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De Caupolicán

a Rubén Darío.

Resistencia Indígena.
Miguel Ángel Auladell Pérez.
Clemente Guido Martínez.
Alcaldía de Managua
© 2018
De Caupolicán a Rubén Darío.

De Caupolicán a Rubén Darío.


Resistencia Indígena.

Una producciòn de la Alcaldìa del Poder Ciudadano de Managua.


Dirección General de Desarrollo Humano.
Dirección Específica de Cultura y Patrimonio Histórico.
Centros de Historia del Poder Ciudadano.
© 2018 Alcaldía de Managua.

FOTO DE PORTADA: Monumento a Caupolicán, estatua de José Troncoso


(1985) ubicada en la esquina de la avenida Caupolicán y la calle Manuel
Montt, en el Sector Centro de la ciudad de Temuco, Chile.

DIBUJO DE CONTRAPORTADA: Autor y Referencia APA,


Título nota: Caupolicán - Sitio: Quien.NET - Año: 2016.
Autor: Redacción Quien - URL: https://www.quien.net/caupolican.php - Lugar:
Ciudad de Mexico. Fuente https://www.quien.net/caupolican.php

Autores: Miguel Ángel Auladell Pérez y Clemente Guido Martínez.

Diseño y diagramación: Octavio Morales Serrano.

Biblioteca Digital Alcaldía de Managua, 11 de noviembre 2018.

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Resistencia Indígena.

Indice

Presentación.-...................................... Pág.05

Autorización del autor.-....................... Pág.07

De Caupolicán a Rubén Darío.-............ Pág.08


Autor. Miguel Ángel Auladell Pérez,
“De Caupolicán a Rubén Darío”, América sin nombre,
núm. 5-6, diciembre 2004, pp. 12-21.

La Resistencia Indígena en Nicaragua,


durante el gobierno de Pedrarias Dávila.
1527-1531.-............................................ Pág.37
Por Clemente Guido Martínez,
“Pedrarias Dávila, primer gobernador de Nicaragua 1527-1531,
Primera edición impresa julio del 2011,
Alcaldía de Managua.

Caupolicán domina
nuevamente su avenida.-....................... Pág 51
Temuco, Chile. Fuente: http://www.mapuche.info/news01/
austral001206.html

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De Caupolicán a Rubén Darío.

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Resistencia Indígena.

Presentación.-

L
a Alcaldía del Poder Ciudadano de Managua, agradece al
honorable catedrático Miguel Ángel AULADELL PÉREZ,
del Departamento de Filología Española, Lingüística
General y Teoría de la Literatura de la Universidad de Alicante,
Campus San Vicente del Raspeig, por haber permitido a nuestra
Dirección de Cultura y Patrimonio Histórico, reproducir su
ensayo sobre CAUPOLICÁN, poema de nuestro inmortal
RUBÉN DARÍO.
El Movimiento Mundial Dariano que preside nuestro amigo
Don Héctor Darío Pastora, en su acostumbrada información
mensual sobre las efemérides Dariana, nos alertó que el 11 de
Noviembre de 1888 publica en la “Época” de Chile el soneto
Caupolicán, que forma parte de “Azul” libro inaugural del
modernismo literario hispanoamericano.
Por esta razón, nos propusimos publicar un análisis sobre
CAUPOLICÁN, para conocimiento y crecimiento intelectual
de los lectores de la BIBLIOTECA DIGITAL de la Alcaldía de
Managua, contando en esta ocasión con la actitud colaboradora
y dispuesta del catedrático Auladell Pérez. El artículo data del
año 2004, hace 14 años atrás, pero conserva vigencia y calidad
académica, por lo que es siempre un documento publicable al
no perder su aporte intelectual.
Para complementar este análisis literario e histórico del
honorable Auladell Pérez, hemos incluido en esta edición, el
breve ensayo sobre la “Resistencia Indígena durante el gobierno
de Pedrarias Dávila en Nicaragua 1527-1531”, publicado en
el libro “Pedrarias Dávila, primer gobernador de Nicaragua
1527-1531”, del autor Clemente Guido Martínez, historiador
nicaragüense, que también conserva vigencia y calidad
científica, después de siete años de su primera edición (2011).

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De Caupolicán a Rubén Darío.

Cabe concluir esta breve presentación, confirmando que la


Alcaldía de Managua está comprometida con RUBÉN DARÍO,
no solamente en una jornada de natalicio (enero) o de paso a
la inmortalidad (febrero) sino en todo momento del año, pues
DARÍO ES PERMANENTE.
Que disfruten la lectura.

DIRECCIÓN DE CULTURA Y PATRIMONIO HISTÓRICO.


ALCALDÍA DEL PODER CIUDADANO DE MANAGUA.

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Resistencia Indígena.

Autorización del autor.-

Estimado Sr. Director Clemente Guido Martínez:


Será un placer para mí que puedan publicar mi artículo en
su revista digital. Además, cuento con la autorización de la
revista América sin nombre, que es donde apareció el texto por
primera vez. Le acompaño la referencia para que la pueda indicar:

Miguel Ángel AULADELL PÉREZ, “De Caupolicán a Rubén


Darío”, América sin nombre, núms. 5-6, diciembre 2004, pp. 12-21.

Asimismo, le agradecería que me facilitara la dirección postal


a la que pudiera enviarle un volumen, que publiqué en 2016
sobre el gran poeta nicaragüense.
Con mis mejores deseos para la conmemoración que patrocina,
reciba un muy cordial saludo de Miguel Ángel Auladell Pérez.
Departamento de Filología Española, Lingüística General y
Teoría de la Literatura Universidad de Alicante Campus San
Vicente del Raspeig Ap. Correos 99 E-03080 ALICANTE.

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De Caupolicán a Rubén Darío.

De Caupolicán a Rubén Darío.-


Miguel Ángel Auladell Pérez1
FUNDACIÓN BIBLIOTECA VIRTUAL
MIGUEL DE CERVANTES.
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/de-caupolicn-a-
rubn-daro-0/html/004a0f72-82b2-11df-acc7-002185ce6064_3.html

—12→   
Rubén Darío publicó su conocido «Caupolicán» en el diario
santiaguino La Época el 11 de noviembre de 1888. Bajo el
título de «El Toqui», venía acompañado de otros dos sonetos,
«Chinampa» y «El sueño del Inca», agrupados con el nombre
de «Sonetos Americanos»2. Si bien no apareció en la edición
de Azul... publicada en Valparaíso en julio de ese mismo año,
fue incluido después en la edición de Guatemala de 1890 junto
con otros poemas más. Tal y como apareció en la misma, lo
reproduzco a continuación:

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Resistencia Indígena.

Caupolicán.
Á Henrique Hernández Miyares3

Es algo formidable que vió la vieja raza:


Robusto tronco de árbol al hombro de un campeón
Salvaje y aguerrido, cuya fornida maza
Blandiera el brazo de Hércules, ó el brazo de Sansón.

Por casco sus cabellos, su pecho por coraza,
Pudiera tal guerrero, de Aráuco en la región,
Lancero de los bosques, Nemrod que todo caza,
Desjarretar un toro, ó estrangular un león.

Anduvo, anduvo, anduvo. Le vió la luz del día,


Le vió la tarde pálida, le vió la noche fría,
Y siempre el tronco de árbol á cuestas del titán.

«¡El Toqui, el Toqui!» clama la conmovida casta.


Anduvo, anduvo, anduvo. La Aurora dijo: «Basta.»
E irguióse la alta frente del gran Caupolicán.

Se ha repetido hasta la saciedad que Rubén habría introducido


nuevos textos en Azul... para tratar de paliar en lo posible la
acusación de «galicismo mental» que le había propinado
Juan Valera en dos de sus Cartas americanas dirigidas al
nicaragüense. Esos nuevos textos caminarían por senderos
estéticos no tan marcadamente parnasianos ni decadentes,
dejarían a un lado lo versallesco e, incluso, acogerían algún
motivo americano, tal el caso de «Caupolicán».
La cuestión es que se añade un reducido número de poemas,
la mayor parte sonetos, y que, excepto los «Medallones»
referidos al estadounidense Walt Whitman, al cubano José
Joaquín Palma y al mexicano Salvador Díaz Mirón, el resto está
referido a parnasianos franceses (Leconte de Lisle y Catulle
Mendès) o a motivos típicos del Parnaso como, por ejemplo,
las diversas ambientaciones exóticas que presentan «Venus» y

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De Caupolicán a Rubén Darío.

