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de Superluna.[editar]

La
superluna del 19 de marzo de 2011 (derecha) comparada con
una luna promedio el 20 de diciembre de 2010 (izquierda),

vista desde la tierra La superluna


del 14 de noviembre de 2016 estaba a 356 511 kilómetros
(221 526 mi) del centro de la Tierra, la más cercana desde
1948. No estará más cerca hasta 2034.

Super luna, Montevideo,


UruguaySe denomina superluna a la coincidencia de la luna
llena o luna nueva con el mayor acercamiento de esta a
la Tierra (el perigeo). Esto ocurre debido a que la órbita lunar
es elíptica. En dichos casos se la suele apreciar algo más
grande y más brillante de lo normal.3334 El fenómeno opuesto,
una sizigia de apogeo o una luna llena (o nueva) alrededor del
apogeo, se ha denominado microluna.3536
Las mareas[editar]
Artículo principal: Marea

Efecto de la atracción gravitatoria de


la Luna sobre las mareas terrestres.
En realidad, la Luna no gira en torno a la Tierra, sino que la
Tierra y la Luna giran en torno al centro de masas de ambos.
Sin embargo, al ser la Tierra un cuerpo grande, la gravedad
que sobre ella ejerce la Luna es distinta en cada punto.
En el punto más próximo es mucho mayor que en el centro de
masas de la Tierra, y mayor en este que en el punto más
alejado de la Luna.
Así, mientras la Tierra gira en torno al centro de gravedad del
sistema Tierra-Luna, aparece a la vez una fuerza que intenta
deformarla, dándole el aspecto de un huevo.
Este fenómeno se llama gradiente gravitatorio, el cual
produce las mareas.
Al ser la Tierra sólida la deformación afecta más a las aguas y
a la atmósfera y es lo que da el efecto de que suban y bajen
dos veces al día (sube en los puntos más cercano y más alejado
de la Luna).
Un efecto asociado es que las mareas frenan a la Tierra en su
rotación (pierde energía debido a la fricción de los océanos
con el fondo del mar), y dado que el sistema Tierra-Luna tiene
que conservar el momento angular, la Luna lo compensa
alejándose, actualmente, 38 mm37 cada año, como han
demostrado las mediciones láser de la distancia, posibles
gracias a los retrorreflectores que los astronautas dejaron en
la Luna.
Agua en la Luna[editar]
Artículo principal: Agua lunar
Hasta el año 2009 se debatió en la comunidad científica la
posible existencia de agua en la Luna. El ambiente selenita
hace casi imposible la presencia de agua: a no ser en forma
cristalizada microscópica en las rocas, la existencia de agua
líquida es prácticamente imposible, ya que en la mayor parte
de la superficie lunar, por momentos la temperatura asciende
mucho.
Esto y la falta de una atmósfera implican que toda agua
expuesta al ambiente lunar típico se sublime y que sus
moléculas se fuguen al espacio. Sin embargo dos
descubrimientos, uno en 1996 por parte de la
sonda Clementine,38 y otro en 1998 debido al Lunar
Prospector detectaron imprevistas presencias
de hidrógeno en los polos lunares.39
Una hipótesis para explicar tal fenómeno es que ese
hidrógeno esté en forma de agua y que algunos cometas, al
impactar en las zonas polares, puedan haber creado cráteres
donde no llega la luz solar. En tales cráteres quizás pudiera
encontrarse agua congelada de origen cometario (es decir:
agua exógena). En el interior de los cráteres polares nunca
llega la luz solar, permanecen en una eterna oscuridad y jamás
suben de los −240 °C. En estas gélidas oquedades hay agua
congelada o un compuesto con hidrógeno como
el metano (CH4). El 24 de septiembre de 2009,
la India informó que su primera nave de exploración lunar
la Chandrayaan-1 utilizando el Moon Mineralogy
Mapper (Trazador Mineralógico Lunar) de la NASA, ha
encontrado evidencias de una importante cantidad de agua
endógena (no procedente de otros astros) por debajo de la
superficie de la Luna, tal agua sería en gran parte producto de
las reacciones químicas desencadenadas por las fuertes
radiaciones que el mencionado satélite recibe, más
concretamente: el viento solar durante el día lunar haría que
los iones de hidrógeno presentes en los materiales
superficiales selenitas originen hidróxilo (OH) y agua (H2O),40
en cuanto al posible hielo lunar algunos científicos sugieren
que pudiera haber hasta 300 millones de toneladas en los
cráteres polares que nunca reciben luz ni calor solar.414243
Descubrimiento de agua en la Luna[editar]
El 13 de noviembre de 2009, la Agencia espacial de Estados
Unidos NASA anunció el hallazgo de agua en la Luna. Cuando,
el 9 de octubre, la NASA estrelló la sonda LCROSS y su
impulsor Centauro en el fondo del cráter Cabeus en el polo sur
de la Luna, en una operación que buscaba confirmar la
presencia de agua en el satélite natural de la Tierra, se produjo
una colisión que levantó una columna de material desde el
fondo de un cráter que no ha recibido la luz del Sol en miles de
millones de años.
El agua que se levantó por el impacto de la sonda podría llenar
una docena de baldes de ocho litros, dijo el científico Anthony
Colaprete. Los datos preliminares obtenidos del análisis de
