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Club Muerto Charlaine Harris

Club Muerto
Charlaine Harris
Libro 3 de la Serie Vampiros Sureños
Club Muerto Charlaine Harris

Este libro esta dedicado a mi niño de en medio,


Timothy Schulz, que me dijo rotundamente
que él quería un libro todo para él.

RECONOCIMIENTOS

Mi agradecimiento es para a Lisa Weissenbuehler, Kerie L. Níquel, Marie La Salle, y


Doris Ann Norris incomparables por meterse en las cajuelas de autos, grandes y
pequeños. Mi sincero agradecimiento para Janet Davis, Irene, y Sonya Stocklin,
también ciberciudadanos de DorothyL, por su información sobre bares, bourree (un
juego de cartas), y los gobiernos de la región de Luisiana. Joan Coffey fue muy cortés
con el suministro de la información sobre Jackson. Jane Lee maravillosa y servicial me
condujo con paciencia por todo Jackson durante muchas horas, entrando a fondo en el
espíritu de encontrar la posición perfecta para un bar vampiro.
Club Muerto Charlaine Harris

Capítulo 1
Bill estaba encorvado sobre la computadora cuando me dejé caer en su casa. Este era un
escenario demasiado familiar desde hacía un mes o dos. Él se había arrancado de su
trabajo cuando venía a su casa, hasta hacía un par de semanas. Ahora era el teclado
quién lo atraía.

-¡Hola, amor!, -él dijo distraídamente, su mirada remachada a la pantalla. Una botella
vacía TrueBlood 1 del tipo O estaba sobre el escritorio al lado del teclado. Al menos se
había acordado de comer.

Bill, no es del tipo jeans-y-camiseta, llevaba puesto unos caquis y una camisa planchada
azul y verde. Su piel brillaba, y su grueso pelo oscuro olía como Herbal Essences. Él
era suficiente para provocarle a cualquier mujer una subida hormonal. Besé su cuello, y
él no reaccionó. Lamí su oído. Nada.

Había estado directamente sobre mis pies durante seis horas en el Bar Merlotte´s, y
siempre que algún cliente me había dado mala propina, o algún tonto había intentado
acariciar mis pompis, me había recordado a mí misma que pronto estaría con mi novio,
teniendo sexo increíble y disfrutando de su atención.

Lo que no parecía estar sucediendo.

Inhalé despacio y constantemente, fulminé con la mirada el trasero de la espalda de Bill.


Era un maravilloso trasero, con amplios hombros, y yo había planeado verlo desnudo
con mis uñas clavadas en el. Había contado con esto fuertemente. Exhalé, despacio y
constantemente.

-Estaré contigo en un minuto, -Bill dijo.

Sobre la pantalla, había una foto de un hombre distinguido con el pelo de plata y un
oscuro bronceado. Él se miraba de la clase de Anthony Quinn —sexy, y parecía
poderoso. Bajo el cuadro había un nombre, y bajo este algún texto. ―Nacido 1756 en
Sicilia‖, comenzaba. Justo cuando abrí mi boca para comentar que los vampiros
aparecían en fotografías a pesar de la leyenda, Bill se dio la vuelta y vio que leía.

Él presiono un botón y la pantalla se quedo en blanco.

Lo contemplé, no acabando de creerme completamente lo que había pasado.

-Sookie, -él dijo, con un amago de sonrisa.

Sus colmillos estaban retraídos, así que él no estaba totalmente del humor en el cual
esperaba encontrarlo; él no pensaba en mí carnalmente. Como todos los vampiros, sus
colmillos estaban completamente extendidos cuando él está de humor sexy y lujurioso,
o la cosa del placer alimentación-y-matanza. (A veces, aquellas lujurias van mas allá del
gruñido, y uno consigue colmilleros muertos. Pero este elemento de peligro es lo que

1
TrueBlood = Sangre Verdadera. (N. de T .)
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atrae a la mayor parte de los colmilleros, si alguien me pregunta.) Aunque haya sido
acusada de ser una de aquellas criaturas patéticas que dan vueltas alrededor de los
vampiros con la esperanza de llamar su atención, hay sólo un vampiro con quién estoy
implicada (al menos voluntariamente) y era el que estaba sentado directamente delante
de mí. Él que guardaba secretos para mí. Él que no estaba muy contento de verme.

-Bill, -dije con frialdad. Algo Pasaba, con una P mayúscula. Y no se trataba del libido
de Bill. (Libido acababa de estar en mi calendario como Palabra del Día.)

-Tú no viste lo que acabas de ver, -dijo él firmemente. Sus ojos castaño oscuro me
observaron sin parpadear.

-Uh-huh, -dije, quizás sonando un poquito sarcástica. -¿En qué andas metido?

-Tengo una asignación secreta.

No sabía si reírme o irritarme. Así que solamente levanté mis cejas y esperé por más.
Bill era el investigador para el Área 5, una división vampiro de Luisiana. Eric, la cabeza
de Área 5, nunca antes había dado a Bill ―una asignación‖ que fuera secreta para mí. De
hecho, por lo general yo era una parte integral del equipo de investigación, a pesar de lo
poco dispuesta que estuviera.

-Eric no debe saberlo. Ninguno de los vampiros del Área 5 puede saberlo.

Mi corazón se hundió.

-Así que…si no haces un trabajo para Eric, ¿para quién trabajas? -Me arrodillé porque
mis pies estaban muy cansados, me apoyé contra las rodillas de Bill.

-La reina de Luisiana, -él dijo, casi en un susurro.

Como él pareció tan solemne, traté de mantener una cara seria, pero esto no funciono.
Comencé a reírme con pequeñas risitas tontas que no podía suprimir.

-¿Hablas en serio? -Pregunté, sabiendo que debía serlo.

Bill era casi siempre la clase seria de compañero. Sepulté mi cara sobre su muslo así él
no podría ver mi diversión. Alcé mis ojos para una rápida mirada a su cara. Él parecía
bastante enojado.

-Soy tan serio como una tumba, -Bill dijo, y sonó tan acerado, que hice un esfuerzo
mayúsculo para cambiar mi actitud.

-Bien, déjame entender esto, -dije en un tono razonable. Me recosté sobre el suelo, con
las piernas cruzadas, y descansé mis manos sobre mis rodillas. -Tú trabajas para Eric,
que es el jefe de Área 5, pero hay también una ¿reina? ¿De Luisiana?

Bill asintió.
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-¿Entonces el estado esta dividido en Áreas? Y ella es el superior de Eric, ya que él


controla un negocio en Shreveport, que está en el Área 5.

Otra vez una cabezada. Puse mi mano sobre mi cara y sacudí mi cab eza.

-De modo que, dónde vive ella, ¿Baton Rouge? -La capital del estado parecía el lugar
obvio.

-No. Nueva Orleans, por supuesto.

Por supuesto. La central Vampiro. De acuerdo a lo periódicos, difícilmente uno podía


lanzar una piedra en el Big Easy 2 sin darle a un no-muerto (aunque sólo un verdadero
tonto haría algo así). El comercio turístico en Nueva Orleans era constante, pero no era
exactamente la misma bola que antes, la bebida pesada y la alegre multitud eran quiénes
había transformado a la ciudad en el corazón de la fiesta permanente. Los nuevos
turistas eran quiénes querían frotar sus codos con los no -muertos; frecuentar un bar
vampiro, visitar una prostituta vampiro, mirar un espectáculo de sexo vampiro.

Esto era lo que escuché; no había estado en Nueva Orleans desde que era pequeña. Mi
madre y padre nos llevaron a mi hermano, Jason, y a mí. Debió haber sido antes de que
tuviera siete años, porque fue cuando ellos murieron.

Mami y Papi murieron casi veinte años antes de que los vampiros salieran en la
televisión por red para anunciar el hecho que ellos estaban realmente presentes entre
nosotros, un anuncio que había seguido después del desarrollo japonés de la sangre
sintética que realmente mantenía con vida un vampiro sin necesidad de beber de los
humanos.

La comunidad vampiro de los Estados Unidos primero dejó a los clanes de vampiros
japoneses venir por delante. Luego, simultáneamente, en la mayor parte de las naciones
del mundo que tenía la televisión—¿y quién no tiene en estos días?—el anuncio fue
hecho en cien lenguas diferentes, por cien apuestos vampiros cuidadosamente bien
escogidos.

Esa noche, hacía dos y medio años, nosotros los humanos vivitos y coleando
aprendimos que siempre habíamos vivido con monstruos entre nosotros.

“Pero—la carga de este anuncio fue—ahora nosotros podemos avanzar y unirnos con
usted en armonía. Usted ya no corre ningún peligro con nosotros. No tenemos que
beber de usted para vivir.”

Como se pueden imaginar, fue una noche de audiencias récord y alboroto tremendo. La
reacción varió bruscamente, según la nación.

Los vampiros en las naciones predominantemente Islámicas se llevaron la peor parte.


No quieran saber lo que le pasó al portavoz no -muerto en Siria, aunque quizás la
vampiro femenina en Afganistán agonizara aún más horrible—y muriera—al final.
(¿Qué pensaban ellos, seleccionando a una fémina para aquel trabajo en particular? Los

2
Big Easy, eufemismo para denominar a New Orleans. Atribuido a la columnista de chismes Betty Guillaud, del periódico ―T imes
Pickayune‖ en los 70´s. Significa que en New Orleans todo es mas lento, apacible, fácil, despreocupado. (N. de T .)
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vampiros podrían ser muy listos, pero a veces no parecían estar en contacto con el
mundo actual.)

Algunas de las naciones—las más notables fueron Francia, Italia, y Alemania—


rechazaron aceptar a los vampiros como ciudadanos iguales. Muchos —como Bosnia,
Argentina, y la mayor parte de las naciones Africanas—negaron cualquier estado a los
vampiros, y los declararon en abierta caza para cualquier ansioso cazador. Pero EUA,
Inglaterra, México, Canadá, Japón, Suiza, y los países escandinavos adoptaron una
actitud más tolerante.

Era difícil determinar si esta reacción fue la que los vampiros esperaban o no. Ya que
aunque ellos luchaban todavía para mantener un hueco donde apoyar su pie en el
asentamiento de la vida, los vampiros permanecían herméticos sobre su organización y
gobierno, y lo que Bill me decía ahora era lo único que escuche alguna vez sobre el
tema.

-Así que, la reina vampiro de Luisiana te tiene trabajando sobre un proyecto secreto, -
dije, tratando de sonar neutra. –Y por esto es qué te la has vivido en tu computadora
cada hora despierta durante las pasadas semanas.

-Sí, -Bill dijo.

Él recogió la botella de TrueBlood y la tapó aunque sólo dejó un par de gotas. Bajó por
el pasillo hacía la pequeña cocina (cuando remodeló su vieja casa familiar, excluyó más
o menos la cocina, ya que él no necesita una) y extrajo otra botella del refrigerador. Lo
rastreaba por el sonido cuando abrió la botella y la metió en el microondas. El
microondas se apagó, y él regreso de nuevo, agitando la botella con su pulgar en la tapa
así no quedaría ningún punto caliente.

-De modo que, ¿cuánto tiempo más te tomara este proyecto? -Pregunté—
razonablemente, pensé.

-Lo que necesite tomar, -dijo él, menos razonablemente. De hecho, Bill sonó
francamente irritado.

Hmmm. ¿Podría nuestra luna de miel haber terminado? Desde luego me refiero a la luna
de miel de modo figurado, ya que Bill es un vampiro y no podemos casarnos
legalmente, prácticamente en ninguna parte del mundo.

No que él me lo haya preguntado.

-Bien, si estas tan absorto en tu proyecto, me mantendré alejada hasta que lo hayas
terminado, -dije despacio.

-Podría ser lo mejor, -dijo Bill, después de una perceptible pausa, sentí como si me
hubiera pegado en el estómago.

De un salto, me pare y me puse mi abrigo sobre mi uniforme de camarera para el tiempo


frío—pantalones negros, blusa blanca de manga larga con Merlotte's bordado sobre el
pecho izquierdo. Le volví la espalda a Bill para esconder mi cara.
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Trataba de no llorar, ni siquiera lo volteé a ver aún después de que sentí la mano de Bill
tocar mi hombro.

-Tengo que decirte algo, -dijo Bill en su fría voz suave.

Me paré a la mitad de ponerme mis guantes, pero no creí que podría voltear para verlo.
Él podía decírmelo a la espalda.

-Si algo me pasa, -él siguió (y aquí fue donde debería haber comenzado a preocuparme),
-debes mirar en el escondrijo que construí en tu casa. Mi computadora deberá estar allí,
y algunos discos. No le digas a nadie. Si la computadora no está en el escondrijo, ven a
mi casa para mirar si está aquí. Ven durante el día, y ven armada. Consigue la
computadora y cualquier disco que puedas encontrar, y escóndelos en mi hoyito secreto,
como tu lo llamas.

Asentí. Él podría ver esto por la espalda. No confié en mi voz.

-Si no estoy de vuelta, o si tu no oyes una palabra de mí, en digamos… ocho semanas —
sí, ocho semanas, entonces dile a Eric todo lo que te dije hoy. Y pónte tú misma bajo su
protección.

No hablé. Me sentía demasiado miserable para estar furiosa, no pasaría mucho antes de
que comenzara a derretirme. Reconocí sus palabras con un tirón de mi cabeza. Pude
sentir mi cola de caballo moviéndose contra mi cuello.

-Voy a… Seattle pronto, -dijo Bill. Podía sentir que sus frescos labios tocaban el lugar
que mi cola de caballo había rozado.

Él mentía.

-Hablaremos cuando vuelva.

De alguna manera, esto no sonó una perspectiva fascinante. De alguna manera, sonó
siniestro.

Otra vez incliné mi cabeza, no arriesgándome a un discurso porque en ese momento


lloraba realmente. Prefería haber muerto a dejarle ver mis lágrimas.

Y así fue como lo abandoné, aquella fría noche de diciembre.

***

Al día siguiente, camino a mi trabajo, tomé un desvío imprudente. Estaba en aquella


clase de humor donde todo me parecía horrible. A pesar de una noche casi insomne,
algo dentro de mí me dijo que probablemente podría empeorar mi humor un poco más,
si condujera a lo largo del camino de Magnolia Creek: así que, efectivamente, eso es lo
que hice. La vieja casa grande de los Bellefleur, Belle Rive, era una colmena de
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actividad, hasta durante un día frío y feo. Había camionetas de la compañía de


fumigación, una firma de diseño de cocinas, y un contratista aparcado en la entrada de
la cocina en la casa prebélica. La vida solo tarareaba para Caroline Holliday Bellefleur,
la antigua señora que había gobernado a Belle Rive y Bon Temps (al menos en parte)
durante los pasados ochenta años. Me pregunté como Portia, una abogado, y Andy, un
detective, disfrutaban de todos los cambios en Belle Rive. Ellos habían vivido con su
abuela (como yo viví con la mía) toda sus vidas adultas. Por lo menos, ellos podían
disfrutar de su placer en la renovación de la casa grande.

Mi propia abuela fue asesinada hacía unos meses.

Los Bellefleurs no tenían nada que ver con ello, desde luego. Y no existía ninguna razón
para que Portia y Andy compartieran el placer de esta nueva afluencia conmigo. De
hecho, ambos me evitaban como una plaga. Ellos estaban en deuda conmigo, y no
podían asimilarlo. Solamente que ellos no sabían exactamente cuánto me debían.

Los Bellefleurs recibieron una enigmática herencia de un pariente que ―murió


misteriosamente en algún sitio de Europa‖, escuche decirle a Andy a un compañero poli
mientras bebían en Merlotte´s. Cuando Maxine Fortenberry vino a dejar algunos boletos
de rifa para las Señoras de la Iglesia Bautista del Jardín de Getsemaní, me dijo que la
señorita Caroline peinó cada registro de la familia que pudo desenterrar para identificar
a su benefactor, y que todavía estaba desconcertada con la buena fortuna de la familia.

Sin embargo, ella no pareció tener ningún empacho sobre gastarse el dinero.

Incluso Terry Bellefleur, el primo de Portia y de Andy, tenía una nueva camioneta
estacionada en su sucio jardín. Me agrada Terry, un veterano de Vietnam que tiene
cicatrices y que no tiene muchos amigos, no le envidié un juego nuevo de ruedas.

Pero pensé en el carburador que me había visto obligada a sustituir en mi viejo auto.
Pagué por el trabajo completo, aunque pensé preguntarle a Jim Downey si podía pagar
solamente la mitad y conseguir pagar el resto durante los próximos dos meses. Pero Jim
tenía esposa y tres niños. Justo esta mañana estuve pensando preguntarle a mi jefe, Sam
Merlotte, si podría añadirme mas horas en el bar. Sobre todo con Bill visitando
―Seattle‖, podría vivírmela más o menos en Merlotte´s, si Sam podía usarme. Sin duda
alguna, me hacía falta el dinero.

Intenté realmente duro no sentir amargura cuando me fui de Belle Rive. Fui al Sur de la
ciudad y luego di vuelta a la izquierda en la calle Hummingbird rumbo a Merlotte´s.
Traté de fingir que todo estaría bien; que cuando él volviera de Seattle—o dondequiera
que estuviera—Bill sería un amante apasionado otra vez, y Bill me atesoraría y me haría
sentir valiosa una vez más. Tendría otra vez aquel sentimiento de pertenecer a alguien,
en vez de estar sola.

Por supuesto, tenía a mi hermano, Jason. Aunque por lo que a intimid ad y


compañerismo se refieren, tuve que confesarme que él apenas contaba.

Pero el dolor mas intenso, era el dolor inequívoco del rechazo. Conocía el sentimiento
tan bien, era como una segunda piel. Odiaba retroceder lentamente dentro de él.
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Capítulo 2
Probé la manija para asegurarme que había cerrado, la estaba girando cuando con la
esquina de mi ojo vislumbre una figura que estaba sentada en la banca sobre mi porche
delantero. Sofoqué un chillido cuando él se levantó. Entonces lo reconocí.

Yo llevaba puesto un grueso abrigo, pero él estaba en camiseta; realmente esto no me


sorprendió.

-Elv… -Ay, casi lo llame por su nombre. -Bubba, ¿Cómo estás?

Trataba de sonar casual, despreocupada. Fallé, pero Bubba no tenía la herramienta más
aguda en la azotea. Los vampiros admitían que trayéndolo sobre3 cuando él estuvo tan
cerca de la muerte y tan saturado con drogas, fue un grave error. La noche que él había
sido traído sobre, uno de los asistentes de depósito de cadáveres resultó ser uno de los
no-muertos, y también resultó ser un enorme fanático del cantante. Con un complicado
complot a toda prisa construido y que implicó un asesinato o dos, el asistente lo había
―traído sobre‖—hizo a Bubba un vampiro. Pero, como saben, el proceso no sale siempre
al derecho. Desde entonces, él era pasado alrededor como un idiota de la realeza.
Luisiana estuvo recibiéndolo durante el año pasado.

-Señorita Sookie, ¿cómo va? -Su acento era todavía grueso y su cara todavía hermosa,
en un estilo mofletudo por el camino recorrido. El pelo oscuro caía sobre su frente en un
estilo cuidadosamente descuidado. Las pesadas patillas estaban cepilladas. Algún
fanático no-muerto lo arregló para la noche.

-Estoy muy bien, gracias, -dije cortésmente, sonriendo abiertamente de oreja a oreja.
Hago esto cuando estoy nerviosa. -Me preparaba para irme a trabajar, -añadí,
preguntándome si sería posible entrar en mi auto y sencillamente escabullirme. Pensé
que no.

-Bueno, señorita Sookie, he sido enviado pa´cuidarla esta noche.

-¿Tu tienes qué? ¿Por quién?

-Por Eric, -dijo orgullosamente. -Era el único en la oficina cuando él recibió una
llamada telefónica. Me dijo que debía mover mi culo aquí.

-¿Cuál es el peligro? -Miré detenidamente alrededor del claro en los bosques entre los
cuales mi vieja casa estaba edificada. Las noticias de Bubba me pusieron muy nerviosa.

-No sé, señorita Sookie. Eric, me dijo de mirarle esta noche hasta que uno de Fangtasia
se ponga aquí—Eric, o Chow, o señorita Pam, o hasta Clancy. Tonces si usted va
pa´trabajar, voy con usted. Y tengo cuidado de que nadie la moleste.

3
Traerlo sobre, frase que emplea la escritora para referirse a la conversión de humano a vampiro. Sería una abreviación de traerlo
sobre (o a través de) la muerte. (N. de T .)
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No había ninguna razón para continuar con el interrogatorio a Bubba, poniendo tensión
sobre aquel frágil cerebro. Él solo se disgustaría, y yo no quería ver que pasaba. Por eso
tuve que acordarme de no llamarle por su antiguo nombre… aunque de tanto en tanto
cuando él cantaba fuera un momento propicio para recordar.

-No puedes venir al bar, -dije sin rodeos.

Sería un desastre. La clientela de Merlotte´s está acostumbrada a vampiros ocasionales,


seguro, pero no podía advertir a cada uno de ellos no decir su nombre. Eric debe haber
estado desesperado; la comunidad vampiro guardaba errores como Bubba fuera de la
vista, aunque de vez en cuando a él se le metiera en su cabeza vagar solo. Entonces uno
conseguía «una vista», y los tabloides se volvían locos.

-¿Tal vez podrías sentarte en mi auto mientras trabajo? -El frío no afectaría a Bubba.

-Debo estar más cercano que eso, -él dijo, y sonó inamovible.

-Vale, entonces, ¿que hay de la oficina de mi jefe? Esta directo en el bar, y puedes
oírme si grito.

Bubba todavía no parecía satisfecho, pero finalmente asintió. Solté mi aliento, no me di


cuenta que lo estaba reteniendo. Lo más fácil para mí sería llamar que estaba enferma y
quedarme en casa. Sin embargo, no sólo Sam esperaba que apareciera, sino que también
necesitaba el pago.

El auto se sintió un poco pequeño con Bubba en el asiento delantero al lado mío.
Cuando terminabamos de botar por los bosques a lo largo de mi propiedad, rumbo a la
calle regional, hice una nota mental de llamar a la compañía de grava para venir y verter
un poco más de grava sobre mi larga y serpenteante calzada. Después, también
mentalmente, anulé aquella orden. Ahora mismo no podía permitirme esto. Tendría que
esperar hasta la primavera. O el verano.

Dimos vuelta a la derecha para conducir las pocas millas a Merlotte´s, el bar donde
trabajo como camarera cuando no hago el Gran Montón de Material Secreto para los
Vampiros. Se me ocurrió cuando estábamos a la mitad de camino que no v i a Bubba
conduciendo a mi casa. ¿Tal vez él habría volado? Algunos vampiros podían. Aunque
Bubba fuera el vampiro menos talentoso que había encontrado, tal vez él tenía aptitud
para ello.

Hace un año se lo habría preguntado, pero ahora no. Ya estoy acostumbrada a colgarme
alrededor de los no-muertos. No que sea una vampira. Soy una telépata. Mi vida era el
infierno sobre ruedas hasta que encontré a un hombre cuya mente no pude leer.
Desafortunadamente, no podía leer su mente porque él estaba muerto. Pero Bill y yo
habíamos estado juntos durante varios meses ahora, y hasta hace poco, nuestra relación
había sido realmente buena. Y como los otros vampiros me necesitan, estoy a salvo—
hasta cierto punto. Mayoritariamente. Algunas veces.

Merlotte´s no pareció demasiado concurrido, juzgando por el estacionamiento medio


vacío. Sam compró el bar hacía aproximadamente cinco años. Este había estado
fallando—tal vez porque estaba enclavado dentro del bosque, que surgía alrededor del
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estacionamiento. O tal vez el antiguo dueño simplemente no encontró la combinación


correcta entre bebidas, alimentos, y servicio.

De alguna manera, después de que él renombró el lugar y lo renovó, Sam había girado
los estados de cuentas. Él lo hizo un lugar agradable para venir. Pero esta noche era una
noche de lunes, no una noche de gran tomadera en el cuello de nuestros bosques, que
resultaban estar en Luisiana del Norte. Rodeé alrededor del estacionamiento para los
empleados, que estaba delante del remolque de Sam Merlotte, que él mismo había
colocado detrás y perpendicularmente a la entrada de empleados del bar. Brinqué fuera
del asiento del conductor, troté por la despensa, y eché una ojeada por el cristal de la
puerta para comprobar el corto pasillo con sus puertas a la oficina de Sam y los
servicios. Vacío. Bien. Y cuando llamé a la puerta de Sam, él estaba detrás de su
escritorio, lo que era aún mejor.

Sam no es un hombre grande, pero es muy fuerte. Él es un rubicundo rubio con ojos
azules, y es tal vez tres años más viejo que mis veintiséis. He trabajado para él por
muchos años. Soy aficionada a Sam, y él es la estrella en algunas de mis fantasías
favoritas; pero desde que salió con una hermosa criatura homicida, hace un par de
meses, mi entusiasmo se ha descolorado algo. Sin embargo , él es mi amigo.

-Discúlpame, Sam, -dije, sonriendo como un idiota.

-¿Qué pasa? -Él cerró el catálogo de provisiones para el bar que había estado
estudiando.

-Tengo que esconder alguien aquí un ratito.

Sam no pareció totalmente feliz.

-¿Quién? ¿Ha regresado Bill?

-No, él todavía esta de viaje. -Mi sonrisa se hizo aún más brillante. -Pero, um, ellos
enviaron a otro vampiro como una especie de... ¿cuidador? Y tengo que guardarlo aquí
mientras trabajo, si estás de acuerdo.

-¿Por qué tienes que ser cuidada? ¿Y por qué no puede simplemente sentarse fuera en la
barra? Tenemos mucho TrueBlood.

El TrueBlood resultaba definitivamente la marca líder de entre los competidores de


sangre sintética. «Nada mejor que la bebida de vida», fue lo primero que había leído, y
los vampiros había respondido a la campaña del anuncio.

Oí diminutos sonidos detrás de mí, y suspiré. Bubba se había puesto impaciente.

-Ahora, te pido… -comencé, tratando de darle vueltas, pero sin proseguir. Una mano
aferró mi hombro y me hizo girar. Afronte a un hombre que nunca antes había visto. Él
amartillaba su puño para perforarme la cabeza.

A pesar de la sangre de vampiro que ingerí hace unos meses (para salvar mi vida,
déjenme decir) se había evaporado del todo —ahora apenas brillo en la oscuridad—
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todavía soy más rápida que la mayoría de las personas. Me arrojé y rodé contra las
piernas del hombre, lo que hizo que se tambaleara, e hizo más fácil que Bubba pudiera
agarrarlo y desgarrarle su garganta.

Me levante y Sam se precipitó fuera de su oficina. Nos contemplamos el uno al otro, a


Bubba, y el muerto.

Bien, ahora estábamos realmente en un buen lío.

-Lo zurcí retebien, -dijo Bubba orgullosamente. –La salvé, señorita Sookie.

Tener al Hombre de Memphis apareciéndose en su bar, darse cuenta que él se había


convertido en un vampiro, y verlo matar a un atacante—pues, era mucho para absorber
en un par de minutos, incluso para Sam, aunque él mismo fuera más de lo que
aparentaba.

-Bien, entonces usted lo tiene, -dijo Sam a Bubba con una voz tranquila. -¿Sabe usted
quién era?

Nunca había visto uno hombre muerto—fuera de la vista en los entierros—hasta que
comencé a salir con Bill (quién desde luego está técnicamente muerto, pero me refiero a
la gente humana muerta).

Parece que ahora me los encuentro muy a menudo. Afortunadamente no soy remilgosa.

Este muerto en particular andaría en sus años cuarenta, y cada año de estos fue duro.
Tenía tatuajes por todas partes en los brazos, la mayoría de la mala cálidad que uno
encuentra en la cárcel, y le faltaban algunos dientes importantes. Iba vestido en lo qué
pensé sería la ropa de un motorista: jeans grasientos, un chaleco de cuero con una
obscena camiseta debajo.

-¿Qué hay en el dorso del chaleco? -Sam preguntó, como si esto fuera importante para
él.

Bubba amablemente se agachó e hizo rodar al hombre a su lado. La manera en que la


mano del hombre se cayó al final de su brazo me hizo sentir bastante delicada. Pero me
obligué a mirar el chaleco. La espalda estaba decorada con la insignia delantera de un
lobo. El lobo estaba de perfil, y parecía aullar. La cabeza se destacaba contra un círculo
blanco, que decidí, se suponía sería la luna. Sam pareció más preocupado cuando vio la
insignia.

-Hombre-lobo, -él dijo sucintamente. Esto explicó mucho.

El tiempo era demasiado frío para que un hombre llevara puesto sólo un chaleco, si él
no era un vampiro. Los lobatos 4 tienen una temperatura un poco más alta que la gente
normal, pero la mayoría de ellos procuran llevar puestos abrigos en el tiempo de frío, ya
que la sociedad de los lobatos es todavía secreta a la raza humana (excepto para mí
afortunada, afortunadísima persona, y probablemente unos cientos más). Me pregunté si

4
Lobato, denominación que se usara algunas veces durante todo el libro para referirse exclusivamente a los hombres-lobos como
grupo o parte de una sociedad. (N. de T .)
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el muerto habría dejado su abrigo colgado sobre los ganchos de la entrada principal en
el bar; en cuyo caso, él había estado de vuelta aquí escondiéndose en los servicios de
caballeros, esperándome a que apareciera. O tal vez él había atravesado la puerta de
atrás directamente después de mí. Tal vez su abrigo estaba en su vehículo.

-¿Tú lo viste entrar? -Pregunté a Bubba. Vale, quizás estaba solamente un poco
mareada.

-Sí, señora. Debe haber´tado esperándola en el estacionamiento grande. Él condujo a la


vuelta de la esquina, salió de su auto, y entró por la parte trasera solamente un minuto
después de que usted lo hizo. Usted entró pitando por la puerta, y luego él entró. Y yo lo
seguí. Fue suertuda que me tenía con usted.

-Gracias, Bubba. Tienes razón; tengo suerte de tenerte. Me pregunto lo que planeaba
hacer conmigo.

Me sentí con frío por todas partes cuando pensé en ello. ¿Había estado buscando
solamente a una mujer solitaria para atrapar, o expresamente planeó agarrarme?
Entonces me di cuenta que era un pensamiento tonto. Si Eric estuvo lo bastante
alarmado como para enviarme a un guardaespaldas, debía saber que existía una
amenaza, que más o menos excluía ser seleccionada al azar. Sin ningún comentario,
Bubba se dirigió a zancadas hacia fuera de la puerta de atrás. Él volvió en un minuto.

-Él tenía algo de cinta aislante y mordazas sobre el asiento delantero de su auto, -dijo
Bubba. -Donde estaba su abrigo. Lo traje para ponerlo bajo su cabeza.

Él se dobló para arreglar la chaqueta de camuflaje pesadamente acolchada alrededor de


la cara y cuello del muerto. Envolverle la cabeza era una idea realmente buena, ya que
el hombre estaba escurriendo un poquito. Cuando Bubba hubo terminado su tarea, se
lamió los dedos.

Sam puso un brazo alrededor mío porque había comenzado a temblar.

-Esto es extraño, sin embargo... -decía yo, cuando la puerta al pasillo del bar comenzó a
abrirse. Vislumbré la cara de Kevin Pryor. Kevin es un tipo dulce, pero es poli, y esto es
la última cosa que necesitábamos.

-Lamentable, el servicio de atrás esta tapado y se esta saliendo todo, -dije, y empujé la
puerta para cerrarla sobre su estrecha y sorprendida cara. -Oigan, chicos, ¿por qué no
sostengo esta puerta cerrada mientras ustedes dos toman a este tipo y lo ponen en su
auto? Después podemos pensar qué hacer con él.

El suelo del pasillo necesitaría trapearse. No me había dado cuenta de esto. Me cerciore
que la puerta del pasillo estuviera realmente cerrada.

Sam estaba dudoso.

-Sookie, ¿no piensas que deberíamos llamar a la policía? -él preguntó.


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Hace un año habría estado en el teléfono para marcar 9115 antes de que el cadáver
siquiera golpeara el suelo. Pero aquel año había sido una curva de largo aprendizaje.
Mire hacía Sam e incliné mi cabeza hacia Bubba.

-¿Cómo piensas que él manejaría la cárcel? -Murmuré. Bubba tarareaba la línea de


apertura ―Navidad Azul‖.-Nuestras manos son apenas lo bastante fuertes para haber
hecho esto, -indiqué.

Después de un momento de indecisión, Sam asintió, resignado a lo inevitable.

-Bien, Bubba, entre usted y yo movemos a este tipo que se acaba de cargar al aut o que
esta fuera.

Corrí para conseguir una fregona mientras los hombres —bueno, el vampiro y el
adaptoformas—llevaban al Muchacho Motorista hacia fuera por la puerta de atrás.
Cuando Sam y Bubba volvieron, trayendo una ráfaga de aire frío en su estela, ya había
fregado el pasillo y el cuarto de baño de los hombres (como si realmente allí hubiera
existido un desbordamiento). Rocié algo de ambientador en el pasillo para mejorar el
entorno.

Fue una cosa buena que hubiéramos actuado tan rápidamente, porque tan pronto como
quité la llave, Kevin empujó para abrir la puerta.

-¿Todo bien por acá atrás? -él preguntó.

Kevin es un fondista, por lo que no tiene casi nada de grasa en su cuerpo, y no es un


tipo grande. Él se ve tan amable como una oveja, y todavía vive con su mamá. Pero no
por ello, él es el tonto de nadie. En el pasado, siempre que había escuchado sus
pensamientos, eran acerca del trabajo policial, o la negra amazona que era su
compañera, Kenya Jones. Ahora mismo, sus pensamientos estaban plagados de
sospechas.

-Creo que conseguimos arreglarlo, -dijo Sam. –Fíjate con tus pies, acabamos de trapear.
¡No te vayas a resbalar y me demandes! -Él sonrió a Kevin.

-¿Hay alguien en tu oficina? -Kevin preguntó, indicando con su cabeza hacia la puerta
cerrada.

-Uno de los amigos de Sookie, -dijo Sam.

-Mejor me voy de aquí y sirvo algunas bebidas, -dije muy alegre, sonriéndoles
radiantemente.

Alcancé mi cola de caballo para controlar que estuviera lisa, y luego hice a mis Reebok s
moverse. El bar estaba casi vacío, y la mujer que yo sustituiría (Charlsie Tooten)
pareció aliviada.

5
911, numero de emergencia donde las gente de EUA llama para reportar un accidente o solicitar ayuda. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

-Es una noche lenta, -refunfuñó. -Los tipos en la mesa seis han estado calentando
aquella jarra durante una hora, y Jane Bodehouse ha tratado de levantarse a cada
hombre que ha entrado. Kevin ha estado escribiendo algo en un cuaderno toda la noche.

Eché un vistazo al único cliente femenino del bar, tratando de guardar la aversión de mi
cara. Cada establecimiento de bebida tiene su parte de clientes alcohólicos, la gente que
abre y cierra el lugar. Jane Bodehouse era una nuestra. Normalmente, Jane bebía sola en
su casa, pero cada dos semanas y algo, se le había metido en su cabeza entrar y recoger
a un hombre. El proceso de levantamiento se ponía cada vez más incierto, ya que no
sólo Jane estaba en sus cincuentas, si no que la carencia de sueño regular y nutrición
apropiada se había cobrado peaje durante los pasados diez años.

Esta noche en particular, noté que cuando Jane se había aplicado su maquillaje, había
omitido delinearse las cejas y los labios. El resultado era bastante deprimente.
Tendríamos que llamar a su hijo para que viniera a recogerla. Con un solo vistazo sabía
que ella no podría conducir.

Cabeceé a Charlsie, y gesticulé en dirección de Arlene, la otra camarera, que es taba


sentada en una mesa con su última conquista, Buck Foley. Las cosas estaban realmente
muertas si Arlene estaba sentada. Arlene agitó hacía atrás su racimo de rizos rojos.

-¿Como están los niños? -Llamé, comenzando a guardar en su sitio algunos vasos que
Charlsie había sacado del lava-vajillas. Sentí que actuaba de verdad normal hasta que
note que mis manos temblaban violentamente.

-Les va muy bien. Coby hizo el discurso de honor y Lisa ganó una abeja por que sabe
escribir correctamente, -dijo ella con una ancha sonrisa.

Cualquiera que creyera que una mujer casada cuatro veces no podía ser una buena
madre, yo le mostraría a Arlene. Dediqué a Buck una rápida sonrisa, también, en honor
de Arlene. Buck es como la clase promedio de citas de Arlene, o sea , que no son
bastante buenos para ella.

-¡Eso es grandioso! Ellos son niños listos, como su madre, -dije.

-¡Eh! ¿te encontró aquel tipo?

-¿Cuál tipo? -Aunque tenía el presentimiento que ya lo sabía.

-Aquel tipo de la motocicleta. Él me preguntó si yo era la camarera que salía con Bill
Compton, ya que traía una entrega para aquella camarera.

-¿No sabía mi nombre?

-No, y es muy extraño, ¿verdad? ¡Ah, Dios mío, Sookie!, si él no sabía tu nombre,
¿cómo podía haber venido departe de Bill?

Probablemente lo listo de Coby le venía a través de su papi, ya que le tomó a Arlene


tanto tiempo entender eso. Amaba a Arlene por su carácter, no por su cerebro.
Club Muerto Charlaine Harris

-De modo, ¿qué le dijiste? -Pregunté, sonriéndole radiante. Era mi sonrisa nerviosa, no
la verdadera. No siempre sé cuando la llevo puesta.

-Le dije que me gustaban mis hombres calientes y respirando, -ella dijo, y se rió. Arlene
era de vez en cuando falta de tacto, también. Me recordé a mi misma reconsiderar por
qué era una buena amiga. -No, no dije realmente esto. Solamente le dije que eras la
rubia que entraba a las nueve.

Gracias, Arlene. Entonces mi atacante supo como era yo porque mi mejor amiga me
había identificado; él no sabía mi nombre o donde vivía, solo que trabajaba en
Merlotte´s y salía con Bill Compton. Esto me tranquilizaba un poco, pero no mucho.

Pasadas tres horas. Salió Sam, me dijo en un susurro que le había dado a Bubba una
revista para leer y una botella de Apoyo de Vida para beber a sorbos, y comenzó a
pasearse dentro de la barra.

-¿Cómo es que aquel tipo conducía un auto en vez de una motocicleta? -Sam murmuro
en voz baja. -¿Cómo es que su auto tiene una matrícula de Misisipí?

Él se calló cuando Kevin pasó para comprobar si íbamos a llamar al hijo de Jane,
Marvin. Sam telefoneó mientras Kevin estuvo de pie allí, así podría sacarle la promesa
al hijo de estar en Merlotte´s en veinte minutos. Kevin se marchó después de esto, con
su cuaderno metido bajo el brazo. Me pregunté si Kevin se convertiría en un poeta, o
estaría escribiendo su currículum vitae.

Los cuatro hombres que habían estado tratando de ignorar a Jane y bebiendo a sorbos su
jarra a la velocidad de una tortuga terminaron su cerveza y se fueron, cada uno dejo caer
un dólar sobre la mesa como propina. Que generosos. Con clientes como estos nunca
conseguiría reparar mi calzada con grava nueva.

Con sólo media hora para esperar, Arlene hizo sus tareas de cierre y me preguntó si ella
podría marcharse con Buck. Sus niños estaban todavía con su mamá, así ella y Buck
podrían tener el remolque para ellos un ratito.

-¿Bill viene a casa pronto? -ella me preguntó cuando se puso su abrigo. Buck hablaba de
fútbol con Sam.

Me encogí de hombros. Él me llamó tres noches antes, diciéndome que había llegado a
«Seattle» bien y se encontraba con—quienquiera que se suponía, se iba a encontrar. El
identificador de llamadas había mostrado ―No disponible‖. Sentí que lo mismo podía
decirse sobre la situación entera. Parecía que era un signo malo.

-Tú…¿lo estas perdiendo? -Su voz era astuta.

-¿Tú qué crees? -Pregunté, con una sonrisita triste. -Vete a casa, pásatela bien.

-Buck está muy bien para eso, -dijo ella, casi mirándolo con lascivia.

-Que suerte.
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Así que Jane Bodehouse era el único cliente en Merlotte´s cuando Pam llegó. Jane
apenas contaba; ella estaba ahogada de borracha.

Pam es una vampira, y la codueño de Fangtasia, un bar turístico en Shreveport. Ella es


el segundo de Eric en jerarquía. Pam es rubia, probablemente doscientos años o más, y
realmente tiene sentido del humor—no una marca distintiva de los vampiros. Si un
vampiro puede ser un amigo, ella era lo mas cercana a esto.

Ella se sentó sobre un taburete de la barra y me encaro sobre la brillante extensión de


madera.

Esto era siniestro. Nunca había visto a Pam en ninguna parte, fuera de Fangtasia.

-¿Qué pasa? -Dije a manera de saludo. Le sonreí, pero estaba tensa por todas partes.

-¿Dónde está Bubba? -ella preguntó, su voz precisa. Ella miro sobre mi hombro. -Eric
estará enojado si Bubba no está aquí. -Por primera vez, noté que Pam tenía un acento
débil, pero no pude identificarlo. Tal vez eran solamente las inflexiones del inglés
antiguo.

-Bubba esta en la parte trasera, en la oficina de Sam, -dije, concentrándome en su cara.

Deseé que el hacha se elevara y cayera. Sam vino para estar de pie a mi lado, y los
presente. Pam le dio un saludo más significativo del que ella le habría dado a un simple
humano (a quién ella podía no haber reconocido en absoluto), ya que Sam era un
adaptoformas. Esperé ver un parpadeo de interés, ya que Pam es omnívora en cuanto al
sexo, y Sam es un atractivo ser sobrenatural. Aunque los vampiros no sean reconocidos
por su expresiones faciales, decidí que Pam era definitivamente infeliz.

-¿Cuál es el problema? -Pregunté, después de un momento de silencio.

Pam me miró. Ambas somos rubias, ambas de ojos azules, pero es como decir que dos
animales son ambos perros. Esto es por lo que a cualquier parecido se refiere. El pelo de
Pam es lacio y pálido, y sus ojos son muy oscuros. Ahora se encontraban inquietos. Ella
vio a Sam, fijamente de manera significativa. Sin una palabra, él se acercó para ayudar
al hijo de Jane, un acabado hombre que se mira en sus años treinta, a subir a Jane al
auto.

-Bill está extraviado, -dijo Pam, disparando la conversación.

-No, él no lo está. Él está en Seattle, -dije. Voluntariamente obtusa. Había aprendido


esta palabra en mi calendario de Palabra del Día justo esta mañana, y heme aquí…
conseguí usarla.

-Él te mintió.

Absorbí esto, hice un gesto de ―continua‖ con mi mano.

-Él ha estado en Misisipí todo este tiempo. Él condujo hacía Jack son.
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Mire fijamente la madera de la barra pesadamente cubierta por poliuretano. Había


calculado más o menos que Bill me había mentido, pero oírlo en voz alta, francamente,
dolía muchísimo. Él me mintió, y estaba perdido.

-Así…¿qué van a hacer para encontrarlo? -Pregunté, y odié lo inestable que sonaba mi
voz.

-Estamos viendo. Hacemos todo lo que podemos, -dijo Pam. -Quienquiera que lo atrapó
también puede estar tras de ti. Por eso Eric envió a Bubba.

No podía contestar. Luchaba por controlarme.

Sam había vuelto, supongo cuando él vio lo trastornada que estaba. Aproximadamente a
una pulgada detrás de mi espalda, él dijo:

-Alguien trató de apresar a Sookie camino al trabajo esta noche. Bubba la salvó. El
cuerpo esta fuera detrás del bar. Íbamos a moverlo después de que hubiéramos cerrado.

-Tan rápido, -dijo Pam.

Ella sonó aún más infeliz. Le echó un vistazo a Sam, y le dio una corta cabeceada. Él
era un ser sobrenatural del mismo tipo, aunque fuera definitivamente segundo mejor por
no ser otro vampiro.

-Debería revisar el auto y ver lo que puedo encontrar.

A Pam le tomó bastante concedernos que elimináramos el cuerpo nosotros mismos en


lugar de hacer algo menos oficial. Los vampiros tienen problema para aceptar que las
autoridades apliquen la ley y con su obligación de ciudadanos de notificar a la policía
cuando el problema se presenta. Aunque los vampiros no pueden pertenecer a las
fuerzas armadas, ellos pueden hacerse polis, y realmente disfrutan un montón el trabajo.
Pero los vampiros polis son a menudo parias para los otros no -muertos.

Prefiero pensar con mucho en los vampiros polis que en lo que Pam acababa de
decirme.

-¿Cuándo desapareció Bill? -Sam preguntó. Su voz logró quedarse en un mismo nivel,
pero había cólera bajo la superficie.

-Estaba previsto que él llegara la noche pasada, -dijo Pam. Levante bruscamente mi
cabeza. Yo no sabía esto. ¿Por qué no me había dicho Bill que él venía a casa? -Él iba a
conducir a Bon Temps, nos telefoneó a Fangtasia para avisarnos que regresaba a casa, y
se encontraría con nosotros esta noche. –Esto era un balbuceo prácticamente, para un
vampiro.

Pam presiono unos números sobre su teléfono celular; pude oír unos pocos pitidos.
Escuché su subsecuente conversación con Eric. Después de transmitir los hechos, Pam
le dijo:

-Está sentada aquí. No habla.


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Ella puso el teléfono en mi mano. Automáticamente lo presioné en mi oído.

-Sookie, ¿me oyes? -Sabía que Eric podría oír el sonido de mi pelo que se movía sobre
el receptor, el susurro de mi aliento.

-Puedo decir que eres tú, -dijo él. -Escucha y obedéceme. Por el momento, no digas a
nadie lo que ha pasado. Actúa tal cual como si todo fuera normal. Vive tu vida como
siempre lo haces. Uno de nosotros te mirará todo el tiempo, si te das cuenta o no.
Incluso en el día, encontraremos algún modo de vigilarte. Vengaremos a Bill, y te
protegeremos.

¿Vengar a Bill? Entonces Eric estaba seguro que Bill estaba muerto. Bueno, inexistente.

-No sabía que él, como se suponía, vendría anoche, -dije, como si este fuera el hecho
más importante que había aprendido.

-Él traía… malas noticias que iba a decirte, -dijo Pam de repente.

Eric la oyó por casualidad e hizo un sonido disgustado.

-¡Dile a Pam que se callé!, -dijo él, sonando abiertamente furioso por primera vez desde
que yo lo conocía. No vi ninguna necesidad de transmitir el mensaje, porque calculé que
Pam también fue capaz de oírlo. La mayor parte de los vampiros tienen la audición muy
aguda.

-Entonces tu sabías estas noticias malas y tu sabía que él volvía, -dije.

No sólo Bill faltaba y posiblemente estaba muerto —permanentemente—si no que él me


mintió sobre donde iba y por qué, y había guardado algún secreto importante de mí,
algo que me concernía. El dolor fue tan profundo, que ni siquiera podía sentir la herida.
Pero sabía que la sentiría más tarde.

Devolví el teléfono a Pam, di media vuelta y abandone el bar.

Vacilé cuando entraba en mi auto. Debería quedarme en Merlotte´s para ayudar a


eliminar el cuerpo. Sam no era un vampiro, y él estaba implicado en esto por mí. Esto
no era justo para él.

Pero después de una vacilación de un segundo, me fui. Bubba podría ayudarle, y Pam—
Pam, quién sabía todo, mientras yo sabía nada.

En efecto, vislumbré una cara blanca en los bosques cuando llegué a casa. Casi llamé al
vampiro observador, para invitarlo a sentarse al menos sobre el sofá durante la noche.
Pero luego pensé; No. Tenía que estar sola por mí misma. Ninguno de estos caminos
eran los míos. No tenía ninguna acción que tomar. Tuve que permanecer pasiva e
ignorante a pesar de que no fuera lo que deseara.

Estaba tan herida y tan enojada como era posible para mí estarlo. O, al menos, pensé
que lo estaba. Las revelaciones subsecuentes me demostrarían que me equivocaba.
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Pisé muy fuerte dentro de mi casa y cerré la puerta detrás de mí. Una cerradura no
detendría a un vampiro, desde luego, pero la carencia de una invitación para entrar
podría. Definitivamente el vampiro no dejaría pasar a ningún human o, al menos hasta el
alba.

Me puse mi viejo camisón de nilón azul con manga larga, y me senté en mi mesa de la
cocina mirando fijamente sin expresión mis manos. Me pregunté donde estaría Bill
ahora. Seguiría andando sobre la tierra; ¿o sería un montón de cenizas en algún hoyo
para barbacoa? Pensé en su grueso cabello marrón oscuro, la sensación de ellos bajo mis
dedos. Consideré el secreto de su planeado retorno. Después de lo que me pareció un
minuto o dos, eché un vistazo al reloj sobre la estufa. Había estado sentada en la mesa,
mirando fijamente en el espacio, durante más de una hora.

Debería acostarme. Era tarde, y hacía frío, dormir sería la cosa normal para hacer. Pero
nada en mi futuro sería normal otra vez. ¡Oh, esperen! Si Bill se había ido, mi futuro
sería normal.

Ningún Bill. De este modo, ningún vampiro: ningún Eric, Pam, o Bubba.

Ninguna criatura sobrenatural: ningún lobato, adaptoforma, o ménade. Tampoco me los


habría encontrado, si no hubiera sido por mi relación con Bill. Si él nunca hubiera
entrado en Merlotte´s, yo seguiría sirviendo mesas, escuchando los pensamientos no
deseados de aquellos a mí alrededor: las pequeñas mezquindades, la lujuria, la
desilusión, las esperanzas, y las fantasías. La loca Sookie, la telépata pueblerina de Bon
Temps, Luisiana.

Había sido virgen hasta Bill. Ahora el único sexo que podría tener posiblemente sería
con JB du Rone, quién era tan hermoso que uno casi podría pasar por alto el hecho que
era tonto como un tocón. Él tenía tan pocos pensamientos que su compañía era casi
cómoda para mí. Podría hasta tocar a JB sin recibir imágenes desagradables. Pero,
Bill… descubrí que mi mano derecha estaba apretada en un puño, y lo aporreé sobre la
mesa con tanta fuerza, que esto dolió muchísimo.

Bill me había dicho que si algo le pasaba, debía ―ir con Eric‖. Nunca estuve segura si él
se refería que Eric procuraría que yo recibiera alguna herencia financiera de Bill, o que
Eric me protegería de otros vampiros, o que yo sería de Eric la… bien, que tendría que
sostener la misma relación con Eric que tenía con Bill. Le había dicho a Bill que no iba
a ser pasada alrededor como si fuera un pastel de frutos Navideño.

Pero Eric había venido a mí, así que ni siquiera tenía la posibilidad de decidir si seguir o
no el último consejo de Bill.

Perdí el rastro de mi pensamiento. De todos modos no había sido claro.

Ah, Bill, ¿dónde estás? Sepulté mi cara en mis manos.

Mi cabeza palpitaba por el agotamiento, y hasta mi acogedora cocina estaba fría a esta
hora. Me pare para ir acostarme, aunque sabía que no dormiría. Necesitaba a Bill con tal
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intensidad que mis tripas se apretaron y me hizo preguntarme si sería de alguna manera
anormal, si habría sido hechizada con algo de poder sobrenatural.

Aunque mi capacidad telepática me proporcionara inmunidad al encanto de los


vampiros, ¿tal vez era vulnerable a otro poder? O, tal vez, sencillamente echaba de
menos al único hombre que había amado alguna vez. Me sentí destripada, vacía, y
engañada. Me sentí peor que cuando mi abuela murió, peor que cuando mis padres se
ahogaron. Cuando mis padres murieron, yo era muy jóven, y tal vez no lo entendí del
todo, de repente, ambos se habían ido permanentemente. Era difícil recordarlo ahora.
Cuando mi abuela había muerto hace unos meses, me consolé en el ritual circundante a
la muerte en el Sur.

Y yo sabía que ellos no me abandonaron de buen grado.

Me encontré de pie en la entrada de cocina. Apagué la luz del techo.

Una vez que estuve envuelta dentro de la cama en la oscuridad, comencé a llorar, y no
paré por un largo, largo tiempo. Esta no era una noche para contar bendiciones. Esta era
una noche donde cada pérdida que sufrí alguna vez presionaba con fuerza sobre mí.
Parecía realmente que había tenido más mala suerte que la mayor parte de las personas.
Aunque hice una simbólica tentativa de parar el diluvio de lástima por mi misma, no
tuve mucho éxito. Estaba más o menos entrelazado con la miseria de no saber el destino
de Bill.

Quise que Bill se enroscara contra mi espalda; quise sus labios frescos sobre mi cuello.
Quise sus manos blancas recorriendo mi estómago. Quise dirigirme a él. Quise que él se
riera de mis sospechas terribles. Quise decirle sobre mi día; sobre el problema estúpido
que tenía con la compañía de gas, y los nuevos canales que nues tra compañía de cable
había añadido. Quise recordarle que necesitaba una nueva arandela sobre el lavamanos
en su cuarto de baño, dejarle saber que después de todo mi hermano, Jason, averiguó
que él no iba a ser padre (lo que estaba bien, ya que de todas maneras él no era marido).

La parte más dulce de tener una pareja es la de compartir tu vida con alguien más.

Pero mi vida, evidentemente, no era lo bastante buena para compartirla.


Club Muerto Charlaine Harris

Capítulo 3
Cuando el sol llegó, había tenido media hora de sueño. Comencé a levantarme para
hacerme un poco de café, pero ese no parecía ser suficiente motivo. Así que
simplemente me quedé en la cama. El teléfono sonó durante la mañana, pero no lo
conteste. El timbre sonó, pero no lo atendí.

En algún punto durante el medio de la tarde, me di cuenta que había una cosa que tenía
qué hacer, la tarea en la que Bill había insistido si él estuviera retrasado. Esta situación
encajaba exactamente en lo que él me había dicho.

Ahora duermo en el dormitorio más grande que anteriormente era de mi abuela. Me


tambaleé a través del pasillo rumbo a mi antiguo cuarto. Un par de meses antes, Bill
sacó el suelo de mi viejo armario y le hizo una puerta secreta. Él había establecido un
hoyito secreto para él en el espacio de la parte subterránea bajo la casa. Había hecho un
buen trabajo.

Me aseguré que no podía ser vista desde la ventana antes de abrir la puerta del armario.
El suelo del armario estaba desnudo excepto por la alfombra, que era una extensión
cortada para encajar en el cuarto. Después de que retiré la tapa que cubría el suelo del
armario, deslicé una navaja alrededor del suelo y finalmente lo abrí. Miré la caja negra
debajo. Estaba llena: la computadora de Bill, una caja de discos, hasta su monitor e
impresora.

Así que Bill había previsto que esto podría pasar, y escondió su trabajo antes de
marcharse. Había tenido un poco de fe en mí, no importa lo desleal que podría haber
sido él. Asentí, e hice rodar la alfombra de nuevo a su lugar, encajándola con cuidado en
las esquinas. Sobre el suelo del armario puse cajas con cosas pasadas de moda—que
contenían zapatos de verano, un bolso de playa lleno de toallas grandes para tomar el
sol y uno de mis muchos tubos bronceadores, junto con mi silla plegable que uso para
broncearme. Metí un enorme paraguas atrás en la esquina, y decidí que el armario
parecía bastante realista. Mis vestidos veraniegos colgaban de la barra, junto con
algunos albornoces muy ligeros y camisones de noche. Mi llamarada de energía se
esfumo cuando me di cuenta que había terminado el último servicio que Bill me pidió, y
no tenía ninguna manera de avisarle que había seguido sus deseos.

Una mitad de mí (patéticamente) quería avisarle que mantenía la Fe; la otra mitad de mí
quería entrar al cuarto de herramientas y afilar algunas estacas.

Demasiado conflicto para poder formar cualquier curso de acción, gatee lentamente de
regreso a mi cama de la cual acaba de levantarme. Abandonando toda una vida de hacer
lo mejor, ser fuerte, alegre y práctica, volví a revolcarme en mi pena y mi sentido
aplastante de traición.

Cuando desperté, estaba oscuro otra vez, y Bill estaba en la cama conmigo. ¡Ah, gracias
a Dios! El alivio me recorrió. Ahora todo estaría bien. Sentí su fresco cuerpo detrás de
mí, y me di la vuelta, medio dormida, para poner mis brazos alrededor de él. Él subió mi
largo camisón de nilón, y su mano acarició mi pierna. Puse mi cabeza contra su pecho
silencioso y lo acaricié mientras me frotaba contra él. Sus brazos se apretaron alrededor
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de mí y se presiono firmemente contra mí, suspiré con alegría, insertando una mano
entre nosotros para desabrochar sus pantalones. Todo volvía a la normalidad.

Excepto que él olía diferente.

Mis ojos se abrieron de inmediato, y me empujé hacía atrás contra unos hombros duros
como roca. Solté un diminuto chillido de horror.

-Soy yo, -dijo una voz familiar.

-Eric, ¿qué haces aquí?

- Acurrucándome.

-¡Tú hijo de perra! ¡Pensé que eras Bill! ¡Pensé que él estaba de vuelta!

-Sookie, necesitas una ducha.

-¿Qué?

-Tu pelo esta sucio, y tu aliento podría noquear a un caballo.

-No me importa lo que tu piensas, -dije rotundamente.

-Ve a lavarte.

-¿Por qué?

-Porque tenemos que hablar, y estoy seguro que no quieres mantener una conversación
muy larga en la cama. No que yo tenga alguna objeción de estar en la cama contigo -él
se apretó contra mí para demostrarme lo poco que él se oponía, -pero yo disfrutaría más
de ello si fuera con la Sookie higiénica que he llegado a conocer.

Posiblemente nada de lo que él podría haber dicho me habría puesto fuera de la cama
más rápido que eso. La ducha caliente se sintió maravillosa sobre mi cuerpo frío, y mi
carácter tuvo cuidado de calentar mis interiores. Esta no era la primera vez que Eric me
había sorprendido en mi propia casa. Iba a tener que rescindir su invitación para entrar.
Lo que antes me había detenido de dar este paso tan drástico —lo que me detenía
ahora—era la idea que si alguna vez necesitara ayuda, y él no podía entrar, podría estar
muerta antes de que pudiera gritar, ―¡Entra!‖

Había entrado en el cuarto de baño llevando mis jeans, ropa interior y un Navideño
suéter rojo-y-verde con un reno sobre él, que era lo primero que estaba en lo alto de mi
cajón. Una sólo tiene un mes para llevar puestas esta clase de cosas, así que saco el
mayor partido posible de ellas. Usé un secador del pelo sobre mi cabello, lamentando
que Bill no estuviera allí para peinarlo por mí. Él realmente disfrutaba haciendo esto, y
yo disfrutaba dejándolo. Con aquella imagen mental, casi me quebré otra vez, pero
estuve de pie con mi cabeza descansando contra la pared durante un largo momento
mientras hacía acopio de coraje. Suspiré, gire al espejo, y me espalme algo de
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maquillaje. Mi bronceado no era grandioso en la temporada fría; pero todavía tenía un


brillo agradable, gracias a la cama bronceadora en el Alquiler de Vídeos de Bon Temps.

Soy una persona de verano. Me gusta el sol, los vestidos cortos, y el sentimiento de
tener muchas horas de luz para hacer lo que sea que uno elija. Incluso a Bill le gustaban
los olores de verano; le gustaba cuando podía oler el aceite bronceador (él me lo dijo) y
el sol en sí mismo sobre mi piel.

Pero la parte dulce del invierno era que las noches eran mucho más largas —al menos,
yo había pensado esto cuando Bill estaba alrededor para compartir aquellas noches
conmigo. Lancé mi cepillo de pelo a través del cuarto de baño. Hice un ruido de
satisfacción cuando este rebotó en la tina.

-¡Bastardo! -Grité a todo lo alto de mis pulmones. Oír mi voz que decía tal cosa en vo z
alta me calmó como nada más pudo hacerlo.

Cuando salí del cuarto de baño, Eric estaba completamente vestido. Llevaba puesta una
camiseta de regalo de una de las fábricas que suministraba a Fangtasia (―Esta Sangre Es
Para Usted‖, se leía) y jeans, había hecho concienzudamente la cama.

-¿Pueden entrar Pam y Chow? -él preguntó.

Anduve por la sala de estar hacía la puerta de entrada y la abrí. Los dos vampiros
estaban sentados silenciosamente en la banca del porche. Ellos estaban en lo qué supuse
sería su tiempo de ―indisponibilidad inmóvil‖. Cuando los vampiros no tienen nada en
particular qué hacer, ellos se ponen en blanco; se retiran dentro de ellos mismos,
sentándose o estándo de pie completamente inmóviles, con ojos abiertos pero perdidos.
Parece refrescarlos.

-Por favor, entren, -dije.

Pam y Chow entraron despacio, mirando alrededor con interés, como si ellos estuvieran
en un viaje de campo. Granja de Luisiana, de principios del siglo veinte. La casa había
pertenecido a nuestra familia ya que fue construida hace más de cientos sesenta años.
Cuando mi hermano, Jason, emprendió el camino solo, se mudó a la casa que mis
padres construyeron cuando se casaron. Yo me quedé aquí, con Abue, en esta casa tan
cambiada, tan renovada; y ella me la había dejado por deseo propio.

La sala de estar era toda la casa original. Otras adiciones, como la moderna cocina y los
cuartos de baño, eran relativamente nuevas. El siguiente piso, que era mucho más
pequeño que la planta baja, fue añadido a principios del año 1900 para acomodar una
generación de niños que todos sobrevivieron. Raramente iba allá estos días. Arriba era
terriblemente caliente en el verano, incluso con los aparatos de aire acondicionado en
las ventanas.

Todo mi mobiliario es viejo, falto de estilo, y có modo—absolutamente convencional.


La sala de estar tenía sillones, sillas y una televisión con una grabadora de vídeos, luego
uno pasaba por un pasillo que lleva a mi dormitorio grande con su propio baño a un
lado, y un cuarto de baño en el pasillo, mi antiguo dormitorio con un armario de
blancos—abrigos, sabanas—sobretodo. Por aquel pasillo, uno llega al área de la
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cocina/comedor, que había sido añadida inmediatamente después de la boda de mis


abuelos. Después de la cocina, en la parte trasera había un gran porche techado, el cual
acababa de proteger con tela mosquitera. El porche alojaba un viejo banco muy útil, la
lavadora y la secadora, junto con un grupo de anaqueles.

También había un abanico de techo en cada cuarto y un matamoscas, colgado en un


punto discreto sobre una diminuta uña. Abue no encendía el aire acondicionado hasta
que era absolutamente necesario.

