de persuadido de su próximo fin. Dónde residía el mal, no se sabe:
Andalucía, comunicando con toda suerte de hombres, y sus en­ quejábase de hidropesía, que es síntoma de varias enfermedades.
carcelamientos, como antes sus viajes por Italia y cautiverio en El 2 de abril profesó en la Orden Tercera de San Francisco, y el
Argel, iban contribuyendo a la formación espiritual del novelista. día 19, con el pie ya en el estribo de la muerte, compuso la dedica­
A principios de 1603 estaba en Valladolid, residencia entonces de toria del Persiles, página risueña y conmovedora: « Ayer me dieron
la corte. Vivía en compañía de dos hermanas suyas, de su hija la extremaunción, y hoy escribo ésta; el tiempo es breve, las ansias
natural Isabel de Saavedra y de una sobrina. Seguíale aún la crecen, las esperanzas menguan . . . »5 El día 23 fué el de su final
pobreza como su misma sombra: las mujeres de la familia traba­ reposo.
jaban cosiendo ropa ajena, por una mezquina retribución. En
enero de 1605 se publicó la primera parte del Quijote. Y en junio 2. Cervantes, poeta. Cultivó Cervantes la poesía en todas
del mismo año, bien necesitó Cervantes la presencia y ayuda del las épocas de su vida. Por los años de 1588 gozaba ya de renombre
andante caballero contra las sinrazones de la justicia: cierta como poeta.6 Lo más antiguo que de él se conoce son versos (1568),
noche fué herido en riña, mortalmente, a la puerta de su casa, el y uno de sus últimos libros es el poema del Viaje del Parnaso
caballero don Gaspar de Ezpeleta; víctimas inocentes de un juez (1614). Su labor poética es considerable. Las composiciones
imprudente y arbitrario, la hija de Cervantes, con éste, algunas sueltas que nos quedan son pocas — treinta y cinco —, pero en
otras personas de la familia y varios vecinos fueron complicados verso están sus diez comedias, dos de los entremeses, el Viaje del
en un proceso bochornoso. La vida de Cervantes continuaba Parnaso, y en casi todas sus novelas abundan las poesías inter­
siendo un poema cuya rima es el dolor. caladas.
En el verano de 1608 le encontramos instalado definitivamente Cervantes tenía un altísimo concepto de la poesía. La pinta
en Madrid, adonde se había trasladado la corte dos años antes. como «una doncella tierna y de poca edad, y en todo extremo
Allí publicó las Novelas Ejemplares en 1613. Tenía entonces hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar
sesenta y seis años de edad. En el prólogo de este libro, se describe otras muchas doncellas, que son las otras ciencias, y ella se ha de
a sí mismo: servir de todas, y todas se han de autorizar con ella ».7 Es como
(i de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada,
el sol, que pasa por todas las cosas inmundas, sin que se le pegue
de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada, las barbas de nada; es como un rayo que alumbra, sin abrasar; es, finalmente,
plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la un «instrumento acordado que dulcemente alegra los sentidos,
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238

y, al paso del deleite, lleva consigo la honestidad y el provecho ».8 Entre los poemas dignos de Cervantes figura en primer término
Es arte tan elevado, que muy pocos alcanzan a cultivarlo digna­ la Epístola a Mateo Vázquez, secretario de Estado del rey Felipe II.
mente y merecer el nombre de poetas.9 Y en relación con este La escribió en 1577, cuando se hallaba cautivo en Argel. La
elevadísimo concepto de la poesía, y no en su significado literal, primera parte de la epístola constituye un panegírico caluroso de
creemos que debe interpretarse la melancólica confesión de Cer­ Vázquez, que lo merecía; sigue la mención sobria y digna de los
vantes en el terceto: servicios que el autor había prestado al rey en las guerras, hasta
Yo, que siempre trabajo y me desvelo caer cautivo; y termina con la esperanza de verse ante el monarca
por parecer que tengo de poeta y, de rodillas, suplicarle que proceda a la conquista de Argel:
la gracia que no quiso darme el cielo .. .10
del amarga prisión, triste y escura,
El Viaje del Parnaso (cuya idea original parece habérsela adonde mueren veinte mil cristianos .. ,u
sugerido el Viaggio in Parnaso de Cesar Caporali) es el poema
Es, sin duda, la composición más notable que escribió Cervantes.
más extenso de Cervantes. Está dividido en ocho cantos, que
Su acendrado patriotismo y religiosidad, su orgullo de español,
él llama capítulos. El metro empleado es el terceto.
sus dolores del cautiverio, imprimen al poema intensa y vibrante
El poeta, tras despedirse con humorismo de Madrid y del hambre de emoción.
sus colegas, se embarca en una nave alegórica con rumbo al Parnaso. De las poesías amatorias, quizá sea la mejor el soneto a la in­
Allí van todos los buenos poetas para defenderlo, bajo la dirección de gratitud de Clori, en el Quijote, por la espontaneidad y perfecto
Apolo, contra el asalto de los malos versificadores. Se pinta la fiera dominio de la expresión poética:
batalla campal entre los escuadrones enemigos. Y termina el poema,
algo vagamente, con el regreso del autor a Madrid. En el silencio de la noche, cuando
ocupa el dulce sueño a los mortales,
Contiene pasajes de feliz y suave ironía, y algunos de brillante la pobre cuenta de mis ricos males
inspiración. Pero el conjunto es más bien pesado y monotono. estoy al cielo y a mi Clori dando . . ,12
no escasean las líneas triviales, las frases hechas y los versos que
son pura prosa rimada. La enumeración de los poetas contempo­ En el Viaje del Parnaso, declara haber hecho infinitos ro­
ráneos que allí figuran, está hecha con poca habilidad, mezclando mances.13 Muchos han debido de perderse, como algunas de las
a chicos y grandes, sin gradación alguna, alabándolos a todos con comedias que allí nombra, o tal vez hayan llegado a nosotros
adjetivos imprecisos e hiperbólicos; solo una media docena de como anónimos en las colecciones. Fuera de los incluidos en sus
poetas son calificados de modo exacto, señalados con su cualidad novelas y obras dramáticas, sólo un romance suelto se ha conser­
característica. Lo mismo puede decirse, punto por punto, del vado: precisamente el que más estimaba Cervantes, el de La
Canto de Calíope, poema de ciento diez octavas que es una crónica morada de los celos:
rimada de los poetas de su tiempo; se halla intercalado en el libro Yace donde el sol se pone, una entrada de un abismo,
sexto de La Galatea. entre dos tajadas peñas, quiero decir, una cueva . . .u
Al fin del Viaje hay un capítulo en prosa titulado Adjunta al
Parnaso, diálogo entre el autor y cierto poetilla de la corte. Nada Aunque con varios rasgos exagerados, bello es el romance en que
marca tanto el vivísimo contraste entre las cualidades de Cervantes el arrogante moro Alimuzel lanza un desafío a los caballeros cris­
como prosista y como poeta: sale el lector algo fatigado de las tianos, ante las murallas de Orán, en la comedia El gallardo
rimas monótonas y rebeldes, vuelve la página, y se recrea con la español:
prosa del maestro, con aquella prosa inspirada, de soberbia fluidez, Escuchadme, los de Orán, que firmáis con nuestra sangre
gracia y hermosura. caballeros y soldados, vuestros hecho señalados ..
240 EPOCA CLASICA CERVANTES 241

Sobresale Cervantes en la poesía burlesca o festiva. De mucho prosa, no brilla aquí: hay algo de visible esfuerzo para vencer las
gracejo y viveza es un romance de la comedia Pedro de Urdemalas, dificultades de la rima. Las imágenes tampoco lucen por origi­
aquel en que el protagonista refiere la historia de su vida picaresca: nales, y es tan parco a menudo en el uso de ellas, que raya en la
sequedad. Su tendencia al empleo de palabras comunes y fami­
Yo soy hijo de la piedra, desdicha de las mayores
que padre no conocí: que a un hombre pueden venir .. ,16 liares dan tono prosaico a la mayoría de las composiciones; cabría
decir que hay demasiado llaneza en la expresión poética. Tiene,
Superior, en su género, es el gentil romance de La Gitanilla, claro está, estrofas de notable facilidad y brío, como en la epístola
cuando dice la buenaventura a la mujer del teniente corregidor. mencionada, pero constituyen la excepción. En conjunto, es
Posee todo el donaire, malicia y buen ángel de la musa gitanesca, frío, el verso no fluye espontáneo y musical, ni su obra tiene esa
con sus saladísimas comparaciones: amplitud, unidad y sello de individualidad poética que caracteriza
Hermosita, hermosita, la labor de un Herrera, de un Góngora, de un fray Luis de León.
la de las manos de plata, Cervantes es altísimo poeta cuando escribe en prosa, pero rara vez
más te quiere tu marido se notará en los versos suyos la maravillosa fluidez, inspiración y
que el rey de las Alpujarras . . ,17
riqueza de matices que distinguen a su prosa.
Cervantes disputaba por honra principal de sus escritos, como
se lee en el Viaje, el soneto Al túmulo de Felipe I I en la catedral de 3. E l autor dramático. Del teatro de Cervantes se conser­
Sevilla, con ocasión de los solemnes funerales que allí se celebraron van diez comedias y ocho entremeses. En la Adjunta al Parnaso
en 1598. Es muestra acabada del género burlesco. Un soldado, al recuerda los títulos de otras comedias suyas, que se han perdido.
penetrar en la catedral y ver el túmulo, prorrumpe con asombro Entre 1582 y 1587 compuso hasta veinte o treinta comedias, y
hiperbólico: «todas ellas se recitaron sin que se les ofreciese ofrenda de pepinos
« ¡ Voto a Dios, que me espanta esta grandeza, ni de otra cosa arrojadiza: corrieron su carrera sin silbos, gritas
y que diera un doblón por describilla!; ni baraúndas ».19 De esta época dramática, nos quedan sólo
porque ¿ a quién no suspende y maravilla El trato de Argel y La Numancia, ambas escritas en verso, y en
esta máquina insigne, esta braveza ?
¡ Por Jesucristo vivo ! Cada pieza cuatro actos.
vale jnás que un millón, y ¡ qué es mancilla
que esto no dure un siglo, oh gran Sevilla, El trato de Argel representa una serie de cuadros y episodios de la vida
Roma triunfante en ánimo y riqueza! de los cautivos cristianos: la venta de esclavos en el zoco o plaza de Argel,
¡ Apostaré que la ánima del muerto, la afición de las moras por los cautivos y las hechicerías que ponían en juego
por gozar este sitio, hoy ha dejado para hacerse corresponder, las tentativas de evasión de los cautivos y
el cielo, de que goza eternamente ! » suplicios que por ello se les imponía, la apostasia de algunos, en particular
Esto oyó un valentón, y dijo: « Es cierto de los niños, la crueldad y codicia de los amos. Todo este material se
lo que dice voacé,“ seorb soldado, halla ligeramente unido por el hilo de los amores de Aurelio y Silvia,
y, quien dijere lo contrario, miente. » cristianos. Termina la comedia con el rescate de los cautivos: arrojando
Y luego incontinente,
sus cadenas, entonan un himno de gracias a la Virgen.
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuése, y no hubo nada.18
Contiene un fondo de indudable fidelidad; algunos episodios,
No es Cervantes un poeta de primer orden. Su inspiración no como la tentativa de fuga, coinciden con las experiencias personales
es sostenida, ni vuela jamás muy alto. Parece faltarle entusiasmo de Cervantes, que también se saca en la comedia bajo el nombre
e ímpetu en el verso; la espontaneidad, tan característica de su de Saavedra. Está desarrollada sin mucho arte, y los personajes
° macé, de vosa merced, usted. b seor, síncopa de señor. tampoco se destacan con firme individualidad. Aparte el realismo
242 EPOCA CLASICA 243
CERVANTES
convincente de algunas escenas, lo que da más carácter a esta Vaya mi clara voz de gente en gente,
obra es el fervor religioso y patriótico que la inspira. y en dulce y suave són, con tal sonido,
Tal fervor patriótico alcanza toda su intensidad heroica en La llene las almas de un deseo ardiente
Ñumancia, tragedia sobre el sitio y destrucción de la ciudad de este de eternizar un hecho tan subido .. .20
nombre, capital que era de una confederación de tribus celtíberas Comparadas estas dos obras de Cervantes con el teatro de los
(s. i i a. de J.). que a la sazón eran sus contemporáneos (los inmediatos predece­
sores de Lope de Vega), « observaremos, sin duda, en aquél un
En el drama, conforme con la historia, Escipión Emiliano sitia la ciudad
esfuerzo serio y digno hacia un estilo más convincente, hacia
y la rodea de doble anillo de fosos y murallas. Al cabo, presa del hambre,
diezmada su población, los emisarios de Ñumancia solicitan del general
situaciones, pensamientos y episodios de mayor verdad psicoló­
romano términos honrosos de capitulación. Escipión se niega a conceder­ gica . . . , mayor sinceridad en las emociones, ideales más elevados
los. Prosigue la lucha. Muchos de los habitantes mueren de inanición; en materia de fe y de amor patrio, menor balumba retórica ».21
hombres y mujeres prefieren perder la vida a manos de los suyos, antes 4. Las Ocho comedias. Refiriéndose a dicha primera época
que quedar esclavos de los romanos; se arrojan a la hoguera las joyas y
dramática (1582-1587), Cervantes declara que tuvo otras cosas en
las riquezas. Y la ciudad perece, pero no se rinde: ni uno solo de sus
que ocuparse, y dejó la pluma y las comedias.22 Cuando bastantes
habitantes cae en manos del enemigo.
años después volvió a componer comedias, no hubo director de
compañías que se las pidiera, aunque supiesen que las tenía. Lope
Impresiona esta tragedia, en primer término, por la grandeza de
de Vega había surgido entre tanto e impuesto su fórmula dramá­
concepción: el protagonista es un pueblo entero; la escena, toda
tica. Junto al nuevo arte, debía de parecer anticuado el de
una ciudad y un campo de batalla; el asunto, el patriotismo heroico
Cervantes. Tuvo, pues, que arrinconar las comedias en un cofre.
de aquellos habitantes que prefieren la muerte a la esclavitud.
Luego, no pareciéndole tan malas que no mereciesen salir a la luz
Como todo ello es demasiado complejo para encerrarse dentro del
pública, las vendió a un librero y se imprimieron: componen el
breve marco dramático, la acción tiene que resultar «episódica,
volumen de las Ocho comedias y ocho entremeses, nunca represen­
dispersa y menuda », como señaló Moratín. Los constantes cam­
bios escénicos, las entradas y salidas de más de cuarenta personajes, tados (1615).
Las ocho comedias están divididas en tres jornadas, y escritas
la intervención de figuras alegóricas (España, el río Duero, la
en verso. Son de mérito desigual. En general, puede decirse que
Guerra, la Enfermedad, el Hambre), y los pasajes explicativos,
la técnica es rudimentaria para una época en que ya estaba en su
rompen la unidad de la acción y debilitan su interés. Tiene al­
apogeo el teatro del gran Lope de Vega; la trama no suele estar
gunos trozos de inspirada versificación, como la invocación al río
desarrollada con acierto, y las situaciones falsas y las improbabi­
Duero, la descripción de la ciudad que hace el Hambre; tiene esce­
lidades psicológicas son demasiado frecuentes. Hay escenas, y aun
nas que excitan vivamente el terror, la simpatía, la lástima o la
actos, como el primero de El Rufián dichoso, de feliz ideación y
admiración: los sacrificios para aplacar las divinidades, los con­
ejecución; cuadros populares de plástica realidad, como en La
juros del hechicero Marquino, el tierno y patético episodio de los
casa de los celos; pasajes excelentemente versificados, sobre todo
amantes Lira y Morandro, la rápida escena en que Teógenes se
en El laberinto de amor; y algunos personajes tan divertidos como
dispone a sacrificar a su mujer y sus hijos en el templo de Diana,
el sacristán de Los baños de Argel. Ingeniosa y alegre, la más
y el episodio final de la tragedia en que el niño Viriato, único super­
conforme también con el nuevo arte, es La Entretenida, donde
viviente de Ñumancia, se da la muerte arrojándose desde la alta
todos los personajes andan enamorados, febriles y celosos, y luego:
muralla. Y luego, cuando reina la soledad y el silencio, sale la
Fama y entona un canto vibrante a la gloria de Ñumancia; los unos por no querer,
los otros por no poder,
al fin ninguno se casa.23
CERVANTES 245
244 EPOCA CLASICA
centinela avisa que viene el alguacil calle abajo; gran alboroto y huidas;
Pedro de Urdemalas es, sin duda, la más original y acabada de
pero como el alguacil pasa adelante, los escondidos regresan al patio, el
estas comedias. Se desenvuelve la acción dentro del mayor rea­ viudo elige a la Repulida, manda a empeñar su capuz negro, y se festeja
lismo, hasta llegar al desenlace, romántico y convencional. Casi el desposorio con baile y canto.
siempre tenemos en escena al agudo picaro Pedro de Urdemalas,
magistralmente caracterizado, el personaje más entero del teatro Semejante al anterior, en colorido y animación, es La elección de
cervantino. los alcaldes de Daganzo, donde vemos varios campesinos ignorantes
y socarrones alegando supuestos merecimientos para ocupar los
5. Los E ntremeses. Notable es la superioridad de los entre­ cargos. La guarda cuidadosa tiene por asunto la competencia
meses de Cervantes sobre sus comedias. Dos de ellos, no se sabe amorosa entre un sacristán, preferido por la fregona Cristina, y un
cuáles, fueron escritos pocos meses antes de su publicación, y la soldado fanfarrón, desdeñado por ella; el soldado se planta de
mayoría alrededor del año 1611. El Rufián viudo y La elección de guarda a la puerta de la fregona, y a todos quiere impedir la en­
los alcaldes de Daganzo están en verso, y los demás en prosa. Casi trada en la casa. El vizcaíno fingido es un timo puesto en acción:
todos acaban en canto y baile. Aunque de variable extensión, no cierto vividor bromista y un amigo suyo, que se finge vizcaíno,
dura la representación más de media hora. logran enredar a una cortesana, sacarle la cena y dejarla agra­
En el precioso entremés de El juez de los divorcios, Cervantes ha decida:
concebido el tipo de juez especialista en divorcios, cuatro siglos La mujer más avisada,
antes de ser éste creado (en los Estados Unidos): o sabe poco, o nonada.25

Varios matrimonios mal avenidos comparecen sucesivamente ante el


juez en demanda de divorcio: las mujeres lo piden con vehemencia, y En La cueva de Salamanca, el burlado es cierto marido que com­
los maridos con calma y gusto; allí se alegan razones, y se mantienen parte la creencia, en otros tiempos popular, de que el diablo en­
acaloradas y picantes disputas entre el vejete mártir y su brava cónyuge, señaba las artes de nigromancia en la cueva de Salamanca.26 Y
entre el soldado holgazán y su celosa pareja, entre el pobre cirujano que en El viejo celoso, otro marido, viejo setentón, es también objeto
tiene cuatro razones para descasarse, y su dura costilla, que se dispone a de algo más que burla por parte de su linda mujercita de quince
alegar cuatrocientas, cuando el juez, aterrado, le corta la palabra. Dos abriles:
músicos entran en la sala de audiencia para invitar al juez a la fiesta de
un matrimonio que él había logrado apaciguar. l a letrilla que cantan Irritada contra el celoso cancerbero, que la tiene bajo siete llaves y no
encierra la moraleja del entremés: permite en su casa ni gatos ni perros « solamente porque tienen nombre de
varón », se concierta con una vecina y logra meter en casa a cierto galán,
más vale el peor concierto
ante las mismas barbas del marido; y hasta la sobrinilla del matrimonio,
que no el divorcio mejor . . ,u
que odia al viejo por las encerronas que les da, suplica a la vecina que
también le traiga a ella « un frailecico pequeñito con quien yo me huel­
Cuadro incomparable de la gente del hampa es el entremés de
gue ».27
El Rufián viudo:
El protagonista sale muy enlutado al patio de su casa; sobrelleva la Estos tres últimos asuntos, aunque iluminados y depurados por
viudez con filosófica resignación, así es que varios amigos rufianes de la risueña fantasía de Cervantes, contrastan con casi todo el resto
ambos sexos logran pronto consolarle; tras elogiar todos, a su manera, los de su obra literaria, de un sentido ético profundo y casto.
defectos de la difunta, opinan que el viudo debe elegir allí mismo, sobre el El retablo de las maravillas, si no el mejor, es cuando menos uno
terreno, nueva compañera; las tres mujerzuelas presentes se brindan
de los más admirables entremeses de Cervantes. Su intención
generosamente; surgen las consiguientes rivalidades entre ellas, y están ya
ataca de lleno al orgullo común de los españoles de su tiempo: ser
encendidas de cólera y a punto de acariciarse los moños, cuando un
246 EPOCA CLASICA CERVANTES 247
cristianos viejos.” Y, juntamente, satiriza un defecto universal: cuando aun no había alcanzado su genio completa madurez,
aceptar el error ajeno, por miedo al qué dirán: siguió naturalmente la moda que entonces imperaba, y escribió una
Dos vagabundos, charlatán el, despierta y saladísima ella, entran en novela pastoril; este género gozaba de autoridad, como la propia
un pueblecillo; han concebido un ardid para sacar dinero, el retablo de manifestación del sentimentalismo bucólico y artístico del Rena­
las maravillas. Lo llaman asi porque, según explican al gobernador, cimiento. Pero además de someterse a la corriente de los grandes
ninguna persona que tenga en sus venas gota de sangre judía o morisca, prosistas de aquel tiempo, Cervantes, al escribir La Galatea, seguía
o sea hijo bastardo, puede ver las figuras del retablo. Asistimos ahora un natural impulso de su corazón: aquel.ferviente amor por la
. a la función en casa del regidor; aliï están reunidos los notables del
poesía y el ensueño que, juntamente con las dotes de observador
pueblo. Chanfalla, el vagabundo, anuncia al estilo charlatanesco la
salida del valentísimo Sansón en el retablo. Nadie ve nada, porque nada
exacto de la realidad, le acompañó hasta los postreros días de su
aparece en realidad; pero como saben lo que esto supone, simulan ver; existencia, cuando escribía las páginas del Persiles y Sigismundo
todos piensan, con el gobernador, « yo no veo, pero al fin habré de decir y prometía aún, si el cielo le salvaba por milagro, la segunda parte
que lo veo, por la negra honrilla ».28 Al escuchar la aparición de un toro de La Galatea.
bravo en el retablo, la audiencia da muestras de espanto; al anuncio de No es posible hacer en pocas líneas un resumen apropiado, que
una manada de ratones, las mujeres chillan desesperadamente y se dé clara idea del argumento de esta novela. Es extensa y compli­
aprietan bien las faldas. Y así continúan las descripciones, y los comen­ cada, con tantas parejas de enamorados pastores en torno de los
tarios de los espectadores, hasta que se presenta un militar: pide al go­ protagonistas Elicio y Galatea; las historias van entrelazadas,
bernador que disponga alojamiento para soldados que están a punto de y aquí se suelta un cabo, para empezar otro, y más allá se vuelve a
llegar, de paso, al pueblo. No le hacen caso, porque lo toman por otra reanudar, sin que nada característico diferencie a la mayoría de los
figura del retablo. El militar los toma a ellos por locos. Y como en la
personajes y múltiples episodios amorosos. Pero, dentro del género
acalorada disputa que sigue, le llaman bastardo, por no ver lo que los
pastoril, La Galatea ofrece algunos elementos nuevos: el sangriento
demás simulan ver en el retablo, el militar, de endiablado genio, la em­
prende a cuchilladas con todos, y pone fin al entremés. episodio de Carino, la trágica historia amorosa de Lisandro, que
ponen una llama de vehemente pasión junto a los pálidos y líricos
El ligero argumento de estas piececillas no puede dar idea de su coqueteos de los otros pastores; y el episodio de Timbrio y Nisida,
mérito excepcional. Lo importante y admirable es la ejecución: cuya narración nos transporta a tierras de Italia, con aventuras de
el minucioso estudio de las costumbres, que tienen nueva vida en mar y tierra, borrascas, captura de naves cristianas por corsarios,
la escena, la gracia y verdad de las situaciones, la intensa humani­ y naufragios. Por tales elementos, aventaja en novedad y variedad
dad de aquellos caracteres que proceden con tanto desembarazo y a las demás imitaciones de la Diana de Montemayor. El autor
donaire, el diálogo chispeante, el primor de los detalles, y el con­ mezcla « razones de filosofía entre algunas amorosas de pastores »,
junto que no puede ser más armonioso ni más artístico. Está sin temer mucho que por ello alguno le condene.29 Semejantes
copiada la realidad con el mismo risueño y hondo humorismo que razones o discusiones de filosofía amatoria no varían, en la doc­
campea en las escenas populares del Quijote. Ni Lope de Rueda trina, de las ideas neoplatónicas corrientes en la literatura de la
antes, ni Quiñones de Benavente después, igualaron los entremeses época. Abundan las poesías intercaladas; la composición más
de Cervantes en la creación de tipos, en la universalidad de sus larga es el Canto de Calíope, ya citado. La prosa es esmerada,
rasgos, y en la fina ironía.
cuidadísima, recargada de imágenes, no libre de afectación; pero
6. E l n o v e l is t a : L a G a l a t e a . Cervantes publicó en 1585 su en muchos pasajes, cautiva por la nobleza del estilo.
primera novela: La Galatea. Al principio de la carrera literaria, En el donoso escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la
“ cristiano viejo, sin mezcla conocida de sangre mora o judía: recuérdese que a librería del Ingenioso Hidalgo, salió a relucir la presente novela,
los cristianos nuevos les estaba vedado el desempeño de cargos públicos así como entre otras pastoriles:
ciertos privilegios.
248 ÉPOCA CLÁSICA CERVANTES 249

« — La Galatea de Miguel de Cervantes — dijo el Barbero. cerse, al contacto de su pluma. Es algo como el desnudo en la
«— Muchos años ha que es grande amigo mío ese Cervantes, y sé que escultura clásica. Y semejante sobriedad y delicadeza al presentar
es más versado en desdichas que en versos. Su libro tiene algo de buena
los aspectos innobles de la naturaleza humana, era una novedad
invención; propone algo, y no concluye nada: es menester esperar la se­
gunda parte que promete; quizá con la enmienda alcanzará del todo la
que trajo Cervantes. La verdad es, sin embargo, que las menos
misericordia que ahora se le niega . . . »30 ejemplares de las doce novelas, son las más acabadas estéticamente.
El arte desplegado en ellas es tan variado como desigual. Al­
Las líneas que hemos subrayado constituyen una exacta auto­ guna pertenece definidamente al género de la novela de costum­
crítica. En cuanto a la misericordia que se le negaba a la novela, bres (Rinconete y Cortadillo), o a la novela de carácter (El celoso
conviene notar que, si bien no fué extraordinario su éxito de li­ extremeño), o a la novela de aventuras (Las dos doncellas), pero
brería (pues sólo salieron tres ediciones en vida del autor), fué otras participan en mayor o menor grado de las cualidades de
una de las obras de Cervantes más elogiadas por los contempo­ estos tres tipos novelescos. Desde luego, las que más valen son
ráneos. Él mismo estaba encariñado con La Galatea; en los aquellas cuyo asunto, episodios y caracteres son copia directa del
últimos años de su vida, la recordaba con orgullo, concediéndole natural. Y en esto no hacemos sino coincidir con la fórmula esté­
un valor permanente: tica de Cervantes, que en tantos lugares expresa: «las historias
Yo corté con mi ingenio aquel vestido, fingidas tanto tienen de bueno y deleitable cuanto se llegan a la
con que al mundo la hermosa Galatea verdad o a la semejanza de ella, y las verdaderas tanto son mejores
salió para librarse del olvido.81 cuanto son más verdaderas ».35
Las más endebles de la colección son las novelas de aventuras.
7. Las N ovelas Ejemplares. Entre la publicación de la El amante liberal es la historia patética de un español enamorado y
primera y la segunda parte del Quijote, dió Cervantes a la estampa cautivo en Argel; contiene, sin duda, recuerdos personales del
un tomo de doce novelas cortas: las Novelas Ejemplares (1613). autor; el lenguaje, a trechos, es un tanto hinchado y retórico. La
Varias se suponen escritas antes de 1605; la de Rinconete y Cor­ española inglesa, robada por un capitán de la escuadra inglesa, en
tadillo había sido ya mencionada en la primera parte del Quijote. la toma de Cádiz,0 es criada en Inglaterra, y acaba casándose con
Pero la mayoría fueron compuestas probablemente en los siete el hijo del capitán; Cervantes, que no conocía a Inglaterra, ni en
años siguientes. « Heles dado nombre de ejemplares — escribe dicha novela se preocupó más que del asunto romántico, nos da
Cervantes, dirigiéndose al lector—, y si bien lo miras, no hay una idea bien pálida del ambiente de la corte británica, de la reina
ninguna de quien no se pueda sacar algún ejemplo provechoso. »32 Isabel, demasiado chiquita y casera, y de los caballeros ingleses,
Reafirma aún su intención moral, con estas nobles palabras: « Una que no convencen. En La fuerza de la sangre también hay rapto
cosa me atreveré a decirte, que si por algún modo alcanzara que de doncella, por un libertino toledano, que, al punto de abusar de
la lección de estas Novelas pudiera inducir a quien las leyera a al­ ella, la abandona; la fuerza de la sangre, es decir, un hijo nacido
gún mal deseo o pensamiento, antes me cortara la mano con que de aquella violencia, y la virtud y hermosura de la madre, ganan
las escribí, que sacarlas en público. »33 No estaba quizá seguro el corazón del libertino, al reconocerse después de siete años. Las
de que fuese interpretada rectamente, en dos o tres de las novelas, dos doncellas, «tan atrevidas cuanto honestas», huyen cada una
su visión artística de la realidad. Porque Cervantes no se abstiene de su casa, en traje de varón, para perseguir al amante infiel que
de pintar, en algunas, el vicio, la brutalidad y las malas pasiones: había hecho a ambas las mismas promesas de amor, y obligarle a
« pero en el tratamiento artístico de estas materias es tan delicado, cumplirlas o matarle; la casualidad las reúne, y al fin, tras varias
que jamás constituyen el punto culminante o la nota saliente ».34 improbables aventuras más, logran volver casadas: Teodosia con
Es un espíritu tan sano, hay tal serenidad y nobleza en su contem­ el ingrato galán, y Leocadia con el hermano de aquélla. De in-
plación de la baja realidad, que todo parece depurarse, embelle­ “ julio de 1596, por el conde de Essex.
CERVANTES 251
250 E P O C A CL ASI CA

triga amorosa es también La señora Cornelia, que tiene el aparato te estoy escuchando como a una persona espiritada, que habla
de las comedias de capa y espada, con amores clandestinos entre latín sin saberlo. »36 Preciosa, hablando de amor y celos, el paje
una dama de Bolonia y el duque de Ferrara, tapadas misteriosas, cortesano, disertando acerca de la poesía, y el gitano viejo pon­
niño expósito, pendencias y cuchilladas, hasta que dos estudiantes derando las excelencias de la vida gitana, se explican con la
españoles solucionan el conflicto felizmente. agudeza, saber y elocuencia propias del mismo Cervantes, y no
En todas la novelas precedentes, el autor sólo ha atendido a la adecuadas a tales personajes. En la descripción de las costumbres
trama e interés de las aventuras, sin dar cabida al estudio de los gitanas, y en general de la época, constituye La Gitanilla un pre­
caracteres ni a la observación de las costumbres. Cervantes no cioso documento histórico, aunque no poco sea en ella fantaseado.
marca en ellas nota alguna original, ni hace avanzar un paso la Pero los gitanos verdaderos de Cervantes, los que discurren y
evolución literaria, aunque tengan sus méritos por la invención y obran conforme su estado y circunstancias, hay que buscarlos en
el estilo. Pedro de Urdemalas.
Grande es la superioridad que, sobre las anteriores, tiene La La ilustre fregona tiene por escenario principal la posada del
Gitanilla, donde a la seducción todavía romántica del asunto, se une Sevillano, que todavía se conserva, en Toledo:
el poderoso atractivo de la verdad cotidiana en los episodios: fu­ Dos muchachos de familias respetables, cambiando la vida de estu­
sión afortunada de elementos poéticos y reales: diante por la de picaro, iban de paso por Toledo, cuando se detuvieron a
La gitanilla es Preciosa, de tan notable belleza y donaire que enamora a descansar, ya anochecido, a la puerta de la posada: no se atrevieron a
cuantos se detienen a verla danzar y a escuchar sus cantarcillos alegres entrar, porque era posada de gente principal, y ellos, como picaros, iban
en la plaza pública. Prendóse de ella un caballero de la corte, mozo y mal trajeados. Quiso uno, puesto que allí se encontraban, conocer a la
principal, que para probarle su amor trocó la casa de los padres por el ilustre fregona, tan celebrada por su belleza, y entró con una excusa en el
rancho de los gitanos, cambiando de nombre y traje. A los cuadros patio y vió a la moza: verla y enamorarse fué casi todo a un punto.
admirables de la vida callejera, llena de bullicio y alegría por el arte de Entonces, para estar cerca de ella, logró colocarse de mozo en la posada;
Preciosa, a las escenas domésticas en casa del teniente corregidor y en la y su compañero, por no abandonarle, se acomodó allí también como agua­
del ilustre caballero, y a los deliciosos diálogos entre Preciosa y sus dos dor. La historia de este amor concluye felizmente: la fregona resulta ser
pretendientes, sigue la descripción de la existencia pintoresca y de las de ilustre sangre, es reconocida por su padre, y se casa con el fingido
andanzas de los gitanos, después de su salida de la corte. Hallándose picaro.
cierto día en un lugar próximo a Murcia, el amante de Preciosa fué
acusado falsamente de robo y, agredido por un soldado bravucón, dióle El final es flojo: el descubrimiento de que Constanza, la fre­
aquél muerte. Todos los gitanos fueron conducidos presos a Murcia. gona, es hija de padres ilustres parece una concesión de Cervantes
La corregidora, que había oído encarecer la hermosura de Preciosa, quiso al gusto de la época. Tanto la bella fregona, como Preciosa la
conocerla, y con tan buena fortuna, que en ella reconoció a la hija que, gitanilla, hubieran ganado en arte de terminar la una en gitana y
de niña, le habían robado unos gitanos. Puesto en libertad el amante, y la otra en fregona. La ejecución es una maravilla de gracia, rapi­
declarada su verdadera condición social, celebróse la boda con el fausto dez y vida: el retrato de Carriazo, en quien «vió el mundo un
que a tales personas correspondía.
picaro virtuoso, limpio y bien criado, y más que medianamente
discreto»;37 la evocación de las almadrabas de Zahara, el non
Preciosilla, que por su hermosura, recato y discreción, descubría
plus ultra de la picaresca; la visita nocturna de las dos fregonas
«ser nacida de mayores prendas que de gitana», es una figura
no ilustres a los desdeñosos picaros; el episodio de la riña de los
poetizada, tan juiciosa y razonadora que no puede menos de ex­
aguadores; el bullicioso tráfico en el patio de la posada, y las
clamar la gitana vieja al escucharla: « ¡ mira que dices cosas, que
aborozadas fiestas en ella de mozos y mozas; y los fugaces atisbos
no las diría un colegial de Salamanca! Tú sabes de amor, tú sabes
a la vida de la ciudad, están hechos con la riqueza de colores, ma­
de celos, tú de confianzas: ¿ cómo es esto?, que me tienes loca, y
252 EPOCA CLASICA CERVANTES 253

tices y movimiento del maestro, en sus momentos de inspiración. En el patio de la casa de Monipodio entablamos conocimiento con la
Notable es la novelita de El celoso extremeño: gente del hampa sevillana: perdularios de fosca mirada y sendos pisto­
letes, una vieja beata y ladrona, pintadas mozas de la ancha vida, fulleros
El viejo Carrizales, ha regresado a Sevilla «tan lleno de años como de vagabundos, novicios de la picardía, ancianos graves y solemnes que anda­
riquezas», y su mala estrella le mete en el corazón un amor vehemente ban de día por la ciudad viendo dónde se podría dar el golpe a la noche, y
por cierta mocita de trece a catorce años. En cuanto se ve casado con que, con todo esto, eran hombres muy honrados y temerosos de Dios, « que
ella, embístele un tropel de rabiosos celos. Cuanto puede concebir la cada día oían misa con extraña devoción »; y sobre todos, el más rústico
imaginación más ardorosa, púsolo en obra para que su mujer no tuviese y diforme bárbaro del mundo, el señor Monipodio.
trato con nadie, ni de nadie fuese vista. Pero aquella fortaleza de su La virtuosa compañía, y el lugar, están descritos gráfica y dinámica­
honor, aquella casa al parecer invulnerable, fué asaltada por «la astucia mente. Nos enteramos del oficio que cada uno desempeña, escuchamos
de un mozo holgazán y vicioso, y la malicia de una falsa dueña, con la la sabia lección que Monipodio explica gravemente a los dos nuevos
inadvertencia de una muchacha rogada y persuadida s.38 Sorprendió el cofrades; tenemos ocasión de ver la decisiva autoridad que sobre todos
viejo celoso a los amantes, y el dolor le condujo al sepulcro, sin que la ejerce aquel rudo soberano, y por qué la tiene y por qué la merece; asis­
prisa que se dió en morir le diera tiempo a ella de persuadirle que no le timos a una copiosa merienda de la cofradía, interrumpida con la entrada
había ofendido sino con el pensamiento. de alguna pareja vociferando y riñendo, terminada con cantares.
Y finalmente, presenciamos la asignación del negocio y distrito en que
Es el estudio psicológico más penetrante y completo de un carác­ cada uno ha de trabajar la semana siguiente: las cuchilladas que se han
ter, que tiene Cervantes en las Novelas Ejemplares. La acción de dar por cuenta ajena, y precio y tiempo convenidos, los palos, matracas,
rapidísima, sin una sola nota o palabra superflua, que empieza espantos, cuchilladas fingidas, clavazón de cuernos en ciertas casas,
grave y digna, se torna luego en farsa, y acaba en tragedia espiri­ publicación o envío de libelos, etcétera, etc. Y cuando llega la hora de
tual, tiene la concentración sintética de que era capaz el genio del desfilar, el señor Monipodio despide con abrazos a Rinconete y Corta­
autor. dillo, y les echa su bendición!
Rinconete y Cortadillo son dos picaros de hasta quince o diez y
Es una copia asombrosa del mundo rufianesco. No obstante,
siete años, descosidos y rotos, que por casualidad entablan cono­
sus crudas pasiones no ofenden ni causan asco o pena, ni estimulan
cimiento cierto día caluroso de verano en una venta del camino:
un mal pensamiento. Es que Cervantes no ha enfocado el espec­
«— ¿De qué tierra es vuesa merced, señor gentilhombre, y para adonde táculo como moralista o satírico, sino con mirada de artista, in­
bueno camina? dulgente y jovial. Sonriendo lo pintó él, y sonriendo lo contempla
«—■Mi tierra, señor caballero — respondió el preguntado —, no la sé, el lector. « Jamás fueron tan cuasi sinónimos escribir y pintar
ni para dónde camino tampoco. »39 como cuando el gran Cervantes compuso Rinconete: Velázquez
El señor gentilhombre es jugador fullero, y el señor caballero carterista: mismo, llevando a diez o doce de sus lienzos aquellas figuras y
aquél Cortadillo, éste Rinconete. Juntos hacen el viaje a Sevilla, ejer­ aquellas escenas, no habría hecho nada tan natural, ni tan gracioso
ciendo su noble profesión por las ventas del tránsito. Ya dentro de la y regocijado, ni tan pintoresco, ni, para decirlo de una vez, tan
ciudad, descubren que no se puede practicar libremente la florida picardía, admirable por todos estilos. »41
sin registrarse antes en la hermandad del señor Monipodio, padre, maestro De bien distinta índole que las precedentes novelas es El
y amparo de los rufianes. A su casa son conducidos. Por el camino, licenciado Vidriera, especie de florilegio de pensamientos y de
pregunta Rinconete al guía: crítica social:
«— ¿Es vuesa merced por ventura ladrón? El protagonista, joven de subido ingenio, después de cursar estudios
«— Sí — respondió él—, para servir a Dios y a las buenas gentes, universitarios y hacer una rápida visita a las ciudades de Italia, cuya
aunque no de los muy cursados, que todavía estoy en el año de novi­ cálida visión impresiona la retina de los lectores, regresa a Salamanca
ciado. »40 para graduarse de licenciado. Una dama se prenda de él, y no viéndose
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correspondida, le da hechizos en un membrillo para forzar su voluntad. pleadas todas las desgracias que le condujeron al hospital: el coloquio
Tomólo él en tan mala hora, que cayó enfermo de gravedad. Sanó que allí escuchó a dos perros de la casa, que estaban echados detrás de
meses más tarde del cuerpo, pero no del entendimiento, porque dió en la su cama en unas esteras viejas, la penúltima noche de su curación. « Las
más extraña locura que hasta entonces se había visto. «Imaginóse el cosas de que trataron fueron grandes y diferentes, y más para ser tra­
desdichado que era todo hecho de vidrio, y con esta imaginación, cuando tadas por varones sabios que para ser dichas por boca de perros; así
alguno se llegaba a él, daba terribles voces, pidiendo y suplicando con que, pues yo no las pude inventar de mío, a mi pesar y contra mi opinión
palabras y razones concertadas que no se le acercasen, porque lo quebra­ vengo a creer que no soñaba y que los perros hablaban. »45 Y apuntó el
rían. »42 diálogo en un catarpacio.
Hacíale preguntas la gente que encontraba por las calles, y a todas res­
pondía con tanta propiedad y agudeza, que causaba admiración, viéndole Este diálogo recogido por el enfermo constituye la siguiente y
loco y con tan grande entendimiento. Se extendió su fama hasta la corte, última novela de la colección, el Coloquio de Cipión y Berganza,
y un personaje de ella mandó que allí se lo llevasen. A la semana, no perros del Hospital de la Resurrección:
había persona que no conociese al licenciado Vidriera en Valladolid, resi­ Berganza, perro jovial, murmurador y locuacísimo, cuenta su larga
dencia de la corte (1600-1605) en la época de la novela. En sus paseos historia al grave y sesudo compañero Cipión, que le interrumpe con filo­
por la ciudad, se le acercaban las personas curiosas, preguntándole acerca sóficas reflexiones. Parécele a Berganza que vió el sol por primera vez en
de esto o aquello: así, hubo de hablar de los poetas, libreros, alcahuetas, el matadero de Sevilla, donde al servicio de un jifero u oficial de los que
mozos de mulas, boticarios, médicos, jueces, frailes, sastres, cómicos, matan las reses, tuvo ocasión de contemplar la existencia de los que allí
damas cortesanas, etcétera, etc., pasando revista satírica a casi todos los trabajan, sus hurtos, amancebamientos, y sus terribles pendencias,
oficios y profesiones, de modo sucinto y certero. porque es gente que « con la misma facilidad matan a un hombre que a
En resolución, él decía tales cosas, que si no fuera por sus claras señales una vaca ».46 Se acomodó luego con un pastor, y Berganza diserta con
de locura en lo concerniente a ser hombre de vidrio, « ninguno pudiera propiedad y humorismo sobre la vida de los pastores, tan diferente de la
creer sino que era uno de los más cuerdos del mundo ».43 A los dos años o que él había escuchado leer en ciertas novelas; porque no se pasan el
poco más de su locura, un religioso le sanó de su enfermedad mental. tiempo echando requiebros, componiendo versos, desmayándose aquí
Quiso entonces ganarse la vida ejerciendo su carrera de letrado, pues si el pastor, allá la pastora, sino lo más del día « espulgándose o remendando
antes, loco, había dado tales muestras de entendimiento, qué no las daría sus abarcas»; ni cantan con voces delicadas, sonoras y admirables,
ahora cuerdo; pero los chicos le seguían, y el sustento que había alcan­ « sino con voces roncas, que, solas o juntas, parecía no que cantaban,
zado por loco, lo perdió por cuerdo. Aburrióse y se fué a combatir en los sino que gritaban o gruñían ».47
ejércitos de Flandes, « dejando fama en su muerte de prudente y valen­ Con un mercader rico disfrutó de la opulencia y del saber, pues acom­
tísimo soldado i).44 pañando los hijos al colegio, quedábase sentado en cuclillas a la puerta
Es una de las obras más originales de Cervantes, con no pocos del aula, mirando de hito en hito al maestro que en la cátedra leía, escu­
recuerdos de su vida militar en Italia, y en cuanto a los pensamien­ chando atentamente la lección, aprendiendo de memoria algunos latines,
cuyo prudente empleo en la conversación explica gravemente. La ven­
tos, ningún cuerdo los dijo más trascendentales y luminosos que el
ganza de una esclava negra, ladrona e impura, que en la casa tenían, a la
loco del licenciado Vidriera. cual gastó Berganza muy pesadas bromas, te obligó a escaparse para
La novela más breve de la colección es El casamiento engañoso, salvar el pellejo. Con un alguacil, « encubridor de ladrones y pala de
tan breve como la dicha del protagonista: rufianes », conoció los podridos brazos de la justicia; con él estuvo hasta
Es éste soldado pobre y ancho de conciencia que, creyendo hacer el que una noche, que andaban de ronda, azuzóle el alguacil contra un hom­
gran negocio, no tiene inconveniente en casarse con una perdida; quiso bre que corría, / al ladrón, al ladrón!, y Berganza arremetió contra su
engañar, y él fué el engañado y el robado, herido por sus propios filos. propio amo, por cumplir lo que te mandaba sin discrepar en nada.
De los brazos de la astuta sirena, pasó a los del enfermero del hospital. Entró luego a servir al tambor de una compañía de soldados, y presenció
Ahora, ya curado, relata su lamentable historia a un amigo. Pero otros el desorden y los abusos de la gente de armas. Refiere largamente la
sucesos le quedan por decir, y por cuyo conocimiento da por bien em­ historia que te contó una bruja cierta noche que se quedó solo en el patio
256 ÉPOCA CLÁSICA

de un hospital (conforme a la cual Berganza era hijo de otra bruja famosa)


y las hechicerías que todas ellas usaban: pasaje de los más luminosos que
conocemos sobre las artes negras. Cayó en manos de gitanos, conside­
rando sus muchas malicias, embustes y hurtos. En la huerta de un morisco
mezquino e hipócrita, como todos los de su casta, sufrió hambres inauditas.
Con una compañía de comediantes pasó a Valladolid, y cansado de aquella
gente ociosa y de los sendos palos que recibía en los entremeses, entró al
servicio del hospital, donde ahora le hallamos con su compañero Cipión.

El Coloquio de los perros es la novela ejemplar más meditada de


Cervantes; aunque, más bien que novela, es película o serie de cua­
dros vividos. Posee un valor episódico y narrativo incomparable.
El mundo exterior y el mundo de las almas, en sus aspectos ligero
o grave, divertido o patético, vituperable o digno de alabanzas,
están observados con genial intuición. Aquel inmenso caudal
suyo de conocimientos de los hombres, de las instituciones y de las
costumbres de su tiempo, ha sido transformado en carne y espíritu
por sus energías de creador. La crítica social está hecha con fran­
queza e ironía, pero con esa filosofía optimista y esa humana sim­
patía características del temperamento de Cervantes.
Los doce cuentos, que « a no haberse labrado en la oficina de mi
entendimiento, presumieran ponerse al lado de los más pintados »,
han dado abundante materia escénica al teatro español y europeo;
numerosos, en particular, son los dramáticos franceses e ingleses
que han adaptado Novelas ejemplares o en ellas se inspiraron.” 48
8. D on Quijote : su composición y asunto. La obra maestra
de Cervantes, y el libro más famoso y universal tal vez después de
la Biblia, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, consta
de dos partes: la primera (cincuenta y dos capítulos), se publicó
° De las Novelas Ejemplares están adaptadas o imitadas, entre otras obras extran­
jeras, Love's Pilgrimage, Chances, The Queen of Corinth, Rule a Wife andHave a Wife,
de Fletcher; The Spanish Gipsie, de Middletony Rowley; The Padlock, de Bicker-
staffe; Cornélie, La forcé du sang, Lucrèce, ou Vadultere puní, La belle Égyptienne y
alguna otra de Hardy; L'amant liberal, de Jorge de Scudéry, que también utiliza
en Le prince déguisé el Grisel y Mirábella de Juan de Flores; Les deux pucelles, de
Rotrou; La belle Egyptienne, de Sallebray; Les rivales y Le docteur de verre, de Qui-
nault; Adélaide, ou la forcé du sang, de Garnier; de otras obras de Cervantes, han F a c s ím il e ( P o e t a d a )
salido Le berger extravagant de Sorel, Les folies de Cardenio y L'infidele confident de
Pichou, Le gouvernement de Sancho Panga, Dom Quixote de la Manche y L'amant
libéral de Bouscal, Le curieux impertinent de De Brosse, y la del mismo título de
Destouches, el Pharsamond de Marivaux, etc.
CERVANTES 257

en enero de 1605, en Madrid; la segunda parte (setenta y cuatro


capítulos), fué empezada a escribir después de impresa la primera,
y salió a luz en noviembre de 1615, en la misma ciudad.
El primitivo plan de Cervantes era hacer una novelita breve,
por el estilo de las ejemplares. Pero luego, cuando ya iba por el
lugar que ahora corresponde al capítulo nueve o diez, que debía
de ser el fin, comprendió el desarrollo que admitía el asunto, y se
lo dió en los capítulos restantes de la primera parte. La triunfal
acogida que obtuvo ésta, le animó a componer la segunda parte.
En cuanto al tratamiento del asunto, la primera idea de Cervantes
fué, sin duda, condensar en una sátira ingeniosa el concepto que la
literatura caballeresca merecía a las gentes sensatas de su tiempo.
Después, a medida que escribía, se iba ensanchando su visión: de
manera, que la novelita creció en extensión a novela grande, y
el cuadro de la sátira caballeresca se extendió hasta ser el más
vasto panorama que se ha presentado de la sociedad y civilización
de un pueblo; para algunos, Schelling y Sainte-Beuve por ejemplo,
es mucho más: un completo espejo de la vida humana. Y junto
a su valor de documento humano, y junto al de profundo tratado
de filosofía práctica, está el valor y efecto artístico que, sobre todo,
deseaba su autor alcanzar: que leyendo su historia de don Quijote,
« el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple
no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la
desprecie, ni el prudente deje de alabarla ».49
Respecto del argumento, léase la novela: unas treinta y cinco horas de
la más deleitable y provechosa lectura. Comienza con la presentación
del protagonista inmortal, don Quijote. En un lugar de la Mancha, no
mencionado por su nombre de Argamasilla hasta el fin de la Primera
Parte, vivía un hidalgo medianamente acomodado, Alonso Quijano, a
quien sus buenas costumbres le habían merecido el renombre de Bueno:
« Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de
complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y
amigo de la caza . . . Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los
ratos que estaba ocioso (que eran los más del año), se daba a leer libros
de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el
ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda. . . En
resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches
leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco
dormir y del mucho leer se le secó el cerebro, de manera, que vino a perder
258 EPOCA CLASICA CERVANTES 259

el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así el alojamiento entre los cabreros y el discurso de la dichosa edad, el cuento
de encantamientos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, de la bella Marcela y el enamorado Grisóstomo; el desgraciado encuentro
requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de con los yangüeses, los innumerables trabajos que el bravo don Quijote
tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de y su buen escudero pasaron en la venta que, por su mal, pensó que era
aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia castillo; la alta aventura y rica ganancia del yelmo de Mambrino, la
más cierta en el mundo . . . En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar liberación de los galeotes, los extraños sucesos de Sierra Morena, y el
en el más extraño pensamiento que jamás dió loco en el mundo, y fué que gracioso artificio y orden que se tuvo en sacar a nuestro enamorado ca­
le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como ballero de la asperísima penitencia en que se había puesto; la novela del
para el servicio de su república, hacerse caballero andante, e irse por todo curioso impertinente, interrumpida por la brava y descomunal batalla que
el mundo con sus armas y a caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse don Quijote tuvo, en sueños, con unos cueros de vino tinto, creyendo lu­
en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercita­ char con un gigantazo enemigo; el famosísimo discurso de las armas y
ban, deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y las letras; con otros innumerables y notables sucesos, hasta que, para
peligros donde, acabándolos, cobrase eterno nombre y fama . . . ))m sacarle de sus caballerías, le hacen creer a don Quijote que está encantado
y lo llevan a su pueblo, enjaulado sobre un carro de bueyes. Pero de
Alonso Quijano limpió unas armas que habían sido de sus bisabuelos; nada servirá el buen deseo de sus amigos, el canónigo, el cura y el barbero:
al mal caballejo que tenía, maravillosamente largo y flaco, quiso ponerle don Quijote morirá caballero andante. Así, cuando lo desenjaularon,
un nombre alto, sonoro y significativo, y le llamó Rocinante; se dió a « lo primero que hizo fué estirarse todo el cuerpo, y luego se fué donde
sí mismo el nombre de don Quijote de la Mancha, que, a su parecer, de­ estaba Rocinante, y dándole dos palmadas en las ancas, dijo:
claraba muy al vivo su linaje y patria; como caballero andante, necesi­ «— Aun espero en Dios y en su bendita Madre, flor y espejo de los
taba una dama de sus pensamientos, y entonces pensó en cierta agraciada caballos, que presto nos hemos de ver los dos cual deseamos: tú, con tu
labradora del vecino lugar del Toboso, de quien él anduvo un tiempo señor a cuestas; y yo, encima de ti, ejercitando el oficio para que Dios
enamorado, aunque ella jamás lo supo, y púsole por nombre Dulcinea del me echó al mundo. »61
Toboso. Hechas, pues, estas prevenciones, don Quijote, sin dar parte de su
intención a su ama ni a su sobrina, ni a persona alguna, salió cierto amane­ Con el regreso de don Quijote a su lugar, termina la novela, sin
cer en busca de aventuras: precisamente un día caluroso del mes de indicio alguno que haga esperar a los lectores una continuación.
julio, capaz de derretir los sesos al más pintado. Nada le aconteció en La acogida extraordinaria que obtuvo desde el instante de su
todo aquel día digno de recordarse. Al, anochecer, cansados y muertos publicación, movió a Cervantes a escribir la segunda parte, que
de hambre caballo y caballero, vinieron a dar en una venta; tomóla don debió de comenzar poco después. Por circunstancias que des­
Quijote por castillo, y a dos mujerzuelas que había en la puerta, por altas
conocemos, iba muy lentamente en su composición, pues en julio
señoras. La misma noche armóle caballero el ventero, gran socarrón a
de 1614 sólo llevaba escritos treinta y seis capítulos, de los setenta
quien se imaginaba don Quijote señor del castillo, y veló las armas en un
corral, para él patio del suntuoso edificio. De esta primera salida, con y cuatro que tiene esta segunda parte.62 Cuando escribía el capí­
las pocas y desgraciadas aventuras que lé acaecieron, volvió a su casa tulo cincuenta y nueve, tuvo noticia de que acababa de impri­
atravesado sobre un jumento, molido a palos, pero no mucho peor que mirse una continuación apócrifa del Quijote (1614) bajo el nombre,
él había dejado a alguno de sus contendientes. que se supone seudónimo, de Alonso Fernández de Avellaneda;
En su segunda salida, quince días después, le acompaña ya como es­ es obra de relativo mérito. Quién fuera este supuesto o real Ave­
cudero Sancho Panza, vecino suyo, labrador de talle corto, grande la llaneda, es punto que no se ha podido esclarecer. Cervantes se
barriga, y las zancas largas; era hombre de bien, « pero de muy poca sal apresuró entonces a concluir su segunda parte; quedó lista para
en la mollera», y don Quijote le había persuadido de que acaso podía la aprobación eclesiástica antes de febrero de 1615.
suceder aventura en que ganase alguna ínsula, y le hiciese a Sancho go­
bernador de ella. La primera aventura, en esta nueva salida, es la es­ Algo más de un mes transcurre, en la acción de la novela, desde que el
pantable y jamás imaginada de los molinos de viento, que don Quijote pobre caballero fué vuelto enjaulado a su pueblo, hasta que ahora se
tomó por gigantes enemigos. Vienen, luego, la estupenda con el vizcaíno, dispone a la tercer salida, en compañía de su fiel escudero. Determinó don
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Quijote encaminar sus pasos al lugar del Toboso, para tomar la bendición perfección. Si la primera parte, se ha dicho, es genialmente ins­
y licencia de la sin par Dulcinea. Como ni él ni Sancho sabían la casa pirada, la segunda es divinamente reflexiva,M
de Dulcinea, ni los aldeanos de aquel lugar conocían a ninguna mujer de La acción de la novela entera se verifica en el tiempo de cuatro
tal nombre, y mucho menos alta señora y princesa; y como Sancho rabiaba meses, según puede verse por los capítulos veintiocho y sesenta y
por sacar a su amo del pueblo, por cierto engaño que le había hecho, de él cinco de la segunda parte.
se salieron sin verla. En las afueras del pueblo, Sancho, que ya ha apren­
dido mucho de caballerías y encantamientos, hace creer a don Quijote
9. Los personajes del Quijote. Figuran en la inmortal
que cierta aldeana que, con otras dos, viene por el camino es la señora
Dulcinea: el escudero le rinde acatamiento; el amo, viendo la fea y
novela 669 caracteres, todos con propia y característica personali­
tosca aldeana, no puede admitir que sea Dulcinea; Sancho jura que no dad en los actos y en el lenguaje. Apenas hay tipo en la sociedad
es fea, sino hermosísima, y que, tal vez por arte de encantamiento, debe que allí no esté representado, desde la grotesca Maritornes hasta
de parecerle otra cosa al caballero; las aldeanas se encolerizan por las la bella duquesa, desde la discretísima Altisidora hasta la necia
extrañas atenciones, que miran como burlas, y prosiguen su camino. doña Rodríguez, caricatura inmortal, desde el picaro Ginés de
Tenemos después, entre los más notables sucesos, la aventura de los Pasamonte hasta el nobilísimo caballero don Diego de Miranda.
leones, en que se puso a prueba de modo real el valor inaudito de don Entre toda esta muchedumbre, sólo el carácter del don Fernando
Quijote, las bodas de proverbial abundancia del riquísimo Camacho, la de las sinrazones no convence; todos los demás son criaturas de
fantástica visita a la, cueva de Montesinos, el episodio burlesco del rebuzno carne y hueso. Un personaje se echa de menos: Dulcinea, que el
de los alcaldes, el ingenioso retablo de maese Pedro; los innumerables lector no ve, como tampoco la vieron amo y escudero; la vislum­
sucesos cómicos, sentimentales, picarescos, graves, fantásticos, reales, en
bramos únicamente en la imagen de rústica labriega que se ha
la casa de los duques, dignos de eterna memoria; los sabios consejos de
don Quijote a su escudero, sobre el gobierno de la ínsula (una villa de los
forjado Sancho, o en la de princesa ideal que concibió don Quijote.
duques, para proseguir la burla), y cómo el gran Sancho Panza tomó Y en medio de todo este mundo vivo y moderno, ¡ cómo se
posesión de la ínsula y se portó en su gobierno; las cartas cruzadas entre destaca la figura medieval del loco y sublime caballero! Alto,
él y su mujer Teresa Panza; la partida de amo y escudero de la casa de flaco, de rostro muy largo y triste, el pelo entrecano, aguileña y
los duques; las aventuras que llovieron sobre don Quijote cuando iba algo corva la nariz, los bigotes grandes y caídos (como Cervantes);
camino de Barcelona, a tomar parte en unas justas; la estancia del va armado de todas armas, que resultan anticuadas y extrañas
caballero medieval en esta gran ciudad moderna; su vencimiento por para su tiempo, sobre su escuálido Rocinante; alta y flaca la
el fingido Caballero de la Blanca Luna (el bachiller Sansón Carrasco, figura del caballero, larguísima y estrecha la de su caballo; y
convecino de don Quijote, que quiso piadosamente sacarle de sus andantes al lado, el balón de Sancho Panza, sobre su redondo rucio; pre­
caballerías); el retiro de don Quijote a su lugar, cumpliendo la condi­ séntase don Quijote a todos como caballero andante, y cuantos le
ción del desafío, y la grave enfermedad, recobro del juicio y cristiana
ven por primera vez caen en la misma admiración y se mueren por
muerte del virtuoso Alonso Quijano el Bueno.
saber quién es este hombre tan apartado del uso corriente.
La segunda parte aventaja decididamente a la primera, en el En los primeros capítulos de la novela, don Quijote es una cari­
plan, más meditado; en la invención, más rica; en la creación de catura francamente burlesca de los caballeros andantes; apenas
los nuevos personajes que en ella se introducen; en el desarrollo resulta otra cosa que un loco divertido. Después, su personalidad
del mismo carácter de don Quijote, más sereno, con más lúcidos y se va haciendo más rica, intensa y humana, hasta alcanzar
largos intervalos en su locura caballeresca; en. el desarrollo tam­ toda su soberana grandeza en la segunda parte del libro. Su
bién del carácter de Sancho Panza, que logra la plenitud de su locura ha ido atenuándose; su visión del mundo es algo más
personalidad en el gobierno de la ínsula; superior en el estilo, y normal, y ya no toma siempre los mesones por castillos, ni recibe
en cuantos elementos entran en la composición literaria. El arte tantos palos. Sin perder el fervor heroico, se muestra prudente en
de Cervantes alcanza aquí su máximo equilibrio, serenidad y ocasiones, como al finalizar el episodio del uno y el otro alcalde:
262 EPOCA CLASICA CERVANTES 263

continúa siendo el mantenedor de la verdad, de su verdad ideal, que tocaba a sus caballerías; pero no hay cosa donde no pique
aunque le cueste la vida defenderla, pero más razonablemente. y deje de meter su cucharada ».56 No sabe hacer mal a nadie, ex­
Como dice su sobrina, el buen hidalgo se hace la ilusión de « que cepto a los enemigos, ni ser malicioso o mal pensado. Por esa
es valiente, siendo viejo, que tiene fuerzas, estando enfermo, y que sencillez de espíritu, que, a pesar de su gran entendimiento, un
endereza tuertos, estando por la edad agobiado, y, sobre todo, niño le puede hacer creer que es de noche en mitad del día, Sancho
que es caballero, no lo siendo, porque aunque lo puedan ser los hidal­ dijo quererle más que a las telas de su corazón, y con Sancho,
gos, no lo son los pobres!. . . »M Es loco porque él, pobre y oscuro cuantos le acompañan en el curso de su historia.
hidalgo, se cree capaz de arreglar la sociedad a su gusto, conforme Don Quijote es generoso hasta el sacrificio, liberal sin tasa: si
su código de justicia poética, sin cuidarse de las leyes de los hom­ quiere ínsulas, no son para él, sino para su escudero. Valiente,
bres. Loco, porque su visión de las cosas no corresponde con la hasta la temeridad: Sancho, que dudó a ratos de todo, del juicio
realidad. Y es que concibe tan intensamente, que las apariencias de su amo, de la existencia de Dulcinea, de la prometida ínsula,
materiales se transforman a sus ojos: esta realidad forjada en su jamás tuvo un asomo de duda sobre el valor inaudito de don Qui­
fantasía tiene para él más verdad y vida que la realidad física. jote. Su figura es más dolorosamente trágica que cómica. Y
Porque sueña con palacios y princesas, los mesones se transforman siempre nos parece sublime: recuérdese cuando, tras su encuentro
en castillos, las mujerzuelas en altas señoras. Dulcinea es una con un adversario real, está vencido, tendido en la tierra, sin
ruda campesina; a él no se le oculta esta verdad, pero al conside­ fuerzas para levantarse ni poderse mover; y su adversario, po­
rarla como bellísima princesa tampoco cree mentir: es princesa para niéndole la lanza sobre la visera, le dice:
él porque, para su amor, tanto vale como la más alta princesa del
«— Vencido sois, caballero, y aun muerto, si no confesáis las condi­
orbe; porque quiere dibujársela en la imaginación tal como la ciones de nuestro desafío.
desea. La experiencia de sus errores, y los sufrimientos que le « Don Quijote, molido y aturdido, sin alzarse la visera, como si ha­
traen, no le aprovechan: sobre las apariencias de la vida, y sobre blara dentro de una tumba, con voz debilitada y enferma, dijo:
el dolor y la misma muerte, está la realidad que se ha creado en su «— Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo, y yo el
fantasía. más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza de­
Es don Quijote afable caballero, llanísimo en su trato, con fraude esta verdad. Aprieta, caballero, la lanza, y quítame la vida, pues
suave dignidad que le atrae juntamente el amor y el respeto de me has quitado la honra. »67
todos. Es humilde con los humildes, y no vacila en aechar la
cebada y limpiar el pesebre en cierta ocasión, para ayudar a un Estas palabras, conmovedoras en tal ocasión y trance, dan voz
mozo. Entre los caballeros, es el primero en cortesía, discreción y al alma sublime de don Quijote: de este hombre amado, que se
dignidad; de la situación más ridicula, como aquella del encuentro nos mete en el corazón con regocijo y con ternura.
con los duques, sabe salir airoso y cortesano. Es muy amigo de Y junto al caballero de la ilusión, el práctico escudero. Sancho
platicar con todo el mundo, y, aunque loco en las hazañas, dis­ Panza no hace su'aparición hasta el capítulo siete. Entonces
curre con rara discreción, en no tocando a las caballerías, «de debió de ser cuando Cervantes se dió cuenta de que necesitaba
manera, que a cada paso desacreditaba sus obras su juicio, y su darle un interlocutor a don Quijote: un compañero con quien
juicio sus obras ».65 Dotado está su ingenio de gravedad o de conversar en las solitarias jornadas por los campos manchegos.
donaire, conforme el caso requiera; de sincera elocuencia a El caballero no iba a estar siempre dando expresión a estados de
veces, su palabra; sus consejos, de sabiduría. Cuando comienza ánimo por medio de soliloquios. Luego, la razón del contraste
a hablar gravemente y a dar consejos, como decía Sancho, «no inmortal entre ambos personajes. Introduce a Sancho Panza
sólo puede tomar un púlpito en las manos, sino dos en cada de­ como«un hombre de bien . . . , pero de muy poca sal en la mollera».
do . . . Yo pensaba en mi ánima que sólo podía saber aquello No son precisamente las características que Sancho revela en el
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curso de la obra. Cervantes no tenía todavía clara percepción de respondió Sancho —; que las tierras que de suyo son estériles y secas,
su personaje. Dos capítulos despues, ya se va formando idea de estercolándolas y cultivándolas, vienen a dar buenos frutos; quiero decir
su aspecto físico: «la barriga grande, el talle corto y las zancas que la conversación de vuesa merced ha sido el estiércol que sobre la
largas, y por esto se le debió poner el nombre de Panza. . . » estéril tierra de mi seco ingenio ha caído; la cultivación, el tiempo que ha
Más tarde vemos que tiene barbas. Hasta bien avanzada la que le sirvo y comunico . . . » 80
novela, Sancho no da con su tesoro de refranes. Y junto al con­ El socarrón de Sancho es, además, graciosísimo, el más gracioso
traste físico, el contraste moral: don Quijote, el cruzado del ideal, sujeto que hemos conocido en los libros o en la vida. La duquesa
Sancho, la encarnación del sentido práctico. Cuando aquél ve se perece de risa oyendo hablar a Sancho; y el lector, en aquella
con los ojos de su fantasía, éste hace resaltar la verdad material ocasión y en todas. Don Quijote le describe maravillosamente, al
con todo su crudeza. decir a los duques: «tiene a veces unas simplicidades tan agudas,
A medida que progresa la acción, especialmente en la segunda que el pensar si es simple o agudo causa no pequeño contento:
parte, la personalidad de Sancho se desarrolla, como la de don tiene malicias que le condenan por bellaco, y descuidos que le
Quijote, hasta conseguir toda su plenitud. La vehemente locura confirman por bobo; duda de todo, y créelo todo; cuando pienso
del caballero se lleva tras sí, a ratos, el juicio del pobre escudero: que se va a despeñar de tonto, sale con unas discreciones que le
acaba por creer en la real existencia de los caballeros andantes, levantan al cielo ».61
aunque jamás tiene firmeza absoluta en ninguna de sus creencias. Don Quijote se impacienta a veces con las murmuraciones de
Cuando la batalla con los pellejos de vino tinto, por ejemplo, el Sancho, o con su infatigable locuacidad; algunas, se enfada por
escudero parece tan loco como su señor, y aun le gana: « estaba su socarronería o bajas inclinaciones: en una ocasión, airado,
peor Sancho despierto que su amo durmiendo: tal le tenían las acaba diciéndole: «toda esa gordura y esa personilla que tienes,
promesas que su amo le había hecho ».68 no es otra cosa que un costal lleno de refranes y de malicias ».62
Sancho es malicioso, como él mismo confiesa, y aun tiene sus ri­ Pero casi siempre le trata con amor de padre: Sancho bueno,
betes de bellaco, pero todo lo cubre la capa de su simpleza. Malo Sancho hijo, Sancho mío . . . Y el buen Sancho le corresponde
no es nunca; en sus peores momentos, es sólo de una honradez con cariño y respeto filial.
egoísta; en su mejores momentos, sobre todo tratándose de su amo, Tan única y tan trabada como su amistad, fué la amistad de
da muestras de grandísimo corazón. Durante el gobierno de la villa otros dos seres que siempre les acompañan: Rocinante y el rucio.
de los duques, jamás vaciló un minuto en el cumplimiento estricto Cobró justa fama la hermandad del seco y huesudo caballo y del
de sus deberes. Es algo glotón, porque su apellido de Panza lo rollizo y flamante rucio, pues tan pronto como se juntaban, acu­
exigirá, y hablador, porque así lo parió sencillamente su madre. dían a racarse el uno al otro, y después de satisfechos, « cruzaba
Sabe más refranes que un libro, y se le vienen tantos juntos a la Rocinante el pescuezo sobre el cuello del rucio (que le sobraba
boca cuando habla, « que riñen, por salir, unos con otros; pero la de la otra parte más de media vara), y mirando los dos atentamente
lengua va arrojando los primeros que encuentra, aunque no vengan al suelo, se solían estar de aquella manera tres días; a lo menos,
a pelo ».69 Don Quijote le reprueba tal abuso de refranes, pero no todo el tiempo que les dejaban, o no les compelía la hambre a
puede dejar de admirar, y aun envidiarle, la facilidad con que le buscar sustento ».63
salen. Repruébale, asimismo, otros muchos defectillos: el buen
caballero es para Sancho constante maestro, corrigiéndole el 10. E l e m e n t o s , v a l o r l it e r a r io y fa m a . Independientes
lenguaje, las ideas, enseñándole a ser mejor y más discreto. Una unos de otros se hallaban los géneros novelescos, el caballeresco,
vez le hace notar don Quijote: el pastoril, el sentimental, el picaresco, cuando Cervantes, abar­
« _ Cada día, Sancho, te vas haciendo menos simple y más discreto. cándolos todos juntos con la grandeza de su genio, nos dió en
«— Sí, que algo se me ha de pegar de la discreción de vuesa merced — un solo libro los múltiples aspectos en aquellos géneros con­
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266

tenidos. Cabe decir con rigurosa exactitud que casi todas las Cervantes el que habla, y no por boca de sus personajes, es a tre­
fases de la vida del hombre, todos los matices del corazón, de la chos cuidado y brillante, pero por lo común natural, expresivo y
mente y de la naturaleza exterior, desde lo más noble y hermoso justo. Por su caudal de voces y de giros, y por su propiedad, es el
hasta lo más común y prosaico, están presentados en Don Quijote. supremo maestro de la lengua española. Una característica per­
Por ello, no es el libro de una escuela literaria, de un pueblo par­ sonal del estilo de Cervantes es la claridad. Ningún escritor se ha
ticular o de una determinada época, sino el libro universal. Su cuidado con tanto esmero y tan sistemáticamente de escribir para
forma y carácter es español, y español del siglo x v ii , mas su que todos le entiendan: aclara los provincialismos, las palabras
fondo y substancia es de la humanidad de todos los tiempos. técnicas que usa, las que toma de la jerga de rufianes y gitanos,
Por el número y variedad de asuntos, episodios, lugares y per­ y casi siempre también las sentencias latinas; véase el cuidado y
sonajes, es el cuadro más vasto que se ha trazado en la historia de arte que emplea, por ejemplo, en los capítulos doce y cuarenta y
la novela. En cuanto a lugares, visitamos aldeas, pueblos y una uno de la primera parte. Esta comprobación puede hacerse en
gran ciudad, valles y montañas, bosques y llanuras, caminos, cualquiera de sus obras. Ha aclarado los pensamientos y las
senderos, cuevas, mesones, casas pobres y solariegas, etc. Per­ palabras como si tuviese un vago presentimiento de que escribía
sonajes, tenemos de todas las clases, social y moralmente, ca­ para la posteridad.
balleros y labriegos, comediantes y pastores, mozos de mulas, Respecto a la celebridad de Don Quijote, no hay en la primera
estudiantes, bandidos, sacerdotes, jueces, cautivos, molineros, parte indicio alguno de que Cervantes la esperaba. El recibimiento
soldados, traficantes, picaros: en suma, desde el más perdido que tuvo, le hizo comprender luego el alcance de su novela. Desde
rufián hasta el más noble señor, desde la más seductora imagen de el prólogo de la segunda parte hasta la última página hay varias
la doncellez, Dorotea, hasta las más impuras mozas del camino. Y alusiones que son otras tantas profecías del destino de Don Qui­
toda esta muchedumbre va desfilando ante nuestros ojos con sus jote: refiere Cervantes en el prólogo, humorísticamente, que el
tristezas o alegrías, con sus temores y esperanzas, y notamos el emperador de la China quería poner su novela como libro de texto
gesto de sus semblantes, sus trajes, sus costumbres. para aprender la lengua castellana; el bachiller Sansón Carrasco le
Con igual variedad y riqueza que los panoramas, y que los ca­ predice a don Quijote que « no ha de haber nación ni lengua donde
racteres, se desarrolla la fábula, tan ingeniosa, con aventuras y no se traduzca »:68 y hoy se conoce más de seiscientas ediciones
lances siempre renovados, siempre nuevos, con una ondulación en treinta y una lenguas extranjeras;69 Sancho apuesta que « no
constante de la realidad a la fantasía, de lo sublime a lo ridículo. ha de haber bodegón, venta ni mesón, o tienda de barbero, donde
Jamás se han visto concertados en una obra de arte, con tan mara­ no ande pintada la historia de nuestras hazañas »:70 y así sucede
villoso equilibrio, la verdad cotidiana y los más altos vuelos de la en España; y Cervantes, finalmente, da voz al deseo de la poste­
fantasía, la invención y el juicio. ridad cuando exclama, invocando la memoria de Cide Hamete,
Y de igual riqueza que la fábula, los caracteres y las descrip­ imaginario autor árabe de quien él finge traducir el libro en cas­
ciones, es el lenguaje. Cada personaje habla a su modo, con la tellano: « ¡ Oh autor celebérrimo! ¡ Oh don Quijote dichoso!
propiedad que corresponde a su estado y circunstancias. Hay ¡ Oh Dulcinea famosa! ¡ Oh Sancho Panza gracioso! Todos
muestras del estilo redundante y afectado, como cuando don juntos y cada uno de por sí viváis siglos infinitos, para gusto y
Quijote imita el lenguaje de los libros de caballerías;64 del estilo general pasatiempo de los vivientes. »71
retórico y brillante, en el discurso de la dichosa edad , 60 del Poco tiempo había pasado desde la aparición de la primera
estilo arcaico, cuando don Quijote saluda a las mozas de la venta, parte, cuando ya eran populares en España las figuras de don
en su primer salida; 66 del perfecto estilo, en que se unen la natu­ Quijote y de Sancho Panza, y tan leída y sabida de todo género de
ralidad, la fuerza y la elegancia, como en el soberano discurso de gentes su historia, que apenas habían visto algún rocín flaco,
las armas y las letras.67 El estilo de la narración, cuando es cuando decían: « Allí va Rocinante. »72 A fines de 1607, es decir
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apenas tres años desde la salida del Quijote, sus personajes eran los personajes son tan exóticos e irreales como el escenario, con la
suficientemente conocidos en el Perú para figurar en una fiesta sola excepción del carácter de Clodio, visto y presentado por el
pública allí celebrada;73 y en un torneo en el Palatinado (Alemania) autor magistralmente: «tengo un cierto espíritu satírico y maldi­
en 1613, con ocasión de ciertas fiestas reales, salía como nota ciente, una pluma veloz y una lengua libre; deléitanme las ma­
cómica don Quijote con un cartel de desafío.74 Con orgullo podía, liciosas agudezas, y, por decir una, perderé yo, no sólo un amigo,
pues, la pluma de Cervantes estampar en la última página de su pero cien mil vidas ».75 Las aventuras no son menos fantásticas:
novela: « Para mí sola nació don Quijote, y yo para él; él supo amores súbitos y fatales, hechicerías de brujas, adivinaciones de
obrar, y yo escribir.» astrólogos, espantosos naufragios, naves bloqueadas por los hielos,
incendios de islas, increíbles coincidencias. Únase a todo ello el
11. E l ú l t im o l ib r o : P e r s il e s y S ig is m u n d a . En la dedi­
gran número de historias particulares y de episodios, que hacen
catoria de la segunda parte del Quijote, fechada el 31 de octubre
perder a menudo el hilo de la historia principal, y se formará el
de 1615, Cervantes anuncia que dará fin dentro de cuatro meses
lector idea del embrollado carácter de los dos primeros libros de la
al Persiles y Sigismunda, «el cual ha de ser o el más malo o el
novela de Cervantes. Pero leyéndola, verá igualmente la fantasía
mejor que en nuestra lengua se haya compuesto, quiero decir de
juvenil e incomparable de aquel anciano de sesenta y tantos años.
los de entretenimiento; y digo que me arrepiento de haber dicho
Una vez más se aparta de su doctrina estética, en tantos lugares
el más malo, porque según la opinión de mis amigos, ha de llegar
declarada: el arte es la imitación de la verdad; cuando menos,
al extremo de bondad posible ». Había principiado este libro antes
requiere de la verosimilitud. En el Persiles mismo expresa que
de 1613, mencionándolo por primera vez en el prólogo de las
las acciones de la fábula han de concertarse con tanta puntualidad,
Novelas Ejemplares. Se publicó después de su muerte, en 1617.
gusto y verosimilitud, « que a despecho y pesar de la mentira, que
Los trabajos de Persiles y Sigismunda, historia septentrional,
hace disonancia en el entendimiento, forme una verdadera ar­
tiene por principal asunto los trabajos (en la acepción usual de
monía ».76 Y es que el espíritu de Cervantes, cualesquiera que
penalidades, o en el significado entonces corriente de peregrina­
fuesen sus teorías, osciló toda la vida entre el ensueño y la realidad.
ciones) de estos dos enamorados y príncipes reales, hijo él del rey
Se ha dicho con exactitud que este hombre que poseyó «una in­
de Islanda, y ella del rey de Frislanda:
tuición maravillosa de la realidad, tuvo oculta una constante aspi­
Por adversidad de la suerte en el comienzo de sus amores, parten ambos ración romántica hacia los reinos de la pura fantasía ».77
juntos en peregrinación a Roma para cumplir un voto. A poco de su La segunda mitad de la novela (libros III y IV), es decir, desde
partida, mientras navegaban por aquellos mares del norte, la nave fué
que los viajeros desembarcan en Lisboa y pisan tierra conocida del
atacada, por corsarios, que se apoderaron de Sigismunda y la llevaron
como esclava a la corte de Dinamarca. Habiendo logrado más tarde
autor, todo cambia: del país de la quimera, somos trasladados al
escaparse de la cautividad, y del amor del príncipe heredero de aquel país, reino de la verdad psicológica y material. Persiles y Sigismunda
Sigismunda viene a dar, tras lances innumerables y extraordinarios, en continúan los mismos entes ficticios, pero al cruzar la Península,
una isla de gentes bárbaras. Allí la encuentra Persiles. Las aventuras pasar por Francia y llegar a Roma, se codean con hombres y
que ahora corren juntos, por aquellos mares y tierras del norte, van mez­ mujeres que tienen sangre en las venas: el poeta famélico y los
cladas con el relato de varios náufragos y errantes caballeros, que hallan cómicos ambulantes, los alcaldes socarrones, los estudiantes y
en su camino. Persiles y Sigismunda, que han cambiado de nombre, picaros vagabundos, el polaco mal casado, los temibles moriscos, las
ocultan asimismo su calidad de príncipes hasta el fin de la novela: para mozas discretas, las aventureras audaces, el avisado gobernador
todo el mundo, incluso el lector, estos dos platónicos y castísimos amantes romano, etc. Hay también algo del elemento imaginario e im­
pasan por hermanos. probable; pero la copia del natural, los cuadros de costumbres, la
En la primera mitad de la novela (libros I y II), la febril imagi­ vida que pasa, es lo que domina en esta segunda mitad de la
nación de Cervantes nos lleva por tierras extrañas y brumosas; novela. En ella se leerán algunas de las páginas más gallardas,
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viriles y hermosas que salieron de la pluma de Cervantes. El [22] Prólogo cit., p. 8.


libro tercero y parte del cuarto constituyen una de las obras más [23] Comedias y entremeses, ed. cit., t. III, p. 115.
[24] Ibid., t. IV, p. 19.
notables del siglo de oro. [25] Ibid., p. 103; V. M. J. García, Estudio crítico acerca del entremés « El
Las cuatro o cinco páginas del prólogo y dedicatoria del Persiles vizcaíno jingido », Madrid, 1905.
y Sigismunda fueron las últimas de Cervantes, pocos días antes [26] Ed. escolar de este entremés: Ten Spanish Parces oj the 16th, 17th and
de su muerte. Entre graves y joviales, tienen un acento conmo­ 18th Centuries, with notes and vocabulary, by G. T. Northup, New York, 1922.
vedor; el escritor alegre, el regocijo de las Musas, el famoso todo, [27] Comedias y entremeses, ed. cit., t. IV, p. 150.
[28] Ibid., p. 116.
se despide del mundo: « ¡ Adiós, gracias; adiós, donaires; adiós, [29] La Galatea, ed. Schevill y Bonilla, Madrid, 1914, t. I, p. xlix.
regocijados amigos; que yo me voy muriendo, y deseando veros [30] Don Quijote, I, cap. VI.
presto contentos en la otra vida!» [31] Viaje del Parnaso, ed. cit., p. 54.
[32] Novelas Ejemplares, ed. Schevill y Bonilla, Madrid, 1922, t. I, p. 22.
[1] Vida de Miguel de Cervantes Saavedra, por Martín Fernández de Na- [33] Ibid., p. 23.
varrete, Madrid, 1819, p. 317; biografía documentada más reciente, Miguel [34] Schevill, Cervantes, New York, 1919, p. 300.
de Cervantes Saavedra, por J. Fitzmaurice-Kelly, trad. española de Sanín Cano, [35] Don Quijote, II, cap. LXII; 7. R. Schevill, The Ovidian Tale and Cer­
Londres, 1917; biografía con interpretación y evocación de la personalidad de vantes, en Ovid and, the Renascence in Spain, Berkeley, 1913, págs. 132-142.
Cervantes y su época, El Ingenioso Hidalgo Miguel de Cervantes Saavedra, [36] La Gitanilla, ed. cit., p. 44; ed. escolar de esta novela y de El licenciado
por F. Navarro y Ledesma, Madrid, 1905 (2da. ed., 1915); relato de su vida Vidriera, en Seledions from the Novelas Ejemplares, mth introdudion, notes
y estudio de su obra, Cervantes, by Rudolph Schevill, New York, 1919. and vocabulary, by Hugo A. Rennert, New York, 1918.
[2] Pérez Pastor, Documentos cervantinos, Madrid, 1897-1902, t. I, p. 89; [37] Novelas Ejemplares, ed. Rodríguez Marín, Madrid, 1914-17,1.1, p. 236.
V. Rodríguez Marín, Nuevos documentos cervantinos, Madrid, 1914. [38] Ibid., t. II, p. 158; 7. Ángel González Palència, Un cuento popular
[3] Don Quijote, Parte II, cap. LUI. marroquí y « El celoso extremeño » de Cervantes, en Homenaje a Menéndez
[4] Obras completas de Miguel de Cervantes Saavedra, ed. R. Schevill y Pidal, t. I, págs. 417-423.
Bonilla y San Martín: Novelas ejemplares, t. I (Madrid, 1922), págs. 20-21. [39] Novelas, ed. Rodríguez Marín, 1.1, p. 142.
[5] Persiles y Sigismunda, ed. Schevill y Bonilla, Madrid, 1914, t. I, p. lv. [40] Ibid., p. 166.
[6] V. Bonilla y San Martín, Cervantes y su obra, Madrid, 1916, págs. [41] Rodríguez Marín, Discurso preliminar a su ed. crítica de Rinconete y
168-172. Cortadillo (2da. ed.), 1920, p. 187.
[7] Don Quijote, II, cap. XVI. [42] Novelas, ed. Rodríguez Marín, t. II, p. 3,6.
[8] Persiles, ed. cit., t. II, págs. 17-18. [43] Ibid., p. 79.
[9] Novelas Ejemplares, ed. Rodríguez Marín: La Gitanilla, Madrid, 1914, [44] Ibid., p. 83.
p. 49; El licenciado Vidriera, Madrid, 1917, p. 45. [45] Ibid., p. 205; 7. estudio de A. G. de Amezúa y Mayo en ed. critica de
[10] Viaje del Parnaso, ed. Schevill y Bonilla, Madrid, 1922, p. 14. El casamiento engañoso y el Coloquio de los perros, Madrid, 1912.
[11] Poesías sueltas, ed. Schevill y Bonilla, Madrid, 1922, págs. 21-30. [46] Novelas, ed. Rodríguez Marín, t. II, p. 217.
[12] Don Quijote, I, cap. XXXIV. [47] Ibid., p. 228.
[13] Ed. cit., p. 55. [48] 7. Hist. de la Lit. Española, por J. Fitzmaurice-Kelly (3ra. ed.), Madrid,
[14] Poesías sueltas, ed. cit., págs. 62-64. 1921, págs. 216-218; Las Novelas Ejemplares de Cervantes, por F. A. de Icaza,
[15] Comedias y entremeses, ed. Schevill y Bonilla, Madrid, 1915, t. I, págs. Madrid, 1901, págs. 251-268; traducción inglesa de las novelas recomendable,
21-23. Exemplary Novéis of Miguel de Cervantes Saavedra, translated by Norman
[16] Ibid., t. III, págs. 139-144. Maccoll, Glasgow, 1902.
[17] La Gitanilla, ed. cit., págs. 30-32. [49] Prólogo, Don Quijote, ed. crítica de Rodríguez Marín, Madrid, 1916-17,
[18] Poesías sueltas, ed. cit., págs. 73-74. 1.1, p. 41; ed. suya anotada más económica en Clásicos Castellanos, Madrid,
[19] Prólogo a Ocho comedias y ocho entremeses, ed. cit., t. I, p. 7. 1911-13 (8 vols); ed. en un solo vol. aceptable, la de Henrich y Cía., Barce­
[20] Comedias y entremeses, ed. cit., t. V, p. 202. lona, 1915.
[21] Schevill y Bonilla, Comedias y entremeses: Introducción, t. VI, págs. [50] Don Quijote, Parte I, cap. I.
52-53; V. Cotarelo y Valledor, El teatro de Cervantes, Madrid, 1915, págs. [51] Ibid., cap. XLIX.
49-52. [62] 7. Cotarelo y Mori, Últimos estudios cervantinas, Madrid, 1920, p. 63.
272 EPOCA CLASICA

[53] Menendez y Pelayo, Cultura literaria de Miguel de Cervantes y elaborar


ción del « Quijote », en Revista de Archivos, Bibl. y Museos, t. XII, p. 312;
V. Américo Castro, El pensamiento de Cervantes, Madrid, 1925.
[54] Don Quijote, Parte II, cap. VI.
CAPÍTULO XXII
[55] Ibid., cap. XLIII.
[56] Ibid., cap. XXII. POESÍA LÍRICA
[57] Ibid., cap. LXIV. (S e g u n d o P e r ío d o )
[58] Ibid., Parte I, cap. XXXV; V. W. S. Hendrix, Sancho Panza and the
Comic Types of the Sixteenth Century, en Homenaje a Menéndez Pidal, t. II, 1. Imís de Góngora: su carácter; naturalidad, distinción y bri­
págs. 485-494. llantez en la poesía popular; el poeta satírico; ligera afectación del
[59] Don Quijote, Parte II, cap. XLIII. estilo en los sonetos y canciones heroicas; el poeta culterano: Pane­
[60] Ibid., cap. XII. gírico al duque de Lerma; Fábula de Polifemo y Galatea: defectos
[61] Ibid., cap. XXXII. y bellezas; las Soledades, consagración de la nueva escuela; naturaleza
[62] Ibid., cap. XLIV. del culteranismo; sus antecedentes y trascendencia. 2. El conceptismo:
[63] Ibid., cap. XII. su significación; Alonso de Ledesma y su obra. 3. La comente
[64] Ibid., Parte I, cap. II. clásica: Lupercio y Bartolomé Leonardo de Argensola: pureza de dic­
[65] Ibid., cap. XI. ción y perfecta lucidez. 4. Rodrigo Caro: su canción A las ruinas de
[66] Ibid., cap. II. Itálica. 5. Autores varios: Villamediana, Jáuregui, Espinosa, etc.
[67] Ibid., cap. XXXVIII; V. Julio Cejador, La Lengua de Cervantes,
Madrid, 1905-1906; F. Rodríguez Marín, El andalucismo y el cordobesismo 1. Luis d e G ó n g o r a . Nació Luis de Góngora (1561-1627) en
de Miguel de Cervantes, Madrid, 1915. la ciudad de Córdoba, estudió en Salamanca, tornó luego a su
[68] Don Quijote, Parte II, prólogo. ciudad natal, logrando un beneficio en la catedral. Era nuestro
[69] V. Bibliografía crítica de ediciones del « Quijote)) impresas desde 1605 beneficiado hombre algo independiente y arrogante, de genio muy
hasta 1917, recopiladas y descritas por J. Sufié y Benagos y J. Suñé Fonbuena, alegre, más amigo de asistir a las corridas de toros que al coro;
Barcelona, 1917; facsímiles de las ediciones príncipe de la Primera y Segunda
Partes por The Hispànic Society of America, New York (s. a.); la mejor ver­ por lo cual, así como por su trato y amistad con los cómicos de la
sión en inglés, la de J. Ormsby, The Ingenious Gentleman Don Quixote of La ciudad, vino a ser reprendido por el obispo en 1589.1 Era ya en
Mancha, London, 1896. esta fecha «raro ingenio sin segundo», según le había llamado
[70] Don Quijote, Parte II, cap. LXXI. Cervantes en La Galatea (1585). Hizo varios viajes por España,
[71] Ibid., cap. XL; V. F. A. de Icaza, El « Quijote » durante tres siglos, cuyas impresiones nos ha dejado en algunas composiciones jocosas
Madrid, 1918.
[72] Don Quijote, Parte II, cap. III. y satíricas. Establecióse en Madrid a principios de 1612, donde
[73] V. Rodríguez Marín, El « Quijote » y Don Quijote en América, Madrid, obtuvo entonces, o había obtenido ya antes de su viaje, una capella­
1911, págs. 75-93. nía de honor de Su Majestad, cargo que no mejoró su siempre
[74] V. Paz de Borbón, Torneo en el Palatinado en 1613, en Revista de Ar­ apurada situación pecuniaria.
chivos, etc., t. XII, págs. 340-344.
Empezó Góngora cultivando con feliz sencillez y encanto los
[75] Persiles, ed. cit., 1.1, págs. 94-95.
[76] Ibid., t. II, p. 100. metros populares. Sus canciones, letrillas y romances amorosos
[77] Savj-Lopez, Cervantes (Napoli, 1914), trad. A. G. Solalinde, Madrid, brillan por la delicadeza del sentimiento poético. Quéjase en
1917, p. 69. cierta linda canción de que Amor tenga piedad de una tortolilla, y
escuche sordo el ruego de un amante:
Vuelas, ¡ oh tortolilla!, lasciva tú, si él blando.
y al tierno esposo dejas ¡ Dichosa tú mil veces,
en soledad y quejas. que con el pico haces
Vuelves después gimiendo, dulces guerras de amor y dulces paces !2
recíbete arrullando,
273
274 EPOCA CLASICA

A veces desarrolla una idea con tan exquisita gracia como pode­
rosa concisión:
De la florida falda
que hoy de perlas bordó la alba luciente,
tejidos en guirnalda,
traslado estos jazmines a tu frente,
que piden, con ser flores,
blanco a tus sienes y a tu boca olores .. ,3

Sus letrillas amorosas parecen fruto de la musa del pueblo, por


su lozanía y naturalidad:
No son todos ruiseñores
los que cantan entre flores,
sino eampanitas de plata,
que tocan a la alba;
sino trompeticas de oro,
que hacen la salva
a los soles que adoro .. ,4

De verdadera sinceridad en la efusión de los afectos es el


romancillo sentimental:
La más bella niña a la guerra van,
de nuestro lugar, a su madre dice
hoy viuda y sola, que escucha su mal:
y ayer por casar, Dejadme llorar
viendo que sus ojos orillas del mar .. .5

Cualidades que Góngora posee en grado eminente son la dis­


tinción y la brillantez; muéstranse de modo ejemplar, así como
su fina ejecución, en el romance amoroso de Angélica y Medoro,
escrito en 1602, uno de los más acabados en lengua castellana.6
Compuso romances artísticos al estilo de los moriscos y fronterizos.
Tiene uno, en particular, que supera a cuantos se han escrito, el
que principia Servía en Orán al rey, de 1587. Relata un episodio
G óngora
tan intensamente sentido, con tal potencia de evocación, que nos
parece escuchar y ver todo lo que en él pasa: nos habla por igual
a los ojos, al oído y a la fantasía. Es cuadrito de tanta justeza
que nada sobra ni nada falta. No cabe mayor armonía de las
palabras entre sí, y de los sonidos con las ideas. Los versos se
suceden con movimiento y rapidez insuperables:
POESÍA LÍRICA 275
Servía en Orán al rey
un español con dos lanzas,
y con el alma y la vida
a una gallarda africana,
tan noble como hermosa,
tan amante como amada,
con quien estaba una noche,
cuando tocaron al arma .. ,7
De sus composiciones devotas, señalaremos por la originalidad
del pensamiento y la unción cristiana, el romance dedicado, en
1619, Al nacimiento de Cristo:
Yacía la noche cuando ¡ Amor divino!,
las doce a mis ojos dió que era luz aunque era voz,
el reloj de las estrellas, / Divino Amor!
que es el más cierto reloj. ¿ Quién oyó ?,
Yacía, digo, la noche, ¿ quién oyó ?,
y en el silencio mayor ¿ quién ha visto lo que yo ? 8
una voz dieron los cielos,
Es Góngora uno de los grandes maestros del género burlesco y
satírico: aquí es donde está su fuerte distintivo, característico,
aunque no estribe en ello precisamente su fama. Bien dijo de él
Lope de Vega que « en las cosas festivas, a que se inclinaba mucho,
fueron sus sales no menos celebradas que las de Marcial, y mucho
más honestas ».9 Prescindiendo de las décimas contra médicos y
ahogados, de los sonetos contra algunos contemporáneos, de los
romances burlescos de tema mitológico o caballeresco, y de otras
muchas composiciones jocosas, recordaremos la famosa letrilla,
escrita en 1581, que principia así:
Ándeme yo caliente, mantequillas y pan tierno,
y ríase la gente. y las mañanas de invierno
Traten otros del gobierno naranjada y aguardiente,
del mundo y sus monarquías, y ríase la gente. 10
mientras gobiernan mis días ...............................
En estas composiciones que llevamos mencionadas no se en­
cuentra, aparte su excelencia, ninguna característica de fondo o
forma que le distinga a Góngora de los buenos poetas de su tiempo.
Pero nótese bien que en los sonetos y en las canciones heroicas
de esta primera época se halla cierta afectación conceptuosa
del estilo que, caracterizándole, hace ya presentir el amanera­
miento de su segunda época. Entre los muchos sonetos de
Góngora, apenas hay uno solo que esté completamente libre de
POESÍA LÍRICA 277
276 ÉPOCA CLÁSICA

aquella ncrta. Y desde luego, a casi todos ellos les falta emoción: con conceptos peregrinos, enriqueciendo el lenguaje poético con
son bellos y fríos, puramente intelectuales. Entre los mejores, voces y giros que lo distinguiesen de la prosa. Era la misma aspi­
ración que habían abrigado Juan de Mena y Fernando de Herrera.
figura: La dulce boca que a gustar convida
Pero a pesar de su genio, faltábale a Góngora la cultura y modera­
un humor entre perlas destilado .. .u
ción de aquellos predecesores. Confiado en sus propias fuerzas,
Del colorido brillantísimo que Góngora obtiene con el empleo de en su grandísima autoridad, y llevado de su independencia litera­
palabras o imágenes que evocan la luz, dará idea el soneto que ria, que no se dejaba « atar con preceptos . . . ni aun con adver­
empieza: Al soi peinaba Clori sus cabellos tencias de los amigos »,17 incurrió en excesos deplorables. De
con peine de marfil, con mano bella .. .n 1609 es el Panegírico al duque de Lerma, poema cargado de vocablos
y modismos latinos, de alusiones mitológicas, lleno de artificio y
Conceptuoso, pero lleno de primor, es el soneto:
oscuridad: es la primera composición resueltamente culterana de
En el cristal de tu divina mano Góngora. Ya hemos dicho que en los sonetos y en las odas pa­
de amor bebí el dulcísimo veneno . . .13
trióticas de fecha anterior había dado muestras de afectación,
O este otro sobre la Vana rosa: pero no tan completa y sistemáticamente como lo hizo a partir de
Ayer naciste, y morirás mañana. 1609. No hay para qué traer a colación los violentos dolores
Para tan breve ser, ¿ quién te dió vida ? de cabeza que Góngora sufrió en septiembre de 1609, ni hablar de
¿ Para vivir tan poco estás lucida, crisis mentales, conjeturadas sin bastante fundamento por al­
y para no ser nada estás lozana ? .. .u
gunos críticos de nuestro tiempo. Baste saber que desde dicho
Sobre el pensamiento de este último soneto, la brevedad de las año hasta pocos meses antes de su fallecimiento, Góngora continuó
cosas humanas, insiste en varias composiciones, como en la letrilla escribiendo romances y letrillas al estilo popular, con la misma
escrita en 1621: seductora sencillez y claridad que en su juventud. No hay voz
Aprended, flores, en mí que ayer maravilla fui, más clara, más sincera que la suya, en estas composiciones, sean
lo que va de ayer a hoy, y sombra mía aun no soy .. .15 anteriores o posteriores a 1609.
A fines de 1610, escribió la oda A la toma de Larache, plaza
La más importante de las poesías heroicas de Góngora es la
fuerte de África, ocupada por las tropas españolas en dicho año.
canción a la Armada de Felipe II, antes de su partida y desastroso
Es también oscura y artificiosa, es decir, culterana. Y a fines de
fin en las costas de Inglaterra (1588). Parece haber tenido por
1612 o principios de 1613, compuso la Fábula de Polifemo y Galatea
modelo la canción Por la victoria de Lepanto de Herrera. Posee la
y las Soledades, las dos obras maestras del culteranismo, de este
misma vehemencia patriótica, pero la impresión que da su lectura
estilo en que se hace impropia ostentación de cultura. El asunto
es más fría, por cierta ligera afectación en el lenguaje; el estilo no
de la primera son los amores de Galatea, la más bella de las ninfas,
alcanza tampoco la graduada y solemne majestad de la oda de
y el pastor Acis; Polifemo, gigante monstruoso de la mitología,
Herrera. Principia, como la de éste, con una invocación:
desdeñado por Galatea, sorprende a los amantes y da muerte al
Levanta, España, tu famosa diestra pastor Acis. No todo es oscuridad y artificio en este poema; por
desde el francés Pirenne al moro Atlante,
y al ronco són de trompetas belicosas
ejemplo, cuando Galatea se encuentra con el pastor, que yace en el
haz, envuelta en durísimo diamante, suelo dormido, y le contempla herida súbitamente de amor:
de tus valientes hijos feroz muestra
debajo de tus señas victoriosas .. .“ Llamárale, aunque muda, mas no sabe
el nombre articular que más querría,
Hablemos de Góngora culterano. Este gran poeta tenía un ideal ni le ha visto; si bien pincel suave
artístico: elevar el tono de la poesía, ilustrándola con erudición y le ha bosquejado ya en su fantasía . . ,18
278 EPOCA CLASICA POESIA LIRICA 279

o cuando Polifemo entona las inspiradísimas estrofas líricas: pues, las cualidades esenciales del arte clásico y eterno: regulari­
dad, sencillez, proporción.
l Oh bella Galatea!, más suave Pedro de Valencia, en carta a Góngora censurando sus poesías, le
que los claveles que tronchó la aurora;
blanca más que las plumas de aquel ave acusaba de ir contra su propio y natural estilo, por «imitar a los
que dulce muere y en las aguas mora .. .13 italianos y a los modernos ».21 Efectivamente, Góngora no fué el
creador del culteranismo. « Los elementos de que éste se compone
No obstante sus nebulosidades, sus innumerables defectos cul­ se encuentran esparcidos en los predecesores y coetáneos de
teranos, encierra este poema un fondo de notable poesía. Estamos aquél. »22 Desde fines del siglo xvi, se había puesto de moda en
de acuerdo con Thomas, cuando alaba algunas descripciones por toda Europa el estilo afectado de los cultos, con el eufuísmo en
su grandiosa originalidad y carácter altamente artístico, y la Inglaterra (inaugurado precisamente con la versión de Cárcel de
elevación y gracia exquisitas de otros pasajes líricos.20 amor hecha por Lord Berners, 1540), el marinismo en Italia, y el
El poema Soledades, dividido en dos partes, es el más extenso e 'preciosismo en Francia. En España, había dado ya algunas
irregular de Góngora. Versa sobre el naufragio de un joven y muestras antes de que Góngora viniera a consagrarlo con su
sobre las fiestas que presencia, con ocasión de cierta boda, en la genio y fama: se hallan, por ejemplo, en Flores de poetas ilustres
isla donde ha hallado refugio. Apenas tiene unidad ni acción: de España (1605) coleccionadas por Espinosa.23 Desde 1607 cir­
casi todo son descripciones. Son como fragmentos de un poema culaba entre los literatos el manuscrito del Libro de la erudición
extraordinario que Góngora concibió y no llegó a completar. poética de Luis d e C a rrillo y S otomayor (1583-1610), donde se
Encierra evocaciones de viva poesía, pensamientos llenos de gracia defiende la latinización del vocabulario y sintaxis castellana,
y espiritualidad, comparaciones enérgicas, imágenes de colorido para mejorar la lengua; el alarde de erudición en la obra poética; la
deslumbrador, frases de oro, versos de seductora cadencia. Como oscuridad discreta, condenando como un vicio la sencilla claridad.
aunque cambiara de estilo, no podía mudar de naturaleza, Góngora Veían en Góngora sus coetáneos al supremo maestro de la lírica,
resulta temperamento poético de primer orden aun en medio de los como en Lope de Vega al maestro del drama, y en Cervantes al
mayores extravíos. Mas las bellezas, en Soledades y en la Fábula maestro de la novela. Y su grandísima autoridad, y la melodiosa
de Polifemo y Galatea, son como relámpagos en medio de las magia de su estilo (esta magia lírica de Góngora que le hace el
tinieblas: bellezas aisladas. más admirado de nuestros clásicos entre los poetas de hoy, en
¿ En qué consisten estas tinieblas, artificio y extravagancias ? España y Francia), contribuyeron a extender el culteranismo, no
Responderemos con una enumeración: a) uso de vocablos latinos sólo en la lírica sino también en la prosa y en la oratoria sagrada.
que no se entienden en castellano, y de otros italianos; b) ar­ Polifemo y Soledades fueron acogidas como las obras maestras del
caísmos y neologismos; c) vocablos castellanos con significado nuevo estilo. Sus adictos se aplicaron con religiosa devoción a
especial, distinto del corriente; d) en vez de una palabra expresiva, comentarlas, frase por frase, palabra por palabra. Y por ser Gón­
una paráfrasis oscura y rara; e) transposiciones violentas, colo­ gora el gran representante del culteranismo, se le llamó asimismo
cando los verbos y adjetivos a larga distancia de los sujetos y gongorismo.
nombres, o de tal manera que no guarden exacta correspondencia; Fué una moda, mejor diríamos, una enfermedad literaria; y
/) supresión de artículos y conjunciones; g) paréntesis largos e tan grave, que casi acabó por matar la lírica española. Embriaga­
intempestivos; h) afectada erudición y profundidad; i) abuso de dos en el desenfreno de libertades, los gongoristas desviaron la
alusiones mitológicas; j) conceptos sutiles o extravagantes; k) me­ poesía de su verdadero cauce: la emoción. Aguzaron el ingenio por
táforas que no guardan clara analogía con la idea principal; hallar nuevos modos de belleza, pero buscándolos en las sutilezas
l) y abuso de la antítesis y de todas las figuras retóricas. Imperio intelectuales, sin ser íntimos ni profundos. El amor, el heroísmo,
de las excentricidades individuales es el culteranismo. Fáltale, la fe, los ideales todos, eran meros símbolos que se disipaban en e]
280 ÉPOCA CLÁSICA POESÍA LÍRICA 281

horizonte como nieblas vaporosas. Por aquellos poemas de los 3. La corriente clásica. Frente a ambas tendencias ama­
gongorianos, desfilan sombras humanas con atisbos indefinibles, neradas, puede señalarse una corriente verdaderamente clásica,
en una fantástica orgía de metáforas. Y las abstracciones son con natural expresión del pensamiento poético, pureza de dicción y
propias de la filosofía: la poesía necesita de lo concreto y plástico. dignidad del estilo. Sus más preclaros representantes son los
Además, los mitos, tan del gusto de los culteranos, son excelentes, hermanos Argensola. El mayor, Lupercio Leonardo de Ar-
de mucho valor poético, pero cuando abusándose de ellos, se da gensola (1559-1613), siguió la carrera administrativa; y el
una sarta de mitos, el lector cae en la cuenta de que es una sarta de menor, B artolomé Leonardo de Argensola (1562-1631), la
frías mentiras. Por otra parte, la manera de decir, y no lo que se carrera eclesiástica. Hicieron entrambos brillante papel en la
dice, parece lo importante entre los gongoristas menores; y el corte del virrey de Nápoles, donde Lupercio tuvo el cargo de
esplendor del lenguaje, cuando carece de contenido, es sólo hin­ ministro. Era éste, además, cronista de Aragón; al morir, su­
chazón, y acaba por fatigar. cedióle como cronista su hermano Bartolomé. Fuera de la poesía
Hubo quienes, como Lope de Vega, Vélez de Guevara, Quevedo, lírica, distínguese Lupercio entre los dramaturgos anteriores a
se opusieron festivamente al culteranismo, pero casi todos vinieron Lope de Vega; y Bartolomé, entre los historiadores.
luego a infeccionarse de él, más o menos levemente.24 Lope mismo, Hermanos por la sangre, fueron también gemelos en su concep­
que, admirando altamente el genio de Góngora, se burlaba de sus ción y tratamiento de la poesía. Graves en el pensamiento, con
excentricidades, cayó en un culteranismo atenuado en algunas una común tendencia filosófica, son más profundos que brillantes.
composiciones, como en Circe (1624). Sobresalen por la elevación del estilo, por lo impecable de la versifi­
cación y por la perfecta lucidez. «Los dos Argensolas se distinguen
2. En conceptismo . El mismo mal gusto de la época que por el predominio de la razón sobre la fantasía, de las facultades
había originado el culteranismo, dió también nacimiento a otra intelectuales sobre las del sentimiento, aunque sin incurrir en el
errada tendencia muy semejante: el conceptismo, que domina prosaísmo. Su vuelo lírico no es grandioso ni arrebatado; pre­
particularmente en la prosa. Consistía éste en emplear conceptos domina en ellos la meditación moral, la idea de lo general y
rebuscados, agudos, de extravagante originalidad. En sus defectos abstracto; por eso son satíricos y razonadores. Su dicción es
se parece al culteranismo, siendo igualmente oscuro, pero se pura, sin rastro alguno culterano. Lupercio es de imaginación
diferencia de él por ser, no un preciosismo lingüístico, sino un pre­ más pintoresca, galana y colorista y algo menos austero y ceñudo
ciosismo en las ideas: el culteranismo es amanerado particular­ que su hermano. »26 Lo mejor de la obra poética de ambos her­
mente en la forma, el conceptismo en el fondo. manos, son los sonetos. De Lupercio es el soneto dirigido Al
El más caracterizado representante del conceptismo poético, tal sueño, rogándole que no turbe sus amores con crueles pesadillas:
vez su iniciador, fué A lonso d e L ed esm a (1552-1633), poeta de
Imagen espantosa de la muerte,
poco talento y pésimo gusto. Sorprendió a sus contemporáneos sueño cruel, no turbes más mi pecho,
por la novedad del estilo, por el conceptismo. En vano se bus­ mostrándome cortado el nudo estrecho,
carán otros méritos de celebridad en los Conceptos espirituales, cuya consuelo solo de mi adversa suerte .. .27
primera parte salió en 1600, en los Juegos de Nochebuena (1611),
De Bartolomé, más inclinado que su hermano al cultivo de
o en cualquiera de sus obras.25 Son «un equívoco continuado»,
temas devotos, citaremos el soneto A la Providencia, que por
dijo aplaudiéndole Baltasar Gracián, genial conceptista en el
mérito singular figura en casi todas las antologías líricas:
campo de la prosa.
En el mismo amaneramiento veremos incurrir a Quevedo, que — Dime, Padre común, pues eres justo,
tanto se había burlado del escritor culterano, porque según él, « es ¿ por qué ha de permitir tu providencia
que, arrastrando prisiones la inocencia,
animal de quien todos se ríen ». suba la fraude a tribunal augusto ? . . .28
282 É P O CA CLÁSICA POESÍA LÍRICA 283

4. R odrigo Caro. Además de docto arqueólogo e historiador, la graciosa sencillez de muchas composiciones y en el amanera­
aunque en lo último nada imparcial, Rodrigo Caro (1573-1647) miento cultista de otras, brilla sobre todo como poeta satírico.31
fué elegante poeta en latín y en castellano.29 Vestigios del cul­ J uan d e J á u r eg u i (1583-1641), de estilo muy puro en su primera
teranismo se encontrarán en su prosa de Días geniales y lúdricos,a época (Rimas), maleado después por el gusto culterano (Orfeo), es
obra príncipe del folklorismo español, pero apenas en los versos. siempre notable por la cualidad musical.32 P edro E spinosa (1578—
A fuerza de esmero, cinceló en particular una canción, A las 1650), compilador de la famosa antología de Flores de poetas ilustres
ruinas de Itálica, de tanto efecto pictórico y evocador que le ha de España (1605), se destaca por la fluidez y el colorido descrip­
ganado la inmortalidad en los dominios de la poesía castellana. tivo: v. gr., en la Fábula del Genil?3 F rancisco d e R io ja (1583—
Contemplando las presentes ruinas de Itálica, evoca sus pasadas 1659), a quien se han atribuido falsamente la canción A las
grandezas, su anfiteatro y fiestas, sus jardines, la memoria de los ruinas de Itálica (de Caro) y la Epistola moral a Fabio (de autor
insignes emperadores que la ciudad dió a Roma, para concluir: desconocido), es todavía admirado por la elevación, primor y
estilo perfecto de sus sonetos y silvas: entre éstas, célebre es la
casas, jardines, Césares murieron,
y aun las piedras que de ellos se escribieron . . . dedicada A la rosa?* E steba n M a n u el d e V illegas (1589—
1669), muy aficionado a los clásicos griegos y latinos, fué el maestro
Recuerda la Atenas clásica y la antigua Roma: en la poesía anacreóntica (Eróticas o amatorias, 1618), y el que
aclimató en España los versos sáficos: modelo de éstos es la poesía
emulación ayer de las edades, Al céfiro?5 Y recordemos, finalmente, a S or J uana I n és d e la
hoy cenizas, hoy vastas soledades, C ruz (1651-1695), de Nueva España (Méjico), de tan delicada y
que no os respetó el hado, no la muerte,
¡ ay !, ni por sabia a ti, ni a ti por fuerte. brillante inspiración en los versos de amor profano como en las
Mas ¿ para qué la mente se derrama poesías místicas: v. gr., en el romance de la Ausencia, en las
en buscar al dolor nuevo argumento ? redondillas de Hombres necios . .., defendiendo a las mujeres, y
Basta ejemplo menor, basta el presente, en las imitaciones del Cantar de los cantares en su auto de El
que aun se ve el humo aquí, se ve la llama,
Divino Narciso?5
aun se oyen llantos hoy, hoy ronco acento:
tal genio o religión fuerza la mente
[1] V. González y Francés, Don Luis de Góngora vindicando su fama ante
de la vecina gente,
el Obispo: autógrafo del gran poeta, Córdoba, 1899; Miguel Artigas, Don
que refiere admirada
Luis de Góngora y Argote: biografía y estudio critico, Madrid, 1925.
que en la noche callada
[2] Obras poéticas de D. Luis de Góngora, ed. Foulché-Delbosc (Bibliotheca
una voz triste se oye, que, llorando
hispánica), New York, 1921,1.1, págs. 221-222; ed. B. A. E., ts. X y XXXII;
/ cayó Itálica! dice, y lastimosa,
numerosas poesías suyas están traducidas al inglés en Góngora, by Edward
eco reclama / Itálica! en la hojosa
selva que se le opone, resonando Churton, London, 1862, t. II.
/ Itálica!, y el claro nombre oído [3] Ed. Foulché-Delbosc, 1.1. p. 291.
de / Itálica!, renuevan el gemido [4] Ibid., p. 321.
mil sombras nobles de su gran ruina: [5] Ibid., p. 6.
¡ tanto aun la plebe a sentimiento inclina!. . .30 [6] Ibid., págs. 227-228.
[7] Ibid., págs. 95-96.
[8] Ibid., II, p. 306.
5. Autores varios. De la larga lista de buenos poetas de [9] Obras no dramáticas, ed. B. A. E., t. XXXVIII, p. 138.
aquel tiempo, mencionaremos a continuación algunos más. El [10] Ed. cit., I, p. 15.
Conde de Villamediana (1580-1622), semejante a Góngora en [11] Ibid., p. 56.
[12] Ibid., p. 282.
° Días geniales y lúdricos, días de regocijo y chanzas. [13] Ibid., p. 300.
284 ÉPOCA CLÁSICA

[14] Ibid., III, p. 27.


[15] Ibid., II, p. 358.
[16] Ibid., I, p. 108.
[17] Carta de Pedro de Valencia, escrita a D. Luis de Góngora en censura de
sus poesías (1613), en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, t. III,
p. 408; reimpresa en ed. Foulché-Delbosc, t. III, págs. 242-268. CAPÍTULO XXIII
[18] Ed. cit., II, p. 43.
[19] Ibid., p. 47. QUEVEDO
[20] Lucien-Paul Thomas, Góngora et le gongorisme considerés dans leurs
rapports avec le marinisme, Paris, 1911, p. 86. 1. Biografía: actividades políticas, destierro y prisión. 2. Obras
[21] Loe. cit., p. 409. políticas: la Política de Dios y la Vida de Marco Bruto. 3. Obras
[22] Manuel Cañete, Observaciones acerca de Góngora y del culteranismo en
morales y filosóficas: De los remedios de cualquier fortuna, La cuna y
España, en Reme hispanique, t. XLVI, p. 301. la sepultura, la Providencia de Dios, etc. 4. Las poesías: principales
[23] V. Erasmo Buceta, Algunos antecedentes del culteranismo, en The Ro­
poemas; versos satíricos y jocosos. 5. Obras festivas: Pragmáticas,
mànic Review, t. XI, págs. 328-348. Cartas del Caballero de la Tenaza, y otros opúsculos. 6. Novela
[24] V. Menéndez y Pelayo, Historia de las ideas estéticas en España (2da.
picaresca: Vida del Buscón: su asunto y significación. 7. Sátiras
ed.), Madrid, 1896, t. III, págs. 482-517. literarias: Cuento de cuentos, La Perinola, etc. 8. Obras satírico-
[25] Poesías, ed. B. A. E., t. XXXV. morales: Los Sueños. 9. Resumen crítico.
[26] Hurtado y Palència, Historia de la Literatura Española, Madrid, 1921,
págs. 593-594. 1. B iografía. D on Francisco Gómez de Quevedo y Ville­
[27] Poesías, ed. B. A. E., t. XLII, p. 262. gas (1580-1645) era madrileño y de noble alcurnia. Estudió en
[28] Poesías, ed. B. A. E., t. XLII, p. 325.
[29] V. Sánchez y S. Castañer, Rodrigo Caro: estudio biográfico y crítico, Alcalá, luego en Valladolid, y al par que se instruía en las más
Sevilla, 1914. variadas disciplinas (lenguas clásicas y modernas, teología, artes,
[30] B. A. E., t. XXXII, p. 386 (atribuida erróneamente a Rioja); Obras, filosofía, derecho, etc.), cultivaba brillantemente la poesía y la
ed. Menéndez y Pelayo (Sociedad de bibliófilos andaluces), Sevilla, 1883-84. prosa satírica. A los veinticinco años de edad, veía publicado
[31] Poesías, ed. B. A. E., t. XLII; V. Cotarelo y Mori, El Conde de Villa- buen número de sus versos en compañía de algunos de fray Luis de
mediana, Madrid, 1886.
[32] Poesías, ed. B. A. E., t. XLIII; V. J. Jordán de Urríes y Azara, Bi­ León, Lope de Vega, Góngora y otros maestros, en Flores de poetas
bliografía y estudio crítico de Jáuregui, Madrid, 1899; Pérez Pastor, Biblio­ ilustres de España (1605), de Pedro Espinosa.1
grafía madrileña, t. III, págs. 204-224; Juan Millé y Giménez, Jáuregui y Hallábase en Madrid, bien recibido en el palacio del rey, y tan
Lope, en Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, t. VIII, págs. 126-136. celebrado como temido por su cáustico ingenio entre los literatos y
[33] Obras, ed. Rodríguez Marín, Madrid, 1909; Flores de poetas ilustres de
cortesanos, cuando un acontecimiento vino a cambiar por lo pronto
España, ed. J. Quirós de los Ríos y F. Rodríguez Marín, Sevilla, 1896; V.
Rodríguez Marín, Pedro Espinosa: estudio biográfico, bibliográfico y crítico, el rumbo de su vida: en la noche del jueves santo, el 31 de marzo
Madrid, 1907. de 1611, estando Quevedo en la iglesia de San Martín, vió dar un
[34] Poesías, ed. B. A. E., t. XXXII. bofetón a cierta señora que junto a él estaba de rodillas devota­
[35] Poesías, ed. B. A. E., ts. XLII y LXI; Eróticas o amatorias, ed. N. mente; en medio del escándalo que se produjo, Quevedo cogió del
Alonso Cortés (Clásicos Castellanos), Madrid, 1913. brazo al agresor, lo sacó al atrio del templo, y allí se batió con él y
[36] Poesías de Sor Juana Inés de la Cruz, Barcelona, 1901; V. P. Henríquez
Ureña, Bibliografía de Sor Juana Inés de la Cruz, en Revue hispanique, t. XL, le hirió mortalmente. Resultó ser persona también de calidad, y
págs. 161-214; A. Nervo, Juana de Asbaje, Madrid, 1910. nuestro gallardo justiciero tuvo que huir de la corte. Refugióse en
Sicilia, al amparo de su amigo el duque de Osuna, virrey a la
sazón de aquel dominio español. Pocos meses después estaba de
vuelta en España, en sus posesiones de la Torre de Juan Abad,
consagrado a las tareas literarias.
285
286 EPOCA CLASICA

Llamado por el duque, tornó a embarcarse para Italia (1613).


Desde entonces intervino activamente en la política del virreinato
de Sicilia, y luego en el de Ñapóles, al cual fué promovido el duque
de Osuna (1616). Nombrado por éste ministro de Hacienda, des­
empeñó comisiones importantes en varias partes de Italia, y fué
el brazo derecho del virrey. A fines de mayo de 1618, secretamente
y disfrazado, con una misión política, entró en Venecia, donde su
nombre era tan odiado como el de Osuna, en el momento de estallar
una conjuración contra los extranjeros. Vestido de mendigo,
pudo eludir la persecución de dos esbirros pagados para asesinarle
(con los cuales estuvo conversando sin ser reconocido) y escapar
de la ciudad. Fué relevado del cargo el duque de Osuna (1620), y
su caída y desgracia envolvió a Quevedo; enemigos políticos le
acusaban de complicidad en los desafueros del virrey, y tuvo que
vivir desterrado de la corte por cerca de tres años.
En 1632 obtuvo el título meramente honorífico de secretario del
rey. Sus relaciones con el conde-duque de Olivares, privado del
monarca, sufrieron frecuentes alternativas; atacábale Quevedo
por su política funesta, y el ministro le amenazaba, le desterraba
de la corte o le halagaba brindándole honores como la embajada
de Génova, que aquél rechazó. A principios de diciembre de
1639, al sentarse un día Felipe IV a la mesa, encontró bajo la
servilleta un memorial anónimo en que se enumeraban los males
que sufría la nación por culpa del favorito. Olivares y demás
gente de palacio lo atribuyeron a Quevedo. Entre alguaciles y
corchetes fué éste trasladado de Madrid al convento de San Mar­
cos, en León.
Al principio estuvo encerrado en el piso alto del edificio. Luego,
agravándose el rigor con que le trataba su poderoso enemigo, fué
metido en un calabozo que había debajo de tierra y de un río.
« Redúcese — escribía Quevedo — a una pieza subterránea, tan
húmeda como un manantial, tan ,oscura, que en ella siempre es
noche, y tan fría, que nunca deja de parecer enero. Tiene, sin
ponderación, más traza de sepulcro que de cárcel. »2 De nada le
valen sus súplicas en demanda, no ya de justicia, sino de menos
cruel tratamiento físico. «Si no es la esperanza en vuestra ex­
celencia— suplica este anciano de sesenta años, a su enemigo
Olivares—, todo me falta: la salud, el sustento, la reputación.
Ciego del ojo izquierdo, tullido y cancerado, ya no es vida la mía,
QUEVEDO 287

sino prolijidad la muerte . . . No pido a vuestra excelencia liber­


tad, sino mudanza de tierra y prisión. . . »3 Todo era en vano:
allí estuvo hasta la caída del conde-duque (1643).
Aunque muy enfermo, pasó Quevedo los dos siguientes años
poniendo en orden sus papeles, preparando la edición completa
de sus obras, escribiendo la segunda parte, que se ha perdido, de su
libro predilecto, la Vida de Marco Bruto. La muerte estaba cer­
cana; le abandonaba la vida, pero no el gracejo; instáronle,
cuando hacía testamento, a que dispusiera un lucido entierro, con
música, como correspondía a persona tan principal: La música
páguela quien la oyere, respondió el enfermo. Y el día 8 de sep­
tiembre de 1645, libróle la muerte del cautiverio de esta tierra.4
En un siglo en que la fertilidad del ingenio era común entre
nuestros escritores, distinguióse Quevedo por su pasmosa produc­
ción literaria. Desde la temprana juventud, a la cual pertenece
considerable número de sus poesías y escritos satíricos, no ceso
de componer obras de todo género: políticas, morales, filosóficas,
devotas, festivas, satíricas.6

2. Obras políticas. La más importante de todas, la Política


de Dios y gobierno de Cristo (1626-1655), encierra un sistema
político fundado en la doctrina cristiana del honor, la lealtad y la
justicia, frente a la política materialista, enseñoreada entonces de
Europa, que sancionaba por razones de Estado la tiranía, la
traición y los despojos territoriales. Abarca esta obra todos los
aspectos de la vida pública: deberes del monarca y de los vasallos,
gobierno de la nación y de las ciudades, administración de justicia,
tributos, provisión de cargos, condiciones que deben reunir los
funcionarios, cuestiones de guerra, etc. Quevedo ataca aquí los
vicios de los gobernantes, de los jueces, de los empleados y funcio­
narios, de la vida pública en general, con la misma energía que en
sus obras satíricas las costumbres privadas. « Sacra, católica,
real majestad —■escribe dirigiéndose a Felipe IY —-, bien puede
alguno mostrar encendido su cabello en corona ardiente de dia­
m an te s..., llamarse rey y firmarse rey; mas serlo y merecer
serlo, si no imita a Cristo en dar a todos lo que les falta, no es
posible, señor.»6 Y a aquel monarca indolente, que abandonaba
el gobierno de la nación en manos de un favorito, le recuerda que
« reinar es velar; que quien duerme no reina . . ., o gobierna entre
288 EPOCA CLASICA QUEVEDO 289

sueños ».7 Ni dádivas ni amenazas, destierros o encarcelamientos, la enfermedad, el dolor, el destierro, la pobreza, la muerte, etc.
pudieron quebrantar jamás la entereza de su carácter. Cada capítulo está encabezado con un párrafo de Séneca,9 al cual
La Vida de Marco Bruto (1644) es, en realidad, más que una sigue una disertación de Quevedo sobre el mismo tema; no resulta
biografía, un tratado político. Quevedo traduce del texto de Plu­ inferior al moralista romano en profundidad, pero le excede de­
tarco aquellos hechos más salientes —-o que mejor se avienen a su masiado en sutileza. La cuna y la sepultura versa sobre el cono­
propósito — de la vida del patricio romano y matador de César; cimiento de uno mismo y el desengaño de las vanidades y opiniones
y cada punto del texto lo comenta con discursos de variable ex­ del mundo; la primera parte (La cuna y la vida) está inspirada en
tensión, deduciendo las enseñanzas políticas o morales que aquél la moral estoica; y la segunda parte (La muerte y la sepultura)
encierra. encierra un tesoro de doctrina mística. En otro tratado, Las
Los Grandes anales de quince días abarcan, no sólo quince días, cuatro pestes del mundo y las cuatro fantasmas de la vida, analiza con
sino todo el primer año del reinado de Felipe IV (1621), con el mayor detallo todos los aspectos y ramificaciones de la envidia,
abundantes comentarios sobre los sucesos políticos. Tiene algo la ingratitud, la soberbia y la avaricia, que son las pestes o pasiones
de crónica íntima, personal, pues Quevedo se defiende de sus que el hombre debe corregir, y diserta luego acerca de la muerte,
enemigos y les ataca. Entre los numerosos opúsculos políticos, la pobreza, el desprecio y la enfermedad, los cuatro fantasmas de la
notaremos de paso el Mundo caduco y desvarios de la edad, acerca vana opinión del vulgo.
de las relaciones de España con Yenecia, el Lince de Italia o La Providencia de Dios (1641) es la obra más notable de Quevedo,
zahori español, sobre política hispano-francesa, y El chitón de las entre las filosóficas.10 Tiene dos partes: la primera, consagrada a
Taravillas, defensa razonada de las medidas económicas del demostrar la existencia de Dios y la inmortalidad del alma; la
conde-duque de Olivares. segunda, sobre la realidad de la Providencia, su intervención en la
Como todas sus obras serias, las políticas están llenas de cauda­ vida de los hombres, y explicación de las aparentes injusticias que
losa doctrina, de máximas de oro, pero carecen de método y so­ reinan en el mundo. Su punto de partida es el conocimiento del
briedad; la superabundancia de citas y digresiones llega a hacerse hombre. No deja de recurrir a las autoridades de la iglesia, pero
enfadosa. Quevedo, de otra parte, no es un tratadista político al procura demostrar casi siempre por el solo poder del razonamiento.
estilo del P. Juan de Mariana, con nuevas ideas, con nuevas solu­ Aquí, como en todas sus disertaciones morales y ascéticas, aunque
ciones teóricas. Es un observador de la realidad inmediata, cuyos le vemos razonador y sereno por lo común, se arrebata algunas
vicios políticos trata de corregir con advertencias prácticas. « Ni veces al escarnecer con vehemencia satírica a los ateos y a los
en política, ni en filosofía, ni en moral, inventó Quevedo ningún malvados.
sistema que se diferenciase esencialmente de los que en su tiempo La Vida de San Pablo es tanto una biografía como un tratado de
se conocían, ni tampoco puede afirmarse que aspirase a ello. Lo filosofía moral. Lo mismo cabe decir de la Vida de fray Tomás
interesante, lo sugestivo en Quevedo es el haber sostenido sus de Villanueva. En ambas, las acciones y sucesos le sirven al
teorías en una época como la suya en que el valor cívico había autor para desarrollar con elocuente fervor sus doctrinas y ense­
decaído no poco y en que el único remedio apropiado al mal era ñanzas ascéticas.
precisamente el que él exponía y propugnaba. Si a la decadencia
romana corresponde un Séneca, a la decadencia española pertenece 4. L as p o e sía s . Quevedo vale tanto por sus versos como por
un Quevedo. Ambos combatieron los mismos males y propusieron su prosa: es uno de los mayores poetas de España. Pasan de
idénticos remedios. »83 ochocientas las poesías suyas, auténticas, que han llegado hasta
nosotros: desde el breve epigrama, rápida centella, hasta el largo
3. Obeas morales y filosóficas. El tratado De los remedios poema heroico, desde la letrilla licenciosa en que se burla de una
de cualquier fortuna consta de diez y siete breves capítulos, sobre cortesana hasta la silva llena de elevación en que canta la grandeza
QUEVEDO 291
290 EPOCA CLASICA
¿ Con qué culpa tan grave,
de Roma, desde la gráfica y pintoresca jácara de rufianes hasta la sueño blando y süave,
canción de tema mitológico. pude en largo destierro merecerte,
La silva a Roma antigua y moderna, evocación de la historia y que se aparte de mí tu olvido manso ?
grandezas de la Roma imperial, es una de las composiciones más Pues no te busco yo por ser descanso,
solemnes y majestuosas de Quevedo: sino por muda imagen de la muerte .. ,14

. . . j Oh coronas, oh cetros imperiales,


Y junto a la anterior, debe figurar la canción en que pinta la
que fuisteis, en monarcas diferentes, Vanidad y locura mundana, escrita el año de su muerte. Es un eco
breve lisonja de soberbias frentes, sereno del corazón desengañado que tras haber conocido todos los
y rica adulación de los metales ! esplendores, los desprecia, y sólo aguarda a la muerte, en blanda
¿ dónde dejasteis ir los que os creyeron ? paz tras dura guerra:
¿ cómo en tan breves urnas se escondieron ?
¿ de sus cuerpos sabrá decir la Fama . . . Yo soy aquel mortal que por su llanto
dónde se fué lo que sobró a la llama ? fué conocido, más que por su nombre
El fuego examinó sus monarquías, ni por su dulce canto;
y yacen, poco peso, en urnas frías, mas ya soy sombra sólo de aquel hombre
y visten (¡ ved la edad cuánto ha podido !) que nació en Manzanares,
sus huesos polvo, y su memoria olvido . . .Il para cisne del Tajo y del Henares.
Llamóme entonces Fabio;
mudóme el nombre el desengaño sabio,
Del mismo tono profundo es el poema A Cristo resucitado,
y Uámome Escarmiento. . ,16
relato de la pasión y muerte del Redentor y su resurrección.
Famoso el soneto a la Memoria inmortal de D. Pedro Girón, en Esta composición, una de las más efusivas y sinceras de Quevedo,
que expresa su dolor viendo morir en la cárcel a este duque de recuerda en el espíritu que la inspira y en muchas ideas e imágenes,
Osuna (1624), su protector y amigo: la Vida retirada de fray Luis de León.
En los versos de Quevedo, como en su prosa según veremos,
Faltar pudo su patria al grande Osuna,
junto a la producción grave está la jocosa y satírica, Y en lá
pero no a su defensa sus hazañas;
diéronle muerte y cárcel las Españas, poesía, como en la prosa, brilló en todos los géneros, menos en el
de quien él hizo esclava la Fortuna . . .12 amatorio; las delicadezas y ternuras del amor, no fueron jamás su
fuerte. Valen infinitamente más sus burlas del amor y de los
La Epístola satírica y censoria (1639), llena de austeridad, de enamorados, que su pintura de esta pasión. Aquí es también el
alteza y brío, fué dirigida al conde-duque de Olivares, instigándole gran maestro de la sátira. Dió rienda suelta a su fantasía cómica
a reformar las costumbres, así como acababa de reformar los trajes y excéntrica en Las necedades y locuras de Orlando el Enamorado,
para reprimir el lujo: parodia del Orlando Innamorato de Boiardo: tiene irresistible
gracia; allí celebra:
No he de callar, por más que con el dedo,
ya tocando la boca, o ya la frente, los embustes de Angélica y su amante,
silencio avises, o amenaces miedo. niña buscona y doncellita andante.16
¿ No ha de haber un espíritu valiente ?
¿ siempre se ha de sentir lo que se dice ? En la sátira de los Riesgos del matrimonio pinta con ferocidad y
¿ nunca se ha de decir lo que se siente ? . . !3 desvergüenza a las mujeres y a los ruines casados:
Eso de casamientos, a los bobos,
De honda meditación, y bellísimo, es el poema Al sueño, que y a los que en ti no estén escarmentados,
principia así: simples corderos, que degüellan lobos . . .17
292 ÉPOCA CLÁSICA QUEVEDO 293

