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Intrigas de Alta Sociedad.

Pasiones y Secretos Prohibidos

Saga No.2

Ana Allende
ÍNDICE
PRÓLOGO
CAPÍTULO I
CAPÍTULO II
CAPÍTULO III
CAPÍTULO IV
CAPÍTULO V
CAPÍTULO VI
CAPÍTULO VII
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PRÓLOGO
Elizabeth Salt, hija del prestigioso abogado Marcos Salt,
descubre con su muerte que su madre Isabella Salt, la cual siempre
anheló por su repentina partida, no es su madre y su amado, pero
sobre protector padre, tampoco lo era, ya que él la ha adoptado en
un momento de tragedia familiar; ahora su supuesta madre la ha
dejado sin nada, reclamando lo que cree que le corresponde por
derecho. Sin más opción, Liz decide comenzar un camino de
descubrimiento personal, en donde las principales preguntas son
¿Quién es?, ¿cuál es su identidad?, y ¿cómo recobrar lo que le ha
sido arrebatado? En compañía de nuevas amistades, que consigue
a lo largo de ese camino, y a su caballero encantado Liam Johnson,
se propone a recoger lo pedazos de su vida, sin darse cuenta de
que todavía la vida le tenía preparada una serie de eventos que la
sorprenderán y llenarán de aún más tristeza y confusión.
CAPÍTULO I

Me encuentro caminando alrededor de lo que un día me


perteneció, donde un día viví momentos inmemorables, con un
padre que ahora descubro que no era el mío: momentos de una vida
que no era mía, tal vez por eso siempre sentí que no pertenecía a
ese mundo en donde todo era singularidad y perfección; un montón
de recuerdos regresan a mi cabeza como si de una película se
tratara, mi padre gritando, mi padre peleando, discutiendo con la
servidumbre, él estresado en su despacho.
Tengo que hacer un increíble esfuerzo para recordar otros
momentos, como cuando me daba mis regalos de navidad o cuando
se disfrazaba de Santa Claus para hacerme reír, cuando me
acompañaba a buscar mis huevos de pascua, momentos que viví y
que ahora no sé si en realidad eran míos por amor o por simple
responsabilidad. Sin embargo, no puedo negar que mi padre me
hizo vivir una niñez envidiable y eso se lo debo agradecer; me siento
en una pequeña banca en medio de Central Park, por primera vez
en mi vida no sé qué camino seguir, qué decisiones tomar, me
siento perdida y destruida emocionalmente, miro a las parejas
caminar y no puedo evitar pensar en mi caballero de armadura
reluciente, Liam, ya falta poco para que sea mi hora de llegada a
casa y, de seguro, está ansioso esperándome pero ¿Cómo le
explico todo lo sucedido? ¿Cómo le explico que yo, no soy yo y que
esta vida no es mía? Las lágrimas amenazan con invadir mis ojos,
así que sacudo mi cabeza y trato de tomar una decisión. Son casi
las 6:00 de la tarde y me encuentro en el mismo lugar, no he tenido
las fuerzas de hacer algo más y la sensación abrumadora no
desaparece de mí. Todo esto de mi adopción y la aparición de mi
“Madre” hubiera sido más fácil de asimilar bajo otras circunstancias.
De Isabella podía esperar cualquier cosa, pero lo que nunca
esperé que sucediera fue que mi “amiga”, mi “confidente”, me
pagara con esta moneda; todavía recuerdo su mirada y el desprecio
con que me hablaba, se me eriza la piel, y pensar que en algún
momento su amistad fue incondicional. Me hacen ver y pensar las
cosas desde otro punto de vista, empezando porque tal amistad
nunca existió, sus reclamos el día de hoy me hicieron darme cuenta
de que todo fue por simple interés y cuando por alguna razón se vio
desplazada por mí, su interés se convirtió en rencor, un rencor que
fue almacenando hasta que explotó.
La verdad yo nunca deseé hacerle daño, siempre la vi como una
chica indefensa de alguna manera y, por lo tanto, siempre busqué la
forma de cuidarla, pero eso la hizo sentirse sobre-merecedora de
cosas que escapan de mis manos; no puedo evitar pensar que tal
vez todo esto es mi culpa, miro al horizonte y me percato cómo
pequeñas hebras de sol empiezan a ocultarse y sé que es momento
de tomar la próxima decisión, he decidido buscar un lugar, un
pequeño hotel a las afueras de Manhattan, necesito tiempo para mí,
para pensar, para asimilar tanta información.
Tomo mi bolso, saco mi celular y en mi buscador favorito de
internet busco un hotel modesto y alejado del bullicio de Nueva
York, rápidamente lo encuentro, es pequeño y sencillo, tiene todos
los aspectos que necesito para facilitar este momento de transición,
aparte de que estoy segura que allá nadie me encontrará porque
estoy segura que Matt y Liam me buscarán hasta debajo de las
piedras y yo solo necesito estar sola. Rápidamente me levanto de la
banca y me dispongo a buscar un taxi que me lleve al lugar que por
un par de días será mi refugio.
Llego al hotel y me asombra su belleza natural, se encuentra en
medio de un área boscosa, con muchos árboles a su alrededor e
inmediatamente me siento a gusto y relajada con mi decisión, paso
al lobby y me registro en una habitación sencilla sin muchos lujos.
Al entrar en ella, veo una pequeña cama con sábanas un poco
descoloridas, que en algún momento fueron azul, dos almohadas y
un cojín en el medio, una mesita de noche color marrón clara y una
lámpara blanca sobre ella; de un extremo, una pequeña peinadora
con un par de gavetas y un hermoso espejo decorado, y justo frente
a la cama un pequeño televisor y, por su puesto, un modesto baño;
para lo que pienso hacer en esa habitación es más que perfecta, no
tiene muchas cosas en las que me puedan distraer; luego de tomar
un largo baño, miro mi teléfono celular y tengo 10 llamadas de Matt
y 28 de Liam, ¡VEINTIOCHO! Me parece una locura, me encantaría
poder responderle, poder llamarlo, pero en ese momento no
encuentro la fuerza ni las palabras correctas para decirle algo
coherente, así que dejo a un lado mi celular y me concentro en mí
misma, es lo que necesito; me lanzo en mi cómoda cama, prendo el
televisor y rápidamente consigo una película que me engancha,
aunque un par de minutos después caigo en un profundo sueño.
Es mi cuarto, día en el hotel y no lo puedo negar, me he sentido
mucho mejor, aunque lo único que no me deja tener una
concentración perfecta son las 20 llamadas al día que me hace
Liam, del resto, todo me ha servido de bastante ayuda, aunque
todavía no logro descifrar cuál será mi siguiente paso en la vida.
Tocan la puerta y es María, una mucama del hotel que se ha
ofrecido para ayudarme en cualquier cosa que necesite, luego de
haberme encontrado el día numero 2 acostada en mi cama llorando
desconsoladamente; es una chica muy linda, de mi edad, morena,
de cabello largo negro y, aunque un poco llenita, tiene muy linda
silueta, aparte de eso tiene un niño de dos años de edad que es una
monada, a veces cuando no consigue quién se lo cuide, lo lleva con
ella al trabajo y pasa un par de horas en mi habitación viendo
muñequitos.
—Hola maría ¿Cómo estás?
—Bien señora Elizabeth.
—Ya te he dicho que me digas Liz por favor.
—Está bien Liz, pasé a entregarle lo que me había encargado el
día de ayer.
Me pasa una bolsa en donde encuentro un par de jeans, una
blusa negra y un par de botas de corte alto, sonrío y le doy un
abrazo.
—Gracias María, ya tenía mucho tiempo con la misma ropa y
sentía que iba a enloquecer. — Saco mi lengua en señal de
desagrado y ella ríe.
—Tranquila seño… Liz. — Las dos nos miramos y nos
carcajeamos de la risa; pasamos unos diez minutos conversando
antes de que se vaya a hacer su trabajo y no puedo evitar quedarme
con la sensación de que a la pobre la tratan muy mal en ese hotel y
me encantaría ayudarla, aunque primero necesito ayudarme a mí
misma.
Son alrededor de las 12:00 del mediodía del día número 7; me
encuentro sentada en las escaleras de la entrada principal del hotel
esperando a María, le di unos cuantos dólares para que me
comprara comida y, por supuesto, comprara para ella y para su niño,
no es por nada malo, la comida del hotel es aceptable, pero tenía un
antojo de un buen puré de patatas, pollo a la plancha y ensalada
cocida, de solo pensarlo se me hace agua la boca.
Justo cuando mi estómago suena por enésima vez, llega María
en un taxi y yo sonrío al verla bajar de él, no solo por la comida, sino
porque en este tiempo le he tomado un cariño muy especial, ella ha
tenido una vida difícil parecida a la mía y hemos congeniado de una
manera increíble, cuando ella se acerca a mí, me levanto y la
abrazo, la tomo del brazo y nos dirigimos a mi habitación como si
fuéramos un par de grandes amigas, aunque ahorita no tengo
mucha fe en ese término, pero bueno, hago caso omiso a mis
pensamientos y continúo concentrada en el momento.
En el presente, ha sido uno de mis mantras estando ahí;
sentadas las dos en mi pequeña cama comiendo y riendo, me doy
cuenta que no he tenido momentos como este en un largo tiempo,
de lo que me he estado perdiendo.
—¿Sabes María? Pienso que tal vez en un par de días sea hora
de irme, lo que vine hacer aquí lo he cumplido por parte y creo que
ya es hora de que regrese a casa.
—Ay Liz, te extrañaré tanto, ahora este trabajo volverá a ser
aburrido y monótono. — Lo dice con una cara que refleja pura
tristeza.
—¿En serio, me extrañarás?
—Claro, ya sé todo lo que pasó con tu y que amiga, y he de
imaginar que volver a creer en la amistad te será difícil, pero estos
días he desarrollado un cariño especial por ti, eres inteligente
graciosa, amorosa…
—Y complicada. — Le digo bajando la mirada.
—¿Y quién no Liz? Todos somos complicados en cierto grado,
pero no hay que avergonzarnos de ello, yo lo veo más como… que
eso le da sabor a la vida, imagínate que todos viviéramos una vida
perfecta, sería todo demasiado gris y aburrido, yo le doy gracias a
dios por mis problemas porque gracias a los momentos duros que
he podido superar es que soy quien soy.
—Me encanta cómo ves la vida, eres el ying de mi yang, gracias
por… por tu amistad. — Nos perdimos en un abrazo que parece
infinito hasta que tocan a la puerta, las dos nos miramos a la cara,
¿quién podrá ser?, María se levanta para abrir la puerta, mientras yo
recojo el desastre que tenemos en la cama, María no dice nada y
eso me extraña y cuando volteo, frente a mí está… LIAM… mi Liam,
las piernas me tiemblan, el cuerpo se me eriza y la cabeza me da
vueltas pero como…
—Liam, pero cómo —…
—El GPS de tu celular. — De reojo veo a María y asiento con mi
cabeza para que sepa que todo está bien, así que ella
discretamente sale de la habitación y cierra la puerta a su paso, yo
sigo viendo esos ojos azules que me perturban, por lo general están
turbios de pasión antes de hacer el amor, pero en estos momentos
están llenos de ira o rabia, yo bajo la mirada. No sé qué decir, estos
días he estado preparando un discurso para explicarle por qué
estuve desaparecida, pero justo en ese momento frente a él no me
salió ni media palabra.
—¿En qué pensabas Liz? ¿Tienes alguna idea de lo que he
tenido que vivir estos días sin ti? — Sin saber qué te había
sucedido. Llegué a pensar lo peor. —Yo sigo sin mirarlo, pero por su
tono de voz sé que está muy afectado.
—Yo… yo necesitaba tiempo.
—Tiempo ¿para qué? ¿Es que ya no me quieres?
—Claro que no es eso Liam, es que ese día que salí de casa,
todo fue un completo caos, no sé ni por dónde empezar.
—No tienes que empezar por ningún lado, yo solo vine a ver si
estabas bien y me encuentro con que estás magnifica, así que ya
me voy. — Se da la vuelta y casi corre hacia la puerta, como pude
me coloque entre él y la puerta.
—Por favor, por favor no me dejes, dame 5 minutos para
explicarte qué fue lo que sucedió, confía en mí, no habría hecho
esto sin una razón válida. — Lo miro suplicantemente y él me mira
también, creo que evalúa si quedarse o mandarme al diablo, gracias
a dios optó por la primera y se sentó en mi cama.
—Te escucho. — Los minutos se convirtieron en horas,
contándole con lujos y detalles lo sucedido ese día, por momentos
agrandaba sus ojos como si no diera crédito a lo que le estaba
contando, pero cada cosa era cierta. Cuando por fin terminé, Liam
solo me miraba, pareciera traspasarme con ella y por momento me
siento avergonzada y humillada.
—¿Así que por eso decidiste irte?
—Si, necesitaba tiempo para pensar. — Liam se levanta de la
cama y creo que se va a ir, pero para mi sorpresa, se dirige hasta mí
y me abraza, su abrazo es caluroso, transmite amor y seguridad y
yo solo puedo quedarme inmóvil mientras las lágrimas empiezan a
brotar de mí, lloro sin control mientras él me acuna en sus brazos.
—Shhhhh nena, ya estoy aquí, esto lo vamos a superar juntos,
ya verás.
—Lo… siento... mucho amor, debí habértelo dicho antes, lo
siento. — Le digo entre sollozos.
—Tranquila amor, ya no importa eso, tal vez, de haber sido mi
caso, hubiera hecho lo mismo, pero ya no valen los lamentos, ya
estoy aquí, y quiero que me prometas que más nunca me vas alejar
de ti, pase lo que pase lo afrontaremos juntos. — Entre sus brazos
asiento con mi cabeza y todo empieza a sentirse bien.
CAPÍTULO II

