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Edith Lagos en la memoria: en busca de lo real perdido]

Nacida en 1962[1], representa el desafío de las mujeres andinas ante una sociedad
profundamente clasista, racista y sexista. A su juventud, género y procedencia andina —aunque de
un hogar de clase media—, se suma su condición de guerrillera comunista oriunda de la región de
Ayacucho, donde se inició la guerra.

La participación de las mujeres en la vida política del Perú se había manifestado de modo creciente
desde mediados del siglo pasado logrando un nivel de reconocimiento en los 70 y una
participación jamás vista en los 80. El historiador Nelson Manrique destaca: «SL dio un rol activo a
las mujeres dentro del partido que fue bastante más allá de lo que hicieron las demás
organizaciones partidarias. Por primera vez ellas eran respetadas, más aún si estaban armadas, lo
que era intolerable para los representantes del poder tradicional» (2007).

La aureola legendaria de Lagos va creciendo en cada acto de insumisión. En su detención, se


muestra indomable a pesar de su corta edad y la golpiza policial recibida. Posteriormente, cuando
es recluida en prisión, no acepta el escarmiento y, junto a sus camaradas —entre ellos el escritor
Hildebrando Pérez Huarancca— y presos comunes, fuga, liberada por una audaz incursión
guerrillera que toma la ciudad de Ayacucho (Huamanga). Meses después, al toparse con una
patrulla en Umaca (Andahuaylas), cae en desigual tiroteo cuando apenas frisaba los 19 años.

La raigambre popular que se va a demostrar en su multitudinario funeral tiene no solo su origen


en los nobles sentimientos de la «heroína», sino también en el PCP-SL, en tanto aún no desatinaba
en determinadas políticas que lo irían confrontando con sectores de la población, y en cuanto aún
no se militarizaba la región.

En la izquierda marxista todavía primaba una identificación con el ideario del guerrillero
romántico.

Múltiples testimonios de quienes la conocieron refrendan su desprendimiento material, su


solidaridad activa con los desposeídos, su condición de líder y su amor por la poesía; signos
manifiestos desde su adolescencia. Los versos que disponemos confirman su sensibilidad ante la
inequidad en el mundo. Veamos Doloroso grito de la vida[2]:

Mis oídos han escuchado tantas cosas.

Tantas cosas han visto mis ojos.

Mis ojos han lagrimeado de tanto dolor

y es que el dolor,

en el labio se convirtió en grito.

Según Norma Lagos, una de sus hermanas, Edith desde adolescente expresaba su pesar por la
extrema pobreza de la gente en Ayacucho y las injusticias que veía a su alrededor y, luego de hacer
la primera comunión, refirió a su familia su determinación de ser monja. No obstante, en el último
verso, vemos a una Edith que transforma el dolor y el llanto en un grito de rebelión.
Partícipe de luchas estudiantiles en su ciudad natal, en 1979 sigue la carrera de Derecho en Lima,
pero cursa solo el primer semestre en la Universidad San Martín y abandona sus estudios. Ningún
ayacuchano o ayacuchana podía ignorar la rebelión iniciada en su tierra.

Muchos labios hablarán

del mundo, del dolor,

del oído, de los ojos,

de tantas cosas…!

Nos advierte sobre la multitud de discursos al respecto, como en efecto sucedió en la izquierda
popular, en auge a fines de los 70.

Si la vida, es la rítmica palpitación

de los corazones.

¿Por qué la mía palpita tan aprisa?

Es que el dolor golpea al corazón

tan hondamente que es necesario

correr los latidos antes del dolor.

Vida, grito, dolor, corazón,

tantas cosas…!

El giro, la diferenciación, surge cuando indaga acerca de la peculiaridad de ella misma, del porqué
de su vida acelerada. Es preciso que los latidos vayan más aprisa que aquellos provocados por el
propio dolor.

Muchos jóvenes se plegaron a la lucha armada, más por sentimiento, pues no tenían un
conocimiento profundo de la política, la economía y la sociedad.

Según Edith, no deben quedarse en sentir, sino también, y en primera instancia, vivir; asimismo,
gritar y tantas cosas más que forjan el sentimiento y la razón. Expresa el espíritu revolucionario de
la época, el amor por la vida, el ¿qué hacer? Son versos de convocatoria[3].

