Parroquia San Antonio de Padua

NOVENA
AL
GLORIOSO
TRAUMATURGO
SAN ANTONIO
DE PADUA

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ORACIÓN A SAN ANTONIO

¡Oh! Admirable y milagroso San Antonio, digno
Tabernáculo del descanso y delicias de Jesús, arca viva
del Sagrado Testamento, luz del mundo que colocado
por el Cancelero iluminaste la Iglesia de Dios con las
brillantes luces de la sabiduría, lluvia milagrosa del
Cielo que regando la tierra con tu doctrina la hiciste
dar inmensos frutos; Apóstol fervoroso cuyo
infatigable celo convirtió tanta almas para Dios, vaso
de elección y de santidad adornado con las preciosa
piedras de virtud y pureza grande, honra vuestra
humildad y sabiduría en el Reino de los Cielos y
protector de cuantos acuden a implorar vuestro
patrocinio, yo el menor de tus devotos te suplico me
alcances de la divina bondad el remedio de mis
necesidades espirituales y temporales principalmente,
gracias y favor que solicito en esta oración,
consíguenos los auxilios de la gracia para que
siguiendo las huellas de tus virtudes, logremos gloria
eterna. Amén.
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ACTO DE CONTRICIÓN (para todos los días)

Adorable Salvador mío. Dios de infinita bondad, que
compasivo para con los pecadores, protestas no querer
su muerte sino su conversión y su vida: yo el mayor de
todos ellos, postrado a tus pies imploro tu misericordia
con el fin de que perdonando mis pecados me recibas
en tu amistad y gracia, para refrenar mis costumbres,
y apartarme de los caminos de la iniquidad que hasta
ahora me han extraviado de ti y llevar en lo sucesivo
una nueva vida. Mis delitos, Señor, deberían
aterrarme, pero tu misericordia me alienta, a pesar del
largo desorden de mi vida vengo a presentarme delante
de ti padre amorosísimo. Recibe Señor un corazón
contrito y humillado, mis deseos y mis gemidos harán
una dulce violencia a tu paternal bondad y
recibiéndome en el seno de tu caridad, yo espero me
des un espíritu de fortaleza que confirmándome el bien
sostenga mi flaqueza para que perseverando en amarte

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pueda alabar tu infinita bondad en la gloria Amén.

DIA PRIMERO
Consideración: La Humildad de San Antonio
En este primer día debemos considerar la humildad de
San Antonio en la cual como en base fundamental,
apoyó todo espíritu de su santidad. Persuadido nuestro
Santo de que la humildad es el primer de que la
humildad es el primer fundamento de la perfección sin
la cual no hay otra cosa que sombra y apariencia de
virtud, procuró radicarse y fundarse en ella; y porque
como dice San Bernardo: “En vano se pretende ser
humilde por otro camino que el de la humillación”.
San Antonio abrazaba gustoso su desprecio y
abatimiento. De aquí nació aquel bajo concepto en que
fue tenido por algún tiempo porque ocupado en los
servicios más bajos y humildes de su convento solo me
empleaba en su misma humillación, pero en lo que más
dejo admirar su humildad fue en ocultar con el más
escrupuloso cuidado su gran sabiduría a fin de que
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reputado por ignorante viviese abatido y despreciado.

Pidamos que Dios nos conceda esta virtud diciendo la
siguiente oración:
Oración: Señor mío Jesucristo, que por mi amor te
humillaste hasta la muerte y cuya bondad se complace
en comunicarse particularmente a los humildes y
sencillos de corazón; yo te pido San Antonio de Padua
que arranques de este tu humilde siervo este espíritu
de soberbia y vanidad que está tan arraigado en mi
corazón y me des el tesoro de tu humildad; solo tu
amor Oh Salvador mío, puede hacerme amar la
humillación que tu tan tiernamente amaste; pero solo
el amor que yo tengo a esta prueba infalible que te
ame, pues toda otra prueba es inútil y dudosa. Pero ya
Señor que hace algún tiempo deseo darte prueba de mi
amor y como la humillación es la prueba más
convincente, más cierta y más segura que te puedo dar
de él ya empieza ella a parecerme amable por este
motivo. ¿De dónde viene el que yo las rehusé y tema
tanto al mismo tiempo que me parece que la debo
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amar? ¿Por qué me das óh Dios mío tantos deseos de

