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Colegio Libertador Simón Bolívar

Departamento de Humanidades
Docente: Valentina Muñoz

Lengua y Literatura
Unidad 3: Análisis crítico de géneros discursivos en comunidades digitales
Posicionamiento del emisor
Nombre: Curso: III° ____

Objetivo de aprendizaje: Analizar críticamente géneros discursivos, considerando el posicionamiento


del emisor en un texto de comunidades digitales (OA 04).

1. A continuación leeremos una columna de opinión en conjunto para determinar cuál es el


posicionamiento del emisor, considerando los aspectos vistos en la presentación de clase.

Columna de opinión
LA IRA, EL MIEDO Y LAS FAKE NEWS
Tomás Pérez-Acle Biólogo computacional, investigador Fundación Ciencia & Vida y profesor, Centro
Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso, U. de Valparaíso

“Miente, miente que algo queda” dice un viejo refrán que es tan antiguo como la mentira misma.
Utilizado a lo largo de los años por variopintos personajes históricos como el faraón Ramsés, Alejandro
Magno y Voltaire, hace referencia a una técnica propagandística que busca establecer como cierta una
propuesta falsa.

El mismo Goebbels, ministro de propaganda de Hitler, acuñó su propia versión indicando que “si se
dice una mentira suficientemente grande, y se repite continuamente, la gente comenzará a creerla”.
Pese a la derrota nazi, la idea de la mentira sistemática como estrategia de propaganda subsistió. Hoy
la podemos reconocer en el periodismo amarillista y en las políticas de postverdad. En ambos casos, el
objetivo es el mismo: desinformar o engañar a las personas de forma deliberada, apelando no a los
argumentos, sino a las emociones. Si bien es un fenómeno de larga data, el reinado de las redes
sociales ha creado un terreno fértil para las noticias falsas o fake news.

Mientras que para producir una noticia falsa a través de los medios tradicionales se requiere de la
acción concertada desde fotógrafos hasta editores, para hacerlo en las redes sociales sólo hace falta un
teléfono inteligente y una conexión a internet.

Hoy, más del 66% de las personas del mundo posee un dispositivo móvil con conexión a internet. Por
ende, producir noticias, sean estas falsas o no, es tan habitual que muchos “caza noticias” reportan
directo desde sus dispositivos móviles. Esta hiperconexión ha creado un fenómeno nuevo donde
nuestra vida digital está compuesta mayoritariamente de quienes piensan como nosotros, creando la
llamada “cámara de eco digital” (Tornberg P, PLoS One 2018).
Más aún, a pesar de nuestra conexión continua, cuando buscamos información en la red tendemos a
buscar sólo aquello que confirme nuestras creencias, guiados por sesgo de confirmación (Waldrop
MM, PNAS 2017). Este comportamiento se extrema en el caso de los más jóvenes, para quienes,
querámoslo o no, la vida digital cobra tanta o más relevancia que la física. Esta es la vía de expresión,
comunicación y entretención preferida, siendo además la fuente fundamental de información. De este
modo, las redes sociales crean el escenario ideal para la dispersión de fake news, mutando y
reproduciéndose de forma vertiginosa.

¿Cuánto más rápido se mueve una fake news respecto de una noticia verdadera? Un trabajo reciente
publicado en la revista Science (Vosoughi S, et al 2018) estudió la dispersión de aproximadamente
126.000 fake news en EE.UU. (entre 2006 y 2017) a través de redes sociales. La conclusión fue
lapidaria: mientras que una noticia verdadera llega en promedio a 1.000 personas, una fake news llega
fácilmente a 100.000, y lo hace en un tiempo menor. Este comportamiento, concluyen los
investigadores, se debe a que las fake news explotan la sorpresa, basándose en las emociones,
principalmente la ira y el miedo.

Al ser tocados emocionalmente por una fake news, necesitamos hacer algo y creemos que, al
compartirla, nos hacemos parte de la solución. Es así como, al moverse, éstas lo hacen resonando en
nuestras cámaras de eco, remarcando su veracidad: “Si todo el mundo lo dice, ¡debe ser verdad!”.

En las pocas ocasiones en que tratamos de validar una noticia, buscamos “fuentes externas” que
muchas veces pertenecen a nuestras cámaras de eco, o peor aún, son fuentes seleccionadas por
nuestro sesgo de confirmación. Estas características convierten a las fake news en un fenómeno de
comunicación que puede influenciar nuestra vida de manera brutal. Ejemplo de esto son los
movimientos antivacunas o el terraplanismo. Por un lado, negando toda la evidencia científica, las fake
news han promovido que las vacunas causan condiciones como el autismo. Por el otro, se argumenta
que una conspiración mundial nos ha convencido de que la Tierra es redonda.

Lamentablemente, desde que comenzó el estallido social, las fake news se han apoderado de nuestras
redes sociales y lo han hecho apelando a la ira y al miedo, como armas fundamentales. Así, amplifican
la exaltación de nuestra sociedad, nutriéndose de la indignación provocada por la falta de visión
política y la violencia impune.

En este escenario, nadie gana. Si queremos lograr el tan anhelado nuevo pacto social que proyecte a
Chile a un desarrollo justo, hay que reconocer y descartar las fake news. Para esto, es fundamental
resistir la tentación de viralizar todo lo que nos llega, particularmente aquello que nos causa
emociones profundas. Debemos aplicar pensamiento crítico, luchando contra nuestro sesgo de
confirmación para salir de nuestras cámaras de eco, y así buscar fuentes externas que nos entreguen
una mirada amplia. Así daremos un pequeño pero necesario paso para abrir el camino conducente al
diálogo. Un diálogo que permita corregir las injusticias que nos llevaron a la actual crisis social,
sentando las bases para un nuevo Chile: el Chile de todos.

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