6.texto Identidad Cul Chilena
6.texto Identidad Cul Chilena
en Interculturalidad
«Identidad Cultural
Chilena»
Carlos Villalón Pérez
Facultad de Humanidades
Dirección de Programas Especiales y Asistencia Técnica
2 «Identidad Cultural Chilena»
ÍNDICE GENERAL
Presentación ...................................................................................................................................... 4
Unidad de aprendizaje Nº 1:
«Algunas nociones generales» ........................................................................................................ 9
Unidad de aprendizaje Nº 2:
«Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración
en el quehacer educativo» ............................................................................................................... 27
PRESENTACIÓN
Es muy grato en la actividad académica y laboral habitual tener el privilegio de poder abordar
un tema como el de nuestra propia identidad cultural, pues, en un amplio sentido, se trata de reflexio-
nar, de analizar y de estudiar lo que nosotros mismos somos en el diario quehacer, la manera en que
interactuamos los unos con los otros en este territorio y en este momento de nuestra historia, configu-
rando modos y costumbres propios, creando conocimientos, nuevas formas de expresión y de enten-
der la realidad, revitalizando nuestras tradiciones o desarrollando nuevas.
Esta es una actividad académica que hemos desarrollado desde hace algunos años, en
carreras de pregrado en la modalidad presencial de nuestra universidad, lo que nos ha permitido
reunir un rico material bibliográfico y de actividades pedagógicas que ya ha sido aplicado en la
docencia universitaria. De igual manera hemos acumulado un bagaje de observaciones y expe-
riencias fruto de nuestras investigaciones y de algunas visitas y conversaciones sostenidas con
genuinos habitantes de varias de nuestras hermosas regiones.
Se trata, en primer lugar, de mirarnos a nosotros mismos de manera crítica, objetiva -dentro
de lo posible -, documentada, motivada y fuertemente interesada en valorizar y descubrir o redes-
cubrir los rasgos identitarios e idiosincrásicos que nos caracterizan; en segundo lugar, para diluci-
dar una interrogante o, más bien, una proposición que a veces se plantea cuando se abordan estos
temas, en el sentido de que los chilenos o Chile carecería de una identidad cultural propia. Desde
un punto de vista metodológico, una afirmación de esta índole es muy útil, pues, permite argumen-
tar de manera más amplia y más profunda sobre algunas hipótesis que se dan como obvias o
evidentes, aunque a veces no lo son tanto. Sin embargo, me parece necesario, desde la partida,
dejar constancia de que, en este aspecto, no se debe confundir una inexistencia con una manifes-
tación atenuada, recoleta o austera de una identidad, sobre todo si se la compara con la de otros
pueblos de Latinoamérica o del mundo. En tercer lugar, para explorar el eventual impacto que
pueda tener en nuestro desarrollo cultural la integración de nuestro país en el mundo global, ya que
se presiente o se presupone que este hecho puede traer problemas mayúsculos y tener graves
consecuencias para nuestra aparentemente feble cultura.
Para una adecuada aproximación a esta temática, es preciso tener en cuenta algunas conside-
raciones de carácter metodológico, las que, espero, permitan hacer comprender mejor la percepción
de los hechos y las líneas directrices que orientan la perspectiva conceptual desde la cual se la aborda.
En primera instancia, cabe señalar que, cuando se desea estudiar la identidad de un pueblo,
no se está ante un fenómeno ya definitivamente definido y acabado, sino ante un fenómeno que
está en pleno proceso de evolución y cuya dinámica no se ha detenido y obviamente no se deten-
drá jamás, sobre todo si entendemos la identidad como un proceso plenamente abierto hacia el
futuro. Estamos, en consecuencia, en un proceso de cambio constante que en ocasiones pasa
inadvertido, pero, en otras, se hace claramente perceptible, como ocurre hoy, precisamente en el
momento histórico que nos toca vivir.
En segunda instancia, se deja expresa constancia de que nos acercaremos al tema privile-
giando una perspectiva sincrónica, es decir, dándole prioridad al estudio de las características
UNIDAD DE APRENDIZAJE 1: «Algunas nociones generales» 5
peculiares de nuestra identidad cultural actual. Esto no quiere decir que se niegue la validez o la
utilidad de un enfoque diacrónico o histórico, de hecho existen varios trabajos sobre este tema que
tienen esta perspectiva. En nuestro caso haremos uso de él en aquellos aspectos en que nos permi-
ta entender mejor algunas de nuestras características culturales actuales. El privilegiar la perspectiva
sincrónica obedece además al hecho de que quienes van a utilizar este texto son educadores y ellos
trabajan con los niños, los jóvenes y los adultos de hoy, lo que nos permite señalar que es más
educativamente pertinente analizar las rasgos identitarios actuales para, desde esta realidad de hoy
apreciar nuestras características pasadas y, al mismo tiempo, intuir y proyectar nuestro desarrollo
cultural futuro, tarea eminentemente propia y apreciada por los educadores.
Finalmente, cabe indicar que parte de las características de la identidad cultural chilena se
proyectan o son proyección del ámbito geográfico-cultural sudamericano o latinoamericano del
cual nuestro país forma parte por su historia y por su proyección futura; en consecuencia, la iden-
tidad cultural chilena forma parte de la identidad cultural latinoamericana y ambas se influyen recí-
procamente.
En resumen, les propongo estudiar nuestra identidad cultural como un proceso evolutivo
dinámico en el aquí y en el ahora a partir de lo ya estudiado por diversos y prestigiosos autores y de
algunas observaciones que nosotros mismos hemos detectado en terreno. Cabe agregar, además,
que estas observaciones podrán ser enriquecidas por las que realicen ustedes, los propios alum-
nos del programa en sus tareas y trabajos.
Espero confiadamente que este primer encuentro académico en que nos hemos aventurado
dé los hermosos frutos educativos que un tema como éste sólo busca enriquecer, profundizar y
ampliar.
6 «Identidad Cultural Chilena»
Cada capítulo incluye los objetivos específicos que se desean lograr, de modo que usted
podrá verificar al final del estudio sistemático de cada uno de ellos si los ha logrado alcanzar. Si su
respuesta fuera parcial o totalmente negativa, debería volver a empezar.
El texto escrito va acompañado de un CD, que integra las citas parciales de las melodías de
compositores chilenos, con las que se ilustran algunas de las características identificadoras de
nuestra cultura. Con este complemento se espera, además, entregar material reutilizable en las
futuras clases de nuestros colegas alumnos.
En casi todos los rubros presentados se incluyen algunos elementos estratégicos, que bus-
can complementar, ampliar o profundizar el análisis del contenido expuesto:
Estos textos están destinados a entregar una ampliación y profundización del tema
específico y a integrar la bibliografía fundamental en el desarrollo interno del manual, pues
estamos seguros de que no siempre es fácil acceder a ella.
3) Tareas.
Esta rúbrica la hemos creado para hacer resaltar lo esencial de un contenido temático.
«Aprehender», con hache intercalada, significa tomar con fuerza y decisión lo que no tene-
mos que olvidar. Esta rúbrica les permitirá también registrar sintéticamente la esencia del
tema y puede resultar una muy útil herramienta para hacer una síntesis de un capítulo o del
contenido total del manual.
6) Glosario.
Está configurado por la lista de palabras cuyo significado hay que tener siempre pre-
sente en el manual o por aquéllas de difícil ubicación en los diccionarios corrientes.
Estamos ciertos de que todas estas estrategias y herramientas académicas le serán de suma
utilidad; de todas maneras, no deje de utilizar las consultas telefónicas programadas o los contac-
tos a través del correo electrónico. Mucho ánimo, espíritu de superación, constancia y voluntad
para salir adelante.
8 «Identidad Cultural Chilena»
OBJETIVOS GENERALES
- Conocer, analizar y hacer propias las nociones teóricas fundamentales aplicables a la temá-
tica de la identidad cultural chilena.
Unidad de aprendizaje 1:
ÍNDICE ESPECÍFICO
Unidad de aprendizaje 1:
«Algunas nociones generales»
Desarrollo temático
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
1. Definir la noción de identidad, descubriendo sus elementos constitutivos.
2. Establecer las relaciones y las diferencias existentes entre el concepto de identidad referido
a las personas y a las colectividades.
3. Definir la noción de cultura, reconociendo la evolución del concepto a través de las distintas
épocas histórico - filosóficas.
4. Distinguir los distintos conceptos de cultura, según las distintas tradiciones culturales y los
distintos enfoques disciplinarios.
6. Demostrar una comprensión crítica de la noción de globalización, así como de los efectos
perniciosos o indeseables en nuestra cultura.
DESARROLLO TEMÁTICO
Antes de abordar algunos de los rasgos caracterizadores de nuestra identidad cultural, es
necesario precisar de qué manera vamos a entender el significado de algunos conceptos de carác-
ter teórico que utilizaremos con frecuencia en este trabajo, lo que nos permitirá tener además un
lenguaje común y neutralizar parcialmente las interpretaciones equivocadas o ambiguas.
Dada la finalidad de este trabajo, haremos sólo una presentación sucinta de estas nociones
e indicaremos algunas fuentes bibliográficas pertinentes para quienes quieran, lo que es muy de-
seable, profundizarlas y delimitarlas más rigurosamente.
1. La noción de Identidad
IDENTIDAD=MISMIDAD
Sin embargo, para ciertos filósofos modernos es necesario incorporar, en lo referente a la iden-
tidad, y en el caso del ser humano, la capacidad reflexiva, la autoconciencia, el autoreconocimiento, la
conciencia de que se tiene conciencia en el decir de Teilhard de Chardin. Esta concepción esencialista
de la identidad constituye la base en que se sustenta el concepto y como tal la doy por aceptada.
No obstante, una acepción más adecuada a nuestro propósito deja de lado la esencia de la
identidad para referirla, en palabras de J. Larraín, a una cualidad o conjunto de cualidades con las
que una persona o grupo de personas se ven íntimamente involucrados. Así la identidad tiene que
ver con la manera en que individuos y grupos se caracterizan a sí mismos al querer relacionarse -
«identificarse»- con ciertas características.
FIGURA 1
UNIDAD DE APRENDIZAJE 1: «Algunas nociones generales» 13
a) Los individuos se reconocen con ciertas categorías sociales compartidas, tales como, nacio-
nalidad, etnia, clase, profesión, género, sexualidad, religión, que son culturalmente determi-
nadas y contribuyen a caracterizar a la persona y al grupo, de modo que la cultura es uno de
los determinantes de la identidad individual y colectiva, como la tierra en la cual las personas
y los grupos se enraízan.
b) Los individuos se identifican también con lo material que incluye su cuerpo, sus capacidades,
sus bienes, su familia, sus amistades, su trabajo, su reputación, su dinero, todas las posesio-
nes que le puedan entregar elementos vitales de autoreconocimiento y de colaboración a la
configuración de la personalidad y del ámbito sociocultural al cual se desea pertenecer.
Identidad
Proceso social
Lo material
FIGURA 2
Junto con los elementos que acabamos de presentar, es preciso aproximarse al tipo de relacio-
nes existentes entre la identidad referida a las personas y la identidad referida a las colectividades.
a las acciones individuales. Las identidades personales se configuran a partir de identidades co-
lectivas culturalmente definidas, pero ellas no pueden existir separadas de los individuos, son las
llamadas «identidades culturales», tales como clase, etnia, nacionalidad, etc.
Sin embargo, la estrecha proximidad existente entre ambos tipos de identidad no debe encu-
brir la diferencia, pues, hay que evitar extrapolar los elementos psicológicos de la identidad indivi-
dual a la de las identidades culturales.
Finalmente, es muy importante precisar y destacar que una concepción adecuada y actualizada
de la identidad nacional comporta una DOBLE MIRADA: una al pasado, donde se albergan privilegia-
damente los elementos identificadores que provienen de la tradición, y la otra, hacia el futuro, donde se
concibe la identidad como un proyecto, una tarea hermosa por hacer. La identidad así concebida no
sólo responderá la pregunta acerca de lo que somos, sino también acerca de lo que queremos ser. «Si
se concibe la identidad nacional como una esencia inmutable y constituida en un pasado remoto, de
una vez para siempre, como una herencia intocable, todo cambio o alteración posterior de sus consti-
tuyentes básicos implica necesariamente no sólo la pérdida de esa identidad, sino que además una
alienación. Por el contrario, si la identidad nacional no se define como una esencia incambiable, sino
más bien como un proceso histórico permanente de construcción y reconstrucción de la «comunidad
imaginada» que es la nación, entonces las alteraciones ocurridas en sus elementos constitutivos no
implican necesariamente que la identidad nacional se ha perdido, sino más bien que ha cambiado, que
se va construyendo». Apreciemos mejor lo dicho en el siguiente esquema:
Identidades
Individuo Los otros
culturales
FIGURA 3
TEXTO COMPLEMENTARIO Nº 1
«IDENTIDAD COMO HERENCIA Y COMO PROYECTO»
Este texto ha sido tomado de la obra «Identidad Chilena» de Jorge Larraín, Ed. Lom,
Santiago de Chile, 2001, páginas 46-47 y 48.
Si seguimos esta última versión, que parece teóricamente más convincente, es necesa-
rio aceptar que las identidades nacionales nunca han sido algo estático o una especie de alma
permanente, sino que han ido cambiando y transformándose en la historia, sin por ello implicar
una alineación o traición a una supuesta esencia profunda que las habría constituido desde
siempre. Por esta razón resulta tan difícil establecer con claridad la línea divisoria entre lo
propio, como algo que debe necesariamente mantenerse, y lo ajeno, como algo que aliena.
Nuevos elementos culturales que vienen de afuera están permanentemente siendo adaptados
y recontextualizados en la cultura nacional. Pero es la cultura nacional, que tiene una cierta
estabilidad, la que los adopta y adapta, no al revés.
De todo esto podemos concluir que la pregunta por la identidad tiene más importan-
cia hoy por su proyección al futuro que por una supuesta pérdida progresiva de lo «propio»
en un mundo globalizado. Al concebir la identidad no como un «ethos» inmutable, formado
en un pasado remoto, sino como un proyecto abierto al futuro, se puede entender que el
desafío presente de los miembros de cualquier nación es definir qué es lo que quieren ser.
Ése es el gran tema de hoy. Para este desafío normalmente se van configurando propuestas
alternativas, versiones de identidad que se disputan el terreno y que presentan caminos
diferentes. Mientras mayor sea la sensación de crisis que tiene la gente, con mayor fuerza
surgirán las preguntas por la identidad y se buscarán respuestas alternativas o proyectos
que la perfilen como una solución a la crisis.
a) A partir del texto, explique detalladamente qué se entiende ahí por «identidad como
herencia» e «identidad como proyecto».
b) ¿Una nación puede modificar su tradición? ¿Puede influir en su proyecto identificador?
¿Cómo?
c) ¿Qué ventajas presenta el enfoque de la identidad propuesto por Larraín?
d) ¿En qué sentido se puede sostener que la pregunta sobre la identidad tiene hoy más
importancia?
e) A partir de las respuestas de las cuatro preguntas precedentes, redacte una síntesis
propia del contenido del Texto Complementario Nº 1.
UNIDAD DE APRENDIZAJE 1: «Algunas nociones generales» 17
Si usted observa con toda atención, se habrá dado cuenta de que en la tarea que
acaba de realizar los diagramas contenían un conjunto de palabras que le han permitido
redactar una definición estricta de lo que se entiende por «identidad». Estas palabras funcio-
nan como «claves», que en su interrelación permiten configurar conceptos, paradigmas o
modelos nocionales y temáticos, etc., conjuntos de términos que permiten generar las jer-
gas en las diferentes escuelas, perspectivas de análisis de las más variadas disciplinas.
Ellas constituyen las llamadas «redes léxicas» en la lingüística textual y son de gran utilidad
para el trabajo educativo, pues, permiten hacer buenos resúmenes, esquemas, diagramas,
definiciones, etc., que son la base de todo buen trabajo académico o de una adecuada pre-
sentación de un tema en «power-point». Más adelante le pediremos que descubra redes
léxicas para que se ejercite en detectarlas y utilizarlas.
2. La noción de Cultura
1. Cultivo.
2. Resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por medio del ejercicio
las facultades intelectuales del hombre.
18 «Identidad Cultural Chilena»
A pesar de ser la primera acepción la más tradicional, no deja de sorprender el hecho de que,
desde antiguo, se asocia la cultura con el arte de labrar la tierra, de cultivarla, es decir, con la
actividad agrícola de transformar, de modificar el curso de la naturaleza para que ésta dé los frutos
que el hombre desea o necesita para progresar y ser. Esta idea se amplifica en la segunda acep-
ción, al incorporar los resultados o los efectos de esta actividad transformadora. Son cultura, por lo
tanto, la acción de transformación, los resultados, los objetos, los productos, los conceptos, los
efectos, los procesos, etc., que resultan de cultivar los conocimientos. A lo anterior hay que incor-
porar los resultados o efectos de afinarse, es decir, de ponerse fino o cortés en los modos de
comportamiento, de perfeccionarse, de dar el punto preciso a una cosa, de aquilatar la calidad de
algo y, en un sentido musical, de buscar la armonía, de poner a tono los instrumentos, acordarlos
para que suenen bien. Todo esto se logra por la intermediación del ejercicio de las facultades
intelectuales humanas, si entendemos al hombre como un instrumento que necesita armonizarse
gracias a su desarrollo cultural. Como se puede apreciar, el cultivar y el afinarse son ricas, cautivantes
y hermosas tareas vinculadas a nuestro trabajo cotidiano de estudiantes y profesores.
Las tercera y cuarta acepciones cubren un ámbito que será, sin duda nuestro objeto de
estudio más específico en el segundo capítulo, pues se refieren al conjunto de modos de vida, de
maneras de entender el mundo, de visiones del mundo y de la realidad propia de cada pueblo, de
hábitos de vida colectivos en los diversos ámbitos de la vida de una nación, de una etnia, de un
grupo particular, de saberes creados a partir del ejercicio intelectual y de los niveles o grados de
desarrollo alcanzados con relativa originalidad en las artes, la ciencia y la industria, en algún perío-
do pasado o presente por algún grupo social o étnico. Los elementos y rasgos culturales hereda-
dos del pasado histórico de un pueblo, las claves que configuran una tradición y que se manifies-
tan en la vida social de las naciones constituyen obviamente parte esencial de la cultura.
TEXTO COMPLEMENTARIO Nº 2
«LA NOCIÓN DE CULTURA» *
Este texto ha sido tomado del Diccionario Filosófico de Ferrater Mora. 1ra edición revi-
sada y aumentada, Editorial Amel S.A., Barcelona, 1994.
* Extractos.
UNIDAD DE APRENDIZAJE 1: «Algunas nociones generales» 19
2) distinguir entre dos aspectos del ser humano: el natural y el cultural o, como se ha
llamado así mismo, el «espiritual». 1) y 2) pueden interpretarse ontológicamente o
metodológicamente o ambas cosas a la vez. En la interpretación ontológica, se supone que
naturaleza y cultura difieren básicamente. En la interpretación metodológica, se supone que
naturaleza y cultura pueden formar una especie de «continuo», pero que conviene usar méto-
dos distintos para cada uno de los «aspectos» o «fases» de este continuo. En la interpretación
ontológica y metodológica a la vez, se estima que hay una diferencia real entre naturaleza y
cultura y que esta diferencia se refleja en los métodos usados para estudiar cada una de ellas.
Lo más corriente ha sido asociar la cultura con el ser humano; la mayor parte de las
opiniones reseñadas en el presente articulo siguen esta vía. Sin embargo, se ha abierto paso
recientemente la idea de que, si la cultura consiste, entre otras cosas, en poseer algún lengua-
je para la comunicación, usar instrumentos, organizarse socialmente, etc., no hay razón para
restringir la cultura al mundo humano. En muchas especies animales pueden observarse ras-
gos culturales.
Algunos de los autores indicados han insistido en que, mientras la naturaleza es indiferen-
te a los valores, en la cultura se hallan incorporados los valores. A veces un mismo objeto puede
ser visto desde dos ángulos. Así, una estatua es un trozo de mármol, de madera, etc., cuyas
características son estudiadas por las ciencias naturales, pero la estatua misma es un objeto
cultural, cuyas características son estudiadas por las ciencias de la cultura. Otras veces no se
trata de objetos materiales, sino de «cosas» tales como mitos, creencias religiosas, leyendas,
ideas científicas y filosóficas, códigos morales, costumbres, etc; en todos los casos se adscriben
a estos objetos valores, que son considerados subjetiva u objetivamente.
Algunos autores, inspirándose en Scheler, han considerado que la cultura es «el mundo
propio del hombre», pues lo que caracteriza a éste es el «espíritu», el cual puede ser entendi-
do no sólo como una espontaneidad, sino también como un conjunto de formas que fueron
antes vivas y espontáneas y que poco a poco se transforman en estructuras rígidas, en mode-
los. Cultura es, según Scheler, humanización, pero esta humanización se refiere al «proceso
que nos hace hombres» como al hecho de que los productos culturales queden humanizados.
La historia del hombre como historia de la cultura es así el proceso de la transformación de su
mundo y simultáneamente de la transformación del hombre. Por eso la filosofía de la cultura no
es en tal autor el conjunto de investigaciones que tienden a la clasificación y ordenación de los
objetos culturales, sino también, y muy especialmente, uno de los capítulos fundamentales de
la filosofía de la existencia humana. La cultura debe ser, en fin de cuentas, algo que tiene
sentido para el hombre y sólo para el hombre.
provisionalmente en firmeza y seguridad. Por eso la cultura debe ser, en ultima instancia, lo
que salva al hombre de su hundimiento, una salvación que no debe ser, por otro lado, «exce-
siva», porque «el hombre se pierde en su propia riqueza y su propia cultura, vegetando
tropicalmente en torno a él, acaba por ahogarle». La cultura podría definirse así como aque-
llo que el hombre hace cuando se hunde, para sobrenadar en la vida, pero siempre que en
este hacer se cree algún valor.
Muchos filósofos han tendido a dar al vocablo cultura una acepción sumamente amplia.
En tal caso se puede llamar «cultura» a todo lo que haga el hombre que le lleve a objetivizar
sus actividades en productos, los cuales pasan a formar parte de algún sistema cultural trans-
mitido de una generación a otra y oportunamente modificado y hasta a veces radicalmente
transformado.
