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LE PIDO PERDÓN AL PAÍS

“Como un joven que lo tenía todo se dejó llevar por la fortuna” El comportamiento ético en un ser
humano, ¿puede deducirse por su posición económica? ¿podemos acaso hablar de ética cuando
tenemos que una persona asume que es posible que la roben si se dirige a un sector pobre de la
ciudad? ¿Qué implicaciones tienen los estigmas –tal vez fundados por la experiencia-, en la
configuración de una ética de clases? Si un joven lo tiene todo puede desarrollar estos sentimientos de
arrogancia, avaricia, deseo de poder -según el autor-.
Podemos pensar en una época un tanto remota temporalmente, más o menos en los siglos V – VII
D.C. ¿Qué diferencia marca el aspecto económico? En que la ética consistía en respetar y asumir las
costumbres de la sociedad, entendiendo sociedad como el conjunto de hombres y mujeres libres que
podían solventarse económicamente y por lo tanto participar en la vida política de una u otra manera.
En este escenario un hombre ético se definía por sus acciones de acuerdo a la moral que escasamente
se estudiaba en algún monasterio, en latín, y que servía de excusa para mantener la superioridad
intelectual de unas minorías... ¿Era realmente ético? Hoy día seguimos viendo de alguna manera
muchos de estos elementos.
“Fue un testigo privilegiado de todos los movimientos que ocurrían al interior de InterBolsa”,
“Muestra arrepentimiento por lo sucedido” “yo no tuve ningún luro diferente a los relacionados a mi
condición laboral en InterBolsa, pero no tuve la ENTEREZA ni la convicción de parar esas conductas
que la llevaron al fracaso”.
En las anteriores citas, reconstruidas por mí en ese orden, podemos ver un planteamiento capital. Si él
tenía acceso intelectual como testigo privilegiado, adelantó tan rápidamente en la posición y sobre
todo, está arrepentido. ¿podemos creer que es meramente por reconocer que convivió con una
mentalidad altamente materialista? ¿podemos sobre todo, confiar en que un hombre que conocía de
las acciones que llevaron a la crisis esta empresa, se arrepiente y tenía información privilegiada, solo
se lucró con su condición laboral? Tal vez al que hoy nos habla le creamos, pero si él era materialista,
arrogante, avaro, soberbio... ¿podía con esos defectos pasar ileso la mermelada de la corrupción?
Unos siglos más adelante, cuando la edad media no es algo tan reciente y disperso como lo era
cercana a la caída del imperio romano, la Iglesia católica empieza a consolidar su influencia en
occidente –particularmente-. “Una familia muy unida y con unos principios morales y éticos muy
fuertes” es fácilmente una frase que podemos ubicar, en el sermón dominical. La familia como núcleo
fundamental de la sociedad (Art. 42 de la C.P.) es un pensamiento cuyas raíces al menos remotas,
podemos ubicar en esta época. Y es lógico, pues es un modelo económico y de supervivencia para la
especie que para la época, es de los mejores. Más allá de las funciones económicas de la misma, la
familia como centro de creación y enseñanza de pensamiento es un fenómeno riquísimo de contenido.
El autor nos dice que los principios que su familia le inculcó son determinantes para tener una buena
vida, una vida en la que pueda ser “feliz [con] cosas muy pequeñas.” Una ética de vida, siguiendo la
acepción que le hemos dado como un modus vivendi (modo de vida), sería entonces una vida en la
que la persona asuma esos prncipios válidos y buenos que su familia le ha inculcado y actúe de
acuerdo a ellos. Pero el autor no lo hizo, por lo que al afirmar que él con su modo de vida estaba
“destruyendo los principios y valores que mi familia me inculcó” se contradice, pues sus acciones no
evidenciaban tales principios. No los asumió nunca, no los aplicó, solo creía poseerlos. Podemos decir
entonces que él no vivía éticamente y hubiese sido altamente juzgado, de haber nacido en esta época.
Saltemos a la época más cercana a nosotros y cuya producción sigue siendo objeto de estudio
continúo: la ilustración. El hombre que renuncia a la oscuridad de la fe y se lanza alegre a la luz de su
propia razón para conocer el mundo, al otro, y a sí mismo. Podemos decir que en este periodo el
hombre, como Jorge Arabia, “cada vez aprovechaba todos estos logros para sentirme más poderoso,
más inteligente y más arrogante.” Porque si algo nos ha dado la ilustración, es la pretensión de que
podemos conocer un universo infinito con una mente limitada, una existencia misteriosa, con una
razón humana. La ética según este pensamiento y siendo algo optimistas, se convierte en una
dinámica de conocer todo lo cognoscible, de aprehender todo lo conceptualizable. Nos convertimos en
una especie que busca por el uso de una facultad metafísica, materializar lo material, los inteligibles,
la metafísica. Es una ética del yo, en la que el hombre como sujeto magno, y el individuo como
participación de aquel, se juega un modus vivendi, se juega un estilo de vida que no podrá rectificar
nunca.

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