Estudio Biblico Sobre La Maldicion de La Higuera

Descargar como rtf, pdf o txt
Descargar como rtf, pdf o txt
Está en la página 1de 13

La Maldición de la Higuera (Mateo 21:18-22)

“Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre. Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y
no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la
higuera. Viendo esto los discípulos, decían maravillados: ¿Cómo es que se secó en seguida la higuera?
Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que, si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de
la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. Y todo lo que
pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”.

Mateo 21:18-22

INTRODUCCIÓN

Al avanzar nuestro estudio en este maravilloso evangelio llegamos a otro episodio que
definitivamente esta ubicado en la ultima semana de vida de Jesús y se conoce como la maldición de la
higuera. Con respecto a este episodio se ha desarrollado mucho debate por dos cosas puntuales. Lo
primero es la aparente contradicción cronología entre Mateo y Marcos, en Mateo se nos muestra que
después del evento de la purificación del templo, el Señor se retiro a Betania donde paso la noche y al
amanecer, es decir, al siguiente día en la mañana, subió con sus discípulos al templo y en el camino se
encontró con una higuera la cual al no tener fruto fue maldecida. Sin embargo, al estudiar el mismo
evento en Marcos, tenemos que el día domingo, después de la entrada triunfal, fue al templo y al
anochecer se fue a Betania: “También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas
de los árboles, y las tendían por el camino. Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces,
diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre
David que viene! ¡Hosanna en las alturas! Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado
alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce”, (Marcos 11:8-11), luego, al
siguiente día, es decir, el lunes, no el domingo como se entiende en Mateo, Jesús vuelve otra vez al
templo, pero en el camino se encuentra con una higuera donde busca fruto y al no encontrarlo la
maldice, luego sube al templo y allí se dan los acontecimientos de la purificación del templo, luego al
anochecer, regresa a Betania: “Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. Y viendo de
lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada
halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie
fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos. Vinieron, pues, a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo,
comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas,
y las sillas de los que vendían palomas”, (Marcos 11:12-15).luego, después de pasar la noche en Betania,
al siguiente día, que es martes, yendo por el camino se encuentran con la higuera que había sido
maldecida por Jesús y estaba seca: “Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad. Y pasando por la
mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces”, (Marcos 11:19-20). Por tanto, aquí
vemos una gran diferencia en cuanto a la cronología de los eventos. Según Mateo, la entrada triunfal y la
purificación del templo ocurrió el domingo y el lunes la maldición de la higuera, la cual se seco
inmediatamente. Pero, en Marcos, el domingo ocurrió la entrada triunfal y luego se fue al templo y al
anochecer se retiro a Betania, luego el lunes, subiendo a Jerusalén maldice a la higuera, pero esta no se
seca de inmediato, luego ocurre la purificación del templo, al anochecer se vuelve a retirar al templo, y al
siguiente día, el martes, cuando volvía a Jerusalén se encuentra nuevamente con la higuera la cual ya
estaba seca y se desarrollan los eventos que hoy consideraremos. Esta aparente contradicción se
resuelve entendiendo el estilo literario que cada autor utilizó al momento de escribir su evangelio. En el
caso de Mateo, su estilo y propósito al momento de presentar los hechos no es la narración cronológica,
sino la temática, es decir, no esta interesado en presentar una narración de orden cronológica de como
pasaron los eventos, sino, su arreglo está en función del tema que desea presentar, y en este caso, lo que
importa no es en qué momento ocurrió el hecho, si fue lunes o martes, sino la lección que deja, y por
ello decidió presentarlo en una sola sección de su evangelio.

higuera-maldición

La Maldición de la Higuera

Lo otro que es controversial en estos versículos es el hecho de que Jesús haya usado su poder
para marchitar una higuera, y que este haya sido en respuesta de algo que lo molesto, cuando
anteriormente Jesús ha usado sus dones para provecho de la vida en todos sus sentidos. Sin embargo,
lejos de usar su autoridad para marchitar una higuera como respuesta a su enojo, la señal se convertirá
en una parábola de acción que tenía como propósito enseñar algún principio divino, pero eso lo veremos
mas adelante.

LA HIGUERA QUE NO TENÍA FRUTO

“Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre. Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y
no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la
higuera. Viendo esto los discípulos, decían maravillados: ¿Cómo es que se secó en seguida la higuera?”.

