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.· En. es~ffiC>ment() s~ abrió. la·pµerta cÓniffona•. brcisqu~d~d··~r,·;.


¡'
1
'(\ ~··~~r~tt~;
> .,-c¡~tonces
;:,;~, . : . . . . ·. · un Jac:ay9. deJiqr~a ,re~plandecienté•y; aii~s. désúpe~io.riqa<:).; ;·
. entró en· J:f.ta!al>ar.tetía;. "· . .: ... •· ··...·.· .· .. · ·. · · ·· · ·• . ·•.••· .·
alguiet\~, ¡Vaya.e.s vaya.
hijastra de J-lar¡:iet MusgraVe! _:_comentaría .
;¡ ..
· ~¡Talabartero! 0 ~lfa.mé),·con;airejmperioso77' .. Su séñ?(í~:·
· .•.• • J>odfa jnlaginarse a los h~lrtbf"S '.,iendn del oori,lentario. J?e- '
\\ a ttariiet nn deh< g$tar\e .nada eso! quierehablar ~op µsted, Yariios afuer~ •. ypronto~.No desearrj.Os.•
l1 1
permanecer en este agujero todo el cJ.ía. .· . . . \ . ·•. . <
f :

q\lizá los caball<!<>~ de l~ talabarJ:«w.cni siqlliera "' ocup:\Pan en•


il.
·, ~
' ¡o,.tal vez est"ba dando ci!!)l<tL sUdti a s\l iJnag\nación '·cuando Hubó UÍl .tnómen~o de.silen:cio ... Los granjeros· que estab,aji···
junto a l<t. qhime!lea habja,n cesaclo~.de hablar y. miraban.al laca'"
preguntar W' 1denu.tid.
s0; < .. o· ' · · · . · · . ·
• . ¿porqué ¡pan i hacerll>? Se véia insigrtif\cartt< l' p9hre, ~n su
yo. Gisela fo.estaba observando t3Jllhién y por. uri moment(}pa~
~iej<>
~tasveces qUe y~ no Je qued.:P.. ,Uh pedazo buet\o. ·· ····.· .
'(ieStido colór marróU;, que ha\iÍl>- •ido cósido y. remeJidwiO ·
reció como .si:Fred Tylerfuera atebelarse co11rralairnperti~en-···
cía del sirviente. Pero la· tradición 'd~. obedienciª .'se itn.pO,so . · ·
·~ ·De """"º se acnsó· dc0 ser un" i:oJ)ard<, Sólp sóbre un caballo ·
en él. ·· · · . - . . ·. "·

· "'.Sentfalibre y valeroSá• En
ho¡n\m:sysuperiór ata
ton<~
¡n~yorpa!te
Se s<nt.l ígual al ¡nejorde lo$
de.ello•• Sal>'iá que mantor
-,-Ahora mistl)o atender~ :a su señoría -~espondió y s~ió a:
toda prisa por fa puerta abierta, qµe cerró cori violéncia tras.éL
ba en forrna eStupenda; y no ¡eiJnponaba lo viejo de su traje de ' Gisela espetó con, paciencia, sin dejar de sentirse estremecida
como si los vientos de marzo hubieran j.rrunipido enla tienda,
monta!'., ya que se sCn(lll. org\11\osa de<:oUduc:ir un caballo. · ·
· " ¡No tengo miedo~
¡No tengo miedo\" , "' dijo a si misma y
enfriándola. ·. · ·..· · . ·- · ·
El afio de. mil ochodentos. setenta y sek h~bía llegado cÓri, ..
· · ·

entró
Lasen la talabartefia.
coSllS . .ella
no eran tal>, ¡na\lis colilO . ha)>la.. anticipado,
.. ,
a\lo. füertes nevadas yvientos muy hefo.dos; Febrero l>,abfa:sidoJlu- .
vioso y nµblado. Ahora:.losvient{ls de marzo azotabanla~a:rnpi- '·
ra habla sólo dos, hombres,frent<ial {µego, a arnbos los CQnocía- füt en forma implacable. Gisela sintió una rep~ntina nostálgia
Ella les sonrió con tii:ni.dez y uno.de lbs ho¡nbres \Cvi>ntó su del sol primaveral y los tibios días del verano. . .. ..• · . ·...·.
sombrero roJ.entraS F¡e<l Tykr·salía atráS del inostrádor de ma- Sumida en sus pensamientos n:o prestó mucha atención:a~P' ··
. . ]'red. T\ílet ~eéia, h~ch() cu~to
dera,fr<)táildOse las manoS•en eldelanral de ct#ó- ;
ca.'• del coti quef?.bcicab> las
stl\OJ; que vepdia. Era unpos1ble unagi!\erlo en QtrO ambiente
que estaban dicienq9'los dos:gr:anjeros; entonces,. poco :(pocO,
parte de su conversación penetró en su .mente. .. , - • : ,_,:
-Saltó esa. gran barda ·que hay junto~al río.como si fuera ut}....
que •no fuera el de. _sillas de montar; pridas, rieti<)l!S.Juetes y
~~!~~ d~o':'Jkr.~ ~~n:~~fu'WtaJidaek~:j~í~o~1~f
0
estribos. SU piel era del color del cuero bien cu¡-tido y térila h\
eSp;i].da e[\corVada, a causa de las )arg.S horas inP.inád<> sobre su

~rt. P.~tic·.º·.·
-Lo sé .. Yo mismo la he vist9 con mis pr()pÍQs.,@io§ · ·
. ·uaI>ajo, Sus ojos eran :ikgtes y su .leó.gtla'.inge,oiosa, Arobas co- , "··C()ntestó el Qtro-. He visto mujer~s que 1Ilontan bie.ti/tarr.
· sas····
de. ·. 1.o. . c. ···º.· .º·v
toda cqruhc(ortiban v~t:U
. í.ª.·.P. . . en·.·. un·p···e.·t
a,.s.?p.aie. .al
s.i.·ro
..
v1e10 , p.º.·f.·,
Fred ·.·e·s·o.l·o·.··sque
s1ernpre hombres·<.'./
pasa<'. bien como un hombre·. ·Pero· ella pates;e. como si fuera .Pa.i~e µ,~r
C~tb:Lllo. . . · . . . - . . ·. . . > , >;:.
·
··
·~¡B\ienos
han porTOwteSt«·
~Buenos día>, Fred..
. . ··. · ·
)i\squir~
· ·
d"l)lS. sel\Qiít>.l ¿QJié puedo ha<;er por usted?
·,
ine pidió ql>< le trajéfa esta
, -¡Así es, muchacho-!. ¡Así me pareció amí, ni Il1asnL!iie': :e
nos! -reconoció el. prirner granjeJ:o~. Siempre .Pensé ·qµe/ ;~
]:>Odiamos en.s;:ñar.·a estos .exganjerosu,nas cuantas:cpsas.J>~to.: )};
ríen.ti'. Dice <\uelelastüna los dedos: • • •·. ·. ··· •.•· ' /
. El v\ejo'.talabart.ero latoin6 de las rrtinóS de Gisela y la~·
>
tal vez ·tambten tengamos que ap.r:ender: algunas qe _ello~~. ;:..::
. Gisela se preguntó de quién estarían hª'blando~ ~o. ,.fi.abJ~.S'. ·

~Gtaci.SalJ«~t~
rnirt<5•<'>1' o;í,<l.ád9·, ••.• , • .. ·. . .·.·• . . ·.•. ·• .· .......· :.tidp . ;t cazar en los últimos diez día8, porq1Jecltiia'·cl~'.1M·y~~l
, ,. ----D'.ig..\e,
·· ;; li\1'.)'.>l!l9
. : :...
. llláS··que
:·. . .... rn~ •!>itli~ qti~3.0
qué se fa tend!f ljst:; par:> !!\ªruina.; ,
..... :·· ·. (\ijét:;:
. . ... •:..:.,.
\.,

el.nombre 'clásico. ~ñ el romanticismo


6 JJMtBARA=:--~..;._,;__ __ apenas fa made.ra ton ~icabello,y Gisela lanzóuri pi;ofundo' sus-
piro de alivio. . · · · · · ·
dé su padre se había lastimado una pata y él necesitaba to.dos los
demás caballos disponibles. Era evidente que alguien nuevo Sólo quedaba su lacayo impertinente, exigiénd<? al pobre de .
había aparecido en el panorama.- . , Fred Tyler que envolviera: la Brida y la llevara a su amo. . · .
Lanzó un· suspiro el recordar la agonía que significaba para · Fue entonces queGisela deciciió no ésperar más~ Algo de lo'
ella no poder salir a cazary permane.cer en la casa escuch;mdo que había suéedido. ahí la rebelaba y enfurecía, aunque .no 'hu··.
los· regaños 'constantes de su. madrastra. En ese momento se hiera podido explicar la ~ausá. . · . .. · . · . . , .·
abrió la puerta. . . ·. ·. · .· Re1te~adas veces }iabia presenciado la altivez de 'muchos .
· · -Si tiene la bondad de pasar por ·aquí, milord, le mostraré'· ·nobles; p·ero había algoe11 el hombre que ,acababa de abando-
la brida qu~ le he ofrecido. . . . nar la talabart~ría que provocaba una confusión .de sentimieptos
~ J:'.red Tyler~ entró en la talabartería seguido· por ll:n caballero. que nunca antes había experimentado. . . ' . . . . . ..
G1sela se pego· a la pared, del lado opuesto de la chimenea, y se Siguiendoüh repentino impulso, Gi~ela salió detrás del tala- -·
ocultó entre las sombras proyectadas por las sillas ae montar col- bartero y se encontró en la calle fieladayventosa en el momento
. gada:s en ella. No porque el caballero fuera a prestar la rp.enor en que el carruaje. se alejaba. . · ·. . . . ·· •
atención a su presencia: El hombre caminó con lentitud, pero No le pasó inadvertida la magnificencia d~r par de alai;anes
con una arrggancia que dominaba todo eLlugar., ·.· .. que tiraban de él, del cochero C:on su capa de viaje formada por
· Era muy altb, llevaba la cabeza descubierta, y su cabello os- muchas capas de tela de lana superpuestas, _con el lacayó imper-
curo brillaba a la luz. del fuego. Tenía hombros anchos y esbel- tinent~ sentado a su lado en el ~esca1lte, ní el escudo de armas,
tos bajo su chaqueta de paño azul y una corbata atada con ver- . en relieve, qu_e adornaba el pulid9 panel_de la puerta. . ·
<ladero esmero ponía de relieve lo cuadrado de su mandíbula.. Dirigió un últifilo vistazo .al róstro arrogante y sombrío que
Entró con decisión .tras del talabarter9, sin, prestar la menor iba en el interior acojinado del carruaje; los labios apretados en
atención a los demás presentes en el establecimiento. una línea dura por enc;ima de la barbilla cuadrada,. Y entonces
. Sus dedos, largos y.._delgados, examinaron las bridas qµe F'red los caballos se alejar.on, entre un tintinear de arneses, al que si"
Tyler apiló s?bre ·ei mostrador. ··~ . • . . . ·. t guió el traqueteo de: las ruedas. .· · . . . . . . ,...·
· -:-Dem.asiado pesada .,.-Qbservo con firmeza. Fred Tyler no advirtió a Gisela c:uninando detrás de él y da.r
___,,.Pero le aseguro,. milord. . . - · vuelta a la.calle. Ella empe_zó a caminar, luchando contra el
. -Demasiadq pesadá ~repitió-. Muéstreme otra~. . viento. Había dejado sin cumplir uno de los encargos que le.
· Sir voz .era aguda-al hablar por segunda vez. Er: e~iden.te habían hecho, pero, ¿qué importaba? · ·· .·
.que se trataba de un hombre conel que no se pod1a d1scuur, De algún modo; eso sólo acentuó el r,tsentimiento que expé~
··que sieqipre trataba de obtener sus ·objetivos: . rimentaba contra:d desconocido del lujoso carruaje. Tal vez se·
· -Esta; milord, es la brida más fip.a que he hecho. debía al contraste de la sítuac;ión ventajosa de él frente a la suya. ·
Hubo silencio mientras su señoría la examínaba. No había ningún carruaje que la llevara a la casa. HabíaJlegadó .·
en el viejo birlocho de la familia; y sti mad:rastrahabía ordenado
... ~}v1e qt;e~o co~ eU~ -de~i_?ió. . .· . . . . . _ •· ·~
Se volv10 sm deqr mas y salio de la tienda. -Resultaba tan al-. que la dejaran en la talabarteríayque luego ·se volviera.a pi~; ...·
to, que su cabeza casi tocaba el techo. Parecía llen~ la. Era una caminata de sólo tres.kilómetros, porqué l~ C:a5a de~.
talabartería con su ancha figura, su aire de,ímportancia y autori- i(jút're. llamada La., Gran;({, se encontrába en las afueras cid_
dad. llegó a la puerta y por un momento Giselá pensó que· ·.pueblo y Gisela estaba acostumbrada a caminar.·_·Pocas veces-<c.
tendría que abandonar su postura de arroganéiao golpearse la habta un carruaje disponible para ella. Lo~ caballos etan deqi~~i;¿;:
cabezacontra el marco superior de·la puerta; pfaosálió r02;and,o'
í\ ;;~~~~~~~~!~~~~~~~~~~~w~~~~r~~~T~~~~~Tt,,- ·'7·~~·.,-~~~~:· --~""':;'"-

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'l ;,~i·1~1ttt,:~~:¡J:~.if !~~f~~e~i;.1J~ ~~:~:


. ñient~ pa.ra su padre usarla como all,?Ciliat>en la cacería y apro-
Musgravé le habí~·~l)arecido su til~ima oportuníd~ur: · . . .•.•.•..
.· Pero .elmatr1Jllonmnolel1abíaproporéionado el apasionado
e inagot:ablé romance que.su_col'.azón y sucuerpo deseaban. No ..
· vechár su. ayuda en mªnteneraJoscaballos' bien,ejer,citados. . le gustaba ta2;arvtenía m i~3o a IósJ.:aballos. No oerdonab,a a sµ .
·. • ··· . Mientras caminaba trata.µdq.cón dificult~d. de evitar que el marido elhaber vuelto a lá~c~ería al terminar la hina: de m~ely ·
· lóclo manch'.ara la falda d~ su viejovestidq o el viento arrancara que se.· mostrara. decidido .ª· p~ar tres cu.artas partes d~l día con.
de sl}cabeza su.anticuado sombtero; . Gisela meditaba sobre su sus caballos: en lugar de hac~rlo c;on ella.: .. . ·. ~' . ; ... •
·Jri$t~ sí~uaéi6n. Aiuique 110 erafrc:_cl1e°:te que se compadecier.a Había odiado a liisela des~e uhprirtcipicL. · . · · • · ·· . · · ·.··
· de s1 nusma, algunas veces no pqd1a deJar. de comparar su pos1- El hecho de que Gisela no compréndiera todavía la razón de
. · dóh con la de otras rimcháthas d.e su.misma edad. En tres meses su odio se debía a suinodestrn natural. int<m~ificada por el trato
mas cumpliría veintiún años: ..· ·.· ... ·.· ' ' : ' .· • que había recibido de su ma<lr~tra ep-los úrtlflios años. · "·. •
- ··sus· labios esbozaron,·11na.sonrisa irónica .. al pensar en esq.
~¿Q . µé dif4·e·r.encia r_ep.r.c:se.ht. a_l>ª_ para ~lla llegar a fa mayor·ía· . d.e
edad? Ante ella .no se presentaba mas que una la,rga cadena. de . . •· .' . .. . . . . ' ·« ·.,'

días·de trabajo y reNen.siopes, ínesesde e.sclavitud y aj'íos dem?


l
0
·L sendero queconducía·a.la,casa.era'.largoy.estabamuy ..
ir a ninguna parte, ni hacer n,~dainteresa.nte. . · . ' . descuid3:do.. Los ár~oles •. 90 habían sido _podados en
¿Por qúé la odiabá táJ:lfü su madrastra? Lady Harri:et la reñía 10
· · mucho t1emoo v el: piso esr~ha lleno de agujeros que na- ·.
en la mañ:µia, la tarde •y la11oche. ·Y sir padre hacía tiempo que die había cuidado reparar. Cuando la casa· apareció a la vista., .
había renunciado a tualquierintento de protegerla. ' ' . fue f~cil not.ar que tárllbién ella n.ecesi~abareparación µrgente.
.. De hecho, había renunciado a diScutir con su segunda esposa: bisela, sm embargo; estaba demasrado ac()stumbrada a su ,
Para evitarlo, cuando no .estaba cazando, estaba bebiendo. . . t~nsa para notar la5 coridicionesde deteri<?ro en que se encontra-
bebi~ndo p~a olvida,r.tepro~hesy riñas, probleinas ·de dinero- y bn. Pero advirtió que había pis<J,dasdevarios perros en dpulid()-,
cuanto pudiera molestarlo .o.J?ertl)rbarlo '. ......· i)iso~,d:l vestí~mlo. y q.·. u. _e_I.a casa. estaba muy.fría, pofc¡ue no. :se ··
(7isela .le habl~ preguntadoafgµnavez por qµé bebía,.·t~nto. trnb1.t encendido el füego. , . :· - . ...·...
:Elhabía contestado que sólo así se sentía en paz ~on el mundo; Giscla suspiró. Tenían poca servidumbre~ ,en sun1avorpáife .
..• Lady f{a,rriet '· sin emba.rgo, ·no aceptaba e}Cplicación a1gµria y ' b1efidente por les bajc)s sueldos que sumadiast:iapagaf)a: . •..'
Ja embriaguez frecuente de. su marido Ja enfurecía. Toda la casa · . t>c. qu~tó la capa de. los hombro~, 1a colocó en una silla y .Sé:
se· ~streniecía con sus gritos y eri tales ocasiones Gisela se desliza~ ..
ba, (le pwitillas hasta su cµár\:o y se metía entl:e las sábanas para, Rnoc.11116 JUnt.o a l~ c_ h. rm_enea, para e_nc.en_.~er el fuego. Al ._h_a_•. .·~_· .• ·.>_ ..·
c;trlo, una voz sono en lo alto.de la escalera. , ·· .. · <
º.
1

.·n_._.·. º.·. Y
e_sc.·u.,
cuanto yoce_~- ~rad·as·.··
··.·.ch···.ar las . •. ·_· · q·.·u1.e. in·t·_.;r·c·am_·.
mas bebiasU:padre,.mas fa.··b
coqueteaba.•an
.. ' ...i_.·su
n.su.madrast.ra
l.to.s. ·.. . .· ·
,,.,,¡Eres tú. Gisela? . . . · . ..·
Gtscla titubeó. Era la vacil~dóri de quíen 110 desea conte$ta,t: ,.
~6n0tros hqmbres ,,A médida que transcurrían los años se le. difi ~·.·· "'-¡Gisela! -la.voz era penetrante,yautorifaiia_. . -~--. ..: ·.
cultal:>a más 'atraerila aténdón masculina: L~dy. f!arriet .mi.nea-)}'., -~l:H.~S11i . ·· -. · . · :-· · ·
't.·•... ~id·.º. }~u.•y a·t·t·a·c·tiva_, c.º.·.n·.. su.s f:.ª.·.c_ci__o.n. .·es....d~r~·y ªI?:glil()s_~.··.>_._••··.'.·.·A
••h_a,.·b."'1.a
1f:c , ·un cutis pálicio•y 11na figura que alguien habla descnto como <
-¿Por.qué no conte. stas en el_ acto_?_ ¡S_ubeque.·te.ne~é·s···i·tº.!> •·
,~·=Iba a encender el fuego. , . · . · · ... . · · •. ·
e: • '.'up poste cóncinwr;a,' '~ < ' ·. . ·. ·. . . ._· · . ·· '>:,· r•.... ¡Deja el fuego en paz y sube ahora mismo!
t :)<;'.. , \ Como la quitita hija de ~na vieja familia, del cóndado, ·lf:i > La llamada era imperativa v amenazadora. · ··. ··
·~·"f }iaf;>¡a ~esultado .·m;uy•,diiídL cónsegµ~ ma.rido·· y•el·.viudo squ{r~,;i .. -"Ylt voy .•. ya voy -:contestó lajoven.'
~;;:

~~
--~)>~--~
J
¡'' ~/ ·nombte clásico en ~1 r~maniidsmo 11
10
·, . Subió c~i c~rriend~, ¿on ese temor pueril que· su madrastra .
1

-¡El' trabajo-te l9s calent~rá! No hav tiempo para tazas de


[ 1

'l . . siempre le provocab~. Lo experimentaba· desde que Harriet


1 '

1 té. Date pnsa {Si no tengo'listo ese vestido 'a la hora que lo ne·
había llegado por prunera.vez ala casa y, ·a pesar de los años. cesito, t6-daré tina azotaina que no olvidaráS en mucho tiempo!
nada había sucedido para borrar esa sensación, de temor e impo Al decir esodio aGisela un empujón quela áfrojó contra la ·
iencia que Gisela desde niña percibió ante su madrastra. puerta. Coh gran-esfuerzo, Giselalogró marttenereLequilibrio,,
...·· Ahora; Lady Harriet estaba de pie eh el amplio dormitorio abrió la puertay coJrió a su própio cuarto, donde se quitó el
qu,e había al subir la ec;'ralera. Allí se éncorifraba la enorme ta·. sombrero y lo arrojó a la cama. Supuso que tendría el cabello
\¡ rna de caoba; de cuatro postes, en la que ella V su marido dormían. despeinado, pero no se atrevió siquiera a arreglado. . . ·..
cuando-él no estaba demasiado ebno para, ·subir la escalera y se : Tornó su cesto de costura. y bajó a toda prisa la escalera en di-
qued~ba dormido en un sillón de süestudio. •' •' rección del dormitorio de su madrastra. Para su alivio; Lady -
.· Era una habitación muy opuesta a la apariencia de Harriet. Harriet no estaba ahí. A toda prisa también, colocó un~ silla
. Erafrívola, :femeniniy bonita, con cortinas de raso color rosa, junto a la cama y empezó a coser con puntadas. pequeñitas los
11 volantés de muselina cubri~ndo·el tocador y delicadas sillas do- volantes de enca1e cjespren~idos de. la _falda del ·vestido.
radas; de patas curvas,'que había subido de una delas habita-.·. Y a sentada, percibió cuárito k dolían el brazo'y la cabeza ,
1
ciones inferiores. . ·, .. · · . . · · ... · . - · . .· por efecto de los golpes de su macirastra. . · , ·
! En el centro de ell~, Harriet, alta, angulosa, con el cabello A pesar de ser niña, :Lad,y Harriet siempre hallaba excusas'
oscuro cayendo en rizos a ambos lados de su huesuda cara, p~tra golpearla y maltratarla, · .. · - .. .
parecía. una iJ?-~rusa. Sin em_?argo, su ac~itu~ no dejaba dudas Una taza rota,-un pequeño olvido; un comentario tonside~~­
respecto a quien era la duena de la habitacion y de la casa. , . · do impertinente; bastaban oara que Harriet la !1:olperua con un
. ·-;Por qué te tardas tanto para todo, muchacha tonta? fuete delgado ,y sin piedad._ Y Gisela había aprendido, por
Tú sabes tan bien corno V() que deseó'us,ar ese vestido. color púr-. amarga experiencia, que sus gritos o protestas st;>lo piotivaban.
pura p~a ·la cena de esta noche .en el "Castillo. El encaje de 1~ nuís golpes y violencia de su madrastra. . · .
falda está roto, Te ordené hace una semana que lo cosieras. Ahora, mientras cosía, Gisela iba enjugando cori el dorso de
-No recuerdo que lo haya hecho -respondió Gisela_ h1 mano las lágrimas que brotaban de sus ojos~ ¡Qué tonta era al
. . Como respuesta, Lady Harnet cruzq la habitación y tomó f1. > dejarse afectar de ese modo por aquella mujer, que no debía te-
Gisela.del brazo, hl tiempo que le clavaba los dedos al hacerlo·:;; ner ninguna importancia en su vida!- ¿Por qué no pensaba me-
-. ¡Entonces compruébalo! ¡Tú guardaste . ese vestido !•0 jor en su madre?, se consolaba.a sí misma. Era: tan gentil y boni-::..
,-_rugió dandffun manotazo a la cabeza de Gisela-:. ¿No te he···, t a. ¡Qué felices habían sido cuando ella vivía! La cas~ pareda '·
•dicho mil veces que no guardes nada sin revisarlo primero? · llena de risas, la comida era.deliciosa y los sirvientes trabajaban .
Sacudió a.Gisela tori brusquedád y le atrancó un grito de do- ron. alegría y buena volunt~d. . ·· . .· · · · .· ...
~r. . . . . No eran máS ricos entonées,.pero el dinéro lucíamucho tná:s..
No se gastaba, como sucedía ahora, en los extravagantes vesti-:
,,
. . ¡Por favor, me está lastimando! · ..· 0

·. ~y lo se~uiré hacien~~ si no~ te pones a trabajar en el vestí.-. dos de Lady Harriet, eri pieles, sombreros, joyas, abartfros y
. do de inmediato. _¡Grandisima pere,zo~a! No haces una sola cosa. fruslerías. Todo para tratar de·atraer ~lgún tonto subalterno del
\',._'1 ' de las que se te ordenan.Trae la aguja e hilo y no te atrevas asa~; ruart:cl cercano' o algún caballero aventurero necesitado <Je una
<. "
lir d~ est~ habitación· hasta que hayas-terminado. . · ·.. .~: cama y una comida· gratis. . , . . .
. ,. . . ·-··· ¿Puedo . tomar ·.· una ·.taza de té primero? -;pregutit'. '•¡Uh, mama, mamá!,,, sollo·zó Gisela enelioq.do desuco-
:·:G1sela,.-. Hacía ianto frío que traigg los d<idos.hdados~ . · :· t'QZÓn. "¿Por qué tenías que morir?_" · . ·. · · o · · "·"
---~.{:~'''°';~C·~:.:,~~.\;'·:'·-;;;~~
1

••..•....•

.. .u·,Í ~'- 'f~tz:·c,~LLt.1 ~m.n~~;iroº······ -~ ':· ~-

12· · •·.'.· ·•. ····.~··. :~ ',;•. . ,. .. . . .. ·. .. . .. _.". .. . •., ·. .. ~ '.. .' . . . . '". '
.1J,
..

que s~Ji~ra a faz#, ~al1pqu.~ _sólo Jo hiciera por sus taballC>s .·Yeso. ·; •.•·.
••. •. . ' fp[fu~¡idb bien récordaba O:CJ;\let~. 11Jt#~.
s!' madre habiil
1;estacio µiuy h1t>rr la semana apt~noréY se ve1a mas hermosa m.Je·
le había permitido: conse.rvru:fª'- razón. > . . .• ... · . . ·. -•........ ·<: <{
. ' .. Gisela nunca supo .dónde O, C:óino··. hab~a .conocido· a Lady' ':
.· nunca; Bella. sobretodo ,porqµ.e ie realizaflaun·1rran deseo•.. -Harriet.· Cuando era niñatodayfaJa había visto'llegar con. <:re-:>'·
· ::/ Voy a darte Üri líerrn'a.nito, Üisela ~habia dicho rodeando ciente frec:ue11cia. a fa Fasa, ~it1 ~et invitada, co11 Ja esp~ran.za,de
· · cÓrLs:i.l brazo a. la giña.;. que entonces tepfa diez año$. . .. · encontrar al squtre. ~asabanJargas veladas en el estudio, riendo-"
~¡Oh, m:µná:! ¿Cuándo:?-"-habíapreguntado (Jisela .. y conversando; En algunas ocasiones lleV,ó':amigos .ª éenar y, inás >
+Muy pronto; m:i amor. ·. · . < ;. · -· . - _ .•
ocasionalmente, ·cc;>nvenci6 al squire Musgrave de ir a éenCll" ·~ su ·
Habían hablado llenª5.' de entusiasmo {entonces sü padre · casa. · .· · • · •·· .. , .· · .· · • ·· : ; .
h~bía entrado en la habitación~ ·
· ·:-'-¿Yak dijiste ala niña. Swphanie? ~preguntaba éste.'
.· . . ·. · . Y; entonces; por fin, reeordó aql1elfa noche en que estaba tp 7
cando· el piano. en eL$aló¡i. De pronto al levantar fa vista,• los .
Su m,adre había levantado Ja vista, con ojos muy brillantes. había vist0a ambo~ él.e pie.ene! UII1braL Su padre estaba ebriq. ·
-··Está tan feliz .cómo yo, Georg e. . · · · .. Lo comprendió ..por la expresión áfontada de su. tost:ro, por 1á.
-···No deben sen,t_irse desilusiqnada5 si resul~a una riiña
~decía él y Gisela :comprendió. por lo r9rico de su v9z, q\le es>· forma en que se .•tamhaleaba al ctµzar la habitación hacia ella;
taba tratando c:le disimulafsus sentimientos, uafandú de ocul~
No había nada excepciona). en ello y Gisela lo vio C:omo .cosarta-
t ural · · :\ -· · · · ·
tar la felicidad qué él, tambié11, estaba coinpartiendo con ellas/': •. . . . . . .··. - . 1

Pero la actitud de Lady Hat.riet había cambi.ado. Ella· lo


·. . --

-Será un varón -'- ásegurapa su esposa-. Un hi1opara ti• había advertido alincorpor~se, !ítnida'y titubeante .. ' . ·...
.¡ , . G< O(~ e porque fo deseas t>Jlt-0 > porQ\le lJle <ienfo aYergonz¡t<)l¡<. -:--Y o. . ~.esta.ha I?!acticándo -2.:.dijo; casi como siJe l;mbieran
\! \ de que es l.a úri~ca cosa que-no he poCITdo ~darte. _ pedido una exphcacton. \ > ·, _ · · ·. .. ·_
1',.\ .-¿Crees que. deseo ,;ligo. qu\ go seas tu? .··.. · -' · -Tú padre y yo tenemos \illa:n6ticia para ti ~había diel:lo .
\. r . • Su padre se había arrod,illado.junto·a.la silla de.su madre,
Lady Har.riet. •. ·. . . . . ' \ - · . .· . · .. '-. · ... · . .
para rodearla con sus bra.Zos. Ambos parecían haber olviciado:a Habíacierta nota en Su·voz.Y,unhrillo.erisus ojos que. revé· , ·
la niñita que los observaba; · · ·. · ..· ·.. · _, . lawn a G~ela la verdacf antes. d;e que se ládijeran. . . .. :. <.:.•_ .
. . . Esa.11oche, cuando yi estaba acostada, Gisela había. oído un .
_ grit~;. ·.· ~
Fu. e hasta la mañan·ª· . igúie.rtte ql!e_ supo su madre· q~.e -Noscasamosesf~maijana.\... .
Cuatro palabras que eran para ella como un golpe mortal:Se
. . > \ ..
h.a.b~a tropezado cuando ba1aba fa escalera para ir a cenar y_ quedó de pie, inmóvil, mirando corno tonta de uno a otro ..
hab1a,rodado hasta el fondo de ella. ·. , · -¿Nó va5 a felicitarnos? ·. .. ·. . · ·· · .. ·•· · ·.
.· El be}?é había nacido-..esa noche prematuro. Era un varonci- Había una satisfadcióny una nota tal de tr~lunfo en la v.oz:cie: .···
to y tanto él como su madre habían muerto cuando el sol subía'., Lady Harriet, qµe Gisela sintió como si le hubieran dadó utiJ::t;~· ·
por encima de las colina5 distantes.' . ' • .· tigazo. . .• · .· . . . . · .. .. ·. ·· · ··
. : ·· •·.·. Todo hab!a c:ambiado-a partir_ de ese instante. Al principio;
el squ.ire·Musgrave había actu.adO~omoúrt loco/Iba de un lado
..•.
·-¡No, no! ¡No es-cierto! ¡N'o Pl1ede $ercierto!. < .· ·•· . ·
Oyó su· propia :voz, aguda y aterrorizada. · E,ra·, ü11:;r ..

J.~.t··.· .· ~u.al·q.ui~.ra pudie·r·a.··.d~v.olv·e.r


:t a otro de·la casa gritarido, exigiendo doctores. más doctores, es- pesadilla. ; . una:.pesadilla 4e~·1a que .debía_ desperta_r e{l cµa1.? <
quier. momento. Pero .~1l11i mientras gritaba;. mientras ri,:liraba :,
\ J~r i Entonces, desp\les__·.··qu.edel funeral, s,e. hªb..l:la
pe···ci·al.is.·tas····; .en u1
v·.id·ª.·ª.• s.úm.
ta hundido· con desespet~ci6n a su ¡>aclre,. comprendió que erala vt;td#l.X //i-
\>. , •· .• etnbriágµez, e11unestado 0e profunda depresión sinrémed1ó 0 Su padre ·se l)abfa;.~a~ado:ccon LadyH~rie.t>;¡ l:fabía;iJ:g_µ~~llti•iiYi.
· :\): .•. ··•··])orante .varíos meses.··esiuvo··. en _ternble~. c:ondiciories.: ~ .. en ellug~ d~isurD:.3.dter \ ·... · ·. >'\ . (_. __ : :·,·\·:::;':,füt~~N~;f:'
'<i·· ha5ta:qu~llegó fa:-terµpOi:~da
. - . de.cacería
. ...Lo_ .·'corj.yenci~rohd
. - . ~ . -. . .
.._..· .•.·.···~

k oo)nb,,; cla;co .:,, lil tomañÍkismo ¡' ( ~


· . to, ,lo que apareceda adelante cle ellas: Alterminar la cuesta
. \
. habfauna barda rnUy altayl más allá d.e ésta una zanja _profun,,
\' da que casi imposibilitab:a saltar sin caer. Había un sol9 lugar
. donde Gisela sabía que podía brincada sin pelígro; pero, ·¿cómo
.Capítulo 2 'lo sabríala forastera? - . . ·. . . . ·.
Gisela tocó con su fuete al caballo, pero ést.e ya se encbntra- .
..

1 ba galopando al m'áximo de su cápacidad. Vio cómo la mujer se.


f,
dirigía .hacia. elq:ntrq d.e Ja barda. Tr3;tÓ de $"rit3:f .,pero tanto Ja
• . OS .~ªb. uesos corn."an tod···.ª vel.·ocidad y Gisela, sintiendo
a angustia como la velocidad_ a la que iban, unpHfreron que ~a-
·~ t~ el aire fresco de la mañana con un leve toque helado en
\1
1 ' lieran de su boca los gritos de advertencia que le indicaba suco-
- -~· las mejillas, le parecía estar volando tras ellos. . razón. . . · · .. .· ~.
Su caballo. galo¡>aba segtirº"ª través del irre'gular terreno, sal- ~isela frnnó un poco a su proP.~º c:aballo" m~entfas la desco-
tando sin dificultad los pequeños obstáculos que encorttraban--a nocida saltaba la valla. Caballo y Jinete se d1bu1aron por un se-
su paso .. Luego, dejand~·hacia su izquierdaun·bosque gránde, gundo en graciosa silU,eta contra el cielo, para desaparecer de la
. se lanzaron sobre una !la:nun1, con los perros cotriend~ y ladran-· vista. A .tcida prisa; Gisela se dirigió hacia el lugar donde /acos~
d? frente a ellos, ylas chaqµetas rosadas de ~os batidores po- 'tumbraba saltar. Su caballo.saltótertero par~alcanzarel otro la-
mendo una nota de color contra el azut del cielo. . ·•· do sin contratiempo. Al hacerlo, Gisela miró comprobando lo
\ ' _ · Como siempre que cazaba; Gisela se había olvidado de to,. que -esperaba:. up caballo, sin jinete galopando a través de la lla-
.'! .. do, except9 de la-emociofi de 13: cacería. Una intensa exc;itación nura que .se extendía enfrente y un cuerpo inmóvil, en el suelc~>,
l '
¡:' parecía s)lrgir en su interior, a cada paso de su caballo. junto a la zanja. -, · ·. , ..: . . · . . . ¡.
·. ·~ Pronto, la mayor.parte-del grupo quedó atrás y sólo los más há-
'fj
jd
Por ún ·.instante, Gisela · titUbeó. Le dolía abandonar la
\·1 . hiles. y audaces siguieron corriendo tras los perros .. Fue entonces cacería, y los perros ya iban adelantándose. Su corazón parecía
q,qe Gisela advirtió a otra ml;ljer, que cabalgaba a cierta distancia cor~er tr~ ellos.: Sin emb.arg.o; la .cº.m.. pas.i.ón que sintió por la.
·.· adelante de ella., Al principio sól9 -percioió un traie oscuro sobre mu1er caida se impuso a todo lo.demas. . . ·
11 uh caballo. gris que saltaba como si fuera Pegaso mismo, sobre las Dirigió su nionrura hacia aquella mujer, moderando.·. <!l
t
1
bardas que se iban haciendo más altas y peligrosas;· de modo que paso y cuando se enc:ontr§ a su lado, d~tuvo el caballo y sa;Ltó.
!
, un núfuero-menor de cazadores se atrevia a lanzarse.sobre' ellas. Arrodillada en el suelo, Gisela levantó con un brazo la c4beza
,. El interés pásajero de Gisela se convirtió en curiosidad. No . de la desconocida. Su rostro estába tan pálido y. exento de co.:
~ra_frecuente que alguien la superara en velocida~ y, como · lor, que por un momento Gisela temió que se hubiera roto el.·'
C.0~1ocía muy bien cada palmo de terreno, por lo general encabe- cuello. Entónces compreñdió que su tenior era infundado:• .. ·
zaba al grupo, superando a las otras mujeres que p~ícipaban en la mujer respiraba. :- · . · ·' . .
1 \ el deporte .. · · .·.· .· · · ~.. . -- . Gisela levantó la vista, para ver si había algún jinete cercano
· .· · 'Impulsó un poco más su caballo, pero la-mujer continuaba a al que_pudiera gJ."itar pidie11do_:ayuda. Pero no había nadi~ .. '.
t\l.. :.··. cie.rta d·. ista.nc.i~de el.la~ Par. ec.ía-ser p. . ~.~e d.e la. ·.mo.nt.U;t:ª. Yel de.-
' l ?· . talle le recordo a Gisela la conversacion de los gran,Jeros en la .
sólo el ladrido de los sabuesos quese perdía poco a poco a ladis:
tanci3;; Bajó de nuevolavist~a laniujer que ten.fa en los brazos. .,~
,
r,-. tala,bartería. A ella ~ebían haberse referido, sin duda alg~na. ,· .' Los parpados de la desconocida temblaron un momento y.des- .. e}
·· , Estaba.tl · descendiendo .en esos momentos por una hgera · · pués se abrieron~ . · ·..·. •.· : . · _ . . ·. . .-.·· C.: .. < , /·:
_cuesta, sin que Giselapudiera acoitar más ladistancia que. la se- Al contemplarla, Giselaadvirtióqueeralarpµjer?1ás hermosa'.,_
;paraba del caballo gtk Ahora recordó, c0n un estremecimien-
,'~.~·· t
..... ~---z~

. .. c·>···-x····.· !f.)'· ~ '.

e/ nombre. clásico en .e/ romanticismo


•·""'"!-~

17
ili
i; ·q~~.h,al_)Í~yisi'oensu vida. Teníaun róstro.eiquisito, radiante ·• Mientras la mujer se ocupaba d~l encendido yprometía hacerles ·
u;! · 'a\lii ensµpalidez; susojos, gran.des_y pr~~lantes, parecían llenar. un bueh té enseguida, Gisela ayudó a la desconocida a· sentarse
súpeqµeño rostro puntiagudo.- .•. .·. · . ·. . .· . . . . · en un sillón. , . .
i,
· ·, . ~/¿Sé siente bien?··~pieguntó(Jisel~·consuavidad, al veda ~¿Seda posible enviar a alguien á buscar el carruaje de la se-
n;,.:ifadairiterrogante delª mujér7. Se cayó usted; y ~reo que no ñora? -preguntó Gisela.. . . ·;
seJ,1;ti:oto ningún hueso; • - ·... ··· .. ..··. . .. •.·· -'-Mi marido y mis hijos mayores están trabajando hoy en el.
·•·.·.·•· '2::.¿Me; ... caí?····.·. preguntó una voz débih· Entonces la mu- · monte, señorita -explicó la señora Reynolds~. Pero tengo
.jér hii;o 1Ui esfuerzo porincorporarse. . .· . conmigo al pequeño Herbert. Aunque no cumple todavía los.
· ·· - Quédese. quieta ªÚ:n+le ,aconsej~ Gisela. . . . nueve., es un chico lísto. Si -le indican bien adónde ir, lo hará
:-Yo~ ~ . estóy; . , bien. Pero) .¿y nu caballo? .·. , ·.. ·.···. . •. con gusto. . .
"'7-Alguién fo detendrá ~le aíjo. Gisela eff tono consolador. · Gisela se volvió con una sonrisa a la desconocida .
. ·. ·. La~rilujer cerró los qjos, yGisela comprendió que aµn estaba . · -:---:iPodría decirnos adónde debemos enviar a Herbert?
sufriendo lbs efectos de Ja caicla. . · . ·. · .• . .. . .·
-:-7Me _pondré bien: d~ inJrieciiato . .:.,-qijo, al comprender Ja. La dama se incorporó con-visible esfuerzo.
preocupación de Gisela. . . >< .· · " . .· .
~
Esta percibió . que. la descop:Otida-: hablaba con acento. extran-
.· . ·. . 4Soy la Condesa Hohenembs -dijo-... . Y estoy hospedada
en Easton Neston.
· fero. Su inglés era perfepto ~ pet()tenía una ligera !~flexión que -¡Easton Neston! -repitió Gisela-. Oh, eso p.o está lejos
· hizosentir a Gisela una rep~[lti1).a nostalgia: efa como hablaba - de aquí. Si Herbert va a campo traviesa, no.le llevará más de veinte
su madre. · .· · · · .. •'.'• .· ' . · o treinta IIlinutos llegar a.i'lá. / . ·
Hubiera querido pedir~ la d.~stónocida que _siguiera hablan~. ~Le diré que se vaya aho.ra mismo, milady intervino la.se-
:do, pero sabía que estaba lastimada y-que debía llevarla a algún . ñora Reynolds con respeto-. Y ahora, voy a traer el té. ·
·· fogarseguro, antes de continuar su cacería. · . - , .·. · · · _ · La rtlUJer salió·· a tooa prisa y Gisela se dedicó a atizar el
. • . :--¿Cree usted q11e podrá llegar a h1 granja que está ahí; arri~ fuego, para dejar.d~scansar a la mujer lastimada. Cuando la se~
·ba.deesaJoma?--preguntó-. Puede usar mi cabalfo, tnientras ñora Reynolds volvió, algunos minutos después, le sirvió üna ta-
que yo_ caminaría a.su lado•. Luego podemos enviar a alguien pa~ za de té. ·
. ra traer su carrµaje. .·. . . • ... ·. ' ·· . . · •..·. ·..· ·.... _ -Por favor, trate de beber tanto como pueda ~aconsejó,
· · La desconodda· miró hacia lá granja, cµya casa se veía co.n acercando la· taza a la condesa.
claridad desde los árboles. ·. . · Esta empezó a quitarse los guantes y Gisela notó sorprendida
. :~Tu intentaré ~ogtestó,' .· ·. . . . . . .. . . . . que llevaba tres par~s, uno sobre otro y que sus manosr cuando ·
· Se puso de pie con. ciert~ dificültad; Entonces, con bastante· ~uedurnn ni descubierto, eran largas, delgadasrcon uñas muy ·
esfuerzo.deambas;Jaforastefa logró ajontar ~1.Lcaballo. . l5i"11 ilfrtlHladas. Gisela volvió a notar lo exquisita que era.
,Era muy.delgada, defigura .exquisitay . Gisda.no~o que.su aquell11.. mujer. Nunca había visto a nadie como ella. No eran
.traj~·.de·niOnt,ar,aunqué erilodado•µiostraba una eleganj:Íaqµe ·. s61o sús facdones delicadas; no era sólo lo inmaculado de su
la hizo avetgonz~ de la mogestia del suyo, que habfa.vividq piel,· ni lo brillante de sus ojos. Era una cierta cualidad de belle-.
mejóres~faslargó tiempó.a1:rás. ·.... , _ -.~ · ... · · - ~ •. ,; za que no podía d~scribirse con palab!as· ·
. •.·:· L,aseñoraReynolds, famujerdelgránj<;ro;queconocíaa Gb-,< La condesa beb16 el té, dulce y caliente. .· ·.· . . .·
t .. ~efa desde {liña', las recibió ton -gran cordialidad. La~condujo' a;{ -Me siento mejor. ahora -d}jo algunos. momentos cteS• .
; ·:'fa··• sala de su. casa y pro~e~ió a. énce~de~ l!9: acogeciot · fue~o¿~ pues..-; Gracias. · · ·
.:\~-Z~
--,·

ef:nombre clasieo· en.él rómanticism<)

