El documento presenta cuatro anclas a las que los creyentes pueden aferrarse durante las tormentas de la vida: 1) el propósito de glorificar a Dios, 2) la posición de gracia que tenemos en Cristo, 3) la oración en el Espíritu y con entendimiento, y 4) la alabanza a Dios a pesar de las circunstancias. Estas anclas mantendrán firme nuestra fe y confianza en Dios durante los tiempos difíciles.
El documento presenta cuatro anclas a las que los creyentes pueden aferrarse durante las tormentas de la vida: 1) el propósito de glorificar a Dios, 2) la posición de gracia que tenemos en Cristo, 3) la oración en el Espíritu y con entendimiento, y 4) la alabanza a Dios a pesar de las circunstancias. Estas anclas mantendrán firme nuestra fe y confianza en Dios durante los tiempos difíciles.
El documento presenta cuatro anclas a las que los creyentes pueden aferrarse durante las tormentas de la vida: 1) el propósito de glorificar a Dios, 2) la posición de gracia que tenemos en Cristo, 3) la oración en el Espíritu y con entendimiento, y 4) la alabanza a Dios a pesar de las circunstancias. Estas anclas mantendrán firme nuestra fe y confianza en Dios durante los tiempos difíciles.
El documento presenta cuatro anclas a las que los creyentes pueden aferrarse durante las tormentas de la vida: 1) el propósito de glorificar a Dios, 2) la posición de gracia que tenemos en Cristo, 3) la oración en el Espíritu y con entendimiento, y 4) la alabanza a Dios a pesar de las circunstancias. Estas anclas mantendrán firme nuestra fe y confianza en Dios durante los tiempos difíciles.
A la velocidad que íbamos, ellos tenían miedo de que pronto
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fuéramos arrojados contra las rocas que estaban a lo largo de la
costa; así que echaron cuatro anclas desde la parte trasera del barco y rezaron que amaneciera. Hechos 27:29
Introducción:
Los días en que vivimos están llenos de temor. Hay pestes,
enfermedades, divorcios, una economía decadente, guerra, rumores de guerra, terrorismo, amenazas de terrorismo. ¿Dónde podemos hallar firmeza en las tormentas de la vida?
Un creyente estaba sentado llorando en
un cuarto oscuro. Su papá y mamá murieron de cáncer, y él estaba enfermo hacía varias semanas. Había perdido casi 35 libras (16 kg) de peso por su enfermedad. Estaba muy débil y los médicos no podían ayudarle. Llevaba varias semanas sin dormir. ¿Acaso Dios lo había olvidado? ¿Por qué no respondía a sus oraciones pidiendo ayuda? No sabía de qué tenía que arrepentirse; amaba a Dios, su Palabra, su obra y su pueblo. Se sentía como un hombre a quien Dios había abandonado. Quizás Job se había sentido así. El hombre estaba pasando por una tormenta como esa de Hechos 27, no había visto ninguna luz por varios días, sus intereses estaban cambiando, dejando a un lado algunas de las cosas por las que siempre se había preocupado. Por muchas semanas no sintió la presencia de Dios. Estaba rodeado por la oscuridad, como en un océano de dolor, y se estaba hundiendo. Pero el Espíritu Santo le ayudó a acudir a las promesas de Dios. Las Escrituras son como una roca sobre la cual podemos permanecer firmes en la tormenta. Comenzó a citar versículos de la Biblia cada noche de desvelo. Dejó de preocuparse por la tormenta y no pensó más en su enfermedad. Se centró solamente en la Palabra de Dios. Después de varios días una paz lo cubrió, el fuerte viento dejó de soplar y el sol apareció. Dios es fiel en las tormentas de la vida. No pierda la confianza en Dios Acuérdense de los 32
primeros tiempos, cuando recién aprendían acerca de Cristo.
Recuerden cómo permanecieron fieles aunque tuvieron que [i]
soportar terrible sufrimiento. 33 Algunas veces los ponían en
ridículo públicamente y los golpeaban, otras veces ustedes ayudaban a los que pasaban por lo mismo. 34 Sufrieron junto con los que fueron metidos en la cárcel y, cuando a ustedes les quitaron todos sus bienes, lo aceptaron con alegría. Sabían que en el futuro les esperaban cosas mejores, que durarán para siempre.
Por lo tanto, no desechen la firme confianza que tienen en el
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Señor. ¡Tengan presente la gran recompensa que les
traerá! 36 Perseverar con paciencia es lo que necesitan ahora para seguir haciendo la voluntad de Dios. Entonces recibirán todo lo que él ha prometido. 37 «Pues, dentro de muy poco tiempo, Aquel que viene vendrá sin demorarse.
38 Mis justos vivirán por la fe. [j]
Pero no me complaceré con nadie que se aleje» .
[k]
(Heb 10:35). Esa confianza es lo único que lo salvará.
Oración de transición: Consideremos cuatro anclas a las
cuales podemos aferrarnos cuando nuestra vida se encuentra naufragando.
