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Historia de la Filosofía Tema 2: Platón

PLATÓN
La Filosofía de Platón

1.- Contexto cultural filosófico:


Platón vive entre los años 427 y 347 a.d.C.
Ha llegado a término la época de máximo
esplendor: la era de Pericles, y comienza
un tiempo de convulsiones políticas y
sociales con la victoria de Esparta sobre
Atenas (Guerras del Peloponeso, 431
a.C.). Un tiempo que Platón no duda en
c a l i fi c a r d e c r í t i c o , d e d e t e r i o r o
institucional y moral cuya causa última, en su opinión, es la influencia sofista, su relativismo
individualista. Esto le lleva a la filosofía, nos dice en la carta VII. La intención del filósofo
ateniense es pues eminentemente práctica: fundar el saber para

determinar qué sea la Justicia y así poder aplicarla a la polis por medio de un gobierno de

sabios. Esa es su utópica propuesta.

En la época de Pericles Atenas ha vivido su máximo apogeo, se realizan las grandes


obras de la Acrópolis, como el Partenón; arquitectura y escultura que sintetizan el orden y la
medida aristocráticos y el naturalismo popular. Durante la época clásica destacan escultores
como Fidias, Mirón o Praxíteles, arquitectos como Calícrates o Ictino, pintores como Apolodoro,
aparece el teatro, la tragedia con Esquilo, Sófocles y Eurípides, la comedia con Aristófanes, la
historia como la entendemos hoy aparece con Herodoto y Tucídides, Hipócrates es considerado
el padre de la medicina, desarrollo de las matemáticas con los pitagóricos y Euclides, la lógica
como ciencia con Aristóteles, la astronomía con Eudoxo y el propio Aristóteles, la física de
Demócrito... Y por supuesto, la filosofía empieza a escribirse con mayúsculas.

La Atenas del s. V, bulle pues de esplendor económico y cultural. En este entorno dadas
las necesidades de los ciudadanos ante la democracia asamblearia y el sistema jurídico, surgen
los sofistas, metecos cultivados que imparten enseñanzas de oratoria, política, moral, etc. sobre
la base del relativismo y el escepticismo, en pugna intelectual con Sócrates — maestro de
Platón— que defenderá frente a aquellos la existencia de una verdad universal que el hombre
puede descubrir por medio de la razón. Sócrates, considerado como un sofista por sus
conciudadanos, fue considerado por Platón como el antisofista por excelencia, en lo que Platón
nos ha transmitido como su preocupación fundamental: la búsqueda de la verdad absoluta, de
la definición universal, alejándose del relativismo de los sofistas. Posteriormente el mismo
Platón, tras la creación de la Academia, se convertirá en el filósofo más reputado de Atenas,
atrayendo a su escuela estudiantes y filósofos de toda la Hélade, entre los que podemos citar a
Eudoxo de Cnido y a Aristóteles.

La filosofía de Platón recoge esta disputa sofistas-Sócrates y se desarrolla en diálogo no solo


con ellos sino con toda la filosofía anterior que llamamos presocrática y que aparece en las
colonias jónicas, de este periodo presocrático de la filosofía, se alimenta la filosofía de Platón
En la Mileto del s. VI, se dieron las condiciones necesarias (tiempo de ocio, ausencia de
ortodoxia religiosa, contactos con otras culturas a través del floreciente comercio, etc.) para la

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aparición de un modo de pensamiento, que si bien se inspira en la tradición mítica es opuesta a


ésta en un sentido esencial: el convencimiento de que la Physis está regida por un orden (logos)
permanente que es necesario descubrir.

Podemos decir que Platón recoge las concepciones más fructíferas del pensamiento
griego presocrático y elabora con ellas una filosofía que será fundamental para la génesis del
pensamiento occidental.

1. (a) La primera influencia que reconocemos en la filosofía de Platón es obviamente la de su
maestro Sócrates. La génesis de la Teoría de las Ideas se produce como continuación de la
búsqueda SOCRÁTICA de la definición de los términos morales . Platón, de acuerdo con
Sócrates, piensa que es necesario definir con precisión los conceptos morales: justicia, bondad,
virtud... si es que queremos encontrar una base para determinar qué es justo, qué es bueno y
qué virtuoso, etc. búsqueda de la definición de los universales (= de los conceptos, para
entendernos) es la búsqueda de lo objetivamente verdadero.
(b) Como veremos, Platón toma también de su maestro la idea de que sólo el virtuoso es feliz, y
sólo el que sabe qué es la virtud puede ser virtuoso. Es decir: SABIDURÍA = VIRTUD =
FELICIDAD.
2. (a) El contacto con las matemáticas a través de los PITAGÓRICOS es fundamental para
animar e inspirar a Platón en su superación del relativismo y el escepticismo sofista. El
conocimiento matemático ofrece seguridad y certeza absolutas, es verdadero conocimiento.
(b) La concepción del alma de los pitagóricos como inmortal
y “encarcelada” en un cuerpo (tradición órfica) estará
igualmente presente en Platón.
3. (a) Otra influencia fundamental en el pensamiento de Platón
cuyo alcance descubriremos a lo largo del tema: la de
PARMÉNIDES. Las “Ideas” de Platón heredarán las
propiedades lógicas del Ser de Parménides (únicas, eternas e
inmutables)
(b) Además Platón aceptará del filósofo de Elea su énfasis del
conocimiento racional (la verdadera realidad es inteligible
=se capta con la razón)) en detrimento del conocimiento por
medio de los sentidos corporales (la verdadera realidad
escapa a los sentidos; éstos sólo muestran la engañosa
apariencia de las cosas).
4. HERÁCLITO (a través de Crátilo, un discípulo suyo) influirá
en Platón en la idea de que todo lo sensible está en
continuo cambio.
5. La existencia de un Dios ordenador (demiurgo) exterior
al mundo propia de la cosmología platónica podemos
encontrarla en ANAXÁGORAS (en la idea del nous)
En definitiva, la filosofía de Platón sintetiza y eleva los
principales logros de la filosofía anterior y abre las puertas a su discípulo Aristóteles. Ambos
serán determinantes en el desarrollo del pensamiento occidental.

