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“COLEGIO DE CIENCIAS Y HUMANIDADES”

“PLANTEL NAUCALPAN”

TALLER DE LECTURA, REDACCIÓN E INICIACIÓN


A LA INVESTIGACIÓN DOCUMENTAL II

ANTOLIGÍA DE POEMAS

TEMA: AMOR

ALUMNO: OSMAR MANUEL WILTON ROMERO


PROFESOR: BARTOLO MAZABA XOLOT

SEMESTRE II
ENERO 2022 – MAYO 2022
PRESENTACIÓN
En esta antología se abarcarán 23 grandiosos poemas de escritores memorables,
con el fin de adentrarnos en la poesía. El tema desarrollado en este trabajo es el
amor, debido a su extensa variedad de escritores los cuales interpretan el amor en
sus escritos, todos lo expresan como algo hermoso y glorioso, pero queda claro
que en el amor siempre hay riesgos, obstáculos y peligros, los poemas expresan
que el amor supera cualquier barrera, sin embargo cuando este termina nos
sentimos vacíos, ya que después de expresar una gran parte de nuestros
sentimientos al ser amado y este ser se vuelve distante, nos sentimos rotos. La
razón por la cual he elegido el tema seleccionado “amor” es que a todos nos
fascinan estos bellos versos, más si nos encontramos enamorados o incluso si
pasamos por la pena del desamor ya que leer esto nos produce gran emoción o
nostalgia. Lo que nos conmueve y hace amar estos versos o incluso convencernos
de que el amor es así. A continuación, nos adentraremos en esta gran antología
que reúne grandes poemas con una biografía de los autores, seguido de una
interpretación artística y un breve comentario. Los poemas serán muy
relacionados a la belleza de la mujer, el amor incondicional, la emoción de la
primera vez y ese dolor en el alma cuando perdemos al ser amado.
INTRODUCCIÓN
POEMAS SELECIONADOS POR EL ALUMNO
1. Biografía de Mario Benedetti.
2. Por siempre. (Mario Benedetti).
3. Hagamos un trato. (Mario Benedetti).
4. Corazón coraza. (Mario Benedetti).
5. Biografía de Octavio Paz.
6. Tus ojos. (Octavio Paz).
7. Soneto III. (Octavio Paz).
8. Biografía Amado Nervo.
9. El primer beso. (Amado Nervo).
10. Cobardía. (Amado Nervo).
11. Biografía Pablo Neruda.
12. Me gusta cuando callas (Pablo Neruda).
13. Cuantas veces, amor, te ame… (Pablo Neruda).
14. Biografía Alfonsina Storni.
15. Dos palabras. (Alfonsina Storni).
16. Amor. (Alfonsina Storni).
17. Biografía Sor Juana Inés de la Cruz.
18. Contiene una fantasía contenta con amor decente. (Sor Juana Inés de la Cruz).
19. Que consuela a un celoso epilogando la serie de los amores. (Sor Juana Inés de la
Cruz).
20. Biografía Jaime Sabines.
21. Me tienes en tus manos. (Jaime Sabines).
22. No es que muera de amor. (Jaime Sabines).
SUGERIDOS POR EL PROFESOR
23. Biografía Juan Ramón Jiménez.
24. Adolescencia. (Juan Ramón Jiménez).
25. Biografía Jorge Luis Borges.
26. Everness. (Jorge Luis Borges).
27. Biografía Góngora.
28. La dulce boca que a gustar convida. (Góngora).
29. Los amorosos. (Jaime Sabines).
30. Biografía Federico García Lorca.
31. La sangre derramada. (Federico García Lorca).
32. Todavía. (Mario Benedetti)
33. Poema XX. (Pablo Neruda).
34. Biografía León Felipe.
35. ¡Que Lastima! (León Felipe).
Biografía: Mario Benedetti (Paso de
los Toros, 14 de septiembre de 1920-
Montevideo, 17 de mayo de 2009).
Poeta, novelista, dramaturgo,
cuentista y crítico uruguayo
perteneciente a la Generación del 45.
La literatura ciudadana es el medio
que tiene Benedetti para comunicarse
con sus lectores.
Desde temprana edad tuvo que ejercer distintos oficios, y no fue hasta 1948
cuando empieza a entrar en contacto con el mundo literario al publicar el volumen
de ensayos Peripecia y novelas y al fundar y tomar la dirección de la
revista Marginalia, que serviría de inspiración para su generación.
Su formación como periodista comenzó en el semanario Marcha, llegando a dirigir
la sección literaria. Como periodista trabaja también en El Diario y La Mañana,
centrándose sobre todo en crítica cinematográfica y teatral.
Su primer libro de poemas, La víspera indeleble, se publica en 1945. Un año
después, se casa con Luz López Alegre, duradera relación que serviría de
inspiración para el poema Bodas de Perlas, recogido en La casa y el
ladrillo (1977). En 1949, publica su primer libro de cuentos, Esta mañana, con el
que obtiene el Premio del Ministerio de Instrucción Pública. Su primera
novela, Quién de nosotros, aparece en 1953.
Con Poemas de la oficina (1956), Benedetti impacta en el desarrollo de la poesía
uruguaya y con La tregua (1960), adquiere trascendencia internacional. Abarca
gran variedad de géneros como la novela Gracias por el fuego (1965), el
ensayo Revolución posible (1974), los cuentos Con y sin nostalgias (1977) y la
poesía Viento del exilio (1981).
Lleva a cabo varias direcciones, desde 1968 a 1971 dirige el Centro de
Investigaciones Literarias (La Habana) e integra el Consejo de Dirección de esta.
A esta dirección le sigue entre 1971 y 1973 la del Departamento de Literatura
Hispanoamericana de Montevideo. Tras esta etapa, abandona el país por razones
políticas y no volvería hasta pasados doce años. Este tiempo reside en distintos
países hasta establecerse en Montevideo y Madrid.
Para salvaguardar su extensa obra, traducida a más de 25 lenguas, en su
testamento deja creada la Fundación Mario Benedetti con la cual pretende
preservar su obra, apoyar la literatura y ser un medio de lucha por los derechos
humanos.
Sus poesías también han llegado al mundo de la música a través de sus propias
grabaciones leyendo sus poemas. Además, ha escrito canciones y numerosos
músicos como Joan Manuel Serrat, Daniel Viglietti o Nacha Guevara se han
encargado de musicalizar su obra.
Al margen de los numerosos premios con los que ha sido galardonado, también ha
participado como jurado de cine en los festivales internacionales de La Habana,
San Sebastián y Valladolid, y de literatura en Uruguay, Argentina, Cuba, México,
Ecuador, Panamá y España.
Por siempre Si el mundo no girara
o el tiempo no existiese,
(Mario Benedetti) entonces, jamás moriría
Jamás morirías
Si la esmeralda se opacara,
tampoco nuestro amor...
si el oro perdiera su color,
pero el tiempo no es necesario
entonces, se acabaría
nuestro amor es eterno
nuestro amor.
no necesitamos del sol
de la luna o los astros

Si el sol no calentara, para seguir amándonos...

si la luna no existiera,
entonces, no tendría Si la vida fuera otra

sentido vivir en esta tierra y la muerte llegase

como tampoco tendría sentido entonces, te amaría

vivir sin mi vida, hoy, mañana...

la mujer de mis sueños, por siempre...

la que me da la alegría... todavía.

COMENTARIO
En este poema Mario nos expresa que para un enamorado el tiempo la luz,
oscuridad o incluso la misma muerte no puede detener la inmensa llama del amor
se ha creado un vínculo muy fuerte entre ambos, ha habido un descubrimiento
sentimental, físico y amoroso entre ambos que cada día se acrecienta mucho más .
Hagamos un trato huraño sin motivo
no piense qué flojera
(Mario Benedetti) igual puede contar
conmigo
Compañera usted sabe
puede contar conmigo pero hagamos un trato
no hasta dos o hasta diez yo quisiera contar
sino contar conmigo con usted

si alguna vez advierte es tan lindo


que la miro a los ojos saber que usted existe
y una veta de amor uno se siente vivo
reconoce en los míos y cuando digo esto
no alerte sus fusiles quiero decir contar
ni piense qué delirio aunque sea hasta dos
a pesar de la veta aunque sea hasta cinco
o tal vez porque existe no ya para que acuda
usted puede contar presurosa en mi auxilio
conmigo sino para saber
a ciencia cierta
si otras veces que usted sabe que puede
me encuentra contar conmigo.

