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Análisis de “Vuelta a La Patria” de Juan Antonio Pérez

Bonalde

¿Quién es el autor? Contexto Histórico

Los versos de “Vuelta a la Patria” fueron escritos por Juan


Antonio Pérez Bonalde, en el libro “Estrofas” editado en
Nueva York en 1877. Pérez Bonalde es considerado por
muchos el máximo exponente de la poesía lírica venezolana.
Perteneció al Romanticismo, y fue precursor del movimiento
Modernista.

Investigadores como Key Ayala opinan que “Vuelta a la


Patria” fue escrito en 1876, durante el segundo retorno del
poeta a Venezuela, cuando se enteró de la muerte de su
madre.

Mientras escribía el poema, el autor estaba en un barco


rumbo a Puerto Cabello, una pequeña ciudad y puerto
marítimo venezolano en el estado Carabobo. Pero en sus
recuerdos el poeta imaginaba que iba hacia la Guaira, otro
puerto, donde compartió momentos de su infancia con su
madre.

Juan Antonio Pérez Bonalde nació en Caracas el 30 de enero


de 1846. Debido a una agitada vida política de su padre, se
marchó a Puerto Rico, para regresar todos en 1868 a
Venezuela.

Exilio por orden de Guzmán Blanco

A los 24 años (1870), tiene que salir nuevamente de


Venezuela, esta vez exiliado por orden de Guzmán Blanco,
presidente de la república. El primer mandatario se había
ofendido al leer algunos versos satíricos en su contra escritos
por Pérez Bonalde.

Sin más alternativa, el poeta tuvo que dejar a su madre


enferma y no volvería a verla hasta saber de su muerte
(1876). Ese mismo año Guzmán Blanco volvió a asumir el
poder y Pérez Bonalde regresó al exilio. Finalmente volvió a
Venezuela en 1890, donde murió dos años tarde en la
Guaira.

Dato Curioso

Juan Antonio Pérez Bonalde era poliglota, hablaba inglés,


francés, italiano y portugués como lenguas vivas, y griego y
latín entre lenguas muertas.

Interpretación estrofa por estrofa

1º y 2º Estrofa

Vuelta a La Patria inicia, cuando el yo lírico en un barco divisa


entre las brumas y el mar un cerro muy famoso de Venezuela
“el Ávila” que destaca en el horizonte, es un indicador que le
avisa que su sueño de regresar del destierro está por
cumplirse. Habla de la brisa y palmares de la costa, violetas y
azahares, recuerdos de su infancia, aromas, luz y atmosfera
que le resuenan su dicha pasada. Hasta el viento le dice: ¿no
te acuerdas?

Luego nos habla del mar y los cocales, la luz que le celebra
su infancia, el yo lírico está feliz ¡Oh, inefable alegría, son las
riberas de esta patria mía! Ya está llegando a la costa, tiran
ancla de “férreo diente”.
“A tierra”, dice, la emoción lo ahoga, se monta presuroso
en un barquichelo que lo lleva a la costa. Todo es armonía,
quiere llegar para reposar en su hogar. Ya pisa el suelo patrio
y anhelado donde recibió el primer arrullo maternal.

3º y 4º Estrofa

Toma camino en un coche de caballos y exige a conductor


apure el paso, se despierta su memoria y recuerda, la arena
húmeda, la espuma del mar. Tiempos alegres de su vida.

Todo le habla de amor, paz y bienvenida. Recuerda “a los


tristes que del hogar se fueron y luego ansiosos al hogar
volvieron”. Sigue avanzando el coche en su camino a casa:
“De pronto, al descender de una hondonada, «¡Caracas, allí
está!», Sus techos rojos, su blanca torre, sus azules lomas y
sus bandas de tímidas palomas”. Nublan de lágrimas sus ojos
al rencontrarse con la capital.

Luego, el yo lírico expresa con alegría que hay fiesta en el


espacio, vientos en los bosques y montañas, dulce canturía,
insectos, flores se abrazan y el aura besa el río Guaire que
recorre la ciudad. Está pleno y feliz por su regreso.

5º Estrofa

¡Apura, apura, postillón, agita


el látigo inclemente! ¡Al hogar, al hogar, que ya palpita, por él
mi corazón… Mas, no, detente!

El yo poético le exige al conductor avance con mayor rapidez.


Pero de pronto se da cuenta que ya no tiene hogar y en
medio de su dolor le dice al conductor que lo lleve al
cementerio donde ahora está su madre.
6º Estrofa

Ahora el dolor abruma al yo poético cuando dice:

“ Ya no hay fiesta en los aires; ya no alegra


la luz que el campo dora;
ya no hay sino la negra
pena cruel que el pecho me devora…
¡valor, firmeza, corazón no brotes
todo tu llanto ahora, no lo agotes,
que mucho, mucho que sufrir aún falta:
ya no lejos resalta… la modesta lapida diviso”
7º Estrofa

El yo lírico frente a la tumba de su madre dice:

“Madre, aquí estoy: de mi destierro vengo


a darte con el alma el mudo abrazo
que no te pude dar en tu agonía;
a desahogar en tu glacial regazo
la pena aguda que en el pecho tengo
y a darte cuenta de la ausencia mía.
Así continua, haciendo recuerdos de cuando marchó una
mañana de marzo y su madre con hondo desconsuelo lo vio
partir. Y añorando oír la voz angelical de su madre que nunca
volverá, y que una vez le dijo: “…que no he de verte más bajo
este techo, ¡oh terrible momento!”.

8º Estrofa

El yo poético se juzga, por haber perdido el nido, se siente


torpe y desvalido. Habla de lo mucho que sufre su pecho
fuerte, pero mantiene la esperanza de verla en breve tiempo.
Reconoce la altivez de su madre que hizo el deber cumplido.
Quiere darle gloria, premiarla y recompensar su historia, su
vida, por su ejemplo cristiano.

Recuerda que estuvo fuera, se arrepiente, porque, entre otras


cosas, eso le impidió verla y estar con ella cuando murió. El
profundo dolor y la tristeza que siente por la partida de su
madre, resuena en el recuerdo de cuando se separaron.

En su dolor, se retira solitario y triste. Vuelve a darse cuenta


que no tiene a donde ir, pues ya no cuenta con el hogar que
fue de su madre. Dice que luchara hasta caer en su mortal
regazo, con el alma en paz y con la frente erguida.

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