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ANEXO 2. LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICO TÉCNICA CONTEMPORÁNEA.


Autor: Lic. Ricardo Hernández.

La tecnología moderna está en el centro mismo de la civilización


contemporánea, ella contribuye a cambiar constantemente el mundo en que
vivimos, desde la producción social hasta la comunicación y la sensibilidad
humana, a ella se incorpora de modo sistemático, creciente y cada vez más
inmediato, los resultados científicos. Ciencia y tecnología se integran
constantemente hasta confundirse.

Este proceso de integración de la ciencia a la técnica productiva de forma masiva y


sistemática se inició ya desde el último cuarto del siglo XIX. El progreso científico no
ha acontecido históricamente de modo uniforme, ni en tiempo ni espacio, se ha
caracterizado por períodos y zonas de auge y otros de estancamiento y los centros de
mayor actividad científica se han ido desplazando constantemente de un lugar a otro.

La ciencia, es una forma de la conciencia social que ha ido conformando todo un


sistema de instituciones sociales, que nuclea ya a cientos de miles de científicos,
profesionales e investigadores vive hoy un proceso de revolución científico técnica que
es sinónimo de revolución científico productiva, que la acerca más de su pedestal
superestructural a la base económica en su condición de fuerza productiva directa, y
la convierte en el agente dinamizador del desarrollo de la producción social y en la
garantía de su eficiencia creciente.

Es así cómo va gestándose una síntesis orgánica entre la ciencia y la producción, esto
significa que el desarrollo científico no sólo actúa sobre la técnica y la tecnología y todo
su aparato, sino también sobre las relaciones de dirección y control de las mismas y
sobre el modo de vida general de las personas. El nexo ciencia- técnica- producción
engendra una nueva cualidad: su manifestación como revolución tecnológica. En esta
cadena el eslabón central que garantiza la dinámica del desarrollo se desplaza hasta la
ciencia.

El desplazamiento del factor activo al empalme ciencia técnica tiene sus causas en el
propio carácter de la RCT contemporánea: las tecnologías del siglo XX utilizan las
regularidades naturales cada vez más útiles y menos evidentes que revelan las
ciencias naturales fundamentales y las exactas; esto ocurre sobre todo en las llamadas
ramas de producción de capacidad científica que ocupan un volumen cada vez mayor
en la producción industrial, es en ellas donde se aprecia con más claridad la
conversión de la ciencia en una fuerza productiva directa.

La computarización y los altos ritmos de la RCT plantearon un elemento nuevo: no sólo


se automatizaba la producción sino también la transferencia del conocimiento científico
a la producción y a la automatización del propio proceso de obtención de
conocimientos novedosos, se crea así una máquina que transfiere los conocimientos
científicos a la producción con una mínima participación del hombre; a su creación se
destinan hoy muchos recursos. La cuestión reside en que no se trata sólo de producir
tecnología avanzada, sino de la necesidad de cambiarla de modo ascendente y
permanente, los autómatas, permiten mantener procesos tecnológicos complejos sin
que el hombre participe.
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Pero el proceso de los artículos que se producen y la propia tecnología de su


producción, exigen una considerable participación del hombre y considerables gastos
de tiempo. La computarización puede permitir que el paso a la producción de otra
nomenclatura o surtido de artículos se reduzca al simple cambio de programa en la
computadora, esta forma una cadena de transferencia de conocimientos novedosos a
la producción, es decir, se crea un sistema que vierte automáticamente los logros de la
ciencia y la técnica más recientes, estructurando una tecnología de la producción
donde la participación del hombre es más mediata..

Estamos entonces en presencia de una nueva etapa del proceso de separación del
hombre del objeto de trabajo. Si bien la primera revolución industrial (1780-1840)
transfirió de las manos del hombre a las máquinas los instrumentos directos de
influencia sobre el objeto de trabajo y dejó al sujeto de la producción la misión de la
dirección de la máquina misma, en cambio, la revolución científico tecnológica actual
libera al hombre de la dirección, del control permanente y además, en grado
considerable lo libera de la elaboración y construcción de esas máquinas, elevando
así la actividad productiva del hombre al nivel de su actividad científico creadora,
elevando consustancialmente la significación del trabajo intelectual y la valoración del
trabajo pretérito.

Es por ello que la particularidad específica del trabajo en los sistemas computarizados
es su intelectualidad, la actividad del hombre se centra en el trabajo con la información,
la elaboración de los programas y el análisis de las variantes y no la influencia física
directa sobre el objeto.
La llamada “revolución de las computadoras” creó un nuevo tipo de tecnología, la
tecnología informativa, surgiendo así una nueva rama de la economía que se ocupa de
elaborar, recopilar, conservar y distribuir la información científica.
La Informática, como esfera de la tecnología y la economía se ha convertido en un
factor de primer orden de influencia sobre la dinámica del desarrollo social.

