Navascues Catedral
Navascues Catedral
Navascues Catedral
Tras muchos años de dedicación al tema de la catedral desde ángulos muy diferentes, en
esta ocasión trataré de plantear al lector lo que, a mi juicio, debe la imagen mítica de la
catedral a la literatura, a la religión y a la política, tres brazos que alzaron el templo ca-
tedralicio en el siglo XIX más allá de su realidad histórica. En el terreno literario el mito
despierta a partir de Goethe (1749-1832) y su influjo en el ámbito germánico, y con Víc-
tor Hugo (1802-1885), y su amplia repercusión en el área de influencia francesa; y la
suma de ambos, en Europa toda. La publicación de los dos ensayos de Goethe Sobre la
arquitectura alemana, uno dedicado a la catedral de Estrasburgo (1772) y el segundo a
la de Colonia (1823), así como la primera edición de la gran novela de Notre Dame de
Paris (1831), de Víctor Hugo, supusieron un verdadero despertar del dormido sueño de
la catedral medieval. Solo faltaba el codificador de aquel espejismo en el que se daban
cita todos los anhelos religiosos, políticos, históricos, arquitectónicos, constructivos, es-
tilísticos, literarios y poéticos de un tiempo pasado, y este fue Emmanuel Viollet-le-Duc
(1814-1879), el cartesiano autor del Dictionnaire raisonné de l’architecture française du
XIe au XVIe (1854-1868). Entre todos ellos se tejió una nueva Europa de las catedrales,
rememorando el título de la conocida obra de Georges Duby (1919-1996)1, con la dife-
rencia sustancial de que la obra del historiador francés se refiere a la Europa de los siglos
XII y XIII, y esta segunda Europa de las catedrales, la que convive con la Revolución In-
dustrial y los grandes cambios sociales y científicos del siglo XIX, se desarrolla, funda-
mentalmente, entre el Congreso de Viena (1814) y la Primera Guerra Mundial
(1914-1918). Son cien años de sueños inacabados por emular los edificios catedralicios
de la Edad Media, iniciando un periodo de análisis, estudio, restauración y terminación
de sus grandes fábricas que, a su vez, alimentaron los nuevos proyectos en clave neome-
dieval2, resultando que los más grandes templos catedralicios, con las mayores alturas y
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dimensiones, se alcanzaron en aquellos
años, como sucede en la catedral anglicana
de Liverpool, o en la episcopaliana de San
Juan el Divino, de la diócesis de Nueva
York, dejando ambos en lo formal muy atrás
los prototipos clásicos de París, Chartres,
Reims o Amiens.
Los referidos ensayos de Goethe sobre
la arquitectura alemana tienen un alcance
muy distinto, si bien poniendo en ambos su
especial acento en el carácter germano de
tal arquitectura, la gótica en general y la de
las dos catedrales, Colonia y Estrasburgo,
en particular. El breve texto de Von Deuts-
cher Baukunst (1772)3, es un ejemplo
transparente del nuevo espíritu romántico
del Sturm und Drang, cuyo título y prime-
ros párrafos nos ponen en situación de un
modo inmediato, al referirse en primer
FIG. 1 Portada de Von Deutscher Baukunst, 1773 [1772]. lugar al arquitecto de la catedral de Estras-
burgo, Erwin von Steinbach, cuya tumba
buscaba el joven Goethe4:
Muchas cosas se podrían comentar en este párrafo, tales como el precoz concepto de
patrimonio («abrazar el enorme espíritu de nuestros antiguos hermanos en sus obras»),
o la visión cromática y cambiante de la catedral, al modo en que lo hizo Monet al pintar
la serie de la catedral de Rouen, entre 1892 y 1894. El hecho es que, al Goethe atónito
ante la catedral de Estrasburgo, se le apareció el genio de Erwin von Steinbach pregun-
tándole por qué se admiraba tanto, y este le explica la razón de las medidas del templo
para terminar diciendo:
«En su audaz y delgada figura he ocultado la fuerza secreta con la que debían remontar a
las dos torres a un alto punto en el aire. De estas torres sólo hay una, melancólica, sin el
triotismo hace votos por terminar la segunda torre. Esta acabada, simétrica y equilibrada
imagen con las dos torres iguales, aislada y perfecta, con mucho de espíritu clásico, la
publicó Wiebeking en 182312 y es muy anterior a la versión que Gustav Klotz (1810-
1880) hizo de la personal interpretación del dibujo B de Erwin von Steinbach13.
