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¿CÓMO VIVIR EN SANTIDAD?

Base Bíblica: Hebreos: 12:14 NVI


Base Bíblica: Hebreos 12:14 NVI

INTRODUCCIÓN.
Sabemos que ser santos es ser: Apartados, consagrados, dedicados y separados
exclusivamente al servicio de Dios.

Así entonces comprendemos que la santidad tiene que ser un estilo de vida
para que Dios se agrade de nosotros.

Además, ser santos es un requerimiento de nuestro Señor. 1ra de Pedro 1:14-


16 NVI dice: “Como hijos obedientes, no se amolden a los malos deseos que
tenían antes, cuando vivían en la ignorancia. Más bien, sean ustedes santos
en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó; pues está
escrito: «Sean santos, porque yo soy santo”.

Entonces, podemos decir que, la santidad no es una opción, sino un mandato


del Señor.

¿Qué necesitamos entonces para vivir en santidad?

1. ANDAR CONFORME AL ESPÍRITU DE DIOS.


a) La palabra de Dios nos dice que la santidad es un caminar con Dios día a
día, y para eso se requiere vencer los deseos de nuestra carne. Gálatas 5:16
RV60 dice: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de
la carne”.

Los deseos de nuestra carne nos apartan de la vida del Espíritu cuando
tratamos de satisfacerlos, ya que estos se oponen a la santidad.

b) Para vencer los deseos de nuestra carne hay que someternos a la vida del
Espíritu.

Esto se logra, cuando nos despojamos del viejo hombre y nos revestimos de la
nueva naturaleza creada según Dios.
Pablo escribió a los Efesios diciendo: “En cuanto a la pasada manera de
vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos
engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo
hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios
4:22-24 NVI).

Cuando el cristiano no se reviste de esta nueva naturaleza lo que hace es


alejarse de Dios y el ideal es que viva en santidad para su Señor y Salvador.

2. USAR LOS MEDIOS CORRECTOS.


Aunque la santidad es algo que viene de Dios, se necesita poner de nuestra
parte para mantenerse en ella.

Para eso Dios ha establecido medios por los cuales podemos ir creciendo en
santidad.

Veamos aquí algunos de ellos:

a) Las sagradas escrituras. Juan 17:17 RV60 dice: “Santifícalos en tu verdad;


tu palabra es verdad”.

La manera de ser santificados por la palabra es leyéndola, escudriñándola y


aplicándola a nuestra vida diaria.

Por eso el salmista David decía: “En mi corazón he guardado tus dichos,
para no pecar contra ti” (Salmos 119:11 RV60).

b) Los hábitos espirituales.

Cuando hablamos de hábitos espirituales nos estamos refiriendo a la oración,


al ayuno, la práctica del dar, el testificar de Cristo, el congregarnos, el vestir,
entre otros, los cuales deben ser practicados con toda devoción y constancia,
pues sólo así podemos crecer y mantenernos en santidad.

Recordemos que el apóstol Pedro exhortó a los hermanos a “ser santos en


toda vuestra manera de vivir” (2da de Pedro 1:15 RV60).

3. LA SANTIDAD, UN REQUERIMIENTO PARA ENCONTRARNOS


CON NUESTRO SEÑOR.
a) La santidad es clave para encontrarnos con nuestro Salvador.

Por ello el escritor a los Hebreos nos dice: “Busquen la paz con todos, y la
santidad, sin la cual nadie verá al Señor”.

Si anhelamos estar con el Señor, debemos vivir en santidad pues sin ella nadie
le verá.

b) La santidad nos hace caminar y perseverar en ella hasta nuestra redención


total.

Al respecto el apóstol Juan dice: “Queridos hermanos, ahora somos hijos de


Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos,
sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo
veremos tal como él es. Todo el que tiene esta esperanza en Cristo (de ser
como él y ver cómo es él) se purifica así mismo, así como él es puro” (1ra de
Juan 3:2-3 NVI).

Nada sería más desconsolante que habiendo conocido a nuestro Salvador, no


podamos llegar a ser como Él.

Por eso, si tenemos la esperanza de verlo tal como Él es, santifiquémonos cada
día.

CONCLUSIÓN.
La santidad en la vida del creyente es de vital importancia.
Sin ella estamos perdidos.
Debemos procurar cada día ser santos porque el que nos llamó es santo.
El ideal del Señor es que fuimos llamados de la inmundicia para ser
santificados por su gracia y Espíritu.
Si caminamos en santidad, llegaremos hacer semejantes a Él y le veremos cara
a cara tal como Él es.

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