Aunque ellos no se aventuraron arriba, ningún detalle escapó a Pam y Chow sobre la
planta baja.

Cuando ellos se sentaron en la vieja mesa de pino donde los Stackhouses habíamos
comido durante generaciones, me sentí que vivía en un museo que acababa de ser
catalogado. Abrí el refrigerador y saque tres botellas de TrueBlood, las calenté en el
microondas, les di una buena sacudida, y las deposité co n fuerza sobre la mesa delante
de mis invitados.

Chow era todavía prácticamente un extraño para mí. Él tenía trabajando en Fangtasia
sólo unos meses. Asumo que él había comprado una parte del bar, como el cantinero
anterior. Chow tenía tatuajes asombrosos, de la clase azul marino asiática tan
intrincados que se parecen a un juego de ropa de fantasía. Eran tan diferentes de las
decoraciones de cárcel de mi atacante que era difícil creer que fueran la misma forma de
arte. Me habían dicho que Chow tenía tatuajes del Yakuza6 , pero nunca había tenido el
nervio para preguntarle, sobre todo ya que no era exactamente mi asunto. Sin embargo,
si estos eran verdaderos tatuajes Yakuza, Chow no era tan viejo para un vampiro. Había
buscado Yakuza, y tatuar era un desarrollo (relativamente) reciente en la historia larga
de aquella organización criminal. Chow tenía el pelo largo y negro (ninguna sorpresa
allí), y había tenido noticias de muchas fuentes que él era un éxito tremendo en
Fangtasia. La mayor parte de las noches, trabajaba sin camisa. Esta noche, como una
concesión al frío, él llevaba puesto un chaleco rojo cerrado con una cremallera.

No podía menos que preguntarme si cuando él estaba desnudo; su cuerpo estaría


decorado tan a fondo. Lamentaba no poder preguntarle, pero desde luego era
inadmisible. Él era la única persona de descendencia asiática que yo conocía, y no
importa cuanto sepa uno que los individuos no representan a su raza entera, uno espera
al menos que algunas generalizaciones sean válidas. Chow parecía ser muy celoso de su
privacidad. Pero lejos de ser silencioso e inescrutable, él charlaba con Pam, aunque en
una lengua que no podía entender. Y me sonrió de una manera desconcertante. Vale, tal
vez estaba muy lejos de ser inescrutable. Probablemente me insultaba hasta el infierno,
y yo era demasiado tonta para saberlo.

Pam estaba vestida, como siempre, con la clase de ropa anónima de la clase media. Esta
noche eran un par de pantalones blancos tejidos de invierno y un suéter azul. Su pelo
rubio brillaba, liso y suelto, cayendo sobre su espalda. Ella se parecía a Alicia en el País
de las Maravillas con colmillos.

-¿Han averiguado algo más sobre Bill? -Pregunté, cuando todos habían tomado un trago
de sus bebidas.
6
Yakuza, mafia japonesa. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

Eric dijo:

-Un poco.

Doblé mis manos en mi regazo y esperé.

-Sé que Bill ha sido secuestrado, -él dijo, y el cuarto giro alrededor de mi cabeza
durante un segundo. Suspiré para hacerlo pararse.

-¿Quién por? -La gramática era la menor de mis preocupaciones.

-No estamos seguros, -Chow me dijo. -Los testigos no están de acuerdo. -Su inglés fue
acentuado, pero muy claro.

-Déjenme con ellos, -dije. -Si ellos son humanos, lo averiguaré.

-Si ellos estuvieran bajo nuestro dominio, esa sería la cosa lógica de hacer, -dijo Eric
agradablemente. -Pero, lamentablemente, ellos no lo están.

Dominio, sí claro.

-Por favor, explícame. -Estaba segura que mostraba una paciencia extraordinaria dadas
las circunstancias.

-Estos humanos le deben lealtad al rey de Misisipí.

Sabía que mi boca caía abierta, pero parecía que no podía detenerla.

-Perdóname, -dije, después de un largo momento, -pero podría haber jurado que
dijiste…¿el rey? ¿De Misisipí?

Eric asintió sin rastro de sonrisa.

Miré abajo, tratando de mantener mi cara quieta. Incluso dadas las circunstancias, era
imposible. Podía sentir como mi boca se movía nerviosamente.

-¿En serio? -Pregunté inútilmente.

No sé por qué me pareció hasta mas divertido que Misisipí tuviera un rey—después de
todo, Luisiana tenía una reina—pero lo fue. Me recordé a mí misma, que se suponía, no
sabía nada sobre la reina. Atención, me dije.

Los vampiros se vieron el uno al otro. Ellos asintieron al unísono.

-¿Tú eres el rey de Luisiana? -Pregunté a Eric, directamente mareada por todo el
esfuerzo mental de seguir absorbiendo historias. Me reía con tanta fuerza que todo lo
que podía hacer era tratar de mantenerme derecha en la silla. Posiblemente había una
nota de histeria en mi risa.
Club Muerto Charlaine Harris

-Ah, no, -dijo él. -Soy el sheriff de Área 5.

Esto realmente me hizo estallar. Tenía hasta lágrimas corriendo por mi cara, y Chow
parecía molesto. Me levanté, me hice algo de chocolate suizo en una taza y lo puse en el
microondas, lo moví con una cuchara intentando enfriarme. Me empecé a calmar
cuando me dediqué a esta pequeña tarea, estaba casi repuesta cuando volví a la mesa.

-Ustedes nunca antes me dijeron todo esto, -dije, a modo de explicación. -Todos ustedes
han dividido América en reinos, ¿es correcto?

Pam y Chow vieron a Eric con algo de sorpresa, pero él no los tomo en cuenta.

-Sí, -él dijo simplemente. –Así ha sido desde que los vampiros vinieron a América.
Desde luego, a través de los años el sistema ha cambiado con la población. Durante los
primeros doscientos años había muchísimo menos vampiros en América, porque el viaje
final era muy peligroso. Era difícil calcular la longitud del viaje por mar con el
suministro de sangre disponible. -Que habría sido lo crucial, desde luego.-Y la Compra
de Luisiana hizo una gran diferencia.

Bueno, seguramente lo hizo. Sofoqué otro asalto de risas tontas.

-¿Y los reinos están divididos en…?

-Áreas. Solían ser llamado feudos, hasta que decidimos que era demasiado anticuado.
Un sheriff controla cada área. Como tu sabes, vivimos en el Área 5 del reino de
Luisiana. Stan, al que visitaste en Dallas, es el sheriff del Área 6 en el reino… de Texas.

Imaginé a Eric como el Sheriff de Nottingham, y cuando esto había perdido el chiste,
como Wyatt Earp 7 . Estaba definitivamente siendo frívola. Realmente me sentía bastante
mal físicamente. Me dije a mí misma embalar lejos mi reacción a esta información, y
concentrarme en el problema inmediato.

-De modo, que Bill fue secuestrado en plena luz del día, ¿lo capto?

Múltiples cabezadas alrededor.

-Este secuestro fue atestiguado por algunos humanos q ue viven en el reino de Misisipí.
–Sencillamente gozaba diciendo esto. -¿Y ellos están bajo el control de un rey vampiro?

-Russell Edgington. Sí, ellos viven en su reino, pero algunos de ellos me darán la
información. Por un precio.

-¿Este rey no te dejará preguntarles?

-Aún no le hemos preguntado. Podría ser que Bill fue tomado bajo sus órdenes.

Esto levantó una nueva cosecha de preguntas, pero me dije quedarme enfocada.

7
Wyatt Earp (1848-1929), oficial fronterizo estadounidense, implicado en el famoso tiroteo en el corral O.K. in T ombstone,
Arizona en 1881.(N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

-¿Cómo puedo ponerme con ellos? Asumiendo que decida que quiero hacerlo.

-Hemos pensado en un modo para que puedas ser capaz de juntar la información de los
humanos en el área donde Bill desapareció, -dijo Eric. -No solamente soborne a la gente
para decirme lo que paso allí, si no a todos los humanos que se asocian con Russell. Fue
arriesgado. Tuve que decirles lo que tengo, para hacerlo funcionar. Y tu puedes estar
poco dispuesta. Alguien ya trató de conseguirte una vez. Por lo visto, quienquiera que
tiene a Bill no debe tener mucha información sobre ti, aún. Pero pronto, Bill hablará. Si
tu estás alrededor cuando él rompa, ellos te tendrán.

-Ellos no me necesitan realmente, -indiqué. -Si él ya está roto.

-Eso no necesariamente es cierto, -dijo Pam. Ellos hicieron más de esta cosa de
intercambio-miradas-enigmáticas.

-Denme la historia completa, -dije. Noté que Chow había terminado su sangre, me puse
de pie para traerle mas.

-La gente de Russell Edgington nos dijo que, Betty Jo Pickard, la segundo en jerarquía
después de Edgington, se suponía comenzaba un vuelo a San Luis ayer. Los humanos
responsable de tomar su ataúd en el aeropuerto tomaron el ataúd idéntico de Bill por
equivocación. Cuando entregaron el ataúd al hangar que Anubis Airlines arrienda, ellos
lo dejaron sin vigilar durante, quizás, diez minutos mientras rellenab an los papeles.
Durante aquel tiempo—según dicen—alguien empujo el ataúd, que estaba sobre una
especie de camilla, hacía la parte trasera del hangar, lo cargó en un camión, y se fue.

-Alguien que podría penetrar la seguridad de Anubis, -dije, la duda pesaba en mi voz.

Anubis Airlines habían sido establecida para transportar vampiros de manera segura
tanto de día como de noche, y su garantía de la maquinaria de seguridad para vigilar los
ataúdes de los vampiros durmientes era su tarjeta de presentación. Desde luego, los
vampiros no tienen que dormir en ataúdes, pero es mucho mas fácil embarcarlos de esta
manera. Hubo ―accidentes desafortunados‖ cuando los vampiros habían tratado de volar
por Delta 8 . Algún fanático había entrado en el área del equipaje y co rtaron un par de
ataúdes con un hacha. El Noroeste sufrió el mismo problema. El ahorro de dinero de
repente no les pareció tan atractivo a los no-muertos, que ahora volaban por Anubis casi
exclusivamente.

-Creo que alguien de la gente de Edgington podría haberse mezclado, alguien que hizo
pensar a los empleados de Anubis que eran de Edgington, y la gente de Edgington que
pertenecían a Anubis. Él podría haberse llevado a Bill fuera cuando la gente de
Edgington se fue, y los guardias no se darían cuenta.

-¿La gente de Anubis no pediría ver papeles? ¿Acerca de un ataúd que se marcha?

-Ellos dicen que vieron realmente papeles, Betty Jo Pickard. Ella iba camino a Missouri
para negociar un tratado comercial con los vampiros de San Luis.

8
Delta, línea aérea comercial estadounidense. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

Tuve un momento en blanco preguntándome lo que los vampiros de Misisipí podrían


comerciar con los vampiros de Missouri, y luego decidí que mejor no quería saberlo.

-Hubo también una confusión suplementaria en ese momento, -dijo Pam. -Un fuego que
comenzó bajo la cola de otro avión Anubis, los guardias fueron distraídos.

-Ah, una casualidad con intención.

-Yo pienso así, -Chow dijo.

-Entonces, ¿por qué alguien querría tener a Bill? -Pregunté. Temí que ya lo sabía. Sólo
esperaba que me proveyeran con algo más. Gracias a Dios, Bill me había preparado para
este momento.

-Bill ha estado trabajando en un pequeño proyecto especial, -dijo Eric, sus ojos fijos en
mi cara. -¿Sabes algo acerca de esto?

Más de lo que quisiera. Menos de lo que debería.

-¿Cual proyecto? -Dije. He pasado mi vida entera ocultando mis pensamientos, e hice
uso de toda mi habilidad ahora. Aquella vida dependía de mi sinceridad.

La mirada penetrante de Eric vaciló hacía Pam, y Chow. Ambos dieron alguna señal
infinitesimal. Él se concentró en mí otra vez, y dijo;

-Eso es un poco difícil de creer, Sookie.

-¿Cómo es eso? -Pregunté, con cólera en mi voz. Cuando existe duda, ataca. -¿Desde
cuándo cualquiera de ustedes expone sus tripas emocionales a un humano? Y Bill es
definitivamente uno de ustedes. -Infundí a esto tanta rabia como pude reunir.

Otra vez ellos hicieron aquella cosa de parpadeo de ojos el uno al otro.

-¿Tú piensas que vamos a creer que Bill no te dijo nada acerca de lo qué trabajaba?

-Sí, lo creo. Por que él no lo hizo. –De todas maneras, ya había adivinado todo por mi
misma, más o menos.

-Aquí está lo que voy a hacer, -dijo Eric finalmente. Él me vio a través de la mesa, sus
ojos azules eran tan duros como mármoles e igual de cálidos. No más Sr. Vampiro
Lindo. -No puedo saber si mientes o no, lo que es notable. Por tu bien, espero que estés
diciendo la verdad. Podría torturarte hasta que me dijeras la verdad, o hasta que
estuviera seguro que me estuviste diciendo la verdad desde el principio.

Ay, hermano. Suspiré, inspire, y trate de p ensar en un rezo apropiado. Dios, no me dejes
gritar muy fuerte parecía muy débil y negativo. Además, no había nadie para oírme
aparte de los vampiros, así que no importaba que tan alto chillara. Cuando el momento
llegara, podría desgañitarme gritando.
Club Muerto Charlaine Harris

-Pero, -Eric continuó pensativamente, -eso podría dañarte demasiado para la otra parte
de mi plan. Y, realmente, no hace tanta diferencia si tu sabes lo que Bill ha estado
haciendo a nuestras espaldas, o no.

¿A sus espaldas? Oh, mierda. Ya sabía a quién culpar por el predicamento tan duro en el
que estaba. A mi propio querido amor, Bill Compton.

-Eso obtuvo una reacción, -observó Pam.

-Pero no la que esperaba, -dijo Eric despacio.

-No estoy muy feliz acerca de la opción de tortura. -Tenía tantos problemas, que no
podía ni sumarlos, y estaba tan sobrecargada por la tensión que parecía que mi cabeza
flotaba en algún sitio encima de mi cuerpo. -Y extraño a Bill.

Incluso en este momento a pesar que de buena gana le daría una patada en el culo,
realmente lo echaba de menos. Y si pudiera tener solamente una conversación de diez
minutos con él, estaría mejor preparada para afrontar los siguientes días. Las lágrimas
rodaron por mi rostro. Pero todavía había más que ellos tenían que decirme; más que
tenía que oír, lo quisiera o no.

-Si tu lo sabes realmente espero que me digas por qué él mintió sobre este viaje. Pam
mencionó malas noticias.

Eric miro a Pam sin rastro de amor en sus ojos.

-Ella esta goteando otra vez, -observó Pam, sonando un poco incómoda. -Pienso que
antes de que ella vaya a Misisipí, debería saber la verdad. Además, si ella ha estado
guardando secretos para Bill, esto podría…

¿Hacerla descubrir el pastel? ¿Cambiar su lealtad para con Bill? ¿Obligarla a darse
cuenta que tiene que decírnoslo?

Era obvio que Chow y Eric habían estado por mantenerme en la ignorancia y que ellos
estaban intensamente molestos con Pam por haberme dado esa insinuación, aunque
supuestamente yo no sabía que nada andaba bien entre Bill y yo. Ambos miraron a Pam
atentamente durante un largo minuto, y luego Eric asintió de manera cortante.

-Tú y Chow esperan afuera, -dijo Eric a Pam.

Ella le dirigió una aguda mirada, y luego ellos salieron, dejando sus botellas vacías
sobre la mesa. Sin un gracias por la sangre. Ni enjuagar las botellas. Mi cabeza se sintió
ligera, muy ligera, cuando contemplé las pobres maneras de los vampiros. Sentí el
movimiento de mis párpados, y se me ocurrió que estaba al borde del desmayo. No soy
uno de esas frágiles fulanas que zozobran con cad a pequeña cosa, pero sentí que ahora
mismo estaba justificada. Además, vagamente me di cuenta que no había comido en
más de veinticuatro horas.

-No hagas eso, -dijo Eric. Él sonó definitivo. Traté de concentrarme en su voz, y lo vi.
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Asentí para indicarle que hacía todo lo posible.

Él se movió a mi lado de la mesa, giró la silla que Pam había ocupado hasta que estuvo
frente a mi, muy cercano. Se sentó y se inclinó hacía mí, su gran mano blanca cubrió
ambas mías, todavía dobladas con esmero en mi regazo. Si él cerrara su mano, podría
aplastar todos mis dedos. Nunca jamás podría volver a trabajar como camarera otra vez.

-No disfruto viendo que tienes miedo de mí, -dijo él, su cara muy cerca de la mía. Podía
oler su colonia—Ulysse, pensé. -Yo siempre he estado muy encariñado contigo.

Él siempre había querido tener sexo conmigo.

-Además, quiero follarte. -Él sonrió abiertamente, pero en ese momento no me hizo gran
cosa. -Cuando nos besamos es…increíble.

Nos habíamos besado en la línea del deber, por así d ecirlo, y no como recreación. Pero
fue emocionante. ¿Cómo no? Él era magnífico, y había tenido varios cientos de años
para trabajar sobre su técnica de besuqueo.

Eric se fue acercando más y más. No estaba segura si iba a morderme o besarme. Sus
colmillos estaban fuera. Él estaría enojado, o cachondo, o hambriento, o los tres. Los
nuevos vampiros tienden a cecear mientras hablan hasta que se acostumbran a sus
colmillos; uno no podía oírlo con Eric. También él había tenido siglos para perfeccionar
aquella técnica.

-De cierta manera, aquel plan de tortura no me hace sentir muy sensual, -le dije.

-Eso hizo algo por Chow, sin embargo, -susurró Eric en mi oído.

No temblaba, pero debería haberlo hecho.

-¿Podrías cortar la persecución aquí? -Pregunté. -¿Vas a torturarme, o no? ¿Eres mi


amigo, o mi enemigo? ¿Vas a encontrar a Bill, o dejarlo pudrirse?

Eric se rió. De manera corta y no graciosa, pero era mejor que tenerlo más cerca, al
menos en este momento.

-Sookie, eres demasiado, -dijo él, pero no como si encontrara esto particularmente
simpático. -No voy a torturarte. En primer lugar, porque odiaría arruinar esta hermosa
piel; que un día, veré completamente.

Solamente esperé que aún estuviera dentro de mi cuerpo cuando esto pasara.

-Tú no tendrás siempre tanto miedo de mí, -dijo él, como si estuviera absolutamente
seguro del futuro. -Y no estarás siempre tan dedicada a Bill como lo estás ahora. Hay
algo que debo decirte.

Aquí llegaba la Cosa Mala. Sus frescos dedos se entrelazaron con los míos, y sin qu erer,
sostuve su mano con fuerza. No podía pensar en una palabra que decir, al menos una
palabra que fuera segura. Mis ojos se fijaron en él.
Club Muerto Charlaine Harris

-Bill fue convocado a Misisipí, -Eric me dijo -, por un vampiro—una hembra—él la


conocía desde hace muchos años. No sé si te habrás dado cuenta que los vampiros casi
nunca nos apareamos con otros vampiros, por más tiempo que un raro asunto de una
noche. No hacemos esto porque, el acoplamiento y compartir sangre, siempre nos da
poder el uno sobre el otro. Ésta vampira…

-Su nombre, -dije.

-Lorena, -él dijo de mala gana. O tal vez él quiso decírmelo desde el principio, y la
renuencia era solamente parte del espectáculo. Quién demonios sabe con un vampiro.

Él esperó a ver si hablaba, pero no lo hice.

-Ella estaba en Misisipí. No estoy seguro si vive allí con regularidad, o si fue allí para
entrampar a Bill. Ella había estado viviendo en Seattle durante años, lo sé, porque ella y
Bill vivieron juntos allí muchos años.

Ya me había preguntado por qué él escogió Seattle como su destino ficticio. Él no se lo


sacó de la manga.

-Pero independientemente de su intención en pedirle que lo encontrara allí… que escusa


le dio ella para no venir aquí… quizás él solamente fue cuidadoso por ti…

Quise morir en aquel momento. Suspiré y contemplé nuestras manos unidas. Estaba
demasiado humillada para mirar a los ojos de Eric.

-Una vez más, él fue—él volvió—al instante a ser cautivado por ella. Después de unas
noches, él llamó a Pam para decirle que venía a casa antes, sin decirte nada, así él podría
arreglar tu futuro cuidado antes de que te viera otra vez.

-¿Futuro cuidado? -Soné como un cuervo.

-Bill quería hacer un arreglo financiero para ti.

El choque de ello me hizo palidecer.

-Pensionarme, -dije entumecidamente.

No importa el bien que él había significado, Bill no podría haberme ofrecido una ofensa
mayor. Cuando él había estado en mi vida, nunca se le ocurrió preguntarme como iban
mis finanzas—aunque apenas pudo esperar para ayudar a sus recién descubiertos
descendientes, los Bellefleurs.

Pero cuando él iba a estar fuera de mi vida y se sentía culpable por dejarme lloriqueando
y lastimada entonces comenzaba a preocuparse.

-Él quería… -Eric comenzó, luego se detuvo y miro atentamente mi cara. -Bueno,
dejarlo por el momento. Yo no te habría dicho nada de esto, si Pam no hubiera
interferido. Yo te habría enviado en la ignorancia, porque entonces no habrían salido
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palabras de mi boca que te hicieran tanto daño. Y no tendría que suplicarte, como voy a
suplicar.

Me obligue a escuchar. Aferré la mano de Eric como si fuera una cuerda de salvamento.

-Lo que voy a hacer—y tu tienes que entender, Sookie, mi piel depende de esto,
también…

Lo miré directamente en la cara, él vio la impresión de mi sorpresa.

-Sí, mi trabajo, y tal vez mi vida, tambien, Sookie—no solamente la tuya, y la de Bill.
Te voy a enviar un contacto mañana. Él vive en Shreveport, pero él tiene un segundo
apartamento en Jack son. Tiene amigos entre la comunidad sobrenatural allí, los
vampiros, adaptos, y lobatos. Por medio de él tu puedes conocer algunos de ellos, y sus
empleados humanos.

Ahora mismo no estaba completamente en uso de mi cabeza, pero sentí que entendería
todo esto cuando lo recordara. Así que, asentí. Sus dedos acariciaron los míos, repetidas
veces.

-Este hombre es lobato, -dijo Eric descuidadamente, -por lo tanto es escoria. Pero es
más confiable que algunos otros, y me debe un gran favor personal.

Absorbí esto, asentí otra vez. Los dedos largos de Eric se sentían casi calientes.

-Él te llevara dentro y fuera de la comunidad vampiro en Jack son, así podrás escoger
sesos entre los empleados humanos. Sé que esto es un golpe de ciego, pero si hay algo
para descubrir, si Russell Edgington secuestró realmente a Bill, tú podrás recoger una
pista. El hombre que trató de secuestrarte era de Jack son, guiándonos por las cuentas en
su auto, y era un lobato como indica la cabeza del lobo sobre su chaleco. No sé por qué
vinieron por ti. Pero sospecho que significa que Bill está vivo, y desean capturarte para
usarte como palanca de presión contra él.

-Entonces supongo que deberían haber secuestrado a Lorena, -dije.

Los ojos de Eric se ensancharon con apreciación.

-Tal vez ya la tienen, -dijo él. -Pero tal vez Bill se dió cuenta que fue Lorena quién lo
traicionó. Él no habría sido atrapado si ella no hubiera revelado el secreto que le confió.

Medite acerca de esto, asentí una vez más.

-Otro rompecabezas es por qué ella resultó estar allí, -dijo Eric. -Pienso que sabría si
ella hubiera sido un miembro regular del grupo de Misisipí. Pero pensaré en esto en mi
tiempo libre. -Por su cara severa, Eric había invertido considerable tiempo cerebral en
aquella pregunta. -Si este plan no funciona dentro de aproximadamente tres días,
Sookie, deberemos secuestrar a uno d e los vampiros de Misisipí a cambio. Esto
conducirá casi seguro a una guerra, y una guerra—incluso con Misisipí—será costosa
en vidas y dinero. Y, al final, de todos modos matarán a Bill.
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Vale, el peso del mundo descansaba sobre mis hombros. Gracias, Eric. Me hacía falta
más responsabilidad y presión.

-Pero sabe esto: Si ellos tienen a Bill—si él está todavía vivo—lo recuperaremos. Y
volverán a estar juntos otra vez, sí es lo que tú quieres.

Énfasis en el sí.

-Para responder tu pregunta: soy tu amigo, y continuare a serlo mientras esto no ponga
en peligro mi propia vida. O, el futuro de mi área.

Bien, esto lo puso sobre la línea. Aprecié su honestidad.

-Mientras sea conveniente para ti, quieres decir, -dije tranquilamente, que era tan injusto
como inexacto. Por que realmente pareció molestarlo mi caracterización de su actitud. -
Déjame preguntarte algo, Eric.

Él levantó sus cejas para indicarme que esperaba. Sus manos viajaban de arriba abajo
por mis brazos, distraídamente, como si él no pensara en lo que hacía. El movimiento
me recordó a un hombre que calienta sus manos en el fuego.

-Si entendí bien, Bill trabajaba en un proyecto para el… -sentí subir una burbuja salvaje
de risa, y despiadadamente la suprimí. -Para la reina de Luisiana, -terminé. -Pero tú no
sabías nada sobre ello. ¿Es correcto?

Eric me contempló durante un largo momento, mientras pensaba que decirme.

-Ella me dijo que tenía trabajo para que Bill hiciera, -dijo él. –Pero, no lo que era, o por
qué debía ser él quién lo hiciera, o cuando estaría completado.

Que un subordinado fuera nombrado así disgustaría a casi cualquier líder. Sobre todo si
el líder fue mantenido en la ignorancia.

-Así que, ¿por qué no busca esta reina a Bill? -Pregunté, manteniendo mi voz
cuidadosamente neutra.

-Ella no sabe que él se ha ido.

-¿Por qué es esto?

-No se lo hemos dicho.

Tarde o temprano él dejaría de contestar.

-¿Por qué no?

-Ella nos castigaría.

-¿Por qué? -Comenzaba a sonar como una nena de dos años.


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-Por dejar que algo le pasara a Bill, cuando él realizaba un proyecto especial para ella.

-¿Cual sería el castigo?

-Ah, con ella es difícil decirlo. -Él emitió una risa estrangulada. -Algo muy
desagradable.

Eric estaba aún más cerca de mí, su cara casi tocando mi pelo. Él inhalab a, muy
delicadamente. Los vampiros confían en el olor, y el oído, mucho más que en la vista,
aunque su vista es sumamente exacta. Eric tenía mi sangre, así que podría saber más
sobre mis emociones que un vampiro que no la había tenido. Todos los chupasangres
son estudiosos del sistema emocional humano, ya que los depredadores más exitosos
son los que conocen los hábitos de su presa.

Eric actualmente frotaba su mejilla contra la mía. Él era como un gato en su placer de
contacto.

-Eric. -Él me había dado más información de lo que suponía.

-¿Mmm?

-En serio, ¿qué te hará la reina si no puedes presentar a Bill para el día que su proyecto
está previsto?

Mi pregunta consiguió el efecto deseado. Eric se apartó de mí y me miro con sus ojos
más azules que los míos, más duros que los míos y tan helados como el Ártico.

-Sookie, realmente no quieres saberlo, -dijo él. -La reproducción de su trabajo estaría
bastante bien. La presencia de Bill sería un bono.

Devolví su mirada con ojos casi tan fríos como los suyos.

-¿Y qué recibiré a cambio de hacer esto para ti? -Pregunté.

Eric logró parecer al mismo tiempo sorprendido y contento.

-Si Pam no hubiera insinuado acerca de Bill, su seguro retorno sería suficiente y tú
habrías saltado sobre esta oportunidad para ayudarlo, -Eric me recordó.

-Pero ahora sé sobre Lorena.

-Y sabiéndolo, ¿estás de acuerdo en hacer esto para nosotros?

-Sí, con una condición.

Eric se miro cauteloso.

-¿Cual sería? -él preguntó.

-Si algo me pasa, quiero que tú la pongas fuera.


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Él se me quedó mirando boquiabierto durante al menos un segundo antes de que rugiera


por la risa.

-Tendría que pagar un precio enorme, -él dijo cuando dejó de reírse alegremente. –Y
primero tendría que llevarlo a cabo. Es más fácil decirlo que hacerlo. Ella tiene
trescientos años.

-Tú me has dicho que te pasará algo muy feo si todo esto viene desenmarañado, -le
recordé.

-Cierto.

-Tú me has dicho que me necesitas desesperadamente para que haga esto por ti.

-Cierto.

-Esto es lo qué pido a cambio.

-Tú podrías convertirte en un vampiro decente, Sookie, -dijo Eric finalmente. -Vale.
Hecho. Si algo te pasa, ella nunca volverá a joder con Bill otra vez.

-Ah, no es sólo por eso.

-¿No? -Eric se veía bastante escéptico, como bien podía.

-Es porque lo traiciono.

Los duros ojos azules de Eric se encontraron con los míos.

-Dime algo, Sookie: ¿me pedirías esto si ella fuera humana? -Su amplia boca de labios
finos, a menudo divertida, estaba en una seria línea recta.

-Si ella fuera humana, yo misma me encargaría, -dije, y me puse de pie para mostrarle la
puerta.

Después de que Eric se fue, me apoyé contra la puerta y puse mi mejilla contra la
madera. ¿Era cierto lo que le había dicho? Me había preguntado durante mucho tiempo
si realmente era una persona civilizada, aunque siguiera esforzándome por serlo. Sabía
que en el momento que dije que me encargaría de Lorena yo misma, decía la verdad.
Había algo bastante salvaje dentro de mí, que siempre controlaría. Mi abuela no me crió
para ser una asesina.

Cuando anduve con paso lento por el pasillo rumbo a mi dormitorio, me di cuenta que
últimamente mi carácter se estaba mostrando cada vez más. Desde que había conocido a
los vampiros.

No podía entender por qué sería esto. Ellos ejercían un control tremendo sobre ellos
mismos. ¿Por qué debería el mío resbalar?
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Pero era bastante introspección para una noche.

Pensaría en ello mañana.


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Capítulo 4
Ya que parecía que me iba de la ciudad, había colada para ser hecha, y cos as en el
refrigerador que necesitaba tirar. No estaba particularmente soñolienta después de pasar
tanto tiempo en la cama el día y la noche anterior, así que saque mi maleta, la abrí, y
arrojé algunas ropas en la lavadora fuera sobre el congelado porche trasero. No quise
pensar en mi propio carácter más tiempo. Ya tenía abundantes objetivos sobre los que
meditar.

Eric, ciertamente, adoptó un acercamiento de escopeta para doblegarme a su voluntad.


Me había bombardeado con muchos motivos para que hiciera lo que él quería:
intimidación, amenaza, seducción, una petición de la vuelta de Bill, una petición por su
(Pam, y Chow) vida y/o no hablemos del bienestar—de mi propia salud. “Yo debería
torturarte, pero quiero tener sexo contigo; necesito a Bill, pero esto y furioso con él
porque me engañó; tengo que mantener la paz con Russell Edgington, pero tengo que
recuperar a Bill de él; Bill es mi siervo, pero trabaja más en secreto para mi jefe.”

Malditos Vampiros. Pueden ver porque estoy tan contenta que su encanto no me afecte.
Es uno de los pocos aspectos positivos que mi capacidad para leer las mentes me ha
cedido. Desafortunadamente, los humanos con fallos psíquicos somos muy atractivos
para los no-muertos.

Seguramente no podía haber previsto nada de esto cuand o me enredé con Bill. Bill se
había vuelto casi tan necesario para mí como el agua; y no era enteramente debido a mis
profundos sentimientos por él, o mi placer físico en su trato sexual. Bill era el único
seguro que tenía en contra de ser anexada por otro vampiro, contra mi voluntad.

Después de que hice un par de cargas en la lavadora, secadora y doblé la ropa, me sentí
mucho más relajada. Ya casi había terminado de empacar, puse un par de libros de
romance y misterio por si conseguía un poco de tiempo para leer. Soy autodidacta por
libros de género.

Me estiré y bostecé. Necesitaba cierta paz mental para concebir un plan, y mi sueño
inquieto del día y la noche anterior no me habían refrescado tanto como pensé. Podría
ser capaz de dormirme fácilmente.

Incluso sin la ayuda de los vampiros, tal vez podría encontrar a Bill, pensé, cuando
cepillé mis dientes y subí a la cama. Pero sacarlo de cualquier prisión donde él estuviera
y una fuga exitosa, eran otra cuestión. Y luego tendría que decidir qué hacer sobre
nuestra relación.

Me desperté aproximadamente a las cuatro de la mañana con un sentimiento raro, había


una idea esperando ser reconocida. Había tenido un pensamiento en algún punto durante
la noche; esta era la clase de idea que uno simplemente sabe que ha estado burbujeando
en su cerebro, esperando para salir.

En efecto, después de un minuto la idea emergió de nuevo. Y, ¿si Bill no fue


secuestrado, sino que desertó? ¿Y si él estaba tan enamorado o entregado a Lorena que
decidió abandonar a los vampiros de Luisiana y unirse con el grupo de Misisipí?
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Inmediatamente, tuve dudas que este hubiera sido el plan de Bill; sería muy complicado,
con la obtención de informadores que Eric había consultado acerca del rapto de Bill, la
presencia confirmada de Lorena en Misisipí. Seguramente existiría alguna manera
menos dramática, y mas simple para arreglar su desaparición.

Me pregunté si Eric, Chow, y Pam estarían registrando ahora mismo la casa de Bill, que
esta cruzando el cementerio de la mía. No iban a encontrar lo que buscaban. Tal vez
volverían aquí. Ellos no tendrían que rescatar a Bill en absoluto, si pudieran encontrar
los archivos de computadora que su reina deseaba tan intensamente. Me caí de sueño
por puro agotamiento, creí escuchar la risa de Chow afuera.

Incluso el conocimiento de la traición de Bill no me detuvo de buscarlo en mis sueños.


Debo haber rodado tres veces, llegando a la esquina para ver si él se había deslizado en
la cama conmigo, como hacía tan a menudo. Y siempre, el otro lado de la cama
permaneció vacío y frío.

Sin embargo, era mejor que encontrar a Eric allí en su lugar.

Me levanté al rayar el alba, ya me había hecho un tarro de café antes de que llegara el
puñetazo en la puerta principal.

-¿Quién es? -Estaba de pie a un lado de la puerta cuando pregunté.

-Eric me envía, -dijo una voz brusca.

Abrí la puerta y alcé la vista. Y otro poco más.

Él era enorme. Sus ojos eran verdes. Su despeinado pelo era rizado, grueso y negro
como la brea. Su cerebro zumbaba y palpitaba con energía; una clase de efecto rojo.
Hombre-lobo.

-Entra. ¿Quieres un poco de café?

Aparentemente lo que él esperaba, no era lo que él veía.

-Apuesta por el sí, cheré. ¿Tienes algo de huevos? ¿Algo de salchicha?

-Seguro. -Lo conduje a la cocina. -Soy Sookie Stackhouse, -dije, sobre mi hombro. Me
agaché para conseguir los huevos del refrigerador. -¿Y tú?

-Alcide, -él dijo, pronunciándolo Al-see, con apenas la d. -Alcide Herveaux.

Él me miró todo el tiempo mientras sacaba el sartén—el viejo sartén ennegrecido de


hierro de mi abuela. Ella lo había conseguido cuando se casó, y lo fogueo como haría
cualquier mujer de valor en la cocina. Ahora estaba absolutamente sazonado. Encendí la
hornilla de gas en la estufa. Cociné la salchicha primero (por la grasa), la puse con un
«plaf » sobre una toalla de papel en un plato y la deje en el horno para que se conservara
caliente. Después de preguntar a Alcide como quería los huevos, los revolví y
rápidamente los cociné, deslizándolos en el plato caliente. Él abrió el cajón correcto de
la vajilla al primer intento, y se sirvió un poco de jugo y café después de que
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silenciosamente le indiqué qué gabinete contenía las tazas. Rellenó mi taza al mismo
tiempo.

Él comió con esmero. Y se comió todo.

Sumergí mis manos en la jabonosa agua caliente para lavar los pocos platos. Al último
lavé el sartén, le frote algo de Crisco 9 en lo negro y lo seque, echando vistazos
ocasionales a mi invitado. La cocina olía agradablemente por el desayuno y el agua
jabonosa. Era un momento pacífico de un modo peculiar.

Esto no era nada de lo que había esperado cuando Eric me dijo que alguien que le debía
un favor me haría entrar en el entorno vampiro de Misisipí. Cuando miré el paisaje frío
por la ventana de la cocina, me di cuenta que así era como había p revisto mi futuro; en
las pocas ocasiones que me permití imaginar que un hombre compartía mi casa.

Este era el modo como se suponía que era la vida, para los humanos normales. Era la
mañana, hora de levantarse y trabajar, tiempo para una mujer de cocinar el desayuno
para su hombre que debía salir para trabajar. Este áspero hombre grande comía alimento
verdadero. Casi seguro tenía una camioneta estacionada delante de mi casa.

Desde luego, él era un hombre-lobo. Pero los lobatos podían vivir una vida más cercana
a la humana que un vampiro.

Por otra parte, lo que no sabía acerca de los lobatos podría llenar un libro.

Cuando terminó puso su plato en el agua del fregadero, lo lavó y lo secó él mismo
mientras yo limpiaba la mesa. Fue como una suave coreografía. Él desapareció en el
cuarto de baño durante un minuto mientras repasaba mi lista mental de cosas que tenían
que ser hechas antes de que me marchara. Tenía que hablarle a Sam, era el asunto
principal. Ya había llamado a mi hermano la noche anterior para decirle que estaría
fuera durante unos días. Liz estaba con Jason, así que él no pensó demasiado en mi
partida. Él había acordado recoger mi correo y mis periódicos para mí.

Alcide vino para sentarse frente a mí en la mesa. Trataba de pensar en como deberíamos
hablar de nuestra tarea conjunta; trataba de anticipar cualquier pata dolorida que se
pudiera pisar. Tal vez él se preocupaba de las mismas cosas. No puedo leer las mentes
de adaptoformas u hombres-lobo con ninguna consistencia; ellos son criaturas
sobrenaturales. Puedo descifrar de manera confiable sus humores, y ocasionalmente
recoger alguna idea clara. De esta forma los-humanos-con-una-diferencia son mucho
menos opacos para mí que los vampiros. Tengo entendido que hay un contingente de
adaptoformas y lobatos que quieren cambiar las cosas, el hecho de que su existencia
todavía siga siendo un secreto. Pero hasta que ellos vean como les va a los vampiros con
la publicidad, los supernaturales de la variedad doble-natura son feroces sobre su
privacidad.

Los hombres-lobo son los tipos rudos en el mundo de los adaptos. Ellos son
adaptoformas por definición, pero son los únicos quiénes tienen su propia sociedad
aparte, y no permiten que alguien más sea llamado «lobato» en su presencia. Alcide
Herveaux se miraba lleno de resistencia. Era grande como una roca, con bíceps sobre
9
Crisco, marca comercial estadounidense de jabón para lavar platos. (N. de T .)
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los cuales yo podría hacer una cuantas alzadas. Tendría que afeitarse un segunda vez si
planeaba salir por la tarde. Estaría perfecto sobre una obra de construcción o un
embarcadero.

Él era un hombre apropiado.

-¿Cómo te obligan ellos a hacer esto? -Pregunté.

-Ellos tienen unas letras de mi papá, -dijo él. Puso sus macizas manos sobre la mesa y se
recargó en ellas. -Poseen un casino en Shreveport, ¿lo sabías?

-Claro.

Esta era una excursión popular de fin de semana para la gente en esa área, acercarse a
Shreveport o hasta Tunica (en Misisipí, directamente debajo de Memphis) y alquilar un
cuarto durante un par de noches, jugar con maquinas o cartas, ver un espectáculo o dos,
comer mucho en los bufetes.

-Mi papá se metió profundamente. Él posee una compañía de inspección—yo trabajo


para él—pero le gusta jugar. -Los ojos verdes ardieron con llamas de rabia. -Él entró
demasiado en el casino de Luisiana, así es como tus vampiros poseen sus letras, su
deuda. Si ellos las piden, nuestra compañía se viene abajo. –Los hombres-lobos parecen
respetar a los vampiros tanto como los vampiros los respetan a ellos. –Por eso, para
recuperar las letras, tengo que ayudar a meterte con los vampiros en Jackson. -Él se
inclinó atrás en la silla, mirándome a los ojos. -No es una cosa difícil el llevarme una
mujer bonita a Jackson y hacer algunos brincos por los bares. Ahora que te he conocido,
me alegro de hacerlo, y conseguir sacar a mi padre de la deuda. Pero, ¿por qué diablos
quieres hacer esto? Tú pareces una verdadera mujer, no una de esas zorras enfermas que
se les cuelgan a los vampiros.

Después de mi reunión con los vampiros, esta era una refrescante conversación de
forma directa.

-Sólo ando con un vampiro, por propia elección, -dije amargamente. -Bill, mi—bueno,
ni siquiera sé si todavía es mi novio. Al parecer los vampiros de Jack son lo
secuestraron. Alguien intentó atraparme anoche. -Pensé que era justo avisarle. -Como el
secuestrador parecía no conocer mi nombre, solo que trabajo en Merlotte´s, es muy
probable que en Jack son nadie sepa que soy la mujer que sale con Bill. Tengo que
decirte, que el hombre que trató de agarrarme era un hombre-lobo. Y traía una placa de
auto del Condado de Hinds. -Jackson está en el Condado de Hinds.

-¿Llevaba un chaleco de pandilla? -Alcide preguntó. Asentí. Alcide pareció pensativo,


lo que era una cosa buena. Esta no era una situación que yo tomaba ligeramente, y era
un buen signo que él tampoco. -Hay una pequeña pandilla en Jackson compuesta de
lobatos. Algunos adaptos más grandes pertenecen a los bordes de esta pandilla—
panteras, osos. Ellos se alquilan para los vampiros en bases regulares.

-Hay uno menos ahora, -dije.


Club Muerto Charlaine Harris

Después de un momento para digerir aquella in formación, mi nuevo compañero me


dirigió una larga mirada retadora.

-Entonces, ¿qué de bueno va hacer una pequeña fulana humana contra los vampiros de
Jack son? ¿Eres una experta en artes marciales? ¿Una gran tiradora? ¿Has estado en el
Ejército?

Tuve que sonreír.

-No. ¿Nunca has oído mi nombre?

-¿Eres famosa?

-Adivino que no. -Estuve contenta que él no tuviera ninguna preconcepción sobre mí. -
Creo que te dejaré descubrirlo por ti mismo.

-Siempre y cuando no vayas a convertirte en una serpiente. -Él se levantó. -No eres un
tipo, ¿verdad? –esta última ocurrencia hizo que sus ojos se ensancharan.

-No, Alcide. Soy una mujer. -Traté de decirlo naturalmente, pero fue bastante difícil.

-Estaba dispuesto a apostar dinero sobre eso. -Él me sonrió abiertamente. -Si no eres
una especie de supermujer, ¿qué vas hacer cuando averigües donde esta tu hombre?

-Voy a llamar a Eric, el…-de repente me di cuenta que decir los secretos de los
vampiros era una pésima idea. -Eric es el jefe de Bill. Él decidirá qué hacer después de
esto.

Alcide pareció escéptico.

-No confío en Eric. No confío en ninguno de ellos. Probablemente él te engañará, o te


hará un doble juego.

-¿Cómo?

-Él podría usar a tu hombre como palanca de acción. Podría exigir restitución, ya que
ellos tienen a uno de sus hombres. Podría usar el rapto de tu hombre como una excusa
para ir a la guerra, en cuyo caso tu hombre será ejecutado por el sequito del rey.

No había pensado tan lejos.

-Bill sabe cosas, -dije. –Material importante.

-Bueno. Quizás eso lo mantenga vivo. -Entonces él vio mi cara, y se disgusto consigo
mismo. -¡Eh, Sookie!, lo siento. A veces no pienso antes de hablar. Lo rescataremos,
aunque me ponga enfermo pensar en una mujer como tú con uno de aquellos
chupasangres.

Esto era doloroso, pero extrañamente refrescante.


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-Te lo agradezco, supongo, -dije, intentando una sonrisa. -¿Y tú? ¿Tienes un plan de
cómo presentarme con los vampiros?

-Ahá. Hay un club nocturno en Jackson, cerca del Congreso. Es sólo para Supes10 y sus
citas. Nada de turistas. Los vampiros no pueden hacer todo el trabajo por ellos mismos,
y este es un lugar de encuentros conveniente para ellos, así que nos dejan a los de vida
baja compartir la diversión. -Él sonrió abiertamente. Sus dientes eran perfectos—
blancos y agudos. -No será sospechoso si voy allí. Siempre me dejo caer cuando estoy
en Jack son. Tú tendrás que venir como mi cita. -Él pareció avergonzado. -Uh, mejor te
lo digo, me pareces del tipo de persona que usa jeans como yo —pero en este club, les
gusta que uno vista del estilo de fiesta.

Él temió que no tuviera ninguno vestido de noche en mi armario; pude leer esto
claramente. Y no quería que me sintiera humillada apareciendo con la ropa incorrecta.
Qué hombre.

-Tú novia no estará loca de contento con esto, -dije, pescando información por pura
curiosidad.

-Ella vive en Jack son, de hecho. Pero rompimos hace un par de meses, -dijo él. -Trabó
amistad con otro adaptoformas. El tipo se convierte en un maldito búho.

¿Estaba chiflada? Por supuesto, habría más dentro de la historia. Y desde luego, esto
caía en la categoría ―no es mi asunto‖.

Así que, sin comentarios, fui a mi cuarto para empacar mis dos vestidos de fiesta con
sus accesorios en un bolso colgante. Ambos eran compras de Tara´s Togs, manejada (y
ahora poseída) por mi amiga Tara Thornton. Tara era buenísima llamándome cuando
había ofertas de fin de temporada. Bill actualmente poseía el edificio que alojaba Tara´s
Togs, y había dicho a todos los negocios alojados allí dejar una cuenta abierta para mí
que él pagaría, pero yo resistí la tentación. Bueno, excepto para reemplazar la ropa que
Bill me desgarró en nuestros momentos más estremecedores.

Estaba muy orgullosa de estos vestidos, ya que nunca antes tuve ninguno como ellos,
cerré la cremallera del bolso con una sonrisa.

Alcide metió su cabeza en el dormitorio para preguntarme si estaba lista. Él vio las
cortinas y la cama color crema con amarillo y asintió con aprobación.

-Debo llamar a mi jefe, -dije. –Luego podremos irnos. -Me posé en un lado de la cama y
descolgué el receptor.

Alcide se apoyó contra la pared en la puerta de mi armario mientras marcaba el número


personal de Sam. Cuando él contestó su voz sonaba adormilada, y me disculpé por
llamarlo tan temprano.

-¿Qué ocurre, Sook ie? -él preguntó con voz espesa.

10
Supes, la escritora usa esta palabra para definir a los seres sobrenaturales. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

-Tengo que marcharme durante unos días, -dije. -Siento no haberte avisado antes, pero
llamé a Sue Jennings anoche para ver si ella trabajaba por mí. Dijo que sí, así que le di
mis horas.

-¿A dónde vas? -él preguntó.

-Tengo que ir a Misisipí, -dije. -Jack son.

-¿Alguien te recogerá el correo?

-Mi hermano. Gracias por preguntar.

-¿Plantas que regar?

-Ninguna que no sobrevivirá hasta que yo regrese.

-Vale. ¿Vas sola?

-No, -dije vacilante.

-¿Con Bill?

-No, él, uh, él no se ha mostrado.

-¿Estas en líos?

-Estoy excelente, -mentí.

-Dile que un hombre va contigo, -la voz de Alcide retumbó, y le dirigí una mirada
exasperada. Él se apoyaba contra la pared, y abarcaba espantosamente un montón de
ella.

-¿Hay alguien allí? -Sam pilla todo al vuelo.

-Sí, Alcide Herveaux, -dije, calculando que era una cosa lista decirle alguien que se
preocupa por mí que yo dejaría el área con este tipo. Las primeras impresiones pueden
ser absolutamente falsas, y Alcide tenía que ser co nsciente que había alguien que lo
sostendría responsable.

-¡Ajá!, -Sam dijo. El nombre no pareció serle desconocido. -Déjame hablar con él.

-¿Por qué? -Puedo aceptar algo de paternalismo, pero no cuando no podía oírlo con mis
orejas.

-¡Pásale el maldito teléfono!.

Sam casi nunca blasfema, así que hice una cara para mostrar lo que pensaba de su
demanda y le di el teléfono a Alcide. Salí pisando muy fuerte rumbo a la sala de estar y
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miré por la ventana. Aha. Una Dodge Ram11 , con cabina extendida. Podría apostar que
tenía puesto todo lo que había para ponerle.

Traje mi maleta por el mango, y arrojé mi bolso de mano sobre una silla cercana a la
puerta, así solo tuve que ponerme mi pesada chaqueta. Me alegré que Alcide me hubiera
advertido sobre la regla de gala para el bar, ya que nunca se me habría ocurrido empacar
eso ni por equivocación. Vampiros estúpidos. Código de vestir estúpido.

Estaba Malhumorada, con M mayúscula.

Vagué por el pasillo, mentalmente examinando el contenido de mi maleta, mientras los


dos adaptoformas mantenían (por lo visto) ―una conversación de hombres‖. Eché un
vistazo a la entrada de mi dormitorio para descubrir que Alcide, con el teléfono en su
oído, estaba posado sobre el lado de mi cama donde yo había estado sentándome. Él se
miró allí extrañamente como en casa.

Regrese con paso agitado a la sala de estar y miré fijamente por la ventana un poco más.
Tal vez los dos tenían una conversación adaptoformística. A pesar de que entre Alcide y
Sam (quién generalmente cambia en un collie, aunque él no esté limitado a aquella
forma) hubiera diferencia de peso, al menos ambos eran de la misma rama del árbol.
Sam, por otra parte, estaría un poco receloso de Alcide; los hombres -lobo tenían mala
reputación.

Alcide cruzó a zancadas el pasillo, caminando ruidosa y pesadamente con sus zapatos
de seguridad contra el suelo de madera dura.

-Le prometí que cuidaría de ti, -dijo él. -Ahora, esperemos que funcione.

Él no sonreía.

Me había estado preparando para sentirme agraviada, pero su última oración era tan
realista que el aire caliente salió de mí como si hubiera sido pinchada. En la compleja
relación entre vampiro, lobato, y humano, había mucho espacio para equivocarse en
algún sitio. Después de todo, mi plan era muy endeble, y las ataduras de los vampiros
sobre Alcide eran tenues. Bill podría no haber sido raptado a la fuerza; él podría estar
felizmente retenido como cautivo por el rey, mientras la vampira Lorena estuviera con
él. Incluso hasta podría enfurecerse porque venía por él.

Él podría estar muerto.

Cerré la puerta detrás de mí y seguí a Alcide cuando él guardó mis cosas en la cabina
extendida de la Ram.

El exterior de la gran camioneta brilló impecable, pero en el interior el vehículo estaba


cubierto de evidencias de un hombre que pasaba su vida trabajando para el camino; un
casco, facturas, estimaciones, tarjetas de visita, botas, un botiquín. Al menos no había
basura de alimentos. Cuando botamos por mi erosionada calzada, recogí un haz de
folletos atado con una liga en cuya tapa leí, ―Herveaux e Hijo, AAA Revisiones
Exactas‖. Saque el primero y lo estudié con cuidado cuando Alcide condujo la corta
11
Dogde Ram, es el nombre comercial para una camioneta producida por la casa Chrysler. Muy popular en EUA. (N. de T .)
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distancia de la interestatal 20 con dirección Este rumbo a Monroe, Vicksburg, y luego a


Jack son.

Descubrí que lo Herveauxes, padre e hijo, poseían una compañía de inspección bi-
estatal, con oficinas en Jackson, Monroe, Shreveport, y Baton Rouge. La oficina matriz,
como Alcide me había dicho, estaba en Shreveport. Dentro había una foto de los dos
hombres, y el Herveaux más viejo era tan impresionante (de un modo mayor) como su
hijo.

-¿Tu papá también es un hombre-lobo? -Pregunté, después de que digerí la información


y me percaté que la familia Herveaux era como mínimo próspera, y posiblemente rica.
Aunque habían trabajado mucho para ello; y seguirían trabajando mucho, a menos que
el Sr. Herveaux más viejo pudiera controlar su afición al juego de azar.

-Ambos de mis padres, -dijo Alcide, después de una pausa.

-Oh, lo siento. -No estaba segura por qué pedía perdón, pero era mas seguro que no
pedirlo.

-Es el único modo de producir un niño lobato, -dijo él, después de un momento. No
podía saber si me lo explicaba por cortesía, o porque realmente pensó que yo debería
saberlo.

-Entonces, ¿cómo es que América no esta llena de hombres -lobos y adaptoformas? -


Pregunté, después de haber considerado su declaración.

-Como cualquier matrimonio nos gusta reproducirnos, pero no siempre es factible. Y


cada unión sólo produce a un niño con el rasgo. La mortalidad infantil es alta.

-De modo, ¿qué si te casas con otra mujer-lobo, uno de tus niños será un bebé-lobo?

-La condición se manifiesta en el inicio de, ah, la pubertad.

-Ah, eso es horrible. Ser un adolescente ya es bastante duro.

Él sonrió, no a mí, pero en el camino.

-Ahá, esto complica las cosas en serio.

-Así que, tu ex-novia…¿era una adapto?

-Ahá. No salgo normalmente con adaptos, pero supongo que creí que con ella sería
diferente. Lobatos y adaptos nos sentimos fuertemente atraídos el uno del otro.
Magnetismo animal, adivino, -dijo Alcide, en una tentativa de humor.

Mi jefe, también era un adapto, se había alegrado de hacer amigos con otro adaptos en
el área. Anduvo saliendo con una ménade (el ―andado‖ sería una palabra demasiado
dulce para su relación), pero ella se había mudado. Ahora, Sam esperaba encontrar otra
adapto compatible. Él se sentía más a gusto con una humana extraña, como yo u otra
adapto, que con mujeres normales. Cuando me lo dijo, él lo había dicho como un elogio,
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o tal vez como una simple declaración; pero me dolió un poco, aunque mi anormalidad
nació conmigo desde que era muy jóven.

La telepatía no espera la pubertad.

-¿Cómo es eso? -Pregunté francamente. -¿Cómo es que pensaste que sería diferente?

-Ella me dijo que era estéril. Averigüé que usaba pastillas anticonceptivas. Una gran
diferencia. No puedo pasar por alto eso. Incluso una adapto y un hombre-lobo pueden
tener un niño que cambia en la luna llena, aunque sólo los niños de una pareja pura—
ambos lobatos o ambos adaptos—pueden cambiar a voluntad.

Algo en qué pensar, allí.

-Entonces generalmente sales con chicas normales. ¿Pero no ha sido difícil? ¿Guardar
un secreto tan grande, ah, fundamental, de tu vida?

-Ahá, -él confesó. -El salir con chicas normales puede ser doloroso. Pero tengo que salir
con alguien. -Había un filo de desesperación en su resonante voz.

Dedique a esto una contemplación por un largo momento, luego cerré mis ojos y conté
hasta diez. Yo extrañaba a Bill del modo más elemental e inesperado. Mi primera pista
fue ―el tirón debajo de la cintura‖ que sentí cuando miré mi cinta ―El último de los
Mohicanos‖ la semana anterior y me había fijado en Daniel Day -Lewis que saltaba por
el bosque. Si yo pudiera aparecer detrás de un árbol antes de que él viera a Madeleine
Stowe…

Iba a tener que cuidar mis pasos.

-De modo ¿que si tu muerdes a alguien, no se convertirá en un hombre-lobo? -Decidí


cambiar la dirección de mis pensamientos. Entonces recordé la última vez que Bill me
mordió, y sentí una corriente de calor urgente por… ah, demonios.

-Es cuando se obtiene a un humano de lobo. Como esos de las películas. Ellos mueren
muy rápido, pobre gente. Y, de hecho, no pasa nada si ellos, ah, engendran a niños en su
forma humana. Pero, si lo hacen cuando están en su otra forma, el bebé es abortado.

-Que interesante. -No podía pensar en otra cosa que decir.

-Pero también existe el elemento sobrenatural, justo como con los vampiros, -Alcide
dijo, todavía sin mirar en mi dirección. -La relación de genética y elemento
sobrenatural, es lo que nadie parece entender. Sencillamente, no podemos decirle al
mundo que existimos como hicieron los vampiros. Seríamos encarcelados en zoo,
esterilizados, puestos en ghettos—porque a veces somos animales. Ir a la luz pública
sólo parece hacer a los vampiros encantadores y ricos. -Él sonó más que un poco
amargo.

-Entonces ¿cómo es que de buenas a primeras me dices todo esto? ¿Si es un secreto tan
grande? -Él me dió más información en diez minutos de la que jamás tuve de Bill en
meses.
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-Si voy a pasar unos días contigo, hará mi vida mucho más fácil si tu lo sabes. Calculo
que tienes tus propios problemas, y parece también que los vampiros tienen algo de
poder sobre ti. No creo que hablaras. Y si sucede lo peor, y me equivoqué por completo
contigo, le pediré a Eric que te visite y borre tu memoria. -Él sacudió su cabeza con
aturdida irritación. -Realmente no sé por qué. Sólo siento que te conozco.

No pude pensar en una respuesta para esto, pero tenía que hablar. El silencio daría
demasiada importancia a su última oración.

-Lamento que los vampiros tengan sujeto a tu papá. Pero debo encontrar a Bill. Si este
es el único modo de hacerlo, es lo que haré. Al menos yo le debo mucho, incluso si… -
Mi voz se quebró. No quise terminar la oración. Todos los posibles finales eran muy
tristes, muy definitivos.

Él se encogió de hombros, un movimiento grande en Alcide Herveaux.

-Llevar una chica bonita a un bar no es gran cosa, -él me tranquilizó otra vez, tratando
de animarme.

En su posición, yo no habría sido tan generosa.

-¿Tu papá es un jugador constante?

-Sólo desde que mi madre murió, -dijo Alcide, después de una larga pausa.

-Lo siento. -Aparte mis ojos de su cara por si él necesitaba algo de privacidad. –Yo
perdí a ambos de mis padres, -ofrecí.

-¿Murieron hace mucho tiempo?

-Desde que tenía siete años.

-¿Quién te crío?

-Mi abuela nos creció a mí y a mi hermano.

-¿Todavía vive?

-No. Murió este año. Fue asesinada.

-Que fuerte. -Él lo manejo de manera normal.

-Ahá. -Tenía una pregunta más. -¿Tus padres te explicaron acerca de ti?

-No. Mi abuelo me lo dijo cuando tenía aproximadamente trece. Él notó los signos. No
imagino como los lobatos huérfanos la pasan sin guía.

-Debe ser realmente difícil.


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-Tratamos de estar al tanto de todo los lobatos que se crían en el área, así nadie se irá
inadvertido.

Incluso una advertencia de segunda mano sería mejor que ninguna advertencia en
absoluto. Pero de todos modos, tal sesión sería un trauma mayor en la vida de
cualquiera.

Nos paramos en Vicksburg para poner gasolina. Ofrecí pagar por llenar el tanque, pero
Alcide me dijo firmemente que podría ponerse en sus libros como un gasto profesional,
ya que, de hecho, realmente tenía que ver a algunos clientes. También, desecho mi
oferta de bombear la gasolina. Él aceptó la taza de café que le compré, con tantas
gracias como si fuera un traje nuevo. Era un día frío, brillante, y di un vigoroso paseo
alrededor del área para estirar mis piernas antes de subir de nuevo en la cabina de la
camioneta.

La vista de los letreros para el campo de batalla me recordó algunos de los agitados días
que tuve como adulta. Me descubrí contándole a Alcide acerca del club favorito de mi
abuela, los Descendientes de la Muerte Gloriosa, y sobre su viaje de estudios al campo
de batalla dos años antes. Yo conduje un auto, Maxine Fortenberry (la abuela de uno de
los mejores amigos de mi hermano Jason) el otro, y habíamos viajado con mucho
detalle. Cada uno de los Descendientes trajo su texto favorito que describía el sitio, y
una parada posterior en el centro para invitados consiguió que todos los Descendientes
se hicieran con mapas y objetos de interés. A pesar del fracaso del Velda Cannon's
Depends, pasamos momentos increíbles. Leímos cada monumento, tomamos un
almuerzo estilo picnic cerca del restaurado USS Cairo, nos fuimos a casa agotados y
cargados con un botín de recuerdos. Entramos hasta en el Casino Isla de Capri durante
una hora para mirar todo asombrados, y ocasionalmente jugar alguna moneda en las
maquinitas. Fue un día muy feliz para mi abuela, casi tan feliz como la noche en que
ella engatuso a Bill para la oratoria en la reunión de los Descendientes.

-¿Por qué quiso que hiciera eso? -Alcide preguntó. Él se reía de mi descripción de
nuestra parada para cenar en el Barril de la Galleta.

-Bill es un vet, -dije. -Un veterano del Ejército, no un veterinario.

-¿Y? -Después de un momento, él dijo, -¡Quieres decir que tu novio es un veterano de la


Guerra Civil!

-Ahá. En ese entonces era humano. Él fue traído sobre, cuando termino la guerra. Ten ía
esposa y niños. -Me costaba seguir llamándole mi novio, ya que él estuvo a punto de
dejarme por alguien más.

-¿Quién lo hizo vampiro? -Alcide preguntó. Estábamos en Jackson ahora, y él se dirigía


al centro de la cuidad donde su compañía mantenía el apartamento.

-No lo sé, -dije. -Él no habla de ello.

-A mí eso me parece un poco extraño.


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Actualmente, a mí también me parecía un poco extraño; pero había supuesto que era
algo muy personal, y cuando Bill quisiera decirme sobre ello, él lo haría. La relación
entre él vampiro más viejo y el que fue ―traído sobre‖, era muy fuerte, por lo que sabía.

-Supongo que él realmente ya no es mi novio, -confesé. Aunque ―novio‖ pareciera un


término bastante pálido para lo que Bill significó para mí.

-¿Ah, sí?

Enrojecí. No debería haber dicho nada.

-Pero todavía tengo que encontrarlo.