Hay, sin embargo, inconvenientes en dar a «cultura» una acepción tan amplia. Por temor
a estos inconvenientes y por varias otras razones, Mario Bunge ha propuesto considerar que
las actividades culturales son actividades sociales llevadas a cabo por individuos, ya sea solos
o, más a menudo, en relación y cooperación con otros. La cultura constituye entonces un
«subsistema» de la sociedad en la cual hay que tener en cuenta así mismo los subsistemas de
la economía y la política. El hecho de que ninguna actividad social sea puramente económica
o puramente política o puramente cultural, no impide introducir las distinciones necesarias
destinadas a poner de manifiesto la relación entre el subsistema llamado cultura y el subsistema
llamado sociedad. El subsistema llamado cultura no es autónomo sino que se halla integrado
con los otros sistemas indicados, pero puede distinguirse de ellos y puede constituir a su vez
otros subsistemas (como el arte, la ideología, la tecnología, las humanidades, la ciencia, la
matemática).
3. La noción de Globalización
Como ya hemos señalado en otro trabajo (C. Villalón, «La cultura y la lengua aymara de
Chile y su integración al proceso de globalización y posmodernidad», en minorías étnicas de Chile:
desarrollo, educación y cultura, CELTO, Universidad de Playa Ancha, 2000), los procesos de
intercambio, de encuentro y de contactos culturales son antiguos y nuevos. Antiguos, porque nues-
tra cultura cristiano-occidental los ha vivido durante siglos. Cabe destacar que quizás el impacto
más influyente lo tuvo con el llamado «Descubrimiento de América», que no sólo modificó la visión
del mundo de la época, sino que incluso llegó a transformar los hábitos alimenticios cotidianos con
la incorporación a la dieta europea de la papa, el maíz, el chocolate, el tomate, etc., y a la dieta
americana, entre otros, del trigo y de la vid.
La novedad del actual proceso es que éste abarca a todo el mundo, a toda la humanidad
actual. Y es precisamente por esto que podemos llamarlo «globalización». A modo de definición,
Anthony Giddens señala en «The consequences of Modernity» que «la globalización se refiere a la
intensificación de las relaciones sociales universales que unen a distintas localidades, de tal mane-
ra que lo que sucede en una localidad es afectado por sucesos que ocurren muy lejos y viceversa».
Posmodernidad
(4) (3)
Revolución de las
C D Democracia
comunicaciones
(1) (2)
A
Capitalismo
Posindustrial
Describiendo muy brevemente los componentes de este diagrama, se puede señalar que la
Posmodernidad es el marco en el cual se desarrolla la cultura globalizada que se caracteriza por un
relativismo ético, moral y espiritual, por un fuerte predominio del mundo valórico individual, personal,
hedonista, narcisista, por un vacío de sentido y por una crisis de las ideologías. En el ámbito econó-
mico, el mundo se desarrolla bajo distintos modelos del Capitalismo posindustrial de libre mercado,
en los que la competitividad y el lucro están en su centro. Quizás uno de los elementos que más llama
la atención del actual proceso de globalización sea la masiva y profunda presencia de los medios de
comunicación, tanto de los medios de comunicación de masas como de los informáticos. Su expan-
sión se sustenta en el vertiginoso y espectacular avance científico-tecnológico y en la disminución del
costo de estos medios para usuarios masivos. En nuestro país, la televisión por cable, la radio, la
televisión satelital, las redes informáticas y los computadores personales invaden nuestra vida coti-
diana. Incluso a través del proyecto «Enlaces», todas las escuelas del país y los liceos ya están
quedando interconectados y tendrán acceso a Internet con todos sus servicios. En el plano político, el
proceso de globalización privilegia el sistema democrático de gobierno, la defensa del derecho de las
personas y la participación de la sociedad civil en todos los ámbitos.
Con relación al diagrama propuesto por J. J. Brunner, el eje vertical marca las relaciones
entre el modelo económico capitalista y la cultura posmoderna; el eje horizontal relaciona las co-
municaciones y sus medios con la política. En los cuatro cuadrantes que resultan del entrecruza-
miento de los ejes, se pueden apreciar, en el Nº 1, los lazos que vinculan la economía posindustrial,
las finanzas, el mercado y las comunicaciones; en el cuadrante Nº2, se pueden apreciar las rela-
ciones entre las distintas formas del capitalismo, en sus diversas fases, y la democracia política; el
cuadrante Nº 3 permite percibir las vinculaciones del ámbito de la democracia y de las transforma-
ciones de la vida política bajo la influencia de la cultura posmoderna y, finalmente, en el cuadrante
Nº4 caben las numerosas y complejas relaciones entre la revolución de las comunicaciones y el
flujo de la información y el ámbito cultural posmoderno.
UNIDAD DE APRENDIZAJE 1: «Algunas nociones generales» 23
Todo este complejo proceso globalizador llega a nuestro país e impregna nuestra cultura,
nuestra vida como nación y la de cada uno de nosotros, produciendo impactos de distinta índole y
repercusión.
En relación con nuestro país, es preciso constatar la existencia de ciertos consensos nacio-
nales en torno a elementos del modelo y del estilo de inserción en este proceso. En primer lugar, el
anhelo de tener intercambios y relaciones económicas, políticas, culturales y diplomáticas con
todos los países del mundo, especialmente, a través de la incorporación de Chile como miembro
activo del MERCOSUR, del NAFTA, de la APEC y, últimamente, con la firma del acuerdo con la
Unión Europea. En este sentido Chile aparece como el adalid de un estilo sumamente abierto de
intercambio, prácticamente sin grandes limitaciones o restricciones. Sin embargo, como resultado
de la presente crisis, cada día más personas perciben la vulnerabilidad y la fragilidad del modelo y
del estilo chileno que deja el país a merced de los vaivenes de la crisis económica externa. Ya no
basta con ser eficientes y eficaces internamente, dependemos cada día más de lo que ocurre fuera
de nuestras fronteras. Llama además poderosamente la atención nuestra casi nula preocupación
por el tema de nuestra identidad cultural, situación que se percibe claramente en los medios radia-
les y televisivos e, incluso, en el actual proceso de Reforma Educacional, que está en plena
implementación. Esto contrasta fuertemente con lo que ocurre en Europa, especialmente en Espa-
ña, donde, junto con el respaldo otorgado a la integración a la Unión Europea, se ha dado un fuerte
impulso a las autonomías regionales, generando de esta manera, los espacios para la diversidad
lingüística, cultural y social existente en el país. Pero no nos entusiasmemos con este aspecto del
tema por el momento, ya que lo abordaremos más adelante.
TEXTO COMPLEMENTARIO Nº 3
«IDENTIDAD Y GLOBALIZACIÓN» *
* Extractos.
24 «Identidad Cultural Chilena»
Puede que hoy exista un cierto espacio cultural electrónico sin un lugar geográfico
preciso, pero las culturas locales nunca perderán su importancia y lo global sólo puede
actuar a través de ellas. Lo global no reemplaza a lo local, sino que lo local opera dentro de
la lógica de lo global. La globalización no es un fenómeno teleológico, un proceso que
conduce inexorablemente a un fin, que sería la comunidad humana universal culturalmente
integrada, sino que es un proceso contingente y dialéctico, que avanza engendrando dinámi-
cas contradictorias. Puede dar ventajas económicas de comercio exterior, por un lado, y
producir problemas de desempleo, por el otro. Al mismo tiempo que universaliza algunos
aspectos de la vida moderna, fomenta la intensificación de diferencias. Crea comunidades y
asociaciones transnacionales, pero también fragmenta comunidades existentes; mientras,
por una parte, facilita la concentración de poder y la centralización, por otra, genera dinámi-
cas descentralizadoras; produce hibridación de ideas, valores y conocimientos, pero también
prejuicios y estereotipos que dividen.
Por lo tanto, es un error creer que la globalización tiene sólo aspectos beneficiosos o
sólo aspectos indeseables. Hay una mezcla.
(....) Surgen naturalmente las preguntas ¿hasta dónde puede llegar el efecto de la
globalización? ¿Están la autonomía nacional y la identidad nacional destinadas a desaparecer?
Y si no es así, ¿cómo afecta entonces la globalización a la identidad nacional? Hay que reafirmar,
antes que nada, que frente a la globalización las identidades nacionales no están destinadas a
desaparecer. Pero sí son afectadas por ella. La globalización afecta a la identidad, en primer
lugar, porque pone a individuos, grupos y naciones en contacto con una serie de nuevos «otros»,
en relación con los cuales pueden definirse a sí mismos. La globalización de las comunicaciones
a través de las señales electrónicas ha permitido la separación de las relaciones sociales de los
contextos locales de interacción. Esto significa no sólo que en relación con cada persona el
número de «otros significativos» y de diferenciación ha crecido sustancialmente, sino que tam-
bién esos otros son conocidos no por medio de su presencia física, sino que a través de los
medios de comunicación, especialmente las imágenes televisadas.
(...) Las identidades nacionales dependen en parte de que los diarios, la radio y la televi-
sión creen vínculos imaginarios entre los miembros de una nación, nacionalicen ciertas prácti-
cas sociales e inventen tradiciones. La televisión es un medio especialmente apto para mediar
entre identidades culturales e individuales, en la medida en que permite crear la ficción de una
interacción cara a cara, de una proximidad especial, al presentar al otro audiovisualmente en la
intimidad de las casas. Pero también la radio sigue siendo un medio muy poderoso.
1) En dos columnas paralelas, señale los aspectos positivos y negativos que, a su juicio,
pueda tener para nuestro país el actual proceso de globalización en que está inmerso:
Hay bastantes publicaciones sobre este tema de moda. Una obra sintética y actualizada es:
Unidad de aprendizaje 2:
ÍNDICE ESPECÍFICO
Unidad de aprendizaje 2:
«Algunos rasgos de la identidad cultural chilena
y su integración en el quehacer educativo»
Desarrollo temático
Texto Complementario Nº 7 «La poesía chilena: avanzada de una cultura propia» .................. 84
5. «Algunos rasgos del español de Chile como elementos de nuestra identidad cultural» ......... 90
Texto Complementario Nº 8 «El español de Chile en las postrimerías de siglo XX» ................. 94
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
1. Detectar, analizar y valorar críticamente algunos de los rasgos caracterizadores de nuestra
identidad cultural.
DESARROLLO TEMÁTICO
Previo al tratamiento de los contenidos de este capítulo, es conveniente señalar algunas pre-
cisiones de carácter metodológico-analítico.
En segundo lugar, estamos conscientes que toda selección implica dejar fuera algunos rasgos
que, a juicio de otros, pueden ser más relevantes que los que hemos elegido. Asumimos ese riesgo
y estamos plenamente abiertos a la necesaria y enriquecedora crítica que nos permitirá rehacer
mejor nuestro trabajo.
En tercer lugar, les propondremos una serie de actividades de observación de nuestra realidad
cultural cotidiana, cualquiera sea el lugar de nuestro territorio en que ustedes se encuentren, de
modo que sensibilicen su mirada, sus oídos y mente para descubrir o redescubrir elementos de
nuestra identidad que están allí presentes, en nuestro patrimonio, en nuestras costumbres, en nues-
tro modo de comunicarnos, de habitar, de comer, de vivir.
En síntesis se trata de revisar críticamente nuestra identidad actual con una mirada al pasado y
otra al futuro desde nuestro presente, para percibir cuáles son las identidades culturales, los elementos
materiales y «los otros» que nos permitan configurar y caracterizar nuestro actual proceso identitario.
30 «Identidad Cultural Chilena»
Para muchos de nosotros puede parecer sorprendente un subtítulo como éste, sobre todo
cuando desde niños se nos informó que Chile era un país culturalmente homogéneo, donde no
existía la diversidad cultural presente en otros países o regiones de Latinoamérica. La realidad nos
muestra, en cambio, que las cosas son diferentes.
Con diversos grados de vigencia, marcan su presencia en nuestro país un grupo importante
de minorías étnicas, cuyas culturas, visiones de mundo, tradiciones y lenguas se desarrollan
cotidianamente y tratan de subsistir y de crecer en un ambiente poco propicio y a veces incluso
hostil. Junto a ellas está la vertiente lingüístico-cultural hispano-europea, claramente dominante a
lo largo y ancho de nuestras fronteras, lo que da esa aparente impresión de homogeneidad a
nuestra cultura nacional. En pequeños grupos y comunidades también marcan presencia en nues-
tras ciudades y sectores rurales otras lenguas y culturas, europeas y no europeas, tales como, la
lengua y cultura alemana, inglesa, italiana, francesa, croata, catalana, árabe, griega, hebrea, etc.,
configurando, todo este conjunto, un mosaico interesante, heterogéneo y rico de aportes étnicos y
culturales de particular y diversa relevancia.
Poco conocemos los chilenos acerca de esta realidad y de las consecuencias que estos
hechos tienen para nuestro desarrollo de nuestra identidad cultural.
Como las etnias, culturas y lenguas vernáculas serán tratadas extensamente en otro curso
de este Programa, haremos una sucinta descripción de ellas, presentándolas de norte a sur, según
sus regiones de origen:
Se ubican en aldeas y poblados de los oasis, valles y quebradas de la Provincia del Loa, en
la Segunda Región, entre los que se destaca el poblado de San Pedro de Atacama. Como resulta-
do del fuerte proceso de hispanización, han perdido el uso de su idioma, la lengua kunza, que sólo
se conserva como reliquia en algunos ritos relacionados con la limpieza de canales. Es muy difícil
determinar el número actual de atacameños, ya que su existencia no ha sido registrada en los
últimos censos. La Comisión Nacional de Desarrollo Indígena estima una cifra cercana a los 30.000.
Todos ellos son monolingües de castellano.
Originarios de la isla del Pacífico del mismo nombre, llamada también Isla de Pascua,
fueron incorporados a Chile en 1888. La isla se ubica a 3.600 kms, frente al puerto de Caldera, a
27º 08' 6" de latitud sur y a 190º 25' 54" longitud oeste. La isla tiene una superficie de 55 millas
cuadradas y en ella habitan 1.875 personas, de las cuales 1.175 son rapa nui. Se agrupan en el
poblado de Hanga Roa. El censo de 1992 da una cifra total de 21.848 rapa nui. El idioma, llamado
por sus hablantes «vananga rapa nui», es de origen polinésico.
Los españoles los llamaron araucanos, pero ellos se autodenominan genéricamente mapuches
-gente de la tierra- y reconocen un grupo central, llamado mapuche y cuatro familias: pehuenches
-gente del piñón-, huilliches -gente del sur-, lafkenches -gente del mar- y pikunches -gente del
norte-. Su territorio de residencia tradicional lo configuran importantes zonas de las regiones VIII,
IX y X, entre el Bío-Bío y Chiloé. Hay también mapuches en Argentina, en las zonas cordilleranas
contiguas a las regiones IX y X de Chile. Según el Censo de 1992 hay en Chile 928.060 mapuches,
cifra que hace ocupar a esta etnia el tercer lugar en América en cuanto al número de hablantes,
luego de quechuas y aymaras.
La lengua mapadungun conoce algunas variaciones dialectales acordes con las familias
mapuches antes señaladas.
Actualmente subsisten dos grupos étnicos: los qawáshqar o alacalufes y los yagán o yámanas.
De los qawáshqar quedan dieciocho. Residen en Puerto Natales, Punta Arenas, Santiago y
la mayoría en Puerto Edén, XII Región, en el poblado de Jetarkte. Pertenecen a los grupos llama-
dos «nómades del mar» y su lengua y cultura están en un claro e irreversible proceso de extinción.
De los yaganes quedan sólo tres mujeres, que viven en Ukika, a orillas del Canal Beagle, a
casi un kilómetro de Puerto Williams, en la Isla Navarino, XII Región. De igual manera su lengua y
cultura está condenada a una pronta desaparición, ya que las tres hablantes que quedan tienen
más de 55 años.
34 «Identidad Cultural Chilena»
Llama profundamente la atención la actitud de indiferencia y de casi total desinterés con que
la gran mayoría de los chilenos mira la desaparición de estas etnias, culturas y lenguas que son
descendientes de los primeros habitantes de estas latitudes hace ya casi 12.000 años, según las
últimas fechas estimadas. Creo que ellos se merecen otra actitud, mucho más valorativa, pues,
apenas se ahonda un poco en el conocimiento de su visión del mundo y de sus costumbres y
tradiciones, se advierten importantes valores que inplican el respeto que ellos tienen por la natura-
leza, por los otros hombres y mujeres, por la adecuada educación valórica de sus hijos, etc.
Una visión más global de la presencia de estas lenguas y culturas vernáculas en el nivel nacional
nos lo da el siguiente cuadro, que entrega las cifras de población indígena entregadas por el Censo de
1992, combinadas con las entregadas por otras fuentes ya señaladas anteriormente en el texto.
Una atenta observación de estos datos nos permite destacar inmediatamente la existencia de
un fuerte proceso migratorio, motivado, según diversos estudios, por problemas específicos en las
regiones originarias de estos pueblos, entre otros, situaciones de prolongada sequía en el norte,
conflictos religiosos, situación de pobreza, de falta de oportunidades. Como cualquier otro habitante
del país, buscan una mejor educación para sus hijos, un mayor ingreso, una mejor calidad de vida.
Este proceso migratorio causa estragos a veces en su identidad cultural y favorece el bilingüismo y
también el abandono del uso cotidiano de la lengua vernácula, producto también de la actitud
discriminadora o de racismo solapado que existe entre los chilenos urbanos.
Como consecuencia de este proceso de migración, nos encontramos con que la ciudad y
región indígena más importante del país es ¡Santiago y la Región Metropolitana!, donde residen casi
450.000 indígenas. Es fácil apreciar entonces que la problemática indígena ya no se la puede consi-
derar como circunscrita a determinadas regiones. De acuerdo a las cifras, es un problema nacional
y, especialmente, metropolitano.
Felizmente, la idea de que Chile es una nación multicultural y multilingüe se abre paso lentamen-
te en nuestra sociedad. Durante el gobierno del Presidente don Patricio Aylwin Azócar, se promulgó la
ley Nº 19.259, que establece normas de protección, fomento y desarrollo de los pueblos indígenas y
crea, además, la Corporación de Desarrollo Indígena -CONADI. Esta ley fue aprobada en el Congreso
Nacional el 27 de septiembre de 1993 y se ha convertido en el hecho que marca el cambio de actitud
de la sociedad chilena sobre este tema. Hoy ya se discute la reforma a nuestra constitución para
incorporar allí el reconocimiento definitivo de los pueblos indígenas como parte integrante, con pleno
derecho, de nuestra nación y cultura. En un ámbito más amplio, se detectan voces de apoyo a esta
idea y a la actitud de defensa y de demanda que hacen los mapuches de su tierra, de su cultura y de su
lengua. Este movimiento lo asumen con mucha energía y, a veces, de manera conflictiva.
Llama la atención, en este sentido, los resultados de la «Segunda Encuesta sobre intolerancia
y discriminación», realizada por la Fundación Ideas, con el patrocinio de la División de Organizacio-
nes Sociales de la Secretaría General de Gobierno, con la colaboración del Instituto de Sociología de
la Universidad de Chile, en relación con el grado de afinidad con los mapuches: el 84,4% de los
encuestados opinó que, aunque ocasionen trastornos, se les debe apoyar cuando defienden la tierra
de sus antepasados.
No cabe la menor duda de que estos datos son muy útiles también en el ámbito de la educa-
ción. Nuestro sistema educativo público y privado tiene que tomar conciencia de esta realidad y, en
nombre de la equidad que configura, junto con la calidad, los pilares de la actual Reforma Educativa,
debe iniciar a corto, mediano y largo plazo la incorporación de esta idea de multiculturalidad y
multilingüísmo en nuestra sociedad. Esta tarea puede ser iniciada en el mismo marco de la actual
Reforma, diseñando y poniendo en práctica proyectos educativos interculturales y bilingües no sólo
en las regiones de habitat tradicional de estos pueblos, sino especialmente en las Comunas de La
Florida y Maipú, donde se concentran un importante número de familias indígenas. De igual manera
se debiera proceder en ciudades tales como Arica, Iquique, Antofagasta, Calama, Copiapó, La Sere-
na, Valparaíso, Viña del Mar, Concepción, Temuco, Valdivia, Osorno, Puerto Montt y Castro, donde el
Censo de 1992 muestra la presencia masiva de descendientes directos de las comunidades
vernaculares.
Para el conjunto de todas las escuelas, liceos, colegios y universidades del país, tenemos
que desarrollar una nueva franja de objetivos transversales, que cubra todas las áreas curriculares,
complementarias y extraprogramáticas y que nos permita incorporar la temática de nuestra identi-
dad nacional integrando los ricos aportes de las culturas vernaculares. Una medida de este tipo
36 «Identidad Cultural Chilena»
TEXTO COMPLEMENTARIO Nº 4
«EL PAPEL DE LA UNIVERSIDAD EN LA INTEGRACIÓN CULTURAL DE
LOS GRUPOS INDÍGENAS DE CHILE» *
Los extractos aquí citados corresponden a la ponencia publicada bajo este título en
«Minorías Étnicas de Chile. Desarrollo, Educación y Cultura» por el Centro de Lenguas de
Tradición Oral -CELTO-, Universidad de Playa Ancha, Valparaíso en julio de 1999, cuyos auto-
res son, de izquierda a derecha, Antonio Riffo F., Ana María Guerra E., Christos Clairis,
Carlos Villalón P. y Daniel Lagos A.
FIGURA 12: Integrantes del CELTO año 2001 junto a su fundador, el profesor Christos Clairis
de la Universidad de Paris
* Extractos.
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: «Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración en el quehacer educativo» 37
crisis en el momento menos esperado y que puede tener graves consecuencias en nuestro
futuro como nación, si no hacemos lo que debemos hacer. Se trata de la no incorporación
efectiva, lograda y enriquecedora a nuestro quehacer nacional de las comunidades indíge-
nas prehispánicas y polinésicas.
Antes de entrar en el planteamiento del problema como tal, nos parece útil precisar
algunas de las condiciones que debe cumplir toda integración, si desea ser válida y exitosa,
ya que el proceso integrador es de suyo sumamente complejo y delicado en su multiplicidad.
La formación del todo armonioso que debe resultar, una vez cumplido el proceso de
integración, debe necesariamente producir, en primer lugar, un acrecentamiento y una mayor
y mejor valoración del ser de cada una de las partes. En segundo lugar, la integración no
debe ir en desmedro o en detrimento de algunos de los participantes en ella, pues, de no ser
así, generará más bien conflicto, crisis y desintegración. En tercer lugar, debe tener en cuen-
ta la conciencia, la voluntad y el compromiso de las partes en un proyecto compartido de
integración.
