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¿Amar a tu

enemigo?
Debate entre el heterofeminismo y
el lesbianismo político

TRADUCCIÓN: @Ninfas de Safo


Publicamos este folleto porque creemos que la discusión
feminista sobre el lesbianismo político es importante. El
Leeds Revolutionary Feminists Paper fue originalmente
escrito para una conferencia y luego publicado en WIRES,
boletín nacional interno del movimiento de liberación de la
mujer. Muchas mujeres han oído hablar del debate sin haber
leído ninguno de los documentos. Ha generado mucho
interés y sensibilidad, por lo que quisimos exponer los
argumentos de forma más eficaz. Sin embargo, la
publicación de este artículo y la correspondencia que surgió,
no significa que nosotras, como colectivo, estemos
necesariamente de acuerdo o apoyemos las posiciones o
formas en que las se expresan. Hay una serie de cartas que
quisimos incluir en este folleto. Escribimos a todas las
mujeres involucradas, pero en muchos casos no recibimos
respuesta y por lo tanto no pudimos publicarlo sin permiso.
Para mayor claridad política y editorial hemos decidido
incluir breves declaraciones colectivas e individuales de
nuestras propias ideas (OnlywomenPress). Estas se
encuentran hacia el final del panfleto.

Las cartas marcadas con una estrella  han sido cortadas.


LESBIANISMO POLÍTICO: EL CASO CONTRA LA
HETEROSEXUALIDAD

Sabemos que la interrogante de que si todas las


feministas deben ser lesbianas no es nueva. Hemos tenido
que reflexionar sobre este tema porque a menudo cuando
hablamos con otras mujeres de nuestra política y de lo que
significa decir que los hombres son el enemigo, se nos
cuestiona si estamos diciendo que todas las feministas deben
ser lesbianas.

Somos conscientes de que el tema es controversial. Es


algo de lo que se supone que debemos hablar en casa y en
grupos de amigas íntimas y de confianza, y no hacer
pronunciamientos políticos sobre el tema dentro del
movimiento para que nuestras hermanas heterosexuales no
nos acusen de misoginia ¿Es cierto que debemos ocultar
nuestras fuertes creencias políticas sobre este tema cuando
hablamos con otras feministas? Nos gustaría plantear todo
esto para discutirlo en un taller; no solo si todas las
feministas deberían ser lesbianas, sino precisamente por qué
pensamos que deberían serlo y cómo podríamos empezar a
hablar de ello de forma más abierta.

Creemos que todas las feministas pueden y deben ser


lesbianas políticas. Nuestra definición de lesbiana política es
la mujer que se identifica con la mujer y no se acuesta con
hombres. No significa actividad sexual obligatoria con
mujeres. El artículo se divide en dos partes: La primera
cubre las razones por las que pensamos que las feministas
serias no tienen más remedio que abandonar la
heterosexualidad. La segunda se organiza en torno a las
interrogantes que se plantean y los comentarios que se nos
hacen sobre el lesbianismo político y la forma en que
creemos que deberían ser respondidas.

(1) ¿De qué se trata la heterosexualidad y por qué debería


ser abandonada?

Sexualidad
¿Qué papel juega la sexualidad en la opresión de la mujer?
Solamente en el sistema de opresión que es la
supremacía masculina, el opresor realmente invade y
coloniza el interior del cuerpo del oprimido. A todas
las formas de comportamiento sexual se adhieren
significados de dominación y sumisión, poder e
indefensión, conquista y humillación. Hay una especial
importancia adjunta a la sexualidad bajo la supremacía
masculina en cada referencia, cada broma y cada
imagen sexual que sirve para recordarle a la mujer su
centro invadido y al hombre su poder. ¿Por qué existe
en nuestra cultura tanto alboroto sobre el sexo? Porque
es específicamente a través de la sexualidad que se
mantiene la opresión fundamental del hombre sobre la
mujer. (Esto debería ser un libro, no se puede abordar
aquí en detalle.)