Este sueño de alcanzar la hipotética imagen de la catedral de Estrasburgo sonó como
un golpe de gong al terminarse la catedral de Colonia y no es casual que la celebración
de la referida asamblea de Wiesbaden coincida en el tiempo con la elaboración de algunos
proyectos. Entre estos destacamos el del arquitecto Charles Winkler, «el Viollet-le-Duc
alsaciano»14, quien dejó la propuesta de una segunda torre con un cuerpo octogonal y la
correspondiente aguja calada, característicamente neogótica en su diseño pero muy di-
ferente a la torre medieval del lado norte. En esto se diferenciaba de anteriores propuestas
que se ceñían a repetir el modelo de la torre norte, pero a la vez introducía novedades
como la modificación del beffroi y el afilado acento sobre el eje de la fachada, como si
los problemas de la catedral tuvieran que ver con el diseño de la fachada, cuando eran
otros y muy graves, de índole estructural que afectaba a la cimentación del templo.
Pero antes de avanzar en el tiempo, querríamos oír la hipercrítica voz de Viollet-le-Duc
sobre la fachada de la catedral de Estrasburgo y su gran torre de la que, en su Dictionnaire
raisonné, dice, y se entiende bien lo que dice y por qué lo dice, pues él era más partidario
de las flechas francesas que de las agujas alemanas15: «Obra maestra de la ciencia y del
cálculo, la torre de Estrasburgo tiene una silueta bastante desgraciada, a pesar de los es-
fuerzos del arquitecto, y de las combinaciones más atrevidas e ingeniosas; su enorme al-
tura, a la que debe en gran medida su reputación, con razón será considerada más como
una sabia aberración que como una obra de arte»16. Luego, y después de describir la obra
con detalle, acaba objetando la falta de unidad de la fachada por las modificaciones intro-
ducidas en el proyecto inicial durante su etapa gótica17: «Otras construcciones desdichadas
han destruido la unidad del proyecto de la fachada occidental de la catedral de Nuestra
Señora de Estrasburgo; el cuerpo central de campanas, entre las dos torres, es un añadido
monstruoso que cambia absolutamente las proporciones de esta fachada, añadido inútil
y que debe atormentar fuertemente a los Steinbach en su tumba...»18.
Pero los problemas de la catedral alsaciana eran muy otros pues ya, desde el siglo XVII
al menos, se tienen noticias de la preocupación por el estado del subsuelo y de la cimen-
tación de la catedral. Así, Jean Georges Heckler, arquitecto de la catedral entre 1622 y
1642, había hecho unas primeras excavaciones en 1665-1666. Sabemos que a comienzos
del siglo XIX se detectaron unas fisuras en la bóveda de la nave central y en los pilares
más próximos al muro interior de la fachada, causando la correspondiente alarma al pen-
sar que el cambiante nivel freático pudiera ser el elemento desencadenante de aquellos
daños, pues Estrasburgo se encuentra en la «plaine d’Alsace», bañada por el Rin. La cues-
tión es que a finales del siglo XIX el pilar exento bajo la torre norte y el primer pilar de la
nave del Evangelio, mostraban unas fisuras verdaderamente preocupantes, de tal modo
que se llamó a Franz Schmitz (1832-1894), «uno de los últimos maestros que surgieron
de la gran escuela de la terminación de la catedral de Colonia»19. Efectivamente, el ar-
Lado sur
quitecto Schmitz había trabajado en la catedral de Colonia entre 1859 y 1868 con Zwirner
y Voigtel, en calidad de Domwerkmeister, y nombrado en 1890 Dombaumeister de Estras-
burgo, llevándose con él a uno de sus colaboradores en Colonia: Johann Knauth (1864-
1924). Este, nacido en Colonia y afincado en Estrasburgo (1891), casó con una mujer
alsaciana que le dio dos hijos. En 1905 fue nombrado Dombaumeister de la catedral y
desde su llegada a la capital alsaciana se dedicó a estudiar y reconocer el edificio de la
catedral, primero de la mano de su maestro Schmitz y después solo.
