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UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA

FACULTAD HUMANIDADES Y EDUCACIÓN

ESCUELA DE LETRAS

MATERIA: ROMANTICISMO

ALUMNA: ALISON GRAU

PROFESOR: RICARDO RAMÍREZ REQUENA

John Keats: Canto inmortal


En este trabajo me propongo a realizar un análisis de cada estrofa de “Oda a un
ruiseñor” de John Keats. Cabe destacar que resaltaré los temas que considero
más relevantes mencionar. La primera estrofa comienza con la melancolía del
poeta, podemos percibir que existe unas ansias de perderse en la embriaguez.
Sentir la muerte cerca o la casa del sueño en sus ojos es un síntoma propio de los
poetas románticos. Olvidar la realidad circundante y fundirse en el canto del ave
es uno de los deseos que el poeta nos demuestra desde los primeros versos.

La estación que predomina en la primera estrofa es el verano y sus verdores:


“alada dríada de los árboles/ en melodiosa trama/ con verdes hayas y sombras
incontables /, a plena voz le cantas al verano”. También es importante señalar la
aparación de figuras mitológicas como el Leteo, río del Hades que provoca el
olvido; las dríadas, ninfas de los árboles, y la cicuta que no es una figura
mitológica pero sí es un veneno de los tiempos de Sócrates en la antigua Grecia.

Luego que se nos presenta esa imagen del poeta melancólico por el ave que
guarda la belleza de la naturaleza en su canto, sigue el ambiente pastoril que se
inició en la primera estrofa. Flora, “los campos verdes”, “las canciones
provenzales” y el vino, servirían como medio para que el poeta pueda “alejarse
invisible del mundo y desaparacer en la penumbra del bosque”.

A partir de la tercera estrofa sale a flote un tema que considero necesario


mecionar y este es el choque de la mortalidad y la inmortalidad en el poema. El
poeta está consciente que el ser humano debe sufrir los quebrantos de la vida, la
enfermedad, la vejez y la muerte. La juventud para el poeta es sinónimo de
belleza y esta está concentrada en el canto del ruiseñor. Él no siente envidia por
el canto del ave, lo que siente es dolor porque sabe que es excesiva la belleza
que brota el ruiseñor en su canto, tanto así que lo que cree inmortal.

Querer embriagarse hasta perderse a lo lejos es una forma de morir sin


abandonar la vida. Todos sabemos que estar bajo el poder de Baco, es estar cerca
de la muerte, es renunciar a los sentidos que nos hacen ver la vida con claridad.
El poeta constantemente nos dice que quiere olvidar las penas que sufre el
ser humano, y como buen romántico se mantiene con esa necesidad de escapar
de la realidad, hay una pulsión anímica que lo empuja a salir de su estado de sí.
La enfermedad, por ejemplo, fue u compañera para Keats durante sus cortos años
de existencia, por qué no pensar que él veía al canto del ruiseñor como la
inmortalidad de su poesía, ya que sabía que en cualquier momento iba a
abandonar la vida terrenal.

Cuando Keats dice “ la juventud empalidece espectral y muere”, se refiere a


lo transitorio que es el paso de la juventud a la vejez y de esta a la muerte. En su
caso, la juventud fue tan corta como su vida. Sentir el canto del ruiseñor para él
fue ver las esperanzas de vivir para siempre a través de la poesía.

En la cuarta estrofa podemos constatar lo antes mencionado, ya que él nos


dice:

“volaré hacia ti, / no conducido por Baco y sus leopardos / sino en las alas
invisibles de la poesía”. Ya en esta estrofa hay un cambio en el ambiente, “ si ya
contigo tierna es la noche / y tal vez, la reina luna esté en su trono, / rodeada por
sus hadas estelares; /pero aquí no hay luz / salvo la que soplan las brisas desde el
cielo / por entre sombras verdes y senderos musgosos”.

Esta estrofa me hace pensar en dos dimensiones, la que experimenta el ave


como “inmortal” y la que vive el poeta como ser humano, mortal. La noche del
ave es iluminada por la luna y las estrellas, mientras la noche del poeta parece
ser sin brillo. Evidentemente hay un cambio de la Arcadia con vino y flores de
verano a un lugar en el que solo se refleja la sombras de los musgos.