La pareja heterosexual
La pareja heterosexual es la base principal de la estructura
política de la supremacía masculina. En ella cada
mujer queda bajo el control de un individuo; esto es
mucho más eficiente que mantener a las mujeres en
guetos, campamentos o incluso cobertizos en el jardín.
En la pareja, el amor y el sexo se utilizan para ocultar
la realidad del sistema de opresión, para impedir que
las mujeres se identifiquen entre sí con el fin de
rebelarse, y para que no identifiquen a “su” hombre
como parte del enemigo.
Cualquier mujer que participa en una pareja heterosexual
ayuda a reforzar la supremacía masculina al fortalecer
sus cimientos.

Penetración
La penetración (en la que nos referimos a la inserción del
pene) no es necesaria para el placer sexual de las
mujeres, ni incluso de los hombres. Su ejecución lleva
a la reproducción o a las tediosas y peligrosas formas
de anticoncepción. Entonces, ¿por qué se encuentra en
el eje mismo de la cultura sexualizada en esta etapa
específica de supremacía masculina? ¿Por qué cada
vez más mujeres, a edades cada vez más tempranas,
son alentadas por psiquiatras, médicos, consejeros
matrimoniales, la industria del porno, las corrientes
progresistas, los izquierdistas y Masters and Johnson1 a
dejarse follar cada vez más y más a menudo? Porque
las formas de opresión hacia las mujeres bajo la
supremacía masculina están cambiando. A medida que
las mujeres son capaces de ganar un poco más de
dinero y ser menos presionadas sobre su reproducción,
el medio para retener el poder masculino como
individuos y como clase sobre las mujeres se fortalece
mediante el control sexual.

La función de la penetración
La penetración es un acto de gran significado simbólico
mediante el cual el opresor entra en el cuerpo del
oprimido. Pero es más que un símbolo, su función y
efecto es el castigo y control de las mujeres. No es sólo
la violación la que cumple esta función, sino cada acto
de penetración, incluso lo que eufemísticamente se
describe como "hacer el amor". Todos hemos oído a
los hombres decir "Lo que ella necesita es una buena
follada" sobre alguna mujer que se muestra engreída,

1
Famoso matrimonio formado por el ginecólogo William Masters y la sexóloga Virginia Johnson.
malhumorada, etc. Este no es un comentario sin
importancia. Todo hombre sabe que la mujer follada es
una mujer bajo control masculino, cuyo cuerpo está a
disposición de los hombres, una mujer domesticada y
domada. Antes de la Revolución Sexual no había duda
de que la penetración era un beneficio masculino. La
Revolución Sexual fue un engaño; ya que sirvió para
disfrazar la naturaleza opresiva de la sexualidad
masculina y decirnos que la penetración era también
para beneficio femenino.
Cada acto de penetración hacia la mujer es una invasión que
debilita su confianza y consume su fuerza. Para el
hombre es un acto de poder y dominio que lo hace más
fuerte, no solamente sobre una mujer sino sobre todas
las mujeres. Así que cada vez que una mujer acepta la
penetración fortalece al opresor y refuerza el poder de
clase de los hombres.
(2) Preguntas y respuestas

(a) ¡Pero parece que estuvieran diciendo que las mujeres


heterosexuales son el enemigo!

No, los hombres son el enemigo. Las mujeres heterosexuales


son colaboradoras del enemigo. Todo el buen trabajo
que nuestras hermanas heterofeministas hacen por las
mujeres se ve debilitado por la actividad
contrarrevolucionaria que realizan con los hombres. Ser
una feminista heterosexual es como estar en la
resistencia de la Europa nazi y de día volar un puente,
y de noche correr a repararlo.
Tomemos un ejemplo de Women's Aid2: las mujeres que
viven con hombres no pueden decirles a las mujeres
maltratadas que la supervivencia sin hombres es posible
ya que ellas mismas no lo están haciendo. Cada mujer
que vive con un hombre o que tiene sexo con uno ayuda

2
Organización comunitaria irlandesa que proporciona ayuda en casos de violencia doméstica.
a mantener la opresión de sus hermanas y entorpece
nuestra lucha.