«De invierno». Todo ello, sin olvidar el poema titulado «A un


poeta», de marcada ascendencia romántica, que vaticina uno
de los temas más tratados por Rubén, el del poeta y la poesía.
Según Carmen Ruiz Barrionuevo, se trataría de un «loco
afanar» que describe bastante bien lo que constituyó la
reflexión poética de Darío desde su época juvenil. Subraya
la catedrática de Salamanca que, frente a los que sostienen
la tesis del collage resultante al aparecer la segunda edición
de  Azul..., Rubén Darío habría llevado a cabo un incremento
estéticamente intencionado: «Más bien, parece que superando
el origen disperso de la publicación de muchos de sus títulos
en periódicos, resulta un libro cuidadosamente engarzado, en
el filo de un abismo que entonces hubo de ser difícil de captar,
porque la unidad venía ofrecida por los procedimientos, y éstos
eran de una extrema novedad»4.
  —13→   
Por otra parte, de la primera edición de Azul...  (1888) a la
segunda (1890), la sensibilidad de Rubén Darío le hace reparar
en la historia del país que le acoge en ese momento. La etapa
chilena del autor está protagonizada por su relación con su
apreciado Gilbert, pseudónimo de Pedro Balmaceda Toro, hijo
del entonces Presidente de la República, al que el poeta dedicó
su Canto épico a las glorias de Chile. Al igual que ocurre con
Buenos Aires -una de las siguientes etapas biográficas-, el caso
de Santiago de Chile es en aquel momento el de esas ciudades
emergentes que ven constituirse una pequeña burguesía que va
protagonizando la vida urbana, que asiste a un relativo progreso
económico y que le acerca más a la cotidianeidad de algunas
urbes europeas que a los inmensos territorios que les circundan.
También en cuanto a las corrientes estéticas es determinante
ese paulatino cambio social. El caso de la residencia del
mandatario chileno es un síntoma extraordinario, puesto que
el joven Balmaceda dispone allí de una biblioteca donde Darío
irá conociendo la tradición de la poesía francesa, antes de viajar
a París, a la vez que se empapa de los intríngulis de la historia y
la política chilenas.
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Resistencia Indígena.

El soneto «Caupolicán» se nos presenta como un texto


paradigmático del intento de alejamiento de lo afrancesado, tal
vez incitado por las cartas de Valera, y, a la vez, como antesala de
otros ejemplos de reivindicación indígena de más fama todavía,
como la «Salutación del optimista» o la oda «A Roosevelt»,
incluidos en Cantos de vida y esperanza en 1905. No obstante,
pueden advertirse en «Caupolicán» otros componentes
característicos del modernismo que -parafraseando a Gil de
Biedma5- guardan relación con la restauración de la tradición
olvidada, y que por lo mismo son también prueba de la práctica
culturalista de los escritores finiseculares. Es altamente
significativo el hecho de que en la edición de Guatemala, en
la cual se incluye el poema, Rubén decida suprimir la extensa
dedicatoria a Federico Varela que encabezaba la edición de
Valparaíso y que mostraba una notable pasión culturalista.
Ahora conserva el prólogo del académico correspondiente de
la Española Eduardo de la Barra e indica en la portada que se
trata de la segunda edición aumentada precedida de un estudio
sobre la obra por Don Juan Valera de la Real Academia Española.
Podemos preguntarnos si el rubor del poeta impidió la inclusión
de aquella dedicatoria de la «enredadera de campánulas», y ello
teniendo presente que aún faltaría bastante tiempo, hasta llegar
el año 1899, para que José Enrique Rodó dedicara un artículo
a su figura que albergaría la famosa especie que sacada de su
contexto hizo tanta fortuna enseguida: «Rubén Darío no es el
poeta de América».
Prueba, sin embargo, del ingrediente americano que Rubén
Darío acoge a lo largo de toda su producción es precisamente el
soneto titulado primero «El Toqui» y más tarde «Caupolicán»,
en que se sintetiza uno de los más conocidos episodios
protagonizados por ese guerrero araucano y que al tiempo
constituye una pieza de orfebrería en la rica tradición literaria
anterior y posterior que dicho motivo ha propiciado. Mario
Benedetti en un artículo titulado «Rubén Darío, Señor de los
tristes» publicado en 1967, habla de sus «poemas concentrados,
notales, indiscutibles obras maestras»6.

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De Caupolicán a Rubén Darío.

El poema «Caupolicán» puede considerarse así, en el sentido


de que supone un ejercicio extraordinario de condensación y de
aprovechamiento intertextual. El propio Eduardo de la Barra,
autor del alambicado prólogo de Azul... dice literalmente: «Su
originalidad incontestable está en que todo lo amalgama,
lo funde y lo armoniza en un estilo suyo, nervioso, [...] y de
palabras bizarras, exóticas aún, mas siempre bien sonantes»
(epígrafe IV). Alude el tema del poema a la prueba que enfrentó
a varios caciques araucanos consistente en sostener durante
tres jornadas un pesado tronco de árbol para dilucidar según
la fuerza empleada, la habilidad demostrada y la capacidad de
resistencia, quién acaudillaría a su pueblo frente a los invasores
españoles abanderados por el hijo del Virrey del Perú, don
García Hurtado de Mendoza.
La historia de Caupolicán nos ha llegado a partir de una
relativamente extensa tradición textual detallada por el gran
polígrafo José Toribio Medina7 y que tiene su comienzo en La
Araucana   —14→    de Alonso de Ercilla. De todas maneras,
es de notar la existencia de otro tipo de documentos que
también aluden al episodio antedicho y que, en general, dan
cuenta, más o menos fidedignamente, de los hechos históricos
que acontecieron en los primeros lustros de la conquista del
territorio que actualmente ocupa Chile.
El episodio en cuestión se incardina en la sucesión de
acontecimientos ocurridos hacia mediados del siglo XVI en
plena expansión de las fundaciones españolas que dependientes
del virreinato del Perú se llevaban a cabo por la región andina y
que contó con enormes dificultades de sometimiento al llegar a
la zona del río Bío Bío. Vivían tras esa verdadera línea fronteriza
unos pueblos caracterizados por su gran fiereza. Fueron
concretamente los mapuches los que atacaron inmediatamente
a los invasores europeos y destruyeron la ciudad de Santiago,
dando comienzo a las llamadas como guerras de Arauco. Afirma
Patricio Lerzundi que:

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Resistencia Indígena.

Los araucanos -que fue el nombre que les dieron


los españoles a los mapuches por cuanto vivían en la
región de Arauco-, eran los más belicosos de los grupos
indígenas. Su lengua era el mapuche; desconocían, sin
embargo, la escritura y no dejaron constancia por lo tanto
de su historia y expresiones artísticas. Tampoco dejaron
monumentos y su cultura distaba mucho de la alcanzada
por sus vecinos incas. Se sabe que adoraban a Apó como
el ser supremo y temían a Pillán, el demonio. El concepto
de Dios era similar a la cristiana [sic], en el sentido de que
lo consideraban un creador y pastor de la Tierra, donde
la humanidad era un rebaño. Vestían rústicamente, sin
grandes adornos; vivían en rucas, que eran ha bitaciones
construidas principalmente de paja. Existía la poligamia,
generalmente se reunían para tratar asuntos especiales,
como la guerra, bajo el control del toqui, o jefe supremo,
que era elegido por una asamblea de grupos de familia, o
cahuines8.
Ese pueblo es el que infligiría enormes bajas a las fuerzas de
conquista y acabaría con grandes símbolos de los invasores.
La tremenda rivalidad de que hicieron gala los contendientes
aseguró una pléyade de testimonios literarios que por uno u
otro motivo quisieron hacerse eco de aquel acontecer histórico.
Nombres como Lautaro, Caupolicán, Galbarino, Colo Colo, -por
los mapuches-; y como Pedro de Valdivia, Francisco de Villagra,
García Hurtado de Mendoza o el mismo Alonso de Ercilla -por
los españoles-, configuran un elenco de personajes que van a
ser leídos y reconocidos en el sentido categórico que atribuye
Roland Barthes a ese tipo de tradición literaria que en cada
reescritura va transformando el motivo, el tema, el mito.
En resumen, un conjunto de dramatis personae que son uña
y carne de la re-creación a lo largo del tiempo y que, sobre todo,
tuvo durante el siglo XVII su mejor traslación precisamente al
género teatral. También algunos lugares van a conformar la
geografía de toda esa estela intertextual: Santiago, La Serena,
Tucapel, Pilmaiquén, Cañete. Por consiguiente, es preciso
resaltar una vez más cómo la creación artística, en esta ocasión

-13-
De Caupolicán a Rubén Darío.

la literatura, contribuye a edificar culturalmente un nuevo


mundo, pero simultáneamente éste abastece de extraordinarios
e insólitos recursos al canon retórico del humanismo y
posteriormente de otras estéticas que van emergiendo en
Europa.
Al erigirse La Araucana de Ercilla como primera piedra,
podemos apreciar hasta qué punto el grandioso poema marca
todas las posibilidades de recreación del motivo que nos
ocupa. Claudio Cifuentes Aldunate en un ilustrativo artículo
de enfoque semiótico llega a fijar en cinco las etapas de
evolución del personaje de Caupolicán y sus correspondientes
representaciones9:
1. Unidad dual. Fuerza corporal e inteligencia al servicio
de su pueblo. Vencedor, famoso y en equidad de roles con
Carlos V.
2. Desintegración de su imagen. Unidad dual de fuerza e
inteligencia al servicio de sí mismo. Pérdidas bélicas, pérdida
de prestigio y de fama.
3. Restablecimiento parcial de su imagen a través de la
elocuencia y sagacidad.
4. Desintegración total de su imagen en la persecución y
apresamiento.
5. Recuperación de su integridad a través del bautizo10 y la
muerte. Valiente, temido y digno, es ejecutado con el atributo
cristiano del que carecía.
Puede afirmarse que toda re-escritura de la historia de
Caupolicán recoge una, dos o más de estas etapas. Eso
sí, en algunos casos se incluyen motivos nuevos que van
enriqueciendo   —15→   el tema; en otros son el tono o el recipiente
genérico los que aportan una peculiaridad sobresaliente y
genuina a determinada obra. Hay también procesos curiosos
como la posible influencia de algunos motivos en obras teatrales
barrocas que, en principio, van a representarse en el ámbito
peninsular.
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Resistencia Indígena.