entrar en los ocultos caminos de tu anonadamiento con
generoso desprecio de la estimación de los hombres y
un amor verdadero a las humillaciones, si me mandas
seguir este camino? Compadéceme Señor con la dulce
fuerza de tu gracia para que ame la humillación y
deprimento de mi vanidad y soberbia, me haga el
objeto de tu agrado, y así reciba los beneficios de tu
bondad, que dispensa a los humildes, como prendas
seguras de la gloria. Amén
(Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria)
ORACIÓN A SAN ANTONIO DE PADUA
Oh admirable y milagroso San Antonio digno
tabernáculo del descanso y las delicias de Jesús, arca
viva del sagrado testamento, luz del mundo que
colocada sobre el candelero iluminaste la Iglesia de
Dios con las brillantes luces de la sabiduría, lluvia
milagrosa y benéfica que regando la tierra con tu
doctrina inconfundible, la hiciste producir inmensos
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frutos de bendición y de consuelo, apóstol fervoroso

cuyo infatigable celo convirtió a tantas almas para
Dios, vaso de elección y de Santidad, adornado con las
más preciosas piedras de virtud, incansable martillo de
los herejes, verdadero israelita que por tu sencillez y
pureza te hiciste acreedor a las permanentes finezas de
Jesús, grande por tu humildad y sabiduría en el Reino
de los cielos y protector amoroso de todos cuantos
concurren a implorar tu patrocinio; yo el menor de tus
devotos te suplico me alcances de la Divina Bondad el
remedio universal de mis necesidades espirituales y
temporales, principalmente la gracia y el favor que
pido en esta novena. Intercede por todos cuantos la
hacemos con el fin de que por el Señor se digne
extender sobre nosotros la mano beneficiente de su
misericordia. Alcánzanos aumento en la religión,
fervor en la caridad, reforma en nuestras costumbres y
remedio de todas nuestras aflicciones. Consíguenos
los auxilios de la gracia para que, siguiendo las huellas

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luminosas de tus virtudes, logremos el premio eterno

de la gloria. Amén.
RESPONSORIO DEL SERAFICO DOCTOR SAN
BUENAVENTURA A SAN ANTONIO DE PADUA
Si buscas milagros mira,
Muerte y error desterrados
Miseria y demonios huidos
Leprosos y enfermos sanos.
El mar sosiega su ira,
Redímense encarcelados,
Miembros y bienes perdidos
Recobran mozos y ancianos.
El peligro se retira,
Los pobres van remediados.
Cuéntenlo los socorridos,
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Y díganlo los paduanos.

El mar sosiega su ira, ….
Gloria al Padre, Gloria al Hijo,
Gloria al Espíritu Santo.
El mar sosiega su ira,…..

Dicho este responsorio se concluye con los gozos y

la oración que se hallan, al final de la novena.

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DIA SEGUNDO
Consideración: Su oración
La fervorosa y estática oración de San Antonio es el
objetivo de nuestra consideración en este día. Su
ocupación continua en el púlpito y el tiempo que le
sobraba de esta tarea hubiera podido justamente
ocuparlo en su descanso; pero este era tan corto, que
no merece el nombre de tal, pues dedicaba toda la
noche que era todo su tiempo desocupado a una
fervorosa oración. Allí elevado a la más alta
contemplación, se hallaba su espíritu dulcemente
enajenado entre los coros de los ángeles; allí era
donde, como Esteban veía abrirse de par en par las
puertas de las mansiones celestiales y descender al
mismo Dios en forma de Niño, para tener sus delicias
en los brazos de su siervo, quien dulcemente
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estrechado con su Dios y sin saber de si, disfrutaba de

