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Ivoire, primo Omega del líder de la manada, se había encerrado dentro

de sí mismo. Abandonado y solo, el cachorro que llevaba necesitaba un


santuario.
No hay mucho que el Alfa Lewis pudiera hacer acerca de la situación
de Ivoire, salvo reventarle la cabeza y hacerle pagar al bastardo
responsable. Y - mientras que él está lejos - el joven Omega se 2
encuentra a salvo en manos de Zachariah, un Alfa viudo que le había
dado la espalda al resto del mundo.
Zachariah es todo lo que necesita Ivoire, e Ivoire es más de lo que
Zachariah pensó que volvería a tener alguna vez, pero nada bueno se
obtiene respetando las reglas del juego...
Lobos Omega 2
3

Sano y Salvo
Capítulo 1

Zachariah
4
Los aullidos de los lobos se escucharon en la noche, tan fuerte que
hicieron resonar el aire, y casi le cuestan a Zachariah su pierna derecha.
Se las arregló - apenas - para hacer oscilar el hacha ampliamente y
desviar la hoja en el costado de su granero astillándolo con el golpe. El
golpe resonó a través de su antebrazo e hizo hormiguear su piel.
Zachariah fulminó con la mirada primero el hacha y luego a la fuente
del alboroto. Los que causaban tanto revuelo tenían que ser ejecutores
de la manada del Lago Wasp.
¡Ejecutores, ja! Un nombre muy bueno y elegante para un grupo de
matones que aplicaban la ley como mejor les convenía. Ellos no eran tan
malos cuando sólo había uno o dos, pero con tres o más actuaban como
mafiosos dementes.
De vez en cuando trataban de reclutar a Zachariah. A ellos les gustaba
su tamaño, su estado alfa, y su estoicismo. Hubiera sido mejor que se
ahorraran el aliento. No quería tener nada que ver con ellos. Ni con
cualquier lobo, y por buenas razones. Vivía en el mismo borde de los
límites de la manada, y se mantenía aislado. Sus problemas no eran de
su incumbencia.
Aún así, a menos que se metiera algodón en las orejas no podía dejar
de oír a los lobos aullar y ladrar, y aunque no estaba en forma de lobo
podía entender su mensaje.
¡Cazar! ¡Oler! ¿Oler aquí? ¿Oler allí?
Ningún olor aquí. Lo queremos, lo queremos. ¿Por el sendero del lago? 5
Debe encontrarlo, debe encontrarlo. Huele bien, lo quiero --
¡Lo quiero, lo quiero, sí! Atrápenlo.
Zachariah rodó los ojos. Por lo tanto pensaban acoplarse, y tenían un
Omega en su punto de mira. Demasiado malo para el Omega, pero
quienquiera que fuese, parecía lo suficientemente inteligente como para
conducir a los ejecutores en una persecución difícil.
Buena suerte.
Se encogió de hombros, sabiendo que pasarían a través de su tierra y
se alejarían pronto. Frunció el seño mirando el hacha hundida en el muro
de su granja. Tirando, liberarla fue relativamente fácil, pero el agujero
que dejó atrás sería una mierda repararlo. Miró las astillas con una burla
sombría, preguntándose si el Alfa oiría una demanda de restitución. Era
un hombre joven, el nuevo Alfa de la manada, y supuestamente era
justo.
Tal vez era así. Pero lo creería cuando lo viera.
Dejó caer su hacha en el tajo1 para dejarla fuera del camino de forma
segura. Al igual que el muro de la granja, cedió con demasiada facilidad.
Él no había construido ni la cabaña ni el granero. Se los había comprado
a un Alfa que se fue hacia el norte para unirse a una manada de Barrow.
Debe haber estado bien en su momento. Bien cuidada.
Lamentablemente. Él no era un hombre o lobo que pudiera cuidar 6
nada. ¿Cómo podría, cuando su corazón había muerto el día que su
compañero y sus crías lo hicieron?
Podría ser mejor derribar el granero y construirlo de nuevo, decidió
después de frotarse reflexivamente por un momento el mentón. De todos
modos no tenía necesidad de una dependencia grande, ya que no tenía
cabras o vacas, y si se deshacía del establo entonces podría derribar las
hierbas que crecían densamente alrededor. Alguien alguna vez debía
haber puesto una gran cantidad de atención en ese jardín, aunque su
elección de siembra siempre lo desconcertaba. Lavanda, albahaca,

1
Bloque de madera grande donde se apoya la leña para cortarla con el hacha.
limón, romero - y menta, que asfixia a todo lo demás casi hasta la
muerte.
Le dio una patada descuidada a la menta, y liberó una nube cegadora
de olor hacia su nariz, luego, se detuvo en seco por la sorpresa.
Él no habría sido sorprendido por cualquier cosa que echara raíces allí,
pero la última vez que había comprobado no había tenido ningún Omega
creciendo en su jardín.
Zachariah miró de nuevo, pero sus ojos no le había engañado. Un
Omega estaba escondido en el corazón de la maraña de menta, 7
agazapado y listo para saltar en una fracción de segundo.
Se congeló cuando Zachariah lo miró, sus ojos azules muy abiertos
con alarma detrás de la maraña de rizos castaños que caía sobre su
rostro. Él estaba casi desnudo, vestido con harapos que apenas cubrían
su dignidad.
Zachariah se sonrojó y apartó la mirada, pero la cara se quedó
gravada en su mente, tentándole hasta que miró hacia atrás. La menta
ahogaba cualquier indicio del aroma del Omega, pero por la delicada y
dulce mirada del joven, no podía ser otra cosa.
Dos y dos se reunieron en la cabeza de Zachariah.
—Así que, ¿tú eres al que están cazando, hmm?
El Omega se llevó un dedo a los labios y le dio una mirada suplicante.
Había sido bastante inteligente como para esconderse en la menta.
Zachariah no había olido nada.
No era su problema. Todavía…
Zachariah levantó un hombro y se giró, de vuelta al establo.
Una buena cosa ya que segundos más tarde, uno de los ejecutores
derrapó en su patio, casi tirándose por accidente sobre el hacha, antes
de detenerse y cambiar a su forma de hombre. Estornudó
poderosamente una vez que le llegó el olor hediondo de la menta y se
8
frotó con irritación su rostro.
—¿Has visto a un Omega por aquí?
Zachariah dio al ejecutor una mirada de lado y liberó su hacha del tajo.
Para darle crédito, el ejecutor tenía bolas. Dio un paso atrás al ver el
hacha, pero no metió la cola entre las piernas y salió corriendo.
—¿Bien? ¿Lo viste?
Zachariah eligió un pedazo fuerte de madera y lo acomodó sobre el
tajo, luego de dividirlo limpiamente por la mitad respondió.
—No.
—Él es el primo del líder de la manada —el ejecutor continuó, ya sea
porque era valiente, estúpido o ambos.— El Alfa fue llamado por una
disputa de territorio, y se fue al menos durante la noche. El primo ya
debería haber llegado, pero no se presentó en el punto de encuentro y
nadie lo vio.
Zachariah se mofó en voz baja. Él eligió otro pedazo de leña y lo
acomodó.
—¿Eso es lo que pasó? —Levantó el brazo, apuntó.— No sé acerca de
este Omega. Pero si se tratara de mí, probablemente correría muy lejos
de todo el que me quiera atrapar.
Bajó el brazo golpeando justo en el medio con su hacha.
La cara del ejecutor se puso pálida como un fantasma. 9
—Ok, hombre. Simplemente avísanos si lo ves.
Zachariah levantó el hacha en lo que podría haber sido un gesto de
acuerdo o de advertencia. No le importaba mucho cómo interpretara el
movimiento, siempre y cuando su piel sarnosa se moviera fuera de su
propiedad.
Observó severamente complacido como el ejecutor hizo precisamente
eso. Muy muy rápido, demasiado. Apiló leña mientras esperaba para
estar seguro de que toda la banda estaba bien lejos, y no hacer un
movimiento hacia la menta antes de tiempo.
Luego se fue hacia el parche de jardín descuidado y separó las malas
hierbas con las dos manos mirando con el ceño fruncido al Omega
escondido allí.
El Omega le sonrió.
—Gracias. ¿Te importaría darme una mano?
—No necesito tu gratitud —se quejó Zachariah, mientras se quitó el
abrigo y se lo dio al Omega.— Cúbrete. —Esperó hasta que lo hizo antes
de tomar la mano del Omega y ayudarlo a ponerse de pie. Buen Dios
Todopoderoso, era pesado para ser una cosa tan pequeña. Él…
A medida que el Omega se puso en pie, Zachariah vio la razón. No era
de extrañar que fuera pesado, con un vientre como ese. No sólo era un
Omega, no sólo era bonito…
No, no bonito. Hermoso, más bien, precioso de una manera que 10
Zachariah había pensado que había olvidado cómo reconocer, de una
manera que envió un golpe de hambre a través de su cuerpo.
Hermoso, sin aparearse y embarazado como el infierno.
Y escondido en su menta. Zachariah soltó la mano del Omega como si
le hubiera quemado.
—¿A qué diablos estás jugando?

***

Ivoire

—¿Qué estoy haciendo? Esa es la pregunta del millón. —Ivoire se


apretó con ambos puños la cintura para aliviar la tensión en la base de
su columna vertebral. Oh, así está mejor. No se dio cuenta antes de
quedar embarazado de cómo el peso en la parte de adelante se
transferiría a sus huesos y todavía faltaban tres meses para el parto.
El lobo Alfa que lo había salvado se quedó como si le hubieran clavado
los pies en el suelo.
Tiene aspecto lúgubre, que pena. Tiene el tipo de cara que podría
ser guapo si supiera cómo sonreír.
Por supuesto, eso podría ser circunstancial. Ivoire inclinó la cabeza
hacia un lado, observándolo. El Alfa había fijado la mirada en el vientre 11
de Ivoire como lo haría un experto en municiones frente a un paquete
sospechoso que recibió por correo.
Decidió no hablar de eso. Su sentido del humor siempre había sido un
poco desubicado, y había aprendido cuándo mantener sus
observaciones para sí mismo, aunque se negaba a dejar de pensar en
ellas. Si no fuera capaz de reír, a veces no sería capaz de hacer nada
más que llorar.
De todos modos, no era un nuevo tipo de reacción. Desde que el
embarazo se había comenzado a mostrar, había conseguido un montón
de eso. Frente a un cachorro en el horno, los Alfas tendían ya sea a
apretar la boca con terror o se les hacía agua a la boca mientras lo
miraban como un filete poco hecho.
—Es una buena pregunta —dijo el Alfa con brusquedad.— Que no
respondiste.
—No lo hice. —Ivoire trató de tocarse discretamente los ojos que
escocían por la sobreexposición a la menta.
—¿Te importa si salgo y me uno a ti? ¿Cuál es tu nombre?
El Alfa arrugó la nariz, pero dio a regañadientes tres pasos hacia atrás
para darle lugar. Lo observó con atención hasta que se liberó y luego
gruñó.
—Zachariah. 12
—Un hombre de pocas palabras ¿verdad Zachariah? —Ivoire le tendió
una mano.— Soy Ivoire. El primo del líder de la manada, por si te lo
preguntabas, el mismo que esos matones estaban persiguiendo.
—Lo supuse. —Zachariah le frunció el ceño, pero finalmente, la tomó.
La mano era tan grande que la suya desapareció dentro, pero firme,
cálida y áspera por el trabajo duro. La aprobó pero su espalda no lo hizo,
sobre todo después de la corrida que los ejecutores le habían dado. Se
amasó la base de la columna a través de la chaqueta de franela y miró a
su alrededor. Parecía que el único lugar para sentarse era el tajo, lo que
le pareció solo un poco demasiado irónico, pero los mendigos no podían
ser exigentes. El señaló.— ¿Te importa?
Zachariah volvió a gruñir, pero dio un paso fuera del camino. Supuso
que significaba que no le molestaba. O tal vez sí, pero al menos le
permitía de todos modos sentarse por hora.
No era un mal asiento, en realidad. Casi cómodo. Y visto de cerca,
Zachariah tenía una cara más agradable que lo que su ceño fruncido le
hacía parecer a primera vista. Pómulos angulosos, preciosa mandíbula
firme, nariz romana. Algo sobre los ojos sugería que podía ser bueno, si
alguien le enseñaba. Algo caliente... y atractivo. Sí, atractivo.
El impulso de hacerlo sonreír venció su mejor juicio.
13
—¿Quieres toda la historia, o simplemente la versión resumida?
Casi consiguió lo que había estado buscando. Sólo un tirón en la
esquina de la boca de Zachariah antes de que apretara los labios.
—Solo los hechos.
—Es bastante simple. —Ivoire volvió ambas palmas hacia arriba.— Mi
manada está a las afueras de Whittier. Cuando entré en calor elegí un
Alfa que dijo todo lo correcto - era encantador - pero hizo todas las cosas
malas. Me prometió que se casaría conmigo si me quedaba embarazado,
y yo le creí. Aunque no debería haberlo hecho. Así que aquí estoy.
La boca de Zachariah se movió de nuevo.
—Sobre eso.
Ivore intentó desenredarse el pelo, se sentía como si hubiera
explotado en un halo de rizos enredados que apestaban a menta.
—Eso es un poco más complicado. Mi primo envió a ese grupo de
idiotas para que me acompañara de vuelta aquí, pero sus hormonas se
hicieron cargo. —Apoyó la barbilla en la mano con tristeza, esto había
ocurrido en Whittier, también - más de una vez.— Los esquivé, y tuve la
suerte de encontrar tu jardín.
—Peligroso.
—Valió la pena. —Ivore puso una mano protectora sobre su vientre.
Podría estar solo en este embarazo, pero quería a este cachorro. Él no
había elegido su Alfa en Whittier por un capricho. Desde que había
14
descubierto que era un Omega había anhelado tener bebés propios para
amar y cuidar. A los veintitrés años, había estado tan cansado de esperar
que hizo que suceda. Pase lo que pase, sin importar qué, nunca - nunca
- podría lamentar tener el cachorro.— ¿Crees que se fueron?
—Creo que hueles como un frasco de crema mentolada para masajes
en el pecho. Incluso si no se fueron, van a correr para otro lado si toman
una bocanada de tu olor si se acercan.
Sorprendido, Ivore se rió en voz alta - y estuvo encantado de ver
aflorar brevemente la contracción de una sonrisa real en Zachariah. Hizo
maravillas en su rostro. No sabía qué, pero lo que fuera parecía tirar de
Ivore hacia él. Para hacer que...
Lo deseara.
Oh. Ivore se sorprendió. No había sentido deseo en meses, no desde
su último ciclo de calor - y considerando todas las cosas, había sido algo
bueno. Había pensado que tal vez no tendría interés en nada por debajo
de la cintura hasta después de haber dado a luz. ¿Pero esto? Oh, esto
era diferente. El calor a fuego lento encendió dentro de él haciéndole
cosquillas en sus terminaciones nerviosas y despertándolas de su largo
sueño. Se estremeció porque su piel de repente se puso demasiado
sensible.
Apretó los muslos juntos para aliviar la necesidad de fricción y devolvió 15
la mirada severa de Zachariah con una franca. No podía oler nada más
que la menta, pero vio con fascinación que las pupilas de Zachariah se
dilataban. Él también lo sentía.
—¿Qué hay de ti? —Preguntó Ivore.— ¿Por qué eres diferente?
La mirada de Zachariah se hizo más severa.
—¿Estás bien?
La vergüenza calentó la cara de Ivore. Por todos los cielos. Un Alfa
es la última cosa que necesita en este momento.
—¿Yo? —Dijo fingiendo sorpresa.— Bien. —Se impulsó sobre sus pies
- pero demasiado rápidamente. El peso extra al frente le hizo perder el
equilibrio y tropezar.
—¡Cuidado! —Zachariah tenía buenos reflejos y lo atrapó antes de que
cayera, tomándolo del codo.
Como tuvo problemas para mantener el equilibrio, lo único que
encontró para apoyarse fue el torso sólido de Zachariah. Tragó un
gemido al sentir los músculos duros como una piedra. Su calor irradió a
través del cuerpo de Ivore, apretar sus piernas juntas contra la excitación
apenas lo ayudó.
Zachariah se quedó mirándolo fijamente con sus ojos oscuros y lo
suficientemente profundos para ahogarse en ellos.
—Gracias —dijo Ivore cuando pudo confiar en sí mismo para hablar. La
necesidad de tocarlo era más de lo que podía soportar, y tuvo que 16
obligarse a continuar.— ¿Me puedes orientar hacia la hacienda de mi
primo? Dijo que no sería mucho más allá del antiguo granero cubierto,
que supongo que es este.
Para su sorpresa, el ceño fruncido de Zachariah tomó un nuevo
ángulo. Dio un paso atrás, se metió las manos en los bolsillos, y sacudió
la cabeza.
Ivore perdió su calor de forma inmediata.
—¿Dije algo equivocado?
—No lejos no significa lo mismo aquí que en las ciudades más grandes
—dijo Zachariah.— Son unas buenas diez millas de distancia.
—Oh, no. —El corazón de Ivore se hundió.— Ya se estaba haciendo
de noche y los ejecutores estaban todavía por ahí. Ellos podrían no
desanimarse por la menta si lo encontraban. Se envolvió con sus brazos
de manera protectora y luego se mordió el labio. Si corría por todo lo que
valía la pena, entonces tal vez... No. Nunca lo lograría. Ivore se pasó la
mano por el pelo cuidadosamente. Sólo había una cosa que podía hacer,
y esperaba que no acabara volviéndose en su contra.
—Santuario —dijo Ivore, plantando las manos en las caderas. Un Alfa
no podía negarle un refugio seguro a un Omega si se lo pedía.— Yo
reclamo santuario.
Zachariah gruñó bajo en su garganta.
—Tenía miedo de que dijeras eso. 17
—¿Es un sí? —Ivore pensó que vio destellos reacios - muy reacios – de
admiración en el Alfa por su valentía.
—Sí, ya que preguntaste tan amablemente. Pero sólo hasta que
venga el Alfa. ¿Entiendes?
—De acuerdo —dijo Ivore, estirando su mano.— Estrecha mi mano y
tenemos un trato.
Capitulo 2