El dominio de la información necesaria y la posibilidad de elaborarla en la forma


adecuada se ha convertido en una de las características más importantes de la
sociedad. La percepción de las ventajas que ofrece la competencia de la tecnología
avanzada condujo ya en el siglo pasado al secreto de la esfera productiva industrial , a
la aparición de las patentes y marcas y al espionaje industrial.

Mientras la ciencia y la tecnología permanecieron separadas, la difusión de la


información científica no tuvo grandes limitaciones, su unión condujo a limitaciones
sustanciales en la transmisión gratuita; por todo lo expresado, el punto de empalme
entre ambas se erige en un centro de la atención social: no se trata sólo de desarrollar
la ciencia sino de trasmitirla rápidamente a la tecnología y con esta, a la producción.

La actual revolución tecnológica es un proceso íntimamente vinculado a la crisis


económica que afectó al sistema capitalista en la década del 70 del siglo XX; ya desde
la década del 60 se hizo evidente que los pivotes del desarrollo tecnológico (industria
de petroquímica y metalmecánica perdían intensidad; esto provocó un decrecimiento
de la productividad y se asoció a la recesión con inflación, se comenzó a hablar de
agotamiento del patrón industrial, o al menos de sus agentes dinamizadores; el
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capitalismo se lanzó entonces a una carrera por rescatar el dinamismo de la industria,


lo que suponía necesariamente acelerar la innovación tecnológica.

Aquí jugó un papel esencial el estado, sobre todo en Estados Unidos, se puso un
especial interés en la innovación tecnológica; hacia 1973 los gastos que este país
dedicó a ella duplicaban el conjunto de los gastos de los principales países capitalistas
desarrollados, sus socios, aliados y principales competidores: Japón, Alemania,
Francia e Inglaterra. Es de destacar que a pesar de la crisis económica en el sistema
capitalista la investigación desarrollo (I-D) ha sido protegida de las anárquicas leyes
del mercado y ha sido privilegiada con recursos sustanciales para el desarrollo de sus
actividades y programas. Por ejemplo, en 1980, E.U. dedicó el 2.3% de su Producto
interno bruto (PBI), la RFA el 2,3% y Francia, el 1.84%.

Así se han ido creando sobre la base de la investigación científico técnica las
condiciones para pasar a un nuevo patrón industrial cuyo liderazgo corresponde al
sector electrónico. Entre las áreas y direcciones que lo caracterizan tenemos:
1. Una base energética asociada a la energía nuclear, de origen solar y otras fuentes
alternativas, más baratas, duraderas y menos contaminantes.
2. Ingeniería genética y biotecnología con grandes aplicaciones en la agricultura,
ganadería, industria química, alimentación y farmacéutica.
3. Ramas de la electrónica, computación, robótica y telecomunicaciones, que generan
grandes avances en las tecnologías de la información.

En relación con el mundo capitalista en su conjunto, tal y como ocurrió en la década


del 30 y durante la segunda guerra mundial donde 5 países: Inglaterra, E.U.A:,
Francia, Alemania y Japón, controlaban el 90% de los recursos para la investigación -
desarrollo ( I- D) ; este liderazgo ha continuado y el 85 % de la producción en el sector
electrónico se realiza en esos mismos países. Es evidente que el nuevo patrón
industrial se gesta en pocos países, por eso el autor Blumne (1975) dice que la ciencia
mundial está aún más concentrada que la riqueza mundial. Para tener una idea de los
esfuerzos relativos de los principales sectores implicados en la actividad I – D conviene
citar algunos datos más, aportados por López Ospina(1990).

País Empresa Gobierno


Universidades

Japón 62 % 27 % 11 %

RFA 57 % 42% 1%

E:U:A: 50 % 47 % 3%

Francia 41% 38 % 25 %

Reino Unido 42 % 50 % 8%

La propia fuente anterior menciona las áreas más protegidas en materia de políticas
de investigación en los últimos años: equipos de informática, componentes
electrónicos, comunicaciones, equipos telefónicos, vehículos espaciales, equipos de
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mantenimiento, servicios a empresas, aparatos de radio y televisión, instrumentos


científicos, aparatos médicos, productos plásticos, medicamentos, entre otros.

En síntesis, un nuevo paradigma tecnológico ha devenido dominante como


consecuencia de las transformaciones mencionadas. Entre sus características se
señalan:
- El creciente rol de las innovaciones tecnológicas.
- La creciente demanda de información y nuevos conocimientos.
- Alta demanda de investigaciones aplicadas.
- Tendencia a la comercialización de nuevos conocimientos y nuevos
resultados.
- Auge de la transnacionalización y globalización de la economía mundial y
la participación creciente de las corporaciones transnacionales en la
generación y difusión de las nuevas tecnologías.

HASTA AQUÍ EQUIPO 1

La actual RCT plantea muchas interrogantes para los países subdesarrollados:

1. La llamada “Revolución robótica” reduce la importancia del trabajo vivo en el


intercambio internacional y con ello disminuye las ventajas que obtienen las
CTN trasladando a otros países los tipos de producción que requieren gran
densidad de trabajo. Esto puede transformar los esquemas de la división
internacional del trabajo vigentes, descapitalizar las economías del tercer
mundo y seguir deteriorando sus términos de intercambio internacional.