Quevedo escribió muchísimos romances festivos y letrillas bur­ por el estilo de la siguiente: se pregunta ¿ qué hacer para que se
lescas. Entre los buenos y alegres romances, léanse Los cuatro anden tras ti todas las mujeres hermosas; y si fueres mujer, los hom­
animales fabulosos, La mala suerte y El rigor de las desdichas. De bres ricos y galanes f, y luego en la tabla de soluciones hallamos la
las letrillas burlescas, tiene suma picardía y donaire la de Dinero respuesta: anda tú delante de ellas.21 Contiene además breves
será mejor: capitulillos sobre la quiromancia, los agüeros, la fisonomía, etc.,
Galán. Si queréis alma, Leonor, D ama. / Jesús, que gran desvarío! todo en tono ligero y humorístico.
daros el alma confío. Dinero será mejor .. .18 Más conocidas que los anteriores opúsculos, son hoy las Cartas
del Caballero de la Tenaza, donde se hallan muchos y saludables
Su letrilla más popular es la de Poderoso caballero es don Dinero:
consejos para gastar, en vez del dinero, el jarabe de pico. Esta
Madre, yo al oro me humillo; que pues, doblón1*o sencillo,6 sátira de las costumbres y vicios de los hombres contiene, en mayor
él es mi amante y mi amado, hace todo cuanto quiero,
pues de puro enamorado
caudal aún que las precedentes, un rico depósito de observaciones
poderoso caballero
anda contino amarillo; es don Dinero . . ,n profundas, de buen humor y de dichos agudos, que otros escritores
han utilizado después. Por el estilo son las Capitulaciones de la
5. O bras festivas . Bajo el título común de Pragmáticas y vida de la corte, y oficios entretenidos de ella, y las Capitulaciones
aranceles generales, comprenderemos la que este año de 1600 se matrimoniales.
ordenó para el bien y adelanto de la nación « sin tropezar ni usar
6. N ovela picaresca : V ida del B uscón. Hacia 1608
de bordoncillos inútiles, pues se puede andar sin ellos y por camino
escribía Quevedo una novela picaresca, que no imprimió hasta
llano, en las conversaciones y en el escribir cartas, con que algunos
varios años después: la Historia de la vida del buscón llamado don
tienen la buena prosa corrompida y enfadado al mundo », y sigue
Pablos, ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños (1626), conocida
una larga lista de los refranes, y de las muletillas sin sentido, que
por los títulos abreviados de Vida del Buscón y El Gran Tacaño.
se emplean a cada paso en la conversación familiar; la dictada
Como se declara en el prefacio, contiene el libro «todo género de
contra las cotorreras, o sea, las malas mujeres; la que se ha de
picardía . . ., sutilezas, engaños, invenciones y modos nacidos del
guardar por los dadivosos a las mujeres, declarando que lo mejor
ocio para vivir a la droga ».á
en que se ha de dar, es en no dar nada; otra pragmática que deben
observar los doctos y los tontos, pues para todos fué escrita; la del Pablos, el protagonista, nos cuenta su vida de picaro. Y como es de
Desengaño contra los poetas hueros; y la Pragmática del Tiempo, rigor, empieza por presentarnos a la familia: su padre era barbero y, de
es decir, de las cosas de la época, contra toda clase de tipos y paso, hurtaba cuanto podía; la mamá, zurcidora de voluntades, con sus
costumbres.”20 puntas y collares de bruja; el hermano, un angelico que a los siete años
robaba con mucha gracia las faltriqueras. Pablos entró al servicio de un
Las Invectivas contra los necios abraza la genealogía de los tontos
joven escolar, don Diego Coronel, y en su compañía se hospedó en el
y sus clases, una sátira contra el matrimonio, y el origen y defini­ pupilaje del licenciado o maestro Cabra, en Segovia. Vivir allí era morir
ciones de la necedad, con anotaciones y ejemplos. El Libro de de hambre; para comprenderlo así, basta conocer al dueño:
todas las cosas y otras muchas más, dirigido a la curiosidad de los
«Él era un clérigo cerbatana,” largo sólo en el talle; una cabeza pe­
entremetidos, a las viejas chismosas y a la turbamulta de los
queña, pelo bermejo . . . ; los ojos, avecinados en el cogote, que parecía
habladores, es de mero pasatiempo, con solución a proposiciones que miraba por cuévanos, tan hundidos y escuros, que era buen sitio el
“ doblón, moneda de oro que entonces valía dos escudos de oro, o sean unas suyo para tienda de mercaderes; la nariz, entre Roma y Francia s . . . ;
veinte pesetas.
6 (doblón) sencillo, moneda imaginaria de valor de sesenta reales. d vivir a la droga, vivir del embuste.
c De las Pragmáticas de Quevedo salen principalmente Les lois de galanterie de ' cerbatana, tubo largo y muy estrecho.
Sorel, así como sus Letrillas influyen marcadamente en las Lettres satíriques de 1 nariz . . . Roma, por su forma achatada, y Francia, por sus bubas o señales del
Cyrano de Bergerac. mal francés.
294 EPOCA CLASICA QUEVEDO 295

las barbas, descoloridas de miedo de la boca vecina, que, de pura hambre, que le limpiase las babas; yo lo hice así. Cayó sin encoger las piernas ni
parecía que amenazaba a comérselas; los dientes, le faltaban no sé cuántos, hacer gestos; quedó con una gravedad, que no había más que pedir.
y pienso que por holgazanes y vagamundos se los habían desterrado; el Hícele cuartos, y dile por sepultura los caminos . .. i)23
gaznate, largo como de avestruz, con una nuez tan salida, que parecía se Pablos se va a Segovia para recoger una pequeña herencia. En el
iba a buscar de comer, forzada de la necesidad; los brazos, secos; las camino encuentra varios sujetos dignos de la mayor atención, aunque
manos, como un manojo de sarmientos cada una. Mirado de medio abajo, hueros y en caricatura: un poeta, que ha hecho cincuenta octavas a
parecía tenedor o compás, con dos piernas largas y flacas; su andar muy cada una de las once mil vírgenes de la corte celestial, y novecientos sone­
espacio. Si se descomponía algo, le sonaban los huesos como tablillas de tos a las piernas de su dama, aunque no se las había visto; un arbitrista
San Lázaro." La habla, ética . . . No traía cuello ni puños. Parecía, con o economista, un esgrimidor, un soldado, y dos o tres tipos más: todos
los cabellos largos y la sotana mísera y corta, lacayuelo de la muerte. ellos, retratados con malicia y buen humor. Llega Pablos a Segovia,
Cada zapato podía ser tumba de un filisteo. ¿ Pues su aposento ?, aun tiene un famoso encuentro con su tío el verdugo, celebra una comida en
arañas no había en él; conjuraba los ratones, de miedo que no le royesen casa de éste, de lo más burlesco que puede imaginarse, y recogida la
algunos mendrugos que guardaba. La cama tenía en el suelo, y dormía herencia, se escapa a Madrid. Aquí ingresa en la cofradía de picaros, cuya
siempre de un lado por no gastar las sábanas. »22 vida nos da a conocer con minuciosas pinceladas. Llevaba ya trabajados
El cuadro de hambre de aquel pupüaje está a tono con la caricatura del con buen éxito varios timos, cuando cayó con toda la virtuosa compañía en
traidor que lo regenteaba. Al fin, Pablos y su amo pudieron escapar, la cárcel.24
hechos ya fantasmas del hambre, cuando el padre de don Diego supo la Nos describe la cárcel, con todo lo que sucedió en ella. Cohechando,
situación. Amo y criado pasan a estudiar a Alcalá de Henares, donde pudo verse libre. Emprende entonces algunas aventuras galantes, con­
Pablos sufre varias novatadas, tan poco limpias, que hacen exclamar al fiando hacer ventajoso matrimonio, pero un encuentro intempestivo dió
lector lo que uno de los estudiantes decía: « ¡ Cuerpo de Dios, y cómo al traste con sus planes, y con sus huesos, molidos, en la cama. Salió de
hiede !» Allí presenciamos el bullicio y los holgorios de la vida estudiantil, ella para hacerse mendigo, con tal arte, que pronto pudo ahorrar dinero
en la cual nuestro picaro aventajó a todos en los engaños, hurtos y tra­ para irse a Toledo; se hace cómico, luego poeta asalariado, y deshecha su
vesuras. En este tiempo recibió noticia de la muerte de su padre: no compañía de farsantes, se mete a galán de monjas.* Pasa a Sevilla, siem­
cabía dudar de la certeza del hecho, pues la carta venía del tío de Pablos, pre probando mejor fortuna, y allí era a los pocos días el rabí de los otros
y el tal tío era el verdugo de Segovia, el mismo que había ahorcado al rufianes; pero perseguido por la mala suerte, determinó pasar a las Indias,
padre. La carta es muy rica en detalles: el padre de Pablos había ido a ver si mudando de tierra y de mundo mejoraría de fortuna. « Y fuéme
camino de la horca, sobre un asno, con gentileza y valor: peor, pues nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar, y no
de vida y costumbres. »26
«Iba con gran desenfado mirando a las ventanas y haciendo cortesías
a los que dejaban sus oficios por mirarle; hízose dos veces los bigotes; La novela termina bruscamente. Todo el último capítulo parece,
mandaba descansar a los confesores, y íbales alabando lo que decían
más que un cuadro acabado, rápido bosquejo del hampa sevillana.
bueno. Llegó a la de palo/1puso el un pie en la escalera, no subió a gatas
ni de espacio, y viendo un escalón hendido, volvióse a la justicia, y dijo No hay particular originalidad en la creación del protagonista.
que mandase adrezar' aquél para otro, que no todos tenían su hígado. Apenas varía, en rasgos del carácter, de los demás picaros. Tiene,
No sabré encarecer cuán bien pareció a todos. Sentóse arriba y tiró las sí, ciertos asomos de vergüenza, pero también los tiene Marcos de
arrugas de la ropa atrás; tomó la soga y púsola en la nuez, y viendo que Obregón, y cierta aspiración de cultura, pero ni más ni menos que
el teatino ’ le quería predicar, vuelto a él le dijo: Padre, yo lo doy por Guzmán de Alfarache. Los episodios son parecidos a los de las
predicado, y vaya un poco de credo y acabemos presto, que no querría parecer otras novelas picarescas. Y el tratamiento es el corriente en las
prolijo. Hízose ansí; encomendóme que le pusiese la caperuza de lado y obras del género. Ahora bien, es más rico que el Lazarillo de
0 tablillas de San Lázaro, las que sonaban los leprosos al pedir limosnas para Tórnese n incidentes y caracteres, mucho más complejo y poderoso,
los hospitales de San Lázaro. igualmente festivo; pero amargo, con una dureza sarcástica que
4 la de palo, la horca.
1 adrezar (aderezar), componer. 3 teatino, religioso de tal orden. k galán de monjas, galanteador de religiosas.(por romántico pasatiempo).
296 EPOCA CLASICA QUEVEDO 297

hiere con frecuencia. Aquella risueña ironía del Lazarillo, que nominativos que galanes.28 Ambos opúsculos tienen considerable
unida a otras cualidades le hacen la obra maestra del género, valor para el estudio de la lengua de aquel tiempo. Aguja de
falta en la Vida del Buscón. El humorismo de ésta es infinitamente navegar cultos va derecho contra los poetas culteranos, con recetas
más crudo. « Lazarillo llega ya al límite — nota Mérimée — y todo para escribir al modo que aquéllos lo hacían. Verdadera
donde termina lo cómico y comienza lo burlesco; el Buscón lo invectiva es La Perinola, dirigida al doctor Juan Pérez de Montal-
franquea a menudo. »26 Hay bufonadas groseras, aunque no por bán,« graduado no se sabe dónde, ni en qué, ni por qué »;29 ataca
ello menos reales y divertidas. Los cuadros del mundo rufianesco la obra y persona de dicho dramaturgo con la mayor saña y viru­
están reproducidos con franqueza y vigor insuperables, así como lencia, y de paso arremete contra el gongorismo; literariamente, es
los del hambre, los estudiantiles, y todos los demás de la novela. una sátira admirable por la brillante vivacidad y fuerza cómica.
La pintura de la realidad es mucho más impersonal en la Vida del
Buscón que en las otras picarescas, con excepción del Lazarillo. 8. O bras satírico - m o r a les : L os S u e ñ o s . En 1627 apareció
No contiene las prédicas morales que tanto abundan en aquéllas el libro que mayor fama le ha conquistado a nuestro autor en
reduciendo su efecto artístico. A pesar de la lección que se des­ España y fuera de ella: Los Sueños, colección de fantasías satíricas
prende de las últimas palabras de Pablos, se ve que al autor sólo en que se descubren los «abusos, vicios y engaños en todos los
le interesaba en esta obra el aspecto ridículo del vicio, y no la oficios y estados del mundo », según rezaba el título de la edición
ejemplaridad: lo divertido, no lo edificante. No tiene tampoco príncipe.30
las digresiones y relatos ajenos al protagonista que figuran en En El sumo de las calaveras (escrito en 1607), el autor sueña con
casi todas las picarescas. Pablos siempre está en escena, como el juicio final:
Lazarillo, y la acción va ligera y recta hasta el fin. Los episodios Suena la poderosa trompeta del juicio, comienza a removerse la tierra,
están, como las ideas y como el estilo, condensados con la mayor y unos miembros van en busca de otros hasta incorporarse a la persona
energía. En vivacidad, sólo puede compararse con el Lazarillo. que formaban en vida. Tras breve pausa, van saliendo de sus sepulcros
La Vida del Buscón es la que más se parece a aquella obra maestra, los soldados, los avarientos, los mercaderes, los caballeros, los cómicos, los
y en el estilo merece figurar junto al Guzmán de Alfarache.7 sastres, y las demás personas y personillas de este y del otro mundo. Los
maldicientes salen procurando que no los hallen sus lenguas, por no llevar
al tribunal testigos contra sí mismos; los ladrones y asesinos, huyendo de
7. S átiras l ite ra r ia s . Entre 1626 y 1635, compuso Quevedo sus manos; los escribanos, de sus orejas, para no oír el fallo que les es­
la mayoría de sus sátiras contra el culteranismo. Dióse clara pera; los médicos, que habían despachado a sus pacientes sin razón y
cuenta del mal que éste representaba para la lengua y literatura antes de tiempo, algo temerosos; los jueces, lavándose las manos como
castellanas. Deseando corregir el mal gusto, y contrastarlo con el Pilatos, en un arroyo; los salteadores, huyendo los unos de los otros;
acendrado oro de la poesía, publicó sus propios poemas, la mayoría muchas mujeres hermosas, muy alegres de verse gallardas y desnudas
de los cuales corrían sueltos en copias manuscritas, y todos los entre tanta gente que las mirase; y continúa el desfile. Luego comparecen
de fray Luis de León, los del bachiller Francisco de la Torre, y los todos ante el trono de Júpiter, tratan de justificarse, y acaban por sufrir
de otros maestros que aun estaban sin imprimir (1629-1631). el merecido fallo.
Cuento de cuentos es una colección anecdótica que tiene por ob­
jeto sacar a la vergüenza todas las frasecillas, vulgaridades y El alguacil alguacilado (1607), o endemoniado, es un ingeniosí­
desatinos que se usaban en el lenguaje corriente, y demostrar que simo diablo que se le aparece en sueños al autor y le da curiosas
« ni sabemos deletrear nuestra cartilla ni razonar con la pluma o.27 noticias del infierno:
La culta latiniparla es u n « catecismo de vocablos para instruir a las Allí los médicos están aposentados con los asesinos, los mercaderes con
mujeres cultas y hambrilatinas», y está dedicado a una de ellas, Judas, los malos ministros con los ladrones, los necios con los verdugos,
más conocida por los circunloquios que por los moños, y con más los taberneros con los aguadores; allí, los negociantes, viendo la mucha
298 EPOCA CLASICA QUEVEDO 299

leña que se gasta, quieren, obtener el monopolio de este artículo, las viejas Si se lavasen las caras, no las conocerías. Y cree que en el mundo no hay
se quejan de dolor de muelas para hacer creer que las tienen, y los poetas, cosa tan trabajada como el pellejo de una mujer hermosa .. . »3S Y con­
por hallar una consonante, no hay región infernal que no rodeen mordién­ tinúa la procesión de casos, cosas y tipos del desengaño en la calle de la
dose las uñas. Hipocresía, la mayor del mundo.
Las zahúrdas de Pintón (1608) es uno de los sueños más largos y La Visita de los chistes (1622) comienza en la alcoba de nuestro
notables: autor, que anda en uno de sus sueños:
En él nos vemos ya metidos de cabeza en el infierno, con las mujeres Después de ir entrando médicos, cirujanos, boticarios y algunos minis­
que allá van tras el dinero de los hombres, y los hombres tras ellas y su tros más de la Muerte, se le aparece al autor esta temible señora y lo
dinero; los libreros, condenados por las malas obras de otros; los za­ conduce a su reino. La Muerte, teniéndole al lado, concede audiencia a
pateros van, no por sus pies, sino por los ajenos; los cocheros están allá los difuntos. Estos van saliendo y conversan con el vivo, le hacen pre­
pidiendo aún dinero por ser atormentados; los bufones y graciosos, guntas sobre las cosas de acá, que él contesta con solicitud; entre ellos,
encerrados en una cueva para que no apaguen con sus fríos chistes el hay varios tipos imaginarios cuyos nombres se manejan en la conversación
fuego infernal, atormentándose los unos a los otros con sus gracias; los familiar, como el Rey que rabió, Chisgarabís el entremetido e insignifi­
taberneros, bien vigilados para que no agüen el fuego; los pasteleros, cante, Pero Grullo el de las verdades, Calaínos el de las coplas, Marta con
también, porque ¿ cuántos estómagos no ladrarían si resucitaran los sus pollos, Perico el de los palotes, que vienen quejosos de la memoria que
perros que hicieron comer?; una muchedumbre de mujeres, pero bien de ellos guardan los vivos, o del desatino con que los nombran, o de la
grande, poblando sus calvas con cabellos que son suyos, por haberlos poca fe que les conceden.
comprado; los poetas, que mientras los demás lloran sus pecados, ellos
cantan los suyos, y cuando quieren a una dama lo más que le dan es un A estos cinco Sueños de la edición príncipe hay que añadir tres
soneto, y lo menos que le dejan cuando la aborrecen es una sátira. más, de fecha posterior. En la Casa de locos de amor (1627)34 se
exhiben y comentan todos los aspectos ridículos de aquella pasión:
En El mundo 'por de dentro (1612) volvemos a respirar en la calle
mayor del mundo, la de la Hipocresía: « calle que empieza con el Encontramos en tal manicomio doncellas escribiendo cartitas de amor,
otras llorando por el perdido amante, o pidiendo a los cielos un marido.
mundo y se acabará con él, y no hay nadie casi que no tenga si no
En el aposento de las casadas, donde hay mucho bullicio y cólera con la
una casa, un cuarto o un aposento en ella. Unos son vecinos, y sujeción marital, unas traman contra el esposo, y otras le sacan los cuartos.
otros paseantes; que hay muchas diferencias de hipócritas, y Hay también su correspondiente aposento para las reverendas viudas,
todos cuantos ves por ahí lo son»:31 «locas de ciencia y de experiencia »; y para las solteronas, aunque muchas
En esta calle vemos una gran variedad de hipócritas: todos simulan lo más que en la casa de locos de amor, hay en la casa de locos del interés.
que desean, y se olvidan de lo que son, y todas las apariencias, hasta el En el departamento de los hombres, se encuentra también grandísima
nombre de las cosas, mienten. Presenciamos el solemne desfile de un variedad de locos, tontos, escarmentados, etc. En aquella casa, el enten­
funeral, cuyos acompañantes van con el pensamiento bailándole en otra dimiento se hallaba encerrado en un oscuro calabozo.
cosa, y el viudo pensando ya en reemplazar la esposa del ataúd por otra El entremetido, la dueña y el soplón (1628), los tres se soltaron en
vivita y coleando; vemos a una viuda también« que por de fuera tiene un el infierno, y « con ser la casa de suyo confusa, revuelta y deses­
cuerpo de responsos, como por de dentro tiene una ánima de aleluyas, las
perada », armaron tal cisco, que ya ni los demonios se entendían
tocas negras y los pensamientos verdes »,32 y mujeres muy compuestas y
hermosas al parecer: «¿Viste esa visión, que acostándose fea se hizo unos a otros, ni atendían a su oficio:
esta mañana hermosa ella misma y hace extremos grandes ? Pues sábete « Mirad quién son-entremetidos, dueñas y soplones, que pudieron añadir
que las mujeres lo primero que se visten, en despertando, es una cara, una tormento a los condenados, malicia a los diablos y confusión al infierno. »35
garganta y unas manos, y luego las sayas. Todo cuanto ves en ellas es El entremetido curioseando por todas partes e irritando a los conde­
tienda, y no natural. ¿ Ves el cabello ? Pues comprado es, y no criado ... nados, el soplón acusando a los diablos, y la dueña metiendo cizaña de
EPOCA CLASICA QUEVEDO 301
300

oreja en oreja, causaron tan tremendo alboroto, que Plutón, temiendo Los Sueños constituyen la sátira más mordaz de la sociedad, y
perder su imperio, determinó reconocer sus prisiones, presos y ministros; la más extraordinaria en su género, que se ha escrito en lengua
en aquéllas estaban el soberbio Julio César, Marco Bruto y buen número española. Todo el genio poderoso, audaz, realista, cómico, de
de senadores romanos; Alejandro Magno, y su privado Clito, a quien Quevedo se ha concentrado en esta animada presentación de los
mandó matar; allí, una gran caterva de preceptores, consejeros y vicios y ridiculeces de los hombres. A su insuperable valor
favoritos de príncipes y emperadores, cuyas lamentaciones y doctrinas humorístico se une gran hondura en el pensar. En todos ellos
escuchamos. brilla una profunda y práctica filosofía. « Ni entre la risa me he
olvidado la doctrina »,38 avisa en un lugar, y dalo a entender clara­
Este sueño es el del infierno de los gobernantes, y de sus sátiras mente en todos. Quevedo, el más grande de los satíricos, es asi­
se desprenden sabias lecciones de moral política. mismo uno de nuestros mayores pensadores. Literariamente,
La hora de todos y la Fortuna con seso (1636) es del mismo corte y alcanzó en Los Sueños « esa adecuación de todos sus medios artís­
estilo que los anteriores sueños, aunque el autor le dio el nombre de ticos que hace de ellos la parte más clásica, más definida, más
fantasía moral. Es, burla burlando, cosa de veras, afirma en su cristalizada de su obra ».39
dedicatoria; y hace reír con enfado y desesperación, por lo que tiene
de satírico y de verdadero: 9. R esumen crítico. Quevedo, insigne en la literatura polí­
Júpiter, para dar satisfacción a los humanos, descontentos de la For­ tica, moral, ascética, poeta eminente, es sobre todo el gran maestro
tuna, decreta que en un día fijo y a hora señalada (el 20 de junio de 1636, de la sátira. Contempla el espectáculo de la vida con burla y
a las cuatro de la tarde), «se hallen de repente todos los hombres con lo desprecio, con sarcasmo, sin dar jamás expresión al más leve rasgo
que cada uno merece ».36 Al dar la hora, se mezclaron en confusión nunca de ternura. Es una visión dura y sombría de la España de su
vista todas las cosas del mundo: un médico que iba sobre su muía, se tiempo, donde todo parece ser hambre, venalidades, miserias y
halló perneando sobre un enfermo; un alguacil, que sacaba a la vergüenza negruras, sin un solo rayo de luz que ponga de relieve las costum­
pública a un azotado, vióse en el lugar de éste; la casa de un ladrón rico bres apacibles, los nobles caracteres o las grandes ideas. Hemos
se deshizo como por encanto, y las piedras, vigas, rejas, etc., escaparon, dicho su visión de España; pero es más, es la visión sombría del
cada cosa en busca de su dueño de calle en calle. Varios magistrados que mundo y de la naturaleza humana. Nos presenta la realidad, pero
estaban atendiendo un pleito (el uno prevaricador, el otro necio, el ter­
sólo un aspecto de ella y, como satírico, con trazos exagerados
cero dormido, y el cuarto tan malvado que, «de puro maldito, estaba
pensando cómo podría condenar a entrambas partes »), al pronunciar la desesperadamente hasta la caricatura.
sentencia les cogió la hora, y en lugar de decir: Fallamos que debemos con­ Su crítica de las costumbres y de los hombres es acerada, im­
denar y condenamos, dijeron: Fallamos que debemos condenarnos y nos placable, demoledora. Aunque católico de fe ardiente, no respeta
condenamos.37 nada fuera de los principios y de las instituciones; con la misma
Y así va teniendo su justo merecido una muchedumbre de tipos de mordacidad que a los médicos y jueces, ataca a las monjas y
todas las clases, estados y condiciones, en un desfile cinematográfico de clérigos. Se ha dicho con fundamento que de su sátira sólo se
escenas de la vida: el poeta culterano, mujeres en diversas situaciones y libran los soldados y los pobres; de los soldados nada más saca a
lugares (en el tocador, en la calle, etc.), tramposos, codiciosos, letrados, relucir en tono jocoso que su lenguaje mal hablado y sus perti­
pleiteantes, taberneros, etc., y gentes de diferentes países, italianos, ho­ naces juramentos. Es Quevedo el más terrible enemigo de las
landeses, franceses, alemanes, ingleses, turcos, negros, sugiriendo cuestiones mujeres, pero su extremada violencia, por la reacción que provoca,
sociales y políticas del día, que hacen de esta obra una sátira de política resulta casi inofensiva. Un sutil acaso dijera que si las odiaba
internacional. Y pasada la hora del experimento, Júpiter y demás dioses
mucho, era por haberlas amado mucho también; pero este hom­
del Olimpo quedan persuadidos de que los humanos son incorregibles,
pocas veces saben lo que piden a la Fortuna, y el abatimiento y la miseria bre, que, huérfano prematuramente, apenas conoció el calor de un
los encoge, pero no los enmienda. hogar, que rara vez recuerda en sus escritos a su madre o her­
302 EPOCA CLASICA QUEVEDO 303
manas, y cuando las recuerda suena algo irreverentemente por la La riqueza de su lenguaje sólo admite comparación con la de
ocasión — en la última estrofa de los Riesgos del matrimonio, por Cervantes, Tirso o Gracián: todo el castellano parece vertido en
ejemplo —, no amó nunca a las mujeres, aunque jugara con ellas. las obras de Quevedo, desde los vocablos más exquisitos y señoriles
En toda su obra satírica, las mujeres llevan la peor parte, y aun hasta los ásperos y soeces. Su estilo es de maravillosa energía y
sufren ensañamiento feroz (El mundo por de dentro, La hora de color, pero conceptuoso: abundan las agudezas, los juegos de
todos, etc.), y en las obras serias, como Marco Bruto, abundan igual­ palabras y de ideas, los equívocos, los retruécanos. Nada más
mente las invectivas contra el sexo femenino. apartado del estilo natural, acompasado y armónico de Cervantes,
Mas este escritor, de fantasía cómica y amarga, que no conoce que el estilo rígido, sutil y áspero del autor de Los Sueños. « De­
la risa, sino la carcajada y el sarcasmo, que no tiene caridad ni jábase arrebatar con frecuencia del torrente del mal gusto (de un
paciencia con las debilidades humanas, impone respeto: es el mal gusto distinto del de Góngora), no por anhelo de dogmatizar,
mismo que, en los libros graves, aspira idealmente a todas las sino por genialidad irresistible, que le llevaba a oscuras morali­
virtudes, el mismo que tiene la valentía, la austeridad y el patrio­ dades sentenciosas, a rasgos de la familia de los de Séneca, a
tismo de sacrificarse muchas veces por la causa de la verdad y de tétricas agudezas, que convierten su estilo en una perenne danza
la justicia. Pocos le han ganado, aun entre los místicos, en el de los muertos. ¡A2 Y así, Quevedo, el enemigo jurado del culte­
análisis de las flaquezas de los hombres, en penetración psicológica ranismo, fué el caudillo del otro movimiento que contribuyó a
al estudiar el alma del envidioso, del ingrato, del soberbio, del precipitar la decadencia de las letras españolas: el conceptismo,
avaro; pues, pocos también le han ganado en la defensa elocuente que veremos culminar más tarde en la obra de Baltasar Gracián.
de las virtudes, en celebrar las excelencias de la humildad, de la Su influjo literario fué extraordinario en España y en el extranjero
resignación, del desinterés, de la pobreza (Las cuatro pestes, Reme­ (Scarron, Moscherosch, Smollett, etc.).
dios de cualquier fortuna, Vida de San Pablo, etc.). « Quevedo es
un estoico cristiano, y su propósito es moralizar. La complacencia [1] V. cap. XXII, nota 33.
con que expone las flaquezas humanas, y la crudeza con que las [2] Epistolario y documentos relativos a la vida de Quevedo, ed. B. A. E.,
examina y detalla, no es más que una exacerbación de su tendencia t. XLVIII, p. 587.
[3] Ibid., págs. 568-569.
filosófica. »40 [4] V. Aureliano Fernández-Guerra, Obras completas de Quevedo, ed. crítica
Quevedo fué el literato más culto, más sabio, de la época clásica. con notas y adiciones de Menéndez y Pelayo (Sociedad de bibliófilos andaluces),
En la variedad de dotes geniales, sólo le iguala Lope de Vega. En 3 vols. publicados, Sevilla, 1897-1907, t. I, págs. 61-374; E. Mérimée, Essai
la variedad de estilos y maneras para adaptarse a los géneros más sur la vie et les ceuvres de Francisco de Quevedo, Paris, 1885, págs. 1-124; Pérez
diferentes, no le ha llegado ningún escritor de España: puede Pastor, Bibliografía Madrileña, t. II, págs. 537-541.
[5] V. Fernández-Guerra, Catálogo de las obras de Quevedo clasificadas y
escribir como un sabio o como un santo, con austeridad que im­ ordenadas, en op. cit., t. I, págs. 375-495; sobre las traducciones inglesas,
presiona, y puede escribir con primor y delicadeza, y también véase págs. 517-520.
con la procacidad de la canalla rufianesca. Su pensamiento es [6] Política de Dios, Parte II, cap. IV; ed. B. A. E., t. XXIII.
en todos los casos viril, denso, original. Lo tiene todo, menos la [7] Ibid., Parte I, cap. X.
moderación. « En vano es pedirle sobriedad ni templanza — dice [8] Julián Juderías, Don Francisco de Quevedo y Villegas: la época, el hombre,
las doctrinas, Madrid, 1922, p. 186.
Fernández-Guerra —; su genio inflexible e impetuoso arrástrale [9] V. Fernández-Guerra, B. A. E., t. XLVIII, p. 369, nota a.
siempre a los extremos. Quiere enmendar y curar las enfermedades [10] Ed. B. A. E., t. XLVIII.
del alma, y no conoce el lenitivo, sino el cauterio. Austero en sus [11] Ed. Bibliófilos andaluces, t. II, p. 279.
obras graves, atemoriza y no seduce; sus burlas traspasan la [12] Ibid., p. 337.
barra del decoro; el sarcasmo de sus sátiras e invectivas irrita y [13] Ibid., III, 210.
[14] Ibid., II, 196.
endurece. »41
[15] Ibid., III, 329.
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304 É P OCA CLÁSI CA

[16] Ibid., 91.


[17] Ibid., 263.
[18] Ibid., II, 320.
[19] Ibid., 7.
[20] Ed. B. A. E., t. XXII. CAPÍTULO XXIV
[21] Ibid., 477-478; véase todas las obras de esta sección en Quevedo: Obras
satíricas y festivas, ed. José María Salaverría (Clásicos Castellanos), Madrid, EL TEATRO: LOPE DE VEGA
1924.
[22] Vida del Buscón, Parte I, cap. III: ed. Foulché-Delbosc, New York, 1. Biografía de Lope de Vega: estudios y amores; soldado y sacerdote,
1917; ed. Américo Castro (Clásicos Castellanos), Madrid, 1911, cuyo editor su compleja personalidad; su fama. 2. Lope, prosista: La Arcadia,
me anuncia nueva edición, hecha « en vista de un manuscrito desconocido que novela pastoril. 3. La Dorotea, y sus méritos. 4. El poeta narrativo:
renueva y aclara esencialmente ese difícil texto )), la cual aparecerá en breve La hermosura de Angélica y otros poemas. 5. El poeta lírico: sonetos,
en la misma colección; ed. B. A. E., t. XXIII. canciones y romances. 6. Lope, autor dramático: su fecundidad.
[23] Ibid., Parte I, cap. VII. 7. Piezas religiosas: autos y comedias de santos. 8. Las comedias
[24] Ibid., II, cap. IV. profanas: asunto de las principales. 9. Dramas y tragedias: El
[25] Ibid., cap. final. mejor alcalde, el rey y otras obras maestras. 10. Examen crítico del
[26] Mérimée, op. cit., p. 169; véase estudios sobre El Buscón en Revue arte de Lope: el fundador del drama nacional; sus teorías y su práctica
hispanique, t. XLIII, págs. 1-58; N. Alonso Cortés, Noticias de una corte dramática; características de su teatro. 11. El arte escénico en tiempos
literaria, Madrid, 1906, págs. 48-56. de Lope de Vega.
[27] B. A. E., t. XLVIII, p. 403.
[28] Ibid., 418. 1. B iografía de L o pe d e V ega . Despues de Cervantes, el
[29] Ibid., 462. más grande de los ingenios españoles es Lope Félix de Vega
[30] V. B. A. E., t. XXII, p. 293; ed. Julio Cejador (Clásicos Castellanos), Carpió (1562-1635). Sus padres ocupaban una modesta posición
Madrid, 1916-17.
[31] Ed. Cejador, t. II, p. 21. social. Hizo Lope los primeros estudios en las escuelas de Ma­
[32] Ibid., 35. drid, ciudad de su nacimiento. Desde la niñez era ya tanta la
[33] Ibid., 45-47. inclinación que sentía por los versos, «que mientras no supo es­
[34] V. Fernández-Guerra (Bibliófilos andaluces), 1.1, p. 380; ed. B. A. E., cribir repartía su almuerzo con los otros mayores porque le escri­
t. XXIII. biesen lo que él dictaba ».x A los diez años, según se dice, tradujo
[35] Ed. Alfonso Reyes, Quevedo: Páginas escogidas, Madrid, 1916, p. 201;
ed. B. A. E., t. XXIII. un poema latino en versos castellanos, y a los once o doce compuso
[36] Ed. Cejador, t. II, p. 82. su primera comedia, El verdadero amante.2 Protegido por un alto
[37] Ibid., 89-90. dignatario de la iglesia, estudió el bachillerato en Alcala de He­
[38] Visita de los chistes, dedicatoria. nares, y estaba a punto de hacerse clérigo, cuando se enamoró
[39] Alfonso Reyes, loe. cit., p. 143. de una mujer de notable hermosura, gracia e inteligencia, Elena
[40] Julián Juderías, op. cit., p. 16.
[41] Ed. Bibliófilos andaluces, 1.1, p. 51; V. B. Sánchez Alonso, Los satíricos Osorio, casada con cierto cómico. « No sé qué estrella tan propicia
latinos y la sátira de Quevedo, en Bev. de Filología Esp., t. XI, págs. 33-62 y a los amantes reinaba entonces, que apenas nos vimos y hablamos,
113-153. cuando quedamos rendidos el uno al otro. »3 Dicha Elena es la
[42] Menéndez y Pelayo, Hist. de las ideas estéticas en España (2da. ed.), Filis de los versos de Lope y la protagonista de La Dorotea.
Madrid, 1896, t. III, p. 508. En 1583 Lope tomó parte en la expedición contra las islas
Azores. Dos años después, Cervantes le menciona entre los poetas
famosos. Y en 1588, cuando tenía veintiséis años de edad, era sin
disputa el más popular y celebrado de los escritores dramáticos.
Por entonces había ya sobrevenido su rompimiento con Elena
305
306 ÉPOCA CLÁSICA

Osorio, a causa de los tratos de ella con cierto caballero de la


corte, el don Bela de La Dorotea. Con motivo de unas sátiras
contra Elena y su familia, Lope fue procesado, encarcelado y
condenado finalmente a ocho años de destierro de Madrid y dos
de Castilla (1588).4 En mayo del mismo año, se casó por poderes
con doña Isabel de Urbina, hija de un regidor de la corte, a la cual
había raptado poco antes. Esta dama es la Belisa de sus romances.
Se alistó como voluntario en la Armada Invencible, y durante la
desgraciada expedición compuso La hermosura de Angélica. Al
regresar, en diciembre de 1588, o algo después, estableció su hogar
en Valencia; allí continuó escribiendo para los teatros de Madrid.
Entró luego al servicio del duque de Alba, como secretario, y en la
villa de Alba de Tormes redactó La Arcadia, novela pastoril. De
vuelta en Madrid, ya viudo, tuvo amores con Micaela de Lujan,
a quien celebra en sus poesías con el nombre de Camila Lucinda:
Belleza singular, ingenio raro,
fuera del natural curso del cielo .. ,6

Contrajo segundas nupcias, en 1598, con doña Juana de Guarda,


hija de un rico carnicero de la corte. Lope de Vega, que se daba
tono de proceder de noble linaje, sufrió por esta boda las burlas y
sátiras de algunos poetas, enemigos suyos: por aquellos mismos
años, en Inglaterra, nadie echaba en cara a Shakespeare el ser hijo
de un carnicero.6 Habiendo muerto su segunda esposa, Lope se
ordenó de sacerdote en 1614.
Era hombre de compleja y desconcertante personalidad moral:
creyente fervoroso, y al par incorregible pecador; escritor orgulloso,
con un desdén olímpico por sus más ilustres coetáneos, excep­
tuando a Góngora, cuya pluma temía, se mostraba al propio
tiempo humildísimo, y aun servil, con los grandes señores, como
el duque de Sessa; bondadoso con unos, caritativo y generoso al
extremo con los amigos y con los necesitados, tuvo también con
otros impetuosa agresividad y gran dureza satírica; en amores,
tierno e ingrato, idealista y lascivo, que parecía morirse de mal
de amores, y casi al punto le vemos infiel y olvidadizo. Al hacerse
sacerdote en la edad madura, no le abandonó su fatal inclinación
a las mujeres. Quiso purificarse, y erró en los medios: creyó sin
duda que el hábito sería una coraza contra los peligros de la carne,
y se equivocó. Sinceros y profundos eran los sentimientos reli-
L O P E DE VEGA 307
giosos de Lope, pero en vano luchaba por dominar su tempera­
mento. A fines de 1616, en carta al duque de Sessa, declaraba:
« yo estoy perdido, si en mi vida lo estuve por alma y cuerpo de
mujer, y Dios sabe con qué sentimiento mío, porque no sé cómo
ha de ser ni durar esto, ni vivir sin gozarlo. . . »7 El objeto de
esta vehementísima pasión era doña Marta de Nevares, que en
sus versos figura con el nombre poético de Amarilis. La felicidad
de los amantes no fué muy duradera: doña Marta perdió primero
la vista, y luego la razón. La historia de tales amores, con prin­
cipios de idilio y últimos años de cruentos dolores, se halla con­
tenida en la correspondencia de Lope con el duque de Sessa,
del cual era secretario y amigo íntimo desde 1605, y en la égloga
Amarilis. La mayor parte de su abundante producción lírica
constituye una sincera expresión de los amores que llenaron su
vida. «La vida de Lope pendía de su impulsivo y anárquico
temperamento. Pero seamos indulgentes: tal vez nadie, en la
historia de las literaturas, ha sabido dejar tras de cada acción
liviana una tan brillante e inmaculada estela de belleza . . .: una
parte de la producción poética de Lope surgió como glosa a los
más importantes acontecimientos de su vida. »8
Era el poeta más rico y más pobre de su tiempo, como decía
I érez de Montalbán en 1636. Calcula en bastante más de cien
mil ducados “ — que equivalían a unos cuatrocientos mil duros
h°y las cantidades que Lope recibió durante su vida en pago
de sus obras y en concepto de dádivas y pensiones. « Y fué tam­
bién el más pobre, porque fué tan liberal, que casi se pasaba a
pródigo, y tuvo tan encendida caridad, que jamás le pidió pobre
limosna en público o en secreto que se la negase . . . Convidaba a
los amigos, sin tasa en el regalo. Gastaba en pinturas y libros sin
reparar en el dinero; y así, le vino a quedar tan poco de cuanto
tuvo, que apenas dejó seis mil ducados en casa y muebles. »9
Tan grande como sus pasiones, fué su genio. Así pudo él pro­
clamarse único y solo en el ingenio y en las desdichas. Fué el ídolo
de los españoles de su tiempo. Su popularidad era inmensa,
infinitamente mayor que la de Cervantes o la de cualquiera de sus
contemporáneos. Su nombre era proverbial de todo lo bueno;
para declarar la excelencia de una cosa, solía decir la gente: esto
es de Lope. « El oro, la plata, los manjares, las bebidas, cuanto
“ ducado-, véase nota en la pág. 235.
LOPE DE VEGA 309
308 ÉPOCA CLÁSICA
obtuvo muy gran demanda del público, apareciendo hasta quince
sirve al uso humano, los elementos mismos, las cosas inanimadas,
ediciones antes del fallecimiento de su autor.
reciben el nombre de Lope cuando son excelentes. »10 Y su primer
biógrafo consignaba: «No hay casa de hombre curioso que no
3. L a D orotea . La mejor obra en prosa de Lope es La Dorotea
tenga su retrato, o ya en papel, o ya en lámina, o ya en lienzo.
(1632), que él califica de acción en prosa. Está dividida en cinco
Vinieron muchos desde sus tierras sólo a desengañarse de que era
largos actos, y éstos en escenas. En la estructura, es una novela
hombre. Enseñábanle en Madrid a los forasteros como en otras
dialogada por el estilo de La Celestina. Con ésta guarda también
partes un templo, un palacio y un edificio. Ibanse los hombres
alguna semejanza en la materia, particularmente por el tipo de
tras él cuando le topaban en la calle, y echábanle bendiciones las
Gerarda, una de las mejores creaciones celestinescas del siglo de
mujeres cuando le veían pasar desde las ventanas. »1X
oro, y por los pasos picarescos. Lope ha pintado, como se mani­
Toda suerte de desventuras pesaron en la ancianidad sobre
fiesta en el prólogo:
Lope de Vega, sobre aquel indomable espíritu, todo fuego, llama y
luz: doña Marta de Nevares, ciega, aunque sanada al fin de su « los afectos de dos amantes, la codicia y trazas de una tercera, la
locura, falleció en 1632; Lope Félix, hijo del poeta y de la Lujan, hipocresía de una madre interesable, la pretensión de un rico, la fuerza
se ahogó en un viaje a las Indias, en 1634; Antonia Clara, hija del oro, el estilo de criados; y para el justo ejemplo, la fatiga de todos en la
diversidad de sus pensamientos, porque conozcan los que aman con el
predilecta de Lope y de doña Marta, se fugó poco después con un
apetito y no con la razón, que fin tiene la vanidad de sus deleites y la
galán de la corte. Mas, si cargado de males y de años, entregó su
vilísima ocupación de sus engaños. »14
alma al Señor cristianamente en el año 1635, a los setenta y tres
de su edad, « sus obras quedan como un imperecedero monumento
Cada acto termina con un coro: del Amor, del Interés, de los
a quien, con todas sus faltas, figura entre los más excelsos genios
Celos, de la Venganza, y del Ejemplo. Está en prosa porque,
de la humanidad ».12 siendo tan cierta imitación de la verdad, le pareció al autoi que no lo
sería hablando las personas en verso. Entre las numerosas poesías
2. Lope, pro sista . Cultivó Lope de Vega todos los géneros
intercaladas en el texto, se encuentran algunos de los más bellos
literarios, en prosa y verso, y de casi todos ellos dejó modelos sobre­
romances y canciones que Lope de Vega escribió.
salientes. De sus escritos en prosa, son los principales La Arcadia,
Obra de mucho valor autobiográfico, arroja no poca luz sobre
novela pastoril, y La Dorotea, novela dialogada. la existencia de Lope. Dorotea, como queda dicho, es Elena Osono;
La Arcadia (1598), que el autor declara historia real, adornada
Teodora, su madre Inés Osorio; el indiano don Bela, el sobrino del
poéticamente, es el relato de los desventurados amores del pastor
cardenal Granvela, que motivó el rompimiento e n te Lope y su
Anfriso, nieto de Júpiter: es decir, Anfriso es el duque de Alba don
amante; y don Fernando es Lope mismo. Por las páginas de este
Antonio, nieto del famoso duque de Alba don Fernando. Otro
libro vemos desfilar cálida y apasionadamente varios aspectos
personaje, Alcino, «el más amigo pastor y fiel secretario de
de la vida española de aquel siglo. Júntanse en La Dorotea los
Anfriso», es el propio Lope de Vega, que estaba en efecto al ser­
recuerdos vividos y personales de Lope y su visión de artista.
vicio de don Antonio.13 Describe la dorada ociosidad en que vivía
« Tal vez en ninguna otra corran tan parejas su vida y su arte —
la sociedad aristocrática en el campo, las cacerías, jiras, certá­
escriben Rennert y Castro —, ni se encuentren tantas notas típicas
menes, amoríos y diversiones con que procuraban distraerse y
de su genio: enorme riqueza de motivos literarios, atisbos de los
matar el tiempo. Los hechos reales van acompañados de magias
innumerables dominios a que se extendía su sensibilidad, intuición
y mitologías, con agudas disertaciones metafísicas. El aparato de
de los más variados sucesos y episodios, tesoros de minuciosa
erudición es tal, que el glosario de nombres poéticos e históricos
experiencia, todo ello ordenado sabia y artísticamente, como en el
llena cerca de sesenta páginas. A pesar de esta pedantesca osten­
museo de un delicioso gustador de todas las cosas . . . ; rasgos
tación de sabiduría, de su prolijidad y prosa florida, La Arcadia
310 ÉPOCA CLÁSICA LOPE DE V E G A 311

picarescos, henchidos de un humorismo que en vano buscaríamos 5. E l poeta l ír ic o . Con mayor fortuna que la épica, cultivó
en las novelas de aquel tema; disquisiciones de academia literaria, Lope de Vega la poesía lírica. Es uno de los más altos líricos de
críticas oportunas, dichos felices y tal cual muestra de afición España. Aparte del caudal inmenso de romances, sonetos, can­
visual a los objetos preciosos y a los muebles, que nos hace recordar ciones y rimas de toda clase contenido en sus obras dramáticas,
los primores del parnasianismo. »15 Junto a los pasajes de delicada sus demás poesías solas aventajan en cantidad, y no son inferiores
inspiración amatoria y elegante estilo cortesano, artificioso, como en mérito, a la obra total de Herrera o de Góngora. De Lope es el
el diálogo de Fernando y Dorotea, por ejemplo, en la escena quinta soneto hermosísimo en que, al pie de Cristo crucificado, se implora
del primer acto, resaltan los cuadros realistas de intensa psicología su clemencia:
y verdad, con apropiadísima dicción popular. Una de las mejores Pastor que con tus silbos amorosos
escenas de este orden y humorística, es la sexta del segundo acto, me despertaste del profundo sueño:
cuando las mujeres están sentadas a la mesa y Gerarda ha bebido tú, que hiciste cayado de ese leño
en que tiendes los brazos poderosos . . .18
más de la cuenta, y se ha puesto sentimental.16
De igual emoción es el soneto tan celebrado que comienza:
4. E l poeta narrativ o . Citaremos a continuación algunos
¿ Qué tengo yo que mi amistad procuras ?
de sus poemas épicos o histórico-narrativos. La hermosura de ¿ Qué interés se te sigue, Jesús mío,
Angélica fué escrita, al menos en parte, a bordo del galeón San Juan que a mi puerta, cubierto de rocío
durante la malograda expedición de la Armada Invencible (1588), pasas las noches del invierno escuras ? . . .19
e impresa varios años después, en 1602; es una continuación, en
veinte cantos, del Orlando furioso de Ariosto, sobre los amores Deben recordarse también, entre los mejores sonetos, el de los
y aventuras de Angélica y Medoro. La Dragontea (1598), en temores en el favor, que principia Cuando en mis manos, Rey
diez cantos y recargada de alegorías, versa sobre las últimas eterno, os miro, de divina unción; el de Quítenme aqueste puente
correrías marítimas del famoso corsario inglés Sir Francis Drake, que me mata, haciendo burla de la poca agua del río Manzanares,
el Dragón, y su muerte, envenenado por los suyos; representa la que pasa por Madrid; el satírico A la nueva lengua, contra los
actitud de un patriota español de aquel tiempo frente a la «pér­ culteranos e italianistas, y otro del mismo género que se encuentra
fida Albión». El Isidro (1599), en diez cantos, escrito en quin­ en Rimas del Licenciado Burguillos (1634), ridiculizando con gracia
tillas — a diferencia de los anteriores poemas, en octavas reales —, inimitable el estilo de los culteranos:
es la historia poética en forma realista y popular del santo patrón Conjuróte, demonio culterano,
de Madrid. Aspirando a competir con el Tasso, compuso la que salgas de este mozo miserable . . .20
Jerusalén conquistada (1608), de veintidós mil versos, relato de la
De las canciones más bellas de Lope es aquella a la muerte de
cruzada de Ricardo Corazón de León a fines del siglo xn; con­
Amarilis, que dice así:
forme a la tradición, tomó parte en ella Alfonso VIH de Castilla,
que es la figura central del poema. Sobre las bellezas episódicas ¡ Ay soledades tristes donde me escuchan solas
de estos y de otros poemas de tono épico escritos por Lope, des­ de mi querida prenda, las ondas y las fieras! . . .21
cuella el conjunto artístico y brillantísimo de La Gatomaquia Y la celebradísima sobre los peligros de la ambición:
(1634), poema burlesco de dos mil ochocientos versos, sobre los
amores, celos, rivalidades, guerras y aventuras a que da origen Pobre barquilla mía, sin velas desvelada,
entre peñascos rota, y entre las olas sola . . .22
la coqueta y bellísima gata Zapaquilda; es una parodia de los
poemas épicos italianos, llena de vigor, inventiva y chispeante Los romances de Lope avasallan sobremanera por la viveza en
gracia.17 las imágenes, el primor de los pensamientos y la rapidez lírica.
312 EPOCA CLASICA LOPE DE VEGA 313

En el prólogo de Rimas (1609), confiesa su amor por los romances: apoderado de la escena española: «entró luego el monstruo de
refiriéndose a los dos que incluye en esta colección de églogas, naturaleza, el gran Lope de Vega — manifestaba después Cer­
epístolas, sonetos y algunas otras formas estróficas del endecasí­ vantes (1615), recordando esta época—, y alzóse con la mo­
labo, dice que los romances son capaces «no sólo de exprimir y narquía cómica. Avasalló y puso debajo de su jurisdicción a todos
declarar cualquier concepto con fácil dulzura, pero de proseguir los farsantes; llenó el mundo de comedias propias, felices y bien
toda grave acción de numeroso poema. Y yo soy tan de veras razonadas, y tantas, que pasan de diez mil pliegos los que tiene
español, que por ser en nuestro idioma natural este género, no me escritos .. .; y si algunos, que hay muchos, han querido entrar a
puedo persuadir que no sea digno de toda estimación ».23 Uno de la parte y gloria de sus trabajos, todos juntos no llegan a la mitad
los muchos que parecen tener, o que en realidad tienen, valor de lo que él solo ».29 En 1604, tenía escritas doscientas diez y
autobiográfico es el de Belisa lamentando verse abandonada en nueve comedias. Al final del Arte nuevo de hacer comedias en este
plena luna de miel por Lope, que parte como voluntario en la tiempo (1609), afirma haber compuesto cuatrocientas ochenta y
Armada Invencible; he aquí la primera de sus cuatro estrofas: tres. En la Égloga a Claudio (1632), se declara autor de mil qui­
nientas comedias. Y en la Fama postuma, escrita a su muerte,
De pechos sobre una torre llorando lágrimas tiernas,
que la mar combate y cerca, diciendo con voces tristes Montalbán sostenía que el número de las obras dramáticas de
mirando las fuertes naves al que se aparta y la deja: Lope era mil ochocientas comedias y más de cuatrocientos autos.
que se van a Ingalaterra, / Vete, cruel, que bien me queda Lope de Vega era un improvisador, y prodigiosa la facilidad de su
las aguas crece Belisa en quien vengarme de tu agravio pueda!. . ,24 pluma y su señorío de la métrica, pues todo su teatro está en
verso: ya dice él, refiriéndose a sus comedias:
De sentimiento exquisito es el romance El tronco de ovas vestido}h
Toda la gallardía y gentileza de los romarices moriscos se encon­ y más de ciento, en horas veinticuatro,
trará en aquél en que Abindarráez refiere sus amores al alcaide pasaron de las musas al teatro.
de Antequera, y obtiene licencia para irse a ver a la hermosa
Se conservan, que hasta ahora sepamos, cuatrocientas sesenta y
Jarifa:
dos comedias, con otras piezas menores, que dan un total de unas
Cautivo el Abindarráez suspiraba en la prisión:
quinientas piezas dramáticas.30
del alcaide de Antequera, ¡ cuán dulcemente se queja!. . ,28
Cultivó todos los géneros dramáticos, desde la breve loa y el
Del grave tono de la meditación participa el romance sobre las gracioso coloquio, hasta la comedia de santos y los graves autos;
excelencias de la vida humilde: desde la comedia mitológica, hasta la comedia de historia contem­
poránea, española y extranjera. Compuso piezas románticas, de
A mis soledades voy, porque para andar conmigo
de mis soledades vengo, me bastan mis pensamientos .. ,27 intriga novelesca, y piezas de costumbres; comedias palatinas,
en que figuran personajes de alto rango, cortesanos y príncipes, y
Y, finalmente, señalaremos el romance que Lope hallaba digno comedias pastoriles. Mas, sobre todas ellas, y sobre las fundadas
de particular alabanza: en leyendas devotas, y las inspiradas en libros de caballerías,
Si tuvieras, aldeana, fueras reina de tu aldea,
descuellan sus dramas históricos, el género más característico del
la condición como el talle, tuvieras vasallos grandes .. ,286* teatro de Lope de Vega. Su teatro, no obstante, es como una
selva frondosa de rica y variada vegetación, de encinas seculares,
6. L o p e , autor dramático . Aunque Lope de Vega, genio de frutales y de flores, donde difícilmente puede encontrarse un
potente y multiforme, se conquistó laureles en casi todos los valle, una cima, un paraje que exceda en hermosura a los demás,
géneros literarios, donde se eleva a las más altas cumbres del arte ya en lo potente y agreste, ya en lo ameno y apacible, ya en lo
es en el drama. En 1588, a los veintiséis años de edad, se había risueño. Cada lector, cada crítico, prefiere y celebra la obra de
314 ÉPOCA CLASICA LOPE DE V E G A 315
Lope que mejor se aviene a su gusto y criterio artístico. Pudiéra­ escénicos de que era capaz su arte, para distraer y regocijar a una
mos citar aquí una veintena de comedias de Lope, cada una de audiencia, están puestos a contribución en El ausente en el lugar,
las cuales ha sido juzgada por este o por aquel autorizado crítico donde un galán pretende hacer creer a su amante y a todo el mundo
como la mejor que salió de su pluma insigne. que ha partido del pueblo, sin ser verdad.36 Las dificultades en
que se enreda, las sorpresas, los incidentes cómicos, se van suce­
7. Piezas religiosas. Entre las más notables del teatro de
diendo con rapidez y oportunidad; resalta la figura del criado,
Lope, figuran el auto sacramental La siega, fundado en la parábola
demasiado ingenioso como todos los de Lope, pero criatura viva,
evangélica del buen sembrador, en cuyo campo vino a sembrar
y divertido hasta en su cínica actitud respecto de las mujeres.
cizañas un enemigo;31 el auto El heredero del cielo (Cristo), sobre
Igualmente festiva en las situaciones, y deliciosa en el humorismo
la parábola de la viña;32 y el auto de El viaje del alma, en que
del diálogo, aunque falte el tipo del gracioso, es la comedia de
ésta, en figura de mujer, se embarca con el Deseo en la nave del
El molino.37 En la mejor vena cómica está asimismo La viuda
Deleite:
valenciana, con pintura magistral del lindo que anda a caza de una
Seducida por la atractiva descripción que el piloto (el Demonio) le hace carta de dote.38 Excita y encadena la atención del principio
del país de destino, el Alma desdeña los gritos que, avisándole del en­ al fin, por la agudeza y artístico desarrollo de la trama, La noche
gaño, le dan desde la orilla la Memoria y la Razón; en el mar se cruzan toledana, donde, tras desafíos, persecuciones amorosas y suplanta­
con la nave de la Penitencia, pilotada por Cristo, y a ella se traslada el ción de rivales, todos los amantes acaban viéndose burlados.39
Alma, atraída finalmente por la vocación divina.33
La hermosa fea es cierta duquesa de indisputable hermosura que
Combínanse en estos autos la noble sencillez del diálogo, la aborrece a todos los hombres; un enamorado, para despertar su
majestad del pensamiento y la encendida unción religiosa. curiosidad y vanidad, finge hallarla fea, y logra al cabo, con
Entre las comedias de santos, descuella Lo fingido verdadero, industria y amor, conquistar el corazón de la desdeñosa dama.40
sobre la conversión de San Ginés, comediante romano del tiempo En La boba para los otros y discreta para sí también figuran prín­
de Diocleciano: cipes, como en la anterior, pero quien maneja aquí la intriga con
singularísima astucia y gracia es una mujer:
Queriendo mofarse de los cristianos, el comediante dió una representa­
ción ante el emperador en la cual se fingía enfermo, y en burla solicitaba Diana, criada entre pastores, resulta hija natural y heredera del duque
hacerse cristiano; en el instante en que otro de los cómicos, prosiguiendo de Urbino, al fallecer éste; ante las intrigas de cortesanos enemigos, que le
la farsa, le bautizaba, el Señor le tocó en el corazón y le hizo desear el disputan la herencia, Diana se finge boba, consigue engañar a todos y
bautizo de veras, convirtiéndose al cristianismo y sufriendo luego al cegarlos de confianza, hasta que domina la situación, se quita la máscara
martirio.34 de la bobería y expulsa a sus enemigos.41

Esta comedia tiene una intriga amorosa, hábilmente desarro­ La misma musa alegre y juvenil resplandece en La noche de San
llada, y combina de manera artística lo cómico con lo trágico. Juan, obra de la ancianidad de Lope, destinada a una fiesta en
Sin embargo, se ha dicho con justicia que « Lope resulta mucho honor de los reyes la víspera de San Juan (1631).42 La acción de
más original, mucho más creador en el drama profano que en el la comedia tiene lugar la misma noche de la representación, pues
sagrado, y más en el historial que en el alegórico; la fórmula de­ un personaje relata a otro, en el curso del diálogo, la visita que
finitiva de éste quedaba reservada para los tiempos de Calderón ».368 acaba de hacer para ver los preparativos de la fiesta que se da a
los reyes. Dos caballeros amigos, enamorados cada uno de la
8. Las comedias profanas. De las innumerables comedias de hermana del otro, quieren ayudarse recíprocamente; pero las
Lope de Vega, novelescas, de enredo, o de costumbres, sólo cabe damas han entregado ya su corazón a otros pretendientes. Surgen,
recordar algunas de las más típicas o excelentes. Los recursos pues, dificultades de ambas partes, y la fantasía del autor se
LOPE DE VEGA 317
316 ÉPOCA CLÁSICA

despliega con toda riqueza, en situaciones y aventuras que tienen cualidades de aquellos dos polos del arte dramático. Así, El
lugar en mitad de la muchedumbre bulliciosa que puebla las calles caballero de Olmedo tiene en los dos primeros actos y en parte del
de la corte, en la alegre noche de San Juan. « Las escenas amo­ tercero la deliciosa amenidad de sus más apacibles comedias, con
rosas, todo honor y pasión, las escenas entre los caballeros y la los amores de don Alonso, la fingida pretensión de la dama de
multitud, al par ruda y alegre, y las escenas en que toma parte hacerse monja para despistar al padre — que desea casarla con
el franquísimo sirviente que hace de gracioso, son casi todas ex­ otro — y con la mediación de una vieja celestinesca; y luego, con
celentes y típicamente nacionales. »43 el supremo arte de Lope para las transiciones, toda la brillantez y
Perfecto modelo de la comedia de capa y espada es Amar sin entretenimiento de la comedia se torna bruscamente en sombrío y
saber a quién, donde un caballero se enamora de la dama sin saber trágico desenlace: las burlas se tornan veras, un vengativo rival
quién sea, sólo por el retrato y los servicios que ella le presta da muerte a don Alonso, y su desdichada amante ingresa de verdad
mientras el joven está en prisión por un error de la justicia.44 en el convento.48
Idéntica vivacidad seductora, con ligero toque dramático, hallará En El castigo sin venganza muestra el autor hasta qué punto
el lector en La moza del cántaro, comedia de amores, como casi podía llegar su habilidad en presentar con oportunidad personajes
todas las de Lope: paralelos, situaciones duplicadas y duplicación también en al­
gunos diálogos: lo cómico en contraste con lo serio.
Una linda muchacha de noble estirpe da muerte a uno de los muchos
pretendientes a su mano, para vengar cierta afrenta a su anciano padre; El argumento de este drama, hondamente trágico, está constituido
disfrazada luego de sirvienta para eludir la justicia, se va a la corte, por los amores entre la duquesa de Ferrara y el hijo natural de su esposo.
entra a servir allí en una casa y maneja los hilos de varias deliciosas in­ La ciega pasión de los adúlteros, algo atenuada moralmente por las cir­
trigas de amor, que constituyen el principal asunto de la comedia.45 cunstancias, es descubierta por el esposo y padre ultrajado. Éste ordena
a su hijo que mate a un traidor: es la duquesa, amordazada y cubierta
Inventiva y humorismo derrocha Lope en La dama boba, pero con velo en un gabinete oscuro. Cuando después de cometer el crimen,
no tan boba que no acabe por conquistar el corazón de un caba- el hijo sale del cuarto con la mano ensangrentada, creyendo haber matado
a un traidor, los centinelas le dan muerte por orden del duque, pues a
llerito reacio: sin duda, una boba enamorada es tan lista en
quien ha matado es a la duquesa.49
materias de amor como el más listo de los hombres; los progresos
del carácter de la dama, a quien el potente Cupidillo le va aguzando
« Esta horrible tragedia es sublime por la pintura de los afectos,
las facultades y curándola de la bobería, así como los preciosos
y de singular interés por el enlace recíproco y verdaderamente
diálogos y episodios, hacen de esta comedia una de las más felices
dramático de sus distintas escenas. »50
de Lope de Vega.46 Y en ella, como en todas sus obras, el lenguaje
La pintura de las costumbres campestres y la energía de sus
alado y poético está sembrado de chispas de intensa luz, de epi­
rústicos pobladores, sobre el fondo de la naturaleza que tan ínti­
gramas, muy del gusto de nuestro autor. Respecto de la pintura
mamente sentía Lope, y tanto amaba, están trazadas de mano
del amor y de los celos, en las comedias de Lope, ha podido decir
maestra en el drama Peribáñez y el Comendador de Ocaña, cuyo
un crítico extranjero que «ningún otro poeta de la literatura
asunto vamos a escuchar de los propios labios del protagonista:
universal ha sondeado más hábilmente sus sombríos fondos;
en defensa de su honor conyugal, el labrador Peribáñez le ha qui­
ninguno les ha dado giros y definiciones más gentiles, ingeniosos
tado la vida al comendador, y puesta a precio su cabeza, se presenta
o humorísticos, ni los ha presentado bajo aspectos más variados ».479
ante el rey don Enrique III el Doliente (1390-1406), y le habla
en los siguientes términos:
9. D ramas y tragedias. Desde la comedia graciosa hasta el
drama trágico, hay en el teatro de Lope abundantísima variedad
de producciones que participan en mayor o menor grado de las
318 LOPE DE VEGA 319
E P OC A CLASI CA

R ey. . . . Prosigue. de vuelta en mi casa estaba. .. dores de Córdoba63— a la clase privilegiada, que no reconocía ley
P eeib . Yo soy un hombre, Hallé mis puertas rompidas alguna, y al estado llano defendiendo sus derechos.
aunque de villana casta, y mi mujer destocada, Del mismo carácter es El mejor alcalde, el rey, cuyo argumento
limpio de sangre, y jamás como corderilla simple se halla inspirado en cierta anécdota que las crónicas atribuyen
de hebrea o mora manchada. que está del lobo en las garras,
Fui el mejor de mis iguales, Dió voces, llegué, saqué
al rey don Alfonso VII (1126-1157):
y en cuantas cosas trataban la misma daga y espada Se abre el drama con una escena de tiernos amores entre Sancho y
me dieron primero voto, que ceñí para servirte,
y truje seis años vara.6
Elvira, campesinos; sigue otra escena burlesca con el porquerizo Pelayo,
no para tan triste hazaña;
Caséme con la que ves, la figura del donaire. Sancho solicita y obtiene de don Tello, el señor de
paséle el pecho, ,y entonces
también limpia, aunque villana; dejó la cordera blanca, aquellas tierras, licencia para casarse. El caballero va a honrar con su
virtuosa, si la ha visto porque yo, como pastor, presencia la boda; al ver a la novia, se enamora de ella, porque como ha
la envidia asida a la fama. supe del lobo quitarla. dicho poco antes:
El comendador Fadrique, Vine a Toledo, y hallé
de vuesa villa de Ocaña Hay algunas labradoras suelen llevarse los ojos
que por mi cabeza daban
señor y comendador, que, sin afeites ni galas, y, a vuelta de ellos, el alma .. .M
mil escudos;d y así, quise
dió, como mozo, en amarla .. . que mi Casilda me traiga.
Con esto intentó una noche, Hazle esta merced, señor; Don Tello, el señor de vida y haciendas, ha concebido su plan, y para
que ausente de Ocaña estaba, que es quien agora la gana, ejecutarlo difiere hasta el día siguiente la boda. A la noche, don Tello
forzar mi mujer, mas fuése porque viuda de mí y sus criados se apoderan de Elvira.
con la esperanza burlada .. . no pierda prenda tan alta. Después del robo de ésta, el triste Sancho va a la ciudad de León, donde
Advertí mejor su intento; R ey. ¿ Qué os parece ? está el rey, para pedirle justicia. El soberano le da una carta para don
mas llamóme una mañana, Reina. Que he llorado; Tello, ordenándole severamente que enmiende su yerro'y devuelva a
y dijome que tenía que es la respuesta que basta Sancho la desposada. Don Tello, prototipo de la soberbia y de la arbitra­
de vuestras altezas cartas para ver que no es delito,
para que con gente alguna riedad, no obedece la orden, y encolerizado amenaza a Sancho. Era el
sino valor.
le sirviese esta jornada; Rey. ¡ Cosa extraña! rey famoso por su inexorable justicia, por su amparo de los humildes,
en fin, de cien labradores ¡ que un labrador tan humilde y al saber lo sucedido va en persona al pueblo para aplicar la ley por su
me dió la valiente escuadra.' estime tanto su fama! mano.
Con nombre de capitán ¡ Vive Dios, que no es razón Tras tomar declaración a varios testigos e informarse cumplidamente
salí con ellos de Ocaña; matarle ! Yo le hago gracia del caso, el monarca se presenta en casa de don Tello, y le dice que es el
y como vi que de noche de la vida . . . Mas ¿ qué digo ? juez; pero don Tello, a quien las leyes no alcanzan, se mofa de la autoridad
era mi deshonra clara, Esto justicia se llama .. de los jueces; entonces el rey declara su identidad, y allí mismo comienza
en una yegua a las diez a poner en ejecución el fallo:
Drama social como el anterior, además de serlo de pasiones, es Rey. Da, Tello,. a Elvira la mano, que te corten la cabeza,
Fuente Ovejuna, villa sometida al despotismo de otro comendador. para que pagues la ofensa podrá casarse con Sancho,
Alternan en este valentísimo cuadro los colores tétricos del carácter con ser su esposo; y después con la mitad de tu hacienda . ..
y ,de los actos del comendador, y los claros tonos de las fiestas
populares; a trechos encantador y risueño, y cuando no, sinies­ El pintor de la naturaleza, el copiador del lenguaje de las
tro.62 Lope, el gran poeta del pueblo, ha presentado frente a pasiones, el intérprete de los sentimientos de igualdad y justicia
frente — en los dos últimos dramas citados, y en Los comenda- populares, frente al libertinaje de los señores, el gran Lope de
6 vara, insignia de jurisdicción de un alcalde o ministro de justicia. Vega, está en El mejor alcalde, el rey más profundo que de ordi­
0 escuadra, (i se llama en la milicia cierto número de soldados en compañía y nario, mejor técnico que suele, con su lozana fantasía poética de
ordenanza con su cabo)). Diccionario de Autoridades. siempre.
11 escudos: véase nota o en la pág. 292.
320 EPOCA CLASICA L O P E DE VEGA 321

Señalaremos, para terminar, La Estrella de Sevilla, obra maestra ceptos convencionales, ni respetó en su producción las unidades
del siglo de oro: dramáticas de lugar y tiempo:
Estrella es dama de singular hermosura, novia del caballero Sancho y, cuando he de escribir una comedia,
Ortiz. El rey se enamora de Estrella y, no pudiendo conseguir que ella encierro los preceptos con seis llaves . . .57
se le entregue, soborna a una esclava y se introduce cierta noche en su Esto leemos en el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo
casa. Es sorprendido a tiempo por Busto Tavera, hermano de la dama,
(1609), poema de trescientos ochenta y nueve versos, en el cual
que le reprocha indignado su conducta, y le respeta la vida por ser el rey.
Éste, para vengarse, manda después a su leal Sancho Ortiz que desafíe Lope defiende, burla burlando, sus ideas del arte dramático. Es
y mate a cierto caballero, reo de lesa majestad, cuyo nombre le da en un obra escrita al correr de la pluma, entre seria y jocosa, sin propósito
pliego sellado. Al quedar solo, Sancho abre el pliego y descubre que el trascendental, y a la que no debió de conceder el autor particu­
acusado es Busto Tavera: luchan en su corazón la amistad y el amor de lar meditación ni importancia. Contiene, sin embargo, algunos
un lado, y del otro su lealtad al monarca; a ella resuelve sacrificar amor, pasajes significativos, como al señalar por objeto de la comedia la
dicha y amistad. Tan poderosa como esta escena, es la siguiente del imitación de las acciones de los hombres y la pintura de sus cos­
desafío entre los dos amigos. Cuando Estrella se está engalanando para
tumbres . Guárdese de imposibles, porque es máxima
recibir alegremente al novio, le traen el cadáver de su hermano.
que sólo ha de imitar lo verisímil.. .58
Las escenas se suceden con intensidad dramática conmovedora. Sancho
Ortiz se halla en la cárcel, resuelto a morir antes que denunciar al rey. En El castigo sin venganza también nos dice:
Allí va Estrella con ansias de venganza, y la entrevista de los dos amantes ¿ Ahora sabes, Ricardo, siendo al ejemplo escuchada
es uno de los episodios más patéticos' y nobles que se han llevado al que es la comedia un espejo, de la vida y del honor,
teatro: en Estrella se ve la personificación de la inocencia, del amor y de en que el necio, el sabio, el viejo, retrata nuestras costumbres,
la energía, y en Sancho el ejemplo único del vasallo leal, del amante el mozo, el fuerte, el gallardo, o livianas o severas,
apasionado, del caballero magnánimo. El monarca, arrepentido, con­ el rey, el gobernador, mezclando burlas y veras,
fiesa su parte en el crimen, en una escena admirable, y Sancho es puesto la doncella, la casada, donaires y pesadumbres? . . .í9
en libertad. Termina el drama con la despedida para siempre de los No obstante, como afirma Schevill, hay grandísima diferencia
amantes: ella, que no puede casarse con el matador de su hermano, in­
entre las teorías de Lope y su práctica dramática. La realidad
gresará en un convento, y él se irá a la guerra en busca de la muerte.65
aparece a menudo en sus comedias con rasgos idealizados, y no
El texto antiguo que se conserva de este hermoso drama está pocas veces la mezcla «con irrealidades para las cuales no he
considerado como una refundición del original, hecha por mano encontrado jamás ningún fundamento en los documentos de la
que no es de Lope. Un autorizado crítico ha llegado a negar, sin época, ni en las descripciones autorizadas de la sociedad española
bastante fundamento, que La Estrella de Sevilla sea obra de de su tiempo ».60 La fórmula de la comedia de Lope es « una del
nuestro autor.6610 más puro arte, el cual de ningún modo refleja siempre la naturaleza
como en un espejo, al menos reflexivamente ».61 Muchas de sus
10. Examen crítico. Fue Lope de Vega el fundador del drama comedias han de juzgarse, no desde el punto de vista de la exacti­
nacional, en cuanto fijó sus normas definitivas. Abarcando todos tud en la pintura de las costumbres, que el autor no se propuso
los elementos dispersos del teatro anterior e introduciendo innova­ constantemente, sino como obras de pura imaginación. Asimismo
ciones, creó aquel drama español, realista en el fondo y en los ha de tenerse en cuenta que a veces quiso llevar a la escena, no los
detalles al reflejar la vida y la naturaleza, romántico el prescindir casos, situaciones o tipos corrientes, sino otros que marcaban una
de los moldes clásicos y campear sin trabas la fantasía del poeta. excepción de la regla: por ejemplo, el caso y tipo de la doncella
Lope desdeñaba las reglas de los clásicos y extranjeros y, al igual honesta que abandona el hogar y, disfrazada de varón, persigue
que su contemporáneo Shakespeare, no ciñó su genio a los pre- al amante infiel.
322 EPOCA CLASICA LOPE DE V E G A 323

Combinó sabiamente en la misma obra lo patético, lo cómico un mundo bullicioso de personajes, desde el más humilde villano
y lo sublime, mezclando, como el cielo mezcla en la tierra, llantos hasta el más alto señor, gentes de toda clase y condición, de todos
y risas: los oficios y estados: se ha dicho que de diez y siete mil a veinte
Lo trágico y lo cómico mezclado . . . mil personajes.65 Claro está que no hay poder creador en el mundo
harán grave una parte, otra ridicula, que pueda dar vida a tales muchedumbres sin repetir las figuras,
que aquesta variedad deleita mucho:
los semblantes, la psicología, y su actuación en los hechos. Pro­
buen ejemplo nos da naturaleza,
que por tal variedad tiene belleza.62 curó Lope que los caracteres hablasen en lengua apropiada a su
condición, conforme aconseja también en la teoría:
Forma parte de su sistema dramático el gracioso y la graciosa,
Si hablare el rey, imite cuanto pueda
cuyos amoríos y lances progresan paralelamente, entrelazados, la gravedad real; si el viejo hablare,
con los del galán y la dama, para aliviar la gravedad del asunto procure una modestia sentenciosa. . . “
principal, o aumentar el regocijo de las comedias festivas. Esto lo
hemos visto apuntar ya en el teatro de Torres Naharro, pero no Llevó a las tablas la vida entera de los españoles, todas las
habiéndole seguido otros, fue Lope de Vega quien introdujo siste­ acciones humanas y todos los aspectos del vivir. Dramatizó la
máticamente a tales tipos, y les dió además carácter definitivo. épica popular, y a lo épico mezcló lo lírico, empleando todo linaje
La primera producción suya en que aparece la figura del donaire de metros y formas artísticas:
es La Francesilla, divertidísima comedia escrita en 1599, tal vez Acomode los versos con prudencia
algo antes.63 Los graciosos de Lope son los más agradables de a los sujetos de que va tratando:
nuestro teatro; no le aventajan los de Tirso de Molina, más las décimas son buenas para quejas,
el soneto está bien en los que aguardan, •
crudos y satíricos, ni los de Ruiz de Alarcón, más doctrinales y las relaciones piden los romances;
moralistas, ni los de Calderón, que parecen más estereotipados. aunque en octavas lucen por extremo,
Ensanchó Lope el cuadro de la dramática del teatro anterior, son los tercetos para cosas graves,
enriqueciéndolo con mil variados temas, lances y recursos. Del y para las de amor las redondillas.67
caudal inagotable de argumentos y episodios que trajo al teatro sortija del olvido, La bague de l’oubli, también de Rotrou; de El poder vencido y el
se aprovecharon los dramaturgos que le siguieron, dentro y fuera amor premiado y Mirad a quién alabáis, L’heureuse constance, del mismo; de El
de España: citemos aquí sólo a Corneille, cuya Suite du Menteur ausente en su lugar y Los muertos vivos, respectivamente, L'absent ches soi y Les morts
vivants, de Métel d’Ouvffle; de El robo de Elena, Le pédant joué, de Cyrano de
debe bastante a Amar sin saber a quién, y Moliére, de quien se ha Bergerac; de Los ramilletes de Madrid, el Timocrate, de Tomás Corneille; de El
dicho con fundamento que «ha leído evidentemente La dama nuevo Pitágoras, Le fou raisonnable, de Poisson; de El Argel fingido, L école des
melindrosa antes de escribir Les femmes savantes; L ’école des jaloux, de Montfieury; de La sortija del olvido, Le Roi de Cocagne, de Legrand, de
Guardar y guadarse, Don Félix de Mendoce, de Le Sage; de El ingrato, V ingrat, de Des-
maris es una admirable combinación de La discreta enamorada y de touches; de La Estrella de Sevilla, Le Cidd'Andalousie, de Lebrun; Moliére ha utilizado
El mayor imposible; L ’école des femmes procede de La dama boba de Lope, además de las comedias arriba citadas, El perro del hortelano en Le dépit
y de El acero de Madrid. . . ».e 64 Llevó Lope al escenario todo amoureux. Véase sobre relaciones literarias entre España y Francia la biblio­
grafía de los capítulos III (nota 15), VII (17 y 45), X (2 y 24), XVI (2 y 15),
« De comedias de Lope de Vega proceden, además, las imitaciones francesas XIX (13), XX (6 y 40), XXI (48 y 71), XXIV (64), XXV (29), XXVI (13),
siguientes: de El mayor imposible, La folie gageure, ou les divertissements de la XXVII (7 y 46), XXVIII (15), XXIX (13 y 14), XXX (13), XXXV (1, 7 y 27)
Comtesse de Pembroke, de Boisrobert; de El honorado hermano, el Horace, de Pedro y XXXVI (5). Sobre relaciones entre las literaturas española e italiana, con­
Corneille; de Amar sin saber a quién, Les intrigues amoureuses, de Gilbert; de Castel- súltese especialmente la bibliografía de los capítulos VII (notas 5, 17 y 24), X
vines y Monteses, La ocasión perdida, La hermosa Alfreda, El naufragio prodigioso, (2), X III (1, 11 y 30), XVI (2), XVIII (3 y 8), XIX (22), XXI (48 y 71), XXII
Laura perseguida, Lo verdadero fingido, Mudanzas de la fortuna y sucesos de don (20), XXV (29), XXVII (27), XXIX (7), XXXII (17) y XXXV (23). Y sobre
Beltrán de Aragón y Don Lope de Cardona, respectivamente, Clarice, ou l’amour intercambio de influencias literarias entre España e Inglaterra, capítulos VII
constant, Les occasions perdues, La belle Alphréde, L’heureux naufrage, Laure per- (nota 46), X (6), XVI (15), XIX (13), XX (6), XXI (48 y 71), X X III (5),
sécutée, Le véritable Saint-Genest, Cosroés y Don Lope de Cardone, de Rotrou; de La XXVIII (19 y 22) y XXXV (1, 7 y 21).
324 EPOCA CLASICA LOPE DE V E G A 325

No fue el primero en reducir los cuatro y cinco actos de una todos los poetas dramáticos del mundo el que mayor número de
comedia a tres solamente, pero desde que Lope empezó a escri­ argumentos y de combinaciones ha inventado; pero dista mucho
birlas en tres actos, todos los dramaturgos le siguieron en ello, así de haberlo inventado todo, ni este elogio vulgarísimo conviene a
como en la duración de la representación de la comedia: tan alto ingenio, sino más bien el de haber reunido en sus obras
adonde sólo se entiende todo un mundo poético, dándonos el trasunto más vario de la
lo que el poeta pretende tragedia y de la comedia humanas, y si no el más intenso y pro­
para dos horas y media, fundo, el más extenso, animado y bizarro de que literatura ninguna
puede gloriarse. »71 Dentro de la dramática española, es Lope de
según declara en El acero de Madrid, ingeniosa comedia de enredo, Vega: a) el fundador del teatro moderno; 6) el más variado y
de amores y de celos.68 fértil en la invención; c) el mayor poeta; d) el más rico y delicado
Lope de Vega es un genio inmortal. Pero todo su teatro no es, en la pintura del amor.
ni podía ser, perfecto, dada su enorme extensión. La mayoría de
11. E l a rte escén ico e n tiem pos b e L ope d e V ega . El
las obras se resienten de la precipitación con que fueron escritas.
entusiasmo del pueblo español por las representaciones dramáticas
¿Por qué tanto escribir? Aparte otros motivos o impulsos in­
era entonces extraordinario. No había feria ni fiesta pública en
telectuales, él mismo indica uno del orden material: « Si allá
murmuran de mis comedias algunos que piensan que las escribo que no jugasen papel principal las comedias.
Desde el nacimiento del teatro figuraban en él los cantares y las
por opinión, desengáñeles vuestra merced y dígales que por
danzas, y a partir de Lope de Rueda venían representándose las
dinero. »69 La gloria esperábala de sus poemas y escritos en prosa.
farsas y comedias con acompañamiento de música, en los entreac­
Así, no se daba trabajo alguno al componer las comedias. Se ha
convenido unánimemente en que la exposición, en las obras de tos, y antes y después de la función. La propiedad escénica, desde
Lope, es inmejorable; el desarrollo de la acción, desordenado a los rudos comienzos de aquel actor, progresó rápidamente, y ya en
veces; el desenlace, a menudo hecho con precipitación. Los 1602 empleábanse bastidores, telones, tramoyas, etc. El arte de
la representación dramática llegó a su cumbre en los últimos años
pasajes líricos son invariablemente de soberana hermosura: aun
en las comedias bíblicas y mitológicas, tan frías para el gusto de Lope de Vega. En trescientas se ha fijado el número de com­
moderno, ¡ cómo subyuga aquel supremo encanto lírico que por pañías que, hacia 1636, había en la Península: cálculo, sin duda,
todas partes derrochó! exagerado, pero que indica el gran desarrollo del arte escénico.
Más bien que filósofo o intérprete de la vida, Lope de Vega suele Famosos comediantes fueron, entre otros muchos, Nicolás de los
ser el pintor de ella y de la naturaleza. « Su labor es más extensa Ríos, Roque de Figueroa, Alonso de Cisneros, María de Riquelme,
que profunda: no hay ninguna obra suya susceptible de múltiples Jusepa Vaca y María de Córdoba. Con la decadencia de la pro­
sentidos; la impresión de belleza que producen sus aciertos es ducción dramática, evidente en la segunda mitad del siglo x v ii ,
inmediata, y provocan la emoción más bien que la reflexión. . . coincide la decadencia del histrionismo.72
Pero un artista no ha de ser necesariamente un pensador, aunque [1] Pérez de Montalbán, Fama póstuma a la vida y muerte de Lope de Vega,
esto sea lo que más cautive a nuestra época. »70 Su objeto no era ed. B. A. E., t. XXIV, p. ix.
filosofar al público, sino avasallarle con la inspiración poética, [2] Esta comedia fué sin duda retocada años después y aun escrita de nuevo;
se halla en Obras de Lope de Vega, publicadas por la Real Academia Española,
sostener la atención con la variedad y rapidez de los incidentes, ed. Menéndez y Pelayo, Madrid, 1890-1913, t. V; V. Adalbert Hámel,
sorprenderlo con lances inesperados, divertirlo con donaires, Studien zu Lope de Vegas Jugenddramen, Halle, 1925.
conmoverlo con los resortes del honor, la lealtad, el amor, los [3] La Dorotea, ed. Américo Castro, Madrid, 1913, p. 188; ed. B. A. E.,
celos, la venganza y con los combates de las pasiones. Y todo ello t. XXXIV.
supo hacerlo con maestría insuperable. «Lope es, sin duda, de [4] V. Proceso de Lope de Vega por libelos contra unos cómicos, anotado por
D. A. Tomillo y D. C. Pérez Pastor, Madrid, 1901.
ÉPOCA CLÁSICA LOPE DE VEGA 327
326

[5] Rennert y Castro, Vida de Lope de Vega, Madrid, 1919, p. 108. [42J Ed. en Tratado histórico sobre el origen y progresos de la comedia y el
[6] V. W. Carew Hazlitt, Shakespeare: The Man and His Work, London histrionismo en España, por Casiano Pellicer, Madrid, 1804, t. II, p. 331 y sigts.
1912, págs. 5-6. [43] Ticknor, History of Spanish Literature, London, 1849, t. II, p. 176.
[7] Nueva biografía de Lope de Vega, por Cayetano Alberto de la Barrera, en [44] Ed. B. A. E., t. XXXIV; ed. escolar, with notes and vocabulary by
Obras de Lope de Vega, ed. Real Academia, 1.1, p. 269. Buchanan and Franzen-Swedelius, New York, 1920.
[8] Rennert y Castro, op. át., págs. 38-39; V. Francisco A. de Icaza, Lope [45] Ed. B. A. E., t. XXIV; ed. escolar, with notes by Stathers, New York,
de Vega, sus amores y sus odios, Segovia, 1926. 1913.
[9] Pérez de Montalbán, loe. di., p. xv. [46] Ed. B. A. E., t. XXIV; ed. crítica en The Dramatic Art of Lope de
[10] V. Menéndez y Pelayo, Historia de las ideas estéticas en España, Madrid, Vega, together ivith La Dama Boba, by R. Schevill (University of California
1896, t. III, p. 449; Pérez de Montalbán, loe. di., p. xvi. Publications), Bcrkeley, 1918, págs. 117-338; ed. (con Peribáñez y el Comen­
[11] Pérez de Montalbán, loe. át., p. xv. dador de Ocaña, La Estrella de Sevilla y El castigo sin venganza) de Alfonso
[12] Hugo A. Rennert, The Life of Lope de Vega, Glasgow, 1904, p. 398. Rej'es, Madrid, 1919.
[13] La Arcadia, ed. B. A. E., t. XXXVIII. [47] Schevill, The Dramatic Art, etc., p. 31.
[14] La Dorotea, ed. dt., p. xii. [48] Ed. Real Academia, t. X; ed. B. A. E., t. XXXIV.
[15] Rennert y Castro, op. dt., p. 54. [49] Ed. Real Academia, t. XV; ed. B. A. E., t. XXIV; véase nota 46;
[16] V. cap. X, nota 24, del presente libro. V. estudio de Emile Gigas en Reme hispanique, t. LUI, págs. 589-604.
[17] Ed. B. A. E., t. XXXVIII. [50] Schack, Hist. de la lit. y del arte dramático en España, trad. E. de Mir,
[18] Lope de Vega: Poesías líricas, ed. J. F. Montesinos (Clásicos Cas­ Madrid, 1887, t. III, p. 86.
tellanos), Madrid, 1925, t. I, p. 247. [51] Ed. Bonilla y San Martín, Madrid, 1916, págs. 221-225; ed. Real
[19] Ibid., t. I, págs. 249-250. Academia, t. X; ed. B. A. E., t. XLI; véase nota 46.
[20] Ed. B. A. E., t. XXXVIII, p. 392. [52] Ed. Américo Castro (Colección Universal), Madrid, 1920; ed. Real
[21] La Dorotea, ed. dt., págs. 109-116. Academia, t. X; ed. B. A. E., t. XLI.
[22] Ibid., págs. 164-168. [53] Ed. Real Academia, t. XI.
[23] Rimas de Lope de Vega. Ahora de nuevo añadidas. Con el Nuevo arte de [54] Id., t. VIII, p. 297; ed. B. A. E., t. XXIV; ed. anotada (con El re­
hacer comedias deste tiempo, Madrid, 1609, ed. facsímile de Archer M. Hunting- medio en la desdicha) de J. Gómez Ocerín y R. M. Tenreiro (Clásicos Castella­
ton (The Hispànic Society of America), New York, 1903, t. I, fol. 5. nos), Madrid, 1920.
[24] Ed. Montesinos, 1.1, págs. 104-106; ed. B. A. E., t. XXXVIII, p. 253. [55] Ed. crítica de Foulché-Delbosc, en Revue hispanique, t. XLVIII;
[25] Ed. Montesinos, t. I, págs. 66-68. ed. Real Academia, t. IX; ed. B. A. E., t. XXIV; ed. escolar, with notes and
[26] La Dorotea, ed. Castro, págs. 90-92. vocabulary by H. Thomas, Oxford, 1923; vease nota 46.
[27] Ibid., págs. 18-21. [58] Foulché-Delbosc, loe. dt., págs. 519-533; V. S. G. Morley, The Romanic
[28] Ibid., págs. 259-260. Review, t. XIV, págs. 233-239; A. F. G. Bell, Revue hispanique, t. LIX,
[29] Obras completas de Cervantes, ed. Schevill y Bonilla: Comedias y entreme­ págs. 296-300.
ses, Madrid, 1915,1.1, págs. 7-8. [57] Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo, ed. Morel-Fatio, en Bulletin
[30] V. Catálogo de las comedias de Lope de Vega, en Vida (Rennert y Castro), hispanique, t. III, p. 375; trad. inglesa por W. T. Brewster, The New Art of
págs. 458-530. Writing Plays, New York, 1914.
[31] Ed. Real Academia, t. II; ed. B. A. E., t. LVIII. [58] Ed. Morel-Fatio, p. 380.
[32] Ed. Real Academia, t. II. [59] Ed. Real Academia, t. XV, p. 240.
[33] Id., t. II; ed. B. A. E., t. LVIII. [60] Schevill, op. dt., p. 15.
[34] Ed. Real Academia, t. IV. [61] Id., ibid., p. 13; F. Américo Castro, Prólogo a su ed. de Tirso de Molina
[35] Menéndez y Pelayo, Estudios sobre el teatro de Lope de Vega, ed. Bonilla (Clásicos Castellanos), Madrid, 1922, págs. X-XLIX; William L. Fichter,
y San Martín, 1.1 (Madrid, 1919), p. 27. Lope de Vega’s <( El castigo del discreto » together with a Study of Conjugal
[36] Ed. B. A. E., t. XXIV. Honor in his Theater, New York, 1925.
[37] Id., t. XXIV. [62] Arte nuevo, ed. dt., p. 378.
[38] Ed. Real Academia, t. XV; ed. B. A. È., t. XXIV. [63] Obras de Lope de Vega, publicadas por la Real Academia (Nueva edidón,
[39] Ed. B. A. E., t. XXIV. por Cotarelo y Mori), t. V; V. José F. Montesinos, Algunas observadones
[40] Id., t. XXXIV. sobre la figura del donaire en el teatro de Lope de Vega, en IIomenaje a Menén­
[41] Id., t. XXXIV. dez Pidal, t. I, págs. 469-504.
328 E PO C A CLA SI CA

[64] Fitzmaurice-Kelly, Hist. de la lit. española, Madrid, 1921, p. 233; V.


Ernest Martinenche, Moliere et le thédtre espagnol, Paris, 1906; Guillarme
Huszár, Moliere et l’Espagne, Paris, 1907; F. Vézinet, Moliere, Florian et la
littérature espagnole, Paris, 1909.
[65] V. Schevill, op. cit., p. 25.
[66] Arte nuevo, ed. cit., p. 380. CAPÍTULO XXV
[67] Ibid., p. 381.
[68] Ed. B. A. E., t. XXIV, p. 383. TIRSO D E M OLINA
[69] Nueva biografia, loe. cit., p. 134.
[70] Rennert y Castro, op. dt., págs. 418-420. 1. Datos biográficos: sacerdote virtuoso y poeta satírico. 2. Su defensa
[71] Menéndez y Pelayo, Estudios, ed. dt., t. I, p. 9. de la comedia nueva. 3. Teatro religioso: El condenado por descon­
[72] V. Rennert, The Spanish Stage in the Time of Lope de Vega, New York, fiado, el mejor drama teológico español. 4. Las comedias: El vergon­
1909 (con lista y noticias biográficas de Spanish Actors and Actresses between zoso en palacio. 5. Otras comedias principales, y argumento de
1560 and 1680, págs. 409-635); J. Sánchez Arjona, Notidas referentes a los algunas de ellas. 6. Marta la Piadosa: su asunto y carácter.
anales del teatro en Sevilla, desde Lope de Rueda hasta fines del siglo x vm , Sevilla, 7. Dramas y tragedias: La prudencia en la mujer, el mejor drama
1898; H. Mérimée, L’art dramatique a Valenda, depuis les origines jusqu’au histórico déla época clásica. 8. El Burlador de Sevilla: su argumento:
commencement du XVIIe si'ecle, Toulouse, 1913; ídem, Spectacles et comédiens importanda de esta creación. 9. Resumen critico.
à Valencia, Toulouse, 1913; Narciso Díaz de Escobar y Francisco de P. Lasso
de la Vega, Historia del teatro español: comediantes, escritores, curiosidades 1. D ato s b io g r á f ic o s . G a b r ie l T é l l e z , conocido en el
escénicas, Madrid, 1924, t. I, págs. 206-273; Joaquín Muñoz Morillejo, mundo literario por el seudónimo de T ir so d e M o l in a , nació en
Escenografía española, Madrid, 1923, págs. 19-65. Madrid en octubre de 1571 y murió en marzo de 1648. Nada se
sabe de su familia, excepto la alusión de Tirso a una hermana
« parecida a él en ingenio y desdichas d.1 Hizo sus estudios en la
Universidad de Alcalá, y el año 1601 profesó en la orden de la
Merced. Es mencionado por primera vez como autor dramático
en un libro escrito en 1610; ninguna de sus comedias de fecha
conocida es anterior a 1605. Estuvo en tierras americanas, y en
la isla de Santo Domingo dió tres cursos de teología y reformó el
monasterio de la orden (1615-1618). En 1621 residía en el con­
vento de la Merced de Madrid, y solía concurrir a las reuniones de
literatos en cierta academia poética.2
La parte activa que tomaba en las disputas literarias, y sus
ataques violentos contra los culteranos, le atrajeron celos y mal­
querencias. Su musa cómica y satírica continuaba haciendo
alusiones a materias de actualidad: flageló en la escena a los
favoritos ineptos y ambiciosos, se burló de los desvarios cultistas,
denunció el libertinaje de los nobles, desenmascaró a los hipócritas
de la religión, atacó rudamente los vicios sociales, y condenó
cuanto le pareció justo, aun fiestas que gozaban de favor universal,
como las corridas de toros:
¡ Qué guste España de ver
una fiesta tan maldita!3
329
330 É PO C A CLÁSI CA T I RS O DE MO LI N A 331

Enemigos de Tirso, ofendidos o envidiosos, se quejaron contra fiestas, reales o imaginarias, que diferentes caballeros celebraron
él ante el Consejo de Castilla (1625): era escandaloso, decían, en sus cigarrales o casas de campo a orillas del Tajo, junto a la
que se permitiera a un fraile de la Merced surtir de comedias nada ciudad de Toledo.
devotas, llenas de chistes y malicias, los teatros de España. Y En dicho libro, hace Tirso la defensa más razonada y brillante
Tirso tuvo que abandonar la corte, dejando también de escribir que tenemos del sistema dramático de Lope de Vega. Declara
comedias durante diez años. Como la mayor parte de éstas no se que el nuevo arte aventaja al de los clásicos griegos y latinos.
imprimieron, y están hoy perdidas, parece imposible juzgar hasta Examina los inconvenientes de la antigua unidad de tiempo: la
qué punto les asistía la razón a sus enemigos. Que conforme al acción de una comedia no puede limitarse a veinticuatro horas,
patrón ético de aquella edad eran admisibles y honestas, se deduce porque es imposible, refiriéndose por ejemplo al tema amoroso,
de las aprobaciones eclesiásticas: así,por ejemplo, en la aprobación que un galán se enamore en tan breve tiempo, corteje a su dama,
de la Cuarta Parte (1635) de sus comedias, donde se hallan algunas y «comenzando a pretenderla por la mañana, se case con ella a
de las más atrevidas, el censor manifiesta: la noche »; imposible entonces presentar el desarrollo de la pasión
« he visto la Quarta parte de las comedias del Maestro Tirso de Molina, amorosa, « fundar celos, encarecer desesperaciones, consolarse con
cuyo nombre es el mejor crédito de su censura; porque siendo suyas (que esperanzas y pintar los demás afectos y accidentes sin los cuales
con esto se dice todo) no necesitan ni de elogios para su alabanza, ni de el amor no es de ninguna estima ».7 Vese aquí la particular con­
advertencias para su corrección. Pero supuesto que es fuerza cumplir ..., sideración que Tirso concedía al desarrollo del carácter, en lo cual
digo que no tienen cosa que disuene de la verdad católica, ni palabra que supera efectivamente a Lope y a la mayoría de sus contemporáneos.
ofenda las orejas del más escrupuloso cortesano; antes bien, lo sentencioso Los inconvenientes nacidos de la limitación de la acción a
de los conceptos admira; lo satírico de las faltas corrige; lo chistoso de veinticuatro horas, le parecen mayores que el inconveniente de
los donaires entretiene; lo enmarañado de la disposición deleita; lo
que los espectadores, sin levantarse de su asiento, vean y oigan lo
gustoso de las cadencias enamora, y lo político de los consejos persuade
y avisa, siendo su variedad discreta como un ramillete de flores diferentes, sucedido en muchos días, como ocurre en la lectura de novelas.
que además de la bellezá y la fragancia aficiona con la diversidad y la Se ha llamado a la Poesía pintura viva de la realidad, y así la
compostura. »2*4 entiende Tirso. Pues bien,- en una vara y media de lienzo se
pinta un paisaje, con sus montañas y sus valles y distancias, que
En 1638, Tirso escribió su última comedia, Las Quinas de persuaden a la vista de lo que significa. Esta licencia que se con­
Portugal, de asunto histórico.5 Aunque retiró las musas profanas cede a la Pintura, ¿ por qué negársela a la Poesía?
al sagrado del arrepentimiento, siguió cultivando otros géneros de Debemos a los antiguos veneración por haber vencido las difi­
literatura: mencionemos la Historia general de la Merced (1637— cultades que todas las cosas ofrecen en su principio, pero no tene­
1639). No obstante su ingenio festivo y satírico, era fray Gabriel mos que guardar sus preceptos, sino añadir perfecciones a su
sacerdote virtuoso y ejemplar que mereció los más altos cargos y invención, mejorándola con la experiencia. Si las cosas de la
honores dentro de su orden: cronista general, y luego definidor Naturaleza misma pueden a veces modificarse, como tratándose
general, de la Merced. En 1645 fué nombrado superior del con­ de plantas y de frutas, mucho más cabe reformar las cosas del
vento de Soria, donde falleció a los setenta y siete años de edad Arte, puesto que cada día varía el uso, el modo y lo accesorio.
(1648). Y, viniendo finalmente a razones de autoridad, si entre los antiguos
hubo escritores capaces de imponer sus reglas, entre los modernos
2. Su d e f e n s a d e la co m ed ia n u e v a . Contenida está en los está Lope de Vega, que tiene autoridad para derogar sus estatutos
Cigarrales de Toledo, libro misceláneo escrito en 1621, con novelas y establecer otros nuevos. Quien como Lope había elevado la
cortas (entre ellas, la preciosa de Los tres maridos burlados6), tres comedia a tal grado de perfección, tenía indudable autoridad
comedias y varias poesías: todo ello incluido en el relato de las para crear nueva escuela, «y para que los que nos preciamos de
332 E PO C A CLA SI CA T I RS O DE MO LI N A 333

sus discípulos nos tengamos por dichosos de tal maestro y defen­ herido en un ataque por las fuerzas de la justicia, muere sin arrepenti­
damos constantemente su doctrina contra quien con pasión la miento y sin fe en la misericordia divina, y se condena.
impugnare ».8 Pero el discípulo tiene ahora una valentía que le
El desarrollo de estos dos caracteres difíciles es lógico y con­
faltaba al maestro: sostiene que, si Lope había manifestado que
vincente. Sus transiciones están preparadas naturalmente.
no guardaba los preceptos antiguos por conformarse con el gusto
Paulo es el egoísta de la santidad: todos sus rigores y penitencias
de la plebe, era por modestia. Y Tirso declara abiertamente que
obedecen a cálculos interesados; luego, maltrata su carne, pero
en la comedia nueva se desdeñan los preceptos clásicos porque así
no combate la soberbia del espíritu; y cuando finalmente pierde
es más entretenida y hermosa, y más digna de estimación.
la fe en la justicia del Señor, le desampara la gracia divina. En­
Escribió Tirso de Molina más de cuatrocientas comedias, según
rico, a pesar de su vida exterior, posee algunos sentimientos no­
afirma en la dedicatoria de la Tercera Parte de sus obras dramáticas.
bilísimos, que justifican el final arrepentimiento; tal contrición y
De no haber existido Lope, cuyo solo teatro es más abundante en
su confianza en la misericordia divina le salvan. El pensamiento
número de obras que todo el teatro inglés, francés e italiano de la
profundo de este drama extraordinario, el mejor de su género en
época juntos, sería Tirso el poeta dramático más fecundo en la
todo el teatro español, está encarnado artísticamente en realidades
historia literaria de Europa. Por la razón apuntada más arriba,
humanas. Dentro de su simbolismo, tienen realce el carácter y la
sólo ochenta y seis piezas han llegado hasta nosotros.9
existencia de los hombres. Hay escenas bucólicas de apacible
hermosura, y otras de impresionante tono dramático. «Sólo de
3. T ea tr o r e l ig io s o . Se conservan cinco autos sacramentales
la rara conjunción de un gran teólogo y de un gran poeta en la
de Tirso, de indudable autenticidad.10 De sus dramas religiosos o misma persona, pudo nacer este drama único, en que ni la libertad
comedias de santos, nos referiremos únicamente a El condenado poética empece a la severa precisión dogmática, ni el rigor de la
por desconfiado, donde la cuestión teológica de la gracia divina y doctrina produce aridez y corta las alas a la inspiración. »12
de las acciones humanas, en relación con la salvación del alma,
toma concreta realidad dramática.11 Es obra teológica por la tesis, 4. L a s c o m e d ia s : E l v e r g o n z o so e n p a l a c io . Este grave
simbólica por la interpretación, y fantástica por varias apariciones teólogo llenó también de donaires y alegrías la escena española.
sobrenaturales: Uno de sus primeros y resonantes triunfos fué El vergonzoso en
palacio, hacia 1611, comedia « celebrada con general aplauso, no
Su argumento, a grandes líneas, es como sigue: el anacoreta Paulo sólo entre todos los teatros de España, pero en los más célebres de
lleva diez años de vida penitente en las montañas, resistiendo las más Italia y de entrambas Indias »:13
seductoras tentaciones del diablo; pero ahora cae ante una nueva tenta­
ción, la de la soberbia, creyéndose digno de merecer la bienaventuranza. Como varias comedias más de Tirso, la acción tiene lugar en Portugal.
Se le aparece el espíritu infernal en figura de ángel, y el ermitaño pregunta Un joven, bajo el nombre supuesto de don Dionís, entra como secretario
cuál es el premio que le reserva el cielo por sus mortificaciones y peniten­ y preceptor al servicio de la hija del duque de Avero. El vivo afecto que
cias. La respuesta es que vaya a la cercana ciudad de Nápoles, donde ella siente desde el primer instante por el gallardo joven, se transforma a
entablará conocimiento con un tal Enrico: la suerte que le parezca poco en violenta pasión. Correspóndela él, pero no acabando de dar
merecer éste, será la misma de él. Paulo va a Nápoles en la seguridad de crédito a su buena estrella, muestra la mayor timidez. Trata la bella
hallar en Enrico un modelo de santidad, pero resulta ser un malvado. Madalena, que así se llama, de animarle con insinuaciones y deliciosa
Pareciéndole imposible que se salve aquel hombre, a cuya suerte está coquetería. A veces, cuando está a punto de declarar su amor, el humilde
unida la suya, Paulo desconfía de la justicia divina y se hace bandolero. secretario se detiene súbitamente, temeroso de haber interpretado de­
En vano se le aparecerá un ángel en figura de pastorcillo, aconsejándole masiado favorablemente las palabras de la señora, acaso dichas sin inten­
arrepentimiento y esperanza en Dios. Sucede, al fin, que Enrico vuelve ción. Semejantes diálogos son de gracia fina y espiritual; encantadoras
la mirada al Señor, se somete a su bondad y, al morir, se salva. Paulo, son la escena de los reproches y la escena en que Madalena, fingiéndose
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dormida, declara en alta voz, como en sueños, su amor a don Dionís. A Aparte del feliz desarrollo de la intriga, y de las graciosas situa­
todo esto, ella está prometida en matrimonio a cierto caballero, cuya ciones, sobresalen el tipo de doña Violante, creación peregrina de
llegada se anuncia para el día siguiente. No hay, pues, tiempo que la mujer enamorada e intrigante, la picante crítica de las costum­
perder; aquella misma noche, la audaz y hechicera heroína vence de bres y los saladísimos diálogos, en particular uno lindísimo entre
manera irremediable la timidez del vergonzoso en palacio.
don Juan, caballerito de la corte, y la fingida aldeana.
A la acción principal, le acompaña otra secundaria en que figura Sera­
El recurso de disfrazar de varón a la mujer lo vemos empleado
fina, hermana de Madalena. Contrasta el carácter vehemente de la
última con el frívolo y desdeñoso de aquélla. Los desdenes de Serafina en La villana de la Sagra, muy parecida a la anterior en asunto y
son, no ya vencidos, sino atropellados por un aspirante a su mano, tan carácter, donde doña Inés, vestida de paje, replica impetuosamente
atrevido y astuto como tímido e ingenuo es don Dionís. Termina, pues, a un gracioso que le encuentra la voz afeminada:
la obra con doble matrimonio. ¡ Soy más hombre que él, borracho! . . .
Hombre soy que un rostro cruza.
Carece El vergonzoso en palacio de verisimilitud material, pero ¡ Si me enojo ! .. -16
dentro de la trama romántica es enteramente aceptable su verdad
Damas disfrazadas hallamos igualmente en las divertidas
moral. En situaciones originales y bellas, en diálogos espirituales,
comedias Averigüelo Vargas, El amor médico y La huerta de Juan
y en la armonía artística del conjunto, es una de las mejores co­
FernándezV Mas la rica imaginación de Tirso concibió tan grande
medias de Tirso. Los tipos de Madalena y Serafina son creaciones
variedad de modalidades dentro del mismo tipo, y de situaciones y
seductoras; admirable también el de don Dionís. Recordaremos
diálogos, que rara vez se repite. La más celebrada de este geneio
entre otras escenas deliciosas aquella en la cual Serafina, dis­
de comedias es Don Gil de las calzas verdes :18
frazada de amante celoso, ensaya el papel que ha de representar
en una comedia.14 Doña Juana, engañada bajo palabra de matrimonio en Valladolid,
persigue a su amante; éste, con el nombre supuesto de don Gil, va a
casarse con otra dama en Madrid. Doña Juana se viste de hombre con
5. Otras comedias p r in c ipa l e s . Comedia típica de nuestro calzas o pantalón de color verde, toma el nombre de don Gil, y hace el
autor es La villana de Vallecas:16 amor a la pretendida de su amante. La madrileña se enamora del don
Gil de las calzas verdes, y ya no quiere al otro. Los cambios de trajes
Un caballero que va de camino a la corte, para ocultar su identidad
y de situaciones de doña Juana — apareciendo unas veces como tal, y
adopta el nombre falso de don Pedro de Mendoza. Se detiene en una
otras como don Gil — provocan la confusión y el desconcierto entre los
posada, y allí conoce a otro viajero, un caballero del mismo nombre
demás interesados; y los episodios sentimentales y cómicos se multi­
y apellido que viene de Méjico. Al partir, llevan los equipajes cambiados,
plican. El ingenio de doña Juana, su travesura, hacen fracasar los planes
por torpeza de los sirvientes. Cuando examina los papeles del equipaje,
del infiel amante; y no pudiendo él resistir la estrategia de aquella mujer,
el falso don Pedro descubre que el otro va a Madrid para contraer matri­
que tan apasionadamente le adora, se rinde a discreción.
monio con cierta dama que le está prometida por carta; resuelve presen­
tarse a ella, en su lugar. El verdadero don Pedro, que llega después a La intriga es complicadísima e inverisímil, pero la pintura de las
casa de su prometida, es rechazado como impostor. Entre tanto, doña
costumbres, los detalles minuciosos y exactos, dan a esta pioduc-
Violante, dama burlada por el falso don Pedro en Valencia, le ha seguido
ción un notable colorido de la época. En situaciones cómicas y
las huellas disfrazada de aldeana; en Vallecas, entra a servir en casa de
un labrador, y todas las mañanas va a vender pan en el vecino Madrid.
diálogos chispeantes y oportunos, ninguna otra de Tirso le aven­
Logra introducirse en casa de la dama madrileña, y estropearle con suma taja. El ligero resumen de esta clase de comedias no puede dar
destreza los planes al falso don Pedro, sin que éste pueda imaginar de idea de los méritos que las avaloran: los tipos, lances y episodios
dónde le vienen tan certeros golpes. Doña Violante consigue al fin que en que el poeta ha derrochado tesoros de ternura, de pasión y de
le repare el honor su amante con el santo vínculo. humorismo.
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El amor a primera vista, el flechazo del amor que aun tiene abunda en su teatro, además, la desdeñosa de los hombres, como en
realidades en la vida española, no es cosa rara en las comedias de El castigo del penseque y en Amar por señas, aunque la verdad es
Tirso de Molina. Se halla, por ejemplo, en La gallega Mari- que también éstas acaban por caer inevitablemente en las redes
Hernández, cuyo primer afecto amoroso vemos irse desarrollando del pérfido Cupidillo.22
con maravillosa verdad en pasión absorbente y profunda.19 Nos
parece esta comedia muy hermosa, además, en la presentación de 6. M arta la P iadosa . La creación femenina de mayor reheve
las costumbres serranas, y en el concierto de los más ricos matices artístico, no precisamente la más seductora, en las comedias de
del lirismo del amor, de la musa cómica y de la energía dramática. Tirso, es la protagonista de Marta la Piadosa}3
Tirso de Molina es el poeta que con mayor frecuencia se sirve
de los celos como recurso dramático: no los celos de honra del Su padre desea casarla con cierto viejo capitán, y ella está enamorada
secretamente de un gallardo mozo. Para evitar la boda, recurre la mucha­
teatro de Calderón, algo especulativos, sino los otros celos ardientes
cha a originalísima estratagema: declara a su padre que, poseída de
de hombres y mujeres que aman con todo el corazón. Muestra ferviente devoción, tiene hecho desde hace seis años voto de doncellez.
de ellos se reconocerán en las comedias citadas, y también en Así, no sólo consigue deshacer el proyectado matrimonio, sino vivir con
Celos con celos se curan, cuyo solo título declara la índole del absoluta libertad; entra y sale de casa cuando quiere, con el pretexto de
argumento, y en La celosa de sí misma, llena de discreteos y agude­ devociones y obras de caridad, y se entrevista con su novio. De acuerdo
zas.20 Estas dos comedias tienen desenvuelta la fábula de manera con ella, el galán se presenta un día en casa de Marta, como estudiante
inmejorable. pobre y enfermo, para pedir socorros. El padre, después de darle limosna,
El doble conflicto amoroso, al cual era muy aficionado nuestro quiere despedirlo; pero Marta, llevada de ardiente amor al prójimo, se
autor, está presentado con ingenio en Amar por arte mayor y en abraza al débil enfermo, como para sostenerlo, y en nombre de la caridad
La ventura con el nombre. Existe asimismo en No hay peor sordo, suplica a su padre que lo reciba en la casa, hasta restablecerse. Las piado­
donde el que no quiere oír es doña Lucía, que se finge sorda para sas lágrimas de Marta vencen toda oposición, y el enfermo sano es ad­
mitido; en testimonio de gratitud por semejante caridad, él enseñará
rematar felizmente su intriga y casarse con el galán destinado a
gramática y latín a la joven, para que pueda entender mejor sus
su hermana; inapreciable ayuda le presta Cristal, uno de los continuas plegarias. Difícil es resumir los numerosos incidentes que
lacayos más astutos y graciosos de Tirso. Dos hermanas figuran siguen, las escenas de cariños, de celos, de fingida devoción de Marta, y
también en la comedia Por el sótano y el torno: la menor, tímida y los amores de su hermana doña Lucía, hasta terminar la comedia con la
candorosa; la mayor, una viudita bella que se sabe de memoria a boda de ambas.
los hombres; y las dos con mayor dignidad que las otras audaces
y simpáticas enamoradas. El carácter de la viuda, batallando El arte de Tirso ha logrado algo más que presentar las situa­
fieramente entre los cálculos interesados y los impulsos vehementes ciones y los personajes de modo que persuaden, y es hacernos
del amor, está trazado profundamente. Esta comedia ofrece la tolerable y a ratos simpática a la protagonista: es hipócrita sen­
novedad de un gracioso sin malicia, en contraste con otro cargado cillamente porque ama con pasión a un hombre, y no quiere entre­
de bellaquerías. Comedia de intriga y de costumbres madrileñas, gar su cuerpo a otro. Es de los personajes más originales e
como la anterior, es Desde Toledo a Madrid, con pinceladas de intensos del teatro español. Toda la comedia está concebida y
sobresaliente realismo en la copia de lugares: verbigracia, la ejecutada con verdadera maestría.
pintura de la posada de Illescas. Y de abundante colorido local
es, del mismo modo, la chispeante comedia En Madrid y en una 7. D ramas y tragedias . Tiene nuestro poeta una obra, La
casa, una de las últimas de Tirso, escrita en 1635 o poco después, venganza de Tamar, cuyo tema está sacado del Viejo Testamento;
a juzgar por la alusión a la muerte de Lope de Vega.21 pero su tratamiento difiere tanto del común en los dramas reli­
No todas las mujeres de Tirso son apasionadas y conquistadoras; giosos, que no hemos creído apropiado incluirla entre ellos. La
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acción de esta tragedia se supone en Jerusalén, bajo el reinado de María tiene que huir con el hijo al reino de León, ai amparo de sus parti­
David; su atmósfera, como la de casi todos los dramas históricos o darios. La guerra, favorable primero a las armas de los usurpadores, se
legendarios, es española del siglo xvn: torna rápidamente en favor de la reina viuda. Los dos Infantes son hechos
prisioneros y condenados a muerte; pero la reina cree más prudente y
Amnón, primogénito del rey David, se enamora perdidamente de cierta político perdonarlos. El Infante don Juan se conjura con el médico de
doncella a quien ha oído, de noche, cantar en el jardín de las mujeres de palacio para envenenar al príncipe heredero, que está enfermo. Penetra
palacio. Averigua más tarde que dicha doncella es su propia hermana el médico en la cámara real para administrar la pócima; su turbación le
Tamar, pero en vano se esfuerza en arrancarse del pecho aquella quimera delata a la reina. El traidor confiesa la conspiración del Infante, pero la
de su alma: reina aparenta no dar crédito a la intervención de éste, y obliga al médico
de contradicciones hecha, a tomarse el veneno. Doña María conversa más tarde con don Juan, y
de imposibles sustentada.24 le participa que alguien intenta matar al príncipe; luego le dicta una carta
dirigida a cierto noble ambicioso del reino, avisándole
Mortal melancolía le consume. Llega un día en que, enloquecido por
la maldita pasión, abusa con violencia de Tamar: las dificultades de esta « Q ue se a c a b a r á a lg ú n d í a y os c o rta r á m i a s p e r e z a
la n o b le p a c ie n c ia m ía , e s p e r a n z a s y ca b eza . »
escena, rápida, están salvadas por el poeta con singular destreza. El
terror y las torturas morales que siguen al pecado, le hacen concebir a Mándale la reina que entregue la carta al destinatario; pregunta el
Amnón un odio feroz contra la inocente hermana. Ella, que en su deses­ Infante que a quién ha de entregarla; la reina, señalando al aposento en
peración sólo deseaba la muerte, al ver agregados al crimen los insultos, que yace el cadáver del médico, le responde.
pide al padre justicia y venganza. El anciano llora la tremenda desgracia,
que considera, además, como castigo del cielo por sus propios pecados y « El que está en ese aposento
adulterio: y he aquí la única nota de simbolismo religioso en el drama. os dirá para quién es. »
En la lucha que sostiene consigo mismo, entre su deber de rey justiciero El Infante, creyéndose descubierto al ver el cadáver, se intenta envene­
y su amor de padre, vence el último, y Amnón es perdonado. Pero su nar; la reina lo impide. Siguen nuevas conspiraciones, que doña Mana
hermano Absalón, conjurado con Tamar para la venganza, y esperando deshace con prudencia y energía. En el acto tercero, el príncipe Fernando,
heredar así el trono, asesina a Amnón en un festín. Concluye la tragedia llegado ya a la edad de gobernar, recibe de su madre la corona del reino;
con el soliloquio admirable de David (que sale de un sueño terrible, en y ella se aleja de la corte. El nuevo monarca, rodeado de pérfidos con­
que presiente la desgracia), y con la llegada de mensajeros del campo que sejeros, acaba por dar crédito a las calumnias que le insinúan contra su
le informan de la muerte de Amnón. madre, y ordena al Infante don Juan, nombrado recientemente mayor­
domo,’que vaya a demandarle cuentas de los años de regencia. De esta
En esta producción, de verdadera grandeza trágica, son dignas
humillación y de todas las asechanzas de sus enemigos, triunfa el talento
de especial atención las escenas una, siete y trece del segundo acto,
y valor de la reina, que puede probar al hijo finalmente la traición de los
y las escenas una y diez y siete del tercero.
favoritos. El drama termina con el destierro de los Infantes.
La prudencia en la mujer, que pasamos a examinar, está con­
siderada como el mejor drama histórico del antiguo teatro español: La prudencia en la mujer es la obra que mejor encaja en nuestro
concepto moderno del género histórico: exactitud en el i elato, en
La reina doña María de Molina acaba de enviudar de Sancho IV de
los personajes y en las costumbres; apropiada interpretación con
Castilla (m. 1295), y se ve solicitada en matrimonio por don Diego López
sentido histórico y artístico de los acontecimientos dramatizados.-0
de Haro, que de ella ha estado siempre enamorado, y por los Infantes don
Enrique y don Juan, que ambicionan la corona de Castilla, con perjuicio La figura de doña María de Molina, con la sagacidad, prudencia
del príncipe Fernando, niño aún de tierna edad. Y a la petición, acom­ y energía de un gran gobernante, no puede tener más vigoroso
pañan veladas amenazas. Doña María les responde con toda la energía relieve. El carácter de don Diego López de Haro, muy bien sos­
y dignidad de una reina, en una escena bellísima ,26 tenido, corresponde en alteza al de la protagonista. No ha ahon­
Los Infantes se apoderan de Toledo, residencia de la corte, y doña dado tanto el autor en el tipo de los traidores, recargados de
340 E P O C A CLA SI CA TI R S O DE MO LI N A 341

tintas negras. Hay belleza en los pensamientos, poesía y arte una fiesta en honor de los dos náufragos, la muchacha les sale corriendo al
teatral en las situaciones dramáticas, y la gallardía de siempre en encuentro y, en medio de trágica desesperación, les cuenta cómo don Juan,
las escenas cómicas de los aldeanos. tras seducirla, ha huido con su mozo; enloquecida y enamorada, mientras
la cabaña es pasto de las llamas, Tisbea intenta arrojarse al mar, con
aquel grito repetido y conmovedor de
8. E l B urlador de S evilla . Esta obra famosa participa
juntamente de las cualidades del drama de carácter, del drama de ¡ Fuego, fuego, zagales, agua, agua!
costumbres y del fantástico. Es de las producciones menos ¡ Amor, clemencia, que se abrasa el alma!
regulares de Tirso: en realidad, una sucesión de cuadros impresio­ El Burlador acaba de llegar a Sevilla la noche anterior. El marqués de
nistas, cuya unidad está sólo mantenida por la figura central de la Mota, compañero suyo de libertinaje, le da noticias de las mujeres
todos ellos, la del Burlador; le veremos aparecer en lugares dis­ galantes de la ciudad — en uno de los diálogos más atrevidos de todo el
tintos, entre gentes diversas, como viajero siempre en camino. teatro de Tirso —, y acaba confesándole el amor que siente por doña Ana
Pero el drama tiene un mérito excepcionalísimo: la creación de de Ulloa; las ponderaciones que hace de su hermosura interesan a don
don Juan, el personaje más extraordinario del teatro español. Juan: veremos luego las consecuencias. Siguen varias escenas animadas
y picarescas en las calles de la ciudad; de tono grave, una entre don-Juan y
En la primera escena nos encontramos de lleno en una aventura
su padre, que le increpa por el escándalo de Nápoles. Mediante astuta
galante: de noche, en un salón del palacio del rey de Nápoles, don Juan
y desleal estratagema, don Juan se introduce en casa de doña Ana de
está conversando en la oscuridad con la duquesa Isabela, a la cual acaba
Ulloa, la amada de su amigo el marqués, y la propia esposa que le destinaba
de burlar fingiéndose el duque Octavio, amante de ella. Al descubrir el
el rey a don Juan, que aun lo ignora. Sorprendido a tiempo por el padre
engaño, tardíamente para su honor, Isabela grita pidiendo socorro.
de ella, el comendador de Ulloa, salen a relucir las espadas, y el Burlador
Gracias a la oportuna intervención del embajador de España, tío de don
da muerte al comendador. Hay varias escenas movidas frente a la casa
Juan, éste logra escapar por el balcón sin ser reconocido. En lo sucesivo,
de éste, con la intervención de la justicia. Don Juan, que no ha sido
la acción del drama tendrá lugar en España, adonde huye don Juan. La
reconocido, parte de Sevilla, desterrado por algun tiempo a causa del
pescadora Tisbea está a orillas del mar, en la costa de Tarragona; en un
escándalo de Nápoles. En el cercano pueblecito de Dos Hermanas, asiste
monólogo, el más poético de la obra, la bellísima pescadora se declara
a una boda de aldeanos; es el episodio más gracioso y triste a la par: el
feliz y exenta de amor, cuyo diosecillo jamás pudo herirla con sus saetas.
Burlador requiebra, seduce y burla a la desposada casi en las mismas
Presencia el hundimiento de una nave, y la llegada luego de dos náufragos:
barbas del marido. Quebrantando el destierro, le hallamos cierta noche
son don Juan y su mozo Catalinón. El primero, que ha salvado con riesgo
en un templo de Sevilla, donde al parecer se ha dado cita con su mozo
de su vida al criado, cae desmayado al pisar la orilla; cuando recobra el
Catalinón. Estando allí, descubren casualmente el sepulcro del comenda­
conocimiento, se encuentra en el regazo de la seductora Tisbea, que le
dor don Gonzalo de Ulloa; al pie de la estatua hay la inscripción siguiente.
está cuidando:
«A quí a g u a rd a d el Señ or,
Tisbea. Mancebo excelente, T isbea. Ya podéis ver:
e l m á s le a l c a b a lle ro ,
gallardo, noble y galán. en brazos de una mujer.
la v e n g a n z a d e u n tr a id o r . »
Volved en vos, caballero. D. Juan. Vivo en vos, si en el mar
D. Juan. ¿ Dónde estoy ? [muero . . P
¡ Vengarse quiere el viejo de piedra! Pues a vengarse le desafía don
Tisbea le da albergue en su choza, y don Juan, seducido por su hermo­ Juan, invitándole en chanza a cenar aquella noche en su hospedería,
sura, se propone burlarla. La escena se traslada al palacio real de Sevilla: donde podrán concertar el desafio. Llega la noche, y la estatua del
el rey desea casar a la hija del comendador don Gonzalo de Ulloa con comendador acude a la cita; la entrada del comendador y el episodio de
cierto noble caballero ausente a la sazón de Sevilla, con don Juan Tenorio. la cena son fantásticos, y al par de intensa emoción y arte. Durante la
De vuelta en la costa de Tarragona, escuchamos el más bello diálogo comida, los criados, aunque trémulos de miedo, tratan de parecer serenos
amoroso del drama, entre Tisbea y don Juan. Más tarde, cuando los como su señor y gastan bromas a la estatua, que solo responde a sus festivas
pescadores se dirigen, con músicas, hacia la choza de ella para celebrar preguntas con signos de cabeza. Al cabo, el convidado de piedra hace
342 EP OC A CLASI CA TI R S O DE MO LI N A 343

señas para que quiten la mesa y le dejen solo con don Juan. Entonces Como no le entreguéis vos
habla por primera vez, para invitar a don Juan a cenar con él en el templo; moza o cosa que lo valga,
el Burlador se lo promete. En la escena siguiente, don Juan y su mozo bien podéis fiaros de él;
que en cuanto en esto es cruel,
acaban de penetrar en la iglesia, y se sientan junto a la tumba de don
tiene condición hidalga . . .
Gonzalo. Durante la extraña cena, mantiénese el Burlador sereno y
arrogante: Su vida tiene algo de la fatalidad y violencia de los elementos
D. Juan. Ya he cenado; haz que levanten desencadenados. Desprecia los convencionalismos sociales, y se
la mesa. forja su propia moral; cree en Dios, pero su temperamento arrolla
D. Gonz. Dame esa mano; todas las creencias. Cuando al punto de cometer algún mal,
no temas la mano darme.
D. J uan. ¿ Eso dices? ¿ yo, temor? escucha por boca de otro personaje el grito de la conciencia uni­
{ L e d a la m a n o .) versal, el aviso de la justicia de Dios, siempre responde: ¡qué
¡ Que me abraso ! ¡ No me abrases largo plazo me dáis!
con tu fuego!
T isbea. Advierte,
D. Gonz. Este es poco
mi bien, que hay Dios y que hay muerte.
para el fuego que buscaste.
D. J uan. ¡ Qué largo me lo fiáis !
Las maravillas de Dios
son, don Juan, investigables, Él no duda de la existencia de Dios, ni de su justicia; pero es
y así quiere que tus culpas
joven, y la muerte está lejana; gocemos hoy de la juventud, que
a mano de un muerto pagues.
Esta es justicia de Dios: tiempo habrá mañana para el arrepentimiento. Pero la justicia
Quien tal hizo, que tal pague. divina le corta la existencia inesperadamente, y don Juan se
D. J uan. ¡ Que me abraso, no me aprietes! condena. « Tirso proyectó a su héroe sobre las tablas a modo de
Con la daga he de matarte . . . vendaval erótico, y dispuso su trayectoria con una técnica violen­
Mas, ¡ a y !, que me canso en vano
tamente impresionista. En raudo y brusco impulso el burlador
de tirar golpes al aire . . .
de España se opone al cielo y a los hombres, y erige su tempera­
mento en norma absoluta para la v id a. . . El invento de Tirso
¡ Que me quemo ! ¡ que me abraso !
Muerto soy. {Cae muerto.) consiste en haber personalizado en un alma audaz la oposición a
los principios morales y sociales, y en haberlo hecho con tanta
D. Gonz. Esta es justicia de Dios: intensidad, que los reyes se estremecen al contacto del protervo
Quien tal hizo, que tal pague. galán, y la Justicia Eterna tiene que recurrir a sus más eficaces
rayos. »28
El carácter de don Juan es una de las grandes creaciones en la
Así acaba este don Juan que se burla de los hombres, del honor
literatura universal; dentro de la moderna, sólo don Quijote,
de las mujeres, de la santidad del juramento (que siempre hace
Hamlet y Fausto le igualan en originalidad, profundidad y uni­
con reservas mentales: juro a esos ojos bellos ...) , y que sólo una
versalidad; y de los cuatro, don Juan es el personaje más veces
cosa estima: el valor. Y con todos su vicios, don Juan no resulta
copiado e imitado en las letras y en las artes.29 No todos los
repulsivo: tal es su grandeza. Es el tipo del gran señor, el tipo
escritores y artistas coincidieron al fijar su atrevida personalidad
de la juventud misma, con una vena de locura. El Burlador no
en el lienzo, en la escena, en el poema o en el pentágrama. Y así,
es todo perversidad: en el naufragio expone su vida por salvar la
condenado y revestido de tétrica grandeza en el drama de Tirso,
de Catalinón. Fuera de lo tocante a mujeres, es fiel y caballero;
lo vemos luego arlequinesco en la farsa italiana; ateo y brutal,
y así puede decir su mozo, con verdad:
en el teatro inglés; trivial y realista, con Moliére; romántico, con
344 E PO C A CLA SI CA T I RS O DE MO LI N A 345

Grabbe; consecuente, hasta morir blasfemo, con Dumas; y en hipocresía en materias de religión, la ignorancia de los médicos,
realidad enamorado, con Zorrilla. Aunque toda una legión de la corrupción de los letrados, y hasta el egoísmo y excesiva abun­
escritores eminentes han evocado con numen feliz y perpetuado la dancia de las gentes de iglesia. Pero al atacar los vicios con
estirpe de este héroe, El Burlador de Sevilla, la obra madre, con­ crudeza satírica o con suave ironía, deja a salvo los principios, las
tinúa siendo la más genial expresión del donjuanismo.” Respecto instituciones, y jamás alude tampoco a persona determinada.
de la verdadera fuente próxima del drama de Tirso,« pudo ser una Los personajes de Tirso poseen, en general, complejidad psi­
leyenda referente a Sevilla, que fijase ya los nombres de don Juan cológica, carácter sostenido y convincentemente humano, con una
Tenorio y del comendador don Gonzalo de Ulloa ».30 visión de la vida bastante más amplia y moderna que la mayoría de
sus contemporáneos. Sus caballeros son valientes, pero más razo­
9. R esum en crítico . Tirso de Molina no aventaja a los otros
nables y mucho menos pendencieros que los de Lope o Calderón.
poetas dramáticos de su tiempo ni en el plan meditado ni en el Con excepción de media docena de comedias, casi todas las que se
desenvolvimiento de la intriga. En la mayoría de sus comedias conservan de Tirso tienen una mujer como figura sobresaliente.
se echa de ver la misma precipitación de Lope de Vega; y en esto, Aunque con ciertas salvedades, cabe admitir como exacta la
ambos quedan manifiestamente por bajo de Ruiz de Alarcón y de observación de que «las heroínas de Lope sufren y se resignan, las
Moreto, los más ordenados del teatro clásico. Ninguna comedia de Calderón olvidan u odian, las de Tirso luchan por el objeto de
de Tirso o de Lope puede compararse en perfección con La verdad su cariño, resultando por consecuencia de esta lucha atrevidas,
sospechosa de Ruiz de Alarcón, con el García del Castañar de osadas, incansables para inventar artificios con que reducir a sus
Rojas o con El desdén con el desdén de Moreto. Pero bien dice amantes . . . »33 Este pintor de las mujeres no se ha detenido más
Menéndez y Pelayo que «una cosa es la pericia y la habilidad que en tres obras en la pintura de la mujer casada, ni por consi­
técnica, que pueden llegar a la perfección en una obra aislada, y guiente en el tipo de la suegra, ni tampoco en el de la madre; el
otra muy diversa la invención de un mundo poético nuevo».31 respeto al honor conyugal y la veneración por la madre, mantuvo
Y ninguno de estos tres, a pesar de la superioridad de algún a estos personajes fuera del teatro de Tirso y de casi todo el teatro
drama particular, pertenece, como Lope y Tirso, a «la estirpe
clásico.
de los genios creadores ».
Tirso no es sólo el creador de las traviesas y varoniles enamora­
Uno de los principios de la fórmula dramática de Tirso es el das que se disfrazan. Cuando quiere presentar personajes de
contraste entre la iniquidad y la justicia, entre la agudeza y la gran elevación moral, lo hace con igual maestría que los caracteres
necedad, entre la audacia y la timidez, etc., de cuyo contraste
frívolos: ningún modelo más notable que la protagonista de La
sacó gran partido sistemáticamente. Cuando presenta a los
prudencia en la mujer, pero, aunque sin llegar al valor artístico de
caballeros frente a los campesinos, siempre salen aquéllos con
ésta, también lo hallamos en los protagonistas de El amor y la
desventaja:
amistad, tres tipos ejemplares de la fidelidad y del honor, en
La desvergüenza en España
se ha hecho caballería.32 Privar contra su gusto, donde traza la figura del perfecto privado
de los reyes, y en El celoso prudente, caballero celoso, pero discreto
Ningún escritor ha denunciado con más brío y análisis crítico y nobilísimo.34
el libertinaje de los nobles, la vanidad de las grandes señoras, la El lenguaje de Tirso, libre por lo común de culteranismos y
conceptismos, se caracteriza por ciertos neologismos, formados con
“ Señalaremos algunas obras imitadas o tomadas de comedias de Tirso de
Molina: de La celosa de sí misma, La jalouse d’elle-méme, de Boisrobert; de El adjetivos y verbos derivados del sustantivo; los más atrevidos
amor y la amistad, Le favori, de Desjardins; de El amor médico, La dame médecin, suele ponerlos en boca de los caracteres jocosos. Estas innova­
de Montfleury; de El Burlador de Sevilla, entre otras numerosísimas imitaciones
extranjeras, Don Juan, ou le festín de •pierre, de Moliére, que también utilizó La
ciones eran meditadas, como se puede ver por el prólogo a la
•■¡engama de Tamar y El amor médico, de Tirso, en L ’amour médecin. Quinta Parte (1636) de sus comedias.36 El vocabulario es singular­
346 É PO C A CLÁSI CA TI R S O DE MO LI N A 347

mente rico, y abundantísimas las frases castizas, los modismos y [23] Id., ibid; ed. manual de Editora Internacional, Madrid-Berlín-Buenos
Aires, 1924.
refranes. Es, además, un consumado maestro del estilo. Su
[24] Ed. N. B. A. E., t. IV, p. 416; ed. B. A. E., t. IX.
diálogo, brillantísimo. En riqueza, propiedad y galanura, el [25] Ed. B. A. E., t. V, págs. 287-288.
lenguaje de Tirso en el verso corresponde al de Cervantes en la [26] V. Morel-Fatio, La prudence chez la femme, en Études sur l’Espagne
prosa. (3e. série), Paris, 1904, págs. 27-72.
Resumiendo, entre los dramaturgos clásicos, es Tirso de Molina: [27] Ed. Castro, págs. 226-227; ed. N. B. A. E., t. IX; ed. B. A. E., t. V.
[28] Castro, loe. dt., págs. lxviii-lxix.
a) el más fecundo y variado después de Lope; 6) el más libre y
[29] F. G. Gendarme de Bévotte, La légende de Don Juan: son évólution dans
satírico; c) el de mayor primor en los detalles; d) el de situaciones la littérature des origines au Romantisme (2da. ed.), Paris, 1911; Said Armesto,
y lances más inverisímiles; e) el que emplea más a menudo el La leyenda de Don Juan, Madrid, 1908; Blanca de los Ríos de Lampérez,
recurso del cambio de personas o de trajes; /) en los cuadros El « Don Juan )) de Tirso de Molina, en Archivo de investigadones históricas,
campestres, el mejor intérprete del sentimiento de la naturaleza; t. I, págs. 7-30; T. Schroeder, Die dramatischen Bearbdtungen der Don Juan-
Sage, Halle, 1912.
g) y el mayor maestro del lenguaje y del estilo.
[30] R. Menéndez Pidal, Sobre los orígenes de « El Convidado de Piedra )),
loe. dt., p. 136.
[1] Cigarrales de Toledo, ed. Said Armesto, Madrid, 1913, p. 103. [31] Prólogo Del siglo de oro, de Ríos de Lampérez, p. xxii.
[2] V. Vida, en Comedias de Tirso de Molina, ed. Cotarelo y Mori, en N. B. [32] El Burlador de Sevilla, III, 4.
A. E., t. IV, págs. vii-boáv; Blanca de los Ríos de Lampérez, Del siglo de [33] Pedro Muñoz Peña, El teatro del Maestro Tirso de Molina: estudio
oro: estudios literarios, Madrid, 1910, págs. 1-57 y 115-197. crítico-literario, Valladolid, 1889, p. 226.
[3] Marta la Piadosa, ed. B. A.E., t. V, p. 446. [34] Ed. B. A. E., t. V.
[4] N .B .A .E ., t. IV, p. Ixv. [35] V. Comedias de Tirso de Molina, ed. Cotarelo y Mori, en N. B. A. E.,
[5] Ibid., t. IX. t. IV, p. lxviii, nota.
[6] Ed. B. A. E., t. XVIII.
[7] Cigarrales, ed. dt., p. 125.
[8] Ibid., p. 128.
[9] V. Catálogo razonado del teatro de Tirso de Molina, por Cotarelo y Morí,
en N .B. A. E., t. IX, págs. i-xlvi.
[10] Ed. B. A. E., t. LVIII, y N.B. A. E., t. IX.
[11] Ed. Américo Castro (Colección Universal), Madrid, 1919; ed. B. A. E.,
t. V; V. R. Menéndez Pidal, El condenado por desconfiado, en Estudios li­
terarios, Madrid, 1920, págs. 5-100; Julio Cejador, El condenado por descon­
fiado, en Reme hispanique, t. LVII, págs. 127-159.
[12] Menéndez y Pelayo, Estudios de critica literaria (2da. serie), Madrid,
1895, p. 177.
[13] Cigarrales, ed. dt., págs. 117-118.
[14] Ed. Américo Castro: El vergonzoso en palacio y El Burlador de Sevilla
(2da. ed.), Madrid, 1922, págs. 105-108; ed. B. A. E., t. V.
[15] Ed. Bonilla y San Martín, Madrid, 1916; ed. B. A.E., t. V.
[16] Ed. B. A. E., t. V, p. 316.
[17] Ibid., t. V.
[18] Ed. escolar, mth notes and vocabulary, by B. P. Bourland, New York,
1901; ed. B. A. E., t. V.
[19] Ed. B. A. E., t. V.
[20] Id., ibid.
[21] Id., ibid.
[22] Id., ibid.
R U I Z DE A LA RC Ó N 349

comedias se revela la fisonomía moral de un caballero nobilísimo,


con discreción, decoro y dignidad poco comunes. Quizá por ser
así, cuando logró el cargo en el Consejo de Indias, y no necesitaba
CAPITULO XXVI ya de las comedias para vivir, se alejó de la chusma literaria y de
los teatros. Retirado de ellos, al publicar la Parte Primera (1628)
RUIZ DE ALARCÓN de sus comedias, este hombrecito, todo nobleza, pero también
1. Apuntes biográficos: su carácter. 2. Dramas y tragedias: Los todo justa indignación, se encara con el público y le dice en el
pechos privilegiados, drama heroico; El tejedor de Segovia, drama prólogo:
novelesco, y otros menos importantes. 3. Comedias de carácter: No hay « Contigo hablo, bestia fiera, que con la nobleza no es menester, que
mal que por bien no venga y El examen de maridos: originalidad y ella se dieta más que yo sabría: allá van esas comedias, trátalas como
mérito de sus protagonistas; noticia de otras comedias. 4. Las paredes
oyen: su asunto y valor. 5. La verdad sospechosa: el argumento y el
sueles, no como es justo, sino como es gusto, que ellas te miran con des­
protagonista de esta obra maestra. 6. Examen critico del teatro de precio, y sin temor . . . Si te desagradaren, me holgaré de saber que son
Alarcón. buenas; y si no, me vengará de saber que no lo son, el dinero que te han
de costar.»3
1. A pu n tes biográficos . J uan R uiz d e A larcón (1581?-
1639) nació en la ciudad de Méjico, capital del virreinato de Nueva Aquella centella de genio que lucía en su mente, y la dignidad
España. Se trasladó a la Península en 1600, y después de gra­ de su carácter, no habían bastado a imponer respeto hacia su
duarse de bachiller en cánones y leyes en la Universidad de Sala­ persona. Las burlas que le habían acompañado en vida, no le
manca, le encontramos ejerciendo la profesión de abogado en soltaron tampoco después del supremo tránsito: el 9 de agosto de
Sevilla (1606). Dos años más tarde, hace un viaje a Méjico, en 1639, a los cinco días de su fallecimiento, Pellicer registraba la
cuya Universidad recibe el grado de licenciado en leyes. Regresa noticia en sus Avisos: « Murió D. Juan de Alarcón, poeta famoso,
definitivamente a España en 1613, y por entonces comienza su así por sus comedias como por sus corcovas . .. »4
época de autor dramático; fué ésta breve, pero brillantísima y Ruiz de Alarcón compuso veintitrés obras dramáticas. Se le
ruidosa. Cesa en su labor literaria hacia 1626, año en que obtiene atribuyen, en colaboración con Tirso y otros, algunas pocas come­
el cargo de relator en el Consejo de Indias.1 dias más.6
Era Alarcón de muy corta estatura, de barba bermeja, corcovado 2. D ramas y traged ias . Entre los mejores dramas de Alarcón
de pecho y espalda, las piernas algo en paréntesis. Sus contem­ figura Ganar amigos, donde se magnifican los sentimientos caballe­
poráneos lo pintan, además, como hombrecito muy vivaracho y rescos, y la amistad, la lealtad y el honor se ponen sobre la propia
galancete. Por su figura y pretensiones de linajudo, fué objeto de vida; con la excepción de una mujer, interesada y ambiciosa, los
burlas y sátiras feroces: llamáronle los literatos de su tiempo, demás son caracteres nobilísimos. Del mismo tono de elevación
enano, mono, jorobeta, pensamiento visible, melindrillo de natu­ moral es Los pechos privilegiados: el consejero de un rey se niega a
raleza, etc. En la comedia Los pechos privilegiados, Alarcón servirle de tercero en una empresa amorosa, pierde el favor real,
responde a sus enemigos: y es perseguido a muerte; en la madeja de amores y perfidias
Dios no lo da todo a uno; al que le plugo de dar que se trama en torno suyo, descuella el protagonista como la
que piadoso y justiciero, mal cuerpo, dió sufrimiento encarnación de la prudencia y de la abnegación más sublime; en
con divina providencia para llevar cuerdamente la hora del peligro, perdonándolo todo y sacrificando su amor, se
dispone el repartimiento: los apodos de los necios .. ,2 pone al lado del rey y le escuda con su pecho, porque:
Sólo en contadísimas ocasiones le vemos perder a Alarcón esta No hay ofensas, que, en tocando a la lealtad,
ecuanimidad y cordura ante los ataques de sus enemigos. En sus no hay amistades ni amores no olviden los pechos nobles.6
348
É PO C A CLÁSI CA R UI Z DE A LA R CO N 351
350

Sobre el desarrollo de la acción, que apenas progresa en los dos 3. C omedias d e carácter . Éste es el género de comedias en
últimos actos, brillan los episodios y las bellezas de dicción y de que Alarcón no tiene rival entre sus contemporáneos; ninguno le
pensamiento. aventaja, y sólo Moreto le iguala, en la verdad de los caracteres,
El drama titulado El dueño de las estrellas tiene por protagonista en la perfección técnica y en la intención moral.
a Licurgo, el legislador espartano que se desterró de su patria En La prueba de las promesas saca a la vergüenza el tipo del
voluntariamente — después de haber hecho jurar a sus conciu­ hombre pródigo en promesas cuando necesita favorecedores, y
dadanos que observarían las leyes durante su ausencia — con el luego olvidadizo e ingrato si no cree ya necesitarlos. En Mudarse
pensamiento de no volver jamás: por mejorarse, comedia llena de vivacidad y gracejo, hay dos tipos
veleidosos: don García, que deja a otra para enamorar a doña
En el drama, Licurgo huye de la corte y de su patria para evitar que se
cumpla la predicción de un astrólogo: la de verse en situación tal, que
Leonor, y ésta, que le deja después a él por otro; doña Leonor es
tendría que matar a un rey o morir a sus manos. Disfrazado de villano, una de las más felices creaciones femeninas del teatro de Alarcón.
y desconocido, Licurgo vive ahora en la isla de Creta. El rey de este país, Superior a entrambas comedias es la titulada No hay mal que por
aconsejado por un oráculo, le lleva a su corte y le impone el gobierno del bien no venga o Don Domingo de don Blas: el protagonista, original
reino. Para cortejar a la esposa de Licurgo, el rey se introduce en su casa y descrito con insuperable maestría, es hombre muy amigo de su
una noche; le sorprende aquél, riñen, y al reconocer al monarca, Licurgo comodidad, pero discreto, valiente y generoso cuando casos graves
vence el horóscopo de las estrellas dándose la muerte a sí mismo. lo reclaman. Su comodidad está siempre fundada « en razonable
discurso, condenando lo que el sentido común debiera desterrar
Tiene esta obra mayor valor por sus avisos y máximas políticas,
en la etiqueta, moda y diversiones; porque las molestias no se
que por el tratamiento dramático del asunto.
han de tomar voluntariamente sino por grande ocasión y motivo ».7
El tejedor de Segovia es el modelo más perfecto del drama ro­
Don Domingo no se molesta en rondar a su dama por la noche,
mántico, cuyo cultivo tanto se generalizará después en el siglo xix:
porque, como él le razona, es cosa de ningún provecho para ambos;
La acción se supone en la época de Alfonso VI de Castilla (1069-1109). no se fatiga en contiendas amorosas, si el rival tiene derecho
Don Fernando, caballero de la corte, acusado falsamente de conspirar preferente, porque no es cordura reñir por dama que tiene el
contra el soberano, tiene que huir para salvar la vida; se establece en
achaque de ser ajena; si se compra un sombrero o una capa, ha de
Segovia, donde pasa por hijo .de un tejedor. En una riña, don Fernando
ser considerando su comodidad, y no la moda; la hora de comer
hiere a su adversario, y es puesto en prisión; logra evadirse de modo
extraño, y se hace capitán de bandoleros: ahora es el prototipo del ban­ es la que señale, no el reloj, sino el apetito; es decir, en todo re­
dido generoso y caballeresco, que luego figurará tanto en la literatura del huye cualquier incomodidad que no esté fundada en la razón, y
romanticismo. Traicionado, cae en manos déla justicia; en una venta del justificada por su importancia:
camino, mientras sus aprehensores están comiendo, don Fernando se Y cuanto más me acomodo tantas más fuerzas prevengo
quema las ligaduras, acuchilla a aquéllos, y se liberta. Siguen nuevos cuando inquietudes no tengo, a mi valor para todo.8
incidentes dramáticos, hasta que don Fernando mata en desafío a los
dos enemigos que lo habían calumniado — y causado también la muerte No menos admirable que esta pintura del hombre regalado y
de su padre—, se declara la falsedad de la antigua, acusación de conspira­ comodón, es la creación de la mujer razonadora e ingeniosa que
dor, y el valiente caballero recobra la gracia del soberano. hace de protagonista en El examen de maridos:
Resalta lo movido e interesante de la acción, y la energía de las «Antes de que te cases, mira lo que haces», es el último consejo que
pasiones de odio, amor y venganza. recibe de su padre moribundo una dama joven, hermosa y rica; hace ella
Recordaremos, finalmente, entre las obras de tono trágico, La voto solemne de cumplir el mandato paterno, y elegir marido guiándose,
crueldad por el honor, fundada en un episodio histórico, muy in­ no del amor, sino del examen razonado de las prendas del aspirante.
ferior a las del mismo estilo de Lope, Rojas o Calderón. Después de obtener cumplida información sobre los varios caballeros que
352 E PO C A CLA SI CA R U I Z DE A LA R CO N 353

la solicitan, doña Inés los somete a un juicio contradictorio: cada cual don Juan han ido ganando su corazón. Celia, criada y confidenta de
alega sus propios méritos y defiende su causa; no hay riñas, porque todos doña Ana, que odia a don Mendo por mal hablado (habiéndola llamado
han entrado en la lid bajo condición de no resentirse con celos y ene­ vieja), ha procurado inclinar el ánimo de su señora en favor de don Juan,
mistades. Doña Inés tiene ya borrado del libro de aspirantes a varios: y le riñe por su desdén:
por jugador o necio, a unos; por pleiteador o viudo, a otros; por sus
Ana. ¿ Qué te obliga a que tan mal mejor talle y mejor cara!. ..
arranques coléricos, aunque seguidos de pronto arrepentimiento, a alguno Celia. Pues ¡ cómo ! ¿ en eso repara
te parezca mi desdén ?
más, porque: una tan cuerda mujer?
Celia. Tener a quien habla bien
Si con el ardor primero En el hombre no has de ver
inclinación natural;
me arroja por un balcón, la hermosura o gentileza:
y sin ella, me obligara
decidme, ¿ de qué provecho, su hermosura es la nobleza,
la razón a que lo hiciera.
después de haber hecho el daño, su gentileza el saber.10
Ana. Celia, ¡ si don Juan tuviera
será el arrepentimiento ? 9
Hay también un torneo de ingenio entre los dos últimos rivales que al Doña Ana termina casándose con don Juan, y entonces don Mendo
fin quedan, sobre el tema siguiente: ¿ debe elegir doña Inés a quien, trata de arreglarse con la otra dama que cortejaba, pero un nuevo pre­
siendo perfecto en sus cualidades, no la ama de verdad, o a quien, te­ tendiente se interpone, y don Mendo se queda sin ella también.
niendo algunos defectos ocultos, está enamorada de ella ? La victoria, por Esta comedia está concebida, desenvuelta y escrita del modo más
supuesto, es del último. excelente. Su intención moral, del principio al fin, no puede ser
El movimiento de la comedia estriba, no sólo en las rivalidades, más evidente. Los personajes se conducen con naturalidad, gracia
consultas y debates de ingenio, sino también en el enredo que trama y verdad: hay perfecta consonancia entre el carácter y las obras
cierta enamorada para quitarle a doña Inés el único pretendiente de cada uno de ellos. La mudanza de sentimientos de doña Ana
que le ha llegado al corazón. El examen de maridos es un tesoro de es la misma que siente el lector, que va desviándose de don Mendo
observaciones psicológicas y de graciosísimos donaires.® para encariñarse con don Juan. El contraste entre estos dos últi­
mos personajes es vivísimo: don Mendo, caballero de tanta mor­
4. L as pakedes oyen . Obra maestra de Alarcón es esta dacidad, que no respeta amigos, ni parientes, ni la misma mujer a
comedia: quien ama; y don Juan, que reconoce el merito aun en sus rivales.
En este don Juan de Mendoza, juicioso, tolerante y caballeroso,
Doña Ana, viuda noble, acaudalada y hermosa, es la protagonista. falto de prendas físicas, quiso retratarse el autor. Los rasgos
Dos caballeros la aman: don Mendo, rico y gallardo, y don Juan, pobre ingeniosos abundan en la comedia, junto a los pensamientos graves
y de mal talle. Al primero, claro está, corresponde ella. Cierta noche,
y hermosos; citaremos el fin de un diálogo entre doña Ana y don
doña Ana escucha la conversación de tres caballeros que pasan frente a
su ventana (¡ las paredes oyen!): un forastero, que pregunta quién es la Juan, después de haberle declarado éste su encendido amor, al par
dueña de aquella casa; don Mendo, que, para desalentar a este posible que su desconfianza de merecerla; aguarda él ahora escuchai la
competidor, califica a la dueña (doña Ana) de fea, impertinente y vieja; respuesta:
y don Juan, que la ensalza calurosamente. Más tarde, una carta de don Ana. Pues, señor don Juan, adiós. Ana. ¿ No decís que no tenéis
Mendo dirigida a otra dama que también corteja, y en la cual habla des­ Juan. Tened: ¿ no me respondéis? esperanza de ablandarme ?
deñosamente de la hermosura de doña Ana, cae en manos de ésta. Rotas ¿ De esta suerte me dejáis? J uan. Yo lo he dicho.
sus relaciones, él intenta raptarla durante un viaje; don Juan y otro Ana. ¿Nohabéis dicho que me amáis ? Ana. ¿ Y que igualarme
caballero, que van disfrazados de cocheros, la defienden y hieren a don Juan. Yo lo he dicho, y vos lo veis. en méritos no podéis,
Mendo. Su maledicencia y luego el atentado, acaban de merecerle la Ana. ¿ No decís que vuestro intento vuestra lengua no afirmó ?
aversión de doña Ana. Al propio tiempo, la nobleza y profundo amor de no es pedirme que yo os quiera, Juan. Yo lo he dicho de ese modo,
porque atrevimiento fuera? Ana. Pues, si vos lo decís todo,
0 Del E x a m e n de m a r id o s se deriva L e s visio n n a ire s de Desmarets. Juan. Así lo he dicho y lo siento. ¿ qué queréis que os diga yo ?11
354 E PO C A CLA SI CA R U I Z DE A LARCÓN 355

5. L a verdad sospechosa. Si en la anterior comedia tenemos Gabcía. ¡ Cosa extraña!


Tristán. ¿ También a mí me la pegas,
el mejor retrato del maldiciente, en La verdad sospechosa cono­
al secretario del alma ?
cemos al embustero más genial del teatro moderno: {Ay.) ¡ Por Dios, que se lo creí,
Don García, el protagonista, es caballero joven, de mucha hacienda, con conoeelle las mañas !
Mas ¿ a quién no engañarán
brillante ingenio y excelente figura. Tiene sólo un vicio, el de la mentira: mentiras tan bien trovadas ?12
mentir es su inclinación natural, su costumbre, su deporte y su recurso.
Conoce a una linda señorita, doña Jacinta, y por gusto y conveniencia le Y cuando don García mantiene casi la única verdad de su vida,
declara que es indiano, que vino a Madrid hace un año, y que desde en­ no es creído, porque:
tonces está enamorado de ella. Más tarde, en conversación con un amigo, ......................en la boca
le oye decir que cierto pretendiente de doña Jacinta le había dado a ella del que mentir acostumbra
gran fiesta en el río la noche anterior; don García, mintiendo como de es la verdad sospechosa.
costumbre, le informa que era él mismo el galán de la fiesta. Hallamos
después a don García hablando con su padre; éste le anuncia que le tiene La figura de don García llena toda la comedia, y alrededor de
concertado matrimonio con una mujer de singulares prendas, bella, vir­ sus enredos y extravagancias se concentra todo el interés. La
tuosa y rica; el joven, para eludir el casamiento proyectado, finge estar fábula está conducida con suma brillantez. Todo el movimiento
desposado secretamente con una dama. Consecuencia de estos enredos,
de ella es gracioso y natural, excepto el sostenido error de don
y de otros secundarios, es que don García tiene que reñir con el amigo a
quien había mentido lo de la fiesta, pierde a la mujer amada (y que era García sobre el verdadero nombre de su amada.
precisamente la misma con quien su padre le había concertado la boda), Fiel adaptación de esta obra a la escena francesa es Le Menteur
queda afrentado ante todo el mundo, y para colmo de males, es obligado de Corneille, en muchos pasajes traducción literal. Hasta el
a casarse por la fuerza con otra mujer. título es el mismo que la comedia de Alarcón tenía {El Mentiroso)
en la edición atribuida a Lope de Vega, donde la leyó el insigne
Don García no es un embustero vulgar, sino el más perfecto y francés. Éste declara la suya,« copia de un excelente original...»,
gracioso embustero del mundo, el maestro cumplidísimo de la y añade, refiriéndose a la comedia española: « confesaré de paso
mentira: la concibe con sorprendente rapidez, la dice con seguri­ que la invención de ésta me encanta de modo, que para mi gusto
dad y osadía, la adorna con todo lujo de pormenores; y, si es nada hay comparable con ella en su género, ni entre los antiguos
cogido, sabe escapar imperturbable y airosamente. Cuando ni entre los modernos »; y más adelante, manifiesta: « su asunto
afirma que habla diez lenguas, su criado piensa con razón: y todas me pareció tan ingenioso y bien dispuesto, que he dicho muchas
para mentir no te bastan. El galán es incorregible: acaba su veces que hubiera dado porque fuese mía dos de las mejores que
padre de afearle el vicio de la mentira, cuando ya está aquél en­ he escrito ».13 Le Menteur es la primera comedia de costumbres y
sartándole una tras otra, con tanto gusto como serenidad. Miente caracteres del teatro francés. Y a ella debió, además, su primera
a todo el mundo, y hasta al secretario de su alma, a su criado y inspiración el genio de Moliére: « Si no hubiera leído Le Menteur
confidente, trata de engañarle con la historia de unas terribles — afirma —, creo que no hubiera compuesto comedias.»
cuchilladas que había dado a cierto don Juan:
Tkistán. ¡ Qué suceso tan extraño ! 6. Examen crítico. Ruiz de Alarcón es, en primer término,
¿ Y sí murió ? el gran moralista del teatro clásico. No sólo se propone divertir,
García. Cosa es clara, y divierte como los demás, sino también acompañar la enseñanza
porque hasta los mismos sesos al deleite. Le pertenece la gloria « de haber encontrado, por ins­
esparció por la campaña.
TristXn . ¡ Pobre don Juan !.. . Mas ¿ no es éste
tinto o por estudio, aquel punto casi imperceptible en que la
que viene aquí ? emoción moral llega a ser fuente de emoción estética ».14 Cautiva
356 E PO C A CLA SI CA R UI Z DE A LA RC O N 357

por su arte y por su pensamiento moral. La nobleza del alma, honra. Ningún dramaturgo ha dado expresión más sincera y
piensa él, las cualidades todas del espíritu, y no las prendas físicas constante al respeto a la mujer. Y sobre todas las hermosuras de
o la posición en la vida, son las que deben contar tratándose de la creación, y sobre todos los consuelos, están la hermosura de la
un hombre: mujer y el bien de sus alivios, como manifiesta en Todo es ventura
su hermosura es la nobleza,
(III, 9):
su gentileza el saber.16
Señora, aunque no profeso del sol en su cuarta esfera,
ceremonias de galán, qué purpúreo amanecer,
Posee altísimo concepto de la dignidad humana; entre cien no reina en mi corazón qué cielo lleno de estrellas
pasajes, citemos el siguiente: otra cosa que mujer, iguala a las partes bellas
ni hay bien, a mi parecer, del rostro de una mujer?
Tienen los pobres criados el servir o ser servido, más digno de estimación. ¿ Qué regalo en la dolencia,
opinión de interesados, en más o menos riqueza ¿ Qué adornada primavera en la salud qué contento,
de poco peso y valor. consiste sin duda alguna; de fuentes, plantas y flores, qué descanso en el tormento
¡ Pese a quien lo piensa! ¿ andamos y es distancia de fortuna, qué divinos resplandores puede haber sin su presencia ?
de cabeza los sirvientes ? que no de naturaleza.
¿ tienen almas diferentes Por esto me cansa el ver Y aun para la mujer profanada, tiene palabras de perdón y
en especie nuestros amos?; en la comedia afrentados disculpa. Ahora bien, las mujeres del teatro de Alarcón suelen
muchos criados, ¿ no han sido siempre a los pobres criados,
tan nobles como sus dueños ? . . . siempre huir, siempre temer . . ,18 ser frías y razonadoras, de psicología mucho menos intensa que
El ser grandes o pequeños, los hombres, a menudo calculadoras, rara vez apasionadas y poéti­
cas. En cambio, poseen en sumo grado el sentimiento de la digni­
Alarcón castiga a los caracteres viciosos, no ya con el ridículo, dad. Las doncellitas disfrazadas y corretonas (pero tan gentiles y
sino materialmente: el don García de La verdad sospechosa sufre admirables) de Lope y Tirso, no figuran más que en dos o tres
el ridículo, la afrenta, y además es obligado a casarse contra su piezas de nuestro autor, y no vestidas de hombre, sino de criada
gusto; los calumniadores de El tejedor de Segovia lo pierden todo, en El examen de maridos, y de artesana en El tejedor de Segovia.
hasta la vida; el ingrato protagonista de La prueba de las promesas Aunque moralista, claro está que no deja de poner dichos
ve desvanecerse como el humo todas sus inmerecidas grandezas, picarescos en boca de sus personajes, como cuando hablando de un
etc. De los vicios, el más repetida y enérgicamente condenado galán tan pobre que vestía ropa prestada, oímos:
es la maledicencia, porque es el más pérfido y siempre en daño de Riñó su dama con él, — Una advertencia he de haceros,
tercero: y en un cuello que traía por si acaso os enojáis
ajeno, como solía, otra vez, y es que riñáis
Viciosos hay de mil modos y sólo del maldiciente hizo un destrozo cruel. con vuestro galán en cueros;
que no aborrece la gente, huyen con cuidado todos.17 El dueño, cuando entendió que cuando la furia os viene,
la desdicha sucedida, si vestido le embestís,
Sólo en dos comedias, El desdichado en fingir y La cueva de a la dama cuellicida haced cuenta que reñís
fué a buscar, y así la habló: con cuantos amigos tiene.18
Salamanca, las primeras tal vez que escribió, no brilla la intención
moral. El arte de Alarcón es más sobrio que el de sus contemporáneos.
El amor sensual no tiene entrada en su teatro, de castidad im­ En el plan, suele desarrollar una sola intriga, y no dos o más
pecable. Del amor interesado, tiene más de una muestra. Por entrelazadas como entonces se hacía. Los demás dramaturgos
lo común, sin embargo, sus amantes son buenos caballeros, rarísima daban gusto al público, pintando sucesos y casos peregrinos;
vez vengativos en materias de amor, prontos al sacrificio por el Alarcón, más independiente en su arte, buscó la poesía en los
honor de su dama, aunque sean desdeñados: muera yo, y viva su hechos de la vida cotidiana; en sus comedias — no en los dramas
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rehuyó sistemáticamente lo excepcional, y se encariñó con lo claras y firmes, más regular y más sereno que el de los otros drama­
natural y corriente. Critica la impropiedad de aquellas doncellitas turgos españoles, pero sin sus riquezas de color y forma. »20 La
que persiguen al galán en las comedias, y por extraña excepción comedia de carácter, que requería más juicio que fantasía, más
en la vida: observación de la vida que imaginación poética, alcanzó con este
. . . Con tal condición le ruegan y mudan traje, dramaturgo su forma definitiva. La moderación y buen gusto le
o con tal desdicha nacen, y sirviéndole de paje, aleja por igual de lo burlesco y de lo trágico: en la mayoría de sus
que, en viendo un hombre, al momento van con las piernas al viento.19 comedias, se conciertan, como en la comedia de nuestro tiempo, el
tono elegante de la sátira social y el suave tono sentimental.
Claro está que esta y otras impropiedades semejantes eran
Era esmeradísimo en la composición literaria: descuidos, ol­
reconocidas por todos, pero mientras los demás poetas daban gusto
vidos, repeticiones innecesarias, no se notarán en las comedias de
al público, llevándolas a la escena, Ruiz de Alarcón rehusaba
Alarcón. El verso y el estilo son casi impecables. En el lenguaje,
sacrificar el arte a los aplausos del vulgo. Aun al retratar un tipo
se cuida de hallar la expresión más clara, natural y concisa;
que puede parecer exagerado, como el grandísimo embustero de
búrlase en varios pasajes del lenguaje culterano, del cual dice, en
La verdad sospechosa, se cuida de declarar su realidad:
La industria y la suerte (II, 6):
En la corte, aunque haya sido hay quien le dé cada día
un extremo don García, mil mentiras de partido. es música de instrumentos,
que suena y no dice nada.
En consideración a la verdad, reduce el tipo convencional del
criado gracioso, demasiado discreto y agudo para ser natural, a su
Por el pensamiento moral de su teatro; por la preferente aten­
verdadero papel en la vida; así suele hacerlo por lo común, pero
ción que concede a los caracteres, sobre la intriga; por su sentido
no siempre, pues en algunas de sus mejores comedias conserva el de moderación y refinado gusto, es Ruiz de Alarcón, entre los
tipo con los mismos caracteres que lo había creado Lope de Vega.
clásicos, el que hoy nos parece más moderno, y el mayor moralista
Su fina observación psicológica se echa de ver en todo, en lo prin­
dramático de España.
cipal y lo accesorio. Sobre las dotes de fantasía, está siempre su
inclinación a la observación de la realidad. Creación de perso­ [1] V . Luis Fernández-Guerra, D . J u a n R u i z d e A la r c ó n y M e n d o z a , Madrid,
najes vigorosos y extraordinarios, como los tienen Lope, Tirso y 1871; Rodríguez Marín, N u e v o s d a to s p a r a la b io g r a f ía d e l in s ig n e d r a m a tu r g o
D . J . R . d e A . , Madrid, 1912; Nicolás Rangel, N o tic ia s b io g r á fic a s d e l d r a ­
Calderón, no se encontrarán en el teatro de Alarcón; pero en la
m a tu rg o m e x ic a n o D . J . R . d e A . y M . : n u e v o s d a to s y r e c tific a c io n e s , en B o le tín
pintura de los caracteres ordinarios ninguno de ellos le aventaja. d e la B ib lio te c a N a c io n a l d e M é x ic o , t. XI (1915).
En inventiva, en fantasía poética, en riqueza de color, en potente [2] C o m e d ia s d e R u i z d e A la r c ó n , en B . A . E . , t. XX, p. 427; L o s p e ch o s
facultad creadora, no se puede comparar tampoco con aquellos 'p r iv ile g ia d o s, ed. A. Reyes (Colección Universal), Madrid, 1918.

tres grandes genios del teatro español; pero sí les supera en la [3] B . A . E ., t. XX, págs. xlvii-xlviii.
armoniosa estructura de sus piezas. Es más sobrio, más reflexivo [4] V . Fernández-Guerra, o p . c it., p. 457.
[5] V . B ib lio g r a f ía , en R u i z d e A la r c ó n : T e a tr o (L a v e r d a d so sp e c h o sa y L a s
y equilibrado; su arte es más sereno y natural; en sus comedias p a r e d e s o y e n ), ed. Alfonso Reyes, Madrid, 1918, págs. 261-263.
« se está más en la casa que en la calle; no siempre hay desafíos; [6] L o e . c it., p. 431.
'hay más discreción y tolerancia en la conducta; las relaciones [7] Fernández-Guerra, o p . c it., p. 413.
humanas son más fáciles, y los afectos, especialmente la amistad, [8] Ed. Bonilla y San Martín, Madrid, 1916, p. 119.
se manifiesta de modo más normal e íntimo, con menos aparato de [9] Ed. B . A . E ., t. XX, p. 480.
[10] E d . c it. de Reyes, p. 186; ed. escolar, w ith in t r o d u d i o n a n d n o te s , by
conflicto, de excepción y de prueba. El propósito moral y el C. B. Bourland, New York, 1914.
temperamento meditativo de Alarcón iluminan con pálida luz y [11] Ed. Reyes, p. 136.
tiñen de gris melancólico este mundo estético, dibujado con líneas [12] I d ., págs. 106-107.
360 É PO C A CLÁ SI CA

[13] V. B. A. E., t. XX, págs. 527-541; CEuvres de Corneille, ed. Marty-


Laveaux, París, 1862, t. IV, págs. 131-137.
[14] Menéndez y Pelayo, Historia de la poesía hispano-americam, Madrid,
1911, t. I, p. 64.
[15] Las paredes oyen, II, 4.
[16] Ganar amigos, III, 8. CAPITULO XXVII
[17] Las paredes oyen, III, 5.
[18] No hay mal que por bien no venga, I, 1. DRAMÁTICOS PRINCIPALES
[19] Las paredes oyen, III, 8.
[20] P. Henríquez Ureña, D. Juan Ruiz de Alarcón: Conferencia (2da. ed.),
1. Guillén de Castro: sus comedias; Las mocedades del Cid: su argu­
Habana, 1915, p. 18. mento. 2. Vélez de Guevara: el prosista de El diablo Cojuelo; obras
teatrales: Reinar después de morir. 3. Pérez de Montalbán: piezas
ligeras: La doncella de labor y La toquera vizcaína; dramas: Los
amantes de Teruel. 4. Rojas: comedias de enredo y de caracteres; la
comedia de figurón: Entre bobos anda el juego; dramas: Del rey
abajo, ninguno. 5. Moreto: piezas más importantes; obras maestras:
El lindo don Diego y El desdén con el desdén. 6. Otros dramáticos.

