Diccionarios Hist Ricos Carriazo
Diccionarios Hist Ricos Carriazo
Diccionarios históricos
Estudios de Lingüística del Español 38 (2017), pp. 35-59
Diccionarios históricos
José Ramón Carriazo Ruiz
Universidad Nacional de Educación a Distancia
[email protected]
Resumen
El objetivo del presente trabajo es responder a la pregunta ¿qué es un diccionario
histórico? y presentar un conjunto selecto de obras referidas a la lengua española,
publicadas en el ámbito hispánico y escogidas con criterio lingüístico o científico, que
puedan clasificarse como repertorios históricos del español. Se repasa primero la
historia de los diccionarios históricos generales europeos (alemán, neerlandés, sueco,
francés, italiano, catalán y español), para pasar después a la situación actual en el
ámbito hispanohablante (en Europa y América), tanto en lo referido a recopilaciones
generales como segmentales. Finalmente, se ofrece una perspectiva de futuro,
enumerando los retos a los que se enfrenta el género a principios del siglo XXI.
Palabras claves: diccionario histórico, español, lexicografía, diacronía, filología.
Abstract
The aim of this paper is to answer the question “What is a historical dictionary?”, and to
present a select set of lexicons referring to the Spanish language, published in the
Hispanic area, and chosen with linguistic or scientific criteria, that can be classified as
historical dictionaries of Spanish. The history of European general historical
dictionaries (German, Dutch, Swedish, French, Italian, Catalan, and Spanish) is
reviewed first, and then the present situation of historical dictionaries in the Spanish-
speaking world (in Europe and America) is studied, reviewing both general and
segmental compilations. Finally, it offers a perspective of the future, listing the
challenges that historical lexicography faces at the beginning of the 21st century.
Key words: historical dictionary, Spanish, lexicography, diachrony, philology.
1. Introducción historiográfica
Existen en lexicografía varios productos o tipos de repertorio con características
históricas: el diccionario general o universal (Martínez de Sousa 2009: 48), el
exhaustivo o integral (Martínez de Sousa 2001: 50) o el diccionario diacrónico
(“Diccionario que analiza el léxico que recoge desde el punto de vista del devenir
histórico como una sucesión convencional de diccionarios sincrónicos”, Martínez de
Sousa 2009: 94). Convencionalmente podemos tomar las siguientes definiciones de
diccionario histórico para operar en este ensayo: “A reference work in which the
vocabulary of a language is traced through time, providing information on etymology
and semantic change” (Hartmann 2001: 174) o “Diccionario semasiológico que describe
las fases anteriores de evolución de sistemas lingüísticos colectivos” (Martínez de Sousa
2009: 57). En la tradición intelectual europea, la lingüística histórico-comparativa ayudó
a promocionar este tipo de obras desde que filólogos como Jacob Grimm sentaron las
La de Seco es, ciertamente, una visión un tanto estricta, pues también caben bajo la
denominación de diccionario histórico recopilaciones parciales:
Since Jakobson [1896-1982], it has been quite normal for linguistics (even if they
are not structuralists and/or use another terminology) to understand diachrony as a
sequence of synchronies. Thus, a historical dictionary can offer a description of a
past synchrony of a language, i. e., a description of a (longer or shorter) stage in
the development of that language; on the other hand, it can concentrate on the
picture of the change itself: that is, then, a diachronic dictionary. One can push
even one step further and posit the type of a historical diachronic dictionary; in
this case, we have in mind a dictionary that is concerned with the development of
a language in the past only, not focussing on or even not considering at all the
present state of that language (Zgusta 2006: 3).
