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PLATÓN

1. Biografía y obra
Platón, su verdadero nombre era Aristocles, nació en Atenas en el 427 a. C. Tanto
por formación como por familia, su madre descendía de Solón, estaba destinado
para la vida política. Su padre murió siendo Platón aún niño y su madre se casó en
segundas nupcias con un amigo y colaborador de Pericles. Sus primeros veinte años
se desarrollaron como cabía esperar de un joven aristócrata: preparación gimnástica,
música, poesía y política.
Su nacimiento coincidió con la muerte de Pericles, por lo que le tocó asistir, siendo
joven, a la decadencia de la democracia ateniense en manos de los demagogos. Tras
la victoria en el año 404 a. C. Esparta impuso en Atenas el régimen oligárquico de los
Treinta Tiranos, en el que participaron Cármides y Critias, parientes de Platón. Este
gobierno llevó a cabo políticas sectarias e injustas, como enviar al exilio a 5000
demócratas. En el año 401 a. C. se reinstauró la democracia y en el 399 a. C. Sócrates
fue acusado y condenado a muerte por impiedad y pervertir a la juventud. Platón
hizo responsable a la democracia y a los sofistas de la muerte de Sócrates y de la
derrota de Atenas en las guerras del Peloponeso. La democracia resultó un gobierno
de las clases populares no preparadas (sorteo) que eran víctimas de los deseos y
ambiciones irracionales de los demagogos (los sofistas).
Después de la muerte de Sócrates, Platón abandonó la idea de dedicarse a la política
activa y se trasladó a Megara junto con algunos socráticos. Hacia los cuarenta años
viajó a Italia con el deseo de conocer las comunidades pitagóricas, se dice que antes
visitó Egipto y la Cirenaica, donde pudo conocer al matemático Teodoro. Durante el
viaje fue invitado a Siracusa por el tirano Dionisio I. Platón intentó inculcar en el
tirano el ideal del filósofo rey que había plasmado en el Gorgias. Según algunas
fuentes, Dionisio acabó vendiéndolo como esclavo a un embajador espartano en
Egina, pero un ateniense que se encontraba allí lo rescató. Durante su primera
estancia en Sicilia entabló una fuerte amistad con Dión, cuñado de Dionisio I.
A su regreso a Atenas fundó la Academia en un gimnasio situado en un parque
dedicado al héroe Academo. La Academia reclutó muy pronto a un gran número de
hombres ilustres y de jóvenes destinados a las tareas de gobierno. En La República
se recoge el plan de estudios, que comienza con el estudio de las matemáticas (no
entre aquí quien no sepa geometría, lema a las puertas de la Academia) y continúa
con la preparación filosófica a través de la dialéctica. El objetivo de su filosofía era
constituir un régimen donde Sócrates, el más justo de los hombres, no tuviera que
morir.
En el año 367 a. C. realizó un segundo viaje a Sicilia, donde reinaba Dionisio II, quien
en opinión de Dión podía favorecer más que su padre los propósitos de Platón:
educar a un gobernante para que fuera filósofo. Dionisio II obligó a Dión a exilarse y
retuvo como prisionero a Platón. De regreso a Atenas se dedicó a la filosofía en la
Academia durante cuatro años. En el año 361 a. C. volvió por tercera vez a Sicilia,
convencido por el tirano para que acudiera a completar su formación filosófica.
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Arquitas de Tarento lo rescató cuando su vida corría peligro. En el año 360 a. C.
regresó a Atenas, donde permaneció dirigiendo la Academia hasta su muerte en el
347 a. C.
La mayor parte de su obra está escrita en forma de diálogo. Para clasificar los
diálogos se ha partido de considerar los de temática fielmente socrática como
primeros, y las Leyes como último. Teniendo en cuenta criterios de estilo, la mayoría
de los estudiosos admite la siguiente clasificación:
- Diálogos de juventud o socráticos en los que Sócrates es el personaje
principal. En ellos se busca la definición de diferentes conceptos éticos o
estéticos a través del proceso inductivo, con el objetivo de hacerse sabios o
justos, pero no se llega a una conclusión clara. No aparece ninguna mención a
la teoría de las Ideas, núcleo central de la filosofía de Platón. Ente los diálogos
podemos señalar: Apología de Sócrates, Critón, Laques o del valor, Cármides o
de la templanza, Eutifrón o de la piedad y Protágoras o la enseñanza de la
virtud.
- Diálogos de transición en los que se aprecia la influencia de doctrina órficas y
pitagóricas. Platón recurre al mito como ayuda para expresar su pensamiento.
Podemos destacar los siguientes diálogos: Gorgias o la retórica y la justicia
(crítica a la democracia), Menón o la posibilidad de enseñar la virtud y Crátilo.
- Diálogos de madurez en los que Sócrates sigue ocupando el papel central,
pero expone temas de origen pitagórico, como la inmortalidad del alma, o
claramente platónicos, como la teoría de la reminiscencia o la teoría de las
Ideas. Entre los más importantes destacan: Banquete, el Fedón, La República y
el Fedro (siguiendo el consejo socrático se atrevió a pensar por sí mismo).
- Diálogos críticos o de vejez: Sócrates ya no es el protagonista de estos
diálogos. En ellos Platón se enfrenta a las dificultades de la teoría de las Ideas.
Las obras más destacadas son: Parménides, Teeteto, Sofista, Político, Filebo,
Timeo, Critias y las Leyes.

 Esta es información que se ofrece como ampliación y profundización que no es


necesaria en la mayor parte de los casos. Algunas fuentes señalan que Platón
desarrolló en la Academia una serie de cursos titulados Acerca del Bien. En
dichos cursos, que no quiso poner por escrito, trataba sobre los principios
primeros y adiestraba a sus discípulos a través de un severo aprendizaje
metódico y dialéctico. El mismo Platón nos refiere en la Carta VII <el
conocimiento de estas cosas no es comunicable como los otros conocimientos,
sino que después de una larga convivencia con el problema y después de
haber intimado con él, de repente, como la luz que salta de la chispa, surge la
verdad en el alma y crece espontáneamente>. Muchos estudiosos están
convencidos de que algunas partes de los diálogos que se consideraban como
algo enigmáticas reciben nueva luz si se ponen en relación con la doctrina no
escrita.
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2. Influencias
Algunas de sus concepciones más profundas y originales de Platón fueron el
resultado de enfrentarse a las aporías, de lo uno y lo múltiple y de lo permanente y
el devenir, que había heredado de la filosofía anterior:
Interpretó el pensamiento de Heráclito, a través de Crátilo, como la afirmación del
continuo devenir del mundo sensible. Para Platón no podía haber ciencia de lo que
está en continuo cambio.

Recogió de Parménides la distinción ser/no ser, vía de la verdad/vía de la opinión.


Solamente hay ciencia de la verdadera realidad: las Ideas. Pero a diferencia de
Parménides, Platón entendió que el mundo sensible no carece por completo de
realidad, es una realidad intermedia entre el ser y el no ser. Así mismo, entendió que
la opinión es una aprehensión intermedia entre el conocimiento y la ignorancia. En
resumen, aceptó el racionalismo de Parménides, pero rechazó su monismo extremo.