En este sentido, podemos señalar que el marco general más adecuado lo constituye
una visión humanista de la integración, ya que ella tiene la amplitud y la riqueza que permiten
fundamentar una tal tarea, pues, se entronca en lo más sustancioso de nuestra tradición
histórica y cultural y se inserta en una concepción contemporánea de plena vigencia.
Esta concepción hace del hombre el centro hacia el cual tiende toda actividad y como
tal debe constituirse en el marco ideal para el desarrollo del quehacer de las Instituciones
Superiores de Educación, pues una enseñanza universitaria debe reafirmar la dignidad de la
persona humana, de cada persona nutrida y enraizada en su tradición cultural, orientando a
partir de ella su progreso y superación plena, a fin de proyectarse e incorporarse al ámbito
universal, para evitar toda discriminación de razas, ideologías y concepciones del mundo.
Bajo la égida del humanismo, podemos ofrecer nuevos caminos y visiones a fin de
favorecer la realización integral de cada persona, así como el perfeccionamiento que cada
individuo es capaz de desarrollar, tanto para el bien de sí mismo como para su prójimo.
El humanismo puede -y debe- estimular el goce de la cultura, de tal modo que el hom-
bre se encuentre preparado para comprender el acelerado desarrollo de la Ciencia y de la
Tecnología. Dicho de otra manera, hay que examinar las alternativas que se abren para
América Latina sin caer en un «provincianismo científico», como se lo ha denominado, sin
rechazar la tecnología y la ciencia ni dejando de lado «a priori» los valores y medios técnicos
culturales tradicionales.
38 «Identidad Cultural Chilena»
Todos estos problemas pueden complicarse mucho más si los padres, los maestros,
los administradores de los programas escolares e, incluso, los mismos estudiantes no espe-
ran nada más que un bajo rendimiento escolar. Por lo tanto, si un niño indígena llega al
sistema escolar sin manejar suficientemente la lengua oficial, el sistema escolar debería
estar preparado para usar las habilidades lingüísticas que este niño posee y permitir que, por
su intermedio, progrese de acuerdo con su experiencia y capacidad intelectual.
Apreciamos, entonces, que la educación deja de cumplir uno de los más elementales
principios pedagógicos: el de estar adecuada al sujeto de la educación y a finalidades per-
fectamente definidas. La educación chilena no ha considerado el hecho de que el niño indí-
gena no es igual, educacionalmente hablando, al resto de los niños del país y, en consecuen-
cia, no puede ser educado con los mismos métodos y técnicas. Parte de esta responsabili-
dad le corresponde también a la Educación Superior. Sólo en las últimas décadas, se ha
tomado conciencia de la existencia del problema indígena y ha nacido la preocupación por
analizar científicamente las lenguas autóctonas con el objeto de preservar los valores esen-
ciales de su cultura.
Un principio fundamental debiera regir esta tarea: nadie puede ser alfabetizado en una
lengua que no conoce. La mejor alternativa será aquélla que, siendo más factible, económica
y eficaz produzca la menor cantidad de efectos nocivos secundarios, según lo hayan demos-
trado investigaciones antropológicas, sociológicas y lingüísticas previas al planteamiento de
toda reforma. Cualquiera que sea la fórmula adoptada, ésta supone la existencia de profeso-
res especialmente preparados, así como también la existencia de excelentes materiales
lingüísticos, gramáticas pedagógicas, textos de lectura, cuadernos de ejercicios, etc., que sólo
la Universidad puede proporcionar mediante la investigación científica de las lenguas y cultu-
ras vernáculas y de la española.
a) ¿Cuál es el sentido que desean dar a sus reflexiones los autores del texto?
b) ¿Qué condiciones debe cumplir una integración que desea ser exitosa?
c) ¿Qué ventajas presenta y qué aportes hace una visión humanista de la integración?
d) ¿Cómo se puede calificar y describir el proceso de incorporación de las minorías étnicas?
¿Qué ha ocurrido al respecto en el ámbito educativo?
e) ¿Cuál debe ser el papel de la Universidad en este tema?
f) El texto plantea la posible existencia de problemas o conflictos, si el tema no se aborda
adecuadamente. ¿Qué está ocurriendo en este sentido actualmente?
g) Reflexione en el papel que debe asumir la escuela, el liceo o el colegio en estos temas.
Redacte sus aportes.
h) Reflexione profundamente acerca de cuál debe ser su actitud y su papel al respecto.
Redacte sus aportes.
1) Integre sus respuestas acerca del análisis del texto con lo planteado en el desarrollo
previo del tema y redacte un breve informe.
2) Explore en su familia y en su lugar de trabajo la conciencia que se tiene sobre este rasgo
de nuestra cultura. Redacte una breve síntesis del resultado de su exploración.
3) Infórmese si existe en su pueblo o ciudad presencia de miembros de las etnias indíge-
nas. Intente contactarlos. Explore la posibilidad de conocer directamente su cultura o su
lengua. Detecte si hubiese interés en sus alumnos por conocer a estas personas, su
cultura y su lengua y si los descendientes indígenas estuviesen dispuestos a colaborar
con usted en algún trabajo o actividad escolar referido a la cultura de ellos.
4) Haga lo mismo en relación con la presencia en su pueblo o ciudad de minorías extranjeras.
5) Redacte una breve síntesis referida a los resultados de los puntos 3 y 4.
Chile es un país multicultural y multilingüe, configurado por una vertiente cultural his-
pano-europea dominante y por una vertiente cultura vernacular complementada por los aportes
de otras culturas europeas y no europeas.
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: «Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración en el quehacer educativo» 41
1) Bernard Pottier, coordinador, «América Latina en sus lenguas indígenas», UNESCO, Ca-
racas, 1983.
2) Alba Valencia Manuel Dannemann, «Grupos aborígenes chilenos. Su situación actual y
distribución territorial». Ed. Universitaria, Imfater, 1989.
3) María Ester Grebe Vicuña «Culturas Indígenas de Chile. Un estudio preliminar», Pehuén
Editores, Santiago de Chile, 1998.
4) Ana María Guerra, Daniel Lagos, Antonio Riffo y Carlos Villalón, «Minorías Étnicas de Chile.
Desarrollo, Educación y Cultura, CELTO, Universidad de Playa Ancha, Valparaíso, 1999.
rándola idolátrica y carente de elementos de civilización superiores. Esta situación se mantiene sin
variaciones durante todo el período colonial, se modifica ligera y favorablemente en la época de la
Independencia, en la que nuestros Padres de la Patria valoraban altamente la actitud guerrera de
los mapuches, la defensa de su tierra y de su cultura. Pero ya hacia fines del siglo XIX se instala en
nuestra cultura oligárquica y burguesa una clara actitud de minusvalorización y de discriminación
hacia nuestras etnias indígenas, llegando incluso al extremo de fomentar la caza de indios alacalufes,
onas y yaganes en el período de colonización de las regiones australes. En la actualidad aún
subsiste en gran parte de la población una actitud discriminadora o de racismo solapado que,
felizmente, vemos que empieza a modificarse lentamente, aunque todavía de manera no genera-
lizada. Algunos de estos indicios los hemos ya señalado en el punto anterior.
Sin entrar en mayores profundizaciones, podemos decir que toda esta historia ha dado como
resultado un sincretismo cultural asimétrico, en el que predomina ampliamente la vertiente cultural
hispano-europea, que ha impuesto su idioma -el castellano-, su religión -el catolicismo- y sus mo-
dos de vida, tradiciones y costumbres. La vertiente cultural indígena o vernacular aparece como
sustrato o adstrato cultural; marca su presencia y colora la vertiente cultural dominante subterrá-
neamente, emergiendo en ciertas manifestaciones culturales de carácter mestizo o sincrético. Tam-
bién actúa como adstrato, es decir, conviven ambas vertientes culturales, en particular, en las
regiones de origen de estas culturas, aunque como consecuencia del actual proceso migratorio
indígena, esta relación adstrática se está generalizando a gran parte del país.
La variedad dialectal chilena del castellano refleja elementos lexicales interesantes en este
aspecto. Son los llamados indoamericanismos léxicos, es decir, préstamos de palabras tomadas de
algunas lenguas indígenas o polinésicas y que aparecen tratadas en algunos casos como
«chilenismos». Aparecen en léxicos de uso común, referentes a las partes del cuerpo, a productos
comestibles, nombres de algunos animales, aves, plantas y árboles. También en los nombres y
apellidos, en los nombres de lugar o toponimia. He aquí algunos ejemplos:
Mapuchismos o léxico tomado del mapuche: coligüe, raulí, lenga, araucaria, lleuque, peuco,
chuncho, queltehue, laucha, guarén, quiltro, apercancado, charchazo, charchas, huemul, cholgas,
choro, piure, loco, chuico, pilucho, empilucharse, pichintún, guata, guatón, guargüero, guatearse,
pololo, pololear, poto, pichula, puelche. Algunos nombres y apellidos como Millaray, Colo-Colo, Lautaro,
Fresia, Guacolda, Rayén, Pailaqueo, Antinao, Millalonco, Huirimilla, Loncón, Huenumán, Lincoyán,
Hueicha, Melinao, Chihuailaf, Panemal, Ñanculef, Curaqueo, Caritao, etc. Nuestra toponimia es rica
en nombres de lugar de origen mapuche. Reñaca (vertiente), Quintil (antiguo nombre de Valparaíso)
y Quintay (lugar donde se boga), Talca (trueno), Curicó, Traiguén, Bío-Bío, Melipilla, Vitacura, Temuco,
Maipú, Chiloé, etc.
Aymarismos y/o quechuismos. Según varios autores es difícil distinguir claramente si las
palabras pertenecen a una u otra lengua, ya que quechuas y aymaras han vivido juntos y unidos
durante varios siglos de su historia. De este origen tenemos: guagua (es una onomatopeya deriva-
da del llanto de los bebés), camanchaca, taya, cholo, suri (avestruz pequeña), cóndor, porotos,
puma, callampa, cancha, china, choclo, carpa, concho, coronta, coto, chala, chalala, guacho, huincha,
humita, chasca, chascón, chasquilla, mate, ojotas, palta, papa, pucho, suche, yapa, pericote, huaso,
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: «Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración en el quehacer educativo» 43
curcuncho, curco, chirimoya, charqui, llareta, etc. Algunos nombres y apellidos Atahualpa, Túpac,
Poma, Huamán, Kúntur, Ima, Colque, Challapa, Condori, Chuquimia, Quiquincha, Mamani, Quispea,
Humire. Algunos topónimos Arica, Iquique, Parinacota (lago de flamencos), Putre (cascada),
Payachatas (gemelos), Visviri (ruido del viento), Aconcagua, Quillota (valle angosto), Calahuala
(yerba del lagarto), etc.
Polinesismo, préstamos de la lengua pascuense o vananga rapa nui o del tahitiano a través
del vananga rapa nui: tolomiro, moai, sau sau, tamuré. Nombres y apellidos pascuenses: Tiare,
Atan, Tuqui, Paoa, Pakomio, Huque, Rororilo, Pakarati, etc. Topónimos: Hanga Roa, Rano Rarako.
De la lengua yagán tenemos topónimos, Paine (Torres del.... significa azul) Ushuaia (bahía
de ushus).
Lengua avahuaco-lucaya (Las Bahamas): canoa, ají, cacique, caoba, enagua, hamaca, hu-
racán, jaiba, menú, pita, guayaba, guayabera.
El plato más popular es la llamada «cazuela» por los españoles, que se refiere al «mallún»
mapuche, a la que se integran, como alternativas desde Europa, la carne de vacuno o las aves y el
zapallo para unirse a las papas y choclos indígenas; lo mismo ocurre con el «charquicán» y la
«carbonada».
Cabe destacar en este rubro el interesante trabajo y proyecto que un importante grupo de
chefs de restaurantes chilenos pertenecientes a la Asociación Les Toques Blanches, están llevan-
do adelante para conocer, reconocer y valorar los ingredientes, los condimentos y las formas de
preparación propias de las comidas mapuches. Para ello han contactado a un selecto grupo de
machis y mujeres mapuches expertas en su propia gastronomía, de modo de reintegrar a la nueva
cocina chilena los aportes de esta etnia.
En el ámbito agrícola, en los valles, quebradas y oasis nortinos se puede apreciar una singu-
lar forma de sincretismo, que ha permitido revalorizar el uso de las terrazas o andenes de tierra
fértil construidos desde antaño por los agricultores aymaras, quechuas, atacameños y pueblos
andinos en general, en las laderas de los cerros para plantar allí productos de hortalizas, ajos,
orégano, árboles frutales y otros, según el lugar, sirviéndose del actual sistema de riego por goteo.
De esta manera se han podido incluso recuperar para el cultivo zonas desertificadas como, por
ejemplo, el proyecto de Pampa Algodonal, al fondo del Valle de Azapa en Arica, impulsado por la
Señora Nancy Alanoca, profesional asistente social que organizó a un grupo de campesinos aymaras
para impulsar y realizar exitosamente este innovador programa. De igual manera, aún se utiliza la
construcción de «percas» o «pircas», murallas de separación de predios construidos con piedras,
que se ajustan y sostienen por su propio peso y equilibrio. Esta costumbre se descubre incluso aún
en el sector de El Granizo, en Limache, Quinta Región.
46 «Identidad Cultural Chilena»
También en el área campesina y en los barrios populares se puede observar aún la costum-
bre de «santiguar» a las guaguas o a los niños que presentan estados febriles o de llantos, moles-
tias y «mañas» sin fundamento evidente. La persona que «santigua» toma la guagua o el niño en
sus brazos con una actitud de ternura y consuelo tranquilizador. Premunida de una ramita de palqui,
de palma o de olivo bendito, procede a hacer la señal de la cruz sobre la cabeza, frente al rostro y
sobre el cuerpo del infante. Luego reza con toda fe un «Padre Nuestro» y tres «Ave Marías»,
invocando la ayuda y venida de algunos santos y espíritus positivos para que «calme, sane y
proteja» al niño de todo mal, en particular, del mal inferido por las personas de carácter fuerte y
maligno que lo «ojean» con su carga espiritual negativa, transmitida a través de la mirada. Como
resultado de esta especie de ritual, el niño termina relajado y se queda profundamente dormido,
para despertar más tarde, generalmente, sin fiebre, tranquilo y «sano» pues ha sido liberado del
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: «Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración en el quehacer educativo» 47
«mal de ojo». La persona que realizó el ritual termina con toda seguridad con un fuerte dolor de
cabeza o con sensaciones de náusea o vómitos, indicios claros de que el «mal de ojo» se le
traspasó a ella, liberando así a la guagua afectada. Esta práctica a veces es realizada también en
los sectores socioculturales medios o altos, pero en este caso, el breve ritual lo lleva a cabo «la
nana» o la empleada doméstica, con la anuencia tácita de los padres del niño afectado. Otra
práctica mucho más extendida al respecto está orientada precisamente a prevenir y evitar el «mal
de ojo». Consiste en adornar a los bebés con una medallita del Sagrado Corazón y otra de la
Virgen María, ambas atadas con una cinta de color rojo, todas ellas previamente bendecidas. Ellas
funcionan como un amuleto, que sirve de «escudo espiritual protector» del bebé.
Las manifestaciones de religiosidad popular en nuestro país son también una rica muestra de
este sincretismo o mestizaje asimétrico. He aquí algunos ejemplos:
a) Las animitas. Es posible encontrar al borde de las carreteras, en algunas calles de nuestras
ciudades o en algunos cementerios, pequeños templos o casitas coronadas por una cruz en
homenaje recordatorio de alguien que falleció en ese lugar por accidente, por asalto u otros
motivos, a los que familiares y amigos empiezan a llevar flores y velas. Lenta y paulatinamente
algunas personas empiezan a encomendarles a estos difuntos sus problemas y preocupacio-
nes, pidiéndoles su mediación e intercesión para resolverlos y, si éstos conceden el favor, se
van transformando en «animitas» muy cumplidoras y milagrosas, ganando así en popularidad
y efectividad, la que se ve reflejada en el aumento de las ofrendas florales, de las velas encen-
didas y en la instalación de pequeñas placas de agradecimientos. En Valparaíso son conoci-
das las «animitas» de la Calle Colón, casi al llegar a la Avenida Francia, las de la subida
Carvallo, frente a la Caleta El Membrillo y la de Emile Dubois, en el cementerio de Playa
Ancha, que es sin duda, la más famosa. Se trata de la tumba de este emigrante francés que,
hace ya más de un siglo, fue condenado por crímenes que él siempre negó haber cometido y
murió proclamando su inocencia.
En resumen, las «animitas» serían, por una parte, almas en pena que están pagando sus
culpas, en una situación intermedia, sin estar ni en el cielo o ni en el infierno o espíritus que no
pueden encontrar su definitivo camino hacia el mundo de los ancestros en el seno del planeta o de la
Pachamama. Como se puede apreciar, en esta práctica de religiosidad popular se manifiesta la
síntesis de dos fuentes culturales diferentes: la cristiano-occidental y la indígena prehispánica, sínte-
sis que está plenamente vigente en nuestros días.
En Valparaíso, participan los bailes de «chinos» en la fiesta de San Pedro, Patrono de los
Pescadores artesanales, que se celebra cada 29 de junio y culmina con una procesión náutica por
toda la bahía del puerto, entre la Caleta El Membrillo y la Caleta Portales. Conviene describir
ligeramente lo que es un baile de «chinos». En primer lugar, el apelativo de «chinos» nada tiene
que ver con los habitantes de China. Este término es un quechuismo, es decir, una palabra de la
48 «Identidad Cultural Chilena»
lengua quechua incorporada al castellano de Chile, que significa «servidor» o «servidora» y co-
rresponde a la denominación que se les daba en el Imperio Inca a las personas que estaban al
servicio del dios Inti, para el cual bailaban en las celebraciones rituales públicas de la época. De
aquí deriva también la denominación de «chinas» que se usa a veces para referirse a las emplea-
das domésticas o «servidoras».
Configuran un baile de chinos el alférez, quien improvisa los versos de saludo, agradeci-
miento, petición y despedida que se le hacen al patrono o a la Virgen; el director del grupo de
danzantes, quien es responsable de las coreografías y de marcar los cambios de los ritmos, de los
giros y de los pasos de los miembros de baile y el grupo de danzantes, cuyo número es muy
variable y puede oscilar entre diez y treinta participantes de diferentes edades, incluyendo niños.
Puede haber bailes puramente femeninos, como las «cuyacas». Los bailarines se acompañan de
tamborines y de «pifilcas», que sirven para marcar el ritmo. Las «pifilcas» son flautas o pitos de
origen mapuche y pueden dar sólo algunos sonidos. Las coreografías y los ritmos son de origen
cultural andino. Como es fácil comprobar, se trata de formas culturales de origen prehispánico
integradas en una acción de cultura religiosa popular de carácter católico.
Los bailes de «chinos y chinas» del Norte Grande son más numerosos, ricos y sofisticados
en sus coloridos vestuarios, ritmos, melodías e instrumentos de acompañamiento, llegando a tener
orquestas o bandas, que integran instrumentos de bronce, bombos, tambores y matracas para la
percusión.
Una diablada incluye, en primer lugar, a un alférez, responsable de versificar el saludo, los
agradecimientos y peticiones y la despedida que se hace a la imagen de la Virgen de La Tirana, por
ejemplo; en segundo lugar, a una banda de instrumentos de bronce, de bombos y tambores,
-instrumentos de evidente origen europeo-, que interpretan melodías y ritmos de origen andino
prehispánico o mestizo, como los huaynos, diabladas, morenadas; en tercer lugar, a los diablos,
grupo de bailarines vestidos de demonios con trajes rojos ajustados, una capa roja o azul bordada
y una impresionante máscara, cuya forma representa al diablo visto desde la cultura andina
prehispánica, con los ojos desorbitados, los cachos retorcidos y el rostro desfigurado, multicolor y
reluciente de plateados y dorados, al estilo sicodélico, que poco tiene que ver con la representa-
ción del demonio europeo. Estos danzantes son todos jóvenes y ágiles, con un estado físico ópti-
mo, pues deben saltar, brincar y bailar durante horas, pasos y coreografías de origen andino de
ritmos muy marcados y a veces vertiginosos. Cuando van en medio del público, se acercan para
asustar a los niños y molestar con picardía a las muchachas doncellas. En cuarto lugar, se tiene al
«angelito», generalmente representado por una niña vestida toda de blanco, con una diadema en
la cabeza y engalanada con un par de hermosas alas y, en quinto lugar, un conjunto de animales,
entre los cuales destacan un cóndor, un puma o un oso. A veces se integran otros elementos, como
un globo terráqueo, pero los esenciales son los anteriores.
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: «Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración en el quehacer educativo» 49
El ámbito musical presenta al respecto algunos casos sumamente interesantes. Para ello les
ruego que sigan nuestra presentación escuchando los temas musicales que se irán indicando en la
grabación que acompaña al presente manual.
Las huellas de este sincretismo se perciben desde el período colonial español en nuestra
América. Impulsados por la necesidad de evangelizar a los pueblos del Nuevo Mundo, los sacerdotes
utilizaron las lenguas de estos pueblos y compusieron temas de carácter religioso, cuya letra fue
escrita e interpretada en dichas lenguas. Les ruego escuchar en la primera pista de la grabación el
tema musical titulado «Diositlaço Natzine» de Hernando Franco, tema reconstruido desde el Archivo
de la Catedral de México, y en la segunda pista, el tema «Hanac Pachap» de Juan Pérez Bocanegra,
perteneciente al Ritual Formulario e Institución de Curas de 1631 de Lima, Perú. La cita parcial de
ambos temas es interpretada por el Conjunto de Madrigalistas de la Universidad de Playa Ancha,
dirigidos por el Profesor Alberto Teichelmann, editado en el álbum «Música Birreynal» en 1986.
El primer tema está cantado en la lengua náhuatl de los aztecas y el segundo, en la lengua
quechua de los incas. Las formas musicales, las armonías, las melodías y los ritmos son europeos,
propios del período barroco que vivía en ese entonces España. En el tema «Hanac Pachap» se
incorporan los instrumentos llamados «bajunes», que son zampoñas del tamaño del músico que
las toca y que sirven para acompañar los bajos y el sonido del órgano, al que substituyen cuando
en el templo no existe este instrumento. Como es fácil apreciar, la mezcla cultural se produce con
toda naturalidad. Este tipo de situaciones también se vivió sin duda en Chile, aunque de manera
más débil, pues no debemos olvidar que nuestro país ocupaba una posición periférica en el Virreynato
del Perú. Sin embargo, desde mediados del siglo XX empieza a manifestarse en Chile una presen-
cia de este estilo de sincretismo en la música de raíz folklórica y popular y en la música culta que se
inspira en las vertientes culturales prehispánicas. Nombres como Calatambo Albarracín, Violeta
Parra, Margot Loyola, Quilapayún, Inti-Illimani, Los Jaivas, Barroco Andino, Illapu, el Bafona, Joakín
Bello, Roberto Bravo, Latino Músicaviva y toda una cohorte de cantautores y músicos jóvenes se
inspiran en esta vertiente creativa, rica y fructífera.