Estuvimos silenciosos un ratito después de esto. La última ciudad que visité fue Dallas,
y era fácil ver que Jack son no estaba cercano por ninguna parte a aquel tamaño. (Que
era un punto bueno, en lo que a mí concernía.) Alcide me indicó la figura dorada sobre
la cúpula del nuevo Congreso, y la admiré apropiadamente. Pensé que era un águila,
pero no estaba segura, y me dio un poco de vergüenza preguntarle. ¿Necesitare lentes?
El edificio al que íbamos estaba cerca de la esquina entre las carreteras Estatales e
Interestatales. No era un edificio nuevo; el ladrillo había sido de un color cobrizo, y
ahora estaba de un mugriento marrón claro.

-Los apartamentos aquí son más grandes que los que hay en los nuevos edificios, -dijo
Alcide. -Hay un pequeño dormitorio de invitados. Todo deberá estar listo para nosotros.
Usamos el servicio de limpieza del apartamento.

Asentí silenciosamente. No podía recordar si estuve alguna vez en un bloque de pisos


antes. Entonces me di cuenta que ya había estado, desde luego. Había un bloque de
pisos en forma de U en Bon Temps. Seguramente visité a alguien allí; en los pasados
siete años, casi cada persona soltera en Bon Temps, en algún punto de su carrera por
citas amorosas, alquilaba un lugar en los apartamentos de Kingfisher12 .

El apartamento de Alcide, según me dijo, estaba en el último piso, el quinto. Uno tenía
que bajar una rampa para aparcar. Había un guardia en la entrada del garaje, que estába
dentro de una pequeña cabina. Alcide le mostró un pase plástico. El corpulento guardia,
que tenía un cigarrillo colgando de su boca, apenas echó un vistazo a la tarjeta que
Alcide le mostró antes de presionar un botón para levantar la barrera. No estuve muy
impresionada por la seguridad. Sentí que yo misma podría someter a aquel tipo. Mi
hermano, Jason, podría aporrearlo en el pavimento.

Salimos de la camioneta para sacar nuestros bolsos del rudimentario asiento trasero. Mi
bolso de colgar entró bastante bien. Sin preguntarme, Alcide tomó mi pequeña maleta.
Él me enseñó el camino a un bloque central en el área del estacionamiento, y vi una
reluciente puerta de elevador. Él presiono el botón, y este se abrió inmediatamente. El
elevador crujió iniciando su camino después de que Alcide casi perforó el botón
marcado con un 5. Al menos el elevador estaba muy limpio, y cuando la puerta se abrió
silenciosamente, pude ver que también la alfombra y el pasillo.

12
Kingfisher= Martín Pescador. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

-Necesitábamos un condominio, de modo que compramos el lugar, -dijo Alcide, como


si no fuera la gran cosa. Había cuatro apartamentos en el mismo nivel, según me
comentó Alcide.

Sí, él y su papá habían hecho algo de dinero.

-¿Quiénes son tus vecinos?

-Dos senadores estatales poseen el 501, y estoy seguro que se han ido a casa para la
temporada de vacaciones, -dijo él. -La Sra. Charlys Osburgh tercero vive en el 502, con
su enfermera. La vieja señora Sra. Osburgh estaba en magnífica condición hasta el año
pasado. No creo que pueda andar más. El cinco -cero-tres esta vacío ahora mismo, a
menos que la inmobiliaria lo vendiera en las dos últimas semanas.

Él metió la llave en la puerta número 504, la empujó hasta abrirla, y me hizo un gesto
para entrar delante de él. Entré en un cálido y silencioso vestíbulo, a mi izquierda había
una cocina cerrada por mostradores, no paredes, así se mantenía el espacio libre para
ver el área de la sala de estar/comedor. Había una puerta inmediatamente a mi derecha
que probablemente sería un armario para los abrigos, y otra un poco más lejos, que
conducía a un pequeño dormitorio con una cama matrimonial hecha con esmero. Una
puerta delante de este reveló un pequeño cuarto de baño con azulejos blancos-y-azules y
toallas colgadas junto a unos estántes.

A través de la sala de estar, a mi izquierda, había una puerta que conducía a un


dormitorio más grande. Brevemente miré dentro detenidamente, no queriendo parecer
demasiado interesada en el espacio personal de Alcide. La cama en aquel cuarto era una
doble-matrimonial. Me pregunté si Alcide y su papá se entretendrían mucho cuando
visitaban Jackson.

-La recámara principal tiene su propio baño, -explicó Alcide. -Me alegraría dejarte el
cuarto más grande, pero el teléfono esta allí, y espero algunas llamadas de negocios.

-El dormitorio pequeño esta perfecto, -dije. Eché una ojeada más alrededor después de
que mi equipaje fue puesto en mi cuarto.

El apartamento era una sinfonía en beige. Alfombra beige, mobiliario beige. De la clase
del modelo bambú con oriental, el empapelado también tenía un fondo beige. Todo era
muy tranquilo y muy limpio.

Cuando colgué mis vestidos en el armario, me pregunté cuantas noches tendría que ir al
club. Más de dos, y tenía qué hacer un poco de compra. Pero era imposible, al menos
imprudente, con mi presupuesto. Una familiar preocupación colocada con fuerza sobre
mis hombros.

Mi abuela no tenía mucho para dejarme, Dios la bendiga, sobre todo después de los
gastos de su entierro. La casa fue un regalo maravilloso e inesperado.

El dinero que ella usó para criarnos a Jason y a mí, provino de un pozo de petróleo que
se secó hacía mucho tiempo. Los honorarios que me pagarón por estar pluriempleada
para los vampiros de Dallas se fueron principalmente en la compra de dos vestidos,
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pagar mis impuestos patrimoniales, y hacen cortar un árbol porque con la tormenta de
hielo de invierno anterior aflojó sus raíces y comenzó a inclinarse muy cerca de mi casa.
Una rama grande ya se había caído, dañando el techo un poco. Por suerte, Jason y Hoyt
Fortenberry sabían bastante sobre material para techar y lo repararon para mí.

Recordé el camión de material para techar fuera de Belle Rive.

Me senté sobre la cama repentinamente. ¿De dónde vino esto? ¿Era tan mezquina como
para estar enojada por que mi novio estuvo pensando en una docena de modos
diferentes de asegurarse que sus descendientes (los antipáticos, poco amistosos y a
veces presumidos Bellefleurs) prosperaran, mientras yo, el amor de su existencia, se
preocupaba hasta casi encanecer sobre sus finanzas?

Apuesten por el sí, yo era así de mezquina.

Debería avergonzarme de mí misma.

Pero más tarde. Mi mente no estaba por atiborrarse con reproches.

Mientras consideraba el dinero (la carencia de), me pregunté si al menos se le habría


ocurrido a Eric que cuando él me envió a esta misión, que en vista de que faltaría al
trabajo, no recibiría mi paga. Y, ya que no tendría paga, no podría pagar la compañía
eléctrica, o el cable, o el teléfono, o mi seguro del automóvil… aunque tuviera la
obligación moral de encontrar a Bill, pasara lo que pasara con nuestra relación, ¿cierto?

Me arrojé sobre la cama y me dije que todo se andaría. Yo sabía, dentro de mi mente,
que todo lo que tenía qué hacer era sentarme con Bill—bueno, asumiendo que lo
recuperara—y explicarle mi situación, y él…él haría algo.

Pero no podía simplemente tomar el dinero de Bill. Desde luego, si estuviésemos


casados, estaría bien; el marido y la esposa comparten todo en común. Pero no
podíamos casarnos. Era ilegal.

Y él no me lo había pedido.

-¿Sookie? -una voz dijo de la entrada.

Parpadeé y me senté. Alcide holgazaneaba contra el marco de la puerta, con sus brazos
cruzados en su pecho.

-¿Estas bien?

Asentí de manera incierta.

-¿Echándolo de menos?

Estaba muy avergonzada como para mencionar mis problemas de dinero, y ellos no eran
más importantes que Bill, desde luego. Para simplificar las cosas, asentí.
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Él se sentó a mi lado, y puso su brazo alrededor de mí. Él estaba tan caliente. Olía como
una mezcla del detergente Tide, jabón Irish Spring, y hombre. Cerré mis ojos y conté
hasta diez, otra vez.

-Lo echa de menos, -dijo él, confirmando. Él alcanzó mi mano izquierda a través de su
cuerpo y la tomo, su brazo derecho apretado alrededor de mí.

Tú no sabes como le echo de menos, pensé.

Por lo visto, una vez que te acostumbras a la regularidad del sexo espectacular, tu
cuerpo tiene su propio modo y mente (por así llamarlo) de informarte que ha sido
privado de aquella recreación; ni hablar de la parte de los abrazos y arrumacos. Mi
cuerpo suplicaba que arrojara a Alcide Herveaux sobre la cama, así terminarían mis
privaciones. Ahora mismo.

-Realmente lo echo de menos, sin importar los problemas que tenemos, -dije con un hilo
de voz inestable.

No abriría mis ojos, porque si lo hiciera, podría ver en su cara un impulso diminuto,
alguna pequeña inclinación, y sería todo lo que necesitaba para tomarlo.

-¿A qué hora crees que deberíamos ir al club? -Pregunté, conduciendo firmemente en
otra dirección.

Él estaba tan caliente.

¡Otra dirección!

-¿Quieres que cocine la cena antes de irnos?

Era lo menos podía hacer. Me incorporé de la cama como un corcho de botella; girado
para afrontarlo con la sonrisa más natural que pude formar. Aléjate de su proximidad, o
salta sobre sus huesos.

-Oh, vayamos a la Cafetería Mayflower. Parece un viejo merendero—es un viejo


merendero—pero lo disfrutarás. Todo mundo va allí—senadores y carpinteros, toda
clase de personas. Sólo sirven cosas sencillas que van con cerveza para beber, ¿está
bien?

Me encogí de hombros y asentí. Estaba bien para mí.

-No bebo mucho, -le dije.

-Yo tampoco, -dijo él. –Quizás porque, cada vez mas a menudo, mi papá bebe
demasiado. Y luego toma decisiones malas. -Alcide pareció lamentar decirme esto. -
Después del Mayflower, iremos al club, -dijo Alcide, más enérgicamente. -Anochece
verdaderamente temprano en estos días, pero los vampiros no aparecen hasta que ellos
han tenido algo de sangre, recogen a sus citas, hacen algún negocio. Deberíamos llegar
allí aproximadamente a las diez. Así que, saldremos a cenar aproximadamente a las
ocho, ¿te parece bien?
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-Seguro, suena grandioso.

Estaba como pérdida. Eran sólo las dos de la tarde. Su apartamento no necesitaba
limpiarse. No había ninguna razón para cocinar. Si quisiera podría leer, tenía novelas
románticas en mi maleta. Pero esto en mi condición actual con muy poca probabilidad
ayudaría a mi estado… mental.

-Escucha, ¿está bien si me voy a visitar algunos clientes? -él preguntó.

-Ah, estaría muy bien. -Pensé que sería muy bueno que él no anduviera en mis cercanías
inmediatas. -Ve hacer lo que tienes qué hacer. Tengo libros para leer, y hay televisión. -
Tal vez podría comenzar la novela de misterio.

-Si tu quieres…no sé…mi hermana, Janice, posee un salón de belleza aproximadamente


a cuatro bloques de distancia, en uno de los antiguos vecindarios. Ella se casó con un
tipo local. Si quieres, podrías caminar hacía allá y ver lo que tiene.

-Oh, yo…bien, este… -carecía de la sofisticación para pensar en una respuesta negativa
verosímil y plausible, cuando el deslumbrante freno para tal convite era mi carencia de
dinero.

De repente, la comprensión cruzó su cara.

-Si la vas a visitar, esto le daría a Janice oportunidad para revisarte. Después de todo, se
supone, que tú eres mi novia y ella odió a Debbie. Ella disfrutaría realmente de una
visita.

-Estas siendo horriblemente agradable, -dije, tratando de no sonar tan aturdida y confusa
como me sentía. -No eres lo que esperaba.

-Tú tampoco eres lo que yo esperaba, -él dijo, y dejó el número de la tienda de su
hermana junto al teléfono antes de salir a atender su negocio.
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Capítulo 5
Janice Herveaux Phillips (casada durante dos años, madre de uno, aprendí rápidamente)
era exactamente lo que podría haber esperado de la hermana de Alcide. Era alta,
atractiva, franca, confidente; y dirigía su negocio de manera eficiente.

Rara vez entraba en salones de belleza. Mi Abue siempre se hizo sus propias
permanentes en casa, y yo nunca había coloreado mi pelo o le hice algo más, fuera de
una despuntada de vez en cuando. Cuando admití esto frente Janice, quién notó que
miraba alrededor con la curiosidad del ignorante, su cara dibujo una amplia sonrisa.

-Entonces necesitarás de todo, -dijo ella con satisfacción.

-No, no, no, -protesté con inquietud. –Alcide...

-Me llamo por su teléfono celular y aclaró que te diera el tratamiento completo, -dijo
Janice. -Y francamente, corazón, alguien que lo ayude a reponerse de aquella Debbie es
mi mejor amiga.

Tuve que sonreír.

-Pero pagaré, -le dije.

-No, tu pasta no vale aquí, -ella dijo. -Incluso si rompes con Alcide mañana, sólo por
haber conseguido sacarlo esta noche merecerá la pena.

-¿Esta noche? -Otra vez, comencé a tener la sensación de hundimiento de que no sabía
todo lo que debería saber.

-Resulta ser que esta noche esa zorra va a anunciar su compromiso en aquel club al que
ellos van, -dijo Janice.

Vale, esta vez lo que no sabía era algo enorme.

-¿Ella se casa con el…er…hombre por quién botó a Alcide? -(Apenas me detuve de
decir ―adaptoformas‖)

-Trabaja rápido, ¿¡eh!? ¿Qué podrá tener aquel fulano que mi hermano no tenga?

-No puedo imaginarlo, -dije con absoluta sinceridad, ganándome una rápida sonrisa de
Janice. Seguro que habría algún defecto en su hermano por algún sitio—tal vez Alcide
venía a la mesa para cenar en ropa interior, o se escarbaba la nariz en público.

-Bien, si lo averiguas, me avisas. Ahora, comencemos. -Janice echó un vistazo


alrededor de ella de un modo serio. -Corinne va a hacerte la manicura y la pedicura,
Jarvis va a hacer tu pelo. Seguramente tienes muchas cosas en la cabeza, -dijo Janice de
un modo más personal.

-Todo lo mío es natural, -confesé.


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-¿Ningún color?

-¡No!.

-Eres afortunada, -dijo Janice, sacudiendo su cabeza.

Esa era una opinión minoritaria.

La misma Janice trabajaba en una cliente cuyo pelo plateado y la joyería de oro
proclamaban que era una mujer que gozaba de privilegios, y mientras esta señora de
cara helada me examinaba con ojos indiferentes, Janice disparó algunas instrucciones a
sus empleados y volvió con la Sra. Dólares Grandes.

Nunca había sido tan mimada en mi vida. Y todo era nuevo a mí. Corinne (manicura y
pedicura), quién era tan rechoncha y jugosa como una de las salchichas que cociné esa
mañana, pintó mis uñas de las manos y los pies en un rojo chillón para emparejar el
vestido que iba a usar. El único hombre en el local, Jarvis, tenía dedos ligeros y rápidos
como mariposas. Era delgado como una junco y artificialmente rubio -platino.
Entreteniéndome con su cháchara, él lavó y arreglo mi pelo mientras me ponía bajo el
secador. Estaba a una silla de la señora rica, pero conseguí la misma atención. Tenía una
revista People para leer, y Corinne me trajo una Coca-Cola. Era tan agradable tener
gente incitándome a relajarme.

Comenzaba a sentirme un poco rostizada bajo el secador cuando el temporizador hizo


tilín. Jarvis me quito de ahí y me sentó en su sillón. Después de consultar con Janice, él
enrollo el rizador precalentado en una especie de pistolera montada sobre la pared, y
minuciosamente arregló mi pelo en rizos sueltos que cayeron bajo mi espalda. Me veía
despampanante. El aspecto espectacular hace feliz. Era lo mejor que me había sentido
desde que Bill se marchó.

Janice vino a charlar cada momento que pudo. Me descubrí olvidando que no era la
verdadera novia de Alcide si no que existía una verdadera posibilidad de hacerme la
cuñada de Janice. Esta clase de aceptación no la encuentro en mi camino muy a
menudo.

Deseaba poder corresponder su bondad de algún modo, cuando una posibilidad se


presentó. El espejo de Jarvis reflejó a Janice, por lo que mi espalda daba a la cliente de
Janice atrás. Dejada sola mientras Jarvis fue a conseguir una botella de acondicionador
que él pensó debería probar, miré (por el espejo) a Janice quitarse sus pendientes y
ponerlos en un platito de porcelana china. Nunca habría observado lo que pasó después
si no hubiera recogido un pensamiento claramente codicioso de la cabeza de la señora
rica, que fue un simple, ―¡¡Ajá!!‖ cuando Janice se alejó para conseguir otra toalla, y a
través del claro reflejo, contemplé a la cliente de cabellos plateados con habilidad
barrerse los pendientes y meterlos en su bolsillo de la chaqueta, mientras la espalda de
Janice estaba volteada.

Durante el tiempo en el que terminaron conmigo, imaginé qu é hacer. Esperé solamente


para decir adiós a Jarvis, quién tuvo que ir atender el teléfono; sabía que él hablaba con
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su madre por los cuadros que conseguí de su cabeza. Entonces me deslicé de mi silla de
vinilo y atropellé a la mujer rica, que escribía un cheque para Janice.

-Discúlpeme, -dije, sonriendo intensamente. Janice pareció un poco sobresaltada, y la


elegante mujer lució presumida. Esta era una cliente que gastaba un montón de dinero
aquí, y Janice no quería perderla. -Usted consiguió una mancha de gel de pelo sobre su
chaqueta. Por favor, si se la quita y me permite un segundo, la limpiare inmediatamente.

Difícilmente pudo negarse. Aferré los hombros de la chaqueta y suavemente la tiré,


automáticamente ella me ayudó a deslizar la chaqueta de lan a verde-y-roja bajo sus
brazos. La llevé detrás de la pantalla que ocultaba el área para lavar el pelo, y limpie un
pedazo sólo para imprimir verosimilitud (una súper-palabra de mi calendario Palabra
del Día). Por supuesto, también extraje los pendientes y los metí en mi propio bolsillo.

-¡Aquí tiene, como nueva! –Sonreí radiantemente y le ayudé con la chaqueta.

-Te lo agradezco, Sookie, -dijo Janice, demasiado alegremente. Ella sospechó que algo
andaba mal.

-¡Cuando quieras! –Sonreí firmemente.

-Sí, desde luego, -dijo la mujer elegante, algo confusa. -Bien, te veré la próxima
semana, Janice.

Ella repiqueteó con sus tacones altos todo el camino rumbo a la puerta, sin mirar hacia
atrás. Cuando estuvo fuera de vista, alcancé mi bolsillo y mostré mi mano a Janice. Ella
abrió su mano bajo la mía, y dejé caer los pendientes en su palma.

-¡Dios bendito omnipotente!, -dijo Janice, de repente mirándose como cinco años más
vieja. –Lo olvidé y dejé algo donde ella podía alcanzarlo.

-¿Hace esto todo el tiempo?

-Sí. Por eso somos el quinto salón de belleza que frecuenta en los pasados diez años.
Los demás aguantaron con ella un ratito, pero finalmente hizo demasiado aquella cosa.
Es tan rica, tan educada, y bien criada. No sé por qué hace cosas como está.

Nos encogimos de hombros la una con la otra, los caprichos de los ricachones iban más
allá de nuestra comprensión. Fue un momento de perfecto entendimiento.

-Espero que no la pierdas como cliente. Traté de ser discreta, -dije.

-Y realmente lo aprecio. Pero odiaría perder estos pendientes más que perderla a ella
como cliente. Mi marido me los dio. Comienzan apretar al ratito, y no lo pensé cuando
me los quite.

Me habían agradecido más que suficiente. Me puse mi propio abrigo.

-Mejor me voy, -dije. -He disfrutado realmente con el maravilloso trato.


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-Agradéceselo a mi hermano, -dijo Janice, su amplia sonrisa restaurada. -Y, después de


todo, ya pagaste por ello. -Ella sostuvo los pendientes.

Yo también sonreía, cuando dejé el calor y el compañerismo del salón, pero esto no
duró demasiado tiempo. El termómetro descendió y el cielo se oscurecía con cada
minuto. Anduve enérgicamente la distancia de nuevo al bloque de pisos. Después de un
frío paseo sobre un elevador chirriante, me alegré de usar la llave que Alcide me dio y
entrar al calor. Encendí una lámpara y la televisión como una pequeña compañía, y me
acurruque en el sofá rememorando los placeres de la tarde. Una vez que me descongele,
me di cuenta que Alcide debía haber bajado el termostato. Aunque estaba agradable
comparado con afuera, el apartamento estaba definitivamente sobre el lado fresco.

El sonido de la llave en la puerta me despertó de mi ensueño, Alcide entró con una


tablilla sujetapapeles llena de trabajo para escribir. Él parecía cansado y preocupado,
pero su cara se relajó cuando me vio esperándolo.

-Janice me llamó para decirme que te habías regresado, -dijo. Su voz se hizo mas cálida
conforme hablaba. -Ella quiso que te diera las gracias otra vez.

Me encogí de hombros.

-Aprecio mi pelo y mis uñas nuevas, -dije. -Nunca antes lo había hecho.

-¿Nunca antes estuviste en un salón de belleza?

-Mi abuela iba de tanto en tanto. Yo me recorté las puntas, una vez.

Él se miró tan atontado como si yo hubiera admitido que no había visto nunca un
inodoro.

Para encubrir mi desconcierto, expuse mis uñas en abanico para que las admirara. No
las quise muy largas, y estas habían sido las mas cortas que Corinne había puesto, según
me comentó.

-Hacen juego con las uñas de los pies, -dije a mi anfitrión.

-Déjame ver, -dijo él.

Desaté mis zapatillas de deporte y saque mis calcetines. Mostrando mis pies.

-¿No son bellas? -Pregunté.

Él me veía de manera chistosa.

-Se ven grandiosas, -dijo él quedamente.

Eché un vistazo al reloj encima de la televisión.


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-Supongo que mejor voy a ponerme lista, -dije, tratando de imaginar como bañarme sin
afectar mi pelo y uñas. Pensé en las noticias de Janice sobre Debbie. -Tú realmente estás
listo para vestirte esta noche, ¿cierto?

-Seguro -él dijo animosamente.

-Por que yo voy con todo hacia fuera.

Esto lo interesó.

-¿Esto significaría…?

-Espera y verás.

Él era un tipo agradable, con una familia agradable, haciéndome un gran favor. Vale,
había sido coaccionado a ello. Pero él me estaba resultado extremadamente simpático,
sin importar las circunstancias.

***

Salí de mi cuarto una hora más tarde. Alcide estaba de pie en la cocina, sirviéndose una
Coca-Cola. La cual se desbordó del vaso mientras él me contemplaba.

Eso era un verdadero elogio.

Mientras Alcide limpiaba el mostrador con una toalla de papel, él siguió lanzando
vistazos hacía mí. Giré despacio.

Yo iba de rojo—rojo chillón, rojo fuego. Me iba a congelar la mayor parte de la noche,
porque mi vestido no tenía hombros, aunque tuviera guantes largos los cuales se ponían
separadamente. Se cerraba con una cremallera por la espalda, que terminaba ondeando
debajo de las caderas, lo que quedaba debajo de las caderas. Mi abuela se habría
arrojado a través del marco de la puerta para impedirme salir fuera con este vestido. Yo
lo amé en cuanto lo vi. Lo conseguí en una venta de extrema liquidación en Tara´s
Togs13 ; sospeché que Tara lo rebajó para mí. Actuando bajo un enorme e imprudente
impulso, compré los zapatos y el lápiz labial a juego. ¡Y ahora las uñas, gracias a
Janice! Tenía un envolvente chal de seda con franjas gris-y-negro y flecos para
abrigarme, y un pequeño bolso que hacía juego con mis zapatos. El bolso estaba
adornado con cuentas.

-Gira otra vez, -sugirió Alcide con voz un poco ronca.

Él mismo llevaba puesto un convencional traje negro con una camisa blanca y corbata
verde decorada que emparejaba con sus ojos. Por lo visto, nada podría domar su pelo.
Tal vez él debería haber ido al salón de belleza de Janice en vez de yo. Él se veía guapo
y rudo, aunque ―atractivo‖ podría ser una palabra más exacta que ―guapo‖.

13
Tara´s Togs = La Ropa de T ara. (N. de T .)
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Giré despacio. No era lo bastante confidente para impedirle a mis cejas arquearse en una
pregunta silenciosa cuando completé mi vuelta.

-Te ves apetitosa14 , -dijo sinceramente. Liberé mi aliento no me di cuenta que lo había
estado reteniendo.

-Te lo agradezco, -dije, tratando de no sonreír como una idiota.

Tuve un momento difícil para entrar en la camioneta de Alcide, por la brevedad del
vestido y la altura de los tacones, pero con Alcide dándome un táctico empujoncito, lo
logre.

Nuestro destino era un pequeño lugar en la esquina de Capitol y Roach. No era muy
impresionante desde el exterior, pero la Cafetería Mayflower era tan interesante como
Alcide predijo. Algunas personas estaban vestidas muy elegantes en las mesas dispersas
sobre el suelo de loseta en blanco y negro, como Alcide y yo. Algunas mas llevaban
puesto franela y dril de algodón. Unos ya traían puestas algunas copas. Me alegré de
que no bebiéramos; Alcide pidió una cerveza, y fue todo. Yo pedí un té helado. La
comida estaba realmente buena, pero no era elaborada. La cena fue larga, diversa, e
interesante. Mucha gente conocía a Alcide, y vinieron a la mesa para decirle ¡hola! y
averiguar quién era yo. Algunos de estos visitantes estaban implicados en el gobierno
estatal, otros estaban en la construcción como Alcide, y otros parecían ser amigos del
papá de Alcide.

Algunos de ellos no eran hombres observantes de la ley en absoluto; aunque siempre


haya vivido en Bon Temps, conozco las capuchas cuando veo el producto de sus sesos.
No digo que ellos pensaban en liquidar a alguien, o sobornaban a senadores, o algo por
el estilo. Sus pensamientos eran codiciosos—codicia por dinero, codicia por mí, y en un
caso, codicia por Alcide (de la que él estaba completamente inconsciente, podría decir).

Pero sobre todo, estos hombres—todos ellos—codiciaban el poder. Adivino que en una
capital estatal, aquella ambición por el poder era inevitable, hasta en un estado como
Misisipí plagado de pobreza.

Casi todas las mujeres con los hombres más codiciosos iban sumamente peinadas y
vestidas caro. Por ésta noche, podía emparejarlas, y eleve mi cabeza. Una de ellas pensó
que parecía una puta de categoría, pero decidí que eso era un elogio, al menos por esta
noche. Por lo menos ella pensó que yo era cara. Una mujer, banquera, conocía a Debbie
―la antigua novia‖, y me reviso de la cabeza hasta tocar la punta de mí pie, pensando
que Debbie querría una descripción detallada.

Por supuesto, ninguna de esta gente conocía o sabían algo de mí. Era maravilloso estar
entre personas que no tenía ni idea de mi fondo y educación, mi ocupación o mis
capacidades. Determinada a disfrutar del sentimiento, me concentré en no hablar a
menos que me hablaran, no derramar ningún alimento sobre mi hermoso vestido, y
hacer acopio de mis maneras, tanto para la mesa como social. Mientras disfrutaba,
calculé que sería una pena si causara a Alcide cualquier vergüenza, desde que entraba
en su vida tan brevemente.

14
Mouthwatering, apetiosa, para hacer agua la boca, para babear. Es un cumplido de amplia extensión en idioma inglés, significa
increíblemente deseable. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

Alcide arrebató la cuenta antes de que pudiera alcanzarla, y frunció el ceño hacía mí
cuando abrí mi boca para protestar. Finalmente hice una pequeña reverencia con mi
cabeza. Después de aquella lucha silenciosa, me alegré de observar que Alcide era
generoso con la propina. Esto lo subió en mi estimación. A decir verdad, él tenía ya
demasiada altura en mi estimación. Estaba en guardia para detectar algo negativo sobre
este hombre. Cuando regresamos a la camioneta de Alcide—esta vez me ayudo más
cuando él me impulsó hacía el asiento, y estoy segura que disfrutó del procedimiento—
ambos estábamos tranquilos y pensativos.

-No hablaste mucho en la cena, -dijo él. -¿No pasaste un buen rato?

-Ah, seguro, que si. Sólo que no creí que era un buen momento para comenzar a emitir
alguna opinión.

-¿Qué pensaste de Jake O'Malley?

O'Malley, un hombre a principios de sus sesenta con gruesas y aceradas cejas, estuvo
parado dirigiéndose a Alcide por al menos cinco minutos, todo el rato echando
pequeños vistazos laterales hacia mi pechuga.

-Pienso que él planea joderte Seis Caminos a partir del domingo.

Tuve suerte de que aún no había quitado el freno. Alcide encendió la luz del auto y me
vio. Su cara era severa.

-¿De qué estas hablando? -preguntó.

-Él te va a hacer una oferta más baja para el siguiente trabajo, porque ha sobornado a
una de las mujeres en tu oficina—Thomasina algo—para avisarle lo que te ofrezcan. Y
luego…

-¿Qué?

Me alegré que la calefacción estuviera al máximo. Cuando los hombres -lobo se ponen
enojados, uno puede sentirlo alrededor del aire. Había esperado no tener que explicarle
a Alcide. Había estado tan ordenado, siendo desconocido.

-Tú eres…¿qué? -preguntó, asegurándose que lo entendía.

-Telépata, -dije, con una especie de balbuceo.

Siguió un silencio largo, mientras Alcide digería esto.

-¿Escuchaste algo bueno? -preguntó, finalmente.

-Seguro. La Sra. O'Malley quiere brincar sobre tus huesos, -le dije, sonriendo de manera
resplandeciente. Tuve que recordarme no tirar de mi pelo.

-¿Eso es bueno?
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-Comparativamente, -dije. –Es mejor ser jodido físicamente que económicamente.

La Sra. O'Malley era al menos veinte años más jóven que el Sr. O'Malley, y era la
persona más arreglada que había visto alguna vez. Apostaba que se cepillaba sus cejas
cien veces por noche.

Él sacudió su cabeza. No tenía ningún cuadro claro de lo que él pensaba.

-Y yo, ¿me lees?

¡Ajá!

-Los adaptoformas no son tan fáciles, -dije. -No puedo coger una manera clara de
pensar, es más un humor general, intenciones, serie de ello s. Adivino que si pensaras
directamente hacía mí, lo conseguiría. ¿Quieres intentarlo? Piensa algo en mí.

Los platos que uso en el apartamento tienen un borde de rosas amarillas.

-Yo no les llamaría rosas, -dije dudosamente. -Más bien zinnias, si me lo preguntas.

Pude sentir su retirada, su cautela. Suspiré. Lo mismo de siempre, lo mismo. Tuve cierta
sensación de dolor, ya que él me gustaba.

-Pero escoger tus propios pensamientos de tu cabeza, es un área oscura,- dije. -No
puedo hacerlo consistentemente con lobatos y adaptos. -(Algunos Supes eran bastante
fáciles de leer, pero no vi ninguna necesidad de traer este punto por el momento.)

-Gracias a Dios.

-¿Ah? -Dije maliciosamente, en una tentativa de iluminar con humor. -¿Qué tienes
miedo que lea?

Alcide me sonrió abiertamente antes de que apagara la luz del techo y saliéramos del
estacionamiento.

-No importa, -dijo, casi distraídamente. -No importa. Entonces, ¿lo que vas a hacer esta
noche es leer mentes, y tratar de recoger pistas sobre el paradero de tu vampiro?

-Así es. No puedo leer a los vampiros; ellos no parecen sacar ninguna onda cerebral. Así
es como yo me lo explico. No sé como hago esto, o si hay una manera científica de
expresarlo.

No mentía exactamente: las mentes de los no -muertos realmente eran ilegibles—


excepto por un pequeño vislumbre de una fracción de segundo de tanto en tanto (que
apenas contaba, y nadie debería saberlo). Si los vampiros supieran que podía leer sus
mentes, ni siquiera Bill podría salvarme. Si él quisiera.

Siempre que olvidaba durante un segundo que nuestra relación había cambiado
radicalmente, me dolía una vez más cuando lo recordaba.
Club Muerto Charlaine Harris

-¿Cuál es tu plan?

-Apunto a la humanos que salen o sirven a los vampiros locales. Los humanos fueron
los que lo secuestraron. Lo cacharon en el día. Al menos, esto es lo que ellos le dijeron a
Eric.

-Debería haberte preguntado sobre esto antes, -dijo, mayormente para él mismo. -Por si
acaso escucho algo por la vía normal—por mis oídos—tal vez deberías contarme las
circunstancias.

Cuando condujimos por lo que Alcide dijo era la vieja estación de ferrocarril, le di un
resumen rápido. Vislumbré una placa con el nombre de la calle ―Amite‖ cuando nos
dirigimos hasta un toldo que sobresalía en una longitud desierta de la acera en las
afueras del centro de Jackson. El área directamente bajo el toldo estaba iluminada con
una luz brillante y fría. De alguna manera aquella longitud en la acera pareció
espeluznantemente siniestra, sobre todo por que el resto de la calle estaba oscura. La
inquietud trepó lentamente por mi espalda. Sentí una profunda renuencia a pararme en
aquel trozo de acera.

Es un sentimiento estúpido, me dije. Era solamente una extensión de cemento. Ninguna


bestia estaba a la vista. Después de que los negocios cerraban a las cinco, el centro de la
cuidad de Jackson no hormigueaba exactamente, incluso en circunstancias ordinarias.
Podría apostar a que la mayor parte de las aceras en el entero estado de Misisipí estaban
desnudas durante esta fría noche de diciembre.

Pero había algo siniestro en el aire, una vigilancia acordonada con un sesgo de malicia.
Los ojos que nos observaban eran invisibles; pero nos observaban, sin embargo. Cuando
Alcide brincó fuera de la camioneta y vino para ayudarme a bajar, noté que dejó las
llaves en la ignición. Balanceé mis piernas hacía el exterior y puse mis manos sobre sus
hombros, mi largo chal de seda firmemente alrededor de mí ondeo detrás, permitiendo
penetrar una ráfaga de aire frío, me estremecí. Me impulse cuando él me levantó, y
luego estuve en la acera.

La camioneta se fue.

Vi a Alcide de reojo, para ver si esto debería ser alarmante, pero él lució bastante
normal.

-Los vehículos aparcados en el frente llamarían la atención del público en general, -él
me dijo, su voz amortiguada encendió un poco la frialdad del vasto silencio en aquel
trozo de pavimento.

-¿Ellos pueden entrar? ¿Los humanos normales? -Pregunté, indicando con la cabeza
hacia la puerta metálica.

Se veía tan poco atractiva como una puerta se puede mirar. En realidad, no había ningún
nombre por ninguna parte sobre ella, o sobre el edificio. Ningún adorno de Navidad,
tampoco. (Desde luego, los vampiros no celebran fiestas, excepto Halloween. Esto es el
Club Muerto Charlaine Harris

festival antiguo de Samhain 15 disfrazado con una parafernalia que los vampiros
encuentran deliciosa. Por lo que, Halloween es el gran favorito, y es celebrado a nivel
mundial por toda la comunidad vampiro.)

-Seguro, si ellos quieren pagar un cubierto de veinte dólares para beber las peores
bebidas que hay en cinco estados. Servidas por los camareros más groseros y rudos. De
manera muy, muy lenta.

Traté de sofocar una sonrisa. Este no era la clase de lugar para sonreír.

-¿Y si ellos soportan esto?

-No hay ningún espectáculo, nadie les habla, y si ellos se quedan mucho tiempo, se
encuentran sobre la acera dentro de su auto sin la menor idea o memoria de como
llegaron ahí.

Él agarró el mango de la puerta y lo tiró para abrirlo. El temor que empapó el aire no
pareció afectar a Alcide.

Anduvimos por un angosto pasillo que después estaba bloqueado por otra puerta de
aproximadamente cuatro pies. Otra vez, allí, sabía que estábamos siendo observados,
aunque no pudiera ver una cámara o mirilla por ninguna parte.

-¿Cuál es el nombre de este lugar? -Susurré.

-Los vampiros que lo poseen le llaman Josephine´s, -dijo él, quedamente. -Pero los
lobatos le llamamos el Club Muerto.

Pensé en reírme, pero la puerta interior se abrió en ese mismo momento.

El portero era un trasgo.

Nunca antes había visto uno, pero la palabra ―trasgo‖ reventó en mi mente como si
tuviera un diccionario de términos sobrenaturales impreso dentro de mis globos
oculares. Él era muy corto y se veía como un malhumorado excéntrico con una amplia
cara y manos nudosas. Sus ojos estaban llenos de fuego y malignidad. Nos fulminó con
la mirada como si los clientes fueran las últimas cosas que él necesitaba.

¿El por qué cualquier persona ordinaria desearía entrar en Josephine´s después del
efecto acumulativo en la atormentada acera, el vehículo desaparecido , y el trasgo en la
puerta?… bien, algunas personas nacen solamente pidiendo ser asesinadas, supongo.

-Sr. Herveaux, -el trasgo dijo despacio, en una profunda voz gruñona. –Es bueno tenerle
de vuelta. ¿Su compañera es…?

-Señorita Stackhouse, -Alcide dijo. -Sookie, este es Sr. Hob.

15
Samhain, uno de los más populares festivales de brujas. Origen celta. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

El trasgo me examinó con ojos encendidos. Pareció débilmente preocupado, como si no


pudiera encasillarme en una categoría; pero después de un segundo, se hizo a un lado
para dejarnos pasar.

Josephine´s no estaba muy atestado. Desde luego, era algo temprano para sus
parroquianos. Después de la misteriosa ambientación de fuera, el cuarto grande se
parecía, casi de manera decepcionante, a cualquier otro bar. La barra estaba en medio
del cuarto, una barra cuadrada grande con un p anel levadizo para que el personal pasara
de un lado al otro. Me pregunté si el dueño habría estado mirando retransmisiones de
Cheers16 . Las copas colgaban hacia abajo, suspendidas sobre estántes, y había plantas
artificiales, música baja y una mortecina iluminación. Fuera había pulidos taburetes de
barra puestos regularmente alrededor del cuadrado. A la izquierda de la barra había una
pequeña pista de baile, y aún más lejano había un diminuto estrado para una banda o un
disc-jock ey. Sobre los otros tres lados del cuadrado estaban las habituales mesas
pequeñas, aproximadamente la mitad de ellas estaban ocupadas.

Entonces distinguí la lista de ambiguas reglas sobre la pared, las reglas estaban
diseñadas para ser entendidas por los parroquianos regulares, pero, no por el turista
ocasional. ―Ningún Cambio en el local‖, decía uno severamente. (Lobatos y adaptos no
podían cambiar de humano a animal cuando ellos estaban en el bar; vale, podía entender
esto.) ―Ninguna Mordida de Cualquier Clase‖, decía otro. ―Ningún Bocadillo Vivo‖, leí
en un tercero. Agghh.

Los vampiros estaban dispersos por todas partes del bar, unos estaban con su propia
clase, otros con humanos. Había una estentórea fiesta de adaptos en la esquina sudeste,
donde varias mesas estaban reunidas para acomodar a todos los de la fiesta. El centro de
este grupo parecía ser una jóven mujer alta con el pelo corto relucientemente negro con
una constitución de atleta, y una estrecha cara larga. Ella estaba abrazada a un macizo
hombre de su propia edad, que adiviné tendría aproximadamente veintiocho. Él tenía
ojos redondos, una nariz chata y el pelo con el aspecto más suave que haya visto alguna
vez—era casi tan fino como el de un bebé, y tan rubio que era casi blanco. Me pregunté
si esta sería la fiesta del compromiso, y me pregunté si Alcide sabría que iban a estar
allí. Su atención estaba definitivamente enfocada en aquel grupo.

Naturalmente, de inmediato comprobé lo que las otras mujeres en el bar llevaban


puesto. Las vampiras y las mujeres con vampiros iban vestidas mas o menos como yo.
Las hembras adaptos iban mas tapadas. La mujer con el pelo negro que había decidido
sería Debbie llevaba puesta una blusa de seda color oro y pantalones marrones de cuero
muy ceñidos con botas. Ella se rió de algún comentario del hombre rubio, y sentí que el
brazo de Alcide se ponía rígido bajo mis dedos. Ahá, esta debía ser la ex-novia, Debbie.
Seguramente su buen animo se había intensificado ya que ella había vislumbrado la
entrada de Alcide.

Una zorra falsa, pensé, y en el tiempo que les toma chasquear sus dedos, decidí
comportarme en concordancia. El trasgo Hob nos enseñó el camino a una mesa vacía
con vista a la animada fiesta, sostuvo fuera una silla para mí. Asentí cortésmente, y me
desenrolle de mi estola, doblándola y poniéndola en una silla vacía. Alcide se sentó en
la silla a mi derecha, así, él podría darle la espalda a la esquina donde los adaptos tenían
tan estentóreo buen ambiente.
16
Cheers, exitosa serie televisiva estadounidense que se desarrollaba dentro de un bar. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

Un vampiro de huesos finos vino para tomar nuestra orden. Alcide preguntó mi parecer
con una inclinación de su cabeza.

-Un cóctel de champán, -dije, no teniendo ni idea a qué sabía.

Nunca tuve problema para mezclarme en Merlotte´s, pero ahora que estaba en el bar de
alguien más, pensé que me ayudaría. Alcide ordenó una Heinek en 17 . Debbie echaba
muchos vistazos donde estábamos, entonces me apoyé y alisé una onda del negro pelo
rizado de Alcide. Él pareció sorprendido, aunque desde luego Debbie no pudiera ver
esto.

-¿Sookie? -él dijo, más bien dudosamente.

Le sonreí, no con mi sonrisa nerviosa—porque por una vez, no lo estaba. Gracias a Bill,
ahora tengo una poca de confianza sobre mi propio atractivo físico.

-¡Eh!, soy tu cita, ¿recuerdas? Actúo parecido a una novia, -le dije.

El vampiro delgado trajo nuestras bebidas en ese mismo momento, y tintineé mi copa
contra su botella.

-Por nuestra empresa conjunta, -dije, y sus ojos se iluminaron. Bebimos a sorbos.

Decidí que los cócteles de champán estaban buenísimos.

-Cuéntame más sobre tu familia, -dije.

Disfrutaba escuchando la agilidad de su voz. Y tendría que esperar hasta que hubiera
más humanos en el bar antes de que comenzara a escuchar los pensamientos de los
otros. Alcide atentamente comenzó a decirme sobre lo pobre que su papá era cuando él
comenzó su negocio de inspección, y todo lo que le costó prosperar. Apenas comenzaba
a decirme sobre su madre cuando Debbie se paseó por ahí.

Era solo cuestión de tiempo.

-¡Hola, Alcide!, -ella ronroneó. Ya que él no fue capaz de verla acercarse, su fuerte cara
tembló. -¿Quién es tu nueva amiga? ¿La tomaste prestada para la noche?

-Ah, más largo que eso, -dije claramente, y sonreí a Debbie, con una sonrisa que
emparejaba su propia sinceridad.

-¿De veras? -Si sus cejas se hubieran alzado un poco más alto, habrían llegado al cielo.

-Sookie es una buena amiga, -dijo Alcide sin inmutarse.

-¿Ahá? -Debbie dudó de su palabra. -No hace mucho que me dijiste que nunca tendrías
a otra ―amiga‖ si no podías tener… bueno. -Ella sonrió con satisfacción.

17
Heineken, marca comercial de cerveza muy popular en EUA, de origen holandés. (N. de T.)
Club Muerto Charlaine Harris

Cubrí la enorme mano de Alcide con mi propia mano y le di una mirada que implicó
mucho.

-Dime, -dijo Debbie, sus labios se curvaron de un modo escéptico, -¿que te parece esa
marca de nacimiento que tiene Alcide?

¿Quién podría haber predicho que ella estaba dispuesta a ser una perra tan
abiertamente? La mayor parte de las mujeres tratan de esconderlo, al menos delante de
extraños.

Está sobre mi nalga derecha. Es como en forma de conejo. Bien, que agradable. Alcide
recordó lo que había dicho, y él pensó directamente sobre mí.

-Amo los conejitos, -dije, todavía sonriendo, mi mano bajo hacía Alcide para acariciar,
muy ligeramente, la parte alta de su nalga derecha.

Durante un segundo, vi pura rabia sobre la cara de Debbie. Ella era tan enfocada, tan
controlada, que su mente era mucho menos op aca que la mayoría de los adaptos. Ella
pensaba en su prometido búho, en como él no era tan bueno en la cama como Alcide,
pero tenía listo un montón de dinero en efectivo y estaba dispuesto a tener niños, lo que
Alcide no quería. Y ella era más fuerte que el búho, muy capaz de dominarlo.

Ella no era ningún demonio (desde luego, su prometido tendría una duración realmente
corta si ella lo fuera) pero tampoco era ningún caramelo.

Debbie todavía podría haber recuperado la situación, pero su descubrimiento de que yo


conocía el pequeño secreto de Alcide la desquició. Cometió un grave error.

Ella me fulminó con una mirada que habría paralizado a un león.

-Parece que fuiste al salón de Janice hoy, -dijo ella, recogiendo con las uñas mis rizos
casualmente caídos. Su propio pelo negro estaba cortado en grupos asimétricos, con
diferentes largos, haciéndola parecer un perro en una muestra muy buena, tal vez un
Afgano. Su cara estrecha aumentaba el parecido. -Janice nunca envía a nadie fuera
pareciendo que viven en este siglo.

Alcide abrió su boca, la rabia tenso todos sus músculos. Puse mi mano en su brazo.

-¿Qué piensa tú de mi pelo? -Pregunté suavemente, moviendo mi cabeza así el pelo se


deslizó sobre mis hombros desnudos. Tomé su mano y la sostuve suavemente junto a
los rizos que me caían sobre mi pecho. ¡Eh!, yo estaba bastante bien en esto! Sookie la
gatita sensual.

Alcide contuvo su respiración. Sus dedos se arrastraron por la longitud de mi pelo, y sus
nudillos rozaron mi clavícula.

-Pienso que es hermoso, -él dijo, su voz era ronca y muy sincera.

Le sonreí a él.
Club Muerto Charlaine Harris

-Adivino que en vez de tomarte prestada, él te alquiló, -dijo Debbie, cayendo en el error
irreparable de provocar con insultos.

Esto fue un insulto terrible, para ambos. Me tomó cada trozo d e resolución que tengo
mantener un elegante autocontrol. Sentí lo primitivo dentro de mí, la verdadera yo, que
nadada casi a la superficie. Nos quedamos contemplando a la adapto, y ella palideció
con nuestro silencio.

-Vale, no debería haber dicho esto, -dijo ella nerviosamente. -Sólo olvídalo.

Como ella era un adapto, me dejaría para el arrastre en una lucha justa. Desde luego, yo
no tenía ninguna intención de luchar de manera justa, si se diera el caso.

Me incliné y toqué con una uña roja sus pantalon es de cuero.

-¿Vistiéndote con Prima Elsie18 ? -Pregunté.

De improviso, Alcide se partió de la risa. Le sonreí cuando él se dobló, y cuando alcé la


vista, Debbie andaba de vuelta a su fiesta, que se calló durante nuestro intercambio.

Me recordé a mí misma no ir sola al servicio de señoras esa noche.

***

Cuando ordenamos nuestra segunda ronda de bebidas, el lugar estaba lleno. Unos
amigos lobatos de Alcide entraron, un grupo grande—a los lobatos les gusta estar en
jaurías (grupos) grandes, según tengo entendido. Esto depende siempre del animal que
el adapto seleccione para cambiarse mas a menudo. A pesar de su carácter
teoréticamente versátil, Sam me había dicho que los adaptoformas a menudo se cambian
siempre al mismo animal, la criatura por la que ellos sienten una afinidad especial. Así,
ellos pueden ser llamados por aquel animal: adaptoperro, adpatorata, adaptotigre. Pero
nunca ―Lobatos‖—porque este término estaba reservado para los lobos. Los verdaderos
Hombres-Lobos despreciaban tales variedades de forma, y no pensaban en general
mucho acerca del los adaptos. Ellos, los hombre-lobo, se consideraban la crema y nata
del mundo adaptoforma.

Los adaptos, por otra parte, Alcide me explicó, pensaban en los hombre-lobo como los
matones de la escena sobrenatural.

-Y tu encuentras realmente a muchos de nosotros en las construcciones, -dijo él, como


si tratara de ser justo por fuerza. –Muchos lobatos son mecánicos, o albañiles, o
fontaneros, o cocineros.

-Ocupaciones útiles, -dije.

18
Prima Elsie, es un modismo estadounidense que significa vestirse de prestado, conformarse con sobras, venderse uno mismo. (N.
de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

-Sí, -él estuvo de acuerdo. -Pero no es exactamente algo de cuello blanco o


administrativo. Así que aunque cooperamos el uno con el otro, hasta cierto punto, hay
mucha discriminación de clase.

Un grupo pequeño de lobatos estilo motorista entro a zancadas en el bar. Ellos llevaban
puesta la misma clase de chaleco de cuero con las cabezas de lobo sobre la espalda que
había llevado puesto el hombre que me atacó en Merlotte´s. Me pregunté si habrían
comenzado a buscar a su camarada. Me pregunté si ya tendrían una idea más clara de a
quién debían buscar, lo que me harían si ellos se dieran cuenta de quién era yo. Los
cuatro hombres ordenaron varias jarras de cerveza y comenzaron a hablar secretamente,
las cabezas muy juntas y las sillas directamente pegadas a la mesa.

Un disc-jock ey—me pareció que era un vampiro—comenzó a tocar con un nivel


perfecto; una podía estar segura cual era la canción, pero todavía se podía hablar.

-Vamos a bailar, -sugirió Alcide.

No calculé eso; pero esto me pondría más cerca de los vampiros y sus humanos , así que
acepté. Alcide sostuvo mi silla para mí, y tomó mi mano cuando nos acercamos a la
minúscula pista de baile. El vampiro cambió la música de algún pesado ritmo metálico a
la canción de Sarah McLachlan ―Good Enough 19 ‖, que es lenta, pero con ritmo.

No puedo cantar, pero puedo bailar; y sucedió que Alcide también podía.

Lo bueno sobre el baile consiste en que no tienes que hablar, si no sientes necesidad de
charlar. La cosa mala es que te hace hiperconsciente del cuerpo de tu compañero. Ya
había estado incómodamente consciente de Alcide—perdónenme—de su magnetismo
animal. Ahora, tan cerca de él, balanceándome al ritmo con él, después de cada
movimiento, me encontré en una especie de trance. Cuando la canción terminó, nos
quedamos en la pequeña pista de baile, y mantuve mis ojos sobre el suelo. Cuando la
siguiente canción arrancó, un pedazo más rápido de canción—aunque por mí vida no
podría decir cual—comenzamos a bailar otra vez, giré, me moví y me sumergí en el
hombre-lobo.

Entonces detrás de nosotros un chaparro fortachón se sentó en un taburete de la barra y


dijo a su compañero vampiro:

-Él no ha hablado aún. Y Harvey llamó hoy. Dijo que registraron la casa y no
encontraron nada.

-Es un lugar público, -dijo su compañero con voz aguda. El vampiro era un hombre muy
bajito—quizás fue hecho vampiro cuando los hombres eran más cortos.

Sabía que ellos hablaban de Bill, porque el humano pensaba en Bill cuando dijo, ―Él no
ha hablado‖.Y el humano era un emisor excepcional para ambas cosas; sonido e
imágenes, me llegaron claramente.

19
Good Enough = Muy Bueno ó Bastante Bueno. (N. de T.)
Club Muerto Charlaine Harris

Cuando Alcide trató de llevarme fuera de su órbita, me opuse con aplomo. Alzando la
vista hacía su sorprendida cara, dirigí mis ojos hacia la pareja. La comprensión se filtró
en sus ojos, pero no pareció feliz.

El baile y la tentativa de leer la mente de otra persona al mismo tiempo no son algo que
yo recomendaría. Estaba esforzándome mentalmente, y mi corazón palpitaba por el
choque de vislumbrar la imagen de Bill. Por suerte, Alcide se disculpo para ir a los
servicios de caballeros en ese mismo momento, dejándome sobre un taburete en la barra
directamente junto al vampiro. Traté de seguir mirando alrededor a los demás bailarines,
al disc-jock ey, y no al hombre que estaba a la izquierda del vampiro, el hombre cuya
mente intentaba leer.

Él pensaba en todo lo que tuvo qué hacer durante el día tratando de mantener a alguien
despierto, alguien que realmente tenía que dormir—un vampiro. Bill.

El mantener a un vampiro despierto durante el día era la peor clase de tortura. También
es muy difícil de hacer. La compulsión para dormir cuando el sol sale es imperativa, y
el sueño en sí mismo se parece a la muerte.

De algún modo, esta conjetura nunca cruzó por mi mente—adivino, se debe a que soy
Americana—que los vampiros que secuestraron a Bill podrían recurrir a la tortura para
conseguir que hablara. Naturalmente, si ellos querían información, no iban a esperar
alrededor hasta que Bill tuviera ganas de decírselas. Estúpida de mí—tonta, tonta, tonta.
Incluso sabiendo que Bill me engañó, hasta sabiendo que él pensaba dejarme por su
amante vampira, el dolor por él me golpeó profundamente.

Absorbida en mis pensamientos infelices, no reconocí el problema cuando este estaba


de pie directamente al lado mío. Hasta que me tomó del brazo.

Uno de los miembros de la pandilla de los lobatos, un moreno grande, muy pesado y
muy maloliente, me tenía agarrada por el brazo. Él consiguió dejar sus grasientas
huellas digitales en mis largos y hermosos guantes rojos, traté de arrancar mi brazo de
él.

-Ven a nuestra mesa y déjanos conocerte mejor, ricura,-dijo, sonriéndome abiertamente.

Él llevaba un par de pendientes en la oreja. Me pregunté que les pasaría durante la luna
llena. Pero casi inmediatamente, me di cuenta que tenía problemas más serios que
solucionar. La expresión en su cara era demasiado franca; los hombres no ven a las
mujeres de aquella manera a menos que las mujeres estén paradas en una esquina de la
calle vistiendo mini-pantaloncillos y un sostén: en otras palabras, él pensó que yo era
materia segura y dispuesta.

-No, gracias, -dije cortésmente.

Tenía el cansado y cauteloso presentimiento, que esto no iba a quedarse ahí, pero bien
podía intentarlo. Tenía mucha experiencia en Merlotte´s con tipos insistentes, pero
siempre conté con respaldo en Merlotte´s. Sam no toleraría que sus empleadas fueran
insultadas o manoseadas.
Club Muerto Charlaine Harris

-Seguro que sí, cariñito. Tú quieres venir a vernos, -dijo él con insistencia.

Por primera vez en mi vida, lamente que Bubba no estuviera conmigo.

Comenzaba a acostumbrarme que la gente que me molestaba terminara mal. Y tal vez,
me había acostumbrado demasiado a tener algunos de mis problemas solucionados por
otros.

Pensé asustar al lobato leyendo su mente. Sería pan comido —él estaba abierto de par en
par, para ser un lobato. Pero, no sólo sus pensamientos eran aburridos y poco
sorprendentes (lujuria, agresión), si su pandilla tenía el encargo de buscar a la novia de
Bill el vampiro, y ellos sabían que era una camarera y una telépata, y si ellos
encontraban una telépata, bueno…

-No, no quiero venir a sentarme con ustedes, -dije definitivamente. -Déjeme en paz. -
Me bajé del taburete así no podría ser entrampada en esa posición.

-No tienes a ningún hombre aquí. Nosotros somos verdaderos hombres, dulzura. -Con
su mano libre, él se cogió y copó la bragueta. Oh, genial. Eso realmente me puso
cachonda. Aggh. -Te mantendremos feliz.

-Usted no podría hacerme feliz ni aunque fuera Santa Claus20 , -dije, pisándole su
empeine con todas mis fuerzas.

Si él no hubiera llevando puestas botas de motorista, habría sido eficaz. Pero como si
llevaba, estuve mas cerca de romper el tacón de mi zapato. Maldecía mentalmente mis
uñas postizas porque me impedían formar con fuerza un puño. Iba a golpearlo en la
nariz con mi mano libre; un golpe en la nariz realmente lastima. Así él tendría que
soltarme.

Él me gruñó, realmente me gruñó, cuando mi tacón golpeó su empeine, pero no me


soltó de su apretón. Su mano libre agarró mi hombro desnudo, y sus dedos se enterraron
en él.

Había estado tratando de ser tranquila, esperando resolver esto sin armar barullo, pero
acaba de rebasar ese punto en ese mismo momento.

-¡Déjeme ir! -Grité, mientras hice una heroica tentativa con mi rodilla de golpearlo en
las pelotas. Sus muslos eran fuertes y su postura muy cerrada, por lo que no pude
conseguir un buen tiro. Pero al menos hice que se estremeciera, aunque sus uñas
escarbaron dentro de mi hombro, él me soltó.

En parte fue debido a que Alcide lo tenía agarrado por el pescuezo. El Sr. Hob anduvo
entre los otros miembros de la pandilla que se levantaron para venir a la barra en auxilio
de su compañero. Sucedió que el trasgo que nos dejo entrar en el club también se
desempeñaba como gorila. Aunque por fuera se veía un hombre muy pequeño, él puso
sus brazos alrededor de la cintura del motorista y lo levantó con facilidad. El motorista
comenzó a gritar, y el olor a carne quemada comenzó a circular en el bar. El delgado
cantinero encendió un resistente aspersor de gases, que ayudó un montón, pero aun
20
Santa Claus = Papá Noel. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

podíamos oír los gritos del motorista a lo largo de un estrecho pasillo oscuro que no
había notado antes. Debía conducir a la salida por la parte trasera del edificio. Entonces
oímos un fuerte sonido metálico, un alarido, y el mismo sonido metálico que sonaba
otra vez. Claramente, la puerta de atrás del bar fue abierta y el ofensor lanzado fuera.

Alcide se giro para afrontar a los amigos del motorista, mientras yo temblaba por la
reacción detrás de él. Estaba sangrando donde las uñas del motorista dejaron
impresiones en la carne de mi hombro. Necesitaba algo de Neosporin21 , que era lo que
mi abuela me ponía cuando me hería y me negaba a usar Campho-Phenique22 . Pero
cualquier preocupación acerca de primeros auxilios iba a tener que esperar: parecía
como si encaráramos otra pelea. Eché un vistazo alrededor buscando un arma, y vi que
el cantinero sacó un bate de béisbol y lo puso sobre la barra. Él mantenía un ojo
cauteloso en la situación. Agarré el bate y me puse al lado de Alcide. Balanceé el bate
en posición y esperé el siguiente movimiento. Como mi hermano, Jason, me enseñó—
basado en sus muchas peleas en bares, me temo—elegí un hombre en particular, me
imagine como debía balancear el bate para poder golpearlo sobre su rodilla, que era más
accesible para mí que su cabeza. Esto lo traería abajo con toda seguridad.

Entonces alguien anduvo dentro de la tierra de nadie entre Alcide, yo y los Lobatos. Era
el pequeño vampiro, quién estuvo hablando con el humano cuya mente había sido
fuente de información tan desagradable.

Tal vez mediría cinco pies y eso con zapatos puestos, también era de constitución fina.
Cuando él murió, debió andar a principio de sus veinte, supuse. Bien afeitado y muy
pálido, tenía ojos de color del chocolate amargo, un discordante contraste con su pelo
rojo.

-Señorita, le pido disculpas por este agravio, -dijo él, su voz era suave y su acento era
pesadamente del Sur. No había oído un acento tan grueso desde que mi bisabuela había
muerto hacía veinte años.

-Siento que la paz del bar haya sido turbada, -dije, reuniendo tanta dignidad como pude
mientras sostenía un bate de béisbol. Por instinto, había pateado fuera mis zapatos de
tacón, así podría luchar. Me enderecé de mi postura de enfrentamiento e incliné mi
cabeza, reconociendo su autoridad.

-Ustedes, los hombres váyanse ahora, -dijo el pequeño hombre, dándose vuelta al grupo
de Lobatos, -después de que le hayan pedido perdón a esta dama y su escolta.

Ellos remolonearon alrededor inquietamente, pero ninguno quiso ser el primero en


echarse atrás. Uno de ellos, un rubio con una tupida barba y un banda alrededor de su
cabeza en un estilo particularmente estúpido, era por lo visto mas jóven y zoquete que
los demás. Todavía tenía el fuego de batalla en sus ojos; su orgullo no podía manejar la
entera situación. El motorista telegrafió su movimiento antes de que siquiera hubiera
comenzado, y rápida como un relámpago sostuve el bate para el vampiro, quien lo
arrebató en un movimiento tan rápido, que apenas fui capaz de vislumbrarlo. Él usó el
bate para romper la pierna del hombre-lobo.

21
Neosporin, ungüento antibiótico sumamente popular en EUA. (N. de T .)
22
Campo-Phenique, ungüento antibiótico un poco más agresivo que el anterior, que se usa en prevención de costras, quemaduras
leves, cortadas, raspadas. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

El bar quedo absolutamente silencioso cuando el motorista gritón fue llevado fuera por
sus amigos. Los lobatos dijeron a coro, ―Perdón, perdón‖, cuando levantaron al rubio y
lo sacaron del bar.

Luego la música comenzó de nuevo, el pequeño vampiro devolvió el bate al cantinero,


Alcide comenzó a comprobar mis daños, y yo comencé a temblar.

-Estoy bien, -dije, más que nada porque quería que los demás miraran a otra parte.

-Pero usted sangra, querida, -dijo el vampiro.

Era verdad; mi hombro escurría con sangre por las uñas del motorista. Conocía el
protocolo. Me incliné hacia el vampiro, ofreciéndole la sangre.

-Gracias, -él dijo al instante, y su lengua chasqueó fuera.

Sabía que me curaría mejor y más rápido con su saliva de todos modos, así que me
mantuve quieta, aunque a decir verdad, me sentía como si estuviera dejando que me
tocaran y sintieran en público. A pesar de mi incomodidad, sonreí, aunque sabía que no
debió haber sido una sonrisa cómoda. Alcide sostuvo mi mano, lo que me tranquilizaba.

-Lamento no haber salido más rápido, -dijo él.

-No era algo que pudieras prever. -Lamedura, lamedura, lamedura. Oh, venga ya, para
ese momento debería haber dejado de sangrar.

El vampiro se enderezó, recorrió sus labios con su leng ua, y me sonrió.

