Unidad 1: Roma Antigua
Unidad 1: Roma Antigua
Ahora bien, hacia el siglo VII a. C. ya convivían en esta región diversos pueblos. En el
sur de la península y en la Isla de Sicilia, en una zona conocida como la Magna Grecia, los
griegos habían fundado varias ciudades, como Cumas, Neápolis y Siracusa.
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Todos estos pueblos que hemos mencionado mantenían un intenso intercambio de
bienes y de mercancías, pero también de conocimiento y costumbres. Por ejemplo, los latinos
adoptaron de otros pueblos algunos rituales religiosos y técnicas para construir edificios, así
como el uso del carro de guerra. También era muy común que los hombres poderosos
compraran a los griegos bienes de lujo.
Este contacto con otros pueblos –sobre todo con los etruscos- fue fundamental para la
conformación de la cultura romana.
Como ya hemos mencionado, la península itálica estaba poblada por una gran variedad
de pueblos. Uno de los pueblos itálicos, los latinos, estaba ubicado al sur del río Tíber, en la
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llanura del Lacio. Grupos de latinos fundaron aldeas en las siete colinas que estaban en la
margen derecha, cerda de la desembocadura del río Tíber. Los sabinos, otro pueblo itálico
también se incorporó a este conjunto de aldeas. De la unión de aldeas latinas y sabinas surgió
la llamada “Liga de los Siete Montes”, que fue el origen de la ciudad de Roma. El
proceso de formación de la ciudad se inició a mediados del siglo VIII a. C.
Con el paso de los siglos, cuando Roma conquistó un inmenso imperio, los romanos
fueron transmitiendo una leyenda acerca de los orígenes de la ciudad, y vincularon su
fundación con los dos hermanos gemelos, Rómulo y Remo, hijos de una princesa latina y de
Marte, el dios de la guerra y ubicaron la fecha de la fundación de Roma en el año 753 a. C.
Durante estos primeros tiempos, los vecinos de los romanos, los etruscos, estaban
organizados en una confederación de doce ciudades-Estado fortificadas, unidas por lazos
culturales y religiosos, y gobernadas por familias aristocráticas. Esta confederación se
expandió militarmente y conquistó toda la región del Lacio, incluyendo Roma –siglo VI a. C.-
Monarquía: que abarca del 753 a. C. con la fundación de Roma hasta el año 509 a. C.
con la llamada “Revolución del Patriciado”.
República: que abarca del año 509 a. C. hasta el año 27 a. C.
Imperio: que abarca del año 27 a. C. hasta el año 476 d. C. cuando se produce la caída
del Imperio Romano de Occidente.
Observa a continuación la línea de tiempo sobre los diversos períodos de la historia de Roma:
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La Monarquía Romana (753 a.C. a 509 a. C.)
Como en toda monarquía, quien gobernaba era el rey, quien se ocupaba de resolver los
distintos problemas de la ciudad, era el encargado de dirigir a los ejércitos, presidía ciertos
rituales religiosos y actuaba como juez cuando surgían conflictos entre los ciudadanos. No era
un cargo hereditario, es decir, no se transmitía de padres a hijos, sino que, cuando un
gobernante fallecía (porque el cargo sí era vitalicio, es decir, los reyes duraban en su cargo hasta
que morían), se debía elegir a un sucesor.
Ahora bien, ¿Quién se encargaba de elegir al rey? Se encargaba una institución muy
importante que era el SENADO. Esta institución funcionaba como un consejo de Estado que
también aconsejaba el accionar de cada rey y estaba integrada por los patricios.
Por otro lado, existía otra institución que era la Asamblea de las curias, en la que os
hombres se reunían a discutir distintos asuntos políticos y para manifestar su apoyo o su
rechazo a las decisiones del rey. También estaba integrada por los patricios.
El Rey: cuyo cargo era vitalicio pero no hereditario. Se encargaba del aspecto político,
militar, religioso y judicial, pero no tenía un poder absoluto, ya que debía consultar al
Senado.