Zachariah 18
¿Por qué estreché la mano del Omega?
Zachariah empujó una brazada de leña en la chimenea demasiado al
azar para ser de alguna utilidad. Refunfuñando entre dientes y con
cuidado de no quemarse, pinchó la madera con un atizador de hierro
hasta que se acomodó correctamente. Con su suerte echaría chispas en
las pilas de cajas que nunca había desembalado y se quemaría el lugar
dejando sólo las vigas.
Tonto. Maldito tonto. ¿Por qué no había escoltado a Ivore a la cabaña
del líder de la manada? Podría haber hecho la oferta antes de que
pidiera santuario. Eso habría sido bastante fácil, y los ejecutores
probablemente no habrían ido tras él.
De haberlo hecho, sin embargo se habían llevado a Ivore... No. No
había tenido elección.
Dejó caer la cabeza hacia delante y rodó su cuello hasta que crujió.
Eso ayudó con la tensión en la espalda, pero no hizo absolutamente
nada para aliviar su mente. O el resto de él, para el caso.
Tenía piernas largas, y en cuclillas frente a la chimenea ponía
suficiente presión sobre la ingle como para estrangular a su pene, lo que
era una buena cosa. Un toque de la mano del Omega y de repente tuvo
una erección por primera vez en - no podía recordar cuando su cuerpo
se había despertado así. Hacía mucho maldito tiempo.
El fuego había empezado a coger, las llamas lamían los lados de los 19
troncos. Zachariah se inclinó hacia adelante e inhaló su aroma. Cualquier
cosa para expulsar el abrumador olor a menta. Aunque podría haber sido
una buena cosa. Si hubiera tenido la nariz llena con las hormonas del
Omega, Dios sabe lo que hubiera hecho. Tal vez hubiera lanzado al
suelo a Ivore y lo hubiera follado allí mismo, demostrando ser tan malo
como los ejecutares.
Cerró los ojos y respiró profundamente, por su mente pasaron una a
una imágenes de Ivore. Redondo y maduro, casi brillante, y a pesar de
todo lo que había pasado, sin dejar de sonreír. Aún valiente.
Infiernos.
—¿Zachariah? —Ivore llamó desde la sala un poco más allá.— ¿Tienes
algunas toallas?
Zachariah abrió los ojos. El vapor se filtraba por la puerta abierta. Ivore
debía estar de pie directamente detrás de él, con la puerta del baño
abierta. El agua caliente era un lujo en el interior de Alaska, pero los
propietarios anteriores habían instalado un sistema que podía satisfacer
al Alfa más difícil. Justo lo suficientemente eficiente, de hecho, para
cuidar de un Omega bañado en olor a menta, antes de que haga la casa
inhabitable.
Si Zachariah observó de cerca, él podía distinguir la silueta de la forma
de Ivore en la pared. Volvió la cabeza y apuñaló las brazas con el 20
atizador.
—Debajo del fregadero.
—¿Por qué tu…? Olvídalo. —Ivore sonaba divertido.— ¿Zachariah?
Maldito Omega y su alegría. El pene de Zachariah palpitaba de deseo
negado.
—¿Qué?
—¿Tienes una túnica que pudieras prestarme? El abrigo es
maravilloso, pero podría no ser bueno para dormir.
La imagen mental del cuerpo desnudo de Ivore inundó la mente de
Zachariah y golpeó su ingle como el choque de un rayo. Él cambió de
posición y se gruñó a sí mismo, tratando de calmarse. No ayudó. Había
sido de la misma manera con su compañero. Cuando había estado con
él, se había convertido en la peor y más insaciable especie de bestia. No
podía ayudarse a sí mismo. Se sentía mal, y se sentía bien.
—Usa la bata que cuelga en la puerta —dijo, mordiendo cada palabra.
Apretó las manos a la cara. Utiliza la bata, y no vuelvas a hablar
conmigo. No hasta que tenga control de mí mismo.
Luego hubo un clemente silencio, pero no fue de tanta ayuda como
había pensado que sería. Sin los comentarios de Ivore, la única manera
de que podía estar seguro de que estaba bien era ver su sombra en la
pared. Lo había hecho con su compañero. Se acordó ahora, entre todas 21
las otras cosas que había intentado tan duramente de olvidar.
Su Jace había sido muy hermoso. Alto, delgado y estrecho de
caderas. Había bromeado que tenía el aspecto de un aliso2 con una gran
gran tronco creciendo fuera del centro, Zachariah no podía conseguir
suficiente de él. Se había puesto de rodillas adorando el cuerpo de Jace
cada vez que podía. Y tan sensible - apenas había tenido que respirar
sobre la polla de Jace para hacer que se venga y que pidiera más y más,
todo lo que Zachariah le pudiera dar. Y entonces. Entonces…
El tiempo estaba destinado a curar heridas, pero no lo había hecho.
Zachariah apretó su puño en el pecho, el corazón en el interior todavía
crudo como un conejo despellejado cuando pensaba en su compañero.
Dulce Jace, caderas estrechas, demasiado estrechas para dar a luz a las

2
El aliso es un árbol.
crías de un gran lobo. No se suponía que cosas como esas fueran un
problema en esta época. Generalmente no lo eran. Pero pasó.
Y aquí estaba Zachariah, solo en una casa que estaba destinada para
su familia. Abrió los ojos y le dio al fuego un golpe salvaje con su
atizador. Después de perder a Jace, se había prometido nunca más
pasar por eso. Sin Omega. No habría cachorros ni corazón roto.
Admiraba la valentía de Ivore y le gusta su amabilidad, pero el cerebro
de Zachariah sabía que no debía caer en la lujuria por un Omega -
cualquier Omega - por ninguna razón. Si su cuerpo no quería escuchar,
22
entonces él mismo se golpearía con recuerdos hasta que se rinda. Él iba
a ser su propio maestro.
—¿Zachariah?
Fue un reflejo automático mirar hacia arriba cuando le habló. Cuando
levantó la cabeza, su mirada se posó en Ivore fresco de la ducha de
agua caliente, envuelto desde el cuello hasta los dedos del pie en su
túnica. Él apoyó una mano sobre la escalera averiada que mantenía
apoyada en una esquina, para utilizarla como leña cuando la necesitara.
El cabello rizado y húmedo formaba un halo alrededor de su cabeza, la
piel estaba radiante y rosa. No quedaban rastros del olor de la menta.
Nada más que el olor puro a Omega irradiaba de él. Almizclado y salado,
terroso y dulce. Maduro como las ciruelas a finales del verano colgando
pesadas de las ramas, pidiendo ser arrancadas. Los labios entreabiertos,
los ojos luminosos. Una tentación que ningún hombre podría resistir, sin
importar cuánto lo intentara o lo que pudiera haberse prometido.
Una ola de soledad y anhelo le quitó el aliento a Zachariah casi
derribándolo y haciendo que se le forme un nudo doloroso en la
garganta.
—Zachariah —dijo Ivore - suave, tan suave que le dolía.— Zachariah.
¿Puedo ir a secarme junto al fuego?

23
***

Ivore

Así es como esto tiene que ser.


Ivore se contuvo, en el borde mismo de la habitación. Si iba a ser
invitado a entrar, tenía que ser decisión de Zachariah.
Esperaba que optara por decir que sí. Pobre hombre. Ivore vio ahora
que lo que le había percibido como aspereza, antipatía, era soledad y
una profunda tristeza que pesaba sobre sus hombros. No sabía lo que le
había sucedido, pero por la forma en que lo miraba no era difícil de
adivinar. El aroma de Zachariah oscilaba entre lleno de feromonas fuerte
y rico a abruptamente ninguna, mientras luchaba consigo mismo.
Sintió mucha pena por el Alfa. Su primo le había dado un breve
resumen de todos los miembros de la manada. Zachariah había perdido
a su compañero, que había estado embarazado de su primer hijo. Se
había mudado aquí y se mantenía estrictamente apartado de todos
desde entonces.
Y era una pena. Por lo vio Ivore, había un hombre bueno y amable que
necesitaba despertar. Le habían dicho antes - a menudo - que no podía
seguir entregando pedazos de su corazón a cualquier persona con una
historia triste, y él entendía lo que le querían decir. Confiar en el hombre 24
equivocado lo había dejado embarazado y solo.
Pero no podía ver la bondad como debilidad. O mejor dicho, él no
quería. Nunca. Si por eso terminaba dañado, entonces que así fuera. Se
acarició el vientre, sintiendo moverse al cachorro. Después de todo, las
recompensas a veces valían la pena los riesgos.
Después de lo que pareció la mitad de siempre, más o menos
Zachariah tragó y asintió. Se volvió de espaldas al fuego,
deliberadamente lejos de Ivore.
Mejor pisar con cuidado, decidió Ivore. Sujetó la bata, deliciosamente
impregnada del aroma masculino de Zachariah, más fuerte alrededor de
sí mismo y se alegró de que fuera lo suficientemente grande como para
envolverlo completamente. Con las manos en los bolsillos de la bata, se
acerco casualmente al fuego y suspiró con satisfacción cuando el calor lo
envolvió.
Zachariah miró de reojo a Ivore y abrió la boca como si fuera a hablar,
luego sacudió la cabeza. Agitó el fuego con el atizador y luego lo dejó a
un lado.
Esto no iba a ser fácil. Bueno, nunca había dejado que eso lo detuviera
antes. Él inclinó la cabeza, notando ahora cuán blancas y desnudas
estaban las paredes de la cabaña. Las pilas de cajas de cartón sin
desembalar bloqueaban la ventana. 25
—¿Vives aquí hace mucho tiempo?
Zachariah levantó la vista con una sacudida.
—¿Qué?
El Alfa no estaba acostumbrado a la conversación, ¿verdad? Ivore lo
había visto antes con otros lobos solitarios que habían olvidado cómo
estar en compañía de su propia especie.
Extendió las manos para calentarlas.
—Creo que te dije que yo crecí en una manada cerca de Whittier,
¿verdad? Esta casa me recuerda donde me crié. No era lujosa, pero
tenía buenos huesos.
Zachariah mantuvo su mirada fija en Ivore, pero su frente se arrugó
como si no estuviera seguro de qué hacer con él. Sin embargo, había
deseo en sus ojos.
Tenía pocos muebles y decoración en su casa. Sólo lo poco que había
desempaquetado hasta ahora, había extendido pieles de oveja delante
de la chimenea. Carneros de Dall esponjosos que vagaban por las
montañas. Ivore sospechaba que Zachariah solía dormir en ellos.
Puso su mano sobre el hombro de Zachariah y se limitó a sonreír
cuando sus músculos se pusieron repentinamente tensos. El Alfa no
estaba a acostumbrado a que lo toquen tampoco.
—Ayúdame a arrodillarme. Quiero secarme el cabello.
Como había esperado había un caballero bien entrenado debajo de las 26
maneras ermitañas de Zachariah. No habló, pero dejó a Ivore usar su
brazo como palanca para arrodillarse en las pieles de oveja. Ellas eran
tan suaves como había imaginado, y se dio el gusto de acariciarlas.
—¿Te gustan? —La voz de Zachariah estaba oxidada por falta de uso.
Tocó el vellón suave y esponjoso como si fuera la primera vez que había
pensado en hacerlo.
¡Bien! Era un buen comienzo.
—Sí, me gustan. Nunca fui a cazar, por lo que es la primera que las
veo de cerca.
—La mayoría de los lobos cazan aquí.
—Entonces supongo que también lo haré, una vez que me haya
adaptado. —Ivore pasó una mano sobre su vientre, observando como
Zachariah lo miraba con avidez. Flexionando sus manos como si él
también quisiera tocarlo.— Siempre fui más un recolector. Un jardinero,
tuve tomates, remolachas, zanahorias. Incluso tuve abejas.
Zachariah negó con la cabeza, su mirada se oscureció brevemente.
—No hay colmenas por aquí.
—Podría tenerlas. Nunca se sabe si funcionará hasta que se intenta.
Zachariah gruñó pensativo. Hurgó en el fuego, y luego dijo:
—Tu familia debería ayudarte.
—Bueno, ese es el punto de venir a vivir con mi primo.
Ivore volvió su perfil al fuego y comenzó a peinar su cabello con los 27
dedos, mirando a Zachariah todo el tiempo. Podía ver temblar casi
imperceptibles los miembros de Zachariah, como si fuera a empezar a
inclinarse hacia Ivore, pero a continuación se recordarse a sí mismo
retroceder.
Estaba hambriento de contacto. Ivore había leído relatos de cómo los
bebés sufrían cuando no tenían suficiente, y se preguntó cómo nadie
pensó que lo mismo podría suceder con los adultos. Se acercó más
probando esa teoría y no se sorprendió cuando Zachariah
inconscientemente reflejó su movimiento.
Mejor, pero aún así...
Mejor pensar por un momento, Ivore, se advirtió. ¿Hasta dónde
quieres que esto continúe?
Una buena pregunta. Se compró un tiempo trenzando el cabello
suelto. La excitación que había sentido antes, cuando sintió por primera
vez el olor de Zachariah no se había desvanecido. Todavía la podía
sentir hervir a fuego lento dentro de él, provocando que su piel esté
demasiado caliente y la respiración acelerada. Presionó sus piernas
juntas y sintió que se habían puesto resbaladizas con la lubricación que
su cuerpo producía. Mucho menos que cuando estuvo en celo, pero lo
suficiente para que supiera que su cuerpo podría abrirse muy fácilmente
para Zachariah.
28
Pensarlo le hizo contener el aliento. Una explosión de hambre calentó
su sangre. Su aroma debió haber cambiado y hacerse más denso. La
nariz de Zachariah se retorció y sus labios se abrieron para atraer la
fragancia sobre su lengua. Las manos le temblaban por el esfuerzo de
mantenerlas aún cerradas en puños.
—Oh, Zachariah. —Ivore tocó la cara del hombre grande
impulsivamente.
Aunque los ojos de Zachariah se abrieron de par en par, no se apartó.
En su lugar mantuvo su mirada fija en Ivore como un hombre que se
estuviera ahogando lo haría en una cuerda de rescate.
—¿Qué estás haciendo?
Ivore arrastró sus dedos a lo largo de la mandíbula de Zachariah,
sorprendido por la tensión que reflejaba la cara. Ivore quería preguntarle
cuánto tiempo había pasado, pero lo mantuvo para sí mismo. Zachariah
necesitaba esto - Sí, él también. La comodidad del contacto. La
Amabilidad. Un recordatorio de que no estaban solos, después de todo,
al menos no ahora.
Zachariah tomó una bocanada de aire y giró su rostro, pero no para
alejarse, sino para presionar la mejilla en la palma de Ivore.
—No debes.
—Pero yo quiero. —Ivore movió su mano en el hombro de Zachariah, y
lo utilizó para impulsarse no del todo en el regazo de Zachariah, pero 29
muy cerca. Él presionó su frente con la de Zachariah, y luego sus labios
hasta la esquina de la boca de Zachariah.— Y creo que tú también lo
quieres.