Aceptó de los atomistas (no cinta nunca a Demócrito, a pesar de que el Timeo es un
diálogo en el que desarrolla su oposición al atomismo) la existencia de una materia
eterna y caótica, pero entendió que el orden que se observa en el universo no puede
ser producto del movimiento azaroso de los átomos en el vacío, sino que tienen que
ser producto de una inteligencia ordenadora trascendente. Su rechazo al
mecanicismo determinista de los atomistas es radical.

Heredó del pitagorismo, que conoció a través de los tebanos Cebes y Simias, la
pasión por las matemáticas y la convicción de que el número representa la
estructura de la realidad. También heredó, vinculada a la religión órfica, la creencia
en la reencarnación y en la inmortalidad del alma, así como la concepción del cuerpo
como cárcel del alma y de la filosofía como purificación.

Siguiendo el camino de su maestro Sócrates, Platón acusó a los sofistas de ser


mercaderes del saber. Se opuso a su manera de entender el lenguaje como
instrumento de manipulación, al escepticismo y al relativismo ontológico y
gnoseológico, así como a su interpretación de la oposición physis/nomos. Sócrates,
su influencia más decisiva, estaba convencido de la posibilidad de encontrar
definiciones para los conceptos morales que pudieran servir como criterios
universales y objetivos sobre los que asentar la convivencia. También estaba
convencido de la identificación de saber y virtud, tesis fundamental del
intelectualismo moral. Platón se distanció de su maestro al conceder, a partir de los
diálogos de madurez, realidad subsistente y trascendente a las Ideas.
3
3. TÓPICO: Realidad y conocimiento en Platón

La teoría de las Ideas o Formas constituye el núcleo central de la filosofía de Platón y


el punto de referencia básico de todos los temas tratados en ella. Las Ideas son los
objetos verdaderamente reales, los objetos del verdadero conocimiento y los valores
sobre los que se fundamenta la ética y la política.
El término idea procede del verbo idéin que significa ver y se utilizaba para designar
la forma visible de las cosas. Posteriormente pasó a significar la forma interna, la
naturaleza específica de la cosa. En lenguaje platónico significa la esencia de las
cosas, de naturaleza inteligible.
En los diálogos de juventud las Ideas eran lo común a las cosas de una misma clase,
la esencia que se afirma en la definición. En el Eutifrón se refería a ellas con las
siguientes expresiones <en sí> <en sí y por sí>. En los diálogos de transición entendió
que las Ideas como una realidad objetiva diferente de la realidad sensible y objeto
de la ciencia. En los diálogos de madurez las consideró realidades subsistentes y
trascendentes.
A lo largo de su obra Platón defendió la existencia de las ideas con los siguientes
argumentos:
- Argumento desde las ciencias: la ciencia existe y tiene por objeto las Ideas. Si no
existiese una realidad eterna, estable y permanente, entonces no podría existir un
conocimiento universal, objetivo y demostrativo.
- Cualquier uso legítimo del lenguaje requiere utilizar términos universales. Para
Platón era necesario tener cierto conocimiento del significado de los términos
(connotación) para poder usarlos correctamente (denotación). Los términos
universales tienen un significado que no es producto de la observación sensible. Por
ejemplo, el concepto de igualdad se caracteriza por algo más de lo que caracteriza a
las cosas más o menos iguales, y no puede surgir a partir de la observación por un
proceso inductivo.
- La incapacidad del materialismo mecanicista para explicar la naturaleza
únicamente con causas materiales. El orden no puede proceder del azar y de causas
mecánicas, son necesarias causas formales (la esencia de las cosas, aquello que se
dice en la definición) y finales para explicarlo.
- La necesidad de fundamentar la ética y la política en valores estables y
permanentes.

3.1. DUALISMO ONTOLÓGICO

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Aristóteles afirmó en la Metafísica que Platón separó las Ideas de las cosas, pues
para Platón existen dos mundos totalmente diferentes separados por un abismo: el
mundo inteligible, o de las Ideas, y el mundo sensible.

Mundo inteligible (Kosmos noetós)


A partir de los diálogos de transición, las Ideas son entendidas como realidades
subsistentes y trascendentes, es decir, como una realidad objetiva inmutable e
independiente del mundo sensible y del entendimiento, que no pueden obtenerse
por inducción a partir de la observación de casos particulares. El mundo de las Ideas
es un mundo perfecto, separado y anterior al mundo sensible.
Las Ideas son el objeto de la ciencia, son una realidad única (sola hay una Idea de
justicia o Bien), estable y permanente que solo se pueden conocer (aprehender) con
la razón (semejante a las cualidades que Parménides atribuía al Ser).
Además, son la causa del mundo sensible, aquello que lo determina y que permite
dar razón de su pluralidad y cambio.
- Por un lado, son las causas formales, aquello que se afirma en la definición,
responsables de la esencia de las cosas.
- Por otro lado, son las causas finales, los modelos o arquetipos al que las cosas del
mundo sensible imitan sin alcanzar su perfección. Para Platón, todo en la naturaleza
busca su perfección, su bien (tiene una concepción teleológica de la naturaleza).
Las verdades matemáticas (que no se inventan, sino que se descubren), así como los
valores éticos y estéticos son la constatación de la existencia de la realidad
inteligible.

Mundo sensible (Kosmos horatós).


Platón atribuyó al mundo sensible las características que Heráclito empleaba para
definir la realidad: cambiante, particular, múltiple. Hasta la República la realidad del
mundo sensible era condición necesaria para poder acceder al mundo inteligible
(recordar el papel que el mundo sensible y la información de los sentidos juegan en
el Menón para permitir la reminiscencia). A partir de la República, hasta el Sofista,
consideró que el mundo sensible no era plenamente real y manifestó un expreso
desprecio por los particulares sensibles y consideró que la información de los
sentidos era un obstáculo para el conocimiento.
El mundo que percibimos por los sentidos, engendrado y en continuo devenir, es
objeto de la opinión, pero su ser depende de las Ideas que son su verdadera causa.
Es por eso que Platón puede afirmar que una figura es un triángulo en la medida en
que en ella se realiza la idea de triangularidad, y una acción es justa en la medida en
que está presente en ella la Idea de justicia.

Génesis del mundo sensible


En el Timeo, narra la formación del cosmos utilizando elementos míticos tomados de
otras escuelas, como el pitagorismo o el atomismo. Los griegos no concebían la idea
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de creación a partir de la nada, pues presuponían la existencia de elementos fuera
del tiempo (el tiempo surge con la acción del demiurgo) a partir de los cuales se
origina el mundo. Puede resultar paradójico que elabore una teoría física cuando no
considera a esta disciplina una ciencia, puesto que su objeto de estudio es la
realidad sensible siempre cambiante, mezcla de ser y de no ser. El propio Platón la
considera una fábula verosímil con una intención moral.
Los elementos a partir de los cuales se conforma el mundo (los arjés) son los
siguientes:

- Las Ideas, perfectas y eternas, el modelo que el demiurgo plasma en la


materia. Las considera una especie de padre del mundo que representa el
orden racional. Las Ideas son la causa final del cosmos, puesto que
determinan su ser e imponen una tendencia a la perfección (teleología) que
no se puede alcanzar habida cuenta de la composición material del mundo
sensible.
- El demiurgo, dios artesano, causa activa (eficiente) e inteligente productora
del cosmos. Su bondad lo lleva a crear un universo lo más bello posible,
ordenando la materia en el espacio siguiendo el modelo de las Ideas. Por lo
tanto, el mundo generado es una copia imperfecta del mundo verdadero
(perfecto, eterno, inmaterial).
- La jorá (espacio, noción confusa que presenta alguna dificultad). Por un lado,
parece entenderlo como espacio geométrico que sirve de lugar y donde se
instala la realidad material que constituye su naturaleza. Antes de la
formación del mundo sensible es algo caótico (lo llama la madre del mundo)
que aún no tiene las propiedades materiales que adquirirá al organizarse
matemáticamente. Sin embargo, al considerarlo no material, es difícil
comprender cómo puede resultar a partir de ella la materia. Por otro lado, se
refiere a ella como masa o cera informe, lo cual ha sido interpretado por
algunos como referencia a dos elementos:
 El espacio preexistente, receptáculo universal que albergará la
diversidad de seres generados.
 La masa material caótica y móvil, no es nada concreto (estaría
determinada), no es más que negatividad e indeterminación.
El divino artesano impuso un orden matemático en la materia (pitagorismo
geométrico). Los cuatro elementos (agua, aire, fuego y tierra), que identificó con los
sólidos platónicos, están formados por triángulos. La importancia de la geometría
vino a sustituir, a partir del descubrimiento de los irracionales, a la aritmética.
Postula figuras geométricas en lo más profundo de la materia para rechazar la tesis
atomista de Demócrito (el Timeo es un diálogo en el que se enfrenta a las tesis
atomistas de Demócrito, aunque este no es citado nunca). Los triángulos pueden
combinarse de varias formas y constituir los diferentes elementos. Pero hay que
tener en cuenta que la materia posee una causalidad interna ajena a toda finalidad.
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El universo nace de la combinación de necesidad, propia de la materia, e
inteligencia, finalidad, propia de las Ideas. El demiurgo no es creador ni
omnipotente, ya que se tiene que someter a las ideas y está limitado por la
causalidad interna de la materia.

Estructura del mundo de las ideas


En los diálogos de juventud y transición, Platón trató las Ideas éticas, estéticas,
matemáticas y de relaciones lógicas. En la República postuló la existencia de una
Idea para cada multiplicidad de cosas a las que damos el mismo nombre (aparecen
Ideas de sustancias naturales y cosas creadas por el hombre). En el Parménides
analizó las consecuencias desagradables que se derivaban de considerar que existe
una Idea para cada nombre común.
 No hay Ideas de cosas imperfectas o bajas (injusticia, fealdad, suciedad…), puesto que las
Ideas son la verdadera realidad y Platón considera que a lo que es imperfecto, como la
injusticia, le falta realidad, ser. Tampoco hay Idea de verdad, ya que esta consiste en tener
la visión correcta de la realidad, de las Ideas.

El mundo de las Ideas es un sistema organizado de forma jerárquica, en el que las


Ideas inferiores dependen de las superiores. En la República sitúa como primer
principio la Idea de Bien, en el Banquete la Idea de Belleza y en el Sofista las Ideas de
Ser, Diferencia, Movimiento y Reposo.
En la República introdujo los pasajes de la analogía del sol, el símil de la línea y el
mito de la caverna, para defender que solamente los que acceden al conocimiento
de las Ideas, los filósofos, están capacitados para gobernar.

En la analogía del sol, Platón afirmó que solo se pueden conocer las virtudes a la luz
de algo más grande que ellas: la Idea de Bien o Primer Principio. Equiparó los
particulares y lo que se ve y las Ideas y lo que se conoce. Así como el ojo ve con
mayor claridad su objeto cuando está bañado por la luz del sol, también el
entendimiento capta su objeto a la luz de la Idea de Bien. La Idea de Bien
proporciona verdad a los objetos y la facultad de conocer al entendimiento, por lo
tanto, es el principio explicativo del mundo, fuente de su cognoscibilidad: principio
epistemológico. El sol también proporciona generación, crecimiento y alimentación a
la realidad sensible, de la misma forma, por la Idea de Bien les viene el ser y la
esencia a los objetos del entendimiento: principio ontológico.

La misma función del Bien es origen del ser de las Ideas y fuente de conocimiento.
Podemos explicar las Ideas relacionándolas con el Bien porque éste es su
fundamento. Las Ideas existen en virtud de su relación con la Idea de Bien y pueden
ser conocidas gracias a esa relación. Podemos definir la sabiduría como
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conocimiento del Bien, y las demás virtudes como la búsqueda del Bien a pesar de
las tentaciones del miedo, la indulgencia o la codicia. Es decir, el conocimiento de
cualquier Idea implica establecer la relación de dependencia de esa Idea con
respecto al Primer Principio. Por otro lado, las Ideas, que representan la excelencia o
modelo de la realidad sensible, pueden entenderse como especies de la Idea
genérica de excelencia, de la Idea de Bien. Por lo tanto, se puede afirmar que las
Ideas tienen ser en cuanto están determinadas, en cuanto participan de la Idea de
Bien, que es el principio de determinación.

Después del nivel más alto ocupado por la Idea de Bien, se sitúan las Ideas éticas y
estéticas, las Ideas lógicas y matemáticas y las Ideas de las sustancias naturales.
Cuanto más alto partamos en la jerarquía, más fácil nos será relacionar la Idea con el
primer principio, con la Idea de Bien.
En la etapa crítica el conocimiento de las relaciones entre las Ideas constituirá el
verdadero conocimiento.

 Información para ampliar y profundizar que, en la mayoría de los casos no es necesaria. El


neoplatotonismo identificó, forzando los textos platónicos, la Idea de Bien (más allá del ser)
con Dios. Aristóteles nos dice que Platón diferenció las ideas matemáticas, inteligibles pero
múltiples, de los números Ideales, inteligibles y únicos, aquéllos son intermedios y éstos
ocupan un lugar alto en la jerarquía. También nos dice que Platón acabó identificando las
Ideas con los números. En sus diálogos no escribió nada más acerca de este principio
incondicionado y absoluto que está por encima del ser y del cual dependen todas las ideas.
Reservó lo que tenía que decir para el ámbito de la oralidad, de las lecciones que llevaban
por título Acerca del Bien. Además del Uno, el primer principio, existe un segundo principio
originario, pero de inferior rango, la Díada o Dualidad Grande-Pequeño, entendido como
principio ilimitado e indeterminado. La Dualidad Indeterminada sirve como sustrato sobre
el que actúa el Uno, principio formal que limita y determina. El Uno, en la medida que
delimita, se manifiesta como Bien. La delimitación de lo indeterminado que configura la
unidad en la multiplicidad es esencia, orden, perfección y valor.
- El Uno es principio del ser. El ser (esencia, sustancia, idea) nace de la delimitación de lo
ilimitado.
- El Uno es principio de verdad y cognoscibilidad, solo lo limitado y determinado puede ser
conocido.
- El Uno es principio de valor, la delimitación implica orden y perfección.

Relación entre el mundo sensible y el mundo inteligible


Platón describió la relación en términos metafóricos:
Desde las cosas sensibles la relación es vista como participación (méthesis). Desde
las Ideas la relación es vista como presencia (parousía). Las Ideas dan su ser, su
esencia y fundamento a las cosas sensibles, mientras que las cosas sensibles son
pensadas a la luz de las Ideas.