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El Senado: que era una institución colegiada, es decir, integrada por varios miembros
(hombres patricios) quienes asesoraban al rey y lo controlaban en sus funciones.
También eran los que elegían al rey.
La Asamblea: que era una institución colegiada, integrada por los hombres patricios
quienes debatían cuestiones de estado. Debatían y aprobaban las leyes.
Con respecto a la sociedad romana, esta se encontraba dividida en varios grupos sociales:
La monarquía romana se mantuvo vigente por más de dos siglos, hasta el año 509 a. C.
cuando, como ya hemos visto una revolución, llamada la “Revolución de Patriciado” terminó
con ella. Según la tradición, Rómulo fue el primer rey romano, a quien se le atribuye la
organización de la ciudad y el Senado. Los últimos reyes fueron etruscos. El último rey fue
Tarquino “el Soberbio”. Se cree que Tarquino intentó ganarse el favor de los plebeyos. Ante
esta situación, los patricios se rebelaron y destituyeron al rey, poniendo fin a la monarquía y
dando origen a una etapa histórica: la República.
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LA REPÚBLICA ROMANA
RECORDEMOS UN POCO…..
El último de los reyes del período de la monarquía romana, Tarquino “el Soberbio”
decidió –sin consultar al Senado- otorgar beneficios a los plebeyos. Este accionar por parte de
Tarquino, llevó a una revolución por parte del patriciado, quien en el año 509 a. C. derrocó a
Tarquino y puso fin a la monarquía romana, dando así inicio a una nueva etapa histórica: la
República.
La palabra república proviene del latín que era la lengua que hablaban los romanos y
quiere decir “cosa pública” (res: cosa, publicae: pública). Esto quiere decir que, al igual que en
las polis griegas, en el gobierno debían participar todos, aunque en la práctica solamente
participaba –en la primera parte de la república- los patricios.
Los magistrados más importantes eran los dos cónsules, que reemplazaron al rey. Los
cónsules eran jefes políticos y militares de la ciudad.
Había otros magistrados como los pretores, que administraban justicia, y los ediles,
que eran los encargados de administrar la ciudad, controlando el abastecimiento del agua, la
seguridad, el mantenimiento de los edificios, entre otros. También estaban los cuestores que
se encargaban de administrar las finanzas del Estado y los censores que eran los encargados de
realizar cada cinco años, el censo de la población.
Sólo una magistratura era unipersonal, es decir, una sola persona la ejercía: el
dictador. Este funcionario solo era elegido y gobernaba con poderes absolutos por un
período de seis meses cuando la ciudad de Roma se encontraba en situación de peligro, ya sea
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por conflictos internos entre los romanos o un ataque exterior. Si el dictador de turno pasaba
los seis meses y el conflicto que aquejaba a la ciudad no se solucionaba, debía dejar su cargo y
se elegía a un nuevo dictador que duraba otros seis meses. Así hasta que Roma volviese a la
normalidad. Una vez instaurado el orden, volvían a gobernar los Cónsules. Por eso la
magistratura de dictador, era un cargo extraordinario.
En los primeros tiempos de la República, las distintas magistraturas eran ejercidas por
los patricios, pero cuando comenzaron los reclamos de los plebeyos por lograr la participación
política, se creó una magistratura que tenía como objetivo principal defender a los plebeyos:
los tribunos de la plebe.
Durante la República las funciones del Senado se ampliaron en relación a las que tenía
durante la monarquía romana (asesorar a los Cónsules). Entre las que pueden mencionarse en
esta etapa: declarar la guerra y la paz, administrar los territorios conquistados, realizar acuerdos
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con otros pueblos y de designar a los dictadores, entre otros. A diferencia del resto de las
magistraturas, el cargo de Senador era vitalicio, es decir, duraban en su cargo hasta que morían.