-Una verdadera experiencia. ¿Me permite presentarme? Soy Russell Edgington.

Russell Edgington, el rey de Misisipí; por la reacción de los motoristas, ya lo había


sospechado.

-Encantada de conocerle, -dije cortésmente, preguntándome si debería hacer una


reverencia. Pero él no se introdujo por su título. -Soy Sookie Stackhouse, y este es mi
amigo Alcide Herveaux.

-Conozco a la familia Herveaux desde hace años, -dijo el rey de Misisipí. –Es bueno
verte de nuevo, Alcide. ¿Cómo esta ese padre tuyo?

Podríamos haber estado de pie a plena luz del día como un domingo fuera de la Iglesia
Primera Presbiteriana, en lugar de estar en un bar vampiro a medianoche.

-Excelente, gracias, -dijo Alcide, algo rígido. -Sentimos que haya habido problemas.

-No fue tu culpa, -dijo el vampiro graciosamente. -Los hombres algunas veces tienen
que dejar solas a sus damas, y las damas no son responsables de las malas maneras de
los tontos. -Edgington realmente se inclino hacía mí. No tenía ni idea qué hacer en
Club Muerto Charlaine Harris

respuesta, pero una inclinación con la cabeza más profunda pareció segura. -Usted es
como una rosa floreciendo en un jardín desatendido, mi querida.

Y usted esta lleno de cagada de toro.

-Gracias, Sr. Edgington, -dije, bajando mis ojos no fuera que él leyera el escepticismo
en ellos. ¿Tal vez debería haberle llamado ―Su Alteza‖? -Alcide, me temo que me
gustaría retirarme, -dije, tratando de sonar blanda, gentil y sacudida. Fue muy fácil.

-Desde luego, cariño, -él dijo al instante. -Déjame conseguir tu abrigo y bolso.

Él se dirigió de inmediato a nuestra mesa, Dios lo bendiga.

-Ahora, señorita Stackhouse, queremos que usted vuelva mañana por la noche,-dijo
Russell Edgington. Su amigo humano estuvo de pie detrás de Edgington, sus manos
descansaban sobre los hombros de Edgington. El pequeño vampiro alcanzó y palmeo
una de aquellas manos. -No la queremos espantada por las malas maneras de un
individuo.

-Se lo agradezco, le mencionaré esto a Alcide, -dije, sin dejar percibir el entusiasmo en
mi voz.

Esperaba que pareciera subordinada a Alcide sin parecer débil. La gente débil no dura
mucho tiempo alrededor de los vampiros. Russell Edgington creyó que él proyectaba la
apariencia de un anticuado caballero sureño, y si ese era su objetivo, yo podría
alimentarlo también.

Alcide volvió, su cara era severa.

-Me temo que tu estola sufrió un accidente, -él dijo, y me di cuenta que estaba furioso. -
Debbie, adivino.

Mi hermoso chal de seda tenía quemado un gran agujero sobre él. Traté de mantener mi
cara impasible, pero no lo conseguí muy bien. Las lágrimas inundaron mis ojos,
supongo que el incidente con el motorista ya me había sacudido.

Edgington, por supuesto, presenció todo.

-Mejor el chal que yo, -dije, intentando un encogimiento de hombros.

Hice girar las esquinas de mi boca de vuelta hacía arriba. Al menos mi pequeño bolso
parecía estar intacto, aunque no tuviera más que una polvera, un lápiz labial, y
suficiente dinero en efectivo para pagar por la cena. Para mi intensa vergüenza, Alcide
se quitó su abrigo del traje y lo sostuvo para que me deslizara dentro de él. Comencé a
protestar, pero la mirada en su cara me dijo que él no iba aceptar un no como respuesta.

-Buenas noches, señorita Stackhouse,- dijo el vampiro. -Herveaux, ¿te veré mañana por
la noche? ¿Te trajo tu negocio a Jack son?

-Sí, eso hizo, -dijo Alcide agradablemente. –Fue agradable saludarlo, Russell.
Club Muerto Charlaine Harris

La camioneta estaba fuera del club cuando salimos. La acera no parecía menos llena de
amenaza que cuando llegamos. Me pregunté como con seguirían estos efectos, pero
estaba demasiado deprimida para preguntárselo a mi escolta.

-No deberías haberme dado tu abrigo, te debes estar congelando, -dije, después de que
conducimos un par de bloques.

-Tengo encima más ropa que tú, -dijo Alcide.

Incluso sin su abrigo él no temblaba, como yo lo hacía. Me envolví mas en él,


disfrutando del forro de seda, el calor, y su olor.

-Nunca debí haberte abandonado con aquellos imbéciles en el club.

-Todo mundo tiene que ir al cuarto de baño, -dije suavemente.

-Debería haberle pedido a alguien sentarse contigo.

-Soy una chica grande. No necesito una guardia perpetua. Manejo todo el tiempo
algunos incidentes así en el bar.

Si sonaba cansada de ello, era por que lo estaba. Una no consigue ver el mejor lado de
los hombres cuando se es camarera de un bar; incluso en un lugar como Merlotte´s,
donde el dueño cuida de sus servidores y casi toda la clientela es local.

-Entonces no deberías trabajar allí. -Alcide sonó definitivo.

-Bien, cásate conmigo y sácame fuera de todo esto, -dije, inexpresiva, y conseguí una
mirada asustada a cambio. Le sonreí abiertamente. -Tengo qué hacer mi vida, Alcide. Y
sobre todo, me gusta mi trabajo.

Él pareció pensativo y poco convencido. Era tiempo de cambiar el tema.

-Ellos tienen a Bill, -dije.

-Estás segura.

-Ahá.

-¿Por qué? ¿Qué sabe él que Edgington desea tanto que se arriesgaría una guerra?

-No puedo decírtelo.

-Pero, ¿realmente lo sabes?

Decírselo significaría decir que confiaba en él. Estaría en la misma clase d e peligro que
Bill si se conociera que conocía lo que él sabía. Y yo rompería mucho más rápido.

-Sí, -dije. –lo sé.


Club Muerto Charlaine Harris

Capítulo 6
Estuvimos silenciosos en el elevador. Cuando Alcide abrió su apartamento, me apoyé
contra la pared. Estaba hecha un lío: cansad a, en conflicto, agitada por la reyerta con el
motorista, enojada por el vandalismo de Debbie.

Tuve ganas de pedir perdón, pero no sabía porqué.

-Buenas noches, -dije, en la puerta de mi cuarto. -Ah, toma. Gracias. -Me quite su
abrigo y se lo ofrecí. Él lo colgó en una de las sillas del comedor.

-¿Necesitas ayuda con tu cierre? -preguntó.

-Sería genial si puedes comenzarlo. -Le volví la espalda. Él me cerró las dos últimas
pulgadas de la cremallera cuando me vestía, y aprecié que pensara en esto antes d e que
desapareciera en su cuarto.

Sentí sus grandes dedos contra mi espalda, y el pequeño siseo del cierre. Entonces algo
inesperado ocurrió; lo sentí tocarme otra vez.

Temblé por todas partes cuando sus dedos se deslizaron por mi piel.

No sabía qué hacer.

No sabía lo que quería hacer.

Giré mi cara para mirarlo. Su cara era tan incierta como la mía.

-Es el peor momento, -dije. -Tu estás recuperándote del rebote. Yo busco a mi novio;
concedido, él es un novio infiel, pero aún así…

-Mal planeado, -él estuvo de acuerdo con sus manos descansando sobre mis hombros.

Entonces se inclinó y me besó. Tomó alrededor de medio segundo para que mis brazos
rodearan su cintura y su lengua se deslizara en mi boca. Él me besó suavemente. Quise
correr mis dedos por su pelo y averiguar que tan amplio era su pecho y si su trasero era
realmente tan redondo y firme, quise mirar en sus pantalones…ah, demonios.
Suavemente lo empujé hacía atrás.

-Mal momento, -dije. Enrojecí, dándome cuenta que con mi vestido a la mitad
desabrochado, Alcide podría ver mi sostén y las cumbres de mi pechos fácilmente.
Bueno, estaba bien, tenía puesto un bonito sostén.

-Oh, Dios, -él dijo, habiendo conseguido una ojeada. Él hizo un supremo esfuerzo y
cerro apretadamente aquellos ojazos verdes. -Mal momento, -estuvo de acuerdo él, otra
vez. -Aunque deseo que, muy pronto, pueda ser el mejor momento.

Sonreí.
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-¿Quién lo sabe?

Dije, y retrocedí a mi cuarto mientras todavía podía hacer un movimiento en aquella


dirección. Después de cerrar suavemente la puerta, colgué el vestido rojo, complacida
que todavía se viera bien e impecable. Los guantes eran un desastre, con grasientas
huellas digitales y un poco de sangre sobre ellos. Suspiré con pesar.

Tendría que andar revoloteando de puerta a puerta para usar el cuarto de baño. No quise
ser tomada a broma porque mi traje de nilón era definitivamente corto y rosado. Así que
me escabullí cuando pude oír a Alcide moviéndose por la cocina. Por una u otra cosa,
estuve en el pequeño cuarto de baño un ratito . Cuando salí, todas las luces en el
apartamento estaban apagadas excepto la de mi dormitorio. Camine entre las sombras,
sintiéndome un poco tonta haciendo esto ya que ningún otro edificio del área tenía cinco
pisos. Puse de lado la bata de mi camisón rosado, y gatee lentamente a la cama para leer
un capítulo de mi romance e intentar calmarme. Era aquel donde la heroína finalmente
encama al héroe, así que no trabajó demasiado bien para calmarme, pero me ayudo a
dejar de pensar en la piel del motorista quemándose bajo el contacto con el trasgo, ó
sobre la cara malévola y estrecha de Debbie. Y sobre la idea de Bill siendo torturado.

La escena de amor (actualmente, la escena sexual) condujo mi mente más hacia la boca
caliente de Alcide.

Apagué la lámpara de noche después de haber puesto una señal a la pagina de mi libro.
Me acurruqué bajo las sabanas, amontoné las mantas encima de mí, y me sentí—
finalmente—caliente y segura.

Alguien llamó a mi ventana.

Solté un pequeño chillido. Luego, figurándome quién debía ser, arrebate mi bata, la ceñí
fuertemente, y abrí las cortinas.

Por supuesto, Eric estaba flotando fuera. Encendí la lámpara otra vez, y luché con la
desconocida ventana.

-¿Qué demonios quieres? -Decía, cuando Alcide se lanzó en el cuarto. Apenas le eché
un vistazo sobre mi hombro. -¡Mejor me dejas en paz y me dejas dormir algo, -dije a
Eric, sin preocuparme si sonaba como una vieja gruñona, -y mejor dejas de mostrarte en
sitios exteriores en medio de la noche, esperado que yo te deje entrar!

-Sookie, déjame entrar, -dijo Eric.

-¡No! Bueno, realmente, este es el lugar de Alcide. Alcide, ¿qué quieres hacer?

Di vuelta para verlo por primera vez, y traté de no dejar caer mi boca abierta. Alcide
dormía en aquellos pantalones largos, pegados. ¡Guau!. Si él hubiera estado sin camisa
treinta minutos antes, el momento podría haber sido sencillamente perfecto.

-¿Qué quieres, Eric? -Alcide preguntó, mucho más tranquilo de lo que yo lo hice.

-Tenemos que hablar, -dijo Eric, sonando impaciente.


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-Si lo dejara entrar ahora, ¿puedo rescindir después la autorización? -Alcide me


preguntó.

-Seguro. -Sonreí abiertamente hacía Eric. -De un momento a otro, puedes rescindirla.

-Vale. Puedes entrar, Eric.

Alcide subió la ventana, y Eric se deslizó primero con los p ies. Cerré la ventana detrás
de él. Ahora tenía frío otra vez. Alcide, también, tenía piel de gallina por todas las partes
del pecho, y sus tetillas…me obligué a mirar a Eric.

Eric nos dirigió a nosotros dos una mirada aguda, sus ojos azules eran tan brillantes
como zafiros bajo la luz de lámpara.

-¿Qué has averiguado, Sookie?

-Los vampiros de aquí lo tienen.

Los ojos de Eric pueden haberse ensanchado un poco, pero esa fue su única reacción. Él
pareció pensar atentamente.

-¿No es un poco peligroso para ti estar sobre el césped de Edgington, sin avisar? -Alcide
preguntó.

Él hacía su cosa de apoyando-contra-la-pared, otra vez. Él y Eric eran hombres tan


grandes que el cuarto realmente pareció saturado de repente. Tal vez sus egos
consumían todo el oxígeno.

-Oh, sí, -dijo Eric. -Muy peligroso. -Él sonrió radiantemente.

Me pregunté si notarían si regresaba a acostarme. Bostecé. Dos pares de ojos giraron


para concentrarse en mí.

-¿Necesitas algo más, Eric? -Pregunté.

-¿Tienes algo más que informar?

-Sí, ellos lo han torturado.

-Entonces no le dejarán ir.

Desde luego, que no. Uno no dejaría suelto un vampiro que torturó. Nadie querría ver
sobre su hombro por el resto de su vida. No había estudiado esto detenidamente, pero
podía intuir su lógica.

-¿Vas a atacar? –No quería estar en ninguna parte cerca de Jack son cuando esto pasara.

-Déjame pensar sobre ello, -dijo Eric. -¿Vas a volver al bar mañana por la noche?
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-Sí, Russell nos invitó expresamente.

-Sookie llamó su atención esta noche, -dijo Alcide.

-¡Pero es perfecto! -Eric dijo. -Mañana por la noche, siéntate con el equipo de
Edgington y escoge sus cerebros, Sookie.

-Bien, esto no se me habría ocurrido nunca, Eric, -dije, maravillada. -¡Dios mío!, me
alegro que me despertaras esta noche para explicarme esto.

-No hay problema, -dijo Eric. –En cualquier momento que desees que yo te despierte,
Sookie, sólo tienes que decirlo.

Suspiré.

-Márchate, Eric. Buenas noches, otra vez, Alcide.

Alcide se enderezó, esperando que Eric saliera p or la ventana. Eric esperando que
Alcide saliera por la puerta.

-Rescindo tu invitación en mi apartamento, -Alcide dijo, y repentinamente Eric anduvo


a la ventana, la volvió a abrir, y se lanzó hacia fuera. Él fruncía el ceño. Una vez fuera,
él recobró su calma y nos sonrió, agitando su mano hasta que desapareció.

Alcide cerró de un azotón la ventana y bajo las persianas de nuevo.

-No, hay un montón de hombres que no les gusto en absoluto, -le dije. Él había sido
fácil de leer en ese momento, bien.

Él me dirigió una mirada rara.

-¿Es así?

-Sí, así es.

-Si tú lo dices.

-La mayor parte de las personas, la gente normal, que…ellos piensan que estoy chiflada.

-¿En serio?

-¡Sí, así es! Y los pone muy nerviosos que sea yo quién les sirva.

Él comenzó a reírse, una reacción que estaba muy lejos de lo que pretendí, no tuve ni
idea que decir después.

Él dejó el cuarto, todavía riéndose entre dientes más o menos.

Vale, fue extraño. Apague la lámpara y me quité la bata, arrojándola a través del pie de
cama. Me acurruqué entre las sabanas y la manta otra vez, y me estire hasta descansar
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sobre mi barbilla. Fuera era frío y desolado, pero aquí estaba yo, finalmente, caliente,
segura y sola. Realmente, realmente… muy sola.

***

A la mañana siguiente, Alcide ya había partido cuando me levanté. Naturalmente, la


construcción y la gente que la supervisa se ponen temprano en ello, yo estaba
acostumbrada a dormir hasta tarde debido a mi trabajo en el bar y porque perdía el
tiempo con un vampiro. Si quería pasar el tiempo con Bill, tenía que ser por la noche,
obviamente.

Había una nota apoyado sobre la cafetera. Tenía un dolor de cabeza leve ya que no
estoy acostumbrada al alcohol y me tomé dos bebidas la noche anterior—el dolor de
cabeza no era exactamente una resaca, pero tampoco tenía mi estado normalmente
entusiasta. Bizqueé con la diminuta letra.

«Tengo qué hacer algunas diligencias. Siéntete como en tu casa. Estaré de vuelta por la
tarde.»

Por un minuto me sentí desilusionada y desinflada. Entonces me reg añe a mí misma. No


era como si me hubiera llamado y programado esto como un fin de semana romántico, o
como si realmente nos conociéramos el uno al otro. A Alcide le fue endosada mi
compañía. Me encogí de hombros, y me serví una taza de café. Hice alguna tostada y
encendí las noticias. Después de mirar un ciclo de noticias de CNN, decidí ducharme.
Me tomé mi tiempo. ¿Qué otra cosa podía hacer allí?

Estaba en peligro de experimentar un estado casi desconocido —aburrimiento.

En casa, siempre hay algo que hacer, aunque no es algo que disfrute particularmente. Si
una tiene casa, hay siempre unos cuantos trabajitos que esperan tu atención. Y cuando
estaba en Bon Temps, había biblioteca para ir, o la tienda de un dólar, o la tienda de
comestibles. Y como trabé amistad con Bill, estuve haciéndole recados también a él que
podían ser sólo hechos en el día cuando las oficinas están abiertas.

Cuando Bill cruzó por mi mente, me estaba arrancando un pelo fuera de mi línea de
ceja, inclinándome sobre el lavamanos para mirarme detenidamente en el espejo del
cuarto de baño. Tuve que dejar las pinzas y sentarme sobre el borde de la tina. Mis
sentimientos por Bill eran actualmente tan confusos y en conflicto, que no tenía ninguna
esperanza de clasificarlos. Pero saber que él sufría dolor, estaba en problemas, y no
saber como encontrarlo—era demasiado. Nunca supuse que nuestro romance iría
suavemente. Después de todo, era una relación de interespecies. Y Bill era mucho más
viejo que yo. Pero esta hendidura dolorosa que sentía ahora que él se había ido—eso, no
lo imaginé.

Me puse unos jeans y un suéter e hice mi cama. Alineé todo mi maquillaje en el cuarto
de baño que usaba, y después colgué la toalla. Habría enderezado el cuarto de Alcide si
no hubiera sentido que meterme con sus cosas sería una especie de impertinencia. Así
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que leí unos capítulos de mi libro, y luego decidí que simplemente no podía seguir
sentada en el apartamento más tiempo.

Le deje una nota a Alcide donde le decía que iría a dar un paseo, y luego monté en el
elevador junto con un hombre vestido con ropa casual, arrastrando un bolso de golf. Me
abstuve de decirle, ―¿Yendo a jugar al golf?‖ y encajonándome yo misma con esta
mención, era un buen día para ir fuera. Estaba brillante y soleado, claro como una
campana, y probablemente como debió ser en los años cincuenta. Era un día alegre, con
todos los Adornos de Navidad que parecen mas brillante en el sol, y un montón de
tráfico que hace compras.

Me pregunté si Bill estaría en casa para la Navidad. Me pregunté si Bill podría ir a la


iglesia conmigo durante la Víspera de Navidad, o si quizás él querría. Pensé en la nueva
sierra Sk il que compré para Jason; la estuve pagando en Sears23 de Monroe durante
meses, y justo la acababa de recoger hace una semana. Compré un juguete para cada
uno de los niños de Arlene, y un suéter para Arlene. Realmente no tenía nadie más para
comprarle un regalo, y eso era patético. Decidí que le compraría a Sam un CD este año.
La idea me animó. Adoro dar regalos. Esta habría sido mi primera Navidad con novio…

Oh, al diablo, ya había tenido mi ciclo entero, justo como las Noticias.

-¡Sookie! -llamó una voz.

Asustada con mi ronda de pensamientos depresivos, miré alrededor para ver que Janice
agitaba su mano desde la puerta de su tienda, al o tro lado de la calle. Anduve
inconscientemente la dirección que conocía. Agité mi mano de vuelta.

-¡Ven adentro! -ella dijo.

Bajé de la esquina y me crucé con el semáforo. La tienda estaba ocupada, y Jarvis y


Corinne tenía sus manos llenas con clientes.

-Las fiestas navideñas esta noche, -explicó Janice, mientras sus manos estaban ocupadas
enrollándole el pelo negro sobre los hombros a una matrona jóven. -No estamos por lo
general abiertos después del mediodía los sábados. -La mujer jóven, cuyas manos
estaban decoradas con un juego impresionante de anillos de diamantes, siguió hojeando
una copia de Vida del Sur mientras Janice trabajaba sobre su cabeza.

-¿Estará sabroso? -ella preguntó a Janice. -¿Albóndigas con jengibre? -Una brillante uña
señaló la receta.

-¿Será del tipo oriental? -Janice preguntó.

-Um, algo así. -Ella leyó la receta atentamente. -Nadie más las serviría, -murmuro ella. -
Podría ofrecerlas con palillos clavados.

-Sookie, ¿qué estás haciendo? -Janice preguntó, cuando estuvo segura que su cliente
pensaba en la carne de vaca picada.

23
Sears, cadena de tiendas departamentales en toda EUA. Muy populares por manejar mercancía de buena calidad a precios
razonables. (N. de T .)
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-Perdiendo el tiempo, -dije. Me encogí de hombros. –La nota de tu hermano decía que él
haría algunos encargos.

-¿Él te dejó una nota para decirte lo qué haría? Chica, deberías estar orgullosa. Aquel
hombre no ha puesto la pluma sobre un papel desde la escuela secundaria. -Ella me
dirigió una mirada lateral y sonrió abiertamente. -¿La pasaron bien anoche?

Lo medité.

-Ah, estuvo bien, -dije vacilante. Con todo, el baile estuvo divertido.

Janice estallo en carcajadas.

-Si tienes que pensar en ello, no debe haber sido una noche perfecta.

-Bueno, no, -admití. –Hubo algo de lucha en el bar, y un hombre tuvo que ser
desalojado. Y luego, Debbie estaba allí.

-¿Cómo fue su fiesta de compromiso?

-Había una verdadera multitud en su mesa, -dije. -Pero ella vino un ratito e hizo muchas
preguntas. –Sonreí evocadoramente. -¡Seguro no le gustó ver a Alcide con alguien más!

Janice se rió otra vez.

-¿Quién se comprometió? -preguntó la cliente, habiendo resuelto en contra de la receta.

-Oh, Debbie ¿Pelt? Solía salir con mi hermano -Janice dijo.

-La conozco, -dijo la mujer morena, con placer en su voz. -¿Ella salía con tu hermano,
Alcide? ¿Y ahora se casa con alguien más?

-Se casa con Charles Clausen, -dijo Janice, asintiendo gravemente. -¿Lo conoces?

-¡Seguro que sí! Fuimos a la escuela secundaria juntos. ¿Él se casa con Debbie Pelt?
Bien, mejor él que tu hermano, -dijo Pelo Negro, confidencialmente.

-Ya había entendido esto, -dijo Janice. -¿Sabes algo que yo no sé?

-Aquella Debbie, anda en alguna materia extraña, -dijo Pelo Negro, levantando sus cejas
para remarcar el profundo significado.

-¿Como qué? -Pregunté, apenas respirando esperando oír que saldría. ¿Podría ser que
esta mujer realmente supiera sobre los adaptoformas, sobre los hombre-lobo? Mis ojos
encontraron a Janice y vi la misma aprehensión en ellos.

Janice sabía sobre su hermano. Ella sabía sobre su mundo.

Y ella sabía que yo también lo sabía.


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-Cosas del Diablo, dicen, -dijo Pelo Negro. -Brujería.

Ambas miramos boquiabiertas su reflejo en el espejo. Ella consiguió la reacción que


estaba buscando. Dio una cabezada satisfecha. La adoración del diablo y la brujería no
eran sinónimos, pero no iba a discutir con esta mujer; este no era el momento, ni el
lugar.

-Sí, señora, es lo que he oído. En cada luna llena, ella y algunos amigos suyos van a los
bosques y hacen estas cosas. Nadie parece saber exactamente lo que es, -ella admitió.

Janice y yo exhalamos simultáneamente.

-Ah, que barbaridad, -dije débilmente.

-Entonces mi hermano esta mejor sin una relación con ella. No estamos de acuerdo con
tales cosas, -dijo Janice honradamente.

-Desde luego que no, -estuve de acuerdo.

Nuestros ojos se encontraron.

Después de aquel pequeño episodio, hice un movimientos rumbo la salida, pero Janice
me preguntó lo que llevaría puesto esa noche.

-Ah, es una especie de color champán, -dije. -Como de un beige brillante.

-Entonces las uñas rojas no van, -dijo Janice. -¡Corinne!

A pesar de todas mis protestas, abandoné el salón con dedos—y uñas del dedo del pie—
de color bronce, y Jarvis trabajó sobre mi pelo otra vez. Traté de pagarle a Janice, pero
lo más que ella me dejo hacer fue darle propina a sus empleados.

-Nunca he sido tan mimada en mi vida, -le dije.

-¿A que te dedicas, Sookie? -De alguna manera esto no salió el día anterior.

-Soy camarera, -dije.

-Eso es un cambio de Debbie, -dijo Janice. Ella lució pensativa.

-¿Ah, sí? ¿Qué hace Debbie?

-Ella es ayudante legal.

Debbie definitivamente tenía un borde educativo. Yo nunca fui capaz de manejar el


colegio; económicamente, habría sido duro, aunque supongo que podría haber
encontrado la manera. Pero mi incapacidad lo hizo tan difícil que sólo terminé la
escuela secundaria. Déjenme decirles, que una ad olescente telepática tiene un tiempo
sumamente duro en él. Y en ese entonces yo tenía muy poco control. Cada día estuvo
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lleno de dramas—los dramas de otros niños. La tentativa de concentrarme en escuchar


la clase, presentar pruebas en un cuarto lleno de sesos que zumban… la única cosa en la
que me supere fueron los deberes.

Janice no pareció estar demasiado preocupada porque fuera una camarera, que no es una
ocupación que garantice impresionar a los familiares de aquellos con los que una sale.

Tuve que recordarme una vez más que esta puesta con Alcide era un arreglo temporal,
él nunca lo pidió, y que después de que descubriera el paradero de Bill—Sookie,
recuerdas Bill, ¿tu novio?—nunca volvería a ver a Alcide otra vez. Ah, él podría
pasarse por Merlotte´s, si tuviera ganas de bajarse de la interestatal camino de
Shreveport a Jack son, pero eso sería todo.

Janice esperaba sinceramente que yo fuera un miembro permanente de su familia. Ella


era tan agradable. Ella me gustaba un montón. Casi me encontré deseando que
realmente le gustara a Alcide, por que así existiría una verdadera posibilidad de que
Janice se convirtiera en mi cuñada.

Dicen que no hay ningún daño con fantasear, pero lo hay.


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Capítulo 7
Alcide me esperaba cuando regresé. Una pila de regalos envueltos sobre el mostrador de
la cocina me mostró como pasó al menos parte de su mañana. Alcide estuvo
completando su compra Navideña.

Juzgando por su mirada tímida (él no era, Sr. Sutil), hizo algo que no estaba seguro que
me gustaría. Independientemente de lo que fuera, él no estaba listo para revelármelo,
entonces traté de ser cortés y permanecer fuera de su cabeza. Cuando pasaba por el
corto pasillo formado por la pared de dormitorio y el mostrador de cocina, olí algo
menos que agradable. ¿Tal vez la basura debía ser sacada? ¿Qué basura podríamos
haber generado en nuestra corta permanencia que produciría aquel olor débil,
desagradable? Pero el placer pasado por mi charla con Janice y el placer presente de ver
a Alcide lo hizo fácil de olvidar.

-Te ves bien, -dijo él.

-Me detuve a visitar Janice. -Estuve temerosa de que pensara que estaba
aprovechándome de la generosidad de su hermana. -Ella tiene modo para conseguir que
se acepten cosas que una no tenía ninguna intención de aceptar.

-Está bien, -dijo él simplemente. -Ella conoce acerca de mí desde que estábamos en la
escuela secundaria, y nunca ha dicho nada.

-Te creo.

-¿Cómo…? Ah, sí. -Él sacudió su cabeza. -Tú pareces la persona más normal que
alguna vez encontré, es difícil recordar que tienes toda esa materia suplementaria.

Nadie lo había puesto alguna vez de esa manera.

-Cuando llegaste, no oliste algo extraño por…-él comenzó, pero entonces el timbre
sonó.

Alcide fue a abrir mientras me quitaba mi abrigo.

Él sonó contento, y di vuelta para mirar la puerta con una sonrisa. El hombre jóven que
entro no pareció sorprendido de verme. Alcide lo presentó como el marido de Janice,
Dell Phillips. Estreché su mano, esperando encontrarme tan a gusto con él como lo
estaba con Janice.

Él me tocó tan brevemente como le fue posible, y luego me ignoró.

-Me preguntaba si querrías venir esta tarde y ayudarme a poner nuestras luces exteriores
Navideñas, -Dell dijo—a Alcide, y sólo Alcide.

-¿Dónde está Tommy? -Alcide preguntó. Él pareció decepcionado. -¿No lo trajiste para
verme? -Tommy era el bebé de Janice.
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Dell me vio, y sacudió su cabeza.

-Tienes a una mujer aquí, no me pareció correcto. Él está con mi mamá.

El comentario era tan inesperado, todo lo que pude hacer fu e quedarme de pie en
silencio. La actitud de Dell también pilló a Alcide en curva.

-Dell, -él dijo, -no seas grosero con mi amiga.

-Ella se queda en tu apartamento, eso es más que una amiga, -dijo Dell rígido. -Lo
siento, señorita, esto no es correcto.

-No juzgue, y así no será juzgado, -le dije, esperando no sonar tan furiosa como mi
contraído estómago me dijo que estaba. Me sentí mal enunciando la Biblia cuando era
presa de una rabia altísima. Entré en el dormitorio de invitados y cerré la puerta.

Después de que oí marcharse a Dell Phillips, Alcide llamó a la puerta.

-¿Quieres jugar Scrabble? -él preguntó.

Parpadeé.

-Seguro.

-Adquirí el juego cuando hacía compras para Tommy.

Él lo puso sobre la mesa de centro delante del sofá, pero no estuvo tan seguro como para
desenvolverlo y acomodarlo.

-Nos serviré unas Coca-Colas, -dije.

No por primera vez, noté que el apartamento estaba bastante fresco, aunque desde luego
mucho más cálido que fuera. Lamente no haber traído un suéter ligero para ponérmelo,
y me pregunté si ofendería a Alcide si le pidiera que subiera la calefacción. Entonces
recordé lo caliente que era su piel, y calculé que él era una de aquellas gentes que
siempre irradiaban calor. ¿O tal vez todos los lobatos eran así? Me puse la sudadera que
llevaba puesta el día anterior, tuve mucho cuidado cuando la pase sobre mi pelo.

Alcide se sentó en el suelo a un lado de la mesa, y yo me coloqué sobre el otro. Había


pasado mucho tiempo desde que cualquiera de nosotros jugara al Scrabble, así que
estudiamos las reglas un ratito antes de que comenzáramos el juego.

Alcide se graduó del Tecnológico de Luisiana. Yo nunca llegué tan lejos en el colegio,
pero leía mucho, así que estábamos mas o menos en el mismo grado de vocabulario.
Alcide era mejor estratega. Parecía que yo pensaba un poco más rápido.

Marqué una grande con «quirt», y él me sacó la lengua. Me reí, y él dijo;

-No leas mi mente, eso sería hacer trampa.


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-Desde luego que no haría tal cosa, -dije recatadamente, y él frunció el ceño hacía mí.

Perdí—pero sólo por doce puntos. Después de un juego agradablemente pendenciero,


Alcide se levanto y llevo nuestros vasos a la cocina. Los dejó y comenzó a buscar algo
en los gabinetes, mientras guarde las piezas del juego y cerré la tapa.

-¿Dónde quieres que ponga esto? -Pregunté.

-Ah, en el armario de la puerta. Hay un par de estántes ahí.

Metí la caja bajo mi brazo y fui al armario. El olor que ya había notado antes pareció ser
más fuerte.

-Sabes, Alcide, -dije, esperando no sonar empalagosa, -hay algo que huele casi podrido,
por aquí.

-Ya lo había notado, también. Por eso estoy terminando de mirar aquí los gabinetes.

-¿Tal vez habrá un ratón muerto?

Mientras hablaba, giraba la manija.

Descubrí la fuente del olor.

-Oh, no, -dije. -Ah, nononono.

-No me digas que una rata entró allí y se murió,-dijo Alcide.

-No una rata, -dije. -Un hombre-lobo.

El armario tenía un estánte encima de una barra colgante, era un pequeño armario,
planeado sólo para los abrigos de los invitados. Ahora estaba lleno por el hombre
moreno del Club Muerto, el hombre que me agarró por el hombro. Él estaba realmente
muerto. Había estado muerto durante varias horas.

Parecía ser incapaz de mirar a otro lado.

La presencia de Alcide a mi espalda era una comodidad inesperada. Él miró fijamente


por encima de mi cabeza, sus manos aferraban mis hombros.

-Nada de sangre, -dije con una voz nerviosa.

-Su cuello. -Alcide estaba al menos tan sacudido como yo.

Su cabeza realmente descansaba sobre su hombro, la parte que to davía estaba pegada a
su cuerpo. Aggh, aggh, aggh. Tragué aire con fuerza.

-Deberíamos llamar a la policía, -dije, no sonando muy positiva acerca del proceso.
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Noté el modo que el cuerpo estaba empacado en el armario. El muerto estaba casi de
pie. Calculé que quienquiera que lo haya metido, lo empujó de manera forzada y luego
cerró la puerta. Eso explicaría lo endurecido de su posición.

-Pero si llamamos la policía… -la voz de Alcide se desvaneció. Él suspiró. -Ellos nunca
creerán que no lo hicimos nosotros. Entrevistarán a sus amigos, y sus amigos les dirán
que él estaba en el Club Muerto anoche, y lo comprobarán. Averiguarán que él tuvo líos
por molestarte. Nadie creerá que no tenemos una mano metida en su asesinato.

-Por otra parte, -dije despacio, pensando en voz alta, -¿piensas que ellos mencionarían
una palabra acerca de Club Muerto?

Alcide ponderó esto. Él se pasaba su pulgar sobre la boca mientras pensaba.

-Puede que tengas razón. Y si no mencionan Club Muerto, cómo podrían describir la,
uh, ¿confrontación? ¿Sabes qué harían? Querrían encargarse del problema por ellos
mismos.

Ese era un punto excelente. Me vendí de inmediato: ningún policía.

-Entonces tenemos que eliminarlo, -dije, mostrando el cobre. -¿Cómo vamos a hacerlo?

Alcide era un hombre práctico. Estaba acostumbrado a resolver problemas, comenzando


con el más grande.

-Tenemos que sacarlo fuera del condado en algún sitio. Para hacer esto, tenemos que
bajarlo al garaje, -dijo él después de pensar unos momentos. -Primero tenemos que
envolverlo.

-La cortina de la ducha, -sugerí, indicando con mi cabeza en dirección del cuarto de
baño que había usado. -Um, ¿podemos cerrar el armario e ir a otra parte mientras
decidimos acerca de esto?

-Seguro -Alcide dijo, de repente igual de ansioso que yo de no continuar mirando la


visión grotesca antes nosotros.

De manera que estuvimos de pie en medio de la sala de estar y tuvimos una sesión de
planificación. La primera cosa que hice fue apagar totalmente la calefacción en el
apartamento, y abrir todas las ventanas. El cuerpo no hizo conocer su presencia antes
sólo porque a Alcide le gustaba que la temperatura se mantuviera fresca, y porque la
puerta del armario sella bien. Ahora tuvimos que dispersar el débil, pero penetrante olor.

-Son cinco pisos para bajar, no creo que pueda aguantarlo y llevarlo tan lejos, -dijo
Alcide. -Él tiene que ir al menos un poco de la distancia en el elevador. Esto es la parte
más peligrosa.

Seguimos hablando y refinando, hasta que sentimos que teníamos un proced imiento
rentable. Alcide me preguntó dos veces si estaba bien, y ambas veces lo tranquilicé;
finalmente se hizo la luz en mí al ver que él pensaba que yo podría romper en histeria, o
desmayarme.
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-Nunca he sido capaz de permitirme ser demasiada delicada, -dije. -Esa no es mi


naturaleza. -Si Alcide esperaba o quería que pidiera oler sales, o suplicarle que me
salvara del lobo malo, tenía la mujer equivocada.

Podría estar determinada a guardar mi cabeza fría, pero eso no significa que me sintiera
exactamente tranquila. Estaba tan nerviosa cuando fui a traer la cortina de ducha que
tuve que contenerme de rasgarla de los anillos claros de plástico. Lenta y estable, me
dije ferozmente. Aspira, espira, consigue la cortina de ducha, extiéndela sobre el suelo
de pasillo.

Era azul y verde con pescaditos amarillos que nadaban serenamente en hileras.

Alcide había ido al estacionamiento a mover su camioneta lo más cerca posible de la


puerta de la escalera. Regresó trayendo un par de guantes de trabajo con él. Mientras se
los puso, tomó un profundo aliento—quizás un error, considerando la proximidad del
cuerpo. Su cara era una máscara helada de determinación, Alcide agarró los hombros
del cadáver y le dio un tirón.

Los resultados fueron dramáticos y más allá de nuestra imaginación. Como un pedazo
tieso, el motorista se cayó del armario. Alcide tuvo que saltar a su derecha para evitar
que le cayera el cuerpo encima, el cual golpeó contra el mostrador de la cocina y luego
se aterrizó de costado sobre la cortina de ducha.

-Guau, -dije con una voz inestable, contemplando el resultado. –Ese fue un buen giro.

El cuerpo estaba casi exactamente donde lo queríamos. Alcide y yo nos dimos el uno al
otro una corta cabezada y nos arrodillamos a cada extremo. Actuando en sincronía,
tomamos un lado de la cortina plástica y lo arrojamos sobre el cuerpo, luego el otro.
Nos relajamos cuando la cara del hombre estuvo cubierta. Alcide trajo también un rollo
de cinta de aislar—los verdaderos hombres siempre llevan cinta para aislar en sus
camionetas—y la usamos para sellar y conservar el cuerpo envuelto en la cortina.
Entonces doblamos los extremos, y los pegamos. Por suerte, aunque el lobato era un
tipo fuerte, no era muy alto.

Nos levantamos y nos permitimos tener un pequeño momento de recuperación. Alcide


habló primero.

-Esto se parece a una enchilada verde, -observó él.

Me di una palmada sobre la boca para sofocar un ataque de risitas tontas.

Los ojos de Alcide estaban sorprendidos cuando me contempló por encima del cadáver
envuelto. De repente, él también se rió.

Después de que nos organizamos, pregunté;

-¿Estas listo para la fase dos?


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Él asintió, me puse mi abrigo y me escabullí por delante del cuerpo y Alcide. Me dirigí
al elevador, cerrando rápidamente la puerta del apartamento detrás de mí, por si acaso
alguien pasaba.

Al minuto que apreté el botón, un hombre apareció a la vuelta de la esquina y vino para
esperar la puerta del elevador. Quizás él era un pariente de la vieja Sra. Osburgh, o tal
vez uno de los senadores que hacía un viaje relámpago a Jack son. Quienquiera que él
fuera, iba bien vestido, tendría unos sesenta, y era lo bastante cortés como para sentir la
obligación de hacerme conversación.

-Es realmente frío hoy, ¿verdad?

-Sí, pero no tan frío como ayer. -Contemplé las puertas cerradas, deseando que se
abrieran así él se marcharía.

-¿Se acaba de mudar?

Nunca antes había estado tan irritada con una persona cortés.

-Estoy de visita, -dije, con la clase de voz llana que debería indicar que la conversación
está cerrada.

-Ah, -él dijo alegremente. -¿Quién?

Por suerte el elevador decidió llegar en ese momento y sus puertas se abrieron
sigilosamente justo a tiempo para salvar a éste cordial hombre de conseguir perder su
cabeza. Él hizo un ademán con su mano, indicándome que entrara, pero di un paso atrás,
y dije;

-¡Ah, Dios mío!, olvide mis llaves -y anduve enérgicamente sin dar un vistazo atrás.

Fui a la puerta del apartamento al lado de Alcide, el que me dijo que estaba vacío, y
llamé a la puerta. Oí las puertas del elevador cerrarse detrás de mí, y respiré con alivio.

Cuando calculé que Sr. Charlatán tuvo tiempo para meterse dentro de su auto y sacarlo
del garaje—a menos que él hablara hasta por los codos con el guardia de seguridad —
volví a llamar al elevador. Hoy era sábado, y no había ninguna rutina que la gente
seguiría. Según Alcide, muchos de los condominios fueron comprados como inversión y
eran subarrendados a legisladores, la mayor parte andarían en pre-vacaciones. Los
arrendatarios durante todo el año, sin embargo, se moverían por aquí de modo atípico,
ya que no sólo era fin de semana, sino también faltaban dos fines de semana antes de la
Navidad. Cuando el chirriante artificio regresó al quinto piso, estaba vacío.

Me lancé de nuevo al 504, golpeando dos veces en la puerta, y me dirigí de nuevo hacía
el elevador para mantener las puertas abiertas. Precedido por las piernas del cadáver,
Alcide surgió del apartamento. Él se movió tan rápidamente como un hombre puede
mientras lleva un cuerpo tieso sobre su hombro.

Este era nuestro momento más vulnerable. El bulto de Alcide no parecía otra cosa sobre
esta tierra excepto un cadáver envuelto en una cortina de ducha. El plástico contuvo el
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olor, pero era todavía perceptible en el pequeño recinto. Lo recargamos contra el suelo,
siguiente piso. En el tercer piso, nuestro nervio se agotó. Paramos el elevador, y para
nuestro gran alivio se abrió en un pasillo vacío. Salí corriendo hacía la puerta de la
escalera, sosteniéndola abierta para Alcide. Entonces correteé bajo la escalera delante de
él, y miré por los paneles de cristal hacía la puerta al garaje.

-¡Eh!, -dije, alzando mi mano.

Una mujer de mediana edad y una jovencita descargaban paquetes de la cajuela de su


Toyota, simultáneamente tenían un vigoroso desacuerdo.

Habían invitado a la chica a una fiesta que duraba toda la noche. No, dijo su madre.

Ella tenía que ir, todos sus amigos estarían allí. No, dijo su madre.

Pero Mamá, a todos los demás los dejan ir. No, dijo su madre.

-Por favor que no decidan tomar la escalera, -susurré.

Pero el argumento rabió cuando ellas entraron el elevador. Claramente oí a la chica


romper su tren de queja el tiempo suficiente para decir, -¡Ew, algo huele mal aquí! -
antes de que las puertas se cerraran.

-¿Qué pasa? -Alcide susurró.

-Nada. Veamos si esto dura un minuto más.

Eso hicimos, anduve de la puerta, a la camioneta de Alcide, echando vistazos de un lado


al otro para asegurarme que estaba realmente sola. No estábamos bajo la vista del
guardia de seguridad, que estaba en su pequeña casetita de cristal al principio de la
rampa.

Abrí la parte trasera de la camioneta de Alcide; por fortuna, su camioneta tenía una
cubierta. Con una completa mirada más alrededor del garaje, me apresuré de vuelta a la
puerta de la escalera y golpeé sobre ella. Después de un segundo, la halé para abrirla.

Alcide salió disparado hacía su camioneta más rápido de lo que habría creído que podría
moverse, cargado como iba. Empujamos tan fuerte como pudimos, y el cuerpo despacio
se dobló sobre la cama de la camioneta. Con tremendo alivio, cerramos de golpe la
puerta posterior y la aseguramos con llave.

-Fase dos completa, -dijo Alcide, si él no fuera un hombre tan grande, habría pensado
que tenia un aire mareado.

Conducir a través de las calles de una ciudad con un cuerpo en un vehículo es un


aterrorizante ejercicio para la paranoia.

-Obedece hasta la más mínima regla de tráfico, -recordé a Alcide, infeliz con lo tensa
que sonó mi voz.
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-Bien, bien, -gruñó él, su voz igualmente tensa.

-¿Piensas que aquella gente en el Jeep nos ven?

-No.

Obviamente sería una cosa buena callarme, así que lo hice. Condujimos sobre la I-20, el
mismo camino que usamos para entrar en Jack son, y manejamos hasta que no hubo
ninguna ciudad, sólo tierras de labranza.

Cuando llegamos a la salida de Bolton, Alcide dijo:

-Esto parece bien.

-Seguro -dije.

No pensé que soportaría por más tiempo conducir por ahí con el cuerpo. La típica área
de tierra entre Jack son y Vicksburg es bastante baja y llana, principalmente son campos
abiertos en canales. Salimos de la interestatal y nos dirigimos al norte rumbo los
bosques. Después de unas millas Alcide tomó derecho sobre un camino que necesitaba
pavimento nuevo desde años. Los árboles crecían por todos lados con un remedo de
color gris. El desolado cielo de invierno no daba posibilidad de recibir mucha luz en
esta época del año, temblé dentro de la cabina de la camioneta.

-No falta mucho, -dijo Alcide. Asentí bruscamente.

Un pequeño caminito empezaba a la izquierda, y lo señalé. Alcide frenó, y examinamos


la perspectiva. Nos dimos el uno al otro una aguda cabezada de aprobación. Alcide se
echó de reversa, lo que me sorprendió; pero decidí que era una buena idea. Más
profundo entramos en los bosques, más me gustó nuestra o pción del paraje. El camino
había sido arreglado no hace mucho, así no dejaríamos huellas de neumáticos, en primer
lugar. Y pensé que existían buenas probabilidades que este rudimentario camino
condujera a un coto de caza, que no estaría mucho en uso ahora que la temporada de
ciervos había terminado.

Tiempo después cuando habíamos recorrido unas yardas, distinguí un signo clavado a
un árbol. Éste proclamó, “Club de Caza Kiley-Odum propiedad privada—
MANTÉNGASE FUERA.”

Procedimos a seguir el letrero, Alcide redujo la marcha despacio y con cuidado.

-Aquí, -él dijo, cuando entramos lo bastante profundo en los bosques que estuvimos casi
seguros de no ser vistos desde el camino. Él puso la camioneta lista.

-Escucha, Sookie, no tienes que venir.

-Será más rápido si trabajamos juntos.

Intentó dirigirme una mirada amenazante, pero como respuesta puse cara de piedra, y
finalmente, él suspiró.
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-Vale, acabemos con esto, -dijo él.

El aire era frío y húmedo, si uno no se moviera durante un momento la humedad g lacial
penetraría en sus huesos. Podría decir que la temperatura estaba descendiendo, y el cielo
brillante de la mañana era un tierno recordatorio. Era un día apropiado para botar un
cuerpo. Alcide abrió la parte trasera de la camioneta, y ambos con guantes puestos,
agarramos el brillante bulto azul-y-verde. Los alegres pescaditos amarillos parecieron
casi obscenos aquí fuera en los congelados bosques.

-Dale con todo lo que tengas, -Alcide me aconsejó, y a la cuenta de tres, tiramos con
toda nuestra fuerza. Esto sacó el bulto a la mitad, y al final sobresalió sobre la puerta
posterior de un modo repugnante.

-¿Listo? Vamos otra vez. ¡Un, dos, tres! -Otra vez tiramos, y la propia gravedad del
cuerpo lo hizo caer fuera de la camioneta hacía el camino.

Si pudiéramos habernos ido en ese mismo momento, habría sido muy feliz; pero
decidimos que teníamos que llevarnos la cortina de ducha con nosotros. ¿Quién sabe, si
alguien podría encontrar en algún sitio en la cinta aislante o la cortina en sí misma las
huellas digitales? Podría ser. Seguro existían muchas pruebas microscópicas que no
podía ni imaginarme.
24
No miro el Discovery Channel para nada.

Alcide tenía un cuchillo multi-usos, y realmente le dejé tener el honor de hacer esta
tarea en particular. Sostuve abierta una bolsa de basura mientras él cortó el plástico y lo
metió en la abertura. Traté de no mirar, pero desde luego lo hice.

El aspecto del cuerpo no había mejorado.

También, aquel trabajo terminó más pronto de lo que esperé. Ya medio había volteado
para regresar a la camioneta, cuando Alcide se paro y levantó su cara al cielo. Él se miró
como si oliera el bosque.

-Esta noche es luna llena, -él dijo.

Su cuerpo entero pareció vibrar. Cuando él me vio, sus ojos parecieron ajenos. No
podría decir que cambiaron de color o contorno, pero era como si una persona diferente
miraba a través de ellos.

Estaba muy sola en los bosques con un tío que de repente adquirió una completa nueva
dimensión. Luché contra los impulsos conflictivos de echarme a gritar, a llorar, o correr.
Le sonreí radiantemente y esperé. Después de una inquietante pausa larga, Alcide dijo:

-Regresemos a la camioneta.

Estaba tan contenta que trepé de un salto en el asiento.

24
Discovery Channel, canal televisivo estadounidense que recopila un sinfin de documentales y series acerca de variados temas
(entre ellos medicina forense). (N. de T .)
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-¿Qué crees que lo mató? -Pregunté, cuando me pareció que Alcide tuvo tiempo para
normalizarse.

-Pienso que alguien le quebró el cuello, -dijo Alcide. -No puedo entender como entró en
el apartamento. Sé que cerré la puerta anoche. Estoy seguro de ello. Y esta mañana
estaba cerrada otra vez.

Traté de imaginarme esto durante un ratito, pero no pude. Entonces me pregunté lo que
realmente te mata cuando te rompen el cuello. Pero, decidí que no era realmente la gran
cosa pensar en esto.

Camino al apartamento, hicimos una parada en Wal-Mart 25 . En un fin de semana tan


cercano a la Navidad, había un enjambre de compradores. Otra vez, pensé; No he
conseguido nada para Bill.

Y sentí un dolor agudo en mi corazón cuando me di cuenta que quizás nunca podría
comprarle a Bill un presente Navideño, ni ahora, ni en el futuro.

Necesitabamos ambientadores, Resolve (para limpiar la alfombra), y una nueva cortina


de ducha. Embalé mi miseria lejos y anduve un poco más enérgicamente. Alcide me
dejó elegir la cortina de ducha, lo cual realmente disfruté. Él pagó en efectivo, así no
existiría ningún registro de nuestra visita.

Comprobé mis uñas después de que subimos de nuevo en la camioneta. Estaban


inmaculadas. Luego pensé lo insensible que debía ser preocupándome por mis uñas.
Cuando acababa de eliminar a un muerto. Durante varios minutos, me quede sentada allí
con un fuerte sentimiento de infelicidad dentro de mí.

Transmití esto a Alcide, que pareció más tratable ahora que estuvimos de vuelta en la
civilización sin nuestro pasajero silencioso.

-Bien, tu no lo mataste, -indicó él. –Ah… ¿lo hiciste?

Encontré sus ojos verdes, sintiendo sólo un poco de sorpresa.

-No, seguro que no lo hice. ¿Y tú?

-No, -dijo, y por su expresión podría decir que estaba esperándo que le preguntara.

Esto no se me ocurrió, nunca sospeché de Alcide, pero desde luego alguien convirtió al
lobato en un cuerpo tieso. Por primera vez traté de figurarme quién podría haber
empujado el cuerpo dentro del armario. Hasta este punto, estuve ocupada tratando de
hacer al cuerpo marcharse.

-¿Quién tiene llaves? -Pregunté.

-Sólo Papá, yo, y la limpiadora que hace la mayor parte de los apartamentos en el
edificio. Ella no guarda la llave. El gerente del edificio se la da.
25
Wal-Mart, una cadenas de mega-supermercados estadounidenses. Actualmente presente en varias partes del mundo. (N. de T .)
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Nos dirigimos a la parte trasera de una fila de tiendas, y Alcide arrojó la bolsa de basura
con la vieja cortina de ducha.

-Eso es una lista bastante corta.

-Sí, -Alcide dijo despacio. -Sí, lo es. Pero sé que mi papá esta en Jack son. Hable con él
por teléfono esta mañana, justo después de que me levanté. La limpiadora sólo entra
cuando le dejamos un mensaje con el gerente del edificio. Él guarda una copia de
nuestra llave, se la da cuando ella la necesita, y ella se la devuelve.

-¿Y el guardia de seguridad en el garaje? ¿Esta de turno toda la noche?

-Sí, porque él es la única línea de defensa entre la gente que se mueve en el garaje y
aborda el elevador. Uno siempre tiene que pasar por ahí, aunque hay puertas del edificio
frente a la calle principal. Aquellas puertas de calle están cerradas todo el tiempo. No
hay ningun guardia allí, pero tienes que tener una llave para entrar.

-Así que, si alguien pudiera moverse por delante, el guardia no lo vería, podría montarse
en el elevador de la planta baja, sin ser parado.

-Ahá, seguro.

-Y alguien tendría que abrir la cerradura de la puerta.

-Sí, y llevar un cuerpo, y meterlo en el armario. Suena bastante improbable, -dijo


Alcide.

-Pero esto es aparentemente lo que pasó. Ah, um … ¿alguna vez, tu le diste a Debbie
una llave? ¿Tal vez alguien tomó prestada la suya? -Traté con fuerza de sonar
totalmente neutra. Probablemente no lo hice muy bien.

Pausa larga.

-Sí, ella tenía una llave, -dijo Alcide rígidamente.

Mordí mis labios así no haría la siguiente pregunta.

-No, no se la pedí de vuelta.

No tuve ni que preguntar.

Rompiendo un silencio algo cargado, Alcide sugirió que comiéramos un almuerzo


tardío. Curiosidades, encontré que realmente tenía hambre.

Comimos en Hal y Mal, un restaurante cerca del centro de la cuidad. Estaba en un viejo
depósito, y las mesas estaban suficiente lejanas y aparte para hacer nuestra conversación
posible sin que alguien llamara a la policía.
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-No pienso, -murmuré, -que alguien podría andar alrededor de tu edificio con un cuerpo
sobre su hombro, sin importar la hora.

-Nosotros lo hicimos, -dijo él, innegablemente. -Calculo que tuvo que pasar entre,
digamos, las dos y las siete de la mañana. Ambos estábamos despiertos a las dos,
¿cierto?

-Más bien tres, considerando la visita de Eric.

Nuestros ojos se encontraron. Eric. ¡Eureka!

-¿Pero por qué haría eso? ¿Él esta loco por ti? -Alcide preguntó sin rodeos.

-No tan loco, -refunfuñé, avergonzada.

-Ah, quiere meterse en tus bragas.

Asentí sin mirar a sus ojos.

-Un montón lo querrían, -dijo Alcide, sin aliento.

-¡Eh!, -dije desdeñosamente. –Tu todavía estas colgado por aquella Debbie, y lo sabes.

Nos miramos directamente el uno al otro. Mejor arrastrar ahora esto de las sombras, y
ponerlo a descansar.

-Puedes leer mi mente mejor de lo que pensé, -dijo Alcide. Su amplia cara pareció
infeliz. -Pero ella no es… ¿Por qué me preocupo por ella? Ni siquiera estoy seguro que
me guste. Tu me gustas muchísimo más.

-Gracias, -dije, sonriendo de corazón. -Tu también me gustas muchísimo.

-Obviamente somos mejores el uno para el otro que cualquiera de la gente con quién
salimos, -dijo él.

Sin duda cierto.

-Sí, y yo sería feliz contigo.

-Y yo disfrutaría compartiendo mi día contigo.

-Pero parece que no vamos a ponernos en ello.

-No. -Él suspiró pesadamente. –Adivino, que no.

La camarera jóven emitió un sonrisa radiante cuando nosotros nos marchamos,


asegurándose que Alcide notara lo bien empacada que estaba en sus jeans.
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-Lo que creo que haré, -dijo Alcide, -es hacer todo lo posible por arrancarme de raíz a
Debbie. Y luego apareceré en los peldaños de tu casa, un día cu ando menos lo creas, y
esperaré que para ese entonces habrás dejado a tu vampiro.

-¿Y luego seremos felices por siempre? -Sonreí.

Él asintió.

-Vale, será algo para pensar con mucha ilusión, -le dije.
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Capítulo 8
Estaba tan cansada cuando entramos en el apartamento de Alcide que estaba segura que
todo lo que necesitaba era una siesta. Este había sido uno de los días más largos de mi
vida, y eso que era sólo media tarde.

Pero teníamos algunas tareas en la casa que h acer primero. Mientras Alcide colgó la
nueva cortina de ducha, yo limpié la alfombra en el armario con Resolve, y abrí uno de
los ambientadores para colocarlo sobre el estánte. Cerramos todas las ventanas,
conectamos la calefacción, y respiramos experimentalmente con nuestros ojos cerrados.

El apartamento olió bien. Simultáneamente lanzamos un suspiro de alivio.

-Nada más, acabamos de hacer algo verdaderamente ilegal, -dije, intranquila todavía
acerca de mi propia inmoralidad. -Pero realmente me siento feliz que salimos de ello.

-No te preocupes por no sentirte culpable, -dijo Alcide. –Algo vendrá muy pronto que
hará que te sientas culpable. Ahórratelo.

Era tan buen consejo que decidí intentarlo.

-Voy a tomar una siesta, -dije, -así estaré al menos un poco más alerta esta noche. -Una
no quiere ser torpe alrededor de los vampiros.

-Buena idea, -dijo Alcide.

Él enarco una ceja hacía mí, y me reí, sacudiendo mi cabeza. Entré en el dormitorio más
pequeño y cerré la puerta, quitándome mis zapatos y cayen do en la cama con un
sentimiento de tranquilo bienestar. Después de un momento, atrapé la cubierta del
sobrecama, y la envolví alrededor de mí. En el tranquilo apartamento, con el sistema de
calefacción que hacia fluir una corriente estable de aire caliente en el dormitorio, me
tomó sólo unos minutos quedarme dormida.

Desperté de repente, completamente alerta. Sabía que había alguien más en el


apartamento. Tal vez en algún nivel escuché un puñetazo en la puerta principal; o tal
vez registré el estruendo de voces en la sala de estar. Me balanceé silenciosamente de la
cama y camine a la puerta, mis calcetines no hacían ningún ruido contra la alfombra
beige. Había entrecerrado mi puerta, pero no le eché pestillo, y ahora apoyé mi cabeza
para colocar mi oído en la grieta.

Una voz profunda, rasposa dijo;

-Jerry Falcon vino a mi apartamento anoche .

-No lo conozco, -contestó Alcide. Él sonó tranquilo, pero cauteloso.

-Él dice que tú lo metiste en problemas en Josephine´s anoche .

-¿Lo metí en problemas? ¡Si este tipo agarró a mi chica, él mismo se busco el problema!
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-Dime lo que pasó.

-Él hizo un pase con mi chica mientras yo estaba en los servicios de caballeros. Cuando
ella protestó, él comenzó a maltratarla, y ella llamó la atención sobre la situación .

-¿Le hizo daño?

-La sacudió. Y le saco algo de sangre en su hombro.

-Una ofensa de sangre. -La voz se hizo mortalmente seria.

-Sí.

Entonces las gubias de uñas en mi hombro constituían una ofensa de sangre,


independientemente de lo que eso fuera.

-¿Y luego?

-Salí de los servicios de caballeros, lo arrastre lejos de ella. Entonces el Sr. Hob vino a
por él.

-Eso explica las quemaduras.

-Sí. Hob lo lanzó fuera por la puerta de atrás. Y fue lo último que vi de él. ¿Dices que su
nombre es Jerry Falcon?

-Sí. Él vino directo a mi casa, después de que el resto de los chicos dejó el bar.

-Edgington intervino. Ellos estuvieron a punto de brincar sobre nosotros.

-¿Edgington estaba allí? -La voz profunda sonó muy infeliz.

-Oh, sí, con su novio.

-¿Cómo hizo Edgington para implicarse?

-Él les dijo marcharse. Ya que es el rey, y ellos trabajan para él de vez en cuando,
esperó obediencia. Pero un cachorrito le dio un poco de problemas, entonces Edgington
rompió su rodilla e hizo que los demás se llevarán al tipo. Siento que haya problemas en
tu ciudad, Terence. Pero ninguno de nosotros los ocasionó.

-Tu tienes privilegios de invitado con nuestra jauría, Alcide. Te respetamos. Y aquellos
de nosotros que trabajan para los vampiros, pues, ¿qué puedo decir? No son los mejores
elementos. Pero Jerry es su líder, y anoche fue avergonzado delante de su gente.
¿Cuánto tiempo más estarás en nuestra ciudad?

-Sólo una noche más.

-Y es luna llena.
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-Ahá, lo sé, procurare pasar desapercibido.

-¿Qué vas a hacer esta noche? ¿Intentas evitar el cambio, o vienes a mi tierra de caza
conmigo?

-Trataré de quedarme lejos de la luna para evitar la tensión.

-Entonces te mantendrás lejos de Josephine´s.

-Lamentablemente, Russell más o menos exigió que volvamos es ta noche. Él se sintió


compungido que mi chica pasó por semejante agravio. Se encargó de insistirle a ella que
volviera.

-Club Muerto durante una noche de luna llena, Alcide. Eso no es sabio.

-¿Qué hago? Russell parte el queso en Misisipí.

-Puedo entenderte. Pero esta atento, y si ves a Jerry Falcon allí, giras por otro camino.
Esta es mi ciudad. -La profunda voz estaba impregnada con autoridad.

-Entiendo, Pack master26 .

-Bueno. Ahora que tú y Debbie Pelt han roto, espero que pase un buen rato antes d e que
te veamos de nuevo aquí, Alcide. Dale la oportunidad a las cosas de calmarse. Jerry es
un hijo de puta de lo más rencoroso. Él te hará una herida si puede sin comenzar una
contienda.

-Él fue quién causó una ofensa de sangre.

-Lo sé, pero debido a su larga asociación con los vampiros, Jerry tiene una opinión
demasiado buena de él. No siempre sigue las tradiciones de la jauría. Él sólo vino a mí
como debería, porque Edgington apoyó al otro lado.

Jerry ya no iba a poder seguir ninguna tradición. Jerry descansaba en los bosques al
Oeste.

Mientras dormía la siesta, había anochecido fuera. Oí un ―tap -tap‖ sobre el cristal de la
ventana. Por supuesto, brinqué, pero entonces anduve por el cuarto tan silenciosamente
como pude. Abrí la cortina y sostuve un dedo a través de mis labios. Era Eric. Esperé
que nadie en la calle viera hacía arriba. Él me sonrió y me hizo señas para abrirle la
ventana. Sacudí mi cabeza vehementemente y sostuve mi dedo contra mis labios otra
vez. Si dejara entrar a Eric ahora, Terence oiría, y mi presencia sería descubierta.
Terence, sabía por instinto, no le gustaría descubrir que había sido escuchado por
casualidad. Regresé de puntillas de nuevo a la puerta y escuché. Los adioses estaban
siendo dichos. Eché un vistazo atrás a la ventana, para ver que Eric me miraba con gran
interés. Sostuve un dedo para indicar que sería cosa de sólo un minuto.