Mateo 21:18-20

Después de haber pasado la noche en Betania, Jesús sube con sus discípulos nuevamente a
Jerusalén, y en el camino tiene hambre y es allí donde ve una higuera, pero esta no tenia fruto: Por la
mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre. Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no
halló nada en ella, sino hojas solamente… La higuera es una planta propia de la tierra de Israel, incluso
desde la conquista de Canaán se registra su presencia entre los arboles frutales de la tierra que Dios les
había prometido a Israel: “Porque Jehová tu Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de
aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y montes; tierra de trigo y cebada, de vides,
higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel”, (Deuteronomio 8:7-8). En los tiempos de paz
que Israel gozo durante el reinado de Salomón, cada uno tenia su propia higuera donde se sentaban con
tranquilidad: “Y Judá e Israel vivían seguros, cada uno debajo de su parra y debajo de su higuera, desde
Dan hasta Beerseba, todos los días de Salomón”, (1 Reyes 4:25). Las higueras eran arboles que no
solamente daban un fruto comestible, el higo, sino que proporcionaban una gran sombra donde las
personas podían sentarse a descansar huyendo del abrazador sol, ya que su copa puede extenderse de 8
a 10 metros. Los frutos que la higuera daba se daban en dos estaciones diferentes. La primera, el higo
temprano o más pequeño, que surge de los brotes del año anterior, empieza a aparecer a fines de marzo
y madura en mayo o junio. La breva o el higo tardío y de mayor tamaño surge de los brotes nuevos o
primaverales se recogen entre agosto y octubre, y si la pascua estaba cerca, este acontecimiento tuvo
lugar entre marzo y abril, una época donde era imposible encontrar fruto, ya que no era la época de eso.
Sin embargo, esto molesta a nuestro Señor y la maldice, y al menos Mateo nos dice que esta se secó de
inmediato lo cual sorprendió a todos sus discípulos: y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se
secó la higuera. Viendo esto los discípulos, decían maravillados: ¿Cómo es que se secó en seguida la
higuera? Algunas personan han criticado este pasaje ya que consideran que la forma de como actuó
Jesús fue egoísta, primero, porque utilizo sus poderes divinos para marchitar un árbol que no tenia fruto
en una época donde no se daba, y de esta forma destruyo un árbol lo cual iba en contra de su ministerio
de vida. Sin embargo, no olvidemos que Él es el Señor de todo lo creado, y allá en el libro de Jonás
destruyo una para darle una lección al profeta: “Y preparó Jehová Dios una calabacera, la cual creció
sobre Jonás para que hiciese sombra sobre su cabeza, y le librase de su malestar; y Jonás se alegró
grandemente por la calabacera. Pero al venir el alba del día siguiente, Dios preparó un gusano, el cual
hirió la calabacera, y se secó”, (Jonás 4:6-7). Segundo, dicen que su poder fue utilizado como respuesta a
su enojo, y esto lo consideran un inapropiado ya que se considera un acto de arrebato de ira. Y tercero,
porque dicen que esta señal no glorifica en nada al Padre. Pero, ¿será esto así? La verdad es que
nosotros no creemos que Jesús haya realizado esta señal como respuesta a una cólera y que fue solo un
arrebato de ira, al contrario, nuestro Señor siempre buscaba formas muy creativas de enseñarles a sus
discípulos. Allá en el evangelio según Lucas existe una parábola que se conoce como la de la higuera
estéril y allí se nos da una hermosa reflexión de dar frutos agradables para nuestro Dios: “Dijo también
esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo
halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo;
córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? El entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía
este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás
después”, (Lucas 13:6-9). Aquí vemos la importancia de dar un fruto agradable delante del Señor, porque
el que no da fruto solo inutiliza la tierra donde esta plantado y aunque Dios es paciente, pero si
continuamente no encuentra un fruto agradable, este puede ser desarraigado permanentemente y ser
arrojado al infierno. La higuera suele tener fruto solo en dos temporadas, pero nuestro Señor requiere
de nosotros un fruto permanente, y no solo por temporadas.

ESTAS SEÑALES Y OTRAS IMPOSIBLES SON POSIBLES GRACIAS A LA FE

“Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que, si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de
la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. Y todo lo que
pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”.