2.- La intención de Platón

“...Se habían corrompido la legislación y la moral hasta el extremo de que yo, en un principio tan
ardoroso en trabajar por el bien público, considerando esta situación y viendo cómo todo iba a la
deriva, terminé por aturdirme. Con todo, no cesé de atisbar los signos posibles de que tales

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acontecimientos mejorasen y especialmente el régimen político, aunque para actuar esperaba


siempre el momento propicio. Por último, comprendí que todos los Estados actuales están mal
gobernados (...). Así, me vi impulsado de modo irremediable a ensalzar la verdadera filosofía y a
proclamar que únicamente bajo su luz se puede reconocer dónde se halla la verdadera justicia
en la vida pública y en la privada. Por tanto, los males no terminarán para los humanos antes de
que la raza de los puros y auténticos filósofos llegue al poder, o los jefes de las ciudades, por un
favor divino, se entreguen verdaderamente a la filosofía.” (Carta VII)

3. Teoría De Las Ideas (Metafísica u Ontología)


La doctrina central de la filosofía platónica es la teoría de las ideas. Esta teoría constituye
un dualismo ontológico o cosmológico y consiste en la afirmación de que existen entidades
inmateriales, absolutas, inmutables y universales independientemente de los objetos del mundo
físico o sensible que son, materiales, particulares, mutables y contingentes.

El término “Idea” no debe inducirnos a error. No se trata de conceptos, de


construcciones mentales. Las Ideas son realidades inteligibles e inmateriales con existencia
independiente del mundo físico. Las Ideas son inmutables, eternas, universales y modelos de
los objetos existentes en el mundo físico.
Platón, por tanto, separa el mundo de las ideas del mundo sensible. ¿Cuál es el sentido
de esta separación y cuál es la relación entre las ideas y las realidades individuales del mundo
sensible? Lo que Platón quiere expresar al afirmar su separación del mundo físico es que las
ideas no dependen de las cosas sensibles: un triángulo (la idea de triángulo, el triángulo ideal) es lo
que es y posee las propiedades que posee, independientemente de que tal esencia se realice o
no en el mundo sensible, físico. Es decir, que la idea de triángulo existe con independencia del
objeto triángulo y de la persona que la piensa.
Sin embargo, aunque las ideas no dependen en su ser de los seres sensibles, los seres
sensibles sí dependen de ellas: una figura es un triángulo en la medida en que realiza la idea de
triángulo, una acción es justa en la medida en que en ella se da la idea de justicia, etc. ¿Cuál es,
entonces, la relación de los seres sensibles con las ideas? En sus escritos, Platón ha recurrido a
dos términos para caracterizar esta relación: participación (los seres sensibles participan de las
ideas correspondientes) e imitación (los seres sensibles imitan a las ideas). La noción de
imitación quiere decir que las ideas son modelos, paradigmas que las cosas pretenden imitar, a
los que quieren acercarse, sin conseguir igualarlos plenamente jamás: ninguna esfera física, de
bronce o de madera, es plena y perfectamente esférica, solo lo es la esfera ideal. Las ideas son,
pues, arquetipos que no llegan a cumplirse perfectamente en el ámbito de lo sensible.

A cada clase de objetos que existen en el mundo sensible corresponde una idea, una esencia,
en el mundo suprasensible, y esta idea es la auténtica realidad. El mundo sensible, el mundo en
el que vive el ser humano es una realidad de segunda clase, una copia de categoría inferior, que
únicamente es en la medida en que participa o imita al mundo de las ideas.

Las características de las ideas son:


! " Las ideas son objetivas: no dependen del objeto al que representan ni del
sujeto que las piensa.
! " Son inmutables e indivisibles, a diferencia de las cosas del mundo sensible
que cambian continuamente y son divisibles. Las ideas no cambian nunca y esto es lo que
permite que se puedan definir y conocer con precisión. Aunque cada ser humano cambie a lo
largo de su vida, la idea de ser humano es siempre la misma: no crece, ni cambia, ni muere.

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! "Son universales, mientras que las cosas sensibles son individuales.


! " Son atemporales, eternas: no han comenzado a existir ni dejarán de existir.
Aunque todos los seres humanos murieran, la idea de ser humano seguirá siendo la que es, 

como la idea de dinosaurio es la que es aunque ya no exista ninguno.
! " Son únicas: aunque existan muchos seres humanos, todos proceden de la
idea de ser humano.
! " Son perfectas: si los seres materiales son copias imperfectas, las ideas son
modelos perfectos.
! "Son inteligibles: solo pueden ser conocidas por la razón, no por los sentidos.
! " Se encuentran jerarquizadas formando una especie de pirámide organizada
en función de su extensión predicativa. Arriba del todo en la cúspide, está la Idea suprema, la
idea de SER (que es la que tiene mayor extensión predicativa puesto que de todo puede
decirse o predicarse que es) y que Platón identifica con la Idea de Bien. Esta idea es causa de
todos los seres y responsable de la inteligibilidad de todas las demás. Es decir, que todo puede
comprenderse, inteligirse, a partir de ella y gracias a ella.