aquellos favores divinos y recibía aquellos dones de la
gracia que el apóstol de la gente no se prometía referir
dignamente allí finalmente fue donde iluminado su
entendimiento con luces superiores adquirió aquella
sabiduría que justamente se tuvo por infusa y divina.
Pidamos a Dios nos conceda esta virtud diciendo la
siguiente oración:
ORACIÓN
Amantísimo Jesús que con palabras y obras nos
enseñaste la necesidad de tener que apelar a la oración
en la cual fue tan fervoroso San Antonio de Padua,
mereciendo en premio de esta virtud, que Tú mismo
descendiste a su pecho para estrecharlo con amorosos
brazos, yo te pido Señor, por la intersección de este
siervo tuyo me concedas abundantemente tu gracia
para imitarlo en esta virtud. Haced Señor que
convencido de mi propia flaqueza y debilidad conozca
la necesidad que tengo de acudir a Ti, por medio de la
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oración a fin de que, eliminando esa flaqueza con tu

gracia, ayudes en mi preocupación y redimas mis
necesidades. Dame al mismo tiempo aquel espíritu de
retiro y abstracción que diste a San Antonio, para que
apartado del mundo, me dedique del todo a Ti y al
cuidado de mi alma y así ocupado en el único negocio
que es mi salvación, consiga y con ella la posesión
eterna de la gloria. Amén.
DÍA TERCERO
Consideración: Su penitencia
Si admiramos ya en San Antonio la más elevada
oración, justo es que admiremos su gran penitencia.
Crecen y se fomentan de igual modo estas dos
virtudes, y así es faltando la una no puede subsistir la
otra, si nuestro santo fue extático en la oración, fue
ejemplar también en la penitencia. Su alimento
especialmente en los primeros años era un poco de pan
en la más escasa cantidad; y sus maceraciones
extraordinarias lo tenían debilitado, que no pudiendo
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muchas veces ponerse en pie, daba en el suelo con su

cuerpo, de modo que cualquiera que le viese no podía
menos sino decir que su vida se prolongaba por
milagro. Pidamos a Dios nos conceda esa virtud
diciendo la siguiente oración.
ORACIÓN
Señor mío Jesucristo, cuya vida fue una continua
penitencia para enseñarnos con tu ejemplo que el
camino del cielo no se emprende por las delicias y
regalo, sino por medio de la cruz y de nuestra propia
abnegación, yo te pido Señor, por la intersección de tu
siervo penitente San Antonio de Padua, me conceda el
favor y deseo de penitencia que diste a este Santo a fin
de que con ella expíe y satisfaga por mis pecados.
Dame Señor ese espíritu de penitencia que con la
gracia que ordinariamente la acompaña me traiga los
efectos de tu misericordia de la cual tanto necesito y
haga de mi un penitente, como he sido pecador.
Arranca de mi corazón con tu gracia esa repugnancia
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tan grande y que yo he encanecido bajo el yugo de la

iniquidad y puedo contar los momentos de mi vida por
mis delitos, no sacuda ese yugo de la penitencia de
delitos que han durado tantos años, sino que me
dedique este momento a llorar y a expiar mis
abominaciones; y que ya he empleado toda mi vida en
pecar no cabe mi penitencia sino con la vida, para que
hallándome la muerte en este santo ejercicio alabe tu
misericordia en la gloria. Amén

DIA CUARTO
Consideración: Su amor a Dios y su amor al prójimo
Habiendo unido el espíritu santo en precepto los dos
amores, el de Dios y el del prójimo, se sigue que la
caridad, aun cuando tiene dos objetos, no es más que
una sola virtud, porque el mismo que la excita a amar
al prójimo, estimula también a amar al segundo.