Mateo 21:21-22

En estos versículos podemos encontrar la verdadera razón por la cual Jesús realizo este milagro.
El hecho de que sus discípulos hayan visto a la higuera secarse de inmediato trajo un asombro a sus
vidas, ya que definitivamente la señal milagrosa era impresionante, y quién podía hacer semejante cosa,
pero con ello el Señor capto su atención, preparándolos para recibir la enseñanza que Jesús quería
compartirles ese día, y por ello les dijo: De cierto os digo, que, si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo
haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. Y todo
lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis. De acuerdo a esto, la acción de secar la higuera cobra
sentido. La fe es un elemento indispensable en la vida del creyente, la fe es necesaria para creer que el
sacrificio de Cristo es suficiente para perdonar nuestros pecados, la fe es necesaria para creer que por
muy malos que seamos Dios puede restaurar nuestras vidas, la fe es necesaria para creer que podemos
recibir sanidad divina, la fe es necesaria para creer que Dios puede liberarnos de todas nuestras penas y
angustias, y en general, con fe nada es imposible, aun las cosas más difíciles que podamos concebir y por
ello el Señor pone un ejemplo algo extremo, mover montes: no sólo haréis esto de la higuera, sino que si
a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho, y cualquier cosa que pidamos a Dios,
dentro de su voluntad, en oración el Señor responderá, siempre y cuando se haga con fe: Y todo lo que
pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis. Ahora, para que esto ocurra así, es necesario pedir con fe,
sin dudar: De cierto os digo, que, si tuviereis fe, y no dudareis. En Marcos, este mismo versículo la Nueva
Versión Internacional de la Biblia lo traduce de la siguiente manera: “Les aseguro que si alguno le dice a
este monte: “Quítate de ahí y tírate al mar”, creyendo, sin abrigar la menor duda de que lo que dice
sucederá, lo obtendrá”, (Marcos 11:24, NVI). Fe es creer sin abrigar la menor duda que tal cosa sucederá,
eso es fe, y por ello Santiago nos dice: “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es
semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra”, (Santiago
1:6). Al final, aquella sorprende señal donde Jesús maldijo a la higuera y esta se seco de inmediato nos
enseña que para el que cree todo es posible, solo necesita fe y, fe es creer sin abrigar la menor de las
dudas, cuando esto es así, aun lo que parece imposible es posible para el que ora al Padre en plena
certidumbre que lo que esta pidiendo lo recibirá.
Introducción
El día anterior Jesús había llegado a Jerusalén y había ido directamente al templo, donde observó todo lo
que allí se hacía. Marcos nos dice que ya estaba anocheciendo, así que, aunque hubo muchas cosas que
le desagradaron, él no hizo nada en esa ocasión. Se fue a Betania, probablemente a casa de Lázaro,
Marta y María, donde pasó la noche. A la mañana siguiente, volvió a Jerusalén con la clara intención de
expresar su total desaprobación sobre la forma en la que los líderes religiosos de Israel habían
convertido la casa de su Padre, el templo, en una cueva de ladrones.

Sin embargo, Marcos ha colocado lo que ocurrió en el templo entre dos incidentes que tuvieron lugar en
el camino. Se trata de la historia de la maldición de la higuera estéril.

Tal vez podríamos preguntarnos qué importancia puede tener una higuera en el camino de Betania a
Jerusalén para que el evangelista haga mención de ella en dos ocasiones. Además, este milagro, que es
el último que Marcos recoge (si exceptuamos la resurrección), es muy diferente a todos los demás que
hemos visto hasta ahora, puesto que Jesús usa su poder para destruir y maldecir, en lugar de bendecir y
dar vida. ¿Qué propósito tiene todo esto?

La higuera es un símbolo de Israel

A lo largo del Antiguo Testamento, Dios se había referido a su pueblo Israel bajo el símil de una higuera.

(Os 9:10) "Como uvas en el desierto hallé a Israel; como la fruta temprana de la higuera en su principio vi
a vuestros padres..."

El profeta Jeremías tuvo una visión en la que vio dos cestos, uno lleno de higos buenos como brevas, y
otro de higos malos que no se podían comer. Unos simbolizaban al pueblo de Judá que había sido
deportado por Nabucodonosor a Babilonia pero que habían permanecido fieles a Dios, y los otros, al
resto que había quedado en Jerusalén con el rey Sedequías, pero que se habían apartado de la voluntad
de Dios (Jer 24:1-10) (Jer 29:17).