1. Guillen de Castro. De esclarecido linaje, y arrogante


capitán de caballería en los años mozos, Guillén de Castro (1569—
1631) llevó a la escena el alma heroica del Romancero.1 Es la
figura sobresaliente del grupo de autores valencianos.2 De sus
cuarenta y tres piezas dramáticas (excluyendo las dudosas),
citaremos las principales.3
Entre las comedias, ingeniosa, y bellamente versificada, es El
Narciso en su opinión, cuyo protagonista, prendado de sí mismo,
cree despertar amor fulminante en el corazón de todas las mujeres.4
Menos vale Los malcasados de Valencia, sobre la esclavitud del
matrimonio, que ha inducido a creer a los biógrafos modernos en
desventuras conyugales del autor. En La fuerza de la costumbre
tenemos una moza varonil que ha trocado las faldas por el
uniforme de los tercios de Flandes, donde hace la vida del cam­
pamento; la fuerza de la costumbre le ha hecho a ella valiente, y a
su hermano (criado con excesivo recogimiento) tímido y cobarde;
la naturaleza, al fin, despertando en ella el amor, y en él los celos,
vence al poder de la costumbre.
No es la comedia el género propio de Guillén de Castro, aunque
sepa darle animación e interés. Su facultad distintiva es la energía
dramática. Así brilla en los dramas heroicos (o históricos, que
hoy decimos), en Pagar en propia moneda, lleno de situaciones
patéticas y románticas, en La piedad en la justicia, drama sombrío
y terrible, y sobre todo en Las mocedades del Cid, la obra maestra
361
362 EP OC A CLA SI CA DRAMATICOS P R I N C I P A L E S 363

de Guillen de Castro, que conserva el colorido bizarro, la ener­ Un asunto más grave atrae ahora la atención del monarca: su disputa
gía heroica de los antiguos romances. con el de Aragón, sobre cierto territorio. Convienen en resolverla por
medio de un combate personal entre dos caballeros: el uno aragonés, el
Empieza este drama con un cuadro brillantísimo de la corte, en el otro castellano. El campeón castellano es Rodrigo, que acaba de volver
momento en que el rey arma caballero al joven Rodrigo, el futuro Cid de la guerra: sus triunfos le han ganado ya el sobrenombre de El Cid.
Campeador. Todos admiran la gentileza del nuevo caballero; en par­ Luchando siempre entre el cariño y el honor, Jimena sufre y tiembla por
ticular Jimena, hija del conde Lozano, se muestra enamoradísima y celosa. la vida de su amante; un mensajero trae noticias del resultado del desafío
Después de la ceremonia se retira la corte, y queda el rey con sus cuatro entre los dos campeones; los términos ambiguos en que se expresa hacen
consejeros íntimos: entre ellos, el conde Lozano y el anciano Diego creer a todos que el caballero vencido y muerto es Rodrigo. Jimena, con­
Laínez, padre de Rodrigo. El rey les comunica su elección de Laínez para fesando entonces que siempre le ha amado, pide licencia al rey para negar
ayo del príncipe; el conde Lozano, que esperaba el nombramiento, se su mano al campeón aragonés: le entregará la hacienda, como había
siente agraviado, califica de débil y caduco a don Diego y, en la violenta prometido, pero ella se retirará a un convento. Apenas acaba de hablar,
disputa que surge, le da un bofetón al anciano. Notable es la escena en cuando se presenta Rodrigo, que ha sido el triunfador. Jimena, dominada
que se pinta el dolor y la sed de venganza de don Diego. El anciano al fin por el amor y por los ruegos de la corte, concede su mano al Cid.
elige, para vindicar la afrenta, a su hijo mayor, a Rodrigo. En un monólogo
admirable da éste expresión al combate que libran en su pecho el amor y Las mocedades del Cid es drama de tanta vida interior, con el
la honra: el ofensor es el padre de Jimena. Cuando va en busca suya, para
violento choque de las pasiones, como de movimiento escénico;
desafiarle, Jimena le habla desde el balcón: la voz del amor le hace
vacilar en su venganza. Pero la aparición del conde, y casi simultánea­ vasto cuadro de las costumbres rudas y caballerescas de la sociedad
mente de don Diego, que mira con fijeza a Rodrigo, le deciden a sacrificar medieval, aunque la visión del autor está no poco influida por
el amor ante la honra, y desafía y da muerte al conde. las costumbres de la sociedad que le fue contemporánea. La
En el acto segundo, el rey es informado de la muerte del conde. Apare­ acción, los caracteres, la atmósfera, el lenguaje, todo lleva impreso
cen Jimena y don Diego; ella, de luto y con un pañuelo ensangrentado el tono épico y familiar de las tradiciones poéticas del pueblo;
en la mano para acusar al matador de su padre; Don Diego, con sangre las figuras del Cid, de Diego Laínez y del príncipe don Sancho
en la mejilla, para justificar al defensor de su honra. tienen vida humana y real. La versificación es sonora, rica y, a
Más tarde, Rodrigo se presenta en casa de Jimena, para que ella se trozos, verdaderamente épica. El episodio del leproso — de quien
vengue con su propia mano. La joven, que aun le ama, comprende que el todos huyen con horror y repugnancia, mientras Rodrigo le ayuda
honor le ha impulsado a él, pero a ella le impulsa ahora el deber filial: no a levantarse, lo cubre con su manto y lo sienta a comer en su
puede matarlo, ni puede tampoco perdonarle. Notable es la escena en
compañía — es ajeno a la acción, pero contribuye a realzar bella­
que don Diego bendice a Rodrigo como vengador de su honra:
mente el carácter del protagonista. El desenlace del drama, por
Toca las blancas canas que me honraste, precipitado, resulta pueril.
llega la tierna boca a la mejilla Guillén de Castro escribió una continuación de esta obra, titu­
donde la mancha de mi honor quitaste .. .5
lándola Las hazañas del Cid. Su asunto principal es el sitio de
Rodrigo parte a la guerra contra los moros. Siguen, entre otras escenas, Zamora, con el asesinato de don Sancho de Castilla ante los muros
varias en el campo de batalla. Entre tanto, en la corte se comienza a de la ciudad, y da liberación de ésta por el heroísmo y sacrificio de
sospechar que Jimena, a pesar de sus reiteradas peticiones de que Rodrigo Arias Gonzalo y sus hijos.6 Mayor es el número de tradiciones
sea castigado, continúa amándole. El rey la somete a prueba: hace que poéticas aprovechadas aquí por el autor, y también el número de
un criado anuncie en su presencia la muerte de Rodrigo; la profunda
romances antiguos que ha interpolado. Los caracteres de Las
emoción de Jimena, al escuchar la noticia, manifiesta su secreto amor.
Pero cuando el rey le dice que ha sido sólo un ardid para averiguar sus mocedades que de nuevo aparecen, están sostenidos y desarrollados
sentimientos, ella insiste en demandar justicia, y ofrece toda su hacienda con maestría. Pero en conjunto, la composición es bastante menos
y su mano a quien le entregue la cabeza de Rodrigo. regular y acertada que en Las mocedades.
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Le Cid de Corneille, clásica tragedia del teatro francés, es una excelente poeta lírico: «han corrido de mí como de una fuente
adaptación de Las mocedades del Cid. « Excepto en el desenlace — agua», decía él de sus versos líricos.10 Cultivó asimismo la prosa.
afirma, un escritor francés—, tan superior en Corneille, y tan Suya es la alegre novela de El diablo cojuelo (1641), imitada feliz­
insignificante en Guillen de Castro, no hay en la pieza francesa mente por Le Sage en su Diable boiteux, que es la primera novela de
una sola situación señalada que no se encuentre en la pieza es­ costumbres en Francia.11 Difiere la obra de Vélez de las novelas
pañola, ni una escena importante que no sea imitada; en muchos picarescas, si bien, por el asunto, entre ellas suele incluirse. No
lugares. . . la imitación se convierte en verdadera copia, en tra­ se trata aquí de las aventuras de un picaro, sino de los cuadros
ducción literal; y cuando se aleja del original, las modificaciones que un estudiante contempla en los lugares públicos y en el
que introduce no son siempre afortunadas. »7 Sobre este punto interior de los hogares, cuando las familias están en el abandono
del valor relativo de ambas obras, no creemos pueda negarse que: de la vida íntima; auxiliado por el diablejo, puede el estudiante
a) Guillen de Castro es el creador, y Corneille el adaptador; viajar por los aires y presenciar cuanto acontece bajo la techumbre
b) la pieza francesa es de estructura más regular y armoniosa, y la de las casas, la existencia de las varias clases sociales, escritores,
española más rica en colorido y más fiel en los trazos heroicos; mundo elegante, picaros, etc.12 Es una sátira de las costumbres,
c) en plenitud de vida interior, ninguna de ellas lleva ventaja a la muy ingeniosa en los pensamientos, y de estilo atrevido, denso y
otra; d) el estilo de la francesa es más retórico y elegante, y el de oscuro.
la española más sobrio y enérgico. Vélez de Guevara compuso más de cuatrocientas obras dramá­
Entre los dramaturgos españoles, Guillén de Castro es uno de los ticas. Se conocen unas noventa, aunque de varias sólo el título.13
menos regulares en el plan y de los más arbitrarios en el desenlace. Juzgando por la pequeña parte que hoy tenemos, su teatro es poco
En su teatro, con alguna excepción notable, abundan las transi­ variado. Casi todas las comedias versan sobre acontecimientos y
ciones violentas en las situaciones y en los sentimientos; los personajes históricos o legendarios. « De la verdadera comedia
personajes parecen arrastrados por una fiebre pasional, o por el no nos ha dejado muestras, ni aun de aquella cortesana o palaciega
capricho del autor. Su principal resorte es el del honor, no pre­ que tan delicados modelos tiene en Lope o Tirso, ni menos aún
cisamente el conyugal, sino el honor del caballero; y el honor es de la de costumbres particulares de la clase media, ni de la de
para él un tirano invisible, voraz, que conduce inevitablemente a la enredo, al estilo de Calderón, ni de la de costumbres locales
catástrofe. especialmente madrileñas. »14 En cuanto a las piezas religiosas,
no valen mucho.
2. Yélez de Guevara. Luis Vélez de Guevara (1579-1644) Patentes son en sus dramas los elementos del espíritu y del
era hijo de un abogado sevillano. Muy joven entró a servir de gusto nacional: la lealtad al monarca como religión, el sacrificio
paje en casa del arzobispo de Sevilla, pasó luego como soldado a de la sangre o de la existencia antes que del honor, la base histórica
Italia, y de vuelta en Madrid sirvió sucesivamente a varios grandes y poética, los violentos efectos dramáticos. En Más pesa el rey
señores. Por cerca de diez y ocho años, hasta dos antes de su que la sangre, Guzmán el Bueno, sitiado en Tarifa (1293) por los
fallecimiento, fue ujier de cámara del rey. Era hombre inquieto, moros y por el Infante rebelde don Juan, se niega a rendir la plaza
alegre y despilfarrador; siempre anduvo pidiendo dineros, en a cambio de la vida de su hijo, prisionero de los sitiadores: cuando
verso o en prosa, a sus conocidos y protectores, hasta hacerse le amenazan con degollar a éste, el procer castellano, fiel en su
proverbial esta « crónica dolencia» suya. Lustre, alegría y dis­ lealtad al monarca, les arroja su propio cuchillo para que consuman
creción del trato cortesano, le llamaba Cervantes,8 por ser notable el sacrificio.15 De igual carácter es el drama Si el caballo vos han
la amenidad y simpatía de este quitapesares andaluz en el trato muerto, título justificado por el episodio central, cuando en la ba­
talla de Aljubarrota (1385), desastrosa para las armas castellanas,
de gentes.9
Además de poeta dramático, fué Vélez de Guevara fecundo y un noble expone la vida por salvar la del monarca, cediéndole su
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caballo para huir. Aventaja a ambas producciones la tragedia pasado, sus personajes, su atmósfera, sus costumbres se ajustan
Reinar después de morir, en la cual se dramatiza la historia román­ bien a lo que estimamos como realidad histórica. Gustaba de
tica y trágica de doña Inés de Castro: casada en secreto con el revestir las obras de mucho aparato teatral, con apariciones, tra­
príncipe heredero don Pedro de Portugal, fué asesinada (1355), moyas y batallas. Posee, en lo cómico, brillante agudeza, pero su
bajo supuestas razones de Estado, por orden del monarca; éste propio tono es el grave y dramático. En la manera, se parece
muere de repente casi al mismo tiempo, y el príncipe don Pedro notablemente al Fénix de los Ingenios: « fué quizá el más excelente
corona y hace rendir honores de reina al cadáver de doña Inés. de los dramáticos de segundo orden, llegando a imitar con tal
Es la obra maestra de Vélez de Guevara, « cuyos caracteres están perfección el estilo de Lope de Vega, que muchas veces se confunde
tan bien bosquejados, el efecto escénico tan sabiamente conducido, con él ».20
la poesía impregnada de un perfume tan melancólico y tierno, que,
si no hubiera quedado más obra suya, bastaría ella sola para 3. P é r ez d e M o n t a l b ín . Juan Pérez de Montalbán (1602-
colocarle en un lugar muy distinguido entre nuestros buenos 1638) era natural de Madrid; el oficio de su padre, librero. Se
autores ».16 ordenó de sacerdote, siendo ya poeta famoso, en 1625. Fué amigo
Entre sus comedias más interesantes se halla La Luna de la íntimo y protegido de Lope de Vega, que decía haberle « amado y
Sierra, sobrenombre de cierta hermosa aldeana que, fiel a su cora­ tenido en lugar de hijo ».21 Aunque de costumbres virtuosas, y
zón, rechaza las pretensiones de un príncipe; y El rey en su carácter modesto y apacible, que de nadie dijo mal y a todos alabó,
imaginación, un labrador, luego soldado, que tiene la imaginación fué el blanco de sátiras groseras. Quevedo, que siempre le miró
llena de grandezas; en juego, sus compañeros le tratan como a hostilmente, decía de Montalbán que su cabeza iba con rumbo a
soberano, resultando serlo al fin de verdad; pues, hijo de reyes, la casa de locos; sin presumirlo, encerraban sus palabras el valor
había sido trocado en el momento de nacer por la niña de unos de una profecía: el joven e insigne dramaturgo perdió el juicio a
labradores; la fuerza secreta de la sangre le había impulsado los treinta y cinco años de edad, y pocos meses después libertóle
siempre a creerse llamado a más altos destinos.17 la muerte piadosamente.22
Vélez de Guevara no descuella por la inventiva: muchos ar­ Se conservan cincuenta obras suyas dramáticas, y se saben
gumentos los tomó de otras piezas dramáticas, en particular de las los títulos de ocho más.23 Entre las comedias de capa y espada, o
de Lope de Vega.18 Pero supo embellecer los materiales ajenos que de costumbres, son muy brillantes en la invención y en el diálogo
aprovechaba, o los que recogía de la tradición popular. Así, La La doncella de labor,a que Montalbán consideraba como «la más
Serrana de la Vera de nuestro autor sobrepuja en vigor dramático, ingeniosa y alineada de cuantas había escrito »,24 y La toquera
en la motivación de los hechos y en la propiedad de los caracteres, vizcaína, cierta enamorada que se finge vendedora de tocas y
a la obra de igual título de Lope, de fecha anterior. Ambas tienen vizcaína. En las dos comedias, la figura central es una doncella
por fundamento cierta tradición popular.19 Esta imitación era vehemente que emplea las artes más ingeniosas para triunfar en
cosa frecuente en el teatro clásico, y en general la copia vale el corazón del hombre a quien adora. Son muy semejantes en
siempre mucho más que el modelo; el asunto, por ejemplo, de La animación y brillantez; en la primera resalta lo bien conducido de
niña de Gómez Arias, de Vélez, lo tomó luego Calderón para su la fábula; y en la segunda, las situaciones dramáticas.25
hermoso drama de igual título. La más constante mujer era la obra predilecta de nuestro autor.
No es tampoco Vélez grande y profundo en la concepción La constancia, la energía y la devoción de la heroína acaban por
dramática. En lo que sí le vemos particularmente afortunado es triunfar sobre las rivalidades entre su familia y la de su amante, y
en el dibujo de caracteres: los caballeros casi siempre hidalgos y sobre las violencias de un príncipe que la solicita y persigue.
valerosos; las señoras, recatadas y dignas; los aldeanos, de Este drama, planeado artísticamente, mereció la distinción, hasta
verdad aldeanos aun en el lenguaje. Cuando se inspira en el a Imitada por Rotrou en su Diane, y por Métel d’Ouville en La dame suivante.
368 É PO C A C LÁ S I CA D RA MA T I C OS P R I N C I P A L E S 369

entonces desconocida, de ser representado simultáneamente, y En el uso del elemento patético, nos sorprende en ciertas obras
por muchísimos días consecutivos, en los dos teatros principales de por su moderación y buen gusto (Cumplir con su obligación),
Madrid.26 La misma fortuna consiguió el drama No hay vida y en otras llega al extremo de los horrores posibles {De un castigo,
como la honra, con dos amantes nobilísimos y bien trazados; el dos venganzas). Respecto del pensamiento moral, puede decirse lo
protagonista, perseguido por la muerte de un rival poderoso, se mismo: en varias piezas, brilla de modo bien ostensible, y en
entrega a la justicia para que el premio que ofrecen por su cabeza otras la lección que se desprende es casi inmoral. Su obra total
libre a su esposa de la miseria. El elemento dramático se halla no da la impresión de armonía y coherencia; ni en el fondo ni en la
tratado con particular sobriedad en Cumplir con su obligación, forma, hallamos una característica fundamental en su teatro;
sobre los celos de una pareja de enamorados y la intervención de nunca mejor que en este caso cabría decir que la característica
un caballero que anda buscando al seductor de su hermana, para es no tener ninguna. Algunas piezas, Como padre y como rey y
tomar venganza; brilla también por lo castizo, puro y hermoso Los juicios del cielo, por ejemplo, parecen enteramente en el estilo
del lenguaje, casi enteramente libre de cultismos. de Lope;28 mientras La loquera vizcaína pudiera pasar por obra
Los amantes de Teruel, de Montalbán, es la mejor presentación de Tirso: Montalbán debió de ser extremadamente susceptible a
dramática de las varias que se hicieron de tal leyenda en los siglos la impresión de los modelos. Lo que sí cabe afirmar resueltamente
xvi y xvii.27 Su asunto, condensado en pocas líneas, es como es que sus tipos de gracioso valen poco: no son ni muy agudos ni
sigue: muy oportunos, y en ciertos casos, como el de Palmerín de Oliva,
comedia inspirada en la novela de caballerías de igual título, el
Diego Marsilla, caballero noble, pero sin bienes de fortuna, ama a
gracioso es hasta irritante. Entre sus personajes serios de gran
doña Isabel de Segura, que le corresponde apasionadamente. Otro
caballero solicita su mano. Diego, entonces, pide al padre de Isabel un valor recordaremos al inquietante y soberbio don Pedro el Cruel
plazo para buscar fortuna, y, habiéndolo obtenido, parte de Teruel. Pasa de La Puerta Macarena, a la gallardísima heroína de La más
el tiempo, y las cartas que dirige a Isabel son interceptadas por una prima constante mujer, al noble y bravo caballero de No hay vida como la
de ésta, enamorada de Diego. Al expirar el plazo de tres años, creyendo honra, y a los fogosos y románticos protagonistas de Los amantes
muerto a su amante, y obligada por la autoridad paterna, Isabel se casa de Teruel. Las comedias de santos y las devotas de nuestro autor,
con el otro caballero que la pretendía. Apenas se acaba de celebrar la finalmente, son bastante inferiores a su teatro profano.
boda, cuando regresa Diego, con el grado de capitán y cuantiosa renta. Respecto del estilo, entre los buenos clásicos ninguno tiene
Celebra una entrevista con su antigua amante; insiste él en su pretensión monólogos más largos y diálogos tan difusos. Es enérgico e
amorosa, y ella, temiendo que se presente el marido, le declara a Diego, inspirado unas veces, y otras puramente retórico y enfático; se
como último recurso para alejarle, que no le ama, que le odia; lleno de inclina más bien a la verbosidad y a la declamación. Pero es tan
horror, pierde el sentido y la vida, e Isabel, tomándole la mano y jurando
desigual en el estilo como en lo demás: en ciertas comedias
ser su esposa en la muerte, expira junto al amante.
cautiva por la limpieza del lenguaje {La doncella de labor), y en
Muestra Montalbán considerable sentido dramático en la otras tiene un derroche de notas culteranas, como en La desdicha
elección de asuntos y en los recursos escénicos. El punto más venturosa y en Los hijos de la fortuna.
débil de su arte es el desarrollo del plan; quiso imitar a su venerado
maestro en la fecundidad, y compuso precipitadamente, sin de­ 4. R ojas . Francisco de Rojas Zorrilla (1607-1648) era natural
tenerse a armonizar las partes del conjunto. Tiene algunas cuya de Toledo, hijo de un alférez. Cursó humanidades en su ciudad
acción está desenvuelta con esmero (Despreciar lo que se quiere), natal, y es probable que continuara los estudios en Salamanca. En
pero la mayoría adolecen de irregularidad. En el tratamiento de 1632 figuraba ya entre los literatos más aplaudidos de la corte, los
temas históricos, es fiel con la verdad unas veces (Don Juan de cuales no dejaban de aludir festivamente a la precoz calvicie del
Austria), y otras se toma las mayores libertades (Los Templarios). joven poeta. Honróle el rey Felipe IV con el hábito de caballero
370 É PO C A CLÁ SI CA D RA MÁ T I C OS P R I N C I P A L E S 371

de la orden de Santiago (1643), y en la información abierta con tal engaños de las cortesanas, peligro en que ponen a los hombres, y
motivo, sobre su linaje, hubo testigos que le declararon descen­ el que ellas mismas corren con ciertos caballeros de industria;
diente de moriscos y judíos; este cargo no debió de probarse des­ tan escabroso asunto se ve tratado con perfecta decencia y con
pués en el curso de las diligencias.29 saladísima gracia. En Lo que son mujeres, y aquí son dos — bella,
Se conoce de Rojas Zorrilla unos sesenta dramas y comedias, rica y desdeñosa la una, y fea, pobre y olvidada la otra —, el gran
sin contar los dudosos, quince autos sacramentales y dos entre­ factor es un endiablado casamentero que, por castigar a la pre­
meses.30 Examinaremos ahora algunas de sus comedias. Donde sumida, dirige la corriente amorosa de sus cuatro pretendientes
hay agravios no hay celos tiene un argumento original, llevado luego hacia la fea, aunque así y todo la comedia acaba « sin casamiento
a la escena, repetidas veces, por otros autores: un caballero mozo, y sin muerte ». Estas mujeres, como casi todas las de Rojas,
don Juan, antes de casarse con la esposa que le destinan, y deseando parecen traslados del natural. Los diálogos, como suyos, chis­
averiguar su carácter y disposición, cambia de papel con su criado peantes.
Sancho; de modo que éste se presenta como el futuro esposo, y Preciosa comedia, y en verdad famosa, es la titulada Entre
aquél como su lacayo. Rojas ha sacado de la idea central el más bobos anda el juego, que también se conoce por Don Lucas del
excelente partido. Las situaciones cómicas y sentimentales, bien Cigarral. Joven provinciano, cargado de vanidades ridiculas,
trabadas y felices, son innumerables, con las torpezas de Sancho don Lucas se presenta en la corte para casarse con cierta muchacha.
(y los temores de su señor de que todo lo eche a perder a cada Los modales insolentes y rudos del pretencioso caballerete deses­
instante), con sus insolencias, pues en ciertos momentos se olvida peran a su prometida; y la estúpida confianza que él tiene en sus
de quien es, y su cobardía cuando es insultado por un rival; con propios méritos, y sus desaciertos, dan el triunfo definitivo a un
la desilusión de la prometida, que al propio tiempo se va aficio­ rival, tan afectado en su lenguaje y modales como rústico e im­
nando a la bella figura, gentileza y valentía del supuesto lacayo posible es el toledano don Lucas del Cigarral.34 Entre las buenas
(don Juan). Tiene trozos de inspirada versificación, como el cualidades de esta comedia excelente, sobresalen la invención, la
relato de doña Ana: pintura magistral del protagonista (el primer tipo de figurón “ de
Nací de sangre noble y valerosa, nuestro teatro) y la brillantez y gracejo del diálogo. En el cuadro
tan infeliz como si fuera hermosa . . .S1 cómico se percibe un pensamiento grave, que el autor ha desarro­
llado también en otras comedias, como en Cada cual lo que le toca:30
De los pasajes cómicos, es justamente celebrado el monólogo de el derecho que tiene la mujer a elegir marido de su gusto. Entre
filósofo cobarde que pone el autor en boca de Sancho, y el diálogo bobos anda el juego fué utilizada en el Dom Japhet d’Arménie de
entre éste y el padre de la novia, cuando le incita a vengarse de un Scarron y en el Don Bertrand de Cigarral de Tomás Comedle.
rival, cosa que Sancho no encuentra nada razonable.32 Arreglo De conflicto trágico son Casarse por vengarse y No hay ser padre
de esta comedia es el Jodelet ou le Maistre Valet de Scarron. siendo rey,b con mucha emoción y arte. Pero la obra maestra de
Muestra del talento de Rojas para conducir con arte un compli­ Rojas, en este género, es el drama Del rey abajo, ninguno, llamada
cado enredo, es la comedia Don Diego de Noche, de hermoso len­ también, en algunas ediciones antiguas, El labrador más honrado
guaje. El argumento, algo inverisímil, pero muy original; el y García del Castañar. A juicio del conde de Schack, « ocupa un
desenlace de tanto enredo es sorprendente por lo natural y propio; lugar preferente entre las composiciones superiores de la poesía
entre las mejores escenas, la de Leonora y Lucinda, cuando ésta dramática ».86
le informa de su desposorio con el galán de quien ambas están
En su riquísima hacienda del Castañar, en los montes cercanos a Toledo,
enamoradas.33 Dos comedias en las que el autor se propuso la vive el labrador García; en realidad, no es labrador, sino conde, el conde
pintura de caracteres, más bien que el desarrollo de una fábula,
° figu rón : véase pág. 373.
son Abrir el ojo y Lo que son mujeres. La primera, sobre los b Este último drama fué utilizado por Rotrou en su V en ceslas.
372 D R A M AT I C O S P R I N C I P A L E S 373
E PO C A CLASI CA

Garci Bermudo, que oculta por razones políticas su identidad; sólo un poéticas de primer orden con los momentos de sombría y magnífica
viejo amigo de su padre, el conde de Orgaz, conoce el secreto de su vida. inspiración de la segunda parte, con el soliloquio de García, cuando
García del Castañar y su esposa Blanca llevan una existencia dichosa en en su pecho combaten el amor, el honor y los celos, con la relación
aquel retiro. que de su desgracia hace Blanca ante el conde de Orgaz, y con la
Mientras tanto, el rey Alfonso XI de Castilla hace preparativos para historia de su vida y de su venganza que refiere al rey el labrador
la reconquista de Algeciras (1344). Entre los muchos vasallos que más honrado, García del Castañar. Los personajes no pueden
responden al llamamiento del monarca está García del Castañar, que estar determinados de manera más valiente y precisa; el prota­
contribuye a la expedición con cuantiosos donativos, con liberalidad tan gonista recuerda a las grandes creaciones de Calderón.
magnífica, que el rey muestra deseos de conocerle. En una cacería por
Juzgado su teatro en conjunto, Rojas tiene suma destreza para
aquellas montañas de Toledo, el soberano se presenta a pedir hospitalidad
preparar las situaciones y para llegar al desenlace oportuno y
en la hacienda de García. La escena entre don Alfonso, que guarda el
incógnito, y García es notable por el relieve que adquiere la figura del artístico; conduce hábilmente la trama más difícil (Don Diego de
último. Uno de los cortesanos que le acompañan, don Mendo, lleva al ,c
Noche, Obligados y ofendidos etc.); con un cabal dominio de los
pecho una banda roja que García (avisado por el conde de Orgaz de la resortes teatrales, sabe lograr los mayores efectos. En la concep­
visita del soberano) toma por la insignia real. En tanto que García con­ ción de un argumento o de un tipo es muy original; a veces, ex­
versa con don Alfonso, el cortesano requiebra a su mujer; a las insinua­ tremando la nota, raya en lo improbable o en lo exagerado.
ciones galantes, responde ella con afectada ignorancia rústica, pero su « Voluntariamente — dice Cotarelo — quiso apartarse de la pauta
encubierta ironía desdeñosa no se le escapa al caballero. normal de nuestro teatro, buscando nuevos problemas morales y
Habían partido ya los visitantes, cuando don Mendo, tenaz en los lances en que el choque de las pasiones humanas revistiese formas
planes amorosos, volvió una noche a la hacienda del Castañar, creyendo inusitadas en nuestra escena. »38 Creación suya es la comedia de
ausente al dueño. García le sorprende, y quizás va a matarle como al
figurón, en la cual aparecen muy acentuados los rasgos extrava­
ladrón de su honra o de su hacienda, cuando don Mendo se descubre:
gantes o ridículos de un carácter, pero con verdad psicológica que
luce la misma banda roja: ¡ Es el rey!, exclama García, y su persona es
sagrada; reprime el deseo de vengarse, y al cielo remite el castigo.
falta en la parodia de las comedias burlescas: el primer tipo del
Más tarde, García es llamado a palacio. Entonces descubre su equivo­ género es el don Lucas del Cigarral de Entre bobos anda el juego
cación: ve que el rey es don Alfonso; el otro, don Mendo, el enemigo de (anterior a 1639). En ridiculizar defectos o costumbres, con
su honor, no le es ya sagrado; una alegría salvaje debe rebosarle en el donaire y eficacia, nadie le sobrepuja: como poeta cómico, le
corazón: palidece porque'— dice al rey — ha sido agraviado. Cuando corresponde un lugar muy cercano a Tirso de Molina. Y en lo
éste le pide que señale al ofensor, García responde: Sí haré, y sacando a dramático, brilla tanto como en lo cómico. En el drama, tiene
don Mendo a la antecámara le hunde un puñal en el pecho; reaparece tendencia a los conflictos de trágico desenlace (v. gr., El más
ante el soberano, y le declara su verdadera condición y linaje, el agravio impropio verdugo, Morir pensando matar, La prudencia en el
que había recibido de don Mendo, y el acto de reivindicación que acaba castigo). Con los personajes serios, no obstante ser muy vivos y
de ejecutar, porque:
naturales, recurre demasiado al concepto del honor para motivar
. . . en tanto que mi cuello no he de permitir me agravie, sus actos (Del rey abajo, ninguno, soliloquio final, jornada II,
esté en mis hombros robusto, del rey abajo, ninguno.37 No hay amigo para amigo,d Casarse para vengarse, etc.). « Sin la
El conjunto de este drama es de perfecta armonía. El plan y el malignidad picaresca de Tirso, es punzante, incisivo y cáustico;
desarrollo, la disposición de las escenas, la preparación de las c Obligados y ofendidos fue tomada por Boisrobert (Les généreux ennemis),
situaciones, el dibujo de los caracteres, todo es de un arte inspirado Scarron (L’écolier de Salamanque), y Tomás Corneille (Les illustres ennemis).
,l Esta comedia, en combinación con La traición busca el castigo, también de
y reflexivo. La atmósfera de apacible serenidad y dicha de los Rojas, fué aprovechada por Scarron para escribir su Jodelet duelliste. La crítica ha
dos jóvenes esposos, la mágica pintura de la vida campestre, en la señalado igualmente el influjo de La traición busca el castigo en Le point d'honneur
primera parte del drama, sólo pueden compararse en bellezas de Le Sage, en La trahison punie de Dancourt, y en The False Friend de Sir Vanbrugh.
374 E P O C A CLASI CA D R AM A T I C O S P R I N C I P A L E S 375

sin la afectada hipérbole de Calderón, es tierno y apasionado; autor ha reproducido de manera exacta y brillante el colorido, las
discreto y agudo como Moreto; más estudioso y detenido en sus costumbres y el estado social de la época. Por todo ello, y por su
planes que Lope; y a veces tan filosófico en la forma y correcto artística composición, El valiente justiciero no desmerece nada
en la frase como Ruiz de Alarcón. »39 Consideramos fundada la junto a las buenas obras de Lope o Calderón.
opinión del conde de Schack cuando niega de todo punto que El género propio de Moreto es la comedia; en particular, la
Rojas fuese imitador de Calderón.40 Imitadores, sí los tuvo Rojas: comedia de caracteres. De cuerpo entero y con su esencia íntima,
fuera de España, copiaron o imitaron sus comedias Tomás Cor- están los de la comedia De fuera vendrá quien de casa nos echará,
neille, Scarron, Marivaux, Boisrobert, Le Sage, etc. Esta imitación donde cierto oficial joven se instala en casa de un capitán, que está
o arreglo de comedias españolas era general en Europa; como ahora en Flandes, tiene amores con la sobrina de éste, y se ve
afirmaba el suizo Sismondi, «los españoles eran reputados en solicitado por la dueña, hermana del capitán, viuda apasionadísima
el siglo xvii como los maestros del teatro; los hombres de más que quiere a todo trance hacer del gallardo mancebo un marido, y
ingenio en las otras naciones tomaban de ellos prestado, sin escrú­ no un sobrino; cuando el capitán regresa, inesperadamente, se
pulo alguno ».41 encuentra al oficial regenteando la casa: defuera vendrá . . . Viuda
también, rica y con encendido corazón, es la doña Ana de Trampa
5. M oreto. Agustín Moreto (1618-1669), madrileño, era hijo adelante, que se enamora de un caballero en relaciones con otra;
de un mercader algo rico. Después de seguir estudios universi­ el que lleva la trampa adelante es el gracioso Millán, que para
tarios en Alcalá de Henares, se ordenó de sacerdote. A partir de remediar la pobreza de su amo y amueblarle la casa con dineros
1657, tuvo a su cargo un asilo benéfico de Toledo; y allí pasó el de la viuda, alimenta las esperanzas de ella; tiene que hacer mil
resto de su vida, consagrado a las obras de caridad, pero sin equilibrios para que ni su amo ni la viuda descubran el enredo.
abandonar enteramente la dulce compañía de las musas. En el Buenas obras también son El Caballero, comedia de capa y es­
testamento dejó ordenado que se le enterrase en el mismo lugar pada, y El poder en la amistad, comedia de caracteres. En El
donde se daba humilde sepultura a los pobres del asilo.42 parecido en la corte toda la intriga tiene por punto de partida la
Se le atribuyen a Moreto unas cien obras dramáticas, algunas en semejanza entre don Fernando, que se ha refugiado en Madrid a
colaboración.43 De sus comedias sagradas o devotas, tiene mérito consecuencia de un desafío, y cierto don Lope, ausente en America
superior, por los caracteres, el San Franco de Sena, donde traza desde hace mucho tiempo; el padre de éste cree reconocerle en
con rasgos crudísimos la vida de este gran pecador y nos muestra don Fernando; no basta que el último se proponga aclarar la
al fin el poder de su arrepentimiento y penitencia.44 De los dramas confusión, porque su criado, viendo en ella un medio de salir de
históricos o legendarios, ha de citarse Los jueces de Castilla, de la apuros, afirma resueltamente que el amo ha perdido la memoria a
época de Laín Calvo, juez legendario de Castilla y abuelo del Cid causa de una enfermedad, y que es efectivamente don Lope;
(s. ix). Como otros dramáticos, el autor trata de reproducir aquí vienen luego los amores del caballero con su supuesta hermana, y
la fabla antigua, pero sin mucho acierto. Más vale aún El valiente acaba todo con el regreso del auténtico don Lope y con la boda de
justiciero, cuyo protagonista es el rey don Pedro el Cruel (s. xiv), los enamorados. Tan linda como esta comedia, en vivacidad y
que presenta con las características de valiente, reconocida por los gracia, es la titulada No puede ser. . . Cierto mancebo cree
cronistas, y de justiciero, que le atribuye la tradición popular. imposible que mujer alguna pueda engañar su vigilancia; pero
Moreto nos hace presentir, sin embargo, en este justiciero inflexible una hermana que tiene bajo su guarda, y a quien con mil precau­
el que después llegará a ser cruel tirano. Además de la figura del ciones defiende hasta del sol, se encarga de probarle lo contrario.
rey, tiene grandeza la de don Tello, ricohombre de Alcalá, deshon­ Lo que no puede ser en esta deliciosa obra, sentimental y humorís­
rador de las mujeres de sus vasallos, brutal y soberbio como los tica, es guardar a una mujer. Su modelo es El mayor imposible
comendadores de Lope de Vega. Es notable el esmero con que el de Lope de Vega.
376 E P O C A CLASI CA D R A MÁ T I C O S P R I N C I P A L E S 377
Sus comedias más célebres son El lindo don Diego y El desdén cortesano, las graciosas agudezas, y el fuego vivo que late bajo
con el desdén.40 las apariencias del desdén, están combinados de la manera más
El lindo don Diego es un joven provinciano, fatuo hasta la insensatez, exquisita y primorosa. Son muchos los diálogos espirituales,
que va a la corte para contraer ventajoso matrimonio. Prendado de sí brillantes, en este duelo de dos almas que se combaten y se atraen
mismo, se cree irresistible con las mujeres. Aunque su prometida le halla con el desdén: recordaremos los de las escenas 8 (acto I), 4 y 9
insoportable, y está enamorada de otro, el padre insiste en la boda por (acto II) y 5 (acto III). Entre las imitaciones extranjeras de
conveniencias de familia. Al lindo le hace caer en una trampa el lacayo esta comedia, figuran La Princesse d’Elide, de Moliére, con pasajes
de su rival: una gran señora, le dice, una condesa nada menos, se ha traducidos literalmente,46 La Prindpessa filosofa de Gozzi y La
enamorado de él, cosa que le parece a don Diego naturalísima. La entre­ Contessa di Barcellona de Tauro.
vista de la falsa condesa y del presumido caballerete es de lo más cómico En los siglos xvi y x v i i , no se tenía de la probidad literaria el
que se puede imaginar: ella, dándose aires de gran señora, le habla en concepto riguroso que hoy tenemos. Los temas eran considerados
lenguaje pomposo y vacío de sentido, y él, queriendo ponerse a la altura de como pertenecientes a un fondo común. El autor que hallaba una
las circunstancias, y sin percibir las ironías y burlas de la despierta mujer,
le responde en el más confuso galimatías. Engreído por la conquista, idea excelente en cualquier obra ajena, se la apropiaba sin grande
desdeña ahora a su antigua prometida; y al ver tanta impertinencia, el escrúpulo. Moreto fué muy inclinado a tomar los argumentos de
padre accede al fin a deshacer aquella boda y a casar la muchacha con el otros autores españoles, cuando bien le parecían.® Ya en su
rival de don Diego. Sólo cuando la situación es ya irremediable, se da tiempo, le pintaban en cierta sátira revolviendo comedias y papeles
él cuenta de la burla condesil. antiquísimos, de los cuales nadie se acordaba, y diciendo para sí:
« Esto no vale nada. De aquí se puede sacar algo, mudándole algo.
El carácter del protagonista, aunque algo recargado de ridi­ Este paso puede aprovechar . . . »47 También es verdad que casi
culeces, como en todas las comedias de figurón, es de originalidad siempre mejoró a los modelos en el plan, en el desarrollo, en los
y verdad profundas. caracteres y en el estilo. La idea de El lindo don Diego, por ejemplo,
El desdén con el desdén es la mejor comedia de carácter que escri­ la sacó de El Narciso en su opinión, de Guillén de Castro; El
bió Moreto, y de las más excelentes en todo el teatro español. desdén con el desdén salió de La vengadora de las mujeres, de Lope de
Diana, hija del conde de Barcelona, es enemiga del matrimonio y de Vega; pero mientras la obra de Castro es mediana, y la de Lope
los hombres: casarme y morir, es una misma cosa, piensa ella. A los es una de las suyas más flojas, las dos de Moreto son perfectas
homenajes y pruebas de amor, responde con gracioso desdén, pero en el obras maestras. En estos, y en otros casos, ha dado todo su valor
fondo se siente halagada. Carlos, conde de Urgel, más sagaz y mejor a una idea ajena que fué imperfectamente ejecutada.
aconsejado que los otros pretendientes, sigue un método original y efica­ En el drama no es un maestro; desacierta por lo común en las
císimo: combatir al desdén con el desdén; se muestra frío e indiferente a pasiones violentas y excepcionales; y si el resorte es el honor con­
los atractivos de Diana. Herida en su orgullo, interesada, curiosa, trata yugal, fracasa completamente (exceptuando un solo caso, el de
ella de enamorarlo, para castigarle después con el desprecio y el ridículo. La traición vengada). Donde triunfa como gran maestro es en los
Pero Carlos domina su profunda pasión y continúa en el papel de hombre
asuntos apacibles y en la pintura de los afectos naturales. En
que no ama ni quiere ser amado. Gradualmente, la princesa se va intere­
sando en el juego, va poniendo toda su alma en él, va apasionándose de este plano, es observador sagaz, verdadero psicólogo para ana­
aquel varón tan singular que desdeña a todas las mujeres, como ella antes lizar y describir los movimientos de las pasiones; tiene sensibilidad,
a todos los hombres: y Diana, al cabo, se rinde al amor. fino arte, para los matices. Es tan grande como Alarcón o Rojas
c Las suyas también fueron utilizadas por otros: así, además de las imitaciones
La evolución de los sentimientos en el corazón de la protagonista, extranjeras ya señaladas, La, tía y la sobrina y Lo que puede la aprehensión se tro­
caron por mano de Tomás Corneille en Le Barón d Albikrac y Le charme de la voix,
sus mismos movimientos, están señalados con claridad y finura y del No puede se r... salieron el Sir Courtly Nice de Crowne y La guerre ouverte
admirables. El colorido poético y sentimental, el discreteo de Dumaniant.

m /V- f e » ^ ^ * i ¿a
DRAMATICOS P R I N C I P A L E S 379
378 È P O C A CLÁ SI CA

en poner de relieve la psicología de un carácter. Parécese mucho valiente y discreto, «una de las más bellas comedias del teatro
al primero en el pensamiento moral y en el decoro de la frase; y antiguo »;50 de sus comedias El ejemplo mayor de la desdicha y
a los dos, en la intención cómica y en la vivacidad del diálogo. capitán Belisario y La adversa fortuna de don Bernardo de Cabrera
También prefiere, como Alarcón, retratar los tipos superiores de proceden respectivamente el Bélisaire y el Don Bernardo de Cabrera
mujer, la de linaje ilustre, la de notable inteligencia, la de espíritu del francés Rotrou.
original. Es muy variado en los caracteres, y lo es igualmente en Con la excepción de Lope de Vega y de algún otro poeta dramá­
los resortes dramáticos. Procura la sencillez en el plan y en el tico, la mayoría de ellos cultivaron también, poco o mucho, los
desenvolvimiento; la exposición suele hacerla con claridad y rapi­ entremeses, y de modo magistral Moreto y Calderón. Pero el más
dez; enlaza las diversas partes de la obra con esmero; lleva la famoso entremesista es Luis Quiñones de B enavente (1589?-
acción de un modo lógico, graduado y natural. Argumentos 1651), que se dedicó 'a este género exclusivamente. Compuso
complicados, lances inverisímiles, caracteres postizos, los tiene sin alrededor de novecientos entremeses, cuadritos regocijados y
duda en su teatro (La cautela en la amistad, La fortuna merecida, satíricos de los estados, tipos, oficios, trajes y costumbres de la
Hacer del contrario, amigo, etc.), pero de tales piezas no hay para sociedad de su tiempo: El murmurador, Los coches, El marido
qué hablar aquí, trátese de Moreto o de cualquiera otro: represen­ flemático, El doctor y el enfermo, El amor al uso, Los pareceres, etc.51
tan los ensayos o las equivocaciones de todo escritor, incluyendo La sátira de Quiñones de Benavente es menos honda y universal
a los más geniales maestros: Cervantes, Lope, Shakespeare, que la de Cervantes, en sus entremeses, pero en este género
Moliére. La versificación de Moreto es llana, sin arrebatos líricos, le corresponde el lugar inmediato al Príncipe de los Ingenios
muy propiamente dramática.48 Su lenguaje se acopla bien a los españoles.
tipos y situaciones. Gusta de esmaltar el diálogo con pensamientos [1] V. H. Mérimée, Pour la biographie de Don Guillén de Castro, en Revue des
morales y filosóficos, que declara concisa y elegantemente. Su langues romanes, t. L, págs. 311-322; Pérez Pastor, Bibliografía madrileña,
Madrid, 1891-1907, Parte III, págs. 344-362; Eduardo Juliá Martínez,
gracia es fina; sus chistes son discretos y decorosos. Tiene, en Observaciones preliminares en Obras de Don Guillén de Castro y Bellvis, ed.
suma, sobriedad y buen gusto. El arte de Moreto nos parece más Real Academia Española, Madrid, 1925 [en publicación], 1 .1, págs. vii-xcv.
reposado y más reflexivo que el de la casi totalidad de los drama­ [2] V. H. Mérimée, Vari dramatique à Valencia, depuis les origines jusqu’au
turgos de aquel tiempo.6 commencement du x v n e sücle, Toulouse, 1913; ídem, Spectades et comédiens
à Valencia, Toulouse, 1913.
[3] V. Vari dramatique à Valencia, págs. 696-711.
6 . Otros dramáticos. El amor de los españoles al teatro, la [4] Ed. Comedias de Guillén de Castro, en B. A. E., t. XLIII; Obras, ed.
súbita e inmensa popularidad de que éste gozó casi desde un prin­ Real Academia Española: V. nota 1.
cipio, estimularon la producción hasta el punto de formar legión [5] Ed. Said Armesto (Clásicos Castellanos), Madrid, 1913.
los escritores dramáticos. « Se ha dicho que la producción dramá­ [6] Encuéntrase en el mismo tomo de la nota precedente, con el título de
tica de España, en los siglos xvi y xvii, es mayor que la de todas Las mocedades del Cid: Comedia segunda.
[7] Viel-Castel, de l’Académie Française, Essai sur le théátre espagnol, Paris,
las otras naciones de Europa juntas, y esto no es quizá una exa­ 1882, p. 219; V. G. L. Van Roosbroeck, The Cid Theme in Trance in 1600,
geración. »49 Hemos citado en las páginas anteriores a los más Minneapolis, 1920; J. B. Segall, Corneille and the Spanish Drama, New York,
sobresalientes dramaturgos (dejando a Calderón, el último de los 1907; F. Brunetiére, Corneille et le théátre espagnol, París, 1903; Guillaume
grandes maestros, para el capítulo siguiente), y agregaremos ahora Huszár, Corneille et le théátre espagnol, París, 1903; Schaeffer, Geschichte des
el nombre de Antonio M ira de Amescua (1577 ?—1644), a quien spanischen Nationaldramas, Leipzig, 1890,1 .1; Hámel, Der Cid im spanischen
Drama des xv i und x v u Jahrhunderts, Halle, 1910.
por sus dotes poéticas, originalidad y pensamiento filosófico, [8] Viaje del Parnaso, ed. Schevill y Bonilla, Madrid, 1922, p. 117.
colocan algunos críticos por encima de Guillén de Castro y de [9] V. Cotarelo y Morí, Luis Vélez de Guevara y sus obras dramáticas, en
Montalbán: sus obras más importantes son El esclavo del demonio, Boletín de la Real Academia, ts. III (págs. 621-652) y IV (págs. 137-171).
comedia devota, Obligar contra su sangre, drama heroico, y Galán, [10] V. Cotarelo, loe. cit., t. IV, p. 439.
D R A M Á T I C OS P R I N C I P A L E S 381
380 É PO C A C LÁ SI C A
[42] V. Fernández-Guerra, Comedias escogidas de Moreto (33), en B. A. E.,
[11] V. G. Lanson, Histoire de la litlérature française, Paris, 1922, págs.
t. XXXIX, págs. vii-xix; Gallardo, Ensayo de una biblioteca española de libros
668-670. raros y curiosos, Madrid, 1863-89, t. III, c. 900-915; Pérez Pastor, op. cit., III,
[12] Ed. Bonilla y San Martín (Sociedad de bibliófilos madrileños), Madrid,
1910; ed. Rodríguez Marín (Clásicos Castellanos), Madrid, 1918; ed.B .A .E ., págs. 433-434.
t. XXXIII; V. F. Pérez y González, El Diablo Cojuelo: notas y comentarios,
[43] V. Fernández-Guerra, Catálogo razonado de las comedias de Moreto,
loe. cit., págs. xxix-lv.
Madrid, 1903. [44] Ed., con todas las demás examinadas de Moreto, en B.A. E., t. XXXIX.
[13] V. Cotarelo, loe. cit., t. IV, págs. 270-308 y 414-430.
[45] Ed. N. Alonso Cortés: El lindo don Diego y El desdén con el desdén
[14] Id., ibid., p. 441.
(Clásicos Castellanos), Madrid, 1916; V. Mabel M. Harían, The Relation of
[15] Ed. Comedias de Vélez de Guevara, en B. A. E., t. XLV.
Moreto’s « El desdén con el desdén » to Suggested Sources, en Indiana Universily
[16] Mesonero Romanos, B. A. E., t. XLV, p. xiii.
[17] Ed. J. Gómez Ocerín (Centro de Estudios Históricos), Madrid, 1920. Studies, June 1924.
[46] V. Ernest Martinenche, Moli'ere et le théátre espagnol, París, 1906;
[18] V. Cotarelo, loe. cit., t. IV, págs. 442-443.
[19] V. Menéndez Pidal y M. Goyri de Menéndez Pidal, La Serrana de la ídem, La Comedia espagnole en France, de Hardy a Racine, Paris, 1900; G.
Vera (Centro de Estudios Históricos), Madrid, 1916, págs. 134-160. Huszár, Molüre et VEspagne, Paris, 1907.
[20] Menéndez y Pelayo, Obras de Lope de Vega, t. XII, p. xci. [47] Cáncer y Velasco, Vejamen, ed. Bonilla y San Martín, en Oro viejo,
[21] Rennert, The Life of Lope de Vega, Glasgow, 1904, p. 413. Madrid, 1909.
[22] V. La Barrera, Catálogo bibliográfico y biográfico del teatro antiguo [48] V. S. Griswold Morley, Studies in Spanish Dramatic Versification of the
español, desde sus orígenes hasta mediados del siglo xvm , Madrid, 1860; Siglo de Oro: Alarcón and Moreto (University of California Publications),
Pérez Pastor, Bibliografía madrileña, Parte III, págs. 451-453; G. W. Bacon, Berkeley, 1918, págs. 131-173.
The Life and Dramatic Works of Doctor Jm n Pérez de Montalván, en Revue [49] Rennert, The Spanish Stage in the Time of Lope de Vega, New York,
hispanique, t. XXVI. 1909, p. xi.
[50] Mesonero Romanos, Dramáticos contemporáneos de Lope de Vega, en
[23] V. G. W. Bacon, loe. cit., págs. 16-17.
B. A. E., t. XLV, p. x (contiene 5 comedias de Mira de Amescua); El esclavo
[24] Id., ibid., p. 391.
[25] Ed. Comedias de Pérez de Montalbán, en B. A. E., t. XLV. del demonio, ed. M. A. Buchanan, Baltimore, 1905; V. F. Sanz, Mira de
Amescua: nuevos datos para su biografía, en Boletín de la Real Academia
[26] V. B. A. E., t. XLV, p. xxxi.
[27] V. Cotarelo, Sobre el origen y desarrollo de la leyenda de los Amantes de Española, 1.1, págs. 551-572; N. Díaz de Escobar, Siluetas escénicas del pasa­
Teruel, en Revista de Archivos, etc., t. VIII, págs. 347-377; C. B. Bourland, d o ...: Mira de Amescua, en Revista del Centro de Estudios Históricos de
Boccaccio and the <( Decameron )) in Castilian and Catatan Literature, en Revue Granada y su reino (1911), 1.1, págs. 122-143; C. E. Aníbal, Mira de Amescua.
El arpa de David, etc., Columbus (Ohio), 1925, p. 124 y sigts.
hispanique, t. XII, págs. 99-114.
[28] V. Adolf Schaeffer, op. cit., 1 .1, p. 447.
[51] Entremeses, loas y jácaras de . . . Quiñones de Benavente (82), ed. Ca­
[29] V. Cotarelo, Don Francisco de Rojas Zorrilla: noticias biográficas y yetano Rosell, en Libros de antaño, ts. I y II; V. Cotarelo, Colección de entre­
meses, loas, bailes, jácaras y mojigangas desde fines del siglo x vi a mediados
bibliográficas, Madrid, 1911, págs. 13-97.
del x v u i, en N.B.A. E., ts. XVII y XVIII; L. Rouanet,Interm'edes espagnoles
[30] Id. ibid., págs. 125-260.
[31] Ed. Comedias de Rojas, en B. A. E ., t. LXV, p. 152. du x v n e süde, Paris, 1897.
[32] Jornada III, escenas 2 y 5.
[33] Id., III, 11.
[34] Ed. Ruiz Morcuende, juntamente con el drama Del rey abajo, ninguno
(Clásicos Castellanos), Madrid, 1917.
[35] Ed. Américo Castro (Centro de Estudios Históricos), Madrid, 1917.
[36] Schack, Hist. de la literatura y del arte dramático en España, trad. E. de
Mier, Madrid, 1887, t. V, p. 66.
[37] Ed. cit. en nota 34.
[38] Cotarelo, Rojas Zorrilla, p. 119.
[39] Mesonero Romanos, B. A. E., t. LIX, p. xx.
[40] Schack, op. cit-, t. V., págs. 50-51.
[41] V. Cejador, Hist. de la lengua y literatura castellana, t. IV (Madrid,
1916), págs. 111-112.
CAPITULO XXVIII

CALDERÓN DE LA BARCA
1. Nolida biográfica: soldado y sacerdote. 2. Varios géneros drcl··
máticos: entremeses, zarzuelas, comedias mitológicas y novelescas.
3. Autos sacramentales. 4. Dramas religiosos: El mágico prodigioso,
El príncipe constante y La devoción de la Cruz. 5. Comedias de capa
y espada. 6. Comedias filosóficas: La vida es sueño: su asunto y
valor. 7. Dramas históricos. 8. El alcalde de Zalamea, obra maestra.
9. Dramas de celos: El médico de su honra, A secreto agravio, secreta
venganza, etc. 10. Critica de su teatro.
1. N oticia biográfica . D on P edro C ald eró n d e la B arca
(1600-1681) era hijo de un humilde escribano del Consejo de
Hacienda. Educado en el colegio de jesuítas de Madrid, su ciudad
natal, pasó a estudiar teología en Salamanca para poder desem­
peñar una capellanía correspondiente a su familia, proyecto que
luego abandonó. De regreso en Madrid, tomó parte en un certa­
men literario (1622), en el cual fué premiado y recibió las alaban­
zas de Lope de Vega, por haber merecido en la temprana juventud
laureles que el tiempo suele reservar a las canas. En 1630 volvía
Lope a mencionarle entre los buenos poetas de la corte, y para
1632 era ya dramaturgo cuyas obras, según Montalbán, se repre­
sentaban con general aplauso. Peleó en la guerra de Cataluña
(1640), y algo después le fué concedida una pensión mensual de
treinta escudos de oro.a Hacia 1648 falleció su amante — de la
cual tuvo un hijo —, y tres años más tarde el poeta se ordenó de
sacerdote.
Era Calderón de hermoso semblante, amplia la frente, los ojos
vivos y penetrantes, suave la voz, de gallardo y nobilísimo con­
tinente. Como hombre y como escritor, tuvo la estimación y el
respeto de sus contemporáneos, y en medio de aquel mundo de
guerrillas literarias, jamás fué blanco de las sátiras. Estimó el
mérito ajeno, y estimado fué justamente el suyo: Lope, Tirso,
Mira de Amescua, Montalbán, todos le elogian y le prueban cariño.
° escudos: véase nota a en la pág. 292.
382
CALDERÓN 383

Obtuvo varias mercedes de Su Majestad, entre ellas, el hábito de


Santiago y una capellanía de honor en Palacio.
El día 25 de mayo de 1681, fiesta de Pentecostés, falleció el poeta
venerable; llególe la callada muerte al tiempo que componía un
auto: murió, pues,« como muere el cisne, cantando o.1
Calderón había comenzado a escribir a edad temprana, y con­
tinuó favorecido de las musas hasta la ancianidad: se dice que
compuso su primera comedia a los trece años, y a los ochenta la
última. Poseemos unas ciento veinte comedias suyas, ochenta
autos y alrededor de veinte entremeses y piezas menores.2
2. Vahíos g é n e r o s d r a m á tic o s . Escribió Calderón algunos
chistosos entremeses (El Dragoncillo, Las Carnestolendas, La
plazuela de Santa Cruz, etc.), que figuran entre los mejores del
género.3 Sus zarzuelas inauguraron este género lírico-musical en
España. Se les dió tal nombre por haberse representado las
primeras, las de Calderón, en la Zarzuela, sitio de caza de los reyes
próximo al Pardo. Las más preciosas son La púrpura de la rosa,
en un acto, sobre la leyenda mitológica de Adonis y Venus, y El
laurel de Apolo, en dos actos, acerca de los amores de este dios por
la ninfa Dafne, que, huyéndole, se vió transformada en laurel:
No es comedia, sino sólo en que, a imitación de Italia,
una fábula pequeña, se canta y se representa.4
Ambas tienen música, baile y canto, con abundante elemento
popular, y el tratamiento literario de las fábulas es muy adecuado
y gentil.
Entre sus comedias de asunto también mitológico, sobresalen
El mayor encanto, amor, en que el prudente Ulises sucumbe a los
encantos de una maga (Circe); N i amor se libra de amor, con el
mito de Psique, belleza humana, robada por Cupido e inmortali­
zada como diosa; y La estatua de Prometeo, el titán que después de
haber hecho una figura humana con el barro de la tierra quiso
robar a Apolo un rayo de luz para embellecer su obra, y fué enca­
denado en la roca del Cáucaso, donde un buitre le devoraba las
entrañas.6
De las comedias de Calderón fundadas en libros de caballerías,
recordaremos La puente de Mantible, episodio tomado de la
historia novelesca de Carlomagno y los doce pares, y El castillo de
Lindabridis, cuyas maravillosas aventuras proceden de la novela
de El Caballero del Febo.6
384 É P O C A CLÁ SI CA CALDERON 385

Todas estas obras, aunque con brillantes juegos de la fantasía y en una piadosa leyenda de los madrileños; El santo rey don Fer­
excelentes trozos de poesía lírica, representan la labor dramática nando, en las tradiciones épicas castellanas; y Psiquis y Cupido,
de Calderón menos importante. en la mitología, representando en aquella figura al Redentor, y en
la segunda a la Humanidad redimida. En los autos sacramentales,
3. Autos sacramentales. Son piezas dramáticas de un acto Calderón ha llegado a las más excelsas cumbres de la poesía y del
en loor del sacramento de la Eucaristía (la presencia real de Jesu- simbolismo religioso. En ellos pueden admirarse los vuelos más
cristo en la hostia consagrada), que simboliza la unión del hombre sublimes de este inmortal poeta.
con Dios. Tienen, pues, carácter sagrado y alegórico. Se repre­
sentaban en la plaza pública la tarde del día del Corpus, y por 4. D ramas religiosos. Pertenece al género reügioso y al
varias tardes más consecutivas. Fue nuestro poeta quien escribió filosófico juntamente, El mágico prodigioso:
mayor número de autos, y quien, combinando el simbolismo con las
Cipriano, estudiante de Antioquia consagrado a las ciencias y en
necesidades escénicas, les dió su forma más perfecta. En El
particular a la teología, tiene dudas acerca de la naturaleza de Dios;
divino Orfeo aparece la figura del Creador, sobre un carro en forma cuando el demonio trata de aprovecharse de ellas para perderlo, el joven
de nave, y llama a la vida a todos los seres; se van presentando lo humilla con el poder del razonamiento. Enamorado más tarde de la
en otros carros, que se unen a aquél; sigue la aparición del mal en cristiana Justina, y rechazado por ella, vende su alma al demonio a cambio
la naturaleza, con los ángeles rebeldes; y, después de la caída de de la posesión de la doncella; pero todos los prodigios del espíritu infernal
Adán y Eva, llega el divino Orfeo (Jesucristo) con una lira en forma para provocar la caída de Justina fracasan ante su fe. El demonio tiene
de cruz, canta las desgracias de la humanidad, y luego la redime que confesarse vencido por el Dios de los cristianos, y Cipriano, con­
con su sangre. En el auto sacramental de La vida es sueño, glosa vertido a la nueva religión, sufre el martirio al lado de Justina.
Calderón la parte simbólica de su comedia del mismo título, de
fecha muy anterior; son muy hermosas las alegorías de los cuatro La acción abunda en episodios inútiles; el de Lelio y Floro es un
elementos, que se disputan el gobierno del mundo, cuya corona anacronismo, puesto que los romanos no conocían el duelo; pro­
ceden luego al nuevo príncipe, al Hombre, que acaba de ser creado. lija es la historia del nacimiento de Justina, y demasiado largas
A Dios por razón de Estado se titula otro de los mejores: el Pen­ también las discusiones teológicas y metafísicas entre Cipriano y
samiento, en traje de loco, acompañado del Ingenio, que hace de el demonio. Pero, en cambio, la concepción del drama es gran­
galán prudente, parte en busca de la verdadera idea de Dios; diosa, y los pasajes notables son muchos: el de Cipriano, cuando
recorren los pueblos y religiones antiguas; visitan las remotas estrecha en sus brazos la figura fantástica de Justina, y de su rapto
islas del ateísmo; entre los islamitas encuentran un rayo de luz; de delicias pasa al horror, viéndola transformarse en esqueleto;
y descubren, al fin, toda la verdad religiosa en el cristianismo que la escena en que el diablo tiene que declararse vencido por el Dios
predicaba San Pablo. En La cena de Baltasar, este príncipe de de los cristianos; y aquella otra en que trata de excitar los senti­
Babilonia sufre el castigo por su profanación de los vasos sagrados mientos voluptuosos de la joven, y pierde al invocar ella el nombre
durante un festín; la Muerte, como ministro de la cólera del de Dios.
Señor, atraviesa con su espada el corazón de Baltasar, que sim­ Entre el estudiante de Antioquia y el doctor Fausto de Goethe,
boliza la blasfemia humana.7 existen bastantes analogías: los dos son filósofos y cultivadores
Para dar forma clara y concreta a la idea abstracta, Calderón de las artes mágicas; los dos, atormentados por la duda, reniegan
pone a contribución los más variados elementos: textos sagrados, de la ciencia y se entregan al amor; los dos pactan con el diablo, y
mitología, costumbres y dichos populares, instituciones de su al fin se salvan, por la fe Cipriano, y Fausto por el amor. Pero,
tiempo. Así vemos que el auto de La serpiente de metal se basa aprovechando la misma idea legendaria del pacto diabólico,
en las ingratitudes del pueblo de Israel; El cubo de la Almudena, Calderón sólo ha hecho un drama que no es el mejor de los suyos, y
É P O C A C LA S I CA CALDERÓN 387
386

Goethe una de las obras más extraordinarias de la literatura de los campos, han vivido separados e ignoran el vínculo que los une. A
consecuencia de una muerte, en leal desafío, Eusebio tiene que refugiarse
universal.8 _ en las montañas, y se hace bandolero. Es creyente, tiene fe en los mila­
El principe constante se halla fundado en la histórica expedición
gros y especial devoción por la Cruz redentora, cuya presencia le ha sal­
del Infante don Fernando de Portugal contra los infieles de África
vado de grandes peligros, y le ha detenido también en la ejecución de
(1437), y su derrota, prisión y muerte en el cautiverio. El pro­ muchos crímenes. Entre tanto, Julia es obligada a ingresar en el convento.
tagonista es uno de los caracteres mejor diseñados en el teatro de Eusebio va allí a robarla o gozar de ella, pero al descubrir en su pecho una
Calderón: soldado de Cristo, caballero valiente y generoso, prín­ cruz roja — marca que él también tiene en el suyo—, la respeta y huye
cipe entero, mártir de la fe. Abundan en la obra los lasgos se­ atemorizado. Ella le sigue entonces, y le acompaña en su vida de bando­
ductores, y aun magníficos, como aquel de don Fernando, cuando lero. Al cabo, Eusebio muere a causa de unas heridas, en ocasión pro­
extenuado ya de hambre y fatiga en las miserias del cautiverio, se videncial que le permite confesarse y redimirse, y Julia implora el auxilio
niega a rescatar su libertad con la entrega de Ceuta: divino de la Cruz para su propio arrepentimiento y penitencia.11
R ey M oro. ¿ Por qué no me das a Ceuta ? Es un drama tan grande en sus bellezas como en sus defectos:
F ernando. Porque es de Dios, y no mía.9
la inspiración romántica y cristiana es admirable, y la ejecución
En este drama tenemos uno de los sonetos más famosos de la muy irregular; la figura del bandido devoto es extraordinaria, y
lengua castellana, el soneto en que don Fernando, al brindar un la de Julia absurda sencillamente; algunas situaciones producen
ramillete a la princesa Fénix, encarece la breve vida de las flores: verdadero efecto, y otras son pueriles o desdichadas; el desenlace,
fantástico, pero sin grandeza, parece propio de una comedia de
Éstas, que fueron pompa y alegría
despertando al albor de la mañana, magia.
a la tarde serán lástima vana,
durmiendo en brazos de la noche fría. 5. Comedias de capa y espada. Nuestro poeta sacó el mayor
Este matiz, que al cielo desafía, partido de las intrigas de estas comedias, donde el hado y las
iris listado de oro, nieve y grana,
será escarmiento de la vida humana: situaciones festivas juegan papel principal. En Casa con dos puer­
¡ tanto se emprende en término de un día! tas, mala es de guardar, la heroína, traviesa y de mucho ingenio,
A florecer las rosas madrugaron, burla la vigilancia de su hermano, y en casa de la novia de éste —
y para envejecerse florecieron: que es la de dos puertas — se entrevista con el amante; logra,
cuna y sepulcro en un botón hallaron. claro está, el premio de sus sobresaltos, con el triunfo del amor.12
Tales los hombres sus fortunas vieron:
en un día nacieron y espiraron,
Es quizás la mejor de su género, por la animada presentación de
que pasados los siglos, horas fueron.10 las costumbres, por el interés del enredo y por las cualidades
poéticas. De la combinación de esta comedia con Los empeños de
El desenlace es fantástico y original: la sombra del príncipe, un acaso, también de Calderón, sacó Tomás Comedle Les en-
después de su muerte, con una antorcha en la mano, guía en la gagements du hasard.
oscuridad de la noche a la hueste cristiana, ante los muros de Fez, El título de la divertida comedia El escondido y la tapada indica
para rescatar su cadáver. bien la naturaleza del asunto: un caballero ha dado muerte a
Otro drama de Calderón, La devoción de la Ci uz, ha gozado otro en desafío, y la novia, que es la tapada misteriosa, lo esconde
casi de tanta popularidad en la Alemania protestante como en la en su casa; pero regresa el hermano de ella, decide mudarse re­
católica España: pentinamente, y en la casa quedan encerrados el novio y su lacayo.
Eusebio, mozo de nobles prendas, está enamorado de Julia; hermanos Quinault tomó esta comedia en L ’amant indiscret, así como El
gemelos, nacidos en circunstancias dramáticas al pie de una cruz, en mitad galán fantasma, de Calderón, para Le fantóme amoureux.
388 E PO C A CLASI CA C A LD ER ON 389

Llenas están de sorpresas y de gracia, pero con delicadezas de se desarrolla entre gente de alto rango, en el palacio de los nobles
sentimiento poético, las Mañanas de abril y mayo y No siempre lo o de los príncipes (v. gr., El secreto a voces, La banda y la flor,
peor es cierto¡ esta última fue utilizada por Scarron en La fausse Manos blancas no ofenden), y dos comedias de figurón, las tituladas
apparence y por el segundo conde de Bristol en su Elvira. El alcaide de sí mismo (aprovechada por Tomás Corneille en Le
¿ Cuál es la mayor perfección ?, pregunta el título de otra comedia, geolier de soi-méme y por Scarron en Le gardien de soi-méme)6 y
¿ la discreción o la hermosura ? En ella vemos a dos caracteres Guárdate del agua mansa.14 Pero estas producciones quedan muy
femeninos en contraposición, Ángela, escultura bellísima sin alma, por bajo de las obras maestras del género, de El vergonzoso en
y Beatriz, modelo envidiable de la mujer prudente y juiciosa; don palacio, de Tirso, entre las palaciegas, o de El lindo don Diego, de
Félix, enamorado primero de la hermosa, acaba seducido por la Moreto, entre las de figurón.
discreta. En No hay burlas con el amor, cierto caballerito desena­
morado, insensible a las flechas de Cupido, por favorecer los amores 6. C o m ed ia s f il o s ó f ic a s . Prescindiendo de la bella comedia
de su amigo don Juan con doña Leonor se finge apasionado de la En esta vida todo es verdad y todo es mentira (que tal vez proceda,
hermana de ella, y tras no pocos lances y sobresaltos, acaba así como el Héraclius de Pedro Corneille, de La rueda de la fortuna
estándolo de verdad. (1604) de Mira de Amescua),16 está considerada como la perla del
Muy brillante es La dama duende, al parecer la comedia pre­ estilo filosófico La vida es sueño: sólo pueden parearse con ella el
dilecta de Calderón: doña Ángela, viudita descontenta y fogosa, Hamlet de Shakespeare y el Fausto de Goethe. El argumento de
emplea artes tan endiabladamente misteriosas para interesar y La vida es sueño, en líneas generales, prescindiendo de la intriga
enamorar al huésped que sus hermanos tienen en la casa, que secundaria, es como sigue:
provoca la confusión de todos, el miedo del criado, y lo que ella Segismundo, hijo único del rey de Polonia, nace entre fatales vaticinios;
pretende, el amor del caballero. Todo lo que hace tiene una ex­ las estrellas anuncian al rey, gran astrólogo, que el príncipe ha de ser un
plicación natural; las apariencias son tan apropiadas e ingeniosas, monstruo de impiedad y de crueldad; sacrificando su amor de padre al
que la gente de la casa llega a creer de verdad que por allí anda un bienestar del pueblo, para evitarle un tirano, hace creer que el infante
duende; el huésped está seguro de haberlo visto: nació muerto; manda encerrarlo secretamente en cierta torre en medio de
Como sombra se mostró, como ilusión se deshizo, las montañas. Allí, sin ser tratado ni visto más que por su guardián y ayo,
fantástica su luz fué, como fantasma se fué. Segismundo se cría y vive cautivo, hecho un compuesto de hombre y fiera:
pero, como cosa humana, Si doy rienda al discurso, 6 De obras de Calderón se derivan, además de las citadas, las siguientes: de Los
se dejó tocar y ver; no sé, ¡ vive Dios!, no sé empeños de un acaso, Peor está que estaba y Lances de amor y de fortuna, respectiva­
como mortal se temió, ni qué tengo de dudar, mente, V inconnue, Les apparences trompeuses y Les coups d'amour et de fortune, de
receló como mujer, ni qué tengo de creer.13 Boisrobert; de Peor está que estaba, Les innocents coupables, de De Brosse; de
El tetrarca de Jerusalén, La Mariane, de Tristan L’Hermite; de Argenis y Poliarco,
El asunto de La dama duende fué utilizado por Métel d’Ouville Argenis et Poliarque, de Du Ryer; de El astrólogo fingido, el Ibrahim, ou Villustre
Bassa, do Mlle de Scudéry; de Los empeños de un acaso, Les fausses vérités, de
(.L’inconnu), Tomás Corneille (La dame invisible) y Tomás Métel d’Ouville; de La dama duende, La dame invisible, de Hauteroche; de
Killigrew (The Parson’s Wedding). La gran Zenobia, la Zénobie, reine d'Arménie, de Montauban, y el Rhadamiste et
En las comedias de capa y espada, Calderón no tiene rival: Zénobie, de Crébillon; de El astrólogo fingido y El hombre pobre todo es trazas,
respectivamente, Le feint astrologue y Le galant doublé, de Tomás Corneille; de
nadie le sobrepuja en la descripción de los usos y costumbres, y La banda y la flor y El encanto sin encanto, Les sceurs jalouses y La magie sans magie,
ninguno le llega en el interés de la fábula, en la habilidad para de Lambert; de El pésame de la viuda, La veuve à la mode, de Donneau de Vizé; de
conducirla de sorpresa en sorpresa, de lance en lance, y en darle a Lances de amor y de fortuna, Les coups de Vamour et de la fortune, de Quinault; de
El alcalde de Zalamea, Le paysan magistrat, de D’Herbois; de Casa con dos puertas
aquella madeja de graciosos enredos una solución oportuna y mala es de guardar, Uadroite ingénue, de Désaugiers; de esta última comedia de
artística. Calderón, también el Renaudin de Caen, de Duvert y Lauzanne, etc.
Tiene en su repertorio varias comedias palaciegas, cuya acción
ÉP OC A CLÁ SI CA CALDERÓN 391
390

((¡ Ay mísero de mí! ¡ ay infelice! qué delito he cometido: que pueden ocupar la mente y el corazón del hombre, contenidos
Apurar,' cielos, pretendo, bastante causa ha tenido están en La vida es sumo. « No hay pensamiento tan grande en
ya que me tratáis así, vuestra justicia y rigor, ningún teatro del mundo. No sólo una, sino varias tesis están allí
qué delito cometí pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.» revestidas de forma dramática: primera, el poder del libre albe­
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo drío que vence al influjo de las estrellas; segunda, la vanidad de
las pompas y grandezas humanas, y cierta manera de escepticismo
Y continúa Segismundo meditando en este soliloquio, de tanta seduc­ en cuanto a los fenómenos y apariencias sensibles; tercera, la
ción lírica como majestad de pensamiento, sobre el privilegio de libertad
victoria de la razón, iluminada por el desengaño, sobre las pasiones
que gozan los seres de la creación, y que a él, con más alma que el ave,
desencadenadas y los apetitos feroces del hombre en su estado
con mejor instinto que el bruto, con más albedrío que el pez, con más vida
que el arroyo, se le ha negado, y concluye: natural y salvaje. »18 Segismundo es, no un carácter, sino un sím­
bolo, el símbolo de la vida humana. Entregado primero a sus
« En llegando a esta pasión, negar a los hombres sabe
privilegio tan süave, instintos, cuando todavía no conoce la vida ni los hombres, todo lo
un volcán, un Etna hecho,
quisiera arrancar del pecho excepción tan principal, que no sea su gusto le causa enfado, y es todo pasión, arrebato y
pedazos del corazón: que Dios le ha dado a un cristal, violencia: sólo el amor y la belleza femenina le impresionan favo­
¿ qué ley, justicia o razón a un pez, a un bruto y a un ave ? »'• rablemente. Siente luego las ilusiones del poder y de la grandeza,
El rey, temeroso de haber concedido demasiado fe a la predicción de y de ellas pasa al desengaño de la razón. Todo con la rapidez y
los astros, desea poner a prueba la condición de su hijo, al llegar éste a la energía con que se marcan y so borran las impresiones en una
edad de la razón: manda administrarle un narcótico, y que lo trasladen naturaleza virgen. Cuando empieza a despertar su razón, la duda,
al palacio secretamente; al despertar, Segismundo se halla en la cámara la eterna compañera del hombre, le agita el alma, hasta que alum­
regia, rodeado de servidores que le tratan como a soberano, e imagina brado por un rayo de la luz divina resuelve el misterio de la exis­
soñar. Informado de la verdadera historia de su nacimiento y linaje, tencia. Segismundo duda como Hamlet; para los dos, la vida es un
colérico y vengativo da rienda suelta a sus instintos, arroja por el balcón sueño; mas para Hamlet, que lleva su escepticismo más allá de la
a un criado orgulloso, intenta matar a su ayo y guardián, está a punto tumba, que duda de la tierra y del cielo, morir es dormir, acaso
de atropellar a una dama hermosa, e insulta a su mismo padre. Per­ soñar; para el príncipe creyente, morir es despertar.19 La transi­
suadido éste, ahora, de la verdad de los pronósticos, ordena que vuelvan
ción de Segismundo, de todas las fierezas del instinto a la mayor
a darle el bebedizo y lo trasladen a la torre. Cuando el infeliz Segismundo
despierta, cree haber sido todo un sueño, y, en el más notable monólogo mansedumbre, ha parecido a los críticos demasiado súbita; cabe
de la obra, razona sobre las falsas grandezas humanas y sobre la vida, que explicarla, sin embargo, por el sentido religioso que la inspira: es
es sólo un sueño.17 la conversión del pecador. Además, el cambio de su vida ha sido
Entre tanto, el pueblo, sabiendo que el rey va a nombrar heredero del en breves horas tan portentoso (de las cadenas al trono, y del
trono a un duque extranjero, con perjuicio de Segismundo, su señor trono nuevamente a la prisión), que la conmoción terrible de su
natural — cuya historia se ha divulgado—, se subleva y lo pone en espíritu bastaría a justificar el cambio moral. Añádase que le
libertad. Segismundo, que duda si es realidad o sueño, recordando cómo persigue aún la duda sobre las apariencias sensibles; cuando todos
el poder y las grandezas se disipan en un instante, cómo son humo que se admiran de su mudanza, él responde:
el viento barre los placeres y las pasiones, y que toda la vida es sueño,
((¿ Qué os admira, qué os espanta/ que he de despertar y hallarme
pone su pensamiento en la otra vida, en la eterna, y procede como justo
sí fué mi maestro un sueño, otra vez en mi cerrada
y piadoso príncipe. y estoy temiendo en mis ansias prisión ? . . . » 10
El misterio de la existencia humana, las luchas entre el instinto La vida es sueño es obra maravillosa por su concepción, por con­
y la razón, con el final triunfo de ésta, los más hondos problemas vertir en materia escénica las ideas más abstractas, y por reunir 1c
' Apurar, averiguar. d espanta, asombra.
392 É P OC A CLÁ SI CA C AL D E R O N 393

más sublime del sentimiento poético y del pensamiento filosófico. Tuzaní vuelve un día de la guerra para casarse con Clara, hija de un
Es la obra de nuestro teatro que encierra mayor caudal de con­ jefe morisco; apenas se celebra la ceremonia, es atacada la villa por los
ceptos profundos, trascendentales, y de imágenes hechiceras y cristianos. El joven caudillo sale de nuevo a combatir; y cuando más
tarde viene en busca de su amada, la encuentra herida alevosamente por
poéticas. Se han tachado como defectos la intriga secundaria (la
un soldado cristiano, y en sus brazos muere con tiernas palabras de amor.
venganza de Rosaura), ajena a la acción principal, lo falso del Tuzaní, disfrazado, recorre entonces el campamento de los cristianos, va
carácter de esta mujer, y varios pasajes conceptuosos. de grupo en grupo, esperando averiguar quién fué el asesino de Clara;
en un corro, escucha con fría y terrible calma la relación que hace un
7. D ram as h is t ó r ic o s . Dramas de rigor histórico son La cisma soldado: en el asalto del castillo, había dado con cierta bella morisca, y
de Ingalaterra y El sitio de Breda. Versa aquél sobre el divorcio no pudiendo poseerla, arrebatado de furia, le atravesó el pecho con la
de Enrique VIII de Inglaterra (que acarreó más tarde el cisma de daga: ¿Fué como ésta la puñalada?, pregunta Tuzaní clavándole su
la iglesia anglicana), la elevación al trono de la favorita Ana Bo- puñal. La acción termina con la sumisión de los moriscos.
lena, y su desgraciado fin en el cadalso. Sobresale en este drama
Los principales méritos de esta tragedia consisten en la creación
sombrío, junto a la buena exposición, la excelente delineación de
del protagonista, en el colorido local y de época, y en la energía
los caracteres: el rey teólogo, sensual y pérfido, la piadosa Catalina
de Aragón, su primera mujer, y la favorita ambiciosa y fascinante. con que están expresados los sentimientos.
En El sitio de Breda, consagración literaria de aquel triunfo de los
soldados españoles (1625), brilla el espíritu religioso, militar y' 8. E l a l c a l d e d e Z a l a m e a . Inspirándose en una tradición
caballeresco del poeta y de su tiempo. Una escena suya ha sido popular, según parece, había compuesto Lope de Vega una comedia
inmortalizada por el pincel de Velázquez en el cuadro llamado de titulada El alcalde de Zalamea. Y sobre el mismo asunto, con
Las lanzas, aquella en que Justino de Nassau entrega al marqués de título idéntico, es la de Calderón, una de las obras más perfectas
Espinóla las llaves de la ciudad, en el campamento: de nuestro teatro.22 He aquí su argumento:
Un tercio de soldados que va a la conquista de Portugal (1578), hace
Justino. Aquestas las llaves son
de la fuerza,® y libremente escala en la villa de Zalamea; el capitán don Alvaro, prototipo del
hago protesta en tus manos soldado arrogante y licencioso, llega a su alojamiento, que es la casa del
que no hay temor que me fuerce labrador Pedro Crespo, un labrador que lleva su capa con la misma
a entregarlas, pues tuviera dignidad que la toga un senador romano. Mientras dure el alojamiento
por menos dolor la muerte. del capitán, la hija de Crespo ha de permanecer retirada en las habita­
Aquesto no ha sido trato, ciones altas de la casa. Curioso por conocer a la bella muchacha, don
sino fortuna, que vuelve Alvaro emplea una estratagema, que el fiero labrador corta a tiempo;
en polvo las monarquías va éste a castigarle por su audacia, cuando se presenta el general don
más altivas y excelentes. Lope de Figueroa, que se enfurece al ver que un simple labrador estaba
E spínola. Justino, yo las recibo,
y conozco que valiente dispuesto a tomarse la justicia por su mano.23
sois, que el valor del vencido Cortés y bien hablado, Pedro Crespo, llegada la ocasión de no serlo,
hace famoso al que vence .. .21 devuelve a su interlocutor— como bofetadas de ira — insolencias y
juramentos. Cuando, variando de humor, el general le habla con respeto,
contéstale él con digna humildad, guardando siempre el mismo tono. Y
De colorido histórico es la tragedia Amar después de la muerte,
ambos, el general ilustre y el oscuro labrador, llegan a quererse: sus
que presenta un episodio de la rebelión de los moriscos de Granada arrebatos acaban siempre en franca y amistosa explicación. Don Lope,
(1569): que ha cobrado afición al hijo de Crespo, por su brío y desenfado, quiere
e fuerza, fortaleza. llevárselo a la guerra. Célebres son los consejos del padre al mozo.24
CALDERÓN 395
394 É PO C A CLÁ SI CA

El capitán don Alvaro, al partir, se lleva forzadamente a la hija de soldado Rebolledo, que va tras la bandera renegando al són del
Crespo, y tras quitarle el honor, la deja abandonada en el monte. Crespo, tambor, y Chispa la cantinera que sigue a su amigo Rebolledo
que acaba de ser nombrado alcalde1 prende al capitán, y en vano se con mucha honra, hasta la figura sobria y solemne de Felipe II,
humilla y le suplica que repare con el matrimonio el deshonor de la don­ que, con sólo aparecer un instante, nos hace impresión profunda.
cella. Don Lope de Figueroa, avisado en el camino de que uno de sus Es un cuadro donde cada figura guarda maravillosa corresponden­
capitanes había sido preso, vuelve a Zalamea y se hospeda en casa_de su cia, y da su nota personal con insuperable efecto. ¡ Y cuánta luz
amigo Crespo, sin saber todavía que éste es quien ha metido a don Alvaro y color, cuánta animación y verdad rebosan estas escenas de la
en la cárcel; viene encendido en cólera, y tras saludar a su buen amigo, vida española del siglo x v i i ! En la trama, en la distribución de
se entabla entre ellos el diálogo más admirable de la obra.25 los lances, en la manera de presentarlos, en los caracteres y en el
Pedro Crespo casa a la fuerza al capitán con su hija, y luego le ahorca.
lenguaje, en todos los elementos literarios y espirituales que pueden
Con la ejecución coincide la llegada del rey Felipe II al pueblo. Al saber
que el alcalde se ha atrevido a prender a uno de los capitanes, le pide el entrar en la composición dramática, nos parece El alcalde de Zala­
prisionero; Crespo le muestra, por toda respuesta, el cadáver. A los mea la obra más acabada y perfecta del teatro clásico. Sólo una
reproches del rey, contesta Crespo explicándole lo sucedido, humilde, escena se ha encontrado censurable, y no por la situación, sino
enérgico, con respeto rayano en idolatría por la autoridad del superior, el por el lenguaje afectado e impropio: la escena del monte, cuando
labrador no admite otro juez que él mismo en cuestiones que afectan a la doncella refiere su ultraje.
su honor. El monarca, impresionado por la dignidad y pundonor de
aquel humilde vasallo, y aprobando su sentencia, le nombra alcalde per­ 9. D ra m a s d e c e l o s . El honor calderoniano es una expresión
petuo de Zalamea. que, como proverbial, se ha incorporado al lenguaje, y se escucha
La acción de El alcalde de Zalamea está desarrollada no solo con a menudo en labios de la gente. Se alude con ella al concepto
perfecto arte, sino también con gran riqueza de motivos y de con­ exagerado del honor en varios dramas calderonianos, que acaban
trastes: lo apacible, lo regocijado, lo burlesco, lo brutal, lo patético con el sacrificio de la esposa, supuesta o realmente infiel. Estos
y lo intensamente trágico, tienen su propio lugar y representación dramas de amor y celos, con sangriento desenlace, son cuatro:
en esta obra singularísima; los más nobles sentimientos y las El médico de su honra, A secreto agravio, secreta venganza, El
pasiones más violentas; y combina de modo ejemplar, como nin­ ;pintor de su deshonra y El mayor monstruo, los celos.
guna otra comedia, el sentido monárquico de los españoles de El médico de su honra ofrece el caso más extremado y terrible
entonces y su profunda independencia democrática. Impresiona del honor conyugal. La esposa es inocente en realidad; y el
la verdad de aquellos hombres tan enteros: el capitán soberbio, marido, guiado sólo por falsas apariencias, la hace sangrar a muerte
que no puede imaginar que un villano se crea con honra; el don por un cirujano. El rey, que también la cree culpable como el
Lope de Figueroa, el viejo caudillo, con sus achaques de gota, marido, aprueba el acto: porque el honor con sangre, señor, se lava.
irritable, con tormentas y truenos a la menor contrariedad, pero En El pintor de su deshonra, tenemos el único adulterio consu­
de alma, noble, que inspira al mismo tiempo temor, respeto y mado en todo el teatro de Calderón, y aun en este caso el adulterio
simpatía; el labrador Pedro Crespo, respetuoso y deferente con le ha sido impuesto a la mujer violentamente. No son celos de
su huésped, a cuyas palabras de gratitud responde con grave dig­ honor, sino celos de amor llevados mas alia de la tumba, celos
nidad, y a sus juramentos con juramentos, y al más leve abuso de de una imaginación enloquecida, los que provocan la catástrofe de
confianza tiene palabras de ruda familiaridad: muy respetuoso, El mayor monstruo los celos {El tetrarca de Jerusalén):
pero muy digno, con una grandeza tan sencilla y tan epica. El tetrarca es Herodes, que ama con fervor a su esposa Mariene; por
Todos los personajes tienen marcado relieve humano, desde el ella, aspira al dominio del mundo, que a la sazón se disputaban Marco
Antonio y Octavio. Prisionero de este último, y condenado a muerte,
f alcalde, cargo que entonces comprendía, además de sus presentes funciones
administrativas, las de juez en materias civil y criminal.
Herodes manda que en el caso de su ejecución, maten a Mariene, pues de
___ ■

396 É P OC A CLÁSI CA C AL DE RON 397

ella está enamorado Octavio. Pero el desenlace es otro, conforme a un lina. Para el pueblo, Lope de Vega fue el ídolo mientras vivió,
augurio que, al empezar la obra, nos hace ya presentir la catástrofe: un pero a poco de morir se puso el sol de su fama; hoy, el pueblo le
astrólogo le había anunciado a Mariene que el tetrarca clavaría su puñal ignora. Calderón fué en su tiempo, y continúa siéndolo, el ídolo
en lo que más amase en el mundo, y que ella sería devorada por el más de la gente española: su nombre corre de boca en boca, de corazón
cruel, fuerte y horrible de los monstruos (los celos). Y la predicción se en corazón, como el de Cervantes. De ningún escritor conoce
cumple: Herodes, luchando con Octavio en la oscuridad, clava su puñal
nuestra gente tantas frases de memoria, como de Calderón. Lope
en el corazón de Mariene, que acaba de entrar. Al descubrir que es su
de Vega es, sin duda, el genio más extraordinario; Calderón, el
fiel y adorada esposa la víctima, el tetrarca se arroja al mar.
más representativo y nacional. Es inferior a Lope en espontanei­
Aparte de los anacronismos e inexactitudes geográficas, hay dad, naturalidad de los afectos y del lenguaje, y en la amplitud
exceso de pormenores inútiles, y los chistes del gracioso están muy de su genio. Queda por bajo de Tirso en la creación de seres vivos
fuera de lugar; pero la tragedia interesa y conmueve por la y personales, en la ironía y musa cómica. No llega tampoco a
fiereza del protagonista, por aquella pasión terrible de los celos Ruiz de Alarcón en el buen gusto, moderación artística y expre­
que devoran su alma y atropellan su razón, extendiéndose, como sión impecable. Pero les supera a todos en el vigor de las síntesis
su amor, más allá de la vida y de la muerte. y fuerza trágica, y no tiene rival, entre los dramáticos españoles
A secreto agravio, secreta venganza es tragedia superior a las o los extranjeros, en la grandeza de sus concepciones y en el arte
anteriores: simbólico.
Don Lope de Almeida tiene pruebas de que su esposa está a punto de
Muestra Calderón una filosófica tendencia a la generalización,
deshonrarle; cuando el amante va a buscarla, aquél le aguarda a orillas a ascender de los casos particulares al principio universal. Sus
del río que tiene que cruzar; en medio del agua, le da muerte, y hace obras están llenas de reflexiones trascendentales y de sabios pen­
zozobrar y anegarse el barco; don Lope sale a nado, prende fuego a su samientos; y no es raro el empleo de la dialéctica y aun de todo el
casa y, en el tumulto del incendio, mata a la esposa. Todo el mundo rigor escolástico (en El mágico prodigioso, por ejemplo, y en los
piensa que las muertes han sido casuales, porque el secreto del agravio autos sacramentales). Los grandes problemas del espíritu atraen
y de la venganza queda entregado a las aguas y al fuego. Sólo el rey y un su atención particularmente, y suele enfocarlos con la luz de la fe
amigo de don Lope sospechan la verdad, pero estiman justificada su religiosa; la idea del destino final del hombre parece fija siempre
conducta. El poeta se ha cuidado de anotar al fin que: en su mente; y el pensamiento de que la vida es sueño lo encon­
Ésta es verdadera historia tramos repetido constantemente en sus obras serias. No sólo es
del gran don Lope de Almeida. el poeta católico por excelencia, sino el mayor poeta dramático del
El asunto, sobre todo dicho así, secamente, es horrible, pero la cristianismo. Es también el gran poeta nacional: la obra de
tragedia es hermosa; aquellos dos hechos sangrientos están Calderón es la síntesis más completa, si bien con rasgos idealizados,
rodeados de situaciones artísticas y nobles; los personajes tienen del espíritu de la raza española. Ninguno otro ha presentado de
vida real; abundan los grandes pensamientos; y el lenguaje, casi manera tan constante y enérgica los sentimientos y los impulsos
libre de culteranismos, brilla con todo el fuego y la poesía de de la España tradicional, su religiosidad, patriotismo, lealtad al
Calderón.10 monarca, sentido profundo de la dignidad personal, concepto exa­
gerado del honor. El culto del honor, por ejemplo, resplandece
10. C iútica d e su t e a t e o . Calderón es el dramaturgo de fama en la comedia de sus predecesores y contemporáneos, pero rara
más sostenida. En la crítica literaria, los románticos alemanes le vez lo llevan a la exaltación calderoniana; y nuestro poeta no
ensalzaron como a un semidiós de la dramática, superior a todos exagera; él traslada a las tablas el concepto del honor que pre­
los antiguos y modernos. Luego, los eruditos españoles e ingleses valecía en la sociedad de su tiempo, y no el suyo personal. El
colocaron a su lado justamente a Lope de Vega y a Tirso de Mo- honor calderoniano — al revés de lo que suele afirmarse — no era el
C AL D E R Ó N 399
398 É P OC A C LÁ S I CA

de Calderón, sino el de sus contemporáneos; en boca de los perso­ son la ternura, la gracia, el sentimiento, sino las más propiamente
najes pone siempre la protesta contra aquel sentido del honor que masculinas, la altivez, la dignidad, el valor: son mujeres, como
conducía al crimen: alguien ha notado, que rara vez lloran.
Hemos dicho que no es facultad distintiva de nuestro autor la
¡ Que a otro mi honor se sujete, ¡ Mi fama ha de ser honrosa, creación de caracteres, pero sin negarle, claro está, esa facultad:
y sea, oh injusta ley traidora, cómplice al mal y no al bien! . . . inmejorables son el don Lope de Figueroa y el protagonista de El
la afrenta de quien la llora, ¿ Cómo bárbaro consiente
y no de quien la comete! el mundo este infame rito ? 26 alcalde de Zalamea, poderoso el Tuzaní de Amar después de la
muerte, admirable el don Fernando de El príncipe constante, ex­
Brilla más en las ideas e imágenes que en los rasgos íntimos de celentes los tipos de la coqueta y de la mojigata en Guárdate del
la pasión. Su fantasía es activa, su sensibilidad no lo es tanto: agua mansa, el del galán desenamorado en No hay burlas con el
los casos de la vida, los fenómenos de la naturaleza, los dolores amor, el del caballero discreto y nobilísimo en No siempre lo peor
mismos, parecen impresionar su imaginación, más bien que su es cierto, y buenos caracteres los tiene en varias obras más (¿ Cuál
corazón. Pocos poetas habrán pintado con colores tan vivos y es la mayor perfección?, Casa con dos puertas, La dama duende, El
atrayentes las flores, los campos, los cielos; y sin embargo, en astrólogo fingido, etc.). Pero, en terminos generales, Caldeión
aquellos cuadros opulentos falta algo de emoción. concibe el drama como una serie de situaciones brillantes o som­
El arte de Calderón es idealista. No da la imagen inmediata de brías, bien trabadas, más que como una expresión de caracteres.
la realidad; tiende a engrandecer los tipos nobles o las nobles Hay mucho cálculo y estudio en la disposición de sus fábulas, en
creencias (El principe constante, No siempre lo peor es cierto, etc.). la combinación de las partes, en la forma del desenlace. En las
« De ahí que toda clase de acciones aparezcan como rodeadas de comedias de capa y espada, sorprende la habilidad de Calderón
una aureola ideal y heroica que, por decirlo así, las saca de los para subordinar y enlazar al hilo del asunto tantos incidentes, y
límites de la realidad y las sublima sobre las miserias y escorias lo imprevisto y lógico del desenlace, cuando parecía imposible
de la vida presente. »27 No es facultad suya característica la dar solución razonable a aquella madeja de enredos. Aceptaba en
creación de personajes. Concibe seres extraordinarios por la su técnica, desde luego, los convencionalismos autorizados poi el
originalidad, pero no se cuida del desarrollo graduado y minu­ uso, aunque al par se burlase de ellos. Bastaba en las comedias
cioso. Tiende a remontar a las mayores alturas, en concepciones que un individuo se cubriera el semblante, para que no fuese
atrevidas, a sus personajes, presentando los aspectos más elevados reconocido ni en la voz (y así sucede en las mascaradas), en
del espíritu. Sus hombres poseen un valor intelectual, simbólico, Mañanas de abril y mayo, cierta doncella admite que la conocerán.
mucho mayor que el valor íntimo y personal; el intelecto domina a si le respondo, en el habla; solamente con taparse,
todas luces sobre el sentimiento; batallan más con las ideas que que persuadirse que puede es bueno para la farsa,
estar segura una dama mas no para sucedido.23
con los afectos. En la misma materia del honor, tan propiamente
pasional, no es el sentimiento, sino la idea del honor lo que mueve Las tapadas y los escondidos abundan sobremanera en sus
a los personajes. Tienen, pues, algo de abstractos, de tipos ge­ comedias de capa y espada. Ya decía el mismo en No hay, burlas
nerales, preocupados siempre con las ideas. «Instintivamente, los con el amor:
héroes calderonianos — escribe Farinelli — ven presagios, avisos
— Y así, antes que aquí entren, Calderón, donde ha de haber
y misterios en cuanto acontece o se manifiesta en torno a ellos. »28 fuerza el esconderse es. por fuerza amante escondido,
Escasa representación tienen en el teatro de Calderón los tipos — ¿ Es comedia de don Pedro o rebozada mujer ? 30
del bajo pueblo, si se compara con el teatro de Lope o Tirso.
Respecto de los caracteres femeninos, valen menos que los varo­ El elemento cómico entra en las obras de Calderón en proporción
niles. Las cualidades dominantes de la mujer calderoniana no bastante menor que en las de los otros dramáticos. Gusta y sabe
400 ÉP OCA CLÁSI CA C A LD ER ON 401

más conmover, que regocijar. Tiene graciosos que rebosan vis [2] F. Ediciones y catálogos de las comedias de Calderón, en B. A. E., t. XIV,
cómica, como el Calabazas de Casa con dos puertas, por ejemplo; págs. 654-686; H. Breymann, Die Calderón-Literatur: Eine bibliographisch-
pero no puede competir en esta vena con Lope, Tirso, Alarcón, kritische Übersicht, München und Berlín, 1905.
[3] Ed. B. A. E., t. XIV, págs. 615-651.
Rojas o Moreto. El tono natural y característico de Calderón es
[43 Ed. Menéndez y Pelayo, Teatro selecto de Calderón, Madrid, 1917-18
el tono grave del pensador; con frecuencia, el grave y solemne; a (4 vols.), t. IV; ed. B. A. E., t. IX; 7. Cotarelo y Morí, Orígenes y estable­
veces, el grave, solemne y pomposo. cimiento de la ópera en España hasta 1800, Madrid, 1917.
En sus obras hay verdadero derroche de metáforas brillantes, de [5] Ed. B. A. E., t. XII.
hipérboles magníficas, de profundas y hechiceras alegorías. Es [6] Id., ts. VII-IX.
[7] Ed. Menéndez y Pelayo, loe. cit., t. IV; ed. y estudio de González
un poeta lírico extraordinario. En ocasiones, el lenguaje es con­
Pedroso, en B. A. E., t. LVIII; véase ed. escolar en nota 16; Autos sacra­
ceptuoso, pero siempre soberbio y lleno de sustancia. Aquellos mentales: t. I, ed. A. Valbuena Prat (Clásicos castellanos), Madrid, 1926;
versos célebres con que empieza La vida es sueño, cuando Rosaura V. Valbuena Prat, Los autos sacramentales de Calderón: clasificación y aná­
increpa al caballo, son afectados, pero no oscuros; las décimas del lisis, en Reme hispanique, t. LXI, págs. 1-302; J. Mariscal de Gante, Los
soliloquio inmortal de Segismundo son conceptuosas, pero de incom­ autos sacramentales desde sus orígenes hasta mediados del siglo xvm , Madrid,
1911, págs. 269-326; N. Margraff, Der Mensch und sein Seelenleben in den
parable belleza lírica.31 El estilo calderoniano se distingue por la
Autos sacramentales de Calderón, Bonn, 1912; L. Rouanet, Drames religieux de
repetición frecuente, y elegante, de una misma palabra o frase, para Calderón, París, 1898.
dar fuerza y escalonamiento a las ideas; he aquí algunos ejemplos: [8] 7. ed. y estudio de Morel-Fatio, El mágico prodigioso, Heilbronn, 1877;
A. Sánchez Moguel, «El mágico prodigioso » y . . . sus relaciones con el
¡ Mal haya el hombre infeliz, ni sé qué pueda decirte, « Fausto » de Goethe, Madrid, 1881; T. Zahn, Cyprian von Antiochien und die
otra y mil veces mal haya ni qué pueda preguntarte.33 deutsche Faustsage, Erlangen, 1882.
el hombre que con mujer [9] Jornada II, esc. 7.
hermosa en extremo casa! . . . No te responde mi voz, [10] Id., esc. 14.
Que es armiño la hermosura, porque mi honor te responda; [11] 7. Rouanet, op. cit.
que siempre a riesgo se guarda: no te hablo, porque quiero [12] 7. ed. escolar en nota 16.
si no se defiende, muere; que te hablen por mí mis obras, [13] Jorn. II, esc. 21; 7 . Stiefel, Calderóns Lustspiel « La Dama Duende »
si se defiende, se mancha.32 ni te miro, porque es fuerza, und seine Quelle, en Zeitschrift für romanische Philologie, t. XIX, págs.
en pena tan rigurosa, 262-264.
Con asombro de mirarte, que no mire tu hermosura [14] V. A. Lasso de la Vega, Calderón de la Barca, Madrid, 1881, págs.
con admiración de oírte, quien ha de mirar tu honra.34 247-283.
[15] V. Menéndez y Pelayo, loe. cit., t. I, págs. liii-liv; Carlos Castillo,
Comparada su obra dramática, en conjunto, con la de los otros Acerca de la fecha y fuentes de « En la vida todo es verdad y todo mentira )>, en
grandes maestros, Calderón es indudablemente: a) el poeta más Modern Philology, t. XX, págs. 391-401.
[16] Jorn. I, esc. 2; 7. ed. Milton A. Buchanan, Toronto, 1909; ed. escolar,
representativo y nacional; b) el más filosófico y simbólico; c) el
Three Plays by Calderón (Casa con dos puertas mala es de guardar, La vida es
de concepciones más profundas; d) el de mayor intensidad trágica; sueño, La cena del rey Baltasar), with introdudion, notes and vocabulary by
é) el mejor en las comedias de capa y espada, y en los autos G. T. Northup, Boston, 1926; 7. Milton A. Buchanan, Segismundos Solilo-
sacraníentales; /) y el de estilo más sublime.1 quy on Liberty, en Publications of the Modern Language Association of America,
t. XXIII, págs. 240-253; A. Reyes, El hombre y la naturaleza en el monólogo de
Segismundo, en Revista de Filología Esp., t. IV, págs. 1-25 y 237-276.
[1] 7. Cotarelo y Morí, Ensayo sobre la vida y obras de don Pedro Calderón
de la Barca: Primera Parte, Madrid, 1924 (publicado antes en Boletín de la [17] Jorn. II, escenas 18-19.
[18] Menéndez y Pelayo, loe. cit., t. I, págs. liv-lv; V. Arturo Farinelli, La
Real Academia, ts. VIII (págs. 515-562 y 657-704), IX (págs. 17-70, 163-208,
vita è un sogno. Preludi al drama di Calderón. La vita e il mondo nel pen-
311-344, 429-470 y 605-649) y X (págs. 5-25 y 125-157); Pérez Pastor, Docu­
siero di Calderón. II drama (2 vols.), Torino, 1916; Ricardo Monner Sans,
mentos para la biografía de Calderón, Madrid, 1905; N. Alonso Cortés, Algunos
datos relativos a Calderón, en Revista de Filología Española, t. II, págs. 41-51. El amor en <(La vida es sueño », Buenos Aires, 1924.
[19] 7. A. J. Pereira, Calderón y Shakespeare, en Revista de España, t. XCVI;
402 E PO C A CLA SI CA

Hermann Ulrioi, Shakespeare’s Dramatic Art and his Belation to Calderón and
Goethe (trad. inglesa), London, 1846, págs. 466-512.
[20] Jorn. III, ese. 14.
[21] El sitio de Breda, jorn. III, esc. 15.
[22] Ed. Menéndez y Pelayo, t. II; ed. escolar, ete., by J. Geddes, New
York, 1918; trad. en Six Dramas of Calderón Freely Translated by Edward CAPÍTULO XXIX
Fitzgerald, London, 1903: sobre las numerosas obras de Calderón tradu­
cidas al inglés, así como de otros dramáticos españoles antiguos y moder­ PROSISTAS D EL SIGLO X V II
nos, consúltese E. C. Hills, Catalogue of Translations of Spanish Plays, en The
Romànic Review, t. X (1919), págs. 263-273; Ángel Flores, Spanish Litera- 1. Moneada y Meló, historiadores; Zayas y Sotomayor, novelista; Za-
ture in English Translation: A Bibliographical Syllabus, New York, 1926. baleta, costumbrista; Nieremberg, Agreda, y Molinos, escritores ascéticos;
[23] Jorn. I, esc. 18. Nicolás Antonio, bibliógrafo. 2. Saavedra Fajardo; sus Empresas
[24] Id. II, 21. políticas; asunto y carácter de la República literaria. 3. Baltasar
[25] Id. III, 15. Gracián: noticia biográfica; obras principales: El Héroe, El Po­
[26] El pintor de su deshonra, III, 13; V. Américo Castro, Algunas observa­ lítico, El Discreto, etc.; El Criticón: naturaleza de esta obra maestra;
ciones acerca del concepto del honor en los siglos x v i y x n i, en Revista de crítica de Gracián. 4. Solís y Rivadeneyra: poeta y dramaturgo; el
Filología Esp., t. III, págs. 1-50 y 357-386; A. Rubió y Lluch, El sentimiento historiador: Historia de la conquista de Méjico, sus méritos y defectos.
del honor en el teatro de Calderón, Barcelona, 1882; P. Berens, Calderóns
Schicksalstragódien, en Romanische Forschungen, t. XXXIX, págs. 1-66. 1. P rin cipa les pro sistas . Cuéntanse entre los prosistas
[27] Menéndez y Pelayo, Calderón y su teatro (2da. ed.), Madrid, 1910, célebres del siglo xvn, D on F rancisco d e M oncada (1586-1635),
págs. 355-356. conde de Osona y muy ilustre personaje de su tiempo, a quien se
[28] A. Farinelli, op. cit., t. II, p. 179.
[29] Jorn. I, esc. 7.
debe la hermosa obra histórica, de estilo noble y conciso, Expe­
[30] Id. II, 13. dición de los catalanes y aragoneses contra turcos y griegos;1 el his­
[31] V. M. A. Buchanan, « Culteranismo » in Calderón’s « La vida es sueño )>, toriador F rancisco M a n u el d e M eló (1608—¿ 1666?), cuya
en Homenaje a Menéndez Pidal, t. I, págs. 545-555; Lucien-Paul Thomas, Historia de los movimientos y separación de Cataluña, modelo de
Le lyrisme et la préciosité cultistes en Espagne, Halle, 1909. narración artística, recuerda en el interés dramático y en el estilo
[32] El mayor monstruo los celos, II, 10.
[33] La vida es sueño, I, 2.
vivísimo y retórico a las Guerras de Granada de Huitado de
[34] Ibid., III, 10. Mendoza;2 M aría de Z ayas y S otomayor (1590—¿ 1661 ?),
dama madrileña, que hizo una valiente y atrevida descripción
picaresca de la alta sociedad en sus Novelas ejemplares y amorosas;3
y J uan d e Z abaleta (¿ 1610-1670?), observador penetrante y
ameno escritor en Día de fiesta por la mañana y Día de fiesta ¡por la
tarde, interesantísima colección de cuadros de costumbres.4
De los buenos escritores ascéticos, hay que mencionar al
P . J uan E u sebio d e N ier em b er g (1595-1658), jesuíta, famoso
por sus tratados De la hermosura de Dios y Diferencia entre
lo temporal y eterno, y por su Epistolario, en cuyas obras se
admira, junto a la intención filosófica, el estilo jugoso y pin­
toresco;6 S or M aría d e J esús d e A greda (1602-1665), monja
venerable, que en sus Cartas al rey Felipe IV, con el cual mantuvo
correspondencia sobre cuestiones morales y políticas, brilla mucho
más que en la novela piadosa Mística ciudad de Dios o que en
403
404 E P OC A CLASI CA P R O S I S T A S D E L SIGLO X V I I 405

cualquiera otro de sus muchos libros;6 y M ig u e l d e M o lin os los collados donde cantan sus amores poetas famosos en la historia,
(1627-1697), clérigo, que en su célebre Gula espiritual desenvolvió penetra en la ciudad. El interior no corresponde ciertamente a la belleza
la doctrina del quietismo, o sea, la negación de toda actividad y la exterior: «porque en muchas cosas era aparente y fingida, levantadas
inutilidad de las prácticas exteriores de la religión para las almas algunas fábricas sobre falsos fundamentos, ocupados sus habitadores en
fabricar, con más vanidad que juicio, otras nuevas con las ruinas de unas
unidas perfectamente con Dios, doctrina que fué condenada por
y con los materiales de otras ».u
heterodoxa.7 Recorre las calles, viendo salir a Safo de una casa, «las faldas en la
Entre los eruditos de aquel siglo, sobresale N ico lá s A n t o n io mano, huyendo de la ira de su padre», y a la puerta de una barbería a
(1617-1684), cuya fama estriba, más aún que en su Censura de Pitágoras, que explica sus doctrinas; más allá a Terencio, Demócrito y
historias fabulosas, en la magna obra latina Bibliotheca Hispana, otros varones insignes del pasado, enzarzados en disputas o cada uno entre­
bibliografía de escritores españoles desde el tiempo del emperador gado a su pasión favorita, finamente caracterizada. Pasea por una calle de
Augusto hasta el año 1670. tiendas, todas nuevas, con mercaderías ajenas, porque en esta república
Pasaremos a hablar ahora con mayor detalle de tres maestros se tiene por virtud el hurtar con pretexto de imitación; y sigue por otra
de la prosa que ocupan lugar preferente: Saavedra Fajardo, calle con tiendas de barberos, que son los críticos, hasta llegar a la plaza
Antonio de Solís y, sobre todo, Baltasar Gracián. mayor, donde se descargan los libros que de todas las naciones del mundo
son enviados a la república. Casi toda la plaza está ocupada de acémilas
2. S a a v ed ra F a ja r d o . Exacto y severo tratadista de política cargadas de ellos, y algunas aunque traen un solo libro, parecen sudorosas
fué don Diego Saavedra Fajardo (1584-1648), diplomático que y jadeantes: «tal es el peso de una carga de necedades, insufrible aun a
jugó papel importante en los negocios internacionales durante el los lomos de un mulo ». Visita las escuelas de los filósofos e historiadores,
presencia sus pendencias y disputas, pues entre los habitantes de la re­
reinado de Felipe IV.8 En 1640 dió a la imprenta su Idea de un
pública hay poca unión y mucha emulación y envidia. Entró al fin en el
principe político cristiano, conocida comúnmente bajo el título de
palacio de la justicia, donde se celebraba en aquel momento un juicio
Empresas políticas.9 En la dedicatoria a aquel monarca de dos contra Escalígero, el sabio erudito del Renacimiento que, en su Poética,
mundos, declara valientemente que señalará las virtudes y las maltrató a todos los poetas de la antigüedad latina.
faltas « de los progenitores de vuestra alteza, para que unas le
enciendan en gloriosa emulación, y otras le cubran el rostro de Este libro, de no mucha extensión y de tan risueña fantasía, es
generosa vergüenza, imitando aquéllas y huyendo de éstas». por lo tanto una revista y examen, entre serio y satírico, de los más
Obra de político experimentado, contiene «las experiencias ad­ famosos autores del mundo antiguo y moderno. Resalta la omisión
quiridas en treinta y cuatro años que . . . he empleado en las cortes de los novelistas, ni a Cervantes siquiera menciona, y de los drama­
más principales de Europa, siempre ocupado en los negocios pú­ turgos del siglo de oro, pues sólo a Lope de Vega alude ligeramente.
blicos ».10 Considerada en conjunto, Empresas políticas es nuestro Las observaciones de crítica literaria son muy atinadas y felices;
mejor tratado político del siglo x v i i : sólida interpretación filo­ la ironía, delicada, de gracia señoril; el estilo, de superior viveza;
sófica, unida al conocimiento directo de la vida pública, orden, y la expresión, muy ajustada y castiza.
precisión, energía; el estilo, esmerado sin afectación, muy limpio, 3. B a l ta sa r G r a c iá n . Sagaz anatomista del alma, psicólogo
conciso sin oscuridad, elevado pero gustoso por la fina ironía. por excelencia, fué el jesuíta Baltasar Gracián (1601-1658). Hizo
Artísticamente, le aventaja la República literaria, cuya primera sus estudios en Toledo, que siempre celebró desde entonces como
edición, aunque con título diferente, apareció en 1655. Pertenece centro de la sabiduría eclesiástica, escuela de la cortesía y del bien
al género de los sueños o fantasías. hablar. En 1619 ingresó en la Compañía de Jesús. Escritor
El autor, vencido por el sueño, se halla a la vista de una ciudad extraña sincero, como sincero religioso, Gracián dijo en sus libros tantas
y de gran hermosura: la república de las letras. Nos describe pintoresca­ verdades, y tan desnudas, que despertó recelos entre los com­
mente sus fosos, altas murallas y blancas torres. Tras visitar los arrabales, pañeros de la orden. A poco de publicarse la primera parte de
406 EP OC A CLA SI CA P R O S I S T A S D E L SIGLO X V I I 407

El Criticón (1651), el general de la orden manifestaba al provincial esto es, lo raro y exquisito del pensamiento y de la forma, la
de Aragón: « Avísanme que el P. Baltasar Gracián ha sacado a luz quintaesencia del espíritu. La substancia de su doctrina es que
con nombre ajeno, y sin licencia, algunos libros poco graves y que los conceptos son más perfectos y admirables cuanto más sutiles.
desdicen mucho de nuestra profesión. . . »,12 y en consecuencia La gran copia de citas con que aclara o apoya sus teorías hacen,
mandaba que, de ser culpable, se le impusiera el castigo merecido. además, de tal libro una verdadera antología de escritores con­
Sus libros, con excepción de El Comulgatorio, devoto, salieron ceptistas y culteranos, si bien suele mostrar contra el oropel
en efecto bajo nombre supuesto. Después de imprimirse la se­ culterano una decidida antipatía y condenación. Algunos años
gunda parte de El Criticón (1653), le fué prohibido terminante­ después, dió a la prensa El Comulgatorio (1655), breve tratado con
mente publicar más libros. Gracián, desobedeciendo el mandato, cincuenta meditaciones sobre el Antiguo y Nuevo Testamento.
dió a la imprenta la tercera y última parte (1657). Desterrado Es lamentable que tan precioso libro de devoción esté hoy olvi­
entonces a un oscuro monasterio de la montaña, vigilado y humi­ dado entre nuestras gentes piadosas.
llado por sus hermanos de la orden, falleció al año siguiente.13 El Criticón, obra maestra del autor, es quizá la más notable
Los dos primeros libros de Gracián fueron tratados de filosofía novela filosófica escrita en lengua alguna. Encierra una alegoría
política; pero no secos tratados didácticos, sino con todos los de la vida humana, y como tal, se halla dividida en tres partes:
adornos del ingenio y del estilo que caracterizan a sus escritos, En ¡a primavera de la niñez y en el estío de la juventud. En el otoño
cualquiera que sea el tema. Veinte breves capítulos componen de la edad varonil. En el invierno de la vejez. Consta de treinta y
El Héroe (1637), cuyo nombre da, no sólo al guerrero, sino a todo ocho largos capítulos, que el autor llama crisis.a La acción de la
genio extraordinario y triunfador en el campo de la política, de la novela es contemporánea:
virtud o de las letras, cuyas cualidades estudia.14 El Político
(1640) trata de los principios de buen gobierno, con ejemplos de la Critilo, hombre de edad madura, víctima de un naufragio, se refugia
en la isla de Santa Elena. Allí encuentra a su único habitante, Andrenio,
historia antigua y moderna, y abundantes y valiosos comentarios.
salvaje que no sabe otra lengua que la de las fieras y las aves. El náufrago,
El modelo que propone es don Fernando el Católico, gran maestro tras enseñarle a hablar el español, puede escuchar de labios de Andrenio
del arte de reinar, el oráculo mayor de la razón de Estado. Constituye la relación de su vida: cierto día se había despertado en el fondo de una
en el fondo una refutación de El Príncipe de Maquiavelo, mos­ caverna, entre fieras que le alimentaban como a sus hijuelos, y se crió
trando que los preceptos de la política sabia y triunfadora no son entre ellos, considerándolos como hermanos, hecho bruto entre los brutos,
incompatibles con los dictados de la moral universal. hasta que despertó en él la luz de la razón. Cuenta las sucesivas impre­
Semejante a los anteriores, en el perspicaz análisis del corazón y siones que fué experimentando al contemplar los astros, las montañas,
estilo cortado, aforístico, es El Discreto (1646), es decir, el hombre los ríos, el mar, la obra de la creación. Le interrumpe a menudo Critilo
ingenioso, avisado, cortés y digno: el perfecto hombre de mundo. (el Criticón) con filosóficas observaciones. Estos tres primeros capítulos
El Oráculo manual y arte de prudencia (1647), el libro de Gracián son de grandísima originalidad, penetración y hermosura. En realidad,
más leído fuera de España, contiene trescientas máximas, deri­ lo son todos los capítulos del fibro.
Al terminar Andrenio su relato, divisan un barco que se aproxima a la
vadas en su mayoría de El Héroe y de El Discreto, y aprove­
costa, los recoge y lleva a España. Al desembarcar, siguen la ruta de la
chadas luego por La Rochefaucauld y La Bruyére. Mayor vida. Juntos recorren parte de Europa, encuentran hombres de todas las
celebridad le valió, entre los literatos españoles de aquel tiempo, clases y estados, conversan sobre las costumbres, las instituciones, las
la Agudeza y arte de ingenio (1648), refundición muy ampliada de ideas y los aspectos de la existencia humana, analizando los secretos
un bosquejo de preceptiva y crítica literaria que había publicado resortes que mueven al hombre y al mundo. Andrenio, el hombre de la
varios años antes. Consta de sesenta y dos discursos, o diserta­ naturaleza, va apuntando con asombro las extravagancias y monstruosi­
ciones. En esta original retórica del conceptismo todas las cualida­ dades que tiene la sociedad civilizada, y Critilo se las explica y comenta.
des literarias están subordinadas, y aun reducidas, a la agudeza: “ crisi, vocablo usado aquí en su valor etimológico de juicio o crítica.
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Nada puede darle al lector más clara idea de este libro que la su traje de espinas, fué el aborrecido de ellas.17 Sobresaliente es
lectura de algunos trozos, aunque ni esto basta, porque su gran­ también la alegoría de los encantos de Falsirena (el Deleite), la
deza artística está en el completo desarrollo de las alegorías. cual no sólo se insinúa en el ánimo del incauto Andrenio, sino que
Veamos, sin embargo, un pasaje del capítulo seis, con la alegoría engaña con sagacidad al prudente Critilo.18 En la crisi siguiente,
de la Verdad y la Mentira. Critilo y Andrenio, acompañados del La feria de todo el mundo, vemos entrar a los dos pasajeros de la
sabio Quirón, acaban de entrar en la plaza mayor del mundo: vida en una ciudad singular, el emporio universal, la gran feria del
mundo:
« ... Oyeron en esto un gran ruido, como de pendencia, en un rincón
de la plaza, entre diluvios del populacho. Era una mujer, origen siempre « Comenzaron a discurrir por aquellas ricas tiendas de la mano dere­
de ruido. Muy fea, pero muy aliñada. ¡ Mejor fuera prendida! Ser­ cha . . . Había al fin una tienda común, donde de todas las demás acudían
víale de adorno todo un mundo, cuando ella lo descompone todo. Metía a saber el valor y la estimación de todas las cosas. Y el modo de apre­
a voces su mal pleito y a gritos se formaba, cuando más se deshacía. ciarlas era bien raro, porque era hacerlas piezas, arrojarlas a un pozo,
Habíalas contra una mujer, muy otra en todo, y aun por eso su contraria. quemarlas y al fin perderlas. Y esto hacían aun de las más preciosas
«Era ésta tan linda, cuan desaliñada; mas no descompuesta. Iba como la salud, la hacienda, la honra y, en una palabra, cuanto vale.
casi desnuda. Unos decían que por pobre, otros que por hermosa. No «—■¿ Esto es dar valor ? ■ — dijo Andrenio.
respondía palabra: que ni osaba, ni le oían. Todo el mundo la iba en «— Señor, sí — le respondieron —, que hasta que se pierden las cosas,
contra, no sólo el vulgo, sino los más principales, y aun...; pero más no se conoce lo que valen. . . » 19
vale enmudecer con ella. Todos se conjuraron en perseguirla, pasando de
Original es, asimismo, el capítulo de La hija sin padre, en los
las burlas a las veras, de las voces a las manos. Comenzaron a maltra­
tarla, y cargó tanta gente, que casi la ahogaban, sin haber persona que desvanes del mundo: en la cima de un monte divisaron un extra­
osase ni quisiese volver por ella. vagante edificio, pues todo él se componía de chimeneas, cuyos
«Aquí, naturalmente compasivo, Andrenio fué a ponérsele al lado; altivos penachos de humo se los llevaba el viento:
mas detúvole el Quirón, diciendo: « Había chimeneas de todos modos, unas a la francesa, muy disimula­
«— ¿ Qué haces? ¿ Sabes con quién te tomas y por quién vuelves? das y angostas; otras a la española, muy campanudas y huecas: para que
¿ No adviertes que te declaras contra la plausible Mentira, que es decir aun en esto se muestre la natural antipatía de estas dos naciones, opuestas
contra todo el mundo, y que te han de tener por loco ? Quisiéronla vengar en todo, en el vestir, en el comer, en el andar y hablar, en los geniosb e
los niños, con sólo decirla; mas, como flacos y contra tantos y tan podero­ ingenios.»20
sos, no fué posible prevalecer, con lo cual quedó de todo punto desam­
parada la hermosísima Verdad; y poco a poco, a empellones, la fueron Con no componerse más que de chimeneas, era el alcázar más
todos echando tan lejos, que aun hoy no parece ni se sabe dónde haya ilustre del globo. Porque el humo era lo que más preciaban y
parado. . . » 15 buscaban los hombres.
Nuestros dos peregrinos han visitado ya el.golfo cortesano, la
Entre las alegorías más notables, y de ellas está lleno el libro,
cárcel de oro, el museo del discreto, la plaza del vulgo, la armería
figuran la de las maravillas de Artemia (la Ciencia),16 y la de los
del valor, el anfiteatro de monstruosidades, el trono del mando, el
dos hijos de la Fortuna: el Bien, muy lindo, con bellísimo traje
estanco de los vicios, la cueva de la nada, etc., cuando llegan final­
que tejió la primavera, sembrado de rosas y de claveles, era bien
mente al palacio de la Muerte. Acaban de desfilar sus ejecutores
recibido y agasajado en todas partes; y el Mal, desapaciblemente
(las enfermedades, hambres, guerras, vicios), cuando se presenta
feo, con un vestido lúgubre, recamado de espinas, asustaba a todos
la señora Muerte en persona:
con su presencia; pero este último salió un día en busca del En­
gaño, solicitó su ayuda, y le metió en casa; el Engaño trocó « Entró finalmente la temida reina, ostentando aquel extraño aspecto
aquella noche los vestidos de los dos hermanos, y el Mal, vestido de a media cara. De tal suerte, que era de flores la una mitad, y la otra de
flores, fué desde entonces el amado de las criaturas, y el Bien, con 6 genio, en su acepción no desusada de temperamento o carácter.
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espinas; la una, de carne blanda, y la otra de huesos, muy colorada suadirlo. Su doctrina es también fría y dura. Gracián piensa,
aquélla y fresca, que parecía de rosas entreveradas de jazmines; muy desde luego, que los actos de los hombres deben inspirarse en la
seca y muy marchita ésta . . . » 21 virtud. Pero, establecido este fundamento, común a todos los
escritores cristianos, vengamos a lo característico de la doctrina
Andrenio y Critilo, que están uno a cada lado de ella, prorrum­ de Gracián. Para él, el móvil de las acciones humanas es el egoís­
pen simultáneamente en exclamaciones: aquél, de disgusto, por
mo; la vida, una guerra contra la malicia del hombre. Hay que
encontrarla negra, desapacible, fea, pobre; éste, de admiración, por ir siempre calando sonda en los grandes bajíos del trato humano.
su belleza, sonrisa y galanura: La astucia debe ser nuestra arma, y el disimulo nuestra más prác­
«— e s — dijo el ministro que estaba en medio de ambos , que la tica sabiduría. Hemos de estar siempre de parte de la razón, pero
miráis por diferentes lados, y así hace diferentes visos, causando diferentes con prudencia, sin incurrir en el desagrado del afortunado por
efectos y afectos. Cada día sucede lo mismo, que a los ricos les parece compadecer al infeliz. Mas, como a los hombres no se les vence
intolerable, y a los pobres, llevadera; para los buenos viene vestida de siempre por la astucia, hay que emplear también la energía:
verde, y para los malos, de negro; para los poderosos no hay cosa más vestirse piel de león, o piel de vulpeja. Triunfar, esto es lo impor­
triste, ni para los desdichados, más alegre. ¿ No habéis visto tal vez un tante, porque el que vence no necesita dar satisfacciones. En vano
modo de pinturas, que, si las miráis por un lado, os parece un ángel, y si
procurará atenuar las violencias de semejante egoísmo, recordando
por el otro, un demonio ? Pues así es la Muerte . .. »
que siempre ha de practicarse la virtud. El fondo de su doctrina
Y los dos pasajeros de la vida, ya ancianos y desengañados del es, sin duda, el de un filósofo cristiano; pero el aspecto más per­
mundo, por la senda de la virtud y del valor hacen su entrada sonal y saliente en su obra, para un lector moderno, es éste de la
en la isla de la inmortalidad: astucia y la energía.
Gracián es también pesimista, aunque posee demasiado entereza
« Lo que allí vieron, lo mucho que lograron, quien quisiere saberlo y e ironía para llegar a los sollozos de Leopardi o a los sombríos
experimentarlo, tome el rumbo de la Virtud insigne, del Valor heroico,
acentos de Schopenhauer y Hartmann. Además, un apoyo, una
y llegará a parar al teatro de la fama, al trono de la estimación y al centro
fuerza, le impide caer en la desesperación de los pesimistas moder­
de la inmortalidad.»22
nos: su fe religiosa. Schopenhauer, que tradujo al alemán el
El Criticón es una de las grandes obras de la literatura española, Oráculo manual,23 y Nietzsche, que es el filósofo moderno que más
y desde luego nuestra mejor novela alegórica. En aquel vastísimo se le parece por su concepción del superhombre, estaban familiari­
panorama del mundo físico y moral, de paisajes de la naturaleza zados con las doctrinas y la manera de Gracián. El primero escri­
y de lugares imaginarios, de hechos reales y de ficciones de la bía en 1832: « Mi escritor favorito es este filosófico Gracián. He
mente, se pasa revista a los hombres y a la civilización moderna leído todas sus obras. El Criticón es para mí uno de los mejores
con intensidad y brillantez insuperables. En el vigor de las libros del mundo. »2'4
alegorías, sólo le llegan a Gracián, en la prosa Quevedo, y Calderón Nuestro admirado Gracián es de los escritores más substanciosos,
en la poesía dramática. Y como el autor de Los Sueños, Gradan ha originales y brillantes de España: «estilista de primer orden,
logrado su propósito de juntar en un mismo cuerpo lo grave de la maleado por la decadencia literaria, pero, así y todo, el segundo de
filosofía con lo ameno de la ficción, lo picante de la sátira con lo aquel siglo en originalidad de invenciones fantástico-alegóricas,
dulce de la épica. en estro satírico, en alcance moral, en bizarría de expresiones
Referiéndonos ahora a su obra total, diremos en primer término nuevas y pintorescas, en humorismo profundo y de ley, en vida y
que Gracián es el menos sentimental de los escritores españoles. movimiento y esfervecencia continua; de imaginación tan varia,
Sus razonamientos son siempre fríos y lógicos. Jamás se dirige al tan amena, tan prolífica, sobre todo en su Criticón, que verdadera­
corazón, para mover los afectos, sino al entendimiento, para per­ mente maravilla y deslumbra. . . »26 En riqueza y propiedad de
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voces y de locuciones, es un maestro del habla castellana. La que producen tarde los siglos y tienen raros ejemplos en la his­
cualidad característica de su estilo es la concisión. Es el más toria! »29
conciso de todos; bastante más que el mismo Quevedo. Llevando La Conquista de Méjico está dividida en cinco libros, con un total
a la práctica invariablemente el principio de que lo bueno, si breve, de ciento siete capítulos. Aunque muy puntual en el relato de los
dos veces bueno, condensa las ideas en frases cortas, aforísticas, sucesos, se echa de ver en las apreciaciones la pasión nacional y
como centellas del pensamiento. Muestra, igualmente, una ten­ religiosa que entonces era común a todos los escritores de Europa.
dencia sistemática a eludir los lugares comunes,_en el lenguaje y Solís, cronista oficial de Indias, juzgó la conquista desde el punto
en las ideas. Aunque, con aquello y con esto, pierde bastante en de vista de los conquistadores, y fué sincero al pintar a éstos como
naturalidad, gana mucho en novedad y vigor. De tal modo es todo caballeros de la Cruz, al caudillo como héroe sin tacha y sin miedo,
ello característico de Gracián, que su estilo es inconfundible: un pá­ a los indios como masa pagana, satánica, que debía dominarse
rrafo de Gracián se reconocería por suyo aun entre los dos o tres por todos los medios, en bien de la patria española y de la religión
escritores que más se le parezcan. El sentido es difícil en oca­ de Cristo. Literariamente, resalta aquel «primor de entretejer
siones, por sus frases elípticas, prodigiosa sutileza y veladas alusiones los sucesos sin que parezcan los unos digresiones de los otros»,
a personas y cosas de aquel tiempo, desconocidas para el lector que, en opinión de Solís, es la mayor dificultad de los historia­
moderno. Tan grande escritor está todavía por estudiar. dores.30 Magistral es el arte con que están enlazados los episodios,
y el progreso de la narración. Empleó aquí técnica semejante a la
4. S olís y R i v a d e n e y r a . Antonio de Solís y Rivadeneyra de sus comedias: un asunto principal, la conquista de Méjico,
(1610-1686), cronista mayor de Indias, cultivó la poesía lírica y con exposición, desarrollo y desenlace; un protagonista, Hernán
dramática hasta 1667, fecha de su ingreso en el sacerdocio. Como Cortés; no falta ni el tipo de la heroína, doña Marina, fidelísima
dramaturgo, figura entre los de tercer orden de la época de Cal­ intérprete azteca y compañera de Cortés, ni falta el tipo del villano,
derón. Sus mejores comedias son El amor al uso, fina e ingeniosa Diego Velázquez, gobernador de Cuba y enemigo del héroe. Los
crítica de las costumbres, bellamente versificada, y La gitanilla en incidentes, con el enlace y sucesión de la escenas de un drama;
Madrid, inspirada en la novela ejemplar de Cervantes.26 De los los personajes secundarios, agrupados con la debida proporción en
versos, fuera de algunas excelentes traducciones de poetas latinos, torno al héroe. Y propiamente dramáticos son los discursos que
descuellan los sonetos burlescos (v. gr., A la rosa, A un enano) y pone en boca de los personajes:
los epigramas (A uno muy flaco, A un necio muy grave, etc.) .27 « ¿ Qué aguardas, valeroso capitán, que no me quitas la vida con ese
Su renombre se debe, justamente, a la Historia de la conguista de puñal que traes al lado? — exclama Guatimozín, dirigiéndose al con­
Méjico (1684), una de las historias mejor planeadas y de más quistador —. Prisioneros como yo, siempre son embarazosos al vencedor.
gallarda y armoniosa composición. Tras breves noticias sobre Acaba conmigo de una vez, y tenga yo la dicha de morir a tus manos, ya
el estado de los negocios públicos en la Península y en las Indias, que me ha faltado la de morir por mi patria. » 31
principia el relato con el nombramiento del caudillo que había de El carácter aventurero y heroico de los personajes, el pintoresco
conquistar a Méjico, Hernán Cortés: este mozo, de gentil presencia de las costumbres y civilización de los indígenas, el grandioso es­
y agradable rostro, tenía a la sazón treinta y cuatro años de edad. cenario de las tierras del Nuevo Mundo, la trágica hermosura de
Había conseguido en poco tiempo fama de valeroso,« y tardó poco todo el cuadro de la conquista, tan vivido en estas páginas, han
más en darse a conocer su entendimiento, porque sabiendo ade­ hecho de la Conquista de Méjico la historia más popular que tene­
lantarse entre los soldados, sabia también dificultar y resolver mos. Y por el lenguaje castizo, riqueza de tonos, y claridad y
entre los capitanes ».28 Abraza la historia un periodo de menos de tersura del estilo, es igualmente obra clásica. Al recorrer sus
tres años, y termina con la rendición de la ciudad de Méjico. páginas, el lector exclamará invariablemente: Solís es un artista. Y
« ¡ Admirable conquista, y muchas veces ilustre capitán, de aquellos esto, para nadie debiera ser cualidad sospechosa en un historiador.
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414