Sin abandonar la terminología anterior, a partir de los diálogos de madurez comenzó


a utilizar otra denominación para la relación. Las cosas sensibles imitan (mímensis) a
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las Ideas, que se presentan como modelos o paradigmas. Esta visión destaca la
insuficiencia de las cosas sensibles y el ideal inalcanzable de las Ideas. La imitación
acentúa la trascendencia de la Idea que no llega a realizarse plenamente en la copia
que representa la realidad sensible.
A partir del Fedón utilizó el término semejanza para expresar la relación entre las
Ideas y las cosas sensibles. En los diálogos de vejez se enfrentará a los problemas
lógicos derivados de su explicación sobre las relaciones entre los dos mundos, entre
ellos el conocido como argumento del tercer hombre.
Las cosas sensibles tienden a las Ideas como a su fin, a su bien. Su visión de la
realidad sensible como copia del mundo inteligible implica una visión teleológica, es
decir, el fin último del cosmos es imitar la perfección del Bien.
Todos los modos de concebir la relación implican la separación entre los mundos, la
existencia de un abismo entre ellos. Es difícil explicar cómo se relacionan los dos
mundos cuando están caracterizados por atributos opuestos, y, mucho más difícil,
explicar cómo el mundo inteligible es causa del mundo sensible.
 Platón hizo frente a estas dificultades en su etapa crítica, sobre todo en el Parménides,
enfrentándose a problemas lógicos como el argumento del tercer hombre o el problema de
la unidad y división de las Ideas. La crítica socaba el lenguaje en el que está descrita la
relación, pero no la propia teoría, pues las Ideas no son cosas a las que quepa aplicar el
todo y la parte. El abismo entre los dos mundos fue también el principal blanco de la crítica
de Aristóteles a la teoría de las Ideas. Para Aristóteles los términos participación e imitación
son metáforas que no explican nada. Platón se inventó un mundo con el objetivo de superar
la aporía uno/múltiple, permanencia/devenir, que no explica la realidad sensible.

3.2. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO (GNOSEOLOGÍA)


La teoría del conocimiento aparece en varios diálogos en el curso de discusiones
sobre otras cuestiones no epistemológicas. El argumento fundamental para
defender la existencia de las Ideas, al que nunca renunció Platón, es la existencia de
la ciencia y su diferencia con respecto a la opinión. La ciencia es un conocimiento
universal, objetivo y necesario (demostrativo), por tanto, su objeto ha de ser algo
real, eterno y estable: las Ideas.

La anamnesis como raíz del conocimiento


En el Menón se halla la primera respuesta al problema del conocimiento. Platón
afirmó, a través de un mito, que el conocimiento es una especie de recuerdo, un
surgir de algo que existe desde siempre en el interior de nuestra alma. La
inmortalidad del alma se presenta como condición necesaria para defender la tesis
de que aprender es recordar. En el Menón aún se mantiene la inmanencia de las
Ideas en los particulares, y no se conecta de forma explícita la anamnesis con la
teoría de las Ideas (el método de descubrimiento del esclavo es empírico, basado en
el testimonio de la vista).
El Menón refleja una actitud optimista, ya que el recuerdo es la cosa mejor
repartida, pues a partir de la información de los sentidos todos podemos alcanzar el
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conocimiento porque todos tenemos en nuestro interior los medios para hacerlo.
Para otorgar fundamento a la opinión, y que se transformase en ciencia, será preciso
vincularla con el conocimiento causal, con un fundamento. En el diálogo se una
valoración positiva de la opinión verdadera y de la información de los sentidos.
En el Fedón empleó la teoría de la reminiscencia como fundamento para argumentar
la inmortalidad del alma. Afirmó que las Ideas no se llegan a conocer a través de los
sentidos, sino mediante el puro pensamiento. Los sentidos nos informan de cosas
más o menos iguales que no se ajustan de manera perfecta a la Idea de igualdad que
poseemos. Ninguna cosa sensible es perfecta y absolutamente igual, cuadrada o
circular, y, sin embargo, nosotros poseemos esas nociones. La experiencia de las
cosas más o menos iguales suscita en nosotros el recuerdo de la igualdad en sí. Las
cosas sensibles nos pueden sugerir las Ideas porque conocimos éstas en una
existencia anterior. La teoría de la anamnesis implica la existencia separada de las
Ideas y su conocimiento directo e inmediato.

Las Ideas no son creación nuestra, las descubrimos en nosotros de modo objetivo y
de manera absoluta. Los sentidos solo nos dan conocimientos imperfectos, pero la
mente, adentrándose en su interior, encuentra por sí misma, como si fuesen
recuerdos, los correspondientes conocimientos perfectos (relación con el
conocimiento a priori). En los diálogos de madurez Platón rechaza la realidad del
mundo sensible y desconfía de los sentidos como fuente de conocimiento, estos son
más bien un obstáculo que impide alcanzar el verdadero conocimiento (la filosofía es
entendida como purificación)
En el Fedro, Platón diferenció dos mundos, el de la divinidad y el del alma
encarnada. Defendió que solamente unos pocos y con dificultad (los filósofos)
podrán alcanzar las Ideas que su alma haya captado en la otra vida. Las cosas
sensibles ya no son vistas como reflejo de las Ideas, apenas queda rastro de las Ideas
en ellas. Para poder alcanzar las Ideas se necesita el impulso erótico, anamnesis y
eros se presentan como un puente entre los mundos.
La teoría de la anamnesis implica la existencia de una realidad independiente de la
realidad sensible y de la mente que piensa: las ideas trascendentes y subsistentes. La
existencia de esa realidad es indispensable para que pueda hablarse de
conocimiento.

Los grados del conocimiento: la opinión y la ciencia


El pasaje de la Línea dividida de la República surge del pasaje del Bien y el sol y
pretende completarlo. Platón estableció una escala de grados de conocimiento
según la claridad alcanzada, en correspondencia con una escala de grados de
realidad según la mayor o menor consistencia. Es decir, estableció una jerarquía
gnoseológica con su correlato ontológico.
a) La primera división de la línea distingue entre la doxa y la episteme en el ámbito
de la verdad, y se distingue entre el mundo sensible y el mundo inteligible en el
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ámbito de la realidad (división de un segmento en otros dos segmentos desiguales,
el de mayor extensión representa la ciencia y el de menor extensión la opinión):
- La ciencia o episteme es un saber universal, necesario y objetivo, que tiene por
objeto aquello que es máximamente real, las Ideas: únicas, estables y permanentes.
- La opinión o doxa, intermedia entre el conocimiento y la ignorancia, es un saber
particular, contingente y subjetivo, que tiene por objeto la realidad sensible sujeta a
devenir, copia de la verdadera realidad.

b) Cada una de las divisiones anteriores está, a su vez, dividida en otros dos
segmentos (siguiendo la misma proporción. Del criterio se deduce la igualdad del
segundo y tercer segmento, en la que quizá no reparó Platón).
b.1.) El segmento de la doxa y de la realidad sensible está dividido en (el texto se
centra en las diferencias ontológicas, es decir, en la diferencia entre los objetos de la
opinión):
- La imaginación o eikasía, no se le puede llamar saber, es confusa y no ofrece
ninguna claridad ni seguridad. El objeto de la imaginación son las sombras y reflejos
de las cosas sensibles (copia de las cosas sensibles, por lo tanto, copia de una copia).
Es la aprehensión menos clara y sus objetos son los menos reales (estado en el que
se encuentran la mayoría de los hombres).
- La creencia o pistis, representa el saber propio de los filósofos de la naturaleza
(física), posee alguna claridad y seguridad. El objeto de la creencia son las cosas
sensibles, más consistentes que sus sombras, pero copias de las Ideas. Platón incluye
aquí a la física y a todas las artes productivas.