De hecho, lo que Jesús hizo con la higuera del camino a Jerusalén era lo mismo que el profeta Jeremías
había anunciado que Dios haría con su pueblo Israel:

(Jer 8:13) "Los cortaré del todo, dice Jehová. No quedarán uvas en la vid, ni higos en la higuera, y se
caerá la hoja; y lo que les he dado pasará de ellos."

Por lo tanto, la maldición de Jesús a la higuera, debemos entenderla como un símbolo del juicio de Dios
contra su pueblo Israel.

Una higuera con hojas pero sin fruto

1. ¿Por qué buscó Jesús higos si no era todavía tiempo?


Algunos se han preguntado por qué Jesús maldijo la higuera por no tener fruto, si como Marcos indica,
"no era tiempo de higos".

Para comprenderlo, debemos conocer primero ciertos aspectos importantes de la relación que hay entre
las hojas y el fruto de la higuera. En Palestina, cuando llega la primavera y aparecen las primeras hojas de
las higueras, éstas vienen acompañadas por unos pequeños nódulos o botones comestibles. Si estos
pequeños higos no aparecen en ese tiempo, esto indica que el árbol, a pesar de tener hojas, será estéril
y no producirá frutos.

Por lo tanto, cuando Jesús se acercó a la higuera frondosa, tenía toda la razón para pensar que podría
encontrar estos pequeños higos comestibles. Sin embargo, después de inspeccionar la higuera, "nada
halló sino hojas".

2. Un símbolo de la religión de Israel

Como ya hemos dicho, la higuera era un símbolo de Israel: muchas hojas, pero sin frutos.

La noche anterior Jesús había tenido ocasión de comprobar esto en su visita al templo. Y justo en este
momento se disponía a ir allí nuevamente para hacer una de las acusaciones más graves que podemos
imaginar: "Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones, mas vosotros la habéis hecho
cueva de ladrones" (Mr 11:17).

Todos aquellos rituales perfectamente organizados que llevaban a cabo en el templo, sólo servían para
esconder la falta de verdadera vida espiritual.

Incluso la forma en la que le habían aclamado el día anterior cuando llegó a Jerusalén como aquel que
venía "en el nombre del Señor", era completamente superficial, y no tardaron mucho en cambiarla por
gritos de "¡Crucifícale, crucifícale!".

La abundancia de sus hojas hacía pensar que tenía fruto, pero realmente carecía de él. Prometía mucho
pero no daba nada.

3. Una inspección oficial antes del juicio

Algunos han dicho que si Jesús era omnisciente, por qué "fue a ver si tal vez hallaba en ella algo" de
fruto.

Para contestar a esto, debemos tener en cuenta que el Señor estaba actuando de una forma "gráfica"
con el fin de enseñar a sus discípulos algo de suma importancia y que no debían olvidar. De hecho,
podríamos decir que se trataba de algo tan importante que repitió la "clase" en dos ocasiones seguidas,
puesto que la inspección de la higuera y la del templo pretendían enseñar una misma cosa.

La abundancia de hojas no había logrado evitar que su maldad fuera vista desde el cielo, y Dios mismo se
disponía a comprobarlo por medio de una visita oficial antes de emitir su juicio. El lenguaje se reviste de
total solemnidad si lo comparamos con el que fue pronunciado antes de la destrucción de Sodoma y
Gomorra:
(Gn 18:20-21) "Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más
y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su
obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré".

4. Una seria exhortación para todos nosotros

El pueblo de Israel tenía que estar vigilante y dar frutos en el tiempo de la visita de Dios. Pero también la
Iglesia debe tomar en serio esta advertencia. Cristo puede venir en cualquier momento, de una forma
inesperada, y lo que él va a buscar es nuestro fruto. Él no se va a conformar con que tengamos hermosos
templos, cultos muy bellos y bien organizados, y tampoco le va a impresionar nuestra música o la
relevancia social que hayamos alcanzado.

(Mt 7:21-23) "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la
voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad."