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: «Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración en el quehacer educativo» 51
Ellos no hacen más que retomar el relevo de una tradición sumergida, latente, pero siempre
presente en este ámbito cultural.
Temas tales como «La Canción Araucana», interpretada por el Conjunto Los Provincianos
hace ya tantos años, «A motu yanei», «Huincahonal», «Mi Cutral», «SauSau», «Ojos Azules», «El
Negro Cachimbo», «Mis llamitas», «Alturas», etc., interpretados por diferentes conjuntos y solis-
tas, jalonan esta línea de presencia cultural que actúa como la punta de un iceberg, a través de la
cual aflora desde nuestro sustrato cultural esta componente vernacular para matizar y colorear la
vertiente dominante hispano europea, dándole así la dosis de singularidad mestiza que la caracte-
riza y diferencia.
En la quinta pista, escuchen a continuación la cita parcial de «Ojos Azules», interpretado por
el Conjunto «Los Curacas», tema tradicional nortino con ritmo de trote, instrumentalizado con
zampoñas, quenas, charango, guitarra, bombo y cantado a cuatro voces al unísono. En la sexta
pista, escuchen la cita parcial de la versión para este mismo tema interpretada por el Conjunto
«Barroco Andino». Aquí podemos apreciar cómo esta canción trote del folclore se ha transformado
en un preludio sobre una forma coral a varias voces, con melodías contrapuntísticas creadas por el
propio conjunto, dándole una forma y un «aire» más europeo que andino.
52 «Identidad Cultural Chilena»
Escuchemos ahora, en la séptima pista, la cita parcial de «El Rin del Angelito», de Violeta
Parra. A este marcado ritmo autóctono se integran la voz de Violeta y la guitarra, que subraya el
ritmo suavizado por la ternura de la letra y la voz de la intérprete. En la octava pista, escuchemos la
cita parcial de la adaptación de este mismo tema, realizada por Joakín Bello e interpretada al piano
por Roberto Bravo. En este caso podemos apreciar cómo, a partir de una melodía y ritmo de raíz
folclórica autóctona, Bello nos propone una versión casi barroca, con elementos de fugas y de
variaciones al más puro estilo bachiano, mostrando de manera clara como se puede configurar
una creación que trasunta la huella de ambas vertientes culturales con una claro predominio de lo
europeo sobre lo autóctono, pero con la pincelada de coloración vernacular propia del mestizaje
chileno, como ya hemos reiterado.
También es posible, desde esta perspectiva cultural sincrética con la mirada mestiza del
estilo chileno, acercarse a formas musicales netamente europeas. Con este propósito les ruego
escuchar la novena pista. Creo que nos les ha sido difícil descubrir, en la cita parcial, que se trata
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: «Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración en el quehacer educativo» 53
de la «Danza de los Mirlitos» del Ballet «Cascanueces» de P.I. Tchaikowsky. En esta versión «Ba-
rroco Andino» ha sustituido las flautas de la versión original por dos quenas y un quenacho y los
bronces, por zampoñas de diferentes registros. De esta sustitución resulta una versión coloreada de
tintes y aires andinos que para algunos oídos puramente europeos puede resultar chocante o muy
novedoso e interesante, según el caso. A mi modo de ver, este hecho sólo nos permite constatar una
realidad cultural: el sincretismo chileno asimétrico permite a los creadores y compositores chilenos
apreciar, crear o recrear obras inspiradas, ora en la vertiente europea, ora en la autóctona o en la
mezcla asimétrica que resulta de la unión de ambas, otorgándoles una mayor riqueza rítmica, meló-
dica y tímbrica que puede producir obras de gran versatilidad, originalidad y con una raigambre
profunda en un elemento de nuestra identidad que tiene aún dificultades para asentarse.
Permítanme mostrarles algunos ejemplos, que valoro y aprecio mucho además por su calidad.
En la cita parcial de la décima pista encontraremos a nuestra querida Violeta Parra interpre-
tándonos su canción «Una Chilena en París», un rítmico y cadencioso vals de típico estilo francés,
con acompañamiento de acordeón, cantado nada menos que en francés, con un coqueto y ligero
acento chileno. Me llama mucho la atención la manera en que Violeta supo captar la forma tan
peculiar que este ritmo toma en Francia.
En la undécima pista, les ruego que escuchen la cita parcial del tema «Desde una Ventana
Abierta» del Conjunto «Inti-Illimani». Esta canción, con clara influencia instrumental y melódica de
Italia, cantada además en italiano, muestra cómo la larga permanencia en ese país -producto del
largo exilio- influenció la producción artística del conjunto, enriqueciéndola y matizándola con nue-
vos aires y timbres que también podemos descubrir y apreciar en temas, tales como «El Mercado
de Testaccio» o en «Palimpsesto».
54 «Identidad Cultural Chilena»
En la décimo tercera pista, deseo mostrarles la cita parcial de un ejemplo que se suele
encontrar en la música docta. Se trata de tomar formas musicales de raíz folclórica para trabajarlas
en la perspectiva del modo docto. En este caso me refiero, en primer lugar, a dos temas tomados
de la Suite Nº 2 «Norte Grande»: «Marcha de los Morenos del Norte» y «Achalay» y, en segundo
lugar, del vals «Que Penas Siente el Alma», de Violeta Parra. Todos estos temas pertenecen al
álbum «Chile en Cuatro Cuerdas» y son interpretados por el «Cuarteto Chile» del Instituto de
Música de la Universidad Católica de Chile, dirigidos por Gastón Soublette. El fino, delicado y
hermoso resultado lo pueden apreciar ustedes mismos.
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: «Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración en el quehacer educativo» 55
Los responsables ideológicos de este hecho son sin duda nuestros Padres de la Patria,
quienes tenían conocimientos relacionados con la comprensión del sentido profundo, hermético y
heráldico de los símbolos, de los colores y de las formas, dada su formación espiritual en la Europa
de los siglos XVIII y XIX. Sentían, además, una admiración por el pueblo mapuche, al que le reco-
nocían su valer cultural, su bravura en la defensa de su tierra y de su identidad ante el invasor
español y su espíritu de independencia. Los invito a observar con atención algunos de nuestros
emblemas.
Sin mayor dificultad podemos apreciar, en el Pabellón del Estado y en el Sello del Estado de
los emblemas de la Patria Vieja -1812-, la presencia de una pareja de indios -hombre y mujer-, que
se miran mutuamente y se apoyan en lanzas, ubicados a ambos lados de una gran columna coro-
nada de un globo y en la cumbre aparece una palma, una lanza y una estrella. En la parte alta y
baja del óvalo se ubican la frases latinas «Post tenebrae lux» y «Aut consilio aut ense» (La luz
después de las tinieblas y Por consejo o por espada).
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: «Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración en el quehacer educativo» 57
rrollada posteriormente en el decreto oficial que se dictó para fijar la composición del actual escu-
do: «La estrella de plata es el blasón que nuestros aborígenes ostentaron siempre en sus pendo-
nes y el mismo que representa ese caro pabellón a cuya sombra se ha ceñido la patria de tantos y
tan gloriosos laureles». Guñelve es una estrella octogonal y representa al lucero de la mañana y de
la tarde, que marca el paso de los días y de las estaciones.
perfectamente con Guñelve como lucero de la mañana y como « Stella maris «-estrella del mar-, es
decir como el ser luminoso que guía al marino en alta mar. María sería entonces la estrella lumino-
sa en el mar azul de la bandera. Por otra parte, está el simbolismo hermético tradicional, que
asocia la estrella de cinco puntas con la representación del hombre arquetípico, que está de pie
con las piernas y brazos abiertos, bien asentado sobre lo terrenal con los brazos extendidos hacia
el mundo y la fraternidad y con la cabeza erguida orientada hacia lo trascendente. Nuestra estrella
solitaria representa, entonces, al chileno arquetípico, resultante de la unión del mundo cultural
aborigen y del mundo cultural cristiano occidental europeo.
Es posible que algunos de mis distinguidos colegas-alumnos piensen que todo lo que hemos
expuesto tiene poca vigencia y acogida en el Chile de hoy. Es posible que tengan algo de razón,
pues nuestro país ha cambiado y está cambiando mucho. Cabe señalar en este sentido que en la
ley Nº 2597 del 11 de enero de 1912 se dispuso la simplificación del diseño anterior basado en la
60 «Identidad Cultural Chilena»
proporción áurea. Se lo sustituyó por uno más práctico y estético, el de los seis tercios: un tercio de
azul turquí, con una estrella de cinco puntas en el medio; dos tercios de blanco y tres tercios de
rojo; todo dispuesto en dos fajas horizontales, la superior conteniendo el tercio de azul turquí y los
dos tercios de blanco y la inferior los tres tercios de rojo, marcándose así nuestra evolución como
sociedad hacia valores más prácticos y estéticos que trascendentes y sapienciales. Sin embargo
no debemos olvidar que se mantiene el valor simbólico de los colores y particularmente el de la
estrella solitaria, en su triple significación indígena, hermética y cristiana.
Tampoco debemos olvidar que, tal como lo reitera Soublette, los símbolos actúan consciente
e inconscientemente, pues trasuntan la sabiduría ancestral acumulada por la humanidad a través
de su desarrollo cultural de milenios. Esta afirmación me parece muy pertinente, pues, creo que
hemos sido testigos de su funcionamiento en nuestra propia cultura actual casi sin percatarnos. El
acontecimiento al que deseo referirme y compartir con ustedes ha ocurrido en el ámbito del depor-
te, más precisamente en el del fútbol, que sin duda mueve a una gran masa de chilenos. Todos
recordamos ahora con mucha nostalgia nuestra estimulante participación en el Campeonato Mun-
dial de Fútbol de Francia. A participar como espectadores, viajó un importante grupo de compatrio-
tas de diferentes estratos sociales y culturales, para apoyar y «hacer barra» al equipo. Como de
costumbre, los más jóvenes se pintaron el cuerpo y el rostro con los colores nacionales. Su sorpre-
sa fue mayúscula al descubrir que igual colorido lucían en sus rostros, entre otros, los franceses
-los dueños de casa- y los paraguayos. ¿Qué podían hacer en esas circunstancias?... ¿Cómo
podían reaccionar para evidenciar inequívocamente su identidad distintiva?... Pues bien. ¡Se pinta-
ron la estrella solitaria en el rostro! Así recuperaron y demostraron su propia identidad de nación y
de equipo nacional, pues, al parecer, en nuestro inconsciente cultural colectivo, la estrella tiene la
mayor carga simbólica de identidad chilena. Obviamente es muy difícil sostener que todos esos
jóvenes habían leído y estudiado previamente el libro de Gastón Soublette o habían participado de
un curso de identidad cultural chilena como éste, de modo que la hipótesis del funcionamiento
inconsciente del valor de los símbolos parece tener vigencia plena.
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: «Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración en el quehacer educativo» 61
TEXTO COMPLEMENTARIO Nº 5
«INTERPRETACIÓN SIMBÓLICA DEL ESCUDO NACIONAL ACTUAL»
Este símbolo es válido tanto para la persona del gobernante como para la sociedad
toda, vale decir, el hombre chileno. Y el simbolismo es doble; sabiamente el diseñador (Wood)
ha homologado la síntesis de la polaridad espíritu-vida con la integración de dos naciones
que dieron origen a la sociedad chilena: el Chile colonial y la nación araucana.
Se ha dicho que las coronas ostentadas por estos animales sobre sus cabezas son
navales y representarían las victorias que nuestra armada obtuvo entonces y que fueron
decisivas para hacer de Chile un país soberano y dueño del Pacífico. Esta interpretación, al
igual que la de los alegorismos, sólo se refiere a la exterioridad del signo, pero no a su
sentido más profundo, el que en este caso también es ortodoxo y coherente con el contexto
simbólico y se dilucida atendiendo al verdadero significado de la corona.
La corona se relaciona con la cabeza, es decir, con lo más alto (tal es el significado de la
palabra sublime). No se trata de una pieza de utilidad, como el sombrero, sino de un emblema.
Su significado es iluminación. Se notará también que, al sobresalir de la cabeza, representa una
superación, lo que se explica como luz recibida de lo alto, que redime y transforma lo terreno.
En una vista de conjunto, se notará que todo el emblema está compuesto en torno a la
estrella como símbolo de la luz y del hombre arquetípico. En este sentido contiene también la
sucesión de los números simbólicos, desde la unidad primordial hasta el pentágono humano.
Como símbolo hermético del hombre, se integra perfectamente a los dos anteriores,
por cuanto la iluminación es lo propio del hombre regido por la ley del cielo, lo que se repre-
senta en la posición erguida de la estrella, signo, como se dijo, de la jerarquía de las faculta-
des. Esa posición, tanto en la bandera como en el escudo actual, está fija, excluida la refe-
rencia directa al símbolo aborigen por la supresión del asterisco, aunque esté explicitada en
el texto legal mismo; esto, en referencia a los significados anteriores, revela la esencia de lo
humano como idéntica a sí misma a través del devenir, adquiriendo esa posición el carácter
de expresión de la ley divina en el hombre».
a) La interpretación del valor simbólico del significado del color blanco de nuestra bande-
ra se refiere a que representa lo trascendente, lo espiritual que integra hacia lo alto al
rojo y al azul. Explique la interpretación profunda que le da Soublette en el texto a
estos dos últimos colores.
b) Explique detalladamente la interpretación que Soublette da a la presencia del huemul
y del cóndor en el escudo nacional.
c) Relacione el lema del escudo con la presencia del huemul y del cóndor en él.
d) Explique detalladamente el sentido profundo de la significación de las coronas sobre
las cabezas de ambos animales del escudo.
e) Explique detalladamente el significado simbólico de la estrella.
f) En todo el texto se hace alusión a la influencia indígena en el diseño e interpretación
del escudo. Extraiga dichas alusiones expresadas en el texto. Redacte un párrafo con
ellas. Luego analícelas y redacte una síntesis producto de su análisis.
2. La importancia trascendental que tienen para nuestra identidad cultural los significados
profundos de los emblemas patrios, especialmente, la estrella solitaria, y la necesidad de
difundir este significado profundo tan ausente de nuestra vida social y escolar cotidianas.
Si hay un rasgo que puede caracterizar con claridad nuestra actual identidad cultural es este
encanto, esta fascinación que los chilenos sentimos por todo aquello que proviene del extranjero.
Esta actitud sería una consecuencia de nuestra mentalidad «isleña», producto de nuestro «aisla-
miento» geográfico, con un enorme desierto al norte, casi despoblado; con el Continente Antártico
por el sur, sin habitantes propios; con una Cordillera de los Andes, que es una muralla al este, con
cimas que superan los siete mil metros de altura y con un Océano Pacífico enorme al oeste, que
hace que nuestros más próximos vecinos sean de ese lado los australianos y los neozelandeses.
Nos fascinan los modos de vida, los productos, las costumbres, las ideas, los modelos cultu-
rales originados en el extranjero. Nuestra admiración hacia ellos va a la par con una actitud de
desinterés, de minusvaloración de lo propio. Nuestros sitios preferidos o soñados para nuestras
vacaciones son Río de Janeiro, El Caribe, México, Cuba, Orlando; para gustos más refinados
están algunas capitales y balnearios europeos, algunas ciudades norteamericanas y, obviamente,
algunos exclusivos lugares, hoteles o «resorts» esparcidos por América Latina y el mundo. Nos
encanta ir de «shoping» a Miami, New York, París, Londres y Buenos Aires. Los de medio pelo,
para no ser menos, nos conformamos con Mendoza y Tacna. Nuestros antiguos y provincianos
caracoles y centros comerciales cambiaron de fachadas y se han convertido en «malls», «shoping
centers», «drugstores»; nuestros viejos salones de baile, bares, tiendas, heladerías y almacenes
de barrio se transforman en «discothéques», «pubs», «boutiques», «gelaterías» y «minimarkets»,
con nombres «ad hoc» que pueden llegar hasta el delirio paradigmático, como es el caso, a mi
juicio, de un negocio que se ubica en la esquina de la Avenida Pedro Mont con Avenida Francia, en
Valparaíso, que se autodenomina «Le Bagon’s. Restaurant, Grill, Bar, Gelatería, Pastelería,
Discothéque». Las antiguas «fuentes de soda» empiezan a convertirse en locales de comida rápi-
da, como por ejemplo, el célebre y vilipendiado «Mc Donald’s».
En el ámbito de la economía hemos experimentado con todos los modelos que se han ima-
ginado fuera de nuestras fronteras, desde el socialismo a la chilena hasta el más agresivo capita-
lismo, lo que ha generado con denominaciones tales como «los ingleses de América», «los jagua-
res de América», emulando a nuestros vecinos transoceánicos del Asia.
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: «Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración en el quehacer educativo» 67
En el ámbito de las instituciones nacionales abundan los ejemplos. El modelo político repu-
blicano lo hemos tomado del clásico modelo francés, con la triple separación de los poderes del
estado. El Código civil es una adaptación del Codigo civil napoleónico. Las instituciones armadas
no escapan de esta condición identificadora. El Ejército de Chile asumió, en una primera etapa, el
modelo francés, el que luego remplazó por el modelo prusiano. La Marina de Chile se enorgullece
de su vieja tradición británica, no olvidemos que su primer almirante fue un «lord», Lord Thomas
Cochrane. La Fuerza Aérea sigue la tradición norteamericana y Carabineros de Chile nace del
modelo italiano. Es por estas razones que sorprende escuchar a veces a algunos militares en retiro
y algunos de nuestros políticos cuando afirman que detestan las ideas y los modelos foráneos.
En la décimo cuarta pista, les ruego que escuchen el tema «Son tus ojos», de Violeta Parra,
cuya cita parcial ha sido tomada del álbum «Violeta Parra. Canto y guitarra», correspondiente al
volumen Nº 5 de la Colección «El Folklore de Chile» del Sello Emi. Se trata de un vals tradicional.
En la décimo quinta pista, escuchen «El Sacristán», de Violeta Parra, cuya cita parcial ha
sido tomada del mismo álbum recién indicado. Se trata de una polka del folclore.
En la décimo sexta pista, escuchen «La Petaquita», de Violeta Parra, cuya cita parcial ha
sido tomada del álbum «Violeta Parra. Violetando la guitarra», correspondiente al volumen Nº 3 de
la Colección «El Folklore de Chile» del Sello Emi. Se trata de una mazurka del folclore.
La décimo octava pista presenta «En Mejillones yo tuve un amor», de Gamaliel Guerra,
interpretada por Fernando Trujillo. La cita parcial está tomada del álbum «Música Chilena de Nues-
tro Siglo», editado por TVN y Sony Music. Se trata de un fox-trot.
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: «Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración en el quehacer educativo» 69
La décimo novena pista contiene «La Pera Madura», en la versión de Sergio Inostroza. La
cita parcial está tomada del mismo álbum recién citado. Se trata de un twist.
La vigésima pista trae «Como quisiera decirte», de Francisco Salinas, interpretada por «Los
Angeles Negros», con la mejor voz solista de aquellos años, Germain de la Fuente. La cita parcial
está tomada del mismo álbum indicado precedentemente. Se trata de una balada.
La vigésimo primera pista presenta «Para que no me olvides», con letra de Óscar Castro y
música de Ariel Arancibia e interpretada por Luis Jara. La cita parcial está tomada del álbum «Para
que no me olvides» de Luis Jara, editado por el Sello Sony Music. Se trata de uno de los más
hermosos boleros, pues, a mi juicio, reúne la calidad de los versos y de la música.
En la vigésimo segunda pista encontramos «El rock del mundial», en la versión del Conjunto
«The Ramblers», con la voz de Germán Casas. La cita parcial está tomada del álbum «La orquesta
de los años felices», editado por Emi Odeón. Se trata del ritmo del rock, que en sus múltiples
variaciones no nos ha abandonado hasta hoy.
En la vigésimo cuarta pista aprecien «Ay qué linda es la cumbia», de Teresa Rodríguez, inter-
pretada por el Conjunto «Chacareros de Paine». La cita está tomada del álbum «Somos del Valle»,
de los Chacareros del Paine, editado por Sony Music. Se trata del muy popular ritmo de la cumbia.
En la vigésimo quinta pista aparece «Somos del valle», recopilado por Leonardo Vergara,
informado por los Hermanos Valdivia, interpretado por «Chacareros del Paine». La cita parcial está
tomada del álbum recién indicado. Se trata de un corrido.
En la vigésimo séptima pista aparece el tema «Vallenar, tierra nortina», de Teresa Rodríguez,
interpretado por los «Chacareros de Paine», en el álbum más arriba ya indicado. La cita parcial
corresponde a una cueca de estilo campesino.
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: «Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración en el quehacer educativo» 71
En la vigésimo octava pista pueden apreciar «Valparaíso brilla», de Víctor Hugo Campusano,
interpretado por el Conjunto «Altamar», en el álbum «Cueca Pulenta», editado por Sony Music. La
cita parcial corresponde a una cueca urbana.
Toda esta muestra de ritmos ¿de dónde provienen?...¡De diferentes lugares del mundo natu-
ralmente! Desde Europa, gran parte de los primeros, desde Norteamérica otros y, un buen número,
de diferentes países de América Latina. El listado no es exhaustivo, pero muestra de manera clara
cómo, a través del tiempo, hemos ido tomando formas rítmicas extranjeras diversas. Esta manera
de proceder no se ha detenido y está, a mi entender, en pleno desarrollo. A modo de ejemplo, les
puedo señalar el llamado «sound», que alegra las fiestas juveniles populares con ritmos de cumbias
adaptadas al estilo nortino chileno y argentino con algunas reminiscencias andinas, El «hip hop»,
el «rap» y el «reggae» locales, junto a toda la gama de rockeros y baladistas que jalonan nuestros
barrios populares y todas las regiones del país. Cabe destacar y subrayar que todo este movimien-
to de «copia» va seguido de un lento, pero seguro proceso de adaptación y de adecuación a
nuestra identidad cultural. Los valses, polkas, mazurkas, baladas, fox-trots, boleros, corridos,
cumbias, tangos, guarachas y rocks creados por nuestros artistas y compositores, poco tienen que
ver a veces con los originales, que en sus culturas de origen, expresan otros sentimientos, modos
de ser y de reaccionar ajenos a nuestra visión de las cosas. Los chilenos compartimos en este
sentido, el carácter lacrimoso o «cebollento» tan presente en la música popular latinoamericana.
