Historia G7

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HISTORIA, GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES.

2° Medio A
Profesor: Mauricio Alvarado.

GUIA N°7
La Guerra Fría: el nuevo orden de la posguerra
Instrucciones: De acuerdo a los contenidos del documento, desarrolla en el cuaderno, la actividad del
TRABAJEMOS que parece al final de la guía, anotando la pregunta y la respuesta respectiva.

OA 8

Indicador: Comparan los componentes ideológicos que sostienen los proyectos políticos, sociales, económicos y culturales de
Estados Unidos y la Unión Soviética, comprendiendo su carácter antagónico.

Objetivo: Caracterizar la Guerra Fría e introducirla en el marco de las relaciones internacionales del período 1945-
1990. Comprender y reconocer las formas de enfrentamiento indirecto entre Estados Unidos y la Unión Soviética
durante el período.

Actividad I

Lee las siguientes preguntas, y contéstalas en tu cuaderno.

1. ¿Qué importancia atribuyo a lo que ocurre con las grandes potencias del mundo en la actualidad (EE.UU, China,
Rusia, Etc)?

2. ¿Cómo me afecta que mi país siga uno u otro tipo de ideología dominante?

Origen y características de la Guerra Fría

El fin de la Segunda Guerra Mundial, con la derrota de los Estados fascistas, marcó el inicio de una nueva
etapa en la historia mundial. El triunfo aliado no significó el fin de los conflictos, sino que inició un largo período de
nuevas tensiones. A poco andar se hicieron evidentes los desacuerdos al interior del bando triunfador,
particularmente entre estadounidenses y soviéticos.

A pesar de que Gran Bretaña y Francia también participaron del triunfo aliado, los elevadísimos costos
materiales y sociales de la guerra impidieron todo intento de estas y otras naciones europeas por volver a ejercer el
liderazgo a nivel mundial. Estados Unidos y la Unión Soviética fueron, entonces, los países que experimentaron los
mayores beneficios del triunfo aliado. Al poco tiempo, estos dos Estados alcanzaron un gran poderío, no solo militar
y económico, sino también ideológico. La primera de ellas promulgó la libertad de las naciones y el más férreo
rechazo a las dictaduras de izquierda, convirtiéndose así en el máximo referente para las democracias capitalistas del
mundo. La Unión Soviética, por su parte, ejerció una enorme influencia sobre los países comunistas y sus adherentes
esparcidos por el orbe. Las llamadas superpotencias iniciaron así un largo período de disputas ideológicas en las que,
directa o indirectamente, casi todas las naciones se vieron involucradas.
Tío Sam y Stalin peleando por el poder en Latinoamérica.
Revista Topaze, Santiago, 22 de agosto de 1947.
Esta nueva forma de relaciones internacionales fue conocida como Guerra Fría. Este período se extendió
desde el fin de la Segunda Guerra en 1945 hasta 1991. No hay consenso entre los historiadores acerca de la fecha de
inicio de la guerra; algunos postulan que el conflicto comenzó en 1947, con la ruptura definitiva de Estados Unidos y
la URSS, aunque la mayoría coincide en 1945, período en que comenzaron las hostilidades. Así, fue casi medio siglo
en que el mundo estuvo dividido en dos bloques antagónicos. El resultado fue la configuración de un orden mundial
bipolar, es decir, con dos polos de desarrollo capaces de afectar e influir sustancialmente sobre el resto de los países
del mundo. No obstante, a este conflicto se le denominó “frío”, porque en ningún momento estas dos potencias se
enfrentaron directamente en una guerra directa o “caliente”. Lo que hubo fue, más bien, un estado permanente de
tensiones y conflictos aislados esparcidos por todo el mundo, así como una intensa campaña propagandística en la
que cada potencia exaltaba sus cualidades y los defectos de sus adversarios.

La Unión Soviética y Estados Unidos intentaron mantener su seguridad y ampliar o proteger sus zonas de
influencia. Para ello, utilizaron todos los medios posibles con el fin de contrarrestar el poder de su enemigo y de
ganarse adeptos a nivel mundial. Algunas de estas formas de demostración de poder y presión fueron:

• El desarrollo de una verdadera carrera de armamentos, cuyo objetivo fue intimidar al oponente y brindar
protección a sí mismos y a sus aliados.