COMENTARIO
Expresa de forma detallada el compromiso que le propone a la mujer, expone una
promesa. Se dirige a una mujer ausente, el poeta se ofrece su amor sin esperar
nada a cambio, le pide a la mujer a la que dedica la pieza, que no desconfíe si
distingue “la veta del amor”.  El propio poeta duda de si esa es la razón de su
lealtad y generosidad.
Corazón coraza
(Mario Benedetti)

Porque te tengo y no porque te miro y muero


porque te pienso y peor que muero
porque la noche está de ojos abiertos si no te miro amor
porque la noche pasa y digo amor si no te miro
porque has venido a recoger tu
imagen porque tú siempre existes

y eres mejor que todas tus imágenes dondequiera

porque eres linda desde el pie hasta pero existes mejor donde te quiero

el alma porque tu boca es sangre

porque eres buena desde el alma a y tienes frío

mí tengo que amarte amor

porque te escondes dulce en el tengo que amarte

orgullo aunque esta herida duela como dos

pequeña y dulce aunque te busque y no te encuentre

corazón coraza y aunque


la noche pase y yo te tenga
porque eres mía y no.
porque no eres mía

COMENTARIO
habla del anhelo de tenerte (refiriéndose a su amada: “Porque te tengo y no”). De
la angustia de no poder dormir, por su belleza, su bondad, su orgullo.  “Porque te
escondes dulce en el orgullo pequeña y dulce corazón coraza”.
Octavio Paz nació en la Ciudad
de México el 31 de marzo de
1914. Publicó sus primeros
poemas en la revista Barandal.
Fue fundador, junto con otros
poetas, de la revista Taller. Su
primer libro, Luna silvestre, fue
editado en 1933. En 1941 y 1942
se publicaron los primeros tomos
de Entre la piedra y la flor y A la
orilla del
mundo, respectivamente.

En 1938 entró en amistad con


los poetas de Contemporáneos y
en 1945-1949, en París, hizo
amistad con André Breton e
intensificó su relación con
Benjamín Péret, así como con
multitud de escritores franceses
y de otras nacionalidades. En esa época publica Libertad bajo palabra (1949), a la
que le siguen El laberinto de la soledad (1950), Semillas para un himno y la obra
de teatro La hija de Rappaccini (ambas de 1954), El arco y la lira (1956), Las
peras del olmo (1957), La estación violenta, que recoge “Piedra de Sol”
(1958), Salamandra (1962), Los signos en
rotación (1965), Cuadrivio (1965), Puertas al campo (1966), Corriente
alterna, Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo (ambas de 1967), Marcel
Duchamp o el castillo de la pureza (1968), Ladera Este (1969), Conjunciones y
disyunciones (1969), Posdata (1970), Renga (1972) y El signo y el
garabato (1973).
En 1974 publica Los hijos del limo, El mono gramático y Versiones y diversiones,
donde recoge sus traducciones. En 1975 publica Pasado en claro y años
después Poemas y El ogro filantrópico (1979). A los años 1982-1990
corresponden Sombras de obras, Hombres en su siglo y otros ensayos, Pasión
crítica, Tiempo nublado, Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, Árbol
adentro y México en la obra de Octavio Paz.

Fue director de la revista Plural y posteriormente fundado y dirigió, hasta su


muerte, la revista Vuelta. Obtuvo numerosos premios y distinciones, entre ellos el
Premio Cervantes (España), el Premio Ollin Yoliztli (México) y el Premio T. S. Eliot
(EUA). Fue, además, el primer poeta e intelectual mexicano que ha sido
distinguido con el Premio Nobel de Literatura (1990). En ese mismo año organizó
una mesa redonda con intelectuales de todo el mundo, que se transmitió por la
televisión privada y que tuvo diversas repercusiones: “Encuentro de Vuelta, el siglo
XX: La experiencia de la libertad”.

Es uno de los más grandes escritores del siglo XX; renovador de la poesía,
prosista excepcional y analista de la política y la sociedad contemporánea; ha sido
uno de los mayores pensadores y su curiosidad lo hizo incursionar en géneros
considerados difíciles para la mayoría. Fue un polemista claro y contundente.
Influyó en varias generaciones en todo el mundo y renovó todos los géneros que
tocó.

Ingresó a El Colegio Nacional el 1 de agosto de 1967. Su discurso de ingreso, La


nueva analogía, fue contestado por Antonio Castro Leal.

El poeta y ensayista Octavio Paz falleció el 19 de abril de 1998 en la Ciudad de


México.
Tus ojos
(Octavio Paz)

Tus ojos son la patria del relámpago y de la lágrima,


silencio que habla,
tempestades sin viento, mar sin olas,
pájaros presos, doradas fieras adormecidas,
topacios impíos como la verdad,
otoño en un claro del bosque en donde la luz canta en el hombro de un árbol y son
pájaros todas las hojas,
playa que la mañana encuentra constelada de ojos,
cesta de frutos de fuego,
mentira que alimenta,
espejos de este mundo, puertas del más allá,
pulsación tranquila del mar a mediodía,
absoluto que parpadea,
páramo.

COMENTARIO
Sensaciones que le transmiten los ojos de una persona, que podemos entender
que es la amada. Sus ojos son como una joya que es deseada y anhelada y que,
como si fuera un oráculo ojos son la puerta a otros mundos, a la fantasía y
también a lo real.
Soneto III
(Octavio Paz)

Del verdecido júbilo del cielo


luces recobras que la luna pierde
porque la luz de sí misma recuerde
relámpagos y otoños en tu pelo.

El viento bebe viento en su revuelo,


mueve las hojas y su lluvia verde
moja tus hombros, tus espaldas muerde
y te desnuda y quema y vuelve yelo.

Dos barcos de velamen desplegado


tus dos pechos. Tu espalda es un torrente.
Tu vientre es un jardín petrificado.

Es otoño en tu nuca: sol y bruma.


Bajo del verde cielo adolescente,
tu cuerpo da su enamorada suma.

COMENTARIO
El poeta se deja conducir por las evocaciones amorosas y eróticas de un instante
en el cual se detiene en la contemplación del cuerpo de la amada a la cual la
describe como algo divino y suma admiración.
(José Amado Ruiz de Nervo;
Tepic, Nayarit, 1870 -
Montevideo, 1919) Poeta
mexicano. Hizo sus primeros
estudios en el Colegio de
Jacona, pasando después al
Seminario de Zamora, en el
Estado de Michoacán, donde
permaneció desde 1886 hasta
1891.

Amado Nervo

Los problemas económicos que atenazaron a su familia, un hogar de clase media


venido a menos, le forzaron a dejar inconclusos sus estudios eclesiásticos, sin que
pueda descartarse por completo la idea de que su decisión fuera también influida
por sus propias inclinaciones. En cualquier caso, siguió alentando en su interior
una espiritualidad mística, nacida sin duda en estos primeros años y que empapó
su producción lírica en una primera etapa; en ella meditó fundamentalmente sobre
la existencia humana, sus problemas, sus conflictos y sus misterios, y sobre el
eterno dilema de la vida y la muerte.

Abandonados los estudios, Amado Nervo empezó a ejercer el periodismo,


profesión que desarrolló primero en Mazatlán, en el Estado de Sinaloa, y más
tarde en la propia Ciudad de México, adonde se trasladó temporalmente en 1894.
Sus colaboraciones aparecieron en la Revista Azul. Junto a su amigo Jesús E.
Valenzuela, fundó la Revista Moderna. Estas dos publicaciones fueron el resultado
de las ansias e impulsos modernistas que aparecieron, en aquella época, en todos
los rincones de la Latinoamérica literaria y artística.
En 1900, el diario El Imparcial lo envió como corresponsal a la Exposición
Universal de París, donde residiría durante dos años. Entabló allí conocimiento y
amistad con el gran poeta nicaragüense Rubén Darío, quien más tarde diría de
Nervo: "se relacionó también con el grupo de literatos y artistas parnasianos y
modernistas, completando de ese modo su formación literaria."

Todos los estudiosos parecen estar de acuerdo en afirmar que adoptó los
principios y la filosofía del Parnaso, grupo de creadores franceses que intentaba
reaccionar contra la poesía utilitaria y declamatoria tan en boga por aquel
entonces, rechazando también un romanticismo lírico en el que los sentimientos,
las encendidas pasiones y las convicciones íntimas de los autores, interfiriendo en
su producción literaria, impedían, a su entender, el florecimiento de la belleza
artística pura.

En París conoció a la que iba a ser la mujer de su vida, Ana Cecilia Luisa Dailliez,
con la que compartió su vida más de diez años, entre 1901 y 1912, y cuyo
prematuro fallecimiento fue el doloroso manantial del que emanan los versos
de La amada inmóvil, que no vio la luz pública hasta después de la muerte del
poeta, prueba de que éste consideraba su obra como parte imprescindible de su
más dolorosa intimidad. Su Ofertorio supone, sin ningún género de duda, uno de
los momentos líricos de mayor emoción, una de las joyas líricas más importantes
de toda su producción poética. Cuando regresó a México, tras aquellos años
decisivos para su vida y su formación literaria y artística, ejerció como profesor en
la Escuela Nacional Preparatoria, hasta que fue nombrado inspector de
enseñanza de la literatura. En 1906, por fin, ingresó en el servicio diplomático
mexicano y se le confiaron distintas tareas en Argentina y Uruguay, para ser
finalmente designado secretario segundo de la Legación de México en España.
En 1918 recibió el nombramiento de ministro plenipotenciario en Argentina y
Uruguay, el que iba a ser su último cargo, pues, un año después, en 1919, Amado
Nervo moría en Montevideo, la capital uruguaya, donde había conocido a Zorrilla
de San Martín, notable orador y ensayista con el que trabó estrecha amistad y
que, a decir de los estudiosos, influyó decisivamente en el acercamiento a la
Iglesia Católica que realizó el poeta en sus últimos momentos, un acercamiento
que tiene todos los visos de una verdadera reconciliación.
El primer beso
(Amado Nervo)

Yo ya me despedía.... y palpitante
cerca mi labio de tus labios rojos,
«Hasta mañana», susurraste;
yo te miré a los ojos un instante
y tú cerraste sin pensar los ojos
y te di el primer beso: alcé la frente
iluminado por mi dicha cierta.