?·ia,~eñ~ra R~ynolds les ofreció- algo de cornee ',Gisel~ áceptó .: -,:-¡Vaya, usted también tiene el cabello >rojo! ~exdam.ó 1a ·
urra rebanada de jamón hecho. en.·ca5a, pero la condesa sólo coqdesa, cuando Gisela puso a un lado el sombrero. ...·. · '· ·
·. qilis()fruta. . . . . _ -Pero.no es como. elsUyo -,-sonrió' Gisela.
,' .Cuando la señora v9lvió a dejarlas solas, !a: ¡:ondesa levantó La condesa la escudriñó_· . . . .
Jc)s brazos y se· quitó el pequeño sombrero que llevaba eri lo alto .,,.:_Yo· creo que la he visto,.a ustéd antes -comentó:_. ¿En,
.. de.la cab~za y que, como por milagro, no se había desprendido . '" dónde nos habr~mos conocido?
durap.te l~ Caída. Fue erüonc:es que Gisela notó su cabello .. ~si yo la hubiera conocido a usted -:eontestóGiseia con vi~
· Trenzas muy apretadas cubría11 su cabeza; prendidas des~ sible admiración eh los ojos"-', jamás la habría olvidado.
pués con todo cuidado, pa,ra conve:ttirse·en una base firmepara ~Gracias -repuso la condesa--,-. ES extraño, J)'ero para ~mi
·su sombiero;~ra cabello de un.atractivo ton9 cobrizo y brillaba hay algo familiar-en usted. ¿Por qué no ine cuenta.quién es usted
i: -·~ la luz de las llamas del fuego, casi como' si estuvier~vivo. y quéhace? .· ·
· ~¡Ah, así me siento mejor! -:exclamó la. condesa_;,. Me Gisela se ruborizó ál pensar en lo triste de ·su propia co.ndi~
duekla cabeza, por supuesto, pero eso pasará. Tuve suerte de . ción, que no· podría interesar: .nunca a. una dama tan elegante
que no fuera peor. Pero sienipre me. enfado mucho COfl:migo .. como .aqu<.Ua.
misma cuando me caigo. No es sólo el dolor de la caída, s1hoel -'-Yo soy'.una persona sjn riinguna importancia y mi. vida es
hecho de perderme una cacería. tan insignificante que fa aburrirfa con al relato. En cambio, me
. -No fue culpa suya ___;observó Gisela-. Cualquierª- hu- encantaría. saber pqr qué vino usted a Ingla.terra. No sabía que
bíera caído en ese fogar donde. saltq. La ,causa es .que. usted no los extranjeros podían montar en la forma extraordinaria en que .
conoce esta zona. · · usted lo hace. - ·
. -'-¡Ah! Por fortuna mañana tendré conmigo a alguien que sí . Habló con tal entusiasmo, que eso venció su natural timi •
la conoce. Lo envié a Irlanda para comprarme uh caballo de mi dez. Además, encontró que ,podía hablar con facilidad enpre-
preferencia. Pasado mañana no cometeré más errores. sencia de aquella hermosa desconocida, a pesar de su.importan-
cia social. Era casi como hablar cop una joven de su edad. Sin .....
-Me alegra que .logre cazar con más seguridad. ¿Es cierto duda alguna, la eondesa .no· podía ser mucho mayorque ella. ·
. que esta persona conoce la zona?' . . · Parecía tan joven, con su frágil figura y su bello rostro que em-
._:_._¡Sí, sí! ¿Ha oído usted hablar derCapit~n BayMiddleton? pezaba a recuperar su color natural. · · ---
-¡Por .supue~to! _.:_contes.tó <;i-isel~-. Ef Capi~án Middle- La condesa se echó a reír.
ton es un caballista extraordinario. Una vez lo v1 ganar una -Pero. . . yo sé demasiado sobte iní misma. Y lo que sé no
cattera ye todos estaban felices . . . hasta los apostadores que siempre es divertido .. En canibio r1:1e gustaría que me hablara
habían perdido dinero con su victoria. · · acerca suyo. . . .. ce · ·· . •· • ·.
La condesa sonrió. . . En ese momento la puerta se_ abrió con· brusquedad y un
..• -:jAsí es él!. Es un_ gran de.:P.ortista. Si hubiera estado hoy hrnnbrc entró en la habitación. Se quedó inmóvil un momepto;
.conmigo, esto no hubiera sucedido. inimndo a la condesa. Una expresión· de profundo álivio se' di- .
· · La señora Reynolds entró en esos momentos con un plato de buj6 en su rostro. Entonces, en dos z-ancadas llegó a su lado, ~e
jamó.n y ün pequeño .·cesto de manzanas. La condesa tomó una, ;: arrodiJJ6 y se llevó la mano dé ella a los labios .. · . · ·•·.·
. pero sólo la mordisqueó un poco y la dejó. G)sela, en cambio;< -¡Está usted a salvo, señora! ~exclamó hablando en ale-.
>se comió hastad.últ!mo·ped.3-zo ~e jamón ydespuéscsesentó en·.: mán-. Crer volverme loco cuando encontré su caballo sin jirte-~ :: . ,.
· .: el
.,
t:ipete
, ..
que había -Junto
,
a la chimenea y. :Se quitó el sombrero:.-.){
, . - .. .· ·: ·,-. -
~r;;r.::·;;_~
~e. No supe lo que hab¡a sucedido. Pero, ¿no se lastimó Su. M~~.: :·,;r
D..t11BARA.
·· .· el nombre clásico en el romanticismo 21
·20 ~-
¡i -Débe. usted· perdonarme, señora -contestó el
!. jestad?-¿No tiene ningún huéso roto? .
d Gisela hablaba alemán con su madre, cuando .piña. Ahora, caballero-, pero es que estaba loco de preocupació11.
ar oír el título que el caballero había usado para dirigirse a la -Y ahora, · permítanme presentarlos -dijo la
emperatriz-. Este es el PríncipeRudolph Liechtenstein. ¿Y us~
.. ·.~
. ''condesa'', se quedó petrificada, antes de incorporarse de in-
. mediato. .. ted? Para míes la buena samaritana, pero aún no sé cómo sella-
:t' Áhora todo acudía en tropel a su madr.e. ¡Qué tonto de su ma en realidad. · , ··
parte; qué ridículo· no haberse dado cuenta antes! Hacía tres -SoyGisela·Musgrave, a. sus órdenes _._contestó Gisela. . .
· \meses. que se hablaba de la visita que la Emperatriz de Au~tria, -¡ Gisela ! ' ¡Qué extraño! -:-exclamó la emperatriz-.. Yo
·fa hermosa ·-~sissy'' haría á. Inglaterra. Sé decía que quería venir tengo una pequeña Gisela en casa~ . . es mi segunda hija; Es un
a cazar y que era muy probable que lo hiciera en aquefücpa:rte nombre duké que me gusta ·en forrµa especial. No esperaba
del país, ya que su herman~, la Reina_de Nápoles ,'se encontraba oírlo en Inglaterra. . . ·
yá en ·. el condado; Gisela. había oído -hablar de ·ello a su -Fu.i llamada así pOr mi abuela, señora -explicó Gisela.
madrastra, pero no le había prestado mucha atención, ·. · -Muy bi.en, entonces. La señorita Gisela Musgrave .. .' d
Ahora, de pie ahí, temblando un poco de tu,rbación, pensó·· Príncipe Rudolph Liechtenstein, Ahora ya están presentados .
. que debía háberlo supuesto antes, Sin duda que esta exquisita, Gisela hizo una reverencia y entonces levantó la vista para ..
hermosa criatura, era la emperatriz cuya belleza toda Europa . .vtr que el príncipe tenía la mirada clavada en ella con expresión _
adamaba: Isabel de Austria .. Y tan famosa como.su belleza era dt protundo asombro. · ·
su habilidad para montar. ' •, ·-¡Es increíble! ~murmuró él--:-. ¿No se ha da:do cuenta,
·. ~Calla, Rudolph _:_ordenó fa ~ondesa al hombre arrodilla- íltd1ora? ¡Es extraordinario, absolutamente fantástico! El pareci-
40 junto a ella-. N_o hay necesidad de que te preocupes d,e :se do, qmero decir. . . ' · •.
modo. Estoy muy bien y en buenas manos. Esta bondadosa Jo- La emperatriz. vio la expresión del príncipe.
vencita se ocupó al instante de mí y me trajo aqut . . --¡Ah, tú te has dado cuenta también!_ Me recuerda a al-
. Se volvió hacia Gisela soririendo y le dijo: · MUkn que tú y yo conocemoS'. Es_o es lo que sucede. Yo pensé
,·:"i ___;Mis amigos estaban p-reocupadós por tní. . í,¡uc había vi~t() antes a la ~eñprita Mu~grave. Pero ahora m:-doy
-Señora. . . Su Majestad~- . . perdóneme. t'll<'IHil de qu:e es su parecido con alguien lo que me da esa idea.
-tartamudeó Gisela en alemán. /u;lítfí\mc ~i· auién me recuerda. ' - ·
La emperatriz permaneció en silencio antes de. exclamar:. lll príqdpe titubeó un instante antes de decir:
, ' -As:tque usted habla alemán. , . ·''·Sd,orai debe perdonarme si esto la hace enfadar. Nadie
.-.· Sl, Su Majestad. 1~od1'fa 1ispi*r nun@. a ser tan hermosa o tan exquisita como us-
· ~¡Qué extrano, en una muchacha it1glesa! Pero, no se pre- ff,d, P<.'l'o dCl;e darse cuenta del indiscutible parecido. Una:irna-
ocupe por mi pequeño engaño. Estoy aguí de incógnito, y se su-_ l~n pálida de usted misma, pero, sin duda alguna ... un~ ima~
porte que todos deben tratarme como s1 en .verdad fuera la Con- ~n. .·. . .. .
desa. de Hohenembs. . ·· · . •. · Iilil emperatriz miró a Gisela y se llevó de pronto las manos al
. Se echó a reír y se volvió haeia el caballero que estaba a su d<l*tro. . .
lado. ·· ~"''"IHS cierto! -exclamó-. ¡Es ciérto! Se parece a mí. .
-¿le ves, Rudolph? La sola mención de la realeza lo arruina .... ·h · Glsela se quedó inmóvil, mirando a los otros, mientras ·
todo.· Estábamos en un ambiente muy íntimo y cordial cuando' ' .lttntfa que la sangre se agolpaba en sus. mejillas.: ¿Se habían' ..
. llegaste. Ahora mi joven amiga paiece tenerme miedo'. ;.YIJtdto locos?, se preguntó. Estaba tan turbada que hubiera·
•, ~ .· .
'
iefh~fubte.<;lasi~o
...'.
en .e.i romántid~mo
... ., .

- :qµeddo qu~ se la tragara la: tierra. •. , ; ·.. : ... ,·. . .· sotras. f>etoes¿.ph~de~·cie'bersea c¡ue ambas somosaust~!a~ás. .·.
. ' :; ~¡:Es derto! -'repitió 1a emperáffi.Z~ Extendió, su man() h.a- , -¿Cómo. p'odrí(l.mOs :Parecernos?·· protestó· Gisela:~. Us~. ·
_e_

. cia (j-isela y. empezó a tutearla7 >Veti aquí, niña.. Háblame de·. ted _es tan hermosa,. Majestad; . , la mujer m.ás hermosa que he
ti/Quiero saber con exaqitud quién eres. ,> ,' '. ·. . ' visto en mi vida-: • J ' ' • '.

~ í < -:-Mi padre, Majestad; es el fyfayor George Musgrave, de las La emperattit.sónrió~ . . . . . ,·... . ... , .·. . · ..· ,
)Guardias de Dragones ·de'su Majestai;l la Reina. En el condado ___,. Tµ eres. joven y aún no· sabes déstacár bien tus cualidades ••.
\lo conocen como el:squz're. · · ·· · · Pero apreqd'erás, .níña,. aprenderás .. Por ahora tienes·jo•pririci- .· . ·
' . ' -''·Y ·. < tU madre' ...
' .. ,' ' ,' .· . · ,, P.al. .. ju".'entud: i]uventiid, juveny~d! ES'una cosa que aPr~;.
•·-Mí.madre egla Condesa Steppánie Han:Zally, hija del· ciamos tan poco. . ~ cuando somqs Jovenes; ,· ·
~Cqnde Fritzi Han:zally.. .. . . Había una nota de 'filudo desconcierto en su 'Y.OZ. En eso se
. -¡,f\já! -un prolonga.do so11ido. de Jos labios de ·la volvió atpríncipe·, , . ... · . .. . , . · . . ·. .· . . -
emper::triz---:-. 4sí que el Conde Hánz~lly es tu abuelo. · -¿Tienes algún plancpara llevarme a casa, Rudolph?.
--,-Si, Ma1estad, p~ro nunca lo he visto. · .. -Pero, por supuesto, señota·~l'eSpop:dió. él-.· Enviéa:ini
-Yo lo conozco de tódaJa vida _;fu;egu,ró la emperatriz-'. p~lafrenero a. buscar· sucarrua.je tan .Prontq supe dónde se hall~~
El y su familia viven cerca de la casa de mis padres, el Castillo. .l>.t usted. · ·. · .· . .· · , .···· .· ,
Possehofen, e11'Bavaria. Su casa está al otro lado de la nuestra, a · Cuando la emperatriz expresó su asombro de que hubiera
través del lago de Starnberger. Cuando eraniña iba yo en bote. averiguado su paradero, •el prít}cipe ·Je eXpli~o. que había en.-
deremos a jugar éon los n,iñosHan:zally. Hábía varios de ellos comrado al pequeñoHerbeh;.en~el caminó.hacia Easton Nes~
y... sí; recuerdo muy bjeria Stephanie. Eraníayor que yo, pe~· ion, mandó estaban bµsc.ándola. Alterminar su relato, se diri~
ro. era muy bonita, con cab.ellp. rub~o y ojos azules. · Hi<l a la ventana y lanzó una exclamación: .· ..
~¡Oh,. usted recuerda ámi~adre! .__:...:exclamó Gisela, jun- ····¡Ah, el carruaje ya viene hacia a<:á! . . ..
tal1cló las manos-. ¡La recuerda usted! Oh, por favor, cuénte- La emperatriz se puso .de píe con lentitud yvisibleqieµtedo~ ···
. nie todo 1o que pueda recordar.· Esos recuerdos son preciosos pa- '' -
ra 'mL .~ · · .· . . · "'"Me alegraré de.llegar a cása y darme uh baño. canente . .
-'¿Tu madre. ha muerto?·. ~preguntó la emperatriz. Después de' eso' haré' mis ejercicios y ~staré 1istá
'"'"*ÜSCR uró--:-.
-Sí, Alteza -contestó Gisela asintiendo con la cabeza- J>1ui1 razar de nuevo mañana. . . · .. ·. . . _ ·. . , .
Murió cuando, yo tenía diez-años.· , lbncndió la mano hacia Gisela. Esta hizo una profonda::re,
--'-Siento mucho saberfo ,_dijo ·la emperatriz .. Se quedó si- ' vtrenda. . ,' ; .. ' '
lenciosa un :momento y entonces pregµptó-: ¿Qué ·edad \ ····Estoy muy agradecida contigo, mi pequeña semaritana
tienes? ··.. ·. ·. · . · · · iG!é"dljo . Y no te olvidaré. Dile a tu padre que qµie.ro hablar
1,,,
'. ~Casf veintiún años, señora. . ' . ·. . . . · . .. . ·. . <.. .:~~m él ~sta noch~. Mejo.raún, vengan tg y él a cenar conmigo.:
. : . ~Ahora recueFdo algo, algo' sobre Stephanie. Se marchó eJ:l ,}\fo (,CttJUUltosa las siete en punto. . . · . · . · , . ... . .·.. ·
forma repentina. Recúerdo que mi madré dijo: . . . . ·. ?;i · \,:..· Jh·"'·I~
t,'tna~ ... Majestad?. --'-tartamudeó.Gisela~. Petp.
· ·.. Se detµvo .con . brusquedad y levantó .. la vista hacia: :rl·; 'lJQ @IJ 1.mpos1ble. Estoy segura de que mi. .. padre no .
.·... prín~ip~;. Había l;ln. b.rillo alegre .e~. Io.s. ojos· de. ~1. ~a emp~ra~i~~} · tílfla. ' ' ' ' ' '
le.dmgio una sonrisita de>eo_tendumentoca.sr imperceptibl~/,:if~ OH~ a tu padre quién sqy'y él comprender.i -'-ctec1aró•1a.
· . ~-Hablarerno~de esto otrayez·--e-proroetjó7 ;.AhoraqlJ,e'..to•· tamz. , . , ./ · · · .
j:•'••1 .i>a1ces, ·Rudolph,
... ' . . '·".
sí; v,éó que hay un '.Claro par~cido -eht:ie<Q:t
- -~ . . -. . . ,' ' . . , .. ·_.·. ·:.:~"
~om6 el brazo del príncipe y le sonrió.,
-~--o::;;-~
'·¡;'
''"··"--;--~
...
"
24
&!/JARA=--~----~
-Admito que la realeza .tiene á veces sús ventajas _:_mur~ 1

11il
muró--,.- Aunque sólo. eri muy contadas otasiOnes. . .
· -:-Usted, señora, sería una rein;! sin importar en qué estrato -

1'.
,
1
social hubiera nacido -contestó él. .
. -·Me estás adulando de nuevo --,-protestó Ja emperatriz-. ··
. , Y la respuesta está en- Gisela. Como tú has ·dicho, .se parece
Capítulo.3
mucho a mí en.el rostro·: Pero ella no aspitá a ser uria reina. -
- La emperatriz _dijo la-última palablª· El príúcipe nó supo
qué contestar a eso. Se limitó a conducirla ton visible ternura
nf. U ANDO Gisela llegÓ a su·_ casa comprendió, .al ver. Ja
-~ gorr3;. de cc:zaélor y el fuete de su padr~ :n el ve~tíbul?,
hacia Ja-puerta, mientras -Gisela se indinaba en una prpfunda · que el hab1a llegado antes que ella. Muo el reloj, advu-.
reverencia. · _ .· tiendo que se había tardado mucho tiempo eh recorrer los pocos
-· . Afuera la señora Reynolds también los despidió con grandes kilómetros que mediaban entre lá:casa de los Reynolds y la suya.
reverencias. Aunque no tenía idea de lo distingtiidos que eran Por lo común no cabalgaba tan despacio, peto tenía .mucho
sus visitantes, la· inipresiónó mucho su porte y el lujo .del en qué pensar y había tomado la ruta más larga; deteni~ndose
carruaje que llegó a huscarlos. - ·, _ ron frectj_encia parameditar~sobre lo quelaesperaba esa noche.··
Gisela no se dirigió hacia la puerta. Se dejó caer por un irio- _ ¿Debía aceptar la invitaéión de fa emperatriz, o .quedarse en
rilen.to sobre la. alfombra cercana .a Ja chimenea y clavé) la vista <:asa? Ella lo había formulado casi como una orden real. Pero,
en el fuego. Sentía que su mente era ún torbellino con todo Jo ¿no haríad ridículo entre ta_nta gente ~legante que sin duda ro~
que había sucedido en la :última hora. . · dtaba a la emperatriz? .·
La cordialidad de ia emperatriz, su belleza, el asombro del A pesar de·. todo, su corazón le revelaba que ir esa noche
príncipe, tódo la eiivolvíaen una gran confusión. Lo línico que ~iRnificaría mucho más que una velada divertida para ella. Sin~
:podía asegurar era que había hablado con natural eonfianza con !'16 que se encontraba en u11 punto clave de su existencia. Podfa
la Emperatriz de Austria. . _ ,:;: · •cguir adelante, o quedarse para siempre dpnd~ estaba.
Oyó que.el carruaje s_e alejaba y se puso por fin de pie. Cuan- Aunque humillada y miserable por los largos años en que ..
do-la señora Reynolds entró, Gisela se estaba mirao,do en el es~ .... ht4hín sido maltratada por su madrastra, Gise.la poseía un or-
pejo ubicado sohre la repisa dé fa chimenea · ·· · •· . aullo que L~dy Harriet. no h~h,ía Iu.gr~do do~le~ar. Est~ orgullo,
¿Cómo podían opmar que se parecía a Isabel de.Austria? En ·· ¡ Jttmsaba Gisela. c?? c1ert,a. 1rifanul mocenc1a, proced1a d~ lós
el esp,ejó sólo veía un rostro pálido, con grandes ojos· asustados y . •JUd\os que acar1c1aba despierta en la noche, antes de dormirse·.
un~ cabellera desarrc:;glada, de cabello rojizo y opaco, contenido · . Soñaba que era ·alguien diferente, muy distinta de la chiquilla
_e"n una ria_ muy poco favorecedora. it~ust.nda que soportaba golpes e insultos intensificados en nú~
·fttCl'O y violencia a cadá día que pasaba. - . .
s1 _
> estaba en un punto crucial de su existencia y'no había dµ.;;
{·:da on su corazón \sobre qué camiµo iba a seguir.
"' '1¡Iré!' ',se prometió a sí misma. ' 1¡Debo ir!;' Pero compren'-·
)'Jló que 1 aunque la suerte estaba echad~, aún ~ebfa luchar para.
.'(:bnvenir eso en realidad. · · ..
· · lltm6 con su caballo en la caballeriza, aún con gran.lentitud. / · ·
_.,.,
lle> entregó al mozo y, levantando un poco su vestido,. se di':°
. . '
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:1f_'~.7 .
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26 .
. D..t_ u BABA
~-------------.-. ---.---- el nombre Clásico ,en e/ romallti~ismo ·2T
J:¡ !' ,. ;·· rigió á la c~sa. Ahora' a ·pesar de todas las íritirriii resolm;iones . "::· Gisela." sino tornando la copa que había llenado ya ha~ta el hor-
';! 1
descubrió que estaba temblando. ¿Cómgp6dría explicar en su ·de. · - . . . . . .·
casa todo lo sucedido? · ,, · · -Un mensaje, papá:!E_s: de1 la :con,desa Hohenembs'. Quiere
· . ~~a rid~culo quese sintiera ta1;i4forviosa, p~ro los años de su-
1

: ¡l.! que ... cenes con ella en Easton Neston esta noche .. •.. y
m1s1on, de maltrato y palabras c,:rueles, la hab1an hecho temero- que. . . me H~ves contigo, . .. . · . . > >>
sa de todo. Desde gue su rµadre muriera, le parecía que lo úni-. · El squire bajó la_ copa, pero antes .que pudi~ra decir algo, la
co de .valor en su vida eran>fos recuerdos que de ella g~ardaba. voz aguda.de Lady Harriet exclamó:
"¿En dónde estás.,mamá? ¿Por que no vienes a mí?'', llora- -¿Qué está~ diciendo?_·¿Qué· tontería es ·ésta? .¡Lá Condesa
ba Gisela, siendo,Jiiña, noche tras noche, ef! la soledad oscura Hohen_;mbs~ sll_cómo no! ,Sin duda, alguna, con lo tonta que
de su dormitorio. eres, olSte el nombre maL . - ·
. Le parecía entonces qúe su madre se.habíaido en vérdad ¡>a~ -No -dijo Gisela~. La ayudé hoy; cuap.do se cayó en esa
ra siempre; que no había vida más allá ele ésta, Pero a medida . barda traicionera delcall).po del9s Re.ynolds. Túla"conoces, pa~
~-' qU:e fué éteciendo, Gisela Uegó_a sentir que· muchas veces su pá. Se cayó y yo la llevé a fa granja. Allí fue donde me dijo que
1 madr'e se encontraba cerca de ella: No hubiera podido expre- quería vernos a ti y- a mí esta noche. . . ·
sado con palabras, porque no era nada.tangible, ni material. -Vamos, George -'-exclamó Lady Harriet, poniéndose de
i Y, sin embargo, en losmome.ó.tos de mayor desventura, pie-. ¿Tú sabes bien quién es la conc!esa Hohe.nembs? ·
cuando su madrastra resultaba más brutal que ele costumbre, -Sí, lo sé-~asintió el squire con lentitud.
1
cuando le dolía el cuerpo golpe_ado por el fuete o el rostro le . ·:·~Si lo P!efieres, papá -_observ? q-isela coi;i paciencia-, es ·
ardía por las bofetádas ,.sentía que su .madre. estaba ahí; junto a li1 hmperamz de Austna qllien te mv1ta a cenar. ·· · ··
·. ella, murmurando palabras de consuelo, hablándole del valor y - .,.¿Estás segura de que no te equivocaste,_ Gisela,? -pregun-
de. la fortaleza· del espíritu. t6 é:L · ·
• · Y ahora, en esta circunstancia, sintió la convicción interna •· No, papá. Ella me pregunt~ mí nombre y cuando supo
de que su madre la estaba urgiendo a ac_eptai la invitación de . quién era mi madre dijo 'qrue quería verte. . .
· esá noche~- · · · · ¿1'\sí que eso es, eh? -'-Señaló Lady Harriet con _voz
.Su padre estaba en el estudio como de costumbre, en su ~Muda-. Has estado pavoneándote con la emperatriz ... si es
. sillón favorito junto a la chimenea. Aún llevaba sus ropas de t:llj~·.d.; verdad la· conocist.e; ·sobre tus aristócratás par~entes de .
montar y la inevitable botella de Oporto que lo acompañaba. ÁUl'íl.fl.l. _
Frente a él es.taba sentada Lady Harriet, cuya voz aguda parecía , '·Le: dije quién era mi madre -contestó -Gisela con
quejarse de algo. Al oír que se abría y cerraba la puerta, se vol- ~~rntllc:r.-. Y, ¡qh, papá, se acuerda de ella! La conoció cuando
vió hacia ella. ~Un era niña. Y a mi abuelo también.
. -Así que ya volviste, Gisela·-dijo-. ¡Ya era tiempo! ¿En ... . · l\st que los ínv1tó a ceñar~ ¿no~ -observó-Lady Harriet~ .
dónde has estado?, me gustaría saber. 'f.u padre tiene aquí más ~Ustt·dc~ dos .. -:· cenando con la emperatriz? ¡Ese sí que es
~· de._media hora y le estaba diciendo que si esto sigue así, rio buen duste t · · .
r. !
habrá más cacería para usted; señorita. . . .
Gisela se acercó U:n poco más a la chimenea. Entonces, tárta~)
· Ech6 la cabeza hacia atr~ y empezó a reír en forma burlona
y dcsagrad_able. E~ squire la m~ó coi:i s_everidad. .- . . .
rimdeandó un poco en su nerviosidad, se dirigió a su padre. · ".. ,,¡Basta, Harriet! -exclamo aa!vmtendo. .
-Papá'.-: . traigo un; .. mensaje-para ti .. · .. .··· . : . '·-~A nl'í no me callas, ¿entiencfes?Ya rríe 'doy cuenta de lo
~¿De qué se trata? ·7J>reguritó ébsin volverla cabeza haci~ e, ~UC J)U.llÓ. Esta tonta ayudó a la emperatriz y al saber quién era,
~-~f~.-.
jJ ..
,:;
&#!BABA . el nombre clásico en el romanticismo
28 ~-___:______.:. 29
:~
!' sin duda se compadeció de ella y la invitó a tenar; A mí no me · -¡No es cierto, papá! ¡Dime que no es cierto! · ..
'1()
incluyeron en la invitación ... no, ¡claro está! Me ignoran: , . Per~ ella comp~endió_}a resp_uest.a s~n que hubiera tenido
me humillan. ¡Es típico de 1o que me pasa siempre en esta casa! que salir de los labios de el. La v10 dibu3ada en su rostro, en la
Y la señorita, toda emperifoU~d.a, piensa ir a hablar esta noche ' consternación de sus ojos y en _la turbación pintada en su expre-
. de su sangre noble y de la familia de su madre que, por alguna . sión. Con un grito de angustia, Qis_;lá se dejó caer ~.sus pies, en
riizón, no quiere saber nada de ella. ¿Le dijiste eso a la empe- una tempestad de llanto que pareC1a µestnur en mil pedazos su
ratriz, Gisela? Tal vez le explicaste· que tus aristócratas parientes ~
¡¡-
frágil cuerpo. _ .~
jamás te escriben, ni se inter_esari por tu existencia. Esta vez el squire pareció recordacsu condición de hombre.
-¡Harriet! .¡Harriet! -exclamó el squire, levantando un -¡Sal ahora mismo de aquí, Haériet! -ordenó en una voz
poco la voz. ,. ,:-~k que pocas veces u. saba
. c?n su mujer)'.' que cont;nía una autori-
·-¡Es inútil que me grites, George! -replicó ella"-. Si crees dad a la que habia abdicado desde tiempo atras-. Sal de esta
que voy ~ permitir gue esta tonta imper_tinente se salga C()n la· habitación. Quiero es~ar so_lo con mi hija.
suya, estas muy equivocado. Le vpy a decir la verdad. Va a saber Ella movió la cabeza en un gesto de desprecio. ·
algunas cosas sobre su lirida madre que no pabía sabido hasta f . -Está bien, me voy -dijo-. He dicho lo que quería . ¡Es-
ahora. -. . - · . pero que disfruten de su veladaL .
. -Harriet, te prohíbo que hables de ese modo -le advirtió Se volvió para sálir entre los crujidos de su costoso vestido de
' el squire. . .· · . seda. Al llegar, a la puerta, se echó a reír, con la risa aguda y
--:-¿Y qmén eres tú para prohibirme nada!? -;Contesto Lady burlona de una mujer que se siente satisfecha de su poder
Harriet, lanzándose en uno de sus accesos de futia que Gisela destructivo. . ·
conocía tan bien-. He resistido ya demasiado tiempo toda esta · · La puerta se cerró tras ella y se hizo el silencio, sólo· roto por -
farsa. ¡LaseñoritaMus~raye, sí, cómo no! ¡Lahija~elsquire ... · los Sl)Jlozos de Gisela. El squire se dejó caer con pesadez en la
su heredera ... su única hija ... la niña.de ~us ojos de ebrio! , silla junto a la cual estaba aclJ_rrucada Gisela. Extendió la mano
·Bueno, va a oír la verdad por primera vez en su vida y espero · y ht puso sobre la cabeza de ella, en un .gesto gentil. .. •.
que "disfrute de ella. .· · · ·=No Hores, Gisela -z-trató de consolarla-. Quiero Iiablat
..,-¡Harriet, cállate!¡Lo que te dije fue en estricta confianza! ('.í)Ul~O. , ,. .·
-gritó el squire. .· . . . Hila hubiera querido obedecerlo, pero transcurrieron unos
Trat6.depon~rse de pie. Antes que lohubieralogrado, Lady momentos a_ntes que lograra cont!ola! s_u llanto y r~ducirlo ~ un ,
l:f_arriet _tenfa a Gisda por los hombros y la estaba sacudiendo. ~oJlow ocasional. Por fin levanto su vis_ta acongo3ada hacia el _
- '-¿Saó~s lo que eres, muchacha presuntuosa:' _:_rugió-. {t,l~lrn de su padre. Descubrió que éste contemplaba el fuego,
Eres sólo una bastarda ... la hija ilegítima de una extranjera sin. ''otí una expresión en su rostro que nunca ~tes había visto.
escrúpulos. Métete eso en la cabezota y corre con la emperatriz, _.,.. :¡·e he fallado --murmuró él en voz .baja-. Nurica pensé
a presumirle de tu sangre azul y verás cuánto lé gusta a ella. . . dt,1t'irtt esto. Stephanie me hizo prometerle__ que nunca lo
-¡No es cierto! ¡No es cierto! . iabtlH, Giscla. Te he fallado. ~·· · . · - .
. Gis.da escuchó su propia voz gritando las palabra5de protes- : "'""'Prefiero saber la· verdad -~ontestó' Gisela con un pe-·
ta, Con un esfuerzo logró zafarse de las manos de su madrastra y. quel\o sollozo. . . . ,
correr al'lado de su padre. - _ . ,~ ..,Nunca debí habérsela dicho .a Harriet. De algún modo,
Este se había pu~s5o·de pie. Gisel3:__se aferró ~las solapas dé t:Ua me la sacó, Gisela. Fui un tonto, un grandísimo tonto al ca-
su chaqueta y lo IJ1iro con desespe.rac1on. . . · Jatme de nuevo, después de ser feliz al lado de tu .~adre::.
.. D4D.8ARA .·.·.
-..~~- . .
el.nombre clási~o en.el-rQmanticismo
. .......
. . ·. . . .. ·.•.. . . . . . . ~> -. . . /.. /

·. ·. ; 7 Es demási~do tarde. :,: ahora, papá -óbservó.:Gisela_:._~ go tiempo lograr que me confiafalo qu~le sucedía. Oiando 1o
..
•r\¡·
):'", po1>favor,d1me'. .. quien soy,-~ . s1 no soy tuh11a. , hizo, sentí como s1 m.e. hubieran dado una bofetada. ¡Iba a té"·
..~L,rquire lanzó un prófondo suspiro; Entonces se volvió ha- rier un hijo! Tenía miedo de decírselo a sus padres y el futur3 la .
. ci::t; .CJ:isela. Exténdió susnianos y tomó las de ella,entre las suyas. aterrorizaba. __ . . · . ··· •·· .. ··. . · . _ •. ,. , . ··
Gisela tenía los dedos helados y él trató de calentarlos frotándo- . ''Le pregunté si habí~ .díchoJaverdadal hombre amado, Nf~;·· .. ·
· · fos, entre los suyos. Aquél gesto bondadoso sólo hizo que nuevas cóntestó que no, porque él no podía hacer nada, Ella se ri~ó .. ·.
lágrimas se agolparan en Jos ojos de Gisela y después corrieran · · siempre a revelarme de quién se trataba. Yo nunca lo h,abía vis- .
incontroladas por-sus mejillas~ ·· ···. . · · · · - ·. · . to, según me había asegurado. Sólo sabfalo que Stephanie me .
· ·-·CónocJ atu madre hace veintiún años ~mpezó a decir él . había dicho: que era un hombre muy importante y que la ama>
con lentitud_:._. Fui a Austria a hospedarme con -un amigo ba profundamente. · _.· .· · . · . , .
austriaco al que había conocido en la Universidad de Oxford. "Le supliqué que acudiera a .él. Se negó .a hacerlo'. Día tras.
.Nos· divertíamos cazando en. su propiedad, pero una noche me día nos reunirnos cerc~ d~l lago .y hablamos de·su dilema,_ sin
invit_ó a cenar· con unos amigos,que vivían cerca de su casa: el llegar a ninguna conclusión. Por fin sé me ocurrió que la única
· Conde Hanzally y su familia. .·· ·· solución era que Stephanie se casara conrnigo y que todo el
''Me enamoré de Stephanie desde el primer momento en mundo supusiera que la criatura era mía: ·
que la vi. Era preciosa, Gisela'. Tenía .el c~beHo dorado, ojos Gisela oprifu,ió los dedos de su padre coplos •suyos.
muy azules y una risa feliz. No tardé en pedirle que fuera mi es- --Eso fue múy generoso de ti, papá-dijo en'voz baja.
_posa, pero ella me cónfesó que estaba enamorada de otr9. '' ·---¿Generoso?--preguntó él-. ¡Nada de eso! Yo amaba a
·. El squire se detuvo un momento y se llevó úna mano a _los Stcphanie con toda mi alma. La hubiera aceptado sin irríportát
ojos, como si los recuerdos le dolieran todavía. ·· · · ·. · qué condiciones me hubiera puesto .. Si hubiera tenido cintuen-
-· .-=-Me hizq su confidente. Me contó lo mucho que amaba al rn hijos ilegítimos, no. me habría importado. Si hubiera sido_
hombre en cuestión y cómo creía que él la amaba tambi~n. Pero una asesina y una proscrita, la habría amado ·aun así.
_·no podían casarse porque él ya estaba é:as:ado'. El suyo, según nie · 1labía un fuego inusitado en su voz. . _. _
·explicó tu madre, había sido un matrimori,io de conveniencia. -¡Eso es· amor, Gisela! Y espero . que tú -nunca-•lo.
El detestó a su mujer desde el momento en que la vió y ella, a su . i'Ollozras ... parque en' cierta forma, es capaz de destruirlo to-
vez; lo detestó a él. El matrimonio había sido arreglado por sus do, menos a sí mísmo.
·padres y no había nada que pudieran hacer al respecto. Me ase- .. Y, sin embargo, el amor ~ignifica felicidad -"señaló Gise~
gur_? que él no .e.ra feliz, ni nunca lo había sido y que ella trata- ~ . .
ba de compensarlo un poco de su desventura. . . · · ¡~í! Una felicidad que. .transforma el mundo entero. Cuan-
El squire lanzó Un gemido. .. do por fin Stephanie .dijo que se casaría conmigo, me S~ntí el
.-.-Fu~, una ::t;gonfapara mí escucharla _:_:dijo-. Pero no tuve lu1mbrc más feliz de la Tierra. Fue sólo después que descubrí la
.· vaj_orpara irme. Mis vacaciones habían terminado, pero rne quedé 'íígOt)fa y el infierno c;Ie unos celos que me hundieron en la máS
.·. e11-Austria. Mi amigo me comprendía bien y,para él no signifi- pwfonda dcsesperac1ón. · . .. . ·.. . -
. caba ningún problema ténerme en su c;asa. Así que permanecí Se detuvo un momento y miró hacia d fuego .
. .allí, mes tras mes, rnás enamorado de Stephanie a cada·día que . -··,,~No hay dolor comparable al. que producen los celos,
:pasaba, tratando de consolarine con el hecho de que al menos ht. ¡Rct·ucrda eso y evítalo enlo posible! Te cJ.evora el alma.
"' ~ra ,m(amiga. y"yo su confidente. . · . .. < . ·. vudc hasta tu último pensam.iento. ·.. . ·. ' . . -
:-'':lJn.
,"' .
día
.,
l~egó a míJlorand~ con desesperación~ .Me llevó
~ .•
.Jmpulsivamente,
"
Gisela se acercó más -a 135 rodillas de::· él.
'- .
.,..

.&l!ilAIDl
~-~-
32 - él n01nbre clásico en el romantidsmo
¡ 33

¡
'?
·;
.-¡Pobre papá! . . · .. ... ...
-··.Tu madre jamás hle engañó. Cuando nos casamos, dijo
. que no sabía siquiera que ella había. tenido un hijo suyo.·
-¿El no .trató de verla, no le escribió nunca?
·.
.,_
que 'amaba a este hombre desconocido en forma tal que lo ·
1
e~cluía todo y que ella lo amaría así siempre. Su corazón estaba
-No, que yo sepa: Creo que ella.me lo hub.ieta dicho de su-
' ceder. ¡No! Cuando salimos juntos de Austria, ella cortó par-a
dedicado a él y a la~ criatura que de él nacería.
· .: -,-Debe haber sido duro para ti --comentó Gisela. · · siempre con el pasado, incluyendo en él a su propia familia.
. _,.¿Duro? En ocasiones sentía que no podría soportarlo. . -Pero, ¿por qué? ¿Pot qué renunció a su familia?
Salía: de la.casa a mitad de la noche, para caminar hasta el ama- ~Porque· ellos s.abíán la verdad. Su madre desc;ubrió lo que
necer, temeroso de estar solo en la casa, con la mujer a la que sucedía, en una ocasión en que ella se desmayó. Eso fue lo que
amaba y que rro m~ amaba a mí. Yo le había prometido que la impulsó á mis brazos y la hizo aceptar la sugerencia que le
nuestro matrimonio sería de nombre solamente. C:umplí mi -~r
había hecho muchas semanas antes .. ~ que fuera mi. esposa.
~¿Y se enfadaron mucho con ella? --
promesa. No me convertí en su esposo hasta que ella me pidió
! que lo hiciera. . ' . · . . · ,..: ---:-Sus padres se pusieron furiosos. Por eso, huimos juntos. -
,-¡Pero, esó fue muy cr~el para ti, padre! -exclamó Gisela. Stephanie era yá mayor de edad y nos pudimos casar en Mu-
El movió la cabeza de un lado. a otro. · nich, sin permiso de nadie. Entonces decidimos venir a vivir a
~ -. ¡No! Ella fue muy franca. Nunca fingió .un amor que no
.Inglaterra. Tu madre nunca volvió a su país.
sentía; nj estaba dispuesta a entregarse a un hombre al que· no -¿Les ... avisaste cuando ... ella murió?
amaba, ¡Pero gan.é al fin! ¡Oh, Gisela, gané al. fin! Tardé -No. Me sentía demasiado desventurado como para preo-
años ... años de sufrimiento, años de sentir que me volvería lo- cuparme si alguien más lo sabía o no. Cuando tu madre mu".
co de tanto desearla. Y entonces, por fin, una Navidad, cuando rió, yo hubiera querido morir con ella, porque la vida dejá' de
importarme.
menos lo esperaba, me díjo que había llegado a amarme; que.
yo era todo en su vida, que el pasado estaba muerto y olvidado. Gisela guardó silencio. Le hubiera gustado decir: ' ' ¡Pero te
Me quería tanto. como yola quería a ella~ casaste de nuevo!'' Sin embarg-0, se abSt:uvo de hacerlo porque ·
La voz del squire, se quebró. Con gran esfuerzo continuó: comprendió en ese momento que una parte del squire se habí~
ido realmente a la tumba con su esposa. ·
-.Llegó por fin mi hora. Conocí la felic_idad del~ vida matri-
montal, de tener una esposa que me necesitaba a mi tanto como -Ese es el fin de la historia -dijo el squire. .
yo la necesitaba a ella. Fuimos felices, Gisela. Tan felices que aun Gisela se le;vantó del piso, donde había estado sentada.·· · ·
. ah()ra es difíCµ para mí habfar de esa dichá o lo que fueron para -Me hubiera gustado que me lo contaras todo antes
,-murmuró. ·
mí esos últimos n~atro años. ¡Cuatro años, cuando teníamos ya
tasados más de seis! · No se sentía deprimida, ni humillada por el hecho de ser hi-
-.· ¿Y tú seguiste odiándome', padre? . ja ilegíti1lla~ nacida de padre desconocido y de la vergüenza de
su madre. P.ot el contrário, la invadía una extraña emoción. de
-'-Yo nunca te odié, niña mía --contestó .él-. Al principio placer. Se sentla orgullosa; .. de una madre que.había amado
pensé que lo haría, pero era imposible odiar nada tan pequeño
con tanta intensidad; orgullosa de haber sido concebida por un ·
1'I ' y tan indefenso. Gruñía un poco por el tiempo que tu madre amor tan fuerte~ que había sobrevivido seis años en tierra extra-
·pasaba· contigo, pero con frecuencia sentía que tú y y.o.estába-~.
mos ·ligados por nuestra necesidad de ella. Ella nos estaba dan-
ña, sin una tarta ni una palabra de amor para mantenerlo vivo.
do sólo una parte.de su atención, una_parte.de su corazón y de "Debe haber sido un hombre maravilloso'', pensó, "y me .
siento orgullosa de ser su hija". .· · .. ·. ' . . ......
sus pensamientos. El restó era para. el· hombre ·que ella amaba,
Se volvió hacia el .squire, cuya maq.o se dirigía aho:ra, .de
-p'; .('

.;~l ·¡~ .-
.. · . ·- . . . .
ce - el nombre -dásicb enei iomantltismq 35
:-nU,evo aja bot~lla. - -
ponerse -para ir a cenar con la emperatriz. spfo_ tenfa un viejo ·
·-No debes beber más., ,padre -'-reclamó:- -._-~ Vamos a cenar yestido ya descolorido-, cbri el que bci.jaba a cenar tódás l:i;s ---
est~r hoche con la emperatriz. - . __ _ _ - -- -- , . - noches en su propia casa. · -
El depositó sobre la inesa la copa ·q11e ya -tenía -en la mano. · Se quedó titubeando un momento; :E;monces, con una _
~¿Todavía quieres ir? - - __ ___ _ _ __. _ expresión resuelta en .el rostro, muy diferente asu: acostumbra- ·
___:Estoy_ decidid:i a hacedo -afirmó~.,.No nie siento· aver- da expresiqn de indeciso temor, subió corriendo la escalera ha~
gqpzada de lo que. me has dicho. La .emperatriz conodó a mi cia el desván; Todas Jas cosas de su madre habían sido guarda- _
¡ _,
madre; Quiero oír ha.blar de ella. Quiero sc¡.ber cómo era -de ni- das en baúles y arrumbadas ahL Gisela jamás había pensado en
. ña, fürÍ1o era su casa ... mi casa .. ·:en ·Bavaria~ tomar riada de su madre para ella,.hasta. ese día. Lo había consi-
-_-Pronunció las últimas palabras. casi entre dientes, pem. el
sqtlire las oyó y la miro con curiosidad. _
-Tú_ no te pareces a tu madre, Gisela _._,observó...__,, Y, sin
embargo, hay una nota en tu voz, en la forma de decir las cosas,
en' el modo qu,e tie11es de mover la cabeza, que me la recuerda
_
- .• )

i!E:
derado un sacrilegio; peropensó que.eh esta ocasión, tal idea
debía ser descartada. ¡Esta noche era diferente! ¡Esta noche era ,
un eslabón con el pasado! .:_
Subió al largo y polvoso desván lleno _de tosas en desuso. Los
baúles de su madre e_staban colocados en una hilera contra la
en forma casi insoportable; · - _ pa r~~d, atados con pesadas correas. A Gisela le tomó algún tiem-
-Me alegro --.,,contestó Gisela. Entonces se inclinó para to- po desatar las primeras y encontró el baúl lleno de zapatos. Si-_
car la mano del squire-. Gracias -dijo con suavidad-. Gra- Huió con el baúl niás próximo y ahí encontró lo que buscaba: _
. cias por haberme tenido aquí todos estos años. Fue muy bonda- vc•stidos envueltos con todo cuidado en fino papel, con la suave
doso de tu parte. trny:mcia de violetas q_~e acostumbra_ba usar su ma<;lre. : .·
-'-jNo digas tonterías! --'-prorestó él,·turbado-. No debes
hablar así. ~Gisela se inclinó y le besó la mejilla. _
tos tocó con reverencia y luego extrajo un vestido d~ raso azul · -
f)áli.do, adornado con volantes de encaje. Era un traje de baile
-Vamos a salir esta noche juntos -dijo__._. ¿Te das cuenta de t¡tw hi:r.o recordar a Gisela la noche en que su madre lo había·
qµe nunca hemos salido solos? _ . _ _ __ '. . - - ·- t1~1 rnoa<~o. Las l.~grimas cosq~ill~aron sus ojos; pero se ·levantó .a _
El le sonrió con la alegría que lo llen&casi once años an~es. luda 1msa y ba10 a su dorrt11tono con el vest1do en brazos. --
. -Es una ocasió!J. importánte, Gisda -reconoció él~. No Hizo sonar la campanilla y acudió Eisie, la pequeña doncella -
debemos avergonzarnos uno derotro. _ - _ - - ljUt' :Hendía a Lady Harriet. a su llamado. - -
Ella comprendió muy bieri el significado de esas palabras : c,,B1s1r, ¿me harías un favor? ¿Me podrías planchar este ves-
mando él volvió a poner el tapón eri la botella, como si fu.era ·Hdn~ -
una, ceremonia. __ · , · _
·: .. -' j ( 1WHI ! ¡Qué bonito vestid(), s¿ñorita! -exclamó Elsie-.
, -Voy a vestirme, padre -sonrio Gisela:-. ¿Quieres orde- ,: ¿!Jt' tl<índc lo sacó? Es un poco anticuado, .¿no?
nár el carruaje? La cena es a las siete. _ · - , Voy a ptmén;nelo esta noche -le informó Gisela. ·
1 --Te :st-ar_é espera-ndo_ e_n___ el v_es-tmulo -ª~-la~ seis y media ¿P1trn qué, señorita? -preguntó Elsie. _ _·
¡ --:eontesto el .squire. _ • _ ''•H Voy 11 cenar fuera con mi padre ~contestó Gisela,;
~ · - La óesó de nuevo, pensando en que hacía niuchos años que ~~·•c'•'Ígl)e vc~ras? ¡Nunéa antes lo había.hecho, señonta! .-
•• .no se había atrevido a_hacerlo. Salió def estµdio y, para no en- .
j
i1~··~•"l,,t> ~é. lli;ta noche es la excepción y necesito algo decente -
_contrarse con su madrastra, subió a su cuarto por una escalera __ c_!fl'l'ie, Est(~ vestido era de mi madre. - · ·
postetioc .- · •- . _-'- _. _ . _____ _ . _--· _ _.• _ _ - - muy bonito. Tal vez nadie notará queestáu,n poco pa,- .. >:~ /
Cuandollegó ~ sµ dormitorio recordo queno tenía.nada gue t%nmda. Los polisones son ahora lo:más elegante'. : .yea ·
.···< .., - " ....;,

-:Ir "
.
•.

