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¿QUAL ES TU VISION?

(Ez. 37:1-14) Eze 37:1 La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó
en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba
lleno de huesos.
Eze 37:2 Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he
aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos
en gran manera.
Eze 37:3 Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije:
Señor Jehová, tú lo sabes.
Eze 37:4 Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles:
Huesos secos, oíd palabra de Jehová.

INTRODUCCIÓN: Ezequiel fue un profeta extraordinario, con un


gran coraje, sabio y lleno de visiones.
Su mensaje es diferente al resto de sus compañeros los profetas
por el tipo de visiones y revelaciones cargadas de simbolismo.
Ezequiel, quien además de profeta fue sacerdote, tuvo
experiencias que se describen con variados colores, ruedas dando
vuelta, visiones de seres angelicales extraños, luces brillantes y
ruidos. En estas experiencias se manifestó la gloria del Señor.
• El llamamiento de Ezequiel ocurrió en un momento de dolor
y crisis nacional.
• Dios le dio una visión en un instante de desolación y
desesperanza.
• La voz de su amado Dios le vino en una hora difícil de exilio,
deportación y angustia, estando en el campo de los
refugiados. ÉL VIVIÓ LA MAGNITUD DEL EXILIO.
Allí llegó Dios, donde se respiraba la preocupación, inseguridad,
reinaba la angustia, donde vivía la desesperanza, donde imperaba
la derrota.
Dios visitó al profeta en el pleno dolor de las realidades de su
pueblo, para demostrar su gloria, su poder, su capacidad
liberadora y su interés de salvación.
• Ahora lo ha sacado de su cuerpo y lo ha traslada a un valle
(no lleno de flores, parques o edificaciones modernas), mal
oliente, descompuesto, desorganizado y sin vida.
Un valle lleno de huesos secos, partidos, desorganizados.
Al predicador se le ordenó lanzar un mensaje a esa
«congregación» de huesos secos sin vida.
No hubo una alabanza que inspirara el mensaje que vendría. No
hubo un púlpito como los que usamos. Y desde algún lugar
comenzó su mensaje diciendo: «Oíd huesos secos» Pero aquella
escena llega a su máxima expresión cuando los huesos secos
comienzan a moverse.
Amados hermanos, estos «huesos secos» pudieran representar a
las etapas por las que pasa la iglesia del Señor, a aquellos estados
espirituales por los que pasa el creyente o a la sociedad donde
vivimos. Esta noche La pregunta que debe ser respondida esta
noche es «¿vivirán estos huesos?»

I. PARA QUE VIVAN LOS HUESOS HAY QUE IR DONDE ELLOS


MORAN v.1 1. El texto nos descubre una gran necesidad. Nos
dice que Dios se fue al valle de los huesos secos, pero esta vez se
llevó al profeta. A través de su Espíritu arrebató al hombre del
campamento de los refugiados y lo llevó directamente al valle
donde había una gran osamenta.
• Allí le iba a mostrar, no solo la condición de tales huesos,
sino la necesidad de darles vida.
• Esto es significativo porque en la tarea de la salvación del
perdido hay una acción divina acompañada de una
disposición humana. Porque no puede haber compasión ni
amor por las almas, a menos que descendamos al valle
donde abunda el dolor y la miseria.
• Los huesos secos no podrán venir a nuestras congregaciones
a menos que tengan vida, y para que tengan vida hay que
dárselas.
La iglesia no es un lugar para la salvación de las almas, sino que es
un lugar donde se equipan los santos para el ministerio. ¿Ha visto
usted la iglesia del Nuevo Testamento? ¿Dónde se salvaban las
almas? ¿Dónde predicaban a Jesucristo? ¡Afuera! Dios le enseñó
al profeta que no se puede ministrar o predicar de lejos, hay que
ir donde está la gente.
De lejos no se puede predicar; de lejos no se puede servir, de
lejos no se pueden escuchar las necesidades del pueblo, de lejos
no se puede escuchar la voz de Dios.
El más grande problema con los que lucha el Señor en este
tiempo es con una iglesia desobediente.
Es con una iglesia que no es movida a misericordia.
Necesitamos ir donde está la pareja en conflicto, donde están los
jóvenes atrapados en sus vicios, donde están los enfermos o los
presos, donde está la familia desorientada y sin ayuda en la vida.
Tenemos que salir donde está la gente.