Pasamos las próximas horas hablando sobre el tema y está


realmente sorprendido con lo sucedido, es que parece cosas de
películas. Hace un par de días atrás, no habría podido hablar de
todo esto sin perderme en un mar de llanto e infelicidad, pero
estando con Liam todo se siente… bien, él me da fuerzas y valor.
—Me sorprende que hayas podido lidiar con eso sola.
—No ha sido fácil. — Liam toma mi barbilla entre sus dedos y
sonríe muy cerca de mi boca, sus dientes blancos brillan y yo me
derrito, cuando por fin se acerca a mí y me besa, es suficiente para
despertar cada poro de mi cuerpo, lo tomo del cuello y profundizo su
beso, nuestras lenguas se acarician, sus dientes mordisquean mis
labios y todo se vuelve en un momento de pura pasión.
—Te necesito. — Le digo entre dientes casi jadeando y él sin
mediar palabra, me acuesta sobre la cama y se coloca encima de
mí, por la presión en sus pantalones veo que está más que listo
para mí y mi cuerpo reacciona con la misma intensidad.
—Hazme tuya.
—Para mí será un placer complacerte nena. — Mete sus manos
entre mi blusa y, como es costumbre, hace pequeños círculos con
sus dedos sobre mi piel, yo serpenteo debajo de él, mi cuerpo es
incapaz de quedarse quieto mientras él continúa su camino hacia
mis pechos, los presiona por encima de mi sostén y yo me pierdo en
la sensación de deseo que transmiten sus manos; pasa mi blusa por
encima de mi cabeza y cuando llega a la altura de mis muñecas, la
hace un nudo y me las sujeta con fuerza, yo lo miro con cara de
sorpresa, no esperaba eso, pero al mirar sus turbios ojos azules
invadidos de deseo, me hicieron darme cuenta que haría cualquier
cosa por él, así que levanto mi cara y lo beso con pasión
desenfrenada, sus manos bajan a través de nuestro cuerpos,
mientras tantea en busca del botón de mi pantalón y después de un
par de segundos lo consigue, lo desabrocha y sin deshacerse de él
mete su mano para tocar mi zona de placer, yo gimo y él gruñe
cerca de mi oído, y cuando creo que el deseo me va a alcanzar,
saca su mano y rompe el beso.
—Por favor Liam, sigue, tócame, te deseo, te necesito.
—Yo también nena, pero quiero que vayamos despacio, te
quiero disfrutar, estos días sin ti fueron una tortura y necesito
disfrutarte al máximo. — Se relame los labios y yo me pierdo en el
borde de su lengua; se deshace de mis pantalones y mi ropa
interior, abre mis piernas y se coloca entre ellas, con sus manos
separa mis labios vaginales y sopla en el botón de mi deseo, yo me
muevo entre él.
—Ssshhhhh nena, tranquila, quédate quieta. — Vuelve a
colocarse entre mis piernas pero esta vez chupa y sopla, de manera
alternada, todo se siente doblemente excitante, tal vez sea por tener
las manos sujetadas y no poder controlar sus movimientos, sus
dedos se aposentan en la entrada de mi deseo y cuando introduce
uno de ellos, mi cuerpo comienza a temblar, mientras sale y entra su
dedo de mí, no para de chupar y soplar y cuando no puedo aguantar
más, el orgasmo arrasa con todo de mí.
—Sí nena, dámelo todo. — Cuando me recupero de las mil
sensaciones que embargan mi cuerpo, lo veo frente a mí quitándose
la ropa de a poco, como si quisiera que admirara cada parte de su
cuerpo y realmente lo hago; cada parte de él es perfecto, su pecho y
sus brazos tonificados, su abdomen llenos de cuadritos, su fuerte
mentón, su cabello alborotado y sus espectaculares ojos azules, son
mi mayor debilidad; él se abalanza encima de mí, y solo quiero
tocarlo, pero no puedo, mis manos siguen atadas y parece que él
está disfrutando el verme así, empieza a tocarme lentamente y yo
me pierdo en las sensación de su tacto, el estar atada me hace
tener más sensibilidad.
—Te haré mía y no lo olvides nunca, tú Liz, eres MÍA. — Lo dice
con un aire de propiedad que en vez de molestarme, hace que me
sienta segura en sus brazos, así que asiento mientras jadeo; siento
cómo empuña su excitación hasta la entrada de mi placer, yo arqueo
la espalda para aliviar la intensidad de la sensación que provoca su
miembro en mí, pero falló estrepitosamente; él empieza a moverse
sin descanso dentro de mí, entra y sale con fuerza mientras su
respiración se agita y la mía se pone a la par de él, en esos
momentos somos uno solo y solo, nos preocupa nuestra propia
satisfacción y más nada, nos dejamos llevar a un mundo en donde
solo nosotros somos los protagonistas y cuando no aguantamos
más, nuestros cuerpos estallan en un orgasmo y al mismo tiempo
balbuceando nuestros respectivos nombres.
Nos encontramos en mi pequeña cama de hotel, Liam se
encuentra más tranquilo y risueño y yo no lo puedo evitar, me siento
igual, tal vez lo que me hacía falta era un buen momento de sexo y
como lo tuve, sonrío mientras medito en eso.
—¿Por qué sonríes amor?
—Porque creo que esto era lo que me hacía falta para sentirme
totalmente mejor.
—Bueno, soy como la medicina y puedes beber de mí todo lo
que quieras. — Los dos nos miramos y nos reímos, su buen humor
es contagioso.
—¿Sigues enojado conmigo? — Le digo batiendo mis pestañas.
—¿Cómo estarlo nena? — Se acerca a mí y me besa. ¿Sabes
nena? He estado pensando, estas aquí porque necesitabas espacio
de tu entorno habitual ¿correcto?
—Pues, técnicamente sí.
—Pues, entonces te tengo una propuesta.
—¿Una propuesta indecente? — Él se ríe.
—Pues no, aunque me puedo poner creativo para otra
circunstancia. — Ahora soy yo la que ríe.
—Entonces ¿cuál es la propuesta?
—Bueno, te propongo lo siguiente, ya que lo que necesitas es
tiempo y espacio, ¿Por qué no vamos a la casa de mis padres?
—¿En Missouri?
—Pues si cariño, exactamente en Kansas City, te aseguro que la
vas a pasar bien, mi madre y mi padre te adorarán y Eliza de seguro
te verá como una hermana, ellos tienen una pequeña casa en una
inmensa pradera, tendrás mucho espacio para caminar y hacer lo
que quieras. — Lo miro sorprendida de todo lo que esperaba que
me dijera, nunca se me ocurrió que de su boca fueran a salir esas
palabras, me parece demasiado formal ir hasta casa de sus padres
a cuenta de que…, me empiezo a sentir asustada, con ganas de
salir corriendo, así que me salgo de la cama, me coloco mi ropa
apresuradamente y salgo de la habitación dejando a Liam
totalmente atónito; me encuentro inmersa en mis pensamientos,
mientras camino hacia un tronco que se encuentra al lado del hotel,
me siento en él mientras paso mi mano por mi cabello, yo no puedo
conocer a sus padres en este momento, primero y principal porque
todavía no sé qué carajos somos Liam y yo, todo esto se ha
desarrollado en un momento de total confusión de mi parte, no he
salido de un acontecimiento desde que estoy con él y no me parece
justo que lo haga vivir todo esto, creo que ni él mismo sabe si está
conmigo por amor o compasión, me encuentro matándome la
cabeza cuando siento un par de manos en mis hombros.
—Nena ¿Ahora qué sucede? ¿Por qué te fuiste así?
—Nada, no pasa nada.
—Para que esto funcione necesitamos comunicarnos Liz,
tenemos que ser sinceros el uno con el otro y tenemos que confiar
en nosotros.
—Exactamente ese es el problema Liam, tú yo nos conocimos
en el peor momento, bajo las peores circunstancias, desde que
estamos juntos, en mi vida no han parado de suceder cosas y tú y
yo no hemos tenido el tiempo de sentarnos a conversar qué somos
o a qué diablos estamos jugando; sí es cierto que la hemos pasado
increíble juntos, pero sin ningún tipo de compromisos — ¿y ahora de
la noche a la mañana quieres que vaya a casa de tus padres y
presentarme como qué?, es que ni yo misma sé quién soy. — Me
encuentro casi sin respiración cuando termino de hablar y Liam solo
me mira, bajo mi mirada y por un momento, pensé que se iría, pero
contrario a eso se sentó a mi lado.
—Tienes razón nena, todo contigo ha sido tan rápido, tan
intenso, que no he tenido el tiempo de pensar en lo inmediato, pero
pensé que todo estaba claro entre nosotros amor, pensé que estaba
claro que… que… que te amo, ya te lo había dicho, desde el
momento que te vi, te consideré mía y a partir de ahí para mí no
hubo vuelta atrás, mis intenciones contigo son las mejores, porque
ya no deseo pasar ni un segundo lejos de ti, para mí es un
verdadero honor que conozcas a mis padres porque aunque tú no
sepas en estos momentos quién eres, para mí eres el amor de mi
vida y es más que suficiente. — Lo miro profundamente y no puedo
creerlo, ¿en serio dijo que me amaba, que era el amor de su vida?
Pero justo en ese momento vinieron a mí todos esos momentos que
hemos vivido juntos, desde que nos conocimos y me doy cuenta de
que a pesar de las circunstancias y del tiempo, yo también lo amo,
lo amo perdidamente, lo amo como nunca he amado a nadie y al
igual que él, no deseo pasar ni un segundo más lejos de su
presencia, así que sonrío, tomo su rostro y lo beso con todo el amor
y la dulzura posible, él me toma de la cintura y responde a mi beso.
—Yo también te amo Liam y para mí será un verdadero placer
conocer a tu familia y prometo nunca más alejarte de mí.
—A partir de ahora seremos tú y yo contra el mundo, ¿estás lista
para eso?
—Contigo estoy lista para cualquier cosa amor. — Los dos nos
reímos como dos locos enamorados, mientras nos abrazamos en
ese pequeño tronco.
—Amor, yo también tengo una propuesta que hacerte.