36 ~BABA~.~·..;_~-----------~- el nomb_re clásico en el. románticismo - 37


t ,.
. . . ;0':; usted el enorme poli_són que llev~ el nuevo vestido de la señora .. . · -Espero que se divierta mucho, señorita. Si alguien lo me•
1
.t Debe.haber costado mucho dinerod;>ero se ve tan moderno. lJs- rect:, es usted -:-se asomó al pasillo-. N:o hay ''moros en la cos-
ted se vería preciosa en un vestido así, señorita. ;¡.: ta" ~ijo y Gisela comprendió:que se refería a su inadrástra. ·
·. -Me veré bien con éste. Es mejor que mi viejo vestido azul. ·. Bajó a toda prisa la escalera,. todavía sin dominar del todo el
·-¡Oh, eso! ~ijo Elsie con desprecio-. Le estaba diciendo miedo a ·encontrarse con Lady Harriet. Su padre la esperaba en
a la cocinera el ot.i;o día mientras lo remendaba, que ya merecía el vestíbulo y por un momento Gisela pensó que podrían salir
'ser tirado a la basura. ' de la casa sin encontrarse con Lady Harriet; pero ésta salió del
¡' Pero, como si comprendiera qµe estaba siendo impertinen- salón justo cuando ellaJocaba el último escalón.
te, Elsie levantó el vestido de raso. . . ~¡Qué elegantes! ~exclamó llena de sarcasmo-. Supongo
· · -Lo siento. señorita .-se disculpó-. No debía haber dicho que arp.bos piensan que van a hacer un brillante papel. B~eno,
eso. No es si culpa; Pero me enfurece ver todo eiain:ero que la_.· déjenme decirles una cosa. La gente de Easton Neston se va a
señora se gasta en ropa, y que no le compre nacfa a usted. · d.esternillar de risa al verlos. Parecen ur;i par de ridículos.provin-
-Tampoco debías decir eso -afirmó Gisela tratando de ctanos ... ¡y eso es lo que son! Has subido de peso, Geo.rge, con
hablar con severidad. . · · · , tanta bebida, desde ·que usaste por última vez esos pantalones
-.·Ya lo sé, señorita -reconoció Elsie-, pero dicho está ya. de gala. Si te sientas muy aprisa, apuesto a que se descoserán.
Dirigió a· Gisela una risita atrevida y salió de la habitación. 'Y én cuanto a Gisela! Se ve lo que es ... un pobre desecho de
Gisela no pudo evitar reír también. Elsie tenía siete años con lH. lfllanidad, que parece haber sido arrojado a la playa, proce-
~llos y nada que Lady Harriet y otra persona dijera la privaba de rkmc de quién sabe dónde.
expresar sus pensamientos. _ · ·: ,.,,-¡Basta ya, Harriet! -'-Ordenó el squire con voz aguda.
· .Cuando dejó de reír, Gisela se quitó el traje de· montar, sé "'~Oh, no te preocupes por mí. He hecho arreglos para pasar ·
lavó y trató de arre~lar su cabello en una forma atractiva. Estaba ht 111rde en forma muy agradable. Bueno, espero que se divier-
· term.inando de P,em. arse_ cuando Elsie volvió c?n el vestid.o'. la HU\, , , y si no, al menos harán que los demás se diviertan vién-
doncella le ayud:P a prenderse las ·pesadas trenzas en lo alto del dolos a ustedes. · .· · .
cabello y a ponerse el vestido, que se veía muy .diferente ya Vamos, Gisela -dijo el squire. .
planchado. ·. · El se volvió .ha~~a la puerta del frente .y Gisela lo siguió, pero
· )\l contemplarse en el espejo, Gisela se sintió distinta. Nun- •O nrndrnstra s1gmo hablando: · . .
ca había tenido un vestido tan suave ál tacto, ni que ciñera su fi- · . '"" Y nü te atrevas a llegar tarde, Gisela. Te voy a hacer levan-
gqra a la perfección, mostrando las líneas suaves y maduras de f tit 11 lus seis de la mañana, para que hagas .todo lo que deja,,ste .-

sus senos .y lo· diminuto de su cintura. '.·.-•J'l~Od ente ~oy. Y ~i no lo terminas, haré que te arrepientas de
i.

.,
-¡Vaya, creo que no la reconocería si mela encontraba así Jtbrr pcrd1do el tiempo con gente que no es de tu clase .
en la calle, señorita! -exclamó Elsie,-. Supongo que es el ves- :: Volvió ~ti salón y cerró la puerta con violencía. Sin embargo,
tido y el estilo de su peiQ.ado. .i 1d¡(h'1 rnodo, a Gisela le· pareció que su voz y su preser cía
-Supongo que sí '-Convino Gisela. · Uiíltl wn ellos cuando bajaron la escalinata dd frente y su-
. ·.Tomó la viéja capa que le habían comprado .desde que era . ul nunrnje. · . · _. .
niña y se la puso sobre los hombros. Tenía un abanico; estaba.· it•bf11 forma de escapar de Lady Harriet, pensó, llena de ·
- roto, pero decidió no abrirlo. Por fortuna en su cajón había un ~\ttu, mientras se aleJaban. Sus com~ntarios ya les habían .
. par de guantes, zurcidos, pero limpio~, EstuVO lista y-plSie S(! di~. hl vdada. Gisela se sintió temerosa y avergonzada de
rigió corriendo a la puerta. · ,, · . . í. at;utrienda. · · ··
40 D411BARA . .· eÍnombre CÍásico en elrotnánti~ismo ., 41
~-

· dos hil~ras de lacayos y un mayordomoles dio fa bienvet:)ida y un cuad ro, a la emperatriz . y sus / amigos.
. !, 1

despµés condujo a Gisela hacia donde esperaba un ama de lla~ · Mientras avanzaba en la habitación, Gisela sólo tuvo/ojos pa-
ves de vestido negro de raso, para condúcirla a un dormitorio de ra Isabel ge Austria:·'Si le hahfapa:rec;ido hermosa en fa severi~
la-planta alta donde debía dejar su abrigo. dad de su traje de montar, ah6ra le parecía más bell~. . ..
Un fuego agradable ardía en el elegante dormitorio adonde _ Uevaba puesto ~~.vestido'. de terciopelo ~z?l z~rg,, adoma-
· fue conducida. Gisela hubiera querido tenertiempo de.qµeda!- do con colas de armmo y volantes de-fino.enca1e veneciano, que .
se a co11;templarlo; pero se limitó a quitarse Ja capa y alava.rseJas se de:sprehdían de su diminuta cintura, én µn enorme polisón y
·man 0s.~en Ja jofaina de agl:la tibia y perfurnada que le ofrec~an. .. b. ájo;éste ~n. una graeio.s.ª co.1ª...... R
d. esce.·11. <lían . . o~eaba stj cuéllo un ·
· Al volverse encontró, éon_sotpresa, que el ama de llaves de collar de zafiros y· brillantes, como sus pendientes y)brazaletes
aspecto severo le estaba sonriendo. · que lanzaban destellos a cada movimiénto de su Ct?-erpo. Pero ...
"'· .· '~Es usted .·muy linda, .señorita, si me permite decírselo · · aun las piedras palidecían ante el brillo de su cabe~fo cobrizo,
-comentó la mujer. Giselalamiró corrincredulidad;.casi como ·peinado muy alto_, como una diadema que todeara :~u cara.
si esperara que el a.n;ia. de llaves se estuvierá burl;:i.ndo de ella. · "-jMe alegra tanto ver de nuevo a mi buepa ~amarítana!
. Tartamudeó, llena de nerviosidad: . · . · -e:kclamól~emperatriz-. ¿No iné presentas a tú/padre? . ·
~Gracias ... es muy amable ... de su parte ... qecir eso, · Gisela, que se había indinadoeil·una profunda rheienéia al
---,,.,No, tenga miedo, señorita -,--continuó la -.r:~ujei.:._. Hay llegar ante la emperatriz se puso de pie y procedió,· a hacer las
,poca gente esta noche. Sólo las personas que se hospedan aquí. ·. presentaciones, algo tartan:mdeante. Se sorprendió,)sin embar-
La condesa misma está esperando ansiosa la llegada de usted .. go, al ver con qué gracia se indinaba su padre ante la empe-
Era evidente que se refería a la emperatriz. El títufo de · , ratriz y cómo Je besaba la manó sín turbación alguna.
' 'condesa" . no engañaba a .nadie y:todos sabían quién lo usaba . -Su hija le habrá contado lo bondadosa que fue conmigo
para mantener el incógnito. . -dijola emperat~iz. . · · · . · .. ·
-.. Gracias .:.........respondió Gisela-. Me ha:·hecho usted sentir. -.M"e. siento muy honrado por la invitación que Su Majestad
mucho mejor. En· verdad yo .estaba muy asustada~. . ·. nos.hizo para cenar aquí esta.noche ~contestó el sc¡uire.. .
· •. -Me lo imaginé, señorita -sonrió el ama de llaves y la coh- .. -:-;Vamos, calle! Aquí soyla. Conde_sa de Hohenembs.
dujo de nuevo a la planta 'baja, donde el squire lfl. esperaba, C:a~ ·· Nada de emperatrices, ni formalidades reales que nos restrinjan
· lentándose un poco frente a la chimenea del vestíbulo. . · v nos aburran. He estado oyendo hablar mucho· de ust~d,
:I:,a casa olía a flores y a otros arorrias más sutiles que Gisela " squire Musgrave. ES un gran.jinete, según me han dic;ho
-Nada de· grande, señora -protestó el squire"-:-. Soy un .,
no,.p:ido rec~no~er. Per? en su.atmó$fer~~a.bfaalg? más: •.. no . •
· erasolo el lujo del ambiente, smo algo ~ahdo, cordial, que tran" humilde devoto de.la cacería y alguien qué considera.que. todo
~uilizó,. el espíritu de Gisela y calmó .sus temores. · coto de caza se engalana con una amazona como usted.
e El mayor.domo~ abrió dos puertas de .caoba y anunci6:
La emper.atriz unió las, manos con expresión. de.alegría.,
::-La señorita Gisela Musgrave y el<> Mayor George Musg~ave. · -Muy bonito discurso, squire. ¿Quien se atrevió a decir que
Por i.m momento todo pareció temblar ante los ojos de'G-is~f¡ los buenos cazadores no pueden ser buenos cortesanos? ,Pero,
·la: los grandes candelabros, las fuentes de flores que había p()t' acérquense, que qüiero presentarlos a mis amigos. ·
tqdas partes, los muebles. pulidos, los-\cortinajes ·grises, yJ.~ Tomó a Gisela de la mano, .al deCir eso, y la presentó a fas
mullida alfombra que había-bajo sus pies. · · damas y caballeros que Ja rodeaban, Eran el Príncipe Rudolph
Cuando su visión. se aclaró, distinguió al fondo de la habita Liechtenstein, a quien.ella ya conocía;.-.tlos hermanos, el Conde
ciqn, ::¡.grupados en, torno_ a la c.ll.imeñea y c:on-toda la bell,eza,qi Hans ' y el Conde
' -
He:iririck.
_... - .-
Larisch·- ~, el Barón. Orczy,
'·, ' , .,.
y· dos c:a- . .
- -. ,; ,,,,,
; :"<

e/ nombre clásico en· e./ romanticismo 43


42 \\1 . .,~,
D4RBARt\ ... .

'baller~ cuyos nombres Gisda nó compren.di<'; y doS d:qnas de


•. ·.\ . . , . .. . .. . . ·. . . . . ..
Bay Middleton tornó.la inan.o deGiséla por un momentó en
honor.: La Cond~sá Féstencs y la Condesa Sztaray. , la suya y se volvió a saludar a los demás miembws ·del grupo. .·
I)es~tiés presentó al squire con.ellos. . ·. · > Después empezó a hablar ·sonriente con la emp(!ratriz, sóbre
1

.-.Y ahora que todos"'. ~onocen ya -dii(}l:ietnl;'eratriz-;, . sus planes para las cacerías de los :sigúientes días. Su actituc:l era
ks teng~ una sorpresa: Llego esta noche alguien a quien espera- la protectora camaradería de up hombre que admira a una mu- . '
bamos mañana. Me advirtió que tal vez llegarla un poco tarde· a jer y le ofrece afecto fraternal. No había la menor coquetería en . .
cen3;(, pe·~·o creo que debemos esperado. ·· los ojos de la emperatriz mientras hablaba con él, sólo.Ja an-
La em eratriz v~lvió~a ;ista _?ac~~ la·puert~ en esos ro~roen- siedad de una mujer a quien le gusta hablar cori un hombre qüe
tos y su ostro se tlummo. AQ><i10 con .una exdamac1on d., entiende lo que a ella le interesa por eneima de todas las éosas.
alegría: \ . ..· ·· .... . . · · . . . . "' -Tengo tanto que contarte de los caballos que he visto
\' -\Ahi pero ya está aquí!-¡Oh, Bay, ton qué rapidez llegasf aqu1, Bay -deda la emperatriz cuando fue interrumpida p0r
1 te! ·1 · ·· . > · ' ··•· .•· · el mayordortío que anunciaba que la cena estaba. sen7id~ ..

$. El horrl,bre avanzó a.través de la habitaciÓnY Gisela lo roirÓ' -¡Vamos! _:_dijo ella-. Todos 'estamos hambrientos. . .
1 con interé~. ·Comprendió. que debía .ser el fabuloso Capitán Bay ·.Puso los ded_os en el brazo de J?ay Middleton, ·al decir eso; y
> Middleton., a quien muchos consideraban el ''mejor jinete'' de se dejó conducir por él hacia· el comedor. El acompañante de
t~á lllj!lat~rra, ~abia ga~do
l
¡ sU primera carrera a los d_iecinuei(C Gisela a la mesa era el Conde Hans Larisch, con quien encontró
\ anos e m1ciado as1 una bnllat;lte carrera de victorias mmterrum- un poco difícil conversar, hasta que abordaron el tema de cómo
j pidas. . . educar caballos. Después ..·.Giselá sólo tuvo·que escucharfo
; . Sus nombres de pila eran William George pero todos lo Ha- La cena sobrepasó· en grandeza a cuálquier evento que ella
.f rnaban B.c1(Y/ debido a su cabello casraño rojizo y a sU tez more- hubiera visto nunca.· La mesa estaba adornada con accesorios de
1, . na. Al llegar ante la emperatriz, Gisela notó con sorpresa que · oró y claveles colür de rosa. Servían la comi,da en fuentes de oro
eta muy delgado, aunque poseía una gracia derivada de un y de J?lata y cada platillo sobrepasaba e~ sabór y originalidad al
\\ .,
cuerpo fuerte y ágil. Poseía, también, un irr~sistible enca.ntü. anterior. t;;.«· ·

personal. · , : · Gisela notó. que 1a emp~ratriz casi no comía nada. Ellª


Besó la mano de la emperatriz y entonces se volvió hacia el rechazó el vih.o y le sirvieroq. un vaso de leche. Tornó unas cuan- ·
tas cucharadas de una sopa ligera y rechazó todos los demás pla-
~¿Qu~ haces. ~quí, viejo? -exclanró~. Esperaba verte roa- ·
squire: ti1los hasta eLpostre. Bay Middleton trató de hacerle comer al-
i,
ñana, montando esa yegua que he estado tratando de comprar-.; gó, peró ella movió la cabeza de un lado a otro. . -
-Tengo que pe_nsar en mi peso .,-explicó "Sissy" - . Aquí·
te· hace años. no está en venta .:-sonrió
-Todavía . el squire. hay muchas vallas y.,setos_que saltar. . , .
~· .:.-¿Hapráse visto un hoqibre más perverso?. :-:-dijo Bay -¡Le dije qu.e.~ra la mejor región de cacería en toda Ingla-
·Middfeton, sin dirigirse a i:iadie en particular. : .··.· ·... ••. terra! -excl4Illó Bay Middleton estusiasta y se volvióhacia el .
- Ya empezaron ustedes .a hablar de caballos, antes que ha padre de Gisela-. ¿No es cierto; squire? · .· e

ya tenido yo oportunidad di: presentarte a la señt>rita·Musgrav.) A p~tir de ese·momento, se suscitó un.a amistosa discusión
~intervino la emperatiíz-. Creo queca tod9S los demás ya 1 f,tcneral sobre los méritos de diversas regiones. De áhí se pasó a· ·
conoces,_Bay. · · · .los perros' a la eficiencia:de los batidores y, sin importat de qué •'
· rsmvieia tra.ta:n.d8..clehablar, la conversación volyía siempre. a···.
~·Bayo, en inglés. t;nballos, a sus méritos, debilidades y predos.
44 ~,~----:---~___:__ el nombre clásico en el romanticismo ·45

Al terminar la ce.na, los caballeros se quedaron en la mesa -Sí, estoy en todo de acuerdo, señora -sonrió .Gisela.
bebien?o.·el Op~rto, mie?tras las señoras,· encabezadas por la ---:-:-Tú y yo nos comprendemos muy bien -observó la empe-
emperatriz, volv1an al salon. · . ratriz, sonriendo también_:_,, Tal vez más tarde, esta misma
La emperatriz se sentó en el sofá e invitó a Gisela a sentarse noche, ·te pida yo un favor. No sé si podrás concedérmelo.
junto a ella. La Condesa Festetics se dirigió al piano y empezó a - Yo haría cualquier cosa por usted -le aseguró Gisela de
tocar con suavidad, mientras la otra dama de honor se disculpa- manera impulsiva;
ba y salía de la habitación. Por el momento, Gisela y la empe- La emperatriz sonrió y le tocó la mano con gentileza en el
ratriz se habían quedado solas. · momento en que los caballeros entraban en el ,salón. Entonces
·. -Cuéntame un pocódeti, niña-dijo iaemperatriz---:. Al- (~oniéndose de pie, la emperatriz llamó a!_ Sqifire Musgrave., Se
gu_ien me decía esta n:oche, cuando mencioné tu noml:>re, que la fueron a sentar en un sqfa, en la parte mas leJana de la habita- ·.
has estado pasan.do' mal desde que tu madre murió. rión, donde podían hablar sin que nadie los oyera. · . · .
_,.No ha sido ... fácil -contestó Gisela. · Gisela se sintió muy inquieta. ¿Sobre qué quería hablar la
---Lo ~iento tanto ---:eomentó la· emperatriz con cm peratriz co11, su padre?, se preguntó. iY cual ~ra el favor que
sinceridad-. Supongo que debía haber invitado a tu madrastra quería pedirle a ella? · · '· . . ·
esta' noche; pero· habría sido una molestia incluirla. Los Los caballeros que .habían vuelto del comedor rodearon a Gi-
hombres se muestran siempre más agradables sin sus esposas. . /jdn y ell).pezarón a conversar con eUa, pero, s;asi a pesar suyo,
-Me alegro que no haya venido -declaró Gisela-. Ha si- tt61o pudo concederles una parte de su atención .. Todo el tiempo
do una reunión maravillosa ..No peo.sé que la gente fuera así. oh11crvaba a la emperatriz y al squire, preguntándose qué
-¿Cómo? 1-preguntó la emperatriz. tl!lrntfan diciendo. Sólo la tranquilizaban los breves estallidos de
_:.Tan ... alegre, tan ... natural. Pensé que serían muy es- t'IMt de ambos, de vez en cuando. _ ·
tirados y... vanidosos. Oh, no puedo explicarme con claridad. · Por fin, cuando sentía que no podría soportar más la t~n­
-Sé muy bien lo que quieres decir. ¡Debías.ver cómo son i!<ln, ¡.¡u conversación terminó, cruzaron juntosJa habitación y
· las cenas en el palacio de Viena! formales,· tan, tan estiradas, ·. iH' fl'llflkmn con los demás.
· que a: veces siento deseos de gritar, de simple aburrimiento. ·· "'·•·Necesitamos un poco de música -propuso la
':¡ · -¿Por eso vierte usted a Inglaterra? -,-preguntó Gisela: lm1n~rntriz-. Rudolph, ¿por 'qµé no nos canta$?'
!:
-Es una de la5 razones -reconoció la emperatriz-. Aquí · ''""··Sólo si todos los demás me acompañan ---:eontestó el prín-
puedo ser libre, como cualquier persona ordinarfa'. Nadie tiene ~'
qµe tomar demasiado en serio a la Condesa de Hohenembs, ni "'····¡Por supuesto! -aceptó la emperatriz-. Canta canciones.
1 .1 dirigirse a ella con pomposa ceremonia. Pero, desde luego, la hil'<'li en las que podamos acomP.añarte a .modo de coro.
razón verdadera de que venga yo a este país es que me encanta .;i3 Condesa Festetics volvió a sentarse al piano y pronto esta-
cazár. Hoy no tuve suerte. Pero mañana será qtro día y espero ""los nuuando alegremente canciones aleil1anas, austriacas
divertirme más de lo que es posible expres~ en palabras. ·~tJ. Algunas eran tristes;-otras sentimentales y algunas
-'-:-Debe usted tener cuidado de no lastimarse -advirtió Gi" que el Conde Hans Larisch improvisó un bail~ al rit-
.. ·. l't:ll,
sela. . . . · . ~· una rk ellas.
-·Mañag,~ no tendré nada de. qué preocuparme. El 'Capitán · m1tlfo grupo aplaudía al terminar cada canción. Todo .
Middleton estará conn:iigo. Cuando sigo aBay puedo ir muy rá-· :Jlft' 1 tan diferente a lo que Gisela había imaginádo,
pid.o y sentirme segura.al mismo ~iémpo. Es una,sensación ma- fl(} pudo creerlo, cuando al mirar hacia el reloj se dio · ·
ravdlusa, ¿p.o crees? · 'lf c1ue ya eran las once dela noche. . .
·:<_:-:~.

·o4i'IBARA····
~--- el n~mbre -thísico ~n el romanticismo '47"

. La. emperatriz ~e puso de. pie. -¡Usted lo sabe! ~exclamó Gisela:.:...__. Pero, ¿cómo es po-
·· ·--Supongo que debemosirnos a la.-carna, si queremos s.ible? ... Papá~ ; ; el squire .· .- . dice que él no lo sabe. •~
m~d1Ugar'mañana, El sitio de reunión está Un poco retirado de ··-No-lo sabía,.Ahora yalOsa:be ~iespondió la emperat!riz . ·
;iquí y no debemos Hegartarde. ·· · . -Entonces, por favor, ·.. :le suplico, dígame quién es íiÚ.
< ·••. . - Yo nunca he sabido que llegara usted tarde .en un día de. · padre. ¿No está ust.ed escandali.zada, señora? ¿No .la ofertde
: · úcería señora -afitmó el Príncipe Rudolph. - · -- · ' saber que soy sólo una. . .. hija del aníqr?. . . . .. . _· .
.· ·· -Es porque me despierto tan excitada como un niño que . -¿O(enderme? ·.-.---"preguntó fa emperatriz ·echándose a
va a ir a su primera fiesta --:replicó la emperatriz-. Es sólo en reír-. ¿Cómo podía.hacerlo cuando supe de· cie~to algo, que
. eLverano cuand() me vuelvo. perezosa. . · . · ·
· .··~¿Puedo desearle un buen día de cacería para füañana, se- 1mana? desde que t~ vi ... que eras .en realidad mi media her"
sospeché
'.v • ,· • ', •

ñora? ~dijó~el squire' inclinando. la cabeza sobre su mano. Por uri momento Gisela la miró estupefacta. Entonces;
-Gracias·-contestó la emperatriz~. Y ahora,.antesque se mientras trataba de decir las palabras que se negaban a subir a
vayan., vora.stiger.ir. q. ue tom~ ustedunfrago;.mieQ.. ~ras aCOf!lP. a- .. sus labios, la emperatriz dijo: ·.· . · . · _.
· ño. a su. hiJa a bmcar un abrigo. Hay algo que quiero .decirle .. ·-Te dije que re.cordaba a tu madre. Era muy hermosa yyo ·
··.··El squire pareció sorprendido, mientras·Hevaba a Gisela a' H'cucrdo que mi padre cruzal:>~_~l .lagó con mucha frecuencia,
"través de la habitación y subía con ella por Ja amplia escalera del .hada la casa de tu abuelo, para veda. No debes pensar que eso
vestíbulo. Ya eh la parte alta la llevó hacia otro dormitorio, tan nw preocupaba o me escandalizaba, ni siquiera en aquellos
amplio como aquel en el que Gisela había dejado su capa.- tifos. ¿Sabes, Gisela? Yo crecí en una familia uh poco extraña.
Este eta, sin duda alguna; el dormitorio de la emperatriz. "Mi padre, el Duque· de Wittelbach era:. ; es todavía, un
Una manta de armiño y-marta cebelliná cubría los pies de una·· hombre muy atractivo. En esos días también un hombre que
f
. éama de cµatro os tes. Habí~ grandes jarrones con ·claveles . y
·. azucenas sobre e tocado-r, junto a un regimiento de frascos de
; dt.flestaba los convencionalismos. Adoraba el campo y era feliz.
(tfHI<' artistas y bohemios, recorriendo los Alpes Bávaros, con~
. cristal, con_tapones de oro y brillantes. . . ·. · . . . 'V~f'!liUido, riendo y enamorándose con frecuencia . .
Había un tapéte.blanco frente a la chimenea. La emperatriz
se sentó en una silla baja y Gisela se arrodilló a sus pies: · ,, "Mi madre y éf se casaron porque el padre de .ella, el Rey
-Escucha:; niña -empezó la emperatriz-~ Te dije esta -Miotímiliano José I de Bavaria, tuvo seis hijas y quiso en- --
noche que tenfa que pedirte un favor. Es una idea un poco alo- 11ndcs marido a todas. Eran llamada.S las Seis Hermanas Des-
. cada de mi parte~ Sin embargo, podría resultar divertida. tu~das, porque hiñguna de ellas fue feliz en su matrimonío;
"..,..;..:cSin importar lo que usted me pida, lo haré cori. gustp. m11drc, creo yo, detestó a mi padre tanto como él a ella, y·
"'ul altar llorando arnargame11te. No sorprendió a nadie ·
-"-¡Espera! Espera hasta saber qué voy a pedirte ~ontestóla hasta donde era posible hacerl9 dada su posición, ambos
emperatriz-'-. Ante 'todo, quie¡o decirte que.hablé mucho con· fl.Hl existencias propias;
el squire-sobre ti .. Me dijo que tú sabes ya que él no es tu·padre.
· .Gisela. se puso rígida. Así que el squire ho había cumplido · 'fuvt· un total de siete hc;rmari()s y h,ermanas. Mi padre no
~s!l promesa, déspués de todo. • . ·· · · .. · : .. lnttrcsádo en ninguno de ellos, más que en mí. Fui su
VO!'irn y d resto de su t:ariño lo v9lvió sobre sus hijos nat:uf
-¡No; no! ·-se apresuró a decir la emperatriz __ . ·sélq qµ~;;~-;'
1, , . t~Hfos lo.s cuales, r· ese a}~ prote~tas de mÍ madre, eran
·.·•· .estás pensando, No fu.e culpa de éL Yo fui quien lo· encare> a él;'.::: · btt•nvcrudos en e ' Castillo :de Possenhofen; ·
. ¡;qt1 fa veraad .. Yo ·supe· desde, que te vi quién ératl} ·padre}~i< . ' . .. . . - .,

mejores amigos fueron Bubi y Madí, ,dos delos hijos d.é«: :.;:
·'
,··
48 &IJ~BABA~.__:~..;...;__----~--
mi padre que eran más <;> menos de .mi edad: Siempre nos .. .
uníamos en contra de mis hermanos de 'padre y madre, porque
los considerábainos muy an.tipáticos y vanidosos''.
La emperatriz se detuvo y lanzó un suspiro.
· Capítulo 5
-Yo adoraba a mi padre cuando era niña. Lo adoro todavía.
·Tiene ya casi setenta años. Aún es un hombre muy alegre, bien ~ ISELA extenClió la mano y tocó la rriahta de marta ce~
parecido y bienamado por cuantos lo conoceh. Pero el contacto ~ bellina gue le cubrí~ las r<;>dillas;. Entonces, con la punta
qué he tenido con el me ha hecho aprender a reconocer a los -··. i. de los dedos exploro el fino terciopelo de su chaqueta y
miembros de su familia en· cuanto los veo. · la piel que rodeaba su cuello'.' . .· · . · · .
"Todos han heredado características muy particulares de mi Era difíeil creer que en verdad llevaba puestas tales cosas: -ro-
padre: Yo soy una de las que más me pare·zco a él, no sólo eri pas que se ceñían-a ·SU figrira como un guante.de seda y que
mis facciones y mi color, sino también en muchas de sus actitu- lcnía ese tenue perfume gue le acompañaba a todas .partes y
des. Y tú eres igual. Nos parecemos muchísimo, porque tene-. que parecía ser el niar.co .de sus pensamientos y sus sentimien-
tos. · ·
mos. el mismo padre." · .·
·-,Pero, señora, ¿está usted segura de ello? -preguntó Gise- ¿Sería verdad lo, que le estaba sucediendo.? Tal vez e:ra sólo
la. · · un sueño y en cualqujer momento despertaría p:;tfa.encontrarse.
-Por supuesto -contestó la emperatriz riendo~~ El ¡fo nuevo en su cama angostay dura. Tocó ahorael terciopelo de
.príncipe notó elparecido.y Bay también me lo comentó. Yo vi su fo Ida y en ese momento la mujer que iba a su lado estornudó
la expresión de mis otros amigos, cuando llegaste. Tú no la no- ruldos;m1ente. _iEste no era un sueño! . ·. ··
taste, pero yo sí ... todos estaban asombrados. No te avergüen- . Mi resfriado está empeorando ,-giII1ió la Condesa Feste-
ces de ello, hermanita-añadió, tomando la mano de Gisela en,, ·;.Ut:11, ·. ¡Cómo me gustaría que hr emperatriz prefiriera· pasar sus
las suyas.. . .Yi\t:~doocs en u'n clima más cálido, y no escogiera Inglaterra,
·. -No me avergüenzo -repuso Gisela a toda prisa-. Me . ñU1\ vientos helados y sus espantosas neblinas!
siento terriblemente orgullosa. · · . "'· 1\1 dima no se nota cuando está uno cazando '-'-afirmó Gi~
-·Me alegra oírte decir eso -sonrió la emperatriz-. Tu
· madre debe haber amado al duque, mi padre, mucho. Era una ,, AN1' t>arece. -contestó la :ondesa malhumorada. Empezó
buena chica, estoy seglira. Si se entregó a él fue por amoc Algu- nudar otra vez y la ataco un ·acceso de tos. _
nas .veces pienso que el amor importa más que la fealdad y la austed enferma -dijo Gisela compasiva-. Debía us-
crueldad de Uff anillo de fu.odas impuesto por conveniencia. «n l;~ cama. ·. . · -
I'. :_Estoy segura de eso,·señora .:_reconoció Gisela. · 1 t:s lo que creo ~ontestó la cóndesa con· aire
Levantó la vista hacia el hermoso rostro de la emperatriz y !~ · · ·,
Ptw no había nadie más Jo bastante valeroso para
entonces inclinó la cabeza para besarle la mano. . . fttU'lc. La Condesa Sztáray estaba asustadísima. No dejó
-Graci~, Gisela. Y ahora, tengo algo que pedirte. Enten- flU' todo d.tiemrio qúe ella lo echaría todo a perder.
:geré muy bien si te niegas, porquete dé míedo. l,)f!Olt6 ~n silenc10 que nadie t~nía por qué temer nada
-Nada que haga yo por Usted me dar.ía miedo, señora:. tllht flll~11na. En voz ~Ita· d1w alguna~ palabras .de_
-Muy bien. Entonces te diré cuál es el favor -contestó la lu Condesa Festet1cs, cuando acabo de toser; La _
·. emperatriz,-. Qui~ro que te hagas pasar por mí. · l1toó en el .~in~ón del carruaje y c~rró Jos o)os.
,.; ~.-..
lmrfü d Castillo Hawke; Una semana ·an.tes se
~··

50 &!fJARA
-----~·· el nombre clásico en el romanticismo 51
habría reído si alguien hubiera dicho a Gisela que iba a viajar en
. un elegat?-te carruaje.', vestida con roi:_a,s y pieles maravillosas, sible, si piensa que Lord Quenby no sospechará nada .
con pendientes de brnlantes y acornpanada de una dama de ho- -¿Porqué lo .haría? Irás yestida igual que yo. Llevarás mis
nor. Había l..!n lacayo en el pescante· del carruaje, en el que - ropas, pieles y joyas, a mi péinadora, y te acompañará una de
viajaban .también. Fanny Angerer, la peinadora de la empe- mis damas de honor. Nadie tiene por qué sospechar que no soy
ratriz, y una doncella personal. . . · --- / yo. Por supuesto que viajarás como la Condesa de Hohenernbs:
Y, sin embargo, ¡era verdad! Era parte de una aventura tan Ahora, veamos, hoy es martes.,Debes venir aquí el jueves por la
increíble, que a ella misma le resultaba difícil de aceptar. mañana. Enviaré una carta a tu padre pidiéndole que te deje vi-
!odavía r~cotda~a su propia estupefacción cuando la empe- sitarme algunos días. EHo considerará muy natural. Entonces,
ratriz le hab1a explicado lo que debia hacer. _ . saldrás de aquí el viernes por la mañama. Te llevará casi todo el
día llegar al Castillo Hawke.
-Fue al príncipe. al· que· se le ocurrió· 1a idea -había dicho Y eso había decidido. Gisela volvió. a su casa con la cabeza
·echándo"!e a reír-. Recibí la carta esta noche, cuando llegué a rnnvertida en un torbellino. Estaba tan sumida en su propios
cása. Después de leerla le dije al príncipe que eso sígnificaiía . pensamientos que no .escuchó los insultos acostumbrados de su
sacrificar dos o tres días de cacería. Entonces me dijo: ''¿Por qué madrastra, ni sindó él dolor cuando le pellizcó los brazos o. le
a
no envía su doble, mientras usted sigue cazando?" Yo me reí dio golpes en las manos. . · , ·
pero de pronto me di cuenta de que era posible. _ . ( ;jsela no oía, ni sentia nada, pendíente como estaba de que
-Pero ... nadíe lo creerá ... nadie aceptará, ni por un mo- llrgara la invitación de la emperatriz.
mento, que yo soy usted -replicó Gisela. - -. Cuando empezaba ya a temer que los pianes de la empe-
. -¿Por qué no? Lord Quenby no me ha visto nunca. Es l'Mti z hubieran cambiado, tal vez, o se habfa olvidado hasta de
viejo, casi no ve y creo que nq oye. ¡Oh, no será una visita muy ~H t•xistcnda, llegó un mozo a caballo con un mensaje y su
alegre, queridita, te lo confieso! Dice en forma explícita que ll!Hlrc, que a~ababa de llegar de la c~cería, lo .abrió él mismo;
no se trata de una reunión. Quiere hablar a solas conmigo; pero Lndy Hamet puso el gnto en el cielo al enterarse de que la
me temo que será una conversación unilateral. · · Jlt~ratriz invitaba a Gisela a pasar unos días con ella . Su mari"
-Pero, ¿quién es Lord Quenby,· señota? ¿Y por qué-tiene ÜH' desechando con paciencia todos sus argumentos de que
usted que ir a verlo? -preguntó Gisela. · .- - ·.
'" 1rnfa muchas cosas que hacer en Ja casa, que no tenía ro-
· -Era amigo de mi suegro, el viejo emperador -explicó la ttlW Jltvar, ni modales a.decuados para alte~~ar con la aris·
emperatriz-. Y ha seguido manteniendo correspondencia con. fjHl!l, Y mando esos argumentos failaron, rugió:
mi marido. Se escriben cartas larguísimas y aburridísimas. . . yo Adnnás, esa casa no es propia para una jovencita! Hay
he leído algun~s ~e .~Has. Y cua?~º dije que.v~nía a.Inglaterra, IUti nm1ores sobre lo que sucede en Easton Neston. Se
el emperador msist10. en que visitara a su vieJo amigo. Desde de.'º ,que hay entre B¡iy. Middleton y tu preciosa empe~
luego, yo lo prometí; sin darme cuenta de que tendría que ha-. ; lh urdo. . . - -
.cerlo precisamente cuando el Capitán Middleton ha llegado pa~ ¡fürnw! -··El squire dio un puñetazo en el escritorio ante el/
ra conducirme en tá cacería. Sé que suena egoísta, pero t('.ngo ··· r"íWOtHtaba sentado, que hizo saltar las plumas y el
pocas oportunidades de divertirme en mi vida. ¡Tengo tan poco , No te voy a permitir que repitas esas cosas. ¡No son
tiempo para estar aquí. ·.. tan poco! Debo .i:egresar a Viena el ~Me oyt~s? Bay es un caballero y es mi amigo. Si la em-
ciaco de abril. ¿Cómo voy a desperdiciar tres preciosos días?.
-Entiendo .. _.¡claro que entiendo! -:-:exclamó Gisda-. Y
¡, brinda su amistad. es porque tiene por él !llUcho res-.· -
-· lo t(~ncmos todos por el más notable jinete que hay ·
por supuesto que- si~úla:ré ser Su Majestad.· , . ·si Jo cree po- ~lt\fS, No voy a permitir que sedifame.a esas personas,
52 aRBARA el nombre clásico en el. romanticismo
~~---'-
53
· nr digan tales mentiras. Deja esa porquería de chismes para la ción al verla entrar en el salón.
' gente que los disfruta, y ojalá el diablo haga que se atraganten -Creo que pronto me pondrécelosadeti -ledijo laempe-
·con ellos. . . . . . ratriz con suavidad, al darle las buenas noches. ·
El squire habló.con tanta furia que.por esta:vez Lady Harriet -Sóy una pálida imitacíón de usted, señora ~ontestó.
se vio reducida al silencio. · . .. . ·• · · -No, una imitación muy joven ~orrigió la emperatriz:
· Sólo cuando .. Gisela entró en el salón a tomar el té, su Gisela trató de calcular-qué edad tendría la emperatriz, pero
niadrastra~vokó toda su ira sobre Giséla, quien esta vez escuchó encontró que era iil1posible hacerlo .. Al mirarla no se podía creer
impávida todo~. sus insulws> . . . . ·· que tuviera más de veinticinco años. Sólo las fotografías de SU$.
Ni síquiera Lady Harriet pudo arruinar en esta ocasión la hijos, esparcidas por su dormitorio y su sala privada, parecían
. alegría que llenaba e1 pecho de Gisela cuando partió al día si- desmentir la juventud de aquel hermoso rostro, de aquella gra-
guiente en el carruaje_ que había ído a buscarla. ciosa figura y de aquella mujer de ojos brillantes. ·
· No vio a nadie cuando llegó a Easton Neston. Fue conducida -Era fácil darse cuen'tá, decidió Gisela, de que su padre
apresufadamente; escaleras arriba, y pasó la tarde probáµdose había dicho la v~rdad al asegurar que no había .nada turbio
ropa, dejand9 que le lavaran y le arreglaran el cabello y qu~ le entre la emperatriz y Bay Middleton. Eran amigos y camaradas,
atendieran la piel.· . · · · . · unidos en la misma pasión por los caballos. · · · · .
. Por fin supo la razón de tantos frasc9s en el tocadot de la La emperatriz había salido ya de cacería, cuando Gisela ini-
emperatriz v st enteró de muchos secretos de. belleza por medio 1 iíi el viaje hácia el Castillo Hawke a la mañana siguiente.
de los cuales la dulce Sissv corrsevaba su· juvenil he.rmosura. A ella misma le costó dar crédito a latransformación que- se
· ·. María, la. doncella personal de la emperatriz, aplicó eremá' lmhfa operado en su apariencia, al verse en el espejo, antes de
natural de vaca sobre la piel de Gisela, dejando que penetrara 'Hllir de Easton Neston. Vestida en un traje de viaje de terciope-
bien en· los porns. Depués retiró la crema y usó una loción lo yn<k bo~ella, con adornos de mar~a ce~e}l~~ y con un man~
astringente hecha con clara de huevo batida, a la que se habfa Jtllllo de piel en las manos, se le hizo difi.cil t~r que estaba
añadido aceite de oliva. Cuando este proceso dejó la piel tensa y. · . vh•11do su propia imagen y no la de la emperatriz. Llevaba un
firme, quitó la preparación con una crema hecha con bulbos de. -~'imhn·rito decorado.fon plumas y los brillantes lanzaban refle-
lirio hólandés. · ~Jt;I~ desd<' sus oídos y sus muñecas. ·
-·Está hecha con una receta inventada por Su Majestad -le ··· · f,n ('mperatriz nunca usaba anillos y la doncella había pasado
explicó María Uena de orgullo-. Y la mantendrá joven y her- J.!dws horas el día anterior masajeando crema en las manos de
mosa hasta que muera. · · ' l~elu para quitar de ellas tóda aspereza y hacer que semejarán .
' En la noche, Gisela recibió instrucción, primero de la Con- ..· . -~la suave belleza de los largos dedos de la emperatriz.
desa·Festetics ·Y después de .la propia·erilperatriz. ... ·., ; Ui!ídll sentía que todo en ella eradiferente. ··. . . · . ·
. Aprendíó cómo hacer reverencias, ·cómó extender la 1Uano Hitbfa supuesto que ella y la Condesa Festetics charlarían du-
para ser besada. También aprendió a manejar· las colas de sµs' · · . t:1'1 trnyect6 y que aprendería más, cosas sobre lo que debía
vestidos, a sentarse con gracia pero muy' erguida, a cruzar· y h11<·er, Pero la dama de honor ese hallaba enferma y a me~
.siempre fas puertas antes que los demás. im~ avanzó el día fue empe<;:>rando. _ . . .·
~¡Espléndido! ¡Espléndido! --exclamaba; la emperatriz. ) que tengo fiebre -dijo:cuando se acercaban ya al fin
· -.Cuando por fin bajó Gisela a cenar esa noche, ve.stída con· t
Jtl' .
. . .
·.' . ·'
. .
.. · u.no~.e~o~ tia.jes de. lae.m.p.e.ratriz y p.e. inada. p. o·r. . ·~·f·h·n·LY A.ng·e··r. er··.··•.·. · .· .• ·. vez lo mejor sea q:ue vea usted a un médico en cuarito "
· e:l prmc1pe y los otros caballeros lanzaron un grito d_e aprq_ba">' . "-sugirió Gisela. · ·
'-....,., ·"·· .... :.......,,,_, '····~·-·'···"- ; .;¡;;¡;¡;;¡;;;:;¡;;;.i
. .
; "'-: "'&";,,:¡· ,
- ··~KMJiWM!l!HHlll? ~''.""H•or._x"""'~""""'"""'"W"-"'1"<'"''Xl'0'!'M':'"'·""~'"""'"''~f"i"'·,.,, •'"¡;r·r,i:
' . i,·\'.\.fJl!i!