Me refiero, por ejemplo, a la presencia del componente


canibalesco existente en las prácticas rituales de muchos pueblos
indígenas y que llegan a aparecer como recurso dramático
en obras como Morir pensando matar de Francisco de Rojas
Zorrilla, en la que la protagonista Rosimunda va a brindar en
escena con el cráneo de su difunto padre, el rey, siguiendo la
indicación de Alboino, su esposo, que trata de convencerla a
propósito de tal costumbre de los longobardos como tributo a
los vencidos. Nos preguntamos por qué Rojas Zorrilla escoge un
elemento tan escabroso que remite a tiempos de las invasiones
bárbaras y no podemos dejar de pensar en la relativa facilidad
para introducir esas prácticas en el ámbito de la convención
teatral, movidos por la cercanía de noticias relacionadas con
ese asunto provenientes de América; es más, veamos como hay
alusión explícita a territorios transatlánticos:
ROSIMUNDA No dejéis por mí las mesas.
Seguid el convite torpe,
que más de caribes fieros
parece que no de hombres
¿De qué feroz troglodita,
de aquellos que hambrientos comen
humana carne, de aquellos
que sangre racional sorben,
se escribe que cometiese
un delito tan enorme,
una crueldad tan injusta,
entre mil culpas atroces?11

Para indagar en la síntesis que Darío lleva a cabo de una


de esas etapas de desarrollo del personaje plasmado por
Ercilla concretamente en el canto II de la primera parte de La
Araucana  (1569), he desempolvado un viejo articulito de
Homero Castillo12 que no aparece citado en la bibliografía al
uso sobre nuestro tema. Me corrobora la hipótesis de trabajo
que defiendo aquí, aunque a riesgo de ser poco precavido, deseo
subrayar que las ramificaciones que advierte el veterano crítico
con respecto a esos dos textos no son más que un constituyente
-15-
De Caupolicán a Rubén Darío.

de toda una intrincada red que recorre la práctica totalidad


de las obras que tratan el asunto, afecta a manifestaciones
genéricas diversas y todo ello a través del tiempo, al menos
desde la publicación de la epopeya chilena.
Sin aspirar a ser exhaustivos, relacionaremos a continuación
los textos que antes del famoso soneto de Darío contribuyeron
a hacer crecer el árbol literario que ha ido enramándose con
el formidable y proteico personaje de Caupolicán. Es curioso
observar que prácticamente todos los géneros literarios han
cultivado el motivo de nuestro interés y también es destacable
el hecho de que la importancia intrínseca del personaje y del
hombre han motivado la atención al mismo en la correspondencia
de sus rivales, los conquistadores españoles, y así tenemos
como uno de los primeros testimonios relativos al formidable
guerrero las cartas de Pedro de Valdivia. Enseguida, han de
señalarse las crónicas que aparte de su carácter documental
encierran en muchos de los casos valiosos ejercicios estilísticos
que adquieren una categoría literaria.
Se trata de: Crónica y relación copiosa y verdadera de los
reinos de Chile, de Gerónimo de Bibar; Historia de Chile desde
su descubrimiento hasta el año 1575, de Alonso de Góngora
Marmolejo;  Crónica del reino de Chile, de Pedro Mariño de
Lobera y Bartolomé de Escobar; Hechos de don García Hurtado
de Mendoza, cuarto marqués de Cañete, de Cristóbal Suárez
de Figueroa. Entre los textos de carácter literario destacan dos
obras: la ya mencionada de Alonso de Ercilla -La Araucana-,
y Arauco domado (1596), de Pedro de Oña; estas obras siguen
el patrón del género épico en práctica durante el Renacimiento
y están directamente relacionadas por cuanto la segunda es
pieza de encargo para tratar de corregir algunos de los extremos
que, según algunos, contenía el poema de Ercilla y también por
razón de que Arauco domado comienza su andadura a partir
de un momento recogido en la primera de las tres partes de La
Araucana.

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Resistencia Indígena.

Ya en el siglo XVII, el tema de Caupolicán y todos los motivos


que lleva anejos se constituye como elección predilecta para
el género dramático. Y así tenemos: Arauco domado  (Parte
XX, 1625) de Lope de Vega;  El gobernador prudente  (1663),
de Gaspar de Ávila; La bellígera española  (1616) de Ricardo
del Turia; Algunas hazañas de las muchas de don García
Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete   —16→   (1622) de
Luis de Belmonte Bermúdez y colaboradores; Los españoles
en Chile  (1665) de Francisco González de Bustos; y el auto
sacramental La Araucana(principios del siglo XVII), también
de Lope de Vega.
Otros textos literarios inspirados directa o indirectamente
por el tema de Arauco son los siguientes: Quince romances
anónimos basados en La Araucana  (1589-1593);  Cuarta
y Quinta parte de La Araucana, poema épico de Diego de
Santisteban de Osorio (1598);  Historia Tragicómica de don
Enrique de Castro, novela de caballerías de Francisco de
Loubayssin de la Marca (París, 1617);  Las guerras de Chile,
poema épico de Juan de Mendoza Monteagudo, editado por
José Toribio Medina en 1888; Purén indómito, crónica rimada
de Hernando Álvarez de Toledo; El cautiverio feliz, memorias
en verso de Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán, publicadas
en 1863; Restauración de la Imperial y conversión de almas
infieles, novela de Fray Juan de Barrenechea y Alvis (ca. 1693).
Tras el paréntesis ilustrado y romántico, el gusto por la
mitología de la estética modernista posibilita que nuestro tema
vuelva a reescribirse. Y he aquí otra muestra recreadora del
mito distinta de la de Darío: el «Caupolicán» de José Santos
Chocano, primero de los sonetos incluidos en el «Tríptico
heroico» de Alma América (1906):

-17-
De Caupolicán a Rubén Darío.

Caupolicán
Ya todos los caciques probaron el madero.
-¿Quién falta?- Y la respuesta fue un arrogante: -¡Yo!
-¡Yo!- dijo; y, en la forma de una visión de Homero,
del fondo de los bosques Caupolicán surgió.

Echóse el tronco encima, con ademán ligero;


y estremecerse pudo, pero doblarse no.
Bajo sus pies, tres días crujir hizo el sendero;
y estuvo andando... andando... y andando se durmió.

Andando, así, dormido, vio en sueños al verdugo:


él muerto sobre un tronco, su raza con el yugo,
inútil todo esfuerzo y el mundo siempre igual.

Por eso, al tercer día de andar por valle y sierra,


el tronco alzó en los aires y lo clavó en la tierra
¡como si el tronco fuese su mismo pedestal!

El traer aquí este poema de José Santos Chocano está


directamente relacionado con la característica simpatía hacia
el indio (peruano, mexicano, centroamericano) que el autor
mostró, ya en su madurez, en Tres notas de nuestra alma
indígena, en forma que, según Max Henríquez Ureña13, no
habría desdeñado González Prada:

Indio que labras con fatiga


tierras que de otros dueños son,
¿ignoras tú que deben tuyas
ser, por tu sangre y tu sudor?
¿ignoras tú que audaz codicia,
siglos atrás, te las quitó?,
¿ignoras tú que eres el Amo?
-¡Quién sabe, señor!

-18-
Resistencia Indígena.

Chocano que era descendiente por línea directa del Gran


Capitán, fue militante indigenista hasta el punto de criticar
acremente  Los Raros de Darío por no ser «americanos». Ese
carácter le aleja del tono que posee el soneto del nicaragüense.
Además de todo lo relacionado, debemos aludir también a
la importante presencia del tema en otros ámbitos artísticos
como la plástica o la música. Asimismo, es imposible dejar
de mencionar alguna muestra posterior a Darío como mejor
modo de corroborar el éxito del motivo y la atención que le
han dispensado creadores tan diversos. El caso más excelso
es, sin duda, el de Pablo Neruda. Entre sus muchos escritos
de preocupación directa por el mundo indígena, destacan
dos poemas -«Toqui Caupolicán» (V) y «El empalado» (VII)-
pertenecientes a la serie titulada «Los Libertadores», incluida
en el Canto general (1950):

-19-
De Caupolicán a Rubén Darío.

