Como Los Jibaros Recibieron La Candela
Como Los Jibaros Recibieron La Candela
El único que tenía candela, era un jíbaro que se llamaba Tacquea. Él había sabido
hacer la candela, frotando dos palitos, el uno contra el otro. Más, el Tacquea era
adverso a los otros jíbaros y no quería darles de la candela, ni enseñarles como lo
hacía. Muchos jíbaros (que antiguamente eran como gente) vinieron volando y
trataban de robar la candela de la casa de Tacquea, pero no podían. El Tacquea
tenía la puerta de su casa un poco abierta, y cuando los pájaros venían los
mataba, aplastándolos entre la puerta y el poste y se los comía.
Al fin el quinde (colibrí), huimbui, dijo a los demás: “Yo voy a robar la candela de la
casa de Tacquea”. El huimbui se mojó las alas y se puso en el medio del camino,
pretendiendo no poder volar y temblando como de frío. La mujer de Tacquea,
regresando de la chacra, vio al quinde mojado y se lo llevo a la casa, para que se
seque al lado de la candela y para amansarlo. Después de un rato, el quinde
habiéndose secado un poco, sacudió las alas y trató de levantarse para volar,
pero no podía.
Desde este tiempo los jíbaros han tenido candela. También habían aprendido el
arte de hacer la candela de nuevo, fregando dos piezas de palo de algodón (urúchi
númi), uno contra otro.
Según la tradición de los jíbaros viejos, así producían fuego antiguamente, antes
de conocer los fósforos de los cristianos. Este “palo de algodón” no es el mismo
que ahora cultivan y que han llegado a conocer por los blancos, sino otro palo
silvestre, que ahora solo conocen de nombre.