2. La tecnología existente en los países subdesarrollados reduce posibilidades


competitivas frente a las tecnologías modernas.

3. La demolición del viejo aparato productivo con el empleo de la nueva


tecnología puede alterar la demanda de materias primas (por ejemplo, el
mercado de chatarra puede por un tiempo hacer innecesaria la producción
de acero y extracción de mineral de hierro).

4. El aligeramiento y la desmaterialización del proceso productivo puede poner


en una situación aún más difícil a las economías dependientes de los
productos básicos tradicionales (minerales, productos semielaborados) que
son más costosos.

El empleo con fines bélicos de la física nuclear, la utilización de las armas químicas
(especialmente en Vietnam y la guerra del golfo, el uso más reciente de la ingeniería
genética es otra de las implicaciones en el campo de la industria bélica y el poder
militar). En varias publicaciones, entre ellas, “New Scientist”, apareció un artículo
titulado” La biotecnología de guerra”, del autor S. Rose según el cual la biotecnología
se desarrolla en Inglaterra bajo el estricto control del Ministerio de Defensa real que
firmó 65 contratos con 36 universidades y otras entidades científicas; esto es una
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muestra de que las supuesta y cacareada mentalidad de la ciencia es cosa del pasado
remoto.

Si se toma en consideración el sector de los semiconductores y las computadoras,


este vínculo que llegó a ser de dependencia se ve mucho más claro. Las técnicas de
semiconductores habían florecido gracias a la invención del transistor en los
laboratorios Bell de E. U a fines de la década del 40. Entre 1949- 50 cerca del 25 %
de las investigaciones sobre semiconductores en dichos laboratorios las financiaba el
sector militar y toda su producción en la filial “Western Eléctric” fue destinada a
encargos de guerra. En 1959 se inventó el circuito integrado en E.U. , sus operaciones
militares estimularon el desarrollo de estos dispositivos y “el mercado de la defensa”
dominó las ventas, sólo el encargo del circuito integrado por el misil “MINUTEMAN” en
1965 justificó el 20 % de las ventas de la industria.

El principal mercado consumidor de semiconductores es la industria de las


computadoras, la cual ha florecido a la sombra de contratos, ventas y subsidios
militares. El primer computador digital moderno fue construido por los británicos en la
2da. Guerra mundial y sirvió para descifrar los códigos secretos alemanes. El primero
de E:U. lo financió el ejército; los servicios armados financiaron la mayoría de los
proyectos de computación de las décadas del 40 y 50. Citando a una fuente del SELA
“ ... las primeras supercomputadoras CRAY 1 que salieron de las líneas de
producción en 1970 fueron a parar a la ASN (Agencia de Seguridad Nacional) y a los
laboratorios nucleares BELL, de los Álamos, y más de la mitad de la existencia actual
de supercomputadoras está localizada en instalaciones del gobierno estadounidense
“(SELA 1985, p. 209).
En 1984 el presupuesto de E. U. A. creció en un 14 % sus gastos militares mientras
que permaneció en el mismo nivel de los años anteriores la inversión en tecnología
civil, áreas como el espacio, la aeronáutica y la educación científica. Desde 1985 los
gastos militares crecieron en un 26 % mientras que los de investigación y desarrollo(I-
D) de carácter civil tampoco se incrementaron; en esto influyó mucho el proyecto de
Iniciativa de defensa estratégica (IDE) o “Guerra de las Galaxias”, como parte del
intento que luego fructificó de chantajear a la URSS y al campo socialista y arrastrarlos
a una carrera desenfrenada de gastos militares que sus economías emergentes no
podían enfrentar.

Estos y muchos ejemplos permiten hablar de un proceso de militarización creciente de


la ciencia contemporánea, lo que plantea de inmediato una serie de problemas éticos
de la mayor importancia y se asocia al problema de la responsabilidad social del
científico y a la cuestión del vínculo entre el desarrollo científico y el humanismo
consecuente. Los exhorbitantes gastos militares y el presupuesto para la ciencia militar
que se desarrollan tanto en las superpotencias, principalmente en las hegemónicas,
como en muchos estados, incluidos los subdesarrollados, permitieron al gran
economista contemporáneo John Kenneth Golbraith incluir dentro de la extensión del
concepto “poderío militar” a los científicos e ingenieros vinculados a las fuerzas
armadas. Ellos también integraban lo que el general Dwight Eisenhower acuñó como
“Complejo militar industrial”.

La clasificación de los autores Schviriov e Iudin de los efectos sociales más


significativos de las ciencias señala que hasta los años 30 y 40 del siglo XX el efecto
social de la ciencia se refleja en tres vertientes:
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1. El efecto productivo económico.