b.2.) El segmento de la episteme y del mundo de las Ideas está dividido en (el texto
se centra en el modo de conocimiento, es decir, en un criterio epistemológico, para
diferenciar los dos tipos de ciencia):
- La dianoia o pensamiento discursivo, a la que pertenecen la aritmética y la
geometría (y otras disciplinas afines). Poseen la claridad y seguridad de la ciencia y
tienen por objeto las realidades matemáticas.
 Si consultamos las definiciones de algunos de los conceptos fundamentales de las
matemáticas, nos podríamos preguntar si es posible representarse visualmente una recta,
una sucesión infinita de puntos, o un punto, un lugar en el espacio carente de extensión y
dimensiones. Las matemáticas se ocupan de objetos abstractos que solo son accesibles al
entendimiento. Las representaciones de esos objetos, mentales o sensibles, son siempre
imperfectas. Para Platón los objetos de las matemáticas existen con independencia del
mundo sensible y del pensamiento, son realidades inmateriales a las que solo se puede
acceder con la inteligencia. El matemático no inventa puntos, líneas paralelas o triángulos,
sino que los descubre.
Los objetos de las matemáticas son ontológicamente inferiores a las Ideas (los
círculos matemáticos copian la Idea de Circularidad, así como el número 2 copia
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la Idea de Dualidad). Por lo tanto, son inteligibles inferiores (noetá inferiores).
Según Aristóteles, Platón diferenciaba la Ideas, que son únicas, de los objetos
matemáticos que admiten la pluralidad (tiene sentido decir que un círculo corte a
otro círculo, pero no lo tiene afirmar que la circularidad corte a la circularidad).
Sin embargo, la diferencia principal, es la diferencia en la que se centra el texto
de la línea dividida, se refiere a la diferente manera de conocer e investigar, es
decir, una diferencia epistemológica.

- La noesis, filosofía o dialéctica, es el grado más alto de conocimiento, ofrece la


mayor claridad y seguridad y tiene por objeto el más alto grado de consistencia de lo
real: las Ideas (noetá superiores o arjai)

Diferencia entre la dianoia y la noesis


En primer lugar, la dianoia tiene un carácter hipotético, es decir, parte de axiomas
(verdades que se consideran evidentes), definiciones, postulados y nociones
comunes que se aceptan sin ninguna duda como verdades obvias (no le interesa la
naturaleza del número o del espacio, sino las deducciones que pueden realizar a
partir de los supuestos). En segundo lugar, la dianoia parcela la realidad objeto de
estudio, puesto que no se preocupa por buscar principios evidentes que sirvan de
fundamento de la realidad en su conjunto. En tercer lugar, hace uso de diagramas,
de figuras, dibujadas o imaginadas (es decir, hace uso del mundo sensible que es
considerado una copia del mundo inteligible), para captar las implicaciones lógicas
de las construcciones y, a partir de ellas, establecer proposiciones que sirvan de
premisas del razonamiento. Por lo tanto, las hipótesis dependen, en cierto grado, de
la realidad sensible. En resumen, las matemáticas tienen menos valor y menos
claridad que la filosofía.
 A partir de los supuestos iniciales se realizan deducciones. Si se deducen proposiciones
contradictorias o proposiciones que se consideran inadmisibles, entonces los supuestos son
rechazados. También pueden rechazarse si a partir de ellos no se deduce nada más cosas
sin sentido, obviedades o ninguna explicación interesante. Cuando las deducciones aportan
descubrimientos, explicaciones interesantes o mejoran nuestra comprensión del mundo,
nos permite seguir admitiendo los supuestos como provisionalmente verdaderos.

La dialéctica no parcela la realidad, pues su objeto de estudio es la realidad en su


totalidad. Tampoco se sirve de lo sensible para razonar y no acepta ningún principio
o hipótesis sin someterla a justificación. Su objetivo es alcanzar un principio no-
hipotético, evidente y más allá del cual no se pueda ir. A partir del principio no
hipotético, captado por intuición, se deducen el conjunto de las Ideas.

Hay que tener en cuenta que la distinción que se hace entre conjetura y creencia en
el pasaje de la línea se centra en las diferencias entre los objetos, es decir, en una
diferencia ontológica (realidad sensible y copias, reflejos). Sin embargo, la diferencia
entre dianoia y noesis se centra en criterios epistemológicos. De hecho, se afirma
12
que cuando los objetos de la dianoia se relacionan con un primer principio se
convierten en objeto de la noesis (esto ha llevado a algunos interpretes a no
diferenciar entre los objetos de la dinoia y los de la noesis).
En la República ya se afirmaba que si el conocimiento de las Ideas no se relaciona
con el Primer Principio (la Idea de Bien), entonces es un conocimiento insuficiente,
puesto que se carece de la visión de conjunto, que Platón denomina visión sinóptica.
El procedimiento para alcanzar el Primer Principio es tentativo, se trata de avanzar a
partir de los supuestos hasta alcanzar una verdad evidente, que se aprehende de
forma directa e inmediata y no se deduce de ninguna otra. Seguidamente entra en
juego el procedimiento discursivo deductivo, que deduce a partir del Primer
Principio el resto de las Ideas. La existencia de un Primer Principio único, a partir del
cual se pueda derivar todo el conocimiento, es un ideal estimulante que empuja a la
unificación de la ciencia, pero implica una concepción del conocimiento
reduccionista que pretende explicar la complejidad del cosmos como si fuese un
sistema deductivo.
En los diálogos de la etapa crítica de vejez renunció al supuesto ideal reduccionista.
Entendió la dialéctica como un procedimiento de contraposición de tesis opuestas,
cuyo objetivo es definir correctamente las ideas, comprobando si las hipótesis se
derivan de otros principios aceptados, si entran en contradicción con ellos o si no
son contradictorios ni consecuencia de los principios aceptados.
En la dialéctica coexisten dos procedimientos: la reunión y la división. El proceso de
reunión va de unas Ideas a otras más altas que las unifican como género común,
mientras que el proceso de división va de las Ideas altas en la jerarquía, los géneros
comunes, hasta las diferentes especies de Ideas. El procedimiento descendente no
es meramente repetitivo, puesto que, cuando sigue la verdadera naturaleza de las
Ideas, entonces permite descubrir su orden de dependencia. En el Sofista estudió las
relaciones de compatibilidad, incompatibilidad e implicación entre las Ideas
superiores: ser, reposo, movimiento, identidad y diferencia.

En resumen, en la etapa crítica, el objetivo ya no era deducir toda la verdad de un


único principio trascendente, sino uno más modesto y realizable: establecer las
relaciones de compatibilidad, incompatibilidad e implicación entre las ideas. La
dialéctica permite ascender desde las hipótesis a los principios, desde la
multiplicidad de lo sensible hacia las Ideas, y desde éstas hasta el Bien, fundamento
de todo ser y todo conocer. En un primer momento se trata de captar por intuición
la Idea Suprema para luego descender encadenando todas las Ideas. Como ya se
dijo, el objetivo es establecer la comunicación y trabazón de las Ideas para adquirir
una visión sinóptica.
Finalmente, hay que tener en cuenta que aquello que alcancen la visión del Bien
pueden y deben ejercerlo en el mundo de los hombres (vuelta a la caverna). Por lo
tanto, la virtud puede enseñarse si se educa a los gobernantes como filósofos.