Mientras que en la etapa monárquica solo había una Asamblea, durante la República
hubo dos Asambleas: la Asamblea de las centurias que elegían a los magistrados superiores
como los cónsules, pretores y censores; y la Asamblea de la plebe que elegía a ediles y
cuestores.
Las asambleas eran el lugar donde el pueblo, en teoría, expresaba su voluntad mediante
el voto directo. Sin embargo, en la práctica, su poder era muy limitado, ya que solo se reunían
si eran convocadas por el Senado o por los Cónsules para votar leyes o los candidatos para
ocupar las magistraturas.
La República romana tuvo que hacer frente a cuestiones internas, es decir, conflictos
dentro de la ciudad, y cuestiones externas, es decir, su relación con los otros pueblos.
Con respecto a los conflictos internos, durante los dos primeros siglos de la República
los plebeyos se enfrentaron con los patricios, y consiguieron una serie de derechos. Veamos a
continuación cuáles fueron esos derechos que adquirieron:
Con respecto a los problemas externos, podemos mencionar dos momentos en la historia
de Roma:
La primera etapa fue defensiva: ya que Roma tuvo que enfrentar el ataque de los
pueblos vecinos, situación que los romanos resolvieron con éxito.
La segunda etapa fue ofensiva: en esta etapa los romanos comenzaron a convertirse
en una potencia imperialista o conquistadora. Conquistaron casi toda la península
itálica y luego continuaron su expansión por los territorios situados en torno al mar
Mediterráneo: primero conquistaron el Mediterráneo Occidental al enfrentarse a
Cartago, ex colonia fenicia, ubicada en el norte de África; luego conquistaron el
Mediterráneo Oriental, al conquistar los pueblos helenísticos.
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Ahora bien, ¿Qué significaba la guerra de conquista para los romanos? La conquista era
básicamente una fuente de obtención de riquezas con la obtención del botín de guerra,
esclavos, tributos, obtención de grandes extensiones de tierras y diversos productos.
Dentro de las guerras de expansión se destacaron las llamadas Guerras Púnicas, en las
cuales los romanos, derrotaron, como ya hemos mencionado, a la ex colonia fenicia de
Cartago, que ya se había independizado de Fenicia y controlaba el comercio en todo el
Mediterráneo Occidental. Cartago fue totalmente destruida y el control del Mediterráneo
Occidental quedó en manos de su vencedora, que también conquistó –como ya se ha
mencionado- el resto de la cuenta mediterránea. Por esta razón, los romanos comenzaron a
llamar a este mar el “Mare Nostrum” (mar nuestro).
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Observa el siguiente video sobre las Guerras Púnicas:
https://www.youtube.com/watch?v=PWBRArka4dQ
RECORDAMOS UN POCO…..
Como ya hemos visto, Roma comenzó siendo una pequeña ciudad del río Tíber, que
durante la República se expandió y, aunque su forma de gobierno siguió siendo republicana, se
convirtió con sus conquistas en un verdadero imperio, forma de gobierno que adoptará más
adelante.
Ahora bien, los territorios conquistados por los romanos recibieron el nombre de
provincias romanas (pro vinci significa, en latín, “para los vencidos”), y esas provincias fueron
puestas bajo el control del Senado romano.
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Durante el período republicano, este crecimiento territorial produjo importantes
consecuencias, cambios profundos en la sociedad, en la economía, en la política y en la cultura,
tanto en Roma como en los territorios dominados por ella.
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❖ La clase senatorial: que se convirtió con la explotación de latifundios –
grandes extensiones de tierras-, trabajadas por esclavos. La mayor parte de las
tierras conquistadas, aunque pertenecían al Estado, quedaron en realidad en
manos de ese sector privilegiado formado por patricios y plebeyos
enriquecidos, quienes también gobernaban las provincias y dirigían los ejércitos
conquistados.
❖ Los caballeros: ocupados en negociosos y cobro de impuestos en las
provincias, a través de los cuales cometían abusos que aumentaban sus
fortunas.
