CLEOPATRA
CLEOPATRA
/ 2014
LICEO POLITECNICO DE OVALLE
Dpto. LENGUAJE Y COMUNICACIÓN
Prof. Ricardo Poblete Gutiérrez
COMPRENSIÓN LECTORA,
VOCABULARIO Y OPINIÓN
2°……. Nº Lista……
PERSONAL
NOMBRE…………………………………………………………….. ……………………..
PUNTAJE………….. NOTA…………
INTRUCCIONES:
En primer lugar lea atentamente cada pregunta antes de contestar.
Responda primero con lápiz grafito, y utilice goma para corregir sus errores.
Antes de finalizar la guía traspase sus repuestas sólo con lápiz de pasta azul o negro. Evite
usar corrector.
Revise su ortografía, se bajara nota por este punto.
El puntaje total es de 20 puntos (Nota 7,0). El puntaje de corte para nota 4.0 es de 12
puntos.
CLEOPATRA
Mario Benedetti
El hecho de ser la única mujer entre seis hermanos me había mantenido siempre en un
casillero especial de la familia. Mis hermanos me tenían (todavía me tienen) afecto, pero se ponían
bastante pesados cuando me hacían bromas sobre la insularidad de mi condición femenina. Entre
ellos se intercambiaban chistes, de los que por lo común yo era la destinataria. Pero pronto se
arrepentían, especialmente cuando yo me echaba a llorar, impotente, y me acariciaban, o me
besaban o me decían: Pero, Mercedes, ¿nunca aprenderás a no tomarnos en serio?
Mis hermanos tenían muchos amigos, entre ellos Dionisio y Juanjo, que eran simpáticos y
me trataban con cariño, como si yo fuese una hermanita menos. Pero también estaba Renato, que
me molestaba todo lo que podía, pero sin llegar nunca al arrepentimiento final de mis hermanos.
Yo lo odiaba, sin ningún descuento, y tenía conciencia de que mi odio era correspondido.
Cuando me convertí en una muchacha, mis padres me dejaban ir a fiestas y bailes, pero
siempre y cuando me acompañaran mis hermanos. Ellos cumplían su misión cancerbera con
liberalidad, ya que, una vez introducidos ellos y yo en el JOLGORIO, cada uno disfrutaba por su
cuenta y solo nos volvíamos a ver cuando venían a buscarme parta la vuelta a casa.
Sus amigos a veces venían con nosotros, y también las muchachas con las que estaban
más o menos enredados. Yo también tenía mis amigos, pero en el fondo habría preferido que
Dionisio, y sobre todo Juanjo, que me parecía guapísimo, me sacaran a bailar y hasta me hicieran
alguna <<proposición deshonesta>>. Sin embargo, para ellos yo seguía siendo la chiquilina de
siempre, y eso a pesar de mis pechitos en alza y de mi cintura, que tal vez no era de avispa, pero
sí de abeja reina. Renato concurría poco a esas reuniones, y cuando lo hacía, ni nos mirábamos.
La animadversión seguía siendo mutua.
En el carnaval de 1958 nos disfrazamos todos con ESMERO, gracias a la espontánea
colaboración de mamá y sobre todo de la tía Ramona, que era modista. Asó mis hermanos fueron,
por orden de edades: un mosquetero, un pirata, un cura párroco, un marciano y un esgrimista. Yo
era cleopatra, y por si alguien no se daba cuenta, a primera vista, de a quién representaba, llevaba
una serpiente de plástico que me rodeaba el cuello. Ya sé que la historia habla de un áspid, pero a
falta de áspid, la serpiente de plástico era un buen sucedáneo. Mamá estaba un poco
escandalizada porque se me veía el ombligo, pero uno de mis hermanos la tranquilizo: Note
preocupes, vieja, nadie se va a sentir tentado por ese ombliguito de recién nacido. A esa altura yo
ya no lloraba con sus bromas, así que le di al descarado un puñetazo en pleno estómago, que lo
dejó sin habla por un buen rato. Rememorando viejos diálogos, le dije: Disculpa, hermanito, pero
no es para tanto, ¿cuándo aprenderás a no tomar en serio mis golpes de karate?