[1] Ed. Foulché-Delbosc, en Revue hispanique, t. XLV, págs. 349-509; ed. [23] V. Morel-Fatio, Gradán interpreté par Schopenhaucr, en Bulletin his­
S. Gili y Gaya (Clásicos Castellanos), Madrid, 1924; ed. B. A. E., t. XXI, panique, t. XII, págs. 377-407.
[24] V. Coster, loe. cit., págs. 691-692; K. Borinski, Baltasar Gradan und
págs. 2-63.
[2] Ed. Jacinto Octavio Picón, Madrid, 1912; ed. B. A. E., t. XXI, págs. die Hoflitteratur in Deutschland, Halle, 1894; V. Bouillier, Baltasar Gradán
461-535; V. E. Prestage, D. Francisco Manuel de Mello, Oxford, 1922. et Nietzsche, en Revue de Littérature Comparée, t. VI, págs. 381-401.
[3] Ed. Pardo Bazán, en Biblioteca de la Mujer, t. III; Novelas (4), ed. [25] Menéndez y Pelayo, Hist. de las ideas estéticas en Español (2da. ed.),
B. A. E., t. XXXIII, págs. 551-582; V. Lena E. V. Sylvania, Doña María de t. III (Madrid, 1896), págs. 520-521.
Zayas y Sotomayor: A Contríbuiion to the Study of Her Works, en The Romanic [26] Ed. B. A. E., t. XLVII; V. D. E. Martell, The Dramas of D. Antonio
Review, ts. XIII (págs. 197-213) y XIV (págs. 199-232). de Solis y Rivadeneyra, Philadelphia, 1913.
[4] Ed. A. R. Chaves, abreviada y anotada, en Biblioteca Universal, t. [27] Ed. B. A. E., t. XLII.
[28] B. A. E., t. XXVIII, págs. 216-217; entre las ediciones sueltas, la de
CIII.
[5] Obras espirituales, ed. del Apostolado de la Prensa, Madrid, 1890-92; José de la Revilla, con notas, París, 1858.
Epistolario, ed. N. Alonso Cortés (Clásicos Castellanos), Madrid, 1915. [29] Libro V, cap. XXV.
[6] Cartas, ed. Silvela, Madrid, 1885; ed. B. A. E., t., LXII; Mística ciudad [30] Lib. I, cap. I.
de Dios, ed. Ozcoidi y Udave, Barcelona, 1914; V. P. Fabo, La autora de [31] Lib. V, cap. XXV.
« La Mística Ciudad de Dios », Madrid, 1917; J. Sánchez de Toca, Felipe IV
y Sor María de Agreda (2da. ed.), Barcelona, 1925.
[7] Guía espiritual, ed. R. Urbano, Barcelona, 1906; V. P. Dudon, Le
quiétiste espagnol Michel Molinos, París, 1921; H. C. Lea, Molinos and the
Italian Mystics, en The American Historical Review, t. XI, págs. 243-262.
[8] V. Conde de Roche y J. P. Tejera, Saavedra Fajardo: sus pensamientos,
sus poesías, sus opúsculos, Madrid, 1884; F. Cortinas y Murube, Ideas jurí­
dicas de Saavedra Fajardo, Sevilla, 1907; Azorín, Lecturas españolas, Madrid,
1912, págs. 33-42.
[9] Obras de Saavedra Fajardo, ed. Fernández Navarrete, en B. A. E.,
t . XXV.
[10] V. E. de Benito, Juicio crítico de las « Empresas políticas », Zaragoza,
1904.
[11] Ed. V. García de Diego (Clásicos Castellanos), Madrid, 1922, p. 147.
[12] Correspondencia de Gradan, en Revue hispanique, t. XXIX, p. 733.
[13] V. A. Coster, Baltasar Gradán, en Revue hispanique, t. XXIX, págs.
347-426; Aubrey F. G. Bell, Baltasar Gradán, Oxford, 1921.
[14] Ed. A. Coster, Chartres, 1911; El Héroe y El Discreto, ed. con
estudio de A. Farinelli, Madrid, 1900; El Héroe, El Discreto y El Oráculo
manual, ed. A. Reyes, Madrid, 1918; ed. B. A. E., t. LXV; V. A. Coster,
Comedle a-t-il connu « El Héroe)) de Baltasar Gradán?, en Revue his­
panique, t. XLVI, págs. 569-572; José M. de Acosta, Traductores franceses
de Gradán, en El Consultor Bibliográfico, Barcelona, 1926, t. II, págs. 281-286.
[15] El Criticón, ed. Julio Cejador (Biblioteca Renacimiento), Madrid,
1913-14, t. I, págs. 72-73.
[16] Parte I, crisi VIII.
[17] Id., crisi XI.
[18] Id., XII.
[19] Id., XIII.
[20] Parte III, crisi VII.
[21] Id., XI.
[22] Id., XII.
CAPITULO XXX

LA E R U D IC IÓ N Y LA C R ÍTIC A

1. Noticia preliminar: la decadencia de España. 2. Nueva política:


reorganización y cultura. 3. El influjo francés. 4. La erudición:
Feijóo y sus obras. 5. Historiadores: Flérez, Campomanes, Masdeu,
etc. 6. La investigación y crítica literarias: examen de la Poética de
Luzán; opiniones de Nasarre y de Montiano; la Retórica de Mayáns;
los trabajos de Tomás Antonio Sánchez, Cerdá y Rico, y Capmany.
1. N o t ic ia p r e l im in a r . La decadencia del imperio español,
latente ya en el pueblo a principios del siglo x v ii , empezó a mani­
festarse poco después en la política exterior, y más tarde en la
literatura. Aquellos ejércitos españoles que habían vencido al
mundo durante un siglo, comenzaron a sufrir derrotas y a perder
territorios; la primera diplomacia de Europa no era ya la española,
sino la francesa; el dominio del mar no pertenecía ahora a España,
sino a Inglaterra. El pueblo español del siglo xvi, austero y fru­
gal, se convirtió en un pueblo amigo del lujo y de los placeres. Un
general escepticismo se había apoderado del espíritu de la nación:
escepticismo en su ideal político de establecer una monarquía
universal, que, tras defender durante un siglo sacrificándolo todo,
veía ahora caído y maltrecho; escepticismo en materias religiosas,
viendo los españoles que a pesar de haberlo dado todo por la causa
de la fe, por la unidad católica de Europa, el cielo les había
abandonado: fué una reacción, extremada y general, contra el
idealismo del pasado.
Saavedra Fajardo enuncia ya en 1640 las causas de la decadencia.
En sus Empresas políticas, manifiesta que la conquista y coloniza­
ción de América, la expulsión de judíos y moriscos, las incesantes
guerras en Europa, y la aversión a los trabajos manuales, vinieron
a ser los orígenes de esta rápida descomposición de la grandeza
española. Para Baltasar Gracián, fueron las guerras, particular­
mente, el motivo de la pobreza y decadencia nacionales: «si
España no hubiera tenido los desaguaderos de Flandes, las san­
grías de Italia, los sumideros de Francia, las sanguijuelas de Gé-
419
420 D E C A D E N C I A DE LAS L E T R A S LA E R U D I C I O N Y LA C RI TI CA 421

nova, ¿ no estuvieran hoy sus ciudades enladrilladas de oro y unos ocho millones de habitantes, y a principios del x v ii sólo seis
muradas de plata? »* El oro de América y la sangre y las energías millones; en los últimos años del reinado de Carlos III, había
de la raza española se consumieron estérilmente por culpa del subido la población a 10.250,000 habitantes. El corto reinado de
pueblo y de los gobernantes. Como decía José Cadalso, en sus su hijo Carlos IV (1788-1808) marca un retroceso en la historia
Cartas marruecas (1793), los monarcas de la casa de Austria nacional.6
gastaron «los tesoros, talentos y sangre de los españoles en cosas
ajenas de España ».2 En el siglo xix, Larra, entre otros, señala 3. E l in f l u jo f r a n c é s . La literatura y el gusto francés
también la intolerancia religiosa como origen de esta decadencia. dominaron en toda Europa durante el siglo xvm. España siguió
« Siete siglos de guerras y rencores religiosos », y la represión y la corriente general. El propósito de los reyes de la nueva dinastía
persecución en España de la Reforma protestante, «una causa y de las clases directoras era moldear la política, las ideas y las
religiosa en su principio, y política en sus consecuencias», que instituciones españolas conforme al patrón francés, a pesar de la
produjo en otros países un impulso investigador, « fijó entre constante oposición de una parte de la población. Todo el siglo
nosotros el nec plus ultra que había de volvernos estacionarios ».3 xvm es de lucha entre el bando nacional y el bando de los afrance­
La decadencia de la nación llegó a su más bajo y turbio nivel sados, en la política y en la cultura. No es siglo de producción de
en el reinado de Carlos II (1665-1700), último descendiente por obras de amena literatura, de verdadera creación artística, como
línea masculina del invicto y poderoso emperador Carlos Y. A lo habían sido los precedentes, sino de crítica literaria, de erudición,
falta de hijos, designó por sucesor a Felipe de Anjou, príncipe de la de investigación histórica, y, en más humilde escala, de cultivo de
dinastía borbónica que reinaba en Francia, y quien, tras una guerra las ciencias. La literatura de aquel siglo es la menos original y
con el archiduque de Austria, que también pretendía el trono de valiosa de nuestra historia moderna. No faltaron, sin embargo,
España, siguió gobernando con el nombre de Felipe Y (1700-1746).4* algunas figuras de considerable relieve en el drama y en la poesía
lírica.
2. N u e v a p o l ít ic a . Inauguró Felipe V una era de reformas.
Se reorganizó la administración oficial, se emprendieron impor­ 4. L a e r u d ic ió n : F e ij ó o . El P. Benito Feijóo (1676-1764),
tantes obras públicas, se revivieron el comercio y las industrias. de la orden de benedictinos, fué un polígrafo de singular indepen­
Atendióse, asimismo, a fomentar la cultura de la nación, creando dencia literaria.6 En ideas políticas y sociales, en filosofía, ciencias
nuevos centros de enseñanza, atrayendo científicos y técnicos y literatura, representó el pensamiento europeo más avanzado de
industriales extranjeros que colaborasen en la obra de la reconsti­ su tiempo. « No se me considere — decía, sin embargo — como un
tución nacional, otorgando numerosas pensiones a los jóvenes para atrevido ciudadano de la república literaria, que satisfecho de sus
que fueran a ampliar sus estudios en el extranjero, enviando co­ propias fuerzas, y usando de ellas, quiere reformar su gobierno,
misiones de especialistas a las diversas provincias para estudiar sus sino como un individuo celoso . . . »7 Combatió todo linaje de
necesidades, ya en el terreno económico, ya en el industrial, y rutinas, preocupaciones y abusos, desde el método escolástico de
fundando entre otras muchas instituciones directivas de la cultura la enseñanza universitaria hasta las supersticiones del vulgo.
general la Biblioteca Nacional (1711), la Academia Española Del amplio criterio de este benedictino, y de su valentía de
(1714), la de Medicina (1734) y la Academia de la Historia (1738). escritor, dará idea el siguiente párrafo, que va derecho contra la
A pesar de la resistencia de ciertos elementos a cada nueva re­ Inquisición:
forma, siguió España progresando en el breve reinado de Fernando « Doy que sea un remedio precautorio contra el error nocivo cerrar la
VI (1746-1759), y en el de Carlos III (1759-1788), monarca inteli­ puerta a toda doctrina nueva. Pero es un remedio, sobre no necesario,
gente, activo y patriota. La población fué aumentando a medida muy violento; es poner el alma en durísima esclavitud; es atar la razón
que su prosperidad: a fines del siglo xv, España tenía al parecer humana con una cadena muy corta; es poner en estrecha cárcel a un en­
422 DECADENCIA DE LAS L E T R A S LA E R U D I C I Ó N Y LA C RÍ TI C A 423

tendimiento inocente, sólo por evitar una contingencia remota de que rigurosamente científico sigue J uan B autista M uñoz en la His­
cometa algunas travesuras en adelante.»8 toria del Nuevo Mundo (1793). Como historiadores de la marina
española, se destacan J osé d e V argas y P once (1760-1821) y
Los ocho tomos de su Teatro critico universal (1726-1739) com­ M artín F ernández d e N ava rrete (1765-1844), autor este
ponen una vasta enciclopedia donde el autor señala, en casi todos último, además, de una. Vida de Miguel de Cervantes (1819),
los ramos del saber y en las actividades de la vida, los errores que todavía utilizan los cervantistas.
comunes en aquel tiempo. Continuación y complemento de esta Entre las grandes obras de erudición del siglo x v iii , han de men­
voluminosa obra son los cinco tomos de Cartas eruditas y curiosas cionarse también las Antigüedades de España (1719-1721), de
(1742-1760). Feijóo parece haberlo leído todo, y todo recordarlo. F rancisco B erganza y A r c e ; la Biblioteca universal de poligrafía
Es sólido en los principios, pero a menudo nada más que ingenioso española (1738), de C ristóbal R o dríg uez ; las de Nimismática
en las especulaciones. El lenguaje es llano, conciso, y tan rigu­ (1781-1790), de F rancisco P érez B a y e r ; el Catálogo de las
rosamente gramatical en la sintaxis, que pierde en soltura y gracia lenguas de las naciones conocidas, de L orenzo H ervás (1735—
lo que gana en regularidad y orden. 1809), considerado como el padre de la filología comparada;12 y
el Diccionario de la lengua castellana (1726-1739), llamado co­
5. H istoriadores . En los varios ramos de la erudición múnmente Diccionario de Autoridades, de la Real Academia Es­
histórica, tuvo aquel siglo representantes ilustres. El agustino P. pañola, la obra más extraordinaria en su género dentro del siglo
E nriq u e F lórez (1702-1773) escribió la España Sagrada, enci­ x v iii , en España o fuera de ella.
clopedia monumental de la historia eclesiástica de la nación, y de
su historia civil, geografía, arqueología, paleografía, numismática, 6. L a in vestigación y crítica l ite ra r ia s . En la crítica de
etc.9 Los veintinueve tomos primeros, que son los del P. Flórez, esta centuria se hace la revisión de valores de los clásicos castella­
han sido aumentados, por varios agustinos que trabajaron sucesi­ nos, mas con criterio comúnmente errado y negativo, por haberse
vamente en esta obra, hasta el tomo cuarenta y nueve; dos más examinado aquéllos desde el punto de vista académico y seudo-
han salido, a cargo de la Academia de la Historia, que continuará clásico francés, tan contrario en su índole al alma y arte españoles.
su publicación. El caudillo y preceptista de esta tendencia fué I gnacio L uzán
Muy importantes son igualmente las investigaciones en la (1702-1754), que, en La Poética (1737), se proponía subordinar la
historia y cultura medievales del jesuíta P. A ndrés M arcos poesía española a las reglas que sigue en las naciones cultas. Se
B u r r ie l (1719-1762),10y los trabajos del C onde d e C ampomanes ciñe siempre a la autoridad de Aristóteles, « que yo venero mucho
(1723-1802), uno de los políticos más famosos de su siglo, que brilló — declara — en puntos de Poética», y sigue a Horacio en el
también en la ciencia jurídica y en la economía política: los trata­ error capital de que la poesía ha de enseñar las mismas máximas
dos de Campomanes sobre el fomento de las industrias y sobre que la filosofía moral; aunque luego, al definir la poesía, Luzán
educación popular son particularmente luminosos; como historia­ corrige su anterior afirmación sobre el fin docente, señalándole el
dor, descuella en las Disertaciones históricas del orden y caballería de la utilidad o el deleite, o ambos juntamente. Severo moralista,
de los Templarios (1747). R afa el d e F loranes (1743-1801) y de gusto clásico, se entusiasma con Lupercio Leonardo de Argén-
trabajó en la historia general e historia del Derecho español, y, sola, y ni una sola vez alude sino para ponerle defectos al insigne
en la literaria, se le debe la Vida del Canciller Pero López de Ayala.11 Góngora.
Restaurador de la verdad histórica en muchos puntos falseados Consagra al drama español más de la tercera parte de La
hasta entonces por la leyenda, fué J uan F rancisco M asdeu Poética y acierta al puntualizar las impropiedades, inverosimili­
(1744-1817) en su Historia crítica de España y de la cultura espa­ tudes y defectos. No reconoce a Lope de Vega su gran papel de
ñola, en veinte volúmenes, aunque no pasa del siglo xi. Método innovador: en las comedias, no le tiene « por inventor y estable-
424 D E C A D E N C I A DE LAS L E T R A S LA E R U D I C I O N Y LA CRI TI CA 425

cedor de las que se han usado entre nosotros », acusándole de que, La Vida de Cervantes (1737) escrita por Mayáns, su libro más
lejos de corregir los defectos, « se dedicó, con ciencia cierta de que importante, es la primera biografía seria del Príncipe de los In­
hacía mal, a aumentarlos, colorearlos, engalanarlos y hacerlos genios y el punto de partida de la copiosa literatura cervantina.
sumamente vistosos y agradables al vulgo ».13 A pesar de su in­ Junto a Mayáns deben figurar, como principales eruditos litera­
transigencia de clasicista, hace a menudo razonables concesiones, rios déla época, T om ás A n t o n io S á n c h ez (1725-1802), arqueólogo
como cuando escribe de Calderón lo siguiente: ilustre, que fué el primero en publicar los monumentos de la litera­
tura medieval (Poema del Cid, Libro de Alexandre, poemas de
« Por lo que mira al arte, no se puede negar que sin sujetarse Calderón Gonzalo de Berceo y del Arcipreste de Hita) en la Colección de
a las justas reglas de los antiguos, hay en algunas de sus comedias el ai te
'poetas castellanos anteriores al siglo x v (1779-1790), años antes
primero de todos, que es el de interesar a los espectadores o lectores, y
que en Francia y Alemania se publicasen sus grandes poemas
llevarlos de escena en escena, no sólo sin fastidio, sino con ansia de ver
el fin: circunstancia esencialísima de que no se pueden gloriar muchos
épicos; F r a n c isc o C e r d á y R ico (1730-1792), a quien se debe la
poetas de otras naciones grandes observadores de las reglas.» 14 reimpresión de textos antiguos (Coplas de Manrique, obras de
García Matamoros, Cervantes de Salazar, Juan Ginés de Sepúl­
La Poética de Luzán, considerada en conjunto, es obra de mérito veda, fray Luis de León, etc.) con estudios biográficos y críticos,
por su erudición y razonada crítica, pero yerra en el punto funda­ notas y comentarios; y, finalmente, A n t o n io d e C a pm a n y (1742—
mental de aplicar las reglas clásicas al arte eminentemente libre, 1813), filólogo e historiador, que nos dejó una meritísima antología
romántico y nacional de nuestros autores del siglo de oro. de prosistas, el Teatro histórico-critico de la elocuencia castellana
Nada patentiza tan ostensiblemente la desorientación de algunos (1786-1794).16 Quizás debiera considerarse este general interés en
críticos de entonces, como el poco aprecio que se hizo de los ma­ lo nacional y pretérito como la primera chispa precursora del
yores ingenios castellanos. B las A ntonio N asarre (1689-1751), Romanticismo español.
célebre entre los humanistas, atacó el teatro clásico con violencia y
[1] Baltasar Gracián, El Criticón, ed. Cejador, Madrid, 1913-14,1.1, p. 245.
desacierto en su prólogo a la edición (1749) de las Comedias de [2] Cartas marruecas, ed. B. A. E., t. XIII, p. 595; ed. Azorín, Madrid, 1917.
Cervantes. Y A gustín d e M ontiano (1697-1764), poeta dramá­ [3] Obras completas de Fígaro, París, 1870, t. III, p. 4.
tico de escaso valor, pero que gozó de mucha autoridad como [4] V. Martin Hume, Spain, Its Greatness and Decay, New York, 1906.
crítico, consideraba que lo esencial en el arte era el orden, las re­ [5] V. G. Desdevises du Dezert, La soáété espagnole au X V I l I e si'ecle, en
Revue hispanique, t. LXIV, págs. 225-656; sobre la población de España en
glas, la observancia de los preceptos de la escuela francesa, y
siglos pasados, véase Altamira, Historia de España y déla ávilización española,
encariñado con ella no podía apreciar las bellezas de nuestros 1.1 (2da. ed.), p. 26.
clásicos; así le vemos, por ejemplo, juzgar la segunda parte del [6] V. Miguel Morayta, El Padre Feijóo y sus obras, Valencia, 1913; Emilia
Quijote de Avellaneda como indiscutiblemente superior a la de Pardo Bazán, Examen crítico de las obras del P. Maestro Feijóo, Madrid, 1877.
[7] Teatro crítico universal, Madrid, 1765, t. VII, p. 313; ed. con selecciones,
Cervantes.
No faltaron, claro está, quienes defendieran la antigua literatura A. Millares Cario (Clásicos Castellanos), Madrid, 1923-26.
[8] Obras escogidas de Feijóo, ed. B. A. E., t. LVI, p. 543.
y aun vislumbraran la apoteosis que ciertos maestros (Lope, lirso, [9] V. J. M. Salvador y Barrera, El P. Flórez y su «España Sagrada)> (dis­
Calderón) habían de obtener en el siglo xix. Uno de tales eiuditos curso), Madrid, 1914.
fué G regorio M ayáns (1699-1781), cuyas dotes eminentes le han CIO] Ed. Colección de documentos inéditos para la Historia de España,
valido la estimación y el respeto de los investigadores modernos. ts. VIII y XII.
Su Retórica (1757) representa un considerable avance en el pro­ [11] Id., ts. XIX y XX.
[12] V. Fitzmaurice-Kelly, Hist. de la Lit. Española (3ra. ed.), Madrid,
greso de la crítica: examinó la obra de los clásicos con tal discerni­ 1921, p. 301.
miento y rectitud, que la mayoría de sus juicios han venido a ser [13] La Poética o reglas de la poesía en general y de sus principales especies,
confirmados después de siglo y medio de investigaciones literarias. Madrid, 1789, t. II, p. 22; V. F. Fernández y González, Historia de la crítica
426 D E C A D E N C I A DE LAS L E T R A S

literaria desde Luzán hasta nuestros días, Madrid, 1867; Menéndez y Pelayo,
Historia de las ideas estéticas en España, t. III, vol. I, págs. 176-191; R. E.
Pellissier, The Neo-Classic Movement in Spain During the x v m Century,
Stanford University (California), 1918.
[14] Ed.cit., t. II, p. 29.
[15] V. Morel-Fatio, Un érudit espagnol au X V I I I o si'ede: Mayans, en CAPÍTULO XXXI
Bulletin hispanique, t. XVII, págs. 157-226.
[16] V. J. Sempere y Guarinos, Ensayo de una biblioteca española de los me­
LITERATU RA DRAM ÁTICA
jores escritores del reynado de Carlos I II (6 vols.), Madrid, 1785-89.
1. Zamora y Cañizares, últimos representantes de la escuela de Calderón.
2. La imitación francesa: primeras manifestaciones; la Hormesinda
de N. F. de Moratín; principales tragedias del mismo estilo; Garúa
de la Huerta y su Raquel. 3. El gusto nacional: representación de los
clásicos; los refundidores, Trigueros, Dionisio Solís, y Comella.
4. Ramón de la Cruz: su teatro castizo y popular; obras varias; los
Sainetes. 5. González del Castillo, sainetista. 6. L. F. de Moratín:
La comedia nueva y El sí de las niñas; caracteres de su teatro; obras
líricas, satíricas y eruditas.

1. Z am ora y C a ñ iz a r e s . De los dramaturgos del siglo x v ii que


aun continúan escribiendo para el teatro durante la primera parte
del siguiente, los más importantes son Antonio de Zamora (m.
1728) y José de Cañizares (1676-1750). Ambos siguen la tradición
clásica, pero faltos de verdadero genio creador, sus comedias pare­
cen reflejo pálido del teatro de Calderón, Rojas y Moreto. En los
dramas históricos y religiosos, tienden a la presentación de casos
improbables, de incidentes extraños, de sentimientos falseados, y
acentúan los artificios teatrales, los efectos escénicos de relumbrón.
Zamora y Cañizares son ingenios muy semejantes: el primero, no
obstante, escribía con más conciencia artística, y el segundo era
más fecundo, más hábil en urdir tramas al par interesantes y
complicadas, y algo más vivo e ingenioso en el diálogo. Los dos
sobresalen en la comedia de figurón, aunque suelen extremar la
nota cómica hasta la caricatura.
La mejor comedia de Zamora es El hechizado por fuerza, donde
aparecen pintados con real maestría, aunque sin la finura de
Rojas o Moratín, los bajos y ridículos sentimientos de la avaricia
y de la cobardía.1 Y la comedia más celebrada de Cañizares es El
dómine Lucas, un hidalgo montañés, tonto y malicioso, que del
rústico lugar se traslada a la corte y aquí despliega todo el fana­
tismo de su orgullo nobiliario; es de las piezas más regocijadas, de
mayor fuerza cómica del teatro español.2
427
428 D E C A D E N C I A DE LAS L E T R A S

2. L a im it a c ió n f r a n c e s a . Cañizares y Zamora son los últi­


mos representantes de la gloriosa escuela dramática del siglo de
oro. El movimiento de imitación de las letras francesas, general
en toda Europa, se extendió también a España. Durante el siglo
xvii, « por cien casos de imitaciones » de obras dramáticas espa­
ñolas en Francia, no hay más que «un solo caso de imitación
francesa en España»: El honrador de su padre (1658), adaptación
del Cid de Comedle, hecha por Juan Bautista Diamante, dramático
de tercer orden de la escuela de Calderón.3 Hay que agregar El
labrador gentilhombre (1680), arreglo anónimo de Le Bourgeois
gentilhomme de Moliére. En el siglo xvm, los que imitan son los
españoles. La primera manifestación, en el drama, es la versión
del Cinna de Comedle, que hizo en 1713 el marqués de San Juan.
Unos veinte años después, Luzán publica su Poética, en la cual,
como ya hemos visto, se propone subordinar la poesía española a
las reglas del neoclasicismo francés, imponiendo como artículos de
fe la separación absoluta de los géneros trágico y cómico, y las
unidades dramáticas de acción, tiempo y lugar. La traducción de
algunas piezas francesas fué, por lo pronto, la única consecuencia
de sus enseñanzas.
En 1750, Agustín de Montiano, defensor entusiasta del neo­
clasicismo, imprimió su Virginia, y tres años más tarde el Ataúlfo,
las dos primeras tragedias originales escritas conforme a los pre­
ceptos del nuevo sistema dramático: no se representaron, ni lo
merecían.4 La contienda entre el partido galoclásico y el partido
nacional, era todavía una mera guerrilla teórica entre críticos y
literatos. La primera tragedia que llegó al escenario fué la Hor-
mesinda, de Nicolás Fernández de Moratín, representada con poco
éxito en 1770.5 Este excelente poeta nacional en los versos líricos,
según veremos más adelante, fué en la dramática el caudillo de los
neoclásicos. Sus tragedias corrieron suerte varia, pero siempre
malísima, pues unas no llegaron al teatro, otras llegaron a él y los
cómicos se resistieron a ensayarlas, o se negaron después a repre­
sentarlas, o lo hicieron finalmente de mala gana; la más afor­
tunada de todas las suyas, la Hormesinda, no pasó de la sexta
representación. Y esto, aunque estaban hechas « conforme a
todas las reglas del arte» y tenían la aprobación de las acade­
mias y de los literatos de su escuela.
Del mismo corte y estilo son las tragedias Don Sancho García,
L I T E R A T U R A DRAMATI CA 429

Conde de Castilla (1771), del prosista satírico y poeta Cadalso, la


Numancia destruida (1775), de Ignacio López de Ayala, y el
Munuza (1792), cuyo primer título fué Pelayo,6 del polígrafo Jo-
vellanos, que son las obras más señaladas que el clasicismo francés
produjo en España:7 muy regulares, bellas en la dicción, pero fal­
tas de brío, frías en la expresión de los afectos, sin aquella valiente
gallardía y riqueza del antiguo teatro español.
Falta por mencionar la mejor de todas estas tragedias, la única
que ha merecido el aplauso caluroso de los críticos y del público:
la Raquel (1778), de V ic e n t e G a r c ía d e la H u e r t a (1734-1787),
inspirada en La judía de Toledo de Mira de Amescua.8 García
de la Huerta fué el primero en defender a los clásicos castellanos
frente a los ataques de los afrancesados, y, para revivir el gusto por
lo nacional, editó una colección de piezas antiguas (1786). Su tra­
gedia Raquel versa sobre las desventuras de esta hermosa judía, que
logró ejercer imperio absoluto en el corazón del rey Alfonso VIII
(m. 1214), y fué inmolada por los nobles de Castilla. En ella,
se observan las unidades (la acción se desarrolla en el término
de un día, y su lugar es un salón) y no se mezcla lo cómico a lo
trágico; pero, en su esencia y carácter, no difiere de los dramas
del siglo de oro. Tuvo un éxito enorme, y corrió entre aplausos
por todos los teatros de España. «Y consistía en que la Raquel
sólo en la apariencia era tragedia clásica, en cuanto su autor se
había sometido al dogma de las unidades, a la majestad uniforme
del estilo y a emplear una sola clase de versificación; pero, en el
fondo, era una comedia heroica ni más ni menos que las de Cal­
derón ..., con el mismo espíritu de honor y de galantería, con
los mismos requiebros y bravezas expresados en versos ampulosos,
floridos y bien sonantes, de aquellos que casi nadie sabía hacer
entonces sino Huerta, y que por la pompa, la lozanía y el número,
tan brillantemente contrastaban con las insulsas prosas rimadas de
los Montianos y Cadalsos. La Raquel tenía que triunfar, porque
era poesía genuinamente -poética y genuinamente española. Es la
única tragedia del siglo pasado [s. xvm ] que tiene vida, nervio y
noble inspiración. »9 La Raquel aventaja en mucho, efectiva­
mente, a las demás tragedias de la época en el plan y los carac­
teres, en el interés y la versificación. Tiene rasgos de intensa
emoción y arte, caracteres bien delineados, alteza en los pensa­
mientos y trozos de poesía magnífica.
430 D E C A D E N C I A DE LAS L E T R A S L I T E R A T U R A DR AMA TI C A 431

3. E l g u s t o n a c i o n a l . El gusto del público no estuvo nunca Rojas, El alcalde de Zalamea, El escondido y la tapada y La dama
por las comedias de corte francés: « amante de las comedias de sus duende, de Calderón, figuran entre el gran número de piezas que
autores nacionales, y, en los intermedios, de la representación arregló. « El tino con que imitaba Solís el estilo del autor cuya
jocosa de los donaires del país, dudo — escribía D. Ramón de la obra restauraba era tal, que un célebre humanista y poeta de
Cruz — que jamás admita el pueblo la austera seriedad de una nuestros días, habiendo asistido a la representación de una de esas
tragedia, ni la civilidad perenne de una comedia antigua; ni habrá comedias, y escrito después un análisis de ella, fué a alabar pre­
compañía de representantes tan poderosa ni bizarra que supla de cisamente como lo mejor de la pieza un trozo de versificación que
sus caudales los gastos del teatro y manutención propia ».10 En era todo de Solís; tan felizmente había sabido darle el colorido
vano concedieron los gobernantes resuelta protección al neoclasi­ dominante en el cuadro. Refundición hubo en que ingirió Solís
cismo, en particular el conde de Aranda, para imponerlo en el más de mil versos, no dejando casi de la obra original sino el título
teatro. Los jueces no podían ser los políticos y literatos, sino el y alguna escena. »13
público y los comediantes. Los autores de la nueva escuela no Refundidor de varias obras de Lope y Calderón fué, asimismo,
encontraban compañías que quisieran representar sus tragedias, L u c i a n o F r a n c i s c o C o m e l l a (1751-1812), escritor muy fecundo
y si algunas se ponían en escena eran acogidas fríamente por el que cultivó casi todos los géneros dramáticos. De pésimo gusto,
público. trivial, prosaico, logró ruidosos triunfos por el tono popular y
Cotarelo, que ha examinado las cuentas de las funciones dadas melodramático de sus producciones. Era fértil en la invención de
en los dos teatros principales de Madrid, durante la segunda mitad argumentos complicados, a menudo extravagantes, y de situaciones
del siglo xviii (hasta 1790), concluye que acaso un cincuenta por efectistas. Compuso más de ciento veinte piezas dramáticas, y
ciento de las obras representadas eran de Calderón, una cuarta todas yacen hoy en el más completo olvido, incluso las tres que
parte corresponde a Moreto y otros poetas del siglo de oro (Lope, suelen citarse como mejores: Federico I I en el campo de Torgau,
Tirso y Alarcón están en gran minoría), y del resto pertenece una histórica, La familia indigente, de tendencia social, y El alcalde
buena porción a don Ramon de la Cruz. «Imperaba, pues, el proyectista, cómica.14
teatro del siglo xvn, y el pueblo español seguía fiel a sus grandes
poetas . . . #u 4. R amón d e la C ruz . El más famoso autor dramático de su
Las producciones de los clásicos se ponían en escena conforme siglo es Don Ramón de la Cruz (1731-1794), madrileño, triste
al original, o en forma de refundiciones. Dos escritores, poco empleadillo de una de las dependencias del Estado.16 Retratar
afortunados en las piezas originales, pero que realizaron obra los hombres, sus palabras, sus acciones y sus costumbres, fué
notable con arreglos de las comedias antiguas, merecen recuerdo la sencilla y sólida doctrina de este singular ingenio: Yo escribo
especial: C á n d i d o M a r í a T r i g u e r o s (1736—¿ 1802?) y D i o n i s i o y la verdad medida, declara en el prólogo a su Teatro (1786-1791).
V i l l a n u e v a (1774-1834), conocido por el sobrenombre de S o l í s . Compuso tragedias originales, de escaso mérito, hizo versiones
Fueron ambos buenos poetas líricos.12 Al primero se deben ex­ de comedias francesas “ e italianas, y arreglos o refundiciones de los
celentes refundiciones de comedias de Lope de Vega, como La moza clásicos; escribió zarzuelas, como Las segadoras de Vallecas (1768),
del cántaro, Los melindres de Belisa, y, sobre todo, La Estrella de que marca un notable avance en el género, pues es la primera en
Sevilla, con el nuevo título de Sancho Ortiz de las Roelas. En que se abandonan los temas mitológicos o legendarios para pre­
cuanto a Dionisio Solís (o Villanueva), fué notabilísimo su arte de sentar asuntos y costumbres populares del día; y nos dejó más
refundidor: procedía con entera libertad, pero con admirable de trescientos sainetes, que son los que le han dado al autor toda la
acierto. El mejor alcalde el rey y La dama boba, de Lope de Vega, importancia que tiene en la historia literaria.16
La villana de Vallecas, Por el sótano y el torno, La celosa de si misma a D el fran cés hizo la p rim e ra v ersió n esp añ o la de S h ak esp eare: Hamleto, rey de
y Marta la Piadosa, de Tirso de Molina, García del Castañar, de Dinamarca (1772).
432 D E C A D E N C I A DE LAS L E T R A S L I T E R A T U R A D R AM A T I C A 433
Los sainetes de D. Ramón de la Cruz son breves piezas dramá­ Copia del natural suelen ser sus sainetes, aunque en algunos,
ticas de la misma índole, aunque más extensos, que los pasos de como el mismo que acabamos de citar, se exagera la nota del ridí­
Lope de Rueda y los entremeses del siglo xvn: cuadros realistas y culo. Quien desee conocer a la coqueta de aquel tiempo, lea La
graciosos de las costumbres, bocetos satíricos de las manías y petimetra en el tocador; si al galán de moda, El petimetre: si el tipo
prejuicios de la sociedad española de la época (en particular, de la de la mujer intratable, por estar embarazada, véase La embarazada
madrileña), y de los tipos de la clase media y de la baja, con sus ridicula; para una clase social entera, la de los cómicos, v. gr.,
propias ideas, actitudes y lenguaje. Todos los sainetes están en sobre los cuales escribió más de cuarenta sainetes, acódase a El
verso, de metros cortos, y suelen tener al principio y al fin, o in­ teatro por dentro, a El sainete interrumpido, a Los cómicos poetas,
tercalados, algunos bailes y canciones. etc.; para una fiesta familiar, El sarao o La merienda del jardín;
Argumento, propiamente, apenas lo tienen. Así, El mesón de para una ocasión triste, la regocijada sátira de La visita de duelo.
Villaverde se reduce a las conversaciones joviales, y animadas Sainetes de costumbres públicas, hay muchos donde elegir, El
fiestas, de unos cuantos viajeros que se hospedan para pasar la Rastro por la mañana, El Prado por la noche, La Plaza Mayor por
noche en cierto mesón del camino; en El careo de los majos, la Navidad, etc. Todos ellos son traslado exacto, animado e ingenioso
inquilina de una casa de vecindad, ofendida por no haber sido de la vida madrileña. Con fundada confianza podía el autor ex­
invitada al baile de la vecina, va a quejarse al juez del alboroto, y presarse en los siguientes términos, en el citado prólogo a su Teatro:
se celebra juicio en que salen a relucir todos los trapos sucios del
«Los que han paseado el día de San Isidro su pradera, los que han
barrio; en El fandango de candil, se ve la curiosidad y las apreturas
visto el Rastro por la mañana, la Plaza Mayor de Madrid en víspera de
de la gente por entrar a un baile, los divertidos episodios de éste, Navidad, el Prado antiguo por la noche, y han velado en las de San Juan
y el escandaloso remate al apagar las luces un guasón y presen­ y San Pedro, los que han asistido a los bailes de todas clases de gentes y
tarse el juez; en La pradera de San Isidro, con ocasión de la popu­ destinos, los que visitan por ociosidad, por vicio o por ceremonia...,
lar romería madrileña, hay meriendas, galanteos y riñas. digan si son copias o no de lo que ven sus ojos y de lo que oyen sus oídos,
Algunos sainetes tienen un esbozo de argumento: La presumida y si los cuadros no representan la historia de nuestro siglo.»
burlada, por ejemplo, que es de los mejores por el movimiento
escénico, las situaciones cómicas y el vivo donaire del diálogo: Otro género de sainetes digno de atención son las parodias litera­
Cierto caballero viudo se casa con su criada, la cual, elevada al rango rias. En ellas, se burló don Ramón de la Cruz de las tragedias
de señora, trata de imponerse a los sirvientes, sus compañeros de antes, y neoclásicas que entonces se hacían. Y el número de parodias que
ellos le replican siempre con oportuno desenfado. Tiraniza, desde luego, escribió es mayor que el de las tragedias representadas.18 Entre
al pobre marido, y sale derrochadora, orgullosa y de malísimo genio; sus parodias (tragedias para reír o sainetes para llorar, no con tres,
se envanece sobre todo de proceder de hidalga familia, aunque venida a sino con tres mil unidades), la mejor es Manolo, cuyo protagonista
menos. En la calle, don Gil, el marido, se encuentra con dos humildes muere de una puñalada, a causa de rivalidades amorosas; todos
lugareñas, que resultan ser su suegra y su cuñada, las cuales acaban de los personajes son gente del bajo pueblo madrileño, que, en tono
llegar del pueblo. Don Gil, en vez de librarse de ellas, como le aconseja semiburlesco, se expresan en el mismo lenguaje altisonante em­
un amigo, discurre llevarlas él mismo a la casa para quitarle los humos
pleado en las tragedias, en ampulosos versos endecasílabos.19
nobiliarios a su mujer; ésta se halla de tertulia con varios caballeros y
damas, y está justamente ponderando las grandezas de su linaje cuando La fidelidad de los tipos y costumbres es siempre sostenida en
se presentan la madre y la hermana; al principio pretende desconocerlas, los Sainetes. Por ello, constituyen la mejor crónica que tenemos
pero, avergonzada al fin de su indignidad, las abraza con amor. El de la vida española del siglo xvm. El teatro de D. Ramón de la
sainete termina con una lección moral: Cruz, tirano de la escena por su inmensa popularidad, representa
No hay en el nacer oprobio el triunfo del realismo y de la libertad en la creación artística, del
si hay virtud para enmendarlo .. ,17 humorismo y espíritu satírico del genio nacional, sobre el arte
434 D E C A D E N C I A DE L A S L E T R A S L I T E R A T U R A D RA M A TI C A 435

académico y fría imitación de lo francés: el triunfo, también, del mujer sabidilla y fastidiosa, y el del pedante D. Hermogenes, locuaz
habla popular, sobre el lenguaje puramente literario y campanudo e insoportable presumido de saberlo todo. Derrochó Moratín,
de los escritores ultraclásicos. en esta obra, vis cómica, verismo y buen gusto.
5. González del Castillo. Sainetista muy popular y ad­ La pieza que representa toda la madurez de su arte es El sí
mirado fué Juan Ignacio González del Castillo (1763-1800), menos de las niñas (1806), deliciosa intriga de amor que acaba, como las
espontáneo que D. Ramón de la Cruz, pero igualmente feliz en la de la vida, en el altar. Tiene tres actos, en prosa:
presentación de las costumbres y en la punzante ironía al atacar los Una gentil muchacha sale del convento, donde se ha educado, para
vicios y ridiculeces de los hombres. La acción de casi todos sus desposarse por empeño de la madre con D. Diego, caballero de edad
sainetes, pletóricos de vida y de chiste, se desarrolla en Cádiz, la madura; pero ella está enamorada de Carlos, sobrino y protegido de
ciudad natal del autor. Algunos de los más celebrados son El D. Diego; los dos jóvenes convienen en sacrificar su propio cariño, cuando
D. Diego, descubriéndolo y dándose cuenta de la generosidad de ambos,
café de Cádiz, Los majos envidiosos, El soldado fanfarrón y La
se retira y aprueba la boda de su sobrino con la muchacha.
casa de vecindad.20
En el fondo, El sí de las niñas es severa crítica de la corriente
6. L. F. de M oratín. Leandro Fernández de Moratín (1760- educación que se da a las mujeres, dentro y fuera de los conventos:
1828), hijo del autor de Hormesinda, fué secretario de la embajada
«— Ve aquí los frutos de la educación — exclama uno de los per­
de España en París, y más tarde, secretario de una sección del
sonajes—. Esto es lo que llaman criar bien a una niña: enseñarla a que
Ministerio de Estado.21 Meléndez Valdés, el mayor poeta del
desmienta y oculte las pasiones más inocentes con una pérfida disimula­
siglo, en el prefacio a la edición de sus Poesías (1797), le menciona ción. Las juzgan honestas luego que las ven instruidas en el arte de callar
entre otros jóvenes « que serán la gloria de nuestro parnaso y el y mentir. Se obstinan en que el temperamento, la edad ni el genio no
encanto de toda la nación ».22 Brillaba por entonces, como poeta, han de tener influencia alguna en sus inclinaciones, o en que su voluntad
el joven Moratín, y también como autor dramático, pues una de sus ha de torcerse al capricho de quien las gobierna. Todo se les permite
dos mejores piezas, La comedia nueva, se había estrenado en 1792. menos la sinceridad. Con tal que no digan lo que sienten, con tal que
Gustó mucho tal comedia por la novedad de su realismo y por la finjan aborrecer lo que más desean, con tal que se presten a pronunciar,
mordiente sátira con que se atacaba en ella a los malos dramaturgos cuando se lo mandan, un sí perjuro, sacrilego, origen de tantos escándalos:
que infestaban la escena. « Esta comedia —•leemos en el pró­ ya están bien criadas; y se llama excelente educación la que inspira en
logo — ofrece una pintura fiel del estado actual de nuestro ellas el temor, la astucia y el silencio de un esclavo. » 24
teatro. »23 Está en prosa, en dos actos: En esta comedia, insuperable en la técnica y en el estilo, brillan
La acción tiene lugar en cierto café, inmediato al teatro, donde se las cualidades eminentes de Moratín: regularidad en la acción,
discute sobre el próximo estreno de una nueva comedia; allí nos enteramos absoluta propiedad en los caracteres, intención crítica, fina ironía,
de que esta supuesta comedia, verdadera farsa llena « de disertaciones brillantez en el diálogo, pureza y elegancia de la lengua. Lo que
morales, soliloquios furiosos. . . , revista de ejércitos, batallas, tempes­ entonces y siempre le faltó a Moratín es calor y fantasía. Tiene
tades, bombazos y humo » (como solían serlo las de Comella), es estre­ más arte que imaginación y sentimiento. Sus principios clásicos
pitosamente silbada el día del estreno; y su imaginario autor D. Eleuterio, de la comedia, una acción sola, en un lugar y en un día, los practicó
que figuraba en el largo catálogo de los « muchos escritores ignorantes que al pie de la letra, logrando escribir comedias de suma perfección
abastecen nuestra escena de comedias desatinadas », abandona la carrera
técnica, pero frías. Era demasiado reflexivo para el arte, que re­
dramática para aceptar el destinillo que, por su buena letra, le ofrece
quiere sobre todo espontaneidad y emoción. Afrancesado en la
un bondadoso amigo.
política, no lo fué sin embargo en la literatura. No era galoclásico,
Todos los personajes de La comedia nueva están magistralmente sino sencillamente clásico: no tenía la vista en el teatro francés,
caracterizados, descollando, junto al de D. Eleuterio, el tipo de la como muchos de sus contemporáneos, sino en el teatro latino de
436 D E C A D E N C I A DE L A S L E T R A S L I T E R A T U R A D R AM AT I C A 437

Terencio. No obstante, Moliére, tan fervorosamente admirado « — Éste es — dijo Mercurio a su hermano — el que he podido agarrar
por Moratín, debió de ejercer sobre éste considerable influjo entre aquella turba; él te dirá lo que deseas saber . . .
espiritual. « El poetastro, encarándose con Apolo, le hizo tres grandes cortesías,
Las otras tres comedias originales de Moratín, inferiores, están y quedó aguardando el permiso de hablar. Dióselo Apolo, y él comenzó
a delirar de esta manera:
escritas en verso y se parecen mucho en la índole y lección moral
a El sí de las niñas. En la titulada El viejo y la niña o el casamiento « Reverberante numen, que del Istro
desigual (1790), en tres actos, cierta linda muchacha, que ya estaba al Marañón sublimas con tu zurda. . . »
enamorada de otro joven, se ve obligada a casarse con un anciano;
y, para no faltar a sus deberes conyugales, se separa del odioso « Reventaba Apolo entre la indignación y la risa; las Musas se tendían
por los suelos dando exhorbitantes carcajadas; los poetas se miraban los
vejete e ingresa en un convento. El Barón (1803), en dos actos,
unos a los otros sin saber lo que les sucedía; y el badulaque, muy satis­
es un aventurero que se finge aristócrata y pretende casarse con
fecho, se disponía a proseguir disparatando en culto; pero Francisco de
una rica muchacha de pueblo, que ama a otro; la madre de ella, Rioja, que estaba inmediato, le dijo:
deslumbrada por los blasones del fingido barón, se empeña en «— Ved, señor enviado, que Apolo nuestro amo no os llama aquí para
casarla con éste; al fin, a punto de verse descubierto, el aventurero que le declaméis versos tenebrosos; lo que únicamente quiere es . . .
huye del pueblo y se lleva de paso algunos objetos que había ro­ «— ¡ A h! — dijo el de las sopalandas —, ya sé lo que quiere, no hay
bado. En La Mojigata (1804), de tres actos, dos hermanos crían a para qué decírmelo, que ya lo he comprendido: lo que quiere es otro
sus hijas de bien distinto modo: el uno, dentro de la mayor moji­ soneto con los mismos consonantes: pues allá va, hijo de Latona, escu­
gatería e hipocresía, y el otro con natural libertad y franco conoci­ chadme benévolo . . . » 25
miento del mundo; la primera, educada para el claustro, comete
graves ligerezas, que son imputadas a su prima; al cabo, mani­ [1] Comedias de Zamora, ed. B. A. E., t. XLIX, págs. 411-503.
[2] Comedias de Cañizares, ed. B. A. E., t. XLIX, págs. 505-654.
fiesta la verdad, se ve el desastroso fruto de la educación de la
[3] V. Menéndez y Pelayo, Teatro selecto de Calderón, Madrid, 1917-18,1.1,
Mojigata, lo cual resulta lección cruel para el padre. págs. liii-liv; Cotarelo y Morí, Don Juan Bautista Diamante y sus comedias, en
Durante un tercio de siglo, hasta la aparición del romanticismo, Boletín de la Real Academia Española, t. III, págs. 272-297 y 454-497.
Moratín fué el modelo en que se inspiraron los dramaturgos. Y [4] V. Marqués de Laurencín, Don Agustín de Montiano y Luyando, Madrid,
continúa siendo todavía maestro del lenguaje, de la fina ironía, 1926.
[5] Hormesinda, ed. B. A. E., t. II, págs. 85-101.
del arte equilibrado y del estilo.
[6] Pelayo, ed. B. A. E., t. XLVI, págs. 53-75.
La misma corrección y elegancia que resplandecen en las come­ [7] V. L. Fernández de Moratín, Catálogo de piezas dramáticas publicadas en
dias de este autor, echamos de ver en sus poesías líricas (v. gr., España desde el principio del siglo x v m hasta la época presente (1825), en
La toma de Granada por los Reyes Católicos, 1779) y en las satíricas, B. A. E., t. II, págs. 327-334.
como la Lección poética, dirigida contra los vicios introducidos en [8] La judía de Toledo figura entre las Comedias de Diamante (ed. B. A. E.,
el parnaso castellano. t. XLIX, págs. 1-76), pero H. A. Rennert ha probado concluyentemente
(Reo. hisp., VII, 119-140) que es obra de Mira de Amescua.
Bien conocidos del investigador literario son los Orígenes del [9] Menéndez y Pelayo, Histeria de las ideas estéticas en España (2da. ed.),
teatro español de Moratín, publicado en 1830, precioso libro que t. V, págs. 313-314.
arroja mucha luz sobre el teatro anterior a Lope de Vega. [10] Sainetes de Don Ramón de la Cruz, ed. Cotarelo, en N. B. A. E.,
La derrota de los pedantes (1789), fantasía literaria, es buena t. XXIII, p. viii.
[11] Cotarelo, Iriarte y su época, Madrid, 1897, p. 333.
muestra de la prosa castiza y finamente irónica de nuestro autor.
[12] Poesías de Dionisio Solís, ed. B. A. E., t. LXVII, págs. 237-268.
Un ejército de poetastros pretende asaltar el Parnaso; Mercurio, [13] Hartzenbusch, Poesías de Solís, loe. cit., p. 235.
atemorizándolos, les impone un armisticio, coge a uno de ellos y lo [14] V. C. Cambronera, Comella: su vida y sus obras, en Revista Contempo­
conduce ante Apolo, para que exponga el motivo del asalto: ránea (Madrid), junio-diciembre, 1896.
438 D E C A D E N C I A DE LAS L E T R A S

[15] V. Cotarelo, Don Ramón de la Cruz y sus obras, Madrid, 1899; ídem,
Introducción a ed. de Sainetes, loe. cit.
[16] V. Catálogo alfabético de sus obras dramáticas, en ed. de Sainetes, págs.
xxiii-lxxii; Cinco sainetes inéditos de Don Ramón de la Cruz, con otro a él
atribuido, ed. C. E. Kany, en Revue hispanique, t. LX, págs. 40-185.
[17] V. Arthur Hamilton, Ramón de la Cruz, Social Reformer, en The Romanic CAPITULO XXXII
Review, t. XII, págs. 168-180.
[18] V. Menéndez y Pelayo, Hist. de las ideas estéticas, t. V., p. 312. LA PROSA LITERARIA
[19] Ed. en Five Sainetes of Ramón de la Cruz, ed. escolar, etc., by C. E.
Kany, Boston, 1926. 1. Torres y Villarroel: su originalidad y rareza; swVida. 2. Cadalso,
[20] Obras completas de González del Castillo, ed. L. Cano, Madrid, 1914, precursor del Romanticismo; las Noches lúgubres; obras satíricas.
[21] V. J. Martínez Rubio, Moratín, Valencia, 1893. 3. Joválanos, polígrafo: valor de su prosa. 4. Fomer, prosista y poeta
[22] Poesías del Dr. D. Juan Meléndez Valdés, Valladolid, 1797,1.1, p. xiv. satírico: sus Exequias de la lengua castellana. 5. La novela: los
[23] B. A. E., t. II, p. 356. autores principales, Gutiérrez de Vegas, Montegón, Arezana, etc. 6. El
[24] Acto III, esc. 8; Moratín: Teatro (La comedia nueva y El sí de las niñas), Padre Isla: el gerundismo en la oratoria sagrada; Fray Gerundio de
ed. F. Ruiz Morcuende (Clásicos Castellanos), Madrid, 1924; Obras de L. F. de Campazas, novela satírica: sus méritos.
Moratín, ed. B. A. E., t. II; El sí de las niñas, ed. escolar, etc., by Geddes and
Josselyn, New York, 1903. 1. T orres y Villarroel. La prosa literaria del siglo xvm
[25] B. A. E., t. II, págs. 564-565. está bien caracterizada, en general, por el espíritu crítico, didáctico
y satírico. Uno de sus representantes más típicos fué Diego de
Torres y Villarroel (1693-1770), que, tras una juventud bohemia
llena de travesuras y andanzas, desempeñó cátedra en Salamanca
y acabó ordenándose de sacerdote en 1745.1
Dotado de vasta curiosidad intelectual, se entregó a los más
variados estudios, y también a los más extraños, sin desdeñar
siquiera la magia. Fué escritor fecundo, original y raro. Publi­
cáronse sus obras completas, en catorce tomos, el año 1752. Varias
son de asunto extravagante, como las que versan sobre el pro­
blema de la piedra filosofal, y los almanaques y 'pronósticos, algunos
de los cuales se cumplieron, v. gr., el pronóstico de la Revolución
francesa (1789), que él había ya anunciado en 1756. Villarroel
escribió obras serias, como la Vida de la venerable madre Gregorià de
Santa Teresa (1738), de mucho precio por la limpieza y elocuencia
del estilo. Compuso también comedias burlescas, zarzuelas,
sainetes, y buen número de poesías líricas, todo ello de muy
castizo ingenio y lenguaje, pero inferiores en conjunto a su prosa
satírica.2
Esta última es la que tiene un valor permanente. En las
visiones y sueños morales, imita con feliz acierto, como ningún
moderno, al gran Quevedo; la mejor obra de Villarroel, en este
género, es Visiones y visitas con D. Francisco de Quevedo por la
Corte (1743), valiosa colección de cuadros satíricos de la vida
439
440 D E C A D E N C I A DE L A S L E T R A S LA P R O S A L I T E R A R I A 441
madrileña. « Habiéndose propuesto casar el deleite con la ins­ presa de trágica desesperación por la temprana y repentina muerte
trucción, deleitando y amonestando al lector, según el consejo de de su amada, concibió el extraño propósito de desenterrar el cadá­
Horacio, y el instituto de los satíricos y cómicos, ha solicitado que ver y robarlo, cosa que le impidieron a tiempo. El relato de este
concurran estas dos calidades en las más de sus obras, trayendo, suceso, adornado literariamente, constituye el asunto de Noches
con el celo y dulzura de las invenciones y donaires, el provecho de lúgubres.
la enseñanza. Pero aunque ha hecho serias reflexiones para casti­ De índole muy distinta es el libro más conocido de Cadalso, la
gar las costumbres, se deja conocer que ha fijado con demasía la sátira literaria, en prosa, Los eruditos a la violeta (1772): « curso
atención en las representaciones festivas, siendo muchas veces completo — agrega el subtítulo — de todas las ciencias, dividido
vicioso en los apodos y prolijo en las imágenes o pinturas que nos en siete lecciones para los siete días de la semana. Publícase en
ofrece, pecando otras de exhorbitante en la calidad y número. »3 obsequio de los que pretenden saber mucho, estudiando poco.»
El libro más importante de Torres y Villarroel es la historia de su Su breve extensión está alargada con un suplemento y cinco supues­
propia Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras, «un tas cartas de otros tantos eruditos a la violeta. Cadalso maneja la
resumen de culpas, infortunios, escándalos, castigos y desazones », ironía con mucho efecto, a trechos sutil y fina, a trechos algo
según él mismo dice con humilde severidad; los cuatro trozos burda. Véase una muestra; después de hablar de la Poética,
primeros, los mejores de los seis que componen la obra, fueron añade:
publicados en 1743. Es notable la franqueza con que el autor nos
« Con mucha más facilidad luciréis en materia de Retórica . . . Muy
habla de su vida y carácter, curiosas las noticias de la época mez­
perteneciente a esta materia sería tratar de la latinidad. Decid, y diréis
cladas al relato, muchos los donaires geniales, y grande la pureza,
bien, que está perdida. Decid, y diréis mal, que os atrevéis a resucitarla.
amenidad y desenfado de su estilo picaresco: Recitad cuatro párrafos de latín de escuela, y vomitad de asco; decid dos
dísticos que os pediréis prestado los unos a los otros; relaméos con ellos;
« A mi parecer, soy medianamente loco, algo libre y un poco burlón, un
y sea siempre feliz conclusión de vuestras conferencias una docena de in­
mucho holgazán, un si es no es presumido y un perdulario incorregible;
vectivas contra la bóveda que ilumina a España, y decid que nuestra
porque siempre he conservado un aborrecimiento espantoso a los in­
estrella es de ignorantes, y en eso os juro no mentiréis del todo, y no habrá
tereses, honras, aplausos, pretensiones, puestos, ceremonias y zalamerías
quien diga que no sois unos verdaderos poetas y oradores a la violeta . . .
del mundo. La urgencia de mis necesidades, que han sido grandes y
¿ Pues qué de otra cosa que llaman Álgebra, y es una algarabía de Luzbel,
repetidas, jamás me pudo arrastrar a las antesalas de los poderosos; sus
con crucecitas y rayitas dobles y sencillas, y aspas y letras, y números y
paredes siempre estuvieron quejosas de mi desvío, pero no de mi venera­
puntos ? Despreciad este estudio. La gente que le sigue se humilla in­
ción . . . La pobreza, la mocedad, lo desentonado de mi aprensión, lo
finitamente. Todo es llamarse unos a otros gente de más o menos, y
ridículo de mi estudio, mis almanaques, mis coplas y mis enemigos, me
parece que andan tras alguna tapada en Cádiz, o tras algún murciélago
han hecho hombre de novela, un estudiantón extravagante y un escolar,
en las máscaras: la incógnita por aquí, la incógnita por allí. Ello será
entre brujo y astrólogo, con visos de diablo y perspectivas de hechi­
muy bueno; pero yo no lo entiendo ni quiero entenderlo, ni que vosotros lo
cero . . . » 42
entendáis, porque dicen que pide mucha aplicación, constancia y método,
tres cosas tan enemigas de vuestras almas como mundo, demonio y
2. Cadalso. El coronel José Cadalso (1741-1782) figura entre carne. . . » 6
los precursores del romanticismo español, por sus Noches lúgubres
(1771?), especie de elegía en prosa, patética, febril, de desgarra­ De superior ironía, más culta y trascendental, nos parece su
doras efusiones líricas y ambiente sepulcral. De corta extensión, libro de Cartas marruecas (1793), así llamado porque el autor lo da
está dividida en tres noches, o capítulos, «imitando — dice el como correspondencia epistolar cruzada entre dos moros, uno de
subtítulo — el estilo de las que escribió en inglés el doctor Young », los cuales viaja por España. Versa sobre «los usos y costumbres
es decir, Edward Young, el autor de Night Thoughts. Cadalso, de los españoles antiguos y modernos», notando las costumbres
442 DECADENCIA DE LAS L E T R A S LA P R O SA L I T E R A R I A 443

que les son comunes con otros países de Europa, y las que les son representado en los principales teatros de Europa; en este drama,
peculiares; toca puntos de historia, política, economía nacional, escrito para impugnar una pragmatica sobre desafíos, brillan más
industrias, comercio, profesiones, modas, etc., todo en estilo el pensador y el filántropo que el autor escénico.
ligero y alegre, pero no exento de profundidad.6 Este libro, De sus muchos trabajos didácticos, recordaremos el Informe
inspirado en las Lettres persanes de Montesquieu, es de veras acerca de la ley agraria y la Memoria en defensa de la Junta Central,
interesante por la agudeza en la observación, por las juiciosas organizada con motivo de la invasión napoleónica. «Jovellanos
reflexiones e imparcialidad, y por el fino humorismo que en todo él puede pasar por el mejor tipo de prosa que nos ofrece el siglo
campea. xviii; en él aparecen reunidos con feliz tino los elementos de la
Cadalso, como poeta, nos dejó una estimable colección de versos lengua clásica con los elementos nuevos que era necesario acoger
titulada Ocios de mi juventud (1773).7 Aunque no era grande su para reflejar el pensamiento moderno, predispuesto a giros dis­
talento poético, influyó bastante en el parnaso de aquel tiempo, tintos que los habituales en los autores antiguos, y preocupado en
por su entusiasmo y educación literaria. materias por ellos no tratadas, como las relacionadas con la
economía. Jovellanos era ciertamente un purista, que buscaba
3. Jovellanos. Padre de la patria, y el varón más ilustre de su restaurar, en lo posible, la castiza lengua de nuestros clásicos;
siglo, fué D. Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), estadista, pero no era radical en esta tendencia . . . ; el purismo de Jovellanos
reformador y polígrafo.8 « Bien se consideren sus ideas o sus actos, . . . . fué templado, el que prevaleció e informa la lengua que hoy
se echa de ver que siempre tiende hacia lo verdadero, lo justo, lo usamos todos. »u De las ideas literarias de nuestro autor, así
práctico, y que para él, verdad, justicia, utilidad, no son más que como de su recia y limpia prosa, puede vislumbrarse algo en el
los tres aspectos de una misma cosa. »9 Este sello de reflexión, siguiente fragmento; después de señalar la ciega idolatría pro­
sensatez y nobleza lo vemos marcado en su obra literaria. fesada a la antigüedad y reconocer cuán inferiores le son las obras
En la poesía, no es fogoso e inspirado, sino filosófico y sereno. modernas, pregunta:
La epístola Al duque de Veragua, desde El Paular (o epístola de « ¿ Por qué en las obras de los modernos, con más sabiduría, se halla
Fabio a Anfriso), sobre los encantos de la naturaleza y de su soledad menos genio que en las de los antiguos, y por qué brillan más los que
en contraste con las penas incurables del alma, y la epístola diri­ supieron menos ? La razón es clara, dice un moderno: porque los antiguos
gida a su amigo Ceán Bermúdez,® sobre el orgullo de la razón y las crearon, y nosotros imitamos; porque los antiguos estudiaron en la na­
vanas aspiraciones de los hombres, son dos muestras magníficas turaleza, y nosotros en ellos ...; dad más a la observación y a la medita­
del pensamiento poético robusto y del tono elevado y elocuente. ción que a una infructuosa lectura, y sacudiendo de una vez las cadenas de
En endecasílabos sueltos, como las anteriores epístolas ■ —■el metro la imitación, separáos del rebaño de los metodistas y copiadores, y atrevéos
que mejor manejó Jovellanos — están también sus dos invectivas a subir a la contemplación de la naturaleza. . . ¿ Queréis ser grandes
A Arnesto, sobre la corrupción de las costumbres una, y sobre la poetas? Observad, como Homero, a los hombres en los importantes
educación de la nobleza la segunda. Son las composiciones citadas trances de la vida pública y privada, o estudiad, como Eurípides, el
corazón humano en el tumulto y fluctuación de las pasiones, o con­
de mérito muy superior a las demás sátiras y epístolas, endechas,
templad, como Teócrito y Virgilio, las deliciosas situaciones de la vida
odas y sonetos, que salieron de la pluma de Jovellanos.10
rústica. ¿ Queréis ser oradores elocuentes, historiadores disertos, políticos
Además de la tragedia Pelayo, en verso, ya mencionada en el insignes y profundos ? Estudiad, indagad, como Hortensio y Tulio, como
capítulo anterior, compuso un drama en prosa de tendencia social- Salustio y Tácito, aquellas secretas relaciones, aquellos grandes y repen­
humanitaria, El delincuente honrado (1774), que llegó a verse tinos movimientos con que una mano invisible, encadenando los humanos
“ Juan Agustín Ceán Bermúdez (1749-1829), arqueólogo y crític o de a rte , es a u to r
sucesos, compone los destinos de los hombres, y fuerza y arrastra todas
de u n valiosísim o Diccionario histórico de profesores de Bellas Artes de España (1800), las vicisitudes políticas. Ved aquí las huellas que debéis seguir, ved aquí
v e rd a d e ra e n ciclo p ed ia del a rte español. el gran modelo que debéis imitar.»12
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4. F o r n e r . Polígrafo como Jovellanos, y sobre todo prosista M ontegón, que escribió, además de poesías, tres novelas de in­
satírico, fué Juan Pablo Forner (1756-1797), magistrado de los terés: Eusebio, memorias que dejó él mismo (1786-1787), de carácter
tribunales de justicia.13 Tiene gran número de discursos y trata­ filosófico-social, a imitación del Emilio de Rousseau; el Mirtilo
dos sobre materias graves (Plan sobre unas instituciones de Derecho (1791-1795), pastoril y satírica; y El Rodrigo,romance épico (1793),
español, Sobre el origen y progresos del mal gusto en la literatura, que, a pesar del subtítulo, es una novela histórica.
Plan del modo de escribir la Historia de España, etc.), en los cuales De las varias imitaciones del Quijote, en esta época, han de
resplandecen su copiosa doctrina y talentos. Del mismo tono mencionarse El tío Gil Mamuco, novela satírica y alegre (1789),
didáctico y severo son algunos poemas suyos, como los cinco que de escritor desconocido, Vida y empresas literarias de D. Quijote
titula Discursos filosóficos sobre el hombre. Compuso piezas de la Manchuela (1789), de D o n a t o A r e n z a n a , y El Quijote de
dramáticas (v. gr. La Cautiva, comedia, Las Vestales, tragedia), los teatros (1802), de C á n d i d o M a r í a T r i g u e r o s . El doble in­
poemas narrativos {La Paz, canto heroico en octavas) y burlescos flujo de Cervantes y de la novela picaresca se hallan combinados
{La Pedantomaquia), odas, romances, sonetos, etc.14 en las Aventuras de Juan Luis, historia divertida (1781), de D i e g o
Lo más característico de la obra de Forner son las composiciones A n t o n io R e j ó n d e S il v a .
satíricas. Es un crítico negativo, todo aspereza y mordacidad.
Mantuvo una guerrilla literaria contra varios escritores de aquel 6. E l P a d r e I s l a . De todas las novelas de aquel siglo, sólo
tiempo (Trigueros, García de la Huerta, Tomás Antonio Sánchez, una ha conseguido el aprecio y elogio de nuestro tiempo: Fray
etc.), en particular contra Iriarte el fabulista, al que maltrató Gerundio de Campazas, alias Zotes (1758), novela de costumbres y
ferozmente en la sátira en verso El asno erudito (1782).16 Sus satírica, con algunos elementos didácticos, debida al jesuíta José
frecuentes reyertas en el campo de las letras provocaron tal escán­ Francisco de Isla (1703-1781).17 El culteranismo y el conceptismo
dalo, que le fué prohibido por real decreto, en 1785, publicar nada de la decadencia habían entrado también en la oratoria sagrada.
sin expresa autorización regia. Los predicadores empleaban las mismas pedanterías, sutilezas y
Exequias de la lengua castellana, obra postuma, es la mejor que metáforas extravagantes que habían puesto de moda los escri­
escribió, entre las puramente literarias. Aunque en prosa, con­ tores culteranos. Causa pasmo ver hasta qué punto llegó a
tiene abundantes trozos de versificación. El autor «investiga —• enseñorearse de la cátedra sagrada, e indudablemente del público
dice el propio Forner — las causas y orígenes del que él llama mal devoto, aquel mal gusto del culteranismo, o del gerundismo, como
gusto en la literatura española; hace alarde y reseña de los escri­ desde la aparición de la novela del P. Isla se le llama.
tores más famosos que han cultivado o han pervertido nuestra Para combatirlo satíricamente, salió a la luz pública la extensa
lengua; descubre las raíces del mal, mete la tienta en la llaga, Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas. Es el
corta y trincha despiadadamente, y nada escapa de su pluma, sin relato de la vida, aventuras y sermones de un ignorante predicador,
elogio si lo cree bueno, y sin rechifla si lo cree malo ».16 Es un sueño fray Gerundio, cuya oratoria extravagante, impertinente y pom­
o ficción alegórica, un viaje al Parnaso, muy erudito, a trozos posa llega a despertar la admiración de las gentes de iglesia. Por
ameno, a trozos muy pesado, y en conjunto inferior a la obra el estilo y el ingenio es de los libros más castizos del siglo x v i i i .
maestra del género, la República literaria de Saavedra Fajardo. La descripción de lugares está hecha con pinceladas firmes, de
mucho efecto pictórico; los tipos de frailes y aldeanos, aunque con
5. La n o v e l a . En ningún género decayó tanto la producción los rasgos acentuados de la caricatura, parecen arrancados de la
del siglo xvni como en el novelesco. Alcanzaron cierto renombre, realidad; las costumbres rústicas y eclesiásticas salen con todas
F e r n a n d o G u t i é r r e z d e V e g a s , autor de Los enredos de un lugar sus resaltantes peculiaridades; y el lenguaje es de grandísima
o historia de los prodigios y hazañas del. . . Licenciado Tarugo abundancia y colorido. Por el desenfado, mordacidad y rebosante
(1778-1781), novela satírica de las costumbres aldeanas; y P e d r o gracia natural, semeja una novela picaresca. Véase la ocasión en
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que Gerundio, en la niñez, se revela predicador, graciosa escena, [10] Poesías de Jovellanos, ed. B. A. E., t. XLVI, págs. 5-49; Obras, ed.
B. A. E., ts. XLVI y L.
como casi todas las de la novela:
[11] Menéndez Pidal, Antología de prosistas castellanos, Madrid, 1917, p. 333.
« A todo esto estaba muy atento el niño Gerundio, y no le quitaba ojo al [12] B. A. E., t. XLVI, págs. 331-332.
religioso. Pero como la conversación se iba alargando, y era algo tarde, [13] V. A. González-Blanco, Ensayo sobre un crítico español del siglo x v i i i :
vínole el sueño, y comenzó a llorar. Acostóle su madre; y a la mañana, Forner, en Nuestro Tiempo (Madrid), nov. 1917.
[14] Poesías de Forner, ed. B. A. E., t. LXIII, págs. 297-374, y en el mismo
como se había quedado dormido con las especies que había oído al Padre,
tomo (págs. 267-269) el Catálogo de sus obras.
luego que despertó, se puso de pies y en camisa sobre la cama, y comenzó a [15] El asno erudito, ed. Cotarelo, en Iriarte y su época, Madrid, 1897.
predicar con mucha gracia el sermón, que había oído por la noche, pero [16] Exequias de la lengua castellana, ed. Pedro Sáinz y Rodríguez (Clásicos
sin atar ni desatar, repitiendo no más que aquellas palabras más fáciles, Castellanos), Madrid, 1925, págs. 63-64; ed. B. A. E., t. LXIII, págs.
que podía pronunciar su tiernecita lengua, como fuego, agua, campanas, 378-425.
saquistán, tío Lázaro, y en lugar de Picinelo, Pagnino y Vatablo, decía [17] V. A. Baumgartner, Der spanische Humorist P. Joseph Franz de Isla,
pañuelo, pollino, y buen navo, porque aun no tenía fuerza para pronunciar en Stimmen aus Maria-Laach, t. LXVIII, págs. 82-92, 182-205 y 299-315;
la l. Antón Zotes y su mujer quedaron aturdidos: diéronle mil besos, U. Cosmo, Giuseppe Baretti e José Francisco de Isla, en Giornale storico della
despertaron al Padre colegial, llamaron al cura, dijeron al niño que repi­ letteratura italiana, t.XLV, págs. 193-314; B. Gaudeau, Les précheurs burlesques
tiese el sermón delante de ellos; y él lo hizo con tanto donaire y donosura, en Espayne au X V I I l e deele, Paris, 1891.
que el cura le dió un ochavo para avellanas, el fraile seis chochos, su madre [18] Libro I, cap. IV; Obras escogidas del P. Isla, ed. B. A. E., t. XV; Fray
Gerundio de Campazas, ed. V. E. Lidforss, Leipzig, 1885.
un poco de turrón. . . Y contando la buena de la Catanla la profecía del
bendito lego ..., todos convinieron en que aquel niño había de ser gran
predicador, y que sin perder tiempo, era menester ponerle a la escuela de
Villaornate, donde había un maestro muy famoso. »18
El P. Isla escribió, además, varias sátiras llenas de ingenio
(Cartas de Juan de la Enana, El triunfo del amor y de la lealtad),
hizo una versión muy admirada por su lenguaje del Gil Blas de
Le Sage, y nos dejó una interesante colección de Cartas, modelos
del estilo epistolar, y seis volúmenes de sermones, en el mismo
estilo bombástico muchos de ellos que después, al cambiar de
manera, censuró y ridiculizó en su célebre novela.
[1] V. A. García Boiza, Don Diego de Torres Villarroel, Salamanca, 1911;
ídem., Nitevos datos sobre Torres Villarroel, Salamanca, 1918.
[2] Poesías de Torres y Villarroel, ed. B. A. E., t. LXI, págs. 54-86.
[3] Ibid., p. 52.
[4] Torres Villarroel: Vida, ed. Federico de Onís (Clásicos Castellanos),
Madrid, 1912, págs. 13-16.
[5] Obras escogidas de D. José Cadalso, Barcelona, 1885, págs. 206-225.
[6] Cartas marruecas, ed. B. A. E., t. XIII, págs. 593-644; ed. Azorín,
Madrid, 1917.
[7] Poesías de Cadalso, ed. B. A. E., t. LXI, págs. 248-276; Obras inéditas
de Cadalso, ed. Foulché-Delbosc, en Reme hispanique t. I, págs. 258-335.
[8] V. J. Juderías, Gaspar Melchor de Jovellanos: su vida, su tiempo, sus
obras, su influencia social, Madrid, 1913.
[9] E. Mérimée, Jovellanos, en Revue hispanique, 1 .1, p. 38.
CAPÍTULO XXXIII

LA POESÍA
1. Corrientes poéticas importantes. 2. N. F. de Moratín: romances
moriscos y caballerescos; la Fiesta de toros en Madrid; poesías varias.
3. Iglesias: anacreónticas y romances; letrillas satíricas y epigramas.
4. Fray Diego González: traducción de himnos; odas morales; poesías
festivas. 5. Iriarte: sus Fábulas literarias. 6. Samaniego: sus
Fábulas morales. 7. Meléndez Valdés: versos de la primera época,
amorosos y bucólicos; poemas de la segunda época, de tendenciafilosófica
y humanitaria. 8. Cienfuegos, precursor del Romanticismo: poesías
amatorias y filosófico-sentimentales. 9. Quintana, clasiásta y cantor de
la patria. 10. Juan Nicasio Gallego: sus odas y elegías, de corte clásico.
1. C o r r i e n t e s p o é t i c a s i m p o r t a n t e s . El estilo conceptuoso
y culterano que inicia la decadencia de la poesía en el siglo x v i i
continúa prevaleciendo en la primera parte del siguiente: la obra
poética de G a b r i e l Á l v a r e z d e T o l e d o (1662-1714), sobresa­
liente por la elevación y el vigor del pensamiento, está manchada
por la afectación del lenguaje;1 los conceptos alambicados, las
sutilezas y los artificios, reducen igualmente el valor de las poesías
satíricas, que rebosan ingenio y gracia, de E u g e n i o G e r a r d o
L o b o (1679-1750).2
En la segunda mitad del siglo, tenemos un grupo de poetas que
se distinguen por el espíritu castizo y por la pureza del lenguaje,
cuyos representantes más celebrados son Nicolás Fernández de
Moratín, Iglesias de la Casa y fray Diego González; y otro grupo
caracterizado por la tendencia didáctica, con bastante prosaísmo
en la forma (Luzán, Forner, Sánchez Barbero, Somoza, Marchena,
Blanco White). El espíritu crítico y filosófico, que se va desarro­
llando a medida que avanza el siglo, se extiende a la poesía y
culmina en el último tercio con Jovellanos, Meléndez Valdés y Ál­
varez de Cienfuegos. Y casi todos los poetas importantes cultivan,
al par, los versos bucólicos: brilla en este género, sobremanera,
Meléndez Valdés. A la tendencia clasicista de este siglo perte­
necen dos poetas Quintana y Juan Nicasio Gallego, que en los
448
LA P O E S Í A 449

primeros años del xix descuellan como cantores de la patria en la


guerra de la Independencia.
2. N. F. de M oratín. Caudillo de los neoclásicos en el arte
dramático, según hemos visto, Nicolás Fernández de Moratín
(1737-1780) fué, no obstante, uno de los más castizos ingenios en
el campo de la lírica. Sus tragedias están hoy olvidadas justa­
mente. Pero la excelencia de sus poemas, especialmente de los
romances, le ha valido un puesto de distinción en la historia
literaria. Como poeta de asuntos y metros nacionales, aventajó a
casi todos los de aquel siglo. Enlaza la espontánea sencillez y la
delicadeza primorosa en los romances moriscos y caballerescos.
Gallardísimo es el de Abelcadir y Galiana, acerca de los amores y
celos de aquel caballero moro y de esta princesa toledana de igual
sangre, la hermosa de
boca de claveles rojos, frente ebúrnea, que adornó
alto pecho que palpita, oro flamante de Tíbar .. ,s
De igual gentileza es el romance caballeresco Don Sancho en
Zamora, que comienza:
Por la ribera del Duero caballeros castellanos
tres ginetes cabalgaban, de gran nombradla y fama . . .
Y no menos apropiado y brillante es el colorido de la época en el
romance titulado Empresa de Micer Jaques Borgoñón, sobre un
torneo o paso de armas entre este caballero francés, de fuerzas
colosales, y su joven adversario, y vencedor, el castellano don
Diego de Guzmán, en 1448:
En la villa que Pisuerga gran palenque se dispone
con diáfanas ondas ciñe, de alta barandilla y firme,
por alcázares reales, para la sangrienta liza
entre huertas y jardines, que publican los clarines . . .
La Fiesta de toros en Madrid, escrita en quintillas, de superior
valor descriptivo, puede competir con los mejores romances de
Lope, Góngora o Quevedo; está considerada como la composición
más perfecta, en fondo y forma, del siglo xviii:
Madrid, castillo famoso Su bravo alcaide Aliatar,
que al rey moro alivia el miedo, de la hermosa Zaida amante,
arde en fiestas en su coso las ordena celebrar,
por ser el natal dichoso por si la puede ablandar
de Alimenón de Toledo. el corazón de diamante . . .
D E C A D E N C I A DE LAS L E T R A S LA P O E S I A 451
450

' Entre las odas de Moratín, tiene raro mérito la dedicada A hay ningún autor español, clásico o moderno, que aventaje a
Pedro Romero, torero insigne, cuyas hazañas en la lidia de toros Iglesias en la agudeza y travesura de estos breves poemas: véanse,
canta con la majestad, la energía y riqueza de imágenes que singularmente, los numerados xxm, xxix, xxxm y lvii. Algunos
Pindaro derrochó en sus odas a los atletas vencedores de Grecia. son de suma delicadeza, pero bastantes también de maliciosa
En el poema didáctico La caza, el más extenso de todos los obscenidad. Popularísimo es el Epigrama XLV:
suyos, en seis cantos, expone la antigüedad, origen y excelencias Hablando de cierta historia, Mi Inés, viendo su idiotismo,
de este arte, sus peligros y enseñanzas. En Las naves de Cortés a un necio se preguntó: dijo risueña al momento:
destruidas, canto épico, escrito en sonoras octavas, el autor se — ¿Te acuerdas tú ?; y respondió: — Haz también entendimiento
propuso « seguir el rumbo de los mejores épicos antiguos y moder­ — Esperen que haga memoria. que te costará lo mismo.
nos, sin ceñirse rigurosamente a la historia, ni alterar o con­
4. Fray D iego González. Poeta de la antigua escuela caste­
fundir los hechos principales de ella ».4 Posee toda la gala y briosa
llana fué fray Diego Tadeo González (1732-1794), predicador elo­
entonación patriótica de los buenos poemas históricos del siglo de
cuente, alma evangélica. Las traducciones que hizo de salmos e
oro, y es el mejor de su género en el xvm.
himnos recuerdan la entonación dulce y armoniosa de su gran
modelo fray Luis de León; en las endechas y canciones originales,
3. I glesias. Sigue también la pura tradición nacional José
queda muy por bajo de este último en inspiración fuerte y en hon­
Iglesias de la Casa (1748-1791), uno de los más « celosos guarda­
dura y originalidad de concepción. Acierta en el género templado de
dores de la pureza de la lengua castellana ».6 Tiene bellísimas
las odas morales (A la clausura de Celia, A Liseno), pero descuella
anacreónticas, v. gr., las que empiezan Debajo de aquel árbol.. .,
sobremanera en un género bien distinto: en el festivo. La in­
Batilo, échame vino En tanto que jué niño .. ., de tan señoril
vectiva El murciélago alevoso es la muestra más brillante de su
estilo, ligereza y alegre candor como las de Cristóbal de Castillejo
musa delicada y juguetona, y también de su dureza hispánica:
y Baltasar del Alcázar. Superiores a las églogas, idilios, canciones
termina con el siguiente epitafio, cuyo tono jocoso se cierra con
y elegías de nuestro poeta, son la colección de romances que él
un bello giro de amor:
califica de odas, La lira de Medellín.
Pero lo más justamente celebrado de Iglesias son las letrillas Aquí yace el murciélago alevoso,
amorosas y satíricas, y los epigramas. Léase la letrilla de amor que que al sol horrorizó y ahuyentó el día,
de pueril saña triunfo lastimoso,
principia ¿ Qué beldad es aquella . . . f , y la deliciosa titulada La con cruel muerte pagó su alevosía:
rosa de abril: no sigas, caminante, presuroso,
parad en buen hora, hasta decir sobre esta losa fría:
Zagalas del valle,
y al lado de mí Acontezca tal fin y tal estrella
que al prado venís
mirad más florida a aquel que mal hiciere a Mirta bella.6
a tejer guirnaldas
de rosa y jazmín, la rosa de abril.. .
En el mismo tono alegre está el bello romance A la quemadura
del dedo de Filis. Del siguiente soneto a A un orador contrahecho,
Es poeta sobre todo afortunado en el género festivo, por su gran
zazoso y satírico, proviene una frase bien conocida, la de los dos
donaire y viveza. Ataca los abusos, vicios y ridiculeces de los
últimos versos:
hombres con toda la desenvoltura y libertad propias del poeta
Botijo con bonete clerical,
satírico. Resalta la facilidad de su estilo, y su expresión natural y que viertes la doctrina a borbollón,
pintoresca. Letrillas satíricas de las más chispeantes son aquellas falto de voz, de afectos, de emoción;
cuyo primer verso es Aunque del mundo . . ., Faltando yo es lleno de furia, ardor y odio fatal;
cierto . . y | Ves aquel señor graduado . . . ? En los epigramas, no la cólera y despique por igual
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dividen en dos partes tu sermón, En cierta catedral una Campana había,
que por tosco, punzante y sin razón, que sólo se tocaba algún solemne día:
debieras predicárselo a un zarzal. con el más recio són, con pausado compás,
¿ Qué prendas de orador en ti se ven ? cuatro golpes, o tres, solía dar no más.
Zazoso acento, gesto pastoril, Por esto, y ser mayor de la ordinaria marca,
el metal de la voz cual de sartén, celebrada fué siempre en toda la comarca.
tono uniforme cual de tamboril: Tenía la ciudad en su jurisdicción
para orador te faltan más de cien, una aldea infeliz de corta población,
para arador te sobran más de mil. siendo su parroquial una pobre iglesita,
con chico campanario, a modo de una ermita;
y un rajado Esquilón, pendiente en medio de él,
5. I riarte . El fabulista Tomás de Iriarte (1750-1791) figuró era quien hacía el principal papel.
entre los poetas líricos y dramáticos.7 Sus piezas teatrales no valen A fin de que imitase aqueste campanario
mucho, aunque algunas comedias (El señorito mimado y La señorita al de la catedral, dispuso el vecindario
que despacio, y muy poco, el dichoso Esquilón
mal criada) sean fina y graciosa crítica de las costumbres. Los se hubiese de tocar sólo en tal cual función.
sonetos, epístolas en verso, silvas y romances que escribió nos Y pudo tanto aquello en la gente aldeana,
parecen, en general, fríos y algo prosaicos. Es poeta sobrio, discreto que el Esquilón pasó por ser gran Campana.
y elegante, pero sin brillante imaginación ni mucho calor en los Muy verosímil es, pues que la gravedad
sentimientos. suple en muchos así por la capacidad.
Dígnanse rara vez de despegar sus labios,
De los seis u ocho volúmenes en prosa y en verso, sólo una y piensan que con esto imitan a los sabios,8
pequeña parte ha sobrevivido para la estimación de los críticos y
el gusto de los lectores: sus Fábulas literarias (1782), muchas de Como Iriarte opina que sin reglas del arte, el que en algo acierta,
las cuales fueron utilizadas por el francés Florian. El número total acierta por casualidad, escribe la fábula de El burro flautista:
que hoy tenemos es setenta y seis, todas de suma intención y Esta fabulilla, y dió un resoplido
agudeza. Apenas hay forma métrica que no emplease en ellas. salga bien o mal, por casualidad.
El estilo es muy esmerado, limpio y gentil. Constituye la colección me ha ocurrido ahora En la flauta el aire
entera un verdadero tratado elemental de preceptiva literaria. En por casualidad. se hubo de colar,
Cerca de unos prados y sonó la flauta
cada fábula se desarrolla un precepto, un consejo o un comentario
que hay en mi lugar, por casualidad.
de aquel género, en forma serio-jocosa. Así, la fábula de El pasaba un Borrico — ¡ Oh !, dijo el Borrico,
mono y el titiritero demuestra que la claridad es indispensable en por casualidad. ¡ qué bien sé tocar !
toda obra literaria; El caminante y la muía de alquiler va contra el Una flauta en ellos ¡ Y dirán que es mala
estilo altisonante; La abeja y el cuclillo versa sobre la variedad halló, que un zagal la música asnal! —
se dejó olvidada Sin reglas del arte,
como requisito de las obras de gusto; El erudito y él ratón está
por casualidad. borriquitos hay
dirigido contra los que compran libros sólo por la bella encuader­ Acercóse a olería que una vez aciertan
nación, etc. Algunas fábulas son más bien de carácter moral que el dicho animal, por casualidad.
literario, como la de El ratón y el gato, acerca de los que alaban
una obra ignorando quién sea su autor, y después de saberlo la 6. S a m a n i e g o . Iriarte, en el prefacio de sus fábulas, llamaba

vituperan. Copiaremos, entre las que más se han popularizado, la la atención de los lectores sobre la circunstancia de ser las primeras
fábula de La campana y él esquilón; alude a los que, con hablar enteramente originales que se habían publicado en castellano.
poco y gravemente, logran opinión de grandes hombres: Esto le trajo la enemistad de Félix María de Samaniego (1745—
1801), que había impreso varias de sus fábulas el año anterior
454 D E C A D E N C I A DE L A S L E T R A S LA P O E S Í A 455

(1781), y muchas de las cuales son, en efecto, imitaciones o Hay autores que en voces misteriosas,
arreglos de las de Fedro y La Fontaine. estilo fanfarrón y campanudo,
nos anuncian ideas portentosas;
Samaniego fué, en verdad, el primero «que dió a las fábulas, pero suele a menudo
entre nosotros, la rapidez, la naturalidad expresiva, la gracia ser el gran parto de su pensamiento,
peculiar que requieren ».9 Son Iriarte y Samaniego los dos después de tanto ruido, sólo viento.
mayores fabulistas de España: aquél es más original y atildado, y
La fábula de La lechera, cuyas cuentas apenas habrá español
éste más hondo y espontáneo en la expresión. Es sobresaliente la
que ignore, es de las más ingeniosas y mayor desarrollo; de la
claridad y sencillez del estilo de Samaniego, aunque a veces raya en
naturalidad y soltura de su estilo, dará alguna idea la primera
demasiado humilde. « Iriarte cuenta bien, pero Samaniego pinta;
estrofa:
el uno es más ingenioso y discreto, el otro gracioso y natural. Las Llevaba en la cabeza
sales y los idiotismos que uno y otro esparcen en su obra son una lechera el cántaro al mercado,
igualmente oportunos y castizos; pero el uno los busca, y el otro con aquella presteza,
los encuentra sin buscarlos, y parece que los produce por sí mismo; aquel aire sencillo, aquel agrado,
en fin, el colorido con que Samaniego viste sus pinturas, y el ritmo que va diciendo a todo el que lo advierte:
¡ Yo sí que estoy contenta con mi suerte ! . . .
y armonía con que las vigoriza y les da halago, en nada dañan
jamás al donaire, a la sencillez, a la claridad ni al despejo. »10 7. M eléndez Valdés. Juan Meléndez Valdés (1754-1817),
Las fábulas de Iriarte, como queda dicho, son de tema literario, y catedrático y magistrado, es sin disputa el mayor poeta lírico del
las de Samaniego de asunto moral. Los dos ponen casi siempre el siglo. Poseía verdadero instinto poético, prodigiosa fluidez y el
precepto o enseñanza al fin, y no indistintamente al principio o al genio de la armonía. « No una sola — escribe el mejor historiador
fin como Fedro y La Fontaine. de la poesía del siglo xvm —, varias son sus facultades seductoras,
Popularísimas fábulas de Samaniego son Las ranas pidiendo rey, a saber: la amenidad misma de su imaginación movediza; la
La gallina de los huevos de oro y la brevísima de La zorra y el busto, cultura de su lenguaje; la facilidad de la versificación; la
que va a continuación: soltura artística, que entretiene y halaga, y más que todo, el primor
Dijo la Zorra al Busto, descriptivo, donde todo es color, abundancia y gentileza. »12
después de olerlo: En los versos de su primera época, es el cantor de los sentimien­
— Tu cabeza es hermosa, tos dulces y tiernos, el poeta bucólico, todo halago, blandura y
pero sin seso.— armonía. « Las alegrías de la amistad, las tristezas de la ausencia,
Como éste hay muchos,
el encanto del regreso, las simpatías por los males de un amigo o
que aunque parecen hombres,
sólo son bustos.11 por sus triunfos, todos estos sentimientos moderados y tiernos,
todos estos lugares comunes de la sensibilidad banal, son tratados
Muy conocida es también la de El parto de los montes: con una amable dulzura .. ., con una elegancia infinitamente su­
perior a cuanto existía entonces en el mismo género. »13 De sus
Con varios ademanes horrorosos, letrillas amorosas, es notable por la delicada emoción, La flor del
los montes de parir dieron señales: Zurguén, que « así llamaba el autor a una niña muy bella, del
consintieron los hombres temerosos
ver nacer los abortos más fatales. nombre de un valle cercano a Salamanca ».14
Después que con bramidos espantosos Parad, airecillos,
infundieron pavor a los mortales, y el ala encoged;
estos montes, que al mundo estremecieron, que en plácido sueño
un ratoncillo fué lo que parieron. reposa mi bien:
456 DECADENCIA DE L A S L E T R A S LA P O E S I A 457

parad, y de rosas musas el lenguaje de la razón y de la filosofía. Siguió así el consejo


tejedme un dosel, que le daba Jovellanos, quien — sin ser gran poeta ■ — debido a sus
do del sol se guarde
la flor del Zurguén . . .
talentos y fama de polígrafo, ejerció majestuosa autoridad entre
los vates contemporáneos. Meléndez Valdés, todo delicadeza,
Tiene singular excelencia en las odas anacreónticas, llenas de ternura y elegancia, no podía levantarse en los poemas filosóficos
gracia y suave alegría. De las ciento once que se conservan, a las alturas que alcanzó en los asuntos pastoriles y amorosos.
léanse especialmente El amor mariposa y El amor fugitivo. Los Tiene, sin embargo, odas filosóficas dignas del mayor aprecio,
besos de amor, precioso poema en veintitrés odas, ha sido apreciado como La noche y la soledad; canta con poderoso numen La gloria de
como obra maestra de la poesía anacreóntica española.16 Abun­ las artes; y da una nota de sorprendente vehemencia, intensidad y
dan los rasgos de voluptuosidad erótica en las composiciones de perfección en El fanatismo y en las odas sagradas La presencia de
Meléndez pertenecientes a aquel género. Dios y la Inmensidad de la naturaleza. Del grave tono de la medi­
Escribió muchos romances: sobresalen La mañana de San Juan tación, participan sus nobles epístolas a Jovellanos y al Príncipe
por el encanto descriptivo; Los segadores, por el sentimiento de la de la Paz.®
naturaleza bien expresado; Los suspiros de un ausente, por su El pensamiento filosófico y la melancolía dulcísima se combinan
hechizo melancólico; los dos romances de Doña Elvira, de animado en las elegías, que aunque no exentas de cierta frialdad, merecen
colorido histórico y romántico; La despedida del anciano, de tan ponerse junto a las buenas composiciones del género. La Elegía IV,
noble y triste emoción; y, sobre todos, el romance de Rosana en los sobre las miserias humanas, se abre con una invocación a la luna:
fuegos, en el cual lucen todas las galas y primores poéticos:
¡ Con qué silencio y majestad caminas
Del sol llevaba la lumbre, deidad augusta de la noche umbrosa,
y la alegría del alba, y en la alta esfera plácida dominas!
en sus celestiales ojos Llena de suave albor tu faz graciosa
la hermosísima Rosana, ver no deja el ejército de estrellas
una noche que a los fuegos que sigue fiel tu marcha perezosa,
salió la fiesta de Pascua, mientras el carro de cristal entre ellas
para abrasar todo el valle rigiendo excelsa vas, y el hondo suelo
en mil amorosas ansias. ornas y alumbras con tus luces bellas . . .
La primavera florece
donde las huellas estampa; ¡ Luna! ¡ piadosa luna! ¡ cuánto peno !
y donde se vuelve rinde No, jamás otro en tu carrera viste,
la libertad de mil almas. a otro infeliz cual yo de angustias lleno . . ,17
El céfiro la acaricia,
y mansamente la halaga, 8. C i e n f u e g o s . El sentimiento de la naturaleza, la tendencia
los Cupidos la rodean, filosófica y los arrebatos líricos fogosos y desordenados se hallan
y las Gracias la acompañan .. .16 juntamente en la obra de Nicasio Álvarez de Cienfuegos (1764—
Manifiesto es el influjo de varios clásicos en la obra poética de 1809), poeta que en temperamento y estilo se aparta de sus ante­
Meléndez Valdés: el de fray Luis de León en las odas, y en aiguna cesores y contemporáneos.18 « El valor verdadero de Cienfuegos
(El paso del Mar Rojo), el de Herrera; y el de Garcilaso en las consiste en que, en medio de aquella glacial atmósfera de amanera­
églogas. La más bella de estas últimas, de Meléndez, es la Egloga miento y artificio que habían creado los poetas reformadores,
primera, en alabanza de la vida del campo. Se ha señalado tam­ escribe lo que siente, y siente con ímpetu y firmeza. »19 Menéndez
bién en su obra el influjo de Young y Rousseau. y Pelayo descubre en los versos del poeta «un ímpetu de poesía
En las poesías de la segunda época, quiso hacer hablar a las “ Príncipe de la P a z , Godoy, el favorito de Carlos IV.
458 DECADENCIA DE LAS L E T R A S LA P O E S I A 459

novísima . . .; aquel desasosiego, aquel ardor, aquellas cosas a Es, es, no hay duda; en los paternos brazos
medio decir, porque no han sido pensadas ni sentidas por completo, de su rosal sentada,
anuncian la proximidad de las costas de un mundo nuevo, que el con lentitud se mece
poeta barrunta de una manera indecisa ».20 Ese mundo nuevo de al movimiento blando
de un cefirillo que la está besando.
la poesía es el Romanticismo. ¡ Oh, salve, salve !, que mi vista ansiosa,
En una época en que imperaba el clasicismo, Álvarez de Cien- cansada ya de la aridez penosa
fuegos creyó seguir la general corriente, pero la fogosidad, el sen­ que en torno te rodea,
timentalismo, cierta vaguedad y desorden y la audacia en la al fin en tu belleza se recrea.
expresión poética dió a sus poesías ese tono nuevo que le hace un ¡ Oh flor amable !, en tus sencillas galas
¿ qué tienes, di, que el ánimo enajenas
precursor de los románticos. Su estilo vehemente se prestaba y de agradable suspensión le llenas ?
bien a la oda heroica: A la paz entre España y Francia en 1795 y En En cada olor que, liberal, exhalas
elogio del general Bonaparte, con motivo de haber respetado en su de tu cáliz ingenuo, un pensamiento,
campaña de Italia la aldea de Andes, patria de Virgilio. De las un recuerdo, un amor . . . no sé qué siento
allá, dentro de mí, que enternecido
composiciones de carácter filosófico-sentimental, debe leerse M i
suelto la rienda al llanto,
paseo solitario de primavera; y de sus poesías amatorias, con las y encuentro en mi aflicción un dulce encanto . ..
notas de languidez y melancolía, El fin del otoño:
¿ A dónde, rápidos, fueron, 9. Q uin ta n a . Manuel José Quintana (1772-1857) llegó a
benéfica primavera,
tus cariñosos verdores
desempeñar altos cargos en el gobierno de la nación.22 Amigo y
y tus auras placenteras ? .. ,21 discípulo de Meléndez Valdés y de Cienfuegos, cantó también, de
clásica manera, la alta gloria de la poesía, las delicias del campo,
la inmensidad y grandeza del Atlántico, la hermosura triunfa­
Las dos composiciones más celebradas y típicas de Cienfuegos
— que parecen escritas tres décadas después, en el hervor del dora, el arte hechicero de la danza, la mágica melodía del canto,
Romanticismo — son La escuela del sepulcro, larga epístola dirigida los floridos senderos de la juventud, y la cruda mano del tiempo
a una dama para consolarla a la muerte de su amiga, de sombrío que trae a la vejez, la pura y encendida rosa del amor, y la fatal
tinte filosófico y de vigoroso realismo en las descripciones, como la ausencia de la amada, el dolor de la muerte, y el piadoso sueño,
de los funerales; y La rosa del desierto, poema en que se enlaza a la bálsamo del dolor.
nota filosófica del anterior, la sentimental y melancólica: La libertad, el progreso y la patria son los tres grandes temas en
que sobresale Quintana. Enamorado de la diosa libertad, compuso
¿ Dónde estás, dónde estás, tú, que embalsamas su oda A Juan de Padilla (1797), el caudillo de la soberanía
de este desierto el solitario ambiente popular frente a las arbitrariedades de Carlos V, que viendo la su­
con tu plácido olor ? Con él me llamas
misión cobarde del pueblo presente y el despotismo monárquico:
hacia ti más y más, te busco ardiente,
e ingrata a mi cuidado, de generosa ira
triste me dejas en mi afán burlado. clamando en torno de nosotros gira . . .
Bella entre flores bellas,
¿ por qué te escondes y mi amor esquivas ? . . . ruja el león de España,
y corra en sangre a sepultar su afrenta.
¡ Oh rosa virginal! ¿ Me engaño, o veo La espada centelleante arda en su mano,
su purpúreo color que allí aparece y al verle, sobre el trono
por entre una quebrada ? pálido tiemble el opresor tirano . . . 23
460 DECADENCIA DE LAS L E T K A S LA P O E S I A 461

En su odio a la tiranía, llegó Quintana a la más negra injusticia ¡ Oh triunfo ! ¡ oh gloria! ¡ oh celestial momento !
¿ Con qué puede ya dar el labio mío
al evocar las figuras de Carlos V y Felipe II en su oda El panteón el nombre augusto de la patria al viento ?
del Escorial (1805). Quintana, con sus ideas enciclopedistas, muy
cosmopolita y muy siglo xvm, no podía interpretar rectamente las Desenterrad la lira de Tirteo,
ideas y sentimientos de Felipe II, muy español y muy siglo xvi. y al aire abierto, a la radiante lumbre
Sus himnos al progreso son los mejores del parnaso español: A del sol, en la alta cumbre
del riscoso y pinífero Fuenfría,
la invención de la imprenta (1800) y A la expedición española para
allí volaré yo, y allí cantando
propagar la vacuna en América (1806), dos ardorosas apologías de con voz que atruene en derredor la sierra,
la libertad humana, del progreso y de la civilización moderna. lanzaré por los campos castellanos
El otro tema predilecto de Quintana era la patria. En 1800 los ecos de la gloria y de la guerra . . .
había ya escrito la oda A Guzmán el Bueno, el grande ejemplo del
valor guerrero, de la lealtad al rey y del amor a la patria;6 y en Y evocando las augustas y heroicas sombras de los antepasados, pone
en sus labios este llamamiento:
1805, la elegía Al combate de Trafalgar, en el que fueron derrotadas
las escuadras aliadas de España y Francia, en dicho año, por las de « Despertad, raza de héroes: el momento
Inglaterra, costando a ésta la vida de Nelson: llegó ya de arrojarse a la victoria;
que vuestro nombre eclipse nuestro nombre,
También Nelson allí. . . Terrible sombra, que vuestra gloria humille nuestra gloria.
no esperes, no, cuando mi voz te nombra, No ha sido en el gran día
que vil insulte a tu postrer suspiro: el altar de la patria alzado en vano
inglés te aborrecí, y héroe te admiro . . . por vuestra mano fuerte.
Juradlo, ella os lo manda: / Antes la muerte
Y cuando estalló la guerra de la Independencia contra los ejér­ que consentir jamás ningún tirano! . . . »
citos invasores de Napoleón (1808), y toda España se convirtió en
un vasto campo de batalla, fué Quintana el gran cantor de la Se cierra el poema con el anuncio de la victoria, en la que España:
independencia y de la patria. El sonoro bronce de su clarín de levanta la cabeza ensangrentada,
guerra resonó por todos los ámbitos de la nación y conmovió las y vencedora de su mal destino,
almas, con sus llamamientos al valor y al patriotismo de la raza. vuelve a dar a la tierra amedrentada
su cetro de oro y su blasón divino.
Y aun conmueven aquellas estrofas vehementes, aquella entona­
ción vibrante y majestuosa, de la oda A España (1808), donde Y en aquellos azarosos días del mes de julio de 1808, la varonil
empieza evocando sus glorias imperiales del pasado: inspiración de Quintana daba ánimos al pueblo, en su desigual
¿ Qué era, decidme, la nación que un día lucha contra las armas napoleónicas, como profeta de la victoria.
reina del mundo proclamó el destino, Llevó al teatro su sonoro raudal de poesía, en la tragedia El
la que a todas las zonas extendía duque de Viseo (1801) — fundada en The Castle Spectre (1798) de
su cetro de oro y su blasón divino ? .. . Lewis — y en otra más afortunada, el Pelayo (1805); no se diferen­
Describe luego al pobre bajel de España que, de tormenta en tormenta, cian gran cosa de las tragedias neoclásicas del siglo xviii, cuyos
navega hacia su naufragio. Llega el tiempo en que el tirano del mundo principios rigurosos había él ya defendido en el poema didáctico,
(Napoleón) extiende su mano al occidente para apoderarse del león en tercetos, Las reglas del drama (1791). De sus obras en prosa,
español. Estremécese éste, despierta, y resuena el grito de la sublime es la principal la titulada Vidas de españoles célebres (1807-1833),
venganza: galería en la cual sólo da entrada a aquellos héroes « cuya celebri­
6 Véase página 365. dad está atestiguada por la voz de la historia y de la tradición »,24
462 DECADENCIA DE LAS L E T R A S LA P O E S I A 463

como El Cid, El Gran Capitán,0 Pizarra, Hernán Cortés, Vasco patriotismo, y las elegías A la muerte de doña Isabel de Braganza
Núñez de Balboa, etc.26 El autor, modelo de estilo apasionado, (1819) y A la muerte de la duquesa de Frías (1830), de severo estilo
solemne y herreriano en el verso, es todo concisión, frialdad y clásico y perfecto. «Educado con las doctrinas de la disciplina
natural elegancia en el manejo de la prosa. Es de interés su es­ clásica, vió Gallego con un sentimiento de antipatía que se com­
tudio crítico Sobre la poesía castellana del siglo XVIII. prende fácilmente, la introducción del romanticismo en España.
Parecíale una anarquía literaria perturbadora del buen gusto, y
10. J u a n N icasio G allego . Cantor de la patria, pero más
juzgaba con cierta saña, si bien llena de chiste y de cordura, las
razonador y esmerado en la expresión poética que el autor de la
que entonces pasaban por obras maestras de los apóstoles de la
oda A España, fué el sacerdote Juan Nicasio Gallego (1777-1853);26
nueva escuela. »29 Aunque algo más intransigente, es actitud
por su clásica orientación y disciplina pertenece, como Quintana, semejante a la de Quintana frente al romanticismo; ninguno de los
al grupo de poetas que prolongan las tradiciones del siglo xvm. dos aprobaba a los innovadores, pero ambos reflejaron al menos
Su elegía a las víctimas de El dos de mayo (1808), más descriptiva en dos composiciones sueltas el espíritu romántico: Quintana, en
y más concreta que las odas de Quintana, de insuperable emoción, el romance de La fuente de la mora encantada, y Gallego en el
riqueza de imágenes y forma perfecta, fué la que mayor popu­ romance de El conde de Saldaña.
laridad tuvo en su tiempo (entre las odas consagradas a aquella
fecha sangrienta y heroica) y una de las más recordadas en nues­ [1] Poesías de Álvarez de Toledo, ed. B. A. E., t. LXI, págs. 5-18.
tros propios días: [2] Poesías de Eugenio G. Lobo, ed. B. A. E., t. LXI, págs. 22-48.
[3] Obras de Fernández de Moratín (D. Nicolás), ed. B. A. E., t. II, p. 9;
Noche, lóbrega noche, eterno asilo Poesías inéditas, ed. Foulchó-Delbosc, Madrid, 1892.
del miserable que esquivando el sueño [4] B .A .E ., t.II,p .4 4 .
en tu silencio vaporoso gime, [5] M. Villar y Maeías, Poesías de Iglesias de la Casa, ed. B. A. E., t. LXI,
no desdeñes mi voz: letal beleño p. 414; Poesías inéditas, ed. Foulchó-Delbosc, en Revue hispanique, t. II, págs.
presta a mis sienes, y en tu horror sublime 77-96.
empapada la ardiente fantasía, [6] Poesías de Fray Diego González, ed. B. A. E., t. LXI, p. 187; El mur­
da a mi pincel fatídicos colores ciélago alevoso, ed. L. Verger, en Revue hispanique, t. XXXIX, págs. 294-301.
con que el tremendo día [7] V. Cotarelo, Iriarte y su época, Madrid, 1897.
trace al fulgor de vengadora tea, [8] Poesías y fábulas literarias, ed. B. A. E., t. LXIII, págs. 5-66; Fábulas
y el odio irrite de la patria mía, literarias, ed. Fitzmaurice-Kelly, Oxford, 1917.
y el escándalo y terror al orbe sea . . .27 [9] Leopoldo A. de Cueto, Marqués de Valmar, Historia crítica de la poesía
castellana en el siglo x vm , Madrid, 1893,1.1, p. 463 (ed. original en B. A. E.,
Primera estrofa que bien declara haberse escrito el poema en las t. LXI, págs. v-ccxxxvii).
tinieblas que cerraron el luctuoso día del dos de mayo de 1808, [10] Quintana, Sobre la poesía castellana del siglo xvm , en B. A. E., t. XIX,
p. 152.
en que las tropas francesas ahogaron en sangre la revuelta del
[11] Poesías de Samaniego, ed. B. A. E., t. LXI, p. 359; Obras inéditas, ed.
pueblo madrileño. con biografía, E. Fernández de Navarrete, Vitoria, 1866.
Escribió poco, y nunca pareció tener en gran aprecio sus poesías. [12] Marqués de Valmar, op. cit., 1.1, p. 411.
Pero en todas ellas ha dejado «modelos insignes de armonía, de [13] E. Mérimée, Meléndez Valdés, en Revue hispanique, t. I, p. 228; V.
versificación esmerada, de acendrado gusto, de expresión noble y Pedro Salinas, Los primeros romances de Meléndez Valdés, en Homenaje a
Menéndez Pida!, t. II, págs. 447-455.
grandilocuente ».28 Sus mejores poemas son la oda A la defensa de
[14] Meléndez Valdés: Poesías, ed. Pedro Salinas (Clásicos Castellanos),
Buenos Aires (1807), con la cual se dió a conocer, de fervoroso Madrid, 1925, p. 169, nota; ed. B. A. E., t. LXIII, págs. 93-262.
c El Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba (1453-1515), el más famoso [15] Ed. Foulché-Delbosc, en Revue hispanique, t. I, págs. 74-83; Poesías
guerrero de la España moderna: su mayor triunfo fué el de Ceriñola (1503), sobre y cartas inéditas, ed. M. Serrano y Sanz, ibid. t. IV, págs. 266-313.
los franceses. [16] Ed. Salinas, págs. 185-186.
464 DECADENCIA DE LAS L E T R A S

[17] Poesías del Dr. D. Juan Meléndez Valdés, Valladolid, 1797, t. III, págs.
212-218.
[18] V. E. Piñeyro, Cienfuegos, en Bulletin hispanique, t. XI, págs. 31-54.
[19] Marqués de Valmar, op. raí., t. II, p. 67.
[20] Ideas estéticas (2da. ed.), t. VI, p. 110.
[21] Poesías de Álvarez de Cienfuegos, ed. B. A. E., t. LXVII, p. 11.
[22] V. E. Piñeyro, Manuel José Quintana: ensayo crítico y biográfico,
París-Madrid, 1892; Menéndez y Pelayo, Estudios de crítica literaria (5ta.
serie), Madrid, 1908, págs. 297-352; E. Mérimée, Les poésies lyriques de Quin­
tana, en Bulletin hispanique, t. IV, págs. 119-153.
[23] Obras completas de Quintana, ed. B. A. E., t. XIX, p. 3; Obras completas,
Madrid, 1897-98.
[24] Ed. B. A.E., p. 201.
[25] La vida de Vasco Nuñez de Balboa, ed. escolar, etc., by G. G. Brownell,
Boston, 1914.
[26] V. E. González Negro, Estudio biográfico de D. Juan Nicasio Gallego,
Zamora, 1901.
[27] Poesías de Gallego, ed. B. A. E., t. LXVII, págs. 399-400; V. Parnaso
español de los siglos x v m y x ix (antología), ed. Bonilla y San Martín, Madrid,
1917.
[28] Marqués de Valmar, op. cit., t. II, p. 251.
[29] Id., ibid., págs. 251-252.
CAPITULO XXXIV

CARACTERES GENERALES

1. Política y cultura; el lento progreso de la nación. 2. Las artes:


corrientes principales en la pintura; su notable renacimiento; otras
manifestaciones artísticas. 3. Las letras: el período romántico;
caracteres del romanticismo. 4. El período realista; el realismo como
reacción y evolución de los movimientos literarios precedentes; el
renacimiento de la novela; los nuevos géneros dramáticos; el natu­
ralisme; caracteres de la poesía en este período.

1. P olítica y cultura . Durante la guerra de la Independencia


(1808-1813), las ideas y aspiraciones del pueblo español sufrieron
un cambio considerable. Los principios de libertad y democracia
habían arraigado en España. Como la necesidad de defender a la
patria contra la invasión napoleónica juntó a todos los españoles,
los privilegios de clase desaparecieron. Si las juntas de gobierno —
que se establecieron en las provincias, por falta de un gobierno
central — representaban una administración democrática, los gue-
rilleros constituían asimismo un ejército democrático. Con la pro­
clamación de la soberanía popular por las Cortes de Cádiz (1812),
la vieja organización política desapareció. E inauguróse también,
finalmente, la libertad del pensamiento. Mas Fernando VII, al
regresar de Francia en 1814, donde había estado prisionero de
Napoleón, desconoció la constitución promulgada por el pueblo
y restableció la monarquía absoluta. Hasta el fallecimiento del
rey (1833), la historia política de la nación se redujo a las alterna­
tivas entre el régimen constitucional, que el pueblo liberal impuso
en ocasiones, y el régimen absolutista, que el monarca restauró
siempre que pudo.
Esta división de liberales y absolutistas, unida a disputas dinás­
ticas, originaron las dos guerras civiles (1833-1840 y 1872-1876),
que terminaron con la victoria de los ejércitos liberales. El reinado
de Isabel II (1833-1868) se caracteriza por las turbulencias polí­
ticas y los frecuentes pronunciamientos militares en favor del
partido liberal o del partido conservador, que gobernaban el país
467
468 R E N A C I M I E N T O DE LA L I T E R A T U R A CARACTERES GENERALES 469

alternativamente. La revolución triunfante de 1868 puso fin al laureles de la pintura española: Goya (1746-1828), el padre del
reinado de Isabel II y a la dinastía de los Borbones. Viene luego impresionismo moderno.3 Original y dotado de fiera agresividad,
el breve reinado de Amadeo I de Saboya, y su abdicación (1873), la rompió con lo que pudiera calificarse de preciosismo pictórico,
proclamación de la República, que no hizo mas que aumentar la que tan de moda estaba a la sazón en todas partes. Habíase
anarquía civil y militar de la nación española, y la Restauración degradado el arte en manos de pintores repulidos que falseaban la
de la dinastía borbónica (1874) con Alfonso XII, hijo de Isabel II, naturaleza, y fué Goya quien intentó nutrirlo de verdad y realismo.
en cuyo reinado fueron en progreso la estabilidad de los gobiernos, Pero no formó escuela: su arte era demasiado personal. En
la reorganización administrativa y el prestigio exterior de España.1 nuestra pintura, bajo el influjo francés, continuó imperando el
A la muerte del soberano (1885), su esposa María Cristina quedó preciosismo amanerado. Aparte de la labor de Goya, lo mejor de
encargada de la Regencia, hasta 1902, que ascendió al trono aquellas primeras décadas del siglo es la pintura decorativa de
Alfonso XIII. En los años de la Regencia continuó el país en Maella y Vicente López.
marcha ascendente, aunque lenta, introduciéndose reformas En 1819 se inauguró el Museo del Prado. Hacia 1835 inicióse el
importantes, y prevaleciendo en general el orden, si bien hubo movimiento romántico en la pintura, el cual reemplazó los temas
algunos alzamientos republicanos. alegóricos y galantes con los históricos (José Madrazo, Rosales,
Cerróse el siglo xix con la guerra entre España y los Estados Pradilla, Fortuny).4 En la segunda mitad del siglo, el realismo se
Unidos (1898), en la cual perdió aquélla sus últimas colonias, enseñoreó de la pintura tanto como de la literatura. Aun los ar­
Cuba y Puerto Rico, en el Nuevo Mundo. Los demás países de la tistas hasta entonces románticos cambiaron de manera y culti­
América Española gozaban ya de independencia desde 1824. Con varon temas modernos; abandonando las idealizaciones y los
la pérdida del último jirón del imperio colonial en América, la asuntos del pasado, copiaron del natural los sentimientos y las
nación entró en una era de reconstrucción. La atención y energías costumbres del pueblo y el paisaje. Y con Villegas, Anglada y
que se había puesto en las colonias ultramarinas se concentraron Moreno Carbonero, que prescinden de modelos extranjeros
ahora en la Península. No obstante, los fundamentos del actual y tornan la mirada a Velázquez y Goya, da principio el verda­
florecimiento económico están en la segunda mitad del siglo xix, dero renacimiento, original, potente, de la pintura española con­
con la desamortización, las reformas bancarias y financieras, el temporánea: tiene por grandes maestros a Sorolla (m. 1923) y
desarrollo del sistema ferroviario y la reorganización del crédito Zuloaga.5
público. Entre otras reformas importantes del siglo xix, señala­ Importante es también el florecimiento de otras artes, en particu­
remos el establecimiento de la enseñanza obligatoria; la abolición lar, de la escultura, que combina la sencillez y serenidad de los
de los fueros políticos, económicos y militares que gozaban varias modelos clásicos con la observación directa de la vida (Benlliure,
provincias del norte (1841); la confiscación de los bienes raíces Blay, Querol), y de la arquitectura, cuyos mayores representantes
de las órdenes religiosas, que fueron vendidos por el Estado en son Jareño, Velázquez Bosco, y Puig y Cadafalch; impera el
lotes pequeños a fin de que pudieran adquirirlos — y trabajarlos estilo gótico en los templos, y el del Renacimiento en los demás
por su cuenta — los labradores más modestos (1855) ; el estable­ edificios públicos.
cimiento de la tolerancia religiosa (1876), del sufragio universal
(1890), y del jurado; el fomento de la agricultura y de las indus­ 3. L as l e t r a s : e l perío d o romántico . Las corrientes litera­
trias; y la reorganización de la instrucción pública y creación de rias del siglo xviii se prolongan en el xix hasta la aparición del
nuevos centros para la enseñanza técnica y profesional.2 romanticismo, hacia 1833. Manifestaciones aisladas de éste, las
hallamos en varios escritores del siglo anterior: la defensa de la
2. L as a r t e s . Grande es el renacimiento artístico de la nación libertad en la creación artística de Feijóo, y el espíritu de absoluta
en el siglo xix. Un maestro genial había venido a reverdecer los independencia literaria y libérrima expresión individual de Torres
470 R E N A C I M I E N T O DE LA L I T E R A T U R A CARACTERES GENERALES 471

y Villarroel, hacen ya presentir nuevo rumbo en las letras; en la Carrasco). La nota sentimental y triste se acentúa, y es llevada
Epistola de Fabio a Anfriso, de Jovellanos, hay rasgos de la tristeza, por algunos hasta la exageración en todos los géneros de la pro­
del desengaño y del misterio de los románticos; varias composi­ ducción romántica.
ciones de Meléndez Valdés, sobre todo la Elegía IV , son también Examinaremos más adelante los factores que contribuyen prin­
del mismo marcado sabor; enteramente románticas en asunto y cipalmente al desarrollo del romanticismo español. Sólo hemos de
estilo son las mejores poesías de Cienfuegos, La rosa del desierto, anticipar aquí que tal movimiento, cuyo primer impulso viene de
por ejemplo; y Noches lúgubres, de Cadalso, es una pieza de ge­ fuera, se caracteriza por su índole genuínamente nacional; el
nuina prosa romántica, por los extravíos de la pasión amorosa, por teatro, especialmente, semeja un renacimiento del arte y del espí­
el ambiente pavoroso, y por sus quejas y sollozos desgarradores. ritu de los autores del siglo de oro. La lírica del romanticismo
Pero, en general, hemos visto a los neoclásicos del siglo xvm y cuenta con dos de los mayores poetas de la España moderna:
comienzos del xix preferir los temas de la antigüedad greco- Espronceda y Zorrilla. En la novela, que sigue las corrientes
latina, observar las unidades dramáticas, rechazar la mezcla de lo inglesa y francesa que entonces dominaban en todas partes, apenas
festivo con lo trágico y mantener la uniformidad del estilo con una despunta un gran escritor, aunque sí varios muy estimables, como
sola clase de versificación. El romanticismo tiende, en cambio, a Gil y Carrasco, Larra y Navarro Villoslada. Descuellan, en cam­
substituir los temas de la antigüedad con los de la Edad Media bio, los grandes prosistas en la descripción de las costumbres, los
(v. gr., las Cruzadas) y con los del mundo moderno (descubri­ autores costumbristas (v. gr., Mesonero Romanos, Larra, Esté-
miento de América, hechos de la conquista, revoluciones, etc.); banez Calderón). La bibliografía y la investigación literaria
y los héroes cristianos vienen a ocupar así el lugar de los héroes del cuenta con varios cultivadores eminentes; sobre todos, el emi­
paganismo. Si los románticos se sirven alguna vez de argumentos nentísimo Bartolomé José Gallardo.
griegos o romanos, es dándoles siempre colorido caballeresco y
moderno, presentando a los personajes con ideas y sentimientos 4. E l período r ea lista . Así como el romanticismo brotó
españoles, lo mismo que hicieron nuestros dramaturgos clásicos. casi simultáneamente en toda Europa, así se extinguió a un tiempo
Al tratamiento convencional de los neoclásicos, sucede el trata­ en todas partes. Hacia 1848 puede fijarse la fecha en que se cierra
miento libre, individual, de los románticos. Hay entera libertad el período romántico. Público y autores parecen haber ido per­
artística: en la lírica, la métrica se ajusta ahora al asunto conforme diendo el gusto por las evocaciones exaltadas de los siglos medios.
al gusto del escritor, empleando todo género de versos dentro de Ya les fatiga aquel inmoderado afán de grandezas, aquellos asuntos
un mismo poema (El diablo mundo, de Espronceda, La azucena caballerescos de tiempos lejanos, con sus peripecias terribles y sus
silvestre, de Zorrilla, etc.); y en la dramática, se prescinde de las trágicos desenlaces, con su lenguaje florido y retórico. El ro­
unidades y sólo se reconoce como esencial la « unidad de interés », manticismo había llégado a despreciar, al par que el neoclasicismo,
se combina lo trágico y lo cómico, la lírica y la épica, los cuadros la realidad viva y cotidiana. En sus idealizaciones se levanta a las
de la vida ordinaria y las pinturas ideales, el estilo elevado y el nubes, y pierde el contacto con la tierra. De otro lado, la ciencia
llano, hay abundancia de personajes, cambios frecuentes de lugar, y la filosofía se venían haciendo cada vez más reflexivas, más
variedad de metros, y aun mezcla de la prosa y del verso (v. gr., disciplinadas, más positivas; la crítica literaria, más científica,
Don Alvaro, del Duque de Rivas, El Trovador, de García Gutiérrez). más exigente, más intolerante con las producciones improvisadas
En la novela, como en los demás géneros, se prefieren los asuntos sin estudio ni madurez. Se inicia entonces el realismo: no se
de la historia nacional, los cuadros de costumbres de otros tiempos, imagina la realidad en el pasado, sino que se tiende a interpretar
y especial atención es concedida a la pintura del paisaje y de la artísticamente la realidad presente. El realismo es una evolución
naturaleza en general, que suele presentarse en sus aspectos más de las corrientes literarias anteriores en este sentido: el neoclasi­
melancólicos y sombríos (v. gr., El Señor de Bembibre, de Gil y cismo del siglo xvm pretende describir la vida de la antigüedad;
472 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A CARACTERES GENERALES 473

el romanticismo, la existencia medieval; y el realismo, la vida Hacia 1885, Echegaray da una nota nueva con el teatro de
moderna o contemporánea. En el neoclasicismo, los asuntos son tendencia simbólica. En la última década del siglo, Pérez Galdós
extranjeros; en el romanticismo, nacionales; y en el realismo, se cultiva la novela de significación ideal y simbólica, y reduce cada
acentúa esta nota nacional con el regionalismo. vez más los elementos narrativos y descriptivos, hasta hacer
Las comedias de la escuela de Moratín y las comedias de Bretón, novelas dialogadas. En el teatro, a partir de 1892, este mismo in­
la novela anterior al romanticismo, y los artículos de costumbres signe maestro marca la orientación definitiva del drama español,
de Mesonero Romanos y demás autores que le siguieron, son el el drama enteramente fiel a la verdad humana, enteramente lógico
antecedente inmediato del movimiento realista; lo introducen en asunto y estructura, sin improbabilidades de ningún género,
definitivamente, hacia 1850, Fernán Caballero en la novela, López sin el más leve rasgo de los efectismos o convencionalismos tea­
de Ayala y Tamayo en el teatro, y Campoamor en la poesía. Con trales. Consignemos, para terminar, los nombres de los actores
el realismo, se levanta a las mayores alturas la novela española, más eminentes del siglo xix: Isidoro Máiquez, Julián Romea,
surge la novela regional (Fernán Caballero, Pereda, Pardo Bazán, Concepción Rodríguez, Matilde Díaz y Rafael Calvo.6
etc.), nace el drama social (Echegaray, Sellés, Dicenta, etc.), la
comedia aldeana (Guimerà, Feliu y Codina, etc.), y alcanzan [1] V. F. Danvila y Collado, El poder civil en España, Madrid, 1885-87;
singular desarrollo el sainete y la zarzuela. Ángel Salcedo, Historia de España, Madrid, 1914; H. Butler Clarke, Mod­
ern Spain (1815-1898), Cambridge, 1906.
Suele fijarse en 1882 la entrada del naturalismo en España. Es [2] V. Vicente de la Fuente, Historia de las Universidades, colegios y demás
el año en que se publica La Tribuna de la Pardo Bazán, novela establecimientos de enseñanza, Madrid, 1884-89, t. IV, págs. 252-445.
que reviste algunos de los caracteres de rigor en el naturalismo: [3] V. Francisco Zapater y Gómez, Don Francisco de Goya: epistolario,
asunto nada ejemplar, con la inevitable caída de la mujer, exposi­ noticias biográficas, cuadros, dibujos y aguafuertes, Madrid, 1924; Hugh Stakes,
ción completamente objetiva, exceso de pormenores semitécnicos, Francisco Goya, London, 1914.
[43 V. Manuel Osorio y Bernard, Galeria biográfica de artistas españoles del
insistencia en poner de realce la bestia humana, lo que se ha dado siglo X I X , Madrid, 1868; Aureliano Beruete y Moret, Historia de la pintura
en llamar la verdad implacable, y el empleo del lenguaje popular española en el siglo X I X , Madrid, 1926.
sin omitir sus expresiones más groseras. El naturalismo ha [53 V . Rafael Domènech, Sorolla: su vida y su arte, Madrid, 1910; Christian
producido algunas obras aisladas, y no muy definidas, pero sin Brinton, Introdudion del Catalogue of Paintings by Ignacio Zuloaga (The
llegar a generalizarse y constituir un movimiento literario que, Hispànic Society of America), New York, 1909.
[63 V. N. Díaz de Escobar y F. de P. Lasso de la Vega, Historia del teatro
por la importancia, merezca consideración especial. Al hablar de español: comediantes, escritores, curiosidades escénicas, Madrid, 1924, t. II,
la Pardo Bazán, comprobaremos que, ni en el espíritu ni en la págs. 101-126 y 144-156.
tendencia, se aparta ella de la escuela realista tradicional.
En la poesía del período realista se nota una reacción contra el
afán de originalidad y grandeza que distingue al romanticismo;
hay mayor sencillez y naturalidad; los poetas, en general, buscan
inspiración en los temas de la vida corriente, observada directa­
mente, y expresada con sinceridad; y la naturalidad, sobriedad y
claridad de Campoamor y de su escuela representan una innova­
ción capital en la lírica moderna. Adquiere notable desenvolvi­
miento, en este período, la imitación de la lírica popular; aun los
poetas más famosos escriben colecciones de cantares. En cuanto
al modernismo en la poesía, no es materia de este lugar, pues su
desarrollo está ya dentro del siglo xx.
CAPÍTULO XXXV

E L RO M AN TICISM O : TEATRO Y POESÍA

1. Desarrollo del romanticismo en España. 2. Martínez de la Rosa:


poesías y dramas; La conjuración de Venecia. 3. El Duque de Rivas:
obras de su primera época; producciones románticas de la segunda
época: El moro expósito; Don Alvaro; los Romances históricos.
4. García Gutiérrez: obras teatrales: El Trovador. 5. Hartzenbusch:
el erudito; el dramaturgo: Los amantes de Teruel. 6. Autores varios.
7. Espronceda: su biografía; principales poesías líricas; poemas
extensos: El estudiante de Salamanca y El diablo mundo. 8. La
Gómez de Avellaneda, poetisa y prosista. 9. Zorrilla: versos líricos;
leyendas y tradiciones; Cantos del trovador y Granada; el autor
dramático: Don Juan Tenorio. 10. Otros poetas: Arólas, Pastor E spronceda Zorrilla
Díaz, etc.
1. D esarrollo del romanticismo. Veamos ante todo, sucin­
tamente, los principales factores que dan nacimiento al romanti­
cismo en España. El teatro español clásico, en particular el de
Calderón, había empezado a atraer la atención de los románticos
alemanes. Augusto Guillermo Schlégel, «pontífice del romanti­
cismo », en sus famosas Lecciones de literatura dramática (1808), y
su hermano Federico, en la monumental Historia de la literatura
antigua y moderna (1815), al par que renovaban la crítica literaria,
examinando las obras neoclásicas a la luz de la nueva estética
romántica, ensalzaron aquellas manifestaciones de la tradición
nacional, del espíritu caballeresco y cristiano de la Edad Media
(el Poema del Cid, v. gr., respecto de España) y el teatro poético,
simbóbco y profundo de Calderón, que ofrecían como supremo
modelo del arte romántico. Los libros de los hermanos Schlégel,
traducidos inmediatamente al francés, fueron pronto conocidos en
España. Otros eruditos alemanes fomentaron este renacimiento
Campoamop. B écquer
del gusto por la vieja literatura castellana: Hérder popularizaba
en su patria el Romancero del Cid, y Jacobo Grimm inauguraba el
estudio científico de nuestros romances y los daba a conocer con la
publicación de la Silva de romances viejos españoles (1815). La
474
EL r o m a n tic ism o : teatro Y POESÍA 475

defensa que N icolás B ohl d e F a b er (1770-1836) hizo del teatro


clásico castellano, en su larga polémica con los redactores de la
Crónica científica y literaria, de Madrid (1814-1819), contribuyó
a levantar a un tiempo el prestigio de aquél y a despertar un curioso
interés por los grandes románticos extranjeros (Wálter Scott,
Byron, Chateaubriand, Manzoni, etc.), a la sazón en la plenitud
de su gloria. Bohl de Faber secundó su defensa con la publicación
de la Floresta de rimas antigms castellanas (1821-1825) y el Teatro
español anterior a Lope de Vega (1832).
Desde 1801 se venía traduciendo obras de los románticos
extranjeros, especialmente de Chateaubriand; y a partir de 1824
es grande el número de versiones, sobre todo de las novelas de
Wálter Scott, sueltas y en colecciones.1 En 1827, el librero valen­
ciano Cabrerizo inaugura nueva serie de traducciones románticas
con Las aventuras del último abencerraje, de Chateaubriand, y su
ejemplo es imitado por otros libreros de Madrid y Barcelona.
Al mismo tiempo, críticos y literatos, como Durán, Donoso
Cortés, Alcalá Galiano, defienden juntamente el teatro clásico
español y el romanticismo.2 El más trascendental de estos traba­
jos es el Discurso (1828) de Agustín D uran (1793-1862) sobre la
crítica del antiguo drama y el modo de juzgarlo para comprender
su mérito peculiar; constituye un razonado examen del gusto
genuinamente nacional y romántico de los escritores del siglo de
oro.3 En el mismo año, principió a salir su monumental Roman­
cero general o colección de romances castellanos anteriores al siglo
XVIII (1828-1832), clasificados y anotados.4 A juicio de Durán, el
romanticismo no era sólo una revuelta contra el neoclasicismo,
sino un retorno al espíritu que informaba nuestra literatura clásica,
en particular el drama. En efecto, algunos de los elementos más
distintivos del romanticismo español son los mismos que integran
la producción dramática del siglo áureo, en la cual hemos visto
campear, sobre fondo realista, el lirismo, predominar la fantasía y
la sensibilidad, e imponer sus fueros el individualismo, o sea, la
libertad en el arte.
Finalmente, los muchos emigrados políticos (el Duque de
Rivas, Martínez de la Rosa, Alcalá Galiano, Espronceda, etc.),
familiarizados con el romanticismo europeo, y entusiastas de él,
constituyeron al regresar a España (1833) una poderosa falanje
para el triunfo decisivo de las nuevas doctrinas.
476 RENACIM IENTO D E LA L I T E R A T U R A EL ro m a n tic ism o : teatro y po esía 477

2. M a r t ín e z d e l a R o s a . Francisco Martínez de la Rosa Sigue a La conjuración de Venecia, en el mismo año, el Maclas,