• Una intensa propaganda ideológica orientada a convencer a la población mundial de los beneficios que brindaba el
sistema propio de cada superpotencia.

• Diversas formas de espionaje a través de servicios secretos. Tanto la CIA norteamericana, como la KGB soviética
fueron mecanismos de gran relevancia a la hora de neutralizar los planes del contrario o sacar ventaja en diversos
aspectos.

• Las presiones políticas y económicas fueron una forma habitual de mantener a los países aliados en esa posición o
bien de obligar a los del bloque contrario a cambiar su postura.

• La guerra localizada, es decir, en zonas específicas de países subdesarrollados, con el fin de mantener el dominio
sobre la zona.

Todas estas medidas, con mayor o menor intensidad, marcaron los años de la Guerra Fría en todo el mundo.

Las etapas de la Guerra Fría

Los 45 años que duró la Guerra Fría no constituyeron un período homogéneo en cuanto a sus características.
Por el contrario, existieron momentos de alta tensión y otros en que predominó una convivencia pacífica entre la
Unión Soviética y Estados Unidos. Fue precisamente en estos años en los que el mundo alcanzó los más altos
estándares de calidad de vida en un siglo marcado por las tragedias.
El período posterior a la Segunda Guerra Mundial, conocido como contención, fue el de las mayores
incertidumbres y tensiones. Ambas superpotencias intentaron delimitar sus territorios sobre la base de
demostraciones de poder político y militar, conformándose los dos grandes bloques políticos. Los mayores focos de
tensión fueron la división de Alemania en dos Estados –la República Federal Alemana (RFA) bajo influencia de
Estados Unidos y la República Democrática Alemana (RDA) bajo influencia soviética– y la Guerra de Corea (1950-
1953).

Sin embargo, a mediados de la década de 1950 y hasta mediados de los años setenta, existió un predominio
de las relaciones pacíficas entre soviéticos y estadounidenses. De ahí el nombre que le dio el líder soviético Nikita
Krushev en la década de 1950: coexistencia pacífica. Este período se caracterizó por el inicio del diálogo diplomático
entre dos bloques; pero, a pesar de la paz reinante, ciertos hechos acaecidos en estos años
–como la crisis de los misiles en Cuba en 1962 o la Guerra de Vietnam entre 1964 y 1975– hicieron pensar en el fin
de las buenas disposiciones, pasando a ser un período caracterizado por la distensión de las relaciones.

Un último período de la Guerra Fría se caracterizó por un rebrote de los conflictos, debido especialmente a la
crisis petrolera de 1973 y por el arribo de gobiernos conservadores en EE UU (Ronald Reagan) y en Gran Bretaña
(Margaret Thatcher). Sin embargo, este retorno de las tensiones no tenía relación con la realidad: la Unión Soviética
ya no era capaz de mantener una disputa a la par con Estados Unidos. Precisamente esta razón fue lo que llevó a los
rusos a poner fin a la Guerra Fría, iniciando un turbulento período de reformas políticas cuyas consecuencias
repercuten hasta nuestros días en esa nación.

El cambio de liderazgo en las grandes potencias favoreció la coexistencia pacífica durante la Guerra Fría.
Reunión de líder soviético Nikita Kruschev y el presidente estadounidense John F. Kennedy, c. 1960.

El Plan Marshall y sus consecuencias

Tal como lo había anunciado Winston Churchill, la división de Europa entre un Este dominado por la
influencia soviética y un Occidente cobijado por Estados Unidos se hizo cada vez más evidente. En 1947, Estados
Unidos decidió seguir los lineamientos dictados por la llamada Doctrina Truman, con lo cual dio inicio a una serie de
intervenciones a nivel internacional destinadas a frenar los avances del comunismo. Este fue el origen del período de
la contención.