2. El papel ilustrador y espiritual del conocimiento científico.
3. La ciencia como factor de racionalización y cientificación de las Ciencias Sociales.
A lo que habría que agregar ahora:
4. Su importancia en la invención de armamentos cada vez más destructivos y
sofisticados (ya se fabrican armas de destrucción masiva y antipersonales
“inteligentes” que burlan los obstáculos convencionales de guerra).
5. En las dos más recientes décadas como resultado del desarrollo de la
Biotecnología, la ingeniería genética y el logro de la clonación, la ciencia logra un
efecto modificador cada vez mayor de las leyes y procesos naturales y de las
relaciones sociales, jurídicas y ético humanísticas. Conceptos tales como reproducción
natural, artificial, herencia, caracteres genéticos, paternidad, identidad, patria potestad,
realidad objetiva, propiedad intelectual, realidad virtual, discreción profesional,
transferencia tecnológica y otros más generales y aparentemente ajenos al desarrollo
de la ciencia como internacionalización de las fuerzas productivas, globalización o
mundialización, procesos integracionistas, proceso de la exclusión económica y
política, , son consecuencia directa del desarrollo científico técnico actuando como
agente dinamizador del desarrollo de las fuerzas productivas y de su expansión, son
asimismo un reflejo directo de la desigual distribución del desarrollo de las ciencias
desde el ángulo económico y geográfico en el mundo actual.

Otra tendencia social del desarrollo de la ciencia contemporánea fue descrita por
Jerome Ravetz en 1973, él sostiene que como resultado de los procesos antes
señalados, la propia naturaleza del trabajo científico se ha transformado, es decir, la
ciencia académica ha pasado a ser ciencia industrializada.

En esencia, su argumento es que en la medida que la sociedad moderna ha pasado a


ser dependiente de la producción industrial y esta a su vez se basa en los resultados
científicos que aplica, la producción científica se ha convertido en una gigantesca y
costosa industria, cuyos rasgos son:

1. Predominio de investigaciones capitales intensivas (fundamentales).


2. Interpenetración mutua de ciencia e industria con la disolución de las diferencias de
estilo entre ambos tipos de actividad.
3. Gigantismo.
4. Pérdida de redes informales de contacto personal entre investigadores (típica de
períodos pasados).
5. Inestabilidad y sentido de riesgo propios de la actividad industrial y comercial.
Tales características conllevan a una organización social diferente de la ciencia y
provocan además actitudes psicosociales distintas por parte de los científicos respecto
a la disciplina que practican, a los colegas y productos de su trabajo así como una
actitud ética diferente.

Según Pertrella. 1989, la industrialización de la ciencia puede ser vista como un


proceso que abarca:
1. La industria se convierte en productor de ciencia.
2. La industria orienta y estimula cada vez más la actividad de las universidades.
3. La ciencia se está convirtiendo en un sector industrial emergente.
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En efecto, la industria es ya un agente productor de ciencia, tanto básica como


aplicada. Si se comparan los gastos en Investigación Desarrollo con las ventas totales
de las empresas y consorcios se aprecia su notable incremento. Por ejemplo para
“ACROS POTIALE” este gasto representa el 27 %, para la “ROLL ROYCE” el 13 %
en 1985 y “SIEMENS” el 11,5 % en 1986. Los laboratorios de las industrias están entre
los mayores y mejor equipados del mundo; de los consorcios IBM ya han salidos varios
premios “NÓBEL”.

También resulta significativa la creciente orientación de las universidades por parte de


la industria, en este sentido se observan varias tendencias:
 Financiamiento creciente de las universidades por parte de la industria.
 Modificaciones en la enseñanza para adaptarse a las necesidades e intereses de la
industria.
 Incremento de las convenios entre universidades y empresas.
 Estimulación y promoción creciente por parte de los organismos públicos a las
relaciones entre universidades y empresas.
 Directivos empresariales participan de modo creciente en los órganos de
asesoramiento, gestión y control de las universidades.

Las iniciativas conjuntas de riesgo compartido (“Toint Ventures”) establecidas


entre universidades norteamericanas y corporaciones industriales abarcan
desde la preparación de productos biotecnológicos hasta el diseño de mejores
carreteras. Por último, la ciencia deviene en industria, los laboratorios
científicos resultan ahora muy caros y se organizan frecuentemente con fines
de lucro, como negocios empresariales, promoviendo líneas que generan
patentes, nuevas marcas, contratos, productos comerciales y cancelando lo
que no produce ganancias.

Una consecuencia muy importante de la participación de intereses industriales en el


curso del trabajo científico es el valor creciente que cobra la propiedad intelectual que
limita el acceso a la información, una buena parte de los resultados de las
investigaciones tienen carácter secreto debido a que responden a intereses militares.

HASTA AQUÍ EQUIPO 2

Algunas de las vertientes actuales del desarrollo científico, como la biotecnología,


colocan a las bíociencias en una situación semejante, con esto, otro importante sector
de las ciencias se aparta de las reglas tradicionales del intercambio de conocimientos
debido a su carácter estratégico.