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El amor a Dios en San Antonio, fue perfectísimo y los

felices y continuos incrementos de su amor alimentado
de virtuosas operaciones y de la gracia que le
comunicaba Jesús, mantenían encendidas y aún en
cada hora abrazada la hoguera de sus divinas llamas.
De este amor a Dios nacía el del prójimo y de este el
celo por la conversión de las almas y aquella
compasiva caridad con que remediaba toda suerte de
necesidades y de la cual hay innumerables ejemplos en
su vida; redujo al seno de la iglesia 10.000 herejes,
entre ellos doctos, y las almas que con su predicación
y con su celo apostólico convirtió para Dios tantas
almas que con su predicación y su celo apostólico
convirtió para Dios fueron tantas, que la memoria se
cansa por lo que no sin fundamento dijo el gran
Pontífice Sixto V, que San Antonio era lluvia del cielo,
que regando la tierra le hizo dar inmensos frutos.
Pidamos a Dios nos conceda esta virtud por medio de
la siguiente oración.
ORACIÓN
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Amantísimo Jesús, cuya caridad excesiva para

conmigo, te hizo morir en la cruz; yo te pido, Señor,
por la intersección de tu amado siervo San Antonio,
me concedas un santo amor a ti y a mi prójimo para
que procure con infatigable celo a imitación de este
siervo tuyo, tu bien espiritual y temporal. Tú salvador,
mío ten la bondad de mandarme que te amé; dame la
gracia necesaria para cumplir con este precepto porque
yo puedo sin ti ofenderte y desagradarte, pero no
puedo sin tu auxilio amarte y darte gusto. Ayudado por
tu gracia te amaré, Dios mío, con todo el corazón y
procuré extender este mismo amor en todos los
corazones hasta continuarlo por eternidades en la
gloria. Amén

DÍA QUINTO
Consideración: Su fortaleza

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Es la fortaleza una virtud que hace a los hombres

magnánimos e impertérritos para que atropellando
con generosa osadía las mayores dificultades no
teman, antes bien, fue tan amable San Antonio que se
expuso a manifiestos peligros varias veces por ganar
para Cristo a multitud de herejes, que sentados en las
tinieblas de sus errores, afligían con su obstinación y
sus máximas seductivas a la Santa Iglesia, pero en lo
que más se dejó ver esta fortaleza del santo, fue
reprender públicamente las tiranías y crueldades del
excelino general romano, pues a pesar del peligro a
que exponía su vida, como otro Daniel rompiendo
por la turba de los admiradores, Antonio llenó de
palidez el rostro de aquel tirano, haciendo a impulso
de su celo que excelino, deponiendo su barbarie se
arrojase a sus pies, llorase públicamente y se
abstuviese en delante de derramar la sangre de los
inocentes. Pidamos a Dios nos dé esta virtud diciendo
la siguiente oración.
ORACIÓN
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Señor mío Jesucristo, que con generosa fortaleza te

opusiste a la profanación del tempo arrojando de él con
santo celo a sus atrevidos profanadores, yo te pido
Señor por la intersección de tu impertérrito siervo San
Antonio de Padua me concedas la fortaleza para
oponerme a los deseos desordenados de mi corazón.
Bien sabes Señor de la necesidad que tengo de esta
virtud, pues como hijo de Adán he recibido
desgraciadamente de este padre por herencia la
flaqueza y corrupción de la voluntad, una falta de
fuerza y una poderosa repugnancia para todo lo bueno,
débil corrompido caminando sobre el borde del
precipicio, empujado por el demonio inclinado por mi
concupiscencia y por mil peligrosos objetos podré
dejar de caer, si tu Dios mío, me detienes con tu mano
poderosa sosteniéndome en todos los instantes con tu
gracia, dame Señor una gracia de precaución para que
persuadido de mi debilidad, evite todas las ocasiones
de ofenderte y también una gracia de fortaleza para
sostener pura mi fe contra los ataques de los impíos,
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para celar con gran fervor los intereses de tu gloria,

para defender con santa osadía la honra de mi prójimo
y para que siguiendo las huellas de San Antonio en esta
virtud consiga como él, el premio de la gloria. Amén