Uno de los mecanismos más sobresalientes de esta política fue el Programa de Reconstrucción Europea, más
conocido como Plan Marshall. Promulgado en 1948 por el secretario de Estado de Estados Unidos, George Marshall,
este plan se orientó a reactivar las economías de los países europeos que adherían a la ideología liberal y capitalista
estadounidense, es decir, a casi toda la Europa occidental. En total, fueron 13 mil millones de dólares invertidos
principalmente en Gran Bretaña, Francia, Italia y Alemania occidental. El fin principal de esta política fue darle un
nuevo impulso a las economías de estos países y, con ello, elevar el nivel de vida de sus ciudadanos. De esta manera,
se alejarían los riesgos de penetración del comunismo, que surgía con mayor facilidad precisamente en ambientes
de descontento y frustración social.
La respuesta soviética no se hizo esperar. Stalin se decidió a contrarrestar los efectos del programa
norteamericano, ya que le inquietaba la fuerza que adquiría y las simpatías que podía generar incluso dentro de su
propia área de influencia al interior de Europa. Así, además de obligar a los Estados europeos del Este a rechazar la
oferta de Estados Unidos, creó el COMECON o Consejo de Ayuda Mutua Económica. El propósito del proyecto
consistía en coordinar las políticas económicas de la Europa oriental y establecer los mecanismos que permitieran la
ayuda y cooperación mutua con la Unión Soviética. Adhirieron a ella, los Estados de Hungría, Checoslovaquia,
Alemania oriental, Polonia, Bulgaria, Rumania y Albania. Más adelante se sumaron Mongolia, Cuba y Vietnam.

Se configuraba así la división que marcaría a Europa durante todo el período de la Guerra Fría en la segunda
mitad del siglo XX. Este y Oeste se mantuvieron distantes y marcados por políticas e ideologías radicalmente
opuestas. Estados Unidos y la Unión Soviética fueron intransigentes a la hora de ceder en sus posturas.

La OTAN y el Pacto de Varsovia

Estados Unidos y sus aliados dieron forma a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1949,
con el objeto de demostrar una actitud resuelta a impedir la expansión de la ideología comunista en el mundo. Dicha
organización agrupó en un bloque de carácter militar a un grupo de naciones occidentales encabezadas por Estados
Unidos, con el fin de defenderse de cualquier agresión de la URSS. Su origen se debió a la seguidilla de momentos de
tensión que habían surgido entre las dos superpotencias, que llevaron a estos Estados occidentales a pensar en la
necesidad de crear una instancia de defensa militar contra toda amenaza por parte de la Unión Soviética o sus
aliados. Años más tarde nuevos tratados vinieron a aumentar los miembros adherentes de la OTAN.

Como era de esperar, la Unión Soviética hizo lo propio, aunque de manera algo más tardía. En 1955, países
miembros del bloque comunista firmaron el Tratado de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua, conocido como
Pacto de Varsovia. Su principal objetivo era contrarrestar la amenaza que significaba la existencia de la OTAN.

La carrera nuclear

Con el transcurrir de los años, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética fueron endureciendo sus
posturas con el objeto de ganar terreno en la imposición de sus modelos sobre el resto del mundo. Rápidamente, se
pasó del plano político al armamentístico. Ambas naciones intentaron superarse mutuamente en los múltiples
planos ligados a lo militar: número de combatientes, divisiones blindadas, aviones y portaviones, submarinos, etc.
Sin embargo, fueron las armas no convencionales, es decir, las armas nucleares, las que marcaron la pauta en cuanto
a las relaciones entre norteamericanos y soviéticos.

En estricto rigor, la Segunda Guerra Mundial había finalizado tras el lanzamiento de las dos bombas atómicas
por parte de Estados Unidos sobre territorio japonés. La tenencia de este tipo de armas, debido a su altísimo poder
destructivo, significaba al país del norte una enorme ventaja respecto del resto de las naciones del mundo. Por ello,
la Unión Soviética se propuso como uno de sus objetivos primordiales encontrar la fórmula capaz de generar dichos
artefactos. Cuando, en 1949, logró lanzar con éxito su primera bomba de este tipo, se dio inicio a lo que se ha
conocido como la carrera nuclear.