El por qué es la Idea de Bien la Idea suprema se debe a que Platón -y los griegos de su
época- no entiende, únicamente, por «bien» lo que nosotros entendemos por «bien moral» .
Bien, o bueno es lo apropiado, lo que está en su sitio, lo conveniente, lo perfecto, lo correcto.
Aquello que hace que algo sea lo que es. Con otras palabras: un «buen» zapatero ES el que
sabe hacer BIEN zapatos. O un cuchillo que corta bien ES un cuchillo, mientras que de uno que
no corta bien, podríamos decir “esto no es un cuchillo ni es nada”. Es en este sentido en el que
bien y ser coinciden.

El alcance de la teoría de las ideas es enorme, con ella Platón pretendió demostrar que
lo sensible solo se explica apelando a lo suprasensible; que lo relativo exige recurrir a lo
absoluto, lo móvil a lo inmóvil, lo corruptible a lo eterno, etc. Platón supera así el escepticismo
sofista, pues afirma que es posible el conocimiento verdadero de las ideas inmutables; también
supera el relativismo ético, pues podemos encontrar nociones universalmente válidas sobre el
bien y las virtudes fundamentales. Además, hay una aplicación política de esta teoría, pues nos
permite conocer cómo debe ser una sociedad justa y un Estado perfecto.

https://www.youtube.com/watch?v=uLaqau9pfv4

4.- Teoría Del Conocimiento (Epistemología)

Como decíamos más arriba, la convicción platónica de que la verdad es necesaria para
poder vivir en la ciudad al amparo de la justicia lleva a Platón a situarse frente a los sofistas y
junto a su maestro Sócrates, que había afirmado que el ser humano puede hacer ciencia, siendo
la ciencia un conjunto de conocimientos universales, necesarios e inmutables. De ahí que
nuestro filósofo tenga que responder a la pregunta de cómo es posible que el ser humano
pueda obtener este tipo de conocimiento universal y necesario. Y su respuesta es tajante: si los
seres humanos pueden poseer conocimientos necesarios, universales e inmutables, es porque
existen “objetos reales” que son necesarios, universales e inmutables ya que, en caso contrario,
el conocimiento científico carecería de valor al no poseer un objeto del que fuera
correspondencia. Como hemos visto, estos objetos universales, necesarios e inmutables
constituyen el mundo de las ideas o mundo inteligible.

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Ahora bien, si las ideas están en otro mundo distinto a éste en el que vive el ser
humano, ¿cómo es posible que éste las conozca? Platón va a afirmar que el conocimiento
auténtico, el conocimiento científico, que tiene por objeto las ideas, es recuerdo, “anámnesis”, y no
conquista o adquisición. Por eso, aprender es sinónimo de recordar y enseñar equivale a
“ayudar a recordar lo olvidado”. De ahí que su maestro Sócrates dijera que con sus diálogos
ejercía el oficio de partera o comadrona, porque su tarea esencial consistía en “ayudar a parir en
el interior de cada uno las ideas, las verdades” que ya poseían. Así pues, para Platón, todo
conocimiento no es sino recuerdo de algo que siempre ha estado en el alma. El alma conocía
las ideas antes de encarnarse en el cuerpo a raíz de un castigo, esto hace que se olvide de
ellas. Pero como el mundo sensible es copia del mundo de las ideas, sirve como ocasión para
que poco a poco y con esfuerzo, el alma recuerde lo ya conocido. La teoría platónica según la
cual aprender es recordar se denomina teoría de la anámnesis o de la reminiscencia.
El alma, como hemos dicho, posee en sí misma el conocimiento de las ideas, conocimiento que
olvida al encarnarse en el cuerpo. Para llegar a recordar lo olvidado hay que seguir un método,
un camino, que Platón denomina DIALÉCTICA. Esta dialéctica representa el proceso de
recuerdo del conocimiento, es el camino, el método para alcanzar el verdadero conocimiento,.
En laalegoría de la caverna es representado por el camino que va desde la visión de las
sombras en el interior de la caverna a la contemplación de la luz del sol. Y, una vez que se ha
contemplado el sol, una vez que el hombre ha descubierto el principio de todas las ideas, de
todas las realidades, debe informar a los que todavía se encuentran encadenados sobre cómo
es la auténtica realidad, debe señalar a los demás hombres cómo hay que vivir justamente.

La dialéctica comprende las siguientes fases:


1. La Imaginación o conjetura (eikasía) que es el conocimiento de las imágenes y 

sombras de las cosas sensibles.

2. La Creencia (pístis) es el conocimiento de las cosas sensibles a través de los


sentidos.

3. El Pensamiento discursivo o Razonamiento o razón discursiva (diánoia) es el 



conocimiento de unas realidades a través de otras, es el conocimiento de los objetos 

matemáticos que son entidades intermedias entre el mundo sensible y el inteligible.

