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SIEMPRE ESTARA CONMIGO

Lucas es un niño del pueblo de Zapotlán; vive junto a su mamá, una señora muy
trabajadora dedicada al cuidado de su familia; vive cerca de ellos su papá, un
carpintero que le encanta atender diversos trabajos que le encargan en el pueblo;
y junto a ellos vive su abuelita, una persona mayor, afectada por una extraña
enfermedad. Una familia muy unida y honrada de acuerdo con el parecer de todo
el pueblo.
Para Lucas es muy divertido acompañar a su abuelita todas las tardes, al salir de
la escuela le encanta ayudarle con sus medicinas y a veces, con la ayuda de su
mamá, cocinarle unas galletas con la esperanza de verla sonreír. Por las noches
se acurruca junto a ella, mientras le cuenta historias acerca de su infancia y de
todo lo divertido que le enseñaron sus papás a lo largo de su vida.
Un cierto día, su papá le pidió insistentemente que lo acompañara a realizar un
trabajo a la calle de al lado; aunque él solo quería pasar tiempo con su abuelita, la
insistencia de su papá lo hizo aceptar acompañarlo. Por el camino, Lucas
realizaba muchas rabietas, lo que extrañó mucho a su papá ya que no solía ser
así. “Yo sé lo mucho que te gusta estar con mi mamá” contestó su papá. “Pero
recuerda que ella necesita descansar, de otra forma su estado de salud puede
empeorar y sé que eso no te gustaría”. Lucas se entristeció de solo imaginarse
que pudiera faltar su abuelita y seriamente siguió caminando con su papá.
Llegaron a la casa del señor Sergio, un amigo de la familia, quien les mostró una
puerta de madera tirada en el suelo. “¿Crees que tenga arreglo?” pregunto el
señor Sergio. “Sin duda, solo que necesitaremos algo de tiempo para poder
colocarla de nuevo en su lugar.” De inmediato sacó su herramienta y empezaron a
trabajar; todo el tiempo su papá notó algo raro a Lucas, pues estaba más callado
que de costumbre. “Mira sé que no fue la manera correcta de decírtelo”, dijo su
papá. “Pero, recuerda que la vida no se puede desperdiciar, así que realicemos
rápido este trabajo para que puedas pasar tiempo con tu abuelita como a ti te
gusta”. Lucas se emocionó mucho con estas palabras de su papá y duramente se
pusieron a trabajar; él se mantenía con la ilusión de volver a ver a su abuelita.
Ambos se encontraban trabajando duro, emocionados, no sentían que el tiempo
pasara. De repente, alguien llega golpeando desesperadamente la puerta de la
casa donde se encontraban. El papá de Lucas abrió la puerta, era su vecino, que
venía con una cara de gran preocupación; “¿Qué es lo que pasa?” Preguntó con
mucha angustia; el vecino volteaba a todos lados y al percatarse de la presencia
de Lucas solicitó poder hablar en secreto. Ante tal petición, su papá decidió
encerrarlo en el cuarto de al lado; Lucas, curioso como siempre, se pegaba a la
puerta desesperadamente, preguntándose a cada rato porqué tanto misterio con la
llegada de su vecino.
“¿Qué es lo que pasa? ¡Habla ya!” Dijo desesperado el papá de Lucas. “Es tu
mamá” Contestó el vecino casi llorando, “se encontraba recostada en su cama y
de repente se empezó a sentir mal, le falta el aire y se está poniendo muy mal,
¡ven rápido!”. Lucas que se encontraba escuchando todo por detrás de la puerta y
se puso a llorar, pensando que lo que le había mencionado su papá en el camino
se cumpliría. Su papá se dirigió corriendo a su casa, no sin antes pedirle al Señor
Sergio no dejar que su hijo saliera de la casa.
Lucas desesperado intento salir corriendo detrás de su papá, pero Sergio se
encontraba en la puerta de la casa evitando que saliera, tal como lo pidió su papá.
“Déjeme salir, quiero estar cerca de mi abuelita”, pero mientras más intentaba salir
más se lo impedía. Después de mucho luchar pensó en aprovechar su pequeño
tamaño para salir; así que realizando unos astutos movimientos logró salir por un
costado de Sergio. En el camino corría llorando, mientras solo recordaba los
mejores momentos con su abuelita y tras cada recuerdo lloraba con mayor
intensidad, casi llegaba cuando alcanzó a ver la ambulancia a las afueras de su
casa.