26
Packmaster, es la manera de llamar al líder de la manada (grupo o paquete) entre los hombre-lobos. La traducción sería algo así
como Líder o Maest ro del Paquete. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

Oí la puerta de apartamento cerrarse. Momentos más tarde, hubo un toquido en mi


puerta. Cuando dejé entrar a Alcide, esperé que no tuviera aquellos graciosos pliegues
sobre mi cara que se hacen cuando uno duerme.

-Alcide, oí la mayor parte de eso, -dije. –Lamento haber escuchado a escondidas, pero
parecía realmente algo que me concernía. Um, Eric está aquí.

-Sí, ya veo, -dijo Alcide desanimado. -Adivino que es mejor dejarlo entrar. Entra, Eric,-
dijo, entonces él abrió la ventana y se deslizó por ella.

Eric entró tan suavemente como un hombre alto puede entrar por una pequeña ventana.
Llevaba puesto un traje completo con chaleco y corbata. Su pelo estaba alisado atrás en
una cola de caballo. También llevaba puestos lentes.

-¿Estas disfrazado? -Pregunté. Me costaba creerlo.

-Sí, lo estoy. -Orgullosamente se vio él mismo. -¿No parezco diferente?

-Sí, -confesé. –Te miras justo como Eric bien vestido por una vez.

-¿Te gusta el traje?

-Seguro, -dije.

Tengo un limitado conocimiento de ropa masculina, pero quise apostar que esa clase de
conjunto oliva-marrón de tres piezas costó más de lo que ganaba en dos semanas. O
cuatro. Yo no habría elegido este color para un tipo con ojos azules, pero tengo que
confesar que él se veía espectacular. Si ellos sacan una edición de GQ27 vampiro, él
tendría muchísimas posibilidades de ganar una sesión de fotos.

-¿Quién hizo tu pelo? -Pregunté, notando por primera vez que estaba trenzado en un
modelo intrincado.

-Oooh, ¿celosa?

-No, pensé que tal vez podrías enseñarme como hacerle eso al mío.

Alcide tuvo suficiente de comentarios acerca de moda. Dijo beligerantemente:

-¿Qué intentas hacer dejando abandonado al muerto en mi armario?

Raras veces veía a Eric sin palabras, pero él estuvo definitivamente sin habla—como
por treinta segundos.

-No era Bubba él del armario, ¿verdad? -él preguntó.

27
GQ, revista especializada en las últimas tendencias de la moda masculina, caracterizada por tener modelos masculinos muy
atractivos. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

Este fue nuestro turno para estar de pie con las bocas abiertas, Alcide porque no sabía
quién demonios era Bubba, y yo porque no podía imaginar lo que podría haberle pasado
al vampiro tontillo.

A toda prisa rellené a Alcide con información acerca de Bubba.

-De modo que eso explica todas las observaciones, -dijo él, sacudiendo su cabeza de un
lado al otro. -¡Maldición…era todo verdad!

-El grupo de Memphis quiso guardarlo, pero fue imposible, -explicó Eric. -Él siguió
queriendo irse a casa, y luego hubo algunos incidentes. Entonces comenzamos a pasarlo
alrededor.

-Y ahora tú lo has perdido, -observó Alcide, no demasiado disgustado por el problema


de Eric.

-Es posible que la gente que trató de atrapar a Sookie en Bon Temps consiguiera a
Bubba en cambio, -dijo Eric. Él tiró de su chaleco y miró abajo con un poco de
satisfacción. -De modo que, ¿quién estaba en el armario?

-El motorista que marcó a Sookie anoche, -dijo Alcide. -Él hizo un pase bastante áspero
con ella mientras yo estaba en los servicios de caballeros.

-¿La marcó?

-Sí, ofensa de sangre, -dijo Alcide significativamente.

-Tu no mencionaste nada de esto anoche. -Eric arqueó una ceja hacía mí.

-No quise hablar de ello, -dije. No me gustó la manera que sonó eso, como si me
sintiera abandonada. -Además, no fue mucha sangre.

-Déjame ver.

Puse mis ojos en blanco, pero sabía condenadamente bien que Eric no se rendiría. Tiré
mi sudadera bajo mi hombro, junto con el tirante de mi sostén. Por suerte, el cuello de la
sudadera era tan viejo, que había perdido su elasticidad, y esto permitió bastante
espacio. Las gubias de uña en mi hombro eran medias lunas encostradas, hinchadas y
rojas, aunque hubiera frotado el área con cuidado la noche anterior. Sé cuantos
gérmenes hay bajo las uñas.

-Ves, -dije. –Nada del otro mundo. Estaba más cabreada que asustada, o dolida.

Eric mantuvo sus ojos sobre las repugnantes pequeñas heridas hasta que acomode mi
ropa otra vez. Entonces dirigió sus ojos a Alcide.

-¿Y él estaba muerto en el armario?

-Sí, -Alcide dijo. -Había estado muerto durante horas.


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-¿Qué lo mató?

-Él no estaba mordido, -dije. -Se veía como si su cuello estuviera roto. No tuvimos
ganas de mirarlo detenidamente. ¿Quieres decir que no eres el culpable de la fiesta?

-No, aunque habría sido un placer hacerlo.

Me encogí de hombros, reacia a explorar aquel pensamiento oscuro.

-Entonces, ¿quién lo puso allí? -Pregunté, para seguir con la charla otra vez.

-¿Y por qué? -Alcide preguntó.

-¿Sería demasiado preguntar dónde esta él ahora? -Eric logró mirarse como si estuviera
siendo indulgente con dos niños malcriados.

Alcide y yo nos echamos un vistazo el uno al otro.

-Um, pues él es … -mi voz se desvaneció.

Eric inhaló, probando la atmósfera del apartamento.

-El cuerpo no está aquí. ¿Llamaste a la policía?

-Bueno, no, -murmuré. -Realmente, nosotros, ah …

-Lo descargamos fuera del condado, -dijo Alcide. Ese no fue un modo agradable de
decirlo.

Sorprendimos a Eric por segunda vez.

-Bien, -él dijo sin expresión. -¿No son ustedes dos emprendedores?

-Trabajamos juntos en ello, -dije, tal vez sonando una tanto defensiva.

Eric sonrió. No fue un gesto feliz.

-Sí, apuesto que tú lo hiciste.

-El pack master vino a verme hoy, -dijo Alcide. –Hace un momento, de hecho. Y él no
sabía que Jerry faltaba. De hecho, Jerry fue a quejarse con Terence después de que él
dejó el bar anoche, diciendo a Terence que él tenía un agravio contra mí. Así que, él fue
visto y oído después del incidente en Josephine´s.

-Entonces puedes haberte escapado de ésta.

-Pienso que lo hicimos.

-Deberías haberlo quemado, -dijo Eric. -Eso mataría cualquier rastro de olor sobre él.
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-No creo que alguien distinga nuestro olor, -le dije. –De verdad. No creo que alguna vez
lo hayamos tocamos con nuestra piel desnuda.

Eric vio a Alcide, y Alcide asintió.

-Estoy de acuerdo,- dijo él. -Y soy uno de los doble-natura.

Eric se encogió de hombros.

-No tengo ni idea quién lo mataría y lo dejó en el apartamento. Obviamente, alguien


quiso que su muerte fuera inculpada a ti.

-¿Entonces por qué no llamar a la policía de un teléfono p úblico y decirles que hay un
muerto en el 504?

-Una buena pregunta, Sookie, y una que no puedo contestar ahora mismo. -Eric pareció
perder interés de repente. -Estaré en el club esta noche. Si tengo que dirigirme a ti,
Alcide, dile a Russell que soy un amigo de la ciudad, y me has invitado a conocer a
Sookie, tu nueva novia.

-Vale, -dijo Alcide. -Pero no entiendo por qué quieres estar allí. Con esto te estás
buscando problemas. ¿Y si uno de los vampiros te reconoce?

-No conozco a ninguno de ellos.

-¿Por qué corres este riesgo? -Pregunté. -¿Para qué vas allí?

-Puede existir algo que puedo captar que no oirás, o que Alcide no sabrá porque él no es
un vampiro, -dijo Eric razonablemente. -Perdónanos durante un minuto, Alcide. Sookie
y yo tenemos asuntos de que hablar.

Alcide me vio para asegurarse que estaba de acuerdo con esto, antes de que él asintiera
de mala gana y se fuera a la sala de estar.

Eric dijo repentinamente:

-¿Quieres que cure las señales de tu hombro?

Pensé en las medias lunas feas con costras, pensé en los tirantes delgados del vestido
que traje para usar. Casi dije sí, pero, luego, tuve un segundo pensamiento.

-¿Cómo explicaría eso, Eric? El bar entero lo vio agarrarme.

-Tienes razón. -Eric sacudió su cabeza con sus ojos cerrados, como si estuviera enojado
consigo mismo. -Desde luego. No eres lobato, no eres no-muerto. ¿Cómo te habrías
curado tan rápidamente?

Luego hizo algo más inesperado. Eric tomó mi mano derecha con ambas de las suyas y
la aprisionó. Miró directamente a mi cara.
Club Muerto Charlaine Harris

-He buscado en todo Jack son. He mirado en depósitos, cementerios, cortijos, y en


cualquier sitio que tuviera el mínimo rastro de olor a vampiro: cada propiedad que
Edgington posee, y algunas de sus propios seguidores. No he encontrado trazas de Bill.
Me temo, Sookie, que eso significa que Bill está muerto. Finalmente muerto.

Pareció que me golpearon en medio de la frente con un pesado martillo. Mis rodillas
simplemente se doblaron, y si él no se hubiera movido tan rápido como el relámpago,
habría estado en el suelo. Eric se sentó en la silla de la esquina del cuarto, y me juntó en
un bulto sobre su regazo. Él dijo:

-Te he trastornado demasiado. Trataba de ser práctico, y en cambio he sido…

-Brutal. -Sentí correr un chorrito de lágrimas por cada ojo.

La lengua de Eric salió fuera, y sentí un diminuto rastro de humedad cuando él lamió
mis lágrimas. Parece que a los vampiros simplemente les gusta cualquier fluido del
cuerpo, si ellos no pueden conseguir sangre, y esto no me molestó en particular. Me
sentí contenta que alguien me sostuviera de modo consolador, aunque fuera Eric. Yo me
hundí más profundo en la miseria mientras Eric gastó unos momentos pensando.

-El único lugar que no he comprobado es la casa de Russell Edgington —su mansión,
con sus dependencias. Sería asombroso si Russell fuera lo bastante imprudente como
para tener a otro vampiro preso en su propia casa. Pero ha sido rey durante cien años.
Podría ser que él fuera tan confiado. Tal vez podría moverme sobre la pared, pero no
saldría otra vez. Las tierras son patrulladas por Lobatos. Es muy improbable que
consigamos acceso a un lugar tan seguro, y él no nos invitará excepto en circunstancias
muy especiales. -Eric deja caer la bomba. -Creo que debes decirme lo que sabes sobre el
proyecto de Bill.

-¿Para eso fue todo esto de sostenerme y ser amable? -Estaba furiosa. -¿Quieres
conseguir alguna información de mí? -Brinqué, revivificada por la ira.

El mismo Eric saltó también e hizo todo lo posible por intimidarme.

-Pienso que Bill está muerto, -dijo él. -Y trato de salvar mi propia vida, y la tuya, mujer
estúpida. -Eric sonó igual de enojado como yo estaba.

-Encontraré a Bill, -dije, enunciando cada palabra con cuidado.

No estaba segura como iba a llevar a cabo esto, pero haría un poco de espionaje muy
bueno esta noche, y algo aparecería. No soy ninguna Pollyanna28 , pero siempre he sido
optimista.

-No puedes hacerle ojitos a Edgington, Sookie. Él no está interesado en mujeres. Y


sospecharía si yo coqueteo con él. Un vampiro que se aparea con otro—es inusual.
Edgington no ha llegado donde está siendo crédulo. Tal vez su segundo, Betty Joe,
estaría interesada en mí, pero ella también es una vampira, y la misma regla se aplica.
No puedo decirte cuán insólita es la fascinación de Bill con Lorena. De hecho,
desaprobamos a los vampiros que aman a otros de nuestra clase.
28
Pollyanna, modismo estadounidense para significar una persona tontamente, absurdamente, ciegamente optimista. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

No hice caso de sus dos últimas oraciones.

-¿Como averiguaste todo esto?

-Me encontré anoche con una vampira jóven, su novio también ha ido a fiestas en el
lugar de Edgington.

-Oh, ¿él es bi?

Eric se encogió de hombros.

-Él es un hombre-lobo, así que adivino que sera doble-natura en más de un modo.

-Pensé que tampoco los vampiros salían con hombre-lobos.

-Ella esta siendo perversa. A los jóvenes les gusta experimen tar.

Puse los ojos en blanco.

-¿De modo, qué tu crees que tengo que concentrarme en la adquisición de una
invitación para la mansión de Edgington, porque no hay ninguna otra parte en Jack son
donde pueden tener escondido a Bill?

-Él podría estar en otra parte de la ciudad, -dijo Eric con cautela. -Pero no lo creo. La
posibilidad es endeble. Recuerda, Sookie, ellos lo han tenido durante días.

Cuando Eric me vio, lo que vi en su cara fue lástima.

Esto me aterró más que nada.


Club Muerto Charlaine Harris

Capítulo 9
Tenía el inestable y estremecedor sentimiento, que precede al andar hacía el peligro.
Esta era la última noche que Alcide podría ir al Club Muerto: Terence había sido
definitivo al advertirle que se mantuviera lejos. Después de esta noche, si me
permitieran entrar en el club cuando Alcide no me escoltaba, estaría sola.

Cuando me vestí, me encontré deseando ir a un bar vampiro ordinario, del tipo donde la
gente normal iba para mirar a los no-muertos. Fangtasia, el bar de Eric en Shreveport,
era tal lugar. Las gentes llegarían en escursión, harían una noche de llevar puesto todo
en negro, tal vez bebiendo una poca de sangre falsa o insertándose algunos colmillos
falsos con sabor a queso. Ellos contemplarían a los vampiros cuidadosamente dispersos
en todas partes de el bar, y se estremecerían ante su propio audacia. De tanto en tanto,
uno de estos turistas andaría a través de la línea que los mantenía seguros. Tal vez haría
un pase hacía uno de los vampiros, o tal vez le faltaría al respeto a Chow, el cantinero.
Entonces, quizás aquel turista averiguaría en que follón se metió.

En un bar como el Club Muerto, todas las cartas estaban sobre la mesa. Los humanos
eran los adornos, los dispensables. Los supernaturales eran los indispensables.

Había estado excitada a esta hora la noche anterior. Ahora sólo sentí una especie de
distante determinación, como si estuviera bajo una poderosa droga que me divorciaba
de todas mis emociones más ordinarias. Me puse mis bragas junto con un ligero negro
que Arlene me dio para mi cumpleaños. Sonreí cuando pensé en mi amiga pelirroja y su
increíble optimismo acerca de los hombres, aún después de cuatro matrimonios. Arlene
me diría disfrutar cada minuto, cada segundo, con cada gramo de entusiasmo que
pudiera reunir. Ella me diría que nunca sabía a que hombre podría encontrar, tal vez esta
noche sería la noche mágica. Tal vez la ropa interior de ligas cambiaría el curso de mi
vida, Arlene me diría.

No puedo decir exactamente que reuní una sonrisa, pero me sentí un poco menos severa
cuando deslice mi vestido sobre mi cabeza. Era de color champán. No había mucho. Me
puse tacones negros y pendientes largos e intente decidirme si mi viejo abrigo se vería
demasiado horrible, o si debería congelarme el culo en aras de la vanidad. Mirand o el
abrigo azul de tela tan usado, suspiré. Lo llevé a la sala de estar sobre mi brazo. Alcide
estaba listo, esperándome de pie en medio del cuarto. Igual que registré el hecho que
parecía claramente nervioso, Alcide sacó una de las cajas envueltas del mo ntón que él
había coleccionado durante su compra de la mañana. Tenía aquella mirada tímida en su
cara, la misma que había tenido cuando volvió al apartamento.

-Siento que te debo esto, -dijo él. Y me dio una caja grande.

-¡Ah, Alcide! ¿Me compraste un regalo? –Ya sé, ya sé, estaba de pie como mema
sosteniendo la caja. Pero tienen que entender, esto no es algo que me pase muy a
menudo.

-Ábrelo, -dijo él bruscamente.


Club Muerto Charlaine Harris

Arrojé el abrigo en la silla más cercana y desenvolví el regalo torpemente—no estaba


acostumbrada a mis uñas falsas. Después de un poco de maniobra, abrí la caja con papel
blanco para descubrir que Alcide había sustituido mi abrigo de la noche. Saqué el
rectángulo largo despacio, saboreando cada momento. Era hermoso; un aterciopelado
mantón negro con abalorios en los extremos. No pude menos que darme cuenta que esto
costó cinco veces más de lo que gasté por el chal que fue dañado.

Estaba sin palabras. Casi nunca me pasa. Pero no recibo demasiados regalos, y no los
tomo a la ligera. Me envolví alrededor del terciopelo, disfrutando de la sensación de
ello. Froté mi mejilla contra él.

-Gracias,- dije, mi voz se quebró .

-De nada, -dijo él. -Dios, no llores, Sookie. Quería hacerte feliz.

-Soy feliz, -dije. -No voy a llorar. -Contuve las lágrimas, y fui a verme en el espejo en
mi cuarto de baño. -Oh, es hermoso, -dije, con el corazón en mi voz.

-Bueno, me alegro que te guste, -dijo Alcide bruscamente. -Pensé que era lo menos que
podía hacer. -Él arregló el mantón de modo que el material cubriera las señales rojas
llenas de costras, sobre mi hombro izquierdo.

-No me debías nada, -dije. -Soy yo quién esta en deuda. -Podría decir que esto que dije a
Alcide lo preocupó tanto como mis lágrimas. –Venga, vámonos, -dije. -Vayamos al
Club Muerto. Esta noche descubriremos todo, y nadie saldrá lastimado.

Lo que demuestra que no tengo buena intuición.

***

Alcide llevaba puesto un traje diferente y yo un vestido diferente, pero Josephine´s


parecía exactamente igual. Acera desierta, atmósfera opresora. Esta noche era incluso
mas fría, lo suficiente para poder ver mi aliento en el aire, bastante fría para hacerme
estar patéticamente agradecida por el calor del aterciopelado mantón. Esta noche,
Alcide prácticamente brincó de la camioneta hacía el toldo, sin ayudarme a bajar, y
luego se quedó de pie ahí esperándome.

-Luna llena, -él explicó concisamente. -Será una noche tensa.

-Lo siento, -dije, sintiéndome indefensa. -Debe ser terriblemente duro para ti.

Si no lo hubieran obligado a acompañarme, él podría haber estado dando saltos por los
bosques persiguiendo ciervos y conejitos. Él desechó mi disculpa.

-Siempre queda mañana por la noche, -dijo. -Esto es casi tan bueno. -Pero él irradiaba
tensión.
Club Muerto Charlaine Harris

Esta noche no me sobresalté tanto cuando la camioneta rodó lejos, por lo visto sola, y
no temblé ni cuando el Sr. Hob abrió la puerta. No puedo decir que el trasgo pareció
contento de vernos, pero tampoco sabía lo que la expresión de su cara ordinariamente
significaba. Así que él podría haber estado dando piru etas emocionales de alegría, y yo
no lo sabría.

De alguna manera, dudé que él estuviera entusiasmado sobre mi segunda visita en su


club. ¿Sería el dueño? Era difícil imaginar al Sr. Hob llamar a un club ―Josephine's‖.
―Perro Putrefacto‖, tal vez, o ―Gusanos Ardientes‖, pero no ―Josephine's‖.

-No queremos problemas esta noche, -Sr. Hob nos dijo en tono grave. Su voz era
desigual y oxidada, como si no hablara mucho, y no disfrutara de ello cuando lo hacía.

-No fue culpa de ella, -dijo Alcide.

-De todas formas, -Hob dijo, y lo dejó en esto. Probablemente sintió que no tenía que
decir algo más, y tenía razón. El pequeño trasgo lleno de bultos sacudió su cabeza hacía
un grupo de mesas que habían sido empujadas juntas. -El rey los espera.

Los hombres se pusieron de pie cuando llegue a la mesa. Russell Edgington y su amigo
especial Talbot afrontaban la pista de baile; y frente de ellos estaban un viejo (bien, él
fue hecho no-muerto cuando era viejo) vampiro, y una mujer, que desde luego se quedó
sentada. Mi mirada paso sobre ella, regreso, y chillé con deleite.

-¡Tara!

Mi amiga de la escuela secundaria gritó en respuesta y saltó para incorporarse. Nos


dimos la una a la otra un abrazo frontal de lleno, en lugar del medio abrazo ligeramente
menos entusiasta que era nuestra norma. Aquí en el Club Muerto, ambas éramos
forasteras en una tierra extraña.

Tara, quién es varias pulgadas más alta que yo, tiene el pelo oscuro junto con ojos y piel
olivácea. Llevaba puesto un vestido oro-y-bronce de manga larga que brilló cuando ella
se movió, y se veía mas espigada por los tacones altos. Ella había alcanzado la altura de
su cita.

En el momento que me desenganchaba del abrazo y le daba una cariñosa palmadita, me


di cuenta que Tara iba a hacer la peor cosa que podía suceder. Entré en su mente, y leí
con toda claridad que estaba a punto de preguntarme por qué iba con alguien que no era
Bill.

-¡Ven amiga, vamos al tocador durante un segundo! -Dije alegremente, ella pilló su
bolso dando a su cita una sonrisa perfecta con ambos ingredientes; promesa y pesar.

Dirigí a Alcide un gesto, pedí a los otros señores disculparnos, y anduvimos


enérgicamente a los servicios, que estaban en el pasillo que conducía a la puerta de
atrás. El servicio de señoras estaba vacío. Presioné mi espalda contra la puerta para no
dejar pasar a otras mujeres. Tara me miro con su cara iluminada por preguntas.

-Tara, por favor, no digas nada acerca de Bill o algo sobre Bon Temps.
Club Muerto Charlaine Harris

-¿Quieres decirme por qué?

-Es sólo que … -traté de pensar en algo razonable, no pude. -Tara, me costará mi vida si
lo haces.

Ella se movió nerviosamente, y me miro fijamente. ¿Quién no? Pero Tara había pasado
por mucho en su vida, era un pájaro herido, si, pero resistente.

-Estoy tan feliz de verte aquí, -dijo ella. –Me sentía muy sola entre esta multitud.
¿Quién es tu amigo? ¿Qué es él?

Siempre olvidaba que otras gente no podían percatarse. Y a veces casi olvidaba que otra
gente no sabía sobre Lobatos y Adaptos.

-Él es un topógrafo, -dije. -Vamos, te presentaré.

-Lamento que nos marcháramos tan rápidamente, -dije, sonriendo alegremente a todos
los hombres. -Olvidé mis maneras. -Introduje a Tara con Alcide, que pareció
apropiadamente apreciativo. Luego llegó el turno de Tara.

-Sook, este es Franklin Mott.

-Un placer conocerle, -dije, y extendí mi mano antes de que realizara mi metida de pata.
Los vampiros no se dan la mano. -Pido perdón, -dije a toda prisa, y le di un gesto con la
mano a cambio. -¿Vive usted aquí en Jack son, Sr. Mott? –Estaba resuelta de no
avergonzar más a Tara.

-Por favor, llámeme Franklin, -dijo él. Tenía una maravillosa voz suave con un acento
ligeramente italiano. Cuando murió, probablemente había estado a finales de sus
cincuenta o a principios de sus sesenta; su pelo y bigote eran de color gris hierro, y su
cara tenía arrugas. Él parecía vigoroso y muy masculino. -Sí, lo hago, pero poseo un
negocio que tiene una licencia en Jack son, una en Ruston, y una en Vicksburg. Conocí a
Tara en una reunión de Ruston.

Gradualmente progresamos a través del hacer-si-hacer-no social hasta que quedamos


organizados, explicar a los hombres como Tara y yo asistimos juntas a la escuela
secundaria, y ordenar las bebidas. Todos los vampiros, desde luego, ordenaron sangre
sintética, y Talbot, Tara, Alcide, y yo p edimos bebidas varias. Decidí que otro cóctel de
champán estaría bien. La camarera, una adapto, se movía de un modo raro, casi
escabulléndose, y no pareció inclinada de charlar mucho. La noche de luna llena se
hacía sentir de todas las formas.

Había mucho menos de los doble-natura en el bar esta noche de ciclo lunar. Me alegré
de ver que Debbie y su prometido faltaban, y había sólo un par de lobatos motoristas.
Había más vampiros, y más humanos. Me pregunté como los vampiros de Jack son
guardaban este bar en secreto. ¿Entre los humanos que venían con Supes, seguramente
uno o dos estarían inclinados a dirigirse a un reportero, o decirle a un grupo de amigos
sobre la existencia de el bar?
Club Muerto Charlaine Harris

Pregunté a Alcide, y él dijo quedamente;

-El bar te hechiza. Tú no serías capaz de decirle a alguien como llegar aunque lo
intentaras.

Tendría que experimentar con aquello más tarde, a ver si eso funcionaba conmigo. Me
pregunte quién haría el bastidor del hechizo, o como sea que lo llamaran. Si podía creer
en vampiros, hombre-lobos y adaptoformas, no estaba tan cerrada como para no creer
en brujas.

Yo estaba entre Talbot y Alcide, así que por vía de conversación pregunté a Talbot
acerca del hechizo. Talbot no pareció contrario a la charla conmigo, Alcide y Franklin
Mott descubrieron que tenían conocidos en común. Talbot llevaba encima demasiada
colonia, pero no se lo critico. Talbot era un hombre enamorado, y además, era un adicto
al sexo vampirico… los dos estados no siempre van combinados. Él era un hombre
despiadado, inteligente que no conseguía entender como su vida había tomado un giro
tan exótico. (Él era un gran emisor, también, que era por lo qué yo podía leer tanto de su
vida.)

Él me repitió la historia de Alcide sobre el hechizo en el bar.

-Pero como es mantenido en secreto lo que pasa aquí, eso es diferente, -dijo Talbot,
como si consideraba una respuesta larga y una respuesta corta. Vi su cara agradable,
apuesta y me recordé que él sabía que Bill estaba siendo torturado, y no le importaba.
Deseé que él pensara en Bill otra vez, así podría aprender más; al menos sabría si Bill
estaba muerto o vivo. -Bien, señorita Sookie, lo que pasa aquí es guardado en secreto
por medio de terror y castigo.

Talbot dijo esto con fruición. Se regodeaba con eso. Le gustaba haber sido quién ganara
el corazón de Russell Edgington, un ser que podía matar fácilmente, que merecía ser
temido.

-Cualquier vampiro o lobato—de hecho, cualquier clase de criatura sobrenatural, y


usted no ha visto muchos de ellos, creo —que trae a un humano es responsable del
comportamiento de aquel humano. Por ejemplo, si usted decidiera marcharse de aquí
esta noche y llamar a un periódico popular, sería el deber ineludible de Alcide rastrearla
y matarla.

-Ya veo. -Y en efecto, lo hice. –Y, ¿si Alcide no pudiera obligarse a sí mismo a hacer
esto?

-Entonces su vida sería la multa, y se encargaría a uno de los cazadores a sueldo hacer el
trabajo.

¡Jesucristo Bendito!

-¿Hay cazadores a sueldo? -Alcide podría haberme dicho más de lo que me dijo; fue un
descubrimiento desagradable. Mi voz puede haber estado un poco enronquecida.
Club Muerto Charlaine Harris

-Seguro. En esta área son los lobatos quiénes llevan puesto la chamarra de motoristas.
De hecho, ellos estaban haciendo preguntas por el bar esta noche porque… - Su
expresión afilada, se hizo sospechosa. -¿Vio al hombre que la molestaba… otra vez
anoche ? ¿Después que dejó el bar?

-No, -dije, diciendo técnicamente la verdad. No lo había visto anoche. No sabía lo que
Dios pensaba acerca de verdades técnicas, pero también calculé que él esperaba que yo
salvara mi propia vida. -Alcide y yo, nos fuimos derecho al apartamento. Estaba
bastante disgustada.

Desvié mis ojos como si fuera una chica recatada que no tenía la costumbre de
acercamientos en bares, lo que estaba también unos cuantos pasos lejos de la verdad.
(Aunque Sam contenga tales incidentes a un mínimo, y era extensamente conocido que
yo estaba loca y por lo tanto era indeseable, seguro que tuve que enfrentarme con algún
agresivo avance ocasional, así como una cierta cantidad de pases poco entusiastas de
tipos que estaban tan borrachos como para preocuparse por que supuestamente, yo
estuviera loca.)

-Usted fue tan valerosa cuando pareció que iba a haber una lucha, -observó Talbot.
Talbot pensaba que mi coraje de anoche no concordaba con mi comportamiento
recatado esta noche. Joder, había exagerado mi papel.

-Valerosa es la palabra para Sookie, -Tara dijo. Esto fue una interrupción bienvenida. -
¡Cuándo bailamos juntas sobre un escenario, hace aproximadamente un millón de años,
ella fue la valiente, no yo! Yo temblaba dentro de mis zapatos.

Gracias, Tara.

-¿Tú bailabas? -preguntó Franklin Mott, su atención atrapada por la conversación.

-Oh, sí, y ganamos la competición de talento, -Tara le dijo. –De lo que no nos
percatamos, hasta que nos graduamos y tuvimos un poco de experiencia en el mundo,
fue que nuestra pequeña rutina realmente era, ah…

-Sugestiva, -dije, llamando las cosas por su nombre. -Éramos las chicas más inocentes
en nuestra pequeña escuela secundaria, y allí estábamos con esta rutina de baile que
copiamos directamente de MTV 29 .

-Nos tomó años entender por qué el director sudaba con tanta fuerza, -Tara dijo, su
sonrisa pícaramente encantadora. -De hecho, déjame ir a ver al disc-jock ey ahora
mismo.

Ella se levanto y se encamino rumbo el vampiro que había establecido su engranaje


sobre la pequeña etapa. Él se inclinó y escuchó atentamente, y luego él asintió.

-Ah, no. -Yo iba a estar horriblemente avergonzada.

-¿Qué? -Alcide estaba divertido.

29
MTV, canal televisivo dedicado exclusivamente a la transmisión de videos y cosas relacionadas con el mundo de la música. (N. de
T .)
Club Muerto Charlaine Harris

-Ella va a hacernos repetirlo una vez más.

Por supuesto, Tara regreso radiante por entre la muchedumbre para recogerme. Había
pensado en veinticinco buenas razones para no hacer lo que ella quería cuando agarró
mis manos y me puso de pie. Era evidente que el único modo d el que podría salir de
esta debía ser hacía adelante. Tara tenía puesto su corazón en esta exhibición, y Tara era
mi amiga. La muchedumbre abrió cancha cuando "Love Is a Battlefield 30 " de Pat
Benatar comenzó a sonar.

Desafortunadamente, recordé cada empujón y giro, cada golpe de cadera.

En nuestra inocencia, Tara y yo planeamos nuestra rutina casi como el patinaje artístico
de parejas, nos tocábamos (o muy cerca de) durante todo el baile. ¿Podría haberse
mirado más bien como algún acto lesbiano realizado en un bar de stripper 31 ? Más o
menos. No que hubiera estado alguna vez en un bar stripper, o una casa de películas
porno; pero asumo que la subida de la lujuria comunal que sentí en Josephine´s esa
noche era similar. No me gustó ser el objeto de ello —sin embargo, descubrí que sentí
una cierta inundación de poder.

Bill informo a mi cuerpo sobre el buen sexo, y estaba segura que ahora bailé como si
supiera gozar del sexo—y Tara también. De un modo perverso, teníamos un momento
de ―soy la mujer, siéntanme rugir‖. Y, por diosito, el amor es un campo de batalla.
Benatar tuvo razón sobre esto.

Nosotras teníamos en el borde al auditorio, Tara aferro mi cintura, para los últimos
movimientos, bombeamos nuestras caderas en armonía, y trajimos nuestras manos hacía
abajo como si barrieran el suelo. La música se detuvo. Hubo un diminuto segundo de
silencio, y luego muchos aplausos y silbidos.

Los vampiros pensaron en la sangre que fluía por nuestras venas —especialmente
aquellas arterias principales en nuestros muslos interiores—estaba segura por las
miradas hambrientas sobre sus caras. Y podía oír que los hombre-lobo imaginaban que
tan bien sabríamos. Así que me sentí bastante comestible cuando hice mi camino de
regreso a nuestra mesa. Tara y yo fuimos felicitadas a lo largo del camino, y recibimos
muchas invitaciones. Me sentí medio tentada a aceptar la oferta de baile de una vampira
morena de pelo rizado que era más o menos de mi tamaño y mona como un conejito.
Pero sólo sonreí y seguí caminando.

Franklin Mott estaba deleitado.

-Ah, lo hiciste fabuloso, -él dijo cuando sostuvo la silla de Tara para ella.

Alcide, observé, permaneció sentado y frunció el ceño hacía mí, forzando a Talbot a
inclinarse y sacar mi silla para mí con una cortesía torpe e improvisada. (Él consiguió
una caricia de Russell sobre el hombro por su gesto.)

30
Love is a Battlefield = El Amor es un Campo de Batalla. (N. de T .)
31
Stripper, persona que eróticamente remueve su ropa en publico, generalmente a ritmo de la musica. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

-No puedo creer chicas que no las expulsaron, -dijo Talbot, cubriendo el momento
torpe. Nunca supuse que Alcide fuera un imbécil posesivo.

-No teníamos ninguna pista, -Tara protestó, riéndose. -Ninguna. No podíamos entender
el alboroto qué creaba.

-¿Qué mosca te pico? -Pregunté a Alcide, muy quedamente.

Pero cuando lo escuché con cuidado pude identificar la fuente de su insatisfacción. Él


resentía el hecho que me había reconocido que tod avía tenía a Debbie en su corazón,
porque si no haría un decidido esfuerzo por compartir mi cama esta noche. Él se sentía
tanto culpable como enojado sobre esto, ya que era luna llena—momento para pensar en
ello. De alguna manera su tiempo del mes.

-No estás buscando a tu novio con tanto ahínco, ¿verdad? -él dijo con frialdad, en un
matiz repugnante.

Fue como si él me hubiera lanzado un cubo de agua fría a la cara. Fue un choque, y me
dolió terriblemente. Las lágrimas asomaron en mis ojos. Fue también completamente
obvio para cada uno en la mesa que él dijo algo para trastornarme.

Talbot, Russell, y Franklin dirigieron sendas miradas prácticamente cargadas de


amenaza a Alcide. La mirada de Talbot era un débil eco de su amante, así que podía ser
desatendida, pero Russell era el rey, después de todo, y Franklin por lo visto era un
vampiro influyente. Alcide recordó donde estaba y con quiénes.

-Perdóname, Sookie, me sentí celoso, -dijo él, lo bastante alto para que todos en la mesa
pudieran oírlo. -Fue realmente interesante.

-¿Interesante? -Dije, de manera tan ligera como pude. En ese momento estaba
condenadamente furiosa. Pasé mis dedos por su pelo cuando me incliné a su silla. -
¿Sólo interesante?

Nos sonreímos falsamente el uno al otro, pero los demás s e lo tragaron. Tuve ganas de
agarrar un puñado de aquel pelo negro y darle un tremendo tirón. Él no sería un
adivinador del pensamiento como yo, pero pudo leer aquel impulso alto y claro. Alcide
tuvo que obligarse a no hacer una mueca.

Tara volvió otra vez a preguntarle a Alcide por su ocupación—Dios la bendiga—y así
otro momento torpe pasó inocuamente. Empujé mi silla un poco hacía atrás del círculo
alrededor de la mesa y deje a mi mente vagar. Alcide tenía razón acerca del hecho que
tenía que estar trabajando, en lugar de divertirme; pero no vi como podría haber
rechazado hacer esto con Tara cuando ella lo disfrutó tanto.

Un movimiento entre los cuerpos que atestaban la pequeña pista de baile me dio un
vislumbre de Eric, que se apoyaba contra la pared detrás de la pequeña pista. Sus ojos
estaban sobre mí, y estaban llenos de calor. Allí había alguien que no estaba enojado
conmigo, alguien que disfrutó nuestra pequeña rutina con el espíritu con el cual fue
ofrecida.
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Eric se veía bastante mono con traje y lentes. Los lentes lo hacían parecer de alguna
manera menos amenazante, decidí, y giré mi mente al negocio. Algunos Lobatos y
humanos fueron fáciles de escuchar, más fácil que rastrear el hilo de un recuerdo con su
dueño. Cerré mis ojos para ayudarme a con centrar, y casi inmediatamente atrapé un
trozo de monólogo interior que me sacudió.

“El martirio,” -el hombre pensaba.

Sabía que el pensador era un hombre, y que sus pensamientos venían del área detrás de
mí, el área directamente alrededor de la barra. Mi cabeza comenzó a dar vueltas, y me
paré. Mirar no ayudaría, pero fue un impulso casi irresistible. En cambio miré el suelo,
así los movimientos de los otros parroquianos no me distraerían.

Desde luego, la gente no piensa realmente en oraciones completas. Lo que hago, cuando
explico sus pensamientos detalladamente es traducirlos.

“Cuando muera, mi nombre será famoso, -pensó él. –Ya casi, él esta aquí. Dios, por
favor, déjame salir sin daño. Al menos él está aquí conmigo… espero que la estaca este
bastante afilada”.

Oh, ¡maldición!. La siguiente cosa que supe fue que mis pies se alejaban de la mesa.

***

Me movía poco a poco a lo largo, bloqueando el ruido de la música y las voces así
podría escuchar agudamente lo que estaba siendo dicho silenciosamente. Se pareció al
andar bajo el agua. En la barra, aporreando un vaso de sangre sintética, había una mujer
con pelo maltratado. Llevaba un vestido apretado con una falda de vuelo con volantitos
alrededor. Sus musculosos brazos y amplios hombros se veían bastante extraños con
esté equipo; pero jamás se lo diría, no si quería permanecer como una persona completa.
Tenía que ser Betty Joe Pickard, segunda en jerarquía después de Russell Edgington.
Ella tenía también unos guantes blancos y abombados. Lo único que le hacía falta era un
pequeño sombrero con un medio velo, decidí. Quise apostar a que Betty Joe fue una
gran fanática de Mamie Eisenhower 32 .

Y de pie, detrás de esta formidable vampira, también afrontando la barrra, había dos
humanos. Uno era alto, y de cierta manera extrañamente familiar. Su pelo castaño
entrecano era largo, pero peinado con esmero. El pelo pareció cortado de manera
regular e intencionadamente dejado crecer. El peinado lucía raro con su traje. Su
compañero más corto tenía el pelo negro, reseco y moteado con gris. Éste segundo
hombre llevaba puesto una chaqueta deportiva que tal vez se cayó de algún estánte de
JCPenney33 durante el día de liquidación de saldos.

Y dentro de aquel abrigo barato, en un bolsillo sobre-cosido, él llevaba una estaca.

32
Mamie Eisenhower (Mamie Geneva Doud Eisenhower), fue la esposa del presidente estadounidense Dwight Eisenhower (1953 -
1961). Se caracterizó por sus reposadas maneras y su amor por la ropa y joyas bonitas en tonos pastel. (N. de T .)
33
JCPenney, cadena de tiendas departamentales situadas en grandes complejos comerciales por todo EUA. (N. de T .)
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De manera bastante horrible, vacilé. Si lo detenía, revelaría mi talento escondido, y al


hacerlo desenmascararía mi identidad. Las consecuencias de esa revelación dependerían
de lo que Edgington sabía de mí; por lo visto, él sólo sabía que la nov ia de Bill era una
camarera en Merlotte´s de Bon Temps, pero no su nombre. Por eso había sido libre de
introducirme como Sookie Stackhouse. Si Russell supiera que la novia de Bill era un
telépata, y él descubría que yo era un telépata, ¿quién sabía lo qué pasaría entonces?

Actualmente, me costaba trabajo hacer una conjetura acertada.

Mientras seguía nerviosa, avergonzada y asustada, la decisión fue tomada por mí. El
hombre con el pelo negro metió la mano dentro de su abrigo y el fanatismo que hirvió
dentro de su cabeza alcanzó el tono de fiebre. Él sacó el pedazo largo afilado de madera,
y luego un montón de cosas pasaron.

Grité,“¡ESTACA!” embestí contra el brazo del fanático, agarrándolo desesperadamente


con ambas de mis manos. Los vampiros y su gente giraron en busca de la amenaza, los
adaptos y lobatos, sabiamente, se dispersaron alrededor de las paredes para dejar el área
libre a los vampiros. El hombre alto me golpeó, sus manos grandes aporreaban mi
cabeza y hombros, mientras su compañero de cabellos oscuros siguió enroscando su
brazo, tratando de liberarlo de mi apretón. Él subía y bajaba de un lado al otro el brazo
para arrojarme lejos.

De alguna manera, en el tumulto, mis ojos encontraron aquellos del hombre más alto, y
nos reconocimos el uno al otro. Era G. Steve Newlin, el antiguo líder del
Camaraderismo del Sol, una organización antivampiro militante cuya rama de Dallas,
más o menos, mordió el polvo después de que les fui a hacer una visita. Él iba a decirles
quién era yo, lo sabía, pero tuve que prestar atención a lo que el hombre con la estaca
hacía. Me tambaleé sobre mis talones, tratando de mantenerme de pie, cuando el asesino
finalmente tuvo un golpe de esplendor y transfirió la estaca de su mano derecha
apresada a su mano izquierda que estaba libre.

Perforándome con una mirada final a mi espalda, Steve Newlin se lanzó rumbo a la
salida, y capté un destello de criaturas que saltaban en su búsqueda. Oí muchos aullidos
y chirridos, y luego el hombre moreno regreso su brazo izquierdo y encajó la estaca en
mi cintura sobre mi costado derecho.

Entonces dejé ir su brazo, y eché un vistazo a lo que él me había hecho. Miré de nuevo
sus ojos durante un momento largo, no leyendo nada allí excepto un horror que reflejaba
el mío propio. Luego Betty Joe Pickard balanceó atrás su enguantado puño y lo golpeó
dos veces—boom-boom. El primer golpe quebró su cuello. El segundo rompió su
cráneo. Pude oír la ruptura y crujir de sus huesos.

Y luego cayó al suelo, y como mis piernas se enredaron con él, también caí. Aterrice
sobre mi espalda.

Me quede viendo el techo del bar, el gran ventilador que giraba solemnemente encima
de mi cabeza. Me pregunté por qué el ventilador estaría conectado en medio del
invierno. Vi un halcón volando a través del techo evitando las aletas de ventilador. Un
lobo vino a mi lado, lamió mi cara y gimió, pero dio vuelta y salió corriendo. Tara
gritaba. No era yo. Yo tenía mucho frío.
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Con mi mano derecha, cubrí el punto donde la estaca entró en mi cuerpo. No quise
verla, por que si miraba abajo me asustaría. Podía sentir la humedad creciente alrededor
de la herida.

-¡Llamen al nueve-uno-uno! -Tara gritó mientras aterrizaba sobre sus rodillas al lado de
mí. El cantinero y Betty Joe intercambiaron una mirada encima de su cabeza. Entendí lo
que significaba.

-Tara, -dije, y esto salió como un graznido. –Corazón, todos los adaptos están
cambiando. Es luna llena. La policía no puede entrar aquí, y ellos vendrán si alguien
llama al nueve-uno-uno.

Tara, quién no sabía que tales cosas eran posibles, no pareció registrar la parte de los
adaptos.

-Los vampiros no van a dejarte morir, -Tara dijo con seguridad. -¡Tu acabas de salvar a
uno de ellos!

Yo no estaba tan segura sobre esto. Vi la cara de Franklin Mott encima de Tara. Él me
veía, y pude leer su expresión.

-Tara, -susurré, -tienes que salir de aquí. Esto se está desquiciando, y si hay algún riesgo
de que la policía venga, no puedes estar aquí.

Franklin Mott asintió con aprobación.

-No voy a abandonarte hasta que tengas ayuda, -Tara dijo, su voz llena de
determinación. Bendigo su corazón.

La multitud alrededor de mí consistía en vampiros. Uno de ellos era Eric. No pude


descifrar su cara.

-El rubio alto me ayudará, -dije a Tara, mi voz apenas un susurro.

Señalé con un dedo a Eric. No lo vi por miedo de leer el rechazo en sus ojos. Si Eric no
me ayudaba, sospeché que me quedaría aquí y moriría sobre éste pulido suelo de
madera en un bar vampiro en Jack son, Misisipí.

Mi hermano, Jason, se iba a cabrear.

Tara conoció a Eric en Bon Temps, pero su introducción fue durante una noche muy
estresante. Ella no pareció identificar al alto rubio que encontró esa noche con el alto
rubio que vio esta noche, quién llevaba puesto lentes, un traje y su pelo restirado y
alisado en una trenza.

-Por favor, ayude a Sookie, -le dijo ella directamente, cuando Franklin Mott casi la puso
sobre sus pies.
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-Este jovencito se alegrará de ayudar a tu amiga, -dijo Mott. Él dirigió a Eric una
mirada aguda que le dijo a Eric que más le valía estar condenadamente de acuerdo.

-Desde luego. Soy un buen amigo de Alcide, -dijo Eric, mintiendo sin un parpadeo.

Tomó el lugar de Tara junto a mi, y podría decir que fue después de que estaba sobre
sus rodillas que él atrapo el olor de mi sangre. Su cara se puso aún más blanca, y sus
huesos se destacaron crudamente bajo su piel. Sus ojos ardieron.

-No sabes cuán duro es esto, -me susurró, -el no inclinarse y lamer.

-Si tú lo haces, todos los demás van a hacerlo también, -dije. -Y ellos no sólo van a
lamer, ellos van a morder.

Había un pastor alemán que me contemplaba con luminosos ojos amarillos, justo
delante de mis pies.

-Es la única cosa que me detiene.

-¿Quién eres tú? –preguntó Russell Edgington.

Él dirigió a Eric un vistazo cuidadoso. Russell estaba de pie a mi otro lado, él se inclinó
sobre nosotros dos, luciendo amenazante. Ya había sido intimidada bastante, puedo
decirles, pero no estaba en posición para hacer una maldita cosa acerca de ello.

-Soy un amigo de Alcide, -repitió Eric. -Él me invitó aquí esta noche a conocer a su
nueva novia. Mi nombre es Leif.

Russell podía ver abajo a Eric, ya que Eric estaba arrodillado, y sus dorados ojos negros
penetraron en los azules de Eric.

-Alcide no se relaciona con muchos vampiros, -dijo Russell.

-Soy uno de esos pocos.

-Tenemos que sacar a esta señorita de aquí, -dijo Russell.

Los gruñidos a unos pies de distancia aumentaban con intensidad. Pareció haber un
tumulto de animales reunidos alrededor de algo en el suelo.

-¡Saquen eso de aquí! -rugió Sr. Hob. -¡Fuera por la puerta de atrás! ¡Ustedes saben las
reglas!

Dos de los vampiros levantaron el cadáver, ya que era esto lo que los lobatos y adaptos
reñían, y lo llevaron hacia fuera por la puerta de atrás, seguidos por todos los animales.
Tanto por el fanático moreno.

Sólo esta tarde Alcide y yo acabábamos de eliminar un cadáver. Nunca se nos ocurrió
traerlo al club, y dejarlo en el callejón. Desde luego, éste estaba fresco.
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- … tal vez ha perforado un riñón, -decía Eric. Yo había estado inconsciente, o al men os
en otra parte, durante unos momentos.

Sudaba copiosamente, y el dolor era insoportable. Sentí un destello de disgusto cuando


me percate que estaba sudando por todas partes mi vestido. Pero, de todos modos,
probablemente el vestido ya se había arruinado por el gran agujero sangriento, ¿¡eh!?

-La llevaremos a mi casa, -Russell dijo, y si no hubiera estado segura que me haría más
daño, podría haberme reído. -La limusina viene en camino. Estoy seguro que una cara
familiar la hará sentirse más cómoda, ¿no estás de acuerdo?

Lo que pensé era que Russell no quiso echarse a perder su traje cargándome. Y Talbot
probablemente no podría ni arrastrarme. Aunque el pequeño vampiro con pelo rizado
negro estuviera allí, y seguía sonriendo, sería espantosamente volumin osa para él …

Y perdí algo de tiempo más.

-Alcide se convirtió en lobo y salió a perseguir al compañero del asesino, -Eric me


decía, aunque no me acordaba de habérselo preguntado. Comencé a decirle a Eric quién
era el compañero, y luego pensé que mejor n o.

-Leif, -refunfuñé, tratando de aprenderme de memoria el nombre. -Leif. Adivino que


mis ligas se ven. ¿Significa esto…?

-¿Sí, Sookie?

… y estuve fuera otra vez. Luego fui consciente que me movía, me percaté que Eric me
llevaba. Nada me había dolido alguna vez tanto en mi vida, y reflexioné, no por primera
vez, que nunca antes había estado en un hospital hasta que conocí a Bill, y ahora parecía
gastar la mitad de mi tiempo golpeada o reponiéndome de ser golpeada. Esto era muy
significativo e importante.

Un lince troto del bar al lado de nosotros. Miré hacia sus ojos dorados. Qué noche
comenzaba a girar para Jack son. Esperé que toda la gente buena decidiera quedarse en
casa esta noche.

Y luego estábamos en la limusina. Mi cabeza descansaba en el muslo de Eric, y en el


asiento frente a nosotros se sentaron Talbot, Russell, y el pequeño vampiro de pelo
rizado. Cuando nos paramos en un semáforo, un bisonte bloqueaba el paso.

-Afortunadamente nadie sale fuera del centro de la cuidad de Jackson durante una noche
de fin de semana en diciembre, -Talbot comentaba, y Eric se rió.

Conducíamos por lo que pareció algo tiempo. Eric alisó mi falda sobre mis piernas, y
apartó mi pelo de la cara. Alcé la vista hacía él, y …

-¿… sabía ella lo qué él iba a hacer? -Talbot preguntaba.

-Ella dijo que lo vio sacar la estaca, -dijo Eric mendazmente, -cuando iba a la barra a
conseguir otra bebida.
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-Por suerte para Betty Joe, -dijo Russell en su cansina voz del Sur. -Adivino que ella
caza todavía al que se escapó.

Entonces entramos por una calzada y nos paramos en una puerta. Un vampiro barbudo
se acercó y miró detenidamente dentro la ventana, viendo a todos los ocupantes con
cuidado. Él estaba mucho más alerta que el indiferente guardia en el bloque de pisos de
Alcide. Oí un zumbido electrónico, y la puerta se abrió. Subimos una calzada (podía oír
el crujir de la grava) y luego llegamos delante de una mansión. Estaba iluminada como
un pastel de cumpleaños, y cuando Eric con cuidado me extrajo de la limusina, pude ver
que estábamos en una casa que iba más allá de la imaginación. Incluso el cobertizo para
autos tenía columnas. Esperé ver a Vivian Leigh descendiendo por la escalera.

Tuve un momento en blanco otra vez, y luego estábamos en el vestíbulo. El dolor


pareció desvanecerse, y su ausencia me dejo mareada.

Como Russell, el dueño de esta mansión, estaba de vuelta fue un acontecimiento


grande, y cuando los habitantes olieron la sangre fresca, fueron doblemente veloces para
llegar a la entrada. Parecía que había aterrizad o en medio de la competición de modelos
para portadas románticas. Nunca había visto tantos hombres lindos concentrados en un
lugar en toda mi vida. Pero podría decir que ellos no eran para mí. Russell se parecía al
vampiro gay estilo Hugh Hefner34 , y esta era la mansión de Playboy35 , con un énfasis en
―boy‖.

-Agua, agua, por todas partes, y yo sin una gota para beber, -dije, y Eric se rió en voz
alta. Por eso me gusta, pensé flotando en una niebla rosa; él me ―capta‖.

-Bueno, la inyección esta surtiendo efecto, -dijo un hombre de pelo blanco con una
camisa deportiva y pantalón con pinzas. Él era humano, y podría haberse hecho tatuar
también un estetoscopio alrededor de su cuello, así de claro se notaba que era doctor.. -
¿Me necesitará usted?

-¿Por qué no se queda un ratito? -Russell sugirió. -Josh le hará compañía, estoy seguro.

No conseguí ver qué tal estaba Josh, porqué Eric ya me llevaba arriba.

-Rhett y Scarlet, -dije.

-No entiendo, -Eric me dijo.

-¿No has visto ―Lo que el Viento se Llevo‖? -Estuve horrorizada. Pero, ¿por qué debería
un vampiro Vikingo haber visto la mística película del Sur? Aunque él leyó La Rima del
Marinero Antiguo36 , por la cual yo sudé la gota gorda en la escuela secundaria. -Tendrás
que mirarla en vídeo. ¿Por qué actúo tan estúpida? ¿Por qué no me asustas?

34
Hugh Hefner, dueño y fundador de la revista Playboy. (N. de T )
35
Playboy, es una revista estadounidense que se especializa en desnudos femeninos. Pero en este caso la protagonista hace un juego
de palabras para definir a los hombres concentrados a su alrededor como chicos-juguetes. Y a la vez enfatizando el ―boy‖ que en
inglés también es una exclamación de gozo, de asombro, da entender cuan agradables los encuentra.‖(N. de T .)
36
The Rhyme of the Ancient Mariner, escrita por Samuel T aylor Coleridge (1772-1834), se caracteriza por estar escrita en un inglés
antiguo y arcaico, incluso para el tiempo en que fue escrita. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

-Aquel doctor humano te dio una gran dosis de droga contra el dolor, -dijo Eric,
sonriéndome. -Ahora te llevo a un dormitorio así podrás ser curada.

-Él está aquí, -dije a Eric.

Sus ojos destellaron previniéndome.

-Russell, sí. Pero me temo que Alcide hizo un mal papel, Sookie. Él corrió en la noche
en pos del otro atacante. Debería haberse quedado contigo.

-Lo voy a joder, -dije expansivamente.

-Ya quisiera, sobretodo después de ver tu danza.

No me sentía bastante bien como para reírme, pero realmente me cruzó por la mente.

-Darme medicina tal vez no fue una gran idea, -dije a Eric. Tenía demasiados secretos
que guardar.

-Estoy de acuerdo, pero me alegro que ya no te duela.

Entonces llegamos a un dormitorio, y Eric me depositó sobre... ¡Dios mío! una cama
imperial. Él aprovecho la oportunidad para susurrarme; ―Ten cuidado‖, en mi oído. Y
traté de meterme esto dentro de mi cerebro atascado con medicina. Podía soltar el hecho
de saber, más allá de toda duda, que Bill estaba en algún sitio cerca de mí.
Club Muerto Charlaine Harris

Capítulo 10
Noté que había una verdadera multitud en el dormitorio. Eric me recostó sobre la cama,
que era muy alta, necesitaría un taburete para bajar. Pero sería conveniente para la
curación, escuche comentar a Russell, y comencé a preocuparme en que constituiría ―la
curación‖. La vez pasada que estuve implicada en una ―curación‖ vampiro, el
tratamiento no fue exactamente lo que uno podría llamar tradicional.

-¿Qué va a suceder? -Pregunté a Eric, quién se puso al lado izquierdo de la cama, el


lado del cual no estaba herida.

Pero fue el vampiro, quién tomó su lugar a mi derecha, el que contestó. Él tenía una cara
larga, caballuna, sus cejas rubias y pestañas eran casi invisibles contra su p alidez. Su
pecho desnudo estaba casi lampiño. Llevaba puesto un par de pantalones, que sospeché
eran de vinilo. Incluso en invierno, deben ser, um, irrespirables. No me gustaría tener
que pelarlo fuera de esos pantalones untados. La gracia mas resaltable d e éste vampiro
era su pálido y encantador pelo lacio de color del maíz blanco.

-Señorita Stackhouse, este es Ray Don, -dijo Russell.

-¿Como la gira?. -Los buenos modales te darán la bienvenida dondequiera, mi Abue me


decía siempre.

-Encantado de conocerla, -respondió correctamente. También, él había sido educado


correctamente, aunque ni idea de cuando fue. -No voy a preguntarle como esta usted, el
motivo es que puedo ver que consiguió un gran agujero a un costado.

-De lo más irónico, ¿no es cierto? que fuera el humano quién fue estacado, -dije
socialmente. Esperaba volver a ver al doctor otra vez, porque seguro que querría
preguntarle lo que él me había dado. Valía su peso en oro.

Ray Don me dirigió una mirada dudosa, y me di cuenta que acababa de sacarlo de su
cómoda zona conversacional. Tal vez podría obsequiarle a Ray Don un calendario con
Palabra del Día, como Arlene me daba cada Navidad.

-Te diré lo que va a ocurrir, Sookie, -dijo Eric. -Tú sabes que cuándo comenzamos a
alimentarnos y nuestros colmillos salen, ¿liberan un pequeño anticoagulante?

-Um-aha.

-Y cuando estamos listos para terminar de alimentarnos, los colmillos liberan un


pequeño coagulante y un pequeño rastro de el, el…

-¿La cosa que ayuda a todos ustedes a curarse tan rápido?

-Sí, exactamente.

-Así que, Ray Don ¿va a qué?


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-Ray Don, dicen sus compañeros de nido, tiene un suministro suplementario de todos
estos productos químicos en su cuerpo. Este es su talento.

Ray Don sonrió radiante. Él estaba orgulloso de eso.

-Así que comenzará el proceso con un voluntario, y cuando él se haya alimentado,


comenzará a limpiar tu herida y a curarla.

Lo que Eric había dejado fuera de esta narrativa era que en algún punto durante este
proceso, la estaca iba a tener que salir, y que ninguna medicina en el mundo podría
impedir que doliera como un hijo de puta. Me di cuenta esto en uno de mis pocos
momentos de lucidez.

-Vale, -dije. –Comencemos las función.

El voluntario resulto ser un humano adolescente rubio y delgado, que no era más alto
que yo y probablemente tampoco más amplio de hombros. Él pareció estar bastante
deseoso. Ray Don le dio un gran beso antes de morderlo, sin el cual yo la habría pasado
mejor, ya que no estoy por las demostraciones públicas del afecto carnal. (Cuando digo
―gran beso‖, no me refiero a ruidoso, si no a intenso, jadeante, sorbiéndole casi las
amígdalas, vaya.) Cuando ambos estuvieron satisfechos, Güerito inclinó su cabeza a un
lado, y el un poco más alto Ray Don hundió sus colmillos en él. Hubo muchos jadeos
profundos—y hasta para alguien podrida en medicinas como estaba yo, los pantalones
de vinilo de Ray Don no dejaron mucho a la imaginación.

Eric observó sin reacción aparente. Los vampiros parecen en general ser sumamente
tolerantes ante cualquier preferencia sexual; adivino que no existen muchos tabús
cuando uno ha estado vivo durante cientos de años.

Cuando Ray Don retrocedió del Güerito y dio vuelta para afrontarme en la cama, él
tenía su boca sangrienta. Mi euforia se evaporo al instante cuando Eric se sentó sobre la
cama y fijó mis hombros. La Gran Cosa Mala venía.

-Mírame, -exigió él. –Mírame, Sookie.

Sentí hundirse la cama, y asumí que Ray Don se arrodillaba al lado de ella y se
inclinaba a mi herida.

Hubo una boca en la carne rasgada de mi costad o que me sacudió hasta el tuétano de
mis huesos. Sentí que la sangre huía de mi cara y la histeria burbujeaba en mi garganta
al mismo tiempo que mi sangre dejaba la herida.

-¡No lo hagas, Sookie! ¡Mírame! -Eric dijo urgentemente.

Miré abajo para ver que Ray Don aferraba la estaca.

Lo siguiente que él hizo …

Grité repetidas veces, hasta que no me quedo energía. Encontré los ojos de Eric cuando
sentí la boca de Ray Don que chupaba en la herida. Eric sostenía mis manos, y yo
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clavaba mis uñas en él como si estuviéramos haciendo algo más. No le importará,


pensé, hasta que me percate que le corría sangre.

Y muy claro me dijo;

–Déjalo ir, -me aconsejó, y solté mi apretón de sus manos. -No, no a mí, -dijo él,
sonriendo. -Puedes agarrarte a mí mientras quieras. Deja ir el dolor, Sookie. Déjalo ir.
Tienes que ir a la deriva, lejos.

Está fue la primera vez que abandone mi voluntad a alguien más. Cuando lo vi, se
volvió sencillo, me retiré del sufrimiento y la incertidumbre de este extraño lugar.

***

La siguiente cosa que supe, era que estaba despierta. Estaba metida en la cama, acostada
boca arriba, mi vestido—otrora hermoso—quitado. Llevaba puesta todavía mi ropa
interior de encaje beige, lo que era bueno. Eric estaba en la cama conmigo, lo que no era
bueno. Realmente estaba haciendo un hábito de esto. Él descansaba sobre un lado, su
brazo envolviéndome, una pierna cruzada sobre las mías. Su pelo estaba entremezclado
con mi pelo, y los hebras eran casi indistinguibles, nuestro color era tan similar.
Contemplé esto por un ratito, en una especie de nebuloso estado a la deriva.

Eric estaba en su tiempo de indisponibilidad. Él estaba en aquel estado absolutamente


inmóvil en el cual los vampiros se retiran cuando no tienen nada más que hacer. Esto los
refresca, pienso, reduce el desgaste del mundo que pasa sin cesar, año tras año, lleno de
guerras, hambre e invenciones que ellos deben aprender como manejar, cambiando
costumbres, convenciones y estilos que deben adoptar a fin de integrarse. Alcé las
mantas para comprobar mi costado. Todavía tenía dolor, pero estaba enormemente
disminuido. Había un círculo grande de tejido sobre el sitio de la herida, quedaría
cicatriz. Estaba caliente, brillante y roja y de alguna manera lustrosa.

-Esta mucho mejor, -Eric dijo, y jadeé. No lo sentí despertarse de su animación


suspendida.

Eric llevaba puestos unos boxers37 de seda. Yo lo había imaginado como un hombre
más casual e informal.

-Gracias, Eric. -No me importo lo débil que soné, pero una obligación es una
obligación.

-¿Por qué? -Su mano suavemente acarició mi estómago.

-Por apoyarme en el club. Por venir aquí conmigo. Por no dejarme sola en medio de
toda esta gente.