Al igual que todos los grandes diccionarios históricos que vamos a tomar como
ejemplos de recopilación total, filológica, histórica y ultranormativa, el DWB puede
consultarse en internet gracias a Kompetenzzentrums für elektronische Erschließungs-
und Publikationsverfahren in den Geisteswissenschaften de la Universidad de Tréveris,
que lo ha editado en formato electrónico y lo ha publicado en colaboración con la
Academia de las Ciencias de Berlín y Brandemburgo, Berlin-Brandenburgischen
Akademie der Wissenschaften. También, como los otros diccionarios históricos que
repasaremos, la versión del DWB disponible en la web no aprovecha muchas
posibilidades de las herramientas informáticas de consulta porque no es una puesta al
día estructural de la obra, sino su volcado sin más en el nuevo soporte. Das Deutsche
Wörterbuch von Jacob und Wilhelm Grimm auf CD-ROM und im Internet no permite
realizar búsquedas más que mediante el lema, con un sistema de enlaces muy
restringido. Puede consultarse en <http://germazope.uni-trier.de/Projects/DWB>.
El diccionario ilustra los significados con citas de diversas fuentes (Mooijaart 2004).
También en el área del neerlandés puede mencionarse Die Afrikaanse Woordenboek.
Véase al respecto: Snijman (1980).
El origen del diccionario histórico del inglés puede fecharse en noviembre de 1857,
cuando Richard Chenevix Trech, Dean de Westminster, impartió dos conferencias ante
la Philological Society de Oxford, publicadas posteriormente con el título On Some
Deficiencies in Our English Dictionaries. Trench señala que es misión del lexicógrafo
recoger todos los usos, incluso aquellos considerados incorrectos o desviados, afectados
o vulgares: “the role of the lexicographer as a recorder of actual usage all actual
usage is clearly and unequivocally delineated” (Landau 2001: 79). Así nació la idea
del diccionario total, no solo normativo y ejemplificador de los usos considerados
elegantes o apropiados, sino como “an historical monument, the history of a nation
contemplated from one point of view, and the wrong ways into which a language has
wandered […] may be nearly as instructive as the right ones”, en palabras del Dean de
Westminster. Además del ejemplo de Richardson, Trench también tenía presente el
diccionario de los hermanos Grimm. Con estos antecedentes:
Following Trench’s talks, the Philological Society decided that rather than merely
supplementing the dictionaries of Johnson or Richardson, a new dictionary was
needed hence the work’s original title: A New Dictionary on Historical
Principles. The first editor, Herbert Coleridge, was appointed in 1859 […] The
real beginning of the dictionary can be placed at 1879, when James A. H. Murray,
a Scottish schoolmaster and an active member of the Philological Society, was
persuaded to take over the editorship (Landau 2001: 80).
Se puede decir que Littré es más diacrónico que Grimm porque ofrece muchos más
contextos tomados de los estadios más antiguos de la lengua. La diacronía se divide en
dos espacios temporales, que tratan partes diferentes de la entrada y con distintos
métodos, y la etimología se relega a los comentarios al final de la entrada, dos hechos
que debilitan el carácter diacrónico, pues aparece primero la secuencia temporal entre
los siglos XVII-XIX, después los siglos XI-XVI, y al final la etimología (Zgusta 2006:
55).
En los últimos años del siglo pasado, los trabajos del Laboratorio de Análisis y
Tratamiento informático de la Lengua Francesa de Nancy y el intenso esfuerzo
realizado para la elaboración del TLF han tenido, junto a la iniciativa editorial, unos
considerables frutos en la lexicografía histórica francesa. Muy vinculado al gran
proyecto de Nancy nació Le vocabulaire français de 1789 à nos jours, que cubre esos
años precisamente. Su principal novedad es presentarse como un diccionario de
frecuencias, donde se pueden consultar las estadísticas de aparición de un determinado
término en el corpus del TLF. Más novedoso, aunque muy dependiente de los materiales
del TLF, resulta el Dictionnaire historique de la langue française de A. Rey, que
promete artículos enciclopédicos y quelques considerations sur les idées et les choses
designées (1992) y ofrece:
[…] la historia resumida de todas y cada una de las palabras incluidas en él […]
resúmenes de historias de palabras […] en cada una de esas monografías [las
entradas] se nos cuenta, con información precisa pero en un estilo accesible para
una amplia gama de lectores, la historia de la palabra que la encabeza y las de las
voces que integran su familia léxica (Álvarez de Miranda 2003: 51).