4. El Conocimiento o Dialéctica o razón intuitiva (nóesis) es el conocimiento de las


ideas que se conocen directamente, sin ayuda de imágenes sensibles, en una visión intelectual.
La dialéctica no es un conocimiento discursivo sino intuitivo, directo e inmediato.

Todo lo expuesto hasta el momento muestra que a la ontología platónica (es decir, su
concepción de la realidad) radicalmente dualista le corresponden también dos niveles de
conocimiento: conocimiento sensible u opinión (dóxa) y conocimiento intelectual o ciencia (epistéme),
que podemos definir de la forma siguiente:

#El conocimiento sensible es el que obtenemos a través de los sentidos, es el
conocimiento de las realidades materiales que están en continuo cambio. Este conocimiento no
es auténtico conocimiento sino mera opinión o dóxa, por dos razones: a) por la vía de acceso a
este conocimiento -los sentidos- que son fuente de error y engaño, esto es, por cómo se
conoce; y b) porque los objetos que mediante ellos se conocen son individuales, contingentes y
cambiantes, es decir, por lo que se conoce que no es la auténtica realidad sino meras copias.
Es, por tanto, un conocimiento de segunda clase, no es auténtico conocimiento.
#El conocimiento intelectual es el auténtico conocimiento, el verdadero conocimiento, el
que nos proporciona ciencia o epistéme, por dos razones: a) por la vía de acceso a él, la razón; y

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b) porque los objetos que a través de ella conocemos son universales, necesarios e inmutables
(las ideas, la auténtica realidad).

Esquemáticamente podemos representar los grados de conocimiento que establece


Platón como sigue:

La mayoría de los seres humanos se mueven en el campo de la opinión, solo los


filósofos ascienden en una especie de "escalera gnoseológica”, por medio de la dialéctica,
hasta la pura intelección del Bien. La dialéctica es el camino que sigue la razón cuando
abandona lo sensible y se dirige hacia las ideas, hasta alcanzar la intuición intelectual del
mundo de las ideas, de su estructura y de sus relaciones. Platón atribuye a la ciencia -al
conocimiento auténtico- un valor catártico de purificación moral: en la medida en que la
dialéctica nos lleva de lo sensible a lo suprasensible, de la apariencia a la verdad, el alma se
libera de ataduras materiales, se eleva y se purifica, se hace apta para contemplar el Bien
Supremo.

5.- El Ser Humano (Antropología)

Para Platón el ser humano es un alma espiritual y eterna encerrada o


encarcelada en un cuerpo. El auténtico ser humano es el alma, y su destino
la sabiduría; el cuerpo no es más que su cárcel, su sepulcro, un obstáculo
que le impide dedicarse a su verdadero destino. Es cierto que Platón
distingue en el ser humano tres tipos de almas, pero solo una de ellas, la
racional, de naturaleza espiritual, es el auténtico ser humano; las otras dos,
la irascible y la concupiscible, son propias del cuerpo y desaparecen cuando
éste muere.
Como no podía ser de otra forma, la concepción platónica del alma como
sustancia radicalmente distinta del cuerpo se halla estrechamente
relacionada con la teoría de las ideas. Antes veíamos que esta teoría introduce un dualismo, una
separación radical entre el ámbito de las ideas (el verdaderamente real) y el ámbito de los seres
físicos, sometidos al cambio y a la corrupción. Con este dualismo general se corresponde el
dualismo antropológico de Platón: el alma es afín a las ideas, pertenece al mundo de las ideas, al
que se siente impulsada por su propia naturaleza, mientras que el cuerpo pertenece al mundo
sensible. En la contemplación, en el conocimiento de las ideas, se cumple adecuadamente el
destino de nuestras almas.

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El alma, afín a las ideas y como ellas inmaterial y simple es, por naturaleza, inmortal. Inmortal,
porque va a seguir existiendo cuando el cuerpo muera y, también, porque ha vivido en el mundo
de las ideas antes de unirse accidentalmente al cuerpo (en el pensamiento griego todo lo
inmortal es eterno, no tiene principio ni fin). La unión del alma con el cuerpo no es un estado
esencial del alma, sino un estado accidental y temporal. Más aún, no es solo accidental, sino que
puede caracterizarse como antinatural, ya que el lugar propio del alma es, como hemos dicho, el
mundo de las ideas y su actividad propia es la contemplación de éstas.
Platón, influido por el pitagorismo, posee una concepción negativa del cuerpo. Mientras
el alma habite en el cuerpo, estará como en una tumba, y solo la muerte del cuerpo será la
liberación del alma. Platón define el cuerpo como cárcel,
tumba, sepulcro, lastre, estorbo; el cuerpo es la raíz de todo
mal, origen de amores alocados, pasiones, enemistades,
discordias, ignorancia y demencia: todo lo que constituye la
ruina del alma. Por eso vivir debe ser “prepararse para
morir”, un ejercicio de purificación para librarse poco a poco
del cuerpo y de sus inclinaciones, a fin de que el alma pueda
volver cuanto antes al lugar que le corresponde: el mundo de
las ideas.