DÍA SEXTO
Consideración: Su verdadera observancia de la regla
Si es perfecto quien observa sus reglas, se puede muy
bien decir que San Antonio quien sujetó y conformó
todas sus inclinaciones a las más esmeradas
observancias regulares llegó a la universal posesión de
la perfección. En todas sus operaciones resplandecía
una conformidad tan adecuada su regla, que servían
estas de regla viva y eficaz para excitar y remover en
sus hermanos la perfecta observancia. En la pobreza
fue asombro de despego de las cosas terrenales: la
obediencia fue la guía de todos sus pasos y su castidad
tan angélica que combatió un religioso tenazmente del
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espíritu impuro desconfiaba ya de poder resistir, pero

habiéndose quitado el santo la túnica interior que
regularmente traía, y mandándole se la vistiese
experimento los efectos de la pureza del Santo
Superior, quedando libre desde aquel momento del
inmundo espíritu de lujuria. Pidamos a Dios nos dé su
gracia para observar puntualmente su santa ley
diciendo la siguiente oración.
ORACIÓN
Señor mío Jesucristo, que para nuestra enseñanza
cumpliste perfectamente la ley protestando muchas
veces que no tenías otra voluntad que la de nuestro
Padre Celestial, yo te pido Señor que me concedas la
gracia de observar puntualmente tu ley. Dame tu
auxilio para cumplir con los deberes a que la caridad
de cristiano me obliga para que dedicándome a su
exacto cumplimiento adquiera las virtudes, sujete mis
perversas inclinaciones y arregle todas mis acciones
según la regla de tu ley de modo que, imitando a San
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Antonio en la pobreza de espíritu en la obediencia de

mis superiores, en la pureza del alma y cuerpo y en el
cumplimiento de tus mandamientos consiga la corona
de la gloria. Amén

DÍA SÉPTIMO
Consideración: Su infatigable constancia en las
tareas apostólicas
La constancia o perseverancia es la corona de la obra,
y esta fue la que dichosamente coronó San Antonio.
Quien haya leído el compendio de su vida no menos
que admirar aquella su infatigable constancia en el
pulpito y en el confesionario. En el corto tiempo de 10
años que estuvo en la religión seráfica recorrió gran
parte de Europa, convirtiendo para Dios multitud de
almas, que sería largo referir y entre ellas se contaban
diez mil herejes. En los últimos días de su vida siendo
ya más cadáver que hombre y a pesar de unas fuerzas
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tan debilitadas que ya no le eran suficientes. Procuro

esforzarse y a impulsos de su incasable celo, predico
la última cuaresma en Padua, con tan prodigioso
concurso, con las de 30 mil personas y con el fruto que
fue constante, de reformarse el uso de las galas,
extinguiéndose la usura y el comercio infame y
habilitando la paz y la concordia entre los ciudadanos.
Pero o pensemos que porque acudiese a los demás
descuidaba de sí nada, menos como verdadero humilde
anhelaba más perfección dedicándose con especial
cuidado en los últimos días de su vida, en el retiro del
Monte Albernia, al ejercicio de la oración y de la
penitencia atesorando virtudes con tan santo ahínco
como si estuviera en los principios, de modo que de
nuestro santo puede decirse como el sabio: Que
consumió en poco tiempo lo que debía llenar en
muchos años. Pidamos esta virtud de la perseverancia
diciendo la siguiente oración.
ORACIÓN
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Señor mío Jesucristo que con palabras y obras nos

enseñaste que para conseguir la corona de la gloria es
necesario perseverar con infatigable constancia en el
ejercicio de las virtudes gasta el fin, yo te pido Señor
por la intercesión de san Antonio de Padua, me
concedas aquella gracia con que lo ayudaste para
permanecer firmemente en tu sagrado servicio hasta la
hora de mi muerte.
Dame, Señor, una constancia firme para emprender el
camino de la virtud y perseverar en él, para combatir y
resistir valerosamente contra los enemigos de mi alma
y para que persuadido de aquel humilde conocimiento
de mí mismo de que estaba penetrado San Antonio
procure a su ejemplo aumentar con su sana codicia los
tesoros de virtud de día en día y haciéndome acreedor
de tu misericordia, logre según ella la inestimable
posesión de ti en las deliciosas mansiones de la gloria.
Amén.