1.2.4. La lexicografía histórica italiana: Tesoro della Lingua Italiana delle Origini
En el caso del italiano, como en el del alemán, la unión de los dialectos en una lengua
histórica común está presidida también por principios historicistas, de forma que resulta
una toscanización de la lengua literaria ejemplificada en I promessi sposi de Manzoni,
en la literatura, y en el Dizionario della lingua italiana de Nicolo Tommaseo y
Bernardo Bellini, un monumento lexicográfico equivalente en función y objetivos al
Deutsches Wörterbuch, cuya primera parte publicó UTET (Unión Tipográfica de
Ediciones Turín) en 1861, en el mismo año en que se produjo la unidad de Italia. La
edición se completó en 1879. Este diccionario era de una calidad superior a otros del
siglo XIX, y se considera, con toda la razón, el auténtico diccionario histórico del
italiano. Una de sus cualidades principales es su habilidad para conciliar los aspectos
sincrónicos y diacrónicos de la lengua: aunque da prioridad al uso más moderno, se
dedica un amplio espacio al del pasado, documentado con citas de autores (Beltrami y
Fornara 2004: 367). Este diccionario ha sido criticado sobre todo por su subjetividad en
las definiciones, así como por su uso de las abreviaturas: “it can be difficult to decode
the numerous abbreviations, not all of which are listed in the table” (Beltrami y Fornara
2004: 367).
Por otra parte, el Institut d’Estudis Catalans se propuso confeccionar un gran repertorio
lexicográfico que pudiese convertirse en diccionario normativo de la lengua catalana. El
encargo fue encomendado a Pompeu Fabra, quien redacta el proyecto tras concluir la
reforma ortográfica (1913) y haber compuesto un Diccionari ortogràfic (1917).
Originalmente, el diccionario fue planificado como un repertorio total:
El projecte del diccionari de l’Institut comprenia pel que Fabra en diu un
repertori exhaustiu, és a dir, el cabal lexicològic de tots els mots que han tingut
existència al llarg del temps, i, a mès, l’elenc dels vocables de la llengua comuna
que l’Institut jutjava admissibles (Colon y Soberanas 1986: 217).
ese año, hay referencias en las actas académicas “a correcciones de repartimientos que
podrían corresponder al Diccionario de autoridades” (Clavería 2016: 249):
El Diccionario de autoridades, como los otros diccionarios especiales [de
arcaísmos, neologismos, etimologías, de la rima, etc.], no pasa de ser un propósito
efímero. Si a principios de siglo era el referente lexicográfico de la Academia, a
finales de la centuria se ha desvanecido como proyecto lexicográfico, aunque ha
dejado, como los otros proyectos, una huella indeleble en el Diccionario vulgar
(Clavería 2016: 250-251).
En 1933 apareció el primer volumen, que comprendía la letra a; tres años después, en
1936, hacía su aparición el segundo, con la b y parte de la c, pero la guerra (1936-1939)
no solo paralizó los trabajos (las academias fueron disueltas, Gaceta de Madrid, 17 de
septiembre de 1936), sino que una bomba incendió el almacén donde se guardaban los
dos primeros volúmenes y la parte correspondiente al tercero:
Durante la Guerra Civil cayó una bomba en el almacén de la Casa Editorial
Hernando, donde estaban depositadas las existencias de los dos primeros
volúmenes editados y había empezado la impresión del tercero. En aquel
momento figuraban como redactores García de Diego, Cotarelo Valledor y Julio
Casares. Fue una desgracia (García de la Concha 2014: 281).
