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Pedagogía – Trabajo final de integración

Materia: Pedagogía

Curso: 4ta. Junio 2022

Alumno: Pasutti, Giuliana Eva

Docente: Lic. Gisella García

Todo ha cambiado. Se ha caído el sistema. La escuela. La frontera que la separaba (en parte)
del mundo. El aula. La mirada. Todo se ha derrumbado de repente y no sabemos por cuánto
tiempo más. La aparición del COVID 19 trajo la cuarentena y puso un paréntesis en la larga
historia de la escolarización. Desde entonces, vivimos la era de la excepción.
Axel Rivas

Educar en tiempos de pandemia

Introducción: Hemos vivido algo histórico que recordaremos para siempre, la


pandemia por COVID-19 ha provocado una crisis sin precedentes en todos los
ámbitos, nos atravesó y transformó nuestras prácticas, al principio fue preguntarse: “¿y
ahora… que hacemos?” duda que nos rondaba por la cabeza y que aún nos hacemos
después de 2 años, la pandemia nos ha dejado una sensación de incertidumbre,
ponerse a pensar si nuestras intervenciones son suficientes y si contamos con las
herramientas para afrontar situaciones nuevas, desconocidas.

En este período de tiempo hemos observado la desvinculación de las familias, se


pensaron estrategias para salir a buscar a los estudiantes y literalmente traerlos al
aula, convencerlos de que deben estudiar, vivenciar el ausentismo y repitencia del año
de muchos chicos por haber estado “desconectados” durante el aislamiento.
Fue necesario pensar e investigar nuevas formas de enseñar, de vincularse e impartir
conocimientos para acompañar las trayectorias de los alumnos, recurrir a las
tecnologías digitales que permitieron tender puentes educativos.

¿Todo tiempo pasado fue mejor?… todo lo vivido fue un aprendizaje, este desastre
sanitario nos hizo plantarnos de otra manera en las aulas e implementar nuevos
proyectos para fortalecer las trayectorias educativas. Por eso este artículo no será
una crítica negativa a la situación atravesada, si no abordarlo como un punto de
partida para mejorar, para interpelarnos como docentes, pensar el conflicto como una
oportunidad.

Desarrollo: la emergencia sanitaria llegó y plantó interrogantes en cuanto al futuro de


la educación, estas tensiones siempre nos llevan a reflexionar sobre la enseñanza
teniendo en cuenta los sectores vulnerables, los más desfavorecidos.
¿Qué pasó con el tiempo y con el espacio? Este cambio espacial del aula por una PC
o celular no fue garantía de asegurar un aprendizaje efectivo en los estudiantes, por lo
que este cambio de espacio devino a un cambio de estrategia donde irrumpe el tiempo
educativo.
Todas las acciones fueron pensadas para que las trayectorias escolares sean
continuas y completas para todos los estudiantes, se implementaron estrategias
socioeducativas contextualizadas para sostenerlos y acompañarlos. El tiempo no fue
suficiente para poder desarrollar y generar un aprendizaje significativo para todos los
alumnos mediante las plataformas virtuales las cuales en algún punto provocaban
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fastidio y agotamiento. El cambio a un espacio virtual fue también difícil para algunos
docentes, la transformación de trasladar la lógica de una clase presencial a una video-
llamada, el tener que buscar herramientas digitales y modernizarse, dejar de habitar el
espacio físico del aula trajo obstáculos y consecuencias que aún seguimos afrontando.
Para Degl’ Innocenti: “todas las estrategias y opciones que usamos en nuestra tarea
cotidiana tienen historias y significados que nos exceden y producen 'efectos sobre los
alumnos´”.
Las medidas para la contención de la circulación del virus desequilibraron
el régimen que sostuvo al sistema educativo desde su origen. En este contexto se
migró masivamente al espacio digital e impulsó respuestas digitales de emergencia
para sostener la continuidad pedagógica; 
como sostienen Dussel y Caruso (1996): “la escuela no debe renunciar a proyectos de
transformación. Quizás de esta crisis devenga algo positivo (…) La sociedad
contemporánea nos demanda sujetos que no se congelen, con capacidad de conocer
y de conocer contra lo conocido, con la capacidad de resolver problemas, pero
también de hacerse nuevas preguntas. El desafío es ver si la escuela puede proveer y
proveerse, de experiencias que habiliten para la constitución de sujetos.”
Cada hogar también tuvo que adaptarse, aprender desde casa con las herramientas
que disponían, con apoyo de los padres y con ayuda limitada de los maestros. Fue
llevar el aula a casa y reacomodar ciertas rutinas y hábitos en el núcleo familiar, nos
enfrentamos a limitaciones en recursos como por ejemplo el acceso a Internet y su
falta de calidad en la señal en determinados sectores, la carencia de dispositivos
tecnológicos actualizados que respondan a las aplicaciones y plataformas, la falta de
una infraestructura tecnológica que atienda a las necesidades de los miembros de la
familia en tiempos de confinamiento.
Todas estas transformaciones y cambios en la vida cotidiana como en las formas de
enseñanza y aprendizaje fueron incidiendo significativamente en las subjetividades,
según la autora Degl’ Innocenti: “La educación, como práctica social e histórica,
produce, reproduce y brinda herramientas de transformación tanto a nivel individual
como a nivel social y cultural. Se dice que la educación ‘produce’ porque es a partir de
ella que el individuo se constituye como sujeto individual y social. Es decir que
construye su subjetividad, incorporando las características propias de su época. La
educación construye subjetividad, supone la modificación de los actores involucrados;
se trata de transformaciones no efímeras, con cierto grado de perdurabilidad que
afectan al sujeto y a la sociedad.”
¿Qué paso con el rol del docente, alumno y contenidos? Para Andrea Alliaud “Hoy los
docentes tienen que tener una formación amplia, profunda, prolongada, basada en
saberes formalizados variados, (…) tienen que estar preparados para poder
enseñar /hacer/ obrar en los escenarios educativos en los que se tienen que
desempeñar. A diferencia de antaño, el saber que ese hacer implica, consiste menos
en aplicar, que en inventar, crear y recrear a través de lo aprendido y de lo que se
sigue aprendido. La aplicación (de lo que se aprendió o se planificó) ya no resulta en la
escuela de hoy. ¿Por qué mirar la formación docente desde la escuela y hacia el
pasado? Recurrir al pasado implica desde esta perspectiva, algo muy diferente a
añorarlo. Implica convocarlo para tratar de comprender mejor el presente. Según Kant:
“El hombre es la única criatura que ha de ser educada. Entendiendo por educación los
cuidados (sustento, manutención), la disciplina y la instrucción, juntamente con la
educación”.
La pandemia ha transformado los contextos de implementación del currículo, no solo
por el uso de plataformas y la necesidad de considerar condiciones diferentes a
aquellas para las cuales el currículo fue diseñado, sino también porque existen
aprendizajes y competencias que cobran mayor relevancia en el actual contexto. La
acción pedagógica y las nuevas demandas encuentran al personal docente con una
formación y una disponibilidad de recursos que tienden a ser insuficientes. Las nuevas
condiciones han requerido que se utilice plataformas y metodologías virtuales con las
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que no necesariamente se encontraba familiarizado. Muchos docentes manifestaban