Recordemos que el bautismo, el ser miembros de una iglesia, el participar de la cena del Señor y la
práctica asidua de las formas externas del cristianismo, pueden ser únicamente hojas si no hay frutos del
Espíritu de Dios en nuestras vidas.

(Mt 7:16) "Por sus frutos los conoceréis..."

(Ga 5:22-23) "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley."

"Jesús tuvo hambre"

Otro detalle que nos llama la atención es que la causa que dio origen a la maldición de la higuera fue el
hecho de que Jesús tuviera hambre.

Es cierto que esto nos muestra la perfecta humanidad de Jesús, al igual que otras ocasiones en las se
cansaba, dormía, se sentaba, tenía sed... Pero no parece que éste sea el propósito fundamental al incluir
este detalle. Además, ésta sería la única ocasión en la que Jesús hizo un milagro "destructivo" y
pensando en sus propias necesidades.

Por lo tanto, creemos que esto forma parte también del lenguaje gráfico que Jesús estaba empleando.
En ese caso, no deberíamos pensar tanto en su hambre física, sino en el profundo deseo que él tenía de
encontrar entre su pueblo Israel algo de fruto que diera gloria a Dios. Y por el hecho de "tener hambre",
deducimos que llevaba mucho tiempo buscando alguna manifestación de este tipo sin haberla
encontrado.

"Nunca jamás coma nadie fruto de ti"

Siguiendo con la interpretación de este acto simbólico, debemos darnos cuenta que la maldición sobre la
higuera tenía la finalidad de ilustrar el juicio de Dios sobre la nación de Israel a la que la higuera
representaba.

Unos días después Jesús contó otra parábola en la que volvió a referirse a los judíos que rechazaron a su
Mesías, y habló con toda claridad acerca de la maldición que iba a recaer sobre ellos por esta causa:

(Mr 12:9) "¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá, y destruirá a los labradores, y dará su viña a
otros."

Israel había sido escogido para recibir y transmitir la verdad de Dios en medio de un mundo de paganos
e idólatras, pero se había olvidado de su misión y se había entregado al orgullo espiritual y al formalismo
ceremonial. Tenían abundante follaje, pero carecían del fruto de la fe y del amor. Esto provocó el edicto
final de la boca del Señor: "Córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra?" (Lc 13:6-9).

El cumplimiento de esta maldición se culminó en el año 70 cuando Jerusalén fue destruida y el pueblo
judío fue dispersado por todo el mundo. Pero antes de esto, Dios había entregado "su viña a otros", a la
Iglesia gentil.

No olvidemos, sin embargo, que este no es el fin de Israel, como Pablo se esfuerza en explicar en los
capítulos 9 al 11 de Romanos.

(Ro 11:25-27) "Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en
cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado
la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador,
que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados."

El pueblo judío ha sido echado a un lado temporalmente, pero cuando Cristo vuelva a reinar, la nación
renacerá y será restaurada a una posición de favor con Dios.

"Por la mañana vieron que la higuera se había secado"

Cuando al día siguiente volvieron a hacer el mismo recorrido hacia Jerusalén, descubrieron que en tan
sólo veinticuatro horas, aquella frondosa y vigorosa higuera se había secado desde las raíces.

Y aunque lo que Jesús le había dicho era que "nunca jamás coma nadie fruto de ti", no tenía sentido
tampoco que un árbol infructuoso ocupara un lugar en la tierra innecesariamente.

Todo esto nos hace pensar seriamente sobre el juicio de Dios sobre este mundo.

"Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios"

1. La respuesta de Jesús en su contexto

Ahora Jesús responde a los discípulos, aunque éstos no habían hecho ninguna pregunta. Y a partir de
aquí comienza a hablarles acerca de la fe, la oración y el perdón. ¿Qué relación tiene esto con el
incidente anterior?

A primera vista parece que no hay mucha conexión, pero si nos fijamos en el contexto, podremos darnos
cuenta de que el Señor estaba enseñando a sus discípulos cómo debían reaccionar ante la incredulidad
judía y el rechazo de parte de Dios de su pueblo Israel. Sin duda, los principios que el Señor expuso aquí
fueron de mucha utilidad en el comienzo de la predicación cristiana, y lo han seguido siendo hasta
nuestros días: la fe, combinada con la oración y el perdón.

2. ¿Para qué tenían que tener fe?