Tras el paréntesis bélico, se hizo evidente que el diccionario histórico elaborado a partir
de los años veinte no correspondía al plan esbozado en 1914, donde se advertía que no
En 1946 se creó el Seminario de Lexicografía, cuyo director fue Julio Casares (Seco
2003: 167), con Rafael Lapesa como subdirector y Salvador Fernández Ramírez como
redactor jefe. “Era un equipo de lujo” (García de la Concha 2014: 297). Tanto Lapesa
como Fernández Ramírez provenían del Centro de Estudios Históricos (Portolés 1986,
López Sánchez 2006). En 1952 se incorporó al equipo Samuel Gili Gaya, “otro
miembro de la escuela menendezpidalina que unía en la excelencia de sus trabajos la
doble especialidad de gramático y lexicógrafo” (García de la Concha 2014: 298). La
primera fase de la elaboración del nuevo repertorio consistió en el acopio de materiales
fiables por los criterios de edición y las transcripciones. Se siguió el modelo del Oxford
English Dictionary (Seco 2003: 170) solicitando la colaboración pública para el
enriquecimiento de los ficheros (Seco 2003 [1980]: 134), “que, por cierto, muy al
contrario de los ocurrido en el caso inglés, no dio fruto visible” (Seco 2003: 170). El
resultado de este trabajo de cuatro años (1947-1951) fue de casi un millón y medio de
nuevas fichas (García de la Concha 2014: 299), que han sido digitalizadas y pueden
consultarse a través de la herramienta Fichero general, disponible en la web de la
Fundación Rafael Lapesa (<http://web.frl.es/fichero.html>).
En 1948 Julio Casares trazó un nuevo plan de trabajo, con el que se reinició el
diccionario (que tendría 25 volúmenes de unas 1400 páginas a tres columnas); las
características de la nueva obra se conocen por las páginas que al plan le dedica el
propio Casares en su Introducción a la lexicografía moderna (1950), reimpresa
modernamente por el CSIC (Madrid, 1992, tercera edición):
En 1951 se editó una Muestra del futuro diccionario, con 12 páginas de artículos
redactados, con el doble fin de servir de rodaje a los redactores y de pedir
opiniones y críticas a los académicos y a los hispanistas y romanistas de todo el
mundo. Tras esta experiencia, cuyo resultado fue muy alentador, se emprendió la
preparación definitiva del Diccionario (Seco 2003: 171).
Uno de los méritos del DHLE es el rigor con que los redactores han cotejado las
autoridades citadas, acudiendo a los manuscritos, precisando cuidadosamente las
ediciones empleadas y fechando los datos con todo cuidado. El obstáculo mayor
para que esta obra resulte útil es el tiempo gastado en la elaboración de cada
fascículo. Esperemos que en el próximo futuro la redacción de esta obra
fundamental de la Academia Española adquiera, mediante la utilización de
métodos modernos, un ritmo más acelerado, a fin de que la empresa no sea obra
de generaciones.
A pesar del gran trabajo desarrollado durante los años de elaboración de este segundo
proyecto, y del “gran espíritu de colaboración que reina en el Seminario [de
Lexicografía de la RAE]” (Marcos Marín 1969: 450), los artículos no pasaban de la
letra b –en la a se llega hasta apasanca y hay un fascículo de la b–, cuando el proyecto
fue definitivamente desamparado. Manuel Alvar Ezquerra (1976: 30 n. 5) aseguraba que
“si en estos dieciséis años [1960-1976] solo se ha podido llegar hasta albricia, y se
sigue con el mismo ritmo de trabajo, no se terminará [el Diccionario histórico]
presumiblemente antes del 2400”. En 1992 Manuel Seco se acerca a este cálculo:
trescientos setenta y cinco años, “un plazo disparatado” (El País, 31/1/1992, 31).
Martínez de Sousa (2009: 58), de quien tomo las dos citas precedentes, apunta la causa:
“la falta de medios materiales con que atender la confección de una obra tan compleja”.
Así las cosas, el español era la única lengua internacional de la Unión Europea, a
principios del siglo XXI, que no disponía de un diccionario fiable, histórico y filológico,
al que remitir cuando aparecen dudas de interpretación o cuestiones relacionadas con la
norma lingüística, actual o del pasado.