(1787-1862), estadista y embajador, introdujo el romanticismo en de Mariano José de Larra, drama histórico en cuatro actos y en
el teatro con La conjuración de Veneáa (1834). Había comenzado verso, de menos interés escénico que el amplio cuadro de Martínez
por escribir, años atrás, tragedias de corte neoclásico, frías y de la Rosa, pero de mayor energía y fondo poético; y la Elena,
retóricas {La viuda de Padilla, Moraima). Sus varias comedias de mediano drama romántico, en verso y cinco actos, del ilustre
costumbres {Lo que puede un empleo, La niña en la casa y la madre poeta cómico Bretón de los Herreros. Y pocos meses después de
en la máscara, Los celos infundados, La boda y el duelo), son por el representarse esta última, se estrenó la obra más decididamente
estilo de las de Moratín, pero bastante inferiores en la observación revolucionaria, y la mejor de todas, el Don Alvaro (marzo de 1835),
de la realidad, en la penetración psicológica y en las sales cómicas. del Duque de Rivas; le siguió, dentro de igual año, el Alfredo,
Una tragedia suya, el Edipo (1833), está considerada como la imi­ ensayo dramático del célebre jurisconsulto Joaquín Francisco
tación moderna más esmerada que se ha hecho del teatro griego. Pacheco.
Las poesías líricas de Martínez de la Rosa son de suma corrección
3. E l D uqu e d e R iv as . Don Ángel de Saavedra, duque de
académica, pero sin mucha emoción íntima ni fantasía: entre las
Rivas (1791-1865) ingresó muy joven en el ejército, luchó en la.
mejores, la Epístola al Duque de Frías, con motivo del falleci­
guerra de la Independencia, y fué gravemente herido en el campo
miento de la duquesa, El recuerdo de la patria y La novia de Por-
de batalla. Más tarde, proscrito por el absolutismo de Fer­
tici.5 Fue un escritor docto, delicado y ecléctico.
nando VII, huyó a Inglaterra (1823), pasó luego a Italia, Malta,
Las dos mejores obras de Martínez de la Rosa son el Abén-
Francia, regresando a España en enero de 1834. Habiendo en­
Humeya,a hermoso drama romántico inspirado en un episodio del
trado de nuevo en la política, fué embajador en París (1859) y
levantamiento y guerra de los moriscos, y, sobre todo, La conjura­
desempeñó otros cargos de importancia en la vida pública.7
ción de Venecia, ambos en prosa. El estreno de este último drama
En la primera época de su carrera literaria, escribió tragedias y
constituyó un magnífico triunfo (1834). Sobre el fondo siniestro
poesías que en nada se diferenciaban de las escritas a fines del
de la conspiración de 1310 para derrocar al Dux de Venecia, des­
siglo xviii: El paso honroso, poema narrativo en octavas, la oda
arrolla el autor una historia amorosa, que termina con la muerte del
A la victoria de Bailón, que juntamente con otros versos imprimió
protagonista y la locura de su amada, al fracasar la conjuración.
en 1813; cinco tragedias, entre las cuales sobresale por el mérito
La trama está hilvanada con verdadero instinto dramático, y las
y por la más libre técnica la titulada Arias Gonzalo (1826). A esta
pasiones parecen hondamente sentidas. « La Venecia del drama
primera época, pertenece asimismo El faro de Malta (1828), una de
es la Venecia un tanto convencional, pero poética e interesante, de
Sus más bellas poesías líricas:
puñales y máscaras, de conspiraciones y ejecuciones secretas, que
habían puesto de moda los románticos. . . El drama (que tiene Envuelve al mundo extenso triste noche,
ronco huracán y borrascosas nubes
algo de melodrama, pero no en el mal sentido de la palabra) está
confunden y tinieblas impalpables
construido con mucho arte; al interés político se mezcla una in­ el cielo, el mar, la tierra:
triga de amor, que no le destruye ni obscurece, antes aviva el y tú invisible te alzas, en tu frente
conflicto de pasiones; y este amor es trágico, amor veronés, amor ostentando de fuego una corona,
entre sepulcros . . . En toda la pieza hay, no sólo grande artificio cual rey del caos, que refleja y arde
con luz de paz y vida.
e interés de curiosidad vivo y punzante, sino calor de alma, más
que en obra alguna de Martínez de la Rosa, y afectos juveniles Tiende apacible noche el manto rico,
vivos y simpáticos.»6 que céfiro amoroso desenrrolla,
° Lo escribió primero en francés, estrenándose en París (1830); en Madrid, el recamado de estrellas y luceros,
año 1836. por él rueda la luna:
478 R E N A C I M I E N T O DE LA L I T E R A T U R A EL r o m a n tic ism o : teatro y po esía 479

y entonces tú, de niebla vaporosa como ejemplar religioso. La fuerza del sino le persigue hasta a aquel
vestido, dejas ver en formas vagas escondido rincón: descubierto su retiro y nueva vida, el segundo hijo del
tu cuerpo colosal, y tu diadema marqués de Calatrava va a buscarle; en vano vencerá don Álvaro la
arde al par de los astros . . .8 fiereza de su sangre, llegando a prosternarse a las plantas del vengador;
abofeteado, y enfurecido al cabo, sale con su enemigo del convento para
Familiarizado luego con las corrientes del romanticismo bri­ batirse, junto a una gruta. Un misterioso ermitaño habita en ella desde
tánico y continental, cambiadas sus ideas literarias, y en la pleni­ hace varios años, consagrado a la penitencia: es doña Leonor. Antes del
tud de las facultades artísticas, compuso El moro expósito (1834), duelo escuchamos la historia de don Álvaro: hijo de un virrey del Perú,
en doce romances, la mejor leyenda épica de la España moderna, que había intentado coronarse emperador de aquel dominio, vino a Es­
la más inspirada, armoniosa y completa. El asunto es el mismo de paña para gestionar el perdón de su padre. Sigue el duelo, y el hijo del
la vieja leyenda de los Infantes de Lara,6 cuyas notas esenciales marqués cae mortalmente herido; acude el ermitaño, doña Leonor, y, al
reconocerla su hermano, la hiere de muerte: / Toma, causa de tantos desas­
retiene, pero tratándola con entera libertad, introduciendo nuevos
tres, recibe el premio de tu deshonra ! . . . Y entre el asombro y consterna­
caracteres de su propia invención, combinando lo serio con lo ción de la comunidad, que ha acudido al lugar de la tragedia, don Álvaro
festivo, las «páginas de estilo elevado con otras en estilo llano, se arroja por un precipicio.
imágenes triviales con otras nobles, y pinturas de la vida real con
otras ideales ».9 Alternan en este drama lo trágico, lo pintoresco y lo cómico; el
El prólogo de Antonio Alcalá Galiano (1789-1865) a la primera verso y la prosa; el realismo de los cuadros populares y lo fantás­
edición de El moro expósito es una especie de manifiesto literario, tico de algunas escenas. La fuerza del sino acumula hechos y
una defensa discreta del romanticismo. Y la nueva orientación circunstancias poco probables; lo trágico raya en lo melodramá­
triunfa decisivamente al siguiente año, en el teatro, con Don tico; y los caracteres principales se exceden en ambas cosas, en
Álvaro o lafuerza del sino (1835), del Duque de Rivas, el drama más lo improbable y en lo melodramático. Pero es obra de grandes
célebre del romanticismo. He aquí las líneas generales de su com­ proporciones; toda la contextura del drama, de potente vitalidad;
plicado argumento, cuya acción se supone acaecida a mediados originalísima y profunda, la creación del protagonista; tiene
del siglo x v n i: escenas de admirable realismo (las del aguaducho, la posada, la
Don Álvaro está en Sevilla, adonde ha ido desde América; es mozo portería del convento), magníficos rasgos de carácter y de poesía,
gallardo, caballeroso y valiente; su existencia anterior, desconocida en un lenguaje ardoroso, y algo grande, que es casi indefinible, una
la ciudad, está rodeada de una prestigiosa aureola de misterio. Se enamora especie de sublime locura que parece animar a los personajes y
de doña Leonor, hija del marqués de Calatrava, y, ante la oposición de que los empuja de escollo en escollo hasta precipitarlos en el
éste, los amantes conciertan fugarse. Sorprendidos la noche de la fuga, abismo.0
don Álvaro es causa inocente de la muerte del marqués, el cual expira Después del Don Álvaro, escribió el Duque de Rivas cuatro
maldiciendo a su hija: y con esto empieza a manifestarse la fuerza del piezas dramáticas: la más importante es El desengaño en un sueño
sino fatal que perseguirá al protagonista hasta el desenlace. La misma (1844), del mismo tema que La vida es sueño de Calderón, con
noche, es gravemente herido por gente del marqués; al recobrar el cono­
versificación y estilo igualmente brillantes, pero de carácter y
cimiento, cree a doña Leonor muerta en la refriega; y, curado de sus
desarrollo completamente distintos: representa una fusión de
heridas, se va a luchar en Italia, ansioso de hallar la muerte en el campo
de batalla. elementos fantásticos, épicos y teatrales, sin la atmósfera realista
Un día la fatalidad le pone frente a un hijo del marqués, y, forzado a de la obra del gran clásico.
batirse, don Álvaro le quita la vida. Le hallamos más tarde en cierto Además de otros muchos poemas y de varias leyendas en verso
convento de los montes de Córdoba; allí lleva ya cuatro años de penitencia (La azucena milagrosa, Maldonado, El aniversario, etc.), compuso
6 Véase página 19. c De esta obra sacó Verdi el libreto de La forza del destino (1862).
480 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A EL r o m a n t i c i s m o ; t e a t r o y POESÍA 481

el Duque de Rivas una colección de Romances históricos (1841) en Carlos V, el marqués de Lombay (después San Francisco de
los cuales brilla como prodigioso colorista y narrador. Son diez y Borja), al contemplar el cadáver descompuesto de la emperatriz:
ocho romances de extensión variable, de unos trescientos a mil
¡ Horror! ¡ horror! Aquel rostro tornados en masa informe,
quinientos versos cada uno, sobre sucesos o tradiciones de la de rosa y cándida nieve, hedionda y confusa vense,
historia de España: desde el reinado de don Pedro I de Castilla aquella divina boca donde enjambre de gusanos
(s. xiv) hasta principios del siglo xix. Sólo tres no son de asunto de perlas y de claveles, voraz cebándose hierve .. .
histórico: El cuento de un veterano, de galanteos y venganzas, aquellos ojos de fuego, — No más abrasar el alma
aquella serena frente, con sol que apagarse puede,
La vuelta deseada, relato de un proscrito que, al regresar, halla
que hace pocos días eran no más servir a señores
muerta a su amada, y El sombrero, con espléndidas descripciones como un prodigio celeste, que en gusanos se convierten .
del mar en sus variados aspectos.
La mayoría de los Romances históricos son preciosas miniaturas Una noche en Madrid en 1578 trata de los amores de la bellísima
que, por la abundancia de diálogos, pueden ser calificados de princesa de Éboli y asesinato de Escobedo, secretario de don Juan
cuadros dramáticos. Todos tienen grandísimo valor descriptivo: de Austria. Bailen es una brillante evocación de este primer
el duque era pintor, y llevó al dominio literario los colores y triunfo de los españoles sobre las tropas de Napoleón (1808):
matices de su rica paleta. Aspiraba a volver el romance octosílabo ¡ Bailén!. .. en tus olivares su tribunal inflexible
a su enérgica sencillez primitiva; no lo consiguió del todo, pero el tranquilos y solitarios, puso el Dios tres veces santo,
lenguaje tiene sin duda sobriedad y precisión. Los tres romances en tus calladas colinas, y de independencia eterna
relativos a don Pedro I de Castilla — que nos presenta como el en tu arroyo y en tus prados, dió a favor de España el fallo . .
Cruel, más que como el Justiciero — se destacan, por la sabrosa La perla de la colección es el romance Un castellano leal: el
narración, el titulado Una antigualla de Sevilla; por la maestría duque de Borbón, francés traidor a su patria, va a ocupar en To­
en la descripción del palacio árabe y de sus jardines, El alcázar de ledo el palacio del leal castellano conde de Benavente, por haberlo
Sevilla; y por el apropiado ambiente de la época, el contraste de dispuesto así el emperador Carlos V. La misma noche que el
luces y el arte narrativo, El fratricidio: duque abandonó el palacio, prendióle fuego su dueño, para puri­
ficarlo de la presencia del traidor:
Era una noche de marzo,
de un marzo invernal y crudo, . . . Aun hoy unos viejos muros recuerdan acción tan grande
en que con negras tinieblas del humo y las llamas negros, en la famosa Toledo.
se viste el orbe de luto . . .10
4. García Gutiérrez. Entre los dramas románticos más
importantes del año 1836, están la Elvira de Albornoz, de José
El romance de Don Álvaro de Luna versa sobre las grandezas y María Díaz, que cultivó al par la tragedia clásica, el Abén-Humeya,
trágica muerte de este famoso condestable del rey don Juan II de de Martínez de la Rosa, y, sobre todo, El Trovador, de Antonio
Castilla.'' En Recuerdos de un grande hombre, leemos episodios de García Gutiérrez (1812-1884). Pobre recluta de la milicia na­
la vida de Colón, desde su llegada a España hasta el instante cional, a la fecha del clamoroso triunfo de El Trovador, García
de divisar las tierras de América; en La buenaventura, los motivos Gutiérrez fué después cónsul en Génova, y, andando el tiempo,
que impulsaron a Hernán Cortés a partir para el Nuevo Mundo; director del Museo Arqueológico Nacional.11 Sus poesías líricas
en La victoria de Pavía, el relato de este importante hecho de armas no ofrecen ninguna excelencia particular, aunque no falte seduc­
y captura del rey de Francia (1525). El solemne desengaño tiene tora gracia a algunas composiciones sagradas y legendarias. Los
por asunto la conversión del más galán caballero de la corte de mejores versos se hallan en sus obras dramáticas. Compuso cin­
J Véase páginas 81-86, cuenta y seis, sin contar muchas traducciones y arreglos del
482 RENACIMIENTO DE LA L I T E R A T U R A EL r o m a ntic ism o ; teatro y POESÍA 483

francés.12 De las comedias, son las más celebradas: Afectos de de Autores Españoles; editó los doce volúmenes del Teatro esco­
odio y amor, Eclipse parcial y Las cañas se vuelven lanzas; de las gido de Tirso de Molina; hizo notables refundiciones de Lope de
zarzuelas, aun se representa con aplauso El Grumete, con música Vega, Tirso, Rojas, Calderón, etc., y de varios autores extranjeros
del maestro Arrieta; y de los dramas, El encubierto de Valencia, en (Moliére, Voltaire, Alfieri, Dumas, etc.); fué poeta lírico de no
cinco actos y en verso, El tesorero del rey, en colaboración con escaso mérito; y compuso dramas simbólico-filosóficos (v. gr.,
Eduardo Asquerino, y la Venganza catalana, su último gran Doña Mentía), comedias de magia (La redoma encantada), come­
triunfo, que se representó cincuenta y seis noches consecutivas dias de costumbres modernas (La coja y el encogido) y algunos
en el Teatro del Príncipe (1864).13 dramas históricos o legendarios. Entre los últimos figura la obra
Obra de mayor resonancia que todas ellas es El Trovador, maestra de Hartzenbusch, Los amantes de Teruel (1837), en el cual
escrito en prosa y verso. El fondo político del drama está tomado da su forma más perfecta a aquella trágica leyenda de amor, de
de la historiade Aragón (1410-1413); el argumento y los personajes tan fecunda tradición en el teatro español;s es obra escrita con
son de la invención de García Gutiérrez, aunque guarda bastantes singular destreza en cuanto a los efectos escénicos, con viva y
semejanzas con el Maclas de L arra:14 elocuente presentación del amor exaltado y de las viejas costum­
bres galantes y caballerescas.16
Versa El Trovador sobre los amores de Manrique y la dama doña
Leonor, a quien también pretende el conde de Artal; en un encuentro 6. A u to res v a rio s . El mismo año de 1837 en que fué estruen­
con su rival, el conde es gravemente herido. Pasa un año. Doña Leonor, dosamente aplaudida la obra de Hartzenbusch, se estrenaron,
que ha recibido falsa noticia de la muerte del trovador Manrique, ingresa aparte un buen número de dramas románticos traducidos del
en un convento, y luego huye con él. Cercado por las tropas del conde el francés, las siguientes obras originales: La corte del Buen Retiro
castillo en que se alojan los amantes, el trovador es hecho preso por re­ y Bárbara de Blomberg, del fértil novelista y dramaturgo P atricio
beldía y condenado a muerte; antes de la ejecución, Leonor le visita en el de la E sco sura ; Doña María de Molina, del diplomático y poeta
calabozo y, habiendo tomado un veneno, muere en sus brazos; en el lírico R oca d e T ogores , M arqués d e M o l ín s ; Fray Luis de
momento en que Manrique es decapitado, la gitana Azucena, que pasa
León o el siglo y el claustro, de C astro y O rozco , que cultivó
por ser su madre y que por venganza lo había robado en la niñez, le declara
al conde de Artal que el trovador, ejecutado por orden suya, era su propio también la tragedia clásica; El Paje y El Rey Monje, de G arcía
hermano.15 G u t ié r r e z , acogidas fríamente por el público; y Carlos I I el
Hechizado, de A nto nio G il y Z a ra te , distinguido crítico literario
Hay que señalar en esta pieza lo bien concebido del plan; su
y autor dramático, que escribió más tarde, entre otros muchos, el
desarrollo graduado y artístico; lo condensado de la acción;
hermoso drama histórico Guzmán el Bueno.11
la perfecta delineación del carácter de Leonor, bellísimo en todos
En dicho año de 1837 culmina el romanticismo en el teatro.
sus impulsos y actos, y de la siniestra Azucena, que sólo es movida
Seguirán apareciendo después dramas históricos hasta más allá
por el deseo de venganza; y la fluidez, melodía y propiedad de la
de la mitad del siglo, pero son ya de carácter más bien clásico
versificación.6
español que puramente romántico, y alternando con otras pro­
5. H a rtzenbusch . Madrileño, de padre alemán y madre es­ ducciones del teatro de transición hacia la comedia moderna.
pañola, Juan Eugenio Hartzenbusch (1806-1880) ejerció en la
7. E spronceda . Encarnación de la rebeldía de los románticos,
adolescencia el oficio de ebanista en el taller de su padre, y llegó
a ser en los últimos años de su vida director de la Biblioteca Na­ en las letras, en la moral y en la política, fué José de Espronceda
cional. Fué de los eruditos literarios más eminentes de su tiempo; (1808-1842), nuestro mayor poeta lírico del siglo xix.18 Este ga­
llardo mancebo, de varonil hermosura, de negra y rizada cabellera,
preparó varios tomos de los dramaturgos clásicos en la Biblioteca
de rostro pálido, vivió impetuosa vida. Enemigo de todas las tira-
6 En este drama está basada la ópera 11 Trovatore (1853) de Verdi. f Véase página 368.
484 RENACIMIENTO DE LA L I T E R A T U R A EL r o m a n tic ism o : teatro y POESÍA 485

nías, se batió en las barricadas del Puente de las Artes, en París, ios . . . Mal revuelto y andrajoso, cuando aspira
tres días de julio de 1830, por defender los derechos del pueblo; alis­ entre harapos, mi punzante
del lujo sátira soy, mal olor.
tóse poco después en la romántica cruzada que allí se preparaba para Y las fiestas
y con mi aspecto asqueroso
libertar a Polonia; y tornó al fuego de las barricadas, ahora en la me vengo del poderoso y el contento
Plaza Mayor de Madrid, en los movimientos revolucionarios de y adonde va, tras él voy. con mi acento
1835 y 1836. Sus conspiraciones y actividades revolucionarias le Y a la hermosa turbo yo,
acarrearon destierros y encarcelamientos. El joven y temible que respira y en la bulla
cien perfumes, y la alegría
conspirador, el poeta sarcástico y misántropo, el audaz Tenorio, gala, amor, interrumpen
que parecía arder en una llama de idealismos y concupicencias, y le persigo la armonía
que de todo se burlaba, hacíase amar, sin embargo, de cuantos le hasta que mira, mis harapos
trataban, daba su último real a un mendigo; y cuando el cólera y me gozo y mi voz .. .20
asoló a Madrid, Espronceda, que solía renegar de todo sentimiento
humanitario en la tertulia del café, se iba a visitar casas ajenas El reo de muerte es una de las composiciones más ricas en con­
para cuidar a los enfermos y consolar a los moribundos. Corta trastes, más desgarradoras y perfectas de Espronceda:
fué su existencia, centella de vida sus treinta y cuatro años, como Describe la noche que precede a la ejecución de un reo, y, junto a sus
centella del genio fué su mente. gemidos y maldiciones, el amoroso estallido de los besos y las risas de una
Una pasión amorosa llenó por algún tiempo el corazón del poeta, bacanal en la casa vecina, cuyos ecos resuenan en la capilla fúnebre; y
y su fantasía. En 1826, y en Lisboa probablemente, Espronceda luego el silencio de la ciudad, envuelta en el sueño, donde nadie se acuerda
conoció a Teresa, hija del brigadier Mancha, que allí estaba des­ del reo que va a expirar:
terrado; los azares de su vida le apartaron de ella a poco de tra­ .. . Serena la luna ni voces se escuchan,
tarla; y en París, donde la encontró de nuevo, ya casada con un alumbra en el cielo, ni ronco ladrido,
comerciante, la raptó en circunstancias románticas. Más tarde, domina en el suelo ni tierno quejido
a causa de graves disensiones, Teresa le abandonó. Aquella profunda quietud; de amante laúd . ..
mujer de soberana hermosura acabó de hundirse en el cieno, y Y el reo, vencido al cabo por el miedo y por el frío de la noche, sueña
murió en la flor de la juventud (1839). Fruto de estos amores y con la libertad y con la mujer que amó, para despertar y hallarse de
tristezas fué la mejor composición del poeta: el Canto a Teresa. repente con la terrible realidad: el cadalso.
Además de las poesías líricas, que constituyen la gloria de Es­
pronceda, compuso dos piezas dramáticas en colaboración, la La nota sardónica y terrible contra la sociedad culmina en El
tragedia Blanca de Borlón, en cinco actos y en verso,19 y la novela verdugo; los hombres, en vez de odiarse a sí mismos, fulminan sus
histórica, parecidísima al Ivanhoe de Wálter Scott, titulada odios contra el ejecutor de la justicia; y él, víctima de la sociedad,
Sancho Saldaña o el Castellano de Cuéllar (1834), que, a pesar del se venga con el tormento de los reos:
nombre ilustre del autor, yace hoy en completo olvido. .. . Allí entre el bullicio del pueblo feroz
En el grupo de poesías en que estalla el grito de rebeldía del mi frente serena contemplan brillar,
poeta contra la sociedad, se encuentran El mendigo, El reo de tremenda, radiante con júbilo atroz.
muerte, El verdugo y la Canción del pirata. En la primera, Es­ Que de los hombres
pronceda canta con un dejo de sarcasmo la libertad del mendigo, en mí respira
toda la ira,
libre como el aire, que amarga con su presencia la alegría de los todo el rencor:
poderosos, que se consuela pensando en que no le faltará un hoyo que a mí pasaron
donde, al morir, caiga su cuerpo miserable: la crueldad de sus almas impía,
486 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A EL r o m a n tic ism o : teatro y po esía 487

y al cumplir su venganza y la mía, degradación de Europa, que yace sin alma, sin entusiasmos, héroes
gozo en mi horror . .. ni profetas, toda « miseria y avidez, dinero y prosa ».
En mí vive la historia del mundo
que el destino eon sangre escribió, El codicioso afán de los deleites, el hastío de la existencia, y el
y en sus páginas rojas Dios mismo vasto y desolador escepticismo de Espronceda, se hallan reunidos
mi figura imponente grabó . .. en el poema A Jarifa, en una orgía, lleno de crudezas realistas y de
toques ideales.
En la Canción del 'pirata, de incomparables efectos musicales, Junto a las anteriores composiciones, de ardoroso numen, de
Espronceda cantó su propio amor a la libertad y a los peligros: acentos fulgurantes, tiene Espronceda varios poemas en que la
. .. Que es mi barco mi tesoro, mi ley la fuerza y el viento, desesperanza toma un tinte de resignación melancólica, como la
que es mi Dios la libertad, mi única patria la mar . . . elegía A la patria, escrita durante su estancia en Londres (1829), y
el poema en varios metros, según su estilo frecuente, dirigido A
Esta poesía recuerda, conforme todos los críticos han notado, a una estrella:
The Corsair de Lord Byron. Fué Espronceda un émulo del poeta ¿ Quién eres tú, lucero misterioso,
británico; existía entre ellos afinidades en la manera de pensar y tímido y triste entre luceros mil,
de sentir, manifiestas hasta en el tono humorístico, en ocasiones que cuando miro tu esplendor dudoso,
blasfemo, con que ambos filosofan. Espronceda debió de saborear turbado siento el corazón latir ? . . .
con el mayor gusto los versos del lord inglés, en quien vería un
En el himno Al sol, el poeta se remonta a la región de las ideas,
temperamento poético gemelo del suyo, y sufrió su influencia.
y canta en lenguaje deslumbrador al poderoso monarca de los
Pero téngase en cuenta, en relación con semejante influjo, que
espacios:
Espronceda es uno de los poetas de más espontánea y enérgica
. . . De los dorados límites de oriente
personalidad.21 que ciñe el rico en perlas océano,
En el impetuoso Canto del cosaco, Espronceda da expresión a su al término sombroso de occidente,
espíritu belicoso y a su desprecio de Europa, donde, ultrajada por las orlas de tu ardiente vestidura
tiranos la dignidad de los pueblos, agotado su valor cívico, estaba tiendes en pompa, augusto soberano,
y el mundo bañas en tu lumbre pura;
en cadenas la libertad: vivido lanzas de tu frente el día,
. . . ¡ Hurra, cosacos del desierto! ¡ Hurra!, y, alma y vida del mundo,
la Europa os brinda espléndido botín: tu disco en paz majestuoso envía
sangrienta charca sus campiñas sean, plácido ardor fecundo,
de los grajos su ejército festín. y te elevas triunfante,
¡ Hurra! ¡ a caballo, hijos de la niebla!, corona de los orbes centelleante . . .
suelta la rienda, a combatir volad . . .
Compara la inmutable grandeza de este señor del mundo, solo,
Del mismo tono bélico son las siguientes composiciones: Al dos radiante, con los fugaces imperios y edades de la tierra; también le
de mayo, en que el poeta recuerda el heroísmo del pueblo madrileño, sigue a él la anhelante muerte, y algún día, destrozado y en pié­
los sacrificios luego de toda la gente española por la independencia lagos de fuego, se hundirá en la eternidad.
de la patria, y el pérfido pago que le dió Fernando VII, el rey in­ Tres son los poemas extensos de Espronceda: El Pelayo, El
grato, imponiéndole la tiranía; el soneto A la muerte de Torrijos estudiante de Salamanca y El diablo mundo. El primero, comenzado
y sus compañeros, inmolados por defender la libertad (1831); la en la temprana juventud, lo dejó sin concluir. Sus fragmentos su­
canción / Guerra!, inspirada en iguales sentimientos de patria y man un total de mil versos y pico. Se abre el poema con la des­
libertad, contra los carlistas, defensores del absolutismo; y A la cripción de la corte de don Rodrigo, último rey godo; sigue el
488 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A EL r o m a n t i c i s m o : t e a t r o y po esía 489

relato de la invasión árabe y primera batalla entre moros y cris­ ora cantando plácido y tranquilo,
tianos; y en el último fragmento vemos a Pelayo, el primer héroe ora en trivial lenguaje, ora burlando,
conforme esté mi humor, porque a él me ajusto,
de la Reconquista, conduciendo las tropas a la victoria. Entre los
y allá van versos donde va mi gusto .. .
mejores pasajes, están los cuadros de costumbres orientales, como
el serrallo del rey moro, la descripción de la batalla del Guadalete, Consta el poema de siete cantos, con cerca de seis mil versos. La
y las escenas de hambre y desolación en Sevilla después de la acción es en Madrid, y en pleno siglo xix. Un viejo desengañado
derrota de los cristianos. y escéptico recobra la juventud por medio maravilloso, y con ella
El estudiante de Salamanca, tradición popular y fantástica, es el la inocencia y la inexperiencia del hombre en su estado natural;
poema más acabado, de conjunto más artístico, que escribió nuestro busca así el poeta el contraste directo y brusco entre la naturaleza
autor. En gran variedad de metros, y dividido en cuatro partes, humana en su estado más inculto y la civilización en su inmoralidad
consta de unos 750 versos.22 Espronceda aprovechó algunos ele­ más profunda. En compañía de Adam, el anciano rejuvenecido,
mentos legendarios, como el tipo del protagonista y la visión que emprende de nuevo la senda de la vida, vamos pasando revista
fantástica en que éste presencia su propio entierro. Constituye el a las abominaciones, los vicios y miserias que encierra la sociedad.
relato de varios episodios en la vida de un joven disoluto, don Este poema quedó sin terminar. Entran en su composición ele­
Félix de Montemar, el supuesto estudiante de Salamanca: sus mentos líricos, novelescos, satíricos y dramáticos, y patentiza
amores con Elvira, la inocente y desdichada amante; la locura y cumplidamente el ímpetu creador, los imposibles idealismos y
fin de ella; las escenas en la casa de juego; las pendencias de don tremenda misantropía del poeta.23 Hay en El diablo mundo de
Félix, que mata en uno de sus desafíos al hermano de Elvira; la todo: cuadros fantásticos que parecen envueltos borrosamente
visión de sus propios funerales, y su muerte real abrazado a un en la bruma, y otros de un realismo crudo y poderoso; digresiones
espectro. Véase el retrato de este libertino que ha llevado al inútiles, y pasajes de gran condensación; rasgos del más puro sen­
corazón de las mujeres el amor y el desengaño, la desesperación y timentalismo, y otros de humorismo pesimista y sarcástico;24 figu­
la locura: ras mal definidas y pueriles, y otras de gran vida e intensidad;
.. . Segundo don Juan Tenorio, Siempre en lances y en amores, trozos h'ricos de graciosa ligereza, y algunos de estro tan majestuoso
alma fiera e insolente, siempre en báquicas orgías, como el himno a la inmortalidad del canto primero. Es por lo tanto,
irreligioso y valiente, mezcla en palabras impías como el hermosísimo Don Juan de Byron, un poema de tonos
altanero y reñidor: un chiste y una maldición . . .
múltiples y de estructura irregular.
siempre el insulto en los ojos, Que su arrogancia y sus vicios,
en los labios la ironía, caballeresca apostura, El Canto a Teresa, el segundo de los siete de El diablo mundo, es
nada teme y todo fía agilidad y bravura lo mejor de todo el poema. « Este canto es un desahogo de mi cora­
de su espada y su valor . . . ninguno alcanza a igualar: zón, dice Espronceda. Un desahogo de su corazón, en efecto, y,
Ni vió el fantasma entre sueños que hasta en sus crímenes mismos, por serlo, el grito romántico más agudo y sostenido de cuantos se
del que mató en desafío, en su impiedad y altiveza,
oyeron en la Península. Él nos ofrece la gran experiencia de su
ni turbó jamás su brío pone un sello de grandeza
recelosa previsión. don Félix de Montemar .. . vida y lo más seguro de su personalidad, a saber: exaltación,
abundancia, color, musicalidad, sentimiento desgarrado y tierno
El poema más característico de la musa de Espronceda es El a la vez. »25 Las cuarenta y cuatro octavas de este canto o elegía
diablo mundo. Aspiraba a hacer e n él un compendio de nuestro forman la historia espiritual de los amores del poeta y de Teresa, y
mundo y sociedad, un trasunto de 1 i vida del hombre: estas cuarenta y cuatro estrofas están «tan mágicamente construi­
En varias formas, con diverso estilo,
das, tan poderosamente lanzadas una tras otra en impetuoso movi­
en diferentes géneros, calzando
ora el coturno trágico de Esquilo, miento, que es difícil recordar algo en castellano que se le pueda
ora la trompa épica sonando: comparar»:26
490 RENACIMIENTO DE LA L I T E R A T U R A EL r o m a n ticism o : teatro y POESÍA 491

¿ Quién pensara jamás, Teresa mía, dramáticas de la Gómez de Avellaneda, el Baltasar (1858), acerca
que fuera eterno manantial de llanto,
de la leyenda de este príncipe de Babilonia, es quizá el mejor drama
tanto inocente amor, tanta alegría,
tantas delicias y delirio tanto ? bíblico moderno, profundo en el pensamiento filosófico y moral,
¿ Quién pensara jamás llegase un día, admirable en los acentos trágicos y en los pasajes líricos.27
en que perdido el celestial encanto, Como poetisa, fué cantora por excelencia del amor, con pompa y
y caída la venda de los ojos, majestad en los versos religiosos, con fulgores de pasión en los
cuanto diera placer causara enojos ?
profanos. La entonación es siempre robusta y varonil. Muchas
Aun parece, Teresa, que te veo
aérea como dorada mariposa, composiciones tienen el bronce rotundo de Quintana, como la de
ensueño delicioso del deseo, El genio poético:
sobre tallo gentil temprana rosa, La gloria de Marón el orbe llena,
del amor venturoso devaneo, aun suspiramos con Petrarca amante,
angélica, purísima y dichosa, aun vive Milton y su voz resuena
y oigo tu voz dulcísima, y respiro en su querube armado de diamante.
tu aliento perfumado en tu suspiro. Rasgando nubes de los tiempos, truena
el rudo verso del terrible Dante,
¿ Cómo caíste despeñado al suelo, y desde el Ponto hasta el confín ibero
astro de la mañana luminoso ? el són retumba del clarín de Homero . . ,28
Ángel de luz, ¿ quién te arrojó del cielo
a este valle de lágrimas odioso ? Las poesías religiosas de la Gómez de Avellaneda (A la Ascen­
Aun cercaba tu frente el blanco velo sión, Al Espíritu Santo, La Cruz, etc.), poseen sincera unción y
del serafín, y en ondas fulguroso, ardoroso verbo, pero su elocuencia está bien lejos de la sencillez
rayos al mundo tu esplendor vertía
y otro cielo el amor te prometía. íntima y sublime de San Juan de la Cruz. Entre las poesías de
asunto profano, se distinguen el Paseo por el Betis, La pesca en el
Brota en el cielo del amor la fuente, mar, la elegía A una acacia, y Amor y orgullo, las dos pasiones que
que a fecundar el universo mana, se disputan el corazón de una mujer.
y en la tierra su límpida corriente
sus márgenes con flores engalana; 9. Z o r r il l a . Todos los amantes de la leyenda pronunciarán
mas ¡ a y ! huid: el corazón ardiente siempre con reverencia y amor el nombre de José Zorrilla y Moral
que el agua clara por beber se afana, (1817-1893), el poeta moderno que más espléndidamente ha evo­
lágrimas verterá de duelo eterno,
que su raudal lo envenenó el infierno . .. 8 cado las tradiciones, creencias y ensueños de la vieja España, sus
luchas y arrogancias, sus torneos y procesiones. Nació este gran
8. L a G óm ez d e A v e l l a n e d a . Gertrudis Gómez de Avellaneda poeta en Valladolid. Empezó a estudiar la carrera de Derecho,
(1814-1873), nacida en Cuba, cultivó con brillantez los géneros pero pronto la abandonó para dedicarse por entero al cultivo de las
dramático y novelesco, y fué, sobre todo, notable poetisa lírica. letras. Diferencias de carácter con su padre — un magistrado
De sus novelas, breves y con acción muy concentrada, la titulada adusto e intransigente — y desventuras matrimoniales, le indu­
Espalolino (1844) es de las más interesantes: envuelve un ataque jeron a marcharse de España. Residió en Francia primero, luego
contra la organización y justicia de la sociedad y una benevolencia en Méjico. Y tras once años de ausencia, regresó a la Península
desusada hacia las culpas de amor; llega a cautivarnos por el tipo (1866). Era hombre muy versátil, despilfarrador y generoso.29
romántico del protagonista, un bandido de los campos romanos, En su autobiografía Recuerdos del tiempo viejo — uno de los libros
caballeroso, enamorado, que une al robo a mano armada la genero­ de confidencias más francas, interesantes y pintorescas que se han
sidad y la abnegación por sus amigos. De las quince piezas escrito — se ve la ingenuidad de este hombre, cuyo rasgo principal
492 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A EL r o m a ntic ism o : teatro Y POESÍA 493

de carácter era, como él mismo dijo fundadamente, haber llegado ción lírica gran valor descriptivo; Misterio, en que el poeta siéntese
a ser viejo sin dejar de ser muchacho. dominado por un sueño, sombra o espectro que se anida en su
Desde 1837, en que publicó Zorrilla el primer libro de versos, sus corazón; y Gloria y orgullo, exaltada expresión de su anhelo de
colecciones de poesías líricas y narrativas se sucedieron con asom­ gloria:
brosa rapidez. Su popularidad fué inmensa, y enorme su influjo ¡ Gloria, esperanza! Sin cesar conmigo
templo en mi corazón alzaros quiero,
en la producción poética de la juventud hispánica de ambos mun­
que no importa vivir como el mendigo
dos. No tiene las aspiraciones trascendentales de Espronceda. por morir como Pindaro y Homero.30
En realidad, Zorrilla es el menos docente de los poetas: es todo,
imaginación y sentimiento, todo arte. Él propio lo ha dicho con Zorrilla debía de tener especial predilección por su Serenata
frase justa: es el pájaro que canta. Su sensibilidad parece vibrar morisca, escrita para la emperatriz Eugenia, pues la incluyó des­
al roce de las más leves y fugaces impresiones del exterior, refle­ pués, junto a nuevas poesías, en La flor de los recuerdos (1855—
jándolas del modo más sugerente. Bien pudo afirmar en la intro­ 1859) y en el Album de un loco (1867): es una composición lírica de
ducción a La leyenda del Cid que guardaba en su alma un tesoro de mérito singular:
armonías, y que cuanto a su paso despertaba un eco: Yo adoro, bardo errante, la gloria y la hermosura:
en mí una fibra, tocando armónica, mi templo es el espacio, mi altar la creación;
encuentra unísona repetición; yo vivo en la pasada para la edad futura,
y el són más débil, más fugitivo, y aislado entre dos siglos está mi corazón . . .
me presta el tema, me da el motivo
de una plegaria o una canción . . . En varios de los poemas escritos en diversas épocas que tituló
orientales, resalta también la nota íntima, pero la mayoría de ellos
Brotaban los versos de su pluma como flores en tierra fecunda. se distinguen por la exhuberancia de luces, colores y formas, por
Y brotaban juntamente el pensamiento y la forma: sus descripciones.
El genio ardiente que en mi pecho habita Los Cantos del trovador (1840-1841) es una colección de leyendas
la palabra me da que os doy escrita. y tradiciones históricas: de amores, La princesa doña Luz, relativa
a la época visigoda; devota, Margarita la Tornera; de tono delica­
Su inspiración es fluida y brillantísima; en la opulencia del
damente fantástico, La Pasionaria. Contiene trozos líricos llenos
colorido y en el movimiento y vida de la narración, pocos poetas le
de seducción, pero lo característico es la excelencia de la narración,
igualan; en fantasía ardiente, sólo Espronceda puede comparár­
la viveza de los diálogos y el sentido pictórico de las descripciones.
sele, entre los modernos; y como pintor del pasado, es el gran
De la introducción son las siguientes estrofas:
maestro. Los defectos de Zorrilla son cierta vaguedad y desorden
en las ideas; falta de regularidad y moderación; abuso, y a veces Yo soy el trovador que vaga errante:
si son de vuestro parque estos linderos,
impropiedad, de los epítetos. Hay velocidad en la obra de Zorrilla;
no me dejéis pasar, mandad que cante;
hay también verbosidad: una serie de pensamientos elevados y que yo sé de los bravos caballeros,
brillantes se ve cortada por un concepto trivial o por una frase la dama ingrata y la cautiva amante,
que no dice nada, aunque el tono es siempre maravillosamente la cita oculta y los combates fieros
musical. con que a cabo llevaron sus empresas
por hermosas esclavas y princesas . . .
Entre las más bellas poesías líricas, debe citarse La meditación,
ante la tumba de la mujer amada; Ira de Dios, sobre el ángel ¡ Ven a mis manos, ven, arpa sonora!
exterminador que cumple las justicias y cóleras del cielo; El ¡ Baja a mi mente, inspiración cristiana,
crepúsculo de la tarde y La margen del arroyo, que unen a la emo­ V enciende en mí la llama creadora
494 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A el ro m a ntic ism o : teatro y po esía 495

que del aliento del Querub emana! Y solemne es la escena final, en la vega de Toledo, cuando agru­
Lejos de mí la historia tentadora pados en torno de la imagen las partes interesadas y el notario, los
de ajena tierra y religión profana:
mi voz, mi corazón, mi fantasía, escribanos y los curiosos, se toma declaración a Jesús, Hijo de
la gloria cantan de la patria mía .. . M aría. . .
En 1852 salieron a luz los dos tomos de Granada. Zorrilla había
que en alas de la ardiente poesía concebido un extenso plan: la historia entera de Granada, en forma
no aspiro a más laurel ni más hazaña
de leyendas separadas, hasta su reconquista por los Reyes Cató­
que a una sonrisa de mi dulce España.
licos. Se preparó para escribir el poema con el estudio de los
En las leyendas, Zorrilla es maestro único. Con intuición pro­ historiadores y de las tradiciones relativas a Granada, visitó los
funda penetró en el alma de la raza y proyectó una visión magnífica lugares, estudió la lengua árabe, y luego puso particular esmero en
de la vieja España; supo arrancar de las sombras con brioso nu­ la versificación y en el lenguaje. Desalentado por dificultades
men las figuras de la tradición; desempolvó las leyendas históricas, materiales y por dolores íntimos, dejó de escribir el tercer volumen
y les dió a muchas la forma poética definitiva (Para verdades el que se había propuesto. Empieza el poema de Granada con la
tiempo y para justicias Dios, El testigo de bronce, Justicias del rey Leyenda de Al-Hamar (su primer rey moro y fundador de la
don Pedro, El escultor y el duque, etc.). En justeza de tonos, en Alhambra), que ya había escrito en fecha anterior, y cuya leyenda
rapidez lírica y en vivísima evocación, no parece que pueda ser consta de cinco libros (Libro de los Sueños, de las Perlas, de
mejorada la leyenda A buen juez, mejor testigo, que se funda en los Alcázares, de los Espíritus, y de las Nieves). El resto de la
cierta tradición toledana: obra está compuesto por el Poema oriental, sobre la última cam­
Un galán da palabra de matrimonio a su novia, al pie de la imagen del paña de los Reyes Católicos contra el reino granadino, pero sólo
Cristo de la Vega; parte a la guerra, y, al regresar, niega haber hecho llega hasta la toma de Alhama. Zorrilla nos da la visión deslum­
jamás tal promesa; la joven impetra el auxilio de la sagrada imagen, su bradora de la antigua ciudad, de su vega, de sus monumentos,
único testigo; y, al serle tomada declaración, el Cristo milagroso baja el de la existencia de los habitantes, de las rivalidades políticas, y de
brazo para afirmar la verdad de la promesa. los celos y querellas del harem, de sus fiestas y torneos; y junto
al cuadro morisco, el cuadro del campamento cristiano, con la fe
Es una sucesión de escenas y cuadros bellísimos: la ciudad alum­
ardiente y generoso valor de sus soldados.
brada por la luz del crepúsculo; el recuerdo de sus glorias pretéri­
Entre las composiciones más largas de Zorrilla figura La azucena
tas; la llegada del altanero capitán; la escena en la sala de justi­
silvestre, leyenda religiosa del siglo ix, dividida en ocho capítulos y
cia, cuando la doncella, desmentida por el capitán, reclama la
escrita en variedad de metros; en parte narrativa, y en parte
intervención del testigo divino:
dialogada. Pero la más notable de las extensas es la Leyenda del
— Tengo un testigo a quien nunca ¿ Quién fué ? Cid (1882), que abarca toda la vida del héroe nacional, o los episo­
faltó verdad ni razón. — El Cristo de la Vega
— ¿ Quién ? a cuya faz perjuró. dios más famosos, hasta su muerte. El autor acomoda en ella
— Un hombre que de lejos Pusiéronse en pie los jueces varios romances antiguos, o aprovecha su contenido, con real
nuestras palabras oyó, al nombre del Redentor, intuición de artista y de español; se atiene a la tradición popular y
mirándonos desde arriba. escuchando con asombro poética, sin cuidar mucho de la exactitud histórica de los porme­
— I Estaba en algún balcón ? tan excelsa apelación. nores. « No se aparta en lo esencial de lo que ha divulgado la
— No, que estaba en un suplicio Reinó un profundo silencio
donde ha tiempo que expiró. de sorpresa y de pavor, tradición — nota el mejor biógrafo y crítico del poeta —, bien que
— ¿ Luego es muerto ? y Diego bajó los ojos la amplifique y encauce a su manera . . . Seguía en esto Zorrilla la
— No, que vive. de vergüenza y confusión . . . tradición de aquellos buenos poetas y dramáticos del siglo de oro,
— Estáis loca, ¡ vive Dios ! que cuidaban de lo pintoresco más que del pormenor histórico. »31
496 RENACIMIENTO DE LA L I T E R A T U R A EL ro m a n t ic ism o : teatro y po esía 497
Era Zorrilla, en los sentimientos y en su manera de producir, en días de noviembre, en todos los teatros de España. Con ser el
las buenas y en las malas cualidades, un poeta bien semejante a los protagonista de El Burlador de Sevilla, de Tirso de Molina, el
del siglo áureo. Y donde más se echa esto de ver es en su teatro. personaje dramático más veces imitado en la literatura de Europa,
Escribió dos ensayos de tragedia clásica (Sofronia y La coya de en ninguna obra ha llegado a reaparecer con tanto brío y grandeza
marfil), excelentes comedias de capa y espada (Cada cual con su como en el Don Juan Tenorio. Y al lado de este personaje — en­
razón, Más vale llegar a tiempo que rondar un año), obras de espec­ carnación del arrojo temerario, del desenfreno y de las pasiones
táculo (La Creación y el Diluvio) y alegóricas (La oliva y el laurel), y violentas —, la delicada y candorosa figura de doña Inés, creación
varios dramas históricos de mucho precio (El alcalde Ronquillo, no menos admirable: su contraste ejerce mágica fascinación. Es
El eco del torrente, Sancho Garda, etc.). Muy popular es El puñal digno de notarse principalmente en el drama de Zorrilla, además
del godo (1843) — inspirado en el Roderick de Southey —, drama de la alta concepción moral y religiosa que encierra, la intensidad
en un acto, que el autor se jactaba de haber escrito en veinticuatro y rapidez de su desarrollo, cuyos cuatro primeros actos transcurren
horas; el protagonista es el último rey godo, don Rodrigo, refu­ en cinco horas; la vida que palpita en toda la obra; la diestra
giado en una cabaña después de la derrota del Guadalete; la disposición de muchas escenas; la soberana inspiración del acto
versificación es magnífica. Segunda parte de este drama es La cuarto; y la espontaneidad y riqueza de su versificación, aquellas
calentura (1847), también en un acto: don Rodrigo, tras haber rotundas estrofas que mueven el ánimo y deslumbran. No ha­
combatido bajo nombre supuesto en la batalla de Covadonga, blemos de sus pormenores triviales o desdichados, que cualquier
regresa a la cabaña y allí tiene un encuentro fantástico con Flo- poetilla podría fácilmente corregir.
rinda, que viene a perdonarle y a morir en sus brazos."
El drama predilecto del autor, el que escribió con mayor esmero 10. O t e o s p o e t a s . Entre los poetas románticos que gozaron de
y detención, se titula Traidor, inconfeso y mártir (1849), en tres celebridad, recordaremos al P . J u a n A e o l a s (1805-1849), cuya
actos y en verso; está fundado en el proceso famoso de un pastelero poesía A una bella merece figurar en todas las antologías, de mucho
(el Pastelero de Madrigal), que se hizo pasar por el rey don Se­ color y fuego en sus Orientales, sentimental y voluptuoso en las
bastián de Portugal (1595). De mérito superior es El zapatero y el Poesías pastoriles y amorosas, de justo tono legendario en las
rey (1840), que se basa en cierta anécdota atribuida al rey don Poesías caballerescas;32 N ic o m e d e s P a s t o r D ía z (1811-1863), el
Pedro I de Castilla: un joven zapatero, cuyo padre fué asesinado poeta de la soledad, del misterio y de las tristezas del destino, que
por un caballero, mata a éste; el caballero, que era prebendado da también la nota melancólica en la novela De Villaherrrwsa a la
y que puso en juego sus riquezas, había sido condenado solamente a China, de carácter autobiográfico;33 J o sé H e r ib e r t o G a r cía d e
no asistir al coro durante un año; el rey condena luego al vengador Q u e v e d o (1819-1871), cultivador de la poesía simbólica y filo­
a no hacer zapatos en un año. Escribió Zorrilla, con el mismo sófica, con tendencias humanitarias, cuyos mejores trozos poéticos
título, una segunda parte (1842), que es en realidad un drama están en las Odas a Italia, a pesar de su elocuencia un tanto enfá­
independiente: el argumento versa sobre la conspiración que puso tica;34 y G a b r ie l G a r c ía T a ssa r a (1817-1875), de fogosa fan­
fin al reinado de don Pedro I, el asedio del castillo de Montiel y la tasía, de entonación enérgica, que sobresale en los poemas sociales
muerte del rey a manos de su hermano el Infante don Enrique. Los y religiosos, rayando a gran altura en su triunfal Himno al Mesías,
resortes del honor y de la traición, de la bravura y del orgullo, rica joya en las ideas y en las imágenes.36
están manejados con insuperable maestría.
La obra dramática más famosa de Zorrilla, la más popular de [1] F. P. H. Churchman and E. Allison Peers, A Survey of the Influence of
todo el teatro español moderno, es Don Juan Tenorio (1844), en Sir Walter Scott in Spain, en Reme hispanique, t. LV, págs. 268-310; Celso
García Morán, Influencia de los escritores románticos ingleses en el romanticismo
siete actos y en verso: se representa cada año, en los primeros español (folleto), Madrid, 1923; Ernest Martinenche, L’Espagne et le ro-
o Florinda, la hija del conde don Julián: véase pág. 76. mantisme français, Paris, 1922.
498 RENACIMIENTO DE LA L I T E R A T U R A EL ro m a ntic ism o : teatro Y POESÍA 499

[2] V. E. Allison Peers, Borne Spanish Conceptioris of Romanticism, en The [22] El Estudiante de Salamanca and Other Seledions, ed. escolar, etc., by
Modern Language Review, t. XVI, págs. 281-296; ídem, Later Spanish Con- G. T. Northup, Boston, 1919.
ceptions of Romanticism, ibid., t. XVIII, págs 37-50; C. Pitollet, La querelle [23] V. Luisa Banal, II pessimismo di Espronceda e alcuni rapporti col pen-
caldéronienne de Bóhl de Faber et J. J. de Mora, Paris, 1909. siero di Leopardi, en Revista crítica hispano-americana (Madrid), t. IV, págs.
[3] Discurso, ed. Memorias de la Academia Española, t. II, págs. 280-336. 89-134; Bonilla y San Martín, El pensamiento de Espronceda, en La España
[4] Romancero general, ed. B. A. E., ts. X y XVI. Moderna (Madrid), t. CCXXXIV, págs. 69-101.
[5] Obras completas, de Martínez de la Rosa, ed. Colección de los mejores autores [24] V. Angela Hámel, Der Humar bei José de Espronceda, en Zeitschriftfür
españoles, París, 1845-72, ts. XXVIII y XXXII. romanische Phüologie, t. XLI, págs. 389—407 y 648-677.
[6] Menéndez y Pelayo, Estudios de crítica literaria (Ira. serie), 2da. ed., [25] Moreno Villa, loe. cit., t. II, págs. 7-8.
Madrid, 1893, págs. 273-275; La conjuración de Y enema, ed. escolar, vñth notes [26] Piñeyro, op. cit., p. 162.
and vocabulary by A. L. Owen and J. Th. Lister, New York, 1917. [27] Baltasar, ed. escolar, etc., by Carlos Bransby, New York, 1909; V.
[7] V. L. A. de Cueto (Marqués de Valmar), Duque de Rivas (discurso), ed. Edwin B. Williams, The Life and Dramatic Works of Gertrudis Gómez de Ave­
Memorias de la Academia Española, t. II, págs. 498-601; E. Piñeyro, El ro­ llaneda (Publications of the University of Pennsylvania), Philadelphia, 1924;
manticismo en España, París, 1904, págs. 51-93; Azorín, Rivas y Larra, razón La Avellaneda: autobiografía y cartas de la ilustre poetisa hasta ahora inéditas,
social del romanticismo en España, Madrid, 1916; E. Allison Peers, Rivas and ed. L. Cruz de Fuentes, Huelva, 1907.
Romanticism in Spain, London, 1923; ídem, Ángel de Saavedra, Duque de [28] Obras literarias de la Gómez de Avellaneda, Madrid, 1869-71,1.1, p. 79;
Rivas: A Critical Study, en Revue hispanique, t. LVIII, págs. 1-600. Obras de la Avellaneda, Habana, 1914-18; V. Regino E. Boti, La Avellaneda
[8] Obras completas del Duque de Rivas, ed. de su hijo D. Enrique, Madrid, como metrificadora, en Cuba Contemporánea, t. III, págs. 373-390.
1894^1904, t. II, págs. 71-72. [29] V. Narciso Alonso Cortés, Zorrilla: su vida y sus obras, Valladolid,
[9] Alcalá Galiano, Prólogo a primera ed. de El moro expósito, en Duque de 1916-20; Constancio Eguía Ruiz, Crítica patriótica, Madrid, 1921, págs.
Rivas: Romances, ed. C. Rivas Cherif (Clásicos Castellanos), Madrid, 1912, 5-65; Condesa de Pardo Bazán, Zorrilla, en La Lectura, 1909, págs. 1-12
t. II, p. 275. y 133-147.
[10] Ed. Rivas Cherif, t. I, p. 204. [30] Obras completas de Zorrilla, Madrid, 1917,1.1, p. 226; Zorrilla: Poesías,
[11] V. Hartzenbusch, Prólogo a Obras escogidas de Garda Gutiérrez, Madrid, ed. N. Alonso Cortés (Clásicos Castellanos), Madrid, 1925.
1866; Enrique Funes, Garda Gutiérrez: estudio crítico de su obra dramática, [31] Alonso Cortés, Zorrilla: su vida y sus obras, págs. 98 y 102.
Cádiz, 1900. [32] V. J. R. Lomba y Pedraja, El P. Arólas: su vida y sus versos, Madrid,
[12] V. Nicholson B. Adams, List of the Plays, en The Romàntic Dramas of 1898.
Garda Gutiérrez, New York, 1922, págs. 141-145. [33] V. J. del Valle Moré, Pastor Díaz: su vida y su obra, Habana, 1911.
[13] Venganza catalana y Juan Lorenzo, ed. José R. Lomba (Clásicos Caste­ [34] V. Menéndez y Pelayo, Historia de la poesía hispano-americana, Madrid,
llanos), Madrid, 1925. 1911,1.1, págs. 404-408.
[14] V. Adams, op. át., págs. 68-79. [35] V. Juan Valera, La poesía lírica y épica en la España del siglo x ix ,
[15] El Trovador, ed. escolar, etc., by H. H. Vaughan, Boston, 1908. en Obras completas, t. XXXIII, págs. 178-186.
[16] Obras de Hartzenbusch, Madrid, 1888-92; V. Bibliografía de Hartzen­
busch, formada por su hijo D. Eugenio, Madrid, 1900; Cotarelo y Morí, Sobre
el origen y desarrollo de la leyenda de « Los amantes de Teruel », Madrid, 1907;
Los Amantes de Teruel, ed. escolar, etc., by G. W. Umphrey, Boston,
1920.
[17] Guzmán el Bueno, ed. escolar, etc., by S. Primer, Boston, 1901.
[18] V. J. Cáscales y Muñoz, Don José de Espronceda: su época, su vida y
sus obras, Madrid, 1914.
[19] Blanca de Borbón, ed. con bibliografía de Espronceda, por P. H.
Churchman, en Revue hispa-ñique, t. XVII, págs. 549-703.
[20] Espronceda: Obras poéticas, ed. J. Moreno Villa (Clásicos Castellanos),
Madrid, 1923,1 .1, págs. 139-140; Obras poéticas y escritos en prosa, Madrid,
1884.
[21] V. P. H. Churchman, Byron and Espronceda, en Revue hispanique,
t. XX, págs. 5-210.
LA P R O S A D E L R O MA N T I C I S M O 501

en número de veinte, con su libro The Romance of the History of


Spain (1830); la novela Gómez Arias, la principal de las suyas, la
escribió y publicó en inglés (1828) y tres años después fué impresa
en castellano. Le siguió R a m ó n L ó pez S o l e r , con su m á s im­
CAPITULO XXXVI portante novela, imitada del Ivanhoe de Wálter Scott, que se
titula Los bandos de Castilla o el Caballero del Cisne (1830).
LA PROSA D EL ROM ANTICISM O Las mejores novelas de los dos años siguientes son La conquista
I. La novela: corrientes inglesa y francesa. 1. Los primeros novelistas de Valencia por El Cid (1831), de E st a n isl a o d e K o t sk a B a y o ,
románticos: Trueba y Cossío, López Soler, Escosura, etc. 2. Gil y Ca­ y El conde de Candespina (1832), de P a t r ic io d e la E sc o su r a ,
rrasco: el poeta y el novelista: El Señor de Bembibre. 3. Navarro cuya novela histórica más celebrada, N i Rey ni Roque, es de fecha
Villoslada: sus novelas históricas. 4. Fernández y González, el más posterior (1835). La única de Espronceda, el Sancho Saldaña o el
fecundo novelista español. II. Escritores de costumbres: 1. Larra: Castellano de Cuéllar (1834), por su mal hilvanada trama, resulta
obras dramáticas; El doncel de don Enrique el Doliente; críticas
literarias;¡ sátiras políticas; artículos de costumbres. 2. Estébanez más bien una colección de cuadros y episodios históricos. En el
Calderón: Escenas andaluzas. 3. Mesonero Romanos: El antiguo mismo año sale a luz El doncel de don Enrique el Doliente, de
Madrid; artículos de costumbres madrileñas; refundiciones y críticas Mariano José de Larra. Mucho estudio y preparación se hallará
del teatro antiguo. III. Escritores didácticos. IV. Bibliógrafos y en la Doña Isabel de Solís (1837-1846), de Martínez de la Rosa,
eruditos. pero poca animación, sentimiento y poesía.
I. L a n o v e l a . El género literario más saliente del siglo xix,
la novela, no llegó a florecer con verdadero brío en España sino 2. G il y C a r r a sc o . En la belleza de los cuadros naturales, en
después de pasada la fiebre romántica. No nos dejó el romanti­ el sentimiento de la naturaleza y en la sinceridad de los afectos,
cismo ni una sola novela que pueda compararse con las grandes aventaja a todas las demás novelas románticas El Señor de Bem­
obras maestras que produjo en el resto del Continente y en In­ bibre (1844), de Enrique Gil y Carrasco (1815-1846), pero el relato
glaterra. Se siguieron en la Península las dos claras corrientes que es lánguido y la reiterada nota patética llega a resultar monótona.1
entonces dominaban en todas partes: la inglesa, con su insigne Lo que tiene en verdad de artístico son las descripciones del paisaje
modelo Wálter Scott, que reproduce la realidad medieval con y de los varios aspectos de la naturaleza, y el lenguaje, que, sobre
pintura minuciosa y docta del ambiente, de las costumbres, de los ser natural, es muy noble, expresivo y poético. Su trama novelesca
tipos, y de su vestuario, hasta en los menores detalles (Martínez de es muy semejante a la de The Bride of Lammermoor de Wálter Scott.
la Rosa, Gil y Carrasco, Navarro Villoslada, etc.); y la corriente En la prosa y en la lírica, Enrique Gil representa el gusto romántico
francesa, menos fiel a aquellos elementos, que tiende a fantasear más depurado, sin exageraciones ni tonos violentos. De sus poesías,
libremente sobre el fondo histórico (Gómez de Avellaneda, Es­ llenas de deliciosa ternura, melancolía y suavidad, han de citarse
cosura, Fernández y González, etc.). La primera corriente, ob­ La gota de rocío, la Elegía a la muerte de Espronceda, en la cual
jetiva y meramente artística, produce en España las mejores toca una cuerda vibrante que rara vez suena en su lira, y la deli­
novelas; la segunda, subjetiva, y con tendencia antisocial fre­ cadísima y musical composición dedicada a La violeta, digna de
cuentemente, el mayor número de novelas. figurar en la más selecta antología.

1. Los p r im e r o s n o v e l is t a s r o m á n t ic o s . La primera novela 3. N a v a r ro V il l o s l a d a . Francisco Navarro Villoslada (1818—


romántica o histórica es Gómez Arias o los moriscos de las Alpu- 1895) es quizás el novelista que ha percibido más intensamente el
jarras, de T e l e s f o r o d e T r u e b a y C o ssío (1799-1835), emigrado espíritu de la España medieval, y el que ha descrito las antiguas
en Inglaterra, donde dió a conocer las leyendas épicas castellanas, costumbres con mayor fidelidad e interés, en Doña Blanca de
500
502 RENACIM IENTO D E LA L I T E R A T U R A LA P R O S A D EL R O M A N T I C IS M O 503

Navarra (1847) y en Doña Urraca de Castilla (1849). Raro será (1832-1833), y artículos que ambos escribieron posteriormente.
que se encuentre una novela histórica, entre las españolas, que Vinieron después Estébanez Calderón, con sus Escenas andaluzas
aventaje a su Amaya o los vascos en el siglo V lll (1879), represen­ (1847), José María de Pereda, con las Escenas montañesas (1864),
tación viva y dramática de aquellos rudos tiempos, en cuya el poeta Antonio de Trueba, con las escenas vascas que llenan sus
entretenida narración se hermanan con el mayor arte la ficción y la obras en prosa (Cuentos: populares, campesinos, del lugar, de
historia; por su sencillez y grandeza, ha sido justamente calificada Vizcaya, etc.), inferiores a las de los anteriores en la observa­
de poema épico en prosa.2 ción y en el humorismo;4 y otros muchos escritores: J osé S omoza
(1781-1852), poeta, dramaturgo y novelista; S antos L ópez P e l e -
4. F ernández y G onzález . Escritor de pasmosa fertilidad, grín (1801-1846), escritor festivo; A ntonio M aría d e S egovia
Manuel Fernández y González (1821-1888), tuvo una fantasía tan (1808-1874), más satírico e intencionado que el precedente;
brillante como desenfrenada.3 Además de poesías líricas, leyendas J uan M a rtín ez V illerga s (1816-1894), poeta y prosista jocoso
en verso (La Alhambra, El infierno de amor, etc.) y varios dramas de tremenda agresividad; T omás R odríguez R u b í (1817-1890),
(.Deudas de la honra, La muerte de Cisneros, etc.), compuso más de autor de un centenar de piezas teatrales y pintor excelente de
doscientas novelas. Y en cada novela hay, no sólo el hilo de una la vida andaluza en sus artículos de costumbres; A ntonio
acción, sino varios hilos de acciones diferentes que va manejando F lórez (1821-1866), que sobresalió en los cuadros de la vida
alternativamente, y los cuales liga más o menos hábilmente; los madrileña, etc. En particular, los artículos de El pobrecito habla­
episodios dramáticos se suceden unos a otros con vertiginosa dor, de El curioso parlante y de El Solitario, seudónimos respec­
rapidez, casi atropelladamente; los caracteres son superficiales, y tivamente de Larra, Mesonero Romanos y Estébanez Calderón,
vagas las descripciones, aunque no faltas de colorido. Con todo, son interesantísimos documentos, por haber registrado los tipos y
causa verdadera admiración aquella insuperable fecundidad en la costumbres de la España pintoresca de la primera mitad del siglo,
invención de argumentos y de recursos. Poseía el autor, también, antes de que lo típico nacional cediera paso a lo moderno europeo.
en grado eminente el arte de hacer interesante el relato: Men
Rodríguez de Sanabria (1853) y El cocinero de Su Majestad (1857), 1. L a r r a . Mariano José de Larra (1809-1837), hijo de un
en particular, son novelas que el lector, por muy sesudo que sea, médico madrileño, fué de carácter reservado y sombrío, a causa
si tiene algo de imaginación, no dejará de las manos hasta aca­ tal vez de cierta pasión amorosa y desgraciada que tuvo en la
barlas.I. adolescencia. A los veinte años, contrajo un enlace infeliz, y a
consecuencia de ciertos amores adúlteros, que él quiso en vano
II. E scrito res d e costum bres . Por los mismos años en que reanudar, se suicidó a los veintiocho años de edad.5
el romanticismo imperaba en las letras españolas, se desarrollaba El que fué regocijo de su pueblo, llevó vida triste y lamentable.
un género muy castizo y realista: el costumbrista. En los artículos « Supone el lector, en quien acaba un párrafo mordaz de provocar
de costumbres se describe una escena, un tipo o una costumbre la risa, que el escritor satírico es un ser consagrado por la naturaleza
en lo que tienen de típico y pintoresco.0 En el fondo, reclaman a la alegría, y que su corazón es un foco inextinguible de esa misma
verdad, interés humano, humorismo; en el estilo, naturalidad y jovialidad que a manos llenas prodiga a sus lectores. Desgraciada­
vivacidad. Este género, cultivado brillantísimamente en el siglo mente, y es lo que éstos no saben siempre, no es así. »6 Ejemplo,
de oro (Cervantes, Quevedo, Juan de Zabaleta, etc.), fué resuci­ él mismo. También escribió: «las penas y las pasiones han llenado
tado por Mesonero Romanos, con sus artículos publicados en más cementerios que los médicos y los necios; que el amor mata,
1820 y reimpresos en Mis ratos perdidos (1822), y por Larra, aunque no mate a todo el mundo, como matan la ambición y la
con su revista satírica de costumbres titulada El pobrecito hablador envidia ».7 Así, Larra, rechazado por una antigua amante, pone fin
0 Es el mismo género cultivado por Wáshington Irving en The Sketch Book. a su brevísima existencia en febrero de 1837. Su artículo Fígaro
504 RENACIMIENTO DE LA L I T E R A T U R A LA P R O S A D EL R O MA N T I C I S M O 505

en el cementerio, escrito el día de difuntos de 1836, presagiaba ya lo que contenía de pasajero y de excesiva ornamentación. Entre
la fatal decisión: sus mejores artículos de crítica teatral, están los de El Trovador
« Una nube sombría lo envolvió todo. Era la noche. El frío de la y Los amantes de Teruel. No menos valiosos son los juicios críticos
noche helaba mis venas. Quise salir violentamente del horrible cemen­ de las Poesías de Martínez de la Rosa, de la Vida de españoles
terio. Quise refugiarme en mi propio corazón, lleno no ha mucho de célebres de Quintana, y del Panorama matritense de Mesonero
vida, de ilusiones, de deseos. ¡ Santo cielo! También otro cementerio. Romanos.12 De los artículos satírico-políticos, deben leerse espe­
Mi corazón no es más que otro sepulcro. ¿ Qué dice? Leamos ¿ Quién cialmente los titulados Nadie pase sin hablar al portero o los
ha muerto en él? ¡ Espantoso letrero! ¡ Aquí yace la esperanza! . . . » 8 viajeros de Vitoria, aguda y regocijada sátira de los carlistas, y la
extraña y desconsoladora fantasía Fígaro en el cementerio (o
Leyendo este artículo pensamos en las Noches lúgubres de
El día de difuntos), en que describe a Madrid entero como un
Cadalso y en las notables afinidades de estos dos satíricos. El
cementerio donde yacen enterrados el trono, la disciplina militar,
caso de Larra, su talento y su fama, es insólito. En los seis o
y la esperanza de todo remedio político. Del mismo tono angus­
siete años, no más, de su vida literaria, escribió dramas y comedias
tioso y desesperado son, entre varias composiciones más, La
(.Maclas, Partir a tiempo, etc.),9 algunas poesías (Oda a la Exposi­
ción de la Industria española, 1827, Elegía a la muerte de la Duquesa Nochebuena y Horas de invierno. La nota festiva y de aparente
de Frías, Sátira contra los vicios de la corte, etc.), la novela El ligereza, en el fondo intencionada, sobre materias políticas, se
hallará en los artículos Fígaro de vuelta, Buenas noches y Dios nos
doncel de don Enrique el Doliente, y varios volúmenes de artículos
asista.
de costumbres y de críticas literarias. Y lo hizo todo con tanto
Los artículos de costumbres que le hacen maestro del género,
talento, que su novela es de las mejores, sus críticas teatrales son
definitivas, y como satírico y pintor de costumbres no ha tenido son principalmente los publicados en la colección de El pobreáto
hablador (1832-1833), como El castellano viejo, crítica del patrio­
rival.
tismo exagerado que encuentra bueno todo lo español, y malo todo
El doncel de don Enrique el Doliente (1834) tiene por asunto la
lo de fuera, y graciosa descripción de las costumbres y modales de
leyenda de los amores y trágica muerte de Maclas el Enamorado,
aquellos que confunden lo castizo con la mala educación; Vuelva
trovador del siglo xiv.6 « Con respecto a la veracidad de nuestro
relato, debemos confesar que no hay crónica ni leyenda antigua usted mañana, sobre la holgazanería de los sastres, zapateros,
genealogistas, oficiales de la administración pública, ministros, y
donde lo hayamos trabajosamente desenterrado. »10 Esta novela,
españoles en general, que todo lo dejan para mañana, y ese mañana
como las de Wálter Scott, está precedida de una noticia preliminar
no llega nunca, o llega tarde y mal; y ¿ Entre qué gente estamos ?, de
sobre las ideas caballerescas y estado social de la época, y los
asunto muy semejante al anterior, sobre la incompetencia y pereza
capítulos, sin título, van encabezados con trozos de algún romance
de esta gente que todo lo aplaza para otro día, y que nunca sabe
antiguo. «Pero la semejanza real ahí termina; argumento,
ocupar su puesto dignamente, ni a nadie quiere servir.
personajes, episodios, todo lo demás es enteramente español.»11
La crítica de Larra es amargamente jovial, sagaz y penetrante.
No descuella por la propiedad del colorido histórico, pero sí por
« Reírnos de las ridiculeces, ésta es nuestra divisa; ser leídos, éste
la vibrante pasión amorosa y por la pulcritud del estilo.
Larra representa el espíritu de rebeldía, el desasosiego de los es­ es nuestro objeto; decir la verdad, éste es nuestro medio.»13
cépticos, y el pesimismo que ha de caracterizar a todo el siglo xix. Sus ataques son valientes, razonados, sin preocuparse del público,
al que « con gran sinrazón queremos confundirle con la posteridad,
Comprendió el valor efectivo que encerraba el romanticismo,
que casi siempre revoca sus fallos interesados ».14 Su propósito es
como reacción del arte sincero frente al artificio de los neoclásicos
y como un paso de aproximación a la realidad presente; y rechazó hacer crítica sin personalismos: «Sólo hacemos pinturas de cos­
tumbres, no retratos.» Ni aun en las más punzantes sátiras, le
b Véase página 64. abandonan la decencia y el buen gusto: «siempre evitaremos
506 RENACIMIENTO DE LA L I T E R A T U R A LA P R O S A D E L R O M A N T I C I S MO 507

cuidadosamente, como hasta aquí hicimos, toda cuestión personal, por citar sólo algunas, poseen no sólo gran precio literario, sino el
toda alusión impropia del decoro del escritor público y del respeto valor también de documentos históricos para futuras generaciones.
debido a los demás hombres, toda invasión en la vida privada, todo
cuanto no tenga relación con el interés general ».16 Por la serenidad 3. M e s o n e r o R om a n o s . El más renombrado costumbrista,
y alteza de miras, su crítica tiene redoblada fuerza. después de Larra, es Ramón de Mesonero Romanos (1803-1882),
De los varios seudónimos que empleó, el de Fígaro es el que la comerciante en la juventud, y más tarde cronista oficial de Madrid,
posteridad ha asociado principalmente a su nombre. Sirva como su ciudad natal.18 Fruto de laboriosas investigaciones en los
muestra de la prosa de Larra un párrafo del artículo M i nombre y archivos de la corte es su meritísima obra publicada en 1831,
mis propósitos, donde refiere el origen y significado de aquel seudó­ aumentada en sucesivas ediciones, El antiguo Madrid: paseos
nimo: histórico-anecdóticos por las calles y casas de esta villa, conforme al
« Desvanecidas de esta manera mis dudas, quedábame aún que elegir un título definitivo. Es una descripción topográfica e histórica, pero
nombre muy desconocido que no fuese el mío, por el cual supiese todo el trasunto vivo de la ciudad en sus tiempos pasados, con los recuer­
mundo que era yo el que estos artículos escribía; porque esto de decir yo dos políticos, sociales o literarios asociados a sus calles y edificios.
soy fulano tiene el inconveniente de ser claro, entenderlo todo el mundo y Inauguró su larga serie de artículos de costumbres con los publi­
tener visos de pedante; y aunque uno lo sea, bueno es y muy bueno no cados en el año 1820 (Navidades, Puerta del Sol, El Prado, etc.),
parecerlo. Díjome el amigo que debía de llamarme Fígaro, nombre al par coleccionados dos años después con el título de Mis ratos perdidos
sonoro y significativo de mis hazañas, porque aunque no soy barbero, ni o ligero bosquejo de Madrid en 1820 y 1821, primeros ensayos del
de Sevilla, soy, como si lo fuera, charlatán, enredador y curioso además, autor en este nuevo género. Las tres series importantes son las
si los hay. Me llamo, pues, Fígaro; suelo hallarme en todas partes;
que, empezando con El retrato (1832), fueron reimpresas en
tirando siempre de la manta y sacando a la luz del día los defectillos
leves de ignorantes y maliciosos; y por haber dado en la gracia de ser Panorama matritense (1835-1838), Escenas matritenses (1842) y
ingenuo y decir a todo trance mi sentir, me llaman por todas partes Tipos y caracteres: bocetos de cuadros de costumbres, por El Curioso
mordaz y satírico; todo porque no quiero imitar al vulgo de las gen­ Parlante (1862).19 No constituyen meras descripciones, sino
tes, que o no dicen lo que piensan, o piensan demasiado lo que dicen. »16 escenas animadas, con su pequeño argumento, con diálogos chis­
peantes y graciosos, en los cuales no deja de asomar discretamente
2. E stébanez C alderón . Serafín Estébanez Calderón (1799— la intención moralizadora. El estilo es claro, natural y de sabor
1867), malagueño, llevó a la literatura, en sus artículos de costum­ muy castizo; la sátira, fina y francamente jovial, sin el menor
bres, la expresión más fiel y amena de la vida andaluza.17 Las rasgo de irritación o mal humor. Ingeniosa es la trama cómica de
poesías festivas de El Solitario, seudónimo de nuestro autor, y las algunos artículos (v. gr., El amante corto de vista, El barbero de
novelas, como Cristianos y moriscos (1838), de asunto histórico, Madrid, El patio de correos); graves, con bastante de reflexión
están hoy olvidadas. Lo que le ha conquistado la celebridad son filosófica, otros artículos (La casa de Cervantes, El camposanto,
las Escenas andaluzas (1847), de lenguaje tan recio, castizo y Tengo lo que me basta, etc.); tiene varios dirigidos satíricamente
abundante. En tales escenas tenemos retratados al vivo los tipos contra ciertas corrientes o tipos literarios, como El romanticismo y
del bajo pueblo de Andalucía, escuchamos su propia habla, y los los románticos, uno de los mejores, o contra los gobernantes, como
vemos en medio de sus habituales ocupaciones y diversiones, en la el artículo Grandeza y miseria. El autor saca a relucir no sólo las
casa, en la calle, en la taberna, en las ferias. Conocedor a fondo costumbres y tipos pintorescos de la sociedad madrileña, sino los
de las artes y costumbres populares, y enamorado de ellas, las vicios y defectos de que adolecía el pueblo español, y que con
lleva al papel con el esmero del artista que se recrea poniéndolas patriótico empeño quiso aquél corregir. Para conocer cómo se iba
de relieve con todos sus pormenores típicos. Escenas como introduciendo rápidamente en las costumbres tradicionales caste­
Los filósofos en el fisgón, La rifa andaluza y La asamblea general, llanas el espíritu innovador y cosmopolita, ofrecen sumo interés
508 RENACIMIENTO DE LA LITERATURA LA P R O S A D EL R O MA N T I C I S M O 509

El extranjero en su patria, El sombrerito y la mantilla y La vuelta (1775-1848), poeta, hum anista y m atemático, que influyó grande­
de París, entre buen número más que cabría mencionar. mente en la dirección de las ideas estéticas con sus numerosos trabajos
Completan las colecciones de artículos de costumbres de Me­ de crítica (Del sentimiento de labelleza,De la influencia del cristianismo
sonero Romanos, sus Memorias de un setentón, que abrazan de en la literatura, Reflexiones sobre la dramática española en los siglos
1808 a 1850, obra tan entretenida como indispensable para conocer x v i y x v n , etc.); Bartolomé J osé Gallardo (1776-1852), más
el estado de la cultura y de la política nacional en dicho período. conocido por sus dotes de eminentísimo bibliógrafo que por sus
Débense a Mesonero Romanos algunas refundiciones de piezas escritos originales, saladísimas sátiras y polémicas literarias,
clásicas (La viuda valenciana, de Lope de Vega, Amar por señas, de siendo su Ensayo de una biblioteca española de libros raros y cu­
Tirso de Molina, etc.), y la edición de cinco volúmenes de obras riosos (1863-1889) una obra de indispensable consulta para los
dramáticas del teatro antiguo en la Biblioteca de Autores Espa­ eruditos;23 P edro J osé P idal (1799-1865), entre cuyos más
ñoles, con razonados y brillantes juicios críticos. im portantes trabajos se cuenta el estudio De la poesía castellana
en los siglos X I V y X V y la edición del Cancionero de Baena;2i y
III. E s c r it o r e s d id á c t ic o s . En uno de sus artículos de his­ Eugenio de Ochoa (1815-1872), colector de las Rimas inéditas del
toria contemporánea, Larra alude a cierto«terrible atleta », orador siglo X V , de la Colección de los mejores autores españoles antiguos y
elocuentísimo que «nunca dice sino lo que quiere decir: una vez modernos, que consta de sesenta volúmenes, y de otras muchas
provocado, vuélvese acre y mordaz; exasperado, su lengua es un antologías de prosistas y de poetas.
puñal ».20 Este famoso tribuno era el C o n d e d e T o r e r o (1786— [1] V. J. R. Lomba y Pedraja, Enrique Gil y Carrasco: su vida y su obra
1843), historiador también, a la manera clásica, en la Historia literaria, en Revista de Filología Española, t. II, págs. 137-179; Obras, ed. G.
del levantamiento, guerra y revolución de España (1835-1837), obra Laverde, Madrid, s. a.
maestra del estilo. Celebridad en la política y en la elocuencia [2] V. B. Q. Cornish, Francisco Navarro Villoslada, en University of Cali­
era, asimismo, J u a n D o n oso C o r t é s (1809-1853), crítico sagaz fornia Publications in Modern Philology, t. VII, págs. 1-85.
[3] V. Antonio Sánchez Moguel, Manuel Fernández y González (discurso),
del romanticismo e inconsecuente escritor doctrinario que, tras Madrid, 1888.
ensalzar las democracias frente a las «monarquías corrompidas y [4] Short Stories by Antonio de Trueba, ed. escolar, vñth notes and vocabulary
decrépitas », vira en redondo y abomina de la libertad en su no­ by J. Van Horne, New York, 1922; V. A. González-Blanco, Antonio de Trueba:
table Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo su vida y sus obras, Bilbao, 1914.
(1851).21 Muy por cima de él está J a im e B a l m e s (1810-1848), [5] V. J. Nombela y Campos, Larra {Fígaro), Madrid, 1909; Azorín,
Rivas y Larra, razón del romanticismo en España (2da. ed.), Madrid, 1921,
el pensador más profundo y original de aquella primera mitad del págs. 117-235; E. McGuire, A Study of the Writings of D. Mariano José de
siglo; brillante restaurador del escolasticismo, lo vigorizó con Larra, en University of California Publications in Modern Philology, t. VII,
elementos de la filosofía moderna, en su Filosofía fundamental págs. 87-130; W. S. Hendrix, Notes on Jouy’s Influence on Larra, en The
(1846); patentiza su independencia de criterio, su fuerza analítica Romànic Review, t. XI, págs. 37-45.
y dialéctica, en El protestantismo comparado con el catolicismo, [6] Obras completas de Fígaro, París, 1857, t. II, p. 79; Larra: artículos de
costumbres, de crítica literaria y artística, ed. J. R. Lomba y Pedraja (Clási­
en sus relaciones con la civilización europea (1844); y da expresión cos Castellanos), Madrid, 1922-23; Post-Larra: artículos no coleccionados,
a esa tendencia práctica que ha caracterizado siempre a los pen­ Madrid, 1918.
sadores españoles, en El Criterio (1845), breviario del sentido [7] Obras completas, t. II, p. 171.
común y filosófico.22 [8] Ibid., p. 140.
[9] Partir a tiempo, ed. escolar, etc., by E. B. Nichols, New York, 1903.
[10] Obras completas, t. I, p. 106.
IV. B ib l ió g r a f o s y e r u d it o s . Además de B ó h l de Faber, [11] Piñeyro, El romanticismo en España, París, 1904, p. 16.
Agustín Durán, y otros representantes de la erudición ya citados, [12] V. J. R. Lomba y Pedraja, Mariano José de Larra (Fígaro) como crítico
entre los más distinguidos de este período figuran: A l b e r t o L ista literario, en La Lectura, 1919-20.
510 RENACIMIENTO DE LA L I T E R A T U R A

[13] Obras completas, 1.1, p. 2.


[14] Ibid., p. 8.
[15] Ibid., II, págs. 79-80.
[16] Ibid., I, p. 339.
[17] V. A. Cánovas del Castillo, El Solitario y su tiempo, Madrid, 1883.
[18] V. Emilio Cotarelo, Elogio biográfico de don Ramón de Mesonero Romanos, CAPITULO XXXVII
en Boletín de la Real Academia Española, t. XII, págs. 155-191, 309-343 y
433-469; J. Olmedilla y Puig, Mesonero Romanos: bosquejo biográfico, en
Revista Contemporánea, t. II; Le Gentil, Les revues littéraires de l’Espagne
EL TEATRO MODERNO
pendant la premiare moitié du x ix e sücle, Paris, 1909; Camille Pitollet,
1. La comedia: Gorostiza, Arenas y Ventura de la Vega. 2.
Mesonero Romanos, costumbrista, en La España Moderna, oet. de 1903; Se-
Bretón de los Herreros: los varios géneros que cultivó; comedias
lectionsfrom Mesonero Romanos, ed. escolar, etc., by G. T. Northup, New York,
importantes; caracteres de su teatro. 3. La comedia de transición y la
1913.
moderna. 4. López de Ayala: obras principales; su arte. 5. Ta-
[19] V. Foulché-Delbosc, Le modéle inavoué du « Panorama Matritense », en
mayo: tragedias, dramas y comedias de tesis; Un drama nuevo.
Revue hispanique, t. XLVIII, págs. 257-310.
6. Echegaray: obras famosas; cualidades de su teatro. 7. Escuela de
[20] Obras completas de Fígaro, t. II, págs. 190-198.
Ecliegaray: dramas de Sellés, Cano, Feliu y Codina, y Dicenta.
[21] Obras, ed. G. Tejada, Madrid, 1854-55; V. R. M. Baralt, Discursos
8. Guimerá: sus dramas aldeanos. 9. Comedias ligeras, sainetes y
leídos en . .. la Real Academia Española (1861), t. II, págs. 5-53.
zarzuelas: Ricardo de la Vega, Javier de Burgos, Miguel Echegaray, etc.
[22] V. N. Roure, La vida y las obras de Balmes, Madrid, 1910.
[23] V. P. Sáinz y Rodríguez, Don Bartolomé José Gallardo y la crítica literaria 1. L a c o m e d ia . Con el drama romántico alternaban en el
de su tiempo, en Revue hispanique, t. LI, págs. 211-519; Milton A. Buchanan,
teatro las comedias de costumbres de la escuela de Moratín
Notes on the Lije and Works of Bartolomé José Gallardo, en Revue hispanique,
t. LVII, págs. 160-201. y las piezas festivas. Hubo algunos autores de renombre, en
[24] V. A. G. de Amezúa y Mayo, Don Pedro José Pidal (1799-1865): bos­ ambos géneros, durante la primera mitad del siglo. M a n u e l
quejo biográfico, Madrid, 1913. E du a r d o d e G o r o st iza (1789-1851), nacido de padres españoles
en Méjico, criado y residente por largos años en la Península,
fué uno de aquéllos; trasladó a la escena asuntos y cuadros de la
vida contemporánea, con suma maestría en el diálogo; brilla
singularmente en la Indulgencia para todos, comedia de corte
moratiniano, pero de menor finura que las del modelo, y en Contigo
pan y cebolla, divertida crítica de los caracteres románticos.1
F ra n c isc o F l o r e s A r e n a s (1801-1877) dió la mejor muestra de
su arte en Coquetismo y presunción, amena sátira de tales de­
fectos.
Muy superior a ambos es V e n t u r a d e la V eg a (1807-1865),
natural de la Argentina, buen poeta lírico (Orillas del Pusa, Imi­
tación de los salmos, etc.), autor de la bellísima tragedia La muerte
del César y de otras piezas teatrales (Don Fernando de Antequera,
drama histórico, Jugar con fuego, zarzuela, etc.); de inspiración
cómica y realista son La crítica de El sí de las niñas, donde vemos
reaparecer con saladísima gracia a los personajes de la comedia de
Moratín, y El hombre de mundo (1845), su mejor obra: en la natu­
ralidad de la composición, en la verdad del asunto y delicada
511
512 RENACIM IENTO DE LA LITERATURA EL T E A T R O M O D E R N O 513

observación psicológica, en la novel sencillez de los recursos protagonista, mal avenido en su matrimonio con la linajuda y
escénicos, esta última anuncia ya la alta comedia moderna.2 orgullosa doña Elisa, es una de las más acertadas caricaturas de
Bretón, aunque el carácter no es del todo consecuente.
2. B r e t ó n d e lo s H e r r e r o s . Manuel Bretón de los Herreros Tiene algunas figuras de mujer bien trazadas, como la Isabel de
(1796-1873) fue el poeta cómico más popular de su tiempo. A los ¿ Quién es ellaf, retrato de «la mujer fuerte de que la Escritura
quince años de edad sentó plaza de voluntario en el ejército; nos habla », entre Felipe IV, con su debilidad por el bello sexo, y
desempeñó después la secretaría de varias intendencias militares, don Francisco de Quevedo, con su avinagrado misogenismo; es
y fué nombrado director de la Biblioteca Nacional en 1847.3 una de las comedias más lindamente versificadas.6 Pero, en ge­
Escribió 387 composiciones líricas y jocosas, destacándose entre neral, las mujeres de Bretón son egoístas, casi siempre indiferentes,
éstas la Sátira contra las costumbres del siglo X I X , y 103 piezas sin calor en los afectos, sin dulzura ni poesía. Así son, entre
dramáticas originales, además de 74 refundiciones y traducciones.4 otras, la protagonista de Ella es él, esto es, la esposa sabionda y
Tiene también innumerables trabajos en prosa, de crítica literaria, enérgica que lleva puestos los pantalones del marido en las materias
dramática, musical, etc. Olvidados están hoy sus dramas histó­ del hogar y de la vida exterior; y la protagonista de Marcela,
ricos (Don Fernando el Emplazado, Vellido Dolfos) y alegóricos viudita joven que defiende su libertad ante tres obstinados pre­
(El templo de Himeneo, El triunfo de la inocencia), y sus zarzuelas tendientes a su mano. En esta comedia, estrenada con merecido
(El novio pasado por agua, Cosas de Don Juan). Una cosa hizo de éxito en 1831, el autor se había propuesto conciliar «la sencillez y
modo excelente, la comedia festiva; y un mérito particular tuvo, regularidad de la comedia moderna con el lujo poético que carac­
dar vida al teatro espontáneo y realista, cuando la corriente de la teriza a la antigua, sin perjuicio de la viveza que reclama un diálogo
moda iba por bien distinto camino. destinado a hacer reír, a expensas de ciertos caracteres que inter­
Buen número de piezas bretonianas (Cuando de cincuenta pases, vienen en la fábula ».6 Y su mérito es haberlo logrado cumplida­
A lo hecho pecho, Dios los cria y ellos se juntan, etc.) nos recuerdan mente.
en el argumento y en la tendencia a las comedias de Moratín. Los tipos de Bretón, sean de mujer o de hombre, suelen estar
Pero nada, sin embargo, más alejado del arte reflexivo y espiritual recargados de tintas: hay exageración casi siempre, impropiedad
de este último que el arte de Bretón. El teatro moratiniano es a menudo. Bien es verdad que la caricatura hace resaltar las
muy culto y algo frío; el bretoniano, popular y pintoresco. La características del personaje. Las figuras son bien reconocibles,
composición, excelente en las comedias de Moratín, no vale gran pero el autor no quiso o no supo darles su justo tono. Si nos fijamos
cosa en las de Bretón: el plan es sumamente sencillo, la acción en algunas de las comedias principales, tan exagerados veremos a
escasa, pudiendo decirse que apenas la tienen la mayoría de sus don Abundio y Carmen en A Madrid me vuelvo, como a don
piezas. La titulada A Madrid me vuelvo, por ejemplo, se reduce a Agapito y don Timoteo en Marcela; y en Muérete ¡ y verás! no
pintarnos las incomodidades y atropellos sufridos por un caballero menos caricaturesca resulta Isabel en lo sentimental que el
de la corte que, huyendo del ruido, ambiciones y engaños de la Barbero en lo gracioso. La musa de Bretón era, en todo caso,
gran ciudad, busca la paz y el sosiego de la aldea; aquí encuentra nada sentimental. Fuera de lo cómico, rara vez acierta. Fran­
las mismas discordias, pasiones e intrigas, agravadas por la rudeza camente burlescas son El poeta y la beneficiada, contra las extra­
de las costumbres; y a Madrid se vuelve, que allí hay más como­ vagancias de los melodramas, Lo vivo y lo pintado, parodia del
didades aunque los vicios no sean menos. En El pelo de la dehesa, teatro antiguo, y Un francés en Cartagena, sátira regocijada contra
tenemos el reverso de la medalla: un lugareño tosco y honrado los vecinos del otro lado del Pirineo.
que se va a Madrid y descubre todo el tinglado de artificios y Entre las comedias bien planeadas, de pensamiento más viril,
mentiras cortesanas; vemos en oposición la ruda franqueza del de más fino estudio de los caracteres y mejor desarrollo, señálanse
campesino con la hipocresía de la sociedad culta; don Frutos, el La escuela de las casadas (1842), La hipocresía del vicio (1848) y,
514 RENACIMIENTO DE LA L I T E R A T U R A EL T E A T R O M O DE RN O 515

sobre todo, La escuela del matrimonio (1852), donde el autor nos piando ambos la realidad con igual sentido humorístico, pero
presenta a tres parejas modernistas que arrastran de mala gana acentuando Bretón más aún la nota cómica y exagerada.
la cruz matrimonial, hasta que pone fin a tantos resquemores y
3. L a comedia de transición y la moderna. Hacia 1850 el
celos la intervención de una virtuosa mujer, educada a la antigua
drama romántico era reemplazado por la comedia que pudiéramos
española:
Mal remedio es el divorcio, calificar justamente de comedia de transición. No es todavía la
y el escándalo ¡ peor !7 comedia enteramente moderna, porque, entre otras cosas, aun se
escribe en verso, aunque no siempre. Los mismos autores román­
Aunque en su extenso repertorio están representadas todas las ticos (v. gr., Hartzenbusch, García Gutiérrez) abandonan las
clases sociales y casi todas las regiones españolas, la gran mayoría violencias pasionales, los vuelos poéticos de la fantasía, las exu­
de las comedias de Bretón pertenecen a la clase media madrileña. berancias retóricas, para aplicarse a la pintura de la sociedad con­
Suele repetirse en los asuntos, lances y caracteres. Él mismo lo temporánea, con más sobriedad y equilibrio, con intención moral;
reconoce, agregando una razonable justificación: se pone más interés en el desarrollo de los caracteres que en los
golpes teatrales; hay más observación directa, más reflexión y
« No he copiado a nadie, pero me he repetido algunas veces a mí mismo;
buen gusto. Los dos autores sobresalientes de este teatro de transi­
ora en la estructura de dos o más fábulas; ora en el modo de desenlazarlas;
ora en la analogía de conducta, de miras o de pasiones entre diversos per­ ción son Ayala y Tamayo. Bajo cualquier aspecto, todo en las
sonajes; ora, en fin, en el uso de ciertas frases, sobre todo de las prover­ obras de estos escritores es «reconciliación, fusión, soldura de
biales. Esto es verdad; pero ¿ a qué escritor medianamente fecundo no extremos: fusión de la mayor cultura literaria, propia para sa­
le sucede algo o mucho de esto ? . . . En muchas de las figuras que no son borearla en la lectura, con los recursos escénicos, la vida, el
retratos hechos por una misma mano, aunque sea muy maestra, ¿ no re­ movimiento imprescindibles en las tablas; fusión de la naturaleza
conocen los inteligentes cierto aire de familia ? . . . Pero estúdiense con y la verdad dramática, con la depuración artística. . . ; una
detención, y se verá que en la actitud, si no en el rostro, o en los varios preparación intensa, tarda, oculta, que produce sin embargo
afectos de que se muestran poseídas las figuras accesorias, o en alguna otra figuras vivas que parecen espontáneas ».9
circunstancia no indiferente se diversifican más de lo que a primera vista
aparece. »8 4. L ópez de Ayala. Adelardo López de Ayala (1828-1879)
alternó la política con las letras, y en ambas alcanzó alto puesto.10
Encierra el teatro de Bretón de los Herreros buen tesoro de Como poeta lírico, vale mucho su Epístola a Emilio Arrieta,a en
alegrías, de situaciones cómicas, de frases chistosas y felices. octavas, de digno tono moral y filosófico.11 Fuera de varias
Tiene una gracia natural que jamás decae. Tan grande como ella zarzuelas (La Estrella de Madrid, Guerra a muerte, Los Comuneros,
es la vivacidad del diálogo, picante, rápido, lleno de chispazos. etc.) y otras piezas de secundaria importancia (Castigo y perdón,
La lengua es riquísima en vocablos, modismos y proverbios: Los dos Guzmanes, etc.), compuso dos hermosos dramas de colorido
el campesino, el soldado, el oficinista, el fraile, el abogado, la histórico y caballeresco: Un hombre de Estado (1851)—que es don
señorita, la patrona, el comerciante, el andaluz, el aragonés, cada Rodrigo Calderón, el orgulloso favorito decapitado en 1621 —
uno de los personajes habla con rigurosa propiedad, en su peculiar en medio de intrigas cortesanas, luchando entre su desmedida
manera. Prefiere siempre el autor la voz más pintoresca, la metá­ ambición de mando y su sincero amor por una dama; y Rioja
fora más popular, la expresión más clara y enérgica. Maestro de (1854), cuyo protagonista es el poeta clásico de dicho nombre,6que
la lengua, es también un maestro de la rima: la versificación es sacrifica a una deuda de gratitud un amor vehemente. En ambas
tan espontánea como sus sales, y además perfecta. Fué Bretón de
a J u a n E m ilio Arrieta (1823-1894), compositor de notables zarzuelas, como
los Herreros, en suma, un cronista de la sociedad en que vivía, M arina y E l Grumete.
como don Ramón de la Cruz lo había sido en el siglo xviii, co­ b Véase página 283.
516 RENACIMIENTO DE LA L I T E R A T U R A

revela López de Ayala las condiciones esenciales de su genio dra­


mático : enaltecimiento de los heroísmos del alma, de la fortaleza
de la voluntad, del triunfo del deber sobre los impulsos de la
pasión; los caracteres bien matizados, la observación fundamental
y exacta.
Las obras de Ayala que representan un progreso en la historia
del teatro, sen particularmente las cuatro comedias en que describe
la sociedad contemporánea: El tejado de vidrio (1857), cuyo pro­

L ópez
tagonista, tipo del seductor cínico, sufre la pena del talión, pues
jugando con la honra ajena acaba por perder la propia, con la
infidelidad de su mujer; El tanto por ciento (1861), cuyo eje central

de
es una historia de amor, y en torno, bullicioso enjambre de agio­

A yala
tistas y avaros, cuyas diferencias de carácter están marcadas con
suma habilidad, de tal modo que, siendo común el defecto, cada
uno de aquellos hombres posee relieve independiente; El nuevo
don Juan (1863), sátira del conquistador de mujeres, menos
regular y armoniosa que las anteriores; y Consuelo (1878), contra
otro cáncer de la sociedad moderna, la codicia de la hembra que,
sacrificando el amor verdadero, se vende en matrimonio al mejor
postor; sobre sus demás méritos, está el estudio intenso, primoroso,
de Consuelo, del alma femenina.12
El arte de López de Ayala se caracteriza por el pensamiento
moral, por el detalle realista bien observado; es el arte del por­
menor y del matiz. Estudia sus planes con cuidado, busca siempre
el efecto natural y lógico; en los asuntos, situaciones y figuras se
mantiene dentro de la verdad; los tipos viciosos no rayan nunca

E ch egaeay
en la exageración, ni son personificaciones abstractas, sino cria­
turas de carne y hueso; la ejecución es reflexiva, serena, pero no
fría, sino caldeada con la justa nota del sentimiento; el tono de la
versificación es siempre adecuado e irreprochable. El arte de
Ayala es, por lo tanto, arte armónico en el cual no predomina la
sensibilidad ni el intelecto, sino que ambos entran en la debida
proporción para reflejar con verdad la realidad humana. « La re­
presentación de Ayala en nuestro moderno teatro es casi la misma
.que la de Alarcón en el siglo x v i i : la del poeta elegantísimo que
purifica y encauza los elementos allegados anteriormente, impri­
miéndoles el sello de la corrección y el buen gusto.»13
5. T a m a y o . Manuel Tamayo y Baus (1829-1898) casi se crió
entre los bastidores; actores eran sus padres, y de familia de
EL T E A T R O M O DE RN O 517

cómicos también su virtuosa mujer. De la primera juventud son


varias obras sin importancia y algunos arreglos o imitaciones muy
afortunadas de Schiller (Ángela y Juana de Arco), a las cuales
siguen las buenas producciones originales. Cesó de escribir para
el teatro en 1870, pasando el resto de su vida enteramente con­
sagrado a la secretaría de la Real Academia y a la dirección de la
Biblioteca Nacional.14
Enamorado de un género «que siempre ha sido rey en la es­
cena »,15 compuso Virginia (1853), obra maestra de la tragedia
romana en España. Aspiró en ella a romper la cadena que todavía
unía a la tragedia moderna con la antigua, conformándola al
espíritu del siglo: <(menos desabrida sencillez, mas logico arti­
ficio; menos descriptiva, más acción; menos monótona austeridad,
más diversidad de tonos, más claroscuro en la pintura de los carac­
teres; menos cabeza, más alma; menos estatua, más cuadro ».16
Y Virginia responde a este criterio. Es obra bien trabada, sobria,
severa, que impresiona al lector, y sin duda impresiona y entu­
siasma a los espectadores; mérito singularísimo, raro aun entre
los mayores dramaturgos de cualquier época, es el arte con que
están manejadas las masas en el Foro romano.
La Ricahembra (1854), drama histórico escrito en colaboración
con Aureliano Fernández-Guerra, tiene por figura central a doña
Juana de Mendoza, la altiva castellana del siglo xiv que, abofe­
teada por un pretendiente colérico y desdeñado, accedió a casarse
con él, para que nadie pudiera decir que le había puesto la mano
encima otro hombre que su marido. Es una brillante dramatiza-
ción conforme a las tradiciones del siglo de oro, pero la psicología
es elemental.
En las obras anteriores, la acción es lo importante; la presen­
tación de caracteres, lo secundario. Locura de amor (1855) es el
primer ensayo de drama psicológico. Es también el primero de
nuestro autor en prosa. Admite comparación con los mejores
dramas históricos de la época clasica. Hondamente impresiona
aquella hoguera de amor y celos que abrasa el corazón de la reina
doña Juana de Castilla, hija de los Reyes Católicos, por su esposo
Felipe, aquellos destellos de odio, de desesperación, fundidos con
el amor, que van señalando el proceso de su locura, hasta estallar
ésta declaradamente, no con violencia, sino con patética dulzura,
cuando la reina contempla el cadáver del esposo amado: « j Silen-
518 RENACIMIENTO DE LA L I T E R A T U R A EL T E A T R O MODERNO 519

ció, señores! . . . El rey se ha dormido. ¡ Silencio! No lo des­ visita para entregarle el manuscrito de cierto drama nuevo que se va a
pertéis . . . ¡ Duerme, amor mío, duerme . . . duerme!»17 ensayar. El lenguaje y la figura del gran Shakespeare tiene allí dignidad,
Dos obras más estrenó Tamayo en el mismo año de 1855, am­ alteza. Yorick está hoy efusivo, se siente feliz:
bas en tres actos: Hija y madre, drama, y A escape, comedia «— Bendito Dios que me ha concedido la ventura de ver recompensadas
cómica. Muy superior es La bola de nieve (1856), comedia de cos­ on vida mis buenas acciones. Porque fui generoso y caritativo, logré en
tumbres modernas, sobre las suspicacias y celos infundados de dos Alicia una esposa angelical y en Edmundo un amigo . . . ¿ qué, ami­
parejas de enamorados: el celoso y la celosa sufren las consecuen­ go ? ... un hijo lleno de nobles cualidades. ¡Y qué talento el de uno y otra!
cias, perdiendo cada uno el objeto de su amor; el tono de la come­ ¡ Cómo representan los dos el Romeo y Julieta! Divinos son estos dos
dia, a medida que se forma la bola de nieve, va cambiándose en héroes a que dió sér tu fantasía; más divinos aún cuando Alicia y Ed­
grave y dramático. Es un penetrante estudio de la pasión de los mundo les prestan humana forma y alma verdadera. ¡ Qué ademanes,
celos. qué miradas, qué modo de expresar el amor! ¡ Vamos, aquello es la
misma verdad!»20
Después del estreno de La bola de nieve, acogida muy favorable­
mente, Tamayo dejó pasar seis años sin escribir para el teatro. « ¡ Desdichado Yorick!», exclama aparte Shakespeare: desdichado,
Reaparece con Lo Positivo (1862), cuyo asunto está inspirado en porque aquella Alicia angelical le es infiel, y aquel Edmundo amigo, hijo,
una mediocre pieza francesa (Le Duc Job, de Laya). En esta se­ es un traidor. En el drama nuevo que trae el poeta hay un papel trágico
gunda época, muestra Tamayo visible tendencia moralizadora: por excelencia, que piensa darlo naturalmente a Walton, el primer actor
combate en la escena el vicio y la impiedad, pero formulando la de la compañía. Mas Yorick ha abrigado siempre esta suprema ambición:
enseñanza moral discreta y artísticamente, «sin acritud ni pe­ representar algún papel serio y probar a todos que no sólo sabe hacer
dantería, con toda la sencillez y descuido de quien sólo por ca­ reír, sino también llorar; logra al fin que Shakespeare le dé el papel trágico
del nuevo drama. El caso de éste es el mismo en que se encuentra el
sualidad tropezara con ella ».18 En Lo Positivo, el amor está en
pobre Yorick: el Conde Octavio descubre que Manfredo, con quien hace
pugna con el interés: el carácter de la protagonista, en cuyo las veces de padre, es el amante de su mujer Beatriz. El actor Walton,
corazón acaba por vencer, sobre las enseñanzas egoístas que ha envidioso de Yorick, le hace vislumbrar su desgracia; fué primero leve
recibido, su ingénita nobleza, está delineado con perspicacia y espina en el corazón de Yorick, y muy pronto clavo encendido en el pecho.21
finura admirables.19 Lances de honor (1863) plantea la cuestión del Alicia y Edmundo, en vista de las crecientes sospechas de Yorick, han
duelo en todos sus aspectos y consecuencias, para condenarlo como decidido fugarse juntos. En el tercer acto estamos en el teatro; la repre­
institución salvaje y anticristiana. Es de las mejores obras de sentación del drama nuevo, con grandes aplausos para Yorick, se halla
tesis. No se sabe qué elogiar más en ella, si el desarrollo dramá­ bastante avanzada, casi en el desenlace. Walton (haciendo el papel de
tico, robusto, concentrado, o la perfecta caracterización de aquellas Landolfo) ha de entregar a Yorick (en su papel de Conde Octavio) cierta
criaturas, o las bellezas innumerables del diálogo. carta avisándole de la infidelidad de su esposa Beatriz; y la carta que le
entrega es una auténtica de Edmundo para Alicia, sobre sus planes de
A medida que Tamayo avanzaba en su carrera, acentuaba más
fuga, que ha caído en manos de Walton. El Conde Octavio ha de dar
la sencillez de la acción y de los recursos escénicos; reducía al entonces muerte a Manfredo (cuyo papel hace Edmundo); y aquí el drama
menor número posible los personajes; buscaba la expresión más imaginario para los espectadores se convierte en drama real para los
concisa; se hacía más íntimo, más hondo. En toda su segunda actores, porque Yorick, representando, mata a Edmundo.
época, el verso está substituido por la prosa, medio de expresión
más verdadero. Y así, llegamos a la obra maestra de Tamayo, El terror y la compasión, esencia de la tragedia, agitan todas las
Un drama nuevo (1867), en tres actos, creación de las más origi­ fibras del alma en el desenlace. Porque Yorick nos ha inspi­
nales y perfectas del teatro español: rado desde que apareció en escena infinita piedad y devoción.
Y hasta Alicia y Edmundo nos mueven a compasión: no son bru­
La acción se inicia en un ambiente apacible, en casa del actor Yorick, el
gracioso de la compañía de Shakespeare, en el momento en que éste le tos ni demonios, sino pobres humanos, mitad carne, mitad alma,
520 RENACIMIENTO DE LA L I T E R A T U R A
EL T E A T R O M O DE RN O 521
criaturas nacidas de Dios, pero con la mancha del pecado original. castigo. En La muerte en los labios se plantea el caso siguiente:
Sienten gratitud y afecto hacia el buen Yorick, y por él darían la ¿ debe condenarse a un culpable si su muerte acarrea también la
vida, pero Yorick es viejo y feo, ellos jóvenes, hermosos, y se de varios inocentes? El Conflicto entre dos deberes surge entre el
aman: el triste corazón humano no tiene memoria. Sólo Walton,
deber de gratitud hacia el protector y el deber de cumplir la justa
pérfido, envidioso, repugna. Y todos ellos no son personajes que promesa que envuelve la ruina de aquél. O locura o santidad
imagina el autor, sino seres vivos que crea: las pasiones humanas (1877), drama notable, tiene por protagonista a un caballero in­
están encarnadas con toda su palpitante eficacia. Arte potente, tachable, vehemente e idealista, especie de Quijote moderno,
arte de buena ley, es el de Un drama nuevo: leyéndolo, o visto en que, insensible a los dardos del ridículo, está siempre de parte de
la escena, llega uno a dudar si es el triunfo del arte sobre la natura­ la rectitud y de la justicia:
leza, o de la naturaleza sobre el arte.
Después de semejante obra maestra, «que basta, no ya para El caballero, rico, feliz, es informado un día del secreto de su nacimiento:
glorificar a un hombre, sino para enorgullecer a un pueblo »,22 ni su nombre ni su fortuna le pertenecen; hijo de pobre sirvienta, le
no compuso Tamayo y Baus más que otras dos piezas: No hay mal pusieron por motivos interesados en el lugar de otro niño, heredero único,
que por bien no venga (1868), de poca importancia, y Los hombres de que había muerto. El caballero no vacila ahora en cumplir su deber,
bien (1870), firme sátira contra los tales, que no faltan en la socie­ restituyendo todos los bienes al dueño legítimo; y creyéndole loco,
porque no puede presentar las pruebas de ilegitimidad— que le han
dad, pero que con apatía y cobardía moral presencian el vicio sin
substraído — su familia lo manda encerrar en un manicomio.26
condenarlo y transigen con los malvados.
Si le aplicamos a Tamayo y Baus su propia doctrina de que el
Manifiesta es la tesis y el alto fin moral en El gran Galeoto (1881),
mérito de los escritores no se mide por la frecuencia, sino por la
la obra más famosa de Echegaray, y la de interés más universal.
magnitud de los aciertos, es él ciertamente uno de los mayores
Está en tres actos y en verso, con un diálogo preliminar en prosa.
dramaturgos españoles del siglo xix.6
La novedad del método del autor en este drama consiste en revelar
desde las primeras escenas la índole del argumento, su desarrollo y
6. E chegaray . El monarca del teatro durante el último tercio
probable desenlace. Asistimos al proceso graduado que trans­
del siglo fué José Echegaray (1832-1916), matemático, economista
forma un hogar dichoso y respetable en escombros de deshonor y
y ministro de Hacienda.23 Su obra dramática comprende unos
ruinas; el personaje que anima a todo el drama, que provoca la
sesenta y cuatro dramas, comedias y piezas menores. Casi la
catástrofe y la goza, no sale ni puede salir sin embargo a escena,
mitad del número total, en verso; y la otra mitad en prosa.24
porque no cabe en el teatro: tal personaje es todo el mundo.
Nada menos coherente que la obra de Echegaray; en ella tienen
Escuchemos al protagonista, que es escritor y planea un drama,
representación los más variados elementos, y aun los que parecen en el diálogo preliminar:
más contradictorios: desde la sátira sutil y realista, como Un
critico incipiente, hasta la leyenda trágica Morir por no despertar, «— Mire usted, cada individuo de esa masa total, cada cabeza de ese
de hechura romántica. monstruo de cien mil cabezas, de ese titán del siglo, que yo llamo todo el
De las leyendas trágicas, sobresale la titulada En el seno de la mundo, toma parte en mi drama un instante brevísimo, pronuncia una
muerte (1879), en tres actos y en verso, de colorido histórico, cuyas palabra no más, dirige una sola mirada, quizá toda su acción en la fábula
sorprendentes situaciones y efectos sombríos no están exentos d'e es una sonrisa: aparece un punto, y se aleja, obra sin pasión, sin saña,
sin maldad, indiferente y distraído . . . » 26
grandeza.
Principales obras de tesis o de casos de conciencia son las
siguientes. En El libro talonario (1874), su primera pieza estre­ En el segundo acto, Ernesto pone un caso que constituye exac­
nada, la tesis puede ser formulada diciendo que a tal culpa tal tamente el asunto de este gran drama de la ociosa murmuración:
522 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A EL TEATRO MODERNO 523

Un hombre y una mujer Y ya está dicho y juzgado: compone, asimismo, varias de tendencia simbólica, como La Duda
viven felices y en calma, no hay razón 'que les convenza, y El loco Dios. Estas últimas, como casi todas las posteriores a
cumpliendo con toda el alma ni hombre existe que les venza,
ni honra tiene el más honrado.
1885, están escritas en prosa.
uno y otro su deber.
Nadie repara en los dos, Y es lo horrible de esta acción Compuso, además, piezas de encantador humorismo (Piensa
y va todo a maravilla; que razón al empezar mal ¿ y acertarás ?, en tres actos, Iris de paz, sainete, y Comedia sin
pero esto en la heroica villa no tienen, y al acabar desenlace, cómico-política), y otras que participan de lo satírico
dura poco, ¡ vive Dios !, acaso tienen razón; y de lo doctrinal: A fuerza de arrastrarse, contra los ineptos que,
porque ocurre una mañana porque atmósfera tan densa
a los miseros circunda,
humillándose, triunfan en la vida, y El poder de la impotencia, que
que les miran al semblante,
y ya, desde aquel instante, tal torrente los inunda, así califica el de aquellos individuos que, impotentes para hacer
o por terca o por villana y es la presión tan intensa, el bien, poseen fuerzas bastantes para impedir que otros lo hagan.
se empeña la sociedad, que se acercan sin sentir Declaraba Echegaray que «lo sublime del arte está en el llanto,
sin motivo y sin objeto, y se ligan sin querer, en el dolor y en la muerte ».28 Y tal es la nota dominante en su
en que ocultan un secreto se confunden al caer,
y se adoran al morir ..
teatro. Los conflictos se resuelven a menudo con sangre. El
de impureza y liviandad.
autor, que al matar algunos paj arillos en día de caza lo hacía con
Aunque liberal y avanzado en sus ideas, Echegaray jamás con­ remordimiento de conciencia, no tuvo piedad con sus personajes:
vierte las tablas en tribuna política. Muestra de esta ecuanimidad pecadores o inocentes, los condena a muerte. En Conflicto entre
y abierto espíritu son los dramas de carácter o conflicto religioso: dos deberes, de los cinco personajes, sólo dos quedan sanos. Su
En el pilar y en la cruz, sobre la inquisición católica, La muerte concepto del honor en Mancha que limpia, que obtuvo éxito cla­
en los labios, acerca de las persecuciones religiosas en la Ginebra moroso al estrenarse en 1895, y en la mayoría de las obras en que
calvinista, y Dos fanatismos, donde pone frente a frente a un devoto el amor trágico interviene, es el mismo del teatro calderoniano.
y a un ateo. En Mar sin orillas, mal recibida por el público, el caballero Leo­
El teatro de la primera época de Echegaray, esto es, hasta 1885, nardo de Aguilar mata a la esposa que idolatra:
ofrece en conjunto varias notas del romanticismo: el ímpetu lírico,
el uso del verso en todas las obras, con excepción de cuatro, la Leonardo. ¡ Morir debes por culpable!
Leonor. ¡ Pero si no lo soy!
selección de casos agudos que se dan en la vida raramente, el poco Leonardo. Pues por honrada
estudio de los caracteres, la fiebre pasional, la fatalidad como re­ que de Aguilar la esposa no consiente
sorte dramático y los efectos teatrales. Pero se aparta de los la duda, de la sombra de una mancha.29
románticos, en cuanto Echegaray reemplaza en la mayoría de sus
obras los argumentos legendarios con los conflictos del hogar y de Dícenos el autor que por su gusto hubiera hecho obras de poca
la sociedad moderna. Hacia dicho año de 1885, influido por la acción y de figuras bien definidas, pero que hay que darle gusto al
lectura de los dramaturgos del norte (Ibsen, Strindberg, Suder- público, el cual prefiere la acción, el movimiento, los sucesos, la
mann), comienza nueva fase en su producción. Continúa es­ parte dinámica de la obra. « Cuando el autor analiza anatómica­
cribiendo algunas obras semejantes a las de la época anterior, mente un personaje, por bien hecha que la disección esté, el público
pero hace otras en que la técnica es realista y esmerado el análisis bosteza. Y, en cambio, toda acción, si es enérgica, le interesa, le
de los caracteres: v. gr., Vida alegre y muerte triste, cuyo protago­ conmueve y le arrastra.»30 Ningún personaje de Echegaray es
nista, el tipo del calavera, está presentado con singular relieve, y creación definitiva, mas originales y poderosos sí los tiene, como
El hijo de Don Juan, o sea, el hijo del hombre crapuloso, que, los protagonistas de 0 locura o santidad, de Mariana y de El loco
habiendo recibido una herencia física incurable, tiene que renun­ Dios, su último gran triunfo (1900).
ciar a la gloria y al amor, y muere en un acceso de locura. Y Véase esta muestra del estilo entrecortado, vivo, anhelante, que
524 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A EL TEATRO MODERNO 525

sabe dar a la prosa; es un parlamento de Mariana, la mujer que, docente, como El nudo gordiano (1878), el nudo del matrimonio,
sintiéndose débil para seguir el camino del honor, se casa con un que, cuando no se puede soltar con el divorcio absoluto, sólo la
hombre sin amarle, para que él la obligue a ser virtuosa y, llegado muerte ha de venir a cortarlo: un esposo ultrajado mata a la
el caso, se vengue matándola: adúltera, porque el concepto tradicional del honor y la atmósfera
« — Escuche usted. Yo tenía ocho años . . debieron ser las dos o las social pesan más que la conciencia. Es peculiar del estilo de Sellés
tres de la mañana; estaba durmiendo en mi camita, y soñé que le daba la brillantez de los pensamientos morales, expresados con rara
muchos besos a mi muñeca, porque me había llamado / mamá! La concisión aforística.32 L eopoldo C ano (n. 1844) tiene, entre sus
muñeca, de pronto, me besó también, pero con tanta fuerza que me hizo dramas de crítica social, uno de particular mérito, La Pasionaria
daño; y la muñeca se hizo muy grande; y era mi madre que me tenía en (1883), la mujer que, víctima del medio social, se prostituye.33
sus brazos; y yo ya no dormía: no era sueño, estaba despierta. Detrás Lleva al escenario los más crudos aspectos del vicio con fin morali-
de mi madre estaba un hombre en pie: era Alvarado, que decía: ¡ Ven!, zador; su manera de presentar los bajos fondos sociales es más
y mi madre decía: / No, sin ella no! Y él dijo: / Qué diablos, pues con
bien convencional que producto de la observación inmediata; la
ella! Después, aquello parecía otro sueño, una pesadilla, algo que gira y
técnica, efectista; el estilo, análogo al de Sellés, es de frases re­
oprime. Mi madre, vistiéndome como puede vestir una loca a una
muñeca, a sacudidas, a tirones, a golpes casi. Y Alvarado, en voz baja,
cortadas, hermosas, marmóreas. J osé F e l íu y C odina (1847-
acosándola: / Pronto, pronto, de prisa! ¡ Yo no he sentido nunca sensa­ 1897) fué el maestro del drama regional y de costumbres popu­
ción semejante! Aquello era trivial, era grotesco, pero era horrible. lares: La Dolores (1892), joya del género, tiene la acción en tierra
Las mediecitas sin acabar de subirlas, las botitas sin acabar de abrocharlas, aragonesa; María del Carmen, en la región murciana, y La real
los pantaloncillos al revés, las enaguillas con la abertura a un lado, el moza, en Andalucía;34 ha reflejado con toda verdad, con todo
vestido medio suelto, por más que yo decía: / Faltan corchetes, faltan brío, los acentos de la pasión y de la poesía del alma popular.
corchetes! Pero es que Alvarado repetía: ¡ Pronto, pronto, a prisa, a prisa! J oaquín D icen ta (1863-1917) es el primero en dar forma dramá­
Luego un abrigo de mi madre liado al cuerpo; luego una toquilla, que me tica a los conflictos entre la clase obrera y el capitalismo, con
ahogaba, liada a la cabeza, luego cogerme mi madre en sus brazos, luego tendencia socialista: su Juan José (1895), drama fogoso, audaz y
entrar en un coche que corre mucho, y luego oír un beso y pensé: Pero, conmovedor, es el mejor de su clase que se ha escrito.35
Dios mío, ¿ a quién ha sido, a quién ha sido ? A mí no me ha besado nadie.
¡ Ay, madre mía, madre mí a!. .» 31
8. G u im e r á . Ángel Guimerá (1847-1924), dramaturgo catalán,
El arte de Echegaray entusiasmó hasta el delirio a los públicos y grande entre los de la España moderna, no tiene rival en la comedia
a los críticos. Durante un tercio de centuria estremeció el corazón aldeana.36 Sus principales obras pueden leerse, no sólo vertidas al
de los españoles, y sus dramas se representaron con extraordinario castellano, sino en más de veinte idiomas extranjeros. Empezó
aplauso en varias capitales de Europa. Hoy apenas se ven en el escribiendo tragedias históricas, como Gala Placidia (1879), la
escenario. Sus obras, aun prescindiendo de aquella exuberante reina adúltera cuyos criminales amoríos se enlazan con la postrera
fantasía del autor que creó todo un mundo ardiente de pasiones, agonía del imperio romano de occidente. Les siguió con otras
intrigas y conflictos, llevan en muchos casos el sello de un talento tragedias de asunto medieval, hasta lograr el triunfo definitivo de
dramático como no se dan tres o cuatro dentro de un siglo en Mar y cielo (1888), en que da magnífica expresión a las pasiones
cualquier nación.7* trágicas con los amores de un arráez argelino y la cristiana Blanca,
en tiempos de la expulsión de los moriscos (s. xvn); en la trama y
7. E scuela d e E chegaray . A ella pertenecen, entre otros en la ejecución, es superior a sus anteriores producciones. Para
dramaturgos menores, los que mencionaremos a continuación. juzgar éstas y las demás obras de la primera época de Guimerá,
E u g en io S elles (1844-1926), aunque cultivador de diversos tendríamos que repetir casi palabra por palabra lo que dejamos
géneros dramáticos, se destacó en el drama de tendencia realista y dicho de Echegaray, pues no cabe hallar arte más gemelo que el de
526 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A EL T E A T R O MODERNO 527

ambos dramaturgos: el mismo ímpetu romántico, igual derroche Alonso, ambas con música del maestro Jiménez. Otro sainetista,
de fantasía, los mismos tremendos conflictos del honor, del deber T omás L uceño (n. 1844), vale más por los animados episodios,
y del amor. No obstante, existe esta importante diferencia: Eche- llenos de vida y regocijo, que por la novedad o interés de la trama,
garay es un versificador, a menudo pedestre, y Guimerá verdadero como en Cuadros al fresco y El arte por las nubes, sainetes, y en La
poeta. niña de la estanquera, zarzuela con música de Chapí.
Lo mejor de Guimerá es la producción de su segunda época, que Más de un centenar de piezas ha escrito M ig u e l E chegaray
inicia con la titulada En Pólvora (1893): el verso es substituido por (n. 1844), hermano del famoso dramaturgo don José. Suele apun­
la prosa, y el tema histórico o romántico por el tema social; hay tar su sátira contra la introducción de costumbres y modas exóti­
más razonamiento y análisis; su obra es ahora más compacta. cas en la vida española. Divierte mucho, pero el valor literario de
Dos espléndidos dramas señalaremos: María Rosa (1894) y su obra es escaso: los asuntos son insignificantes, el enredo suele
Tierra baja (1897), de costumbres aldeanas, y traducidos al caste­ depender de alguna confusión poco original, los personajes son
llano por Echegaray. En estas obras, imágenes de la naturaleza rudimentarios y convencionales. De las comedias, la más aplau­
rústica, cuya acción se desenvuelve con tanta celeridad como dida es Los Hugonotes, cuya acción tiene lugar en el camarín de
humano interés, tiene Guimerá creaciones valientes, hombres que una tiple mientras se representa la ópera de aquel título. Y de
pueden llevar piel de león como el pastor Manelich de Tierra sus zarzuelas, las siguientes figuran al lado de las más gustadas del
baja, obra predilecta de Borrás, el gran trágico de la escena espa­ género: El dúo de la africana, La Viejecita y Gigantes y cabezudos,
ñola. El tiempo y la fortuna son bien inconstantes, pero cuando las tres con música del maestro Caballero. Del mismo estilo que
aquel caballero y esta dama hayan sepultado en el olvido los demás las comedias de Echegaray, son las de M ig u e l R amos C arrión
dramas de Guimerá, quizá sobrevivan María Rosa y Tierra baja (1845-1915) y V ita l A za (1851-1912), dos autores cómicos que
por su enorme vitalidad.9 compusieron muchas piezas en colaboración (comedias, zarzuelas,
sainetes): v. gr., Zaragüeta, muy chistosa, pero vulgarísima en el
9. C omedias lig era s , sa in e t e s y zarzuelas . Maestro del asunto, en los tipos y en el mecanismo, y El señor gobernador,
sainete, castizamente madrileño, fué R icardo d e la V ega (1839— •bastante mejor, sobre el sobado tema de la burocracia y penali­
1910), hijo del autor de El hombre de mundo. Tuvo buenos éxitos dades de un cesante: en la primera, de faltar el tipo del sordo, no
en la comedia ligera, pero sus mayores triunfos están en los sainetes habría comedia; en la segunda, si no hubiera cierta confusión de
y en los libretos de zarzuelas, escritos todos en verso flúido y nombres, tampoco quedaría casi nada.40 En ambas, los incidentes
chispeante. Gustan tanto por la fábula como por la gracia y el cómicos, los caracteres exagerados, arrancan la carcajada: hay
fondo escénico. « Todo en él me parece vivo y real; todo, fresco, mucha risa, y poca alegría verdadera. Las piezas más afortunadas
agradable y sentido.»37 Sus piezas más celebradas son La can­ de Ramos Carrión son La Tempestad y La Bruja, las dos con música
ción de la Lola, con música de los maestros Chueca y Valverde, de Chapí.41 Y las más divertidas de Vital Aza, El sombrero de copa
Pepa la Frescachona, sainete, y La verbena de la Paloma, con música y La Praviana, comedias, y La Rebotica y Ciencias exactas,
del maestro Bretón; esta última, por la letra y por la preciosa sainetes.
música, es el modelo de zarzuela más acabado.38 En los mismos De la lista interminable de autores y piezas de aquellos géneros,42
géneros despunta J a v ie r d e B urgos (1842-1902), el más fino de sólo dos nombres más recordaremos: J osé L ópez S ilva (n. 1861),
los sainetistas; tuvo genuina inspiración para copiar con propiedad el pintor de la gente de los barrios bajos madrileños, en sus narra­
y sales cómicas las costumbres y tipos populares; recordaremos, ciones y diálogos en verso, coleccionados en varios libros (Los
entre sus buenas obras, Los Valientes, sainete,39 Cádiz, zarzuela en barrios bajos, Los Madriles, Gente de tufos, Chulaperías, etc.) y
dos actos (música de Valverde y Chueca), El mundo comedia es, o el en sus piezas teatrales. Las más celebradas de éstas las compuso
baile de Luis Alonso, y la segunda parte, titulada La boda de Luis en colaboración con C arlos F ernández S haw (1865-1911),
528 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A EL T E A T R O MODERNO 529

buen poeta lírico: citemos Las Bravias, La Revoltosa y La Chavala, [23] V. L . Antón del Olmet y A. García Garraffa, Los grandes españoles:
zarzuelas con música del maestro Chapí.43 Echegaray, Madrid, 1912; Henri Courzon, Le théátre de José Echegaray, Paris,
1913; C. Eguía Ruiz, Crítica patriótica, Madrid, 1921, págs. 67-175.
[1] Obras, México, 1899-1902; Contigo pan y cebolla, ed. escolar, with notes
[24] V. E. Mérimée, Catalogue chronologique, en José Echegaray et son oeuvre
and vocahulary, by A. L. Owen, New York, 1923; V. J. M. Roa Bárcena, Datos
y apuntamientos para la biografía de . .. Gorostiza, en Memorias de la Academia dramatique, Bulletin hispanique, t. XVIII, págs. 277-278.
[25] O locura o santidad, ed. escolar, etc., by J. Geddes and F. M. Josselyn,
Mexicana, t. I, págs. 89-204.
[2] Obras escogidas, Barcelona, 1894; V. Juan Valera, Estudio biográfico- Boston, 1901.
[26] Diálogo preliminar, esc. 2; El gran galeoto, ed. escolar, etc., by A. M.
crítico, en Autores dramáticos contemporáneos y joyas del teatro español del siglo
Espinosa, New York, 1922; trad. en Masterpieces of Modern Spanish Drama,
x ix , Madrid, 1881, t. I, págs. 253-279; Menéndez y Pelayo, Antología de
ed. Barrett H. Clark, New York, 1917; sobre versiones en inglés de otros
poetas hispano-americanos, t. IV, págs. cxlvi-clxi.
dramas de Echegaray, véase cap. xxviii, nota 22.
[3] V. Marqués de Molíns, Bretón de los Herreros: recuerdos de su vida y de sus
obras, Madrid, 1883. [27] Acto II, esc. 5.
[28] V. José León Pagano, Al través de b España literaria: Interviews,
[4] Catálogo de sus obras, en Obras de Bretón de los Herreros, Madrid, 1883-84,
1.1, págs. xix-xlviii. Barcelona, 1904, t. II, p. 42.
[5] è Quién es ella ?, ed. escolar, etc., by S. Garnier, New York, 1905; La [29] Acto III, esc. 12.
Independencia (de Bretón de los Herreros), ed. escolar, etc., by J. Geddes, [30] V. Pagano, op. cit., t. II, p. 34.
New York, 1924. [31] Acto II, esc. 6.
[32] V. Francisco Pí y Arsuaga, Echegaray, Sellés y Cano, Madrid, 1884.
[6] V. Georges Le Gentil, Le pobte Manuel Bretón de los Herreros et la sodété
espagnole de 1830 à 1860, Paris, 1909, págs. 523-524; Marcela o ¿a cuál de los [33] Id. ibidem.
tres I, ed. escolar, etc., by W. S. Hendrix, New York, 1922. [34] V. Yxart, op. dt., t. I, págs. 198-219.
[35] V. Andrés González-Blanco, Los dramaturgos españoles contemporáneos
[7] Acto III, esc. 26.
(Ira. serie), Valencia, 1917, págs. 207-294; C. Eguía Ruiz, op. dt., págs. 177-
[8] Obras, t. I, p. lix.
233; Juan José, trad. en Contemporary Spanish Dramatists, by Charles A.
[9] José Yxart, El arte escénico en España, Barcelona, 1894-96, t. I, págs.
43-44. Turrell, Boston, 1919.
[36] V. Manuel Bueno, El teatro en España, Madrid, 1910; Pagano, op. dt.,
[10] V. Jacinto Octavio Picón, Ayala, en Autores dramáticos contemporáneos,
etc., t. II. t. I, págs. 165-196.
[37] Yxart, op. dt., t. II, p. 107; V. Eduardo Benot, Prólogo a Ricardo de b
[11] Ed. Bonilla y San Martín, en Revue hispanique, t. XII, págs. 245-249.
[12] Obras, ed. Tamayo y Baus, Madrid, 1881-85; Consuelo, ed. escolar, etc., Vega: Teatro moderno, Madrid, 1894, t. III.
[38] V. A. Salcedo Ruiz, Tomás Bretón: su vida y sus obras, París, s. a.; Cari
by A. M. Espinosa,New York, 1911.
Van Vechten, The Music of Spain, New York, 1918.
[13] Francisco Blanco García, La literatura española en el siglo XIX (2da. ed.),
[39] Los Valientes, ed. escolar, etc. (con El Señor Luis el Tumbón de Ricardo
Madrid, 1899-1903, t. II, p. 190.
de la Vega y El Ultimo mono de Narciso Serra), by S. Griswold Morley and
[14] V. N. Sicars y Salvadó, Don Manuel Tamayo y Baus: estudio crítico-
biográfico, Madrid, 1906. W. J. Entwistle, Boston, 1926.
[40] Zaragüeta, ed. escolar, etc., by E. C. Hilis and L. Reinhardt, Boston, 1920.
[15] Obras de Tamayo y Baus, Madrid, 1898-1900, t. II, p. 10.
[41] V. Jacinto Octavio Picón, Prólogo a Ramos Carrión: Prosa escogida,
[16] Ibid., II, p. 20.
Madrid, 1916; C. Eguía Ruiz, Un sainetero ilustre: Vibl Aza, en Literaturas y
[17] Acto V, esc. final.
[18] Cotarelo y Morí, Tamayo y Baus, en Estudios de historia literaria de literatos (Ira. serie), Madrid, 1914, págs. 229-253.
[42] V. Mariano Zurita, Hisbria del género chico, Madrid, 1920.
España, Madrid, 1901,1.1, p. 384.
[43] Sainetes madrileños: bs Bravios, La Revoltosa, La Chavab, Los buenos
[19] Lo Positivo, ed. escolar, etc., by P. W. Harry and A. de Salvio, Boston,
1908. mozos (Biblioteca Renacimiento), Madrid, 1911; V. Prólogos de J. Octavio
Picón a Los Madriles (4ta. ed., Madrid, 1906) y de Pardo Bazán a La musa del
[20] Acto I, esc. 1; ed. escolar, etc., by R. T. House and K. C. Kaufman,
arroyo (Madrid, 1911), obras de López Silva; y Prólogo de Teodoro Llorente
Boston, 1923; ídem, by J. D. Fitz-Gerald and J. M. Hill, New York, 1924;
a La patria grande (Madrid, 1911) de Fernández Shaw.
trad., A New Drama, by J. D. Fitz-Gerald and T. H. Guild, New York, 1915.
[21] Acto II, esc. 3.
[22] Manuel de la Revilla, Bocetos literarios: Tamayo y Baus, en Revista
Contemporánea, t. X, p. 505.
LA L Í R I C A M O D E R N A 531

verdadera vocación. Figuró también en la política; fué jefe de


una provincia, y gobernador de otra, de Alicante, donde casó con
una dama de familia irlandesa. Por la mucha piedad de la vir­
tuosa señora, y no grande fervor del poeta, alguien pudo califi­
CAPÍTULO XXXVIII carle de «pagano rezagado, que no tiene de cristiano más que su
mujer o.1 Feliz en el hogar, sin apuros económicos, sin grandes
LA L ÍR IC A M OD ERN A ambiciones, llevó una existencia serena y tranquila; era de carác­
ter jovial y bonachón, y no se le conocieron más vicios que leer
1. Generalidades. 2. Campoamor: noticia biográfica; obras en prosa,
y poesías de la juventud; poemas extensos: Colón, El drama universal, y dormir.
etc.; las Doloras; Pequeños poemas y Humoradas; crítica. 3. Béc- Antes de hablar de su obra poética, recordaremos que compuso
quer: su vida y carácter; las Leyendas; las Rimas, historia espi­ varios libros de filosofía y de estética: Filosofia de las Leyes, más
ritual del poeta; crítica. 4. Núñez de Arce, político y poeta; sus ingenioso y literario que científico, sobre los orígenes y fundamentos
producciones dramáticas; los Gritos del combate; poemas filosóficos:
del Derecho; El Personalismo, estudio del hombre en todos sus
Raimundo Lulio, La visión de fray Martín, etc.; poesías varias;
crítica. 5. Otros poetas principales: Ruiz Aguilera, Selgas, Querol, aspectos y relaciones; Lo Absoluto, de mayor valor estético que
Balart, etc. filosófico; El Ideísmo, original y brillante exposición de sus doc­
trinas sobre la metafísica y el arte; y la Poética, que, más bien
1. G en er a lid a d es . La poesía del romanticismo, en conjunto,
que obra de preceptista que fija las reglas, es obra de revolucionario
tendía a lo original y grandioso; a veces se llevaron tales notas a la que somete a una disección los valores poeticos tradicionales;
extravagancia y la verbosidad. Los poetas de la segunda mitad
contiene muchas verdades y aspectos nuevos en la concepción
del siglo tienen más naturalidad y sencillez. Hay un grupo que
literaria (v. gr., el arte por la idea, no sólo por la belleza; nada más
se distingue por la impecable corrección; son poetas clásicos en la
que en el ritmo y en la imagen debe separarse de la prosa el len-
forma, pero con sinceridad, calor y sentido moderno (v. gr.,
guaj e poético). Escribió igualmente varias obras dramáticas (Guerra
Núñez de Arce, Querol, Balart). Otro grupo de poetas es marca­ a la guerra, Cuerdos y locos, El honor, etc.), que abundan en bellos
damente realista, los cantores de la vida actual, observada directa­
trozos de poesía.
mente y expresada con franca sencillez; al frente de ellos está A la época juvenil pertenecen: la colección de Cantares (amoro­
Campoamor. Y un tercer grupo se halla formado por los íntimos y sos, epigramáticos y filosófico-morales), que poseen la graciosa
sentimentales, los líricos puros, como Bécquer, Rosalía de Castro y espontaneidad, frescura e intención de los cantares del pueblo,
Teodoro Llorente. Claro está que, cualquiera que sea el carácter aunque no falten rasgos de cultismo; la colección de Fábulas
dominante en su obra, casi todos ellos tienen muestras de los varios (políticas, morales y filosóficas, con una del género literario, y
tipos de poesía. Adquiere mayor desenvolvimiento en este otra del religioso), en las cuales queda Campoamor muy por bajo
período la lírica popular; aun algunos de los más renombrados de Iriarte y Samaniego; el volumen de Ternezas y flores, poesías
poetas (Campoamor, Ruiz Aguilera, Manuel del Palacio), escriben galanas y floridas; y el de Ay es del alma, donde no faltan compo­
cantares populares; sobresale, en el género, Melchor de Palau. Se siciones de mérito, como los sonetos Catón de Útica y La vida
cultiva también la fábula, pero sin especial brillantez.
humana.
2. C ampoamor . Ramón de Campoamor (1817-1901) nació en Son cuatro los poemas extensos de nuestro autor: El alma en
Navia, villa asturiana; a los diez y ocho años, en una ráfaga de vena, ensayo épico-trascendental en doce episodios; Colón, en
misticismo, estuvo a punto de hacerse jesuíta; empezó los estu­ diez y seis cantos, de composición muy irregular; las digresiones
dios de Medicina, en Madrid, para abandonarlos luego por los de (revista de la historia española y universal, reseña de las civili­
Leyes, que tampoco fueron de su gusto. En las letras estaba su zaciones) son largas e intempestivas; su valor está en los episo­
530
532 RENACIMIENTO DE LA L I T E R A T U R A LA L Í R I C A MODERNA 533

dios, en ciertos pasajes tan espléndidos como la salida de Palos, inexplicables (por ejemplo, de la escena x l i i a la siguiente); el
la invocación de Colón, las varias descripciones marítimas, y el lenguaje llano, tan apropiado en las composiciones cortas y realis­
canto a la gloria del descubridor; El licenciado Torralba, poema en tas de Campoamor, resulta aquí inadecuado para expresar los
ocho cantos, sobre este personaje representativo del materialismo ensueños y lo sublime.
y del escepticismo, que busca la dicha sucesivamente en el espíritu En 1846 se imprimió el volumen que lleva el título de Doloras.
y en la materia, hasta hallarla sólo en la muerte; y, de mérito La palabra dolora es neologismo inventado por Campoamor para
superior, El drama universal (1860), ensayo de epopeya trascen­ designar un poema breve en el cual debe hallarse unida la ligereza
dental y filosófica, en ocho jornadas, con unos seis mil versos; con el sentimiento, y la concisión con la importancia filosófica:
vaya su argumento a continuación: tal composición es «ligera en su forma y grave en su esencia: a
Las tres figuras principales son Honorio, símbolo del amor sensual; primera vista, apacible y quizás placentera; en el dejo que lleva
Soledad, del amor ideal; y Jesús el Mago, del amor divino. Honorio, a la tras sí, moral y tal vez melancólica ».2 El nombre es nuevo, la
muerte de Soledad, obtiene la gracia de transmigrar al mármol de la tumba cosa es vieja. El mérito de Campoamor consiste en haber pro­
de su amada; avergonzado porque, en la ceguedad de la idolatría, la ducido estos poemitas en gran número, y con tal excelencia, que
opinión popular le tributa honores casi divinos, Honorio rompe su prisión ha fijado su tipo definitivo. Si no el inventor, en la cantidad y
de mármol y huye rodeado de espíritus. Vuelve para transmigrar al calidad es el maestro: el modelo que han imitado los' demás
ciprés que da sombra al sepulcro de Soledad. Ella, conmovida por el poetas al escribir doloras. Por ello, este género va asociado al
amor del joven, piensa en redimirle bajando al mundo, y es desterrada del nombre de Campoamor, como el de rimas, en nuestro tiempo, al
cielo. Honorio, transformado en águila, recorre los espacios y llega a la nombre de Bécquer.
región donde se oye la verdad de todo lo que se dice, luego pasa a la región
Compuso un centenar de doloras; cada una de ellas es un poema
en que se ve todo lo que se hace, y a aquélla donde se descubre todo lo que
enteramente independiente; tienen variable extensión, de uno a
se piensa. Con este desfile por los espacios, tenemos también un desfile
de los siglos, con hechos, casos y personajes famosos de la leyenda y de la cinco cantos; y están escritas en gran diversidad de metros y
historia. Honorio, ascendiendo en la escala de los seres, transmigra al formas estróficas. Su carácter depende, por consiguiente, de las
cuerpo de un monje; por panteísta, le condenan a morir en la hoguera; cualidades esenciales arriba señaladas; mas prevalece en algunas
el espíritu es enviado al astro donde purgan sus faltas los indolentes y la índole humorística (Beneficios de la ausencia, Los progresos del
egoístas; siguiendo la peregrinación celeste, recorre los astros donde se amor, etc.); en otras, la tendencia erótica (v. gr., Historia de un
castiga la avaricia, la impureza, la envidia, la soberbia, etc. Presencia amor, El beso); muchas son filosóficas (Las dos grandezas, El
la creación de un mundo nuevo en los espacios. En el jardín de Arimathea, sexto sentido, La gran Babel, etc.), o deliciosamente sentimentales
Jesús hace retroceder el tiempo hasta la noche del primer viernes santo; (/ Quién supiera escribir!, El gaitero de Gijón, etc.); en varias se
allí acuden las hadas y todos los genios de las antiguas religiones; y
equilibran dos o más elementos, como en la filosófico-sentimental
presencia Honorio el hundimiento de los ídolos y dioses del Olimpo.
Finalmente, cuando el amor sensual le arrastra hacia la región del fuego
Lo que hace el tiempo, una de las más notables. Figuran en algunas
eterno, el joven es salvado por una lágrima de su madre, por el poder del doloras personajes de la mitología (Hero y Leandro), o de la historia
amor puro y maternal. (El candil de Carlos V), o de la literatura (El cielo de Leopardi).
Pero la gran mayoría son de asunto y espíritu enteramente mo­
El drama universal es un caos de visiones, leyendas, supersti­ dernos; y en todas, el caso particular sirve de fundamento a una
ciones populares, pasiones humanas y casos históricos; un mundo generalización hondamente humana y universal.8
de factores humanos y divinos; es extraño, original y potente en La dolora más conocida, / Quién supiera escribir!, tiene la fres­
la concepción; pero la inspiración del poeta no es sostenida; cura del rocío, el encanto de una alborada; el propio don Juan, el
tiene vuelos sublimes, y luego decae a lo trivial y prosaico; la Burlador de España, leería su inocente y ardorosa declaración de
unidad de la obra está quebrantada; hay transiciones bruscas e amor con respeto. Delicioso es el contraste entre la silueta es­
534 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A LA L Í R I C A MODERNA 535

