Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 6

1

CALÍGULA O LA SUBLIMACIÓN INVERSA DEL MAL.

LA LUNA DEL DESEO EN CALÍGULA O LA SUBLIMACIÓN INVERSA DEL


MAL.

Por, Francisco Aldana Ocampo.


Educación Artística.
IV ciclo – tarde.
Ensad.
2
CALÍGULA O LA SUBLIMACIÓN INVERSA DEL MAL.

La luna del deseo en Calígula o la sublimación inversa del mal.

“Si yo hubiera conseguido la luna, si el amor bastara.”

Calígula.

Como un tótem sígnico del padecimiento universal del hombre y su relación con el

poder o esa maniquea forma en que los sistemas totalitarios asimilan a sus ciudadanos,

Calígula de Albert Camus, se inscribe dentro de esas necesarias cartografías del sujeto que

padece su desconcierto. En una oda al disfrute y al goce del mal en el individuo que nos

afanamos en denominar “moderno” y que, consumado el capitalismo con su hado

posmodernista y su sapiente nada entre las piernas nos develan cínicos y desnudos ante el

espejo. De esos padecimientos que han cambiado de lugar y forma en cada época donde el

hombre es víctima y victimario, donde la psiquiatría parece estar contenta acumulando

denominaciones, es imposible no volver a definirnos en aquel emperador romano Cayo

Julio César Augusto Germánico (tercer emperador romano, perteneciente a la dinastía

Julio-Claudia, del año 37 al 41) que le sirve de pretexto a Camus para pergeñar una de las

sentencias más notables da la poesía dramática y sacudirnos esa vieja idea que la

civilización positivista y sus libertades de coexistencia determinan al ser en un objeto de

consumo y cambio o en un sello de barras en el libre mercado. No obstante, que los

hombres y mujeres se diferencian cada vez más los unos a los otros en diversas

intensidades, variables y maneras en un mundo que se reza globalizado.


3
CALÍGULA O LA SUBLIMACIÓN INVERSA DEL MAL.

Sobre la obra artística escribe Camus en su Mito de Sísifo que, nada es más

complejo que valorar una obra simbólica. Que un símbolo desborda inobjetablemente a

quien lo emplea y le confiere más de lo que en realidad pensó expresar (Camus, 1985,

p.62). Así las cosas, en Calígula, el dramaturgo tiene el deber de significar en cada

palabra, en cada texto se asoma una cualidad que impera en el esteta una denuncia que

no se pierda en los prolegómenos del teatro griego, sino que destape el alma del

espectador, lo condene, lo subvierta.

La obra comienza con el estupor de los patricios ante el extravío del inefable

emperador que ha decidido dejarse llevar por una nada, por un sin sentido ante la muerte

de Drusila, su hermana, con quien mantenía relaciones incestuosas. Ese sin sentido hará

que se pronuncie ante el horror que “los hombres mueren y no son felices”. Insisto en la

nada como objeto inverso al deseo planteado como objeto de malicia y satisfacción

desde el análisis de Stekel cuando consigna que:

El placer de la crueldad que muestra el hombre civilizado

proviene de su punto de vista egocéntrico. En realidad, es una forma de

malicia. La formula de malicia reza así: la certeza de que alguien sufre el

dolor me permite sentir el placer de mi propia insensibilidad.

Corresponde a la formula original: a mí el placer y a ti el dolor. Solo el

mártir asume para sí los dolores, aunque, la verdad, esto le cause placer,
4
CALÍGULA O LA SUBLIMACIÓN INVERSA DEL MAL.

se trata de un tipo patológico, que pertenece al terreno de la patología

sexual. (W, Stekel, p.47)

Ese grupo de patricios pululan una plataforma de verdades solo demostrables y

que no ansían la plenitud, que su emperador Cayo ha encontrado en la luna de sus

deseos; esa plenitud total de los sentidos porque “todo a mi alrededor es mentira y yo

quiero que vivamos en la verdad y justamente tengo los medios para hacerlos vivir en la

verdad”. De igual modo y en el hartazgo de sus atribuciones el emperador inexpugnable

propone ser consecuente al extremo con el dominio de los valores de cambio sobre la

vida de los ciudadanos. En efecto, en el primer acto, luego de obtener de los presentes el

reconocimiento de que el tesoro público es fundamental para la convivencia social,

Calígula dispone que todos los patricios deshereden a sus hijos a favor del Estado.