—Sí ¿qué será?


Liam y yo nos encontramos de nuevo en la pequeña habitación
del hotel, miro el reloj y veo que están cerca las 10:00 de la noche,
así que le paso un mensaje a mi amiga María para que cuando
termine su turno, antes de irse a su casa, pase por mi habitación, ya
que tengo algo que hablar con ella. Cerca de las 10:30 p.m.,
escucho sonar la puerta, miro a Liam y ambos sonreímos.

—Hola María ¿Cómo estuvo tu día?


—Agotador Liz. — Mira de reojo a Liam y me percato que se
siente intimidada por su presencia.
—María, quise que vinieras para presentarte a mi novio Liam
Johnson.
—Mucho gusto, mi nombre es María, María Soto. — Los dos se
estrechan las manos y luego María se dirige a mí. ¿Ya te vas?
—Pues sí, pero antes tenía que decirte algo María, Liam y yo lo
hemos pensado y voy a pasar una temporada en Missouri y necesito
a alguien que cuide mi casa en Manhattan, tu trabajo acá es muy
mal pagado, te explotan y no te dejan tiempo para compartir con tu
niño, así que quiero proponerte… ¿Por qué no te mudas a mi casa y
me ayudas cuidándola, limpiándola y prácticamente haciendo lo
mismo que acá, solo que en un lugar más pequeño y con una mejor
paga? — María abre sus ojos como platos, mientras yo sonrió
esperando su respuesta. Bueno y entonces ¿Qué me respondes?
Dime que sí por fa, te necesito y así no tendremos que estar
alejadas, es algo de ganar y ganar y entonces ¿Qué te parece?
—¡Ay Liz! — Y se desploma a llorar y la abrazo. En verdad que
ella es una chica muy especial y se merece tener la oportunidad de
progresar, sobre todo de tener un lugar en donde le paguen bien y
tenga el tiempo suficiente para compartir con su bebé.
—¿Es un sí?
—Sí, claro que sí. Gracias, nunca tendré para pagarte esta
oportunidad.
—No quiero que me pagues, quiero que seamos amigas y si tu
amistad es sincera será pago suficiente.
—Claro que sí Liz. — Ambas sonreímos, mientras Liam saca una
botella de vino y dice.
—Es hora de celebrar entonces. — Pasamos un par de horas
contándonos historias y conociéndonos un poco más; a Liam, al
igual que a mí, María le pareció una muchacha maravillosa, estaba
muy contento de darle la oportunidad de mejorar en la vida, porque
aparte de la mudanza, le tenemos una sorpresa más, pero eso se la
daremos cuando lleguemos a casa. Organizamos todo antes de que
María se fuera a lo que sería pronto su antigua casa, hemos
decidido que dentro de dos días saldremos a Manhattan, Liam y yo
queremos un día más para disfrutar un poco de nuestra cercanía y
así le daríamos tiempo a María de presentar su renuncia y hacer sus
maletas; todo encaja a la perfección, así que nos despedimos y
pronto Liam y yo caemos abrazados en los brazos de Morfeo.
CAPÍTULO III

Llegó el día de la partida, Liam va conduciendo el carro y yo voy


de copiloto, mientras María y su bebé, Noah, van en la parte trasera;
me siento de muy buen humor, miro a Liam y sonrío y él hace lo
mismo. Cuando llegamos a casa, le hago un pequeño recorrido a
María, mi casa es muy básica, la cocina, el comedor, la sala, la
lavandería, tres cuartos arriba con sus respectivos baños y un baño
de visita en la parte de abajo, la saco al patio y veo cómo al
pequeño niño se le ilumina la carita al ver la piscina.
—María, te daré un dinero para que mientras yo no estoy,
busques una compañía para que coloque seguridad en las puertas y
en la escalera para el bebé, no queremos que haya ningún
accidente. — Ella asentó con su cabeza. Y entonces ¿qué te parece
la casa?
—Es bellísima Liz.
—Ahora esta también es tu casa, así que disfrútala, no quiero
que te pares en nada, puedes usar todo lo que haya en la nevera,
todas las instalaciones, escoge cualquiera de los cuartos de arriba y
dime si necesitas algo ¿ok?
—Ok Liz, gracias, igual trabajaré fuerte aquí, no quiero que me
regales nada, quiero trabajar para ganarme honradamente mi
salario.
—Claro María, confío en ti. Por cierto, te tengo otra sorpresa. —
Le paso un sobre sellado.
—¿Qué es? — Me mira toda desconcertada
—Ábrelo. — Cuando María abre el sobre, se encuentra con una
hoja en donde detalladamente se describe que se ha pagado un
semestre en la escuela nocturna, ella me mira con las lágrimas a flor
de piel. ¿Recuerdas cuando me dijiste que no habías podido
terminar la secundaria?, pues quiero que la termines, quiero que te
superes en la vida por ese bebé hermoso que tienes. — Ella
comienza a llorar y yo no pude evitar abrazarla y llorar con ella, el
sentimiento de querer llegar más lejos y no poder, debe ser horrible,
pero ahora con todas estas oportunidades debe ser abrumador.
—Gracias Liz, oh gracias, la vida no me alcanzará para pagarte,
para agradecerte todo esto.

—Tranquila, que a partir de ahora todo va a salir bien. — La


abrazo y veo a Liam parado en el lumbral de la entrada a mi patio
trasero con una sonrisa que no crece más, se da la vuelta y se
pierde en el interior de mi hogar, de nuestro hogar. Esa noche
cenamos María y yo solas, ya que Liam fue a su apartamento y
recoger ropa para el viaje. Decidimos salir al día siguiente a primera
hora, cuando terminamos de comer, conversamos un rato y luego
nos encaminamos a nuestras habitaciones a descansar.
Me encuentro en mi cuarto haciendo la maleta y no puedo dejar
de pensar si esto es lo correcto, me da miedo lo que los padres de
Liam pueden pensar de mí y si por eso él me pueda dejar de querer,
me parece poco probable, pero igual el miedo está a flor de piel,
María me encuentra sentada en mi cama y se acerca a mí.

—¿Estás nerviosa?
—Muchísimo.
—Tranquila, todo va a salir bien, tus suegros te adorarán.
—Eso espero, porque no sabría cómo actuar en caso contrario.
— Ella me abraza justo cuando Liam hace sonar la corneta de su
vehículo en señal de que está esperándome, yo miro a María y ella
me sonríe haciéndome saber que todo estará bien.
—Cualquier cosa me llamas ¿sí?
—Claro que lo hare Liz, anda tranquila, suerte. — Tomo mi
maleta rosada y mi bolso de mano que hace juego y salgo de mi
adorado hogar, María y Noah se encuentran en la puerta
despidiéndose y yo me despido con la mano; al llegar frente a mi
caballero, él me abraza y me besa, e inmediatamente me entran
unas ganas de no querer soltarlo.
—¿Estás lista nena?
—Todo lo lista posible.
—Ya verás que te encantará.
—A tu lado todo me encanta. — Sonreímos, él guarda mis
maletas y emprendemos nuestro viaje, nos esperan por delante 16
horas antes de llegar a nuestro destino.
—¿En qué piensas nena?
—En que tenemos muchas horas de viaje por delante amor.
—Tranquila, este tiempo nos servirá para conversar, para
conocernos.
—Sí amor, es cierto, sacaré tus secretos sucios al sol. — Ambos
nos reímos al unísono, en definitiva cuando estoy a su lado soy una
mujer distinta, por lo general, no soy tan sonriente.
—Este viaje estará lleno de momentos inolvidables, te lo
aseguro. — Los dos miramos hacia la carretera, mientras la voz de
mi cantante favorito John Legend, embarga todo el vehículo con las
notas de su canción All Of Me — y, para mi sorpresa, Liam se la
sabe y la canta a todo pulmón, mientras me toma de la mano y besa
mis nudillos, este viaje comenzó excelente. Cuando llevamos un par
de horas de viaje y un par de preguntas básicas respondidas, hago
mano de mi astucia y empiezo a realizarle preguntas serias.
—¿Cuántas novias has tenido? Con tu físico me imagino que las
mujeres han debido de lloverte y alguna de ellas habrá querido
amarrarte.
—Bueno, nunca he sido muy noviero que digamos, pero sí tuve
una novia con la cual fui en serio, pero a la final nada se concretó y
terminamos alejándonos.
—Cuéntame ¿Qué sucedió? — Le digo sin quitarle la vista de
encima y con un gran tono de curiosidad.
—Bueno, Marian fue mi novia desde la secundaria, estudiaba
con mi hermana, era joven, pero en ese momento muy madura para
su edad. Cuando terminé mis estudios, ella cambió, quería andar de
fiesta, bebiendo y esas no eran mis metas, así que a ella le dio
por… experimentar y terminó acostándose con un conocido de mi
familia y yo no lo pude soportar, para mí las mentiras son un límite
intolerable y más de ese tipo, así que la dejé. Al otro día tomé mis
maletas y me fui a Nueva York a estudiar historia del arte y de ahí en
adelante todo es historia, valga la redundancia.
—¿Y ella nunca ha buscado saber más de ti?
—Ahora es amiga de mi hermana Eliza, la veo un par de veces
al año cuando voy a visitar a mis padres y llevamos una relación
muy cordial, hasta se podría decir amistosa, pero más nada de ahí.
—Mmmmmmmmm.
—¿Y tú qué niña rica? ¿Cómo era tu vida romántica antes de
mí?
—Bueno, como ya sabes, mi relación con mi madre fue nula, así
que mi papá siempre fue muy sobre protector, hasta llevar amigos a
mi casa era una odisea, mi padre los trataba mal y me dejaba en
pena, hasta que decidí dejar de recibir visita; logré tener un poco de
normalidad cuando me fui a la universidad y me mudé de la casa a
los dormitorios, allí conocí a un chico, su nombre era Benjamín;
estudiábamos juntos, todo fue muy lindo hasta que mi padre se
enteró y convirtió todo en una pesadilla, hasta llego al extremo de
perseguirme, fue una locura, así que para mi salud mental lo dejé y
antes de que me preguntes más, nunca supe de él, nunca me
perdonó el hecho de que no hubiera luchado por él. — Liam me mira
con cara de incredulidad, me imagino que por el relato, me ve como
una persona fría y sin sentimientos, así que volteo mi rostro y me
pongo a admirar el paisaje por la ventana.
—¿Lo extrañas? — Lo miro y tiene el ceño fruncido y no puedo
evitar reír a carcajadas.
—Eso fue ya hace muchos años atrás Liam, controla tu ataque
de testosterona. — Él sigue con el ceño fruncido y ríe sin gracia, se
ve tan lindo cuando está celoso, me acerco a él y lo beso casta y
rápidamente, no quiero desconcentrarlo del camino, él me mira de
reojo y esta vez sí sonríe con todos sus dientes, me mata esa
sonrisa. El resto del viaje lo pasamos conversando de todo un poco,
hasta el pobre se tuvo que aguantar mi desafinada voz en un par de
canciones, eso sí, no dejó de reír en ningún momento y hasta varias
canciones las cantamos a dueto, todo un espectáculo.
Después de muchas horas transcurridas en el auto, llegamos por
fin a la casa de sus padres y me doy cuenta que mi adorado novio
se quedó corto con lo que me dijo; es una belleza de vivienda,
queda en la cima de una pradera, con mucho pasto y árboles
alrededor, me imagino que también tienen un criadero de animales
porque un poco más alejada de la vivienda se ve como un estilo
granero, todo es hermoso; justo en el cobertizo de la casa, se puede
ver un par de señores a la distancia. Ambos de cabello blanco, con
tez blanca y a medida que nos vamos acercando, me percato que el
señor, que me supongo que es el papá de Liam, es quien le heredó
esos hermosos ojos que tanto amo de mi caballero encantado; Liam
me mira como esperando mi reacción y yo le coloco mi mejor
sonrisa, no quiero que sienta que estoy desencanta, aunque sí no
puedo evitar negar que me siento algo nerviosa; cuando por fin
llegamos al frente de la casa, mi amor tiene una sonrisa que no le
cabe en la cara, se ve relajado y jovial, simplemente perfecto; antes
de bajarnos del vehículo me mira y toma mi mano.