No ocurre lo mismo con los sectores sociales altos, pues éstos disfrutan de las versiones musica-
les originales, generalmente en inglés, las que no son objeto de adaptación.
FIGURA 31: Café Brighton, Valparaíso. FIGURA 32: Universidad de Chile, Casa Central.
No cabe duda de que hay otros ámbitos en los que también se manifiesta este encanto por lo
foráneo: la gastronomía, la moda, los deportes, las ideologías, las modas de modelos científicos en
las ciencias sociales, etc. Éstos los analizaremos en otra oportunidad, ya que me interesa, ade-
más, que ustedes lean con toda atención el próximo texto complementario, tomado, una vez más,
del libro de Jorge Larraín «Identidad Chilena» ya antes citado.
Las proyecciones que este rasgo plantea al quehacer educativo son de suyo interesantes y
llena de consecuencias preocupantes en primera instancia, pero cargadas de prometedoras moti-
vaciones y perspectivas.
La idea de que los chilenos seamos simplemente «copiones» resulta difícil de aceptar en un
primer análisis. Sin embargo, este hecho muestra que tenemos una actitud de curiosidad receptiva
por lo que viene desde otros pueblos y culturas, lo que nos hace permeables a lo nuevo o novedo-
so y de fácil contacto con el que viene de lejos. No debemos olvidar además que, como lo hemos
mostrado antes a propósito de la música popular, la influencia externa es sometida a sucesivos
procesos de asimilación, adecuación y adaptación a nuestra identidad cultural.
Para la educación este último aspecto es esencial, pues, es ella quien puede y debe asumir
conscientemente este papel adaptador. Primero, con los propios modelos educativos que toma-
mos de otras naciones y culturas y luego, con los restantes modelos. Desde esta perspectiva
resulta fundamental el ejemplo dado por nuestros artistas populares. Ellos nos dan la clave para el
adecuado desarrollo de nuestro futuro proceso identificador. Es por ello que debemos saber valo-
rar nuestra cultura popular. Además, a través de sus manifestaciones artísticas podremos motivar
fuertemente a nuestros alumnos, cuya gran mayoría tiene un origen popular, por lo tanto, entien-
den y sienten como propias estas formas culturales que en el fondo los identifican plenamente.
Este rasgo identificador nos permite, por otra parte, mirar de manera optimista nuestra apertura
hacia el proceso de globalización cultural que vive hoy el mundo.
Me parece que en relación con otros países de América, Chile está en mejores condiciones
de mentalidad para acoger este proceso mundial y para sacarle el debido provecho. No debemos,
en consecuencia, tener miedo de integrarnos al mundo. Si lo hacemos en la forma adecuada, la
globalización se transformará en el medio de tomar contacto con nuevos «otros», que nos permiti-
rán replantear las características de nuestra futura identidad cultural. Tenemos, además, en este
orden de cosas, nuestra reserva identificadora en nuestras tradiciones y herencias del pasado que
podemos hacer funcionar como filtros culturales frente a algunos aspectos negativos o antivalores
que provengan de este proceso de inserción en el mundo. Nuestro actual proceso de Reforma
educativa puede salir fortalecido si combina adecuadamente estos factores aparentemente contra-
dictorios que, mirados desde otra perspectiva, pueden ser percibidos como complementarios.
74 «Identidad Cultural Chilena»
TEXTO COMPLEMENTARIO Nº 6
«CONSUMISMO, OSTENTACIÓN Y FASCINACIÓN CON LO EXTRANJERO».
El problema está en la pregunta por qué el capitalismo ha tenido tanto éxito en instalar
este deseo hedonista en los chilenos. En sí mismos la propaganda, los malls, el crédito y la
televisión no bastan para explicarlo, por muy atractivos y seductores que aparezcan. Hay que
evitar lo que Thompson ha llamado la «falacia del internalismo», que consiste en la tendencia
a establecer las consecuencias sociales de un mensaje a partir del mensaje mismo. Se trata de
una falacia, porque no puede asumirse que las características que el analista discierne en el
mensaje van a tener un efecto determinado cuando ese mensaje es recibido por la gente. El
proceso de apropiación de los productos culturales es muy complejo y supone un proceso de
interpretación, que está condicionado por el trasfondo personal y grupal del receptor.
Yo creo más bien que la respuesta se puede buscar por el lado de la relación entre el
consumo y la identidad. Como vimos anteriormente, toda identidad se forma en relación con
elementos materiales tales como el propio cuerpo y otras posesiones materiales que le dan
al sujeto un sentido de autorreconocimiento. La idea es que, al poseer o adquirir cosas mate-
riales, los seres humanos proyectan en ellas su propio sí mismo, sus propias cualidades. Se
ven a sí mismos en esas cosas. Por eso es que la identidad de las personas inevitablemente
se relaciona con el consumo y las industrias tradicionales y culturales que producen los
bienes de consumo.
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: «Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración en el quehacer educativo» 75
Pero, además, decíamos que la identidad de una persona se forma en función de las
opiniones y expectativas de otras personas, que son significativas para ella. Las identidades
vienen del grupo social, en la medida que expresan tanto las expectativas que los otros
tienen de nosotros como nuestra propia búsqueda de reconocimiento por parte de los otros.
Todo ser humano quiere ser considerado y aceptado por su grupo, quiere que sus derechos
se respeten y quiere ser valorado por su contribución. Cuando esto se logra espontánea-
mente existe la autoconfianza, el autorrespeto y la autoestima. Cuando esto no se logra
espontáneamente, el sujeto lucha para que se le reconozca. Cuando esta falta de reconoci-
miento afecta a varios individuos que comparten una situación parecida, la lucha por el reco-
nocimiento puede realizarse a través de un movimiento colectivo. Pero también puede reali-
zarse a través de una proyección personal en objetos de consumo que han llegado a consti-
tuir símbolos de una comunidad a la que se desea pertenecer.
Mi tesis es que, en Chile, uno de los legados de la dictadura ha sido un cambio cultural
profundo, que se manifiesta en que se ha pasado del énfasis en el movimiento colectivo a un
énfasis en el consumo como base de la construcción de identidades y de la búsqueda de
reconocimiento. La violencia y la represión del régimen militar durante 17 años, hasta 1989,
prácticamente impidió la posibilidad de expresión individual o lucha por el reconocimiento a
través de movimientos colectivos. Simultáneamente, la reestratificación de la sociedad chilena
de acuerdo a criterios puramente monetarios por un régimen neoliberal y la instauración de un
mercado de consumo altamente sofisticado, al que se puede acceder no sólo poseyendo altos
ingresos, sino también a través de la tarjeta de crédito, abrió naturalmente para muchos chile-
nos medios el cauce del consumo como único medio de progreso y expresión de identidad.
capaz de construir una subjetividad a través del acceso a los objetos del consumo. El consu-
mo es, en último término, una compensación, una «reconfortante evasión, cuando se ha
perdido la esperanza en otro mundo mejor».
De este modo, en el Chile actual es posible hablar de una cultura del consumo en la
cual el intercambio de mercancías materiales y culturales está determinado no sólo por su
capacidad para satisfacer necesidades específicas (incluidas las estéticas y de entretención),
sino también por su capacidad para entregar un sentido de pertenencia e identidad. Comprar
y consumir son actos culturalmente determinados. El consumo como medio de identificación
permite a la gente ser vista usando algunas etiquetas o en la compañía de ciertas personas
en ciertos lugares que identifican a un cierto grupo, el que a veces es una creación de los
medios. Ir a un concierto o exhibición puede satisfacer necesidades estéticas, pero también
puede satisfacer la necesidad de estar o ser visto en compañía de un cierto grupo con el cual
uno quiere identificarse. Del mismo modo, la compra de jeans o de autos de cierta marca
significa más para una persona que el mero hecho de vestirse y tener movilidad, provee
también un status y un sentido de pertenecer a un grupo identificable.
Esta misma idea es confirmada por Barros y Vergara: «cuando la oligarquía asiste a
las funciones del Teatro Municipal no lo hace por la satisfacción estética o intelectual que
podría brindarle la calidad del espectáculo, sino porque dicho local está consignado como
lugar de moda». Sin embargo, tal como lo ha mostrado Manuel Vicuña, el Teatro Municipal
representaba mucho más que lo que aparecía a los ojos del fotógrafo norteamericano; era un
medio de ascenso social e integración de advenedizos con plata: «instituciones como el Teatro
Municipal representaron canales informales de ascenso social y medios propicios a la asimila-
ción cultural de los nuevos elementos». Lo que confirma que la ostentación servía un propósito
identificador: sea el deseo de pertenecer a la clase dominante a la que no se pertenece por
78 «Identidad Cultural Chilena»
nacimiento, sea la necesidad de reforzar una identidad de clase. De alguna manera, a fines
del siglo XIX, el Teatro Municipal se transformó en un lugar privilegiado de celebración de verda-
deros ritos de identidad de clase, que buscaban reafirmar o adquirir un sentido de pertenencia.
Es interesante anotar también, siguiendo a Vicuña, que «el despliegue ostentoso de bienes
suntuarios no fue patrimonio exclusivo de los sectores acomodados. Aquél condicionó la vida de
las capas superiores de la clase trabajadora y de los todavía ralos sectores medios...».
Durante el siglo XIX y principios del XX, la élite chilena construyó magníficas mansio-
nes y palacetes, para lo que importó mármoles, cristales y maderas desde Europa. La época
de la industrialización sustitutiva de importaciones y de control estatal sobre las importacio-
nes acentuó las preferencias por lo extranjero, en parte debido a su escasez, pero también
por la razón adicional de que la producción nacional era cara y de mala calidad. El período
neoliberal de los años 90 no ha hecho más que confirmar estas tendencias, con su apertura
irrestricta al mercado internacional. Lo mejor de todo el mundo llega a los malls. Un resultado
más amable y positivo de este rasgo es la reconocida hospitalidad chilena frente a los extran-
jeros. Se hacen particulares esfuerzos por tratarlos y atenderlos con gran calidez humana
como huéspedes de honor, para que se sientan especialmente bienvenidos y honrados. Hay
en ellas una combinación del deseo de demostrar civilización y sofistificación con el de os-
tentar riqueza y bienestar. La ya famosa expresión de un miembro de la élite en los prepara-
tivos de una invitación resume bien la actitud: ¡Qué no se note la pobreza!
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: «Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración en el quehacer educativo» 79
a) Explique la siguiente afirmación: «La cultura chilena está conducida por la lógica de la
ganancia y la competencia por consumidores»
b) ¿Cuál es el papel de la televisión en este proceso de mercantilización de la cultura?
c) ¿Cómo caracteriza Moulián el fenómeno del consumismo en Chile?
d) ¿Cuál es el papel de las telenovelas en este fenómeno, según Moulián?
e) ¿Por qué, según Larraín, el capitalismo ha tenido tanto éxito en este sentido en nuestro
país?
f) ¿En este caso qué papel están cumpliendo «lo material» y «los otros» en la configura-
ción de nuestra actual identidad?
g) ¿Cuál es el cambio cultural profundo que ha dejado en nosotros el reciente período
dictatorial?
h) ¿Cuál ha sido el papel del crédito, en particular de la tarjeta de crédito, en este proceso
cultural, según Moulián?
i) ¿Qué consecuencias tiene la búsqueda del reconocimiento a través del consumo para
el desarrollo de nuestra identidad?
j) ¿Qué antececedentes de este patrón de comportamiento se detectan en el período
colonial y durante el siglo XIX?
k) ¿Cómo describe el fotógrafo Harry Olds lo que ocurría en la época en el Teatro Municipal?
l) ¿Según Manuel Vicuña, qué representaba en realidad el Teatro Municipal y sus activida-
des culturales?
m) Explique detalladamente cómo Larraín demuestra la fascinación de los chilenos por lo
extranjero, desde la Colonia hasta nuestros días.
1) Detecte en su comuna o en su región los aportes culturales significativos que han hecho
personas de origen extranjero.
2) Detecte en su comuna o región las manifestaciones gastronómicas de origen extranjero
que allí existen. Consiga alguna buena receta y, dentro de lo posible, prepárela.
3) ¿Qué deportes de origen extranjero se practican en su comuna?
4) ¿Qué ideologías filosófico-políticas de origen extranjero están en los fundamentos de
nuestros partidos políticos?
5) Haga un pequeño catastro en su comuna y región de construcciones que evidencian
una clara influencia arquitéctónica extranjera. Identifique el origen de la influencia.
6) Explore en nuestras bellas artes en general las influencias extranjeras precisas que
usted detecta. Ilústrelas con ejemplos concretos.
7) Con todo lo que haya investigado y detectado, elabore un pequeño proyecto de activida-
des educativas para que las realice en clases o en la escuela con sus alumnos y colegas.
Nuestro país se ha caracterizado siempre por tener un espíritu de apertura hacia lo que
viene de fuera. Se encanta o fascina con lo extranjero y tiende a valorar inadecuadamente lo
propio. Esto puede aparecer, en primera instancia, como algo más bien negativo, sin embargo,
80 «Identidad Cultural Chilena»
4. El atractivo de la materialidad
FIGURA 41: Libro del escritor Armando Roa «Chile y Estados Unidos:
Sentido Histórico de dos pueblos».
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: «Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración en el quehacer educativo» 81
Desde hace siglos se les ha atribuido a los chilenos y, en general, a los sudamericanos como
rasgo propio la tendencia a las utopías y a las escatologías. Al respecto, vale la pena destacar, por su
importancia, la figura del jesuita Manuel Lacunza, que por lo demás también coincide con los poetas
nuestros en exaltar la grandeza de lo material concreto en su individualidad única. Lacunza es la
personalidad chilena más notable anterior a Bello y de parecida categoría universal. Escribió una obra
célebre, «La Venida del Mesías en Gloria y Majestad», en la cual defiende la idea de que antes del
Juicio Final, Cristo volverá a la Tierra y gobernará en persona, mil años. Sostiene que la segunda
venida de Cristo y el Juicio Final no son dos acontecimientos simultáneos, sino, por el contrario, muy
diversos. Habría, pues, según piensa, antes del término de la historia, un largo período en que la vida
cotidiana se desenvolverá en paz y felicidad y será una delicia vivir acá. La teoría de Lacunza resucita
algunos milenarismos de los primeros siglos de nuestra era, que desaparecen después de San Agustín.
Leer la obra de Lacunza es valioso por la calidad superior de su castellano, su profundo conocimiento
de las Sagradas Escrituras y la rigurosidad de sus razonamientos. De los numerosos movimientos
escatológicos florecidos en nuestro continente, ninguno es comparable y han sentido admiración por él
altos círculos culturales de Francia y el filósofo ruso Nicolás Berdiaeff. La importancia del movimiento
de Lacunza es que, a diferencia y casi en oposición al joaquinismo europeo, de gran influencia en la
Edad Media, que creía también en una tercera edad histórica, la del Espíritu Santo, en la cual goberna-
ría el amor entre los hombres, Joaquín de Fiore le da el reino del mundo de acá abajo, a Jesucristo,
Dios y hombre en persona, lo cual lo pone, en cierto modo, más a la altura del hombre terreno. Es la
importancia de la tierra, del mar, del paisaje, de los aires, de los aromas, de los agrados visuales,
auditivos, táctiles, de los cielos, de la vida diaria de los hombres con sus mujeres, sus hijos, sus
amigos, sus compañeros de trabajo, lo puesto a salvo con tal Segunda Venida».
A esto vale la pena agregar que Lacunza considera que aún después del Juicio Final la
Tierra va a seguir siendo hermosa y que el vivir en ella constituirá, junto a la visión directa de Dios,
uno de los goces primordiales de los bienaventurados. Nos permitimos incluir una cita de su obra:
«A todo esto se debe añadir, que nuestra tierra, aun mirada en el estado presente, no es tan
despreciable, en lo físico y natural que no merezca grandes atenciones. No hay duda, que ahora se
halla en ella mezclados, y quasi confundidos entre sí los bienes con los males; resultando de esta
mezcla un todo, o un conjunto poco agradable, o diremos mejor: agradable, por una parte, y des-
agradable por mil. Mas separad por un momento lo malo de lo bueno, y lo precioso de lo vil; quitad
a nuestra tierra todo quanto tiene de malo, y desagradable, así en lo moral como en lo físico,
dexándole solamente lo bueno: quitadle, en primer lugar, la concupiscencia, la soberbia, la envidia,
quitadle los deseos desarreglados y vanos de sus habitadores, que son ordinariamente su mayor
82 «Identidad Cultural Chilena»
suplicio; quitadle después de esto, la enfermedad, el dolor, la tristeza, la indulgencia, el frío y el calor,
la variedad de las estaciones, y sus necesarias resultas en perjuicio de nuestra salud: y en suma el
temor a la muerte, y de todo enemigo. ¿Con esto solo, sin añadirle algún otro bien positivo, no sería
nuestra tierra un verdadero paraíso? Si aún ahora, en medio de esta mezcla y confusión de males y
de bienes, hay tantos, que quisieran perpetuarse en ella, solo por tal o cual bien que pueden poseer
entre tantos males, ¿qué sería sinó hallasen mal alguno, sinó todo a su satisfacción?».
«Pues, a estos bienes naturales, e inocentes, que hay ahora ciertamente en nuestra tierra,
sacados ya en limpio sin mezcla alguna de males, añadid con vuestra imaginación otro tanto más; y
tendréis un paraíso al doble mejor. Si os parecem un exceso esta doble mejoría, leed y considerar
las expresiones vivísimas de que usan los profetas de Dios, hablando solamente de nuestra tierra
todavía viadora, aunque renovada, y mejorada con la venida del Rey de los Reyes: no obstante, que
en toda ella (menos en la santa, y celestial Jerusalén, quoe descendit de coelo a Deo meo) ha de
haber todavía por muchos siglos, generación y corrupción, pecado y muerte, etc., como observára-
mos en el capítulo XI de Isaías, en el XXXIII, y LXV, etc. Con esto solo, sin otra añadidura, veréis a
todo nuestro orbe terráqueo convertido, y transformado en un huerto de delicias inocentes, muy
semejante, y tal vez mejor, que aquel, de quien dice la Escritura: ‘Plantaverat autem Deum paradysum
voluptatis a principio, in quo posuit hominem quem formaverat’».
«¿Si esto será nuestra tierra, todavía viadora, en el juicio ó reyno de Cristo sobre los vivos, que
pensáis que será después de la resurrección universal, quando acabada toda generación y corrup-
ción; quando concluido, y consumado perféctamente todo el gran misterio de Dios con los hombres,
sea esta misma tierra sublimada á la dignidad altísima, y eterna, de corte, ó centro de unidad de todo
lo criado, ó del inmenso reyno de los cielos? ¿No es infinitamente verosímil, que se le añadan
entonces, mil ó un millon de grados de perfección física, y moral? ¿No es cosa digna de Dios, que
abunde, y sobreabunde su gracia, su bondad, su grandeza, y magnificencia infinita en aquel mismo
globo, donde tanto abundó la iniquidad? ¿En aquel mismo globo, en el qual verbum caro factum est?
¿En el cual exinanivit semetipsum? ¿En el cual crucifixus, mortus, et sepultus?».
En el fondo, en Lacunza, como más tarde en el chilenizado Bello con su preocupación por la
gramática y el Código Civil a fin de hacer más expedita la relación entre los hombres, (para que no se
molestaran en sus respectivos dominios), se observa un interés primordial por las cosas terrenales,
por lo concreto individual, por la materialidad y la comunicabilidad de las personas y cosas, por los
cuerpos y no sólo por las almas. Es ese mismo primor con que describe las cordilleras, los valles, las
flores, la tersura de las aguas Alonso Ovalle, casi recién terminada la Conquista, o con que se
deleitan en reproducir poco menos que fotográficamente a la naturaleza los pintores del siglo XIX y
principios del XX o los escritores criollistas o naturalistas.
Nosotros creemos que la cultura chilena, cuyo destino sería desentrañar la esencia de la
materia en sí, llegar a su entraña genital, como decía Neruda, forma parte, y ya lo hemos hecho
notar en estudios anteriores, de un alma que le es común al resto de la América hispana. El realis-
mo mágico y las diversas formas de abordar la realidad en Rulfo, García Márquez, Carpentier,
Vargas Llosa, Borges, Paz, M.L. Bombal, J. Donoso y J. Edwards, son una especie de delicada
devoción por dar transparencia a la materia, recoger su misterio, saber cómo es su tiempo, su
espacio, su alma íntima.
corredores estrechos, enrevesados, donde mientras más se avanza más lejos se está de toda
salida posible; no es el espacio abierto de Galileo, sino el denso, filamentoso, oscuro, casi homo-
géneo, propio de la materia bruta.
FIGURA 42: Pablo Neruda FIGURA 43: Vicente Huidobro FIGURA 44: Gabriela Mistral
«En García Márquez los personajes, pese a su individualidad propia, se desplazan dentro de
algo así como una inmovilidad de ellos mismos, del tiempo y del lugar. Hasta los seres fantasmales,
los viejos, los aparecidos, tienen poco de lo espectral venido de la muerte y son más bien idénticos
a como eran cuando vivos, siendo ya vivos, espectrales. Tales espectros no tienen levedad; arras-
tran la pesadez, la opacidad, el agobio de su propio cuerpo. Cuando su presencia no se hace
vigente por su actividad material, aunque se les suponga llenos de sabiduría, como Melquíades en
Cien Años de Soledad, caen en el olvido, se hacen invisibles, Lo mismo cabe decir de los espec-
tros rulfianos, que se pasean por Comala. La anterior novela sudamericana ha sido también un
abismarse ante la sorda impenetrabilidad de la materia: Güiraldes, Rivera, Gallegos, Azuela,
D’Acunha. El fulgor de la materia misma lo revelan Rubén Darío, Neruda y Huidobro, donde lo
oscuro, lo descascarado, se proyecta a ratos en fondos de luz inconmensurables, y sin embargo,
casi al alcance de la mano».