"
. :;;~~ . .'

'54 &fl!JABA
---------=·· .. el nombre clásico en el romanticismo 55
' '

-¡No, no! Me pondré bien, si sólÜpu~do meterme en la ca~ a la.c:asa. El lugar era q:mcho más bello de lo que Gisela espera-
ma temprano -contestó la con~esa-. Siento que se _me part~ ba. Había un enorme ·lago plateado, grandes terrazas grises y
la cabeza. . • tengo Ja garganta mflamadª' y no puedo tragar .m ventanas· llenas de luz: ·
agua: . . ' . . . . / . . Había lacayos esperando en la enorme puerta del frente, .cu:
-Lo siento tanto por usted -copiento ~ise1.a. .. ·. ·· bierta por un· pórtico. Qisela unió los dedos y ~urrn.uró .una pe-
-Me pondré bien -murmuró la condesa, pero sm nmguna queña oración desde el fondo· de su alma. Sería valiente. De ..
convicción en la voz. nuevo acudió en su ayuda el recuerdo del desconocido de la
' El carruaje estaba cruzando en esos, ~omentos las rejas de la talabartería .. Levantó un poco más la barbilla ...
entrada, según vio Gisela por l~ ventanilla. . / / . · -Tu anfitrión te esperará en la entrada -:-le había advertido
---:¡Hemos llegado!' -exclamó y-su voz refle10 el pamco que la emperatriz.
sentía. · Gisela bajó con lentitud del carruaje. A cada lado de la puer:
· -¡Gracias a Dios! -comentó la condesa-. Tal vez si me 1a había lacayos con linternas para alumbrar el camino; pero su
recuesto un poco dejará de dolerme tanto la cabeza. luz la deslumbraba y Gisela sintió que veía menos de lo que
· -Sólo espero no cometer ningún error -,-murmuró Gisela. habría visto sin ellas. Sintió una alfombra bajo, sus pies y subió
La condesa ho contestó y Gisela comprendió que, después de· V;trios escalones. Pero laluz de las lintern~ ie permitía ver
·todo, no tendría ayuda alguna por ese lado. En esos imantes, los pulidos botones y las pelucas empolvadas de los lacayos.
como para .dade el valqr que necesitaba; acud.ió a su memoria el Sólo cuando llegó a lo alto de la escalinata levan.tó la vista.
recuerdo del hombre que había visto en la talabartería, que U11 hombre estaba dy pie ahí, peró era tan inesperadamente al-
había cruzado lapuerta sin inclinar la cabeza. Ese era el tipo de. IO que ella tuvo que echar la cabeza hacia atrás para verlo. Las
orgullo qU:e necesitaba en esos momentos ... el tipo de digni- pitlahras que debí~ decir asomaban ya a sus labios; tenía lama- .
dad que debía evocar para no defraudar a la emperatriz. 1110 lisia para extenderla hacia él. Entonces, quedó petrificada.
Levantó la. cabeza y echó hacia atrás los hombros. No era _un anciano el que la esperaba ahí, sino un hombre
La emperaúiz había confiado en ella. y no frustraría esa con- al que ella había visto antes, con la cabeza muy erguida
fianza. Empezó a repasar a toda prisa las cosas que debía hacer. una :irrnud llena de orgullo. Ella lo reconoció al instante. ¡El
Tenía una carta del emperador para Lord Quenby. Debía recor- ~tonocído de la talabartería!
dar darle la mano con gracia y no retirarla, sino esperar a que la Por un momento casi no püdo dar crédito a sus ojos. Luego,
besara. Debía caminar con porte majestuoso, sin hacer caso de
la condesa, .que la seguiría dos pasos atrás. ..
mo <1 navés de una neblina, su voz llegó hasta ella:
Bienvenida al Castillo Hawke, señora. Me siento honrado
· Vio el castillo erguirse ante ella. Era muy grande e impre-,, ' l« amabilidad que ha tenido al visitarnos. · ··;
sionante. Su corazón empezó a palpitar a tal velocidad, que te- ~: (~m10 un autómata, Gisela ext~ndió la mano. Sintió cóm..o
inió que se le iba a salit del pecho. ·· htbios rozaban el guante que cubría su mano. Un momento
"¡Te"ngo miedo!"se dijo. "Pero es tonto de mi parte. Sólo dr,¡ la rnnducía al interior del castillo y Gisela se encontró
voy a encontrar a un anciano, s.ordo y medio ciego. Lo único que, itmplio vestíbulo, con los muros cubiertos con paneles de
tengo que h<lcer es· escuchar sus recuerdos de sucesos que Pas<t:- y un tanto sombrío .. Por un moménto ·sintió temor.
ron hace muchos años y de los que la emperatriz no tiene .por UJl-t como si hubiese caído en .una trampa. Mas el sentido
qué enterarse. ¡Todo será muy fácil, si domino ermiedo y ma11~ Jh'Udió en su resc~.te. Se lé ocurrió que sin duda alguna
. tengo la calma!" · . - . . ·.·.... bombrt.· era el hiJo de la casa, el heredero de. lord
El carruaje estaba dando una vuélta antes de detenerse frent~,;, , ¿l'11r eso la estaba saludando,, en representación de su
..,..
56
·!"·
&/!/WIA . -_~¡nombre clásico en elrom.antidsmo. 57

11 '" prisa~. Tomar'é·cualquíer: cosa que ·me.hagase.ntir mejor ....


~Las enviaré . a ·su habitación ahora mismo -dijo Lord
Quenby-· .Lá señora Matthews, nii ama de llaves -agregó vol-
viéndose a Gisda-'-, atenderá todos sus deseos, señora.
La acompañó hasta el vestíbulo donde la esperaba una müjer
vestida de negro; con un gran llavero colgando d~ la.c;ii:itura., -
Mientras S1;1-bía con e.Ha !~calera, Gisela se smt10 mvad1~a _
de un repent1ho entus1asmo':"~quello estaba resultando· mas
emocionante de fo que había supuesto, mucho más dramático.
Al llegar a lo alto de la escalera miró hacia atrás. Loid
Quenby seguia en el vestíbulo. La estaba mirando y había esa
extraña sonrisa que élla había notado en· su rostro, con las comi- .
suras de los labios algo curvada5-. ,. -
Ella volvió la vista rápidarhente y füe conducida por el ama
de llaves a un amplio dormitorio con una cama de cuatro postes
~ kcorada con plumas dé avestruz y cortinajes bordados en azul.
Los muebles eran de plata, decorados con delfines y sirenas. Un
¡
<

diván largo colocado cerca del fuego, estaba cubierto .de cojines
dt encaje y uo.a manta bordada con piedras semipreciosas.
Era una habítaCión tan hermosa que Gisela no püdo conte-
nrr una exclamación de admiración.
--Esta ha sido conocida siempre como la Alcoba de la Reirn1,
Nrilora -explicó el ama de llaves-. La Reina Ana durmió aquí
mando hizo una visita al castillo y la leyenda cuenta que
Llenrietta María, esposa de Carlos 1, también 'usó esta habita-
~:Mn. Los muebles de plata fueron obsequio de_ Su Majestad al
t'iUH i llo. Es una habitación en la que sólo han dormido reinas. _
. Entonces, es un honor para mí -declarp Gisela con una.
¡1:
~lllili.'IH. . . .
.· El honor es para nosotros; señora ~ontestó el ~a de
':' 1

•.·.·.·
·ll•Vt:N . Y hay la superstición en la familia de que ruando la ter-
rA n-·i~rn venga al Castillo de H~wke, lá familia tendra muy
fm¡i, fortuna y todos sus problemas terminarán. ·. -
_,,, llspNo que así'sea :_son.rió Gisefa y se sintió casi avergon-
~ í!l tkci rk~,_porque. no .<:_ra la _terce;a reínli ~a que dormiría en
H1t magntfica hab1tac10n, smo solo una tmpostor~L
t~mdcsa Festetics se retiró a toda prisa a su habitación;
~~-~
··58 &!IJJARA . el nombre clásico en er romanticismo 59

contigua a lade Gisela. y María entró para·ayúdar a Gisela a niéndose en el pa.Sillo. . · .


desvestirse y a abrir.el equipaje. ) . · ·-¿Está la condesa ya.,lista? -preguntó a Fanny; que la
· . :_¿Qué quiere usted ponerse esta noche, señorita? hábía seguido; .Fanny llamó a la puerta. Esperó un momen-
-preguntó María en alemán, cuando se quedaron solas. to y llamó de nuevo.
-:-Oh, algo muy l;>onit? -contestó Gisela. · -Será mejor que entre .,..,.....sugirió Gisela.
-Entonces, será el vestido blanco bordado de plata. Fanny ~brió la puerta f un momento después volvió a salir,
Lo sacó del baúl 'Y lo colocó sobre la silla. Era el vestido más . \ -La condesa está profundamente ~ormida ~dijo.
hernioso que Gisela había visto en su vida. Volante trasyolante -¡Oh, cielos! -exclamó Gisela-. Tendremos que desper-
de tul blanco era recogido en un enorme polisón en la parte de tarla. Llegaremos tarde a la cena. . . · · ·. . .. ·
·átrás, Estaba bordado con hilos de plata y el talle, que se ceñía a Entrcfcon Fanny en la habitación de la condesa, Había un
,\
d la figura, tenía un bordado de perlas que s~ repetía en las pe~ . ""~- .. .ftasco-Oe tabletas en el buró y medio vaso de agua junto a ellas.
{'•
queñas mmgas abullonadas. : · · wi::· · Gisela levantó el frasco. · ·
-La emperatriz usó este vestido sólo una vez en un gran -Estas tabletas ayudan a dormir. Mi madrastra las tomó en
baile -explicó María-; Y se veía maravillosa. . una ocasión y durmió casi veinticuatro horas seguidas. · ..
¡ · -Me la imagino -contestó Gisela, · Fanny sacudió a la condesa del brazo. La mujer se movió,
-,-La emperatriz dijo que me encargara yo de que usara us- murmure? algo inintelegib~~' se .volvió para se~13ir inmóvil. ·
.. ted sus estrellas de brillantes ésta noche -dijo Fanny, la peina- -Es múttl, Fanny ,-d110 ·Gisela-. Dorm1ra por horas. De
.·dora, cuando llegó a peinar a Gisela, después_ que. ésta ya había cualquier modo, es mejor que se quede así. · · ··
tomado un baño-. Parece que Lord Quenby, el difunto Lord -Pero, señorita, no puede usted cenar sola con su señoría
· · . Quenby, desde luego, dijo al emperador que había visto el --exclamó Fanny.
cuadro que Winterhalter pii:tó de Su Majestad, con las estrellas · -¿Y qué otra cosa puedo hacer, como no sea acostarme sin
.· en el cabello, y que lo~ podna usar usted esta. noche. . cenar? ~preguntó Gisela. Sonrió entonces con timidez-. ¡Y
-'-:-Sí, es-una buena idea ~reconoció Gisela. · sería una gran pena desperdiciar este precioso vestido!
Y entonces, cuando las estrellas fueron traídas y doce de ellas Se dirigió a la escalera sin decir más. Bajó con lentitud, "sabo-
· colocadas sobre su cabeza y en las pesadas trenzas cobrizas que reando cada mo~ento, porque sabía lo hermosa que se veía.
caían sobre sus hombros, Gisela exclamó: Nunca antes se había sentido así. Nunca antes había sabido gue
.·-¡Qué maraviliosas se ven! Brillan como 'estrellas de ver- era hermosa, como en ese momento, con la ropa de otra mu1er.
dad; ¡Oh. Fanny, que bondadosa fue la empáatriz! Un lacay9 corríó -~ abrir l.a puerta del ~alón. Lord QuenbY.
-:-Son sus joyas favoritas -explicó Fan.ny-. Y ahora, seña,. estaba de pie, esperandola Junto a·· la chrmenea. Su elevada
rita;'·es tiempo de po11erse el vestido. <~statura y lo ancho de sus hombros parecían dominar la habita-
María lo tenía ya listo. Ceñía la figura de Gisela como si . ci<>n. Con lentitúd, Gisela caminó hacia él, esperando con la
hlJ.biera sido hecho para ella. Por fin esto.va vestida y J?Udo unsiedad de un niño, ver reflejada la. admiración en su rostro,·
contemplarse en el espejo ubicado en una amplia habitación. sabor.eando la apreciación -de su belleza que debía aparecer en
Gisda jamás había imaginado verse como en esos II10mentos. SUS OJOS. · .
.. . De hecho, no era Gísela la que se encontraba de pie frente ~r Y entonces, al llegar a: él .Y levantar la vista, tan cerca ya
espejo ... ¡era lá EmperatrizJsabel de Austria!Joven, radiante. romo para que no pudiera eqmvocarse en lo que veía, compren-
Gisela se volvió. Era casi aterrorizante .verse así y saber que·· di<), con una impresión que pareció sacudir todo su cuerpo, que
eta ella; en realidad. Maria-abrió.la pUert_a y Gisela salió; de'::e- . l.ord Quenby la miraba con un odio profundo en los ojos. .
. .

el nombre- clásico et(él iómantiCismo 61


,>
¡}
Se sintió estremecer ante el solo pe11samiento de que él pu-
¡ diera desc.ubrirla. En lb personalno le i.tnportaria; pero haría nn
da fio irreparable a la .imagen de la emperatriz y {a ;sociedad

Capítulo 6. ·. i11i{lesa no le perdonaría el engaño hecho en contra· de uno de


s11s miembros. . . . .
"¡Debo tener cuidado ... 'mucho cuidado!", se advirtió.
.

' Por fin, sumidos 5~n profundo~ silencio, habían llegado al co~
. , OR.nnmomento, Gise.la no pudo.pen..sar en r:ada qu.··. e mcdor. Era, en realidad, un salon de banquetes, nna en·orme
~J decir. Luego, . tartamude~do-.1:n poco debido a l:i . habitación de techo altísimo, con una galería para trovadores en
.. sorpresa y el temor que la mvadio·'como una nube oscu- uno de los muros dd fondo. El resto de las paredes estaba cu-
ra, d110: · . · · bierto con exquisitos gobelinos y hermosos retratos. La mesá en
· · .:.,-Yo ... tengo malas noticias, milord. La CondesaFestetics que sirvieron la cena era largúísima; ya que se extendía a todo lo
está, me temo, b~tante enferma. No pudimos despertarla. largo del salóri. Estaba iluminada con docenas de velas en pesa-
. ~Lamento mucho el inconveniente que esto pueda dos candelabros, · · .· .
.causarle, señora ~respondió Lord Quenby-. Pero, en vista de Había un mayordomo y seis lacayos para ate,nderlos; pero
que la ~ondesa :no puede reunirse con nosotros, ¿me permite una vez que servían los platillos, en fuentes ·de oro; desa-
coñducirla al comedor?· . · · . )arecían entre las sombras que rodeaban el oasis de luz de
Sus palabras eran bastante simples; sin embargo, a Gisela le
pareció que tenían un sonido ,extraño;como de triunfo. Acudió
l a mesa. Los platillos fueron variados y ex:óticos y se sirvieron va-
!J;
rios vinos, incluyendo champaña, de los cuajes ella aceptó beber
a su mente la sospecha de que el sueño profundo de la condesa· sólo la mitad de una copa, recordando que la emperatríz muy
era.precisamente lo que él deseaba. El debía saber muy bien probablemente habría pedido un vaso de léche. . -· •' ·
J~'.' aquellas tableras inducían a un sueño prolongado y profun·
'i-
':\
-Dígame, señora,. ¿está usted disfrutando de Inglaterra?
-preguntó Lord Quenby. . ·
1 · Se preguntó con cierta desesperación qué debía hacer y re- . -Usted sabe que me encanta cazar -contestó Gisela, recor-
cordó que la decisión no era suya,'sino de la emperatriz. ¿Cómo· datido el .leve acento que la emperatriz ·ponía en ciertas pa-
actuaría Su Majestad en tales circunstancias? De una cosa Gisela labras. .
estE:ba segura: la egiperatriz conservaría, en todo momento. y·. -He. oído de sris proeza$~ Tengo. entendido que aun
. bajo cualquier circunstancia, su dignidad. No sería nada más el . nuestros más nobles jinetes quedan eclipsados por usted. seño-
instinto de sü sangre noble, sería característico de su personali- Gisela sonrió. ·
dad, de su naturaleza misma. .· -Creo que me está usted trat:indo de ad,ular, milord. ¿Que
.. ,
-lrem,os a cenar, milo.id ~entestó Gisela, colocando su perros usa usted ... si es que le gusta~ cacería? .
1
mano sobre el brazo que Lord Queriby le ofrecía. . El contestó e.n forma muy breve y con indiferencia. Ella
. . Mientras se dirigían por. el .largo pasillo, hacia el comedor, l'omprendió qµe rio iba a ser fácil hacerlo hablar de sí mismo.
Gisela pensó cuán diferente estabanresultando las cosas de lo En cambio, la abrumó a preguntáS', sobre Easton Neston, sobre
que se esp~raba. Se había imaginado cenando con un anciano quiénes la acompañaban apí, cuánto tiempo planeaba perma~
sordo y medio ciego, tal vez acompañado de alguna otra perso- nccer en Inglaterra y si eta verdad que al año siguiente visitaría ·.
na tan vieja como ély se encontraba a solas con un hombre jo- Cottesmore, , · · ··
. ven. !ail apuesto como arrogante. Gisela comprendió con angustia que estaba mejor informa~.,····
- - . .
~.

&J!8ABA el nombre dásko en e/. romantidsmo 63


62 ~-~~
do sobre fa emperatriz de lo que se había imaginado; pero trató venencia mental que debía retirarse lo más pronto posible a la
de coq.testar a sus preguntas con natur:tlid;¡d. . · r . cuna.
1 1
Cuando expresó su deleite ante los grandes melocotones de . La biblioteca era, como había dicho Lord Quenby, miicho
invernadero quele·sirvieron con el postre, recordó que páta la mfis. acogedo!a que e~ sa~ón. HabJa sillones ~ sofás tapizados de
emperatriz frutas como ésas debían ser una cosá muy natural y l<'rctopelo ro30 y cortma1es del mismo matenal. LOs muros esta-
común. , ban cubiertos con millares de libros cuyas cubiertas multicolores
-Mañana me gustaría mostrarle mis huertos y jardines, se- daban cierta alegría al lugar, Un buen fuego ardía en la chime-
ñora -dijo Lord Quenby-. Son famosos. Mi padre gastó nea y junto a ella se. encontraban dos perros spaniels que
mucho dinero e invirtió tiempo en hacer jardines que son n1rtieron llenos de alegría a saludar a su amo. ·
ejemplo de perfección. Le interesaban más las flores que las per- Gisela tuvo que contener ~l impulso de dejarse caer en el ta-
sonas. pete, junto a ellos. Adoraba 16s p-erros y una de las.cosas que la-
~¿Y.usted? ¿Prefiere a las personas? -preguntó Gisela. mentó más cuando su padre se casó con Lady Harrietera que és-
·_::_..:A algl:lnas p-ersonas -replicó-
... Pero muy.pocas. 1a se negó a tener perros de cualquier especie dentro de la casa.
, Hab1a-a!go agudo en su voz, como si fuera un hom{)re desi- Con un gran e~fuerzo recordó que era una emperatriz.
lusionado de la vida. Por primera vez desde que se sentaron a Acarició la cabeza de los perros y.después se sentó en el sofá, con
cenar, Gisela olvidó sus propios temores y pensó en él como un la espalda muy erguida. Se daba cuenta de que su vestido refle-
ser humano, algui~n que podía sentir y sufrir como cualquier jaba la luz ~el· fu~go y que l~ estrellas de·s.u cabello brillaban
pe.rsona. ;'.'.'; con mayor intensidad, tamb1en por el refle10 de las llamas; ·
Se preguntó si sería desventurado. Tal vez eso eXplicaba su Los lacayos trajeron el café y los licores, .pero Gisela no quiso"'
dureza y arrogancia. Entonces _se dijo que era· ridículo sentir tomar nada. Lord Quenby se sirvió una copa grande de brandy y
compasión por algúien como Lord Quenby. No podía olvidar la colocó en una mesita junto asu sillón'. Los sirvientes se retira-
la mirada de odio que había descubierto en sus ojos, al llegar_al . ron y un pesado silencio reinó en la· habitación. .
· salón. · Gisela hubiera querido retirarse., pero resultaría grosero ha-
. La cena tomó largo tiempo. Hubo muchos platillos diferen- ·cerlo tan temprano. Sin embargo, los repentinos y violentos la-.
tes; pero al recordar lo poco que comía la emperatriz, Gisela só- tidos de su corazón le advirtieron que había peligro.
lo se-atrevió a probar una cucharada de cadú::osa que le_servían. Advirtió que Lord Quenby la estaba observando: Se había
Cuando la cena terminó por fin; ella preguntó con cierto ti- instaladQ en un sillón amplio y cómodo y ella no pudo evitar es-
tubeo si podía retirarse., 1ar consciente de lo ancho de sus hombros, de sus facciones bien .
-Creo que usted querría tomar solo su Oporto, milord definidas, de los ojos fijos en ella. Era un hombre, que le
-sonrío"' causaba temor, reconoció para sí Gisela, y tuvo que hacer un
El se puso de pie. ~ esfuerzo para contener un estremecimiento cuando él habló.
.:_,.No es necesario para mí beber ningún_ Oporto -,-repuso -Me alegro que: estemos solos esta noche -declaró. Su voz
él___:. Si me lo permite, señora, ordenaré a los sirvientes que nos era profunda, pero qo habfa nada acariciante ni- halagador en el
lleven licores y café al salón. O mejor aún, si me hace usted el · tono-. Habíi decidido hablar· a solas con usted durante su,es-
, honor de acompañarme, me gustaría que nos sentáramos en mi. tancia aquí. Y tal vez sea mejor qu,e lo hagamos ahora mismo.
propio santuario: la biblioteca. Es un lug;iT más acogedor y me- -Creo qu_e antes que diga usted· nada más -contestó·
nos formaLque el salón. · Gisela-, me debe usted una explicación de la causa de su
-Me p:arece muy bien -convino Gisela, haciéndose la ad, omisión sobre la muerte de su padre, al invitarme.
.. 66
=-=--~~~
&HfWlA e/nombre clásico en élromanticismo' 67
· -Él d~recho de todo ser human9. que ve a otro ser hurl1atio.'./ '.V1t 110 digamos ·a la eniperatriz. _. ·· .
tratªdo concrueldad e.injusticia.· Déjeme continuar: , , ''Y aquí viene lo jmpottante de esta carta. ¡Me ha pedido
1
-··. Tomó la siguiente c;arta d~ la pila. .·._· tfl.H' me vaya con ella! Toda la tripulación ha sido escogida con
"¡La amo! Y hoy se lo.dije en tono bajo y tartamudeante. Y; ·klílll cui~adoy ~u ~équito, muy pequeño, está formado sólo por
Hugo, ella no se ofendió, ni me rechazó. En cambio, extendió: Unos cuantos sirvientes personales, una dama de honor y su
la rnano y la pusó sobre la !Ilía. Creó que hubiera podido morir· tWUt·tario. Sí, este ultimo es tu humilde servidor.
dé felici~a?.en esós. momentos-. ¡Oh! cuán {?Oca esperanza. tiene, . "¿Puedes imaginartelo que esto significa? ¡Estoy en el sép-
nuestro 1d1ho ! Y, sm embargo, me siento dichoso con la simple: ti1110 cielo de la felicidad! Me siento humilde ante el honor de
oportunidad de estar cerca de eJla, de servirla, aunque no sea. ha 1lCt' sido elegido Y, sin embargo, al mismo tiempo me siento
nada más tremendo que recogerle uri. pañuelo o cargarle h( torno un dios p·orque me ha considerado lo bastante bueno co-
sornbrilla.'' . . . . _, , mo .¡Jara servirla. Vamos a Madeira. primero. Trataré de escribir-
· --Hay varias otras del mismo estilo -declaró-. Otras que re~. tr en cuanto lleguemos allá, o tal vez lo hagá en ruta. .· ·
velan que estaba usted usando todos los recursos femeninos pa~" ''Perdona si esta epístola suena incoherente. Soy demasiado
ra enloquecer_ más de lo que ya estaba a; mi pobre amigo. Yes ~vi~( frliz para escribir más''. . · .
. dente que se regocijaba usted dd poder que ejercía sobre éL . <O' Lord Quenby cerró la carta y la volvió a guardar en el sobre,
-Está usted suponiendo muchas cosas "que ignora, Lord< ; pat·a devolverla a su sitio entre las otras. Colocó todas las cartas
Quenby. Yse está mostrando por demás impertinente. sobre la mesa. Entonces se volvió a Gisela.
-¡Espere! -exclamó él-. No hemos llegado todavía a la ·-·-¿Qué sucedió? -preguntó él.
carta que importa, así que saltaré una docena de otras y le leeré ·-·-¿A qué se refiere?· . _ .
ésta ... la carta pata la cual exijo una explicación. · ·--¿Qué le sucedió a Imry? No he vuelto a saber de él desde
· La sacó del sobre y leyó: . · ' · .· . cnlünces, como tampoco ha vuelto a saber de él nadie más.
''~a cosa más es~upend~ y gloriosa que puedasimag~qarte ha Quiero saber por sus propios labios lo que ocurrió cuando llega,.
sucedido. Estoy tan emocionado que me cuesta trabajo poner ror~.- a Madeir<1;. Sé que llegaron bien y q__ue ~ornaron una villa es-
estas palabras en papel. Ella va a dejar Viena. No puede sopor~ )JÜlí?la en la isla. . •un lugar tan romant1co como el que Imry
tar esta vida pomposa y frustrante ni'.un momento más. Sé rnb1era soñado. · .
marcha de aquí. Ya se lo·dijo al emperador y él estuvo de acuer- :. ''Recibí uó.a carta de una amiga que estaba de visita en la
do ~n qu.e debe hacer lo que crea mejor, Va a dejarlo a él, a sus/' isla en esé tiempo. Me dijo que los había visto, a usted y a Imry
hijos y a esa suegra diabólica, y-parte en su yate Fantasía, hacia,: '
n1balgando juntos: que usted se veía radiante de felicidad, es-
Madeira. . . ; pecialmente cuando íba en compañ:ía de un secretarjo húngaro.
"Fantasía es un nombre apropiado para él, Hugo. Sólo:Ci l. Ni~ga usted algo de esto? . · ·. . ·
quisiera que pudieras verlo. Ella ha hechoinstalar un baño, un? -No -contestó Gisela-. Si eso lo escribió su amiga, debe
enorme (Uatto de mosaicos. rodeado ton espejos, según diseño sel' cierto. . ·
. especial que hizo- ella misma. Todo el yate está decórado en --;¿Qué suc:e?i? después de eso? . . · . ·
un ambiente -adecuado par.a la Reina de la ~eUeza. •. Gisela guardo silencio un momento. Entonces, con gran drg- ·
''Te cu~nto esto para que comprendas el contraste entre ~:.. nidad, exclamó: · . ' · ·
yate y el ambiente sombr1o de Hofburg, é:on sus tétricos rojos y ---¿Por qué tengo que decírselo? .Sus informantes, ¿o debo
verdes,
·, ..
con sus restriccion~s capaces de enloquecer
~-- .
a cualquiera¡;' c:_Iycir sus espías?;· de~en . .haberle dado tin reporte comple~o, que
sm duda alguna sera mas creíble para _usted que cualqurer .cosa
68 ; -~BARA~_L·~+~~~-------::-. _..._.,. el nombr~ clásico. en el rotnanridsmó
69
qu~ yo le diga. .. . . _ . -·· · .•.
.- -M,uy bien -repuso Lord Quenby-. ¿Quiere que le·diga ·
t i<i suavizarse un poco.·
)o que me dijeron? Que después de que usted tenía poco tiem" ; Era usted . tratada tan mal · como. se rumoreabá?
po en Madeira, un barco con bandera austriaca fue visto. andado prcguntó él. ¿Es cierto que le arrebat_aban a sus hijos de Jos
en la bahía. Un escuadrón.de soldados bajó .del barco y se diri- hi azos al nacer, para ser educados por sµ suegra? ¿Que todas
gió a la_ villa. Cuando volvieron a embarcar su núme.ro había !itL\ 1irdcnes eran contravenidas por ella? ¿Que hasta que ella
aumentado con un hombre y en cuanto e$tuvíerona bordo, el 1m11i1í, el año pasado; usted no tenía intervención alguna en lo
barco se hizo a la mar. Eso fue lo que me dijeron y tengo razón q11c sucedía en el palacio? Vam.os, no pu~do creerlo. Usted es
para creer .que es la verdad. Nunca he vuelto a saber de Imry. · una mujer de espíritu. Sin duda pudo defender sus derechos;
-- Lord Quenby se detuvo un momento y entonces añadió, en· '"·Usted puede creer lo que quiera -respondió Gisela-. .
voz.más suave: · Todo lo que puedo decirle es que nada de lo que ha dicho sóbre
1111 es verdad. · . . . .
. ~Escribí a su familia._ Me dijeron que no sabían- qué había .·
sido de él, pero que les había informado que el emperador lo --Entonces, ¿'en dónde está Imry? ¿Ha tratado alguna vez
había mandado_ al exilio. Años después me escribieron para de~· de averiguarlo? Sin duda alguna, usted debe haberlo querido
cirme que, aunqueno tenían información concreta al respecto, un poco, ¿no? Era un hombre tan atractivo. N.o puedo creer que
estaban convencidos de. que él debía haber muerto ya. ¿Fue_ eje~, 1J.a yan per_manecido sol~s en ~se yate y después el? e~a romántica
cutado porque la amaba a usted? ¿O languidece en alguna:'infa• · villa espanola de Madeira, sm que usted· haya de;ado de des-
me prisión~ tal vez torturado porque el pobreeillo enloqueció rnbrir que él era 050 puro, ~in q~e hu.biera lle~ad~ a ap.reci~~ la
por una belleza del todo superficial? _ . bondad de su caracter, su mtehgencia-y su viva nnagmac1on.
, -No debe hacerme esas preguntas --'-replicó .con_ voz ¿Cómo pudo dejarlo salir de su vida con tanta facilidad?
ahogada-, porque no puedo contestarlas. ... ··· Lord Quenby se detuvo un momento para luego agregar:
-No, _estoy seguro de que no puede hacerlo -le espetó - Yo la imaginaba llorando a solas en_la--noche, sintíendo su
L~rd Que~by con vozamarga-. ¿Qué le importa a usted quién vida vacía sin' él. Entonces supe que había vuelto a Viena: y que
11e había.ido de viaje con el emperador. Toda Europa comentaba
vive o qmén muere· a causa suya ... aunque se trate de up.:f
hombre que la adoraba en verdad? Es usted cruel y despiadad:Úi;~ que estaban disfrutandp una segunda luna de miel. ¿Pudo su
Su belleza es diabólica, porque es una mujer sin corazón. • · Y marido con tanta facilidad borrar el recuerdo de su amante? ·
; ~No e$ cierto. : .ni una sola palabra '·de eso es verdad -Debo pédirle, milord,-que me permita retirarme -dijo·.
-protestó Gisela ·con pasión, porque estaba, en realidad, ·de- Uisela en voz baja-. Usted sabe, tan bien como yo, que no
'· fendiendo a la emperatriz, de cuya dulzura .y bondad ·estabi' debía hablarme de este modo. No hay nada que yo pueda de-
convencida. . . . . . _) rirle. Es evidente, tam-!5ién, que nada de lo que pudiera yo de-
_ -Bueno, si rio es verdad -insistió Lord Quenby_._._, ¿eri. ~· frie alteranfa su opinión de mí. · . . . . ·...
dónde está Imry? - . -- _ · · :; . Se hizo el silencio al termin_ar ella. Lord Quenby le dio la es-
• -¿(:ómo puedo contestar a eso? Sisu familia no logró sabe .Jrnlda por un instante y se quedó mirando el fuego, De pronto,
nadad~ él, que ella tenía derecho perfecto a reclamar ... ¿c6; ··~e volvió, ~ruz_ó el tap.~te y se sentó en el .:ofá junto aGisela.
mq espera que yo haya podido. averiguar algo? · . · ,;, ·.· -Perdoneme -d110-. Se me ocurno en este momento
A Gisela le pareció que había encontrado una buena r uc, sin importar fo que yo pu:da sentir o decir, Im_ry l.a ~aba.
puesta a la pregunta, po~quela expr:sión-de Lord Que.nby p: be haber algo bueno y dulce en usted para haber irtspirado
amor. Imty ja1?ás aceptó lo f~lso, lo vulgar, nada de. segun-
'··\

70 ·.&l!BARA
. . . .·. . •--------_...;.___,,______ e/. nombre clásico en el romanticismo
71
. da clase. La he odiado a usted por tanto tiempo, que he olvid~~ :··· quc· más disfrutaba hacer. . . ..
dó considerar el juicio de él en eL balance. El la amaba y debo · ··-¡Debe estar muerto! -gritó Gisela sin pensar-. Espere~.
tratar de ver y"' aceptar que era porque usted merecía su amor. mosque esté muerto. · · ·. .·· ..
· -¿Por qué lo querfausted tanto? -preguntó Giselacon cu" Lo dijo olvidando por un momento quién era, pensando só-
riosidad. . . · · lo en las historias que había oídó de prísiones oscuras, de cala-
lord Quenby volvió el rostro.hacia el fuego. hozos y torturaS', de los que no se atrevía a pensar siquiera. ·
-.-Tal vez porque toda mi'·vida deseé tener un hermano ·-¡Así que ustea no-lo sabe! ... . .
-respondió-. Fui hijo único. Mi madre murió al nacer yo. A -No, no lo sé -contestó ella con sinceridad.
mi padré nunca le gustaron los niños, ni los jóvenes .. Fui educa-.~ -¿Puede averigu;ulo?
do .con rig~dez por sirvientes y tutores. No fui muy feliz en Eton G-isela movió la cabeza, negando.
por lasimple razón de qUe no sabía mezclarme con otros chicos· ·-No. .
de mi edad. De hecho, pocas veces había tenido contacto con --Le creo ~dijo él-. No sé por qué. Estaba decidido a no
-... alguie~ de mi ed~d, has~a. que fui a la escyeta, a los trece años.
nrn nada que usted dijera; pero no ha tratado de defenderse,
En Oxrord conoCl la felicidad y fue gracias ~ _ln:uy. '
de protestar su inocencia. Eso me ha gustado. Al mehos·es sin-
"Teníamos dormitorios contiguos. Fue a visitarme el primer rtm y valiente.
día _que. ll;gué y me dio la bienvenida al colegio. Creo q;ie ~-Gracias -dijo Gisela. . .
comprend1, desde el momento en que puso su mano en-lamia; . Fue sólo entonces que notó su ten;iblor ante. el alivio que le
que significaría algo estupendo en mi vida. Se asegura que el · pmdujo que no estuviera tan furioso como antes. Poi lq secó de
prímer amor de un hombre es muy importante. ·Para mí lo fue si1s labios y los latidos alocados de su corazón comprendió lo
mi primera amistad. · 1

asustada que había estado. . . .


''Nos gustaban las mismas cosas. Ambos éramos buenos Se hizo el silencio por un momento. Lord Quenby lo rompió
.montando, pescando y cazando. Yo pensaba que era Un buen dkíendo: -
tirador, -pero resultaba un novato comparado con Imry. Supon~ ·-Empiezo, tal vez, a comprender lo que Imry sentía por us-
go que en nuestra amistad habría algo de culto al héroe; por · l(;d. Cuando entró esta noche en el salón, pensé por un mo-
parte mía. Pero, es que Imry hacía la mayor parte de las cosas ;JHtnto que no podía ser-real, que era una creación de_ mi propia
mejor que yo. Pasábamos juntos vacaciones deliciosas y_a medi- :. . lmaginación. No creí posible que una mujer pudiera ser tan
da que· conocía mejor a Imry, más respeto sentía por él'.'. ·:JH:nnosa. Y entonces recordé que era usted vil y cruel, que había
Lord Quenby se detuvo y entonces miró hacia Gisela: Jmviado a Imry a la muerte y no había mostrado señal alguna de
, '-¿Recuerda cómo solfa citar poesía, y de pronto lo convertía. lntHicidad a causa de ello. ·. · ··
todo en. un chiste y terminaba por hacer una parodia, echando . - --Los emperadores y la.s emperatrices no tene.rnos derecho a
la cabeza hacia atrás, riéndose con esa risa tan contagiosa que; ustrar nuestra emoción en público -afirmó Gisela.
re~? . .
-Sí... sí, lo recuerdo -tartamudeó Gisela. .. -·No. Y eso sucedió hace mucho tiempo .-.. observó Lord
len by casi como si hablara para sí mismo-.· Y sin_ embargo,
·:;':
-Era listo, inteligente y divertido. ; . nadie podía aburrirse?. hido a mis sentimientos por Imry, no podía creer que alguien
nunca con Imry. Después de los caballos, lo que más amab~: ttlicra olvidarlo. · - ·. ·
eran los libros. Esa es una de las cosas que .me asusta.'':SÍ ha esta"'
do en prisión wdos estos años, lo han privado de las dos ·cos~: Tal vez él vive en el cotaz<5n de quienes Ío recordamos
ugitió Gisela. · ·.· ~·: · · . - .
-"··¿Es cierto eso? -pre;guntó lord Quenby-. ¿Vive en el
.,._
~: .
/1
D..tDBAffA
~-
.... . ef n.ombre clásiéo en el rotiianticisn;io.
~.
73 /
_corazón de· usted? ¿Todavía piensa en él, recuerda lQ :rnt.i~ 'r11 este momentópueqe ~ampiar.el pasado.oproducirlamenor
qlJ,e fa. amaba?· / · · 1tlteración de-lo que ha oéurrido. Por favor, créame cuandq le
,, <-_ Se puso_ de pie al deci~ eso y volvió a la chimenea, para a.p. digo ,eso, porque es la ver~ad. , 1
yarse en la repisa.. · . · . . · ··. • Lord Qu~nby·se quedó de pie,~contemplándola. º ·} '.>
·: ~Tal v<:Z hablo en. forma alocada ---dijo-'-, P:ro he desea,~J -Le creo ~ontestó--'..,... No esperaba hace_rlo. Pen,sé qµe µ5-'
por tanto tiempo decirle todas estas c9sas, Y aHora que las lj tcd era incapaz de deCir la verdad. Y, sin embargo, le. creo~·
dicho, me suénan curiosamente inefectivas. He- deseado cas~i -Esn es todo lo que tengo que deeir. Tal vez pueda usted
. garla, ·hacerla llorar, convencerme de que súfría, .como·· yo ._J:J,:e hacerme conoc~Í su decisión en la mañana, para sabér si dpbo-
sufrido.porimry.·Y~ahora, de algún modo, mi ira ha desapat~f irme o quedarme. . ·, .. - · . · · .·' ..
ciclo. ¿Qué me ha hecho? ¿Es usted una bruja quej:mede cai'ri_·;~ Extendió la mano. al decir eso. Por un momento él fa retuvo
:.l>iar fas intenciones de un hombrecon sólo sentarse ahí yfíi~-' en la suya y después se la llevó a lbs labios. Gisela hubiera queri-
rado con esos 9jos azúl profundo que tiene?. . . . <; do volverse, pero él la tenía cautiva. _ . · ·. . .
_:_siento mucho que sea usted desventurado. . ' ,· -Empiezo a Comprender muchas cosas que me resultaban
··-:-¿Cree usted que necesito su compasión·?. -preguritq ~l· inexplicables -dijo él. .· . ·
con brusquedad y entonces volvió a suavizarse de pronto-,,-. Ese:> · Ella no comprendió lo que quería decir. En cuanto le soltó la
no es cierto -:-declaró~, quiero convencerme de que usteg< mano, se volvió y se dirigió haciala puerta con rapidez.
comprende, de. que recuerda el pasado, de 'que Imry no está: -Buenas noches, milord ~dijo con firmeza.
mueitó, sino vivo par:¡¡, usted. . ·· · ·.·.·. · · El abrióJa puerta para ella.y se-encontraron en el amplio·
Se detuvo y miróa Gisela, quien de pronto encontró su voz ... vestíbulo. El ·no habló y Gisela, invadida pe pronto por una
-:Usted dice que Imry y usted eran grandes. amigo§, extraña turbación, no pudo mirarlo. . . . · .{f
'.
"
-murmuró-:-. Y, sin embargo,-no creo que usted lo hay~.- Llegaron hasta la escalera. Ella comprendió, -sin tener que .
comprendido tanto como piensa. Si uno siente amor, verdadero/ volver el rostro, que él la estaba observando subir la escalera con
amor.por alguien, quiere protegerlo y mantenerlo a salvo de to-.; lentitud, con los suaves volantes de su vestido arrastrando tras
1,
de:>, tratá de evitarle todo sufrimiento y toda desqicha. ·Imry sé,i dla: por la espesa alfombra. Tenía lá ma4_o apoyada en labaran-
~abrí.a sentido así res·p· ecto a cualq;i.ier. persona qu. e. ·él~ amara. Y.:· dilla y comprendió que necesitaba el apoyo que ésta le ofrecía...
s1 esa persona . no · correspondia •ª su amor, · el habna. Sentía las piernas débiles por las emociones experimentadas. Al -
comprendido, sólo porque la amaba. Usted no puede obliganf mismo tiempo, la invadía una profunda satisfacción, de saber,
la gente a tener los sentimientos que usted considera. ·~· que había salido airosa de una prueba· difícil. , .·
. ,-81, es cierto -asintiólord Quenby~.,Pero, ¿quién le di-< Nunca había imaginado que nada pudiera ser tan aterrador
jo t:iles cosas? ¿Quién se la.S enseñó? ¿Fueimryu otro hombre? rnmo lo que acababa de pasa:; sin embargo, graci~sa.que había
;i·,
. Había de nuevo desprecio en su voz y Giselase irguió, niu . conservado la calma, no hab1a fallado a la emperatriz. - . ··
rígida. Se puso de pie. · · ·. -·.. .· · . . . ; Llegó a lo alto de la escalera y entonces, en un gesto muyfe_. .
. . -.. y a he. oídó lo que tenía que decirme milord. y ahora' !Ú . menino, se de}ó ~fominar'por la curiosidad. Sinti<) que tenía que : ·
voy a la éama.'. Si usted pre:fiere no verme más, me marcharé tari mirar hacia atrás, que t~nía que ver si él seguía ahí.
, pronto C9rhQ la condesa esté Jo bastante_bien para viájar. Si pre·?. Estaba de pie donde lo había _dejado, con la 'cabeza levanta-
fiere que permanezca el tiempo mencionado de su invitación ,Je/ da hacia ella.· La luz del candelabro le daba de lleno en .el rostro.
suplico ho hablar más de esto~ Comprendo y simpatizo con su· lfabía una expresión en él que ella no había visto antes y·cuyd->
· . . sufrimiento~ pero le. asegilro que nada qU,e pueda decir o hacetB significado
-
no alcanzaba a comprender.
', ; .- ,
> · · ,

,'·
1
e/. nombre clásico . eri e/ r()manticismp . 75
\ .
\ ; ~'
scla se quedó sola y. extendió. la mano temblorosa hacia el.sobre
blanco. ~. · · · ' · >.,_ ·
1'

La letra de Lord Quenby era característica, pensó. Atrevida,

Capítulo. 7 recta, con uu-a cierta arrogancia ·en los rasgos. Había algo_ muy
positivo en .él, pensó, Gisela. Algo que nunca antes habíaen-
contrado en ningún hombre, Uno podía odiarlo, decidió ella,
' '

~---··
'