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Consecuencias políticas: las conquistas alimentaron las ambiciones políticas de los
jefes militares victoriosos, que regresaban a Roma con toda la gloria por haber
conquistado más territorios. Muchos de ellos deseaban concentrar el poder en su
persona. Esto debilitó el verdadero “espíritu de la República”, que había organizado
un gobierno dividiendo el poder entre las distintas magistraturas, precisamente para
evitar la concentración del poder. Por otra parte, la gran desigualdad social y
económica pusieron en evidencia que Roma era una República gobernada por sectores
ricos y poderosos, es decir, que era una República oligárquica. La lucha por un
mejor reparto de la riqueza, especialmente de la tierra, llevó a la formación de dos
partidos políticos: 1- el partido senatorial, conservador de sus privilegios, que no
quería ningún cambio en esa sociedad en la cual eran los más beneficiados, por un lado;
y, 2- partido popular, integrado por los que se habían arruinado con las conquistas,
deseosos de reformas que hicieran de la república una sociedad más justa.
Ahora bien, el partido senatorial y el partido popular rápidamente se enfrentaron entre sí, y
del enfrentamiento de ambos partidos se pueden apreciar las siguientes consecuencias:
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políticos, en sus respectivos gobiernos, se hicieron otorgar las funciones de varias
magistraturas, e inclusive fueron nombrados cónsules y dictador perpetuo.
Ahora bien, ¿Qué quedaba, a esta altura, de aquella república en la cual las magistraturas
eran ejercidas por varias personas cuyas funciones duraban generalmente un año, precisamente
para evitar el poder absoluto? Prácticamente casi no quedaba nada.
EL PRINCIPADO
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título de “príncipe” que significa “primer ciudadano entre los romanos” y el título de
“imperator” por el cual era el jefe militar y político de todo el mundo romano. Por otra parte,
el Senado romano le otorgó el título de “Augusto” que significa “protegido por los dioses”.
Por eso a Octavio se lo conoce habitualmente con el nombre de Augusto.
Por eso la etapa que se inicia con Octavio se denomina Principado, que se extiende
desde el 27 a. C. hasta el 192 d. C. (después de Cristo), y a él y a sus sucesores se los llamó
Emperador.
La concentración del poder en una sola persona iniciado por Augusto, abría la
posibilidad de que él y sus sucesores abusaran del poder, sin embargo, Augusto fue un
gobernante prudente, y entre sus sucesores se destacan otros con esa misma calidad, como, por
ejemplo: Trajano, Adriano y Marco Aurelio. Pero varios de los emperadores que lo sucedieron
gobernaron despóticamente, cometiendo serios abusos, como, por ejemplo: Nerón y Calígula.
Durante los siglos I y II, Augusto y los emperadores que le sucedieron lograron
mantener la paz permanente en el Imperio, sin guerras exteriores ni conflictos internos
como los que habían sucedido durante la República romana. Por eso a estos siglos de la
historia de Roma se los denomina: Paz Romana
Por otra parte, la mayor extensión territorial se alcanzó en esta etapa. Roma abarcaba
en estos primeros siglos de la era cristiana, es decir, después de Cristo, los países actuales de
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Italia, Portugal, España, Francia, parte de Gran Bretaña, los países de la región balcánica, los
del norte de África, Turquía, Siria e Israel.
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Observa el siguiente mapa:
El transporte de las mercaderías por tierra y por mar se impulsó con la construcción de
puertos y caminos que comunicaban a Roma con todas las regiones del Imperio. También
construyeron puentes para cruzar ríos. Muchas de esas construcciones aún se conservan y se
usan en la actualidad.
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hacían en grandes circos. A esa política de mantener por estos medios entretenida y calma a la
plebe se la conoce con la expresión “pan y circo”.
Por otra parte, las fronteras del Imperio estaban cuidadas por campamentos
fortificados, para prevenir las invasiones de los pueblos que se encontraban más allá de las
fronteras del Imperio, a los que lo romanos denominaban “pueblos bárbaros”.