—¿Estás lista nena?


—Todo lo lista que pueda estar. — Él sonríe y nos bajamos del
carro, primero se acerca a él su madre, lo besa y lo abraza como si
fuera un bebé pequeño y luego se acerca su padre y le da un fuerte
abrazo de hombre, yo quedo un poco al lado para darles su espacio.
—Por fin te vemos cariño, te extrañaba.
—Lo sé mamá, he estado un poco…ocupado, pero ya estoy
aquí.
—Y me imagino que no estas de paso ¿verdad? Tus visitas
suelen ser rápidas.
—No mamá, esta vez planeamos quedarnos un tiempo más. —
Le dice mientras me mira de reojo, su madre captando toda la
situación suelta a Liam y se dirige a mí y yo inmediatamente me
tenso.
—Hola mi niña, mi nombre es Beth y ese señor de allá es mi
esposo Ben y ¿tú eres…?
—¡Mi novia! — Grita Liam del otro extremo del vehículo e
inmediatamente me pongo roja como una manzana, lo sé por el
cosquilleo que comienzo a sentir en mi rostro, bajo la mirada y como
es costumbre en Liam, su madre me levanta el rostro con los dedos
y me dice.
—Bienvenida a casa mi niña.
—Muchas gracias señora, mi nombre es Elizabeth, pero dígame
Liz mejor.
—Pues, un placer Liz. — Extiende su mano y yo le extiendo la
mía, y luego con una gran fuerza empuja de mí a su cuerpo y me da
un caluroso abrazo, a mí me toma desprevenida, pero no puedo
negar que se siente bien.
—Gracias por traer a mi hijo a casa, te estaré eternamente
agradecida. — Susurra a mi oído mientras me suelta y sonríe
cálidamente, miro a Liam y él camina hacia mí, me toma de la
cintura y planta un pequeño beso en mi frente y me siento más
enamorada que nunca.
—Vengan, entren a la casa, les tenemos la cena hecha.
—Gracias a dios mamá, vengo muerto de hambre.
—Hice tu comida favorita mi vida, lasaña.
—Dios mamá, siento que te amo.
—Deberías. — Ambos sonríen mientras caminamos hacia la
casa, ellos adelante y Liam y yo atrás, tomados de la mano, él me
mira con satisfacción y yo no puedo evitar sentirme orgullosa; justo
al cruzar la puerta, saltan frente a nuestras narices un par de chicas
muy coquetas, con un lindo cartel de bienvenida; una de ellas al
verlo inmediatamente suelta el cartel y se lanza a sus brazos, él la
carga y la hace volar en los aires, es pequeña y menuda, no se tiene
que hacer mucho esfuerzo, es de cabello rubio como él aunque de
ojos oscuros, pero por sus facciones imagino inmediatamente que
es Eliza, y solo sonrió alejada del bullicio, por ser hija única, no sé lo
que es eso de tratar con hermanos, así que procuro no estorbar.
—Hermano te extrañé mucho, eres malvado, ya casi no vienes a
visitarnos. — Le dice dándole un pequeño golpecito en sus
tonificados bíceps.
—Yo trabajo Eliza, no puedo venir todos los fines de semana.
—Pero aunque sea una vez al mes, no te vemos desde febrero y
mira la fecha. Ya estamos en agosto, no tienes excusa. — Levanta
la palma de mano en señal de protesta.
—Sí, sí, ya, lo siento. Trataré de venir más seguido ¿ok?
—Promételo.
—Te lo prometo hermana, por cierto, mira, te presento a mi
novia, se llama Elizabeth, pero dile Liz. — Ella me mira de arriba
abajo como si de alguien raro se tratara, pareciera como si me
hubiera crecido una segunda nariz o un tercer ojo, inmediatamente
la comodidad que tenía hace unos momentos se esfuma, aunque
sin ánimos de parecer grosera, le tiendo mi mano y le digo.
—Mucho gusto Eliza, tu hermano habla maravillas sobre ti, es un
placer conocerte al fin. — Ella mira mi mano y frunce el ceño con
disgusto.
—Un placer. — Se da la vuelta y me deja con la mano extendida
la muy… Miro a Liam y él se encoge de hombros en señal de
resignación y hasta de disculpa, toma de nuevo mi mano y nos
dirigimos al comedor, la señora Beth va dándome un pequeño
recorrido de su austera casa, es preciosa y sencilla, tiene un
comedor hermoso color caoba con sillas esculpidas con figuras de
flores en la parte superior, una sala de estar amplia frente a una
chimenea con varios muebles a su alrededor de color beige y una
distintiva silla reclinable de color rojo, la cocina es pequeña, pero
linda en su estilo y las habitaciones están arriba, me dijo que eran
tres, pero que después de la cena me las mostraba, ya por último se
dirige al patio y al verlo quedé con la boca abierta, es inmenso y
precioso, el olor a pasto y pradera golpearon mis fosas nasales e
inmediatamente quedé encantada.
—¿Te gusta mi niña? —Mi cara debe de ser un poema.
—Me fascina señora Beth, tiene una propiedad hermosa.
—Dime Beth por favor, eso de señora me hace sentir demasiado
vieja y tienes a disposiciones todo el espacio que ves, estas tierras
son de mi familia desde hace muchos años y abarcan hasta donde
la vista te deja ver y más allá.
—Todo es precioso Beth. — Ella sonríe con satisfacción.
—Bueno, es hora de comer, mi pobre hijo se encuentra muerto
de hambre. — Le dice mientras aprieta sus mejillas y yo no puedo
evitar reír, mientras él hace un puchero. Sentados todos en la mesa,
miro de reojo a la hermana de Liam y a la otra chica, se nota que
ambas son muy buenas amigas, la chica que acompaña a Eliza es
todo lo contrario a ella, con más curvas, de cabello negro a los
hombros y de ojos oscuros, por un momento creo ver que me miran,
cuchichean una con la otra y luego se ríen estruendosamente e
inmediatamente me siento incómoda nuevamente.
—Niñas, educación por favor. — Dice el señor Ben y creo que
son las únicas palabras que le escucho decir en toda la noche, ellas
sonríen y se sientan mirando al frente como todos los demás. Beth
sirvió una lasaña deliciosa, no soy muy amante a la pasta, pero no
puedo negar que esta para comerse los dedos, pasamos todo el
momento conversando, ella tenía gran interés en conocer quién era,
cómo era y lo que me gustaba, en algunos momentos Liam giraba
los ojos, pero no la puedo juzgar, si yo tuviera un hijo y él tuviera
una novia, también quisiera saber todo con respecto a ella, así que
trato de ser todo lo abierta posible, aunque omito los hechos
recientes. No quiero que piensen que soy muy problemática para
Liam.
—Me asombra que Liam se enamorara de alguien de tu estilo,
siempre lo imaginé con una chica más bohemia, más salvaje, bueno
como es él.
—¿Cómo es Mariam? — Dice Eliza señalando a su amiga, ella
se sonroja y por primera vez en toda la noche me percato que ella
es la famosa ex de Liam.
—Mama, Eliza. — Resopla Liam.
—Pues yo tampoco entiendo qué me vio Beth, para mí también
fue una sorpresa, pero digamos que fue amor a primera vista. — Yo
lo miro sonriente y él me planta un tierno beso en los labios.
—Pues si tú fuiste la elección de mi hijo es porque eras la mejor,
si de algo estoy segura, es de la sensatez de mi muchacho. — Mira
de reojo a Eliza y esta hace un puchero y se encoge de brazos.
Finalizando la noche, Beth me muestra nuestra habitación, es la
antigua habitación de Liam y veo que siempre le ha gustado la
música country, tiene muchos posters de Johnny Cash, Ray Price y
otros que no conozco.
—A mi hijo siempre le ha gustado la música, siempre fue su
vocación.
—Canta hermoso.
—¿Lo has escuchado?
—Solo hoy en el carro cuando veníamos para acá.
—Pues, deberías escucharlo en vivo y en directo de verdad eriza
la piel. — Yo sonrío y ella también lo hace justo cuando llega Liam
con las maletas.
—Bueno, los dejaré descansar, mañana es otro día, adiós mi
niña. — Dice plantando un beso en mi mejilla. Feliz noche mi vida,
te amo. — Dice abrazando fuertemente a Liam.
—Igual mamá, que descansen, te amo.
Estoy tendida en la cama agotada, pensando en que tal vez esto
no ha sido una buena idea, Beth es magnífica, pero Ben apenas me
dirigió la palabra hoy y sin hablar de los desplantes de Eliza, tal vez
lo mejor sería quedarme en un hotel y darle su espacio a Liam con
su familia.