Toqui Caupolicán.
En la cepa secreta del raulí
creció Caupolicán, torso y tormenta,
y cuando hacia las armas invasoras
su pueblo dirigió,
anduvo el árbol,
anduvo el árbol duro de la patria.
Los invasores vieron el follaje
moverse en medio de la bruma verde,
las gruesas ramas y la vestidura
de innumerables hojas y amenazas,
el tronco terrenal hacerse pueblo,
las raíces salir del territorio.
Supieron que la hora
al reloj de la vida y de la muerte.

Otros árboles con él vinieron.

Toda la raza de ramajes rojos,


todas las trenzas del dolor silvestre,
todo el nudo del odio en la madera.
Caupolicán, su máscara de lianas
levanta frente al invasor perdido:
no es la pintada pluma emperadora,
no es el resplandeciente collar del sacerdote,
no es el guante ni el príncipe dorado:
es un rostro del bosque,
un mascarón de acacias arrasadas,
una figura rota por la lluvia,
una cabeza con enredaderas.

De Caupolicán el Toqui es la mirada


hundida, de universo montañoso,
los ojos implacables de la tierra,
y las mejillas del titán son muros
escalados por rayos y raíces.

-20-
Resistencia Indígena.

El empalado
Pero Caupolicán llegó al tormento.
Ensartado en la lanza del suplicio,
entró en la muerte lenta de los árboles.

Arauco replegó su ataque verde,


sintió en las sombras el escalofrío,
clavó en la tierra la cabeza,
se agazapó con sus dolores.
El Toqui dormía en la muerte.
Un ruido de hierro llegaba
del campamento, una corona
de carcajadas extranjeras,
y hacia los bosques enlutados
sólo la noche palpitaba.

No era el dolor, la mordedura


del volcán abierto en las vísceras,
era sólo un sueño del bosque,
el árbol que se desangraba.

En las entrañas de mi patria


entraba la punta asesina
hiriendo las tierras sagradas.
La sangre quemante caía
de silencio en silencio, abajo,
hacia donde está la semilla
esperando la primavera.

Más hondo caía esta sangre.

Hacia las raíces caía.

Hacia los muertos caía.

Hacia los que iban a nacer.

-21-
De Caupolicán a Rubén Darío.

En el momento actual, todavía Caupolicán sigue re-


escribiéndose. Cuando el problema mapuche está aún lejos
de quedar resuelto, pueden visitarse a través de internet
varios lugares en donde el guerrero sigue irguiendo su «alta
frente» porque siguen escribiéndose poemas que tienen como
referente ese imaginario cultural que en la época de Fin de Siglo
contribuyó a universalizar el poeta de Nicaragua y de América.
En aquellos territorios geográficos y sociales donde aún no se
ha llegado a completar el proceso de destrucción de la «sagrada
selva», asistimos casi con perplejidad a empresas como las que
propició Rubén y que José Carlos Rovira tan acertadamente ha
reflejado al reparar en la «desbordante actividad en poesía» -al
menos hasta la última década del siglo XX- de un país tan poco
extenso y poblado como Nicaragua; se trata de un fenómeno
-dice- que tiene que ver «quizá también con un imaginario
cultural que, desde comienzos de siglo, hizo de la figura del poeta
un símbolo de prestigio y un factor de definitiva universalidad
[...] La figura era Rubén Darío y cada nicaragüense debe pensar
en lo que significó Darío para universalizar una literatura,
globalmente la hispanoamericana; en concreto, la propia. La
figura del poeta tiene así una elevada imagen que significa lo
universal ante la propia sociedad»14.
Desde luego, esa «elevada imagen» del poeta pensamos que
está implícita hasta desde un punto de vista puramente estético
en el comentado soneto de «Caupolicán» de Rubén Darío.
Eduardo de la Barra en el «Prólogo» a Azul... se interroga al
respecto: «¿Veis? -El protagonista es el Poeta, siempre el Poeta,
solo, desconocido, [...], y, sin embargo, como Colón lleva un
mundo a la cabeza» (epígrafe IX) Siguiendo el canon retórico
tan recurrente en todas las expresiones de la lírica modernista,
esta composición podría leerse también en clave metapoética,
en el sentido de apreciarse como la exclamación del poeta
nicaragüense que ha de ser de formidable naturaleza para
presentarse ante el mundo, para ser recibido como tal poeta.

-22-
Resistencia Indígena.

Esa reflexión acerca   —18→   de la dificultad de ser entendido


como poeta y de la fortaleza necesaria para seguir alimentando
la llama de la poesía nos remite a otro ser dotado de especial
sensibilidad como Federico García Lorca, que en su Poeta en
Nueva York -libro en el que, por cierto, también encontramos
el dilema naturaleza/artificio urbano-, presenta a ese poeta sin
artículo frente a la gran ciudad15, encarado al mundo moderno,
y lo hace planteando la dificultad que entraña ser poeta en la
«gran cosmópolis»; parece que proponiendo la existencia de
todo un Caupolicán, cuya fortaleza física y también espiritual
(incontaminada) permita asumir los continuos nuevos retos.
La composición que suele preceder a «Caupolicán» en
las ediciones de Azul...  es significativamente la titulada «A
un poeta»16. Y si nos detenemos un instante en su lectura,
observamos cuántos puntos de encuentro existen entre la
misma y el soneto. Haciendo repaso, tenemos un léxico lleno
de concomitancias con el usado en «Caupolicán»: titán,
hombre-montaña, víctima, fatal martirio, Hércules loco,
selva virgen, Sansón, cabellos. Asimismo, leemos expresiones
como: «¡Quién desquijara los robustos leones...»; «que escriba
versos que parezcan lanzas», «con su casco de oro», «embiste el
toro», «esclavo de unos ojos bellos».
La relación que puede establecerse entre los dos textos
abona una vez más la concepción de conjunto que Rubén tenía
del corpus poemático de Azul..., y también subraya la idea del
paralelo que puede establecerse entre Caupolicán/poeta Rubén.
Nuestro autor es el guerrero que asiste al final de un mundo y se
rebela contra la opresión burguesa como auténtico modernista
que hace gala de su inconformismo.
Teodosio Fernández afirmaba en 1992 que:  «Con su obra
Darío se enfrentaba a esa incomprensión determinada por
la ignorancia y el desdén. Hoy nadie duda de su formidable
contribución al nacimiento de la poesía hispánica moderna. Sus
aportaciones a la invención de una identidad cultural española
e hispanoamericana esperan aún una valoración precisa»17.

-23-
De Caupolicán a Rubén Darío.

Textos como el soneto «Caupolicán» contribuyen, sin duda, a


que podamos emprender esa «valoración precisa». Sin apearse
de su ideario estético, Rubén Darío configura en dicho texto una
miniatura modernista que en apretada, al tiempo que rítmica,
actitud sincrética, nos da cuenta de las recuperaciones de las
culturas precolombinas a través de los ejercicios literarios de
diversos autores americanos y españoles.
Hasta aquí esta aproximación a un asunto que merece el
tratamiento pormenorizado de cada uno de los textos alegados
y que es susceptible de ser abordado con un novedoso enfoque,
como es la tematología18, variante crítica con la que están
experimentando, sobre todo, los especialistas en literatura
comparada y que creo puede resultar rentable para andar ese
camino que Neruda19 decía que emprendió La Araucana de
Ercilla, refiriéndose a su carácter fundacional para la recreación
de motivos, tópicos, temas y mitos como, por ejemplo, el que
nos ha ocupado en estas páginas, ese Caupolicán que llegó a
resumirse en la expresión anafórica «anduvo, anduvo, anduvo».

-24-
Resistencia Indígena.

Notas de Página.-

1.- Miguel Ángel Auladell Pérez, profesor titular E. U. de


literatura española de la Universidad de Alicante. Su actividad
docente e investigadora se ha centrado principalmente en
la literatura española del siglo XVII y de la época de Fin de
Siglo. Ha formado parte de varios proyectos de investigación,
tanto de financiación pública como privada. Ha participado
en numerosos congresos nacionales e internacionales de su
especialidad y ha publicado artículos sobre diversos escritores
barrocos (Liñán y Verdugo, Lope de Vega, Ruiz de Alarcón,
Calderón) y finiseculares (Rubén Darío, Azorín). Es autor de la
monografía titulada La «Guía y avisos de forasteros que vienen
a la Corte» del Ldo. Antonio Liñán y Verdugo en su contexto
literario y editor del Ensayo bio-bibliográfico de escritores
de Alicante y su provincia de Manuel Rico García. Asimismo,
ha editado una Antología de poesía y prosa de Rubén Darío.
Actualmente, dirige la edición digital de la obra de Lope de Vega
en la Biblioteca Virtual Cervantes.
2.- Junto con el titulado «Lastarria», se trataba de los
primeros cuatro sonetos alejandrinos de su autor. El propio
Rubén en El viaje a Nicaragua e historia de mis libros (Madrid,
Mundo Latino, [1919], pág. 203) Historia de mis libros (pág. 203)
afirma que el soneto «Caupolicán» «inició la entrada del soneto
alejandrino a la francesa en nuestra lengua -al menos según mi
conocimiento-». Es interesante apuntar el hecho de que José
Victorino Lastarria (1817-18 88), considerado como el padre
de la novela chilena, había publicado en 1844 Investigaciones
sobre la influencia social de la conquista y sistema colonial de
los españoles en Chile.
3.- Enrique Hernández Miyares (Santiago de Cuba, 1839-
1914) fue redactor de varios periódicos y llegó a dirigir La
joven Cuba en donde publicaron importantes poetas como, por
ejemplo, Darío. También fue director de La Habana Elegante
desde el inicio de 1888 hasta su desaparición en 1896.