-¿Qué tan agradecida estás? -él susurró, su boca se cernió sobre la mía. Sus ojos estaban
muy alertas, y su mirada taladraba dentro de la mía.
37
Boxers, ropa interior masculina, específicamente calzones tipo pantaloncillo. Particularmente sexy. (N. de T .)
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-Eso te arruina, cuando juegas a los dados con algo como esto, -dije, tratando de
conservar mi voz gentil. -No deberías esperar que tenga sexo contigo, sólo porque estoy
en deuda contigo.

-Realmente no me importa el por que tengas sexo conmigo, mientras lo tengas, -dijo él,
igualmente gentil.

Su boca estuvo sobre la mía entonces. A pesar de que intente mantenerme indiferente,
no tuve mucho éxito. Por algo Eric había tenido cientos de años para practicar su técnica
de besos, y los uso para obtener ventaja de ello. Saqué mis manos y rodee sus hombros,
y me avergüenzo de decir que respondí. Tan adolorido y cansado como mi cuerpo
estaba, esto era lo que quería, y mi mente y deseo corrían juntos. Eric estaban en todas
partes, pareció tener seis manos, animando a mi cuerpo a responder con su propio estilo.
Un dedo se deslizó bajo el elástico de mis (mínimas) bragas, y penetro directamente
dentro de mí.

Hice un ruido, y no fue un ruido de rechazo. El dedo comenzó a moverse con un


maravilloso ritmo. La boca de Eric parecía curvarse sobre mi lengua sorbiéndola bajo su
garganta. Mis manos disfrutaban de la lisa piel y los fuertes músculos debajo de ella.

Entonces la ventana voló para abrirse, y Bubba trepo lentamente por ella.

-¡Señorita Sookie! ¡Sr. Eric! ¡Los rastreé hasta acá! -Bubba estaba orgulloso.

-Oh, bien por ti, Bubba, -dijo Eric, terminando el beso. Sujeté con mi mano su muñeca,
y separé su mano. Él permitió que lo hiciera. No soy ni de lejos tan fuerte como el
vampiro más débil.

-Bubba, ¿has estado aquí todo el tiempo? ¿Aquí en Jack son? -Pregunté, una vez que
tuve algunas conexiones neuronales en mi cabeza. Fue algo bueno que Bubba haya
entrado, aunque Eric no pensara igual.

-El Sr. Eric me dijo pegarme con usted, -dijo Bubba simplemente. Él se colocó en una
silla baja tapizada con buen gusto en material floreado. Tenía un bucle oscuro que caía
sobre su frente, y llevaba puesto un anillo de oro en cada dedo. -¿Se hizo mucho daño
en aquel club, señorita Sookie?

-Estoy mucho mejor ahora, -dije.

-Siento no haber hecho mi trabajo, pero aquel pequeño bicho que cuida la puerta no me
dejó entrar. Él pareció no saber quién era yo, si usted puede creer esto.

Ya que él mismo Bubba apenas recordaba quién era él, y su fría un verdadero ataque
cuando lo hacía, tal vez no era sorprendente que un trasgo no estuviera al corriente
sobre la música popular Americana.

-Pero vi al Sr. Eric cargándola, entonces los seguí.

-Gracias, Bubba. Eso fue muy inteligente.


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Él sonrió de una manera floja y tonta.

-Señorita Sookie, ¿qué esta haciendo en la cama con Sr. Eric, si Bill es su novio?

-Esa es verdaderamente una buena pregunta, Bubba, -dije. Traté de sentarme, pero no
pude hacerlo. Hice un pequeño gemido de dolor, y Eric blasfemó en otra lengua.

-Voy a darle sangre, Bubba, -dijo Eric. –Déjame decirte lo que necesito que hagas.

-Seguro -Bubba dijo agradablemente.

-Ya que entraste por la pared y en la casa sin ser detectado, te necesito para buscar en
esta zona. Pensamos que Bill está aquí en algún sitio. Ellos lo tienen preso. No trates de
liberarlo. Es una orden. Vuelve aquí y nos dices cuando lo hayas encontrado. Si ellos te
ven, no corras. Solamente no digas nada. Nada. No sobre mí, o Sookie, o Bill. Nada más
que; ―Hola, mi nombre es Bubba‖.

-Hola, mi nombre es Bubba.

-Muy bien.

-Hola, mi nombre es Bubba.

-Sí. Excelente. Ahora, muévete, y permanece tranquilo e invisible.

Bubba nos sonrió.

-Sí, Sr. Eric. Pero después de esto, tengo que ir y buscar algún alimento .
Toy´hambriento.

-Bien, Bubba. Ve a buscar ahora.

Bubba se volvió a lanzar a través de la ventana, que estaba sobre un segundo piso. Me
pregunté como iba a llegar a tierra, pero si consiguió llegar a la ventana, estaba segura
que podría salir de esto.

-Sookie, -dijo Eric, directo en mi oído. -Podríamos tener una larga discusión sobre el
hecho de que tomes mi sangre, y sé todo lo que tu dirías. Pero el hecho es que, el alba se
acerca. No sé si permitirán que te quedes aquí durante el día o no. Yo tendré que
encontrar refugio, aquí o en otra parte. Te quiero fuerte y capaz de defenderte; al menos
capaz de moverte rápidamente.

-Sé que Bill está aquí, -dije, después de que medite esto durante un momento. -Y sin
importar lo que casi hicimos—gracias a Dios por Bubba—tenemos que encontrar a Bill.
El mejor momento para sacarlo de aquí sería mientras todo ustedes los vampiros están
dormidos. ¿Él puede moverse algo durante el día?

-Si él sabe que está en un grave peligro, puede ser capaz de tambalearse, -dijo Eric,
despacio y pensativamente. -Ahora estoy aún más seguro que necesitarás mi sangre,
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porque necesitarás fuerza. Él tendrá que ser cubierto a fondo. Tendrás que tomar la
manta de esta cama; es gruesa. ¿Cómo conseguirás sacarlo de aquí?

-Aquí es donde tú entras, -dije. -Después de que hagamos esta cosa de la sangre, tu
tienes que ir a buscarme un auto—un auto con una cajuela grande, como un Lincoln 38 o
un Caddy 39 . Y tienes que conseguirme las llaves. Y tendrás que dormir en otra parte.
No querrás estar aquí cuando ellos se despierten y descubran que su prisionero se ha
ido.

La mano de Eric descansaba silenciosamente sobre mi estómago, y todavía estábamos


acostados juntos y abrazados en la cama. Pero la situación se sintió completamente
diferente.

-Sookie, ¿a dónde lo llevarás?

-A un lugar subterráneo -dije inciertamente. -¡Eh, tal vez el estacionamiento de Alcide!


Esto es mejor que estar fuera al descubierto.

Eric se sentó contra la cabecera. Los boxers de seda eran de color azul rey. Él abrió sus
piernas y pude ver el agujero de la entrepierna. Oh, Dios. Tuve que cerrar mis ojos. Él
se rió.

-Siéntate con tu espalda contra mi pecho, Sookie. Te lo hará más cómodo.

Cuidadosamente me apoyo contra él, mi espalda en su pecho, y puso sus brazos


alrededor de mí. Pareció que me recargaba contra una firme almohada fresca. Su brazo
derecho desapareció, y oí un pequeño sonido de crujido. Entonces su muñeca apareció
delante de mi cara con sangre corriendo de dos heridas en su piel.

-Esto te curará de todo, -dijo Eric.

Vacilé, y luego me burle de mí misma por mi tonta vacilación. Sabía que mientras más
sangre de Eric tuviera dentro de mí, él me conocería más. Sabía que esto le daría una
especie de poder sobre mí. Sabía que durante mucho tiempo sería más fuerte, y dado lo
viejo que era Eric, sería muy fuerte. Me curaría, y me sentiría maravillosa. Sería más
atractiva. Por eso los vampiros eran atacados por Desangradores, humanos que
trabajaba en equipos para capturar a los vampiros, encadenarlos con plata, y escurrir su
sangre en frascos, que se vendían por diversas sumas en el mercado negro. Doscientos
dólares era el precio normal por un frasco el año pasado; Dios sabe lo que la sangre de
Eric costaría, ya que él era tan viejo. Proveer la procedencia era definitivamente un
problema para el Desangrador. Desangrar era una ocupación sumamente arriesgada, y
también extremadamente ilegal.

Eric me estaba haciendo un gran regalo.

Nunca he sido lo que podría llamarse remilgosa, gracias a Dios. Cerré mi boca sobre las
pequeñas heridas, y chupé. Eric gimió, y podría decir que nuevamente estaba contento

38
Lincoln, nombre comercial para un lujoso automóvil estadounidense grande y amplio. P roducido por la casa Ford. (N. de T .)
39
Caddy, diminutivo para significar Cadillac un automóvil estadounidense lujoso y amplio. Producido por el grupo General Motors.
(N. de T .)
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de estar en tan estrecho contacto. Él comenzó a moverse un poco, y no hubo mucho que
yo pudiera hacer sobre esto. Su brazo izquierdo me mantenía firmemente abrazada
contra él, y su brazo derecho me alimentaba, después de todo. Era muy difícil no
sentirse envuelta durante el proceso. Pero Eric estaba definitivamente gozándolo, y
desde el momento que con cada chupada me sentía mejor, era difícil argumentar
conmigo misma que esto era una cosa mala de hacer. Traté de no pensar, y traté de no
moverme en respuesta. Recordé el día que había tomado la sangre de Bill porque
necesité la fuerza suplementaria, y recordé la reacción de Bill.

Eric se apretó contra mí aún más duro, y de repen te exclamo, «Ohhhhh», y se relajó por
completo. Inmediatamente sentí una humedad contra mi espalda, tomé una última y
profunda chupada. Eric gimió otra vez, un sonido profundo, gutural, y su boca se
arrastró bajo un costado de mi cuello.

-No me muerdas, -dije.

Conservaba los restos de mi cordura con mucha dificultad. Lo que me excitó, me dije a
mí misma, era mi memoria de Bill; su reacción cuando lo mordí, su intensa excitación.
Eric sólo resultó estar aquí. No podía tener sexo con un vampiro solamente p orque lo
encontraba atractivo, sobre todo con Eric—no cuando existirían consecuencias
extremas. Era sólo que había estado muy ensartada para enumerarme aquellas
consecuencias. Eres un adulto, me dije severamente; los verdaderos adultos no tienen
sexo nada más porque la otra persona es experta y apuesta.

Los colmillos de Eric rozaron mi hombro.

Me lancé fuera de aquella cama como un cohete. Tenía la intención de localizar un


cuarto de baño, abrí la puerta de manera súbita para encontrarme con el vampiro corto y
moreno, el que tenía pelo rizado, que estaba de pie fuera; su brazo izquierdo lleno de
ropa, y su brazo derecho estaba elevado para tocar.

-Bien, mírate, -dijo, sonriendo. Y él seguramente miraba. Por lo visto, él quemaba su


vela por ambos lados.

-¿Necesita hablarme? -Me apoyé contra el marco de puerta, haciendo todo lo posible
por parecer pálida y frágil.

-Sí, después de que cortamos tu hermoso vestido, Russell supuso que necesitarías
alguna ropa. Resulta que tengo esto en mi armario, y ya que so mos de la misma
estatura…

-Oh, -dije apenas. Nunca antes compartí ropa con un tipo. -Bien, muchas gracias. Es
muy amable de su parte. -Y lo era. Él trajo algunas sudaderas (azul- verdosas),
calcetines, un albornoz de seda, y hasta algunas bragas limpias. No quise pensar en esto
muy detenidamente.

-Te ves mejor, -dijo el pequeño hombre. Sus ojos eran admirativos, pero no de un modo
verdaderamente personal. Tal vez sobrestimé mis encantos.

-Estoy muy débil, -dije quedamente. -Me levanté porque iba camino al cuarto de baño.
Club Muerto Charlaine Harris

Los ojos negros de Ricitos llamearon, podría decir que él veía a Eric por encima de mi
hombro. Esta vista definitivamente era más de su gusto, y su sonrisa se hizo
francamente invitadora.

-Leif, ¿te gustaría compartir mi ataúd hoy? -él preguntó, prácticamente aleteando sus
pestañas.

No me arriesgue a dar vuelta para ver a Eric. Había un parche sobre mi espalda que
todavía estaba húmedo. Me sentí de repente asqueada conmigo misma. Había tenido
pensamientos acerca de Alcide, y más que n ada tenía pensamientos sobre Eric. No
estuve contenta con mi fibra moral. No era ninguna excusa saber que Bill me fue infiel,
o al menos esto no era la mayor parte de una excusa. Probablemente tampoco era una
excusa que estándo con Bill había sido acostumb rada al sexo espectacular de manera
regular. O no demasiada excusa.

Era tiempo para volverme a subir mis calcetines morales y comportarme como yo
misma. El sólo pensarlo me hizo sentir mejor.

-Tengo que hacer una diligencia para Sookie, -Eric decía al vampiro de pelo rizado. -No
estoy seguro que volveré antes del amanecer, pero si lo hago, puedes estar seguro que te
buscaré. -Eric coqueteaba de vuelta.

Mientras todo este ingenioso intercambio giraba alrededor mío, me puse el traje de seda,
que era negro, rosado y blanco, todo con flores. Era realmente excepcional. Ricitos echó
un vistazo, y lució más interesado que cuando yo acababa de aparecer en ropa interior.

-Yum, -él dijo simplemente.

-De nuevo, gracias, -dije. -¿Podría decirme dónde esta el cuarto de baño más cercano?

Él señaló en el pasillo una puerta entreabierta.

-Discúlpenme, -dije a ambos, y me recordé, cuando caminaba por el pasillo, andar


despacio y con cuidado como si todavía sufriera dolor. Delante del cuarto de baño,
quizás dos puertas más, pude ver el principio de la escalera. Bien, ahora sabía el camino
a la salida. Lo que realmente era una ventaja.

El cuarto de baño era justo un viejo cuarto de baño normal. Estaba lleno de la cosas que
por lo general crean desorden en los cuartos d e baño: secadores de pelo, rulos calientes,
desodorante, champú, gel para moldear. Algo de maquillaje. Cepillos, peines y navajas
de afeitar.

Aunque el mostrador estaba limpio y ordenado, era obvio que varias personas
compartían el cuarto. Podría apostar que el cuarto de baño personal de Russell
Edgington no se miraba para nada como éste. Encontré algunas horquillas y aseguré mi
pelo encima de mi cabeza, tomé la ducha más rápida de la historia. Ya que había lavado
mi pelo esa mañana, lo que ahora parecía años luz, y le tomaba una eternidad secarse
además, me alegré de saltármelo en favor del enérgico frotado de mi piel con el jabón
perfumado de la jabonera. Había toallas limpias en el armario, lo que fue un alivio.
Club Muerto Charlaine Harris

Estuve de vuelta en el dormitorio después de quince minutos. Ricitos se había ido, Eric
estaba vestido, y Bubba de regreso.

Eric no dijo una palabra acerca del incidente embarazoso que ocurrió entre nosotros. Él
miró el traje apreciativa, pero silenciosamente.

-Bubba tiene investigado el territorio, Sookie, -dijo Eric, claramente citando.

Bubba sonreía con una sonrisa ligeramente ladeada. Él estaba satisfecho consigo
mismo.

-Señorita Sookie, encontré a Bill, -dijo él triunfalmente. -No se encuentra en buena


forma, pero está vivo.

Caí hundida en una silla sin darme cuenta. Fui muy afortunada que estuviera detrás de
mí. Mi espalda estaba todavía derecha—pero de repente, me encontré en esta posición.
Fue una sensación extraña, una más en una noche plagada de ellas.

Cuando fui capaz de pensar en algo más, vagamente noté que la expresión de Eric era
una mezcla desconcertante de cosas: placer, pesar, cólera, satisfacción. Bubba sólo
parecía feliz.

-¿Dónde está él? –Mi voz ni siquiera sonó como la mía.

-Hay un edificio grande atrás de aquí, como un garaje de cuatro autos, pero este tiene
apartamentos encima de él y un cuarto al lado.

A Russell le gustaba tener ayuda a la mano.

-¿Hay allí otros edificios? ¿Podría confundirme?

-Hay una piscina, señorita Sookie, y esta tiene un pequeño edificio directamente ahí
para que la gente pueda cambiarse con bañadores. Y hay un gran cobertizo de
herramientas, pienso que es para eso, pero esta separado del garaje.

Eric dijo:

-¿En qué parte del garaje lo tienen a él?

-El cuarto al lado derecho. Creo que tal vez el garaje solía ser establos, y ese cuarto era
donde ellos guardaban las sillas y demás. No es muy grande. -Bubba dijo.

-¿Cuántos están allí con él? -Eric hacía buenas preguntas. Yo no podía salir de la frase
de Bubba, que Bill estaba todavía vivo y que estaba tan cerca de él.

-Ahora mismo tres de ellos se pusieron allí, Sr. Eric, dos hombres y una mujer. Todos
ellos son vampiros. Ella es la que tiene el cuchillo.

Me encogí dentro de mí.


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-Cuchillo, -dije.

-Sí señora, ella lo ha estado cortado bastante feo.

Este no era el momento para vacilar. Antes estuve orgullosa sobre mí carencia de
remilgos. Este era el momento para demostrarme que me había estado diciendo la
verdad.

-Él ha resistido durante mucho tiempo, -dije.

-Lo ha hecho, -estuvo de acuerdo Eric. -Sookie, iré a conseguir un auto. Trataré de
aparcarlo atrás de los establos.

-¿Piensas que ellos te volverán a dejar entrar?

-Sí, si tomo a Bernard conmigo.

-¿Bernard?

-El pequeño. –Eric me sonrió, aunque su sonrisa estaba un poco torcida.

-¿Te refieres…? Oh, si llevas a Ricitos contigo, ellos te dejarán entrar porque él vive
aquí.

-Sí. Pero deberé quedarme aquí. Con él.

-¿No podrías zafarte, ah, de ello?

-Tal vez, tal vez no. No quiero ser cogido aquí, levantándome, cuando ellos descubran
que Bill se ha ido, y tú con él.

-Señorita Sookie, pondrán hombre-lobos para cuidarlo durante el día.

Simultáneamente ambos vimos a Bubba.

-¿Aquellos hombre-lobos que han estado sobre su rastro?

-Ellos cuidaran a Bill mientras los vampiros van a dormir.

-Pero esta noche es luna llena, -dije. -Ellos estarán hechos polvo cuando asuman su
forma. Si es que al menos se presentan.

Eric me vio con algo de sorpresa.

-Tienes razón, Sookie. Está es la mejor oportunidad que vamos a tener.

Hablamos acerca de ello un poco más; quizás podría actuar muy débil y esconderme en
la casa, a la espera del aliado humano de Eric que llegaría de Shreveport. Eric dijo que
le llamaría en el mismo minuto que saliera del área inmediata, por su teléfono celular.
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Eric comento;

-Tal vez Alcide podría echarte una mano mañana por la mañana.

Tengo que confesarlo, la idea de llamarlo otra vez me tentó. Alcide era grande,
resistente, competente, y algo escondido y débil dentro de mí sugirió que seguramente
Alcide sería capaz de manejar todo mejor que yo. Pero mi conciencia dio una enorme
punzada. Alcide, discutí, no podía continuar implicándose más. Él había hecho su
trabajo. Él tenía que seguir tratando con esta gente de un modo comercial, y estaría
arruinado si Russell se figuraba que tomó parte en la fuga de Bill Compton.

No podíamos perder más tiempo en la discusión, porque sólo faltaban dos horas hasta el
alba. Con muchos detalles todavía sueltos, Eric fue en busca de Ricitos —Bernard—para
solicitarle tímidamente su compañía para la diligencia de obtener un auto. Asumí que él
tendría la intención de alquilarlo, pero si el lugar para alquilar autos estaría abierto a
esta hora, eso era un misterio para mí, aunque Eric no pareció anticipar ningún
problema. Traté de eliminar las dudas de mi mente. Bubba acordó volver a treparse por
la pared de Russell otra vez, como él había entrado, y buscarse un lugar dentro de la
tierra para descansar durante el día. Eric dijo que sólo el hecho que hoy era noche de
luna llena salvó la vida de Bubba, y estuve dispuesta a creerlo. El vampiro que vigilaba
la puerta podría ser bueno, pero no podía estar en todas partes.

Mi trabajo debía ser fingirme débil durante el día, mientras los vampiros se retiraban, y
luego de alguna manera conseguirían sacar a Bill fuera del establo y en la cajuela del
auto que Eric proveería. Ellos no tendrían ninguna razón para detenerme en la salida.

-Es quizás el peor plan que jamás escuche, -dijo Eric.

-Tienes razón en esto, pero es todo lo que tenemo s.

-Usted lo hará grandioso, señorita Sookie, -Bubba me dijo, motivándome.

Esto es lo que necesitaba, una actitud positiva.

-Gracias, Bubba, -dije, tratando de sonar tan agradecida como me sentía. Estaba
energetizada por la sangre de Eric. Sentía que mis ojos disparaban chispas y mi pelo
flotaba alrededor de mi cabeza en un halo eléctrico.

-No te dejes llevar demasiado, -aconsejó Eric.

Él me recordó que esto era un problema común con la gente que ingería la sangre de
vampiro del mercado negro. Ellos intentaban todo tipo de locuras, ya que se sentían tan
fuertes, tan invencibles, y a veces ellos simplemente no estaban a la altura de la hazaña
intentada—como el tipo que trató de luchar contra una pandilla entera a la vez, o la
mujer que cargo contra un tren venidero. Suspiré, tratando de imprimir su advertencia
sobre mi cerebro. Lo que realmente quería hacer era asomarme por la ventana y ver si
podía escalar por la pared hasta la azotea. Guau, la sangre de Eric era formidable 40 . Era

40
Imponente. (N. de T.)
Club Muerto Charlaine Harris

una palabra que nunca había usado antes, pero era exacta. Nunca imaginé la gran
diferencia que habría entre la toma de sangre de Bill y la toma de Eric.

Hubo un golpe en la puerta, y todos nos vimos como si pudiéramos ver a través de la
puerta.

En un tiempo extraordinariamente corto, Bubba estuvo fuera por la ventana, Eric se


sentó en la silla cerca de la cama, y yo estaba en la cama tratando de parecer débil e
inestable.

-Adelante, -llamó Eric con una voz amortiguada, como convenía al compañero de
alguien que se esta recuperando de una herida terrible.

Era Ricitos—es decir, Bernard. Bernard llevaba puestos jeans con un suéter rojo oscuro,
y se veía lo suficientemente bueno como para comérmelo. Cerré mis ojos y me dirigí
una severa conferencia. La infusión de sangre me había vuelto muy liviana.

-¿Cómo está ella? -Bernard preguntó, casi en un cuchicheo. -Su color es mejor.

-Todavía con dolor, pero curándose, gracias a la generosidad de tu rey.

-Él se alegró de hacerlo, -dijo Bernard cortésmente. -Pero él estará, ah, mas complacido
si ella pudiera marcharse mañana por la mañana. Él está seguro que para entonces su
novio estará de vuelta en su apartamento después de que él haya disfrutado de la luna
esta noche. ¿Espero que no parezca demasiado brusco?

-No, puedo entender su preocupación, -dijo Eric, siendo igualmente cortés.

Por lo visto, Russell estaba con miedo que me quedara durante varios días, sacando
provecho de mi acto heroico. Russell, se sentía incomodo teniendo invitados humanos
femeninos, quería que volviera con Alcide, cuando él estaba seguro que Alcide sería
capaz de ocuparse de mí. Russell estaba un poco intranquilo acerca de una mujer
desconocida vagando alrededor de sus dominios durante el día, cuando él y todo su
séquito estarían en su sueño profundo.

Russell tenía toda la razón de preocuparse por esto.

-Entonces iré a conseguirle un auto y lo estacionare en el área trasera de la casa, así


mañana podrá conducir fuera. Si tú puedes arreglar que ella tenga el paso asegurado por
las puertas delanteras—¿asumo que están vigiladas durante el día?—habré cumplido mi
obligación para con mi amigo Alcide.

-Suena muy razonable, -dijo Bernard, dándome una fracción de la sonrisa que él
apuntaba hacía Eric. No se la devolví. Cerré mis ojos cansadamente. -Dejaré dicho esto
en la puerta cuando salgamos. ¿Esta bien ir en mi auto? Es solamente una pequeña y
vieja carcacha, pero nos llevara… ¿a dónde quieres ir?

-Te lo diré cuando estemos en camino. Está cerca de la casa de un amigo mío. Él conoce
a un hombre que me prestará un auto durante un día o dos.
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Bueno, él había encontrado un modo de obtener un auto sin un rastro de papel. Bien.

Sentí movimiento a mi izquierda. Eric se inclinó sobre mí. Sabía que era Eric, porque su
sangre dentro de mí, así me lo informó. Esto fue realmente atemorizante, y esto era por
lo qué Bill me advirtió en contra de tomar la sangre de cualquier otro vampiro aparte de
él. Demasiado tarde. Hice de tripas corazón.

Él besó mi mejilla de una manera casta, estilo-el-amigo-del-novio.

-Sookie, -dijo muy quedamente. -¿Puedes oírme?

Asentí solo un poquito.

-Bien. Escucha, voy a conseguirte un auto. Dejaré las llaves aquí junto a la cama cuando
regrese. Por la mañana, tienes que conducir de aquí devuelta con Alcide. ¿Me
entiendes?

Asentí otra vez.

-¡Adiós!, -dije, tratando de hacer mi voz soñolienta. -Gracias.

-Un placer, -él dijo, y escuche un borde afilado en su voz. Con un esfuerzo, mantuve mi
cara inmóvil.

Es difícil de creer, pero realmente me dormí después de que ellos se marcharon.


Evidentemente Bubba obedeció, y había saltado la cerca para arreglarse un refugio
durante el día. La mansión se puso muy tranquila cuando las juergas de la noche
llegaron al final. Supuse que los hombre-lobos estarían teniendo su último aullido en
algún sitio. Cuando me estaba quedando dormida, me pregunté como les habría ido a
los otros adaptoformas. ¿Qué harían ellos con su ropa? El drama de esta noche en el
Club Muerto fue una especie de chiripa; estaba segura que ellos tenían un
procedimiento normal. Me pregunté donde estaría Alcide. Tal vez él atrapó a aquel hijo
de puta Newlin.

Me desperté cuando oí el ruido de llaves.

-Estoy de vuelta, -dijo Eric. Su voz era muy queda, y tuve que abrir mis ojos un poco
para asegurarme que él estaba realmente allí. –Es un Lincoln blanco. Aparqué fuera del
garaje; no había lugar dentro, lo que es una verdadera lástima. Ellos no me dejarían
acercarme más para confirmar lo que Bubba dijo. ¿Me oyes?

Asentí.

-Buena suerte. -Eric vaciló. -Si puedo desenredarme, te encontraré en el


estacionamiento al oscurecer. Si no estás allí, volveré a Shreveport.

Abrí mis ojos. El cuarto todavía estaba oscuro; podía ver la piel de Eric brillando.
También la mía. Esto me asustó un montón. Acababa de dejar de brillar por tomar la
sangre de Bill (en una situación de emergencia), cuando aquí llegaba otra crisis, y ahora
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relucía como una esfera de discoteca. La vida alrededor de los vampiros era una
continua emergencia, decidí.

-Hablaremos más tarde, -dijo Eric ominosamente.

-Gracias por el auto, -dije.

Eric vio hacía abajo donde estaba yo. Él pareció tener un nervio latiendo sobre su
cuello. Abrí mi boca, y luego la cerré otra vez. Mejor sin comentarios.

-No me gusta tener sentimientos, -dijo Eric con frialdad, y se marchó.

Esa fue una dura línea de salida por todo lo alto.


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Capítulo 11
Había una línea de luz en el cielo cuando me arrastré fuera de la mansión del rey de
Misisipí. Esta mañana era un poco mas cálida, y el cielo no solamente estaba oscuro p or
la noche, si no por la lluvia. Tenía hecho un pequeño atado de mis pertenencias bajo mi
brazo. De alguna manera mi bolso y mi aterciopelado mantón negro habían llegado aquí
a la mansión del club nocturno, y metí mis tacones altos en el mantón. Dentro del bolso
tenía la llave del apartamento que Alcide me prestó, así me sentí más tranquila sabiendo
que si fuera necesario podría encontrar refugio allí. Tenía la manta de la cama doblada
con esmero bajo mi otro brazo. Hice la cama, así que su pérdida no sería obvia durante
un buen ratito.

Lo que Bernard no me prestó era una chaqueta. Así que cuando estaba saliendo, me
enganché una chaqueta azul oscuro acolchada que estaba colgando sobre el pasamanos.
Me sentí tan culpable. Nunca antes había robado nada. Ahora había tomado la manta y
la chaqueta. Mi conciencia estaba protestándo enérgicamente.

Cuando consideré lo que debería hacer para salir de esta propiedad, tomar una chaqueta
y una manta parecía bastante leve. Le dije a mi conciencia callarse.

Cuando me arrastré por la cavernosa cocina y abrí la puerta de atrás, mis pies se
deslizaban suavemente con las pantuflas de elásticos que Bernard había incluido en el
bulto de ropa que trajo a mi cuarto. Por mucho, las pantuflas y los calcetines eran
mejores que balancearme en mis tacones.

No había visto a nadie hasta ahora. Parece que acerté el momento mágico. Casi todos
los vampiros seguro estaban en sus ataúdes, o camas, o en la tierra, o donde diablos se
pusieran durante el día. Casi todos los lobatos u otras criaturas, no estaban de vuelta de
la borrachera de la noche pasada, o ya la dormían. Pero, aún así, vibraba por la tensión,
porque en cualquier momento esta suerte podría agotarse.

Detrás de la mansión, había en efecto una piscina más bien pequeña, cubiert a para el
invierno por una enorme lona negra. Tenía los bordes prolongados que se extendían más
allá del perímetro actual de la piscina. La diminuta casa del fondo estaba completamente
oscura. Me moví silenciosamente bajando un sendero creado con piedras d esiguales, y
después de que pasé por entre un hueco de un denso seto, me encontré en un área
pavimentada. Con mi visión acrecentada, fui capaz de ver al instante que había
encontrado el patio delante de los antiguos establos. Esto era un edificio grande co n
tablillas blancas a los lados, y la segunda planta (donde Bubba detectó los
apartamentos) tenían ventanas amplias. Era el garaje mas increíble que había visto
alguna vez, los espacios para autos no tenían puertas, si no arcadas. Pude contar cuatro
vehículos aparcados dentro, desde la limusina a un Jeep. Y allí, a la derecha, en vez de
una quinta arcada, había una pared sólida, y en ella, una puerta.

Bill, pensé. Bill. Mi corazón palpitaba ahora. Con un sentido aplastante de alivio, divise
el Lincoln aparcado cerca de la puerta. Giré la llave y la portezuela del conductor se
abrió. Cuando abrí la puerta, la luz de la cúpula relampagueó, pero no pareció estar
alguien aquí para verlo. Metí mi pequeño bulto de pertenencias sobre el asiento de
pasajeros, y deje la puerta del conductor casi cerrada. Encontré un pequeño interruptor y
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apague la luz de la cúpula. Tomé un precioso minuto para estudiar el tablero de


instrumentos, fue difícil concentrarme estando tan excitada y aterrorizada. Entonces fui
a la parte trasera del vehículo y abrí la cajuela. Era enorme—pero no estaba limpia,
como el interior. Tuve la impresión que Eric recogió sólo los contenidos mas grandes y
los arrojó en la basura, dejando el fondo desarreglado con cigarrillos, papeles, bolsas de
plástico, y manchas de polvo blanco sobre el suelo. Hmmm. Vale, estaba bien. No podía
ser tan importante. Eric había metido dos botellas de sangre, y las moví a un lado. La
cajuela estaba sucia, sí, pero libre de algo que le causara molestias a Bill.

Suspiré, y apreté la manta junto a mi pecho. Envuelta en sus pliegues estaba la estaca
que me había hecho tanto daño. Esta era la única arma que tenía, y a pesar de su aspecto
espeluznante (estaba todavía manchada con mi sangre y un poco de tejido), la había
recuperado del cesto de basura y la había traído conmigo. Después de todo, sabía muy
bien el daño que podría causar.

El cielo era una sombra más ligera, pero cuando sentí gotas de lluvia sobre mi cara, me
sentí confidente que la oscuridad duraría un poco más largo. Me escondí camino al
garaje. Escabullirse alrededor seguramente parecía sospechoso, pero sencillamente no
pude hacerme caminar resueltamente rumbo a la puerta. La grava hacía el silencio casi
imposible, pero de todos modos traté de pisar ligeramente.

Puse mi oído en la puerta, escuchando con toda mi acrecentada capacidad. No recogí


nada. Al menos, ya sabía que no había ningún humano dentro. Girando la perilla
despacio, y regresándola de nuevo a su posición empujé con cuidado, y anduve dentro
del cuarto.

El suelo era de madera, y cubierto de manchas. El olor era horrible. Supe


inmediatamente que Russell usó este cuarto para torturar antes. Bill estaba en el centro
del cuarto, amarrado por cadenas de plata a una silla de respaldo recto.

Después de las confusas y desconocidas emociones de los pocos días pasados en este
entorno, pareció que de repente el mundo entró en foco.

Todo estaba claro. Aquí estaba Bill. Yo lo salvaría.

Y después de que tuve una buena vista de él bajo la desnuda luz del bulbo que colgaba
del techo, sabía que haría cualquier cosa para salvarlo.

Nunca imaginé algo así de fuerte.

Había señales de quemaduras debajo de las cadenas de plata que lo rodeaban


completamente. Sabía que la plata causaba una constante agonía a los vampiros, y mi
Bill sufría esto ahora. Él había sido quemado con otras cosas, y cortado, lo cortaron más
de lo que él podía curarse. Había sido hambreado, y le fue negado el sueño. Tenía la
cabeza caída ahora, y sabía que él tomaba un respiro ahora que podía, mientras sus
torturadores se habían ido. Su oscuro pelo estaba enmarañado con sangre.

Había dos puertas que conducían fuera de este cuarto sin ventanas. Una, a mi derecha,
conducía a un especie de dormitorio. Podía ver algunas camas por la puerta abierta.
Había un hombre tirado sobre una, solamente se dejo caer a través del camastro
Club Muerto Charlaine Harris

totalmente vestido. Uno de los hombre-lobo, había regresado después de su parranda


mensual. Él roncaba, y había manchas oscuras alrededor de su boca que no quise mirar
más de cerca. No podía ver el resto del cuarto, así que no podía estar segura si había
otros; sería astuto asumir que si.

La puerta en la parte trasera del cuarto conducía más atrás del garaje, quizás a la
escalera que llevaba a los apartamentos. No podía desperdiciar mi tiempo investigando.
Tenía un sentimiento de urgencia, impulsándome a sacar de allí a Bill tan rápido como
pudiera. Estaba temblorosa por la necesidad de apresurarme. Hasta ahora, corrí con una
suerte enorme. No podía esperar seguir manteniéndola.

Me aproximé dos pasos más hacía Bill.

Supe cuando él me olió, y se percató de quién era yo.

Su cabeza se elevó y sus ojos ardieron al verme. Una terrible esperanza brilló sobre su
cara sucia. Sostuve un dedo; anduve silenciosamente a la puerta abierta del dormitorio,
gentil y suavemente la deslice hasta que casi se cerró. Entonces me acerque detrás de él,
viendo abajo a las cadenas. Había dos pequeños candados que mantenían las cadenas
unidas, como de esos que uno pone en su armario de la escuela.

-¿Llave? -Aspiré en el oído de Bill.

Él tenía un dedo que no estaba roto, y ese fue el que uso para señalarme la puerta por la
que yo entré. Dos llaves colgaban sobre una uña de la puerta, muy alta del suelo, y
siempre a la vista de Bill. Desde luego ellos pensaron en esto. Puse la manta y la estaca
en el suelo a los pies de Bill. Me dirigí a través del suelo manchado, y trate de alzarme
lo mas posible para cogerla. Pero no podía alcanzar las llaves. Un vampiro que podía
flotar sería capaz de conseguirlas. Me recordé a mí misma que era fuerte, fuerte por la
sangre de Eric.

Había un estánte sobre la pared que contenía cosas interesantes como atizadores y
tenazas. ¡Tenazas! Me puse de puntillas y las levante del anaquel, tratando con fuerza de
impedir que se atorarán, cuando vi que estaban encostradas con—oh, materia asquerosa.
Las sostuve, eran muy pesadas, pero logré sujetarlas como abrazaderas contra las llaves,
y trabajar con ellas avanzádolas hacía la uña, y bajar las tenazas hasta que pudiera tomar
las llaves con sus puntiagudos extremos. Exhalé un suspiro gigantesco de alivio, tan
silenciosamente como una puede exhalar. No fue tan difícil.

De hecho, fue la última cosa fácil que encontré. Comencé la horrible tarea de
desencadenar a Bill, tratando de mantener el movimiento de las cadenas tan silencioso
como pude. Fue imparmente difícil desenrollar la brillante cuerda de eslabones. De
hecho, parecía estar enterrada dentro de Bill, cuyo cuerpo entero estaba rígido por la
tensión.

Entonces comprendí. Él trataba de no gritar en voz alta cuando las cadenas fueran
despegadas de su carne carbonizada. Mi estómago se contrajo. Tuve que parar mi tarea
durante unos preciosos segundos e inhalar con mucho cuidado. ¿Si era tan difícil para
mí el atestiguar su agonía, cuántas veces más difícil debía ser para Bill el soportarlo?
Club Muerto Charlaine Harris

Reanimé mentalmente mi valentía, y comencé a trabajar otra vez. Mi abuela siempre me


dijo que las mujeres podemos hacer lo que tenemos o debemos hacer, y nuevamente,
tuvo razón.

Había literalmente metros de cadena de plata, y desenrollarla de manera cuidadosa tomó


más tiempo del que me gustó. Cualquier tiempo era más tiempo del que me gustaba. El
peligro estaba al acecho directamente por sobre mi hombro. Olía el desastre, dentro y
fuera, con cada aliento. Bill estaba muy débil, y luchando por mantenerse despierto
ahora que el sol había salido. Ayudaba que el día fuera tan oscuro, pero él no sería
capaz de moverse mucho cuando el sol estuviera alto, sin importa cuan nublado fuera el
día.

El último eslabón de la cadena se deslizó al suelo.

-Tienes que levantarte, -dije en el oído de Bill. –Simplemente tienes que hacerlo. Sé que
esto duele. Pero no puedo llevarte. -Al menos, no pensé que podría. –Hay un Lincoln
grande fuera, y la cajuela está abierta. Te envuelvo en esta manta, te meto en la cajuela,
y conducimos lejos de aquí. ¿Entiendes, bebé?

La cabeza oscura de Bill se movió una fracción de una pulgada.

Y en ese preciso instante nuestra suerte se agotó.

-¿Quién demonios eres tú? –preguntó una voz pesadamente acentuada. Alguien había
llegado a través de la puerta a mi espalda.

Bill se estremeció bajo mis manos. Giré para afrontarla, agachándome al mismo tiempo
para recoger la estaca, y luego ella estuvo sobre mí.

Me había hecho creer a mí misma que todos ellos deberían estar en sus ataúdes para el
día, pero ésta hacía su mejor intento para matarme.

Habría estado muerta en un minuto si ella no hubiera estado tan impresionada como yo
lo estaba. Torcí mi brazo lejos de su apretón y giré alrededor de Bill en su silla. Sus
colmillos estaban totalmente fuera, y me gruñía por encima de la cabeza de Bill. Ella era
rubia, como yo, pero sus ojos eran marrones y su constitución más pequeña; era una
mujer diminuta. Tenía sangre seca en las manos, y supe que era de Bill. Una llama se
encendió dentro de mí. Podía sentir como destellaba por mis ojos.

-Tu debes ser su pequeña puta humana de mierda, -dijo ella. -Él jodió conmigo todo este
tiempo, ¿entiendes?. Al minuto que me vio, él olvidó todo acerca de ti, excep to por que
te tenía lástima.

Vale, Lorena no era elegante, pero ella sabía donde hundir el cuchillo verbal. Arrojé las
palabras de lado, porque ella quería distraerme. Apreté con más fuerza la estaca para
estar lista, ella saltó por encima de Bill para aterrizar sobre de mí.

Cuando ella se movió, sin una decisión consciente coloque la estaca y la apunte en
ángulo. Cuando ella descendió sobre mí, el extremo agudo entró en su pecho y salió
fuera por el otro lado. Entonces estuvimos en el suelo. Yo aferraba todavía el final de la
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estaca, y ella se sostenía sobre de mí con sus brazos. Ella vio abajo la madera en su
pecho, sorprendida. Entonces me miró a los ojos boquiabierta, sus colmillos estaban
retractándose.

-No, -ella dijo. Sus ojos se hundieron.

Usé la estaca para empujarla a mi izquierda, y me levante del suelo. Jadeaba, y mis
manos temblaban violentamente. Ella no se movió. Todo el incidente fue tan rápido y
silencioso que apenas se sintió verdadero.

Los ojos de Bill iban de la cosa en el suelo a mi. Su expresión era ilegible.

-Bien, -le dije, -le partí su culo.

Y luego estuve sobre mis rodillas al lado de ella, tratando de no vomitar.

Me tomó más segundos preciosos recobrar el control de mí misma. Tenía un objetivo


que debía cumplir. Su muerte no me serviría de nada si no podía conseguir sacar a Bill
de aquí antes de que alguien más entrara. Y ya que había hecho algo tan horrible, tenía
que obtener un poco de ventaja por ello.

Sería inteligente el ocultar el cuerpo—que comenzaba a deshacerse—pero esto tendría


que tomar el segundo lugar porque primero era sacar a Bill. Le envolví la manta
alrededor de sus hombros cuando él se sentó desmadejado sobre la silla manchada.
Tenía miedo de mirar su cara después de lo que acaba de hacer.

-¿Era Lorena? -Susurré al oído de Bill, asaltada por una duda repentina. -¿Ella te hizo
esto?

Él dio aquella diminuta cabezada otra vez.

Ding dong, la bruja esta muerta.

Después de una pausa, mientras esperé para sentir algo, la única cosa que pude pensar
fue preguntarle a Bill por qué alguien llamado Lorena tendría un acento extranjero.
Como era algo tonto me olvidé de ello.

-Bill, te quedas despierto. Vas a conseguir mantenerte despierto hasta que te ponga en el
auto.

Trataba de guardar abierto un ojo mental por lo s Lobatos en el siguiente cuarto. Uno de
ellos comenzó a roncar detrás de la puerta cerrada, y sentí el movimiento mental de
otro, uno que no fui capaz de detectar. Me congelé durante varios segundos, antes de
que pudiera sentir que su mente se colocaba en un modelo de sueño otra vez. Tomé un
aliento profundo, muy profundo y puse un extremo de la manta sobre la cabeza de Bill.
Entonces coloque su brazo izquierdo cubierto alrededor de mi cuello, y tire de él. Se
levanto de la silla, y aunque emitió un siseo desigual de dolor, él logró andar arrastrando
los pies hacía la puerta. Casi lo estaba medio cargando, así que me alegré de pararme
allí para agarrar la perilla y moverla para abrir. Luego casi se me cayó, ya que se estaba
(literalmente) durmiendo de pie.
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Sólo el peligro de que pudiéramos ser capturados lo estimulaba lo suficiente para


permitirse el movimiento.

La puerta se abrió, y comprobé la manta (que resultó tener flecos amarillos) para
asegurarme que le cubría completamente su cabeza. Bill gimió y se puso completamente
laxo cuando sintió la luz del sol, débil y acuosa como era. Comencé a hablarle en voz
baja, insultándolo y desafiándolo para moverse, diciéndole que yo podría mantenerlo
despierto si aquella puta de Lorena pudo, diciéndole que le daría una golpiza si él no
llegaba al auto.

Finalmente, con un esfuerzo tremendo que me dejo temblando, conseguí poner a Bill en
la cajuela del auto. Lo empujé para abrirla.

-Bill, siéntate aquí en la esquina, -le dije, tirando de él para que me encarara y se sentara
sobre el borde de la cajuela.

Pero la vida lo abandonó completamente en aquel punto, y simplemente sufrió un


colapso hacia atrás. Cuando él se dobló en el espacio, hizo un ruido de profundo dolor
que rasgó mi corazón, y luego se quedo absolutamente silencioso y blando. Era siempre
aterrador ver morir así a Bill. Quise sacudirlo, gritarle, golpear sobre su pecho.

No existía ninguna razón lógica en nada de esto.

Me obligue a mí misma a empujar los restos sobresalientes—una pierna, un brazo—en


la cajuela con él, y luego cerré. Me permití el lujo de un momento de intenso alivio.

Estándo de pie bajo la débil luz del día en un patio desierto, mantuve un breve debate
interior. ¿Debería intentar esconder el cuerpo de Lorena? ¿Merecería la pena tal
esfuerzo de tiempo y energía?

Cambié de opinión aproximadamente seis veces en el curso de treinta segundos.


Finalmente decidí que sí, podría merecerlo. Si no hubiera ningún cuerpo que ver, los
Lobatos podría suponer que Lorena se llevó a Bill en algún otro sitio para una pequeña
sesión suplementaria de tortura. Russell y Betty Joe estarían muertos para el mundo y
no disponibles para dar instrucciones. No me hacía ninguna ilusión de que Betty Joe
estaría tan agradecida conmigo como para ayudarme si fuera apresada ahora mismo.
Una muerte algo más rápida sería a todo lo que podría aspirar.

Con mi decisión tomada, regresé a aquel cuarto horrible manchado de sangre. La


miseria había empapado las paredes, junto con las manchas. Me pregunté cuantos
humanos, lobatos, y vampiros fueron mantenidos presos en este cuarto. Recogiendo las
cadenas tan silenciosamente como pude, las metí en la blusa de Lorena, así, si alguien
revisaba el cuarto podría asumir que estaban todavía alrededor de Bill. Miré por el
cuarto para ver si existía algo más que limpiar o que tenía que hacer. Ya había tanta
sangre en el cuarto que la de Lorena no hizo ninguna diferencia.

Tiempo para sacarla de aquí.


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Para impedir a sus talones arrastrarse y hacer ruido, tuve que levantarla en mi hombro.
Nunca había hecho tal cosa, y el procedimiento fue torpe. Por suerte para mí ella era
muy pequeña, y afortunadamente he practicado como bloquear cosas de mi mente todos
estos años. De otra manera, el modo que Lorena pendió completamente floja, y el modo
que ella comenzaba a desbaratarse, me habrían alucinado. Rechine mis dientes, para
contener la burbuja de histeria que surgía de mi garganta.

Llovía pesadamente cuando llevé el cuerpo a la piscina. Sin la sangre de Eric, nunca
habría podido levantar el pesado borde de la lona sobre la piscina, pero lo manejé con
una mano y empuje con un pie lo que quedaba de Lorena en el fondo. Estaba prevenida
que en cualquier segundo alguien podría mirar por las ventanas traseras de la mansión y
al verme se percataría de lo que hacía—pero si cualquiera de los humanos que vivía en
la casa hiciera algo así, ellos optarían por guardar silencio.

Comenzaba a sentirme abrumadoramente cansada. Con dificultad, anduve de regreso el


camino de losa por el seto hacía el auto. Me apoye contra el auto durante un minuto,
reacomodándome a mí misma. Después entré al asiento del conductor, y giré la llave en
la ignición. El Lincoln era el auto más grande que yo conduje alguna vez, y uno de los
autos más lujosos en los que estuve alguna vez, pero simplemente en ese momento no
pude sentir ningún interés o placer en ello. Abroché mi cinturón de seguridad, ajuste el
espejo, el asiento, y examine el tablero de instrumentos con cuidado. Iba a necesitar los
limpiaparabrisas, desde luego. El auto era nuevo, y las luces vinieron automáticamente,
de modo que fue una preocupación menos.

Suspiré. Esta era al menos la fase tres del rescate de Bill. Estaba asustada cuanto de esto
sucedió por pura casualidad, pero hasta los proyectos mejor preparados nunca to man en
consideración cada posibilidad. No es posible. Generalmente, mis planes tienden a ser
lo que yo llamaría ampliamente espaciosos.

Enfile el auto fuera del patio. El movimiento fue realizado en una curva llena de
elegancia y me llevo hacía el frente del edificio principal. Por primera vez, vi la fachada
de la mansión. Era hermosa—pintada de blanco, con enormes columnas—como me lo
había imaginado. Russell se gastó un dineral renovando el lugar.

La calzada me condujo a través de la propiedad que se miraban extra-cuidada hasta en


su estado pardusco por el invierno, pero aún esta larga calzada se me hizo demasiado
corta. Pude ver la pared delante de mí. Había un punto de control en la puerta, y estaba
tripulado. Sudaba a pesar del frío.

Me paré justo antes de la puerta. Había un pequeño cubículo blanco a un lado, tenía
cristal del nivel de la cintura para arriba. Esto se extendía dentro y fuera de la pared, así
los guardias podrían comprobar tanto a los vehículos que entraban como a los que
salían. Espere que tuviera calefacción por el bien de los dos lobatos en turno. Ambos
vestían trajes de piel y parecían atrozmente malhumorados. Ellos tuvieron una noche
difícil, sin duda alguna. Cuando me detuve, resistí la tentación casi aplastante de
abalanzarme directamente por aquellas puertas. Uno de los lobatos salió. Llevaba un
rifle, así que fue una cosa buena no haber actuado bajo aquel impulso.

-¿Espero que Bernard les haya dicho a todos ustedes que yo me marcharía esta mañana?
-Dije, después de que bajé mi ventanilla. Intenté una sonrisa.
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-¿Usted es quién fue estacada anoche? -Mi interrogador estaba hosco sin afeitar, y olía
como un perro mojado.

-Ahá.

-¿Cómo se siente?

-Mejor, gracias.

-¿Va a regresar para la crucifixión?

Seguramente no lo escuché bien.

-¿Perdón? -Pregunté apenas.

Su compañero, que había venido para estar de pie en la puerta de la cabina, dijo;

-Doug, cállate.

Doug frunció el ceño hacia su compañero lobato, pero se encogió de hombros después
de ver que el fruncir el ceño no surtía ningún efecto.

-Bien, ya se puede ir.

Las puertas se abrieron, de una manera demasiado lenta para mi gusto. Cuando
estuvieron totalmente abiertas, y los lobatos había retrocedido, conduje con calma a
través de ellas. De repente me di cuenta que no tenía ni idea hacia donde girar, pero me
pareció correcto dar vuelta a la izquierda, ya que quería dirigirme de nuevo a Jack son.
Mi subconsciente me decía que dimos una vuelta a la derecha para entrar en la calzada
la noche anterior.

Mi subconsciente era un mentiroso bien gordo.

Después de cinco minutos, estuve positivamente segura que estaba perdida, y el sol
seguía elevándose, naturalmente, aún sobre la masa de nubes. No pude recordar que tan
bien cubría la manta a Bill, y no estaba segura que tan opaca sería la cajuela. Después
de todo, la segura transportación de los vampiros no era algo que los fabricantes de
autos pondrían en su lista de prioridades.

Por otra parte, me dije que la cajuela tendría que ser impermeable—esto era
seguramente importante—eso si estaría en su lista. Sin embargo, pareció de vital
importancia encontrar un lugar oscuro donde estacionar el Lincoln durante las horas
restántes del día. Aunque cada impulso me dijera conducir con fuerza y poner tanta
distancia como pudiera entre la mansión y yo, por si acaso alguien iba a comprobar a
Bill y sumaba dos más dos. Me orille a un lado del camino y abrí la guantera. ¡Dios
bendiga América! Había un mapa de Misisipí con una inserción para Jack son.

Lo que me habría ayudado si hubiera tenido alguna idea de donde estaba en este
momento.
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La gente que hace fugas desesperadas, no se supone que se pierda.

Tomé unos cuantos alientos profundos. Me eche de reversa para regresar por el camino,
conduje hasta que vi una gasolinera. Aunque el tanque del Lincoln estuviera lleno
(gracias, Eric) me metí y aparqué en una de las bombas. El auto del otro lado era un
Mercedes negro, y la mujer que bombeaba la gasolina era una inteligente mujer de
mediana edad que iba vestida con agradable y cómoda ropa casual. Cuando conseguí
que el enjugador del parabrisas dejara de lanzar agua, dije;

-Por casualidad usted sabe como regresar a la I-20 desde aquí, ¿verdad?

-Ah, seguro, -dijo ella y sonrió. Era la clase de persona que adora ayudar a otra gente,
agradecía a mi buena estrella por haberla detectado. -Es Madison, y Jack son esta al Sur
de aquí. Por la I-55 que tal vez esta a una milla sobre aquel camino. -Ella señaló al
Oeste. -Usted toma la I-55 al Sur, y llegara directamente en la I-20. O, usted podría
tomar…

Estuve a punto de ser sobresaturada con información.

-Oh, eso suena perfecto. Déjeme hacer eso, o perderé la pista.

-Claro, me alegro de haberla ayudado.

-Oh, seguro que lo hizo.

Nos sonreímos alegremente la una a la otra, como lo hacen las mujeres simpáticas. Tuve
que luchar contra un impulso de puro vértigo para no decir, ―Hay un vampiro torturado
en mi cajuela‖. Había rescatado a Bill, y estaba viva, y esta noche estaríamos camino de
vuelta a Bon Temps. La vida sería maravillosa y sin problemas. Excepto, desde luego,
por tener que lidiar con mi novio infiel, averiguar si el cuerpo del hombre-lobo que
eliminamos en Bon Temps había sido encontrado, esperar a oír lo mismo sobre el
hombre-lobo que fue enjaretado en el armario de Alcide, y aguardar la reacción de la
reina de Louisiana por la indiscreción de Bill con Lorena. Su indiscreción verbal: no
pensé por un minuto que ella se preocuparía por sus actividades sexuales.

Fuera de esto, estábamos bien, no había lío.

-El diablo tiene suficiente de lo mismo al día, -me dije. Era la cita favorita de Abue.
Cuando tenía nueve le pedí explicármela, y ella dijo: ―No busques problemas; ellos te
encuentran solos‖.

Teniendo en cuenta esto, aclare mi mente. Mi siguiente objetivo sería regresar a Jackson
al refugio del garaje. Seguí las instrucciones que la amable mujer me dio, y después de
media hora tuve el alivio de entrar en Jack son.

Sabía que si pudiera localizar el Congreso estatal, podría encontrar el bloque de


apartamentos de Alcide. No había tomado en cuenta las calles de un solo sentido, y no
estuve poniendo la debida atención con las horribles direcciones cuando Alcide me dio
mi pequeño viaje por el centro de la cuidad de Jack son. Pero no hay muchos edificios
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de cinco pisos en el entero estado de Misisipí, incluso en la capital. Después de un tenso


período de cruces, lo divise.

Ahora, pensé, todos mis problemas terminaran. ¿No es tonto pensar eso? ¿Siempre?

Me dirigí al área del pequeño cubículo con el guardia, donde se tenía que esperar a ser
reconocido mientras el tipo movía el interruptor, o presionaba el botón, o hiciera lo que
fuera para levantar la barrera. Estuve aterrorizada que él pudiera negarme la entrada
porque no tenía una etiqueta adhesiva especial, como tenía Alcide sobre su camioneta.

El hombre no estaba allí. El cubículo estaba vacío. Seguramente eso estaba mal ¿no?.
Fruncí el ceño, preguntándome que hacer. Pero en eso llegó el guardia, en su pesado
uniforme marrón, subiendo con dificultad la rampa. Cuando vio que esperaba pareció
afligido, y se apresuró hasta el auto. Resoplé. Tendría que dirigirme a él después de
todo. Presioné el botón para bajar mi ventanilla.

-Siento haber estado lejos de mi puesto, -dijo al instante. -Yo tenía, ah… necesidades
personales.

Aquí tenía una pequeña palanca.

-Tuve que tomar prestado un auto, -dije. -¿Puedo conseguir una etiqueta temporal?

Lo vi de un modo que le transmití mi modo de pensar. Aquella mirada dijo: ―Tú no me


molestes por la adquisición de la etiqueta adhesiva, y yo no diré una palabra acerca de
que dejaste tu puesto.‖

-Sí, señora. ¿Esta en el apartamento 504?

-Usted tiene una memoria maravillosa, -dije, y su cara lució emocionada.

-Parte del trabajo, -dijo él despreocupadamente, y me dio un número laminado que


pegué sobre el tablero de instrumentos. -Por favor, sólo entréguelo cuándo se marche. O
si planea quedarse, tendrá que llenar una forma que podremos tener en el archivo, y le
daremos una etiqueta adhesiva. Realmente, -dijo, luciendo un poco apenado, -el Sr.
Herveaux tendrá que llenarlo como dueño de la propiedad.

-Seguro -dije. -Ningún problema. -Le dirigí un alegre gesto, y él se retiró al cubículo
para levantar la barrera.

Conduje dentro del oscuro estacionamiento. Sintiendo correr la sensación de alivio que
sigue después de haber superado la barrera principal.

Después me sobrevino un conjunto de reacciones. Temblaba por todas partes cuando


saque las llaves de la ignición. Pensé que vi la camioneta de Alcide más allá a unas
cuantas filas, pero había aparcado lo mas profundo que pude en el garaje—en la esquina
más oscura, lejos de los demás autos. Esto era lo mas que había planeado. No tuve ni
idea que hacer después. No creía realmente que llegaría tan lejos. Recliné hacía atrás el
cómodo asiento sólo durante un minuto, para relajarme y dejar de temblar antes de salir.
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Había mantenido la calefacción al máximo durante mi paseo desde la mansión, así que
dentro del auto estaba doradamente caliente.

Cuando me desperté, había estado dormida durante horas.

El auto estaba frío, y yo estaba helada, a pesar de la acolchada chaqueta robada.


Rígidamente salí del asiento del conductor, estirándome y doblándome para aliviar mis
ateridos y entumecidos miembros.

Tal vez debería checar a Bill. Él había rodado en la cajuela, estaba segura, y tenía que
asegurarme que estuviera cubierto.

Realmente, quise verlo otra vez. Mi corazón latió más rápido con el solo pensamiento.
Era un verdadera idiota.

Comprobé mi distancia de la débil luz del sol en la entrada; estaba bien lejos. Y aparqué
de manera que la cajuela estuviera en dirección contraria de aquel pedazo de luz del sol.

Cediendo a la tentación, rodee el auto rumbo la parte trasera. Giré la llave dentro de la
cerradura, la saque y metí en mi bolsillo de la chaqueta, mire cuando la tapa se elevó.

En la penumbra del garaje, no podía ver demasiado bien, y era difícil distinguir hasta la
manta amarilla. Bill pareció estar bastante bien abrigado. Me incliné un poco, así podría
arreglar un pliegue más sobre su cabeza. Tuve solo un segundo para advertir, el ruido de
un zapato contra el concreto, y luego sentí un poderoso empujón.

Me caí dentro de la cajuela encima de Bill.

Un instante después y un empujón más que hizo entrar mis piernas, la cajuela se cerró
con un seco azotón.

Ahora Bill y yo estábamos encerrados en la cajuela del Lincoln.


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Capítulo 12
Debbie. Supuse que fue Debbie. Después de que supere mi inundación inicial de pánico,
que duró más de lo que me gustaría confesar, traté de volver a revivir esos pocos
segundos con cuidado. Atrapé un rastro de modelo cerebral, lo suficiente para
informarme que mi atacante era un adapto. Asumo que debió ser la antigua novia de
Alcide—su no-tan-antigua-novia, por lo visto, ya que ella andaba por su garaje.

¿Había estado esperándome durante la noche anterior cuando regresó Alcide? ¿O se


encontró con él en algún punto durante la locura de la luna llena? Debbie estaba más
colérica conmigo por ser la escolta de Alcide de lo que me imaginé. Podría ser que ella
lo amaba, o era sumamente posesiva.

No que su motivación fuera mi preocupación mas importante en este momento. Mi


preocupación mas grande era el aire. Por primera vez, me sentí afortunada de que Bill
no respiraba.

Ralentice mi propio aliento. Nada de profundos gritos ahogados, nin gún golpe alarmista
contra la cajuela. Me ayude a entender las cosas. Bien, había entrado en la cajuela
probablemente sobre, ¡umh!, la una de la tarde. Bill despertaría alrededor de las cinco,
cuando anochecía. Tal vez dormiría un poco más largo, porque es taba agotado—pero,
no más tarde de las seis treinta, seguro. Cuando estuviera despierto, él sería capaz de
sacarnos de aquí. ¿O quizás no? Estaba muy débil. Había sido terriblemente lesionado,
y sus heridas tomarían un rato para curarse, incluso para un vampiro. Él necesitaría
descanso y sangre antes de que estuviera del todo repuesto. Y no había tenido nada de
sangre en una semana. Cuando aquel pensamiento pasó por mi mente, de repente me dio
frío.

Frío por todas partes.

Bill tendría hambre. Realmente, estaría hambriento. Locamente hambriento.

Y aquí estaba yo—comida rápida.

¿Sabría él quién era yo? ¿Se percataría a tiempo que era yo para detenerse?

Me dolió aún peor pensar que él podría no preocuparse más—importarle lo suficiente—


para pararse. Él podría seguir simplemente chupando y chupado, hasta que me quedara
seca. Después de todo, él estuvo enredado con Lorena. Me vio matarla, directamente
frente a sus ojos. Concedido, ella lo traicionó y lo torturó, esto debió haber apagado su
ardor, correcto hasta allí. Pero, de todos modos, ¿las relaciones no son locamente
absurdas?

Incluso mi abuela habría dicho; ―Oh, mierda.‖

Vale. Tenía que mantener la calma. Tuve que respirar poco profundo y reducir la
marcha para salvar el aire. Y tuve que reacomodar nuestros cuerpos, así podría estar
más cómoda. Me sentí aliviada que esta era la cajuela más grande que había visto
alguna vez, porque esto hizo posible tal maniobra. Bill estaba laxo —bueno,
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naturalmente, él estaba muerto. Así que podría empujarlo sin preocup arme demasiado
por las consecuencias. También la cajuela estaba fría, y traté de desenvolver a Bill un
poquito así podríamos compartir la manta.

La cajuela estaba bastante oscura. Podría escribirle al diseñador del auto una carta, y
dejarle saber que podía atestiguar cuan opaca era, si es así como uno le podría llamar. Si
salía de aquí viva, mejor dicho. Sentí la forma de las dos botellas de sangre. ¿Tal vez
Bill se conformaría con esto?

