Trabajo Practico de La Guerra Civil Española

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 3

TRABAJO PRACTICO “GUERRA CIVIL ESPAÑOLA”

RESPONDER LAS SIGUIENTES PREGUNTAS


¿Dónde está enterrado García Lorca? ¿Fue Carrillo el responsable de Paracuellos?
¿Por qué Franco prefirió liberar el Alcázar de Toledo antes que atacar Madrid?
¿Conocía el rey Alfonso XIII la preparación del golpe? ¿Se pudo haber intercambiado
a José Antonio por otro prisionero? ¿Cómo murió y cuándo el obispo de Barcelona
Manuel Irurita? Son algunos de los muchos interrogantes que se ciernen sobre la
Guerra Civil española a los 80 años de su inicio. Tienen respuestas, pero a veces son
dispares o contradictorias. Puede que algunas preguntas no se resuelvan nunca, pero
las investigaciones sobre la guerra civil prosiguen, aparecen estudios analíticos cada
vez menos ideologizados y se han podido resolver muchos enigmas y romper mitos. Y
eso que aún quedan archivos clasificados, documentos escondidos y miedos por
parte de ciertos testimonios.

El relato que sigue incide sobre algunas de las cuestiones que más han interesado de
esta guerra.

1)- ¿La violencia fue el desencadenante de la sublevación militar?


2)- ¿Cómo se preparó el golpe de Estado del 18 de julio?
3)- ¿Cómo condicionó la ayuda exterior el resultado final?
4) ¿Franco prolongó innecesariamente la guerra?
5)- ¿Franco nos salvó de una revolución comunista?
6)- ¿Por qué después de Mil días que dejaron 600.000 muertos?