El alma, pues, ha de oponerse al cuerpo y a sus demandas,


y en esto consiste la auténtica sabiduría. Por eso, mientras permanece unida al cuerpo, la tarea
fundamental del alma es la de purificarse, prepararse para la contemplación de las ideas. Pues
el destino de las almas no es igual para todas sino que recibirán premios o castigos según
hayan sido sus obras en este mundo y, así, si la vida ha sido virtuosa, la muerte será más
deseable que temible.
En el Fedro Platón compara el alma humana con un carro alado, en el que el auriga, el
conductor del carro, el alma racional, cuenta con un corcel blanco noble y disciplinado, el alma
irascible, y otro negro de mala casta e indómito, el alma concupiscible. El arte del auriga
consiste en templar con prudencia la fogosidad del corcel negro (alma concupiscible) y
acompasarlo con el blanco (alma irascible) para correr sin perder el equilibrio.
Así pues, nuestro filósofo distingue en el alma tres partes que son la razón o alma racional, el
ánimo o alma irascible y el apetito o alma concupiscible. Al alma racional le corresponde
controlar y ordenar el apetito (alma concupiscible). En el apetito residen los deseos irracionales
y la búsqueda de placeres que se oponen a la razón. El alma irascible o ánimo es el coraje o
fuerza, que a veces cede a las exigencias del apetito, pero que puede y debe convertirse en
aliado de la razón en la tarea de someter y controlar las demandas del apetito. Con esta teoría
de las tres partes del alma o las tres almas Platón trata de explicar un hecho de experiencia: la
lucha en el interior de las personas entre la razón y el deseo de placer. Esta concepción tripartita
del alma no abandona, sin embargo, el dualismo característico del pensamiento platónico.
Platón sigue considerando que, en sentido estricto, el alma es solo la parte racional. Solo ella es
inmortal.

Para terminar este apartado, señalar que -según Platón- el castigo de caer al cuerpo
sobrevino al alma en el mundo de las ideas. Empleando la terminología del mito del carro alado,
el alma fue castigada porque el auriga no consiguió dominar el corcel negro. Ahora, su destino
depende de ella, de lo que haga en esta vida. Si logra purificarse, es decir, si no sigue las
tendencias del cuerpo, se reencarnará en cuerpos cada vez más perfectos, y cuando la
purificación sea total, volverá al mundo de las ideas, donde será plenamente feliz contemplando
la verdad. Si no se purifica, se

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reencarnará en cuerpos peores, incluso en cuerpos de animales. Esta es la teoría platónica de la


reencarnación de las almas o metempsicosis. Lo importante de estos relatos es la idea que Platón
nos quiere trasmitir que no es otra que la de que no todas las conductas humanas son
igualmente valiosas, como defendían los sofistas. Su preocupación fundamental es también,
como en Sócrates, de carácter ético-político.

6.- Ética Y Política

Platón insiste en la necesidad de que el ser humano


se purifique; ahora bien, ¿cómo se purifica?, ¿cómo ha de
comportarse? Como Platón piensa que el alma humana no es
exclusivamente racional sino que tiene una estructura
tripartita -existen tres almas o tres partes del alma-, a la
hora de señalar cuál debe ser el ideal del comportamiento
humano, afirma que el alma superior, que es la racional, debe
someter y dirigir a las otras dos almas, la concupiscible y la
irascible, y dedicarse a su actividad propia que es el
conocimiento. Al desarrollarse el elemento racional, mediante
la educación, no solo se dominará mejor al corcel noble (alma
irascible) y al corcel indómito (alma concupiscible), sino que
se conocerá mejor el Bien y, por tanto, se obrará mejor.
La ética platónica se deriva de este análisis del alma
humana. A cada una de sus partes le corresponde una virtud
propia:

1) Al alma concupiscible -apetito- (el caballo negro) le corresponde la templanza o


moderación, que es la virtud que permite al ser humano moderar sus apetitos;

2) Al alma irascible -voluntad- (el caballo blanco) le corresponde la fortaleza o valor, que
es la virtud que mueve al alma a superar las dificultades en su ascensión hacia el mundo de las
ideas, la capacidad de sacrificio.

3) Al alma racional -razón- (el auriga) le corresponde la prudencia o sabiduría, que es la


virtud que acerca al alma al mundo de las ideas.
La justicia será el ordenamiento adecuado de estas tres partes del alma. Tal ordenamiento tiene
lugar cuando cada parte del alma ejerce adecuadamente la función que le corresponde y posee
la virtud que le es propia. La justicia, por tanto, no es una virtud aparte sino la armonía y el
orden que surge cuando cada parte del alma cumple su función. Así pues, cuando cada una de
las partes del alma se comporta adecuadamente, el alma -en su conjunto- es justa y ordenada.
Y esto ocurre cuando el apetito y el ánimo (alma concupiscible y alma irascible) se someten a
los dictados de la razón -alma racional- y reconocen a ésta el papel rector que le corresponde.
Ahora bien, para que esto suceda es necesario una educación adecuada. Una buena educación
hará que el alma irascible se alíe con el alma racional sometiendo a la concupiscible a sus
dictados; mientras que una educación inadecuada traerá consigo que el alma irascible se alíe
con el alma concupiscible arrastrando al alma racional.
Siguiendo el intelectualismo moral de Sócrates, la virtud sigue siendo sabiduría, solo se
puede ser virtuoso siendo sabio (contemplación de las ideas). Solo cuando el ser humano,
siguiendo el método de la dialéctica, llega a la captación de la idea misma de Bien, solo
entonces conoce de verdad qué es lo bueno y, si domina sus apetitos, puede obrar bien y
convertirse en virtuoso. Como en Sócrates, la razón aplicada al conocimiento de la realidad