Dentro del Imperio los romanos difundieron su idioma, el latín, del cual derivan varios
idiomas actuales tales como el español, el portugués, el francés y el rumano.
Crearon una amplia legislación que se aplicó en todo el Imperio y que constituye en su
conjunto el Derecho Romano, base de parte de la legislación de los estados actuales.
RECORDEMOS UN POCO….
Como hemos visto, el Imperio se puede dividir en dos etapas: el Principado que abarca
los siglos I y II y el Dominado que abarca los siglos IV y V. Estas etapas están separadas por
la llamada crisis del siglo III.
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Ahora bien, antes de comenzar debemos preguntarnos ¿Qué es una crisis? Una crisis es un
período de cambios, modificaciones, transformaciones que se producen cuando hay que
adaptarse a nuevas circunstancias y no se está preparado para esa nueva situación.
Como ya hemos visto durante los siglos I y II los emperadores lograron mantener una
paz permanente en el Imperio romano. Fue una época en la que se desarrolló una vida
económica intensa, hubo prosperidad y se difundió la cultura romana por todo el Imperio. De
ahí a que ese período recibe el nombre de “Paz Romana”.
Ahora bien, ese período de prosperidad, bienestar, entre otros conocido como la “Paz
Romana” finalizó en el siglo III debido a una serie de factores. Veamos cuáles son esas
causas:
La anarquía militar: la gran extensión del Imperio hacía necesario que las
fronteras estuvieran cuidadas por ejércitos numerosos que fueron adquiriendo
poder y comenzaron a tener cada vez mayor participación política. Esos
ejércitos se atribuyeron el derecho de elegir al emperador, siempre entre sus
generales. Esos emperadores militares duraban poco en sus funciones, ya que,
según la conveniencia, las mismas tropas que los habían elegido, los
derrocaban, muchas veces los asesinaban y elegían a otro emperador. Estos
hechos pusieron en evidencia que el poder ya no residía en la familia
imperial o en el orden senatorial, sino en la fuerza militar y en la lealtad
de los legionarios hacia sus comandantes. Entre esos ejércitos que
protegían las fronteras romanas había permanentes conflictos y las luchas por el
trono eran constantes. Por eso a esta etapa de desorden se la conoce como
“anarquía militar”.
La penetración de los pueblos bárbaros en el Imperio: generada,
justamente, por el desorden en los ejércitos que dejó desprotegidas a las
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fronteras. De estos pueblos “bárbaros” se destacan los germanos, que llevaban
varios siglos conviviendo con los romanos al otro lado del río Rin, y habían
asimilado la tecnología y las tácticas de guerra de las legiones del Imperio, por
lo que se hizo muy difícil frenar sus avances. Ahora bien, ¿Quiénes eran
considerados “bárbaros” para los romanos?
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EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO
1- Las provincias romanas eran llamadas a las regiones conquistadas por los romanos, que
se anexaban a su Imperio.
2- Los hebreos eran el único pueblo de la antigüedad clásica monoteísta, es decir, que
creían en un único Dios: Yahavé o Yohová.
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Además, muchos judíos rechazaban la influencia cultural romana porque iba en contra
de sus tradiciones religiosas. Por estas razones, hubo varios intentos de rebelión contra el
imperio y sus colaboradores, que los romanos reprimieron duramente.
Por otra parte, la negativa de Jesús de participar del culto al emperador, el respeto que
comenzó a tener entre los sectores más humildes de la sociedad y el hecho de ser considerado
por sus seguidores el Mesías, es decir, el enviado de Dios que liberaría a los oprimidos, lo
volvió sospechoso ante los ojos de los romanos y los grupos más poderosos, cuidadosos del
poder del emperador en todas las provincias romanas. Por esta causa, en el año 33 Jesús fue
acusado de rebelde y crucificado, forma de ejecución de la época.