***

Zachariah

Oh Dios. Zachariah se quedó inmóvil, por lo que todavía podía oír los
latidos de su corazón por encima del bajo crepitar de la chimenea. Ivore
estaba enclavado en su regazo, recorría con sus brazos delgados sus
hombros, y su pequeña mano sostenía su nuca.
Sus ojos se cerraron al sentir la boca de Ivore contra el suya.
—No entiendo.
—Todo está bien. Aquí. —Ivore tomó la mano de Zachariah y con
cuidado la apoyó sobre su cadera.
La respiración de Zachariah se aceleró, y flexionó su mano
involuntariamente. Dios, la piel de Ivore era lisa y suave, el pelo tan fino
que apenas podía sentirlo con sus dedos ásperos. Ivore hizo un
murmullo de aprobación y se acurrucó más cerca.
—Tú no… —Zachariah tuvo que parar cuando su voz dejó de funcionar. 30
Sus manos habían empezado a moverse sin su permiso, deslizándose
por debajo de la túnica vieja hasta la piel desnuda, admirando la
elegancia de la espalda de Ivore, la curva de su culo respingón.— No me
debes...
—Lo sé. —Ivore tocó la boca de Zachariah hasta la esquina.
Zachariah sabía que si miraba al Omega justo en ese momento, iba a
encontrar esos bonitos labios curvados en una sonrisa burlona.
—No se trata de deber, Zachariah. Se trata de sentirse bien.
Zachariah detuvo sus manos, pero no abrió los ojos.
—No entiendo.
—También lo sé. —Ivore lo besó en la mandíbula. Zachariah podía
sentir el roce de las pestañas de Ivore en la mejilla.— Los dos tuvimos
nuestros problemas últimamente, ¿no es así?
Zachariah no podía negar eso. Abrió la mano lentamente, tan
lentamente. Dolorido. Y sin embargo...
—Quiero hacerte sentir mejor —dijo Ivore. Rodando sus caderas en
una onda lenta y suave.— Voy a darte todo esta noche, Zachariah. Todo
lo que tienes que hacer es tomarlo. —Él guió la mano de Zachariah entre
sus muslos.— Todo lo que tienes que hacer es tomarme.
Cada hombre tenía su punto de ruptura. Zachariah era sólo un
humano, un lobo, un Alfa. Podía sentir quebrarse las líneas a medida que
las cruzaba, pero no le importaba cuando tenía un caliente y dispuesto 31
Omega abrumando sus intenciones más nobles, ahogándolo en su dulce
aroma.
Se rindió.
—Hazlo —murmuró Ivore cuando los brazos de Zachariah lo apretaron.
— Oh sí.
Zachariah no necesitaba el estímulo, y apenas oyó las palabras.
Encontró el pene de Ivore y lo sostuvo brevemente en su palma,
sorprendido por la elegancia de la piel de terciopelo, y luego se deslizó
detrás de él y rozó sus dedos a través de la humedad de los resbalosos
muslos de Ivore. El Omega quería esto. No eran sólo palabras.
Dios. Zachariah necesitaba sentir piel. Tiró de la correa de la bata de
Ivore hasta que quedó libre, y con impaciencia la empujó para quitarla.
Ivore lo ayudó, bajando y encogiendo los hombros para que caiga detrás
de él, dejando a Ivore desnudo y duro en su regazo. No contento con
eso, Ivore trabajó afanosamente en el cinturón y la cremallera de
Zachariah, deslizando sus pantalones hacia abajo lo suficiente para
liberar su pene.
Zachariah siseó entre dientes por el choque del aire más frío, y luego
levantó la vista para ver a Ivore mirándolo hacia abajo. Sus ojos estaban
muy abiertos y los labios entreabiertos, las mejillas y el pecho de color
rosados por la excitación. Él quería esto, y sin embargo se veía - incierto.
Había pasado demasiado tiempo para ser delicado. Zachariah tomó la 32
mano de Ivore y la bajó para envolverla alrededor de su pene dolorido,
haciendo gala de la exclamación de sorpresa y placer que sacó del
Omega.
Oh, pero eso casi fue un error. Al sentir la mano sobre él - Zachariah
cerró sus ojos con fuerza y estranguló un gemido que pareció comenzar
en sus entrañas. Las manos de Ivore eran pequeñas, pero hábiles, y
sabían lo que estaban haciendo. Acarició a Zachariah con un agarre
firme, suave pero duro, susurrando palabras que Zachariah había
perdido la capacidad de distinguir. Podía sentir fluir lenta y
constantemente la lubricación en los muslos de Ivore.
Cuando empujó dos dedos dentro del Omega, Ivore rodó sus caderas
y gritó. Zachariah se había olvidado cómo era hacer el amor con un
Omega. Cuánta necesidad tenían, cuán exigentes eran sus cuerpos, las
longitudes que podían tomar. Sus caderas se sacudieron, buscando la
fricción que su posición le negaba. Lo mejor que logró fue frotarse contra
la suavidad de la cara interna del muslo de Ivore, pero oh, eso era casi lo
suficiente para volverlo salvaje.
—Zachariah —Ivore se quedó sin aliento, mientras todo su cuerpo se
estremecía.— Bésame. Por favor, bésame.
No podría haber dicho que no, y él no quería. Sujetando a Ivore por la
nuca, Zachariah descubrió que podía cumplir y besar al Omega. Ivore
abrió los labios para dejar a Zachariah saquearle la boca y se sorprendió 33
por su sabor dulce.
—Sabes a menta —dijo Ivore con una risa burbujeante e inestable.
Mordió ligeramente en la barbilla de Zachariah.— No podemos así, no
pensé… pasó mucho tiempo… me gusta así pero…
Ivore comenzó a deslizarse del regazo de Zachariah. Sabía lo que
quería hacer, quería ponerse en sus manos y rodillas para presentarse a
sí mismo. Y eso hubiera funcionado mejor, tal vez, pero –
—No —dijo Zachariah apretando los dientes. Su rostro se sonrojó ante
la mirada inquisitiva de Ivore. Poco a poco, con timidez, llevó su palma
hacia la redondez del vientre de Ivore. Aspiró con fuerza por la nariz ante
la sensación de ella. Ni siquiera se había permitido pensar acerca de
esto desde que perdió a Jace, acerca de cómo se había vuelto loco de
lujuria en ese entonces, pero la madurez de este Omega llenaba su
mente con fuego al rojo vivo.
Gimió ante el reconocimiento de que no podía aguantar más, y oró que
Ivore entendiera.
Ivore dudó brevemente, pero luego pareció fundirse en el regazo de
Zachariah.
—Oh —jadeó— sigue tocándome. Oh, sí. Por favor, Zachariah. —
Empujó los hombros de Zachariah hasta que quedó acostado sobre su
espalda y él a caballo sobre su ingle. Su pene se clavaba en la lisura de 34
la hendidura de Ivore, con tanta fuerza que pensó que iba a estallar.
—No antes de que estás dentro de mí —dijo Ivore con voz suave y
baja. Llegó entre las piernas para ayudar a guiar a Zachariah, uso ambas
manos para hacer palanca mientras lentamente, poco a poco se dejó
caer en la polla de Zachariah.
Ambos gritaron. Zachariah no pudo evitarlo, viendo al Omega tomarlo
profundamente. Ivore arqueó su cuello y hundió los dientes en sus labios,
follándose en la polla de Zachariah, tomándolo fácilmente, encajando sus
cuerpos juntos.
Zachariah sabía que debería sostener a Ivore con ambas manos, pero
no podía negar esta hambre. Lo soltó con la derecha y le frotó el vientre,
sorprendido por la tirantez de la piel, y la plenitud de aquel.
Podría ser su cachorro, podría haberlo creado con Ivore...
—Oh, Dios —gimió, sosteniendo a Ivore por las caderas. Empujó hacia
arriba, duro y rápido, casi demasiado duro. Ivore gritó, pero regresó cada
golpe, exigiendo todo lo que pudiera darle.— Dios, Dios en el cielo,
Dios...
—Más. —Ivore llevó la mano de Zachariah de regresó a su vientre y la
mantuvo allí mientras lo montaba. Más rápido, más lento, más apretado,
su pene rozaba contra el estómago de Zachariah con cada golpe. Su
respiración sólo eran jadeos. Casi allí, casi allí.
Zachariah los levantó un poco, apenas lo suficientemente alto como 35
para presionar su boca en el vientre de Ivore.
Ivore gritó cuando se vino, derramado su liberación entre ellos.
Zachariah no pudo resistirse contra las contracciones musculares que
amasaron su pene y lo llevaron sobre el borde con un grito tan fuerte y
ronco que lastimó su garganta.
Zachariah cayó hacia atrás - nada en el mundo podría haberlo
detenido - era como si sus ligamentos se hubieran aflojado - Ivore se
derrumbó poco después.
Se había salido sin darse cuenta, se dio cuenta recién cuando Ivore
puso su rodilla suavemente a descansar en su ingle.
Por un momento todo lo que Zachariah pudo hacer fue tratar de
respirar, para recordar cómo hablar. El beso de Ivore lo sobresaltó,
suave en el borde de la mandíbula.
—Gracias.
Pensó que no había oído bien.
—¿Qué?
—Te dije gracias. —Lo besó una vez más y luego apoyó la cabeza
sobre el pecho de Zachariah, justo sobre el corazón acelerado.— Me
alegra que esto ocurriera antes de que dejara de creer que había
hombres buenos.
Zachariah no era un buen hombre, y él lo sabía. La cordura había
comenzado a regresar a través de las grietas, y con ella vino la
consternación pura. Un buen hombre no lo habría hecho. Un buen 36
hombre no sería capaz.
—Puedo oírte pensar. —Ivore empalmó la barbilla contra la clavícula
de Zachariah y bostezó— Y estás equivocado.
Zachariah echó un brazo sobre sus ojos con desesperación - pero el
otro encontró su camino sobre la espalda de Ivore, como para protegerlo.
Estaba caliente, y su respiración había comenzado a calmarse mientras
se dormía.
Se iba a levantar en un minuto, pensó manteniendo los ojos cerrados,
iba a hacer una cama para Ivore con lo de las cajas. Sabía dónde
estaban las cosas, aunque nunca las había desempacado. Sí, ese era un
buen plan. Le haría una cama, una cama individual para dormir
separados y no volverse loco. Y por la mañana, se aseguraría que Ivore
supiera que esto no podría ocurrir de nuevo.
En primer lugar tenía que subirse los pantalones. Tomaría primero un
momento de descanso. Sólo un momento...

