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5153-Texto Del Artículo-19203-1-10-20221102
5153-Texto Del Artículo-19203-1-10-20221102
Stephen M. Hart
University College London
[email protected]
RESUMEN
César Vallejo es, quizá, uno de los poetas más incomprendidos del
planeta. Y no hablo solamente de esa dificultad hermenéutica de
su poesía, esa famosa ambigüedad vallejiana1. No, me refiero a algo
más fundamental, a saber, la aparente contradicción entre su poesía
y su prosa. Así, hay algunos críticos que consideran que hay una
gran diferencia entre Vallejo el poeta y Vallejo el periodista. Un buen
ejemplo de este punto de vista es la intervención del poeta y crítico
Eliot Weinberger2. En mayo de 1994, en Nueva York, Weinberger dio
una conferencia interesantísima sobre la poesía revolucionaria, y dijo
lo siguiente de Vallejo:
In retrospect, there is perhaps only one major world poet who
managed to keep his commitment to Communism, keep writing,
and never write a line of doggerel: Cesar Vallejo. His solution was
to churn out colorless Party-hack prose and keep the poetry utterly
uncontaminated, free to do whatever he wished: a prose to serve the
people, and a poetry to serve poetry. Not coincidentally, it may be the
most political, and the most revolutionary, poetry every written by a
Latin American – a poetry not only written out of extreme poverty
and the trashheap of history, but one that dismantled and reinvented
the received language of the conquistadors (1999: 35).
1 Véanse Eduardo Neale-Silva (1975), Ricardo González Vigil (2009) y Alain Sicard
(2015).
2 Weinberger también es un traductor destacado de la poesía de Octavio Paz, Vicente
Huidobro y Xavier Villarrutia al inglés.
3 Ha habido varios estudios del periodismo de Vallejo, que enfatizan, por ejemplo, su
importancia en su obra en un sentido más general, incluyendo Emilio Cabezas Olías,
Prosa creativa y prosa crítica de César Vallejo (tesis, New York University, 1971);
Winston Orrilllo (Lima: UNMSM, Fondo Editorial, 1998) y Valentino Gianuzzi
Armijo, César Vallejo’s Journalism in Context: A Quest for Autonomy (tesis doctoral,
University College London, 2013).
Así podemos ver que hay una variedad de opiniones con respecto a la
supuesta influencia del surrealismo sobre Vallejo; algunos ven la ruptura
de Vallejo con el surrealismo como un rechazo radical y consciente
mientras otros la interpretan como un acto público y pragmático que
no expresa adecuadamente la actitud interna de Vallejo4. En efecto,
estamos vislumbrando la aparición de la misma «máscara» propuesta
por Eliot Weinberger. Y la pregunta otra vez se hace: ¿Vallejo es Vallejo?
4 Para un análisis de la perspectiva larreana sobre Vallejo, véase Stephen Hart (2014:
295-297).
El juego consistía en la lógica del pliegue o del doblez del papel, por lo
cual las asociaciones diferentes de varios jugadores podían unirse para
crear un «monstruo único»5. El resultado, por lo demás, traspasaba el
producto acumulativo de las contribuciones individuales, y superaba
el poder de la imaginación individual. Según Breton, convalidaba la
Vallejo había estado al tanto durante los años veinte de los percances
y altibajos del surrealismo en París —en efecto, el poeta peruano los
había vivido él mismo— y se refirió en el artículo a la decisión tomada
por los surrealistas en 1927 de politizarse:
9 Los surrealistas que atacaron a Breton en el panfleto «Un cadavre» (enero de 1930)
fueron —aparte de Georges Ribemont-Dessaignes— Robert Desnos, Raymond
Queneau, Michel Leiris, Jacques Prévert, Roger Vitrac y Max Morise.