esos materiales “indican que la misión descubrió,
exitosamente, agua […] y este descubrimiento abre un nuevo
capítulo en nuestro conocimiento de la Luna”, afirmó
la NASA.
“La concentración y distribución de agua y de otras sustancias
requieren más análisis, pero podemos decir con seguridad
que (el cráter) Cabeus contiene agua”, afirmó Colaprete.44
En octubre de 2020, la NASA reveló que el
observatorio SOFIA había logrado detectar la presencia
de moléculas de agua —en forma de pequeños depósitos
situados entre el terreno o atrapados en cristales— en el
cráter lunar Clavius. El telescopio captó luz infrarroja en una
longitud de onda que solo puede emitir el agua y el
descubrimiento, que confirma la presencia de este elemento
en el área iluminada de la Luna, fue publicado en Nature
Astronomy. Otro estudio dado a conocer en la misma revista
afirma que los depósitos fríos de agua (en zonas donde no
llega la luz del Sol) de este satélite ocuparían unos 40 000
kilómetros cuadrados.45
Atmósfera de la Luna[editar]
Artículo principal: Atmósfera de la Luna
La Luna tiene una atmósfera insignificante debido a su baja
gravedad y ausencia de campo electromagnético, incapaz de
retener moléculas de gas en su superficie. La totalidad de su
composición aún se desconoce. El programa Apolo identificó
átomos de helio y argón, y más tarde (en 1988), observaciones
desde la Tierra añadieron iones de sodio y potasio. La mayor
parte de los gases en su superficie provienen de su interior.
La agitación térmica de las moléculas de gas viene inducida
por la radiación solar y por las colisiones aleatorias entre las
propias partículas atmosféricas. En la atmósfera terrestre las
moléculas suelen tener velocidades de cientos de metros por
segundo, pero excepcionalmente algunas logran alcanzar
velocidades de 2000 a 3000 m/s. Dado que la velocidad de
escape es de, aproximadamente, 11 200 m/s estas nunca
logran escapar al espacio. En la Luna, por el contrario, al ser la
gravedad seis veces menor que en nuestro planeta, la
velocidad de escape es asimismo menor, del orden de
2400 m/s. Podemos deducir entonces que si la Luna tuvo
antaño una atmósfera, las moléculas más rápidas pudieron
escapar de ella para, según una ley de la teoría cinética de los
gases, inducir a las restantes a aumentar su velocidad,
acelerando así el proceso de pérdida atmosférica. Se calcula
que la desaparición completa de la hipotética atmósfera lunar
debió realizarse a lo largo de varios centenares de millones de
años.
La ausencia prácticamente total de atmósfera en nuestro
satélite obliga a los astronautas a disponer de equipos
autónomos de suministro de gases, conocidos como P.L.S.S.
en sus paseos por la superficie. Asimismo, al no existir un
manto protector, las radiaciones ultravioleta y los rayos
gamma emitidos por el Sol bombardean la superficie lunar,
siendo necesario contar con trajes protectores especiales que
eviten sus efectos nocivos.
Para la tenue atmósfera lunar cualquier pequeño cambio
puede ser importante. La sola presencia de los astronautas
altera localmente su presión y su composición al enriquecerla
con los gases espirados por ellos y por los que se escapan del
módulo lunar cada vez que se efectúa una EVA. Existe el
temor de que los gases emitidos por las naves que en la
década del setenta alunizaron en la Luna hayan creado
una polución o contaminación de igual masa a la de su
atmósfera nativa. Aunque estos gases ya deben haber
desaparecido en su mayoría, aún hay una preocupación de
que queden restos que impidan investigar sobre la atmósfera
real de la Luna.
La atmósfera lunar recibe también aportaciones de partículas
solares durante el día, que cesa al llegar la noche. Durante la
noche lunar, la presión puede bajar hasta no ser más que de
dos billonésimas partes de la atmósfera terrestre, subiendo
durante el día hasta las ocho billonésimas partes,
demostrando así que la atmósfera lunar no es una atmósfera
permanente, sino una concentración de partículas
dependiente del medio exolunar.
La ionosfera que rodea a nuestro satélite se diferencia de la
terrestre en el escaso número de partículas ionizadas, así
como de la presencia de electrones poco energéticos que,
arrancados del suelo de la Luna, son emitidos al espacio por el
impacto de los rayos solares. Actualmente, se ha podido
determinar la existencia de una cola de sodio compuesta por
vapores que se desprenden de nuestro satélite de forma
similar a como lo hacen los gases de los cometas.
La ausencia de aire, y en consecuencia de vientos, impide que
se erosione la superficie y que transporte tierra y arena,
alisando y cubriendo sus irregularidades. Debido a la ausencia
de aire no se transmite el sonido. La falta de atmósfera
también significa que la superficie de la Luna no tenga
ninguna protección con respecto al bombardeo esporádico
de cometas y asteroides. Además, una vez que se producen
los impactos de estos, los cráteres que resultan
prácticamente no se degradan a través del tiempo por la falta
de erosión.

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