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DÍA OCTAVO
Consideración: Su Sabiduría
La sabiduría es un don de Dios que reparte su
misericordia a los humildes, siendo una luz divina que
ilumina los entendimientos de los hombres para
mantener una guerra justa contra las pasiones y contra
los enemigos de la verdad y para revelar las
costumbres y dirigidos por los caminos de lo honesto
y lo virtuoso.
Este don lo poseyó San Antonio en tan excesivo grado,
que fue la admiración del mundo literario: el Papa
Gregorio IX reconoció su soberano talento en un
sermón que le encomendó al cual asistió él mismo con
todos los cardenales y demás prelados eclesiásticos, en
la fiesta de la cruzada que nuevamente había predicado
contra los infieles. Escuchándolo el Pontífice y
admirado de su erudición y sabiduría, explicó a los
cardenales y demás su admiración con estas breves

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pero expresivas palabras: “Verdaderamente este varón

de Dios es un Arca viva del sagrado Testamento”.
Fue tan versado e instruido en las Sagradas Escrituras
que fue tradición constante que sabía de memoria toda
la biblia con tanta puntualidad, que si se hubiera
perdido la habría podido reproducir con toda pureza,
como otro Esdras. Persuaden de esa verdad sus sabios
escritos, en los cuales es tan copiosa y frecuente la
erudición de los sagrados textos, que sin tenerlos muy
en la memoria, parece imposible manejarlos con tanta
facilidad y destreza. Pidamos este don a Dios diciendo
la siguiente oración:
ORACIÓN
Señor mío Jesucristo, que siento la sabiduría increada
gustes comunicar este atributo de vuestra divinidad a
las almas sencillas y puras, yo te pido Señor, por la
intercesión de tu sapientísimo siervo, San Antonio de
Padua, comuniquéis este don de ver tu Espíritu Santo

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para instruirme en la verdadera sabiduría de temerte y

amarte.
Dirige, Señor, mi entendimiento para no seguir las
perversas máximas del siglo para no alimentar la
soberbia, el odio, la mordacidad y el espíritu de
contradicción o de la discordia y para que no se desvié
jamás del sentimiento de la verdad y de la sana razón.
Tú, Salvador mío, protestas en tus escrituras que eres
la misma sabiduría y que no abres en las almas
soberbias o impuras; dame aquella sencillez y pureza
que diste a San Antonio para que como él aprendiendo
todo en el seno de tu divinidad, sea transportada de
claridad en claridad a los luminosos tabernáculos de la
gloria.

DÍA NOVENO
Consideración: Su santa muerte

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El gran rigor de la penitencia de San Antonio, sus

continuas vigilias y la no interrumpida tarea de sus
estudios lo redujeron a los últimos períodos de la vida.
Recibido con el fervor que se deja considerar los
santos sacramentos, se quedaron sus sentidos de una
dulce suspensión fijos sus ojos en las mansiones
celestiales, en lo cual daba a conocer el gozo con que
las almas justas miran la próxima disolución de las
pesadas cadenas de su cuerpo.
Preguntado por el religioso que era lo festivo miraba
respondió como lo refiere la escritura de San Esteban
cuando estaba en el concilio: “Veo los cielos abiertos
y a Cristo nuestro Señor y a su Santísima Madre,
acompañado de los coros de los ángeles, que me llama
y están esperando”.
Dijo y habiendo exhortado a sus hermanos a la paz y a
la fraternidad, entrego su espíritu en las manos del
Señor, no pareció haber muerto, sino que aletargados
sensiblemente sus ojos, dormía el más delicioso sueño,
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 Parroquia San Antonio de Padua