. pero sería imposible ignorarlo. · ·


·.In~,. ISELA despertó al. oír qu~ la ·.doncella des. corr·í·a~las.l?·e.s.ª"' Sacó la carta y la leyó;
~ o dás cortinas que cubrían las ventanas. El sol de la pnma- ·
"Señora: Creo ,que anoche estaba un poco enloquecido
· · vera entró a raudales en la habitación formando diseños al decir todo lo que dije. Es posible que usted ya haya
dorados sobre la alfombra. · ,
dado órdenes de hacer su equipaje, porq_u~ he demostra- .
Por un moJ)1ento se preguntó dónde estaba. Eritonc~s, Con do ser un anntnón µmy incompetente. Pero permítame
un leve estremecimiénto de emoción, recordó. Estaba en d Cas- suplicarle me conceda otra oportunidad. Hay tant6 que
tillo Hawke, .como invitada de Lord Quenby, -representándo el
papel de la Emperatriz de Austria. Hasta ese momento, de cual- qi:isiera d~cirle. Te?go el honor d.e suscribirme.como el
ma~ obediente servidor de Su Ma1estad. · ·
quier modo, no había defraudado la confianza que habían. de-
positado en ella. . _. Quenby''.
Aunque había sido difícil, por momentos afrrrorizante, Ja .· ., Gisela leyó dos veces la carta antes que todo el significado de
velada que pasara la noche anterior con Lord Quenby, él en nin~ ella penetrara en su mente. Entonces se ~poyó contra las al-
gún momento había puesto en tela de duda su identidad: Y eso, mohadas, llena de satisfacción. Sentía como si hubiera sosteni-'
eralo que le importab,a. . do una batalla desesperada y, sin esperarlo; hubiera salido
Gisela dejó escapar un ligero suspiro de alivio de sus labios completa y absolutamente victoriosa de dla. .
'eritreabiertos .· Y, cuando la doncella colocó junto a §U cama la Ahora comprendía que había-actuado mejor de lo supuesto.
elegante bandeja· con el té de la mañana, vio que sobre ella Pero era el perisar en la emperatriz lo que la había sostenido, lo
había un gran sobre hlanco dirigido a "La Condesa Hohe- qu~ la había hecho hacer en forma instintiva lo dígno y correcto
nembs'". · . . . . . Gisela sintió una repentina urgencia de levantarse y vestirse~
· Por un mom.ento se apoderó de ella un sentimiento de deso~ Quería ver a Lord Quenby y comprobar su cambio de actitud.
ladón. Tal ·vez Lord Quenby había meditado en la noche que En lugar de tener miedo, se sentía presa de excitación. Esto era
l,',
era extraño que no hubiera podido respond~r a muchas de sus .· vivir, como nunca antes había vividq y, tal vez, no vol".eríaa vi-
preguntas. $u sensación de alivió desapareció y Giselase smtió .~ vir nunca, No debía perderse un mómento. Debía saborear ca- .·
tembl~ por dentro. Sin embargo, logró dominarse y pregunrá,f da segul)do. . . · · _ ·.
éoh tranquilidad a la doncella: · .~ · Bebió el té en la delicada taza de porcelana y entonces llamó
,,_..:¿Cómo está la condesa esta mañana, María? con la campanilla y saltó de la cama.
María hizo una pequeña reverencia· antes de contestar. ..· María y Fanny acudieron de inmediato.: . .. .
c-Todavía tiene fiebre, señorita ----=-contestó, hablando en -Usted _es. tan mala como la emperatriz --dIJo Fanny en
. alemán-,~ Pero ella dice que está mejor, . . · · J alemán, con la familiaridad de úna servidora_-ae confianza'-'-..
¿Si tíene fiebre, iré a verla. No debe levantarse de la cania./·~-· No nos da tiempo siquiera de desayunar. Es muy temprano.
María ..
hizo-·unanueva reverep,cia y salio deJa_habitación.
. ~ . .
Gi~;~; todavía. . . ·. · ·. . - .
"""'

.e/~dfnbr~-- dásiéo,;~ eli:Jmanti<:Ú~o

•. , - > .Estoy s~gufá. ~e que Sl.l Majesfad ya estaría levanta~~,~· El vestíbulq estaba vacío cuando llegó a él;-pero mic;ntra,s,ti:.
e~tuv1era aquí. . , . ·. ... · · .• . · ,. /•H tubeaba,,sin $aber,haciadonde~,_1apuerta de la biblioteca se::
. <~ ·•. . '--:-Estaría haciendo sus ejercicios __¿_reconoció Fanny-JP~1 . abrió y apareció Lórd Qµenby, • .. · • . ,. . -·. . ' ~:
· .usted no los necesita;. Mira, María, qué hermosa figura tie11e"lJ Estaba vestido con un traje de montar. Tenía un fuete; ep Ja:
señorita.; ¡Ah, la esbelta gracia dela juxentud! ¡Caramba; qijj mano. y los dos spaniels saltaban a. su alredydor, '.eón visible•
' ·.
pronto se :va.,. . . · _ .·'.·
·.
. .
. . . ...··... '•·.··>.. ' :
'
alegría. No se cuidó en disirriµlar la ésotptesa que le causaba .
Gisela se ruborizó. Nunrn había pensado arítes en su figilra,i,.f. verla ahí, y ,en esa fracción de segundopudo comprobar eJlalo . · .
' C<?Il los horribles vestidos que usaba en su casa; era difícil datseV bien que)e quedaba s11 ,ropa de montar: Los pag_talones ajusta¿
cuenta siquiera de que la tenía. Pero cuando estuvo vestida en } dos revelaban _sus l~g3.$_ piern,as; sus botas relucían de)impias.y_
un exquisito traje de mañana, en seda verde esmeralda~ vio qU.(.\ una chaqueta verde de corte elegantísimo, destacaba1o cuadra~:
su cintura era tan peqµeña como la de .fa emperatriz y que stis'' do de sus h01;nbros. · ·. .. _- _•. · _ · _. · ·..•·.·
s.enos se curvaban e?Cquisitamente dentro del tallé ajustado. , Entorn:es;· algo_ en sus,::.ojos la turl)ó. Hubiera querido huir;
· ' Famíyle colocó 11n sombrerito adornado con p~uma5 :verdes . pero recordó que se suponía que era lá -emperatriz,.· así que ie~
·.sobre.el cabello, que le.había peinado córignm habilidad. · vantó la barbilla y sostµvo la mirada de el. - .
. . ~Está usted ya1ista, señorita -,-dijo Fanny,retirándose un -SeJevantó usted temprano, señora! .: . , .-·.-. ._ ·
pocq para admirar su obra-'; Es usted igual- a S11 Majestad. : . · . -Es un día tan hermo.so que decidí salfr un poco al sol. .
como era ella hace qµince años.. . · -Me gustaría mostrarle los jardines y las caballerizas
::-::-La emperatriz ·. es ahora más hermosa, que entonces -sugirió él-;-. ¿Quiere 'esperar un mofUento mientras ordeno
-protestó María. Ufr carruaje? .
. A Giselale gustó su lealtad. .· ·.·.·· . ·.•.. -¿No podríamos camtnar? . · •. _ . ·
-- ~La emperatriz jamás podría ser más hermosa de lo gue está/ El pareció un poco sorp,rendido de la sugerencia, pero Ja
. ahora -,-dijo con decisión y María 1e dirigió una sonrisa de gtati~!f:: aceptó sin~vacilación; Sostuvo abiettalapliertaque dabaal pór-
tud. . , < ' , - - . · .···• • ~c}f; tico de entrada, y, co~ la cabeza muy en- alto, Gisc;la salió por ·
-El desayuno está ya listo en la salita -le informó Fanriy'. .~ ella y empezó.ª bajarla esc:ilinata de. pie~ra,. seguida por él.. Po~
-¿Tengo que desayunar..:..sola? -preguntó Gisela, desilue/ un momento contuvo el aliento ante la 5elleza de la escena que
sionada. · . · · · · · se extendía ante sus ojos. ·• .-· _ . .·.. · ·
·."¡¡
Fanny asin6ó. . . . . ,. . . . ....... La luz del ·sol había convertido el fago en plata líquida .. ·
.,:¡ lfabía cisnes, blancosy negios,.deslizandose con majestuosidad
-.-Su Majestad siempre desayuna sola, porque le gusta co~:
.· . , , mer de manera rn,uy.frugal. Fruta, leehe y, muy ocasionalmen\ por la superficie traq.quila, ~spéjeante .. En silueta _contra el cielo
te,· un huevo,.is todo lo que tom~pot la mañana. · . ·. · una parvada de patos volaba .como .flecha sobre el horizonte.
. ---'Eso sería sufi_ciente para mí tanibién -:-~onrió Gisela~ . , Más allá del lágo, el parqµe descendía con suavidad. Bajo sus
· Se encónttó, sin embargo, con una· gran variedad de p~~'. frondosos árboles, se divisaba .11na m.anada ,de -ciervos. Los
tillos~ ·.aunque estaba demasiado emocionada _para com~~ machos permanecían inmóviles,- comüsi percibjeran el peligro,.·
·•.· .i;nuchó, por lo que terminó ~liez mimuos después. .· <' mientras. las. hembr::ts y sus crías pastaban tranquilas a su alrede:- . ·
, · Fue a visitar a la Condesa. Festetics y al' ver' que ardía :eil dor. · . ·· . .· ... · ·
c./ · fiebre insistió eh que se quedar::t en cama y sugiríó que lepr~Pé!!" -¡Qu~. vist.a tan preciosa! .~e;xdam_ó .Gisela. . .
l, ; r~an un té qe menta parareducirle la fiebre; · · · ,, -Me siento honrad_ó_ de su opipiqn, señora ~agradeci9
''~·;e-,., ·.'Una vez hec:ho esto, bajp la escalera, Lord Quenby. · -- ·· · ..•..
.
~ . , ...- _..::..:· .. ·

'·'
r·, -.':--,··
i

1 78
~~---'.---
af!BAllA· el nombre clásico _en. el romanticismo .
.79
-Llegaron a los jardines-, que Gisela imaginó debían set ~Sí eso 'es lo que desea ;,,-asintió él. · . . _ ·
,, ,f herrrtosisirnos en t:l verai10, cuando debían ser un calidoscopio
de colores. Había fuentes de piedra traídas de Italia, y las esta-·• Caminaron hacia las caballerizas casi en silenéio. Cuando lle-·
1
tuas estaban colocadas donde la belleza d.e su escultura fuera garon a ellas, la atmósfera de -tensión que se había estableddo
entre ellos pareció desvanecerse. ··· . ' ·. ·. ~
más. destacada.
Después, visÍtaion la hortaliza y de ahí pasaron a los inverna~ Nunca había visto, en todásu vida y en su larga experiencia -
cleros. de cacería con uno de losmejores grupos de cazadores del país,
Estos. estaban llenps de claveles rojos, rosados, púrpura, mejores caballos que los de Lord Quenby. Visitaron~ cada uno
amarillos y blancos. Había'también tulipanes, azaleas, jacintos, de ellos y hablaron de sus cualidades, acariciándolos y dándoles
palmadas en.el pescuezo. _ ·. . .
nardos yplantas extrañasyexóticas,.con flores que Gisela'jamás
había ·visto. . _ Discutieron de vez en cuando, porque Gisela preferíaun ca-
Al fin, llegaron al invernadero de las orquídeas. Aquí las flo- ballo a otro que Lord Q11enby consideraba mejor. Ella se sentía
res eran tan bellas .cual piedras preciosas, y Gisela quedó fasci~ sobre terreno seguro porque, aunque era muy ig11orante en co~
nada coritémplándo1as, sin poder expresar en palabras lo mara- sas mundanas, no había nada que ignorara sobre caballos.
villada que se sentía .. Había montado aun antes de caminar y jamás había dejado que
-Quiero mostrarle esto -dijo Lord Quenby, conduciendo~ un caballo, por bronco y salvaje qu~ pareciera, la asustara.
la frente a una planta de largo tallo cubierto con flores blancas -Cómo me ·gustaría saltar con Monarca una alta valla
eh forma de estrellas, con alguna ocasional mancha escarlata en -exclamó involuntariamente, acariciando el pescuezo sedoso,
los pétalos. . . · . de un potro magnífico que Lord Quenby le habfa dicho que era.·
difícil de manejar. · ·
-Es exquisita -se .admiró Gisela.. .
., '
_,Es como usted -afirmó él con voz suave·. ~¿Por qué no? -respondió él con· ligereza~. _No había
'
Gisela levantó. b,.vista sorprendida. pensado en invitarla a montar' pero podemos hacerló esta tarde
o mañana, si lo desea, señora.
--'¿Cómo yo? -preguntó. . . Gisela había hablado -sin pensar.
-¿Se da cuenta de que las flotes tienen forma de estrellas?
-preguntó. él-. Se parecen a las estrellas que llevaba usted '-No ... no. No incluí en mí equipaje ningún traj_e de.'.
montar conmigo.
anoche en~él cabello; las estrellas que vi en un retrato suyo, hace
varios años, en Viena. -Podemos enviar a un mozo por él. Puede ir y volver esta
misma nóche. · ·
Ella no supo qué decir y después de un momento.él conti-
, mió:' _ Gisela tuvo una repentina visión del mozo llegando a Easton
-Sí, señora .. Las orquídeas me hacen pensar en usted. Son Neston, y encontrando que la emperatriz estába ahí, tal vez
viéndola volver de la cacería.
flores de las que uno nunca puede estar seguro, porque nunca
se sabe qué cambio se realizará en ellas de un año a otro. , --'--'No, no -negó a toda p:risa-. Vine a descansar este fin de
semana: . _
Gisela se sintió tímida e insegura. No sabfaqué podía con-
testar a un·tomentario así, porqu~ ni siquíera entendía qué Si la negativa de ello ló desilusionó ,Turd Quenby no lo de-
mm~, · . .
quería decir con él. Había cierta sequ~dad en su tono que hacía'
que sus.palabras no sonaran como un cumplido. ·· Pasáron al cuarto donde tenían todos los arneses de los ca-.
Ella levantó la barbilla ... -.. .. ' . liallos y ahí'Lord Quehby se détuvo un momento y. descolgó de
un gancho una ·brída reluciente. - -:- .
-Será mejor que vayamos alas caballerizas -propuso.
' /
_..Compré esta brida en Towcester el otro día -'..,cOrrientó.
,_,
.el nomQre dáskó en ~lromanÚd~rnÓ··· 81 .. · .
80 jo indeseado, lo es todavía más. .. .. puede ser una verdadera tfa-.
~ Gis~la séestremed6y contuvo elaliento; .. · ... · · . gedhL .· ··. . , · ·.. . · · .. ·._.·..· · ·.
. ·. ;:,_No sé pocqué me detuve en la talabartería ~ontitluó · · Giscla iba a decir que lo comprendía muy bien, cuando re-·.
él-. excepto é¡ue dritarite la <ena dela noche ant.;rlor la geo,te/ .·. nml6 que la emperatriz tenía muchos hermanos. Como si adivi~ · · .
. cqn la que rne había h()speaacio no hizo más que hablar de fa nnrn su pensamiento, Lord Quenby continuó:., . . /.
.forma extraordinaria en• que monta• usted, señora. Al· volver. a . ··-Usted no puede comprender eso. Pertenece auna familia
casi,, pénsé que no tenía una brida lo bastan.te ligera para ma: numerosa y corre el. rumor de que su¡adre}a ador~ba.Much~s
nos tan pequeñas comolas suyas: .· . é .· . ··.· ' .· . . personas me han dicho que era uste su htJa favoma. ·
·se. detuvo y Gisela apretó• los dedos que ttnía entrelazados, Gisela volvió la vista hacia otro lado: . . .. .
porque ~ospechó lo qué venía. . . --·· . . .· -Sí, creo que es verdad -asintió, pero cuénteme más 'de .
. '· -:-!Pitedo pedir\~ .qué acepte esta brída como un tributo el~.···..· usted. · · ·
mt smcera admirac1on? .· · · ·· -No hay 1lada interesante que decit -repuso Lord Quenby
'_:_No ... no ... -tartamudeó Gisda. Entonces, al ver la · y su voz se hizo de pronto un poco áspera,--. Fui muy desventu-
·expresión de sorpresa en el rostro de Lord Quenby logró contro- ·• rado de niño; pero debo confesar que fuijngrato, poco_cariño-
lar su agitadón, con gran .esfuerzo .. No sa._bía por qué;, pero so. ¡Los padres tiem;n siempre los nijos que se. merecen!·
sentía deseos de huir d,e aquella brida, como si tuviera algúri .. ''Ha sido· lastimado en forma muy profunda'', pensó Gisela
poder mágico sobre ella. · ' . · .· . . ·· y por ptimera vez sintió. compasión por él, en lugar de. te.mor.
. . ¡Entonces recordó .quién se supon1~ .que era ella! Eiregalo de El castillo .se erguía. ante ·ellos ahora, hermoso y magnífico;
Lord Quenby no era pa:ra la muchach~ta pobre y desven~urada~ pero debía ~her sid9 ur;i lugar aterrador párauff nifío solitario;
oculta en h.s sombras de- la talabartena de Fred.Tyler. . · falto de canno . .f.,as s1gmentes·palabras de Lord Quenby confir-
-Gracias, milord-·logró decir Gisela con labios que· sentía . maron esta sospecha: · .
.muy rígidos;. · . . · . · . · . ', -Uno puede sentirse rimy solitario en el castillo. , .. pero.Ja-
·· -;--La brida será entregada a su doncella -dijo._. Espero . más en las caballerizas. '·· · · .
que le satisfaga, señora, si, y cuando: la úse alguna vez ..... ·. Gis.da estaba sorprendida, porque Jamás había pensado qué
La nota cínica de su voz le hizo .comprender que él se había él reconocería sus:. debilidades humanas. Sin embargo,
dado cuenta de su· resistencia inicial al aceptar el regalo. ·. comprendió. que decía aquéllo no como queja,. sino. declarand()
.Por fortuna había llegado la hora del almuerzo y vo.lvieron un sirnple: hecho. ·
\ caminando a li casa; · · · · .
-Me. hubiera gustado verla montar .-:.C6ment6 Lord ,
Qllefiby con aire ieflexi~o-. Me dicen .que nadie la iguala en)f
,un:a cacería. . · · , · · · . · ~~\ - ientras se cambiaba para bajar a tomar el té, Gisela deci-,
· ~Adoro los caballos ._sonrió Gisela. . . . . . •.. ··. \¡, -~ dió que ~abía si~o ·una tárde tranquil~ y difererit~ a t().:
_,.$on en verdad, mucho más satisfactorios que los seres hµ'{~\ . . . das. las .que J1ab1a pasado antes en vida. Despues del

qu~
manos.··. · • ·:: ' almuerzo' ,Lord Quenby fa habfa invitado a recorr~r la campiña.
· ·• -¿Qué le ha hechó la gente para hable así? --preguiW.l! en su ta,i:ruaje abierto, que él mismo cop.ducfa y había disfruta-·
Gisela y· se sorpren.dió de su propia te~eridacf al hacer es<r pr~~:{ do del paSe(), contemplando_ bellos panoramas, cruzando pue~
gtínta . ··. · . .· ·· · ... · . · . · · · ' blos pintorescos y conversando sobre caballos. · . · .· ....
.. E.\ .no dijo nada por un: momento, L;,ego contestó: . ;'\ le ~ntregó
-. ~El ser hijp unico .es
. ya. bastante dwo;:.. ~ peró
- . cuai:id9
. '..se es4~i~'
· ·:..<·:::,··; ,;,~. :~-~:~~
· El vestido
. - .
quecMarfa
- .\," - . - ... ·-
. . durante eI té_._ era una - ,-
para lucit . . . .. ,/·.

,';)¡:•
~""='•"'"',.

•• ,. '"'
1!f'S!Hl ..
. ti/ tiOmlm• d,hko en e/ romanticismo 83
Qlf•1$t~~t»twf.iliijfu!~~,----·-----------
< _-. . . .'": ,-.<::. _ ·:j:,:1~ ~ ~[~~'.'.<·.·.····:._ '
:1

~-.. : < - _- : ·_ :' .. . . ,·. . ·:: ··-. - . . . ' - . . "


;.excfu.i~i~acre~cjón de izas.a y ep.é:áfe, etJ.. ün suave tono.~e m:µv~;,~1 \ 1::~;~Dt•JmCN dtt Imbiar ron usted .como lo hice, compre~dí de
' ... ,·Y· N:u1a ex. p.hc.oq..u~.~.rau. nc>·.·.9~ l. º~. v~st~.•d. os fa.v. ?··.r. ·lt?.s. de.fa em.P.~. · ·.·. -.;·.'•~./''. n. to. q.utc tpcl..!Ul c..sus(,,'(. isas qu. ~ opmaba de usted.1.1.º rodian ser
.· ratriz. Un gran ramillete de v1ol~tas ac1ornaba la cmtura del ve,~~~~~ • .ttu. Nlldltl 1101Ha ,verse tan inocente, tan angehca c?mo us~ ,
º.

rtidt~ cortÍn~ d~lsal6~ hapíansido é.ortia'.as y la luz difusd,.~~it: ·. ot~~1:e:~1~:6 ¿¡;~~~~'.~:(\i~~~l~ sí misma ~ara volver a la realidad-~ .
las vdas suavizab~ laformahdaddelh1gar.,Los perros se~~b1~j~?Ji -wYt>. j ,yo. , .creo que no debenam.os; . -.estar hablan-
inst:llado ya ±:rente al fuego y había una mesa con-:el servicto·qs~~ ·.~· .. ~d .,.,tnmunudeó. . /
té.: . . .. · •. · · . . . . . \ ·~·. · , .. . ,. · . . ··.·. . .. :.~Q~. .......,t,lttrnd mr pidi6 la ·verdad -'-Conti~uó é~, in~xorab~e-.
p . -Oisfruté mucho el día de lioy c:-comento Gtsela sm petI,~~~ c:esit:t;) dtiddc que creo en usted. Imry y!a mi meJor amigo y
sar; mientras seryía; el !_é. •. . . . .;,. . . . . . . :Pr; ~'.lC> ClUC!ll''Hl mtu:ho. Pero ahora estoy seguro de que, slí11mpor-
·n --~ o tambu~n. senora -rs:conoc10 Lord Quenby~'J Fuy:f . ·' Jl~ que Je haya pasa~o, usted no n~vo p~rte alguna en ello ..
muy dtf~~ente de fo que esperaba. . ,. ·. , · . ·. _ iJ !l~.iSl,Ctnpre me he precia<lo de ser un .bu~n Juez de los seres hu-
e -Que esp. e.r.ªPª.·. ust.ed. · ? -..p.· r~g.·.un.to G.1se}a, . . ·"'. .... :.·•.·~.'. ''.:'&
. ". ,P...n·yhao
..eSl.J).Y. seguro de que usted es mocente de todas las cosas
l, --'-Talvez deb1avo confesar que es usted la Que resulto dJfe- :;' qu1•se
··rn.·
dicho sobre su persona. ,
s rente ~ontestó el~-· No sé conexactitudqu5 P}aneaba. Desde:¡ SJJ~~(lt'Rt.:litS -contestó tJ:isela. . . . . . · ·,.
t ::' !uego,:n<?Jo que ha estado suced1er:ido. ~ense so~o en lo gue le " .:<'.ti.!~s~ que todo sue~a a µnoertmencia de mi pa:~e -declaro.
iba a decir ano.che, no e~ lo q~e sucedena ?espues. Fue solo. en_\ 16rd Quenby. Extendió de pronto el brazo y tomo l~ mano de
I la madrug~da que !11e di cuent~ d~ que sena muyprobable que .,,1 ellá en la suya-. Le pedí perdón esta mañana, en mi carta. Se
e . se marchara, .despues de hab~r sido m~ltad~_por mi eqe~~ forma, ;~ lo estoy pidiengo de nuevo. ¿Puede usted perdonarme, en el
.. Era la primera vez que el se re.~ena, a. su. ~onvetsacion de la : fondo de su corazón · . , , . .
t ?och~ an~e~ior.; . ~1selariore.spo~d.1?/ d.espues c:ie un momento . . Gisela sintió qu~. se e~trem~cía. Hupiera querido retirar su
el se mclmo hacia· ~delante y anadio._ . ; . . ..· ,.,. mano, pero le fue imposible .. El le tema los dedos opn~1aos .
. -:;Pod~rnos,olvidarnos de es!~? U~ dta, _tal vez, 1:1e honrar~~ Entonces, al ver ·g-µe,e~a no ~ec~a o:ada .. co~ mucha lent1ti:d se ..
usted contandome loque S.l;lcedio. ~~entras tanto, ,puede us ;; los llevó a los labios. Giselasmt10 la bocade eJ contra la suavidad
tyd borrar d5 su mente lo que suc~dt<?anoche e?tre nosotros? < de su piel. \ ·. . ,.
-Tratare de hacerlo --contesto Gt~la, . . ·. :. . .· •· . ·.\\ -:-Estoy perdonado -'-murmuro Lord Quenby 1.:on
-:-Es extraño lo que me sucede~, senora; Hev1vido con 1Ilt§ suavidad~. Lo veo en la expresión· de su rostro, en sus o¡os.
, rencor por tamo. tiemoo .. gue me siento desconcertado al co~~d~ Tantas personas han dicho que son el espejo del alma. Eso e~·
· ... prender que ha desaparecido. . e·,;_ usted es muv cieno. ]Juecio ver su alma, señora, y me h.ace sentir
. ·. • Gi~ela enm~rcó ~as cejas. · .. : . .;; avergortzado-Gisela_trató. de.~mevo de retirar sci man~
-,Es eso cte1rto. afi ,. ,.1 T. · to de . -Por favor por favor -d110-:.:_, No creo que deberia usted
-Por c.omp eto .,,....- irmo e-._ a1 vez. e1 s1mp1e. ac . . ., h d ' .· d. ,· ·
·. hablar
· · · · · de ·.él· ·lo
· · el.unmo
· · ,. d~ mi· · mente... N · · - · ···n·
i O; no~· es c1e o, > . :;J,~
· IFu·eº'' abarme 1 . . e este ,, mo
· . o. . ,. ,. .. . . . ._
algo muy diferente. ¿Le puedo, decir la verdad?. · .· ".·· ,; .< ;.;·::1: -¿Por que no? --:-preguntoel-. . Usted debe darse pertecta .·
··· -:-Por supuesto -co1!testó Gi.sela. . ·-·. . ··•. < C<,, ;; cue~ta _del efecto que su .belleza ~tene en cuanto hombre cono~
Había contestado casico]llo si estuviera hipnotizada; po~~~~h~f;'. ce. ,Esperaque sea yo diferente .... · . . .·
;; · ,tono bajo y.prófundo de la voz de él y pór las extraña,§ éosas ~~~~' . ~isela volvió. la cábeza. hacía otro lado.,.¿ Qué· haría. la en:ipe-
. · estaba diciendo: .. . ....
· • · .. . ·. -, · · .. - . ,.'
.· . > . . .·· ... ·.· ·· · ·• ·
. ~ ·-·'· , ·· ,
,,- ·· •.:iA~r·..
·. •, · · ·.. · " . . · ... -· ·r '"~··e'.
ratrtz en est(lS circunstancias?, se pregunto.
· · · .

,,.,

~-

el nombre clásk~ en· id iom~nHdsfrio. . ·. 85 .


, . " . :; ., . - . ,.· -, ·.. .. .
'íflllllh!i~adas que la que estoy·formulando... . . · . ·. ·· . · .·
..·. ·: ~A.noche' cuando 'entró·. usted en: esta . nábitadón ~~c0n-; · ·. 1al vez he dado a algunas personas elprivileg10 d~ hablar
til1uóLord Quenby~ .. la .estaba ódiandocon to4o efvenenq< ;~·'dijo ( iiscla con un valor repentino quen() sabfa.que poseía.
y la vehemencia que se habían acumulado en mí y c~o había.Q..> · Pero, ¿va a negármeló a mí? __:_preguntó él~. Entonces.
· >envenenado mi existencia. · . .· .· ·. ... . . . : JiJfnifiu1 ({tic no me ha perdonado-..:. · · · ·
·.'Entonces,' cuando cruzó el umbral .. vestida de blanco, ni~ .·. · ~--No 1c dicho eso ... es que; .. sólo es que....
páréc1ó por un momento que me hapfa vuelto foco. Era un án> ¡,~n
1
.· . . .
,'
;
1
"-

.
gd el que se acercaba a mí, alguien joven,. inocente, sin du94 f!I le• ('Staba sonriendo ahora. . . .
alguna. Por un m01:nento pensé que su apariencia era uba Apenas. . acabamos de conocernos -dijo, sintiéridóse
fachada, para· impedir al mundo que supiera qué clase de mu- :-' ~'flltw una ttmida muchachita de escuela y no como la mu1er ·
1er es usted en realidad. Pero después de mar.charse usted, .lfüHlllrtt y experimentada qúe pretendíi ser. · · ·
.comprendí la verdad. Usted era lo que parecía ser: Así que, p~r~ . ··· ~y de cuánto tiempo disponemos? -preguntó él-; ¡De
dónerile. · · · · · · '•mit nod1t ! Mañana su dama de honor estará con nosotros de
:''. Se Ü~vó de nuevo la 111ano de Gisela a los labfos y entoncd.,- n0
'úui::vo. ¿Cree que he dado gracias al cielo ele rodillas pbr esta
casi contra su voluntad, la soltó. · ·'lkH'J!~s¡l oportunidad; que tal vez no se repi~a de nuevo.? ..·
!,:.
· ·. Gisela se puso de pie y. caminó alrededpr ·de la mesa del té . .. tmda no encontro respuesta a su pregunta. En cambio, mi~
para colocarse frente a la chimenea.Lord Quenby la siguió con 'Jd hada el rel.oj. · ·
la vista. · - · .· · .; -·Creo que debo subir a ver. cómo sigue la condesa
.. .:._¿Qué magia hay en usted? -preguntó por fin-·· ... La_ ob- .:~"·flllll'muro-. Pronto será· la hora de vestirnos para ·cenar.
servé esta mañana, cuando estaba con los caballos. Auñ ellos· · Mc está evadiendo . . . ~ontestó él en voz baJa-,
.i.
parecieron comprender que algo muy especial les estaba· suce: .· lm:n, la de¡aré ir. . .con ia condición de que no conven-
· diendo cuando los acarI<;;ió. ¿hs usted un ángel que puede cauu~ a 1:1 condesa de cenar eón ·nosotros: , ·
var tanto a· los hombres como a los animales a los que se aéerca?_ No prometo nad~ -contestó Gisela. .·. . ·
Giséfaba1ó la vista al fuego. . . · · · ·. ··· St movió haciala puerta consciente, mientas ·cruzaban la ha-
.,:::
-Como di}e hace un momento, milord, no treü'quedeba bhudón, de lo pequeña que era juntó a la elevada estatura de
hablarme_de este-~modo. · .tL Lmd Quenby le abrió la puerta. Sin mirarlo. salió al vest;íbu-
_:_Pero, ¿y si no puedo evitarlo? Anoche no pud~ evitar decir ki pum dirigirse a la _escaleq1.. .·. . · . · · ..
las cosas que habfan acumulado en·m¡ppr·t_anto uempo:.·Hoy, • No volvió la vista pero adivinó que éUa seguía con los ojos y
clesp4és de liberarmede·ese veneno, algo más ha entrado en mL- ~(!lo ni ando llegó a la seguridad de su. propio cuarto, la tensión.
_;Pero aún así, no debe hablar de ello -·.msisuó'Gisela. flíU'<'rtó romperse. .· . · ·.. ·. . · . · . .·· ... · ..
• . · ~¿Y por qué.ne)? Otros hombres deben haberle eXpresadQ 1
Por fortuna, las doncellas no estaban ahí y cerró la puerta al
.sus sentimientos~ ¿Me va a negaf, elprivilegio-que les concedió a (1tiWlr. Se dejó caer junto al fuego y se llevó las _manós a las .
dios? · ·· Nirncs. . .· ._ .. ·. . _
-¿Cómo sabe usted eso? · ¿Qué era lo que estaba_pasand()? ¿Qué era lo que él le había·
.• •. -Toda Euro_pa ooserv~ a su rr_iás herino~a emperat:rizy Iiabiá~ cnrndo diciendo? ¿Por qué toda la atmósfeta había campiado,
de ~Ha,-.·S1;1S labios se torc1~ron ligeramente---. Aunque deo .erij hasta dejarla hundida en el más orofundo desconcierto? Tenía
·.. su moc~nc1a, .no puedo de1ar de comprender que su belleza la~' miedo. . . pero d,escubnó que era-un mied() muy dtstlhtd a to-
·: h~ obligado. a escuchar muchas declaraciones, sin duda,má~ dos. los que había sen~ido hastacentQnce5.. . . . ·... ; _·,, . ··-::·
' - .. .c. .·.. ' > • • ••• ,· •• • • • • • .:·_··,;;;

. ·?r<'
º".º.l1ARA ·.
~- - .. A el nQmbre dásiÚiéntfrf6m"itit1ds~o'' /87
abk des~ai;i;ado un poco, se había dado ur: baño xahoi:~·

:.~l estaba visttendose parala,,cenél:,..Fanny ~lego a cep11larle. . Lot'd Qucnby quedai:on'a $Olas de nu~vo .. '. /> . , . ···. - ·
, ·. · arreglarle el cabello; Man~Je dio m~saJe en el rostro toIJ Sólo la luz de la.S vela$, las orquídeas sobre la mesa y los ojos
crema y lociones de dulce fragancia. Despues fue a traer un. ve de él, que la miraban, rodeaban el arribieµte. Todo fo deajás eh
tido·del guardarropa. Este era de gasa en verde muy pálido, co rl munc:lo parecía haber desaparecido. . . ·.... ·. · · ·. ···••.·. /.
cuentas de cristal salpicando su amplia falda drapeada. · > 'l b.tó de comer, •pero su sentido del grtsto parecía haherse · ..
dt'11v_anccido t~bién, L~v~tó u11a ~opa' d_e chamJ?aña y ~e fa.:· -· ·
Cuando Gísela esta,.ba ya casi lista, llamaron i la puerta)
María corrió a abrfr .. Volvió con algo en una-·bandeja. d1 llrv() a los labios, pero smtio como si estuviera bebiendo agua~ · ·
plata ... un ramillete de orquídeas en forma de estrella. · · .·. . --Me imaginéque se vería muy bella esta noch~ ~dijo él~.,
·¿Qué sucedería esta noche cuando cenaran juntos?, se pre~\ pero no tanto como S(;': ve en verdad. . . .. -· ·....
.guntó Gjsela, recordando lo que ~él hal:ía dicho ~sa maña°:ª~§ ··,.Esta habitaeión-es muy atractiva --comentó, tratando .de ..
las orqmdeas, sobre las que nadie podia predecir nada. Su;ino lrnhlar con naturalidad, de no prestar atendó.11 al tono ioneo y ·
que su corazón daba un vuelco, pero no hubiera pqdido decir si pulpitante que había adqq.iridó la voz (:le él. . _· ·. · . .
era de emoción o de temor. . _ · '. < ··-Se llama ''la h.?-bitá~iónde las novias''-expficó él-_ .. To;. ·
Se prendiólas orquídeas en el talle del vestido, asegurárido- · das las mujeres que se casan en la familia cenan aquí su noche
las con enorme broche -de brillantes. Luego observó sµ !mageri de bodas. Es ·una tradición que si cenan. aquí,. serán felices
reflejada en el espejo, mientras Fanny le arreglaba de'.nuevolas •1icm pre. _ . ·
estrellas de brillantes en el cabello. Le puso también un collar y ~-¿Y lo son,. de veras?
un brazalete de brillantes. ··- · .· ···· · --Algunas veces. . ..
El vestido no· era tan elaborado cono el que usara: l~ noche\' ··-Entonces, la magia ho siempre funciona.
anterior. Pero había algo muy juvenil, casi etérep; en él. · . · · ~No siempre -respondió él-:< Pero no de.hemos culpa~ a
Cuando estuvo lista, Gisela sintió una curiosa inquietud, Nq rsrn habitación, sirio a las personas que hari cenado en ella. ':(.al
tenía muchos deseos de bajar. No era temor; eta casi.conio~si vez soy supersticioso, pero yo sí creo eala magiá de este· cuarto, ·_
quisiera disfrutar d~ la espéra del dram~(que se de~encadenaría por eso quise. que cenáramos aquí esra noche, · ·-• ·-.
ante ella. . · .· ·.. ,-Pero yo no soy una novia. :-dijo Gisela apresuradamente . .;...
l Sus ojos se encontraron con lqs de él al decir eso y advirtió la: os•
Por fin se decidió y casi antes de que se diera cuenta cieJ(> .
que sucedería; se encontró a solas con Lord Quenby ... en µna · curidad que había en ellos. Después vio la lenta .sonrisa cínic.a
1 <tuc torcía sus labios. Y, de pronto, coml?rendió con claridad él
( .. habitación que no había visto hasta esos momentos. · . ··
·' _ Era íntimaypequeña, muy pequeña en comparación cond significado de lo que él acababa de decir. Un rubor intensó y
,· salón c:le banquetes en el qúe cenaran la noche atl.terior. Los can- randente subió a sus mejillas. Se dio cuenta de que la observaba
; .
delabros de oro _que había sobfe la mesa redonda, estaban de·co~" ron una expresión un tanto divertida en los ojos. Se inclinó
S'
rados con orquíaeas blancas en forma de estrella. Vna gran pro~ sobre la mesa, para. tomar su mano.
e'
.fusión de ellas rodeaban las fuentes de oro y caían en cascadas.· ·-¿Es posible ~dijo con suavidad- .... -, que tenga que dc:lcirH:>
por.el mantel. · .· · ' _.. .• · con más claridad?. ¿Quete11ga que decirte: que te amo? -·

·. Una vez más, Gisela.tuvo la impresión de que estaban parti~ .·-<
cipando en una ol;>ra teatral:. .Los lacayos que retiraron la silla pa-.
ra ·que ella se sentara y ae~pués llevaron la comida en fuentes .de:.
oro, se esfumaron en cuanto terminaron de servirla,·· y ella)'.)_
F"·-· "•( .

e/ nombre clásico en el rom~nticl$trio 89 ~


.. . . -
ntpat' del recuerdo de tu rostro, tus ojos y tus l:l.bios .. Me .
1_.·
pr,rscguían, sin importado que.hiciera o donde es~l.lviera: Leía
mil Vtl'.CS las cartas de Imry, porque hablaban de t1.Pense que
lo haría porque estaba planeando vengárfo; pero ahora sé que ·.
i ·capítulo 8 :1 (~fil porque estaba ansioso de noticias sobre ti. ·...
--No debiera decirme estas q:>sas ,-protestó Gisela, débil.
No podía evitarlo. Querfa seguir escuchando. No habfasabi-
• OS sirvientes. retiraron la me~a redoiÍcla y, dejapd_o la ho_ -_-_f_ du num:a que la voz de un hombre pudiera vibrar de modo tan
~ l~.tella del Oporto y de otros licores en llna mesita lateral,; f)l'ofundo con la fuerza de süs emocione~. Nunca antes había
·~
1,
, : _/ se marcharon. - ·_ ~t·mido temblar su cuerpo ante palabras de· amor.· ;
Gisela se sentó en un sofá largo y suave,. tapizado de broéado . listo era, pensó ellá, a lo que se refería la gente cuando
plateado, ubicado junto a la chimenea. Hubiera querido tener hnbl11ban de hacerd amor. Con frecuencia se había preguntado·
el valor de decir que se retiraba; ·pero una parte de ella deseaba : de qué se trataba eso y por qué no entendía. Ahora lo sabía y a ·
con desesperación quedarse. · · · · pesar de todas sus resoluciones, quería oír más. .· -
Se sentía tímida y turbada. Al mismo tiempo, había en ella . ·Me pregunto si te_ das cuenta de lo hermosa que eres
. otra emoción qU;e no lograba recónocer. Le parecía que nada se --<lijo Lord Quenby-. Ayer en la tarde, cuando llegaste, tus
\.¡. ):iabía dicho desde el momento en que Iprd Quenbyleconfesa- ojns parecían muy gra11des, llenos_ de una expresión clara de te-
ra su amor. Estaba segura de que debía haber cruzado algunas mor ... como si estuvieras presintiendo que ibas a encontrar
r . frases convencionales y que debían haber respondído a los ofre_-.
cimientos de los lacayos cuando sirvieron los postres y· el café; _
uquí algo que no sería de tu agrado. Yo esperaba que fueras
lwnnosa ... mis recuerdos del retrato que había visto .t:Q:e lo
r pero Gisela no podía recordar nada.
Sólor'ecordaba su voz profµnda, diciendo:
·
¡Te amo!,
.
y el.
dm:fa ... pero no esperaba queparecierastan joven, ·tan vulne-
tuble, una mujercita a la que yb deseaba cuidar y proteger. De
1
!
l salto asustado de su corazón. ·. pronto, Lord Quenby fue a sentar.se en el sofá junto a. Gisela.
l . _ La puerta se cerró tras loslacayos y se quedaron: solos. Gisela "'-¿Tienes este efectO. en todo hombre que. te conoce?
\. "': pensó que Lord Quenby debía. escuchar las palpitaciones as:u,sta~ p1·cguntó coñ. voz que vibraba de dolor. . ._ · .·
[· das .de su_coraz~in. El~epuso de p~e, conun.braz? ap.oy__a.do en la .· Cfisela no contestó. El levantó lasnianos y las c_Qlocó a los.la-
. rep-i~a- de la chimenea, co_ nte_m_plando.la. G_is_ela mcL_i_n_·o la _cabe-_>_.,· dos de sus hombros muy blancos. .
. za, ·para ocultar el rostro, y la luz del fuego brilló sobre. las "--¡Mírame! ,ordenó. -
;\ , estrdlas y sobre S\l cabello. Después de· un momento, él dijo:. • Ella obedeció porque tio tenía otra alternativa. Se encontró
. ::_Creo que, en realidad, me eµamoré de ti hace.cinco.años. ron los ojos de él a: unos_ cuantos centímetros de los suyos. Había
.,. · ·-Pero._ .. us,ted no m:econocíáentonces ~murmuróGisela_>; en dios una luz penetrante que nuhca antes había visto .
- -No,. ero vúu retrato. Unamigo rriío me llevó al estudic.i/5 Por un momento se quedó petrificada, _dominada por un
. .· deWintertalter. El acabada de terminar d cuádro. Tú estabaS • magnetismo que no pudo resistir, incapaz, de moverse open-
\
r . en posición ~e mirar por endma ,del- hombro. y ténías.,en el c~- s~u. Y, sin embargo, podía sentir1 d estremecimiento que la.
¡ bello esas mismas estrellas que luces ahora. En ese momento/' ~mcudfa por dentro, porque él la estaba tocándo. .. )
1
1\ creo, quedarog prendidas en mi corazón. . - De eronto la soltó. -. _ ·· , ·
_.Pero ... usted me odiaba ---'-,sentenció·Gisela. . .. - ,,-~¿Qué me estis haciendo? -preguntó con un gruñido.
,,...,-:Pensé
. que. te 'odiaba. -corrigió él_:_,.
~
Pórque no podía ..es/-'
-~ Caminó a través de.la·. habitación
' ·. -
y se qúedó
- . .
mirando'las
. '

_:~-~\-
.·.:._;::. .

------··- ----·---· ·- ~-----·--- -


.\

F'""''
:
·:j! .
r<.-: el nombre. clásico er(el romanticismo . . 91-
;~_faRA-' . .