Luego de la muerte de Jesús, sus discípulos, los apóstoles, predicaron su doctrina por
todo el Imperio y formaron las primeras comunidades cristianas. Las primeras comunidades
cristianas, llamadas iglesias, reconocían la igualdad de todos los creyentes, más allá de las
diferencias sociales entre hombre y mujeres, ricos y pobres, o libres y esclavos. En el interior
de cada iglesia se practicaba la comunidad de bienes y la asistencia a los pobres y
desprotegidos. Cada iglesia estaba bajo la autoridad de un obispo. Los relatos sobre la vida de
Jesús, sus enseñanzas y sus obras fueron recopilados en los Evangelios, un término griego que
significa “la buena nueva”, ya que es el anuncio de la llegada de un Salvador o Mesías para la
humanidad. Los Evangelios integran el Nuevo Testamento, la segunda parte de la Biblia.
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La nueva religión –el cristianismo- se difundió rápidamente, en
especial entre los sectores más desprotegidos de la sociedad, inclusive entre los esclavos. La
promesa de una vida después de la muerte, la ayuda espiritual y la prédica de la caridad fueron
algunos de los factores que permiten explicar esa rápida expansión.
Por otra parte, el cristianismo se predicó sobre todo en las ciudades, donde se
concentraba la población. Por eso en los campos se siguió adorando a los antiguos dioses
romanos durante más tiempo. El término pagano, utilizado para referirse a quienes
continuaban rindiendo culto a las antiguas divinidades, los politeístas –creencias en varios
dioses- proviene de la palabra “campesino” porque pâgus, en latín, quiere decir “campo”.
En el año 64, el emperador Nerón culpó a los cristianos del incendio de la ciudad de
Roma y decretó la primera de las persecuciones en su contra. A partir de Nerón y durante casi
dos siglos y medio, los emperadores persiguieron, torturaron y mataron a cientos de miles de
cristianos.
Las diferencias entre la nueva creencia y las autoridades imperiales eran principalmente
políticas, ya que los cristianos no respetaban los fundamentos del poder imperial:
No participaban en las ceremonias del culto oficial en las que se adoraba al emperador
como a un dios y se le juraba fidelidad.
Consideraban a los esclavos y a los hombres libres iguales ante Dios.
Condenaban la guerra.
Se negaban a entrar en los ejércitos.
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El Emperador Constantino, que advirtió la gran difusión de la nueva religión, decidió
tolerarla para fortalecer la unidad del imperio. Con este fin, permitió la libertad de cultos
por medio del Edicto de Milán de 313. A partir de dicho Edicto, los cristianos pudieron
levantar edificios para su culto, ocupar cargos públicos y recuperaron los bienes confiscados.
SIGLOS IV Y V
RECORDAMOS UN POCO….
Ahora bien, la crisis del siglo III, comenzó a superarse a partir de la llegada al trono del
emperador Diocleciano, quien llevó a cabo una serie de reformas para lograr superar la crisis.
Teniendo en cuenta que uno de los problemas era la enorme extensión del Imperio, y
el otro era el desorden en la sucesión de los emperadores, Diocleciano estableció un
nuevo sistema de gobierno: dividió al Imperio en dos grandes regiones –Imperio
Romano de Occidente y el Imperio Romano de Oriente- y estableció la
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tetrarquía, es decir, el gobierno de cuatro: dos emperadores –él y Maximiliano- con el
título de Augustos, quedaron al mando de cada una de las partes del Imperio. Cada
uno de ellos, a su vez, era asistido por un César, que debía sucederlo tras veinte años
de gobierno.
IMPERIO ROMANO
1 CÉSAR 1 CÉSAR
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Imágenes de los Tetrarcas ubicada en la Basílica de San Marcos en Venecia, Italia
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Además, Diocleciano, implantó una monarquía absoluta: el Senado y los funcionarios
perdieron toda autoridad. Diocleciano con el título de Augusto, se hacía llamar Señor
(en latín “Dominus”) y se asignó a su persona un carácter sagrado. Es por ello, que al
sistema de gobierno impuesto por Diocleciano se lo conoce como el Dominado.