13
El amor platónico como vía alegórica hacia lo absoluto
En el Banquete utilizó el mito para expresar su doctrina sobre el Eros. Nos presenta
la diferencia entre los dos mundos bajo la oposición amor terrenal-amor ideal o
divino. El amor es una fuerza mediadora entre lo sensible y lo suprasensible, una
fuerza que eleva, a través de los diversos grados de belleza, hasta la Belleza en sí. Por
lo tanto, es un medio de conocimiento.
Platón lo considera algo intermedio entre los hombres y los dioses: es filósofo. El
verdadero amante sabe recorrer el camino que conduce a alcanzar la visión
suprema, la visión de lo absolutamente bello. El amor es un motor de superación y
de trascendencia, es fecundo en lo biológico con la procreación, y en lo intelectual
con la creación. El amor se sirve de las cosas mundanas como de un trampolín para
ir ascendiendo: de la belleza corporal a la belleza moral, al amor por el
conocimiento, y, finalmente, al amor por la Belleza en sí.
En el Fedro conectó la doctrina del amor con la doctrina de la anamnesis. El alma
había contemplado lo supraceleste y las ideas en su vida originaria, al perder las alas
y precipitarse en un cuerpo, lo olvidó todo. Aunque sea con esfuerzo el alma
recuerda aquellas cosas que antes había visto. La idea de belleza es
extraordinariamente evidente y amable, se trasluce en lo bello sensible y esto es
algo que enardece al alma, que se ve presa del deseo de echarse a volar para
regresar al sitio de donde había descendido. Este deseo constituye el eros, que
mediante el anhelo de lo suprasensible hace que reaparezcan en el alma sus
antiguas alas y pueda elevarse.
Además del impulso que nos lleva hacia la Belleza necesitamos que esté en nosotros
aquello a lo que se dirige el impulso (anamnesis). Si amamos la belleza y la bondad
es porque constituyen nuestra mejor naturaleza, aquello que hay de eterno dentro
de nosotros.

 El arte como alejamiento de lo verdadero


Para Platón el arte no desvela la verdad, por lo tanto, no es una forma de conocimiento. El arte no
mejora al hombre, sino que lo corrompe porque es engañoso, no es útil para la educación pues se
dirige a las facultades no racionales del alma, a las partes inferiores de nuestro ser.
En sus primeras obras ya consideraba a la poesía como inferior a la filosofía. El poeta cuando
compone sus obras está poseído, no es consciente, no sabe la razón de lo que hace ni sabe enseñar
a los demás. Se es poeta por designio divino no por virtud del conocimiento.
En el libro X de la República consideraba el arte como una imitación de acontecimientos sensibles,
que, a su vez, son copia del eterno paradigma de la idea (el arte se aleja de lo verdadero en la
misma medida que la copia se aleja del original). El arte es una imitación de una imitación.
El arte corrompe, se dirige a la parte menos noble del alma y hay que apartarlo de la ciudad,
incluso eliminarlo del estado perfecto, a menos que se someta a las leyes de lo bueno y de lo
verdadero. El arte debe someterse a la filosofía que es la única capaz de alcanzar lo verdadero.

4. TÓPICO: ANTROPOLOGÍA Y POLÍTICA EN PLATÓN


Platón recibió la influencia de dos tradiciones diferentes sobre la naturaleza del
14
hombre que en ocasiones entran en tensión. Por un lado, la tradición órfico-
pitagórica, que concebía el alma como algo espiritual e inmortal y el cuerpo como
una tumba o cárcel para el alma. Para esta tradición, cuando cuerpo y alma están
unidos la tarea del alma es purificarse y liberarse para ejercer su función propia: el
conocimiento. Por otro lado, la tradición socrática, que identificaba el alma (el
hombre interior) con la razón, y el cuerpo con un instrumento a su servicio. En
general, los griegos entendieron que el alma era la parte divina del hombre, su
principio de vida y de conocimiento.
En los diálogos de juventud, no se llegaba a una definición de las virtudes que fuese
aceptada por todos, pero Platón se mostraba convencido de que la justicia beneficia
y la injusticia perjudica. En estos diálogos defendió las tesis del intelectualismo
moral heredado de Sócrates:
- La virtud se identifica con el conocimiento.
- El mal es producto de la ignorancia y se hace involuntariamente. Al entender la
voluntad como racional, es imposible conocer lo que es bueno y no tener el valor
para hacerlo.
- La virtud es una e indivisible, investigar las virtudes por separado conduce a un
resultado negativo.
Sócrates opuso su confianza en la razón y en la bondad natural del hombre a la tesis
del sentido común que defiende que hay factores distintos a la razón que imponen
su fuerza en la conducta. La esencia del hombre es su alma (el hombre interior) y el
cuerpo es un instrumento a su servicio, por tanto, la suprema obligación del hombre
es el cuidado del alma. Sócrates se mostraba agnóstico sobre la inmortalidad del
alma, y entendía que la inmortalidad no era necesaria como premio, pues la virtud
tiene premio en sí misma y el vicio castigo en sí mismo. En la Apología de Sócrates
podemos observar que siguió fiel a la concepción racional del hombre, y no hizo
excepción ni ante el tribunal que lo condenó a muerte.
En los diálogos de transición, siguiendo la recomendación socrática, comenzó a
pensar por sí mismo. La influencia pitagórica se hace más evidente, el cuerpo es
visto como una tumba o cárcel para el alma, y la vida filosófica y la virtud como un
proceso gradual de purificación. Ahora ya no basta la razón, es preciso persuadir a
las potencias irracionales del alma. Durante esta etapa Platón hizo uso de mitos
escatológicos en ayuda de la dialéctica, pues el mito persuade a los deseos y a las
pasiones. Platón modifica levemente el intelectualismo moral, ya que defiende el
castigo para las almas injustas (no tendría sentido si la injusticia y la maldad se
debieran únicamente a la ignorancia). Afirmaba creer en las sagradas tradiciones que
nos dicen que el alma es inmortal, que está sometida a juicio y sufrimiento si ha
llevado una mala vida. Al final del Gorgias reconoció la importancia del componente
irracional del alma y recurrió a creencias míticas en ayuda de sus ideales morales y
políticos.
En los diálogos de madurez el tema central es metafísico y escatológico. El Fedón es
un diálogo sobre los últimos momentos de la vida de Sócrates. Platón partía de la
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concepción órfica y pitagórica del cuerpo como cárcel del alma, castigada por un
pecado anterior. El alma tiene la misión ética de purificarse (Katharsis). La filosofía es
como una ascesis, un aprendizaje para la muerte, una purificación que con la
separación del cuerpo permite al alma alcanzar la verdad de las Ideas.
 Información que amplía la antropología, pero que no es necesaria. Platón presentó cuatro
argumentos (no los tiene por argumentos en sentido estricto) para demostrar la
inmortalidad del alma:
Las formas o ideas existen, tenemos conocimiento (recuerdo) de ellas, por tanto, el alma existe
antes del nacimiento.
El alma es afín a las ideas (las puede conocer), por tanto, tiene que ser simple e incorruptible. La
separación del alma y el cuerpo se corresponde con la separación ideas-cosas sensibles,
universales-particulares. Las ideas tienen un estatus ontológico superior. Las cosas sensibles tienen
la función de suscitar en nosotros las ideas que hemos conocido en una existencia anterior. Platón
establece una relación de causalidad formal entre las ideas (universales) y las cosas sensibles
(particulares). Las ideas están presentes en las cosas sensibles y las cosas sensibles participan de
las ideas o imitan los modelos o paradigmas.
Un particular (una cosa sensible) no puede participar de ideas que se excluyan mutuamente. El
alma no puede participar de la vida y de la muerte, por tanto, el alma es inmortal.
Como había afirmado Heráclito todo cambio o generación tiene lugar entre contrarios. Todo nace
a partir de su contrario: al dormir le sigue el despertar y al morir le sigue el vivir, por lo tanto, el
alma existe después de la muerte.

