Ficha 1 Personalización
Ficha 1 Personalización
1. Creer no resulta fácil. Cada uno de nosotros sabe cuáles han sido y son las
perplejidades que el mundo de Dios, de la fe, de la Iglesia, etc. nos han
producido a lo largo de los años y quizá aún nos producen. Se podrían enumerar
distintas situaciones:
a algunos nadie les ha hablado propiamente de Dios. Les pasa algo así
como lo que al etíope que se encuentra con Felipe en el camino de Gaza
(Hch 8, 28-40): no podía entender lo que leía, pues, "¿ Cómo voy a
entenderlo si alguien no me guía?" (v. 31). Así, cómo se va a creer en Dios
si aunque en la televisión o en el periódico se den noticias sobre el Papa,
la Iglesia, los curas, la moral, etc., nadie verdaderamente ha explicado
por dentro qué es eso de creer. Sí, quizá hay una inquietud, quizá se
piense "que tiene que haber algo más", quizá también hay una convicción
de que este mundo debería ser de otra manera (eso que decía un
filósofo: "la añoranza de que el verdugo no triunfe sobre su víctima).
Pero, más allá de todo eso: ¿qué significa de fondo creer?
otros quizá no han acabado con Dios, pero sí con la Iglesia: les resulta
lejana, anticuada. Sus celebraciones no calan; no creen en "pagarle" a
Dios con el ir a misa: todo ello les resulta inauténtico;
finalmente, puede que haya quienes vivan más serenamente, con más
sosiego su vida de fe, y sin embargo, experimenten que a esa fe le falta
algo -no se sabe qué- para ser más vida.
4. Aunque nuestras dificultades para creer están ahí, algo parece que se mueve
dentro, hay una inquietud que mueve a buscar a Dios. Algo así como a los
hombres de Galilea que vivieron en tiempos de Jesús y le escucharon y vieron
actuar, quizá tú también estás esperando algo de Jesús y su mensaje. Trata
de mirarte por dentro y examinar qué esperas de Jesús, de Dios. Pon nombre
a esas esperanzas: ¿la otra vida?, ¿que cambie este mundo?, ¿mi
autorrealización?...