La nueva crisis se superó con la llegada del emperador Constantino, que reunificó el
Imperio (separado en dos por Diocleciano) en el año 324 y volvió a disponer que el trono
fuera hereditario, es decir, puso fin a la tetrarquía.
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Constantino llevó a cabo grandes reformas:
Debido a que la importancia política y económica de Roma y del resto de Italia había
ido disminuyendo progresivamente, al tiempo que se fortalecía la parte oriental del
Imperio, Constantino decidió trasladar la capital de Roma a Bizancio, que a partir de
entonces tomó el nombre de Constantinopla.
El emperador Constantino se convirtió al cristianismo y estableció, como ya hemos
visto, el Edicto de Milán, que permitía la libertad de cultos. Como ya hemos
mencionado anteriormente, este edicto fue el primer paso para el reconocimiento del
cristianismo. Con esta decisión Constantino logró: 1- pacificar el Imperio, ya que
terminaron las crueles persecuciones contra los cristianos; 2- obtener el apoyo de la
Iglesia, que había crecido mucho. Pocos años después, como ya hemos visto,
Teodosio, convirtió al cristianismo en la religión oficial del Imperio. (Ver “El
Surgimiento del Cristianismo”).
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entregar al propietario parte de la cosecha. Muchos habitantes de las ciudades se
trasladaron al campo y se convirtieron también en colonos.
Con el surgimiento del colonato y la ruralización de la sociedad luego de la
crisis del siglo III, surgió una nueva estructura social. En la parte superior de la
pirámide social, se encontraban los grandes latifundistas (dueños de las grandes
extensiones de tierras) que, además de las tierras, tenían ejércitos privados y
recaudaban los impuestos de sus territorios. Por debajo de ellos, estaban los
campesinos independientes empobrecidos, los colonos y los esclavos. Poco a
poco, la condición de los colonos fue empeorando, hasta que no pudieron abandonar
las tierras que trabajaban.
Durante la segunda mitad del siglo IV, las invasiones de los pueblos bárbaros
recrudecieron con gran fuerza. Para proteger mejor las fronteras e intentar salvar al Imperio, el
emperador Teodosio, decidió dividir al Imperio entre sus dos hijos. Esa división se dio recién
a la muerte de Teodosio en el año 395. A su hijo Arcadio le correspondió el Imperio
Romano de Oriente que, con capital en Constantinopla, logró resistir los ataques de los
pueblos invasores y se fue helenizando, es decir, adquiriendo cada vez más la cultura
grecorromana (de Grecia y de Roma). A su otro hijo, Honorio, le tocó el Imperio Romano
de Occidente, con capital en Roma.
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De este modo cuando nuevas invasiones bárbaras (las incursiones de vángalos,
suevos, visigodos, ostrogodos, y en especial el avance de los hunos) cayeron con fuerza
sobre el Imperio Romano de Occidente, no hicieron otra cosa que terminar de dañar una
estructura política profundamente debilitada. Así, en el año 476, un militar “bárbaro” llamado
Odoacro, derrocó al emperador Rómulo Augústulo (sucesor de Honorio) poniendo fin al
Imperio Romano de Occidente.
Con la caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476 llega a su fin la etapa
histórica conocida como Edad Antigua y comienza una nueva etapa histórica: la Edad Media.
El Imperio Romano de Oriente, por su parte, perdurará casi 1000 años más, hasta que
en el año 1453 cae en manos del Imperio Otomano, poniendo fin a la llamada Edad Media y
dando origen a una nueva edad histórica denominada Edad Moderna.
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Bibliografía:
Barrow, R.H. Los Romanos. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1986.
Rostovtzeff, M. Roma, de los orígenes a la última crisis. Buenos Aires: Eudeba, 1974.
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