En el 2007 se retoma la idea por tercera vez y se pone en marcha de nuevo el
proyecto. Se prevé que el nuevo intento podría estar terminado en el 2022 (quince
años de trabajo) y comprendería un conjunto de 150.000 palabras. Parece ser que
la obra llevará por título Nuevo diccionario histórico de la lengua española
(NDHLE), algo difícil de entender por cuanto no existe un diccionario histórico
(completo) anterior (Martínez de Sousa 2009: 58-59).
En la presentación del NDHE (José Antonio Pascual y Mar Campos Souto, Madrid,
agosto de 2013: <http://web.frl.es/DH/ayuda/presentacion.html>), se nos informa de
que:
El Nuevo diccionario histórico de la lengua española (NDHE) se ha construido
sobre tres pilares: la Lexicografía (esto es, la Lingüística en su vertiente aplicada
al estudio del léxico), la Filología y la Informática. En el primero de ellos se
asienta la Planta del diccionario; en el segundo, la preparación de una serie de
materiales, que constituyen las bases documentales de la obra. Ambos han
permitido disponer de una herramienta informática con la que se han comenzado
las tareas de redacción y ofrecer una primera muestra del NDHE.
La aplicación de visualización que ahora se pone a disposición del público es un
prototipo que permite consultar los artículos y acceder a una parte de las
informaciones codificadas en él, pues, dado que está en desarrollo, ofrece solo
algunas de las posibilidades de que ha de disponer el NDHE en versiones futuras,
hasta convertirse en un diccionario completamente navegable y adaptado a las
necesidades particulares de cada usuario en un momento dado.
Entre los materiales disponibles en la web del Instituto destacan, por su utilidad para los
investigadores en la historia del léxico español, el Corpus Léxico de Inventarios
(CORLEXIN), elaborado por un equipo interuniversitario de investigadores bajo la
dirección de José Ramón Morala, y el Diccionario Histórico del Español de Canarias
(DHECan) en la red, del que son autores los profesores de la Universidad de La Laguna
Cristóbal Corrales y Dolores Corbella. Esta última obra, cuyos antecedentes analizaré
más abajo, constituye un verdadero diccionario histórico segmental o dialectal, que
contiene el léxico documentado en Canarias descrito de acuerdo con las premisas de la
lexicografía histórica:
Tras dos ediciones en formato papel (la primera en 2001 y la segunda,
considerablemente aumentada, en 2013), un convenio entre el Instituto de
Por su parte, el CORLEXIN se inserta en la línea de los corpus documentales, con el fin
específico de registrar aquel léxico más difícil de documentar en los textos literarios a
partir de una amplia colección de documentos notariales, especialmente inventarios de
bienes, donde concurren términos de la vida cotidiana y de los oficios populares. Como
antecedente podría mencionarse El Siglo de Oro. Inventario de una época, del
historiador Anastasio Rojo (1996). En la web del Instituto Rafael Lapesa se presenta
con estas palabras:
Bajo la denominación de Corpus Léxico de Inventarios (CorLexIn) se reúnen
transcripciones de textos notariales e inéditos datados en los siglos de oro, pero
preferentemente en el siglo XVII. Todos tienen en común el hecho de recoger
relaciones de bienes (inventarios, cartas de dote, testamentos...) por lo que son
documentos que registran una gran variedad léxica del entorno de la vida
cotidiana.
El corpus, para el que se ha recibido subvención de varios proyectos ministeriales,
está realizado por un equipo de investigación <http://corlexin.unileon.es> dirigido
por José R. Morala y radicado en la Universidad de León, del que forman parte
también investigadores de las universidades de Burgos y de Oviedo.
presenta (sobre esta cuestión puede verse Seco 2003: 157-162). También habría que
mencionar el Tentative Dictionary of Medieval Spanish, cuya segunda edición vio la luz
en 2001 (Nueva York: Hispanic Seminary of Medieval Studies), obra de Lloyd A.