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Historia de la Filosofía Tema 2: Platón

proporciona conocimiento verdadero y la verdad cobra así categoría moral, puesto que es
imprescindible para ser virtuoso.
Pero, además, la virtud es purificación por la cual el alma se libera del cuerpo. Las malas
tendencias que anidan en el cuerpo deben ser contrarrestadas por el esfuerzo del autodominio.
Ser virtuoso es, en este sentido, ser capaz de controlarse, de no dejarse arrastrar por el cuerpo.
Y, finalmente, por la concepción tripartita del alma la virtud es considerada como justicia,
entendiendo por tal una armonía u orden entre las facultades del alma. Para Platón, la justicia es
la virtud fundamental ya que la justicia es la virtud que consiste en la realización de todas las
demás virtudes.
Platón hereda de Sócrates la convicción de que sin justicia no puede haber felicidad
auténtica. Solamente la persona justa puede ser feliz y solamente en un estado justo puede
alcanzarse la felicidad. Por ello, Platón establece una clarísima correlación entre alma y Estado,
entre ética y política, de tal modo que la ética conduce a la política. Nuestro filósofo expone su
concepción de la sociedad y del Estado en dos de sus obras fundamentales: La República,
escrita en su juventud, obra que es de un idealismo tal que raya a veces en una utopía
“totalitaria”, en cierto estatalismo que niega las libertades del individuo; y en Las Leyes, obra ya
del Platón maduro, en la que bajo el peso de la experiencia se muestra algo más sereno y
tolerante. Pues bien, la teoría política de Platón gira en torno a dos principios fundamentales, a
saber:
$ Correlación estructural entre el alma y el Estado. Según Platón el Estado posee la misma
estructura tripartita que el alma. Tres son, en efecto, las clases sociales que componen un
Estado: productores, guardianes y gobernantes. Estos tres grupos sociales se corresponden con las
tres partes del alma: los productores con el alma concupiscible o apetito, los guardianes con el
alma irascible o ánimo y los gobernantes con el alma racional o razón.
$ Principio de especialización funcional. De acuerdo con este principio cada grupo social ha de
dedicarse a la tarea o función que le es propia.
De la conjunción de estos dos principios resulta la concepción platónica de la justicia, la misma
para el Estado que para el alma. En efecto, la justicia en el Estado se realiza cuando cada uno
de los grupos sociales realiza la función que le corresponde y la realiza de modo adecuado, por
poseer la virtud que le es propia: prudencia o sabiduría en el caso de los gobernantes, fortaleza o
valor en el caso de los guardianes y templanza o moderación en el de los productores. La sociedad
solo alcanzará la justicia y permitirá al individuo alcanzarla en la medida en que cada uno de los
grupos sociales cumpla adecuadamente
sus funciones. Éstas son:
1) Los gobernantes tienen como
función organizar la sociedad y dirigir a
los ciudadanos hacia la consecución
del bien común, serán elegidos de
entre los mejores guardianes, siendo su
virtud propia la prudencia o sabiduría.
Y como los filósofos son los que han
contemplado la Idea de Bien, el Bien
en sí mismo, son los únicos capaces
de gobernar, puesto que únicamente
los que han contemplado esa Idea, los
que conocen lo que es el Bien en sí, la
Justicia en sí, podrán dirigir con justicia

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su vida privada y la de los demás.

2) Los guardianes serán los encargados de defender el Estado de sus enemigos exteriores
y de las sediciones internas, serán elegidos de entre los ciudadanos más fuertes y valerosos y
su virtud específica es la fortaleza.

3) Los productores (agricultores, artesanos y comerciantes), que constituyen la clase más


numerosa, tienen como misión producir y elaborar los bienes necesarios para satisfacer las
necesidades de toda la comunidad. Su virtud propia es la moderación en el uso de los bienes y
en el afán de ganancia, esto es, la templanza.
Solamente cuando estos estamentos vivan en armonía, es decir, cuando cada uno
cumpla con sus funciones sin inmiscuirse en las funciones de los demás, se dará el equilibrio
social y se realizará la justicia.
Como vemos, la organización y estructura del Estado es un reflejo de la organización y
estructura del alma, es decir, una prolongación del alma. Y así, igual que el alma es justa cuando
cada parte realiza la labor que le corresponde, la polis es justa cuando cada clase social realiza
adecuadamente las funciones que tiene encomendadas. La organización socio-política debe ser
jerárquica porque, según Platón, no todos los seres humanos están dotados por naturaleza de
igual modo y, por ello, no deben realizar las mismas funciones. Tanto en relación con el alma
individual como en relación con el Estado, la idea central de Platón es que a la razón corresponde
dirigir y gobernar. Las otras partes del alma (irascible -ánimo- y concupiscible -apetito-) han
de obedecer a la razón, los otros grupos sociales (guardianes y productores) han de obedecer al
gobernante-sabio en quien se encarna la razón.
La doctrina según la cual es a la razón a la que corresponde por naturaleza gobernar lleva a Platón a
concebir un estado ideal, utópico, que puede definirse como la Teoría del Filósofo Rey o el
gobierno de los sabios. El conocimiento del bien es la culminación de todo saber, tanto teórico
como práctico: del saber teórico, porque el conocimiento del bien hace posible la captación del
orden y estructura de lo real; del saber práctico, porque dicho conocimiento proporciona las
normas morales y políticas que han de orientar la vida humana. Toda la teoría política de Platón
se centra en la convicción de que la única forma de gobierno válida es aquella en la que los
filósofos detentan el poder, forma de gobierno que podríamos calificar, no sin ironía, como
dictadura de la razón.
Con el fin de que esa situación ideal de armonía y equilibrio se realice, Platón se preocupa,
además, de dar una serie de normas prácticas sobre cómo ha de ser tanto el tipo de educación
como el tipo de vida que han de llevar los miembros de cada una de las clases sociales. El fin
del Estado es hacer mejores a los ciudadanos. Con una concepción tan fuertemente moralizante
del estado, no tiene nada de particular que Platón conceda una importancia fundamental a la
Educación que será competencia exclusiva del Estado, Platón dedica muchas páginas de sus
obras políticas. En la República se organiza la educación en dos niveles:
! "En el nivel primario, común a todos los ciudadanos, la educación se lleva a
cabo por medio de la gimnasia y la música. Por medio de ambas disciplinas se pretende educar
no solo el cuerpo sino también el carácter.
! " El segundo nivel, reservado ya a los futuros gobernantes, se prolongará
desde los veinte hasta los treinta y cinco años. Se desarrollará, en una primera fase, con un
estudio detallado y progresivo de las matemáticas para, en su fase definitiva, abordarse la
dialéctica, que culminará en el conocimiento del bien.
La educación es un proceso de selección de los mejores. Vivirán en comunidad, no
poseyendo ninguna propiedad, incluso los hijos serán comunes. Finalmente, los gobernantes
serán elegidos de entre aquellos que hayan demostrado una mayor voluntad de justicia y se les