—Ni lo sueñes. — Dice Liam saliendo del baño, con una toalla
atada a su cintura, tan solo verlo es delirante.
—¿Qué?
—Te conozco o por lo menos estoy aprendiendo a hacerlo y sé
que ahí te encuentras evaluando si deberías irte. — Abro y cierro la
boca sin poder creer que en verdad hubiera acertado en mis
pensamientos. Y no nos vamos a ir.
—No es por nada malo Liam, es solo que me siento como una
intrusa, tu papá apenas me dirigió la palabra el día de hoy y tu
hermana… — Hago un silencio y giro mis ojos y él comprende.
—Mi padre es muy reservado nena, apenas conmigo conversa y
es de vez en cuando, no siempre y mi hermana es un caso perdido.
—Ella quiere que vuelvas con su amiga, tu ex.
—Sí lo es y lo siento, debí decírtelo, por esa razón había dejado
de venir, la última vez que vine en febrero mi hermana y Mariam
organizaron un plan, Eliza se llevó a mis padres al cine mientras yo
tomaba una ducha, y cuando bajé, me encontré a Mariam semi
vestida con comida y cervezas en el refrigerador y, pues, como es
obvio, la rechacé, no estoy interesado en tener nada con ella.
—Pues ellas no piensan igual.
—Me vale un comino lo que piensen, ¿qué te hace creer que si
no tuve nada con ella cuando estaba solo, ahora que estás tú en mi
vida lo voy hacer? —Dice dirigiéndose a mí con calentura en la
mirada.
—Pues no sé, como dicen por ahí, quien persevera alcanza.
—Pues ese dicho no va conmigo. — Me mira y lentamente se
quita la toalla. ¿Te he dicho cuánto te deseo?
—Creo que hoy no. — Le digo sonriendo con picardía.
—Pues, te deseo y quiero que seas mía, ya. — Hala de mis
tobillos y se mete entre mis piernas, me da un beso, pero no un
beso casto y puro como los que me da enfrente de su familia, esta
vez era un beso cargado de puro deseo y pasión y, a pesar de que
me siento muy cansada, me dejo llevar por él, es inevitable, nos
perdemos en un profundo beso, él presionándome con su cuerpo y
yo tomándolo del cuello, por un momento él se levanta y rompemos
ese lazo íntimo que nos une, me mira como idolatrándome y yo no
poder apartar mis ojos de él.
—Quítate la ropa para mí. — Dice con esa peculiar voz ronca
cargada de promesas, yo me pongo de cuclillas en la cama y
empiezo por deshacerme de mi blusa y quedo en un pequeño
bralette de encaje negro, él se relame los labios y yo continúo el
proceso, tanteo el botón de mi pantalón y lo suelto bajando el cierre
poco a poco, me levanto sobre la cama y empiezo a bajar
lentamente mi pantalón por mis largas piernas, Liam solo me mira y
eso extrañamente me excita, cuando logro quitarme mis jeans y
paso mi mano por la comisura de ropa interior, Liam se acerca y
toma mis manos.
—Detente, eso quiero hacerlo yo, bájate de la cama. —
Lentamente me bajo de la cama, no por postergar el momento, sino
por miedo a perder el equilibrio y caer de trasero sobre el suelo,
cuando por fin estoy abajo, Liam me besa nuevamente y esta vez
eriza cada polo de mi piel y sin mediar ninguna palabra, se separa
de mí, me da la vuelta y me coloca pegada a la pared, donde reposa
uno de sus posters de Johnny Cash, comienza a darme pequeños
besos en el cuello y va bajando lentamente por mi columna, cada
beso hace temblar más y más mi cuerpo, luego siento sus manos
desabrochando los ganchos de mi bralette y al intentar quitármelo,
pasa por mis pechos y presiona mis pezones en su camino con su
dedos, yo gimo fuerte.
—Ssshhhhh nena, las paredes de acá son muy delgadas y no
queremos que todo el mundo se entere de nuestro momento, así
que no emitas ni un sonido o dejaré de tocarte ¿ok? — Susurra en
mi oído, mientras yo asiento con la cabeza, sus manos continúan su
camino hasta mis pantis y no puedo negar que deseo que me toque
ahí, justo en mi botón del placer, así que comienzo a moverme
buscando que de alguna manera sus manos traspasen la tela que lo
cubren y por fin sentir su tacto, pero en cambio a eso, Liam deja de
tocarme y continúa su camino de besos por mi columna.
—Eres perfecta, deliciosa. —Susurra mientras planta un
pequeño beso en mi trasero y luego sin esperarlo, me da una
nalgada, yo ahogo un grito no de dolor si no de deseo, vuelve hacer
lo mismo, aunque esta vez acaricia suavemente mi trasero y luego
me vuelve a dar una nalgada, yo arqueo mi espalda, mientras él
continúa ese tortuoso proceso un par de veces más.
—Liam, por favor, necesito sentirte.
—Sssshhhhh recuerda, callada o no te tocare más. — Vuelvo
asentir con la cabeza, esto parece una tortura, esta vez se deshace
de mi ropa interior y le doy gracias silenciosamente por el alivio.
—Has sido una chica muy buena ¿verdad? — Asiento con la
cabeza. Pues te daré lo que deseas. — Y sin mediar más palabras
coloca su excitación en mi camino del placer y empuja con fuerza,
yo gimo mientras él susurra en silencio en mi oído, así que tapo mi
boca con mi mano y sigo disfrutando del momento, entra y sale
repetidamente de mí, sin perder fuerza.
—¿Te gusta nena? — Asiento, no puedo destapar mi boca para
responderle porque creo que si lo hago, me van a escuchar hasta
los vecinos más lejanos, así que solo asiento y me pierdo en la
sensación de sus movimientos y cuando a ambos nos embarga el
placer, nos perdemos en una espiral de satisfacción completa. Los
dos nos encontramos ya acostados en la cama, he tomado un baño
y el agotamiento de todo el viaje y la situación ha vuelto a mí con
fuerza, todavía no estoy muy convencida de quererme quedar,
aunque por Liam estoy dispuesta a intentarlo, así que dejaré
transcurrir un par de días para tomar una decisión, la idea tampoco
es quedarme en un lugar en donde me sienta incómoda. Necesito
estar donde pueda meditar de mi situación y determinar cuál es el
siguiente paso en mi vida y bajo esos pensamientos caigo
profundamente dormida sobre el pecho de mi amado, pensando que
no hay mejor lugar que estar a su lado.
CAPÍTULO IV

Despierto con el delicioso aroma a panqueques, al abrir mis ojos,


Liam se encuentra al lado de la cama mirándome y acariciando unas
hebras de mi cabello.
—Buenos días nena.
—Buenos días amor.
—¿Dormiste bien?
—Como una niña. — Sonrío con eficiente inocencia, él planta un
beso en mis labios e inmediatamente mi pasión se enciende por él,
lo tomo por el cuello con ganas de traerlo a la cama y hacer eso que
sabemos hacer mejor, él se aleja de mí, aunque queda muy cerca
de mi boca, pasa su lengua por mis labios y se relame los suyos.
—Como que he creado un monstruo.
—Creo que nunca tendré suficiente de ti amor.
—Eso espero nena. — Ambos sonreímos. Despiértate con calma
nena, yo te espero abajo, voy a ayudar a mi mamá con el desayuno,
te amo. — Dice mientras planta un tierno beso en la punta de mi
nariz, luego de desperezarme y de vestirme, llego a la cocina, ya en
ella se encuentra Ben, quien está en el comedor sentado leyendo el
periódico, Beth está en la cocina cocinando los panqueques y Liam
está exprimiendo unas naranjas para el jugo, miro alrededor a ver si
veo a Eliza y Mariam, pero gracias a dios no están por todo el lugar.
—Buenos días. — Digo un poco apenada, no puedo sentirme
totalmente cómoda con la situación, en mi casa. Nunca tuvimos
momentos de unidad como este.
—Buenos días mi niña. — Dice Beth, mientras se dirige a mí y
me da un gran abrazo. Espero que hallan descansado bien.
—Muy bien mamá. — Dice Liam mirándome de reojo y con una
gran sonrisa en sus labios, él me quiere matar de la vergüenza, así
que antes de ponerme roja como un tomate, retiro la mirada y me
siento justo al frente de Ben, quien está inmerso leyendo la parte
deportiva del diario, justo en ese momento baja Eliza y Mariam y la
miro justo en el momento en que ella me ve y gira los ojos, en
verdad esta situación con ella es exasperante, volteo la cara y
coloco mi mejor sonrisa cuando veo que Beth se dirige hacia mí por
mi lado de la mesa con panqueques, frutas, queso, jamón y sirope.
—No sabía cómo comías los panqueques, así que traje todo lo
que se me ocurrió.
—Con frutas y sirope están más que perfectos.
—¿Tu madre te los preparaba así?
—Aaahhh no, mi nana sí.
—Ah ok, pues que los disfrutes, espero que estén a la altura de
tu nana.
—Seguro que sí Beth. — Todos sonreímos, mientras Eliza y
Mariam toman asiento en la mesa.
—Toma nena. — Dice Liam pasando un vaso de jugo y
acercándose a mí para luego darme un tierno beso en la mejilla.
Adoro esos detalles de él, me hacen sentir como el centro de su
universo.
—Gracias amor. — El desayuno transcurrió sin incidentes y
cuando todos terminamos ayudo a Beth a lavar los platos.
—¿Tu relación con tu madre fue muy mala? — Me pregunta de
manera sorpresiva.
—Pues sí un poco, se fue de casa cuando yo tenía dos años y
no supe nada de ella, prácticamente mi papá me crio — solo. Me
mira mientras se acerca a mí, me toma de las manos mientras dice.
—No debe ser fácil haberse criado sin una madre para una
señorita tan bella como tú, así que cuando necesites algo, un
consejo, cualquier cosa, no dudes en pedírmelo. — Mis ojos
amenazan con empañarse pero me repongo al momento y le sonrío
cálidamente.
—Gracias Beth, lo tendré en cuenta. — Nos damos un par de
besos y continuamos los quehaceres hogareños. Ya hemos limpiado
la cocina, la sala, el comedor y hasta el cobertizo del frente, cuando
son las 10:00 de la mañana, así que salgo a la parte trasera de la
casa y camino hasta la sombra de un inmenso árbol y me recuesto
de su tronco, aprovechando de revisar mi teléfono y mis redes
sociales, veo que tengo dos llamas perdidas de María y sonrío con
ternura cuando veo uno de sus mensajes.
“ Hola Liz ¿estás bien? Déjame saber cómo te fue con tus
suegros, cualquier cosa recuerda que acá tienes una amiga, te
quiero”.
Inmediatamente le escribo un texto manifestándole que estoy
muy bien, que sus padres son una dulzura, aunque no puedo decir
lo mismo de mi adorada cuñada, no han pasado dos minutos
cuando mi celular suena y, al contestar, escucho a María del otro
lada diciendo “ cuéntame todo”. — Paso la siguiente media hora
contándole a María lo sucedido y ella riendo como una loca
desbocada, le parece sumamente gracioso lo de Eliza y Mariam, y
dice que no le preste atención, que son solo cosas de muchachas,
así que trato de reír también con ella, aunque no sueno muy
convencida. Cuando cuelgo la llamada, me recuesto en el verde
pasto, todo es demasiado lindo, los rayos del sol medio me rosan
cuando pasan por el hermoso follaje del árbol y yo me quedo
acostada, pensando cómo diría mi padre en la inmortalidad del
cangrejo, un rato después siento un par de pasos y son los de mi
hermoso caballero, lo miro y sonrío.

—¿Estas disfrutándolo?
—Muchísimo, todo es muy hermoso acá, yo siempre quise un
lugar así, hasta una vez le rogué a mi padre que me comprara un
caballo pero nunca quiso.
—¿Te gustan los caballos nena?
—Me fascinan, me parecen un animal muy majestuoso, sencillo
y hermoso.
—Como tú.
—Bueno, yo no soy un animal, pero gracias por lo que me toca.
— Los dos reímos mientras él también se lanza al suelo pastoso
conmigo, permanecemos callados un rato uno al lado del otro,
unidos solo por nuestras manos entrelazadas.
—¿Qué piensas hacer con tu madre? No es justo que ella se
quede con todo cuando eso lo trabajó arduamente tu papá.
—No lo sé, si tan solo supiera dónde guardó la otra copia del
testamento, todo sería más fácil, pero la verdad no tengo ni idea, mi
papá podía ser tan misterioso a veces.
—¿Nunca te lo dijo?
—No, cuando me entregó mi copia me dijo que era para mí
seguridad y solo dijo que la otra copia la guardaría cerca de su
corazón.
—Mmmmmm sí, era muy raro ese suegro mío. — Y yo río a
carcajadas, si mi padre hubiera conocido a Liam, definitivamente
creo que se muere más rápido, es un chiste cruel, aunque algo
cierto. Algo se te debe ocurrir amor.
—Algo ocurrirá, lo sé, tengo un presentimiento, lo que debo
descubrir es qué será y estar atenta a cuando suceda.

—Tú puedes con todo, nena. — Dice mientras se coloca de lado


y me toma de la cintura. Eso es lo que me encanta de ti, eres una
pequeña guerrera. — Yo río como tonta y nos quedamos ahí
disfrutando del momento.
Son las doce del mediodía, estamos todos nuevamente sentados
en la mesa esperando el almuerzo, huele delicioso, Beth se acerca
a la mesa y la empieza a llenar con patatas asadas, ensalada
cocida, pollo frito y pan, todo simplemente se ve delicioso. Justo
cuando vamos a empezar a servir la comida, llegan Eliza y Mariam,
y no puedo evitar pensar si esa muchacha no tiene casa, pero no
me quiero amargar la tarde, así que volteo mis ojos y me concentro
en la comida. Como ya había predicho, todo estaba exquisito,
definitivamente Beth es muy buena en la cocina, debería tomar unas
clasecitas con ella, ya que nunca he tenido la necesidad de cocinar,
pero por su entorno familiar, me imagino que a Liam le encanta la
comida casera y yo solo deseo complacerlo. Cuando todo ya está
limpio y en su lugar, Liam me toma de la mano.

—Te tengo una sorpresa.


—¿Cuál?
—Te va a encantar. — Vamos caminando por los prados de
alrededor de la casa y veo que nos encaminamos al granero.
Cuando tenía 10 años tuve una etapa de fascinación por los
animales, me levantaba muy temprano y corría en los alrededores
de la casa buscando mariposas, lagartijas y cualquier animal que se
me pasara por el frente, mi padre me había comprado una cámara y
con ella le tomaba fotos a los animales que conseguía en el camino,
pero esas navidades mi padre me quiso dar una sorpresa. —
Cuando estamos frente a las puertas del granero, me pide que
cierre los ojos y yo lo hago obedientemente, me toma de la mano y
me guía, creo yo que hasta el centro del granero. Abre los ojos
nena. — Al abrir mis ojos, veo un hermoso caballo, de pelaje
marrón, con una crin larga, es hermoso.