Por supuesto Jesús no les estaba enseñando el secreto para maldecir higueras o echar montes en el mar.
Esto no tendría ningún sentido, ni tampoco era el propósito del Señor.

La nación judía había sido maldecida por Dios porque no tenían fe. Ellos confiaban en sus obras y
también en su religión, pero no en Dios. Esta fue la razón fundamental por la que vino el juicio sobre
ellos.

Al mismo tiempo, debemos entender que la fe es el único medio por el que podemos llevar fruto para el
Señor y ser librados de la esterilidad espiritual.

Y por último, la fe en Dios nos puede llevar a superar las dificultades que siempre encontramos en el
servicio cristiano.

El que creyere y no dudare será hecho lo que dice

1. Todo milagro es producido por la fe en Dios

La verdadera fe comprende la pequeñez e inutilidad del hombre para alcanzar las obras de Dios, y por
esta razón descansa en su poder y gracia. Aquí se encuentra el secreto para todo milagro producido por
la fe en Dios.

2. Montes arrojados al mar

El Señor se refirió a este tipo de milagros de la siguiente manera: "de cierto os digo que cualquiera que
dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho
lo que dice, lo que diga será hecho". ¿A qué se refería el Señor?

Bueno, este dicho acerca de la fe que puede mover las cosas aparece también en (Mt 17:20) y (Lc 17:6),
y en cada una de las ocasiones tiene pequeñas diferencias. En realidad se trataba de una frase que los
judíos usaban con frecuencia refiriéndose a suprimir problemas o superar dificultades. Por lo tanto, no
debemos interpretar estas palabras literalmente, porque lo que quería decir el Señor es que si tenemos
verdadera fe, la oración tiene el poder para resolver cualquier dificultad y vencerla.

Por ejemplo, uno de los problemas más grandes que el hombre tiene son sus propios pecados. Estos son
como una gran montaña que le impiden acercarse a Dios, pero él se dispone a echarlos a lo profundo del
mar cuando ponemos nuestra fe en él:

(Miq 7:19) "El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo
profundo del mar todos nuestros pecados."
Y lo mismo podemos decir de las dificultades que encontramos en la Obra de Dios. Podemos ver un
ejemplo muy consolador en las palabras de Dios a Zorobabel después de que el pueblo de Israel hubiera
regresado del cautiverio en medio de mucha debilidad y enemigos:

(Zac 4:6-7) "¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel serás reducido a llanura; él sacará la
primera piedra con aclamaciones de: Gracia, gracia a ella."

No debemos quitar la fuerza a esta promesa ni restarle valor. Tanto en la esfera física como en la
espiritual, los apóstoles ya habían estado haciendo cosas que podríamos considerar como "imposibles".
Pedro anduvo sobre el agua por la fe (Mt 14:29), los doce vieron como los demonios se les sujetaban en
el nombre de Jesús (Lc 10:17) y todo el libro de los Hechos es una prueba de que lo que Jesús dijo aquí
era verdad.

Y en la vida de todos nosotros hay momentos en que Dios nos hace ver claramente que su voluntad es
que hagamos algo en particular. En ese caso podemos estar plenamente confiados en que ese algo se
hará. En tal sentido, Jesús nos dice: "Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá".

3. Creer y no dudar

El Señor dijo que la duda era un grave obstáculo para recibir lo que pedimos por fe. Se puede dudar de
Dios y también de lo que pedimos. Esto se manifiesta cuando oramos por algo en lo que no tenemos
demasiado interés y por lo tanto no somos perseverantes y rápidamente nos cansamos. Santiago lo
expresó de la siguiente manera:

(Stg 1:6-8) "Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que
es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá
cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos su caminos."

4. Pedir teniendo fe en Dios tiene ciertas limitaciones

Una vez dicho todo esto, debemos aclarar también que el Señor no nos estaba garantizando una
"fórmula mágica" para conseguir todo lo que queremos.

(Stg 4:3) "Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites."

Notemos que cuando Jesús enseña cómo "mover montañas" por la fe, dijo explícitamente: "Tened fe en
Dios". Es Dios el que lo hace y nuestra confianza se apoya en él y en su voluntad revelada. Esto es algo
muy diferente de la "autosugestión", que en realidad es una forma de fe en nosotros mismos y en
nuestra capacidad para estar convencidos de algo que deseamos. Por el contrario, nuestra confianza se
debe apoyar únicamente en Dios y en su voluntad revelada.