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Historia de la Filosofía Tema 2: Platón

educará en una serie de disciplinas que les enseñen a desconfiar de lo sensible y a valorar lo
inteligible, para que de esta manera estén preparados para acceder, cuando llegue el momento,
a realizar el último paso de la dialéctica y contemplar la Idea de Bien. Este momento no será
nunca antes de los cincuenta años.
La utopía platónica de la República comporta, pues, algunas medidas radicales, cuya
finalidad es también de carácter moral. Así, Platón proclama la absoluta igualdad entre hombres y
mujeres: éstas serán entrenadas y educadas del mismo modo que aquéllos y tendrán las mismas
oportunidades de llegar a ser guardianes y gobernantes. Además se suprime la familia y se elimina
la propiedad privada para los guardianes y los gobernantes (no para los productores). Estas dos
últimas medidas no tienen una función económica (como en ciertas utopías modernas) sino una
función exclusivamente moral: se pretende evitar que el egoísmo se apodere de guardianes y
gobernantes; se trata de promover el sentimiento de comunidad entre ellos, evitando que
“desgarren la ciudad llamando mío no a lo mismo, sino cada cual a una cosa distinta”, algo que ocurriría
si cada cual poseyera “mujeres e hijos distintos”.
Éstas son las líneas fundamentales de la República platónica. En obras posteriores, sobre todo
en las Leyes, Platón suavizó algunos aspectos, una vez que llegó a la conclusión de que no es
fácil encontrar auténticos sabios gobernantes. El gobierno de los sabios fue sustituido por el
gobierno de las leyes, por el sometimiento estricto de los gobernantes al ordenamiento jurídico.
No obstante, Platón no renunció nunca a importantes principios, como que a la razón
corresponde gobernar, que el fin propio del Estado es hacer mejores a los ciudadanos y que la
justicia es condición ineludible para la felicidad.
Platón expone en la República el gobierno ideal (el gobierno del Rey-filósofo), pero este Estado
ideal no se ha dado nunca en la historia. Frente a este Estado ideal, Platón clasifica de mejor a
peor las distintas formas de gobierno que se han dado históricamente de la siguiente manera:
% Aristocracia: es el gobierno de los mejores, de los que poseen en mayor grado la virtud de la
prudencia (aristos = los mejores y cracia = gobierno). Mientras ellos gobiernen se dará la justicia.
Pero sucede que a veces la aristocracia va perdiendo poder por lo que necesitará aliarse con
los militares. Sin embargo, la virtud específica de los militares no es la sabiduría sino el valor o
fortaleza, y como consecuencia la aristocracia degenerará en ...
% Timocracia: que es aquel tipo de gobierno que se rige por la ambición y el ansia de honor,
que caracteriza a los guerreros. Bajo este tipo de gobierno, en el que los militares se encargan
de los asuntos públicos, existe el orden pero no su fundamento. Como no tienen a la sabiduría
rigiendo sus actos, se entregan a la acumulación de riquezas y a la búsqueda del poder por el
poder. Además, conforme pasan las generaciones, los hijos de los militares, ya instalados en el
poder cómodamente, perderán las cualidades que regían el comportamiento de sus padres,
como el valor y la austeridad, con lo que finalmente conducirán al gobierno a una ...
% Oligarquía plutocrática: que es aquel tipo de gobierno en el que los asuntos públicos están
en manos de unos pocos que acaparan el dinero y las riquezas, mientras que la mayoría de los
ciudadanos se empobrece. En esta sociedad, la división entre ricos y pobres se hará cada vez
más profunda: los pobres serán cada vez más pobres y más numerosos y los ricos menos y
más ricos. Hasta que llegará un día en que la situación se tornará insostenible y los pobres se
rebelarán instaurando una nueva forma de poder y repartiéndose anárquicamente las riquezas,
estaríamos entonces en la ...
% Democracia: La democracia (demos = pueblo y cracia = gobierno) es el gobierno de todos. En esta
organización social, cada uno interpretaría la ley a su gusto, prevalecería el interés individual y el desorden
se convertiría en norma. La comunidad se desintegraría y el Estado estaría a punto de desaparecer. (Hay
que tener en cuenta las características de la democracia decadente que Platón conoce, que es, además,