—¿Lo puedo tocar?

—Claro nena. — Me acerco al animal y lo acaricio, él es


completamente pasivo. Mi padre me dio esta sorpresa a mí y ahora
yo te doy esta sorpresa a ti, te regalo a Charlie. — Lo miro con los
ojos como unos platos, me está regalando un… caballo.

—No Liam, no lo puedo aceptar, ¿qué pensará tu papá?

—Por mí está bien. Dice Ben saliendo de una parte oscura. — El


pobre Charlie necesita quien lo quiera y lo cuide y estoy seguro que
tú lo cuidarás ¿verdad?

—Claro. — Digo con mis ojos cargados de lágrimas, corro hacia


Ben y le doy un gran beso en la mejilla y luego corro hacia mi
amado y le doy un fuerte beso en sus labios, nunca había tenido a
nadie que fuera tan amoroso conmigo. Gracias amor, te prometo
que lo cuidaré.

—Sé que sí nena. — Nos dirigimos tomados de la mano cuando


veo salir a Beth por la puerta trasera de la casa.

—¿Aceptó?

—Sí mamá, sí lo hizo.

—Ay qué felicidad, ahora tendrán que venir más seguido a casa,
su casa. — Miro a Liam y ambos desbordamos de felicidad.
CAPÍTULO V

Ya han pasado siete días desde que llegamos a casa de mis


suegros, me encuentro con Liam acostada en nuestra cama,
pensando en la última semana; mi relación con Beth es buenísima,
para mi sorpresa a ella también le encanta el té, así que todos los
días en la tarde nos sentamos en el cobertizo y nos tomamos una
taza de té con un par de galletas y conversamos de nuestras vidas,
de alguna forma ella ha entrado en mi corazón y le he podido contar
gran parte de lo que ha pasado últimamente en vida. Le expliqué la
razón por la cual no había podido contarle antes y le pareció muy
lógico que yo sintiera ese miedo, gracias a dios no me juzgó y me
abrió las puertas de su casa para que me quedara todo el tiempo
que yo necesitara para, como dice ella, “Sanar”. Creo que lo mío va
más allá de eso, creo que lo que necesito es encontrar una solución,
una manera de devolver lo que es mío; aparte de eso Ben también
se ha vuelto muy comunicativo conmigo, todas las mañanas me
levanto temprano y él se levanta conmigo y juntos alimentamos a
Charlie, peinamos su pelaje y hasta nos sentamos un par de
minutos a conversar, después de haber socializado con ambos,
puedo decir que Liam se parece más a su papá; los dos son muy
sencillos, ecuánimes, claros y precisos, aunque a veces se les
escapa un par de chistes; con lo que sí no he podido hacer nada es
con mi querida cuñada, cada día es más difícil y grosera y en un par
de ocasiones ha querido confrontarme, pero yo ignoro su
prepotencia y eso la enfurece. Liam ya ha hablado con ella un par
de veces, pero le entra por un oído y le sale por el otro, es medio
frustrante.

—¿En qué piensas amor?


—En los increíbles días que he pasado a tu lado cielo, me
encanta cómo se siente estar aquí, es como estar en un verdadero
hogar.
—Podemos estar todo el tiempo que necesites nena.
—Quisiera quedarme un par de días más amor si no te molesta.
— Liam levanta las manos. A mí no me espera nadie en mi casa, el
único lugar en donde deseo estar es a tu lado, por cierto tengo una
pregunta que hacerte.
—Dime cielo.
— ¿Qué haremos cuando regresemos a casa?
—¿Cómo así? No entiendo.
—Pues que ya yo no deseo estar alejado de ti.
—Yo tampoco lo deseo. — Le digo mientras acaricio su rostro.
—Vive conmigo entonces.
—¿Qué?

—Quiero que vivas conmigo nena, quiero acostarme contigo y


levantarme a tu lado, quiero besarte en las noches, en la madrugada
y todos los días en las mañanas, no quiero ver otros ojos que no
sean los tuyos ni percibir otro aroma en mi almohada que no sea el
tuyo, quiero que hagamos una vida juntos. — Lo miro con mi típica
boca de pescado, abro y cierro, y siento que voy a llorar, no puedo
creer que me esté pidiendo eso ¿vivir juntos? Por mi cabeza nunca
había pasado vivir con nadie, ni siquiera lo había contemplado de
que pasaría en un futuro próximo, pero así como todo lo que sucede
con Liam, no puedo evitar decirle que SÍ; no importa lo que diga la
gente, ni el tiempo ni mis estúpidos traumas, solo quiero iniciar una
nueva etapa en mi vida a su lado, nos abrazamos y nos besamos
haciéndonos sentir que en verdad no hay mejor decisión que esa.
Me levanto a la mañana siguiente totalmente feliz, Liam sigue
dormido y prefiero dejarlo descansar, me cepillo los dientes y salgo
a atender a Charlie, seguro Ben ya me está esperando, pero para mi
sorpresa, Ben no está, pero Eliza sí, me quedo parada en la
escalera mirándola y ella mirándome sin emitir ni una palabra.
—Necesito hablar contigo Liz. — Quisiera mandarla a freír
espárragos, pero me controlo, no estoy en mi casa y no quiero ser
grosera con la única hija de mis suegros que me han tratado tan
bien.
—¿Y más o menos de qué deseas hablar Eliza?
—Sé que me he comportado de manera grosera contigo y sé
que lo he hecho de manera intencional, es que mi amiga Mariam fue
novia de Liam en…
—Sí, ya él me contó la historia.
—Y bueno, ella pensó que tal vez podría recuperarlo y yo
pensaba ayudarla, pero he visto cómo mi hermano se ha
comportado contigo estos últimos días, hasta te regaló su amado
caballo, nunca lo había visto actuando de esa manera, se nota que
en verdad lo tienes enamorado y yo no pretendo interferir en ese
amor, así que vengo a pedirte personalmente mis disculpas y a
brindarte mi amistad. — En verdad lo siento. — Lo dice luciendo
realmente arrepentida y yo no puedo evitar compadecerme de ella,
es solo una niña y, como todas las niñas, a veces toman malas
decisiones, me acerco a ella y le tiendo mi mano.
—Soy Liz, un placer Eliza.
—Un placer Liz. — Ese día Eliza me acompaña a atender a
Charlie y hasta logramos conversar un par de veces, es una buena
chica, va a la universidad y le encanta la música como a su
hermano, eso sí, ella no canta, pero le encanta tocar el piano y la
guitarra, se nota que son una familia artística; cuando llegamos al
comedor a desayunar, Liam me ve entrar con Eliza y se queda
literalmente con la boca abierta, yo llego hasta su lado y le planto un
beso y él entiende que todo está bien; después de comer Liam me
pregunta si deseo acompañarlo al centro y yo complacida le digo
que sí, los últimos 7 días no he salido de las tierras de mi suegra y
me caería bien un poco de civilización para variar. Vamos sentados
los dos en el carro y veo cuando Liam me mira de reojo, sé que está
pidiendo casi a gritos internos que le cuente qué pasó con Eliza, así
que lo saco de su miseria y comienzo a hablar.
—Cuando me levanté esta mañana, tu hermana me estaba
esperando para disculparse.
—¿Sí? — Dice Liam con los ojos muy abiertos.
—Pues sí, para mí también fue una sorpresa, estuve a punto de
mandarla al demonio pero aja —… me encojo de hombros en señal
de resignación. Es tu hermana, no quería quedar como la mala,
aparte es una niña y pensaba que estaba haciendo lo mejor por su
amiga.
—Sabía que Mariam la había influenciado de cierta manera, mi
hermana no es así, por lo general es dulce, aunque no te niego que
es muy malcriada.
—Pues, me acompañó a atender a Charlie y conversamos, y vi
esa parte tierna de la cual hablas.
—Sí, dale una oportunidad nena, si ella se acercó a ti es porque
se dio cuenta de que cometió una equivocación.

—Lo sé amor y por ti cualquier cosa.


Pasamos el día caminando en los centros comerciales de
Kansas City, visitamos muchas tiendas, hasta me pude dar el gusto
de comprar varias cosas, entre ellas, un sencillo pero hermoso
collar, con piedras en un espectacular color azul marino, lo vi e
inmediatamente pensé que a Beth se le vería increíble, se lo
regalaré como agradecimiento por todos estos días que me ha
tenido en su hogar, Liam también compró un par de cosas, entre
esas un hermoso brazalete con un corazón rosa en el medio y un
monto de piedras alrededor, es sencillo y hermoso, el cual me
regaló, prometí agradecerle cuando llegáramos a casa con una
sonrisa malévola e inmediatamente nuestros cuerpos se
despertaron, a partir de ese momento mantener concentrado a Liam
en otra cosa fue difícil, pero la pasamos magníficamente bien,
cuando disponemos a irnos a casa, pasamos por el estacionamiento
del centro comercial, yo entro al vehículo mientras Liam mete
nuestras bolsas atrás y cuando cierra la maleta y se dirige al puesto
del piloto, pasa un grupo de chicas y chicos en donde visualizo que
está Mariam, aunque no veo a Eliza por ningún lugar, el grupo
entero se acerca a Liam y unos lo abrazan, otros estrechan su
mano, aunque su ex se mantiene al margen de todas esas
cordialidades y cuando por fin logra entrar al vehículo, solo me dice.
—Jum, chicos. — Los dos reímos e ignoramos el hecho. Al llegar
a la casa, Beth nos pregunta cómo nos fue y rápidamente saco de
entre mis cosas el collar, el cual le compré; deseaba dárselo más
tarde, pero no pude aguantar la tentación; su cara fue un poema,
hasta lloró y me dio las gracias con un tremendo abrazo y yo me uní
a sus emociones, es una señora muy agradable; cuando por fin mi
amado y yo llegamos a la habitación, dejó las bolsas en una
esquina, mientras Liam se sienta en la cama y se quita sus zapatos
y la franela, al mirar su torso desnudo, no puedo evitar colocarme
detrás de él y masajear sus hombros, él estira su cuello de lado a
lado y yo caigo en la tentación de pasar mi lengua por su cuello,
Liam gruñe y yo me enciendo inmediatamente.
—Ven acá nena, arrodíllate frente a mí. — Hago caso a lo que
me dice. Quítame el pantalón. — Sin pensarlo en ningún momento y
casi de manera robótica, estiro mis manos, desabrocho y jalo el
pantalón, trayéndome su ropa interior en el paso, noto cómo su
excitación está lista para mí y la mía empieza a subir a niveles que
no conocía, relamo mis labios y me acerco a él, él abre sus piernas
para recibirme y yo sonrío con perversión, tomo su erección entre
mis manos y lo coloco lentamente en mi boca, su cabeza se hecha
hacia atrás y su respiración se agita y como sé que le gusta, no
puedo parar de saborearlo, lo saco y lo meto suavemente y paso mi
lengua alrededor de su punta, pruebo las dulces gotas de su placer
y sigo succionando sin parar, él gruñe y cuando creo que va llegar al
clímax, me levanta de los brazos, me tira en la cama y se coloca
encima de mí y sin ningún aviso me penetra con fuerza, yo gimo
mientras él pone su mano en mi boca.
—Ssshhhh nena, esto será rápido. — Entra y sale de mí con
impulso y yo solo puedo arquear mi espalda para soportar el placer,
cuando siento que voy a terminar arrollada por mi orgasmo, él para
y yo hago un puchero.
—Liam, por favor sigue. — Él sale de mí y mi cuerpo se
estremece.
—Ven. — Se acuesta en la cama y me coloca encima de él y sin
necesidad de que diga nada más, coloco mis manos en su pecho y
empiezo a moverme, mientras él me toma de las caderas para
controlar el ritmo, alza su cabeza y toma uno de mis pechos con su
boca y yo sigo moviéndome, aunque esta vez con más fuerza, él
hace el mismo proceso con mi otro pecho y cuando creo que ya no
podemos más, ambos nos perdemos en un orgasmo balbuceando
nuestros nombres. Abro mis ojos y estoy acostada en el pecho de
Liam, su respiración agitada se va calmando de a poco y yo suspiro
con eficiencia, esta vez fui yo la que tuvo el control y me salió muy
bien, él acaricia mi espalda y yo planto pequeño besos en su
pequeño y lo siento sonreír.
—No sabía que podías ser tan buena en… eso amor.
—Bueno hay cosas que todavía no sabes de mí. — Sonrió
sigilosamente.
—Pues, me encantará descubrir cada habilidad que tengas.