TEXTO COMPLEMENTARIO Nº 7
«LA POESÍA CHILENA: AVANZADA DE UNA CULTURA PROPIA»
El estudio de nuestra poesía, que, como decíamos antes, señala un paso hacia la madu-
rez de una cultura, muestra una viva fascinación por personas y cosas en su encarnación
material misma, fascinación por sus cualidades sensoriales, por sus secretos íntimos, por el
diálogo de lo material consigo mismo, por el sexo en su crudeza seductora, por los cuerpos
humanos, por el destino de los seres materiales, por la vida y la muerte, por las palabras que
la materia en su concreción individual presta al espíritu.
El amor a lo concreto material no se había dado hasta ahora en ninguna cultura y no deja
de admirarnos cuando lo vemos emerger con peculiar grandeza en Mistral, Neruda, Huidobro,
Rojas, Tellier y De Rokha. En esta poesía surge también por primera vez con fuerza la idea de
la muerte personal, de la temporalidad del hombre, de la sexualidad, del amor, del espacio
cósmico, el geográfico y el familiar que hasta ahora habíamos visto desdibujados en las diver-
sas manifestaciones de nuestro carácter. En Gabriela Mistral aparece la muerte como un bello
tránsito a otro mundo material parecido a éste:
El problema del chileno es poder romper la dicotomía de su alma entre un amor a las
cosas individuales concretas asibles con las manos, lo que llamaríamos una concepción táctil
del mundo -tal como la soñada por Ovalle, Lacunza y Bello- y su amor a las ciencias naturales
y humanas, o sea, a cosas susceptibles de ser cogidas a través de abstracciones matemáti-
cas. Solucionado eso, sería capaz quizás de crear a partir de una armonía superior de esos
amores, un saber nuevo que acoja a uno y a otro, que matematice al mundo, como quería
Galileo, pero sin despojarlo de lo rico de sus individualidades.
del conocer y del hacer como lo son la filosofía, la ciencia, la tecnología, el arte. Sería curioso
que sólo una ventana del alma se abriera y las demás quedaran herméticamente cerradas;
eso, por lo menos, no se ha visto hasta ahora, en ninguna cultura; al contrario, en ellas,
cuando aparece cualquier manifestación, sea en el arte, en la ciencia o en la técnica, empie-
zan rápidamente a surgir las otras. Lógicamente, dentro del desarrollo cultural, la palabra
rápido no significa cinco o diez años; puede tratarse de decenios, como también al revés, de
una irrupción brusca de personalidades notables y de la elevación del estado espiritual de todo
un pueblo o grupo de pueblos, como ocurrió en el siglo de Pericles y en el Renacimiento.
Una cultura alcanza su plenitud cuando los hombres llegan al estado de identidad
consigo mismos, confían en su mundo propio, crean una visión original y son capaces de
asimilar a fondo las demás culturas, sin ser absorbidos por ellas. Tal etapa puede iniciarse
cuando empieza la gran poesía, como en Grecia con Homero y en la Europa moderna con
Dante, partiendo de la hipótesis de que el hombre domina a los seres cuando encuentra su
nombre. Los seres, de acuerdo con Vicente Huidobro, tienen dos nombres: el convencional,
gracias al cual nos entendemos en el trato cotidiano, y el verdadero, encerrado dentro de la
esencia de cada uno y gracias al cual entramos en su secreto y posesión. Poseer el nombre
intrínseco, no el convencional, es intuir el fondo del ente, perderle el miedo, familiarizarse
con él, aprender a conducirlo, a admirarlo, a congraciarnos, a servirlo y ser servidos. La
aparición de nuestra poesía en el horizonte histórico como algo de validez universal indicaría
nuestra aptitud para aprehender los verdaderos nombres y por esa vía, aunque sea por
contraste, encontrar el nombre nuestro, el que nos identifica como pueblo con un destino
señalado y no como un obscuro y anónimo pueblo cualquiera. Es al lenguaje de la poesía al
que ahora debemos acoger, pues las demás manifestaciones de la cultura parecen prontas a
asomarse y florecer, pero aún no lo hacen de manera tan vigorosamente perceptible.
Lo dicho antes no significa que mientras no aparezca en vuelo tal cultura, no hayamos
sabido asimilar bien lo propio de las culturas vigentes y movernos con cierta soltura dentro de
ellas. La ingeniería, la agricultura, la medicina, la arquitectura, el derecho, las ciencias y la
tecnología chilenas no desmerecen de lo encontrado en cualquier pueblo avanzado y así lo
muestran algunas investigaciones científicas nuestras que son citadas hoy en todas partes.
Lo que no existe, no es por falta de inteligencia, sino en muchos casos por falta de recursos
económicos o de políticas adecuadas, porque a tal respecto no siempre nuestros políticos
han tenido conciencia clara de que la inversión en desarrollo científico, artístico y tecnológico
es fundamental para evitar el ocaso de un futuro propio.
Toda cultura abarca lo espiritual y lo material, pues de otro modo sería inconcebible;
sin embargo, cada una tiene una especial fascinación por alguno de estos aspectos y se
siente obligada a desentrañarlo, a mostrarlo, a señalarlo en toda su viva riqueza. Es justo por
el deseo de abarcar ambos aspectos que pueden ser fecundadas unas por otras. El que el
chileno y el iberoamericano, como hemos dicho, estén envueltos hacia la materia, no signifi-
ca que al mismo tiempo no se interesen por cuanto tenga que ver con el espíritu.
Los griegos, los romanos y los europeos llegaron a tener identidad en la medida en que
durante largo tiempo se dedicaron briosamente a asimilar como algo suyo lo creado por culturas
más avanzadas. Es preciso seguir en dicho camino de asimilación y producción para facilitar el
advenimiento de lo nuestro -aún en germen-, al mundo de las culturas creadoras y originales».
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: «Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración en el quehacer educativo» 87
ALTAZOR
ENTRADA A LA MADERA
(Residencia en la Tierra)
Pablo Neruda
a) ¿De qué manera la poesía chilena señala un paso hacia la madurez de nuestra cultura?
b) ¿De qué modo se da el amor a lo concreto en nuestros poetas? Explíquelo detallada-
mente.
c) Explique la afirmación de Gonzalo Rojas, en su obra «del relámpago»: Hay que captar
«la realidad detrás de la realidad, cogida a través de un relámpago».
d) ¿Cómo puede romper el chileno la dicotomía entre el amor a las cosas en su individua-
lidad y su amor por las ciencias?
e) Lo que augura la poesía en este tema, ¿de qué manera tendría que plasmarse en
otras áreas del saber?
f) ¿Cómo han alcanzado la plenitud cultural otros pueblos, según el texto?
g) En síntesis, ¿cuál es nuestra tarea como chilenos para alcanzar la plenitud de nuestro
desarrollo cultural original?
«El chileno parecería buscar ansioso la «materia» de la materia, o sea, su fondo cons-
titutivo dinámico y abisal, tal como el europeo... busca con idéntico fervor el «alma» del alma.
La materia para el chileno se revela en su poesía como algo sagrado, a lo cual es preciso
acercarse con recogimiento y nunca es mera expresión de fuerzas reductibles sólo a fórmu-
las matemáticas como para europeos o norteamericanos. La físico-matemática, la biología,
recogen para estos últimos, lo básico de las cosas vivas y muertas; para el chileno son un
paso muy importante a fin de manejarlas y conocerlas, aún cuando lo que le atrae más lejos
es ese fragor misterioso que logra divisarse al trasluz, detrás de lo configurado por dichas
ciencias, «a realidad detrás de la realidad, cogida a través de un relámpago», como dice el
poeta Gonzalo Rojas. (A. Roa ).
90 «Identidad Cultural Chilena»
5. Algunos rasgos del español de Chile como elementos de nuestra identidad cultural
Una de las manifestaciones más relevantes que siempre caracteriza a una cultura determi-
nada es la lengua que ese pueblo habla. En el caso de Chile, se trata de la lengua castellana,
heredada de los conquistadores españoles y que durante su permanencia entre nosotros ha expe-
rimentado cambios, ha evolucionado como toda lengua viva. Ese conjunto de modificaciones pro-
ducto de su uso cotidiano formal e informal, oral o escrito y literario o no ficcional ha configurado una
variedad dialectal de la lengua castellana que tiene algunos rasgos característicos; sin embargo, es
necesario precisar que ninguno de ellos es exclusivamente chileno. No tenemos que olvidar que la
lengua castellana tiene una muy amplia difusión geográfica y es hablada por millones de personas.
No obstante, todos quienes hemos tenido el privilegio de salir más allá de nuestras fronteras,
en particular, a otros países hispanohablantes, hemos experimentado el hecho de que basta una
pequeña conversación para que se nos identifique como chilenos. Estoy plenamente consciente
de que este manual no está dirigido a lingüistas o sólo a profesores de castellano o de idiomas, de
modo que trataré de presentar los aspectos más relevantes y generales, tratando de disminuir al
máximo los tecnicismos innecesarios. Sin embargo, para quienes se interesen en ampliar más sus
conocimientos sobre el tema, daré alguna información bibliográfica adicional en la rúbrica «Para
saber más». De igual manera, la anotación fonética ha sido simplificada y aproximada a la escritura.
En el plano fonológico, el castellano o español hablado en Chile comparte con todos los
países de Hispanoamérica, la eliminación del fonema interdental /z/ y del fonema lateral palatal /ll/
del español peninsular. Tiene, en consecuencia, veintidós fonemas, cinco vocálicos y diecisiete
consonánticos.
En el uso informal es posible detectar algunos fenómenos fonéticos que son frecuentes en el
uso popular, pero que ganan terreno en todos los estratos sociales, sobre todo por la existencia de
una moda que tiende a preferir los usos menos normativos y que tiende a percibir el buen hablar
como algo sofisticado y un poco «snob». En el grupo consonántico /tr/, la consonante /r/ tiende a
asibilarse, es decir, a ser pronunciada como una consonante fricativa sorda apicoalveolar, en lugar
de la consonante vibrante simple apicoalveolar correspondiente: «tres» *treh*, «cuatro» *cuatro*. La
consonante africada palatal sorda /ch/ tiende a perder su carácter de africación al debilitarse el ele-
mento oclusivo clave en su articulación. Sólo queda el elemento fricativo sordo, así /ch/ deja de
pronunciarse como *tsh* para tender a pronunciarse como *sh*: así «muchacho» o «Chile», por
ejemplo, en lugar de pronunciarse de acuerdo a la norma como *mutshatsho* o *tshile*, se tienden a
pronunciar como *mushasho* o *shile*. Algunas consonantes finales tienden a desaparecer fácil-
mente: «universidad» *universidá*, «cassette» *casé*, «Carlos» *carlo*. Lo mismo ocurre con las
consonantes /b/ o /d/ en posición intervocálica: «había» *aía*, «todavía» *toaía*. Algunos diptongos
tienden a simplificarse: «dieciocho» *disiotsho* , «Augusto» *agusto*, «inauguración» *inaguración*,
«eucaliptus» *ocalipto*. Se tiende a eliminar algunas sílabas: «estamos» *tamoh*, «puntada» *puntá*,
«cohete» *cuete*, «para» *pa*. A veces se cambia el timbre de una vocal: «comisaría» *comisería*,
«ampolla» *empoa*, «mochila» *muchila*. Estos cambios son el resultado a veces de fenómenos de
asimilación: «resbalar» *refalar*, «rasguñar» *rajuñar*, «carne» *canne*, «Carlos» *callo*, etc.
En el plano morfológico sólo presentaremos el caso del paradigma de los pronombres perso-
nales asociados a la conjugación verbal, ya que el castellano hablado en Chile relega el uso de
«vosotros» al registro ultra formal de los discursos oficiales y, muy particularmente, a los discursos y
prédicas oficiales eclesiásticas; en el uso formal e informal se lo ha reemplazado por «ustedes». Se
ha incorporado en el uso informal y popular además el «vos», paralelo a «tú», que presenta una
forma diferente al voseo argentino. Se incorpora también «usted» en una función de cortesía y respe-
to que tiene además una marca de distanciamiento. Veamos la síntesis en el esquema propuesto por
L. Sáez en su artículo: «El español de Chile en las postrimerías del Siglo XX», publicado en «Litera-
tura y Lingüística. Homenaje al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, Sede de Valparaíso»,
editado por la Editorial Puntángeles de la Universidad de Playa Ancha de Valparaíso, en el año 2000:
92 «Identidad Cultural Chilena»
Singular Plural
canto cantamos
1. yo como nosotros comemos (comimos)
vivo vivimos
cantas/cataí
2. tú (vos) comes/comih
vives/vivih cantan
ustedes comen
canta viven
usted come
vive
canta cantan
3. él/ella come ellos/ellas comen
vive viven
Anglicismos en el Fútbol
Me parece que estos ejemplos nos indican quizás la ruta que seguirá nuestro dialecto para
integrar esta multitud de préstamos lexicales del inglés y de otras lenguas. No olvidemos, además,
que en este asunto está también el tema de las modas y de nuestra idiosincrasia cultural abierta y
fascinada con lo extranjero, pero además en este mismo sentido juega a favor de mi optimismo
realista nuestro rasgo, que indica nuestra permanente actitud de asimilación y adaptación de lo que
viene de afuera hasta que lo hacemos nuestro.
Otro aspecto del léxico del dialecto chileno que tiene alguna gravitación en la identidad es el
gusto del chileno por los términos y expresiones de carácter obsceno, de clara marca sexual y
genital. Este lenguaje coprolálico goza de gran popularidad y vitalidad, fomentado y ulilizado por
cómicos, humoristas y artistas, de habitual presencia en el lenguaje coloquial y convivencial juvenil y
de adultos de ambos sexos. Es frecuente encontrar en los baños de los recintos universitarios algu-
nas propuestas «sui generis» de tareas, en las que se invita a los visitantes a ponerle diversos
nombres al pene, a los testículos o a la vagina y, a veces, a lingüistas que recogen tan valioso corpus
para sus sesudos estudios y análisis semánticos, que luego leemos en revistas especializadas o en
publicaciones «ad hoc» como «La palabra huevón» de Cosme Portocarrero, publicada por LOM
Editores, en Santiago de Chile en 1998 o «Hueva y sus derivados. Una familia léxica del español
común e informal de Chile» en «Estudios lingüísticos en memoria de Gastón Carrillo Herrera», Bonn,
1983. Esta lexía ha sido objeto preferente de estudio por su alta productividad terminológica y su
variada funcionalidad morfológica, que ustedes pueden apreciar en el siguiente ejemplo: «¡Putah el
huevón huevón, huevón! cuyo equivalente formal podría ser: ¡Increíble el individuo estúpido, amigo!
Este tipo de lenguaje incluso ha alcanzado la consagración literaria en la pluma de nuestro antipoeta
94 «Identidad Cultural Chilena»
Nicanor Parra, quien ha creado artefactos antipoéticos como el siguiente: «¡Aló! ¿Con la Casa de la
Cultura? ¡Sí, Conchetumadre!» o en la obra de teatro «La Negra Ester» de Roberto Parra, dirigida
por Andrés Pérez, de la cual les ruego escuchar las canciones «Un zapatero celoso» y «Cueca el
fundo de oro» en la vigésimo novena pista del CD que acompaña este manual. La cita parcial está
tomada del álbum «Gran Circo Teatro presenta La Negra Ester», editado por Sony Music.
El último aspecto lexical que deseo abordar se refiere al carácter «poético metafórico» que
podemos encontrar en un importante conjunto de expresiones que reflejan muy bien nuestra identidad.
Al hablar de poético metafórico se puede creer que deseo hacer referencia al lenguaje propio de
nuestra rica cohorte de poetas que enriquecen nuestra cultura con sus obras. Sin embargo, no se trata
de ellos, sino de los hablantes populares que usan nuestra lengua con toda soltura y holgura creativa.
He aquí sólo algunos ejemplos: «anteojos poto de botella», «potoloco», «jardín de tiras», «andar con
los cables pelados», «pasado por la cola del pavo», «no tener ni para hacer cantar un ciego», «andar
a patadas con los piojos», «como ají en el poto» y «pegarse los alcachofazos». Detengámonos en esta
última expresión. Se trata de golpearse a sí mísmo con un conjunto de alcachofas que, como sabe-
mos, son espinudas; además, la palabra va acompañada del sufijo «azo», que es un aumentativo, es
decir, me golpeo con fuerza con unas alcachofas grandes. Todo esto para decir «percatarse», «darse
cuenta» o «percibir». No cabe duda de que estamos ante un uso metafórico en plenitud.
TEXTO COMPLEMENTARIO Nº 8
EL ESPAÑOL DE CHILE EN LAS POSTRIMERÍAS DEL SIGLO XX *.
Este texto ha sido tomado de los acápites introductorios del artículo «El español de Chile
en las postrimerías del siglo XX» de Leopoldo Sáez Godoy ya citado. Por la actualidad de sus
comentarios y afirmaciones, se integra perfectamente en el contenido de nuestro manual.
* Extractos de la Introducción.
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: «Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración en el quehacer educativo» 95
«1. No espero suscitar ningún enconado debate, si sostengo que el mundo ha cambiado
muchísimo en los últimos veinte años y que estos cambios han ido en desmedro del manejo de
las habilidades lingüísticas. Se aprecia en todos los niveles una marcada preferencia por el icono
en reemplazo de la palabra, por los flippers, videojuegos y juegos computacionales en lugar de la
lectura de cuentos, por el test y las pruebas de selección múltiple frente a la redacción de un
texto. La misma situación la viven la literatura frente al cine y el video; el diálogo frente a los
efectos especiales y la acción; en Chile, las ciencias «duras» frente a las «blandas».
Esto ha llevado a que en España, Estados Unidos, Argentina exista una gran insatis-
facción por la creciente incapacidad en el manejo de la lengua estándar en su variedad
formal. Como no es éste un problema exclusivo de los chilenos, es muy probable que sus
causas tampoco sean exclusivamente nuestras y tengan un alcance mucho más general.
En Chile se lee y se escribe poco. Los libros tienen tiradas reducidas y son mucho más
caros que en México, España o Alemania. Tampoco son muy leídas las revistas o periódicos,
que se financian por el avisaje. Para los lectores habituales se ha hecho evidente un deterio-
ro en el trabajo de los correctores de pruebas. Incluso en los diarios más tradicionales, ade-
más de las erratas habituales, con alarmante frecuencia aparecen gruesos errores, que hu-
bieran sido un escándalo en otros tiempos.
Hasta hace poco tiempo en la radio y la televisión se encontraban los modelos del
buen hablar. Hoy la informalidad y, en ocasiones, la vulgaridad han invadido estos medios,
especialmente las radios AM. Los programas juveniles, de conversación, de curaciones mila-
grosas (gracias a, por ejemplo, «la aleta de tiburón potenciada»), de conversión religiosa, de
solución de problemas sentimentales suelen tener a mal rentados conductores o animadores
de un bajísimo nivel cultural, no aptos como modelos de habla oral formal.
«La cultura del político del primer Senado constituyente era impresionante. Tenía la
capacidad de hacer una improvisación y citar a Plutarco o un pasaje de Shakespeare, hablar
de Platón y de pasearse por las ideas del mundo. Eso hoy no se da».
Y en el otro lado del espectro político, Volodia Teitelboim (1916, abogado, literato y fino
crítico) tiene la misma opinión:
96 «Identidad Cultural Chilena»
«La oratoria política es el reflejo del espíritu y la mentalidad de una época. Durante el
siglo pasado, el género alcanzó un nivel sobresaliente en los llamados Padres de la Patria /.../
Hoy la oratoria ha muerto y esto tampoco es para ponerse a llorar, pero, como hombre que
estuvo en el Parlamento, veo en él un empobrecimiento gradual del lenguaje, lo que no es más
que el reflejo de lo que sucede en el país. En Chile se habla un castellano deficiente, la gente
modula mal y apenas se las arregla con un escaso vocabulario». El Sábado, 60, 8-5-99.
La tradicional radio Andrés Bello, que sólo difundía música clásica, tuvo que cerrar. Las
universidades, por problemas presupuestarios tienen serias dificultades para mantener sus
orquestas, conjuntos de teatro, cuerpos de ballet, coros, radios.
A todo este ambiente cultural general hay que agregar la situación de la enseñanza
escolar, que, por fortuna, se ha convertido en un programa central del gobierno. Sin entrar en
mayores detalles, citemos algunos factores negativos: masificación de la enseñanza, cursos
demasiado numerosos, profesores mal pagados y sin prestigio social, locales con infraestruc-
tura deficiente, errada concepción de la enseñanza de la lengua materna, alumnos desmotivados.
Como podía esperarse, los resultados no han sido satisfactorios: los egresados de la
enseñanza media no son capaces de leer comprensivamente ni de redactar aceptablemente
en la variedad formal (olvidemos, piadosamente, la ortografía); tampoco entienden ni mucho
menos hablan lenguas extranjeras; los hablantes indígenas olvidan su lengua y no alcanzan a
aprender el castellano.
Esto sin duda debe guardar relación con otras características nacionales. No nos gusta
llamar la atención y nos molesta muchísimo que alguien se destaque. Los chilenos usamos
ropa de pocos colores y muy apagados. Nuestras casas están muy alejadas del colorido de las
mexicanas, por ejemplo. Hablamos en voz baja, somos casi inaudibles para los españoles. Y
en Santiago evitamos sistemáticamente el contacto verbal con desconocidos. En los taxis
colectivos es normal que los cuatro o cinco pasajeros que comparten el estrecho espacio
durante a lo menos media hora, eviten mirarse y no intercambien palabra alguna, lo que sería
absolutamente insoportable para un cubano.
Se ha creado una cultura internacional en la que los jóvenes de todo el Imperio usan
jeans, t-shirts con leyendas en inglés, zapatillas de tenis, comen hamburguesas y hotdogs,
papas fritas con ketchup, escuchan; tecno, rap, new waves, hip hop; asisten a idénticos
conciertos de los mismos conjuntos musicales que recorren el mundo, ven las mismas pelí-
culas, devorando cantidades increíbles de pop corn y bebiendo bebidas colas. En los confi-
nes del Imperio, en Chile, estamos empezando a celebrar el halloween. Poco nos falta para
incorporar el thanksgiving y el Independence Day.
Estamos más abiertos que nunca a posibles influencias de otros dialectos del español.
En la televisión vemos programas españoles, telenovelas (culebrones) argentinas, mexicanas,
venezolanas. Las películas están dobladas en Puerto Rico y México.