El devenir de las sociedades industrializadas ha estado asociado a cambios profundos


en las interrelaciones entre el sistema científico técnico y el más amplio sistema social.

El autor E. Quintanilla (1989) formuló tres modelos que reflejan bastante fielmente esta
evolución:
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1°. Interacción esporádica. (Típico de las sociedades europeas pre- industriales). En él


la actividad científico técnica apenas tenía incidencia en la estructura social y su
repercusión en la estructura productiva se limitaba a ocasionales innovaciones
tecnológicas que no alteraban básicamente el sistema económico.
2°. Integración sistemática integral. (Sucede a la revolución industrial de los siglos
XVIII y XIX). Este modelo se instauró en la mayoría de los países industrializados, la
actividad científica técnica se integra paulatina y crecientemente al sector productivo
promoviendo la innovación industrial y contribuyendo a la aparición de nuevos sectores
económicos. Con ello, la actividad científico técnica se convierte en un asunto
creciente de interés público por su potencial económico y también militar. Aún bajo
estas condiciones, el impacto de la actividad científico técnica fuera de la actividad
productiva es aún limitado.
3°. Integración generalizada: Despliegue de tecnología de base científica cuyo impacto
trasciende los sectores productivos, como las tecnologías de la información, es decir,
que se alteran no sólo las relaciones económicas, sociales y políticas sino la cultura en
general.

Estas modernas tecnologías tienen la facultad de alterar esencialmente el modo de


vida de las personas, modifican la imaginación y las aspiraciones colectivas, ponen en
crisis los valores culturales locales tradicionales, los que tienden a ceder ante una
trasnacionalización extraordinaria de los mensajes.

En relación con la creciente implicación económica de la ciencia, ha sido acuñado el


término “Integración vertical de las ciencias”, por los autores Walecky y Oloszewsky.
Ellos plantean que este término designa no sólo el proceso de acercamiento de la
investigación científica a la práctica socioeconómica sino también el acercamiento que
ello genera dentro de la ciencia misma, entre investigaciones básicas, aplicadas y
orientadas al desarrollo.

En íntima relación con la tendencia anterior se produce un proceso de “integración


horizontal”, que consiste en la penetración mutua y el entrecruzamiento de las
disciplinas tradicionales, lo cual se da mediante la articulación de los diferentes tipos
de investigación en el abordaje de problemas complejos y en la integración
interdisciplinar.

De conjunto, la integración horizontal de la ciencia significa que:


1. Crecimiento constante de la importancia de los problemas complejos.
2. Se incrementa la necesidad y significación del trabajo en equipos y por tanto de la
significación de la relación sujeto–sujeto (intersubjetiva) y obliga a reflexionar sobre
dichas relaciones que se establecen en el curso del trabajo científico, con vistas a
lograr un grado de optimización tal de dichos vínculos que garanticen una alta
productividad científica, de esto se ocupa la Sociología de la ciencia.
3. Las divisiones tradicionales entre disciplinas se borran y aparecen nuevas ramas
de la actividad científica.
Los procesos de integración interdisciplinaria suponen una relación más orgánica entre
disciplinas, se desarrollan cuando se necesitan varias disciplinas para obtener una
descripción y comprensión completa de determinado fenómeno complejo. Por ello, la
cooperación debe entenderse como el encuentro y cooperación natural y necesaria
entre dos o más disciplinas donde cada una de ellas aporte sus esquemas
conceptuales, formas de definir problemas y métodos de investigación e integración.
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Este fenómeno no es nuevo, ya que cada vez que el desarrollo del


conocimiento y la práctica por él fecundado lo han necesitado, unas disciplinas
han acudido a las otras, copulan y generan nuevos conocimientos. Ello quiere
decir que existe un proceso más o menos espontáneo de cooperación
interdisciplinaria determinado por razones e intereses cognoscitivos y prácticos
en interrelación.

Algunos autores exageran su necesidad y lo presentan como una panacea


epistemológica que vendría a restablecer el carácter global del intelecto que la
modernidad se encargó de fragmentar, sería, en esta versión una respuesta de
la postmodernidad emergente a la modernidad agotada.

Existen argumentos en otros sentidos de orden ontológico, epistemológico y social;


pero en última instancia la integración interdisciplinaria descansa en la unidad material
del mundo y es su confirmación, en la unidad de los elementos y estructuras objetivas
que constituyen el objeto de las disciplinas. A ello se suma la unidad de las disciplinas
y elementos epistemológicos: todos se fundan en hechos, plantean problemas,
formulan hipótesis, practican el método científico, construyen niveles empíricos y
teóricos, etcétera.

Asistimos a una fuerte integración de elementos y estructuras que conforman la


sociedad: el proceso de producción y reproducción de la vida social integra cada vez
más fuertemente a la economía, la política, la cultura, la ideología, la ciencia y todo lo
demás.