Pero observando Knauth el origen de los problemas reales del edificio, el mismo año
en que fue nombrado arquitecto de la catedral llamó a dos ingenieros de Berlín, Bernhard
y Landsberg, especialistas en cuestiones de estática e hidráulica, respectivamente, a los
que se sumarían Schürch y Wagner, ingenieros de las empresas alemanas Ed. Züblin &
Comp. y Th. & Ed. Wagner, respectivamente, dedicadas a obras de hormigón armado,
todos los cuales estuvieron estudiando el pilar norte bajo la torre y su posible solución.
Sea como fuere, le dedicación de Knauth a la obra mereció un primer y curioso recono-
cimiento en 1906, al recibir desde Roma la distinción papal de la Cruz «Pro ecclesia et
pontifice… dem Münsterbaumeister Knauth in Strassburg»20. Entre 1907 y 1912 se estu-
vieron haciendo sondeos y reconociendo la cimentación de la torre norte, sacando a la
luz la cimentación medieval que soportaba la pesada carga de esta torre21. Entre tanto,
FIG. 10
Grupo de obre-
ros de la catedral
de Estrasburgo,
portando los ins-
trumentos pro-
pios de sus
diferentes ofi-
cios, en torno a
Johann Knauth,
sentado en el
centro con cha-
queta negra
(h. 1905).
(Fondation de
l’Œuvre Notre-
Dame, Stras-
bourg).
FIGS. 13 y 14 (Izda.) Sección de la obra propuesta por Knauth, en la que puede verse, en sección, la cimentación anular (I)
sobre la que apoya el «tabouret» (V) y el «corset» cosido por barras de hierro al pilar que, a su vez, apoya en las prensas hidráuli-
cas (D). (Dcha.) Ferralla del «corset» preparada para recibir el hormigón. (De Hering, H. y Schimpf, A.: «Les travaux de consoli-
dation du pilier…», 1978).
FIG. 20 La catedral de Colonia en 1824. Del libro de Max Hasak (1856-1934): Der Dom zu Köln. (Berlín, Verlagsbuchhan-
dlung Hermann Walther, 1911, ilustr. 22).
En una línea análoga, entre poética y subrayadamente creyente, escribió Antonin Ser-
tillanges (1863-1948), uno de los protagonistas del neotomismo, lo que sigue:
«La vida de la catedral es una bella jornada que tiene su mañana y su tarde, su quietud y
su energía, su luz brillante y sus armoniosas tinieblas. Hemos visto el alma del monumento
modelar la nuestra en una sombra levemente traspasada... La catedral no es una ermita:
su desierto tiene la amplitud de las arenas movedizas que representan la vida; el lugar donde
aquella emerge como torre y señal protectora es el valle de lágrimas...»32.
Por otro lado, los arquitectos también escribieron sobre el significado cristiano de la
arquitectura medieval, más allá de lo estrictamente arquitectónico y estilístico, tal y como
lo hizo de un modo pionero y abrumador Augustus Welby Pugin (1812-1852), en especial
después de su conversión al catolicismo (1834), en The True Principles of Pointed or Chris-
tian Architecture (1841)33 y en su An Apology for The Revival of Christian Architecture in
England (1843)34, cuyo primer grabado es el mejor compendio de su contenido y pensa-
miento.
Recuérdese que Pugin fue el autor de
la catedral católica de San Chad (1838-
1841) en Birmingham, el núcleo de la
Revolución Industrial. San Chad fue la
primera catedral católica en construirse
en el Reino Unido desde los años de la
Reforma, en el siglo XVI. Pero no era este
hecho el más significativo sino la defensa
de su imagen, neogótica, católica y ro-
mana35, frente a la imagen «pagana» de
la catedral anglicana de San Felipe
FIG. 24 Vista de la ciudad de Hamburgo (1572). A la izquierda, la iglesia y torre de San Nicolás, la más alta de la ciudad.