Como vamos a ver, el mismo Señor Jesucristo estableció ciertas pautas morales que debemos respetar si
queremos recibir lo que pedimos. Él dijo que hay una especie de filtro por el que deben pasar nuestras
oraciones:

(Jn 15:7) "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os
será hecho."

Orad con fe no significa únicamente estar seguros de que lo que pedimos sucederá, sino que debemos
asegurarnos también de que lo que pedimos se ajusta a lo revelado por Dios. Porque no debemos
olvidar que la fe es básicamente nuestra respuesta de confianza a lo que Dios nos dice.

Esto que acabamos de decir es una de las cosas que con frecuencia se confunden y que finalmente tiene
graves consecuencias. Pongamos un ejemplo extremo que hemos visto en varias ocasiones: una madre
dice que no cree en Dios porque puso su fe en él para que su hijo enfermo se sanara, y aunque oró
insistentemente por ello, finalmente el niño murió. Al tratar un caso así no queremos parecer fríos o
insensibles, pero necesariamente tenemos que aclarar algunas cosas. Hemos dicho que la fe es nuestra
respuesta a la voluntad de Dios revelada. Ahora bien, ¿le había revelado Dios a esta mujer que su hijo no
iba a morir si ella tenía fe? Lo que tenía ¿era fe o una fuerte autosugestión marcada por el intenso deseo
de ver a su hijo sano? No queremos parecer indiferentes ante el dolor humano, pero tampoco podemos
dejar de decir que una enseñanza incorrecta en cuanto a lo que Jesús realmente dijo, causará mucho
daño a las personas, al punto de que puedan apartarse del Señor porque consideren que les ha
defraudado.

La oración de fe implica necesariamente estar de acuerdo con la voluntad de Dios, sólo así tenemos
plena garantía de recibir lo que pedimos.

(1 Jn 5:14-15) "Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su
voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que
tenemos las peticiones que le hayamos hecho."

Y encontramos otra condición moral a continuación.

"Y cuando estéis orando, perdonad"

Por supuesto, no podemos orar para pedir la maldición de Dios sobre una persona, sino todo lo
contrario. De hecho, guardar rencor en nuestro corazón contra otra persona hará que nuestras oraciones
no sean contestadas como esperamos. Es decir, antes de orar a Dios, hemos de hacer todo cuanto está
en nuestro poder para procurar la paz con todos los hermanos, perdonándonos sinceramente en lo que
nos han ofendido y pidiéndoles perdón si nosotros, consciente o inconscientemente, les hemos ofendido
a ellos.

Recordemos que la promesa tenía una aplicación especial a los apóstoles y a los primeros discípulos.
¿Podrían ellos perdonar a aquellos que en unos pocos días iban a matar a su amado Maestro?

Hay otros muchos lugares en los que se destaca la importancia del perdón.

(Ef 4:32) "Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios
también os perdonó a vosotros en Cristo."

(Col 3:13) "Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro.
De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros."

Y si bien es cierto que no nos ganamos el perdón de Dios al perdonar a otros, también es verdad que si
no somos capaces de perdonar a otros, esto pondrá seriamente en duda el que nosotros mismos
hayamos sido perdonados.

Preguntas

1. ¿Por qué razón creemos que la higuera es un símbolo de Israel? Justifíquelo bíblicamente.

2. Razone sobre el hecho de que Jesús se acercó a la higuera para ver si tal vez hallaba en ella algo de
fruto.

3. ¿Qué ilustraba la maldición de la higuera? ¿Cómo se cumplió? ¿Es una maldición permanente?

4. En el contexto del pasaje que estamos estudiando, explique con sus propias palabras por qué el Señor
introdujo el tema de la fe, la oración y el perdón. Razone también sobre la importancia que esto podría
tener para el futuro de la misión que deberían llevar a cabo los apóstoles después de la muerte del
Señor.

5. ¿A qué se refería el Señor cuando dijo que si tenemos fe veremos que los montes son echados al mar?
¿A qué montes se refería? ¿Hay alguna limitación a esta promesa? Justifique su respuesta bíblicamente.

También podría gustarte