En ese momento, el corazón de Lucas se empezó a acelerar solo pensaba en
correr y estar cerca de su abuelita, pues él no sabía con exactitud lo que había
sucedido; lo único que alcanzaba a ver a lo lejos era a su abuelita en la
ambulancia; él intentó correr, pero en ese momento su mamá lo tomó fuertemente
del brazo. “qué es lo que haces, no puedes seguirla”; Lucas intentaba soltarse de
su mamá, pero no lo logró, por lo que se sintió impotente y solo se quedó tirado al
borde de la banqueta llorando amargamente. “Se que te preocupa mucho”
Contestó su mamá “pero pídele mucho a Dios y verás como es que tu abuelita se
recuperará”, sin más remedio entró junto con su mamá a la casa.
Lucas estaba desconsolado, solo pensaba en cómo se encontraría su abuelita.
Esperaba en la puerta, caminando de un lado a otro desesperado, esperando a
que su papá entrara con una buena noticia del estado de su abuelita; en su interior
solo se dirigía a Dios una y otra vez “Dios mío, ten compasión y devuélvele la
salud”. Eran horas de angustia hasta que escuchó el ruido de la puerta, era su
papá que regresaba del hospital. Lucas se postró para preguntarle por su abuelita.
En ese momento a su papá se le llenaron de lágrimas los ojos, pues no agarraba
el valor para darle tan triste noticia.
Pasaron los días y Lucas nunca volvió a ser el mismo de antes; después del
entierro de su abuelita, solo se encontraba llorando por los rincones de la casa, a
la escuela asistía cada que quería, no realizaba tareas ni trabajos y muy pocas
veces se le volvió a ver sonreír; mientras se encontraba en su casa, solo se
sentaba a mirar con los ojos llenos de lágrimas la cama vacía en la que se
encontraba su abuelita. Todos sus amigos intentaban animarlo invitándolo a jugar
en el parque, pero él solo quería permanecer encerrado recordando los viejos
tiempos.
A la maestra le preocupaba mucho el estado de ánimo del niño, pues parecía no
poder superar tan gran perdida; un día decidió tener una plática en privado con él;
“estás emocionado” preguntó la maestra. “¿Por qué debería estarlo? Contestó
Lucas; “pues se acerca el mes de noviembre, mes en el que recordamos a todos
nuestros familiares que han fallecido y es como una gran fiesta para ellos”. Al
escuchar esto Lucas comenzó a llorar, debido a esto la maestra dejó de hablar y le
dio un fuerte abrazo; Lucas había llorado porque todo le recordaba a su abuelita
difunta, pero en interior se preguntaba que habría querido decir la maestra con
“una fiesta para los muertos”.
Lucas regresó a su casa pensativo por lo que había dicho la maestra; así que
decidió buscar información acerca de estas fiestas de noviembre; primero decidió
preguntarle a su papá, pero debía tener mucho cuidado porque se encontraba
inestable emocionalmente por la pérdida de su mamá. “Papá te quiero preguntar
¿es cierto que en noviembre se realiza una fiesta para los difuntos?”, a lo que su
papá no supo darle respuesta: “no sé nada con respecto a esas tradiciones
absurdas, pero por qué no le preguntas a tu madre ya que ella es más religiosa
que yo”; por lo que Lucas se retiró algo desilusionado.
Decidió acercarse a su mamá realizándole la misma pregunta, a lo que ella
contestó de manera más atenta: “en México se conoce el día 2 de noviembre
como día de los muertos, en los que la tradición menciona que en la noche todos
nuestros difuntos tienen el permiso de venir a nuestro mundo y estar con
nosotros”; “¿entonces mi abuelita vendrá conmigo?” preguntó emocionado. “no
creas en esas cosas, esos son cuentos para tener un motivo de hacer fiesta”
contestó su mamá. Lucas se retiró, pero cada vez más confundido, por su mente
solo pasaba si es verdad que podría volver a ver a su abuelita este noviembre,
pero tenía miedo desilusionarse.