GEORGIUS BRAUN y FRANCISCUS HOGENBERGIUS (1588): Civitates Orbis Terrarum. Liber Primus. Biblioteca Digital Hispánica.
BNE, GMG/48(1), p. 24 (texto) y siguiente sin paginar (grabado).
FIGS. 27 y 28 (Izda.) Construcción de la torre de San Nicolás en Hamburgo, h. 1868. Foto anónima. (Dcha.) San Nicolás,
Hamburgo (1880-1881). Foto: Strumper & Co (Hamburgo, Alemania). BNF (ark:/12148/btv1b8442883t).
construcción de sus agujas que finalmente tan solo rebasarían en 10 metros la altura de
la parroquia de San Nicolás.
La Segunda Guerra Mundial puso fin al sueño de los parroquianos de San Nicolás
de Hamburgo pues, en 1943, la ciudad fue bombardeada por los aliados afectando a la
iglesia, si bien permaneció en pie la torre y su afilada aguja. En 1951 se decidió derribar
el cuerpo del templo en ruina, dejando en pie la torre a modo de monumental «memorial»
de guerra, de un modo semejante al que hoy ofrece la catedral de Coventry, en Inglaterra,
después del bombardeo de la Luftwaffe, en 1940. El hecho es que, desde allí, San Nicolás
siguió mirando por encima o de igual a igual a las torres de otras iglesias y catedrales ale-
manas, unas antiguas, como la evangelische gesamtkirchengemeinde de Ulm, la iglesia
parroquial más conocida como la catedral de Ulm sin tener esta dignidad episcopal53, y
otras nuevas, como la catedral católica de Regensburg, si bien ambas estuvieron en aquel
tiempo por debajo de la parroquia de Hamburgo. Uno y otro edificio estaban entonces
en vísperas de despegar en altura, construyendo sobre sus interrumpidas torres medie-
vales nuevas agujas caladas neogóticas y reviviendo la sorda pugna medieval. Al final, el
culto pasó a un segundo plano y la arquitectura catedralicia se impuso en clave neogótica,
sin más, aspirando a alcanzar los cielos con sus esbeltas agujas, pero todas del olvidado
siglo XIX.
El ejemplo de la catedral de Ulm resulta muy elocuente respecto al deseo de dotar
de mayor altura a su torre, con una aguja calada, como orgulloso hito urbano, señor de
la ciudad, reconocible en la distancia, es decir, el sueño medieval. Sin embargo, pocos
reconocerían este magnífico templo, iniciado en el último cuarto del siglo XIV, viendo
su inacabada torre tal y como llegó a mediados del siglo XIX, cuando solo la nueva sangre
del medievalismo romántico impulsó su terminación en 1890, pasando a la historia como
la torre más alta del mundo, con sus 161 metros. El arquitecto Augustus Beyer (1834-
1899), a la vista del proyecto de Matthäus Boeblinger (1450-1505)54, reinterpretó el al-
zado gótico dibujado sobre pergamino con el tercer cuerpo y la aguja calada, finalizando
la obra en un tiempo verdaderamente breve, entre 1885 y 1890. Con ello se ponía fin a
la serie de intervenciones que la iglesia mayor de Ulm, que no catedral, conoció desde
mediados del siglo XIX, con las intervenciones de los arquitectos Ferdinan Thrän (1857-
1870), Ludwig Scheu (1871-1880), a quien se deben las dos torres de la cabecera y el
comienzo del refuerzo de la cimentación de la torre de la fachada principal, continuado
por Augustus Beyer (1881-1890) quien remató la torre. Sin embargo, el nombre de Beyer
y la cronología completa de la catedral, raramente acompaña a la descripción de esta
obra, pero reivindicando la labor de estos arquitectos del siglo XIX, diremos que no re-
sulta precisamente fácil la ejecución de una obra de la envergadura del segundo cuerpo