(b) Pero no practicamos la penetración, mi novio y yo

Si te involucras en cualquier forma de actividad sexual con


un hombre, estás reforzando el poder de su clase.
Podrás escapar del ritual de humillación más extremo,
pero debido al acrecimiento3 emocional en toda forma
de comportamiento heterosexual, los hombres siguen
ganando ventaja y las mujeres perdiéndola. No existe
tal cosa como el placer sexual "puro". Dicho "placer" es
creado por la fantasía, la mente y la experiencia. El
"placer" sexual no puede separarse de las emociones
que acompañan el ejercicio del poder y la experiencia
de la indefensión.
(Si no practicas la penetración, ¿por qué no eliges a una
mujer como amante? Si le quitas a un hombre su
habilidad única para humillar, te quedas con una

3
Término que se utiliza para nombrar el crecimiento de un cuerpo por agregación de cuerpos menores.
criatura que es simplemente peor en cada tipo de
actividad sensual en comparación con una mujer).

(c) Pero mi novio no me penetra, yo lo envuelvo

Una rosa es una rosa así la llames de otra manera, y lo


mismo es la penetración. O posiblemente, el refrán "no
se puede hacer monedero de seda con orejas de cerdo"
sea más apropiado. La interpretación más amable sería
que creer en el envolvimiento es una expresión de
deseo. Sería más realista decir que se trata de una
evasión y una racionalización para continuar la
actividad. Envolver, donde una vagina activa (ayudada
por ejercicios de fortalecimiento pélvico) absorbe el
pene, solo podría darse cuando una mujer y un hombre
nacieran completamente formados, totalmente inocentes
y en una isla desierta (donde posiblemente nunca
descubrirían lo que sería follar). Ningún acto de
penetración tiene lugar de forma aislada. Cada uno tiene
lugar en un sistema de relaciones que es la supremacía
masculina. Así como ninguna mujer puede liberarse de
la supremacía masculina, ningún acto de penetración
puede escapar de su función y su poder simbólico.

(d) Pero a mí me gusta follar

Renunciar a follar (con hombres) para una feminista es


tomarse en serio sus ideales políticas. Las mujeres
socialistas están dispuestas a renunciar a muchas cosas
de las que podrían gozar porque ven cómo estas cosas
se relacionan y apoyan a todo el sistema de opresión
socioeconómica contra el que están luchando. Se
resistirán a comprar manzanas del Cabo porque las
ganancias van a Sudáfrica. Naturalmente, es más difícil
para algunas feministas renunciar a la penetración, tan
fundamental para el sistema patriarcal contra el que
luchamos.

(e) Es mucho más fácil para ti, que estás en el mundo


lésbico, que para mí. Yo tengo que vivir las
contradicciones de mis ideales políticos, es difícil, muy
difícil lo que tengo que enfrentar a diario con el hombre
que vivo.

Eso es simplemente falso. Vivir sin privilegios


heterosexuales es difícil y peligroso. Trata de ir a bares
entre mujeres o de vivir en un hospedaje de mujeres
donde los hombres de la calle esperan afuera para
acosarte.

Los privilegios heterosexuales son la aprobación


masculina, más seguridad contra ataques físicos, mayor
facilidad para tratar con las autoridades, conseguir
reparaciones y estar a salvo de un obsceno acosador
telefónico. Ser capaz de hablar con un hombre en la
cola del autobús o del trabajo con sonrisas de
aprobación por parte de la gente, por no hablar de las
ventajas financieras de estar unida a un miembro de la
clase dominante que tiene mayor poder adquisitivo.

Debido a que elegimos vivir sin estos privilegios, nos


disgusta ser utilizadas por feministas heterosexuales
como estaciones de servicio cuando están agotadas por
los conflictos con sus hombres. Los grupos de
liberación de la mujer y las casas de acogida deben
servir de refugio y apoyo para las hermanas
heterosexuales en resolver sus contradicciones mediante
el poder salir, pero no para ser usados como soporte
para volver a las relaciones heterosexuales y así reforzar
la estructura de la supremacía masculina.