Dictamina, además, que se hará morir aún si no hubiere un orden establecido a cuantas

personas convenga para mantener las gollorías so pretexto la economía del imperio. A

partir de allí, no se trata de otra cosa que ser absolutamente coherente, avanzando sin

reparos hasta las últimas consecuencias. Había descubierto que "las cosas no se

consiguen porque nunca se las sostiene hasta el fin". Asistimos entonces los

espectadores como juez y parte de nuestras posibilidades más descabelladas expuestas

ante el desequilibrio de una vida sin sentido.

Calígula no se inmuta ante los límites de su condición humana, y su hambre de

poder se manifiesta como una autoculpa adquirida por la temprana muerte de su padre

Germánico a quién le debe su niñez trunca de afectos primeros y pulsiones

inconscientes. Para Cayo, el imposible de la luna es una trasferencia de su absoluto


5
CALÍGULA O LA SUBLIMACIÓN INVERSA DEL MAL.

inconcluso y desgraciado “¿…de que me sirve este asombroso poder si no puedo

cambiar el orden de las cosas, si no puedo hacer que el sol se ponga por el este, que el

sufrimiento decrezca y que los que nacen no mueran?”. Ante ese derrotero inverosímil

el emperador vuelve sus

actos al caos y la miseria. El imperio del cinismo en su más recóndita cepa cunde ante

ese hecho inexorable que el mismo Camus denuncia en su Hombre Rebelde cuando

señala que toda insurrección contra el mal es una rebelión de índole metafísica y que es

significativa al inconsciente del hombre, pues no es el sufrimiento del niño lo que nos

debe indignar, sino que ese padecimiento no esté justificado. (Camus, 2003, p.97).

Como vemos, la locura de Calígula no pasa por un simplismo ortodoxo. Es

notable el diálogo con Escipión cuando le infiere que todo consiste en la diversión de un

demente, no se equivoca el plausible “loco” al responder que no se trata de eso sino de

"la virtud de un emperador". En similar circunstancia Quereas, es muy intuitivo cuando

refiere que Calígula "transforma su filosofía en cadáveres y para desgracia nuestra es

una filosofía sin objeciones". En este sentido al dramaturgo argelino no le queda otra

que suprimir a su personaje icónico de toda sublimación moral o ética que lo condene a

un posible retorno, llevándolo a los límites de su condición humana a través de una

lógica que se sostiene en un discurso inobjetable: pedir un imposible totalizador, es

pedir la luna.

Para fines de un psicoanálisis que no se solace en un diván, es notorio la

posición de Calígula ante la cobardía y la falsedad, que para él son peores que la

traición, tanto así que evitará matar a Quereas a pesar de tener en las manos la prueba de
6
CALÍGULA O LA SUBLIMACIÓN INVERSA DEL MAL.

su deslealtad. Quereas, Escipión y el mismo Calígula son de aquellos hombres que no se

engañan: valientes porque dicen las cosas por su nombre. En efecto, tanto la valentía y

la cobardía son definidas aquí en relación a cierta lógica y una inteligencia utilitaria. De

esta manera, esa lógica puede avanzar hasta las últimas consecuencias, fiel a una verdad

que se supone intangible: "Cada uno se gana la pureza como puede, yo, persiguiendo lo

esencial". Los demás personajes, tanto o más que Cesonia, son meras marionetas de las

pasiones del emperador, se satisfacen en tanto sus funciones psíquicas, como señala

Freud, como egos que tienen que ver con la particular forma en sumo grado con la

relación del individuo y su medio social: deseo de gratificación, hábito, presión social,

etc. (Freud, 1982, p.47)

Finalmente, queda por señalar que sosteniendo sin límite la enunciación de

aquellas verdades, Calígula no es el resultado de una tragedia de carácter historicista,

sino que es una fábula total sobre la decadencia y el triunfo de la razón sobre lo

políticamente correcto y de esa locura rebelde que le ha costado a la humanidad la

barbarie de los fascismos y la despersonalización del hombre y la mujer en nombre del

impulso de aquella razón perdurable. "Mi desgracia -dice Escipión- es comprenderlo

todo" También dice: "para mí ya nadie tendrá razón”, palabras donde podemos

reconocer la queja del sujeto que recrea y espera en cada época la cuestión ética sin

encontrar que la civilización haya mejorado su situación.

También podría gustarte