Ante la impotencia de los argumentos racionales para convencer, acudió a un mito


escatológico sobre el juicio de las almas. En el juicio final las almas se repartirán en
cinco grupos: las almas que han vivido en santidad y justicia, según la filosofía,
pertenecen a los dos primeros grupos; las almas en la cuales bien y mal se han
repartido, al tercero; las almas malas con faltas expiables, al cuarto; las autoras de
crímenes inexpiables, al quinto. A cada una de las categorías le corresponde una
gradación de premios y castigos. Platón dotó de sentido ético los elemento órficos y
pitagóricos, con el objetivo de seducir a los no iniciados en la filosofía para lograr un
comportamiento moral (los ya iniciados no necesitan de la seducción irracional).

En la República, Platón trató de demostrar que la justicia en el alma y en la polis es el


resultado de la armonía interior y el único modo de conseguir la felicidad privada y
pública. Profundizó en su visión dualista del hombre como compuesto de alma y
cuerpo, y se enfrentó a la complejidad y los dilemas de la naturaleza humana dando
una visión tripartita del alma:
- el alma racional cuya virtud propia es la sabiduría o prudencia, que entendió
como inmortal y situó en la cabeza.
- el alma irascible cuya virtud propia es el valor, que concibió como mortal y
localizó en el corazón.
- el alma concupiscible cuya virtud propia es la templanza o moderación, que
también concibió mortal y situó en el bajo vientre.
La justicia en el alma es una especie de armonía que depende de que cada una haga
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su función, aquello que le corresponde por naturaleza. Por lo tanto, la justicia
depende del gobierno del alma racional. Platón acudió a los mitos para persuadir a
las partes irracionales, pero siguió afirmando la tesis socrática de que el error es
involuntario, es decir, de que nadie hace el mal voluntariamente.
En el Fedro aceptó la pervivencia de elementos irracionales para explicar la caída del
alma. TEXTO (mito del carro alado).

Vinculación del hombre a la ciudad


A partir del Gorgias y alcanzando su madurez en la República, Platón defendió la
tesis de que la verdadera filosofía coincide con la verdadera política (cuidado del
alma). Esta tesis resulta inteligible a la luz de los siguientes supuestos: a) la filosofía
es un conocimiento integral. b) la esencia del ser humano se reduce a su alma. c) la
coincidencia entre individuo y ciudad. d) la ciudad estado como horizonte de todos
los valores morales y como única forma posible de sociedad. Una ciudad solamente
puede ser justa si sus ciudadanos son justos, y un hombre solamente puede ser justo
viviendo en una ciudad justa. Por lo tanto, la ciudad es vista como un hombre grande
y el hombre como una ciudad pequeña, pero la justicia está impresa en la ciudad con
rasgos más grandes.
Platón piensa que el problema de la naturaleza de la justicia recibe una adecuada
respuesta cuando se observa cómo nace y cómo se corrompe una ciudad perfecta. El
estado nace porque el individuo no es autárquico, no se basta a sí mismo y tiene
necesidad de la ayuda de los demás. Platón diseñó un estado primitivo, limitado y
autárquico, en donde los ciudadanos tienen tiempo para el ocio y la amistad (estado
sano). Diseñó una utopía, pero teniendo en cuenta las necesidades reales de los
hombres. Fruto de la multiplicación de las necesidades relacionadas con el lujo
material y económico, el estado se convierte en un estado más complejo (lo llega a
calificar de enfermo).
En el estado cada uno debe ocupar el puesto que le corresponde por talentos
naturales y disposición anímica. La educación (paideia), operando sobre esa base, es
la fuerza decisiva en la conformación de la estructura social. El principio
fundamental que regula la vida en la ciudad y en el alma, que cada uno realice la
función que le corresponde por naturaleza, tiene los siguientes fundamentos:
- Fundamento económico: aumenta la eficacia.
- Fundamento político: aumenta la cohesión social.
- Fundamento antropológico: se basa en las disposiciones anímicas de los
ciudadanos.
- Fundamento metafísico: la función está determinada por la esencia de cada
ser.
La ciudad tiene necesidad de tres estamentos:
- Los campesinos, artesanos y productores, hombres en los que predomina el
aspecto concupiscible del alma. Esta clase es buena cuando en ella prevalece
la virtud de la templanza, que es una especie de orden, de dominio y
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disciplina de los placeres y deseos y constituye la capacidad de someterse del
modo conveniente a las clases superiores. Las riquezas y bienes materiales,
que son administrados exclusivamente por esta clase, no deben ser ni
demasiados ni demasiado pocos. El objetivo es evitar la discordia y
salvaguardar la unidad. Esta clase solo participa de la virtud de la moderación,
pero esta virtud también está presente en las otras clases.
- Los guerreros, hombres en los que domina la fuerza irascible del alma, se
parecen a los perros de noble raza, dotados de mansedumbre y fiereza. Su
virtud propia es la fuerza, han de vigilar los peligros externos e internos (ni
demasiada riqueza ni pobreza, que el estado no crezca demasiado ni se
empequeñezca en exceso, que los cargos otorgados a los ciudadanos sean los
que corresponden a su naturaleza y que se imparta la educación más
conveniente).
- Los gobernantes filósofos, son aquellos que saben amar la ciudad más que los
demás, cumplen con celo sus obligaciones, conociendo y contemplando el
bien. En ellos predomina el alma racional y su virtud específica es la sabiduría.
La ciudad perfecta es aquella en la que predomina la templanza en la primera clase,
la valentía en la segunda y la sabiduría en la tercera. La justicia es la armonía entre
estas virtudes: cuando cada clase social realiza lo mejor posible las funciones que le
son propias y hacen aquello que por naturaleza y por ley están llamados a hacer,
entonces se lleva a cabo la perfecta justicia.
En cada hombre se hallan las tres facultades del alma que se encuentran en las tres
clases sociales de la ciudad: una tendencia que nos impulsa a satisfacer los deseos,
otra tendencia que nos frena ante ellos y los domina (la razón) y una tercera
tendencia por la cual nos enardecemos, no es razón porque es pasional y no es
deseo porque a menudo choca con éste como cuando nos enfadamos por haber
cedido ante un deseo. El individuo es templado cuando las partes inferiores
armonizan con la superior y la obedecen; es fuerte o valeroso cuando la irascible
sabe mantener con firmeza los dictados de la razón a través de cualquier peligro; y
es sabio, cuando la parte racional posee verdadera ciencia acerca de lo que conviene
a todas las partes. La justicia será aquella disposición del alma según la cual cada
parte hace lo que debe hacer y como lo debe hacer. Los ciudadanos y las clases de la
ciudad y las partes del alma deben hacer lo que les corresponde por naturaleza. Por
lo tanto, aplicando el principio de correspondencia entre el alma y la ciudad, Platón
afirma que hay justicia en la ciudad si hay justicia en el alma.
Platón cree que, así como la división de la ciudad no implica su pérdida de unidad,
tampoco la división del alma implica la pérdida de su unidad (difícil de entender
cómo se salvaguarda la unidad teniendo en cuenta lo radicalmente diferentes que
son las clases sociales y las partes del alma). El mayor bien de la ciudad es lo que
unifica y el mayor mal lo que divide. El político, como el piloto de la nave, debe
dirigir el estado contemplando lo que es bueno y racional.
Una ciudad perfecta debe tener una educación perfecta. La primera clase no
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requiere educación especial, ya que las artes y los oficios se aprenden a través de la
práctica. Para los guardianes propuso la educación de gimnasia, música y las
primeras fases de las matemáticas, con el objetivo de robustecer el valor y la
fortaleza. Para ellos estableció la comunidad de bienes y la abolición de la
propiedad. Hombres y mujeres recibían idéntica educación y los hijos eran educados
por el estado. La intención era crear una gran familia, para eliminar el egoísmo y
defender el bien común (decir lo nuestro, manipulación de sorteos...). La educación
de los gobernantes debía durar hasta los cincuenta años. Hasta los treinta años
profundizar en el conocimiento de las matemáticas, entre los treinta y los treinta y
cinco años el aprendizaje de la dialéctica y de los treinta y cinco a los cincuenta
reemprender el contacto con la realidad empírica para conocer el funcionamiento de
las instituciones del estado. La finalidad era conocer el bien con el objeto de
implantarlo en la realidad histórica. El bien, que es el primer principio del cual pende
todo el mundo de las Ideas, es considerado el fundamento de la ciudad y de la
acción política.
Platón hizo uso de los mitos para facilitar la socialización de todos los ciudadanos. El
mito, si es diseñado por una minoría racional para persuadir a los que no tienen
razón, aporta cohesión social. Platón defiende que se puede usar el engaño como
una medicina.
En definitiva, en todas partes y en todo debe dominar la razón: en el alma, en la
ciudad y en el universo