Salí a la calle alborozadamente


mientras tú te asomabas a la puerta
mirándome encendida y sonriente.
Volví la cara en dulce arrobamiento,
y sin dejarte de mirar siquiera,
salté a un tranvía en raudo movimiento;
y me quedé mirándote un momento
y sonriendo con el alma entera,
y aún más te sonreí... Y en el tranvía
a un ansioso, sarcástico y curioso,
que nos miró a los dos con ironía,
le dije poniéndome dichoso:
- «Perdóneme, Señor esta alegría.»

COMENTARIO
Estamos ante un primer amor y el poeta se centra en ese primer beso, en
esa mirada nerviosa, en esa excusa antes de la despedida para poder
acercarse, juntar los labios y sentir el calor de la otra persona, el sabor de la
persona que queremos.
Cobardía
(Amado Nervo)

Pasó con su madre. ¡Qué rara belleza!


¡Qué rubios cabellos de trigo garzul!
¡Qué ritmo en el paso! ¡Qué innata realeza
de porte! ¡Qué formas bajo el fino tul…!
Pasó con su madre. Volvió la cabeza:
¡me clavó muy hondo su mirar azul!

Quedé como en éxtasis…


Con febril premura,
«¡Síguela!», gritaron cuerpo y alma al par.
…Pero tuve miedo de amar con locura,
de abrir mis heridas, que suelen sangrar,
¡y no obstante toda mi sed de ternura,
cerrando los ojos, la deje pasar!

COMENTARIO
El tema fundamental del poema es el miedo a sufrir por amor, la seguridad que
tiene el poeta en que aquel que ama está condenado a sufrir y es por tanto
preferible evitar el encuentro amoroso.
Ricardo Eliécer
Neftalí Reyes
Basoalto; Parral,
Chile, 1904 -
Santiago de Chile,
1973)
Biografía
Nacido el 12 de julio
de 1904 en Parral, en
la región chilena de
Maule, la madre del
poeta murió sólo un
mes más tarde de que naciera él, momento en que su padre, un empleado
ferroviario, se instaló en Temuco, donde el joven Pablo Neruda cursó sus primeros
estudios y conoció a Gabriela Mistral. Comenzó muy pronto a escribir poesía, y en
1921 publicó La canción de la fiesta, su primer poema, con el seudónimo de Pablo
Neruda (en homenaje al poeta checo Jan Neruda), nombre que mantuvo a partir
de entonces y que legalizaría en 1946.
También en Temuco comenzó a trabajar en un periódico, hasta que a los dieciséis
años se trasladó a Santiago para cursar estudios de profesor de francés. Allí se
incorporó como redactor a la revista Claridad, en la que aparecieron poemas
suyos. Tras publicar algunos libros de poesía, en 1924 alcanzó fama internacional
con Veinte poemas de amor y una canción desesperada, obra que, junto
con Tentativa del hombre infinito, distingue la primera etapa de su producción
poética, señalada por la transición del modernismo a formas vanguardistas
influidas por el creacionismo de Vicente Huidobro.
Los problemas económicos indujeron a Pablo Neruda a emprender, en 1926, la
carrera consular que lo llevó a residir en Birmania, Ceilán, Java, Singapur y, entre
1934 y 1938, en España, donde se relacionó con Federico García Lorca, Rafael
Alberti, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego, Miguel Hernández y otros
componentes de la llamada Generación del 27, y fundó la revista Caballo Verde
para la Poesía. Desde su primer manifiesto tomó partido por una «poesía sin
pureza» y próxima a la realidad inmediata, en consonancia con su toma de
conciencia social. En tal sentido, Neruda apoyó a los republicanos al estallar la
Guerra Civil española (preludio de la Segunda Guerra Mundial) y escribió España
en el corazón (1937).
Previamente, sin embargo, sus poemas habían experimentado una transición
hacia formas herméticas y hacia un tono más sombrío al reflejar el paso del
tiempo, el caos y la muerte en la realidad cotidiana, temas dominantes en otro de
sus libros imprescindibles, Residencia en la tierra, publicado en dos partes en
1933 y 1935 y que constituye el eje de su segunda etapa. Imágenes originalísimas
y audaces de raigambre surrealista expresan en esta obra una visión
profundamente desolada del ser humano, extraviado en un mundo caótico e
incomprensible.
De regreso en Chile, en 1939 Neruda ingresó en el Partido Comunista y su obra
experimentó un giro hacia la militancia política. Esta tercera etapa, que tuvo su
preludio en España en el corazón (1937), culminaría con la exaltación de los mitos
americanos de su Canto general (1950). En 1945 fue el primer poeta en ser
galardonado con el Premio Nacional de Literatura de Chile. Al mismo tiempo,
desde su escaño de senador, Pablo Neruda utilizó su oratoria para denunciar los
abusos y las desigualdades del sistema. Tal actitud provocó la persecución
gubernamental y su posterior exilio en Argentina.
De allí pasó a México, y más tarde viajó por la URSS, China y los países de la
Europa del Este. Tras este viaje, durante el cual Neruda escribió poemas
laudatorios y propagandísticos y recibió el Premio Lenin de la Paz, volvió a Chile.
A partir de entonces, la poesía de Pablo Neruda inició una nueva etapa en la que
la simplicidad formal se correspondió con una gran intensidad lírica y un tono
general de serenidad; el mismo título de una obra central de este periodo, Odas
elementales (1954-1957), caracteriza los versos de aquellos años. En 1956 se
separó de su segunda esposa, Delia del Carril, para unirse a Matilde Urrutia, que
acompañaría al poeta hasta el final de sus días.
Me gusta cuando callas (poema XV)
(Pablo Neruda)

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,


y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma


emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.


Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio


claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.


Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

COMENTARIO Neruda dirige sus versos a una persona que no está, a la que no
puede alcanzar, que calla, como la noche, como si hubiera muerto pero se alegra,
acepta que el amor es un estado contradictorio, en permanente conflicto, pero el
amor es vida, aunque el silencio lo acerque a la soledad y a la muerte. 321/456
Cuántas veces, amor, te amé... (soneto XXII)

(Pablo Neruda)

Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo,
sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura,
en regiones contrarias, en un mediodía quemante:
eras sólo el aroma de los cereales que amo.

Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa


en Angola, a la luz de la luna de Junio,
o eras tú la cintura de aquella guitarra
que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido.

Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria.


En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato.
Pero yo ya sabía cómo era. De pronto

mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida:


frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas.
Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.

COMENTARIO
En este poema, el amor se presenta como un anhelo profundo, como un horizonte
que hace caminar al alma en busca de algún manantial perdido. También el amor
parece un recuerdo, una evocación, una nostalgia.
Alfonsina Storni

(Capriasca, Suiza, 1892 - Mar del


Plata, Argentina, 1938) Poetisa
argentina de origen suizo.
Alfonsina Storni pasó a ocupar un
lugar destacado en el panorama
literario hispanoamericano por la
fuerza con que aparece en sus
versos la afirmación de una
mirada femenina sobre el mundo.
Junto a la chilena Gabriela Mistral
y la uruguaya Juana de
Ibarbourou, contemporáneas
suyas, conformó la primera
avanzadilla en la lucha de las
mujeres por ocupar lugares de reconocimiento en los espacios de la literatura de
América.