El proceso creciente de socialización de la naturaleza replantea permanentemente la


legitimidad de sus fronteras y límites; a nivel mundial economía, cultura, valores
articulan cada vez más con lo que el autor W. Julián llamó “la aldea global”,
globalización sesgada y asimétrica, pero globalización al fin.

La práctica parece refrendar que el escenario más propicio para la interdisciplinariedad


son las investigaciones aplicadas y esta tendencia y cualidad no será nunca el
resultado de una dinámica espontánea de conocimientos sino que para catalizarlas se
requiere de un conjunto de requisitos prácticos, científicos, institucionales y humanos.

La integración multidisciplinaria puede avanzar allí donde:

a.- Existe una madurez disciplinaria expresada en la conducta de los especialistas.


b.- En problemas complejos como la salud, medio ambientales, etcétera, que requieren
realmente de la construcción de imágenes cognoscitivas también complejas, efectuar
un abordaje de ellos multilateral e integrador.
c.- Existen problemas prácticos que resolver a través de la información reclamada.
d.- Existen marcos institucionales apropiados para los fines planteados.
e.- Existen mentalidad y disposición adecuadas por parte de los participantes y en
especial del líder.

De ahí se deriva una hipótesis:

Si se intenta forzar la interdisciplinariedad o integración, imponerlas como esquemas o


moldes, no se alcanza el éxito.
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La integración horizontal y vertical, es decir, la interdisciplinariedad, no es un objeto


abstracto, sino el movimiento del conocimiento desencadenado por las necesidades de
la actividad científica vinculada a la práctica social; no son meras “relaciones
diplomáticas” entre disciplinas, grupos de especialistas con diversos títulos, que
conversan periódicamente sin entenderse bien o estudios complementarios que no
generan síntesis efectivas, es por el contrario, cooperación orgánica entre miembros
de un equipo, lógica específica de descubrimiento, demostración y aplicación, barreras
que se suprimen, comunicación entre diversos campos del conocimiento, fecundación
mutua de prácticas y saberes.

Es típico de la cultura actual la existencia de valoraciones opuestas acerca del


significado de la ciencia en la vida social, las que se expresan en la confrontación entre
el cientificismo y el antificientismo. El primero señala el papel de vanguardia de la
ciencia, en la cultura, en las fuerzas productivas, el segundo también se basa en
hechos reales, en este caso, peligrosos, negativos, asociados a la aplicación de la
RCT en la militarización, acentuación de la crisis ecológica, etc.

Los siguientes ejemplos reflejan la fuente que alienta el cientificismo:


1. Se refiere a la biomedicina, la biotecnología y las posibilidades que ellas encierran.
No se trata de su capacidad de beneficiar la agricultura, los alimentos o la industria
farmacéutica sino de otros efectos criticables desde una perspectiva moral como la
capacidad de crear organismos que puedan actuar contra el propio hombre.
¿Es totalmente evitable que tales engendros resulten del trabajo científico aún sin
desearlo?.
2.- El peligro que entraña el uso pacífico de la energía nuclear. Cotidianamente se
escuchan noticias sobre daños al medio ambiente por escapes radioactivos, residuos
tóxicos o accidentes catastróficos como el de Chernobill.
3.- El desarrollo de la llamada “inteligencia artificial”. Los sistemas electrónicos de
control y mando no son infalibles, accidentes como la explosión del trasbordador
espacial “Challenger”, las más de cien señales erróneas de alarma nuclear en poco
más de un año en E.U: provocadas por errores en las computadoras “WIMEX” que los
controlaban, la proliferación internacional de virus informáticos que alteran los
programas, se reproducen y mutan.

Lo cierto es que ambas consecuencias, positivas y negativas, se dan objetivamente y


en el enfrentamiento del cientificismo y anticientificismo se refleja esa realidad
contradictoria.
Entonces el cientificismo, como orientación del mundo, consiste en la absolutización
del papel de la ciencia en la vida social.
En su posición más extrema el antificientismo llega a calificar a la ciencia como
esencialmente antihumana. En sus posiciones más moderadas, defiende a otras
formas culturales de la fuerza expansiva del ideario cientificista, procurando enfatizar
su importancia en la vida social.

Un cientificista moderado como Bunge, que defiende la ciencia, sus valores y utilidad
para los países en desarrollo, en la defensa de sus posiciones ha logrado delimitar las
fronteras entre la ciencia básica y aplicada y la técnica; la primera, aún aplicada, sólo
se propone aportar conocimientos y no es culpable por sí misma de los manejos
utilitarios a que se somete. Según él, de la bomba atómica hay que culpar a
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tecnólogos, militares y políticos y no a los científicos, sin embargo, considera que en


los países desarrollados la ciencia ha llegado a una crisis, expresa su preocupación de
que “... la ciencia, máxima conquista de la razón, pudiera extinguirse en menos de una
generación”. El optimismo sobre las perspectivas de la ciencia empezó a perderse por
este autor y sus seguidores a partir de la década del 60. Indica cuatro causas de esta
crisis:

1.- La promoción de las ciencias aplicadas y las tecnologías en detrimento de


las ciencias básicas.
2. El movimiento contra el acceso del potencial científico técnico evidenciado en las
guerras de Viet Nam y del Golfo Arábigo Pérsico. Él libera a los científicos de esta
responsabilidad porque ellos sólo producen conocimientos o descubren las vías
para llegar a ellos. La sociedad, sin embargo, sí responsabiliza en general a la
ciencia.
3. El despliegue de filosofías hostiles a la racionalidad (Escuela de Franckfurt,
estructuralismo europeo y Kunh y Feyerabeud en E. U.)
4. El surgimiento del fundamentalismo religioso y la proliferación de numerosos cultos
exóticos, como el budismo Zen, el Satanismo y más recientemente el renacer del
Fundamentalismo islámico. En Cuba, la Secta Testigos de Jehová es la que más se
ha acercado a estas posiciones.

Se trata de una crisis de la ciencia no en lo conceptual o metodológico sino en lo


cultural y político, lo que se refiere al daño que se le hace a la ciencia y a la
investigación científica básica, lo cual tiene que repercutir necesariamente sobre las
investigaciones aplicadas y sobre las innovaciones tecnológicas a mediano y largo
plazo; además se refiere al daño que se le hace a los científicos a los cuales se les
puede asesinar o llevar al suicidio por todas estas tendencias y fuerzas sociales
contrarias, negativas, impositivas o corruptoras las que pueden llevarlas a ponerse al
servicio del kelicismo y en general de fuerzas retrógradas o conduciéndolas a la
violación o no observancia de los principios y normas ét6icas de la ciencia y de la
conducta de los científicos.

Mario Bunge, el autor antes citado, plantea que después de la 2° Guerra Mundial, con
la profesionalización masiva y creciente de la ciencia, el incremento del número de
científicos y el encarecimiento de las investigaciones han aparecido formas de
corrupción que reflejan esta crisis:
1. Abultamiento del currículum vitae con publicaciones y eventos de poco valor y
trascendencia, sin originalidad ni relevancia. El slogan es: “Publica o perecerás”
2. La “caza de subsidios” consume mucho tiempo, prostituyen proyectos científicos y
a veces sólo sirven para aumentar el poder.
3. Derroche de recursos humanos.
4. Derroche de recursos materiales y tiempo.
5. Experimentación inmoral, ya sea por fraudulenta, por realizarse sobre personas y
comunidades que resulten afectados o sin su consentimiento.

HASTA AQUÍ EQUIPO 3


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Cada vez la ciencia adquiere un mayor significado cosmovisivo, no se reduce a hacer


más objetivo nuestro conocimiento ni más racional nuestra relación con el mundo, sino
que también se acompaña de efectos socioculturales y de valores en torno a su
significación social, ética, jurídica y política, ya nadie duda de la falsedad de la tesis del
apoliticismo de la ciencia y de los científicos, ni de la orientación y aplicación de sus
resultados. Por ello crece la responsabilidad social, política, económica y ética de las
ciencias, las instituciones científicas y su personal.

Algunas de las problemáticas éticas que plantea la dinámica del progreso científico
técnico son entre otras las siguientes según el doctor Luis López en su trabajo “La
ética del científico”:
1. ¿Son los científicos moralmente responsables por la dirección de las
investigaciones científicas?. (Problema fundamental de la ética de la ciencia).
2. ¿Cuál es el impacto social de la tecnología en el campo de la reflexión ética y qué
nuevos problemas trae aparejados?.
3. ¿Es la ciencia éticamente neutral?.
4. ¿Qué relación existe entre el progreso científico técnico y el progreso moral?.
5. ¿Cuáles son las consecuencias negativas del progreso científico técnico
contemporáneo?.
6. ¿Qué problemas éticos se derivan del irrespeto a la propiedad intelectual así como
del uso de la información y la automatización?.
7. ¿Qué problemas éticos emanan de las ciencias biomédicas, el trasplante de
órganos y la manipulación genética?.
8. ¿Qué normas morales deben tenerse en cuenta en las investigaciones con seres
humanos?.
9. ¿Cuáles son los problemas éticos que genera la fertilización in vitro?. ¿Qué
implicaciones sociales tiene la existencia de una madre genética, una uterina y otra
social?. ¿Cuál es la más importante?.
A estas interrogantes sobre las implicaciones éticas y los retos morales y jurídicos que
plantea a la humanidad su propio desarrollo científico técnico puede agregarse: ¿Qué
implicaciones tendrá la clonación del genoma humano en el que se trabaja
aceleradamente?.