piritual del señor rector — Campoamor con ropas talares — y la como un rasgo intencionado. Las tiene irónicas, satíricas, senti­
romántica figura de la chiquilla. Y el poemita no puede ser más mentales, morales; cabe decir que hay muestra de todas las
sincero y real: en él pueden mirarse, como en un espejo, más de clasificaciones que, por el contenido, puedan o quieran hacerse. En
cuatro humildes Julietas de aldea, y más de cuatro benévolos y cuanto a mérito, hay de todo: abundan demasiado las triviales o
ancianos curas de lugar. insignificantes. Son, en parte, versos de ocasión, para el álbum o
La mayoría de los Pequeños poemas fueron publicados de 1872 a abanico de alguna dama. La nota común a todas las humoradas
1874, pero hay algunos de fecha muy posterior. El número total es la expresión concisa, lapidaria; en este género epigramático,
es de treinta. Son únicos en su género. Forman las facetas del ningún poeta le iguala:
gran poema humano: encendidos unos en rojas llamaradas de Ama con furia y odia con tal ira,
pasión; sentimentales otros; regocijados algunos; especulativos que clava sus ideas cuando mira.
y con leve poso de ironía muchos, y casi todos dignos de la fama
del poeta. Hay varios en forma dialogada (v. gr., Las flores Al mover tu abanico con gracejo,
vuelan), y también en forma de monólogo (El poder de la ilusión), quitas el polvo al corazón más viejo.
o epistolar (Los amores de una santa), pero la mayoría están en el No doy los tristes pensamientos míos
estilo narrativo, aunque combinado frecuentemente con el diálogo. por tus sueños ligeros y rosados,
En este género, como en el de las doloras, le vemos cultivar el arte porque a cráneos vacíos,
por la idea, no sólo por la belleza. Es cierto que Campoamor rara prefiero corazones disecados.
vez se olvida de que la mayor belleza estriba en la justa proporción
Todo en amor es triste;
del contenido ideológico y del poético. mas, triste y todo, es lo mejor que existe.
Cuéntase entre los mejores El tren expreso, dividido en tres
cantos. Es la romántica y triste historia de amor de un español Campoamor, en el conjunto de su obra, representa una mo­
y una francesa, que se conocen viajando en el expreso de París dalidad poética personalísima. Se halla tan distante de la ve­
a la frontera, cuando cada uno de ellos huye de otra pasión hemencia sombría y desgarradora de Espronceda, como de las
desgraciada. Tanto como la historia sentimental, vale la parte febriles ansias y optimismos de Zorrilla, o del desaliento filosófico de
descriptiva, las estrofas que son un himno al progreso, o las que Núñez de Arce, o de la dulce melancolía de Bécquer. Si pudiera
evocan la potencia y marcha vertiginosa del tren, el paso de puen­ definirse con un sólo concepto su personalidad, diríamos que era
tes, túneles y estaciones. Y aunque tristes poetillas de más el poeta equilibrado. Es, desde luego, un realista: se inspira en lo
espinas que rosas desaprueben, en labios de la gente española concreto, en lo vivo. Es trascendental: al ritmo del sentimiento
andan todavía las tiernas y delirantes estrofas de la carta del canto poético, acompaña el pensamiento filosófico; del caso particular,
tercero * deduce siempre una conclusión general o un principio universal.
« Cuando lleve esta carta a vuestro oído
el eeo de mi amor y mis dolores, Es un poeta de ideas: siempre tiene algo sustancioso que decir,
el cuerpo en que mi espíritu ha vivido algo que, por ligero que parezca a primera vista, encierra una
ya durmiendo estará bajo unas flores . . . enseñanza provechosa, un aviso, un comentario, un pensamiento,
« Me rebelo a morir, pero es preciso . . . en fin, que no perdería valor alguno, aparte del musical, al trasla­
¡ El triste vive y el dichoso muere! . . .
darse en prosa.
■ ¡ Cuando quise morir, Dios no lo quiso;
hoy que quiero vivir, Dios no lo quiere ! . . . » Le interesan las cuestiones de su tiempo, sobre todo la cuestión
de ideas. Y, sin dejar de ser lírico, refleja como pocos el espíritu y
Las Humoradas (1886-1888) completan la obra de Campoamor. la vida moderna. A menudo parece un escéptico, un filósofo, bona­
Él ha definido esta composición, que varía de dos a seis versos, chón en vez de austero, que está más allá del bien y del mal, un
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pesimista que se queja del mundo sin perder su sonrisa de burgués. Madrid, con sólo lo necesario para el viaje (1854). Sufrió escaseces,
Otras veces, Campoamor es optimista; ahora sensual, luego idea­ tuvo por brevísimo tiempo un destinillo en cierta dependencia del
lista; tiene hoy el gesto volteriano, piadoso mañana. Es el poeta Estado, fué redactor de un periódico, colaboró en revistas, hizo
lírico, que refleja las influencias del exterior, o los cambiantes esta­ traducciones, y siguió en la pobreza y en la oscuridad. Enamoróse
dos de su alma. « Un lírico — ha escrito él —, sin ser ilógico, puede de una bellísima joven, y, viéndose desdeñado, contrajo entonces
ser escéptico en horas de desaliento, y optimista en sus momentos con otra mujer un matrimonio infeliz (1861): a la pobreza y a la
de esperanza. A un artista sólo se le puede exigir que el fondo de sus enfermedad, se agregaron más dolores íntimos. «Pobre de for­
obras sea esencialmente humano.»4 Y lo es ciertamente en la obra tuna y pobre de vida, ni la suerte le brindó nunca un momento
de Campoamor. Su apoyo es siempre la realidad viviente; sobre de tranquilo bienestar, ni su propia materia la vigorosa energía de
ella levanta los ensueños. « Sólo en el ensueño creía y por el en­ la salud . . . Las estrecheces del vivir y la vecindad de la muerte
sueño suspiraba: mas, a pesar de todo, era un realista enamorado fueron el círculo de hierro en que aquel alma fecunda y elevada
de la vida.»6 Ningún poeta español de estos tiempos ha llegado a tuvo que estar aprisionada toda su vida.»6 Era de carácter
reproducir tan completa e intensamente como él los sentimientos, sumamente tímido, muy noble y sensible; jamás se le oyó hablar
las ideas, las inquietudes, los regocijos, los problemas y contrastes mal de nadie, jamás se lamentó de sus dolores físicos, ni de las
del vivir de las gentes. Su obra, más que reflejo personal del adversidades de la fortuna. « Mudo cuando era desgraciado,
poeta, parece el reflejo del alma colectiva. Es también, entre sólo tenía voz para expresar un momento de alegría. »7 En los
nuestros poetas, el más profundo conocedor de la psicología versos es donde exhaló sus quejas.
femenina; en esto maravilla y encanta. Tiene, especialmente en Además de las Rimas (y algunas poesías sueltas), que constitu­
las Doloras, pensamientos que casi valen por un cursillo de filosofía yen su gloria, emprendió Bécquer la Historia de los templos de
amatoria: España, en colaboración con otros literatos, cuyo primero y único
Por más que me avergüenza, y que lo lloro,
volumen publicado está hecho con seriedad científica y con todo
no te amé buena, y pérfida te adoro.
el primor del arte; escribió numerosos artículos de temas varios;
Campoamor hizo declarada guerra a lo superfluo. Quiso deste­ nueve cartas literarias (Desde mi celda), con relato de excursiones y
rrar de la poesía las frases pomposas, los circunloquios, los epítetos descripción de lugares, seductoras por la amenidad y fino estilo
floridos y vanos. Se expresó en un lenguaje natural, directo y de (1864); y veintidós Leyendas, o narraciones, en prosa, de variable
nerviosa concisión. Esta naturalidad, sobriedad y claridad de extensión.8 La colección de Leyendas es lo más importante de su
Campoamor representan la mayor innovación introducida en la labor en prosa. Hay algunas de atmósfera realista (v. gr., El
lírica del siglo xix. Su fórmula era: pensar alto, sentir hondo y beso); son otras fantásticas (Los ojos verdes y La corza blanca,
hablar claro. La forma está supeditada a la idea y al sentimiento; de las mejores), con probable influencia de Hoffmann; y partici­
con frecuencia es descuidada; no escasean los versos duros o pan la mayoría del realismo, por el color local, y de lo misterioso
premiosos; a menudo hay prosaísmo en las ideas y en el lenguaje. por el asunto o el desenlace (Maese Pérez el Organista, la más
Su versificación es tan desigual como su inspiración; decaen ambas notable de todas, La ajorca de oro, La cruz del diablo, etc.). Tales
en occasiones hasta la insignificancia, y se elevan otras veces hasta leyendas son clara obra de un poeta. Están caracterizadas por la
esos primores de pensamiento, de sentimiento lírico y de ejecu­ intervención que tiene el elemento misterioso y sobrenatural, por
ción que tanto abundan en las Doloras y en los Pequeños poemas. el amor que en ellas campea hacia las viejas ruinas y monumentos,
por el espíritu melancólico que las informa. Bécquer ha descu­
3. B é c q u e r . Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), sevillano, bierto el oculto símbolo de las piedras y ruinas, el alma de las
era hijo de un pintor; huérfano desde la niñez, quedó bajo el am­ cosas muertas. Y ha logrado fijar en el papel las ideas más sutiles,
paro de su madrina de bautismo. A los diez y siete años, se fué a las imágenes más vaporosas, como si la misma materia del lenguaje
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pudiera espiritualizarse. Su prosa, más que por el vigor, cautiva Quéjase porque ni en la tierra ni en el cielo ha visto, con la imaginación,
por esa magia alada y poética del estilo. una sima tan honda y negra como el corazón de aquella mujer. Y, no
Las Rimas son setenta y seis. Se ha dicho que form an un poema pudiendo acallar las voces del recuerdo, quiere la lejanía y el vértigo (LII).
Viene después aquella confesión tan dulce y serena, acabada con un
en el cual está contenida la vida espiritual de Bécquer: poema
acento vibrante de pasión infinita, la Rima LUI, la más bella, melodiosa y
breve, como su existencia. Tratarem os de precisar la exactitud de popular:
aquella afirmación génerica, en las siguientes líneas: Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
El poeta siente primero la atracción soberana del arte, le seducen las
y otra vez con el ala a sus cristales
esperanzas de gloria, y canta con ardorosa fe la inmortalidad de la poesía
jugando llamarán:
{Rimas I—VIII). Es luego el presentimiento vago de la proximidad del Pero aquéllas que el vuelo refrenaban
amor (IX-XI): tu hermosura y mi dicha al contemplar,
Los invisibles átomos del aire aquéllas que aprendieron nuestros nombres . ..
en derredor palpitan y se inflaman; ésas . . . ¡no volverán!
el cielo se deshace en rayos de oro; Volverán las tupidas madreselvas
la tierra se estremece alborozada; de tu jardín las tapias a escalar,
oigo flotando en olas de armonía y otra vez a la tarde, aun más hermosas,
rumor de besos y batir de alas; sus flores se abrirán:
mis párpados se cierran . . . ¿ Qué sucede ? Pero aquellas cuajadas de rocío,
— ¡ Es el amor que pasa!9 cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día . . .
El sentimiento indefinido de amor se concreta, toma cuerpo y forma: ésas . . . ¡no volverán!
es ella una mujer de ojos verdes, cuya beldad fascina al poeta; y la imagen Volverán del amor en tus oídos
de estos ojos queda impresa en su alma {Rimas XII-XV). Le declara su las palabras ardientes a sonar;
amor, y como eco lejano e intermitente van llegando hasta nosotros frases tu corazón de profundo sueño
sueltas de aquella pasión, visiones fugaces de los amantes, quizá sólo la tal vez despertará:
imagen de una flor que duerme en el seno de la amada, o un momento de Pero mudo y absorto y de rodillas,
tristeza en que, al inclinar ella su frente melancólica, parece una azucena como se adora a Dios ante su altar,
tronchada (XVI-XXIV). Han llegado ya a la perfecta identificación: como yo te he querido . . . desengáñate,
¡ así no te querrán !10
sus almas son como
dos rojas lenguas de fuego se aproximan, y al besarse Las rimas que siguen están inspiradas en las lágrimas del arrepenti­
que a un mismo tronco enlazadas, forman una sola llama . ..
miento y del recuerdo (LIV-LV), en la pérdida de la fe en el amor (LVI-
Siguen varios poemitas que reflejan toda la exaltación de su amor LVII), cuyo escepticismo se va tornando cada vez más frío y tristemente
(XXV-XXIX). Y luego, un agravio, acaso una traición de ella, corta irónico (LVIII-LIX), en el mal que deshoja todas las flores que acaricia el
poeta (LX), y en el pensamiento de la muerte, que ronda con mayor
bruscamente el idilio (XXX). Llega el desaliento, la tristeza de la pasión
malograda e imborrable en el corazón del poeta (XXXI-XXXVI). persistencia su corazón (LXI). Todo es tristeza, sombras y llantos en el
Asáltale por vez primera el pensamiento de la muerte. Ahora son ya mundo, que avivan la sed del infinito en todas las almas (LXII-LXXVI):
recuerdos melancólicos del feliz pasado, arranques de ira y de piedad por
Al brillar un relámpago nacemos,
la hermosa, lamentaciones por su ingratitud y traición: y aun dura su fulgor cuando morimos:
Me ha herido recatándose en las sombras, ¡ tan corto es el vivir!
sellando con un beso su traición: La gloria y el amor tras que corremos,
los brazos me echó al cuello, y por la espalda sombras de un sueño son que perseguimos:
partióme a sangre fría el corazón . . . ¡ despertar es morir !11
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¿ Cuál es la realidad de esta musa del dolor ? ¿ Quién o quiénes sobria de imágenes como sincera, tan desnuda de atavíos como
le inspiraron aquella pasión ardiente y desgraciada ? Dos mujeres bella y exacta. Declara una idea, un sentimiento, con rapidez; es
que figuraron en la vida del poeta conocemos. Y, no obstante, corta centella, que vibra e impresiona, sin embargo, largamente.
cabe repetir lo único que él quiso que supiéramos: «Me cuesta La concisión y la transparencia son propias de su estilo. En un
trabajo saber qué cosas he soñado y cuáles me han sucedido. Mis rasgo apasionado, en una nota melancólica, da la sensación de un
afectos se reparten entre fantasmas de la imaginación y personajes mundo de afectos: «para una esperanza, le basta una sonrisa;
reales. Mi memoria clasifica, revueltos, nombres y fechas de para un dolor, una lágrima; para un recuerdo, un suspiro ».15
mujeres y días que han muerto o han pasado, con los días y mu­ Muchos poetas de España y América han tratado de imitarle;
jeres que no han existido sino en mi m ente.»12 en la concisión y sencillez, en las formas estróficas, lo habrán
Bécquer es el artista puro. No pisa el campo de las luchas logrado, pero no en el espíritu tan íntimo y vibrante, tan humano
políticas, sociales o religiosas. En sus versos, no da tampoco e intenso de los poemas de Bécquer.
expresión a la historia, la tradición o los sentimientos nacionales.
Es el más subjetivo de nuestros poetas. Tuvo fija siempre la mi­ 4. N úñez d e A r c e . Gaspar Núñez de Arce (1834-1903),
rada en su corazón, como si el mundo exterior no existiera para él. natural de Valladolid, asistió como corresponsal de un periódico a
Su lira es la lira del amor no correspondido, y del dolor resignado. la campaña de África (1859-1860),16fué diputado, senador y minis­
Sus sentimientos no tienen patria, no tienen historia, son univer­ tro de Ultramar (1883). Era de cuerpo pequeño y salud endeble;
sales; los sentimientos eternos en el corazón de los hombres: el el carácter, apagado y melancólico; la austeridad y la energía
amor, el dolor y la muerte. Lo que apenas cantó es la alegría, varonil estaban en los rasgos de su noble cabeza, como los acentos
fugacísima en sus versos, como lo es en la experiencia de los hu­ más valientes y robustos de la segunda mitad del siglo en sus ver­
manos. Se ha discutido acerca del influjo de Enrique Heine sobre sos, en los Gritos del combate.17
Bécquer, para admitirlo unos, para negarlo resueltamente otros. No suele considerársele como poeta dramático, pero El haz de
Lo cierto es que,« con excepción de la Rima xxx, ninguna de las leña (1872), sobre la prisión y muerte del príncipe don Carlos, hijo
demás parece inspirada directamente en el Intermezzo de Heine ».13 de Felipe II, es drama histórico notable, con tantos aciertos pro­
Había sin duda algo de común en el temperamento de ambos piamente dramáticos como soberbios arranques de versificación;
poetas; pero las características de Heine son el sarcasmo, el resalta la figura del rey, « alma indomable bajo apariencias frías,
escepticismo y la irreligiosidad; las de Bécquer, por el contrario, reconcentrado en un solo pensamiento, siervo de una idea, la más
el sentimiento, la dulce y resignada melancolía, la atracción de lo sublime de todas (la religiosa), implacable con los demás y consigo
misterioso y de lo sobrenatural. Si es forzoso hallarle antecen- mismo por noción del deber.. ., no exento, a la par, de afectos
dente métrico inmediato a las Rimas, más claro que en Heine lo tanto más profundos cuanto más contenidos, y que suavizan de un
vemos nosotros en las Doloras de Campoamor. modo inesperado su ascética fisonomía ».18 Entre otras produc­
Hablaba Bécquer de dos clases de poesía: una magnífica, sonora, ciones dramáticas de Núñez de Arce, recordaremos Deudas de la
hija de la meditación y del arte, que se engalana con todas las honra, que él califica de drama íntimo o de conciencia, Quien debe
pompas de la lengua y se extiende con amplitud y majestad; y paga, comedia de costumbres, y Justicia providencial, drama de
otra natural, sencilla, « que brota del alma como una chispa eléc­ tendencias sociales.19
trica, que hiere el sentimiento con una palabra y huye, y, desnuda Con Núñez de Arce, las musas hacen su entrada en la candente
de artificio, desembarazada dentro de una forma libre, despierta, arena de la política nacional. Fué un tribuno de la poesía. Veía
con una que las toca, las mil ideas que duermen en el océano sin en ella una antorcha para iluminar al pueblo, para iluminar la
fondo de la fantasía ».14 Y a esta última poesía corresponde típi­ conciencia colectiva. Su voz resuena potente en los Gritos del
camente la de Bécquer. Es la suya tan lacónica como intensa, tan combate (1875), del combate contra la tiranía, del combate contra
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los excesos también de la muchedumbre revolucionaria. Es una vencer su resistencia, la hermosa se descubrió el seno, carcomido por repug­
colección de poesías de tono social y político. Las escribió en el nante llaga. Le había correspondido en su amor, pero no quiso alentarle
período siguiente a la revolución de 1868, que puso fin a la dinastía porque sobre ella se cernía la muerte; y en brazos del amado le sorprende
de los Borbones; período agitadísimo de enconadas luchas, con ésta. Raimundo, que había hecho de Blanca su ideal, eleva ahora la
todos los horrores de la guerra civil y de la más completa desorga­ mente a Dios, y renuncia a las frágiles ilusiones de la tierra.
nización del Estado. Al mismo tiempo que ensalza con fervoroso
Del género alegórico es La selva oscura (1879), en notabilísimos
entusiasmo los ideales de libertad y de justicia social, condena en
tercetos. Es un sueño del poeta: al bajar la pendiente de la vida,
ardorosas invectivas los atentados de la demagogia:
se halla de pronto en la oscura selva por la cual tienen que pasar
¡ Libertad, libertad! No eres aquella todos los mortales, la selva del desengaño y de la duda; allí en­
virgen, de blanca túnica ceñida
cuentra a Dante, que busca con tenaz empeño, en vida y muerte, a
que vi en mis sueños pudibunda y bella . . .20
Beatriz, símbolo de la eterna aspiración del hombre a lo infinito.
Y elevándose a la región de las ideas, señala las causas del La visión de fray Martin (1880), esto es, de Martín Lutero, nos
malestar de la sociedad moderna, los grandes y dolorosos contrastes parece el poema de más variada y rica inspiración que compuso
que ofrece, el desequilibrio entre las fuerzas morales y las in­ Núñez de Arce. Nada ha producido todavía el siglo xx, en Es­
telectuales. paña, que pueda comparársele. Está en tres cantos, y en el más
Pasemos de su poesía política a la simbólica y filosófica. Rai­ difícil de los metros, en verso suelto, que él maneja con insuperable
mundo Lulio (1875), poema en tres cantos, precedidos de breve maestría:
introducción, tiene por protagonista a aquel insigne filósofo y A la hora de los maitines, el monje agustino ve poblarse la bóveda del
teólogo español de la Edad Media.® Esta doliente historia encierra templo de seres fantásticos, de aves nocturnas que agitan sus alas en
un grave pensamiento, anuncia el autor. Blanca, el sueño y delirio silencio: son las ansias recónditas, las pasiones dormidas, la gula, la codi­
de Raimundo, es el símbolo de la ciencia, de esa ciencia a la que cia, la ambición, la envidia, la lujuria; y cuando el monje pide amparo a
rinde culto ciego la vanidad del hombre: Dios, se alza de las tinieblas una figura virginal y hermosa, pero triste,
de la atrevida ciencia que viene a posarse junto al sitial de fray Martín: es la Duda. Contur­
que huye de Dios, y en su rebelde orgullo bado por las terribles emociones, se desmaya. Mientras los hermanos
con sus fulgores sólo recogen su cuerpo, el alma de fray Martín, asida a la flotante túnica de
quiere llenar los cielos y los mundos.21 la hechicera visión, surca los espacios, hasta llegar a la vista de Roma;
y allí,
Raimundo Lulio, ya en la ancianidad, relata una aventura de su juven­ Buscaba el alma con creciente anhelo
tud. Había amado con pasión febril a Blanca de Castelo; ante sus pro­ la Cruz por todas partes, y por todas
testas de amor, ella guardaba siempre el silencio: lá vió rota o volcada; parecía
que la Ciudad adúltera en su culto
a un mismo tiempo generosa y fiera,
reintegraba a los dioses decaídos.
parecían decir a mi deseo
¿ Dónde estaba Jesús ? ¿En dónde estaba
tus ojos: ¡Nunca !, y tu silencio: ¡Espera!
María, madre del dolor humano,
Cierto día que la encontró en la calle, penetró él a caballo en un templo, y estrella de los mares procelosos ?
¿ En dónde estaba la verdad ? ¿en dónde ? . . .
donde Blanca, huyendo, acababa de refugiarse; corrió un rumor sordo de
indignación y cólera entre la gente; y el joven, arrepentido de su temeri­
A la vuelta de aquella peregrinación, en la que ha visto desfilar el tropel
dad, espoleó al caballo y abandonó la iglesia. Al fin llegó a obtener una
de naciones que le seguirán algún día, el alma de fray Martín reencarna en
entrevista con Blanca; y cuando, en el delirio de la pasión, trataba él de
el cuerpo; despierta en su celda, y, con horror de la comunidad, se arranca
Véase página 45. el hábito, reclama su independencia, y se declara contra Roma.
544 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A LA L I R I C A M O D E R N A 545

En la Última lamentación de lord Byron, nuestro poeta ha en­ En los dos poemas anteriores, el autor ha llegado a comunicarnos
sayado el tono épico, tal como él cree que debe ser en estos tiempos: el calor de sus sentimientos, la ternura, la simpatía que él propio
El lord británico acaba de embarcarse con rumbo a Grecia, por cuya tiene hacia las cosas sencillas y nobles de la vida: nos recuerda a
libertad quiere combatir; en las largas horas de navegación, el poeta Longfellow, « bueno como el oro, claro como el cristal».
vuelve los ojos al pasado y evoca los sucesos de su vida, la ingratitud de la Al tipo de la poesía legendaria y popular pertenece El vértigo,
patria, el escarnio y la calumnia que le persiguen, el tedio mortal que le relato de un fratricidio y de la horrible expiación del matador;
consume, su roto hogar, la angustiosa separación de su tierna hija: adondequiera que va, le persigue la visión del cadáver de su her­
¡ Olas del mar que con la frágil quilla mano; en vano huye:
de mi libre bajel rompo y quebranto, los ojos del nuevo Abel, siempre fijos, siempre abiertos,
corred, llegad a la britana orilla de eterna sombra cubiertos, siempre clavados en é l . . .
crecidas y amargadas con mi llanto !
Y allí, do triste y silencioso brilla Entre las poesías cortas, Tristezas, de tono íntimo y psicológico,
mi abandonado hogar, si alcanzáis tanto,
decid, junto a la lumbre, al ángel mío,
es la más notable: expresión de un alma mística que tiene la
que estoy muriendo de cansancio y frío ! duda por eterna compañera, que llora la perdida fe de los años
infantiles, que hoy desea creer y no puede. En cambio, / Sursum
Lamenta la tiranía que oprime a Europa, se fija en Grecia, entona un corda! (1900),b una de sus últimas composiciones, es un himno de
canto vehemente a sus glorias, y prorrumpe en imprecaciones contra sus esperanza, de fe en la providencia divina, de fe en la civilización
verdugos; hasta que la nave llega a las costas helénicas:
humana, de confianza en la marcha progresiva del mundo moral.
¡ A y! ¿ Quién me espera a mí ? . .. ¡ Grecia me espera! Núñez de Arce tiene un concepto social y filosófico del arte. Lo
Doblo ante su infortunio mi rodilla, considera como« elemento educador y civilizador de los pueblos ».22
y mientras llore opresa y desgarrada,
lira, ¡ déjame en paz !. .. ¡ venga una espada! Su filiación poética es la de Quintana, el poeta al cual más se parece
en su idea trascendental del arte, en la dignidad con que ejerce la
Núñez de Arce cultivó la poesía familiar y realista, la que tiene misión de vate social, en sus imprecaciones contra la servidumbre,
por fuente de inspiración el vivir cotidiano, y por método la ob­ en sus llamamientos impetuosos al patriotismo de los españoles.23
servación directa. Los poemas principales de este género son Un No es un poeta nacional en el sentido que lo era Zorrilla; no es,
idilio y una elegía y La pesca: como éste, un gran forjador de caracteres españoles tradicionales,
El primer poema, en ochenta y ocho estrofas, es la historia de una pura
un evocador de los sentimientos y glorias pretéritas de España.
amistad infantil entre cierto muchachillo de aldea y una huérfana reco­ Núñez de Arce es el poeta de la actualidad política. Es un hijo
gida por los padres de él. Parte el joven para seguir estudios en la capital; de su siglo, y el tribuno y profeta de la España revolucionaria.
cuando vuelve, encuentra a la niña transformada de capullo en rosa, y, Así, invocando a la Patria, pudo exclamar:
enamorados el uno del otro, viven un idilio. Se ausenta él de nuevo, y a ¿ no fué mi lira espada ?
su regreso tiempo después, el idilio se convierte en elegía: ella ha muerto. mi voz ¿ no fué anatema ? 24
La Pesca, de ciento noventa y ocho estrofas, es el poema de los pesca­ Pero no es aquél su único aspecto, aunque sí el característico.
dores del Cantábrico, de sus inocentes alegrías, y de sus miserias, de su De valor más permanente es, desde luego, su obra de poeta sim­
lucha con las tempestades del océano. La atmósfera, tranquila y plácida
bólico, filosófico y realista. Una cuerda le falta a su lira: la
al comienzo, va tornándose grave y sombría, hasta culminar en la tragedia:
cuerda de la esperanza. Su pesimismo y desaliento no disminuye
un día el pescador se pierde con su barco en la línea del horizonte, y los
seres amados que le vieron partir en vano aguardarán ya su regreso; en ante los mismos triunfos del siglo, que:
medio de heroicos esfuerzos, sucumbe en una tormenta. b Sursum corda, elevad vuestros corazones
546 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A LA L Í R I C A MODERNA 547
a medida que marcha y que investiga, Más variados en motivos poéticos, pero inferiores a Querol y
es mayor su fatiga, Balart en profundidad y corrección, eran M a n u el d el P alacio
es su noche más honda y más oscura.26
(1832-1907), de Lérida, satírico en los versos políticos, delicado en
Y, sin embargo, no es indiferente en materia religiosa. Véase Melodías íntimas, bizarro y sobrio en las Leyendas, lleno de galas
sus sarcasmos contra las doctrinas materialistas del evolucionismo en la poesía descriptiva (Los vientos, La primavera) ; 32 y A n to nio
(A Darwin). Se le oye repetir, en varias formas, aquella confesión F ernández G rilo (1845-1906), cordobés, muy espontáneo y
del Monasterio de Piedra: « ¡ Creo, creo en tu excelsa majestad, brillante, pero superficial, cuyas mejores composiciones tal vez
Dios mío! »26 Más que por la duda, impresiona Núñez de Arce sean El invierno y Las ermitas de Córdoba.
por el espiritualismo,« afirmando en toda ocasión y con entereza la Los versos de tema científico de M elchor d e P alau (1843-
personalidad de Dios, la inmutabilidad de la ley moral, los derechos 1912), de Mataró, están seguramente olvidados; pero como imi­
de la conciencia, la responsabilidad del ser humano, y, finalmente, tador de la musa popular, pocos rivalizan con él; citemos, de sus
la absoluta necesidad de algún ideal que sea como la sal de la vida, varias colecciones de coplas, la última y acaso la mejor, titulada
y la impida corromperse miserablemente ».27 El libro de los cantares, muchos de los cuales corren por ahí en
Se distingue por la entonación viril y robusta. « Sobrepujar en boca del pueblo.
la invectiva a Núñez de Arce parece difícil, si no imposible. Ni Lugar aparte corresponde a M a n u e l R ein a (1856-1905), de
Quintana, con su remontado vuelo pindárico, lo logra.»28 Es Puente Genil, el poeta pintor de Andalucía; sus versos están
sobrio y, al par, elocuente. Las estrofas se suceden con ímpetu, llenos de luces y colores; hay en ellos tanta elegancia como justeza
con gallardía y sostenido vigor. La forma es casi perfecta, bru­ de expresión; es terso y diáfano; conmueve por lo sentido, y
ñida y brillante como una coraza. deslumbra por la rica fantasía; La vida inquieta, El jai'dín de los
poetas y Robles de la selva sagrada, son sus más hermosos libros.33
5. O tros poetas p r in c ipa l e s . Nombraremos a los más Hubo en este período tres poetas regionales de mérito singular.
salientes en aquel período. V en tu ra R uiz A gu ilera (1820-1881), Intérprete del alma dulce y soñadora de Galicia, fue R osalía d e
salmantino, de tendencia social en los Ecos nacionales, hondamente C astro (1837-1885), que escribió en gallego y en castellano; léase
sincero en las Elegías, buen pintor de la vida campestre en Las su colección de versos castellanos titulada En las orillas del Sar,
estaciones del año, y de un idealismo sentimental en Harmonías,29 interpretación lírica del sentimiento de la naturaleza.34 El va­
El murciano J osé S elgas y C arrasco (1822-1882), aunque cul­ lenciano T eodoro L lo r e n t e (1826-1911) despunta por la eleva­
tivó la novela y la prosa satírica, resalta como cantor delicadí­ ción y seductora melodía; sus mejores poemas están en la lengua
simo y melancólico de las flores y de los afectos familiares, en La regional; pero tradujo al castellano con superior maestría a
■primavera y El estío, en Flores y espinas.30 Goethe, Byron, Víctor Hugo y Heine.35 Y no es posible, final­
El gusto clásico halla purísima expresión en la obra de V ic e n t e mente, omitir el nombre de J acinto V erdagu er (1845-1902),
W enceslao Q uerol (1836-1889), valenciano, fecundo en el aunque sólo escribiese en lengua catalana; su epopeya La Atlán-
pensamiento, impecable en el estilo; son sus temas predilectos el tida (1877) es una de las producciones poéticas más inspiradas y
hogar, la religión y la patria; sobresalen, entre sus poemas, La robustas de la España moderna.36
fiesta de Venus, En Noche-Buena y la Epístola acerca de la poesía.31
Mucho se le parece, en temperamento y en su devoción a la forma, [1J V. Emilia Pardo Bazán, Retratos y apuntes literarios, en sus Obras com­
pletas, t. XXXII, p. 28; Andrés González-Blaneo, Campoamor: biografía y
F ederico B alart (1831-1906), de Murcia, buen crítico de arte
estudio crítico, Madrid, 1911.
y de letras; vale tanto en la poesía íntima como en la de fondo [2] Marqués de Molíns, Discursos leídos ante la Real Academia Española
social o filosófico; las estrofas, cinceladas con esmero, resplandecen en la recepción del Sr. D. Ramón de Campoamor, Madrid, 1882, p. 48.
como un vaso de oro; Dolores es su mejor libro. [3] Obras completas de Campoamor, Madrid, 1901-1903; Campoamor:
548 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A LA L I R I C A MODERNA 549

Poesías, ed. C. Rivas Cherif (Clásicos Castellanos), Madrid, 1921; sobre ver­ [30] Obras, Madrid, 1882-94; V. R. Monner Sans, José Selgas, Buenos Aires
siones inglesas de Campoamor y de otros, clásicos y modernos, recordaremos al 1916.
[31] V. Teodoro Llorente, Prólogo a Rimas de Querol (Madrid, 1891).
lector nuestra nota 5 del cap. III.
[4] Campoamor, Poética, Madrid, 1883, p. 34. [32] V. N. Alonso Cortés, Manuel del Palacio, en Revista Castellana (Valla­
dolid), 1916; Poesías escogidas, ed. J. Octavio Picón, Madrid, 1916.
[5] González-Blanco, op. cit., p. 138.
[6] Ramón Rodríguez Correa, Prólogo a Obras de Bécquer (7a. ed.), Madrid, [33] F. Eduardo de Ory, Manuel Reina: estudio biográfico, Cádiz, 1916.
1911, t. I, p. 9; V. Everett Ward Olmsted, Ufe of Bécquer, en Legends, Tales [34] Obras completas, con pról. de F. Herrera Garrido, Madrid, 1925; V.
and Poems by Gustavo Adolfo Bécquer, ed. escolar, with introduetion, notes and José S. Prol Blas, Estudio bio-bibliográfico-crítico de las obras de Rosalía de
vocabulary, Boston, 1907, págs. xi-xxxix; Juan López Núñez, Bécquer: biografía Castro, Madrid, 1917; Azorín, Clásicos y modernos, Madrid, 1919, págs. 49-54;
anecdótica, Madrid, 1915. E. Carré Aldao, Influencias de la literatura gallega en la castellana, Madrid,
1915.
[7] Rodríguez Correa, loe. cit., p. 24.
[8] V. Páginas desconocidas de G. A. Bécquer, recopiladas por Fernando [35] V. Juan Navarro Reverter, Teodoro Llorente: su vida y sus obras,
Iglesias Figueroa (3 vols.), Madrid, s.a. (1924?); Bécquer, San Jm n de los Barcelona, 1909.
Reyes, ed. F. Iglesias Figueroa, Madrid, 1926. [36] La Atlántida, trad. castellana por Melchor de Palau, Madrid, 1878;
V. Robert Dubois, Bibliographie de Jacinto Verdaguer, en Revue hispanique,
[9] Rima X. . t. XXVI, págs. 476-565.
[10] Versión inglesa de Mrs. W. S. Hendrix, en Hispania (Stanford Umver-
sity), t. V, p. 243; excelente es también la versión alemana de Hans
Renñert, en su Gedichte und Uebersetzungen, Philadelphia, 1917, p. 88.
[11] Rima LXIX.
[12] Bécquer, Obras, 1.1, p. 46.
[13] Olmsted, loe. át., p. xxxviii; V. F. Schneider, Gustavo Adolfo Becquer
as. « Poeta » and his knowledge of Hcine’s « Lieder », en Modern Philology, t.
XIX, págs. 245-256; ídem, Gustavo Adolfo Becquers Leben und Schaffen unter
besonderer Betonung des chronologischen Elements, Leipzig, 1914.
[14] Bécquer, Obras, t. III, p. 104.
[15] V. Bécquer, ibid., p. 108.^
[16] Recuerdos de la guerra de Africa, en Miscelánea literaria, Barcelona, 188b.
[17] V. José del Castillo Soriano, Núñez de Arce, Madrid, 1904; G. Martínez
Sierra, Motivos, Madrid, 1920, págs. 73-79. ....
[18] Menóndez y Pelayo, Núñez de Arce, en Estudios de crítica literaria
(Ira. serie, 2da. ed.), Madrid, 1893, p. 344; El haz de la leña, ed. escolar, etc.
by Rudolph Schevill, Boston, 1903.
[19] Obras dramáticas de Núñez de Arce, Madrid, 1879.
[20] Estrofas, en Gritos del combate (12ma. ed.), Madrid, 1914, p. 115; la
colección menos incompleta en un solo volumen es la titulada Poesías com­
pletas de Núñez de Arce, ed. Appleton y Cía., New York, 1920.
[21] Poesías completas, p. 76.
[22] Menéndez y Pelayo, op. cit., p. 306.
[23] V. Pardo Bazán, op. cit., págs. 76-79.
[24] Raimundo Lidio: Poesías completas, p. 77.
[25] Tristezas, ibid., p. 53.
[26] En el Monasterio da Piedra, ibid., p. 16.
[27] Menéndez y Pelayo, op. cit., p. 315.
[28] Pardo Bazán, op. cit., p. 78.
[29] V. Armando Palacio Valdés, Ruiz Aguilera, en Revista Europea (Ma­
drid), t. XIV.
CAPÍTULO XXXIX

LA NOVELA REALISTA

1. El renacimiento de la novela. 2. Fernán Caballero: La Gaviota, y


su significación; La familia de Alvareda, Clemencia, etc.; carácter de
su obra. 3. Alarcón: los libros de viajes; El sombrero de tres picos;
El Escándalo, El Niño de la Bola, y varias novelas más del mismo
autor; las Novelas cortas; juicio crítico sobre Alarcón. 4. Valera:
sus poesías; el crítico literario; él novelista: Pepita Jiménez: su
asunto y valor psicológico; otras novelas principales: El comendador
Mendoza, Doña Luz, etc.; ideas y estilo de Valera.

1. E l ren a cim ien to d e la no v ela . Al seguir la orientación


realista, cuyo origen y carácter quedan ya señalados, vemos levan­
tarse la novela española a gran altura. Es que entra entonces en
su propio cauce: la observación exacta y pintoresca de las cos­
tumbres, en la cual ha descollado siempre y dado sus mejores
frutos el genio literario de la raza. Se inaugura el verdadero siglo
de oro de la novela nacional. Los modernos podemos oponer con
orgullo a los clásicos del xvi y x v ii una larga serie de obras maes­
tras. Descuéntese el Quijote — si es posible descontar un libro
que vale por toda una literatura —•y descuéntese una docena más
de novelas de aquellos siglos, y la producción novelística contem­
poránea aventajará en calidad, como desde luego en número, a la
de la época clásica.2

2. F er n á n C a ba llero . C ec ilia B ohl d e F a b er (1796-1877),


hija del erudito don Nicolás, y de madre española, es más conocida
por el seudónimo de Fernán Caballero, nombre de un pueblo de la
Mancha. Residió casi toda la vida en Andalucía, donde recogió
cantares, cuentos y leyendas populares. Era mujer muy cristiana
y virtuosa, de gracioso ingenio en la conversación, muy andaluza
y amante de las cosas del pueblo.1
En 1849 salió el libro de La Gaviota, de Fernán Caballero, que
inicia el renacimiento de la novela española en el siglo xix:
La acción, contemporánea, versa sobre los amores de cierto joven ale­
mán, romántico y artista, por una muchacha de aldea, ignorante y ruda,
550
LA N O V E L A R E A L I S T A 551
pero de voz divina; casados, se trasladan a Sevilla, donde la Gaviota, ya
aleccionada en la música y el canto por el marido, completa su educación
artística, y más tarde brilla en Madrid como célebre cantante de ópera;
traicionado por ella, el marido se aleja de España, para morir de la fiebre
amarilla pocos años después en Cuba, mientras la Gaviota pierde la salud
y la voz, presencia la muerte trágica de su amante, un torero, y acaba
miserablemente en la aldea en que nació como mujer del barbero.
Esta novela produjo sorpresa y admiración. Era la verdad
cotidiana que entraba en el arte. Frente a aquellos asuntos caba­
llerescos del romanticismo, resaltaban aquí las escenas familiares;
frente a los vuelos imaginativos, la sencilla realidad; frente al
lenguaje y estilo literarios, el lenguaje natural y corriente. El
efecto que produjo lo tenemos bien reflejado en la crítica de aquel
tiempo. Saludaron a este ignorado ingenio, cuyo verdadero nom­
bre parecía imposible averiguar, como al creador de la novela
moderna de costumbres. Eugenio de Ochoa, mentor de la crítica
a la sazón, apuntaba como cualidad sobresaliente su realismo:
« El mayor mérito de La Gaviota consiste seguramente en la gran
verdad de los caracteres y de las descripciones; en este punto re­
cuerda a cada paso las obras de los grandes maestros del a rte .. .»2
La labor de Fernán Caballero, comparada con la de los insignes
maestros que han venido después, nos parece hoy algo pálida;
pero en relación con sus predecesores, en relación con el estado
en que se hallaba entonces la novela, merecía ciertamente los
grandes elogios que se le tributaron.
Siguieron a La Gaviota, entre otras novelas de costumbres con­
temporáneas de la misma pluma, La familia de Alvareda (1856),
que se basa en una historia real, en un caso de adulterio entre
gente del pueblo terminado con la sangrienta venganza del marido,
el cual huye a las montañas, ingresa en una cuadrilla de malhe­
chores y muere en el cadalso;3 Lágrimas (1858), de índole senti­
mental y docente; Un verano en Bornos (1858), encantador idilio;
y Clemencia (1862), hechicera figura de mujer apasionada y su­
perior, cuya historia vemos deslizarse entre rosas y espinas. De
los muchos cuadros de costumbres o novelitas cortas de Fernán,
han de citarse, en primer término, Simón Verde, Dicha y suerte,
Lucas Garda y Vulgaridad y nobleza.
Para Fernán Caballero, la misión del novelista no es sólo estética,
sino también docente. Aspiraba ella a la rehabilitación de las
552 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A LA N O V E L A REALISTA 553
costumbres patriarcales españolas, del carácter y tradiciones genui­ y en mi inteligencia, Alarcón renunció a la labor revolucionaria,5
nas de la raza, contra las tendencias antisociales traídas de fuera. Los cambios repentinos de ideas, la impresionabilidad de Alarcón,
Combate las doctrinas disolventes de los vínculos familiares. se ven confirmados en todos los actos de su vida: su ligera historia
Insiste en los avisos de moral evangélica. Esta nota doctrinal es política está caracterizada por las mudanzas de partido; su his­
constante en su obra. También lo es la nota acentuadamente toria literaria, por los cambios de gusto y tendencias. Fué volun­
tierna y sentimental. Aunque tiende a poetizar la realidad, no tario de la guerra de África (1859-1860), distinguiéndose por su
rehuye la pintura de pasiones violentas y antisociales (v. gr., valor. Al par que combatía en el campo de batalla, enviaba cróni­
La Gaviota, La familia de Alvareda); se cuida de mostrar, en el cas a la prensa madrileña, haciendo el relato vivo y pintoresco del
desenlace, sus desastrosos efectos y la ejemplaridad del castigo. campamento y de las acciones militares: es el Diario de un testigo
Los asuntos son sencillos, pero ella hace interesantes los más de la guerra de África (1860), libro sobresaliente en el género.
pequeños acontecimientos del hogar. « Hay patio de Fernán que Las impresiones de un viaje forman los dos tomos De Madrid a
no parece sino que lo estamos viendo y que nos alegra los ojos con Nápoles (1861), escritos en los mismos lugares que visitaba, regis­
sus flores y el oído con el rumor del agua, el cacareo de las gallinas trando sus impresiones del momento con calor y espontaneidad;
y la inocente charla de los niños. »34 Por lo común, el drama in­ es de los libros de viajes de más fresca y brillante narración.
terior suele eclipsar al drama exterior. Fernán tiene, sobre todo, el Apuntes también de una expedición es La Alpujarra (1874), cuya
mérito de la originalidad, el haber marcado nuevo rumbo: La relación y descripciones van acompañadas de bellos recuerdos
Gaviota señala al par la entrada del realismo y el punto de partida históricos y poéticos de la rebelión de los moriscos.
del renacimiento de la novela en España. Es la primera escritora Comenzó la labor novelística bajo el influjo de varios románticos
que cultiva la novela regional, la andaluza. Es, asimismo, la extranjeros; luego se aficionó particularmente a Balzac y la Jorge
primera en introducir en ella el folklorismo, esto es, los cuentos, Sand, que hallaba más profundos y sensibles. Apenas contaba
cantares y tradiciones populares. En el pueblo buscó fuente de diez y ocho años, cuando escribió su primera novela: El final de
inspiración. Y logró su propósito de describirlo fielmente, de tras­ Norma (1855), narración inverosímil, donde figuran amores ro­
ladar al papel su peculiar manera de sentir, de expresarse, de mánticos, buques piratas, y nada menos que un viaje de Sevilla
vivir, con un arte jugoso y vital. a las tierras lejanas del septentrión; el autor lo imaginaba todo
desde su rincón natal en las montañas andaluzas. Fué muy leído,
3. A larcón . Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891) nació en y es de admirar el despliegue de rica fantasía.6
Guadix, atrasado poblachón agrícola de la provincia de Granada. El optimismo sano del realismo español, y su ironía crítica, se
Pertenecía a una distinguida familia, arruinada por la guerra de la hallarán en El sombrero de tres picos (1874), genuino y perfecto
Independencia. De temperamento apasionado, activo y aven­ modelo del arte nacional. Más bien que novela, es por su índole y
turero, abandonó los estudios de teología y el hogar paterno cuando extensión un cuento largo. El tema aparece ya bosquejado en el
aun no había cumplido los veinte años. Era un período de tur­ antiguo romance El molinero de Arcos, y a un zafio pastor confiesa
bulencias políticas, de lucha entre la reacción triunfante y el el novelista habérselo oído referir.7
liberalismo. Alarcón tomó parte en ellas, y hasta se puso al frente
Existía a principios del siglo xix, en las inmediaciones de cierta villa
de un movimiento insurreccional sin consecuencias. Poco después,
andaluza, un molino harinero adonde solían concurrir por la tarde personas
ya en Madrid, fué director de cierto periódico satírico y revolucio­ de calidad; tanto les atraía el encanto de aquel paraje como la hermosura
nario que no reconocía respeto humano ni divino. Pronto sufrió las y buena gracia de la señá Frasquita, la molinera. El tío Lucas, su con­
consecuencias: fué desafiado; y su adversario, pudiendo matarle sorte, sabe que el corregidor® del pueblo está enamorado de ella, pero nada
en el duelo, tuvo la generosidad de salvarle la vida disparando al
“ corregidor, hasta principios del siglo xix, era el alcalde nombrado libremente
aire. Desde aquel día, en que acaeció algo muy grave en mi corazón por el rey para presidir el ayuntamiento y ejercer funciones gubernativas.
554 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A LA N O V E L A REALISTA 555

de inquietudes: su mujer le quiere a él, aunque feo, y le merece absoluta Es una fábula referida con la más buena sombra del mundo, con
confianza. Una noche el tío Lucas recibe la orden de presentarse en la incomparable viveza y amenidad. Los personajes están vivos:
alcaldía del vecino lugarejo; parte hacia él, y en el camino divisa a el tío Lucas, feo como una noche de truenos, pero lleno de valor,
lo lejos el sombrero de tres picos del alguacil del corregidor, que por honradez y donaire; la señá Frasquita, prodigio de ingenio y
sendero apartado va con dirección al molino; siente la primera punzada hermosura, capaz de alegrar inocentemente a los espíritus más
de los celos: ¿ si Frasquita y el corregidor . .. ? Llega a la alcaldía, y le
melancólicos, que ama locamente al feísimo de su marido y se
dicen que allí tiene que aguardar hasta la mañana siguiente. Lucas,
que tiene clavada en la mente aquellos tres picos del sendero, finge echarse considera feliz viéndose adorada por él; el pomposo y enamoradizo
a dormir; cinco minutos después, se descuelga por el balcón y corre corregidor de la villa; el astuto y endiablado alguacil Garduña; la
hacia el molino; la puerta, abierta; una fogata arde en la chimenea, y gentilísima, graciosa y vengativa corregidora; y todos los demás
el molinero ve con horror el sombrero de tres picos y la ropa del corre­ caracteres, son retratos de almas y cuerpos. El relato tiene el
gidor, puesto todo a secar en las sillas: ¡ era la mortaja de su honra! Se mayor movimiento, rapidez y picardía. Los lugares se ven, y no
acerca a la puerta de la alcoba, mira por el ojo de la llave, y sólo ve por abundancia de colorido, sino por lo concreto y plástico. Las
una cabeza, la del corregidor, descansando en la almohada de su cama. escenas, las actitudes, los gestos, poseen tan grandísimo valor
¿ Qué hacer?; matar a un corregidor es cosa grave. . . Baja a la co­ pictórico, que cualquier buen artista podría sacar de esta novela una
cina, se pone las ropas del personaje, coloca las suyas en las sillas, y deliciosa colección de cuadros cómicos. El diálogo rebosa chis­
sale para el pueblo, diciendo vengativamente: / También la corregidora peante malicia. Y asunto tan escabroso está matizado con arte
es guapa!
casi inocente: tal es el poder purificador del optimismo y jovialidad
Abandonemos a Lucas, apiadémonos de la corregidora, y veamos lo
que en toda la obra campean.
que había pasado en el molino. Algo después de la primera salida de
Lucas con el alguacil, la molinera oyó gritos lastimeros: ¡Me ahogo!, Con la revolución liberal y triunfante de 1869 culminó la crisis
exclamaba alguien. Abrió ella la puerta. Era el corregidor, que se había política entre el tradicionalismo y el liberalismo. Estas contiendas
caído en la acequia. Al requerirla de amores, se indigna la molinera, sigue se reflejan en la literatura de la época. Después de la revolución,
acalorada disputa, y el caballero, en un acceso convulsivo, cae redondo al la novela se distingue por su mayor doctrinarismo. Entra en ella,
suelo; aterrorizada, Frasquita corre al pueblo en busca del alguacil y del además de la cuestión política, la religiosa. Alarcón no parece
médico. Cuando el alguacil llega al molino, el corregidor ha recobrado el haber sido hombre de muy arraigadas doctrinas, pero sí, en todo
conocimiento; aquél le sube a la alcoba, le ayuda a acostarse, recoge la caso, muy conservador después de su etapa revolucionaria.
ropa, la pone a secar en las sillas, y se vuelve al pueblo para evitar el Cuando la controversia andaba más encendida entre racionalistas
regreso de Lucas. Durante su ausencia es cuando éste se presentó en el y católicos, publicó aquél El Escándalo (1875), que produjo uno
molino y vió la cabeza del corregidor, con todo lo demás.
de veras resonante: se consideró esta novela como fanática apolo­
Frasquita, entre tanto, vuelve con otros al molino; llevan al enfermo a
gía de los jesuítas:
su casa, vestido con las ropas del tío Lucas, y allá se van todos; la puerta
está cerrada; llaman, y se abre al fin un balcón: es la corregidora. Cuando Fabián Conde, el protagonista, es joven disipado y calavera, a cuya vida
el corregidor le dice que es él quien llama, le responde la señora que no de escándalos pone fin un amor puro; pero cuando, redimido, se propone
puede ser, porque su marido hace una hora que está metido en la cama seguir la buena senda, y está a punto de ser feliz, con todos los dones que
durmiendo: Frasquita llora, el corregidor brama. Al cabo, la señora la fortuna puede otorgar, es objeto de una calumnia que le conduce a dos
recibe a todos en la sala, pero hace como que no reconoce al corregidor; pasos del abismo de la deshonra y de la pobreza; se salva al fin, pero
repite que su marido está durmiendo: vuelta a llorar Frasquita, y a bra­ mediante una serie de dolorosos sacrificios. El conflicto de la novela está
mar el otro. Por último, la corregidora da una explicación aparte a la constituido por un caso moral, que resuelven de modo perfectamente
molinera, que entonces cesa en el llanto y comienza a sonreír. Pero no le lógico y ético Lázaro, amigo de Fabián, y el Padre Manrique, dos figuras
da explicación alguna al corregidor, que ignorará hasta el fin de sus días principales.
lo que pasó aquella noche entre su mujer y el tío Lucas. ¡ Ojo por ojo, y
diente por diente, sí señor!
556 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A LA N O V E L A R E A L I S T A 557

Desde el punto de vista artístico, El Escándalo es la mejor tenecientes a su primera época de escritor, son vuelos imaginativos
novela extensa de nuestro autor: relatos sobrios y conmovedores, de extraños argumentos y escaso interés, aunque no falten des­
conflictos variados y humanos, interés novelesco, y un toque de cripciones de singular bizarría y colorido, como en la inverosímil
idealismos que suavizan y enaltecen aquella atmósfera; personajes narración de El año en Spitzberg. Bastante superior es la serie de
que son copias del natural, aunque Fabián parezca de condición Cuentos amatorios; y de todo punto admirable, la serie de Histo­
mudable, y Lázaro de inusitada grandeza de alma; el arte de rietas nacionales, bocetos de tan grande energía en los trazos, de
narrar, equilibrado, armonioso, en su más alto punto de interés y tanta naturalidad y primor en la narración, que varios de esos
perfección. cuentos o relatos figuran entre los mejores del siglo (v. gr., El
Nada más alejado del realismo sencillo y jovial de El sombrero carbonero alcalde, El Ángel de la Guarda, La buenaventura y El
de tres picos, que el asunto idealista y dramático de El Niño de la libro talonario).10
Bola (1880); es un cuadro mucho más amplio, e igualmente lleno Despues de publicar La Pródiga, Alarcón no compuso más
de luz, de la intensa luz meridional de Andalucía; mas aquellos novelas. El público agotaba con afán las ediciones de sus obras.
personajes equilibrados y socarrones que hemos visto en la primera, Pero el amor propio del autor estaba herido por los injustos ataques
están substituidos aquí por criaturas apasionadas, impulsivas y de la crítica, y por el silencio qué guardó la prensa sobre su última
violentas. La figura de Venegas, el Niño de la Bola, es una ver­ novela: silencio que él atribuyó a una confabulación de enemigos.
dadera creación. La condesa de Pardo Bazán, que califica esta Poseído de «invencible tedio hacia la vida literaria », sólo un libro
novela de rara, hermosa y fuerte, dice del protagonista: «es un importante escribió en los ultimos diez años de su existencia: la
loco, pero un loco grandioso; la idea fija y la impulsión no pueden Historia de mis libros (1884), de sumo valor autobiográfico y de
estar mejor caracterizadas . . . Venegas ha sufrido en su infancia, deliciosa lectura.
con la trágica muerte de su padre, uno de esos sacudimientos que En la obra novelesca de Alarcón se nota en primer término la
perturban hasta lo más hondo un cerebro humano; sólo que en ausencia de una orientación definida. Su versatilidad le conduce a
vez de quedar, como Hamleto el sajón, en estado de fluctuación cultivar la novela fantástica, la humorística, la doctrinal, y la
perpetua, Manuel Venegas el semita templa y concentra su volun­ novela de costumbres. En una se muestra católico inflexible, en
tad hasta un grado increíble, y sale como el torrente, dispuesto a otra defiende la religiosidad en general, en una tercera la moral
arrollar cuanto encuentre al paso. »8 social. En conjunto, su tendencia es espiritualista, estoica y
Si en El Escándalo defiende Alarcón el catolicismo, y en El Niño conservadora. Las cuestiones políticas y morales ocupan dema­
de la Bola las creencias religiosas en general; en La Pródiga (1881), siado su atención, a veces, en la obra de arte. Tiene cierto gusto
la más endeble de sus novelas largas, se reduce sólo a defender las por lo sensacional, aunque dentro siempre de un arte legítimo. No
buenas formas sociales. Las tres tienen de común la tesis de que es grande su invención, ni vasta su labor. Pero nadie acaso le gane
el individuo no puede desafiar con sus pasiones a la sociedad. En en sacar partido del asunto más trivial: véase, por ejemplo, El
las dos primeras novelas, es el hombre quien la desafía; en la úl­ libio talonario. « Dadle un tema cualquiera, entregadle una astilla
tima, la mujer; y todos ellos sufren las fatales consecuencias de de pino, un retazo de estopa burda y áspera: él los trocará en
sus actos de rebeldía. oloroso cedro, o en seda, no lisa y suave, sino cuajada de bordados
En el mismo año de La Pródiga, apareció la popular novelita de y recamada de perlas distribuidas con toda la gracia del mundo.»11
El capitán Veneno9 y salieron en colección las dos primeras series Es que posee en grado eminentísimo el arte del narrador: no se
de Novelas cortas, esto es, los Cuentos amatorios y las Historietas puede contar de manera más desembarazada y gentil, con más
nacionales; al siguiente año (1882), la tercera serie, las Narraciones naturalidad y gracejo. Sabe poner afectos y pasiones en los carac­
inverosímiles. Estas últimas son de mérito muy irregular: hay teres, hacerlos obrar por cuenta propia; los describe con maestría,
algunas buenas (La mujer alta, Moros y cristianos), y otras, per­ pero le falta acaso el don de desarrollarlos: son de una pieza
558 RENACIMIENTO DE LA L I T E R A T U R A LA N O V E L A R E A L I S T A 559

desde el principio hasta el fin. En el mismo protagonista de del siglo de oro, sobresaliendo el dedicado a El Quijote y las dife­
El Escándalo se observa, más que un proceso graduado, una mu­ rentes maneras de comentarle y juzgarle; polémicas literarias, como
danza casi repentina. Pero en este punto, como en otros, Alarcón la que mantuvo con Campoamor acerca de La metafísica y la
tiene grandes sorpresas: recuérdese la magnífica creación y poesía; y críticas de autores contemporáneos, españoles y extran­
desarrollo del carácter del Niño de la Bola. Poseía excepcionales jeros, que llenan más de veinte volúmenes. Para el conocimiento
facultades de observador y de humorista; coge el lado cómico y lo de las letras hispanoamericanas, han de consultarse sus cuatro
refleja como gran artista (El sombrero de tres picos, por ejemplo). tomos de Cartas americanas, y para el de la poesía castellana con­
Sabe enlazar magistralmente lo jovial y lo patético (v. gr., El temporánea, sus notas biográficas y críticas en el Florilegio de
capitán Veneno). Ostenta brillantísima imaginación poética y poesías castellanas del siglo x i x (1901-1904).
singular energía en las pasiones dramáticas (ejemplo de ambas, La sólida cultura de Valera, su conocimiento de lenguas y litera­
El Niño de la Bola). Y se deja llevar, finalmente, de cierta incli­ turas antiguas y modernas, el juicio frío y eminentemente razona­
nación idealista al colorear el mundo interior de las almas, que dor, el buen gusto en materias de arte, y su misma condición de
tiene su hechizo. creador original, le hacían singularmente apto para ejercer la
crítica. Es uno de los tres o cuatro grandes críticos literarios de la
4. V a ler a . Don Juan Yalera (1824-1905), cordobés, descendía España moderna, quiza el segundo, después de Menéndez y
de familia aristocrática. Su vida es la de un diplomático, con largas Pelayo: sagaz en el análisis, copioso en la información, certero en
residencias en Madrid, que figura algo en la política y mucho en las los juicios, robusto en la dialéctica, claro y ameno en la exposición.
letras. Ocupó cargos de importancia en el gobierno de la nación; No sólo analiza, sino que ilumina el tema objeto de su crítica. Los
representó a España como ministro en varias cortes extranjeras, dos defectos que pueden señalársele son: algo de prejuicio contra
y era embajador en Viena a la fecha de su jubilación (1896). ciertas tendencias literarias (v. gr., el romanticismo, el naturalismo
Como embajador debió de hacer dignísimo papel por su cultura, y el modernismo), en realidad contra todo lo que no responda al
cortesía y ameno trato, por sus aficiones aristocráticas, y aun por ideal clásico; y excesiva indulgencia con autores de segundo o
su noble y gallardísima presencia.12 tercer orden, sobre todo en Cartas americanas.
Aunque publicó las primeras poesías a los veinte años (1844), no La primera y más famosa novela de nuestro autor es Pepita
parecía sentirse con gran disposición para las letras. Decidida, no Jiménez (1874). Escuchemos cómo nació :
obstante, era en él la vocación de escritor: « Mi afición a escribir « Escribí mi primera novela sin caer hasta el fin en que era novela lo que
es, sin embargo, tan fuerte, que puede más que la indiferencia del escribía. Acababa yo de leer multitud de libros devotos. Lo poético de
público y que mis desengaños.» 13 Como poeta, Valera es sólo aquellos libros me tema hechizado, pero no cautivo. Mi fantasía se exaltó
elegantísimo rimador. Fría exposición de ideas, de pensamientos con tales lecturas, pero mi frío corazón siguió en libertad y mi seco espíritu
filosóficos, es su poesía; muy sabia, pero sin calor; poesía que se atuvo a la razón severa. Quise entonces recoger como en un ramillete
nada dice al alma. Es en el verso, como en la prosa, de gusto clá­ todo lo más precioso, o lo que más precioso me parecía, de aquellas flores
sico; para Menéndez y Pelayo, el más clásico de nuestros poetas. místicas y ascéticas, e inventé un personaje que las recogiera con fe y
Deben mencionarse, entre sus composiciones más perfectas, la entusiasmo, juzgándome yo, por mí mismo, incapaz de tal cosa. Así brotó
hermosa oda El fuego divino, y los poemas Amor del délo y A espontánea una novela, cuando yo distaba tanto de querer ser novelista.»15
Luda. Tradujo también de modo impecable a varios autores Trasladó efectivamente a Pepita Jiménez aquel conflicto entre
clásicos y modernos, y entre éstos los norteamericanos Lowell, el amor divino y el amor humano, que es a modo de entraña en
Story y Whittier.14 las obras místicas. Luis de Vargas y Pepita Jiménez son los pro­
La obra crítica de Valera es muy copiosa: examen analítico de tagonistas y casi personajes únicos de este drama místico-amoroso
obras filosóficas, sociales y políticas; estudios de las letras clásicas de tan apacible desenlace:
560 RENACIMIENTO DE LA L I T E R A T U R A
LA N O V E L A R E A L I S T A 561
Es don Luis un mozo de veintidós años « con algún conocimiento teó­
En Las ilusiones del doctor Faustino (1875) quiso retratar Valera
rico, pero con ninguna práctica de las cosas del mundo, educado al lado del
señor Deán, su tío, y en el seminario, y con gran fervor religioso y empeño a un doctor Fausto en pequeño, sin magia ni poderes sobrena­
decidido de ser sacerdote ».16 Su ideal es llegar a santo, ir a tierra de turales, un compuesto de los ensueños, escepticismo y concupis­
herejes, predicar el Evangelio y sufrir el martirio. Su pensamiento siempre cencias de la juventud de entonces, un tipo en que se reunieran
estuvo en Dios; en los labios y en el corazón tuvo siempre la plegaria. «la vana filosofía, la ambición política y la manía aristocrática ».18
Mas he aquí, que el chico va a pasar corta temporada con su padre en el Obra mucho más notable es El comendador Mendoza (1877), que
pueblo, con su padre que está para contraer segundas nupcias con cierta en varios respectos aventaja a Pepita Jiménez. Valera, tan poco
bella viudita. Y al propio tiempo empieza a interesarle a ella el ingenuo inclinado a los asuntos dramáticos, copia de la vida uno de éstos
seminarista, mozo de buenísima estampa; y a él, futuro mártir del Señor, con toda vehemencia; amigo de los argumentos sencillos, trama
principian a inquietarle terriblemente las miradas de aquella hechicera aquí una acción compleja y vasta, con personajes de grandeza nada
diablesa. La cosa llega a revestir caracteres tan alarmantes, que el semi­ común, como lo son el comendador y doña Blanca:
narista, al borde del precipicio, con un pie ya en el aire, resuelve como re­
medio heroico la huida; pero Pepita no se deja vencer tan fácilmente. El comendador, descreído y burlón como el siglo xviii en que le tocó
Todos los recursos del amor, del ingenio, de la belleza, los puso en juego nacer, corrió mucho mundo en su mocedad y se vió en no pocos lances de
aquella Pepita insigne para disputarles a los altares el santo seminarista. amor. Uno de ellos nos interesa conocer. Entre las mujeres frívolas,
Pero en el diálogo decisivo, verdadero duelo místico-amoroso, vence la ligeras y sin alma que había tratado, sólo una, allá en Lima, le había
espiritualidad del seminarista. Pepita, rompiendo con todo, le declara querido de veras, con amor fervoroso, pero criminal: era casada. « Aque­
su amor violento. Y luego, ella huye y se pierde en la oscuridad del cuarto llos amores fueron pesadilla, y no deleite. Ella era muy devota, había
inmediato, y él, aterrado, creyendo que se va a matar, la sigue: sido una santa, y seguía en opinión de tal porque procedíamos siempre con
cautela y recato.»19 Mujer orgullosa y fanática, sentía vergüenza de
« Al cabo de un largo rato, don Luis apareció de nuevo, saliendo de la haberse humillado ante él, y horror de haber faltado a sus deberes y
oscuridad. En su rostro se veía pintado el terror, algo de la desesperación ofendido a Dios. «Todo esto, sin darse ella mucha cuenta de lo que hacía,
de Judas. Se dejó caer en una silla, puso ambos puños cerrados en su cara, me lo quería hacer pagar, considerándome en extremo culpado. Lo que
y en sus rodillas ambos codos, y así permaneció más de media hora, sumido yo tuve que aguantar no tiene nombre . . . Así es que me harté de amores
sin duda en un mar de reflexiones amargas. Cualquiera, si le hubiera serios para años, y me dediqué desde entonces a los ligeros. ¿ Para qué
visto, hubiera sospechado que acababa de asesinar a Pepita. Pepita, sin atormentarse en un asunto que debe ser todo de amenidad, regocijo y
embargo, apareció después . . . » 17 alegría ?» 20
Y lo que ella dijo, y lo que él sintió y respondió, es de tal modo convin­ Han pasado muchos años desde estos amores en el Perú; el comendador,
cente para los lectores, que nada más natural que el seminarista renunciara desengañado y aburrido del mundo, sediento de reposo y poseedor de
al martirio en tierra de infieles y, con gusto de todos, se quedara en los buena fortuna, se retira a Villabermeja, su pueblo natal. Nótese bien que
brazos de la sin par Pepita. aunque ha cumplido los cincuenta, apenas representa cuarenta: ni una
cana, ni una arruga. Suele pasar ahora temporadas en la vecina ciudad,
Ni el seminarista ni la viudita, se ha dicho, son tipos que se den en casa de su hermano, cuya hija encanta a nuestro comendador; allí
fácilmente en la realidad: él es demasiado ingenuo e idealista; ella, conoce a una linda amiguita de la sobrina; es la hija de un magistrado
demasiado teóloga y razonadora. Mas, en todo caso, tienen que había residido en Lima, cuando el comendador estuvo allá; la madre,
maravillosa verdad en la novela. No conocemos ninguna otra con doña Blanca Roldán, era la amante que ya conocemos del comendador, y la
menos acción exterior y con más vida interior; y como no se puede muchacha, Clarita, es la hija de ambos.
ir más allá, al parecer, en el estudio del nacimiento y desarrollo Aliora viene un caso de conciencia: doña Blanca quiere casar a Clarita
de una pasión — de la pasión amorosa —, bien cabe reconocer a con cierto pariente del marido: el pariente que heredaría la fortuna del
magistrado, de morir éste sin sucesión; la señora considera tal enlace como
Pepita Jiménez como nuestra mejor novela psicológica de estos
único medio de no privar de sus bienes al legítimo heredero. El comenda­
tiempos.
dor se opone, porque Clara está enamorada de otro; y para apaciguar la
562 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A LA N O V E L A REALISTA 563

conciencia de doña Blanca, ofrece abonar de sus propios bienes la herencia a ella no le parece mal el caballero. La boda se concierta. El P. Enrique
que corresponde al viejo con quien aquélla desea casar a la hija. Pero la sigue tratando a Luz con la misma afectuosa benevolencia. Pasa horas
señora está resuelta: si Clara no quiere al viejo, ingresará en un con­ en la soledad de su cuarto, escribiendo cierta obra sobre el cristianismo,
vento, pues así la herencia pasaría a manos de él. Cuando está a punto de dice él; desde la venida de Jaime se encierra más en su retiro, pero escribe
consumarse el sacrificio de la muchacha, doña Blanca cae enferma, y menos; se siente incapaz, no puede fijar la atención en el trabajo. El día
muere. La atmósfera se aclara. La dicha triunfa. Clarita se une al de la boda llega; el P. Enrique está impenetrable; nadie ha podido per­
predilecto de su corazón. Y el comendador y su sobrina Lucía, que se han cibir la tormenta de su espíritu. La luna de miel de los recién casados dura
ido enamorando el uno del otro (y este idilio es de lo más bello de la poco; dos semanas después, Jaime parte para Madrid.
novela), piden licencia a Roma para contraer matrimonio. Entonces Luz torna a ocuparse de sus amigos; sigue mostrando su
predilección por el P. Enrique. La enfermedad de éste se ha ido agra­
Como novela de costumbres, El comendador Mendoza es la más vando: el vano esfuerzo para ahogar su pasión por Luz, su desolación,
rica de Yalera en elementos patéticos, alegres, dramáticos y hu­ su lucha interior entre los impulsos del corazón y el imperativo de la
morísticos; es también la más rica en caracteres y la de expresión conciencia, aquella lucha callada, sorda, de la cual ningún ser humano se
más viril. había dado cuenta, ha minado de tal modo la naturaleza del Padre, que
La siguiente novela que publicó es Pasarse de listo (1878), un día yace en el lecho herido de muerte, perdido el sentido. Luz está
historia de una mujer frívola que se deja querer de un tercero, allí acompañándole, sola, llorosa; por un movimiento irresistible se acerca
pero sin entregarse, y de un marido celoso a quien los dedos se le al enfermo y le besa con devoción. Tres horas después el P. Enrique ha
antojan huéspedes. dejado de existir. En la repartición de los objetos que le pertenecían,
La triunfal acogida que se había dispensado a Pe-pita Jiménez corresponden a Luz sus papeles; leyéndolos, descubre el secreto de aquella
debió de alentar a Valera a componer otra fábula de carácter pasión del P. Enrique, heroicamente acallada, pero que le había devorado
el alma y la existencia.
idéntico, Doña Luz (1879): las dos protagonistas se parecen como
hermanas; el Padre Enrique, en la última obra, es un santo varón, No ha faltado quien ponga esta novela sobre Pepita Jiménez.
de edad madura; ha ejercido el apostolado en tierra de infieles; Opinamos que, en cualquier caso, junto a ella puede figurar Doña
y tras haber salido victorioso en tantas duras pruebas del espíritu Luz dignamente.
y de la carne, cae vencido en el abismo del amor profano. Véase Otras novelas del mismo autor son Juanita la Larga, Genio y
cómo sucede: figura, y Morsamor, la última cronológicamente (1899).
Doña Luz ve en este misionero, que acaba de regresar, un tesoro de Gusta Valera de filosofar en las novelas por boca de sus per­
virtudes y de ciencia; nada le place tanto a la bella marquesita como sonajes. De amplio criterio, jamás incurre en intransigencias. Él
discutir con el P. Enrique; no había descubierto hasta entonces en nin­ propio confiesa que era incapaz de sentirse dogmático en sus
guna criatura tanta alteza en el pensar y en el sentir. No se le ocurre que opiniones, que anduvo siempre «saltando del pro al contra, du­
pueda haber el menor peligro. El Padre se siente atraído por doña Luz, dando y especulando», sin decidirse por doctrina alguna. El
como ésta por él, pero con la dulce atracción que reina entre maestro y fondo de su doctrina en los varios estudios filosóficos que escribió
discípulo; nadie piensa,maliciosamente de la estrecha amistad entre una y en las novelas, es el eclecticismo, la negación de la dualidad entre
muchacha y un fraile enfermo y casi viejo.
el mundo sensible y el mundo de las ideas y ensueños. Es opti­
El amor de un fraile es infame y sacrilego; pero el corazón, hermanos,
obra independiente de nuestras convicciones morales: el afecto del mista y ecléctico. Todo es acorde en la vida, todo está dispuesto
maestro se ha ido transformando en ternura infinita. casi del mejor modo posible; pero ¿ quién sabe?; acaso tengan
Entre tanto, el tutor de doña Luz ha ingresado en la política, y ha razón quienes lo juzgan de otra manera. Su risueño escepticismo
logrado que se nombre diputado a su candidato, don Jaime Pimentel, le lleva al extremo, raro en mentalidad tan equilibrada, de admitir
caballero madrileño que llega a poco al pueblo: es buen mozo, y desde el medio en serio, medio en broma, le, posible verdad de las ciencias
primer instante muestra resuelta inclinación por la marquesita doña Luz; ocultas. Así se aproxima a todos los problemas morales con pene­
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trante agudeza, pero con gesto sonriente. Ningún personaje de « El sombrero de tres picos )), ibid., t. XVIII, págs. 468-487; El sombrero de
Valera nos parece más identificado con su espíritu que el comenda­ tres picos, ed. escolar, etc., by B. P. Bourland, New York, 1907.
dor Mendoza; en ninguna novela está mejor representada su [8] Pardo Bazán, Retratos, etc., p. 209; El Niño de la Bola, ed, escolar, etc.,
ecuanimidad y tolerancia que en Genio y figura}1 Es un escritor by R. Schevill, New York, 1903.
[9] El capitán Veneno, ed. escolar, etc., by J. D. M. Ford and G. Rivera,
subjetivo: su voz suele oírse en sus personajes; en ellos pone, en Boston, 1925.
mayor o menor grado, según los diversos papeles lo requieran, su [10] Novelas cortas, ed. escolar, etc., by A. Remy, Boston, 1905.
suave escepticismo, su sutileza crítica, su optimismo y gracejo. [11] Pardo Bazán, Retratos, etc., págs. 163-164.
Los tipos son reales, pero con grande o mediana dosis, nunca [12] V. Conde de las Navas, Don Juan Valera: apuntes del natural, Madrid,
pequeña, de la psicología del autor. Y casi todos hablan en el 1905; Julián Juderías, Don Juan Valera: apuntes para su biografía, en La
Lectura, 1913-14.
mismo estilo cultísimo y elegante; no con afectada gravedad, sino [13] Dedicatoria de El Comendador Mendoza, en Obras, t. IV (Madrid, 1888),
con saladísima gracia. Duda del fin docente de la novela: el p. 231.
objeto del novelista no ha de ser enseñar, sino entretener. Y él [14] Poesías, en Obras, ts. XVIII y XIX.
entretiene a maravilla y, aunque no .se lo proponga, enseña como [15] Obras, t. IV, p. 232.
pocos. Valera es todo intelecto: jamás se deja arrastrar por el [16] Ibid., IV, p. 8; Pepita Jiménez, ed. escolar, etc., by G. L. Lincoln,
Boston, 1908.
ímpetu de la fantasía ni por el entusiasmo poético; y así, más que [17] Obras, t. IV, págs. 181-182.
en la pintura de los afectos, descuella en su análisis. «Mi dulce [18] Las ilusiones del doctor Faustino, en Obras, t. VI, p. 525.
Valera — exclamaba Menéndez y Pelayo —, el más culto, el más [19] Obras, t. IV, p. 268; El Comendador Mendoza, ed. escolar, etc., by
helénico, el más regocijado y delicioso de nuestros prosistas ame­ R. Schevill, New York, 1905.
nos . . . » Y, en efecto, poseía las cualidades del clasicismo helé­ [20] Obras, t. IV, p. 268.
[21] V. Julián Juderías, La bondad, la tolerancia y el optimismo en las obras
nico: sencillez, optimismo, un buen gusto impecable, serenidad, y de Valera, en La Ilustración Española y Americana (Madrid), t. LVIII.
perfecta armonía en los varios elementos de la composición litera­
ria. Su prosa, especialmente en Pepita Jiménez, es el mejor modelo
de pureza y de elegancia que puede estudiarse.
[1] V. Marqués de Figueroa, Fernán Caballero y la novela en su tiempo,
Madrid, 1886; José María Asensio, Fernán Caballero y la novela contemporánea,
en Obras completas de F. C., Madrid, 1893-1910, t. I; B. Croee, Fernán
Caballero, en Poesia e non poesia, Bari, 1923, págs. 207-225.
[2] Eugenio de Ochoa, Obras completas de F. C., t. II, p. 25.
[3] La familia de Alvareda, ed. escolar, etc., by P. B. Burnet, New York,
1901.
[4] Condesa de Pardo Bazán, La cuestión palpitante (4a. ed.), Madrid, 1891,
p. 258.
[5] V. Alarcón, Historia de mis libros, en Obras completas, Madrid, 1899,
t. XIII; Pardo Bazán, Retratos y apuntes literarios, en Obras completas,
t. XXXII, págs. 117-216; Mariano Catalina, Biografía de Alarcón, en intro­
ducción a Novelas cortas (Ira. serie), Madrid, 1905, págs. v-xlvii.
[6] El final de Norma, ed. escolar, etc., by S. Gutiérrez and E. S. Ingraham,
New York, 1922.
[7] V. Bonilla y San Martín, Los orígenes de « El sombrero de tres picos »,
en Revue hispanique, t. XIII, págs. 5-17; R. Foulché-Delbosc, D’oii dérive
CAPITULO XL

LOS M AESTROS D E LA NOVELA: PEREDA Y


GALDÓS

I. Pereda. 1. Cuentos y cuadros de costumbres. 2. Novelas de la


primera época. 3. Sotileza, epopeya de la gente de mar. 4. Novelas de
la corte, de la provincia y de la aldea. 5. Peñas arriba, obra maestra.
6. Critica de Pereda. II. Pérez Galdós: el hombre. 1. Novelas
históricas; los Episodios nacionales. 2. Novelas de tesis religiosa.
3. Novela sentimental: Marianela. 4. Novelas de observación.
5. Novelas de significación ideal y simbólica. 6. El teatro de Galdós:
Realidad y el drama moderno; dramas simbólicos; El Abuelo, obra
definitiva. 7. La ideologia y el arte de Galdós.

I. P e r e d a . Casi al propio tiempo emprendieron la carrera


literaria Pérez Galdós y Pereda, que representan los dos polos de la
mentalidad española: campeón el primero de la España avanzada
y liberal, defensor el segundo de la España tradicional y conserva­
dora. Unidos en estrecha amistad, sus conversaciones termina­
ban por lo común en vivas discusiones: Galdós, de un natural
conciliador, solía ceder algo en sus opiniones; Pereda, tenaz,
irreducible, no cedía jamás. Como en la vida, así los veremos en
las letras. Son, sin disputa, los dos mayores novelistas de la
España moderna.
De hidalga familia montañesa, José María de Pereda (1833—
1906) nació en Polanco, pueblo de la provincia de Santander.
Hizo sus primeros estudios en dicha capital, pasó luego a estudiar
la carrera de artillero en Madrid (1852), y aquí residió tres años,
consagrado, más que al estudio, a frecuentar los teatros y las re­
uniones literarias. Hallándose en la corte, presenció la pequeña
revolución de 1854, narrada después en las páginas vibrantes de
Pedro Sánchez. A fines del mismo año, regresó a su provincia
natal, para no volver a salir de ella sino en contadas ocasiones.1

1. C u en to s y cuadros d e costum bres . Estrenóse Pereda


con las Escenas montañesas (1864), colección de diez y ocho cuen-
566
LOS M A E S T R O S DE LA N O V E L A 567

tos y cuadros de costumbres, que le hacen uno de los más brillantes


cultivadores del género. Predomina la descripción de las cos­
tumbres populares. Retratados están allí el artesano, el obrero,
el labrador, el marinero, y su modo de vivir, con cariño de artista:
sin mejorarlos, tales como son, con sus crudezas y vicios, con sus
viriles y generosas cualidades. Sobresalen, entre los cuadros de
costumbres, La leva, sobre la partida de los mozos del pueblo para
servir en la marina; y entre los cuentos, el titulado Suum cuique,a
de delicioso humorismo. Semejante a aquella colección son las
tituladas Tipos y paisajes (1871), que contiene trece cuentos o
cuadros; Bocetos al temple (1876), con dos novelitas cortas;
Tipos trashumantes (1877), donde describe con cabal observación
y fina ironía, no los tipos provincianos o de la aldea, sino los vera­
neantes que van a las playas de Santander unos meses, como aves
de paso; y Esbozos y rasguños (1881), recopilación miscelánea de
diez y seis artículos.

2. N o v ela s d e l a p r im e r a é p o c a . La primera novela de


Pereda, y la menos valiosa, es El buey suelto (1877): tornando al
reves el adagio que celebra las delicias de la vida independiente
del soltero, el autor registra todas las miserias del celibato; lo
que tiene más precio son los episodios humorísticos. Le siguió
Don Gonzalo González de la Gonzalera (1878), su primera novela
regional, de la Montaña, obra notable, cuyo fondo de pasiones es
universal: principia con la despiadada caricatura del indiano que,
habiendo amasado un capital en América, regresa a su villa natal
tan ignorante y rudo como se fué, pero lleno de viento; y acaba la
novela con otra formidable caricatura, la de la revolución, tal
como la llevó a cabo en cierto pueblecillo un populacho soez, que
entendía por libertad la anarquía.
Ya hemos aludido en el capítulo anterior a la importancia que se
dio, dentro del terreno literario, a la cuestión política y religiosa.
Pues bien, Galdos había escrito dos novelas (Doña Perfecta y
Gloria) contra los males del fanatismo, en defensa de la tolerancia.
Y Pereda sacó, a manera de réplica, De tal palo tal astilla (1879),
cuya tesis es la de un católico inflexible: ante los embates de la
mala fortuna, de nada sirve la fortaleza de ánimo, cuando falta la
religiosidad; y de « un tibio y descuidado en materias de fe nace
“ Suum cuigue, a cada cual lo suyo.
568 RENACIMIENTO DE LA L I T E R A T U R A LOS M A E S T R O S DE LA N O V E L A 569

un volteriano como el doctor Peñarrubia;6 de un volteriano, un 3. S o tileza . La existencia de los pescadores de Santander
ateo que pierde los estribos al menor contratiempo, y se vuelve constituye el asunto de Sotileza (1884). Para nuestro novelista
loco, o se quita la vida, que tanto monta ».2 El desenlace, pro­ estaba reservada, aunque él lo dudase, la empresa de narrar «las
bando la tesis, es de una rígida y fría crueldad teológica. Es novela nobles virtudes, el mísero vivir, las grandes flaquezas, la fe in­
que hubiera firmado de buena gana cualquier inquisidor, y que de corruptible y los épicos trabajos del valeroso y pintoresco mareante
mejor gana firmaría cualquier buen novelista. Lo más saliente de santanderino», frente a las generaciones descreídas e incoloras de
ella son las descripciones del paisaje y de las costumbres populares. la ciudad y vida modernas.4 El tema central es la historia de Silda,
Los críticos, entre grandes elogios por varios conceptos, le muchacha huérfana recogida por una familia de pescadores, y las
pusieron una tacha a aquella novela: la fría pintura del amor. Y rivalidades que tres enamorados de ella mantienen; por su limpieza
Pereda, tuviera o no en cuenta a los críticos, escribió el palpitante y la finura de su tipo, fino como la sotileza o parte más fina del
y encantador idilio de El sabor de la tierruca (1882), serie admirable aparejo de pescar, a Silda le han puesto por sobrenombre Sotileza.
de cuadros naturales, enlazados por la delicada hebra de una Compleja, desconcertante y grande es su fisonomía moral: deli­
historia de amores aldeanos. Su mérito principal está en el esce­ cada, fría, siendo amada de varios, la hermosa doncella sale de su
nario, en aquel animado escenario de la naturaleza, con toda la esquivez para prendarse del puerco y monstruoso Muergo, el
vida que en ella ponen los elementos. Pereda es, sobre todo, el prototipo de la bestia humana. Junto a ella, quedarían los demás
pintor maravilloso de la naturaleza. En esto nadie le ha igualado personajes oscurecidos, si no fuesen todos, hasta los más secun­
ni antes ni después. De las muchas descripciones que con igual darios, vigorosos traslados de la realidad, con todas las pulsaciones
título cabría citar, léase la descripción del roble, en el primer capí­ de sus arterias: las harpías de las Mocejón, la simpática y finísima
tulo de dicha novela, y la del ábrego o viento del sur, en el capítulo contextura moral de Cleto, la figura evangélica y ruda del Padre
doce: personificados y con alma propia están aquí el roble y el Apolinar, y aquella muchedumbre de criaturas buenas y malas que
viento; y personificados y vivientes están todos los elementos de la desfilan a nuestro lado, como si nos codeásemos y nos viésemos y
naturaleza en las obras de Pereda. nos escuchásemos los unos a los otros. Es el espectáculo, verdade­
Tornaron los críticos a celebrar con ardor el arte de Pereda, pero ramente épico, de la existencia de este mundo bárbaro y primitivo
a tachar también su talento de falta de amplitud: le declaraban de la gente de mar: los impulsos brutales de su ignorancia, sus
poco menos que incapaz de describir la vida moderna en las grandes supersticiones, los escándalos, las borracheras, las riñas conyu­
capitales. Y vuelta a desmentirlos él, en Pedro Sánchez (1883), gales, las refriegas entre vecinos al aire Ubre, las vicisitudes de sus
donde vemos al protagonista, chico despejado en la aldea, escritor luchas a brazo partido con la pobreza y con el mar, sus desdichas
y revolucionario en la corte, gobernador en provincias, y con él y trabajos; y también la resignación de estas gentes, su fe inque­
contemplamos en todos estos centros los claros y los negros tonos brantable, los rasgos de abnegación y heroísmo, el viril temple del
de la comunidad y del ambiente.3 Guarda tal novela no pocas alma, que, bajo la ruda corteza, está sana: es un mundo bárbaro,
semejanzas con el género picaresco: es una sátira de las condiciones pero inocente. Todo descrito con audacia, con valentía; sin
sociales y políticas, en forma autobiográfica, teniendo por fondo pesimismos, sin idealismos. Por don genial del artista vemos que
las injusticias, las ridiculeces y los dolores humanos, bajo estilo a la realidad grosera, sin ser transformada, encierra una esencia de
menudo jovial; no sátira feroz de quien se propone ennegrecer poesía y hermosura. Y como fondo del vasto cuadro, el océano,
más lo negro de la sociedad, sino la sátira que brota de la serena solemne en su calma, grandioso en sus cóleras; él mismo es un
presentación de los hechos. A diferencia de las novelas picarescas, personaje del drama, « siempre presente en la acción como el coro
el protagonista no es un picaro; es sólo un aventurero político, antiguo, ora sonriente y tranquilo, ora desencadenado y furioso,
y casi el único personaje de entereza moral. y comunicando algo de su majestad a cuantos le rodean »,6 im­
b Peñanubia, personaje de la novela. ponente y tremendo en la escena final, en la tempestad que arrastra
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LOS M A E S T R O S DE LA N O V E L A 571
y destruye a Muergo. Sotileza, en suma, es la gran epopeya de la 5. P eñ a s a r r ib a . A la publicación de los dos últimos libros
gente de mar.
mencionados, los chicos de la prensa — como despectivamente
llamaba el autor a los periodistas madrileños — hablaron de la
4. N ovelas d e la co rte , d e la pro v in c ia y d e la a ld ea .
decadencia de su talento: el maestro se había agotado. La patente
De la pescadora santanderina, pasamos a una gran señora de la de defunción literaria era demasiado prematura. Pereda salió
corte, La Montálvez (1888). Es la crónica escandalosa de la alta después con una novela genial, Peñas arriba (1895), en la cual
sociedad madrileña, de algunas de esas encopetadas damas para resumía « con rara elevación y bajo forma admirable, su concep­
quienes el matrimonio es un medio de conquistar riquezas o posi­ ción moral de la vida, sus ensueños sociales »:7
ción social, es decir, puro negocio; la moral y la religión, fórmulas
externas; vivir con el marido y correrla con el amante, su doctrina En lo más escarpado y culminante de la sierra cantábrica existe una
y práctica; ser codiciadas de los hombres de buen gusto, y envi­ perdida aldea, sin comunicación con el mundo exterior; las ideas modernas
diadas y aborrecidas de las mujeres elegantes, su ideal; el culto no han penetrado allí; una raza fuerte, con las mismas costumbres pa­
supremo, el buen tono. Quizá tuvieran razón los que acusaban a triarcales de sus antecesores de varios siglos, vive en contacto con la
Pereda de no estar « tan fuerte en pintura heráldica como en madre naturaleza, ajena a la incredulidad religiosa, a las ideas revolu­
cionarias, al ocio y disipación de las gentes de la ciudad. El mayorazgo de
paisajes y marina ».6 Se han señalado en La Montálvez errores de
una anciana familia, don Celso, tiene en la aldea su casa solariega. El
detalle que revelan, aun a quienes ignoren la vida retirada del caballero ejerce en la comarca el mismo poder patriarcal que por genera­
autor, que tal novela fue producto, no de la observación inmediata, ciones ha estado vinculado en su familia, y es el amigo y consejero de
sino de los prejuicios corrientes acerca del alto mundo; de ese aquellas gentes sencillas; a pesar de sus riquezas y superior educación,
alto mundo sobre el cual se ceban, en opinión del vulgo, los siete lleva igual existencia que los labriegos, se ocupa en las labores del campo,
pecados capitales, como si no anduvieran también sueltos en las comparte con ellos las fatigas del cultivo de la tierra. Mientras gozó de
más honradas aldeas. El novelista de los rústicos y pescadores, salud, todo fué bien; pero cierto día cayó enfermo en cama, y salió luego
y de la clase media, no parecía desde luego el más indicado para de ella como para entrar en la sepultura. « El roble se bamboleaba como
escribir la novela de la aristocracia. si le faltara la tierra que le sostenía, o se les despegaran de ella las raíces,
Y Pereda torna, con La Puchera (1889), a la sociedad aldeana. o no pudiera con el propio peso de su ramaje. »8 El caballero teme que la
Despunta un tipo de avaro, brutal, cínico, supersticioso, que ha muerte interrumpa su misión cerca de estas gentes; se acuerda de que
tiene allá en la corte un sobrino., y le invita a pasar una temporada en la
clavado sus garras en todo el pueblo; termina despeñándose desde
aldea; pero no le declara cierto plan que ha concebido.
la alta roca donde pensó hallar un oculto tesoro; con las activi­ Marcelo, su sobrino, es el tipo del joven elegante, a quien el campo y las
dades de este siniestro personaje, va enlazada una fábula amorosa, montañas le entristecen, le aburren: no cree posible la vida fuera del
una encantadora égloga. refinado ambiente de las grandes capitales. Las súplicas de su buen tío,
La sátira del gran escritor no se limita a la burguesía de los cada vez más vivas, le deciden al cabo a dar un vistazo al solar de sus
grandes centros; se extiende a la burguesía provinciana, con sus mayores y pasar allí una temporada entre riscos y breñales, recién llegado
mezquinas rivalidades y pretensiones. Con sutil ironía presenta « de París y de medio mundo distinguido y con las maletas atestadas de
reunidas a ambas en Nubes de estío (1891); la trama, demasiado novedades ».9 Tras aprovisionarse de ropas de abrigo, calzado recio,
floja para tan larga novela, está como diluida en una serie de cua­ armas ofensivas y defensivas, « lo mismo que si proyectara una excursión
dros de costumbres, admirables como tales, pero sin la debida traba­ por el centro de un remoto continente inexplorado », parte para la aldea.10
zón y unidad como capítulos de novela. No mucho más afortunada Desde la más cercana estación de ferrocarril hasta la aldea, hay larga
jornada que sólo puede hacerse en caballería. Al cabalgar por las mon­
es Al primer vuelo (1891), idilio entre cierta romántica joven de la
tañas cantábricas, el imponente espectáculo de las sierras, de los riscos
ciudad, de elevada posición económica, y un estudiantino pobre de inaccesibles y fantásticos elevándose por todas partes, le produce una
aldea. impresión en que se mezclan el espanto, la admiración, el frío, y el arre­
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pentimiento por haber accedido a la invitación de su tío; y aun de cólera alguna a las literaturas o países extranjeros.11 En su ligero desdén
por las molestias del viaje en caballería: ¡ Oh, Madrid! ¡ oh, París! . . . por las opiniones nuevas, en su actitud indiferente ante los pro­
Y aquí viene lo que a todos ha parecido incomparable en esta novela: gresos modernos, en su amor a las tradiciones del pasado, en su
la progresiva adaptación del mozo elegante al ambiente y existencia de los espíritu conservador e independiente, en todo ello, es un español
montañeses; cómo paulatinamente se va aficionando a aquellas secretas típico, pero típico a la antigua española: hostil a lo moderno por­
bellezas de las salvajes alturas, cómo va cambiando sus ideas e impresiones que, en su opinión, lleva el sello del más grosero materialismo.
de hombre de la ciudad a medida que se inicia en los misterios de la crea­ Nada más moderno, sin embargo, que su arte.12 No veía con
ción y puede leer en el gran libro de la naturaleza. Marcelo, enamorado simpatía las ideas democráticas: comparando la decadencia y
ya del paisaje, reconciliado con la naturaleza, empieza a mirar también con
corrupción política de entonces con el esplendor y gloria de la
diferentes ojos a la gente montañesa: nota la gravedad, algo majestuosa,
de sus modales; nota que esta raza es hermosa, sana y fuerte; que su vida España imperial, tornaba melancólicamente los ojos hacia el
es serena y dichosa. Principia a aficionarse a ellos, encuentra placer en su pasado. Una autocracia paternal y benéfica, por el estilo de la
compañía, gusto en su conversación, interés en sus preocupaciones. Al que en pequeño ejercía el hidalgo de Peñas arriba, era su ideal
propio tiempo, el cura, el médico y las personas de algún viso parecen político.
empeñados en retener a Marcelo en Tablanca; la cordialidad que por La ojeriza que tiene al refinado materialismo, le lleva a anatema­
todas partes encuentra, le va uniendo al lugar con lazos sutiles. Por tizar la sociedad de los grandes centros, y a defender la simple vida
todas partes escucha la misma expresión de sentimiento, la general lamen­ del campo. No porque dejen de albergarse aquí también las
tación de que a la muerte de don Celso, su obra quede sin sucesor, y pasiones — y nadie mejor que él las ha pintado en toda su crudeza
aquellos rústicos, acostumbrados a vivir espiritualmente a la sombra de la entre la gente aldeana —, sino porque la vida es más sana, más
casa solariega, queden sin amparo. ¿ Qué existencia más noble y serena, laboriosa, porque el contacto de la naturaleza fortalece el carácter,
qué misión más alta, que proseguir la obra de su tío ?
porque los mismos vicios e intenciones de los hombres son más
La enfermedad de don Celso se agrava. La escena de su muerte está
francos, menos sutiles y pérfidos que en la ciudad.
trazada con sinceridad de emoción admirable. Y Marcelo, el mozo cor­
tesano, heredero de todos sus bienes, queda también de sucesor en su obra Esas verdades como puños, olvidadas de puro sabidas, porque
patriarcal. responden a principios eternos e inmutables, constituyen la doc­
trina de Pereda: en la grandeza del alma, y no en la magnitud de las
Esta es la substancia del argumento, al cual se enlazan natural­ posesiones materiales, está la dicha; la carga de la vida se aligera,
mente episodios variados e interesantes. Hermoso libro es Peñas aligerando los caprichos y deseos; la felicidad consiste en la paz del
arriba: ¡ qué espléndidas visiones de la naturaleza en sus aspectos espíritu, en la existencia serena, en el trabajo; cuanto más nos
múltiples! ¡ cuántas figuras dignas de reproducirse en bronces, apartamos de ellos, en busca del placer egoísta, del provecho mate­
don Celso, Lita, don Sabas, el señor de Provendaño, don Pedro . . . i rial, tanto más labramos nuestro infortunio. Considerar cada
¡ cuántas escenas campestres nunca superadas en la literatura privilegio que la vida nos concede, las riquezas, el talento, la
española! ¡ qué alteza y serenidad en las concepciones, compen­ posición social, como un deber, como un deber que c u m p l i r en
dio de las doctrinas todas de Pereda, de este caballero sin tacha, provecho de los demás: he aquí el secreto de una existencia hono­
pensador profundo, artista como pocos!6* rable y dichosa. Su ideal ético está basado en un concepto práctico
de los deberes. Y sus convicciones son sólidas e irreducibles: ni
6. C r ít ic a d e P e r e d a . Échase de ver en la producción general
vacila, ni transige.
de Pereda, primeramente, su acendrado españolismo: no en la Todas las obras de Pereda llevan estampado el alto fin moral.
acepción patriótica, sino artística. Jamás muestra en la orienta­ Sacrificar a éste el arte, nunca; rehuir el fango de la realidad,
ción ideológica o literaria el más leve influjo del pensamiento ex­ tampoco, pero sin mancharse ni ofendernos; tenemos siempre
tranjero; ni siquiera se encontrará apenas en sus obras referencia delante al artista de temperamento. Pero idealizar, no idealiza.
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LOS M A E S T R O S DE LA N O V E L A 575
Es un realista: «tiene horror instintivo a los idealismos falsos,
diputado del partido republicano por Madrid (1907). Era bonda­
optimistas, bonachones y empalagosos; pero esto no quita que
dosamente afable, pero glacial y reservadísimo. Silencioso en
haya en sus cuadros idealidad y pureza, toda la que en sí tienen las
extremo; en las conversaciones, más que interlocutor, era oyente;
costumbres rústicas ».13
parecía constantemente en la actitud de un observador. Unía la
Característica de la obra de Pereda es el amor que en ella resplan­
gravedad castellana y la flema británica. Quedó completamente
dece por la naturaleza. Sólo sintiendo tan profunda devoción, le
ciego en 1912, pero continuó dictando sus novelas y dramas, tra­
era posible trazar aquellas páginas insuperables. Y sólo con la
bajando hasta el momento del supremo descanso.15
extraordinaria potencia asimiladora de este escritor, y sus grandes
facultades de pintor literario, era posible copiarla con tal grado de
1. N o v ela s h is t o r ic a s . De fondo histórico es la primera
evocación, que no ya con la vista, sino con los sentidos todos
novela de Galdós, La Fontana de Oro (1870), nombre del café
percibimos campos y montañas, árboles y elementos: no parece
en que solían reunirse los descontentos políticos, entre los años de
que describe la naturaleza; parece que nos mete en ella. Pero hay
1820 y 1822, para discutir las desastrosas medidas de Fernando VII.
algo más. Pereda no es sólo su mayor pintor en nuestra historia
El buen éxito de esta novela, le animó a escribir otra de carácter
literaria; es también uno de los más recios forjadores de caracteres:
histórico también, El Audaz (1872), relato de un radical que se
ahí están para confirmarlo Tremontorio, el viejo mareante san-
mezcla en los acontecimientos de 1804.
tanderino, y Sotileza, Muergo, el Padre Apolinar y el maquia­
Vienen después los Episodios nacionales, la más ambiciosa em­
vélico Patricio Rigüelta, el nobilísimo don Celso, y tantos otros.
presa novelística que tenemos en castellano. La primera serie
Y no vale menos como satírico y humorista. « Eso sí — declara
(Trafalgar, La Corte de Carlos IV , El 19 de marzo y el 2 de mayo,
Galdós —, hombre que tenga en grado más alto la facultad de lo
Bailen, Napoleón en Chamartín, Zaragoza, Gerona, Cádiz, Juan
cómico y todos los grados de la ridiculez de sus semejantes, no
Martín el Empecinado y La batalla de los Arapiles), abarca la
creo que exista ni aun que haya existido.»14
historia de España desde 1805 hasta 1814. Está escrita en forma
La intriga suele ser sencilla, aunque no siempre, en sus novelas.
autobiográfica. Gabriel, el protagonista, refiere su vida y los
Sirve nada más que para presentar a los hombres y a las cosas. Los
acontecimientos públicos en que ha intervenido, desde que aparece
cuadros y los caracteres, en particular, son los que le confieren
como pobre mozalbete en Trafalgar hasta que, ya con el grado de
el título de gran novelista. El lenguaje de Pereda es riquísimo.
comandante, lucha en La batalla de los Arapiles. En esta primera
Tiene cierto sabor arcaico; no porque use palabras arcaicas, que
serie predomina el elemento guerrero. De carácter menos épico,
no las usa, sino por el giro de la frase. Se parece más que el de
con predominio de los movimientos populares y políticos, de las
ningún otro escritor moderno al lenguaje de Cervantes, por su
conspiraciones y persecuciones, es la segunda serie (El equipaje
fluidez, propiedad y vigor, por su perfecta fusión del lenguaje
del rey José, Memorias de un cortesano de 1815, La segunda casaca,
literario y del hablado, del lenguaje culto y del popular, con toda
El Grande Oriente, El 7 de julio, Los cien mil hijos de San Luis,
la espontánea abundancia de modismos, de dichos populares, de
El Terror de 1824, Un voluntario realista, Los Apostólicos y Un
frases pintorescas y gráficas.I.
faccioso más y algunos frailes menos). Comprende desde 1814 hasta
1834. Está igualmente en forma autobiográfica, con otro pro­
II. P é r e z G a l d ó s . Benito Pérez Galdós (1843-1920) era
tagonista, Monsalud. Es la más dramática y novelesca de las
natural de Las Palmas (Islas Canarias). Desde la adolescencia
series de Episodios nacionales.
fué un aficionado de talento a la pintura. Siguió en Madrid la
Al terminar la segunda serie (1879), Galdós abandonó la novela
carrera de Derecho, que no era de su gusto, ni jamás practicó.
histórica, para aplicarse a la de costumbres contemporáneas.16
Su gran vocación eran las letras: a ellas dedicó su existencia.
La extraordinaria demanda y aplauso que seguían obteniendo los
Fué elegido académico de la Real Academia Española (1897) y
Episodios, le indujeron a continuarlos diez y nueve años más
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LOS M A E S T R O S D E LA N O V E L A 577
tarde. A partir de 1898, publicó dos series más, de diez novelas apartados del mundo y del progreso moderno, donde las gentes
cada una, y seis novelas de la quinta serie, en las cuales llega casi «tienen las ideas más anticuadas acerca de la sociedad, de la
hasta los comienzos del presente reinado. El último tomo es religión, del Estado, de la propiedad», en todo con resabios
Cánovas (1912). Cuarenta y seis novelas, pues, componen los feudales. Allí, la iglesia manda y corta el aliento; el confesor
Episodios; cada una de ellas es obra completa, que puede leerse dirige la vida entera de la comunidad. Reside en el pueblo una
independientemente. Pero las diez novelas de cada serie están gran señora, doña Perfecta, mujer fanática e impetuosa; su figura
relacionadas entre sí, ligadas por los lazos de la acción general. llena las páginas de la novela, como en compañía de sus confesores
La primera serie es la que guarda más estrecha unidad: la acción llena las páginas cotidianas de la existencia del pueblo.
novelesca se inicia en el primer volumen y halla su desenlace en el Junto a esa mujer, tremenda en sus actividades, se destaca
último de la serie. En las dos primeras series hay más fuego y una adorable doncellita, su hija Rosario, y un muchacho ilustrado,
brío; en las posteriores, mayor maestría de composición. Pero noble, de ideas avanzadas, Pepe Reyes, pariente y novio de Rosa-
ni uno solo de los cuarenta y seis volúmenes deja de tener positivo rito. La tolerancia de él en materias religiosas, la interpreta
valor novelesco, histórico y artístico. A pesar de los grandes y aquella fanática señora como ateísmo; su franqueza, como alardes
variados acontecimientos, la acción se desarrolla con suma sen­ de irreligiosidad; su amor por Rosario, como un reto y una maldi­
cillez y claridad. Y junto a lo épico y dramático, lo suavemente ción. Le recibe doña Perfecta con sonrisas, pero desde la sombra
patético y lo dulcemente irónico. Figura en los Episodios más le hace sorda guerra para alejarle del pueblo, arrepentida de sus
de un millar de personajes, todos criaturas vivas.
planes anteriores de casarle con Rosario, impidiendo con excusas
Galdós ha logrado damos a conocer la historia interna y animada que se vean los dos jóvenes, haciendo que le pongan pleitos, que lo
del pueblo español del siglo xix. La acción novelesca y la histórica, humillen, que lo arrojen de la iglesia como a un réprobo, que lo
parejas van en todos los Episodios, y fundidas con tal destreza que destituyan, finalmente, de su cargo de ingeniero. El lector sigue
sólo vemos una acción, en que figuran grandes personajes y gentes las páginas con creciente interés, redoblándose la simpatía por
humildes del pueblo forjando en común la historia nacional y Pepe Reyes, redoblándose el amor por Rosarito, redoblándose la
viviendo al par su propia vida doméstica. Los hechos históricos admiración y el aborrecimiento por doña Perfecta; experimen­
están apuntados con fidelidad, pero mediante el estudio y la tando algo de vaga inquietud en el ambiente de pasiones africanas
fantasía, el autor los ha dotado de la viveza, del calor humano, de Orbajosa, donde uno se siente ahogado; presintiendo que la
íntimo, de cosa actual, no historiada. Reconstituye una época, acción va derecha y fatal hacia la catástrofe; y al fin llega ésta,
y nos hace vivir en ella. « El arte de Galdós en los Episodios estalla con violencia la tempestad que ha ido forjándose en los
nacionales ha consistido principalmente en darnos la visión ánimos, y Pepe Reyes es asesinado, y Rosarito se vuelve loca:
corriente y contemporánea de los sucesos históricos; en colocar al una mano ha tronchado estas dos vidas juveniles, la mano del
lector en una posición de presencia, en la posición de un contem­ fanatismo, la mano de doña Perfecta.
poráneo que ve pasar los hechos, que para él no se llaman historia, La misma tendencia, igual conflicto entre lo antiguo y lo mo­
sino que se apellidan inquietud, entusiasmo, dolor, heroísmo, derno, entre el fanatismo y la tolerancia, acompañado de la trage­
terror, afectos personales y movimientos del ánimo.»17 dia de amor, entrañan las dos novelas que siguieron: Gloria,
piadosa muchacha española enamorada de un judío, y La familia
2. N ovelas de tesis religiosa. Su primera novela de cos­ de León Rock, es decir, la familia de un hombre de ciencia casado
tumbres contemporáneas, Doña Perfecta (1876),1Scontinúa siendo, con mujer devotísima, a la cual domina el confesor; la existencia
tras la copiosa labor del maestro, una de las mejores. El escenario conyugal es en esta novela una lucha, intensamente dramática,
es Orbajosa, que en la geografía ideal de Galdós representa a todos por convertir él a ella, y ella a él. Ambas obras fueron acogidas con
esos pueblos españoles escondidos en los pliegues de las montañas, entusiasmo por los que compartían con el autor doctrinas de
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tolerancia y libertad, y con enconados ataques por los del bando 4. N ovelas d e observ a ció n . En realidad, novelas de observa­
opuesto. Por la grave y trascendente significación moral, por la ción, de costumbres y de caracteres, son todas las de Pérez Galdós.
elevación con que está presentada la cuestión religiosa, por la Agrupamos aquí las novelas en que la observación predomina sobre
copia fiel del mundo material y del espiritual, por el valor artístico, cualquiera otra cualidad. En La Desheredada se plantea el pro­
ambas novelas figuran entre las más notables de Galdós. blema que confronta una mujer, no preparada para los combates
de la vida, al hallarse dependiente de sus propias fuerzas; con­
3. N ovela sentimental: M arianela. De bien distinta mueve al lector el espíritu de caridad y la humana simpatía que
índole que las precedentes, es Marianela (1878). Galdós, poeta, en la novela resplandecen. El amigo Manso es explotado por casi
relata un tierno y patético idilio, que finaliza de modo implacable: todos los que le rodean y engañado pérfidamente por la mujer
Marianela, triste engendro de la fealdad, sirve de lazarillo a un joven a quien ama; constituye una defensa del estoicismo y de la moral
rico de la villa, ciego de nacimiento; acompáñale ella por todas partes, independiente. El doctor Centeno es un penetrante estudio de las
y por sus ojos ve él las formas, el color, el mundo visible. Dentro del mísero pasiones. Tormento, La de Bringas y Miau son tres novelas de la
cuerpecillo, la muchacha encierra tesoros de ternura y discreción. Pablo, existencia familiar de funcionarios públicos, mal pagados éstos y
que sólo puede ver el espíritu, se enamora de ella, se la figura tan hermosa con vanos esfuerzos las mujeres de la casa por mantener su prestigio
como hermosa tiene el alma. Cuando él celebra con entusiasmo la belleza social; en Miau, el pobre cesante es conducido al suicidio por las
de la Nela (Marianela), todos sonríen, pero callan; le dejan piadosamente exigencias de su mujer. Lo prohibido, por el tema, por los detalles
la ilusión. La joven adora a su señorito. crudos, y por la importancia que se concede a las influencias
Un médico, recién llegado al pueblo, declara posible la curación del fisiológicas y al temperamento, pertenece al grupo de las novelas
ciego; le somete a un tratamiento; pasan los días; al cabo se extiende la naturalistas. Fortunata y Jacinta (1886-1887), en cuatro volú­
noticia de que pronto le levantarán la venda al ciego, y podrá ver. Maria­
nela huye del pueblo, horrorizada de que pueda ver su fealdad real quien menes, es pintura documentada de las costumbres madrileñas, y
tan hermosa se la había pintado en la imaginación. Durante la larga una de las obras maestras del autor. El estudio de la avaricia,
ausencia, Pablo se enamora de su prima Florentina. Entre tanto, Floren­ iniciado en ella, lo continúa Galdós en la serie de Torquemada en la
tina ha recogido a la Nela, que, tras vagar por los campos cercanos, ha hoguera, Torquemada en la cruz, Torquemada en el purgatorio y
caído gravemente enferma. Pablo no sabe nada. Un día baja al cuarto Torquemada y San Pedro (1889-1895), novelas de costumbres
de su prima, sin la venda; entra sin anunciarse; allí está Marianela, contemporáneas, sobre la vida de un oscuro prestamista, de
acostada en un sofá, cubierta de mantas, moribunda; el amplio aposento, espíritu tenebroso, que de los más bajos principios llega a ser
en penumbras; el joven, sin notar la presencia del médico, junto al sofá, banquero famoso, senador y marqués.
se dirige a su prima, y en el otro extremo del cuarto, cerca del balcón, Entre las obras más sobresalientes de Galdós, se halla también
le habla apasionadamente de su amor. Luego descubre en el fondo de la Misericordia (1897), el espectáculo y el poema doloroso de la
habitación al médico y la enferma, y se aproxima a ellos. El reconoci­ mendicidad madrileña en todos sus aspectos y derivaciones;
miento de Nela, y su muerte, es una de las páginas más patéticas y con­
movedoras que se han escrito.19 Benigna, la protagonista, antigua sirvienta de una señora arrui­
nada, para sostener la casa, mendiga a la puerta de una iglesia;
Entre los pasajes más seductores, recordaremos el diálogo de las el pago que recibe, al salir la señora de apuros por una herencia,
flores; entre las escenas, aquella en que la Nela percibe toda su es la fría ingratitud. Junto a los más sórdidos episodios y tipos
fealdad al contemplarse en la superficie de las aguas; entre las de la miseria, hay otros de la más viva poesía.
descripciones, la del ciego, fuerte y hermosa, un medallón grabado
en bronce. Como novela sentimental, es la mejor que tenemos. 5. N ovelas d e sig n ifica c ió n id ea l y sim bólica . Las princi­
Muy sentimental, pero con el timbre de vigor y lozanía propios del pales son las siguientes. Ángel Guerra (1890-1891), en tres volú­
maestro. menes, es la biografía de un utopista político y social; de sus amores
580 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A LOS M A ESTR OS D E LA N O V E L A 581

mundanos pasa al amor místico, bajo el influjo de una monja, para serenidad filosófica, esa tolerancia reflexiva enteramente modernas.
descubrir al fin que tal misticismo era ilusión del alma, y su amor Vese por primera vez en el teatro una cosa inaudita, y que es, sin
por la monja amor humano; en otro personaje de la novela, don embargo, cristiana y nada excepcional en la vida: vese al marido
Tomé, sí está encarnado el verdadero amor platónico y místico que perdona a la esposa adúltera. Luego, la obra entera es el
por la hermosa sierva del Señor. Aquí se hallan algunas de las espectáculo fiel de la sociedad: perfecta verdad en la atmósfera
más notables descripciones galdosianas, de la insigne Toledo. y en la acción, sin el más ligero rasgo efectista, perfecta solidez y
Nazarln es otra novela originalísima y de perfecta ejecución, con lógica en los caracteres, clara y honda significación espiritual, sin
expresión potente de la inquietud mística que agita muchas almas el menor asomo docente.
de nuestro tiempo; el protagonista es el tipo de un santo laico Al mismo género pertenecen casi todos los dramas y comedias de
moderno, lleno de aspiraciones filantrópicas y sublimes. Segunda Galdós: teatro de ideas y realista. De acción más concentrada, y
parte de ella es Raima. La novela de El caballero encantado ofrece de superior fuerza dramática, fué su segunda obra, La loca de la
singular y admirable fusión del elemento realista (en las costum­ casa, arreglo de una novela, como también lo es el drama Daña
bres) y del elemento maravilloso (en la fábula). La razón de. la Perfecta.20 En esta última, los personajes han perdido algo del
sinrazón (1915), su última novela, simboliza el triunfo de la razón vigor que tienen en la novela, pero es mayor la amplitud y verdad
sobre las farsas y mentiras convencionales, el triunfo del trabajo con que está sostenida la tesis.21 El mismo conflicto entre el
humilde que crea el bienestar de la sociedad. fanatismo, la tolerancia y el amor hallamos en Electra, el mayor
En todas estas novelas, el símbolo está en la dirección del éxito teatral de Galdós, aunque no su mejor drama.22 Le aventaja,
argumento, no en los personajes, criaturas de carne y hueso, ni en entre otras, la admirable comedia Mariucha (1903), exaltación de
el ambiente, que es siempre el de la realidad cotidiana. La ten­ la energía de la voluntad, del estoicismo y del trabajo, frente a los
dencia de Galdós, cada vez más pronunciada, a reducir los ele­ prejuicios que, entre gentes de la aristocracia, ahogan los arranques
mentos narrativos y descriptivos, y dar mayor entrada al diálogo, generosos y la iniciativa individual.23
culmina en varias de sus últimas novelas (v. gr., Casandra y La Dramas de orientación marcadamente simbólica son Los
razón de la sinrazón), escritas en puro diálogo. Se caracterizan condenados, de lenta exposición y falta de sostenida consecuencia
estas novelas dialogadas por la concepción sintética, por la inten­ en varios caracteres; Alma y vida, expresión dramática de «la
sidad de la observación psicológica y por su mayor tendencia melancolía que invade y deprime el alma española », como el autor
ideal y simbólica.6 manifiesta en el prólogo; y Amor y ciencia, que son los dos factores
de la regeneración moral de una esposa, arrepentida y perdonada.
6. E l teatro de Galdós. Además de setenta y seis novelas, Logra Galdós la perfecta fusión del teatro realista y del teatro
compuso Galdós veintidós obras dramáticas. Benavente le de ideas en Bárbara, cuyos principales figuras encarnan las dos
considera uno de los mayores dramaturgos de los tiempos moder­ opuestas concepciones de la vida, la pagana y la cristiana, y, sobre
nos. En todo caso, es uno de los mayores de España. todo, en El Abuelo (1904), una de las producciones más geniales del
El primer drama de Galdós fué Realidad (1892), arreglo teatral teatro español:
de su novela de igual título. Fué aplaudido por unos, declarando
que el dramaturgo estaba a la altura del novelista, y fué condenado Su argumento es muy sencillo, todo ideas y emoción: el viejo conde de
Albrit, que pasa por abuelo de Nell y de Dolly, sabe que una de ellas no es
por otros que veían en Realidad una afrenta al decoro público,
su nieta; pero no sabe cuál de las dos; las encantadoras chiquillas se
sin emoción estética. No obstante, casi todos coincidían en este parecen como dos gotas de agua. Importa al honor de su familia no descu­
punto: la obra se diferenciaba mucho, no en su estructura, sino brir a nadie el secreto, y el anciano trata de averiguar en la mirada, en los
en su médula, de cuanto se había puesto hasta entonces en la gestos, en los sentimientos, cuál de ellas es la verdadera nieta. Cree descu­
escena española. En primer término, trasciende de toda ella esa brir primero que es Nell; luego, por ciertos rasgos de ternura y de orgullo,
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piensa que será Dolly. Al fin sabe la verdad: la que lleva su noble sangre energía creadora; de otro, imaginación, humorismo, vena poética;
no es precisamente la más noble y generosa de las dos: Nelly es su nieta;
y, finalmente, manejo de la lengua para dar a cada una de estas
Dolly, la bastarda. Entonces el anciano, alma grande, pero que había
tenido el orgullo de su linaje, comprende que no hay nobleza de sangre, esencias del intelecto y del corazón su apropiada y expresiva ves­
que la nobleza dimana del corazón y no es ley de herencia. tidura. Por lo común, alguna de dichas cualidades prevalece en el
caso de un novelista particular, y otra le falta. En Pereda, por
En El Abuelo hallan su magnífica expresión los dos aspectos del ejemplo, la observación predomina sobre la inventiva; en Yalera,
genio galdosiano: la reproducción del mundo y el pensamiento sobresale el análisis y el estilo; en Palacio Valdés, la nota delicada
trascendental, lo concreto de las figuras y lo sublime de las ideas. y humorista; en Blasco Ibáñez, la fantasía y el vigor descriptivo.
La última obra de Galdós fué Santa Juana de Castilla (1918), Sólo cuando estas cualidades de fondo y de forma son poseídas
evocación poética de doña Juana la Loca en su ancianidad, sím­ todas juntamente, equilibradas, y en grado eminente, tenemos
bolo de la abnegación, de la humildad y del amor hacia los deshere­ al gran maestro: Pérez Galdós.
dados. En la primera etapa de su carrera literaria, el novelista parece
un hombre de acción que cree posible la reforma social por medios
7. L a ideología y el arte de Galdós. Este insigne maestro políticos. Luego, ya duda de la eficacia de los medios exteriores:
es el más leído de los escritores españoles; el leído por todas las el camino para mejorar la sociedad es el camino interior, el amor,
clases de la sociedad; el que es igualmente admirado por altos y la verdad, el cumplimiento de los deberes, esto es, el camino de
bajos; el que ha sido objeto de mayor número de estudios bio­ Cristo. Sólo con el amor se pueden remediar la injusticia, el dolor
gráficos y críticos; el que mayor influencia espiritual ha ejercido y la miseria. Este sentido espiritual es el que informa a Nazarín
en la raza española. Es el novelista de interés más universal. Es, (1895) y a las obras de fecha posterior. Pero se encuentra tam­
también, el autor más nacional: el que con más conocimiento y bién, aunque menos dominante, en sus más antiguas producciones.
penetración ha trazado el cuadro de la España contemporánea, ¿ Qué es Doña Perfecta sino un llamamiento poderoso a la tolerancia
de toda la extensión de su territorio y de todos los aspectos de su y al amor? Allí está ya la doctrina de su vida entera: todas las
vida. La única esfera en que no penetró es justamente la menos formas del dogmatismo son estériles; sólo el amor es fértil, sólo
española, la más cosmopolita: la esfera de la aristocracia. Conocía por las obras de amor podemos elevarnos a Dios.
como nadie todos los rincones de la geografía física y moral de Las simpatías de Galdós están claramente por la tolerancia y la
España. Buscaba siempre el contacto y comunicación con el libertad, pero su conciencia de artista le mantiene alejado de cual­
pueblo: viajaba en tercera clase, se alojaba en las posadas, por quier nota exagerada o ennegrecedora de los caracteres que re­
considerar aquélla y éstas como « excelente posición para hablar prueba. La única novela apasionada será, en todo caso, Doña
directamente con la raza ».24 En la obra de Galdós están, pues, Perfecta, porque aun en las que más se le parecen, en Gloria y La
representadas todas las provincias, todos los tipos, todas las cos­ familia de León Rock, hay serenidad y alteza al presentar el con­
tumbres y toda la historia española del siglo xix. En este flicto religioso. De su imparcialidad, al describir los excesos de
sentido de escritor nacional, sólo cuatro nombres se nos ocurren liberales y reaccionarios, da buena muestra el drama La fiera
que puedan figurar junto al de Pérez Galdós, en toda la historia (1896) ; imparcialidad que llegó a provocar los reproches de sus
literaria: Lope, Cervantes, Tirso y Calderón. correligionarios. Galdós nos parece estar, en serenidad y elevación
Por su completa y profunda visión, es el mayor novelista hispano moral, muy por cima de clericales y anticlericales.
de los tiempos modernos. Lo es, asimismo, desde el punto de Galdós era hombre religioso. Libre de dogmas, pero lleno de
vista meramente artístico: reúne ese conjunto de cualidades en que espiritualidad el corazón, y aun de místicos anhelos. Insiste en que
estriba la eminencia de los grandes maestros: de un lado, cono­ vivimos en medio de mentiras, y que nuestra salvación está en la
cimiento de la vida, observación penetrante, riqueza de ideas, verdad. Debemos seguir la ruta que nos señala la conciencia, sin
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considerar los prejuicios de la sociedad: porque esos prejuicios son época (v. gr., Doña Perfecta), y también en las posteriores hasta
mentiras tradicionales. No cesa en las exhortaciones al trabajo llegar a las últimas (v. gr., Amor y ciencia y Casandra). Pero es
y al fortalecimiento de la voluntad. Quiere borrar los prejuicios que no hay tipo que no tenga representación en sus novelas. El
religiosos, los prejuicios sobre la nobleza de la sangre (El Abuelo), fondo de los cuadros, paisaje, naturaleza física, está tratado con
los prejuicios aristocráticos sobre el deshonor del trabajo (Mariu- sobriedad, con maestría, sin prolijidad. Tiene, además, un valor
cha), los prejuicios sobre el honor conyugal (Realidad, Tristán, humano: las tormentas, el cielo, el paisaje, parecen, más que
Amor y ciencia). Pero siempre con virilidad de gran artista: ni cuadro, parte de la acción. «Galdós ha sido nuestro Balzac y
lamentaciones, ni lecciones de moral, ni pesimismos. Su arte es nuestro Dickens. Ha dominado, al par que el reino de la motiva­
impersonal; lo que aprendemos en sus obras no lo enseña el autor, ción interior, la poesía del pormenor externo, el arte de la minu­
lo enseña el espectáculo de la vida que copia. ciosidad descriptiva.»27
En las novelas en que pinta las desastrosas condiciones de la El lenguaje de su primera época es el lenguaje hablado, el fami­
sociedad (Fortunata y Jacinta, Lo prohibido, la serie de Torquemada, liar y corriente, con variedad y energía. El de sus últimos tiempos,
Misericordia, etc.), se ve que las enfoca con la luz del arte, no para es más esmerado y selecto. Cuando lo desea, y la materia se
que resalten los aspectos repulsivos, sino para que la sociedad se presta, alcanza su estilo una pureza clásica (v. gr., El caballero
beneficie con la enseñanza, para expresar una noble simpatía por encantado). Pero ni en las obras de estilo más cuidado se notará
los que sufren. « Sobre su aguda indignación contra los que opri­ el menor rasgo de purismo de academia o de amaneramiento. La
men al infortunado, resalta su simpatía por todo lo humano. »25 frase más bella, el período más redondeado, llevan el timbre de la
Simpatía, porque en el fondo del alma más perversa, vislumbra frescura y de la virilidad.
siempre un destello de bondad; en la cosa más insignificante, algo
útil; en la realidad más grosera, algo noble y poético. Nada debe [1] V. J. Montero, Pereda, Madrid, 1919.
ser enteramente despreciado. Su mirada es indulgente y paternal. [2] De tal palo tal astilla, en Obras completas, t. IV (Madrid, 1910), p. 444.
Hay sano optimismo en la obra galdosiana; hay fe en el posible [3] Pedro Sánchez, ed. escolar, etc. (con importante Introdudion), by Ralph
Emerson Bassett, Boston, 1907.
mejoramiento de los hombres. Su ironía es simpática, sin sar­ [4] Sotileza, en Obras completas, t. IX, p. 558.
casmos. El humorismo de Galdós es de calidad superior. Es el [5] Boris de Tannenberg, Pereda, en L ’Espagne Uttéraire (lre. série), Paris,
humorismo que brota espontáneo, no del autor, sino de los carac­ 1903, p. 255.
teres mismos y de las situaciones. Aun en las obras de tendencia [6] Pardo Bazán, Polémicas y estudios literarios, en sus Obras completas,
ideal y simbólica, se halla siempre, en algún episodio o en algún t. VI, p. 30.
[7] Tannenberg, op. cit., p. 270.
tipo, aquella fuerza extraordinaria del maestro para evocar la [8] Peñas arriba, en Obras, t. XV, págs. 10-11.
realidad más humana, pintoresca y graciosa, como el Santo Pajón [9] Ibid., p. 23.
y varias figuras más, v. gr., en La razón de la sinrazón. [10] Ibid., p. 25.
En la motivación de sus personajes, Galdós no tiene rival. En [11] V. R. Emerson Bassett, loe. dt., págs. xxiii-xxiv.
matizar un carácter y en desarrollarlo, tampoco; los vemos crecer, [12] V. C. Eguía Ruiz, Un novelista original: Pereda, en Literaturas y litera­
tos (Ira. serie), Madrid, 1914.
evolucionar, agrandarse. Y estos caracteres son españoles de
[13] Menéndez y Pelayo, Prólogo a Los hombres de pro, en Obras de Pereda,
nuestro tiempo, pero, por su concentrada humanidad, tipos uni­ 1.1, p. xlv.
versales: « son tan universales como los de Cervantes, porque [14] Pérez Galdós, Prólogo a El sabor de la tierruca, Obras, t. X, p. 15.
sus existencias están tejidas con los hilos eternos del amor, del [15] V. Leopoldo Alas (Clarín), Galdós, en Obras completas, t. I, Madrid,
destino y de la muerte ».26 Abundan en las novelas de Galdós los 1912; L. Antón del Olmet y A. García Carraña, Galdós, Madrid, 1912;
Rafael de Mesa, Don Benito Pérez Galdós, Madrid, 1920.
tipos de psicología mórbida, los alucinados y los locos. Estas [16] V. Cotarelo, Catálogo sincrónico de las obras de Galdós, en Boletín de la
manifestaciones anormales se encuentran en las obras de la primera Real Academia Española, t. VII, págs. 150-157.
586 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A

[17] Andrenio, Los « Episodios Nacionales » de Galdós y otras de sus novelas,


en Novelas y novelistas, Madrid, 1918, p. 32.
[18] Doña Perfecta, ed. escolar, etc., by A. R. Marsh, Boston, 1897; sobre las
numerosas traducciones inglesas de Galdós, y de otros españoles contem­
poráneos, puede verse mi libro El hispanismo en Norte-América, Madrid,
1917, págs. 357-396.
[19] Marianela, cap. XXI; ed. escolar, etc., by J. Geddes and J. C. Pala- CAPITULO XLI
mountain, Boston, 1924; ídem by J. P. Wickersham Crawford, New York,
1926. NOVELISTAS PR IN C IPA L E S
[20] La loca de la casa, ed. escolar, etc., by J. Warshaw, New York, 1924.
[21] V. Ernest Martinenche, Le théàtre de M. Pérez Galdós, en Revue des 1. Pardo Bazán: sus trabajos de crítica; sus cuentos; las novelas:
Deux Mondes (1906), t. XXXII, págs. 833-834; Ramón Pérez de Ayala, Las Los Pazos de Ulloa, Insolación, La Sirena negra, etc.; la Pardo Bazán
máscaras, Madrid, 1924,1.1, págs. 13-83. y el naturalismo; crítica. 2. Leopoldo Alas, crítico, cuentista y nove­
[22] Electra, ed. escolar, etc., by O. G. Bunnell, New York, 1902. lista: La Regenta. 3. El Padre Cohma: la sátira de la aristocracia y
[23] Mariucha, ed. escolar, etc. (con importante Introduction), by S. Gris- Pequeñeces. 4. J. Octavio Picón: novelas principales; cuentos;
wold Morley, Boston, 1921. críticas de arte. 5. Palacio Valdés: volúmenes de crítica; las primeras
[24] Pérez Galdós, Prólogo a Vieja España (Impresiones de Castilla), por novelas; La Hermana San Sulpicio, y otras obras; La alegría del capi­
José María Salaverría, Madrid, 1907, p. xiii. tán Ribot, y libros posteriores; crítica de Valdés. 6. Autores varios:
[25] Morley, he. cit., p. xxiii. Ortega Munilla, Matheu, Pérez Nieva, etc.
[26] Salvador de Madariaga, Benito Pérez Galdós, en The Genius of Spain
and Other Essays on Spanish Contemporary Literature, Oxford, 1923, p. 50 I. Pardo B azán. Doña Emilia Pardo Bazán (1851-1921), de
(versión española, Semblanzas literarias contemporáneas, Barcelona, 1924). La Coruña, es la mujer más ilustre que han tenido las letras es­
[27] Andrenio, op. cit., p. 111. pañolas en el siglo xix. Por sus méritos de escritora le fue con­
cedido el título de condesa de Pardo Bazán; y, para que ella la
desempeñase, fué creada una nueva cátedra de Literaturas neo­
latinas en la Universidad de Madrid.1
Escribió cuentos, novelas, poesías, libros de viajes, estudios
sociales, de crítica histórica, de crítica literaria. Entre los libros
de viajes, citaremos Al pie de la Torre Eiffel, Por Francia y Ale­
mania y Por la Europa católica. En el grupo de los libros de
crítica histórica, sobresale el de San Francisco de Asís (1882),
hermoso por la inspiración cristiana y por la apropiada evocación
del ambiente medieval italiano que encuadra la figura del santo
de Asís. En la crítica literaria, son sus obras principales el Estudio
crítico de las obras del P. Feijóo; las dos series de Los poetas épico-
cristianos (Dante, Tasso y Milton; Hojeda, Klopstock y Chateau­
briand) ; el tomo de La cuestión palpitante, interpretación y defensa
del naturalismo muy aplaudida por Zola; los tres volúmenes de La
revolución y la novela en Rusia; y el importante estudio de La litera­
tura francesa moderna.
En los estudios de estética y crítica literaria, es la Pardo Bazán
una de las mayores figuras de la época contemporánea; creemos
que le corresponde el lugar inmediato a Menéndez y Pelayo y a
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.i&sÜr'-i'íL