2. El texto nos presenta el gran recurso. El profeta descendió al


valle de esos huesos, pero no fue sólo.
No descendió en sus propias fuerzas. No predicó en la carne ni
con la sabiduría humana. Él fue allí guiado por la mano de Dios y
el poder del Espíritu de Dios.
• He aquí la única forma de hacer que los huesos vivan es a
través de una vida llena del Espíritu la cual puede traer vida
donde hay muerte.
Esta sociedad no podrá ser ganada para el reino de Dios a menos
que la iglesia deje que la mano de Dios venga sobre ella y la
embista del poder de su Espíritu Santo.
Esta es la verdad del Nuevo Testamento; la iglesia ha venido
perdiendo su influencia para darle vida a esta sociedad muerte en
sus delitos y pecados.
El Espíritu Santo es el mismo, Cualquier creyente que se deja usar
por él, movido por su poder, será puesto en el valle de esos
huesos secos para que les hable del Dios que puede darles vida.
La iglesia es la única institución que puede dar vida espiritual.

II. PARA QUE VIVAN LOS HUESOS SE REQUIERE DE UNA VISIÓN


CERCANA v.2 El Señor llevó al profeta al lugar donde había la
necesidad. Pero no lo dejó allí.
Nos dice el texto que lo hizo pasar «cerca de ellos por todo en
derredor». Esto le dio al profeta una visión cercana. Estuvo
viendo todo el cuadro; toda la escena.
Con mucha frecuencia estamos oyendo de gente que está
teniendo visiones y todo tipo de experiencias que se concentran
más en sí mismo, en sus propias necesidades, que la de los
demás.
La mayoría de las visiones de la Biblia tienen que ver con la
gloria de Dios y con el mundo necesitado.
Mientras Pablo estaba en Troas, en uno de sus tantos viajes
misioneros, tuvo una visión de noche. Un varón de Macedonia le
vino en revelación diciéndole: «Pasa a Macedonia y ayúdanos»
(Hch. 16:6-10) Y Pablo fue allí y se dio cuenta que aquella era la
gran puerta para llevar el evangelio a toda Europa.
Allí había «huesos secos» que necesitaban oír la palabra de Dios.
Hermano, ¿cuál es tu visión? Iglesia, ¿cuál es tu visión? Pastor,
¿cuál es tu visión? La visión de Dios está clara y determinada en
la Biblia.
Él no quiere que nadie se pierda, sino que todos procedan al
arrepentimiento.
Por eso preguntó al profeta «¿vivirán estos huesos?» ¡Qué clase
de pregunta! Hoy parece resonar a través del tiempo la misma
pregunta. ¿Es posible enderezar esta generación? ¿Es posible
tomar una vida destruida en su mente, en su alma y espíritu y
traerla a la vida? La respuesta tiene que ser la del profeta «Señor
Jehová, tú lo sabes».
1. El texto nos revela la magnitud de la tarea. Con espanto y
asombro el profeta observa que eran «muchísimos sobre la faz
del campo, y por cierto secos en gran manera». Algo grande
produjo la muerte y descomposición de aquellos cuerpos. A lo
mejor una batalla encarnizada entre ambos bandos. Esos huesos
desparramados y secos representan a una sociedad que tiene
nombre de que vive pero está muerta.
• Muerta porque cree en cosas muertas. Muerta porque
practica toda clase de pecados, tales como: ocultismo,
brujerías, Nueva Era, mentiras, lujuria, lesbianismo,
homosexualismo, drogadicción, asaltos, secuestros,
crímenes, etc. etc.
Amados hermanos, es la visión cercana, aquella que brota del
contacto con la gente, la que produce en el corazón un anhelo de
salvación. Hay mucha gente que salvar. Una gran mortandad
espiritual vive en el valle de la perdición.