Estos anglicismos no coinciden necesariamente con los de otros dialectos. Por ejem-
plo, en Chile desconocemos, afortunadamente, la familia flipar-flipada- flipado-flipador- flipante-
flipero- flipeta- flipota. No usamos pil y nuestros pilosos son los tradicionales.
No he percibido una gran influencia de los dialectos del español que nos son familiares
a través de la televisión y del cine. Sólo en el lenguaje infantil ha habido algún uso de expre-
siones de «El Chavo del 8» (un programa mexicano) como «sin querer, queriendo» o el uso
más extendido de menso «tonto, torpe», chispotearse «equivocarse».
Se nos van haciendo conocidos elementos culturales muy alejados. De los kuchenes, ñoquis
y lasañas, incorporados hace mucho, pasamos a los wantanes, chapsui, sushi, sashimi, tacos,
terrinas. Los más sofisticados están disfrutando de las ciboulettes y del «aceto balsámico».
98 «Identidad Cultural Chilena»
- El Español de Chile
Prácticamente todos los chilenos hablamos español. Según el censo de 1992, Chile
tiene 13.348.401 habitantes. El 83,5% vive en centros urbanos (11.140.405) frente al 16,5%
(2.207.996), que todavía permanece en las zonas rurales. En la Región Metropolitana viven
5.257.937 personas. Los pueblos autóctonos hablan también español, en muchos casos, en
forma muy rudimentaria. No ha sido determinado con rigor el número de hablantes de lenguas
indígenas mono- y bilingües. En el censo de 1992, se registran 926.060 mapuches, 48.477
aymaras y 21.848 rapanui mayores de 14 años. Dannemann-Valencia, 1989 tienen cálculos
aproximados muy diferentes: 464.475 hablantes indígenas: 200 aymaras, 250 aymara-quechuas,
2.000 kunsas, 460.000 mapuches, 20 kawaskar, 5 yaganes, 2.000 pascuenses.
¿Cómo caracterizar la situación del español en Chile? Indicaré sólo algunos de los as-
pectos más generales:
La lengua común coloquial sigue evolucionando «motu proprio» o por influencia de otros
dialectos del español. Como siempre, la fonética y la morfosintaxis lo hacen en mucho menor
medida que el léxico.
Avance al parecer incontenible del registro informal hacia las situaciones formales: es-
pacios de conversación televisados, clases magistrales, discursos. Nuevo es el ingreso tímido
del registro vulgar en el lenguaje público. Esta situación ya se ha hecho habitual en programas
cómicos o juveniles de radio y televisión. Incluso en la prensa escrita he documentado expre-
siones consideradas vulgares como cara de poto, carerraja «cínico, fresco», cartucho «pudi-
bundo», cartuchismo. Es sólo el comienzo, que puede convertirse en un torrente, si se registra
un aumento interesante del «rating».
Gran difusión del lenguaje juvenil, que se extiende hacia la lengua común informal (no
estar ni ahí, amermelada, aperrar, atinar, hacer atado, estar en otra, arrugar, chanta, cachar,
estar chato/apestado, pasarlo shansho). Algunos de los términos han nacido en la lengua
vulgar o del hampa (bacán, mina/o, piola, quedar /con/ cuello, pulento, marcar ocupado).
Un solo ejemplo de la penetración del lenguaje juvenil: el presidente de uno de los parti-
dos de derecha hizo las siguientes declaraciones a la prensa:
«Si la derecha aperra con Lavín, Lavín va a ganar. Si la derecha arruga, Lavín va a
perder». D8, 4-4-99 (Alberto Espina, 1956, abogado).
Hay aquí una situación algo extraña y contradictoria, ya que los jóvenes, por un lado,
son un grupo segregado en cuanto a la ocupación, pero, por otro, lo joven se ha convertido
cada vez más en un valor en sí y en un mercado apetecible. El lenguaje juvenil ha alcanzado
un «status» y una difusión que no había tenido antes. Se aprovecha para la publicidad. Es la
base de las telenovelas.
La inseguridad provoca ultracorrecciones (palear, espúreo, arrear la bandera), que son una
reacción a expresiones del tipo lión, tiatro, de uso general.
Se puede reconocer a un chileno con suma facilidad. Si escucha a alguien que dice:
«Al tiro vuelvo, on» con una difusa terminación -on casi ininteligible y trata a las mujeres de
«m’hijita», puede estar seguro de que está frente a un chileno auténtico. Normalmente tiene
una articulación relajada, un tono suave, una intensidad baja.
La mujer chilena tiene un ritmo más rápido que el hombre, con un timbre agudo y su
afán expresivo es tan grande que es capaz de seguir hablando aún cuando se le acabe el
aire de los pulmones.
a) Redacte su opinión acerca de lo expuesto por Sáez en relación a los argumentos que él da
para explicar el deterioro del uso de nuestro idioma, no sólo en la vida cotidiana, sino sobre
todo el ámbito político y en los medios de comunicación de prensa, radio y televisión.
b) Redacte su opinión acerca del problema planteado por Sáez del no logro de los objeti-
vos fundamentales y contenidos mínimos en el área de Comunicación y Lenguaje en la
Reforma.
c) Indique algunos ejemplos que ilustren el uso de términos del lenguaje juvenil en el uso
general del español de Chile, distintos a los presentados por Sáez.
1) Señale sucintamente los rasgos que caracterizan a la variedad chilena del castellano en
el plano:
a) fonológico,
b) fonético,
c) morfológico y
d) lexical.
4) Elabore una breve unidad temática sobre este tema para trabajarla con sus alumnos.
Propóngase objetivos específicos que les permitan valorar críticamente estos rasgos de
nuestro idioma.
100 «Identidad Cultural Chilena»
6. Intolerancia y discriminación
Estos rasgos de nuestra identidad cultural tienen raíces antiguas y, desgraciadamente, no son
exclusivamente chilenos. Sobre todo en los últimos años hemos visto recrudecer manifestaciones de
estos rasgos en distintos puntos del planeta y son a veces la causa de enfrentamientos bélicos entre
naciones y pueblos, pero también se presentan al interior de algunas naciones de diverso nivel de
desarrollo socioeconómico y cultural, generando conflictos interétnicos y entre grupos sociales. En
nuestro país, diversas organizaciones sociales y académicas están estudiando el fenómeno por medio
de algunas encuestas de opinión. Recientemente se han dado a conocer los resultados del último
estudio realizado por la Fundación Ideas, con el patrocinio de la División de Organizaciones Sociales
de la Secretaría General de Gobierno y la participación del Instituto de Sociología de la Universidad de
Chile. La «Segunda encuesta sobre intolerancia y discriminación» señala que el 51% de los 1.100
entrevistados considera que los pobres lo son, porque no se han esforzado. El 47% opina que las
desigualdades sociales son necesarias para el buen funcionamiento de la economía. El 60% tiene
temor de acercarse a los pobres, etc. Está en incremento el desarrollo de actitudes clasistas, fruto de las
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: «Algunos rasgos de la identidad cultural chilena y su integración en el quehacer educativo» 101
diferencias en la posesión de bienes y en el privilegio que la sociedad chilena da al tener: tipo de vehículo,
tipo de vivienda y barrio en que ésta se ubica, lugar de veraneo, marca de las vestimentas, tipo de colegio
donde estudian los hijos, etc. El modelo neoliberal aparece como principal causante de esta situación.
Felizmente, como ya lo hemos dicho antes, esta situación empieza a modificarse y vemos con
cierta esperanza y optimismo que ella pueda modificarse sustancialmente. Las mujeres también han
sido objeto de actitudes discriminatorias por un largo tiempo, suscitando reacciones feministas de
variada índole e intensidad. Sin duda que esta actitud es tributaria del machismo, que ha caracterizado
por siglos a nuestra sociedad. Se perciben en el horizonte algunos cambios alentadores al respecto en
las nuevas generaciones, pero juega en contrario la propia actitud de las mujeres que, cuando son
madres, transmiten a sus hijos e hijas nuestro secular machismo al regalonear en exceso a sus hijos
varones, liberándolos de los deberes hogareños básicos. Así se siguen formando generaciones de
hombres inútiles, cómodos y dependientes, incapaces de asumir y valorar el trabajo del hogar y las
tareas comunes de formación de los hijos. Nosotros mismos, como profesores, nos quejamos de la
permanente ausencia de los papás en las reuniones de apoderados, en las actividades de apoyo al
aprendizaje de sus hijos y en las actividades de escuelas y colegios.
Existen también claras actitudes discriminatorias hacia algunas minorías sexuales, tales como
los homosexuales y las lesbianas, a quienes se les considera a veces como personas indeseables,
degeneradas y de segunda categoría. Lo mismo ocurre con los lisiados, los enfermos de sida y quienes
sufren de enfermedades mentales. En una sociedad donde lo juvenil está de moda, no es extraño
descubrir una actitud discriminatoria con los viejos o incluso con personas que aún no llegan a la
tercera edad. Esto se aprecia en la gran dificultad que ellos tienen para conseguir un nuevo trabajo, si
lo han perdido; en el abandono que muchos de ellos sufren de parte de hijos y familiares, etc.
Como podemos apreciar, esta actitud atraviesa transversalmente diferentes aspectos de nues-
tra vida social y se requiere de nuestra parte un enorme esfuerzo para modificar sustancialmente esta
situación, especialmente de parte nuestra: los educadores. Como ya lo expresé más arriba, creo que si
a este respecto hacemos bien nuestro trabajo, habremos ayudado significativamente a nuestra sociedad
102 «Identidad Cultural Chilena»
para que todos tengamos una vida más equilibrada, valorada e integrada, en la que cada uno de nosotros
tenga su espacio para ser, de acuerdo a su cultura, etnicidad, sexualidad, género o nivel de ingresos,
sintiéndose respetado y considerado en la construcción de nuestro destino futuro como pueblo.
Hay fundamentos espirituales, culturales y sociales para considerar que es mejor una
sociedad cimentada en valores de tolerancia, respeto y consideración del otro como un ser
humano tan valioso como yo. Contribuyamos con lo mejor de nosotros mismos para que
nuestro querido Chile se libere de estos flagelos, que tanto daño le han hecho y le hacen.
Nuestras futuras generaciones nos lo agradecerán, pues es la mejor herencia que les pode-
mos dejar.
En este tema encuentran especial cabida los grandes libros fundamentales de varia-
das corrientes espirituales y religiosas: La Biblia, el Corán, etc. De manera más precisa, este
tema también es tratado en el libro «La Identidad Chilena» de J. Larraín, ya profusamente
citado en este manual.
7. La religiosidad
Este tema ya lo hemos tocado parcialmente cuando expusimos el tema del sincretismo cul-
tural. No obstante, es necesario señalar que este rasgo forma parte de nuestra identidad cultural
por nuestra herencia histórica y, sobre todo, por la vigencia actual que éste tiene. No olvidemos que
en el censo de 1992 las cifras de creyentes son altas, ya que bordean el 75% para los católicos y
un 15% para los evangélicos. Hay, además, presencia en nuestra sociedad de importantes peque-
ños grupos que profesan otras creencias. La ampliación del tratamiento de este temática seguirá
una metodología diferente, ya que hemos preferido reunir algunos importantes artículos de prensa
que la tratan desde diferentes perspectivas. Estos artículos los hemos incluido en la parte final de
los textos anexos que a continuación se presentan.
«Identidad Cultural Chilena» 103
GLOSARIO
Adstrato: Lengua cuyo territorio es contiguo al de otras sobre la cual influye. Dícese de la capa
geológica que se encuentra al lado de otra capa. En el presente manual se refiere a la presen-
cia de una cultura que convive al lado de otra en una relación «adstrática» de mutuas influen-
cias.
Cultura 1 (RAE): «1. Cultivo. 2. Resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de
afinarse por medio del ejercicio de las facultades intelectuales del hombre. 3. Conjunto de
modos de vida y de costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, in-
dustrial, en una época o grupo social, etc. 4. Conjunto de las manifestaciones en que se
expresa la vida tradicional de un pueblo».
Cultura 2 (M.E. Grebe): «El concepto cognitivo de cultura se refiere a un sistema de ideas y signifi-
cados compartidos, de diseños conceptuales y de contenidos subyacentes. Se concreta en los
conocimientos y creencias, frutos del aprendizaje y experiencia acumulada por los seres hu-
manos. Por lo tanto, la cultura puede comprenderse como un sistema ideacional, en contraste
y complementación con el concepto de sociedad como sistema conductual». El enfoque
interpretativo-simbólico profundiza el concepto, señalando que «la cultura gravita en represen-
taciones simbólicas productoras de significado, cuyo potencial explicativo se manifiesta en
niveles tanto explícitos como implícitos, expresándose en contenidos subyacentes rescatables
mediante la descripción densa. En esta perspectiva, la cultura puede ser comprendida como
un sistema simbólico expresado en significados compartidos.
Globalización (A. Giddens): «Intensificación de las relaciones sociales universales que unen a
distintas localidades, de tal manera que lo que sucede en una localidad es afectado por suce-
sos que ocurren muy lejos y viceversa».
Mestizaje: Cruzamiento de razas diferentes. Mezcla de culturas diferentes que dan origen a una nueva.
Préstamo: En lingüística, se refiere al elemento lexical u otro que una lengua toma de otra y que no
pertenece al conjunto patrimonial lexical. Existen préstamos de diferentes orígenes lingüísticos
en el castellano hablado en Chile. Se llama indoamericanismo al léxico tomado en general de
las lenguas de la América indígena. Mapuchismo, al léxico tomado de la lengua mapuche o
mapudungun; aymarismo, al tomado de la lengua aymara; quechuismo, al tomado de la len-
gua quechua; galicismo, al tomado de la lengua francesa; anglicismo, al tomado de la lengua
inglesa; germanismo, al tomado de la lengua alemana; etc.
Red léxica: Conjunto de palabras que permiten cubrir y caracterizar un campo semántico o de
significación de un concepto o tema.
Rehue: Es un poste sagrado que sitúa a una comunidad mapuche en la tierra; es como «Axis
mundo» un eje que une ritualmente el cielo con la tierra para que así la existencia adquiera
sentido.
104 «Identidad Cultural Chilena»
Transculturación (RAE): Recepción por un pueblo o grupo social de formas de cultura proceden-
tes de otro, que sustituyen de un modo más o menos completo a las propias.
ANEXOS 105
Material instruccional de apoyo al curso:
ANEXOS
TEXTOS ANEXOS
Los textos que a continuación se incorporan están tomados de diferentes medios impresos,
en particular, de algunas revistas de circulación semanal o mensual editadas en nuestro país o de
ediciones dominicales de «El Mercurio» de Santiago. Ellas reflejan visiones de un instante del
desarrollo de nuestra identidad y dan cuenta de algunos rasgos que pueden ilustrar algunas de
nuestras más comunes características.
ANEXO Nº 1
108 «Identidad Cultural Chilena»
SATISFECHO
EL SA FAMILIAR
TISFECHO FAMILIAR (22%) "En cuanto a las características demográfi-
cas de los encuestados que conforman este grupo
Este chileno es un "agradecido de la vida, ya tiende a haber una mayor presencia de personas
sea porque ha logrado mucho o porque ha podido que trabajan y de personas perteneciente al es-
mantener un modo de vida que estima deseable. trato socioeconómico medio-alto".
Vive en la confianza de que su principal anhelo -
el tener una vida familiar estable y sana- es algo
con lo que puede contar. Incluso tiene tiempo para FAMILIAR
EL LUCHADOR FAMILIAR (22%)
pensar en sí mismo. Ha logrado armonizar sus
grandes tensiones, su responsabilidad con la fa- La principal preocupación de este chileno o
milia y su realización personal. Su satisfacción chilena es "mantener el orden y la decencia en la
vital se funda en ese equilibrio". familia. Su identidad personal radica ahí: se de-
fine por su familia. Esta visión se ve reforzada
"En este grupo hay mayor tendencia hacia por su religiosidad; es creyente y practica asi-
individualización. Esto se refleja, entre otros ras- duamente su religión, observándose una presen-
gos, en la certeza de que son sus propias decisio- cia importante de evangélicos. El mundo exter-
nes y opciones vitales las que construyen el fu- no le atrae poco. Le importa en la medida en que
turo. A esta autoimagen, le acompaña una rela- le pueda aportar recursos y apoyo para cumplir
tiva tranquilidad en lo económico, pues los in- su objetivo privado. Su tiempo libre lo emplea en
gresos familiares alcanzan para satisfacer las ne- buscar formas de mejorar su situación familiar,
cesidades del grupo. Lo anterior hace que el sa- y en la televisión, prefiere información útil que le
tisfecho familiar no se haga muchos problemas haga más fácil la vida. En general tiene pocos
con el consumo. Se preocupa de adquirir las co- amigos y no realiza actividades culturales; tam-
sas que le gustan y puede hacerlo, pero lo ve como poco la participación social está entre sus intere-
una fuente más de gratificación entre varias va- ses".
riables".
"No siempre puede cumplir la misión de man-
"En su tiempo libre tiende a realizar activida- tener su ideal de familia. De hecho, siente que los
des que le proporcionan una gratificación indivi- ingresos no le alcanzan. Sus expectativas para el
dual: deportes, lectura, música, hobbies. En ge- futuro son inciertas, pues los cambios de la eco-
neral, tiene un buen nivel de consumo cultural". nomía le han significado una pérdida. El consu-
mo no representa una fuente importante de inte-
"En este grupo se observa una preocupación gración a la sociedad, ya que sólo puede adquirir
especial por la calidad de las relaciones huma- lo básico. Estas dificultades, sumadas a que sue-
nas de las cuales sus miembros participan. Esto le retraerse a su mundo privado, lo vuelven algo
se refleja en que la vivencia de la amistad y la desconfiado e intolerante frente a los otros. Sólo
sociabilidad ocupan un lugar muy importante en su familia puede encontrar algo de descanso y
en su vida". apoyo".
ANEXOS 109
"Los luchadores familiares suelen ser perso- cuyos resultados son perceptibles para los demás.
nas de clase media baja que se encuentran en los Pero el consumo no es todo. Ser más también es
tramos superiores de edad. Hay casi la misma ser reconocido e integrado por los otros".
proporción de mujeres y de hombres. Normal-
mente, mantienen a muchas personas, entre hi- "Superarse es un deseo que le provoca ansie-
jos y parientes, por eso pueden sentir que su vida dad, pues esa tarea no es fácil y teme a la frustra-
es una responsabilidad pesada". ción. Cree que la meta es algo difusa, los aliados
escasos, los logros algo inestables y el camino so-
litario. Su principal fuente de inseguridad radi-
CONFORMISTA
EL PROVEEDOR CONFORMISTA (20%) ca en que cree que no controla las variables más
importantes que se juegan en esta búsqueda. Vive
A este personaje "no lo mueven grandes idea- asustado de las circunstancias, que en cualquier
les. Tiene claro que su principal responsabilidad momento pueden volverse adversas. En esta bús-
es hacia sus hijos y que satisfacer sus necesida- queda, el valor está en no conformarse nunca".
des es lo único realmente importante. Por lo tan-
to, se entrega al cumplimiento de esa tarea con "Para estas personas, la familia es un espacio
toda su energía. Esta tarea se satisface en su donde cada uno aprende a relacionarse con los
mente con el cumplimiento de la labor básica de demás. La práctica religiosa está presente en sus
proveer los elementos necesarios para que su fa- vidas en una buena proporción, tal vez como una
milia esté bien. Si lo logra, experimenta una sen- manera más de integración social. Ven televisión
sación de labor cumplida, y no pide otra recom- para sentirse acompañados. Aparte de eso, su
pensa que la simple posibilidad de descansar y consumo cultural es escaso".
recuperar fuerzas".
"Una alta proporción de los que se ubican en
El proveedor conformista no persigue una este grupo señala no tener amigos, sino sólo co-
imagen ideal de familia. Cuidar de sus hijos es lo nocidos. A pesar de ello, buscan establecer rela-
que hay que hacer y lo hace; con esto basta y ciones con otros, especialmente en su tiempo li-
sobra. En ese sentido, hay en él algo de inercia o bre. Eso parece una buena manera de encontrar
un nivel de aspiraciones muy básico. Quizá por reconocimientos, así como de buscar fuentes de
eso mismo, no se siente más ganador ni más per- oportunidades que hagan más fácil su tarea de
dedor que el resto de las personas. ser más".
"Lo central para el individuo estilizado son teresa la política ni están inscritos en los regis-
sus propios proyectos y valores. Su identidad se tros electorales".
define por la autenticidad con que los construye
y defiende. Sus actividades se orientan por este "Son, de preferencia, hombres jóvenes que per-
criterio; busca autorrealizarse en todo lo que hace. tenecen al estrato medio-alto. No tienen grandes
El tiempo libre lo usa para crecer como persona, responsabilidades frente a otras personas. Suelen
y en el consumo encuentra la oportunidad para ser solteros y se observa en ellos una mayor pro-
construirse la imagen deseada y, con ello, darse porción de separaciones matrimoniales que en el
un gusto. El consumo cultural ocupa un lugar resto de los grupos. Tienden a no tener una pareja
importante en las actividades de autorrealización. estable. En general, poseen una alta autoestima y
De él o ella, puede decirse que diseña su vida de se mueven con confianza por la vida".
acuerdo a sus deseos y muestra su identidad ante
los demás. Ellos estilizan sus vidas».
EL MARGINADO DESCREÍDO (10%)
"Los individuos estilizados no son
individualistas. Tienen muchos amigos y creen "Mira con desconfianza el mundo en que vive.
que hay que interesarse por el futuro del país. No porque siente que los otros lo han dejado fue-
Les preocupa que la sociedad se haya vuelto tan ra. Él reacciona con resentimiento hacia ellos. Ha
impersonal. La calidad de vida y el bienestar sub- dejado de creer en las promesas de ese mundo
jetivo debieran ser los rasgos de una buena so- hecho para otros. Se ha decepcionado de la reli-
ciedad. Son muy tolerantes de los demás, de sus gión y no cree en las iglesias. Lo mismo le ocurre
opiniones y formas de vida. Creen que todos tie- con las organizaciones sociales y con la política.
nen derecho a ser como quieran. Pero no les in- Ni siquiera de la familia espera mucho".