588 RENACIMIENTO DE LA L I T E R A T U R A NOVELISTAS PRIN CIPA LES 589


Valera. Fuera de éstos, ninguno otro nos parece igualarle en inevitable caída de Eva, tan marcada la prolijidad en las descrip­
intuición, discernimiento y nutrida cultura literaria. Sus mono­ ciones semitécnicas (como la confección de un cigarrillo), y la pin­
grafías sobre escritores modernos, en especial sobre Campoamor, tura de lo brutal tan minuciosa, que ha sido calificada de novela
Alarcón y el P. Coloma, contienen las apreciaciones más hondas, naturalista. El cisne de Vilamorta (1885) está inspirada también
comprensivas y brillantes que acerca de ellos se han emitido. Hay en un crudo realismo y en una lógica implacable y despiadada.
que leer sus críticas innumerables para comprender el derroche de Los Pazos de Ulloa (1886) es la obra maestra de la Pardo Bazán:
talento de esta mujer. Tenía prejuicios literarios — como suelen
En una casa solariega, cuyo nombre sirve de título a la obra, situada en
tenerlos los críticos que al par son creadores —, aunque en menor
los campos de Galicia, reside cierto joven marqués, mozo rústico y for­
escala, menos intransigentes, que los prejuicios de Valera; y, sin nido, de instintos despóticos. Tiene por amante a su criada Sabeí, her­
embargo, podía desprenderse de ellos por un esfuerzo de rectitud mosa hembra, hija del mayordomo; éste, Primitivo, encuentra muy
crítica. No se dejaba ofuscar por sus propias inclinaciones, como plausible el concubinato, y se aprovecha para explotar al señor. Llega a
si al coger la pluma tuviera la conciencia, el sentimiento vivo de los Pazos un nuevo capellán, joven que acaba de ordenarse; será capellán
responsabilidad, el sincero propósito de acertar del juez que falla y secretario del marqués. Desde el primer instante, el mayordomo ve en
vida o muerte. Sólo tratándose de Pereda, la hemos visto perder él un enemigo; le hace guerra sorda y villana; entre los medios de ataque,
su habitual sensatez, llevada de prevenciones y resquemores contra se vale de Sabel, que accede muy gustosa a hechizar a Julián, el joven
el novelista montañés. clérigo; pero fracasa en sus tentativas completamente. Cuando Julián
Como cuentista, pocos le llegan. Alarcón le aventaja en buen trata de poner orden en la administración de la hacienda del marqués,
ángel y humorismo. Pero es el solo cuentista euyo nombre pueda todo son obstáculos, que amontona Primitivo. Éste domina a su amo.
El marques se marcha a la capital, y vuelve casado con una prima.
aparecer dignamente al lado del suyo. Y la cantidad y la calidad
Esta inocente y candorosa criatura, metida en aquel infierno de casa, es
van asociadas en este caso. Pasan de ocho tomos los cuentos la víctima de los brutales instintos del marqués, de las perfidias de Primi­
coleccionados de la Pardo Bazán: Cuentos de Marineda, Cuentos tivo, del odio de Sabel y del enjambre de brujas que allí se anidan; el
nuevos, Cuentos de amor, Cuentos sacroprofanos, Cuentos dramáticos, apoyo espiritual de la marquesita es Julián; una calumnia forjada contra
Cuentos de la patria, Cuentos antiguos, etc. En general, los mejores ambos por Primitivo, precipita el desenlace; el capellán es arrojado indig­
son los de ambiente regional, los de la tierra gallega. Suele citarse namente de los Pazos; en el camino encuentra el cadáver del mayordomo,
entre los excelentes, el Nieto del Cid, un cura de aldea que, en el asesinado por una mano justiciera; la angelical marquesita sucumbe bajó
presbiterio, se defiende heroicamente contra una partida de ban­ el martirio.
doleros, hasta sucumbir; cuento raro y de felicísima ejecución.
La primera novela que compuso es Pascual López (1879), Se ha celebrado, en esta novela, el brío del relato; la animada
autobiografía de un estudiante de medicina, realista en la primera descripción de la vida en las aldeas y de la política de campanario,
parte y de cierta fantasía romántica en la segunda parte; repre­ con su madeja de intrigas y miserias; las escenas humorísticas, y
senta el período de tanteo literario que suele preceder a la labor de tanta verdad; los hermosos panoramas; la magnífica galería de
característica, con propia personalidad, de todo escritor; brillan el personajes; y el poderoso aliento que anima a toda la obra. « En­
estilo y el arte de composición.2 Le siguió Un viaje de novios (1881), tre las novelas provincianas y regionales, solamente las de Pereda
en cuyo prólogo habla por vez primera del naturalismo francés, exceden en quilates artísticos y perfección absoluta a Los Pazos de
para elogiar la observación minuciosa y exacta que lo distingue, y Ulloa. »3
deplorar, como yerros artísticos, la preferencia por asuntos La Madre Naturaleza (1887) es a modo de segunda parte de la
repugnantes, su nimia prolijidad y su perenne tristeza. No obs­ anterior novela. El drama formidable de Los Pazos de Ulloa,
tante, en la novela inmediata, La Tribuna (1882), cuya protago­ drama de pasiones y de acontecimientos, se torna aquí en drama
nista es una revolucionaria, el asunto es tan escabroso, con la interior. Perucho, el hijo natural del marqués de Ulloa y de su
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criada Sabel, y Manolita, la hija legítima de éste, conciben el uno ven dentro de la atmósfera más natural, con esos detalles precisos,
por el otro un amor incestuoso; la historia de estos amores, con la con esos pormenores realistas, que nos dan la sensación de la vida
final desesperación y partida del muchacho (que es informado del que pasa.
vínculo familiar), forman el asunto. Grandioso es el escenario de la Se ha considerado a la Pardo Bazán como introductora del
naturaleza donde se agitan las figuras, y tanto por esto como por naturalismo en la novela española. Quien lea con atención La
el carácter primitivo de tales amores, queda espléndidamente jus­ cuestión palpitante echará de ver que la autora habla mucho del
tificado el título de La Madre Naturaleza. naturalismo, de Zola y de su escuela; que ella lo interpreta a su
Pocas novelas conocemos donde el nacimiento y desarrollo de la modo, y que, tal como lo entendía, lo defiende; pero que el natura­
pasión amorosa estén presentados de modo tan seductor y humano lismo de la condesa, el defendido teóricamente en el citado volu­
como en Insolaáón (1889), que es una glorificación de la alegría men, y el llevado al arte en sus novelas, no es otra cosa que lo
de vivir. Encanta la maestría con que la novelista ha vencido, con siempre conocido entre nosotros con el nombre de realismo. La
difícil facilidad, las situaciones, ideas y sentimientos de dos enamo­ fidelidad en los traslados de la vida real, la pintura de lo repulsivo
rados de sangre joven y ardorosa, borrachos de pasión. La trama y de lo agradable, la abundancia de pormenores, todo ello es lo
es tan natural y española, los caracteres tan de nuestra sangre, el propio del realismo español. Lo característico del naturalismo, lo
movimiento de la obra tan regular, el ambiente tan bien dibujado, substantivo, es el determinismo y el pesimismo. Y no pueden
tan picante y castizo el lenguaje, que bien puede calificarse a desaprobarse ambos con mayor energía que lo hace ella en La
Insolación, por su brevedad y mérito, de joya literaria. De pare­ cuestión palpitante. Su obra novelística es un paisaje variado y
cido corte es otra historia amorosa, Morriña, publicada en el armónico, donde encontramos toda la escala de colores, sin que
mismo año. prevalezcan los negros y los pardos, como en los retratos de los
Una cristiana y La prueba, impresas en 1890, por su esplri­ cortesanos velazqueños o en los cuadros literarios de los naturalis­
tualismo, representan nueva fase en el arte de la Pardo Bazán: tas. Y en cuanto al determinismo, era ferviente católica, y jamás
una mujer que encarna todas las bellezas morales de su sexo, y un pensó en que se pudiera reemplazar con aquél el libre albedrío.
hombre, un fraile, que es el modelo de todas las virtudes viriles. La Pardo Bazán fué conservadora en materias sociales y polí­
Ambas novelas encierran plenitud de misticismo, pero sin ideali­ ticas. Como novelista, en cambio, tuvo siempre fija la mirada
zación de las figuras ni de los hechos. En cambio, en La piedra hacia adelante y en el pueblo. Esta mujer es de una inusitada
angular (1891) tenemos el sombrío análisis de los sentimientos y de franqueza en su arte, pero guarda el decoro. Ha escrito algunas de
la vida de un verdugo, narración dramática del mayor interés. las páginas más atrevidas de estos tiempos: no ha dejado por decir
Dejando aparte otras novelas de la Pardo Bazán (Doña Milagros, nada, nos ha dado cabalmente la impresión del hecho real; y,
El saludo de las brujas, Misterio, Un destripador de antaño, Bucólica, sin embargo, queda a salvo el respeto, porque no copia la sensación,
etc.), citaremos las dos novelas en que se acentúa la evolución que es donde está la repugnancia. Su objeto era hacer una copia
de la escritora, hacia un cristiano espiritualismo y una predo­ de la realidad con lo que en sí comprende de materia y de espíritu;
minante consideración del aspecto psicológico: La Quimera (1905) jamás falsificarla: « Lícito es callar, pero no fingir. »4 Y al paten­
y La Sirena negra (1908). La primera tiene por personaje central tizar las bellezas recónditas del alma, hacerlo sin falsos idealismos.
a un artista que simboliza el exaltado idealismo, la incertidumbre Nota distintiva del arte de esta mujer es la virilidad. Los Pazos
y el desasosiego que inflaman y consumen vanamente a muchos de Ulloa, especialmente, ya miremos al paisaje, a los caracteres,
espíritus selectos. La Sirena negra es la historia de la conversión al modo de conducir el hilo de la acción, o al estilo, es una de las
de un joven disoluto que, hastiado de la vida, siente la misteriosa e creaciones más poderosas de la literatura española contemporánea.
invencible atracción de la sirena negra, de la muerte, hasta que el El estilo de la Pardo Bazán no es ni primoroso y repujado, ni
relámpago de la fe ilumina su alma. Ambas novelas se desenvuel- desaliñado y flojo. Responde exactamente a la siguiente doctrina
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suya: « cuando habla el autor por cuenta propia, bien está que se 3. E l Padre Coloma. El P. Luis Coloma (1851-1915),
muestre elegante, elocuente y, si cabe, perfecto; a cuyo fin debe jesuíta andaluz, se dió a conocer como escritor con Pequeñeces,
enjuagarse a menudo la boca con el añejo y fragante vino de los novela que se puso a la venta a principios de 1891 ; pocas semanas
clásicos, que remoza y fortifica el estilo; pero cuando haga hablar después, corría su nombre de boca en boca.9 La murmuración
a los personajes, o analice su función cerebral y traduzca sus pen­ pública, siempre ociosa, identificó a los personajes de esta novela
samientos, respete la forma en que se producen y no enmiende la con encumbrados títulos de la aristocracia madrileña. Estaba
plana a la vida ».6 hecha con cierta fruición belicosa contra la sensualidad, la fri­
volidad, la vanidad, la soberbia y el deshonor conyugal del alto
2. Leopoldo Alas. Leopoldo Alas (1852-1901), asturiano, mundo, o cuando menos, de una sección de él. Puesta de moda por
hizo célebre su seudónimo de Clarín; crítico satírico y agresivo, entonces la sátira de la aristocracia, el desconocido novelista
fué en verdad agudo clarín de guerra. En el estilo, es acaso el acertaba en aquella pintura, en la cual habían estado fronteros
crítico que más se parece a Mariano José de Larra: véanse los del fracaso maestros como Pereda. Y el autor era jesuíta, y su
cinco tomos de Solos de Clarín y sus innumerables Paliques; orden, tan rigurosa, había concedido licencia para la impresión.
entre los estudios más extensos e importantes, Galdós y La crítica Considérese todo ello, y se comprenderá el escándalo y el triunfo de
y la poesía en España. Brilla como cuentista en las colecciones de Pequeñeces.
El Señor y lo demás son cuentos, Cuentos morales y El gallo de La existencia de Currita Albornoz, y sus amores, enlazados con
Sócrates. Bellísimos son, especialmente, los titulados ¡Adiós, las intrigas de la aristocracia para restaurar en el trono a los Bor-
cordera!6 de inspirado bucolismo, Zurita, deliciosamente humorís­ bones, allá hacia 1872, constituye el asunto de la novela. Currita
tico, y El sombrero del señor cura, quisicosa llena de primores. De es «una de esas reinas de la moda que empiezan escotando los
sus novelas cortas, son las mejores Pipá, muy analítica y docu­ trajes y acaban escotando las costumbres», que señorea en los
mentada, Doña Berta, de tono romántico, y Cuervo, admirable salones e influye en la política. Su marido, el marqués de Villa-
tipo de un laico clerical. melón, en su juventud libertino y deportista, es ahora en la edad
Notable es, entre las novelas largas, La Regenta (1884-1885), madura una especie de cerdo de Epicuro. Es marqués, pero como
« muestra feliz del naturalismo restaurado » en opinión de Galdós,7 hombre, sólo « un tubo digestivo », para quien el matrimonio es la
novela muy extensa, pero gustosa, donde bulle un mundo entero fusión de dos rentas. Cuando Currita le da un colega, casi ten­
de figuras graves, risueñas, ridiculas, y la entera vida clerical, tado está lector de aplaudirla. Las frases de Coloma, en particular
social y política de una atrasada capital de provincia; donde se al caracterizar a un personaje, son lacónicas y definitivas, como
pone al descubierto lo mejor y lo peor de cada casa: digo, el cuando declara: « entro Isabel Mazacán . . . demasiado señoril
novelista lo descubre, el lector lo vive. para cocotte, demasiado desvergonzada para gran dam a» ;10 o
De toda la producción de Clarín trasciende una constante pre­ cuando dice del credo religioso del marqués: « Creía en Dios, como
ocupación ética, y así practica él ese arte que adoctrina; no con la en una persona excelente con quien se cumple de sobra dejándole
mirada adusta del moralista, sino con la ironía sutil de un espíritu de cuando en cuando una tarjeta en el cancel de una iglesia. »11
culto que ha vivido mucho en los libros y en la ancha plaza del En los cuentos y novelitas, que son muchos y buenos, el P.
mundo. « Fué un ecléctico sutil y delicado; le atraía lo nuevo; Coloma da rienda suelta a su desdén, hostilidad y pesimismo al
tenía un espíritu de rebeldía, de insumisión. Pero al propio tiempo, hablar de la clase aristocrática, en cuya esfera es el maestro.
sentía una tierna añoranza por el pasado, por la pretérita le­ Tiene igualmente cuentos de ambiente popular (v. gr., Juan M i­
janía . . . » 8 En la última parte de su vida, se inclinó a la mayor seria), narraciones de fondo histórico, como los Retratos de an­
sencillez, a la profunda reflexión y al idealismo simbólico: v. gr., taño, y cuadros de costumbres, como lo son varios de Lecturas
en los cuentos de El gallo de Sócrates. recreativas. Citemos de sus cuentos el titulado / Era un santo!,
594 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A NOVELISTAS PRINCIPALES 595

y escuchemos sólo a un personaje, por cuya boca el jesuíta increpa 5. P alacio Valdés. Armando Palacio Valdés (n. 1853),
a las devotas elegantes: natural de Entralgo, villa en las montañas de Asturias, estudió la
« Ni yo soy náa, ni náa me importa . . . Pero me gusta ver a las obras carrera de Leyes en la Universidad de Madrid, y desde 1876 fué
acordes con las ideas . . . Si un cristiano se muere, que le lleven un cura; director de la Revista Europea, la más importante de aquella, época.
y si se muere un egipcio, que le lleven una vaca, para que se agarre al rabo Su vida no es la del novelista profesional, sino la del caballero, la
y muera contento . . . Pero lo que no entiendo es a esa gente devota . . . del hombre de mundo, que vive alejado de las contiendas y ter­
j una barbaridá de golpes de pecho, y luego llega la muerte y se asusta tulias literarias, indiferente a la popularidad. Tal vez explique
del cura! . . . Pues, ¡ caramba !, si creen ¿ por qué no obran?; y si no esto en parte, aunque parezca cosa de todo punto inexplicable, el
obran ¿ qué demonche es lo que creen ? »12 silencio que la prensa ha guardado durante largos años acerca de
El P. Coloma es más observador que artista. Delicadeza, poesía, su producción.15
bien escasas andan en sus obras; es austero, frío y seco por lo Cultivó primero la crítica literaria. En estos volúmenes de
común. Mezcla demasiado la prédica moral con el arte. Descuella crítica .(.Los oradores del Ateneo, Los novelistas españoles, Nuevo
en lo irónico y satírico, y en las frases incisivas. El estilo es suelto, Viaje al Parnaso, y, en colaboración con Clarín, La literatura de
muy vivo y, a menudo, desaliñado. 1881), vemos al autor unas veces serio y trascendental, otras jovial
y humorista: humorismo de buen tono, en que se mezcla la in­
4. J. Octavio P icón. De bien distinta índole que el anterior, tención satírica con una aparente seriedad y candor de la forma.
es Jacinto Octavio Picón (1851-1923), madrileño, que deja el Como autor de cuentos y novelitas, tiene algunos excelentes; recor­
adoctrinar para el docto, como el moralizar para el virtuoso; él daremos / Solo!, Seducción y Los Puritanos.
sólo quiere cultivar el arte por el arte mismo.13 En Dulce y sabrosa El señorito Octavio (1881), la más antigua de sus novelas, es,
(1891) y en Juanita Tenorio (1910), no se propone, ni tampoco en como reza el subtítulo, novela sin pensamiento trascendental;
sus demás novelas, hacer soñar al lector, « sino sentir »,14 poniendo bien estudiado el carácter del protagonista, mucha observación,
en juego su perspicaz talento para desnudar las almas, sembrando gentil humorismo, pero la acción está diluida y carece de interés;
de chispeantes agudezas el diálogo, y paseando su espejo de artista lo saliente es la vena graciosa. Marta y María (1883), en cambio,
por ciudades y campos, sin prisas, apacible y entretenidamente. es una novela hermosa. Su asunto, en pocas líneas, es como sigue:
Otras novelas de Picón son Lázaro, La hijastra del amor, Juan
Vulgar, El Enemigo, La Honrada y Sacramento. Escribió varias El joven marqués de Peñalta, oficial de Artillería, se va a casar con su
colecciones de cuentos de encantadora amenidad y de bastante prometida María de Elorza; la muchacha, tan alegre y bulliciosa en otros
desenfado erótico (Cuentos de mi tiempo, Tres mujeres, etc.). Buen tiempos, se ha ido haciendo taciturna y melancólica, poseída de creciente
crítico de arte, es autor de una importante biografía y crítica del ardor místico; ella le ama, pero desea aplazar la boda; le parecen frívolos
gran maestro de la pintura española (Vida y obras de don Diego y mundanos aquellos amores tan naturales; aspira a la unión elevada y
Velázquez), de un excelente estudio sobre El desnudo en el Arte, y espiritual, al modo de Santa Isabel de Hungría y el duque de Turingia,
nos ha dejado los valiosos Apuntes para la historia de la caricatura que después del matrimonio vivieron como hermanos. Todos los esfuerzos
(1878). del novio para hacerla desistir resultan infructuosos; la boda se aplaza;
Como novelista, descubre en sus primeros tiempos una visible cesan las tiernas expansiones de tiempos pasados; María se consagra con
redoblado fervor a las prácticas religiosas; admírase en el pueblo la
tendencia anticlerical; más tarde, prevalece la tendencia erótica.
devoción y santidad de la joven.
Es autor poco variado, pero sutil e ingenioso, ligero y alegre: el El marqués, entre tanto, halla placer en la compañía de Marta, hermana
novelista de la amena frivolidad. En su prosa, bien matizada, se de María, chiquilla de carácter equilibrado y delicioso, muy alegre y de
combina lo pintoresco del lenguaje popular con un atildamiento virtudes activas. Él la trata con grandísima familiaridad, como a una
muy castizo. personilla menor; pero no lee claro en su alma: la chiquilla tiene unas
596 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A NOVELISTAS PRINCIPALES 597

cosas. . . ¿si estará enamorada ?, se pregunta el lector. Volvamos a novela el misterio, el terror y la majestad del océano. Palacio
María: en su irreflexiva exaltación religiosa, no hay deber filial, amor, Valdés hizo aquí, en preciosa miniatura, lo mismo que Pereda
lealtad, cosa humana, que no sacrifique; creyendo servir la causa del había hecho el año anterior en sú vasto lienzo de Sotileza; ésta
Señor, toma parte en una conspiración carlista para apoderarse de la sobresale en el vigor, aquélla en la armonía del conjunto.
fábrica de fusiles que hay en el pueblo; al mando de la fábrica está el
En las novelas Riverita y Maximino descuella la nota sentimen­
marqués; en compañía de otros conspiradores, María es detenida por
tropas del gobierno, sometida a un consejo de guerra, y al cabo, aunque se tal, pero de verdad humana y profunda. Refiriéndose a la pro­
confiesa culpable, es perdonada. Luego, impulsada por su misticismo, tagonista de la segunda novela, decía el autor fundadamente pocos
toma el hábito de monja. Cuando el joven oficial, trasladado en el ser­ años más tarde: « Su historia sencilla ha hecho derramar muchas
vicio, está a punto de abandonar el pueblo, descubre al fin el secreto de lágrimas.»18 Pasan de doscientos mil los ejemplares vendidos de
Marta, comprende el significado de aquellas cosas de la muchacha que la versión inglesa de Maximino.
había encontrado inexplicables: Marta le amaba, y Marta será su esposa. En El cuarto poder volvemos a encontrar la ironía, y aun la farsa
cómica, con las rivalidades políticas y las intrigas de sociedad que,
Muchos son los méritos de esta novela: la sobriedad y facilidad
en una población asturiana de segundo orden, provoca la fundación
de la inspiración; el animado reflejo de las costumbres locales;
del primer periódico local; son muchos los personajes que en ella
la combinación de ternura, alegría y gravedad; el sostenido interés
figuran, pues apenas hay casa donde no tengamos algo que atisbar,
del relato; el proceso de la fantasía mística de María, desde que
y la variedad de episodios predomina sobre la unidad de la acción.
siente el primer escrúpulo hasta que renuncia al amor humano; el
Con La Hermana San Sulpiáo (1889) pasamos a Andalucía:19
proceso del amor de Marta, o más bien, sus veladas manifesta­
ciones; las escenas preciosas entre ésta y el marqués, y sobre todo Un médico joven, gallego, de temperamento esencialmente lírico,
la del ultimo capitulo, cuando él sueña que Marta le quiere, y el conoce en el balneario de Marmolejo a la hermana San Sulpicio, sevillana;
sueño y la realidad aparecen confundidos; el arte, en fin, con que es ella, claro está, virtuosa mujer, pero llena de sana alegría, de una gracia
el autor trasparenta los estados espirituales, sin analizarlos ni provocativa y seductora: la alegría y la sal andaluza no están reñidas con
explicarlos de palabra. Años después, en nueva edición de la la virtud, piensan todos al verla. Sanjurjo, el médico-poeta, se enamora
novela, consignaba Palacio Valdés: de la hermana San Sulpicio; entérase de que dentro de un mes, fecha en
que debería reanudar los votos, no los reanudará. Por allí anda un mozo
« No he querido en la presente obra herir el misticismo verdadero ni
malagueño también entusiasmado con la hermanita; hay, pues, celos,
ridiculizar la vida contemplativa. Pero existen y han existido siempre
rivalidades, y todo con sordina. Ella toma a broma la situación, simpá­
seres que transportan la santidad del corazón a la fantasía, de la vida a la
tica y graciosamente; ni pierde su alegría ni cesa en sus saladísimas y
quimera ..., y contra espíritus exaltados, imaginativos, en el fondo vani­ oportunas respuestas.
dosos y egoístas, van las presentes páginas. »16
Parte con otra compañera y la superiora para el convento de Sevilla;
El idilio de un enfermo (1883), amores entre cierto joven de la y allá las sigue Sanjurjo. Trata él de entablar correspondencia, pero
ciudad y una aldeana, es novela que atrae por los cuadros de la inútil: es decir, sólo consigue una lacónica respuesta de Gloria, nombre
naturaleza que le sirven de fondo, pero apenas existe acción, y los de la hermana San Sulpicio; son dos renglones nada más, pero vaya si son
caracteres no llegan a interesar por falta de desarrollo. alentadores: « Sigue usted tan gitanillo como antes. Después que salga
del convento hablaremos ». Y sale finalmente del convento, no habiendo
De acción concentrada y dramática es José (1885), cuyo asunto
reanudado los votos; al principio se resiste a hacer el papel de novia, pero
central es la pasión amorosa que une a los pescadores José y Elisa, el amor progresa, y los jóvenes hablan de la boda como cosa definitiva
triunfantes sobre la negra oposición de unos y sobre las adversi­ Grave obstáculo es la oposición de la madre de ella; los intereses se mez­
dades del destino.17 Es un espectáculo sorprendente del vivir y del clan con el amor; el idilio está a punto de ser cortado por un destino cruel.
sentir de los pescadores del Cantábrico; alternan en admirable Y cuando Gloria va a ser conducida de nuevo, y contra su voluntad, al
concierto las sombras y las luces; nos impresiona también en la convento, Sanjurjo la rescata valientemente; fuerte escándalo; Gloria
598 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A NOVELISTAS PRINCIPA LES 599

es depositada entonces en casa de un pariente, y el curso de los aconteci­ todo ternura y resignación en sus platónicos amores de tierra
mientos toma nuevo y felicísimo giro, que acaba en la vicaría. adentro.20 Es de marcado sabor espiritualista:
El capitán se enamora apasionadamente de Cristina; la ha conocido a
Después de leer la novela, le parecerá al lector haber estado
causa de un accidente, en el cual Ribot salvó a la madre. Pero Cristina
en la gran Sevilla, visto sus calles y plazas, presenciado giras en el
resulta ser casada y virtuosa. El marido, Martí, que estaba ausente,
Guadalquivir, encierro de toros, juergas flamencas; le parecerá regresa a poco a Valencia; y, desconociendo la pasión de Ribot, y agra­
haber convivido con sus habitantes, y se le quedarán grabados decido por haberle salvado la vida a la madre, le invita a pasar alguna
una serie de tipos curiosos y originales. Bellísimas son, sobrema­ temporada en una de sus fincas. Cristina, leal a su marido, sabe reprimir
nera, unas cuantas páginas evocadoras de la Sevilla nocturna, amistosamente, pero con firmeza, las efusiones de Ribot. Un día, cuando
cuando Sanjurjo vaga por las calles aguardando la hora de la cita. él se cree a punto de ser correspondido, se descorre el velo de su ceguera:
Y gentilísima y deliciosa creación femenina es la inolvidable ve la imprudencia de su amor, la ingratitud hacia el noble y confiado amigo,
hermana San Sulpicio. En cuanto al arte de composición, en todos la tremenda negrura que encerraría un adulterio, y sus terribles conse­
sus aspectos, sólo diremos que esta novela es quizá la más notable cuencias; y desde entonces se limita a seguir adorando en silencio, con
de Palacio Valdés. respeto, a la digna mujer.
Una noche, el capitán oye por casualidad cierta conversación entre
La Espuma, en la cual conocemos al mundo elegante de la corte,
Cristina y Castell, socio mercantil del marido, en quien éste tiene de­
y El Maestrante, también sobre gente principal de una capital
positada la mayor confianza; Castell, enamorado de Cristina, trata de
asturiana, son de tendencia naturalista. Cuéntanse entre las forzarle la voluntad con amenazas de arruinar a su esposo; el capitán
menos valiosas del autor, aunque la primera es de las suyas más interviene, y hay una escena violenta, que no llega a conocimiento de
leídas en Inglaterra, y la segunda un impresionante estudio de la Martí. Falsas apariencias, interpretadas con injusticia para Ribot, cau­
pasión de los celos. La misma influencia del naturalismo francés san la partida de éste, fríamente despedido por el dueño.
se han señalado en La Fe y en El origen del pensamiento, que en­ Después de algunos años de navegación, el capitán vuelve a entrar en
vuelven una sátira contra la falsa fe aquélla, contra la falsa curiosi­ aquella casa: Martí, arruinado por su socio, y gravemente enfermo, ha
dad científica ésta. La primera, de acción compleja, nos parece sabido la lealtad de Ribot. Al fallecer Martí, el capitán arregla las cuentas
digna del mayor elogio por la justa ponderación de los valores de la familia, pudiendo salvar de la bancarrota lo necesario para que
dramáticos en la composición, y por la singularísima presentación Cristina viva decorosamente. Aspira entonces a casarse con ella, pero
Cristina quiere seguir fiel a la memoria de su esposo. Y Ribot se contenta
de las evoluciones de la fe en el apocado espíritu de un clérigo de
con una dulce amistad, que es su alegría:
aldea, que pasa de la fe ciega a la indiferencia, salta a la incredu­
lidad, se hunde en el ateísmo, y torna al cabo a la fe verdadera. «Soy el artista de mi dicha: este pensamiento aumenta mi gozo. Y
Y de no menos valor psicológico que el caso de este Padre Gil, son cuando la muerte inexorable llame a mi puerta, no tendrá que llamar dos
los casos de la histérica Obdulia y del escéptico don Alvaro, los veces. Con pie firme y corazón tranquilo saldré a su encuentro y le diré
entregándole mi mano: lie cumplido con mi deber y he vivido feliz . . . Aquí
otros dos personajes principales.
me tienes. »21
En Los majos de Cádiz bulle la sangre ardorosa de la gente de
rompe y rasga de aquella población andaluza: amores y celos, En esta novela están equilibrados a la perfección los diversos
disputas, zambras y juergas, riñas y carnavales; todos los carac­ elementos literarios. Vale tanto el estudio psicológico como el
teres son del bajo pueblo, bien plantados en cuatro plumadas, el estudio de las costumbres, de las costumbres valencianas. Ribot
ambiente bien reproducido, la acción llena de interés, convencional es una de las más afortunadas creaciones de Palacio Valdés. Pero
y flojo el desenlace. preferimos la deliciosa hermana San Sulpicio: al admirable
Entre las mejores novelas de Valdés, figura en primer término capitán sólo le falta que lo canonicen.
La alegría del capitán Ribot (1899), autobiografía de un lobo de mar, La aldea perdida puede calificarse, más bien que de novela, de
600 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A
NOVELISTAS PRIN CIPA LES 601
inspirado cuadro de la existencia patriarcal en los campos de
El norteamericano Showerman — el mejor crítico que ha tenido
Asturias. El protagonista de Tristón o el 'pesimismo es uno de esos
nuestro novelista — señala como características de su genio la
hombres ricos y desequilibrados, llenos de hastío, tristes sin mo­
sencillez, la sobriedad, y el sentido de proporción y equilibrio que
tivo; y en contraposición tenemos el tipo nobilísimo del caballero
son atributos del arte helénico: en el argumento, en los personajes,
cristiano, sostenido por la fe en los combates de la vida; las últi­
en el escenario, y en el lenguaje, que corre flúido y natural, sin
mas palabras de la novela resumen el pensamiento de ella: «El
exquisiteces retóricas y sin flojedad; para Valdés, como para los
cielo se desplomó sobre mí, es cierto; pero yo me abracé a é l . . .
clásicos de la antigüedad, el elemento humano lo es todo, y mero
y ya lo ves, me he salvado.» Papeles del doctor Angélico se titula
accesorio lo demás. Y en punto a distintivas clásicas, atribúyele
una colección de ensayos, cuentos trascendentales, meditaciones
asimismo la de no discutir los pensamientos ni las conclusiones de
y máximas, en los que alternan lo poético, lo humorístico y lo
los personajes; raramente se le escapa una opinión personal, y ya
filosófico; tiene significación novelesca en cuanto todo ello tiende
puede el lector perderse en conjeturas acerca de si el novelista es
a la creación de un carácter, a darnos su biografía íntima; este
católico o librepensador, esto o aquello o lo de más allá. Tal es
alma parece el alma gemela de Palacio Valdés. Años de juventud
su serenidad y tan vivos e independientes sus caracteres: « Valdés
del doctor Angélico y La hija de Natalia: últimos días del doctor
crea criaturas animadas, y las pone a obrar.»26
Angélico (1924) son verdaderas narraciones anoveladas de con­
Prevalece en las novelas de Valdés esa seductora alegría de
tenido autobiográfico; y declarada autobiografía es La novela
vivir, ese fecundo optimismo, que ha sido siempre el inspirador de
de un novelista (1921). Mencionaremos su última novela, Santa
las letras españolas. Es una paradoja: el carácter nacional es más
Rogelia: De la leyenda de oro (1926), « historia de los tiempos mo­
bien triste, la raza es grave (recuérdese la flema británica, la frivo­
dernos que parece de la Edad Media ».
lidad francesa, la pasión italiana, la gravedad española), y, sin
Se ha dicho de él lo que cabe de decir de todos los maestros de la
embargo, la literatura de España es una de las más risueñas y opti­
novela española: que es un realista en sus métodos de observa­
mistas del mundo. Y en dar expresión a este baño de alegre luz,
ción y en sus procedimientos artísticos; realista porque estudia
a esta fe en la vida, que acaba por sobreponerse a las más doloro­
la vida y con exactitud la describe; mas un «idealista, por su fe
sas experiencias, ninguno aventaja hoy, entre nosotros, a Palacio
en las virtudes humanas ».22 Le encanta lo que es agradable en los Valdés.
hombres y en las cosas, y nos encanta describiendo la hermosura
Respecto del estilo y lenguaje, posee naturalidad, precisión. La
dondequiera que la halla. Sin idealizar, sabe extraer todo el jugo
retórica está ausente, y la impresión que recibe el lector no es
de idealidad que encierra la existencia cotidiana.23 Es el novelista
literaria, sino directamente humana. Es diáfano, pero hay que
de la exquisita proporción y del sostenido buen gusto. Su aleja­
confesar, también, que a menudo es trivial Entre los maestros
miento de lo improbable, de lo imprevisto, es sistemático. Las
españoles, Palacio Valdés despunta principalmente por dos cuali­
explosiones de la dinamita pasional no son de su gusto, y en cuanto
dades: la pintura de las mujeres, que son un encanto, y el amable
a muertes, él no cree sin duda que el escritor tenga derecho a matar y genial humorismo.
al prójimo. Los asuntos son, en casi todas sus novelas, tan sen­
cillos como interesantes: «un caso psicológico o la pintura de un
6. Autores varios. E s tan copiosa la producción novelesca
carácter a través de una serie de acontecimientos ».24 Él mismo
de España en el siglo xix, que hemos tenido que limitarnos for­
nos dice: «Una fábula sencilla, interesante; caracteres bien
zosamente a aquellos maestros que por el mérito singularísimo de
observados con delicadeza y presentados sin artificio; pinturas
su labor integran el progreso literario y representan los momentos
exquisitas de la naturaleza; descripciones vivas de las costumbres;
culminantes de su historia. Citaremos, a continuación, los nove­
un estilo noble y transparente », este conjunto armónico, es el que
listas o cuentistas de menor importancia que brillan a fines del
le enamora, el que quiso y logró llevar al arte.25 siglo.
602 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A NOVELISTAS PRINCIPALES 603
José Ortega M unilla (1856-1923), uno de los más notables [9] V. Pardo Bazán, Retratos y apuntes literarios, en Obras completas,
periodistas contemporáneos, era más inclinado en sus novelas al t. XXXII, págs. 281-355.
vuelo de la fantasía que a la observación del mundo real, con un [10] Pequeneces, Bilbao, 1916, p. 31.
derroche de colores y de ornamentación retórica; de sus muchas [11] Ibid., p. 43.
[12] / Era un santo!, en Colección de lecturas recreativas (4ta. ed.), Barcelona,
novelas, se celebran como las mejores La Cigarra (1879), su conti­ 1887.
nuación Sor Lucila (1880), y Estrazilla (1917), una de las últimas [13] V. H. Peseux-Richard, Un romancier espagnol: Jacinto Octavio Picón,
que escribió.27 De muy diferente tono es la obra de José M aría en Revue hispanique, t. XXX, págs. 515-585.
Matheu, el novelista de la burguesía, equilibrado y sereno al [14] J. Octavio Picón, Obras completas, 1.1 (Madrid, 1915), p. viii.
reflejar la vida; apacible, sin impulsos violentos; la prosa, limpia [15] V. Ángel Cruz Rueda, Armando Palacio Valdés: estudio biográfico,
Madrid, 1925.
y castiza; su mejor novela es Jaque a la reina (1889); como escri­ [16] Palacio Valdés, Marta y María, en Obras completas, t. II (Madrid,
tor regional aragonés, nos da excelente muestra en El Pedroso y el 1906), págs. v-vi.
Templao (1905). Alfonso P érez N ieva sobresale en el género [17] José, ed. escolar, etc., by F. J. A. Davidson and A. P. F. Hubbard,
psicológico (.Esperanza y caridad, 1885, La Savia, 1899, etc.). José Boston, 1900.
[18] Palacio Valdés, La Hermana San Sulpicio, cap. I.
F ernández B remón, superior cronista, escribió cuentos de índole
[19] La Hermana San Sulpicio, ed. escolar, etc., by J. M. Hill, Boston, 1925.
realista-sentimental (Cuentos, 1873-1879). Alejandro Sawa y [20] La alegría del capitán Ribot, ed. escolar, etc., by F. W. Morrison and
M artínez fué un artífice del estilo repujado y primoroso, con P. H. Churchman, Boston, 1908; Short Stories from Palacio Valdés, ed.
tendencia erótica (La mujer de todo el mundo, 1885, Iluminaciones escolar, etc., by A. Shapiro and F. J. Hurley, New York, 1926.'
en la sombra, 1910, etc.). I sidoro F ernández F lórez (Fernan- [21] Capítulo XVIII.
[22] Morrison y Churchman, loe. cit., p. vii.
flor), muy admirado en su tiempo, se distingue por la gracia
[23] Davidson, loe. cit., p. ix.
satírica (Cuentos rápidos, 1886). Y, finalmente, nombraremos a [24] L . Bordes, Armando Palacio Valdés, en Bulletin hispanique, t. I, p. 62.
Luis T aboada, «escritor archirregocijante »,28 nada ático, pero [25] V. Prólogo de Los majos de Cádiz, Madrid, 1896, p. xxxiv.
muy divertido en La vida cursi (1891), Madrid alegre (1894), La [26] G. Showerman, Palacio Valdés, en Sewanee Review (1914), t. XXII,
viuda de Chaparro (1899), y en otras novelas y colecciones de págs. 398-403.
artículos cómicos.12345678 [27] V. Juan Valera, La labor literaria de Ortega Manilla (discurso acadé­
mico), en Obras completas de Valera, t. II; Manuel Ossorio y Bernard, Ensayo
[1] V. Emilia Pardo Bazán, Apuntes autobiográficos, en Los Pazos de Ulloa, de un catálogo de periodistas españoles del siglo x ix , Madrid, 1903.
Madrid, 1886; A. A. Coello, La Condesa Emilia Pardo Bazán, Quito, 1922. [28] Pardo Bazán, Nuevo Teatro Crítico, nov. 1901, p. 68.
[2] Pascual López, ed. escolar, etc., by W. I. Knapp, Boston, 1905; El
tesoro de Gastón (de Pardo Bazán), ed. escolar, etc., by E. McGuire, New York,
1922.
[3] Blanco García, La literatura española en el siglo x ix (2da. ed.), Madrid,
1899-1903, t. II, p. 548; V. Andrés González-Blanco, Los Pazos de Ulloa, en
La Lectura (1908), t. I; ídem, Historia de la novela en España desde el roman­
ticismo a nuestros días, Madrid, 1909, págs. 455-494.
[4] Pardo Bazán, Prólogo a La Tribuna, en Obras completas, t. VIII, p. 7.
[5] Id., Prólogo a La dama joven, Barcelona, 1885, p. ix.
[6] ¡Adiós, Cordera!, en Cuentos Castellanos, ed. escolar, etc., by M. D.
Carter and K. M. Bloom, Boston, 1902.
[7] Pérez Galdós, Prólogo a La Regenta, Madrid, 1900,1 .1, p. xi.
[8] Azorín, Leopoldo Alas, en Obras completas de Azorín, t. XII (Madrid,
1919), p. 78; V. Pedro Sáinz y Rodríguez, La obra de Clarín (discurso),
Madrid, 1921.
LA E R U D I C I Ó N Y LA C R I T I C A 605

(1875-1877).3 La importancia de Gayangos no sólo estriba en sus


publicaciones, sino también en el auxilio que con su mucho saber
prestó a otros eruditos, como a los norteamericanos Guillermo
CAPITULO XLII H. Prescott, ilustre historiador de España (reinados de los Reyes
Católicos y de Felipe II, conquistas de Méjico y Perú) y Jorge
LA E R U D IC IÓ N Y LA C R ÍT IC A E N LA Ticknor, maestro de hispanistas y de nuestra historia literaria.4
SEG UN DA M IT A D D E L SIGLO De Prescott, decía Ticknor: «sin la asistencia de un erudito . . .
como D. Pascual de Gayangos, lleno de sabiduría en cuanto a este
1. Bibliógrafos y eruditos: 1. La Barrera, A. Fernández-Guerra, asunto particular. . . , el Sr. Prescott no habría podido nunca
Gayangos, etc. 2. Milá y Fontanals, renovador de los estudios de la asentar sobre tan sólidos fundamentos su historia de Felipe II,
épica castellana. 3. Menéndez y Pelayo, historiador de la filosofía,
ni llevar a cabo su empresa tan lejos y tan bien ».B De Ticknor, ha
de la ciencia y de la literatura hispánicas, poeta, crítico y maestro de la
erudición. 4. Los cervantistas: Asensio, Vidart, Máinez y otros. dicho Fitzmaurice-Kelly: «No será exagerado afirmar que la
II. Críticos menores: Cañete, y Revilla. III. Los historiadores: historia de Ticknor apenas podría haber sido escrita sin la ayuda
V. de la Fuente, Castélar, Modesto Lafuente, y Altamira. IV. La de Gayangos.»6
crítica histórica: 1. Joaquín Costa y la importancia de su obra. Entre las obras de historia, de crítica y erudición literarias de
2. Ganivet: Idearium español y El porvenir de España. V. Los
J osé Amador de los R íos (1818-1878), se destaca la edición de
arabistas: Eguílaz, Saavedra, F. Fernández y González, etc.
las Obras del Marqués de Santillana (1852), la Historia social,
I. B ibliógrafos y eruditos: 1. B artolomé José Gallardo, política y religiosa de los judíos en España y Portugal (1875-1876),
ya mencionado,1es el patriarca eminentísimo de la moderna escuela y, por cima de todas, la Historia crítica de la literatura española
de bibliógrafos. Tan imprescindible como su Ensayo de una (1861-1865), que abarca desde los orígenes hasta fines del siglo
biblioteca española, es para los que trabajan en estas materias el xv, notable por su ciencia, por los atinados juicios, por el espí­
Catálogo bibliográfico y biográfico del teatro antiguo español, desde ritu filosófico que la informa, cualidades todas en que no ha sido
sus orígenes hasta mediados del siglo x v m (1860) de Cayetano igualada por ninguna historia general de la literatura española.
Alberto de la B arrera (1815-1872), a quien se debe también la Historiador de ella fué, asimismo, Leopoldo Augusto de Cueto,
monumental Nueva biografia de Lope de Vega (1891).2 De suma M arqués de Valmar (1815-1901), cuya Historia crítica de la
importancia son, igualmente, los trabajos de erudición de Aure­ poesía castellana en el siglo x v m (1869) es el mejor estudio que
liano F ernández-Guerra (1816-1894), en particular su edición tenemos de dicho siglo; suyos son, con otros frutos valiosos de tan
crítica de las Obras en prosa de Quevedo (1852-1859); y las coleccio­ preclara inteligencia, El realismo y el idealismo en las artes (1867),
nes de documentos referentes a la vida y obras de autores clásicos, el Sentido moral del teatro (1868) y el Estudio sobre las Cantigas
hallados e impresos por Cristóbal P érez Pastor (1842-1908), del Rey Sabio (1897), por él mismo editadas.7
entre cuyas colecciones recordaremos la Bibliografía madrileña
(1891-1907), los Documentos cervantinos (1897-1902), y los 2. M ilá y F ontanals. Tratadista de estética, literato y uno
Nuevos datos acerca del histrionismo español en los siglos x vi y xvu de los mayores eruditos del siglo es Manuel Milá y Fontanals
(1901-1914). (1814-1884), de Cataluña, que aplicó el método rigurosamente
Tras cultivar los estudios arabistas, P ascual de Gayangos científico a los trabajos de investigación y de crítica literaria.
(1809-1897) se consagró especialmente a la bibliografía literaria, Es uno de los primeros y más sobresalientes folkloristas. Estudió
editó libros clásicos, disertó luminosamente para su tiempo sobre preferentemente la formación de las epopeyas nacionales. Fué
las novelas de caballerías y otras materias, y formó el Catalogue el primero en defender el carácter popular de la épica castellana;
of the Manuscripts in the Spanish Language in the British Museum explicó sus relaciones con la épica francesa, corrigiendo la teoría
604
606 RENACIMIENTO DE LA L I T E R A T U R A LA E R U D I C I Ó N Y LA C R I T I C A 607

hasta entonces sustentada; propuso también la nueva doctrina, Su admiración por el transparente clásico latino no le impidió
que hoy prevalece, de que los romances viejos son fragmentos de apreciar el arte nebuloso de la poesía alemana en un trabajo
primitivos cantares de gesta que se han perdido. Y en casi todo lo acerca de Heine, en la segunda serie de sus volúmenes de Estudios
que concierne a la poesía épica nacional, marcó la orientación que de crítica literaria (1884—1908). Era Menéndez y Pelayo abierto
ahora se sigue. De sus libros, citaremos el Romancerillo catalán espíritu a todas las bellezas, como a todas las ideas y sistemas,
(1848), las Observaciones sobre la poesía popular (1853), la historia aunque en el fondo prefiriese el arte helénico y el humanismo es­
crítica De los trovadores en España (1861) y el estudio capital de pañol del Renacimiento. Testimonio de semejante amplitud de
La poesía heroico-popular castellana (1874).8 « Con Milá y Fon­ criterio, así como de sus grandes facultades de pensador y crítico,
tanals se abre el que puede llamarse ciclo de la literatura comparada, es la Historia de las ideas estéticas en España (1883-1891), estudio
a cuya luz se estudian históricamente los problemas que la nuestra magistral de literatura comparada, pues, a pesar del título, el
ofrece. Vienen después el apogeo del gran movimiento hispanista autor reseña y analiza la estética europea desde Sócrates hasta
universal y Menéndez y Pelayo, que sigue la dire'cción de Milá, Taine. Historió, igualmente, la evolución de la poesía lírica en los
dando a la crítica un superior valor estético y una concepción largos prólogos de su Antología de poetas líricos castellanos (1890-
nacional más amplia y elevada. »9 1908), con examen tan atinado como minucioso, pues los trece
volúmenes publicados sólo abarcan hasta el principio de la Edad
3. M enéndez y P elayo. T uvo Milá un discípulo ilustre en Moderna; y completó la lírica artística con la popular en el Tra­
todos los ramos y a todas luces, don Marcelino Menéndez y tado de los romances viejos, que componen los volúmenes once y
Pelayo (1856-1912), de Santander, el insigne polígrafo, rehabili- doce de dicha antología. Hizo lo mismo con la poesía de ultramar,
tador de la historia y de la filosofía española, renovador de la en la parte histórico-crítica de su Antología de poetas hispanoame­
crítica y de la erudición literaria. A los veintiséis años de edad, ricanos (1893-1895). Disertó larga y sabiamente sobre las Obras
era ya catedrático por oposición de la Universidad Central y de Lope de Vega (1890-1902), de las cuales editó los trece primeros
académico de la Lengua y de la Historia. Amante de las glorias tomos. Y trazó las páginas notabilísimas de los Orígenes de la
de la patria, conocedor a fondo de ellas, entró en la carrera de las novela (1905-1915).
letras por las puertas de la filosofía, tomando parte en una famosa Tales son algunas de las principales producciones de Menéndez
polémica en defensa de la ciencia nacional; sus artículos de esta y Pelayo, tan admirables por su estilo como por su fondo. «La
polémica fueron incorporados después en el tomo de la Ciencia historia literaria — manifestaba él en un discurso académico, en
española (1880). Para apreciar el influjo que ejerció en el movi­ 1907 —, lo mismo que cualquier otro género de historia, tiene que
miento filosófico de España, hay que leer su Historia de los hetero­ ser una creación viva y orgánica: la ciencia es su punto de partida,
doxos españoles (1880-1881), sobre todo el tomo tercero, cuyos pero el arte es su término, y sólo un espíritu magnánimo puede
ataques contra el entonces omnipotente krausismo español aca­ abarcar la amplitud de tal conjunto y hacer brotar de él la centella
baron con éste. Al mismo tiempo, sus conferencias universitarias estética.» Y tal espíritu magnánimo de sabio y de artista lo
sobre Calderón y su teatro (1881) aquilataban, por primera vez, el poseyó él en grado máximo. Hasta la insignificante proporción
valor del maestro clásico. en que entran los errores, respecto de los aciertos, en la vastísima
Combinábanse en el espíritu de aquel sabio el pensamiento filo­ obra de Menéndez y Pelayo, demuestra su mérito excepcional.
sófico y la sensibilidad del artista. Tenía la serenidad, el genio « A estos tres fines, de crítica de lo presente, de reconstrucción del
claro y armonioso del apacible Horacio, a quien Menéndez y pasado y de regeneración para el porvenir, responde, a mi parecer,
Pelayo, poeta, cantó en una de las composiciones de sus Odas, toda la ingente obra del Maestro, incluso la literaria», declara uno
epístolas y tragedias (1883), y cuyas huellas en nuestra poesía de sus más eminentes discípulos.10 « De las ideas puestas en circu­
señaló en ese gran libro que se titula Horacio en España (1877). lación por Menéndez y Pelayo sobre nuestros autores, vive hoy la
608 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A LA E R U D I C I O N Y LA C R I T I C A 609

crítica erudita hispánica . . . » , afirma con bien conocido funda­ secretas en España (1870) e Historia de las Universidades, colegios
mento otro erudito.11 y demás establecimientos de enseñanza en España (1884-1889).
Intérprete de la democracia, con la palabra y la pluma, fue
4. Los cervantistas. En el grupo de los cervantistas, cuyos E milio Castelar (1832-1899), gaditano, el tribuno más elocuente
principales representantes en la primera parte del siglo fueron que ha tenido España. Dotado de una imaginación brillantísima,
M artín F ernández de N avarrete y D iego Clemencín, dis- de los más variados conocimientos, de alma de poeta, sus discursos
tínguense en este período: José María A sensio (1829-1905), impresos son un derroche de soberana elocuencia. En las pro­
que publicó considerable número de documentos inéditos y traba­ ducciones históricas (La civilización en los cinco primeros siglos del
jos bibliográficos y críticos sobre Cervantes; Luis J. Vidart cristianismo, Historia del movimiento republicano en Europa,
(1835-1897), fecundo escritor, de cuyos estudios cervantinos re­ Estudios históricos sobre la Edad Media, etc.), así como en las
cordaremos Los biógrafos de Cervantes en los siglos x vili y xix novelas (La hermana de la Candad, Historia de un corazón, Ri­
(1886-1889);12 Clemente Cortejón (1842-1911), que se destaca cardo, etc.) y en el gran número de volúmenes de crítica, filosofía,
especialmente en la Primera edición critica del Quijote (1905-1913); política, sociología, que compuso, su prosa es florida y, a menudo,
y R amón León M áinez (1846-1917), director de la Crónica de los declamatoria. Las obras literariamente más hermosas de Castelar
cervantistas (1871-1879), a quien se debe, sobre todo, la eruditísima son los Recuerdos de Italia (1872) y la Galería histórica de mujeres
obra de Cervantes y su época (1901-1903). célebres (1886-1889).13
Igualmente difuso, menos cuidadoso del estilo, pero más tem­
II. Críticos menores. Por encima de los muchos que cultiva­ plado en la crítica, se muestra M odesto Lafuente (1806-1866)
ron la crítica periodística (Balart, Luis Alfonso, Palacio Valdés, en la Historia general de España (1850-1867), cuya obra ha sido su­
Fernández Flórez, Jacinto Octavio Picón, etc.), están los dos perada en rigor científico por la Historia de España y de la civiliza­
siguientes: Manuel Cañete (1822-1891), que no sólo juzgó, en ción española (1900-1911) de R afael Altamira (n. 1866), la mayor
críticas innumerables, a los autores de casi toda la segunda mitad autoridad en materias de historia nacional y americana, y por la
del siglo, sino que hizo trabajos de mérito acerca de El drama notable Historia de España y su influencia en la Historia Universal
religioso español antes y después de Lope de Vega (1862) y El (1918-1922) de Antonio de B allesteros y B eretta (n. 1880),
teatro español del siglo XVI (1885), además de otros estudios refe­ catedráticos ambos de la Universidad de Madrid.
rentes a Lucas Fernández, Alonso de Torres, Francisco de las
Cuevas, etc.; y M anuel de la R evilla (1846-1881), crítico IV. La crítica histórica. 1. Muchos son los escritores y
también de sus contemporáneos, y autor de muy interesantes tratadistas que estudiaron el espíritu nacional a través de la
monografías sobre El naturalismo en el Arte, El concepto de lo historia y señalaron el rumbo que debía seguirse para apresurar el
cómico, El tipo legendario del Tenorio y sus manifestaciones en las progreso de la nación: Moreno Nieto, Cánovas del Castillo,
modernas literaturas, La interpretación simbólica del Quijote, etc. Macías Picavea, Rafael María de Labra, etc. Llama la atención,
sobre los demás, Joaquín Costa (1844-1911), aragonés, el apóstol
III. Los historiadores. Citaremos sólo a los más eminentes. venerable de la nueva España, un apóstol batallador, el león de
Vicente de la F uente (1817-1889), en cuya abundantísima Graus, como se le llamaba, del nombre de su retiro. Lo que otros
labor figuran tratados de ciencias morales y políticas, de Derecho españoles hicieron por la renovación (como Balmes en la filosofía,
civil y eclesiástico, biografías de nuestros estadistas antiguos, Gallardo, Milá y Menéndez y Pelayo en la erudición, Francisco
disertaciones de carácter histórico, ediciones de obras literarias Giner de los Ríos (1840-1915) en la pedagogía, Altamira en la
(v. gr., Obras de Santa Teresa), y tres libros de sumo valor: His­ ciencia histórica), lo hizo también Costa en el terreno de la
toria eclesiástica de España (1855-1859), Historia de las sociedades economía, de la política y de la sociología nacional. Sometió a
610 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A LA E R U D I C I Ó N Y LA CRÍTICA 611

penetrante crítica los valores históricos, jurídicos, económicos y de fuera a un país ha de acomodarse al espíritu del territorio si
políticos de la nación española, especialmente en La vida del quiere ejercer una influencia real.»18 En filosofía, formar una
Derecho (1876), en Colectivismo agrario en España (1898) y en filosofía española con los elementos de nuestros escritores místicos,
Tutela de pueblos en la Historia (1917); puso al descubierto las en vez de seguir el movimiento de rehabilitación del escolasticismo,
causas de la decadencia en el pasado, tronó contra la política del más propiamente tomismo, que comenzó en Italia, y de allí pasó
presente en Oligarquía y caciquismo (1901-1902) y en Crisis a España. En religión, « adaptar el catolicismo a nuestro terri­
política de España (1914); y, tomando el pulso a la generación de torio, para ser cristianos españoles ».19 En socialismo, « ¿ no hay
nuestro tiempo, señaló los remedios para los males de la patria. acaso en España una tradición socialista ? ¿ no es posible tener
Mas no fué un demoledor: cuando arrancó un sillar viejo, lo un socialismo español? »20 Pero, luego, abandonando este eclecti­
reemplazó con otro nuevo; fué un regenerador. La investigación cismo, que es, a mi ver, lo grande de su doctrina, dirá negándose
literaria le debe, entre otros libros, la Poesía popular española y a sí mismo:
mitología y literatura celto-hispanas (1881), valioso para la historia
* En España sólo hay dos soluciones racionales para lo porvenir:
de la estética y de las letras nacionales.14 someternos en absoluto a las exigencias de la vida europea, o retirarnos
en absoluto también y trabajar para que se forme en nuestro suelo una
2. G anivet . Costa trabajó con método, sabiendo verdadera­ concepción original, capaz de sostener la lucha contra las ideas corrientes,
mente a lo que aspiraba y adonde iba. No puede decirse lo mismo ya que nuestras actuales ideas sirven sólo para hundirnos a pesar de
de Ángel Ganivet (1865-1898), granadino, ni tampoco de los que, nuestra inútil resistencia. Yo rechazo todo lo que sea sumisión, y tengo
pensadores y literatos, se preocupan hoy de los problemas de la fe en la virtud creadora de nuestra tierra ».21
raza (v. gr., Unamuno, Ortega y Gasset, Azorín, etc.).15 Sutil
analizador de la psicología nacional, Ganivet acertó en muchas En Costa, Unamuno y Ganivet está la filiación de nuestros reno­
vadores contemporáneos. Otras obras importantes de este último
cosas. Pasemos por alto aquellas aserciones vagas y brillantes con
pensador y excelente literato son La conquista del reino de Maya
que, en ocasiones, desconcierta al lector; cuando declara, por
(1897) y Los trabajos del infatigable creador Pío Cid (1898), novelas
ejemplo: « Nuestra Summa teológica y filosófica está en nuestro
del género filosófico-político.
Romancero», que es decir algo, y no decir nada; o cuando sostiene
que el misticismo español « fué como una santificación de la sen­ V. Los arabistas. Gloria de la erudición española moderna
sualidad africana», y esto es también decir tanto, que equivale a es la escuela de arabistas, que tiene por los más ilustres repre­
no decir nada.16 sentantes a L eopoldo E guílaz y Y anguas (1829-1911), autor del
En su Idearium español (1897), examina con profundidad a Glosario etimológico de las palabras españolas de origen oriental
trechos, y a trechos con agudeza verbal solamente, el espíritu de (1886); E duardo Saavedra (1829-1912), que ha hecho trabajos
la raza a través de la historia y enuncia los ideales que debe ali­ de investigación sobre los escritores musulmanes españoles, sobre
mentar la nación. Mantener la propia personalidad de la raza la España antigua, la invasión de los árabes, la mujer mozárabe,
frente al influjo extranjero, pero orientándola en un sentido mo­ etc.; F rancisco F ernández y G onzález (1833-1917), historiador
derno, constituye la entraña de su doctrina: « Cuanto en España y filólogo eruditísimo, traductor de textos árabes, hebreos y
se construya con carácter nacional, debe de estar sustentado rabínicos relacionados con la historia y literatura españolas, con
sobre los sillares de la tradición.»17 Hay que adaptar los elementos otras muchas obras originales de investigación, entre las cuales
intelectuales, sociales y políticos que se reciben del extranjero al resaltan el Estado social y político de los mudejares de Castilla
carácter y las tradiciones de la raza española. En El porvenir de (1866) y las Instituciones jurídicas del pueblo de Israel en los dife­
España (1912), volumen que contiene las epístolas que se cruzaron rentes estados de la península ibérica, desde su dispersión en tiempos
entre Ganivet y Unamuno, dice el primero: « Todo cuanto viene del emperador Adriano hasta principios del siglo x v i (1881);
612 RENACIM IENTO DE LA L I T E R A T U R A

F rancisco C odera (1 8 3 6 -1 9 1 7 ), cuya obra magna es la Biblioteca


arábigohispana (1 8 8 2 -1 8 9 5 ); en ella colaboró J ulián R ibera
(n. 1 8 5 8 ), que ha publicado también libros importantes acerca de
la enseñanza y de las bibliotecas en la España musulmana, estu­
dios sobre la historia de los musulmanes de Valencia, y ha editado
textos arábigos; su última obra es La música de las Cantigas, su
origen y naturaleza (1 9 2 3 ).
[1] 7. cap. XXXVI.
[2] F. Morel-Fatio, Cayetano Alberto de la Barrera, en Bulletin hispanique,
t. XIX, págs. 116-122.
[3] y. Pedro Roca, Noticia de la vida y obras de D. Pascual de Gayangos, en
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, ts. I—
III.
[4] y. mi libro El hispanismo en Norte-América, Madrid, 1917, págs. 27-53.
[5] George Ticknor, Life of William Hickling Prescott, Philadelphia, 1875,
p. 63.
[6] J. Fitzmaurice-Kelly, Revue hispanique, t. IV, p. 340.
[7] F. Menéndez y Pelayo, Estudios de crítica literaria (5ta. serie), Madrid, LA L I T E R A T U R A E N EL
1908, págs. 445-473.
[8] y. J. Rubió y Ors, Noticia de la vida y escritos de D. Manuel Milá y SI GLO X X
Fontanals, Barcelona, 1887; Menéndez y Pelayo, Estudios, serie cit., págs.
3-81; J. Roig i Roqué, Bibliografía d’En Milá i Fontanals, Barcelona, 1913;
Obras completas, Barcelona, 1888-96.
[9] P. Sáinz y Rodríguez, D. Bartolomé José Gallardo y la crítica literaria de
su tiempo, en Revue hispanique, t. LI, p. 384.
[10] Bonilla y San Martín, Marcelino Menéndez y Pelayo (1856-1912),
Madrid, 1914, p. 134; V. Bonilla y San Martín, La representación de Menén­
dez y Pelayo en la vida histórica nacional, Madrid, 1912.
[11] Sáinz y Rodríguez, loe. cit., p. 384.
[12] y. Miguel Carrasco Labadía, Noticias biográficas de D. Luis Vidart,
Madrid, 1892.
[13] Obras escogidas (12 vols.), Madrid, 1922-26; V. Bernardo Herrera
Ochoa, Castelar, Madrid, 1914.
[14] F. Marcelino Gambón y Plana, Biografía y bibliografía de D. Joaquín
Costa, Huesca, 1911; Luis Antón del Olmet, Costa, Madrid, 1917.
[15] y. Melchor Fernández Almagro, Vida y obra de Ángel Ganivet, Valencia,
1925; Antonio Gallego y Barín, Ganivet, Granada, 1921; Bonilla y San
Martín, Ángel Ganivet, en Revue hispanique, t. LVI, págs. 530-540.
[16] Idearium español, Madrid, 1905, págs. 16-17.
[17] Ibid., p. 29.
[18] El porvenir de España, Madrid, 1912, p. 60.
[19] Ibid., p. 59.
[20] Ibid., p. 61.
[21] Ibid., págs. 76-77.
CAPITULO XLIII

LOS POETAS
1. Noticia preliminar: el modernismo; Rubén Darío, príncipe de la
lírica hispana. 2. Rueda, colorista y vehemente. 3. Gabriel y Galán,
el de los campos castellanos. 4. Villaespesa, poeta oriental. 5. Juan
R. Jiménez, el modernista. 6. A. Machado, sobrio y filosófico. 7. M.
Machado: obras líricas y cantares populares. 8. Mesa, cantor de
la Sierra. 9. Díez-Canedo, exquisito y melancólico. 10. Otros
líricos principales: Carrere, Sandoval, Rey Soto, etc. 11. Los poetas
festivos: Carlos Luis de Cuenca, Sinesio Delgado, etc.

1. N oticia prelim inar . N o faltaron, en las postrimerías del


siglo xix, voces austeras que pidiesen la renovación de la política
española; gritos aislados de rebeldía y de protesta contra el peso
muerto de la tradición; escritores progresivos que aspirasen a
orientar con un sentido moderno el espíritu nacional. En 1898, a
consecuencia de la guerra con los Estados Unidos, España pierde
las últimas colonias ultramarinas. La juventud intelectual que
entonces surgía a la vida literaria, la llamada generación del 98,
presenció con dolor y cólera, como todo el país, el final derrumba­
miento del antiguo poderío español. Y los gritos aislados de pro­
testa que antes habían sonado, se hacen ahora generales. La
España tradicional había fracasado. Era necesario nueva política
y nuevo espíritu nacional. Surge una reacción violenta oontra los
valores tradicionales. Y con esta reacción coincide el movimiento
modernista en las letras.
El antecendente del modernismo se halla en ciertos grupos
literarios de Francia, en la segunda mitad del siglo xix: el de los
parnasianos, que aspiraban a la objetividad y excelencia técnica,
en contraste con el subjetivismo y precipitada composición de los
románticos; el de los simbolistas, que representaban una reacción
contra el materialismo de los escritores naturalistas, y daban su­
perior énfasis a la idea sobre el hecho y al elemento musical del
lenguaje; y el de los decadentes, con su preferencia por asuntos y
sensaciones mórbidas.
G15
616 LITERATURA CONTEMPORANEA

El modernismo trae a la literatura tristeza, sensualidad refinada


y artificio; el culto supremo de la forma; la audacia en las ideas;
la negación de los valores clásicos o, al menos, su revisión; el
desdén hacia los literatos —-en particular, hacia los poetas — del
siglo x ix ; y, en la lírica, una completa libertad métrica. Trae el
modernismo a las letras una más fina sensibilidad y un ansia de
renovación espiritual. Júntanse en el modernismo los elementos
más contradictorios: v. gr., los líricos modernistas (Salvador
Rueda, Villaespesa, Juan Ramón Jiménez, Marquina, etc.) re­
tornan por un lado a la sencillez y candor de los poetas primitivos
y medievales (Berceo, Arcipreste de Hita, Santillana), y, por otro
lado, se pierden más que nunca en vagos ensueños y primores de
orfebrería; los prosistas del modernismo, o se hacen peregrinos
artífices de la forma y de la sensación exquisita, como Valle-
Inclán, o llevan su desaliño y desprecio de la forma al más de­
plorable prosaísmo, como a menudo Baroja. Pero, poetas y
prosistas, coinciden en un común anhelo de renovación, en su
amor a lo novel y raro.
En la lírica, el modernismo brota casi simultáneamente en
España (con Salvador Rueda) y en Hispanoamérica (con Manuel
Gutiérrez Nájera, mejicano, y José Asunción Silva, colombiano).
Mas, el príncipe de este movimiento, el gran poeta que le hizo
triunfar en todo el parnaso hispánico, aunque con fugaz imperio,
fué R ubén D arío (1867-1916), de Nicaragua, que vino a ensan­
char el campo de la métrica, no sólo por cultivar felizmente el
moderno verso libre, sino por haber puesto también en circulación
metros rara vez usados en la poesía hispana, y haberles dado a
todos ellos mayor soltura y melodía: léase, por ejemplo, su sober­
bia Marcha triunfal. Fué este americano un gran poeta, pero no
ciertamente un poeta vario y multiforme: cantó temas de Grecia,
evocó viejas figuras castellanas, como en Cosas del Cid, entonó
fulgurantes estrofas en honor de las tradiciones o del porvenir de
la raza, en Inclitas razas ubérrimas, por ejemplo, y de todo
cantó, pero el tono casi invariable de su poesía, cualquiera que sea
el motivo, es ese indecible primor y señorial amaneramiento que
culmina en la sonatina La princesa está triste.1
Corta vida tuvo el modernismo, como movimiento general:
apenas algo más de una década. Pero su influjo se hace sentir aún
en las letras de nuestros días. En la lírica, sólo Juan Ramón
LOS P O E T A S 617

Jiménez, entre los buenos poetas españoles, se conserva fiel a la


escuela modernista. Lo que se ha mantenido, de las aportaciones
plausibles del modernismo, es sobre todo el gusto por la sobria
sencillez de los poetas primitivos, bien ostensible en la obra de
Enrique de Mesa, Antonio Machado, Marquina, Díez-Canedo, etc.
Agreguemos, finalmente, que donde flaquea el arte de los poetas
de hoy es en la invención; fáltales, para igualarse con los maes­
tros del pasado siglo, el vigor en la fábula poética: sus vuelos son
brillantes, pero cortos, como si careciesen de aliento creador.

2. R u e d a . Salvador Rueda (n. 1 8 5 7 ), malagueño, desciende de


humilde familia aldeana.2 Su primer libro de versos importante
lleva el título de En tropel (1 8 9 2 ). Por la misma fecha que éste,
publicó varias obritas en prosa, de costumbres andaluzas (El
cielo alegre, Bajo la parra, etc.), y novelas de igual ambiente
(El gusano de luz, La reja y La gitana). La mejor novela que ha
escrito es La Cópula (1 9 0 6 ), idilio de amor, obra artística y ex­
traña. Tiene algunos dramas o poemas dramáticos, como La
Musa (1 9 0 1 ) y el Vaso de roclo (1 9 0 8 ). Los libros de versos en que
muestra la plenitud de sus facultades son, indudablemente, El
país del sol (1 9 0 1 ), Fuente de salud (1 9 0 6 ), Trompetas de órgano
(1 9 0 7 ), Lenguas de fuego (1 9 0 8 ) y Cantando por ambos mundos
(1 9 1 4 ).
Difícil será escoger en su copioso caudal lírico, pero si se quieren
poemas de evocación clásica, léase La risa de Greda, canto a la
hermosura y alegría de vivir de los atenienses, o los veinte sonetos
de El friso del Partenón; entre los consagrados a la naturaleza, La
tronada, en versos de diez y ocho sílabas, y La musa del heno; de
inusitado vigor son los tres sonetos de La siembra de los gigantes,
en líneas de catorce sílabas; de las composiciones escritas en su
triunfal visita a las tierras americanas, preferimos Los caballos,
que se ven galopar con las crines desmelenadas, indómitos y
magníficos, por la pampa argentina; entre las poesías amatorias,
el Idilio, en el sopor de la siesta en los prados de Galicia; bellas son
La vidrieras góticas; y notable exaltación del amor filial, que pone
al desnudo todo el corazón de niño de este poeta, las composiciones
Máter purísima y Las madres:
618 LITERATURA CONTEMPORÁNEA LOS P O E T A S 619

. . . Alma solitaria que duermes tu niño una pasión magnífica. Raros son los poemas en que no hay algo
con el sacrificio de tu amor más tierno . . . chocante y de mal gusto, o por lo hiperbólico, o por la impropiedad
Hilandera sublime que hilas
al són de tu cuna los hombres, los tiempos; del concepto o de la frase. Rueda es todo impetuosidad y arrebato
musa excelsa, vestal inmutable, lírico, sin medida y, a veces, sin orden. Nada más apartado de la
¡ quién pudiera imitar tus ejemplos poesía sutil y primorosa que hoy prevalece.
y arrullar de las penas humanas
el lloro perpetuo, 3. G abriel y G alán . Aldeano igualmente, pero de tierras de
y dormirlas con largas mecidas Salamanca, fué José María Gabriel y Galán (1870-1905), hijo de
que se escalonaran con ritmos eternos ! labradores acomodados. Siguió la carrera de maestro de escuela,
¡ Oh poetas, oh madres sublimes !, y, luego, abandonó la enseñanza para hacerse labrador: en el
vosotras tan sólo sabéis hacer versos:
la cuna es la lira de todas las razas, campo estaban todos sus amores.6 Publicó las primeras poesías
y el cordaje inmortal, vuestros dedos.3 hacia 1897, en periódicos locales. Se dió a conocer, en realidad,
el año 1901 con la notable composición El ama, premiada en los
Las varias innovaciones métricas de Rueda, como el soneto Juegos Florales de Salamanca, la mejor de todas las que coleccionó
dodecasílabo y los tercetos de catorce sílabas, no han prosperado. después en el volumen de Castellanas (1902). Casi al mismo tiempo
Su contribución más importante consiste en haber dado mayor que éstas, salieron a luz las Extremeñas, cuya mayoría, como la
libertad a la rima, sin sujeción a los cánones y sin perder en nada sobresaliente de El Cristu bendita, están escritas en el dialecto o
la armonía. «La frescura campesina, la limpidez de la visión, fabla de Extremadura. Vino luego la colección de Campesinas
la expresión viva, pintoresca, el sano amor de la naturaleza (1904), donde se halla, entre otras poesías en que describe la
palpitante, fueron la aportación de Salvador Rueda a la poesía existencia de los campos castellanos con la inspirada sencillez y
española. Se le llamó colorista; se le imitó en España; se le realismo de un primitivo, la seductora poesía de M i vaquerillo,
copió en la América española. Dió al verso espontaneidad, impresiones de una noche de junio en que durmió en el valle,
movimiento, nuevo ritmo, inspirado casi siempre en los cantares sobre una manta, junto a su vaquerillo: evoca las frías noches del
del pueblo. Poco a poco, el arbolillo joven, de hojas que cantaban invierno, que el zagal pasa solo en los desiertos valles, expuesto a
las inclemencias del tiempo, a ser pisado por las vacas mientras
al viento y daban apacible sombra, fué medrando y haciéndose
frondoso, hasta tener hojas innumerables y tronco gigantesco. duerme, mordido en los labios por las tarántulas, comido por las
águilas, matado por los lobos:
Todos los vientos de la tierra le agitaron con furia de tempestad,
y su canción entonces fué descomunal y tumultuosa. Él, que había ¡ Vaquerito mío!
engrandecido lo pequeño, quiso, lleno de sagrado furor, engran­ ¡ Cuán amargo era el pan que te daba!
decer lo grande, y su poesía tuvo una exaltación titánica, un
desaforado lirismo.»4 Está saturada de un sentimiento de infinita ternura, de una
Es opinión de Rueda que la música y el color no son elementos espontaneidad hechicera y conmovedora:
externos, sino la propia vida y alma de las cosas. Y, a menudo, . . . El niño dormía
déjase arrastrar por la embriaguez que le producen sus raudales de cara al cielo con plácida calma:
armonías; el pensamiento inicial es casi siempre hermoso, pero lo la luz de la luna
golpea con tal exceso de epítetos e imágenes, que muchas composi­ puro beso de madre le daba:
¡ el beso de padre
ciones no son mas que resonante palabrería; aun entonces hay algo se lo puso mi boca en su cara!
que admirar, la suntuosa polifonía de los versos. Por lo común, Y le dije con voz de cariño
pone en ellos algo más que deslumbrantes imágenes y colores, y es cuando vi clarear la mañana:
620 LITER ATU BA CONTEMPORANEA LOS PO E T A S 621
— Despierta, mi mozo,
Gabriel y Galán es el cantor de los campos y de la naturaleza, de
que ya viene el alba,
y hay que hacer una lumbre muy grande las majadas de los pastores, de la paz de la alquería, de la solemne
y un almuerzo muy rico: ¡ levanta! quietud en las cumbres de la sierra, o de los vientos, lluvias y
Tú te quedas luego tormentas de aquella región de las águilas:
guardando las vacas,
y a la noche te vas y las dejas: .. . Unos vientos que pasaban restallando
j San Antonio bendito las guarda! las silbantes finas alas,
Y a tu madre, a la noche, la dices unos turbios desatados aguaceros
que vaya a mi casa, cuyas gotas aceradas
porque ya eres grande descendían de los cielos como flechas
y te quiero aumentar la soldada.6 y corrían por los suelos como lágrimas . ..

Ha evocado las serenas melancolías y las castizas realidades de


Aquí no se ve esfuerzo, técnica, efectos literarios: esto es ver­
las aldeas castellanas, la vida de pastores y montaraces, el trabajo
dadera poesía del corazón. En Nuevas Castellanas (1905), sobre­
de la tierra; y en sus versos escuchamos los cantares de labriegos y
salen Las sementeras, canto a la maternidad de la tierra, con todas
aldeanos, los ecos de su vida y de sus almas, confundidos en oca­
sus promesas de fecundidad, y Los pastores de mi abuelo, en que
siones con los balidos y con el mansísimo rumiar de los ganados.
lamenta la desaparición de aquella musa popular que alegraba las
En la intensidad de su amor a la naturaleza, en la verdad de las
majadas en otros tiempos, la poesía de los pastores de su abuelo,
pinturas campestres, en la sinceridad y humanidad de su arte,
que rimaban el vivir con historias y cantares; al describir la poesía
Gabriel y Galán está muy por encima de todos los poetas contem­
de esos selváticos cantores, nos parece que Gabriel y Galán está
poráneos. Es el poeta, no sólo de los charros de Salamanca, sino
describiendo su propia poesía:
de Castilla y Extremadura. Y aun más: como no refleja única­
.. . Una música tan virgen como el aura de mis montes, mente la vida exterior de los campos, sino también su entraña, su
tan serena como el cielo de sus amplios horizontes, esencia tradicional: y esta esencia es común a toda España, Gabriel
tan ingenua como el alma del artista montaraz . . ?
y Galán, al expresar el espíritu castellano, da vida el espíritu tradi­
En la colección de Religiosas (1906), como en las anteriores, el cional español, a las costumbres patriarcales de nuestros ante­
poeta se revela el mismo creyente de fe robusta, sin vagos misti­ pasados, a la fortaleza de los vínculos familiares, al respeto de la
cismos: léanse, en particular, La Inmaculada, En todas partes, autoridad y de la religión. Aunque creemos ver en su métrica
La Virgen de la Montaña y El Cristo de Velázquez, cuya divina cierto influjo de Salvador Rueda, su verdadera filiación está en la
pintura no fué sólo milagro del genio, sino fruto del amor: antigua poesía popular, su poesía predilecta:

¡ Lo amaba, lo amaba! el arte robusto de las almas rudas,


¡ nacióle en el pecho ! . . . hondo consuelo de las almas buenas.

En el corazón de Gabriel y Galán rebosaban la cordialidad y el


El Himno al trabajo es la única nota de revolucionario social que amor hacia todos los seres. No tiene el vigor y profundidad de un
ha dado el poeta en su lira: anuncia los nuevos tiempos de justicia, extraordinario poeta, pero nos cautiva por su talento y calor
cuando los que no trabajan y sorben la savia ajena serán destruidos humano, por su sinceridad y sencillez, por su ternura y varonil
por el hacha y el fuego como rama seca o podrida. Citemos aún, sentimiento moral. El defecto de las malas rimas que se han se­
de los poemas de efusión íntima, Tradicional y La romería del ñalado en los versos de este poeta, se encuentra en poetas mucho
amor; de los narrativos, El desafío y La vela; y, de las composi­ mayores que él. Y en cuanto a la sencillez de su arte, nos parece
ciones descriptivas, Fecundidad, La jurdana y La flor del espino. muy superior a la técnica más refinada.
622 LITERATURA CONTEMPORANEA LOS P O E T A S 623

4. V illaespesa . Hubo un tiempo, allá por los años de 1900 En los labios la sonrisa dolorosa de los mártires,
a 1905, en que Francisco Villaespesa (n. 1877), almeriense, era el a las luces moribundas y sangrientas
principal poeta del modernismo. Continuó siendo después un de la tarde que se apaga:
él, mirándose en los ojos de la virgen soñadora,
excelente poeta, pero no precisamente modernista. De su teatro y ella, oculta en negros tules, ojerosa, triste y pálida,
poético, la obra más aplaudida ha sido El Alcázar de las Perlas por la senda más florida
(1911), sobre la leyenda de la fundación de la Alhambra de Gra­ del jardín de la Esperanza,
nada; de sus novelas, Zarza florida (1908) y Resurrección (1917). bajo un palio de rosales, de jazmines,
Como lírico, es un soñador romántico, enamorado de lo antiguo, de laureles y de adelfas,
el Poeta
de la España árabe, de las tradiciones del Oriente, y de las glorias y su musa favorita, la que tiene la tristeza
del imperio español; se le ha llamado poeta atávico,« con todos los de la luna en la mirada,
refinamientos de las civilizaciones esplendorosas a punto de ago­ livideces sepulcrales en las húmedas mejillas
tarse, que anda cantando amor y recuerdos, perdido en un pre­ y jirones de tinieblas en la obscura
sente que no es el suyo ».8 Él mismo nos ha dicho: cabellera destrenzada,
silenciosos atraviesan,
con los labios sonrientes y las manos enlazadas! .. ,10
Yo nací con tres siglos de retraso;
amo el justillo y el jubón de raso, Hasta en las composiciones de estilo natural y de cierto sabor
el chambergo de plumas y la espada . . . humano, se reconoce la misma inspiración y lírica vaguedad.
Léase, por ejemplo, del tomo de Rapsodias (1905), la composición
Pero su tono, su sensibilidad, su técnica, son enteramente mo­ que así empieza:
dernas. No tiene nada de arcaizante ni de clásico. El pasado que En tierra lejana
él ama, y en el cual le hubiera gustado vivir, lo percibe- e interpreta tengo yo una hermana . . .
con un sentido moderno: véase, por ejemplo, el precioso poemita Las Canciones del camino (1906) son de lo más representativo
Galaciana, donde tipos, sentimientos y costumbres antiguas están del arte de Villaespesa, porque allí se encuentran los varios temas
del todo falseados. Cree adivinar el pasado, pero en realidad no de su predilección: la evocación de figuras y flores místicas (v. gr.,
lo conoce. De oriental y andaluz, sí tiene, además del colorido Teresa de Ávila), los cantos a las guitarras y claveles de su tierra
brillante y cierta soñadora voluptuosidad, el espíritu contempla­ (Alma andaluza), a las ninfas de las florestas helenas y a las viñas
tivo y fatalista: aun en Luchas (1899), donde aspira a las glorias del viejo Anacreonte (Pan), y a las nostalgias y tristezas de los
del luchador, lo que predomina es el desaliento: salones señoriales (Perfume antiguo).
La melancolía y el dulce desengaño que trasciende de casi toda
. . . Al mirarme tan solo, tristemente,
de hinojos grito con el alma entera, su obra, acentúase en El Libro de Job (1908); y lo melancólico,
al ver que me abandonan en la lucha, fatalista y deslumbrante de su estro oriental, en El Mirador de
a la Esperanza que se va: — ¡ Detente . Lindaraxa (1908). Villaespesa, que es el maestro del soneto, nos
y al Entusiasmo que se aleja: — ¡ Espera I ha dado una rica colección en El Jardín de las Quimeras (1909),
¡ Pero ninguno de los dos me escucha !9 brillando especialmente los nueve agrupados en la sección de Alma
española. Nombremos un sólo libro más de este poeta, Torre de
La copa del rey de Thule (1900), con sus atrevidos simbolismos, marfil (1911), donde también se halla todas las cuerdas de su lira:
con su ambiente y sensaciones sugeridoras, difusa vaguedad y reminiscencias paganas, bíblicas, orientales, exaltaciones del amor,
libertad métrica, es el libro más modernista de Villaespesa; hay melancolías del vivir, evocaciones místicas y algunas muy peca­
que confesar también que es uno de los más bellos que ha escrito: doras.
624 LITERATURA CONTEMPORANEA LO S P O E T A S 625
De Yillaespesa, dice un crítico: « salta de época eii época, Alguna noche, que he ido y sus ojos quietos tienen
errante, en busca de algo que entrevé confusamente ».n Y otro solo al jardín, por los árboles un brillo extraño que atrae.
afirma, con igual exactitud: « No cree en nada de lo que le cerca; he visto a un hombre enlutado He huido y desde mi cuarto
apenas tiene fe en sí, y a veces hasta ésta le falta: es un extático.»12 que no deja de mirarme, a través de los cristales
me sonríe y lentamente, le he visto subido a un árbol
Es el poeta, no de las ideas, sino de las sensaciones. Colorista, no sé cómo, va acercándose, y sin dejar de mirarme.13
como Rueda, es más sobrio y diáfano. No tiene la potencia de
Rueda, ni su originalidad, pero es mucho más artista. Su obra, Nueva nota da en Jardines lejanos (1904), la nota galante, como
llena de ecos de otros literatos contemporáneos, y a pesar de la en la muy linda composición Segunda serenata de Delio. Contiene
variedad de temas, posee una singular uniformidad. Cualquiera también este libro un Nocturno, que es de lo mejor del poeta:
que sea el asunto, siempre nos impresiona lo mismo: sensualidad
delicada, suave melancolía, noble idealidad imprecisa, vaporosa. Es la media noche; paso
Todo ello, de poca densidad, nos halaga igual que un perfume, que por frente de la ciudad;
la luna encantada duerme
una música distante. Esta poesía no es como la planta con sus en el río de cristal.. ,14
firmes raíces y su jugo vital, sino como las deliciosas florecillas,
recreo de los sentidos. Gusta de todo lo brillante y suntuoso, Son las Pastorales (1905) y Olvidarnos (1907), así como otros
como un sultán poeta, y sus versos están cuajados de joyas, varios libros del poeta, visiones melancólicas, lírico-descriptivas,
esmeraldas, rubíes, terciopelos, sedas, incienso, mirra, de cosas del paisaje y vida del campo, del valle y de la aldea: « yo, cuando
ricas, perfumadas y preciosas. Y, orfebre del verso, se lo he voy por al campo, comprendo más que nunca la inmensa ternura
visto cincelar con el primor de una custodia. de mi corazón. . . Paisaje de campo, qué doliente eres, qué
amigo, qué quieto, qué quejumbroso . . . » 15 Su poesía no refleja el
5. J uan R amón J im énez . Espíritu sutil, delicadísimo, ultra- paisaje; el paisaje es reflejo de su alma. Dentro del género bu­
refinado, Juan Ramón Jiménez (n. 1881), de Huelva, es el lírico cólico, tiene poemitas delicadísimos, como aquella pastoral que
más puro del parnaso español de nuestro tiempo; es, asimismo, empieza así:
el discipulo más esclarecido de Rubén Darío, sin la amplitud
genial del maestro, pero tal vez más sincero en la emoción y en Novia del campo, amapola, amapolita, amapola,
la palabra. Varias obras tiene en prosa. De ellas, p referim os que estás abierta en el trigo; ¿ te quieres casar conmigo ? . . .“
Platero y yo, elegía andaluza (1914), historia de la vida y muerte
El título de Elegías puras (1908) corresponde a maravilla con el
de un asnillo, casi una persona, compañero inseparable que fué
contenido de este libro, como convendría igualmente a casi codos
del poeta; libro cándido y realista, gracioso y tierno; Platero
los del autor. Porque lo más distintivo de su musa es el sentimiento
es la creación más afectuosa y viva del autor, Platero es casi un
elegiaco, no resonante, sino dulcemente quejumbroso. Esfuér­
Rocinantillo inmortal.
zase aquí por dar mayor riqueza expresiva, más poder evocador,
En Almas de violeta (1900) y Ninfeas (1900), los más antiguos
más sutil intimidad, a la materia del lenguaje.
libros de versos del autor, hay un fuego lírico, una nota vibrante,
Menos exaltación de la sensibilidad, y algo más de realismo, suele
que luego se va tornando en serena y plácida melancolía en los
haber en Melancolía (1911), colección de poesías breves de doce
libros posteriores. Rimas de sombra (1902) concierta ya la sen­
versos la mayoría. Algunas, como las tituladas En tren, están
cillez, el matiz delicado y la tristeza íntima de las Rimas becque-
formadas por una sucesión de rasgos inconexos, de observaciones
rianas. Arias tristes (1903) es más elegiaco y bucólico, y en
menudas de la realidad, que dan, sin embargo, la misma sensación
ocasiones toca un registro, no menos becqueriano, de alucinación,
de vida y atmósfera que los cuadros de los impresionistas. Las
de misterio:
obras posteriores de Juan Ramón Jiménez — y son muchas —
626 LITERATURA CONTEMPORÁNEA LOS P O E T A S 627
representan un constante esfuerzo hacia la expresión más íntima y ¿ Soy clásico o romántico ? No sé. Dejar quisiera
subjetiva, un anhelo fervoroso de espiritualidad. Hay bastante mi verso, como deja el capitán su espada:
monotonía doliente en la obra de este poeta. Hay también famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada .. .18
mucho de amor a lo raro y exquisito, que le precipita en extrava­
gancias nada geniales ni artísticas; el mejor ejemplo, es decir, el Para Machado, el elemento poético no es la música de la frase,
peor que pudiéramos citar, es el Diario de un -poeta reden casado «ni el color, ni la línea, ni un complejo de sensaciones, sino una
(1917). Tiene, a veces, en el tema y en el tratamiento, la sencillez honda sensación del espíritu; lo que pone el alma, si es que algo
y candor inefable de sus pastorcillos; otras, es el más conceptuoso pone, o lo que dice, si es que algo dice, con voz propia, en respuesta
y alambicado de los poetas. Sabe dar al lenguaje un valor emotivo, animada al contacto del mundo ».19 Y, en efecto, sus líneas son
sugeridor, propiamente modernista; en muchas composiciones, los recias fibras espirituales; y las estrofas poseen firmeza escultórica.
epítetos parecen absurdos o extravagantes, y lo son si se toman en La actitud grave del poeta ante la vida, y hasta cierto hálito de
su significado literal; los adjetivos chocan entre sí, o están en misterio, marcan aun más el tono de meditación y recogimiento
contradicción con el substantivo; mas, dentro de su arbitrariedad, que es propio de su obra. Como lírico, tiene suavidades de tercio­
responden bien al objeto de colorear toda una frase o de envolverlo pelo, y también acentos de una energía que rara vez se oyen en
todo en una niebla vaporosa de ensueño. Está, en suma, bien esta generación. La misma voz melodiosa que canta en el Elogio:
caracterizado Juan Ramón Jiménez « por su delicadeza y su horror
a los temas usados; por sus comprensión del paisaje, paisaje un Era una noche del mes
de mayo, azul y serena .. ,,20
poco monótono pero bien poetizado; por sus canciones a la luna,
que son de lo más original escrito hasta ahora en poesía española; adquiere vibraciones valentísimas en otros poemas, como el ex­
por su visión de campo, de tarde, de valle con lluvia, y de mañana traño y notable de El dios ibero:
de sol en pradera florida, tres cuadros poéticos muy escasas veces
. . . ¡ Señor, Señor, en la voltaria rueda
bosquejados por los poetas modernos; por su penetración de las
del año he visto mi simiente echada,
más recónditas cavidades del mundo psíquico, y, sobre todo, por corriendo igual albur que la moneda
su tono genuinamente elegiaco ».17 del jugador en el azar sembrada!
¡ Señor, hoy paternal, ayer cruento,
6. A. M a c h a d o . Antonio Machado nació en Sevilla en 1875, y con doble faz de amor y de venganza,
a tí, en un dado de tahúr al viento,
ha vivido desde la niñez en tierras castellanas. Su obra es tan
va mi oración, blasfemia y alabanza! . . ,21
breve como selecta. En el arte y en la vida, es amigo del silencio y
de la soledad. Distínguese, en las buenas composiciones, de los En Campos de Castilla, se ha dicho, está todo el espíritu de este
poetas contemporáneos, y de los antiguos: posee bastante de poeta. « La característica de Machado, la que marca y define su
clásico y algo de modernista; es clásico por la serenidad, la obra, es la objetivadón del poeta en el paisaje que describe. ..;
nobleza del estilo y la concentración; por su tendencia simbólica, paisaje y sentimientos — modalidad psicológica — son una misma
llámesele modernista, o llámesele clásico como Góngora. Sus cosa; el poeta se traslada al objeto descrito, y en la manera de
Soledades (1903) tiene también Machado, pero claras, con pene­ describirlo nos da su propio espíritu. .. Nada de reflexiones o
trante verdad; resaltan en ellas las visiones de paisaje y de camino. incisos e intromisiones personales hay en esos versos; el poeta
Colección de poesías descriptivas y narrativas es su mejor libro, describe minuciosa e impersonalmente la Naturaleza. Sus
Campos de Castilla (1912), en el cual nos da la tierra, los hombres, paisajes no son mas que una colección de detalles. Y, sin embargo,
la atmósfera y el espíritu adusto de los campos castellanos. En en esos versos sentimos palpitar, vibrar todo el espíritu del
este volumen es donde hace su profesión de fe: poeta.»22 Una de las mejores poesías de Machado es, sin disputa,
628 LITERATURA CONTEMPORANEA LOS POETAS 629

aquella en que describe lacónicamente toda una raza de campesinos mediocres, y en Sevilla y otros poemas (1918). Y para la tierra en
y todo un campo hostil, no sabemos cuál, aunque debe de hallarse que nació son también los cantares — y no se escriben hoy su­
en las fronteras de Extremadura; se titula vagamente Por tierras periores— coleccionados en Cante hondo (1912). Después de
de España; he aquí un trozo: Alma, el libro de más sugestiva melodía interior y rítmica es
. . . Pequeño, ágil, sufrido, los ojos de hombre astuto,
Apolo (1911), cuyas semblanzas poéticas de grandes españoles
hundidos, recelosos, movibles; y trazadas antiguos le hacen un maestro en este género de evocaciones históri­
cual arco de ballesta, en el semblante enjuto cas; tan admirable como concisa, es la de Felipe IV . Para su
de pómulos salientes, las cejas muy pobladas .. . mejor poesía descriptiva, Castilla, se ha inspirado en el primer
Los ojos siempre turbios de envidia o de tristeza, episodio del Cantar de Mío Cid, así como algunas otras están
guarda su presa y llora la que el vecino alcanza;
ni pára su infortunio ni goza su riqueza; inspiradas en Berceo (v. gr., Alvar-Fáñez y Glosa) y en el jocundo
le hieren y acongojan fortuna y malandanza. Arcipreste de Hita (v. gr., la canción de Don Carnaval),24 En
El numen de estos campos es sanguinario y fiero; colaboración con su hermano Antonio ha hecho refundiciones de
al declinar la tarde, sobre el remoto alcor, El condenado por desconfiado de Tirso (1924) y La niña de plata
veréis agigantarse la forma de un arquero, de Lope de Vega (1926), ambas muy aplaudidas.
la forma de un inmenso centauro flechador.
Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta
— no fué por estos campos el bíblico jardín — 8. M esa . Otro poeta de nuestros días que recuerda a aquellos
son tierras para el águila, un trozo de planeta maestros medievales, y que ha seguido como nadie la tradición de
por donde cruza errante la sombra de Caín. las serranillas del Marqués de Santillana, es E nrique de M esa
(n. 1879), madrileño, cuyas serranillas son un primor de gracia y
Machado, que considera el romance como la suprema expresión naturalidad.28 Es el poeta de la serranía castellana, más bien, el
de la poesía española, ha escrito algunos de positivo mérito: poeta dé la Sierra del Guadarrama; pinta los valles y las alturas de
v. gr., el de La tierra de Alvar-González, publicado en La Lectura manera sobria y plástica, con tan absoluta precisión y eficacia como
e incluido luego en Campos de Castilla. Sus romances tienen los juglares de los viejos romances. El estilo es directo, sin imáge­
inspiración más cercana y directa que la lectura de las gestas heroi­ nes, voces o conceptos abstractos; todo ello corresponde a una
cas : emanan, nos dirá él, « del pueblo que las compuso y de la realidad sensible, directamente conocida y expresada. En Tierra
tierra donde se cantaron ».23 En las Nuevas canciones (1924), se y alma (1906), Cancionero castellano (1911) y El silencio de la.
hallarán desde el endecasílabo clásico hasta la forma ligera de la Cartuja (1916), fluye la inspiración como por el prado las aguas
copla popular. Con su hermano Manuel ha colaborado en la mansas, puras y cristalinas de un arroyo.
tragicomedia original en cuatro actos y en verso titulada Des­
dichas de la fortuna o Julianillo Valcárcel (1926). 9. D íez -C anedo . N o menos visible que en el anterior, es el
amor al campo en muchas poesías de Enrique Díez-Canedo
7. M. M achado. Hermano del autor de Campos de Castilla, (n. 1879), de Badajoz, así como cierta inclinación a los místicos del
es Manuel Machado (n. 1874), y tan sevillano como su aire de siglo de oro. Tiene romances de estilo tan recortado, sencillo e
mozo bien plantado, es la sal, la sensibilidad exquisita y la natural impresionista como el romance de lobos de Cuento de invierno, y
elegancia de sus versos. Fué uno de los primeros en cultivar las poesías de tono muy moderno y de asunto madrileño, como la
novedades técnicas del modernismo, en su libro Alma (1902), el Oda a la Cibeles. Poema de perfecta ejecución es el titulado las
mejor acaso que ha compuesto: destácanse allí Adelfos, El jardín Campanas, a la muerte del campanero allá en su cuarto de la alta
gris, Melancolía y Madrigal. Canta a su tierra andaluza en Ca­ torre. Brilla en los sonetos, de impecable factura, y es su actitud
prichos (1905), que son, como los de Goya, unos muy buenos, otros más frecuente la de una exquisita melancolía, según puede com­
630 LITERATURA CONTEMPORÁNEA LOS P OE T A S 631
probarse con la lectura de Versos de las horas (1906), La visita del S in e s io D e l g a d o , director por muchos años de la mejor publi­
Sol (1907) y La sombra del ensueño (1910). Díez-Canedo figura, cación humorística que hemos tenido, el Madrid Cómico (1883-
además, entre los buenos críticos literarios. 1897), ha escrito buen número de sainetes y zarzuelas, y con
ingenio fino y chispeante varios libros de versos (Pólvora sola, 1888,
10. O t r o s l ír ic o s p r in c ip a l e s .
Lugar aparte corresponde a Lluvia menuda, 1895, etc.),, siendo la composición Tiple nueva
E m il io C a r r e r e , pintor del hampa y de la bohemia literaria, a la uno de sus mayores aciertos en el género jocoso; J u a n P é r e z
que él pertenece orgullosamente.26 No posee gran riqueza de Z ú S ig a , de mucha gracia natural, pero algo chabacano, no cesa de
lenguaje, ni de rimas, pero la versificación es flúida, y la expresión lanzar en la prensa centenares de trabajos cómicos, en prosa y verso,
muy sincera y directa. Se distingue al cantar el desamparo y las que luego colecciona (Música ratonera, 1901, Chapucerías, 1906,
miserias de la vida bohemia (La musa del arroyo, Café popular, Coplas de sacristía, 1907, etc.); y Luis d e T a p ia , el más risueño,
Alma de la noche, etc.). Sus Románticas (1902) y El caballero de la culto y epigramático de nuestros literatos festivos, muy castizo y
muerte (1909), por citar algunos libros de versos, y Los ojos de la excelente versificador en sus Salmos (1903), Bombones y caramelos
diablesa (1913) y La Rosa de Albaicín (1917), entre sus novelas y (1911), Coplas del año (1919), etc.27
leyendas en prosa, revelan no mucha originalidad, mediana dosis
de ironía, y un pozo de negruras y desencantos. [1] Obras completas, prologadas y ordenadas por A. Ghiraldo y A. González-
La lírica popular cuenta con dos excelentes poetas: N a r c iso Blaneo, Madrid, s.a. (¿ 1919-26?); V. A. González-Blaneo, Estudio prelimi­
D ía z d e E s c o b a r , fecundísimo escritor en los más variados géneros, nar, en Obras escogidas de Rubén Darlo, Madrid, 1910,1.1 (estoy conforme con
las tachas que al ensayo de Rodó señala este libro, págs. xxxv-xxxvi); Fr.
que sobresale en las colecciones de cantares (Malagueñas, 1889,
José María Aguado, Tratado de las diversas clases de versos castellanos y de sus
Cantares del soldado, 1893, Guitarra andaluza, 1912, Nuevas coplas, más frecuentes combinaciones métricas y rítmicas, en Boletín de la Real Academia
1917, etc.); y V ic e n t e M e d in a , el cantor de su huerta murciana, Espartóla, ts. X-XII; Arturo Torres-Rioseco, Precursores del modernismo,
con una tan sentida y noble potencia lírica que llega derecho al Madrid, 1925; M. Henríquez Ureña, El intercambio de influencias literarias
corazón en sus Aires murcianos (1898) y La canción de la huerta entre España y América durante los últimos cincuenta años (1875-1925), en
Cuba Contemporánea, t. XLI, págs. 5-46.
(1901). Y, aunque sea en lista de catálogo, no es posible omitir [2] V. Augusto Martínez Olmedilla, Salvador Rueda: su significación, su
el nombre de varios líricos: M a r c o s R. B la n co - B e l m o n t e , de vida, sus obras, Madrid, 1908; A. González-Blaneo, Los grandes maestros: Sal­
tendencia social y humanitaria en Aves sin nido (1902) y La vida vador Rueda y Rubén Darío, Madrid, 1908.
humilde (1906), de entonación patriótica en La patria de mis sueños [3] La colección menos incompleta, con una tercera parte de su producción
(1912) y A l sembrar los trigos (1913), su mejor obra; M a n u e l d e lírica, es la impropiamente titulada Obras completas de Salvador Rueda, Bar­
celona, 1911; la que se dice más selecta, sin serlo, Salvador Rueda: Poesías
S a n d o v a l , castizo poeta de Castilla (Cancionero, 1909, Musa
escogidas (Biblioteca Renacimiento), Madrid, 1912.
castellana, 1911, De mi cercado, 1912, etc.); A l b e r t o V a l e r o [)4] Enrique Díez-Canedo, Lenguas de fuego, en La Lectura, t. II, p. 62.
M a r t ín , poeta sentimental de los labriegos de aquellas m ism a s [5] V. Carta a la Pardo Bazán, en Retratos y apuntes literarios, Obras com­
tierras (Campo y hogar, 1913, etc.); A n t o n io R e y S o t o , altamente pletas, t. XXXII, págs. 84-85; Conrado Muíños, Gabriel y Galán, en La
lírico, robusto y colorista en Falenas (1905) y Nido de áspides Ciudad de Dios, t. LXVI; A. Revilla Marcos, José María Gabriel y Galán:
su vida y sus obras, Madrid, 1923.
(1911); y J u a n J o s é L l o v e t , que muestra gusto purísimo en El
06] Obras completas, Madrid, 1926, t. II, p. 177.
rosal de la leyenda (1913). [7] Ib id ., II, p. 225.
08] Pompeyo Gener, Prólogo a Obras completas de Villaespesa, t. I (Madrid,
11. Los p o e t a s f e s t iv o s . Entre los muchos poetas festivos 1916), págs. 23-24.
(Antonio Palomero, Carlos Miranda, Manuel Soriano, Antonio 09] Obras completas, t. II (Madrid, 1916), p. 56.
[10] Los crepúsculos de sangre, en Obras completas, t, III (Madrid, 1916),
Casero, etc.), resaltan C a r l o s L u is d e C u e n c a , autor del género
págs. 27-28.
chico, y verdaderamente regocijado en sus Alegrías (1900); [11] Gener, loe. cit., p. 20.
632 LITERATURA CONTEMPORÁNEA

[12] Manuel Cardía, Prólogo a Obras completas de Villaespesa, t. IV (Madrid,


1916), p. 18.
[13] Arias tristes, Madrid, 1903, p. 145; Poesías escogidas (The Hispanie
Society of America), New York, 1917.
[14] Jardines lejanos, Madrid, 1904, p. 151.
[15] Pastorales, Madrid, 1911, p. v. CAPÍTULO XLIV
[16] Ibid., págs. 203-204.
[17] A. González-Blaneo, Los contemporáneos (Ira. serie), París, 1906,1.1, p.
219; V. P. Henríquez Ureña, La obra de Juan Ramón Jiménez, en Cuba
LOS DRAMATURGOS
contemporánea, t. XIX, págs. 251-263.
I. Orientaciones dramáticas. 2. Benavente: obras no dramáticas;
[18] Poesías completas de Antonio Machado, Madrid, 1917, p. 112.
comedias de la aristocracia y de la burguesía madrileña; comedias
[19] Antonio Machado, Páginas escogidas, Madrid, 1917, p. 16.
cosmopolitas; Los intereses creados; teatro infantil; dramas rurales.
[20] Poesías completas, págs. 267-268.
3. Linares Rivas: fondo satírico y humanitario. 4. Los Quinteros:
[21] Ibid., págs. 119-122.
el sainete y la comedia humorístico-sentimental. 5. Martínez Sierra:
[22] Azorín, Clásicos y modernos, en Obras completas, t. XII (Madrid, 1919),
tono realista y poético. 6. Marquina: el teatro poético y legendario.
p. 104.
7. Varios autores dramáticos: López Pinillos, Oliver, Fernández
[23] Antonio Machado, Páginas escogidas, p. 149. Ardavín, etc. 8. Los sainetistas.
[24] V. González-Blaneo, Los contemporáneos (2da. serie), París, 1908,
págs. 83-124. 1. O r ie n t a c io n e s d r a m á t ic a s . Pérez Galdós es, sin duda, el
[25] V. Ramón Pérez de Ayala, Ensayo, en Cancionero castellano, Madrid,
orientador del teatro español contemporáneo. Los dramaturgos
1917, págs. 7-45.
[26] V. Rafael Cansinos-Asséns, La nueva literatura, Madrid, 1917, t. II, que han venido después no han hecho más que seguir la dirección
p. 145 y sigts. realista de Galdós, aunque dándole cada uno la nota propia de su
[27] V. Poetas españoles del siglo X X : Antología, con notas bio-bibliográficas personal temperamento; la nota satírica, Benavente; la nota
de R. Segura de la Garmilla, Madrid, 1922. didáctica, afinando la de Galdós, Linares Rivas; la nota poética,
Martínez Sierra; la delicadamente humorística y sentimental, los
hermanos Quintero. Y todos ellos siguen al maestro también en la
casi completa eliminación de los soliloquios y apartes, tan largos y
frecuentes en el teatro anterior a Galdós. El elemento simbólico,
que caracteriza a las últimas obras galdosianas, lo continúan
empleando — aparte de otros autores secundarios — Benavente y
Marquina, en muchos de sus dramas. Este último crea o, mejor
dicho, resucita el teatro poético y legendario en verso. Benavente
inicia la comedia de asunto, caracteres y escenario cosmopolitas;
inaugura el teatro infantil, el cuento de hadas escénico; y moder­
niza la antigua farsa italiana.
/ El espectáculo teatral y la producción dramática adquieren
excepcional desarrollo en el presente siglo. En el año 1908 —
fecha culminante de la zarzuela — hubo, sólo en Madrid, 414
estrenos de obras teatrales, en las cuales estaban representados
289 autores y 86 compositores de música.1 Entre los principales
actores y actrices de estos tiempos, han de citarse Díaz de Men­
doza, y Borrás, la María Guerrero y la Rosario Pino. Respecto
633
634 LITERATURA CONTEMPORANEA

de la zarzuela, tras culminar en 1908, ha ido perdiendo terreno


rápidamente hasta el punto de haber casi desaparecido en nuestros
días; su lugar lo han ido ganando las revistas musicales en tres
actos, de lujoso vestuario y decorado, con exhibición de bellezas
femeninas, pero de escasísimo o de ningún valor literario.

2. B e n a v e n t e . Jacinto Benavente, hijo de un afamado médico


de la corte, nació en Madrid en 1868; después de haber empezado
los estudios de Derecho, los abandonó para dedicarse a la litera­
tura; fuéle concedido en 1922 el premio Nobel, la más alta dis­
tinción del mundo literario internacional.2 Entre sus obras no
dramáticas, figuran el Teatro fantástico (1892), su primer libro;
un volumen de Versos, sin particular significación junto a los que
entonces se escribían; las Cartas de mujeres, que han logrado
notable difusión por el fino conocimiento de la psicología femenina
y por la gracia del estilo; Figulinas y Vilanos, dos colecciones de
cuentos y diálogos en prosa; el Teatro del pueblo, serie de artículos L inares R ivas B enavente
sobre el estado del teatro español; de crítica, igualmente, las
Acotaciones; y sobre los temas más variados de actualidad, pero
prevaleciendo los literarios y artísticos, son los seis tomos de cróni­
cas que llevan el título De sobremesa. En todos estos libros resalta
el espíritu enteramente moderno, al par que típicamente español,
de Benavente, su tolerancia, ingenio sutil, delicada ironía y cierta
cualidad poética. De sus varias traducciones de obras extranjeras,
recordaremos el Rey Lear de Shakespeare y el Don Juan de #9V
Moliére.
Lleva escritas unas ochenta y tantas piezas dramáticas origi­
nales.3 Abarca el primer ciclo de su labor teatral desde 1894
hasta 1903. Produce veintidós obras: comedias de sociedad (v. gr.,
El nido ajeno); comedias cómicas, como El automóvil, parodia de la
manía automovilista que por entonces comenzaba a enseñorearse
de la gente, y El tren de los maridos, regocijada sátira de costumbres
madrileñas; sainetes, por el estilo de Modas, sobre la frivolidad
femenina; zarzuelas, como el Teatro feminista; apunta la tenden­
cia al drama sentimental en El primo Román, y al drama de tesis
en Alma triunfante. Mas lo característico de esta primera fase de Los Q uinteros M arquina
su teatro son las comedias satíricas de la aristocracia y burguesía
madrileñas; tal tipo de comedia benaventina está formado por
una serie de escenas de la vida contemporánea, ligeramente enla-
LOS D R A M A T U E G O S 635
zadas; entretienen por el interés psicológico de los caracteres y
por el chispeante diálogo, pero no llegan a deleitar ni conmover;
fáltales calor humano, nobleza e idealidad; fáltales igualmente una
acción principal y propiamente dramática; es galería de tipos y de
escenas satíricas; la sátira, tan refinada y sutil en la forma como
exacta, fría e implacable en el fondo: « el rasgo agudo de la sátira
se disimula bajo flores y sonrisas ».4 Las obras más importantes
de dicha primera época son Gente conocida (1896), copia del mundo
frívolo y elegante, sacada del natural; La comida de las fieras
(1898), en que se vuelve a retratar con pinceladas firmes la aris­
tocracia de la sangre y del dinero, y su séquito de parásitos, dis­
putándose con avidez la presa de una noble casa arruinada; Lo
cursi (1901), sátira de la clase media y de su afectación de mal
gusto; y La gobernadora (1901), cuadro de la vida provinciana y
de las intrigas políticas y sociales que corrompen la administración
pública. No asoma en estas obras el moralista, pero en ellas, como
en muchas del autor, se percibe una aspiración a «inquirir cómo
y en qué manera podemos conformar nuestra vida social con
nuestra vida interior, o cómo la vida social podría reformarse para
que fuese más justa, más sincera, más humana ».6
Con el estreno de La noche del sábado, en 1903, Benavente inicia
un nuevo género en su teatro: la comedia cosmopolita; estamos
ahora fuera de España, en una estación invernal a la moda, donde
se reúne el mundo ocioso y sin alma de la aristocracia europea.
Un mundo igualmente exótico — y artificial — conocemos en El
dragón de fuego, contra la acción de las potencias europeas en países
salvajes, con el contraste de las virtudes primitivas frente a la
depravación de los hombres civilizados. Al mismo grupo de come­
dias de ambiente refinado y exótico pertenecen otras posteriores
de Benavente, como ¿ a escuela de las 'princesas y La Princesa
Bebé. Aunque más artificiosas que las comedias de la sociedad
madrileña, se parecen a éstas en su falta de acción, en la fina y
sutil ironía, en los diálogos deliciosos, que son a menudo verdaderos
torneos de ingenio, y en que rara vez se escucha el acento vehe­
mente de las pasiones. La obra más intensa de este grupo, y la
más humana, es La fuerza bruta, donde hay sincera y profunda
emoción, sentido ético y superior dominio del arte. Benavente
continúa escribiendo al mismo tiempo comedias como las de su
primera época, de ambiente español y tendencia satírica: Al natu-
636 LITERATURA CONTEMPORANEA LOS D R A MA T U R G O S 637

ral, en que opone a la frivolidad cortesana la sencillez y nobleza interesó grandemente en la creación del Teatro de los niños madri­
de la aristocracia rural; Rosas de otoño (1905), sobre la fidelidad leño, en cuya función inaugural estrenóse su linda piececita El
Conyugal, una de las producciones más armoniosas, mejor conce­ principe que todo lo aprendió en los libros.8 Y para el mismo teatro,
bidas y mejor ejecutadas del autor; y Los malhechores del bien, compuso Ganarse la vida y El nietecito.9 Tres piezas que represen­
animadísima presentación de esas juntas de beneficencia cuyos tan un nuevo aspecto de su producción dramática: el cuento de
miembros, reunidos para organizar y distribuir la caridad, no hadas escénico, con el libre vuelo de la fantasía poética y la en­
hacen sino entorpecerla con vanidades personales y pueriles pre­ señanza moral. En el mismo año de 1909 se puso en escena Por
sunciones, y quienes aspirando a hacer el bien, pretenden reformar las nubes, sobre las angustias económicas de la clase media, donde
a la fuerza, sin tolerancia y sin piedad con las debilidades humanas. resalta, más que la ironía, el fondo de piedad humana.
Y entre las obras cómicas de este segundo ciclo, sobresale Las Este teatro tan variado y complejo de Benavente se enriquece
cigarras hormigas, la más graciosa y divertida de Benavente. aún con otro género: el drama rural. A él pertenecen Señora ama
En Más fuerte que el amor (1906), drama sombrío, da todo su (1908), la obra predilecta del autor, y La malquerida (1913), la
desarrollo al género hondamente dramático y pasional, que seguirá obra predilecta del público y de los críticos.10 La acción de ambas
desde ahora cultivando, al par que los otros géneros. Su arte se ocurre entre aldeanos. El lenguaje, reproducido con discutible
va haciendo cada vez más amplio, humano y profundo. Y da fidelidad, da la sensación del lenguaje de los rústicos castellanos.
también otras dos notas nuevas, la del drama trágico y tremendo, Ambas producciones, de las más notables del teatro benaventino,
con Los ojos de los muertos (1907), y la de la comedia al estilo de la brillan por la excelencia de su estructura dramática: argumento
antigua farsa italiana, la commedia dell’arte, con Los intereses claro, lleno de interés y emoción. En Señora ama tenemos el
creados (1907), donde ha compendiado, en unos cuantos tipos, la carácter femenino más poderoso que ha creado Benavente, así
mascarada, el poema y la tragedia de la existencia.6 Es esta última como el Grispín de Los intereses creados es el más fuerte de los
una comedia de mérito excepcional, por su valor simbólico, escénico masculinos; son poderosos por la concentración de cualidades
y artístico; es la síntesis más perfecta del genio de Benavente, es humanas, más bien que por su realidad: ni en la vida se da una
decir, el producto más acabado de sus facultades distintivas: sen­ mujer normal de tan heroica y santa naturaleza como la Señora
cillez en la trama, comprensión íntima de la naturaleza humana y ama, ni un hombre de tan excepcional astucia y superioridad
de los resortes que mueven al mundo, ironía y escepticismo, que pueda hacer lo que hace Crispin. Y en La malquerida — la
belleza en los pensamientos, y, en menor escala, un toque de muchacha de quien se enamora su padrastro —- tenemos el drama
idealismo y de poesía; en menor escala, decimos, porque Bena­ pasional más conmovedor que ha escrito Benavente. Este
vente « ve siempre con mucha más precisión, exactitud y agudeza espíritu culto y ciudadano, nada amante por lo común de los co­
lo que es malo: sus ojos son siempre los de un satírico », pero «la lores fuertes, ha sabido poner sincera y palpitante emoción al
gota de idealidad, bondad y optimismo que hay en la obra de describir las pasiones aldeanas.
Benavente redime su visión crítica y negativa de la vida y de los En las obras posteriores, acentúa Benavente la tendencia sim­
hombres y la eleva al plano de la ironía profunda y consoladora ».7 bólica y moralizadora, en general. Sigue cultivando los varios
Agreguemos, sobre Los intereses creados, que es también la comedia géneros dramáticos, sin producir ninguna obra que aventaje a las
escrita en estilo más puro y hermoso. Varios años después, en que quedan mencionadas, y cultiva también dos nuevos tipos:
1916, le ha dado una segunda parte, La ciudad alegre y confiada, la comedia-opereta (Mefistófela, 1918) y la comedia de magia
que por su simbolismo patriótico fué clamorosamente aplaudida, [La Cenicienta, 1920). Con excepción de los años 1921 y 1922,
pero cuyo mérito es desde luego inferior a Los intereses creados. en que anduvo por tierras de América como director artístico de
Benavente, que tan poca fe tiene en los hombres y tan irónico una compañía, Benavente ha seguido produciendo de dos a cuatro
se muestra con ellos, ama con ternura a los niños. En 1909 se piezas al año, y tres en 1924 [Lecciones de buen humor, La otra
638 LITERATURA CONTEMPORANEA LOS DRAMATURGOS 639
honra y La virtud sospechosa). Entre sus últimos triunfos figura y notables del teatro contemporáneo. Fantasmas (1915), muy
Alfilerazos (1925). realista a pesar del título, va contra esos fantasmas de los prejui­
cios sociales que provocan la desdicha inmerecida, en particular
3. L in a r e s R iv a s . Tal vez sea Manuel Linares Rivas (n. 1867), contra el fantasma del honor conyugal que, por traición y abandono
de Santiago de Galicia, el dramaturgo que posee mayor dominio de una mala hembra, persigue al hombre inocente. Entre las
de los resortes escénicos. Ha escrito obras de varios géneros: mejores comedias últimas de Linares Rivas se cuentan Cobardías
zarzuelas, como La fragua de Vulcano; juguetes cómicos (Lo posi­ (1919), El alma de la aldea (1924) y Primero vivir (1926).
ble, El cuarto creciente, etc.); la leyenda histórica en verso Lady Linares Rivas ha llevado al teatro los problemas y conflictos del
Godiva; pasos de comedia (v. gr., Lo que engaña la verdad). Su orden moral. Pero no precisamente de esos conflictos inevitables,
principal teatro está compuesto de comedias con fondo satírico y por nacer de las entrañas del hombre; sino los que proceden del
moral. En Aire defuera (1903), plantea el problema del divorcio, poder de las costumbres, del orden jurídico establecido, de los
como única solución posible a la desdicha y al deshonor conyugal; prejuicios y convencionalismos sociales. No es, por lo tanto, un
La estirpe de Júpiter (1904) es una crítica mordaz de la aristocra­ pesimista que ve la fuente del mal en el corazón de las criaturas;
cia; El abolengo (1904), su comedia mejor, está basada en el con­ ni un visionario, que aspira a destruir los fundamentos de la
flicto doméstico que surge por diferencias de carácter y educación sociedad; es el hombre culto y moderno que señala la impropiedad
entre una esposa frívola y orgullosa de su linaje y el marido, y los daños de una organización jurídica y social anticuada. No
caballero sensato de la burguesía adinerada; La cizaña (1905), es tampoco, a pesar de todo, un moralista didáctico. Es el drama­
como el título indica, va contra la maledicencia. Y buena sátira turgo de pensamiento hondo que, sin dar lecciones, presenta las
pólitica nos parece El ídolo (1906), donde se pone al descubierto el realidades de la vida actual de modo sereno y artístico. « Mi labor
tinglado de las maquinaciones políticas en las altas esferas. En no ha sido más que de exposición — declara él —; la de un cami­
Bodas de plata (1906), casi sin asunto ni peripecias dramáticas, los nante por la senda de la vida, que se detiene y grita:— ¡ Eh,
personajes disertan con sagacidad, gracia y optimismo sobre Iglesia, Estado, fijáos en esto, y ya es hora de que lo evitéis!:
cuestiones relativas al amor, a la educación de los hijos y a la vida como este caso hay muchos.»12 Y ha repetido en más de una oca­
conyugal. sión que no quiere teorizar ni dogmatizar, sino exponer sencilla­
De muy distinta índole es El Caballero Lobo (1910), fábula es­ mente los conflictos que el Estado y la Iglesia deben resolver,
cénica en tres jornadas, especie de apólogo dramático en que las «llamar su atención sobre los infinitos casos en que resulta cruel
pasiones humanas están simbolizadas en animales, y cuyo triunfo su abandono e indiferencia». El propósito humanitario es tan
final corresponde a la cordera, símbolo de la dulzura femenina: innegable y hermoso como el marco artístico.
abundan en toda la obra las sentencias brillantísimas. En La Por pintar el mismo mundo que Benavente, y por su tendencia
fuerza del mal (1914), comedia de tesis, casi didáctica, se trata de igualmente satírica, se le ha considerado injustamente como un
probar la necesidad del mal y cómo se puede recurrir a él, en casos imitador. Pero la personalidad de Linares Rivas tiene propio e
extremos, para lograr que el bien triunfe finalmente. Vuelve a independiente relieve. Su visión y su interpretación de la exis­
plantear el autor el problema del divorcio, con inusitado poder tencia contemporánea son esencialmente personales. « Benavente
dramático, en La garra (1914): un caballero español, casado en es un crítico implacable, escéptico y pesimista, que ahonda mucho
América y divorciado a instancias de su mujer, regresa a España más en los defectos y males del momento hasta encontrar su raíz
y aquí contrae nuevo matrimonio; vive feliz hasta que un día se humana, y por lo tanto su necesidad fatal e inexorable. Linares
descubre su primera unión; y la garra de la iglesia y de la indisolu­ Rivas, en cambio, se fija en aquellos males sociales debidos a
bilidad del primer matrimonio canónico, destruyen su nuevo hogar, circunstancias transitorias, al estado de la cultura y de las costum­
y el caballero se suicida.11 Es de las producciones más viriles bres, los cuales pueden cambiar más o menos fácilmente mediante
640 LITERATURA CONTEMPORANEA LOS DRA MA TUR GOS 641
la difusión de ciertas ideas y el uso de ciertos remedios bien cono­ llena de poesía y admirable por su técnica; La aventura de los
cidos del autor y de algunos personajes de sus comedias que a galeotes, adaptación escénica de dicho capítulo del Quijote; y La
veces, a pesar de todos los inconvenientes, logran hacerlos triunfar muela del rey Farfán, zarzuela infantil cómico-fantástica.14 Han
en la comedia misma. Y cuando no lo logran, queda en pie por lo compuesto también algunas comedias dramáticas, como La zagala,
menos la virtud del principio y la enseñanza del ejemplo.»13 La muchacha campesina al servicio de un viejo hidalgo, con quien se
. doctrina de Linares Rivas puede cifrarse en estas tres palabras: casa en secreto, y al cual luego abandona; La casa de Garda,
libertad, amor, piedad. donde brotan todos los frutos de la mala educación y de la
En cuanto al arte, este dramaturgo quizás aventaje a todos los irresponsabilidad moral; y Malvaloca (1912),15 premiada por la
presentes en la técnica teatral. La acción se desarrolla en sus Real Academia, y la mejor obra seria de los Quinteros, aunque
comedias con perfecta naturalidad y claridad. No tiene rasgos el vigor dramático está debilitado por cierto sentimentalismo: ni
geniales, pero es sumamente discreto e ingenioso. Los diálogos, el conflicto de caracteres ni los efectos dramáticos llegan a alcanzar
tan intencionados y chispeantes como los de Benavente, y con verdadera intensidad.
igual inclinación a los discreteos de amable ironía. La expresión es Tanto como en el sainete, brillan los hermanos Quintero en la
siempre sobria y justa. comedia de costumbres contemporáneas. Son los mejores cro­
nistas de la burguesía. Han combinado la fina observación de la
4. Los Q u in t e r o s . L os hermanos Serafín (n. 1871) y Joaquín realidad, el sano humorismo y la dulce vena del sentimiento poé­
(n. 1873) Álvarez Quintero, sevillanos, escriben en colaboración tico. Fué su primera comedia importante Los galeotes (1900), en
todas sus obras. Se dieron a conocer en 1897 con el estreno de cuatro actos, una de las comedias más meditadas y perfectas de su
El ojito derecho, entremés, y La reja, comedia en un acto. De teatro, como lo es igualmente Las flores (1901) en tres actos, de
costumbres andaluzas, como las anteriores, es también su primera sencillo argumento, pero de personajes tan minuciosamente dibu­
zarzuela, La buena sombra (1898). Desde entonces no han cesado jados, de situaciones tan oportunas y bien justificadas, de tanta
de producir obras, alrededor de cinco cada año. Aunque la mayoría verdad y donaire, que tal vez deba considerarse como la obra maes­
son sainetes y comedias, han cultivado los géneros más diversos. tra de los Quinteros. Principales comedias son también las si­
En el sainete, son los maestros: por la fidelidad en la pintura de los guientes: El amor que pasa (1904), sobre esas provincianitas
cuadros de costumbres, por la propiedad de los caracteres y del solitarias, olvidadas, que tienen el alma llena de amor y se pasan
lenguaje, y por la espontaneidad de su gracia, aventajan decidida­ la juventud soñando con el galán que nunca llega; El genio alegre
mente a todos los sainetistas del siglo xix. Tienen los Quinteros, (1906), el de una linda muchacha andaluza que lleva a la casa de
además, rasgos de ternura, maravillosamente fundidos con la su tía —- toda austeridad y tristeza — flores, risas, ruido y amor, e
gracia cómica, que hacen sus sainetes mucho más agradables y irradia en aquel sombrío ambiente toda la dicha de su genio alegre;
humanos; entre los más representativos y excelentes, cuéntanse Las de Caín (1908), esto es, las cinco hijas de don Segismundo
El chiquillo, El flechazo, La pitanza y Los chorros del oro. En los Caín, pobre y respetable profesor de lenguas madrileño, que logra
sainetes, describen las costumbres populares, casi siempre las del triunfalmente casarlas a todas;16 Doña Clarines (1909), víctima
pueblo andaluz. En los pasos de comedia, menos cómicos que de una mentira que mató sus ilusiones amorosas en la juventud,
aquéllos, con el rasgo sentimental prevaleciendo, figuran tipos de la tiene la costumbre de decir verdades de a puño a todo el mundo
clase media: Mañana de sol, inspirado en una dolora de Campoa- y en toda ocasión, con terrible franqueza;17 La rima eterna (1910),
mor, y A la luz de la luna, ambos traducidos a varios idiomas, son inspirada en una rima de Bécquer, comedia preciosa por su hu­
los más deliciosos. morismo y visión poética; Don Juan, buena persona (1918), de
Entre otras obras de varios géneros, recordaremos Los borrachos gracia inimitable; Cancionera (1924), comedia en que los autores
y La reina mora, zarzuelas; La flor de la vida, comedia romántica han engarzado con primor coplas populares; y Las de Abel (1926)
642 LITERATURA CONTEMPORANEA LOS DRAMATURGOS 643

— donde al revés que en Las de Caín, los amores no cristalizan en con otros libros de ensayos y cuentos, varias novelas, como la
matrimonio —, una de las obras más brillantes de nuestro teatro denominada Tú eres la paz (1906), especie de poema bucólico en
de costumbres. prosa. Muestra en esta obra, igual que en casi todas las suyas, un
El argumento de las obras de los Quinteros es casi siempre sen­ apasionado amor por las cosas de la naturaleza, en sus aspectos más
cillísimo. Ni grandes pasiones ni grandes conflictos; ni tesis, ni suaves y risueños; expresa vivamente el alma del paisaje, con la
problemas, ni situaciones extraordinarias: la humilde realidad cual comulga en perfecta consonancia el alma del escritor. Hay una
cotidiana, vista con penetración y simpatía, presentada con exac­ dulzura casi femenina; el estilo, florido y poético; la prosa muy
titud e interés, hasta darnos la impresión de que la acción se acicalada y preciosista. En los libros posteriores se echa de ver el
desenvuelve, no en las tablas, sino en la vida real. Es su teatro progreso constante hacia una mayor sobriedad artística; el estilo
el más humano, sincero y espontáneo que tenemos hoy en día. El se va haciendo cada vez más limpio, desembarazado y eficaz.
arte de la composición no puede ser más armonioso ni más justo; Desde 1908, se consagra preferentemente a la producción dra­
tan cuidado está el detalle como el conjunto. Los tipos, por se­ mática; y a partir de 1916, actúa de empresario y director artístico
cundario que sea su papel, están caracterizados minuciosamente; de una compañía teatral. En Teatro de ensueño (1905), escenas
la gracia de los personajes es inimitable, por la naturalidad con que dialogadas de sabor simbólico y místico, destinadas a la lectura,
parece brotar; y siempre es una gracia fina, culta, sin brochazos se anuncia ya al futuro dramático. Ha estrenado después cuarenta
cómicos. Además de verdad, sencillez y donaire, hay en las come­ y tantas piezas originales. Y aunque ha escrito casi igual número
dias de los Quinteros un fondo de espiritualidad, de poesía. En el de libros de ensayos, versos y novelas, la particular importancia
asunto más jocoso, saben prender un hálito de sentimiento; y de Martínez Sierra estriba en su producción dramática. Logró el
en el más triste un hálito de esperanza y optimismo. En Las de primer triunfo escénico con Canción de cuna (1911), que continúa
Caín, por ejemplo, el problema es bien serio: casar a cinco mucha­ siendo su obra maestra. Vinieron a continuación, entre otras
chas sin dote; las ansiedades y esfuerzos de los padres resultan casi muchas piezas, la Primavera en otoño (1911), cuyo argumento
cómicos; allí vemos las debilidades de toda la familia, el afán de culmina con la reconciliación de un matrimonio tras muchos años
novio de las chicas, el afán de que se casen de los papás, la rematada de cruel separación, y cuyo principal mérito consiste en el estudio
tontería de tres personajes y las ridiculeces en que todos se ven de las costumbres; Lirio entre espinas (1911), es decir, una monjita
metidos; y, no obstante, los personajes y la atmósfera de aquella que, sirviendo de enfermera en cierta casa de mala fama, se atrae al
casa nos inspiran simpatía y afecto; en medio de sus flaquezas, buen camino a aquellas almas descarriadas, y es obra de fina
están revestidos de gracia y dignidad: y es que hay en esos cora­ caracterización de tipos; Mamá (1912), que defiende su hogar con­
zones un tesoro de nobles sentimientos, la tierna solicitud de los tra los ataques de un astuto Tenorio que la persigue a ella, y luego
padres, la abnegación de la hermana mayor, el respeto filial, el a su hija, cuadro sobresaliente de un hogar de la clase media, y
amor y bondadoso espíritu familiar que liga a todos. El asunto de exaltación de las virtudes de la mujer española; El enamorado
la comedia es cómico, y es triste, y sin embargo, todo es allí amable, (1912), paso de comedia, que se destaca por la ironía cómica;
grato y gracioso. El teatro de los Quinteros ensancha el ánimo, Madrigal (1913), linda dramatización de la novela Tú eres la paz;
con una impresión de frescura, sana alegría y rectitud moral: la La mujer del héroe (1914), tributo del autor a la bondad, buen juicio
vida, piensa uno, vale la pena de vivirse. y laboriosidad de la mujer del pueblo, representada aquí por cierta
lavandera, cuyo marido llega a ser el hombre del día en un con­
5. M a r t ín e z S i e r r a . Entró en el mundo de las letras Gregorio curso de aviación; El reino de Dios (1915), historia de una Her­
Martínez Sierra (n. 1881), madrileño, como cultivador del verso y mana de la Caridad que sirve sucesivamente en un asilo, en una
de la prosa poética (El poema del trabajo, 1898, poemas en prosa, casa de maternidad y en un hospicio, buscando el reino de Dios en
Flores de escarcha, 1900, poesías, etc.). Dió luego a la imprenta, el amor y en la caridad; es obra audaz en la técnica y admirable
644 LITERATURA CONTEMPORANEA LOS D RA MA TUR GOS 645

en la fusión de elementos patéticos y risueños, cómicos y poéticos; alma femenina; matiza los caracteres del modo más sutil y deli­
Navidad (1916), el mejor auto sagrado de nuestro tiempo, escrito cado. Y hay verdadera elegancia en el estilo de Martínez Sierra,
con verdadera inspiración cristiana, cuyo simbolismo es de clari­ y en todo su arte: noble, optimista, pulcro.
dad y poesía radiantes, los cuadros populares de convincente
realismo y todo el conjunto de una sinceridad artística ejemplar; 6. M a r q u in a . Eduardo Marquina (n. 1879), barcelonés, se
y Esperanza nuestra (1917), de tendencia socialista. destaca entre los líricos, y es, desde luego, el mejor poeta dramático
La perla del teatro de Martínez Sierra es Canción de cuna, contemporáneo. En Odas (1900), su primer libro, Églogas (1902)
traducida ya en los principales idiomas.18 Ninguna otra comedia y Elegías (1905), sigue la corriente modernista en las innovaciones
es tan representativa de su arte. Ninguna otra nos ha llegado a métricas, en el simbolismo, en cierta vaguedad mística y en el
impresionar en igual grado. La acción pasa en un convento de hondo sentimiento de la naturaleza, cualidades todas que culminan
monjas, en cuyo torno depositan cierto día a una criaturita, que en en Vendimión (1909); el brío y la serenidad le distinguen de los
la santa mansión crece y llega a hacerse mujer, llenándola toda de demás poetas modernistas. Distínguese, además, como poeta
alegría con el cascabeleo de sus risas, hasta que sale de allí para social en varias composiciones (v. gr., la Balada de los golfos), y
contraer matrimonio. Aquel ambiente de serena paz, de santa muy especialmente como representante de la poesía civil y patrió­
alegría y pureza, está evocado con sugestiva verdad y poesía, así tica en las Canciones del momento (1910), que empezó a publicar
como aquellas monjitas tan simpáticas, la discreta abadesa, la en la prensa diaria hacia 1905; en ellas, comenta la actualidad
severa madre vicaria, la dulce y gentil sor Juana de la Cruz, las política o social, en un sentido patriótico y optimista. Y este
cándidas y regocijadas novicias. Es el cuadro idílico y luminoso sentido nacional inspira también Tierras de España (1914),
de la vida en el convento, todo gracia e ingenuidad. Hay más colección de poesías de temas históricos.
sentida y comunicativa poesía en esta comedia en prosa que en Tras haber dado a la escena unas cuantas zarzuelas y dramas de
casi todas las del teatro poético contemporáneo. escaso interés, inauguró Marquina el teatro poético y legendario, o
Martínez Sierra rehuye lo trágico y lo resueltamente cómico. mejor dicho, lo resucitó en este siglo, con Las hijas del Cid (1908),
Su campo de acción, como el de los Quinteros, está en la vida ordi­ drama en cinco jornadas y en verso inspirado en el Poema del
naria. Ha descubierto el filón de poesía de las humildes realidades, Cid, aunque se aparta de éste en muchos pormenores; la acción es
su caudal de ternura, de resignación, de bondad. Y aun cuando, muy lánguida en los dos primeros actos, y, en general, puede decirse
saliéndose de lo que consideramos su propio terreno, se aventura a que no brilla el hombre de teatro ni tampoco el excelente poeta.19
hacer obras de tendencia satírica y social, más o menos didácticas El autor afina bastante más su técnica en Doña María la Brava
(v. gr., Madame Pepita, El pobrecito Juan, Esperanza nuestra), (1909), drama heroico en el cual hallan noble eco los viejos ro­
siempre sabe comunicarnos la fe en los hombres, la generosa mances castellanos; la protagonista no es figura histórica ni legen­
simpatía, la visión optimista, hacernos ver que la vida no tiene daria, sino pura creación del poeta, pero algunos hechos reales y,
sentido si se suprimen el amor y la piedad. Por casi todas sus sobre todo, el ambiente y los sentimientos dan la sensación de la
comedias corre una vena de encomiable sentimentalismo. Pero verdad histórica. Imaginados son, asimismo, la acción y los
el sostenido buen gusto le mantiene alejado de toda trivialidad personajes de En Flandes se ha puesto el sol (1910), la obra defini­
sentimental; es como si se fusionasen o se equilibraran la ter­ tiva, hasta la fecha, de Marquina y del teatro poético contempo­
nura de una mujer y la entereza de un hombre. La mayoría ráneo;20 la acción, en Flandes, corresponde al período en que el
de las comedias apenas tienen más que la trama indispen­ duque de Alba trataba de dominar la rebelión de aquellos do­
sable para mantener unidos a los varios cuadros; pero el con­ minios; es obra digna de los mayores elogios, por su inspiración
junto resulta de una armonía acabada, de una excelente técnica. poética y por su adecuación dramática; pero la interpretación de
Es buen psicólogo, especialmente al analizar los impulsos del los ideales del imperio español está hecha con espíritu demasiado
646 LITERATURA CONTEMPORANEA LOS D RA MA TUR GOS 647
moderno; hay algo de híbrido, de carácter antiguo y de ideas amor y de guerra, hasta que, por disensiones con el virrey del Perú,
modernas, en estos españoles antiguos de Marquina, que no acaban es condenado a perder las tierras conquistadas, sus tesoros y
de satisfacer enteramente; no pueden compararse, en verdad privilegios, y tiene que reintegrarse a Castilla y establecerse en un
histórica, con los del teatro de Zorrilla. Otras obras dramáticas humilde lugar por mandato del rey; la acción se desarrolla en una
en verso son Las flores de Aragón (1915), sobre los amores de Fer­ venta de Andalucía, en un galeón real con rumbo a las Indias luego,
nando e Isabel, los futuros Reyes Católicos, El Gran Capitán y en tierras de América finalmente; la versificación es muy ins­
(1916), que trata de los hechos del más famoso caudillo del siglo pirada, la acción bastante movida e interesante, pero los per­
xv, Gonzalo de Córdoba, el triunfador de franceses e italianos, y sonajes carecen de real vigor dramático.
en colaboración con Hernández Catá, Don Luis Mejía (1925), drama De los jóvenes dramaturgos que más prometen, citaremos a
que tiene por protagonista al rival de Don Juan Tenorio.11 Luis F e r n á n d e z A r d a v ín , que se reveló hace bien pocos años
Prescindiendo de otras producciones de Marquina, señalaremos como poeta lírico y estrenó en 1921 una de las obras más acabadas
Cuando florezcan los rosales (1912), comedia de amor de nuestro del teatro poético, La dama del armiño, en la cual evoca con ma­
tiempo, en prosa; y El pavo real (1922) y El pobrecito carpintero jestad la figura de El Greco y con brillante colorido la vida de
(1924), entre las comedias poéticas de asunto maravilloso o ver­ Toledo en el siglo xvi, menos feliz en la comedia popular en verso
siones modernas de cuentos de hadas. Rosa de Madrid (1926); J o s é F e r n á n d e z d e l V il l a r , que sigue
la escuela realista, finamente graciosa y sentimental, de los
7. V a r io s a u t o r e s d r a m á t ic o s . J o sé L ó p e z P in il l o s Quinteros (Alfonso XI I , 13,b 1921, La llave, 1922, La negra, 1925,
(1875-1922), que hizo popular en la prensa diaria su seudónimo etc.); y J a c in t o G r a u , que brilla en la alta comedia (Don Juan
de P a r m e n o , se distinguía por la crudeza realista y la ironía, tanto de Carillana, 1913) y en la tragedia de ambiente moderno (Entre
en la novela (v. gr., Daña Mesalina, 1910) como en el teatro (El llamas, 1915).
pantano, 1913, Esclavitud, 1918, etc.). Las principales obras sobre
temas de la antigüedad las escribe F e d e r ic o O l iv e r , con La
Esclava (1909), visión artística de la vida helénica, y Aníbal 8. Los s a in e t is t a s . Entre los mejores sainetistas de nuestro
(1915), donde la figura del capitán cartaginés resulta algo pálida­ tiempo (Enrique García Álvarez, Joaquín Abati, Antonio Paso,
mente sentimental. Maestro del drama simbólico es el poeta etc.), descuellan C a r l o s A r n ic h e s , con vivo instinto teatral y
lírico R a m ó n G oy d e S il v a , cuyas mejores producciones, La mucha gracia y travesura (El puñao de rosas, 1902, El pobre Val-
Reina Silencio (1911) y La corte del Cuervo Blanco (1914), en buena, 1904, Alma de Dios, 1907, Rositas de olor, 1924, etc.); y
P ed r o M u ñ o z S e c a , verdadero ingenio, que tiene comedias de
prosa, son ciertamente considerables en la concepción, en la dia­
fanidad de los simbolismos y en la hermosura de las sentencias. corte muy fino, como El Roble de Lajarosa (1915) y La señorita
El teatro poético ha producido algunas obras dignas de especial Ángeles (1921), aunque el género que preferentemente cultiva es la
mención. E n r iq u e L ó p e z A l a r c ó n y C r is t ó b a l d e C a s t r o , comedia bufa, las astracanadas, de disparatado asunto y situa­
buenos prosistas y líricos, escriben Gerineldo (1908), poema dramá­ ciones, que son un continuado equívoco, pero de innegable fuerza
tico de amor y caballerías, de tiempos de los Reyes Católicos, ins­ cómica: obras como La barba de Carrillo (1918) y El colmillo
pirado en tres famosos romances antiguos. Y a López Alarcón de Buda (1919) no pueden elevarse al rango de la literatura, pero
se debe, igualmente, en colaboración con R a m ó n G o d o y , el bello llenan de hilaridad los teatros; buena es La venganza de don
drama La Tizona (1915), cuyo protagonista es la encarnación del Mendo (1918), parodia del teatro clásico, con fácil y rica versi­
alma aventurera y conquistadora de la España imperial; son unos ficación.
cuantos episodios en la vida de cierto conquistador, sus lances de ° Alfonso X II es el nombre de una calle de Madrid, y 13 el número de la
° Véase páginas 496-497. supuesta casa donde tiene lugar la acción de esta graciosa comedia.
648 LITERATURA CONTEMPORANEA LOS D RAMAT URGOS 649

[1] V. J. Francos Rodríguez, El teatro en España, Madrid, 1909. sentada recientemente en Nueva York, fué anunciada como obra de Gregorio
[2] V. Ángel Lázaro, Jacinto Benavente: de su vida y de su obra, Madrid, y María Martínez Sierra, y efectivamente, en ésta y demás obras de don
1925; Walter Starkie, Jacinto Benavente, Oxford, 1924. Gregorio se nota tan singular delicadeza femenina que muy bien pudiera
[3] V. Bibliografía en Jacinto Benavente: estudio literario, por Federico de deberse a la colaboración de su esposa doña María de la O Lejárraga.
Onís (Instituto de las Españas), New York, 1923, págs. 44-53. [19] V . José Rogerio Sánchez, E l te a tr o p o é tic o , Madrid, 1914.
[4] Ernest Mérimée, Précis d’histoire de la littérature espagnole, Paris, 1908, [20] E n F la n d e s s e h a p u e s to el s o l, ed. escolar, etc. (con pról. de Onís), by
p. 467. E. H. Hespelt and P. R. Sanjurjo, Boston, 1924.
£5] Andrés González-Blanco, Los dramaturgos españoles contemporáneos
(Ira. serie), Valencia, 1917, p. 168.
[ 6 ] Tres comedias de Benavente: Sin querer, De pequeñas causas, Los intereses
creados, ed. escolar, etc., by J. Van Horne, Boston, 1918; Plays by Jacinto
Benavente (cuatro series), translated by John Garret Underhill, New York,
1917-24.
[7] Federico de Onís, op. cit., págs. 25-26.
[8] El príncipe que todo lo aprendió en los libros, ed. escolar, etc., by A. M.
Espinosa, New York, 1918.
[9] Ganarse la vida, ed. escolar, etc., by M. L. Ray, Boston, 1921.
[10] V. José Rogerio Sánchez, Estudio critico acerca de « La Malquerida »,
Madrid, 1913; Ramón Pérez de Ayala, Las Máscaras, Madrid, 1924, t. I,
págs. 91-198.
[11] La garra, vertida al inglés (con Electra, de Galdós, Puebla de las mujeres,
de los Quinteros, Cuando florezcan los rosales, de Marquina, Los Reyes pasan,
de Zamacois, y Juan José, de Dicenta), en Contemporary Spanish Dramatists,
by Charles Alfred Turrell, Boston, 1919.
[12] V. González-Blanco, op. cit., p. 194; Manuel Bueno, Teatro español
contemporáneo, Madrid, 1909; R. Cansinos-Asséns, Poetas y prosistas del
novecientos, Madrid, 1918.
[13] Onís, Prólogo a El abolengo, ed. escolar, etc., by P. G. Miller, Boston,
1921, págs. xi-xii.
[14] La flor de la vida, ed. escolar, etc., by F. O. Reed and J. Brooks, Bos­
ton, 1926; La muela del rey Farfán, ed. escolar, etc., by A. M. Espinosa, New
York, 1919; V. Ernest Mérimée, Le théátre des Álvarez Quintero, en Bulletin
hispanique, t. XXVIII, págs. 36-58.
[15] Malvaloca, translated by Jacob S. Fassett, New York, 1922.
[16] Las de Caín, ed. escolar, etc., by Z. E. Lamb.and N. I. Willey, New
York, 1924.
[17] Doña Clarines y Mañana de Sol, ed. escolar, etc., by S. Griswold Morley,
Boston, 1915.
[18] Canción de cuna, ed. escolar, etc., by A. M. Espinosa, Boston, 1921;
Sol de la tarde, ed. escolar, etc., by Ch. D. Cool, Boston, 1925; El ama de la
casa, ed. escolar, etc., by A. L. Owen, Boston, 1926; Sueño de una noche de
agosto, ed. escolar, etc., by M. Gardner and A. L. Owen, New York, 1926;
Plays of G. Martínez Sierra, in English versions by John Garrett Underhill
(vol. I) and Helen and Harley Granville-Barker (vol. II), New York, 1915-23:
vol. I, Canción de cuna, El enamorado, Hechizo de amor, El pobrecito Juan,
Madame Pepita: vol. II, El reino de Dios, Los pastores, La mujer del héroe,
Sueño de una noche de agosto; Oradle Song (Canción de cuna), al ser repre-
CAPÍTULO XLV
B t.a s c o
LOS N O V E L I S T A S Ibáñez

1. Aspectos dominantes. 2. Blasco Ibáñez: novelas valencianas;


de tendencia social; de costumbres españolas; de la guerra; de ambiente
europeo y americano. 3. Trigo y la novela erótica. 4. Valle-Indán,
subjetivo y refinado. 5. Baroja: las trilogías; las Memorias de un
hombre de acción. 6. Ricardo León, el novelista poeta. 7. Pérez de
Ayala, profundo e irónico. 8. Novelistas importantes: Concha Espina,
López de Haro, Insúa, etc.
1. A s p e c t o s d o m in a n t e s . La tradición novelística de los
maestros del siglo xix es continuada por Blasco Ibáñez, que es­
cribe además, en los últimos años, novelas de ambiente americano Pío
y europeo. La regionalidad se acentúa aun más en nuestro siglo; B ar o ja

son muchos los que cultivan la novela de costumbres locales:


Francisco Camba, Pérez Lugín, Concha Espina, Répide, Ramírez
Ángel, Miró, etc. La novedad más marcada, y deplorable, es la
novela erótica, que apenas fué conocida en España en la centuria
anterior. Nuevos aspectos ofrecen, igualmente, el preciosismo de
Valle-Inclán y la reacción de Baroja contra el estilo literario.
Valle-Inclán es quien mayor influencia ha ejercido sobre los
literatos jóvenes. « En lo espiritual y estilístico, Valle es un punto
central del que parten, como los rayos de una rosa de los vientos,
por un lado, la orientación hacia el preciosismo (Isaac Muñoz,
Goy de Silva, Carrere); por otro, la tendencia al arcaísmo con su
resurrección de voces desusadas y su creación de nuevas voces, no
siempre oportunas (Ricardo León, Carrere, Diego San José,
Répide y todos los castellanistas, cuya más notoria expresión es P é r e z DE
A yala
Enrique de Mesa); y por otro punto luminoso, el misticismo teoló­
gico que en su Lámpara maravillosa explaya ampliamente el maes­
tro, y que tiene su trascendencia espiritual en Pérez de Ayala (El
sendero innumerable) y su trasunto imitativo en las últimas poesías
de Carrere, orientadas hacia los misterios de ultratumba. »1
Junto a estos grupos de novelistas, existen otros de varias orienta­
ciones secundarias. Pero el grupo más nutrido y valioso es el de
650
LOS N O V E L I S T A S 651
los escritores realistas, que no incurren en las exquisiteces estilísti­
cas, con cierto refinamiento perverso, de Valle-Inclán y sus discí­
pulos, ni en la brusquedad impresionista y desprecio de la forma
de Baroja: sino que procuran el armonioso equilibrio de los buenos
maestros del siglo xix.