la cantidad de tiempo extra que utilizaban para preparar las clases o involucrarse de
repente con las familias por demás, asegurar conexiones adecuadas y hacer
seguimiento a sus estudiantes. La brecha digital y la desigualdad en cuanto a las
condiciones materiales de los hogares y las escuelas ha sido un reto más.
Estos nuevos formatos requieren de docentes formados para que puedan tomar
decisiones pedagógicas sobre la base de los lineamientos curriculares. La virtualidad
supone el riesgo de pérdida del vínculo presencial, si bien existe un “estar conectados”
se da un mayor aislamiento, cuestión que atravesó a nuestros jóvenes y se evidenció
a la hora de volver a la presencialidad, se observaron muchas dificultades para la re-
vinculación tanto física como emocional, los lazos se vieron afectados, muchos
alumnos a los cuales se los visitó en sus hogares (las visitas domiciliarias fueron una
de las tantas estrategias para convocar a los estudiantes) exponían esta idea de que
“ya no se sentían parte del grupo o de sus amigos después de tanto tiempo que no
compartían un espacio diario”, por eso las tecnologías son enriquecedoras y son
herramientas súper valiosas en este contexto pero por otro lado también pueden
afectar un tanto la subjetividad de cada uno.
La desvinculación educativa y abandono escolar de estos grupos más vulnerables a
los efectos de la pandemia y la consecuente crisis sanitaria, social y económica fue
una situación muy particular a la cual hubo que prestar mucha atención y ocuparse.
Para evitar la interrupción de las trayectorias de nuestros chicos se debieron agotar los
medios posibles para favorecer esta continuidad.
Se debe hacer un análisis de como impactan todos estos cambios en la constitución
subjetiva en la cotidianeidad de la escuela, como plantea Corea (2004) “hay un
desfasaje entre la expectativa de subjetividad que la escuela supone a sus alumnos y
los sujetos que ingresan a la misma”.
Es necesario generar mecanismos que aseguren que no exista un perjuicio
pedagógico ni en la promoción en el caso de estudiantes que no han logrado una
continuidad en los aprendizajes en este período.

Conclusión:

La pandemia COVID-19 planteó un reto universal importante para los sistemas


educativos y sociales, nos deja lecciones valiosas acerca de lo que es realmente
prioritario para la vida en comunidad. Estos retos y estas lecciones nos brindan hoy la
posibilidad de replantearnos el propósito de la educación y su papel en el
sostenimiento de la vida y la dignidad humanas, para que nadie se quede atrás.
La escuela como institución necesita producir un cambio, pensamos que la escuela
tendría que poner a disposición las herramientas necesarias para que puedan
cuestionar el orden establecido, apostamos a que la escuela sea una institución
constituyente de un sujeto humanizado autónomo y conectado con otros. Transmitir es
sostener la asimetría del vínculo. Como docentes debemos sostener esa asimetría en
un contexto social en el que se presentan múltiples cuestionamientos a la autoridad
del docente, como producto de la pérdida de prestigio del rol. Tenemos que tener
presente que es justamente la autoridad docente la que va a favorecer la autonomía
del alumno y la democratización del conocimiento.

Bibliografía:

Bibliografía de la cátedra.

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