-25-
De Caupolicán a Rubén Darío.

4.- Carmen Ruiz Barrionuevo, «“En su loco afanar la mente


mía”: de Epístolas y poemas a Prosas profanas», en Alfonso
García Morales (ed.), Rubén Darío. Estudios en el centenario
de “Los raros” y “Prosas profanas”, Salamanca, Secretariado de
Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1998, pág. 26».
5.- Cfr. Jaime Gil de Biedma, «“Función de la poesía y función
de la crítica», por T. S. Eliot”, El pie de la letra, Barcelona,
Crítica, 1994, pág. 18.
6.- Mario Benedetti, El ejercicio del criterio, Madrid, Alfaguara,
1995, apud, Carmen Alemany Bay, «El cuestionamiento del
modernismo en la poesía coloquial», en Trinidad Barrera (ed.),
Modernismo y modernidad en el ámbito hispánico, Sevilla,
Universidad Internacional de Andalucía. Sede Iberoamericana
de la Rábida/Asociación Española de Estudios Literarios
Hispanoamericanos, 1998, pág. 345.
7.- Vid. José Carlos Rovira, José Toribio Medina y su fundación
literaria y bibliográfica del mundo colonial americano, Santiago
de Chile, DIBAM/Centro de Investigaciones Diego Barros
Arana, 2002.
8.- Patricio Lerzundi, Arauco en el teatro del Siglo de Oro,
Valencia, Albatros Hispanófila, 1996, pág. 10.
9.- Claudio Cifuentes Aldunate, «Caupolicán: creación y
recreaciones de un mito», Noter og kommentarer fra Romansk
Institut, Odense Universitet, 1982, núm. 53, pág. 64.
10.- Sobre los bautizos de caciques puede verse Tzvetan
Todorov, La Conquista de América. El problema del otro,
México, Siglo XXI, 200112 (12 ed. en francés: 1982), pág. 183.
11.- Francisco de Rojas Zorrillo, Morir pensando matar / La
vida en el ataúd, ed. Raymond R. MacCurdy, Madrid, Espasa-
Calpe, 1976, pág. 29.
12.- Homero Castillo, «Caupolicán, en el modernismo de
Darío», Revista Iberoamericana (Millwood, N.Y.), oct.-1953/
sept.-1954, t. XIX, núms. 37-38, págs. 111-118.

-26-
Resistencia Indígena.

13.- Max Henríquez Ureña, Breve historia del modernismo,


México, FCE, 1978, pág. 335.
14.- José Carlos Rovira, «Nicaragua: La destrucción de “La
sagrada selva”», en VV.AA., La poesía nueva en el mundo
hispánico, Madrid, Visor, 1994, pág. 217. Cfr. también J.C.
Rovira, «Espacios simbólicos y urbanos en Darío: desde “La
sagrada selva” a “La gran cosmópolis”», Anthropos, enero-abril
1997, núms. 170-171, págs. 76-80.
15.- Vid. Federico García Lorca, Poeta en Nueva York, ed.
Piero Menarini, Madrid, Espasa-Calpe, 1998, págs. 29-30.
16.- Se trata del primer poema de los que se añadieron en la
segunda edición de Guatemala (1890). De todas formas, en dicha
edición, aparecen separados por el poema titulado «Ananke».
Fue en la tercera edición, de 1905 (Buenos Aires, Biblioteca de
«La Nación»), cuando «A un poeta» -aunque datado en mayo de
1890, en que apareció publicado en La Unión de San Salvador
precedió inmediatamente al soneto.
17.- Teodosio Fernández, «Sobre Rubén Darío y el
regeneracionismo modernista», CHA, febr. 1992, núm. 500,
pág. 208.
18.- Vid. los trabajos de Cristina Naupert: La tematología
comporatista entre teoría y práctica, Madrid, Arco/Libros, 2001;
y Tematología y comparatismo literario, introd., compilación y
biografia de..., Madrid, Arco/Libros, 2003.
19.- «Compañero Alonso de Ercilla: La Araucana no es sólo
un poema: es un camino». Cit. por Juan María Corominas,
Castiglione y La Araucano. Estudio de una Influencia, Madrid,
José Porrúa Turanzas (Studia Humanitatis), 1980, portada.

-27-
De Caupolicán a Rubén Darío.

Bibliografía

Relaciono las fuentes primarias en donde se desarrolla de


alguna manera el tema Caupolicán y las fuentes secundarias
más directamente relacionadas con el mismo, aunque hayan
sido citadas en las notas:

Fuentes primarias

Crónicas del reino de Chile.- Crónicas de Pedro Valdivia -


Góngora Marmolejo - Pedro Mariño Lobera, ed. y estudio
de Francisco Esteve Barba, Madrid, Atlas (BAE,  n.º  131),
1960, XXXIX+596 págs.
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heroico» de Alma América ed.], en Obras Completas, Luis
Alberto Sánchez, México, Aguilar, 1954, pág. 400.
Darío, Rubén, «Caupolicán» , Azul..., precedida de un estudio
sobre la obra por D. Juan Valera, Guatemala, Imp. «la
Unión», 1890, 2.ª ed. aumentada, XXXIV,
237 págs. [Primera publicación en La Época (Santiago), 11
de noviembre de 1888, con el título «El Toqui»].
—— «A un poeta», Azul..., Guatemala, 1890. [Primera
publicación en La Unión (San Salvador), mayo de 1890].
—— «Salutación del optimista», Cantos de vida y esperanza.
Los cisnes y otros poemas, Madrid, Tip. de la “Revista de
Archivos, Bibliotecas y Museos”, 1905. [Aparece por   —19→  
primera vez en la Revista Hispano-Americana (Madrid),
abril 1905].
—— «A Roosevelt», Cantos de vida y esperanza, ed. cit. [Aparece
por primera vez en Helios (Madrid), febrero 1904, y fechado
en «Málaga, 1904»].

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Resistencia Indígena.

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descubrimiento hasta el año 1575, Selección, prólogo y notas
de Nelson Osorio, Santiago de Chile, Edit. Universitaria,
[1969 ó 1970].
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-29-
De Caupolicán a Rubén Darío.

Fuentes secundarias

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han acaecido en el reino de Chile y de los que lo
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Resistencia Indígena.

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semióticas IV. Actas del IV Simposio Internacional de la
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De Caupolicán a Rubén Darío.

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Chile según la crónica: (Góngora Marmolejo, Mariño de
Lobera y González de Nájera), Prólogo de Óscar Espinosa
Moraga, Santiago de Chile, Agustinianas, 1986.

-34-
Resistencia Indígena.

Datos personales

Correo:
[email protected]

Teléfono:
+34 965903400 x 3414

Ubicación:
FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS I (FILOLOGÍA)
- P2 - (0020P2014)
 
Otras ubicaciones
Situación profesional actual

Plaza:
PROFESOR/A TITULAR ESCUELA UNIVERSITARIA

Dpto.:
FILOLOGIA ESPAÑOLA, LINGUISTICA GENERAL

Institutos:
Sin datos

Grupos:
Corrientes estéticas en la literatura española e hispanoamericana 

Cód. UNESCO:
550613 - Historia de la literatura
620202 - Análisis literario 
6202 - Teoría, Análisis y Crítica literarios
620201 - Crítica de textos 
620204 - Vocabulario literario 
570107 - Lengua y literatura 
620203 - Estilo y estética literarios

-35-
De Caupolicán a Rubén Darío.

Formación académica

• Licenciado en Filosofía y Letras (División


Filología, sección Filología Hispánica) 
Universidad de Alicante (19/11/1984)
• Licenciado con Grado 
Facultad de Filosofía y Letras (14/11/1984)
• Grado de Licenciado en Filosofía y Letras
(División Filología, sección Filología Hispánica) 
Universidad de Alicante (14/11/1984)
• Certificado de Aptitud Pedagógica 
Instituo de Ciencias de la Educación (ICE) (16/08/1984)

-36-
Resistencia Indígena.

La Resistencia Indígena en
Nicaragua, durante el gobierno de
Pedrarias Dávila. 1527-1531.-
Por Clemente Guido Martínez,
“Pedrarias Dávila, primer gobernador de Nicaragua 1527-1531,
Primera edición impresa julio del 2011,
Alcaldía de Managua.