—Y son muchas te informo. — Los dos reímos y caemos en un


profundo sueño sin movernos ni un milímetro el uno del otro.
Ya han pasado 12 días y todo ha ido viento en popa, Beth sigue
siendo una dulzura, Ben y yo hemos afianzado más nuestro lazo,
gracias a Charlie e increíblemente Eliza y yo nos hemos llevado
mejor. Hasta el día de ayer fuimos de compra juntas y me sentí muy
a gusto con ella, he pasado mis días pensativa, no he podido dejar
de pensar en mi papá, si supiera lo que está haciendo Isabella, de
seguro otro gallo cantara, pero yo me siento atada de mano, sin
contar que ya me hubiera sacado en cara lo de Sam, a él nunca le
cayó bien esa chica y tristemente no se equivocaba. En el
transcurso de estos días también he hablado mucho con María, está
muy contenta con todas estas nuevas y buenas situaciones que me
rodean, me comentó que ya había puesto la seguridad necesaria
para Noah en la casa y que me estaba esperando con ansias; la
pobre se siente algo sola, le hago saber que en tres días estaré en
la casa y que estaremos ella y yo solas para ponernos al día y
siento cómo a través del teléfono sonríe, todavía no le he querido
comentar que Liam y yo vamos a vivir juntos y que hemos decidido
rentar su apartamento y vivir en mi casa; es más grande, más
céntrica y entraremos todos con facilidad, porque ninguno de los dos
tiene la intención de mantener a María excluida de nosotros, nos
sentimos como una gran familia. A pesar de todo, estos cambios
que he sufrido no han caído del todo mal a mi vida personal, me
siento más feliz y más tranquila, solo me sentiré completa cuando
descubra qué haré con la hermosa familia que me tocó, frunzo el
ceño, aunque lo suavizo cuando veo que Liam se dirige a mí.

—Voy a tener que plantarte un árbol igual a este en el fondo de


tu casa. — Sonríe.
—De nuestra casa querrás decir.
—Pues sí, no me acostumbro a que viviré en ese lugar contigo.
— Lo miro con sorpresa.
—¿Te estás arrepintiendo?
—No, claro que no, ¿estás loca? Es solo que nunca había
podido costear un lugar tan costoso, pero prometo buscar un mejor
trabajo para… — Coloco mi dedo en sus labios en señal de que
guarde silencio.
—¿Te gusta tu trabajo?
—Me encanta.
—Pues consérvalo, mi casa es propia, Marcos me la regaló
cuando empecé a trabajar con él, debido a la cercanía del trabajo,
yo solo debo pagar los servicios y pues, lo haré sin problemas, así
que tranquilo, con lo que tú puedas aportar será más que suficiente.
— Él achica sus ojos, frunce el ceño y hasta hace un pequeño
puchero y yo no puedo evitar sonreír.
—Cuando lleguemos a NUESTRA CASA quiero que nos
sentemos a decidir quién pagará qué, no pretendo ser un
mantenido. —Yo río a carcajadas y asiento con la cabeza, no
pretendo discutir con él. Son aproximadamente las 4:00 de la tarde y
estoy sentada con Beth tomándonos nuestras respectivas tazas de
té, cuando de repente veo venir a Eliza.
—¿Es verdad que se van el domingo?
—Si Eli, es que tengo cosas que hacer en casa. — Le digo con
dulzura
—Pero yo deseaba pasar más tiempo con ustedes. — Hace un
puchero y mira al piso, yo me levanto, dejo la taza de té a un lado y
la abrazo.
—Te prometo que vendremos más seguido, recuerda que tengo
a Charlie y le hice una promesa a tus padres y a tu hermano de
cuidarlo.
—¿Lo prometes?

—Te lo prometo y cuando no podamos venir, tú puedes ir a


nuestra casa cuando quieras Eli, mi casa es tu casa. — Sonrío
viendo a Beth ya que estoy citando las mismas palabras que ella me
dijo con gran dulzura cuando me conoció, Eliza me abraza fuerte y
yo le doy un beso en la mejilla, cada uno de los familiares de Liam
se ha ganado un espacio inmenso en mi corazón. Al irme esos
pedazos quedarán con ellos hasta que volvamos a estar juntos y
estoy segura de que será pronto; Eliza se suma a Beth y a mí a
nuestra tarde de té y las tres conversamos de todo un poco hasta
que cae el anochecer.
CAPÍTULO VI

Es el día 14, Liam y yo hemos decidido irnos al otro día después


del desayuno, Beth ha estado muy sentimental y Eliza también, las 3
hemos sido muy unidas los últimos días y eso me ha gustado
mucho, ya que como hija única y sin madre, no he tenido la
oportunidad de tener ese tipo de convivencias y definitivamente me
han encantado. Ben también ha estado un poco triste, pero me
prometió que se haría cargo de Charlie hasta que yo regresara e
inmediatamente me siento tranquila porque yo sé que está
quedando en las mejores manos y pues, mi caballero de ojos azules
ha estado encantado, Él siempre estuvo seguro de que su familia y
yo nos llevaríamos bien, pero nunca imagino que nos uniríamos
tanto en tampoco tiempo, aunque por supuesto, de su boca no ha
salido ninguna queja. El día de hoy Liam me ha invitado a una cita y
yo estoy feliz, fui temprano con Eliza al centro comercial y me
compré un hermoso vestido corto, ajustado al cuerpo, de color rojo,
con un profundo escote en la espalda y unos pequeños tiritos, es
muy provocativo y sé que a Liam le va a encantar unas sandalias
negras con decoraciones hasta los tobillos, aproveché de arreglar el
cabello, mis manos y mis pies, es decir, que Eliza y yo pasamos
todo el día dándonos cariño; cuando llegamos a la casa, subo rápido
al cuarto, ya son las 6:00, una hora antes de la cita de Liam, ya que
no quiero hacerlo esperar. Él se encuentra en casa de un amigo
arreglándose para luego venir por mí, es demasiado romántico; me
estoy maquillando cuando escucho la bocina del vehículo de Liam e
inmediatamente el corazón se me acelera, creo que nunca había
tenido una cita y mucho menos con un hombre que amara tanto, me
miro otra vez al espejo, compruebo que todo esté en su lugar y
salgo a su encuentro bajo las escaleras, Liam se encuentra en la
puerta del lado de dentro, con un hermoso ramo de flores rojas,
vestido con un pantalón de vestir negro y una camisa del color de
sus ojos, se ve hermoso, cuando él me ve, su boca se abre mientras
Eliza empieza a dar brinquitos y aplausos. Beth solloza en el
hombro de Ben, Eliza me da un fuerte abrazo, cuando llego al final
de la escalera y Beth también, me abraza y me dice que estoy
hermosa, pero mi caballero no ha dicho ni una palabra, se acerca a
mí, acaricia mi mejilla y me da un hermoso beso.

—Estás preciosa nena, me has dejado sin aliento.