37
Capítulo 3

Zachariah
38
Unos pocos minutos de trabajo con un par de tijeras y una camiseta
vieja, y Zachariah tenían algo que no iba a ganar ningún concurso de
belleza pero que serviría lo suficientemente bien como una máscara para
cubrirse la boca y la nariz, mientras se ataba detrás de la cabeza. Añadió
un par de guantes de trabajo resistentes que sacó de la misma caja que
la remera y estuvo listo para hacerle frente a la mata de menta.
Era curioso que nunca hubiera pensado en hacerlo antes, solamente
arrugaba la nariz cada vez que tenía que trabajar cerca y lo hacía lo más
rápido que podía. Pero esa mañana, mientras que escuchaba a Ivoire
hacer ruidos mientras daba vueltas en la cocina, había vislumbrado la
caja en su visión periférica y se le ocurrió hacerlo.
No es que tuviera nada que ver con Ivore. Había dormido bien, eso era
todo, y el descanso rejuvenece la mente.
Zachariah volvió a mirar a la cabaña. No podía ver a Ivore, que todavía
estaba vestido con su vieja bata - afirmó que era demasiado cómoda
para sacársela - pero podía oírlo a través de su ventana abierta. Cantaba
algunos éxitos en la radio, o trataba. A pesar de sus otras virtudes Ivore
no podía llevar una melodía aunque su vida dependiera de eso. Una
particular nota discordante provocó una mueca de dolor en Zachariah, y
luego una leve sonrisa.
Aún no sabía nada del líder de la manada. Y tampoco ninguno de los
ejecutores había venido anoche por lo que debía estar agradecido. Ivore 39
se iría muy pronto. El pensarlo le hizo doler el estómago, pero él negó
con la cabeza obstinadamente e hizo un nudo doble en su máscara. Lo
que había sucedido entre él y el Omega la noche anterior había sido
increíble y no podía negar que les había hecho bien a los dos. Ivore
había dormido al menos tan profundamente como Zachariah, y todavía
estaba dormitando cuando Zachariah se despertó al amanecer. Tampoco
podía negar que su casa se sentía más acogedora con el Omega en ella.
Pero Ivore no era su Omega. El líder de la manada tendría otros
planes, y ¿quería la molestia de todos modos?
No lo hacía. Nop. No más de lo que quería esta menta. Zachariah se
puso lentamente en cuclillas para hacer frente a las raíces, y les dio un
buen tirón. Salieron con bastante facilidad, aunque algunas se rompieron
antes de salir de la tierra.
Mientras le fruncía el ceño a las raíces irregulares, Zachariah recordó
repentina y vívidamente un lobo de más edad que se lamentaba por que
la menta había infestado su patio trasero.
Dentro de la casa de Zachariah, Ivore comenzó a hacer algo que
resonó y la hizo temblar. Zachariah levantó la cabeza y entrecerró los
ojos en la ventana. Trató pero no pudo distinguir ningún detalle. El ángulo
era el incorrecto para ver. Sonaba como que estaba sacando ollas y
sartenes de las cajas.
Bueno... eso no era demasiado malo ¿no? Había comenzado él mismo 40
a desembalar esta mañana. Ivore le estaba ahorrando tiempo y esfuerzo
como pago por el santuario.
Y si tú te crees eso, hijo, tengo un puente para venderte. Zachariah
se burló de sí mismo y se inclinó de nuevo para continuar con su tarea.
Había eliminado la mitad del primer matorral, arrojando todo a un lado en
una pila para quemar más tarde, cuando una llamada lejana de un lobo
le hizo aguzar sus oídos. Escuchando con atención, identificó tres lobos
separados moviéndose en formación triangular. Parecían más viejos que
los cachorros que habían estado en el alboroto de ayer - con edad
suficiente para ser dignos de ser escuchados.
Buscando, uno de ellos aulló. Buscando al pariente del Alfa. ¿Dónde?
¿Dónde?
Zachariah se frotó pensativamente el pecho. No creía que Ivore lo
hubiera oído. El Omega no había parado de cantar alegremente.
Alfa envió mensaje, otro, lobo aulló más cerca. Buscando. ¿Dónde?
Zachariah dudó. Por un lado, él no estaba dispuesto a confiar en
ninguno de los lobos de su manada justo en ese momento, y sin
embargo, si no estaban mintiendo, era su deber respetar a su Alfa, y le
arrancaría su piel si se oponía a sus órdenes.
No le gustaba la idea de entregar a Ivore. Bueno, no lo haría. Hasta
que no supiera a ciencia cierta que Ivore estaría bien cuidado. 41
Responder al llamado no equivalía a sacar a Ivore fuera de su tierra.
Había pasado un tiempo desde que había probado un cambio parcial,
y estaba seguro de que parecía una caricatura de sí mismo, con una
cabeza y el cuello de un lobo en el cuerpo de un hombre, pero así podía
comunicarse y jugar sucio si era necesario. Él inclinó la cabeza hacia
atrás y aulló su respuesta.
Antes de responder. ¿Quién lo busca? ¿Por qué?
Una pausa, y luego el más profundo de los aullidos de lobo respondió.
Zachariah lo reconoció como el segundo del líder de la manada, un ex
guardabosques del que no tenía dudas de que podía confiar.
¿Está Ahí? ¿Dónde?
Zachariah, respondió a regañadientes. Santuario. Seguro.
La segunda pausa continuó el tiempo suficiente para hacerle tensarse
y cerrar las manos en puños.
Bien, el lobo de voz profunda respondió al fin. Mantenlo allí. Alfa vuelve
en un día, dos días, más pronto posible. Mantenlo a salvo hasta entonces.
Zachariah frunció los labios. ¿A salvo de ejecutores, también?
La respuesta del lobo fue tan seca como un aullido podría serlo. Alfa
castigará ejecutores, ha jurado.
Ok. Supuso que eso era suficientemente bueno. Tal vez Ivore tendría
la oportunidad de presenciar y participar en su castigo. Zachariah volvió
42
a sonreír, sorprendiéndose a sí mismo. Ivore no tenía un hueso violento
en su cuerpo. Necesitaría a alguien que lo haga en su lugar. A él no le
importaría ser voluntario, si se lo solicitaban.
De acuerdo, les respondió. Lo mantendré aquí. Mantendré seguro.
¿Ivore habría escuchado algo? Zachariah cambió de nuevo a su forma
plenamente humana y se quitó la máscara, estirando el cuello, mientras
que lo hacía para conseguir una mirada adecuada a través de la ventana
de la cabaña.
Ahí vio lo que Ivore estaba haciendo. No estaba con las ollas y los
sartenes, sino - ¿una escalera? Infierno. Sí, una escalera.
Específicamente una desvencijada escalera muy vieja que había querido
quemar. No soportaría el peso de un ratón, y mucho menos el de un
Omega embarazado, pero mientras observaba Zachariah alcanzó a ver a
las pantorrillas elegantes de Ivore, subiendo los peldaños.
Oh, no sería una buena cosa si el Omega se rompía el cuello justo
cuando él se había comprometido a mantenerlo a salvo, ¿verdad?
Si Ivore se lesionaba…
Escalofríos se dispararon a través de la columna vertebral de
Zachariah y prendieron fuego a sus pies. Había empezado a correr más
rápido de lo que su mente podía procesar, y se echó hacia atrás con
sorpresa cuando su cuerpo se catapultó a través de la puerta de la
43
cabaña.
—¡Ivore, detente!

***

Ivore

Ivore se afirmó en los peldaños de la escalera para no caerse. Una vez


que estuvo seguro de que no iba a caer, subió un peldaño más y se
volvió lo mejor que pudo por su cintura.
—¿Qué pasa?
Estaba irritado - cualquier tipo de caída era peligrosa para un Omega
embarazado - pero en cuanto vio la cara de Zachariah la irritación de
Ivore desapareció. Estaba totalmente blanco y sus manos estaban
temblando en el picaporte.
Aterrorizado. ¿Por él?
Comenzó a descender cuidadosamente por la escalera.
—No estaba para ser utilizada, ¿verdad?
—No, la traje para cortarla y usarla para leña —dijo Zachariah con voz
ronca. Tragó saliva y se enderezó, empujando sus manos temblorosas 44
en los bolsillos de la chaqueta para ocultarlas.— Termina de bajar de allí.
Ahora.
Ah, sí. Ivore reconocía este tipo de estado de ánimo. En cierto modo,
los Alfas eran todos iguales. Si les dabas un susto gritaban enojados
para ocultar lo asustados que estaban. Dios no quiera que nadie piense
que eran capaces de preocuparse.
Pero no, eso no era justo. Ivore suspiró y se frotó el estómago para
tratar de calmar a su cachorro, que se había asustado con el grito.
Zachariah probablemente sólo estaba fuera de práctica. Además, ya
fuera por la ira o la alarma, le gustaba la forma en que las emociones
fuertes afectaban a Zachariah. Era mucho mejor que la máscara brusca,
estoica que había llevado el día anterior. Y, además, esta situación le dio
una oportunidad para que lo toque.
—Si es tan peligroso —dijo Ivore suavemente, esperando— Entonces
ven y ayúdame a bajar.
Zachariah entrecerró los ojos, fue hacia la escalera y lo rodeó
fuertemente con un brazo.
—Pon tus brazos alrededor de mi cuello. Y yo te voy a bajar.
Ivore reprimió una protesta de que estaba embarazado, no indefenso,
e hizo lo que le pidió. ¿Por qué no? A él le gustaba cómo encajaban sus
brazos alrededor de Zachariah, y cómo incluso aunque se había puesto
muy pesado, Zachariah podía levantarlo como a un puñado de plumas. 45
Aún mejor, a Ivore le gustó la forma en que Zachariah hizo una pausa
brevemente para presionar su nariz contra su cuello y respirar su aroma.
Le provocó un escalofrío que lo recorrió hasta los dedos de los pies.
Me aprecias, ¿verdad? Ivore pensó con cariño. Aunque quieres
ocultarlo.
Él habría disfrutado a cambio de la oportunidad de rizar el cabello de
Zachariah, pero una vez que lo apoyó en el suelo de la cabaña, el Alfa lo
dejó ir y dio un paso atrás.
—Sólo para que me quede claro ¿Fue por la escalera o porque estaba
tocando tus cosas que te enojaste tanto? —Preguntó Ivore, burlándose
de él un poco. Queriendo mantener esa chispa de calor en Zachariah.—
De cualquier manera, tienes telarañas allí en las esquinas.
Zachariah le lanzó una mirada adusta, pero sacó un paño de limpieza
fuera del peldaño de la escalera, donde lo había dejado Ivore, estiró su
brazo todo lo que pudo y acabó con las telas de araña infractoras con
tres golpes bruscos.
—¿Feliz ahora?
—Eufórico —le aseguró Ivore.— Realmente no importó que las arañas
consiguieron un espectáculo gratuito anoche, pero yo prefiero no tenerlas
como compañeras a largo plazo.
Zachariah casi se rió de eso. 46
—Yo tampoco. —Él se contuvo y se fue con cara de piedra.— Tuve
noticias de tu primo, el Alfa de la manada.
La respiración de Ivore quedó atrapada en su garganta. Se regañó -
había ido allí por la protección de su primo, en primer lugar, por amor de
Dios - pero él no pudo alterar la reacción de su cuerpo.
—¿Y?
—Te quedas aquí por ahora. —Zachariah se cruzó de brazos.— Bajo
mi protección, hasta que tu primo regrese a la ciudad.
Por su vida que Ivore no podía decir si la idea le gustaba o disgustaba
al Alfa.
—Muy bien —dijo lentamente, buscando el rostro de Zachariah y en un
impulso, tomó su mano.— Gracias.
Zachariah miró los dedos de Ivore, tan pequeños y delicados en
comparación con los suyos y se sonrojó.
El corazón de Ivore se derritió. Acarició el brazo de Zachariah y se
apiadó de él soltándolo.
—Está bien, entonces. Si yo voy a ser tu compañero de cuarto durante
uno o dos días en lugar de las arañas, entonces yo quiero ganarme la
vida. ¿Qué puedo hacer que sea más útil que peligroso?
Como había imaginado que probablemente pasaría, Zachariah
argumentó.
47
—Tú no tienes que hacer nada.
—Sí, lo sé. Pero yo quiero. —Ivore levantó la barbilla.— Puedo
desempaquetar cajas. Puedo limpiar, si tienes una escoba o una
fregona.
—Uh-uh. —Zachariah dijo mientras hacía con torpeza un gesto
señalando en la parte media de Ivore.— Así no. —Con una sonrisa, un
flash rápido del humor, añadió— ¿Cómo incluso vas a ver dónde estás
barriendo?
Ivore rodó sus ojos, pero una sonrisa tiró de sus labios.
—Con cuidado y con paciencia. Zachariah no voy a estar aquí
haciendo girar los pulgares durante todo el día. No soy así.
Zachariah dejó escapar un suspiro.
—Obstinado, ¿verdad?
—Por supuesto que sí. —Había una línea muy fina entre decir lo que
quería y cruzar la línea, e Ivore pensó que casi la alcanzó en este punto.
Además, ahora que el cachorro estaba despierto había empezado a latir
en su interior como un tímpano frente a una banda, e Ivore no podía
dividir su atención mucho más tiempo. Puso su mano sobre el brazo de
Zachariah sin pensar. —No voy a esforzarme mucho. Conozco mis
límites. Pero necesito estar ocupado. Tú me entiendes ¿verdad?
Pensó que Zachariah no daría el brazo a torcer, pero el Alfa lo
sorprendió con una mirada reflexiva y una inclinación de cabeza.
48
—Sí. Lo hago.
Ivore levantó un hombro y esperó.
—¿Bien entonces?
—Desembala —Zachariah dijo.— Siempre y cuando no trates de
levantar objetos pesados. O - no, espera. ¿Sabes dibujar?
La incongruencia sorprendió Ivore.
—¿Qué?
—Dibujar —repitió Zachariah— No puedo hacer líneas rectas, yo
estaba pensando que es hora de que haga mis planes para que este
lugar funcione correctamente. Sería de mucha ayuda si los tuviera en un
papel.
¿Estaba inventando trabajo sólo para mantenerlo ocupado? Ivore no
estaba seguro. No le extrañaría, sin embargo, - bueno, era dulce,
¿verdad? Y él no estaba corriendo en la dirección opuesta, ni levantando
otro conjunto de muros defensivos.
—No sé si puedo con las líneas rectas, pero supongo que lo
averiguaré. ¿Tienes un papel y lápiz aquí?
La sonrisa de Zachariah le quitó el aliento.
—Voy a buscarlos.