A los cuatro años se trasladó con sus padres a Argentina, y residió en Santa Fe,
Rosario y Buenos Aires. Se graduó como maestra, ejerció en la ciudad de Rosario y
allí publicó poemas en las revistas Mundo Rosarino y Monos y Monadas. Se trasladó
luego a Buenos Aires y fue docente en el Teatro Infantil Lavardén y en la Escuela
Normal de Lenguas Vivas.
En 1917 fue nombrada maestra directora del internado de Marcos Paz. Por esa época
comenzó Alfonsina Storni a frecuentar los círculos literarios y dictó conferencias en
Buenos Aires y Montevideo; colaboró en las publicaciones Caras y
Caretas, Nosotros, Atlántida, La Nota y en el periódico La Nación. Compartió además
la vida artística y cultural del grupo Anaconda con Horacio Quiroga y Enrique Amorín y
obtuvo varios premios literarios.
En la década de 1930 viajó a Europa y participó de las reuniones del grupo Signos,
donde asistían figuras importantes de las letras como Federico García Lorca y Ramón
Gómez de la Serna. En 1938 participó en el homenaje que la Universidad de
Montevideo brindó a las tres grandes poetisas de América: Gabriela Mistral, Juana de
Ibarbourou y ella misma. Víctima de una enfermedad terminal, el 25 de octubre de ese
mismo año decidió suicidarse en Mar del Plata.
Madre soltera, hecho que no era aceptable en su época, Alfonsina Storni fue sin
embargo la primera mujer reconocida entre los mayores escritores de aquel tiempo.
Su trayectoria literaria evolucionó desde el romanticismo hacia el intimismo
sintomático del modernismo crepuscular para desembocar en la vanguardia. El rasgo
más característico de su producción fue un feminismo combativo en la línea que se
observa en el poema Tú me quieres blanca, el cual se halla motivado por las
relaciones problemáticas con el hombre, decisivas en la vida de la poetisa.
La obra poética de Alfonsina Storni se divide en dos etapas: a la primera,
caracterizada por la influencia de los románticos y modernistas, corresponden La
inquietud del rosal (1916), El dulce
daño (1918), Irremediablemente (1919), Languidez (1920) y Ocre (1920). La segunda
etapa, caracterizada por una visión oscura, irónica y angustiosa, se manifiesta
en Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938).
Storni hizo también incursiones en la dramaturgia: en 1927 estrenó en el Teatro
Cervantes El amo del mundo, y en 1931 aparecieron Dos farsas pirotécnicas, que
incluían Cimbellina en 1900 y pico y Polixena y la cocinerita. En 1950 se editó Teatro
infantil, pero varias de sus obras para niños permanecen inéditas. En 1936 colaboró
en el IV Centenario de la fundación de Buenos Aires con el ensayo Desovillando la
raíz porteña.
Dos palabras
(Alfonsina Storni)

Esta noche al oído me has dicho dos palabras


Comunes. Dos palabras cansadas
De ser dichas. Palabras
Que de viejas son nuevas.

Dos palabras tan dulces que la luna que andaba


Filtrando entre las ramas
Se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras
Que una hormiga pasea por mi cuello y no intento

Moverme para echarla.


Tan dulces dos palabras
¿Que digo sin quererlo? ¡oh, qué bella, la vida!?
Tan dulces y tan mansas

Que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.


Tan dulces y tan bellas
Que nerviosos, mis dedos,
Se mueven hacia el cielo imitando tijeras.
Oh, mis dedos quisieran
Cortar estrellas.

COMENTARIO
Lo importante no es lo material cuando hablamos de amor, lo importante no son
los regalos, sino la expresión de lo que sentimos a través de cosas muy sencillas.
En este caso, tan sencillas como decir “te quiero”. Lo importante de las
emociones, la importancia de ser sinceros y decir lo que sentimos 
d
El divino amor
Alfonsina Storni)
Te ando buscando, amor que nunca llegas;
te ando buscando, amor que te mezquinas.
Me aguzo por saber si me adivinas;
me doblo por saber si te me entregas.

Las tempestades mías, andariegas,


se han aquietado sobre un haz de espinas;4
sangran mis carnes gotas purpurinas
porque a salvarte, oh niño, te me niegas.

Mira que estoy de pie sobre los leños,


que a veces bastan unos pocos sueños
para encender la llama que me pierde

Sálvame, amor, y con tus manos puras


trueca este fuego en límpidas dulzuras
y haz de mis leños una rama verde..

COMENTARIO
Trata de una mujer donde el amor la acecha que por buscar a su amado queda
atrapada en los abrojos de sus propios deseos. A la mujer no le importa en la
situación tan crítica que quedo, ella usa sus sentidos para poder encontrar a ese
amor que merodea y pueda redimirla.
Sor Juana Inés de la Cruz nació en la
hacienda de San Miguel Nepantla, Estado de
México, el 12 de noviembre de 1648. Su
nombre, antes de tomar el hábito, fue Juana de
Asbaje y Ramírez ya que fue hija natural de la
criolla Isabel Ramírez de Santillana y el
vizcaíno Pedro Manuel de Asbaje.
Siendo pequeña, Sor Juana se crio con su
abuelo materno Pedro Ramírez, en la hacienda
de Panoayan. Su genio se manifestó desde temprana edad: habiendo estudiado
apenas las primeras letras en Amecameca.
A los tres años Sor Juana ya sabía leer, a los siete pedía que la mandaran a
estudiar a la Universidad y a los ocho escribió una loa para la fiesta de Corpus.

En 1656, a la muerte de su abuelo, su madre envió Sor Juana a la capital a vivir a


la casa de su hermana, María Ramírez, esposa del acaudalado Juan de Mata.
Ahí Sor Juana Inés estudió latín “en veinte lecciones” con el bachiller Martín de
Olivas, bastándole solamente esas pocas para dominar esta lengua, cosa que se
demuestra en la maestría de varias de sus obras, sobre todo en los villancicos,
que contienen versos latinos.

Sor Juana cuenta en su “Carta respuesta a Sor Filotea de la Cruz leía”, estudiaba
mucho, y era tal su obstinación por aprender que llegó a recurrir al método auto
coercitivo de cortarse el cabello para poner como plazo que le volviera a crecer,
para haber aprendido ya algo que deseaba.

Sor Juana leyó mucho durante toda su vida tanto autores clásicos romanos y
griegos como españoles.

En 1664 Sor Juana ingresó a la corte como dama de compañía de la


virreina, Leonor María Carreto, marquesa de Mancera, a la que dedicó algunos
sonetos con el nombre de Laura. El virrey, admirado, hizo reunir a cuarenta
letrados de todas facultades para someterla a un examen sin igual del cual, por
supuesto, salió triunfante, dejando admirados a los sabios por haber contestado
con sabiduría toda pregunta, argumento y réplica que estos le hicieran.
Harta de la vida cortesana, Sor Juana decidió entrar a un convento porque, según
ella misma dice, “para la total negación que tenía al matrimonio era lo más
decente que podía elegir en materia de la seguridad de mi salvación”. Primero
entró al convento de San José de las Carmelitas Descalzas en 1667 pero salió de
ahí a los tres meses, por la severidad de la regla y el rigor de la orden. Después
ingresó a la mucho más flexible orden de las jerónimas, en el convento de Santa
Paula, donde por fin profesó el 24 de febrero de 1669.
En el convento, donde vivió lo que le quedaba de vida, Sor Juana Inés de la Cruz
hizo oficios de contadora y archivista, pero, más que nada, se dedicó al estudio y a
la escritura. Dentro de su celda -que era individual y espaciosa- llegó a poseer
más de 4,000 volúmenes, instrumentos musicales, mapas y aparatos de medición
y a tener conocimientos profundos en astronomía, matemáticas, lengua, filosofía,
mitología, historia, teología, música, pintura y cocina, por citar solamente algunas
de sus disciplinas favoritas. Sor Juana Inés de la Cruz y su obra literaria
Famosa, aun dentro del claustro, Sor Juana constantemente era llamada para
escribir obras por encargo: en 1689 se le encargó hacer el Arco Triunfal a la
llegada a la capital de los Marqueses de la Laguna y Condes de Paredes, obra
que concluyó con éxito y que tituló Neptuno Alegórico.
Tres años después Sor Juana ganó dos premios en el certamen universitario del
Triunfo Parténico y constantemente se le encargaban villancicos para las
festividades religiosas, además de la importante cantidad de sonetos, rondillas,
décimas, silvas y liras que constantemente componía.

El primer libro publicado por Sor Juana Inés de la Cruz fue Inundación Castálida,


que reunió una buena parte de su obra poética y fue publicada en Madrid, antes
que en la Nueva España.
Durante mucho tiempo, Sor Juana no tuvo mayores problemas en su vida
conventual hasta que, como lo afirma Octavio Paz, escribió “una carta de
más”. Esa misiva se publicó con el largo título de Carta atenagórica de la madre
Juana Inés de la Cruz, religiosa profesa de velo y coro en el muy religioso
convento de San Jerónimo que imprime y dedica a la misma Sor Philotea de la
Cruz, su estudiosa aficionada en el convento de la Santísima Trinidad de la Puebla
de los Ángeles, y era una crítica a un sermón del jesuita portugués Antonio de
Vieyra, muy afamado teólogo de la época.
Esta crítica tuvo nefastas consecuencias aun cuando su publicación corrió a cargo
de la citada sor Filotea, que no era otro que el obispo de Puebla, Fernández de
Santa Cruz, que, finalmente, termina por reconvenirla y aconsejarle que se
dedique a asuntos menos profanos y más santos. Todo el asunto terminó en que
Sor Juana fue obligada a deshacerse de su biblioteca, sus instrumentos musicales
y matemáticos y obligada a dedicarse exclusivamente al convento.