-~
:k "'9()···
if <. ·· ..
•. . •• . . •.
9rquídea8 de:famésa·cetqmaa la .ventana.·.
. .··.· . .
. ·· · .
J
.+;
···¿Sabes lo adorable que eres cuando hablas tartse!ia? Pare-
crs u na ñina jugando a hacer .el papel de juez. Mi vida; -n)i ,
1· · • 7 Tal vez m~ ·estoy volyiendo loco -dijo al fin--:-. loéo d rdna ... ¿por qué desperdiciar-el tiempo didendo tonterfa.s?
'l't amo y creo que, en eLfondo de tu corazón; tú también nie ·
:;h.ablartea8í; lo~o de pe. ns~.f que_ l,)~e. d~ e.~.c;uc_ _ hª_ rmé. Y... ,_ s_ in~rr·_._~. 1unas un p9co. · · . · ··
bargo, ahora se;que n() puedo vivir sm u. . _ ·•·.·. . . - · ·,
·• . ·.. _Gisela no dijo ri~~a y altabo de un ínstafite el se vólvió p# ---No lé he dado razón para suponer tal cosa, Lord Quenby.
•coptemplarla con OJOS relarnpagueantes, .·como devorándola, d -~No en palabras -,--contestó él-·. Sino 'en la forma en que
píes a cabeza~ Luego, de pronto, se acercó cienuevóal sofá, la le miras, en que mueves lacabeza, en la luz que aparece en tus
.·.vantó de él y la tomó con fuerza en los braz0 s. •. ·· · · · >'~:·~ ojos cuando algo te complace. Te cona,zco. Has vivido-tanto
·.· ... · -¿Qué espe~affios? .,.....;.preguntó-.. ¡Teamo!'Déjame lleva[}', ricrnpo en mi imaginación que te conozco más que a mí mismo~
teJejos, donde nadie sepa quién eres.: Las 4.ntillas; el CariJ_'>o~t~ -Entonces debe usted saber que no puedo tomar eh serio
:América det Sur. . . ¿qué importa adónde vayamos, mientr~·;,, lns cosas que dice. ¿Ha olvidado quién soy? ¿La posición queníe
''
podamos estar juntos, mientras yo pueda amatte? .• ,/ ·. ·:}( espera a ·mi regreso a Austria? . . . . ·
· .. ~Por favor, por favor ... ---:murn;mró Gisela, forcej'eaó.dp¡ ; , · ·-¡Que si lo he oJyidado ! . Sí, he olvid~do todo. Sólo recuer- ·
asustada por lá violencia de sus palabras. ·· · . . · · : f: do que eres una mujer ... una mujer a la que amo y a la. que
Lord Quenby la soltó ·con tanta brusquedad que hubi~~:t::; deseo. Sólo recuerdo que estamos solos aquí, tú y yo.
caído si . no se detiene de un brazo del sofá .. · . ·. . . ·•· · Se puso de pie al decireso y de nuevo levantó también a Gi-
~¿Eres real_mente tan:frfa?. :-preguntó él, fyrioso-: ¿~~;'{ st•la. Ella lo habrfa evadido, ·pero él .fue ·demasiado rápido,_ Y
que mi fuego no despierta el fuego en ti? ·.··· . · ... · ,- •· > >; ahora c?n gran ternura y ~entiliza, pero con un~ Il!-aestd~ q~e
-Creo. . . Lord Quenby -:-""balbuceó con un pat~tico -~s_1/i no pod1a negarse, la rodeo con sus brazos y la atra10 haC1a si. ·
fuerzo por mostrarse digña-, que cualqt.üer: .• ;. ml.ij~tY' Ella tuvo un'momento.de pánico, ún momento en el que
encontraría difícil. . . cotnprendedo o creerlo. Un· rriümerit~ tembló en sus.,brazos como un pajarillo capturado; entonces los.
habla usted de que me odia y me desprecia y al siguiente labios de Lord Quenby descendieron sobre lps suyos y ella no
· liabla ... de amor. · ~ · · ·· ·· · pudo esc.~par. Sintió como si su boca no sólo.la tuviera indefen-
"' .:_¿No me he explicado con claridad? -preguntó él. sa, sino coinpletamente cautiva. Perdió hasta el poder de q_uerer
. -No -contestó Gisela, tras se dejaba caer en el sofá/ . , escapar; .-olvidó que debía rechaiarlo o evadido; olvidó quién
·Se quedó callado uh· momento y entonces, inesperadafilécy0· era y quien preténdía. ser. ··· ·. . · · ·.
te, se hincó sobre una rodilla, j.unto a ella, · ..· ..·. · ./· Su beso la hizo sentir como si se· hundiera en lo más ptofuri- .
'! ---'¿Cómo podré hacer que me·_entiendas?·-preguntóen_'un.. do de las aguas ~ristalinas del mar. ~intió que se cerraban sobre ·
'tono de vqz .muy diferente-'-. Sientq que estoy luchando cO!lt~a,; su cabeza y'que·perdía lacapacidad de pensar. Sólo podía sen~
·.elt.iempo y_ que éste ~stá portetmir;iarse. En cualquier_mºlll~P.tp\ tir. . . un éxtasis que nurica antes había conocido; el calor de
·. tú puedes Hte .. ¿Cómo puedo decute que te amo; que~ ~e:irl\éi una llama que su.rgía en su cuerpo como si él hubiera encendido ..
'· como· nunca· pensé que fuera posiblé ainar .a: una, mui~r?. << una hoguera en las profundidadc;:s de su ser:- · ,..
.. Gisela estaba f!lUY conseientt¡ de él arrodillado a su.l_ado, cb'f Cl.~~nto__ tiem¡.)Q ·duro ·ese beso, ·1?-º tuvo idea. El mund6 se
·.•·.·d·rostro muy cercad~l-suy();:-perologródecircoñ cálm~: •,> hund10 en el olvido, todo.desapareció, excepto el hecho de que·
ella estaba en sus brazos: Y cuando por fin él separó sus labios .
_· .:_No creo que· el amor pueda s_urgir co.mo un relámptigg.:J.
algo que' crece y se· profundiza. Este amor. del. que habla ys~~q d~ los de •ella~:sólo pudo lanzar. un murmullo .incoherente, y.·..
Lord Queriby. . ;. _taLve? es -tan .equivocado·conjo el· rep.f~f:~t-' ocultar el rostro contra el hombro de él. ..· ·
contra mí ha sem1do; . ·· ·· ~}_,_<;.',,_,"~;
'1wx1"T'~· ----~-~..,,~- .~::::--- ---:;---------_,-------
:jl 1

º"ºBABA ·. el nombre élásico en el mmanticismo . 93 .'


92. ~ ..

: .:-'-'-¡Mi - amor! ¡Mi cielo! ¡Mi <éorazón: . . q:fr ·vida! pt'f\.•;ado al verse en el esp/ejo. ·. / _ ·_ . _ _ _ .:.. / _
·'. '--mt_frmuró él:-_,: Esto es lo que hábía soñado; esto es lo qu~ . Pero no hay nada frío en ti ahora, mi amor ...,....anadwel.
hahía deseado foda mi vida, .aunque ho lo sabía. -._ . . ~< Buscó -sus labios c:le ilµeyo~·y ·éstos se encónt~aban. ya entr~r
' · ·_ Indirió la cabeza y cubrió de besos su hombro, -su
cµello, su' uhic-nos, listos para su beso, ansiosos de esa ir.resistil;>le emoci9n.
mejilla, hasta que sus labios se detuvieron en su5abello. ¡Eres mía,-esta noche.mía para siempre! -exclamó._ ,•·
-Te amo ~murmuró~. rPios mfo,'cuártto te quiero! fiue entonce_s· q~e Gisela 5_ompren_dió el peligro_en que ~e e!1_ -,
-·-· Gisela trató de pensar lo que debía ha.cer, trató_ de recordar ron traba. Tuvo miedo no solo de Lord Quenby, smode si mis-
que todo aquello estaba mal, que debía sentirse ofendida óeri\. 111a. El placer infinito que sentía, el temblor desu cuerpo y las .
·fadada. Pero sólo pudo permanecer dent~o _·_de sus brazos,: t·rnociones que la tenían subyugada eran, corhprendié) depron:-
e temblando' hundida en un exti:año éxta5is-ae felicidad .que es- ' tu, una trampa de la qµe debía escapar a toda costa.
taba más allá de las palabras. . __ . _ . Entonces, como sí alguien le hubiera arrojado uri vaso de
. ·_-___ Sin_tiólo_ s dedos_ _ de él en _su cabello y wm_tpren_. dió qu;: est~bá agua helada en el rostro, Gisela-compreHdió que no era a ella a
qmtando Jas estrellas, una por una, de donde hab1an sido q u icn él estaba haciendo el amor, sino a la Emperatriz d,~
prendidas con todo cuidado. Y ahora estaba retirando los Austria. La respuesta de su cuerpo pertenecía a otra mujer: Ella
·broches para el cabello, que tir:iba al suelo, soltando los brillan- e era sólo una farsante, un ·sustituto que no tenía derecho asentir,
tes rizos que Fanny había arreglado cori tanto_ cuidado. . · ·- a escuchar y mucho menos a amar~ . _
_Cuando sintió que la cortina de sy. cabello sedoso caía sobre Al comprender esto, advirtió el peligro en que se encontra-
sus hombros, Gisela hizo uh esfuerzo por pi:ot<:star. .· - - -• ba. La pasión de Lord Quenby casi había roto los límhe5-d,el
. _.·.-No ... no -murmuró-. No debe hacer eso. Por control. Enloquecido de amor y deséo;la besaba con besos que
favor. . . déjeme ir. · _ · , . . ·· se volvían más ardientes y posesivos a cada rn01p.ento.
Pero él se echó a reír, con expresión de triunfo, al retirar el -¡Te amo! ~murmrir.aba ~1-. ¡Oh, Dios, cómo te amo!
-_ último broc4e de su ~abello. La apartó un poco para con~ Le bajó un hombro del vestido.y ella oyó cómo se rasgaba la
templarla. Notó la timidez de. sus ojos que se negabar:r a en~ suáve gasa~ Sintió.la mano de é.1 sobre su piel desnuda y enton~
contrarse con los de él, sus largas pestañas que temblaban sobre ces, con un esfuerzo casi sobrehumano,. se solt:ó de él. ·
süs mejillas encendidas. . . ... ' . ' '. ·, ..··. -¡No! ¡No! _:_gritó-. Por favor, déjeme ir .
. ~¡Eres gloriosa! --exclamó y había una especie dereveren.- ·_ Lo tornó por sorpresa, o no habría podido escapar de él. Se
cia en su·voz-'-'-. Jamás creí que una mujer pµdiera verse asf. . puso de pie de un salto y corrió a través de la habitación, dete-
,, ·Tomó. un puñado de su cabello y lo besó: Erttonces,.antes niéndose un momento contra el fondo delas cortinas, con el ca-.
· queella pudiera movetse,losJabios de el estaban de nuevo en bello caY.~ndo ~alrededor. de ~lla en .confusión, s_u vestido
·. los-suyos, posesivos, hamorientos, más apasionados que antes .. desprendido de un ·lado. · -. _ - _·
Había·dejadolatemuta-: lallamadeldeseo ardía dentro de él. . Extendió los dedos sobr.e sus. senos, enüna aétituc:l ínstinti~
· Luego.la tomó_ en su brazos.y ladepositóenelsofá.·La-cabe~. va de inocencia;-y echó hacia atrás fa cabeza como para desa-
- za de ella quedó apoyad~ en los cojines, con su largo cabello es-. fiarlo. Entonces, mientras se ponfa él de pi~, 19 oyó decir: .
parcido alrededor. El se sentó junto a: ella; sU.s lal:>ios tocaron -¿Por qué tienes míed.o de mí? ¿Qué lJ.e hecháodicho para
con gentiliza primefó su boca, después sus ujos y entoncesel asust~te? ~y debido aqµe láternuraae Su voz la conm9v1ó, .re~
pulso que palpitabá alocado-en la bhmcá colUIIlrta de su cuello~> accionó en forma inesperada. Sintip que las lágrimas se agolpa-
-~Par~ces un~. n~nfa del agua c....-le murmurp y Gis~la record§< ban en sus ojos y eonfan d~spll:és·por sus .rp.ejillas._ Todaví~soste­
,ton un estremecümento que· eso era lo ql_le ell~}llistJ1!l Iiabí~- niendo elvesüdo alred~d9t
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de ella,., - con el cabdlo
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94 -~
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el nombre ~lásico en. el.-roinanticjsíno ·
,::;· 95
un mª1}to sobre sus hombros, corrió hacia la puerta. , li:staba pensando encómo él habíadícho que-había estrellas
_,.Usted no entendería -sollozó:_. No entendería.
1
' rn su corazón. De pronto, mientras permanecía sép.tada ahí,
Subió corriendo hasta el sántuario de su dormitorio y cerró n111 l•'anny cepillándole·el cabello, comprendióque las,estrellas
su puerta con llave. Se arrojó en el tapete ceréarto a la chimenea · } nHahan. también en su_ propio tofaz__ón .... estrellas que él había ·
y lloró por largo tiempo, hasta que comprendió que hasta la in- .. ftwc·nd1do. , . que bnl1aban pa,ra eL · . · . . .. ·.. · ·
timidad de su desventura le estaba negada. María y Fartny esta.• ¡Lo amaba.! Ahora lo comprendía. Tal vez lo h,abía amado ·.
bart esperando para ayudarla a desvéstirse. La Emperatriz de dc~dc el primerniomento, cuando suponíiodiarlo por suarro•
Austria jamás se atostaríasin ayuda. Se quitó el vestido,.se puso µ.;1nda; y no habíapodido borrarlo desde entonces de su merite.
la bata de terciopelo azul con cuello de armiño .que le había · Con cuánta fre~uencia había recordado aquel momento en . . ·.
. prestado la emperatriz; entonces dio vuelta a la llave e hizo so~ IJIW saliera de la tálabarterfasininclinar lacabeza. Con cuánta
nar Ja campanilla. · · l n·ruencia había pensado en ese rostro moreno y altivo .. Pero .
' . Cuando las doncellas acudieron corriendo, ella se encentra~ 11unca, en sus sueños más atrevidos, imaginó que algún día sús
~- ba sentada e~ el toca~o~ ~ cep~llá~dose el cab~llo .. ~· labios se posarían sobre los de ella, que él murmuraría palabras _
-Pero, ya se desv1stlo, senonta -'-exclamo,Mana. . .· de amor y besaría su .cabello rojizo con pasión y reverencia. ·.
-Creo que la campanilla no sirve ..:...:.mintió Gisda~ . .Llamé ''No era a ti a quien él besaba, grandísima tonta''. se drjo, y
y llamé. Como ustedes no acudían, empecé a desvestirme. Peri: sintió el dolor de tal pensamiento, clavado como un puñal en
sus entrañas. .' · ·
sé que nunca iban a escucharme. ·
-Sop estas viejas. casas -comentó Fanny. con -¿De~ía ~lgo, señorita? -preguntó Fanny.
impaciencia~. Las campanillas -QQ_ funcionan la mitad 4el tiem- -No, no -se apresuró a decir Gisela. Pero estoy cansada y
po. Lo mismo sucede en Viena. . , lllc duele la cabeza. No me lo cepille más esta noche.
-Buenó, yo podía haberme acostado sola declaró Gisela, · -MlJ.y bien, señorita, como usted quiera -asintió Fanny-.
.sonriendo-. Siempre lo hago .. Pero su Majestad siempre insiste en que le pase el cepillo
. -Pero su Majestad jamás lo hace -afirmó Fanny. cuatrocientas veces, por muy cansada que esté.
Torno el cepillo de la mano de Gisela y empezó a cepillarle -Quisiera ser tan· sabia y sensata como la emperatriz
el cabello con largos, suaves y tranquilizadores movim_~entos, -suspiró Gisela. · . · . .· · ··
que parecieron calmar un poco el tumulto de su corazón. -Muchas personas han deseado eso -dijo María riel).do con
:--:-¡Las-estrellas de ~iillan!es, señorita! No están ·aquí. suavidad-. Y muchas personas han·deseado.ser tan bella,., co-
. Gisela se estremeció ante la exclamación de María. . mo su Majestad. Pero tQdas fracasan, No hay nadie como,ella,
en el mundo·emero. · ·.
-No, no. Están ... abajo "--'-tartamudeó, buscando con de~ '
seperación en su cerébro alguna excusa-. Su señoría .... -No', no· hay nadie éomo éila ~réq>noció Gisela . ,.·
quería. , . examinarlas, compararlas con unas que ... pertene- Fue ~n pensamiento frfo, nada rnnsofador, con el que subió
cen a su propia ... familia. Las ... dej~ con él. .. ¡No .les pasa~ a la enorme cama de c:úatro postes, para ocultar después el
rá ... nada! . · . . rostro entre las suaves 'al.mohadas de seda; Ahí sollozó,. hasta
quedarse dormida. - ....• · ·. •... · .· · .. · · ·.
·. -,-Yo siemprn duermo con las joyas de la emperatriz bajo mi .· ·
almohada, cuando estamos en casa ajena -gruño María:-. Si> ¡Esto, entónces,· erá_el.amor!·Esta sensanción.'tle··soledad y
algo sucediera a las estrellas de Su Majestad, jamás me. lo······· desesperanza. Un-amor que nacía sin esperanza alguna. Y, sin
perdo~aría: · . · · . · embargo; era un am0r-qu6ella sabía, seguirfa ~ncendiao en su·
corazón: hasta el fin de sus días; . .. ., .- ··-·
.:.,_No lés sucederá nada -:-le. aseguró Gisela.

....
/
·'
·- - -· -·-

e/ nombre dá.sito en eÍ ·rorñanticisfuo . 97


' - ¡Caramba! Su ~ajestad no hubie~aenviadoyna orden asj · .
•·•ltn!cnos que ~er~ algo de gran imp~rtanc1a ~e~clamo ~~
.¡ Maria--. Yo sabia que nada bueno resultaria de esta _visita.
Con un gesto dralmático, salió corriendo de la habitación. ·
Mientras la don~ella de la casa encendía el fuego en la chi-
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lL .!
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Capítulo 9 . nwn~a •. Gisela se #uedó u,n. . mome?to en la cama. ~e sentía
tfrprimida y todo 19 que habia sucedido la noche antenor ahora
le parecía -sólo un $ueño. · . . .· ·. . ··
Lo que no era un sueño era su amor por Lord Quenby. ¡lo
uniaba con locura y pasión! El sólo pensar en él la emocionaba
. -:: ISEJ;.A ~~spertó porqué María entró casi ~~rriendo a ·s~1 hasta sentir qeseos de llorar. Debió esforzarse con dem.~edo para
I~ (
íl ~ ·. hap1tac1on y empezo a descon;er las cortinas en forro.a; ron tener el llanto y contemplar aquella hen;nosa habit-{lción sin
•. · · ruidosa .. Cuando .ella se sento en la cama, un poc<J demostrar la profunda tragedia que se desataba en su corazón.
asombrada de. su brusquedad,-la doncella exclamó: ·. · · Gisela siempre habja pensado que el amor debía ser una
-:-¡Hay una carta de Su Majestad para usted, señorita! .·.·• t•moción tierna y dulce, nacida de la amistad, del compañeris-
Por un mome:t;ito Gisela la miró; pensando que tal vez hapía': mo, de la confianza mutua. Sin embargo, el amor que había
oído mal. . · . . · . ··....• -.~
: llegado a ella no era nihguna de esas cosas. Era una llama devas.-:
· La noche anterior había llorado hasta quedar exhausta, y casi: · Htdora, era unatempesfad que sacudía su cuerpo y mente, de-
amanecía cuando por fin el sueño la había vencído. .· · .. .. Jíind9la temblorosa y vulnerable. ·
- -¿Una carta? -preguntó y un momento después veía aton~. No tenía idea deque el amor podía ser así; que podía rom-
tada el sobre que María ponía en sus manos. · ' · - t•i perla en mil pedazos y auri así despertarle un anlrelo insaéiable
·. -El mofo tenía instrucciones de entre:giada en cuanto. al~ de estar junto al hombre amado.
- guíen estuviera despierto en la casa -.le expfü:ó María, mienuas Y ahora, había llegado d fin. Ese mismo día se iría lejos y no
volvía a la tarea de deswrrer cortinas y cerrar ventanas'-.. L() hi:./ lo volvería a ver jamás; Nisiquiera sentía curiósidad por saber
_zo a las cinco y rp.edia, pero los tontos de abajó no dijeron na~la las razones de fa emperatriz al hacerle, regresar, Nada importa-
hasta que bajé a desayunar. · •... ba, frente al hecho de tener que dejar a lord Quenby y desvane~
- Gisela había abierto ya fa cartá y es~aba leyéndola1. . ·• · ·.• terse para siempre en laosc1;1r~dad de la que-~abía surgido,
''Su Majestad me ha ordenado le informe a usted que debe• Cuando.la doncella se retiro y ella se levanto por fin, perma-
regresar inmediatamente a Easton Neston. Su excusa debe neció de pie frente a la ventana. por unmomento. Se llevó los
·ser_ que recibió usted una comuni~ación de Viena, que hace, dedos a los ~abios y.· los sinti~ aún dolóridos, por la vi<;>l~ncia ~e
esto imperativo'. Vuelva con la mayor prontitud posil:>le. ~us besos. Sm embargo, el simple recuerdo de suscarma.S hacia
Rudolph_ Liechtenstein'\
· que su corazón-'latiera agitado, has.ta hacerle sentir,sofocada.
_ Gi~ela leyó la carta dos ~eces y entonces se volvió a Marí~; Tuvo ~lJoco inwulsodepajatcorriertd() y~ecirle: ''No soy la.
quíen tenía la cutfosidad pintada en el rostro. . .•. i\ · emperatriz. Soy solo una muJer que te ama',
~Debemos volver ahora mismo,. María ~dijo-. ¿Tiene la: Pero comprendió que eso era imposible. En primer lµgar, no-
bondad de avisar a la condesa y de preparar¿¡ equipaje?- ·
· -¿Qtié ha pasado, señorita? -'-,-preguntó María. · ·
. -No lo sé ~ontestó Gisela-. ·.· . Nuestra e:ic.cusa es que he
ªº
podía traicionar la _con.fianza que la emperatriz había deposita-
en ella. En segundo término, él se pondría furioso al saberse
engañado. y se alejaría de dl~ con el mismo odio y amargi;ra qµe · · - •
cibido noticias d~ Viena. Eso es todo lo que n;ie dicen.

·~\
. :;+;;'.•. •. · · • .e· ],.,. •. •.••. 'f ~; ' 1·;Jj'' ' ': .{<•• :TV
~:·..
-,
. 1

el nombre dásito .en· el iofT)a nticismo 99


'>:·: IIlosgaQ,o
haW?- •····. ' .esa · · . .prW1~ra ó.ofhe;~ <en que;"'.. Ja acusara\~ /) ~"\

,n p~ípie11es que ella léÚllas había ordo siquiera~ . .. .·. - .. E1 equipáje estaba:li~to: Pre~isaniente.cuando habían termi-
,,. · ~. fanny y María eritr,aro_n,a t.()da prisa ~Q.. ~lcuarto. I.p b~:q" nado llamaron a la puerta y un lacayt/i entregó a María' las
..··•.· ;t' 'ftierontraídos.y empezarpt)asacarcielgµ~darropayguard~l estrellas de brillantes que Gisda luciera en su cabello la rioche
¡: [f.>:/ .· ~!aJ:>Orados vestidos, deja ein¡>~fattiZ, e,ntr~' docenas de):ioj_~s:''_ íll llcrior. ..· . .. · .
nt':.·: :·sm1ye pªp,eL · ·. . . .. ...... · •·•. ·. . . -. < _ _ • _ .•• . .. ·..•..-~- ·~El va/et de su señoría pensó qué querrían llevarse esto, se~
¡: ;_;.·: · · La ~ondesa s~ ~ta,ba levantando ya, It:iforll1Ó María¡ ~í f\odta -oyó que el.lacayo decía a María. ' .· -
¡:~y . :no se sentía bien. yestaba protestando por tener que salir·t,_ --¡Cielos,. me había olvidado por completo de l~s estrellas!
\f::- .· ·temprano. :::- · •.•· .. ··· · . .·. . · · • .. ·.· ·.-.· .. · . •..•.-·' . . · ·-· -· -.-. <> exclamó María horrorizada. ·
: :• !} · --,-¿":Ya han ordenado el ~arruak, Mada? :._-preguntó Gi.seJ~- Gisela volvió los ojos hacia otro lado mientras María cruzaba
;! !•• ._qué había ~ido. a tomar UÓ.' vaso de' leche a)a salita; .volviehq~ In habitación. No resistiría verlas.i .. recordar el roce de las ma-
,¡¡::; ·. Juego aLdormitorio .. ·· . · .. .·. . . .. · ·..•....·.· >. -. · · ·. ·· nns de Lord Quenby, sobre su c~belfo. ·.
:1: li. ·.·. -Sí; séfiórita~ Estará listo a 1ª5- n\leve. y !P,edia_. .Podríani9 Volvieron a llamar a la puertá, Esta vez era la Condesa Feste-

l[i.¡~ . hllego
. ;·.' _ .··a·b.~rp_ ar
_ _._ t.ido_ '}n.te.s s.Í·me hubi~rana,vi~_ad·.o. al· · .-.m_·_-.•--º.m_ e~t.-o.e·n.·_<l_~-'..•..·_.
1Ícs, que aún se veía pálida y tem,blorosa. Entró en la habitación
el mensaJe~ rnn su traje de .viaje ya puesto.
_••.·.·.·_< ...·•
. . _ ·-··· .• . .. _. . :.;·. 1
• ·

('';> ·. · _~¿Ha infoEffiado alguien a su señqría,de nuestra partid~,?;j: -Buenos días -la saludó :'Gisela-. Siento mucho saber
iH_; . -p__ ,fegun.·_tó_
~Nl ·.. ·.·!_r_ª.ta. G~sela._
de. h_ª_.b_-
~Susenona salio.~ cabalgar ~con~esto·Mar~. He-di~~?
n~_º hu: .·~.º.r;,n_ª_
t.·.u_,.ra1_.'c_aI_·ma . ;.··.·.:·,··?_:_!_:·;._•·
que no se siente repuesta aún. . .. . .
-Estoy· mejor, gracias -contestó la _condesa con· aire
1
.¡;11 al mayordomo que le informe en cuanto llegue. . .· . .· > ;.? cansado-. ¿P-0r qué debemos volver con tánta precipitación?
~;:: Gisela suspiró. ¿Ysi Lord Quenby hovolvíaant~s·de,su .paj'+· -Me.'temo que. la carta no nos dice nada· -contesró.
fi¡ 1i . dda? :¿Sería correcto d marcharse·_ sin. despedirse de .él? ¿)"'j Gisela:--.. Puede usted leerla: .·
!1¡ ': podría ella soportarlo? :Pero, al m¡sn:lo tie1llpo, ¿tenqría va.lo~ ~a Condesa
al fuego. ·
la leyó; entertces cruzó la habitación y la arrojó
. · · , · ·
1¡ .• suficiente para despedhse de ~l?., . . . . ' . '• \. . t /
·i,f:n· · Casino ha,bíartotadq lqque estabavistiendo.-Y~uarido~$7 -No debemos dejar que esto caiga en manos de nadie
!:~i: ttivo lista advirtió que llevaba un vestido .de terciopelo col<)i -~-explicó-. T~l vez hayan tlegado noticias de Viena. Espero
J::' . malva, coµ una cpaqu~ta del 111ismocolor, pero en uµ tonorn\$ qüe la emperamz no tenga que volver. Había esperado con tan-
¡,¡[':' ¡¡tf ' oscuro. Había11na ª9-d1a hand~de '.m~ta cebeUinaalrede~orq~ fa ansiedád estas vacaciones. ,
lflfalday.unmanguito d~la misma pieLparamantener.cali~nte -Yo también deseo lo mismo -contestó Gisela.
j!li¡·... _ :sus 'rp.anó~. Süaves plmnasde avestruz· _se··-curvabansobre s.f -Ahora, ¿está todQ listo? ---:preguntó la condesa:_. Los _
· 1: ,[> • 1lleHlhiy hábía amatistas y brillan_tes en el e(lcaje. de su cuello.: rarruajes deben estar pqr llegar -se ·volvió a Gisela-:--1. Debe
.-~~8.·~ á1Iu~~!.ÓJ~~ :0~~6:~~;~~º~~~i!ª~~ciia~)tj~kºa~1st~j6i1~
0 . despedirse del personal del castillo. ¿Bajamos? .
-Estoy lista -contestó Gisela después de un leve titubeo.
huellas dellanto de,sus OJOS. . , .- . • ·. , _. . - ·.·. __ _.. _ > Sintiendo que jamás _estaría. lista para despedirse~. de Lord
· •· Gisela pensó de pronto. qüe.tal.y~z h:oy se parecía. má§;g~. Quenby. - . · .·. _. . . · .. ·•· · _.·_ . ··.
. nunea a la em__perat~iz. Se veía riiayqi- Par.te de su juyent4d':5 Tal como se lo había advertido ·1a condesa, toda fa serví-
. había ido para siempre. La µ~che·:uiterfor había<fsspert37~o·cl;~ . dumbre del éastillo aguardaba. en -ordenadas. ·filas· :en el
-sus'_ S\,leñosin()centes :ante l!i cruda; realidad .<i~ HLpasión: .y·:fi · vestíbulo. Desde elama de llaves hasta el más modesto mocito
... amor desenfrenado.
.·-'-."'··
. . ......
' .' •"'
de la cocina querían'ver a sudistihguida visitante; Era una gran.
,, ocasión- para ello.s y áunque
.• ·' ·,·.
·.·
'se les había
.. ·.
dicho que la emperatriz
:

~;:.:::::;:.:.;,..,.~~-...:.:::~,: .•. ~:.:.:. --~~~·--" :...~:...-::~1i;( ~ .. ~ • ..


,.
-No, no·.·-pt{)testó·lacondesa· envoz.·qCl.já~desde _el'0 tr()· la~.
100
viaj~b~ de i~cógnito y su ldentidád no debía ser conocida u do del ca:rrúaje-. Debemos partir .ahora ~mismo ..· · •· • · ·
<del Ca$tillo, era privilegio suyo coriocer htverdad y todQs-esta _ Gisela casi no la oyó. · · . . · ·.
~
dispuestos ·a. mantener el secreto' . ' . . . •. · . ' e . •.·· ;. -Entraré. en la casa a decirle adiós -respondió a Lord:
· .. ·. Recorrió fas hileras de servidores, sonriendo con mucha gt Quenby- ... No me tomará ~ás de, un minuto. ·· . · ·_·. ·•· .. e ·
, da, extendiendo latnano a los servidores más importante~ y~ No prestó ate,nción a las airadas protestas de la.condesa. La ..
ludando con la cabeza a.los demás, sin dejar: de sonreír.:; puerta del carruaje fue abierta. Acercaron la escálenlla y'eHa ba~ '
ceremonia terminó .y la servidumbre se dispersó. Gisela petJ:ti.~~­ jó sin ayuda., sin ~iqu~era tomar el brazo que le ofrecía. el lacayo. .·
neció indecisa en el vestíbulo. · . · . . ·· · .·. . ',;:·, Lord Quenby hab1a desmontado y la esperaba al pie .de la es~. ·
-Su señoría, no ha vuelto, señora -explicó el mayotciomod calinata. Juntos. entraron en la casa y el mayordoµio,. que se
-·'Entonces, me temo que tenemos que irnos '-'-'-Observó GU' había adelantado a ellos, les aprió la puerta de la biblioteca,
.sela con: voz que sonódesalentada aun a sus propios oídps : :> En la_ habitación ardía un acogedor fuego y el aroma de las
Por favor, infoii:ne a su señoría, a su regreso; que noticias protef•:· . flores de los jarrones se mezclaba al del humo de cigarro. El lu- ·
dentes de Viena me obligan a salir ahora mismo para E~stori)'.i gar se veía más cálido qué nunca, pero Gisela sólo tenía ojos pa- ·
Neston. ·. · ' '' " .. ,,,:;
ra el hombre que iba asuJado.,~o había hablado desde que se
-Así se loinformaré~ señora. ~: . reuniera con él al pie de la escalinata de entrada.· Ahora, cuando
Caminaron hacia 'la puerta del frente. Gisela sentía que. su$· se atrevió a mi arlo, no descubrió ira en su rostro, sino dolor. Y
pies eran de plomo. Los carruajes esperaban ya;)os lacayos·;. había otra emoción en la oscuridad de sus ojos.
súbían los baúles al vehículo en el que viajarían Fañny y_ ~ad~{. . -¿Por qué te vas? --preguntó con voz ronca. · .
Gisela se estremeció de pronto. Lord Quenby cabalgaba ha;.. •.:o -Recibí noticias de Viena -contestó- Gisela automática- -
, cia ellos, montado en un magnífico potro negro y ·sudor9so, a .¡,. mente-.-::. Tengo que volver ahora mismo a Easton Neston.
· .causa 9e recorrer- a todo galopé ..una gran distancia.· : . •-·. · · · c.: -¿Te marchas de Inglaterra? · _. · . ,
-Mientras lo observaban, pareció qué Lotd Quenby hubiera 7 No fo sé. No puedo tomar una decisión hasta que háya
visto los carruajes por primera vez .. Hizo apresurar el paso a su . hablado. con los otros miembros de mi grupo: ; ·
montura· y Gisela ádvirtió su ceño fruncido.· Su voz era aguda:} -¿Piensas c¡µe creo esas tonterías_? -:-dijo éJ ~ violento.
al preguntar: · - - · ::_Es veida,d: -afirmó Gisela; . ·· : · .
-.·¿De quién es este carruaje? _:.No :me mientas. Sabes tari bien como yo que ésa nq_es la
El co<;:hero le contestó desde el pescante: razón d.~~ que te va.yas. Te vas _P_º.r 1o :.que 1;.asó ªª?.'ch. e. ¡Co_tfieso. ·
--=,,.1a señora se marcha, milord. que fue una locura! Reconozco· que perd} la razon.. Pero tu eres
, . El .se.colocó junto a la veritana del carruaje.y Gisela, que s capaz de hacer perder la cabeza a cualquier hombre~ ¿No te das
asomaba, levantó la vista hacía ·éL .·. · .· · · · cuenta de ello? ¿Y no ere5 lo suficiente muje:r·para perdonar? ·
-Tenertlos que irnos -informó con timide_z. -No es eso .. Por favor, le ruego, no debe pensar que estoy
-·'¿Sin despedirse? · .·. .. ... ;' ofendida. No·es verda,d. Un.m9zo llegó aquí.al arrtanecer con
· ~Uste.d QO estaba. Es urgente que volvamos a Easton N:(; un_mensaje.·Pregúntelea ~l!~quiéra si no es la verdad. Y es de-
ton ahora mismo -kexpliéó Gisda sintiéndose como una ni bido a lo que:cóhteníala carta que trajo, que debo irme.
a la que descubren hacieñdo una travesµra reprobable .... · · , -Déjame verla c~ta~ .... ·· .·· · ·.. _ .
-¿Podría concederme. Ja. cortesía de unos minutos de , -Yo.· ... _no puedo ~r~pUS:~:> G:ise.la~.La quemélIIlos. . ..
:· tiempo para despe_din;ne dé U~ted ·C()fi Ja cerem9hia adecqa<i: :_No te creo; Sirfduda algu(lfl n~ había: nada en el mensaje -
---preguntó él, y si~ pensarló, ella ·aceptó; ·· ·· · -- : · ·
·• . •·'" .· ·;' : ' . - ..
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' ' Levantó fa mano de· ella para llévársela a los labios; le htio
una reverencia con cierto irónico cinismo y entonces, a1 ver que ,
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: ella permanecía indecisa, exclamó con voz aguda: !

:-¡Bueno, váyase! ¿Qué espera?

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-No puedo irme así: QuierQdarle las gracias. Quiero ....
-¿Qué ?le agradece?. Debo haberle resultado muy <!_iverti-
do a Su Majestad. Ahora puede volver a los exaltados ctrculos
Capítulo19
'¡,
donde· un hombre puede ofrecer a una soberana su e~pada y su - ~; RJ\. ya la tarde cuando llegaron a Easton Neston. El re-
- vida. . . pero no su corazón. ' ·~ corrido' había sido largo y frío, con la con~esa quejándo-
¡f ¡-
,, :

Ella sintió que aquell_as palªbras eran 13:~ga~o__s, pero no pu- ·.-· "'• · se todo el trayecto, sobre todo en el último tramo. Y
'I
'··
1
do moverse, no pudo alejarse. El permanec10 muandola, con los cu~pdo no se quejab:}, estornudaba o tósía. · _ . ·
1
labiosplegados cínicamente, con los ojos duros como ágatas. •' ... Si Gisela no hubiera estado tan temerosa de lo que podía es-
-¡Váyase! -le ordenó-, No debe hacer esperar a sus fieles /· · .perarles en Easton Neston, se hubiera alegrado de que un viaje

',,
y
servidores. , - tan desagtadablt•, llegara a su fin. - . _ -
~ l Se volvió, al decir eso y caminó con deliberación hacia la El carruaje se detuvo ante la pu~rta de entrada. Vár~os laca•
puerta. La abrió con un gesto casi teatral y se quedó e~perando a - yos se apresuraron a ayudarles a baJat. Un .momento mas tarde
l que ella saliera. · . · .. · · ·. se-encontraban en d vestíbulo iluminado. ·_ _
J Gisela hubie!a q~erido gritar, supl!cark. que _la escu~hara, · Por primera vez desde que salieran de Easton Neston: Gisela
~ ' -dar alguna exphcac1on que lo convenciera de su- moce.nc1a. Y.
1, -

'

qejó de tomar l:¡ iniciativa, de <:aminar frente a la condesa, de.


/ sin em.bargo, no había nada qué decir. Así que, con la .cabeza · mov~rse.con la dignidad y la autoridad que había sido parte de
l inclinada, incap_az ya de mirarlo a'la cara, pasó frente a él y, salió SlJ papel de emperátriz. . '
al vestíbulo. · . -· > Ahora se quedó un poco atrás, titubeante ·y nerviosa,
El mayordomo estaba· esperando ahí para acompafü,1.rla de _· mientras la condesa se hac:tf cargo de la situación"
regreso al carruaje. Un lacayo abrió la puerta de· éste y Ja ayudó a - •_ --,-Su Majestad está en sUboudoir -informó el mayordomo
subir. Gisela volvió la vista. Lord Quenby estaba de pie en lo, al- en'·voz baja. · · .- ·
to de la escalinata. Se inclinó con expresión irónica, cuando- el _: ····· . ....,.¿Quiere avisarle, por favor, que hemos llegado? -contes·
carruaje ~e puso. én marcha y se alejaron. . . .·t6 la condesa. . ·
. ~Eso fue muy poco-convencional -estaba diciendo la Con-' -·_ ·-'"'"':"Las órdenes de Su Majestad son que suban Üstedes con ella
desa Fest~tics con voz"'aguda-. La emperatriz jamás· huoiera en d. acto. - .· - _. .
pensado siquiera en hacer algo así. Si ust~d pensaba volver a la 'La.condt181t dlrigi6 una mirada de reojo a Gisela, como si le
casa, debió pedirme que· la acompañara.··. ·_ . --_-- orcieri~r~·.q~'Ju tduuicra, y ambas comenzaron a subir a la esca-
Gisela--no~respondió. Sintió c:omo si algo hubiera muerto lera;· ·~-~,¡!/ · _ ·- , _
11
dentro de ella. Nada importaba nada .... nada tenía ninguna.
importancia~ Pensó con des~speración que siempre lo recordaría . La e_ _ -.:_R:~._.Jl
. ª-·.·-·.-.t.•_'.f:i. . ª."·__ l!_:_t_ ;_'!'_··ontraba recostadá en un d.iv_.án ubi.c_-_ado
junto ala;,~;ll•n11t. 1tnfa l)Ucsta una bata de terc1ope)o ador-
-.:in·····.-_··
.. t\-

__u.,_:_ 1:_.:_.-"-·''.··.·.·.J..J~. -_J.i·l. _._~;1· ' betJ.o _P~.inado h.. aeia atrás,·para caer. en
así: .. con los labios retorcidos, los ojos oscuros de ira, .inclinán-
dose cqn expresión cínica mieritras el carruaje se alejaba; < nad·ª···· :._ ..e? -i.fl . '. ·-.
unabt1l .. - • •i110brctlos c.'OJtnes de raso en que apoyaba su
\,, "¡Acliós, mi amor, mi adorado amor imposible!'', murmu;. p~c¡~51l~r~ · "'~'.¡¡~;-~ ·rifa~ubl~nos los pies con _una manta de piel _ .·
·.~]

