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Reporte de Lectura

Lectura: María Dos Prazeres

1) Subraya los párrafos más importantes del cuento María dos Prazeres.
1- El hombre de la agencia funeraria llegó tan puntual, que María dos Prazeres estaba
todavía en bata de baño y con la cabeza llena de tubos lanzadores, y apenas si tuvo
tiempo de ponerse una rosa roja en la oreja para no parecer tan indeseable como se
sentía. Se lamentó aún más de su estado cuando abrió la puerta y vio que no era un
notario lúgubre, como ella suponía que debían ser los comerciantes de la muerte, sino un
joven tímido con una chaqueta a cuadros y una corbata con pájaros de colores. No
llevaba abrigo, a pesar de la primavera incierta de Barcelona, cuya llovizna de vientos
sesgados la hacía casi siempre menos tolerable que el invierno. María dos Prazeres, que
había recibido a tantos hombres a cualquier hora, se sintió avergonzada como muy pocas
veces.
2- El vendedor abrió sobre la mesa del comedor un gráfico con muchos pliegues como
una carta de marear con parcelas de colores diversos y numerosas cruces y cifras en
cada color. María dos Prazeres comprendió que era el plano completo del inmenso
panteón de Montjuich, y se acordó con un horror muy antiguo del cementerio de Manaos
bajo los aguaceros de octubre, donde chapaleaban los tapires entre túmulos sin nombres
y mausoleos de aventureros con vitrales florentinos. Una mañana, siendo muy niña, el
Amazonas desbordado amaneció convertido en una ciénaga nauseabunda, y ella había
visto los ataúdes rotos flotando en el patio de su casa con pedazos de trapos y cabellos
de muertos en las grietas. Aquel recuerdo era la causa de que hubiera elegido el cerro de
Montjuich para descansar en paz, y no el pequeño cementerio de San Gervasio, tan
cercano y familiar.
3- En efecto, como réplica a la ruidosa promoción de tumbas vendidas con cuotas
anticipadas, circulaba el rumor de que se estaban haciendo enterramientos verticales para
economizar espacio. El vendedor explicó, con la precisión de un discurso aprendido de
memoria, y muchas veces repetido, que esa versión era un infundio perverso de las
empresas funerarias tradicionales para desacreditar la novedosa promoción de las
tumbas a plazos. Mientras lo explicaba llamaron a la puerta con tres golpecitos discretos,
y él hizo una pausa incierta, pero María dos Prazeres le indicó que siguiera.
4- Faltaba muy poco. María dos Prazeres tuvo que resignarse también a los veranos sin
árboles, porque los únicos que había en el cementerio tenían las sombras reservadas
para los jerarcas del régimen. En cambio, las condiciones y las fórmulas del contrato eran
superfluas, porque ella quería beneficiarse del descuento por el pago anticipado y en
efectivo.
5- Después de la visita del vendedor de entierros terminó por convertirse en uno más de
los numerosos visitantes dominicales del cementerio. Al igual que sus vecinos de tumba
sembró flores de cuatro estaciones en los canteros, regaba el césped recién nacido y lo
igualaba con tijera de podar hasta dejarlo como las alfombras de la alcaldía, y se
familiarizó tanto con el lugar que terminó por no entender cómo fue que al principio le
pareció tan desolado.
6- Un domingo de fines de septiembre presenció el primer entierro en la colina. Tres
semanas después, una tarde de vientos helados, enterraron a una joven recién casada en
la tumba vecina de la suya. A fin de año, siete parcelas estaban ocupadas, pero el
invierno efímero pasó sin alterarla. No sentía malestar alguno, y a medida que aumentaba
el calor y entraba el ruido torrencial de la vida por las ventanas abiertas se encontraba con
más ánimos para sobrevivir a los enigmas de sus sueños. El conde de Cardona que
pasaba en la montaña los meses de más calor la encontró a su regreso más atractiva aún
que en su sorprendente juventud de los cincuenta años.
7- La visita se había convertido en un rito. El conde llegaba puntual entre las siete y las
nueve de la noche con una botella de champaña del país envuelta en el periódico de la
tarde para que se notara menos, y una caja de trufas rellenas. María dos Prazeres le
preparaba canelones gratinados y un pollo tierno en su jugo, que eran los platos favoritos
de los catalanes de alcurnia de sus buenos tiempos, y una fuente surtida de frutas de la
estación. Mientras ella hacía la cocina, el conde escuchaba en el gramófono fragmentos