En El remolino rompió la calma, quizás el poema más conocido, la joven nos sitúa en plena
conflagración y, respecto al futuro, indaga a la naturaleza, a las hierbas silvestres que crecen en la
altura. El carácter silvestre alude a lo surgido de modo natural, a lo agreste y quizás rústico, pero
en esencia puro[4].

¿Cuánto falta para que el río

aumente su caudal?

Para que tormentosamente arrase

este cruel presente.


El río representa el movimiento puesto en marcha que necesita engrosar sus filas para lograr sus
objetivos.

La poeta continúa sus indagaciones, esta vez las hace a los remolinos, y parece conocer la
respuesta.

¿Por qué te diriges al sur?

¿Qué quieres arrasar?;

la inequidad del pasado

posada allí.

Los departamentos de Ayacucho, Apurímac y Huancavelica, que constituyen la región centro-sur,


están entre los más pobres del país y conforman la región elegida para el inicio de la guerrilla,
donde a su vez se registró el mayor número de víctimas y desaparecidos.

No querían que subas la montaña

que veas las pampas, el camino, el río

y el remolino.

Pero la inercia quedó atrás

encendidos están tus sentimientos.

Confiesa simbólicamente lo que la sociedad había pretendido ocultarle, pero ella no solo ha
podido ver, sino, además, superar la inercia. La poeta es a la vez pueblo.

Y luego sigue la estrofa premonitoria, la fundamental en su musicalización[5], la que permanece


grabada en la lápida de su sepultura.

Hierba silvestre, aroma puro

te ruego acompañarme en mi camino

serás mi bálsamo en mi tragedia

serás mi aliento en mi gloria.

Serás mi amiga

cuando crezcas

sobre mi tumba.

Los años iniciales 1980-82 fueron de despliegue subversivo, de una intensa actividad de
propaganda y organización de comités de apoyo o reparto. Pero ya las fuerzas policiales
antisubversivas han entrado a reprimir: Sinchis[6] de la Guardia Civil y Llapan Atic de la Guardia
Republicana. La joven sabe de los peligros, desea y otorga misiones a la naturaleza.

Allí: que la montaña me cobije


que el río me conteste

la pampa arda,

el remolino vuelva, el camino descanse

¿Y la piedra?...

La piedra lápida eterna será en ella

grabado,

¡todo quedará!

Y nos deja cincelada una corta pero intensa vida, tal como el poeta Juan Cristóbal ha versado:

Eras bella como tu muerte en los guijarros de los ríos

Como las mariposas alegres volando entre los cercos

Como los girasoles moribundos en el calor de los caminos

A la ahora que los jazmines y ciruelos del verano[7].

[1] Detalle de Edith podemos encontrar en el artículo de Ricardo Caro: «Ser mujer, joven y
senderista» (2006).

[2] Presentado, estando ella en prisión, con el seudónimo Carmesí, obtuvo el primer lugar en un
concurso de composición y poesía organizado por la filial ayacuchana del Instituto Nacional de
Cultura en 1981.

[3] «Durante todo el siglo XX en la sociedad peruana existieron poblaciones históricamente


discriminadas, así como grandes desigualdades por cuestiones sociales, de género o etnia. La
discriminación y la desigualdad son el germen de la violencia en el final del siglo» (Romero, 2011).

[4] Mao en su proceso de transformación ideológica descubrió que «después de todo, los más
limpios eran los obreros y campesinos, quienes, aun con sus manos negras y sus pies sucios de
boñiga, eran más limpios que los intelectuales burgueses y pequeñoburgueses» (1942).

[5] La canción Yerba silvestre fue compuesta por Martina Portocarrero y Ranulfo Fuentes.

[6] «… a los pocos meses de haber sido parcialmente puesta en acción en el teatro de operaciones
de Ayacucho aparecía ya lastrada por acusaciones de prepotencia rutinaria y eventuales excesos
brutales» (Gorriti, 2008: 246).

[7] Del poema «Edith Lagos» en Celebraciones de un cazador (1984). Según el autor, el libro
corresponde a los tiempos «cuando SL era una esperanza» y está dedicado a Lagos: ahora que el
fuego y la mañana avanzan y «las grandes puertas del granero esperan abiertas» (este último
verso fue tomado de Whitman).

Escribe: Oscar Gilbonio

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