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Nos pusimos caretas o antifaces. Yo llevaba un antifaz dorado, para no desentonar con la pechera
áurea de Cleopatra. Cuando ingresamos en el baile hubo murmullos de asombro, y hasta
aplausos. Parecíamos un desfile de modelos. Como siempre nos separamos y yo me divertí de lo
lindo. Bailé con un arlequín, un domador, un paje, un payaso y un marqués. De pronto, cuando
estaba en plena rumba con un chimpancé, un cacique piel roja, de buena estampa, me arrancó de
los peludos brazos del primate y ya no me dejó en toda la noche. Bailamos tangos, rumbas,
boleros, milongas, y fuimos sacudidos por el recién estrenado seísmo del rock-and-roll. Mi pareja
llevaba una careta muy pintarrajeada, como correspondía a su apelativo de Cara Rayada.
Aunque forzaba una voz de máscara que evidentemente no era la suya, desde el primer
momento estuve segura de que se trataba de Juanjo (entre otros indicios, me llamaba por mi
nombre) y mi corazón empezó a saltar al compás de ritmos tan variados. En ese club nunca
contrataban orquestas, pero tenían un estupendo equipo sonoro que iba alternando los géneros, a
fin de (así lo habían advertido) conformar a todos. Como era de esperar, cada nueva pieza era
recibida con aplausos y abucheos, pero en la siguiente era todo lo contrario: abucheos y aplausos.
Cuando le llegó el turno al bolero, el cacique me dijo: Esto es muy CURSI, me tomó de la mano y
me llevó al jardín, a esa altura ya colmado de parejas, cada una en su rincón de sombra.
Creo que ya era hora de que nos encontráramos así, Mercedes, la verdad es que te has
convertido en una mujercita. Me besó sin pedir permiso y a mí me pareció la gloria. Le devolví el
beso con hambre atrasada. Me enlazó por la cintura y yo rodeé su cuello con mis brazos de
Cleopatra. Recuerdo que la serpiente me molestaba, así que la arranqué de un tirón y la dejé en un
cantero, con la secreta esperanza de que asustara a alguien.
Nos besamos y nos besamos, y él murmuraba cosas lindas en mi oído. También acariciaba
de vez en cuando y yo diría que con discreción, el ombligo de Cleopatra y tuve la impresión de que
no le pareció el de un recién nacido. Ambos estábamos bastante excitados cuando escuché la voz
de uno de mis hermanos: había llegado la hora del regreso. Mejor te hubieras disfrazado de
cenicienta, dijo Cara Rayada con un tonito de despecho, Cleopatra no regresaba a casa tan
temprano. Lo dijo recuperando su verdadera voz y al mismo tiempo se quitó la careta. Recuerdo
ese momento como el más desgraciado de mi juventud. Tal vez ustedes lo hayan adivinado: no era
Juanjo sino Renato. Renato, que despojado ya de su careta de fabuloso cacique, se había puesto
la otra máscara, la de su rostro real, esa que yo siempre había odiado, y seguí por mucho tiempo
odiando. Todavía hoy, a treinta años de aquellos carnavales, siento que sobrevive en mí una casi
IMPERCEPTIBLE hebra de aquel odio. Todavía hoy, aunque sea mi marido.
a) se reía bulliciosamente
b) generalmente, se ponía a llorar
c) casi siempre, les golpeaba el estómago
d) besaba a sus hermanos
a) enojones
b) simpáticos
c) cuidadosos
d) cariñosos
Ramona era:
I. La tía de Mercedes.
II. Una modista.
III. Una buena persona.
IV. La mamá de Mercedes.
a) solo I y II
b) solo III y IV
c) solo II y III
d) solo I, II y III
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5. Cuando los seis hermanos ingresaron al baile del carnaval de 1958, causaron:
a) admiración
b) antipatía
c) envidia
d) risa
a) omnisciente
b) protagonista
c) testigo
d) de conocimiento relativo
a) marítimo
b) fantástico
c) urbano
d) rural
9. Según lo que nos relata Mercedes de su juventud, se puede decir que fue una adolescente:
a) feliz
b) irresponsable
c) desobediente
d) coqueta
a) triste
b) poco creíble
c) cómico
d) sorprendente
a) tímido
b) prepotente
c) peleador
d) antipático
12. JOLGORIO
a) bullicio
b) planeta
c) ambiente
d) juego
13. ESMERO
a) respeto
b) calor
c) cuidado
d) inteligente
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14. CURSI
a) diferente
b) rebuscado
c) vergonzoso
d) ejemplar
15. IMPERCEPTIBLE
a) elemental
b) desgraciada
c) indistinguible
d) reveladora
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