*** 49

Media hora más tarde estaban sentados en el borde del porche de


Zachariah, con las piernas colgando por el borde. Ivore mordisqueó la
punta del lápiz que Zachariah había encontrado y afilado con una navaja.
—¿Entonces tendrás el cobertizo para las cabras aquí a la derecha o a
la izquierda?
Zachariah se inclinó hacia el espacio de Ivore para estudiar el dibujo
que estaba tomando forma.
—¿De qué lado está el pozo? Lo quiero lejos del pozo.
—A la izquierda entonces. —Ivore hizo un recuadro con el lápiz. Él no
se había equivocado - no podía hacer líneas rectas - pero no importaba.
Observando lo que había hecho, se quedó admirado, no por el dibujo en
sí, sino por el contenido. Cabras, pollos, leñera, ahumadero, e incluso
una sauna para cuando las tuberías se congelaran, como solía ocurrir
durante los inviernos de Alaska. —Mira esto. Es asombroso.
Zachariah se frotó la parte posterior de su cuello.
—Lo va a ser.
—¡Lo será. Escúchate! —dijo con frustración.— Todo lo que falta es un
buen jardín, y este lugar podría ser casi autosuficiente —se maravilló
Ivore. Él hizo cosquillas a Zachariah ligeramente en el lado.— ¿No tienes
pulgar verde?
—Nunca encontré una planta que no pudiera matar. —Zachariah 50
observó con el ceño fruncido al dibujo.— Lástima. Sería útil poder hacer
crecer lo que necesito. —Dudó.— ¿Dónde pondrías un jardín si se tratara
de tus tierras.
El anhelo sacudió el corazón de Ivore. No había tenido un muy buen
jardín en años, y el suelo parecía muy rico en las tierras de Zachariah. La
menta sin duda prosperó, pero podría decir que los propietarios
anteriores habían amado hacer crecer otras cosas, también. ¡Si fuera de
él, no sólo en sueños, las cosas que podía hacer allí!
Zachariah tomó su silencio de forma equivocada.
—Podría darle otra oportunidad. ¿Por qué no? Tal vez lo haga bien
esta vez. —Empujó el papel, casi golpeando un agujero a través de él—
¿Dónde pondrías un jardín? Vamos muéstrame.
—¿De verdad quieres saber? —El anhelo dio paso a la emoción de un
reto. Ivore dibujó una X sobre el granero que en la actualidad estaba al
otro lado del camino, y luego un círculo alrededor de él.— Aquí. Con la
gravedad puedes alimentar un sistema de riego por goteo. Así es como
la mayoría de las personas matan a las plantas. No les dan suficiente
agua, o les dan demasiada.
Le entregó el papel triunfante de nuevo a Zachariah para que lo
estudie, pero casi lo dejó caer. Su cachorro había dormitado la mayor
parte de su conferencia, pero se despertó por la sacudida de adrenalina 51
por su entusiasmo. Le dio una patada en el riñón que le hizo aullar.
—¡Mierda! —Zachariah tiró el papel a un lado y se acercó,
deteniéndose antes de hacer contacto con Ivore.— ¿Qué demonios fue
eso?
Ivore se llevó las manos a la espalda. Cuando levantó la vista, vio que
Zachariah estaba rígido como una tabla y alerta como un gato cazando.
Le hizo reír, aunque un poco sin aliento.
—Es normal, Zachariah. Creo que él va a ser un jugador de fútbol. O
ella.
Zachariah no parecía ni de lejos convencido. Su barba, bien recortada
parecía casi erizada por la preocupación.
Bendito sea, el gran Alfa pensó Ivore divertido. Tomó la mano de
Zachariah.
—Ven aquí y siéntelo por ti mismo. —Haciendo caso omiso de la
resistencia instintiva de Zachariah, uso su fuerza para conseguir que lo
tocara. Por amor de Dios, lo había tocado de forma mucho más íntima
que esto antes.— Ahí.
—¿Qué? —Zachariah lo miró con cautela. Su palma apenas hizo
contacto - en un primer momento. Entonces, la magia lo atrajo bajo su
hechizo. Ivore lo había visto antes. Usó la otra mano para flotar justo por
encima de la parte derecha del vientre de Ivore.— Estás duro.
Si seguía mirándolo así, entonces sí que ciertamente lo estaría, pero 52
Ivore pensó que debería mantener ese pensamiento para sí mismo por el
momento. En cualquier caso, no se atrevía a romper la concentración de
Zachariah.
Zachariah movió ligeramente la mano, usándola para empujar al
cachorro hasta que se movió y se giró.
—Oh, Dios —susurró Zachariah.— Oh Dios.
Ivore acunó las dos manos de Zachariah con las suyas, guiándolo.
—Ahí. Todo está bien. ¿Lo ves? Está muy bien.
No estaba preparado para la inclinación hacia adelante abrupta de
Zachariah, ni para que el gran Alfa presionara con fuerza la cabeza
contra su pecho. Quedándose quieto respirando entrecortadamente y
presionando los puños temblorosos contra sus caderas.
Esto no era agradecimiento, o hacer uno al otro sentirse bien. Esto era
afecto, ternura.
—Está bien —fue todo lo que Ivore pudo decir por la confusión,
acariciando la espalda de Zachariah— Todo está bien. Lo prometo.
Pero no lo estaba. Sosteniendo al Alfa en sus brazos, con los planes
que habían dibujado para este lugar todavía fresco en su mente, Ivore
supo una cosa de repente y con certeza. Quería quedarse y ser el
Omega de Zachariah. ¿Podría tener eso? Él no lo sabía. ¿Qué pensaba
Zachariah, detrás de su porte estoico? ¿Qué quería él? 53
Capítulo 4

Zachariah
54
Por último, las emociones que lo inundaban se aliviaron. A pesar de
que sus huesos le dolían como un anciano, Zachariah descubrió que era
capaz de sentarse y dejar que Ivore se apoye en él.
Ivore hizo un pequeño zumbido y presionó su mejilla brevemente. Un
pequeño gesto, sin embargo, que abarcaba mucho más. Perdón -
comprensión - aceptación - afecto. Era muy extraño que una cosa tan
pequeña pudiera hacer una gran diferencia. Pero así era Ivore, ¿verdad?
Zachariah se frotó con cansancio su rostro. No podía recordar cuánto
tiempo había pasado desde la última vez que lloró.
Probablemente poco después de que perdió a Jace.
—Lo siento.
—No tienes porqué —dijo Ivore. Tomó el papel que habían dejado de
lado y fingió estudiar su dibujo.— Nunca entendí por qué se supone que
los Alfas no deben tener emociones. ¿No son humanos, al igual que el
resto de nosotros?
—Es diferente.
Ivore resopló en silencio.
—Tengo un pene y un útero. Eso es diferente, Zachariah.
Para su propia sorpresa, Zachariah se echó a reír. Sonaba horrible,
agudo, áspero y entrecortado, pero Ivore arrugó la nariz y le devolvió la
sonrisa.
Zachariah se frotó el pecho, preguntándose que significaban esas 55
sensaciones. No era el familiar adormecimiento helado que había llevado
alrededor con él desde el fallecimiento de Jace. Tampoco eran calientes
como la ira, o espinosas como la cautela. Más... vacío. Sí, vacío, pero no
triste.
Más como una sensación de esperar a que suceda algo. ¿Pero qué?
Zachariah dejó escapar el aire en una larga bocanada, lento mientras
observaba a Ivore plegar por la mitad el mapa que habían hecho, pero
cuando Ivore comenzó a luchar para pararse, lo único que sintió fue un
aumento repentino de no querer que esto suceda.
Se empujó fuera del borde del porche y estiró ambos brazos.
—No hagas eso. Te ayudaré a bajar.
—¿Estás seguro? Estoy bastante pesado.
—No sigas preguntando eso. No eres tan pesado para mí.
—Hmm. Espera un par de meses. —Ivore se agachó para agarrar los
brazos de Zachariah, y dejar que le ayude a bajar. Sus pies tocaron el
suelo aún con agilidad.
¿Sólo siete meses? Menos de lo que Zachariah había pensado - pero
recordaba, con una risa interior, lo imprudente que podía ser comentar
en voz alta a un Omega sobre ese tipo de cosas.
Ivore le dio una mirada ceñuda, como si leyera su mente, y le golpeó
con fuerza el brazo.
—Después de todo esto, creo que me he ganado una siesta. ¿Te 56
importa?
No, no lo hacía, y sin embargo - no podía estar seguro, pero no creía
que realmente Ivore quisiera dormir. Ahora que él se había recompuesto,
pensó que el comportamiento de Ivore parecía un poco apagado. Menos
alegre, y más pensativo.
Había pasado mucho, mucho tiempo desde que Zachariah tomó algún
tipo de decisión impulsiva, pero hoy le pareció natural. Le tendió la mano.
—¿Tienes alguna de esas barras para alimentarte?
Ivore parpadeó ante la incongruencia.
—¿Perdón?
Zachariah se encogió de hombros.
—Estaba pensando que si es suficiente una barra para mantenerte
alimentado por un tiempo, podrías ir a dar un paseo conmigo.
Con el ceño fruncido, Ivore se acomodó el pelo, empujándolo sobre el
hombro y quitando los mechones de su cara.
—Yo podría. ¿Porque lo preguntas?
Zachariah negó con la cabeza lentamente. Él no lo sabía. Sólo podía
tomar su mejor opción, y decir lo que había en su corazón.
—No tuvimos oportunidad de ver gran parte de la granja antes. Si vas
a vivir aquí, debes conocer la tierra. Te la puedo mostrar, y puedo
mantenerte a salvo.
Y quería ver lo que pensaba Ivore de su lugar. El quería ser el que se 57
lo mostrara.
—No estoy vestido para ello —dijo Ivore, mordiéndose el labio.
—Te voy a encontrar algo. —Zachariah no había abierto ninguna de las
cajas con ropa vieja de Jace, pero sabía dónde estaba todo.
Seguramente Ivore debería enrollar las mangas y los puños. Sería difícil
verlas utilizadas de nuevo, pero el Jace que había amado hubiera
preferido ver que alguien los disfrutaba en vez de que estuvieran
guardadas.
Esperó a que Ivore acepte o rechace - y sabía lo que quería, que la
respuesta fuera sí. Sonrió al Omega.
—¿Vendrás?

***
Ivore lo hizo.
Zachariah se detuvo con un pie en la pequeña elevación que conducía
hacia arriba desde el arroyo que atravesaba una esquina de su
superficie. Tenía poco caudal en esta época del año, era bastante fácil de
atravesarlo, pero quizás no tan fácil para un Omega embarazado.
—¿Necesitas una mano?
—No, pero voy a tomar una de todos modos. —Sonriendo Ivore tomó
la mano de Zachariah ligeramente, pero aun así su toque hizo cosquilleo 58
en la palma de Zachariah. Una vez al otro lado del arroyo, se detuvo
para calcular la distancia.
Una sudadera con capucha, con cremallera que había pertenecido a
Jace colgaba como una tienda de campaña en el cuerpo más pequeño
de Ivore, excepto a la altura del vientre, donde era casi demasiado
pequeña. Zachariah apenas podía apartar los ojos del Omega.
—No es mucho más allá.
—Eso dices hace rato.
A pesar de sus burlas, Ivore ni siquiera se había agitado. Logró
ascender junto a Zachariah fácilmente, de forma natural, como si siempre
hubiera caminado allí. Ivore tenía la altura correcta para que Zachariah
pusiera si quería un brazo sobre los hombros del Omega.
Tal vez. Tal vez algún día.
Miró a Ivore en silencio mientras caminaban. Tenía un bonito color en
las mejillas por el esfuerzo, pero sus músculos eran ágiles y capaces. Un
paseo como éste hubiera sido más de lo que Jace podía manejar.
Antes de llegar a la mitad de su embarazo, los tobillos se le habían
hinchado terriblemente y su presión sanguínea había subido demasiado
alto para hacer mucho. Su cachorro no había sido tan activo tampoco.
Jace no había estado bien desde el principio. Sólo que ninguno de ellos
sabía lo suficiente como para entenderlo.
Ivore, sin embargo. Ivore brillaba con salud. Con felicidad, también,
59
bajo la fina capa de melancolía - y con esperanza que asomaba de vez
en cuando. ¿Esperanza de qué? Esa era la pregunta.
Zachariah levantó una rama baja para que Ivore pase por abajo.
—Si esto no hubiera ocurrido —él empezó de repente, necesitó luego
un segundo para ponerse al día con su boca— ¿Qué estarías haciendo
ahora?
Ivore frunció sus cejas.
—No tiene ningún sentido pensar en eso. No puedo cambiar las cosas.
—Compláceme.
—No sé. —Ivore se frotó el vientre.— Desearía haber hecho una mejor
elección para el padre de mi cachorro, pero... probablemente estaría
haciendo lo mismo, Zachariah. Yo quería esto. Es para lo que nací.
—¿Sin arrepentimientos?
Ivore tomó la cuestión en serio y reflexionó durante unos minutos,
como lo había hecho Zachariah.
—No lo creo —dijo al fin.— Porque no me importan las consecuencias.
Les doy la bienvenida. Soy capaz, Zachariah, y estoy dispuesto. Puede
ser que sea pequeño, pero soy fuerte. Puedo hacer esto. Lo sé.
Entonces, ¿cómo puedo arrepentirme?
Quería decir cada palabra. Zachariah podía oír la verdad en la voz de
Ivore, y se le apretó un poco el corazón en el pecho. Se aclaró la
garganta y extendió su mano sobre el hombro de Ivore - ligero, delgado, 60
y por lo tanto muy fuerte.
—Eres un buen lobo, Ivore.
—Tú no estás tan mal —respondió Ivore. Se detuvo para sonreírle a
Zachariah.— Y cada vez estás mejor.
Zachariah pensó que Ivore tenía razón. El vacío que había llenado el
pecho después de haber derramado toda esa vieja tristeza pareció
cambiar mientras miraba al Omega. Su corazón se sentía más cálido y
completo.
Lentamente, acunó con las manos la cara de Ivore, haciéndole
cosquillas con su pulgar suavemente en la boca.
Las pupilas de Ivore se dilataron, y abrió sus labios un poco.
—Eres tan hermoso —susurró Zachariah.— ¿Cómo puedes ser tan
hermoso?
—Yo... —Ivore negó con la cabeza, aparentemente sin palabras.
Cubrió la mano de Zachariah y dejó que sus ojos se cerraran.
El impulso de darle un beso casi superó a Zachariah, pero - no,
todavía no. Miró hacia arriba para confirmar lo que recordaba sobre las
fronteras de su tierra, y asintió con satisfacción.
Acarició con la yema del pulgar justo por debajo de los ojos de Ivore y
dijo.
—Mantenlos cerrados durante un minuto. ¿Puedes dar la vuelta? Yo te
ayudaré si es necesario. 61
La boca de Ivore se curvó en una sonrisa y él no habló, pero permitió
que Zachariah lo sujetara lo más suavemente posible y le hiciera dar un
medio círculo, mirando hacia afuera. Se colocó detrás de él, su pecho
contra la espalda de Ivore. Se adaptaron como si hubieran sido hechos
el uno para el otro.
—Ahora —dijo, murmurando— Mira, Ivore. Esto es lo que quería que
vieras.