Desilusionado por la falta de respuestas de sus padres, decidió preguntarle a su
mejor amigo: “¿Qué pasa con las fiestas en noviembre?”; a lo que él respondió:
“las fiestas de noviembre se llaman Halloween y no se trata de muertos, sino de
monstruos y salir a pedir dulces por las calles y si no te dan, realizar alguna
travesura a carros o casas. Eso le sorprendió, pues había cambiado radicalmente
de tema y mientras más escuchaba más confundido se encontraba.
Cansado de no haber obtenido respuestas tomó la decisión de acostarse a
descansar, pero antes de acostarse le pide a Dios respuestas; pasó la noche y
mientras dormía, escuchó un ruido fuerte que provenía del lugar donde tenían la
foto de su abuelita; Asustado, decidió levantarse de inmediato y ver a que se
debía el ruido. Se acercó lentamente y al llegar se llevó una gran sorpresa, pues
en lugar de ver la foto de su abuelita observó una luz brillante como si viera el
mismísimo cielo.
Lucas calló sorprendido de tan magnifica visión que veía frente a él; poco a poco
fue bajando la intensidad de la luz y se fue vislumbrando la silueta de una
persona. Asustado, comenzó a retroceder tratando de esconderse tras la pared,
pero al poco tiempo logró observar la silueta de su abuelita. Atónito se quedó
observando mientras ella le comenzaba a hablar: “Sé todo lo que has sufrido
desde que me fui, pero quiero que sepas que yo nunca he dejado de cuidarte;
aunque este es el único día en el que mi espíritu puede venir a tu mundo, yo
siempre te cuidaré desde donde estoy, pues yo no te he abandonado.”
Emocionado se soltó a llorar y sin pensarlo dos veces corrió a darle un fuerte
abrazo a su abuelita, como se los daba cuando estaba con vida.
Poco a poco se formó una gran blancura que cubrió toda la casa, hasta que
despertó en su cama, ¿todo sería un sueño?, para Lucas era una gran emoción
haber soñado con su abuelita; Al levantarse de la cama volteo hacia la mesa que
tiene a un lado en donde encontró un rosa junto a un papel que decía: “Yo nunca
te abandonare”. Lucas se levantó emocionado, pues no había sido solo un sueño,
sino que en realidad su abuelita había venido a visitarlo y le alegraba el saber que
tenía alguien que siempre lo iba a cuidar.
Se levantó y fue corriendo a contarle a su mamá, pero esta lo interrumpió de una
manera abrupta: “antes de que me digas lo que me tienes que decir, escúchame
primero; habló tu maestra y solicitó que de manera urgente te presentaras a la
escuela, pues dice que la escuela te tiene una sorpresa”. Rápidamente subió a su
cuarto a cambiarse y junto a su mamá se dirigieron deprisa a la escuela; llegando
a la puerta se encontró a la maestra quien lo estaba esperando para mostrarle la
famosa sorpresa.
En cuanto se bajó del auto, corrió a darle un fuerte abrazo a su maestra; “es
bueno ver que te encuentras de muy buen humor y volverte a ver sonriendo” le
dijo la maestra. A lo que Lucas contesto: “Maestra gracias a usted he encontrado
la verdad de esta tradición del mes de noviembre, pues, aunque no comprendía de
que se trataba esta fiesta a los muertos, ahora entiendo que ellos vienen a
nosotros porque ellos no morirán mientras no los olvidemos y los saquemos de
nuestro corazón; además mientras no los olvidemos ellos seguirán intercediendo
desde donde están por nosotros”. A la maestra le dio mucho gusto escuchar estas
palabras de Lucas, se emocionó tanto que empezaron a llenarse sus ojos de
lágrimas.
La maestra llevó a Lucas dentro de la escuela con los ojos tapados para mostrarle
la sorpresa. Lo llevaron al altar de muertos, ahí le destaparon los ojos; grande fue
la sorpresa al observar la belleza de altar que habían realizado sus compañeros
de la escuela, pero la mayor hermosura fue en lo más alto, una foto de su abuelita
toda resplandeciente como mientras dormía. “Espero y no te moleste, pero junto a
tus compañeros decidimos dedicarle esta ofrenda a tu abuelita, para que cuando
venga disfrute la visita”; Lucas comenzó a llorar de alegría y muy emocionado
contestó: “Gracias a todos ustedes he conocido que ella no se ha ido, sino que
siempre estará conmigo y que en estas fiestas de noviembre ella llega a visitarme,
para sentir por un momento el cariño que me ha tenido en la vida y en la muerte”.

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