de óperas italianas en versiones históricas, tomando a sorbos lentos una copita de oporto
que le duraba hasta el final de los discos.
8- Después de la cena, larga y bien conversada, hacían de memoria un amor sedentario
que les dejaba a ambos un sedimento de desastre. Antes de irse, siempre azorado por la
inminencia de la media noche, el conde dejaba veinticinco pesetas debajo del cenicero del
dormitorio. Ese era el precio de María dos Prazeres cuando él la conoció en un hotel de
paso del Paralelo, y era lo único que el óxido del tiempo había dejado intacto.
9- El conde de Cardona no volvió jamás, y María dos Prazeres tuvo la certidumbre de que
el último ciclo de su vida acababa de cerrarse. Hasta hacía poco, en efecto, le indignaba
que le cedieran el asiento en los autobuses, que trataran de ay udarla a cruzar la calle,
que la tomaran del brazo para subir las escaleras, pero había terminado no sólo por
admitirlo sino inclusive por desearlo como una necesidad detestable. Entonces mandó a
hacer una lápida de anarquista, sin nombre ni fechas, y empezó a dormir sin pasar los
cerrojos de la puerta para que el Noi pudiera salir con la noticia si ella muriera durante el
sueño.
10- La niña quedó feliz. María dos Prazeres, a su vez, regresó a casa con el júbilo de
haber vivido un sueño madurado durante años en su corazón. Sin embargo, no fue por el
cansancio de la vejez ni por la demora de la muerte que aquel sueño no se cumplió. Ni
siquiera fue una decisión propia. La vida la había tomado por ella una tarde glacial de
noviembre en que se precipitó una tormenta súbita cuando salía del cementerio. Había
escrito los nombres en las tres lápidas y bajaba a pie hacia la estación de autobuses
cuando quedó empapada por completo por las primeras ráfagas de lluvia. Apenas sí tuvo
tiempo de guarecerse en los portales de un barrio desierto que parecía de otra ciudad,
con bodegas en ruinas y fábricas polvorientas, y enormes furgones de carga que hacían
más pavoroso el estrépito de la tormenta.
11- Mientras trataba de calentar con su cuerpo el perrito ensopado, María dos Prazeres
veía pasar los autobuses repletos, veía pasar los taxis vacíos con la bandera apagada,
pero nadie prestaba atención a sus señas de náufrago. De pronto, cuando ya parecía
imposible hasta un milagro, un automóvil suntuoso de color del acero crepuscular pasó
casi sin ruido por la calle inundada, se paró de golpe en la esquina y regresó en reversa
hasta donde ella estaba. Los cristales descendieron por un soplo mágico, y el conductor
se ofreció para llevarla.
12- Cuando llegaron al barrio de Gracia había empezado a escampar, era de noche y
estaban encendidas las luces de la calle. María dos Prazeres le indicó a su conductor que
la dejara en una esquina cercana, pero él insistió en llevarla hasta la puerta de la casa, y
no sólo lo hizo sino que estacionó sobre el andén para que pudiera descender sin
mojarse. Ella soltó el perrito, trató de salir del automóvil con tanta dignidad como el cuerpo
se lo permitiera, y cuando se volvió para dar las gracias se encontró con una mirada de
hombre que la dejó sin aliento. La sostuvo por un instante, sin entender muy bien quién
esperaba qué, ni de quién, y entonces él le pregunto con una voz resuelta: —¿Subo?.
13- Entró en el zaguán apenas iluminado por el resplandor oblicuo de la calle, y empezó a
subir el primer tramo de la escalera con las rodillas trémulas, sofocada por un pavor que
sólo hubiera creído posible en el momento de morir. Cuando se detuvo frente a la puerta
del entresuelo, temblando de ansiedad por encontrar las llaves en el bolsillo, oy ó los dos
portazos sucesivos del automóvil en la calle. Noi, que se le había adelantado, trató de
ladrar. « Cállate» , le ordenó con un susurro agónico. Casi enseguida sintió los primeros
pasos en los peldaños sueltos de la escalera y temió que se le fuera a reventar el
corazón. En una fracción de segundo volvió a examinar por completo el sueño
premonitorio que le había cambiado la vida durante tres años, y comprendió el error de su
interpretación. « Dios mío» , se dijo asombrada. « ¡De modo que no era la muerte!»
14- Encontró por fin la cerradura, oyendo los pasos contados en la oscuridad, oyendo la
respiración creciente de alguien que se acercaba tan asustado como ella en la oscuridad,
y entonces comprendió que había valido la pena esperar tantos y tantos años, y haber
sufrido tanto en la oscuridad, aunque sólo hubiera sido para vivir aquel instante.