escalonado de la torre y su afilada aguja que alcanza los 161 metros de altitud, partiendo
de unos dibujos sobre pergamino. En todo caso, dichos dibujos ofrecen el alzado de la
torre, pero que hay que reinterpretarlos y construir la torre, es decir, concebir la estruc-
tura que asegurara su estabilidad a tal altura, sopesar la nueva carga que va a conocer
la torre y reforzar debidamente su cimentación, cimentación que, al parecer, ya había
«En el siglo XIX, la encantadora y pequeña iglesia de los frailes descalzos en frente de la
iglesia fue derribada junto con edificios adyacentes. Se dejó un gran espacio vacío delante
de la iglesia, lo que resta considerablemente su anterior efecto de inmensidad. Después de
asegurar la cubierta por medio de una pesada estructura de hierro, el ligero refuerzo de los
muros se volvió insuficiente y hubo que reforzarlos. Es triste que esto se haya hecho me-
diante la adición de una serie de arbotantes góticos de arenisca, todos iguales, que dan la
impresión de haber sido vaciados en un molde, destruyendo por completo el carácter suabo
del edificio. La finalización de las tres torres fue el toque final de la metamorfosis de la an-
tigua y venerable iglesia, convertida ahora en una iglesia neogótica»57.
FIGS. 37 y 38 (Izda.) De
Barthel, R., Tutsch, J. y Jor-
dan, J.: «The Gothic tower of
Freiburg Minster, Germany:
analysis and repair», Enginee-
ring History and Heritage, vol.
169, mayo 2016, Issue EH2,
pp. 68-83. (Dcha.) Interior de
la aguja de la catedral de Ulm,
obra de Augustus Beyer
(1881-1890).
FIGS. 40 y 41 (Izda.) Catedral de Berna, en 1892. Grabado en madera. (Dcha.) De Karl Inder Mühle:
«Zur Baugeschichte des Berner Münster-Turmes», en Festschrift zur 500jährigen Feier der Grundsteinle-
gung des Berner Münsters 1421/1921. (Blätter für bernische Geschichte, Kunst und Altertumskunde.
Band 17, 1921, pp. 35-44).
1. DUBY, 1966.
2. Para el ámbito exclusivamente francés, resulta fundamental la documentación aportada por LENIAUD, 1993.
3. «Un folleto en octavo de solo dieciséis páginas de extensión que, sin el nombre del autor, sin lugar de impresión e incluso
con una indicación errónea del año de impresión, a saber 1773, apareció en noviembre de 1772 bajo el título Sobre Arqui-
tectura Alemana…» (HELLERSBERG, 2006, p. 74.) Deutschen Digitalen Bibliothek: https://archiv.ub.uni-heidelberg.de/voll-
textserver/8448/ [23/03/2019].
4. HEIMERL, 2004.
5. Dicho epitafio, junto al de su mujer Husa y de su hijo Juan, existe y se encuentra sobre el segundo contrafuerte exterior del
lado norte de la capilla de San Juan, a nivel del suelo, en un pequeño patio conocido como Leichhöffel. Vid. KLOECKLER, 1886.
6. Utilizo la traducción de Miguel Salmerón: GOETHE, 1999, pp. 31-41 y 307-313.
7. SCHUSTER, 1880.
8. «General Versammlug des Verbandes deutscher Architekten-und Ingenieur-Vereine zu Wiesbaden», Deutsche Bauzeitung, nº
79, 2 de octubre de 1880, pp. 421-425.
9. De este dibujo ¿perdido? queda una bellísima y escenográfica imagen en la acuarela del propio Moller, en el Hessisches Lan-
desmuseum de Darmstadt. (RECHT, 1989, pp. 470-471).
10. Este dibujo, hoy en el Kupferstichkabinett del Staatliche Museen de Berlín, coincide con un periodo en el que Schinkel se
acercó al mundo medieval. Vid. KOCH, 1969, pp. 269-270 y 276-282.
11. Esta descripción, publicada primeramente hacia 1823-1825, se encuentra recogida luego en el vol. 3 de WIEBEKING, 1839,
pp. 35-47.