***
Ivore

Ivore abrió los ojos.


—Zachariah. —Su mano voló a su boca.— Oh, Zachariah.
Detrás de él, la risa de Zachariah vibró suavemente contra su espalda.
—¿Te gusta lo que ves?
Ivore sacudió la cabeza con asombro silencioso. ¿Gustar? ¿Cómo no?
62
Zachariah le había llevado hasta el mismo borde de un precipicio. Tres
pasos hacia adelante y habrían caído por el acantilado, pero Ivore no
sintió el más mínimo escalofrío de miedo. Los brazos de Zachariah eran
cálidos y estables en torno a él y no le dejaría caer. Y si no hubieran
estado tan cerca, se habría perdido la vista. Un poco de riesgo valía la
pena por una gran recompensa. Por debajo de ellos, la totalidad del valle
se extendía como una imagen en un costoso libro de fotografía. Las
montañas sobresalían altas, orgullosas y eternas, y poco a poco se
inclinaban hacia abajo. Las ovejas eran puntos blancos mullidos
vagando por las laderas escarpadas con tanta naturalidad como si
estuvieran en tierra plana, con los árboles de resistentes hojas perenes
vigilándolas.
El azul oscuro del lago Wasp, aparecía por la parte inferior,
serpenteando entre las propiedades que no eran más que cuadrados de
colores desde esa altura.
Ivore aspiró con avidez. El aire era limpio y dulce, un poco delgado3, y
tenía un sabor salvaje.
—Oh, Zachariah.
Zachariah no se alejó. Mantuvo con sus manos una sujeción segura
alrededor de Ivore - tal vez un poco demasiado cuidadoso - pero se
sentía bien. Una cálida palma ahuecaba la cadera de Ivore, y su barbilla 63
estaba apoyada en el hueco del hombro de Ivore.
—Supongo que no llegaste a ver todo el lugar mientras escapabas de
los ejecutores.
—Ni la mitad. —Ivore se estiró hacia las nubes. Se veían lo
suficientemente cerca como para tocarlas. —Es... no tengo palabras,
Zachariah. Whittier es hermoso, pero no así.
El cálido aliento de Zachariah le hacía cosquillas en la nuca de Ivore,
haciéndolo temblar deliciosamente por la sensación. Despalzó su mano
por el brazo de Ivore, parando cuando lo sujetó por la muñeca.
—Pensé que te gustaría. Esperaba que lo hiciera .
Ivore se sentía borracho con la línea dura del cuerpo de Zachariah
enclavada contra el suyo.

3
Quiere decir con menos oxigeno por la altura.
—Podría amar este lugar.
—Ah —Zachariah sopló contra la oreja de Ivore. Lentamente, casi con
timidez, arrastró las manos hasta descansar sobre el vientre de Ivore. —
¿Podrías ahora?
¿Se refería a... Ivore tragó. Campanas de advertencia repicaron en sus
oídos, pero parecían distantes, muy lejanas, sin importancia. En su lugar
la imprudencia alimentó su sangre. Cubrió las manos de Zachariah con
las suyas.
—Yo podría, si quisiera hacerlo. 64
—Mmm. —Zachariah lo acarició con su nariz detrás de la oreja de
Ivore. Sus labios rozaron la piel suave cuando habló, su voz se había
reducido a un murmullo profundo.— ¿Quieres hacerlo?
Estiró el brazo hacia arriba y atrás para cepillar sus dedos a lo largo de
la mandíbula de Zachariah.
—Yo podría. Yo... Oh, Zachariah.
El Alfa deslizó su mano bajo el dobladillo de la sudadera voluminosa
que le había prestado, y lo acarició lentamente, piel contra piel.
—Zachariah.
—Shh, ahora, shh . —Zachariah presionó brevemente y con fuerza su
cabeza contra Ivore— ¿Confías en mí?
A pesar de que temblaba, Ivore asintió. No sabía con precisión lo que
Zachariah tenía en mente – pero tenía una buena sospecha - pero si
estaba equivocado, no le importaba. Podía confiar en este dulce y brusco
Alfa.
Tal vez el Alfa se estaba enamorando de él... Sabía a ciencia cierta
que lo deseaba. Ivore rodó sus caderas con curiosidad, gratificado
cuando se frotó contra la evidencia de ese deseo. Zachariah gruñó, pero
se movió presionándose contra Ivore con cortos y breves empujes. Trajo
a Ivore más cerca de él para que no pudiera moverse, y lo acarició con
más fuerza. El pene de Ivore se fue llenando lentamente. Sus labios se
separaron en un gemido de anticipación. 65
—Zachariah. Por favor...
—Te tengo.— Zachariah aplicó presión en la cadera de Ivore, como si
tuviera la intención de que se dé vuelta.
Ivore resistió el movimiento.
—No lo hagas. No serás capaz de alcanzarme si estoy de frente.
—Ya se me ocurrirá algo. —Zachariah lo empujó suavemente.— Por
favor.
—Sólo estoy tratando de ayudar.
Zachariah besó la sien de Ivore.
—Ya lo hiciste.
La cara de Ivore se sonrojo. Se llevó una mano a la mejilla, sin saber
qué decir. La risa baja de Zachariah erizó su piel. Tiró de nuevo, suave
pero inexorable.
—Gírate Ivore.
La curiosidad y el deseo, ambos lo hicieron obedecer - y una vez que
lo hizo, Zachariah rápidamente, aunque todavía con esa dulzura que lo
consumía todo, levantó y llevó Ivore a través del sendero áspero y lo
puso de espaldas contra un árbol joven y fuerte lejos del borde del
acantilado. Reverentemente bajó la cremallera de la sudadera con
capucha prestada de Ivore y empujó la tela a un lado para dejar al
descubierto su vientre y el pecho.
Poco a poco, se arrodilló. 66
—¿Zachariah? —Ivore deslizó sus dedos por el cabello de Zachariah.
Los ojos de Zachariah brillaron hacia él mientras desató el lazo de los
pantalones de chándal de Ivore. Sus callos rozaron la piel sensible de
Ivore y lo hicieron jadear.
—Te dije que podía alcanzar.
Zachariah acarició la suave piel de los muslos, luego lo sujetó con
fuerza en las caderas, y se inclinó para tomar la polla del Omega en la
boca.
Ivore gimió. Tiró de los cabellos de Zachariah más fuerte de lo que
debía, pero él no protestó. El Alfa acunó a Ivore en su lengua y lo llevó
más profundo, sin parar hasta que no hubo más espacio donde ir. La
respiración húmeda de Zachariah calentó la ingle de Ivore, mientras
acariciaba sus piernas.
Un fuerte tirón corrió a través de Ivore, comenzó en el pecho y
atravesó el vientre hasta la ingle, haciéndole gritar de éxtasis.
Zachariah - un Alfa - era bueno en esto – chupaba el pene de Ivore
como si le encantara, como si lo hubiera hecho desde siempre.
Las rodillas de Ivore no lo aguantarían por mucho tiempo, pero él
deseaba que fuera posible. Él tiró el pelo de nuevo, imprudentemente
ahora, mientras pulsos de calor y electricidad rodaban a través de él.
Cada vez más fuertes, más calientes hasta que alcanzaron su punto
máximo y se estabilizaron mientras Ivore amplió su postura. 67
Zachariah se quitó, brevemente, levantó la pierna de Ivore y la
acomodó por encima de su hombro. Ivore no tuvo otra opción para
mantener el equilibrio que sujetarse de una rama del árbol - y una vez
que había hecho eso, Zachariah subió la otra pierna de Ivore sobre su
espalda. Él era lo suficientemente fuerte como para sujetar las caderas
de Ivore, y sus hombros lo suficientemente amplios como para soportar
el peso sin un temblor.
—Zachariah —Ivore se quedó sin aliento, meciendo sus caderas. El
mojado, apretado calor de la boca de Zachariah llenó todo su mundo.
Podía sentir que estaba casi por venirse, casi - Zachariah lo soltó.
Cuando Ivore lanzó un grito de decepción, se rió con voz ronca.
—Todavía te tengo.
Con tanto cuidado como si Ivore fuera de cristal, Zachariah lo bajó de
sus hombros. Se soltó el cinturón y rotó sus caderas enviando sus
vaqueros hacia abajo, luego alcanzó entre ellos con una gran mano para
coger sus dos pollas en sus manos. El choque de la sensación hizo
jadear a Ivore, pero Zachariah cogió el ruido con la boca y lo besó.
Echó los brazos alrededor del cuello de Zachariah y lo sujetó como si
de eso dependiera su vida. Se bebió el aroma a almizcle que el Alfa
despedía, y ofreció de nuevo lo que podía. Su orgasmo se construyó de
nuevo, pulsó rápido como los latidos de su corazón, concordando con el
68
ritmo que podía sentir en el eje de Zachariah.
—Zachariah —jadeó Ivore en la boca del Alfa.— Zachariah,
Zachariah... —Él clavó sus uñas y las arrastró por la espalda de
Zachariah, esto le hizo gemir y empujar hacia adelante con más fuerza,
enviando estremecimientos de sensaciones a través de los dos.
—Una vez más —ordenó, apretando el control.— Ivore, más, más duro.
Ivore hundió sus dientes en el labio de Zachariah. El entusiasmo lo
atravesó. No había jugado de forma áspera en mucho tiempo, y se sentía
muy bien… Su espalda se arqueó cuando gritó contra los labios de
Zachariah, capturando a su vez su gemido estrangulado. La humedad
estalló entre ellos, espesa y cremosa, e Ivore no podía decir que
pertenecía a quién - pero no importaba.
Ivore sabía ahora que podría amar a Zachariah. Y si él pudiera
quererlo, también...
Eso sería la felicidad.
Los miembros de Zachariah se sacudieron, temblores finos corrían por
sus músculos, y su respiración todavía estaba agitada, cuando alejó los
brazos de Ivore. Tragó saliva con la garganta seca y presionó sus frentes
juntas.
¿Me amas? Ivore pasó la punta de los dedos a través de los pelos más
cortos en la nuca de Zachariah. ¿Lo harías? ¿Podrías? ¿Podrías? 69
Por mucho que le había gustado a Ivore, su cachorro indignado le dio
una patada sólida que hizo a Zachariah sobresaltarse de nuevo - pero
con una risa, y regresó de inmediato al acariciar el vientre de Ivore de
esa manera encantadoramente tímida que a veces tenía.
—Es fuerte —dijo, trazando líneas reflexivas con la yema de su dedo
pulgar.— Realmente fuerte. Ivore...
Se detuvo allí, moviendo la cabeza.
Conmovido, Ivore ahuecó su mejilla hasta que la mirada de Zachariah
se encontró con la suya.
—Todo está bien.
La mueca de Zachariah decía otra cosa, el terco Alfa. Suspiró y
enderezó sus hombros, pero se rió cuando el cachorro le dio otra patada
dejando claro que quería que Ivore cambiara de posición.
—Está bien, está bien— dijo con su voz de barítono. —Sólo porque lo
pides tan amablemente.
Dio un paso atrás, y todo podría haber estado bien, pero Zachariah
tenía piernas largas, y su paso era largo. Y el borde del acantilado
estaba allí, justo allí.4
El pánico corrió a través de Ivore, un golpe de terror puro. Se arrojó a
sus brazos y se agarró de la camisa de Zachariah, tirando de él hacia
delante. Zachariah rugió con sorpresa, y luego también con terror cuando
su pie encontró nada. Por un momento terrible, Ivore pensó que no lo 70
lograría, que no podría ser lo suficientemente fuerte –
Zachariah cayó hacia delante, tratando de rodar lejos de Ivore, pero
estaban demasiado enredados. Cayeron juntos, con seguridad lejos de
la orilla del precipicio, pero con tanta fuerza que hizo gritar a Ivore con el
impacto de la caída. Su cabeza zumbaba y sus ojos no se centraban
cuando los abrió para ver a Zachariah trepar por encima de él aterrado.
Por un segundo, dos segundos, tres, lo único que pudo hacer fue
respirar, jadeos cortos.
El cachorro protestó, pateando el hígado de Ivore, y cerró los ojos con
un gemido.
—Zachariah.

4
N.T. Antes dijo que lo levantó y lo llevó por el sendero hasta un árbol joven, parece que no lo llevó muy lejos si
todavía estaban tan cerca del acantilado
—Ivore —dijo, jadeando.— Oh Dios. Ivore. —Él se sacudía por los
temblores, pero a pesar de eso se puso de pie, tratando de ayudar a
Ivore— ¿Estás herido?
—No —Ivore se chequeó, pero que no creía que se hubiera dañado
nada. Bien, nada físico. El terror todavía le helaba la sangre.— Estoy
bien.
Zachariah no se veía como si le creyera ni siquiera un poco. Su
mandíbula formaba una línea sombría.
—Casi no lo logras. 71
—¿Yo? —Ivore encontró la fuerza para levantarse— ¿Yo? Tú fuiste el
que casi se cae de la pared del acantilado, y te preocupas por mí?
Bien podría haber ahorrado su aliento; Zachariah no estaba
escuchando. Poco a poco, y tan claramente que Ivore podría realizar un
seguimiento de su progreso, los muros de piedra regresaron a su lugar.
—Zachariah —dijo Ivore acercándose para tocar su cara.
Zachariah dio un paso atrás antes de Ivore pudiera hacer contacto.
—Estás bien ahora —dijo como para sí mismo.— Eso es todo lo que
importa. Vamos. Te llevaré de regreso a la granja
Antes de que Ivore pudiera protestar, Zachariah empezó a caminar,
dejando a Ivore sin otra opción que seguirlo. Casi no lo hizo, indignado y
todavía inestable por el susto, pero - no. No dejaría a Zachariah hacer
esto otra vez, ni a sí mismo, por lo que podría ser o podría haber sido.
Ivore lo siguió. Se movían más rápido de lo que le hubiera gustado,
demasiado rápido para parar y hablar. Todo lo que pudo hacer fue
seguirlo respirando de forma agitada. Un par de veces Zachariah se
detuvo brevemente para miralo sobre el hombro pero no le habló.
Cuando llegaron abajo a la tierra despejada, cerca de donde había
estado la menta, Zachariah todavía no había dicho una palabra, e Ivore
había tenido suficiente. Plantó los pies en la tierra destrozada y se paró
frente a Zachariah.
Zachariah lo evitó. 72
—Ahora no.
—Luego ¿Cuándo?— Ivore se abrió paso delante del Alfa.— Me estás
dejando fuera. No lo hagas. Por favor, no lo hagas.
La impaciencia cruzó su cara.
—¿Incluso por tu propio bien?
—¿No te parece que sé que es lo mejor para mí? —Ivore se negó a
moverse. Creyó ver una grieta en la pared y presionó su ventaja.— Estoy
bien. Soy fuerte y el cachorro también. Y tú estás a salvo.
Zachariah no le respondió. Sus manos flexionadas, como si
reconociera que no podía luchar contra esto, pero todavía quisiera
hacerlo.
—Ivore-
—Ahora bien —dijo una voz desconocida, Zachariah e Ivore se
sobresaltaron. Ivore miró sobre su hombro para ver un Alfa apoyado en
el borde del porche de Zachariah.
No lo reconoció al principio. No era uno de los ejecutores, era un
hombre mayor con los músculos de un atleta en capas sobre los huesos
duros, un rostro delgado, con una nariz romana, y poder escrito sobre
cada miembro. Su boca torcida se inclinaba hacia arriba a la izquierda.
— Zachariah llegué a casa antes —dijo el Alfa. Asintiendo hacia ellos.
El primo de Ivore… 73
Capítulo 5