De repente, recordé un artículo que leí en una revista de noticias mientras esperaba en la
oficina del dentista. Era acerca de una mujer que fue hecha rehén y forzada dentro de la
cajuela de su propio auto, ella había estado haciendo campaña después para tener
pestillos interiores instalados en las cajuelas, así cualquier cautivo podría liberarse. Me
pregunté si ella habría influido en la gente que hacía los Lincolns. Manoseé todo
alrededor de la cajuela, al menos las partes que podía alcanzar, cuando aparentemente,
sentí un pestillo de liberación; había un lugar donde los alambres estaban pegados en la
cajuela. Pero lo que sea que haya existido ahí fue cortado y arrancado.

Traté de tirar, intenté jalar a la izquierda o la derecha. Caray, no era justo. Casi me volví
loca allí en aquella cajuela. El medio de escape estaba ah í conmigo, y no podía hacerlo
trabajar. Mis yemas fueron repetidas veces sobre los alambres, pero sin resultados.

El mecanismo había sido descompuesto.

Intenté realmente duro tratar de entender como ocurrió esto. Me avergüenza confesarlo,
pero me pregunté si de alguna manera Eric sabría que estaba encerrada en la cajuela, y
era su modo de decir; ―Esto es lo que consigues por preferir a Bill.‖ Pero no podía creer
esto. Seguro que Eric tenía algunos puntos morales en blanco, grandes y ciegos, pero no
pensé que él me haría esto. Después de todo, él no había alcanzado su objetivo
declarado de tenerme, que era el camino más agradable como podía ponérmelo a mí
misma.

Ya que no tenía nada más para hacer, si no pensar, que por lo que sé, no toma oxígeno
suplementario, consideré al dueño anterior del auto. Se me ocurrió que el amigo de Eric
indicó un auto que sería fácil de robar; un auto que pertenecía a alguien que estaba
seguro llegaría tarde por la noche, alguien que podía permitirse un auto fino, alguien
cuya cajuela contendría basura de papeles de cigarrillos, polvo blanco, y Baggies 41 .

Podría apostar que Eric cogió el Lincoln de un traficante de droga. Y aquel traficante de
droga incapacitó el mecanismo de apertura de la cajuela interior por motivos en los que
ni quise pensar detenidamente.

Ah, denme una pausa, pensé indignadamente. (Era fácil en este mismo momento
olvidarme de las muchas pausas que tuve durante el día.) A menos que consiguiera una
pausa final, y saliera de ésta cajuela antes de que Bill d espertara, ninguna de las demás
contaría exactamente.

Era un domingo, y muy cercano a Navidad, así que el garaje estaba silencioso. Tal vez
algunas personas se fueron a casa para las vacaciones, y los legisladores se habían ido a
41
Baggies, marca comercial estadounidense para bolsitas de plástico. (N. de T .)
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casa dentro de su jurisdicción, y la otra gente estaba ocupada haciendo… cosas de


domingo, Navidad. Escuche llegar un auto mientras estaba allí, y luego oí voces un
momento después; dos personas descendieron rumbo al elevador. Grité, y machaqué la
tapa de la cajuela, pero el sonido fue tragado por el arranque de un motor grande. Me
calmé inmediatamente, asustada de haber utilizado más aire del que podría permitirme.

Les diré que, el tiempo que se transcurre en un espacio casi tan negro como la boca de
un lobo, un espacio confinado, esperando que algo pase—es un tiempo bastante
horrible. No tenía encima un reloj; habría debido tener uno de aquellos que se
encienden, de todos modos. No me dormí, pero me puse a la deriva en un raro estado de
suspensión. Esto era sobretodo debido al frío, supuse. Incluso con la chaqueta acolchada
y la manta, hacía mucho frío en la cajuela. Quieto, frío, sin movimiento, oscuro,
silencioso. Mi mente fue a la deriva.

Entonces estuve aterrorizada.

Bill se movía. Él se removió, hizo un ruido de dolor. Ento nces su cuerpo pareció
tensarse. Sabía que él me olió.

-Bill, -dije en voz ronca, mis labios casi tan tiesos por el frío para moverse. -Bill, soy
yo, Sookie. Bill, ¿estás bien? Hay algo de sangre embotellada aquí. Bébela ahora.

Él me atacó.

En su hambre, no hizo ninguna tentativa de ahorrarme algo, y dolió como las seis
navajas del infierno.

-Bill, soy yo, -dije, comenzando a llorar. -Bill, soy yo. No hagas esto, cariño. Bill, es
Sookie. Hay TrueBlood aquí.

Pero no se detuvo. Yo seguí hablando, y él siguió chupando, y yo me puse incluso más


fría, y muy débil. Sus brazos me sujetaban como abrazaderas, y luchar no tenia sentido,
eso sólo lo excitaría más. Su pierna se metió entre mis piernas.

-Bill, -susurré, pensando que ya era tal vez demasiado tarde. Con un poco de fuerza que
todavía no se había marchado, pellizqué su oído con los dedos de mi mano derecha. -
Por favor, escucha, Bill.

-Ow, -él dijo.

Su voz sonó áspera; su garganta estaba dolorida. Él dejó de tomar sangre. Ahora otra
necesidad pesaba sobre él, una estrechamente relacionada con la alimentación. Sus
manos tiraron de mis bragas, y después de mucho hurgar, reorganizar y contonearse, él
entró dentro de mí sin ninguna preparación en absoluto. Grité, y él estampó una mano
contra mi boca. Yo lloraba, sollozaba, mi nariz estaba toda tapada, y tenía que respirar
por mi boca. Todo el refrenamiento me abandonó y comencé a luchar como un gato
montés. Mordí, rasguñé y di patadas, sin preocuparme por el abastecimiento del aire, sin
preocuparme que esto lo enfurecería. Solamente tenía que obtener aire.
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Después de unos segundos, su mano desapareció. Y él dejó de moverse. Jalé aire con un
grito ahogado profundo y estremecido. Lloraba de veras, un sollozo después del otro.

-¿Sookie? -Bill dijo inciertamente. -¿Sookie?

No podía contestar.

-Eres tú, -dijo, su voz ronca y asombrada. –Eres tú. ¿Estuviste realmente allí en aquel
cuarto?

Traté de recomponerme, pero me sentí muy confusa y temí que iba a desmayarme.
Finalmente, fui capaz de decir:

-Bill, -en un susurro.

-Eres tú. ¿Estás bien?

-No, -dije casi disculpándome. Después de todo, fue Bill quién había sido mantenido
preso y torturado.

-Hice yo… -Él hizo una pausa, y pareció que se abrazaba a sí mismo. -¿He tomado más
sangre de la que debería?

No pude contestarle. Descanse mi cabeza en su brazo. Pareció demasiado difícil hablar.

-Parece que tuve sexo contigo en un armario, -dijo Bill con una voz sometida. -¿Tú, ah,
lo hiciste voluntariamente?

Moví mi cabeza de un lado al otro, luego me deje acurrucar sobre su brazo otra vez.

-Oh, no, -susurró. -Oh, no. -Él se separo de mí y hurgó alrededor, por segunda vez, un
montón de tiempo. Me estaba acomodando todo; también él mismo, supongo. Sus
manos tantearon nuestro entorno. -Cajuela de auto, -murmuró.

-Necesito aire, -dije, con una voz casi tan suave como para oírse.

-¿Por qué no lo dijiste antes? -De un puñetazo Bill perforó un agujero en la cajuela. Él
estaba más fuerte. Bien por él.

El aire frío se precipitó dentro y lo sorbí profundamente. Bello, hermoso, oxígeno.

-¿Dónde estamos? -él preguntó, después de un momento.

-Estacionamiento, -jadeé. -Bloque de apartamentos. Jack son. -Estaba tan débil, sólo
quería dejarme ir y flotar a la deriva.

-¿Por qué?

Traté de reunir suficiente energía para contestarle.


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-Alcide vive aquí, -logré refunfuñar, finalmente.

-¿Alcide quién? ¿Qué se supone que haremos ahora?

-Eric… vendrá. Bebe la sangre embotellada.

-¿Sookie? ¿Estás bien?

No pude contestarle. Si pudiera hacerlo, podría haber dicho, ―¿Que te preocupa a ti?
Ibas a abandonarme de todos modos‖. Podría haber dicho, ―Te perdono‖, aunque no
parezca realmente probable. Tal vez sólo le diría que lo eché de menos, y que su secreto
estaba todavía a salvo conmigo; fiel hasta la muerte, esa era Sookie Stackhouse.

Lo oí abrir una botella.

Cuando me alejaba hacía la deriva como un barco bajo una corriente que parecía
moverse incluso más rápido, me di cuenta que Bill nunca reveló mi nombre. Sabía que
ellos trataron de averiguarlo, para secuestrarme y traerme para ser torturada delante de
él como una acción de palanca suplementaria. Y él no lo había dicho.

La cajuela se abrió con un ruido de metal rasgado.

Eric estaba parado perfilado por las luces de neón del garaje. Él llegó justo cuando
anocheció.

-¿Qué diablos están haciendo ustedes dos aquí? -preguntó.

Pero la corriente me llevó antes de que pudiera contestar.

***

-Ella está regresando, -observó Eric. -Tal vez fue suficiente sangre. -Mi cabeza zumbó
durante un minuto y luego se puso silenciosa otra vez. –Está volviendo en sí, -dijo él
después de un momento, y mis ojos parpadearon para abrirse y registrar tres ansiosas
caras masculinas que se cernía sobre mí: Eric, Alcide, y Bill.

De alguna manera, la vista me hizo desear reírme. Tantos hombres estaban


atemorizados de mí en casa, o no querían pensar en mí, y aquí estaban los tres hombres
en todo el mundo que querían tener sexo conmigo, o al menos que pensaban seriamente
en ello; todos apiñados alrededor de la cama. Me reí tontamente, de verdad tontamente,
por primera vez quizás en diez años.

-Los Tres Mosqueteros, -dije.

-¿Tendrá alucinaciones? -Eric preguntó.


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-Creo que ella se está riendo de nosotros, -dijo Alcide. Él no sonó infeliz acerca de esto.
Puso una botella vacía de TrueBlood sobre la mesilla de noche. Había una jarra grande
al lado de ella, y un vaso.

Los frescos dedos de Bill se entrelazaron con los míos.

-Sookie, -dijo, con aquella tranquila voz que siempre enviaba escalofríos a lo largo de
mi espina.

Traté de enfocar su cara. Él estaba sentado sobre la cama a mi derecha. Se veía mejor.
Los cortes más profundos ahora eran cicatrices sobre su cara, y los moretones se
descoloraban.

-Ellos me dijeron que si volvería para la… ¿crucifixión? -Le dije.

-¿Quién te dijo esto? -Él acercó su cara a mí con sus oscuros ojos ensanchados por el
interés.

-Los guardias de la puerta.

-¿Los guardias en la puerta de la mansión te preguntaron si volverías para una


crucifixión esta noche? ¿Está noche?

-Sí.

-¿De quién?

-No lo sé.

-Yo esperaba que dijeras, «¿Dónde estoy? ¿Qué me pasó?» -Eric dijo. -No que
preguntaras acerca de una crucifixión que tomaría lugar—quizás está tomando lugar, -se
corrigió, echando un vistazo al reloj sobre la cama.

-¿Tal vez se referirían a la mía? -Bill pareció un poco aturdido por la idea. -¿Tal vez
decidieron matarme esta noche?

-¿O quizás ellos atraparon al fanático que trató de estacar a Betty Joe? -Eric sugirió. -Él
sería un candidato ideal para una crucifixión.

Lo medité, tanto como era capaz de razonar por el cansancio que seguía amenazando
con abrumarme.

-No de acuerdo al cuadro que obtuve, -susurré. Mi cuello estaba muy, muy adolorido.

-¿Fuiste capaz de leer algo de los lobatos? -Eric preguntó.

Asentí.

-Creo que ellos se referían a Bubba, -susurré, y cada uno en el cuarto se congeló.
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-Ese cretino, -dijo Eric salvajemente, después de que tuvo tiempo para procesar esto. -
¿Ellos lo cogieron?

-Pienso que sí. -Era la impresión que conseguí.

-Tendremos que recobrarlo, -dijo Bill. -Si todavía está vivo.

Fue muy valiente departe de Bill decir que volvería a aquel terreno. Si yo hubiera sido
él, nunca lo hubiera dicho.

El silencio que cayó era claramente incómodo.

-¿Eric? -Las oscuras cejas de Bill se arquearon; él esperaba un comentario.

Eric se miró majestuosamente enojado.

-Supongo que tienes razón. Tenemos cierta responsabilidad para con él. ¡No puedo creer
que su estado materno quiera ejecutarlo! ¿Dónde está su lealtad?

-¿Y tú? -La voz de Bill fue considerablemente más fría cuando le preg untó a Alcide.

La calidez de Alcide inundó el cuarto. Como también lo hizo la maraña confusa de sus
pensamientos. Él paso parte de la noche anterior con Debbie, bien.

-No veo como pueda, -dijo Alcide desesperadamente. -Mi negocio, mi padre, dependen
de que sea capaz de venir aquí a menudo. Y si estoy fuera con Russell y su equipo, sería
casi imposible. Ya va a ser bastante difícil cuando ellos se den cuenta que Sookie fue
quién robó a su prisionero.

-Y mató a Lorena, -añadí.

Otro embarazoso silencio.

Eric comenzó a sonreír abiertamente.

-¿Mataste a Lorena? -Él se atragantó a pesar de ser un vampiro muy viejo.

Era difícil interpretar la expresión de Bill.

-Sookie la estacó, -dijo él. -Fue una matanza justa.

-¿Ella mató Lorena en una lucha? -La sonrisa de Eric incluso se ensanchó mas. Él
estaba tan orgulloso como si hubiera escuchado a su primogénito recitando a
Shakespeare.

-Una lucha muy corta, -dije, no queriendo tomar ningún crédito que no me pertenecía.
Si uno pudiera llamar a esto crédito.

-Sookie mató a un vampiro, -dijo Alcide, como si también esto me elevara en su


evaluación. Los dos vampiros en el cuarto fruncieron el ceño.
Club Muerto Charlaine Harris

Alcide me sirvió y dio un gran vaso con agua. Lo bebí, despacio y dolorosamente. Me
sentí considerablemente mejor después de un minuto o dos.

-De vuelta al tema original, -dijo Eric, dándome una mirada significativa para
mostrarme que él tenía más que decir sobre la matanza de Lorena. -Si Sookie no ha sido
identificada como quién ayudó a la fuga de Bill, ella es la mejor opción para meternos
de regreso a la mansión sin disparar ninguna alarma. Ellos no la estarán esperando, pero
tampoco la rechazaran, estoy seguro. Sobre todo si ella dice que trae un mensaje para
Russell de la reina de Louisiana, o si ella dice que tiene algo que quiere devolverle a
Russell… -Él se encogió de hombros, como diciendo que seguramente podríamos
inventar una buena historia.

No quería volver allí. Pensé en el pobre de Bubba, y traté de preocuparme de su destino


—que ya podría haber encontrado—pero estaba muy débil para preocuparme de ello.

-¿Bandera de tregua? -Sugerí. Aclare mi garganta. -¿Tienen los vampiros tal cosa?

Eric pareció pensativo.

-Por supuesto, entonces yo tendría que explicar quién soy, -dijo él.

La felicidad hizo a Alcide mucho más fácil para leer. Él pensaba que tan pronto podría
llamar a Debbie.

Abrí mi boca, reconsidere, la cerré, la abrí otra vez. Qué demonios.

-¿Sabes quién me empujó en la cajuela y la cerró de golpe? -Pregunté a Alcide.

Sus ojos verdes miraron hacía mí. Su cara se volvió inexpresiva, contenida, como si él
temiera que se filtrara cualquier emoción. Dio vuelta y dejó el cuarto, tirando de la
puerta para cerrarla detrás de él. Por primera vez, registré que estaba de vuelta en el
dormitorio de invitado en su apartamento.

-Así que, ¿quién hizo eso, Sookie? -Eric preguntó.

-Su ex-novia. No tan ex después de la noche pasada.

-¿Por qué haría ella esto? -Bill preguntó.

Hubo otro silencio significativo.

-Sookie representó el papel de la nueva novia de Alcide para ganar la entrada al club, -
dijo Eric delicadamente.

-Ah, -Bill dijo. -¿Por qué tuvo que ir al club?

-Debieron golpearte unas cuantas veces en la cabeza, Bill, -dijo Eric con frialdad. -Ella
trataba de ―oír‖ donde te habían llevado.
Club Muerto Charlaine Harris

Esto se ponía muy cercano de las cosas que Bill y yo teníamos que hablar solos.

-Es tonto regresar ahí, -dije. –¿Qué hay de una llamada telefónica?

Ambos me contemplaron como si me hubiera convertido en una rana.

-Bien, qué idea tan buena, -dijo Eric.

***

El teléfono, resultó estar registrado solamente bajo el nombre de Russell Edgington; no


―Mansión del Destino‖, o ―Vampiros R´Us 42 ‖. Trabajé en perfeccionar mi historia
directamente mientras intentaba tragarme el contenido de una gran taza de plástico
opaca. Odié el gusto de la sangre sintética que Bill insistió que bebiera, así que él la
mezcló con jugo de manzana, trate de no mirar cuando me lo tomé de un trago.

Ellos me hicieron beberlo directamente cuando me trajeron al apartamento de Alcide


esta noche; y no les pregunté cómo. Al menos ahora sabía por qué la ropa que me prestó
Bernard estaba hecha un desastre. Parecía que me había degollado la garganta, en vez de
estar destrozada por la dolorosa mordedura de Bill. Estaba todavía muy dolorida, pero
estaba mejor.

Desde luego, yo fui la elegida para hacer la llamada. Hasta ahora no he conocido a un
hombre, por encima de la edad de dieciséis, a quién le guste hablar por teléfono.

-Betty Joe Pickard, por favor, -dije a la voz masculina que contestó.

-Ella está ocupada, -dijo él de inmediato.

-Tengo que hablar con ella ahora mismo.

-Ella esta por otra parte. ¿Puedo tomar su número?

-Esta es la mujer que salvó su vida anoche. -Ninguna razón para no golpear alrededor
del arbusto. -Tengo que dirigirme a ella, ahora mismo. Tout de suite 43 .

-Veré.

Hubo una pausa larga. Podía oír a la gente que andaba por el teléfono de vez en cuando,
y oí muchas ovaciones que sonaron como si estuvieran coreando a distancia. No quise
pensar mucho en eso. Eric, Bill, y Alcide—quién finalmente regresó bruscamente al
cuarto, cuando Bill le preguntó si podíamos tomar prestado su teléfono —estaban
parados ahí haciéndome toda clase de caras, yo solamente me encogí de hombros en
respuesta.

42
La protagonista hace un juego de palabras basándose en una famosa tienda de juguetes de EUA llamada Toys R´Us, el nombre de
Russell y la palabra vampiro. Quedaría algo así como: Los Vampiros de Russell. (N. de T .)
43
Tout de suite, frase muy usada entre la gente nativa de Luisiana fuertemente influenciada por la raíces francesas de la zona, para
significar lo mismo que dice la frase en francés: ―Inmediatamente‖. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

Finalmente, hubo un click, click, click de tacones sobre el piso.

-Estoy agradecida, pero no puede contar con esto siempre, -dijo Betty Jo Pickard
enérgicamente. -Arreglamos su curación, tuvo un alojamiento para recuperarse. No
borramos su memoria, -añadió ella, como si fuera un pequeño detalle que se le había
escapado hasta ese momento. -¿Qué cosa quiere pedir?

-¿Usted tiene a un vampiro allí, un imitador de Elvis?

-¿Sí? -De repente ella sonó muy cautelosa. -Agarramos a un intruso dentro de nuestras
paredes anoche, sí.

-Esta mañana, después de que dejé su lugar, fui detenida de nuevo, -dije. Calculamos
que esto sería convincente porque yo sonaba ronca y débil.

Hubo un silencio largo mientras ella estudió detenidamente las implicaciones.

-Usted tiene el hábito de estar en el lugar in correcto, -dijo, como si remotamente


sintiera pena por mí.

-Ellos me informan ahora, -dije con cuidado. -Decirle que el vampiro que usted tiene
allí, como se supone, es el verdadero.

Ella se rió un poco.

-Ah, pero… -ella comenzó. Entonces se calló. –Usted esta cagándome, ¿cierto? -Estaba
dispuesta a jurar que Mamie Eisenhower nunca habría dicho eso.

-Absolutamente no. Había una vampiro trabajando en el depósito de cadáveres esa


noche, -grazné. Betty Jo hizo un sonido que salió entre un grito ahogado y uno
estrangulado. -No lo llame por su verdadero nombre. Llámele ―Bubba‖. ¡Y por Dios!,
no le hagan daño.

-Pero ya estamos listos… ¡Deténganse!

Ella corrió. Pude oír el urgente sonido desvanecerse.

Suspiré, y esperé. Después de unos segundos, estaba completamente chiflada con los
dos tipos que estaban de pie alrededor mirándome. Estaba lo bastante fuerte para
sentarme, supuse.

Bill suavemente me sostuvo, mientras Eric colocó almohadas detrás de mi espalda. Me


alegré de ver que uno de ellos tuvo en mente extender la manta amarilla sobre la cama
así no mancharía la colcha. Todo esto ocurrió mientras sostenía el teléfono con mi oído,
así que cuando llego un graznido, realmente me asuste.

-Lo bajamos a tiempo, -dijo Betty Joe alegremente.

-La llamada llego a tiempo, -dije a Eric. Él cerró sus ojos y pareció ofrecer una oración.
Me pregunté a quién le rezaría Eric. Esperé por instrucciones adicionales.
Club Muerto Charlaine Harris

-Diles, -dijo él, -que lo dejen ir, y él llegara solo a casa. Diles que pedimos perdón por
haberlo extraviado.

Transmití aquel mensaje de mis ―raptores‖.

Betty Jo era rápida para cambiar las direcciones.

-¿Preguntaría si él puede quedarse y cantarnos un poco? Él está en muy buena forma, -


dijo ella.

Entonces transmití esto. Eric puso los ojos en blanco.

-Ella puede preguntarle, pero si él dice no, deben tomarlo en serio y no preguntarle más,
-dijo él. -Eso sólo lo trastorna, si no está de humor. Y a veces cuando él canta realmente
esto le devuelve memorias, y él se pone, ah, estrepitoso.

-Bien, -dijo ella, después de que le expliqué. -Haremos todo lo posible. Si él no quiere
cantar, lo dejaremos ir enseguida. –Por el sonido, ella dio vuelta a alguien junto a ella. -
¡Él puede cantar, si él consiente, -dijo, y alguien dijo, -¡¡Estupendo!! -Dos noches
grandes en platea para la multitud de la mansión del rey de Misisipí, adivino.

Betty Joe dijo en el teléfono:

-Espero que usted salga de sus dificultades. No sé cómo, quienquiera que sea consiguió
la fortuna de tener el cuidado de la mayor estrella del mundo. Quizás, ¿considerarían
negociarlo?

Ella no sabía aún los problemas que esto acarreaba. ―Bubba‖ tenía una desafortunada
predilección por la sangre de gato, era excéntrico, confuso, y sólo podía seguir las
ordenes más simples; aunque de tanto en tanto , expusiera una chispa de habilidad. Él
seguía las ordenes a rajatabla.

-Ella quiere permiso de guardarlo, -dije a Eric.

Estaba cansada de ser el mediador. Pero Betty Joe no podía encontrarse con Eric, o ella
sabría que él era el supuesto amigo de Alcid e que me ayudó a entrar en la mansión la
noche anterior.

Era demasiado complicado para mí.

-¿Sí? -Eric dijo en el teléfono.

De repente él tenía un acento inglés. Sr. Maestro del Disfraz. Pronto él decía cosas
como, «Él es un bien sagrado», y, «No sabe lo que usted muerde», en el teléfono. (Si
hubiera tenido algo de sentido del humor esa noche, habría pensado que la última
declaración era bastante graciosa.) Después de un poco más de conversación, él colgó
con aire satisfecho.
Club Muerto Charlaine Harris

Estaba pensando en lo extraño que era que Betty Joe no hubiera indicado que algo más
andaba a mal en la mansión. Ella no acusó a Bubba de tomar a su prisionero, y no
comentó acerca del hallazgo del cuerpo de Lorena. No necesariamente que ella
mencionara estas cosas en una conversación telefónica con una humana extraña; y, en
realidad, no había mucho para encontrar; los vampiros se desintegran bastante rápido.
Pero las cadenas de plata estarían todavía en la piscina, y tal vez suficiente lodo para
identificarse como el cadáver de un vampiro. Desde luego, ¿por qué miraría alguien
bajo la cubierta de la piscina? ¿Pero seguramente alguien notó que su prisionero estrella
se fue?

Tal vez ellos asumían que Bubba liberó a Bill mientras vagaba por la mansión. Le
dijimos no decir nada, y él seguiría aquella directiva al pie de la letra.

Tal vez estaba fuera de onda. Tal vez Lorena estaría completamente disuelta cuando
ellos comenzaran a limpiar la piscina en primavera.

El tema de cadáveres me recordó el cuerpo que encontramos retacado en el armario de


este apartamento. Alguien seguro sabía donde estábamos, y seguro a ese alguien
nosotros no le gustábamos. Dejar el cuerpo era una tentativa de atarnos al delito de
asesinato, que, actualmente yo había cometido. Solamente que no cometí aquel
asesinato en particular. Me pregunté si el cuerpo de Jerry Falcon habría sido
descubierto. La posibilidad pareció remota. Abrí mi boca para preguntarle a Alcide si
apareció algo en las noticias, y luego la cerré otra vez. Carecía de la energía para
componer la oración.

Mi vida giraba fuera de control. En el espacio de dos días escondí un cadáver y había
creado otro. Y todo porque caí enamorada de un vampiro. Dirigí a Bill un vistazo muy
poco amoroso. Estaba tan absorta en mis pensamientos, que apenas oí el teléfono.
Alcide, que había entrado en la cocina, debe haberlo contestado después del primer
timbrazo.

Alcide apareció en la puerta del dormitorio.

-Muévanse, -él dijo, -tienen que moverse al lado en el apartamento vacío. ¡Rápido,
rápido!

Bill me alzó, con todo y manta. Todos estuvimos fuera en la puerta, Eric rompió la
cerradura en el apartamento al lado de Alcide antes de que uno pudiera decir ―Jack
Daniels 44 ‖. Oí el quejumbroso ruido del elevador que llegaba al quinto piso cuando Bill
cerró la puerta detrás de nosotros.

Estuvimos de pie sin movernos en la fría y vacía sala de estar del estéril apartamento.
Los vampiros escuchaban atentamente lo que ocurría al lado. Comencé a temblar en los
brazos de Bill.

A decir verdad, se sintió grandioso ser sostenida por él, no importa lo enojada que había
estado con él, no importa cuantas cuestiones teníamos que arreglar. Para decir la verdad,
tenía un maravilloso sentido (para gran consternación mía) de regreso a casa. A decir
verdad, no importa que tan lastimado estaba mi cuerpo—y lastimado bajo sus manos, o
44
Jack Daniels, whisky estadounidense originario del estado de Tennessee. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

más bien, sus colmillos—a este cuerpo le costaba esperar para encontrarse con su
cuerpo otra vez, a culo desnudo, a pesar del terrible incidente en la cajuela. Suspiré.
Estuve decepcionada de mí misma. Tendría que defenderme a través de mi psique,
porque mi cuerpo (en cualquier momento) estaba listo para traicionarme. Pareció sufrir
un apagón en cuanto el ataque sin sentido de Bill.

Bill me puso en el suelo del dormitorio de invitados más pequeño de este apartamento
con tanto cuidado como si costara un millón de dólares, me arropó bien dentro de la
manta. Él y Eric escucharon en la pared, que era compartida con el dormitorio de
Alcide.

-Qué perra, -murmuró Eric. Oh. Debbie estaba de vuelta.

Cerré mis ojos. Eric hizo un pequeño ruido de sorpresa y los abrí otra vez. Él me veía
otra vez con aquella desconcertante diversión en su cara.

-Debbie visitó la casa de su hermana anoche para quejarse acerca de ti. A la hermana de
Alcide le gustas muchísimo, -dijo Eric en un susurro diminuto. -Esto enfadó a la
adaptoformas Debbie. Ella esta insultando a su hermana delante de él.

La cara de Bill mostró que no estaba contentísimo por todo esto.

De repente cada línea del cuerpo de Bill se tensó, como si alguien le hubiera metido el
dedo en un contacto eléctrico. La mandíbula de Eric se cayó y me vio con una expresión
ilegible.

Hubo un sonido inequívoco de una bofetada—hasta yo pude oírlo—del siguiente cuarto.

-Déjanos por un momento, -dijo Bill a Eric. No me gustó el sonido de su voz.

Cerré mis ojos. No pensé que estuviera a la altura de lo que vendría después. No quería
discutir con Bill, o reprenderlo por su infidelidad. No quería escuchar sus explicaciones
y excusas.

Oí un susurro de movimiento cuando Bill se arro dilló al lado de mí sobre la alfombra.


Bill se estiro al lado mío, giro sobre su costado, y puso su brazo a través de mí.

-Él le acaba de decir a esta mujer lo buena que eres en la cama, -Bill murmuró
gentilmente.

Me enderece de mi posición prona tan rápido que esto rasgó mi cuello en curación y me
dio una punzada en mi lado casi curado. Estampe mi mano en mi cuello y rechine mis
dientes así no gemiría. Cuándo pude hablar, sólo pude decir;

-¿Él que? ¿Él qué? -Estaba casi incoherente por la cólera. Bill me dirigió una mirada
penetrante, puso su dedo sobre sus labios para recordarme estar silenciosa.

-Nunca lo hice, -susurré furiosa. -Pero aún si lo hubiera hecho, ¿sabes qué? Esto te
enseñaría, traidor, hijo de puta. –Clavé mi ojos en los suyos y lo miré fija y
directamente en ellos. Vale, íbamos a hacer esto ahora.
Club Muerto Charlaine Harris

-Tienes razón, -murmuró él. –Acuéstate, Sookie. Estas lastimada.

-Desde luego que estoy lastimada, -susurré, y me eché a llorar. -¡Y tener a otros que me
lo dijeran, escuchar que ibas a pensionarme e irte a vivir con ella sin tener el coraje para
decírmelo tú mismo! ¡Bill, cómo pudiste ser capaz de tal cosa! ¡Yo fui lo bastante idiota
para pensar que tu realmente me amabas! -Con un salvajismo que apenas podía creer
surgir dentro de mí, arrojé la manta aprisa y me lancé sobre él, mis dedos enterrándose
dentro de su garganta.

Y al diablo con el dolor.

Mis manos no podían abarcar su cuello, pero las apreté con tanta fuerza como pude y
sentí una rabia roja que me llevaba. Quise matarlo.

Si Bill hubiera luchado de vuelta, podría haber mantenido mi rabia, pero más apretaba,
más la rabia se desvanecía, dejándome fría y vacía. Me senté a horcajadas sobre Bill, él
estaba en el suelo, permanecía pasivo con sus manos a los lados. Mis manos se alejaron
de su cuello y las usé para cubrir mi cara.

-Espero que te duela muchísimo, -dije, mi voz era estrangulada, pero bastante clara.

-Sí, -él dijo. -Esto me dolió muchísimo.

Bill me atrajo al suelo junto a él, nos cubrió a ambos con la manta. Suavemente emp ujó
mi cabeza dentro del hueco entre su cuello y hombro.

Permanecimos allí en silencio lo que pareció mucho tiempo, aunque tal vez fueran sólo
minutos. Mi cuerpo se recostó contra el suyo en un arraigado hábito como una
necesidad; aunque no supiera si la necesidad fuera específicamente por Bill, o la
intimidad que sólo compartí con él. Lo odié. Lo amé.

-Sookie, -él dijo, contra mi pelo, -yo…

-Calla, -dije. -Calla.

Me arrimé más cerca contra él. Me relajé. Fue como quitarme una venda Ace, una que
había estado demasiado apretada.

-Llevas puesta la ropa de alguien más, -susurró él, después de un minuto o dos.

-Sí, de un vampiro llamado Bernard. Me dio la ropa para usarla después de que mi
vestido fue arruinado en el bar.

-¿En Josephine´s?

-Sí.

-¿Cómo se estropeó tu vestido?


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-Fui estacada.

Todo él se quedo inmóvil.

-¿Dónde? ¿Te dolió? -Él desdobló la manta. –Muéstrame.

-Desde luego que duele, -dije deliberadamente. –Duele muchísimo. -Levanté el


dobladillo de la sudadera con cuidado.

Sus dedos acariciaron la piel brillante. Yo no me curaría como Bill. Podría tomarle una
noche o dos el volver a quedar tan liso y perfecto como era, pero se miraría como antes,
a pesar de una semana de tortura. Yo tendría una cicatriz el resto de mi vida, sangre de
vampiro o no. La cicatriz no sería tan severa, y seguramente se estaba curando
fenomenal, pero sin duda era roja y fea, la carne debajo de ella todavía tierna, la
completa área una llaga.

-¿Quién te hizo esto?

-Un hombre. Un fanático. Es una larga historia.

-¿Él está muerto?

-Ahá. Betty Joe Pickard lo mató con dos golpazos de su puño. Fueron del estilo que me
recordaron una historia que leí en la escuela primaria sobre Paul Bunyan 45 .

-No conozco aquella historia. -Sus ojos oscuros miraron los míos.

Me encogí de hombros.

-Mientras esté muerto. -Bill se aferró a aquella idea.

-Un montón de gente está muerta ahora. Todo debido a tu programa.

Hubo un momento largo de silencio.

Bill echó un vistazo hacía la puerta que Eric cerró discretamente detrás de él. Desde
luego, probablemente él estaría escuchando fuera, y como todos los vampiros, Eric
tendría una excelente audición.

-¿Está a salvo?

-Sí.

La boca de Bill estuvo justo en mi oído. Me dio cosquillas cuando me susurró;

-¿Registraron mi casa?

-No sé. Tal vez entraron los vampiros de Misisipí. No tuve la posibilidad de ir ahí
después de que Eric, Pam y Chow vinieron para decirme que te habían atrapado.
45
Paul Bunyan, gigantesco leñador que realiza actos sobrehumanos dentro del folklore norteamericano. (N. de T .)
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-¿Y ellos te dijeron…?

-¿Que planeabas abandonarme? Sí. Ellos me lo dijeron.

-Ya pague bastante por aquel pedazo de locura, -dijo Bill.

-Podrás haber pagado bastante para satisfacerte a ti, -dije, -pero no sé si has pagado lo
suficiente para satisfacerme a mí.

Hubo un silencio largo en el frío cuarto vacío. También estaba tranquilo fuera en la sala
de estar. Esperé que Eric hubiera calculado lo que íbamos a hacer después, y esperé que
esto implicara irse a casa. Sin importar lo que sucediera entre Bill y yo, necesitaba ir a
casa en Bon Temps. Necesitaba volver a mi trabajo, a mis amigos y necesitaba ver a mi
hermano. Él podría no ser mucho, pero era lo que yo tenía.

Me pregunté lo que ocurriría en el siguiente apartamento.

-Cuando la reina vino a mí y dijo que escucho que trabajaba en un programa que nunca
antes había sido intentado, estuve adulado, -me dijo Bill. -El dinero que ella ofreció
estaba muy bien, y sería dentro de sus derechos no ofrecer nada, ya que soy su sujeto.

Podía sentir como se torcía mi boca al escuchar un recordatorio más de como el mundo
de Bill era diferente del mío.

-¿Quién piensas que le dijo? -Pregunté.

-No lo sé. Realmente no quiero saberlo, -dijo Bill. Su voz sonó improvisada, hasta
bondadosa, pero lo conocía bien como para creerle. -Sabes que estuve trabajando en él
durante algún tiempo, -dijo Bill, cuando calculó que no iba a decir nada.

-¿Por qué?

-¿Por qué? -Él sonó extrañamente desconcertado. -Bien, porque me pareció una buena
idea. ¿Tener una lista de los vampiros en toda América, y al menos un poco del resto del
mundo? Era un proyecto valioso, y realmente, hubo cierta diversión en recopilar la
información. Y una vez que comencé la investigación, pensé incluir fotos. Y alías. E
historias. Sencillamente creció.

-Entonces has estado, um, recopilando a…¿como un directorio? ¿De vampiros?

-Exactamente. -La cara brillante de Bill resplandeció aún más. –Justo comencé una
noche, pensando con cuantos otros vampiros me topado en mis viajes durante el siglo
pasado, comencé a hacer una lista, y luego comencé a añadir un dibujo que hice o una
fotografía que tomé.

-¿Entonces los vampiros hacen fotografías? Quiero decir, ¿ellos salen en las fotos?

-Seguro. Nunca nos gustó dejarnos hacer fotos, cuando la fotografía se hizo una cosa
común en América, porque una foto era la prueba que estuvimos en un lugar particular
Club Muerto Charlaine Harris

en un tiempo determinado, y si mostrábamos exactamente el mismo aspecto veinte años


más tarde, pues era obvio lo que éramos. Pero ya que admitimos nuestra existencia, no
hay ninguna razón de seguir los viejos caminos.

-Apuesto que algunos vampiros todavía lo hacen.

-Desde luego. Hay quiénes todavía se esconden en las sombras y duermen en criptas
cada noche.

(Esto viniendo de un tipo que dormía en la tierra del cementerio de vez en cuando.)

-¿Y otros vampiros te ayudaron con esto?

-Sí, -él dijo, sonando sorprendido. -Sí, unos cuantos lo hicieron. Unos disfrutaron del
ejercicio de memoria… unos lo usaron como una razón de buscar antiguos conocidos,
viajes a viejos lugares predilectos. Estoy seguro que no tengo a todos los vampiros en
América, sobre todo los inmigrantes recientes, pero creo que probablemente tengo el
ochenta por ciento de ellos.

-Bien, entonces, ¿por qué la reina está tan ansiosa de tener este programa? ¿Por qué lo
querrían los otros vampiros, una vez que ellos supieron sobre él? Ellos pueden reunir la
información igual, ¿cierto?

-Sí, -dijo. -Pero sería mucho más fácil tomarlo de mí. Y en cuanto a por qué es tan
deseable tener este programa… ¿no te gustaría tener un folleto que listara a todos los
otros telépatas en los Estados Unidos?

-Ah, seguro, -dije. -Podría conseguir un montón de consejos sobre como manejar mi
problema, o tal vez sobre como usarlo mejor.

-Así que, ¿no estaría bien tener un directorio de vampiros de los Estados Unidos, en qué
son buenos, dónde yacen sus regalos?

-Pero seguramente algunos vampiros no querrían estar en tal libro, -dije. -Tú me has
dicho que algunas vampiros no quieren salir, que ellos quieren quedarse en la oscuridad
y cazar en secreto.

-Exactamente.

-¿Aquellos vampiros están allí, también?

Bill asintió.

-¿Quieres que alguien te clave una estaca?

-No me percate de la tentación que este proyecto le ocasionaría a alguien más. Nunca
pensé cuanto poder le daría a quién lo poseyera, hasta que los otros comenzaron a tratar
de robarlo.

Bill lució sombrío.


Club Muerto Charlaine Harris

El sonido de gritos en el apartamento de al lado llamó nuestra atención.

Alcide y Debbie estaban en ello otra vez. Ellos eran realmente malos el uno para el otro.
Pero un poco de atracción mutua los guardaba rebotando el uno contra el otro. Tal vez,
lejos de Alcide, Debbie era una persona agradable.

Nah, no podía convencerme para creer esto. Pero tal vez ella era al menos tolerable
cuando los afectos de Alcide no eran una cuestión. Por supuesto, deberían separarse.
Ellos nunca deberían estar en el mismo cuarto otra vez.

Y tuve que tomar esto de corazón.

Mírenme. Destrozada, desangrada, estacada, golpeada. Yaciendo en un frío apartamento


en una ciudad extraña con un vampiro que me traicionó.

Una gran decisión estaba parada directamente frente a mi cara, esperando ser
reconocida y decretada.

Empujé lejos a Bill, y me tambaleé sobre mis pies. Me puse mi chaqueta robada. Y con
su pesado silencio a mi espalda, abrí la puerta de la sala de estar. Eric escuchaba
entretenido la batalla que continuaba en el apartamento próximo.

-Llévame a casa, -dije.

-Por supuesto, -él dijo. -¿Ahora?

-Sí. Alcide puede dejar caer mis cosas cuando vuelva a Baton Rouge.

-¿El Lincoln es manejable?

-Ah, sí. -Saqué las llaves de mi bolsillo. -Toma.

Anduvimos fuera del apartamento vacío y bajamos por el elevador al garaje.

Bill no nos siguió.


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Capítulo 13
Eric me alcanzó cuando subía en el Lincoln.

-Tuve que dar a Bill unas cuantas instrucciones sobre como limpiar el lío que causó, -
dijo él, aunque yo no preguntara.

Eric estaba acostumbrado a conducir autos deportivos, y tuvo unas cuestiones que
resolver primero con el Lincoln.

-¿Se te ha ocurrido, -dijo él, después de que habíamos manejado fuera del centro de la
ciudad, -que tiendes a alejarte cuándo las cosas entre tú y Bill se ponen inestables? No,
que necesariamente me importe, ya que yo me alegraría si ustedes dos cortan su
asociación. Pero si este es el modelo que sigues en tus relaciones románticas, quiero
saberlo ahora.

Pensé en varias cosas de decir, descarte las primeras que habrían ampollado los oídos de
mi abuela, y tome un aliento profundo.

-En primer lugar, Eric, lo que sucede entre Bill y yo, no es de ninguna manera tu
maldito asunto. -Dejé aquello flotando durante unos segundos. -Segundo, mi relación
con Bill es la única que tuve alguna vez, así que nunca he tenido idea de lo que voy a
hacer día a día, mucho menos para establecer una política. -Hice una pausa para trabajar
sobre como expresar mi siguiente idea. -Tercero, estoy hasta la coronilla de ustedes.
Estoy cansada de ver toda este material enfermo. Estoy cansada de tener que ser
valiente, de tener que hacer cosas que me asustan, y tener que colgarme de lo bizarro y
sobrenatural. Soy nada más una persona normal, y quiero simplemente salir con
personas normales. O, al menos, con gente que respire.

Eric esperó a ver si había terminado. Le eché una rápida ojeada, las luces de la calle
iluminaron su fuerte perfil con su nariz de bordes afilados. Al menos no se reía de mí.
Ni siquiera sonreía.

Él echó un vistazo a mí brevemente antes de volver su atención al camino.

-Escuche lo que dijiste. Puedo decir que hablas en serio. He tenido tu sangre: conozco
tus sentimientos.

Una milla de oscuridad se fue. Estuve contenta que Eric me tomara en serio. A veces no
lo hacía; y a veces no parecía preocuparse por lo que él me decía.

-Tú estás estropeada para los humanos, -dijo Eric. Su leve acento extranjero era más
aparente.

-Tal vez lo estoy. Aunque no lo veo como una gran pérdida, ya que desde antes no tenía
suerte con ningún tipo. –Difícil salir conmigo, cuando sabía exactamente lo que mi cita
pensaba. La mayoría de la veces el conocer los pensamientos exactos de los hombres
puede borrar el deseo y hasta el gusto. –Pero, sería más feliz sin nadie de lo que soy
ahora.
Club Muerto Charlaine Harris

Había estado considerando la vieja regla básica de Ann Landers 46 : ¿Estaré mejor con
él, o sin él? Mi abuela, Jason y yo leíamos a Ann Landers todos los días cuando Jason y
yo estábamos creciendo. Discutíamos cada una de las respuestas de Ann a preguntas de
lectores. Muchos consejos que ella daba, iban encaminados a ayudar a las mujeres con
tipos como Jason, así que ciertamente trajo perspectiva a las conversaciones.

Directamente en este momento, estaba condenadamen te segura que estaría mejor sin
Bill. Él me usó y abusó de mí, me traicionó y casi me desangró.

También, él me defendió, me vengó, me adoró con su cuerpo, y me proporcionó horas


de compañerismo sin crítica, una bendición mayor.

Bien, justo ahora no traía mis balanzas portátiles. Lo que tenía era un corazón lleno de
dolor y una manera de irme a casa. Volamos a través de la noche negra, envueltos en
nuestros propios pensamientos. El tráfico era ligero, pero era una interestatal, así que,
desde luego, había autos alrededor de nosotros de vez en cuando.

No tuve ni idea en lo que Eric pensaba, un sentimiento maravilloso. Él podría estar


debatiendo el empujarme sobre el hombro y romper mi cuello, o él podría preguntarse
que estaría aconteciendo en Fangtasia. Quise que me hablara. Deseé que me dijera
sobre su vida antes de que él se hiciera un vampiro, pero este es un punto
verdaderamente sensible con muchos vampiros, y no estaba por traerlo esta noche de
entre todas las noches.

Aproximadamente a una hora de Bon Temps, tomamos una salida. Andábamos un poco
bajos de gasolina, y yo tenía que usar el servicio de señoras. Eric comenzó a llenar el
tanque cuando con cuidado saque mi dolorido cuerpo del auto. Él rechazó mi oferta de
bombear la gasolina con un cortés; ―No, te lo agradezco‖. Un auto más llenaba, y la
mujer, una rubia oxigenada de mi edad, colgó el inyector cuando salí de Lincoln.

A la una de la mañana, la gasolinera/tienda estaba casi vacía salvo por la jóven mujer,
que iba pesadamente arreglada y envuelta en un abrigo forrado. Divisé una maltratada
camioneta Toyota aparcada al lado de la gasolinera, en la única parte oscura del terreno.
Dentro de la camioneta, había dos hombres sentados, envueltos en una acalorada
conversación.

-Hace mucho frío para estar sentado fuera en una camioneta, -dijo la rubia artificial,
cuando pasamos por las puertas de cristal juntas. Ella simuló un elaborado temblor.

-Usted cree, -comenté.

Iba a mitad de camino por el pasillo de espaldas a la tienda, cuando el empleado, det rás
de un alto mostrador sobre una plataforma, daba vuelta lejos de su pequeña televisión
para tomar el dinero de la rubia.

Fue difícil cerrar la puerta del cuarto de baño detrás de mí, ya que el alféizar de madera
se había hinchado un poco durante un goteo pasado. De hecho, probablemente no cerró

46
Ann Landers (1918-2002), famosísima consejera en EUA que durante 4 décadas mantuvo una columna periodística para ayudar a
la gente con sus problemas personales. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

del todo bien detrás de mí, no me fijé ya que andaba con algo de prisa. Pero la puerta de
metal del cubículo—que estaba bastante limpio—si cerraba y tenia pestillo. Sin ninguna
prisa por regresar en el auto con el silencioso Eric, tomé mi tiempo después de usar los
servicios. Me miré detenidamente en el espejo encima del lavamanos, esperando lucir
de la fregada y no siendo contradicha por lo que vi reflejado allí.

La marca de la mordedura que casi destroza mi cuello lucía realmente asquerosa, como
si un perro me tuvo aferrada. Cuando limpié la herida con jabón y toallas mojadas de
papel, me pregunté como funcionaria esto de haber ingerido la sangre de vampiro si me
daría una cantidad específica de fuerza suplementaria y curación, para luego agotarse, o
si estaría actuado por una cierta cantidad de tiempo como una cápsula de liberación.
Después de que tuve la sangre de Bill, me sentí increíble durante un par de meses.

No tenía un peine, ni cepillo, ni nada, y me veía como un gato erizado. La tentativa de


domar mi pelo con mis dedos solamente empeoró la cosa. Lavé mi cara y cuello, y
regrese al resplandor de luz en la tienda. Apenas registré otra vez que la puerta no cerró
detrás de mí, en cambio quedo silenciosamen te alojada sobre el alféizar hinchado.
Reaparecí detrás del último pasillo largo de comestibles, atestado por CornNuts, patatas
fritas Lays, tartas Moon, Scotch Snuf, Prince Albert en lata…47

…y dos ladrones armados sobre la plataforma del dependiente den tro de la puerta.

Dios Santo, ¿por qué de plano no les dan a estos pobres dependientes camisas con
grandes tiros al blancos impresos? Fue el primer pensamiento que tuve, como si mirara
una película donde roban una tienda. Entonces me ubique en el aquí y ahora,
sintonizada por la tensión más que real sobre la cara del dependiente. Él era
terriblemente jóven—piel rojiza, con barros de adolescente. Y encaraba a dos tipos
grandes con armas. Sus manos estaban en el aire, y estaba enfurecido. Habría esperado
que llorara por su vida a lágrima viva, o la incoherencia, pero este chico estaba furioso.

Era la cuarta vez que había sido robado, leí fresco de su cerebro. Y la tercera vez a
mano armada. Él lamentaba no poder agarrar la escopeta bajo el asiento de su camioneta
detrás de la tienda y enviar a estos hijos de puta al infierno.

Y nadie se dio cuenta que yo estaba allí. Ellos parecieron no verme.

No que me esté quejando, ¿¡eh!?

Eché un vistazo detrás de mí, verificando que la puerta al cuarto de baño hubiera medio
cerrado otra vez, así su sonido no me delataría. La mejor cosa que hacer sería salir
sigilosamente por la puerta de atrás a este lugar, si pudiera encontrarla, correr alrededor
del edificio y decirle a Eric que llamáramos a la policía.

Esperen un minuto. Ahora que pienso en Eric, ¿dónde estaba él? ¿Por qué no había
entrado para pagar la gas?

Si fuera posible tener un presagio más siniestro que el que ya tenía, lo obtuve. Si Eric
aún no entrababa, Eric no iba a entrar. Tal vez decidió marcharse. Aban donándome.

47
T odas ellas son marcas comerciales de alimentos chatarra en EUA. (N. de T.)
Club Muerto Charlaine Harris

Aquí.

Sola.

Justo como Bill te abandonó, mi mente suministro de manera útil. Bien, muchísimas
gracias por ese recordatorio infernal, Mente.

O, tal vez ellos le pegaron un tiro. Si él recibía una herida en la cabeza… no existía
ninguna curación que pudiera arreglar a quién recibe un tiro directo con una bala de
calibre grande.

No servía para nada que me quedara de pie preocupándome.

Esta era una típica tienda de gasolinera. Uno entra por la puerta de calle, y el
dependiente esta detrás de un largo mostrador a la derecha, sobre una plataforma. Las
bebidas frías están en un refrigerador junto a la pared izquierda. Uno tiene tres pasillos
que abarcan lo largo y ancho de la tienda, más varias muestras especiales y pilas de
briquetas de carbón, comida para mascotas, tazas, etc. Me mantuve todo el tiempo en la
parte trasera de la tienda, podía ver al dependiente (fácilmente) y a los ladrones
(difícilmente) por encima de los comestibles. Tenía que salir de la tienda,
preferentemente invisible. Divise una astillada puerta de madera, marcada con “Sólo
Empleados” en la parte más alejada de la pared trasera. Estaba realmente más allá del
mostrador detrás del cual el dependiente estaba de pie. Había un hueco entre el final del
mostrador y la pared, a partir del final de mi pasillo y el principio de aquel mostrador,
yo estaría expuesta.

No ganaba nada esperando.

Me puse sobre mis manos y rodillas y comencé a gatear lentamente. Me moví despacio,
así también podría escuchar.

-¿Viste una rubia entrar aquí, como de este alto? –decía el más fornido de los dos
ladrones, y de repente me sentí mareada.

¿Cuál rubia? ¿Yo, o la rubia artificial? ¿O Eric? Desde luego, no pude ver la indicación
de altura. ¿Buscaban ellos a un vampiro macho o una telépata femenina? O… me
recordé, al fin y al cabo, no te creas ser la única mujer en el mundo que podría tener
líos.

-Una mujer rubia entró aquí hace cinco minutos, compró algunos cigarrillos, -dijo el
chico hoscamente. ¡Bien por ti, amigo!

-Naw, esa de hecho ya se fue. Queremos a la que estaba con el vampiro.

Ahá, esa sería yo.

-No vi a ninguna otra mujer, -dijo el chico.


Club Muerto Charlaine Harris

Eché un vistazo hacía arriba y vi la reflexión de un espejo montado en la esquina de la


tienda. Era un espejo de seguridad así el dependiente podría d escubrir a los rateros de
mercancía. Pensé; Él puede verme aquí en cuclillas. Él sabe que estoy aquí.

Dios lo bendiga. Él hizo todo lo posible para ayudarme. Tenía que hacer todo lo posible
por ayudarle. Al mismo tiempo, debíamos evitar recibir un tiro, eso sería una cosa muy
buena. ¿Y dónde demonios estaba Eric?

Bendiciendo mis pantalones deportivos y pantuflas prestados por ser suaves y


silenciosos, gateé deliberadamente hacia la astillada puerta de ―Sólo Empleados‖. Me
pregunté si esta crujiría. Los dos ladrones se dirigían todavía al dependiente, pero
bloqueé mentalmente sus voces así podría concentrarme en alcanzar la puerta.

Ya antes, en abundantes ocasiones, estuve asustada, pero este era uno de los
acontecimientos mas atemorizantes de mi vida. Mi papá había cazado, Jason y sus
compañeros cazaban, y presencié una masacre en Dallas. Ya sabía lo que las balas
pueden hacer. Ahora que había llegado el final del pasillo, llegué al final de mi cubierta.

Miré detenidamente la escena alrededor del mostrado r. Tenía que cruzar


aproximadamente cuatro pies de suelo abierto para alcanzar el refugio parcial del largo
mostrador que corría delante de la caja registradora. Una vez que cruzara aquel espacio
vacío, me mantendría bien escondida de la perspectiva de los ladrones.

-Esta entrando un auto, -dijo el dependiente, y los dos ladrones automáticamente


voltearon a la ventana para mirar. Si no supiera telepáticamente lo que él hacía, podría
haber vacilado demasiado tiempo. Correteé a través del expuesto linóleo más rápido de
lo que jamás creí posible.

-No veo ningún auto, -dijo el hombre menos voluminoso.

El dependiente dijo;

-Creí haber oído el sonido de la campana, el que suena cuando un auto entra.

Alcancé y giré la perilla en la puerta. Esta se abrió silen ciosamente.

-A veces suena cuando no hay nadie allí, -el chico siguió, y me di cuenta que él trataba
de hacer ruido y mantener su atención, así yo podría salir por la puerta. Dios lo bendiga,
una vez más.

Empujé la puerta un poco más, y andado como pato salí por ella. Estaba en un pasaje
estrecho. Había otra puerta al final de el, una puerta que por lo visto conducía al área
trasera de la tienda de la gasolinera. En la puerta había un juego de llaves. Ellos
sabiamente mantenían la puerta de atrás cerrada. De una fila de uñas en la puerta de
atrás colgaba una pesada chaqueta. Metí mi mano dentro del bolsillo derecho y saque
las llaves del chico. Fue sólo una afortunada conjetura. Suceden. Agarrándolas para
prevenir su tintineo, abrí la puerta de atrás y and uve fuera.

No había nada aquí fuera excepto una maltratada camioneta y un apestoso contenedor
de basura. La iluminación era pobre, pero al menos había un poco de luz. El suelo
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estaba resquebrajado. Ya que era invierno, los hierbajos que brotaron de aquellas grietas
estaban secos y blanqueados. Oí un pequeño sonido a mi izquierda y contuve mi aliento
inestable después de que brinqué para ponerme de pie. El sonido fue causado por un
enorme mapache viejo, él deambulaba sobre el pequeño pedazo de bosque detrás de la
tienda.

Exhalé de modo tan inestable como inhalé aire. Me obligue a enfocarme sobre el
manojo de llaves. Desafortunadamente, había como veinte. Este chico tenía más llaves
que las ardillas bellotas. Nadie sobre la tierra verde de Dios podría usar t antas llaves.
Las pase desesperadamente, y finalmente seleccioné la que tenía impresa GM 48 sobre
una cubierta negra de goma. Abrí la puerta y metí la mano en el interior mohoso, que
olía fuertemente a cigarrillos y perros. Sí, la escopeta estaba bajo el asiento. La saque
fuera. Estaba cargada. Gracias a Dios Jason era un creyente de la defensa personal. Él
me mostró como cargar y disparar su nueva Benelli.

A pesar de mi nueva protección, estaba muy asustada, no estaba segura que podría ir
alrededor del frente de la tienda. Tenía que explorar la situación, y averiguar lo que
sucedió con Eric. Di la vuelta por el costado del edificio donde el viejo camión Toyota
estaba aparcado. No había nada, excepto una pequeña mancha que recogió una fracción
vaga de luz. Con la escopeta acunada en un brazo, me agaché para pasar un dedo sobre
ella.

Sangre fresca. Me sentí vieja y con frío. Me incorporé con mi cabeza doblada durante
un momento largo, y luego me vigoricé a mi misma.

Miré la ventana del conductor para encontrar que la cabina estaba abierta. Bien, algo
bueno. Abrí la puerta silenciosamente, eche un vistazo dentro. Había una caja abierta
sobre el asiento delantero, y cuando comprobé su contenido, mi corazón se hundió tan
bajo, que pensé que iba a salirse por el fondo de mis zapatos. Sobre el exterior, la caja
tenía escrito “Contenido: Dos.” Ahora, este contenido era una red de malla de plata, del
tipo que se venden en las revistas ―mercenarias‖, la clase anunciada como ―a prueba de
vampiro.‖

Es como decir que una jaula para tiburones era segura contra las mordidas del tiburón.

¿Dónde estaba Eric? Eché un vistazo por la vecindad inmediata, pero no vi ningún otro
rastro. Podía oír el silbido del tráfico sobre la interestatal, pero el silencio que colgaba
en este estacionamiento era desolador.

Mis ojos se iluminaron al divisar una navaja sobre el tablero. ¡Yajúu! Con cuidado
colocando la escopeta sobre el asiento delantero, agarre el cuchillo, lo abrí y me baje,
después de que descanse la escopeta, lo sostuve listo a hundirlo en el neumático.
Entonces me lo pensé dos veces. Acuchillar entusiastamente los neumáticos sería
prueba que alguien estuvo aquí fuera mientras los ladrones estaban dentro. No podría
ser una cosa buena. Me contenté con hacer un solo agujero en el neumático. Me dije que
era un agujerito tan pequeño que bien podría haberse hecho con lo que fuera. Si ellos se
fueran tendrían que pararse en algún sitio calle abajo. Luego metí en mi bolsillo el
cuchillo—últimamente andaba muy en la onda ladrona—y regrese a las sombras

48
GM, son las siglas del consorcio automotriz estadounidense General Motors, que engloba varias marcas, entre ellas Chevrolet. (N.
de T .)
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alrededor del edificio. Esto no tomó tanto, como ustedes podrían pensar, pero de todos
modos fueron varios minutos desde que evalué la situación en la tienda.

El Lincoln estaba todavía aparcado en las bombas. El tapón de la gas estaba cerrado, así
supe que Eric terminó de poner el combustible antes de que algo le pasara. Me deslicé
sigilosamente hacía la esquina del edificio, pegándome a la pared. Encontré una buena
cubierta en el frente, entre el ángulo formado por la máquina de hielo y la pared
delantera de la tienda. Me arriesgué a levantarme lo suficiente para echar una ojeada por
encima de la máquina.

Los ladrones habían pasado hacía la plataforma donde el dependiente estaba de pie, y lo
estaban golpeando.

Esto tenía que parar. ¡Eh!, ahora mismo. Ellos lo golpeaban porque querían saber donde
me escondía, fue mi conjetura; y no podía dejar que alguien más fuera golpeado en mi
nombre.

-Sookie, -dijo una voz directamente detrás de mí.

Al momento siguiente una mano se estampó contra mi boca ya que estuve a punto de
gritar.

-Lo lamento, -Eric susurró. -Debería haber pensado en una mejor manera de avisarte
que estaba aquí.

-Eric, -dije, cuando pude hablar. Él podía saber que estaba más tranquila, y quitó su
mano. -Tenemos que salvarlo.

-¿Por qué?

A veces los vampiros sencillamente me asombran. Vale, también la gente, pero esta
noche fue un vampiro.

-¡Porqué el está siendo golpeado por nosotros, y probablemente van a matarlo, y sera
todo por nuestra culpa!

-Ellos están robando la tienda, -dijo Eric, como si fuera particularmente retrasada. –
Como tenían una nueva red para vampiros, pensaron que podrían probarla conmigo.
Aún no lo saben, pero no funcionó. Pero nada más son escoria oportunista.

-Ellos están buscándonos, -dije furiosamente.

-Dímelo, -susurró, y lo hice.

-Dame la escopeta, -dijo él.

La mantuve apretada contra mí.

-¿Sabes usar una de estas cosas?


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-Probablemente tan bien como tú. -Pero él la vio en forma sospechosa.

-Ahí es donde te equivocas, -le dije.

En lugar de mantener un prolongado argumento mientras mi nuevo héroe conseguía


heridas internas, corrí agachada alrededor de la máquina de hielo y el contenedor de gas
propano, rumbo la puerta principal en la tienda. La pequeña campana encima de la
puerta sonó como loca, aunque con todo el griterío no parecieron oírla, pero vaya que
me prestaron atención cuando dispare una explosión en el techo sobre sus cabezas. Las
tejas, el polvo, y el material aislante llovieron hacia abajo.

El impacto casi me mando al piso—pero no completamente. Nivelé el arma


directamente contra ellos. Ellos se quedaron helados. Fue como jugar a Estatuas
Congeladas como cuando era chica. Pero no exactamente. El pobre dependiente con
barritos tenía la cara ensangrentada, estaba segura que su nariz estaba rota, y algunos de
sus dientes sueltos.

Sentí una explosión de rabia estallar detrás de mis ojos.

-Dejen ir al jóven, -dije claramente.

-¿Nos va a pegar un tiro a nosotros, damita?

-Apuesta tu culo por ello, -dije.

-Y si ella falla, yo te tendré, -dijo la voz de Eric, encima y detrás de mí. Un vampiro
grandote es un gran respaldo.

-El vampiro se soltó, Sonny. -El orador era un hombre flacucho de manos asquerosas y
botas grasientas.

-Ya me di cuenta, -dijo Sonny, el más pesado. Él también era más oscuro. La cabeza del
hombre más pequeño estaba cubierta con pelo de aquel deslavado color que la gente
amable llama ―café‖ porque ellos tienen que llamarlo de alguna manera.

El jóven y adolorido dependiente se empujó a sí mismo con miedo y dio la vuelta por el
mostrador tan rápido como pudo moverse. Sobre su cara, mezclado con la sangre, había
mucho polvo blanco de mi disparo en el techo. Él miró un momento.

-Veo que encontró mi escopeta, -dijo cuando pasaba junto a mí, con cuidado de no
ponerse entre los tipos malos y yo. Él sacó un teléfono celular de su bolsillo, y oí los
diminutos pitidos cuando presionó los números. Su voz gruñona estaba pronto en
conversación con el destacamento de la policía.