2. B la sco I b á ñ e z . Nació Vicente Blasco Ibáñez en 1867 en la


ciudad de \alencia, donde estudió la carrera de Leyes, que nunca
ha ejercido. Desde la juventud, tomó parte activa en la política,
defendiendo en la tribuna y en la prensa los ideales republicanos;
diputado por Valencia seis veces consecutivas, fue uno de los más
audaces y valientes luchadores del partido radical; se batió muchas
veces, al frente de sus secuaces, en las calles de Valencia; sufrió
destierros y encarcelamientos; y se hizo famoso en toda España
poi sus radicalismos, por sus duelos, por su talento y oratoria
inflamada y elocuente. Blasco Ibáñez es de carácter franco,
viril e impetuoso. Desde 1903, consagrado cada vez más a la
producción literaria, se fue apartando de la política activa. Un
viaje a la América del Sur, en 1909, donde logró excepcionales
triunfos como conferenciante, le hizo concebir y emprender una
gran empresa, la fundación de dos colonias o pueblos en el interior
de la Argentina, para la explotación agrícola. A consecuencia de
cierta crisis económica general en todo el país, tuvo pocos años
después que liquidar sus explotaciones. Y en 1914, en vísperas
de la guerra mundial, regresó definitivamente a Europa.2
Como escritor, su labor es muy copiosa. Prescindamos de los
libros de la juventud (Fantasías, leyendas y tradiciones, las novelas
El adiós de Schubert, la Señorita Norma, La araña negra), y de
otras novelas posteriores de escasa importancia (v. gr., La cen­
cerrada)-, citemos sus libros de impresiones de viajes, París, En el
país del arte, tres meses en Italia, Oriente y El militarismo mejicano-,
dos obras más de distinto carácter, La Argentina y sus grandezas y
la Historia de la guerra europea, en seis volúmenes; y algunas de
sus colecciones de Cuentos valencianos, Cuentos grises, Cuentos de la
guerra y Novelas de la Costa Azul.3
A la primera época de Blasco Ibáñez pertenecen las novelas de
costumbres valencianas: Arroz y tartana (1894), sobre la burguesía
de Valencia, única novela suya que muestra el influjo directo de
Zola; Flor de Mayo (1895), en la cual describe la existencia de los
652 LITERATURA CONTEMPORÁNEA LOS N O V E L I S T A S 653

pescadores en mar y tierra, y una de las más brillantes que se han anárquico de reivindicaciones sociales. Y La horda (1905),
escrito acerca del Mediterráneo; La barraca (1898),4 cuadro sen­ semejante en su documentación y naturalismo a Arroz y tartana,
cillo y tremendo de los odios y desgracias que persiguen a un es el cuadro de las bajas capas sociales de Madrid, de sus mendigos,
trabajador que, empujado por el hambre, viene de otra región obreros sin trabajo, ladrones y vagabundos de toda clase.
para trabajar las tierras malditas de un usurero; figura entre las La siguiente novela de Blasco Ibáñez, La maja desnuda (1906),
novelas más compactas, vigorosas y artísticas del autor; recuerda constituye un estudio psicológico: el caso de cierto pintor que
la maestría de Balzac; Entre naranjos (1900), con los amores de un sufre la tiranía de su esposa histérica; al quedarse viudo, siente
joven cacique político y una actriz, que tienen por fondo escénico hacia ella una pasión insensata y busca en vano — para pintar su
los naranjos y palmeras de la hermosa región valenciana; y obra maestra — alguna modelo cuyo cuerpo sea idéntico al de la
Cañas y barro (1902), relato de una tragedia de amor y adulterio difunta. Novela de costumbres es Sangre y arena (1908): su tema
entre campesinos; la acción es más compleja que en las anteriores; los amores de cierto torero famoso y de una gran señora; es la
en la pintura magistral de las costumbres y del paisaje, en la crea­ novela de la fiesta nacional, en todas sus fases pintorescas, y muy
ción de tipos y en la intensidad dramática, sólo La barraca puede superior a cuantas se habían escrito bosquejando el mismo am­
comparársele en excelencia. biente, pero después ha venido a aventajarle en varios aspectos el
A esta primera época, corresponde Sónnica la Cortesana (1901), Currito de la Cruz (1922) de Alejandro Pérez Lugín. En Los
una cortesana ateniense de grandes riquezas que se establece en muertos mandan (1909), novela sobresaliente, tenemos el choque de
Sagunto, antigua ciudad ibera, y allí perece entre sus ruinas al ser la tradición con la energía individual, que se sobrepone al imperio
tomada la ciudad por los ejércitos de Aníbal (s. ni a. de J.). Para de aquélla; y no son los muertos quienes mandan, sino la vida; las
escribir esta novela de reconstitución histórica, el autor se docu­ rivalidades y amores que forman el hilo novelesco, tienen por
mentó con el estudio de los historiadores latinos y modernos. No espléndido escenario las Islas Baleares.
es obra maestra, pero sí tiene sumo interés y páginas de gran Los argonautas (1914) señalan nuevo rumbo en la producción de
belleza. Blasco Ibáñez. Había empezado éste por situar la acción de sus
Político batallador de la nueva España, Blasco Ibáñez compuso libros en la región valenciana; abrazó luego a toda España en la
novelas de tendencia social. La acción se desenvuelve, no en su segunda época; y ahora, en la tercera, inaugurada con Los argo­
provincia natal, sino en otras de España. Forman, pues, el grupo nautas, su radio se extiende a otros pueblos. En dicha novela
de novelas españolas: La catedral (1903), simbolizando en la de describe la existencia a bordo de un trasatlántico que parte de
Toledo la tradición religiosa; el anarquista Luna, enfermo y Lisboa con rumbo a Buenos Aires; dura la acción el mismo tiempo
derrotado por la vida, viene a acabar sus días al amparo de un her­ que el viaje, dos semanas; estamos en contacto con pasajeros de
mano que está al servicio de la catedral; su propaganda provoca diversas razas, que vienen en busca de fortuna a las tierras de Amé­
el asalto del templo, para robar los tesoros artísticos; y defendién­ rica; presenciamos las fiestas y amoríos de esta ciudad flotante,
dolos contra sus secuaces, Luna es asesinado; fatiga la lectura de escuchamos conversaciones acerca de los temas más variados, los
dicha novela por la excesiva preponderancia de los elementos ambiciosos proyectos que casi todos abrigan, sus descripciones y
narrativo y descriptivo sobre el diálogo y la acción. El intruso comentarios sobre las razas y costumbres de la América española,
(1904) es el jesuíta, el clericalismo, que, introduciéndose en todas que algunos ya conocen; resaltan notablemente los tipos, copiados
las esferas, trata de dirigir la vida doméstica, intelectual y política del natural, el humorismo y las descripciones marítimas. Esta
de la sociedad española; su acción tiene lugar en Bilbao; la novela novela de emigrantes, en la que abundan las evocaciones del
es acaso demasiado doctrinaria y parcial para ser artística. La descubrimiento, conquista y colonización de América, debía de
bodega (1905), en los campos de Jerez, presenta las miserias de la servir de introducción a una serie de obras que el autor planeaba
plebe rural de Andalucía, que amenaza despertar con impulso sobre Hispanoamérica; pero estalló la guerra mundial pocas
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semanas después de salir Los argonautas, y el curso de sus ideas e buque francés, hundido por el submarino, perece el hijo de Ferra­
impresiones varió hacia el campo sangriento de la lucha. gut; éste sólo piensa entonces en vengarse y pone su barco al
Entonces es cuando escribe Los cuatro jinetes del Apocalipsis servicio de los aliados, hasta encontrar la muerte en una de sus
(1916). Mas, antes de llegar al campo de batalla, nos encontramos expediciones. Mare Nostrum, con intriga de absorbente interés,
en la pampa argentina, que llena la primera mitad de la novela. con su atmósfera de poesía, de tenebrosas maquinaciones y de de­
Acaso Blasco Ibáñez estuviera componiendo su primera novela de solación guerrera, es sobre todo la novela magnífica del Mediterrá­
asunto hispanoamericano, la primera de la serie que proyectaba, neo, la epopeya de nuestro mar latino. Inferior a esta gran novela
cuando, teniéndola ya muy avanzada, se le ocurrió enlazarla con es la de Los enemigos de la mujer (1919), que ocurre en Monte-
el trágico tema de actualidad. Porque la primera parte es de­ Cario, en torno a un príncipe ruso y su séquito de parásitos, todos
masiado novela en sí misma y demasiado larga para introducción. declarados enemigos de la mujer; viven a dos pasos del campo de
En todo caso, la vida del rancho argentino está allí descrita casi batalla, ajenos en su existencia egoísta a los cruentos dolores y
con tan maravillosa verdad como la invasión y batalla del Mame sacrificios de la guerra; el triunfo de la mujer no se hace esperar;
en la segunda parte. El argumento, bien desarrollado en la primera aquellos enemigos se rinden a Venus; el príncipe se alista luego
parte, se pierde enteramente de vista en la segunda; no sin lógica, en la Legión extranjera, y de ella sale herido e inválido, pero con
sin embargo, puesto que en la gran tragedia guerrera el hilo de la el corazón purificado por el dolor.
existencia privada se perdió también de vista ante los intereses En La tierra de todos (1922), sobre la Argentina, el autor inicia la
mayores de la humanidad. Lo grande, lo intensamente artístico serie de novelas americanas que proyecta. El paraíso de las mu­
de Los cuatro jinetes del Apocalipsis son, desde luego, los personajes jeres (1922) es narración de viajes y aventuras en un país fantástico,
y las descripciones. Esta novela quedará entre las mejores destinada al cinematógrafo; y relato de un viaje del autor por
del autor, porque él, pintor de lo fuerte, tiene aquí su creación más mar y tierra (Norteamérica, Cuba, Panamá, Japón, China, India,
poderosa, el centauro Madariaga, y sus más poderosas escenas, Egipto, etc.) es La vuelta al mundo de un novelista (1924). Primera
las de la invasión alemana. Es la mejor novela, y la más leída, de novela de una nueva serie, cuya acción moderna evoca otra paralela
cuantas se han escrito acerca de la guerra europea; el número de desarrollada en siglos pasados, es El papa del mar (1926), que tiene
ediciones o reimpresiones inglesas pasa de doscientos. « Cente­ por verdadero protagonista al famoso antipapa aragonés don
nares de libros se han escrito describiendo todos los aspectos de la Pedro de Luna (s. xv).
gran lucha, y casi todos ellos han pasado sin impresionar a los Las novelas valencianas de Blasco Ibáñez se caracterizan, en
públicos. En cambio, Los cuatro jinetes del Apocalipsis han sido general, por lo compacto y rápido de la acción; ésta progresa sin
leídos en todo el mundo con idéntica emoción. . . Blasco Ibáñez pausas, derecha y fatal hacia el desenlace. El novelista se ha
vió y pintó con sus ojos mediterráneos el lado físico de la guerra señalado un objetivo y siente impaciencia por llegar a él. Ejem­
dejándonos una implacable reproducción fotográfica de sus plo de su poder para mover los ánimos con la relación fría, rápida,
escenas de violencia, de dolor y de miseria; analizó con intensidad de la injusticia de los hombres, es sobre todo La barraca. « Con
apasionada el carácter moral de los ejércitos combatientes; pero instinto delicado, él apropia el paisaje al estudio psicológico, y
su mirada penetró más profundamente hasta encontrar el sentido estos elementos se avaloran mutuamente y se completan en cierto
universal y humano de la contienda.»5 modo.»6 No se detiene en elaboradas descripciones: en cuatro
Novelas también de la guerra son las dos siguientes. Mare brochazos de color bosqueja el fondo con vivísima evocación, y
Nostrum (1918) es el nombre simbólico de un barco mercante es­ en el diálogo y la acción van perfilándose por sí mismas, con saliente
pañol; Ferragut, su capitán y propietario, se enamora en Nápoles relieve, las figuras de la fábula. En dichas obras tenemos en cuerpo
de cierta aventurera, espía alemana; ella le induce a aprovisionar y alma a los burgueses, artesanos, pescadores y huertanos de
a un submarino que opera en las aguas del Mediterráneo; en cierto Valencia, y fulgurantes perspectivas de la ciudad, del mar, del
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cielo y de la huerta. Todo ello con la vitalidad que en sus libros lugar a Los muertos mandan. Es un temperamento impetuoso,
pone este novelista esencialmente dinámico. creador por explosiones, que pone en su arte y en su estilo la
En las novelas del segundo ciclo, en las novelas de protesta, hermosura desaliñada y potente de la naturaleza. Para los que
exceptuando La catedral y El intruso, siguen brillando las mismas vemos sus obras de cerca, y de lejos los cenáculos literarios, es el
notas de copia fiel y viva y de estilo concentrado, dramático. En mayor novelista español de hoy en día. Y gracias a su obra nove­
las novelas de época posterior hay, por lo común, mayor amplitud, lística, han vislumbrado la gloria literaria de España centenares
acción menos densa y rápida; las descripciones y las digresiones de miles de lectores en todas las partes del mundo.
son extensas y frecuentes.
Sobresale mucho más en la acción, en la pintura exterior, que en 3. T r ig o . Felipe Trigo (1864-1916), de Extremadura, médico
el anáfisis de las fuerzas espirituales. «En sus novelas, el tema del ejército, voluntario heroico en la guerra de Filipinas, fué el
que predomina, que se sobrepone a todo, a amoríos, a psicologías, maestro de la novela erótica.8 Su primera obra, Las ingenuas
a pensamientos filosóficos y morales, es el espectáculo y la inquie­ (1901), es la historia voluptuosa de los amores de un joven con la
tud de la lucha por la vida . . . » 7 Es más sagaz en la psicología de ingenua y picaresca hermana de su mujer, que termina en la
las muchedumbres que en la psicología individual; compárese, desilusión; el escenario para el amor ilícito está admirablemente
por ejemplo, el penetrante análisis del alma colectiva en La adecuado; los acontecimientos y las circunstancias contribuyen a
barraca con el del artista neurasténico de La maja desnuda. Y desenvolverlo de manera, al parecer, inevitable; el interés de la
valen más sus creaciones varoniles que las femeninas. El único novela estriba principalmente en la presentación de los estados
tipo de mujer que ha trazado con maestría, el único que se fija de alma y de las reacciones psicológicas de los protagonistas y de
en la memoria del lector y perdura en ella, es el de la hembra las personas que les rodean. Es estudio atrevidísimo, pero vital,
caprichosa, dominante, voluptuosa, que aparece primero en Entre de la pasión amorosa y de la psicología femenina; es real obra de
naranjos, como actriz; reaparece como gran dama, cazadora del arte, aunque impura.
placer, en Sangre y arena; y vuelve a salir como espía en Mare En La sed de amar (1901), título que responde bien al asunto,
Nostrum. se refieren las aventuras de un adolescente atormentado por in­
Blasco Ibáñez no es humorista. No faltan rasgos de humorismo quietudes amorosas. En la carrera (1906), de valor autobiográfico,
en casi todas sus novelas, de ese verdadero humorismo que brota tenemos el relato de un estudiante de medicina, que el autor
del contraste natural, de la observación aguda, y no de la frase continúa en El médico rural (1912), trazando además en esta última
pintoresca; se encuentra ya en su primera novela regional, en un cuadro vivo de la atmósfera y existencia en cierto pueble-
Arroz y tartana — al reseñar, sobre todo, una procesión del Cor­ cilio rural de Andalucía. La pobre muchacha obligada por el
pus —, abunda especialmente en Los argonautas. Pero el novelista hambre a vender sus caricias, y redimida luego por el amor, es la
posee un temperamento genuinamente dramático: lo sombrío protagonista de La Altísima (1906-1907), una de las mejores
parece fascinarle. Su interés en los aspectos enérgicos de la vida, novelas del autor. La bruta (1907), excelente y apasionada pintura
como fuente del arte, es absorbente. Y, pintor de lo fuerte, aban­ del mundo de las letras madrileño, plantea el problema de la mujer
dona todo lo demás, acaso por pueril. En las comparaciones e española que, al verse aislada, tiene que recurrir al matrimonio o a
imágenes, en la velocidad y tensión del relato, en el estilo dinámico, la prostitución. Examen perspicaz de los celos y presentación
como su personalidad, tiene este novelista algo en común con los enérgica del concepto del honor conyugal y de sus crueles conse­
creadores de la epopeya primitiva. Posee en grado sumo el don cuencias es La clave (1907); y nuevo ataque contra el matrimonio,
de reflejar, con vigor incomparable, la naturaleza física. Tanta el de Las Evas del Paraíso (1910).
plenitud de vida como los personajes suele tener el escenario en Las demás novelas de Trigo son variaciones sobre el mismo tema.
casi todas sus novelas. Pero acaso corresponda en esto el primer En todas ellas, defiende la ética del amor libre, la igualdad de la
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mujer y del hombre en materias de amor. Sus teorías sociales, su o individual, son las tres relacionadas con la última guerra carlista:
moral y su estética — que metodizó en Socialismo individualista, Los cruzados de la causa (1908), El resplandor de la hoguera (1909),
1906 —• se apoyan sobre las leyes naturales, que él consideraba que es la más perfecta de la serie, y Gerifaltes de antaño (1909).
desvirtuadas y deformadas por la civilización. El retorno a la Citemos también, entre sus novelas más primorosas, Flor de santi­
naturaleza, aprovechando para una mayor libertad la cultura y la dad (1904), poética evocación de la vida en los campos gallegos, y
ciencia, es el único remedio a la corrupción abominable que reina Luces de Bohemia (1924), novela dialogada, tan artística como
en el mundo presente. Y sólo el regimen socialista podrá acabar atrevida, cuyo poeta ciego, «hampón, borracho, pero con ráfagas
con sus iniquidades y miserias. Veía en el amor la gran fuerza geniales y con la aureola de una vocación y una fama frustra­
irresistible e irreformable; la civilización no ha hecho más que das . . . es uno de los más conmovedores tipos de bohemia que ha
deformarlo, y la mayor víctima es la mayor esclava de estos con­ producido la literatura contemporánea ».13 Tiene en verso los
vencionalismos, la mujer. Las novelas de Trigo son el desarrollo Aromas de leyenda (1907), breve colección de poesías bucólicas y
de tales teorías. Sus esperanzas serían tal vez quiméricas, pero místicas. Da el tono épico en el poema dramático Voces de Gesta
sus convicciones eran sinceras y generosas. Consideraba el amor (1912). Y precioso modelo de la poesía cortesana es La Marquesa
como el ideal supremo, pero «el amor t o d o , el amor integrado Rosalinda (1913). Entre sus obras verdaderamente escénicas hay
por la fusión de los dos grandes sentimientos, pagano y cristiano, que mencionar La cabeza del Bautista (1924), drama popular y
que se ha repartido el imperio de los siglos, pretendiendo también moderno.
partir al hombre, o absorberle, mejor dicho, unas veces la intelectua­ Valle-Inclán ama todo lo raro y peregrino. Lo misterioso le
lidad, otra la animalidad ».9 Se ha dicho justificadamente que atrae: los conjuros, vaticinios y supersticiones populares abundan
Trigo era «un alma inquieta con aspiraciones místicas latentes en su obra. Se inclina, al par, hacia lo legendario y aristocrático,
bajo la sensualidad ».10 Su concepción del amor nos parece a en el ambiente y en los caracteres. Busca siempre la emoción
muchos elevada, pero «la audacia de sus procedimientos rebasan estética, la sensación exquisita, que nos transmite de modo sutil.
algo la medida ».u En lo uno y en lo otro, honremos, pues, con la Su creación más típica, el Marqués de Bradomín, es cínico, galante
santa verdad la memoria de este amigo y cumplido caballero. El y de refinada sensualidad. El lenguaje, selecto, noble, con muy
estilo de Trigo es desaliñado, descuidada la sintaxis, pero tiene discreto sabor arcaico; su prosa, rítmica, sonora, es acabado mo­
mucho brío, color y eficacia. delo de la prosa cincelada y artística. Este estilo y lenguaje es el
predominante en la obra total de Valle-Inclán, y por lo tanto, el
4. V a l l e - I n c l á n . Ramón del Valle-Inclán (n. 1869), gallego, característico. Pero en algunas de sus últimas novelas satíricas —
es un peregrino artífice de la forma y de la sensación exquisita.12 que el autor denomina esperpentos, de asunto picaresco, con inci­
De novelas líricas pueden calificarse las Sonata de primavera, dentes brutales o grotescos, de crudísimo tratamiento —, y sobre
Sonata de estío, Sonata de otoño y Sonata de invierno (1902-1905), todo en sus cuentos de costumbres campesinas, tiene un estilo
libros breves, como todos los del autor, en los cuales cifra las adecuadamente popular y enérgico; varios de estos cuentos son
cuatro edades o estaciones de la vida del protagonista; es éste el una maravilla por la intensa evocación de la realidad y por su
Marqués de Bradomín, un Don Juan feo, católico y sentimental, lenguaje de tan bárbara eficacia que la visión directa de los hechos
que escribe sus memorias ya en la ancianidad para relatarnos acaso no impresionara más que su relato hecho por Valle-Inclán.
triunfos amorosos, con cierta delectación y refinamiento perversos.
Novelas dramáticas, o comedias bárbaras, como el autor las de­ 5. B a r o ja . P ío Baroja (n. 1879), vascongado, médico rural por
nomina, son el Aguila del blasón (1907) y la muy superior de Ro­ algún tiempo, panadero después en Madrid, está considerado por
mance de lobos (1908). Y novelas épicas, por el predominio del muchos como el mejor novelista español que se ha dado a conocer
elemento colectivo, del pueblo, sobre cualquier elemento subjetivo dentro del siglo xx. Ha escrito varios volúmenes de cuentos,
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narraciones y crónicas: Vidas sombrías, Idilios vascos, El tablado enlazados, es lo que forman, pero de verdad intensa y admirable.
de Arlequín, Nuevo tablado de Arlequín, etc. Las novelas de Baroja La trilogía de El pasado está compuesta por La feria de los dis­
han sido agrupadas por él en varias trilogías. La priiñera novela cretos (1905), de intriga muy novelesca, que tiene a Córdoba por
fué La casa de Aizgorri (1900), dialogada, en siete jornadas, pre­ escenario; Los últimos románticos, que son los revolucionarios
sentación impasible y trágica de la degeneración hereditaria de franceses y los conspiradores españoles emigrados a París hacia
una famiha, víctima del alcohol; y la decadencia de todo un pueblo 1870; y Las tragedias grotescas, también en París y hacia la misma
es el asunto de El mayorazgo de Labraz; estas dos obras, junta­ fecha, en la cual despunta el análisis de las pasiones y la ardiente
mente con Zalacaín el Aventurero, relato novelesco de la última evocación de la tragedia revolucionaria.
guerra civil, forman la trilogía que lleva por título general Tierra La dama errante (1908), cuya intriga se funda en el atentado
vasca. contra los reyes de España el día de su boda (1906), parece más
Más íntima y personal es la serie de La vida fantástica: Camino bien que novela un relato periodístico, por lo menudo y disperso
de perfección (1901), de acción muy sencilla, de carácter psicológico, de la acción. La protagonista, complicada en el atentado, huye a
es la novela de más sentimiento y espiritualidad que Baroja ha Londres, y en la siguiente novela, La ciudad de la niebla, sin tener
compuesto; ninguna relación aparente guardan con ella las otras la menor importancia sus aventuras, la vemos en aquella metrópoli
dos novelas de la trilogía, las Aventuras, inventos y mixtificaciones inmensa, con su espectáculo de miserias junto al fabuloso capi­
de Silvestre Paradox, personaje sincero, amargo, rudo y paradójico talismo, con su industrialismo y sus legiones de obreros y anar­
como el autor, y Paradox, rey, pues nada menos llega a ser este quistas que sueñan en la revancha. El árbol de la ciencia, título
aventurero: después de figurar como periodista, vagabundo, que no guarda relación alguna con el asunto de la novela, es la
preceptor, inventor, va a fundar en compañía de otros aventureros historia vulgar de un hombre que acaba por suicidarse, pero muy
una colonia israelita en África; todos caen en poder de una tribu rica en observaciones y excelente en la presentación de los carac­
de negros, y Paradox es nombrado rey. Esta última novela, de las teres y de las costumbres. Estas tres novelas forman la serie de
más importantes de Baroja, es punzante sátira de la civilización La raza.
contemporánea en casi todos sus aspectos (ciencia, arte, religión, Otra trilogía, Las ciudades, está integrada por las siguientes
justicia, gobierno, etc.). Las tres novelas reflejan claramente el novelas: O César o nada (1910), estimable como sátira política,
espíritu del autor: en la primera, Baroja da expresión a sus an­ El mundo es ansí, esto es, triste, duro y cruel, y La sensualidad
helos místicos indefinibles, a las contradicciones espirituales que le pervertida, novelas de menos valor que las arriba mencionadas.
inquietan y perturban dolorosamente; en las otras dos, a su Buenas descripciones y escenas marítimas se hallarán en Las
amargo desencanto de la cultura moderna, a su propio escepti­ inquietudes de Shanti Andla (1911), libro de viajes y aventuras
cismo, inconsecuencia, rebeldía y negro humor. extraordinarias.
La busca, sobre los golfos, la Mala hierba, sobre los chulos y Memorias de un hombre de acción es el título de la última y larga
jugadores, que fluctúan entre el hampa y la sociedad respetable, serie de novelas de Baroja, con fondo histórico: El aprendiz de
y Aurora roja, galería de los más diversos tipos del anarquismo y conspirador (1913), El escuadrón del Brigante (1913), Los caminos
del socialismo, que pierden el tiempo en vanas discusiones y pala­ del mundo (1914), Con la pluma y con el sable (1915), Los recursos
brería, tres novelas publicadas en 1904, componen la serie de La de la astucia (1915), La ruta del aventurero (1916), etc. Tienen por
lucha por la vida. En estas novelas picarescas, sin el buen humor protagonista a un personaje real, don Eugenio de Aviraneta,
de las clásicas, sobresale la magistral pintura de los tipos y de las conspirador, guerrillero y revolucionario de la primera mitad del
costumbres del hampa madrileña, con sus miserias, sufrimientos siglo xix. Difícil es distinguir la ficción de la realidad en las
y degradación. En ninguna de las tres existe una acción propia­ aventuras y episodios que el autor atribuye a su personaje.
mente novelesca: exposición de figuras y de cuadros, ligeramente Algunos volúmenes están formados por dos o más relatos inde­
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pendientes: v. gr., Los caminos del mundo son tres narraciones dad y de una independencia salvajes, que están más allá del bien
sueltas (La culta Europa, Una intriga tenebrosa y La mano cortada) ; y del mal, de las ideas morales, de la herencia histórica, de las
en Los recursos de la astucia, las relaciones son dos {La Canóniga conveniencias sociales y literarias. Dice cosas poéticas y pro­
y Los guerrilleros del Empecinado). En arte de composición, en fundas, cosas extravagantes, cosas groseras; dice, en suma, todo
valor humano y novelesco, en valor histórico, quedan muy por lo que se le ocurre, y se,le ocurren infinitas cosas.»15 En sus ideas
bajo de los Episodios nacionales de Galdós: son los de Baroja tan hay también la misma inconsecuencia y confusión que en su arte.
distintos de éstos, en naturaleza, y tan inferiores, que no admiten Después de leer, por ejemplo, las trescientas y pico páginas de La
comparación. caverna del humorismo (1919), el lector sigue preguntándose: ¿ qué
Entre las últimas obras de Baroja apuntaremos El laberinto de entiende Baroja por humorismo? En Juventud, egolatría (1917),
las sirenas (1924), novela de ambiente cosmopolita; Las figuras de mezcla de confesiones y de breviario ideológico, sus nociones cen­
cera (1924), novela de la guerra carlista cuyos personajes parecen trales son periféricas, superficiales y confusas, así como caprichosa
en efecto de cera, que forma parte de la serie de las Memorias; y pintoresca su caracterización de varios grandes escritores en el
Divagaciones apasionadas (1924), colección de reflexiones y comen­ capítulo de preferencias literarias; lo que allí tiene valor no son
tarios sobre la cultura española; Vidas sombrías (1925) y El gran las ideas, agudas ingeniosidades de vulgarización filosófica, sino
torbellino del mundo (1926). la parte artística, la sinceridad y emoción de algunos capítulos,
La gran mayoría de las novelas de Baroja son, más que verda­ como el titulado La tragicomedia sexual. En sus conceptos prácti­
deras novelas, largas crónicas impresionistas con hechos menudos cos de renovación social, pone más fuerza destructiva que cons­
y dispersos, con personajes y cuadros vivamente reproducidos. tructiva: el galvanizar la España indolente suena mucho menos
Sin unidad de acción, sin interés esencialmente novelesco, pueden en sus obras que el demolir la España pintoresca y el olvidar la
llamarse en su mayoría cuadros de costumbres, y como tales España legendaria.16
superiores. La relación entre estos cuadros y episodios no es Es un rebelde, un anarquista muy pacífico, con anhelos indefini­
siempre aparente; la impresión que producen es fragmentaria y bles, de humor escéptico y pesimista. Presencia el espectáculo de
confusa. Baroja desprecia el estilo y la técnica literaria. Pero el la vida con curiosidad, pero sin emoción ni simpatía. Su visión es
arte de la composición no es cualidad de la técnica convencional; fría, dura, impasible. Lo único que le irrita algo son los curas y la
es un requisito indispensable en la creación artística, que no puede religión: consignamos el hecho, ni lo censuramos ni lo aplaudimos.
desdeñarse. Y el arte de composición falta en casi todas sus obras; Las cosas feas y tristes, el hambre, la miseria física, la degradación
faltan la unidad y la consecuencia, el desarrollo armonioso y gra­ moral, atraen su pincel. «Baroja espiga en la farándula de la
duado, la fusión de los varios elementos literarios. Aun los títulos vida todo lo caído, lo anormal, raro, dislocado, lo diferenciado por
no guardan relación con el asunto en varias novelas: v. gr., Las peregrino . . . » 17 Por todo ello, y por las cualidades literarias, sus
inquietudes de Shanti Andía, que son en realidad las aventuras de libros son espejos de la realidad, pero bien poco recreativos. El
Juan de Aguirre, El árbol de la ciencia, que sólo se refiere a una estilo es abrupto, impresionista; con frecuencia también, des­
discusión meramente episódica de la novela, Los recursos de la mayado, incoloro y trivial. Tal vez sean sus mejores novelas,
astucia, etc. Camino de perfección, por la espiritualidad íntima y admirable,
Baroja vale por sus grandes facultades de observador, «por la Silvestre Paradox y Paradox, rey, por el humorismo acre y mordaz,
intensidad y poder de su visión »;14 algunos libros suyos son docu­ y la trilogía de La lucha por la vida, por la visión intensa y ardiente
mentos humanos de mucho precio. Vale también por su originali­ de los bajos fondos sociales.
dad en todo, aunque esta originalidad no indique siempre fuerza
creadora, y a menudo parezca nada más que un gesto caprichoso 6. R ic a r d o L e ó n . El académico de la Real Española, Ricardo
y pintoresco. « Baroja es ante todo un pensador de una originali­ León (n. 1877), de Málaga, escribe en una prosa de agradable sabor
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arcaico.18 En Casta de hidalgos (1909), refiere la vida de cierto poráneos, nuestro mejor humorista.20 Ha publicado varios tomos
joven soñador, rebelde y aventurero, que, renegando de las tradi­ de crítica, como Las máscaras, libros de versos {La paz del sendero,
ciones de su casta, huye para conocer las novedades del mundo; El sendero innumerable y El sendero andante), y novelas de mérito.
vuelve al solar de sus mayores con el corazón desgarrado por la Prescindiendo de Tinieblas en las cumbres (1907), obra celestinesca
incredulidad, y trastornada y febril la mente; seductoras son las y lupanaria, pero de muy sutil ironía, y de alguna otra de secun­
descripciones de la antigua Santillana del Mar, lugar de la acción, daria importancia, recordaremos sus Troteras y danzaderas (1913),
los recuerdos históricos y el perfume de poesía y misticismo que sobre la bohemia literaria y artística de la corte, la primera novela
se desprende de la novela.19 No menos bella, y más sentida y de positivo mérito escrita por el autor; Tres novelas poemáticas de
humana, es la Comedia sentimental (1909), escrita en forma de la vida española {Prometeo, Luz de domingo, La caída de los limones)
autobiografía, historia doliente de un caballero de alma juvenil (1916), novelitas ejemplares en la composición, en el humorismo y
que se ha pasado la existencia sin otra pasión que los libros y el en el sentimiento poético;21 Luna de miel, luna de hiel (1923) y su
arte, ya en la edad madura siente el llamamiento del amor, y continuación Los trabajos de Urbano y Simona (1923), con una
tiene que ahogarlo, y para siempre renunciar a crearse un hogar. galería de tipos sutiles y convincentes; El ombligo del mundo (1924)
Alcalá de los Zegries (1909), novela de rivalidades caciquiles, de y Bajo el signo de Artemisa (1924), colecciones de novelitas y narra­
sentimentalismos y locos amores, se desarrolla en cierta villa ciones; y sobre todo las novelas Belarmino y Apolonio (1922), esto
andaluza donde aun perdura la encendida sangre africana; es la es, un zapatero filósofo y un zapatero poeta, retratados con inusi­
más novelesca del autor. Muy poética es la concepción de El amor tada fuerza y maestría, y Tigre Juan (1926) con su continuación
de los amores (1910), premiada por la Real Academia, pero su eje­ El curandero de su honra (1926), obras maestras del autor, origi-
cución está falseada en los caracteres, en las situaciones y en el nalísimas en la técnica, de ideas macizas, en un tono que por la
lenguaje. En Los centauros (1912), realista, sin el vago colorido índole de las principales figuras participa de lo filosófico y de lo
poético de las anteriores y sin excesiva retórica, se bosqueja el jovial.
cuadro de los políticos, periodistas y parásitos de una capital de En las últimas novelas de Pérez de Ayala el equilibrio de la
provincia. Tales son las principales novelas de Ricardo León, que fábula, de la descripción y del análisis es cabal. En sus descrip­
también ha compuesto sabrosos diálogos filosóficos (La escuela de ciones «cada pormenor parece reflejar la esencia del objeto a que
los sofistas) y libros de versos (Lira de bronce y Alivio de cami­ pertenece y ser a modo de imagen platónica de un aspecto de la
nantes). idea del personaje o de la cosa. Así, la copia o pintura de la reali­
Resalta en sus obras el espíritu místico y caballeresco de la dad . . . tiene siempre cierto sabor trascendente, cierta revelación
España legendaria, el vivo amor a las glorias y tradiciones del del sentido íntimo de los hechos o de la huella espiritual que deja
pasado. Trata de imitar el lenguaje de los clásicos y lo consigue el hombre aun sobre las cosas vulgares.»22 Y otro crítico extran­
a trechos con fortuna, pero pronto se echa de ver el esfuerzo y jero afirma que «sólo en Dostoevski o en los otros modernos
resulta amanerado. La acumulación de adjetivos y la sucesión de novelistas rusos se halla tan penetrante potencialidad para evocar
imágenes en sus libros no hacen mas que debilitar las ideas, aunque la significación latente de las escenas, y aun de los objetos, o para
el período gane en pompa y sonoridad. En las últimas novelas caracterizar una personalidad con una sola y centelleante frase ».23
{Amor de caridad, 1922, El hombre nuevo, 1925, etc.), el estilo es Su estilo es tan personal que parece imposible pueda confundirse
más ceñido, natural y gallardo. con el de cualquier otro contemporáneo, y tan admirable que justi­
ficadamente se considera a Pérez de Ayala como el mejor maestro
7. P é r e z d e A y a la . De sólida cultura literaria y delicada actual del estilo castellano. Tiene el vigor y la enjundia de los
sensibilidad artística, Ramón Pérez de Ayala (n. 1880), de Oviedo, clásicos de Castilla, el humorismo denso y trascendente de los
es el más irónico, paradójico y profundo de los novelistas contem­ grandes prosistas de Inglaterra. De los escritores de hoy en día,
666 LITERATURA CONTEMPORANEA LOS NOVELISTAS 667

Pérez de Ayala es el único cuyo lenguaje resista comparación con varios más. R a f a e l L ó p e z d e H a r o , completo y equilibrado en
el de Pereda en la riqueza de léxico, en la claridad y fuerza repre­ sus novelas de la vida y en novelas de las almas, ha dado cumplida
sentativa, en la variedad y agilidad de la construcción sintáctica. expresión a la realidad, sobre todo en Dominadoras (1907), estudio
« Una galería de retratos trazados con la firmeza de un Velázquez, magistral de tipos de mujer, y en La novela del honor (1910), de
con un fondo de escenario encantador, y una hueste de figuras costumbres provincianas; A l b e r t o I n s ú a , hábil siempre en los
secundarias bosquejadas tan despiadadamente como las de Goya, análisis psicológicos, en los matices y en el arte de narrar, como
será la aportación del señor Pérez de Ayala a la literatura moderna prueban En tierra de santos (1907), esto es, en Ávila, El negro
de E spaña.»24 que tenía el alma blanca (1922) y Dos franceses y un español (1926);
P e d r o M a t a , que, por la pintura de las pasiones fuertes e interés
B l a n c a d e l o s Ríos d e L am -
8. N o v e l is t a s im p o r t a n t e s . narrativo, es uno de los más leídos a la hora presente (Un grito en
pér ez (n. 1862), sevillana, ha cultivado la poesía, el cuento, la la noche, 1918, El hombre que se reía del amor, 1924, etc.); A u g u s t o
novela y la erudición literaria; muy castizas en el asunto y estilo M a r t ín e z O l m e d il l a , autor de muchas novelas y de centenares
son, entre otras novelas, Melita Palma (1901) y Sangre española de cuentos, que, si bien extrema lo cómico y lo amargo, resalta
(1902); de sus cuentos regionales, andaluces, debe leerse la serie por la amenidad y como costumbrista madrileño (Todo por él,
de La Rondeña (1902); como investigadora literaria, véase los 1917, Resurgimiento, 1919, etc.); y J o s é F r a n c é s , estimado crítico
estudios Del siglo de oro (1910). Lo característico de la obra entera de arte, combina en sus novelas y cuentos el realismo y el matiz
de esta literata es el íntimo sentimiento de la raza, su españolismo, sentimental, en un estilo ágil y expresivo, pero sin gran novedad en
y la brillantez del estilo. Intérprete, asimismo, del alma andaluza los temas ni particular fuerza creadora en los caracteres; sus obras
fué A r t u r o R e y e s (1864-1913), de Málaga, el más hábil pintor de (La estatua de carne, 1915, Como los pájaros de bronce, 1918, etc.)
las costumbres populares de su tierra, en verso y en prosa; lindas se leen con agrado, pero ni tipos, cuadros o asuntos parecen
novelas andaluzas son Cartucherita (1897) y Cielo azul (1911); impresionar suficientemente la retina y grabarse en la memoria del
de las poesías, preferimos Bélicas (1910) y Romances andaluces lector.
(1912). En una atmósfera bien distinta nos hallamos al leer las Distínguense, en la novela psicológica: F r a n c is c o A c e b a l
obras de C o n c h a E s p in a d e S e r n a (n. 1877), de Santander, que (Dolores, 1904) y M a u r ic io L ó p e z R o b e r t s (El verdadero hogar,
reproduce la realidad con todos sus pormenores, insistiendo mucho 1917); en la novela de costumbres populares madrileñas, P e d r o
en el análisis, dilatando la acción, en sus primeras novelas (v. gr., d e R é p i d e (Del Rastro a Maravillas, 1907), que en libros como
La niña de Luzmela, 1909); hace novela psicológica, con acción Madrid a vista de pájaro en el año 1873 (1925) resulta el Mesonero
más rápida y densa en La rosa de los vientos (1915), y novela social Romanos de nuestros días; en la novela de ambiente gallego,
en El metal de los muertos (1921); y se distingue sobremanera, con A l e ja n d r o P é r e z L u g ín (La casa de Troya, 1915) y F r a n c is c o
la propiedad y energía de los cuadros, de los caracteres y del C a m b a (La revolución de Laiño, 1919); y en la de costumbres se­
lenguaje, en la novela de costumbres aldeanas, como La esfinge villanas, J o s é M á s y L a g l e r a (La Estrella de la Giralda, 1918).
maragata (1913), una triste mujer que, buscando la felicidad en el Novelas de atmósfera oriental, con derroche de colores e imágenes
sacrificio, se casa con el hombre que le repugna,25 y El jayón y lenguaje acicalado y preciosista, son las mejores de I saac
(1917) , de la cual ha sacado el hermoso drama de igual título M u ñ o z (Esmeralda de Oriente, 1914) y de G a b r ie l M ir ó (Fi­
(1918) . De sus obras más recientes, citaremos El cáliz rojo (1924), guras de la Pasión del Señor, 1916-1917). La novela erótica tiene
es decir, el corazón de una mujer, encamación de la más sublime bastantes cultivadores: sólo mencionaremos a E d u a r d o Z a m a -
fidelidad y amor, y Tierras del Aquilón (1924), colección de novelas c o is , que se anticipó a Trigo en dar forma artística y cierto valor
cortas e impresiones de viajes.26 psicológico a este género, lográndolo especialmente en El seductor
Entre los buenos novelistas contemporáneos, hay que incluir a (1902) y en El Otro (1910); y A n t o n io d e H o y o s y V i n e t , el
668 LITERATURA CONTEMPORANEA LOS N O V E L I S T A S 669

novelista del misterio y de los casos extraños y terribles, ya saque 1922-24; Zalacaín el Aventurero, ed. escolar, etc., by A. L. Owen, Boston, 1926.
sus figuras de la plebe (chulos, golfos, ladrones y demás gente de la [17] Ricardo Carreras, Pío Baroja, en Cultura Española, t. XIII, p. 207.
[18] V. Ignacio G. Menéndez-Reigada, Ricardo León, en La Ciencia Tomista,
taberna y del presidio), o de la aristocracia de refinada perfidia y
t. VIII; J. Casares, Crítica profana, Madrid, 1916, págs. 245-348; C. Eguía
lujuria; su visión es calenturienta y trágica; citemos A flor de Ruiz, Literaturas y literatos: Primera serie (Madrid, 1914), págs. 311-335, y
piel (1906) y La alegria del dolor (1924). Segunda serie (Barcelona, 1917), págs. 3-23.
[19] A Son of the Hidalgos, translated by Catalina Paez (Mrs. Macmanus),
[1] R. Cansinos-Asséns, La nueva literatura: I. Los Hermes (2da. ed.),
Garden City, N. Y., 1921.
Madrid, 1925, págs. 119-120. [20] V. Madariaga, Ramón Pérez de Ayala, en op. cit., págs. 71-86; González-
[2] V. Eduardo Zamacois, Mis contemporáneos: Vicente Blasco Ibáñez, Blanco, Los contemporáneos (Ira. serie), París, 1906, t. II, págs. 147-208.
Madrid, 1910; Camille Pitollet, Blasco Ibáñez: ses romans et le roman de sa trie, [21] Prometheus: The Fall of the House of Limón: Sunday Sunlight (Poetic
París, 1922. Novéis of Spanish Life). Prose translations by Alice P. Hubbard: Poems done
[3] El préstamo de la difunta y otros cuentos (de Blasco Ibáñez), ed. escolar, into English by Grace Hazard Conkling: Introduction by Hayward Keniston,
etc., by G. B. Fundenburg and J. F. Klein, New York, 1925; Siete cuentos New York, 1920.
de Blasco Ibáñez, ed. escolar, etc., by S. E. Leavitt, New York, 1926. [22] Andrenio, Novelas, etc., p. 289.
[4] La barraca, ed. escolar, etc., by H. Keniston, New York, 1910.
[23] Keniston, loe. cit., págs. xv-xvi.
[5] Federico de Onís, Prólogo a ed. escolar de La batalla del Mame: An [24] Aubrey F. G. Bell, Contemporary Spanish Literature, New York, 1925,
Episode of « Los cuatro jinetes del Apocalipsis », Boston,1920, págs. x-xi. p. 140.
[6] E. Mérimée, Blasco Ibáñez et le roman de mccurs provinciales, en Bulletin [25] Mariflor {La esfinge maragata), translation by Francés Douglas, New
hispanique, t. V, p. 299. York, 1924.
[7] Eduardo Gómez de Baquero, Novelistas españoles modernos: Las novelas [26] V. R. Cansinos-Asséns, Literaturas del norte: la obra de Concha Es­
de Blasco Ibáñez, en Cultura Española (Madrid), t. XII, p. 950; V. F. Vézinet, pina, Madrid, 1924; G. Boussagol, Mme. Concha Espina, en Bulletin his­
Les personnages de Blasco Ibáñez, en Les maítres du roman espagnol contempo- panique, t. XXV, págs. 149-167; Ezio Levi, Nella letteratura spagnuola
rain, Paris, 1907, págs. 235-279. contemporanea, Firenze, 1922, págs. 59-91.
[8] V. Manuel Abril, Felipe Trigo: exposición y glosa de su vida, su filosofía,
su moral, su arte, su estilo, Madrid, 1917.
[9] Prólogo de Las ingenuas (8va. ed.), Madrid, 1917,1 .1, p. 8.
[10] V. González-Blanco, Historia de la novela en España, desde el Romanti­
cismo a nuestros días, Madrid, 1909, p. 753.
[11] H. Peseux-Richard, Un romancier espagnol: M. Felipe Trigo, en
Revue hispanique, t. XXVIII, p. 388.
[12] V. J. Chaumié, Don Ramón del Valle-Inclán, en Mercure de France,
t. CVIII, págs. 225-246; Noticias biográficas y crítica, en La Pluma (Madrid),
núm. extraordinario, enero de 1923.
[13] Andrenio, Renacimiento de la novela española en el siglo xix, Madrid,
1924, p. 109; V. Julio Casares, Crítica profana, Madrid, 1916, págs. 17-130;
A. L. Owen, Sobre el arte de D. Ramón del Valle-Inclán, en Hispania (Stan-
ford University), t. VI, págs. 69-80; The Pleasant Memoirs of the Marquis of
Bradomin: Four Sonatas, trad. May H. Broun and Thomas Walsh, New York,
1924.
[14] Salvador de Madariaga, The Genius of Spain, etc., Oxford, 1923, p. 115.
[15] Andrenio, Novelas y novelistas, Madrid, 1918, p. 150.
[16] V. H. Peseux-Richard, Un romancier espagnol: Pío Baroja, en Revue
hispanique, t. XXIII, p. 187; B. Garnelo, La obra literaria de Baroja, en La
Ciudad de Dios, ts. CXV y CXVI; L. Pfandl, Pío Baroja, en Die Neuere Sprachen,
t. XXVIII, págs. 229-240; The City of the Discreet, trad. J. S. Fassett, New
York, 1917; The Quest, Weeds y Red Davm, trad. I. Goldberg, New York,
CAPITULO XLVI

EN SA Y ISTA S, C R ÍT IC O S Y E R U D IT O S

1. Los ensayistas. 1. Unamuno: el novelista; el poeta; el pensador.


2. Azorín: sus novelas; los ensayos sobre Castilla; los ensayos de
crítica literaria. 3. Ortega y Gasset: sus ensayos filosófico-literarios.
4. Salaverría: su obra y su visión normal. 5. Prosistas varios.
II. Los críticos literarios. III. Los investigadores: 1. Rodríguez
Marín. 2. Cotarelo. 3. Menéndez Pidal. 4. Bonilla. 5. Otros
eruditos principales: Paz y Mélia, Serrano y Sauz, Cejador, Puyol y
Alonso, América Castro, etc.
I. Los e n s a y is t a s . Queda ya señalada en un capítulo an­
terior la reacción violenta de la generación del 98 contra todos los
valores tradicionales. Quisieron renunciar enteramente al legado
de la raza. La crítica llana, madura y reconstructora de Joaquín
Costa se hizo bastante literaria con Ganivet y acabó en líricos
apostrofes demoledores con los literatos del 98. Después, amen­
guándose la virulencia de sus ataques contra lo tradicional, se ha
venido al justo punto de la reconstrucción en que ahora estamos:
mantener la propia personalidad nacional, pero orientándola en un
sentido moderno, esto es, adaptar los elementos intelectuales,
sociales y políticos de la vida moderna al carácter y a las tradiciones
de la raza española. Tal es el espíritu y tendencia en que coinciden
la mayoría de los ensayistas de hoy: la nueva teoría pertenece a
Joaquín Costa, Miguel de Unamuno y Ángel Ganivet; su divulga­
ción, a los demás literatos del 98.

1. U n a m u n o . Nació Miguel de Unamuno el año 1864 en


Bilbao, siguió en la juventud la carrera de Filosofía y Letras, y en
1891 obtuvo la cátedra de griego en la Universidad de Salamanca.1
Es hombre de una pieza, de genio verdaderamente varonil, tan
sencillo y afable en el trato íntimo, como cáustico y soberbio
cuando se ve ante una audiencia.
Es novelista, poeta y pensador; del dramaturgo, cuyo último
estreno es Fedra (1924), podemos prescindir. Para Unamuno, la
670
ENSAYISTAS, CRITICOS Y ERUDITOS 671
novela es un medio de expresar artísticamente sus propios pensa­
mientos y sentimientos; es, pues, lo que se dice un novelista
subjetivo: Paz en la guerra (1897), Niebla (1914), Abel Sánchez
(1917), y sus demás novelas, tienen acción exterior muy escasa;
los personajes van de acá para allá filosofando, razonando, pre­
ocupados con el análisis de ideas y sentimientos; el elemento ex­
terior, la descripción de lugares, los detalles del mundo material,
están reducidos a la mínima expresión posible. Falta la acción,
falta el ambiente físico y suele faltar también lo pintoresco.
Quedan los personajes y sus conflictos del orden espiritual. Pero
tales personajes, que piensan y sienten mucho, no nos dan, sin
embargo, la impresión de seres reales; las criaturas del mundo son
mucho más complejas, tienen más matices, que las que desfilan
por aquellas novelas. Hay, claro está, páginas hermosas, pero son
hermosuras fragmentarias. Y así, mucho más que el novelista,
descuella en estas obras el artista, el pensador y, especialmente en
Niebla, el formidable humorista. Merecen particular mención las
colecciones de cuentos o novelitas de Unamuno reunidos en El
espejo de-la muerte (1913) y en Tres novelas ejemplares y un
prólogo (1921): estas tres últimas, en particular, son perfectos
modelos de la novela corta.
Unamuno, poeta, atrae en el verso, como en la prosa, por la
originalidad, la fuerza y la sinceridad. Pero ni la fantasía poética
vuela muy alto, ni suele comunicarnos emociones, ni nos seduce con
la gracia de la forma. Es poeta de ideas — que son en sus versos
mucho más brillantes que las imágenes —, pero las ideas no ganan
con el verso, sino van envueltas en ropaje de hermosura; podrían
estar en prosa, y estarían mejor, porque no se echaría entonces de
ver la rebeldía del metro, el abuso de licencias poéticas y la falta
de cualidad musical. Entre sus Poesías (1907), hay algunas de
singular inspiración mística; en el Rosario de sonetos Uricos (1911),
resaltan varias composiciones por la penetrante evocación del
paisaje o del ambiente, muchas por su vibrante acento personal de
inquietudes místicas; y su poema más extenso es El Cristo de
Velázquez (1920), serie de meditaciones de nobilísima y sostenida
efusión lírica e intelectual. En riqueza de motivos y expresión
poética, Unamuno es inferior a todos los buenos poetas españoles
de hoy, pero en vigor — sin elegancia — sólo Antonio Machado
puede comparársele.
672 LITERATURA CONTEMPORÁNEA ENSAYISTAS, CRITICOS Y ERUDITOS 673

Como pensador, Unamuno es el más culto y original de los los suyos.6 La trágica seriedad de la vida, he aquí uno de los
ensayistas españoles, el ensayista filósofo, el que más influjo conceptos capitales que glosa en muchos ensayos y poesías, no
ejerce, y merece ejercer, en el espíritu español. Notemos, ante sólo en aquel libro. La tragedia de la vida está en la contradicción
todo, una característica dominante: la paradoja. Unamuno, entre la aspiración a la inmortalidad y la razón; la «historia del
como Nietzsche y Browning, Shaw y Anatole France, es el talento pensamiento humano no es sino la de una lucha entre la razón y
de la paradoja. En Contra esto y aquello (1912), habla de la para­ la vida, aquélla empeñada en racionalizar a ésta haciéndola que se
doja, que él maneja con tan intrépida destreza, y afirma: « es el resigne a lo inevitable, a la mortalidad; y ésta, la vida, empeñada
más eficaz correctivo de las ramplonerías y perogrulladas del en vitalizar a la razón obligándola a que sirva de apoyo a sus
sentido común. La paradoja es lo que más se opone al sentido anhelos vitales. Y ésta es la historia de la filosofía, inseparable
común, y toda verdad científica nueva tiene que aparecer como de la historia de la religión. »6 Y la energía con que cada uno ha
paradoja a los del sentido común en seco.»2 Se cuenta de Una­ de aceptar ese irreconciliable conflicto entre la razón y el senti­
muno que, siendo muchacho, al cantar en coro, lo hacía mal a miento vital, el conflicto entre el valor racional o matemático y
propósito para significarse. De hombre, y aun de gran hombre, el valor volitivo o teleológico del universo, constituye el senti­
conserva aquel espíritu de contradicción; es espíritu de contra­ miento trágico de la vida.
dicción, o es visión sutil distinta de la común. Él reconoce esas Unamuno filosofa, « no con la razón sólo, sino con la voluntad,
inversiones de sentido y particular visión que le hace ver efectos con el sentimiento, con la carne y con los huesos, con el alma toda y
donde los demás descubren causas, y ver las causas donde otros con todo el cuerpo: filosofa el hombre ».7 Y así exclama, en uno
ven efectos; v. gr., el calor produce vida, se suele decir, pero él de sus ensayos, con esa fuerza pasional que anima a sus ideas:
dirá la vida produce calor. Y ambas nociones son exactas, claro «Yo necesito la inmortalidad de mi alma, la persistencia indefinida
está. Sus paradojas son así, contradicciones del común sentir, de mi conciencia individual. Sin la fe en ella no puedo vivir, y la
pero contradicciones justificadas, y que completan la visión usual, duda de lograrla me atormenta. Y como la necesito, mi pasión me
sin negarla. Pero no siempre recurre a la paradoja. Cuando lleva a afirmarla, aun contra la lógica.» Una savia mística, inde­
quiere hablar claro y hondo, nadie le gana en hondura y claridad, pendiente de toda fórmula religiosa, circula por sus escritos. La
como al desarrollar su doctrina de la renovación espiritual española inquietud de ese mundo silencioso que hay por debajo de este otro
sobre el principio de acomodar la adaptación a la herencia, en El mundo exterior, visible y ruidoso, la inquietud del misterio que
porvenir de España (1912).3 llevamos en el alma — del cual brotan la vida y la muerte — se
Lleva publicado más de una docena de volúmenes de ensayos. marca tenazmente en la obra de Unamuno. Es una preocupación
Ha hablado de casi todo lo humano — letras, política, historia, vital y constante la que siente este noble pensador por los con­
arte, etc. — y aun de lo divino. Es un hombre, y no una fórmula flictos entre la vida y el pensamiento, entre las necesidades in­
encarnada: su espíritu, tan complejo, y de tan ricas facetas, tan telectuales y las necesidades volitivas y afectivas. Preocupación
inquieto, se dice que da una voz hoy y otra mañana. Es el primero espiritual, curiosidad intelectual, sutilísima y original visión son
en reconocer estas contradicciones íntimas ■ —• al menos en aparien­ las características dominantes en todo lo que sale de su pluma
cia — de que están lleno sus escritos, como lo está la vida y él admirable. El estilo, como el del inglés Sterne, no es de esmerado
mismo.4 A pesar de todo ello, leyendo atenta y ordenadamente literato, pero sí de incomparable conversador.
la obra total de Unamuno, hemos echado de ver lo que nadie ha
visto o querido ver hasta ahora: la cabal consecuencia o continui­ 2. A z o r ín . J osé M a r t ín e z R u iz nació en un pueblecito de la
dad que en toda ella impera. Sus ideas centrales y permanentes provincia de Alicante en 1876. Fué, al principio de su carrera
están expresadas, especialmente, con desarrollo orgánico en el literaria, escritor rebelde y revolucionario. Pero bien pronto se
libro Del sentimiento trágico de la vida (1913), el mejor de todos quedó en puro artista. Luego ha sido, en política, diputado con-
674 LITERATURA CONTEMPORÁNEA ENSAYISTAS, CRÍTICOS Y ERUDITOS 675
servador. Lo distintivo de su carácter es un fervoroso silencio. los estados de alma, pero un escritor que, bien por teoría, bien por
Tres aspectos ofrece su personalidad literaria: el novelista, el falta de empuje creador, no puede ser novelista. Su vocación y
intérprete del alma y del paisaje castellanos en los ensayos, y el sus dotes están en los ensayos, en esas breves crónicas, o conjunto
crítico de las letras.8 de ellas, donde revive ante nuestros ojos y ante nuestra alma los
Como novelista, representa una reacción contra el concepto paisajes, los pueblos escondidos, los hombres y su oscura existencia
tradicional de la novela. Hacia fines del siglo xix llega ésta al en tierras castellanas, como Los pueblos (1905) y Castilla (1912),
mayor grado de objetividad, de realismo: el novelista atiende a dos obritas maestras. Una hora de España: entre 1560 y 1590
presentar la vida del modo más impersonal. Para Martínez Ruiz (1924), discurso de Azorín al ingresar en la Academia Española, y
la novela debe ser, sin duda, la expresión íntima del espíritu del reimpreso inmediatamente en la serie de sus obras, es la evocación
escritor, su peculiar manera de ver el mundo; no debe tener fábula, histórico-poética de la España de Felipe II, un ensayo de psicolo­
porque la vida, según él, no la tiene: « es diversa, multiforme, gía española. Todo es discreto y sutil en estos libros. El autor
ondulante, contradictoria . . . todo menos simétrica, geométrica, busca la poesía de lo pequeño y cotidiano; y a la cosa más insigni­
rígida, como aparece en las novelas ».9 Y a semejante teoría ficante — un farol, un silbato de tren — le da el valor de símbolo.
corresponden sus novelas: La Voluntad (1902), conjunto de diálo­ Preocupado con la visión del detalle, no posee ni muestra la visión
gos, meditaciones, comentarios y observaciones sobre los más del conjunto. Pero, con toques suaves, menudos, sabe darnos
diversos temas, en que nos da a conocer la vida interior de un del modo más cumplido el ambiente espiritual de las cosas.
peregrino personaje, Antonio Azorín; es joven solitario, medita­ Lecturas españolas (1912) marca la transición del paisajista al
bundo, sin ideas fijas, sin plan de vida, que anda « ávido y perplejo crítico literario. Componen este libro veintitantos ensayos sobre
de una parte a otra »:10 un hombre sin voluntad, que mariposea paisajes, letras, figuras de antaño, ciudades; su coherencia estriba
en torno a todas las ideas y es incapaz de esfuerzo alguno sostenido. « en una curiosidad por lo que constituye el ambiente español. ..
De igual estructura son las novelas Antonio Azorín (1903) y y en una preocupación por un porvenir de bienestar y de justicia
Las confesiones de un pequeño filósofo (1904),11 en las cuales se sigue para España ».13 Azorín emplea un sistema impresionista para
dando a conocer la vida y el espíritu del mismo personaje, en sus interpretar a los clásicos y a los modernos. Coge cuatro versos
años de infancia y adolescencia; no de un modo orgánico, en forma sueltos de un poeta, cuatro frases dispersas de un prosista, y los
de fábula, sino con notas vivaces e inconexas: el personaje recuerda glosa como si toda la personalidad del poeta o del prosista estu­
sus impresiones, evoca lugares y momentos de su vida y hace viese allí contenida. Es, además, un examen parcial desde otro
pequeñas filosofías, propias de un alma meditativa y evocadora que punto de vista: su exégesis está aplicada sólo a la sensibilidad de
busca en los hechos triviales de la existencia la formación de su los escritores. Luego, Azorín busca en ellos con preferencia la
carácter. Todos estos recuerdos de acontecimientos y cosas insig­ nota de modernidad, nota que les da un valor permanente y los
nificantes — porque al personaje no le ha ocurrido jamás nada de aproxima a nosotros. Y así, como todos parecen modernos, nin­
particular —, están intelectualizados, es decir, evocados fríamente, guno se destaca con su peculiar personalidad histórica; y todos
sin personal emoción. Evoca lo existente, y de ello lo más menudo ellos se parecen más de lo debido al propio Azorín. En los libros
con maestría, pero no crea nada; ni siquiera el personaje es crea­ de ponderación de valores literarios (Clásicos y modernos, 1913,
ción suya, puesto que autor y personaje son una sola y misma A l margen de los clásicos, 1915, etc.), es fino crítico y sorprende a
persona. Y así, Martínez Ruiz se ha identificado después con su menudo con atisbos certeros; pero junto a ellos, delante y detrás,
Azorín, adoptando este nombre como seudónimo. emite opiniones tan unilaterales y extravagantes que deja al
Las tres novelas citadas, de fecha ya distante, así como las más lector emocionado: v. gr., el teatro clásico castellano no tiene
recientes y más bellas (Don Juan, 1922, Doña Inés, historia de amor, ningún interés; La vida es sueño no pasa de ser un embrión;
1925) 12 revelan a un gran pintor de las menudas realidades y de El mágico prodigioso se reduce a un guirigay de confusiones;14
676 LITERATURA CONTEMPORANEA ENSAYISTAS, CRITICOS Y ERUDITOS 677

el estilo de Baroja puede parangonarse con el de Cervantes en el Ahora dirige la Revista de Occidente, la mejor revista literaria
Quijote,15 etc. Pero, si volvemos unas cuantas páginas y días, española. El tono de todos sus trabajos es siempre gravemente
Azorín tornará a emocionarnos diciendo precisamente lo contrario. filosófico y agradablemente literario. Sus afirmaciones son, por
Dejemos tales gritos estridentes y la natural inconstancia de quien, lo común, tan generalizadoras y doctorales, que cierran el paso a
renovando sus lecturas, se corrige francamente. Fuera de estas toda posible controversia; su crítica, pura dictadura militar. A
salidas de tono, hay que admirarle en todo, por la delicada sensi­ veces, resulta inexplicable, como al afirmar que no se halla en la
bilidad que en todo pone, por su gusto selectísimo y su espiritual historia española « media docena de lugares en que la pobre viscera
amenidad. Le pertenece una gloria, en los ensayos de crítica lite­ cordial de la raza dé puros intensos latidos ».17 Y su idea central de
raria: la de haber contribuido a divulgar como nadie, en lo que hacer p a tria « yendo contra la tradición, más allá de la tradición »,18
cabe, el conocimiento de nuestros clásicos. En el primor artístico resulta verdadera fantasía lírica. Por su talento, cultura y espíritu
con que evoca sus figuras, no hay ni ha habido quien pueda com­ moderno, Ortega y Gasset podría ser el portavoz de la juventud, si
petir con Azorín. no le incapacitasen su pesimismo, su crítica negativa de los más
En todas sus obras, aun en las que él califica de novelas, Azorín altos valores de la raza y sus vanas pretensiones de hacer patria
es el ensayista, el ensayista poeta, con la menos dosis posible de desentendiéndose de la tradición. Las sentencias de este escritor
ternura, como Unamuno es el ensayista filósofo, con una enorme suelen ser muy hermosas, y los pensamientos también, pero su
dosis de sentimiento. En el fondo de todas ellas existe un lirismo método es indirecto, vago y ligeramente sarcástico.
discreto y mesurado. El estilo es bastante amanerado en los pri­
meros libros, con el pleonástico e insistente yo, con la enumeración 4. S a l a v e r r ía . Sin la recia originalidad de Unamuno, sin el
monótona de objetos y nombres, trivialmente repetidos, y con su primor de Azorín, sin el tono filosófico de Gasset, pero también sin
conceptismo graciano; se ha ido haciendo cada vez más suelto, sus descargas eléctricas, José María de Salaverría (n. 1873),
menos abrupto y truncado. Las frases son breves; omite en lo vascongado, representa la lógica y la virilidad; y, no inferior en
posible las conjunciones; rara vez emplea la metáfora. Y el brillantez del estilo a los demás ensayistas contemporáneos, les
resultado es la expresión clara y nítida, a menudo bellísima, y el aventaja a casi todos en el sano pensar, en la crítica razonada y en
estilo de singular rapidez.16 la palabra concreta. Todo su espíritu y orientación está bien
marcado en La afirmación española (1917); léase, también, entre
3. O r teg a y G a s s e t . Madrileño, catedrático de Metafísica en sus principales obras, Vieja España: impresiones de Castilla (1907),
la Universidad Central, José Ortega y Gasset (n. 1883) es uno de Alma vasca (1922) y Los paladines iluminados (1925), interpreta­
los ensayistas más prestigiosos de la intelectualidad española. ción del espíritu heroico de la España medieval, visto a través del
En Meditaciones del Quijote (1914), entre otras materias ajenas poema del Cid, cuyos pasajes principales nuestro autor comenta.
al tema, trata de investigar el quijotismo de Cervantes, según se Citemos su última novela, Viajero de amor (1926).
manifiesta en su libro inmortal, y no el quijotismo del personaje:
el espíritu del autor, y no el de Don Quijote. Personas, obras, 5. P r o sist a s v a r io s . A n to n io Z ozaya ha escrito varias no­
cosas. .. (1916) es colección de ensayos publicados en la prensa, velas, como La Dictadora (1902), y algún libro de pensamientos
comentarios a actualidades ya desvanecidas, pero que encerraban filosóficos (El huerto de Epicteto, 1907), pero se distingue sobre
una significación permanente de sentido nacional; meditaciones, todo en la crónica literaria y periodística, cuya mejor colección es
en realidad, acerca del espíritu español, visto desde la doble Solares de hidalguía (1915). Corresponde, asimismo, lugar de
posición del historiador y del contemporáneo. De igual índole honor en el periodismo contemporáneo a R am iro d e M a e z t u , por
son los cuatro tomos de El Espectador (1916-1925). Reflexiones la elevación y brillantez con que suele tratar la cuestiones sociales
sobre la historia y el alma nacional son Las Atlántidas (1924). y políticas y los temas literarios; véase su crítica de la autoridad y
678 LITERATURA CONTEMPORÁNEA ENSAYISTAS, CRÍTIC OS Y ERUDITOS 679

de la libertad como fundamentos del estado moderno en La crisis escuelas literarias (1917), Poetas y prosistas del novecientos (1918)
del humanismo (1920) y el bello estudio de Don Quijote, Don Juan y Los temas literarios y su interpretación (1924). Novelista, igual­
y La Celestina: ensayos de simpatía (1926); W en c e sl a o F e r - mente, es M a n u e l B u e n o (En el umbral de la vida, 1919, El dolor
n án dez - F lórez es tan delicioso humorista en sus crónicas (v. de vivir, 1924), y por la solidez e imparcialidad de sus juicios está
gr., Acotaciones de un oyente, 1916, Las gafas del diablo, 1919) considerado como nuestro mejor crítico teatral (Teatro español
como en sus novelas (Silendo, 1918, El secreto de Barba Azul, 1925, contemporáneo, 1909, El teatro español, 1910, etc.).
Las siete columnas, 1926, etc.)- Y en ambos géneros resulta E m i ­
lia no R a m írez Á n g e l el cronista delicadamente irónico y senti­ III. Los in v e s t ig a d o r e s : 1. R o d r íg u ez M a r ín . Junto a los
mental de la clase media madrileña (Bombilla, Sol y Ventas: poetas líricos o los prosistas cabría incluir a Francisco Rodríguez
peligros y seducciones de esta coronada villa, 1915, Los ojos cerrados, Marín (n. 1855), director de la Biblioteca Nacional, si su eminencia
1924, Vuelos de golondrina, 1926, etc.). Agudo observador de los como investigador no le diera derecho preferente a figurar, y
aspectos cómicos de la realidad, y uno de nuestros primeros sobresalir, entre los eruditos. Ha cultivado felizmente, en obras
humoristas, es J u l io C am ba en sus crónicas de Alemania: im­ numerosas, la poesía, el cuento y demás formas de la prosa amena.
presiones de un español (1916), Londres (1916), Un año en el otro Sus libros de erudición llevan también el sello del arte y brillan
mundo: Nueva York (1917), etc.19 Y tan fecundo como raro y por el tesoro de noticias curiosas y variadas sobre todos los aspectos
burlón es R amón G ómez d e la S e r n a (El Doctor Inverosímil, de la vida española del pasado y por el estilo animado, jugoso y
1914, El Circo, 1917, La Quinta de Palmyra, 1925, etc.). castizo: es de nuestros más puros y excelentes prosistas.
Largo es el catálogo de sus obras: pasan de un centenar. Nos
I I . Los CRÍTICOS LITERARIOS. ANDRES G oNZALEZ-Bl ANCO limitaremos a señalar, de los trabajos de folklorismo, la riquísima
(1886-1924), lírico, nos da en Poemas de provincia (1910) la visión colección de Cantos populares españoles (1882-1883) y su impor­
melancólica de esas pequeñas capitales, vetustas y olvidadas, de tante colección de Más de SI.000 refranes castellanos no contenidos
tierra adentro; novelista, describe con predilección a las burguesi- en la copiosa colección del maestro Gonzalo Correas (1926); de sus
tas provincianas y a las modistillas madrileñas, tan amadas por él, ediciones de textos clásicos, las Poesías de Baltasar del Alcázar,
que ha sabido trasladar a sus novelas con arte y sentimiento El Pasajero de Suárez de Figueroa, El Diablo Cojuelo de Vélez de
(Matilde Rey, 1911, Doña Violante, 1913, etc.); y, crítico literario, Guevara; de los estudios biográficos y críticos, Luis Barahona de
ha analizado con entusiasta fervor y con la generosidad propia de Soto (1903), Pedro Espinosa (1907), Luis Vélez de Guevara (1910);
su alma nobilísima la obra de casi todos los contemporáneos, de las investigaciones bibliográficas, Aportaciones para la historia
grandes y chicos, y la de los maestros del siglo xix (Campoamor, del histrionismo español en los siglos X V I y X V I I (1914). Con todo,
1912¡Antonio de Truéba, 1914, Escritores representativos de América, lo capital de la labor de Rodríguez Marín son los nuevos datos y
1917, Los dramaturgos españoles contemporáneos, 1918, Larra, 1919, documentos cervantinos que ha recogido, sus estudios sobre el
etc.). Más denso en su crítica es E duardo G ómez d e B a q u e r o , Príncipe de los Ingenios (Cervantes en Andalucía; El Quijote en
por seudónimo A n d r e n io , cuya autoridad está bien fundada en América; El capítulo de los galeotes; Cervantes y la ciudad de
Novelas y novelistas (1918), El renacimiento de la novela en el siglo Córdoba; El andalucismo y el cordobesismo de Cervantes; Los
X I X (1924), etc., y cuya última producción, como novelista, es La modelos vivos del Quijote, etc.), y las ediciones críticas que ha hecho
perfecta casada (1926). R a f a e l C a n sin o s -A s sé n s es autor de de sus obras, en particular la magistral edición del Quijote (1916—
varias novelas subjetivas y líricas (v. gr., La Encantadora, 1916, 1917).
Las luminarias de Hanukah, 1924), y es principalmente crítico
muy sagaz, culto y artista en La nueva literatura (1916), colección 2. C o ta relo . No menos copiosa es la obra erudita de Emilio
de estudios sobre las letras españolas desde 1898 hasta 1916, Las Cotarelo y Mori (n. 1858), secretario de la Real Academia Española,
680 LITERATURA CONTEMPORANEA
ENSAYISTAS, CRITICOS Y ERUDITOS 681
y el más profundo conocedor de nuestro teatro, a quien se debe, fíeos, como Luis Vives y la filosofía del Renacimiento (1903) y la
junto a otras biografías y estudios críticos, los de El Conde de Historia de la filosofía española (1908-1911). En la erudición
Villamediana (1886), Enrique de Villena (1896), Iriarte y su época literaria, figura Bonilla con trabajos acerca del Quijote y el pensa­
(1897), Juan del Encina (1901), Francisco de Rojas Zorrilla (1911), miento español, teorías estéticas de Cervantes, tipo celestinesco
Luis Vélez de Guevara (1916-1917), Pedro Calderón de la Barca (en en la literatura latina, leyendas de Wágner en la literatura es­
publicación); entre las bibliografías, las Controversias sobre la pañola, etc., y es de particular importancia su libro de Las Bacantes
licitud del teatro en España (1904). Ha trazado el bosquejo his­ o del origen del teatro (1921). De sus muchas ediciones, citaremos
tórico del entremés, la loa y demás piezas intermedias del teatro del la de los Libros de caballerías (1907-1908), y, en colaboración con
siglo xvii, y escrito varias monografías indispensables sobre el profesor Schevill, de la Universidad de California, la edición
antiguos actores y actrices. Tiene publicado ediciones de las obras crítica de las Obras completas de Cervantes (en publicación).
de Lope de Rueda, Tirso de Molina, D. Ramón de la Cruz, etc.,
y prosigue la labor de Menéndez y Pelayo en la edición y comen­ 5. O t r o s e r u d it o s p r in c ip a l e s . A n t o n io P az y M é l ia ,
tario del teatro de Lope de Vega. paleógrafo, ha editado gran número de textos literarios e históricos,
y ha escrito sobre la vida y las obras de El Cronista Alonso de
3. M e n é n d e z P i d a l . Maestro de la filología románica y de la Palència (1914). Investigador de la historia y cultura medievales
literatura medieval es Ramón Menéndez Pidal (n. 1869), director de Cataluña, A n t o n io R u b ió y L l u c h , de la Universidad de
de la Real Academia Española y de la Revista de Filología Es­ Barcelona, estudió también el influjo de Anacreonte en la litera­
pañola, nuestra mejor publicación erudita. Obras notables son tura antigua y moderna, el sentimiento del honor en el teatro
la reconstitución de La leyenda de los Infantes de Lar a (1896), la calderoniano y ha consagrado especial atención a la crítica de
edición de la Primera Crónica general (1916), y la edición del autores españoles e hispanoamericanos de nuestro tiempo. M a ­
Cantar de Mío Cid (1898), cuya introducción (1900), gramática y n u e l S e r r a n o y S a n z , de la Universidad de Zaragoza, tiene tra ­
vocabulario (1908-1911) constituyen, así como la edición del texto, bajos notables sobre la historia española y americana, acerca de la
una obra maestra de ciencia y método. Ha publicado catálogos pintura y de la imprenta, y sobre materias literarias, como los
importantes, como el de la Real Biblioteca y el del Romancero Apuntes para una Biblioteca de escritoras españolas desde el año
judío-español; ha editado textos antiguos; y, entre otros trabajos 1401 al 1833 (1903-1905) y el estudio biográfico-crítico de Pedro
más, sobresalen los de La epopeya castellana a través de la literatura de Valencia (1910). Débese a J u a n H a z a ñ a s y l a R ú a , de
española (en francés, 1910; en castellano, 1918), El Romancero la Universidad de Sevilla, entre otras obras importantes, Mateo
español (1910), Poesía juglaresca y juglares (1924) y los Orígenes Alemán y su obra (1892), las Obras de Gutierre de Cetina (1895) y
del español: estado lingüístico de la península ibérica hasta el siglo Los Rufianes de Cervantes (1906).
XI (1926), libro que hace época en los estudios de lingüística J u l io C e j a d o r (1864-1926), que fué catedrático de lengua y
española.20 literatura latina en la Universidad Central, estudió el origen y
vida del lenguaje en el Tesoro de la lengua castellana (1908-1922),
4. B o n i l l a . Adolfo Bonilla y San M artín (1875-1926) ha sido su obra principal, así como analizó la gramática y vocabulario
el mayor polígrafo español después de Menéndez y Pelayo. Su del Quijote en La lengua de Cervantes (1905-1906). Alternando
labor en los más diversos campos del saber es sorprendente por la con estos trabajos de filología y con otros de amena literatura,
extensión y por la profundidad.21 Tiene tratados jurídicos (v. gr., hizo varias ediciones de libros clásicos (Libro de buen amor, La
Concepto y teoría del Derecho, 1897), obras políticas, como Los Celestina, Lazarillo de Tormes, Guzmán de Alfarache, Los Sueños, El
gobiernos de partido (1898), libros de arte (El arte simbólico, 1902), Criticón), y escribió sobre El Cantar de Mío Cid y la epopeya cas­
estudios históricos (Fernando de Córdoba, 1911), y estudios filosó- tellana (1920), acerca de La verdadera poesía popular castellana
i y ü saaM L « II I -w

682 LITERATURA CONTEMPORANEA ENSAYISTAS, CRÍTICOS Y ERUDITOS 683

(1921-1924), floresta e historia crítica de la antigua lírica popular, [3] E l p o r v e n i r d e E s p a ñ a (colección de epístolas cruzadas entre Ganivet y
Unamuno), Madrid, 1912.
etc. En los catorce volúmenes de su Historia de la lengua y li­
[4] V . D e l s e n t i m i e n t o t r á g ic o d e l a v i d a , Madrid, 1913, p. 290.
teratura castellana (1915-1921), el autor recogió, como una draga, [5] T h e T r à g i c S e n s e o f L i f e i n M e n a n d i n P e o p l e , translated by J. E. Craw­
todo lo grande y todo lo chico, y por esto precisamente es obra ford Flitch (con importante I n t r o d u c t o r y E s s a y de Salvador de Madariaga,
valiosa. el mejor estudio crítico publicado sobre Unamuno), London, 1921.
J u l io P u y o l y A l o n s o , secretario del Instituto de Reformas [6] D e l s e n t i m i e n t o , etc., p. 117.
Sociales, hizo un estudio penetrante de El Arcipreste de Hita (1906), [7] I b id ., p. 32.
[8] V . Werner Mulertt, A z o r í n , Halle, 1926; G. Martínez Sierra, M o t i v o s ,
ha tratado con maestría de La Crónica particular del Cid (1911) y Madrid, 1920, págs. 13-20; Julio Casares, C r i t i c a p r o f a n a , Madrid, 1916,
reconstituido en parte el Cantar de gesta de don Sancho I I de págs. 134-242.
Castilla '(1911). Aunque especialista en m aterias de filología, [9] L a V o l u n t a d , Madrid, 1902, p. 100.
A m é r ic o C a s t r o , de la Universidad Central, lleva realizada tam ­ [10] I b i d . , p. 177.
[11] L a s c o n f e s io n e s d e u n p e q u e ñ o f il ó s o f o , ed. escolar, etc., by L. Imbert
bién considerable labor en la investigación y crítica literaria, con
(pról. F. de Onís), Boston, 1923.
su monografía sobre el sentimiento del honor en el teatro clásico, [12] D o n J u a n , translated by Catherine A. Phillips, New York, 1924.
con el admirable estudio preliminar a su segunda edición de El [13] L e c t u r a s e s p a ñ o l a s (2da. ed.), Madrid, 1920, p. 11.
vergonzoso en Palacio y El Burlador de Sevilla (1921) y un libro, en [14] R i v a s y L a r r a , r a z ó n s o c i a l d e l r o m a n t i c i s m o e n E s p a ñ a , Madrid, 1916,
verdad luminoso, acerca de El pensamiento de Cervantes (1925); p. 23.
[15] p. 225.
L e c tu r a s e s p a ñ o la s , e d . c it.,
recordaremos, igualmente, su refundición castellana, muy ampliada,
[16] V. J. Casares, op. págs. 131-242; J. Ortega y Gasset, A z o r í n :
c it.,
de la Vida de Lope de Vega (1919), escrita primero en inglés por el P r i m o r e s d e lo v u l g a r , en E l E s p e c t a d o r , t. II, págs. 67-154; Morel-Fatio, U n
profesor Rennert, de la Universidad de Pensilvania. Poeta y é c r i v a i n e s p a g n o l d e l a j e m e é c o le : M a r t í n e z R u i z , en L e C o r r e s p o n d a n t ,
erudito, N a r c is o A l o n s o C o r t é s , director del Instituto de Valla­ t. CCXVIII; Martínez Sierra, o p . c i t . , págs. 11-18.
dolid, es autor principalmente de un libro definitivo sobre la vida [17] M e d i t a c i o n e s d e l Q u i j o t e , Madrid, 1914, p. 134.
y escritos de Zorrilla (1916-1920). Citemos, en fin, a T o m á s N a ­ [18] I b id ., p. 133.
[19] V . S p a n i s h H u m o r i n S t o r y a n d E s s a y , ed. escolar, etc., by S. G. Morley,
v a r r o T o m á s , del Centro de Estudios Históricos, editor de varias
Boston, 1921, págs. 9-39.
obras clásicas, autoridad en el dialecto aragonés y en fonética [20] V . Arteta y Errasti, B i b l i o g r a f í a d e D . R a m ó n M e n é n d e z P i d a l , en
castellana; A l v a r o G i l A l b a c e t e , segundo jefe de la Biblioteca H o m e n a j e a M e n é n d e z P i d a l , Madrid, 1925, t. III, págs. 655-674.

Nacional y competentísimo bibliógrafo; y F e d e r i c o d e O n í s , de [21] V . J. A. Galvarriato, L a o b r a d e A d o l f o B o n i l l a y S a n M a r t í n , Madrid,


la Universidad de Colúmbia, editor de Los Nombres de Cristo de 1918.
fray Luis de León, autor de una monografía sobre la transmisión
literaria de la obra de dicho clásico, y de críticas de literatos
contemporáneos (las más substanciosas y artísticas que sobre
ellos tenemos), quien, con Solalinde, Buceta y otros jóvenes
catedráticos españoles, está colaborando brillantemente en la
empresa de difundir en Norteamérica la lengua, la literatura y
el espíritu histórico de nuestra España.

[1] Véase su biografía en el ensayo preliminar de Pliteh (nota siguiente) y


en mi libro Miguel de Unamuno: novelista, poeta, ensayista [en prensa].
[2] Contra esto y aquello, Madrid, 1912, p. 97; Essays and Soliloquies,
translated with an Introductory Essay by J. E. Crawford Flitch, New York,
1925.

LrEUi-íHiTOiSSsOTWMtliiiflltlIíSjSSillállMBiíiBmisíStílniMiM.iirts^'Mv.iiíiiwEsriSwn^wtísaissi!.
ÍN D IC E A L F A B É T IC O
Autores: se incluye sólo los citados en el texto, no en la bibliografía..
Obras: las anónimas y aquellas cuyo asunto se resume o indica.

Abati (Joaquín), 647 Álvarez de Villasandino (Alfonso),


Abencerraje y la hermosa Jarifa __ 61-62, 63
(Historia del), 208, 212 Álvarez Quintero (Serafín y Joaquín),
Abolengo (El), 638 633, 640-642, 644
Abuelo (El), 581-582 Amadís de Gaula, 97-100, 128, 204
Acebal (Francisco), 667 Amadís de Grecia, 205
Aceitunas (Paso de las), 198-199 Amante liberal (El), 249
Actores, 196, 197, 473: véase Teatros Amantes de Teruel (Los), 368, 483
Adonis, Hipómenes y Atalanta, 142- Amar después de la muerte, 392-393
143 Amar sin saber a quién, 316
Agreda (Sor María Jesús de), 403 Amaya o los vascos en el siglo V III,
Agudeza y arte de ingenio, 406-407 502
Aire de fuera, 638 Amigo Manso (El), 579
Alarcón (Pedro Antonio de), 552-558, Amor que pasa (El), 641
588 Anales de la Corona de Aragón, 172
Alas (Leopoldo), 592, 595 Anales Toledanos, 33
Alcalá de los Zegríes, 664 « Andrenio », seudónimo de Gómez de
Alcalá Galiano (Antonio), 475, 478 __Baquero (Eduardo)
Alcalá Yáñez (Jerónimo de), 229- Ángel Guerra, 579-580
230 Anglada (Hermenegildo), 469
Alcalde de Zalamea (El), 393-395 Antigüedades de las ciudades de
Alcázar (Baltasar del), 144, 450, 679 España (Las), 172
Aldea perdida (La), 599-600 Antonio (Nicolás), 181, 404
Alegría del capitán Ribot (La), 598- Antonio Azorín, 674
599 Apolonio (Libro de), 22, 23, 27, 54
Alemán (Mateo), 129, 217, 221-225, Aquilana (Comedia), 115
228, 229, 681 Araucana (La), 164-166
Alexandre (Libro de), 22, 23, 26, 54 Arbol de la ciencia (El), 661
Alfieri (Vittorio), 483 Arcadia (La), 308-309
Alfonso (Luis), 608 Arcipreste de Hita: véase Ruiz (Juan)
Alfonso Onceno (Poema de), 43 Arcipreste de Talavera: véase Martí­
Alfonso X el Sabio, 9, 19, 29-37, 46, nez de Toledo
605, 612 Arenzana (Donato), 445
Alguacil alguadlado (El), 297-298 Argensola: véase Leonardo de Argén-
Alonso Cortés (Narciso), 495, 682 sola
Alonso, mozo de muchos amos: véase Argonautas (Los), 653
Donado hablador (El) Ariosto (Lodovico), 127, 137
Altamira y Crevea (Rafael), 609 Aristóteles, 423
Altísima (La), 657 Armelina (Comedia), 197
Álvarez de Cienfuegos (Nicasio), 448, Arniches (Carlos), 647
__ 457-459, 470 Arólas (Juan), 497
Álvarez de Toledo (Gabriel), 448 Arte cisoria, 91-92
686 INDICE ALFABETICO ÍNDICE ALFABÉTICO 687
Arte escénico, 325: véase Teatros Benlliure (Mariano), 469 Burgos (Javier de), 526-527 Cantar de Zamora, 18, 682
Arte nuevo de hacer comedias, 321 Berceo (Gonzalo de), 2 4 - 2 6 , 54, 425, Burke (Ulick Ralph), 5 Cántico espiritual, 154-155
Arrieta (Juan Emilio), 482, 515 616, 629 Burlador de Sevilla (El), 340-344 Cantigas de Santa Maria, 29-30
Arroz y tartana, 651 Berganza y Arce (Francisco), 423 Burriel (Andrés Marcos), 422 Cantos del trovador, 493-494
Ascensión (En la), 151-152 Bergerac: véase Cyrano Busca (La), 660-661 Cañas y barro, 652
Asenjo Barbieri (Francisco), 233 Bermúdez: véase Ceán Bermúdez Buscón (Vida del), 293-296 Cañete (Manuel), 279, 6 0 8
Asensio (José María), 608 Bernardo (El), 163 Byron (Lord), 80, 475, 486, 489, 544, Cañizares (José de), 427
Asquerino (Eduardo), 482 Berners (Lord), 279 547 Capmany (Antonio de), 425
Aurora roja, 660-661 Berthier (P.), 155 Caporali (Cesare), 238
Ausente en el lugar (El), 315 Berruguete (Alonso de), 126 Caballero: véase Fernández Caballero Cárcel de Amor, 101-103
Austriada (La), 163 Biblia políglota complutense, 124 Caballero de Olmedo (El), 317 Cardía (Manuel), 624
Auto de los Reyes Magos, 108 Bickerstaffe (Isaac), 256 Caballero Lobo (El), 638 Careo de los majos (El), 432
Auto del repelón, 110 Blaneo-Belmonte (Marcos R.), 630 Cadalso (José), 420, 429, 4 4 0 - 4 4 2 , Caro (Rodrigo), 282
Autos sacramentales, 109, 314, 3 8 4 , Blanco García (Francisco), 148, 516, 470, 504 Cartas del Caballero de la Tenaza, 293
385, 644 589 Calderón de la Barca (Pedro), 112, Cartas marruecas, 441-442
Avellaneda: véase Fernández de Blanco White (José María), 448 129, 314, 322, 336, 345, 350, 358, Carvajal, o Carvajales, 64
Avellaneda Blasco Ibáñez (Vicente), 583, 650, 365, 366, 374, 379, 3 8 2 - 4 0 0 , 410, Carvajal (Micael de), 129, 1 9 4 - 1 9 5
Avellaneda: véase Gómez de Ave- 6 5 1 -6 5 7 412, 424, 427, 428, 429, 430, 431, Carreras (Ricardo), 663
lleneda Blay (Miguel), 469 474, 479, 483, 582, 606, 675, 680 Carrere (Emilio), 6 3 0 , 650
Averroes, 7 Boba para los otros y discreta para sí Calvo (Rafael), 473 Carrillo y Sotomaycr (Luis de), 279
Ávila (Juan de), 181 (La), 315 Camba (Francisco), 650, 6 6 7 Casa con dos puertas, 387
Aza (Vital), 527 Boccaccio, 65, 92, 100 Camba (Julio), 678 Casa de Aizgorri (La), 660
« Azorín », seud. de Martínez Ruiz Bodas de plata, 638 Camino de perfección, 184^185, 660 Casa de locos de amor, 299
(José) Bodega (La), 652-653 Campoamor (Ramón de), 472, 5 3 0 - Casamiento engañoso (El), 254-255
Azucena silvestre (La), 495 Bohl de Faber (Cecilia), 472, 5 6 0 - 5 3 6 , 540, 559, 588, 678 Casas (Bartolomé de las), 173
552 Campomanes (Conde de), 422 Casero (Antonio), 630
Bacon (Francis), 125 Bohl de Faber (Nicolás), 475, 550 Campos de Castilla, 626-627 Casta de hidalgos, 664
Bacon (George W.), 367 Boiardo (Matteo Maria), 291 Cáncer y Velasco (Gerónimo de), 377 Castelar (Emilio), 609
Baena (Juan Alfonso de), 61, 6 3 Boisrobert (François le Métel), 322, Canción a la Armada de Felipe II, Castiglione (Baldassare), 133
Balart (Federico), 530, 5 4 6 , 608 344, 373, 374, 389 276 Castigo sin venganza (El), 317
Balbuena (Bernardo de), 163, 2 1 0 Bola de nieve (La), 518 Canción al santo rey don Fernando, Castillejo (Cristóbal de), 1 3 9 - 1 4 2 ,
Balmes (Jaime), 5 0 8 , 609 Bonet (Juan Pablo), 125 162 450
Baltasar, 491 Bonilla y San Martín (Adolfo), 113, Canción de cuna, 644 Castillo (Hernando del), 74-75
Balzac (Honoré de), 553, 585, 652 201, 202, 216, 217, 243, 607, 6 8 0 - Canción por la pérdida del rey don Castillo Solórzano (Alonso del), 229,
Ballesteros y Beretta (Antonio de), 681 Sebastián, 161-162 231
609 Bordes (L.), 600 Canción por la victoria de Lepanto, 161 Castro (Américo), 307, 309, 324, 343,
Barahona de Soto (Luis), 679 Borrás (Enrique), 526, 633 Cancionera, 641 682
Barbieri: véase Asenjo Barbieri Boscán (Juan), 127, 1 3 1 - 1 3 3 , 137, Cancionero Colocci-Brancuti, 29 Castro (Cristóbal de), 646
Barine (Arvéde), 220 139, 14Ó, 142, 169 Cancionero de Ajuda, 29 Castro (Guillén de), 3 6 1 - 3 6 4 , 377
Barlaam et Josaphat (Historia de), Bouscal (Guyon-Guérin de), 256 Cancionero de Baena, 6 1 - 6 4 , 88, 98 Castro (Rosalía de), 530, 5 4 7
33 Brantóme (Pierre de B.), 171 Cancionero de Stúñiga, 64 Castro y Orozco (José de), 483
Baroja (Pío), 616, 650, 651, 6 5 9 - 6 6 3 Bretón (Tomás), 526 Cancionero de la Biblioteca Vaticana, Catedral (La), 652
Barón (El), 436 Bretón de los Herreros (Manuel), 29 Ceán Bermúdez (Juan Agustín), 442
Barraca (La), 652 472, 477, 5 1 2 - 5 1 5 Cancionero General, 74-75 Cejador y Frauca (Julio), 374, 6 8 1 -
Barrera (Cayetano Alberto de la), Bristol (Conde de), 388 Canciones del camino, 623 682
604 Brosse (N. de), 256, 389 i Canciones del momento, 645 Celestina (La), 53, 00, 95, 1 0 3 - 1 0 6 ,
Bécquer (Gustavo Adolfo), 530, 533, Browning (Robert), 672 ' Cano (Alonso), 126 111, 116, 118, 129, 170, 195, 196,
535, 5 3 6 - 5 4 1 , 641 Bruta (La), 657 Cano (Leopoldo), 525 218, 309, 678
Bélarmino y Apolonio, 665 Buceta (Erasmo), 882 Cano (Melchor), 125 Celoso extremeño (El), 252
Bell (Aubrey F. G.), 666 Buen juez mejor testigo (A), 494-495 Cánovas del Castillo (Antonio), 609 Cena jocosa (La), 144
Benavente (Jacinto), 580, 633, 6 3 4 - Bueno (Manuel), 679 Cansinos-Asséns (Rafael), 650, 6 7 8 Centauros (Los), 664
6 3 8 , 639 Buey suelto (El), 567 Cantar de Rodrigo (El), 4 3 , 76 Cerdá y Rico (Francisco), 425
688 INDICE ALFABETICO INDICE ALFABETICO 689
Cervantes (Miguel de), 105, 128, 129, Conde Lucanor (Libro del), 45-46 ¿ Cuál es la mayor perfección I, 388 Desengaño en un sueño (El), 479
194, 196, 201, 204, 205, 209, 210, Condenado por desconfiado (El), 332- Cuarto poder (El), 597 Desheredada (La), 579
211, 222, 225, 2 3 4 - 2 7 0 , 273, 279, 333 Cuatro jinetes del Apocalipsis (Los), Desjardins, Madame de Villedieu, 344
303, 305, 313, 343, 364, 397, 412, Confesiones de un pequeño filósofo 654 Desmarets (Jean), 352
423, 424, 425, 445, 502, 550, 559, (Las), 674 Cuatro pestes del mundo (Las), 289 Destouches (Philip Néricault), 256,
574, 582, 604, 608, 641, 676, 678, Conjuración de Venecia (La), 476 Cuenca (Carlos Luis de), 630 323
679, 681, 682 Consuelo, 516 Cuestión de Amor, 103 Devoción de la Cruz (La), 386-387
Cervantes de Salazar (Francisco), Conversión de la Magdalena (Libro de Cuestión palpitante (La), 591 D’Herbois: véase Collot d’Herbois
173, 425 la), 181 Cueto (Leopoldo Augusto de), 455, Diablo cojudo (El), 365
Cetina (Gutierre de), 127, 1 4 3 - 1 4 4 , Copa del rey de Thule (La), 622-623 457, 462, 463, 605 Diablo mundo (El), 488-489
681 Coplas de Mingo Revulgo, 63 Cueva (Juan de la), 129, 194, 2 0 0 - Diálogo de Bias contra Fortuna (El), 66
«Cid Campeador (El)», 13-17; ro­ Corbacho (El), 60, 9 2 - 9 5 , 128, 218 201 Diálogo de la lengua, 169-170
mances y leyendas, 43, 76, 77, 362, Córdoba (Gonzalo de): véase Fernán­ Cuevas (Francisco de las), 608 Diálogo . . . de las condiciones de las
445, 474, 492, 495, 501, 616, 645, dez de Córdoba. Culteranismo, 276-280, 445 mujeres, 141
682 Córdoba (María de), 325 Cumplir con su obligación, 368 Diálogo de Mercurio y Carón, 1 6 8 -
Cid (Poema del), 8, 14-18, 23, 28, 43, Corneille (Pierre), 322, 355, 364, 389, Cuna y la sepultura (La), 289 1 6 9 , 218
474, 629, 680, 681 428 Cursi (Lo), 635 Diálogo entre el amor y un viejo, 74
Cifar (Historia del Caballero), 3 7 - 3 9 , Corneille (Thomas), 323, 371, 373, Currito de la Cruz, 653 Diamante (Juan Bautista), 428
97 374, 377, 387, 388, 389 Cyrano Bergerac (Savinien de), 292, Diana (La), 206-209
Cigarrales de Toledo, 330-332 Coronación, 68 323 Diana enamorada, 209
Cisma de Ingalaterra (El), 392 Cortejón (Clemente), 608 Días geniales y lúdricos, 282
Cisne de Vilamorta (El), 589 Cortés (Hernán), 1 7 3 , 412, 413, 462, Chandler (Frank W.), 221 Díaz (José María), 481
Cisneros (Alonso de), 325 480 Chapelain (Jean), 142 Díaz (Matilde), 473
Cisneros (Cardenal), 124 Corral (Pedro de), 212 Chapí (Ruperto), 527, 528 Díaz de Escobar (Narciso), 630
Ciudad de la niebla (La), 661 Correas (Gonzalo), 679 Chappuzeau (Samuel), 231 Díaz de Mendoza (Fernando), 633,
Cizaña (La), 638 Costa (Joaquín), 6 0 9 , 611, 670 Chateaubriand, 214, 475, 587 Díaz del Castillo (Bernal), 173
(( Clarín », seud. de Alas (Leopoldo) Coster (Adolphe), 160 Chitón de las Taravillas (El), 288 Diccionario de Autoridades, 423
Claros varones de Castilla (Libro de Cota (Rodrigo de), 74 Chueca (Federico), 526 Dicenta (Joaquín), 472, 5 2 5
los), 89 Cotarelo y Mori (Emilio), 365, 373, Churchman (Philip H.), 600 Dickens (Charles), 585
<( Clarus (Ludwig) », seud. de Volk 430, 6 7 9 - 6 8 0
Covarrubias (Sebastián de), 235 Díez-Canedo (Enrique), 617, 618,
(Wilhelm) Dama boba (La), 316 6 2 9 -6 3 0
Clave (La), 657 Crawford (James P. Wickersham), Dama del armiño (La), 647 Divino Narciso (El), 283
Clemencín (Diego), 608 111 Dama duende (La), 388 Doctrinal de privados, 66
Codera (Francisco), 612 Crébillon (Prosper Jolyot de), 389 Dama errante (La), 661 Dómine Lucas (El), 427
Coloma (Luis), 588, 5 9 3 - 5 9 4 Cristiana (Una), 590 Dancourt (Florent Cartón), 373
Cristo Crucificado (Soneto a), 186 Don Alvaro o la fuerza del sino, 478-
Coloquio de Cipión y Berganza, 255- Dante, 62, 65, 66, 68, 69, 92, 131, 543, 479
256 Cristo de Velázquez (El), 671 587
Criticón (El), 407-410: véase Gracián Don Diego de Noche, 370
Colón, 531-532 Darío (Rubén), 616, 624 Don Florisel de Niquea, 206
Colümela, 5 (Baltasar) De fuera vendrá . . ., 375
Crónica científica y literaria, 475 Don Gil de las calzas verdes, 335
Collot d’Herbois (Jean-Marie), 389 De tal palo tal astilla, 567-568
Crónica de Don Alvaro de Luna, 84— Don Gonzalo González de la Gonzalera,
Comedia nueva (La), 434-435 Décadas, 88 567
Comedia sentimental, 664 86 Decir a las Siete Virtudes, 62
Crónica de Don Juan II, 83-84 Don Juan Tenorio, 496-497
Comedias de figurón, 129, 371, 373, Del rey abajo, ninguno, 371-373
Crónica de los Reyes Católicos, 89 Don Quijote, 105, 129, 204, 205, 2 5 6 -
427 Delgado (Sinesio), 631 2 6 8 , 343, 445, 550, 559, 608, 641,
Comedieta de Ponza, 65-66 Crónica general (Primera), 19, 3 5 - 3 7 , Delicado (Francisco), 218 676, 678, 679, 681
Comella (Luciano Francisco), 431 46, 78 Delincuente honrado (El), 442-443
Comendador Mendoza (El), 561-562 Crónica general de España (La), 173 Donado hablador (El), 229-230
Denuestos del agua y él vino (Los), 28 Doncel de don Enrique el Doliente (El),
Comentarios reales, 174 Crónica general de 1344-, 4:3 Derrota de los pedantes (La), 436-437 504
Comida de las fieras (La), 635 Crotalon (El), 172 Désaugiers (Marc-Antoine M.), 389
Crown (John), 377 Doncella de labor (La), 367
Comulgatorio (El), 407 Descartes (René), 125
Conceptismo, 280, 445: véase Cultera­ Cruz (Ramón de la), 430, 4 3 1 - 4 3 4 , Donde hay agravios no hay celos, 370
Desde Toledo a Madrid, 336 Donneau de Vizé (Jean), 389
nismo 514, 680 Desdén con el desdén (El), 376-377 Donoso Cortés (Juan), 475, 5 0 8
690 INDICE ALFABETICO ÍNDICE ALFABÉTICO 691

Doña Clarines, 641 Episodios nacionales, 575-576 Fernández (Lucas), 1 1 2 , 113, 608 Flores de Aragón (Las), 646
Doña Luz, 562-663 Epístola satírica y censoria, 290 Fernández Ardavín (Luis), 647 Flores de Filosofía, 33
Doña María la Brava, 645 Epistolario espiritual, 181 Fernández Bremón (José), 602 Flores de poetas ilustres, 283
Doña Perfecta, 576-577 Ereilla (Alonso de), 127, 1 6 3 - 1 6 6 Fernández Caballero (Manuel), 527 Flórez (Antonio), 503
Dorotea (La), 309-310 Erudición poética (Libro de la), 279 Fernández de Avellaneda (Alonso), Flórez (Enrique), 422
Dos de mayo (El), 462 Eruditos a la violeta (Los), 441 259, 424 Florian (Jean P. Claris de), 452
Dos doncellas (Las), 249 Escándalo (El), 555-556 Fernández de Córdoba (Gonzalo), Forner (Juan Pablo), 444, 448
Dostoevski (Feodor Mikhaylovich), Escenas andaluzas, 506-507 462, 646 Fortunata y Jacinta, 579
665 Escenas matritenses, 507 Fernández de Costantina (Juan), 75 Fortuny (Mariano), 469
D ’Ouville: véase Métel d’Ouville Escenas montañesas, 566-567 Fernández de Moratín (Leandro), Foulehé-Delbosc (Raymond), 320
Dragón de fuego (El), 635 Escondido y la tapada (El), 387 242, 4 3 4 - 4 3 7 , 472, 476, 511, 512 Fracastoro (Girolamo), 137
Dragontea (La), 310 Escosura (Patricio de la), 483, 501 Fernández de Moratín (Nicolás), France (Anatole), 672
Drama nuevo (Un), 518-520 Escuela del matrimonio (La), 514 428, 448, 4 4 9 - 4 5 0 Francés (José), 667
Drama universal (El), 532-533 Esfinge maragata (La), 666 Fernández de Navarrete (Martín), Francisco Javier (San), 186
Du Ryer (Pierre), 389 Esopo, 54 4 2 3 , 608 Francisco Salinas (A), 151
Ducamin (Jean), 166 España Sagrada, 422 Fernández de Oviedo (Gonzalo), 173 Fray Gerundio de Campazas, 445-446
Dueño de las estrellas (El), 350 Española inglesa (La), 249 Fernández de Palència (Alfonso), 88, Frere (John Hookham), 80
Dumaniant (Antoine J. Bourlin), Espatolino, 490 681 Fuente (Vicente de la), 608-609
377 Espina de Serna (Concha), 650, 666 Fernández del Villar (José), 647 Fuente Ovejuna, 318-319
Dumas (Alexandre) hijo, 344, 483 Espinel (Vicente), 129, 2 2 7 - 2 2 9 Fernández Flórez (Isidoro), 602, 608 Fuero Juzgo, 33
Durán (Agustín), 475 Espinosa (Pedro), 279, 2 8 3 , 285, 679 Fernández-Flórez (Wenceslao), 678 Fuerza de la costumbre (La), 361
D ’Urfé (Honoré), 209 Espronceda (José de), 470, 471, 475, Fernández Grilo (Antonio), 547 Fuerza de la sangre (La), 249
Duvert (Felix-Auguste), 389 4 8 3 - 4 9 0 , 501, 535 Fernández-Guerra (Aureliano), 302, Fuerza del mal (La), 638
Espuma (La), 598 604
Echegaray (José), 472, 473, 5 2 0 - 5 2 4 , Estatua de Prometeo (La), 383 Fernández-Guerra (Luis), 351 Gabriel y Galán (José María), 619-
525, 526 Estébanez Calderón (Serafín), 471, Fernández Shaw (Carlos), 527-528 621
Echegaray (Miguel), 527 503, 5 0 6 - 5 0 7 Fernández y González (Francisco), Galatea (La), 246-248
Eguílaz y Yanguas (Leçpoldo), 611 Estebanillo González (Vida de), 231 611 Galba (Martí Johán de), 205
Ejemplar poético, 200 Estirpe de Júpiter (La), 638 Fernández y González (Manuel), 500, Gálvez de Montalvo (Luis), 209-210
El sí de las niñas, 435 Estrella de Sevilla (La), 320 502 Gallardo (Bartolomé José), 471,
Elección de los alcaldes de Daganzo Estudiante de Salamanca (El), 488 Fernando III el Santo, 9, 33, 35 5 0 9 , 604, 609
(La), 245 Eurípides, 172, 443 <( Fernanflor », seud. de Fernández Gallega Mari-Hernández (La), 336
Elisa Dido, 201 Evas del Paraíso (Las), 657 Flórez (Isidoro) Gallego (Juan Nicasio), 448, 4 6 2 -
Ella es él, 513 Examen de ingenios para las ciencias, Ferrús (Pero), 98 463
Empresa de Micer Jaques Borgoñón, 126 Fiesta de toros en Madrid, 449 Gallo de Sócrates (El), 592
449 Examen de maridos (El), 351-352 « Fígaro », seud. de Larra (Mariano Ganar amigos, 349
Empresas políticas, 404 Exequias de la lengua castellana, 444 José de) GanivetJÁngel), 6 1 0 - 6 1 1 , 670
En Flandes se ha puesto el sol, 645-646 Figueroa (Francisco de), 127, 1 4 4 - García Álvarez (Enrique), 647
En la carrera, 657 Familia de Alvareda (La), 551 1 45 García de Castroxeriz (Juan), 98
Encina (Juan del), 74, 75, 1 0 9 - 1 1 2 , Familia de León Rock (La), 577-578 Figueroa (Roque de), 325 García de Diego (Vicente), 65
113, 117, 129, 195, 196, 680 Fandango de candil (El), 432 Figueroa y Córdoba (Diego de), 229 García de Quevedo (José Heriberto),
Enemigos de la mujer (Los), 655 Fantasmas, 639 Final de Norma (El), 553 497
Engañados (Los), 197 Farinelli (Arturo), 398 Fingido verdadero (Lo), 314 García de Santa María (Alvar), 83
Engaños e los asayamientos de las Farsas o églogas, 112 Fitzmaurice-Kelly (James), 18, 54, García de la Huerta (Vicente), 4 2 9 ,
mugeres (Libro de los), 33 Fe (La), 598 605 444
Entre bobos anda el juego, 371 Fedro, 454 Fletcher (John), 256 García Gutiérrez (Antonio), 470,
Entre naranjos, 652 Feijóo (Benito), 4 2 1 - 4 2 2 , 469, 587 Flor de Mayo, 651-652 4 8 1 - 4 8 2 , 483, 515
Entremeses, 110, 244-246, 379, 383, Felipe Ruiz (A), 151 Flor de la vida (La), 640-641 García Matamoros (Alfonso), 139,
432: véase Pasos, Sainetes Feliu y Codina (José), 472, 5 2 5 Flor de santidad, 659 425
Entremetido, la dueña y el soplón (El), « Fernán Caballero », seud. de Bchl Floranes (Rafael), 422 García Tassara (Gabriel), 497
299-300 de Faber (Cecilia) Flores (Juan de), 256 Garcilaso de la Vega, 127, 132, 1 3 3 -
Entretenida (La), 243 Fernán González (Poema de), 1 8 , 23 Flores Arenas (Francisco), 511 1 3 8 , 139, 140, 142, 160, 163, 456 -
692 INDICE ALFABETICO INDICE ALFABETICO 693

Garcilaso de la Vega (El Inca), 173- Grabbe (Christian D.), 344 Himno al trabajo, 620 Jáuregui (Juan de), 283
174 Gracián (Baltasar), 128, 280, 303, Historia de la conquista de Méjico, Jerusalén conquistada, 163, 310
Garduña de Sevilla (La), 231 4 0 5 - 4 1 2 , 419, 681 412-413 Jiménez (Jerónimo), 527
Garnier (Charles G. T.), 256 « Gran Capitán (El) » : véase Fernán­ Hofïmann (Ernest T. A.), 537 Jiménez (Juan Ramón), 616, 617,
Garra (La), 638-639 dez de Córdoba (Gonzalo) Hojeda (Diego de), 587 6 2 4 -6 2 6
Gatomaquia (La), 310 Gran Galeota (El), 521-522 Hombre de Estado (Un), 515-516 José, 596-597
Gaviota (La), 550-551 Granada (Luis de), 181, 1 8 9 - 1 9 2 Hombre de mundo (El), 511-512 José (Poema de) : véase Yúçuf (His­
Gayangos (Pascual de), 604-605 Granada (Poema de), 495 Homero, 443 toria de)
Gener (Pompeyo), 622, 624 Grau (Jacinto), 647 Hora de todos y la Fortuna con seso Josefina (Tragedia), 194-195
Generaciones, semblanzas y obras « Greco (El) », 647 (La). 300 Jovellanos (Gaspar Melchor de), 429,
(Las), 87 Grimm (Jakob), 474 Horacio, 136, 153, 423, 440, 606 4 4 2 - 4 4 3 , 448, 457, 470
Genio alegre (El), 641 Gritos del combate, 541-542 Horda (La), 653 Juan de la Cruz (San), 127, 147, 1 5 3 -
Gente conocida, 635 Guarda cuidadosa (La), 245 Hortensio, 443 1 5 6 , 180, 18L 185, 186, 491
Gerineldo, 646 Guerra de Granada, 174-175 Hoyos y Vinet (Antonio de), 667-668 Juan de los Ángeles (Fray), 181-
Gil Albacete (Alvaro), 682 Guerras civiles de Granada, 212-214 Hozes (Gonzalo de), 139 182
Gil Polo (Gaspar), 128, 2 0 9 Guerrero (María), 633 Huarte de San Juan (Juan), 126 Juan Manuel (Infante Don), 43, 4 4 -
Gil y Carrasco (Enrique), 470, 471, Guevara (Antonio de), 127, 1 7 0 - 1 7 2 , Hugo (Victor), 79, 547 4 6 , 55
500, 5 0 1 219 Hume (Martin), 5 Juana Inés de la Cruz (Sor), 283
Gil y Zárate (Antonio), 483 Guía de pecadores, 190 Hurtado de Mendoza (Antonio), 229 Juderías (Julián), 288, 302
Gilbert (Gabriel), 322 Guía espiritual, 404 Hurtado de Mendoza (Diego), 128, Jueces de Castilla (Los), 374
Giner de los Ríos (Francisco), 609 Guimerá (Ángel), 472, 5 2 5 - 5 2 6 1 4 2 - 1 4 3 y 1 7 4 - 1 7 5 , 218 Juegos de escarnio, 108
Gitanilla (La), 250-251 Gutiérrez de Vegas (Fernando), 444 Hurtado y J. de la Serna (Juan), 281 Juez de los divorcios (El), 244
Gloria, 577-578 Gutiérrez Nájera (Manuel), 616 Juvenco, 6
Gobernadora (La), 635 Guzmán de Alfarache, 129, 217, 2 2 1 - « Ibero Rivas y Canfrac », seud. de
Gobineau (Conde Joseph A. de), 206 2 2 5 , 228, 229, 681
Asenjo Barbieri Iíalila et Digma (Libro de), 33, 3 7
Godoy (Manuel), 457 Ibsen (Henrik), 522 Kant (Immanuel), 125
Godoy (Ramón), 646 Hardy (Alexandre), 209, 256 Idearium español, 610 Kempis (Thomas), 190
Goethe, 343, 385, 389, 547 Hartmann (Karl R. E. von), 411 Idilio de un enfermo (El), 596 Keniston (Hayward), 137, 138, 665
Gómez de Avellaneda (Gertrudis), Hartzenbusch (Juan Eugenio), 431, ídolo (El), 638 Killigrew (Thomas), 388
4 9 0 - 4 9 1 , 500 4 8 2 - 4 8 3 , 515 Iglesias de la Casa (José), 448, 450- Klopstock (Friedrich Gottlieb), 587
Gómez de Baquero (Eduardo), 576, Hauteroche (Noel le Bretón), 389 451 Kotska Bayo (Estanislao de), 501
585, 656, 663, 665, 6 7 8 Haz de leña (El), 541 Ilusiones del doctor Faustino (Las),
Gómez de Quevedo (Francisco), 127, Hazañas del Cid (Las), 363 561 La Bruyére (Jean de), 406
128, 129, 280, 2 8 5 - 3 0 3 , 367, 410, Hazañas y la Rúa (Juan), 681 Ilustre fregona (La), 251-252 La Fontaine (Jean de), 454
412, 439, 449, 502, 513, 604, 681 Hechizado por fuerza (El), 427 Imperial (Francisco), 60, 6 2 La Rochefaucauld (François), 406
Gómez de la Serna (Ramón), 678 Hegel (George W. F.), 79 Infierno de los enamorados (El), 66 La Taille (Jean de), 171
Góngora (Luis de), 70, 127, 138, 241, Heine (Heinrich), 540, 547, 607 Ingenuas (Las), 657 Laberinto de Fortuna, 68-70
2 7 3 - 2 8 0 , 285, 303, 306, 311, 449, Henríquez Ureña (Pedro), 358 Insolación, 590 Labra (Rafael María de), 609
626 Herder (Johann G. von), 79, 474 Insúa (Alberto), 667 Lafuente (Modesto), 609
Gongorismo: véase Culteranismo Hermana San Sulpicio (La), 597-598 Intereses creados (Los), 636 Lambert (M.), 389
González (Diego Tadeo), 448, 4 5 1 - Hermosa fea (La), 315 Introducción al símbolo de la fe, 181, Lamentación de lord Byron (Última),
452 Hermosura de Angélica (La), 310 1 9 0 -1 9 1 544
González-Blanco (Andrés), 536, 626, Hernández Catá (Alfonso), 646 Intruso (El), 652 Lances de honor, 518
658, 6 7 8 Héroe (El), 406 Iriarte (Tomás de), 444,452-453,454, Larra (Mariano José de), 420, 471,
González del Castillo (Juan Ignacio), Hervás (Lorenzo), 423 531, 680 477, 482, 501, 502, 5 0 3 - 5 0 6 , 507,
434 Herrera (Femando de), 127, 1 5 8 - Irving (Washington), 79, 214, 502 508, 592, 678
González Palència (Ángel), 281 1 6 3 , 241, 276, 277, 311, 456
Isidoro de Sevilla (San), 6 Las de Caín, 641-642
González Pedroso (Eduardo), 108 Herrera (Juan de), 126 Isidro (El), 310 Laurel de Apolo (El), 383
Gorostiza (Manuel Eduardo de), 511 Hija de Celestina (La), 230-231 Isla (José Francisco de), 445-446 Lauzanne (Àugustin T.), 389
Goy de Silva (Ramón), 6 4 6 , 650 Hijas del Cid (Las), 645 Laya (Adrien Á. L.), 518
Goya (Francisco de), 469, 628, 666 Himenea (Comedia), 1 1 6 - 1 1 7 , 129, Jacinta (Comedia), 115 Lazarillo de Tormes, 128, 2 1 8 - 2 2 1 ,
Gozzi (Cario), 377 195 Jareño y Alarcón (Francisco), 469 225, 295, 296, 681
694 INDICE ALFABETICO INDICE ALFABETICO 695
Le Sage (Alain Rene), 229, 323, 365, López de Ayala (Ignacio), 429 Manzoni (Alessandro), 475 Meléndez Valdés (Juan), 434, 448,
373, 374, 446 López de Ayala (Pero), 43, 44, 46, Maquiavelo (Niccoló), 406 4 5 5 - 4 5 7 , 459, 470
Lebrija: véase Nebrija 4 7 - 4 8 , 83, 87, 98, 422 Mar de historias, 86-87 Meló (Francisco Manuel de), 403
Lebrun (Jean-Antoine), 323 López de Gómara (Francisco), 173 Mar y cielo, 525 Mello: véase Meló
Leeonte de Lisie, 79 López de Haro (Rafael), 667 Marcial, 5, 144, 275 Memoria inmortal de D. Pedro Girón,
Lecturas españolas, 675 López de Úbeda (Francisco), 226 Marco Aurelio, 5 290
Ledesma (Alonso de), 280 López Pelegrín (Santos), 503 Marco Aurelio (Reloj de príncipes o), Memorias de un hombre de acción,
Legrand (Marc-Antoine), 323 López Pinillos (José), 646 170 661-662
León (Luis de), 127, 136, 1 4 7 - 1 5 3 , López Roberts (Mauricio), 667 Marcos de Obregón, 227-229 Mena (Juan de), 60, 64, 6 7 - 7 0 , 131,
160, 181, 187, 241, 285, 291, 296, López Silva (José), 527 March (Ausías), 143 170, 277
425, 451, 456, 682 López Soler (Ramón), 501 Marchena (José), 448 Menéndez Pidal (Ramón), 9, 28, 36,
León (Ricardo), 663-664 Lowell (James Russell), 558 Mare Nostrum, 654-655 46, 75, 177, 344, 443, 6 8 0
Leonardo de Argensola (Bartolomé), Loyola (San Ignacio de), 186 Mariana, 524 Menéndez y Pelayo (Marcelino), 23,
127, 2 8 1 Lozana andaluza (La), 218 Mariana (Juan de), 128, 175-177,288 37, 54, 70, 86, 97, 98, 102, 115, 133,
Leonardo de Argensola (Lupercio), Lucano, 5, 69, 70 Marianela, 578 153, 165, 169, 170, 204, 211, 213,
127, 2 8 1 , 423 Luceño (Tomás), 527 Mariucha, 581 214, 226, 227, 261, 281, 303, 307,
Leopardi (Giacomo), 411, 533 Luces de Bohemia, 659 Marivaux (Pierre C. de), 256, 374 308, 314, 325, 333, 344, 355, 367,
Lewis (Matthew Gregory), 461 Luciano, 172 Marquina (Eduardo), 616, 617, 633, 391, 398, 411, 428, 429, 457, 476,
Leyenda del Cid, 495 Lucha espiritual, 182 6 4 5 -6 4 6 541, 545, 546, 559, 564, 574, 6 0 6 -
L’Hermite (François Tristan), 389 Lulio (Raimundo), 4 5 , 542 Marta la Piadosa, 337 6 0 8 , 609
Libro de buen amor, 44, 5 0 - 5 5 , 218, Luna (Alvaro de), 66, 73, 8 4 - 8 6 , 480 Marta y Maria, 595-596 Menosprecio de corle y alabanza de
425, 629, 681 Luna de la Sierra (La), 366 Martínez de la Rosa (Francisco), aldea, 170-171
Libro de miseria de homne, 43 Luzán (Ignacio), 4 2 3 - 4 2 4 , 428, 448 475, 4 7 6 - 4 7 7 , 481, 500, 501, 505 Mérimée (Ernest), 296, 442, 455, 635,
Libro de las Fundaciones, 184 Martínez de Toledo (Alfonso), 60, 655
Libro de los doce sabios, 33 Llama de amor viva, 155 9 2 - 9 5 , 105, 128, 218 Mesa (Enrique de), 617, 6 2 9 , 650
Libro de los estados, 45 Llorente (Teodoro), 547 Martínez Montañés (Juan), 126 Mesón de Villaverde (El), 432
Libro del caballero y del escudero, 44- Llovet (Juan José), 630 Martínez Olmedilla (Augusto), 667 Mesonero Romanos (Ramón de), 366,
45 Martínez Ruiz (José), 592, 610, 627, 374, 379, 5 0 7 - 5 0 8 , 667
Libros de caballerías a lo divino, Macías o Namorado, 6 4 , 504 6 7 3 - 6 7 6 , 677 Métel d’Ouville (Antoine le), 323,
206 Machado (Antonio), 617, 6 2 6 - 6 2 8 , Martínez Sierra (Gregorio), 633, 6 4 2 - 367, 388, 389
Licenciado Torralba (El), 532 629, 671 645 Michaélis de Vasconcellos (Carolina),
Licenciado Vidriera (El), 253-254 Machado (Manuel), 628-629 Martínez Villergas (Juan), 503 133
Linares Rivas (Manuel), 633, 6 3 8 - 6 4 0 Madariaga (Salvador de), 584, 662 Martorell (Johanot), 205 Middleton (Thomas), 256
Lince de Italia, 288 Madrazo (José), 469 Más constante mujer (La), 367 Milá y Fontanals (Manuel), 6 0 5 - 6 0 6 ,
Lindo don Diego (El), 376 Madre Naturaleza (La), 589-590 Más fuerte que el amor, 636 609
Lirio entre espinas, 643 Madrid me vuelvo (A), 512 Más pesa el rey que la sangre, 365 Milagros de Nuestra Señora, 24-25
Lista (Alberto), 508-509 Maella (Mariano Salvador), 469 Más y Laglera (José), 667 Milton, 211, 587
Literatura aljamiada, 8 Maestrante (El), 598 Masdeu (Juan F.), 422 Mingo Revulgo (Coplas dé), 63
Lo que son mujeres, 371 Maeztu (Ramiro de), 677-678 Mata (Pedro), 667 Mir (Miguel), 183
Lobo (Eugenio Gerardo), 448 Mágico prodigioso (El), 385-386 Mateo Vázquez (Epístola a), 239 Mira de Amescua (Antonio), 3 7 8 -
Locke (John), 125 Maimónides, 7 Matheu (José María), 602 3 7 9 , 382, 389, 429
Lockhart (John Gibson), 80 Máinez (Ramón León), 608 Ma3l'áns (Gregorio), 424 Miranda (Carlos), 630
Locura de amor, 517-518 Máiquez (Isidoro), 473 Mayor encanto, amor (El), 383 Miró (Gabriel), 650, 6 6 7
Locura o santidad (O), 521 Maja desnuda (La), 653 Mayar monstruo los celos (El), 395- Misericordia, 579
Longfellow (Henry Wadsworth), 74, Majos de Cádiz (Los), 598 396 Mocedades del Cid (Las), 361-364'
80, 545 Mala hierba, 660-661 Maximino, 597 Modernismo, 615-617
Loores de los claros varones de España, Malhechores del bien (Los), 636 Médico de su honra (El), 395 Mojigata (La), 436
88 Malón de Chaide (Pedro), 181 Médico rural (El), 657 Moliére, 231, 322, 323, 343, 344, 355,
López (Vicente), 469 Malquerida (La), 637 Medina (Vicente), 630 377, 428, 436, 483, 634
López Alarcón (Enrique), 646 Mamá, 643 Meditaciones del Quijote, 676 Molina (Luis), 125
López de Ayala (Adelardo), 472, 5 1 5 - Manrique (Gómez), 7 0 - 7 1 , 89, 108 Mejor alcalde, él rey (El), 319 Molino (El), 315
516 Manrique (Jorge), 7 1 - 7 4 , 425 Mela (Pomponio), 5 Molinos (Miguel de), 404
69 6 INDICE ALFAEETICO INDICE ALFABÉTICO 697
Molins (Marqués de): v é a s e Roca de N a v e s d e C o r té s d e s t r u i d a s ( L a s ) , 450 Palacio (Manuel del), 530, 5 4 7 Pérez Galdós (Benito), 473, 566, 567,
Togores N a v i d a d , 644 Palacio Valdés (Armando), 583, 5 9 5 - 5 7 4 - 5 8 5 , 592, 633, 662
Moneada (Francisco de), 403 Nebrija (Antonio de), 60, 170 6 0 1 , 608 Pérez Lugín (Alejandro), 650, 653,
M o n s e r r a t e ( E l ) , 163 N ecedades y lo c u r a s de O rla n d o él P a l a d i n e s i l u m i n a d o s ( L o s ) , 677 667
Montaigne (Michel de), 171 E n a m o r a d o ( L a s ) , 291 Palau (Melchor de), 530, 5 4 7 Pérez Nieva (Alfonso), 602
M o n t á l v e z ( L a ) , 570 N i a m o r se lib r a d e a m o r, 383 P a l m e r í n d e I n g l a t e r r a , 205 Pérez Pastor (Cristóbal), 604
Montañés: v é a s e Martínez Montañés Nieremberg (Juan Eusebio de), 403 P a l m e r i n d e O l i v a , 205 Pérez Zúñiga (Juan), 631
Montauban (Jacques Pousset), 209, N i e t o d e l C i d , 588 Palomero (Antonio), 630 P e r f e c t a c a s a d a ( L a ) , 149
389 Nietzsche (Friedrich Wilhelm), 411, P a m p h i l u s d e A m o r e , 54 P e r ib á ñ e z y él C o m e n d a d o r d e O c a ñ a ,
Montegón (Pedro), 445 672 P a p a d e l m a r ( E l ) , 655 317
Montemayor (Jorge de), 128, 2 0 6 - N i ñ o d e l a B o l a ( E l ) , 556 P a p e l e s d e l d o c to r A n g é l i c o , 600 P e r i n o l a ( L a ) , 297
2 0 9 , 211, 212, 247 N o h a y b u r l a s c o n e l a m o r , 388 268-270
P a r a d o x , r e y , 660 P e r s ile s y S ig is m u n d o ,
Montesquieu (Charles de S. de), 442 No h a y m a l q u e p o r b ie n n o v e n g a , P a r a í s o d e l a s m u j e r e s ( E l ) , 655 P e rso n a s, ob ra s, co sa s, 676
Montfleurv (Antoine), 323, 344 351 Pardo Bazán (Condesa de), 472, 546, P e s c a ( L a ) , 544
Montiano (Agustín de), 4 2 4 , 428, 429 N o h a y p e o r so rd o , 336 552, 556, 557, 570, 5 8 7 - 5 9 2 , 602 • Peseux-Richard (Henri), 658, 663
Mora (José Joaquín de), 192 N o h a y v id a c o m o la h o n r a , 368 P a r e c i d o e n l a c o r te ( E l ) , 375 Petrarca, 65, 67, 105, 127, 131, 132,
M o r a d a s ( L a s ) , 181, 1 8 5 N o p u ed e ser, 375 P a r e d e s o y e n ( L a s ) , 352-353 137, 159
Moraes (Francisco de), 205 Nobel (Alfred Bernhard), 634 <( Parmeno », s e u d . d e López Pinillos P í c a r a J u s t i n a ( L a ) , 226
Morales (Ambrosio de), 172-173 N o c h e d e S a n J u a n ( L a ) , 315-316 (José) Picavea (Macías), 609
Moratín: v é a s e F e r n á n d e z de N o c h e d e l s á b a d o ( L a ) , 635 P a s a j e r o ( E l ) , 226-227 Picón (Jacinto Octavio), 5 9 4 , 608
Moratín N o c h e o s c u r a d e l a l m a , 154 P a s a r s e d e l i s t o , 562 Pichou (de), 256
Moreno Carbonero (José), 469 N o c h e s e r e n a , 150-151 P a s c u a l L ó p e z , 588 Pidal (Pedro José), 509
Moreno Nieto (José), 609 N o c h e t o l e d a n a ( L a ) , 315 P a s i o n a r i a ( L a ) , 525 P i e d r a a n g u l a r ( L a ) , 590
Moreno Villa (José), 489 N o c h e s lú g u b r e s , 440-441 Paso (Antonio), 647 Pierce (Thomas), 80
Moreto (Agustín), 129, 344, 351, 3 7 4 - N o m b r e s d e C r i s t o ( L o s ) , 1 4 8 - 1 4 9 , 181 Pasos, 110, 197-199, 432: v é a s e En­ Pindaro, 450
3 7 8 , 379, 427, 430 N o r te d e p r ín c ip e s , 172 Pino (Rosario), 633
tremeses, Sainetes
Morley (S. Griswold), 584 N o v e la s e je m p la r e s , 248-256 Pastor Díaz (Nicomedes), 497 P i n t o r d e s u d e s h o n r a ( E l ) , 395
M o r o e x p ó s i t o ( E l ) , 478 ( E l ) , 525 Piñeyro (Enrique), 489, 504
N u d o g o r d ia n o P a s t o r e s d e m i a b u e lo ( L o s ) , 620
M o r r i ñ a , 590 129, 201,
N u m a n c ia (T r a g e d ia d e la ), Paz y Mélia (Antonio), 88, 6 8 1 P l a t e r o y y o , 624
Morrison (F. W.), 600 2 4 2 -2 4 3 P a z o s d e U l l o a ( L o s ) , 589 Platón, 149
Moscherosch (Hans Michael), 303 Núñez de Arce (Gaspar), 530, 535, P e c h o s p r i v i l e g i a d o s ( L o s ) , 349-350 Plauto, 105, 172
M o z a d e l c á n t a r o ( L a ) , 316 5 4 1 -5 4 6 Plutarco, 288
Pedrell (Felipe), 106
M u d a r s e p o r m e j o r a r s e , 351 P e d r o d e U r d e m e l a s , 244 P o e m a s d e p r o v i n c i a , 678
M u e r t e d e V i r g i n i a ( L a ) , 200-201 Ocampo (Florián de), 173 P o é t i c a ( L a ) , 423-424
P e d r o S á n c h e z , 568
M u e r t o s m a n d a n ( L o s ) , 653 243-
O c h o c o m e d i a s y o c h o e n tr e m e s e s , P e l a y o ( E l ) , 487-488 Poisson (Raymond), 323
M u j e r d e l h é r o e ( L a ) , 643 246 P e l o d e l a d e h e s a ( E l ) , 512-513 P o life m o y C a la te a , 2 7 7 - 2 7 8
M u n d o p o r d e d e n tr o ( E l ) , 298-299 Ochoa (Eugenio de), 5 0 9 , 551 Pellicer de Salas y Tovar (José), 349 P o lític a d e D io s , 287-288
Muñoz (Isaac), 650, 6 6 7 O j o s c l a r o s , s e r e n o s , 143 P e ñ a s a r r i b a , 571-572 P o lític o ( E l) , 406
Muñoz (Juan Bautista), 423 Oliver (Federico), 646 P e p i t a J i m é n e z , 559-560 P o r e l s ó t a n o y e l to r n o , 336
Muñoz Peña (Pedro), 345 Olmsted (Everett Ward), 540 P e q u e n e c e s , 593 P o r l a s n u b e s , 637
Muñoz Seca (Pedro), 647 Onís (Federico de), 636, 640, 654, Pereda (José María de), 472, 503, P o r v e n i r d e E s p a ñ a ( E l ) , 610-611
Murillo (Bartolomé Esteban), 127 682 5 6 6 - 5 7 4 , 583, 588, 593, 597, 666 P o s i t i v o ( L o ) , 518
O rá c u lo m a n u a l ( E l) , 406 Pérez (Antonio), 172 P r a d e r a d e S a n I s i d r o ( L a ) , 432
361
N a r c is o en s u o p in ió n (E l), O r ig e n d e l p e n s a m ie n to ( E l) , 598 Pérez Bayer (Francisco), 423 Pradilla (Francisco), 469
Nasarre (Blas Antonio), 424 Orosio, 6 Pérez de Ayala (Ramón), 650, 66A- P r a g m á tic a s y a r a n c e le s g e n e r a le s ,
Natas (Francisco de las), 195-196 Orozco (Sebastián de), 218 666 292
N a t u r a l ( A l ) , 635-636 Ortega Munilla (José), 602 Prescott (William Hickling), 605
Pérez de Guzmán (Fernán), 84, 86-
Navagero (Andrea), 132 Ortega y Gasset (José), 610, 6 7 6 -6 7 7 88, 89, 91, 92 P r e s u m i d a b u r l a d a ( L a ) , 432
Navarro, o Naharro, 196 Ovidio, 5, 54 Pérez de Hita (Ginés), 128, 2 1 2 - 2 1 4 P r i m a v e r a e n o to ñ o , 643
Navarro Tomás (T.), 682 Pérez de Montalbán (Juan), 297, P r i m e r v u e lo (AZ), 570
Navarro Villoslada (Francisco), 471, Pacheco (Joaquín Francisco), 477 307, 313, 3 6 7 - 3 6 9 , 382 P r í n c i p e c o n s t a n t e ( E l ) , 386
500, 5 0 1 - 5 0 2 Paez de Ribera (Ruy), 62-63 Pérez de Oliva (Hernán), 172 P r o f e c í a d e l T a j o , 152-153
698 INDICE ALFABETICO ÍNDICE ALFABETICO 699
P r o p a la d la , 114 Revilla (Manuel de la), 520, 6 0 8 Scudéry (Georges de), 256
P r o v id e n d a d e D io s (L a ), 289 Rowley (William), 256
R e v is ta d e O c d d e n te , 677 Rubió y Lluch (Antonio), 681 Scudéry (Mlle de), 389
P ru d en d a en la m u je r (L a ), 338- R e v i s t a E u r o p e a , 595 Rueda (Lope de), 129, 194, 195, 1 9 6 - Schack (Adolf F., Conde de), 200,
340 Rey de Artieda (Andrés), 201 317, 371
1 9 9 , 246, 325, 680
Prudencio, 6 R e y e n s u i m a g i n a d ó n ( E l ) , 366 Schelling (Friedrich W. J. von), 257
Rueda (Salvador), 616, 6 1 7 - 6 1 9 , 621,
P ru e b a (L a ), 590 Rey Soto (Antonio), 630 Schevill (Rudolph), 243, 248, 316,
351 624
P r u e b a d e la s p r o m e s a s (L a ), Reyes (Alfonso), 301 R u f i á n v i u d o ( E l ) , ,244-245 321, 681
P u c h e r a ( L a ) , 570 Reyes (Arturo), 666 Schiller (Johann Ch. F. von), 517
Rufo (Juan), 163
Puig y Cadafalch (José), 469 Reyes (Pedro de los), 186 R u i n a s d e I t á l i c a ( A l a s ) , 282 Schlegel (August W. von), 474
Pulgar (Hernando del), 89 Ribera (José), 127 Ruiz (Juan), 43, 44, 5 0 - 5 5 , 94, 105, Schlegel (Friedrich von), 474
P u ñ a l d e l g o d o ( E l ) , 496 Ribera y Tarragó (Julián), 612 Schopenhauer (Arthur), 411
218, 425, 616, 629, 681, 682
P ú r p u r a d e l a r o s a ( L a ) , 383 R i c a h e m b r a ( L a ) , 517 (A),
Ruiz Aguilera (Ventura), 530, 5 4 6 S e c r e to a g r a v io , s e c r e ta v e n g a n z a
Puyol y Alonso (Julio), 682 R i e s g o s d e l m a t r i m o n i o , 291 Ruiz de Alarcón (Juan), 129, 322, 396
R i m a d o d e P a l a c i o , 4 7 - 4 8 , 98 344, 3 4 8 - 3 5 9 , 374, 397, 430, 516 S e d d e a m a r ( L a ) , 657
150
Q u é d e s c a n s a d a v id a , R i n c o n e t e y C o r t a d i l l o , 252-253 Ruiz de Montoya (Diego), 125 431
S e g a d o r a s d e V a lle c a s ( L a s ) ,
Querol (Agustín), 469 R i o j a , 515-516 Segovia (Antonio M. de), 503
Querol (Vicente Wenceslao), 530, Rioja (Francisco de), 283, 515 Saavedra (Eduardo), 611 Segura (Juan Lorenzo), 26
546 Ríos (José Amador de los), 71, 99, Saavedra (Gonzalo de), 211 Selgas y Carrasco (José), 546
Quevedo: v é a s e Gómez de Quevedo 100, 6 0 5 Saavedra Fajardo (Diego), 176, 4 0 4 - S e l v a o s c u r a ( L a ) , 543
¿ Q u i é n e s e l l a ?, 513 Ríos (Nicolás de los), 325 Sellés (Eugenio), 472, 5 2 4 - 5 2 5
4 0 5 , 419, 444
Q u i m e r a ( L a ) , 590 Ríos de Lampérez (Blanca de los), Sem Tob (Rabbino), 44
S a b o r d e l a t i e r r u c a ( E l ) , 568
Quinault (Philippe), 256, 387, 389 666 Sainetes, 110, 432, 433, 526, 527, 640, Séneca, 5, 289
Quintana (Manuel José), 454, 4 5 9 - Riquelme (María de), 325 647: v é a s e Pasos, Entremeses S e n tim ie n to t r á g ic o d e l a v i d a (D e l),
4 6 2 , 491, 505, 545, 546 Rivas (Duque de), 470, 475, 672-673
477- Sainte-Beuve (Charles A.), 257
Quintero: v é a s e Álvarez Quintero 481 Sáinz y Rodríguez (Pedro), 606, 608 S e ñ o r d e B e m b ib r e ( E l) , 501
Quintiliano, 5 Roca de Togores (Mariano), 483, 637
Salas Barbadillo (Alonso), 216, 2 3 0 - S eñ ora am a,
Quiñones de Benavente (Luis), 246, 533 S e ñ o r a C o r n e lia ( L a ) , 250
231
379 Rodríguez (Concepción), 473 595
Salaverría (José María de), 677 S e ñ o r i t o O c ta v i o ( E l ) ,
Rodríguez (Cristóbal), 423 Salustio, 174, 443 Sepúlveda (Juan Ginés de), 425
R a i m u n d o L u l i o , 542-543 Rodríguez Correa (Ramón), 537 S e r a f i n a ( C o m e d i a ) , 114-115
Ramírez Ángel (Emiliano), 650, 6 7 8 Sallebray, 256
Rodríguez de la Cámara, o del Samaniego (Félix María de), 4 5 3 - S e r v i a e n O r á n a l r e y , 274-275
Ramos Carrión (Miguel), 527 Padrón (Juan), 101 S e r r a n a d e l a V e r a ( L a ) , 366
4 5 5 , 531
R a q u e l , 429 Serrano y Sanz (Manuel), 681
Rodríguez de Montalvo (Garci), 9 8 , San José (Diego), 650
R a z ó n d e a m o r ( L a ) , 28 204 Shakespeare, 209, 211, 306, 320, 343,
R e a l i d a d , 580-581
San Juan (Marqués de), 428
Rodríguez Marín (Francisco), 205, San Pedro (Diego de), 1 0 1 - 1 0 3 , 105 389, 431, 634
R e c o p i l a c i ó n e n m e tr o , 195 253, 6 7 9 Shaw (George Bernard), 672
Sánchez (Tomás Antonio), 4 2 5 , 444
R e g e e t r e g i s i n s t i t u t i o n e ( D e ) , 175 Rodríguez Rubí (Tomás), 503 Showerman (Grant), 601
Sánchez Barbero (Francisco), 448
R e g e n t a ( L a ) , 592 Rojas (Agustín de), 230 S i e l c a b a llo v o s h a n m u e r t o , 365
Sánchez de Badajoz (Diego), 64, 1 9 5
Reina (Manuel), 547 Rojas (Fernando de), 103: véase C e ­ Sidney (Sir Philip), 209
« Sand (Jorge) », 553
R e i n a r d e s p u é s d e m o r i r , 366 le s tin a (L a ) S i e r v o lib r e d e A m o r ( E l ) , 101
Sandóval (Manuel de), 630
R e i n o d e D i o s ( E l ) , 643-644 Rojas Zorrilla (Francisco de), 129, S ie te I n fa n te s d e L a r a (L o s), 1 8 -1 9 ,
Sannazaro (Jacopo), 206
Rejón de Silva (Diego A.), 445 229,344, 350, 3 6 9 - 3 7 4 , 427,483,680 S a n t a J u a n a d e C a s t i l l a , 582 76, 200, 478, 680
R e m e d io s d e c u a lq u ie r fo r tu n a (D e S i e t e P a r t i d a s ( L a s ) , 35
R o jo s o l, que con hacha lu m in o s a , Santillana (Marqués de), 29, 60, 64,
l o s ) , 288-289 159 S ig lo de o ro , e n la s s e lv a s d e E r íf ile ,
6 5 - 6 7 , 70, 131, 605, 616, 629
Rennert (Hugo Albert), 211, 307, Romances (Los), 75-80 Santob: v é a s e Sem Tob 210-211
308, 309, 324, 378, 682 R o m a n c e s h i s t ó r i c o s , 480-481 Silva (Feliciano de), 205, 206
Santos (Francisco), 231
R e o a m u e r t e ( E l ) , 485 Romea (Julián), 473 Silva (José Asunción), 616
Savj-Lopez (Paolo), 269
Répide (Pedro de), 650, 6 6 7 Rosales (Eduardo), 469 Sawa y Martínez (Alejandro), 602 Silvestre (Gregorio), 64, 139
R e p ú b l i c a l i t e r a r i a , 404-405 R o s a s d e o to ñ o , 636 S i r e n a n e g r a ( L a ) , 590-591
Scarron (Paul), 231, 303, 370, 371,
R e t a b lo d e l a s m a r a v i l l a s ( E l ) , 245- Rotrou (Jean), 256, 322, 323, 367, Sismondi (Jean Ch. L. de), 374
373, 374, 388, 389
246 371, 379 Scott (Sir Walter), 199, 475, 484, S i t i o d e B r e d a ( E l ) , 392
R e t ó r i c a , 424 Rousseau, 175, 445, 456 Smollett (Tobías G.), 303
500, 501, 504
700 INDICE ALFABETICO INDICE ALFABETICO 701

Sócrates, 607 Ticknor (George), 316, 605 Vaca (Jusepa), 325 Viel-Castel (Louis de), 364
Sófocles, 172 Tierra baja, 526 Valdés (Alfonso de), 168 Villaespesa (Francisco), 616, 6 2 2 - 6 2 4
Solalinde (Antonio G.), 682 Tierras de España (Por), 628 Valdés (Juan de), 127, 128, 1 6 8 - 1 7 0 , Villalón (Cristóbal de), 172
Soldadesca (Comedia), 116 Timoneda (Juan de), 199-200 218 Villamediana (Conde de), 2 8 2 - 2 8 3 ,
Soledades, 278, 626 Tinelaria (Comedia), 115 Valencia (Pedro de), 279, 681 680
<(Solís (Dionisio) », seud. de Villanueva Tío Gil Mamuco (El), 445 Valera (Juan), 5 5 8 - 5 6 4 , 583, 588 Villana de Vallecas (La), 334-335
(Dionisio) Tirant lo Blanch, 205 Valero Martín (Alberto), 630 Villana de la Sagra (La), 335
Solís y Rivadeneyra (Antonio de), « Tirso de M olina», 129, 303, 322, Valiente justiciero (El), 374-375 Villanueva (Dionisio), 430-431
412-413 3 2 9 - 3 4 6 , 349, 357, 358, 365, 369, Valmar (Marqués de): véase Cueto Villasandino: véase Álvarez de Villa-
Sombrero de tres picos (El), 553-555 373, 382, 396, 397, 424, 430, 483, (Leopoldo A. de) sandino
Somoza (José de), 448, 5 0 3 497, 508, 582, 608, 629, 678, 680, Valverde (Joaquín), 526 Villegas (Antonio de), 212
Sonatas, 658 682 Valle-Inclán (Ramón del), 616, 650, Villegas (Esteban Manuel de), 283
Sónnica la Cortesana, 652 Tito Livio, 177 651, 6 5 8 - 6 5 9 Villegas (José), 469
Sorel (Charles), 256, 292 Tizona (La), 646-647 Vanbrugh (Sir John), 373 Villena (Enrique de), 9 1 - 9 2 , 680
Soriano (Manuel), 630 Toquera vizcaína (La), 367 Vaquerillo (Mi), 619-620 Virgilio, 69, 92, 136, 206, 443, 458
Sorolla (Joaquín), 469 • Toreno (Conde de), 508 Vargas y Ponce (José de), 423 Virginia, 517
Sotileza, 569-570 Torquemada, 579 Vaughan (Henry), 171 Virués (Cristóbal de), 1§3, 2 0 1
Southey (Robert), 79, 80, 496 Torre (Alfonso de la), 95-96 Vega (Alonso de la), 199 Visión de fray Martín (La), 543
Spinoza, 7 Torre (Francisco de la), 296 Vega (Lope de), 64, 116, 118, 127, Visión delectable, 95-96
Sterne (Lawrence), 226 Torre de marfil, 623 128, 129, 143, 162, 163, 194, 201, Visita de los chistes, 299
Story (William Wetmore), 558 Torres (Alonso de), 608 210, 211, 227, 243, 275, 279, 280, Viuda valenciana (La), 315
Strindberg (August), 522 Torres Naharro (Bartolomé de), 60, 281, 285, 302, 3 0 5 - 3 2 5 , 331, 332, Viudo (Comedia del), 113-114
Stúfiiga (Lope de), 64 1 1 4 - 1 1 8 , 129, 194, 195, 196, 322 344, 345, 350, 355, 357, 358, 365, Vives (Juan Luis), 1 2 5 , 126, 681
Suárez (Francisco), 125 Torres y Villarroel (Diego de), 4 3 9 - 366, 367, 369, 379, 382, 393, 396, Vizcaíno fingido (El), 245
Suárez de Figueroa (Cristóbal), 2 2 6 - 4 4 0 , 469 397, 423, 424, 430, 436, 449, 475, Voiture (Vincent), 142
2 2 7 , 679 Trabajos de Hércules (Los doce), 91 483, 508, 582, 604, 607, 608, 629, Volk (Wilhelm), 55
Subida del Monte Carmelo, 154 Tragedias grotescas (Las), 661 680, 682 Voltaire, 483
Sudermann (Hermann), 522 Traidor, inconfeso y mártir, 496 Vega (Ricardo de la), 526 Voluntad (La), 674
Sueño de las calaveras (El), 297 Trampa adelante, 375 Vega (Ventura de la), 511-512
Sueños (Los), 128, 2 9 7 - 3 0 1 , 410, 681 Tratado del triunfo militar, 88 Velázquez (Diego Rodríguez de Silva Whittier (John Greenleaf), 558
Trato de Argel (El), 241-242 y), 127, 469, 594, 666
Taboada (Luis), 602 Tren de los maridos (El), 634 Vélez de Guevara (Luis), 280, 3 6 4 - Yepes y Álvarez (Juan): véase Juan
Tácito, 174, 443 Tren expreso (El), 534 3 6 7 , 679, 680 de la Cruz (San)
Taine (Hippolyte A.), 607 Tribuna (La), 588-589 Venganza de Tamar (La), 337-338 Young (Edward), 440, 456
Tamayo y Baus (Manuel), 201, 472, Trigo (Felipe), 657-658 Verdad sospechosa (La), 354-355 Yúçuf (Historia de), 8
515, 5 1 6 - 5 2 0 Trigueros (Cándido María), 4 3 0 , 444, Verdaguer (Jacinto), 547 Yxart (José), 515, 526
Tannenberg (Boris de), 569 445 Verdi (Giuseppe), 479
Tanto por ciento (El), 516 Tristán o el pesimismo, 600 Vergonzoso en Palacio (El), 333-334 Zabaleta (Juan de), 4 0 3 , 502
Tapia (Luis de), 631 Trovador (El), 482 Vértigo (El), 545 Zagala (La), 641
Tasso (Bernardo), 137 Trueba (Antonio de), 503, 678 Viaje de novios (Un), 588 Zahúrdas de Plutón (Las), 298
Tasso (Torquato), 127, 310, 587 Trueba y Cossío (Telesforo de), 500- Viaje de Turquía, 172 Zamacois (Eduardo), 667
Tauro, 377 501 Viaje del alma (Él), 314 Zamora (Antonio de), 427
Teatro critico universal, 422 Tú eres la paz, 643 Viaje del Parnaso, 237-238 Zapatero y el rey (El), 496
Teatros, 196, 197, 325, 430, 473, Túmulo de Felipe I I (Al), 240 Viaje entretenido (El), 230 Zarzuelas, 112, 383, 431, 526, 527,
633 Tuy (Lucas de), 36 Vicente (Gil), 1 1 2 - 1 1 4 , 117, 118 528, 633, 647
Tejado de vidrio (El), 516 Vida de Marco Bruto, 288 Zayas y Sotomayor (María de), 403
Tejedor de Segovia (El), 350 Últimos románticos (Los), 661 Vida de San Pablo, 289 Zola (Émile), 587, 591, 651
Teócrito, 206, 443 Una hora de España, 675 Vida de Santa Teresa, 183 Zorrilla (José), 470, 471, 4 9 1 - 4 9 7 ,
Terencio, 105, 436 Unamuno (Miguel de), 610, 611, Vida es sueño (La), 389-392 535, 545, 646, 682
Teresa de Jesús (Santa), 181, 1 8 2 - 6 7 0 - 6 7 3 , 677 Vidart (Luis J.), 608 Zozaya (Antonio), 677
1 8 8 , 219, 608, 623 Urfé: véase D’Urfé Viejo celoso (El), 245 Zuloaga (Ignacio), 469
Thomas (Lucien-Paul), 278 Urrea (Jerónimo de), 205 Viejo y la niña (El), 436 Zurita (Jerónimo), 172
I a ia

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