Kasten y Florian J. Cody. En el prólogo, se narra el paso de la primera edición (1946) a
la segunda, con 26 000 entradas principales documentadas en ochenta y seis textos
datados entre 1140 y 1489, y su relación con el Dictionary of the Old Spanish
Language, abandonado y transformado en el Diccionario de la prosa castellana del rey
Alfonso X (Nueva York: Hispanic Seminary of Medieval Studies, 2002). Sobre estas
obras pueden verse Álvarez de Miranda (2003: 67, notas 12 y 13) y Bajo Pérez (2013:
408-409).
También entrarían en este apartado los diccionarios dialectales que emplean una
metodología histórica y pretenden describir diacrónicamente el léxico de una
determinada variedad geográfica, como es el caso del Diccionario histórico del español
de Canarias, de Cristóbal Corrales y Dolores Corbella. El diccionario canario va ya por
la segunda edición en papel (2013) y puede consultarse en línea desde la página del
NDHE, como hemos visto antes. Tanto por su influencia en el Diccionario histórico del
español de Venezuela (en cuyo prólogo es mencionado por Manuel Alvar como uno de
los únicos antecedentes del mismo, junto al Diccionario histórico-etimológico del habla
canaria de Marcial Morera, Alvar 2013: 10), como por su vinculación con el NDHE, la
obra de Cristóbal Corrales y Dolores Corbella puede considerarse como la culminación
del género lexicográfico histórico en lengua española a principios del siglo XXI. En el
repertorio:
[…] se recogen las primeras documentaciones de las palabras que forman el
léxico diferencial canario, extraídas de un amplio corpus investigado, con la
intención de conocer cómo han sido sus usos y evoluciones de cualquier tipo a lo
largo del tiempo, desde las meramente gráficas a las posibles alteraciones
semánticas sufridas.
Tres aspectos caracterizan este diccionario: el diferencial, el descriptivo y el
histórico (Corrales y Corbella 2013: XIII).
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Notas
Este trabajo se terminó de escribir en la Universidad del Pacífico (Lima, Perú), gracias a una ayuda de
movilidad concedida por la Facultad de Filología de la UNED (convocatoria 2016), y forma parte de los
resultados del proyecto de investigación «Léxico y gramática en el siglo XVII: edición y estudio
lingüístico de textos técnicos de navegación y astronomía», con referencia FFI2012-36768, financiado
por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad (España) y concedido en la convocatoria 2012
de ayudas para la realización de proyectos de investigación, subprograma de proyectos de investigación
fundamental no orientada.
1
Para una descripción más pormenorizada de los repertorios mencionados, así como un análisis de su
macroestructura y contenidos, puede verse: La marcación en lexicografía histórica, editado por Marta
Gómez Martínez y José Ramón Carriazo Ruiz y publicado en San Millán de la Cogolla por Cilengua en
2010.
2
Sobre esta fase de elaboración del OED, la colaboración de Minor y los trabajos de edición llevados a
cabo por James Murray, es recomendable la lectura de la novela de Simon Winchester, The surgeon of
Crowthorne, Penguin, 1999.
3
Agradezco a la coordinadora del NDHE, la profesora Mar Campos Souto, los datos que me ha facilitado
para redactar este párrafo sobre el estado del proyecto. En fecha posterior a nuestra conversación al
respecto, la noticia del patrocinio apareció publicada en El País (Jesús Ruiz Mantilla: «Una donación de
Inditex resucita los trabajos del diccionario histórico», 3 de febrero de 2017, edición digital:
<http://cultura.elpais.com/cultura/2017/02/03/actualidad/1486135672_668793.html> [fecha de consulta:
6 de abril de 2017]).
4
Quiero hacer constar asimismo mi agradecimiento a Rafael Rodríguez Marín, María Luisa Calero y
Manuel Alvar Ezquerra por la atenta lectura del manuscrito y los atinados consejos que me dieron para
presentar el trabajo. Por supuesto, la responsabilidad de los errores y faltas es exclusivamente mía.