(f) Pero las relaciones lésbicas también están jodidas por


luchas de poder

Puede ser cierto en algunos casos, pero el poder de una sola


mujer nunca estará respaldado por una posición de clase
sexual superior. Las peleas internas entre mujeres no
ayudan a alimentan directamente la opresión femenina
ni refuerzan el poder masculino. La perfección personal
en relaciones de pareja no es una meta realista bajo la
supremacía masculina. El lesbianismo es una opción
política necesaria como parte de las tácticas de nuestra
lucha, no un pase directo al paraíso.
(g) No voy a renunciar a lo que tengo a menos que ustedes
ofrezcan algo mejor

Nunca hemos prometido un jardín de rosas. Nosotras no


decimos que todas las feministas deban ser lesbianas
porque sería demasiado perfecto. El sueño lésbico de
mujeres amando mujeres con el pecho descubierto,
tocando guitarra, jugando sóftbol o jugueteando en
soleadas colinas se parece más a California, suponiendo
que tenga algo que ver con la realidad, que a la ciudad
de Hackney.
Pero, sí, es mejor ser lesbiana. Las ventajas incluyen el
placer de saber que no estás sirviendo directamente a
los hombres; vivir sin la carga contradictoria en tu vida
personal; unir lo personal y lo político; amar y poner tus
energías en aquellas con las que luchas y no en aquellos
contra los que luchas; y la posibilidad de una mayor
confianza, honestidad y franqueza en tus relaciones con
las mujeres. La comunicación con las mujeres
heterosexuales está plagada de dificultades, de
interferencias que provienen de sus relaciones con
hombres. Los hombres distorsionan esa comunicación.
Una mujer heterosexual tendrá una percepción y
reacción diferente a lo que dices; puede mostrarse a la
defensiva y probablemente esté pensando: '¿Y qué de
los Nigel4? Cuando hablan de los intereses, el futuro y
la supervivencia de las mujeres, su visión puede verse
bloqueada por la preocupación o su hombre o sus
hermanos/amigos. Te hace sentir presionada a decir
cosas agradables con las que no se sienta amenazada.

(h) Nos estás haciendo sentir culpables.

No. La culpabilidad se utiliza para evitar que las mujeres


digan la verdad tal como la ven y que hablen de duras
realidades políticas. Son ustedes, hermanas
heterosexuales, las que nos hacen sentir culpables. Es
posible dejar de colaborar con los hombres, y pedirles
que no lo hagan no es echar culpas.

4
La sigla en inglés corresponde a “Nicest Guy Who Ever Lived” (el chico más amable que haya existido), el
arquetipo del varón pareja de una feminista.
(i) ¿Todas las lesbianas feministas son lesbianas políticas?

No, algunas mujeres lesbianas y feministas trabajan en


estrecha colaboración con hombres de izquierda (ya sea
en sus grupos o asambleas electorales femeninas),
proporcionan mensajes dentro del movimiento de
Liberación de la Mujer con las ideas de los hombres,
incluso cuando no estén alineadas con ellas. Puede ser
que a estas mujeres les resulte más difícil ver que los
hombres son el enemigo porque son tratadas como
suplentes pero inferiores por los izquierdistas; así como
quizás sentirse superiores a las mujeres heterosexuales
que todavía luchan contra la opresión sexual en sus
camas. Ellas no se identifican como mujeres, adquieren
privilegios al asociarse con hombres y presentar ideas
que son apenas ligeramente incompatibles para la
ideología de izquierda masculina.
(j) Pero ustedes no entienden lo difícil que es renunciar a
los hombres

Muchas de nosotras sabemos por experiencia personal lo


difícil y doloroso que es decidir no volver a follar con
ellos y alejarnos del lado del hombre con el que vivimos
y/o amamos. Por lo general, solo se logra con el amor,
apoyo y fuerza de otras mujeres que también han
atravesado esa separación y cuyas críticas y diálogos
directos nos han impulsado a seguir adelante. Sabemos
que para algunas mujeres, por ejemplo: las que tienen
hijos, las que no tienen fácil acceso al movimiento
(feminista) o las que no tienen experiencia viviendo
solas; el cambio es más difícil que para otras, y
necesitan más tiempo y apoyo práctico. Sabemos lo
difícil que es encontrar y mudarse a una casa de
acogida, y lo que es sentirse como un 'la chica nueva' en
la sala. Sin embargo, parte del apoyo debe consistir en
explicar con máxima claridad las razones políticas para
nuestra propia elección y hablar honestamente de todas
las dificultades con las otras mujeres que también están
tomando esa decisión.
Leeds Revolutionary Feminist Group
(WIRES 81)
Documento entregado por primera vez en una
conferencia, setiembre 1979.

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