La noche que nos menciona el poeta parece ser la que está viviendo en su
interior, por eso “el brillo de los ojos” del ruiseñor no pueden penetrar en esa
oscuridad porque él es una criatura que solo percibe la belleza. El tema de la
belleza obsesiona al poeta, pero sabe que la belleza al igual que la juventud son
efímeras, sin embargo, está consciente que la belleza se inmortaliza a través del
canto del ruiseñor.

Esta noción de la belleza me recuerda el cuento “El ruiseñor y la rosa” de


Oscar Wilde, en el que el sacrificio por amor hace del canto del ruiseñor algo más
hermoso y con gran valor. También en ese cuento hay una relación del ave con la
noche, la luna y la inmortalidad. La flor se iba a marchitar, el ave murió, pero el
amor aunque no fuese correspondido, porque se opuso lo material, este prevalece
por el acto de dar la vida por un sentimiento netamente humano, y esto es lo que
hace del relato un epieza hermosa.

En la quinta estrofa el poeta enumera sus experiencias sensitivas motivadas


por la naturaleza. El ambiente nos ubica en el mes de mayo, vuelve la aurora
pastoril a presentarse en el poema, pero al paso de la sexta estrofa regresa la
noche y el deseo de morir se apodera del poeta. El canto del ave haría la muerte
de cualquiera más hermosa:

“aún seguirás cantando..., cuando vanos mis oídos / se volvieron


de tierra para tu alto réquiem” y antes de esto nos dice “ahora más
que nunca parece bueno morir, / dejar de ser sin dolor sobre la
medianoche, / mientras derramas por todas partes tu alma / ¡en
semejante éxtasis!”.

En cierto punto se puede pensar que el poeta se está muriendo y lo último que
desea escuchar es el canto del ruiseñor, por eso siente que esa oscuridad lo
distancia de todo, sin embargo, más adelante, en la estrofa final cuando el canto
del ave se extingue, él duda de estar despierto o dormido.

En el momento que el poeta fallezca su poesía se hará tan inmortal como el


canto del ruiseñor. El ruiseñor es una metáfora del poeta y la muerte este es el
nacimiento a su poesía, esa que se escuchará de generación en generación como

“la misma canción que se abrió camino / al triste


corazón de Ruth, cuando deseosa / de patria lloraba de
pie entre mieses ajenas; / la misma que otras veces / hechizara
mágicas almenas abiertas a la espuma /de mares peligrosos,
en tierras legendarias, desoladas”.

Ya para finalizar, me gustaría recordar que el tema principal del poema es la


confrontación del poeta con la inmortalidad, el humano al estar consciente de lo
transitoria que es la vida y sus etapas, busca con ansias la liberación a sus
calamidades. Para el poeta la poesía son las alas del canto del ruiseñor, es decir,
es la única escapatoria para la muerte y para las angustias que aquejan su
existencia. A lo largo del poema podemos constatar el contraste de la belleza de
la naturaleza, del arte, de la vida misma, y lo efímero que es la juventud, la
felicidad y la salud.

Keats como poeta romántico, sabe jugar con ese esplendor propio de la
naturaleza (los campos verdes, el vino frezco, el sol de verano, las dríadas, la
fuente Hipocrene, etc.) y con la belleza que genera el canto del ruiseñor, nos
muestra con equilibrio las emociones de esa voz poética y lo que percibe afuera.

Desde el principio hasta el final del poema esta las ansias de escapatoria, de
olvido, de dejarse llevar por esa melodía inmortal que lo atrapa y lo lleva a pensar
en tener una “muerte tierna” mientras escuche al ruiseñor cantar. Cuando el
canto del ave se extingue podemos pensar es el último canto del ruiseñor y por
eso se debe a esa hermosura desbordante, el poeta por su parte, duda de estar
dormido o despierto, no sabe si lo que escucho es propio de la misma modorra
que sentía desde el comienzo.
Referencias bibliográficas.

Keats, John. Oda a un Ruiseñor, traducción Juan Peña, 1995.

Wilde, Oscar. El Ruiseñor y la rosa. Editorial Esapasa, 2000.

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