Formas de gobierno
En la República realizó una reflexión sistemática sobre las formas de gobierno.
Consideró que las formas de gobierno se corresponden con el nivel moral de las
conciencias de los ciudadanos. A cada forma de gobierno le corresponde un tipo de
alma. La degeneración (injusticia) implica no aceptar la función que corresponde por
naturaleza: sublevarse contra el orden natural y contra el gobierno de la razón.
- La forma ideal de gobierno es una aristocracia o monarquía de filósofos que se
corresponde con el alma racional. Es un gobierno justo que se preocupa por el
bien de la ciudad. Sin embargo, en toda realidad material hay desorden e
imperfección, lo que conduce a la degeneración del gobierno y hace imposible
la permanecia de un gobierno justo y sabio.
- La timocracia es el gobierno de los guerreros, basado en el honor como valor
supremo. Se corresponde con el alma irascible. Los guerreros quieren
satisfacer sus deseos de honor, fama y poder.
- La oligarquía es la forma de gobierno basada en las riquezas, se corresponde
con el alma concupiscible.
La democracia es una forma de gobierno basada en la libertad llevada al extremo,
Platón la identifica con la ausencia de gobierno, con la anarquía: el caldo de cultivo
para que surja la tiranía.
La tiranía es la forma de gobierno basada en la violencia derivada de la licencia en
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que se ha convertido la libertad. Es la máxima degeneración de las formas de
gobierno y la que más desgracias ocasiona.
Los escritos de la última época se corresponden con el tiempo de los dos
últimos viajes a Sicilia para lograr su objetivo político de que gobernase el filósofo
rey. Quizá los fracasos le llevaron a tomar una postura crítica con respecto a su
modelo ideal de organización política. Siguió defendiendo la idea del gobierno del
sabio como ideal pero lo expresó con frecuencia en relatos míticos. Aparece una
pérdida de confianza en la parte racional para dirigir la vida humana, es un
reconocimiento del poderío de las partes irracionales. Desconfía de las posibilidades
de que el hombre encarne al filósofo gobernante de la República. Se volvió más
realista y pesimista.
Si no era posible el gobierno de los filósofos, consideró como un mal menor el
gobierno de las leyes, aunque éstas debían tomar como modelo el gobierno de
aquéllas. Estableció dos clasificaciones, dependiendo de si hay o no cumplimiento de
la ley:
Monarquía conforme a la ley/aristocracia conforme a la ley /democracia conforme
a la ley.
Gobierno de muchos sin ley (democracia)/gobierno de pocos sin ley/ gobierno de
un sin ley.
Si no hay disciplina ni ley, el gobierno menos malo es la democracia, pues es un
gobierno débil incapaz de nada grande. En Las Leyes entró en minuciosos detalles
con la pretensión de eliminar las causas de conflicto, lograr una comunidad estable y
dar prioridad del bien común. Estableció medidas legislativas de control, medidas
coercitivas y de castigo para hacer cumplir la ley. Afirmó que en la constitución hay
dos madres, la monarquía y la democracia, que representan la unión de libertad y
sabiduría. La educación se extiende a todos los ciudadanos pues todos participan en
las tareas políticas en diferentes niveles. Pero siguió manteniendo que ninguna ley
es más fuerte que el gobierno del entendimiento.
Critica a la democracia
Platón consideraba que los sofistas y los demagogos eran la fauna de la
democracia. Para él las prácticas del sorteo y de la decisión por todos en la asamblea
eran irracionales y conducían al gobierno de los ignorantes. También criticó la paga a
los ciudadanos que participaban en las magistraturas, pensaba que los volvía
perezosos y cobardes (la democracia ateniense nunca fue totalmente igualitaria, los
cargos de responsabilidad máxima no se sorteaban). Platón consideró que la política
es episteme, ciencia, y debe buscar el bien y no la satisfacción de los deseos de las
partes no racionales del hombre (placer, honores) y el igualitarismo democrático no
diferenciaba entre los que saben y los que no saben, conduciendo al gobierno de los
ignorantes y la irracionalidad, impidiendo el desarrollo de la justicia y de una vida
feliz.

 La política platónica ha sido calificada como estatalista, organicista y


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comunitarista. En primer lugar, porque Platón antepone el bien y la cohesión
del Estado al del individuo; así a los guardianes y gobernantes se les exigen
renuncias y sacrificios en favor de la comunidad. En segundo lugar, porque
concibe el estado perfecto como un organismo vivo que está compuesto por
partes con funciones (para las que mejor está capacitado) al servicio del
conjunto. En tercer lugar, porque la vida del individuo solo tiene sentido, solo
alcanza su perfección, en el seno de una comunidad de pertenencia en la que
desempeña una función específica. Por lo tanto, el logro del bien del individuo
solo es posible cundo vive en una buena comunidad.

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