Zachariah
74
Zachariah se encrespó. El Alfa de la manada del Lago Wasp estaba
apoyado contra el borde de su porche como si le perteneciera, y la
primera reacción de Zachariah fue a arrojarse al hombre y derribarlo.
Se contuvo - apenas. Sus puños se apretaron al costado.
—Señor.
El nombre del Alfa era Lewis, pero nadie nunca lo utilizaba, ni siquiera
Ivore. Él inclinó la cabeza ligeramente a Zachariah en reconocimiento.
Eso, y nada más. ¿Cuánto tiempo había estado allí? ¿Había oído algo?
No había manera de saberlo. El Alfa se veía indiferente. Sus ojos eran
pálidos como el hielo ártico, frío y opaco.
Era una mejora con respecto a su antiguo líder de manada, que había
sido irascible y temperamental como Lewis no era, pero a veces
Zachariah deseaba un líder con sangre en las venas en lugar de hielo.
Parecía que Ivore también lo hacía. Dudó entre ellos, mirando primero
a Zachariah, a continuación, de nuevo al líder de la manada.
—Primo —dijo al fin, quitándose los mechones de pelo de la cara.—
Has cambiado.
El Alfa sólo se encogió de hombros.
—Lo Hice. ¿Estás herido?
—¿Yo qué? No —Vaciló Ivore. Él puso una mano sobre su vientre.—
Estamos bien.
—Hmm —dijo el Alfa, ladeando la cabeza ligeramente hacia un lado. 75
Su forma de hablar comenzó a irritar a Zachariah. Demasiado preciso.
El líder de la manada, decía exactamente lo que quería decir, y nada
absolutamente de lo que sentía.
—Ivore está ileso —dijo al Alfa.— Doy fe de ello.
Ileso, por ahora, al menos. ¿Quién sabía lo que podría haber ocurrido
si hubieran estado siquiera otra hora juntos? Zachariah no podía correr el
riesgo. Él no lo haría.
El Alfa no reconoció la declaración de Zachariah, pero observó a Ivore
con calma cuando dijo:
—Los ejecutores que te persiguieron serán castigados. ¿Te dijeron
eso?
Ivore renunció a intentar de evitar que el viento agite su pelo; la brisa
parecía particularmente decidida a sacudir sus rizos.
—Sí, señor.
—Bueno. También lo hará el Alfa que te abandonó y te dejó en este
estado. —El Alfa hizo un gesto simple hacia la sección media de Ivore.—
Llegué a un acuerdo con la manada de Whittier. Tu antiguo amor será
multado con una cuarta parte de su ingreso anual como manutención de
su hijo.
—Pero - —Ivore levantó la barbilla.— Yo no lo necesito. Yo puedo
cuidar de mí mismo.
La esquina de la boca del Alfa se levantó, pero nadie podría haber 76
llamado a su expresión una sonrisa.
—¿Estás cuestionando mi decisión?
Ivore se puso rígido.
—¡Sí!
—Hmm —El Alfa se mantuvo imperturbable— como sea, la decisión ya
fue tomada, y mi palabra es ley. No se le permitirá aparearse con otro
Omega durante cinco años, para asegurarse de que aprendió su lección.
En secreto, Zachariah lo aprobó. El Alfa que había traicionado a Ivore
merecía lo peor, pero esto no estaba mal para un comienzo.
Ivore, por el contrario, había pasado del rosa al rojo por la furia.
—Yo debería haber participado en esa decisión.
—No estabas allí. —El Alfa volvió la mirada fría hacia Ivore.— Yo sí
estaba, y cuido de los que me pertenecen. Les guste o no. Ve a buscar
tus cosas. Te acompañaré a mi cabaña.
—Pero no lo hago –
—Ivore —Con esa palabra, el Alfa lo cortó en mitad de la frase.— Ve a
buscar tus cosas. Nos vamos.
—Pero...
Ivore miró a Zachariah de una manera que habría derretido los
corazones más duros, y oh, casi lo hizo con Zachariah. Tomó toda la 77
fuerza obstinada que pudo juntar no dejar ver a Ivore cuánto lo afectó.
Zachariah endureció su corazón. El Alfa mantendría a Ivore sano y
salvo. No era un tipo afectivo, pero tampoco era cruel. Ivore estaría bien
bajo su cuidado. Eso era lo único que importaba.
Es lo mejor. Deliberadamente, Zachariah apartó la vista de las
súplicas de Ivore. No dijo nada pero el Alfa había observado todo. Se
enfocó en Ivore y dijo, con la orden de un Alfa.
—Ve.
Ivore no tenía otra opción. Los Alfas y los omegas obedecidan por
igual a su líder de manada, a menos que estuvieran dispuestos a luchar
hasta la muerte. Con un grito de consternación y enojo, Ivore corrió por
las escaleras de la cabaña y cerró la puerta tras de sí.
El Alfa ni siquiera parpadeó.
—Él va a superarlo.
Zachariah no estaba tan seguro. Se frotó el pecho, sorprendido por
como el enojo de Ivore le lastimó el corazón. No pensaba hablar, pero le
salieron las palabras, con voz áspera.
—¿Qué va a pasar con él?
—¿Con Ivore? —La boca del Alfa se movió de nuevo. Casualmente
metió las manos en los bolsillos. —Es un Omega no reclamado, y fértil.
Se quedará en mi cabaña hasta que nazca el cachorro y después voy a
encontrar a un compañero para él.
78
Los pelos del cuello de Zachariah se levantaron.
—¿El no tiene algo que decir en esa decisión?
El Alfa le dio una mirada fría, remota.
—Él no eligió sabiamente la primera vez.
No, pero no merece ser castigado por ello. Zachariah no pudo
evitar rechinar los dientes.
—¿Y usted piensa que puede hacerlo mejor?
—Soy el Alfa de la manada. —Miró hacia otro lado.— Sé lo que estoy
haciendo.
—Ivore merece a alguien que lo quiera y sea un padre para su hijo. —
El Alfa se encogió de hombros con indiferencia.
Si Zachariah se quedaba donde estaba otro segundo más tiempo, el
vapor podría comenzar a salirle por las orejas. Lewis podría ser el líder
de la manada, pero por Dios que el hombre tenía carámbanos en su
corazón.
—Yo no-
—¿Tiene alguna sugerencia mejor? —Preguntó el Alfa sin mirar hacia
atrás.
—Yo —dijo Zachariah. La palabra resonó tan fuerte como un disparo.
La sangre rugía en los oídos de Zachariah. ¿Realmente había dicho eso
en voz alta? Sí lo hizo. Y por Dios, no se arrepentía de ello. —Yo —dijo
de nuevo, frente a el Alfa directamente.— Voy a cuidar de él.
79
—¿Tu? —El Alfa le dijo fríamente.— Dime. ¿Por qué debería confiarte a
mi primo?
Su resistencia lo hizo sentir más obstinado y decidido a Zachariah.
—Funcionó bastante bien hasta ahora. Hay espacio para él y su
cachorro.
—¿Le darías de buen grado refugio, alimentación y cuidado a los dos?
—El Alfa arqueó una ceja— ¿Por qué?
Zachariah luchó consigo mismo, pero necesitaba decir esto en voz
alta.
—Porque él me importa. Y se preocupa por mí. Eso es más de lo que
la mayoría consigue nunca, y es un buen comienzo. Te doy mi palabra,
Alfa. Si él me acepta, yo lo quiero.
El Alfa rió, casi inaudiblemente, y sacudió la cabeza.
—Ya era hora.
¿Qué?
—Para ser honesto, pensé que tendría que engatusarte un poco más.
Has estado soltero mucho tiempo —dijo el Alfa mirándolo de forma
franca.— Conozco a mi primo, y conozco a los miembros de mi manada.
No siempre es sencillo cuidarlos, pero por Dios, es lo que mejor hago.
Que astuto… ¿Esto fue una trampa? La boca de Zachariah se abrió,
pero después de un momento se cerró. Teniendo en cuenta lo que había
conseguido... No podía quejarse. 80
Mientras estaba feliz consigo mismo, el Alfa inclinó la cabeza hacia la
cabaña.
—¿Cuántas cosas tiene Ivorel?
¿Qué?
Zachariah frunció el ceño.
—No mucho. Unos pocos pedazos de ropa rota.
—Hmm. Se está tomando mucho tiempo para juntarla —dijo el Alfa
haciendo ligeramente un gesto hacia la cabaña de Zachariah.— Ve a ver
lo que le está reteniendo. Quiero que estemos en casa antes de la
puesta del sol.
Los pelos del cuello de Zachariah se levantaron. Él quería decirle al
Alfa exactamente dónde podía meterse sus órdenes, pero... Él agudizó
sus oídos y no pudo oír un solo sonido desde el interior de la cabaña.
Infiernos. ¿Si Ivore se había escapado cuando los dos estábamos
distraídos? Zachariah lo creía posible del Omega. Él había tenido mucha
suerte en encontrar un lugar seguro la primera vez. No había más
parches de menta para que se escondiera, incluso con la amenaza del
castigo siempre había Alfas cachondos listos para probar suerte.
Olvidándose del Alfa, Zachariah subió corriendo los escalones y entró
en su cabaña desordenada y vacía. Su corazón latía de forma frenética
contra las costillas.
Si perdí al Omega... si perdí el amor de Ivore… 81
¿Había sido demasiado ciego para ver - cuando no se estaba
cegando voluntariamente a sí mismo? ¡Señor en el cielo, había sido
un tonto!

***

Ivore

Ivore levantó las manos sobre las orejas para bloquear la fría voz de
su primo y mantuvo su cabeza inclinada. Había llegado hasta la piel de
oveja donde durmió con Zachariah, pero sus piernas no se movieron más
mientras escuchaba los planes que Lewis tenía para su vida.
¿Qué le había pasado a Lewis? El primo que recordaba nunca había
sido efusivo, pero no estaba congelado hasta la médula. Había venido
con la esperanza de encontrar santuario, no para que lo juzguen y lo
controlen.
Bueno, había encontrado refugio. Pero no el que había esperado. Ivore
apretó sus oídos con los nudillos cuando el nuevo grito le hizo
estremecerse ¿Había estado tan equivocado con respecto a Zachariah?
Él no lo creía. Él habría jurado lo contrario.
Tal vez había sido una tonto. Lewis no estaba equivocado. 82
Anteriormente había sido un tonto, y había entregado su cuerpo aunque
no su corazón imprudentemente.
Pero con Zachariah...
Una mano sólida en el hombro lo hizo sobresaltar y enderezarse.
Cuando levantó la cabeza, vio a Zachariah retrocediendo. Alivio
mezclado con impotencia, estaban escritos claramente en su rostro y en
guerra con su máscara estoica.
—Ivore. Estás aquí.
—Por ahora —dijo Ivore con un chasquido de sus dientes— ¿Creías
que ya me había ido?
—Yo... —Zachariah Tragó saliva y sacudió la cabeza.— Estás aquí.
Eso fue el colmo. Ivore se puso de pie, con ira dando manotazos a
cualquier intento de ayuda, y se lanzó directamente en el espacio de
Zachariah.
—Sí, estoy, y tú también, ¿y sabes qué, Zachariah? —Su voz se
rompió.— Ya tuve suficiente de esto.
Zachariah desvió la mirada y dio un paso atrás.
Ivore siguió adelante, demasiado enfadado para cuidar de las
sutilezas.
—Desde el momento en que te vi, supe que eras diferente. Eres tan 83
diferente del Alfa que había elegido como la noche y el día. No sabía
cuánto hasta que vi lo solo que estabas.
Zachariah frunció el ceño, uniendo sus cejas.
Ivore se negó a reconocerlo.
—Y me di cuenta de lo solo que yo estaba. Lo solo que había estado.
Pero luego encajamos, Zachariah. Al igual que las piezas de un
rompecabezas, nos reunimos y fue bueno. ¡Es bueno! Sólo que no lo
puedes ver.
Zachariah no dijo nada.
—Y me cansé de esperar —continuó, golpeando el pecho de Zachariah
con el dedo índice.— No quiero ir con mi primo. No quiero dar a luz solo,
sin alguien que me ame. No mientras tú te preocupas por mí.
—Ivore... —dijo Zachariah, moviendo la cabeza.
—¡No! Tú me amas. Sé que lo haces, y no te atrevas a decir lo
contrario. —Para su consternación su voz se quebró y una lágrima salada
cayó por su mejilla.— ¿No es así?
—Ivore. —Los labios de Zachariah se separaron, curvándose en una
sonrisa—¿Me amas? ¿Verdad?
Ivore luchó consigo mismo por control, pero no pudo conseguirlo. Se
limpió los ojos.
—Lo hago. Y no puedes dejarme. Voy a ser tu compañero, Zachariah.
Tu Omega. Los dos nos hemos ganado una segunda oportunidad, y yo
84
voy a tomarla, te guste o no.
En un primer momento, Ivore no pudo identificar el sonido áspero que
hacía Zachariah, pero cuando se dio cuenta de que era una risa se
detuvo y miró al Alfa con incredulidad.
—Esto no es divertido.
—No lo es, lo sé —dijo Zachariah. Él puso su brazo robusto, cálido y
seguro alrededor de Ivore.— ¿Estás seguro? Dime.
Ivore mantuvo la cabeza alta, con la mirada fija en la del Alfa.
—Voy a ser tu compañero, Zachariah, y vas a ser mío. No importa lo
que venga, yo prefiero hacerlo contigo que solo. —Él tragó.— Por lo
tanto, es así.
Su tranquilo Alfa no respondió con palabras, sino de hecho. Zachariah
inclinó la cabeza, y llevó sus labios suavemente contra los de Ivore.
Oh. Antes de ese momento, Ivore había dudado de cuál sería la
respuesta de Zachariah a su reclamo, pero no ahora. No tenía ninguna
duda. Puso sus brazos alrededor del cuello de Zachariah y tiró de él más
abajo. Separando los labios, dio la bienvenida a la reclamación del Alfa.
Incluso torció una rodilla alrededor de Zachariah para retenerlo de esa
manera.
—Mi primo…
—Se ha ido, si sabe lo que es bueno para él. —Zachariah inclinó la
cabeza.—¿Escuchas? 85
Ivore escuchó, también. Todo lo que escuchó eran pasos caminando
tranquilamente alejándose. Se humedeció los labios.
—Bueno. Llévame a la cama, Zachariah. Ambos estamos de acuerdo y
quiero sellarlo.
—No tengo una cama —Dijo Zachariah bromeando.
Ivore lo golpeó ligeramente en el bíceps.
—Entonces ponme en el piso, Alfa. No me importa, siempre y cuando
me tomes.
—Vas a ser mi muerte —Zachariah le dijo, sonriendo.— Pero de
alguna manera no creo que vaya a lamentarlo.
Se inclinó para colocar su brazo por debajo de las rodillas de Ivore, y
con un movimiento ágil levantó a Ivore en sus brazos.
Ivore chilló y le echó los brazos alrededor del cuello, luego sonrió tan
ampliamente que le dolían sus mejillas.
—¿Es un sí?
Zachariah lo acarició con la mandíbula.
—Bien. ¿Tú qué piensas?