La paradoja de la lucha nuclear consistió en que ambas potencias podían, en cualquier momento, acabar con
su adversario e incluso con el mundo entero, si así lo deseaban. Sin embargo, el solo hecho de iniciar los ataques
contra el otro, significaría la inmediata respuesta de este, con lo cual ambas superpotencias estaban destinadas a la
autodestrucción. Esta situación se conoció como el principio de Destrucción Mutua Asegurada, por su sigla en inglés
MAD. A pesar de su brutalidad, fue precisamente este principio el que permitió que la guerra permaneciera “fría”
durante su medio siglo de duración. A su vez, la permanente amenaza nuclear en que se encontraban Estados
Unidos y la Unión Soviética resultó ser un elemento de tensión y miedo para sus poblaciones. (Doc. 6) Sobre todo en
Estados Unidos, hombres y mujeres de todas las edades vivieron en permanente estado de alerta y debieron
soportar durante décadas el miedo a recibir un ataque externo.

La carrera armamentista mantuvo a ambas potencias en condiciones similares hasta que el agotamiento de
la economía soviética les impidió mantener un nivel similar de gastos que su rival, lo que se hizo evidente en la
década de 1980, cuando la URSS se vio imposibilitada de neutralizar la estrategia estadounidense en la carrera
espacial.
Otros frentes de la Guerra Fría

La constante lucha entre Estados Unidos y la Unión Soviética no solo abarcó los ámbitos político y militar,
sino que se expandió a los más amplios terrenos. El interés de cada nación por ejercer el liderazgo en todos los
aspectos con posibilidad de competir fue un fiel reflejo de la carrera ideológica que envolvió a todo el período.

El campo de la ciencia fue uno de los ejes más llamativos en esta lucha. A la carrera tecnológica aplicada a los
aspectos armamentísticos se le agregó, desde mediados de los años 50, la carrera por dominar el espacio exterior.
En este sentido fue la Unión Soviética la que dio el primer golpe al lanzar, en 1957, el primer satélite artificial, el
Sputnik I.

El impacto de este hecho sobre el mundo y, particularmente, sobre Estados Unidos, llevó a cambiar la
percepción sobre la lucha de la Guerra Fría. Hasta entonces se creía que eran los estadounidenses quienes llevaban
la delantera en materia científica y tecnológica. Sin embargo, el paso dado por los soviéticos terminó por volcar esta
idea, aunque solamente se tratara de un asunto de percepción. A pesar de los avances en la materia por parte de
Estados Unidos, en sucesivas ocasiones fue la Unión Soviética la nación que marcó los principales hitos. Así, en 1957
mandó al espacio a la perra Laika, el primer animal doméstico en realizar esta hazaña, y en 1961 Yuri Gagarin fue el
primer cosmonauta en viajar al espacio exterior. Los norteamericanos, en tanto, concentraron sus esfuerzos en
causar un impacto mayor, enviando la primera misión tripulada a la Luna. Esta operación fue alcanzada con éxito en
1969, cuando Neil Armstrong, tras descender del Apollo 11, dio el primer paso de un ser humano sobre este satélite.
La imagen de este suceso dio rápidamente la vuelta al mundo.

Llegada del primer hombre a la


Luna, en julio de 1969.

Otro ámbito en el que las superpotencias compitieron fervientemente fue el de los deportes. Los Juegos
Olímpicos captaron la atención de estos Estados, entendiendo que en estos no solo competían experimentados
atletas, sino que también lo hacían dos visiones antagónicas del mundo. Al final, el triunfo de un norteamericano o
de un soviético, significaba el triunfo de todo un país y de su ideología. Cada deportista representaba la fortaleza y el
poder de su país. De ahí que ganar la máxima cantidad de medallas de oro fuera un objetivo de trascendencia para
los intereses de ambos Estados.

Trabajemos:

1. Define Telón de acero, MAD y Doctrina Truman.

2. Explica las razones por las que la Guerra Fría no fue una guerra “caliente”.

3. Compara cinco aspectos de la ideología norteamericana y la soviética.

4. Critica las relaciones existentes entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante el período.

5. Argumenta respecto a: si las superpotencias no se enfrentaron directamente, ¿por qué sus poblaciones debieron
soportar el miedo permanente?

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