2) Opinión personal:
Este cuento me pareció de cierta manera divertido, a pesar de que inicia con
temas como pensamientos sobre la muerte y la soledad de la prostituta María a
raíz de la visita del agente funerario. Toda la travesía que hace María en la espera
de su muerte te entretiene y elementos como el perro llorando hacen que sientas
ternura o empatía por su situación. En momentos me parece una historia
desoladora al ver cómo la mente de María juega con ella con ideas que trae desde
su niñez, preparando así su muerte. Desde el inicio de la lectura, el autor te
anticipa una muerte, sin embargo, da un giro inesperado al final, ya que nadie
imagina el desenlace que le espera, y al leerlo, le resta importancia a todos los
pensamientos, preocupaciones y acciones que hace María en su travesía de
muerte para darle paso a una aventura que le devuelve las ganas de vivir. Creo
que es una historia que deja una buena moraleja, la cual es no dejarse llevar por
ideas y aprovechar la vida en todo momento, pues no somos nosotros los que
decidimos cuando acaba.

3) Glosario:
 Amanuense: Persona que tenía por oficio copiar escritos, pasarlos a limpio
o escribir al dictado.
 Antiparras: Gafas o anteojos que se usan como protección para andar en
moto o bañarse en una piscina o en el mar.
 Arcaico: Es un adjetivo que alude a aquello que resulta vetusto o que tiene
una gran antigüedad.
 Chapalear: Hacer ruido en el agua golpeándola o moviéndola,
especialmente con los pies y las manos.
 Crisma: Aceite y bálsamo mezclados que consagran los obispos católicos el
Jueves Santo para ungir a los que se bautizan, confirman u ordenan.
 Deflagración: Es una combustión súbita con llama a baja velocidad de
propagación, sin explosión. Se suele asociar, erróneamente, con las
explosiones, usándose a menudo como sinónimo.
 Escampar: Cesar de llover y despejarse el cielo de nubes.
 Infundio: Mentira, patraña, especialmente cuando se propaga como noticia
o rumor público.
 Jerarca: Persona de una categoría superior y principal dentro de una
organización, especialmente en el orden de la Iglesia.
 Parcela: Parte en que se divide un terreno agrícola o urbanizado en el
campo.
 Perdulario: Que viste o va muy descuidado o desaliñado.
 Rellano: Superficie horizontal y plana, mayor que el escalón, en que termina
cada tramo de una escalera.
 Soslayo: Palabra que se usa en las locuciones adverbiales de soslayo o al
soslayo para indicar que algo (espiar, mirar, observar, etc.) se hace
siguiendo con la mirada una línea oblicua y no de forma directa,
normalmente con la intención de no ser sorprendido en la acción.
 Superfluo: Que no cumple ni desempeña una función.
 Talante: Disposición o manera de hacer algo.

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