Veamos a continuación, con cuanto acierto enfoca este problema el doctor Federico
Mayor Zaragoza, según él: “el saber entraña una obligación moral, pues ¿qué diríamos
de un meteorólogo que no nos advierte de la inminencia de una tempestad? o de un
jefe de laboratorio que no se tomara el trabajo de informarnos de la importancia vital de
sus descubrimientos?.
El mundo, para los científicos, no debe detenerse a la puerta del laboratorio, de su
universidad o de las industrias vinculadas a sus investigaciones. Reducir el mundo
científico a la máxima: “Publicar o perecer”, es a la vez, chocante y falso. Un sabio que
se calla, sobre todo cuando su silencio puede tener consecuencias irreversibles, se
comporta a su vez de manera antiprofesional e inmoral”.

En esas palabras deja explícitas las principales tendencias de la ciencia


contemporánea, como su industrialización, su no neutralidad, la responsabilidad social
y moral de los científicos, que es cada vez mayor, el papel preponderante de la
información en el desarrollo científico y las consecuencias sociales, éticas y jurídicas
de la manipulación de los resultados de la ciencia y de la información que ella genera.
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Más adelante en el propio editorial de la revista “Correo de la UNESCO” n° 2 de 1997,


Mayor profundiza y especifica estos conceptos, sobre todo en el caso de la relación
Ética – Genética de la siguiente forma:
“No existe ningún campo de la investigación cuyos temas sean más complejos y en
que la utilización selectiva de la información sea más escandalosa que el de la
Genética. En la reflexión Bioética debería participar toda la humanidad en su conjunto.
Porque cada progreso logrado por alguno es una batalla ganada para el género
humano”.
En sus palabras está implícita la crítica a la exclusión de la reflexión filosófica, ética y
jurídica, que sobre este problema tiene lugar en el mundo desarrollado, de una parte,
precisamente la mayor parte de la humanidad que al decir de la doctora británica
Viviane Forresters, no son ni siquiera explotables, debido a la globalización de la
miseria y la ignorancia.

La Bioética, según Mayor, apareció oportunamente en los años setenta con las
primeras técnicas de manipulación genética, planteó de entrada la cuestión del
impacto de la Biología molecular en el porvenir de la humanidad; su reflexión supera
con creces el simple marco de las relaciones ciencia y sociedad para ocuparse del
vínculo entre el hombre y la naturaleza en su diversidad biológica; es decir, es un
resultado y ejemplo de la integración de las ciencias naturales y sociales en el
compromiso de ambas ramas del saber, en tanto que campus de la investigación en
relación con la humanidad y la naturaleza.

Esto lo valora cuando apunta que:


“A mi juicio, la existencia misma de la Bioética demuestra que sabios y filósofos han
sabido encontrar una respuesta adecuada a los problemas sociales que se plantea la
ciencia”.
Y esos problemas son muchos. El diagnóstico permite hoy día, por ejemplo,
tranquilizar a familias aquejadas por enfermedades hereditarias o darles la información
para que adopten la decisión que corresponda, pero, ¿cuándo hay que efectuar tal
test?. ¿antes o después de la aparición de los primeros síntomas de la enfermedad?.
¿El diagnóstico genético debe limitarse solamente a enfermedades incurables, fatales
o invalidantes?. ¿cómo garantizar a la larga el carácter confidencial de las
informaciones sobre todo cuando éstas son de un vivo interés para los empleadores o
las compañías de seguros?.

Por el momento la comunidad científica está de acuerdo en dos puntos: no se trata de


ninguna manera de intervenir en las células germinales (que trasmitirían
modificaciones a la generación siguiente) ni tampoco de clonar seres humanos pero,
¿ este acuerdo se apoya acaso en principios éticos o refleja solamente los temores
actuales sobre las consecuencias que traería no respetarlos?.

Como se puede apreciar y a modo de conclusión general de esta aproximación al


tema de la relación entre ciencia- tecnología y sociedad contemporáneos, se puede
avizorar el papel significativamente creciente de las ciencias sociales y humanísticas
como orientadoras, fundamentadoras y reguladoras del desarrollo de las ciencias
básicas, las aplicadas y las tecnologías, así como sobre todo a la hora de regular la
aplicación de sus resultados asegurando una concepción humanística de sus siempre
14

presentes y posibles consecuencias negativas, dado el carácter dialéctico del mundo


unido por su materialidad.

HASTA AQUÍ EQUIPO 4

BIBLIOGRAFÍA

1.- Forrester, Vivianne. “La mundialización”. Entrevista. Revista Correo de la UNESCO.


N° 2.1997.
2.- López, Luis. “Mínimo enfoque de un gran problema”. En: Problemas sociales de la
ciencia. GESOCYT. Editorial Félix Varela. La Haban 1994.
3.-Mayor Zaragoza, Federico. Editorial del Secretario General. Revista CORREO DE
LA
UNESCO. Nro. 3 1997.
4.- Núñez Jover, Jorge. Ciencia, tecnología y sociedad. En: Problems sociales de la
ciencia. GESOCYT. Editorial Félix Varela. La Habana 1994.
5.- Taverna, Cristina. Biología y sociedad. Impacto social de la Biotecnología moderna.
En obra citada.

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