12. Chevallier de Wiebeking: Wiebekings Bürgerlicher Baukunde (1823). Lámina 48: «Der Münster zu Strassburg».
13. BORK, 2014.
14. BISCHOFF et al., 2017.
15. No obstante, Viollet-le-Duc, con el mismo espíritu que las agujas alemanas, proyectó dos formidables flechas para Nuestra
Señora de París (h. 1860) que, afortunadamente, no se llegaron a realizar.
16. VIOLLET-LE DUC, 1868, p. 393.
17. SAUVE, 2012.
18. VIOLLET-LE DUC, 1875, pp. 439-444.
19. De la nota necrológica de Franz Schmitz, aparecida en Zentralblatt der Bauverwaltung (Berlín),18 agosto 1894, p. 344.
20. Zentralblatt der Bauverwaltung (Berlín), 9 de junio de 1906, nº 47, p. 295.
21. HERING y SCHIMPF, 1978. Este trabajo es fundamental para conocer la situación y el rigor de la obra hecha por Knauth y seguida
por Pierre, con el detalle de las operaciones planteadas con los ingenieros citados.
22. LEFORT, 2013, p. 172. Hay mucha y valiosa información en este trabajo sobre las actividades de Knauth. https://tel.archives-
ouvertes.fr/tel-01037903
23. Dauchy firmó un artículo en Le Génie civil («La consolidation du pilier de la tour de la cathédral de Strasbourg», t. LXXXVII,
nº 21 de noviembre de 1925, pp. 433-435), en el que después de describir lo hecho por Knauth sin citarlo, termina diciendo
«Después del armisticio, en noviembre de 1918, se produjo un cambio en la dirección de las obras: el arquitecto en jefe de
la Oeuvre de Notre Dame, el Sr. Knauth, fue reemplazado por el Sr. Dauchy, arquitecto de la ciudad de Estrasburgo».
24. UBERFILL, 2004. En este interesante trabajo se dice que Knauth no tenía una formación técnica ni académica (p. 58), pero lo
cierto es que aparece citado como arquitecto en el Zentralblatt der Bauverwaltung, el 19 de febrero de 1898, p. 92; y el 30
agosto 1899, p. 416. Igualmente firma como arquitecto sus trabajos, como los aparecidos en el Straßburger Münsterblatt:
Organ des Straßburger Münster-Vereins.
25. KOEHL, 2008.
26. HUGO, 1845, pp. 23-24.
27. Ibíd., p. 114.
28. Publicado en Über Kunst und Altertum, IV, 2, 1823. Utilizo la ya mencionada traducción de Miguel Salmerón (GOETHE, 1999,
pp. 307-313).
29. MATTHAEI, 2016.
30. CHATEAUBRIAND, 1802.
31. LAMENNAIS, 1840, pp. 154-155. Martin Bressani cita este texto en relación con Viollet-le-Duc en BRESSANI, 2014, p. 342.
32. SERTILLANGES, 1922, p. 167.
33. PUGIN, 1841.
34. PUGIN, 1843.
35. Otros proyectos para este significativo templo revelan, de un lado, la identificación catolicismo/goticismo, y de otro la torpeza
de un eclecticismo no bien asimilado. Ejemplo de ello son los «Unexecuted designs for the Roman Catholic Cathedral of
Saint Chad, Birmingham», de Thomas Rickman (1776-1841) que obran en el Royal Institute of British Architects (sign.
RIBA 66253-66258).
36. Pugin, que había estudiado este tipo de obras y publicado un interesante y pionero trabajo sobre este asunto (PUGIN, 1851),
da el dibujo del «Great Rood Screen» de St. Chad, en su libro sobre The Present State of Ecclesiastical Architecture in England.
Londres, Dolman, 1843, entre las páginas 74 y 75. Esta obra se publicó antes en The Dublin Review, 1840, vol. X, nº XX, pp.
301-348, pero sin reproducir dicho dibujo.
37. Con motivo de la publicación de la obra de Pugin, Contrasts or, A Parallel between The Noble Edifices of The Middle Ages, and
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