ANEXOS 111
Adhesión a la democracia
Frase con la que Modos de Vida
está de acuerdo
Luchador Aspirante Satisfecho Individuo Proveedor Marginado
Familiar Inseguro Familiar Estilizado Conformista Descreído Total
La democracia
es preferible a 42 42 52 62 38 38 45
otro sistema
En circunstancias
mejor gobierno 18 17 20 14 21 16 18
autoritario
A la gente le da
lo mismo tipo de 36 36 25 17 36 41 32
gobierno
No sabe/No responde 4 5 3 7 5 5 5
Perdedores y ganadores
Cómo se siente Modos de Vida
frente al desarrollo
Económico Luchador Aspirante Satisfecho Individuo Proveedor Marginado
Familiar Inseguro Familiar Estilizado Conformista Descreído Total
Ganador 30 38 50 51 34 27 38
Perdedor 62 54 40 33 56 65 52
No sabe/No responde 8 8 10 16 10 8 10
"Respecto de sí mismo, no se hace ilusiones. trarse en los niveles más bajos. Se trata de prefe-
Su identidad no la definió él; es lo que hace en la rencia de obreros (entre los cuales sobresalen los
vida y la posición que le tocó en suerte. Respecto cesantes), dueñas de casa y jubilados. Muchos
de los otros y de la sociedad, trata de evitar que lo de ellos son solteros y sin pareja estable. Se sien-
atropellen. Los mira con desconfianza y es algo ten perdedores frente a los cambios económicos y
intolerante con los que cree distintos. No tiene sociales del país".
amigos. Como cada cual debe arreglárselas solo,
espera que lo dejen tranquilo y no le impongan
nada. Él tampoco se exige mucho; ya es bastante EPÍLOGO
poder sortear las dificultades de cada día. En su
tiempo libre no tiene objetivos propios y se queda El desafío que imponen los modos de vida des-
en casa. No le interesan la cultura o los medios de critos radica para los especialistas del PNUD,
comunicación. Su postura es consecuente con el en cómo conciliar esta diversidad de paradas fren-
hecho de que no cree que él pueda cambiar el esta- te a la sociedad y poder construir un país, donde
do de la cosa. Su autoestima es más bien baja". sea posible pensar en un Nosotros común.
"Hay marginados descreídos en todos los es- La tarea no parece fácil, porque los ladrillos
tratos socioeconómicos, pero tienden a concen- para la construcción son de muy diferente
112 «Identidad Cultural Chilena»
factura. No cuadran; es más, a veces y en cierto ¿Cómo hacen país y construyen sociedad chile-
sentido, hasta se repelen. nos tan dispares como el individuo estilizado y el
marginado descreído, por ejemplo? ¿Pueden estos y
Por un lado, y de acuerdo a lo que ha sido el los demás modos de vida descritos compartir una
desarrollo económico del país, está la percepción imagen común de país y de convivencia social?
de los que se sienten perdedores (los marginados
descreídos y los luchadores familiares) frente a No parece fácil, aunque hay un dato que lla-
los que se perciben como ganadores (los satisfe- ma la atención y podría ser iluminador. Sorprende
chos familiares y los individuos estilizados), que estos chilenos tan diversos en un 82 por cien-
mientras otra mayoría se debate entre ambas to conversen entre ellos de la realidad del país, a
posiciones (los proveedores conformistas y los partir de lo que muestran los noticieros de televi-
aspirantes inseguros). Por otro, "los diferentes sión y los artículos y reportajes de prensa. ¿Por
modos de vida muestran orientaciones diferen- qué además de discutir en torno a la guagua de
tes sobre cuestiones centrales de la convivencia Carlita Ochoa o la muerte por estrés del puma
en sociedad, como la confianza social y la adhe- que se arrancó, no hablamos también de nues-
sión a la democracia". tras diferencias?
ANEXOS 113
ANEXO Nº 2
Difícilmente alguien convencería a Jaime Cis- mágico. Religiosidad que no sólo es patrimonio
ternas de dejar su labor de alféres del baile chino del pueblo menos educado. Basta recordar cuan-
de la Quebrada de Puchuncaví. Ni siquiera un do en 1985 Miguel Ángel Poblete -desafiando a
megabyte de mails secularizantes. Don Jaime le la jerarquía eclesiástica- repletaba un santuario
cantó por última vez a la Cruz de Mayo el sába- prometiendo visita mariana. Hasta rayos láser
do 4. Allí, rodeado de fervorosos devotos le pidío incluía la ceremonia. El mismo joven que tuvo a
a la Virgen por bienestar y cosechas. De pasada medio Chile con pescaditos de papel a la entrada
le rogó, con voz en falsete y en perfecta estructu- de la casa y que tiempo después cambiaría de vida,
ra de cuarteta, que a los curas pedófilos los que- de sexo y de fe. Un caso extremo, excepcional y si
mara en su maldad. Religioso como su pueblo es se quiere cómico, pero ilustrativo de un senti-
don Jaime. Una manera de relacionarse con lo miento bastante más vigoroso de lo que los espí-
divino que esquiva la misa dominical, las confe- ritus secularizantes quisieran. Esa es la razón
siones y la participación en pastorales, pero que para la Santa Sede, a través del ministerio que
revela una fe profunda. Una fe que vista desde que el cardenal Jorge Medina encabeza, publica-
fuera se tambalea en un precario equilibrio entre se hace unas semanas un «Directorio de piedad
lo oficialmente aceptado y creencias que rozan lo popular». El primer documento vaticano que ex-
114 «Identidad Cultural Chilena»
El siglo XVIII sería el de la consolidación de Curivil explica que la mayoría de los mapuches
expresiones autóctonas de religiosidad popular, mantiene su religiosidad autóctona de manera
que tuvo -y tiene- sus manifestaciones más lla- paralela a la fe católica. «Históricamente siempre
mativas en el norte del país. En Religiosidad po- han ido en caminos paralelos». En los ritos tradi-
pular chilena (ediciones Paulinas, 1992), Fer- cionales los agentes católicos carecen de impor-
nando Aliaga explica que en el norte grande de- tancia, quien llava las riendas es la machi o el
bido a «la escasez de misioneros y la lejanía que ngepín. A lo más, tratan de recomendar una ma-
muchos núcleos indígenas tenían de los centros yor sobriedad en la iglesia con alcohol, un rasgo
urbanos españoles» las creencias autóctonas se que los Nguillatún comparten con celebraciones
mantubieron intactas por mayor tiempo, o en como la fiesta de San Sebastián de Yumbel, y que
muchos casos sólo asumieran las formas exter- a ojos forasteros puede resultar algo chocante.
nas del cristianismo. La asimilación, sin embar-
go sería vertiginosa. En cosa de un siglo, la Las comilonas y borracheras, que bastantes do-
Pachamama cedería terreno a la Virgen María, la lores de cabeza les dan a los clérigos, son nada
fiesta de Inti Raymi se proyectaría como Corpus más que el exceso de la fiesta anual propia de gente
Christi y el dios del Rayo en Santiago Apóstol. que vive en la carencia. «Pasa en los bautizos, los
matrimonios y los funerales», sostiene Cristián
La misma tradición de los chinos de Parker. Ir a Yumbel significa un año de espera,
Aconcagua tiene sus raíces en el año 1300, y res- de ahorro, de preparación, de pasajes, comida y
ponde a un ritual estructurado para que los bai- bebida. Todo un evento, en jerga de páginas so-
larines-flautistas lleguen al estado de trance ciales. Entonces compartir con los demás es tan
chamánico. El trance se perdió en el tiempo, pero importante como ir al templo y expresar la reli-
las flautas y los saltos sincronizados continúan. giosidad. No existe una separación entre lo pro-
«El chino está haciendo lo mismo que hacían sus fano y lo divino. La de San Sebastián de Yumbel
antepasados mil años atrás», asegura Caludio es un ejemplo de una vieja tradición europea que
Mercado. llega y se mantiene con rasgos autoctonos. «Existe
una creencia latente del poder de sanación a tra-
Mientras en el norte la vivencia religiosa vés de procedimientos mágico-rituales que uno
indigena determinaba fuertemente la piedad del puede relacionar con las prácticas de las machis»,
pueblo, en la zona central el sistema de las explica Parker.
encimiendas mermó la influencia de los aboríge-
nes. Cada hacienda institucionaliza en su capi-
lla la devoción a un santo milagroso. Anque más EL NIÑO SEBASTIÁN
hispana, el aporte criollo tiene su expresión en el
canto a lo divino. Los sucesos ocurridos en Yumbel en enero
del 99 llevaron la procesión más importante al
sur del Maule a la portada de los diarios. Pere-
MACHIS Y NGUILLATÚN
NGUILLATÚN grinos enfurecidos acusaban de mafiosos a los sa-
cerdotes que habían decidido, con argumentos
Rebeldes y puristas con sus asuntos, los bastante razonable, mantener la imagen de
mapuches nunca han cedido a la tentación de San Sebastián dentro de la iglesia. Los fieles no
mezclar la misa y Nguillatún. Han existido in- lo aceptaron. Querían tener su santo a la vista,
tentos «en la decada del 40 en San José de la llevaron en romería y dentro de lo posible tocar-
Mariquina. Fue un misionero capuchino que in- lo. El contacto visual y físico era fundamental.
tentó introducir elementos del Nguillatún en la «Se trata de una fe más concreta, más de sacar en
misa», recuerda Ramón Curivil. Profesor de fi- andas», sostiene Cristián Parker. En los íconos,
losofía y estudioso de la historia de su pueblo, la materialidad tiene por sí misma un poder
116 «Identidad Cultural Chilena»
sagrado. La figura misma está cargada de ener- que a su vez tiene un carácter popular», explica
gía. Una idea que se acerca peligrosamente a la Cristián Parker.
idolatría. Parker cree que el asunto no llega a
tanto. Cuando se entrevista a los peregrinos siem- La nueva fe llegó a este lado de América entre
pre está la referencia última al Padre y a Dios. 1910 y 1940, con particular éxito en Brasil y Chi-
Existe la certeza de que la imagen hace milagros le. Al respecto, el investigador brasileño Rodriguez
porque a través de ella opera la fuerza milagrosa Brandao afirma «que el pentecostalismo presenta
de Dios. hoy en todo el continente un notable sentido de
adaptación a sujetos de clases populares, a la ciu-
A la Iglesia le preocupan estas fronteras peli- dad y a la vida urbana perisférica». Cabe pregun-
grosas, más aun en un país propenso a creer en tarse entonces de qué manera se transforma la pie-
el nacimiento de guaguas apocalípticas. dad de quienes antes profesaban el catolicismo.
Pero la postura no es ir en contra de las creen- «Entre los pentecostales la mediación funda-
cias de sus fieles más sencillos. «La religiosidad mental para tener acceso a la divinidad está dada
popular es una riqueza en la vida de la Iglesia, y por la expresión comunitaria de la posesión divi-
cuando se la descuida o menosprecia sufre des- na», sostiene Parker. Los himnos y cantos reem-
medro la fe del pueblo cristiano», advierte el Car- plazan a la procesión y a la imagen milagrosa. La
denal Medina. lectura y la interpretación bíblica al Rosario, y
ahora que las mandas no tienen espacio, sí existe
Aun así, muchos de los que antes peregrina- la predisposición a que el Espíritu entre en el cuer-
ron en Yumbel volcaron sus expresiones de fe a po del fiel y lo haga, por ejemplo, hablar en igno-
la competencia evangélica. En su mayoría al tas lenguas.
pentecostalismo, que mantiene entre sus miem-
bros una fuerte crítica a las expresiones de pie-
dad a santos como San Sebastián. Chile es el país MULTITUDES
PASIÓN DE MULTITUDES
latinoamericano con mayor porcentaje de evan-
gélicos en relación con su población total. «Como El padre Raúl Feres ostenta el cargo de direc-
en el resto del continente, el mayor porcentaje tor de la pastoral de multitudes y Religiosidad
del protestantismo es de la vertiente pentecostal, Popular. Curioso nombre el de Pastoral de Mul-
titudes. La nomenclatura hace referencia a la aso- ral de los acontecimientos puede ser interrumpi-
ciación que se establece entre piedad popular y do por hechos extraordinarios. “Para ellos no es
grandes desplazamientos de gente. Pese a este muy relevante que ese milagro sea reconocido por
carácter masivo, no existen cifras exactas del nú- la oficialidad o no”, acota Cristián Parker. El pro-
mero de peregrinos. Lo más cercano es un cues- blema surge cuando las multitudes siguen a un
tionario enviado por la Conferencia Episcopal de sujeto alterado que dice ver a la virgen, y no a
los directores de santuarios para que informa- otro que seguramente nunca vio a ningún santo
ran en base a los datos y percepciones en el nú- porque se dedicaba a alimentar niños vagos.
mero de fieles que llegaban a sus iglesias. El dato
más relevante es que hay cuatro santuarios que
congregan durante el año a entre 500 mil y 1 MISAS BAILABLES
millón de personas. Los fieles, lejos de disminuir,
aumentan, y marcando una tendencia distinta a Vincular la evangelización al baile –asimilan-
la observancia “formal” de la misa dominical, do ritos religiosos indígenas- fue una idea bas-
algo que tiene atenta a una Iglesia que calcula tante desarrollada durante la Conquista. Sin aso-
“que un 80 por ciento de los católicos practican mo de influjos New Age, ni pastorales progresis-
alguna forma de religiosidad popular”, según tas, el padre Roque Gonzales se hacía asesorar
sostiene el padre Feres. hacia 1611 por guaraníes para ejecutar danzas
que le ayudaran en la difusión del catolicismo.
Pero más relevante que las multitudes son Ya en el siglo XVI los jesuitas de Bahía formaban
los individuos y sus motivaciones. Se trata de grupos de danzas con niños huérfanos.
gente con una fe profunda en el poder sobrena-
tural de Dios, convencidas de que el orden natu- En Santiago, en tanto, Jerónimo de Vivar des-
cribe ceremonias a orillas del Mapocho: “donde
todos asidos de las manos bailan”. Hacer bailar a
los nativos llegó a ser una política oficial. Fer-
nando Aliaga, en Religiosidad popular chilena
(Ediciones Paulinas, 1992), afirma que en las Ac-
tas del Cabildo de Santiago, del 12 de junio de
1568, se ordena distribuir 50 pesos entre los ar-
tesanos que presenten una danza en el día de Cor-
pus. Este afán por lo dancístico tendría su piedra
de tope en el siglo XVIII, cuando los Borbones
asumieron el trono español. Los nuevos aires de
la Ilustración Católica rompieron la ligazón en-
tre baile y religiosidad con una Real Cédula de
1780 que establecía la prohibición de los bailes
religiosos en el imperio.
ANEXO Nº 3
Creyentes, flojos
y rezadores
Un país que cree en Dios, en el cielo y en los milagros. Con una mayoría católica (en mode-
rada declinación) buena para rezar, pero floja a la hora de ir a la iglesia. Son algunas de las tenden-
cias que muestran dos estudios dados a conocer recientemente –ISSP-CEP y Sociología UC-
sobre la fe en el cambio de milenio.
REUTERS
"El paradigma de la secularización es euro-
peo. En Europa hay una cierta asociación entre
Rezar: un extendido hábito nacional progreso y declive de conciencia religiosa, que aún
está vigente. Pero apareció el caso de Estados
Unidos, donde la conciencia religiosa no mues-
indagó sobre los hábitos religiosos de los chile- tra ningún indicio de decadencia. Por mucho
nos. Además fue invitado por el CEP a analizar tiempo se esperó que los indicadores bajaran o se
los resultados de la encuesta internacional ISSP, especuló que había un fenómeno de retraso, pero
dados a conocer hace algunos días. la situación no ha cambiado. Estados Unidos
continúa siendo un país tremendamente creyen-
Este último estudio –International Social te, donde además la actividad religiosa es inten-
Survey Programme, ISSP- comprendió medicio- sa, lo que echa por tierra las teorías de seculari-
nes en 32 países del mundo, donde las únicas zación”.
naciones americanas representadas fueron Chile
y Estados Unidos. En nuestro país la investiga-
ción corrió a cargo del CEP, entidad que comple- - Los porcentajes de creencia en EE.UU. apa-
mentó los resultados con valores de la encuesta recen muy altos.
World Values Survey (WVS) que incluye datos
de otros países latinoamericanos. "Estados Unidos tiene puntajes extremada-
Para tranquilidad de los "encuestálogos”, los dos mente altos en todas las creencias específicas, in-
muy coincidentes, a pesar de algunas diferen- cluyendo cielo, infierno, vida eterna e incluso mi-
cias metodológicas. Según Eduardo Valenzuela, lagros religiosos en contraste con cualquier otro
"aunque los montos pueden variar, las tenden- país de sello protestante, que suelen ser más par-
cias muestran total coherencia. Entregan el perfil cos en esta materia, y posee la tasa de asistencia
de un país muy creyente y con gran confianza semanal a las iglesias más alta del mundo
en las instituciones eclesiales, donde la distribu- industrializado: casi un tercio de los norteameri-
ción religiosa se mueve en torno al 75 por ciento canos asiste una o más de una vez a la semana a
católico, 15 por ciento evangélico, y entre 8 y 10 su iglesia.
por ciento que no se identifican con una religión,
lo que no significa no creyente”.
De acuerdo con el sociólogo, "se advierten una - Y dentro del contexto de América Latina, ¿los
nación sin tendencias seculares importantes, al niveles de creencia chilenos son excepcionales?
menos en las conciencias. Y donde las tasas de
observancia son bajas, pero la implicancia con la "Si se combinan los datos ISSP y WVS, Amé-
Iglesia va más allá del culto, pues tiene que ver rica Latina configura un ámbito intensamente
120 «Identidad Cultural Chilena»
religioso. Los índices de creencia chilena son si- de que tienen ciertos hábitos religiosos activos
milares a los de otros países latinoamericanos, fuera de la asistencia semanal a misa”; explica
con la excepción de Uruguay, que tiene una tra- Valenzuela.
dición laicista. Donde existe una excepcionalidad
chilena es en los niveles de observancia, clara-
mente inferiores a países comparables, como - ¿Esta baja observancia constituye un fenó-
México, Colombia y Perú. Ahí hay una singu- meno nuevo o es una tendencia que se arrastra?
laridad”.
"Las mediciones antiguas no siempre son
confiables. Tengo la impresión de que la tasa de
- ¿Hipócritas o sedentarios? observancia ha sido históricamente baja. Es pro-
bable que este fenómeno refleje la configuración
De acuerdo con los resultados del CEP (algo específica que adquiere en Chile la Iglesia Católi-
más bajos que los registrados por la UC), la tasa ca, muy fuerte en sus congregaciones y más
de observancia alcanza entre los católicos un exi- bien débil en su estructura diocesana y
guo 14 por ciento entre los evangélicos sube a 38 parroquial, especialmente en estratos bajos.
por ciento. "Los estudios confirman que los ca- Históricamente, congregaciones como la Compa-
tólicos van poco frecuentemente a misa y en una ñía de Jesús y los salesianos, por ejemplo,
proporción menor que los evangélicos, a pesar han sido muy activas y han determinado la pre-
ANEXOS 121
CONSERV
CONSERVADURISMO
Europa la sola idea del matrimonio como víncu- "En muchos países europeos la transmisión
lo indisoluble está mucho más difuminada”. de la experiencia religiosa, que generalmente co-
rre de padres a hijos, se interrumpió dramática-
mente con la Segunda Guerra Mundial. Tras
- La encuesta UC muestra un porcentaje con- el conflicto surgió una generación de posguerra
siderable de jóvenes no creyentes. que perdió confianza y seguridad en sus pro-
pias convicciones y cultura. Es un fenómeno
"Cerca del 20 por ciento de los jóvenes entre marcada por la experiencia de la guerra, que
18 y 24 años no se identifica con alguna creen- cortó de raíz la capacidad de esas sociedades de
cia. Carecemos de registros anteriores, por lo que reconocerse a sí mismas en sus tradiciones cul-
no sabemos si es un fenómeno natural dentro turales, que es donde anida generalmente una
del ciclo de vida -en un momento en que se está impronta religiosa”.
elaborando la identidad- o si es una característi-
ca generacional y se puede esperar una genera- "Estados Unidos carece de las experiencias
ción que va a mantener en el tiempo estos índi- traumáticas que vivió Europa durante este si-
ces menores de creencia”. glo, ningún norteamericano mira con vergüen-
za su propia tradición y el origen religioso de esa
"Ahora, nuestra encuesta muestra que las nación está intacto”.
personas que no se identifican con una creencia
habitualmente están situadas en un contexto de "Lo mismo ocurre en América Latina, donde
vida donde hay presencia de religiosidad. La las raíces marianas del continente continúan vi-
mitad de ellos se casan por la Iglesia y tienen vas y siguen siendo reconocidas por la mayor
expectativas de educación religiosa para sus hi- parte de la población”.
jos. No es un bolsón irreductible, duro”.
"Chile –como el resto de Latinoamérica, per-
manece como un país donde la creencia religiosa
- Usted ha sostenido que en los países america- se transmite básicamente en el hogar y el proceso
nos no se ha interrumpido no se ha interrumpido de transmisión de creencia está limpio, no tiene
la "transmisión de creencia” en los hogares. cortociruciots como de Europa”.
124 «Identidad Cultural Chilena»
NÚMEROS Y TENDENCIAS
Chile se ubica como el cuarto país más creyente, siendo superado por Filipinas, Estados Unidos y
Chipre. El índice se calculó a partir de las respuestas de los chilenos sobre creencia en Dios (96%), vida
después de la muerte (77%), cielo (82%), infierno (59%) y milagros religiosos (80%). (Estudio ISSP).
Los evangélicos en Chile alcanzan el 16% y los católicos el 72%. (CEP 1998).
El 88% de los hogares congruentes católicos (padre y madre católicos) tuvieron un hijo católico,
mientras que los hogares incongruentemente católicos (padre o madre católica) tuvierón hijos católicos
en proporciones inferiores al 50%. (UC)
Alrededor de uno de cada tres chilenos declara haber sido educado en un colegio católico, de curas,
monjas o laicos expresamente católicos, en algún período significativo de su vida escolar. (UC)
Mientras el 52% de los chilenos dice tener gran confianza en las iglesias y organizaciones religio-
sas, solo el 17% cree que se puede confiar en la gente. (ISSP).
El 91% de los chilenos cree que las relaciones sexuales entre dos adultos del mismo sexo son siempre
o casi siempre incorrectas. (ISSP)
El bautismo es un hábito generalizado entre católicos, cualquiera sea su nivel de observancia. Inclu-
so están bautizados uno de cada dos evangélicos y tres de cada cuatro personas que no se identifican
con ninguna religión. (UC)
Abortar una guagua a raíz de una mala situación económica familiar es desaprobado por el 83% de
las personas. (ISSP)
El 66% de los católicos observantes cree que la ley debiera autorizar el divorcio en algunos casos.
(CEP, 1999).