El Gobierno de Pedrarias Dávila inició por Derecho, el 16 de


Marzo de 15271, pero no fue sino entre marzo y abril del año 1528
que llegó a Nicaragua a asumir físicamente esta Gobernación,
pues aunque estaba licenciado para delegar en otra persona, él
prefirió ir a Castilla del Oro a realizar personalmente su Juicio
de Residencia, como debía por haber sido Gobernador de
Castilla del Oro.
Por eso, debemos tener en cuenta esta fecha marzo-abril
de 1528, como punto de partida para evaluar los aspectos
positivos y negativos de su administración como Gobernador.
Y en este sentido, al tratar el tema de la Resistencia Indígena,
debemos considerar que su Lugarteniente de Gobernador
(Martín Estete), no le había guardado muy bien que digamos
las espaldas durante su ausencia en 1527.
Antes de su retorno a Nicaragua, se dio la toma del poder
de la Provincia de parte del Gobernador de Honduras Diego
López de Salcedo, lo que ocasionó una nueva distribución
de los pueblos indios entre los allegados de éste, despojando
a los Encomenderos de Pedrarias y todo parece indicar que
Salcedo se dedicó bastante al tráfico de esclavos indios lo que
ocasionó una situación de inestabilidad y rebeldía indígena que
puso en situación de peligro toda la empresa conquistadora en
Nicaragua.
Dos hechos de importancia cabe destacar en este período
previo al arribo de Pedrarias (por segunda vez a Nicaragua).
La rebelión de los indios llamados Chontales el 21 de Enero de
1527, que dieron fin al pueblo fundado por Pedrarias en la región
1.- Tomo I, CS, página 200 y siguientes.
-37-
De Caupolicán a Rubén Darío.

extrema Norte de Nicaragua y que respondió en su efímera


existencia al nombre de VILLAHERMOSA, y el alzamiento de
los Indígenas de Mateare, que puso en sitio a la Ciudad de León,
también durante el año de 1527.
Sobre estos dos hechos cabe citar las fuentes, así sobre
VILLAHERMOSA, Gonzalo Fernández de Oviedo refiere que:
“Y quince leguas de aquel pueblo (Santa María de Buena
Esperanza) había primero otra población de cristianos, que
se llamó VILLAHERMOSA (en Valhermoso), a par de un río
rico de oro, y dos años antes los indios dieron sobre el capitán
Hurtado y los cristianos que allí estaban y le mataron a él y a
los más de ellos, que no escaparon sino muy pocos y quemaron
aquel pueblo, que como es dicho le había hecho nombrar el
Gobernador Pedrarias Villahermosa, ...la desventura de estos
fue 21 de Enero de 1527...”2.
Luego, precisa un tanto sobre el lugar donde fueron muertos
Benito de Hurtado y su gente, al aclarar que : “Y cuatro Leguas
mas hacia la parte de León, en la Provincia de Telpanega es
donde mataron al dicho Hurtado y a los otros españoles en
la dicha Villahermosa”.... Otro alzamiento fue el de los indios
Chorotegas de Mateare. Sobre este alzamiento, es el Alcalde
Mayor Francisco de Castañeda, quien se encargó de informarlo
a Su Majestad como parte de su carta fechada el 5 de Octubre de
1529 en León de Nicaragua. Los hechos a que hace referencia se
ubican antes de que Pedrarias llegase a Nicaragua por segunda
vez, probablemente en el año de 15273.
Dice Castañeda:
“Habiendo ido el Gobernador Pedrarias a hacer su residencia
a Panamá lo dejó por su Teniente en esta provincia a donde
acaeció que los indios de una plaza que se dice Maturire y
otros con ellos enviaron a desafiar a los cristianos a esta
ciudad y pusieron la tierra grande alboroto y confusión hasta
poner esta ciudad de León en estado que los cristianos no
osaban dormir ni estar de noche sino en un cercado de tapias
2.- Oviedo 1976: 454.
3.- Oviedo 1976: 455.
-38-
Resistencia Indígena.

por miedo de los indios. El dicho Martín Estete no osó salir a


ellos y a la sazón tenían mucha avilantez a los indios y favor
porque el pueblo que estaba hecho en el valle de Olancho los
indios del dicho valle lo quemaron y mataron a toda la más
gente y al Capitán Benito Hurtado que allá estaba por capitán
en el dicho pueblo...y la gente de esta ciudad (León) se perdiera
sino fuera por el Capitán Campañón que vino a socorrer a
esta ciudad desde el pueblo de las Minas y con la gente de esta
ciudad salió a los indios que estaban esperando en campo a
los cristianos y desbarató los indios e hizo grandes estragos
en ellos, sin riesgo de ningún cristiano ni otro daño que allí
se hubiese, más de un caballo que los indios mataron al dicho
capitán Campañón”
Queda claro en este texto que Maturire (Mateare) se alzó en
armas contra la Ciudad de León, llevándolos al extremos de
inseguridad y miedo. El llamado a enfrentar tal rebelión era
Martín Estete, pero ya sabemos que este personaje siempre
procuró evitar la guerra, no por táctica sino por comodidad,
hasta donde hemos podido estudiar sus actuaciones, Estete
era un oportunista acomodado. Tuvo que venir desde la zona
norte de Nicaragua, desde el pueblo de Santa María de Buena
Esperanza, el Capitán Francisco de Campañón, para socorrer
a León y enfrentar la rebelión, la cual “desbarató”. Según
Castañeda, solamente se perdió un caballo de Campañón.
Mateare no volverá a ser mencionada como pueblo rebelde,
sino más bien como pueblo bautizado de cristiano como sucedió
cuando llegó a este poblado Fray Francisco de Bobadilla entre
Septiembre de 1528 y Marzo de 1529, enviado por Pedrarias en
misión evangelizadora e inquisidora4.
En esta situación estaba la Gobernación de Pedrarias cuando
llegó de Castilla del Oro para asumirla. Los indígenas Chontales
estaban alzados dando fin a la población de Villahermosa al
norte de la región, los Chorotegas estaban rebeldes en la costa
del Pacífico occidental, y había una tremenda sequía que
tenía los campos agrícolas abandonados, agregando a esto la
explotación esclava que había promovido el Gobernador Diego

4.- CS, Tomo II, Página 212.


-39-
De Caupolicán a Rubén Darío.

López de Salcedo hacia Panamá y las Islas del Caribe, y el


despoblamiento de otra población española al sur de Nicaragua,
Villa de Bruselas, por no haberse sometido a la autoridad de
Salcedo.
No es de extrañarse entonces que apenas dos meses después
de haber tomado asiento en León de Nicaragua, Pedrarias
aparezca como el rudo Gobernador ordenando la ejecución
de 18 Indígenas (Sutiavas o Chorotegas) en la Plaza de León,
acusados de haber cometido el delito de “comerse” (puedo
especular que fueron sacrificados en ceremonias religiosas y
posteriormente consumidos por los sacerdotes y Principales,
como era la costumbre religiosa), al Tesorero de Nicaragua,
Don Alonso de Peralta, así como a dos mozos de apellido Baeza
y otro Encomendero de apellido Zúñiga5.
Alonso de Peralta, como Tesorero era un notable personaje
de la Ciudad de León, había sido postulado apenas un año antes
ante S.M. como candidato para ocupar el cargo de Regidor
Perpetuo de la Ciudad de León, en una carta enviada por el
Cabildo de León con fecha 30 de Julio de 15276.
Es Oviedo quien testifica sobre este hecho, y lo hace como
testigo presencial de la ejecución sucedida un día martes 16
de Junio de 1528 y conocida como el Aperreamiento de los
Caciques, por el método usado. Cabe señalar por objetividad
histórica, que este método no fue inventado por Pedrarias, y fue
utilizado por más de un Conquistador a lo largo y ancho de las
Indias.
Sin embargo, antes de citar a Oviedo sobre lo sucedido en
León, cabe citarlo para explicar qué es el Aperreamiento: “Ha de
entender el lector que aperrear es hacer que perros le comiesen
o matasen, despedazando el indio, porque los conquistadores
en Indias siempre han usado en la guerra traer lebreles y perros
bravos y denonados...”7
5.- Oviedo 1976: Página 443.
6.- CS, Tomo I, página 257 y siguientes. Instrucciones a los Procuradores de la Ciudad
de León López de Cabrera y Lizaur, León 30 de Julio de 1527. Archivo General de
Indias, Sevilla, Indiferente Legajo 1382 A.
7.- Oviedo 1976: 116.
-40-
Resistencia Indígena.