-Antes de que la policía llegue aquí, Sookie, tenemos que averiguar quién envió a estos
dos imbéciles, -dijo Eric.

Si hubiera sido ellos, habría estado fuertemente asustada por el tono de su voz, y ellos
parecieron ser conscientes de lo que un vampiro enojado podría hacer. Por primera vez
Eric anduvo junto de mí y luego un poquito delante, así pude ver su cara. Las
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quemaduras lo entrecruzaban como enojadas líneas de verdugones de hiedra venenosa.


Él tuvo suerte que sólo su cara estaba desnuda, pero dudo que él se sintiera muy
afortunado.

-Ven aquí abajo, -dijo Eric, y atrapó la mirada de Sonny.

Sonny inmediatamente bajó de la plataforma del dependiente y rodeo el mostrador


mientras su compañero abría la boca.

-Párate, -dijo Eric.

El insípido hombre apretó sus ojos para mantenerlos cerrados, así no podía vislumbrar a
Eric, pero los abrió justo una ranura cuando oyó a Eric dar un paso más cerca, y fue
suficiente. Si ustedes no tienen ninguna habilidad extra por si mismos, sencillamente no
pueden mirar a un vampiro en los ojos. Si ellos quieren, ellos te obtienen.

-¿Quién te envió aquí? -Eric preguntó suavemente.

-Uno de los Sabuesos del Infierno, -dijo Sonny, sin inflexión en su voz.

Eric pareció sobresaltado.

-Un miembro de la banda de los motoristas, -expliqué con cuidado, consciente que
teníamos a un auditorio civil que escuchaba con gran curiosidad. Yo conseguía una gran
amplificación de las respuestas a través de sus sesos.

-¿Qué te dijeron hacer?

-Ellos nos dijeron esperar a lo largo de la interestatal. Hay más tíos que esperan en otras
gasolineras.

Ellos llamaron a aproximadamente cuarenta gamberros en total. Se gastaron un montón


de dinero.

-¿Que era lo que se suponía que esperarían?

-A un tipo grande moreno con un tipo alto rubio. Y una jóven mujer rubia con tetas
bonitas.

La mano de Eric se movió tan rápido como para que le pudiera seguir el rastro. Sólo
estuve segura que él se movió cuando vi la sangre correr por la cara de Sonny.

-Estás hablando de mi futura amante. Se más respetuoso. ¿Por qué nos buscan?

-Se suponía que nosotros los agarrábamos. Y los llevábamos de vuelta a Jack son.

-¿Por qué?

-La pandilla sospecha que a lo mejor tuvieron algo que ver con la desaparición de Jerry
Falcon. Y querían hacerles unas preguntas sobre ello. Tenían a alguien mirando un
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edificio de apartamentos, él los vio salir a ustedes dos en el Lincoln que trae usted, y los
siguió parte del camino. El tipo moreno no estaba con usted, pero la mujer era la
correcta, entonces comenzamos a rastrearlos.

-¿Saben los vampiros de Jack son algo acerca de este plan?

-No, la pandilla se figuro que esto era su problema. Pero también ellos consiguieron un
montón de otros problemas, una fuga de prisionero, etcétera, y mucha gente de fuera
molesta. Así qué con una cosa y otra, ellos reclutaron a un manojo de nosotros para
ayudar.

-¿Qué son estos hombres? -Eric me preguntó.

Cerré mis ojos y pensé con cuidado.

-Nada, -dije. -Ellos no son nada. -No eran adaptos, o lobatos, o nada. En mi opinión,
apenas eran seres humanos, pero nadie murió y me nombró Dios.

-Tenemos que salir aquí, -dijo Eric.

Estuve de acuerdo de todo corazón. La última cosa que quería hacer era pasarme la
noche en la comisaría, y para Eric era imposible. No había en la cárcel una celda
aprobada para vampiros, la más cercana estaba en Shreveport. Caramba, la comisaría en
Bon Temps acababa de conseguir una silla de ruedas decente.

Eric examinó los ojos de Sonny.

-Esta dama y yo, -dijo él. -No estuvimos aquí.

-Solamente el chico, -estuvo de acuerdo Sonny.

Nuevamente el otro ladrón trató de mantener sus ojos apretadamente cerrados, pero Eric
sopló en su cara, el hombre abrió sus ojos y justo como haría un perro, trató de
menearse atrás. Eric lo tenía en un segundo, y repitió su procedimiento.

Entonces se dio vuelta al dependiente y le dio la escopeta.

-Tuya, creo, -dijo Eric.

-Gracias, -dijo el chico, sus ojos firmemente sobre el barril del arma. Él apuntó a los
ladrones. -Sé que ustedes no estaban aquí, -gruñó, guardando su mirada fija delante de
él. -Y no digo nada a la policía.

Eric puso cuarenta dólares sobre el mostrador.

-Por la gas, -explicó él. -Sookie, pongámonos fuera de aquí.

-Un Lincoln con un gran agujero en la cajuela realmente se destaca, -llamó el chico
detrás de nosotros.
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-Tiene razón. –Yo me abrochaba el cinturón y Eric aceleraba cuando oímos sirenas,
bastante cerca.

-Debería haber tomado el camión, -dijo Eric. Él pareció contento con nuestra aventura,
ahora que había terminado.

-¿Cómo está tu cara?

-Esta mejorando.

Los verdugones empezaban a dejarse de ver.

-¿Qué pasó? -Pregunté, esperando que no fuera un tema muy delicado.

Él me echó una mirada de reojo. Ahora que estábamos de vuelta sobre la interestatal,
habíamos reducido la velocidad al límite legal, así no parecería que huíamos, para
ninguno de los muchos autos patrulla que convergían en la tienda de la gasolinera.

-Mientras atendías tus necesidades humanas en el cuarto de baño, -dijo él, -terminé de
poner gasolina en el tanque. Ya había colgado la bomba y estaba casi en la puerta
cuando aquellos dos salieron del camión y lanzaron una red sobre mí. Fue muy
humillante que dos tontos con una red de plata fueran capaces de hacer esto.

-Tu mente debe haber estado en otra parte.

- Sí. -Dijo brevemente. -Lo estaba.

-Y, luego, ¿qué pasó? -Pregunté, cuando pareció que él iba a dejarlo allí.

-El más pesado me golpeó con el extremo de su arma, y me tomó algo de tiempo
recuperarme, -dijo Eric.

-Vi la sangre.

Él tocó un lugar al dorso de su cabeza.

-Sí, sangré. Después de acostumbrarme al dolo r, atore una esquina de la red sobre el
parachoques de su camión y maniobre para rodar fuera. Ellos fueron ineptos en esto, así
como en el robo. Si hubieran cerrado la red con cadenas de plata, el resultado podría
haber sido diferente.

-¿Así te escapaste?

-El golpe en la cabeza fue más problema de lo que pensé al principio, -dijo Eric
rígidamente. -Corrí detrás de la tienda a la espita de agua del otro lado. Entonces oí a
alguien saliendo de atrás. Cuando estuve recuperado, seguí los sonidos y te encont ré. -
Después de un largo momento de silencio, Eric me preguntó lo que pasó en la tienda.

-Se confundieron con la otra mujer que entró en la tienda al mismo tiempo que yo fui al
servicio de señoras, -expliqué. –Parecía que no estaban seguros que me encontraba en la
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tienda, y el dependiente les decía que sólo hubo una mujer, y ella se había ido. Yo pude
saber que él tenía una escopeta en su camioneta—ya sabes, lo oí en su cabeza—fui, la
conseguí, descompuse su camión, y también te buscaba porque supuse que algo te
ocurriría.

-¿Entonces planeabas salvarme a mí y el dependiente, juntos?

-Bueno… ajá. -No podía entender el tono raro de su voz. -No sentí que tenía un mundo
de opciones allí.

Los verdugones ahora solamente eran líneas rosadas.

El silencio todavía no parecía relajado. Estábamos aproximadamente a cuarenta minutos


de casa. Empecé a dejarlo ir. No lo hice.

-No pareces muy feliz sobre algo, -dije, mi voz molesta.

Mi propio carácter combatía alrededor de los bordes. Ya sabía que me dirigía en la


dirección incorrecta conversacionalmente; ya sabía que debería estar contenta por el
silencio, aunque fuera meditabundo y pesado.

Eric tomó la salida para Bon Temps y giró al Sur.

A veces, en vez de tomar el camino fácil uno simplemente carga contra el más
accidentado.

-¿Habría algo equivocado conmigo rescatándolos a ustedes dos?

Conducíamos por Bon Temps ahora. Eric giró al Este después de pasar los edificios por
Main que gradualmente se empequeñecieron y desvanecieron. Pasamos Merlotte´s,
todavía abierto. Giramos al Sur otra vez, a través de un pequeño camino regional. Luego
entramos botando por mi calzada.

Eric se estacionó y apagó el motor.

-Sí, -él dijo. -Hay algo equivocado con eso. ¿Y por qué demonios no arreglas tu
calzada?

La cuerda de tensión que se había estirado entre nosotros se reventó. Estuve fuera del
auto en un minuto de Nueva York, y él también. Nos enfrentamos a través del toldo del
Lincoln, aunque la mayor parte de mí no se viera. Camine alrededor hasta que estuve
exactamente delante de él.

-¡Porqué no puedo permitírmelo, por eso! ¡No tengo dinero! ¡Y sigues pidiéndome
quitar tiempo de mi trabajo para hacer cosas para ti! ¡No puedo! ¡No puedo hacerlo
más! -Chillé. -¡Me marcho!

Hubo un momento largo de silencio mientras Eric me consideraba. Mi pecho subía y


bajaba debajo de mi chaqueta robada. Algo se sintió gracioso, algo me molestaba sobre
el aspecto de mi casa, pero estaba demasiado encendida para examinar mi preocupación.
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-Bill… -Eric comenzó con cautela, y esto me hizo estallar como un cohete.

-Él se esta gastando todo su dinero en los fenomenales Bellefleurs, -dije, mi tono esta
vez bajo y venenoso, pero no menos sincero. -Nunca piensa en darme dinero. ¿Y cómo
podría tomarlo? Me haría una mujer mantenida, y no soy su puta, soy su… yo solía ser
su novia.

Tomé un profundo aliento y me estremecí, tristemente consciente que iba a llorar. Sería
mejor enfurecerme otra vez. Lo intenté.

-¿De dónde crees que puedes andar diciéndo que soy tu… tú amante? ¿De donde te
viene eso?

-¿Qué le pasó al dinero que ganaste en Dallas? -Eric preguntó, tomándome


completamente por sorpresa.

-Pagué mis impuestos de propiedad con él.

-¿Alguna vez pensaste que si me hubieras dicho dónde escondió Bill su programa de
computadora, yo te hubiera dado lo que me pidieras? ¿No te percataste que Russell te
habría pagado generosamente?

Sorbí mi aliento, tan ofendida, que apenas sabía por donde comenzar.

-Ya veo que no pensaste en aquellas cosas.

-Oh, ahá, soy solamente un ángel.

Realmente, ninguna de aquellas cosas se me ocurrió, y estaba casi a la defensiva por


eso. Temblaba con furia, y toda mi sensatez salió por la ventana. Sentía la presencia de
otros sesos trabajando, y el hecho que alguien estaba en mi casa me enfureció aún más.
La parte racional de mi mente se nubló bajo el peso de mi cólera.

-Alguien me espera en mi casa, Eric.

Me gire y pisé fuertemente en mi porche, encontrando la llave que escondo bajo la


mecedora que mi abuela había amado. Ignorando todo lo que mi cerebro trataba de
decirme, ignorando el comienzo de un bramido de Eric, abrí la puerta de entrada y fui
golpeada por una tonelada de ladrillos.
Club Muerto Charlaine Harris

Capítulo 14
-La tenemos, -dijo una voz que no reconocí.

Había sido puesta sobre mis pies, y oscilaba entre dos hombres que me sostenían.

-¿Qué paso con el vampiro?

-Le disparé dos veces, pero está en los bosques. Se escapó.

-Esas son malas noticias. Trabaja rápido.

Podía sentir que había muchos hombres conmigo en el cuarto, y abrí mis ojos. Ellos
habían prendido las luces. Ellos estaban en mi casa. Ellos estaban en mi casa. Al igual
que el golpe a mi mandíbula, me hizo sentir enferma. De alguna manera, asumí que mis
invitados serían Sam, Arlene o Jason.

Había cinco desconocidos en mi sala de estar, si podía pensar lo suficientemente claro


para contar. Pero antes de que pudiera formar otra idea, uno de los hombres —y ahora
me di cuenta que él vestía un familiar chaleco de piel—me golpeo en mi estómago.

No tenía bastante aliento para gritar.

Los dos hombres que me sostenían me mantuvieron derecha.

-¿Dónde está él?

-¿Quién?

Realmente, en ese momento no podía recordar a que desaparecido en particular quería


que localizara. Pero, por supuesto, él me golpeó otra vez. Tuve un minuto terrible
cuando sentí que me atragantaba, pero no tenía el aire para hacerlo. Me estrangulaba y
me asfixiaba.

Finalmente, tome un largo aliento. Fue ruidoso, doloroso y fue la gloria.

Mi lobato interrogador, que tenía el pelo ligeramente afeitado cerca de su cuero


cabelludo y una repugnante barbita de chivo, me dio de manera generosa fuertes
bofetadas con la mano abierta. Mi cabeza se meció sobre mi cuello como un auto sobre
amortiguadores defectuosos.

-¿Dónde está el vampiro, perra? –dijo el lobato. Él retiró su puño.

No podía soportar más de esto. Decidí acelerar cosas. Moví mis piernas, y mientras los
dos a mis lados mantenía apretones desesperados sobre mis brazos, di de patadas al
lobato delante de mí con ambos pies. Si no hubiera tenido puestas pantuflas,
probablemente habría sido más eficaz. Nunca llevo puestas botas de seguridad cuando
las necesito. Pero Repugnante Barbita de Chivo se tambaleó realmente atrás, y luego él
vino a por mí con mi muerte en sus ojos.
Club Muerto Charlaine Harris

Para entonces mis piernas se habían balanceado atrás al suelo, pero los hice seguir
yendo hacia atrás, y puse a mis dos captores completamente fuera de equilibrio. Ellos se
tambalearon, tratado de recuperarse, pero su frenético equilibrio era en vano. Abajo
fuimos, el lobato junto con nosotros.

Este no podía ser mejor, pero era una mejora sobre la espera a ser golpeada.

Aterrice sobre mi cara, ya que mis brazos y manos no estaban bajo mi control. Un tipo
me soltó cuando nos caímos, y cuando conseguí llevar aquella mano debajo de mí para
la acción de palanca, me impulse lejos del otro hombre.

Ya me había puesto a mitad de camino sobre mis pies cuando el lobato, más rápido que
los humanos, se la arreglo para agarrar mi pelo. Él dio una bofetada a mi cara mientras
enredaba mi pelo alrededor de su mano para un mejor amarre. Los demás peones
alquilados se acercaron, a ayudar a los dos en el suelo a levantarse, o solamente para
verme ser golpeada.

Una lucha real termina en unos minutos porque la gente se desgasta rápido. Este había
sido un día muy largo, y el hecho era, que estaba lista a rendirme contra estas
probabilidades aplastantes. Pero tenía un poco de orgullo y me fui contra el tipo más
cercano, un cerdo barrigón con el pelo grasiento oscuro. Enterré mis dedos en su cara,
tratando de causar cualquier daño que pudiera, mientras pudiera.

El lobato me dio un rodillazo en el vientre, grité, y el hombre-cerdo comenzó a gritar


para que los demás me apartaran de él, la puerta principal se estrelló al abrirse cuando
Eric entró con sangre cubriendo su pecho y pierna derecha. Bill estaba justo detrás de él.

Todos ellos perdieron el control.

Fui testigo de primera mano acerca de lo que un vampiro puede hacer.

Después de un segundo, me di cuenta que mi ayuda no sería necesaria, y decidí que la


Diosa de las Tipas Rudas tendría que perdonarme mientras cerraba mis ojos.

En dos minutos, todos los hombres en mi sala de estar estaban muertos.

***

-¿Sookie? ¿Sookie? -La voz de Eric era ronca. -¿Tenemos que llevarla al hospital? -
preguntó a Bill.

Sentí unos dedos frescos sobre mi muñeca, tocando mi cuello. Casi expliqué que por
una vez estaba consciente, pero sencillamente era demasiado difícil. El suelo parecía un
buen lugar para estar.

-Su pulso es fuerte, -reporto Bill. -Voy a voltearla.


Club Muerto Charlaine Harris

-¿Está viva?

-Sí.

La voz de Eric, de repente más cercana, dijo;

-¿La sangre es suya?

-Sí, un poco de ella.

Él tomo un aliento profundo, estremeciéndose.

-La suya es diferente.

-Sí, -Bill dijo con frialdad. -Pero seguramente estas lleno por ahora.

-Ha pasado mucho tiempo desde que tuv e sangre verdadera en cantidad, -dijo Eric,
exactamente como mi hermano, Jason, comentaría que tenía mucho tiempo desde que él
probó el jugo de zarzamora.

Bill deslizó sus manos debajo de mí.

-Para mí, también. Tendremos que ponerlos a todos fuera, en el jardín,- dijo él
casualmente, -y limpiar la casa de Sookie.

-Por supuesto.

Bill comenzó a rodarme, y yo comencé a llorar. No podía ayudarle. Tan fuerte como
quise ser, en lo único que podía pensar era mi cuerpo. Si ustedes han sido alguna vez
golpeados realmente, sabrán a lo que me refiero. Cuando has sido realmente golpeada,
te das cuenta que eres sólo un sobre de piel, un sobre fácilmente penetrable que
mantiene unidos muchos fluidos y algunas estructuras rígidas, que justo en un momento
pueden estar rotas e invadidas. Creí que fui mal herida en Dallas unas semanas antes,
pero esto se sintió peor. Ya sabía que no significaba que fuera peor; había mucho daño
de tejido suave. En Dallas, mi pómulo fue fracturado y mi rodilla torcida. Pensé tal vez
que la rodilla estaba comprometida una vez más, y pensé tal vez que una de las
bofetadas rompió de nuevo el pómulo. Abrí mis ojos, parpadeé, y los abrí otra vez. Mi
visión se aclaro después de unos segundos.

-¿Puedes hablar? -Eric dijo, después de un largo, largo momento.

Lo intenté, pero mi boca estaba tan seca, que no salió nada.

-Necesita una bebida. -Bill fue a la cocina, necesitó tomar una ruta menos directa, desde
que había muchas obstrucciones en el camino.

Las manos de Eric acariciaron mi pelo hacía atrás. Había recibido un tiro, recordé, y
quise preguntarle como se sentía, pero no podía. Él se sentó sobre su trasero al lado de
mí, inclinándose en los cojines de mi sillón. Tenía sangre en su cara, y se miraba mas
rozagante de lo que jamás lo había visto alguna vez, rubicundamente saludable. Cuando
Club Muerto Charlaine Harris

Bill regreso con mi agua—le había añadido una pajita—vi su cara. Bill casi lucía
bronceado.

Bill me sostuvo con cuidado y puso la pajita en mis labios. Bebí, y fue la mejor cosa
que probé alguna vez.

-Ustedes dos los mataron a todos, -dije con una voz chirriante.

Eric asintió.

Pensé en el círculo de caras brutales que me rodeaban. Pensé en el lobato dándome de


bofetadas en la cara.

-Que bueno, -dije.

Eric se lució durante sólo un segundo algo divertido. Bill no parecio nada en particular.

-¿Cuántos?

Eric miró alrededor vagamente, y Bill apuntó un dedo silenciosamente como si contara
cuantos mató él.

-¿Siete? -Bill dijo dudosamente. -¿Dos en el jardín y cinco en la casa?

-Yo pensaba que ocho, -murmuró Eric.

-¿Por qué vinieron ellos por ti de esta manera?

-Jerry Falcon.

-Oh, -dijo Bill, con una nota diferente de voz. -Ah, sí. Me lo he encontrado. En el cuarto
de tortura. Es él primero en mi lista.

-Bien, ya puedes tacharlo, -dijo Eric. -Alcide y Sookie eliminaron su cuerpo en los
bosques ayer.

-¿Lo mató este Alcide? -Bill me miró, reconsiderado. -¿O Sookie?

-Él dice que no. Ellos encontraron el cadáver en el armario del apartamento de Alcide, e
incubaron un plan para esconder sus restos. -Eric sonaba como si hubiera sido la mar de
mono departe de nosotros.

-¿Mi Sookie escondió un cadáver?

-No creo que puedas estar tan seguro sobre aquel pronombre posesivo.
49
-¿Dónde aprendiste aquel término, Northman ?

49
En este caso Bill usa en un doble sentido el apellido de Eric, para dejar en relieve la condición extranjera o ajena de Eric a la
situación, porqué Northman también significa Escandinavo en inglés. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

-Tomé ―Inglés como Segunda Lengua‖ en un colegio de la comunidad en los años


setentas.

Bill dijo;

-Ella es mía.

Me pregunté si mis manos se moverían. Lo hicieron. Levanté ambas, haciendo un


inequívoco gesto con un dedo. Eric se rió, y Bill dijo;

-¡Sookie! -en escandalizada amonestación.

-Pienso que Sookie esta diciéndonos que ella se pertenece a si misma, -dijo Eric
suavemente. -Mientras tanto, para terminar nuestra conversación, quienquiera que metió
el cadáver en el armario significó que quería endilgarle la culpa a Alcide, ya que Jerry
Falcon realizó un pase descarado con Sookie en el bar la noche anterior, y Alcide le
cogió resentimiento.

-¿Entonces todo este complot podría ser dirigido a Alcide en vez de nosotros?

-Difícil de saber. Evidentemente de lo que los ladrones armados en la gasolinera nos


dijeron, los que permanecieron en la pandilla llamaron a todos los gamberros que ellos
conocían y los colocaron a lo largo de la interestatal para interceptarnos en el camino de
regreso. Si ellos ya lo hubieran sabido no estarían ahora en la cárcel por asalto a mano
armada. Y estoy cierto que ahí es donde están.

-¿Como supieron estos tipos como llegar aquí? ¿Como supieron dónde vivía Sookie, o
quién era realmente ella?

-Ella usó su propio nombre en el Club Muerto. No conocían el nombre de la novia


humana de Bill. Fuiste leal.

-No fui leal de otros modos, -dijo Bill desoladamente. -Pensé que era lo menos que
podía hacer por ella.

Este era el tipo por quién perdí la cabeza. Por otra parte, este era el tipo que hablaba
como si yo no estuviera en el cuarto. Y lo más importante, este era el tipo que había
tenido a otra ―querida‖, por quién planeaba mandarme por un tubo.

-Así que los lobatos podían no saber que ella era tu novia; sólo sabían que ella se
quedaba en el apartamento con Alcide cuando Jerry desapareció. Saben que Jerry pudo
ir al apartamento. Alcide dice que el pack master en Jack son le dijo marcharse y no
volver por un tiempo, pero que él no creía que Alcide mató a Jerry.

-Este Alcide… él parece tener una relación problemática con su novia.

-Está comprometida con alguien más. Ella cree que él anda con Sookie.
Club Muerto Charlaine Harris

-¿Y andan? Él tuvo las agallas para decirle a esta virago 50 Debbie, que Sookie es buena
en la cama.

-Quiso ponerla celosa. Él no se ha acostado con Sookie.

-Pero le gusta ella. -Bill lo hizo sonar como un delito capital.

-¿A quién no?

Con gran esfuerzo, dije;

-Tú acabas de matar a un manojo de tipos a los que no parecía gustarle en absoluto.

Estuve cansada de que ellos hablaran de mí directamente encima d e mi cabeza, por


iluminador que fuera. Estaba muy lastimada, y mi sala de estar llena de muertos. Estaba
lista para que ambas situaciones fueran remediadas.

-Bill, ¿como llegaste aquí? -Pregunté en un susurro chillón.

-En mi auto. Negocié un trato con Russell, ya que no quise revisar por encima de mi
hombro durante el resto de mi existencia. Russell estaba con un berrinche increíble
cuando le llamé. No sólo porque yo desaparecí y Lorena se esfumó, si no que sus
Lobatos contratados lo desobedecieron y pusieron en peligro el trato comercial que
Russell tiene con este Alcide y su padre.

-¿Y Russell contra quién estaba más enojado? -Eric preguntó.

-Lorena, por dejarme escapar.

Ellos se echaron su buena risa sobre aquello antes de que Bill siguiera su histo ria. Esos
vampiros. Una risa de un minuto.

-Russell acordó regresarme mi auto y dejarme en paz si le decía como me escapé, así
podrá tapar el agujero por el que me meneé. Y me pidió ponerlo en puja para poder
compartir el directorio de vampiros.

Si Russell hubiera hecho esto en primer lugar, nos habría ahorrado a cada uno mucha
pena. Por otra parte, Lorena estaría todavía viva. Así como los gamberros que me
golpearon, y quizás también Jerry Falcon, cuya muerte era todavía un misterio.

-Así que, -Bill siguió, -acelere mi camino rumbo a la carretera, para decirles a los dos
que los lobatos y sus peones contratados los perseguían, y que ellos se adelantaron para
permanecer en espera. Ellos descubrieron, vía computadora, que la novia de Alcide,
Sookie Stackhouse, vivía en Bon Temps.

-Estas computadoras son cosas peligrosas, -dijo Eric. Su voz sonaba cansada, y recordé
la sangre sobre su ropa. A Eric le habían disparado dos veces, porque él estar conmigo.

-Su cara se hincha, -dijo Bill. Su voz era tanto gentil como enojada.
50
Virago, es lo mismo que fiera, arpía o mujer de temperamento fuerte. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

-¿Eric bien? -Pregunté cansadamente, calculando que podría saltarme algunas palabras
si hacía comprender la idea.

-Me curaré, -dijo él, desde una gran distancia. –Especialmente desde que tuve toda esa
buena…

Y luego me dormí, o pasé hacia fuera, o alguna mezcla de las dos.

***

Luz del sol. Había pasado tanto desde que vi la luz del sol; que casi olvidé lo bien que
se veía.

Estaba en mi propia cama, estaba en mi suave camisón azul de noche, y estaba envuelta
como una momia. Realmente, realmente tenía que levantarme y llegar al cuarto de baño.
Una vez que me moví lo suficiente para establecer que tan espantoso iba a ser el andar,
sólo mi vejiga me obligó para salir de aquella cama.

Tomé diminutos pasos a través del suelo, que de repente pareció tan amplio y vacío
como el desierto. Lo cubrí dolorosamente pulgada por pulgada. Mis uñas del dedo del
pie estaban todavía pintadas de bronce, emparejando mis uñas de la mano. Tuve mucho
tiempo para ver mis dedos del pie cuando hice mi viaje.

Gracias a Dios tenía fontanería de interior. Si hubiera tenido que hacerlo en un retrete en
el jardín como el que tenía mi abuela de niña, me habría rendido.

Cuando completé mi viaje y me puse una bata de franela azul, me moví poco a poco
rumbo el pasillo a la sala de estar para examinar el suelo. Noté a lo largo del camino que
el sol afuera era brillante y el cielo era de un rico azul profundo. Teníamos cuarenta y
dos 51 , dijo el termómetro que Jason me dio para mi cumpleaños. Él lo instaló para mí
sobre el marco de la ventana, así podría echar una ojeada para leerlo.

La sala de estar se vio realmente bien. No estaba segura cuanto tiempo el equipo
vampiro de limpieza estuvo trabajando la noche anterior, pero no había por ninguna
parte cuerpos visibles. La madera del suelo relucía, y el mobiliario se miró
enérgicamente limpio. Faltaba el viejo tapete de la entrada, pero no me preocupé. De
todos modos no era ninguna maravillosa herencia de familia, solamente una especie de
tapete bonito que Abue compró en un mercado de pulgas por treinta y cinco dólares.
¿Por qué recordé esto? Esto no tenia en absoluto importancia. Y mi abuela estaba
muerta.

Sentí el peligro repentino del llanto, y lo aparté. No iba a caer dentro de la auto -
compasión. Mi reacción a la infidelidad de Bill ahora me parecía débil y lejana; quizás
era una mujer más fría, o tal vez mi pellejo protector acababa de ponerse más grueso.
Para mi sorpresa, ya no me sentía enojada con él. Él fue torturado por la mujer—bueno,

51
Se refiere a 42° grados Fahrenheit, lo que sería 5.5° grados Centígrados. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

la vampira—que él creyó lo amaba. Y ella lo torturó por ganancia financiera—que era


lo peor.

Con sorprendido horror, de repente reviví el momento cuando la estaca había entrado
bajo sus costillas, y sentí el movimiento de la madera cuando esta penetró dentro su
cuerpo.

Volví al cuarto de baño del pasillo justo a tiempo.

Vale, maté a alguien.

Ya una vez había lastimado a alguien que trataba de matarme, pero esto nunca me
molestó: ah, uno o dos sueños raros. Pero el horror de estacar a la vampiro Lorena se
sintió peor. Ella me hubiera matado mucho más rápido, y estaba segura que esto no
habría significado ningún problema en absoluto para Lorena. Ella probablemente se
habría reído hasta que se le partiera el culo.

Quizás era lo que recibí. Después de que hundí la estaca en ella, es taba segura que tuve
un momento, un segundo, un destello de tiempo en el cual pensé: Ahí tienes, puta. Y
sentí placer puro.

***

Un par de horas más tarde, descubrí que era la primera hora de la tarde, y era Lunes.
Llamé a mi hermano en su teléfono celular, y él vino con mi correo. Cuando le abrí mi
puerta, él aguantó un minuto mirándome de arriba abajo.

-Si él te hizo esto, me dirijo ahí con una antorcha y un mango de escoba afilado, -dijo él.

-No, él no lo hizo.

-¿Qué le pasó a estos que te lo hicieron?

-Mejor no piensas en ello demasiado.

-Al menos él hace algunas cosas correcto.

-No voy a verlo más.

-Uh-huh. Ya he oído esto antes.

Él tenía un punto.

-Por un ratito, -dije firmemente.

-Sam me dijo que te marchaste con Alcide Herveaux.

-Sam no debió decirte nada.


Club Muerto Charlaine Harris

-Demonios, soy tu hermano. Tengo que saber con quién andas.

-Fue por negocios, -dije, intentando una pequeña sonrisa de un lado.

-¿Vas a entrar en la inspección?

-¿Conoces a Alcide?

-¿Quién no, al menos de nombre? Aquellos Herveauxes, son bien conocidos. Tipos
resistentes. Buenos para trabajar. Ricos.

-Es un tipo agradable.

-¿Irá a venir otra vez por aquí? Me gustaría conocerlo. No quiero estar en un equipo de
carreteras trabajando para la región mi vida entera.

Estas eran noticias nuevas para mí.

-La próxima vez que lo vea, te llamaré. No sé si me visitará pronto, pero si lo hace, tú lo
sabrás.

-Bueno. -Jason echó un vistazo alrededor. -¿Qué le pasó al tapete?

Noté un punto de sangre sobre el sillón en el cu al Eric se había reclinado. Me senté, así
lo cubrirían mis piernas.

-¿El tapete? Derramé algo de salsa de tomate sobre él. Comí espagueti aquí mientras
miré la TV.

-¿Entonces lo llevaste a limpiar?

No supe como contestar. No sabía si esto fue lo que los vampiros hicieron con el tapete,
o si tuvo que ser quemado.

-Sí, -dije, con un poco de vacilación. -Pero ellos me dijeron que a lo mejor no podían
sacarle la mancha.

-La nueva grava se ve bien.

Lo contemplé con la boca abierta por la sorpresa.

-¿Qué?

Él me vio como si fuera una tonta.

-La nueva grava. Sobre la calzada. Te hicieron un buen trabajo, consiguieron nivelarla.
Ni un sólo bache.
Club Muerto Charlaine Harris

Olvidando completamente la mancha de sangre, me levanté del sillón con un poco de


dificultad y vi detenidamente hacia fuera de la ventana delantera, esta vez realmente
mirando.

No solamente estaba hecha la calzada, sino también había una nueva área de
estacionamiento delante de la casa. Perfilada con maderas de diseño. La grava era del
tipo más caro, la clase que se supone no rueda o traba fuera del área deseada. Puse mi
mano sobre mi boca cuando calculé cuánto costó esto.

-¿Esta hecho así todo el camino hasta la carretera? -Pregunté a Jason, mi voz apenas
audible.

-Ahá, vi al equipo de Burgess & Sons aquí fuera cuando conducía por aquí más
temprano, -dijo él despacio. -¿No lo arreglaste con ellos para que lo hicieran?

Sacudí mi cabeza.

-Maldición, ¿lo hicieron por equivocación? -Rápido rabiar, Jason enrojeció. -Llamaré a
aquel Randy Burgess y le parto el culo. ¡No vayas a pagar la cuenta! Aquí está la nota
que estaba pegada en la puerta principal. -Jason sacó un recibo enrollado fuera de su
bolsillo delantero. –Lo siento, iba a darte esto antes de que notara tu cara.

Desenrollé la hoja amarilla y leí la nota garabateada a través de el. Sook ie—Sr.
Northman dijo no llamar a tu puerta, así que te pegó esto. Puedes necesitarlo por si
algo salió mal. Solamente llámanos. Randy.

-Esta pagado, -dije, y Jason se calmó un poco.

-¿El novio? ¿El ex?

Me acordé gritándole a Eric acerca de mi calzada.

-No, -dije. -Alguien más. -Me descubrí deseando que el hombre que fue tan considerado
y detallista hubiera sido Bill.

-Seguro andas metida en algo en los últimos días, -dijo Jason.

Él no sonó tan crítico como esperé, pero también Jason era bastante astuto para saber
que difícilmente podría lanzar muchas piedras.

Rotundamente dije;

-No, no lo estoy.

Él me miró durante un largo momento. Encontré su mirada fija.

-Bien, -él dijo despacio. -Entonces alguien te debe… demasiado.

-Sería más cercano a la verdad, -dije, y me pregunté si por mi parte yo misma estaba
siendo honesta.
Club Muerto Charlaine Harris

-Gracias por recogerme el correo, hemano. Tengo que regresar lentamente a la cama.

-No hay problema. ¿Quieres ir al doctor?

Sacudí mi cabeza. No podía afrontar la sala de espera.

-Entonces avísame si me necesitas para conseguirte algunos comestibles.

-Gracias, -dije otra vez, con más placer. -Eres un buen hermano.

Para nuestra mutua sorpresa, me puse de puntillas y le di un b eso en la mejilla.


Torpemente él puso su brazo alrededor de mí, y me obligue a mantener la sonrisa en mi
cara, en lugar de estremecerme de dolor.

-Regresa a la cama, hermanita, -dijo, cerrando la puerta detrás de él con cuidado.

Noté que él estuvo de pie sobre el porche durante un minuto, contemplando toda
aquella grava de primera calidad. Entonces sacudió su cabeza y regresó a su camioneta,
siempre limpia y brillante, las llamas rosadas y aqua resaltando contra la pintura negra
que cubría el resto de la camioneta.

Miré un poco de televisión. Traté de comer, pero mi cara me dolía demasiado. Me sentí
afortunada cuando descubrí algo de yogur en el refrigerador.

Una camioneta grande llegó hasta el frente de la casa a las tres. Alcide salió con mi
maleta. Llamó suavemente.

Él podría ser más feliz si yo no contestara, pero calculé que no estaba en el negocio de
hacer feliz a Alcide Herveaux, y abrí la puerta.

-¡Oh, Jesucristo!, -dijo él, no irreverentemente, cuando me vio.

-Entra, -dije, aunque tenía las mandíbulas tan doloridas que apenas podía separarlas. Ya
sé que dije que llamaría a Jason si Alcide viniera; pero Alcide y yo teníamos que hablar.

Él entró y se quedo parado mirándome. Finalmente, puso la maleta en mi cuarto, me


organizo un gran vaso de té helado con una pajita, y lo depósito en la mesa junto al
sillón. Mis ojos se llenaron de lágrimas. No cualquiera se percataría que una bebida
caliente le haría daño a mi cara hinchada.

-Dime lo que pasó, cheré, -dijo, sentándose en el sillón al lado de mí. -Aquí, descansa
tus pies mientras lo haces.

Él me ayudó a girarme de lado y poner mis piernas sobre su regazo. Yo había apoyado
muchas almohadas detrás de mí, y me sentí realmente cómoda, o tan cómoda como iba
a sentirme durante un par de días.

Le dije todo.
Club Muerto Charlaine Harris

-¿Entonces crees que ellos vendrán después por mí a Shreveport? -preguntó. No pareció
culparme por atraer todo esto sobre su cabeza, que francamente había esperado a
medias.

Sacudí mi cabeza indefensa.

-Es qué no lo sé. Lamento que no sepamos lo que ocurrió realmente. Podría lograr
quitárnoslos de nuestras espaldas.

-Los lobatos no son más que leales, -dijo Alcide.

Tomé su mano.

-Lo sé.

Los ojos verdes de Alcide me consideraron tranquilamente.

-Debbie me pidió matarte, -dijo.

Durante un momento sentí frío bajo mis huesos.

-¿Qué le respondiste? -Pregunté, con labios tiesos.

-Le dije que podía irse a la jodida mierda, perdona mi lenguaje.

-¿Y cómo te sientes ahora?

-Entumecido. ¿No es estúpido? La arrancó de mí por las raíces, sin embargo. Te dije
que lo haría. Tuve que hacerlo. Es como ser adicto al crack 52 . Ella es dañina.

Pensé en Lorena.

-A veces, -dije, y hasta para mis propios oídos soné triste, -las perras ganan. -Lorena
estaba muy lejos de estar muerta entre Bill y yo. Hablar de Debbie despertó aún otra
memoria desagradable. -¡Eh, tú le dijiste que habíamos estado juntos en la cama, cuándo
ambos se estaban peleando!

Él pareció profundamente avergonzado, su olivácea piel enrojeció.

-Me avergüenzo de esto. Yo sabía que tuvo buenos ratos con su prometido; ella se jactó
de ello. Estaba realmente furioso y utilice tu nombre vano. Te pido perdón.

Podría entender esto, aunque no me gustara. Levanté mis cejas para indicar que no era
suficiente.

-Vale, fue realmente poco. Una doble disculpa y una promesa de nunca hacerlo otra vez.

Asentí. Aceptaría esto.

52
Crack, droga sintética, sacada de los restos de la heroína. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

-Lamenté sacarlos a todos ustedes del apartamento así, pero no quise que ella los viera a
los tres, en vista de las conclusiones que podría haber sacado. Debbie puede
desquiciarse, y pensé que si te viera junto con los vampiros, podría oír un rumor que
Russell echaba de menos a un prisionero y sumar dos mas dos. Podría ser lo bastante
loca para llamar a Russell.

-Tanto por la lealtad entre lobatos.

-Ella es una adapto, no un lobato, -dijo Alcide al instante, y una sospecha mía fue
confirmada.

Después de su declarada convicción, comenzaba a creer que Alcide estaba determinado


a guardar el gen lobato para él mismo, nunca sería feliz con alguien más salvo otra
lobato. Suspiré: traté de mantenerlo como un agradable suspiro tranquilo. Podría
equivocarme, después de todo.

-Aparte de Debbie, -dije, agitando mi mano para mostrar cuán completamente Debbie
estaba fuera de nuestra conversación, -alguien mató a Jerry Falcon y lo puso en tu
armario. Esto me ha causado—y a ti—muchos más problemas que la misión original de
buscar a Bill. ¿Quién haría algo así? Tendría que ser alguien realmente malévolo.

-O alguien realmente estúpido, -dijo Alcide justamente.

-Sé que Bill no lo hizo, porque él estaba prisionero. Y juraría que Eric decía la verdad
cuando dijo que él no lo hizo. -Vacilé, lamentando regresar a un nombre. –Pero, ¿y
Debbie? Ella es … -me detuve antes de decir ―una verdadera cabrona‖, porque sólo
Alcide debería llamarle esto. -Ella estaba enojada contigo por tener una chica, -dije
suavemente. -¿Tal vez ella pondría a Jerry Falcon en tu armario para causarte
problemas?

-Debbie quiere y puede causar problemas, pero ella nunca ha matado a nadie, -dijo
Alcide. -Ella no tiene la, la…voluntad…para ello, la garra. El deseo para matar.

Vale. Solamente llámenme Sandy.

Alcide debe haber visto la consternación sobre mi cara.

-¡Eh!, soy un lobato, -dijo él, encogiéndose de hombros. -Yo lo haría si tuviera que
hacerlo. Sobre todo en el tiempo de la luna llena.

-¿Entonces tal vez un miembro de la jauría lo hizo, por motivos que no sabemos, y
decidió echarte la culpa? -Otro posible escenario.

-No se ve de esa manera. Otro lobato hubiera—pues, el cuerpo se habría visto diferente.
-dijo Alcide, tratando de no alterar mis tiernos y más delicados sentimientos. Él se
refería a que el cuerpo estaría desgarrado en jirones. -Y creo que yo habría olido otro
lobato en él. No que me haya acercado tanto.
Club Muerto Charlaine Harris

Sencillamente ya no teníamos ninguna otra idea, aunque si hubiera grabado en cinta


aquella conversación y la hubiera puesto después, fácilmente habría pensado en otro
culpable.

Alcide dijo que tenía que regresar a Shreveport, y levanté mis piernas para dejarle
pararse. Él se levantó, pero descendió sobre una rodilla hacia la cabeza del sillón para
decirme ¡adiós!. Dije las cosas corteses, que agradable fue departe de él darme
alojamiento, cuánto disfrute conociendo a su hermana, cuanta diversión tuve
escondiendo un cuerpo con él. No, no dije realmente eso, pero cruzó por mi mente,
porque yo era un producto cortés de Abue.

-Me alegro haberte conocido, -dijo él.

Él estaba más cerca de mí de lo que pensé, y me dio un picorete en los labios como
despedida. Pero después del picorete, que estuvo b ien, él volvió para un más largo
¡adiós!. Sus labios se sentían tan calientes; y después de un segundo, su lengua se sentía
aún más caliente. Su cabeza giró ligeramente para conseguir un mejor ángulo, y luego él
estuvo sobre ello otra vez. Su mano derecha se cernió sobre mí, tratando de encontrar un
lugar donde colocarla que no me hiciera daño. Finalmente él cubrió mi mano izquierda
con la suya. Ah, muchacho, se sentía tan bien. Pero sólo mi boca y mi pelvis inferior
estaban felices. Al resto de mí le dolía. Su mano se deslizó hasta mi pecho en una clase
de camino interrogativo, y di un agudo grito ahogado.

-¡Ah, Dios, te hice daño! -él dijo. Sus labios parecieron muy llenos y rojos después del
largo beso, y sus ojos eran brillantes.

Me sentí obligada a pedir perdón.

-Solamente estoy adolorida, -dije.

-¿Qué te hicieron ellos? -él preguntó. -¿No fueron nada más unas bofetadas en la cara?

Él creyó que mi cara hinchada era mi problema más serio.

-Desearía que eso hubiera sido todo, -dije, tratando de sonreír.

Él realmente pareció afligido.

-Y aquí estoy haciendo un pase contigo.

-Bien, no te aparté, -dije suavemente. (Estaba demasiado dolorida para empujar.) -y no


dije, ―¡No, señor, cómo osa usted forzar sus atenciones sobre mí!‖

Alcide pareció algo sorprendido.

-Volveré pronto, -prometió él. -Si necesitas algo, me llamas. -Él pescó una tarjeta de su
bolsillo y la puso sobre la mesa cerca del sillón. -Esta tiene mi número del trabajo, y te
escribo mi número célular en el reverso, y mi número de casa. Dame el tuyo. -
Obedientemente, le recité los números, y él los anotó, no es broma, en una pequeña
libretita negra. No tenía ni la energía para hacer una broma.
Club Muerto Charlaine Harris

Cuando se marchó, la casa se sintió extra vacía. Él era tan grande y tan enérgico —tan
vivo—él llenaba grandes espacios con su personalidad y presencia.

Para mí este fue un día para suspirar.

Luego de hablar con Jason en Merlotte´s, Arlene vino a las cinco y media. Ella me
contempló, se miró como si suprimiera muchos comentarios que realmente qu ería hacer,
y me calentó algo de Campbell 53 . La dejé enfriarse antes de comerla despacio y con
mucho cuidado, me sentí mejor con esto. Ella puso los platos en el lavavajillas, y me
preguntó si necesitaba cualquier otra ayuda. Pensé en sus niños que la esperaban en
casa, y dije que estaba sencillamente excelente. Me hizo bien ver a Arlene, y saber que
luchaba contra sí misma sobre el discurso de vuelta y media que quería darme, me hizo
sentir aún mejor.

Físicamente, yo me sentía cada vez más rígida. Me oblig ue a levantarme y caminar un


poco (aunque se mirara más bien como una cojera), pero conforme mis contusiones se
hicieron sentir totalmente y la casa se hizo más fría, comencé a sentirme mucho peor.
Esto era cuando vivir sola realmente te llega, cuando una se siente mal o se siente
enferma y no hay nadie allí.

Una podría también compadecerse un poco a si misma, si no se tiene cuidado.

Para mi sorpresa, el primer vampiro en llegar después del anochecer fue Pam. Esta
noche llevaba puesto un vestido largo neg ro, así que tenia programado trabajar en
Fangtasia. Generalmente, Pam rechazaba el negro; ella era la clase de mujer en tonos
pasteles. Se tiró las mangas de gasa con impaciencia.

-Eric dice que puedes necesitar una fémina para ayudarte, -dijo ella con impaciencia. -
Aunque por qué supone que yo deba ser tu criada, no lo sé. ¿Necesitas realmente ayuda,
o él trata solamente de preparar camino currando favor contigo? Me agradas bastante,
pero después de todo, yo soy la vampira, y tú la humana.

Aquella Pam, una dulzura.

-Podrías sentarte y visitarme durante un minuto, -sugerí, algo pérdida en cuanto a como
proceder.

Realmente, sería agradable tener ayuda para entrar y salir de la bañera, pero sabía que
Pam estaría ofendida de ser requerida para realizar un a tarea tan personal. Después de
todo, ella era el vampiro, y yo era el humano…

Pam se colocó en el sillón frente el sofá.

-Eric dice que puedes disparar una escopeta, -dijo ella, más conversacionalmente. -¿Me
enseñarías?

-Lo haré encantada, cuando me encuentre mejor.

53
Campbell, es una marca estadounidense muy popular de sopas enlatadas. (N. de T .)
Club Muerto Charlaine Harris

-¿Estacaste realmente Lorena?

Las lecciones de escopeta eran más importantes que la muerte de Lorena, me pareció.

-Sí. Ella me habría matado.

-¿Como lo hiciste?

-Tenía la estaca que fue usada contra mí.

Entonces Pam tuvo que oír sobre esto, y me preguntó como se sintió ser estacada, ya
que yo era la única persona que ella sabía había sobrevivido, luego me preguntó
exactamente como maté a Lorena, y allí íbamos de nuevo, de vuelta al tema que no me
gustaba.

-No quiero hablar de ello, -confesé.

-¿Por qué no? -Pam era curiosa. -Dices que ella trataba de matarte.

-Ella lo hacía.

-Y después de que lo hubiera hecho, ella habría torturado más a Bill hasta que se
resquebrajara, y tú estarías muerta, y todo esto no habría sido en balde.

Pam tenía un punto, uno muy bueno, y traté de pensar en ello como un paso práctico
que debió ser tomado, más bien que un reflejo desesperado.

-Bill y Eric estarán aquí pronto, -dijo Pam, viendo su reloj.

-Desearía que me lo hubieras dicho antes, -dije, luchando por ponerme de pie.

-¿Conseguirás cepillar tus dientes y pelo? -Pam era alegremente sarcástica. -Por eso
Eric pensó que podrías necesitar mi ayuda.

-Creo que puedo manejar mi propio arreglo, si no te importa calentar algo de sangre en
el microondas—desde luego, también por ti misma. Siento no poder ser cortés.

Pam me dirigió una mirada escéptica, pero trotó a la cocina sin comentario adicional.
Escuché durante un minuto para asegurarme que ella sabía hacer funcionar un
microondas, y de modo tranquilizador oí pitidos resueltos cuando ella presiono en los
números y golpeó Prendido.

Despacio y dolorosamente, me lavé en el lavamanos, cepille mi pelo, dientes, y me puse


una sedosa pijama rosada con la bata y pantuflas a juego. Lamentaba que no tuviera la
energía para vestirme, pero sencillamente no podía encarar la ropa interior, ni calcetines
o zapatos.

No existía ninguna razón para poner maquillaje sobre las contusiones. No había ningún
modo de que pudiera cubrirlas. De hecho, me pregunté por qué me levanté del sofá para
arreglarme teniendo semejante dolor. Me miré en el espejo y me dije que era una idiota
Club Muerto Charlaine Harris

por hacer cualquier preparación para su llegada. Estaba meticulosamente acicalada.


Considerando mi total miseria (mental y física), mi comp ortamiento era ridículo.
Lamente haber sentido este impulso, y hasta lo sentí más porque Pam lo atestiguo.

Pero el primer visitante masculino que tuve fue Bubba.

Él venía todo engalanado. Era obvio que los vampiros de Jack son disfrutaron de la
compañía de Bubba. Bubba llevaba puesto un mono rojo con piedras falsas sobre el (no
me sorprendió tanto, uno de los chico-juguete de la mansión tenía uno), complementado
con un grueso cinturón y medias botas. Bubba se veía bien.

Sin embargo, no parecía contento. Él parecía compungido.

-Señorita Sookie, siento haberla perdido anoche, -dijo enseguida. Él le hecho un revisón
de pasada a Pam, que pareció sorprendida. -Veo que algo horrible le pasó anoche, y yo
no estuve allí como Eric me dijo estar. Yo me la estaba p asando retebien en Jack son,
aquellos tipos allá realmente saben aventarse una buena fiesta.

Tuve una idea, una idea deslumbrantemente simple. Si hubiera estado en una tira
cómica, esta se habría ilustrado como un relumbrante relámpago sobre mi cabeza.

-Has estado vigilándome cada noche, -dije, tan suavemente como podía, tratando con
fuerza de detener todo el entusiasmo de mi voz. -¿Cierto?

-Sí señora, desde que Sr. Eric me dijo. -Él estaba parado más derecho, su cabeza llena
de gel en un cuidadoso peinado familiar. Los tipos en la mansión de Russell trabajaron
concienzudamente en él.

-¿Entonces tu estabas ahí la noche que volvimos del club? ¿La primera noche?

-Apueste por ello, señorita Sookie.

-¿Viste a alguien más fuera del apartamento?

-Seguro que sí. -Él pareció orgulloso.

Ay, muchacho.

-¿Era un tipo en cueros de pandilla?

Él pareció sorprendido.

-Sí señora, era aquel tipo que le hizo daño en el bar. Yo vi cuando el portero lo lanzó
fuera del bar. Algunos de sus compañeros vinieron atrás, y hablaban de lo que había
pasao. Así supe que él la ofendió. Sr. Eric dijo no acercarme a usted o él en público,
tonces no lo hice. Pero la seguí de vuelta al apartamento, en aquella camioneta. Apuesto
a que usted no sabía ni que yo taba atrás.

-No, seguro no sabía que ibas detrás de la camioneta. Fue muy listo. Ahora dime,
posteriormente cuándo viste al lobato, ¿qué hacía él?
Club Muerto Charlaine Harris

-Él había abierto la cerradura de la puerta del apartamento cuando me moví detrás de él.
Apenas agarré a aquel cabrón a tiempo.

-¿Qué hiciste con él? –Le sonreí a Bubba.

-Rompí su cuello y lo atasque en el armario, -dijo Bubba orgullosamente. -No tenía


tiempo pa´llevarme el cuerpo a otra parte, y pensé que usted y Sr. Eric podrían
entenderse que hacer acerca de él.

Tuve que mirar a otro lado. Tan simple. Tan directo. La solución de aquel misterio fue
hacerle a la persona correcta, la pregunta correcta.

¿Por qué no habíamos pensado en ello? Uno no podía dar órdenes a Bubba y esperar
que las adaptara a las circunstancias. Casi seguro, él salvó mi vida matando a Jerry
Falcon, ya que mi dormitorio era el primero donde el lobato habría llegado. Yo había
estado tan cansada cuando finalmente me fui a la cama, que no podría haber despertado
hasta que hubiera sido demasiado tarde.

Pam había estado mirando de acá para allá entre nosotros con una pregunta sobre su
cara. Sostuve una mano para indicar que le explicaría más tarde, y me hice sonreí a
Bubba y decirle que él hizo la cosa correcta.

-Eric estará tan complacido,-dije. Y decírselo a Alcide sería una interesante experiencia.

Toda la cara de Bubba se relajó. Sonrió, su labio superior se curvo solamente un poco.

-Me alegro de oírselo decir, -dijo él.-¿Tendrá algo de sangre? Toy fuertemente sediento.

-Seguro -dije. Pam fue lo suficiente atenta para traer la sangre, y Bubba tomó un gran
trago.

-No tan bueno como un gato, -observó él. -Pero exactamente igual de fuerte. Gracias,
muchas gracias.
Club Muerto Charlaine Harris

Capítulo 15
Qué noche tan acogedora se estaba volviendo—con cuatro atentos vampiros, después de
que Bill y Eric llegaron separada, pero casi simultáneamente. Sólo mis compis y yo,
colgando por la casa.

Bill insistió en trenzar mi pelo para mí, de esta manera podría mostrar su familiaridad
con mi casa y hábitos con sólo entrar en el cuarto de baño y traer mi caja de chismes
para el pelo. Luego me puso en el otomano delante y él se sentó detrás de mí para
cepillar y fijar mi pelo. Siempre encontré este un proceso muy relajante, y esto despertó
recuerdos de otras noches donde Bill y yo habíamos comenzado más o menos por el
mismo camino, con un fabuloso final. Por supuesto. Bill era bien consciente de que él
usaba aquellos recuerdos para colocarse a la delantera.

Eric observó esto con el aire de uno que toma notas, y Pam se mo fó abiertamente. Por
mi vida que no pude entender por qué todos ellos tuvieron que estar aquí al mismo
tiempo, y por qué todos ellos no se fastidiaban el uno del otro —y de mí—y se
marchaban. Después de unos minutos de tener una relativa multitud en mi casa, tuve
muchas ganas de estar sola una vez más. ¿Por qué había pensado que me encontraba
solitaria?

Bubba se marchó rápidamente, deseoso de hacer un poco de caza. No quise pensar


demasiado acerca de esto. Cuando él se marchó, fui capaz de decir a los otro s vampiros
sobre lo que le pasó realmente a Jerry Falcon.

A Eric no pareció molestarle demasiado que sus direcciones a Bubba causaran la muerte
de Jerry Falcon, y ya había admitido ante mí misma que tampoco podía ser demasiado
quisquillosa sobre ello. Si tenia que ser él, o yo, pues, yo me prefería con mucho. Bill
era indiferente al destino de Jerry, y Pam pensó que todo el asunto era gracioso.

-¡Que te siguiera a Jack son, cuándo sus instrucciones eran solamente para aquí, por una
noche… que se mantuviera siguiendo sus instrucciones, pasara lo que pasara! No es
muy vampírico, pero seguramente es un buen soldado.

-Habría sido mucho mejor si le hubiera dicho a Sookie lo que hizo y por qué, -observó
Eric.

-Sí, una nota habría sido agradable, -dije sarcásticamente. –Cualquier cosa habría sido
mejor que abrir aquel armario y encontrar el cuerpo encajado allí.

Pam se tronchó de la risa. Había encontrado realmente el modo de cosquillear su vena


graciosa. Maravilloso.

-Ya me imagino tu cara, -dijo ella. -¿Tú y el lobato tuvieron que esconder el cuerpo?
Eso no tiene precio.

-Desearía haber sabido todo esto cuando Alcide estuvo aquí hoy, -dije.
Club Muerto Charlaine Harris

Había cerrado mis ojos cuando el efecto del cepillado me calmó de lleno. Pero el
silencio repentino era delicioso. Por fin, conseguía divertirme un poquito.

Eric dijo;

-¿Alcide Herveaux vino aquí?

-Ahá, él trajo mi bolso. Se quedó para echarme una mano, viendo como estoy de
aporreada.

Cuando abrí mis ojos, porque Bill dejó de cepillar, caché los ojos de Pam. Ella me guiñó
un ojo. Le dirigí una diminuta sonrisa.

-Desempaqueté tu bolso por ti, Sookie, -dijo Pam suavemente. -¿Dónde conseguiste
aquel pedazo de mantón tan hermoso y aterciopelado?

Presioné mis labios firmemente.

-Bien, la primera noche mi abrigo fue arruinado en el Club…quiero decir, en


Josephine´s. Alcide muy amablemente fue de compras y lo trajo para sorprenderme…
dijo que él se sintió responsable de que el primero se quemara. -Estuve deleitada que lo
llevé hasta el apartamento en el asiento delantero del Lincoln. No me acordé de hacer
esto.

-Tiene un gusto excelente, para un lobato, -concedió Pam. -¿Si tomo prestado tu vestido
rojo, también puedo tomar prestado el mantón?

No sabía que Pam y yo anduviéramos en términos de intercambio de ropa.


Definitivamente ella estuvo a la altura de la travesura.

-Seguro, -dije.

Poco después de esto, Pam dijo que se marchaba.

-Pienso que correré a casa por los bosques, -dijo ella. -Tengo ganas de experimentar la
noche.

-¿Tu correrás todo el camino de vuelta a Shreveport? -Dije, sorprendida.

-No será la primera vez, -dijo ella. -Ah, a propósito, Bill, la reina llamó a Fangtasia esta
noche para averiguar por qué estás retrasado con su pequeño trabajo. Ella dijo que a
sido incapaz de localizarte en tu casa durante varias noches.

Bill reanudo el cepillando de mi pelo.

-La llamaré más tarde, -dijo él.-De mi casa. Ella se alegrará de oír que lo he completado.

-Tú perdiste casi todo, -dijo Eric, su explosión repentina sobresalto a cada uno en el
cuarto.
Club Muerto Charlaine Harris

Pam se escapó por la puerta principal después de haber mirado de Eric hacía Bill. Esa
cosa me asustó.

-Sí, estoy bien consciente de esto, -dijo Bill. Su voz, siempre fresca y dulce, era
absolutamente glacial. La de Eric, por otra parte, tendía a lo fogoso.

-Fuiste un tonto por enredarte, otra vez, con aquella demonio, -dijo Eric.

-¡Oigan, chicos!, estoy sentada directamente aquí, -dije.

Ambos me miraron airadamente. Ellos parecían decididos a terminar esta pelea, e


imaginé que los dejaría ir sobre ello. Una vez que estuvieran fuera. Aún no le había
agradecido a Eric por la calzada, y quería hacerlo, pero esta noche quizás no era un buen
momento.

-Esta bien, -dije. -Yo había esperado evitar esto, pero… Bill, rescindo tu invitación en
mi casa. -Bill comenzó a andar hacia atrás a la puerta, una mirada indefensa sobre su
cara, y mi cepillo todavía en su mano. Eric sonrió abiertamente hacía él, triunfalmente. -
Eric, -dije, y su sonrisa se esfumó. -Rescindo tu invitación en mi casa. –Y atrás fue él,
hacia fuera de mi puerta y de mi porche. La puerta se cerró dando un azotón de golpe
detrás (¿o tal vez delante de?) ellos.

Me senté sobre el otomano, sintiendo un alivio más allá de cualquier palabra por el
repentino silencio. Y de repente, me di cuenta que el programa de computadora tan
deseado por la reina de Louisiana, el programa de computadora que había costado vidas
y la ruina de mi relación con Bill, estaba en mi casa … donde ni Eric, ni Bill, e incluso
ni la reina, podrían entrar sin que yo diera mi parecer.

No me había reído con tantas ganas en semanas.

Fin del tercer libro.

Sobre la Autora:

Charlaine Harris ha producido dos series de misterio además de sus libros de Sookie
Stackhouse. Ella vive en Arkansas del Sur con su marido, tres niños, dos perros , dos
hurones, y un pato. Ávida lectora, cinéfila constante, y levantadora ocasional de pesas,
su actividad favorita es alentar a sus niños en varios deportes sentada sobre gradas
incómodas. Su sitio Web es www.charlaineharris.com.

"Divertida, rápida, graciosa, y maravillosamente intrigante la mezcla de vampiro y


misterio que es difícil de dejar, y no debería faltar" —Susan Sizemore, autora de Las
Leyes de la Sangre (Laws of the Blood)

Alabanzas para la serie de Vampiros Sureños por Charlaine Harris …


Club Muerto Charlaine Harris

Viviendo Muerto en Dallas

"Una mezcla de género de forma refrescante sin las metáforas esperadas." —Locus

"Harris realza esta mezcla de misterio y vampiros mejor que la mayoría." —Science
Fiction Chronicle

"Lectura alegre y ligera. Un despertar, hilarante y romántico." —Romantic Times

"Entregado y vibrantemente bien escrito, ambientado en el tranquilo Sur que lo


mantendrá girando las páginas." —Cemetery Dance

Muerto hasta el Anochecer

Uno de los mejores libros de 2001 de acuerdo a la Revista Locus

"Muy original, extraordinariamente remachado, … erótico, y exótico Charlaine Harris


teje la magia narradora en un cuento de vampiros y la Louisiana provinciana." —Lynn
Hightower

"La mezcla inteligente de este libro entre momentos dolorosos, agradables, serios,
escépticos, e inesperados en una relación donde ni el héroe ni la heroína pueden
combinarse con la norma local, recuerda las mejores clases del realismo mágico…
Detalles divertidos sobre las dificultades para vida legal de los vampiros —y de ser
siglos más viejos que el reverenciado y tradicional sur. Una de las mejores novelas de
vampiro he leído en bastante tiempo." —Locus

"El encanto bobo del mundo de Harris, con su humor y terror ocasional, es lo que hace
Muerto hasta el Anochecer tan delicioso. "—The Denver Post

"Alegre e introspectivo... Con el toque seguro de un maestro, Harris transporta lo


mundano para hacer a sus criaturas poco naturales mucho más inquietantes. [Ella] crea
una pequeña ciudad de Louisiana poblada de vividos carácteres raros, que el lector
querrá visitar de nuevo una y otra vez." —Crescent Blues

"Una mezcla absorbente de romance, misterio, y lo sobrenatural. Harris teje el humor


con una nerviosidad que lo hace una lectura fuerte. Lo mejor de todo, ella ha creado a
una heroína prácticamente única en Sookie y una persona encantadoramente desapegada
del mundo en el galán de Sookie, Bill. Quizás usted nunca encontrará a una pareja más
improbable, pero usted tampoco los olvidará." —Romantic Time

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