su rostro y su cuerpo no representaban ya aquella

palidez tan horrorosa que era, a causa de la penitencia,
su color cuando vivía y de la cual revisten
ordinariamente los cadáveres; porque adornados de
hermosura y despidiendo las luces celestiales todos sus
miembros era casi una representación de la gloria de
su resurrección.
Su lengua se conserva fresca y sin corrupción en
Padua, ciudad de Italia, y su alma colocada entre los
gloriosos confesores de Cristo en el cielo, intercede
por sus devotos con aquella poderosa y eficaz
mediación de la cual tenemos innumerables
experiencias. Pidamos a Dios nos dé una buena muerte
diciendo la siguiente oración.
ORACIÓN
Señor mío Jesucristo, que padeciste tres horas en la
cruz, los más crueles tormentos, despidiendo tu
espíritu entre congojas mortales, yo te pido, Señor, por
esta misma muerte y por la intercesión de tu glorioso
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 Parroquia San Antonio de Padua

siervo San Antonio de Padua, me asistas con los

auxilios de tu gracia en mi última hora para resistir con
valor los asaltos del espíritu maligno y morir la muerte
de los justos.
Dame la gracia para que, imitando a San Antonio en
su vida, vaya empezar algún día una vida de gloria y
que nunca acabará. Y sabiendo que tu siervo había
puesto un poderoso recurso en todas nuestras
necesidades, favoreciendo y creernos dignos de su
intercesión en todas nuestras peticiones, te suplicamos
señor todos los que hemos hecho esta novena por los
méritos de este Santo, nos conceda lo que en ella
hemos pedido nos favorezcas en todo peligro espiritual
y temporal y nos des una buena muerte para ir a
entonar con los bienaventurados los cánticos de gozo
y del amor en la celestial patria. Amén.

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 Parroquia San Antonio de Padua

ELOGIOS A SAN ANTONIO DE PADUA:

Por vuestros favores dan quien sois testimonio:
Humilde y Divino Antonio
Rogad por los pecadores
El desprecio siempre amaste
Como humilde verdadero
Y por eso con esmero
Tu sabiduría ocultaste
En la abyección te gozaste
Despreciando los honores.
Humilde y Divino Antonio
Rogad por los pecadores
Tu espíritu enajenado
En santa contemplación
Se veía en dulce unión
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Con tu Jesús estrechado,

Hallándose transportado
En amorosos favores.
Humilde y Divino Antonio
Rogad por los pecadores
Tu cuerpo mortificaste
Con vigilias y abstinencias
Y tan crueles penitencias
Que del todo le humillaste
Cual Pablo crucificaste
La carne con tus rigores
Humilde y Divino Antonio
Rogad por los pecadores

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Tu caridad acredita
Tantos enfermos curados,
Ciegos, contrahechos, llagados
Tu gran poder testifican,
Ni para ti se limitan
Cualquier suerte de dolores.
Humilde y Divino Antonio
Rogad por los pecadores
Con admirable entereza
Y con santa libertad
Reprendiste la crueldad
Del Excelino y su fiereza
Tan impávida fortaleza
Rindió todos sus furores

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Humilde y Divino Antonio

Rogad por los pecadores
Todas sus inclinaciones
A tu regla sujetaste
Y con ella conformaste
Tus santas operaciones
Tan arregladas acciones
Te hacen luz de confesores
Humilde y Divino Antonio
Rogad por los pecadores
Vuestro apostólico celo
Jamás dejo descansar
Tu espíritu por ganar
Santas almas para el cielo,

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 Parroquia San Antonio de Padua