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Historia de la Filosofía Tema 2: Platón

la que ha condenado a muerte a su maestro Sócrates. Ningún demócrata actual admitiría esta
descripción de la democracia que realiza Platón). El peligro sería tan grande que el pueblo, harto de
abandonarse a un desenfreno sin límites, se entregaría a un hombre, al que confiaría el encargo de
establecer de nuevo la unidad y el orden. El tipo de gobierno que se instauraría en este caso sería la ...
% Tiranía: Cuando ésta imperase, ya no existiría la ley sino la voluntad de un individuo que decidiría
conforme a sus intereses y caprichos. Nos encontraríamos entonces en las antípodas del gobierno ideal.

7.- El Mito de la caverna

PLATÓN, República, Libro VII, Ed. Gredos,


Madrid 1992 (Traducción de C. Eggers Lan).

(514a) – Después de eso –proseguí–


1 compara nuestra naturaleza respecto de
su educación y de su falta de educación
con una experiencia como ésta. Represéntate
hombres en una morada subterránea en forma
de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda
su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de
modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden
girar en derredor la cabeza. Más arriba y más lejos se halla la luz de un fuego que brilla detrás
de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto, junto al cual imagínate un
tabique construido de lado a lado, 1 como el biombo que los titiriteros levantan delante del
público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos.

– Me lo imagino.

– Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan hombres que llevan toda clase de
utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas
clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan.

– Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.

– Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, o unos
de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que
tienen frente a sí?

– Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.

– ¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro lado del tabique?

– Indudablemente.

– Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿no te parece que entenderían estar nombrando a los
objetos que pasan y que ellos ven?

– Necesariamente.

– Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y alguno de los que
pasan del otro lado del tabique hablara, ¿no piensas que creerían que lo que oyen proviene de
la sombra que pasa delante de ellos?

– ¡Por Zeus que sí!

– ¿Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos
artificiales transportados?

– Es de toda necesidad.

– Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su


2
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Historia de la Filosofía Tema 2: Platón

ignorancia, qué pasaría si naturalmente les ocurriese esto: que uno de ellos fuera liberado y
forzado a levantarse de repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz, y al hacer todo
esto, sufriera y a causa del encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas
sombras había visto antes. ¿Qué piensas que respondería si se le dijese que lo que había visto
antes eran fruslerías y que ahora, en cambio está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas
más reales y que mira correctamente? Y si se le mostrara cada uno de los objetos que pasan
del otro lado del tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo que son, ¿no piensas
que se sentirá en dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran más
verdaderas que las que se le muestran ahora?

– Mucho más verdaderas.

– Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de eludirla,
volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas son realmente
más claras que las que se le muestran?

– Así es.

– Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes de
llegar hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y, tras llegar a la luz,
tendría los ojos llenos de fulgores que le impedirían ver uno solo de los objetos que ahora
decimos que son los verdaderos?

– Por cierto, al menos inmediatamente.

– Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer
lugar miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y
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de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A
continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la
luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol.

– Sin duda.

– Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros lugares


que le son extraños, sino contemplarlo como es en sí y por sí, en su propio ámbito.

– Necesariamente.

– Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los
años y que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que
ellos habían visto.

– Es evidente que, después de todo esto, arribaría a tales conclusiones.

– Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus entonces
compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los
compadecería? – Por cierto.

– Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las recompensas para
aquel que con mayor agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban detrás del
tabique, y para el que mejor se acordase de cuáles habían desfilado habitualmente antes y
cuáles después, y para aquel de ellos que fuese capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te
parece que estaría deseoso de todo eso y envidiaría a los más honrados y poderosos entre
aquéllos? ¿O más bien no le pasaría como al Aquiles de Homero, y «preferiría ser un labrador
que fuera siervo de un hombre pobre» o soportar cualquier otra cosa, antes que volver a su
anterior modo de opinar y a aquella vida?

– Así creo también yo, que padecería cualquier cosa antes que soportar aquella vida.

4 – Piensa ahora esto: si descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento, ¿no


tendría ofuscados los ojos por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol?

– Sin duda.

– Y si tuviera que discriminar de nuevo aquellas sombras, en ardua competencia con aquellos

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Historia de la Filosofía Tema 2: Platón

que han conservado en todo momento las cadenas, y viera confusamente hasta que sus ojos se
reacomodaran a ese estado y se acostumbraran en un tiempo nada breve, ¿no se expondría al
ridículo y a que se dijera de él que, por haber subido hasta lo alto, se había estropeado los ojos,
y que ni siquiera valdría la pena intentar marchar hacia arriba? Y si intentase desatarlos y
conducirlos hacia la luz, ¿no lo matarían, si pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?

– Seguramente.

– Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que
5 anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio de la
vista con la morada–prisión, y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol;
compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino
del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo que estoy esperando, y
que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me
parece es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien.
Una vez percibida, ha de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas, que en
el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora
y productora de la verdad y de la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder
obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público.

– Comparto tu pensamiento, en la medida que me es posible.

https://auladefilosofia.net/2011/09/11/texto-pau-platon-el-mito-de-la-caverna-2/

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