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RESEÑA DE LA NOVELA EN LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA Menendez Pelayo
RESEÑA DE LA NOVELA EN LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA Menendez Pelayo
GRIEGA Y LATINA
Notas
[p. 7]. [1] . Los más antiguos cuentos conocidos son hasta ahora los
egipcios, que ha coleccionado G. Maspero en un precioso volumen (Les
Contes populaires de l'Egipte ancienne, traduits et commentés par G.
Maspero, París, año 1889, tomo 4 de Les littératures populaires de toutes
Ies nations). El primero de los cuentos que comprende, descubierto en
1852 por Rougé, es una novela de la época faraónica, enteramente
análoga a las de Las Mil una noches, con una de cuyas historias, la de los
príncipes Amgiad y Assad, tiene gran semejanza este cuento de los dos
hermanos, y también con otros muchos temas de novelística popular (falsa
acusación de una madrastra o cuñada, encantamiento del corazón en un
árbol, transformaciones del protagonista Bitiu análogas a las de Proteo,
etc.). Todavía más extraordinario y fantástico es el cuento dec Satni, hijo
de un rey de Menfis, en que intervienen momias parlantes, hechiceras,
magos y otros seres misteriosos, pasando gran parte de la acción fuera de
los limites de este mundo. Otros cuentos son de género muy diverso. El
de la toma de la ciudad de Joppe por los soldados de Tutii escondidos en
grandes vasijas de barro recuerda en seguida la estratagema de Alí Baba
y los cuarenta ladrones en Las Mil y una noches. No falta una muestra de
novela de viajes y naufragios, análoga a la de Sindbad el marino, y todavía
más a las griegas que parodió Luciano en la Historia verdadera. Hay
verdaderos cuadros de costumbres populares, como la historia del aldeano
que va a pedir justicia a la ciudad. Pero en general son cuentos
prodigiosos, en que la magia predomina, como el del rey Kufní; el de la
princesa de Baktan, poseída por el espíritu maligno; el del príncipe
predestinado a ser muerto por la serpiente, por el cocodrilo o por el
perro, o bien relatos de aventuras épicas que han podido pasar por
historias, como las Memorias de Sinuhit. A estos y otros varios cuentos
más o menos íntegros, recogidos directamente de los papiros egipcios, ha
unido Maspero el de Rhampsinito, que sólo conocemos en la forma griega
que le dió Herodoto. Los papiros que contienen algunos de estos cuentos
son del siglo XIII o XIV antes de la era cristiana, y algunos todavía más
antiguos en centenares de años, según la opinión de Maspero. La India no
tiene nada que se aproxime a esta antigüedad, y los cuentos egipcios son
hasta ahora las primicias del género en la literatura universal.
[p. 11]. [1] . Psique escribimos, a ejemplo de Juan de Malara y otros
humanistas españoles del siglo XVI, que no modificaron la terminación
griega, aunque también la forma Psiquis tiene en castellano antiguas y
buenas autoridades.
[p. 16]. [1] . Pueden verse recopiladas las principales en los Erotici
Scriptores de la colección Didot (texto griego y traducción latina).
Anteriores a todas ellas, son los fragmentos de otra que en 1893 descubrió
Wilcken (vid. Hermes, XXVIII, p. 161 y ss.), y que su principal editor e
ilustrador, Enrique Well (Etudes de Littérature et de Rythmique
Grecques, París, 1902, p. 90 y ss), llama Ninopedia, por ser su argumento
las mocedades del rey Nino, fundador de Nínive, y especialmente sus
amores con una prima suya, que en los fragmentos no está nombrada,
pero que al parecer es la famosa Semíramis. Estos fragmentos, que
conservan mucho carácter épico, pero que están escritos con la misma
fraseología retórica que las demás novelas griegas conocidas, se han
conservado en un papiro egipcio del siglo I de nuestra era.
[p. 17]. [1] . Con ser tan medianas, generalmente hablando, las novelas
helénicas, todas, aun las de la decadencia bizantina, importan para la
literatura comparada, porque tienen rasgos y situaciones que han sido
explotados con más habilidad por grandes poetas de diversas naciones,
que a voces las han tomado del fondo común de la tradición popular. Así,
la historia de la doncella que se hace enterrar en vida, adormecida por
medio de un narcótico, para librarse de un matrimonio odioso, está ya en
las Efesiacas de Xenofonte, con la diferencia de que aquí la heroína cree
beber un veneno mortal y el amante no está enterado. Forma justamente
el tema de Pyramo y Thisbe uno de los elementos del cuento de Romeo y
Julieta (Massuccio, Luigi da Porta, Bandello, Lope de Vega,
Shakespeare...). Aparece también una copiosa serie de cantos populares
(vid. núm. 96 de las English and Scottish Ballads, de Child), entre ellos
varios romances españoles que todavía se cantan en Asturias, Portugal y
Cataluña. En muchas de estas versiones se añade el pormenor del plomo
o del oro fundido con que se traspasan las manos de la supuesta muerta.
(Vid. G. París, Journal des Savants, diciembre de 1892.) Aparte de la
comunidad de temas folklóricos, que sólo prueba el parentesco inmemorial
de las tradiciones de Oriente y Occidente, no son escasas las huellas de
la novela griega en el campo de la literatura moderna, aun prescindiendo
de los novelistas propiamente dichos. Con poca sorpresa averiguó la
crítica, hace pocos años, que el germen de uno de los más bellos idilios
de Andrés Chénier, El Joven Enfermo, está en una de las peores y más
olvidadas novelas bizantinas, Los Amores de Rhodantes y Dosicles, de
Teodoro Prodromo, monje del siglo XII, pésimo imitador de Heliodoro.
[p. 21]. [1] . En este imperfectísimo bosquejo de la novela antigua, me he
guiado únicamente por la impresión y el recuerdo de mis propias lecturas
de los textos clásicos, puesto que a nada conduciría extractar lo que ya
dicen, y dicen muy bien, las obras especiales sobre este argumento, entre
las cuales merece la palma la de E. Rhode, Der griechische Roman und
seine Vor laüfer (Leipzig, 1876). Para Las últimas imitaciones bizantinas
debe consultarse también la excelente Geschichte der byzantinischen
Literatur, de Carlos Krumbacher (Munich, 1891). La Histoire du roman
dans l'antiquité, de A. Chassang (1862), es un inventario crítico muy
apreciable, pero acaso su erudito autor amplía demasiado el concepto de
la novela, confundiéndole con el de la falsa historia, y se detiene poco en
las novelas propiamente dichas. La antigua History of fiction, de Dunlop,
todavía es útil por lo copioso de sus análisis; pero más bien que en el
original inglés, debe ser consultada en la traducción y refundición alemana
de Félix Liebrecht, uno de los fundadores de la novelística
comparada (Geschichte der Prosadichtungen, Berlín, 1851). Contiene
ideas originales, expuestas con ingenioso talento crítico, la pequeña y
sustanciosa obra del profesor norteamericano F M. Warren, A History of
the novel previous to the seventeenth century (New York, 1895).