Sor Juana murió el 17 de abril de 1695 contagiada de la epidemia que azotó al


convento de Santa Paula.
Contiene una fantasía contenta con amor
decente
(Sor Juana Inés de la Cruz)

Detente, sombra de mi bien esquivo,


imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias atractivo


sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes satisfecho


de que triunfa de mí tu tiranía;
que, aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,


poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.

COMENTARIO
Nos deja este poema en el cual nos pone de frente al amor como dulce seducción
y amenaza a la vez. Le canta, no a la persona, sino al amor como una energía que
atrae irremediablemente con la fuerza de un tirano.
Que consuela un celoso epilogando la serie
de los amores
(Sor Juana Inés de la Cruz)

Amor empieza por desasosiego,


solicitud, ardores y desvelos;
crece con riesgos, lances y recelos;
sustentase de llantos y de ruego.

Doctrínanle tibiezas y despego


conserva el ser entre engañosos velos,
hasta que con agravios o con celos
apaga con sus lágrimas su fuego.

Su principio, su medio y fin es éste:


¿pues por qué, Alcino, sientes el desvío
de Celia, que otro tiempo bien te quiso?

¿Qué razón hay de que dolor te cueste?


Pues no te engañó amor, Alcino mío,
sino que llegó el término preciso.

COMENTARIO
En este soneto sor Juana Inés de la Cruz expone la suerte que corre el amor
cuando el celoso, movilizado por las pasiones que desde el inicio lo poseen, se
deja arrastrar. Los celos que tenía por miedo a perder a su amada se transforman
en la causa de perderla.
Jaime Sabines

(Tuxtla Gutiérrez, México, 1926 -


Ciudad de México, 1999) Poeta
mexicano. En el horizonte de la
penúltima poesía mexicana, la
figura de Jaime Sabines se
levanta como un exponente de
difícil clasificación. Alejado de las
tendencias y los grupos
intelectuales al uso, ajeno a
cualquier capilla literaria, fue un creador solitario y desesperanzado cuyo camino
se mantuvo al margen del que recorrían sus contemporáneos. Hay en su poesía
un poso de amargura que se plasma en obras de un violento prosaísmo,
expresado en un lenguaje cotidiano, vulgar casi, marcado por la concepción
trágica del amor y por las angustias de la soledad. Su estilo, de una
espontaneidad furiosa y gran brillantez, confiere a su poesía un poder de
comunicación que se acerca, muchas veces, a lo conversacional, sin desdeñar el
recurso a un humor directo y contundente. Nacido en la localidad de Tuxtla
Gutiérrez, capital del Estado de Chiapas, el 25 de marzo de 1926, tras sus
primeros estudios, que realizó en el Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas, se
trasladó a Ciudad de México e ingresó en la Escuela Nacional de Medicina (1945),
donde permaneció tres años antes de abandonar la carrera. Cursó luego estudios
de lengua y literatura castellana en la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Nacional Autónoma de México, y fue becario especial del Centro
Mexicano de Escritores, aunque no consiguió grado académico alguno.

En 1952 regresó a Chiapas; residió allí durante siete años, el primero de ellos
consagrado a la política y los demás trabajando como vendedor de telas y
confecciones. En 1959, tras conseguir el premio literario que otorgaba el Estado,
Sabines comenzó a cultivar seriamente la literatura. Tal vez por influencia de su
padre, el mayor Sabines, un militar a quien dedicó algunas de sus obras, y, pese
al evidente pesimismo que toda su producción literaria respira, Jaime Sabines
participó de nuevo y repetidas veces en la vida política nacional; en 1976 fue
elegido diputado federal por Chiapas, su estado natal, cargo que ostentó hasta
1979. Y en 1988 se presentó y salió elegido de nuevo, pero esta vez por un distrito
de la capital federal.

Compaginar esta actividad política, que parece exigir cierta disciplina ideológica y
un proyecto colectivo de futuro, había de ser difícil para un hombre como el que
nos revela sus escritos, autor de una obra marcada por el pesimismo y por una
actitud descreída y paradójicamente confesional, imbuida de una concepción
trágica del amor y transida por las angustias de la soledad. Aunque
contemporánea de la de Octavio Paz, José Emilio Pacheco, Homero Aridjis y otras
destacadas figuras de la efervescente lírica mexicana, su poesía se apartó del
vigente "estado de cosas", se mantuvo al margen de las actividades y tendencias
literarias, tal vez porque su dedicación profesional al comercio le permitió
prescindir del mundillo y los ambientes literarios.
Influido en su prehistoria poética por autores como Pablo Neruda o Federico
García Lorca, su primer volumen de poesías, Oral, publicado en 1950, permitía ya
adivinar las constantes de una obra que destaca por una intensa sinceridad,
escéptica unas veces, expresionista otras, y cuya transmisión literaria se logra a
costa incluso del equilibrio formal. No es difícil suponer así que la poesía de
Sabines está destinada a ocupar en el panorama literario mexicano un lugar
mucho mayor del que hasta hoy se le ha concedido, especialmente por su rechazo
de lo "mágico", que ha informado la creación al uso en las últimas décadas, pero
también por su emocionada y clara expresividad. Este rechazo se hace evidente
en el volumen Recuento de poemas, publicado en 1962 y que reúne sus obras La
señal (1951), Adán y Eva (1952), Tarumba (1956), Diario, semanario y poemas en
prosa (1961) y algunos poemas que no habían sido todavía publicados.
En 1965, la compañía discográfica Voz Viva de México grabó un disco con
algunos poemas de Sabines con la propia voz del autor. Sabines reforzó su figura
de creador pesimista, su tristeza frente a la obsesiva presencia de la muerte; pero
se advierte luego una suerte de reacción, aunque empapada en lúgubre filosofía,
cuando canta al amor en Mal tiempo (1972), obra en la que esboza un "camino
más activo y espléndido", fundamentado en el ejercicio de la pasividad; un camino
que lo lleva a descubrir que "lo extraordinario, lo monstruosamente anormal es
esta breve cosa que llamamos vida". Pese a una cierta reacción que lo aleja un
poco de su primer y profundo pesimismo, sus versos repletos de símbolos que se
encadenan sin solución de continuidad están transidos de una dolorosa angustia.
Con un estilo que no teme la vulgaridad ni rechaza las tradiciones, la sabrosa y
cordial poesía de Sabines puede también tomar un mayor vuelo, como se puso de
manifiesto en el ambicioso proyecto Algo sobre la muerte del mayor
Sabines (1973), un poema casi narrativo en el que el padre del poeta se constituye
en protagonista del mundo y de la vida. Vinieron luego Nuevo recuento de
poemas (1977), otro volumen antológico que recoge el material anterior, y Poemas
sueltos (1983). Todos estos textos, así como una segunda parte de Algo sobre la
muerte del mayor Sabines, fueron recogidos en la edición de 1987 de Nuevo
recuento.

Traducida a varias lenguas, su obra fue galardonada con varios premios como el
de literatura otorgado por el gobierno del Estado de Chiapas (1959), el Xavier
Villaurrutia, instituido en honor del gran escritor mexicano (1972) y el Elías
Sourasky de 1982. En 1983 recibió el Premio Nacional de las Letras. Sus últimos
años estuvieron marcados por una larga lucha contra el cáncer.

Los versos de Sabines son directos y transparentes, y aunque no desdeña el


refinamiento de la poesía culta, su estilo se inclina más hacia lo conversacional.
Ello le ganó el favor del gran público, que se hizo patente sobre todo durante las
dos últimas décadas de su vida. El autor utiliza un lenguaje cotidiano y sin adornos
para crear composiciones que se colocan más cerca de los sentimientos que dé la
razón. Poeta del diario vivir, contempla con perplejidad y desde la más rigurosa
terrenidad el fenómeno del amor y el absurdo de la muerte.
Me tienes en tus manos
(Jaime Sabines)
Me tienes en tus manos
y me lees lo mismo que un libro.
Sabes lo que yo ignoro
y me dices las cosas que no me digo.
Me aprendo en ti más que en mí mismo.
Eres como un milagro de todas horas,
como un dolor sin sitio.
Si no fueras mujer fueras mi amigo.
A veces quiero hablarte de mujeres
que a un lado tuyo persigo.
Eres como el perdón
y yo soy como tu hijo.
¿Qué buenos ojos tienes cuando estás conmigo?
¡Qué distante te haces y qué ausente
cuando a la soledad te sacrifico!
Dulce como tu nombre, como un higo,
me esperas en tu amor hasta que arribo.
Tú eres como mi casa,
eres como mi muerte, amor mío.

COMENTARIO
Sabines le dice a su amada compañera todo lo que significa para él desde un
punto de vista metafísico. Llega a conocerse a sí mismo por medio de ella; y a ella
la encuentra en la búsqueda de sí mismo, define la paciencia de su compañera
como dulce; califica la protección que le ofrece como un hogar, y, la considera
inevitable y de por vida como la muerte.
No es que muera de
amor
(Jaime Sabines)

No es que muera de amor, muero de ti.


Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma, de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.

Muero de ti y de mí, muero de ambos,


de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,


en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro
acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé cómo yo mismo.

Morimos en el sitio que le he prestado al aire


para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros,
separados del mundo, dichosa, penetrada,
y cierto, interminable.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos


entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.

Nos morimos, amor, muero en tu vientre


que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos oscuros e incesantes.

Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,


de nuestra muerte, amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
inconsolable, a gritos,
dentro de mí, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.

COMENTARIO
El poeta le está confesando cuándo la necesita, este amor profundo llega a matar.
El poeta, que ama, y su amada, que ama también, están muriendo y a su vez
Sabines nos dice que no muere de amor, sino de ella. Y que aquello que hace
sentir al ser humano más vivo es el amor, y de tanto amor o pérdida de un amor,
el frágil ser humano que nos dibuja Sabines se siente morir.
SUGERIDOS POR EL PROFESOR
Juan Ramón Jiménez Mantecón. (Moguer, Huelva, 23
de diciembre de 1881 – San Juan, Puerto Rico, 29 de
mayo de 1958). Poeta español y premio Nobel de
Literatura.
Estudia en la Universidad de Sevilla, pero abandona
Derecho y Pintura para dedicarse a la literatura
influenciado por Rubén Darío y los simbolistas franceses.
Tiene varias crisis de neurosis depresiva y permanece
ingresado en Francia y en Madrid; en esta ciudad se
instala definitivamente. Realiza viajes a Francia y a Estados Unidos, donde se
casa en 1916 con Zenobia Camprubí. En 1936, al estallar la Guerra Civil española,
se exilia a Estados Unidos, Cuba y Puerto Rico. En este último país recibe la
noticia de la concesión del Premio Nobel de Literatura en 1956.
La crítica suele dividir su trayectoria poética en tres etapas:
Etapa sensitiva (1898-1915): marcada por la influencia de Bécquer, el Simbolismo
y el Modernismo. En ella predominan las descripciones del paisaje, los
sentimientos vagos, la melancolía, la música y el color, los recuerdos y ensueños
amorosos. Se trata de una poesía emotiva y sentimental donde se trasluce la
sensibilidad del poeta a través del perfeccionismo de la estructura formal.
Etapa intelectual (1916-1936): descubrimiento del mar como motivo trascendente.
El mar simboliza la vida, la soledad, el gozo, el eterno tiempo presente. Se inicia,
asimismo, una evolución espiritual que lo lleva a buscar la trascendencia. En su
deseo de salvarse ante la muerte se esfuerza por alcanzar la eternidad a través de
la belleza y la depuración poética.
Etapa verdadera (1937-1958): todo lo escrito durante su exilio americano.
La obra poética de Juan Ramón Jiménez es muy numerosa, con libros que, a lo
largo de su vida y en un afán constante de superación, repudia o de los que salva
algún poema, casi siempre retocado en sus sucesivas selecciones.
Adolescencia
(Juan Ramón Jiménez Mantecón)
En el balcón, un instante
nos quedamos los dos solos.
Desde la dulce mañana
de aquel día, éramos novios.
El paisaje soñoliento
dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de otoño.
Le dije que iba a besarla;
bajó, serena, los ojos
y me ofreció sus mejillas,
como quien pierde un tesoro.
Caían las hojas muertas,
en el jardín silencioso,
y en el aire erraba aún
un perfume de heliotropos.

No se atrevía a mirarme;
le dije que éramos novios,
...y las lágrimas rodaron
de sus ojos melancólicos.

COMENTARIO
El poeta nos narra un recuerdo o una anécdota que vivió siendo adolescente. Es
una romántica, historia entre él y una chica que nos da una visión general de cómo
habrían sido los adolescentes antaño… pues hoy en día no se percibe en la
sociedad el tipo de pudor que Juan Ramón Jiménez estaba experimentando.
Jorge Luis Borges Acevedo. (Buenos Aires, 24 de
agosto de 1899 - Ginebra, Suiza, 14 de junio de 1986).
Poeta, ensayista y escritor argentino.

Estudia en Ginebra e Inglaterra. Vive en España desde 1919 hasta su regreso a


Argentina en 1921. Colabora en revistas literarias, francesas y españolas, donde
publica ensayos y manifiestos.
De regreso a Argentina, participa con Macedonio Fernández en la fundación de las
revistas Prisma y Prosa y firma el primer manifiesto ultraísta. En 1923 publica su
primer libro de poemas, Fervor de Buenos Aires, y en 1935 Historia universal de la
infamia, compuesto por una serie de relatos breves (formato que utilizará en
publicaciones posteriores).
Durante los años treinta su fama crece en Argentina y publica diversas obras en
colaboración con Bioy Casares, de entre las que cabe subrayar Antología de la
literatura fantástica. Durante estos años su actividad literaria se amplía con la
crítica literaria y la traducción de autores como Virginia Woolf, Henri Michaux o
William Faulkner.

Es bibliotecario en Buenos Aires de 1937 a 1945, conferenciante y profesor de


literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires, presidente de la Sociedad
Argentina de Escritores, miembro de la Academia Argentina de las Letras
y director de la Biblioteca Nacional de Argentina desde 1955 hasta 1974. En 1961
comparte con Samuel Beckett el Premio Formentor, otorgado por el Congreso
Internacional de Editores. Desde 1964 publica indistintamente en verso y en prosa.
Borges utiliza un singular estilo literario, basado en la interpretación de conceptos
como los de tiempo, espacio, destino o realidad. La simbología que utiliza remite a
los autores que más le influencian -William Shakespeare, Thomas De Quincey,
Rudyard Kipling o Joseph Conrad-, además de la Biblia, la Cábala judía, las
primigenias literaturas europeas, la literatura clásica y la filosofía.La importancia
de su obra se ve reconocida con el Premio Miguel de Cervantes en 1979.
Everness
(Jorge Luis Borges Acevedo)

Sólo una cosa no hay. Es el olvido.


Dios, que salva el metal, salva la escoria
y cifra en su profética memoria
las lunas que serán y las que han sido.
 
Ya todo está. Los miles de reflejos
que entre los dos crepúsculos del día
tu rostro fue dejando en los espejos
y los que irá dejando todavía.
 
Y todo es una parte del diverso
cristal de esa memoria, el universo;
no tienen fin sus arduos corredores
 
y las puertas se cierran a tu paso;
sólo del otro lado del ocaso
verás los Arquetipos y Esplendores.

COMENTARIO
Everness: SIEMPRE y de alguna manera ETERNIDAD. Borges nos expresa el
olvido o la imposibilidad del olvido, las disquisiciones acerca de Dios, la eternidad,
el libre albedrío y los inevitables e inquietantes espejos. Y el amor «Ya todo está.
Los miles de reflejos que entre los dos crepúsculos del día tu rostro fue dejando en
los espejos y los que irá dejando todavía». 
Luis de Góngora y Argote

(Córdoba, España, 1561-id.,


1627) Poeta español. Nacido en
el seno de una familia
acomodada, estudió en la
Universidad de Salamanca.
Nombrado racionero en la
catedral de Córdoba desempeñó
varias funciones que le brindaron
la posibilidad de viajar por
España. Su vida disipada y sus composiciones profanas le valieron pronto una
amonestación del obispo (1588). En 1603 se hallaba en la corte, que había sido
trasladada a Valladolid, buscando con afán alguna mejora de su situación
económica. En esa época escribió algunas de sus más ingeniosas letrillas, trabó
una fecunda amistad con Pedro Espinosa y se enfrentó en terrible y célebre
enemistad con su gran rival, Francisco de Quevedo. Instalado definitivamente en
la corte a partir de 1617, fue nombrado capellán de Felipe III, lo cual, como revela
su correspondencia, no alivió sus dificultades económicas, que lo acosarían hasta
la muerte. Aunque en su testamento hace referencia a su «obra en prosa y en
verso», no se ha hallado ningún escrito en prosa, salvo las 124 cartas que
conforman su epistolario, testimonio valiosísimo de su tiempo. A pesar de que no
publicó en vida casi ninguna de sus obras poéticas, éstas corrieron de mano en
mano y fueron muy leídas y comentadas. En sus primeras composiciones (hacia
1580) se adivina ya la implacable vena satírica que caracterizará buena parte de
su obra posterior. Pero al estilo ligero y humorístico de esta época se le unirá otro,
elegante y culto, que aparece en los poemas dedicados al sepulcro de El Greco o
a la muerte de Rodrigo Calderón. En la Fábula de Píramo y Tisbe (1617) se
producirá la unión perfecta de ambos registros, que hasta entonces se habían
mantenido separados. Entre 1612 y 1613 compuso los poemas
extensos Soledades y la Fábula de Polifemo y Galatea, ambos de extraordinaria
originalidad, tanto temática como formal. Las críticas llovieron sobre estas dos
obras, en parte dirigidas contra las metáforas extremadamente recargadas, y a
veces incluso «indecorosas» para el gusto de la época. En un rasgo típico del
Barroco, pero que también suscitó polémica, Góngora rompió con todas las
distinciones clásicas entre géneros lírico, épico e incluso satírico. Juan de
Jáuregui compuso su Antídoto contra las Soledades y Quevedo lo atacó con su
malicioso poema Quien quisiere ser culto en sólo un día... Sin embargo, Góngora
se felicitaba de la incomprensión con que eran recibidos sus intrincados poemas
extensos: «Honra me ha causado hacerme oscuro a los ignorantes, que ésa es la
distinción de los hombres cultos».