ró y cerró los ojos_,·cuajados.de lágrima.S, ·


Ya\:9ffll~fl ·~"··~-.:~IU~~t,Q t¡uc lefa. Extendió la mano hacia fa
~~i:
~~~~
j'iillltií8i'~';~~*~'.;~ el nombre clásico e~ el•romantidsmo

ve es bastante malo, sino que también tenía fiebre. · :


107

· -¿Así que te quedaste sola con el joven.Lord Qu-enby?


trfalá.·. esraba. o}jséivand&.c<) -preguntó la 'emper¡;¡.triz. · · · .
Era una acusación y Gisela sólo pudo.contestar en tono mise-
rable: ·. A

-Sí. .
-¡Vaya un enrepo!-exdamó la emperatriz-. Por supues~
to, yo no tenía ídea, ni la metior sospecha siquiera de que esto
podría suceder. Oh, no es justo cµlpa.i:te. No es tu culpa, niña.
Fue mi propia tontería. Jamás debí haber consentido .este loco
plan. Pero, parecía tan sencillo. , . ¿Q~é sucedió?
·~=~~r~~i1~~fª\!;µ·,,~
#testar est~fV(i~:(febíd() a µn 'J.~te!
-Cuando llegamos -informóGisela-, encontramqs, co-
mo ya he dicho, que Lord Quenby era joven~ Su padre murió las
pasadas Navidades. Cuando él descubrió los arreglos que se
habían hecho para la visita de Su Majestad, decidió d,ejar lasco-

MsfodPP~<arlP.V*~ l~~~~fl}Jl¿~-~fk¡
sas exactamente como estaban ...
-¡Fue una imperdonable imperti;nencia de su parte!
,_exclamó la emperatriz-. ¿Cómo se atrevió a no informarme
.·•.· ,.y mand?reinos traer ü9.;médicQ ~ Es. eyiden t(t fó· iridispiie§.fa l. que había heredadó el título y que él, y no su padre, sería mi
·· está;• . ·.. .·. .· .· . ( . .·•·• ·· '. ... •., - . , .. ·.· • . : .• · /" . anfitrión?. ¿Te expliéó por qué había hecho eso?
·:_;No·. me ·siento<na.da l:;ie11, señora•·· es ciétto ~ó11t~.st6; -Sí señora.
· -¿Y cuál era su razón? . .
·.···C,~nd.e~Vly~~tfv~Y~~~~;a6~6'7&'.~ÍiiP:eratiii'.~11'.ro1l~ti~i~ Gisela titubeó y entonces, sintiendo que no había nada que·
~iC)so .. " ;<<'. : •• '>¡·~·:; .·· :·· . ·;···-·;:••o.;. pudiera hacer, más que decir la verdad, murmuró con timidez:
' :· ·La eorrdesa haciep.do t1fra •tevere11#a salio de fa h~bita9ii -Lord Quenby había sido un ... gran amigo de ... al-
•.· •.Ciúú:tdq liplJ,~rta s.e cerró #a_sella,.:la\smper~~riz·dijq, ,con guien llamado ... en Conde Imry Hunyadi. . ·
Se produjopn repentino silencio, tan tenso, que Gisela no
..· '-~~ta·~i:¿~r~1fZyegJ~;~~~8. . .· ,;:>. '·~: ..••..•~. .· . ..•~ ..e· . se atrevió a mirar el rostro de la emperatriz, sino que mantuvo
. •.·~·· Gisda . títµbeó s. e1:1táli<:es, . . tart:~µcie~J1cio Jos ojos clavados en el suelo. Por fin, en una voz muy diferente,
la emperatriz exclamó:
.)jil~f i\i~j~~tíi~1l~t,1}#~~iS~~0Yl:_r±·Jt···.
9 -¡Imry! ¿El conocía aimry?
-Sí, señora.
-¿Y qué dijo sobre él? . . . .. · /
-Quería saber dónde estaba, qué le había sucedido.
Se hizo un prolOngado silencio. .
-lmry está. muerto ~eclaró la emperatriz en un susurro.
L Gisela no dijo nada. Después-de un momento la emperatriz,
como si hubiera olyidado que alguien estaba ahí, agregó:~·
:' 1

. ,
~BARA~~~--'---~~~
í ei it~mbre dasico e'1 e/ i~manticismo . 109
108
-¡Muerto! Al menos, imploro que así sea. de que yo era usted. De eso estoy segura.
Miró a Gísela con ojos oscuros de dolor. -En ese b.so; talyez,estoy a salvo.He estad<? ffi.uy preoc11~
-No podría estar vivo después de todo este tiempo: .. y, · pada desde anoche, cuando durantela cena un invitado men"
sin embargo, algunas veces he esperado que mis oraeiones hu~ cionó lo joven que erª' Lord Quenby y otra persona dijo que era.;
hieran sido escuchadas. además, muy apuesto. Hablaron,. también, de--la importante
-¿No hay esperanza alguna, señora? -preguntó Qisela, posición que va a ocupar en la cotte.'¡lmagínate lo que sentí al
conmovida por el sufrimiento ·que revelaba aquel hermoso escucharlo! . ·
rostro. . :-Lo siento, señorá. Pero. puedo asegurarle que Lord
··La emperatriz lanzó un suspiro que era casi un sollozo. Quenby no tien~ la menor sospécha. .
-No, es absurdo pensarlo siquiera. Está muerto ... debe -Si la tuvier<J., sería desastroso para mí. La reina nunca ha
estar muerto ... si sólo lo supiera con certeza. tcnído •mucha simpatía por mí. Sé sentiría insultada si supiera
-¿No puede preguntar? -sugirió Gisela. . que le había hecho ésto a un miembro de su corte, No debí ha-
-¿A quién? ¿Quién me hablaría del hombre que me amó, berme dejado convencer por el Príncipe Rudolph y por elCapi-
que fue arrancado de mi lado, aprisionado, tal vez torturado a t iln Middleton de realizar esta fantástica y ridícula mascarada'. ·
causa de ese amor? Confieso que rio quería perderme tres días de cacería. Almis.Illo
-No comprendo -murmuró Gisela. 1ícmpo, fue una broma que estaba muy por abajo de mi digni-
-No t?ates de hacerlo, pequeña Gisela -contestó la dad. . . · · -
emperatriz-. Eres demasiado joven, demasiado dulce para _?a- ·-·Le aseguro, señora, que no hay el menor riesgo de que na-
ber de esas cosas. Sólo cuandó ames a alguien comprenderás por die se entere de lo. sucedido.
qué paso despierta muchas noches y siento que me han partido -Eso me tranquiliza: Pero, ¿y si Lord Quenby quisiera pro·
en dos el corazón. · hingar esta relación? ¿Sugirió la. posibilidad de venir aquí?
Su voz se quebró y entonces, con lo que era de manera evi- No, señora.-
dente un gran esfuerzo, preguntó en voz más tranquila: La emperatriz la escudriñó.
-¿Habló de esto Lord Quenby esa primera noche?· Quisiera haber visto con exactitud lo que §Ucedió ,.....-."dijo·

' -Sí, señora. PHI 1111a débil sonrisa-. De algún modo, siento que si me,hu-:.
-Entonces, ¿por qué no volviste al día siguiente? ¿Por qué hkt·a <1ucdado sola con uri hombre joven y apuesto por µn día y ..
no partiste inmediatamente?' Debe haber sospechado ... debe dm noches, la éonversación habría sido muy interesant~. ¿De
haberse dado cuenta de que no sabías nada sobre Imry, ni sobre quf· hablaron, pequeña Gisela? ·
nadie más. Un:a cosa era tratar·de engañar a-un anciano medio De caballos, entre otras cosas ,--contestó Gisela.,-. Tiene:
ciego y sordo, que sólo quería hablar del pasado, y una muy di- WWN ntb;lllos magníficos, señora.
ferente tratar de engañar a su hijo . ¡Oh, cielos! ¿Qué voy a ha- L11 t'mpcratriz suspiró. · , .
cer? · , Titl vez fui unaton~a al no.ir yo misma -comentó-:-. Pe-
Gisela. lanzó un -profundo súspiro. 1 1,dmw pude haberlo sabido? ¿qSmo pu<le ~saber que lo que.

-Puedo asegurar a Su Majestad que Lord Quenby no tuvo !!ffl)tf;th~1 que fuera tan aburrido podía !esultar divert:iclo?
la menor sospecha sobre mi identidaa. •;;,,,.,flllf UOll visita muy interésante, señora, por lo que a mí se
--¿No? -la emperatriz miró a Gisela con ojos muy abier- U~ '"''ronfcsó Gisela. ·. ..
tos. Gisela movió la cabeza de un lado a otro. ,·J;fp:tnprr:uriz se echó a reír.'
-No, señora. Estaba absoluta y éompletamente con\'fncido /'1'~'"·Nn nw estás diciendo mu~ho que digamos,
~I nombre. ~1ásico en elio~~~ticlsmo 111
110 &Hf"BA~---:-~---- -¡Oh, gracias, señoraf._:_exchirti6 Gisela-.~-· ¡Es 111uy her-
¿Pen~ó él que. eras hermosa ... te hizo el amor? .. moso! . ·. · · . · · : · · ·. .·
Gisela smnó que el rubor le quemaba las meJ1llas. -Espero .·que te hará pensar ·en mí algun(l$· vece~ _,,dijo fa.e.·
-Como estaba yo representando a Su Majestad, por supuesto emperatriz.· ... · .·. ·.• . ;< . . •. · ·.. · • ..·. ·. • ..
que pensó que era yo hermosa -respond~ó. - Yo nunca la olvidaré; señora ---"'-Cbh~estó Gisdá.
-¿Y te dijo eso? La emperatriz se in1;li® hada delante para tocar su mejilfa.
. -Sí. -Eres muy dulce ~murmuró~. Cuándo vuelva a Austria,
Las palabras parecían salir de los labios de Gisela con esfuer- ifé a ver a tu abuelo¡ Le hablaré.de ti y le sugeriré que te invite a
zo. La emperatriz sonrió. ronocer a tus tíos y tus numerosos primos. Estoy segura de que
-¿Y qué sucedió entonces? La condesa Festetics estaba en la si lo sugiero;-te invitará con muchocgusto. _ . . ...
cama, enferma. ¿No había nadie más en la casa? -.--Eso sería maravillqso, señc>ra,. Pero, ¿está segura de·que. ·
-Na ... die ... más -tartamudeó Gisela. me aceptarían? ·· · · . · · . .. _ .· . •. . .
La emperatriz frunció el ceño. "---¡Por supuesto! Yquiero que,también·coriozcas al Dúque
-Eso fue extraño,muy extraño. Supongo que él consideró Max:imiliano, mi padre y el tuyo, pequeña Gisela:· Está~ya·enve~
que estaba de luto riguroso y no habría sido correcto tener invi- j(~dcndo, pero es todavía 11my apuesto; tan. alegre y bohemio
tados. Al mismo tiempo, fue una tontería mandarte en mi lu- 1ymo s~ei:ip~e. A dondeq_u.i~ra que ·va, la gente qujere; pero !ü
gar ... ¡Bueno, lo hecho, hecho está! Sólo espero que el empe- t•I es mas feliz cuando esta erisus amadas montanas havaras, ca-
rador no se entere nunca de esto. Se sentiría escandalizado y balgando eri~su pony o cantando acompañado por su cítara. Le •
ofendido lmblaré sobre ti y sé que deseará conocerte~ .. '
- No cteo que Lord Quenby vaya a comunicarse con el em- ··-¡Oh, señora,-por favor, no lo olvide! -suplicó Gisela ..
perador. . · ---No me olvidaré :,-_;.aseguró la emperatriz-'-. Esa es l1iia
-Espero que tengas razón -contestó la emperatriz-. Es- prnmcsa. Pero voy a quedarme aquí varias semanas y después de ·
peremos que se olvide de mí y que no hable de mi visita con de- r.~o volveré a·Viena. Pasará algún tiempo aµtes.que pueda ir.a
masiadas personas. Y ahora sólo me resta pedirte, niña, que tú 1ni casa en Possenhofen, así que no esperes fa invitaCión dema-
te olvides de ella, también. ¿Me prometes tratar de borrar de tu si:tdo pronto. . . . . . _
mente lo que sucedió estos últimos dos días? Sonrió y tocó la mejilla de Gisela de· nuevo.
-Trataré de hacerlo -contestó Gisela.' Tomó la mano de la ··-~Y ahora, i:iiñ!l-, vas a perdonarme si__ te pido que vuelvas a
emperatriz y se arrodilló junto al diván-. Me sentí muy feliz de tu .rasa. T~ngo mv1tados a cenarJ· no ser.ta conveniente que ale
scrvirla,~ora .-dijo-. Fue un gran honor. Algo que jamás g111cn te viera yJe contar.a a Lor Quenby que hay alguten en -
soñé que'1{1e sucediera. lfaston Neston que se parece de manera extraordinaria a rní. .
~-Estoy segura de que hiciste bien tu papel-dijo la empe- --·¿Quiere usted queme vaya ahora mismo? -preguntóGi- ·
ratriz con dulzura~. Y, por ello, tengo un regalo para ti. Nda en voz baja. · ·._ · .· . '. . ··
Extendió la mano hacia una mesita que había ·a su lado y en ·=·~Es lo más inteligente qut podemos hacer ~respondió la,
l.1 wal había un estuche de piel. Lo tomó y se lo entregó a Gise- emperatriz-, Mi doncella te. ayudará a cambiarte y he ordenado
la, quien, todavía arrodillada, lo abrió. Dentro del estuche y¡t un carruaje para ti. -. < · ·. . : ·.· · · . : ..·. ·· . · .
sol> re d ICmo de terciopelo, había una estrella de brillantes, d~ Hizo sonar una carhpanita de oro qüe había a: s1rlado:. La.
ndw puntas, igual a las que la emperatiz le había prestado para ¡JUerta se abrió enel acto ,y fa dontellaentró en la habitación:
11~.;11 c11 el cabello. Esta vez la estrella, mucho más grande, era a
-Ayuda a fa. seña.rita ~usgrave. cambiarse. --Ordenó la ...
un broche. ·
·~
112 &l!R4RA
~~--~
emperatriz-. Yque coma y beba algo,antes de·irse. ¡Y áhora,
--- e/ nombre clásico en ·el romanticismo · 113

· Gisela, adiós! · • ll<,·das sueltas y no se atrevía a insultarlo ofreciét1dose1as.


""'i Buenas noches, señorita! ,
Extendió la mano y Gisela la besó antes de ponerse de pie V

Entonces, casi como una niña que no pudiera controlar el Lksilusionado, el hombre volvió a subir al pescante del
miedo que había invadido su corazón, Gisela exclamó: · 1 ;HTuajc y Gisela cerró la puerta. Estaba en la oscuridad y tuvo

-Pero, ¿no la volveré a ver, señora?· · · l(llc: buscar a !iei:tas la puer~a que conducía ~·vestí~u1o interior.
_:_Por supuestó-contesj!ó la emperatriz-'-. Te aseguro que Id fuego hab1a s1do encendido; pero se hab1an olvidado de en-
1 cnder las velas, aunque pudo ver que habfa luz en el salón.
tengó muchos planes para ti en el futuro. Sé que te harán muy
feliz. Pero, por el momento, hemos corrido un grave riesgo y · ( ;ruzó el vestíbulo con intenciones de subir la escalera sin
debemos ser cuidadosas, ¿Comprendes? · · · 'ltlt' su madrastra la oyera, cuando de pronto Elsie apareció en 1o
ldto.
-Sí, por supuesto. -asiritió Gisela. . ·.
. -Entonces, auf wiederse/¡en, hija m~a -la emperatriz se·· · ;Oh, señorita Gisela, ha
Ol'imdo para que lo hiciera.
~elto!
'
--exclamó-, Estaba
inclinó hacia adelante y besó a Gisela en lá mejilla-~ Confía en·
mí -dijo con suavidad. . · , . Hi<bfa una nota de angustia en su voz y Gisela levantó pre-
On111ada la vista hacia ella. · .
Gisela hizo .una profunda reverencia y sigu_ió a la doncella.
. ··· ¿Qué sucede, Elsie?-preguntó.
mpezaba a oscurecer cuando salió de Easton Neston; Por toda respuesta, Elsie bajó corriendo la escalera.
convertida de .nuevo en la insignificante Gisela Musgra·-. -· ¡Oh, señorita Gisela! ~uerfa c~tnunicar~e con usted, _pe-
ve, pobremente vestida, que volvía a la ·vida de pobre~>· ro la señora no me loperm1t10. Sugen que env1aramos a algmen
zas, insultos y malos tratos que le eran tan familiar.• , ~ h1wrarla. Dijo que no ... que habría tiempo suficiente
dt•( írsclo cuando llegara usted a casa. ·
para
'trató de que sus pensamientos no fueran amargos y se con-
centró en su agradeeimiento por la hermosa aventura que había ·-·¿Para decirme que? _¿Que ha sucedido?-.preguntó Gisela.
¡Es el amo, señorita!
vividoy de la cual sólo llevaba como recuerdo un corazónrotoy. Gisda se quedó de pronto inmóvil.
un broche de brillantes que nunca tendría oportunidad de·úsai. ·
- El rec;prrido hasta su casa era muy corto. Cuando llegaron a ·• ..,<Le J?as?,, algo? . . ,, .
ella estaba. sumida eri la oscuridad y aunque el lacayo que > ~,_¡tusHlsw asmt10 con la cabeza. Sus 01os se cua1aron de lagnmasy
rodaron por sus mejillas.
.,conducía el carruaje bajó a tocar, nadie acudió a la puerta. Gise-·
la golpeó él cristal de la...v~ntanilla, para llamarlo y el hombre fa ; . , Sí, señorita. Oh, yo comprendía que usted querría sa-
ayudó a bajar. ·.. : .- .· . ? . hrrlo. ¡El pobre amo, .. es cruel, horriqle! '
-No me esperan -·dijo con aire de 9-isculpa-. Y o puedo< <~·e p~ó. algo mie?tras cazaba? -pr:_guntó Gisela.
entrar' sola. · · Sí, se noma. Lo tra1eron ayer en la manana, poco antes del
~lmucrzo.
-Muy bien, señGrita. ¿Quiere que le lleve su baúl al:,
vestíbulo? ·· ..'· lfra difícil entender lo que Elsie estaba diciendo, a través de
-Sí, por favor .. Muchas gracias; ]lA# sollozos. Pero Gisela tenía los ojos secos y el color había de-
Lo levantó y lo colocó en el frío vestíbulo exterior de !a casa, .: . IH'<'ddo de su rostro. Entonces, en voz tensa, que parecía.salir
O c:sfuerzo de sus labios, pregµntó: '-.
La lámpara de la entrada no había sido encendida. Gisela le·dío\ ,_ ."··-Jllsta,,.
ht¡ ·..
• •
muerto:>
• ' .
· • . ...
-
las gracias de nuevo. Sabía que esperaba una propina, pero no
tenía nada que darle. En su bolso de mano sólo hal;>ía unas mo- ·Sí, señorita. . Se rompió el cuello -·spllozó Elsie.
;'-.

' .
el nombre dásiC o en el romanticismo 115

t aída repentina y después la muerte. . · ··-


Era como él hubiera querido morir, se -difo Gisela y deseó
ton toda su alma. haber sido élla en lugar de él.· ¿Para qué
quería ella vivir? ~o le que~ab~ nada. Sólo la vacía spledad de

.Capítulo 11 saber que su corazon le hab1a sido arrancado del cuerpo y que.
no volvería a ver al hombre al que se lo· había. entregado, · ·
Comprendió que no tenía derecho a disputar a su padre la
·M ISELA ífáSÓ frente a Elsie, sin decir nada y subió la esca- paz que había encontrado. Se veía feliz, casi tan feliz como lo
crn en aquellos lejanos días en que la casa estaba habitada por .
·~ lera hacia el primer piso. Sintió como si la impresión de risas y una familia unida.·
.· lo que le habían dicho la hubiera atontado de tal modo
Gise.la se arrodilló junio a la cama y recordó las enseñanzas ·
que no podía sentir nada. Se movía como en un sueño, cami- dt su madre, que adquirían ahora un nuevo significado.
nando como un autómata para dirigirse<al dormitorio de sú ·--Cuando morimos, nos reunimos en el cie~o con los que'
padre. .· . · · · .•· llfllamos.
Se quedó. un momento inmóvil, con la mano en el picaporte __
Podía,oír a su madre diciendo eso con su voz suave, con ese
de.la puerta. Sentía una profunda aversión a entrar. ¿Y si él es~ fm.;rinante acento que -hacía deliciosa cada palabra.
taba desfigurado? ¿Si algo horrible la estaba espérandomás:>allá .... Debían estar juntos ahora. Gisela estaba segura de. eso,. tan
de esá pué.rta·cerrada? . · .· · St'.J-tlll'a que sus ojos se llenaron de lágrimas, no· porque su padre
Desechó tales ideas, considerándolas pueriles. Aspiró uriá hubiera muerto, sino porque ella se había quedad() atrás. Sisó-
bócanadaprofunda.de aire, abrió la puerta y entró. Las cortinas ..
lo fmdiera estar con ellos ... si no la hubieran dejado para
estaban cerradas; pero había velas encendidas en candelabros de. h11· rnr sola en un mundo frío y cruel. ..
"'i plata sobre el toq1dor. Y había una sola vela ardiendo a cada la- Indinó la cabeza y trató de orar por el alma de su padre. Pe-
do de la cama. · ~ · 1111 l'dndó que sus orac.iones eran innecesarias. Si había vuelto a
Curiosamente, sintió que su agitación se calmaba, porgue (it1rontrar a su esposa, era todo lo que ambos necesitaban para
había una profunda paz en la habitación, una paz inesperada y e~t:ll' en la gloria. Si no, entonces sus oraciones no serían lobas"
é:lesácostumbtada; que ella reconoció como la serenidad de la t;ftrllc poderosas como para salvarlo del purgatorio en el _que
muerte.
Se acercó ala cama. Su padre yacía en ella y por un mornen-
dc:hfa encontrarse. _ ·
P:~s6 arrodillada algunos minutos más y después volvió a su
"to pensó que Elsie debió haberse equivocado y que sólo dormía. nrnno, que le pareció más frío y pobre que nunca.
Entonces se dio cuenta de que tenía las martos cruzadas sobre el Elsic llegó corriendo con un cubo de carbón en la mano.
pecho. · · . · . Siento no haber encendido antes el fuego, señorita ~se
Se quedó mirándolo. Habfauna ~uave sonrisa en sus labios y
tfürnlp6~-. Pero no sabía cuándo iba usted a llegar y la señorá
se veía mucho más joven y tranquilo que cuando vivía. De
lll.Cl hnb.rJa reprendido por. desperdici~ carbón, si me sorprende
pronto, comprendió cómo había sucedido. · tfWtmd1cndolo antes de tiempo. .. ..
Su padi:e había muerto como todo cazador hubiera querido •.-·
morir: saltando una valla, sintiendo el caballo bajó él saltar en .. '; . "'---Hiciste bien. ¿No hay nadie en la casa? -,-preguntó Gise-
:JA, , - . . . ..
el aire, poniéndose. él mismo en tensión, _listo. para d:; ~!'"Hay dos caballeros abajo con la señora -contestó Elsie;
descenso. . . y entonces, nada. sólo el olvido. Nada de dolor, ni_·.···
de sufrimiento, de remordimientos o arisiedad ... sólo una./; ''""'¿Quiénes son? e •. •.

\...
el nombre dásico.erl e/romanticismo. . 117
116 ~!J.4RA"
~Uno de eÚos es.el caballero que trajo a c~sa al pobr~ amo, · Porn después, s~ quedó cJ:ormida. Soñó que. alguien la tenía en .·
un tal señor Watson. Se quedó'·a beber, mientras traían al cloc"
sus brazos. Pudo sentida fuerza de sus brazos.y percibi<'?__susJa-
h1os cercanos a l9s de ella. Anhelaba sus beso~ yla emoc10nque
tory después Ja señora lo iµvitó a cenar' esta noche. El otro es el
~.abfa despertarían en su cuerpo. . . . .. ·. · ·... · .
oficjal del cuartel que viene -muy seguido aquí. . De pronto, la puerta de su habitación se abrió con violencia
·. Gisela apretó los labios. Conocía demasiado bien al admira-
y (liscla despertó asustada. Por un momento ho recordó dónae
dor __de Lady Harriet. Era ~n _rp.ayor disoluto y pret~ncio~o qi:e :.t c•11rnntraba. Su sueño había sido interrumpido y se sintió uri
habia abusado de la hospitalidad .de su padre desde hacia mas
¡1orn atontada por -~quel repentino retomo ala realidad'. Luego,
de. un mes. Lady Harriet no ocultaba su enamoramiento por él.
v10 que su madrastra se encontraba parada en el umbral de la
El hecho __de que la esposa d~l mayor v~viera en alguna otra parte· puc·na, vestida con uno de sus elaborados trajes de noche, con
no parecia afectar sus relaciones con el. ·11hm1as negras en el cabello y un abanico de plumas negras tam-
. _:_No bajaré a cenar entonces, .Elsie -dijo-. Si pu~des su-,
11('11 en la mano. . ·
b.irme algo, te lo agradeceré mucho. · . ¡Así que ya volviste! .
-:Claro que lo haré -asegutó Elsie con decisión.
Las órdenes estrictas de Lady Harriet eranque nadie debía
Su voz pareció retumbar a través de la habitación. Hizo que
tii~rht se pusiera de pie, tartamudeando un poco al contestár:
atender ni'servir a Gisel<t; para nada. -Sólo Elsie era lo bastante
bondadosa y valiente para contrarrestar de vez en cuando las ór-
Sí. . . ya estoy. ~ . aquí. · .
Y ya era tiempo. Supongo que te imaginas que. esta casa
denes, y hacer pequeños servicios a· Gisela. . · · n. 1111 hotel del que puedes ir y venir como se.te antoje. No du~
Cuando Elsie terminó de encender el fuego, murmuró agita-
da: .
do que pensarás que debo sentirme honrada porque condescen-
. ~Debo irme ya. La señora me llamará en cualquier momen-
di .. 1r a volver después de visitar a tan exaltados personajes ...
Avanzó en la habitación, miró a su alrededor y vio el baúl
to para que la ayude a-vestirse para la cena. Pero no le diré que
1 abrir. .
usted ha llegado, a menos que me lo pregunte. Sé que tienes ya horas aquí, pero tuviste buen cuidado de
-Sí, por favor. No le digas nada. ·. . 110 avisarme, ¿verdad? Temerosa de que te encontrara yo :µgo
No se sentía preparada para enfrentarse a su madrastra.
qll(' hacer, supongo, y demasiado perezosa hasta para orde.nar
Siempre le había tenido mucho miedo, pero ahora, con la
IU!i propias ropas. Bueno, eso te ahorrará el trabajo de volver a
muerte de su padre; comprendió que se había.ido su última de-
111dt11arlas, de cualquier modo. ·
fensa. Aunque era un hombre débil y bebía demasiado, Gisela -
¿Qué quiere usted decir?
sabía que podía acudir a él en caso de emergencia. Sentía que el
squire .tenía cierto freno sobre las pasiones de Lady Harriet .. Lady Harriet la miró de arriba abajo y Gisela advirtió una.
Ahora estaba muerto y en el futuro nadie la protegería. Se t"xprcsión de odio casi fanático en su rostro feo y vulgar.
estremeció cuando oyó pasos que se acercaban a su habitación;
·-Ya sabes que tu padre se .mató -dijo con brusquedad,--.
pero cuando llamaron a su puerta, re~ult6 que era nªda más µn
Sr t'l)mpió el cuello cazando, y eso no debe haber sorprendido a
nadie. Bebiendo como lo hacía, es un milagro que no haya su~
lacayo, que había subido su baúl. ,. . · · .. tttlido antes. ·. . · ·
Al mirar el baúl ya en su cuarto, Gisela pensó que debía
Gisela contuvo las palabras de protesta que J:iabían subido a
abrirlo, pero no hizo nada al respecto. Se sentía no sólo depri-
~us labios. Casi nopodía creer que su madrastra· fuera capaz de
mida, sino también muy cansada. El calor del fuego la hiz9 sen-
tir somnolienta. Se sentó en el tapete deshilachado que había l.1.rtbl~·r así de su esposo muer.to .. <;:omprendió entqi:ice.s.queLady
junto a la chimenea y apoyóu:n prazo en.el asiento.de una silla;
rfamet se alegraba de haberse librado de su mando. .
.
_...;
./
-~

1i8 81!BARA. el nombre clásico en el romanticisriío 119


-Sí, está muerto -continuó Lady .Harriet-. Así que no d<:'j6 nada, nada, ¿me oyes? .•· . . .. .. .: .
t~ngo por qué soportar más tus lloriqueos y tus quejas en mí ca- ·--No ... entiendo -balbl;lceó Gisela~. Me dijo tina vez
sa; · . que si ... moría me -dejaría, entre-otras cosas, su~ éabalfos .
...:_Yo ... no ... entiendo -tartamudeó Gisela. Una sensa• ···Así que te dijo eso, ¿eh? Y tú soñabas en convertirte en
··. ción helada se habíá apoderado de pronto de ella. una pequeña heredera. Pues vas a llevarte una gran desilusión.
Los ojos 417 L~dy Harriet se einpeq1;1eñecieron. ..Jt Tu padre hizo un nuevo testamento hace dos o tres semana.S.
. . -Vuelves mas tonta que de costumbre, ¿verdad? Bueno, ·Qué oportuno! ¿verdad? Y en él me dejó todo a mí ... ¡abso" •'
siempre te has ingeniado para-parecerlo cuan_do así te convertía. /urnmcnte todo! .
Pero, eomo ya te he dicho antes, no eres más que la hija Giscla se quedó inmóvil. Algo estaba volviendo a su memo- .
ilegítima de algún tipo ebrio, sin duda alguna, y de una extran- ,,¡,,, Un hombre extraño había p~ado una noche en la. casa.
jera que no· era. . . t labia llegado tarde; procedente de Londres. Era pequeño, fla-
· -¡Basta! ·-exclamó Gisela-. ¡No se atreva a insultar a mi w y arrugado. Elsie h3:bía comentado que no era el tipo ~e
madre! Puede' decir lo que quiera sobre mí, y lo que diga ahora hoinhrc que Lady Harriet recibía normalmente. Y agregó que
sobre mi padre ya no puede lastimarlo, pero no permitiré que imrnfa un personaje tan frío y sin corazón, que sin duda alguna-
insulte a mi madre en presencia mía. ddHa 1encr algo que ver con la ley. . . ·
Uh valor que nunca antes había poseído, la hizo .enfrentarse ¡A1go que ver .con la ley! Gisela recordó esa noche. Su padre
á. Lady.Harriet con la fiereza de una joven leona defendiendó a tH1ntha ya muy ebrio a la hora de cenar y, sin embargo, Lady
sus cachorros.· . . 1hu rÍ<'I continuaba llenando su copa. Se había preguntado en
Lady Barriet se echó a reír ... con una risa burlona y aguda, ·. lrlíi! m:1sión J?Or qué et.a.tan atenta con ély pens~ que tal vez ~r.a
al mismo tiempo que golpeaba el r()strci de Gisela con su: abani- · pur11 1mpres1onar al v1s1tante. Ahora comprend1a todo. El v1s1-
co de mango de marfil. El ataque fue tan inesperado, que hizo tunw era su abogado. ·
: a Gisela retroceder un paso. Al hacerlo, Lady Harriet la golpeó Usted lo hizo firmar· ese testamento -dijo en tono
de nuevo, eh la otra mejilla. ilUIMt< lor-. No creo que se haya dado cuenta siquiera, de lo
___:_Así que te imaginas que ahora puedes hablarme como tJIH' firmaba. ·
quieras, ¿no? Esto sólo confirma mi decisión de librarme de ti. ¿Y qué si lo hice? --'--Contestó retadora Lady Harriet-.
Pu~des tomar lo que te pertenece, que no es mucho, y te ~ /\.rn.•10 no tengo derecho a defender mis intereses? y o era su es-
marcharás de aquí mañana, antes del mediodía. Si no lo has pm.a, ¿no? ¿Qué derecho tenías tú a su dinero? Y no había sufi-
'hecho, haré que te echen.· · dt'lli e para las dos, de cualquier modo. · . · ·
. · , La ira desapareció de Gisela con la misma rapidez con que su~ ojos la miraron de arriba abajo y añadió: '
había surgido en ella. El abanico de Lady_Harriet había dejado .Sin duda encontrarás algo que hacer . Y si no, siempre hay
dos manchas rojizas en sus pálidas mejillas. Ahora se las tocó un a1>ilo para los pobres, sobre todo.cuando son bastardos como
con los dedos de una mano al mismo tictmpo que murmuraba:
: ca. d"· w, '
- Pero ... ond e ... voy. a u.
. ;> . . .
Sr volvió hacia la puerta. Gisda corrió atras ella.
-¿Y ~ mí qué diablos me importa eso? ·.Pero no puede hacer que me vaya ... así -suplicó-. No
-Mi padre ... ¿no me dejó nada? 1n1tde decirfo en serio. ¿Qué será de mí? Premítame quedar un
Lady Harriet se volvió·a reír.. · poro .... trabajaré para usted.Haré cualquier éos,a. Deme tiem-
-Sabía que llegaríamos a esa cuestión tarde o temprano po1 tiempo para pensar, para.planear, para ver srpuedo cop.se-
-dijo-. M~tete esto en la cabeza toqta que tienes. . . no 'te JlUlf un empleo.
,_
el nombre clásico en el romanticismo · 121
120 .
~!JARA~·=--~~~--~~~--
.

Lady Harriet s~ volvió a mirarla. emperatriz le hal;>fa prometido hacer. arreglos para q~e fuera a
-¡Ah; ·hemos cambiado de-tono! -'---dijo-,,.-; Ya no somos Austri~ y cumpliría su promesa. Pero por el momento sería una
ahora tan importantes, ¿verdad? Bueno, déjame decir las cosas turbación para ella si Gisela le pedía ayuda o se presentaba en
con toda claridad. No te quiero aquí. Siempre te he odiado, Easton Neston como huésped no invitada. ·-. ,
muchachitapetezosa e inútil. Y ahora que soy la dueña absolu- Además,·. Gisela comprendía que Sl.f dignidad personal no le·
-ta de todo, te voy a lanzar adonde perteneces: ¡a la calle! permitiría rebajarse a pedir favores a la emperatriz que había si-
Miró a Gisela ... captando todo en detalle: '.su cabello her- do tan bodadosa y comprensiva. Debía buscar un lugar donde
moso, todavía arreglado por los dedos hábiles de Fanny, sus vivir y entonces podría escribir a la empe~atriz dándole su nueva
grandes ojos, oscureci~os por el dolor y el miedo, su piel blanca dirección. · · "· .. ~
·con las marcas rojas de los golpes que le había dado, la dulce, lira sólo cuestión 'd.e meses, pero para G.isela resultaría un
madurez de su joven figura que se revelaba bajo el vestido mal .'ilMlo, por lo desolada y desamparada que se sentía en esos mo-
cortado. Todos__sus celos se volcaron en la amargura de la voz de mentos.
Lady Harriet al gritar: · · .. De pronto recordó la estrella de brillantes que la: emperatriz
-¡Vete de aquí o te sacaré a golpesde la casa y disfrutaré, le había regalado. Al menos, eso valía dinero. No hubiera
en verdad, de hacerlo! Detesto hasta mirarte,. ¿Me oyes? qu~·rido vende~a, pero era Ja ún~ca cosa de valor que poseía, l?
;; ~Pero, no tengo ... dinero -protestó Gisela-. No tengo· 1m1rn que pod1a salvarla de morir de hambre cuando se term1-
1

para. . . llegar si quier~ a. . _. Towcester. muan las diez libras qu-e Laqy Harriet .le había prometido. ·
-Muy bien. Te daré diez libras -gruñó Lady Harriet-. Y Sr arrojó en la cama, sin saber qué hacer, excepto obedecer
eso será lo último que recibas de mí. Diez libras te durarán sufi~ hu~ 6rdcnes de Lady Harriet y abandonar la casa que había sido
cieñte tiempo para decidir si consigues emple~ o te· lleva el ~u hogar desde que na~iera. Al menos tenía hasta el día si-
diablo. A mí no me importa lo que hagas, mientras salgas de aukntt~ al mediodía. Podría irse a despedir de sus bienamados
aquí. ¿Me oyes? Si no te vas de aquí, haré que te arrepientas de rnbnllos, a los que no volvería a ver nunca.
ello. l!lsic le trajo algo de comer más tarde. Gisela sintió que·-:no
lmlrfo tocar la comida, ni decir a Elsie lo que había sucedido.·
n Salió ~e la habitación cerrando la puerta con estrépito. Gise- -
la se quedó inmóvil, hasta que los pasos de su madrastra se per" . l ··'~ 1n11drncha la miró con curiosidad; pero su intuición le dijo.
dieron en la distancia. Se hizo el silencio y entonces, con repen- ··t\.IU' l :isela t~O deseaba h~]:>lar, r después de algunos comenta-
tino horror, Gisela miró1 a su alrededor; con las manos sobre sus finl'l tnflV('ncionales, volv10 a baJar. . .
· mejillas ardientes. . - · Mib tarde, Gisela se desvistió, se metió entre las heladas sá-
No le cabía la menor duda de que Lady Harriet cumpliría sus IHHlll~ dr su rama y pasó muchas horas pensando en lo limitado
amenazas. Si no se iba, Ja haría echar. O, pedr aún, la sacaría a ¡fo m1 ('(lucación, preguntándose inútilmente dónde, cómo
golpes. Recordó, con terror, que jamás habfa podid9 escapar de t·md1rn ~:1111arsc la vida. . .
los golpes que su madrastra había dejado (:aer sobre su cuerpo · fü~ l«vilnt6 con las primeras luces del alba. Se lavó, se vistió y
delgado, desde que, era niña; dejando grandes verdugones sobre ('fütlnt peinando cuando Elsie entró en la,habitación. .
su .piel. . i:¡( >h, madrugó usted, señorita! -dijo-·. Pensé que hoy
-¿Adónde puedo ir? · _ nnfrht hasta tarde. '
Se hizo la pregunta.en-voz alta; pero .no encontró respuesta. '.r\iiJt&,Mr nnm·ho, Elsie -le informó Gisela.
Por un momento, pensó desesperada en recurrir a la empe- rmpc. Anoche, cuando subí un ladrillo caliente para la
ratriz; pero comp;endió que eso era algo que no podía hacer. La t: I" señora, oí que decía a la coóqera que l1Sted se
· ·rf:
,._
'
~-~-----~ -
<•/ 11ombrf' dásic o en' el romantidsmo 123
122 . .IJM!BARA:. .f
-¿Eso es todo, señorita.? ~preguntó Elsie sorprendida,
marcharía temprano y no necesitaría desayurtar; pero yo le traje -Es todo ~ontestó Gisela.
algo, de cualquier modo. · · Miró hacia el reloj que había sobre la chiménea.
-Gracias; Elsie -dijo Gisela, añadiendo en voz baja-: así -Son las nueve y inedia.'7---dijo-. ·¿Ya la despertaron?
que quiere matarme de hambre. Elsie negó con la cabeza. ·.
Elsie le había traídos dos rebanadas gruesas de pan con man- -Todavía no ~dijo-. Ordenó que no se le despertara ha.S- ·
tequilla y un vaso de leche. · ta que llamara. ·¿Se va a marchar sin despedirse de ella?
-No me atreví a traer nada más, señorita-dijo Elsie-, -No puedo hacer eso -dijo Gisela .. No explicó a Elsie que
por temor de que la cocinera me preguntara para quién era. no era por razones de afecto, sino simplemente porque tendría
-Es muy bondadoso de tu parte haberme traído esto que esperar a que le diera el dinero que le había prometido.
-agradeció Gisela-. No quiero buscarte dificultades, Elsie. Eran ya las once cuando por fin Lady Harriet despertó y Elsie
-Oh, señorita, ¿no puede llevarme con usted? Este lugar llegó corriendo a la habitación de Gisela, diciendo· que su
será insoportable sin usted. Ya sabemos cómo es ella. Usted es madrastra quería verla. · ·
la única persona humana aquí, para decir la verdad. -Está de muy malhumor -'-le informó-. No se quede
-Ojalá pudiera llevarte, Elsie. Pero yo misma no sé todavía mucho tiempo con ella, señorita.
qué voy a hacer. ·-No me quedaré ni un minuto más de lo necesario'
Elsie la miró a los ojos. ,,'"rnntestó Gisela.
-¿La está echando a usted, eh? -preguntó-. ¡Qué mala . Aunque sabía que ésta era la última vez que vería a su
entraña! · madrastra, .no pudo evitar que la invadiera· el acostumbrado
-Calla, Elsie, no debes decir nada. Puede echarte a ti tam- miedo, cuando se dirigió al gran dormitorio.
bién ... y sin referencia. Estaba sentada en la cama, con su delgado cabello prendido
Elsie adoptó un aire solemne. nm rizadores y un chal tejido sobre un camisón lleno de volan-
-No me importaría eso, si pudierá estar con usted, señori- lf.'fl azules, que hacía que su piel se viera más amarillenta que
. ta. Pero tengo que enviar mi sueldo a mi madre. Está ya vieja y mmrn.
no puede trabajar, como antes. · Giscla eritró y se quedó de pie junto a la cama, sinti¿.rldose
-Quédate aquí -le aconsejó Gisela-. Si alguna vez estoy romo una sirvienta a la que están liquidando. ·
en posición de ayudarte, lo haré. ··Espero que no te hayas llevado nada que no sea tuyo
-Oh, gracias, señorita. Eso me da esperanzas. Rezaré tod::i.s .., J.trufi6 Lady Harriet. · ·
las noches por usted, le prometo que lo haré. ¿Adónde irá? Por supuesto que no ~ontestó Gisela. .
· -No lo sé -contestó Gisela. Pues yo no confío en ti -:-replicó su madrastra-. Si no es-
-Bueno, si. quiere búscar trabajo, señorita, será mejor que H1vitm sintiéndome mal, bajaría a revisar tu baúl, para saber
vaya a Londres. Me dicen que hay muchos empleos allá. Yo con cxanitud qué llevas en él. . . .
misma iría si tuviera oportunidad. Mi mamá siempre está di-.·. .. ,, .. puedo subirlo para que lq vea, si lo desea -sugirió Gise-
ciendo que las muchachas que van a Londres se meten en difi- ht, . .
cultades; pero debe haber algunas que no lo hagan. -~No quiero impertinencias tuyas -respondió Lady Harriet
-Sí, tienes razón, Elsie. Me iré ·a Londres. nm brusquedad-. Dame esa caja de dinero que hay sobre el
Elsie le ayudó a guardar las escasas cosas de su propiedad, tist:rltorio. • ·
sobre los viejos vestidos que había llevado en el baúl a Easton ; Gisela obedeció y Lady Har#et la abrió con una llave que
Ncston. ·
el nombre ciásico en el 'romanticismo 125

124 ·~. l\rn u.na sensación extraña y también ·desoladora, saber que
.pendía de una cadena de su muñeca. ·Gisela notó que·habíaen , prr,tenecía a nadie, qUe nadie sabía dónde estaba; ni a nadie
su interior uñ~ pila de soberanos de oro. Lady Harriet contó
1111
k in1drcsaría saber qué le sucediera. Tenía la impresión de que
\diez de ellos, acariciándolos con sus dedos huesudos, como si le 1:1 1~r:~h metr~p?li se la trag:ría y qu.e una vez que llegara allí,
disgustara separarse de ellos. ' dr¡ana de existir, ya no Sena ella misma. ..
-Aquí hay diez libras -"'.dijo por fin-. Y da gracias 'a tu Ardfa un cálido fuego en la sala de espera. Gisela se sentó
, buena suerte de que soy tan generosa contigo. Es más de lo que fr<·n1c a él, en la dura banca de madera,_ recordando el pasado:,,4'
mereces, pero me alegro de no tener que verte más. No vengas lkí<l que su .mente corriera de un lado a-otro_, a voluntad,.
arrastrándote a pedirme más, porque'no te daré ni un penique. t•k111prc y cuando no se detuviera en lo ql!e había sucedido en ·
-No lo haré. -aseguró Gisela. _ r·tm~ dos extrañas noches en el Castillo Hawke. Sus pensamien-
Lo dijo más éomo si fuera uh voto; que una promesa. tni; n·liufan con tanta vehemencia el recuerdo de Lord Quenby,
Lady I-larriet cerró la caja del dinero y dio vuelta a la llave. que /)Of mom~n,tos. sentía como si est~vie;a huy~ndo de algo
-Adiós -añadió Gisela. .. que. a perseguma siempre, de lo que Jamas podria esq1par ..•.
Lady Harriet se apoyó contra las. almohadas. Miró a Gisela y · listaba acalorada y .un poco rígida de permanecer sentada
fue como. si su frescura· y su juventud fueran insoportables para talllo tiempo, cuando por firi el tren entró en la estación de
ella. Cerró los ojos y dijo con voz áspera: To~vccst:cr. En contraste con la tibia sala de espera, el vagón de
:__¡Vete ... y no quiero volver a verte por aquí! lCIT<:<m dase al que Gisela_ subió estaba,helado. Había escogido
La joven salió dé la habitación. Abajo la esperaba el viejo 1111 vngón que indicaba: "Sólo para damas", y lo encontró ocu-
birlocho usado para hacer las compras del mercado en Towces- pudn por una mujer gorda, con un bebé que lloraba sin cesar, y
,·:, ter. Cuando había bajado a despedirse de los caballos, se atrevió una que la miró con expresión de desagrado y que, era eviden~ ·
a decir al cochero: · - , 1r, 110 tenía deseos de conversar. , ··
-Me voy de aquí, Toro. ¿Podrías llevarme a la estación? __ [)os mujeres más subieron etf omis tantas estaciones Y~ aun-
· -¡Claro_ que la llevaré, señorita! Este'°es un día triste para to- que las ventanillas se nublaron con el aliento detodas, el vagón .
nu St' calentó. Gisela sentía los pies adormecidos de-frío. No
Gisela no contestó, pero el hombre la miró de frente y aña~
dos nosotros, porque usted se va. .·
lmhfa comido ni bebido nada desde el vaso de leche y los trozos
dió: . . . dt'. pan con mantequilla que le llevara Elsie a la hora del desayu-
-Yo entiendo, señorita Gisela. Yo entiehdo muy bien. llD, No tenía hambre, pero temblaba bajo su delgada chaqueta,
Elsie la esperaba en el vestíbulo. Se inclinó y le besó la me- . iwnque sentía que era más de miedo que de cualquier otra cosa.
jit!a. Estrechó la mano del viejo Hill. el mayordomo, y-subió al Londres estaba cada vez más cercano. CuandQ_por fin, a las
carruaje. Toro fustigó los caballos y se alejaron por el sendero cinco y cinco, el tren entró en la estación de Euston, Gisela se
central. Gisela no volvió la vista, porque no soportaba ver por si11ti6 invadida por un repentino terror. Sintio que no podría
última vez a su hogar. · _ .· · h¡¡jar del vagón, que se quedaría ahí para siempre, antes que
Llegó a la estación de Towcester poco después del mediodía. lunt.arsc a lo desconocido.-
Encontró que había perdido el tren de la mañana y debería es- Los pasajeros, sin embargo, salieron a toda prisa y Gisela se
perar mucho tiempo para el siguiente, ya que no salía hasta las vio obligada a seguirlos. El ruido y la agitación que había en la
tres y diez de la tarde rumbo a Londres. A Gisela eso no le im- cstad6n la hicieron sentirse más des~oncertada que nunca. Los
t)ortaba. No tenía cita con nadie, ni nadie la esperaba.' Le ffü>l;OS se abrían paso .en!re la multi~ud empujando cartet~llas o
)arccía que. no tenía_nínguna importancia el horario de su arri~ t~l\l't'ttos llenos de eqmpa1e. Los .pasa1eros gntaban en medio del :
'>0 a la cap1tal. · · . . -·
\
126 ·SM.BARA
-
ruido·de las·Iocomotoras. Todos caminaban por el.andén hacia
el compartimento de equipaje, ubícado en l~ sección delantera
del tren. ·
_ Gisela se dejó llevar por la multitud. Debía conseguir un
mozo para llevar su baúl, pero todos parecían ocupados ..Fuera
,.._,,del vagón de equipaje se,, había reunido un numeroso gru~o.
Los mozos sacaban los baules de tapa redonda y los portatraJes·
Capítulo 12 ·
atados con fuertes correas. · _ .
~ a mente de Gisela luchó lenta y dolorosamente por vol-.
-Se quedó de píe a un lado, pensando que si esperaba lo sufi-
ciente, tal vez viera sacar su propio baúl. ·
~ l 1'1 ve~ a la conciencia. Te?ía una sensa:ció~ de desastre: in-
• mmente, de_ temor, asi como un deseo Intenso de esca"
-¡Cuidado atrás, señorita! .· PHI'. Entonces percibió el estrépito de las ruedas de un carruaje,
La aguda advertencia del mozo la hizo estremecer. Se volvió d<"' algo tibio y suave que cubría sus piernas, de algo también
para darle paso y al hacerlo miró directo hacia el rostro orgulloso muy suave, bajo sus hombros. .
y severo de un .hombre alto que avanzaba por el andén. Sus ojos Abrió los ojos. Se enéontraba en un carruaje en movimiento.
se encontraron y por un instante Gisela quedó petrificada. · Junto a ella, mirándola, estaba Lord Quenby.
Vio su expresión de indiferencia transformarse en una de · Por un instante el rostro masculino tembló ante ella. Con un
sorpresa y después en otra de incredulidad. Lo vio acercarse y 1:.~l\wrzo casi sobrehumano, se obligó a enfocar la vista para po-
entonces, a toda prisa, con un pánico que la hizo enúar de ma- dn vedo con claridad'. · .· .
nera instantánea en acción, se volvió echándose a correr. No Está usted bien ~susurró él con suavidad, pero su voz só-
tenía idea adónde se dirigía. Sólo un pensamiento la consumía: lo tuvo ~l e_~ecto de arrojarla al pánic? de nuevo. ·
huir ... esconderse. ·- ·Debo irme .... debo ... -trato de hablar, pero las .pa-
·~ ¡
Había dadcj sólo dos o tres pasos ct!ando un mozo, con un luhrns salían débiles y entrecortadas de sus labios; mientras tra~.
pesado carro de equipaje, se cruzó en su camino. Gisela chocó rnha de incorporarse.
:i contra él a ciegas; luchó por un momento para evitar.la caída, Quédese quieta. . . .
1 1 pero sólo encontró el vacío para asirse. . Las palabras eran una orden e instintivamente las obedeció.
Cayó en un terror de confusión, sintió que algo le golpeaba f?.I extendió la mano y cubrió con ella los dedos helados de Gise-
· la cabeza;· la oscuridad pareció sutgir del suelo, rodeándola ... lu, que sintió estremecerse con su contacto ...
y. entonces no supo más, ya hundida en el olvido ... Se golpeó la cabeza -agregó él~. Cierre los ojos y des-
nlll!iC'. Yo cuidaré de usted. ·
Pero yo ... no puedo.-, . -empezó Gisela.
·-,Debe hacer lo que se le ordena. .
Había algo inexorable en su voz, algo qúe le hizo cerrar los
njm; dtscando caer en laüiconciencia;, Si sólo pudiera deslizarse
cm la oscuridad y no saber más. .. . . -
¿Qué estaría pensando él? ¿Qué podía decirle ella? ¿Cómo -
J10(frfa explicarse?· Las pregunt~ martillaban su cerebro_,
itlle'ntras, obediente, mantenfa fos,ojos cerrados. ·. ·
¿Por qué tenía que haber sucedido· eso-? ¿Por 'qué tenía que'.
"'li
128. &f!BARA-::-~------~ _l el nol]lbre' clásico en el romaáticismo 129

enconúar ptecisamenté a Lord Quenby al llegar a Londres? sr· bllm1 Y}lllC sus piernas prometían vencerse én cualq~ier tnó- .
sólo hubiera podido escapat entre1a multitud, él habría perisa~ . Olt'fllq. A pesar suyo, tuvo que apoyar~e en él y se alegró de la
do .que había sido sólo una ilusión óptica su presencia en la esta- i ft)'t11hl que su brazo le brindaba. Sentía la cabeza muy ligera y
ción. . · '' loii 1H1roncs más lejanos del vestíbulo parecían estar danzando a
Ahora tendría que enfrentarse a la verdad. Sintió que su GO~ ... -U ¡1lrc·dcdor. · ·
razón punzaba aún con. más violencia que su cabeza. Debió ha~ . l lagan venir a la señora Banks -oyó decir a Lord Quenby,
berse golpeado con la rueda de hierro del carro del equipaje, ·. u m voz aguda y autoritaria.
pensó. Eso explicaría el dolor intenso que tenla en la frente; cer- La señora Banks está aquí, milord.
. ca del nacimiento del cabello. ( ihcla se preguntó si se desmayaría por lo débil que se
· Hubiera qüerid? tocarse el golpe, explorar el daño causa~o. ilt'llt j¡¡.
Pero estaba demasiado asustada para moverse. Al niehos, s1 se l,md Quenby estaba hablando con alguien que se acababa
mantenía quieta, c;on los ojos cerrados, él no le hablaría. Llegó a tfo ar crear a ellos. . · ·
la conclusión de que lo que más le aterrorizaba en esos momen- · Scfiora Banks, esta: sefiorita tuvo. un accid.ente y creo que
tos era lo que él pudiera decirle. Se preguntó, también, adónde 8t! lusdrn6 la cabeza. ¿Quiere ver qué puede hacer por ella y, si
la llevaría. · · lo considera necesario, mandar a alguien a buscar al médico de
De pronto recordó su bolso de mano, que contenía su dinero Íllfll('tliato? · . · · · ·
y el broche de brillantes que le diera la emperatriz, y que . .. ¡Pobrecilla! Venga conmigo; señorita. ~·. -dijo una voz
! constituía toda su fortuna. Abrió los ojos, aterrorizada. · · .·. ~mtv<·, en tono maternal. .
-Mi ... bolso de mano -exclamó con voz débil-. ¿En .·. ( iisda levantó la vista, agradecida. Una mujer de cabellos
dónde ... está? .bhtmos, sin duda alguna el ama de llaves a juzgar por el tradi-
-Está aquí -contestó Lord Quenby-, a su lado. (iomd vestido de seda ríegra y un gran llavero que colgaba de su
. Gisela puso la mano sobre él y lan.zó un suspiro de alivio .. dmura, extendió los brazos hacia ella. Sintió que la retiraban
· '-Gracias ... -dijo-. Yo ... dfl apoyo de Lord Quenby y la conducían con gran cuidado por
i Lo que iba ·a decir .murió en sus labios. El carruaje se había ht t~srnkra que llevaba a la plant.a alta. Se sintió con deseos de
detenido frente a una puerta. Miró, a través de la ventana, una llonu por la bondad que alguien desconocido le brindaba.
enorme casa cuadrada, rodeada de jardines, con una imponente La condujeron a un amplio dormitorio donde fa sentaron en
entrada de columnas, y .vio que varios lacayos de cabello empol- un sillón. La señora Banks no pareció dar oc.den alguna, pero
vado se apresuraban hacia el carruaje. U!Hl doncella se apresuró a eocender el fuego, mientras otra lle-
' -Debo. . . irme -logró decir. vaba agua caliente y toallas de lino al lavamanos y una tercera·
-Esta es mi c;asa -,informó Lord Quenby-. La invito.a pon fa yerbas que despedían un aroma muy agradable en el agua
entrar, para que le atiendan ese golpe en la cabeza. ·· rnllent:c, y qµe hicieron desaparecer el dolor cuando la señora
Era una invitación,. y ella comprendió que no podía recha- Htmks bañó la herida que Gisela tenía enJ~ cabeza. Un lacayo
zarla. Miró a su. alrededor con desesperación~ pensando si sus · Hnm6 a la puerta y entró con una-copa de vino que la señora
piernas le responderían si -intentaba correr. Antes que pudiera . H!lnks insistió que Gisela bebiera. •· '
pensar o planear algo,· sintió la mano de Lord Quenby bajo su · ··~·Está usted helada y temblorosa, señorita -dijo-. No hay
brazo que la conducía por la escalinata de entrada, ingresando · mtda rnmo un poco de vino para devolver el color a las mejillas y·
luego a un gran vestíbulo con piso de mármol. . . t;:uleotar la sangre. Bébalo.. Le hará mejor que esas medicinas del
Se sintió.humillada al comprender que tenía las rodillas dé- . d1u~tor, de sabor tan desagradable., ·
/

·-1
- 130
~~~~·~
&/!BABA ,., noml>rl' ( /,hic o ('f} " ' rornanri< i~mo 131