Siendo incansable tu anhelo

Por extirpar los errores
Humilde y Divino Antonio
Rogad por los pecadores
Tan admirable erudición
Y tú eminente doctrina
Se conceptuó por divina
Por lo que sin razón
La iglesia en tu exaltación
Te admiró entre los doctores
Humilde y Divino Antonio
Rogad por los pecadores
Con excesiva bondad
Jesús te dio su poder

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 Parroquia San Antonio de Padua

Y así nada puede ser

Difícil a tu piedad
Si con recia voluntad
Imploramos tus favores.
Humilde y Divino Antonio
Rogad por los pecadores
Eres el Restaurador
De los haberes perdidos
Eres de los afligidos
Amoroso protector,
Por nosotros al Señor
Te suplicamos implores
Humilde y Divino Antonio
Rogad por los pecadores

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 Parroquia San Antonio de Padua

Por vuestros santos favores

Dan de quien sois testimonio:
Humilde y Divino Antonio
Rogad por los pecadores
ROGATIVA A SAN ANTONIO DE PADUA
Salúdos, Antonio, padre muy espiritual por la grande
fe que yo he tenido y tengo en nuestro Creador
Jesucristo, a quién lealmente serviste; en su Santísima
Madre siempre Virgen María, a quien tanto amaste y
por el dulcísimo Niño Jesús, que en vuestra celda
hallaste; por los treinta y tres años que vivió, y después
murió en la Cruz por nuestro amor y por los tres años
que tu estuviste en el desierto deseoso de hallar a aquel
Supremo Señor, que se te apareció y te dijo aquellas
supremas palabras: Antonio, siempre estaré a tu lado y
sellaré tu corazón. Por el hábito que vestiste, por el
cordón que ceñiste; por los muchos milagros que Dios
ha obrado y obra todos los días por medio tuyo, por la
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 Parroquia San Antonio de Padua

grande confianza que tengo en vuestra intercesión, os

suplico, postrado en tierra con humilde corazón,
queráis interceder ante Nuestro Señor Jesucristo, para
que me conceda por medio tuyo la gracia que deseo y
hágase su santa voluntad, a la cual me remito
totalmente por la salud de mi alma.
Señor mío Jesucristo por los méritos de vuestro siervo
San Antonio, así como resucitaste a los muertos y
libraste a su padre, así concededme esta gracia por los
méritos e intercesión de vuestro siervo San Antonio; y
así como las cosas olvidadas son recordadas, las
ausentes se hacen presentes, las pérdidas se hallan, las
justas propuestas son aceptadas y las empezadas son
acabadas, así sea conforme a vuestra santa voluntad.
(Padrenuestro, Avemaría y Gloria)
Dios mío amado Jesucristo, por vuestra infinita
misericordia os suplico quitéis las angustias de mi
corazón, para que viviendo y muriendo, pueda siempre
alabaros, bendeciros y loaros.
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 Parroquia San Antonio de Padua

Salúdos San Antonio de Padua, por aquellas oraciones

que en el campo hiciste confesando y predicando la fe
de Jesucristo Nuestro Señor, por aquellos tres años que
en el monte oraste y perdiendo el breviario, fue hallado
con el Niño Jesús, por la revelación que tuviste desde
el cielo para ir a librar a vuestro padre de falsos
testimonios acusado y condenado a muerte, de lo cual
le libraste; libradme a mí glorioso Santo, de malas
compañías y de las condenaciones injustas, y por
aquellas tres horas que estuvo Jesús en tu pecho
revelando los misterios de la Santísima Pasión; y por
aquellas gracias que pediste al Señor; que lo perdido
se halle, lo olvidado se acordase, lo propuesto se
aceptase y lo empezado se acabase, te suplicamos,
Santo mío, que queras alegrar mi corazón
alcanzándome de la Divina Majestad lo que te pido, si
es conforme a su santa voluntad, con la cual me
conformo totalmente. Amén
(Padrenuestro, Avemaría y Gloria)

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