—Gracias amor, todo lo hice por ti. — Llevo mi hermoso vestido
rojo, con mis sandalias negras y el cabello suelto en ondas y un
maquillaje básico con los labios rojos, sonrío de satisfacción al ver
que causo el efecto que esperaba.
—¿Estás lista? — Asiento con la cabeza, mientras él me ofrece
su brazo y le dice a su madre que no nos espere despierta, todos
nos despiden en el cobertizo mientras Liam y yo entramos al auto y
arrancamos a iniciar nuestra magnífica cita. Por el camino nos
vamos riendo, en verdad no esperé esa reacción de todos en casa,
pareciera que me estuviera casando con Liam o, en su defecto,
fuera a mi baile de graduación. Lo que falto fue que sacaran las
cámaras, aunque podría jurar que vi por hay un flash, pero me
olvido de eso y me concentro en la noche que mi amor me ofrece.
La primera parada es un restaurante y doy gracias a dios
silenciosamente, con tanto correr de hoy, solo me dio chance de
comer una pequeña dona con una gaseosa y a estas alturas en
verdad siento que muero de hambre. El restaurante se ve que es
ostentoso, hay mucha gente de traje y en vestidos elegantes, Liam
entra y anuncia que tenemos reservación con el anfitrión de la
entrada, él nos ubica un mesonero, quien nos lleva a nuestra mesa,
hacemos nuestro pedido y mientras esperamos, nos tomamos una
copa de vino tinto, elección de mi caballero encantado, estamos
amenamente conversando cuando llega la comida, todo se ve
delicioso, Liam levanta su copa en señal de un brindis y yo levanto
la mía también.
—Brindo por la casualidad más feliz del mundo, el haberte
conocido en ese Bar y brindo por esta nueva etapa que estamos
viviendo juntos, no hay hombre más feliz en este mundo que yo, te
amo para siempre, ¡salud!
—Y yo te amo para siempre también, ¡salud! — Ambos reímos y
disfrutamos de nuestros platos, todo está delicioso y quedamos
totalmente llenos, pero cuando el mesonero viene con un par de
soufflé, cortesía de la casa, Liam y yo nos miramos la cara y no
podemos evitar comerlo también; son las 9:00 de la noche y Liam
quiere que ahora vayamos a un lugar a tomarnos un par de tragos y
yo feliz de acompañarlo, yo no tomo mucho, pero si eso es lo que él
quiere hacer, no le veo nada de malo. Nos detenemos para entrar a
un pequeño bar, todo es de madera y hasta tiene karaoke, nos
sentamos en una pequeña mesa y una linda mesera nos atiende,
pedimos un par de tragos mientras escuchamos a algunos
principiantes que se apoderaron de la consola de karaoke, Liam y yo
reímos y aplaudimos con ganas de darles ánimo, pero los pobres
necesitan una clase urgente de canto o por lo menos un amigo fiel
que le diga la verdad sobre su voz, seguimos tarareando las
canciones cuando de repente la camarera se acerca con unos
tragos y los coloca en la mesa, yo la miro y le notifico que nosotros
todavía no habíamos pedido otra ronda, que se equivocó de mesa,
pero ella me responde que fue un regalo y señala una mesa que se
encuentra como a 5 mesas de distancia, cuando enfocamos bien la
lista, veo que el dicho regalo es de la queridísima ex de Liam, desde
que Eliza y yo habíamos hecho las paces no la vi más en la casa y
en realidad la había borrado de mis recuerdos, yo miro a Liam y giro
mis ojos mientras él sonríe, se toma el licor de un trago y levanta el
vaso en señal de agradecimiento, yo sí me rehúso a tomarme el
trago, así que lo ignoro y lo dejo arriba de la mesa; ya son alrededor
de la 1:00 de la mañana, me duele el estómago de tanto reír y me
encuentro muy cansada, de tan solo pensar en las 16 horas de viaje
que nos esperan, me duele el cuerpo y me da escalofrío, Liam se
encuentra ya muy ebrio y de seguro me toca manejar a casa, así
que no quiero esperar hasta más tarde.
—Amor, vámonos a casa ya es tarde y mañana nos espera un
largo viaje.
—¿Estás segura que te quieres ir nena —?, es que yo la estoy
pasando genial.
—Yo también, pero creo que es la hora. — Él mira su reloj y se
nota cuán mareado está, ya que su cabeza se mueve para todos
lados.
—Ok nena, voy al baño y nos vamos.
—¿Quieres que te acompañe?
—No, a menos que quieras ponerte creativa. — Me mira con
ojos de deseo y yo solo puedo decir su nombre de manera chillona,
él se levanta y veo cómo desaparece de mis ojos en busca del
baño; llevo sentada, sola, alrededor de 15 minutos y Liam nada que
aparece, ya me tiene preocupada ¿será que se desmayó en el
baño? Atajo a una camarera y le pregunto dónde queda el baño, ella
me da las respectivas señalizaciones y salgo en busca de mi novio,
cuando llego, la fila del baño de hombres es inmensa; un par de
ellos se encuentra dándole golpes a la puerta y a mí
inmediatamente se me acelera al corazón ¿será que le habrá
pasado algo ahí adentro? Empiezo a tocar desesperadamente la
puerta y nadie contesta, así que corro hacia la barra y le pregunto al
bartender si no tiene llave del baño, ya que pienso que a mi novio le
ha pasado algo, él se dirige conmigo al baño y abre la puerta con su
llave maestra y justo en ese momento vi lo que nunca pensé que
vería, Liam semi vestido y Mariam arreglándose también la ropa, los
miro de manera alternada y no puedo creer lo que mis ojos ven, así
que doy la vuelta y me dispongo a salir del lugar, Liam corre a
tropezones detrás de mí, grita mi nombre, pero yo no quiero
escucharlo, cuando llego a la acera busco inmediatamente un taxi,
mientras él, que un día fue mi novio, grita que no es lo que pienso,
¿no es lo que pienso? — Me regreso con rabia y planto en su mejilla
una tremenda cachetada.
—Me engañaste Liam, mírate, ni siquiera tienes los botones de
tu camisa abrochados, así que no me digas que no es lo que pienso
porque sé exactamente lo que vi.
—No es así Liz, déjame explicártelo.
—No necesito que me expliques nada y quiero que te quede
claro, te quiero lejos de mí y lejos de mi vida.
—No hagas esto Liz, por favor escúchame.
—¡Aléjate de mí —! Le grito mientras paro un taxi y le pido que
arranque a toda velocidad; mis ojos van llenos de lágrimas, mi
corazón esta acelerado, no puedo creer que Liam me haya hecho
esto. Todas las veces que me prometió amor eran mentiras, puras
mentiras, lloro, lloro y lloro hasta que llego a la casa, para mi
sorpresa Eliza está afuera y corre hacia el taxi para abrir la puerta.
—Liz, ¿qué paso?
—¿Podrías por favor pagarle al taxi? Es que dejé mi bolso en el
carro.
—Claro. — Le lanza un billete y le dice que se quede con el
cambio, cuando me encuentro fuera del taxi recuerdo todo el
momento con claridad y caigo al piso mientras lloro entre mis
manos; de alguna manera Eliza logró llevarme a la habitación,
aunque no he parado de llorar en la cama y Eliza no entiende nada;
ella me estaba esperando afuera porque su hermano la llamó
diciéndole que iba para allá, que por favor me recibiera; pasan unos
minutos cuando puedo dejar de llorar y logro contarle con lujos y
detalles lo sucedido a Eliza, ella no lo puede creer y a estas alturas
yo mucho menos, aunque no pongo en duda lo que vi, así que
agarro fuerzas de donde no las tengo, tomo mi maleta y empiezo a
llenarlas con todas mis cosas, solo deseo salir de ahí antes de que
llegue Liam, no lo quiero volver a ver más nunca en mi vida, pero
mis esfuerzos son en vano, justo cuando estoy buscando el primer
vuelo que salga de Kansas City tocan a la puerta e inmediatamente
Eliza sale, abre la puerta y le planta tremenda cachetada a Liam.
—Jamás te voy a perdonar esto hermano, eres de lo peor. —
Eliza corre a su cuarto y cierra la puerta mientras Liam se queda en
el lumbral de lo que alguna vez fue nuestra habitación con la cabeza
baja, sin emitir ni una palabra, no puedo mentir, se ve terrible, pero
lo ignoro totalmente, si yo lo hubiera engañado y me hubieran
descubierto, creo que me vería igual, todos los infieles se deben de
ver así de destrozados después que los descubren ¿verdad? Así
que sigo buscando mi vuelo, tengo que salir de ahí lo más rápido
posible.
—¿Te vas?
—¿Tú qué crees?
—¿No me dejarás explicarte?
—No necesito que me explique nada, sé lo que vi o ¿es que me
vas a salir con el cuento de que ella te violó?, ay pobrecito. —Digo
con el mayor sarcasmo posible.
—Te juro que no sucedió nada.
—Pues no te creo, fuiste tú quien me dijo que debíamos
aprender a confiar y a comunicarnos para que esta relación
funcionara, pero ya yo jamás podré volver a confiar en ti ¡Jamás! Así
que pienso irme a primera hora de la mañana y solo te pido que te
mantengas alejado de mí.
—Pero… yo te amo.

—¡Ja! Tú no amas a nadie Liam y te aseguro que yo ya tampoco


te amo. — Levanta su rostro y veo sus ojos enrojecidos, él esta…
llorando, pero no me permito caer en ese momento de debilidad, así
que tomo mis maletas bajo las escaleras mientras llamo un Huber,
debo salir de ahí lo más rápido posible porque no sé cuánto más
pueda aguantar sin desmoronarme; 15 minutos después llega el
taxi, miro a mi alrededor y recuerdo lo feliz que fui hace un par de
días atrás en ese lugar, mis ojos se vuelven a llenar de lágrimas
mientras guardo las maletas, me da un pesar inmenso no haberme
podido despedir de Beth y Ben, pero cuando esté mejor los llamaré
y les explicaré la razón por la cual me estoy yendo de esta forma,
doy un último vistazo y veo a Liam parado en la puerta principal, mi
corazón se parte en pedazos cuando entro al taxi, cierro la puerta y
éste arranca y no puedo evitar pensar que nuestra historia de amor
se acabó.
CAPÍTULO VII

Llego a casa totalmente agotada, al llegar al aeropuerto llamé a


María y le conté todo lo sucedido, así que hay estaba la pobre con
sus brazos abiertos, cuando bajo del taxi, corro a sus brazos y lloro
como había querido llorar desde hace horas, ella me ayuda a entrar
y me coloca en uno de mis preciosos muebles de sala.
—Pero ¿qué paso Liz? Si todo iba tan bien, te escuchabas tan
feliz.
—Era feliz María, en verdad lo era, pensé que por fin era mi
momento de ser feliz, que ya por fin me tocaba, pero no para sufrir
una desilusión más. — Rompo a llorar de nuevo mientras me
recuesto sobre uno de mis cojines.
—Ay amiga, quisiera tener las palabras exactas para hacerte
sentir bien, pero no las tengo, solo te puedo ofrecer mi hombro para
que llores todo lo que quieras y cuando todo esto pase, te aseguro
que yo seguiré aquí. — Y esas simples palabras hacen que mis
lágrimas pasen de un río a un océano ¿por qué me tiene que
suceder esto a mí? ¿acaso no he pasado por suficiente? Pues al
parecer no; cuando puedo gesticular una frase coherente pregunto
por Noah, no lo he visto desde que llegué.
—Pues resulta ser que una amiga vive por acá cerca, se casó
con un reconocido abogado y cuando supe de tu condición, le pedí
que por favor me cuidara a Noah por un par de horas mientras yo
cuidaba de ti. Por cierto, tengo un recado que darte, pero no sé si
sea el momento correcto.
—Cualquier cosa que me haga olvidar a Liam y a Mariam, en un
baño, semi vestidos es oportuno y correcto, así que dime.

—Bueno te ha llamado un par de veces una señora que se llama


Edna, ¿ sabes quién es?
—Sí claro, es la enfermera que cuidaba a mi padre.
—Bueno, ella me pidió amablemente que cuando regresaras te
comunicaras con ella, que necesitaba hablar contigo de algo muy
importante.
—Mmmmm seguro le quedé debiendo algo, no recuerdo haberle
pagado el último mes, gracias María.
—De nada Liz, arriba tienes preparada la bañera, yo regreso en
un ratito, tengo que ir — a buscar a Noah ¿estarás bien?
—Sí, estaré bien, me meteré en la bañera y descansaré y por
favor si por casualidad te llama Liam no le contestes ¿sí?

—Tranquila, no lo haré.
Ha llegado la noche y me encuentro sola en mi cama, miro mi
reloj de mesa y veo que son las 2:00 de la mañana y no he podido
pegar un ojo; cada vez que los cierro, la imagen de Liam y Mariam
se cierne sobre mí y empiezo a sentirme un poco claustrofóbica, no
he dejado de llorar tampoco y bocado no me pasa; toda esta
situación es demasiado dolorosa para mí; obviamente, en mi celular
tengo llamadas perdidas de Beth y Eliza, pero todavía no me siento
preparada para responderles, primero debo organizarme ¿Qué hare
ahora sin Liam? Es una pregunta más que se suma a la ahora larga
lista y mientras mi mente maquina qué debo hacer, el cansancio
vence a mi cuerpo y caigo en un profundo sueño lleno de pesadillas.
María trata de levantarme a las 8:00 de la mañana para que
desayune con ellos, pero no deseo ni abrir los ojos ni levantarme de
la cama, así que la despacho con la mano, a la una de la tarde trata
de darme mi almuerzo, pero no tengo hambre, solo quiero dormir,
así que la vuelvo a despachar, a las 7:00 de la noche se acerca a mi
cama.

—Liz por dios, tienes que comer algo, creo que a nadie nos sirve
que te mueras de hambre.
—Es que no tengo hambre.
—Por favor, un pequeño bocado, Noah y yo estamos
preocupados por ti, hazlo por — nosotros. Miro sus ojos de
preocupación y soy incapaz de dejarla así, por lo tanto me siento en
la cama y le pregunto si puede traerme la comida a la cama y ella
con una sonrisa asiente con la cabeza, la escucho correr por las
escaleras y luego de un par de minutos subir con la bandeja.
—Te he hecho pollo a la plancha y puré de patatas y en el vaso
está tu gaseosa favorita, espero que te guste.
—Gracias María, no sé qué haría sin ti. Liam no ha…
—No Liz, no lo ha hecho.
—Gracias María. — Como de a poco solo por complacer a María
y en verdad todo está delicioso, dejo la mitad del puré y la mitad del
pollo, pero María se ve complacida, así que me quedo un poco
calmada en ese aspecto.
—La señora Edna volvió a llamar ¿quieres que le diga algo para
la próxima ocasión?
—Ya la llamo, no te preocupes por eso, ¿todo bien con Noah?
—Excelente, pero como que se quiere convertir en pescado
porque no quiere salir de la piscina. — Ella ríe mientras yo la
acompaño con una tenue sonrisa.
—Bueno Liz, si quieres seguir durmiendo hazlo, pero recuerda,
todo saldrá bien ¿sí?
—Está bien María, que pases una feliz noche.
—Igual tu Liz. — Dice mientras cierra la puerta, llamo a Edna,
algo extraño está sucediendo y quiero saber qué es, no es normal
en ella con tanta insistencia.
—Hola Edna, es Liz ¿Cómo estás?
—No muy bien señorita. — Susurran del otro lado.
—¿Qué sucede Edna? Creo que te debo el mes pasado, pero es
que he estado ocupada con algunos problemas… personales y por
eso se me ha pasado, pero mañana a primera hora lo hago ¿sí?
—No me he tratado de comunicar con usted por eso señorita.
—¿Y qué sucede? ¿Necesitas ayuda con algo?
—No señorita, necesito encontrarme con usted en persona, es
realmente grave lo que le tengo que decir.
— Pero dime Edna ¿Qué pasa? Me asustas. — Hacen un breve
silencio del otro lado del teléfono y luego dicen.
—Tu padre fue envenenado.
—¿Cómo?
Continuará…
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