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Nombre completo: Cygnus Von Dragneel.

Edad: 19 años.

Especie: Cambiaforma. (Dragón)

Originario del pueblo o extranjero: Originario del pueblo.

Descripción Psicológica:

Cygnus poseé una personalidad explosiva, no suele tener mucha paciencia reaccionando incluso con
golpes cuando alguien consigue sacarlo de sus casillas, le resta importancia a todo hasta que los
problemas terminan por estallar en su cara. Posee una arrogante personalidad de fuerte carácter y de
naturaleza selectiva tanto como desconfianda. A su vez, es bastante celoso, posesivo y protector, por ello
tiende a sociabilizar en su mayoría con seres de su total agrado y deja al resto de los residentes un tanto
rezagados.

Desde niño se le indentificó como un muchacho orgulloso y seguro de él mismo, se crió bajó las
enseñazas de seguir el legado de sus antepasados los cuales se dicen son los mismo dragones; desde
muy pequeño creció con ideales de ser superior al resto. Sin embargo, hasta la actualidad, Cygnus nunca
a menos preciado a ninguno de los habitantes aún cuando su familia espera obtener beficiones por
medio de él.

En otros aspectos, pese a que durante mucho tiempo entre los Von Dragneel no se vio un heredero
cambiaforma, Cygnus percibe aquella habilidad como un arma de doble filo para él, ama su forma de
Dragón pero la misma le pone bajo presión con sus mayores. A pesar de ser de carácter fuerte y
personalidad marcada, es frágil de corazón en el aspecto emocional. Cuando es herido le lleva un tiempo
sanarse y cuando llegan a amar, es para toda la vida.

Los sabios cuentan que los dragones aman sólo a una persona durante toda existencia, siéndole fiel a
ésta incluso después de la muerte. Y para desgracia de Cygnus, también heredería está particularidad.

Avatar a usar: Matthew Maddario

Muestra de rol viejo:

Caminar por las calles poco a poco se iba transformando en uno de los pasatiempo favoritos de Zeke, le
ayudaba a disipar los pensamientos de una manera sana, pues estar al pendiente de cada paso que daba
le resultaba entretenido aún sí podía ser un poco maniático. Sin embargo, pasada unas horas el
agotamiento ganaba y volvía al inicio.
De igual manera, había tomado ciertas costumbres... O de la mala forma, vicios, como el alcohol o el
fumar. Si bien no era un experto en esta última, sería lo que le mantenía aferrado a ello, pensaba que lo
podía dejar siempre que quisiera, mas no lo hacía y seguía cada vez más encenagado, recurriendo a ello
cada que podía. De modo que lanzó un sonoro suspiro y presionó el bolsillo de su chaqueta, justo donde
guardaba una cajetilla de cigarrillos.

Él realmente no era un vicioso, ¿cierto?

El rugir de su estómago detuvo el curso de sus pensamientos y una sonrisa resignada se asomó en sus
labios. La verdad tenía bastante hambre, la hora de la cena poco a poco se acercaba y Ezequiel no tenía
deseos de volver a la mansión, además que últimamente no compartía el comedor con su familia,
siempre estaba fuera de casa.

Siempre la evitaba a ella.

Negó un par de veces y entró en la pizzería, que para su suerte, se encontraba a unos cuantos metros
lejos de su posición anterior, tomó asiento en una de la mesas del fondo y sacó su celular mientras
esperaba por ser atendido. Tenía una larga lista de contactos activos en las redes sociales, pero ninguno
al cual decirle algo en particular. Revisó las historias de Instagram y se topó con una que logró un gesto
gracioso en sus facciones.

—Hey.— ¿Uh? — Respondió internamente. Miró sobre su hombro para buscar a la persona que había
dicho aquello y se removió sobre la silla al reconocerle de una vez. —Hola.—Dijo finalmente. No quiso
sentir incómoda la situación pero tampoco estaba seguro de que más podría agregarle, él solía ser un
chico altamente extrovertido y la inseguridad era casi graciosa para Zeke. Pasados unos segundos
mordisqueó su labios inferior y señaló el asiento al frente. — ¿Me acompañarías? —

No sabía si ella podría hacer eso dado que al parecer se hallaba en horas de trabajo, pero podía
intentarlo. Siendo penosamente sincero había olvidado la última vez que ellos dos conversaron y
compartieron momentos juntos. Y aunque en la actualidad él vivía alejando a todos, siempre podía ser
buen momento para reunir viejas amistades que, quizá, se negaban a morir.
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