/ - -· Gísela- obedeció porque se sentía demasiado débil para'.-' n·pisa de la chimenea, los cortinajes de brocado, los
cutir. Y en verdad, sintió que su cuerpo se llenaba de uri~~ll~ ,, r11 m;u-cos dorados y los muebles bien pulidos, todos
calor casi al instante. Su valor pareció recuperarse juntó
color de. sus mejillas. ·· -
c0*
. · X.
ilhn11 una opulencía capaz de provocar envidia.
J'C1 11;11 ia su bolso de mano, con un suspiro de alivio. Al
:j
. -Así está mejor -afirmó la;señora Bartks en ton~\< IH1 lwhfa perdido el poco dinero que tenía. Daría las gra~
¡ aprobación-. El golpe no fue tan malo, d~spués de todq. M, tonl Qucnby por sus bondades, y se iría tan pronto como
k ñana aparecerá una inflamación allí, pero no se rompió la pie tm~i hit. De pronto sintió que asomaban las lágrimas a sus
·y, lo que es más, no se verá. No hay nada que no pueda ocult~ Trnd ria que lanzarse sola a un mundo que desconocía:por
se con una onda de ese precioso cabello suyo. - <· h~to, y 110 le quedaba otra alternativa.
--"'-Gracias -sonrió Gisela-, ya me siento mucho mej9i; M'Oorn Banks volvió corriendo a la habitación.
. -Cuando se sufre un accidente, es la mente la que padec ·'l\tl wmo esperaba, señorita, nadie pensó en recoger su
más que el cuerpo -aseguró la señora Banks-. Y ahora, sim, Yn he enviado por él a la estación. Mientrastanto, hay un
permite ayudarla a quitarse ese vestido, señorita, haré.que ttlfl dr su señoría, diciendo que espera que se sienta usted
limpien y lo cosan. Está en condiciones desas(rosas; comopU:ed · íUHr bien como¡ara cenar en su compañía.
ver. - ·· l'i('fH' la bonda de informar a su señoría -respondió
· Gisela bajó·- la vista, llena de const~rnación. ¿Qué hal:>rí~_ en voz baja-, que he hecho otros arreglos y que me
pensado Lord Quenby al verla en tales condiciones? ,·se preguq 11alir de aquí en cuanto llegue mi equipaje?.
tó, El andén de la estación estaba mojado y lodoso, porque ni ,h•va1f el mensaje a su señoría -contestó la señora
había cesado de llover desde que saliera de Towcester. Su vesrit· , Pc-:ro antes de bajar, permítame su vestido, señorita.
do estaba cubierto de lodo y había una gran rotura, cerca del r~ 1tlgtín tiempo limpiarlo.
1
ruedo, . .donde la falda debió haberse enredado con e carro del . ~
~f. i•t', desde luego -aceptó Gisela, poniéndose 'de pie.
eqmpaJe. ~(1 a desabotonar el talle con rapidez. ' _
· En ese instante, al mirar su vestido, recordó su equipaje; l'irnt ia avergonzada de que la señora Banks pudiera ver sus
-¡Mi baúl! -exclamó-. ¿No sabe si alguien pensó en tra~J- 10! viejas y parchadas; pero éstas se habían ensuciado tam-
mi baúl? · - - ·•· . <: ~1· las quitó, mientras la señora Banks sacaba una bata de
___:.¿Estaba en la estación? -,-preguntó la señora Banks~ , _'_-; crrdoµclo de uno de los guardarropas. - .
! -Sí., en el vagón del equipaje -J.:ontestó Gisela. - - ;,¡ lt~p~:ro que no le importe ponerse esta bata -dijo-. Per-
-Entonces puede estar segura de que su señoría no se acot} ít hi prima de su señoría, Lady Mary Hawke. Ella siempre
" dó de .él. ¡Así.son todos los hombres! Investigaré ahora miSm()i ,!rda aquí cu~ndo v.isita Londre; y me deja en_ cust~d!a su·
señorita, y si no está aquí; enviaré a un lacayo a buscarlo·: ':• \N 111rn dulce Jovencita, que hara su debut el ano prox1mo.
-¡Oh, muchísimas gracias --c-dij_o Gisela. ··' ·~ t'NJ>rrnmos que su señoría organice un baile para ella.
Se apoyó de nuevo en el sillón y sintió que dism'inuía su agi, l\s1íi usted segqra de que a Lady Mary no le importará
tación. Ya a solas, miró a su alrededor, observando por primét: .\ti preste usted sus prendas? -preguntó Gisela, nerviosa.
vez la· habitación en la que se encontraba. Estaba amµeblad fit'l1ora Banks se echó a reír.
con el mismo buen gusto que preval_ecía en el Castillo Hawk~ Ludy Mary daría su mejor vestido a quien lo necesitara
El mismo aire de lujo y riqueza, indefinido, pero evidente dó'~"-, Tiene un corazón taq bondadoso, que yo siempre
reinaba en el ambiente. Los candelabros/el tintero, el portap,1-# ") que la gente abusará de ella toda su vida. La. he visto·
mas del escritorio, en .plata bien .pulida; _los valiosos a:do,ttjf Hornndo al ver enfermo al monito de un organillero ita:7 _
132 ~flAllA·•. 1•/ 110111,ue clásico en e/romanticismo

1iáno. Yno son pocas las veces qudlegó a casa con el polsd'v~. ~~hí ~·i111 ¡¡¡ que su corazón daba un vuelco repentino;•
·porque alguien le contó una historia de desventura, que c(,ú1-i:' t»i'iP, 110 puedo ... quiero decir .. '. no tengo nada qué
da seguridad era falsa de princ:ipio a fin~· . . .· ·. ;·. :. lhf 1ilw1a.
La señora Banks continuó hablando de Lady Mary y Gisefa Br prnsado en eso, señorita ~contestó. la señora
· preguntó si no se casaría algún día consu primo, para conyétf Y mt pregunto si le importaría ponerse uno de los
se en la señora de.esta hermosa casa y del cástillo. Tal vez e:i ¡~ dt• L1dy Mary. El arreglo de su vestido tomará algúfl
. había sido planeado ya por las_dos familias. Había una·suaye,. , 'i: ,,¡ ·~prcs~ro a las doncell~, lo harán muy mal. Ya me ha
dulce fragancia en :la bata y pudo imaginarse a Lady M:;try, p~ lll11 ;,, sr viste con un vestido de Lady Mary, cuando haya
. hia, gentil y muy dulce, la esposa adecuáda- para cualqui t1it1l11 :;i.t entrevista con su señoría, tal vez su Pt:<?pio yesiido
hombre. · <': !Uíl. 11.~t il o quizás su baúl haya llegado. . ·
'. ·."Nunca me casaré" se juró, y sintió un repentino acceso . uJo ••011aba muy razonable, pero Gisela comprendió que
il
¡¡
celos, porque, ·aunque ella había. perdido su corazón p*j tr111l>lando. ,
: [
1 siempre, Lord Quenby podía casarse con quien quisiera. . .~,;.. Vi1 .. , no creo que un vestido de Lady Mary me: ..
:f !' La señora. Banks reunió tódas las prendas que Gisela se hafü ht 111urmuró.

quitado y se las colocó en el brazo. .· · c.:} l\i1rno, rnc sorprendería mudio que. no le quedara biert.
-No tardaré mucho, señorita --:dijo-. ¿Se siente bi~1 d p~·11sando, mientras bajaba, que las dos son más o menos
11 ! : 1 ah ora..' . .. ·. _ , .. "'. tt1h1na talla. Lady Mary es un poco más alta que usted, se-
!
-Me siento muy bien -contestó Gisela-, aunque un póó ¡wn1 romo está todavía en· 1a escuela, usa sus vestidos
abochornada; en verdad estoy disfrutando de su forma de riíi'' nn~ que usted. De cualquier modo, nada se pierde con
I::
! \ : :
marme. ., , .iverdad, señorita? ·
b ¡ I.a señora Banks sonrió. · · · .. u. no por supuesto que ... no -eaceptó Gisela, sintien~
-Es un pfacer paramí, señorita .. Como yo he dicho coniªA lu "staban impulsando hacia algo terrible de lo que no
ta frecuencia, en esta casa hace faltagente joven. . · «~.rapar. .
Salió de la habitación y Gisela, hundiéndose de nuevo:en'. t•finra Banks se dirigió al 'guardarropa. ·
sillón, miró hacia el fuego. El tiempo estaba pasando. Tendrí: f temo que Lady Mary se llevó con ella todos sus vestidos
qµe marcharse pronto si ·quería encontrar un alojamiento ade r, Pero hay un vestido de noche que estoy segura le
cuado para pasar la noche~ , ' · .: i 114 ~1 usted. Es muy bonito. -
!: Se preguntó cómo podría encontrarlo. Tal vez el cochero dé Jcflnra Banks trajo del anaquel un vestido, muy juvenil,
. carruaje ~que alquilara le pod.ría suger.Jr algún si.tio. .· .· .· ....·.· ·.~.·.· : li11a verde pálido con adorno~ de encaje blanco. Era uno -
La caida deb1a haberla afectado nías delo que pensaba; por ~H idos más bonitos que Gisela había visto en su vida.
que de nuevo se agolparon las lágrimas en sus ojos. Parpad~ó tll'ia arruinarlo. · ··
enfadada consígo ·misma. Este no era el momento de.ser d~bil h, no! Este es un vestido que Lady Mary usa sólo para
Ahora era cuando debía ser fue.ne y resuelta. · · ·· \la familia -protestó la señora Ban~s-. No es upo de
La señora Banks reapareció. · . • l't~ v~stidos. E~ re~li.dad, t~e!1e ya <.:on él algún tiempoy _
-Yo misma di el mensaje de usted ·a su señorfa., señ9.1'J t'ltmme en su prox1mo viaJe a Londres ...
-dijo~. Y me . pidió que le dijera que . si tiene uStecl/iY tonces ... ¿usted cree que ... está bien que ... lo
compromiso para ce11ar, lé agradecería mucho que hahlar~·~ii ;H'cguntó Gisela. . · - , ... · · .
él abajo. · · ·· .· ·· .. , , ··· . ,iern querido peditque le trajeran su· propio vestido, pa-
134 lw.!!JARA~~~-'-~~--~ ::·º~i~";-:<·;::...,~~-.,, ..,,..,,,.,. ,_ "_,.., el nombre clásic~ en el romanticismo 135
ra poder salir de la casa sin ser vista por Lord Quenby. Aunque ~lm i<I <; iscla cuando entró en el círculo de luz que rodeaba la
la ititimidara la idea de enfrentarse .a Lord Quenby, un sentido r hin 1rnca. ·
de justicia le decía que debía hacerlo, porque él tenía todo el 1~Sc siente mejor?
derecho de .exigir una explicación. . . N( > esperaba que la primera pregunta se refiri~ra a ella. De-
. Estaba tan hundida en sus propios pensamientos que no ad- hidu a la sorpresa sintió que la sangre·sub~a a sus mejillas. .
virtió que la señora Banks la estaba ayudando a vestirse, hasta l\stoy ... muy bien, gracias. Me he récuperado _,_dijo Gi-
que estuvo lista. Se volvió pára contemplarse.en el espejo. Por ¡,~·la 1011 firmeza-. Y debo irme tan pronto como mi baúl lle-·
un mo!flento su cerebro no registró la imagen que tenía ante · . •!111' (le- la estación, · . .
ella; entonces vio que el vestido de Lady Mary la mostraba muy. L:1mento que, en mi agitación por su estado de salud, ha-
joven, inocente e insegura de sí misma. pa.'iado por alto el hecho de que debía usted traer equipaje en
Una vez más la ropa la transformaba. Esta no era la orgullo- d 'lé'll. ..
'1
sa, imperiosa y bella imagen de la emperatriz. No era tampoco Estoy segura de que lo encontrarán -respondió Gisefa
la pobre muchachita pobre, desventurada y. mal vestida, que . 1rn1 1111 optimismo casi desesperado. . .
i.' había sido arrojada de su propia casa por la crueldad de su . No lo dudo -comentó Lord Quenóy-. ¿Vino usted a.
. madrastra. Estaba ahora convertida en una jovencita fresca· e l,011drcs de visita?
inocente, que se asomaba con ojos asombrados a la vida. Su piel· Pues ... sí. .. así es -tartamudeó Gisela.
se veía muy blanca entre los encajes que velaban su esbelta figu- El pareció recordar de pronto la cortesía.
i
',1
ra, disimulando su falta de madurez. Su cabello rojizo bríllaba ¿No tiene la bondad de sentarse? -le preguntó, inditan-
1
·como cobre bruñido a la luz de las velas, mientras la señora du 11 oa silla junto. al fuego. ·
·: Íi Banks lo arreglaba con dedos hábiles. · . <ira ... gracias. · ·.
!:
1
-Ahora está usted lista, señorita -dijo__:. Y se ve muy her- . Uiscla se sentó y arregló la amplia falda de su vestido, recor-
mosa, si me permite decírselo. . · dundu a quién pertenecía éste. · .
-Gracias -:-:respondió Gisela con timidez. La señora Banks me convenció -observó-, de qm; podía
j I ; .)
,-,-'-Su señoría está abaj~ -continuó la señora Banks-. Yo la tmrnu prestado un vestido perteneciente a su prima, Lady Mary,
acompañaré hasta el vestíbulo y uno de los lacayos abrirá la mientras el mío es reparado_. Espero que a Lady Mary no le ...
puerta de la biblioteca para usted. trrthtdat;i que haya hecho yo algo· así. .· ·
-Gracias .... -respondió Gisela, sintiendo que sus diéntes , .. Es1oy se~uro de que ella estaría e~c~ntada -contestó Lord
casi castañeteaban al decirlo. (JU!''fl hy --. Siento mucho que su vestido se haya dañado. ·
1
¡
:
'Un lacayo de resplandeciente librea cruzó el vestíbulo de·· · No. . . tiene importancia -contestó Gisela.
mármol, frente a ella, y abrió unas puertas dobles de caoba. Gi- .c. St· liit:o un repeqtino silencio en el que ella podía oír y sentir
!;'
sela las franqueó y se encontró en una habitación amplia e im~ ;/l~~ hH idos desesperados de su corazón. Entonces él formuló la
pon_ente, pero con cierta atmósfera de íntima comodidad. .llnif!t.IUla que ella había estado temiendo. . .
. El la estaba esperando, de pie, muy alto y muy arrogante, ·· ·· ··)Me podría decir cómo se llama?
frente a la chimenea; .. · .· Soy. . . Gisela Musgrave -"-contestó en voz baja.
Se había cambiado de ropa, y ahora vestía una chaqueta for- ,, ¿ll.~t:i emparentada con ·el squire Musgrave?
mal en terciopelo azul zafiro oscuro, sobre una camisa blánéa al- J n ... era su· h""
, ..'"'"" ¡:, lJa. '-
midonada. El conjunto: resaltaba el azul acerado de sus ojos, hija!
que la contemplaban como tratando de penetrar en ell¡;. ESo:. Qucnby pareció sorprendido.
-· )\imm~
iíl[["
~-- ~ 'J,'
D4DBARA. e/ nombre clásico en e/ r9manticismo ·
136 ~-
.
-¿Usted ... conoció a mi padre? ··Yo. . . siento. mucho lo que. . . sucedió -se disculpó .
137

''.,
'-No, pero había una descripción de su muerte eq. los pe- · Oilwla ·. Y ahora, por favor ... ¿puedo irme?
riódicos de hoy. · · Si111 ió que no podría resistir quedarse por más tiempo. La
-¡Oh! . ".Uh1Kiún que la sacudía por dentro, Ja calma con que élla esta-
,-¿Vino usted a \Londres a comprar su ropa de luto? IHi intc·rrogando, resultaban mucho peor de lo.que ella había
-sugirió Loixi QuenBy. · · füjHWSIO.
r-~ - ·Nt·NtHd"d
1 o. 1 o. e. eJa o ... m1. casa. ¿No cree usted que tengo derecho a una explicación?
Volvió la cab~z1( al decir eso, mirando hacia.el fuego. Su pe- .·. p1qr,untó él. · - . ·
queña nariz respingada y sus bien definidas facciones se perfila- , Si, sr, desde luego -reconoció Gisela-: Pero usted fue el
ron en silueta contra la sílla en que estaba sentada. Su expresión nrnyor rulpable del? suc~d!do. Su Majestad espe5abaser reci.bi- .
de profunda tristeza. era evidente. ·• - · . dit por su padre; se 1magmo que yo me hospedar1a en el castillo
-iSería impértinente de mi parte preguntarle por qué? fOll un anciano que, según él mismo declaraba, estaba muy sor-
-No puede interesar a usted esto. Pero mi madrastra, Ladf do y ntsi ciego. Habría sido engañado con facilidad. · ..
,; Harriet, nunca me quiso. Ahora que mi padre ha muerto, no . · Es cierto -aceptó Lord Quenby con frialdad-. Mi padr<'.!,
'1
,i
1

hay lugar para mí en la ca.,.sa, que le pertenece a ella. diti lhtber estado vivo, habría escuchado muy poco su conversa-
;
-Comprendo. Así que ha venido a Londres. a quedarse con ~!h111 y habría visto menos. Pero eso no contesta aún la pregunta
alg~n familiar. ¿Quiere que me ponga en contacto con sus fa".· d~· poi qué tal personificación eta necesaria.
! ~ ( iisda unió las manos.
1

miliares? · ·
-¡No, no! Yo no tengo parientes. Para la emperatriz significaba tres días más dé cacería.
-Entonces, ¿qué intenta hacer? . ._ Lord Quenby echó la cabeza hacia atrás y rió.
-Yo ... no lo sé -agregó Gisela y de pronto recordó con . Asi' que ésa fue la razón -di jo-, nada más sensacional ni
quién estaba hablando-. Creo, milord, que es asunto mío. Es mstíi dramático que el deseo de no perderse unos días de c:acería.
muy bondadoso de su parte preocuparse por mí, pero no hay-ra- .. ·· · Cuando~ Su Maj~sta~ supo lo que h<l;bí~ :ucedido y que us-
zón para que lo haga. Estoy aquí sólo para decirle lo que usted. ·ttd eMaba ah1 ....-contmuo Gisela-, se smtio consternada.
¡'
desea saber sobre otro asunto muy diferente. Una vez hecho • ·,Sr enteró, supongo, antes que usted volviera -observó
eso, .me m,archaré en el acto. Comprendo muy bien :mi ... posi- t'd qucnby, entrecer~ando los ojos-. Por eso fue que se
ción. <·
/ . · itlho usted a toda prisa.
-·Me· alegro de eso -repuso Lord Quenby con una leve· ·. Si', ésa fue la .razón -reconoció Gisela.
sonrisa en los labios-. Pero confieso que me siento muy des- y usted fue tan obediente al mandato imperial que todas '
::; c:oncertado. Cuando la vi en la estación pensé que me había ~ Nrlplkas no lograron convencerla de quedarse un poco más.
1 ~:
vuelto loco. Ahora que la he visto de cerca, el parecido con la · ,.,,,}!~raba yo ... sirviendo a la emperatriz. No estaba en mi
dama a la que personificó no parece tan evidente. De hecho;· · L , . desobedecer sus órdenes.
me asombra mucho que me haya dejado engañar. ,,,,.,pm supuesto. Pero, ¿las órdenes de quién está obedecien-
-Pero yo soy. . . como la emperatriz -afirmó Gisela. . thorn?
' -'-En algunos aspectos sí. Sus faceiones, su cabello, sus ojos; ()~ nadie! -protestó_~isela-. Y ahora, por favor, i'-
Pero en otros sentidos, dudo que haya mucha semejanza.Yo es- ·• 0 mnc?
toy, desde luego, Q.ab~ando en una posición desventajosa, y.i;> ~Adónde? -preguntó él-. No puede usted imaginar
que nunca he .visto a la emperatriz en perspna. · ;:JQf tan insensible para omitir tal pregunta, ¿vefdad? ·
" .... &fl~BARA ' (•/ 11ombrP </ám o en e/ romanti< ismo- 139

-Yo .. '. yo tengo, .. planes. , · pm lo que ocurrió, sólo puedo pedirle que sea lo bastante
-¿Puedo saber .cuáles son, si no son muy secretos?· . ·. , ~Auimo como para olvidar y evitar el daño que provocaría fa
¡,
- Yo. . . creo, milord; que no interesan a nadie másqué iu 1Ir h> sucedido, que perjudicaría en extremo a la empe-
mí -contestó Gisela, casi con desesperación. · · '.· " ,
:'i:
· · -".No estoy de a-cuerdo. Se, está haciendo tarde 'ya y Londi rYo no estaba pensando en mí, sino en usted. Fue imper-
¡'• es un higf-r pelig_rosd para que una jovencita ande por s~s c~llé hlr t olocarle a usted en esa situación.
sola, en la oscuridad. · · > </ se echó a reír del alivio que sintió al escuchar eso.
i1tt'IH t así
- Yo sé cuidarme bien -sentenció Gisela, levantando· . no tengo importancia. ¿No comprende? Yo no
;;1,k:•.Ve111 yo
\ .. barbilla. / , JHhlit·, Para mí fue una maravillosa experiencia poder usar,
1.
-Lo dudo mucho -contestó él;. Mire lo que ya lehap ·· Vt'1 r11 mi vida, ropa fina y joyas, ir a casas como Easton
. sado. La utilizaron sin consideración alguna; la colocaron t JU y después a su castillo, ser atendida, festejada, en lugar
1 una posición ignominiosa y repre?sible, sólo porque se_par(!i t ~ulp('ada e insultada. Usted no necesita preocuparse por
1
·¡ usted· a una dama mµy h~rmosa e mteresada en sus propiosfl., :!ur 1111a experiencia que nunca olvidaré.
i ceres: · ( 1thom que ha terminado; ¿no quedan cicatrices en su
! 1
l
1'

"r
-No .se causó daño a nadie -replicó Gisela.
-¿Está s~gura de eso? -preguntó él.
Recordó de pronto cómo había tenido que salir casi a fa fu .
...
''
ht
~tda permaneció en silencio.
Nv 1cngo nada que lamentar -contestó con firmeza
~
;

¡' ~ za del saloncito plateado, apenas hacía dos noches. Sintió qúe: , Nada en absoluto.
1 ~iill embargo, podía haberse lamentado por lo sucedido
t; · sangre subía a su rostro y que sus ojos se llenaban de confusió
:,11 r
1
r
'
Sin mirar a Lord Quenby, Gisela se puso de pie.. . :< f6 <;l , . Supongo que usted no se ha dado cuenta de la
'h
.l · -No hay más que decir, milord. Mi vida privada es mía. S n tan comprometida en que ha quedado. Usted, una jo-
lo puedo pedirle perdón por lo sucedido y suplicarle que em
1
' vino a mi casa y se hospedó en ella. Durante su visita, la
~- '
1
¡ futuro se olvide hasta de que existo. mh brazos y la enamoré. La besé. ¿No significa nada en
!. (
1
i
J. -¿Por qué haría yo tal cosa? -preguntó él. .
!
'*; . la
1
1
'1 -Por el bien de la emperatriz -contestó Gisela-. Ella-t 1 lavor, no ... hable de .... esas cosas -suplicó Gisela
i! ' ! me que la Reina Victoria pueda enterarse de lo ocurrido. Ust: icí11-. No era a mí. .. a quien usted creía enamorar,
:¡ ;¡ ; no.· .. _¡Oh, por favor, milord, le suplico que jamás hable de ,emperatriz .. Ah~ra sé qll¡~ no de_bí haberlo permi~i­
i
to en Windsor ! purt t' como ella Jamas lo hubiera hecho. Pero de algun
1' -Tal vez lo correcto de mi parte sería hacerlo. , • 110 sé _por qué. . . no pude evitarlo.
: -¡No, ho! Eso sería una crueldá9, innecesaria y harfaUn d.' 111 qué dice eso? -le preguntó.
¡ ño irreparable a la. emperatriz -exclamó Gisela. Ol~idánd(;)':' f'), , • no puedo explicarlo --,,-replicó Gisela.
por comp!eto de sí misma, se ac~rcó a él y puso su mano sqbre; 1 Nin embargo, a mí me gustaría tener una explicación
1 '
1

<1 ~I ··. ¿Por qué me permitió que la besara? ¿Por qué


;
1
brazo de el;. Por favor, le suplico, no hable de esto connad·
El la 1Iliró desde su considerable altura. A Giselá le .Par· ,!lOfHll' el timbre y pidió a los sirvientes que la prote-
que su expresión era severa, inconmovible. . J, Pot· qué no planeó salir de la casa esa misma noche?
-Hay cosa~ que .son imperdonables. . .>> ), .. no lo sé.
~Oh, no lo tome así -suplicó Gisela-.. Si lastiméJti ' Otm usted que es asícomo se comportan las reinas o las
gullo, sólo imploro su perdón. Si se siente desventurado .u;.6J Cfi'~? ·~-preguntó Lord Quenby-. ¿Se· imagina que la
- . :·e~~/.
140
0411.BARA
.u~, . . '.
'' .
e/ nombre clásico en el romanticismo 141
¡·H:

emperatriz habría entregado sus labios con tanta facilidad?: ,.il.o cree usted? -preguntó Lord Quenby.
· Gisela palideció y volvió la cabeza hacia otro lado. · fil •;e quedó de pie, mirándola a la cara hasta que Gisela, con
-Fue mi ignorancia, milord -conf,esó en voz baja-. n jwq11eiío gesto patétieo, dijo: -
la ignorancia de alguien que no está acostumbrada a la sode r-Jo queda ... nada más por deciL .. ¿verdad, milord?
que usted frecuenta. · .. . · · . · HUardará el secreto de la emperatriz y yo siempre le esta-
-¿Y ahora que·ha sucedido? -continuó Lord Queriby'. agradecida por ello.
Ahora que coinprt;?nde hasta qué punto la he comprometi ,i Por qué tiene usted que estar agradecida? ¿Para qué es la
debe- darse cuenta también de que hay una· sola cosa qU:e jl'!U 1111d necesaria aun viniendo· de la emperatriz?
puedo hacer. . . y es pedirle que se case conmigo. · ' ·· í ; i '•(' Li lc.:vantó la vista hacia él.
-¡No! ¡No, eso es absurdo! ¡Por supuesto que no necc i l l.o;t (:d no le dirá a ella nada de esto, verdad?
hacer tal cosa! -exclamó Gisela-. Y aunque fuerá usted~: pu·gu11t{i~-. ¡Oh, por favor, milord, no se lo diga! Ella con-
tonto como para hacer tal sugerencia, yo sólo puedo negar 1··11 mt. .. al encontrarme de nuevo con usted, he traiciona-
-¿Por qué? -preguntó-Lord Quenby. · ··. :· 1.'MI rn11fianza. No fue mi culpa ... pero eso no es ninguna
-Porque no hay razón para tal galantería. Le he dié:hO ,U!Hl,

'·¡
· . padie ha. salido p~rjudica~o con .esto. A menos que usted h Yn neo que debo tener alguna salvaguarda, o más bien,
¡1. con alguien, nadie lo sabra, nadie en el mundo entero cono f)l! ffj't0111pcnsa por mantener este importante secreto sin di-
·¡,¡
ji 1
ld1ocurrido. •· ' ~uf observó Lord Quenby, _visiblemente div~rt~do-;--. Ser~
¡;11
11.
-Excepto usted misma. ltif illW se case~ conmigo para a__segurarse ~e ~1 s1lenc10. ·
1,1· ' .•.·.
.
-¿Qué importo yo? Yo no soy importante. Desaparecer ~ Ahora se esta burlando de mi -contesto Gisela-. Hablar
sus vidas. La emperatriz no necesita volverme .ª ver;. y fu~,
1

mimimonio es muy galante de su parte, milord, pero sé muy

'
·¡
1

1
por la más absurda coincidencia que volví a cruzarme enel
mino de usted.
-Pero suéedió, de cualquier modo. Así que unavez
señorita Musgrave, le pido que me haga el honor de ser tj ..
posa. .•:,
'
lu q11c significa para usted. Mi baúl debe estar ya aquí.
¡w1111itc retirarme? . ·
Todavía no -contestó-.· No, hasta que me haya dado
.

11pliración razonable de por qué no qmere. ser mi esposa.


Poiq11c sólo se es~á.burlando de mí-replicó Gisela sin-
1

-Y yo debo negarme -c.ontestó Gisela-. Se lo agrad íl•!' de pronto colenca-. Es cruel y perverso burlarse de
mucho, milord, pero la respuesta es: No. _ 1ilrr1111c sentir más tonta de lo que me siento. Sé que lo
-¿Y supongamos que le dijera -agregó él con suavidat i!.li!S<; que me porté mal y en forma muy reprensible en el
que me gustaría casarme con usted, que eso me haría muy f,~ L l'ero todo eso ya ha pasado, le será fácil olvidarme. '"~
g.,'. ~¡ le dijera que no puedo olvidarla? -preguntó Lord
1
-¿Porque ... le recuerdo a la emperatriz? -pregunt6 ':?{
sela furiosa-. ¡Qué lamentable matrimonio resultaría! by , ¿Si le. dijera que es imposible para mí, que es lo
puedo preten~er por llnas horas, pero no para siempre. C J1W' 110 puede exigirme?
usted ha señalado en forma tan precisa, aún en el corto tie 1 1\(; qué es lo que trata de decir.
en que personifiqué-a Su Majestad, no actué como lo hú ·c:io que sí lo sabe. Así que déjeme preguntarle de
hecho una emperatriz, sino como una plebeya. . . . /;;· t•C tasará conmigo?
-Usted actuó como una mujer -la contradijo él-.X - 1 por supuesto que no! . . .
que aun las emperatrices pueden ser mujeres de vez. encli ,r que
: ,
no.;> . .
..
'-Esa no debió haber sido una delas ocasiones; · '\ít>y " dar una muy buena razón, ya que me la pide
~,
el nombre clásico en e/ romanticis/no 143 .·
.&.m!JARA=·~·~~--'"----~~~;,.;.;;¡
-respondió Gisela con desesperación-. Ni ·siquiera soy. h' lill rnbcza, para mirarla a los ojos. , "
legítima. Mi madre se casó con el squire Musgr~_ve cuando e .J\so es una mentira -señaló con mucha gentileza-. ¿De-
había descubierto que esperaba un hijo de otro.· bes mentirme de nuevo, y en este momento?
.:_¿Y quién fue su padre entonces? ¡No es ... una ... mentira! . ;· exclamó ~lla, peto se detu~
v11 ¡J1_>rque la~palab5as mismas p~ecJan ahogars~ en sus labios.
rió Gisela suspiró. ·
-La emperatriz'cree que fue el Duque Maximiliano. · ¡Oh, nma miar -..:murmuro el con·suav1dad-. ¿Crees
-¡Eso explica el parecido! -exclamó Lord Quenby.,.......:'. .· que me engañas, con tu orgullo y tus negativas? Me amas, Gise-
ln. Me amabas esa noche en que te tomé en mis brazos y besé.- .
-1 duque es un gran hombre, con más encanto personal en el ded()
·meñique del que la mayor parte de las personas tienen en todo
su cuerpo. No hay ninguna razón, para sentirse avergonzado d~
111.s labios por primera vez. Pensé entonces que nada podía·ser
111 :is maravilloso, ni más inocente. EStaba desconcertado,
t
ser miembro de su familia. · asombrado y completamente cautivado por algo que río había ·
qtf t•11pcrado encontrar jamás, en toda mi vida: µna mujer en la qué .
rddi -Si me siento avergonzada o no, no tiene nada que ver córlv
esto -protestó Gisela-. Pero desde su punto de vista, es la res~ ti fuego del amor parecía brotar del fondo mismo de su cora-

·l puesta a su pregunta. Usted no puede casarse con alguien que ,


no tiene. hogar, ni familia. .• ·
z6n.
''No me lo pude explicarentonces. Sólo comprendí que
había descubierto una perla de incomparable valor, o más bien,
~! -Creo que yo soy el que tengo que decidir eso --'-contestó ·
H' . Lord,Qiiérrbx-. ¿Es su única objeción para casarse conmigo?
Gisela no contestó y después de un momento él insistió:
una cstrella que yo siempre pensé que estaba fuera de mi alcan-
rc·. ¿Te imaginas, siquiera por un momento, que hubiera podi-
!
l .

;r· -¿No te quieres casar conmigo, mi pequeña Gisela?


-¡No! . . . .. .·.
do olvidarte después de que eso sucedió?" · · .
La miró a los ojos y la rodeó con el brazo libre. Gisela trató .J
r Se había vuelto, para no mirarlo, pero el monosílabo fue fir:- :;
me y claro. -- --- .
,-¿Qué más puedo decir para convencerte? -preguntó-.}
·
de escapar, pero fue sólo un movimiento casi involuntario. Des- ·
pués se quedó inmóvil, dentro de los brazos de él, con su boca
muy cerca de la suya. Fue cuando advirtió que todo sil ser palpi-
1 ¿Será que he omitido lo más importante? Que te amo ... :
Ella se volvió hacia él asombrada, con los ojos brillantes, ira;Ji
taba emocionado ante su contacto.
-No 'he pensado en nada más que en ti, desde esa noche en
.cundos. · que besé tu cabello y huiste temerosa de mí __::declaró él-.
-¡Eso.no es cierto y no debí~ usted decirlo! Es una blasfi · Creo que comprendí .en ese momento que. no eras quien
1 mia contra el amor. Usted no me ama, así que deje de.,,,. : to" pretendías ser; sin embargo, mis sentido.s estaban tan cautiva-
turarme. No puedo soportar. . . esto. . . más. . · dos por ti, que mi cerebro no podía pensar en forma coherente.·
1 : Su voz se quebró en la última palabra. Se volvió como p . "Te amaba de tal modo, te deseaba con tanta desespera-
correr hacia la puerta. Pero Lord Quenby extendió un brazo coi ción, con todas y cada una de las fibras de nii cuerpo, que me
1
rapidez y le detuvo la mano. Ellano pudo continuar su-huida era imposible pensar con frialdad, o pensar siquiera .. Tuve.,que
t' se quedó quieta, temblando de pies a cabeza, no sólo dé temo_,, venir a Londres hoy, porque tengo una cita en el Palacio de Buc-
i ií sirio por la ira que había provocado en ella. -<:: kingham mañana en la mañana, y me era imposible evitarla.
Pero al terminar mi obligación ahí,. pensaba salir <:le Londres, .·
-¿Qué sabes tú de amor? -preguntó él-. ¿Cómo pued~s
saber si mi amor es falso? Sólo puedes juzgarlo por el tuyo. · . > para. . dirigirme a E.ast<;>n Neston .. Tenía qu~ saber la verdad;
-Pero, yo no amo a nadie -exclamó Gisela: · Tenia que descubnr s1 eras tan hermosa e mocente como
Entonces él puso la mano bajo la barbillade ella, levantat:ic.l habías parecido la última vez que te besé.;'' .'
\ . ~ ·>· ;,
' ·¡.
': . ,, ,, ,

'4~º""·=. ~diÜrtnU.r6":Gisela~.
.. "''· E$'', •' .· ·';, .. ', . .

~.LU11u a la'~ujer·qve;bésé ---1~ cQhtradijÓ .furd. Quenby;·


.a la mujer cuyo c.abeJelo tuve contra in~ rostro, cuyo~ 9
1Ilirafon a los.míos, enJos que brotaban la lla,rna que refleja\?:
··~•· Jl.lego que.había deIDtró d~. mí. ·Esa es la mujer a láque quJ
') .. ,,No me importa si es una réina o una· metrdiga. ' .. · .·. "' ·::;'
- ~Es· una i;nendiga ~m1;1rmuró Gisela con un leve sollq
..·. ·_,,_Lo prefiero así ~ontestó Lord Quenby-:-. Pqrque ent:.
. ces será toc1a (!lía, mía para siempre .. ·¿Lo pyes, Gisela:? Tril;M
>de· escapar una vez de iní, pero no loJograrás de nuevo,· ,.',
. Sus labios se acercaron a los de . ella y sus brazos fa <1:
mieró.:cL .•. .··. . . . . .·.· ·. · ·. .· ;·<!,
. . ~Nos casa.rep:ios muy .:pronto. ~prometió~. Porque t~~
. . . miedo 'de perderte. Te he .buscado toda mi· vida y empez~b·.
~ '!~··l'-, ... tem.erque sólo fueras una·creaciónde.mi fanta5ía ..· '· ·• ·•>,~·
~: ~ · ·)•.·.;Su b"9c;a.5nconti:ó alfin·l···.ª·d..f:· e. ~la. . y.··· al•. co. n. t~c.t~ _?e sµs.Ja. b. 1·..~
¡.·.~~·~ ~~~ .•.• t?Q.1.se. . la·l.anzo..~n. m.urm·. ul.10·;·1.~mt···el.·ig.i.b. l.~.y;s·e. nn.d.·1.0 por com
. . ª la maravilla y a la glcma que coni:iiov1a .tod? su cu~~po. S~
...p. ·.·.·.
1r ¡ ,qo ~µ be~o ~uro, 'ªp~siol}ado, ~osesivo, y con:_ipre~dm qu~ ·~
t~· ~ . . .habia necesidad de explicar. mas, que na~!l necesitaba ya $í
- •.·. lf•.·.·.· ª.
t;.·.•.<·.·.'
,·ff Ít~~: i.ch···.º.·.··.'.e.n.t.r<:
.... Hombre el.l~.s. ~.e.mdiv1~1bles
y mu1er; p.e~t~necí.an
porun·.º. a.l º.tio·····'
el amor que lose.ra·p····
umo. ~?.º. ·so·(1:· · · ·.y·
..

,
;·. ·.:~'.·.;•·~..t·:.,.:· ~. ·.. · · •.·.sintió q.~e la.· felidd.~d~de ese e.nc.?·.er:.tro :c.()n·.v. . ertía el 1?.·u.1 .
.· ,::r~.1/ , entero en urt lugar glorioso. Se aferro.a el, cerrandolos OJOS,<:
'.•i~:~Ji ¡ ' vidando todo, exce)?_to;iue le pertenecía e11. cµerpo y alm~-:,:)

..:.:<·
..•·•.

'Ü,;~~f;.:· .. • . . --"c-¡Te amo! -'-dijo él, con.v?z p5ofynda,. rogca de pasi~


q~.·.'.'·.';'·t·.. ·.· ...... ~.¡Y., Y.º·.·... te am..o! -se..··.º.Y.º as1misma resp·.·. on...de·r., •c·o.··fli
:: i~., Ir'' . debil, pero_ vibrante de sentrmiento.. . .
Jt; t,'.'.'.> . . -Te dije una vez. _,..murmuró él:--::, que. me habías ,
,r~'~í~\,(.'. ·. e,strell~ en el cqrazóo,~ Pero en lugar de esp; mi amqr>~c::·
~·;.:: ·, ' convertido en mt estrella. . . una estrella a la que seguu;e :ac
de quiera' qu,e vaya: .· · • .. ·. · · .....•. . · · •· · < ,;:>
L~ besó de nuevo. Sus labios se. unieron, y ella aq]:f
cuerpo al de ~l; entonces sintió cómoJas m~n()s de..éf sgb
da. su cabello, reti:cán,d9le los broches que lo suje,t~}?~;if:
,••ciéndolos pof .et·sU,el(),:h~t~que la larga.y·seq(>sa,ca;····
¡ '
··',·;,,~lbr~ los hC>ínbr()~: de,-:.;';·~·"e,11~ y sphr.e','.:._,:(~.'
-·· .•;·· ·,-',· ·;'" .
el Be,tihP de ,éL ·. ·
..'.:,.".. . .•, ··· .. ·.·
Una estrella en mi corazón
- iNo puedo quedarme! - exclamó Gisela-. iPor lo que más quiera,
no me lo pida!
- l Y si no te dejo Ir? - preguntó Lord Quenby.
Y entonces, antes que G isela pudiera contestar, él la había tomado el'\
sus brazos y la oprimía contra su pecho, mie ntras su boca buscaba la
de ella.
Con un esfuerzo sobrehu mano, ella w empujó suavemente y exclamó:
- iNo! Es Inútil . Debo marcharme aho. a.
Le~antó la vista al decir eso y vio cómo la ternura y el am or que había
visto en el ~ostro de él eran sustituidos por la máscara de un extraño ...

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