Entre las causas que se han aducido desde el bando franquista para explicar la
sublevación militar del 18 de julio está la presunta situación de violencia durante la II
República y especialmente tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936,
violencia que culminó con el asesinato de Calvo Sotelo. El libro Cifras cruentas. Las
víctimas mortales de la violencia sociopolítica en la Segunda República española
(1931-1936), del profesor Eduardo González Calleja, demuestra estadísticamente que
el grado de violencia no fue tan alto como se proclamaba, que hubo muchas más
víctimas durante el Bienio Negro (radical-cedista) que durante el Frente Popular y
que buena parte de los fallecidos eran de izquierdas, lo que demuestra la
contundencia de las fuerzas gubernamentales. Entre 1931 y el 18 de julio hubo 2.629
víctimas mortales (más de 1.400, en la revolución de octubre del 34). De ellas, 1.550
fueron causadas por las fuerzas del Estado, que sufrieron también 455 bajas (la
mayoría guardias civiles y carabineros). En los casos en que se ha podido determinar
la militancia política, el 90% pertenecían a la izquierda. En cuanto al supuesto
anticlericalismo, hubo una quema de conventos en mayo de 1931, pero desde
entonces hasta 1936 sólo dos religiosos resultaron muertos, si exceptuamos los 33
asesinados en Asturias en 1934. Desde febrero del 36 hasta el 18 de julio hubo 384
víctimas mortales (pero sólo una tercera parte de elementos derechistas). Y, de
hecho, la mayor conflictividad social se vivía en el campo más que entre los obreros.
Dice el historiador Julián Casanova que “la República intentó transformar
demasiadas cosas a la vez: la tierra, la Iglesia, el ejército, la educación, las relaciones
laborales. Suscitó grandes expectativas, que no pudo satisfacer, y se creó pronto
muchos y poderosos enemigos”. Militares de extrema derecha empezaron a
conspirar desde principios de 1936, dirigidos por los generales José Sanjurjo y Emilio
Mola. Los monárquicos, encabezados por Pedro Sainz Rodríguez, hicieron gestiones
con Mussolini para la compra de armamento, financiado por Juan March. Ángel
Viñas ha detallado los “contratos romanos”, que a 1 de julio de 1936 facilitaban ya 6
aviones, 12.000 bombas y numeroso material bélico.
La tarde del 17 de julio, Franco se puso al frente de las guarniciones sublevadas en
Marruecos. Los falangistas, los carlistas, la CEDA, la Iglesia y los monárquicos se
pusieron de su lado. La Guerra Civil empezó como consecuencia de un golpe de
Estado militar que no logró apoderarse del poder, por la propia división de las
fuerzas armadas y por una resistencia importante de la República.
A finales de agosto de 1936 Francia, Gran Bretaña, Italia, Alemania y la URSS habían
suscrito el Acuerdo de No Intervención en España. Pero para entonces Hitler y
Mussolini habían enviado ya aviones y armas a Franco (las pagó con créditos y
ayudas de los grandes financieros y compañías). La Unión soviética lo hizo a partir de
octubre y su ayuda fue pagada con las reservas de oro del Banco de España (510
toneladas de oro, que fueron trasladadas a Moscú). España se convirtió en un banco
de pruebas militar. A la presencia de la Brigadas Internacionales (unos 35.000
voluntarios) se sumaron los militares profesionales, de Alemania (la Legión Cóndor
sumó hasta 19.000 hombres) e Italia (78.000), por un lado, y de la URSS, por el otro,
aunque con menos efectivos y material más anticuado. Un desequilibrio patente.
Gabriel Cardona (Historia militar de una guerra civil) y otros historiadores consideran
que Franco cometió errores tácticos y estratégicos que prolongaron la guerra. Sin
embargo, otros autores, como Paul Preston y Ángel Viñas, atribuyen algunas
decisiones a la necesidad de consolidar su liderazgo entre el estamento militar, a su
voluntad de castigar al ejército enemigo –aunque le supusiera perder soldados
propios– y limpiar el territorio. La primera duda surge cuando el ejército procedente
de África, tras conquistar en el verano de los 36 dos capitales como Badajoz y San
Sebastián, no siguió la marcha hacia Madrid. Franco ordenó al general José Enrique
Varela que se desviara hacia Toledo para liberar a los resistentes del alcázar de
Toledo, dirigidos por el coronel Moscardó. El retraso en el ataque a Madrid permitió
a los republicanos reorganizar su defensa, recibir el apoyo de las Brigadas
Internacionales y recibir las primeras ayudas de material soviético. Más difícil de
explicar aún es por qué tras la caída de Lleida en abril de 1938 Franco impide al
general Yagüe avanzar hacia Barcelona. Ricardo de la Cierva asegura que el propio
jefe del Estado le comentó que se temía que Francia invadiese Catalunya. Ángel
Viñas ha explicado que el ministro de Defensa francés León Blum planteó a su
Gobierno ayudar a la República, pero no con una invasión sino con material de
guerra y liquidar así la política de no intervención, “que tanto había perjudicado a la
República”. Franco lo sabe a través de sus espías y aun así decide frenar el avance y
dirigirse hacia Valencia. El hispanista Hugh Thomas, pionero en el estudio riguroso
de la Guerra Civil, regaló en 1968 a un joven historiador llamado Paul Preston el libro
de Herbert R. Southworth El mito de la cruzada de Franco, con esta dedicatoria: “Por
favor, sigue desmitificando”. Y a ello ha contribuido Preston con varios libros
indispensables, entre ellos Franco. Caudillo de España, que explica las ambiciones de
este general y demuestra, como lo ha hecho más recientemente Fernando Hernández
Sánchez, que el “peligro comunista” era infundado. Ni el PCE tenía peso numérico ni
la URSS, más pendiente de una alianza con Francia para frenar a Alemania, estaba
interesada en una revolución en España. Aunque al final de la contienda se habló de
“un millón de muertos” –título de una popular novela de José María Gironella–, el
número de víctimas mortales fue de unas 600.000. Recientes trabajos de Paul
Preston (El holocausto español), Santos Juliá (Víctimas de la guerra civil) y Francisco
Espinosa (Violencia roja y azul. España, 1936-1959) hacen un resumen de distintos
estudios para dar las cifras más aproximadas: Unos 300.000 soldados de ambos
bandos murieron en el frente de batalla. Cerca de 200.000 personas fueron
ejecutadas (los republicanos mataron a unas 50.000 –entre ellas 6.800 miembros del
clero– y los nacionales a unos 130.000-140.000). Tras la finalización de la guerra, la
represión franquista mató entre 20.000 y 50.000 republicanos. Los enfrentamientos
con los maquis dejaron otros 2.500 muertos (2.173 guerrilleros y unos 300 miembros
de las fuerzas armadas). Los bombardeos de la aviación franquista, italiana y
alemana dejaron 11.000 muertos; los republicanos y soviéticos, 1.100 muertos. Y en
esos tres años de guerra, la caída de la natalidad fue de 576.000 personas.

También podría gustarte