10 Se trata de cuatro poemas, que son: «¡Oh botella sin vino! ¡Oh vino que enviudó
de esta botella!...», «Al fin un monte…», «Quiere y no quiere su color mi pecho…»,
y «Terrestre y oceánica…»; véanse los facsímiles de estos cuatro poemas en César
Vallejo: autógrafos olvidados. Edición facsimilar de cincuenta y dos manuscritos al
cuidado de Juan Fló y Stephen M. Hart (2003: 40-42 y 73).
11 «Le surréalisme et la peinture». En La Révolution surréaliste. N.o 9-10, junio 1929, 43.
¡Oh botella sin vino! ¡Oh vino que enviudó de esta botella!…
Tarde cuando la aurora de la tarde
flameó funestamente en cinco espíritus.
Viudez sin pan ni mugre, rematando en horrendos metaloides
y en células orales acabando (Vallejo 1997: 165, vol. III).
Esta destrucción oral del vino crea en el alma del poeta un estado de
«desconsuelo», porque parece demostrar que no hay eternidad dentro
Vallejo alude aquí a la idea más famosa de los surrealistas, a saber, que
el arte puede captar y entender el subconsciente a través del sueño, y
Vallejo describe este descenso dentro del ser como si fuera una «suela»
que bajara y palpara «lo que eran mis ideas». La selección de «suela»
para sugerir el instrumento que tantea el subconsciente es genial
porque está conectada con la parte más baja del cuerpo humano; se
sitúa debajo de la planta del pie.
Y Vallejo también le guiña el ojo al lector porque alude sutilmente
al juego verbal tan típico de obras surrealistas tales como Rrose
Sélavy de Robert Desnos. Vallejo no dice «suela» sino —como buen
peruano— «zuela» con zeta, y juega con la materia física de la lengua:
«¡Zuela sonante en sueños, / zuela / zafia, inferior…». Imitando a
los surrealistas, Vallejo usa el significante y construye una cadena de
significantes para crear el significado en su poema, así volviendo al revés
la fórmula platónica del saber, la cual está basada en la importancia del
significado y la esencia:
Tú y él y ellos y todos,
sin embargo,
entraron a la vez en mi camisa,
en los hombros madera, entre los fémures, palillos;
tú particularmente,
Es la misma idea que la que encontramos en «¡Oh botella sin vino! ¡Oh
vino que enviudó de esta botella!…»: la vida es más importante que el
«vino muerto» del surrealismo.
12 Hay que señalar que, en efecto, Vallejo fue influenciado por los surrealistas. Por eso,
quizá, su rechazo de su poética fuera tan fuerte y tan radical en febrero de 1930.
Lo mismo, sugiero, hace Vallejo en «¡Oh botella sin vino! ¡Oh vino que
enviudó de esta botella!…» para trazar su alejamiento ex abrupto del
surrealismo. Expresa una poética irónica en el sentido de que emplea
una fórmula creativa deliberadamente para luego destruirla. «¡Oh
13 Véanse por ejemplo las referencias al surrealismo en las «Notas» de Vallejo de los
años veinte y treinta (2002b: 463-473).
14 «Tr. LV».
La alusión a «que me brillan los seres que he parido» parece ser una
premonición con respeto a sus propios poemas que, un día, «brillarían».
Vallejo nos advierte que vamos a confundir a Vallejo con su llanto, y nos
anima, por eso, a distinguir entre una interpretación superficial de su
obra («es un hombre que parece que llora mucho») y un análisis más
concienzudo de la retórica de sus poemas.
A modo de conclusión: un análisis del poema «¡Oh botella sin
vino! ¡Oh vino que enviudó de esta botella!…» demuestra que Vallejo
empleó la fórmula del «cadáver exquisito» de los surrealistas para
moldear su propia poética, la cual tenía que ver con el «verdadismo»
más que con una superrealidad imaginaria y superficial y con una
técnica que fuera una «mera fórmula». El choque realizado por ese
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
González Vigil, Ricardo (2009). Claves para leer a César Vallejo. Lima:
Editorial San Marcos.