El estilo gongorino es sin duda muy personal, lo cual no es óbice para que sea
considerado como una magnífica muestra del culteranismo barroco. Su lenguaje
destaca por el uso reiterado del cultismo, sea del tipo léxico, sea sintáctico
(acusativo griego o imitación del ablativo absoluto latino). La dificultad que entraña
su lectura se ve acentuada por la profusión de inusitadas hipérboles barrocas,
hipérbatos y desarrollos paralelos, así como por la extraordinaria musicalidad de
las aliteraciones y el léxico colorista y rebuscado.

Su peculiar uso de recursos estilísticos, que tanto se le criticó, ahonda de hecho


en una vasta tradición lírica que se remonta a Petrarca, Juan de Mena o Fernando
de Herrera. A la manera del primero, gusta Góngora de las correlaciones y
plurimembraciones, no ya en la línea del equilibrio renacentista sino en la del
retorcimiento barroco. Sus perífrasis y la vocación arquitectónica de toda su
poesía le dan un aspecto oscuro y original, extremado si cabe por todas las
aportaciones simbólicas y mitológicas de procedencia grecolatina.
Su fama fue enorme durante el Barroco, aunque su prestigio y el conocimiento de
su obra decayeron luego hasta bien entrado el siglo XX, cuando la celebración del
tercer centenario de su muerte (en 1927) congregó a los mejores poetas y literatos
españoles de la época (conocidos desde entonces como la Generación del
27: Federico García Lorca, Rafael Alberti, Dámaso Alonso, Jorge Guillén, Pedro
Salinas, Luis Cernuda y Miguel Hernández, entre otros) y supuso su definitiva
revalorización crítica

La dulce boca que a gustar convida


(Luis de Góngora y Argote)

La dulce boca que a gustar convida


Un humor entre perlas distilado,
Y a no invidiar aquel licor sagrado
Que a Júpiter ministra el garzón de Ida,

Amantes, no toquéis, si queréis vida;


Porque entre un labio y otro colorado
Amor está, de su veneno armado,
Cual entre flor y flor sierpe escondida.

No os engañen las rosas que a la Aurora


Diréis que, aljofaradas y olorosas
Se le cayeron del purpúreo seno;

Manzanas son de Tántalo, y no rosas,


Que pronto huyen del que incitan hora
Y sólo del Amor queda el veneno.
COMENTARIO
El poeta acude para advertirnos que entre los labios qué se besan está el amor,
pero un amor personificado es decir que el amor en sí mismo como si fuera real
está entre los labios de los besantes y ¡CUIDADO! porque amor está armado con
un veneno como si fuera una serpiente escondida entre las flores.
Los amorosos

(Jaime sabines)

Los amorosos callan.


El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,


no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos


viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.

Saben que nunca han de encontrar.


El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre - ¡qué bueno! - han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,


sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,


a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
Le llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.

COMENTARIO

Sabines expone la búsqueda del amor, cómo la vive y cómo la interpreta. Los
individuos están en una constante búsqueda de amor perfecto, pero sin hallar aun
lo que realmente desean, quizás no son capaces de dar lo mismo que reciben o,
aunque consigan a su alma gemela, el sentimiento del amor es tan fuerte que lo
hace insoportable y difícil de sobrellevar.
Federico García Lorca (Fuente vaqueros, 5 de junio de 1898 – camino Víznar a
Alfacar, 1936). Poeta y dramaturgo español, adscrito a la generación del 27.
Desde pequeño entra en contacto con las artes a través de la música y el dibujo.
En 1915 comienza a estudiar Filosofía y Letras, así como Derecho, en la
Universidad de Granada. Forma parte de El Rinconcillo, centro de reunión de los
artistas granadinos donde conoce a Manuel de Falla. Entre 1916 y 1917 realiza
una serie de viajes por España con sus compañeros de estudios, conociendo a
Antonio Machado y que inspiran su primer libro Impresiones y paisajes (1918). En
1919 se traslada a Madrid y se instala en la Residencia de Estudiantes,
coincidiendo con numerosos literatos e intelectuales. Allí, empieza a florecer su
actividad literaria con la publicación de obras como Libro de poemas (1921) o El
maleficio de la mariposa (1920).
Junto a un grupo de intelectuales granadinos funda en 1928 la revista Gallo, de la
que sólo salen 2 ejemplares. En 1929 viaja a Nueva York, plasmando este viaje
en Poeta en Nueva York, que se publicaría ya fallecido el autor en 1940. Dos años
después funda el grupo teatral universitario La Barraca, para acercar el teatro al
pueblo mediante obras del Siglo de Oro. Otro viaje a Buenos Aires en 1933 hace
crecer más su popularidad con el estreno de Bodas de Sangre y a su vuelta a
España un año después sigue publicando diversas obras como Yerma o La casa
de Bernarda Alba (1936) hasta que en 1936, en su regreso a Granada es detenido
y fusilado por sus ideas liberales. Escribe tanto poesía como teatro, si bien en los
últimos años se vuelca más en este último, participando no sólo en su creación
sino también en la escenificación y el montaje. En sus primeros libros de poesía se
muestra más bien modernista, siguiendo la estela de Antonio Machado, Rubén
Darío y Salvador Rueda. En una segunda etapa aúna
el Modernismo con la Vanguardia, partiendo de una
base tradicional. En cuanto a su labor teatral, Lorca
emplea rasgos líricos, míticos y simbólicos, y recurre
tanto a la canción popular como a la desmesura
calderoniana o al teatro de títeres.
La sangre derramada
¡Que no quiero verla!
(Federico García Lorca) 
Por las gradas sube Ignacio
¡Que no quiero verla!
con toda su muerte a cuestas.
Dile a la luna que venga,
Buscaba el amanecer,
que no quiero ver la sangre
y el amanecer no era.
de Ignacio sobre la arena.
Busca su perfil seguro,
y el sueño lo desorienta.
¡Que no quiero verla!
Buscaba su hermoso cuerpo
y encontró su sangre abierta.
La luna de par en par.
¡No me digáis que la vea!
Caballo de nubes quietas,
No quiero sentir el chorro
y la plaza gris del sueño
cada vez con menos fuerza;
con sauces en las barreras.
ese chorro que ilumina
los tendidos y se vuelca
¡Que no quiero verla!
sobre la pana y el cuero
de muchedumbre sedienta.
Que mi recuerdo se quema.
¡Avisad a los jazmines
¡Quién me grita que me asome!
con su blancura pequeña!
¡No me digáis que la vea!

¡Que no quiero verla!


No se cerraron sus ojos
La vaca del viejo mundo
cuando vio los cuernos cerca,
pasaba su triste lengua
pero las madres terribles
sobre un hocico de sangres
levantaron la cabeza.
derramadas en la arena,
Y a través de las ganaderías,
y los toros de Guisando,
hubo un aire de voces secretas
casi muerte y casi piedra,
que gritaban a toros celestes
mugieron como dos siglos
mayorales de pálida niebla.
hartos de pisar la tierra.
No hubo príncipe en Sevilla
No.
que comparársele pueda, la flor de su calavera.
ni espada como su espada Y su sangre ya viene cantando:
ni corazón tan de veras. cantando por marismas y praderas,
Como un río de leones resbalando por cuernos ateridos,
su maravillosa fuerza, vacilando sin alma por la niebla,
y como un torso de mármol tropezando con miles de pezuñas
su dibujada prudencia. como una larga, oscura, triste lengua,
Aire de Roma andaluza para formar un charco de agonía
le doraba la cabeza junto al Guadalquivir de las estrellas.
donde su risa era un nardo ¡Oh blanco muro de España!
de sal y de inteligencia. ¡Oh negro toro de pena!
¡Qué gran torero en la plaza! ¡Oh sangre dura de Ignacio!
¡Qué buen serrano en la sierra! ¡Oh ruiseñor de sus venas!
¡Qué blando con las espigas! No.
¡Qué duro con las espuelas! ¡Que no quiero verla!
¡Qué tierno con el rocío! Que no hay cáliz que la contenga,
¡Qué deslumbrante en la feria! que no hay golondrinas que se la
¡Qué tremendo con las últimas beban,
banderillas de tiniebla! no hay escarcha de luz que la enfríe,
no hay canto ni diluvio de azucenas,
Pero ya duerme sin fin. no hay cristal que la cubra de plata.
Ya los musgos y la hierba No.
abren con dedos seguros ¡¡Yo no quiero verla!!