1. El ancla del propósito
A. Durante una tormenta, la atención puede ser cautivada por la misma tormenta, pero no debemos quitar nuestra mirada del propósito de la vida del creyente, que es glorificar a Dios
(Colosenses 3:1-4 3 Ya que han sido resucitados a una vida
nueva con Cristo, pongan la mira en las verdades del cielo, donde Cristo está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios. 2 Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra. 3 Pues ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo en Dios. 4 Cuando Cristo —quien es la vida de ustedes — [a]
sea revelado a todo el mundo, ustedes participarán de toda su
gloria.; Hechos 20:24). 24 pero mi vida no vale nada para mí a menos que la use para terminar la tarea que me asignó el Señor Jesús, la tarea de contarles a otros la Buena Noticia acerca de la maravillosa gracia de Dios.
B. Debemos hacer todo lo posible por presentarnos a
Dios aprobados Esfuérzate para poder presentarte delante de Dios y recibir su 15
aprobación. Sé un buen obrero, alguien que no tiene de qué
avergonzarse y que explica correctamente la palabra de verdad. 16 Evita las conversaciones inútiles y necias, que solo llevan a una conducta cada vez más mundana. 17 Este tipo de conversaciones se extienden como el cáncer, así como en el caso de Himeneo y [a]
Fileto. (2ª Timoteo 2:15).
Un propósito definido y determinado afirmará nuestra
vida en los tiempos turbulentos.
(Miremos otra ancla a las cuales podemos aferrarnos
cuando nuestra vida se encuentra naufragando.) 2. El ancla de la posición
A. El estado de gracia. La gracia es sin límite porque
Dios nos ama (Romanos 8:37-39). 37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles,
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ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá
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separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
B. Mientras estamos en la gracia, gozamos:
a. Libertad de nuestro pasado. Somos adoptados y
como hijos de Dios, somos libres de haber quebrantado las leyes de Dios (Romanos 8:15). 15 Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos.[a] Ahora lo llamamos «Abba, Padre»[b].
Cuando el Espíritu Santo entra en nosotros en el nuevo
nacimiento, recibimos la naturaleza de Dios (2 P 1:4). 4 y debido a su gloria y excelencia, nos ha dado grandes y preciosas promesas. Estas promesas hacen posible que ustedes participen de la naturaleza divina y escapen de la corrupción del mundo, causada por los deseos humanos. Esto no significa que llegamos a ser dioses. Pero significa que en el nuevo nacimiento Dios comienza el proceso de transformarnos a la semejanza de Cristo (Ro 8:29). 29 Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor[a] de muchos hermanos. El poder del Espíritu de la vida entra en nosotros en la regeneración (Ro 8:2). 2 y porque ustedes pertenecen a él, el poder[a] del Espíritu que da vida los[b] ha libertado del poder del pecado, que lleva a la muerte.
b. Provisión para el presente. Todas nuestras
necesidades son satisfechas porque somos hijos de Dios (Salmo 37:25). Una vez fui joven, ahora soy anciano, sin embargo, nunca he visto abandonado al justo ni a sus hijos mendigando pan.
c. Riquezas futuras. Somos coherederos del Reino
(Gálatas 4:6:7). y debido a que somos sus hijos, Dios envió 6 [b]
al Espíritu de su Hijo a nuestro corazón, el cual nos impulsa a
exclamar «Abba, Padre» . 7 Ahora ya no eres un esclavo sino [c]
un hijo de Dios, y como eres su hijo, Dios te ha hecho su
heredero. Podemos confiar en el ancla de nuestra posición en Cristo.
3. El ancla de la oración
A. Hay dos dimensiones de la oración (1ª Corintios
14:15): ¿Qué debo hacer entonces? Oraré en el espíritu y también 15 [d]
oraré con palabras que entiendo. Cantaré en el espíritu y también
cantaré con palabras que entiendo.
Este versículo nos anima a orar en lenguas y luego escuchar―en
la iglesia y en privado. Así, quizás recibamos la interpretación―ya sea de lo que le estamos diciendo a Dios o de lo que Él nos está diciendo a nosotros.
a. Orar con entendimiento (Santiago 5:13), 13 ¿Alguno de
ustedes está pasando por dificultades? Que ore. ¿Alguno está feliz? Que cante alabanzas.
b. Orar en el Espíritu (Romanos 8:26). Además, el Espíritu
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Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros
no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.
B. Cuando no sabemos qué o cómo orar, podemos
afianzarnos del hecho que Dios oye el gemir de nuestro espíritu.
4. El ancla de la alabanza
A. En medio de desastre, Pablo dio gracias y alabó a Dios
(Hechos 27:35). Así que tomó un poco de pan, dio gracias a 35
Dios delante de todos, partió un pedazo y se lo comió.
B. Cuando alabamos, las ataduras de la duda, temor y la
esclavitud no pueden prevalecer.
C. La alabanza ayuda para que reconozcamos lo que es
importante. Paulo y silas
Conclusión:
Estas anclas no nos fallarán. Usémoslas para que nuestra
vida esté firme durante las tempestades que vengan.