Este método usado por Pedrarias esa vez en León, también


fue usado por Hernando de Soto en Cuba en 1536 –según
Oviedo- contra una guía que conducía a Vasco Porcallo de
Figueroa “porque mentía y guiaba mal”8.
El método fue denunciado por Fray Bartolomé de las Casas,
de haberse usado en Nicaragua (no precisa De las Casas si
por Pedrarias Dávila), en contra de tres indígenas vestidos de
mujer: Bartolomé informa: “Dice Tobilla que ciertos españoles
hallaron en cierto rincón de una de las dichas provincias tres
hombres vestidos en hábitos de mujeres, a los cuales por solo
aquello juzgaron ser de aquel pecado (sodomía) corrompidos,
y no por más probanza los echaron luego a los perros que
llevaban, que los despedazaron y comieron vivos como si fueran
sus jueces”9. No señala el Capitán que dio la orden, ni la fecha
de ejecución, ni el lugar exacto.
Ahora bien, pasemos a la lectura del testimonio del
aperreamiento en León aquél 16 de Junio del año 1528, con lo
que Pedrarias pasó a la historia como cruel y vengativo. Estos
hechos han sido utilizados por los enemigos del Gobernador
para crear el estereotipo de cruel y despiadado, sin tomar en
cuenta las circunstancias específicas en que se dieron y que no
se diferencian en nada de las que otros Conquistadores usaban
como parte de sus métodos de Conquista en todas las Indias
Occidentales.
“Siguiose que el año de 1528 salieron de la ciudad de León el
tesorero Alonso de Peralta y un hidalgo llamado Zúñiga y otros
dos mancebos hermanos llamados los Baeza y estos y otros,
hasta seis o siete, cada uno fue por su parte a visitar sus plazas e
indios que les servían, pero ninguno de ellos dejaron que no se los
comiesen y aún a sus caballos. Después Pedrarias Dávila envió
un capitán con gente a buscar los malhechores y prendieron de
ellos diecisiete o dieciocho indios caciques o indios principales y
mandoles Pedrarias aperrear y que los comiesen a ellos perros.
Y un martes 16 de Junio de aquél año, en la plaza de León, los
ajusticiaron de esta manera: Que le daban al indio un palo que
8.- Ibid.
9.- Nicaragua en los Cronistas de Indias, Tomo 1. 91-92. Colección Cultural Banco de
América, 1975.
-41-
De Caupolicán a Rubén Darío.

tuviese en la mano y decíanle con la lengua o intérprete que se


defendiese de los perros y los matase él a palos, y a cada indio se
echaban cinco o seis perros cachorros (por experimentarlos sus
dueños en esas monterías), y como eran canes nuevos andaban
en torno del indio ladrándole y él daba algún coscorrón a
alguno. Y cuando a él le parecía que los tenía vencidos con su
palo, soltaban un perro o dos de los lebreles y alanos diestros,
que presto daban con el indio en tierra y cargaban los demás y
lo desollaban y destripaban y comían de él lo que querían. Y de
esta manera los mataron a todos los dieciocho malhechores, los
cuales eran del Valle de Olocotón y de sus comarcas”10.
Sin embargo, este método no dio los frutos esperados. El
terror impuesto a las Comunidades Indígenas Chorotegas,
no tuvo efecto en los Rebeldes Chontales, que además eran
enemigos de los Chorotegas.
En 1529, los Chontales atacaron al pueblo de Santa María de
Buena Esperanza, dando un fuerte golpe militar a los Españoles.
El pueblo español resistió y supo salir adelante a pesar de este
certero ataque, sobreviviendo algunos años más después de la
muerte de Pedrarias en 1531.
El ataque a Santa María de Buena Esperanza fue narrado por
Oviedo en los siguientes términos:
“Las minas de oro están treinta y cinco leguas de la ciudad
de León y son buenas y de buen oro de más de veinte quilates,
en el río que se dice San Andrés y en un pueblo, que se llamó
Santa María de Buena Esperanza. Y cómo esta granjería no les
agradaba a los indios porque había de redundar en más trabajo
suyo dieron sobre los cristianos que allí se hallaron y quemaron
el pueblo e hirieron a algunos españoles y los indios quedaron
con la victoria y las minas despobladas o casi. Esto fue año
de mil y quinientos y veinte y nueve...pero no obstante eso se
tornaron a poblar y hay buenas minas allí...”11
Es poco lo que sabemos sobre Santa María de Buena
Esperanza. Sin embargo, tenemos datos de por lo menos uno
10.- Oviedo 1976:442-443.
11.-Oviedo 1976: 453-454.
-42-
Resistencia Indígena.

de sus Cabildos, correspondiente al año de 1531 (el dato es del


28 de abril de ese año, un mes y medio después de la muerte de
Pedrarias el 6 de marzo del 1531) y lo integraban los siguientes
Vecinos12:
Pedro Orejón, Alcalde.
Cap. Gabriel Roja, Alcalde.
Y como Regidores:
Hernán Nieto.
Juan Díaz de las Cumbres.
Francisco Dávila Verdugo.
Podemos suponer que estos mismos lo Gobernaban en el año
de 1529 y 1530, cambiando tal vez uno o dos nombres en el orden
de autoridad, como Alcaldes a Regidores, pues así lo ordenaba
la Ley (rotación de cargos entre los Vecinos). Recordemos que
Francisco de Campañón estaba ejerciendo de Alcalde de esta
Villa de Santa María de la Buena Esperanza en el año de 1527
cuando tuvo que ir a socorrer a los vecinos de León ante la
arremetida de los Chorotegas de Mateare.
En conclusión, Pedrarias tuvo que asumir su Gobernación
en una situación de rebelión indígena generalizada, sequía y
carestía alimentaria, pestes, usurpación de su Gobernación por
Diego López de Salcedo a quien tuvo que enfrentar encarcelar
y desterrar luego de ocho meses, y con sus propias condiciones
de salud en mal estado.
La Resistencia indígena perduraría muchos años más en la
costa del Pacífico de Nicaragua, y por más de dos siglos hacia el
futuro en la Costa Caribe.
El corto tiempo que Gobernó Pedrarias no fue suficiente para
sofocar la Rebelión Indígena, y solamente sirvió de justificación
para obtener ciertas ventajas económicas con el comercio de los
esclavos indígenas, que al ser capturados en guerra pasaban a
ser esclavizados por disposición de las Ordenanzas dadas por
S.M. a Pedrarias desde 1513.

12.- Oviedo 1976: 453-454.


-43-
De Caupolicán a Rubén Darío.

Bibliografía

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2. Colección Cultural Banco de América. 1975. “Nicaragua en los
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-44-
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• “Reseña Histórica de la Villa de San Salvador”. Rodolfo
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José Heriberto Erquicia. Edgar Espinosa Pérez. Pedro Antonio
Escalante Arce. Clemente Guido Martinez.
• “Demografía e Imperio”. Guía para la Historia de la
Población de la América Central Española, 1500-1821. W.
George Lovell. Christopher H. Lutz. Universidad de San Carlos,
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Eugenia Ibarra Rojas. Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2001.
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• Fray Bartolomé de las: “Historia de las Indias”, Biblioteca de
Autores Españoles, Col. ATLAS, Tomo XCVI. Obras escogidas,
Tomo II, Cap. LVII, PÁG 308-309. Publicado en “Documentos
de la Historia de Nicaragua, 1523-1527. Recopilados por Antonio
Esgueva Gómez. Universidad Centroamericana, Departamento
de Filosofía e Historia, Managua, 1993.
• MARTÍN FERNÁNDEZ DE NAVARRETE: Colección de
Viajes y Descubrimientos. Biblioteca de Autores Españoles LXXV.
ATLAS, obras de Navarrete, Tomo I, 315-319. Documentos de
la Historia de Nicaragua, 1523-1857. Recopilados por Antonio
Esgueva Gómez. 1993. UCA.
• “MONUMENTA CENTROAMERICAE HISTORICA”. Dr.
Carlos Molina Argüello, Tomo V: Páginas 199, 202, 206, 209,
214, 217 y 221. Banco Central de Nicaragua. 1999.

-45-
De Caupolicán a Rubén Darío.

• Jorge Lardé y Larín. “El Salvador: Descubrimiento,


conquista y colonización”, Biblioteca de Historia Salvadoreña,
CONCULTURA, año 2000. Los artículos se titulan: “Invasión
de Martín de Estete” (páginas 136-137); “Efímera Ciudad de
los Caballeros” (Páginas 138140); “Epílogo de una Pesadilla”
(Páginas 140-141); y “Fundación de San Miguel” (páginas 143-
145). Todos estos artículos fueron publicados en 1979 en el
Diario de Hoy de la República de El Salvador.
• Diego de Encinas, Provisiones, Cedulas, Capitulos de
ordenanças, instrucciones, y cartas, libradas y despachadas en
diferentes tiempos por sus Magestades de los señores Reyes
Católicos don Fernando y doña Ysabel, y Emperador don Carlos
de gloriosa memoria, y doña Iuana su madre, y Católico Rey don
Felipe, con acuerdo de los señores Presidentes, y de su Consejo
Real de las Indias, que en sus tiempos ha habido tocantes al
buen gobierno de las Indias, y administración de la justicia en
ellas, (Madrid, 1596) IV, fol. 226-227.
• DE LA COLECCIÓN DE DOCUMENTOS PARA LA
HISTORIA DE NICARAGUA, DEL DR. ANDRES VEGA
BOLAÑOS, 1954 Y SIGUIENTES SE HAN UTILIZADO COMO
REFERENCIAS O CITAS TEXTUALES EN EL PRESENTE
LIBRO SOBRE PEDRARIAS DAVILAS, LA LISTA A
CONTINUACIÓN DETALLADA:
DEL TOMO I.
1. Documento No. VI. Año de 1513. Tomo I. Página 43.
2. Documento XII. Año de 1520. Tomo I, página 81.
3. Documento No. XXI. Año de 1525. Tomo I. 128.
4. Documento No. XXII. Año de 1526. Tomo I, 133.
5. Documento XXIII. Año de 1526. Tomo I, 138.
6. Documento No. XXIV. Año de 1526. Tomo I, 152.
7. Documento No. XXV. Año de 1526. Tomo I, página 154.
8. Documento No. XXVI. 1526. Tomo I. Página 159.
-46-
Resistencia Indígena.