COMENTARIO
El jazmín es la representación del apego, de la amistad, del cariño. El poeta no
quiere que se muera, quiere que siga a su lado . El poeta no quiere ver la sangre
del torero que emana de la cornada desea que llegue la noche para no tener que
ver la sangre, la luna está en lo alto, llena y lo ilumina todo, dando a los caballos
ese color pálido, como reflejo de la tragedia que ha ocurrido.
Todavía
(Mario Benedetti)
No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría
 
palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo
tus manos y, sin embargo
todavía no lo creo
 
tu regreso tiene tanto
que ver contigo y conmigo
que por cábala lo digo
y por las dudas lo canto
 
nadie nunca te reemplaza
y las cosas más triviales
se vuelven fundamentales
porque estás llegando a
casa
 
sin embargo, todavía
dudo de esta buena suerte
porque el cielo de tenerte
me parece fantasía
 
pero venís y es seguro
y venís con tu mirada
y por eso tu llegada  
hace mágico el futuro y si beso la osadía
  y el misterio de tus labios
y aunque no siempre he entendido no habrá dudas ni resabios
mis culpas y mis fracasos te querré más
en cambio, sé que en tus brazos                            todavía.
el mundo tiene sentido

COMENTARIO
El poeta nos habla de un sentimiento que es imposible de controlar. El amor es
algo que supera cualquier barrera, por muy alta que sea. No podemos hacer nada
para impedir que dos personas se amen y es por ello que lo mejor es dejar que
estén juntos. No se pueden poner obstáculos al amor porque este todo lo puede.
Poema XX
(Pablo Neruda)

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,


y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.


Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.


La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.


Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.


Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.


Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.


La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.


Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.


Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.


Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.


Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.


Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.


Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,


Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,


y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

COMENTARIO
Expresa el final de una relación amorosa con sentimientos de dolor, soledad y
melancolía. con detalle el recuerdo triste de una noche, donde él la quiso y la besó
muchas veces mirando sus ojos fijos. Pero más adelante confiesa que todo ha
cambiado, dando en entender la transformación que sufren las relaciones
humanas con el paso del tiempo: ya no somos los mismos.
León Felipe

(León Felipe Camino; Tábara,


1884 - Ciudad de México, 1968)
Poeta español. Representante
de los creadores exiliados tras la
Guerra Civil, sus versos poseen
un talante crítico y de lucha
contra las injusticias sociales.
Hijo de un notario, pasó su
infancia en Sequeros
(Salamanca) y en 1893 se
trasladó con su familia a
Santander. Tras estudiar en
Madrid, ejerció de farmacéutico
en varias ciudades al tiempo que trabajaba como actor para una compañía de
teatro itinerante.

Estuvo encarcelado por deudas, administró los hospitales de Guinea, y en 1922


viajó a México, donde desempeñó labores de bibliotecario en Veracruz antes de
ser agregado cultural de la embajada española y profesor de literatura en diversas
universidades americanas. Al estallar la Guerra Civil española se encontraba en
Panamá, desde donde regresó a España para apoyar la causa republicana. En
1938 se exilió definitivamente en México.

Su obra poética se abrió con Versos y oraciones del caminante (1920), cuya


sencillez temática y estilística distanció al autor de las corrientes posmodernistas
del momento. En el segundo volumen de Versos y oraciones del caminante (1930)
vuelven los temas intimistas centrados en la experiencia cotidiana, pero el tono
elevado y profético revela el magisterio de Walt Whitman, que fue traducido por el
autor.
La actitud moral comenzó a manifestarse en su siguiente obra, Drop a star (1933),
donde las influencias de Whitman, Antonio Machado, Miguel de Unamuno y T. S.
Eliot se fundieron con un modelo expresivo inspirado en la Biblia, que fue
característico de su producción. La experiencia de la guerra civil y el exilio
posterior configuraron una voz poética combativa y rebelde, especialmente a
través de La insignia (1937), El payaso de las bofetadas y el pescador de
caña (1938), El hacha (1939), español del éxodo y el llanto (1939) y El gran
responsable (1940).
En estas obras León Felipe encarnó la figura del poeta vidente, entre prometeico y
quijotesco, que enuncia su discurso de una manera casi mística: la palabra actúa
como una fuerza que redime a los humildes de los sufrimientos e injusticias,
aunque a veces sea tan sólo un grito desesperado. Sus composiciones, de gran
fuerza lírica y hondo contenido social, rememoran el drama de la guerra, la derrota
y el destierro, al tiempo que reflejan la condición humana con apasionado
idealismo. Los versos destacan por la sobriedad del léxico, y por un ritmo amplio y
reiterativo que le comunica una sonoridad semejante a la de los versículos
bíblicos, aunque en ocasiones incurran en lo prosaico o parezcan fruto de un fácil
verbalismo.

Después de Ganarás la luz (1943) y Parábola y poesía (1944), publicó Antología


rota (1947), selección de poemas que llegó a gran número de lectores.
Posteriormente aparecieron España e Hispanidad (1947), Llamadme
publicano (1950) y El ciervo y otros poemas (1958), este último un canto elegíaco
provocado por el fallecimiento de su esposa. En su libro postrero, titulado ¡Oh,
este viejo y roto violín! (1965), reflexiona sobre el tiempo, el sueño y la muerte,
temas centrales de su última etapa.
¡Qué lástima!
(León Felipe)

Para Alberto López Argüello


¡Qué lástima
que yo no pueda cantar a la usanza de este tiempo
lo mismo que los poetas que hoy cantan!
¡Qué lástima
que yo no pueda entonar
con una voz engolada esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!
¡Qué lástima
que yo no tenga una patria!
Sé que la historia es la misma,
la misma siempre, que pasa
desde una tierra a otra tierra,
desde una raza a otra raza,
como pasan esas tormentas de estío
desde ésta a aquella comarca.
¡Qué lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña en la estepa castellana
Y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada:
pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría, en la montaña.
Después… ya no he vuelto a echar el ancla
y ninguna de estas tierras me levanta ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
¡Qué lástima
que yo no tenga una casa!
Una casa solariega y blasonada,
una casa en que guardara,
a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
y el retrato de un mi abuelo
que ganara una batalla.
¡Qué lástima que yo no tenga un abuelo
que ganara una batalla, retratado
con una mano cruzada en el pecho,
y la otra mano en el puño de la espada!
¡Qué lástima
que yo no tenga siquiera una espada!
Porque… ¿qué voy a cantar
si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo
que ganara una batalla,
ni un sillón viejo de cuero,
ni una mesa, ni una espada?
¡Qué voy a cantar si soy
un paria que apenas tiene una capa!

Sin embargo…
en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.
Un libro tengo también.
Y todo mi ajuar se halla en una sala muy amplia
y muy blanca que está en la parte más baja
y más fresca de la casa. Tiene una luz muy clara
esta sala tan amplia y tan blanca…
Una luz muy clara que entra por una ventana
que da a una calle muy ancha.
Y a la luz de esta ventana vengo todas las mañanas.
Aquí me siento sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas leyendo en mi libro y viendo
cómo pasa la gente al través de la ventana.
Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
ese pastor que va detrás de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen
arrastrando sus miserias de Pastrana,
y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.
¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana siempre,
y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
¡Qué gracia tiene su cara en el cristal aplastada
con la barbilla sumida y la naricilla chata!
Yo me río mucho mirándola
y le digo que es una niña muy guapa…
Ella entonces me llama ¡tonto!, y se marcha.
¡Pobre niña! Ya no pasa por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de mala gana,
ni se para en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
Que un día se puso mala, muy mala,
y otro día doblaron por ella a muerto las campanas.
Y en una tarde muy clara, por esta calle tan ancha,
al través de la ventana, vi cómo se la llevaban
en una caja muy blanca… En una caja muy blanca
que tenía un cristalito en la tapa.
Por aquel cristal se la veía la cara
lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana…
Al cristal de esta ventana
que ahora me recuerda siempre
el cristalito de aquella caja tan blanca.
Todo el ritmo de la vida pasa
por este cristal de mi ventana…
Y la muerte también pasa…

¡Qué lástima!
Que no pudiendo cantar otras hazañas,
porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo
que ganara una batalla,
ni un sillón viejo de cuero,
ni una mesa, ni una espada,
y soy un paria que apenas tiene una capa…
venga forzado a cantar, cosas de poca importancia!
COMENTARIO
La infancia que se ha perdido y de una realidad importante: la mortalidad infantil.
La muerte no perdona y menos a los más pequeños. El entierro sólo certifica esta
realidad, como su cara muerta a través del cristal del ataúd. El poeta versa sobre
lo cotidiano porque que es una realidad importante, esencial y que demuestra los
horrores de una sociedad enfrentada, pobre, sin esperanza y sin oportunidades.

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