***
86
La casa estaba fría, y Zachariah insistió en tomarse el tiempo para
prender un buen fuego en la chimenea antes de que se acurrucaran
desnudos, en las alfombras de piel sintética que eran tan suaves y
acogedoras para un lobo como una cama de plumas, aunque Ivore tenía
planes para asegurarse de que adquirieran una de esas, también.
Por ahora, esto serviría. Oh, sí serviría.
Ivore se apoyó en el regazo robusto de Zachariah, con la boca abierta
mientras se sentaba en la polla del Alfa.
—Oh. —Zachariah lo llenó hasta el punto en que pudo sentir un
delicioso estiramiento y una quemadura embriagadora, y lo hacía sentir
como si su sangre estuviera en llamas.— Oh, Zachariah. Sí.
El pecho de Zachariah brillaba por el sudor y las manos le temblaban
ligeramente mientras luchaba por control. Cuando Ivore se inclinó para
besarlo con avidez, murmuró contra los labios de Ivore.
—Tú eres fuerte. Fuerte como la tierra.
—Tienes toda la razón, lo soy —respondió Ivore, tocando la boca de
Zachariah con cada sílaba. Se incorporó y guió las manos de Zachariah
a sus caderas. Estar lleno era bueno, pero moverse era mejor. Rodó sus
caderas hasta que encontró un ritmo que les agradó con empujes bajos
profundos.— Mmm. Se siente tan bien, Zachariah. No te detengas.
—No lo haré —prometió Zachariah mientras amasaba las caderas de
Ivore.— Dios, eres precioso. No me dejes.
Ivore se quejó por las sensaciones dentro de él.
87
—No lo haré. Si Tratas de hacer que me aleje, y voy a regresar.
—Bien —Zachariah tarareó. Balanceó sus caderas hacia arriba,
deslizándose más profundamente, y dejó que sus manos recorrieran a
Ivore, acariciando su vientre con aparente fascinación y definitiva
apreciación.— Caliente. Tan caliente.
—El próximo será tuyo —prometió Ivore. Él entrelazó sus dedos
suavemente con Zachariah y se echó hacia atrás para mostrarse a sí
mismo para el placer de Zachariah. Sus músculos se apretaron en el
interior y dijo con un grito.— Muy pronto.
Zachariah gruñó. Sus caderas se sacudieron, follando a Ivore
profundo, más duro, como si ya estuviera tratando. Ivore sujetó su
cabello con los puños mientras se levantaba y se echaba sobre el pene
del Alfa.
—Tan pronto como podamos. Cuando entre nuevamente en calor.
El control de Zachariah se rompió. Levantó a Ivore de él y rodó hacia
delante. Demasiado caliente e impaciente para ser suave, moviéndolo
hasta que de alguna manera estuvo en sus manos y rodillas, con
Zachariah detrás de él.
—Oh, sí —resopló, extendiendo sus piernas.— Zachariah, sí.
Con un gruñido de dominación y posesividad, Zachariah chocó contra
Ivore y se deslizó a casa.
Ivore lanzó un grito de placer conmocionado. No sabía lo bien que se 88
sentía desde este ángulo, o qué tan profundo podía llegar. A pesar de
que no podía poner una mano alrededor de su propio pene, no importó;
se vino con fuerza, los pulsos continuos lo atormentaron hasta dejarlo
seco.
Zachariah tomó el vientre de Ivore en una mano, follándolo tan
profundamente como pudo.
—Mío —gruñó.— Mío, mío, mi Ivore-
Se estremeció y aulló cuando llegó, las palabras fueron suficientes
para provocarle un segundo orgasmo. Su ingle se sacudió con el
esfuerzo, casi dolorosamente. Se volvió lo mejor que pudo buscando
desesperadamente la boca de Zachariah y logró darle un beso torpe por
su aliento agitado.
Cuando Zachariah se deslizó fuera, patinando con su propio semen,
guió a Ivore hacia abajo para estar a su lado en las suaves pieles de
oveja5. Sin necesidad de que se lo pida, el Alfa apoyó su cabeza sobre el
pecho de Ivore para escuchar los latidos de su corazón. Le acarició el
vientre hasta que pudo respirar de manera uniforme nuevamente.
En el segundo que pudo hablar, Ivore atrapó con la mirada a
Zachariah.
—Sólo en caso de que te haya quedado alguna duda, Alfa. Yo me
quedo contigo. Estoy haciendo de este un hogar para los dos, y voy a 89
plantar un jardín para alimentarnos. Tú me amarás, y yo te amaré. ¿De
acuerdo?
Zachariah se rió en voz baja, todavía un poco sin aliento, pero él se
acercó a Ivore para besarlo.
—Hecho —dijo— Y hecho.
El corazón de Ivore se hinchó.
—Si mi primo hace algún problema –
—No lo hará. —Resopló Zachariah.— Lewis sabía exactamente lo que
estaba haciendo. Lo mordería si él no fuera el Alfa.
Repentinamente la comprensión llenó la mente de Ivore.
—Fue una trampa desde el principio, ¿verdad? Oh, esa rata.

5
N.T. Tendría que ponerse de acuerdo, primero eran de oveja, después sintéticas y ahora otra vez de oveja.
Zachariah aflojó la sujeción lo suficiente para dejarlo respirar, pero no
para que pudiera alejarse. Mientras le acariciaba la espalda a Ivore dijo.
—Es oficial, si nos lo decimos el uno al otro ahora, Ivore. Voy a ser tu
compañero, si me quieres. Voy a ser un padre para tu cachorro, y para
cualquier cría que pudiéramos tener juntos. ¿Quieres? Tienes que
decirlo.
Esas palabras vinieron del corazón de su tranquilo y suave Alfa. La
cara de Ivore no parecía lo suficientemente grande para el ancho de su
sonrisa, pero él no trató de detenerla. Dio a Zachariah todo lo que tenía, 90
y su corazón, también, cuando dijo:
—Sí. Oh, sí, Zachariah.
Su primer beso como un par acoplado hizo que su corazón cantara.
Epílogo

Zachariah
91
Los padres Alfa generalmente se quedaban con sus compañeros
durante el parto, especialmente con los partos en casa, pero la partera
habían dicho a Zachariah firmemente que para cada regla había una
excepción antes de mostrarle la salida
Sin ninguna forma de distraerse, caminó por todo el lugar y se mordió
las uñas. Los sonidos que provenían de la habitación estaban apagados,
pero no lo suficiente amortiguados.
Ivore, pensó, como si pudiera enviar sus ondas cerebrales a través de
la puerta cerrada. Ivore, recuerda que eres fuerte.
Suficientemente fuerte como para domarlo con el acero delicadamente
escondido en su guante de terciopelo. A pesar de sí mismo Zachariah
casi se rió entre dientes, recordando cómo el Alfa de la manada había
intervenido para que tuviera al Omega.
Sé que me quieres le había dicho . Y Zachariah lo hacía. Aún más
desde entonces. Ivore lo demostraba en todo lo que hacía. Sólo hacía
falta observar este vestíbulo. Con Ivore a su lado, ayudándole, las cajas
que Zachariah tenía que desembalar parecían casi derretirse. Las
telarañas desaparecieron, y las ventanas limpias dejaban entrar la luz del
sol. Él no estaba dando vueltas sobre tablas desnudas, sino sobre
alfombras trenzadas que absorbían el choque de sus pasos.
Se detuvo con una mueca de dolor al oír los gemidos de Ivore desde el
interior de la habitación. ¡Recuerda que eres fuerte!
92
Zachariah hizo una pausa, conteniendo la respiración, pero el ruido se
había detenido. Apretó un puño en su frente. Condenada partera. Cinco
segundos más y tiraría esa puerta abajo ¡Si, lo haría!
Una puerta se abrió, no la que él había esperado. La puerta principal,
sin mucho más que un golpe para pedir permiso, admitiendo una ráfaga
de aire helado y la nieve recién caída. El Alfa Lewis entró, quitándose
una capa de polvo de los hombros de su voluminoso abrigo. Zachariah lo
había hecho para él usando pieles de carnero, en agradecimiento por su
intromisión - si no hubiera amenazado con alejar a Ivore para siempre,
Zachariah sabía que no se habría dado cuenta cuánto quería estar con el
Omega.
No podía decir que se llevaban bien, pero se respetaban mutuamente
—¿Alguna novedad? —Preguntó Lewis concisamente, ladeando la
cabeza para escuchar antes de que Zachariah pudiera responder.
Zachariah se corroía la uña del pulgar.
—Nada.
Alguien que no lo conociera no sería capaz de leer la preocupación del
Alfa. Lewis en su expresión fría, pero Zachariah había aprendido y podía
oír el subtexto en su calma
—Hmm. —Él levantó una ceja.— ¿No pensaste en irrumpir?
—Pensé en ello. 93
—Piénsalo más —dijo Lewis. Se desabrochó la chaqueta y la mantuvo
abierta.
—¿Bien? Están a salvo en el interior. Suelten mis piernas y vayan con
su padre.
Dos crías se aferraban a Lewis, una conectada a cada una de las
piernas del líder de la manada. Tres años de edad, no había una sombra
de diferencia entre ellos. Cada uno tenía el pelo oscuro y rizado de su
padre Omega y ojos azules, pero mientras Lachlan era tímido hasta los
huesos, Kieran tenía la sonrisa pícara de un cachorro que podría salirse
con la suya. Aunque Zachariah había mirado, no podía espiar un rastro
de su padre biológico en la mente o el cuerpo, y estaba salvajemente
alegre de eso.
Se arrodilló y esperó, con los brazos abiertos, para que los cachorros
que había adoptado como propios corrieran hacia él. Se miraron el uno al
otro como sólo los gemelos hacían, se rieron, y salieron disparados hacia
él con sus piernas cortas.
Lewis observaba con esa no-sonrisa suya, la que - si lo conocías -
traicionado su diversión oculta.
—Pensé que todo habría terminado por ahora, o los habría mantenido
fuera un poco más.
El recordatorio hizo a Zachariah tensarse por la preocupación, pero él
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se la quitó de encima para no asustar a los niños.
—Ivore es fuerte.
—Eso es un hecho —respondió Lewis. Levantó la cabeza y sonrió
débilmente.— Ahí. ¿Oyes eso?
Zachariah se disparó a sus pies, esforzando los oídos. ¿Era - no – sí?
Sí, lo era. Se hacía más fuerte a medida que escuchaba, un gemido
que se convirtió en un rugido a pleno pulmón. Kieran y Lachlan miraron,
con los ojos abiertos.
Él empujó al par hacia Lewis y agarró el pomo de la puerta en el
segundo que sus manos estuvieron libres, dándole un giro tan violento
que la arrancó de las bisagras.
En el interior, Ivore se rió de él, el sonido más dulce que jamás había
oído. La comadrona lo había apoyado en cada almohada que poseían, y
aunque se lo veía cansado él nunca, nunca había estado tan hermoso.
Zachariah se apoyó en el marco de la puerta.
—Ahí estás. —Los ojos de Ivore se arrugaron con la anchura de su
sonrisa, reconociendo las palabras que Zachariah le había dicho el día
en que se aparearon.
—Aquí estoy —dijo.— Y ahí estás tu fuerte como siempre. Y aquí está
nuestro nuevo hijo, Zachariah; ven y conócelo. 95
—Malditamente seguro que lo haré. —El corazón de Zachariah no
pudo haber estado más completo. Cruzó la habitación y se arrodilló junto
a la cama, tomando la mano de Ivore en la suya y besando la parte
posterior. —El es mío y tú eres mi Omega y nunca te dejaré ir.
—Bueno. —Ivore atrajo a Zachariah para besarlo.— Como debe ser,
Zachariah. Estoy con mi Alfa. En mi santuario, sano y salvo.

FIN
Lobos Omega 3
96

Aquí y Allá
Acerca del Autor

Willa Okati está hecha de muchas cosas: imaginación, pasión por el


amor entre hombres, creatividad y pura y cruda determinación de seguir
escribiendo, sacando todas las historias de la cabeza.
El único problema con ese inteligente plan es que a medida que 97
escribe, más ideas para historias revientan...
Ella está haciendo ménage estos días, y descubrió la realidad color de
rosa pudiendo escribir sobre mujeres ―pero estas protagonistas siempre
tendrán que tener a sus dos hombres (que son amantes entre sí, como
ella). Eso hace que tenga ¡extra-especiales buenos momentos picantes!
Willa, por cierto, no se parece en nada a su imagen, ¡pero ella
desearía que fuera así!
Traducción y Corrección
DANKAR

Edición y Diseño
IPHI

NO 98
FACEBOOK
ni ninguna
red social

Si lo ponen para descargar en su blog, agradezcan y


conserven el formato. Y Gracias por ponerlo
Es de fans para fans y no recibimos ninguna compensación
económica por las traducciones que realizamos.
Espero que les guste.
Y no olviden comprar a los autores, sin ellos no podríamos
disfrutar de estas maravillosas historias

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