9. Documento No. XXVIII. 1526.Tomo I, página 164.


10. Documento No. XXXII. 1527. Tomo I, página 195.
11. Documento No. XXXV. 1527. Tomo I, página 199.
12. Documento No. XXXVII.1527. Tomo I, página 206.
13. Documento No. XXXVIII. 1527. Tomo I, página 209.
14. Documento No. XLIX. Año de 1527. Tomo I, página 235.
15. Documento No. LVI. Año de 1527. Página 253. Tomo I.
16. Documento No. LVIII. Año de 1527. Página 257. Tomo I.
17. Documento LX. Año de 1527. Tomo I, página 264.
18. Documento LXVIII. Año de 1527. Tomo I, página 293.
19. Documento LXXI. Año de 1528. Tomo I, página 302.
20. Documento No. LXXX. Año de 1528. Tomo I, página 318.
21. Documento No. LXXXVI. Año de 1528. Tomo I, página 434.
22. Documento No. XCI. Año de 1529. Tomo I, página 446.
23. Documento No. XCIII. Año de 1529. Tomo I, página 448.
24. Documento No. XCIV. Año de 1529. Tomo I, página 457.
25. Documento XCVI. Año de 1529. Tomo I, página 473.
26. Documento XCVII. Año de 1529. Tomo I, página 478.
DEL TOMO II.
27. Documento XCIX. Año de 1529. Tomo II, Página 1.
28. Documento CI. Año de 1529. Tomo II. Página 16.
29. Documento CIV. Año de 1529. Tomo II, página 28.
30. Documento CVI. Año de 1529. Tomo II, página 78.
31. Documento CVIX. Año de 1529. Tomo II, página 85.
-47-
De Caupolicán a Rubén Darío.

32. Documento CXIV. Año de 1529. Tomo II, página 95.


33. Documento CXVII. Año de 1529. Tomo II, página 117.
34. Documento CXX. Año de1529. Tomo II, página 185.
35. Documento CXXII. Año de 1529. Tomo II, página 189.
36. Documento CXXV. Año de 1529. Tomo I, página 196.
37. Documento CXXXI. Año de 1529. Tomo II, página 219.
38. Documento CXXXVII. Año de 1529. Tomo II, página 283.
39. Documento CXXXVIII. Año de 1530. Tomo II, página 287.
40. Documento CXL. Año de 1530. Tomo II, página 375.
41. Documento CXLI. Año de 1530. Tomo II, página 401.
42. Documento CLII. Año de 1530. Tomo II, página 450.
43. Documento CLIII. Año de 1530. Tomo II, página 467.
TOMO III:
44. Documento CLIV. Año de 1531. Tomo III, página 1.
45. Documento CLV. Año de 1531. Tomo III, página 5.
46. Documento CLIX. Año de 1531. Tomo III, página 9.
47. Documento CLXVI. Año de 1531. Tomo III, página 19.
48. Documento CLXXII. Año de 1531. Página 27.
49. Documento CLXXIII. Año de 1531. Tomo III, página 28.
50. Documento CXC. Año de 1531. Tomo III, página 55.
51. Documento CXCVI. Año de 1531. Tomo III, página 64.
52. Documento CXCVII. Año de 1531. Tomo III, página 68.
53. Documento CCIV. Año de 1531. Tomo III. Página 85.
54. Documento CCV. Año de 1531. Tomo III, página 98.
-48-
Resistencia Indígena.

55. Documento CCIX. Tomo III. Página 110.


56. Documento CCXI. Año de 1531. Tomo III Página 117.
57. Documento CCXII. Año de 1531. Página 118. Tomo III
58. Documento CCXIII. Año de 1531. Página 119. Tomo III
59. Documento CCXIV. Año de 1531. Página120. Tomo III
60. Documento CCXV. Año de 1531. Página123. Tomo III
61. Documento CCXVI. Año de 1531. Página 125. Tomo III
62. Documento CCXVII. Año de 1531. Página 126. Tomo III
63. Documento CCXVIII. Año de 1532. Página 127. Tomo III
64. Documento CCXXI. Año de 1532. Página 133. Tomo III
65. Documento CCXXIII. Año de 1532. Página 136. Tomo III
66. Documento CCXXXV. Año de 1532. Página 151. Tomo III
67. Documento CCXXXVI. Año de 1532. Página 152. Tomo III
68. Documento CCXXXVII. Año de 1532. Página 153. Tomo III
69. Documento CCXLI. Año de 1532. Página 158. Tomo III
70. Documento CCXLVI. Año de 1532. Página 163. Tomo III
71. Documento CCXLVII. Año de 1532. Página 165. Tomo III
72. Documento CCXLIX. Año de 1532. Página 167. Tomo III
73. Documento CCLVI. Año de 1532. Página 176. Tomo III
74. Documento CCLXVIII. Año de 1534. Página 308. Tomo III
75. Documento CCLXXXIV. Año de 1535. Página 401. Tomo III
76. Documento CCLXXXVIII. Año de 1536. Página 420. Tomo III

-49-
De Caupolicán a Rubén Darío.

TOMO IV:
77. Documento CCCXII. Tomo IV. Página 190.
78. Del Tomo IV, página 230.
TOMO V:
79. Del tomo V, páginas 441, 449, 451, 465, 466, 472, 474.
TOMO IX:
80. Documento DCVIII. Página 90. Tomo IX.

-50-
Resistencia Indígena.

Caupolicán domina nuevamente su


avenida, Temuco, Chile.
Fuente: http://www.mapuche.info/news01/austral001206.html

La figura del monumento fue


inspirada por los textos de Ercilla
y Rubén Darío.
"Y el bárbaro, en el hombro la
gran viga, sin muestra de mudanza
y pesadumbre, venciendo con
esfuerzo la fatiga, y creciendo la
fuerza por costumbre".
Estas palabras que plasmó
Alonso de Ercilla en su obra
"La Araucana" fueron las que
inspiraron el espíritu creativo del
escultor regional José Troncoso
Cuevas, quien por casi dos
años esculpió pieza por pieza el
monumento en honor al héroe
La figura del monumento fue mapuche Caupolicán, el cual en
inspirada por los textos de Ercilla y la mañana de ayer fue instalado
Rubén Darío. en la intersección de Montt con la
avenida que lleva su nombre.
El objetivo principal de este proyecto era el reponer la
escultura que existió en una de las avenidas más importantes de
la capital regional y que en 1985 fue destruido accidentalmente,
además de enriquecer el patrimonio artístico y cultural de la
capital de La Araucanía.
ERCILLA Y RUBEN DARIO
La escultura fue realizada en bronce fundido, pesa alrededor
de 800 kilos y tiene una altura de 2 metros 50. Esa imagen de
Caupolicán recreada según la caracterización entregada en las
obras de Ercilla y Rubén Darío.

-51-
De Caupolicán a Rubén Darío.

"Son de pechos robustos, desbarbados, bien formados los


cuerpos y crecidos, espaldas grandes, pechos levantados, recios
miembros de nervios bien fornidos".
El proyecto que fue ganador de un Fondart Nacional en la
especialidad escultura, contó con el apoyo del Museo Regional
de la Araucanía y la Corporación Nacional de Desarrollo
Indígena (Conadi).
Para el emplazamiento de esta obra se utilizó la base donde
estuvo instalado el antiguo monumento de Caupolicán, que
difería mucho de la imagen de un indígena mapuche.
EL ARTISTA
El gestor de esta obra, José Troncoso, ha realizado más de
seis monumentos que retratan a importantes personajes de
nuestra cultura y en especial del pueblo mapuche.
Es así como una de las obras más conocidas del artista es el
Monumento a La Araucanía, que actualmente se encuentra en
el centro de la Plaza Aníbal Pinto, además del monumento a
Galvarino y el Toqui Lautaro, entre otras.
Troncoso, que por más de 25 años se ha dedicado a la escultura,
actualmente es parte del cuerpo docente de la Universidad
Autónoma del Sur y del Liceo Comercial del Desarrollo.
________________________________________
Copyright Sociedad Periodística Araucanía S.A.
Antonio Varas 945 - Temuco - Chile
Teléfono (56 45) 292929

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