2. El texto nos habla de un estado deplorable. Huesos


descarnados.
Consumidos por el frío de la noche y blancos por el inclemente
sol de la tarde. Esta es una de las más impresionantes
aplicaciones para aquellos estados espirituales.
El más elocuente mensaje para alguien que necesita con urgencia
una renovación profunda. Para alguien que necesita de vida
abundante.
Esos huesos en ese estado deplorable es un claro testimonio
hasta donde puede llevar una sequía espiritual.
Nos muestra los grandes estragos que hace el pecado en la vida
de una persona. Hay vidas cautivas por la obra de Satanás el cual
no tiene la intención dejarlos ir.
Hay una sociedad que le ha dicho a lo bueno malo y a lo malo
bueno. La era del relativismo, donde hasta el mal es relativo, está
llevando a nuestra sociedad a un abismo de donde pareciera no
tener regreso.
El concepto de una conciencia libre es «si te da placer hazlo». Y el
consumo de toda suerte de placer, pasando por alto todos los
valores morales, nos ofrece un «valle de huesos secos» donde el
Señor nos invita a ir para darles vida.

3. EL TEXTO NOS MUESTRA UNA CONDICIÓN DESORDENADA.


Usted puede imaginarse al profeta caminando en medio de ese
cementerio. Allí tuvo que ver cráneos, fémures, costillas, huesos
de la mano, de los pies, de la espina dorsal,… en un verdadero
estado desordenado.
En ese lugar, no solo faltaba vida, sino que había confusión y
caos. Una vida sin Dios, no solo está espiritualmente muerta.
Hay vidas confundidas en toda suerte de creencias y en toda
clase de vicios. El alejamiento de Dios no puede sino traer esto. El
consumo que hace nuestra sociedad de toda clase de creencias,
pero menos de Dios, en lugar de alimentarla, la consume y la
convierte en esos huesos secos. No tiene vida. Se muere y se
pierde delante de nosotros.

III. PARA QUE VIVAN LOS HUESOS SE REQUIERE DE UNA PALABRA


VIVA v.7 Hay una verdad extraordinaria en este texto.
• Cada vez que se predica a los “huesos secos” tiene que
haber un movimiento interno.
• Solo la palabra de Dios que es “viva y eficaz” tiene el poder
para producir un sacudimiento en la mente, en el corazón y
en la voluntad de la persona.
Cuando el profeta predicó la palabra se nos dice que hubo un
“ruido y un temblor”. Pero lo que es más extraordinario,
comenzó a darse un movimiento de organización en aquellos
huesos diseminados por todas partes. Se inició un proceso de
transformación. De esto decimos lo siguiente.

1. La palabra hace que los huesos muertos se organicen. Cuando


el profeta levantó su voz y dijo “oíd huesos secos” se despertaron
y comenzó un desplazamiento en aquel valle.
Cada hueso comenzó a buscar a sus demás partes para conformar
el cuerpo. Y es que así trabaja la palabra viva. Ella viene para
poner orden donde todo está desordenado.
Esta escena nos hace ver que la palabra de Dios tiene el propósito
de hacer una obra total.

2. La palabra hace que en los huesos secos haya una cobertura


interna y externa v.8. El efecto de la palabra pasa de la
agrupación a la cobertura total. El profeta vio como los huesos
fueron llenándose de tendones; Se dio cuenta como los
ligamentos iban haciendo un trabajo de unificación interna. Son
los tendones los que hacen que el esqueleto esté firme. La
palabra de Dios trae unidad donde hubo discordia.
La piel que vino sobre ellos, se encargó de eso. La piel tiene la
función de darle belleza al cuerpo. ¡Quítele la piel al cuerpo y va a
ver que asunto tan feo hay debajo de ella! Ahora hay un cambio
total en aquel valle. Se pasó de una multitud de esqueletos a una
congregación de cadáveres.
No había depósitos de cadáveres que pudieran retener aquello.
Pero, ¿qué diferencia hay entre un esqueleto y un cadáver?
¡Ninguna! Todos están muertos. Todos necesitan vida. A estas
alturas el profeta se da cuenta de esto y dice, “pero no había en
ellos espíritu” v.8b. La verdad de todo esto es que no habrá una
evangelización completa hasta que no haya vida en los corazones.

IV. PARA QUE VIVAN LOS HUESOS TIENE QUE VENIR EL ESPIRITU
v. 9, 10 Es posible que el profeta quedó asombrado cuando vio
que la palabra profetizada llegó sólo hasta convertir los huesos
secos en cadáveres. Pero como Dios no hace un trabajo a medias,
anima al profeta para que siga predicando y le dice que debe
hacer ahora. “Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre…” y
así lo hizo. Obedeció al Señor, predicó esta nueva palabra y
entonces “entró el espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre
sus pies…”.
Muchas veces por la dureza del corazón, la palabra pareciera
llegar hasta cierto límite, pero a lo mejor necesitamos oír al Señor
decirnos sigue adelante; sigue predicando al espíritu… ven de los
«cuatro vientos» y da vida a estos huesos secos.
Como el profeta Ezequiel debemos trabajar hasta que el espíritu
traiga vida. Esta es la gran verdad de la Biblia. Cuando Dios creo al
mundo se nos dice que la tierra estaba “desordenada y vacía”,
pero el Espíritu de Dios “se movía sobre las faz de las aguas”.
Cuando Dios creo al hombre, lo hizo del polvo de la tierra, pero
tuvo que darle el soplo del espíritu para que pasara de la etapade
cadáver y luego llegara a ser un alma viviente. Y Jesucristo dijo:
“El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las
palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Jn. 6:63)
Cuando el Espíritu de Dios llena, levanta al muerto.
No importa en que condición se encuentra una persona.
Tenemos la promesa de la palabra que si ella es predicada bajo la
unción del Espíritu, de esos huesos secos saldrá vida. La iglesia
tiene la responsabilidad de predicar a esos «huesos secos». Ella
cuenta con el recurso de le Espíritu Santo.
La promesa de la palabra sigue vigente: «Pero recibiréis poder,
cuando haya venido el Espíritu Santo, y me seréis testigos en
Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la
tierra» (Hch. 1:8) ¿Vivarán estos huesos? El profeta respondió
«Tú lo sabes»

CONCLUSIÓN: Y Dios no solo permitió que esos «huesos secos»


tuvieran vida, sino que pudieran pararse; eso significa que ellos
caminaron, saltaron y hablaron. Pero no se quedó todo allí; se
nos dice que aquella multitud se convirtió en «un ejército grande
en extremo».
Amados hermanos, cuando Dios salva a alguien lo constituyen en
su soldado. No lo salva tan solo para que se vaya al cielo.
La visión de una iglesia como un gran ejército marchando es el
gran sueño del Señor de la iglesia. Hemos dicho, pues, que para
que vivan los huesos hay que ir donde ellos moran; hay que tener
una visión cercana; se requiere de una palabra viva; pero sobre
todo, para que vivan los huesos tiene que venir el Espíritu a ellos.
Para lograr todo esto se requiere de la obra del Espíritu.
¿Estamos dispuestos a dejarnos usar por el Espíritu Santo?
¿Estamos listos para que el nos mueva de nuestra comodidad y
nos traslade al valle donde hay gente que necesita de vida?
¿Cuál será nuestra respuesta hoy?
Alelushaaaaaaaaaa L.S.F.

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